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HISTORIA DE LA ORDEN DE CÍSTER TOMO V

Historia de la orden del cister

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HISTORIA

DE LA ORDEN

DE CÍSTER

TOMO V

PLAN GENERAL DE LA OBRA

Tomo I: El Monacato antes del Císter

Volumen I. Oriente. (Publicado)

Volumen II. Occidente. (Publicado)

Tomo II: El primer siglo Cisterciense (1098-11989

Volumen I. Primera y Segunda Parte. (Publicado)

Volumen II. Tercera parte. (Publicado)

Tomo III: 1198-1494 (Publicado)

Cuarta Parte: el Segundo Siglo de Císter (1198-1303)

Quinta Parte: La Orden al fin de la Edad Media (1303-1994)

Tomo IV: 1994-1789 (Publicado)

Sexta Parte: Nuevos tiempos. Decadencia Congregaciones-

Reformas

Tomo V: 1789-19.. (Publicado)

Séptima Parte: Tiempos Modernos

Extinción-Restauración-Unión 1892

(1789-1892)

Octava Parte: La Orden Cisterciense en el siglo XX

Tomo VI: Apéndice. Documentos relativos a la Orden Cisterciense.

TOMO V

HISTORIA

DE LA ORDEN

DE CÍSTER

1789 - 19..

Séptima Parte

Tiempos Modernos

Extinción - Restauración

Unión 1892 (1789 - 1892)

Octava Parte

La Orden Cisterciense en el siglo XX

Rvd. P. LORENZO HERRERA, o.c.s.o.

Monje de San Isidro de Dueñas

MONASTERIO DE LAS HUELGAS: Burgos (España) Col. «ESPIRITUALIDAD MONÁSTICA»

Textos-Estudios-Miscelánea) Vol.27

Edición fuera de comercio.

Copia, impresión y organización de las Monjas Cistercienses de los

Monasterios de LA ENCARNACIÓN, Córdoba, y Sta Mª la Real de LAS

HUELGAS, Burgos (España).

SÉPTIMA PARTE

EXTINCIÓN - RESTAURACIÓN

UNIÓN DE 1892

SÉPTIMA PARTE EXTINCIÓN - RESTAURACIÓN

UNIÓN DE 1892

ESQUEMA GENERAL

INTRODUCCIÓN HISTORIOLÓGICA

1º Notas historiólogicas al presente período.

CAPÍTULO I. LA SUPRESIÓN DE LAS ÓRDENES

RELIGIOSAS EN FRANCIA

1º La secularización de los bienes eclesiásticos.

2º La supresión de las Órdenes religiosas.

3º La Constitución civil del clero.

CAPÍTULO II. EL ESTABLECIMIENTO EN LA VAL-

SAINTE

1º Dom Agustín de Lestrange.

2º La Val-Sainte.

3º La erección de la Val-Sainte en Abadía.

CAPÍTULO III. LAS FUNDACIONES DE LA VAL-SAINTE

1º La fundación de Santa Susana en España. 2º Westmalle en Bélgica y Darfeld en Alemania.

3º Lulworth en Inglaterra.

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4º Mont Brac y Sordevolo en el Piamonte.

5º Proyectos para la fundaciones en Rusia y en Hungría.

6º Fundaciones en Valais. 7º La institución de las Trapistinas.

8º La institución de la Tercera Orden.

9º Una verdadera Congregación.

CAPÍTULO IV. LA ODISEA MONÁSTICA

1º El abandono de la Val-Sainte. 2º Condiciones en que se haría el viaje.

3º A través de Europa.

4º Nueva dispersión. 5º Estancia en el Imperio ruso.

CAPÍTULO V. SEGUNDA ESTANCIA EN LA VAL-SAINTE.

RESTAURACIÓN EN FRANCIA

1º Segunda estancia en la Val-Sainte.

2º Primera restauración en Francia.

3º Nueva restauración en Francia. 4º El proceso de Dom Agustín de Lestrange.

CAPÍTULO VI. LA ORDEN A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX.

EXTINCIÓN Y RESTAURACIÓN

1º Supresión de las Órdenes religiosas en Europa. 2º La Orden Cisterciense en los diversos países de Europa.

3º La restauración del gobierno central.

CAPÍTULO VII. OBSERVANCIAS DE LA ORDEN DE

CÍSTER. COMUN, MEDIA,

ESTRECHA.

1º La Común Observancia.

2º La Media Observancia.

3º La Estrecha Observancia.

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4º La Orden de los Cisterciense reformados de N.S. de la Trapa.

5º La Orden de los Cisterciense reformados o de la Estrecha

Observancia. 6º Algunas consideraciones sobre la Unión Cisterciense.

CAPÍTULO VIII. LAS MONJAS CISTERCIENSE EN EL S.

XIX

1º Común Observancia.

2º Media Observancia. 3º Estrecha Observancia.

CAPÍTULO IX. LA LITURGIA CISTERCIENSE HASTA EL

CONCILIO VATICANO II

1º La Estrecha Observancia.

2º La Común Observancia.

3º Juicio final.

CAPÍTULO X. LA EXPANSIÓN DE LA ORDEN EN EN S.

XIX

1º Europa.

2º Asia. 3º África.

4º América.

5º Oceanía.

BIBLIOGRAFÍA GENERAL DE LA SÉPTIMA PARTE

A. FUENTES

ANÓNIMO: Libro de Gestis é historia del Real Monasterio de

N. Señora de Sta. Susana. Estrecha Observancia del Císter. En el

Reyno de Aragón, y Arzobispado de Zaragoza. (Tres tomos manus-

critos, año 1802. Archivo del Monasterio cisterciense de Sta. María

la Real de La Oliva).

NOMASTICON CISTERCIENSE: Ed. H. SEJALON, Solesmes 1892.

B. ESTUDIOS

ANÓNIMO: Dom A. de Lestrange et les trappistes pendant la

Révolutión. (Imprimerie de la Grande-Trappe, 1898).

ANÓNIMO: Un gran monje: Dom Gerásimo de Alcántara.

"Cistercium" 9 (1957), 61-68.

AUBERT, R.: La restauration monastique dans l'Europe

occidentale de XIX siècle. "Revue Bénédictine" 93 (1973), 9-32.

BERECIARTUA-OLARRA, J.M.: Los primeros trapenses en

el Císter español. "Cistercium" 8 (1956), 263-267.

BOCK, C: Les codifications du droit Cistercien. Evolution du

droit cistercien de la Revolution a nos jours. Le droit liturgique.

"Collectanea O.C.R." 17 (1955), 159-185.

BOUTON, J. de la Croix: Histoire de l'Ordre de Cîteaux.

Tirage-à-part des "Fiches Cisterciennes", vol. II, pp. 405-460.

(Westmalle 1968).

BRASIL, M.: Le Centenaire du retablissement des Cisterciens

en Angleterre. "Collectanea O.C.R." 2 (1935), 142-146.

FRIEDLANDER, C.: Les plus anciennes Constitutions des

moniales de la Trappe. "Cîteaux" 32 (1981), 321-351.

GACH, P.: Les suppresions des abbayes cisterciennes en

territoire Polonais au XIX siècle. "Cîteaux" 32 (1981), 305-320.

HALGOÜET, J. de: Pierres d'attente pour une histoire de

l'Ordre dans la première moitié du XIX siècle. 2ª série. Le Procès de

Dom Augustin de Lestrange. "Cîteaux" 26 (1975), 57-81, 185-215,

284-315; 27 (1976), 56-84.

HÜNERMANN, W: El rebelde obediente (Madrid 1965).

LEKAI, L.J.: Les moines blancs (París 1957).

LEZCANO, Mª Luisa: Aportación al conocimiento del

movimiento monástico británico. La Trapa: Orígenes, extinción y

renacimiento. Tesina inédita para obtener la Licenciatura en la

Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense

(Madrid).

LLORCA, B., GARCÍA VILLOSLADA, R., MONTALBÁN,

F.J.: Historia de la Iglesia Católica. Vol. IV. Edad Moderna

(1648-1958). La Iglesia en su lucha y relación con el laicismo.

Primera redacción por F. J. MONTALBÁN. Revisada y completada

por B. LLORCA y R. G. VILLOSLADA. BAC 76, 2º ed. (Madrid

1958).

MARTELET, B.: De la Val-Sainte a Cîteaux. "Collectanea

O.C.R." 10 (1948), 247-260. Dom Eugene de Laprade. "Collectanea

15

O.C.R." 10 (1948), 199-209.

PRESSE, Dom A.: Les moniales cisterciennes rèformées.

"Revue Mabillon" 24 (1934), 1-14, 81-98. Notes et documents sur les

derniers temps de l'abbaye de Cîteaux. "Analecta S.O.C." 10 (1954),

169-207.

ROGIER, L.J., AUBERT, R., KNOWLES, M.D.: Nueva

Historia de la Iglesia. Vol. IV. De la Ilustración a la Restauración.

Por L.J. ROGIER, G. DE BERTIER DE SAUVIGNY, J. HAJJAR.

(Madrid 1977).

UN MONJE DE THYMADEUC: Histoire abrégée de l'Ordre

de Cîteaux. (Saint-Briene 1897). VANDERMARLIERE, S.: Les abbayes de l'Ordre de Cîteaux

(Stricte Observance). "Collectanea O.C.R." 1 (1934), 202-204; 2

(1935), 19-24, 82-87, 153-162.

XIMÉNEZ DE SANDOVAL, F.: La Comunidad errante.

(Madrid 1959).

SÉPTIMA PARTE

EXTINCIÓN - RESTAURACIÓN- UNIÓN 1892

1789 - 1892

INTRODUCCIÓN HISTORIOLÓGICA

1º Notas historiológicas de este período

Este período, que vamos a historiar, es quizás el más crí-

tico de los que hasta ahora había atravesado la Iglesia y que

repercutió, como no podía por menos, en todas sus institucio-

nes y muy especialmente en las Órdenes religiosas. No son

ahora parcelas geográficas o individuos aislados los que

plantean la lucha sino la sociedad entera que huye de la Iglesia

y de la fe cristiana. Tras largo proceso, se consuma en este

tiempo la ruptura radical de todo el sistema de creencias y

valores sobre los que había vivido el hombre occidental.

Se crea un nuevo derecho que nada tiene que ver con el

anterior; una moral nueva, ajena a la tradicional; nuevos

valores políticos y sociales en los que el súbdito pasa a ser

ciudadano; una religiosidad natural, negación de la verdadera.

Es la razón contra la fe, una Europa de espaldas a cuanto había

sido.

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Este proceso recibe diversos nombres: «Enlightment»,

«aufklärung», «Siècle des Lumiéres», «Ilustración», que

significan según Kant, uno de los déspotas ilustrados, «la

salida del hombre de su minoridad». Se iniciaba una sociedad

nueva con distinta posición ante el arte, el pensamiento y la

religión.

¿Qué ocurrió en la Iglesia en este período, oprimida por

todas partes y en la que se jugaba su propio ser? Atravesó tres

momentos, habituales en casos similares: ingnorancia de lo que

ocurría, lucha represiva por parte de la Inquisición, postura

apologética que poco a poco terminará aceptando los hechos

consumados. En la práctica no sólo desaparecerá su tradicional

poder (!Qué lejos quedaba la «cristianitas»¡), sino también su

presencia en la vida de los pueblos. Apenas le quedaban otros

oficios que la firma de Concordatos y las intrigas políticas.

Desde fines del siglo XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial,

la Iglesia no hizo otra cosa que languidecer viviendo de espal-

das a la realidad y a la defensiva, juzgando los cambios

radicales que se iban produciendo como meros juegos

transitorios.

a) La Enciclopedia

El vehículo y el portaestandarte de todos estos nuevos

principios fue la famosa obra conocida con el nombre de «La

Enciclopedia». Desde 1750 los «filósofos» se hicieron cons-

cientes de su fuerza y de su número y, mientras Voltaire en la

corte de Federico II planeaba los medios de «aplastar a la

infame» (léase a la Iglesia), el literato Diderot con el científico

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D'Alembert, forjan el arma de combate que habrán de utitilizar

todos lo que se alistan en el campo anticristiano. En 1751 sale a

la luz el primer tomo con el título «Encyclopedie ou Diction-

naire raisonné des sciences, des arts et de metiers par une

société de gens de lettres, mis en ordre et publié por Diderot...

quant'à la part mathématique por M. D'Alembert». Prohibida

la impresión en 1759, se consiguió, sin embargo, por medio de

poderosas influencias y mucho oro, el que se acabase de

imprimir en 1766. Constaba de 17 volúmenes en folio, cinco

suplementos publicados en 1777 y once planchas en cobre.

Diderot, el principal director, era un escritor de brillante

estilo, gran fantasía y no vulgar inteligencia, pero ateo o

panteísta que profesaba el materialismo y trataba de demostrar

privadamente que el pudor es contrario a la naturaleza. Más

cauto, aunque siempre escéptico, D'Alembert cultivaba con

éxito las ciencias físicas y matemáticas; suyo es el «Discurso

preliminar» sobre la lógica concatenación de los conocimien-

tos, con una clasificación de las ciencias y una historia del

progreso humano.

Sin ser obra de abierto y declarado sectarismo, pues aparte

de los más ilustrados personajes de la época ateos y mate-

rialistas, artículos traducidos de deistas ingleses, colaboraron

algunos católicos, la Enciclopedia tiene en general un espíritu

de supresión de todo lo absoluto, de abolición de todo lo

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sobrenatural, de negación de todo milagro, de todo misterio, de

toda metafísica, no impugnando directamente las ideas cris-

tianas, a fin de no ser prohibida, pero sí insinuando las con-

trarias, demostrando las verdades religiosas de un modo insu-

ficiente o ridículo, poniendo objeciones sin refutarlas debi-

damente y defendiendo la tolerancia, la libertad de pensa-

miento, prensa, etc.

La Enciclopedia contribuyó a dar cohesión y conciencia de

su poder a los «ilustrados» y los filósofos de Europa, y al

mismo tiempo desató una oleada de errores y negaciones, que

llegaron a un absoluto radicalismo. Para ellos, Dios, era una

palabra sin sentido; el alma, una quimera; la religión, una farsa;

el destino ultraterreno, un absurdo; sólo había una cosa

verdadera, subsistente y divina: la sensación, el placer.

Y con estas ideas, pensaban que eran los heraldos de una

época de felicidad para el género humano, la época de la Ilus-

tración, la época de la Libertad, de la Igualdad, de la Fra-

ternidad, y se les llenaba la boca con estas grandes palabras y

hablaban con ingenuidad de niños, con ilusión de soñadores.

Condorcet exclamaba en el libro X de su Historia del progreso

humano: «Llegará un momento en que el sol no alumbrará

sino a los hombres libres sobre la tierra, hombres que no

reconocerán otro señor y maestro que la Razón, y en él los

tiranos y los esclavos, los sacerdotes y sus estúpidos instru-

mentos no existirían más que en la historia y en los teatros».

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b) La Revolución francesa

Hay algo que la historia a que estamos acostrumbrados,

olvida con demasiada frecuencia. Si la Revolución francesa

marcó un viraje decisivo en la historia de la humanidad, si,

debido a las ideas que acabamos de exponer, se volvió contra la

Iglesia, la religión, el clero y la Órdenes religiosas, ésta no era

su intención original. Sus corifeos, incluídos aquellos que

habían perdido la fe en la revelación, en la felicidad o en los

castigos eternos, para quienes el único objetivo era mejorar la

vida en la tierra, no se propusieron, ante todo, montar una

campaña contra la religión.

La convocatoria de los Estados Generales en mayo de

1789 nada tuvo que ver con las aspiraciones malévolas que se

daban en algunos ambientes contra la religión y la Iglesia. De

hecho la Asamblea fue precedida de ceremonias religiosas. Ni

siquiera los que habían de convertirse en los famosísimos

jacobinos fomentaban deseo alguno de destrucción con

respecto a la Iglesia. Merece también tenerse en cuenta otra

observación: las teorías que la Revolución trató de aplicar a la

Iglesia y a la religión no nacieron en el cerebreo de estadistas,

sino de eclesiásticos y teólogos. Es falsa la idea de que se

alzaron contra la Iglesia algunos maestros perversos venidos de

fuera; es ésta una de las confusiones que habitualmente

desfiguran la historia: aquellos maestros surgieron siempre en

el seno de la Iglesia. Ahora bien, puntualicemos que si los

padres de la Revolución no tenían como principal fin atacar a la

Iglesia, eso no quiere decir, en general, que fueran partidarios

de lo que ella enseñaba o prescribía y menos aún, que

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considerasen intangible la posición que venía ocupando dentro

del Estado.

c) La francmasonería

Un elemento con el que hay que contar al tratar de

comprender este momento histórico es la francmasonería,

exponente típico del deísmo y de otras ideas de la época y de la

nacida en el suelo inglés. Se trata de un producto auténtico del

siglo XVIII y las primeras logias brotaron de la fusión de

ciertos clubs de amistad, que pretendían pasar por continua-

dores directos de la organización corporativa de la Edad

Media. Se consideraban herederos de las cofradías de cons-

tructores que, caminando de ciudad en ciudad, habían tomado

parte en la edificación de las más célebres catedrales de

Inglaterra.

El 24 de junio de 1717, fiesta de san Juan Bautista, que

ejerce su patronazgo sobre las logias, se fundaba la primera de

ellas en Londres. La expansión fue sorprendentemente rápida

en Europa y en el Nuevo Mundo. Esto demuestra que la

francmasonería surgía de la mentalidad de la época. Por una

parte, reclamaba para cada individuo el derecho de mantener su

opinión personal, el libre pensamiento; por otra, se abría a las

aspiraciones sociales cosmopolitanas. Hijas legítimas de su

época su resorte era el deseo de fraternidad internacional e

interconfesional. Las condiciones de admisión se reducían a un

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mínimo, en principio, a la fe deísta en un ser supremo, «gran

Arquitecto del universo», y a la profesión de una religión

natural.

Roma tomó medidas de defensa contra la francmasonería,

pero con escaso éxito. El poder central del Papa y de la Curia se

debilitaba más y más y casi todos los soberanos católicos uti-

lizaban sin ningún miramiento sus derechos al «placet». De

aquí que los decretos pontificios promulgados en esta materia

quedaran en letra muerta por largo tiempo. Hacia 1780 parece

que innumerables obispos y sacerdotes pertenecían a alguna

logia.

La fundación de una logia en Florencia, provocó

inmediatamente la oposición de numerosos soberanos de Italia.

Clemente XII se refirió a sus prohibiciones cuando, a su vez,

prohibió en 1783 que los católicos pertenecieran a una logia.

Benedicto XIV renovó en 1751 la prohibición confirmándola

con excomunión reservada al Papa. Entre los motivos enume-

rados en su Bula, el primero es el carácter interconfesional de

la liga y el «gran peligro que de ahí se deriva para la pureza de

la fe católica»; el segundo es el juramento de secreto absoluto.

Esta Bula fue la causa de que en Italia, España, y Portugal, la

francmasonería se convirtiera en punto de cita para todos lo

enemigos jurados de la Iglesia.

Había logias que encargaban misas por el alma de los

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hermanos difuntos, se llevaban a las iglesias los emblemas

masónicos con ocasión de los entierros. No es posible seguir

creyendo que «el gran designio anticatólico» en aquellos

francmasones franceses del siglo XVIII, con Satán en persona

a la cabeza, habrían jugado el papel principal. Un historiador

católico francés ha calificado esta idea como «la fábula del

complot masónico». Sin embargo, esta tradición persiste y

adquiere las apariencias de casi una certeza.

No hay que descartar toda relación entre las logias franc-

masónicas y la Revolución francesa. Algunas logias francesas

eran focos de anticlericalismo, la mayoría de cuyos miembros

coreaban el «aplastad al infame». Sin embargo, ni siquiera la

francmasonería francesa estaba formada por radicales de iz-

quierda; sus mayores contingentes eran más bien «burgueses

satisfechos» antepasados directos de los liberales del siglo

XIX.

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