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HISTORIA DEL PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIA TOMO 1 Índice INTRODUCCION 1. ANTECEDENTES Y CONDICIONES DEL SURGIMIENTO DEL PARTIDO COMUNISTA 1.1 Tradición antiimperialista 1.2 El proletariado colombiano 1.3 Intentos de creación del partido obrero 1.4 Las luchas obreras y la fundación del Partido Socialista 1.5 El Partido Socialista y el liberalismo 1.6 Los grupos comunistas 1.7 La economía colombiana en la década de 1920 1.8 El Tercer Congreso Obrero Nacional. Fundación del PSR 1.9 La lucha antiimperialista y frente en defensa de las libertades democráticas 1.10 Las tendencias conspirativas en el PSR 2. LA CREACION DE UN PARTIDO DE CLASE 1930– 1935 2.1 Influencia de la crisis económica de 1929-1933 en Colombia 2.2 Fundación del PCC: julio de 1930 2.3 Las primeras acciones del PCC en la ciudad y el campo 2.4 El conflicto colombo-peruano y la represión al PCC 2.5 El Partido Comunista y la UNIR 2.6 El Partido Comunista y las luchas agrarias. 1934-1935 2.7 El PCC y el comienzo del gobierno de López Pumarejo. La lucha antiimperialista 3. LA LUCHA DEL PCC POR LA UNIDAD SINDICAL Y EL FRENTE POPULAR 1935 – 1941 3. 1 Antecedentes de la CTC 3.2 El viraje en la estrategia y en la táctica del PCC 3.3 La Segunda Conferencia Nacional del PCC 3.4 El Frente Popular contra el imperialismo y la reacción 3.5 Continúa la lucha del PCC por la unidad sindical. El Segundo Congreso Nacional del Trabajo 3.6 La ofensiva liberal contra el Frente Popular

Historia del Partido Comunista Colombiano

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Dentro de los preparativos para la celebración del cincuenta aniversario del Partido Comunista de Colombia, el Comité Central acordó la realización de una investigación sobre la historia del Partido. Para adelantar dicha tarea fue designada una comisión, presidida por el secretario general, camarada Gilberto Vieira. Como resultado de la investigación se presenta a la consideración del colectivo del Partido, a los revolucionarios y demócratas, a los círculos científicos un panorama de la trayectoria histórica de los comunistas colombianos.

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HISTORIA DEL PARTIDO COMUNISTA DE COLOMBIATOMO 1

Índice

INTRODUCCION1. ANTECEDENTES Y CONDICIONES DEL SURGIMIENTO DEL PARTIDO COMUNISTA1.1 Tradición antiimperialista1.2 El proletariado colombiano1.3 Intentos de creación del partido obrero1.4 Las luchas obreras y la fundación del Partido Socialista 1.5 El Partido Socialista y el liberalismo1.6 Los grupos comunistas1.7 La economía colombiana en la década de 1920 1.8 El Tercer Congreso Obrero Nacional. Fundación del PSR1.9 La lucha antiimperialista y frente en defensa de las libertades democráticas1.10 Las tendencias conspirativas en el PSR

2. LA CREACION DE UN PARTIDO DE CLASE 1930– 19352.1 Influencia de la crisis económica de 1929-1933 en Colombia2.2 Fundación del PCC: julio de 19302.3 Las primeras acciones del PCC en la ciudad y el campo2.4 El conflicto colombo-peruano y la represión al PCC2.5 El Partido Comunista y la UNIR2.6 El Partido Comunista y las luchas agrarias. 1934-1935 2.7 El PCC y el comienzo del gobierno de López Pumarejo. La lucha antiimperialista

3. LA LUCHA DEL PCC POR LA UNIDAD SINDICAL Y EL FRENTE POPULAR 1935 – 19413. 1 Antecedentes de la CTC 3.2 El viraje en la estrategia y en la táctica del PCC3.3 La Segunda Conferencia Nacional del PCC 3.4 El Frente Popular contra el imperialismo y la reacción3.5 Continúa la lucha del PCC por la unidad sindical. El Segundo Congreso Nacional del Trabajo 3.6 La ofensiva liberal contra el Frente Popular3.7 La Ley de Tierras y el trabajo del PCC en el campo 3.8 La provocación anticomunista y el Tercer Congreso Nacional del Trabajo3.9 El PCC y el gobierno de Eduardo Santos

4. POLITICA ANTIFASCISTA. DESVIACION REVISIONISTA 1941 – 19454. 1 El marcó económico nacional y la situación Internacional4.2 El Primer Congreso del PCC4.3 La reconstrucción de la unidad sindical

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4.4 La lucha de los comunistas contra el fascismo y la Quinta Columna4.5 La lucha del PCC por los derechos de los trabajadores de la ciudad y del campo4.6 Los comunistas y la crisis política4.7 El Segundo Congreso del PCC y la adopción programática del revisionismo4.8 Conquistas del Movimiento Sindical y cambio de situación política

5. RECONSTRUCCION LENINISTA DEL PARTIDO 1945 – 19505.1 La situación internacional y la economía en el período 1945-19505.2 El auge del movimiento obrero. Tercer Congreso del PSD. Diciembre de 19455.3 El PSD y la campaña presidencial 1945 – 19465.4 El movimiento gaitanista y el PSD5.5 Cuarto Congreso del PSD. Junio 25 de 19465.6 El PSD y las nuevas dificultades del movimiento sindical5.7 El Quinto Congreso del PCC. Julio de 19475.8 El PCC y el auge del movimiento antiimperialista5.9 El PCC .y la lucha por los derechos de los campesinos y contra la violencia5.10 El 9 de abril de 19485.11 El PCC ante la reacción nacional e internacional5.12 E1 PCC y el legado político de Gaitán. El Sexto Congreso del Partido

6. INDICE DE NOMBRES

7. APENDICE

Cronología de congresos obreros y políticos.

8. BIBLIOGRAFIA

INTRODUCCION

Dentro de los preparativos para la celebración del cincuenta aniversario del Partido Comunista de Colombia, el Comité Central acordó la realización de una investigación sobre la historia del Partido. Para adelantar dicha tarea fue designada una comisión, presidida por el secretario general, camarada Gilberto Vieira.

Como resultado de la investigación se presenta a la consideración del colectivo del Partido, a los revolucionarios y demócratas, a los círculos científicos un panorama de la trayectoria histórica de los comunistas colombianos.

De manera sistemática se ha afrontado el análisis del papel jugado por el PCC, a lo largo de la historia contemporánea del país, no a la luz de

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una tabla ideal de verdad y error sino en relación con las realidades concretas de los diversos períodos históricos. Desde tal perspectiva, en el acervo de la experiencia histórica del Partido, entran tanto los aciertos como los desaciertos.

En el transcurso del estudio se buscó registrar y valorar las tradiciones revolucionarias del pueblo colombiano. Ellas rigurosamente generalizadas se convierten en fuerza material que estimula la acción transformadora de las masas. Lenin otorgaba al análisis de la acción de los trabajadores en el pasado una importancia enorme. Refiriéndose a la experiencia de la revolución rusa de 1905 escribió. “El deber indudable de la socialdemocracia rusa es estudiar nuestra revolución en la forma más escrupulosa y amplia; extender entre las masas el conocimiento de sus formas de lucha, de sus formas de organización, consolidar en el pueblo las tradiciones revolucionarias; llevar a las masas la convicción de que única y exclusivamente por medio de la lucha revolucionaria se podrán conseguir mejoras serias y sólidas”. (1)

La historia de un partido de clase, que arriba a sus cincuenta años mostrando la persistencia del desafío al monopolio bipartidista, ofrece elementos de análisis sobre el sistema político en general. Esta observación cobra toda su significación cuando se constatan a lo largo de medio siglo las numerosas frustraciones en el terreno de la creación de terceros partidos en Colombia.

A través de las etapas estudiadas se ha seguido el proceso de unión de la teoría marxista con el movimiento obrero, cuya expresión más concreta la constituye el Partido Comunista. Naturalmente ese proceso no ha transcurrido en línea recta, sino que los diversos períodos se separan por profundas rupturas. Estas, con respecto al movimiento obrero colombiano han sido particularmente profundas. Hay varios momentos en la historia del país en los cuales en función de cambios económicos, sociales y políticos, el movimiento obrero surge como fuerza social muy diferenciada en relación, con la etapa precedente. En la presente investigación se bosquejan criterios que contribuyen a explicar ese fenómeno que no había merecido hasta ahora un examen serio.

Las pautas teóricas y metodológicas que orientaron la investigación han sido tomadas de los clásicos del marxismo leninismo. Ya en las páginas del Manifiesto Comunista, se encuentra una caracterización del Partido Comunista, en relación con otros partidos obreros: “Los comunistas solo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios,

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destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases del desarrollo debido a la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto”. (2)

Los trabajos de Marx y Engels: Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 y El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, ofrecen guías metodológicas insustituibles para la investigación de la historia política. Igualmente la crítica de Marx a las concepciones de Proudhon contenida en La Miseria de la Filosofía permitió valorar la esencia de la corriente del socialismo pequeño-burgués en Colombia especialmente entre 1919 y 1923.

Extraordinariamente múltiple y rica resulta la teoría de Lenin sobre el Partido de nuevo tipo. A lo largo de toda la actividad teórica y práctica, Lenin se ocupó en forma reiterada en desarrollar la doctrina marxista sobre el partido. Ya en 1897 en el trabajo Tareas de los social-demócratas rusos se esclareció el nexo indisoluble entre la lucha por el socialismo y por la democracia y se formuló el postulado según el cual “sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario”.*

* Los principios organizativos del Partido fueron desarrollados por Lenin en diversos trabajos, entre ellos ¿Qué hacer?; Carta a un camarada acerca de los problemas de organización; Un paso adelante; dos pasos atrás; etc.

En la obra, La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo se encuentran conclusiones que en la presente investigación han permitido valorar autocríticamente algunos aspectos de la política de los comunistas, especialmente durante el período comprendido entre 1930 y 1935. Para períodos posteriores esta obra facilitó el análisis de la lucha ideológica librada por los comunistas contra corrientes del radicalismo pequeño-burgués y contra expresiones de ese mismo radicalismo dentro del Partido.

El estudio de los factores objetivos que explican el surgimiento del revisionismo en el período 1941- 1945 y de las modalidades que tomó dentro del PCC, se adelantó a la luz del análisis magistral que ofreció Lenin sobre las raíces económicas, sociales, gnoseológicas y psicológicas del oportunismo en el movimiento obrero, en sus trabajos: Marxismo y Revisionismo y Las Divergencias en el movimiento obrero europeo.

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Esas obras han permitido igualmente valorar la significación de la lucha del partido contra las desviaciones del marxismo o contra su traición abierta, en el caso del maoísmo.

En El imperialismo: fase superior del capitalismo se ofrece una base teórica que permitió estudiar no solo las características de la dependencia en las condiciones del dominio del imperialismo norteamericano, sino también juzgar sobre los postulados programáticos del PCC, en diversos momentos de su historia así como sobre el carácter de la revolución colombiana y sus fuerzas motrices.

Los desarrollos de Gramsci sobre la teoría marxista del Partido y en particular sus reflexiones sobre la manera de escribir la historia del Partido ofrecieron criterios valiosos que orientaron la presente investigación y que pueden ser sintetizados en los siguientes puntos:

1) Se deberá ante todo, hacer la historia de las masas que a lo largo de la historia formaron el Partido, y que siguieron a los dirigentes, los criticaron, respondieron pasivamente, etc.

2.) Pero será necesario tener en cuenta al grupo social del cual el partido es la expresión y la parte más avanzada.

3) Ese grupo no está aislado; tiene aliados, afines, enemigos. Así, concluye Gramsci: “Solo del complejo cuadro de todo el conjunto social y estatal (y frecuentemente también con interferencias internacionales) resultará la historia de un determinado partido por lo que se puede decir que escribir la historia general de un partido no significa otra cosa que escribir la historia general de un país desde un punto de vista monográfico para subrayar un aspecto característico”. (3)

Significativo papel metodológico, aparte del informativo, tienen los documentos del Partido: tales como informes a los congresos, resoluciones de los plenos del Comité Central, materiales de las conferencias de los distintos frentes de trabajo, intervenciones de los dirigentes. En ellos se encuentra la generalización de la experiencia en el trabajo revolucionario, para períodos determinados. Contribuyeron también como orientaciones en la investigación los criterios sobre la historia del Partido, expuestos por el camarada Gilberto Vieira en su conferencia sobre Historia del Partido Comunista de junio de 1978. (4)

Se ha abordado la historia del PCC, en relación estrecha con la historia contemporánea de Colombia. En términos prácticos dicha perspectiva condujo a la caracterización, sí bien esquemática, de las tendencias

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económicas, de los cambios en la política de las clases dominantes y de los problemas del movimiento obrero en cada uno de los períodos estudiados.

La elaboración de la Historia del Partido Comunista se apoyó en la base del conocimiento sobre la historia contemporánea del país existente hasta hoy.

A lo largo de la exposición el lector advertirá la amplia utilización de la investigación realizada dentro del partido. Desde los estudios pioneros de Torres Giraldo y Rafael Baquero, hasta los trabajos de Álvaro Delgado, Silva Colmenares, y la investigación adelantada en equipo dentro de la experiencia auspiciada por el Centro de Estudios e Investigaciones Sociales, CEIS, dirigida por Nicolás Buenaventura. Todos esos trabajos han contribuido en la investigación de la Historia del Partido.** Una visión de conjunto sobre la investigación realizada a lo largo de la historia del Partido Comunista se ofrece en el trabajo de Rocío Londoño: Una experiencia de la investigación marxista en Colombia, presentado como ponencia el III Congreso Nacional de Sociología, Bogotá 20 al 23 de agosto de 1980. (Ver revista Documentos Políticos No 143).

Obviamente una referencia inmediata la constituyó la historia del movimiento sindical que tuvo en el libro Historia del Sindicalismo Colombiano, del economista e investigador de historia económica y figura del Partido Conservador, Miguel Urrutia Montoya, su primera generalización. En esta obra (5) aunque el análisis global está lastrado por el enfoque de clase, tiene momentos en que la objetividad del investigador logra tomar ventaja.

La obra de Ignacio Torres Giraldo, Los Inconformes (6) tiene una gran significación para la historia del movimiento obrero y del Partido Comunista. Además de ofrecer análisis que aún continúan teniendo validez, Los Inconformes constituye por lo menos en lo que se refiere al tercero, cuarto y quinto tomos, una fuente primaria en la medida en que recoge el testimonio de su autor, de importancia excepcional, dadas las destacadas posiciones ocupadas por Torres Giraldo en el movimiento sindical, en la dirección del Partido Socialista Revolucionario y en la secretaría general del PCC. Es cierto que la obra de este veterano luchador adolece en no pocos casos de marcado subjetivismo. Sin embargo la utilización de una serie muy variada de información hizo posible abordar críticamente muchas de las apreciaciones contenidas en Los Inconformes y corregir la inexactitud en la información.

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El libro Política y Sindicalismo en Colombia de Daniel Pecaut (7) se ocupa de esclarecer la relación del Estado con los sindicatos desde 1925 hasta comienzos de los años setenta. Hay una concepción que alienta en todo el libro según la cual el desarrollo del sindicalismo y del movimiento obrero en Colombia son producto de la acción unilateral del Estado, mediante el cual las clases dominantes han predeterminado todas las alternativas del movimiento obrero especialmente desde 1930. Esta idea que ya había sido expresada por Urrutia Montoya, recibe en Pecaut una mayor precisión dentro de una argumentación de sabor trotskista.

En la historia del Partido Comunista se prueba con base en abundante material factual que ha habido una orientación hacia la organización del sindicalismo originada en forma independiente y vinculada muy estrechamente a la acción de los comunistas. Pensar que el nacimiento de la CTC como central única de trabajadores se dio en función de la política liberal o que el surgimiento de la CSTC se operó gracias al apoyo del Estado, para nombrar dos episodios relievantes, solo es posible mediante la tergiversación de la realidad histórica.

Cosa distinta es afirmar que el movimiento obrero o un sector de él hayan utilizado las condiciones favorables que para ello se hayan creado en uno u otro momento. Por otra parte, aún en los períodos de más aguda represión no ha cesado la acción política de los comunistas, ni ha desaparecido la lucha popular.

Dentro del examen de la trayectoria del movimiento obrero un significativo lugar ocupa el libro de Edgar Caicedo: Historia de las Luchas Sindicales en Colombia, (8) que ha ayudado a la comprensión de aspectos importantes de la acción del PCC, en el frente sindical.

Se ha dirigido la atención hacia la identificación de los factores de atraso del movimiento obrero en Colombia, analizándolos en función de los factores objetivos que los han determinado. En la presente investigación se ha allegado abundante información sobre aspectos concretos de la historia del movimiento obrero. Por ejemplo, se ha podido establecer un comienzo de estimación cuantitativa sobre las huelgas, se han precisado los diversos momentos en el proceso de organización sindical de los trabajadores. Estos esfuerzos son necesarios ya que partir de los mencionados trabajos de síntesis sobre historia del sindicalismo se ha caído, en trabajos posteriores, en reiteraciones o en la especulación.

Una referencia para la historia del Partido Comunista la constituye la investigación sobre historia política que sin embargo no ha corrido

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pareja con el avance general, verdaderamente notable, de la historiografía colombiana durante los últimos veinte años. La obra de Gerardo Molina: Las Ideas Liberales en Colombia (9), ubicada entre la historia política y la historia de la cultur, a ha sido una muy valiosa contribución a la investigación histórica. Como se advertirá en la exposición, no pocas veces las apreciaciones y la información contenidas en el libro de Gerardo Molina han ayudado al esclarecimiento de asuntos vinculados al trabajo de los comunistas y a la evolución política general del país. Se han tenido igualmente en cuenta otras obras de historiadores nacionales y extranjeros cuya enumeración resultaría demasiado extensa.

Se ha estudiado algunos panfletos que con alarde de “historia del Comunismo” se publicaron en diversas épocas. Su lectura es interesante para hacer también la historia del anti-comunismo que comienza antes del surgimiento mismo del Partido y que tradicionalmente presenta un rasgo común: su primitivismo.

Mayor elaboración tiene el anti-comunismo de izquierda. A lo largo de la obra se muestra en este campo cómo el prejuicio anti-comunista constituye en la investigación como en todos los campos un mal consejero, porque conduce a la tergiversación de la realidad y por tanto al alejamiento del rigor y la honestidad científica.

No se ahorraron, en el proceso de la investigación, esfuerzos por allegar la más rica base de información. Dado el objeto de la investigación las limitaciones son obvias. Para hacer la historia de los partidos de la burguesía, el investigador puede apoyarse confiadamente en las bibliotecas y hemerotecas públicas sin llegar a agotar la información. Estas instituciones ofrecen sin embargo poco material cuando se trata de la historia del Partido Comunista. Entonces queda por indagar en las bibliotecas y archivos personales. Sin embargo no siempre los herederos tienen la sensibilidad por el documento histórico. Pero éste no es el problema mayor. En un país como Colombia, con etapas de dura persecución como en el período de la violencia, de ilegalización, o de “democracia restringida”, los archivos resultan también víctimas de la represión. No pocas veces la posesión de un periódico legal puede ser el comienzo de un proceso. Huyendo de persecuciones se destruyeron o extraviaron archivos y otros fueron aniquilados, o incautados por los acuciosos agentes oficiales.

No obstante, una buena parte del material originado en el Partido pudo ser recogido gracias a la colaboración de camaradas y amigos. Prácticamente se recogieron todos los informes de Plenos del Comité

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Central y de los Congresos del Partido. Se logró reunir una buena cantidad de comunicados y llamamientos en torno a acontecimientos políticos importantes.

Igualmente se pudieron reunir colecciones de algunos periódicos que no se encuentran en las hemerotecas públicas y otros pudieron ser consultados en archivos prrivados. Gracias a la diligencia de algunos camaradas, pudieron reunirse los periódicos mimeografiados sostenidos por el PCC, en el período de la violencia y la ilegalizáción. En los semanarios Voz de la Democracia, Voz Proletaria y en la revista Documentos Políticos se han tenido fuentes de primera importancia para las dos últimas décadas de la historia del Partido.

Se acudió también en forma amplia a la llamada historia oral. Como las memorias en Colombia suelen ser un género reservado a los personajes de la burguesía, se acudió a los testimonios directos de veteranos dirigentes del Socialismo Revolucionario y del Partido Comunista.

En la investlgación se refleja la consulta sistemática a la gran prensa tanto liberal como conservadora y a otras publicaciones periódicas de la burguesía. Se consultaron igualmente informes oficiales, discursos presidenciales, memorias de ministros y fuentes de la estadística oficial, sobre todo para el esclarecimiento de algunos aspectos del desarrollo económico del país y de la política de las clases dominantes.

A lo largo de la presente obra aparecen como verdaderas constantes algunas líneas de trabajo de los comunistas colombianos: La lucha por la grandeza de Colombia, por su independencia nacional, contra la dependencia con respecto al imperialismo norteamericano. Esfuerzo permanente por la unidad de la clase obrera y del pueblo. Trabajo constante entre los campesinos por el derecho a la tierra, contra el latifundismo. Lucha por la democracia en el país, en defensa de las libertades y contra el militarismo. Toda esa actividad se ha ligado indisolublemente a la solidaridad antiimperialista con otros pueblos y a la contribución a la unidad del movimiento comunista internacional, dentro de la doctrina del internacionallsmo proletario.

Naturalmente esas líneas directrices de la política de los comunistas han tenido un desarrollo concreto, vale decir histórico. En cada uno de los períodos se estudian los problemas que la sItuación misma colocó en el centro .de la atención y del trabajo del Partido. La periodizaclón de la historia del PCC se elaboró partiendo de los cambios efectuados en la línea política. Las nuevas formulaciones no constituyen sólo modificaciones a los materiales programáticos sino que reflejan cambios

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en el trabajo de los comunistas en general y expresan fenómenos nuevos en la vida política dei país.

Este primer tomo de la Historía del PCC incluye cinco capítulos. En el primero se estudian los antecedentes de creación del PCC, las sucesivas tentativas por fundar un partido obrero, las cuales comienzan a registrarse desde 1910. Luego se identifican las etapas de organización política de los trabajadores, ya vinculadas al socIalismo, desde el socialismo reformista de 1919, pasando por el Grupo Comunista de 1923, hasta la creación del Partido Socialista Revolucionario en 1926.

Como el PSR, se constituyó en un partido con amplia influencia de masas y como su historia se relaciona estrechamente con los momentos iniciales del PC, se dedicó al estudio de su trayectoria una particular atención. Salta a la vista en toda la exposición del primer capítulo cómo la creación del PCC no constituye un hecho sorpresivo, sino que es la culminación de un proceso prolongado e inevitable. La premisa objetiva más importante de ese acontecimiento histórico es la conformación del proletariado como clase. La relación de los revolucionarios con el movimiento obrero internacional se formaliza desde mediados de los años 20 y se produce gracias a la iniciativa de los núcleos más avanzados de los trabajadores del país, en función de la influencia de la Revolución de Octubre, no puede enfocarse como un fenómeno extraño sino como parte de un mismo proceso de maduración de clase. Ese proceso no se da al margen de la contradicción de la época contemporánea cuyo contenido fundamental es el paso del capitalismo al socialismo.

En el segundo capítulo que cubre el período comprendido entre la fundación del PCC, en julio de 1930, y la Segunda Conferencia Nacional del Partido en noviembre de 1935, lo fundamental que se percibe es el esfuerzo por construir y afianzar una vanguardia política de la clase obrera y de los trabajadores en general, realmente independiente. Los éxitos logrados en el movimiento obrero y en la conducción de las luchas agrarias, así como el enfoque sectario frente a determinados problemas, deben ser analizados desde ese punto de vista. La no determinación de fronteras claras con el liberalismo, había hecho naufragar, en no poca medida, los esfuerzos por construir un partido de clase. El énfasis en la búsqueda de la independencia política estaba pues dictado por la misma realidad.

En el período comprendido entre 1935 y 1941, un aspecto central de la historia del PCC, lo constituye la política de alianzas del Partido. Por primera vez en Colombia se desarrolló la concepción de la Unidad

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Popular en la modalidad del Frente Popular. Esta política le permitió a los comunistas constituirse en una fuerza influyente, sobre todo porque gracias a la orlentación de unidad del pueblo se accedió a la unidad obrera que tuvo expresión verdaderamente brillante, en la creación de la CTC, como central única de trabajadores.

No puede ser simplemente casual que la unidad orgánica del movimiento obrero en Colombia haya correspondido con una etapa de avances sociales y de respeto por las libertades democráticas. Al igual, el comienzo, del paralelismo sindical se correspondió con el desencadenamiento de la violencia. Hubo desde luego momentos equivocados en la aplicación de la política del Frente Popular en Colombia, que no ponen en cuestión lo acertado de la política de Unidad Popular. No hay para el movimiento popular colombiano, como se ha venido probando, un camino acertado que no pase por una vasta confluencia de las más amplias masas, que tenga como núcleo avances significativos en la unidad obrera.

La política de los comunistas colombianos en el período 1941-1945 está asociada a la lucha sin cuartel, a través de múltiples formas y modalidades contra el nazifascismo y contra todas las formas abiertas o embozadas de la propaganda fascista. La lucha contra la Quinta Columna se combinó con el esclarecimiento entre las masas de la esencia fascista de la doctrina de la hispanidad, defendida ardorosamente en Colombia por Laureano Gómez y la dirección del Partido Conservador.

En la lucha de los pueblos, especialmente del pueblo soviético contra la barbarie fascista, el PCC supo cumplir con honor y eficacia las tareas de la solidaridad democrática e internacionalista, manteniendo viva la atención de la opinión nacional sobre el avance del frente antifascista en el mundo, y sobre los triunfos del ejército rojo en la confrontación militar. Simultáneamerite el PC se colocó a la vanguardia en la lucha en defensa de las libertades democráticas y en la batalla contra las tempranas expresiones del golpismo milltar. Bajo la iniciativa de los comunistas se dio lugar a nuevas formas de lucha como la del Paro Cívico Nacional.

Con igual atención se sigue en este período la desviación revisionista que aquejó al PCC, se analizan los componentes de ese revisionismo, se esclarece el contenido del Browderismo que formalizó ideológicamente el oportunismo en la mayoría de la dirección del Partido. Sin ocultar las responsabilidades individuales no se cae en apreciaciones simplistas

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sino que se buscó establecer los elementos objetivos que hicieron posible tal desviación.

El último capítulo está dedicado en forma preponderante al análisis de la lucha ideológica librada dentro del Partido contra el revisionismo y al estudio del proceso de reconstrucción de la organización sobre bases leninistas. Al reconocer la enorme importancia de la derrota del oportunismo browderista-duranlsta, no se pierde de vista el debilitamiento que al Partido produjo la conducta fraccional del grupo que encabezado por el hasta entonces secretario general, abandonó el Congreso de Bucaramanga.

En el mismo capítulo se estudian las lecciones del 9 de Abril a la luz de la valoración teórica que sobre el levantamiento popular se ofrece en distintos análisis, especialmente en los estudios del camarada Gilberto Vieira. El capítulo concluye en Octubre de 1949 cuando el PCC lanzó la consigna de la Autodefensa de Masas, como respuesta a la violencia desatada por la reacción y estimulada por el gobierno.

Y una observación final. Este trabajo sobre la historia del Partido Comunista recoge las lecciones invaluables del primer esbozo histórico sobre la actividad de los comunistas colombianos. Nos referimos al libro Treinta Años de Lucha del Partido Comunista de Colombia, publicado en 1.960.

El presente texto es un desarrollo crítico de la labor iniciada con esa obra en un momento difícil de la vida partidaria, cuando apenas salíamos de la ilegalidad y de la más violenta represión.

En primer lugar aprendemos de las limitaciones y deficiencias de ese primer texto. Son dos las lecciones que nos dejan tales fallas. Una se refiere al problema del tratamiento de los errores en la historia del Partido. La otra, al análisis de las personalidades y a su papel en la historia partidaria.

Al iniciar este trabajo el camarada Gilberto Vieira nos hacía las siguientes observaciones ai respecto.

Decía Vieira: estando en Praga, en una conferencia de la Revista InternacionaI, en 1978, los camaradas de la Dirección de la Revista, se propusieron organizar un diálogo sobre el tema de la experiencia revolucionaria y su análisis histórico. Entonces me concedieron el honor de escogerme para realizar un intercambio de opiniones con el

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secretario general del PartIdo Comunista de Grecia, el camarada Jarilaos Florakis (10).

Decía yo en esa ocasión: “Tomemos como ejemplo en el contexto de la historia el problema de los errores. Cuando nuestro Partido cumplió su trigésimo aniversario en 1960, publicamos el esbozo histórico titulado Treinta Años de Lucha del PCC ocurrió que el acento principal de ese libro se puso sobre los errores y fracasos del Partido.

“No cabe duda de que la obra, en sus varias ediciones, desempeñó una gran función en el desarrollo del movimiento obrero de nuestro país.

“Entonces, algunos grupos políticos de la extrema izquierda también resolvieron hacer reediciones piratas del libro como una forma de ataque al Partido Comunista en sus propias áreas de influencia. Ahora bien, a esta clase de ataques queremos responder con unos versos del antiguo romancero español: “Por ventura os vanagloriais porque vuestras armas están bruñidas. En cambio mirad las mías, qué de melladas están porque hieren y han sido heridas”.

Pero la cuestión es compleja. Por una parte, el Partido debe analizar su propia experiencia e investigar pormenorizadamente sus errores, pues sin ello no es posible avanzar. Por otra parte, el enemigo trata de volver contra nosotros nuestras sinceras autocríticas. ¿Cómo debemos proceder en este caso para obtener la máxima ventaja con el menor daño posible? El silencio no sirve, pues puede conducir a una repetición de los errores. Por lo visto no queda más que una posibilidad: proceder a un estudio exhaustivo de nuestros propios errores y tratar de llegar a conclusiones tan completas y fundamentadas que al enemigo ya no le quede nada que decir. Lo cual significa que debemos adelantarnos a él en lo tocante a operatividad y profundidad del análisis de nuestra propia experiencia. Aunque en la práctica eso no resulta tan simple, debemos esforzarnos por lograrlo.

Pero no queremos dedicarnos a la autoflagelación ni permitimos que se nos flagele impunemente. Damos a las masas una respuesta clara y les decimos lo que antes hacíamos mal y lo que ahora nos disponemos a hacer bien.

En relación con la otra experiencia del libro Treinta Años de Lucha del PCC, relativa al problema de las personalidades, añadía entonces Vieira:

“Se ha criticado a este libro por utilizar deliberadamente un método que no personaliza casi nunca los hechos en la historia del Partido, que no

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señala las responsabilidades o los méritos de los dirigentes partidarios en las distintas coyunturas históricas.

“Sobre esto solamente debo hacer una consideración. Yo he dicho muchas veces, en una frase aparentemente pretenciosa, que el Partido Comunista de Colombia planteó la lucha contra el culto a la personalidad nueve años antes que el Partido Comunista de la Unión Soviética. La frase suena demasiado ambiciosa. Sin embargo, es absolutamente cierta. Sucede que en el Quinto Congreso de nuestro Partido en 1947, en la ofensiva contra el revisionismo, se planteó la lucha contra el culto a la personalidad, porque el revisionismo ya había levantado el culto a Augusto Durán para presentarlo como “el máximo estratega revolucionario y el dirigente genial del pueblo”. Entonces y para poder destruír el revisionismo en nuestro Congreso de 1947, se planteó como tesis la lucha contra el culto a la personalidad.

El Partido Comunista de la Unión Soviética tuvo que plantear esa lucha en su vigésimo Congreso en 1956, poniendo en claro todos los problemas que había traído el culto a la personalidad de Stalin”.

El VI Congreso del Partido, en 1949, analizando el problema del movimiento gaitanista, después del asesinato de Gaitán, dice lo siguiente:

“Así se evapora políticamente todo movimiento que se desarrolla en torno al prestigio de un solo hombre, el llamado fenómeno caudillista tan característico en tos pueblos de la América Latina. Jorge Eliécer Gaitán parece haber cerrado con su sacrificio el ciclo de esta clase de caudillismo en la vida colombiana”. He allí, pues cómo el Partido Comunista en Colombia ha planteado la lucha contra el culto a La personalidad desde hace bastante tiempo. Yo creo que esta lucha es absolutamente justa y conveniente; que si bien conviene, quizás, personalizar en algunos casos en la historia del Partido, los responsables de éxitos o fracasos, debemos mantener como una conquista preciosa de nuestro Partido la lucha contra el culto a la personalidad.

En la cuestión de mencionar nombres en la historia del Partido no debemos temer el mencionar los de gentes que estuvieron en nuestras filas y contribuyeron a nuestra lucha, aunque después no fueran capaces de proseguir en la tarea y se cansaron, se decepcionaron o se vendieron.

Consideramos que llegó la hora de que se le reconozca a cada quien su lugar en la historia del Partido. Para eso nos apoyamos en los versos del

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gran poeta comunista alemán Bertolt Brecht, quien dijo: “Hay quienes luchan una hora y son buenos; hay quienes luchan un año y son mejores; hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero pocos luchan la vida entera, esos son los imprescindibles”.

No cabe duda de que estas críticas al libro que inicia la investigación histórica sistemática de la vida del Partido Comunista fueron siempre un marco de referencia para el trabajo actual.

Pero Treinta Años de Lucha del PCC, no solamente nos enseñó con sus dificultades y limitaciones, sino que ya desde entonces hizo aportes fundamentales a la concepción general de este trabajo. Estableció las bases para la periodizaclón que nosotros hemos adoptado ahora y definió criterios claros sobre el papel que jugó el Partido Comunista en cada período.

Menos que en cualquier otra actividad de los comunistas, en el trabajo de historia no cabe ningún dogmatismo. Al igual que Treinta Años de Lucha del PCC, este libro es otra aproximación a la historia contemporánea de Colombia desde el enfoque de la clase obrera y su Partido, otra aproximación que busca despejar omisiones o desenfoques anteriores y establecer de manera mejor la verdad de los hechos.

Para terminar es necesario subrayar que este trabajo es en parte el resultado de un esfuerzo colectivo.

La Comisión del Comité Central orientó permanentemente el curso de la investigación. Se realizó un seminario con participación de camaradas del frente del trabajo de investigación. Sobre los borradores se adelantó una discusión sistemática en el seno de la Comisión.

Todo el trabajo se realizó dentro de los programas de investigación y bajo la responsabilidad administrativa y metodológica del Centro de Estudios e Investigaciones Sociales —CEIS—, organismo que también asumió la edición del libro.

Comisión de Historia del Comité Central del PCC.

Gilberto VieiraTeodosio VarelaNicolás BuenaventuraMedófilo MedInaAlvaro Oviedo

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(1) V. I. Lenin Obras completas, Buenos Aires, Ed. Cartago, 1975. t. 23. pág. 32.(2) Carlos Marx, Federico Engels. Obras Escogidas en Dos Tomos, Moscú, Ed. Progreso, 1975, t. 23. pág. 32.(3) Antonio Gramsci. Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado moderno, Juan Pablo Editor, México, 1975, pág. 46. (4) Gilberto Vieira, Historia del Partido Comunista de Colombia, Junio de 1978, mimeógrafo. (5) Miguel Urrutia Montoya: Historía del Sindicalismo Colombiano, Bogotá Uni-Andes, 1976.(6) Ignacio Torres Giraldo, Los Inconformes, t. III, IV y V, Bogotá, Ed. Margen Izquierdo, 1973, 1974. (7) Daniel Pecaut: Política y Sindicalismo en Colombia, Bopgotá, Ed. La Carreta, 1973. (8) Edgar Caicedo: Historia de las Luchas Sindicales en Colombia, Bogotá, Ed. Suramérica, 1974. (9) Gerardo Molina: Las Ideas Liberales en Colombia, Bogotá, Ed. Tercer Milenio, 1974. (10) Un resumen de este diálogo aparece en el Nº 233 de la Revista Internacional Problemas de la Paz y el Socialismo de 1978.

1. Antecedentes y condiciones del surgimiento del Partido Comunista.1.1 La tradición anti imperialista.1.2 El proletariado colombiano.1.3 Intentos de creación del partido obrero.1.4 Las luchas obreras y la fundación del Partido Socialista.1.5 El Partido Socialista y el liberalismo.1.6 Los grupos comunistas.1.7 La economía colombiana en la década de 1920.1.8 El Tercer Congreso Obrero Nacional. Fundación del PSR.1.9 La lucha antiimperialista y el frente en defensa de las libertades democráticas.

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1.10 Las tendencias conspirativas en el PSR.

1.1 — La tradición antiimperialista.

En Colombia se dieron desde la segunda mitad del siglo XIX condiciones para la formación de una tradición antiimperialista. Desde 1867 comenzó la serie de negativas del Congreso colombiano a la ratificación de un tratado con EE.UU. en relación con la construcción de un canal interoceánico. Simultáneamente la oligarquía colombiana buscó en las rivalidades de EE.UU. con las potencias capitalistas de Europa hallar la garantía para la limitación de las tendencias expansionistas de EE.UU. con respecto al Istmo. Esta táctica que tenía posibilidades de éxito en el siglo XIX se reveló completamente inadecuada a comienzos del siglo XX cuando el capitalismo norteamericano ya había entrado en la etapa imperialista.*

* A comienzos del Siglo XX EE.UU. ocupó el primer puesto en el mundo en la producción industrial, dejando atrás a los demás países capitalistas. Creció la explotación de mercancías y capitales, se reforzó la tendencia hacía la conquista de nuevos mercados. Apoyándose en su creciente poder económico EE.UU. abiertamente proclamaba el expansionismo. La idea del dominio indusputado sobre el continente americano y en primer lugar sobre el Caribe se convirtió en badera de los monopolios y de la oligarquía financiera norteamericana.

Así, en noviembre de 1903 y luego de la negativa del senado colombiano a ratificar el tratado Herrán-Hay, por considerarlo lesivo a los intereses nacionales, el gobierno norteamericano tomó la decisión de construir, bajo su égida y para su beneficio el Canal de Panamá.

Sin negar las legítimas aspiraciones del pueblo panameño por la constitución de un Estado nacional, resulta evidente que la fuerza motriz que en 1903 desencadenó la separación del Istmo, de Colombia, fue el Imperialismo norteamericano. El gobierno de Teodoro Roosevelt recibió a través del tratado Hay-Bunau Varillaa, básicamente las mismas condiciones que habían sido acordadas en el tratado Herrán-Hay. La Junta Revolucionaria de Panamá ratificó sin modificiones el tratado Hay-Bunau Varilla el 2 de diciembre de 1903. A cambio de las prerrogativas obtenidas, el gobierno de Roosevelt se comprometió a proteger la independencia del nuevo Estado frente a la previsible reacción de Colombia. Si bien es cierto que la ineptitud y la vacilación primaron en la conducta asumida por la oligarquía gobernante en relación con la intervención imperialista en Panamá, el pueblo colombiano estuvo en guardia antes y después de la secesión del Istmo. Con ocasión de la firma del tratado Herrán-Hay el 22 de enero de 1903, amplios sectores

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de la opinión nacional expresaron su indignación. Resultan característicos comentarios como el siguiente, del periódico El Porvenir, que se refiere a la aprobación del tratado Herrán-Hay por el senado norteamericano: “Esta aprobación en bloque, sugiere, prima facie, que el tratado en referencia es en gran manera favorable a las pretensiones imperialistas de la República del Norte, tales como deben serlo según las doctrinas del predominio americano y del destino manifiesto”. (1)

En el mismo periódico se hizo toda la historia de la política de los EE.UU. con respecto a Panamá. Ya antes, en su número del 25 de Septiembre de 1902, El Nuevo Tiempo preveía el desenlace de los acontecimientos: “No cabe ya duda alguna sobre la franca y manifiesta tendencia de la política norteamericana que no es sino de absorción territorial. Panamá se independizará de Colombia, lo veremos”.

Luego de los acontecimientos del 3 de noviembre de 1903 espontáneamente se formó un movimiento de protesta contra la intervención imperialista: las organizaciones mutualistas, juntas de vecinos, y personalidades tomaron parte en la protesta y exigieron al gobierno de Marroquín tomar medidas en defensa de la integridad nacional. Se formaron organizaciones para recolectar recursos y organizar la movilización pópular. Por estos días a los periódicos llegaba un verdadero alud de pronunciamientos, de cartas, de mensajes, expresando el repudio frente a la intervenclón imperialista.

Entre las organizaciones que se formaron en relación con los hechos de Panamá es necesario mencionar la sociedad llamada la Integridad Colombiana, presidida por Juan B. Pérez y Soto, senador panameño. Una proclama de esta sociedad decía: “El mundo nos contempla. Vamos a demostrarle que sabemos cumplir nuestro deber; que somos un pueblo altivo y no rebaño de idiotas, que no permitiremos, mientras el atropello subsista, un solo día de normalidad al Istmo ni regularidad al tráfico interoceanico ni de tranquilidad a los usurpadores”. (2)

Otra era la perspectiva de la oligarquía de los dos partidos tradicionales. El gobierno de Marroquín tomó medidas de policía para evitar la protesta ciudadana.

En Bogotá fue prohibida la reunión de más de tres personas. Se tenía la esperanza de propiciar por caminos diplomáticos, al margen de la movilización popular, una nueva actitud del gobierno de los EE.UU., mediante la promesa de la ratificación por parte de Colombia del tratado ya suscrito con Panamá. El general Rafael Uribe Uribe, jefe del Partido Liberal, tomó una actitud de apaciguamiento de la indignación popular.

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Así, cuando el 8 de noviembre de 1903 se producía una masiva manifestación que buscó al general para que encabezara la protesta, éste se dirigió a la muchedumbre ordenando disolverse.

En circular de la jefatura liberal del 20 de noviembre de 1903, se mantuvo igual actitud de claudicación. Se subrayaban los siguientes aspectos: 1º La posibilidad de un replanteamlento de la cuestión de Panamá radicaría únicamente en gestiones diplomáticas frente a los gobiernos europeos y al de los Estados Unidos. 2º Suspensión del alistamiento de los liberales. 3º Suspensión de la consignación de empréstitos voluntarios.* Sin embargo la respuesta espontánea de las masas probó que si la oligarquía estaba dispuesta a claudicar frente al imperialismo, en el pueblo había suficientes fuerzas dispuestas a la resistencia, pero que en aquel tiempo no contaron con un partido u otra fuerza capaz de tomar el liderazgo en la lucha antiimperialista.

* El texto de la circular alidida se encuentra publicado el El Colombiano, Medellín, diciembre 6 de 1903.

Un segundo momento de la tradición antiimperialista temprana en Colombia lo constituye el movimiento de rechazo al tratado tripartito firmado por los representantes de Colombia, Panamá y el Secretario de Estado norteamericano el 9 de enero de 1909. Este tratado, que incluía el reconocimiento de Colombia a la República de Panamá y el pago de una mísera compensación a Colombia por parte de los EE.UU., fue rechazado por grandes sectores de la opinión nacional. Desde comienzos de febrero se comenzaron a realizar manifestaciones de estudiantes y artesanos en Bogotá y otras ciudades exigiendo la discusión pública de los tratados. Aún en la Asamblea Nacional Constituyente, con la cual el dictador Reyes había sustituído al Congreso, se realizaron agitadas discusiones en torno al tratado. Uno de los diputados manifestaba sustentando su rechazo al convenio: “En aquel país del Norte se ha venido efectuando una revolución imperialista. En donde no había castas, se ha formado la odiosa aristócracia del dinero con todos sus privilegios e inmunidades. El presidente de la Unión declara en documentos oficiales, como son sus mensajes a las cámaras, que la circunstancia de haber adquirido la Zona del Canal no sólo les da el derecho sino les impone el deber de hacer un activo y eficaz servicio de policía en las costas del mar Caribe. (3) El día trece de marzo en Bogotá tuvieron lugar manifestaciones dirigidas por los estudiantes, fueron apedreados establecimientos públicos y residencias de personajes comprometidos con la dictadura. En esta ocasión el movimiento antiimperialista se confundió con la lucha democrática contra el despotismo de Reyes

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Curiosamente El Nuevo Tiempo habló de estos hechos como de de “movimientos subversivos... de carácter esencialmente socialista y anarquista”. Este movimiento fue el comienzo del fin de la dictadura, ya que Reyes se vio obligado a abandonar la presidencia y a salir del país.

Otro evento de significación antiimperialista lo constituyó el movimiento contra el tranvía bogotano. Este estaba en manos de una compañía norteamericana que prestaba un servicio deficiente e incluso lo interrumpía frecuentemente. Fue elevada la exigencia de la municipalización del tranvía. Para la conquista de esta reivindicación fue declarado un boicot al tranvía. Comentando el boicot el semanario liberal Domingo expresaba que el movimiento obedecía “a la preservación de la soberanía de la patria, sobre la cual se cierne amenazante el buitre americano”. Más adelante precisaba el periódico: “Aquí tienen los americanos poderosas empresas comerciales, mineras, su radio de acción cada día va dominando nuestros mercados y si el mal no se remedia, dentro de pocos años quedaremos convertidos en tributarios suyos. Después, vendrán como consecuencia segura, la intervención norteamericana en nuestra política”. (4)

El movimiento contra la compañía poseedora del tranvía se prolongó desde febrero hasta agosto de 1910 y terminó con una victoria parcial. En efecto, el tranvía fué adquirido por el Estado y su propiedad trasladada al municipio de Bogotá. Sin embargo, el gobierno alcanzó el arreglo con la compañía sobre la base de una compra onerosa.*

* Ver información en Gaceta Republicana, Bogotá, agosto 31 de 1910.

Los anteriores movimientos populares constituyen claros antecedentes de la formación de una conciencia antiimperialista en Colombia no ligada aún a la acción política de la clase obrera, que hasta ahora estaba en una etapa de formación. Las manifestaciones antiimperialistas estaban vinculadas al movimiento general democrático del país.

1.2 - El Proletariado colombiano

El desarrollo capitalista en Colombia fue tomando impulso creciente a medida que avanzaba el siglo XX. La expansión cafetera, y los procesos concomitantes de construcción de vías de comunicación, de ampliación de los transportes, la ampliación de la explotación minera especialmente con la industria petrolera, el incremento de la actividad manufacturera y fabril, evidencian el avance global del capitalismo.

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Del proceso anterior, importa destacar para el análisis de la historia del Partido Comunista, el surgimiento del proletariado como clase claramente diferenciada, no solamente con respecto a sus explotadores sino también en relación a la masa general de los trabajadores. Si en general la estadística colombiana no ofrece cifras confiables que permitan establecer la significación cuantitativa de las diversas clases sociales, esta dificultad sube de punto a medida que se retrocede en la historia. En efecto, para los censos de población anteriores a 1951, las categorías en que se divide la población económicamente activa resultan en extremo confusas y se modifican entre uno y otro censo. No existen tampoco cifras globales sobre la distribución de ingresos. Por ello es necesario dirigir la atención hacia algunas cifras que constituyen aproximaciones para establecer el número del proletariado.

El censo de población de 1918 sitúa en 1.153.445 el número de “trabajadores por cuenta ajena”. Es decir, la población asalariada representa un 32.7 de la población activa. Es cierto que en ella debieron incluirse otros trabajadores, pero eso no le quita su significación aproximativa. La expansión cafetera creó una base amplia para la ulterior proletarización de grandes sectores de la población campesina. Se considera que hacia 1920 unas 9OO.0000 personas se habían vinculadó a la economía de mercado a través del café. (5) Para unos años antes, 1914, se estimaba en 80.000 el número de trabajadores permanentes asalariados en el cultivo del café y los temporeros en 240.000. (6) En el beneficio del café intervenía un número grande de trabajadores asalariados. El sector más caracterizado era el de los obreros de las trilladoras de café que presentaban niveles apreciables de concentración y trabajaba con cierto grado de tecnificación.* Con base en un promedio de trabajadores establecido sobre 41 trilladoras en diversos departamentos se llega, habida cuenta de que para 1925 el número de trilladoras era de 492, a una cifra de 43.188 obreros en este renglón de la industria cafetera. (7)

* “En Caldas el trabajo en trilladoras de café es el sector más voluminoso de trabajadores de esa industria, constituyéndose en obreros calificados, braseros asalariados en diferentes tipos de bandas, y escogedores por tareas en masas fijas o bandas”. Ver Machado C. Absalón. El Café, de la aparcería al capitalismo. Bogotá, Punta de lanza, 1977, pág. 141.

Por otra parte hacia la segunda mitad de los años 20s se consideraba en 30.000 el número de trabajadores ocupados en la construcción de vías de comunicación.

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Otro destacamento importante del proletariado era el ocupado en el sistema de transportes del país.

Es cierto que los obreros de la industria manufacturera representaban una modesta parte del conjunto de la clase obrera. En 1925 el número de asalariados en el sector industrial llegaba a 65.100. (8) No obstante que una parte considerable de esta cifra se refiere a los obreros artesanales, desde finales del siglo XIX venía configurandose un sector del proletariado fabril* en renglones tales como los textiles, los alimentos, las bebidas, los cigarrillos, los fósforos, etc. Según datos citados por Ospina Vásquez, la industria textil moderna contaba en 1928 con 3.581 trabajadores. (9) No resulta aventurado estimar en 10.000 el número de proletarios fabriles para este mismo tiempo, en todo el país.

* Aquí se toman las características que Lenin propone para la identificación del proletariado fabril: Una concentración de 50 trabajadores en adelante,

En conclusión, hacia 1925 el proletariado colombiano se encontraba remontando la etapa de su primera formación, configurándose así la premisa más importante de la afirmación del socialismo en el país, tanto ideológica como orgánicamente a través de un partido de la clase obrera.

1.3 — Intentos de creación del partido obrero

Los antecedentes remotos de la acción política de la clase obrera habría que buscarlos en el papel jugado por los artesanos en el siglo XIX. Acertadamente escribe Urrutia Montoya de las sociedades democráticas, fundadas por los artesanos en la pasada centuria: “Aunque no estrictamente sindicatos gremiales, estas sociedades fueron el primer intento histórico de organización de los trabajadores para defender intereses comunes”. (10) Fueron los artesanos, el sector popular en Colombia, que entre la Independencia y los comienzos del siglo XX, desarrolló una acción política relativamente independiente. El campesinado que constituía la gran masa de los trabajadores, se movilizaba militarmente en las guerras civiles, en los ejércitos levantados por los hacendados, y no estaba en condiciones de jugar un papel autónomo. Entre 1849 y 1852 los artesanos fueron la base social de sustentación del régimen liberal de José Hilario López y factor dinámico en las reformas adoptadas bajo ese gobierno.

Sin embargo aquí se seguirán aquellas tentativas de creación de un partido político vinculadas al movimiento obrero, a sus luchas

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huelguísticas y al proceso de organización gremial de la clase obrera colombiana.

La lucha de los obreros contra la explotación y contra la desigualdad social comenzó al mismo tiempo que surgieron las primeras concentraciones proletarias en los sectores económicos que arriba se mencionaron. Ya en las postrimerías del siglo XIX tuvieron lugar algunas luchas huelguísticas en el ferrocarril entre los trabajadores que adelantaban la construcción del Canal de Panamá bajo la dirección de la compañía francesa. Sin embargo tales huelgas constituyeron hechos aislados, no vinculados todavía al proceso de conformación irreversible del proletariado. En el siglo XX y sobre todo después de 1910, los paros obreros se van inscribiendo en un movimiento huelguístico. En febrero de ese año se realizó una huelga de braceros de los puertos desde Calamar hasta Barranquilla que se prolongó desde el 17 hasta el 22 de ese mes. El alza de salarios fue la reivindicación central. En efecto, frente a jornadas de trabajo que superaban las 10 horas, los salarios se conservaban en niveles miserables. En esta huelga se manifestaron dos características que estarán presentes en el movimiento huelguístico de ese período: 1º El enfrentamiento violento de los trabajadores con los esquiroles. 2º La potencialidad de un conflicto para desencadenar otros. En el transcurso de la huelga, trabajadores de otras ramas en Barranquilla exigieron alza de salarios y algunos como los ferroviarios declararon el paro.

Los huelguistas desarrollaron mítines y manifestaclones de protesta exigiendo la intervención de las autoridades locales. Finalmente, los obreros obtuvieron alzas salariales del orden del 30%. (11) Las huelgas continuaron hasta desembocar en el primer auge huelguístico de 1918-1919. Entre 1910 y 1919 se dieron diversos intentos por crear un partido obrero. En el primero de esos años, según anota Torres Giraldo, se agitó la idea en algunos órganos periodísticos sin que el proyecto se plasmara en forma organizativa alguna.

El crecimiento del número de trabajadores asalariados, y la agudización paulatina de las contradicciones entre los proletarios y los empresarios, fueran estos particulares o instituciones del Estado, despertaban entre los trabajadores la tendencia hacia la unión. Por esto, el período que aquí se analiza es rico también en ensayos de organización gremial de los obreros. En estos años aparecen más de cincuenta periódicos con títulos obreros en diversas ciudades del país. Esas hojas periodísticas servían la mayoría de las veces a organizaciones obreras locales, a círculos proletarios, etc. Por razones de espacio sólo pueden mencionarse algunos de estos periódicos, cuya lectura tiene también

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gran interés para seguir el pensamiento obrero colombiano en los albores del siglo XX. En Cartagena apareció en diciembre de 1910, un semanario, El Comunista*. En él se anuncia la creación de un partido obrero cuyos principios son: 1) El anticlericalismo militante; 2) La lucha por una democracia verdadera; 3) La búsqueda de un socialismo que cumpla “la ley por igual, sin beneficios para unos y sin perjuicios para otros”.

A su vez el periódico El Obrero que salió en Barranquilla a lo largo de 1912, propagaba los principios de un socialismo que abogaba confusamente por “la legítima emancipación de los hijos del trabajo”. El Obrero, defendía la lucha por la paz en términos que evocan una cierta influencia del socialista francés Jean Jaures. Igualmente este periodico desarrolla una orientación agudamente anticlerical y se muestra activo partidario del proteccionismo aduanero. Cuando este periódico reaparece en 1914, entre sus artículos llama la atención uno escrito por Tomás Cerón Camargo sobre el anarcosindicalismo. Los comentarios del articulista denotan un cierto conocimiento de los principios de esa tendencia ideológica. Se critica especialmente el abandono de la lucha política por parte de los anarcosindicalistas: “Frente al gobierno, escribe Cerón, lo ignoran confiados solamente en el genio del sindicalismo para convencer a las masas lo suficiente para quitar al gobierno fuerza y poder y obtener sus propósitos por medio una revolución incruenta”. (12) Era esta una expresión temprana de la lucha ideológica en el seno del movimiento obrero.

En 1913 surgió en Bogotá una organización que se proponía aglutinar a las organizaciones sindicales hasta entonces existentes. La plataforma de esta organizaclón tiene un sello artesanal. Ella contiene puntos tales como la lucha por la alfabetización de los obreros, contra el alcoholismo, por el alza de salarlos. Rechaza “la actividad política tradicional”, sin proponer nuevas formas de movilización política. En general las organizaciones obreras por este tiempo coinciden en el repudio a la política y a los políticos.

Tal insistencia denota la presencia de un anarquismo espontáneo, ya que no se ve la perspectiva independiente de una política de clase. Haciendo un balance de su actividad organizativa la “Unión Obrera” da cuenta, a tres meses de ser fundada, de la creación de 15 grupos con tres mil quinientos nueve afiliados. Los organismos estaban dirigidos por un Consejo de Representantes y por un Consejo de Directores. La idea de unidad que esta organización impulsó es típicante artesana: La unión de los trabajadores es necesaria para afrontar mancomunadamente la “superoración y la asistencia de los asociados. Esa unidad no se liga aún

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subjetivamente a la identidad de clase y al antagonismo entre los obreros y sus explotadores.

Igualmente en Honda, fue creada en 1915 una Unión Obrera local que agrupaba preferentemente a los artesanos, no obstante constituir este puerto un importante centro obrero obrero entonces. El programa divulgado en el órgano periodístico El Obrero, incluía el repudio a la política y los partidos, la necesidad de la instrucción de los trabajadores y la afirmación de ideales de justicia y equidad. Agrupaba la Unión a varias organizaciones gremiales.

En diciembre de 1915, un grupo de trabajadores decidió crear un partido obrero. Para darle vida a la iniciativa fue integrada una junta organizadora que recibió el encargo de elaborar un programa y unos estatutos. En el Manifiesto a los trabajadores colombianos se proclamaba: “Nos vemos impelidos a llamaros para que hoy deponiendo las pasdiones políticas partidarias que han sido nuestra ruina, envilecimiento y escarnio, nos congreguemos para formar el Partido Obrero, único capaz de sacar avante los intereses del proletariado”. (13) El manifiesto presentaba una determinada comprensión de la lucha de clases. “Convencidos estamos de que no existen paridos honrados, sino que la humanidad solo se divide en dos clases: la una trabaja y sufre hambre y miseria; la otra que consume y no produce”. Este llamamiento estaba respaldado por seiscientas personas cuyas firmas aparecen en el texto.

El Partido Obrero representó otro esfuerzo protagonizado por los artesanos. Por ello en el programa se encuentra la insistencia en el rechazo a la política y la afirmación de “nuestro propósito redentor, de no volver a las urnas por ninguna causa” (subrayado en el texto)... y no se diga que cometemos pecado mortal al abandonar un partido cuando su doctrina es inconsecuente o corrompida”. (14) Este lenguaje expresaba el desencanto de los artesanos, de su vieja vinculación al bipartidismo. Sin embargo estos pronunciamientos denotaban todavía que estos trabajadores no habían roto con su pasado político de manera tan radical como creían, ya que la negación de la política tradicional se asociaba con la repulsa a la política en general. Tal concepción llevaba implícita la idea de que la acción política era aquella que se daba en el espacio creado por el monopolio liberal-conservador. La acción que por fuera de esas fronteras se librara, en concordancia con esa idea, era lucha económica, reivindicativa, etc; pero no lucha política. Los otros aspectos de la plataforma del partido obrero planteaban la defensa de la protección aduanera o como pintorescamente se la denominaba, “socialismo proteccionista”.

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En el periódico El Partido Obrero despertó alguna atención el problema de la tierra. Esto constituía un adelanto ya que una de las características del movimiento artesano en el siglo XIX y a comienzos del XX fue su horizonte gremialista. En un artículo de Luis Martelo se explicaba entre otras cosas que eI.valor comercial de la tierra depende no de los títulos jurídicos sino del trabajo humano a ella incorporado, y de ello concluye: “Es natural y justo que los valores acrecentados en la tierra pertenezcan en común a todo el conglomerado social”. (15) Para enero de 1916, según el testimonio de sus dirigentes, el Partido Obrero contaba con centros en Cúcuta, Bucaramanga, Socorro, Barranquilla, Medellín, Honda y Girardot. Sin embargo, ni por su ideología, ni por su influencia política este partido llegó a corresponder efectivamente al nombre que se había dado.

Desde 1914 comenzó a celebrarse en Colombia en forma pública el Día Internacional de los Trabajadores. Es cierto que desde comienzos de siglo había círculos de trabajadores que participaban en la celebración, con actos en recintos cerrados. En 1914 se celebró un desfile en las calles de Bogotá e incluso se erigió un modesto monumento de homenaje a los trabajadores. En esos días fue enviada al ministro de gobierno una carta firmada por 300 personas en la cual se protesta contra las maniobras de algunos patronos para impedir la celebración del 1 de Mayo por parte de sus trabajadores. * En el conjunto de trabajadores que tomó parte en la celebración del 1º de Mayo de 1918, Luis Tejada, el cronista revolucionario veía: “Un ejército fuerte que avanzara a la conquista de una soñada y no lejana ciudad de prosperidad donde los ojos negros de los fusiles serán cegados por las uñas laboriosas de los arados de la paz”. (16)

Desde comienzos del siglo XX y antes de 1919 las tentativas de creación de un partido independiente de los trabajadores fueron generalmente asumidas por grupos de artesanos. Sin embargo, los protagonistas no pensaban en otras denominaciones distintas a la de Partido Obrero, y ello era así, porque tales tentativas son inseparables del hecho objetivo del surgimiento de la clase obrera en Colombia. A medida que este proceso avanza los ensayos, se hacen más definidos.

La influencia de los artesanos, y posiblemente de algunos planteamientos anarquistas, el rechazo vehemente a los partidos tradicionales, tiende a identificarse con cierto “apoliticismo” del movimiento obrero. Tal concepción se identificaba en las mentes de los propulsores del partido obrero con una serie de principios morales, con lemas de superación individual y colectiva.

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* Ver El Nuevo Tiempo, Bogotá, mayo 2 de 1914 y mayo de 1914.

Reconstruir el panorama ideológico del conjunto del movimiento obrero en el país, en los 20 primeros años del siglo XX resulta una tarea poco menos que imposible. En efecto, la vida sindical y política de los distintos centros proletarios se desarrollaba en una situación de gran dispersión. Al lado de ideas tomadas del socialismo utópico brillaba también el reformismo liberal e incluso algunos planteamientos anarcosindicalistas especialmente en aquellos sectores de trabajadores, que como los portuarios, tuvieron más acceso a las noticias provenientes del exterior. Como esta última corriente va a profundizarse más tarde, sin alcanzar una importancia siquiera comparable a la lograda en otros países de América Latina, merece una alusión, más detenida.

El anarcosindicalismo es una forma peculiar del revolucionarismo pequeño-burgués. Apelan los anarcos sindicalistas a la “acción directa” relacionada especialmente con la huelga económica, la cual debe en un momento dado desembocar en la insurrección armada. También es característica de esta corriente ideológica la negación de la necesidad del partido político de la clase obrera, cuya acción de vanguardia debe ser asumida directamente por los sindicatos.*

La fuerza extraordinaria que alcanzó el anarcosindicalismo en otros países de América Latina se explica en lo fundamental por la incidencia de una alta inmigración europea a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Por ejemplo, al Brasil llegaron entre 1884 y 1913 cerca de tres millones de extranjeros. Se trataba en lo fundamental de una afluencia de mano de obra de la cual una buena parte estaba formada por trabajadores con experiencia en la organización sindical y en la movilización política. En Colombia, ya entrada la segunda mitad del siglo XIX el número de extranjeros inmigrantes, europeos y norteamericanos no pasaba de 850. (17)

Este hecho explica una evidente insularidad del movimiento obrero colombiano con respecto al movimiento obrero internacional. Así, las noticias sobre el triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre comenzaron a ser comprendidas con tardanza por los trabajadores. Es cierto que hacia 1918 según el testimonio de Torres Giraldo, entre quienes tomaron parte en las manifestaciones con ocasión del armisticio de noviembre, había quienes agitaban banderas rojas y vivaban a Rusia y a los Soviets. La vinculación con el movimiento obrero internacional solo tomó una real significación a partir de 1923.*

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* Para una caracterización completa del anareosindicalismo ver: Koval, B. 1. Historia del Proletariado Brasileño, Editorial Nauka, Moscú, 1968, págs. 78-90 (en ruso). Del mismo autor: La Gran Revolución de Octubre y América Latina. Editorial Progreso Moscú, 1978, págs. 25-31.

Hubo también otra característica en las primeras búsquedas de la organización política de la clase obrera: la desvinculación con respecto a los núcleos más dinámicos de los trabajadores, como los obreros del río Magdalena, de los puertos marítimos, etc.

No obstante la poca perdurabilidad de los ensayos del Partido obrero que se dieron entre 1910 y 1919 y el eclecticismo y atraso ideológico del marco en el cual tuvieron lugar, ellos significaron un primer estadio que hizo posible la segunda etapa en el proceso de definición política del proletariado colombiano, que se abre en 1919.

1.4 — Las luchas obreras y la fundación del Partido Socialista

En enero de 1918 se desató el movimiento huelguístico. Como en 1910, también ahora, el proletariado de la Costa Atlántica se puso a la cabeza, esta vez de un movimiento de más amplio cubrimiento. El 3 de enero pararon los trabajadores portuarios de Barranquilla. Esta huelga se acompañó de una movilización de los trabajadores para impedir que los esquiroles sabotearan el paro. Como resultado de la huelga los empresarios subieron los salarios en una proporción apreciable. El 8 de enero también fueron a la huelga los braceros de Cartagena. En esta ciudad los trabajadores realizaron una masiva manifestación que concluyó en ataques a comercios y almacenes.

La policía intervino y de los choques resultaron muertos dos civiles y un policía. Por los mismos días y haciendo parte del mismo auge huelguístico, en Santa Marta los ferroviarios y los trabajadores del puerto declararon el paro. También hubo manifestaciones y enfrentamientos con la fuerza pública.*

* Ese aislamiento es notorio incluso si se compara a Colombia con Venezuela. En este país, fue creada una sección de la Primera Internacional fundada por Marx en 1864.

Estas huelgas caracterizadas por las acciones radicales de que se acompañaron, alcanzaron éxitos visibles. Igualmente produjeron hondas

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repercusiones en la opinión nacional y sirvieron como ejemplo a otros sectores de trabajadores. Simultáneamente con este auge huelguístico grupos de trabajadores reeditaron sobre nuevas bases la idea de crear un partido.

Por convocatoria del Sindicato Central Obrero, fundado desde 1917 y con participación de la Confederación de Acción Social de Bogotá y de la Sociedad de Auxilio Mutuo, a mediados de enero de 1919 se realizó en Bogotá una Asamblea General Obrera, a la cual acudieron representantes de más de 20 asociaciones y gremios.*

La asamblea general se pronunció por la abstención de los trabajadores en las elecciones de diputados que tendrían lugar el 3 de febrero de 1919. La reunión aprobó además una plataforma socialista con miras a conformar un partido socialista.

* Un conjunto de testimonios de prensa sobre el auge huelguístico se encuentra en Urrutia Montoya op. cit., págs. 81-82.

* Urrutia Montoya equivocadamente se refiere a la fundación del Partido Demócrata, al cual serviria de órgano periodístico la Gaceta Republicana. Sin embargo tal Partido Demócrata no existió realmente. Desde el principio el nuevo partido se llamó Socialista.

Es necesario hacer una referencia a los principios ideológicos acogidos en la Plataforma ya que ellos estuvieron presentes en la organización socialista al menos por los 3 años siguientes.

La Plataforma socialista publicada en Gaceta Republicana el 11 de febrero de 1919 destaca los siguientes puntos:

1) La organización obrera declara que debe ser “libre, independiente y sin compromisos con los partidos militantes, ni sectas religiosas, que su política es económica y social y que dentro de sus filas caben todos los ciudadanos de buena voluntad dispuestos a luchar en causa común por las reivindicaciones del proletariado”.

2) Se proclamaron como lema del Partido, los principios de libertad, igualdad y fraternidad.

3) Establece que el Partido no busca la abolición del Estado, la propiedad y la sociedad, ni el capital, pero sí persigue la abolición de los monopolios y de los privilegios que no sean concebidos por la naturaleza.

4) Busca la reforma del Estado y de la sociedad, la equidad entre el valor del trabajo y el interés del capital.

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5) Recomienda como bases principales de la emancipación obrera la instrucción y el ahorro.

Esta plataforma socialista representó un esfuerzo de sistematización de los elementos ideológicos que habían venido alentando los círculos de trabajadores más activos políticamente. Como en las anteriores declaraciones de principios, la plataforma plantea el alejamiento de los partidos tradicionales. Explícitamente se establece en la plataforma que el objetivo del Partido no sería la destrucción del Estado capitalista. Frente a la propiedad se defiende una posición inspirada en las tesis de Proudhon, que si bien criticó el régimen de la propiedad privada por ser la causa de la miseria de los obreros, no rechazó en forma absoluta tal propiedad sino que se orientó por la búsqueda de formas más equitativas, por un derecho limitado de propiedad. Criticando el punto de vista de Proudhon, Augusto Cornu alude al hecho de que la abolición de la miseria y de la desigualdad social “no pueden resultar, en efecto, de la atenuación de la oposición de clase entre poseedores y desposeídos —hacia lo que tiende el sistema de Proudhon— sino, por el contrario de la acentuación de esa oposición, de la agravación de la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, que lleva a la revolución social”. (18) Justamente los autores de la Plataforma socialista de 1919 expresaron la crítica pequeño-burguesa al capitalismo, el punto de vista característico del pequeño productor artesano. Por ello el Partido Socialista al cual la plataforma .se vincula, representa una corriente política, reformista, por su programa, pequeño-burguesa por su composición.

Hubo un estímulo evidente de los círculos supérstites del republicanismo que estaban justamente por el año de 1919 tratando de darle vida a su vieja idea de fundar un tercer partido. Por ello la “Asamblea General Obrera” recibió apoyo republicano. La Gaceta Republicana, órgano de esta corriente, recogió ampliamente tanto los preparativos de la Asamblea como sus conclusiones. Sin embargo este periódico combatió el principio, contenido en la Plataforma, según el cual el Partido Socialista ofrecería amplio campo a gentes de diversa procedencia social que quisieran luchar “por las reivindicaciones del proletario”.

Los republicanos querían ver una organización obrera demarcada por linderos rígidamente gremialistas. Si la Asamblea “Obrera”, escribía el mencionado periódico, trabaja por los intereses de las clases obreras solamente, debe entonces la comisión circunscribir la acción del proyecto a ellas solas y cerrar sus puertas a los elementos ajenos” (19). ‘Los republicanos pensaban que la organización obrera debía ser un paso en el proceso de constitución de un gran partido demócrata. A la

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clase obrera no se le reconocía la autonomía para fundar un verdadero partido político nacional. A pesar de los deseos de los republicanos la diversificación del sistema.de los partidos políticos sólo podía darse como resultado de la definición política de los nuevos sectores sociales que estaban surgiendo en el siglo XX, y no como ellos proponían por el camino de las combinaciones puramente “políticas”.

Finalmente, la Asamblea General Obrera, integró un directorio ejecutivo de nueve miembros y convocó el Primer Congreso o Convención Socialista para el 7 de Agosto de 1919.

Luego de la realización de la Asamblea General se produjo un activo proceso de organización gremial de los trabajadores, dirigido pcr el Directorio Obrero, salido de la Asamblea y por el Sindicato Central Obrero. Para mediados de febrero de 1919 se había producido “la organización de los zapateros, los sastres, los carpinteros y ebanistas, los constructores y arquitectos prácticos, los canteros y los empleados del comercio; éstos últimos que han iniciado su gremialización en la vecina ciudad de Girardot”.(20)

Este proceso de organización estuvo acompañado de la intensificación de la lucha de los trabajadores. A comienzos de marzo de 1919, el gobierno de Marco Fidel Suárez expidió un decreto autorizando la compra de uniformes y botas militares en el extranjero. Esto produjo una ola de indignación entre los artesanos. La Asamblea General Obrera, la Unión de Acción Social, es decir los círculos socialistas, se dieron a la tarea de preparar la protesta contra el decreto. Para el 16 de Marzo fue organizada una manifestación en Bogotá. Según el testimonio de la prensa tomaron parte en ella tres mil personas.

Los objetivos que los manifestantes levantaron fueron: la exigencia de la derogatoria del decreto en cuestión y la protesta contra la escalada alcista en Bogotá. El desfile llegó hasta el palacio presidencial, en donde Suárez recibió a los dirigentes. Entre estos y el presidente se suscitó un agrio intercambio que determinó la salida de los dirigentes socialistas. Cuando la manifestación abandonaba el lugar de la concentración una ametralladora emplazada en Palacio disparó sobre la multitud, dejando un saldo de entre 7 y 10 muertos y más de 15 heridos.* Eran las primeras víctimas socialistas en Colombia. Luego de los hechos señalados parte de los manifestantes atacaron los comercios y produjeron otros motines. Estos hechos contribuyeron grandemente al desprestigio del gobierno, ya de suyo inepto, del señor Suárez.

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* Ver El Espectador Bogotá, marzo 17 de 1919; El Tiempo, Bogotá, 19 de marzo de 1919.

Sin embargo, la represión no logró impedir el ascenso del socialismo en esta etapa. Prueba de ello fueron las celebraciones del 1° de Mayo de 1919. Según “El Obrero Moderno”, periódico socialista de Girardot, 49 organizaciones participaron en la jornada. Torres Giraldo anota que la celebración del día de la clase obrera transcurrió bajo el signo de la “Solidaridad proletaria y adhesión a la Gran Revolución Socialista Soviética, cuya trascendencia destacaron más de 20 oradores en diferentes plazas del país”. (21)

En mayo de 1919 se reunió una asamblea obrera convocada por la Asamblea General Obrera, organismo creado en la reunión de enero y por las mismas organizaciones que habían convocado aquel evento. La importancia de la Asamblea de mayo radica en que en ella se formalizó la creación del Partido Socialista en base a la plataforma de enero, la cual sólo fue adicionada con algunos puntos de menor importancia.

Es cierto que en los preámbulos de la plataforma se consignó lo siguiente: “El principio que anima al Partido reposa en la lucha en defensa y por la elevación del pueblo trabajador que, guiado por la ciencia, tienda a realizar una libre e inteligente sociedad basada en la propiedad colectiva de los medios de producción”. La fórmula anterior tenía más bien una significación retórica ya que a continuación se reproducía el principio antes citado: “El partido no pretende la abolición del Estado, la sociedad, la propiedad o el capital. (22)

La asamblea constitutiva del Partido Socialista introdujo una innovación de importancia con respecto a la reunión de enero. Estableció la necesidad de la participación electoral frente a la abstención que había sido explícitamente declarada por la anterior reunión. A ese respecto se consignó: “El Partido Socialista participará en los cuerpos legislativos y luchará por obtener el mayor número de representantes en los cuerpos colegiados” La Asamblea Socialista eligió una dirección compuesta de 9 miembros, denominada Directorio Nacional con el encargo de realizar el primer Congreso Socialista, dirigir nacionalmente el partido y decidir sobre la abstención y el sufragio en cada caso.* De las organizaciones asistentes y de aquellos que adhirieron en los días siguientes que en conjunto eran 14, 9 eran asociaciones artesanales, 2 sociedades de beneficencia y 3 agrupaciones sindicales obreras. Como

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en la asamblea de enero, dominaba en la reunión de mayo el artesanado.

Mientras tanto en distintos lugares del país se produjeron acuerdos similares a los de Bogotá, encaminados a la creación del Partido Socialista. En algunos casos, la nueva organización acogía la plataforma de Bogotá como en Antioquia a finales de junio de 1919 o en forma independiente como en Popayán.

El 7 de agosto se reunió el Primer Congreso del Partido Socialista que había sido convocado por la asamblea general de enero. De las 22 delegaciones acreditadas, siete correspondían a organizaciones radicadas en Bogotá. Las demás representaban a distintas ciudades y regiones, como Girardot, Barranquilla, Medellín, Cartagena, Montería, Facatativá, Moniquirá. Es cierto que algunos delegados al Congreso residían en Bogotá y recibieron a sus delegaciones por encargo. Sin embargo, este congreso contribuyó a darle una configuración nacional al Partido Socialista. No se registraron avances en materia programática. “La Constitución Socialista” aprobada por el Congreso recogió los puntos que ya estaban presentes desde enero de 1919. De 22 delegados que enumera Torres Giraldo, cuatro representan a directorios socialistas, seis a organizaciones artesanales, dos a organizaciones obreras y uno a empleados. En cinco casos no puede identificarse el origen de la delegación.* Si bien se advierte las representaciones eran mixtas; gremiales unas, políticas otras. El final del año de 1919 estuvo marcado por agudas luchas gremiales. Una huelga de trabajadores del ferrocarril de Girardot, que comenzó el 18 de noviembre, sirvió como estímulo para el desencadenamiento de un conflicto en los ferrocarriles de Cundinamarca. La huelga se extendió a otras ramas como la construcción y la industria manufacturera de Bogotá. No podría hablarse propiamente de una dirección socialista de este movimiento, sin embargo puede hablarse de un apoyo del directorio nacional del PS. La influencia más visible del socialismo tenía lugar con respecto a los trabajadores del ferrocarril.

1920 constituyó también un año de activa lucha huelguística. Sumando el número de huelgas reseñadas en El Espectador,- estas alcanzan a 17. Si bien la mayoría de ellas tuvieron lugar en la industria artesanal, las más importantes se registraron en el ferrocarril y en el río

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Magdalena. Ya el 6 de enero pararon los trabajadores del ferrocarril de la Dorada y de la troncal férrea del Magdalena. Entraron también en el movimiento los operarios del cable aéreo de Mariquita.

Los huelguistas exigían aumentos salariales y el establecimiento de la jornada de 8 horas de trabajo, pensión vitalicia. Al final estas reivindicaciones fueron alcanzadas parcialmente; los salarios fueron incrementados en un 25%, la jornada de trabajo se limitó a 9 horas, fueron establecidos servicios médicos. (23)

Memorable fue la huelga de los trabajadores de la empresa textil de Bello (Antioquia) dirigida por una joven llamada Betsabé Espinosa. La duración del movimiento superó los veinte días, siendo inusitada para ese tiempo en que los movimientos huelguísticos solían ser breves. En El Socialista de Bogotá se promovió el apoyo a los obreros de Antioquia. La organización socialista de ese departamento desplegó también la solidaridad, convirtiendo el movimiento en suceso de repercusión nacional, lo cual contribuyó a un desenlace favorable para los huelguistas.

Para finalizar el año se registraron las huelgas de los trabajadores del transporte fluvial en Barranquilla, en octubre; de los ferrocarriles en el mes de diciembre. Esta lucha huelguística estaba en buena parte determinada por las consecuencias de la crisis económica que siguió a la primera guerra mundial y en la cual resultó también envuelta la economía colombiana. No sólo los salarios fueron congelados sino que incluso en no pocas empresas se produjeron bajas con relación a los niveles anteriores. Se precipitó también un notable desempleo.

Si bien las organizaciones socialistas fueron la fuerza dirigente sólo en algunos casos de estas huelgas, se advierte el claro propósito de los socialistas de vincularse a ellas mediante la propaganda y la solidaridad. En esas condiciones de actividad creciente de los trabajadores en defensa de sus intereses económicos prosiguió el proceso de la organización del socialismo en Colombia. A comienzos de enero tuvo lugar una conferencia socialista en Girardot, convocada por el directorio ejecutivo nacional para los Departamentos de Tolima, Cundinamarca y Boyacá. Asistieron 37 delegados de esos departamentos. Tuvo este evento una finalidad más bien organizativa.

Fue conformada una junta consultiva, compuesta por Carlos Melguizo, Santiago Martínez, Juan C. Dávila y Julio Navarro, que actuaría con

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respecto a los tres departamentos citados. La junta se creó para servir de organismo asesor al directorio Ejecutivo Nacional Socialista que siguió siendo la dirección central del Socialismo.

La Asamblea de Girardot constituyó un paso adelante en la medida en que significó un esfuerzo de los dirigentes socialistas por vincularse a los núcleos más importantes del proletariado. Por diversas circunstancias Girardot constituía un centro obrero de primera importancia: era lugar de confluencia del sistema de transportes del río Magdalena y los ferrocarriles. De igual forma estaba en el centro de una zona de activo movimiento campesino y de importantes sectores del proletariado semirural concentrado en las 163 trilladoras que por este tiempo funcionaban en Cundinamarca. (24) Era un hecho que el Partido Socialista avanzaba. En su carta de renuncia al cargo que ocupaba en la dirección socialista, Carlos Melguizo anotó: “Sin exageración puede decirse que domina (el socialismo. MM) completamente el río Magdalena. Cuenta con cerca de 200 centros municipales; ha reunido un congreso nacional y dos asambleas en seis departamentos, representa la mayoría o la minoría en varios concejos municipales. (25) Es posible que hubiera algo de exageración en estas declaraciones. Sin embargo ciertamente era innegable este avance del Partido Socialista.

En 1920 se celebró el lo de Mayo en forma masiva y pública en todas las ciudades importantes agitando las consignas del Partido Socialista. En Honda con ocasión de la celebración obrera se instaló el II Congreso Socialista. Como en el caso de la asamblea anterior, la escogencia de la sede del II Congreso estuvo inspirada en el propósito de vincular más estrechamente al partido con los núcleos del proletariado moderno. Asistieron al Congreso delegados de Cundinamarca, Tolima, Antioquia, Santander, Boyacá, Caldas, Magdalena, Cauca, Atlántico y el Meta.

En materia organizativa el II Congreso consagró un federalismo extremo. A ese respecto se estableció: “A excepción de las disposiciones referentes al fondo de reserva del partido, esta constitución (se refiere al programa del PS —M.M.—) no tiene carácter imperativo, sólo expresa las opiniones, o mejor el consejo, que a sus representantes da el segundo Congreso Socialista, por tanto puede ser reformada e integrada, en cualquier tiempo por el Congreso o las asambleas departamentales, pero a sabiendas de que las reformas que estas le hagan, solo regirán en el departamento que las introduzca”.(26) Los organismos de dirección locales, según la determinación del II

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Congreso, se conformarían por elección directa de los adherentes a la organización. Este último factor introducía un elemento democrático nuevo, con relación a los partidos tradicionales. Sin embargo el Partido Socialista no representaba propiamente un partido de organización sino una agrupación política de opinión. Es cierto que estos dos principios no se contraponen, sin embargo ambos deben concurrir para que se pueda hablar de un partido de nuevo tipo. Por la estructuración interna, el Partido Socialista tendía a asimilarse al Partido Liberal.

La constitución aprobada en el II Congreso mantuvo en general los principios adoptados en los eventos anteriores. En primer lugar se repite la idea de la independencia en relación con los partidos tradicionales. En el segundo artículo se declara que los principiosorientadores del partido son la moderación y la tolerancia.

Estos principios recibían su pleno contenido en el punto tercero de la Constitución, el cual dice: “El Partido Socialista no pretende la abolición violenta del presente Estado, de la sociedad y de la propiedad adoptando en sus prácticas sistemas que estén en armonía con el estado intelectual del pueblo colombiano”. (27) Nueva con relación al Primer Congreso, fue la insistencia en el impuesto progresivo como elemento básico del sistema tributario. En este tipo de impuesto los socialistas veían un instrumento adecuado para lograr las restricciones al capital y a la propiedad privada. Con respecto al problema agrario los socialistas acogieron la variante más regresiva de reformas agrarias: la colonización. Es cierto que para su realización se preveía la ayuda del Estado y se erigía como su fin el logro de la estabilidad de la pequeña propiedad.

La carencia de una concepción clara sobre la cuestión agraria denotaba no solamente la falta de comprensión de uno de los problemas estructurales de la economía y de la sociedad colombiana en ese momento, sino la desvinculación de las luchas campesinas e indígenas que ya habían tomado cuerpo por esos años. Es cierto que la Constitución incluyó un punto sobre derechos y deberes de los arrendatarios de predios rústicos; sin embargo el Partido Socialista se planteaba como un movimiento urbano.

En los demás puntos se recogían las reivindicaciones más importantes de los trabajadores: descanso dominical remunerado, limitación de la jornada de trabajo. No se planteó en forma explícita la jornada de 8 horas, fijación de salarios mínimos, reconocimiento de indemnización por accidentes de trabajo, reglamentación del trabajo de menores, construcción de habitaciones para obreros etc. La Constitución socialista

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defiende el derecho de huelga, pero paradójicamente se exige el establecimiento del arbitraje obligatorio.

La Constitución incluye otros puntos, relacionados especialmente con la defensa de los derechos económicos y políticos de la mujer. Sintomáticamente el programa incluye una alusión sobre la actitud de los socialistas en caso de guerra internacional, estableciendo que en la posibilidad de tal trance los socialistas se pondrán sin vacilar del lado de Colombia. La cuestión sobre la actitud de los partidos socialdemócratas frente a la guerra había sido el punto de discusión más álgido en el seno de la Segunda Internacional, en vísperas de la primera contienda mundial. Es sabido que la gran mayoría de los dirigentes social-demócratas adoptaron la posición social chovinista de colocar a sus partidos del lado de la burguesía en cada país, llevando con ello a la bancarrota a la Internacional. Los Bolcheviques encabezados por Lenin se opusieron vigorosamente al oportunismo de la mayoría de los representantes social demócratas. La resolución del Segundo Congreso socialista en relación con la guerra significaba una clara influencia del oportunismo, ya que ella se tomó sin consideración previa del carácter que tendría un posible conflicto bélico.

Haciéndose eco de las campañas filantrópicas que por entonces se desarrollaban, la Constitución Socialista le dio importancia desproporcionada a la lucha contra el alcoholismo y los juegos de azar.

Al programa socialista es necesario valorarlo no sólo a través de los puntos que lo conforman sino también desde el punto de vista de los vacíos que se evidencian: la constitución no hace alusión a los problemas centrales del país: el dominio del latifundismo en el campo y la cuestión del capital extranjero en la economía. Estas ausencias hacían de la Constitución Socialista una enumeración de reformas antes que un programa realmente socialista.

Desde luego en la caracterización de un partido no debe partirse únicamente de los programas escritos sino que estos, deben contrastarse con la acción práctica desarrollada.

En este sentido es necesario recordar el esfuerzo sobre el que ya se habló arriba, por parte del socialismo, en vincularse a la lucha real de los trabajadores, ya sea mediante la orientación de algunos conflictos o a través de la solidaridad desplegada con respecto a otros. El periódico El Socialista, dirigido por Juan C. Dávila, mantuvo desde su fundación en febrero de 1920 una viva simpatía por la revolución de Octubre. Es cierto que este acontecimiento que abrió la época contemporánea de la

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historia universal, se interpretaba por los dirigentes socialistas desde el punto de vista del humanismo, de los ideales generales de progreso sin calar en su esencia de clase. El Socialista, publicaba materiales de información y de análisis sobre la política económica del gobierno soviético, los éxitos del ejército rojo en la lucha contra la intervención extranjera. Fue publicado el texto completo de la entrevista concedida por Lenin a un periodista norteamericano. Aparecieron también en el periódico publicado algunos trabajos del grupo de los Espartacos en Alemania y comentarios favorables sobre la orientación de este grupo presidido por Liebknecht y Rosa Luxemburgo, que en Alemania lanzó una alternativa revolucionaria frente al oportunismo de la social-democracia.

Es cierto que con El Socialista no siempre se identificaban los distintos núcleos socialistas. Por ejemplo, el periódico socialista de Girardot expresaba su negativa “a imitar a los espartacos de Alemania” y su aclaración de que “no ambiciona establecer el gobierno de los bolcheviques rusos, por lo menos en la forma en que los cables aliados nos pintan ese gobierno”. (28) Esta última anotación es importante en cuanto remite al hecho cierto, del aislamiento del país con relación a la actualidad internacional especialmente en lo relacionado con el movimiento obrero.

El Socialista libró otras campañas de contenido antiimperialista como las denuncias adelantadas contra los manejos del monopolio de la United Fruit Company en Colombia (29) y contra el Banco Mercantil Americano de Colombia, que pertenecía a un consorcio norteamericano y que.había establecido una serie de agencias en el país.

1.5 — El Partido Socialista y el liberalismo

En 1921 el movimiento huelguístico descendió notablemente. En este año se registraron solamente ocho huelgas entre las cuales se destacaron las de los ferrocarriles en La Dorada en Agosto de 1921 y de los trabajadores del ferrocarril en Bogotá.

En 1921 se intensificó la actividad electoral. Justamente en ese año tuvieron lugar en marzo las elecciones a la Cámara y en octubre las elecciones a los Concejos Municipales. Tanto en las primeras como en las segundas los socialistas obtuvieron triunfos visibles. En Medellín las listas socialistas obtuvieron el 23% de la votación, superando en esa

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ciudad, a los liberales. (30) Fueron elegidos varios diputados socialistas. En la Cámara el dirigente socialista Carlos Melguizo, ocupó una curul. En una serie de concejos municipales el PS tuvo una importante representación. Torres Giraldo enumera las ciudades en que el socialismo logró mayor representación. Son ellas: Girardot, Honda, La Dorada, Palmira, Dagua, Segovia, Remedios, Puerto Wílches, Mariquita, Cisneros, Puerto Berrío, Dabeiba. (31)

Es decir entre 1919 y 1921, el Partido Socialista se perfiló también como una fuerza electoral. Esta circunstancia hizo poner en guardia al liberalismo que advirtió el peligro que la nueva fuerza política entrañaba en las condiciones en que sectores significativos de las masas urbanas buscaban redefinir sus lealtades políticas. Justamente era en los centros urbanos donde el Partido Liberal alcanzaba sus mayores volúmenes de votación.

El dominio bipartidista ha creado en cierto modo reflejos que lo llevan a obrar en forma rápida para ahogar por el camino de la represión o por los mecanismos de la captación, los esfuerzos encaminados a ampliar el sistema de los partidos. Predominó la segunda variable de acción en el caso del Partido Socialista. Es necesario subrayar la palabra predominó en la medida en que con respecto a los nuevos partidos obra el bipartidismo de consuno. Desde el poder, el Partido Conservador ejercía la represión contra el socialismo; el liberalismo al contrario insistía en la esterilidad de hacer oposición por fuera de sus filas contra el “adversario tradicional”. El lenguaje utilizado por el liberalismo era a veces el de la persuasión y otras el de un chantaje disimulado. Armando Solano, dirigente liberal progresista, escribía a propósito del Partido Socialista: “Tenemos en cambio el derecho de pedirles a las agrupaciones obreras que no separen prematuramente su actividad de la nuestra, porque así no le sirven sino a la consolidación de la hegemonía conservadora”.(32) El razonamiento según el cual para actuar en política se necesita escoger de intermediario a uno de los socios del bipartidismo, ha sido un argumento constante no sólo en el discurso político sino incluso en el análisis académico. Así, Urrutia Montoya refiriéndose al descenso del Partido Socialista hacia 1922, afirma: “Pero el socialismo ya había jugado su papel histórico, que fue el de colaborar en la fundación de las primeras organizaciones obreras y haber forzado la modernización del partido liberal”. (33)

Desde luego no se trata de despreciar o ignorar la influencia de las nuevas fuerzas políticas en la transformación de las agrupaciones tradicionales. Se trata, por lo menos desde el punto de vista de la clase

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obrera, de erigir otros parámetros para juzgar el papel histórico de las nuevas formaciones políticas.

Hacia 1922 las luchas obreras decayeron, sensiblemente. El número de huelgas registradas en ese año no llegó a cinco. Por otro lado el ambiente político estaba agitado por la pugna de las candidaturas presidenciales. Sacudiendo su desconcierto, el Partido Liberal había lanzado candidato propio en la persona de su máximo director el general Benjamín Herrera. Antes el liberalismo se había aferrado a la táctica de apoyar a uno de los candidatos conservadores*. El general Herrera invitó formalmente al Directorio Socialista a apoyar su candidatura. Ya antes en 1920 había expresado el general en un reportaje: “No veo la razón para que se funde un tercer partido político en Colombia, cuando dentro del liberalismo caben todas las aspiraciones de los trabajadores, porque este es carne de su carne y hueso de sus huesos”.(34)

* En las anteriores elecciones en la disputa entre las candidaturas conservadoras de Marco Fidel Suárez y Guillermo Valencia, los liberales optaron por el apoyo al último.

Sobre el terreno electoral se selló la alianza del Partido Liberal con el Socialismo. Entre finales de 1921 y comienzos de 1922, núcleos socialistas en varias ciudades hicieron pública su adhesión a Herrera. En Bogotá el 8 de Enero de 1922 se realizó una manifestación de apoyo a dicha candidatura, en la que tomaron parte ofreciendo su adhesión líderes del Socialismo como Juan de Dios Romero, Jorge Uribe Márquez, y Salvador Murcia.

La estructura organizativa, la plataforma política adoptadas por el Partido Socialista, no constituían un terreno firme que pudiera alimentar la decisión de construir un partido de clase verdaderamente independiente de los partidos tradicionales. Ideológicamente el Partido Socialista, como antes se vió, estuvo más cerca del reformismo que del socialismo.

En el II Congreso Socialista reunido en Noviembre de 1921 fue precisamente rechazada la proposición sustentada por algunos delegados, encaminada a establecer la adhesión a la Tercera Internacional y consecuentemente a los principios que la IC, recomendaba como rasgos distintivos de los partidos comunistas. El voto negativo a esta proposición fue calurosamente defendido por las figuras más destacadas, hasta entonces del Partido Socialista: Carlos Melguizo y Juan C. Dávila. El Tercer Congreso, a diferencia de los

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anteriores no se ocupó tanto de las cuestiones programáticas, como de los asuntos electorales inmediatos. Este evento y el papel jugado por el Socialismo con respecto a la candidatura de Benjamín Herrera, cerrarán la primera etapa del Partido Socialista en Colombia.

Con respecto a la valoración en este período no puede dejar de comentarse la idea de Torres Giraldo según la cual la participación electoral fue el factor que hizo posible la conciliación con el liberalismo. Tal apreciación es por lo menos exagerada. En efecto la coincidencia electoral era en este caso, el resultado de identidades más serias en el terreno de las concepciones políticas.

Esto hace necesaria una referencia, así sea breve, a la llamada socialización del liberalismo en este período. Gerardo Molina describe el proceso de la llamada “socialización” de los liberales: “Hacia 1922 la colectividad de Uribe y de Herrera empezó a vivir una etapa desconocida, consistente en el abandono del individualismo y del leseferisrno y en la aceptación de mucha parte del credo colectivista. Fue esa una operación muy simple, en la que el liberalismo puso las masas y el socialismo la doctrina”. (35) Indudablemente por aquel tiempo el liberalismo se distanció de las tesis más rígidamente individualistas pero ello no condujo a la adopción “del credo colectivista”, sino a la aceptación de una política social identificada con la promoción de algunas reformas.

Es cierto que en la convención liberal de Ibagué, celebrada en 1922 se recogieron, incluso literalmente, en la plataforma aprobada, principios importantes de la Constitución Socialista aprobada en el Congreso de Honda. Sin embargo ello no significó ningún acercamiento a los principios del socialismo científico en la medida en que los postulados del Partido Socialista eran ni más ni menos que el fondo doctrinario que podía ser aceptado por cualquier partido burgués progresista. Hubo ciertamente una diferencia de importancia. Mientras en el Tercer Congreso Socialista en Noviembre de 1921, se hizo evidente una gran inquietud en relación con la política de claudicación frente al imperialismo en materia petrolera, la convención del liberalismo en Ibagué consignó la siguiente conclusión: “Fomento del crédito exterior en el sentido de facilitar la inversión del capital extranjero en el país, y desarrollo de los servicios públicos por medio de empréstitos con destino a las obras nacionales, departamentales o municipales”. En materia agraria ambas plataformas defendían en los mismos términos una política de colonización y una legislación en relación con el sistema de arrendamientos.

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Hacia 1922 terminó el período del socialismo iniciado en 1919. Esta etapa del socialismo reformista tuvo una dirección que compartían los artesanos democráticos con intelectuales liberales o radicales.

No está, en fenómenos subjetivos la explicación de la plataforma ideológica y organizativa que tomó el Partido Socialista. Hay un panorama objetivo que es preciso tener en cuenta. El débil desarrollo capitalista conformaba un marco de atraso que traía aparejados fenómenos tales como el aún débil peso específico del proletariado dentro del conjunto de la población, la alta significación cuantitativa de las capas pequeño-burguesas de la población, la ilusión de los artesanos de convertirse en empresarios acomodados, el aislamiento de las luchas de los trabajadores colombianos con respecto al desarrollo del movimiento obrero internacional.

1.6 Los grupos comunistas

Desde mediados de 1923 hasta 1926 se sucede un período de transición entre el socialismo reformista y el socialismo revolucionario. En 1923 surgen grupos denominados comunistas, generalmente conformados por intelectuales. Una figura de referencia es la del inmigrante ruso Silvestre Savitski, quien había llegado a Colombia luego de algunas peripecias políticas. En Bogotá, estableció una tintorería a donde acudían jóvenes intelectuales a escuchar los relatos sobre la revolución de Octubre y sobre Lenin.

En el auditorio de Savitski se encontraban jóvenes intelectuales como Luis Tejada, Moisés Prieto, Luis Vidales, José María Olózaga, Josué E. Nieto, Gabriel Turbay, Roberto García Peña, los estudiantes Abel Botero, Manuel Antonio Arboleda. También se acercaron a Savitski grupos de trabajadores entre los cuales se contaban, un obrero ferroviario de apellido Losada; Patrocinio Rey, obrero del tranvía, Manuel Abella, trabajador de la construcción. Fueron Savitski y Vidales quienes a solicitud de los trabajadores redactaron los estatutos del sindicato de albañiles y similares. Dicho texto se convirtió en una especie de guía para la elaboración de otros estatutos.* Algunos de los miembros del grupo “comunista” redactaron un manifiesto en el cual se incluían los 21 puntos de la Internacional Comunista y explicaciones sobre ellos. De este material se difundieron 30.000 copias. Por este tiempo, a través de algunos trabajadores “los comunistas” establecieron contacto con sindicatos importantes como el de los trabajadores de Bavaria y el de Fenicia.

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Una figura importante, perteneciente al grupo que se viene analizando y que ejerció gran influencia en la juventud revolucionaria fue la del escritor Luis Tejada.

Incorporado al periodismo político-literario, fundó junto con José Vicente Combariza su propio periódico, en Barranquilla, El Sol, en 1919. Tejada mostró una viva admiración por la revolución soviética. La orientación del general Benjamín Herrera de lanzar candidato liberal a la Presidencia de la República despertó en Tejada un gran entusiasmo, porque veía en esa determinación el propósito de superar el estado de desconcierto en que venía sumido el liberalismo y de quebrantar el régimen de la hegemonía conservadora. Derrotado Herrera en unas elecciones en que el fraude oficial fue evidente, Tejada a diferencia de muchos dirigentes liberales que se inclinaron por la política de colaboración con el régimen, se radicalizó buscando el terreno de sus definiciones políticas más allá de las toldas liberales.

En 1923 Tejada entró de lleno en el Grupo Comunista y recibió enorme influencia de Savitski y, seguramente a través de éste, tuvo acceso a lecturas marxistas sistemáticas. Si en los escritos de Tejada publicados en el periódico El Sol que volvió a salir por una corta temporada en Bogotá, a finales de 1922, se advierte un cierto desgano por la política y hasta un acento nihilista, al año siguiente en los artículos de El Espectador aparece un estilo afirmativo y una nueva orientación política. Es preciso referirse a los rasgos sobresalientes en el pensamiento de Tejada entre 1923 y 1924, año de su muerte prematura. En abril de 1923 hacía el periodista militante,, una especie de declaración de principios, al contestar a argumentos lanzados con intención acusadora, en estos términos: El Nuevo Tiempo dice que lo que yo anhelo y proclamo es “el imperio directo del proletariado y el régimen comunista, esto es, la abolición de la propiedad privada, el despojo de los propietarios, la anulación de los derechos del capital como factor de la producción, el monopolio del comercio, etc. Bueno, mejor”. (36)

Luis Tejada comprendió el papel de la clase obrera en el desarrollo de la historia contemporánea. “La única esperanza seria de regeneración que le queda ya a este país, está vinculada integralmente a la posible aparición de fuerzas nuevas… es evidente que esas fuerzas nuevas no pueden encontrarse ya sino en las zonas proletarias, en el oscuro pueblo trabajador, que constituye una reserva intacta de energía espiritual, porque en su centenaria desconexión de la vida pública ha podido escapar al influjo corrosivo de la vieja política y al desgaste intelectual y moral característico de las clases dominantes”. (37) A renglón seguido

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insiste en la necesidad del desarrollo político independiente del proletariado.

Respondiendo a quienes aludían al socialismo como a una doctrina exótica, extraña para un país atrasado como Colombia, Luis Tejada esgrime, en primer lugar la idea de Lenin, según la cual, en determinadas condiciones la situación de las masas se hace más dura por la debilidad del capitalismo que por el desarrollo de éste. “Verdaderamente, escribe, los conflictos entre el capital y el trabajo deberían ser más graves, y de hecho la situación social es más apremiante y angustiosa en los países relativamente pobres como el nuestro, porque el pequeño capital extorsiona y explota más cruelmente al trabajador que el capital grande”. (38) Continuando el razonamiento, se complementa la anterior idea con la afirmación según la cual se explica que si la lucha de clases se presenta más intensamente en Europaes porque allí el desarrollo industrial ha estimulado la concentración de los trabajadores con la facilidad objetiva que ello significa para la adquisición por parte de ellos de una conciencia de sus intereses y de un claro sentido de la solidaridad de clase.

Polemizando con un malintencionado contradictor, quien supone que la lucha contra el individualismo lleva aparejada la oposición al incremento de la industria, Tejada escribe: “De lo que se trata, desde el punto de vista socialista, no es de eliminar la industria sino de hacer que la industria no sea individualista. Es lógico que dentro de la gran industria el obrero desarrolla más rápidamente su instinto de clase y comprende mejor el principio fundamental de la solidaridad, es más accesible a la propaganda y a la disciplina y se encuentra en condiciones más apropiadas para constituir una fuerza eficaz coercitiva o revolucionaria”. (39) En el mismo artículo se contiene la valiosa precisión de que el socialismo implica un estadio más elevado del desarrollo de las fuerzas productivas y de la productividad del trabajo.

Las apreciaciones que aquí se han glosado ubican a Luis Tejada a una enorme distancia del lenguaje y las concepciones reformistas que hasta entonces habían usado los dirigentes socialistas. Se encuentran bien a las claras elementos del socialismo científico, de la concepción materialista del desarrollo social.

En forma práctica Tejada coadyuvó a la formación de un auténtico partido de la clase obrera. Sin vacilación acogió la divisa comunista y desarrolló el principio según el cual la liberación de los obreros es obra de ellos mismos. No hay en su actitud el paternalismo de los socialistas de 1919, que seguían viendo al movimiento obrero desde afuera, como

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una empresa generosa a la cual se debe contribuir en aras de vagos ideales de justicia. Con razón el Partido Comunista ha considerado a Luis Tejada como uno de sus esclarecidos precursores.*

* La evolución intelectual y política de Luis Tejada fue ciertamente acelerada. Es necesario valorarla en su conjunto para no caer en apreciaciones unilaterales. Gerardo Molina afirma que Luis Tejada no dio el paso hacia la creación de u n partido de los trabajadores (Molina, Gerardo. Las Ideas Liberales en Colobia, 1915, 1934, Bogotá, Ed. Tercer Mundo, pág. 132). Torres Giraldo, a su vez, ubica a Tejada como un intelectual liberal con inquietudes procomunistas.

Fuera de Bogotá, también en el año de 1923, se establecieron grupos comunistas en otras ciudades del país. Estos núcleos buscaban superar el reformismo del Partido Socialista. Este a su vez entró en una situación de estancamiento desde finales de 1923. El desconcierto se apoderó de la dirección, luego de la derrota de la candidatura liberal. Con el fin de superar ese estado de ánimo se reunió en Diciembre de 1922 en Girardot la Convención Obrera Socialista. El punto central de las deliberaciones lo constituyó la conducta a seguir en el próximo debate electoral

Por ello el acuerdo primero conceptuó: “La Convención Nacional de Obreros Socialistas de Colombia, declara inútil el ejercicio del sufragio, sienta el principio de la abstención electoral, y aconseja al proletariado colombiano se abstenga de concurrir a las urnas mientras no se reforme la ley electoral vigente, en el sentido de obtener la pureza de las elecciones y asegurar la representación proporcional de todos los matices de la opinión” (40). Esta determinación no se tomó como producto de una orientación independiente de los socialistas sino como el resultado de la presión de sectores liberales, irritados con el fraude electoral que rodeó la elección del general Pedro Nel Ospina. No obstante la afirmación categórica según la cual se hacía de la abstención electoral una cuestión de principios, la dirección socialista, emanada de la conferencia de Girardot, lanzó posteriormente un manifiesto invitando a tomar parte en los comicios para concejos municipales en julio de 1923. Esto configuró una táctica errática de los socialistas, que resultaba aún más contradictoria dado que la aplicación de las decisiones del Directorio Nacional era asunto que se dejaba a discreción de los directorios locales.

En el año de 1924 tuvieron lugar simultáneamente en Bogotá dos acontecimientos importantes para el movimiento obrero colombiano: el Primer Congreso Obrero y la Conferencia Socialista Nacional. El 1o de Mayo se instaló el Congreso con la presencia del presidente de la República Pedro Nel Ospina, y del ministro de industrias. Al saludar al

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Congreso, Luis Tejada, que era delegado, escribió sobre la unanimidad en los diferentes sectores obreros sobre la necesidad de la organización, pero anotó también, las divergencias profundas, en relación con “La forma que ha de tener esa organización y sobre el uso que debería hacerse de ella”. (41) El Congreso Obrero fué convocado todavía por el Sindicato Central Obrero, cuya influencia decayó sensiblemente a partir de ese año. Entre las cuestiones que según la convocatoria debían discutirse figuraban: “adopción legal de la jornada de 8 horas, establecimiento de seguros de vida y accidente, bibliotecas públicas, empleo, educación física, cívica y moral, educación y protección de la mujer, economía industrial, fomento de las industrias”. (42) El Congreso Obrero tuvo una amplia representación.*

* El día treinta de abril en víaspera de la iniciación de las deliberaciones se encontaban acreditados los siguientes delegados

Bien pronto aparecieron las diferencias y las corrientes ideológicas que tenían presencia entre los trabajadores organizados. Los socialistas vinculados a la trayectoria del PS, fundado en 1919, los socialistas llegados después del año 1922 al Partido, entre los cuales se destacaba la figura de Francisco de Heredia, los anarquistas como Carlos F. León, Luis A. Rozo y la corriente liberal. Figuraba una tendencia que se autodenominaba muy inadecuadamente comunista. Había algunos dirigentes oportunistas que habían hecho de la actividad gremial un modo de vida, como el director de un periódico muy irregular El Socialista, Juan de Dios Romero, quien fue expulsado del Congreso al comienzo de las deliberaciones. Frente a la presencia de varias corrientes políticas en el Congreso, algunos dirigentes liberales y socialistas reformistas creyeron evitar el deslinde ideológico, buscando proscribir de las sesiones toda discusión política. En tal sentido fue presentada una proposición mediante la cual se determinaba que los delegados que pretendieran discutir asuntos políticos serían expulsados. Después de agudos debates, esta proposición que el delegado socialista Francisco de Heredia calificó de “pueril amenaza”, fue negada por mayoría de votos. Entre las cuestiones que se discutieron en el congreso obrero figuraron: la lucha por la jornada de 8 horas, la exigencia del cumplimiento de la legislación sobre la construcción de viviendas para obreros, el establecimiento de seguros de vida y accidentes, incremento de las fuentes de empleo, educación, etc. El Congreso levantó la consigna de la defensa de los presos políticos.

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El día 7 de Mayo se realizó una entrevista con el presidente Ospina sobre este problema en la cual los dirigentes obreros pidieron la libertad de los líderes de las luchas agrarias en el Sinú, que como el inmigrante italiano Vicente Adamo purgaban en la cárcel el delito de haber organizado a campesinos y colonos de una extensa región.

Una proposición presentada por el veterano del socialismo Juan C. Dávila, en la cual se contemplaba la desvinculación del movimiento obrero de los partidos tradicionales, suscitó una enconada oposición de los liberales, que antes habían defendido el principio del apoliticismo del movimiento sindical. El Congreso prestó atención al estudio de la situación que afrontaban los soldados en los cuarteles. En este sentido fue dirigido un memorial al Congreso de la República.

Después de varios conatos de disolución, el Congreso terminó las deliberaciones sin haber podido establecer bases organizativas claras: ello se debió a que ninguna de las corrientes políticas que se hicieron presentes logró tomar la dirección. El movimiento sindical, como tal, se encontraba todavía en una etapa inicial y no había alcanzado una relativa madurez como para imponer una unidad de acción entre las diversas corrientes.

Mientras tanto el Congreso Socialista adelantaba sus deliberaciones. También en este evento lo más notorio era la agria disputa de corrientes. Los tiempos tranquilos del socialismo reformista habían pasado. El alma de este Congreso fue Francisco de Heredia, personaje perteneciente a una familia aristocrática. Durante su estadía en Europa adquirió Heredia una viva simpatía por el socialismo y bases teóricas mínimas en el marxismo. De regreso al país se vinculó rápidamente al Partido Socialista y en calidad de secretario general del mismo, convocó al Congreso Socialista. Francisco de Heredia abrigaba una concepción política que lo situaba bien adelante de las ideas reformistas de los socialistas de 1919. Uno de sus méritos, el más importante sin duda, fue su insistencia en la necesidad de crear un Partido Socialista de masas.* Esta convicción lo llevó a acercarse al Grupo Comunista con el fin de interesar a sus miembros en la participación en el Congreso Socialista. En la reunión socialista participaron: la corriente de 1919, los socialistas relacionados ya con algunos principios del marxismo y el Grupo Comunista*. Las deliberaciones fueron presididas por Dionisio Arango Vélez y Raúl E. Mahecha. Trabajó como secretario Pedro Rojas Palma, delegado por Girardot.

El Congreso aprobó una proposición por la muerte de V.I. Lenin y acordó recolectar fondos con el fin de erigir una estatua al fundador del Estado

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Soviético. En realidad en torno a la muerte de Lenin se celebraron actos de masas como homenaje de los trabajadores. La dirección socialista informó al país sobre el hecho y programó una serie de actos políticos.

La iniciativa en la discusión la tuvieron los Integrantes del Grupo Comunista; quienes atacaron con vehemencia a los grupos socialistas. A la consideración del Congreso fueron presentados dos proyectos de programa, elaborado uno por Francisco de Heredia y el otro por el grupo comunista. El texto de tales anteproyectos no se conserva, razón por la cual no es posible, establecer las diferencias doctrinarias entre los grupos que buscaban orientar al socialismo colombiano.

En la sesión del 5 de mayo el Congreso aprobó por 22 votos a favor y 2 en contra, la adhesión a la IC y la adopción de las condiciones de la Internacional. Explícitamente se acordó “no tener vínculo alguno con los tres congresos socialistas anteriores y declaró también ser el Primer Congreso Comunista de Colombia”. (43) Algunos socialistas se retiraron del Congreso en protesta por la adopción del nuevo nombre, no obstante, el Congreso siguió las deliberaciones ya bajo la iniciativa de los comunistas. Al final de las sesiones se difundió un programa político y un llamamiento a los trabajadores. Se ha formulado al Congreso Socialista de mayo de 1924 la crítica de que tanto la discusión como el programa no hubieran brindado elementos claros y concretos de análisis de la realidad nacional. Esa observación se encuentra plenamente justificada. Sin embargo, no debe perderse de vista que todo el dominio de un reformismo sin atenuantes en el período anterior del Partido Socialista, exigía una clarificación en el terreno de los principios, lo cual fue logrado en parte en el Congreso*. Igualmente fue establecido un vínculo del movimiento obrero colombiano con el movimiento obrero internacional.

En síntesis el Congreso Socialista de 1924 significó la culminación de una etapa en la creación del Partido de la clase obrera, caracterizada por el predominio del reformismo y el comienzo de un período de transición hacia un tipo de nuevo Partido en que tendrían cabida ya algunos principios del marxismo leninismo.

La nueva tendencia política que se perfiló dentro del proceso de creación del Partido de la clase obrera se expresó en un momento de robustecimiento de la lucha de clases en el país. En primer lugar el movimiento huelguístico entró en una etapa de auge. En 1924 siguiendo el registro de las huelgas, se presentaron 16. Todas ellas protagonizadas en el sector moderno del proletariado. En los ferrocarriles se registraron cuatro huelgas, en carreteras una, entre los trabajadores del transporte

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por el río Magdalena, dos. También los trabajadores de los enclaves extranjeros fueron agitados por el movimiento huelguístico. En noviembre de 1924 estalló la huelga en las plantaciones de banano. Si bien el cese del trabajo fue muy breve y las conquistas alcanzadas muy modestas, un 15% de aumento de salario, el movimiento de la zona banarera fue importante porque significó la incorporación a la lucha de un sector grande de trabajadores.

De estas luchas, la de más amplia ‘repercusión fue la de Barrancabermeja. A comienzos de 1924, Raúl E. Mahecha, vinculado ya al socialismo, había fundado la Sociedad Unión Obrera. Mahecha asistió al Congreso Obrero celebrado en mayo del mismo año, había publicado el periódico Vanguardia Obrera.

Las reivindicaciones planteadas por los huelguistas fueron: reintegro de obreros despedidos, alzas salariales, mejoramiento de la alimentación, buen trato al personal por parte de los capataces, libertad de leer los periódicos. Comenzada la huelga el 9 de septiembre, las negociaciones avanzaron poco, hasta cuando el 11 del mismo, mes el gerente de la Tropical Oil Company rompió las conversaciones, declarando que los obreros se habían puesto fuera de la ley. Para intervenir en el conflicto viajó a Barranca el ministro de industria. Se logró un acuerdo favorable para los obreros. Reunidos los trabajadores y la población para escuchar los acuerdos a que se había llegado, un manifestante hizo un disparo contra el ministro, lo cual sirvió de justificación para la violenta represión que desencadenó el ejército inmediatamente. Hubo muertos y heridos, el comité de huelga fue puesto preso: los trabajadores intentaron liberar de manos del ejército a los detenidos, pero Mahecha los disuadió. No sólo fueron despedidos numerosos obreros sino que cerca de 300 de ellos fueron desterrados de Barrancabermeja.

La explicación al desenlace de la huelga se encuentra, ante todo, en la política intransigente, característica de los monopolios en los enclaves extranjeros y en la actitud entreguista frente al capital norteamericano del gobierno colombiano. La de Barranca, fue una batalla antiimperialista importante, porque envolvió en la huelga a más de 3.000 trabajadores, despertó la solidaridad del resto de la población de la ciudad y produjo una gran repercusión nacional.

En la conducción de la huelga se evidenció la influencia del anarcosindicalismo entre los trabajadores, y en los dirigentes como R.E. Mahecha, especialmente, en lo referente al culto por la acción directa y cierto menosprecio por las tareas organizativas en la preparación y en el desarrollo del movimiento.

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Raúl E. Mahecha, según la semblanza que de él hace Torres Giraldo, se acercaba por el tiempo de la huelga a los cuarenta años, dueño de una oratoria fácil, recurría a los recursos de la fantasía y las imágenes impresionantes. Carecía de una formación ideológica siquiera fuera mediana, lo cual se evidenciaba aún tiempo más tarde en su intervención en la conferencia de los partidos comunistas de América Latina, celebrada en Buenos Aires en 1929. Procedente de una familia pequeño-burguesa del Tolima, consagró su enorme capacidad de trabajo a la agitación patriótica entre los trabajadores de Barranca y del río Magdalena.

Con su imprenta se mantuvo siempre como agitador trashumante por los centros obreros importantes, distribuyendo su periódico y agitando a las masas con sus discursos vehementes.

Para este tiempo se hace necesario ver la evolución de la situación económica de los trabajadores. No obstante la afluencia de capitales al país por la indemnización de Panamá, cuyo primer pago se efectuó a comienzos de 1923, los empréstitos extranjeros y el crecimiento de las exportaciones, graves problemas económicos seguían gravitando sobre las masas: la carestía de la vida y el desempleo eran los principales.

A comienzos de 1924 se lee en la prensa que en Bogotá los obreros desocupados llegan a 4.000 y en Girardot a 3.000. (44) Por eso se sucedieron grandes movilizaciones de los sin trabajo. Fue creada una junta organizadora de los obreros desocupados entre la cual se contaban varios dirigentes socialistas. Por este mismo tiempo tienen lugar luchas estudiantiles en Cali y otras ciudades. Estas luchas son expresión del surgimiento del movimiento estudiantil colombiano. En 1924 se reúne el Segundo Congreso Nacional de Estudiantes. El primero se había efectuado en Medellín en 1922. No se registran al comienzo vinculaciones claras entre el movimiento de los estudiantes con el Partido Socialista, ni con el grupo comunista.

De tiempo atrás venían sucediéndose importantes luchas indígenas y campesinas. A mediados de 1924 se presentan varios de esos conflictos en Caicedonia y La Paz, en el Valle, en Icononzo, en Quipile, entre colonos del Magdalena y entre indígenas del Cauca.

Hacia 1924, con más o menos intensidad todos los sectores populares se encontraban en pie de lucha. El régimen de la hegemonía conservadora intensificó a partir de ese año la represión. En la preparación de cada mitin obrero veía el gobierno la articulación de una insurrección. Cada huelga, en tal visión alucinada, era susceptible de desencadenar la

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revolución. Para cada 1o. de Mayo, desde 1925 invariablemente anunciaban los voceros del régimen el comienzo del fin, y desde luego la promulgación de nuevas medidas represivas. Uno de los primeros “complots” descubiertos fue el del 5 de junio de 1925 que no fue otra cosa que un plan del gobierno para efectuar allanamientos en locales de las organizaciones obreras y en las residencias de los dirigentes así como para detener a numerosos activistas del movimiento popular. Entre los detenidos figuró Silvestre Savitski, a quien se sindicaba de ser el cerebro de la conspiración pero a quien en verdad la reacción no le perdonaba el haber sido uno de los inspiradores de la corriente de ideas cuyos integrantes acogieron por vez primera el nombre de comunistas.

No es clara la trayectoria de Savitski antes de su llegada a Colombia. Hay sin embargo un relato que ha sido recogido varias veces, aunque con modificaciones de detalle, según el cual Savitski, oficial de caballería en el ejército rojo, habría sido enviado a China a comprar trigo para la Revolución. Cumplido este cometido tuvo que regresar por Japón, en donde el gobierno intentó decomisar el trigo, viéndose obligado a venderlo.

En su viaje Savitski se había conocido con una rusa blanca, con ella viajó a América, radícándose primero en Panamá, de donde procedía cuando llegó a Colombia. Todos los testimonios son unánimes en reconocer la honradez de Savitski y su desinterés, e incluso su ingenuidad en el desarrollo de su actividad política durante su permanencia en Colombia. Con una débil formación ideológica, con ciertos elementos pintorescos en su concepción política, el mérito de Savitski estribó en haber contagiado su admiración por la revolución de Octubre a un grupo de jóvenes, iintelectuales y obreros, en quienes despertó un real interés por el conocimiento y la relación con el movimiento obrero internacional.

En agosto de 1925, Savitski fue expulsado del país. Viajó a México en donde se vinculó también al movimiento obrero, hasta su muerte.

A pesar de la represión, no descendió en 1925 el nivel de la lucha de los trabajadores. Solamente en el mes de Junio de ese año se registraron nueve huelgas. Las más importantes fueron la de los tranviarios de Bogotá, la de la fábrica de hilados y tejidos de Manizales, la de los trabajadores de ferrocarriles en Cali, la de los navieros en Neiva y Girardot. Al calor de este ascenso huelguístico avanzó en 1925 el proceso organizativo de la clase obrera. El 20 de julio de 1925 se reunió en Bogotá el Segundo Congreso Obrero. Había sido organizado por la Unión Sindical, organismo de orientación anarcosindicalista dirigida por Carlos F. León.

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En el campo obrero los tiempos eran propicios para el influjo del anarcosindicalismo. En efecto el Partido Socialista y el Grupo Comunista se encontraban prácticamente disueltos. En la preparación del congreso el periódico La Humanidad, de Cali, remitiéndose a citas de Kropotkin, sostenía que los problemas acuciantes que enfrentaban los trabajadores solo podrían ser resueltos por las federaciones sindicales y exclusivamente por ellas. (45)

En el discurso de instalación del Congreso, Carlos F. León expresó ideas típicamente anarcosindicalistas, como cuando se refirió a la misión de los sindicatos “¿No habéis pensado que al regresar a vuestros lares debéis portar la buena nueva y poder decir a vuestros compañeros, que los trabajadores han resuelto y que ellos también deben ser libres, y que lo conseguirán ingresando en las filas de los revolucionarios obreros que dentro de los sindicatos preparan la sociedad futura?”. (46) En esta concepción, el proletariado no precisaba para la realización de su tarea histórica de un partido político, los sindicatos constituían el instrumento mas adecuado para conseguir tal fin.

El Congreso creó una organización sindical a escala nacional, la Confederación Obrera Nacional (CON) dirigida por un comité ejecutivo de siete miembros, a la cabeza de los cuales se designó un secretariado compuesto de tres miembros. Como presidente de la CON fue designado Ignacio Torres Giraldo, quien participó en el Congreso como representante de núcleos de trabajadores del Valle del Cauca. Sobre la sede de la CON se acordó que no fuera permanente sino que cada Congreso escogiera una ciudad sede, acogiendo a Cali como la primera. Se acordó afiliar la CON a la Internacional Sindical Roja, rompiendo los vínculos, ciertamente débiles que habían establecido los congresos anteriores con la American Federación Of. Labor.* Esa, es por lo menos la apreciación que ofreció Luis Vidales.

* El Espectador, Bogota, abril 30 de 1924.

Entre los participantes en el Congreso Obrero figuraron algunos socialistas e incluso algunos integrantes del Grupo Comunista de 1923. Así estuvieron presentes en las deliberaciones y quedaron formando parte de las directivas de la CON: Francisco de Heredia, Luis David Forero, Salvador Murcia, Tomás Uribe Márquez, Moisés Prieto, etc. (47)

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En lo que podría llamarse una plataforma, el Congreso Obrero rechazó “el tutelaje de todos los partidos políticos, negándoles la intervención en los asuntos que atañen al proletariado, concediéndole preferencia singular a la acción directa, es decir a la nueva democracia industrial, ejercida por los obreros mismos, sin líderes ni pontífices .que sirvan de intermediarios”. (48)

Como rasgo importante del Congreso Obrero de 1925 debe anotarse la preocupación por los problemas de los trabajadores agrarios y de los indígenas. Como vicepresidente del Congreso actuó el dirigente indígena Quintín Lame, quien venía conduciendo un movimiento indígena desde 1910. En las conclusiones se destacan medidas de solidaridad con los arrendatarios y colonos. Igualmente el Congreso emitió un comunicado de solidaridad con Savitski, contra quien estaba a punto de concluir por ese tiempo el juicio de expulsión del país.

La CON no puede considerarse como una verdadera central obrera nacional, no tuvo para ello las suficientes bases organizativas en los sectores fundamentales de los trabajadores ni en las diversas regiones. Sin embargo constituyó un paso adelante en la creación de una conciencia sobre la necesidad de la organización nacional del proletariado colombiano

Luego del Segundo Congreso Obrero y todavía en el año de 1925, los núcleos socialistas y la CON tomaron parte activa en el movimiento democrático contra la pena de muerte. Proyectos instituyendo el cadalso eran periódicamente propuestos por voceros de la hegemonía conservadora en el parlamento. La pena de muerte había sido propuesta en 1918, luego en 1925 se realiza la ofensiva más seria, para volver al debate mas tarde, en 1928. En 1925, fue el poeta Guillermo Valencia el propulsor de la iniciativa sobre la pena capital. Los liberales, recelosos de la utilización política de la pena de muerte, los socialistas sabedores del carácter de clase que tendría la aplicación de la ley, coincidieron en un sólo torrente de oposición contra el proyecto. En calles y plazas alternaron estudiantes, obreros, intelectuales, protestando contra la pena de muerte. Este movimiento logró finalmente derrotar el fatídico proyecto.

En 1925 con una gira por la región minera de Segovia y Remedios, comenzó su ardorosa actividad política María Cano. Esta extraordinaria agitadora de las ideas socialistas había nacido en Medellín en 1887, en una familia culta partidaria del radicalismo liberal. Aficionada a la literatura, María Cano no tuvo una formación ideológica apreciable. En

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algunos periódicos y revistas de Antioquia publicó algunas crónicas literarias y poemas de sabor lírico.

Animada por la curiosidad, María Cano se interesó por la lucha de los trabajadores de su comarca a comienzos de los años veinte. Pronto la curiosidad se transformó en un vivo sentimiento de solidaridad que al mismo tiempo fue correspondido con una creciente admiración por las transformaciones que se realizaban en la Unión Soviética. 1925 fue el año que marcó la vinculación estrecha de María Cano con el Movimiento Obrero. Fue elegida en mayo de ese año como Flor Roja del Trabajo, especie de reina de los trabajadores, institución del gusto del movimiento obrero-artesanal de esos años. En el mismo año, María Cano se vinculó activamente al movimiento democrático contra la pena de muerte. En los actos participaba como oradora por los núcleos obreros y socialistas. (49)

María Cano sería una de las figuras representativas del movimiento obrero de la segunda mitad de los años veintes. Su ascenso político irá a la par con la fundación y avance del PSR, entre las masas populares. Después del Segundo Congreso Obrero, un lugar importante en la actividad obrera lo ocupó la campaña de solidaridad con los presos políticos, entonces muy numerosos. Esa campaña buscaba arrancar de las cárceles en primer lugar a los dirigentes de los obreros petroleros.

1.7 — La economía colombiana en la década de 1920.

Hacia mediados de los años veinte se cristalizan algunas tendencias económicas que habrán de constituirse en el punto de partida de la modernización del entable capitalista y del aparato del Estado, modernización que habrá de tomar cuerpo con el ascenso al poder de sectores nuevos de la burguesía durante la década del treinta. La dimensión de estos cambios alcanza a ser percibida por representantes de esa burguesía cuando se señalaba la urgencia de un vuelco en el régimen político y la necesidad de manejar los negocios del estado con un criterio gerencial. (50) Así Alfonso López Pumarejo señalaba al final de la década que... “han dejado de existir las condiciones económicas en que se formó el criterio nacional... hay que remodelar toda la legislación nacional, legislación que ha caducado... (que) se formó para soportar el sistema económico existente y ese sistema dejó ya de existir”. (51)

El proceso histórico que ciertamente estaba ocurriendo era el tránsito de una sociedad agraria o casi pastoril a otra con una incipiente

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industrialización ligera en el campo de los bienes de consumo. ¿Cuáles fueron los rasgos más sobresalientes de este proceso? A finales del siglo XIX la población colombiana estaba regada en un territorio con una red muy limitada de vías de comunicación. La ausencia de integración de la economía impedía la formación de un sistema nacional de mercado y, en consecuencia, el establecimiento de unidades productivas fabriles que operaran con las ventajas de la producción en gran escala. Las corrientes migratorias de la población que comenzaron a darse en la segunda mitad del siglo XIX hacia las tierras de vertiente aptas para el cultivo del café, contribuyen a cambiar paulatinamente la fisonomía de la economía nacional. La producción de café se expande por toda la zona que vino luego a denominarse de “colonización antioqueña” dentro de la modalidad de parcelas que absorbían la fuerza de trabajo familiar. El café sé convierte desde comienzos de este siglo en el producto más importante en la economía nacional, en su fuente de mayor peso en el comercio exterior, y que como tal, el que moldea más hondamente la imagen de la sociedad colombiana.

Con el desarrollo de la agricultura cafetera se forma un mercado interno de relativa magnitud que servirá de base para el establecimiento de industrias con miras que trascienden los pequeños mercados regionales. Como lo enfatiza L. A. Nieto, el café ha sido el creador de una auténtica economía nacional (52), en el sentido de que amplía la economía monetaria y el mercado interno, induce la construcción de una red básica de obras de infraestructura y crea un entorno cultural y político que habrá de dominar por más de cincuenta años.

Colombia se ubica cada vez más dentro de la órbita del dominio de los Estados Unidos al desplazarse las relaciones comerciales y financieras con Inglaterra al país del Norte, (53) especialmente después de la I Guerra Mundial. La inversión extranjera se orienta hacia la industria extractiva (petróleo, oro y platino) y hacia la agrícola (bananos) bajo la modalidad de enclaves de exportación, desarticulados del resto de la economía. También está presente en sectores de la infraestructura, ferrocarriles y servicios públicos, principalmente.

El café constituía el l8% del Producto Bruto Interno, siendo mayor su significación económica que la manufactura, los servicios públicos y el transporte juntos. El auge de la exportación del grano que se inicia en la segunda década alcanza un ritmo anual del 11%, permaneciendo en un nivel del 8% entre 1920 y 1928, (54) año pico antes de la gran depresión. Este hecho ocasiona un viraje fundamental en el sector del transporte

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ferroviario y fluvial para atender las exigencias del comercio exterior, que luego han de convertirse en “vías de acercamiento nacional” que atienden funcionalmente “los propósitos de integrar los dispersos mercados regionales creando las condiciones para la ampliación del comercio y por tanto para la expansión agrícola y manufacturera”. (55) A las consecuencias sociales de este proceso ya se aludió sobre todo en relación con la formación del proletariado colombiano.

En los primeros años de la postguerra se establecieron en el país las primeras fábricas modernas de tejidos y tabaco. Durante toda la década de 1920 la pequeña base industrial se expandió rápidamente al tiempo con el proceso integrador de la economía cafetera y con el inusitado impulso que desde el gobierno de Pedro Nel Ospina se le dio a las obras públicas. A partir de 1923 y hasta 1929, la economía recibe un impulso nunca antes registrado en la historia del país. Al emerger los Estados Unidos de la guerra como la potencia política y económica, consolida su influencia comercial y financiera en toda América Latina y concretamente en Colombia.

En efecto, entre 1923 y 1928 afluyeron al país cerca de 200 millones de dólares por concepto del pago de la indemnización por el canal de Panamá (25 millones) y crédito externo tanto público (92 millones) como privado (42 millones). Paralelamente, los precios para el principal producto de exportación, el café, aumentaron de 18 centavos la libra en 1923, a 30 en 1926, al tiempo que la cantidad exportadora pasó de 2.0 millones á 2.4 millones de sacos. La afluencia de todos esos recursos extraordinarios de divisas creó una verdadera “danza de los millones”, pero también contribuyó a impulsar la acumulación capitalista al ascender la importación de maquinaria y equipo y otros medios de producción.

La mayor parte de los nuevos recursos financieros del Estado se invirtieron en obras públicas que permitieron la vinculación de contingentes apreciables de mano de obra asalariada.

El desarrollo de las fuerzas productivas que tenía lugar, no sólo desbordó el estrecho marco de la infraestructura existente, sino que, en el plano superestructural agudizó las contradicciones con un aparato institucional desueto. La administración de Ospina le dio un vuelco al país en materia fiscal y monetaria y en el desarrollo de las obras públicas. “Con la misión Kemmerer el país quedó dotado de nuevos sistemas de moneda y banca; la fundación, en 1923, del Banco de la República, permitió la unificación monetaria, la organización del crédito

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y la actividad comercial. (56) En el periodo siguiente la política económica se caracterizó por su incoherencia.Mientras tanto objetivamente la ampliación progresiva de la demanda de manufacturas y la formación del mercado laboral, generan altos ritmos de acumulación de capital que se dan en la segunda mitad de la década del veinte. Efectivamente, entre 1925 y 1930, una quinta parte del producto nacional bruto correspondió a inversión, mientras que la capacidad productiva se aumentó en más de un 50%. (57)

La realidad del nuevo proceso de acumulación en la industria y la infraestructura entró en contradicción con la estructura agraria existente basada en un régimen territorial latifundista con predominio de relaciones de trabajos atrasadas. La modalidad de colonos y arrendatarios aseguraba a los terratenientes una provisión de fuerza de trabajo para sus latifundios.

Esta estructura agraria fue incapaz de responder con prontitud a los aumentos de la demanda por alimentos y otros bienes agrícolas que el auge económico generó. Ello suscita una elevación de los precios de los artículos de primera necesidad a partir de 1923. (58) El proletariado se defendía presionando alzas de salarios, hecho que afectaba las ganancias capitalistas y resultaba demasiado oneroso para el Estado, empeñado en un plan de obras públicas. Esto agudizaría las contradicciones de la naciente burguesía industrial y de los cafeteros con la clase terrateniente, que en la práctica absorbía por el mecanismo de los mayores precios agrícolas, una parte del excedente de la industria y del sector de exportación, amenazando así el proceso de acumulación industrial. La burguesía se defiende parcialmente promulgando la Ley de Emergencia de 1927, para la importación de alimentos buscando abatir así el alza de precios. De cualquier manera la conmoción creada por el despegue de la economía creó profundos conflictos en el campo que habrían de agudizarse en la década siguiente cuando la burguesía intenta romper las coyundas del régimen agrario prevaleciente que ataban el desarrollo industrial y de otros sectores de la economía por la asfixia que imponían a la ampliación del mercado interno.

1.8 El tercer Congreso Obrero Nacional. Fundación del PSR.

Hacia 1926 se agudiza la crisis de los partidos tradicionales. Las divisiones en el Partido Conservador conducen inexorablemente al debilitamiento del régimen de la hegemonía conservadora. Mientras

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tanto, el Liberalismo preso de la incertidumbre no escapa tampoco a la división y no encuentra ni ideas ni instrumentos organizativos aptos para movilizar partidariamente a las masas. Sin embargo, estas no están inmóviles, sino que en campos y ciudades desencadenan la agitación y la protesta. Es dentro de ese ambiente agitado en el cual se convoca el Tercer Congreso Nacional del Trabajo. Esta reunión estuvo precedida de una intensa agitación. María Cano realizó su segunda gira, esta vez por el Tolima, siendo recibida por manifestaciones multitudinarias en La Dorada, Honda, Mariquita, Ibagué. Por iniciativa de Tomás Uribe Márquez se reunió en Venadillo (Tolima) a comienzos de noviembre de 1927 una conferencia interdepartamental de dirigentes obreros y populares para acordar los criterios que los delegados socialistas llevarían al Congreso Obrero. (59)

El 21 de noviembre de 1926 se instaló el Congreso. Según Torres Giraldo llegaron a Bogotá delegados de los trabajadores de los ferrocarriles, del transporte fluvial, de las trilladoras de café, de fábricas y talleres industriales y artesanales, de algunos ingenios azucareros, como también representantes de campesinos de Cundinamarca, Boyacá, Tolima y el Huila. El Tercer Congreso tuvo mayor importancia que los anteriores por la representación de los sectores fundamentales del proletariado de entonces.

En el Congreso se discutieron una gran cantidad de problemas que iban desde los objetivos políticos del movimiento obrero hasta el embellecimiento del barrio “Unión Obrera” de Bogotá. El Tercer Congreso acordó “implantar” en Colombia la jornada de trabajo de 8 horas. A este propósito se desarrolló una interesante discusión en torno a la proposición de “manifestar a la Liga de las Naciones que en dicha entidad y en la Oficina Internacional del Trabajo no están representados los obreros colombianos”. Contra tal propuesta Torres Giraldo se pronunció vehementemente por considerar a esas instituciones de carácter netamente burgués. “Las congregaciones obreras, proseguía la argumentación de Torres, deben evitar en cuanto sea posible entenderse con todo lo que pertenezca a las clases privilegiados”. (60) Al combatir el reformismo del socialismo precedente se caía en exageraciones propias de la enfermedad infantil del comunismo.

En el plano sindical el Tercer Congreso tomó dos importantes decisiones: 1º Impulsar a la Confederación Obrera Nacional, CON, y mantener su sede en Cali. También en este mismo campo se tomó la decisión de crear la Federación Obrera Nacional de los Transportes Fluviales y Terrestres. Esta organización aunque no tuvo éxito, es el antecedente de la combativa FEDENAL, que habría de fundarse diez años más tarde. El

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Congreso se desenvolvió en la ambigüedad de si funcionaba como asamblea sindical o como convención política.

La discusión central se adelantó en torno a la fundación del Partido Político de los Trabajadores. Se barajaron varios nombres entre ellos los de Partido Socialista Revolucionario y el de Partido Comunista.

La discusión de más profundidad se dio en torno a la idea misma de crear un partido político de clase. Contra la necesidad de tal partido se unieron en el congreso anarquistas y reformistas, encabezados por Carlos F. León y Juan de Dios Romero. Este último explicó su posición afirmando que “todo partido político viene a ser perjudicial a la acción económica del sindicalismo y a los principios de la noción de clases”. (61) Rebatiendo estas tesis economicistas Torres Giraldo afirmaba que al poder de la burguesía y la Iglesia era preciso oponer el bloque cerrado de los oprimidos y descamisados y que esto sólo se conseguiría con una acción igualmente política y disciplinada, para acabar con los privilegios, las castas y las oligarquías.

“Es preciso, continuaba Torres Giraldo, preparar a las masas para capacitarse a luchar contra una fuerza política organizada y respaldada por las bayonetas... Sólo la acción política de clase, unida a la económica y social es la única que puede extirpar de raíz la gangrena que aqueja a la humanidad”. (62)

Así, por mayoría de votos, fué creado el Partido Socialista Revolucionario, PSR. Torres Giraldo afirma que esta idea surgió espontáneamente en el Congreso. (63) Tal afirmación puede tomarse apenas como expresión del aislamiento en que venían operando los distintos núcleos revolucionarios y que determinó que los delegados del occidente del país no hubieran discutido previamente la cuestión. En las demás regiones, pero especialmente en Cundinamarca y Tolima, Tomás Uribe Márquez y otros dirigentes habían desplegado un intenso trabajo de preparación de la creación del Partido. La conferencia interdepartamental de Venadillo, a la cual se hizo ya alusión, tuvo como objetivo el de discutir antes del Congreso el proyecto de creación del Partido y de conformar un bloque de delegaciones que defendiera esta idea en el curso de las deliberaciones.*

Necesario es acudir nuevamente a Torres Giraldo para hablar de los principios con los cuales los fundadores asociaban al Partido:

1. Se adoptó el nombre de Socialismo Revolucionario para recoger la tradición de los partidos socialistas obreros que ya antes habían

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existido en Colombia y para subrayar la necesidad de romper con el reformismo de la etapa anterior.

2. Se estableció el compromiso de trabajar prioritariamente entre los grandes sectores de los trabajadores de la ciudad y del campo, buscando preparar el terreno para la revolución social.

3. Se acordó establecer la coordinación con el movimiento obrero internacional a través de la adhesión a la Internacional Comunista.

4. El PSR buscaría el contacto con los movimientos revolucionarios del continente.

5. Para definir las bases programáticas y los principios organizativos del partido se acordó convocar en breve plazo, una convención nacional del Partido. (64)

En la plataforma aprobada figuró también un punto en que se consignó la necesidad de llevar a la práctica de una manera efectiva, la huelga electoral, en cada una de las corporaciones obreras afiliadas al PSR. (65) Con esta declaración, en forma ciertamente simplista, se creía encontrar un antídoto eficaz contra la influencia del liberalismo en el seno del nuevo partido.

El congreso envió saludos solidarios a los dirigentes y al pueblo soviético lo mismo que voces de aliento al recientemente creado Partido Socialista Revolucionario del Ecuador, que vivía un proceso paralelo al de los socialistas colombianos. El congreso igualmente envió un saludo al pueblo mexicano y condenó la expansión del imperialismo yanki en Colombia.

Fue elegido el comité ejecutivo del PSR. Este organismo de dirección quedó integrado por las siguientes personas: Eugenio Molina Palacios, Guillermo Hernández Rodríguez, Francisco de Heredia, como principales, y como suplentes José Vicente Gaitán, Manuel Abella, Ramón Bernal Azula. Como secretario general del PSR fue elegido Tomás Uribe Márquez. También fue conformada la directiva de la CON, para la cual fueron elegidos como dignatarios, Ignacio Torres Giraldo, Enrique Ramírez, Augusto Morales, Salvador Barbosa, entre otros. (66)

El Tercer Congrego del Trabajo marcó un avance importante en el desarrollo del movimiento obrero colombiano sobre todo por la creación del Partido Socialista Revolucionario. Con el PSR, el Socialismo se vinculó al movimiento de masas en el país; a los núcleos fundamentales del

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proletariado. Esto se expresa en la presencia en el Tercer Congreso de las figuras más representativas del socialismo y del movimiento obrero en general como María Cano, Torres Giraldo, Raúl E. Mahecha, Francisco de Heredia y Tomás Uribe Márquez. Tuvo también importancia la presencia de una significativa representación campesina en el Congreso. Mucho tuvo que ver en ello la persistente labor personal de Tomás Uribe Márquez, quien había logrado establecer contacto con no pocas regiones campesinas, dejando en cada una de ellas algunos núcleos organizados como en Viotá y en el Tolima.

La creación del PSR significó también una derrota para los sectores anarquistas y economicistas que se oponían a la formación de un partido de los trabajadores. Por otra parte el PSR surgió al comienzo dé una época cargada de conflictos sociales y políticos.

En el período inmediatamente posterior al Tercer Congreso, el PSR luchó por ampliar su influencia entre las masas. El auge huelguístico comenzado en 1925 no decayó hasta mediados de 1927. En el año de 1926 pararon los trabajadores de los ferrocarriles de Girardot a Neiva, orientados por el indoblegable dirigente del Socialismo Revolucionario, Ángel María Cano; los ferroviarios del Pacífico dirigidos por Torres Giraldo, los braceros de Buenaventura, etc. No obstante el clima de represión que vivía el país, estas huelgas lograron conquistar algunas reivindicaciones sobre todo en lo referente al alza de salarios y en algunos casos la jornada de 8 horas de trabajo.

Mención particular merece la huelga de los trabajadores petroleros de Barranca en enero de 1927. La huelga que estalló el 5 de enero había sido iniciada por los trabajadores de Barranca y se generalizó pronto a toda la compañía. En el transcurso de ella adhirieron al movimiento los trabajadores norteamericanos de la Tropical Oil Company. El 14 de Enero se encontraban en huelga 8.000 trabajadores de la Tropical y de la Andian National Corparation. En Barranca la ciudadanía se puso del lado de los huelguistas. Especialmente valioso resultó el apoyo del comercio local que abasteció a los obreros en paro.

En esas condiciones a la compañía le resultaba prácticamente imposible romper el movimiento si el gobierno no acudía en su ayuda. Para dirigir la represión fue enviado a Barranca el director nacional de la policía. El gobierno ejerció el más severo control sobre las comunicaciones telegráficas. Sin embargo, impulsado por el PSR se fue articulando un vasto movimiento de solidaridad que comenzó con la negativa de los trabajadores del río Magdalena a transportar carga a la Tropical.

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El 19 de enero se produjo un enfrentamiento entre los trabajadores y la fuerza pública en Barranca dando como resultado un saldo de muertos y heridos. El Espectador llegó a reportar hasta 15 muertos entre los trabajadores. (67) Estos resultados eran previsibles desde cuando el gobierno catalogó la huelga no como una lucha reivindicativa sino como un movimiento subversivo. Los hechos de Barranca conmovieron a la opinión obrera nacional. A partir del 20 de enero se fueron eslabonando las huelgas de solidaridad, entre los ferroviarios de Girardot y Calamar, entre los trabajadores del ferrocarril de Cartagena, los del ferrocarril central de Bolívar, entre los marinos y braceros de las compañías navieras. Para buscar una salida negociada se reunieron con el presidente de la república Francisco de Heredia y Tomás Uribe Márquez, del comité ejecutivo del PSR. (68) Sin embargo ya el gobierno había tomado partido a favor del monopolio Yanki y no buscó camino distinto al de la represión. Refiriéndose a las huelgas de solidaridad en Girardot, el ministro de guerra Ignacio Rengifo declaraba que no podía atenderse ninguna solicitud de negociación dado que quienes la formulaban no eran legalmente huelguistas “ya que se niegan a trabajar con el único fin de solidarizarse con los obreros rebeldes de Barranca y de hostilizar a los ciudadanos de una nación amiga de Colombia”. (69) En todo el país los dirigentes de la huelga y de la solidaridad fueron objeto de sañuda represión. El comité de huelga en Barranca con Mahecha a la cabeza fue puesto preso y sus miembros conducidos al panóptico de Tunja. De Girardot, con soga al cuello fueron remitidos a Bogotá Hernández Rodríguez, un obrero de apellido Delgado y Angel María Cano. En CaIi fueron puestos presos directivos de la Federación Departamental del Trabajo. La misma suerte corrieron en Honda los dirigentes socialistas Del Bosque y Ocampo Vásquez. Como resultado de la represión en Barranca quedaron muy pocos trabajadores*. La compañía contrató personal nuevo. La actitud violenta del gobierno frente a la huelga debe explicarse no en causas simplemente coyunturales sino en factores mucho más profundos. En efecto la dependencia de la economía colombiana con respecto al imperialismo norteamericano había avanzado mucho. Como se ha anotado insistentemente los préstamos sometieron al Estado colombiano a un chantaje creciente. De otra parte la crisis de la hegemonía conservadora hizo al régimen presa fácil del pánico frente a todas las manifestaciones de la lucha social y de la oposición política. El ministro de guerra Ignacio Rengifo plasmó bien durante este período este segundo aspecto de la psicología de la oligarquía tradicional. Son

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estos también los factores que van a explicar en buena parte el desenlace de la huelga de las bananeras en 1928. La huelga petrolera de 1927 y las huelgas de solidaridad que se sucedieron constituyeron una verdadera batalla nacional contra el imperialismo, protagonizada por la clase obrera. Sin duda en este movimiento la fuerza propulsora fue el PSR, que se definió como partido antiimperialista. Ciertamente, no aparecen evidencias que permitan afirmar que los dirigentes del PSR dominaran la teoría leninista sobre el imperialismo, sin embargo, en la práctica social en este aspecto el Partido tuvo una posición revolucionaria.

* El Espectador, en su edición de marzo 14 de 1927 informaba: “Después de la huelga los trabajadores quedaron reducidos a unos 500”.

1.9— Lucha antiimperialista y frente en defensa de las libertades democráticas

El movimiento antiimperialista impulsado por el PSR tenía un contenido muy amplio. En él, ocupaba un lugar importante la solidaridad con la lucha de liberación de los pueblos, en primer lugar con los de Latinoamérica. La penetración norteamericana en el continente había avanzado notablemente desplazando de posiciones importantes en la mayoría de los países de la región a sus concurrentes europeos, especialmente al capital inglés. Ya hacia 1924 la política financiera de más de la mitad de los países latinoamericanos era dictada por los Estados Unidos. (70)

La intervención en los asuntos internos de los países de la región se volvió un fenómeno de frecuente ocurrencia. En algunos casos mediante tratados los EE.UU. obtuvieron el“derecho” de intervención como en los convenios firmados con Cuba, Panamá, República Dominicana y Haití. La presunta finalidad de la intervención imperialista era “la defensa de los intereses de los ciudadanos norteamericanos que no era otra cosa que la defensa de la supremacía de los monopolios norteamericanos. Sin embargo fue la intervención norteamericana en Nicaragua el hecho que levantó una verdadera ola de indignación no sólo en Latinoamérica sino en la opinión democrática del mundo. Si bien desde 1922 había tropas norteamericanas en ese país centroamericano, fue en diciembre de 1926 cuando se produjo un desembarco de 5.000 infantes de Marina para defender al dictador Díaz y aplastar el

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movimiento patriótico encabezado por el “general de hombres libres”, Augusto César Sandino.

En Colombia la solidaridad con los patriotas nicaragüenses fue encabezada por el Socialismo Revolucionario. Temporalmente se estableció una alianza con sectores liberales en esta campaña. Se adelantaron importantes movilizaciones en distintas ciudades del país. Especial importancia revistió la caudalosa manifestación realizada en Bogotá el 22 de enero de 1927. El orador del Partido Socialista Revolucionario, en la manifestación llamó a redoblar la solidaridad con los patriotas nicaragüenses y a crear organizaciones antiimperialistas en el país. La prensa estimó en 30.000 el número de manifestantes. En la segunda mitad de 1927 la solidaridad con Nicaragua se amplió. Por iniciativa del PSR fue creado en Bogotá el Comité de Ayuda a los patriotas nicaragüenses, gracias a cuya labor se conformó un contingente que fue a luchar en las tropas de Sandino.

Igualmente se adelanté una campaña de propaganda en relación con los manejos de los monopolios norteamericanos en México. En este país en sus primeros tiempos el presidente Calles adelantó una política de defensa de los recursos naturales, especialmente en relación con el petróleo, hasta 1928, cuando capituló frente a la presión yanki.

También el PSR, a través de acciones de masas participó en la protesta mundial contra el inicuo juicio a los trabajadores Sacco y Vanzetti. Se trataba de dos obreros italianos acusados injustamente de asesinato y condenados a muerte por un tribunal norteamericano en 1921. El movimiento de protesta cobró envergadura en el verano de 1927 cuando se supo que la sentencia no sería revisada.

En la lucha antiimperialista el PSR vinculó al movimiento obrero colombiano con el movimiento antiimperialista mundial dirigido por la Internacional Comunista. Desde 1925, los socialistas colombianos habían entrado en contacto con Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista Cubano, con el propósito de coordinar la solidaridad de los pueblos latinoamericanos.

La organización del movimiento antiimperialista avanzó en el mundo a medida que tomaban fuerza los movimientos contra el colonialismo y por la liberación nacional en China, India, Indonesia y América Latina. El PSR acordó enviar una delegación al congreso antiimperialista de Bruselas en febrero de 1927. Por dificultades diversas esa delegación no pudo hacerse presente en tal evento en el cual fue creada la “Liga contra el Imperialismo, contra la Opresión Colonial y por la

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Independencia Nacional”. (71) En Colombia se fundó una sección de esta liga antiimperialista.

Mientras tanto la situación económica de las masas seguía siendo golpeada por el alza constante en los precios, agudizando los conflictos originados en el problema agrario y en el incremento de la mano de obra asalariada en las ciudades. Cálculos para tres conjuntos de alimentos establecieron una elevación de precios entre 1928 y 1929 del 90%, el 80% y el 27 % respectivamente. (72)

En la política económica el régimen preocupado prioritariamente de favorecer el comercio de exportación no allegaba elementos de solución a los problemas de la inflación. El intento de abatir el alza de precios mediante la promulgación de la ley de emergencia en 1927, encaminada a propiciar la importación de alimentos, creó dificultades políticas dado que importantes sectores terratenientes se vieron afectados. Así, la hegemonía conservadora veía constreñida en forma alarmante su base social. No faltaron conatos de golpe incluso entre sectores conservadores.

Debilitada su propia unidad, el régimen no veía sino enemigos por todas partes. En ese sentido se reducía el campo de la maniobra política quedando en pie sólo los instrumentos de represión del Estado. En abril de 1927, con el pretexto de impedir “el levantamiento comunista” que debía estallar según los voceros del gobierno el primero de mayo, fue dictado el decreto 707 de “alta policía”. Según esa norma, podía cualquier ciudadano ser arrestado por simple sospecha.

Para efectuar reuniones o mítines debía notificarse previamente a las autoridades. Como anota Gerardo Molina, “era el Estado policía que empezaba por castigar el simple pensamiento, al que todos los tratadistas han sustraído de las penas, por pertenecer al fuero interno del individuo”. (73) Mediante la aplicación de estas leyes el gobierno reducía cada vez más el espacio de la acción legal de los trabajadores, de sus organizaciones sindicales y del PSR.

El 20 de septiembre de 1927 se reunió en La Dorada, la Convención Nacional del PSR. Al evento llegaron delegados prácticamente de todo el país. La Convención tenía por objeto dotar al Socialismo Revolucionario de un programa. La reunión fue objeto de la represión. Mientras se daba lectura a un informe enviado por los indígenas del Occidente del país, en el que se atacaba al gobernador, gerente de una compañía agrícola, el juez nacional de policía ordenó suspender o clausurar la Convención. Como una multitud impidió el propósito del juez en la primera ocasión, al

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día siguiente el mismo funcionario ordenó reducir a prisión a los participantes en la Convención. (74) En La Dorada se mantuvo la confusión entre congreso sindical y convención política. Esto evidencia la pervivencia de concepciones anarco-sindicalistas entre los dirigentes del PSR.

Los hechos de La Dorada tuvieron repercusión nacional. En el Congreso una minoría liberal progresista realizó un debate con citación al ministro de gobierno. Por toda respuesta el ministro dijo que en La Dorada los convencionistas habían iniciado las deliberaciones “al grito de muera el gobierno”, “en aquella asamblea se iba a tratar exclusivamente de una nueva huelga general”, agregó el ministro. En realidad ¿qué fue lo acordado por los socialistas revolucionarios en La Dorada? Torres Giraldo lo resume en los siguientes puntos: 1º Inevitabilidad del desenlace por la vía armada de la situación en que las fuerzas de la reacción habían puesto a las masas. Por tanto, necesidad de coordinación de las acciones con miras a la confluencia en una insurrección nacional para sustituir al régimen. 2º Necesidad de la elaboración de una declaración de principios y de un programa del partido. 3º Se acordó crear tres departamentos de trabajo para la organización de la actividad del Comité Central: A) De prensa, B) Sindical, C) Campesino e Indígena. La Convención designó os miembros del ejecutivo del PSR, cuyo número se estableció en siete. Se confirmó a Tomás Uribe Márquez en la secretaría general.

Se acordó igualmente crear una comisión permanente bajo la responsabilidad del secretario general, encargada de atender todo lo relacionado con la organización de la insurrección. La Convención designó a Hernández Rodríguez y Neftalí Arce para asistir a la celebración del X aniversario de la Revolución de Octubre en Moscú.*

Aunque en forma inmediata no se operaron cambios en la acción del PSR, la Convención de La Dorada mercó un punto de viraje en la política del partido. La idea de la insurrección fue ganando un lugar predominante entre los principios defendidos por el PSR. En ello influían varios fenómenos. En primer lugar la política represiva del régimen que constreñía cada vez la posibilidad de acción legal. Las circunstancias en que concluyó la Convención obraban para muchos militantes del PSR como demostración palmaria de la imposibilidad de acciones amplias legales. En segundo lugar comenzó a operar una alianza de hecho con el sector de liberales, partidarios del levantamiento armado. A las deliberaciones de La Dorada asistió un grupo de dirigentes liberales de ese sector, cuya figura más representativa y progresista era la del general Leandro Cuberos Niño. En entrevista periodística concedida por

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ese tiempo el general se proclamaba un político “radical socialista”. Mostraba respeto por el Socialismo Revolucionario y concluía “no poder concebir un liberalismo que se aparta del pueblo, que haga de su causa una causa extranjera y mire en él solamente un aliado”. (75)

Naturalmente había en la concepción política de los dirigentes del PSR elementos que facilitan la influencia del liberalismo bajo la forma de ilusiones conspirativas. El más importante de ellos era la falta de claridad ideológica y política. El PSR comprometido en múltiples tareas en el movimiento de masas, acosado por la persecución oficial, no pudo elaborar un verdadero programa. La convención de La Dorada que había sido convocada para cumplir con ese objetivo no pudo llevarlo a cabo. La ambigüedad en materia de programa, o la ausencia de definiciones políticas, constituyen para el partido de la clase obrera, el campo propicio para que las concepciones ajenas, llenen los vacíos o despejen de cualquier modo las confusiones. Lenín alude a la ausencia de programa como a una de las expresiones del oportunismo.

De otra parte, ante la indefinición doctrinaria, cada uno de los dirigentes más destacados del PSR, que presentaban no pocos rasgos de caudillismo, interpretaban a su manera las orientaciones generales del partido y tomaban las determinaciones que desde su punto de vista personal les parecían las más justas y adecuadas, en los campos respectivos en que actuaban.

No obstante la confusión del momento no se detuvo el Socialismo Revolucionario en su acción de masas. Los círculos del Partido siguieron ampliándose en campos y ciudades. De ello dan cuenta los periódicos publicados por el PSR en diferentes locales. Como órgano del comité central fue editado el periódico La Nueva Era. En Bucaramanga sostenido por el celo de los infatigables hermanos Francisco y Pablo Cote salió el órgano socialista de Santander Vox Populi, que pronto es transformado en diario y que luego pasará a ser órgano del Partido Comunista, una vez creado éste. También en Medellín el PSR, contó con su órgano de propaganda La Justicia. Igualmente durante todo el periodo que aquí se estudia se mantuvo el periódico La Humanidad de Cali.

Entre 1927 y comienzos de 1928, María Cano prosiguió su campaña de agitación a lo largo y ancho del país. En diversas giras visitó a Caldas, el Valle del Cauca desde Cartago hasta Buenaventura, el Tolima. En una segunda etapa de su recorrido llegó la “Flor del Trabajo” hasta los centros revolucionarios de Puerto Wilches, la Gómez y Bucaramanga en Santader. Finalmente llevó María Cano el verbo revolucionario a la Costa

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Atlántica en donde presidió manifestaciones populares en Barranquilla, Ciénaga y Santa Marta.

Estas giras cubrían no sólo zonas geográficas distintas sino sectores obreros diferentes, como eran los de trabajadores del café, de los sitios de confluencia de las vías férreas, los trabajadores de la zona bananera, y los operarios y braceros de la navegación del río Magdalena. Las giras eran aprovechadas no sólo para la denuncia del régimen y como medio de propaganda del Partido sino también como instrumento de organización sindical y política. En las diversas giras María Cano estuvo acompañada por otros miembros de la dirección, como Torres Giraldo y Tomás Uribe Márquez, quienes se ocupaban de resolver los problemas políticos y organizativos que se planteaban a los núcleos locales del Socialismo Revolucionario.

Gracias a la actividad del PSR avanzó el proceso de la organización gremial de los trabajadores. En este campo se chocaba con obstáculos grandes especialmente porque dado el mutualismo prevaleciente entre los trabajadores no resultaba fácil darle estabilidad a los sindicatos que se creaban. En la conferencia de Partidos Comunistas latinoamericanos celebrada en junio de 1929 en Buenos Aires, uno de los delegados del PSR aludía a tales dificultades: los sindicatos frecuentemente tenían una vida efímera. Una vez que pasaba el movimiento huelguístico la organización se disolvía. Era difícil también hacer comprender a los trabajadores, la mayoría de ellos de reciente procedencia rural, la necesidad de aportar la cuota estatutaria ordinaria para el mantenimiento de los sindicatos. (76) Sin embargo, surgieron organizaciones que como en el caso de los petroleros de Barranca tenían un carácter permanente. En la zona bananera sobre la base de una organización creada por un grupo de anarquistas de origen español e italiano, el PSR le dio vida a la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena, USTM, contrapuesta a la Sociedad Unión, organización gremial no sindical de orientación patronalista.

Para 1927, la USTM había logrado extender su influencia entre el proletariado agrícola de la zona bananera y constituirse en organización Independiente desde el punto de vista de cIase. (77) Alma de la reorganización de los trabajadores del banano fue José Russo, quien entró a militar en las filas del Socialismo Revolucionario, habiendo sido en 1930 uno de los fundadores del Partido Comunista.

En algunas regiones agrarias desarrolló el PSR una notable labor de organización gremial. En Viotá, a través de los testimonios orales se puede establecer la presencia de obreros del río Magdalena enviados

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por el PSR para instruir a los trabajadores de las haciendas en la práctica de la organización sindical. En el mismo sentido fue adelantada la labor entre campesinos y colonos de regiones del Tolima y de Santander. Entre los indígenas el PSR conquistó importantes bases.

Los líderes indígenas del socialismo revolucionario José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté trabajaron arduamente en la creación del “Supremo Consejo de Indios”.

Si antes se describieron las acciones del PSR en el campo de la lucha antiimperialista en relación con la solidaridad internacional, es también necesario hacer mención en la denuncia de la penetración imperialista en Colombia.

En este sentido lo más importante es la acción adelantada contra la política de los monopolios petroleros norteamericanos. En estas campañas hubo coincidencias con sectores de la burguesía que buscaban la formulación de una política petrolera relativamente independiente. Incluso dentro del gobierno surgieron posiciones que trataban de resistir al dominio omnímodo del capital norteamericano en materia de hidrocarburos. A esta última circunstancia se debió la presentación en el Congreso de un proyecto de ley por parte del ministro José Antonio Montalvo. Mientras el proyecto se discutiera fue adoptada la ley 84 de 1927 que incluía ya algunos de los elementos que estaban en el proyecto de ley. Sin embargo esta política tenía muy poca posibilidad de convertirse en la línea oficial del régimen, entre otras cosas por que el gobierno estaba bajo el chantaje al cual se hacía alusión desde diversos ángulos. “No hay préstamos sin petróleo y sin préstamos el régimen se desploma” escribía El Tiempo. De otra parte ya se había configurado un sector de la burguesía, ciertamente reducido pero influyente, que veía toda su posibilidad de medrar económicamente y ascender en la carrera política, sirviendo formalmente de intermediario pero en realidad de siervo incondicional de los monopolios extranjeros. En esas condiciones el proyecto que buscaba consagrar para el Estado una significativa intervención a través de la constitución de compañías semipúblicas en la explotación, refinación y oleoductos, no podía convertirse en ley de la República. No sólo fue negada en el Congreso la aprobación al proyecto, sino que fue incluso derogada la ley 84 de 1927. Todavía en 1929 el ministro presentó al Congreso un proyecto que no obstante ser un retroceso en relación con el anterior, también fue derrotado. A medida que transcurría el tiempo la posibilidad de aprobar una política petrolera independiente se esfumaba. De otra parte, en el liberalismo cobraba cada vez más fuerza el civilismo, uno de cuyos principios era crear las

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mejores posibilidades para la inversión del capital extranjero en la economía del país. En esas condiciones la posibilidad de un frente de defensa de una política nacional en materia petrolera entre liberales y socialistas revolucionarios no pudo consolidarse. Si bien, el PSR denunció la penetración imperialista en el petróleo, como arriba se vió, no parece que los dirigentes socialistas hubieran captado la significación estratégica que el fenómeno tenía, embargados como estaban en la oposición política al régimen conservador.*

. El PSR, contribuyó notablemente a la formación del Frente Democrático contra las medidas de represión política de la hegemonía conservadora. La ola represiva se dirigió al comienzo en primer lugar contra el PSR y las organizaciones gremiales de los trabajadores pero en su dinámica fue ampliando cada vez más el marco de los sectores sociales y políticos afectados. El régimen veía insuficientes los instrumentos jurídicos, creados por él mismo para perseguir la oposición. La presentación por parte del Gobierno de los proyectos de ley que luego reunidos, habrían de convertirse en “la ley heroica”, llevaron a las fuerzas progresistas a la acción mancomunada de repudio a tales proyectos. Justificando sus propuestas en el lenguaje de alucinación que le era característico, al tocar la situación de orden público Rengifo pintaba el siguiente cuadro: “En otras regiones del país, tales como Magdalena, parte del departamento del Tolima, Huila, Valle del Cauca, el pavoroso fermento comunista está propagándose con notoria rapidez y trae justamente alarmados a los elementos sanos y amigos del orden, sin distingos políticos, quienes han ofrecido de manera espontánea su decidido apoyo al gobierno para hacer frente al mayor peligro que haya amenazado a la república”. (78)

* Hay hechos que no dejan de llamar la atención. El joven dirigente liberal Arango Vélez, ya entonces abogado de las compañías petroleras, es el representante en Bogotá del general Leandro Cuberos Niño, aliado de primera importancia del PSR. Naturalmente este hecho no puede intervenir siquiera para ver asomo de mala fe en los dirigentes del PSR, pero de alguna manera sí deja entrever una cierta confusión con respecto a la penetración del imperialismo en Colombia.

La ley heroica, ilegalizaba en la práctica al PSR al establecer en su artículo primero lo siguiente: “De acuerdo con el artículo 47 de la Constitución, están prohibidas las asociaciones, agrupaciones u organizaciones de cualquier clase que, como el bolchevismo y el comunismo, se propongan realizar alguno o algunos de los siguientes fines”. Sigue en el texto una larga enumeración. En ella figura el delito de “difundir ideas que tiendan a extinguir el sentimiento y la noción de patria, atacar a la religión católica, fomentar el relajamiento de la

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disciplina militar, difundir ideas que atenten contra la institución de la familia, atacar la legitimidad del derecho de propiedad”. Es decir ni siquiera se trataba de establecer sanciones para los actos contra la propiedad; sino que se hacía materia de castigo la duda misma sobre la legitimidad de la propiedad privada. Otro de los elementos que estableció la ley heroica fue la competencia de los jueces de policía para investigar y castigar los actos que la ley indicaba. Quedó, pues, establecido el delito de opinión en la legislación. Era natural que contra el fatídico proyecto se levantaran zonas muy vastas de la opinión nacional. En la Constitución, como se hacía notar, el gobierno disponía de medios para controlar la situación. Así la ley se convirtió en brutal alarde de fanatismo e intolerancia con claros objetivos intimidatorios.

Pero el PSR y la opinión democrática del país no se dejaron desconcertar. Desde el parlamento protagonizado por liberales progresistas e incluso por personeros del conservatismo se inició un sostenido debate, que fue deshaciendo el tejido de la sombría leyenda armada por el ministro Rengifo y que terminó poniendo en ridículo sus disparates en tal medida que privó de argumentos a los voceros del gobierno en el parlamento. Mientras tanto, a través del trabajo de las organizaciones sindicales y en múltiples actos de masas el PSR sacó la protesta a la calle. Al calor de esa acción se formaron organizaciones que reunían a ciudadanos provenientes de diversas lealtades políticas. La idea de la conformación de un bloque en defensa de las libertades y los derechos humanos, estuvo precedido en el PSR de seria discusión. El Socialismo Revolucionario había sido admitido como sección de la Internacional Comunista, en el VI congreso de esta, realizado deI 17 de julio al 1 de septiembre de 1928.

En la resolución de admisión se consignó lo siguiente: “En vista de la necesidad de transformar la expresión de la voluntad de estos partidos de masas en verdaderos partidos bolcheviques, el VI Congreso acepta el Partido Socialista del Ecuador y el Partido Socialista Revolucionario de Colombia, como secciones de la IC. Pero siendo que estos dos partidos no son todavía por su estructura y su ideología, verdaderos partidos enteramente comunistas, el VI Congreso hace de su deber al Ejecutivo dar a estos partidos las directivas, los consejos y la ayuda necesaria para que se conviertan en auténticos partidos leninistas”.

En el debate sobre el frente único democrático contribuyó un delegado de la Internacional Sindical Roja y miembro también de la IC, de nombre Austine, y quien durante su permanencia en Colombia adoptó el seudónimo de Rabatet. La discusión fue profunda en la medida en que el VI Congreso de la IC había descartado en principio la alianza de los

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comunistas con la social democracia. Austine, sin embargo apoyó la idea del frente único con los liberales y otras fuerzas con miras a derrotar el proyecto de ley heroica. Como afirmó más tarde, en la conferencia de Buenos Aires, no podía dejarse exclusivamente en manos liberales la defensa de las libertades, vinculadas como estaban en la conciencia de las masas a la oposición al régimen reaccionario. (79) De otra parte en la misma intervención Austine habló del papel educativo del frente único con respecto a buena parte de la militancia del PSR que erróneamente opinaba que “la ley heroica por su forma reaccionaria iba adelantar la revolución, porque cuanto más se presionaba sobre los obreros, tanto más estos se encaminarían a la acción revolucionaria”. (80)

Varios meses duró la campaña contra la ley heroica. Especialmente ocurrieron movilizaciones en el mes de octubre de 1928. El 12 de ese mes tuvo lugar en Bogotá una manifestación, con presencia de más de 10.000 personas, en la que llevaron la palabra dirigentes liberales, conservadores y socialistas. Esta movilización había sido precedida por mítines en algunos barrios populares. (81) Nuevamente el 27 de Octubre tuvo lugar otra demostración en Bogotá, organizada por socialistas y liberales contra el proyecto heroico. Los actos de masas en defensa de las libertades se realizaron en las principales ciudades del país. Verdaderamente masiva resultó la manifestación realizada en Medellín, también el 27 de octubre. A los manifestantes se dirigieron: un orador liberal, Torres Giraldo y María Cano. La protesta no se dio espontáneamente sino que fue preparada por el Comité Nacional contra la expedición de la ley heroica. A comienzos de octubre se integró en Bogotá dicho organismo con la participación de Ramón Bernal AzuIa, Moisés Prieto y Felipe Lleras en representación del PSR, Gabriel Turbay y Domingo Irurita por la minoría de la Cámara, Enrique Santos y Luis Cano por la prensa liberal y por un representante de los estudiantes. (82) El Comité Nacional trazó un programa de trabajo que incluía la acción callejera, la denuncia en la prensa y la labor en el Parlamento. Fue en el primer aspecto en donde se destacó principalmente el trabajo del PSR. A la denuncia contra el proyecto de ley heroica asoció también el comité la oposición a la derogatoria de la ley de emergencia pedida insistentemente por sectores latifundistas y lo cual hubiera conducido aún más al empeoramiento de la situación económica de las masas. Fueron creados también comités seccionales en Ibagué, Cali, Popayán, Santa Marta, Ciénaga, Girardot, Honda, Bucaramanga, Cúcuta, Barrancabermeja, Neiva, Palmira, Tulúa, Buenaventura, Manizales, Medellín. (83) La vasta movilización democrática no logró, a la postre evitar que el proyecto

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liberticida se convirtiera en ley, lo cual se realizó mediante la aprobación en el Senado el 28 de octubre de 1928.

El frente único en defensa de las libertades, las organizaciones que creó y la vasta movilización que desplegó, constituyen la primera ocasión en que el socialismo se vinculó en Colombia a la defensa de las libertades democráticas y los derechos humanos. Resulta necesario subrayar este aspecto por su significación en dos sentidos.

1° Hubo una valoración equivocada de la experiencia de frente único democrático por parte de la IC, especialmente en el Congreso de Buenos Aires. En el resumen de la discusión sobre el tema: lucha antiimperialista y los problemas de la táctica de los partidos comunistas de la América Latina, el relator manifestó con respecto a Colombia: “Es claro que el frente único con los liberales, ha sido un error oportunista. El frente único se hace con organizaciones obreras no con parlamentarios, no con representantes de los partidos políticos burgueses”.(84) Era esta la concepción ciertamente sectaria que sobre el frente único predominaba en la IC desde el VI Congreso y que se recoge en la expresión del “Frente Único por abajo”. No quiere ello decir que no tuviera razón la Internacional cuando fustigaba a los dirigentes del PSR por no desarrollar una línea política verdaderamente independiente, pero no era, la comprensión de la necesidad de una acción conjunta con el liberalismo de izquierda en defensa de las libertades el factor al que se podía atribuir tal desviación. La coincidencia política estaba determinada por el desarrollo objetivo de los acontecimientos. Obrar de otra manera hubiera significado el aislamiento del Socialismo Revolucionario en relación con grandes sectores democráticos.

2° La acción del Socialismo Revolucionario, antecesor inmediato del Partido Comunista, en defensa de las libertades ciudadanas, muestra que la vinculación del movimiento obrero colombiano a la lucha por la democracia, está en sus orígenes mismos y no obedece a posturas episódicas, sino que ha constituido a lo largo de más de medio siglo una verdadera tradición revolucionaria. 1 .10— Las tendencias conspirativas en el PSR En julio de 1928 se realizó una Conferencia Nacional del Socialismo Revolucionario. Con respecto a esta reunión no se encuentra información dado que las circunstancias políticas del país hicieron que la conferencia se efectuara en la clandestinidad. A través de referencias ciertamente fragmentarias, como las que se hicieron en el congreso de

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Buenos Aires por uno de los delegados colombianos, se pueden establecer los asuntos que en la conferencia fueron tratados. Dijo este delegado en su intervención: “En el mes de julio del año pasado, se reunió la Asamblea Plenaria que es la más alta autoridad del Partido y la más autorizada que celebró el Partido Socialista Revolucionario. La Asamblea resolvió organizar el Partido, revolucionaria y militarmente. Se creó la dirección para los asuntos políticos: Comité Ejecutivo, y la dirección que correspondía a la organización militar: el comité Central Celular*. La Asamblea resolvió preparar la revolución y decretarla para el momento más oportuno”. (85) La Conferencia de julio de 1928 creó las bases organizativas de la conspiración. Es cierto, que como arriba se vio, la meta de la insurrección a plazo fijo se estableció desde la conferencia de La Dorada, sin embargo fue en 1928 cuando se diseñó el plan en concreto. En el proceso, incluso la concepción misma de la insurrección unida a la huelga general fue cediendo cada vez más terreno en favor de las tendencias puramente conspirativas. La revolución vista desde esa óptica sería el resultado de un asalto simultáneo, debidamente sincronizado en diversas ciudades y poblaciones a los cuarteles y a los centros neurálgicos del poder.* La revolución cuyo contenido no hay indicios que se viera con una mínima claridad, se pensaba mucho más en términos militares. El CCC se componía de nueve miembros, con un secretariado integrado por 3 dirigentes. En el secretariado tomaban parte tanto miembros del PSR como del liberalismo. Según da cuenta Torres Giraldo: en el proyecto del golpe el país se dividió en cinco zonas así: 1) Cundinamarca, Boyacá, Tolima y la Intendencia del Meta; 2) Santanderes, Casanare y Arauca, con un centro operativo en Cúcuta; 3) Caldas, Valle, Cauca y Nariño, con su centro operativo en Cali; 4) Antioquia y Chocó, con el comando en Medellín; 5) Bolívar, Atlántico, Magdalena y la Guajira, con su centro operativo en Barranquilla. (86)

En la preparación del levantamiento jugó un papel importante la fabricación y distribución de bombas. Estas se producían en Bogotá, en el taller de Ernesto Rico, militante del PSR, y en Cali. En Bogotá, Elvira Medina, activista muy consagrada del Socialismo Revolucionario, distribuía los artefactos. De las dos ciudades salían despachos para otros lugares del país. Ante cada “descubrimiento” de tales envíos el gobierno encontraba pretextos para agudizar la represión y mandar a la cárcel a dirigentes políticos y sindicales. Las características mismas de la acción conspirativa facilitaron en algunos casos la participación de elementos provocadores. El comienzo de la fabricación de las bombas fue confuso.

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* En este aspecto concuerdan los testimonios orales recogidos a través de entrevistas a militantes del PSR. Son en esesentido particularmente enfáticas las afirmaciones de Rafael Baquero Herrera.

El levantamiento en Colombia debía desarrollarse en coordinación con una rebelión en Venezuela contra la dictadura de Juan Vicente Gómez que debía partir de la frontera colombiana. Tomás Uribe Márquez otorgaba a la coordinación con los patriotas venezolanos una gran significación ya que esperaba que la acción en Venezuela estimularía el animo rebelde en los Santanderes que para el dirigente socialista constituían el epicentro de la revolución. Decía a ese respecto en un reportaje: “Las zonas revolucionarias del país siempre han sido las mismas, a través de toda nuestra historia: Cauca viejo, Tolima viejo y Santander viejo y pare Ud. de contar”. Arévalo Cedeño vino a Colombia a entrevistarse con el jefe del socialismo revolucionario para coordinar los planes. Aunque Uribe Márquez, en el ya citado reportaje, dijo que le había negado el apoyo al proyecto del general venezolano, a quien llamaba el “nuevo Sandino” es un hecho reconocido que los planes venezolanos constituyeron un punto de referencia para el CCC.

A medida que ganaba terreno la orientación conspirativa en el PSR se acentuó el paralelismo que en el plano organizativo se expresaba en la existencia de dos órganos de dirección: el CCC y el CE. En el primero de estos organismos estaban los dirigentes socialistas de mayor autoridad política, especialmente Tomás Uribe Márquez a quién se dirigían siempre los aliados y los dirigentes de masas del PSR. El Comité Ejecutivo, en principio estaba encargado de la dirección política, de la realización de alianzas amplias, y de la orientación de los cuadros sindicales. Sin embargo, mal podría cumplir tales funciones, integrado como estaba, por jóvenes de reciente ingreso al Partido, sin ninguna fundamentación ideológica en el marxismo, sin conocimiento del movimiento sindical y con poca autoridad política, como lo eran Moisés Prieto y Felipe Lleras Camargo. Así, como anota con acierto Torres Giraldo, el paralelismo inicial se transformó por una dinámica inevitable en una creciente absorción del CE e incluso de la CON por parte del CCC. Sobre ese terreno comenzó a operar una ilusión, sobre la conspiración como el factor que resolvería todos los problemas, con el consiguiente menosprecio real, aunque no asumido ideológicamente, del movimiento económico y político de las masas. Como simultáneamente la represión del gobierno hacía lo suyo, el resultado fue el descabezamiento de las organizaciones sindicales tanto en la ciudad como en el campo. Sus dirigentes, o bien estaban en la cárcel, o se encontraban preferentemente embargados en las tareas militares.

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El avance de las tendencias conspirativas creaba una ancha base para la influencia del liberalismo en el PSR. Esta influencia no debe verse, como ya antes se estableció, únicamente como un factor externo, sino como un producto también de la situación interna. El PSR no tenía propiamente un programa. Si a los dirigentes les era común una viva admiración por la revolución de Octubre, acompañada de un anhelo de vinculación a la Internacional Comunista, la formación política era en general débil. Al lado de elementos del marxismo leninismo se encontraban otros componentes de origen anarquista, anarco-sindicalista o fuertes reminiscencias de radicalismo liberal decimonónico. El liberalismo, por otra parte, luego de la convención de Ibagué, que había significado una cierta renovación, entró en un estado de abulia intelectual y de perplejidad política que le hacían perder todo atractivo para los sectores juveniles que buscaban nuevos horizontes políticos acicateados como estaban por los complejos fenómenos que se habían sucedido en el mundo y en el continente. La revolución de Octubre, la revolución mexicana, la intervención creciente del imperialismo, la lucha de Sandino, el movimiento por la reforma universitaria, originaron un amplio diapasón de interrogantes. Muchos de esos jóvenes se acercaron al Socialismo Revolucionario esperando encontrar una orientación. Algunos como Sanín Cano, no se sabe si pensándolo mucho hablaron de “pasarse al socialismo”. Más convincente resultó el gesto de Armando Solano que en abril de 1928 declaró públicamente sobre su ingreso al Partido Socialista. En su carta al Partido Liberal explicaba: “Considero mi línea de conducta absolutamente lógica, porque el socialismo procura hoy la realización de las tesis y de los anhelos que el liberalismo encarnaba y defendió en los campos de la polémica y la muerte”. (88)

Desde el movimiento estudiantil también hubo un sector que buscó en el Socialismo Revolucionaria el lugar de su definición política. En efecto, desde 1927 entre los estudiantes agrupados en la Federación Nacional de Estudiantes, FNE, se operó un proceso de diferenciación política entre un sector de izquierda y otro centrista derechizante. (89) En mayo de 1928, justamente en los comienzos del movimiento democrático contra el proyecto de la ley heroica, un numeroso grupo de estudiantes lanzó un manifiesto de adhesión al PSR. “En nuestra condición de estudiantes de espíritu nuevo, señalaban los firmantes del documento, declaramos que no tenemos nexos con los partidos históricos en que durante largos años se dividió la opinión colombiana. Pertenecemos al Partido Socialista que busca la justicia económica, la realización positiva de los fines humanos, la verdad pura y sincera en todos sus aspectos”. Entre los 66 estudiantes que suscribieron el documento figuraban: Luis Alberto Bravo, Francisco Socarrás, Juan Francisco Mújica, Antonio Vicente

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Arenas, Roberto García Peña, Darío Samper, Sabas Calderón, Diego Montaña Cuellar.

Si bien en algunas de esas adhesiones no había más motivo que el deseo de buscar un lugar donde permanecer mientras se sabía el destino final de la nave que se percibía en trance de naufragio, el fenómeno básico era la búsqueda en amplios sectores, especialmente juveniles, de unos caminos políticos nuevos. Por su débil armazón doctrinaria, por la tendencia conspirativa que cobraba cada día mayor fuerza en los dirigentes más acatados del PSR, este no estuvo en capacidad de utilizar plenamente las posibilidades objetivas que se presentaban para su fortalecimiento político y organizativo.

Una dura experiencia para el movimiento obrero colombiano y por tanto también para el Socialismo Revolucionario lo constituyó el desenlace de la huelga de las bananeras en diciembre de 1928. No se va a presentar el desarrollo de esta batalla de clase. Sobre ella, así como sobre la conducta asumida por la burguesía y el gobierno existe una serie de publicaciones tanto al nivel de la investigación histórica como en el campo de la educación sindical, que hacen innecesaria una exposición sobre este acontecimiento histórico. Se atenderá, por tanto, solamente al esclarecimiento de la relación del PSR con la gran huelga.

Como atrás se señaló, en la orientación revolucionaria de la gran masa de trabajadores concentrados en relación con la actividad de la producción bananera en Colombia, un papel decisivo lo jugó el Partido Socialista Revolucionario. La organización que estuvo a la cabeza del movimiento en 1928, había pasado a ser dirigida por líderes del PSR. En febrero María Cano y Torres Giraldo llegaron en gira a los dominios del monopolio frutero de la United Fruit Co. En mayo de 1927 había estado a punto de estallar la huelga, cuya realización fue impedida por causas completamente fortuitas. Si los movimientos anteriores en la zona bananera se habían planteado principalmente a partir de los obreros ocupados en el ferrocarril y en los muelles, la huelga de 1928 se orientó, como era el proyecto de los dirigentes, teniendo en cuenta a los trabajadores de las plantaciones que constituían la masa fundamental. El PSR tenía un activo apoyo entre los colonos esparcidos en el inmenso dominio territorial de la UFC. La organización sindical se había dividido en 63 secciones para asegurar el carácter operativo de la huelga.

La confección del pliego de nueve puntos corrió por cuenta de Raúl E. Mahecha. La asamblea que el 6 de octubre de 1928 aprobó el petitorio estaba presidida por los militantes del PSR José G. Russo, Erasmo Coronel, Alberto Castrillón y Sixto Ospino. Gracias a la enorme actividad

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desplegada por el núcleo dirigente y desde luego debido a las condiciones verdaderamente inhumanas que soportaban los trabajadores del monopolio norteamericano, en el desarrollo de la huelga se lograron crear factores muy importantes tales corno el de evitar la incorporación al trabajo de los esquiroles contratados por la UFC, el cumplimiento de la labor de corte de banano por parte de la tropa, se estableció el bloqueo de los trenes que transportaban la fruta, se logró la solidaridad de la población no directamente vinculada al cultivo del banano, especialmente entre los comerciantes de la región. Gran significación tuvo la orientación que supieron imprimirle a la huelga, Mahecha, Russo, Castrillón, Ospino, en el sentido de convertirla en un movimiento antiimperialista. Tal enfoque permitió despertar amplia solidaridad regional y logró sembrar el desconcierto en algunos sectores de las tropas enviadas a reprimir a los trabajadores. Se hace necesario formular una pregunta. ¿Qué esperaba el Partido Socialista Revolucionario de la huelga de las bananeras? No hay una respuesta unívoca, el PSR atravesaba un momento de crisis. La CON que naturalmente era el organismo llamado a dar las orientaciones generales y a organizar la solidaridad nacional estaba prácticamente disuelta. La conducción de la huelga estuvo en lo fundamental circunscrita al grupo de dirigentes que actuaron en el terreno de los acontecimientos, algunos de ellos, líderes nacionales del PSR. De la dirección central fue enviado en agosto de 1928, a la zona bananera Alberto Castrillón quien se incorporó al equipo directivo de la USTM. Por su parte, Tomás Uribe Márquez y con él los dirigentes socialistas vinculados al CCC, vieron la huelga de las bananeras como un movimiento precipitado desde el punto de vista de los planes de la conspiración. Veían por tanto la necesidad de aplazar la huelga con el fin de sincronizarla con los proyectos del CCC. Quienes conformaban en aquel momento el Comité Ejecutivo no tenían experiencia alguna en la dirección del movimiento sindical, y no estuvieron en condiciones de brindar una orientación adecuada. Por otra parte, lo más notable era la descoordinación y dispersión de fuerzas dentro del PSR, agudizadas al grado máximo por la persecución oficial que tenía a muchos socialistas en la cárcel y a otros cercados y bloqueados en su actividad revolucionaria. Importa mucho establecer la visión que sobre la huelga tuvo el dirigente más importante de ella: Raúl E. Mahecha. Buena parte de su intervención en la Conferencia de los Partidos Comunistas en Buenos Aires la dedicó Mahecha al análisis de la huelga

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de las bananeras y de su actuación en ella. Se trata de uno de los momentos más deplorables en la actuación política del caudillo obrero. En efecto, la intervención constituye un conjunto de reflexiones deshilvanadas y contradictorias sobre la batalla de las bananeras, dentro de un lenguaje tremendista. Según el cuadro pintado en Buenos Aires, 32.146 trabajadores habían estado dispuestos a la insurrección, distribuidos en comandos altamente organizados. Los huelguistas según la descripción, disponían de un fondo en dólares suficiente para resistir mucho tiempo y habían logrado confraternizar con los soldados enviados para reprimirlos, y allegar un número considerable de armas de fuego. Hablando del objetivo final de la huelga, Mahecha se refirió al contenido de una comunicación suya enviada a la dirección del PSR. “Mi intención era comunicar a esos compañeros mis planes de ataque, que en dos palabras, se pueden resumir: se trataba de iniciar el movimiento en la zona; tomar tres departamentos del Estado de Colombia, para luego proseguir el ataque hacia la capital: Bogotá”. (90) Para desencadenar la insurrección solo había faltado según lo sostuvo Mahecha una orden del CE. Esta afirmación coloca la intervención del dirigente obrero, en el terreno de la ficción. En efecto, él, atendiendo a su composición, no le daba ningún crédito a dicho organismo. No obstante las exageraciones y contradicciones, los puntos de vista sostenidos por Mahecha en Buenos Aires son sintomáticos del grado de diversidad de orientaciones que prevalecía en los cuadros dirigentes del PSR, y del ambiente putschista imperante. Naturalmente la derrota de las bananeras no puede explicarse a la luz de estas limitaciones del factor subjetivo. El gobierno conservador asumió la huelga no como un movimiento reivindicativo sino como una insurrección. La aceptación por parte del inspector del trabajo de Ciénaga, Martínez Gómez, de la legitimidad de los nueve puntos del petitorio presentado por los trabajadores, las objeciones iniciales del gobernador del Magdalena, Núñez Roca contra las facultades concedidas al comandante del ejército Cortés Vargas en el manejo del conflicto, no lograron producir la más leve modificación de la actitud del ministro Ignacio Rengifo. El mismo hecho de que fuera desde el comienzo el ministro de guerra y no el de Industrias, al cual estaba adscrita la División de Trabajo, quien se apersonó del manejo de la situación, evidencia bien a las claras el enfoque bélico del gobierno.

El régimen buscaba darle un viraje a la farsa que había montado sobre “la Revolución Comunista”, aprovechando la huelga bananera para tratar de darle visos de credibilidad a sus novelones. Esta era la apreciación, que el mismo día de la horrenda masacre, ofreció en su

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editorial El Espectador. “Era preciso, declaraba el vespertino, absolutamente indispensable, demostrar en términos inequívocos, y a cualquier precio, que no carecían por completo de justificación las precauciones un poco ridículas y muy onerosas del ministro de guerra para prevenir el estallido eternamente demorado de una imaginaria revolución”. (91) La United Fruit Company conocedora de la situación política del país se encargó de “demostrar” por todos los medios que lo que se estaba procesando en el Magdalena era la revolución. Desde Bogotá los informes sobre la situación se solicitaban, antes que a las autoridades locales, a las cuales no se daba suficiente crédito, al alarmista gerente de la UFC.

El ejército sirvió de instrumento incondicional tanto de la compañía imperialista como del gobierno reaccionario. Desde el principio con su conducta violenta y provocadora, Cortés Vargas contribuyó a endurecer aún más, la ya de suyo, intransigente posición de la UFC. ¿Podía esperarse una actitud moderada de la Compañía cuando por orden de Cortés Vargas había sido encarcelado el funcionario local del trabajo por declarar que la razón estaba de parte de los obreros? A partir de ahí, la compañía insistió más bien en el soborno de los oficiales, antes que en cualquier posibilidad de negociación. Con razón se afirma que en el caso de las bananeras el ejército se comportó como un cuerpo de mercenarios. (92)

No obstante el desenlace de la huelga de las bananeras, esta batalla del proletariado colombiano se proyectó con fuerza incontrastable en todos los acontecimientos que se sucedieron luego en el país. En el plano de las luchas sociales, al hablar de las derrotas del pueblo es necesario hacerlo siempre en términos muy relativos. Cuando las masas actúan y cuando su acción llega a niveles como los alcanzados en la huelga de 1928, tales hechos generan consecuencias profundas. No hay movilización o evento político importante entre 1929 y 1930 sobre los cuales no gravitaran las bananeras. A más largo plazo la culminación de la huelga significó un campanazo sobre el movimiento obrero colombiano, todavía envuelto en no poca medida, en el mutualismo. En forma dramática se puso en evidencia la claudicación sin límites de las oligarquías colombianas, y de su ejército frente al imperialismo. La huelga de las bananeras causó una gran repercusión en todo el Continente contribuyendo a vigorizar el sentimiento antiimperialista. Por otro lado, la huelga mostró el alto grado de combatividad del destacamento más numeroso del proletariado en ese tiempo. Los trabajadores se mantuvieron en la defensa de sus reivindicaciones, mediante el cese de actividades durante casi un mes, sin dar muestras de desaliento o desconcierto y

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desplegando una actividad propagandística y organizativa muy grande, que llevó al fracaso todos los intentos de la UFC de restablecer el trabajo con esquiroles, o a través de la tropa.

La derrota de las bananeras incrementó la crisis en el PSR, no sólo por el golpe político que ella significó, sino también porque sustrajo a la actividad de masas, por efectos de la persecución, a otros cuadros dirigentes. Para trazar orientaciones frente a la situación, fue convocada una Conferencia Nacional el 25 de diciembre de 1928. No pudieron asistir al evento los dirigentes con más influencia dentro del PSR. En la mesa directiva estuvieron: Moisés Prieto, Felipe Lleras Camargo, Bernal Azula, quienes para entonces conformaban el CE del Socialismo Revolucionario. Esta conferencia transcurrió en la clandestinidad. Según Torres Giraldo, en ella no se trató con suficiente profundidad sobre la huelga de las bananeras, sus repercusiones tanto a nivel nacional como en relación con el PSR. Entre las conclusiones más importantes figuraron: 1) La necesidad de trabajar por la realización de alianzas para la lucha contra la reacción y el imperialismo. 2) La denuncia de la política de empréstitos extranjeros “que representan una forma de penetración imperialista” en un momento en que la capacidad prestataria del país se ha agotado. 3) El CE fue facultado para decidir sobre la conveniencia y oportunidad de la participación del PSR en el proceso electoral”. (93)

Una conclusión de gran importancia de la Conferencia de diciembre de 1928 fue la tarea de crearle base celular al Partido. Es cierto que esta tarea no se acometió en forma inmediata, sin embargo constituyó un esfuerzo por asimilar los principios leninistas de organización.

Hechos importantes para el movimiento comunista en Latinoamérica fueron la Conferencia Sindical reunida en Montevideo auspiciada por la PROFINTERN y la Primera Conferencia Comunista, celebrada en Buenos Aires del 1 al 12 de junio de 1929. En 1928 había sido creada la Confederación de Trabajadores de América Latina, primera central sindical a escala del continente. A Buenos Aires arribaron 38 delegados de 14 partidos del continente. Asistieron además, delegados de la Internacional Comunista, del PC de los EE.UU., del PC de Francia. Fue abordado un amplio temario (94), en el cual se destacaron las discusiones sobre la expansión del imperialismo norteamericano en los diversos países del continente y sobre el carácter de la revolución latinoamericana. En el primer aspecto el informe del delegado de la Internacional, el comunista argentino Codovilla, se detenía en el proceso de rápido desplazamiento del capital inglés por el capital norteamericano. Después de presentar el alcance de tal tendencia en

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cifras, se subrayaba en el informe: “En general, la lucha sostenida entre los imperialismos yanqui e inglés; el primero por desalojar de las viejas posiciones al segundo y conquistar nuevas y el segundo por mantenerlas y ampliarlas, para la dominación de la América Latina, se agrava cada día, lo que determina una inestabilidad social en los países latinoamericanos, cuyas burguesías gobernantes son agentes de uno u otro imperialismo”. (95) En torno a la cuestión del carácter de la revolución se partió de la caracterización de los países de la región como semicolonias y se precisó: “De aquí que la verdadera lucha por la independencia nacional debe realizarse contra la gran burguesía nacional y el imperialismo, de lo que se desprende que el carácter de la revolución en América Latina, es el de una revolución democrático-burguesa”. Luego se destacaban las fuerzas sociales que debían en el continente cumplir la misión revolucionaria: “Las conquistas de esa revolución podrán llevarse a cabo, únicamente si se tiene en cuenta que las masas obreras y campesinas serán la fuerza motriz de la misma y bajo la hegemonía del proletariado”. La afirmación de estas tesis tenía una gran trascendencia para el PSR, que en general no había desarrollado en forma clara estos problemas cardinales de la táctica y la estrategia de un verdadero partido comunista.

En la Conferencia de Buenos Aires participaron tres delegados del PSR: Moisés Prieto, Raúl E. Mahecha y Heraclio Matallana. Este último era un dirigente local del Partido en la región de Chiquinquirá, en Boyacá. Los dirigentes más caracterizados del Partido, como Tomás Uribe Márquez o Torres Giraldo no pudieron asistir, el primero porque fue puesto preso desde febrero de 1929 en relación con el trabajo conspirativo, el segundo porque había viajado luego también de un cautiverio a Moscú a ocupar una responsabilidad como dirigente de la CON, en el secretariado permanente de la PROFINTERN. Las intervenciones de los delegados colombianos reflejaron bien el estado de crisis del PSR. Si bien a partir de ellas no puede en manera alguna deducirse el grado de formación ideológica y política de los dirigentes socialistas en su conjunto, sí son sintomáticas del carácter inmaduro y confuso del Comité Ejecutivo, como estaba compuesto en 1928. Ya arriba se hizo mención a la intervención de Mahecha. En un tono subjetivo Moisés Prieto trató de responder a las imputaciones hechas por Mahecha sobre la conducta del CE, en relación con la huelga de las bananeras, señalando como responsable de la situación del Partido al CCC y a la IC por no ayudar sobre todo financieramente al Partido. Señaló Prieto que la .tarea de organizar el movimiento sindical en Colombia era prácticamente Imposible por el atraso político de los trabajadores. (96)

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Finalmente, ante el estupor de la Conferencia, Heraclio Matallana afirmó: “El compañero Mahecha ha denunciado que los petroleros americanos han ofrecido dinero para hacer la “revolución”, siempre que se les reserve el petróleo a ellos. Es necesario que la Conferencia haga conocer su opinión sobre este asunto, pues es de trascendental importancia. La cuestión entonces es ésta: o hacemos nosotros la revolución o la hacen los liberales. Esta es la cuestión que dejo planteada. Quisiera que se me contestase”. (97) La conclusión más importante con respecto a Colombia se recogió en los siguientes términos en la intervención de Codovilla: “Me parece que lo fundamental en la situación actual de Colombia es dar directivas para la reorganización de nuestro Partido Socialista Revolucionario y hacer de él un Partido Comunista, tanto por su ideología como por su composición social”. (98) En los encuentros con la delegación colombiana los delegados de la IC, se enteraron más en detalle de los planes sobre el levantamiento que adelantaba el CCC. Nuevamente fueron reiterados los puntos de vista que ya la IC había sostenido en carta dirigida al PSR, a comienzos de 1929. Los planes y la organización misma del CCC habían sido calificados en esa carta como expresión del putschismo, término derivado de la palabra alemana putsch. Bajo esta denominación aplicada ya en relación con otros partidos se entendía la tendencia a la organización de un golpe de Estado preparado por vanguardias adiestradas, sin apoyo de masas. En Buenos Aires se recomendó a Moisés Prieto una vuelta inmediata al país con el fin de disuadir a los socialistas que continuaban con los planes conspirativos.

Esta orientación se dio, no obstante que en la Conferencia de Buenos Aires quedó en el ambiente una cierta idea sobre la inminencia de una situación revolucionaria en Colombia. Sin embargo, en la concepción de la IC la revolución agraria antiimperialista sólo podría ser el resultado de una movilización muy vasta de las masas comandadas por el proletariado, en alianza con los campesinos y en Colombia no se veía la organización política capaz de conducir un proceso tal.

Mientras tanto había avanzado la crisis de la hegemonía conservadora. La fórmula represiva de Rengifo venía perdiendo eficacia, sobre todo después de la masacre de las bananeras. En el plano económico el atolondramiento del gobierno estimulaba los brotes de descontento entre los socios mismos de la hegemonía. Una corriente de corrupción erosionaba más aún los cimientos de la estructura burocrática. Un sistema de “roscas” fue consolidándose, no sólo como mecanismo para otorgar empleos en un período en que la desocupación se proyectaba con graves caracteres en función de la crisis económica, sino también, como palanca de enriquecimiento de pequeños grupos, a costa del

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erario público. Los manejos de esos círculos eran cubiertos por bandas de hampones que tenían la función de atemorizar a la ciudadanía. Una de tales “roscas” controlaba la administración de la capital del país y se había apoderado, especialmente de las empresas públicas del tranvía y del acueducto, amparada en su acción por el ministro de obras públicas, Arturo Hernández, apellidado “Chichimoco”, quien a su vez ejercía el control sobre la gobernación de Cundinamarca. Desde el ejecutivo municipal, un nuevo alcalde, Luis A. Cuervo, emprendió una campaña moralizadora comenzando con la remoción de los gerentes del tranvía y del acueducto. La destitución del valeroso burgomaestre, en represalia por la anterior determinación, provocó el desencadenamiento de la protesta popular. El 6 de junio se produjeron grandes actos de masas en la ciudad capital, una multitud se desplazó en desfile a la casa de Luis A. Cuervo. El 7 la movilización tomó el carácter de un verdadero paro cívico con la paralización del transporte y con la participación del comercio bogotano. La fuerza más dinámica en estas jornadas fueron los estudiantes. La Casa del Estudiante, la sede de la Federación Nacional de Estudiantes, son puntos neurálgicos en la organización de la actividad.* Precisamente, el 7 de junio la policía disparó sobre un grupo de personas produciendo la muerte del estudiante Gonzalo Bravo Pérez. Junto con los estudiantes participaron trabajadores tanto obreros como artesanos. La burguesía no se quedó al margen del movimiento. A través de corrientes nuevas, el bipartidismo intervino convocando reuniones y cabildos abiertos. Sobre la misma base se conformó una Junta Patriótica o comité de notables. Papel importante jugó en las jornadas del 8 y 9 de junio, Jorge Eliécer Gaitán, quien se encargó de ser el vehículo de comunicación entre los notables y el pueblo. En las jornadas de junio de 1929, el PSR desplegó una gran actividad. Bajo la orientación de Rafael Baquero, los socialistas de Bogotá, estudiantes y trabajadores intervinieron en las diversas tareas de organización. Baquero, Juan Bernal y otros, repartieron profusamente unas tiras de papel con la consigna: Abajo el asesino de las bananeras, que los manifestantes adhirieron a los sombreros. La orientación era la de colocar como blanco de la protesta al ministro Rengifo y a Carlos Cortés Vargas. Este fue un punto de vista justo políticamente ya que los dos personajes reflejaban adecuadamente al régimen en su conjunto.

Como resultado de la movilización ciudadana el presidente tuvo que acceder a la destitución del director de la policía, Cortés Vargas, del ministro de Obras Públicas, del ministro de Guerra, Ignacio Rengijo y del gobernador de Cundinamarca. Naturalmente la burguesía no estuvo interesada en que el movimiento se profundizara, lo cual hubiera podido significar la necesidad de compartir la dirección con los sectores populares, y se contentó con los anteriores resultados.

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La influencia que tuvieron los sucesos de junio sobre los desarrollos políticos posteriores es indudable. Con acierto, hablando del 8 y 9 de junio de 1929, Gerardo Molina afirma: “La suerte del conservatismo quedó definida en esas jornada y desde entonces nadie dudó de que sus días de dominación estaban contados”. (99) Mucho se ha escrito sobre el carácter “relámpago” de la campaña electoral que llevó a la presidencia a Olaya Herrera. Sin embargo, la explicación no puede encontrarse en las alternativas mismas de la campaña sino en la movilización popular de junio de 1929. Los dirigentes más lúcidos del liberalismo y en primer lugar López Pumarejo, advirtieron que se había creado una nueva situación política, la cual se empeñaron en utilizar para apuntalar al liberalismo.

La corriente liberal que venía alentando una salida militar quedó sin piso sobre todo por la modalidad conspirativa con que revestía sus planes. Esto mismo ocurrió con los planes conspirativos del CCC. Al frente del viraje político se colocó la llamada corriente civilista del liberalismo desplazando a las fuerzas que como el PSR habían estado en la vanguardia en la lucha contra la hegemonía conservadora. La Convención Liberal de Apulo, celebrada a finales de junio de 1929 no hizo sino formalizar ese estado de cosas que fue sellado luego con un pacto de unión liberal, celebrado entre la dirección de ese partido, salida de la Convención y el representante de Cuberos Niño, es decir del ala radical del partido: Carlos Arango Vélez.

El Partido Conservador, corrompido en el largo ejercicio oligárquico del poder, no se mostraba como instrumento adecuado de dominio político de las clases dominantes en el nuevo período que venía bajo los signos ominosos de la crisis mundial. En un final de comedia los candidatos conservadores el general Vásquez Cobo y el poeta Guillermo Valencia, andaban por las sacristías buscando baculazos de apoyo de la jerarquía católica. Esta, a su vez, era presa de profundas vacilaciones que la llevaban a apoyar ora a un candidato, ora a otro, terminando por dividir sus lealtades. En el campo del levantamiento armado quedaron sólo los núcleos creados por el CCC, dispersos y sin una dirección central competente. Tomás Uribe Márquez, había declarado desde la cárcel lo siguiente: “¿Que si creo en la eficacia de una revolución en Colombia? Mientras el Partido Socialista no organice celularmente a los trabajadores, no sólo no creo en esa eficacia sino que juzgo un suicidio colectivo cualquier intento”. (100) En la misma entrevista Uribe Márquez añadía que para organizar un partido con base celular se requerirían por lo menos seis años.

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No pensaban lo mismo los dirigentes del CCC que aún quedaban por fuera de las cárceles y algunos caudillos liberales radicales. Así se tomó curso hacia la realización del levantamiento que significaría la toma de los cuarteles.

La insurrección que había sufrido varios aplazamientos se señaló para el 28 de julio de 1929. Se tuvieron en cuenta en la escogencia de fecha, elementos tales como el previsto comienzo de la ofensiva armada de Arévalo Cedeño en Venezuela, así como el de la concentración de tropas en Bogotá, con ocasión de la instalación del nuevo parlamento el 20 de julio. Sin embargó, acontecimientos de última hora, entre ellos el aplazamiento del plan de levantamiento de Arévalo Cedeño, llevaron al CCC al aplazamiento del golpe. La contraorden no fue conocida por todos y quedó el campo abierto para la ocurrencia de explosiones aisladas de la proyectada insurrección. Hubo levantamientos en algunos lugares del Tolima, Santander, Cundinamarca y Boyacá. Los más importantes se produjeron en La Gómez, en Santander y en el Líbano, Tolima. Hubo también un intento de rebelión en La Dorada.

En el Líbano hubo intensa preparación en las semanas precedentes a la última de julio. A la media noche del 28 de julio avanzaron a la ciudad varios contingentes de campesinos, relativamente bien armados. El factor sorpresa que contaba mucho en los planes, no se dio en la práctica ya que en la ciudad, las autoridades secundadas por comerciantes y gamonales habían preparado una resistencia que desconcertó a los atacantes que fueron obligados a replegarse. En corregimientos vecinos se produjeron choques violentos entre los campesinos levantados y las autoridades locales dejando un saldo de muertos y heridos. En el Líbano la dirección del movimiento, estuvo en manos de un núcleo de artesanos del Socialismo Revolucionario, encabezados por un zapatero, Pedro Narváez, quienes lograran involucrar en el movimiento revolucionario a una masa compuesta de peones y arrendatarios. La fuerza organizadora estuvo en los comités socialistas. Fue el Líbano, uno de los pocos lugares donde el PSR había logrado crear una cierta estructura organizativa. En el asalto a La Gómez se produjeron 6 muertos y 20 heridos. También en Suba el conato insurreccional se produjo en conexión con una huelga de mineros.

Los hechos del 28 y 29 de julio de 1929 repercutieron en diversos sectores de la opinión nacional; para los voceros del gobierno era una nueva confirmación de la acción subversiva del comunismo.

En el editorial del 29 de julio El Tiempo aclaró que frente a acontecimientos como los ocurridos, al liberalismo no cabía actitud

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distinta a la de coincidir con el gobierno cualquiera que fuese, sobre el campo común del anticomunismo.

Sin embargo, otros voceros periodísticos de la burguesía prefirieron aceptar que los sucesos constituían un llamado de atención sobre la dramática situación de las masas obreras y campesinas. La crisis del régimen político de la oligarquía terrateniente recibió con la acción de los trabajadores en el Líbano, La Gómez, San Vicente y demás lugares, otro golpe, dentro del proceso de desmoronamiento en que venía sumiéndose aceleradamente desde 1928.

Aunque producto de una táctica que se mostró equivocada, en la medida en que a nivel nacional fue sustituyendo la movilización independiente de las masas por la conspiración liberal, los levantamientos mencionados, fueron el resultado de una verdadera acción de masas a nivel local. Hubo allí una orientación de los núcleos del Socialismo Revolucionario. Si de antemano tales movimientos estaban condenados al fracaso, no se puede dejar de recoger su significación desde el punto de vista de que por vez primera sectores populares tomaron las armas para volverlas contra el régimen reaccionario, bajo una dirección política originada en forma independiente y no bajo la conducción de los gamonales convertidos en generales.

En la segunda mitad de 1929 el Socialismo Revolucionario entró en un doble proceso: de disolución por un lado pero también de superación.

Muchos de los liberales que habían entrado al PSR, desencantados por la inercia de su propio partido, volvieron los ojos a las viejas banderas, cuando el liberalismo se incorporaba y afloraban las posibilidades del ascenso burocrático y político.

Moisés Prieto y Felipe Lleras Camargo expresaron bien esa disposición. El primero, al regresar de Buenos Aires percibió que el Partido que formalmente dirigía estaba asociado a una perspectiva de trabajo largo y perseverante y decidió hacer carrera bajo otras divisas.* El segundo, siendo aún miembro de la dirección del PSR, salió elegido representante a la Cámara por una lista de coalición entre liberales y socialistas en mayo de 1928 y para finales de julio figuraba como miembro de la Dirección Liberal.

El mismo camino siguieron muchos otros que individual o colectivamente se habían adherido al Socialismo Revolucionario entre finales de 1927 y comienzos de 1928.

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Sin embargo, en todo el país hubo núcleos que no estuvieron dispuestos a abandonar las filas del socialismo en la nueva situación política en que entraba el país. Desde agosto de 1929 se conformó una dirección encabezada por Rafael Baquero Herrera, joven abogado egresado de la Universidad Externado de Colombia quien había ingresado al Partido en 1927. En Bogotá en este grupo de recuperación del Socialismo Revolucionario figuraban algunos trabajadores de la construcción, sindicalistas de Bayana y Fenicia, algunos artesanos y estudiantes. Desde la cárcel y la clandestinidad mantenían su apoyo al Socialismo las figuras más honestas y prestigiosas como las de Tomás Uribe Márquez, María Cano, Ángel María Cano y Jorge del Bosque.

En el plan de reconstruir el PSR sobre principios leninistas el “Comité Central Ejecutivo (reorganizado)” abrió una campaña por la organización de la base celular del Partido. Se plantea la necesidad vital e inmediata de la organización celular y la bolchevización de nuestro partido”, (101) se decía en la introducción a un material difundido entre los socialistas a finales de 1929 y dedicado a instruir a la militancia sobre el funcionamiento de las células.

Se daba instrucción sobre la organización de las células, la distribución de responsabilidades, la necesidad de un plan de trabajo. Se hacia la distinción entre células de calle y de fábrica, llamando la atención sobre la necesidad de buscar en lo fundamental la construcción de estas últimas. Se instruía a los militantes sobre la significación del centralismo democrático el cual debía orientar la vida interna del partido. Igualmente se establecían las modalidades de la cotización, que se hacía obligatoria para todos los miembros del PSR. Rafael Baquero elaboró un proyecto de Programa para el Socialismo Revolucionario.

Dentro del proceso de recuperación de la iniciativa por parte del PSR, se inscribe el movimiento en torno a la candidatura de Alberto Castrillón, el dirigente obrero, encarcelado y procesado en relación con la huelga de las bananeras.

En noviembre de 1929, el Comité Central Ejecutivo convocó una reunión ampliada para discutir la candidatura obrera. Fue remitida una circular a los distintos núcleos socialistas para orientarlos en la campaña electoral.

El 6 de diciembre de 1929, en el aniversario de las bananeras, se produjo la proclamación de la candidatura de Castrillón. Ese día se realizó una manifestación que recorrió el centro de la capital del país y que comenzó en el Parque de la Independencia donde habló el dirigente socialista Servio Tulio Sánchez. En el teatro municipal tuvo lugar la

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apertura de la campaña electoral socialista. Habló el secretario general del PSR, Rafael Baquero. En el discurso del candidato se presentó no simplemente una plataforma electoral sino un programa estratégico para el establecimiento de un gobierno obrero y campesino. “Queremos, dijo Castrillón, el poder para el proletariado y a eso está encaminada esta campaña”. (102) El discurso del candidato socialista evidencia que para fines de 1929, el PSR contaba ya con un programa revolucionario, el cual significaba un adelanto apreciable en la organización leninista del Partido. Es significativo en este sentido, que en los comentarios de la prensa de la burguesía se aludiera a Castrillón, como al candidato comunista y se asumiera como un hecho, la existencia del Partido Comunista. La candidatura de Castrillón suscitó eco entre algunos sectores de las masas, se hicieron algunos actos en varias ciudades del país. La campaña fue importante en la medida en que permitió a los núcleos socialistas que habían supervivido a la crisis del PSR, recuperar la iniciativa y plantear perspectivas de trabajo. Naturalmente los apoyos conquistados por la candidatura Castrillón se explican en no poca medida por la ausencia de candidaturas opuestas a las conservadoras.

En el liberalismo la desmoralización y el escepticismo sobre la posibilidad de derrotar el fraude y la maquinaria electoral oficial se mantuvieron hasta comienzos de diciembre de 1929. Una convención liberal celebrada en noviembre de 1929 se había declarado por la abstención aunque había dejado una puerta abierta mediante facultades a la dirección. Esta a su vez quedó conformada por Alfonso López, Cuberos Niño y Samper Uribe. Por una candidatura liberal se manifestó abiertamente López quien terminó imponiendo su punto de vista frente a la oposición o al escepticismo de los otros miembros de la Dirección Liberal.

El hombre escogido fue Enrique Olaya Herrera, figura que como ninguna otra expresaba la doctrina y la psicología de la corriente civilista del liberalismo; colaboracionista de tiempo completo, llevaba ocho años de embajador en Washington, en donde se había convertido en figura familiar para los monopolios petroleros y por supuesto para los medios del gobierno norteamericano. No faltaban en la hoja de vida de Olaya algunos episodios de combatividad juvenil contra la hegemonía conservadora. La candidatura se convirtió bajo la iniciativa de Olaya en movimiento de frente nacional. Algunos apoyos conservadores y la adhesión entusiasta de antiguos republicanos como la de don Carlos E. Restrepo, fueron suficientes para completar el cuadro de la “Concentración Nacional”, como fórmula de transacción política. Con la aceptación de Olaya el 6 de enero de 1930, se inició una explosión de fanatismo liberal sin precedentes. Amplios sectores populares vieron la

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posibilidad de una salida inmediata de la crisis económica que con su secuela de flagelos venía golpeando a las gentes de trabajo, vieron también una pronta salida al régimen de persecución, de negación de las libertades democráticas. En esas condiciones un partido en crisis como el PSR no podía presentarse como alternativa inmediata. Entonces se mostraron más palmariamente que nunca las consecuencias negativas de la subvaloración del trabajo de masas en que había caído el socialismo a raíz de la actividad del CCC. El programa y la candidatura de Castrillón quedaron pues reservados a los núcleos del Socialismo Revolucionario que se encontraban en proceso de reorganización. El constatar el aislamiento de la campaña presidencial socialista a partir de enero de 1930, no puede llevar a sugerir como la conducta más indicada el que el PSR, se hubiera sumado a la marcha del vencedor. Las características políticas del candidato liberal, así como la modalidad del pacto de la Concentración Nacional, no hacían posible el apoyo de un partido revolucionario.

CONCLUSION

Se han sacado conclusiones en relación con las diversas etapas y problemas que se han expuesto a lo largo del primer capítulo. No se van a repetir aquí. Se trata de señalar Los elementos más generales.

La historia del Partido Comunista no comienza con el hecho de su fundación sino que se confunde con el surgimiento mismo del

proletariado colombiano.

Por circunstancias históricas los albores mismos del movimiento obrero coinciden con las primeras manifestaciones antiimperialistas del pueblo colombiano.

La premisa fundamental de la fundación del Partido Comunista fue el surgimiento de la clase obrera cuya etapa de primera formación concluye al promediar la tercera década del siglo XX como se demuestra en el material estadístico.

No surgió sin embargo el PC inmediatamente, sino que fue precedido de una serie de tentativas de creación del partido obrero que dan lugar a la fundación de un Partido Socialista.

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A partir de 1919 se señalan tres etapas en la trayectoria de la organización política de la clase obrera. 1) El Partido Socialista; 2) El Grupo Comunista y, 3) El Socialismo Revolucionario.

Son tres momentos en los cuales se advierte una tendencia a la superación política, al afinamiento del Partido tanto ideológica como organizativamente.

Naturalmente cada etapa presenta sus propios problemas y desviaciones que son examinados en detalle en relación con factores objetivos entre los cuales se destacan: la abigarrada estructura del proletariado acompañada de la vigorosa persistencia no sólo del artesanado, como grupo social, sino de características artesanales de los propios obreros, el aislamiento del movimiento obrero colombiano, la influencia del bipartidismo.

Se han producido valoraciones contradictorias sobre la trayectoria y la significación del PSR. ¿Tuvo, por ejemplo, razón la IC, cuando calificó al Socialismo Revolucionario como partido putschista? En la exposición precedente abundan los testimonios que demuestran la justeza de esa crítica. Las tendencias conspirativas asociadas a la influencia del radicalismo liberal fueron el factor que incidió más negativamente en el Socialismo y el que lo llevó a una crisis cada vez más profunda. Las desviaciones putschistas no deben, sin embargo, hacer perder de vista los éxitos alcanzados por el PSR en la vinculación con las grandes masas de trabajadores, su aporte a la creación de organizaciones sindicales, su contribución en la lucha antiimperialista

Por otra parte la acción del PSR contribuyó en gran medida a profundizar la crisis de la hegemonía conservadora que abrió paso a un nuevo esquema de dominio político de la burguesía, pero también a una etapa de reformas sociales y de libertades democráticas:

Las figuras centrales del Socialismo Revolucionario, como las de Tomás Uribe Márquez, María Cano, Torres Giraldo, son patrimonio del movimiento obrero colombiano y del Partido Comunista. Igualmente están asociadas a las tradiciones revolucionarias del pueblo los nombres de otros dirigentes del PSR como los de José Russo, Angel María Cano, Erasmo Coronel y Jorge del Bosque. Todos ellos son además fundadores del PCC. (16) El Espectador, Bogotá, mayo 2 de 1918. (17) Anuario de la Historia Social y de la Cultura, Bogotá, 1969, pág.92.(18) Augusto Córnu: Carlos Marx, Federico Engels. La Habana, Instituto del Libro, 1967, pag. 677.

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(19) Gaceta Republicana, Bogotá, noviembre 18 de 1919. (20) Gaceta Republicana, Bcgotá, febrero 17 de 1919. (21) Ignacio Torres Giraldo. Repercusión de Octubre en las luchas de Colombia, en la revista Documentos Políticos, Octubre y Noviembre de 1967, pág. 68. (22) Gaceta Republicana, Bogotá, mayo 30 de 1919. (23) El Espectador, Bogotá, del 8 al 18 de enero de 1920. (24) Absalón Machado: El Café, de la Aparcería al Capitalismo. Bogotá, Ed. Punta de Lanza,1977, pág.148. (25) El Socialista, Bogotá, noviembre 12 de 1920. (26) El Socialista, Bogotá, mayo de 1920. (27) La Constitución aprobada por el Segundo Congreso Socialista se reprodujo en forma completa en El Socialista del 25 de mayo de 1920. (28) La Lucha, Girardot, julio 18 de 1920. (29) El Socialista, mayo 7 de 1920.(30) Miguel Urrutia, op. cit., pág. 100. (31) IgnacIo Torres Giraldo, op. cit., t. III, pág. 149. (32) Molina, Gerardo. Las Ideas Liberales en Colombia, 1915-1934, Bogotá, Ed. Tercer Mundo, 1974, pág. 132 (33) Urrutia, Montoya. op. cit., pág. 106.(34) Citado en Torres Giraldo, Los Inconformes, Bogotá, 1973, t. III, pág. 152. (52) Luis E. Nieto Arteta. “Ensayos Sobre Economía Colombiana”, ed. Oveja Negra, 1969, pág. 50. (53) Ya en 1921 el 67% de las exportaciones colombianas (café, pétróleo y bananos), se dirigían a EE.UU., porcentaje que en 1926 llegó a 85%. Ver Rocío Londoño y F. Velásquez. “El Proceso Económico y Jurídico-Político de Colombia”. ed. Camilo, 1974, pág. 32. (54) WIlliam P. Mc Greevey “Historia Económica de Colombia, 1845-1930, ed. Tercer Mundo, 1975, pág. 205. (55) T. A. Bejarano. El Régimen Agrario de la Economia Exportadora a la Economía Industrial. Ed. La Carreta, 1979, pág. 112. (56) La ausencia de instituciones monetarias hasta 1923, era un obstáculo para el avance capitalista. El notable hacendista Esteban Jaramillo plantea dramáticamente el problema a que se ve abocada la economía por la falta de liquidez, debido a la prohibición constitucional de emitir dinero. Ver Memorias de Hacienda de 1918 y 1919.(57) Ver Rocío Londoño y Favio Velásquez, op. cit., pág. 32. (58) Este hecho es analizado exhaustivamente por Hugo López en “La Inflación en Colombia en la década de los veinte”.- Cuadernos Colombianos, N9 5, 1975.

(71) Instituto de Marxismo-Leninismo. La Internacional Comunista, ensayo histórico suscinto. Editorial Progreso, Moscú, s. f., pág. 257. (74) Una reseña de la convención de La Dorada se encuentra en El Espectador del 27 de septiembre de 1927(79) El Movimiento Revolucionario Latinoamericano, pág. 120. (80) El Movimiento Revolucionario, pág. 130. (81) El Espectador, noviembre 12 de 1928 (84) El Movimiento Revolucionario Latinoamericano. pág. 199. (86) Ignacio Torres Giraldo, Los Inconformes, t. IV, pág. 95. (89) Referencias en este sentido se encuentran en Apuntes sobre la Historia del Movimiento Estudiantil, trabajo inédito de Jaime Caycedo Turriago.(90) El Movimiento Revolucionario, pág. 118. (91) Cita tomada del libro Bananeras, 1928-1978, de Alvaro Delgado y otros. CSTC, Bogotá, 1978, pág. 121.(92) Alvaro Delgado y otros op. cit., pág. 124. (94) El orden del día de la Primera Conferencia fue el siguiente: 1) La situación Internacional de América Latina y los peligros de guerra 2) La lucha antiimperialista y los problemas de la táctica de los partidos comunistas en América Latina. 3) Cuestión Sindical. 4) Cuestión Campesina. 5) El problema de las razas en América Latina. 6) Trabajo de la liga antiimperialista. 7) Movimiento de la Juventud Comunista. 8) Cuestiones de organización. 9) Trabajo del Secretariado Sudamericano.

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10) Informe sobre la solución de la crisis en el Partido Comunista de Argentina. El Movimiento Revolucionario Latinoamericano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana. Edición de la Revista La Correspondencia Sudamericana, Buenos Aires. (95) El Movimiento Revolucionario Latinoamericano, pág. 9.(97) El Movimiento Revolucionario, pág. 122. La respuesta naturalmente no se hizo esperar. Codovilla, manifestó que si por revolución se entendía: “La tierra para los que la trabajen, las fábricas para los obreros, armamento de las masas trabajadoras y gobierno obrero y campesino. Esa revolución no puede ser realizada por los liberales y por consiguiente, no es de temer la competencia”. pág. 193. (98) El Movimiento Revolucionario, pág. 183. (99) Gerardo Molina, op. cit., t. II, pág. 235. (100) El Tiempo, Bogotá, marzo 7 de 1929. (101) “Circular del P.S.R. a todas las organizaciones” (original en mimeógrafo), pag 2.

2. La creación de un partido de clase 1930-1935

2.1 Influencia de la crisis económica de 1929-1933 en Colombia. 2.2 Fundación del PCC, julio de 1930. 2.3 Las primeras acciones del PCC en la ciudad y el campo. 2.4 El conflicto colombo-peruano y la represión al PCC. 2.5 El Partido Comunista y la UNIR. 2.6 El Partido Comunista y las luchas agrarias. 1934-1935. 2.7 El PCC y el comienzo del gobierno de López Pumarejo. La lucha antiimperialista.

2. 1 — Influencia de la crisis económica de 1929-1933 en Colombia

La caracterización de los rasgos que adquirió la gran crisis en Colombia es absolutamente necesaria no sólo para establecer el marco económico y social en que surgió el PCC sino también para explicar los cambios de orientación en la política de las clases dominantes.

La gran depresión conmovió en sus cimientos la economía de todos los países capitalistas. En el mundo sólo el joven estado soviético escapó a los efectos de la crisis. En los países imperialistas que venían presentando los ritmos de crecimiento más acelerados la depresión fue más profunda. En Estados Unidos la producción descendió en un 46% y en Alemania en un 48%. El desempleo en estos países llegó a superar el 4O% de la fuerza laboral.

Las consecuencias de la crisis fueron más sensibles en la medida en que entre 1923 y 1929 se había vivido una etapa que la historiografía

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marxista denomina como período de estabilización transitoria y parcial del capitalismo.

De la gran depresión todos los países capitalistas salieron hacia nuevos modelos de dominación económica y política. Frente a un movimiento obrero revolucionario los monopolios en Alemania optaron por el fascismo. Por otro lado, en EE. UU. la burguesía encontró salida a la crisis mediante la adopción de una política de intervención del Estado no sólo en la esfera económica sino también en la social. Las fórmulas, tomadas de uno de los teóricos del capitalismo monopolista de Estado J. Maynard Keynes fueron convertidas en programa de gobierno en la política del “Nuevo Rumbo” de Franklin D. Roosevelt.

Se ha anotado, por algunos autores que la crisis no afectó tan drásticamente a Colombia como a otros países de América Latina. Ello es relativamente cierto. Sin embargo, no puede negarse que la depresión incidió profundamente en todos los aspectos de la vida del país. El café experimentó un descenso en el mercado mundial del 50% entre comienzos de 1929 y enero de 1930. Ello condujo a la crisis de todo el comercio exterior del país. Hacia 1932 el valor del total de las exportaciones bajó casi dos veces y las importaciones descendieron en más de cuatro veces en comparación con 1929. (1)

La fuerte reducción en la entrada de divisas por concepto del comercio exterior trajo aparejado el desequilibrio financiero. Colombia acudió para el pago de sus compromisos en el exterior, al oro. Para diciembre de 1931 las reservas del metal precioso en el Banco de la Republica bajaron en casi cinco veces. Hacia 1933 el curso oficial del oro había bajado en un 69% en comparación con el nivel de 1928. (2) La producción industrial bajó en relación con la ausencia de inversiones en el sector durante el período. La inversión en maquinaria y equipo que para 1928 era de 96.7 millones de pesos descendió a 12.4 millones en 1930. (3)

En la crisis de 1929 a 1933 se sintieron en Colombia en toda su gravedad las consecuencias de la dependencia con respecto al capital norteamericano.

La situación de las masas populares se vio profundamente afectada. No pocos empresarios optaron por bajar los salarios. En esto seguían simplemente el ejemplo que se había dado en empresas oficiales. Por ejemplo, los salarios en el ferrocarril de Medellín descendieron entre 1928 y 1929 en un 50% para algunas categorías de trabajadores y en 35% para otras. El desempleo creció en proporciones alarmantes. Aún las declaraciones oficiales no podían ocultar el problema. En marzo de

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1930 el jefe de la oficina general del trabajo declaraba que el número de cesantes era de 20.000. (4) La realidad superaba varias veces el desempleo oficialmente admitido. Para 1929 se consideraba en 150.000 el número de desocupados (5) que creció a medida que avanzaba la crisis. El licenciamiento de trabajadores comenzó en la construcción de las vías de comunicación desde 1928. Entre ese año y el de 1929 el presupuesto de obras públicas descendió en un 68°/o determinando la parálisis del sector.

En Bogotá y en otras ciudades se hizo frecuente el espectáculo de grupos de desocupados deambulando por calles y comercios en busca de unas monedas

Por otro lado en forma inevitable sobrevino la ruina de pequeños productores y comerciantes. Es frecuente encontrar en los periódicos noticias del siguiente tenor: “En Barranquilla quiebran cinco fábricas de calzado”. (6)

La crisis de 1929-1933 se transformó en Colombia, como en casi todos los países de América Latina, en crisis de las estructuras tradicionales. Se han señalado como características de la crisis estructural las siguientes*:

1. Crisis de la estructura agraria que a su vez se manifiesta en dos rasgos esenciales. a) La superproducción de productos tropicales. b) Baja producción de los artículos destinados al consumo interno. 2. La crisis del comercio.exterior caracterizada por la venta barata de materia prima y compra a altos precios de productos manufacturados. 3. La crisis del financiamiento externo. La deuda externa creció tanto a partir de los años veinte, que comenzó el proceso mediante el cual el país paga una suma mayor por concepto de intereses que la masa de capital puro que ingresa a través de nuevos empréstitos.* El concepto de la crisis de estructuras ha sido desarrollado en relación con América Latina por los latinoamericanistas soviéticos, así como en los trabajos de Rodney Arismendi; En este sentido puede verse el trabajo de K. L. Maidanik: Segúnda Ronda de la Revolución en América Latina: Premisas socio-económicas y alternativas burguesas en América Latina vista por los científicos soviéticos. Agencia de Prensa Nóvosti, Moscú 1975. Se consultó en particular el trabajo inédito de la historiadora soviética E. E. Litavrina: La Influencia de la CrisisEconómica de 1929-1933 en Colombia.

En el aspecto político la crisis de estructuras está caracterizada por la aparición de fuerzas sociales nuevas, especialmente la clase obrera y por la generalización de la lucha por la tierra entre las masas campesinas. En el seno del bipartidismo aparecen contradicciones generadas por la inadecuación de una estructura partidaria basada en el

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caciquismo provincial frente a las exigencias de un desarrollo económico con cierta proyección nacional. Naturalmente la crisis de estructuras se precipitó con la gran depresión, pero sus elementos venían gestándose en todo el desarrollo de la economía agroexportadora con su esquema político basado en el dominio de la oligarquía tradicional.

En la coyuntura de 1929-1933, las clases dominantes buscaron una salida por un camino reformista que se expresó en la solución de compromiso de la “Concentración Nacional” de Olaya Herrera y más definidamente en el conjunto de políticas y medidas que bajo la dirección de Alfonso López se denominarían “la Revolución en Marcha”.

2.2— Fundación del PCC. Julio de 1930.

El 5 de julio se reunió en Bogotá el Pleno ampliado del Partido Socialista Revolucionario. La finalidad central era la de protocolizar la fundación del Partido Comunista de Colombia. Como se vio en el capítulo precedente, los militantes del Socialismo Revolucionario que habían logrado reorganizarse a finales de 1929 se percibían como comunistas y como el embrión de un verdadero partido marxista leninista. Existían también personalidades que no habían formado parte del PSR pero que conidían en la idea de la creación del PC.

Antecedente importante de la fundación del PC lo constituye la carta que la Internacional Comunista dirigió en ferero de 1929 a los Socialistas Revolucionarios y que a su vez era la respuesta al informe que la dirección del PSR había enviado a Moscú sobre la huelga de las Bananeras. La carta de la IC comenzó a divulgarse pronto en Bogotá. Con ocasión de la celebración del 1º de mayo de 1930 el periódico La Humanidad de Cali, órgano seccional del PSR, comenzó a publicar este documento y a promover la discusión en torno a él. Es característico que ese periódico se presentaba desde entonces como vocero del Partido Comunista.

La carta de la IC hace un análisis de la huelga de las Bananeras, de sus limitaciones y significación histórica para el proletariado colombiano; contiene una caracterización del régimen socio-económico del país. “Colombia, dice el documento, sufrió desde el principio del siglo XX y más particularmente desde el fin de la primera guerra mundial, una completa transformación en su estructura económica y, en consecuencia, una conmoción profunda de todas sus relaciones sociales. Pasa rápidamente de un régimen de producción agrícola semifeudal, casi esclavista, a una forma de producción capitalista moderna

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estrechamente incorporada al sistema del imperialismo más desarrollado. De esta manera, Colombia presenta toda una serie de sistemas económicos superpuestos que van de la “trata de indios’ a la empresa moderna racionalizada, sistemas que se penetran, se combinan, se combaten y están en continua evolución”. (7)

Se identifican las diversas formas de dependencia del país con respecto al imperialismo norteamericano y se concluye: “De esta manera, toda la vida económica del país, y por consecuencia la vida política, está dominada por el imperialismo yanqui”.

El documento de la IC señalaba en los siguientes términos la tarea de la hora: “La enseñanza primordial y esencial que es necesario extraer, no es pues un pesimismo derrotista sobre el estado de espíritu de las masas, sino lo que vosotros mismos habéis subrayado en vuestra carta: es preciso organizar. Organizar el Partido en todo el país como un partido de clase, absolutamente independiente y distinto de los demás por su ideología, su programa, sus métodos de lucha”. (8)

A continuación se especificaban los elementos básicos que deberían concurrir para la configuración de tal Partido:

1.-El Partido debía ser una organización de masas. 2.- Necesidad de crear una red de organizaciones partidarias con base en las directrices organizativas de la IC. 3.- Establecimiento de las cotizaciones ordinarias por parte de cada miembro del Partido. 4.- Asignación de un frente de trabajo para cada militante. 5.- Creación de un órgano periodístico central del Partido bajo la dirección del Comité Central. 6.- Relaciones permanentes entre el Comité Central y las organizaciones provinciales. 7.- Elevación al Comité Central de una mayoría de obreros. 8.- Vigilancia para mantener el carácter proletario del Partido no sólo por su composición, sino por su conducta política.

La discusión sobre el documento de la lC permitió a los socialistas revolucionarios más consecuentes, llegar a acuerdos que fueron recogidos y profundizados por una comisión de la Internacional Comunista que llegó a Colombia a mediados de 1930, y que estaba integrada por Guillermo Hernández Rodríguez, Carmen Fortoul (venezolana) y por “el camarada Méndez” (seudónimo de un comunista de origen norteamericano) Asistieron al Pleno las siguientes personas: Guillermo Hernández Rodríguez, Tomás Uribe Márquez, Jesús Cuervo, trabajador de la

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construcción; David Forero, albañil; Elvira Medina, profesional revolucionaria; Manuel Abella, trabajador de la construcción; Luis E. Cortés, artesano; Fideligno Cuéllar, Servio Tulio Sánchez, Rafael Baquero, intelectual; Pedro Abella, trabajador de la construcción; Pablo Emilio Sabogal, abogado; José Gonzalo Sánchez, indígena; Ángel María Cano, artesano; dirigente obrero de Girardot; José O. Russo, prestigioso dirigente de la zona bananera; Leopoldo Vela Solórzano, César Guerrero, Efrosina Forero, Esteban Sánchez, Carlos Sánchez, Juan C. Dávila, Jorge Lagos, obrero tipógrafo; Ricardo Sánchez, Julio Buriticá, obrero; Eutiquio Timoté, indígena; Ernesto Rodríguez, Carlos Cuéllar, estudiante. No es esta la lista de los fundadores ya que tanto en Bogotá como en distintos lugares del país hubo núcleos cuyos integrantes se consideraron militantes del PC desde su fundación. En los meses preparatorios del pleno ampliado se había desarrollado una campaña de afiliación al Partido Comunista. Entre quienes habían llenado la ficha de militante estaba el estudiante Gilberto Vieira quien asistió a la manifestación del 17 de Julio. En otros lugares del país estuvieron en las filas comunistas desde el primer día, revolucionarios como: María Cano, Sixto Ospino, Angel Jurado, Tulio Guevara, etc.

Las discusiones del Pleno giraron en torno a la valoración del Socialismo Revolucionario, a la posición frente a los partidos tradicionales, a la adopción de principios programáticos y organizativos. El Pleno enjuició con exagerada severidad al PSR por el llamado “putschismo” al cual se refería en estos términos: “Esta política no ha sido otra cosa que la herencia de la ideología del liberalismo pequeño burgués en las filas del proletariado”.

Unilateralmente se señalaba como principales responsables de esta política a Tomás Uribe Márquez, Ignacio Torres Giraldo y María Cano”. (9) En el pleno se trazó una línea divisoria con ciertos dirigentes del movimiento obrero proclives a la utilización del sindicalismo con fines personalistas y se señaló el caso de quienes como Moisés Prieto habían abandonado francamente las filas revolucionarias.

En la declaración programática se señalaba que el partido lucharía por una revolución cuyas fuerzas motrices serían el proletariado en primer lugar, el campesinado y otros sectores de la pequeña burguesía urbana y rural. El contenido central de la revolución sería la resolución de la cuestión agraria por medio de la eliminación de los vestigios feudales, el reparto de la tierra a quienes la trabajan directamente, a través de la expropiación sin indemnización a los terratenientes. Igualmente la Revolución sería antiimperialista y por tanto procedería al desconocimiento de las deudas contraídas a través de los empréstitos y

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a la nacionalización de las empresas directa o indirectamente controladas por el imperialismo. Otros objetivos señalados en la declaración fueron: La implantación general de la jornada de trabajo de ocho horas, el reconocimiento de los derechos políticos de la mujer, la separación de la Iglesia y el Estado, el establecimiento del control obrero sobre las industrias nacionales. Con respecto a los indígenas la declaración preveía la devolución de las tierras arrebatadas por la voracidad latifundista y “el reconocimiento de la autodeterminación de los pueblos indígenas”.

Esta plataforma tiene una gran significación histórica ya que por primera vez en Colombia una organización política adoptaba un programa marxista.

El Pleno eligió un Comité Central integrado por 18 miembros entre quienes se destacaban las figuras más notables del Socialismo Revolucionario. (10) Se eligió como Secretario General a Guillermo Hernández Rodríguez. Los participantes en la reunión plenaria quisieron presentar públicamente al país la nueva formación política y dar aplicación a uno de los lemas característicos de los comunistas durante su primera etapa: El de “ganar la calle”. El 17 de Julio se organizó un desfile por el centro de Bogotá que terminó con un mitin en la Plaza de Bolívar. Incluso la gran prensa registró tal movilización. El Tiempo del 18 de julio a su modo destacó la noticia en el centro de la primera página: “Choque entre comunistas y obreros liberales ayer frente al Capitolio Nacional”. Las consignas que agitaban los manifestantes eran: “Viva el Partido Comunista”, “Abajo la burguesía”, “Vivan las reivindicaciones obreras”, “Exigimos la libertad de los presos políticos”. El mítin se prolongó un buen tiempo lo cual se prestó a la provocación de manzanillos liberales que atacaron a los manifestantes cuando hacía uso de la palabra Hernández Rodríguez. En su intervención el Secretario General denunciaba el carácter proimperialista del nuevo gobierno presidido por Olaya Herrera. Los manifestantes se defendieron vigorosamente hasta cuando intervino la policía y arrestó a muchos de ellos. Varios de los participantes en el Pleno fueron a parar al Panóptico y al Buen Pastor.

La manifestación hizo del 17 de Julio una fecha simbólica para los comunistas colombianos. Fue expresión del espíritu de combatividad y de independencia del Nuevo Partido. Se necesitaba de no poco coraje para la realización de un acto público que denunciaba a un gobierno que se encontraba en la euforia de los primeros días del poder, rodeado del fanatismo liberal, exacerbado por una victoria que había puesto fin a cuarenta y cinco años de hegemónía conservadora.

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2.3 — Las primeras acciones del PCC en la ciudad y en el campo

Desde el punto de vista del movimiento sindical, para el momento de fundación del PC, el panorama resultaba desolador. No era exagerado el tono de un informe que un dirigente obrero presentaba en 1930: “Hoy por hoy, no existen sindicatos sino pequeños núcleos o fracciones que sostienen el fuego revolucionario de la lucha de clases. Los sindicatos que existieron hasta los años 28 y 29 han sido disueltos por la reacción gubernamental y la crisis económica. Hay trescientos presos de nuestra causa desde julio de 1929”. (11) No era pues un momento de cosecha sino de siembra paciente, de perseverante reconstrucción. Para ello el Partido tropezaba con dificultades políticas adicionales, nacidas del fanatismo liberal. En este sentido dibujaba bien la situación una frase expresiva contenida en el informe arriba citado: “Las masas han sido secuestradas por la burguesía”.

La situación de repliegue del movimiento popular comienza a superarse desde finales de 1930. Al año siguiente se nota un ascenso del movimiento huelguístico. En efecto, frente a un número insignificante de conflictos laborales en 1930, en el año 31 las huelgas llegan a veinte. (12) La mitad de ellas se suceden en los transportes. Tienen lugar las primeras luchas organizadas y comienza bajo el influjo del Partido Comunista la reorganización de los trabajadores del río Magdalena.

Justamente son ellos quienes promueven el paro general de Barranquilla el 22 y 23 de octubre que constituyó un verdadero movimiento cívico con dirección obrera. La protesta se dirigía contra la suspensión de las obras de construcción de Bocas de Ceniza y el gobierno central hubo de desplazar una comisión para atender el reclamo del pueblo barranquillero.

En la recuperación huelguística de 1931 tienen importancia los conflictos en el sector manufacturero. Se destaca la huelga de más de 1.000 trabajadores de la empresa Germania, que comenzó el 8 de mayo; al día siguiente los trabajadores de la fábrica Bavaria, declararon el cese de actividades en solidaridad con los de Germania. Hay que decir que el sindicato de Bavaria estaba dirigido por los comunistas y constituyó sin duda la organización más sólida y combativa del período. Fue también una escuela de dirigentes proletarios; Víctor J. Merchán, uno de los líderes agrarios más importantes del país, hizo su primera experiencia de luchador proletario en Bavaria. No es este el único ejemplo, pero sí uno de los más destacados de la realización práctica del liderazgo obrero en el movimiento social. Como Merchán, habrá otros dirigentes

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que serán trasladados por el Partido a zonas agrarias e indígenas donde la lucha se veía incrementada y en donde se carecía de cuadros experimentados.

En razón de los efectos de la crisis económica el PC concentró buena parte de los esfuerzos en la organización de la lucha de los desocupados. El trabajó comenzó agrupando a los desempleados que deambulaban por las calles en demanda de ayuda. En pequeños mítines oradores comunistas explicaban que no era implorando la caridad pública como podía resolverse el problema de la desocupación, sino planteando al gobierno la apertura de fuentes de trabajo o la creación de un subsidio para los cesantes. Desde 1930 el Partido organiza manifestaciones de desempleados en todo el país. Así, en septiembre de 1930 en Medellín tiene lugar una de estas manifestaciones que es contestada por la represión oficial arrojando un saldo de varios muertos y heridos. En Bucaramanga el 2 de septiembre de 1930 tiene lugar una manifestación de desempleados. También es frecuente la toma de dependencias oficiales, por ejemplo, en Bogotá, según testimonio de Ignacio Torrés Giraldo, en octubre de 1930 es invadido el Ministerio de Obras Públicas por una multitud de cesantes.

Las movilizaciones callejeras efectuadas por el PC eran muy frecuentes y se desenvolvían sobre bases muy beligerantes. Gran responsabilidad cabía en ellas a la comisión de autodefensa que debía cuidar y proteger a los dirigentes, desplegar la resistencia frente a la agresión de la policía. Lo usual era que cada movilización terminase con un buen número de policías y manifestantes heridos y no pocos camaradas encarcelados.

Naturalmente no se trataba de agitacionalismo puro. Simultáneamente se daban esfuerzos organizativos. No se olvidaba que la consigna central que la IC había destacado en la carta de febrero de 1929 era: ¡Es preciso organizar! Desde enero de 1931 el Partido había procedido a estabilizar el movimiento nacional de desempleados bajo las consignas de “Trabajo y pan” y “Auxilio del Estado para los cesantes”. Los avances en la organización van a permitir el formidable repunte de la lucha de los desocupados a comienzos de 1932. Naturalmente este movimiento sólo podía tener proyección si se vinculaba al movimiento de los obreros y empleados. El PC se orientó a dar vida nuevamente a la organización sindical que había entrado en un estado de postración no sólo bajo los golpes de la represion sino también por efecto de la actitud traidora de algunos elementos que después irían a fundar la “Casa Liberal”. Fue así como se reorganizaron algunas federaciones regionales; como en Bogotá, en donde desde 1930 se reconstituyó la Federación Local del

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trabajo que había sido creada inicialmente en el año de 1926 y que agrupaba a comienzos de 1931 un buen número de sindicatos. Asimismo, al lado de sindicatos de ramas difícilmente organizables como panaderos, construcción, vendedores ambulantes, zapateros, figuraban organizaciones de trabajadores de la industria fabril como eran los sindicatos de Bavaria, Germania y otros.

En el Atlántico el PC se interesó especialmente en ganar a los trabajadores del transporte fluvial y a los portuarios organizando los primeros sindicatos del río, tales como los de reparadores, constructores navales, paileros. Estas organizaciones constituyeron la base para la fundación posterior de FEDENAL, que a su vez, sería con FERROVIAS, bastión de la CTC. Estos esfuerzos de creación de órganos sindicales regionales se dieron también en otras ciudades como Cali, Manizales y Medellín. En el campo la lucha entraba también en una nueva etapa. A finales de 1930 son notables las huelgas de peones y arrendatarios en Fusagasugá y Viotá, particularmente en las haciendas de “Buenavista” y el “Chocho”. Estas huelgas terminaron en un acuerdo entre patronos y trabajadores que consagró algunas mejoras en la situación de estos últimos. Los periódicos de la capital registraban otra huelga en Viotá en la hacienda “La Florencia” que se realizó entre el 13 y el 28 de mayo en la que se destacaba el papel de los comunistas para tratar de justificar la represión a que fue sometida una manifestación celebrada en esta población en apoyo a los trabajadores.

Desde entonces, Viotá se fue convirtiendo en el “baluarte inexpugnable” de influencia del PC que tanta preocupación ha causado a lo largo de 50 años a los distintos gobiernos de la oligarquía colombiana.

No se han investigado aún los factores de orden objetivo que expliquen la receptividad que los trabajadores de Viotá mostraron frente a la acción, primero, del Socialismo Revolucionario y, a partir de 1930, del Partido Comunista. Sin embargo, en principio, hay un elemento que llama la atención. A la región llegaron, desplazados por la crisis de mediados de los años setenta del siglo XIX, trabajadores que habían laborado en calidad de mano de obra asalariada en las haciendas de tabaco en Ambalema. Aunque no fuese esa corriente la mayoritaria, frente a los migrantes campesinos de Boyacá y otras regiones, su importancia radicaba en que el individualismo del pequeño productor agrario había sido debilitado y se crearon así condiciones para el surgimiento de la organización de los trabajadores que el Partido Comunista supo aprovechar gracias a un trabajo tesonero.

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El interés de Viotá desde el punto de vista histórico es enorme. Desde el período que aquí se está analizando, se forjó un espíritu de solidaridad y de valores colectivistas que es difícil encontrar en otra comunidad del país. Si Viotá logró sustraerse al flagelo de la violencia sectaria de mediados del siglo XX ello se debió a la conciencia ganada por las masas en un largo proceso cuyas etapas iniciales aquí se describen.* * Michael Jiménez, investigador norteamericano que adelanta una tesis de doctorado sobre la historia de Viotá, señala como uno de los elementos más valiosos, la temprana ruptura de los trabajadores de Viotá con la mentalidad campesina tradicional, según la cual la pobreza es producto de la fatalidad o prueba de la providencia y no el resultado de formas de la organización social. En Viotá se afirmó como elemento de la conciencia social la idea de que la situación penosa de las masas es siempre suceptible de cambiar mediante la lucha de ésas mismas masas.

Lo notable de la movilización de las masas agrarias en los comienzos de la década 1930-1940 es el papel jugado por el proletariado agrícola. El radio de acción del movimiento agrario se verá ampliado muy rápidamente tanto regional como socialmente.

Mientras tanto el gobierno de la “Concentración Nacional” venía avanzando en la realización de sus reformas. Lo central de ellas fue su carácter imperialista. Triunfante Olaya en las elecciones del 9 de febrero vuelve a Washington al mes siguiente, permaneciendo casi tres meses en Estados Unidos, asesorándose de organismos oficiales y de círculos imperialistas privados en el diseño de los lineamientos de su administración. El 30 de agosto de 1930, llega a Bogotá el profesor Kemmerer y en amplio reportaje presenta al día siguiente un conjunto de recetas para sacar a la economía colombiana de la crisis. El encargo de la misión Kemmerer consistió en la elaboración de una propuesta de reforma fiscal. Ya para el 3 de octubre, el gobierno sometió al estudio de la Cámara varios proyectos elaborados por la misión norteamericana. Si bien, él llamado Plan Hoover había previsto con respecto a los países europeos la moratoria en el pago de los empréstitos contraídos en los Estados Unidos, la Misión Kemmerer se preocupa ante todo del pago cumplido de los intereses de la deuda externa de Colombia. Olaya buscando reanudar el crédito norteamericano suspendido desde 1927, se niega pertinazmente a declarar la moratoria no obstante que las condiciones del país exigen esta medida. Con criterio igualmente antinacional el gobierno de la Concentración trae a un abogado norteamericano, experto en legislación petrolera, para efectuar la revisión del código de hidrocarburos y elaborar uno nuevo. Mr. George Rublee elaboró el nuevo código que fue rápidamente “estudiado” por una comisión interparlamentaria bipartidista que lo pasó a su turno a la Cámara y al Senado. La oposición al nuevo código en estos cuerpos colegiados fue débil y versó sobre aspectos secundarios del proyecto. En forma insolente Mr. Rublee reaccionó contra algunas de

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esas propuestas de modificaciones, en carta dirigida al presidente de la República. Las mencionadas objeciones fueron planteadas por J.E. Gaitán y otros tres congresistas. Y ellas tuvieron un carácter más bien formal, hasta el punto que el mismo Gaitán terminó proponiendo que se agilizara la aprobación del nuevo estatuto. De más aliento fueron las objeciones del representante Jorge Martínez Landínez, que naturalmente no fueron tenidas en cuenta. Así las cosas, el 4 de marzo de 1931 el proyecto se convirtió en Ley de la República. Siguiéndo el curso de las entregas, el presidente pasó al Congreso el proyecto de ley para la aprobación del contrato Chaux Folson, al cual habían llegado los propietarios de la concesión Barco con las compañías imperialistas Colombian Petroleum Company y la Sud American Gulf Oil Co. A este respecto como anota Fabio Rodríguez “contra todo derecho y contra toda conveniencia nacional, los territorios petrolíferos del Catatumbo fueron entregados por el patriciado liberal al gran monopolio norteamericano, por cincuenta años más, hasta 1981”. Y prosigue: “a partir de la ley 37 de 1931 o estatuto petrolero y del Contrato Chaux Folson, aprobado por la ley 80 deI mismo año, la dominación de las compañías norteamericanas se mostró ya de manera más descarnada, sin ningún disimulo, sin interés de aparentar que estaban operando dentro de un país presuntamente soberano y democrático”. (13 )

13 Fabio Rodríguez Villa: Petróleo y Lucha de Clases en Colombia. Bogotá, ed. Suramérica, 1975, pág. 68.

El Partido Comunista acudió a la movilización de masas denunciando esa política y constituyéndose en la única fuerza política que asumió esta actitud. Se editaban hojas volantes explicando la naturaleza de los tratados. En Bogotá y otras ciudades se organizaron manifestaciones que no alcanzaban un gran volumen porque la prensa y el aparato oficial de propaganda se encargaron de sembrar entre las masas la ilusión de que esta política tendría como contrapartida la reanudación de los préstamos, el adelanto al gobierno de cuantiosas sumas, la ocupación de una proporción considerable de la mano de obra en virtud de la reapertura de las obras de infraestructura y también de la iniciación misma de los trabajos de explotación del petróleo. Durante la celebración del 1º de Mayo, tanto en 1931, como 1932, fueron agitadas consignas antiimperialistas. En el terreno de la burguesía difícilmente podía esperarse que surgieran corrientes de desacuerdo con la política del presidente, porque los conservadores hacía tiempo habían entendido que el meridiano de la dependencia había cambiado de Londres a Washington, y los liberales en la corriente civilista habían hecho de la política de puertas abiertas al capital extranjero un factor muy importante de su credo económico-político.

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En materia agraria el gobierno elaboró un proyecto de ley que incluía principios que luego fueron formulados en la ley 200 de 1936. Sin embargo ante la primera oposición, la “Concentración Nacional” archivó el proyecto sin intentar un desafío serio a la propiedad latifundista. En la práctica se continuó en materia agraria, la política desarrollada por la hegemonía conservadora con un débil énfasis en las colonizaciones.

Las esperanzas se esfumaban y las masas chocaban con la aguda realidad económica. Por eso, a comienzos de 1932 renace sobre una base más ancha el movimiento de desempleados. En enero de 1932 la dirección del Partido Comunista dio curso a una movilización nacional acordada a finales del año anterior. Tal movilización debería terminar el 29 de enero con una gran marcha del hambre. La prensa burguesa da cuenta día a día de las manifestaciones en las capitales de los departamentos, pero El Tiempo acude a toda suerte de infundios para desvirtuar los objetivos de ese movimiento y escribe haciendo ya el ridículo, sobre “la afiliación de la Internaçional Comunista al Partido Conservador Colombiano”. Especial desazón causó al gobierno la manifestación del 21 de enero de 1931 en Bogotá ante el Ministro de Obras Públicas y posteriormente ante el Secretario de la Presidencia. Los manifestantes presentaron un pliego de peticiones que contemplaba las siguientes reivindicaciones encaminadas a resolver el problema de la desocupación:

1. Suspensión de los pagos de la deuda externa. 2. Formación de un fondo especial para obreros desempleados. 3. Creación de un impuesto a los espectáculos y a la venta de bebidas embriagantes. 4. Elevación del salario mínimo. 5. Auxilio a los sin trabajo. 6. Parcelación de tierras baldías para los sin trabajo. 7. Suspensión del pago de tarifas de luz y agua a los desocupados. 8. Alto en las suspensiones de obreros y empleados públicos.

Los anteriores puntos sirvieron de plataforma al movimiento nacional de desempleados, que realizó otras importantes movilizaciones en Medellín el 22 de enero, en Pasto el 26 de enero con un saldo de muertos y heridos, y en Popayán, etc. Frente a la marcha del hambre, el gobierno prometió mano dura: el directorio conservador tronó contra la marcha en preparación y el directorio central obrero bajo la influencia liberal, la condenó. Sinembargo en las horas de la mañana del 29 comenzaron a arribar a Bogotá obreros y campesinos de Viotá, Anapoima, Honda, La Dorada, con el fin de participar en la demostración. En la mañana del 29 fueron detenidos miembros del Comité Central del PC, entre ellos el Secretario General del Partido, Guillermo Hernández Rodríguez y los camaradas Jorge Bravo, Gonzalo Bandera, Gilberto Vieira, Leopoldo Vela

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Solórzano y otros. En Barranquilla fueron arrestados 35 comunistas y la ciudad fue militarizada. En Cambao fueron detenidos 17 camaradas, (15) también en Viotá y otras ciudades y poblaciones se produjo la represión con el fin de frustrar la marcha del hambre, cosa que el gobierno logró parcialmente por el camino del amedrantamiento.

Sin embargo, el PC habla logrado realizar una movilización verdaderamente nacional en torno a la cual se pronunciaron todos los sectores de las clases dominantes, desde la gran prensa hasta los directorios políticos.

La línea de Olaya frente a los monopolios norteamericanos, su conducta frente a los conflictos de trabajo, el mantenimiento, en la práctica, de la política agraria de la hegemonía conservadora determinaban la ruda oposición del Partido Comunista frente a su gobierno. Esa oposición sin matices impedía percibir algunos elementos positivos de la Concentración, en relación con el régimen político anterior. Tales elementos se referían a las medidas de estímulo a la industrialización a través de la protección aduanera. En tal sentido son expedidas la ley 4ª del 8 de febrero de 1931 que derogó la Ilamada “ley de emergencia”, que afectaba la industria de los alimentos. En uso de facultades extraordinarias el ejecutivo sancionó el Decreto el 27 de septiembre de 1931 por el cual se prohibió la importación de algunas mercancías y se modificaron los derechos de aduana para otras. Ciertamente estas medidas perseguían no sólo el fomento industrial, sino contemplaban objetivos fiscales. El Estado mismo daba ejemplo en la demanda de productos industriales de origen nacional: en adelante los uniformes para el ejército y la policía serían confeccionados con géneros nacionales.

Otro campo del reformismo de Olaya se ubicó en la política de intervención del Estado en la vida económica y social del país. Es cierto que en todo el mundo capitalista el intervencionismo de Estado se adoptó como solución a la crisis económica. El intervencionismo se aplicaba sin la eliminación de las libertades burguesas o bajo la modalidad totalitaria del fascismo, pero en Colombia el fortalecimiento del Estado revestía algunos caracteres progresistas. Al mismo tiempo, el gobierno de Olaya Herrera comenzó la expedición de leyes laborales, que de una parte eran producto de los heroicos combates sostenidos por los trabajadores en los años 20 y de otra, correspondían a una cierta etapa de maduración de las relaciones capitalistas. Aquí se presenta una situación análoga a aquella, a la cual Engels se refería alguna vez con respecto a Inglaterra: “La competencia entre industriales con ayuda de pequeñas raterías cometidas contra los obreros ya no resultaba

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provechosa. Las proporciones de los negocios habían rebasado ya el marco de estos procedimientos mezquinos de hacer dinero”. (16)

Naturalmente había consideraciones políticas inmediatas para la adopción de las medidas en el campo laboral. Desde comienzos de 1931 la concordia bipartidista de los primeros meses comenzó a fracturarse al compás de un movimiento que recibía su impulso desde algunas regiones. La violencia desatada en Santander, en Boyacá, en Bolívar, en el Tolima, expresaba la nostalgia del poder de los conservadores y mostraba su disposición a pescar en el río revuelto del fanatismo partidista. A esa ola de violencia no era ajeno el liberalismo que a través de gamonales locales desarrollaba una política de revancha, aunque es cierto que, a diferencia de la violencia de los años cuarenta, el fenómeno no fue estimulado a través de las instituciones centrales del Estado. El liberalismo buscaba acrecentar sus bases urbanas. No es casual que la primera disposición en el terreno laboral aprobada por el gobierno fuera la ley 83 de 1931 sobre los sindicatos. Se decretó también la inembargabilidad de algunos salarios. Se trataba de un comienzo ciertamente modesto y ambiguo, a imagen y semejanza del régimen de compromiso que implicaba la administración de Olaya. La apreciación del PC sobre el gobierno de Olaya, la no diferenciación de éste con el régimen de la hegemonía, se originaba no sólo en las alternativas políticas inmediatas sino que obedecía a un análisis de las clases sociales. El papel que se le reconocía a la burguesía estaba lejos de visualizarse como progresista. Así, en un artículo que hacía parte de una serie sobre “La disposición de las clases en la revolución colombiana” se afirmaba: “La burguesía colombiana, en vez de luchar contra las sobrevivencias del feudalismo, entra en el camino del compromiso de bloque con ese feudalismo sobreviviente; en vez de luchar contra el imperialismo y contra la esclavitud colonial y por una independencia realmente nacional, económica y política, se arrastra de rodillas ante los imperialistas expoliadores y rapaces”. (17)

Dentro de esa lógica, el gobierno que representaba a esa burguesía no podía deparar ninguna novedad favorable a las masas populares. Sin embargo, era un hecho que se habían operado cambios en el rumbo político por lo menos en relación con la hegemonía conservadora, frente a los cuales no se podían cerrar los ojos.

1 Anuario General de Estadística, Bogotá, 1939, pág. 35. 2 InterAmerican Statical Year Book, N. Y., 1940, pág. 476. 3 Jesús Antonio Bejarano. El fin de la economía exportadora y los orígenes del problema agrario, en Cuadernos Colombianos, Nro. 8, Bogotá, 1975, Pag. 541.

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4 El Tiempo, Bogotá, marzo 21 de 1930. 5 El Trabajador Latinoamericano, Montevideo, 1929, Nros. 26 y 27, pág. 5. 6 El Tiempo, Bogotá, octubre 15 de 1930. 7 La Humanidad, Cali, mayo 19 de 1930 8 La Humanidad, Cali, mayo 17 de 1930. 9 Ver Ignacio Torres Giraldo: María Cano, Mujer Rebelde, Bogotá, ed. La Rosca, 1972, pág. 159. 10 El Primer Comité Central fue constituido por: Guillermo Hernández Rodríguez, Tomás Uribe Márquez, Jesús Cuervo, David Forero, Elvira Medina, Manuel Abella, Luis E. Cortés, Fideligno Cuéllar, Servio Tulio Sánchez, Rafael Baquero, Pedro Abella, Pablo Emilio Sabogal, José Gonzalo Sánchez, Ángel María Cano, Jorge del Bosque, María Cano, José G. Russo, Esteban Sánchez. 11 Ignacio Torres Giraldo: Los Inconformes, Bogotá, ed. Margen Izquierda, 1974, t. IV, pág. 182. 12 Según la estadistica levantada con base a la información de El Tiempo y El Espectador. 14 El Tiempo, Bogotá, enero 21 de 1932.

15 El Espectador, Bogotá, febrero 29 de 1932

16 C. Marx y F. Engels: Obras Escogidas en Dos Tomos, t. JI, Moscú, cd. Progreso, pág. 406.

2.4 — El conflicto colombo peruano y la represión al PCC

En medio de las dificultades políticas vinculadas al sectarismo conservador y en no poca medida al triunfalismo liberal y cabalgando sobre el lomo de un descontento popular que crecía paulatinamente, se encontró el régimen con el conflicto fronterizo con el Perú que se convirtió en coyuntura revitalizadora para el gobierno de Olaya.

El 1 de septiembre de 1932, un grupo de ciudadanos peruanos comandados por un oficial y ayudados por unos pocos soldados de ese país, se tomó el puerto de Leticia, depuso y arrestó a las autoridades colombianas e izó el pabellón peruano.

17 El Bolchevique, Bogotá, diciembre 15 de 1934.

Leticia había pertenecido al Perú, sinembargo por el tratado de límites que se conoce como tratado “Salomón Lozano”, firmado en 1922, el puerto sobre el Amazonas se reconoció bajo soberanía colombiana. Dicho tratado había sido posteriormente protocolizado en la Liga de Naciones. Arrebatada Leticia a Colombia, ésta, se vería privada de acceso al Amazonas. La noticia de los acontecimientos fue recibida por la cancillería colombiana de fuente peruana. El gobierno del general Sánchez Cerro, presidente del Perú, en un comienzo calificó el hecho como “motín comunista”, contra el gobierno peruano. Sinembargo bien pronto cambió esa posición. Así, el Ministro de Relaciones Exteriores del

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Perú declaraba más tarde: “Estos sucesos que han provocado en el Perú un incontenible movimiento de simpatía, revelan la existencia de un estado de cosas, como consecuencia de la situación creada por el tratado, firmado en 1922 y ejecutado formalmente en 1930, que el gobierno del Perú invita al de Colombia a considerar amplia y serenamente”. (18)

Las noticias provenientes del Perú inflamaron el ánimo de las masas. Los conservadores se convirtieron en los empresarios del patrioterismo al que le imprimieron ingredientes de histeria. El gobierno asumió una actitud un tanto cautelosa que propiciaba los más rudos ataques conservadores. En medio del fanatismo, el Partido Comunista levantó un lenguaje distinto a la algarabía nacionalista. El 9 de septiembre la Dirección Central lanzó un manifiesto en que calificaba el conflicto como el resultado dé una maniobra del imperialismo destinada a enfrentar los dos pueblos. No existía todavía propiamente un frente pero en la retaguardia el clima era de guerra. El gobierno por Decreto 1475 deI 11 de septiembre declaró el estado de sitio en las comisarías del Caquetá y Putumayo.

18 En Ignacio Escallón: Proceso Histórico del Conflicto Ama zónico, Bogotá, ed. Nueva, 1934, pág. 50.

“¡Soldados colombianos, soldados peruanos volved las armas contra vuestros propios verdugos!” fue la consigna que los militantes comunistas agitaron por aquellos días. Por su parte en las difíciles condiciones de represión creadas por la dictadura de Sánchez Cerro en el Perú, el PC de ese país publicó y difundió el 1 de octubre de 1932 un llamamiento de lucha contra la guerra que terminaba con estas palabras: “Organicemos inmediatamente, a través de todo el país, grandes manifestaciones de masas contra la guerra, organicemos comités de lucha contra la guerra; preparemos aguerridamente el sabotaje de la guerra, la transformación de la guerra imperialista, en guerra civil”. (19)

Esta perspectiva de los Partidos Comunistas de Colombia y Perú sobre la guerra resultaba de la aplicación un tanto mecánica de la tesis de V.I. Lenin sobre la transformación de la guerra imperialista en guerra civil y se relacionaba con toda la concepción estratégica de la IC sobre la situación mundial durante el período de la crisis económica. En todas partes se percibía la situación revolucionaria como un hecho dado. Una guerra podría entonces convertirse en factor desencadenador de la revolución. Con razón se dice en el estudio sobre la Internacional

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Comunista del Instituto de Marxismo-Leninisrno de la URSS: “Los Partidos Comunistas de muchas colonias, semicolonias y países dependientes se proponían preparar y llevar a cabo una revolución soviética... Pero esas consignas, que en algunos casos se apoyaban en las recomendaciones correspondientes del CEIC, no eran todavía una necesidad objetiva para la mayoría de los países oprimidos. (20)

19 Llamamiento difundido en hojas volantes en Colombia: “Los Obreros ante la Guerra”.

El PC de Colombia no había alcanzado aún la madurez suficiente para realizar de acuerdo a las condiciones concretas del país, una de las tareas principales planteadas por el XII Pleno del Comité Ejecutivo de la IC realizado en agosto de 1932: “La lucha contra la guerra imperialista y la intervención contra la Unión Soviética que se estaba acercando”. (21)

Durante todo este período el PC daba excepcional importancia a la agitación antiguerrera y veía como posibilidad inmediata el estallido de enfrentamientos bélicos entre Colombia y Venezuela, y entre Colombia y Panamá.

La guerra colombo-peruana se juzgaba como el resultado de la lucha interimperialista entre Estados Unidos e Inglaterra. La necesidad de examinar el hecho en concreto se descartaba como innecesaria. En tal sentido resultaba sintomático la afirmación de Sinani, dirigente del Buró del Caribe de la IC, con respecto al conflicto colombo-peruano, en un estudio por otra parte muy esclarecedor sobre las posiciones de Inglaterra y Estados Unidos en América del Sur: “No tenemos el menor deseo de analizar la cuestión de a quien “debe” pertenecer ese “puerto” y qué prevenciones son más justas”. 20 La Internacional Comunista, Ensayo Histórico sucinto s.t., Moscú, ed. Progreso, pág. 342.

21. La Internacional Comunista, op., cit., pág. 325.

Si bien, las consignas lanzadas con ocasión de los hechos de Leticia rebasaban las posibilidades objetivas del proletariado, y de la guerra misma como factor generador de procesos globales, la posición de condena a la guerra estaba dictada por la fidelidad a los principios del internacionalismo proletario, que impedía sumarse al desorbitado guerrerismo a que se entregó el país por esos días, chovinismo que resultaba más inconsecuente en un momento de flagrante entrega de la soberanía nacional al imperialismo norteamericano por parte de las clases dominantes.

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La conducta asumida por el PC frente al conflicto le valió la más sañuda represión de parte del gobierno: muchos dirigentes y militantes de base fueron perseguidos y encarcelados. El 15 de septiembre el gobierno lanzó el Decreto 1504 de 1932, por el cual prohibió cualquier género de publicación que afectara “la defensa nacional” y establecía penas de cárcel y multas para los autores o editores de tales publicaciones.

El decreto citado en uno de sus apartes expresaba: “Que en relación con los sucesos que motivaron el precitado Decreto 1475, el periódico Tierra, denominado comunista y que se edita en esta ciudad, ha hecho publicaciones y dado informaciones encaminadas a provocar dificultades en el restablecimiento del orden público perturbado en determinados lugares del país, contrariando así los más unánimes y justos sentimientos nacionales”. Bajo tales consideraciones fue cerrado y multado el periódico central del PC, Tierra, que había comenzado a salir desde agosto de 1932 alcanzando a publicar cuarenta y dos numeros. Este fue el primer diario comunista en Colombia y el segundo en Latinoamérica después de El Machete, editado por el Partido Comunista Mexicano. Antes de este diario el órgano del PC había sido el semanario Verdad Obrera.

Por los mismos días, azuzada por manzanillos liberales, una turba fanatizada atacó las oficinas de Tierra y de la dirección del Partido y asaltó la imprenta Posse que editaba el periódico.

La persecución a los comunistas se efectuaba en todas partes; según testimonio de un veterano comunista de Popayán, en esa época personajes del partido conservador como Guillermo León Valencia, desde la tribuna pública pedían la cabeza de los comunistas para exterminar así a “esos traidores a la patria”, como ellos decían”. (22) En tales circunstancias la dirección acordó que el PC pasara a la clandestinidad para proseguir la lucha y preservar la organización, o lo que quedaba de ella, porque bajo los golpes de la represión y en conexión con las dificultades políticas originadas en la posición frente al conflicto colombo-peruano, la organización partidaria fue seriamente afectada, deteriorada la influencia de masas y desarticulada la dirección central. Así, a menos de tres años de constituido como formación política el Partido enfrentó una aguda crisis.

A medida que transcurría el conflicto y mientras se desgastaba la agitación vociferante de los líderes más belicosos, que no guardaba relación con los pocos heroicos combates en el frente, fue ganando terreno la posición realista de aquellos sectores de la burguesía liberal

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que se inclinaban por una solución negociada. El papel más visible de esa corriente lo desempeñan Alfonso López y Eduardo Santos. La elección por el parlamento peruano del general Oscar Benavides como presidente de la República, luego del asesinato en atentado, de Sánchez Cerro, la circunstancia de que Alfonso López era amigo personal del nuevo mandatario, facilitaron las cosas para entablar la negociación correspondiente. López viajó a Lima y el 15 de mayo se iniciaron las conversaciones, que terminaron en un acuerdo unos días más tarde. El presidente del Perú, según el acuerdo, aceptaba la fórmula de conciliación propuesta por la Liga de las Naciones, acogida ya por Colombia. Y el 25 de mayo se ordena en ambos países el cese de las hostilidades. A partir de ese convenio el conflicto colombo-peruano se desenvolvió en la mesa de las negociaciones concluyendo en el llamado “Pacto de Río”.

Las consecuencias de la guerra obraron en favor del gobierno de Olaya. En el plano económico los “empréstitos patrióticos”, las donaciones, contribuyeron a atenuar algunos efectos de la crisis especialmente en lo pertinente a los problemas monetarios y fiscales. La movilización militar y la construcción de vías de comunicación en la zona del conflicto permitieron reducir en alguna medida los niveles de desempleo.

A más largo plazo los efectos fueron de orden militar especialmente. Como anota Gerardo Molina: “En poco tiempo Colombia tuvo, no los seis mil soldados que habían dejado los conservadores, sino treinta mil bien armados, no siete malos aviones, sino cien modernos, además de carreteras en las selvas y puestos de sanidad para las tropas”. (23) Es decir en la guerra la burguesía armó un aparato de coerción relativamente moderno. En el frente interno el PC, vive un período de interinidad. Guillermo Hernández Rodríguez se ausentó de Colombia con el pretexto de buscar la solidaridad internacional. Ese proceder fue visto por la IC como el abandono de la máxima responsabilidad en el Partido en un momento en que éste pasaba por una aguda crisis. No hay duda que la represión que cobró víctimas en Bolivia entre quienes denunciaban la guerra del Chaco influyó en la conducta del secretario general. Provisionalmente ocupó la secretaría general Gilberto Vieira quien venía siendo incorporado a tareas de dirección desde la organización del movimiento de los desocupados.

No obstante la represión el Partido dirigió luchas de mucha importancia aún en los momentos más álgidos del conflicto internacional. La más

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importante de ellas fue la huelga de panificadores, que llevó al cese de actividades a más de 600 obreros de 70 panaderías en Bogotá, (24) que configuraban un sector de trabajadores agobiados por insufribles condiciones de trabajo. La huelga comenzó el 16 de diciembre de 1932 y se prolongó por más de un mes, durante el cual los trabajadores desplegaron acciones de apoyo como mítines y manifestaciones que chocaban con la represión policial. Los huelguistas exigían: mejoras del salario, libre sindicalización, descanso dominical, pago de siete días completos de salario, servicios médicos gratuitos, trato justo al personal. Esta batalla reivindicativa fue extinguiéndose paulatinamente por la firma de convenios con los patronos, habiendo sido alcanzadas importantes reivindicaciones

22 Entrevista con Tulio Guevara, uno de los fundadores del PC en Popayán, febrero de 1979.

23 GerardoMolina. Las Ideas Liberales en Colombia, 1915- 1934, Bogotá, ed.Tercer Mundo, 1974, pág. 244.

24 El Espectador, Bogotá, información del 16 de diciembre en adelante.

En 1933 el Partido acordó participar en el debate electoral de ese año. Es necesario en este punto, referirse a un hecho que fue muy importante para la historia del Partido por las repercusiones internas que habría de suscitar. Se trata del llamado “Pacto de Tunja”. En una reseña histórica publicada en Vanguardia del Pueblo, con ocasión de la celebración de los 19 años de fundación del PC, se describe así el hecho: En Boyacá donde el Partido había lanzado su propia lista a la Cámara, los conservadores no habían inscrito a tiempo la suya y por lo tanto, legalmente debía anularse y le correspondía la minoría al Partido Comunista: cuatro curules. Los liberales propusieron que si se hacía con ellos un pacto escrito prometiendo ayudarles en el Congreso en la lucha contra los godos, escrutarían la lista comunista. La dirección del Partido aceptó, acudieron a la capital de Boyacá Jorge Regueros Peralta, Luis Vidales y Servio Tulio Sánchez”. (25)

Hay quienes presentan el Pacto de Tunja como ejemplo de la política de conciliación con el liberalismo. “Paradójicamente, escribe Daniel Pecaut, el Partido no siempre evitará la tentación. Se le verá establecer alianzas electorales secretas con el Partido Liberal como el famoso Pacto de Tunja”. (26)

25 Vanguardia del Pueblo, Bogotá, julio 11 de 1949.

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26 Daniel Pecaut.: Politica y Sindicalismo en Colombia, Bogotá, ed. La Carreta, 1973, pág. 124.

No hay durante este período acuerdo parecido. El de Tunja constituye una evidente excepción. Este pacto que de otra parte no tuvo ningún efecto práctico no obedecía al nivel de desarrollo alcanzado por el Partido y era producto de la inmadurez política antes que de una línea favorable a la confluencia con otras corrientes políticas. Lo característico en la conducta del PC en este período es precisamente la tendencia contraria.

La significación que se le dio al Pacto de Tunja fue exagerada y se utilizó posteriormente en episodios del debate interno como arma contra camaradas que habían tenido en una u otra forma relación con ese convenio. En una resolución del Buró Político en 1935 ya dirigido por Torres Giraldo, en que se exigía una autocrítica a Luis Vidales, se decía: “El Pacto de Tunja representaba la capitulación ante los enemigos de la clase y ante uno de sus partidos; significaba renegar de la lucha de clases y entregar al proletariado y a las masas trabajadoras a la política de los adversarios”. (27) En el fondo de esas exageraciones estaba la apreciación unilateral sobre el Partido Liberal, al cual se identificaba como enemigo más peligroso, incluso que el Partido Conservador, en cuanto que merced a la demagogia lograba influír y despertar ilusiones en sectores de las masas populares.

Desde mediados de 1933 comenzó un nuevo ascenso del movimiento popular. En Fusagasugá, en la hacienda de “El Chocho” a comienzos de agosto los arrendatarios y colonos reinician la lucha, que había registrado episodios sangrientos desde finales de 1932. El 23 de agosto mientras J.E. Gaitán promueve un debate de apoyo a los trabajadores de “El Chocho”, campesinos y obreros organizan una manifestación ante la Cámara. Pero según lo registra I. Torres Giraldo, la policía y los manzanillos del general Castaño cargan contra los manifestantes, resultando de ello veinte heridos y treinta detenidos, casi todos comunistas que luchan con las masas por darle contenido real al debate parlamentario”. (28)

27 El Bolchevique, Bogota, abril 6 de 1935.

Se reaviva también la lucha huelguística. Totalizando las huelgas reseñadas por El Tiempo, del 15 de septiembre al 18 de noviembre de 1933, se registran ocho conflictos de importancia. Entre ellos se destacan: la huelga de braceros en Barranquilla, que paraliza a 3.000 obreros y que suscita un movimiento de solidaridad de los trabajadores

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de esta ciudad. Esta huelga resulta notable por su duración ya que se prolongó por treinta días, desde el 18 de Octubre hasta el 17 de noviembre. El proletariado colombiano había entrado en una etapa de cierta madurez que le permitía afrontar con éxito el intento de los patronos de cercar por hambre a los trabajadores. La huelga de braceros terminó con significativa conquista. En una brillante huelga que duró solamente un día los cuatrocientos obreros de Bavaria lograron de los patronos la aceptación completa del pliego de peticiones. Algunos éxitos obtiene la huelga de 1.500 obreros de la construcción en Bogotá cuyo sindicato estaba también orientado por los comunistas.

2.5.- El Partido Comunista y la UNIR

Sobre el fondo de este ascenso de las batallas reivindicativas, Jorge Eliécer Gaitán lanza la propuesta de la creación de un partido político nuevo. Luego de sus estudios en Italia, Gaitán se había reincorporado a la política, de manera febril. Su sagacidad lo conducía a intervenir en aquellos acontecimientos que más conmovían la opinión ciudadana. En marzo de 1929 emprendió una gira por la zona bananera, escenario de la horrenda masacre de diciembre de 1928. A su regreso a Bogotá anunció el caudillo que presentaría su nombre en las elecciones para la Cámara con el fin de desencadenar, una vez elegido, un gran debate sobre las bananeras. Gaitán jugó un papel muy destacado en el movimiento democrático contra la hegemonía conservadora de junio de 1929, sirviendo de eslabón entre los sectores populares y la junta de notables que se conformó en aquella ocasión. Dado que dicho movimiento concluyó con una victoria popular mediante las renuncias de las figuras más odiadas y corrompidas del gobierno de Abadía Méndez, Gaitán vio acrecentado su prestigio político. A esto último contribuyó también el debate en las Cámaras en agosto de 1929 sobre los hechos de las bananeras. De este debate salió una ley que revisaba las sentencias y acordaba libertad de los condenados en los consejos de guerra que siguieron a la masacre.

Los años siguientes en la política de Gaitán van a caracterizarse por la alianza con Olaya Herrera, de cuyo gobierno se constituyó en defensor frente a la creciente oposición conservadora. A cambio de esto, Olaya influiría en la designación de Gaitán como presidente de la Cámara en 1931 y como presidente de la Dirección Liberal. En ese equilibrio de contraprestaciones el caudillo tendrá que reprimir sus arrestos reformistas y dejar naufragar, apenas presentados, sus proyectos sobre

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legislación laboral, reforma a la Constitución de 1886 y reforma agraria, que no eran del agrado del jefe de la “Concentración Nacional”.

A comienzos de 1933 ese equilibrio se quebró y Gaitán renovó su ímpetu político.

En octubre de 1933, antes de que se clausurara el Congreso, Gaitán lanzó un manifiesto trascendental. Invitaba al pueblo, a los intelectuales, a los desheredados, a formar un frente único capaz de luchar contra la perfidia y de conquistar la justicia. (30) Así nació la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria, UNIR, no sin que antes su fundador hubiera intentado crear una disidencia liberal para recuperar el “verdadero liberalismo”, sin haber logrado apoyo entre los parlamentarios de su partido.

En los últimos meses de 1933 y los primeros del año siguiente Gaitán desarrolló una febril actividad encaminada a sentar las bases organizativas de la UNIR. Resultaba en extremo difícil la empresa ya que ella provocaba una definida hostilidad de las directivas del Partido Liberal, que se trocaría luego en franca agresión. El bipartidismo a través de su dominio político ha generado mecanismos automáticos de reacción frente a las tentativas de diversificación del sistema colombiano de los partidos políticos.

30 J. A. Osorio Lizarazo, Gaitán, Vida, Muerte y Permanente Presencia. Buenos Aires, Ediciones López Negri, 1952, pág. 165.

La UNIR comenzó pronto a ganar influencia en los sectores medios de la población especialmente en el campo. Esto era apenas natural ya que la nueva formación política como lo analizaba correctamente el PC (31) surgía en virtud de la crisis económica con las secuelas de pauperización campesina y de ruina económica de la pequeña burguesía urbana. La UNIR se hace fuerte en primer lugar en las regiones de la hacienda cafetera de Cundinamarca. Fusagasugá con el inmenso latifundio de “El Chocho” constituyó el fuerte del Partido de Gaitán. Así mismo conquista influencia en el sur y norte del Tolima. Las adhesiones de campesinos de “El Limón” (Chaparral), de El Líbano, Armero, Icononzo, Fresno, son muy frecuentes. Igualmente tales comunicaciones se originan en algunas poblaciones del Viejo Caldas; en el Valle logra influencia en la franja de Tuluá, Cartago; en Bolívar penetra también en una pequeña zona. La UNIR conquista en el campo el apoyo fundamentalmente de los colonos y es a este sector a quien presta sus más activos y eficaces servicios. En ello debía influir en no poco la importancia que Gaitán concedía a los litigios jurídicos en la resolución de los conflictos agrarios. Eran dos las

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situaciones más frecuentes que daban origen a tales pleitos con respecto a los colonos. 1) El problema de títulos: Con la valorización de tierras, gracias principalmente a la expansión cafetera, los latifundistas comenzaron a cercar tierras baldías y a cubrir extensiones trabajadas por colonos dando origen al primer tipo de conflictos. 2) El problema de las mejoras que consistía en el reclamo del pago y por tanto del avalúo de las mejoras cuando los colonos eran desalojados. Los hechos de sangre ocasionados por la intervención de la fuerza pública que en su modalidad de los “guardias departamentales” constituía un cuerpo armado oficial al servicio de los terratenientes, debieron constituir para Gaitán dramática evidencia de la dificultad de enfrentar al latifundio por los vericuetos tortuosos de la ley. Así, en la primera etapa de la actividad de la UNIR la guardia de Cundinamarca disolvió a bala una manifestación de uniristas presidida por Gaitán en Fusagasugá, el 4 de febrero de 1934, dejando un saldo de varios campesinos asesinados. “Este acto como se dice más tarde en el primer número del Unirismo, inició, como era indispensable para la lucha tal como nosotros la entendemos, el martirologio de los propugnadores uniristas”. (32)

31 El Bolchevique, Bogotá, julio 17 de 1934.

Otra masacre de campesinos el 14 de Agosto de 1934 en la hacienda “Tolima” en jurisdicción del municipio de Ibagué en cuyos trabajadores influía la UNIR se originó también en la negativa de los colonos a admitir los avalúos de las mejoras en los términos arbitrarios en que los hacía la hacienda. Esta vez el número de trabajadores muertos por las balas de la guardia del Tolima llegó a trece y se estimó en cien el número de heridos.

En la gran manifestación de protesta que se realiza en Ibagué y a la cual concurren cerca de 10.000 personas, participan tanto comunistas como uniristas, ya que contra los dos partidos desplegaba su feroz ofensiva el latifundio tolimense. En el terreno de las luchas agrarias sólo incidentalmente se producían enfrentamientos entre el PC y la UNIR. Esto se determinaba por varias razones: 1) Por la ofensiva brutal de los terratenientes contra los trabajadores del campo en general. 2) Las dos organizaciones políticas, si bien influían frecuentemente sobre las mismas regiones lo hacían sobre núcleos distintos, lo cual daba a su acción un cierto carácter complementario. 3) La influencia del PC en el campo era socialmente más amplia que la del UNIRISMO, ya que si éste se hizo fuerte entre los colonos predominantemente, el PC extendió su trabajo a los arrendatarios, peones e indígenas.

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No era esta la situación característica de la relación UNIR-PC en el movimiento sindical en donde predominaba la pugnacidad mantenida por una y otra organización. Los métodos de lucha constituían una causa muy importante de enfrentamiento. Gaitán daba a los procedimientos legales una gran significación en la conducción de los conflictos laborales. Al describir la función de la comisión de agitación y de huelgas que a su vez hacía parte de una comisión sindical de la UNIR, se decía: “Preparar pliegos de peticiones, intervenir en las negociaciones directas y promover la lucha dándole una orientación legal hasta conseguir el triunfo”. (33)

Había por parte de Gaitán una sobreestimación de los métodos legales si se tiene en cuenta que en Colombia en los años 30 apenas iniciaba la legislación laboral y que aún las leyes ya sancionadas por el gobierno como la jornada de ocho horas sólo se hacían realidad en la medida de la lucha obrera. A este respecto resulta sintomático observar cómo en cinco de las huelgas más importantes de 1934 realizadas después de marzo de ese año, figura la exigencia de la jornada de ocho horas no obstante que ésta había sido aprobada mediante el Decreto Ejecutivo 895 del 26 de abril de 1934. Para los dirigentes sindicales uniristas el papel fundamental en los conflictos huelguísticos correspondía al abogado asesor, entendiendo la acción de los dirigentes sindicales como subalterna. El Partido Comunista combatía esta tendencia por considerarla, con justicia, como un factor que comprometía la independencia del movimiento obrero sobre todo en aquella etapa, cuando no se habían organizado direcciones sindicales estables. Gaitán confiaba excesivamente en la eficacia negociadora del abogado asesor y en calidad de tal él mismo intervino en varios conflictos laborales. Esta confianza a menudo no se veía respaldada por los hechos, como ocurrió en la huelga del Ferrocarril de Antioquia de septiembre de 1934 y en la del Ferrocarril del Pacífico de junio de 1934. Con respecto al desarrollo de esta última, Gaitán con tono amargado achacaba su fracaso a la intransigencia patronal y a la falta de solidaridad de los obreros. (34)

Los dirigentes sindicales comunistas tendían a subestimar a su vez en la misma proporción en que Gaitán los sobrevaloraba, los aspectos jurídicos de la huelga, siendo la preparación de la solidaridad, de la manifestación callejera y en algunos casos de la ocupación de la fábrica objeto de grandes preocupaciones. Los uniristas enrostraban a los comunistas el conducir con tales métodos las huelgas al fracaso y calificaban la presión hacia las formas prácticas de apoyo a la huelga como de “saboteo” a la acción sindical. Sin embargo, la ocupación de la fábrica en muchos casos constituía una táctica adecuada ya que legalmente estaba protegido el trabajo de los esquiroles y no pocas

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veces los empresarios optaban por el cierre de la fábrica. Los comunistas la ensayaron con éxito en el sindicato industrial más importante de entonces en Bogotá, el de la fábrica Bavaria.

La rivalidad comunistas-uniristas obraba negativamente sobre los esfuerzos por la construcción de una central de los trabajadores. En las condiciones de debilidad del movimiento sindical en la primera mitad de los años treinta sólo un amplio acuerdo de las diversas tendencias obreras de signo democrático hubiera permitido el establecimiento de una organización sindical nacional. Sin embargo no lograban consolidarse ni siquiera las Federaciones regionales. En Bogotá como se dijo antes debido a los esfuerzos del PC se organizó la Federación Local del Trabajo. En 1934 esta organización se dividió dando lugar a la Federación Unitaria, orientada por los comunistas y la Federación Local en la cual se agrupaban los sindicatos influidos por la UNIR y aquellas organizaciones que se acogían a la asesoría de la “Casa Liberal”. Era esta una institución creada por Olaya Herrera y dirigida por el político liberal Plinio Mendoza Neira. Su objetivo era el de contrarrestar la influencia comunista en la organización sindical tanto en la ciudad como en el campo. La “Casa Liberal” tenía también cometidos electorales al servicio de la tendencia Olayista del partido y sus dirigentes sindicales no brillaban por su honestidad ni por su vinculación real a las organizaciones obreras. Bajo el alero de la “Casa Liberal” encontraron acogida oportunistas de ambigua trayectoria internacional como Julio Cuadros Caldas, renegados del Socialismo Revolucionario como Ocampo Vásquez quien no pocas veces se prestó a las provocaciones contra los campesinos de Viotá.

En el movimiento sindical urbano la influencia del Unirismo se encontraba principalmente en Bogotá donde controlaba algunas organizaciones de la industria de transformación, como eran los sindicatos de la fábrica Papagayo, Fábrica Nacional de Chocolates, Textiles Monserrate, el sindicato de la Energía Eléctrica de Bogotá. Por su parte el PC orientaba los sindicatos de Bavaria, el sindicato de Panaderos, el de la Construcción, el sindicato de Fenicia, de la British Tobacco. Estas organizaciones sindicales se destacaban sobre un panorama cuya característica más importante la constituía el bajo nivel de sindicalización. En las otras ciudades como Medellín y Barranquilla la UNIR no tenía fuerza sindical apreciable, influyendo más bien en algunos sectores de empleados y profesionales.

Si bien las divergencias se expresaban a propósito de las incidencias en la acción reivindicativa, tenían su origen en la aguda controversia ideológica. Gaitán en extensa entrevista concedida a El Espectador, en

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agosto de 1934 y luego reproducida en Unirismo, fijó las bases de lo que él llamaba “Plataforma de Acción de la UNIR”.

Contenía en sus preámbulos la plataforma algunas afirmaciones que contribuyen a precisar el perfil doctrinario de Gaitán en esa etapa. El surgimiento del Estado, los cambios en su orientación política la relación entre la economía y la superestructura de la sociedad, eran examinados desde las posiciones del materialismo histórico. Otras tesis en el preámbulo no tenían esa influencia filosófica. Afirmaba Gaitán: “La propia lucha de clases en nuestro país aún no existe”, en vez de ella lo evidente para el caudillo “la lucha de intereses”. (35) El futuro régimen político era concebido en la plataforma como un “gobierno para el pueblo” y no como “un gobierno del pueblo” ya que la conciencia de las masas no hacía posible este último. Esa afirmación era apenas coherente con la visión aristocratizante del proceso social característica de Gaitán. “Quien desee, decía el documento, realizar la inmensa, trascendental, al parecer casi imposible obra de incorporar a nuestro pueblo, a nuestras masas, las cuales viven hoy en el más absoluto primitivismo en lo material, cultural y moral, no puede ni debe engañarse en cuanto al apoyo que ellas le presten. Ni tienen conciencia de sus destinos, ni hay razones para que la tengan”. Así, la obra de liberación social sería el resultado de la acción de “una minoría que no necesitándolo estrictamente, dedique su actividad, que debe tener mucho de sacrificio, a liberar a la gran mayoría.” (36)

En el terreno de la táctica Gaitán consideraba que las transformaciones propuestas sólo podrían alcanzarse gradualmente en un proceso compuesto de etapas que cubrirían varias generaciones. En todo lo anterior la concepción de la plataforma política reflejaba limitaciones características de los demócratas pequeño-burgueses.

En cuanto al programa propiamente dicho se distinguían los siguientes elementos:

1- Creación de una economía regulada, planificada, mediante el intervencionismo de Estado. La intervención estatal obedecería a un criterio social que obraría en el sentido de una “progresiva eliminación de la explotación del hombre por el hombre”.

2- Reforma agraria. Las tierras no cultivadas deberían pasar en cinco años a ser propiedad del Estado. Este punto no colocaba a Gaitán muy lejos de la Ley 200 de 1936. Las tierras ocupadas por los colonos durante más de cinco años sin que hubiese aparecido pretensión de propiedad por otros, deberían pasar a propiedad de quienes las

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beneficiaban. Con respecto a los arrendatarios, la UNIR proponía elaborar una legislación completa que debía comenzar por una revisión general de los títulos. En la propiedad de la tierra se debía establecer un tope máximo de 1.000 hectáreas. Se adelantaba también la propuesta de organización en cooperativas de los campesinos que recibieran las tierras

3. En cuanto al imperialismo la plataforma unirista proponía la adopción de un nacionalismo defensivo frente a los abusos (subrayado MM) del imperialismo y la defensa de los valores de la cultura nacional. El documento no hacia alusión a la defensa de los recursos naturales ni a las formas concretas de penetración imperialista.

4. Una reforma importante sería la de la Constitución, que buscaría sustituir el régimen presidencialista por uno parlamentario y consagrar la separación de la Iglesia y el Estado.

5. Incluía la plataforma otras reformas en el terreno de la legislación social y laboral entre las cuales se destacaba la creación de un banco de previsión social sostenido con el aporte obligatorio del 50% de las ganancias de los capitalistas.

34 Unirismo, Bogotá, septiembre 6 de 1934. 35 Unirismo, agosto 23 de 1934, pág. 9.

Los puntos anteriores y otros de menor importancia que aquí no se han reseñado, configuraban objetivamente un programa democrático de transformación de la sociedad, el más radical propuesto en Colombia con excepción del programa del Partido Comunista de Colombia. El PC enfrentó con acritud el programa de Gaitán en una serie de artículos sobre el Unirismo, escritos por I. Torres Giraldo, publicados en El Bolchevique en los meses de agosto y septiembre de 1934.

En primer lugar se sometía a crítica el eclecticismo del programa unirista, que al lado de tesis marxistas desarrollaba otras tomadas de concepciones filosóficas idealistas; señalaba Torres Giraldo la inconsistencia y el peligro de categorías tales como el “Criterio Socialista”. Se fustigaba en la polémica el desconocimiento por parte de Gaitán de la lucha de clases en Colombia y la negación por tanto, del

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papel revolucionario de la clase obrera colombiana y la capacidad de lucha de las masas populares.

Reconocía Torres Giraldo que la UNIR significaba un paso adelante en la medida en que pretendía organizar a sectores medios, rompiendo así con el embeleco de la tradición policlasista de organización política en Colombia.

En el material citado se atribuía acertadamente el surgimiento de la UNIR al proceso de radicalización de amplios sectores de masas, como resultado de la crisis económica de 1929-1933. Pero al mismo tiempo se presentaba la acción de Gaitán como el producto de una maniobra del Partido Liberal: “¿Qué es, pues, lo que hace Gaitán desde su posición? El está prestando ayuda a los liberales. Su ayuda se expresa en “retener” dentro del liberalismo a los descontentos, lanzados por la crisis fuera del curso normal de la vida. El gobierno liberal y este Partido sacan de Gaitán toda la utilidad posible en esta forma”. (37)

Se descartaba en la polémica la posibilidad de desarrollo en Colombia de un partido de la pequeña burguesía, con posiciones democráticas: “En todo caso un partido pequeño-burgués en las condiciones de ahora, no podrá ser ni limitadamente independiente”.

La calificación de nacional reformista que El Bolchevique ofrecía de la UNIR no diferenciaba a esta nueva agrupación política de los partidos tradicionales. El nacional reformismo se identificaba como la tendencia político-ideológica que podría corresponder a la “pequeña burguesía industrial”. “Pero esa burguesía que representa los intereses de la industria “nacional” ha nacido, no en lucha con el feudalismo y con el imperialismo sino adherida al feudalismo y plasmada por el imperialismo”.

La lógica de esta argumentación conducía inevitablemente a la negación de las posibilidades de una acción progresista por parte de fuerzas políticas distintas al Partido Comunista, ya que el PC no era más benevolente en el análisis de la “izquierda liberal”.

En la caracterización de los puntos concretos del programa se señalaban muchas inconsecuencias reales en las que caía el ideólogo del unirismo. Sectariamente se perdían de vista o se presentaban como demagógicos los aspectos indudablemente progresistas de la plataforma de Gaitán. Esto le impidió al PC comprender la significación progresista de la UNIR como tentativa de desafío al bipartidismo y por tanto de estimularla, lo

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cual hubiera sido posible sin renunciar a la propia alternativa revolucionaria ofrecida por los comunistas

. 37 El Belchevique, julio 17 de 1934.

Por la actitud frente a la UNIR y a la izquierda liberal, resulta claro que durante el período 1930-1935 no estuvo dentro de las preocupaciones centrales del PC la elaboración de una política de alianzas. Así por ejemplo, el III Pleno Ampliado, realizado en octubre de 1934 y que tuvo en varios aspectos un sentido autocrítico, no se ocupó de las alianzas.

Este vacío era posible tanto por la inexperiencia política y la falta de asimilación teórica como por las características de la política de la Internacional Comunista. La IC jugó un papel de invaluable importancia en la estructuración de verdaderas vanguardias de la clase obrera en los distintos países, en el combate contra el oportunismo de derecha en el movimiento obrero internacional, en el despliegue de la solidaridad con la Unión Soviética, en la organización de la resistencia al avance del fascismo a escala mundial. Esos incontrastables méritos de significación histórica universal no impiden reconocer algunas previsiones exageradas y orientaciones que no correspondían a la realidad objetiva del movimiento obrero.

La IC en su VI Congreso celebrado del 17 de julio al 1 de septiembre de 1928 previó acertadamente las dimensiones de la crisis económica que se avecinaba y el nuevo ascenso de masas que se desencadenaría en relación con la gran depresión. Después del VI Congreso “muchos comunistas exageraron por largo tiempo el carácter destructivo de la crisis económica, suponiendo que era “la última... y que la burguesía no saldría de esta crisis mundial, destinada a culminar seguramente en el triunfo de la revolución proletaria”.

El VI Congreso aprobó la táctica de “clase contra clase” que tendía a borrar los matices, a hacer perder de vista las contradicciones en el seno de las clases dominantes.

Además el Pleno de la IC (marzo-abril de 1931) señaló en sus resoluciones que todo el curso de la socialdemocracia “es un proceso continuo de evolución hacia el fascismo”. (38)

Si bien el PCC no llegó a identificar al Unirismo como tendencia fascista, su actitud frente a él estaba influida por la tesis sobre la

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socialdemocracia, sostenida por la IC. Los esfuerzos y experiencias de algunos partidos comunistas en la construcción del Frente Popular anti-fascista sólo serían generalizados en el VII Congreso de la IC.

En los años de 1934 y 1935 siguió creciendo el movimiento huelguístico tanto en la ciudad como en el campo. El registro incierto de la gran prensa señaló un total de 20 conflictos huelguísticos para 1934 y un número aún mayor para 1935. El III Pleno Ampliado del Comité Central del PCC realizado del 22 al 25 de septiembre registraba con entusiasmo ese ascenso en la lucha reivindicativa de las masas y señalaba una perspectiva al movimiento huelguístico. “La huelga general, se decía en las conclusiones del evento, se convierte en muchos casos, en preocupación de la mayoría de los obreros”.

El Partido Comunista adquiría paulatinamente mayor influencia a través de la dirección de algunas huelgas y de la solidaridad con la lucha de aquellos sindicatos que no dirigía.38 La Internacional Comunista, op., cit., pág. 305.

Tres eran los elementos que especialmente preocupaban a los comunistas en el desarrollo de las huelgas.

1. La orientación obrera independiente. Eso obedecía a la concepción de la huelga no sólo como el instrumento más adecuado para la conquista de algunas reivindicaciones sino como medio de formación de la conciencia de clase entre los obreros. En varios conflictos los comunistas trataron de asegurar esa orientación independiente afrontando la polémica con quienes veían la dirección de la huelga como un problema de la técnica jurídica. En ese sentido fue ilustrativa la discusión entre los activistas del sindicato del Ferrocarril del Pacífico en septiembre de 1934. Intervinieron también los comunistas proponiendo una orientación independiente en la huelga de los trabajadores de Coltejer de Medellín, que comenzó el 15 de junio de 1935. A ese respecto ofrece interés un aparte del relato de Joaquín Herrón, dirigente del PC en Antioquia en los años 30 y 40: “El sindicato de Coltejer, que había sido fundado por la curia preparaba una huelga y como era costumbre en ese tiempo convocó a los demás sindicatos a participar en la preparación de la huelga. Las condiciones de trabajo en esa fábrica eran aberrantes. Por ejemplo, a los obreros no se les pagaba salario durante los primeros tres meses. Yo participé en la reunión por el sindicato de sastres de Medellín. Cuando se discutía el problema de a quién llamar para orientar la huelga yo propuse: “Pues dirijamos nosotros los obreros”. Al presidente del sindicato, que era un conservador y católico fanático, le

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gustó la idea y así comenzamos el desarrollo de la huelga, siguiendo en buena parte mis indicaciones que a su vez eran tomadas de un folleto editado en Montevideo por la IC que se llamaba: “Cómo dirigir una huelga”. Esa fue la primera gran huelga en Medellín dirigida por los propios obreros y que se transformó en huelga general de los trabajadores de esta ciudad”. (39)

2- Otro factor al cual los comunistas daban extraordinaria importancia era la solidaridad de los obreros de organizaciones no directamente comprometidas en el conflicto. Justamente en el ascenso huelguístico de los años 34 y 35 una característica bien definida radica en la amplia solidaridad. La huelga de Coltejer, arriba citada, alcanzó algunas conquistas gracias al apoyo recibido de los trabajadores de Medellín. Esos paros solidarios conformaron un movimiento de tal envergadura que López tuvo que enviar a su Ministro de Gobierno, Alberto Lleras Camargo a la capital de Antioquia, para servir de mediador en el conflicto. Amplia solidaridad había conquistado la huelga del ferrocarril de Antioquia. A propósito de ella el Tercer Pleno señalaba: “La huelga del ferrocarril de Antioquia conmovió a todo el país y se transformó en huelga general... el movimiento creciente de las masas dio su verdadera fisonomía a esta batalla en la cual participaron directamente y por medio de activa solidaridad los sectores más importantes del proletariado de la región”. (40) Son varios los ejemplos de amplia solidaridad estimulados por el PC: en Barranquilla en Enero de 1934, se efectuó un paro general de solidaridad de 24 horas de los 14 sindicatos agrupados en el Comité de Acción Sindical, con los trabajadores de la Fábrica Obregón.

39 Entrevista a Joaquín Herrón, Medellín, mayo 1979.

40 El Bolchevique, octubre 20 de 1934.

La solidaridad era desplegada no sólo a través de los sindicatos. El Partido había creado una organización especial; el Socorro Rojo Internacional, SRI, para cumplir esa función. El SRI colombiano que funcionaba como sección de ese organismo a nivel internacional, fue reorganizado en Bogotá en junio de 1934. Sus tareas eran diversas: ayuda económica a los trabajadores en huelga, solidaridad política con los obreros en paro mediante la organización de actos de masas, ayuda jurídica a los presos políticos y sindicales. A finales de 1934, el SRI tenía 16 seccionales en diversas regiones del país, publicaba un boletín, El Luchador y había logrado jugar- un papel importante en la defensa de los campesinos de Fusagasugá, Viotá, Anapoima, Girardot, Coyaima,

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duramente perseguidos en represalia por las huelgas que sacudieron en 1934 a varias haciendas de esas regiones. (41)

3. La huelga, enseñaba el PC, constituía ante todo un acto de lucha y como tal debía apoyarse en la movilización activa de los obreros a quienes invitaba a desplegar acciones como mítines, manifestaciones y la toma de la fábrica. Esta última táctica, como arriba se anotó, se aplicó algunas veces con buen suceso. Sin embargo, la tendencia a generalizarla no siempre resultaba adecuada. Nada más contrario al espíritu combativo de los comunistas que aquellas huelgas de “brazos caídos y bocas cerradas” como las llamaba la prensa partidaria, en las cuales los obreros quedan pasivamente a la espera de los resultados de la negociación.

Sobre el ánimo que distinguía a los comunistas en las huelgas se cuenta un fragmento del relato de una antigua dirigente del PC en Caldas y Valle: Emilia Morales, sobre la huelga de escogedoras de café en Montenegro (Caldas) en 1935. “Trabajaba yo de escogedora desde 1933 en una de las dos trilladoras de café que había en Montenegro. En el pueblo había varios comunistas, ellos organizaron el sindicato y nos invitaron a reuniones políticas donde el camarada Celiano Vásquez, carpintero, daba explicaciones sobre la explotación de los trabajadores. En una de esas reuniones resolví entrar al Partido y me nombraron tesorera de la célula. Como la situación del trabajo era muy dura acordamos las escogedoras presentar un papel con las solicitudes. Lo primero que pedíamos era aumentar en unos centavos lo que pagaban por arroba escogida. Éramos 37 trabajadoras, todas muy jóvenes. Yo era la presidenta del sindicato. Como el dueño de la trilladora, don Jesús Marulanda no aceptó estudiar el pliego, declaramos la huelga. De Armenia enviaron al camarada Jaime Cuéllar para que nos orientara. Como la huelga seguía, a petición del dueño de la trilladora enviaron policía y alguna gente para cargar el café que se iba a dañar. El camarada Cuéllar nos explicó que si se llevaban el café, se acabaría la huelga sin alcanzar nada. Así que por todos los medios había que impedirlo rompiendo los sacos e incluso matando las mulas. A nosotros nos auxiliaron varios artesanos de Montenegro que eran comunistas. Cuando la policía iba a sacar el café nosotras las mujeres y los compañeros los enfrentamos a piedra y un zapatero rompió algunos costales. La policía abrió fuego y dos de los camaradas que nos ayudaban cayeron muertos y otros heridos. Luego se acordó que nos dispersáramos y logramos que Cuéllar huyera porque de seguro lo hubieran matado”. (42)

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En las condiciones de este incremento de la actividad de las masas se reunió el ya citado Tercer Pleno Ampliado del Comité Central. Durante el período que se está analizando se realizó además del llamado “pleno largo”, una Conferencia Nacional realizada el 6 de enero de 1934. “El Tercer Pleno se efectúa cuando el país ha sido abarcado por grandes batallas de clase, y cuando se preparan nuevos y más grandes combates”, (43) se decía en las conclusiones. Por eso, luego de reseñar las experiencias más importantes, trazaba las tareas para el período siguiente en los diversos frentes. Con respecto al movimiento sindical, el Pleno mantenía la orientación general del “Frente Único por la Base”, lo cual excluía los acuerdos con las directivas de las otras dos corrientes con ingerencia apreciable en el sindicalismo: el liberalismo y el unirismo. Se mantenía la denominación de “sindicatos rojos” como sinónimo de organizaciones clasistas. Esa calificación lucía sectaria y era además explotada por la propaganda patronal y clerical que tenía un ancho campo en el apoliticismo y el mutualismo, que aún teñían muy fuertemente el panorama sindical colombiano. Sin embargo la mayor parte de las orientaciones del Pleno recogían bien las necesidades del sindicalismo en ese período, tales como las siguientes

- Creación y fortalecimiento de federaciones sindicales a nivel regional y local.

- Reforzamiento de la organización del SRI en todas las organizaciones sindicales, independientemente de su dirección.

- Enseñanza sobre qué es un comité de lucha, un comité de huelga y un comité de fábrica o empresa.

- Organización de los comités y consejos de desocupados sobre la base de la lucha por sus reivindicaciones, enseñando a ligar estas luchas con las de los obreros ocupados.

- Establecimiento de los renglones prioritarios en el trabajo sindical, entre los ferroviarios, los trabajadores portuarios y del río, entre los trabajadores de la construcción, buscando transformar sus organizaciones en sindicatos de industria, entre los trabajadores del petróleo y del carbón y entre el proletariado agrícola del café y de la zona bananera.

El Tercer Pleno se refirió ampliamente al movimiento campesino e indígena. Sus conclusiones fueron recogidas y substancialmente ampliadas en la Resolución sobre el trabajo del Partido en el Campo,

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publicada en diciembre de 1934, documento que se reseñará más adelante.

El Pleno señaló la importancia del trabajo entre la juventud acordando impulsar organizaciones juveniles que agitaran las reivindicaciones propias de los Jóvenes. Acordó la convocatoria a una conferencia nacional de jóvenes comunistas para Enero de 1935.

Se anotaba autocríticamente un cierto descuido en la conquista de amplio respaldo de masas para la agitación antiimperialista. El trabajo antiimperialista se encadenaba estrechamente al movimiento contra la guerra, tanto a nivel mundial como a nivel regional. En el primer aspecto se preveía la guerra como el ataque del imperialismo a la Unión Soviética y en el segundo como el posible desencadenamiento de conflictos armados con Perú, Venezuela y Panamá. El Pleno acordó la tarea de crear la sección colombiana de la liga antiimperialista mundial. La propaganda antiimperialista debía igualmente vincularse a la lucha reivindicativa de las masas, ya que “las empresas principales, las mayores concentraciones proletarias están directa o indirectamente bajo la dependencia de los imperialistas”.

Señalaba el Tercer Pleno tareas encaminadas a elevar el papel del Partido Comunista en la vida social y política del país. En ese sentido, se mostraba la urgencia sobre la asimilación por cada militante de la importancia de la célula como el elemento clave de la organización partidaria. Se encargaba a la dirección de preparar las condiciones para que el Partido pasara a la clandestinidad en cualquier momento en que las condiciones políticas así lo demandaran. Pero al mismo tiempo las conclusiones destacaban la necesidad de un diario “que corresponda al crecimiento de las masas y a las grandes tareas de la revolución”.

Mención especial mereció a la reunión el impulso al trabajo en las Fuerzas Armadas: “El Pleno llama a todas las organizaciones del Partido a organizar su verdadero trabajo revolucionario en el ejército y la marina colombiana, como una condición sin la cual, no podrán las masas realizar una revolución triunfante”.

Finalmente, juzgaba el Pleno como uno de los problemas graves, la ausencia de una dirección firme y experimentada.

El Tercer Pleno contribuyó a superar en parte esta deficiencia. Al subrayar la necesidad de elevar a los obreros a los puestos de dirección se agregaba sin embargo: “No importa que ellos no sean ahora políticamente maduros”. Esta orientación convertida en política práctica

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en los años siguientes, dio lugar a cierta desviación obrerista al servicio de finalidades caudillistas.

Torres Giraldo, a cuya combatividad y experiencia debe no poco el Partido Comunista y el movimiento obrero colombiano, no era ajeno a esa tendencia que se correspondía con sus métodos autoritarios de dirección y con un injustificado prejuicio con relación a quienes él denominaba como “intelectuales”, dándole a tal calificativo una connotación peyorativa.

El Tercer Pleno eligió como Secretario General a Ignacio Torres Giraldo quien había regresado al país a mediados de 1934 de Moscú, donde había trabajado desde 1929 en la internacional Sindical, la PROFINTERN. Es necesario decir que después de este Pleno la dirección del Partido gozó de notable estabilidad en comparación con los años precedentes. La composición social de los delegados al Pleno fue la siguiente: obreros 25, campesinos 7, indígenas 3, estudiantes 3, empleados 2, funcionarios del PC, 7.

2.6 — El Partido Comunista y las luchas agrarias 1934-1935

El problema agrario ocupaba un lugar central en los análisis del PC. En ello intervenían dos factores: 1. La caracterización de la Revolución como movimiento agrario antiimperialista. 2. El ascenso de las luchas agrarias al cual no era ajeno el papel jugado por el PC y antes por el Socialismo Revolucionario. No es posible en los marcos del presente trabajo detenerse en el estudio de la cuestión agraria como se presentó entre mitad de los años veinte y treinta del presente siglo. Constituye esta, una de las temáticas más intensa y exitosamente abordadas dentro de la investigación sobre historia contemporánea del país.

Basta decir que por problema agrario durante el período en cuestión, se entiende aquí la crisis de las estructuras agrarias tradicionales bajo el impulso de las relaciones capitalistas y particularmente bajo el influjo del proceso de la industrialización. Las relaciones sociales articuladas en torno a la gran hacienda sufren un colapso dada su incapacidad para responder a las demandas del capital industrial, en particular en lo referente a la producción de los alimentos necesarios para la reproducción de la fuerza de trabajo incorporada a la industria, construcción y mantenimiento de infraestructuras y en general a la ocupación urbana. Hablar de crisis del modelo hacendario significa ante

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todo reconocer el debilitamiento del monopolio de la mano de obra mantenido a través de la compulsión extraeconómica.*

La crisis agraria así concebida, generó una serie de conflictos diversos: exigencias por mejores condiciones salariales por parte de peones y proletarios agrícolas, litigios en torno a titulación de tierras y al reconocimiento de las mejoras por parte de los colonos, rebaja de arrendamientos y reducción de obligaciones formuladas por los arrendatarios, etc. Sin embargo dentro de todo ese cuadro abigarrado y diverso de conflictos, la lucha de las masas agrarias por la tierra ocupaba el lugar central y era el factor unificador de los trabajadores del campo. Esto último era posible ya que el debilitamiento de la compulsión extraeconómica llevaba aparejada la ruptura en el seno de la hacienda del equilibrio entre la estancia y la plantación, en una dinámica en que el primer término de ese binomio tendía a convertirse en la parcela con la consiguiente transformación del arrendatario y el colono en campesino libre. El retorno al campo de las masas que habían emigrado hacia las obras públicas y al empleo urbano, y que adquirieron alguna experiencia sindical e incluso política, no cambió la dirección del conflicto sino más bien la acentuó. “El hambre de tierra” está pues, presente en la base de toda la movilización agraria de los años treinta. Junto con el auge huelguístico urbano se produjo una nueva oleada de luchas agrarias. En Viotá, los arrendatarios de las haciendas de Buenavista y Calandaima presentaron en septiembre de 1934 un pliego conjunto a los propietarios de las haciendas. Dos eran las exigencias principales: libre cultivo del café y establecimiento de trapiches dentro de las parcelas. El Bolchevique comentaba las repercusiones de tales exigencias: “Esta carta, junto con el pliego de peticiones se publicó en volantes, no sólo a escala regional, sino nacional. En torno a las reivindicaciones de este pliego se unieron los arrendatarios de las haciendas de Ceylán, parte de los de Florencia, Golconda, Sevilla, El Porvenir, Calichana y de otras de los municipios de Anapoima, amenazando aglutinar a los trabajadores de la región”. (44) Se había configurado así un movimiento de grandes proporciones.Una conceptualización de conjunto sobre la cuestión agraria, se encuentra en un trabajo en elaboración de Darío Fajardo, cuyo borrador fue facilitado por el autor. El trabajo se titula “La cuestion agraria. 1920-1936”

Pero no se circunscribía la ebullición campesina a Cundinamarca y al Tolima. En Antioquia por el mismo tiempo, las ligas campesinas de Cachimbero y Caracolí en Puerto Berrío, luchaban por los derechos de los colonos. El municipio de La Tebaida, en Caldas, concentraba un vigoroso movimiento de colonos cafeteros. En el Huila la población de

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Baraya servía de referencia a un movimiento agrario de gran combatividad. En Cajamarca igualmente, las ligas campesinas presentaban sus exigencias a los latifundistas. Esta enumeración podría alargarse, sinembargo resulta necesaria en la medida en que ha existido la tendencia a circunscribir los conflictos agrarios preferentemente al oriente del país, atribuyendo al occidente un clima de concordia en el campo, que está muy lejos de la verdad. Es cierto que esa polarización en términos tan radicales ha sido debilitada por investigaciones recientes. En Santander los campesinos habían acudido a la lucha armada, constreñidos por la agresividad del latifundio. Para generalizar esa múltiple experiencia, expresión a su vez de las diferencias regionales en que tanto insistía el análisis del PC por ese tiempo, fue elaborada la Resolución sobre Trabajo del Partido en el Campo. (45) Dice el documento en la introducción: “El Partido Comunista proclama que sólo la revolución anti-feudal y antiimperialista puede transformar el régimen agrario en Colombia en el sentido de abolir gradualmente esas grandes diferencias entre los campesinos pobres y medios, entre los peones agrícolas y las comunidades indias”.

El Programa recoge los siguientes puntos:

1. Confiscación sin indemnización de todos los grandes latifundios y distribución gratuita de ellos por medio de los comités revolucionarios de campesinos y peones.

2. Confiscación sin indemnización de las empresas imperialistas agropecuarias y su entrega a los comités revolucionarios de obreros y campesinos, para que sean distribuidas, en parte conservadas, en forma de cooperativas, si los obreros y los campesinos lo disponen libremente.

3. Confiscación de los ganados comprendidos en las grandes propiedades de los latifundistas, de las máquinas y enseres de labranza y su entrega a los comités revolucionarios de campesinos y peones para su libre distribución.

4. Abolición de todas las deudas, contratos, obligaciones y formas de dependencia personal que pesan sobre la población trabajadora del campo.

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5. Reconocimiento de las comunidades indígenas, de su completa libertad y de la autodeterminación de sus propios gobiernos.

6. Reconocimiento de todas las garantías y mejoras inmediatas que la revolución fije para los obreros agrícolas de las fincas de campesinos ricos (que no serán confiscadas).

Este documento constituye el primer programa de reforma agraria democrática en donde aparece una concepción elaborada del problema agrario. En efecto, no se trata del simple e indiscriminado reparto de toda la propiedad agraria. Se trata de la expropiación de los grandes latifundios. Los campesinos ricos continuarán con la propiedad de sus tierras. De otra parte, se prevé la conservación de unidades agrarias de alta productividad, las cuales pasarán sin fragmentar a las cooperativas de campesinos y peones con el consentimiento de éstos. El programa incluye también la abolición de todas las formas feudales de explotación en las relaciones de trabajo.

Con respecto a las comunidades indígenas, el programa agrario de 1934 parte como en J.C. Mariátegui, de la consideración de que el problema del indio es el problema de la tierra. (46) Sinembargo, se incluyen las reivindicaciones políticas y culturales específicas de las comunidades, buscando conservarlas incluso como entidades nacionales.

En este documento se destacan las formas de organización que el Partido propone a los campesinos y a los proletarios agrícolas. Se distinguen organizaciones de carácter permanente como Las Ligas Campesinas y los Sindicatos Agrícolas. Se insiste en el carácter diferente que deberían tener estas dos formas de organización, dada su “distinta naturaleza de clase”, pero al mismo tiempo se subraya la necesidad de formar un frente común de los trabajadores cubiertos por una u otra forma de organización. Se decía en el documento:

“Las ligas y los sindicatos deben ser permanentes y permanecer separados entre sí por su naturaleza de clase pero relacionados por su condición de aliados en la lucha contra el feudalismo y por la revolución agraria”. De otra parte, se llamaba a conformar organismos de carácter coyuntural, “bloques de campesinos y peones contra los terratenientes”, “comités de lucha obrera y campesina”. Un mérito histórico del PC fue el haber difundido la organización de los pequeños propietarios del campo, de los arrendatarios, a través de las Ligas Campesinas que se extendieron no sólo en el oriente sino también en el occidente entre 1930 y 1935.

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46 José Carlos Mariátegui. Siete Ensayos de Interpretacióú de la Realidad Peruana, Barcelona, Editorial Crítica, 1976.

Merece destacarse la visión que sobre las formas de lucha en el campo tenía el Partido. Del documento ya extensamente citado se destaca con respecto a este problema lo siguiente:

“En una batalla campesina, puede ser que tenemos al centro la cuestión de la lucha por la libertad de cultivos; las masas empujan y despliegan su ejército en condiciones que se puede plantear: Libertad de cultivos y rebaja del 50 por ciento de los arrendamientos. Pero las masas siguen adelante. Entonces puede ser que ya se pueda plantear: La suspensión del pago de todo arrendamiento y el libre cultivo y la posesión de la tierra. En diferentes regiones los campesinos toman las tierras, las cultivan y las defienden. ¿Cómo podríamos decirles que propusieran arreglos a los terratenientes? Esto significaría retroceder y hacer retroceder a las masas. En diferentes sectores de la región de Viotá, los campesinos no pagan arrendamientos. En la región de Baraya, departamento del Huila, los campesinos se han tomado una serie de latifundios entre ellos uno del Banco Agrícola Hipotecario. En diferentes regiones los campesinos toman la tierra; la tarea principal, en tales regiones, es organizar rápidamente los destacamentos armados para defenderla”.

En el párrafo anterior se ve desplegada la táctica del PC en la lucha en el campo. Desde entonces comenzó a gestarse concreta, históricamente, lo que mucho más tarde habría de plasmarse en la vida y en los documentos programáticos del Partido: La Política de combinación de todas las formas de lucha.

Ni partiendo de este Programa, ni juzgando en concreto las luchas agrarias orientadas por el Partido Comunista, se puede coincidir con las afirmaciones contenidas en una monografía sobre las ligas campesinas, en la cual si bien se reconoce la influencia del Partido Comunista entre colonos y arrendatarios, se niega entre los peones. “Los peones no fueron ajenos a la agitación campesina de la época, pero no tuvieron mayor inclinación a organizarse, ni la izquierda manifestó tampoco, particular interés en hacerlo. Puesto que lo que estaba a la orden del día, según los esquemas del Partido Comunista, era la revolución anti-feudal y no la anti-capitalista; los proletarios agrícolas debían permanecer a la espera, y si se les llamaba era a hacer una revolución que no era la suya”. (47) Nada de lo anterior es cierto. Si la Resolución estudiada desmiente la primera afirmación, la segunda resulta rebatida por toda la actividad y la concepción Ideológica del Partido. El hecho de que el Partido Comunista de Colombia proclamara la revolución antifeudal y antiimperialista no quería ello decir que reconociera en el campesinado la fuerza dirigente de esa revolución. Desde el manifiesto inicial los comunistas defendieron el papel hegemónico del proletariado en la revolución colombiana.

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Resulta claro que los peones y el proletariado agrícola estaban llamados a jugar un papel privilegiado en el proceso liberador como vínculo entre el proletariado urbano y las masas campesinas.

47 Gonza1o Sánchez. Las Ligas Campesinas en Colombia, Bogotá, ed. Tiempo Presente, 1977, pág. 22.

De otra parte, el Partido Comunista afirmaba la existencia de una relación estrecha entre la revolución democrática y la socialista, asegurada por el papel determinante del proletariado en una y en otra. Como en Lenin, para el PC, el contenido de la revolución democrática estaba determinado por el papel directriz que debía cumplir la alianza obrero-campesina.

En un artículo titulado “La Revolución Democrática y la Revolución Socialista” se consigna: “Hay gentes empeñadas en creer que la historia marcha por etapas independientes, separadas en acontecimientos que no tienen entre sí correspondencia. Hacen honor a la lógica formal y ven las cosas, al parecer, como si la revolución colombiana correspondiera hacerla, primero a la pequeña burguesía liberal y después, sí, puede presentarse a ‘tumbarlos’ el proletariado para implantar la revolución socialista… En las condiciones de Colombia, sólo el proletariado, única clase que aspira a la abolición de la propiedad privada, trae a la revolución, al intervenir como fuerza directiva, los elementos de transformación de la transformación de la actual revolución colombiana en revolución socialista.(48)

Afirmaciones como la contenida en la citada monografía son posibles cuando el investigador se apoya no tanto en el material de información como en el prejuicio.

Corresponde al Partido el mérito de haber identificado en la masa trabajadora del campo a este sector “casi olvidado” como dijera V.I. Lenin: el proletariado agrícola. En la serie de artículos publicados bajo la rúbrica de “Disposición de las Clases en la Revolución colombiana” se encuentra uno, dedicado al proletariado agrícola en que se señalan muchas de las características económicas y sociales de este sector de trabajadores. Naturalmente los proletarios agrícolas no eran vistos como entidad pura separada socialmente de las masas agrarias y en ese artículo se señalaban justamente sus nexos con la aldea, con las relaciones precapitalistas, circunstancia que demostraba que la lucha por la tierra no era algo “ajeno”, “extraño”, a los proletarios y semi-proletarios del campo. Por eso la afirmación del Tercer Pleno reconocía explícitamente que “el centro de los movimientos en el campo lo

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constituye la lucha por la tierra”, respondía bien al interés más sentido por las masas agrarias del país.

48 El Bolchevique, Bogotá, 4 de agosto de 1934. * Por ello no resulta comprensible la afirmación de Marco Palacios según la cual “los comunistas se aislaron… cuando atacados por la fiebre ortodoxa intentaron agudizar la lucha de clases “capitalista” Marco Palacios. El café en Colombia 1850 - 1870. Bogotá, ed. Presencia, 1979, pág. 349. El programa agrario ante todo se inspiraba en la consigna “La tierra para quien la trabaja” y preveía la conservación de la pequeña y mediana propiedad durante un largo período histórico.

En primera fila de la lucha huelguística de mitad de los años treinta, estuvieron los trabajadores del café, tanto de las haciendas como de las trilladoras. A este. último sector correspondía un número muy grande de trabajadores que presentaban niveles de concentración similares a los de la industria fabril. Las huelgas en las trilladoras se sucedieron en casi todos los departamentos cafeteros. En el Tolima las escogedoras de las trilladoras de “India”, “Tolima” e “Ibagué” habían organizado sus sindicatos dentro de la Unión Sindical del Tolima. En el Valle a finales de 1934 pararon las escogedoras de Florida, mientras en Palmira y Restrepo los trabajadores de dos haciendas se negaban a recoger el café si no se les aceptaba el pliego de peticiones. (49) En Caldas en donde el número de las escogedoras llegaba a diez mil, el clima laboral era muy agitado.

Buscando la manera de darle a esta lucha una proyección nacional que hiciera posible la consecución de reivindicaciones en todo el país, el Partido Comunista lanzó desde el mes de Agosto de 1934 la orientación de preparar la huelga nacional del café. Las huelgas parciales en haciendas y trilladoras debían conducir al éxito de la huelga general. Las exigencias que el Partido Comunista planteaba para la huelga nacional cafetera eran las siguientes:

1. Aumento en un 40% de los salarios para los colectores, escogedoras, peones y arrieros.

2. Jornada de 8 horas.

3. Descanso dominical remunerado.

4. “Porque los partijeros se tomen para sí las tres cuartas partes del café”, contra los despojos, por la libertad de cultivos, por la libertad de los presos revolucionarios, por libertad de organización independiente de los trabajadores.

49. El Bolchevique, Bogotá, 8 de septiembre de 1934.

El pliego que recogía los reclamos de todos los sectores de trabajadoras del café, estaba concebido en términos muy ambiciosos, las exigencias eran numerosas y no estaban articuladas en un marco de prioridades.

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Los terratenientes de los dos partidos se notificaron y empezaron a atribuir a los comunistas incendios de haciendas y depredaciones. El Tiempo, El Espectador, El País, clamaban contra la huelga y las movilizaciones locales de los campesinos. El Congreso Nacional de Cafeteros aprobó un reglamento que fue distribuido por el gobernador de Cundinamarca para que fuera firmado por los trabajadores de las haciendas. La Casa Liberal de Bogotá desplazó a algunos elementos para socavar las organizaciones agrarias. Era pues una ofensiva de vastas proporciones promovida por los hacendados y apoyada por las autoridades locales.

Ya en Octubre de 1934 frente a la lucha agraria y con el ánimo de notificar al Gobierno de López Pumarejo sobre la oposición al reformismo agrario que anunciaba, se organizó la APEN (Asociación Patriótica Económica Nacional), organización gremial por su forma, pero política por sus objetivos y formas de acción. La APEN fue organizada por terratenientes liberales, pero a ella entraron también hacendados conservadores, conformando el frente bipartidista de los latifundistas y empresarios indústriales más regresivos. El manifiesto inicial redactado en el lenguaje de la provocación, daba cuenta del estado de ánimo de ese sector de la oligarquía.

“…Incendios, homicidios, despojos, violencias, demasías hemos visto en los últimos días, que delatan un africano abandono del derecho. Los hacendados tienen en peligro no ya sus bienes, sino su propia vida y su seguridad personal. Las peonadas insurrectas talan el bosque, queman las siembras, derrumban las casas, asolan las campiñas y levantan el hierro contra el patrón, ebrias de vocablos que no comprenden”. Era el grito herido de la clase más caduca de la sociedad, irritada porque “la peonada insurrecta” por primera vez en el país se proponía coordinar su esfuerzo contra el régimen de servidumbre, heredado desde la ya remota era colonial. La APEN más adelante anunciaba sus propósitos subversivos: “A la complacencia y alcahuetería de ciertas autoridades raquíticas le presentamos nuestro coraje, nuestra fuerza y nuestra organización y ella se extenderá sobre todas las ramas del capital, agricultura, industria y urbanismo”. (50)

Sin embargo, el Partido Comunista prosiguió la preparación de la huelga nacional del café. La iniciativa recibió estímulo con el triunfo de la “huelga del desquite” de los trabajadores de la Zona Bananera (Diciembre de 1934 - Enero 1935), en cuya dirección tomó parte activa el Partido Comunista encabezado por su Secretario General, quien fue desplazado al Magdalena para orientar la militancia comunista que operaba en las bananeras. El triunfo sobre la compañía imperialista fue resultado tanto de la experiencia acumulada de los trabajadores como de la conducta asumida por el Gobierno de López que era preludio de su línea de acción, favorable, en muchos casos, a los trabajadores.

(50) ManifIesto reproducido por “El Bolchevique”, Bogotá, 6 de octubre de 1934.

La represión, especialmente en Cundinamarca, se había recrudecido luego del anuncio de la huelga cafetera. En Septiembre de 1934 había 56 detenidos de

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Viotá y Anapoima. Desde Agosto había sido detenido y enviado a colonias penales el Concejal Comunista de Viotá Víctor Julio Merchán. Igualmente, por su trabajo en la organización campesina, purgaba condena el dirigente juvenil Arana Hoyos. De los concejales comunistas había a comienzos de 1935, cuatro presos, entre ellos Manuel Marulanda Vélez, edil comunista de Medellín. Al Panóptico de Ibagué habían sido llevados 10 campesinos e Indígenas de Coyaima. En la cárcel de Neiva se encontraban 7 campesinos de Baraya. Presos comunistas había igualmente en Santander (Cauca), en Cartago (Valle). (51)

Sin embargo la represión no lograba quebrantar el ánimo de lucha del Partido Comunista y los preparativos de la huelga nacional seguían adelante. El 20 de Enero estalló la huelga de las escogedoras de café de Pereira, Chinchiná y Palestina. En Chinchiná esa huelga resultó posible por la influencia que allí había cobrado el Partido Comunista. Entre las escogedoras se habían forjado dirigentes juveniles que pusieron todo su empeño en la realización de la huelga.

51 “El Bolchevique”, Bogotá, diciembre 8 de 1934.

A la dirección del movimiento había sido desplazado Jaime Cuéllar, quien fue detenido y enviado a cárcel de Pereira. Posteriormente fueron detenidos en Chinchiná, Gilberto Vieira, Pescador y Regueros Peralta. Los enfrentamientos de los huelguistas con la policía eran frecuentes y se originaban por la acción de la fuerza pública contra las manifestaciones y mítines de apoyo.

La huelga de las escogedoras que duró quince días, alcanzó algunas conquistas, especialmente en el aspecto salarial y en el establecimiento de unas mínimas prestaciones legales. La magnitud de lo alcanzado estuvo en función directa de la resistencia obrera. Fueron escasas las conquistas en Pereira, donde la influencia del Partido Comunista era débil; tuvieron más significación en Chinchiná y Santa Rosa. En un reportaje una de las dirigentes de la huelga, la joven comunista Lilia García, afirmaba: “Como resultado del movimiento, el Partido Comunista ha ganado un enorme prestigio entre los trabajadores de ambos sexos en todo el departamento. Se reclutaron para sus filas nuevos obreros, se organizaron nuevas células de la Juventud”. (52)

La huelga nacional cafetera finalmente no logró realizarse. El Partido no había alcanzado la influencia que pudiera producir esa batalla que tocaba los intereses económicos más importantes del país. La consigna sin embargo sirvió para estimular las huelgas cafeteras locales. Objetivamente la movilización campesina presionaba la definición de la política agraria del Gobierno de López.

Tuvieron lugar aún huelgas parciales en Anolaima en Febrero de 1935, la de escogedoras en Girardot en Agosto, en Medellín en Noviembre. Dentro de ellas, merece mención la ya citada huelga de escogedoras en Montenegro. En

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solidaridad con ella cayeron los militantes comunistas Sebastián Carvajal y Félix Leonardo Restrepo.

A lo largo de todo este período, el Partido Comunista extendió su trabajo por diversas regiones indígenas. En la comunidad de Yaguará, en el sur del Tolima, en la Sierra Nevada de Santa Marta, en Coyaima. Sin embargo, fue en el Cauca donde la organización comunista se hizo más vigorosa. No se trataba de un trabajo improvisado, obedecía a concepciones programáticas sobre el puesto de los indígenas en la lucha por la liberación nacional. En su borrador de informe al Séptimo Congreso de la IC se decía: “De indígenas contamos con más de 25 células y sólo en el Departamento del Cauca existen 17 con un total de 150 miembros”. (53) Los terratenientes del Cauca tenían una larga tradición de persecución a los indígenas. Desde 1910 éstos no habían dejado de luchar, primero con el caudillo Quintín Lame a la cabeza, luego bajo la orientación del Partido Comunista. En esta lucha brillaron figuras como la muy generosa de José Gonzalo Sánchez, fundador del Partido y miembro del Comité Central, víctima en los años cincuenta del latifundio tolimense.

En este período se sucedieron varios hechos de terror: En Jambaló Cauca, en 1931 el 7 de Noviembre los indígenas arrendatarios organizaron una manifestación de homenaje a la revolución soviética en la plaza de la población, los manifestantes fueron atacados por forajidos al servicio de los terratenientes y por la policía; un indígena cayó muerto, otros resultaron heridos. En los días siguientes se desató la persecución y a la cárcel fueron llevados 30 indígenas, de los cuales 7 fueron procesados. El 30 de Junio de 1935, también en Jambaló, en la vereda del Trapiche, el alcalde y la policía atacan un festival que realizan los indígenas con el fin de recoger fondos para el periódico central del Partido Comunista. Esta vez 8 indígenas fueron asesinados y se produjeron 20 heridos. Sin embargo, gracias a la resistencia tenaz logran los indígenas mantener sus comunidades y retener, aunque cada vez más cercados, sus tierras de inmemorial posesión. No hay en realidad resguardo o parcialidad indígena en las regiones pobladas del país, que haya logrado sobrevivir sin ofrecer una heroica resistencia al latifundismo.

Un hecho importante de finales de este período es la creación de la Liga de la Juventud Comunista, como organización auxiliar del Partido, para el trabajo entre los jóvenes. El trabajo de organización de células se realizó en el segundo semestre de 1934. El 17 y 18 de Febrero se efectúo la Primera Conferencia Nacional de la Liga Juvenil Comunista. Asistieron a ella 30 delegados por 450 miembros de la Liga. La composición social de los delegados era la siguiente: 10 obreros agrícolas, 14 obreros de la industria y el transporte, 3 campesinos, un indígena y un soldado. Dentro de los objetivos centrales que se proponía la Liga estaba la del impulso a la lucha de masas contra el imperialismo y la guerra. Se daba también importancia al trabajo entre los jóvenes militares, especialmente entre los soldados. La crónica sobre las deliberaciones de la Conferencia destacaba la presencia de un soldado: “En medio de la mayor expectativa y entusiasmo, un camarada soldado asiste como delegado a la Conferencia, en representación de 40 soldados revolucionarios de su cuartel,

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saludó la conferencia, trató la situación de los soldados, la vida infernal de los cuarteles y las luchas desarrolladas por ellos contra la disciplina despótica de los oficiales”. (54)

2.7 — El PCC y el comienzo del gobierno de López Pumarejo. La lucha antiimperialista

Los años de 1934 y 1935 mostraron un ascenso sostenido en la acción de las masas dentro del cual transcurre la etapa final de la campaña presidencial de 1934. De ella sale elegido como presidente Alfonso López Pumarejo con el mayor número de votos con que hubiera contado presidente alguno en Colombia. El conservatismo viendo perdida la posibilidad de retorno al poder, sobre todo, después de los triunfos liberales en las elecciones de concejales, diputados y representantes en 1933, optó por declarar la abstención pocos días después del lanzamiento de la candidatura de Alfonso López.

El Partido Comunista a su vez, decidió en la Conferencia Nacional reunida el 6 de Enero de 1934 presentar como candidato presidencial al dirigente indígena del Tolima: Eutiquio Timoté. Días más tarde, esta candidatura fue proclamada en Cali en una manifestación donde llevaron la palabra, Julio Rincón, Gilberto Vieira y el secretario general del Partido Luis Vidales. Esta candidatura no ayudó al PCC a aumentar su influencia. Ella tuvo un carácter simbólico frente a un candidato que agitaba un programa de reformas progresistas. El hecho mismo de que se hubiera escogido a un indígena como candidato no expresaba una postura realista.

54 El Bolchevique, Bogotá, febrero 23 de 1935.

Sin embargo, es necesario encuadrar esa línea electoral de los comunistas en relación con la política del gobierno liberal de Olaya Herrera, caracterizada por su posición incondicional frente al Imperialismo y por su debilidad frente al latifundismo. Precisamente, el 15 de Diciembre de 1933 había firmado el tratado comercial Colombo-americano que tendía a neutralizar el estímulo a la industria nacional creado por las medidas proteccionistas del gobierno. Contra ese tratado se pronunciaron incluso sectores de la burguesía industrial de Antioquia.

Al recibir el 7 de Agosto de 1934 la presidencia de la República, López se encontró con un cierto reanimamiento de la economía. Correspondió el comienzo de su administración con el final de la crisis económica. La tasa de crecimiento promedio anual del Producto Interior Bruto fue para el período 1935 - 1939 de 4.4, mientras que para 1930- 1934 había sido de 3.2 y sería aún más baja para el lapso posterior de 1940 - 44 cuando sólo llegó al 2.3. (55) Sin embargo el panorama económico no estaba completamente despejado. Había factores inquietantes: el presupuesto nacional para el año fiscal de 1935, aprobado en el gobierno anterior llegaba sólo a 47.723.029 es decir en 20 millones de pesos inferior al del año anterior y el más bajo de los presupuestos desde 1926. (56) El déficit presupuestal inhibía la posibilidad de maniobra

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económica del gobierno. Si bien, las .exportaciones entraban en una visible recuperación, los precios del café continuaban en niveles bajos. El valor de las exportaciones del grano que llegaban en 1928 a $88.171.000, en 1934 apenas sobrepasaba los 51.000 millones de pesos. (57)

55 CEPAl., Banco de la República citados en Miguel Urrutia Montoya, Cincuenta Años de Desarrollo Colombiano. Bogotá 1979, pág. 16. 56 Presidencia de la República. La Política Oficial, Bogotá, imprenta Nacional, 1935, t.. II, pág. 220.

La deuda tanto interna como externa era muy alta y las fuentes de crédito estaban cerradas desde el comienzo de la crisis económica. No obstante el problema más serio era el de la inflación causada por todas las medidas monetarias tomadas con ocasión de la guerra con el Perú. López estimaba que justamente a ese ciclo inflacionario se debía “la epidemia de huelgas” que sacudía al país y que alcanzaba a las principales ramas de la economía. Desde el primer año de su gobierno Alfonso López mostró a través de medidas prácticas que trataría de cumplir con las principales promesas hechas a lo largo de la campaña electoral. En primer lugar afirmó el mandatario su propósito de hacer un gobierno de Partido: La República Liberal, la cual entendía no en términos hegemónicos, sino como el medio para formalizar una diferencia de programas con el conservatismo. Al invitar a los conservadores a participar en el gabinete el presidente acompañaba el ofrecimiento con la advertencia clara de descartar la fórmula de gobierno de coalición. López estimaba que era “... la hora de principiar a demostrar al país que está capacitado para conducir afortunadamente sus destinos con ideas liberales”.(58) La República Liberal, representaba también una fórmula encaminada a lograr la secularización de la actividad política y social, el afianzamiento de un clima de tolerancia intelectual que el país había olvidado oprimido por el espíritu de cruzada impuesto desde los tiempos de la Regeneración. 57 Ibidem, pág. 224.

58 Presidencia de la República. La Política Oficial, Bogotá, Imprenta Nacional, t. 1, 1935, pág. 18.

Desde el primer momento el nuevo gobierno fue fijando en una serie de medidas el derrotero de su gestión. Se encuentran en la primera etapa tres pronunciamientos, que si bien no se plasmaron en determinaciones concretas sí expresan muy bien el sentido político del cuatrienio que comenzaba.

El primero de esos documentos es la carta dirigida por López a Rubén Clark, presidente del Consejo de los banqueros deEstados Unidos poseedores de bonos en el exterior. Se trataba de una respuesta a una carta de ese organismo redactada en términos amenazantes. Exigía dicho consejo entre otras cosas, que el gobierno iniciara en forma inmediata el pago de la deuda de Colombia que había sido suspendido en razón de la moratoria decretada por el gobierno de Olaya Herrera. De lo contrario “se aplicaría una medida coercitiva contra Colombia, siguiendo el modelo establecido por los países europeos o estableciendo una tarifa especial contra el café colombiano, u otro método equivalente”. (59)

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En la respuesta del Presidente, deI 8 de Septiembre de 1934, un mes después de la posesión, se destaca:

1. El gobierno no puede adquirir compromisos que coarten su libertad de discutir en el Congreso las medidas sobre el pago del servicio de la deuda;

2. Ante la campaña de descrédito de Colombia como país deudor, el gobierno procurará poner en evidencia que el país no recibe los tan pregonados beneficios de las actividades de las compañías extranjeras que explotan las riquezas naturales;

3. El gobierno hará sus estudios y llegará a sus conclusiones en materia económica; no desdeñará la opinión de los expertos americanos pero no los asimilará a la condición de los funcionarios colombianos que estudian la situación económica y social del país;

4. El gobierno estudiará tranquilamente la mejor forma de responder a sus compromisos con el exterior atendiendo a sus propias circunstancias sin que las presiones o el apremio puedan modificar su actitud.(60)

Esta carta continuaba una línea de cierta afirmación nacional defendida ya antes en varias ocasiones. Justamente sobre el contenido de la carta que se comenta López había intervenido en la Conferencia Panamericana de Montevideo en 1933 demandando la no intervención del gobierno norteamericano en favor de los banqueros internacionales. Una de las razones válidas, dijo entonces, para proponer un aplazamiento, o una reducción de pago, es la de que no se puede pagar sin reducir el nivel material de vida de los pueblos deudores. En conferencia dictada el 18 de Mayo de 1934, ya como presidente electo, López se había referido a la forma de dependencia del país, crucial para la época, a través de las inversiones en la explotación del petróleo. Entre otras cosas señala el nuevo mandatario “Con motivo del establecimiento del Control de Cambios, nos hemos venido a dar cuenta de que el renglón de petróleos que figura como parte de las exportaciones, no deja un centavo a la República. Las ganancias de la gasolina, del aceite y otros derivados vendidos en el país, producen a las compañías petroleras lo suficiente para pagar la regalía, y sus salarios dentro del país. Cada galón de productos petrolíferos que sale de nuestras costas produce una pérdida neta para Colombia y una ganancia también neta para las compañías

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extranjeras”.

Estas declaraciones resultaban ciertamente valerosas frente a la política aún vigente de entrega total de la riqueza petrolera, desarrollada y justificada insistentemente por el gobierno de la “Concentración Nacional”.

Ciertamente esta línea antiimperialista no se profundizó posteriormente, antes bien, López retrocedió notablemente en esa política como se verá más adelante.

Por el mismo tiempo en que los banqueros dirigían su carta a López, un grupo de latifundistas le envió también un mensaje exigiendo garantías frente a los movimientos agrarios de arrendatarios, colonos y peones. El latifundio notificaba así en la primera etapa al nuevo régimen su oposición a un tratamiento de los conflictos distinto al recurso de la utilización de la “Guardia Departamental”. El presidente sin inmutarse no sólo reafirmó su disposición hacia un cambio de política sino que pasó a la ofensiva al identificar la ilimitada arbitrariedad consagrada en las leyes a favor de los terratenientes.

López, en su carta de respuesta al “grupo de propietarios agrícolas” no compartía el escándalo de éstos, frente a la “rebeldía” campesina, antes bien subrayaba el presidente que los conflictos tenían causas objetivas en el ínfimo nivel de vida de las masas agrarias y su estado de absoluta indefensión legal frente a los terratenientes. Descartaba que ese estado de ánimo obedeciera a la simple “agitación subversiva” de los comunistas. En el siguiente apárte del mensaje de López se recoge el argumento medular del documento. “El concepto de la propiedad privada intangible e invulnerable de la Constitución colombiana, puede obligar y obliga al gobierno, en cumplimiento de la ley, a rechazar a mano armada la rebeldía de los colonos que no quieran someterse de buen grado a una disposición judicial, por la cual sean arrojados de una extensión de tierra cultivada por ellos, de buena fe en gran parte de los casos, introduciéndole mejoras que no les son reconocidas. Pero no existe la atribución del Gobierno en tiempos normales para obligar a los empresarios agrícolas a sostener un determinado nivel mínimo de vida para sus trabajadores, que tenga cierta dignidad y amplitud; ni facultad para proteger al colono de buena fe contra la sentencia judicial inapelable, que lo condena a entregar su trabajo y su esfuerzo colonizador a la destrucción ordenada por el dueño de un título, aún cuando coloque al Poder Ejecutivo ante sucesos dramáticos como los que han venido oscureciendo cada día más el panorama de los problemas agrarios nacionales.” (61)

61 Presidencia de la República. La República Liberal, Bogotá, t. I, pág. 69.

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Este lenguaje resultaba absolutamente inusitado e inaceptable para los hacendados que habían visto a las autoridades inclinarse obsecuentemente ante sus seculares privilegios. El presidente recordaba que había otros procedimientos políticos distintos a la exclusiva afirmación del principio de autoridad. Resultaba igualmente novedoso para los terratenientes encontrar otra sensibilidad que no se mostraba tan impresionable frente a la tradicional apelación a la “subversión comunista” acostumbrados como estaban a ostentar este enunciado como conjuro que justificaba cualquier procedimiento contra los reclamos de los trabajadores, contra su tendencia a la organización gremial y política independiente.

No es una exageración decir que posteriormente a la primera administración de López Pumarejo nunca más se ha vuelto a escuchar un lenguaje parecido de confrontación a las prerrogativas de ningún sector poderoso de los propietarios de los medios de producción desde la alta tribuna del primer funcionario del Estado. Tenía la confrontación del presidente con los propietarios agrícolas la clara connotación de un desafío a una telaraña de privilegios feudales a nombre de los intereses de un desarrollo capitalista, concebido sobre supuestos reformistas. López tenía una concepción de la lucha de clases particular, como el conflicto de la burguesía y el pueblo con la vieja oligarquía terrateniente y desde luego no como la oposición antagónica entre el capital y el trabajo.

Estos pronunciamientos revisten importante significación para el juicio histórico sobre el período que se está analizando ya que el alcance de la política de López Pumarejo no puede medirse exclusivamente por las medidas tomadas, sino por los criterios y procedimientos políticos puestos en marcha, y que influyeron no sólo a corto plazo sino que contribuyeron a darle más ancha base a la energía popular proyectándose así históricamente más allá de los marcos cronológicos del cuatrienio 1934-1938.

El tercer documento de importancia en el análisis del gobierno de López en la primera etapa de su administración lo constituye el Memorando sobre el régimen de tierras, publicado el 11 de Abril de 1935. Era una respuesta a la campaña desarrollada por la reacción que presentaba los anuncios sobre reforma agraria como una amenaza para la propiedad territorial. En verdad, nada hay en el Memorando que justificara tal campaña. Los propósitos del gobierno buscaban:

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1.- Introducir claridad en el precario sistema de títulos de propiedad territorial delimitando el área de baldíos del Estado de la superficie cubierta con títulos de propiedad privada.

2.- El establecimiento de la condición de explotación de la tierra como requisito para la adjudicación de baldíos.

3.- Limitar la subsistencia del latifundio ocioso mediante la adopción de la prescripción y de impuestos diferenciados a la propiedad raíz.

4.- Establecer criterios de preferencia para la pequeña propiedad tanto en la adjudicación de baldíos, como en el otorgamiento de los créditos.

El citado documento terminaba con una especie de advertencia a arrendatarios y colonos: “El gobierno no confunde la necesidad de regularizar la situación legal de la propiedad privada con el arbitrario desconocimiento del derecho adquirido, y se considera obligado a proteger al poseedor contra los detentadores”. (62)

Los criterios expuestos, que sirvieron de parámetro para la política agraria del Gobierno, están muy lejos de conformar una tentativa democrática de resolver el problema agrario. Son sí, un propósito de desbrozar ‘los caminos para la modernización capitalista del sistema de tenencia de la tierra.

Eran los aspectos más moderados de la política de Alfonso López los que pesaban con más fuerza en el análisis que el Partido Comunista hacía del gobierno en este período. El PC tendía a asimilar los anuncios sobre reforma agraria a simple demagogia perdiendo de vista la nueva conducta del presidente frente a los conflictos sociales. En la consigna estratégica sobre la revolución agraria antiimperialista y antifeudal que debía ser realizada por los Soviets de obreros y campesinos no había cabida para alianzas con ningún sector de la burguesía. Se descartaba la posibilidad de que la burguesía jugara así fuera temporalmente, un papel progresista. Sin embargo, tal posibilidad se estaba convirtiendo en hechos que se expresaban en el fenómeno político de la república liberal. En este sentido obraban una serie de factores que se dieron desde el comienzo de la tercera década del siglo XX. La crisis económica incidió sobre los sectores exportadores. El valor de las exportaciones descendió substancialmente como se vio en el análisis de la crisis. La disminución de las expectativas de ganancia en el sector externo por la caída de los precios del café condujo a la reorientación de parte del capital comercial hacia la industria manufacturera. Entre 1930 y 1934 fueron creadas 1.040 unidades industriales. Como se ha anotado con frecuencia, probablemente se trataba de empresas pequeñas y medianas (63) pero con posibilidad real de desarrollo gracias al desnivel de precios creado por la política arancelaria vigente desde 1931 en favor de la producción manufacturera nacional y que creó también condiciones

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para el funcionamiento con toda su capacidad instalada de aquellas empresas industriales como Bavaria, Coltejer, Postobón, etc., que habían sido establecidas desde mucho antes de la crisis.

Las sociedades anónimas que a partir de 1930 experimentaron un auge substantivo ofrecieron el mecanismo para la captación hacia la actividad industrial de ahorros que de otra manera no se hubieran convertido por su escasa magnitud individual en capital productivo.

Al reunir todos estos elementos lo perceptible es la quiebra de un modelo económico basado fundamentalmente en las exportaciones y su reemplazo paulatino por otro esquema que tiende a identificarse con el proceso de sustitución de importaciones con todas sus implicaciones. Estos fenómenos económicos llevaban aparejados cambios en la estructura social del país y en la composición de las clases. Si no se afianzó una poderosa burguesía nacional, asumiendo este término ante todo en su significación política, sí se conformó un bloque de intereses burgueses dispuesto a presionar sobre el latifundio y las relaciones precapitalistas en general que obstruían la ampliación del comercio interior de productos y la consolidación de un mercado libre de la mano de obra. Justamente la conformación de ese bloque es lo que hace posible la adopción del camino reformista como respuesta a la crisis de estructuras que, se hace evidente en los años treinta.

Estos nuevos fenómenos políticos no pudieron ser valorados en principio, adecuadamente por el PC que no había alcanzado todavía una suficiente madurez política y teórica. Los cuadros de dirección, en su mayoría muy jóvenes, estaban en un proceso de asimilación del marxismo y no contaban para ello con un sistema estable de educación partidaria. El que había comenzado a organizarse desde 1930 y del cual formaba parte el “Grupo Marxista” dirigido por Carmen Fortoul, venezolana, de apreciable cultura política y quien como se recordará formaba parte de la delegación de la IC al Pleno de fundación del Partido, fue interrumpido abruptamente por la represión que siguió al estallido del conflicto con el Perú. La necesidad del estudio científico de la realidad nacional cedía frecuentemente ante las urgencias políticas inmediatas. Es cierto que el Partido hizo un esfuerzo por mantener un órgano teórico, la revista El Comunista sin embargo su vida fue muy precaria.

La actitud inicial frente al gobierno de López obedecía también a un análisis de la experiencia del Socialismo Revolucionario cuya disolución se atribuía, con acierto, al poco cuidado en la delimitación de sus fronteras políticas y organizativas con el Partido Liberal.

En el plano de las Reformas de López se destaca en la primera etapa la reforma electoral y especialmente el establecimiento de la cédula no sólo como documento indispensable para hacer uso del derecho del sufragio sino como papel necesario en distintos eventos civiles.

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El uso de la cédula electoral estaba encaminado a desterrar las formas más repugnantes del fraude: como el voto de los muertos, la manufactura del registro sin la concurrencia de los sufragantes, el poder casi omnímodo de los jurados. Estos habían sido los mecanismos normales en un régimen de sufragio que descansaba sobre el fundamento deleznable del testimonio de dos personas que acompañaban al votante.

Naturalmente el criterio que pudiera tener el gobierno en materia electoral resultaba burlado por unas prácticas nocivas muy arraigadas. Los comunistas ciertamente no recibieron los beneficios de esta reforma. A la prensa partidaria llegan las quejas de los camaradas de pueblos y ciudades a quienes no se les atiende la solicitud de cédula electoral. Las primeras elecciones efectuadas con cédula electoral fueron las de Mayo de 1935 tanto para concejos (Mayo 6) como las de diputados y representantes. En las primeras los comunistas obtuvieron 2.121 votos en el país. (64) En las segundas aumentaron su votación. En Cundinamarca se registraron 1.394 sufragios por los candidatos del PC. La Revista Javeriana comentando estos resultados electorales anotaba con inquietud: “Es digno de notar que por primera vez ocupará su curul en la Cámara Baja un representante del Partido Comunista: I. Torres

Giraldo”. (65)

Días después, en el escrutinio final, y aprovechando que no se hizo presente el representante del Partido en los escrutinios fue escamoteado el renglón, inflando la votación de una disidencia liberal.

Una de las reformas cardinales de López Pumarejo fue la tributaría que se convirtió en la Ley 78 de 1935, de Diciembre 23. La importancia de esa ley fue la de que por primera vez puso el énfasis en los impuestos directos, gravando también la gran propiedad inmueble.

64 Ver Ignacio Torres Giraldo, Los Inconformes, Bogotá, cd. Margen Izquierda, t. V., pág. 52.

65 Revista Javeriana, Suplemento “Vida Nacional”, Bogotá, febrero de l935, pág. 53.

. . Es sabido que los gravámenes indirectos tienden inexorablemente a hacer más gravosas las condiciones económicas de las masas trabajadoras. Se establecieron dos nuevos impuestos: el de patrimonio y el de exceso de utilidades. Se disminuyó la proporción de las rentas pequeñas y se elevó notablemente la de las grandes rentas. El gravamen de las rentas inferiores a $ 6.000 anuales, quedó representado sólo en el 2.2% del impuesto total y el de las rentas anuales superiores a $600.000 anuales, en el 22%. Así, los impuestos directos sobre la renta se elevaron en un corto plazo substancialmente pasando de $ 2.026.925 en 1934 a $12.907.190, en 1936.

El PC había manifestado su franco escepticismo cuando comenzó a discutirse el proyecto de reforma tributaria. A este respecto en un editorial de El Bolchevique se declaraba: “Más hábil que su antecesor, el gobierno de López

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no implanta estos impuestos directamente sobre el trabajador, cuyo sueldo miserable lo obligaría a rebelarse sino que los hace caer aparentemente sobre los “capitalistas”. (66)

Esta actitud tan radical no tenía en cuenta que los terratenientes y usureros desplegaban una campaña de tosuda resistencia contra las modificaciones al sistema fiscal hasta entonces prevaleciente. Justamente, la oposición de estos sectores en el Congreso hizo fracasar el primer intento de aprobación de la ley a comienzos de 1935, la cual fue posible luego de la renovación de las cámaras.

Sin embargo, no puede afirmarse que toda la línea de oposición del Partido a la República Liberal por este tiempo nacía de una intransigencia gratuita. Había actos en la política del gobierno que objetivamente tenían que ser atacados por los revolucionarios. Tal es el caso del tratado comercial colombo-americano contra el cual los comunistas desplegaron una campaña sistemática buscando impedir su aprobación en el Congreso. La agitación contra este tratado había comenzado ya desde 1933. El 15 de Diciembre de aquel año fue firmado en Washington el pacto comercial que no entró inmediatamente a debate en el parlamento, ya que el presidente Roosevelt modificó algunas cláusulas, lo que determinó que el tratado tuviera que ser nuevamente firmado, ya bajo el gobierno de López en Septiembre de 1935.

Por el tiempo de la primera aprobación, en el periódico del regional comunista del Valle, El Soviet, se explica cómo el convenio incluye 60 artículos norteamericanos que quedarán exentos de impuestos y que cubren renglones que son producidos por la industria nacional. El periódico advierte que son los pequeños industriales quienes van a resultar más agudamente lesionados por el tratado. Esto resultaba particularmente cierto, si se recuerda el elevado nómero de empresas, generalmente pequeñas, que se crearon entre 1930 y 1934. Dentro de los 60 artículos a importar que se liberaban de impuestos, si bien figuraba maquinaria y herramientas y artículos que no se producían en el país, se estipulaba también una buena cantidad de productos que ya se encontraban en plena producción en Colombia, como los alimentos, textiles, cueros, etc. En el análisis del PCC se puntualizaba cómo “esa política imperialista de exportación de mercancía golpeara incluso a sus obedientes servidores: los burgueses y latifundistas”.(67) Que esto último era cierto, lo prueban las protestas contra el tratado de algunos sectores de la burguesía, especialmente de la antioqueña. Ya en Enero 19 de 1934 representantes de empresas muy importantes como Rosellón S.A., Tejidos Unión, Compañía Colombiana de Tejidos, etc., piden que el tratado se discuta públicamente. (68)

En pormenorizado estudio del tratado se sugerían importantes modificaciones por parte de la Federación Nacional de Industriales, “ya que de aprobarlo como en principio había sido firmado, lastimaría hondamente a las industrias nacionales que han venido siendo amparadas”. (69)

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En el Concejo de Bogotá desde su instalación el 1 de Noviembre de 1935, el camarada Gilberto Vieira, suplente de Torres Giraldo, propuso que el cabildo exigiera a la Cámara que se rechazara el convenio comercial con Estados Unidos porque “causaría graves perjuicios a la ciudad de Bogotá y especialmente en las clases trabajadoras y productoras, por la circunstancia de entrañar una exención de impuestos municipales a las mercancías procedentes de Estados Unidos”. (70)

Entre Febrero y Abril se desarrollaron los debates en las cámaras sobre el tratado. Aquí se hicieron fuertes críticas por parte de varios senadores, incluso representantes de la Derecha Liberal. Desde la izquierda Gerardo Molina y Diego Luis Córdoba atacaron el convenio y defendieron las prerrogativas del Congreso frente a la irritación del gobierno que vetaba las facultades de los representantes para introducir modificaciones.

67 El Soviet, Cali, dicIembre 23 de 1933.

68 IgnacIo Torres Giraldo, op.cit., t. V. pág. 10.

69 ElSiglo, Bogotá, febrero 12 de 1936.

70 El Tiempo, Bogotá, noviembre 2 de 1935.

El tratado fue aprobado por mayoría en el Senado el 13 de Febrero de 1936. Representó esta aprobación un triunfo para la burguesía exportadora, especialmente la cafetera y señaló el comienzo de las vacilaciones del gobierno de López con respecto a la política del imperialismo norteamericano.

La agitación antiimperialista orientada por el Partido entre 1935 y 1936 tenía básicamente dos direcciones: la denuncia del tratado comercial colombo-americano y en segundo término la campaña contra la guerra. Ciertamente esta última tendía a exagerar las posibilidades de un conflicto entre Colombia y Venezuela como resultado de las pugnas imperialistas entre los Estados Unidos e Inglaterra. Sinembargo, su orientación general se inscribía dentro de la lucha de los comunistas y la humanidad progresista contra el peligro de guerra mundial y contra el avance del fascismo. Las manifestaciones antiguerreras organizadas por el Partido y la Liga Juvenil Comunista eran muy numerosas y terminaban frecuentemente con la represión policial, como las movilizaciones contra el imperialismo y la guerra del 6 y el 23 de Agosto de 1935 en Bogotá.

Además de las movilizaciones callejeras se efectuaban conferencias antiguerreras especialmente organizadas por los jóvenes comunistas y que estaban vinculadas a las campañas de carácter internacional organizadas por la IC. En el periódico Tierra se presentaba el avance del fascismo en Italia y Alemania especialmente y se desplegaba entre las masas la solidaridad con los combatientes antifascistas y con los presos políticos, especialmente, con los

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secretarios generales de los partidos comunistas Italiano y Alemán, camaradas Thaelmann y Gramci cuyas vidas se consumían en las cárceles de Hitler y Mussolini. Esta lucha contra el fascismo resultaba de inapreciable valor en la medida en que la propaganda fascista penetraba en Colombia en sectores de la juventud atraídos por la demagogia nacionalista. A finales de 1935 el PC agitaba la consigna: ‘Manos fuera de Etiopía” y creó algunos comités con esa denominación como contribución a la solidaridad con la resistencia etíope contra la invasión de los fascistas italianos.

CONCLUSIÓN Si se quisiera en forma esquemática hacer un balance de la significación de la etapa 1930-1935 en la Historia del Partido Comunista de Colombia, habría que señalar los siguientes elementos:

1 - El logro más importante lo constituyó la afirmación por primera vez en Colombia, de un partido político de la clase obrera con independencia de la burguesía y de sus partidos: el liberal y el conservador. Este mérito se destaca sobre el fondo de tentativas frustradas de creación de terceros partidos. El ensayo más afortunado, la UNIR, sucumbió bajo los mecanismos de represión, especialmente en el campo y los de persuasión y halago a la ambición polftica de su jefe. Las demás tentativas en este período, tanto de derecha como de izquierda, fueron. tan numerosas como infecundas.

2. El estímulo a la organización sindical independiente de los trabajadores en base a una plataforma clasista.

3. La proyección nacional y por tanto política de la lucha gremial de los trabajadores como lo comprueban movimientos tales como la Marcha del Hambre en 1932 y las huelgas cafeteras en 1934-1935.

4. Realización práctica de la indicación de Lenin de que es preciso “llevar a las masas la convicción de que única y exclusivamente por medio de la lucha revolucionaria se podrán conseguir mejoras siquiera sea algo serias y estables”

5. Desarrollo del internacionalismo proletario a través de la lucha contra la guerra, la solidaridad con la URSS y la vinculación orgánica a la Internacional Comunista.

6. Pasos firmes en el camino de la realización consciente de la alianza obrero-campesina-indígena.

Este período presenta rasgos verdaderamente heroicos en la acción de los comunistas. Sin el heroísmo de esa primera generación de comunistas no hubiera podido pasar el Partido la prueba de fuego de sus primaros cinco años de vida. Ese lapso no estuvo exento de errores y equivocaciones que tenían que ver con la enfermedad infantil del comunismo: El izquierdismo. Estos

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últimos no hacen menos valiosa la historia del PC, sino que elevan su significación ya que contribuyen a iluminar las rutas que hoy transita el pueblo colombiano hacia su liberación.

71 V. 1. Lenin. Obras completas, Buenos Aires, ed. Cartago

3. La lucha del Partido Comunista por la unidad sindical y el Frente Popular 1935-1941

3.1 Antecedentes de la C T C

3.2 El viraje en la estrategia y en la táctica del PCC.

3.3 La Segunda Conferencia Nacional del PCC

3.4 El Frente Popular contra el imperialismo y la reacción.

3.5 Continúa la lucha del PCC por la unidad sindical. El Segundo Congreso Nacional del Trabajo.

3.6 La ofensiva liberal contra el Frente Popular.

3.7 La Ley de Tierras y el trabajo del PCC en el campo.

3.8 La provocación anticomunista y el Tercer Congreso Nacional del Trabajo.

3.9 El PCC y el gobierno de Eduardo Santos.

3.1. —Antecedentes de la CTC

Si los principales esfuerzos del Partido en materia de organización, sindical se concentraron a comienzos de la década, en la construcción de federaciones regionales, desde comienzos de 1935 se destacó la tarea de la creación de la organización sindical nacional. En Febrero de este año El Bolchevique, órgano periodístico del CC, * lanzó la consigna sobre la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo. Desde 1932 venía operando el Comité Nacional Sindical CNS, organismo de coordinación que no tenía una relación orgánica con las federaciones y sindicatos.

Entre 1934 y 1935 maduraron premisas que ofrecían un piso más firme a las tentativas de crear un organismo nacional. Dentro del PC fue cambiando la concepción del Frente Unico que era concebido todavía en 1934 en el espíritu del VI Congreso de la IC, en los siguientes términos: “La base de la táctica del

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Frente Único consiste en el llamamiento directo de las masas trabajadoras por encima- de la cabeza de los jefes nacional reformistas, (tipo liberal-unirista) de los amarillos “apolíticos” y de los agentes políticos patronales, donde quiera que se hallen las masas organizadas o no organizadas y, sobre. una plataforma de lucha concreta, movilizar y dirigir la fuerza unida hacia la conquista de esa plataforma”. 1 Esta táctica .del

1El Bolchevique, Bogotá, agosto 18 de 1934. * Comité Central.

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Frente exclusivamente por la base no se mostraba como el instrumento más adecuado para el logro de la unidad sindical, más bien facilitaba a los líderes reformistas explotar prejuicios entre los trabajadores y presentar a los comunistas como saboteadores de la organización sindical. La experiencia del movimiento obrero europeo mostraba cómo la invitación a los líderes social-demócratas a la realización de acciones conjuntas, el trabajo en los sindicatos reformistas no menoscababan la independencia ideológica de los comunistas, artes bien, abrían posibilidades a la clase obrera para4 constituirse en un factor político decisivo en los respectivos países.

En contradicción con las concepciones, tenían lugar episodios de unidad de acción como los acuerdos de los líderes de las diversas corrientes sindicales, en relación con la celebración dei 1? de Mayo en los años 1934 y 1935. En esas ocasiones el PC agitó consignas antiimperialistas y antifascistas. De la manifestación, realizada en Bogotá, el primero de esos años, comentaba El Espectador que se trataba del “desfile más imponente que haya presenciado esta ciudad”. De otra parte el ascenso huelguístico de esos años había envuelto a los trabajadores de las empresas y actividades económicas más importantes tales como: Coltejer, Tropical Oil Company, Bayana, Minas de Oro de Segovia, Ferrocarriles, navieros del río Magdalenas transporte automotor, construcción, trilladoras de café. Esas huelgas exigían objetivamente la coordinación de la solidaridad y demandaban la unidad de acción sindical.

Desde comienzos de 1935, el PCC fue abandonando la consigna de Frente Único por la base y adoptan-. do iniciativas de discusión con directivos sindicales liberales y reformistas A mediados de 1935, la idea de convocar un congreso de trabajadores para crear la Confederación Nacional era compartida por casi toda la dirigencia sindical. Para convertirla en realidad se precisaba de un amplio acuerdo sobre la convocatoria. No era este un asunto fácil, ya que tenían presencia sindical cuatro corrientes políticas que se reseñarán más adelante.

Había, pues, dificultades para la convocatoria del encuentro. Esta fue hecha en Julio de 1935 por el sindicato de trabajadores de El Tiempo, organización de reciente creación y que contaba con una directiva progresista. El Congreso debía reunirse el 7 de Agosto de 1935. El Partido Comunista no acogió de

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inmediato esa convocatoria ya que recelaba del apoyo que en principio le brindaron la dirección del periódico El Tiempo y en particular Eduardo Santos. Temía el PCC que ese apoyo implicara interferencia de Intereses patronales y políticos peligrosos para la independencia de clase del movimiento sindical.

Un cambio de esa conducta del Partido frente al Congreso estuvo relacionada con un viraje en la actitud inicial de El Tiempo Un editorial del periódico Tierra daba cuenta de lo anterior: “Nosotros hemos combatido francamente esta convención, mientras a- pareciera como una maniobra politiquera manzanilla. Pero la situación ha cambiado un poco. El Tiempo, que se presentaba anteriormente como inquietante amigo de la Convención ha cambiado de frente, declarándola inoportuna e inconveniente.., es por eso que los sindicatos revolucionarios han resuelto participar a última hora en la convención”. 2

• La Convención se instaló el 1° de Agosté de 1935. Asistieron delegaciones de todas las ramas importantes de la economía nacional. De los sindicatos orientados, entonces por los comunistas enviaron delegados- los siguientes: Sindicato Nacional de Chóferes, de. Paileros de Barranquilla, Centro Obrero “La Manuelita”, Sindicato Obrero de Bayana, Sindicato de la Construcción, etc. En conjunto el número de los delegados acreditados osciló entre 120 y 140 trabajadores. Esta Contención Sindical contó con la más amplia representación que se hubiera registrado en los diversos intento de reunión de un Congreso Obrero Nacional.

Las cuatro corrientes políticas que tenían presencia en la Convención eran las siguientes: La corriente Liberal, que influía en algunas organizaciones sindicales creadas por la Casa Liberal, que estuvo apoyada por el gobierno de la “Concentración Nacional” y que devino en un aparato electoral olayista. Además de influir en algunos sindicatos de Bogotá, La Casa Liberal se vinculó a algunas organizaciones campesinas en Cundinamarca con la finalidad de contrarrestar el trabajo agrario del PC. Sus dirigentes eran burócratas sindicales de conocida trayectoria anticomunista como Ocampo Vásquez y Julio Cuadros Caldas.

La corriente reformista “apolítica” reconocía en Juan de Dios Romero su orientador ideológico. Romero actuaba desde los años veinte en el movimiento sindical, había logrado organizar algunos sindicatos, especialmente textiles en Bogotá, mantenía una vaga alianza con el dirigente agrario del Sumapaz: Erasmo Valencia. Esta corriente recogió parte del trabajo sindical de la UNIR.

Los anarcosindicalistas estaban representados en la Convención por Luis F. León quien también venía actuando en el sindicalismo

desde principios del siglo XX. Con los planteamientos de León coincidía en el Congreso el veterano dirigente petrolero Raúl E. Mahecha. El anarcosindicalismo representaba por este tiempo una tendencia ya muy débil en el movimiento sindical.

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Los comunistas contaban con una numerosa delegación en la Convención. Según Tierra a los sindicatos unitarios correspondían 74 delegados. Sobre su influencia da cuenta un incidente que se presentó al comienzo de las deliberaciones. La comisión de credenciales rechazó la acreditación de los camaradas Torres Giraldo, Aurelio Rodríguez, Gilberto Vieira y Leonidas Paeces con el argumento de que se trataba de “jefes políticos conocidos”- Luego de encendidos debates, el Congreso aprobó que tal delegación tomara parte en las deliberaciones.

Se discutieron las reivindicaciones más importantes del movimiento sindical de esa etapa. Entre los elementos polémicos que se abordaron figuran dos: La organización de federaciones de industria y la relación de los sindicatos y la política. Con- respecto al primer punto el PC defendió la creación de federaciones industriales contra los reformistas y anarcosindicalistas que negaban la existencia de una industria en Colombia y por tanto la necesidad de federaciones distintas a las regionales. Por obvias razones fueron los camaradas antioqueños como Cardona quienes tomaron parte activa en el debate. Indudablemente, los términos en que era planteada la discusión por quienes atacaban la necesidad de las organizaciones industriales reflejaban el peso de los sindicatos artesanales en el conjunto de las delegaciones de “industria”. La Convención aprobó, finalmente la creación de federaciones por rama industrial.

Pag 258Con respecto al segundo tema, los reformistas y anarcosindicalistas condenaban la relación del sindicalismo con la política. Por ello, atacaron el artículo 17 del programa sindical que exigía “a los sindicatos abandonar la política burguesa, pero practicar la política de! proletariado”.3 Los comunistas defendieron la anterior formulación. En su intervención Gilberto Vieira subrayó: “1-lay que desenmascarar a los anarcosindicalistas que pretenden maniatar a la clase obrera con sus frases sobre el ‘apoliticismo’. El apoliticismo es una política dirigida contra el proletariado. Es falso que al obrero sea indiferente el régimen político. No es lo mismo, por cierto, el gobierno obrero de la Unión Soviética y la dictadura de los explotadores ejercida por Juan Vicente Gómez o Hitler”. Finalmente el artículo 17 fue aprobado.

Esta discusión se justificaba plenamente. Bajo el manto del “apoliticismo” se escondían posiciones muy nocivas para el movimiento obrero. Ellas tenían su base objetiva en el mutualismo que aún influía en el movimiento sindical siendo un serio factor de atraso político. En segundo lugar las declaraciones de apoliticismo tendían a ocultar la influencia liberal en el sindicalismo y eran aprovechadas para disfrazar la utilización de los sindicatos con criterios de grupo e incluso al servicio de objetivos personales. Finalmente, el apoliticismo de corte anarquista conducía a la negación de la necesidad de un partido político de la clase obrera y por estas razones la aprobación del artículo 17 del programa en los términos antes citados debe considerarse un triunfo de las posiciones clasistas en la Convención Sindical.

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Además del programa, que recogía todas las reivindicaciones de los trabajadores en ese momento, fueron aprobadas otras resoluciones. En una de ellas, la Convención protestaba contra el tratado colombo- americano y se llamaba a las masas trabajadoras a luchar “contra ese criminal tratado”. En otra, se rechazaba un proyecto de ley presentado en aquellos días por el gobierno al Congreso en que se lesionaba el derecho de huelga, mediante el establecimiento del arbitramento obligatorio y la prohibición de las huelgas de solidaridad. Se pedía igualmente al gobierno que se garantizara “el derecho de asilo para los emigrados que hayan sido víctimas de las tiranías de otros países, en la lucha contra las clases opresoras y el imperialismo”.4 Esta resolución no era simplemente simbólica de la solidaridad internacional, sino que tenía en cuenta la situación creada en muchos países por el ascenso del fascismo y la persecución que tenía lugar en países de América, agobiados como Venezuela por dictaduras reaccionarias.

La Convención acordó convocar un nuevo Congreso Nacional del Trabajo para el 7 de Agosto de 1936, en Medellín. Esto es importante recordarlo ya que algunos analistas del movimiento sindical ven las diversas tentativas de organización nacional de los trabajadores como producto de la política liberal. Sin negar la actitud progresista de López frente a los trabajadores y sin perder de vista el apoyo dado al movimiento sindical, es preciso ver que los primeros pasos en la organización nacional sindical obedecieron a los esfuerzos de los propios trabajadores y se dieron al calor de una extraordinaria reactivación de las luchas gremiales que se operó en los años treinta y en las cuales tuvo participación decisoria el recientemente creado Partido Comunista de Colombia.

En la sesión final del Congreso cuando se elegía comité confederal, se presentó una división que dio como resultada la elección de dos comités confederales. Los comunistas sostenían que la dirección de la central debía estar compuesta en su mayoría por aquellos obreros que estando a la cabeza de las principales organizaciones tenían las mayores responsabilidades,, en oposición a los “asesores” separados realmente de las bases. Por falta de una conducta más flexible, de la Convención. sindical ‘salieron dos direcciones. Un comité confederal reformista y un comité confederal clasista. En este estaban representadas, las organizaciones sindicales más fuertes y combativas de entonces. Los dignatarios del Comité Ejecutivo unitario fueron: Presidente, Enrique Estrada (ferroviario); Vicepresidente Vega Escobar, Presidente del Sindicato de Trabajadores cia El Tiempo; Secretario, Antonio Rincón (chofer); Tesorero, Santiago Rodríguez (trabajador de Bavaria).

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No obstante el episodio final, la Convención fue de una gran significación para el movimiento obrero colombiano. Por eso al examinar la participación del PC en esta asamblea que se constituyó en el primer congreso sindical, Tierra escribió el 16 de Agosto al concluir las deliberaciones: “La Convención Sindical, significa la cristalización de nuestra conmina de Frente Unico y unidad sindical, que ha interpretado el deseo de unión de la clase obrera, su voluntad de unificarse en una gran fuerza nacional capaz de resistir la ofensiva patronal y preparar el paso al contraataque. Significa un gran paso del proletariado colombiano en el desarrollo de su conciencia de clase y en el despliegue d su bandera de lucha independiente por sus Intereses propios”. La división no se prolongó por mucha tiempo, la iniciativa exitosa de reunificación, partió de los comunistas.

Mientras tanto la labor organizativa del PC en el campo no se detuvo. La consigna de no pago del arrendamiento continuaba, igualmente la ocupación de algunos terrenos. Esta labor organizativa, la actividad gremial y política de los campesinos enardecían a los terratenientes. Desde las páginas del periódico central, el PC denunciaba la preparación de una masacre de campesinos e indígenas en el sur del Tolima y levantaba la protesta frente a los despojos, la persecución.’ En Cundinamarca la situación no era mejor. A finales de Octubre de 1935 fue asesinado por la guardia departamental mientras tomaba parte en una movilización por las haciendas, el camarada José Ramírez, dirigente de los, campesinos deViotá. Este’ crimen tuvo las características de una revancha, de los latifundistas por las conquistas obtenidas por los comunistas en las elecciones para concejos. En Viotá dos ediles comunistas comenzaron una tradición de control popular del ¿oncejo que era recogida en la canción partidaria:

“Allá en Viotá la Roja Allá donde triunfamos”

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El nombre de José Ramírez se unía así a la lista de los indígenas comunistas asesinados en Jambaló y a mas recientes crímenes como aquellos que segaron la vida de los jefes indígenas del PC como Agustín Yandi y Jacinto Julián en el mismo año.

El prestigio del Partido llevaba a los campesinos, incluso conservadores, a solicitar la asesoría de los comunistas. Fue este el caso de los trabajadores de San Eduardo. Según testimonios, en aquel corregimiento boyacense, los campesinos guiados por un delegado enviado por el PC se tomaron una hacienda, destituyeron a las autoridades locales y organizaron un Consejo o “Soviet” que se prolongó por unos días mientras llegó el ejército y sometió a estos “comuneros”.7

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La ocupación de un latifundio, Agosto de 1935 en Baraya, Huila, tuvo grandes repercusiones. Baraya estaba en el centro de una región de vigorosa influencia comunista y de activo movimiento agrario, que llegaba por el sur hasta Campoalegre y por el norte se comunicaba con el sur del Tolima. Los campesinos bajo la orientación de Luis Vidales procedieron a derribar los cercados del inmenso latifundio de una familia Cardozo y a tomar posesión de la tierra. Los latifundistas y autoridades locales vieron con mucha preocupación este movimiento contra el cual arrojaron la guardia departamental. Luis Vidales y catorce campesinos fueron conducidos a Neiva y posteriormente condenados a colonias penales. Vidales como protesta declaró la huelga de hambre. Esto despertó una gran solidaridad en el país. Un grupo de parlamentarios encabezado por el dirigente liberal Carlos Lozano exigió la libertad del poeta comunista. Igualmente protestó el Concejo de Bogotá y grupos numerosos de intelectuales y ciudadanos en general. La exigencia de libertad se constituyó en un verdadero plebiscito frente al cual un gobierno como el de López, en quien pesaba el juicio de la opinión pública se vio obligado a ceder El Tribuna Superior del Huila derogó la sentencia a Vidales y a los campesinos detenidos.

3.2 — El viraje en la estrategia y en la táctica del PCC.

El 7 de Noviembre se instaló la II Conferencia Nacional del Partido. Ella significó un replanteamiento de toda la política desarrollada hasta entonces por el PC. Este viraje tiene como marco de referencia los profundos cambios en la estrategia y en la táctica operados en el movimiento obrero y recogidos orgánicamente en las deliberaciones y conclusiones del VII Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en Moscú en 1935. Para representar al PCC en ese Congreso el Buró Político designó a Rafael Baquero, Filiberto Barrero y Augusto Durán.

Se hace necesario presentar un panorama de la situación de la lC en el mundo y reseñar las principales conclusiones del VII Congreso. Con la crisis económica mundial de 1929-1933 comenzó según la periodización marxista de la historia contemporánea una etapa definida de la crisis general del capitalismo. Esta etapa de la historia que abarca de 1929 a 1939 presenta varios componentes importantes.

En primer lugar en el terreno político se caracterizó batallas de clase: huelgas, marchas de hambre, levantamientos armados, bancarrota de los viejos partidos burgueses, ofensiva de la reacción y del fascismo.

El crecimiento del potencial económico y militar de la Unión Soviética, la construcción del socialismo como proceso irreversible, la constitución .de la URSS en potencia agro-industrial, su significación como ejemplo para las fuerzas progresistas en el mundo cambiaron la correlación de fuerzas en el sentido favorable a las tendencias del progreso en detrimento del imperialismo.

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A mediados de los años 30 la ofensiva del fascismo y la reacción se recrudeció. Para ese tiempo el sistema corporativo en Italia se había extendido a prácticamente toda la población activa, consolidando el régimen de Mussolini quien había subido al poder desde finales de 1922.

El 30 de Enero de 1933 los monopolios establecieron la dictadura de los nazis en Alemania. Con el ascenso de Hitler, el fascismo entró a dominar “un país con gigantescas posibilidades económicas”.8

Esta victoria estimulé a la reacción de otros países para pasar a la ofensiva. En Francia donde las organizaciones fascistas se habían fortalecido extraordinariamente se produjo en Febrero de 1934 una peligrosa tentativa de golpe de estado por parte de esas fuerzas.

En España habían surgido organizaciones fascistas como la Junta de la Ofensiva Nacional Sindical, JONS, en 1931, y la “Falange Española” en 1933 que buscaban la alianza con los partidos de derecha que habían conformado un bloque, la CEDA.*

En Bulgaria los fascistas dieron un golpe de estado en Mayo de 1934. Además del establecimiento de gobiernos abiertamente terroristas en algunos países, se producía la fascistización del régimen político en otros, como Polonia, Hungría, Finlandia. Se activaron grupos fascistas influyentes en Japón, en Estados Unidos y también en algunos países de América Latina.

Ante esta situación de avance de la reacción y el fascismo, de preparación de la guerra mundial por los países imperialistas, de amenaza no sólo a las conquistas de la clase obrera sino de atentado contra todas las capas democráticas de los distintos países,. el movimiento obrero internacional se vio ante la impostergable necesidad de introducir profundas modificaciones en la estrategia y en lá táctica.

El necesario viraje no se efectuó de la noche a la mañana; fue fruto ante todo, de [os avances de los partidos comunistas en la marcha concreta de la lucha de clases. En los partidos fueron siendo derrotadas y excluidas las corrientes más sectarias. Entre 1933 y 1935 se sucedieron importantes hechos que abrieron en los partidos el camino dé la aplicación de la política del Frente Unico proletario sobre una base de gran amplitud. Al calor de la lucha antifascista se fueron supérando las apreciaciones más estrechas.

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En Francia frente al intento de las bandas fascistas de apoderarse del poder, las masas salieron a la calle atendiendo la invitación del PCF. Esa movilización y la huelga general deI 12 de febrero, organizada conjuntamente por los socialistas y comunistas jugaron un papel decisivo para frenar a los golpistas. A mediados de 1934, se concertaron importantes a- cuerdos entre el PCF y el

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Partido Socialista, que permitieron la formación del Frente Unico Obrero contra el fascismo, por las libertades y las reivindicaciones económicas más urgentes de los trabajadores. ‘El Frente lJnico Obrero realizado en Francia marcó el comienzo de un importante viraje en todo el movimiento obrero y comunista mundial. El Frente Unico Obrero de Francia fue un ejemplo estimulador para el movimiento obrero de otros países capitalistas”.

El Partido Comunista Español cosechó también éxitos en el trabajo por la construcción del Frente Unico, especialmente después de 1933 cuando lanzó la iniciativa de creación de un Frente Proletario Antifascista. Esa experiencia era de gran importancia ya que en España las derechas estaban unidas y buscaban la instalación de un gobierno fascista.

Igualmente en Italia en medio de la resistencia al fascismo, en las condiciones de la más profunda clandestinidad fue fraguándose la alianza comunistas-socialistas, quienes en Agosto de 1934 acordaron entrar en unidad de acción.

Todas estas experiencias eran recogidas por el Comité Ejecutivo de la IC. Este organismo generalizaba las experiencias y desarrollaba la discusión. Esta se hizo especialmente intensa desde Mayo de 1934. El 19 de ese mes el presidium del CEIC, acordó el orden del día del VII Congreso de la IC. En las reuniones, en la correspondencia con los Partidos, se fueron definiendo los puntos de los informes centrales y las nuevas orientaciones. Entre éstas figuraban: la inevitabilidad de una fase democrática general en la revolución, la inconveniencia de la asimilación de la social- democracia al fascismo, la construcción del Frente Único Proletario por la base y buscando también ‘el acercamiento con los dirigentes de los sindicatos social-demócratas, ampliación del Frente Único incluyendo a partidos no proletarios.

El VII Congreso de la lC fue pues, el fruto de un esfuerzo largo de replanteamiento que se refiere tanto al terreno concreto de la lucha de clases como al trabajo teórico-ideológico.

Las sesiones del VII Congreso de la IC se desarrollaron entre el 25 de Julio y el 20 de Agosto de 1935. En sus deliberaciones participaron 510 delegados de 65 secciones de la KOMINTERN. El problema central que se planteaba objetivamente a los comunistas del mundo era el de cómo hacer frente al fascismo. Por eso el Congreso comenzó dando una caracterización del fascismo. En el informe central, presentado por el gran dirigente de la Internacional, el revolucionario búlgara Jorge Dimitrov se consignó: “El fascismo en el poder es la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más Imperialistas del capital financiero”. En el informe se subrayaba que el ascenso de los fascistas al gobierno no era fatalmente inevitable. La unidad de la clase obrera se recomendaba como el medio más eficaz para impedir ese ascenso. La consigna del Frente Unico Obrero debía interpretarse con nuevo espíritu que permitiera elevar a un primer plano la tarea de buscar acuerdos con organizaciones de trabajadores

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de distintas corrientes políticas. De igual manera, para asegurar el éxito del Frente Unico subrayaba la KOMINTERN resultaba imprescindible plantear y luchar. por las reivindicaciones más urgentes y que interesaran al mayor número de trabajadores. Se recomendaba a los comunistas destacar las necesidades de las masas en cada momento y no limitarse .a la recomendación del objetivo final: la dictadura del proletariado.

El VII Congreso recomendó desarrollar la política del Frente Unico Proletario a distintos nivéles alcanzando acuerdos sobre puntos concretos, en empresas separadamente, en ramas completas de la producción, etc. La unidad del movimiento sindical debía comprometer el esfuerzo de los comunistas en la creación de sindicatos únicos en las ramas económicas, organizaciones sindicales nacionales y regionales.

El Congreso se detuvo en el análisis del contenido del Frente Popular antifascista. Este debía apoyarse fundamentalmente en el Frente Unico Proletario. Sinembargo, sería la cristalización organizativa de la alianza política de la clase obrera con las masas trabajadoras del campo, con •la pequeña burguesía urbana, con la intelectualidad, con las minorías nacionales. Igualmente al Frente Popular debían ser atraídas la juventud y las mujeres trabajadoras y todos aquellos a quienes pudiera comprometerse en la batalla contra la reacción y el fascismo. -

El Frente Popular impulsaría la lucha por las libertades democráticas en cada país. Por ello, el Congreso reafirmó la tesis de Lenin sobre el entrelazamiento de las luchas por la democracia y la lucha por el socialismo. El Congreso subrayé que los comunistas no podían pasar por alto los intereses nacionales de sus pueblos. Los partidos debían, sin abandonar los principios del internacionalismo proletario, convertirse en una fuerza auténticamente nacional.

Con relación a los pueblos de los países dependientes y de las colonias el VII Congreso dió la orientación sobre la creación del Frente Unico Antiimperialista capaz de aunar todas las fuerzas interesadas en la liberación nacional. De este frente no sería excluí- da la burguesía nacional[ cuyas contradicciones con el imperialismo, se preveía, aumentarían en relación con el nuevo reparto imperialista del mundo que buscaban los fascistas. Sinembargó, la consolidación del Frente Unico. de Liberación Nacional sería posible, ante todo, por la alianza entre la clase obrera y los campesinos y esto era lo primordial hacia [o cual debían orientarse los partidos comunistas de estos países.

Al señalar la gran Significación de la construcción del socialismo en la URSS, el Congreso se dirigió a los trabajadores de todo el. mundo invitándolos a ayudar con todas las fuerzas y por todos los medios al fortalecimiento de la URSS y a luchar contra los enemigos de la Unión Soviética.

3.3=La segunda conferencia del PCC

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Esta conferencia se realizó del 7 al 11 de noviembre. de 1935. En ella se presentaron básicamente dos informes. El de Torres Giraldo, secretario general y el de Augusto Durán delegado al VII Congreso de la IC. En el primero se mantenían en su integridad los principios estratégicos y tácticos característicos de la primera etapa de vida del Partido. Tuvo más repercusión el segundo informe no sólo en las deliberaciones, sino en la vida posterior del PCC. Por esta razón aquí se presentarán los puntos principales de dicho informe.

La política seguida con respecto al gobierno de Alfonso López fue, sometida a un cuidadoso ‘exámen. Se cambió la caracterización que de él venia haciéndose y se propuso la siguiente: “El gobierno de López no es el gobierno por el cual luchamos en este momento. El gobierno de López es un gobierno nacional reformista que vacila entre el imperialismo y el movimiento de liberación nacional, haciendo concesiones a una u otra tendencia, según el grado de desarrollo del movimiento revolucionario y la presión de los imperialistas. Pero entre un gobierno tal y un gobierno lacayo del Imperialismo, nuestro fuego principal lo dirigimos contra este último y contra aquellos que luchan por su formación, porque esto responde a los intereses de la clase obrera”.

Es cierto que la Conferencia no tomó una caracterización definitiva del gobierno de López. En torno a este problema, según informaba Tierra, se enfrentaron dos tesis: Una que calificaba al gobierno como nacional reformista, vacilante entre el imperialismo y el campo nacional y la que lo señalaba oscilando entre los imperialismos rivales: británico y yanqui. En todo caso la conferencia llegó a la conclusión de que el gobierno de López no podía equipararse al de Olaya, “es decir, que López Pumarejo no es un típico lacayo del imperialismo, aún cuando vuele por una pendiente de claudicación”. 12

Las anteriores apreciaciones fueron de gran utilidad en la medida en que permitieron asumir una posición más acorde con la realidad e impidieron el aislamiento del Partido frente a las amplias masas. La Segunda Conferencia en concordancia con lo anterior mostró la disposición de los comunistas de luchar por las conquistas de la democracia burguesa, por la aplicación de las reformas de López en un sentido favorable a los trabajadores. Con respecto a una de ellas se decía en el Informe: En cuanto a la reforma agraria de que tanto nos habla el gobierno de López, nosotros podemos apoyar aquellas reformas que efectivamente favorezcan a los campesinos y combatir todo lo que constituya un engaño”.

La Conferencia se ocupó en particular de la definición dé la táctica del Frente Unico Obrero. Al descartar como formalista la alternativa de Frente Unico por arriba o por la base, se subrayó como lo fundamental, el acercamiento efectivo a los obreros liberales, socialistas, uniristas. Naturalmente el Frente Unico, subrayaban los materiales de la conferencia debía lograrse, pero no a toda costa sino sobre la base de la defensa “de los intereses vitales de los trabajadores contra los capitalistas, los banqueros, los imperialistas, para que

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se fortifique en la lucha y cree las premisas para su liberación total del yugo de la burguesía”.

Los siguientes puntos servían de base para la conformación del Frente Unico:

1. Por el cumplimiento de la ley de la jornada de 8 horas de trabajo y demás leyes laborales.

2. Por aumento de salario3. Por la democracia en los sindicatos, por la libertad de organización sindical en todas las ramas de la producción.4. Contra, el cierre de las fábricas y por el pago de cuatro meses de salarió a los obreros por cierre o despido.

Estos puntos integraban un programa ciertamente modesto para lograr el Frente. El punto al que se daba más importancia era el tercero habida cuenta de las restricciones en materia de organización sindical. Como paso concreto se acordaba cursar propuestas de unidad de acción a la Casa Sindical Liberal y a los sindicatos de ferroviarios, igualmente se proponía la fusión de los sindicatos rojos y de las organizaciones reformistas.

Con relación a los trabajadores agrarios, la Segunda Conferencia Nacional acordó redoblar el impulso a la organización sindical y a las ligas campesinas, e incluso a formas armadas de lucha: “En aquellos lugares en donde los campesinos luchan con las armas en la mano contra los impuestos, los desahucios, por la posesión de sus tierras, etc., nuestro deber de comunistas es apoyar esa lucha, organizar, la solidaridad del proletariado de las ciudades- movilizar a este en apoyo a los campesinos y contra las expediciones de castigo.14 . Sin embargo el informe recomendaba modificar la consigna de expropiación de la tierra sin indemnización, dado que en la primera etapa la revolución se orientaría contra el imperialismo fundamentalmente. Tal posición implicaba una deformación y la aplicación mecánica de experiencias como la de China donde el movimiento de liberación nacional se enfrentaba a la intervención directa, militar y política del imperialismo japonés. Resultaba este punto peligroso -en un momento en que el Partido Comunista mismo estaba comprometido en un activo movimiento agrario y aparecía en contradicción con la orientación que se daba en el mismo informe sobre la defensa armada de los latifundios ocupados por los campesinos.

Con respecto al movimiento indígena la conferencia acordó prestar toda la atención del Partido “por las reivindicaciones de los indios, par igualdad de derechos con los blancos, por la elección independiente de sus cabildos, por el derecho a tener escuelas y maestros propios, por la devolución de sus tierras etc.” En el informe se esclarecía cómo la

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consigna de la autodeterminación de los pueblos indígenas, en el sentido de independencia nacional, no tenía una significación práctica inmediata. Este planteamiento se mostraba más acorde con las condiciones en que se presentaba la cuestión indígena en Colombia.

Buena parte de las discusiones de la Conferencia estuvo dedicada al frente antiimperialista de liberación nacional. Este frente sería el resultado de la alianza de cuatro clases; el proletariado, los campesinos, la pequeña burguesía urbana y la burguesía nacional. Para el Frente Popular se propuso una plataforma de lucha antiimperialista cuyos puntos más destacados fueron los siguientes: Denuncia del tratado comercial colombo-americano y defensa de la economía nacional. Revisión de contratos de luz, teléfonos, puertos, etc., celebrados con compañías imperialistas. Restauración de la soberanía nacional en los territorios dominados por el imperialismo (zona •bannera, Barranca, Catatumbo, etc.) Por la anulación del control en el cobro de los impuestos municipales por parte de los bancos extranjeros. Por el cumplimiento de las leyes laborales que favorecen a los obreros y contra las medidas de policía que interfieren la organización sindical. Por crédito amplio a los pequeños agricultores de café y organización de cooperativas. Por relaciones cordiales con la URSS y defensa de la revolución democrática de Cuba y en defensa de la alianza libertadora del Brasil. Contra la amenaza de un golpe militar por parte del imperialismo y sus agentes nacionales. Lucha contra la reacción conservadora que amenaza al gobierno reformista de López.

El anterior programa presenta vacíos importantes sobre todo con respecto al problema agrario. Sin embargo tenía el mérito de destacar la lucha multifacética contra la dependencia imperialista. En segundo lugar destacaba las reivindicaciones democráticas y las demandas económicas de los trabajadores.

La conferencia dedicó atención a la definición de la burguesía nacional que tendía a identificarse con la burguesía industrial y con un sector comercial vinculado al mercado interno. No obstante, en este campo, las apreciaciones resultaron muy generales por no hacer parte de una caracterización de conjunto de la estructura de clases del país. En el terreno de las alianzas políticas, estas se veían posibles con los pequeños núcleos socialistas, los grupos uniristas que sobrevivían a la disolución ordenada por Gaitán, y los sectores de izquierda del Partido Liberal. En el campo de la reacción se señalaba como los enemigos fundamentales al “partido conservador-clerical, la derecha liberal y el imperialismo”. En la Segunda Conferencia Nacional se llamó La atención sobre los riesgos que traía aparejado el viraje. El más evidente de ellos sería la desviación de

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derecha. Como correctivo se llamó a salvaguardar y profundizar la independencia del Partido Comunista en el frente popular antiimperialista. En el mismo orden de ideas se llamaba a prevenir el peligro del descuido de las luchas reivindicativas de las masas trabajadoras de las industrias nacionales. Se introdujeron nuevos elementos en la apreciación sobre el ejército. Sí hasta la conferencia, toda la importancia en este terreno se le había dado al trabajo entre los soldados, ahora se subrayaba con razón: “nuestros ataques no deben estar dirigidos contra los oficiales y los generales en bloque, sino contra los Cortés Vargas y toda esa canalla que palpablemente demuestra estar del lado de los imperialistas y por una dictadura militar terrorista”. Al destacar la necesidad de intensificar el trabajo entre la juventud se subrayaron las deficiencias de la Liga Juvenil Comunista, por el sectarismo y por el ol¿1ç In r’rcterístico del trabajo entre los jóvenes.

No obstante las confusiones y algunas tesis erradas contenidas en los informes centrales, la II Conferencia Nacional significó un punto de viraje de enorme importancia en la historia del Partido Comunista. En primer lugar trazó una política que permitió el logro de la unidad sindical a través de la experiencia de la CTC. La Conferencia aportó herramientas que le permitieron al Partido convertirse en un factor político nacional. En las deliberaciones se allegaron elementos de juicio que permitieron formular apreciaciones más acertadas sobre el régimen político y modificar consignas que por rebasar el nivel de desarrollo del movimiento obrero de ese tiempo, contribuían a aislar a los comunistas de las masas.

Igualmente la Conferencia dejó claramente establecida la necesidad del estudio de las formas concretas del dominio imperialista en Colombia y de los problemas nacionales. Con la II Conferencia Nacional se inició el trabajo por la construcción del Frente Popular antiimperialista que por primera vez en Colombia planteó frente a las grandes masas la consigna de la unidad popular.

3.4 — El Frente Popular contra el imperialismo y la reacción.

La nueva política adoptada despertó una gran energía en la militancia comunista al advertir que el trabajo rendía efectos prácticos en la política del día y facilitaba la ampliación de la influencia entre las masas y el acercamiento con otros sectores que alentaban posiciones antiimperialistas y que coincidían con los comunistas en la necesidad de aislar la reacción. Ya la lucha no se planteaba contra todos sino que se distinguía más claramente a los enemigos principales, y en el camino se descubrían amigos, así fueran transitorios. El 23 de Noviembre de 1935 el PCC en un llamamiento afirmaba: “Liberales de ¡izquierda, obreros, campesinos, artesanos, pequeños comerciantes e

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industriales de todos los matices: El tratado colombo-americano os golpea a todos por igual!! Uníos en frente popular, contra el zarpazo del imperialismo”.

El contenido primordial e inicial del Frente Popular debía ser según el planteamiento del PC la oposición decidida al tratado comercial colombo-americano. En segundo lugar debían destacarse las reivindicaciones económicas de los trabajadores. En el citado llamamiento se agregaba: “En una huelga general los obreros deben exigir, al mismo tiempo, a los industriales nacionales y extranjeros que se reconozcan las reivindicaciones que hasta ahora han sido negadas: cumplimiento riguroso de la jornada de 8 horas, de la indemnización por accidentes de trabajo, del derecho de libre organización sindical y política”.

Ya a finales de noviembre de 1935 se formaron comités de lucha contra el tratado en Medellín, en Barranquilla y se produjeron jornadas de rechazo al tratado. Pero el comienzo más brillante de la política de Frente Popular lo constituyó la huelga de los trabajadores de la Tropical Oil Company en Barranca en Diciembre de 1935. En el Congreso Sindical realizado en Agosto de ese año se había discutido la inminencia de una huelga de los trabajadores petroleros y se había previsto el apoyo de las organizaciones sindicales.

En torno a esta batalla huelguística se despertaron Las más amplias expectativas. En el parlamento la derecha liberal presionaba al gobierno para aplastar el movimiento, la izquierda liberal se puso al lado de los huelguistas. El gobierno, como siguiendo la rutina, realizó un despliegue del ejército y de la policía en Barranca. Hasta ahora las huelgas de Barranca habían terminado de la misma manera: la represión militar violenta y las consiguientes represalias de la compañía imperialista.

Antes de empezar la huelga, las dos confederaciones existentes enviaron sendas delegaciones a Barranca. La Confederación dirigida por los comunistas (CONSICOLOM) destacó a Gilberto Vieira y a Jorge Regueros Peralta. El Buró Político designó a 1. Torres Giraldo para la dirección política. El PC desplegó una campaña de solidaridad en las grandes ciudades. El 6 de Diciembre se realizó una demostración unitaria en Bogotá. Esta manifestación tenía también como objetivo respaldar la larga huelga de los trabajadores de la empresa “Papagayo”. La dirección del PC dirigió una carta a los parlamentarios progresistas y a otras personalidades solicitando la solidaridad con la Unión Sindical Obrera (USO).

Como era de esperar, la compañía se negó a aceptar los principales puntos del pliego de peticiones. La huelga estalló el 7 de Diciembre. Desde el principio como se evidencia en los testimonios de prensa, Gilberto Vieira se convirtió en el principal dirigente de los huelguistas. Ya en el desarrollo del movimiento el ejército quiso impedir la entrada de Vieira a las instalaciones del centro, los obreros se desplazaron de todos los lugares de trabajo para oír al dirigente.”

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En el éxito de la huelga el factor decisivo fue indudablemente la unidad de acción de los trabajadores. El PC buscó por todos los medios el acuerdo con los líderes reformistas que constituían la mayoría en la USO y que encontraban apoyo en la delegación de la confederación orientada por los liberales. Esa situación era captada por los delegados del gobierno. El Ministro de Guerra, Benito Hernández manifestó: “La huelga tiene carácter político, porque los oradores hablan de frente único, de izquierdas, de frente popular”.

La unidad de acción aseguró también la organización y la disciplina. En efecto, los trabajadores petroleros habían acumulado una tradición combativa en las huelgas que habían tenido lugar. Sin embargo, esos movimientos habían adolecido de precipitación y espontaneísmo. En la huelga de 1935, esas deficiencias fueron vigorosamente corregidas. El comité de huelga no dirigía solamente a los trabajadores sino en la práctica se constituyó en autoridad en la ciudad. Tomó una serie de disposiciones como la adopción de la ley seca, el control de la venta de víveres y vigilancia de la movilización mediante los retenes obreros que debían respetar incluso las autoridades. Naturalmente esa disciplina social era posible gracias a la solidaridad de la inmensa mayoría de la ciudadanía con los huelguistas. Esta solidaridad se extendió también entre los trabajadores del oleoducto y del río Magdalena. Las maniobras de la compañía y la intervención del ejército que decidió a los diez días de huelga, luego de un mísero aumento de salarios, proteger a los esquiroles, lograron ser derrotadas por la unidad de los trabajadores. Finalmente, la compañía logró precipitar un acuerdo. Este resultó en líneas generales significativamente favorable para los trabajadores aumento de salarios., rebaja en un 50 por ciento del valor del arrendamiento de las habitaciones ocupadas por las familias de los obreros, comercio libre mediante la permisión de mercados públicos en los campamentos. Durante los días de huelga el PC sacó un boletín diario orientando a los huelguistas.

No obstante las maniobras de la TROCO, las dificultades que se derivaban de la división sindical, la intimidación del ejército, los trabajadores triunfaron. Pero el logro más grande fue la comprobación en la lucha de las masas d que la división no era una fatalidad y que los trabajadores podían marchar unidos hacia la conquista de sus reivindicaciones. Haciendo el balance de la batalla proletaria Tierra señalaba: “La huelga de Barranca ha sido un triunfo porque mostró a los trabajadores unificados bajo la bandera revolucionaria de la lucha contra el imperialismo y por los intereses concretos de los obreros de la Tropical Oil Company. Ha sido un gran paso adelante en la formación y desarrollo del Frente Popular de Liberación Nacional”.

Bajo el influjo de esta victoria y en la aplicación de la política trazada en materia sindical por la Segunda Conferencia Nacional del PC, los delegados de CONSFCOLOM a la huelga de Barranóa, plantearon a los representantes de la Confederación liberal la necesidad de fusionar las dos confederaciones mediante la con• formación de un comité confederal unificado. Las conversaciones prosiguieron ya en Bogotá y a comienzos de Febrero de 1936 el comité confederal unificado era un hecho.

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La primera reunión de este Comité se efectuó el 6 de febrero de 1936. Así comenzó una etapa brillante

17 TIerra, enero 10 de 1956.

del sindicalismo colombiano, el período de la central única de trabajadores. Indiscutiblemente esta experiencia resulta inseparable de la acción de los comunistas, de la historia del PCC.

El 27 de Marzo de 1936 el Comité Confederal lanzó un vibrante llamamiento a los trabajadores colombianos presentando el proceso seguido para la unificación e invitando a las bases a proceder en idéntico sentido. En tal manifiesto se subrayaba la independencia de la Confederación tanto frente al gobierno como con respecto a los partidos políticos. La perspectiva de la unidad se vinculaba a la lucha por la independencia nacional. “La unidad sindical, se lee en el manifiesto, será palanca para reunir todas las fuerzas de la nacionalidad colombiana contra el imperialismo yanqui, que después de asaltar a Panamá, de apoderarse del petróleo, del platino, del oro, del banano y el café colombiano, pretende acaparar nuestro comercio y destruir la incipiente industria nacional con el tratado colombo-americano”.’18

Igualmente el Comité urgía a los trabajadores a la unidad frente a la acción de la reacción que venía sembrando la división a través de la Acción Católica destruyendo sindicatos o construyendo organizaciones clericales paralelas. Para el 7 de agosto de 1936 en el mismo llamado fue convocado el Segundo Congreso del trabajo en Medellín.

1936 ha sido uno de los años de más intensa movilización en la historia contemporánea de Colombia. Fue el período más fecundo en realizaciones por parte del gobierno de López y de resistencia Ciega de la reacción. El país tendía a agruparse en dos campos bien definidos: el campo democrático de los amigos de los cambios progresistas y el campamento de la reacción.

Cuando Silvio Villegas, el jefe más destacado del fascismo criollo de los años treinta lanzaba su fórmula de cruzado: “No hay enemigos a la derecha” proponía un programa: la conformación del frente de la reacción. Este frente de hecho operaba. Sus avanzadas estaban en los grupos. fascistas, que como tales, comenzaron a operar desde 1936. El ingrediente de guerra religiosa lo aportaba la jerarquía católica comandada por el arzobispo coadjutor de Bogotá, Monseñor González Arbeláez. La dirección conservadora con la táctica de la “acción intrépida” y encabezada por Laureano Gómez, comandaba la resistencia. En el plano liberal la extrema derecha tenía voceros aguerridos en el parlamento como los senadores Pedro Navarro y Alirio Gómez Picón. Cerraba el cuadro la APEN con su órgano periodístico La Razón.

En el campo democrático las fuerzas se disponían así: El Partido Comunista presionaba por la profundización de las reformas, la CSC, representaba el

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apoyo de masas al régimen progresista, grupos de intelectuales, pequeños por su número pero representativos por su capacidad de iniciativa, se agrupaban en Vanguardia Socialista, dirigida por Gerardo Molina y Diego Luis Córdoba. Participaba igualmente en este frente la izquierda liberal que en el parlamento representaban figuras como la de Armando Solano. Vacilando entre estos dos campos se encontraba el centro liberal que constituía la mayoría de ese Partido y que acaudillaba Eduardo Santos. Olaya Herrera y su corriente oscilaba entre el centro y la derecha. El gobierno de la Revolución en Marcha no era política- mente homogéneo. El mismo López en reportaje concedido a Acción Liberal en julio de 1936 decía que el equilibrio de su gabinete estaba asegurado por la presencia de cuatro ministros de derecha y de otros Cuatro de izquierda. Lo cierto es que la evolución del régimen dependería de los cambios en la correlación de fuerzas ya que en general se trataba de un período de transición.

El Partido Comunista se esforzó porque el campo democrático adquiriera una coherencia política, que pudiera expresarse en acuerdos explícitos y en formas de organización tangibles. Los comunistas presionaban para que se pasara de la política de contemporización con la derecha, de contemplaciones a las organizaciones subversivas reaccionarias, a una política que permitiera la ampliación de la base social del régimen, mediante la profundización de las reformas. Para lograr lo anterior los comunistas proponían una política de alianzas democráticas y un instrumento organizativo: el Frente Popular.

La referencia central de los enfrentamientos políticos lo constituía la reforma constitucional presentada al Congreso por el gobierno. La izquierda proponía no simplemente una reforma a la carta de 1886 sino la convocatoria de una constituyente que sustituyera la constitución vigente. López defendía las reformas parciales y abiertamente se oponía a la elaboración de un nuevo estatuto. Los aspectos más controvertidos de la reforma constitucional fueron: primero, la introducción de la noción de la función social de la propiedad. Este aspecto que constituía apenas un inciso dentro de un artículo que para despejar dudas comenzaba afirmando: “Se garantizan la propiedad privada y los demás derechos adquiridos con justo título. “ “ El mismo artículo consagraba la facultad para proceder a expropiaciones por motivos de utilidad pública o de interés social mediante sentencia judicial e indemnización previa. La norma daba la posibilidad de producir expropiaciones sin indemnización previa, pero para ella, establecía como prerrequisito el voto favorable de la mayoría absoluta de las dos cámaras. Esta limitación tendía a hacer de esta parte de la disposición más un símbolo, que una norma con fuerza real. No se advertían, pues, por ninguna parte, los elementos “socialistas” o “sovietizantes” con qua la derecha intransigente pretendía estigmatizar las disposiciones que en la reforma constitucional incidían sobre el régimen de la propiedad. Las innovaciones de la reforma, tenían que ver, como anota Gerardo Molina con el abandono del rígido individualismo que inspiraba la constitución de 1886 y la introducción de una orientación social en el texto constitucional que tendía a transformar la función del Estado, tal como hasta entonces se había entendido.

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Otro objetivo de la reforma constitucional fue la formalización de la intervención del Estado en la vida económica. En Estados Unidos la profundidad de la crisis económica llevó a la burguesía a una serie de reformas que fueron recogidas orgánicamente en la política de Franklin D. Roosevelt. Esta política consistió en la solución de la crisis mediante una sistemática

19 Acto Legislativo NQ 1 de 1936 (agosto 5), art. 30 de la constitución nacional, en Jorge Ortega Torres: Constitución Política de Colombia, Bogotá, ed. Temis, 1973

(compilación). 20 Gerardo Mollna: Las ideas liberales en Colombia 1935 a la iniciación del Frente Nacional, Bogotá, ed. Tercer Mundo, 1974, págs. 55-62.

Intervención del Estado en el proceso de reproducción del capital. Así comenzó el desarrollo en Estados el ‘régimen más adecuado a los monopolios se saltaron: Roosevelt impuso limitaciones a monopolios particulares en favor del sistema capitalista en su conjunto. En este momento, la burguesía colombiana estaba bajo la competencia del capital extranjero, y por eso la intervención Estatal tuvo un carácter positivo. En Colombia, por este tiempo, la participación del Estado se dio cuando aún el monopolio no era factor dominante y el, capital extranjero no’ había penetrado decididamente en la industria. A corto plazo esta política intervencionista sirvió como estímulo al desarrollo de la burguesía industrial y tuvo por esa razón un carácter progresista.

La reforma constitucional fijaba un campo amplio para la intervención económica del Estado que podía darse en las esferas de la producción, la distribución y el consumo. Sin embargo, la realización práctica de tal orientación se rodeaba de exigencias que tendían a negarla, y nunca se fomentó’ la creación de un fuerte sector estatal de la economía.

Punto de importancia de la reforma constitucional de 1936 era aquel que se ocupaba de la delimitación de campos y del esclarecimiento de las relaciones con la Iglesia. Para López, no se trataba únicamente de limitar los privilegios de la Iglesia, de eliminar esa especie de patronato invertido que había consagrado la Constitución de 1886 en las relaciones de[ Estado colombiano con la Iglesia. La parte pertinente de la reforma, se orientaba a la modificación del cuadro que había prevalecido durante la hegemonía conservadora que hacía de la alianza con el clero un factor decisivo de su dominio político.

Se comenzó por abolir la mención contenida en la Constitución de 1886 al catolicismo, como la religión de la Nación. Se limitaron las atribuciones de la iglesia en la educación y se introdujo la fórmula siguiente en el artículo 14. “Se garantiza la libertad de enseñanza. El Estado tendrá sin embargo, la suprema inspección y vigilancia de los institutos docentes. públicos y privados, en orden a procurar el cumplimiento de los fines sociales de la cultura y la mejor formación intelectual, moral y física de los educan- dos”.2’ En el artículo trece de la reforma constitucional se consagrl5 la libertad de cultos. En resumen, con respecto a las relaciones con la Iglesia en la reforma constitucional de 1936 se anota con acierto:

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“Se trataba de afirmar el carácter laico del Estado a fin de que no hubiera religión que debiera ser protegida de modo especial, de consagrar la primacía del poder civil, de establecer la libertad de conciencia y de cultos que no sean contrarios a la moral cristiana”.

Al caracterizar los diversos argumentos de las fuerzas que se oponían a la reforma constitucional, el Partido Comunista fijaba su posición en estos términos: “Alfonso López ha expresado la voluntad de las izquierdas liberales al apoyar la discusión de reformas a la Constitución de 1886... Nosotros no podemos colocarnos en el punto de vista de un mero cambio de redacción, lo apoyamos, aunque ello no quiere decir que nos satisface. Porque el proyecto es tímido y superficial, no se atreve a atacar de plano ningún problema”.23

Es decir, el apoyo a las reformas progresistas no inhibía a los comunistas para expresar las críticas a las limitaciones del experimento reformista. En forma más enfática el PC había denunciado la manera en que la Reforma elevaba a norma constitucional el derecho de huelga. “Manifestamos, se dijo, reparos a la Reforma, sobre todo en lo relativo a la prohibición de las huelgas en las empresas oficiales, disposición que, por otra parte, contradice el espíritu democrático que inspira la enmienda constitucional”.24

En efecto, en el artículo 20 se consignó: “Se garantiza el derecho de huelga, salvo en los servicios públicos”. Si bien tenía positiva significación el consagrar el derecho de huelga en la Constitución Nacional, lo recortaba al establecer una tan amplia categoría de trabajadores privados de tal derecho. Cuando el PC expresó su oposición a esa limitación recogía el interés objetivo del movimiento obrero.

Una revolución burguesa tiene forzosamente como uno de sus aspectos centrales la resolución del problema agrario. Esto es tan cierto, que las revoluciones burguesas de significación histórica universal como la inglesa de siglo XVII o la francesa de 1789 se identifican corno tipos distintos en gran medida por la forma como enfrentaron el problema de la tierra. La Ley 200 de 1936, conocida como Ley de Tierras no se apartó de los criterios ya definidos por el Gobierno en el memorando sobre el Régimen de Tierras, publicado el 11 de Abril de 1935, cuyas limitaciones ya arriba se señalaron. La Ley 200 resulta explicable sólo a la luz del proyecto de industrialización. Si hasta 1934 el estímulo a la industria se hacía a través del recurso de protección aduanera, ahora se hizo el énfasis en la ampliación del mercado interno. Hay una predeterminación de la política social del Gobierno por parte de la política económica, especialmente del proyecto de industrialización. Esta es la verdadera clave para entender la política general del Gobierno, el manejo del problema sindical y salarial.

La Ley 200 como se ha dicho en forma reiterada se orientó en primer lugar a buscar la explotación económica de la tierna. La distribución de la propiedad agraria, la limitación de la gran propiedad, no figuraban en las finalidades de esa ley. “Se presume, rezaba el artículo primero, que no son baldíos, sino de

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propiedad privada, los fondos poseídos por particulares, entendiéndose que dicha posesión consiste en la explotación económica del suelo por medio de hechos positivos propios del dueño, como las plantaciones o sementeras, la ocupación con ganados y otros de Igual significación económica”. Así fue sustituido el concepto de posesión inscrita por el de posesión económica del suelo.

Esta innovación se acompaña del establecimiento de la prescripción o reversión al Estado de dominios sobre los cuales no se acreditara explotación al cabo de 10 años. Con respecto a los colonos la Ley 200 estableció una prescripción adquisitiva de 5 años para quienes no teniendo título explotaran tierras de propiedad privada que de buena fe presumieran baldías? El reconocimiento del principio, de sentido progresista, de que el trabajo da derecho a la tierra se reconocía también para la categoría de trabajadores que la ley denominaba como “ocupantes”. Antes de la Ley

25 Ley 200 de 1936, dicIembre 30, en Memoria de Agricultura de 1938, Bogotá, Imprenta Nacional, 1938, pág. 149.

200 se exigían con la misma finalidad treinta años de explotación. Si en la letra, esta disposición favorecía a los colonos, en la práctica, fue utilizada por los terratenientes en los años sucesivos para producir desalojos y lanzamientos de arrendatarios y colonos. Entre los objetivos que buscaban los promotores de la Ley de Tierras estaba la creación de un mercado libre de la mano de obra en el campo que estaba interferido por la telaraña de relaciones precapitalistas. Fue desde este punto de vista que la Ley 200 alcanzó resultados de mayor significación.

El objetivo central de la Ley era acomodar a los hechos la evolución que había tenido en la vida, la propiedad del suelo. Desde el siglo XIX, luego de la desamortización muchos latifundios habían perdido sus fronteras y se habían extendido más allá de los linderos de las adjudicaciones de baldíos que les había hecho la República o que habían heredado de la colonia. Además proliferaron establecimientos de colonos en tierras incultas y escrituradas de los latifundios.

No obstante, que la Ley 200 no significó una reforma agraria y que ella no se resolvió en una activa redistribución de la propiedad, tuvo carácter progresista en la medida en que estimuló la ampliación de las relaciones capitalistas. La comprensión que de esto tuvo el Partido Comunista no lo apartó de la denuncia sistemática de la situación de las masas agrarias, como se verá más adelante, en este capítulo.

Mientras se adelantaban las reformas y se establecía un clima de tolerancia con respecto a los reclamos de los trabajadores, crecía en intensidad la oposición conservadora que recogía un estado de desesperación de los terratenientes, la jerarquía católica y un círculo de industriales.

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• El 17 de Marzo de 1936 los obispos lanzaron “una prevención terminante contra la reforma constitucional”. En lenguaje arrogante y luego de calificar la Reforma como atea, se amenazaba con desencadenar las “luchas religiosas”, si se aprobaba en el Congreso. Clamaban los prelados contra otros proyectos que se discutían en la Cámara y cerraban el documento con la siguiente invitación subversiva: “Esta declaración nuestra no implica ninguna amenaza, ninguna incitación a la rebelión pública, porque respetamos y queremos que se respete la legítima autoridad; pero sí es una prevención terminante al Congreso, de que todo el pueblo colombiano, sin distinción de partidos, está con nosotros cuando se trata de la defensa de su religión y de la guarda de sus derechos, y que, llegado el momento de hacer prevalecer la justicia, ni nosotros, ni nuestro clero, ni nuestros fieles permaneceremos inermes y pasivos.”’ Era esta una clara invitación a la rebelión, que se encontraba con términos muy similares a los contenidos en el manifiesto del Directorio Conservador, del 18 de Marzo de 1936 que terminaba con esta invitación: “Consumada la Reforma Constitucional, no será posible la conciliación entre el conservatismo y el Gobierno”. A estos llamamientos debe sumarse la campaña de la prensa conservadora y las proclamas difundidas por la emisora La Voz de Colombia. En el occidente del país Alzate Avendaño y Silvio Villegas agregaban el ingrediente fascista a ese clima preinsurreccional de las derechas. Sobre esta actividad influía en no poca medida el triunfo del Frente Popular en España en Febrero de 1936. La derecha colombiana miraba con horror el curso de transformaciones progresistas que alentaba la República en la Península.

26 La Política Internacional, Bogotá, Imprenta Nacional, 1938, pág. 204.

Pero fue justamente en la respuesta a esa alianza en que el Partido comunista de Colombia multiplicó sus esfuerzos encarnándolos en realizaciones prácticas que no guardaban relación con su modesta significación numérica. A medida que la derecha aumentaba su campaña, el PCC destacó en el centro de los objetivos del Frente Popular la lucha contra la reacción interna.

Entre Marzo y Junio de 1936 se crearon comités del Frente Popular en diversas ciudades. En Cali, Medellín, Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga, Líbano, Popayán, Manizales, Barrancabermeja se constituyeron tales organismos que invariablemente comenzaron su labor con manifestaciones o mítines.

En Bogotá se habían formado comités del Frente Popular desde diciembre de 1935 con ocasión de la solidaridad con las huelgas de los trabajadores del petróleo y de la fábrica Papagayo.

No había una consigna unificada; sin embargo, los objetivos centrales se percibían con claridad. En el primer momento la denuncia del tratado comercial con los Estados Unidos. Desde Marzo, en virtud de la evolución de la política interna, el énfasis se trasladó hacía la resistencia contra las fuerzas de la reacción. El PC orientaba correctamente, que las consignas políticas generales se combinaran con la agitación de las reivindicaciones más inmediatas de las masas.

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En Marzo, en un manifiesto, se invitaba a “saber formular para el Frente todas las reivindicaciones, aún las mas pequeñas, que interesen a todas las categorías de la población trabajadora”. En el programa de la comisión de Frente Popular en Bogotá, al lado de la consigna contra la reacción clerical conservadora y de la exigencia de disolución de las organizaciones fascistas, se levantaban reivindicaciones tales como: rebaja en el precio de los víveres, legislación sobre el alquiler de habitaciones, contra el despojo de los habitantes de los, barrios populares, dotación de agua a los barrios si ese servicio, etc.

El Frente Popular alcanzó un cubrimiento verdaderamente nacional. Hubo dos ciudades en donde las movilizaciones fueron numerosas y tuvieron verdadero carácter de masas: en Bucaramanga y Manizales. En la primera de ellas esto se debió a que en el Frente Popular entraron dirigentes liberales locales. En Manizales el Frente Popular alcanzó gran importancia debido a que en Caldas y Antioquia fue donde conquistó sus más sólidos apoyos la organización fascista de Alzate Avendaño y Silvio Villegas. En Caldas también el Frente Popular logró atraer a gentes de la directiva liberal y contó con el apoyo del gobernador: Guillermo Londoño Mejía.

En la denuncia contra la reacción, los comunistas esclarecen ante las masas su contenido económico. En el número correspondiente al 3 de Abril de 1936 Tierra pública el valor en que la estadística oficial estima las propiedades raíces de la iglesia por departamentos. En el país, esas propiedades llegaban a 52.064.974 millones de pesos, cifra de una magnitud similar a la del valor del presupuesto nacional en el año de 1935 y superior al de 1934.

El Frente Popular a nivel local estaba integrado por el PCC, sindicatos, ligas campesinas y por representantes del grupo Vanguardia Socialista y personajes de la izquierda liberal. La dirección del Partido Liberal rehusó siempre la participación en el FP. Inicialmente miró con cierta simpatía el movimiento. Los liberales de El Tiempo siempre se refirieron al FP con hostilidad, disimulada al principio, y luego con franca agresividad, sobre todo, después del Primero de Mayo de 1936. El Frente Popular pedía que se aislara y castigara a las organizaciones fascistas y a las agrupaciones políticas del clero. El contenido antifascista que el PCC le imprimió al FP no resultaba del exclusivo deber internacionalista. Tiene razón Urrutia Montoya, cuando afirma que los óomunistas eran comprendidos cuando hablaban de fascismo. Tal comprensión era posible ya que las simpatías de la dirección conservadora hacia el nazifascismo no se ocultaban. En la misma situación estaba la jerarquía católica. Los grupos fascistas operaban con desenfado y en la impunidad. En Medellín desde 1935 opera la agrupación fundada por Abate Avendaño: Jerarquía. A esa organización prestaba sus páginas el diario conservador El Colombiano. A finales de 1935 también en esa ciudad se funda la Acción Nacional Derechista con su órgano Derechas, sin embargo, es la Acción Nacionalista Popular fundada por Alzate Avendaño y Silvio Villegas la organización de mayor envergadura. En estas agrupaciones no eran fascistas sólo los símbolos: camisas negras y brazaletes militares, sino

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toda su ideología. La acción de estos grupos se orientaba contra todo lo que tuviera carácter progresista ,contra la contra la República Liberal, en su conjunto, contra la reforma constitucional, contra el movimiento sindical y el Frente Popular. La esencia de la ideología de estos grupos cuyo credo se encuentra sistematizado en el ya citado libro de Silvio Villegas: No hay Enemigos a la Derecha, es el anticomunismo. En el plano internacional apoyaban sin ninguna reserva a Hitler ya Mussolini a quienes presentaban como los salvadores de la civilización occidental. El chovinismo, el racismo, estaban presentes en los manifiestos que sólo presentaban como ‘“aporte autóctono”, la apelación a un bolivarismo monstruosamente deformado.

La significación cuantitativa de la Acción Nacionalista Popular no era muy considerable. En las elecciones para Cámara de Representantes los fascistas obtuvieron 12.666 votos. Sin embargo, el Partido Comunista mostraba que el peligro de las organizaciones fascistas radicaba en sus peligrosas vinculaciones internacionales que podían multiplicar la efectividad de esos partidos, en principio pequeños. Por otra parte se subrayaba cómo los fascistas no eran sino la avanzada de un frente de la reacción en el cual participaba también la derecha liberal. Los personeros de los partidos fascistas volverán al seña del Partido Conservador desde finales de 1938, con la excepción de Alzate Avendaño, que lo hará mucho más tarde. Para ese retorno los jefes no precisaron de cambio de concepción, apenas sí, de atuendo. En 1939 están encabezando la nueva ofensiva de la campaña de desobediencia civil que desde Enero de ese año desencadena el Partido Conservador.

Si gracias a la incansable actividad de los comunistas se constituyeron comités de Frente Popular en todas las grandes ciudades e incluso en poblaciones menores, faltaba un organismo coordinador nacional. Este fue creado en Junio de 1936 en una Asamblea popular celebraba en el Teatro Municipal. La dirección nacional del Frente Popular, como lo registra la Revista Javeriana quedó conformada por las siguientes organizaciones y personas: Alberto Aguilera Camacho y Daniel González, Gerardo Molina por Vanguardia Socialista, Rafael Baquero por el Partido Comunista; Francisco Duque por la Confederación Sindical de Colombia CSC, Rafael Burgos por la

Federación Local del Trabajo de Cundinamarca, Carlos Barreto González por “ANEA”, Asociación Nacional Estudiantil Anticonservadora; Jorge Artel por la Asociación de Intelectuales Revolucionarios; Julio Núñez y M. Eastman por los maestros de izquierda.

Este comité fue creado con carácter provisional. Se le encomendó la elaboración de un programa nacional. En el discurso de instalación el 8 de Junio, Rafael Baquero a nombre del Partido Comunista propuso los siguientes puntos para la plataforma:

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1 Lucha contra la reacción y por la ampliación de las libertades.

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2. Sostenimiento de la soberanía e independencia del país. Apoyo a la industria nacional contra la competencia del capital extranjero.

3 Liquidación del latifundio y de los privilegios feudales en el campo

4. Lucha por la rebaja del costo de la vida y por el mejoramiento económico de los trabajadores.

5 Apoyo a la reforma constitucional y a la política internacional de paz.

Esta era una propuesta amplia de contenido democrático burgués. Con este programa se propuso el PC atraer a los grandes sectores populares y a la burguesía nacional.. Sin embargo el comité nacional operó en forma precaria y por breve tiempo. La más grande movilización rea[izada bajo el influjo de la política de Frente Popular fue la celebración del 19 de Mayo de 1936. El alma de l& Iniciativa fueron el PC y el Comité Confederal unificado de la CSC. Esta jornada fue tanto más importante en tanto se dio en un ambiente político caldeado al máximo por la agresividad de la oposición y por el boicot a las reformas en el Congreso. La movilización popular se constituyó en un punto de referencia de primera importancia en aquel año tan decisivo en la historia de Colombia. Los liberales y el Gobierno miraron con buenos ojos los preparativos pero sin comprometerse en ellos. El Ministro de Gobierno expresaba en entrevista concedida el 28 de Abril: “El Gobierno, como es natural y obvio, se ha abstenido de opinar sobre el desarrollo de una manifestación popular que está encaminada a expresar adhesión o simpatía por sus ideas, y la cual acepta complacido. Desde luego, esto no quiere decir que el Gobierno tenga responsabilidad alguna en la promoción de ese acontecimiento, que agradece y aprecia”. 30 La prensa reaccionaria vaticinaba los peores desórdenes y desmanes para el Primero de Mayo. Sin embargo fu una concentración humana desarrollada con disciplina impecable y a su vez con un despliegue de combatividad no visto antes en Bogotá. Los cálculos más modestos ubican en 50.000 el número de personas que desfilaron en Bogotá, cifra que resulta muy significativa si se tiene en cuenta que la población de Bogotá, por ese tiempo no llegaba a los cuatrocientos mil habitantes.

La manifestación constituyó una clara demostración de las posibilidades de la unidad sindical. Sin la existencia de la CSC o al menos de su comité confederal no hubiera sido posible esa gran jornada democrática. Precisamente este comité encabezó el desfile en que participaron 74 sindicatos; desfilaron además los estudiantes de la ANEA, la Universidad Libre, campesinos de las comarcas vecinas a Bogotá. Las muchedumbres coreaban las consignas de “Viva el Frente Popular, Viva el PC! Abajo la reacción conservadora!”. 3’ El presidente López recibió la manifestación. Desde los balcones del Palacio Presidencial hablaron en nombre de la CSC, Gilberto Vieira y Carlos E. Silva. Al referirse al significado democrático de la celebración, Vieira subrayó al mismo tiempo la necesidad de la ampliación de la legislación obrera con nuevas normas y el cumplimiento de las ya aprobadas: “Pero debo poner un acento

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especial en el problema de la ampliación y cumplimiento de la legislación obrera. Las leyes que protegen a los trabajadores, que encarnan una aspiración de las masas, son burladas en muchas partes, pero especialmente en las empresas imperialistas”. Pidió Vieira un control del Gobierno sobre los funcionarios subalternos en la aplicación de las leyes laborales lo mismo que la reorganización de la oficina del trabajo introduciendo en ella representación directa de los sindicatos.

El presidente López contestó a los oradores haciendo un recuento de toda la política de la República Liberal, refiriéndose a la intransigencia de la derecha y prometiendo que su permanencia en el poder dependería de la voluntad popular. Reclamó el apoyo electoral en 1937 para continuar con las reformas legislativas.

El PC valoró altamente la significación de la celebración del 1 de Mayo de 1936, destacó cómo la celebración había puesto a la clase obrera en el centro de la batalla por la democracia y había significado el surgimiento del Frente Popular sobre una amplia base de masas. El 1 de Mayo de 1936 relievó las coincidencias políticas existentes entre el Gobierno de la ‘Revolución en Marcha” y el movimiento obrero. No hay duda que a partir de Mayo las derechas perdieron mucho de su agresividad y su capacidad de maniobra, por lo menos a corto plazo. En el Congreso fueron allanados los obstáculos más protuberantes en el camino de la aprobación de las reformas legislativas. Ningún sector político desconoció la significación de la jornada de Mayo. En su editorial del 3 de Mayo El Tiempo esgrimía el desfile como una arma contra el conservatismo: “Cuál ha sido la consecuencia de la campaña librada por la prensa de oposición? Ahí la tienen a la vista los directores de los dos periódicos conservadores de Bogotá. Ahí está la manifestación del 1? de Mayo. Lo que pudo ser indiferencia, descuido, tal vez frialdad de las masas, se ha resuelto en fervor y disciplina bajo el signo torvo de la diatriba enemiga”. El jefe liberal progresista Armando Solano escribía sobre la manifestación: “Confesamos modestamente que nuestros cálculos ni siquiera se aproximaron a la realidad, en cuanto al brioso entusiasmo y a la magnífica resolución, templada por una serenidad sonriente que predominó”.35 ‘ El éxito inesperado había sido asegurado por una política justa: la de la unidad sindical y popular pregonada por el PCC y convertida en actividad incansable en los días preparatorios a- la gran jornada. Al lado del reconocimiento de la magnitud de la manifestación los círculos liberales se esforzaron desde el primer momento por desdibujar el papel jugado por el PCC y el movimiento obrero en la movilización, presentando los actos como algo espontáneo de las masas o como una concentración liberal exclusivamente. En el citado editorial de El Tiempo se afirmaba: “La inmensa muchedumbre que recorrió las calles de

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Bogotá el 1 de Mayo fue, antes que todo, una muchedumbre liberal. El pueblo colombiano guarda en el fondo un instinto político que le guía y que le defenderá contra los halagos fáciles de la demagogia oportunista.., ese instinto es el que le hace vibrar y sentir más que con ninguna otra expresión con el grito de viva el Partido liberal!” Tales apreciaciones se lanzaban en la medida en que justamente no fue ese grito la consigna que levantaron los manifestantes. Era una prevención de la oligarquía contra formas de movilización sindical y política que se salían de los canales del bipartidismo. Este tipo de prevención crecerá vertiginosamente y determinará cambios en la actitud de los liberales con relación al Frente Popular.

3.5— Continúa la lucha del PCC por la Unidad sindical.

El Segundo Congreso Nacional del trabajo.

El Segundo Congreso constituyó un encuentro de singular importancia. Desde la unificación de los comités confederales de las organizaciones que salieron del Primer Congreso obrero, se había trazado la orientación de la creación de una central obrera. Este Congreso y las de’terminciones que de él salieron fueran quizá el fruto más perdurable de la política de unidad popular adoptada por el PCC desde su Segunda Conferencia Nacional. Sesionó el Congreso del 7 al 17 de Agosto de 1936. Abrió las deliberaciones un gran acto de masas organizado por los sindicatos de la Unidad Sindical de Antioquia y el organismo del Frente Popular de Medellín.

De acuerdo a informaciones periodísticas se acreditaron cuatrocientos delegados. Según estadísticas del Congreso, la proporción de sindicatos representados con relación a los existentes fue la siguiente:

Tabla N 1

Número de sindicatos asistentes al Segundo Congreso del Trabajo *

Estadística levantada de acuerdo a los informes recogidos en el Congreso por la comisión de credenciales.

La tabla anterior es apenas orientadora, ya que es conocida la enorme deficiencia de la estadística colombiana en materia sindical. La representatividad i Congreso no puede medirse por el número de sindicalizados representados. Como lo anotaba y. 1. Lenin la fuerza de la clase obrera no radica únicamente en su número sino ante todo en su ubicación en los centros decisivos de la economía. 36 Y fue Justamente de los centros neurálgicos del trabajo de donde acudió e! grueso de [a representación al Congreso de Medellín. Las delegaciones más numerosas fueron las de los ferroviarios, de los trabajadores de la navegación fluvial, de los petroleros de

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Barranca, de la construcción, etc. En este sentido la única ausencia notable fue la de los trabajadores de la zona bananera.

También enviaron sus representantes las ligas campesinas, las federaciones de empleados, las cooperativas de trabajadores, las asociaciones estudiantiles. Tomaron parte en las deliberaciones representantes del Frente Popular.

Peso significativo en el Congreso tenían los artesanos, lo cual correspondía al panorama sindical prevaleciente en ese entonces en el país. Por el número de afiliados representados en el Congreso, Cundinamarca figuraba a la cabeza con 12.366 trabajadores. La delegación del Valle representaba a 5.255 sindicalizados. Al paso que la de Antioquia sólo tenía la representación de 1.311 afiliados.

Esta última circunstancia es importante en cuanto refleja una debilidad que aquejaría a la CSC y luego a la CTC. En efecto siendo Antioquia importante

Pag 300

N úmero Total

Número de Afi- N? de

Sindicatos

Número de

Sin-

Significación

de

Sindicatos liados a esos Asistentes. dical’izados Porcentua

l

en 1936 SIndicatos.

541 130.214 207 49.000 38.2

centro industrial del país y Medellín la sede del Congreso, la representación resultaba baja. Ello tenía que ver en no poca medida, con la conducta de la burguesía antioqueña que puso en práctica en las relaciones obrero-patronales el paternalismo que algunas veces obligaba a los empresarios a adelantar alza de salarios con el fin de evitar la formación de un sindicato. Igualmente incidía en el mismo sentido el trabajo del clero y de la Acción Católica que fundaban sucedáneos de la organización sindical, para evitar la ampliación del sindicalismo clasista. Por eso, en el Congreso se configuró’ la estructura de la CSC, como organización de los trabajadores del transporte, de los obreros petroleros y de la construcción por un lado y por el otro, de organizaciones artesanales. Como arriba se vio, el PCC no logró desarrollar su influencia entre el proletariado industrial de Antioquia, sino preferentemente entre trabajadores artesanales de ese departamento.

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Las organizaciones influidas por los dirigentes sindicales comunistas llevaron propuestas democráticas revolucionarias al Congreso. Entre esas organizaciones figuraban las de los trabajadores del río Magdalena, la Asociación de Empleados del Valle, fundada por dos veteranos del PCC, Aristides Baraya y Alvaro Sanclemente; los trabajadores de la construcción etc. Los ferroviarios predominantemente bajo la influencia liberal se pronunciaron por la nacionalización del transporte férreo y fluvial. El Congreso aprobó finalmente una plataforma que destacaba puntos comunes a las masas populares, como la nacionalización de los servicios públicos, defensa de las libertades democráticas, independencia nacional de Colombia y política de paz con los pueblos hermanos, las reivindicaciones obreras más importantes: establecimiento del salario mínimo, derecho absoluto de huelga, inclusive en las empresas del Estado, creación del Ministerio del Trabajo, libertad de organización sindical, descanso dominical y vacaciones remuneradas, etc. Entre las conclusiones se destaca la recomendación de la formación inmediata de Federaciones por industria o rama de la producción. Se urge igualmente la creación de las federaciones regionales.

El Congreso se dirigió, a instancia de los comunistas, a las dos grandes internacionales sindicales pidiéndoles “que constituyan una sola central mundial unificada” y acordó establecer relaciones de “solidaridad y fraternidad con las organizaciones sindicales de América”.

El Congreso de Medellín estuvo rodeado de la hostilidad de la reacción. Esto era inevitable ya que a más de ser un acto organizativo del sindicalismo, constituía un pronunciamiento político de la clase obrera en pro de las reformas. Justamente -el Congreso se instaló dos días después de la aprobación en el parlamento de la reforma constitucional. Así, con el pretexto de la inauguración de la casa conservadora se adelantó una especie de congreso paralelo de la reacción. Cuando la sede del Congreso del trabajo fue rodeada provocadoramente, los trabajadores de Medellín reaccionaron con una contramanifestación. Los choques, que resultaron inevitables arrojaron un saldo de heridos y de dos muertos de los manifestantes conservadores.

Si las fuerzas de la reacción centraron su mira en el Congreso, no cosa distinta hizo el Gobierno con finalidades distintas. A Medellín se desplazó el ministro de Gobierno, Alberto Lleras Camargo, un delegado del presidente y dos observadores del ministrote Industria. A su vez el Congreso en el primer día de sesiones había aprobado un saludo al presidente López en el cual se expresaba el apoyo “para luchar en todos los campos por el sostenimiento de la paz y el cabal cumplimiento de la política social”. El Congreso de la República aprobó un auxilio de 5.000 pesos para la asamblea sindical Esta suma significó un 20% del total de gastos ocasionados por el encuentro. El Gobierno aceptó la existencia de un acuerdo con el movimiento sindical. Dijo a este respecto el Ministro de Gobierno: “Lo que en realidad existe es un acuerdo público y solemne- entre los proletarios y el Gobierno, que nada les ofrece á cambio de su adhesión espontánea”. En la misma intervención el ministro ofrecía favorecer la organización sindical y se refería a la conducta del Gobierno de no

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acudir a la represión en los conflictos entre obreros y patronos. El aspecto negativo en la actitud oficial estribaba en la disposición a intervenir en los asuntos del sindicalismo. A ese respecto dijo Lleras Camargo: “el Gobierno comprende que en esos movimientos no se debe limitar a ser un simple espectador respetuoso, sino que tiene dentro de ellos una misión directa que asumirá en toda su amplitud”. Esta disposición del Gobierno no suscito preocupaciones en el Congreso lo cual era la expresión de un olvido de la necesidad imperiosa de defender la independencia de la organización sindical de toda tutela extraña.

Para el Comité Ejecutivo de la CSC fueron elegidos 8 liberales, 3 socialistas, 1 anarcosindicalista y 4 comunistas: Gilberto Vieira, Jesús Villegas, Filiberto Barrero y José Gonzalo Sánchez. Esa representación tan escasa del PC en el comité confederal obedeció a una determinación tomada por el Partido de ceder la mayoría de los cargos a los liberales.

Esa táctica resultaba doblemente equivocada ya que permitió la conformación de una directiva sindical que no reflejaba los avances que había venido haciendo un sindicalismo clasista, de otro lado afectaba la democracia sindical la cual resultaba subordinada al acuerdo político. El objetivo general era justo: consolidar la unidad sindical, el método para alcanzarlo, equivocado. No obstante esos errores, el Congreso de Medellín constituyó un jalón de gran importancia para el movimiento obrero colombiano. Fue consolidada la unidad orgánica del sindicalismo que le permitió a la clase obrera convertirse en un factor real de la vida política del país. Desde 1936, en medio de diversas alternativas y durante una década se mantuvo la central única. La reacción vio en el movimiento sindical un bastión poderoso de la democracia en Colombia.

En el Segundo Congreso del trabajo como se señalaba en el balance del PCC “se dio un puntillazo final al apoliticismo con la adhesión unánime de los sindicatos al Frente Popular de Colombia”. El abandono del apoliticismo por parte del movimiento sindical en este período debe entenderse no únicamente, como lo hace Urrutia Montoya, por la opción de la presión política en la negociación de los conflictos laborales sino ante todo por la determinación de los sindicatos de ubicarse no sólo en el marco puramente corporativo sino de influir en el desarrollo político general del país. Desde ese punto de vista la intervención de los sindicatos en política que en ese tiempo significaba ante todo la defensa de la soberanía nacional y de las libertades democráticas fue orientación correcta de

Desde el punto de vista organizativo el Congreso de Medellín aprobó la creación de la organización nacional de trabajadores ferroviarios: FRROVIAS. Sentó las bases de la organización de la Federación del combativo sector de trabajadores del transporte marítimo y fluvial que se organizaría al año siguiente: FEDENAL.

El apoyo del Gobierno al Congreso de Medellín, ayudó significativamente. Sin embargo, ni para la realización del encuentro, ni para la creación de la CSC

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puede caracterizarse tal apoyo como el factor fundamental. Como se vio antes, el Primer Congreso del trabajo en 1935 y la posterior unificación de los comités confedérales que salieron de ese Congreso obedecieron a un recorrido autónomo del movimiento obrero, que a su turno supo aprovechar una coyuntura política favorable. En este proceso contribuyó en forma decisiva la política y la acción práctica de los comunistas. Así lo reconoce Urrutia Montoya al referirse a la reunión de Medellín: “En este Congreso, escribe, los comunistas defendieron la “unidad sindical” de acuerdo con las tácticas fijadas en el Séptimo Congreso de la Internacional Comunista y a causa del esfuerzo comunista surgió una confederación obrera unificada, con un comité ejecutivo compuesto de representantes de todas las tendencias políticas”.4° No hay duda de que así se plasmó otro éxito de la política de la unidad popular adoptada por el PCC.

3.6— La ofensiva liberal contra el Frente Popular

Luego de la manifestación del 1 de Mayo el tono y el fanatismo de la reacción descendió notoriamente. 40 Miguel Urrutia Montoya: Historia del Sindicalismo Colombiano, Bogotá, ed. Universidad de los andes 1976 pag 190

El régimen liberal se vio aliviado de las presiones extremas de la reacción. En ese clima se fue levantando una campaña contra el Frente Popular. Fue el mismo presidente López quien aludió a esa circunstancia refiriéndose al 1 de Mayo: “. .Muchos liberales se asustaron de la magnitud de aquella manifestación y exigieron la disolución inmediata de lo que se llamaba frente popular; más todavía, precipitadamente le extendieron el acta de defunción”. 41

La voz de marcha en esta campaña la dio El Tiempo, a través de Calibán, el 5 de Junio de 1936. Este redomado anticomunista escribió: “Aquí tenemos ya un remedo de frente popular, que urge liquidar. Al amparo de desfiles y manifestaciones, bajo el disfraz de lucha contra un enemigo sin peligrosidad, se están infiltrando en el liberalismo gentes y tendencias que no nos convienen”. En las directivas del liberalismo la movilización de las masas llevaba a conjeturas inquietantes sobre la perdurabilidad de los mecanismos de control tradicionales. Cuanto antes era preciso restar, disminuír los alcances de la oposición de derecha con el fin de que los mecanismos del bipartidismo quedaran incólumes más allá de los avatares de la coyuntura por la que atravesaba el país. El Frente Popular, se decía, es una hábil y tenaz maniobra para arrebatar a las masas a los partidos liberales y a sus dirigentes.43

La campaña subió de tono debido al hecho de que por contradicciones internas del liberalismo, ciertas corrientes influyentes apoyaron explícitamente el Frente Popular. En. el editorial de El Tiempo del 1 de Junio se destacaban éstas ideas: “No hay peligro de parte de la reacción; el FP no se justifica. El Partido liberal es el verdadero frente popular y no puede compartir con otras agrupaciones políticas esa condición”. Incluso gente que había mantenido una

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posición abierta hacia la izquierda cambiaba de frente. Tal el caso de L.E. Caballero quien manifestaba la imposibilidad de un Frente Popular con los comunistas mientras estos consideraran el tratado comercial colombo-americano corño un pacto lesivo de la soberanía nacional.

La campaña involucró también al presidente López quien al referirse extensamente ál FP en una entrevista al periódico liberal reaccionario La Razón del 18 de Septiembre de 1936, calificó la experiencia frente populista en Colombia como -‘disfraz de disidencias liberales” y como “un embeleco”. No cayó el presidente en los excesos de La prensa liberal y señaló que la existencia del Frente Popular tenía causas objetivas, “pero si se cree que bajo la ligereza con que sé adoptó un lema exótico y se promovió una organización ficticia no existe nada, también se Incurre en un error”. Lo que hacia posible el Frente Popular según el presidente era la ofensiva reaccionaria; disminuida ésta,o por lo menos atenuada su intensidad, el FP perdería su posibilidad de acción.

Frente a las declaraciones de López el PCC mostraba cómo el FP había producido movilizaciones eficaces contra la reacción y sostenía la necesidad de mantenerlo. ‘Insistimos en la necesidad de un bloque poderoso que aglutine -a todas las fuerzas progresis

44 Ver El Gráfico, Bogotá, junio 13de 1936. - 45 La Política, pág.. 106.

tas, considerando su denominación como cuestión secundaria, y que si el partido liberal define un programa de lucha inmediata, depura sus filas de los elementos conservatizantes, no tendríamos objeción que el bloque democrático de todas las fuerzas progresistas del país, se hiciera bajo las banderas de un frente liberal democrático”. En forma apresurada, la dirección comunista respondía a la campaña liberal modificando la concepción del Frente Popular. Las exigen- cias que se levantaban con respecto al Partido Liberal resultaban utópicas.

El 5 de Diciembre de 1936 el Secretario General del Partido, 1. Torres Giraldo dirigió, en nombre del Comité Central, una carta abierta a la Dirección Liberal Nacional que entonces presidía Eduardo Santos. Luego de mostrar las vacilaciones del liberalismo y de señalar la existencia de una virtual alianza entre un sector de derecha de ese partido y el conservatismo, llamaba a la Dirección -Liberal- a dar su aprobación a la formación de un “sólido bloque de fuerzas democráticas y progresistas”. Adelantaba Torres Giraldo que el PCC estaba dispuesto a asumir sacrificios con el -fin de asegurar la confluencia democrática. De antemano se aceptaba -que en el bloque propuesto, la dirección estuviese en manos liberales.

E[ 10 de Diciembre, Eduardo Santos respondió la carta abierta en un lenguaje anticomunista. Calificó Santos el Frente Popular como orientación internacional extraña y exótica para Colombia. y como maniobra de Moscú para infiltrar- “en

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los partidos avanzados los métodos y-las orientaciones comunistas”.- En La carta se descartaba toda posibilidad de acuerdo entre liberales y comunistas reservando a la izquierda la única posibilidad de la adhesión Incondicional -a la oolítica liberal. Buen espacio de su carta dedicó Santos a la denuncia de la actividad política de los sindicatos reclamando para ellos el apoliticismo absoluto. Terminaba su carta el dirigente liberal poniendo en la misma balanza el fascismo y el comunismo.

A finales de 1936 el PCC se orientó por el frente democrático que algunas veces denominaba liberal. Esta era una concepción oportunista de la política de Frente Popular y un intento de acomodamiento a la vasta campaña liberal. Es cierto que al mismo tiempo se insistía en que’ era preciso “no renunciar a la labor propia e independiente del Partido, de organización, movilización de las masas, educación comunista, etc.”4’ Esto no ocultaba sinembargo, la actitud hacia la conciliación en la conducción de la política de alianzas.

Como ya se ha señalado, a finales de 1936 el Partido Conservador atenuó el tono de la oposición al gobierno, entonces el centro y la derecha liberales tomaron la iniciativa e hicieron sentir al gobierno que no lo acompañarían en la continuación de las reformas: El presidente López no permaneció ajeno a este estado de ánimo y el 20 de Diciembre de 1936 al inaugurar la exposición industrial de Colombia en Barranquilla anunció que había llegado el momento en que el país debía asimilar las reformas efectuadas antes de emprender otras nuevas, y agregó: “Para que el gobierno pueda atender mejor a los problemas de la Administración Pública, a la eficaz prestación de los servicios que le corresponden, a la racionalización del trabajo burocrático y a la coordinación de los organismos subalternos del Estado conviene crear un ambiente de reposo en la vida política”. Este fue el comienzo de la llamada ‘.Pausa”.

Había una razón profunda que explica esta invitación al reposo, del más reformista de los gobernantes de Colombia en el siglo XX. La naturaleza de la concentración en la cual López abrió la pausa, una feria industrial, resulta sintomática. La médula del esquema reformista era la industrialización del país. Para la realización de ese proyecto, en las condiciones de Colombia, era necesaria la confluencia de la burguesía industrial, los trabajadores urbanos y los campesinos. Sin llegar a formalizai-se, este frente se dio entre 1935 y 1936. La burguesía sin embargo no estuvo en condiciones de ir muy adelante, se detuvo en la mitad del camino, o quizás apenas al comenzarlo. Si había mostrado algunos arrestos para enfrentar sectores como los latifundistas, el alto clero, los usureros, al poco tiempo volvió a mirar al campo de los aliados y al advertir el proceso de movilización de la clase obrera, la unidad sindical, el fortalecimiento del Partido Comunista, se encontró en la situación a que alude Marx de aquel “combatiente que no sólo temía emplear su propia arma, sino que se consideraba también obligado a dejar intacta el arma de su adversario”.

En forma casi anecdótica el presidente López recogió esa realidad en uno de los apartes de una conferencia dictada en Bogotá el 30 de Noviembre de 1936:

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“Un conocido capitalista me decía: no le tengo miedo al partido. liberal, ni me preocupo mucho por el regreso del partido conservador al poder. Me alarma lo que venga después de este gobierno. Temo que el comunismo venga detrás del movimiento sindicalista”.49

La conclusión era clara: alto a las reformas ya que ellas pueden desencadenar fuerzas incontrolables. El presidente estaba lejos de compartir tan atormentadoras conjeturas, pero no insistió en seguir adelante sin el respaldo de su clase. En el mensaje final al Congreso el 20 de Julio de 1938, López reconoció la profunda equivocación que “la pausa” había implica’do: “yo lamento, dijo, haberme visto comprometido ¿n esa utópica Intención de la pausa, de la que no creo poder decir que haya dejado fruto bueno y sí semillas de descomposición, desaliento y desorden”. López pintaba su obra no como algo acabado sino como un paso, fustigando a quienes hablaban sobre un umbral al que el liberalismo habría peligrosamente llegado. Esa misma afirmación la hizo dos decenios después al despedirse de la vida política: “SI la obra quedó trunca, el edificio Inconcluso y frustradas muchas esperanzas, la culpa fue de quienes no seguimos avanzando y no de las masas, que instintivamente nos reclamaban nuevas reformas”. 51

En el intento de profundizar las reformas iniciadas el Partido Comunista se orientó por encontrar un sucesor de López. Darío Echandía, el joven ministro que había adquirido fama, no siempre bien merecida, de político de izquierda, fue el nombre a quien el FP veía capaz de continuar “la revolución en marcha”. Esta candidatura empezó a ser agitada por la izquierda a comienzos de Junio de 1936 por los días en que se constituía la dirección nacional del Frente Popular.

Desde finales de 1936 la derecha y centro liberales se habían unificado en torno a la candidatura del expresidente Olaya Herrera, personaje adecuado como ninguno para realizar “la pausa”. Las elecciones para elegir diputados y representantes que se efectuarían en Abril de 1937 iban a- servir para medir la correlación de fuerzas entre los sectores partidarios del cambio y los proclives al estancamiento. La muerte de Olaya Herrera en Febrero de. 1937 no desconcertó a sus partidarios quienes sin demora lanzaron. la candidatura de Eduardo Santos, ubicado más al centro que el expresidente fallecido. Frente a la abstención conservadora los candidatos firmaron un pacto por el cual, se comprometían - a apoyar la candidatura única que, resultara acogida por la mayoría de la Convención liberal. Esta circunstancia elevaba aún más la significación’ de los comicios de Abril. EL PC y el Frente Popular estimularon acuerdos con liberales de izquierda. Sin embargo fue en pocos lugares donde los patrocinadores liberales de la candidatura Echandía prestaron su concurso.

El PCC agitó para estas elecciones una plataforma que recogía como puntos. más importantes ios siguientes: Reforma agraria democrática y ‘liquidacióñ de

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las obligaciones feudales. Cumplimiento de la legislación sobre 8 horas .de trabajo, establecimiento de la jornada de 7 horas para la mujer, protección de la maternidad, creación del Ministerio de Trabajo. Defensa de las libertades democráticas. 52

Los resultados de las elecciones constituyeron un triunfo para la derecha y el centro. La corriente progresista dio muestra de desconcierto en la campaña. La maquinaria electoral estuvo en manos del santismo que no se detuvo como lo constatara Torres Giraldo, ante el fraude electoral, que dio origen a un número Inusitado de demandas. El PCC mostró en las elecciones un avance de importancia, al obtener más de 10.000 votos frente a los 2.200 obtenidos en 1936, logró elegir en la Cámara a Gilberto Vieira y a 5 diputados en varias asambleas del país.

Sin embargo las elecciones constituyeron un golpe considerable al Frente Popular, sobre todo si se suma el revés sufrido con ocasión de la huelga de los chóferes de taxi de Bogotá contra el alcalde Jorge Eliécer Gaitán.

Este fue un episodio que indirectamente golpeó al régimen del presidente López. La huelga se motivó en un decreto del alcalde que establecía el uso obligatorio de uniformes para los chóferes de taxi. La disposición de Gaitán fue recibida con enorme descontento por los taxistas, especialmente por los chóferes-propietarios. Desde el comienzo del movimiento en Enero, las directivas de la CSC y del PCC integraron un comité de mediación que pidió fuera suspendida indefinidamente la disposición. Gaitán no aceptó. Cuando la huelga comenzó a ser utilizada por el Directorio Conservador el comité cambio la actitud de MEDIACIÓN por la defensa del alcalde quien había venido adelantando un programa de ayuda a los barrios populares y de construcción de viviendas obreras. Los comandos conservadores organizaron la ayuda económica a los huelguistas y decidieron convertir el movimiento bogotano en huelga nacional de chóferes

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En tales condiciones, lo pertinente era una actitud flexible por parte del burgomaestre, lo que se dio fue justamente lo contrario. El apoyo mantenido hasta última hora, perjudicó al PCC y al Frente Popular que no supieron establecer claramente los límites de la coincidencia con un aliado que en un momento dado asume posiciones políticas equivocadas. El conflicto terminó el 13 de Febrero con la destitución de Jorge Eliécer Gaitán.

En las condiciones del triunfo político de las tendencias centristas y de derecha, el presidente López quiso mediante la renuncia recuperar una cierta libertad de acción frente al inmovilismo y al saboteo que se perfilaban como la táctica del parlamento. Esto último se refería al aplazamiento de proyectos de ley que el ejecutivo había presentado al Congreso, como aquel que autorizaba (a intervención del Estado con relación a la industria del banano. Tenía este proyecto la orientación de favorecer a los pequeños y medianos productores nacionales frente al dominio indisputado de la United Fruit Co. En la situación

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creada por la renuncia presidencial, el PCC se orientó, como lo había hecho en el año 1936, por la movilización sindical y popular de respaldo al presidente. Era esta, la única actitud justa, en un momento en que la derecha liberal públicamente barajaba nombres de posibles designados. Así, el periódico La Razón en su edición del 27 de Mayo pedía que el Congreso aceptara la renuncia y pasara a escoger el designado. El 28 de Mayo se realizó una gran manifestación en Bogotá organizada por el PCC y la CSC para pedir al Congreso la no aceptación de la renuncia. Ese mismo día la CSC anunció la realización de un paro nacional. Que la iniciativa la asumieron los comunistas lo prueba el hecho de que fue la FEDENAL donde el Partido tenía más influencia, la organización que declaró el paro. Este fue de 48 horas y fue acatado por sindicatos de braceros de Cartagena y de Barranquilla, etc.

Las manifestaciones organizadas no pueden interpretarse únicamente como la solidaridad con un régimen que entraba a su tapa final, sino ante todo como el deseo de influir sobre el período que se avecinaba y que se anunciaba cada vez mas, dominado por signos regresivos

Señalando la perspectiva inmediata manifestaba el PC: “Los trabajadores pueden influir decisivamente sobre la política del actual gobierno, sosteniéndolo enérgicamente contra la reacción

Y criticando sin contemplaciones las debilidades, Inconsecuencias y vacilaciones del Ejecutivo”.

A mediados de Agosto de 1937 tuvo lugar la Tercera Conferencia Nacional del Partido Comunista. Aplicando el marxismo al análisis de la situación política por la cual atravesaba el país, la conferencia señaló que el origen del estancamiento político se encontraba en las vacilaciones de la burguesía industrial. No obstante, frente a estas vacilaciones la Tercera Conferencia recomendó una táctica igualmente vacilante y conciliadora. En una de las conclusiones se presentaba “como una necesidad indispensable amortiguar el golpe en las industrias nacionales, buscando para la solución de los conflictos entre el capital y el trabajo, las vías de la conciliación y el arbitraje antes que el recurso de la huelga”. Si bien es cierto, el movimiento obrero puede y debe en algunas circunstancias abstenerse del recurso de la huelga para no estimular o dar pretextos a las fuerzas de la reacción, no era entonces esta la situación que hacia aconsejable una táctica tal. Lo evidente era el cambio de frente de la burguesía que por otra parte no estaba dispuesta a asumir un lugar en la lucha contra el imperialismo y que se orientaba por el apaciguamiento con relación a los terratenientes y demás sectores tradicionales internos.

En el plano político la Tercera Conferencia recomendó “la lucha por el Frente Unico, con todo el partido liberal, que es la fuerza numérica más importante en la lucha contra el imperialismo fascista” Esto entraba en abierta contradicción con todo el análisis precedente que distinguía en el liberalismo la presencia de corrientes muy dispares, incluyendo una tendencia reaccionaria. Por otro lado esta conclusión significaba el abandono de la lucha por la conformación del

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Frente Popular como organización políticamente autónoma. Estas conclusiones constituían la evidencia de que paulatinamente el oportunismo de derecha iba penetrando la política del PCC.

El movimiento huelguístico mantuvo un ritmo sostenido desde 1934, hasta 1938. Un elemento Importante del movimiento huelguístico de este período fue su diversificación. Aunque las huelgas más importantes siguieron siendo las de los transportes, de año en año crecía el número de conflictos de trabajo en la industria. Este tipo de huelgas alcanzaba a veces una gran duración. Así, la huelga de los obreros de Paños Colombia que estalló el 30 de Abril de 1937, se prolongó durante cuarenta días, debido a -la intransigencia de los patronos quienes rehusaron - el arbitraje oficial.

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Una huelga importante fue la de los trabajadores del ferrocarril del pacífico que estalló el 10 de Marzo de 1937. Aunque el sindicato estaba orientado por líderes liberales, el PCC destacó una comisión que orientó el conflicto. La huelga fue declarada ilegal por el Ministerio de Industria aduciendo argumentos completamente arbitrarios de orden procedimental. Por sugerencia de la comisión del PCC, el sindicato nombró como árbitro al presidente López quien aceptó, no obstante la declaratoria de ilegalidad que pesaba sobre la huelga. Sin embargo exigió que se reanudara el trabajo para proceder al arbitraje. Aceptada esta condición por parte del sindicato, el veredicto final resultó ampliamente favorable para los trabajadores según el testimonio de Torres Giraldo, quien participó en la dirección del conflicto.56

Una de las huelgas más importantes del período fue la de FEDENAL que estalló el 14 de Junio de 1937. La organización de esta federación, precisamente en este año, había sido posible por un trabajo persistente de los comunistas, que había comenzado ya en la época del Socialismo Revolucionario. Por el tiempo de la huelga, la FEDENAL agrupaba alrededor de ‘9.000 obreros de los terminales marítimos y del transporte fluvial y portuario. La huelga paralizó todo el transporte fluvial de Neiva hasta Barranquilla. Fueron varias las reivindicaciones que obtuvieron los trabajadores. Las más importantes son la del establecimiento por parte de las compañías navieras de un salario mínimo que estaba todavía lejos de ser recogido en la legislación laboral del país y la cláusula que establece que el personal que las empresas.

contraten será suministrado por el sindicato. Esta última conquista, como anota Edgar Caicedo, representa un caso único en Colombia. Ella contribuyó al fortalecimiento de FEDENAL. Va en Diciembre del mismo año se presentó una huelga parcial de los trabajadores del río por la violación de esta cláusula pactada. Sometido el conflicto al tallo oficial, este respaldó el acuerdo de Junio.

En 1938 el movimiento huelguístico descendió notablemente. El número de las huelgas en el sector urbano bajó a menos de la mitad con respecto al año anterior. E movimiento sindical reflejaba el retroceso general de las fuerzas

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progresistas en el país. En estas condiciones se presentaron algunas luchas desfavorables para los trabajadores. Desde la huelga victoriosa de 1935 los trabajadores petroleros venían acumulando exigencias con respecto a la Tropical Oil Co. El 10 de Febrero, la Unión Sindical Obrera (USO) presentó un pliego de peticiones entre cuyos puntos aún figuraba la exigencia de 8 horas de trabajo y otro sobre “completa y efectiva libertad para que todos los trabajadores pudieran leer cualquier clase de prensa nacional y extranjera y discutir t charlar libremente’ sin la fiscalización y presión que entonces ejercía la compañía”.

La empresa se negó a discutir el pliego y el 8 de Abril el comité de huelga declaró el paro, la ciudad de Barranca fue prontamente militarizada. El 12 de Abril, cuando se desarrollaba un mitin, el ejército y la policía cargaron sobre los manifestantes dejando un saldo de muertos cuyo número nunca se estableció a ciencia cierta. Bajo el peso de este acto de represh5n los obreros volvieron al trabajo. Esta huelga marcó el punto más bajo de la alianza del gobierno con el movimiento sindical. l..a CTC cuyo comité ejecutivo había. quedado casi, exclusivamente compuesto de liberales, luego del Tercer Congreso del trabajo, calló frente a los hechos de Barranca.

En el análisis que el PCC hizo de esta huelga destacó problemas de orden subjetivo como la falta de organización de. los huelguistas, el espontaneísmo, pero a la ve señaló responsabilidades: “La Tropical Oil Co. aprovechó completamente la política liberal del actual núcleo mayoritario del Comité Confederal que por obedecer a los calibanes y no permitir que se “aprestigien” los comunistas, permitió que se metiera la bandera de los trabajadores del petróleo por los ahorcadoras del más cretino legalismo”

.Con términos igualmente duros ‘se enjuiciaba al gobierno: “El gobierno permitió que la huelga fuera prácticamente colocada bajo la ley marcial y violando la ‘Constitución y las leyes en beneficio de los magnates extranjeros del petróleo, permitió que un alcalde suspendiera los derechos y garantías ciudadanos... El gobierno no impidió ni ha sancionado los atropellos que se cometieron en esta huelga, a pesar de que tales atropellos se consumaron contra una masa en su mayoría liberal”.’ De esta huelga salió destruida la USO. El trabajo de reconstrucción de la organización síndical fue comenzado en forma paciente por los comunistas. En el ya citado libro de Fabio Rodríguez se recogen numerosos testimonios de

Tierra, Bogotá, mayo 1 de 1938.,

antiguos dirigentes de la USO de diversa filiación política que reconocen esta labor abnegada. Uno de esos testimonios es el de Onofre Fernández quien dice, hablando de los meses posteriores a la derrota: “Por esos días llegó a Barrancabermeja, enviado por la dirección del Partido Comunista, el camarada Rafael Godoy y él emprendió, con Aurelio Rodríguez y otros camaradas, la reorganización de la USO, en reclutamiento clandestino”. ‘° Sobre este trabajo

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en el que participaron sindicalistas de todos los partidos se produjo la’ reórganización de la USO a finales de 1942.

La actitud oficial, frente a la huelga de los trabajadores de Barranca mostró también las limitaciones de la república liberal frente al capital imperialista. López no se atrevió a desafiar a la Tropical Oil Co., el ministro de Gobierno Lleras Camargo rechazó la designación como árbitro del conflicto. En otras zonas de la actividad económica López se enfrentó a las compañías norteamericanas; tal es el caso de la United Fruit Co. Las denuncias a la compañía sobre robos de tierras, desviación de aguas, soborno a funcionarios públicos venían sucediéndose. López recogió esas denuncias y nombró en febrero de 1938 como investigador al jefe de la policía nacional. Sobre la base de la investigación se procedió al arresto del .gerente de la compañía y de otros funcionarios norteamericanos de la misma. Esta medida no tenía antecedentes en el país y desde luego no ha vuelto a repetirse.

Una actitud parecida del Gobierno con respecto al monopolio yanqui del petróleo resultaba poco probable ya que en este campo el desafío hubiera tenido lugar en un campo mucho más importante para el imperialismo que aquel que representaba entonces la explotación del banano.

3.7—La ley de tierras y el trabajo del PCC en el campo

Una de las debilidades que Rafael Baquero advertía con respecto al FP era su muy escasa penetración en las masas rurales. Sin embargo, el PCC no abandonó por esos años el trabajo en el campo, sólo que aquí no asumió el carácter d alianzas políticas amplias.

En algunas monografías sobre el problema agrario se encuentran a veces afirmaciones, según las cuales, durante este período, el PCC habría entregado las banderas de la lucha por la tierra.

Al examinar la información, tales afirmaciones resultan insustentables. Justamente fue en el campo donde el PCC vio menos reducida su capacidad combativa. No encontramos tampoco una declaración en la prensa o en los documentos del Partido que presente la Ley 200 como una alternativa democrática de resolución del problema de la tierra, ni siquiera como un código favorable a los colonos o arrendatarios.

Al denunciar uno de los numerosos actos de atropellos a los campesinos del Tolima, escribía Tierra: “Pero esta criminal hazaña del latifundismo colombiano, sirve para constatar con los hechos la afirmación que han venido haciendo los trabajadores y los hombres honrados del país interesados por la justicia y el engrandecimiento patrio, respecto de que la “Ley de Tierras” apenas ridícula máscara del proyecto presentado por el gobierno y las modificaciones propuestas por el doctor Chaux,,esta muy lejos de ser el. estatuto de solución justa al problema

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agrario en Colombia y de redimir a los trabajadores del campo del yugo y explotación latifundista. Como en el caso de Chenche y Asoleados ha servido para quitarles las tierras a cerca de 4.000 campesinos, dueños de ellas desde los tiempos del gobierno real de España”. 61 El artículo termina con la consigna: “Trabajadores del campo organizad vuestras ligas y defendeos”. Por otra parte son numerosas las denuncias sobre abusos, despojos y lanzamientos de campesinos que sirven de ayuda para establecer las consecuencias de la Ley 200.

En el semanario del PCC se da cuenta en casi todos los números de los atropellos a que eran sometidos los campesinos, colonos e indígenas en diversas regiones. En Mojibio, La Meseta y el oriente del Cauca en general, los latifundistas comienzan en Mayo de 1937 una ola de lanzamientos y de terrorismo contra campesinos e indígenas. En Marzo, en Montenegro, Caldas, se suceden despojos y lanzamientos. En Enero de 1938, el juez de tierras de Facatativá ordenó el lanzamiento de 159 familias en Viotá, En Mayo de 1938, en Purificación, Tolima, cuatro mil campesinos son desalojados de sus tierras. En julio de 1938, en Puerto Berrio se suceden despojos y lanzamientos y lo mismo ocurre en Cartagena en Noviembre del mismo año. Esas son, entre otras, las denuncias que hacen los comunistas sobre la situación de las masas agrarias.

Además de esta agitación, el PC adelantaba estudios sobre la realización de la política agraria del Gobierno. Tal es el caso de las parcelaciones hechas por intermedio del Banco Agrícola Hipotecario. El plan de parcelaciones del banco es calificado de “plan de esclavización de los

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agricultores”. Estos programas como se esclarece en el artículo del semanario: “elevan los precios tres y cuatro veces con relación a los avalúos catastrales anteriores. La cuota inicial es excesivamente alta. Finalmente los campesinos reciben los títulos sólo al terminar de pagar las cuotas y los intereses”. Al comienzo de las deliberaciones de la Asamblea de Cundinamarca en 1937 el diputado comunista Arana Hoyos presentó un proyecto de ley dirigido a modificar las condiciones de parcelaci1ón previstas por los bancos.

No descuidaba el PCC el impulso a las organizaciones indígenas y campesinas en aquéllas zonas donde había consolidado su influencia desde el período anterior. Con la asistencia de una delegación de la dirección central del PCC y del comité confederal de la CSC se efectuó en Girardot a finales de Enero de 1937 una concentración de ligas campesinas del Magdalena. Se reunieron en tal ocasión más de 5.000 campesinos de Tocaima, Nilo, Nariño, etc. Se elaboró una plataforma de lucha y se eligió una directiva nacional.62

Igualmente el 10 de Mayo del mismo año se reunió la conferencia regional indígena y campesina del oriente del Cauca con delegados de las comunidades indígenas y de ligas de la región. Allí se acordó una plataforma y se coordinó la

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acción contra los despojos realizados por los latifundistas. Se creó la Federación Regional Indígena y Campesina del Oriente del Cauca. ‘ Además de este trabajo organizativo el PCC adelantaba movilizaciones campesinas a las cuales Se desplazaba el representante comunista y los diputados.

Esta política de organización y de resistencia al latifundio era comprendida por las masas campesinas. Esto se reflejó en las elecciones para concejos municipales celebradas en octubre de 1937. El PC conquistó bancas en los cabildos de nuevos municipios y obtuvo un brillante triunfo en Viotá donde la mayoría del Cabildo quedó integrada por comunistas. Esa mayoría nombró como personero al camarada Rafael Baquero, quien gracias a su experiencia política y a su versación en el problema agrario pudo orientar el trabajo de los “ediles rojos”. Justamente en altiva carta al Procurador General de la Nación el personero de Viotá denunciaba los atropellos a los campesinos y la agresión de las autoridades locales contra los concejales del pueblo.

Todo lo anterior configura no un cuadro de claudicación de los comunistas con respecto a la política agraria, no una mansa aceptación de la Ley 200 ni un silencio frente a Ja acción nefasta de los terratenientes, sino por el contrario se evidencia una línea de acción revolucionaria de orientación correcta a las masas agrarias.

Aunque no estuvo el trabajo en el campo al margén de ciertas concepciones de derecha, fue aquí dónde ellas tuvieron menos influencia como se

señala en el libro Treinta Años de Lucha del PCC. En ello, influyó no poco la intensidad de la reacción latifundista que si bien no tenía las características sanguinarias que asumiría posteriormente, no se detenía frente a la propiedad parcelaria de los campesinos, a la propiedad comunitaria de los indígenas y a los derechos de arrendatarios y colonos.

3.8 — La provocación anticomunista y el Tercer Congreso Nacional del Trabajo

Entre finales de 1937 y el año 1938 fue organizada por la reacción una vasta campaña anticomunista. Es cierto que anticomunismo se había venido haciendo, incluso antes de que surgiera el Partido Comunista. Sin embargo la campaña de estos años se presentaba como un movimiento bien coordinado. A este respecto resulta muy ilustrativa la conferencia dictada en la apertura de la segunda semana social católica, celebrada en Medellín en Enero de 1938, por el reaccionario padre jesuíta Félix Restrepo. La intervención ce Restrepo es una especie de balance de la campaña anticomunista. Se da cuenta en ella de la actividad del ‘Secretariado de la Acción Popular Colombiana”, organismo creado para “secundar por todos los medios posibles la lucha anticomunista”, se reseñan dos publicaciones anticomunistas Destellos y Fas. La primera “se dirige al pueblo como un contraveneno de las propagandas comunistas”. Fas “se dirige a las personas influyentes: sacerdotes, empresarios, maestros, etc. y

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quisiera ser un boletín técnico muy documentado qie tenga al corriente a sus lectores de la marcha del comunismo en el mundo y de la manera como se trabaja contra él en diversos países y también en Colombia”. 64 Blanco principal de la cruzada lo constituía la CSC la cual era presentada por el conferenciante como “el baluarte principal del comunismo en Colombia”. Recomendaba dirigir contra la Confederación “una campaña combinada para ver de deshacer o de neutralizar el peligro que ella supone”. En este campo, las recomendaciones se orientaban en dos sentidos:

64 Revista Javeriana, Bogotá, febrero de 1968, pág. 6.

1 Hacia la creación de sindicatos nuevos allí en donde no existieran, especialmente en el campo.

2. A la creación de sindicatos paralelos allí donde existieran organizaciones afiliadas a la CSC.

Restrepo reconocía que ya se había adelantado trabajo con ese objetivo. En verdad, desde 1936 al calor de la oposición a la república liberal se habían reanimado extraordinariamente las organizaciones paraclericales como la Acción Católica, el Yocismo, etc. En el fomento de tales organizaciones tomaba parte activa la curia y llevaba la iniciativa la comunidad de los Jesuítas. No despreciable concurso prestaban clérigos falangistas venidos de España.

Fue por este tiempo y con estos métodos como se creó la base para el paralelismo sindical que tendría que esperar para adquirir la personería jurídica, al desencadenamiento de la violencia y de la guerra fría. La acción de la jerarquía católica y del clero en la organización sindical se presenta no como el esfuerzo por contribuir a la organización de los trabajadores sino como el designio de dividir un movimiento sindical ya consolidado. Para ello no sólo era necesario agredir al PCC sino incluso exagerar hasta el delirio su influencia para poder así atacar todo lo que tuviera un sabor democrático o de defensa de los trabajadores.

Desde finales de Noviembre de 1937 comenzó a publicarse en los periódicos de la nación como La Razón, El Colombiano y otros, una carta apócrifa de la Internacional Comunista dando instrucciones al PCC para infiltrar al Partido Liberal y “utilizar” a sus dirigentes: A. López y E. Santos. Al mismo tiempo se publicaban documentos y resoluciones falsas de direcciones regionales comunistas dando órdenes para el saboteo de los servicios públicos, para la precipitación de huelgas, etc., con miras a una insurrección. Todos estos documentos tenían el sello de la provocación fascista. No es casual que fuera desde 1937 que se intensificaran las relaciones públicas de los enviados de Franco con el Partido Conservador y el clero reaccionario.

Finalmente, como remate de la campaña se lanzó por la prensa la calumnia sobre falsificación en Moscú de billetes del Banco de la República con el fin de financiar la realización del Tercer Congreso del Trabajo en Cali. La dirección del

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PCC exigió una investigación sobre esta especie lanzada por la prensa derechista, que no fue muy adelante, dado que fácilmente se demostró que las reproducciones aparecidas en la prensa lo eran de billetes auténticos del Banco de la República.

Esta campaña adelantada con medios tan burdos difícilmente podía penetrar en un público medianamente informado. Ella se dirigía hacia los sectores sociales más atrasados que en un momento dado podían jugar el papel de fuerza de choque. A propósito de estas calumnias El Diario Nacional, periódico liberal, escribía: “En el Partido Comunista de Colombia militan hombres como Gilberto Vieira, como Rafael -Baquero o como nuestros grandes poetas Luis Vidales y Lino Gil Jaramillo. Lo que esos hombres valen o representan socialmente no es tanto la resultante de lo que ‘ellos son individualmente o íntimamente considerados, como de lo -que la fe, la estimación y el consenso de la opinión nacional han hecho de ellos. Su nombre como el de todo aquel que actúa en la vida Pública, es un producto, una expresión social. Pensar que tales hombres son vulgares falsificadores de billetes es renegar del pueblo que discutiendo, dudando o rechazando sus ideas políticas, los respeta y estima, sin embargo”.

Si como arriba se dijo la campaña anticomunista se desenvolvió en forma particularmente intensa desde finales de 1937 ello no -es casual. La derecha ante todo, tenía como mira el Congreso Sindical de Cali que debía reunirse en Enero de 1938. Era la expresión,

-desesperada en todo caso, del encono contra el proceso de unidad sindical que venía consolidándose desde 1935. Con el objetivo de romper la central única la reacción acrecía la fuerza de los comunistas y presentaba a los dirigentes sindicales no comunistas como los idiotas útiles de la Internacional. Esta campaña encontraba eco en la corriente liberal santista comprometida también en el propósito contra la unidad sindical.

Del 20 al 25 de Enero de 1938 sesionó el Tercer Congreso Nacional del Trabajo. El PCC desplegó una gran actividad con el fin de asegurar el éxito de la asamblea ya que hacia finales de 1937 el funcionamiento de la CSC se veía cada vez más obstaculizado por la presión de la Dirección Liberal que veía con gran inquietud el fortalecimiento de la central obrera. La campaña clerical conservadora se orientaba al rompimiento de la unidad sindical mediante el impulso de organizaciones paralelas. La -ofensiva reaccionaria había hecho aflorar una crisis interna en la dirección de la CSC, uno de cuyos elementos fue la expulsión de algunos directivos liberales acusados de malos manejos en la tesorería y de actividad antiunitaria. “En este sentido —declaraba Tierra en víspera de la reunión la tarea del Congreso de Cali consiste en consolidar la unión de la clase obrera, es decir, la unidad sindical y sobre esta base impulsar, estimular la unidad en la acción de todas las masas laboriosas del país”

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.El Congreso tuvo, como lo anota 1. Torres Giraldo, la más amplia representación de cuantas asambleas obreras se habían reunido hasta ese momento. Dominaba el Congreso la presencia de las dos organizaciones federales del trasporte: FEDENAL y FERROVIAS. Hasta entonces el panorama sindical había estado conformado por los sindicatos de base. Al lado de éstas agrupaciones nacionales acudieron a Cali las ligas indígenas encabezadas por sus dirigentes más destacados entonces, los comunistas César Niño de la Sierra Nevada y José Gonzalo Sánchez del Tolima y el Cauca. Se hicieron presentes delegados de los sindicatos de artesanos, de sindicatos agrarios, de asociaciones de empleados

. TABLA No. 2 3316

Estas cifras expresan un fortalecimiento cuantitativo extraordinario de la CSC. En menos de año y medios los efectivos de la Confederación crecieron en un 62%. Este factor unido al cambio cualitativo que aplicaba la consolidación de dos federaciones creadas sobre el principio de organización por ramas permite establecer un balance muy alentador para los trabajadores.

Como inevitable consecuencia los progresos en la unidad sindical traían aparejada la ampliación de la Influencia de los comunistas. Hay testimonios diferentes sobre la proporción de las corrientes políticas en el Congreso.

TABLA No. 3

COMPOSICION POLITICA DE LAS DELEGACIONES AL lII CONGRESO NACIONAL DEL TRABAJO

El Espectador,Bogotá, enero 21 de 1938. Julio Cuadros Caldas: Comunismo Criollo y Liberalismo Auténtico, Bucaramanga, ed. de Marco A. Gómez, 1938, t. II, pág. 345.

Es posible que los datos de Cuadros Caldas tendieran a aumentar esa influencia con finalidades macartistas. Sin embargo, esta última cifra con relación a la influencia comunista tiende a coincidir con el cálculo de Torres Giraldo quien estima que los delegados que se identificaban con los comunistas sumaban la mitad de las delegaciones

Una de las conclusiones del Congreso de Cali fue la defensa de la industria nacional. En tal sentido se expresaba que “las masas laboriosas voltean el principal filo de sus luchas hacia las compañías imperialistas extranjeras”.’7 Igualmente el Congreso se pronunció por la salvaguardia de las libertades democráticas como garantía de la sobrevivencia de las organizaciones sindicales y por el respaldo al Gobierno de López Pumarejo.

El Congreso del Trabajo tuvo un contenido internacionalista. Asistieron delegaciones fraternales de los trabajadores de México, Ecuador, Venezuela.

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Gran importancia tuvo la’asistencia de Vicente Lombardo Toledano dirigente de los trabajadores mexicanos. En el Congreso de Cali se sentaron las bases para la creación de la Confederación de Trabajadores de América Latina CTAL que habría de fundarse poco tiempo después en México, constituyéndose en mecanismo coordinador del sindicalismo latinoamericano. Igualmente a instancias de los comunistas el Congreso dedicó atención a la solidaridad con la lucha de liberación del pueblo español. Esa solidaridad era de enorme significación no sólo porque la guerra que libraba el pueblo español contra los falangistas sostenidos militar y financieramente por Hitler y Mussolini y estimulados arteramente por la política de no intervención desarrollada por los gobiernos de Inglaterra y Francia constituía la primera gran batalla contra el fascismo a escala mundial, sino también porque la actitud frente a España era uno de los elementos que en Colombia marcaba la división entre el campo democrático y la reacción. Para el PCC la solidaridad con el pueblo español en el Congreso era apenas la extensión de la campaña de apoyo a los patriotas españoles en que venía comprometido desde mucho antes. Entre 1937 y 1938 el periódico Tierra sacó ediciones especiales de 15.000 ejemplares dedicados a España; el PCC impulsó la recolección de víveres y dinero para los combatientes del pueblo y, en las brigadas internacionales figuraron comunistas colombianos.

Al efectuarse la elección del comité confederal el Partido Comunista hizo explícita su voluntad de declinar la representación que le correspondía dada su influencia, para acordar graciosamente una mayoría para los liberales. Se creyó entonces que ese era el camino más adecuado para conservar la unidad sindical. Haciendo el balance del Congreso del Trabajo, escribía Lino Gil Jaramillo miembro de la dirección del PC:

“Por lo que respecta a nuestro Partido Comunista, queremos decir que hemds aceptado una minoría ínfima, que en manera alguna corresponde a las fuerzas de que disponíamos dentro del Congreso, para facilitar así la unidad de las tres corrientes que orientan y dirigen el movimiento popular, dejándole la totalidad casi del comando al liberalismo, al que corresponde en este momento la misión histórica de conservar la democracia contra las embestidas rabiosas de. la reacción godo fascista y clerical”.

‘ Por aclamación fue designado un Comité Confederal compuesto por 13 liberales, 2 comunistas y 2 socialistas. Se encomendaba así a los liberales velar .por la unidad sIndical. Esta táctica no podía ser más desaconsejable desde un doble punto de vista: de los principios, ya que por sobre todo, y en cualquier circunstancia, se impone la necesidad develar por la independencia de clase del movimiento sindical. Desde el punto de vista de la coyuntura, el liberalismo daba muestras de agotamiento después del sacudímiento de los primeros tres años de la Revolución en Marcha, dando paso a fuerzas regresivas en su dirección. De igual manera la defensa más eficaz de la democracia dependía de la capacidad de iniciativa y de acción del movimiento popular. La unidad sindical mantenida con ayuda de instrumentos tan endebles no podía ser medianamente perdurable y tenía mucho de ilusión. Pronto la

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desmoralización y el oporturismo comenzaron a comprometer a la mayoría del ,nuevo comité confederal como lo reconocía el PC en el balance que se hizo con ocasión del 1 de Mayo de 1938. La decisión del PC respecto a la composición de la dirección de la CTC tampoco sirvió para desarmar la campaña liberal contra los sindicatos y envalentonó aún más a la derecha. Apenas abiertas las sesiones del Congreso Nacional se inició un debate contra el Congreso de Cali en el cual llevaban la iniciativa senadores como Pedro Juan Navarro y Alirio Gómez Picón. El centro liberal se sumó a las voces de la derecha que clamaban presentando la asamblea de Cali como un triunfo del comunismo internacional. La voz de los parlamentarios de la izquierda O. Vieira, G. Molina, D.L. Córdoba, no lograron impedir que tanto en la Cámara como en el Senado fueran aprobadas proposiciones condenatorias del Congreso de Cali.

De parte del Gobierno el auxilio acordado tras largos y agitados debates en el Parlamento fue utilizado para sancionar una ley que comprometía seriamente la independencia del sindicalismo. El sentido de esa ley lo prefijó Santos cuando al autorizar a los liberales a votar el auxilio escribió: “Lo que se pretende con la ley que se discute es eliminar de Cali a los políticos, a los agitadores, a los comunistas. Con auxilio o sin auxilio ese Congreso va a reunirse,pero si

tomización del movimiento sindical que inevitablemente conduciría a la pérdida dél papel de la clase obrera en el país.

Punto de agudos debates entre los comunistas fue la posición frente -a la candidatura de Eduardo Santos. inicialmente la dirección acordó apoyar a Santos. No obstante hubo serias resistencias en la base del PCC en la aceptación de esas directivas. Además la objeción a tal apoyo no provenía frecuentemente de posiciones independientes sino de un lopismo sectario. Por unas y otras, consideraciones fue recogida la posición inicial de apoyo a la candidatura de Santos. El último elemento que determinó este cambio de posición fue el anuncio de Santos de abandonar el gobierno de partido para conformar un gabinete de coalición. En comunicado del 22 de Abril de 1938 se consignaba: “El Partido Comunista modificando su posición anterior, no participará de ningún modo en el debate electoral del 10 de Mayo. Los comunistas no votarán pues en las condiciones actuales. Comprometerían la independencia política de su partido y darían una aprobación tácita a la funesta iniciativa de la cooperación conservadora bajo el- próximo gobierno”. 70 Sin embargo se advertía que la abstención no significaba una campaña contra la candidatura de Santos ni una posición definitiva frente a su futuro gobierno.

Para hacer un balance de la política adelantada por el PCC desde la Segunda Conferencia Nacional se realizó un pleno del Comité Central del 12 al 18 de Junio de 1938. En el curso de la discusión preparatoria del Pleno se destacó: “El problema principal que se debe estudiar es el de las tendencias liquidacionistas que en algunos sectores del país se han suscitado hasta conducir a muchos dirigentes a cometer los más funestos errores, y lo peor, a entregarse de

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manera claudicante a otras toldas políticas; contra esta tendencia derechista, es que debemos prestar la mayor atención leninista a fin de extirpar de raíz en nuestras filas esta tendencia”. ‘ En efecto, la caracterización equivocada que tenían algunos dirigentes comunistas sobre el liberalismo como el baluarte fundamental contra la reacción y corno el partido defensor de las libertades democráticas llevaba a algunos a conclusiones igualmente oportunistas en el terreno de la organización. Fue en el regional de Antioquia donde esta tendencia llegó a cobrar más fuerza. Angel María Carrascal dirigente de ese regional, concejal por el PCC y miembro del Comité Central defendía tesis liquidacionistas. Había una gama de posiciones en este terreno que no siempre implicaban propuestas de disolución del PCC sino más bien de adhesión formal al liberalismo conservando una cierta estructura organizativa independiente. Hubo la orientación para algunos camaradas de entrar de lleno en el Partido Liberal conservando sólo una relación- no orgánica con la dirección del PCC.’72

Estas tendencias no constituían secreto para sectores extraños al Partido. Así, el órgano central del PCC, en su edición de Abril 1 de 1938 desmiente una “noticia” de El Diario Nacional sobre “la inminente disolución del Partido Comunista”. “El Partido Comunista, se escribe en el desmentido, corresponde a una necesidad histórica de nuestro país y nosotros estamos dispuestos a sostenerlo y ampliarlo por encima de todo, aun cuando esto mortifique a algunas gentes”. igualmente se difundían “noticias” sobre supuestas “resoluciones” de la lC ordenando a los comunistas colombianos “entrar a formar parte del Partido Liberal”. Esta información buscaba obrar como presión sobre los comunistas. Ya antes se había utilizado este instrumento con respecto al Unirismo para buscar su desintegración, como partido.

El Cuarto Pleno del Comité Central rechazó completamente las tesis liquidacionistas y llamó a la militancia a fortalcer internamente al Partido. Acordó la reunión plenaria iniciar en forma inmediata una campaña de reclutamiento y de asimilación de la nueva militancia: “Pero como repetidamente lo afirmamos, no basta la influencia. Es necesario organizar, consolidar los nuevos militantes en la lucha y ampliar cada día más la organización del Partido. En este mismo sentido acordó el pleno aumentar el tiraje del periódico Tierra a seis mil ejemplares. Antes, la circulación del semanario del PCC oscilaba entre cuatro mil y cinco mil números.

En la Resolución del Cuarto Pleno se destacaban los siguientes aspectos:

lo. El peligro principal sigue siendo el conservatistismo, del cual se “ha desprendido una ala al servicio incondicional del fascismo extranjero”. La colaboración conservadora en el próximo gobierno debe ser vigorosamente combatida.

2o.Exigencia de ampliación de las libertades democráticas.

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3o. Fortalecimiento de las organizaciones campesinas.

4o.Reconocimiento de la responsabilidad del centro y la derecha liberales en el desarrollo de los acontecimientos políticos antipopulares.

5o. Apoyo a las reformas democráticas y progresb ta del gobierno de Santos y oposición a las medidas antipopulares.

Puede considerarse que hasta el IV Pleno se prolongó la política del Frente Popular concebido este como organización nacional autónoma. Esa política en adelante tendió a interpretarse como el apoyo al Partido Liberal.

3.9— El PCC y el gobierno de Eduardo Santos

pag 339

En Agosto de 1938 subió a la presidencia el exponente más acabado del “civilismo liberal”. Los políticos de esta escuela fueron partidarios de reformas modernas en el terreno económico y social, propulsores de los procedimientos de transacción con la derecha y convencidos defensores de la penetración del capital extranjero, en primer lugar norteamericano, en la economía del país.

Santos no se apartó, en el cuatrienio .que presidió, de los anteriores criterios. Dio prioridad a la administración sobre las reformas. A su gobierno no correspondió un período de crecimiento económico, las exportaciones bajaron tanto por el volumen, como por los precios que se mantuvieron estacionarios

. Santos estimuló el desarrollo industrial no por el camino de una política de ampliación sustancial del mercado interno sino por el de la aplicación del intervencionismo estatal. En este terreno una de las medidas de mayor proyección fue la creación del Instituto de Fomento Industrial, IFI, serón el decreto 503 de 1940. Este instituto participó en el mismo año en la creación de la primera fábrica de llantas y en general promovió buena parte de la industrialización básica del país en las etapas posteriores al gobierno de Santos. Fueron auspiciadas nuevas industrias de alimentos, Ley 129 .de 1938. Con respecto a la rama siderúrgica la Ley 97 de 1938 facultó al Gobierno para el establecimiento de empresas de elaboración de hierro y acero autorizándolo a suscribir hasta el 51% de las acciones de tales empresas.

Para ver el tipo de intervención estatal propiciada por Santos basta constatar que las leyes que la consagran, como las dos citadas anteriormente, incluyen un artículo final que establece que cuando el Estado vea conveniente, venderá sus acciones a particulares. Lo anterior excluía conscientemente la perspectiva progresista de constitución del sector estatal de la economía.

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Preocupación central del gobierno de Santos fue el arreglo de las relaciones con el capital extranjero. Solicitó facultades extraordinarias para Legislar en materia económica y las obtuvo de acuerdo con la ley 54 de-1939en cuyo artículo primero se autorizaba “la regularización de la deuda pública y la reanudación del Servicio de los empréstitos”. Es cierto que la penetración masiva del capital extranjero en la industria será fenómeno característico de la posguerra, sin embargo bajo la presidencia de Santos se crearon las Condiciones pare ello. Esa política de apertura hacia el capital extranjero se acompañaba de una posición decididamente pro- norteamericana, apenas disfrazada bajo la fórmula de “neutralidad pero no indiferencia”. Este deseo de complacer al norte llevaba a Santos a episodios de servilismo en la política exterior. Así en Marzo de 1939 triunfa la intervención fascista extranjera y & general Franco entra en Madrid. El 1? de Abril reconocen los Estados Unidos al gobierno falangista, y el mismo día lo hace Santos en Bogotá, no obstante que antes había expresado reiteradamente sus simpatías con la causa republicana. Al lado de los Estados Unidos participó Colombia en las tres conferencias de cancilleres americanos celebradas entre Septiembre de 1939 y Enero de 1942. En ellas se estructuró la doctrina de la “Solidaridad hemisférica” en un sentido completamente favorable a los intereses de los monopolios norteamericanos.

En algunos campos de la actividád en que en el período precedente se había adelantado una legislación defensiva de los Intereses nacionales como es el de la navegación aérea y fluvial, bajo Santos se dio marcha atrás Ya en Noviembre de 1938 el Gobierno contrató una misión naval y de aviación con los Estados Unidos. Gerardo Molina muestra cómo todas las corrientes del liberalismo elogiaron esa misión.75 Por aquel tiempo los círculos diplomáticos norteamericanos calificaban a Colombia como el país que mejores relaciones guardaba con los Estados Unidos. Además de esta misión Rafael Baquero analizaba él papel de la misión agrícola norteamericana contratada por el Gobierno para diseñar políticas para el colombiano. En el mismo estudio se daba cuenta de cómo Santos había contratado ya para Noviembre de 1940 dos empréstitos, el primero, de 10 millones de dólares para material de ferrocarriles y las obras públicas, materiales que se adquirirían en Norteamérica y el segundo para la compra de material bélico. Hablando de las condiciones de esos préstamos Baquero afirmaba: “Debajo de la marca del buen vecino, se descubre en seguida el usurero, respaldado en esa ocasión por su gobierno”.76

El estudio.aquí citado titulado “La Guerra y la Ofensiva del Imperialismo yanqui en Colombia”, publicado en la revista teórica del PCC, El Comunista, constituye seguramente la primera investigación ampliamente documentada sobre la penetración del imperialismo. Desarrollando la doctrina de Lenin sobre el imperialismo, el trabajo de Baquero presentaba la esencia de la Segunda Guerra Mundial y mostraba cómo Latinoamérica estaba dentro de los cálculos sobre un nuevo reparto del mundo. Presentaba las cifras que evidenciaban la dependencia comercial creciente del país con respecto al imperialismo. Mostraba la acción de las misiones económicas y militares, y el menoscabo de la soberanía nacional. Analizaba Baquero la política de empréstitos del

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Gobierno, y se detenía en las dimensiones de la sangría de recursos a través de las concesiones petroleras y mineras en general y de las bananeras. Insistían los comunistas en una política nacional frente al capital extranjero, no en su inopinado y universal rechazo, sino en la elaboración de unas pautas dentro de las cuales la inversión contribuyera al desarrollo del país: “Es claro que para un plan de Industrialización amplia y de explotación minera es necesario el capital extranjero. Pero este no debe aceptarse en forma de inversión particular. La fórmula aceptable la que menos peligro encierra para el país, sería la del empréstito. Empréstitos para un plan de industrialización y no para adquirir mercancías y armas a los productores norteamericanos, con plazos largos e intereses bajos, representarían ellos sí, una efectiva ayuda al país y una manifestación de solidaridad americana.

El estudio sobre la penetración imperialista en Colombia resultaba de gran importancia en un momento cuando se presentaba la política de Roosevelt, por parte de lo voceros de la burguesía, como el comienzo de una nueva era en la cual las relaciones entre Estados Unidos y los países de América Latina se desenvolverían bajo signos igualitarios. De otra parte la firma, el 23 de Agosto de 1939, del Pacto Germano- Soviético de no agresión, había avivado la manía anticomunista de periódicos como El Tiempo que veían en ese acuerdo la delimitación de los campos del “totalitarismo” y las democracias, encabezadas por Estados Unidos e Inglaterra. ‘

La política social de Santos se desenvolvió en torno a algunas consignas de poca trascendencia. Ante la renuncia a la reforma agraria, que Santos veía ya realizada en la Ley 200 de 1936 se lanzaron al consuno consignas como “la casa campesina”. El único fruto que perduró de esta demagogia fue el Instituto de Crédito Territorial creado en 1939.

A diferencia de López que conscientemente estimuló la alianza con la clase obrera, Santos se reclamaba como el abanderado de la clase media la cual, en cierto modo, contraponía al proletariado: “Suelen, decía, los profesionales de la agitación social concentrar toda su atención y sus esfuerzos en las clases más modestas del proletariado, olvidando esa inmensa zona intermedia que es la que constituye, precisamente, la fisonomía colombiana y que está compuesta por todos los sectores de la clase media... Esa clase media constituye el núcleo vital de la república, en pueblos, aldeas y ciudades, es el mejor elemento de orden, de progreso y de inteligente trabajo”79

Antes de su gobierno, y ya en él, Santos desechaba con ardorosa insistencia toda alianza del liberalismo con las fuerzas de izquierda, el acercamiento doctrinarlo hacia los principios del socialismo. Por esta razón, desde la dirección liberal combatió el Frente Popular y con parecida convicción arremetió contra la CTC. En este campo las maniobras fueron múltiples. Luego del Congreso sindical de Medellín Santos tomó la iniciativa para combatir la unidad obrera. De ese Congreso escandalizaban a Santos ciertas proposiciones aprobadas, tales como la solicitud de alza de sueldos al ejército y la policía, la exigencia de nacionalización de los bancos, la solicitud de entrenamiento

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militar a los sindicatos con el fin de preparar a los obreros para enfrentar la reacción. Santos sostenía que estos principios constituían una violación de la ley que había prohibido la participación de los sindicatos en política. La doctrina del “apoliticismo” de la organización gremial, pregonada por Santos, no le impidió en la presidencia acudir a procedimientos parecidos a los de Olaya Herrera con la Casa Sindical Liberal, mediante el estímulo a los comités sindicales liberales que sirvieron da instrumento claro de divisionismo. Igualmente se volvió a crear en este período el llamado renglón obrero dentro de las listas de candidatos del Partido Liberal a los cuerpos colegiados y en la nómina de la Dirección Liberal Nacional. En la política de “convivencia”, desarrollada por Santos, a la paz social debían contribuir los obreros absteniéndose de ir a la huelga. Desde ese punto de vista el presidente presentaba como una necesidad nacional la creación de tribunales de conciliación y arbitraje en forma permanente. Guardaba eso relación con la concepción de Santos sobre la “lucha de clases” a la cual calificaba como nefasta invención, apta si acaso, para aplicar en los países desarrollados pero no en la naciones en desarrollo, las cuales estarían llamadas a evolucionar en un clima de armonía social. “Si de algo soy enemigo, reafirmaba Santos en su discurso programa, si algo considero nefasto es la lucha de clases, que sería la mayor desgracia que pudiera caer sobre nuestro pueblo. Evitarla, procurar por todos los medios la colaboración justa entre capital y el trabajo... me parece la tarea más noble y ms Indispensable que pueda realizar un gobierno de espíritu liberal”.

Justamente de esa concepción brotaba el anticomunismo de Santos. En efecto, el Partido Comunista basa sus principios y su acción en la teoría científica de la lucha de clases, que no fue inventada por nadie, ni es susceptible de ser abolida por medios distintos a la implantación de una sociedad socialista llamada a eliminar la explotación de unas clases por otras. Desde antes de su posesión Santos prometió que ningún comunista accedería a los cuerpos colegiados.

Sistemáticamente combatió la unidad sindical y a las organizaciones bajo influencia comunista. En este sentido FEDENAL estuvo siempre bajo la ofensiva del Gobierno. La Ley 24 de 1940 clasificó la navegación fluvial como servicio público, con lo cual quedaba prohibida la huelga, estableciendo la conciliación y el arbitraje como únicos procedimientos válidos en la resolución de los conflictos laborales en esta rama del transporte.

Las maniobras del Gobierno cobraron sus frutos de división. Los comités sindicales liberales y dirigentes obreros santistas como Carlos Julio Benjumea terminaron por crear una especie de fracción dentro de la CTC, que se apoyaba en las direcciones de los ferroviarios y de la Federación de Trabajadores de Antioquia. Estas divergencias que se prolongaron todo el año cuarenta culminaron con ocasión del IV Congreso de la Confederación que debía reunirse estatutariamente en Diciembre de 1940. Los miembros de los comités liberales exigían el aplazamiento del Congreso mientras que los comunistas y con ellos

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la mayoría de las organizaciones se pronunciaron por la reunión del Congreso en la fecha prevista. De los 30 miembros confederares sólo 13 votaron por el aplazamiento. Urrutia Montoya señala la verdadera causa de la división: “Ni la mayoría liberal de la CTC, ni el Gobierno estaban dispuestos a permitir que los comunistas lograran reunir un Congreso en el que podrían hablar contra el Gobierno y su política internacional pronorteamericana en nombre de más de 84.000 trabajadores organizados”80.

Con la presencia de 200 delegados y bajo el veto gubernamental se instaló el Cuarto Congreso el 6 de Diciembre de 1940. Santos calificó el evento como “simple reunión de ciudadanos”, con el fin de profundizar la división. Oficialmente se patrocinó la convocatoria a una convención el 26 de Enero de 1941 en Barrancabermeja a la cual sólo acudieron 39 dirigentes, que sin embargo procedieron a expulsar do la CTC a las organizaciones y personas que habían acudido a Barranquilla. De tal suerte aparecieron dos comités confederales Uno, de bolsillo del gobierno; orientado por una política clasista, el otro.

De esta división ningún sector obrero salió favorecido. De ella resultaron sólo beneficiados los patronos y el Gobierno. El apoyo oficial no se mostró capaz de darle las masas a quienes no las habían conquistado mediante su trabajo.

En el panorama internacional en ese momento aparecían hechos nuevos. Desde finales de 1939 el mundo se envolvió en la Segunda Guerra Mundial que comenzó con Ja agresión de la Alemania hitieriana a Polonia. El 1 de Septiembre de 1939, en la madrugada, ese país fue invadido por 57 divisiones alemanas. 2.500 tanques y 2.000 aviones. La primera etapa de Ja guerra terminaría el 22 de Julio de 1941. Por eso el Cuarto Pleno del PCC reunido en Agosto de 1940 dedicó parte importante del análisis al confljct mundial, advirtiendo que este no se quedaría sólo en Europa sino que interesaría también a los países de América Latina y a Colombia en particular.

Correspondió a los comunistas el mérito de haber levantado, los primeros, la campaña contra la guerra, de haber adelantado el esclarecimiento entre las masas de su carácter imperialista Esto tenía lugar cuando una parte de los directores de la opinión en el país se entregaban a la torpe conjetura de una derrota de la URSS que todavía no había sido alcanzada directamente por la agresión fascista.

El presidente Santos por su parte ponía bajo el mismo signo del totalitarismo a los regímenes fascistas y al sistema social del primer país socialista: la URSS. Llamó el Pleno a desplegar la más amplia solidaridad con la Unión Soviética.

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En el plano nacional el Cuarto Pleno del PCC destacó como tarea fundamental la lucha contra el imperialismo y la reacción mediante la constitución de una alianza con base en la unidad obrera. Con taL fin se recomendó la creación de comités populares con grupos progresistas del Partido Liberal. Por este tiempo se descartó la búsqueda de alianzas con el Partido Liberal en su conjunto.

El Pleno absolutizaba, sin embargo, el grado de enfrentamientos de la burguesía industrial con el imperialismo y llamaba a recoger sus reivindicaciones advirtiendo: “En estas acciones los comunistas no deben olvidar por un momento la independencia de la clase obrera y de su Partido Comunista y que los intereses de los trabajadores no pueden ser sacrificados jamás en beneficio de los aliados”.”

La reunión reiteró la necesidad de seguir combatiendo las posiciones liquidacionistas. Ya el Pleno anterior, realizado en Julio de 1939 había señalado cómo eL origen de los brotes liquidacionistas había que buscarlo en las posibilidades excesivas que se le asignaban al Partido Liberal en el enfrentamiento con la reacción, lo cual llevaba primero a la pasividad, y luego a la negación del papel histórico del propio Partido Comunista.

El Sexto Pleno estableció que sólo sobre la base de un programa de reivindicaciones sentidas por las masas populares podrían establecerse las alianzas, criticando así, la política que se ensayó luego de la desaparición del Frente Popular y que tendía a identificar las alianzas con la adhesión al Partido Liberal. Así, con respecto a la candidatura de López, el Pleno expresó su simpatía, pero a su vez, trazó la orientación de no precipitarse a apoyarla en espera de la definición del programa del candidato.

El Sexto Pleno dirigió también su cuidado hacia los problemas organizativos, criticando los errores en que se había caído. En un informe de organización preparatorio del Sexto Pleno se Lee: “Los éxitos alcanzados con la aplicación de la línea política trazada por el VII Congreso de la lC., no contribuyeron a fortificar orgánicamente al Partido en su conjunto. Por el contrario, la debilidad de nuestra política de organización, que en muchos momentos no fue enérgica ni sistemática, fomentó un criterio liberal de organización que debilitó !a estructura del Partido”.

Siguiendo las enseñanzas de Dimitrov, se esclarecía cómo la política de alianzas, la construcción del frente único, suponen siempre la existencia de un partido comunista fuerte, no el debilitamiento de esté. Ese fortalecimiento debía juzgarse no simplemente por el aumento indiscriminado de la militancia, sino por el avance en la construcción del Partido en los centros fundamentales de la economía. “Más vale, se decía, una buena célula en un ferrocarril o en un centro petrolero, que tres o cuatro de artesanos o de obreros de talleres o empresas artesanales”.34

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Se subrayaba la necesidad de elevar un número cada vez creciente de obreros a las instancias directivas del Partido haciendo al mismo tiempo una sintomática aclaración: “No se trata de relegar a un segundo plano a los elementos de origen no obrero que han comprobado ya su sinceridad y abnegación por el Partido. Esta teoría trotsquizante, que ha tenido expositores en nuestras propias filas debe ser severamente rechazada y liquidada, como un ácido disolvente sobre el armazón de nuestro Partido”. Esa advertencia se justificaba en la medida en que se había venido formando en la dirección del Partido una corriente obrerista impulsada por el secretario general Augusto Durán y sostenida por otros miembros de la dirección. Esa tendencia ya había tenido su expresión en el primer período de la historia del PCC, estimulada por Ignacio Torres Giraldo. Este obrerismo en ambos casos servía para ocultar el autoritarismo en los métodos y el grupismo en la dirección y contraponía la militancia obrera al resto del partido, fundamentalmente a los llamados “intelectuales”. En algunos casos se exaltaba a ciertos elementos, no propiamente por su grado de madurez política o por su capacidad de trabajo sino por su procedencia social. Llevaba igualmente esa concepción a establecer una especie de militancia de primero y de segundo orden según se fuera obrero o no. Como elemento de Interés es preciso anotar que esas posiciones obreristas fueron sostenidas, al menos inicialmente, por dirigentes de origen no proletario, artesanos la más de las veces, o empleados, como en el caso de Augusto Durán.

El llamado de atención contenido en el material de organización atacaba una desviación que negaba los principios organizativos leninistas en ese aspecto y que ya había alcanzado una apreciable raigambre en el PCC.

En general las consideraciones del Cuarto Pleno resultaron acertadas, ellas enmendaban, al menos en teoría, algunas desviaciones que aquejaron al PCC en el segundo período de su historia.

CONCLUSION pag 351

Si la anterior etapa en la historia del PCC, la comprendida entre su fundación, en Julio de 1930 y la 2 Conferencia Nacional, en Noviembre de 1935, se caracteriza ante todo, como el período del establecimiento y de la asimilación de las normas organizativas; en la de 1935 - 1941 lo que salta más a la vista es la política de amplias alianzas del PCC plasmada en particular en la lucha por el Frente Popular. Esa política de Frente Popular permitió al PCC, a la clase obrera, avances de gran significación histórica en la vida del país.

El primero de tales avances lo constituyó, sin lugar a dudas, la conquista de la unidad sindical a través de la experiencia de central única, la CTC. En forma clara se percibe cómo la suerte del PCC. el ensanche de su influencia, o la disminución de ella, están íntimamente relacionados con las alternativas de la unidad obrera

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. Igualmente la política de alianzas permitió a los comunistas colombianos proyectarse en la vida del

El presente capítulo de la Historia del PCC cubre uno de los períodos más intensos y contradictorios. En el plano internacional el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el ataque de Hitler a la Unión Soviética, el establecimiento por primera vez de la colaboración de Estados con diferente régimen social, constituyeron acontecimientos con implicacioñes nuevas e imprevistas parra el movimiento obrero mundial.

En la vida nacional, la crisis económica y la inestabilidad política hicieron de la etapa 1941 - 1945 un trecho histórico cargado de tensiones y conflictos.

Es en este marco vérdaderameñte excepcional, dentro del cual es necesario ver la acción de los comunistas colombianos. Aquí se estudian las propuestas políticas del Partido, la movilización permanente de nasas que el PCC logró desarrollar. Igualmente se bizca identificar las causas de la desviación oportunista que aquejó al Partido, describir sus modalidades y sacar las Lecciones que su estudio permite extraer.

4.1 - El marco económico nacional y la situación internacional

El período de la Historia del Partido. Comunista comprendido entre 1941 y 1945 se caracteriza desde el punto de vista del desarrollo económico del país por un crecimiento muy lento. Según la CEPAL, durante este tiempo, el Producto Nacional Bruto se mantuvo solamente alrededor de 4.500 millones de pesos de 1950, mostrando una aumento considerable sólo a partir de 1945. Según la misma fuente, bajó el volumen de las exportaciones a partir de 1940 hasta 1943, acompañándose este descenso de un estancamiento del precio de las mismas. La capacidad de importación descendió do los 795,2 millones de pesos en 1939 a 624,4 millones en 1942, constituyéndose éste, en el fenómeno de más negativa incidencia, ya que todavía en 1945 la capacidad para importar no había alcanzado los niveles anteriores a la guerra.

Si a lo anterior se suma la dificultad en la provisión de medios de producción en los mercados exteriores en virtud de los problemas económicos suscitados por la contienda universal, se tendrá un conjunto sombrío. En efecto, si se toma el año de 1942, el valor total de las importaciones sólo llegaban al 42.2v/o con relación a los 778.4 millones que costaron las importa clones en 1939.’ En estas condiciones resultó inevitable la baja del ritmo del crecimiento industrial, ya que éste desde sus comienzos estuvo estrechamente condicionado por las alternativas del sector externo. La tasa de ese crecimiento bajó al 6%. En 1942 solamente, según estudio de Rafael Baquero, se cerraron por falta de materias primas y por otros motivos 155 fábricas.2 La producción de petróleo bajó entre 1939 y 1943 de 23 a 13 millones de barriles.

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Respecto a la agricultura no se manifestaron mejores tendencias. Descendió la producción de artículos de primera necesidad. La producción de trigo, artículo alimenticio estratégico bajó de 146.000 toneladas en 1942 a 68.000 en 1943 3 Influían en la producción agraria, los mismos factores que incidían en La industrial. Especialmente la dificultad en la importación de maquinaria agrícola. Pero había elementos característicos del campo: tal es el caso de la política de los terratenientes que ampliaban a expensas de la agricultura las tierras dedicadas a la ganadería extensiva no tecnificada. No era ajena a esta operación la política crediticia. Según Albert Berry la participación del crédito en el valor ganadero sube en los años cuarenta de 8.6°Jo a1&7%.4 Esa ampliación de la ganadería se daba mediante los desalojos y lanzamientos de los pequeños productores rurales.

En este cuadro general de estancamiento económico, se destacaban elementos de avance en algunos renglones industriales como ¡os hilados y tejidos, cigarros y cigarrillos, cervezas, productos químicos. En estos sectores, se operó un crecimiento de la producción no por cambios en la estructura industrial, sino por la utilización de toda la capacidad instalada. Tal avance se daba sobre el aumento de los índices de explotación de la clase obrera industrial.

En el plano internacional, el hecho decisivo en esta etapa lo constituyó el ataque intempestivo sin declaratoria de guerra, de los, nazis a la Unión Soviética, el cual tuvo lugar el 22 de Junio de 1941. Para la agresión a la URSS fueron movilizadas enormes fuerzas. 190 Divisiones de Alemania y sus aliados, 5.5 millones de soldados .oficiales, 4.940 Aviones y.3.4IO tanques.5 Con estas -fuerzas .Hitler. aspiraba. .a desarrollar una guerra relámpago con la URSS prevalido de la superioridad del. potencial. militar y esperanzado en un -supuesto.1evantamiento .de.

Los pueblos. contra el poder soviético Aplastada. la. Unión ,Soviética1. quedaría fácil .a los :nazis subyugar al resto. .de. los pueblos europeos como’; parte fundamental de sus planes demenciales de dominio, universal.. De hecho, al comienzo de la guerra Contra la, Unión. Soviéti.ca, la Alemania hitleriana disponía ya del poténciale económico .de países europeos ocupados..

La segunda-etapa de la Guerra Mundial que comenzó el 22 de ‘Julió de 1941 cambié él cambio el carácter de la contienda universal ‘Esta’se transformo en una guerra de liberación para los pueblos ocupados, y en la Gran Guerra Patria para los soviéticos; Al movimiento comunista mundial ‘sé planteo en toda su magnitud.:la tarea ‘de’ intensificar en grado sumo la lucha contra el fascismo, enemigo dé ‘toda 1a’ humanidad. Cómo se dice en el estudio sobre Gran Guerra Patria de la Unión Sovietiza se undi6 con el movimiento liberador dé los pueblas avasallados por los hitlerianos y con, la lucha de todas las fuerzas democráticas y antifascistas. contra el fascismo”.”

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En esta común tarea de los pueblos del’ mundo del movimiento obrero internacional, el Partido Comunista de Colombia supo conquistar un puesto de honór.

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poniéndose... al rnismo tiempo .a la cabeza en la lucha contra la reacción Interna...

Esta política de apoyo inquebrantable a la URSS y de convicción en la victoria, brillaba sobre un marco de cálculos reaccionarios dé alguno sectores importantes ‘de ‘la burguesía colombiana o de franco apoyo al campo del fascismo de otros sectores políticos de la derecha. En las páginas editoriales de El Tiempo, del 22 de Junio de 1941, se cavilaba sobre posibles desenlaces dé la guerra. Según este periódico los días de la revolución rusa estarían contados.. En’ caso de salir victorioso Hitler, tales comentarios anticipaban su derrota posterior, mediante la., alianza de Estados Unidos e Inglaterra. Sin embargo, la perspectiva que más seducía a los periodistas del diario liberal era la mutua’ destrucción’ “de Alemania y ‘la URSS’, ‘la cual daría nacimiento dé’ura nueva era de paz, justicia... “‘ etc. Con menos’ escrúpulos Calibán ‘no ocultaba Su esperanza de ver derrotado al primer Estado socialista, pues así decía su torpe vaticinio, “desaparecerán los cosacós bolcheviques hollandó la civilización europea, estableciendo el dominio de la barbarie asiática, peor mil veces que la barbarie germánica”.’ Una vez más se mostraba de’ qué’ manera en la vida contemporánea, el anticomunismo remite a la defensa de las peores causas’y coloca’ a sus seguidores bajo las banderas más vergonzosas.

Por su parte la ,Revista Colombiana dirigida por Laureano Gómez, seguía en lo suyo cuando afirmaba: “Alemania, sin recibir recursos de América, hace frente al bloqueo (sic)’a que se la ha querido someter”; más adelante proseguía: “en definitiva, tenernos la impresión de que Moscú caerá. Y si allá fracasó Napoleón, Hitler será el rectificador del único posible émulo que pudiera encontrársele en la historia”.

A través de sus limitados medios de propaganda y mediante la movilización directa, el PCC tomó en sus manos la tarea de informar y orientar a la opinión del país sobre los sucesos que ocurrían en el mundo y de estimular en las fuerzas democráticas el sentimiento y la disponibilidad para brindar decidida solidaridad a la URSS.

4.2— El Primer Congreso del PCC

Dentro del marco de la situación internacional creada con el ataque de Hitler a la URSS, se reunió el Primer Congreso del Partido. El Congreso había sido convocado unos años atrás, sin embargo se había venido aplazando. La máxima Asamblea de los comunistas se reunió en un momento de agudo enfrentamiento con el gobierno de Eduardo Santos, que como antes se vio, desarrolló una política de divisionismo sindical y de anticomunismo. Las sesiones comenzaron el 4 de Agosto. El informe político fue rendido por el secretario general Augusto Durán.

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En el informe se señaló como cuestión central, el problema de “cómo organizar la solidaridad con la Unión Soviética y todos los países que luchan a su lado contra el fascismo”.’

El Congreso se ocupó del esclarecimiento frente a las masas del cambio del carácter de la guerra a partir del ataque a la Unión Soviética. Se decía en el Informe: “Antes del 22 de Junio, los comunistas decíamos que la guerra era imperialista, porque lá guerra fue preparada por las fuerzas más reaccionarias de todos los países imperialistas, para aplastar la democracia, ahogar el movimiento de liberación de los pueblos coloniales y dependientes y lograr un nuevo reparto del mundo”. A continuación, se destacaban los elementos de la nueva etapa. “Los pueblos comprenden que en esta nueva fase de la guerra, los soldados soviéticos luchan en interés de las masas populares, de los trabajadores de todo el mundo, de la democracia, de la cultura y de una paz popular, y no en interés de los bancos abominables, y por eso consideran ésta una guerra revolucionaria, una guerra justa y santa, una guerra de pueblos contra las potencias rapaces del nazi-fascismo”. io

De esta caracterización se desprendía como obvia consecuencia la obligación de los comunistas colombianos de luchar por contribuir a la conformación del frente internacional antifascista. El Congreso no veía esta tarea como algo separado, ajeno a las exigencias nacionales. Al contrario, la solidaridad antifascista se apreciaba como eslabón inseparable de lá lucha contra las fuerzas locales de la reacción.

El Primer Congreso insistió en la preocupación por la unidad de la clase obrera, que como hilo rojo une todas las etapas de la historia de los comunistas colombianos. Para 1941 elIo significaba la elaboración de un plan tendienté a reconstruir la unidad del movimiento sindical, rota desde finales de 1940. “Una tarea urgente, se consignaba en el informe político se presenta ante nosotros para cumplir los deberes que .exigen las circunstancias, y es la. de reconstruir la unidad de la clase obrera.’ y luchar por la unificación del pueblo colombiano”.

El Congreso se preguntaba por qué después de cosechar éxitos tan brillantes tales como los congresos unitarios del Trabajo en Medellín y Cali, después de haber ganado el primer contrato colectivo en el transporte fluvial e importantes conquistas en el sector ferroviario, la clase obrera sufría una ola de rebaja de salarlos, de desempleo La era preciso buscarla, se precisó, en la división obrera. “El movimiento obrero ha sido débil, para luchar, porque está dividido, lo han dividido los agentes conscientes o Inconscientes del enemigo de clase que con la bandera fascista del anticomunismo y el anti-sovietismo, han fertilizado el campo para desmoralizar el movimiento sindical, con . lo cual no han hecho más que entregar una a una las posiciones conquistadas por la clase obrera en una lucha de mucho tiempo”.

El Congreso planteó sin embargo, no la unidad sindical por ella misma, sino que adelantó el criterio sobre el cual aquella debería construirse Esa base no era otra que la independencia del movimiento’ sindical. Así, con respecto a la división se decía: “Pero el movimiento fue dividido y desmoralizado, en primer lugar, debido a la gran ilusión que aún .existe. en importantes sectores obreros respecto a la burguesa y su estado”. Más

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adelante se insistía: “Hay que llevar hasta lo más profundo de su conciencia (de los obrero) este principio: solo. la ducha sin desmayo de los obreros mismos puede obtener mejores condiciones de vida”.’12

La orientación trazada por -el Congreso -sirvió de guía en el proceso de reunificación de la organizaçión sindical que habría de emprenderse muy pronto. Con respecto al problema de las ‘alianzas políticas el Primer Congreso lanzó- la-iniciativa sobre la- convocatoria de una Convención Nacional del Pueblo. Se llamaba a concurrir en -este propósito a los sindicatos, partidos, organizaciones deportivas y a los Intelectuales. Esta Convención tendría como objetivo central la . elaboración de un programa de bienestar nacional. El -Congreso propuso a la discusión los puntos que a- juicio de los comunistas debían figurar en tal programa Esas propuestas se dividían en cuatro grandes campos.

1. Reivindicaciones obreras tales como el cumplimiento riguroso de la jornada de 8 horas, fijación del - salario’ mínimo para’ los obreros agrícolas, alza de salarios, mejoramiento de las condiciones de trabajo de las mujeres y la juventud. A lo anterior se agregaban exigencias en favor de los soldados y suboficiales.

.2. Demandas en relación con la carestía de la vida y el desempleo. Las soluciones en este campo se veían en el estímulo del Estado a la industrialización del país, la cual a su vez se- advertía en íntima relación con los problemas de las masas campesinas, Inhibidas: l: máximo. en su capacidad de demanda de productos industriales. En forma inmediata el programa debía exigir la democratización del crédito agrícola, el impulso a las obras públicas, el establecimiento del salario mínimo.

3. El programa debía incluir como punto muy importante no sólo el de la defensa sino de la ampliación substancial de la democracia en Colombia. Al reconocer un avance en este campo durante los gobiernos liberales en comparación con el régimen de la egemonía conservadora, se advertía con acierto: “Pero esa democracia está amenazada por graves peligros que provienen hoy, no sólo de los círculos dirigentes del conservatismo, sino de ciertos sectores liberales burgueses y terratenientes que en los once años de dominación de su partido se han enriquecido y buscan entendimientos con los que dirigen hoy el conservatismo para frenar el avance progresista del país”.

Esta diferenciación del liberalismo era una apreciación certera del proceso de que era objeto ese partido. Sin embargo, en la práctica1 no siempre esta previsión estuvo presente, muestra de ello es el hecho de que más adelante el PCC volverá algunas veces a plantear la unidad del liberalismo a ultranza.

4. La última parte de las propuestas para el programa se refería a la lucha contra el nazifascismo y la llamada Quinta Columna. Tal denominación se originó en las actividades de penetración y sabotaje en la España Republicana inspiradas y organizadas Inicialmente por el General falangista Mola en 1936. Posteriormente los nazis emplearon este tipo de organización en Holanda, Bélgica y Francia. En Colombia, el término de Quinta Columna utilizado principalmente por los comunistas, designaba la actividad de espionaje fascista y la penetración de agentes nazis tanto en las instituciones del Estado como en las actividades privadas. Se exigía en este punto del programa medidas tales como la

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incautación de barcos na zis anclados en puertos colombianos y nacionalización de los bancos alemanes e italianos.

La propuesta de la reunión de la Convención Nacional y la promoción del programa de bienestar nacional significó una reorientación del Partido con respecto a la política del Frente Popular.

Este replanteamiento partía de la concepción que llevaba a reducir a una sola categoría a los países llamados “Coloniales y dependientes”. Sobre estas dos categorías ya Lenin había establecido substanciales diferencias en relación con la forma y e! grado de dependencia con respecto al imperialismo.

Para Lenin, en su obra “Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo”, los países de América Latina forman un grupo particular en relación con las potencias imperialistas del tipo de Inglaterra y Estados Unidos, y con respecto a las colonias privadas de todos los derechos políticos. En esa clasificación los países latinoamericanos formaban un grupo con un nivel medio de desarrollo capitalista, en los cuales se conservan significativos elementos del atraso feudal. Polemizando con Kautsky, Lenin se manifestó contra el punto de vista que• calificaba a los países latinoamericanos como simples colonias. Para Lenin se trataba de países que desde un punto de vista formal político, gozan de independencia, “pero que en realidad se hallan envueltos en las redes de [a dependencia financiera y Diplomática”.14 En ese contexto, independencia política forman no puede asimilarse a independencia ficticia.

La concepción que subyacía en la propuesta del programa de Bienestar ‘Nacional, sustentado por Augusto Durán llevaba a la exageración del papel de la’ llamada “Burguesía Nacional’cuya ubicación social no se esclarecía.

“Por asó se decir:”Les reivindicaciones’de este programa deben ser elaboradas teniendo en’ cuenta lo ‘dicho’en’nuestros materiales de que en la etapa actuar de la revolución colombiana ‘se’ trata del programa candente de frustrar los planes del imperialismo y de hacer avanzar la lucha por la liberación nacional de nuestro país. En ‘esta etapa estamos interesados en la industrialización .del Pals, en su. desarrollo capitalista”.

En esta -formulación cómo en :general en ‘los materiales del Congreso se nota una grave ausencia: La orientación estratégica del Partido, la falta de caracterización sobre el tipo de revolución por la cual se llamaba a luchar al pueblo colombiano. Durante este periodo ‘se irá debilitando cada’ vez más ‘la relación entre ‘objetivos inmediatos y’ las tareas de carácter estratégico.

El Primer Congreso examino’la cuestión ‘de las candidaturas presidenciales para el período. 1942 - 1946. ‘Este problema’ estaba en el centro del debate político desde 1940 en terrinos ‘.én «cierto” modo simples. El movimiento popular se orientaba por una segunda administración de López Pumarejo, la reacción conservadora y liberal buscaba la derrota de la candidatura de López a toda costa. Según Ignacio Torres Giraldo, desde el 19 de Septiembre en debate en el Senado Laureano Gómez lanzó la consigna: “Atentado personal contra López o guerra civil para impedir su victoria”.

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El centro liberal representado por el santismo e identificado plenamente con el gobierno buscaba una candidatura de transacción. Desde Diciembre de 1940 fue lanzada Ja candidatura del abogado de las compañías extranjeras, Carlos Arango Vélez por una convención poco representativa, propiciada por la derecha liberal. El conservatismo al declarar en Julio de 1941 su decisión de no lanzar candidato propio reafirmó su táctica de estimular la división liberal.

En Enero de 1941 López regresó de los EE.UU. y emprendió en firme la campaña presidencial. Precisamente en el discurso del Hotel Granada fustigó la política incondicional del gobierno de Santos frente al imperialismo norteamericano y bosquejó las líneas centrales de un programa de desarrollo nacional. Las elecciones para representantes y diputados realizadas el •16 de Marzo de 1941 tuvieron ei sentido de un balance de fuerzas. Esa confrontación favoreció ampliamente a las listas lopistas las cuales obtuvieron en Bogotá el 50% de la votación total. El otro 5O% se distribuyó •entre las• listas conservadoras, la liberal santista encabezada por Arango Vélez y la votación comunista.

Estos resultados, sinembargo, no saldaron la división liberal, ni definieron siquiera el apoyo del Santismo a la candidatura de López. Al contrarió, desde el gobierno se estimuló la campaña antilopista. Esta fue la situación con que se encontró el Primer Congreso Comunista en materia de candidaturas presidenciales. En el informe central se definían las características que debería presentar el candidato: “Debe ser aquél que en sus palabras y en sus hechos demuestre estar en favor de aquellos intereses que rechazan la opresión imperialista extranjera como el factor centrál contra el cual dirige el filo en este momento la revolución colombiana y que al mismo tiempo demuestre estar en favor de los intereses de la democracia, que están estrechamente ligados a la liberación del país”.1’ El Congreso no se pronunció tajantemente a favor de la candidatura de López Puma- rejo, aunque en principio estableció las bases del apoyo. Esta táctica obedecía al propósito de facilitar la búsqueda de una Imposible candidatura de unión liberal.

No correspondía esta esperanza a la correcta Identificación que ya el Congreso había hecho de las corrientes diversas en el liberalismo entre las cuales se advertía una fuerte tendencia reaccionaria. Por otro lado, la espera de una definición clara de la convención liberal que estaba por reunirse, restaba al PCC posibilidades en la elaboración de una táctica independiente lo cual hubiera significado poner la mira central y desarrollar toda la actividad de los comunistas en la preparación de la Convención Nacional Popular, para así, mediante la movilización de masas, crear hechos políticos que sacaran las candidaturas del marco cerrado de las disensiones liberales.

El primer Congreso del PCC destacó el compromiso central de los comunistas en la organización de la solidaridad con la Unión Soviética, vinculada a la lucha contra la reacción profascista representada en primer término por la dirección conservadora. En ese orden de Ideas el Congreso pidió al gobierno del presidente Santos pasar del terreno de las declaraciones retóricas al de las acciones prácticas en política internacional. Al exigir el establecimiento de relaciones comerciales y diplomáticas con la URSS, el Congreso mostraba cómo resultaba inexplicable que no se hubiera dado ese paso al tiempo que el país mantenía relaciones con el régimen de Hitler, Mussolini y Franco.

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Una decisión de trascendental importancia fue la de crear un Diario Popular destinado a informar sobre la marcha de la guerra, a agitar las reivindicaciones de las masas obreras y campesinas del país y a orientar y organizar la campaña de solidaridad con la Unión Soviética. Finalmente en el informe central se anotaba que después del viraje efectuado en la política del PCC en la Segunda Conferencia Nacional, al calor de la lucha contra el sectarismo, se había caído en algunos momentos, en una desviación de derecha, expresada en incondicionalismo con respecto a los aliados.

No obstante, el peligro mayor del momento en el campo ideológico lo indentificaba el informe en el sectarismo de izquierda. Esta apreciación no orientaba la lucha ideológica en sentido adecuado, descuidando precisamente lo que seguía siendo el riesgo mayor: la pérdida de independencia política de los comunistas frente al liberalismo.

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Tuvo también importancia entre las decisiones del Congreso la orientación sobre la creación de la disuelta Juventud Comunista. Esa orientación se cumpliría a medias ya que posteriormente se creo una organización juvenil antifascista y no la organización auxiliar del Partido para el trabajo entre los jóvenes. En el Congreso fue presentado también un informe de organización.

En primer lugar se destacó una estadística general del PCC para el año 1941:

TABLA No. 1

COMPOSICION SOCIAL Y DISTRIBUCION REGIONAL

DEL PCC

Agosto de 1941 *

Departamento

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Militantes

Qampesinos Artesanos Empleadós

Comerciantes

Estudiantes e

Intelectuales

Cundinamarca

Distribución Regional

Composición Social

%

TOTAL

659 437

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176 73 52

25

2

1422 100% 1422

• Tabla elaborada con tos datos del informe de organización al Primer Congreso del PCC Agosto de 1941 (mimeógrafo)

Es necesario esclarecer las características del momento para el cual la tabla No. 1 refleja la significación cuantitativa del Partido. No se trataba de una etapa de auge en el crecimiento de las filas comunistas. Al contrario, el PC vivía un período de estancamiento en el incremento del número de afiliados e incluso de cierto retroceso en algunos lugares.

En realidad, al período de auge comprendido entre 1936 y 1938 siguió una etapa cargada de dificultades para los comunistas. Desde el gobierno se estimuló el anticomunismo combinado con una sinuosa campaña contra la unidad sindical, que logró quebrantarla. Por otro lado, a raíz de la firma del pacto germano-soviético del 23 de agosto de 1939 se abrió una vasta campaña diversioncita encaminada a deformar la significación del tratado y los verdaderos objetivos de la Unión Soviética. En las páginas de la gran prensa aparecían toda suerte de comentarios sobre el “nazi comunismo”, el “imperialismo rojo” etc. Oficialmente se estimulaba esta provocación ya que ella coincidía con la ideología del presidente Santos quien hablaba del fascismo y del comunismo como de dos totalitarismos Igualmente repudiables. Tal campaña, al confundir sectores de trabajadores honrados, contribuyó por algún tiempo a aislar al Partido Comunista. No faltó bajó Santos la persecución directa a los comunistas.

Respecto a la composición social del PCC sé nota que para 1941 los obreros constituían el sector social más numeroso. Sin embargo, en el informe se subrayaba la necesidad de elevar aún más el peso especifico de los obreros en las filas partidarias, buscando atraer a la militancia a los, trabajadores de los centros fundamentales como el petróleo, los ferrocarriles, la Industria textil, la zona bananera, etc.

Respecto a la distribución regional el problema más notorio lo constituía la escasez de militantes en Antioquia. Para agosto de 1941 el número de comunistas

de Medellín no sobrepasaba los treinta y cinco. El PCC tenía un cubrimiento geográfico nacional, había células comunistas en 67 municipios. En el material de organización se examinó con sentido autocrático el descuido, en algunos casos, de las reivindicaciones de las masas. El menosprecio de las demandas concretas de las masas era posible según lo estimaba el informe como “resultado de las exageraciones en la aplicación de la línea de alianzas con la burguesía industrial”. 18 En este informe se reflejaba ya un cierto asomo entre la militancia de crítica al “seguidísimo liberal”.

Comercian

Estudiante

Intelectual

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Se recomendó la necesidad de articular un trabajo colectivo de la dirección criticando un estilo de trabajo personal y caudillista que nuevamente iba tomando fuerza.

En el campo Ideológico el informe de organización llamó a desplegar el debate con grupos “trotskistas y anarquistas” que si. bien no representaban agrupaciones numéricamente considerables contribuían a crear desconcierto y a dificultar las tareas de la lucha contra el fascismo y la solidaridad con la Unión Soviética.

La gran prensa se refirió a las deliberaciones del Congreso Comunista. El Tiempo del 2 de Agosto destacó los siguientes elementos: La intervención de O. Vieira atacando los círculos profascistas en Colombia y denunciando la existencia de la Quinta Columna. Reseño dicho periódico el rechazo del Congreso co

18 Informe de Organización al Primer Congreso del PCC, en Augusto Durán, op. clt., pág. 15.

munista a la política antiobrera del ministro de Trabajo Caicedo Castilla y a las maniobras de división de la CTC; El Tiempo se refirió a las “duras críticas al gobierno y a la gran prensa y a las exigencias de nacionalización del petróleo y de los bancos extranjeros”. El Primer Congreso del PCC abrió un período nuevo en la vida del Partido, caracterizado por el ascenso en la influencia entre las masas. Cayó en el error de absolutizar las posibilidades revolucionarias de la burguesía nacional en un momento en que esta presentaba síntomas inequívocos de regresión política. Sin embargo, cupo al Congreso el mérito histórico de haber reflejado fielmente el cambio del carácter de la guerra mundial y de haber sentado las bases de la organización de la solidaridad combativa y abnegada con la URSS. El Primer Congreso recobró la iniciativa del PCC en la lucha por la unidad sindical y adoptó importantes iniciativas políticas que bien pronto se transformaron en alentadoras realidades. 4.3 — La reconstrucción de la unidad sindical Aunque la división de la CTC obstaculizaba la movilización de las masas, los comunistas no disminuyeron su trabajo en el movimiento sindical en medio de la hostilidad oficial. No resulta sustentable la afirmación de Daniel Pecaut quien escribe “... salvo en algunos sectores específicos (el río Magdalena), las huelgas brillan por su ausencia entre 1941 y 1943”. Y cita fuentes semioficiales que estiman en cuatro el número de huelgas efectuadas entre 1942 y 1943.

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Sin embargo, siguiendo El Espectador de 1942, se registran solamente para ese año quince huelgas. Entre ellas algunas de importancia como las de trabajadores navieros, en Junio; mineros de Segovia, en Septiembre; textiles del Atlántico, en Noviembre; Posada Tobón, en Junio; Tejidos Monserrate, etc. La afirmación de Pecaut está encaminada a probar la hipótesis central de su libro, la cual puede formularse en los siguientes términos: El sindicalismo adquiere sus posibilidades de presión en la medida en que sé institucionaliza y recibe el apoyo oficial pero una vez que lo hace, pierda el poder de movilización de las masas. Es decir un verdadero callejón sin salida. Pero como se ve los hechos no siempre sustentan la hipótesis. Privado del apoyo oficial, el sindicalismo no abandonó el recurso de

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la huelga como quiere verlo Pecaut. En el año de 1941 se sucedieron huelgas de importancia como la larga huelga de los trabajadores de Bayana en Abril, que se prolongó durante 14 días, las huelgas de las minas de oro de El Zancudo, y en las explotaciones mineras de la Chocó Pacífico.

La CTC orientada por los comunistas tomó en sus manos la organización del 1? de Mayo de 1941. Esta demostración preparada por la CTC no fue recibida por el Presidente como en cierto modo se había hecho costumbre desde los tiempos de la “Revolución en Marcha”. A ese respecto. el ‘30 de Abril el gobierno emitió un comunicado en los siguientçs términos: “El gobierno no participará en el acto que preparan los trabajadores con el propósito de no ahondar las divisiones, ya que la manifestación que se efectuará mañana ha sido organizada por una sola de las tendencias en que se hallan divididos los obreros”. Se trataba de una declaración hipócrita ya que la política oficial había puesto todo su empeño en la búsqueda de la división obrera.

Unos pocos días después del Primer Congreso del PCC, la Convención liberal celebrada el 16 de Agosto de 1941 acogió la candidatura de Alfonso López. Esta decisión despejó el camino en el campo liberal. El presidente Santos y Lleras Restrepo, desistieron de su oposición a López. Quedaron pues en la escena dos candidaturas liberales: López, Arango Vélez. Esta última operaba sobre la promesa conservadora de no lanzar candidato propio. Es cierto que el apoyo formal conservador a Arango Vélez se dio en Febrero de 1942. Para finales de 1941 ya se habían delimitado los campos. La derecha liberal aliada con la extrema derecha conservadora, y el centro liberal apoyado por los sectores populares. El PCC ubicado en la coyuntura política, apoyó la candidatura de Alfonso López buscando con ello contribuir a la derrota de la coalición reaccionaria.

La actividad política de los últimos meses de 1941 y de los primeros del año siguiente giró en torno a la campaña electoral. No obstante la participación del PCC en el debate electoral, no fueron descuidadas las demás tareas trazadas en el Primer Congreso. Así, con motivo de la preparación de un nuevo aniversario de la Revolución Soviética, el PCC distribuyó un llamamiento del Comité Ejecutivo invitando a los trabajadores y a las masas en general a demandar el establecimiento de las relaciones comerciales y diplomáticas con la URSS. “Nuestra consigna debe ser, se afirmaba en el llamamiento, nada para los nazis. Todo para los ejércitos aliados”. Se presentaba la actividad de la Quinta Columna y la amplia tolerancia del gobierno frente a la actividad de propaganda al nazismo. Al mostrar la existencia de esa campaña se señalaba: “Y todo esto se realiza ante el silencio Inexplicable de los jefes políticos de las fuerzas democráticas colombianas. ¿Pensaron esos jefes que hay que prepararse a negociar con Hitler, si triunfa en Europa?” 2’ Se denunciaba el disfraz de la propaganda fascista a través de la promoción de la tesis falangista de la Hispanidad. En este llamamiento se lanzó por primera ve la consigna de la Unidad Nacional, cuyo contenido se esclarecerá adelante.

En cumplimiento de las resoluciones del Primer Congreso, el PCC puso todo el empeño en la busque da de la reunificación de la CTC. Se repitió el fenómeno de 1935. Los dirigentes sindicales comunistas propusieron a la CTC liberal conformar un comité conjunto encargado de encontrar la fórmula de la unidad.

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Presidió este comité el camarada Carlos Arturo Aguirre, dirigente de excepcionales condiciones. Gracias al esfuerzo paciente de Aguirre y sus compañeros, el comité conjunto acordó la convocatoria del Quinto Congreso de la CTC.

Este, se instaló el 14 de Diciembre de 1941. Fueron distribuidos 400 credenciales. Como era tradición, los organizadores del Congreso convocaron uña manifestación para inaugurar las deliberaciones con un acto de masas. El gobierno prohibió la demostración. Presidieron el Congreso los dirigentes ferroviarios y de FEDENAL. Al encuentro asistió el Ministro de Trabajo Caicedo Castilla quien en su intervención insté a los trabajadores a la conciliación entre el capital y el trabajo: “Es necesario establecer la mayor armonía, la mayor cooperación entre los diversos factores de la producción nacional, para que podamos resolver los enormes problemas que pudieran aparecer en un futuro próximo”.

El Congreso no estuvo excento de conatos divisionistas. Los dirigentes liberales interpretaban en forma arrogante la insistencia de los comunistas en la búsqueda de la unidad. Así, en torno al informe de la CTAL * rendido por Guillermo Rodríguez, se suscité un enfrentamiento promovido por los liberales, quienes optaron por retirarse del Congreso y organizaron una manifestación de ferroviarios. Esta manifestación se realizó sin dificultad alguna, lo cual es bien sintomático de la actitud del gobierno que sí había prohibido la demostración unitaria.

Sin embargo, las diferencias lograron zanjarse y al final, el Congreso acordé la fórmula de creación de un Comité Confederal de 33 miembros. Se aprobó también una plataforma unitaria y un cuerpo de proposiciones. En una de ellas “se solicitaba enfáticamente al gobierno nacional, que deje circular libremente en toda la república la propaganda de Rusia, Gran Bretaña y demás países democráticos”.

Con este Congreso se inició una nueva etapa de la central única de trabajadores, en un momento en que la unidad obrera era un imperativo no sólo de la situación internacional sino también de la nacional.

También en el mismo mes de 1941 tuvo lugar en Bogotá el Séptimo Pleno del Comité Central del PCC. Se realizó ésta asamblea bajo el influjo de un nuevo acontecimiento en la situación internacional, el ataque al amanecer del 7 de Diciembre de 1941 por parte de la marina de guerra japonesa a la base militar más Importante de los Estados Unidos en el Océano Pacífico: Pearl Harbor. Este hecho significó la entrada en la guerra de los Estados Unidos. Cuatro días después, el 11 de Diciembre, Alemania e Italia declararon la guerra a los Estados Unidos. El ataque• japonés enterró en Norteamérica al “aislacionismo” que era una corriente política influyente, sostenida por los monopolios más reaccionarios.

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El Séptimo, Pleno del PCC consideró que a partir de Pearl Harbor, con la consiguiente entrada de Estados Unidos en el conflicto, el peligro de extender la agresión militar de los países del eje a América Latina se convertía en una amenaza directa: El ataque del Japón y la declaración de guerra de Alemania e Italia, subrayaba el informe central, no afectan únicamente a los Estados Unidos. Son el primer episodio militar de la ofensiva nazista contra el continente americano que por sus numerosas riquezas ocupa un lugar destacado en los sueños imperialistas del nazismo”. Según este análisis, Colombia enfrentaba una amenaza especial derivada de su ubicación geográfica y de su vecindad con el Canal de Panamá.

En virtud de esas previsiones, en el informe se destacó la urgencia en la adopción de un plan mínimo de defensa nacional que debería incluir medidas tales como el aumento del pie de fuerza militar, la dotación al ejército de armas modernas, la preparación d técnicos en aviación. Debería incluir también ese plan mínimo la creación de una industria de guerra propia. El PCC estimaba que este plan de defensa solo sería posible dentro de un proyecto de desarrollo nacional que comenzara por establecer las bases de una Industria pesada en el país mediante el fomento en gran escala de renglones tales como la producción del hierro y del acero. “Pero, por sobre todo, señalaba el informe, ese plan debe abocar sin vacilaciones la gran reforma agraria, que exigen seis millones de campesinos, que necesita urgentemente el país a fin de Incrementar la producción agrícola para atender a las necesidades de la guerra y de incorporar esa gran masa de compatriotas a la vida política activa sacándolos del atraso feudal y sumándolos a la lucha contra el nazismo y en defensa de Colombia.”

En la situación a que había llegado la guerra, el PCC estimaba necesario la formación de un frente internacional de los países de América, incluyendo la colaboración con los Estados Unidos. Se aludía en el material central del Pleno a la hipócrita agitación “antiimperialista” de las derechas en el país. “Contra esta cooperación, que es absolutamente necesaria, se dijo en el Pleno se levanta la voz de algunos dirigentes conservadores nazificados que piden la lucha implacable contra el imperialismo yanqui. Se trata, desde luego, de una maniobra burda de quienes tienen una responsabilidad especial en la entrega de las más grandes concesiones a ese mismo imperialismo”.

En el informe se esclarecía que esa cooperación debía darse sin abandonar la defensa de los obreros petroleros, bananeros, mineros y otros que trabajaban en las empresas dominadas por los monopolios norteamericanos.

La propuesta del plan mínimo de defensa nacional y la actitud frente a los Estados Unidos estaban dictadas por un objetivo claro para el PCC en esa coyuntura: la contribución a la lucha de las fuerzas progresistas en el mundo por la creación del segundo frente de guerra, lo cual contrastaba con los planes de las potencias, capitalistas que esperaban ver desangrada a la Unión Soviética para entrar luego a definir la guerra. En este sentido en el Pleno se enfatizaba: “El segundo frente en la retaguardia de las tropas nazis que ha pedido Stalin y

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que reclaman todos los pueblos de Europa, corresponde exactamente a las necesidades de nuestra defensa y por esto debemos exigir su formación.” Esta posición correspondía en ese momento a los intereses internacionales y nacionales de la clase obrera. Sin embargo, resultaba imprescindible en aras de la coherencia de la línea estratégica, esclarecer los alcances y los límites de la nueva política con respecto a los Estados Unidos. Tal esclarecimiento no se encuentra en el informe citado. Constituyó éste un grave vacío dado que los necesarios cambios en la línea política se acompañan inevitablemente de riesgos que es preciso prever y afrontar teórica e Ideológicamente. Que el imperialismo norteamericano no había cambiado de naturaleza se podía leer entre líneas en el material central del Pleno, sin embargo en éste aspecto se precisaban formulaciones claras y orientadoras. En la reunión plenaria se hizo un balance satisfactorio de la actividad de los comunistas en la lucha contra el nazismo. Se criticó la política vacilante del gobierno en materia internacional y demandó del candidato presidencial, López Pumarejo, pronunciamientos explícitos contra las potencias fascistas. En efecto López venía soslayando en la campaña electoral la cuestión internacional.

En las resoluciones del Pleno se insistió en la necesidad de hacer conocer el Partido, de no ocultarlo frente a las masas, de no mimetizar a los dirigentes en la “política nociva del Caballo de Troya”.

El período subsiguiente al Primer Congreso del PCC fue de creciente influencia de los comunistas en la vida política del país. La creación del Diario Popular, en cumplimiento de una resolución del Congreso significó un nuevo avance en esa dirección. En su primera entrega del 2 de Enero de 1942 se lee: Diario Popular es, desde hoy, una nueva arma de combate contra el nazi-fascismo, un periódico que viene a luchar, sin miedo, sin cálculos, contra los enemigos quinta columnistas de la nacionalidad y de la democracia. No será órgano sectario de una agrupación política sino que aspira antifascista.”

La nómina de la dirección bajo la cual apareció el Diario Popular es la siguiente: Director, Gilberto Vieira; Jefe de Redacción, Alvaro Sanclemente; Administrador, Carlos Hernández R. El nuevo periódico tuvo, desde el primer número hasta 1946 cuando dejó de aparecer, las siguientes líneas centrales en su •labor política. Denuncia sistemática de la actividad de la Quinta Columna en Colombia. Divulgación permanente de las acciones militares del ejército rojo y de la campaña internacional de solidaridad con la Unión Soviética. Lucha contra la reacción interna y por la supervivencia y ampliación de, las libertades democráticas. Contribución permanente al fortalecimiento de la unidad sindical y por consiguiente de la CTC. Denuncia de la persecución y despojo de los campesinos.

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Diario Popular no significó sólo la creación de una publicación antifasista sino que coadyuvó a la ligazón más estrecha del Partido con las necesidades de las masas y con los problemas del país. Demandaba el pronunciamiento diario de los comunistas sobre las cuestiones de más candente actualidad. Abrió la posibilidad’ de que los comunistas entraran en contacto con zonas de la opinión democrática sobre las cuales el PCC no había podido Influir antes.

Diario Popular fue durante cinco años la única publicack5n integralmente antifascista. Al Diario se acercó el sector progresista de la colonia judía en Colombia. Algunos sindicatos lo declararon su vocero. Sólo esa política verdaderamente amplia le permitió al periódico mantenerse en medio del bloqueo económico y demás dificultades que comenzaban desde el aprovisionamiento de papel, escaso por las condiciones de la guerra. Contó Diario Popular con una competente nómina de colaboradores que dieron vida a un periodismo militante y de alta calidad.

Luego del Primer Congreso, el PCC, en forma práctica, fue comprometiéndose con la candidatura de Alfonso López. Para ello se orientaba por la esperanza en la continuación de las reformas introducidas en el período 1934-1938. Había claras coincidencias entre el programa de una nueva etapa de Industrialización que López propuso en el discurso del HOTEL Granada y la insistencia del PCC en la creación de una Industria pesada. Entonces, sostuvo el podemos resignarnos a ser productores de tropicales renunciando al fomento de industrias que toda nación que tenga materias primas indispensables, debe desarrollar, no ya como un mero instrumento de defensa, sino para asegurar, su bienandanza.”

Sin embargo, el elemento que más influía en la conducta de los comunistas en ese momento era la candidatura de Arango Vélez. Con justeza ella fue caracterizada, por los comunistas, en los siguientes términos: “La coalición, en sí, no es más que una hábil maniobra conservadora, un ataque de flanco de los laureanistas contra el gobierno liberal. Si triunfase en Mayo, la reacción pasaría entonces al ataque de frente y a la ofensiva general.”

Veían además los comunistas que un régimen político sustentado en tales apoyos terminaría por adoptar una política exterior favorable a los intereses del Eje. Naturalmente la candidatura de López no dejaba de ser problemática para el PCC. Comentando el desarrollo de la campaña electoral, Diario Popular escribía en Marzo de 1942: “El señor López está empeñado en ignorar la participación que tienen y deben tener la clase obrera, el campesinado, la CTC y el Partido Comunista, en el movimiento de salvación nacional que apoya su candidatura”. La anterior afirmación remite a un hecho decisivo con respecto a los planteamientos de López en esta campaña: la ausencia de un programa social que sí habla estado presente en la campaña de 1934. Sin embargo, los elementos críticos con respecto a (a candidatura de López fueron atenuándole a medida que transcurría el debate. En Marzo de 1942 a pocos días de las elecciones Diario Popular consignaba en el editorial: ‘Se hace necesario que los sindicatos, las federaciones, la CTC, los liberales, los comunistas y los conservadores anti-nazistas y todos los que de verdad amen a la patria, nos lancemos a una acción infatigable, a una lucha más combativa, en apoyo de López sin reservas (subrayado M.M) y sin otra mira que la derrota de la coalición y su candidato Arango Vélez”. Era

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ésta; expresión del “incondicionalismo frente a los aliados” que tanto se, había combatido en el Quinto y en el Sexto. Plenos.

Dentro del marco de expectativas generales por la candidatura López, el Secretario general del Partido, Augusto Durán en conferencia dictada el 22 de Enero en el Teatro Olimpia, llegó a proponer la conformación de un gabinete de unidad nacional con participación de la clase obrera y de su partido. Este gabinete sería el instrumento adecuado para combatir las actividades profascistas y la Quinta Columna. Esta propuesta no respondía a las posibilidades reales del movimiento obrero en ese preciso momento. Además resultaba inconsecuente frente al gobierno de Santos que tan enemigo de la unidad de la clase obrera se había mostrado. Más coherente con la situación resultaba otra afirmación contenida en la citada conferencia: “Las masas populares no lucharían con decisión al lado de un 9obierno que le regatea la libertad de acción y le amarra las manos para la lucha contra los acaparadores. Los obreros no lucharían con entusiasmo al lado de un gobierno indiferente a sus necesidades y sus diarios conflictos.” * El 3 de Mayo de 1942 se realizaron las elecciones. López obtuvo 671.070 votos, contra 473.860 de Arango Vélez. Aunque López venció con ventaja considerable, que nunca pareció estar en cuestión, inició su gobierno agobiado por los problemas sociales y económicos y con pocas posibilidades de respuesta, dadas las profundas disensiones que erosionaban al partido del gobierno. En su discurso de posesión el 7 de Agosto dé 1942 se refirió el presidente a la necesidad de producir reformas en la justicia, a proseguir en el camino de la revisión de las relaciones con la Iglesia. Criticó al Partido Conservador, a cuyas directivas acusó de sustentar tesis fascistas, y de negar las posibilidades a un régimen democrático. En el plano internacional, en concreto, no prometió el nuevo mandatario cosa distinta a continuar la política iniciada por Santos. No se encuentra en el discurso un planteamiento de fondo sobre problemas que, corno el de la carestía, azotaba a las amplias masas populares o a la práctica de desalojos de campesinos y colonos.

La composición del gabinete Igualmente evidencié la tónica de retroceso de la segunda administración. Los nuevos ministros habían sido hasta su ascenso al gobierno gerentes de bancos y sólidos empresa. nos, o burócratas oficiales de larga trayectoria.

4,4 — La lucha de los comunistas contra el fascismo y la Quinta Columna

En primer lugar es necesario preguntarse si existía realmente la Quinta Columna en Colombia o era una invención propagandística de los comunistas.

En una documentada intervención en la Cámara de Representantes el 30 de Agosto de 1943, Gilberto Vieira presentó una especie de síntesis de la actividad de la Quinta Columna en el país, de sus fuentes de financiamiento y de sus relaciones con instituciones del Estado como el ejército, la policía y con dirigentes del-Partido Conservador. Vieira habló de la presencia de -4G0 espías nazis en Colombia. La función de este espionaje se relacionaba especialmente con el movimiento de barcos americanos por costas colombianas. en el ejército se destacaron elementos que adelantaban franca propaganda al nazismo. En la

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citada intervenáión. Vieira denuncio casos como el de Carlos Becker, comisionados para labores de infiltración entre aviadotes y soldados, o el de Ernest Otto Faber espía nazi destacado para el trabajo en el ejército.

El gobierno que no prestaba la debida atención, se Vio precisado algunas veces, ante las denuncias, a actuar contra el espionaje nazi, como en el caso de Heriberto-Schwartau. Este espía, nacido en Colombia, al comienzo de la guerra viajó a Alemania, se lo presentó como muerto en la batalla de Sebastopol y se le envió luego a labores de espionaje a la Costa Atlántica. Detectado por la policía secreta británica, fue detenido por las autoridades colombianas. En Enero de 1943 fueron expulsados de Barranquilla varios alemanes implicados en actividades de espionaje.31

Estas actividades de espionaje recibían financiación de empresas alemanas establecidas -en Colombia. en una de sus primeras entregas, la del 24 de-Enero de 1942, Diario Popular publicó una lista de 15 compañías Industriales y comerciales de propiedad de alemanes que contribuían económicamente a las actividades del espionajes nazi. En-algunas ocasiones se descubrió que funcionarios medios del Estado desarrollaban tareas de Información para los nazis. Estos hechos demuestran, que la Quinta Columna era un hecho real y rió una: invención. Igualmente atacó el, PCC sin tregua la pro: paganda fascista y sus vinculaciones con la reacción interna.

Especial empeño puso el Partido en el esclarecimiento frente a las masas de la propaganda fascista que se cubría bajo el rótulo del concepto de la hispanidad: “La hispanidad, decía un editorial de Diario popular, no es una consigna de los españoles, si no una invención de los nazis para penetrar en América Latina. Concretamente fue el general alemán Von Faupel quien acuñó el término hispanidad” Bajo este concepto se evocaba el imperio colonial español. Esta propaganda se sostenía por instituciones interacciónales como el llamado Consejo de la Hispanidad, con sede en Madrid. En Colombia algunas congregaciones religiosas que se vierofl engrosadas por inmigrantes españoles en el tiempo de la guerra de liberación del pueblo español se constituyeron en activos auxiliares de la campaña falangista. Sin embargo, el mayor peligro estaba en la influencia del falangismo en las directivas del Partido Conservador. Ya desde 1938con ocasión de la inauguración de la Casa de España y de la visita al país de un enviado de Franco, Ginés de Alvareda, Laureano Gómez había hecho declaración pública y elocuente de su adhesión a[ falangismo y a la doctrina de la hispanidad.

Desde España las agencias de la propaganda falangista ponían especial interés en mantener un estrecho contacto con dirigentes conservadores y con la redacción de El Siglo. Se invitaba a miembros destacados del conservatismo a viajar con el fin de participar en las reuniones del Consejo de la Hispanidad. Con esta finalidad en Octubre de 1941 fueron invitados a Espa ña Alvaro Gómez Hurtado, Francisco Fandiño Silva y

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Guillermo Camacho Montoya, directores de la publicación conservadora Revista Colombiana.

En Octubre de 1941 Gonzalo de Ojeda, ministro de España en Colombia, se dirigió al ministro de asuntos extranjeros de Madrid planteando entre otras cosas la siguiente: “Un elemento que podríamos utilizar aquí es el diario El Siglo órgano del Partido Conservador dirigido por el jefe de ese partido en Colombia (hijo suyo es m de los invitados a asistir a las Juntas del Consejo de la Hispanidad). Estimo que podríamos publicar en este importante diario artículos, poniendo en claro el concepto altruísta del Consejo de Hispanidad y deshaciendo las patrañas contra nuestro régimen, publicadas todos los días en los demás diarios de aquí. No obstante, para ello quizás fuera necesario que esta Legación recibiera fondos con que pagar estas publicaciones”.

En el debate de Vieira, se había dado cuenta del contenido de la correspondencia incautada por la policía cubana al falangista Luis Roldán en que se hallaban, numerosos testimonios de la actividad falangista en Colombia. En aparte de una de esas cartas escrita por Roldán y dirigida a un alto funcionario franquista se lee: “Hay quienes aseguran que estos señores (se refiere a dirigentes del Partido Conservador MM) se han dirigido a nuestro invicto caudillo pidiéndole ayuda para efectuar aquí una revolución semejante a la nuestra, y que el caudillo les ha contestado que tendrán cuanto gusten después de que se acabe nuestra guerra”. En Febrero 6 de 1942 Diario Popular había publicado una carta enviada por el jefe falangista Fracisco Alvarez a Luis Roldán dando instrucciones sobre la manera de adelantar las actividades de espionaje en Colombia.

La sostenida campaña de los comunistas contra. la Quinta Columna y contra el falangismo contribuyó en forma inapreciable a crear entre grandes sectores de la población un espíritu antifascista, una efectiva hostilidad contra la doctrina de la “hispanidad”.

Eso era reconocido en el documento, ya citado, del ministro de España en Bogotá: “Tengo muy presente, decía el diplomático, la conversación que tuve con usted antes de mí salida de Madrid y desde luego, haré aquí cuanto esté en mis manos en beneficio del concepto de “hispanidad”. No obstante no puedo menos de manifestarle que el ambiente de toda América, nos es, por el momento muy desfavorable a tal propósito. Ello se debe a una campaña violenta y perseverante de elementos internacionales cuya filiación, bastante conocemos los españoles para que sea necesario que la puntualice aquí; pero como tienen dinero y son muy activos, cualquier empresa nuestra tropieza con obstáculos casi insuperables”. n Naturalmente, dinero no había, pero sí actividad permanente.

En el impulso al trabajo antifascista, cumplió un importante papel el Comité Nacional Antinazi, que se fijó los siguientes objetivos: agrupar a los combatientes antinazis de las principales ciudades del país, tanto colombianos como extranjeros, desarrollar una activa propaganda contra el nazismo, denunciando sus crímenes, prestar ayuda a los emigrantes europeos, judíos y españoles, principalmente, y organizar a escala nacional un trabajo de contraespionaje. El Comité se formó con representantes del PCC, las organizaciones de los empleados, la CTC, y personalidades de las letras y la política. Entre sus miembros figuraban Baldomero

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Sanín Cano, Gerardo Molina, Diego Luis Córdoba, y otros; como secretario general actuó Rafael -Baquero.

El Comité organizó quince filiales en distintas ciudades del país y promovió una copiosa propaganda antinazi, tanto en hojas volantes como en la prensa; llevó a cabo actos políticos y fiestas a beneficio de los emigrados. Esta organización desarrolló una activa labor de contraespionaje en la cual participaron colombianos y extranjeros. Sus investigaciones sirvieron de base para la confección de la “lista negra” que incluyó alrededor de quinientas sociedades, -negocios y nombres de alemanes que ‘trabajaban activamente a favor del nazismo. Esta lista sirvió para la posterior concentración de los principales nazis en Fusagasugá. Un logro importante del Comité colombiano lo fue el descubrimiento y localización de dos bases organizadas en el territorio nacional por agentes de Hitler, para el abastecimiento dQ submarinos. Una al norte de Buenaventura, en el Pacífico, y otra en Santa Marta y Ciénaga, sobre el Caribe. Se levantó al respecto una completa documentación que incluía la identificación de lugares, los proveedores de combustible y productos alimenticios, de los vehículos encargados del transporte de los abastecimientos. La documentación, con el correspondiente material fotográfico fue entregada al presidente López. Posteriormente, la aviación norteamericana bombardeó una de estas bases. Hay que decir que gracias a la actividad del Comité, lograron salvarse las vidas de antifascistas alemanes perseguidos en Colombia. Esta labor no pocas veces debía ocultarse a los servicios secretos colombianos algunos de cuyos jefes presumiblemente actuaban sobornados por agentes nazis.

Con el fin de quitarle, la base financiera a la labor de espionaje y a la propaganda nazi, el PCC pidió desde comienzos de Octubre de 1943 la nacionalización de los bienes de ciudadanos de los países del Eje residentes en Colombia y comprometidos con actividades fascistas. A- mediados de Octubre, Gilberto Vieira presentó en la Cámara un proyecto de ley sobre esta nacionalización. Polemizando por esos días con quienes presentaban otras fórmulas de expropiación, el órgano de los comunistas escribía: “la tesis oficial de la ‘colombianización’ es precisamente la antítesis de la nacionalización. Porque si con ésta se trata de indemnizar a la colectividad colombiana, con aquella se persigue únicamente el lucro individual, el traspaso de los bienes de los súbditos del Eje a manos de avispados financistas criollos. Y esto es lo que ha venido sucediendo”

La actividad de los comunistas contra la Quinta Columna se desarrollaba íntimamente ligada con la solidaridad con la Unión Soviética y con el ejército rojo. Esta solidaridad tenia formas y niveles distintos. Lo más importante en este aspecto, lo constituyeron las numerosas movilizaciones de masas impulsadas a través de comités amplios, por intermedio de la CTC, o convocadas directamente por el PCC. Así por ejemplo, el 25 de Febrero de 1942 se realizó en Bogotá un gran acto de masas en conmemoración del 24 aniversario de la creación del ejército rojo, organizado por el Comité de ayuda a la Unión Soviética y por la Alianzaza de Juventudes Populares. Quienes intervinieron en esa ocasión representaban una amplia gama de fuerzas gremiales y políticas: Augusto Durán por el PCC, Antonio García, Eduardo Zalamea B., periodista de El Espectador, Argemiro Monroy

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por la CTC, Guillermo Rodríguez por la CTAL, Mercedes Abadía por el Comité Femenino antinazi, David Drezer por el comité de la Juventud Hebrea. Jaime Posada director de la revista Ideario publicación de la Federación de Estudiantes.

Diario Popular,

pocas veces debía ocultarse a los servicios secretos colombianos algunos de cuyos jefes presumiblemente actuaban sobornados por agentes nazis.

El 6 de Noviembre de 1942 a instancias de los comunistas, se realizó en las calles de Bogotá una gran manifestación convocada por CTC, FTC y el PCC. Al conmemorar con este acto el 25 aniversario de la Revolución de Octubre los manifestantes exigían del gobierno la declaratoria de guerra al Eje. La CTC el 16 de junio de 1942 en el primer aniversario de la resistencia soviética lanzó un llamamiento exigiendo el establecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con la URSS. Llamaba la confederación a ‘todas las organizaciones sindicales, a los industriales y comerciantes demócratas” a pedir al gobierno el establecimiento de esas relaciones.

Así, el PCC contribuía no sólo a promover la solidaridad con la URSS, de tan inapreciable valor en aquel tiempo, sino que educaba al movimiento sindical colombiano en el espíritu internacionalista. De la misma forma no había pleno de la CTC ni reunión sindical que no sacara pronunciamientos de solidariad con la lucha de los pueblos contra el nazifascismo.

El 1 de Mayo de 1943 constituyó una fiesta de sentido internacionalista. El desfile celebrado en Bogotá estuvo presidido por la consigna de “Guerra al eje nazifascista” Los organizadores del acto fueron la CTC la FTC y la Asociación de Juventudes Populares.

En todas la grandes ciudades del país la celebración proletaria tuvo ese mismo carácter. Al lado de las consignas antifascistas los trabajadores levantaron la demanda de la renuncia del ministro del trabajo y el retiro por parte del gobierno de los proyectos laborales antiobreros que estaba empecinado en hacer aprobar.

A la campaña exigiendo la beligerancia contra el Eje se unieron algunos Concejos municipales y asambleas departamentales. Esto denotaba cómo prendía entre amplios sectores, la conciencia en la necesidad de que el país adoptará una política internacional más definida al lado de los aliados.

Ejemplo de ello lo constituye la proposición presentada por el diputado comunista y aprobada por la Asamblea Departamental de Santander el 16 de Mayo de 1943 exigiendo al Gobierno Nacional la inmediata declaratoria de guerra al Eje. Tenía razón el director de Diario Popular cuando haciendo un balance de la lucha antifascista del PCC en el año de 1942 afirmaba:

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“Para mí, la campaña más importante de nuestro periódico ha sido la que ha desarrollado por la beligerancia de Colombia, por la declaratoria de guerra a las potencias criminales del Eje. Esta campaña nos ha dado una fisonomía propia, inconfundible, mostrándonos ante todo el pueblo como los antifascistas más consecuentes, como los patriotas más decididos. Puede que el gobierno esté lejos de la beligerancia, pero la realidad es que hemos logrado infundir conciencia de guerra en la clase obrera y en importantes regiones del país y hacer de lo que antes era una consigna Impopular y tímida, una aspiración profunda y una enseña de combate”. 35

El trabajo de solidaridad con la URSS y la actividad antifascista dieron lugar a un buen número de organizaciones juveniles. La más importante de ellas fue la asolación de Juventudes Populares AJP, fundada en Enero de 1942 y cuyo presidente fue Lázaro Cárdenas. En su manifiesto Inicial presentaba así sus objetivos principales “Lucha revolucionaria por, la elevación del nivel económico, cultural y político de la juventud. La AJP será una organización desde la cual se eduque políticamente a la juventud llevándola a la convicción de su papel de constructora del futuro, indudablemente mejor, hacia el cariño entrañable que deben sentir los jóvenes progresistas por las luchas valerosos de los trabajadores de nuestro país”. La AJP se constituyó en el núcleo dinamizador de los sectores progresistas de la juventud colombiana. De seno salían propuestas de movilizaciones ‘juveniles ‘cóntra la guerra y de encuentros y conferencias. A comienzos de 1942 se constituyó por iniciativa de la AJP el Frente Antinazi de la Juventud, con participación de la Dirección Nacional de la Juventud Liberal, ‘de la Asociación de Juventudes Populares, de la Juventud Hébrea, de la Conferencia de la Mujer Antinazi y de la Federación de Estudiantes Colombianos (FEC). En su plataforma de acción el Frente Antinazi de la Juventud incluía ‘puntos de lucha contra el fascismo y la Quinta Columna, la necesidad de preparación militar de la juventud, la ‘solidaridad con la URSS, por las derechos de los jóvenes al trabajo y a la educación, por el establecimiento de relaciones diplomáticas con la Unión Soviético. Preveía esta plataforma la realización de tareas prácticas como el envío, de café, tabaco, cueros, “como ayuda a las víctimas del terror ‘nazi y a los perseguidos por el fascismo por motivos políticos, religiosos, de raza o de nacionalidad”. 36

Estas organizaciones juveniles no limitaban su radio de acción a la solidaridad internacional sino que tomaban parte activa en la política nacional. A comienzos de Enero de 1943 la AJP lanzó un manifiesto de censura al gobierno de López “por su tendencia a ir cada vez más a la derecha”. Al atacar a las directivas de ambos partidos el manifiesto censura a los ministros dé Guerra, Obras Públicas, de Trabajo por su ‘conducta reaccionaria. Esta crítica se lanzaba en el momento en que las vacilaciones de López se hacían más

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evidentes y la presión de la gran burguesía por medidas antidemocráticas y antipopulares ‘se hacía más fuerte.

A mediados de Septiembre de 1944 se realizó la primera Conferencia de Dirigentes Juveniles de Colombia, con la participación de la Confederación Juvenil, la Juventud Liberal y organizaciones regionales. Esta conferencia aprobó una plataforma antifascista e Incluyó en ella reivindicaciones económicas de los jóvenes. Más tarde fue creada sobre la base anterior ‘Ja Federación de Juventudes Democráticas de Colombia que para Enero de 1945 contaba con organizaciones juveniles regionales en varios lugares del país.

Pag 398Estas organizaciones de la juventud buscaron crear entre los jóvenes una conciencia antifascista. Esta tarea, era tanto más necesaria en cuanto que desde diversos medios y especialmente en los colegios, se desarrollaban campañas de propaganda al fascismo y especialmente al falangismo. En el campo estudiantil ‘je la FEC, la organización más estable. Se orienté, la FEC a la dirección democrática de las movilizaciones estudiantiles ya que tanto en colegios como en la universidad los paros que se organizaban con inobjetabIes motivos gremiales, tendían, como las huelgas de los choferes a ser aprovechados por intereses políticos reaccionarios.

Bajo la orientación del PCC y al impulso de la lucha antifascista se dieron varios intentos de crear una organización femenina nacional. Por algún tiempo desarrollé su actividad el Comité Femenino Antinazi. Este comité coordinó sus esfuerzos con las organizaciones femeninas antifascistas de México, Cuba, Argentina, Chile, Uruguay y Norteamérica.

El 12 de Enero de 1945 se instalé la Conferencia Nacional Femenina. Contó la asamblea con la participación de delegaciones de Bogotá, el Valle y Antioquia. Asistieron representaciones de la mujer campesina e indígena. La Conferencia aprobó un programa en el cual se consignaron las tareas de la lucha contra el fascismo internacional y la reacción nacional. Se recogieron las demandas económicas de la mujer tales como: el amparo por parte del Estado de la maternidad y la niñez, la abolición del desempleo femenino, el libre acceso de la mujer a cualquier profesión u oficio, el pago de un salario proporcional al trabajo realizado, el voto femenino, y demás derechos civiles y políticos para la mujer. Esto último aspecto fue acogido como consigna central por la Federación Femeni na Nacional, creada en la Conferencia y para cuya presidencia fue elegida la dirigerte del PSD, Mercedes Abadía.

Lo característico de las organizaciones antifascistas fue su gran amplitud. En este sentido no se olvidaba la caracterización del fascismo desde el punto de vista del apoyo social que hiciera Dimitrov en el Séptimo Congreso de la IC: “La dictadura fascista de la burguesía es un poder cruel, pero precario”. En el ya mencionado comité de Ayuda a la URSS creado a comienzos de 1942 participaron ciudadanos de diversas Iealtades políticas y de diferentes corrientes del pensamiento. Más amplia aún resultó la composición del Comité

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de Ayuda a la Victoria Aliada cuya primera reunión se efectué el 9 de Junio de 1943. *

Entre las actividades que este comité realizó se destacan las conferencias periódicas sobre aspectos distintos de la alianza internacional antifasóista. Estas conferencias realizadas en el Teatro Olimpia, se dictaron entre 1943 y 1944. En fechas distintas leyeron sus conferencias entre otros: Baldomero Sanín Cano, Luis López de Mesa, Roberto Urdaneta Arbeláez, Jorge Eliécer Gaitán.

Notorio fue el éxito alcanzado por los comunistas en la coordinación de las organizaciones de masas

Pag 400que influían en este período con organizaciones similares de los diferentes países del continente. El factor central lo constituía, en este campo de la organización sindical continental, la Confederación de Trabajadores de América Latina, CTAL, que a su vez vinculaba a los trabajadores latinoamericanos con las organizaciones gremiales de la clase obrera a nivel mundial. La CTC fue filial muy importante de la CTAL.

Varios dirigentes del movimiento obrero latinoamericano visitaron a Colombia entre 1942 y 1945. /En el país, estuvo en diversas ocasiones el dirigente de la CTAL, Lombardo Toledano. Particular importancia tuvo la visita del dirigente comunista cubano Blas Roca dentro de una gira por varios países organizando el movimiento en busca de la declaratoria de guerra al Eje, como ya lo había hecho Cuba y promoviendo una campaña continental exigiendo la solidaridad con el secretario general del Partido Comunista del Brasil Luis Carlos Prestes. Durante esta visita se hicieron actos de masas organizados por el PCC y CTC en Bogotá, Cali y Barranquilla.

Tuvieron lugar en Bogotá varias Conferencias internacionales. En lós primeros días de Agosto de 1942 se reunieron representantes de las organizaciones juveniles de Panamá, Venezuela y Colombia buscando unificar esfuerzos en la lucha antinazi. De esta reunión salió una Plataforma de lucha que se denominó el “Pacto de Bogotá”

Entre los trabajadores, eran activas las campañas de solidaridad con las luchas del proletariado de otros países del continente y por las libertades sindicales y políticas del proletariado argentino y brasileño.

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Pag402Otra medida de gran significación en la política internacional de Colombia fue la declaratoria del estado de beligerancia al Eje. Al apoyar esta medida Gilberto Vieira subrayó su significación como expresión de la política de unidad nacional, pregonada por los comunistas. “La beligerancia, decía el representante comunista, no representa una palabra vacía y sin Consecuencias sino que representa un paso adelante en la política internacional que tiene que terminar en el estado de guerra contra el Eje”. En aquella intervención se pedía al gobierno el arresto de los integrantes de la quinta Columna y de los espías nazis y el embargo de la totalidad de los bienes del Eje en Colombia.

Toda esta actividad de los comunistas, la atracción a la lucha antifascista de sectores sociales diversos, de personalidades políticas y de figuras de la intelectualidad colombiana, tenían implicaciones más generales, pero no menos importantes, como la eliminación en la conciencia colectiva de las masas del anticomunismo que quedaba reducido así, a los círculos más reaccionarios de la sociedad. Ese clima de apertura ideológica sería ahogado sólo por el estallido fanático estimulado por la oligarquía en la época posterior de, la violencia.

4.5 — La lucha del PCC por los derechos de los trabajadores

de la ciudad y del campo

Las favorables expectativas creadas en el PCC y en general en las masas populares en torno a Alfonso López, nacidas del buen recuerdo de la “Revolución en Marcha” se vieron frustradas por las primeras actuaciones de su segunda administración. Como se vio al comienzo, no se encontró el presidente con una economía de signos alentadores. No concurrían ahora los factores sociales que permitieron acometer las reformas. Al contrario, para comienzos de los años cuarenta se había consolidado un sector relativamente poderoso de la burguesía que prevalido de la política proteccionista no se mostraba tan angustiosamente interesado en la ampliación del mercado interno.

La restricciones creadas en materia de importaciones por la guerra estimularon el afán de la burguesía, por producir en renglones nuevos, manteniendo el modelo de industrialización por sustitución de importaciones. Los sectores oligárquicos estuvieron pues, dominados por el afán de poner orden en casa lo cual significaba ante todo una política de mano dura al movimiento sindical. El tiempo inmediatamente anterior y posterior a la posesión de López se caracterizó por una verdadera racha de huelgas. Precisamente fue el tratamiento a los dos conflictos laborales de mayor importancia en 1942, el que hizo más evidente la tónica del gobierno.

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El primero de ellos fue el de los braceros portuarios y navegantes del río Magdalena agrupados en FEDENAL. La huelga estalló el 23 de Junio de 1942 y se desarrolló gradualmente. Cada día se incorporaban a ella nuevos contingentes de trabajadores del transporte fluvial. El gobierno de Santos cuya ojeriza contra FEDENAL, fue proverbial, decidió legar el conflicto a su sucesor. El nuevo ministro de trabajo Arcesio Londoño Palacio, enemigo irreducible del movimiento sindical, desplegó una campaña contra el paro de los braceros declarándolo Ilegal y perjudicial para la economía del país. Luego de medidas de amedrentamiento combinadas con tentativas de negociación, los NAVIEROS accedieron a la creación de un comité de arbitramento y volvieron al trabajo. El gobierno dilató la promulgación del fallo arbitral. Cuando finalmente fue dictado -el 30 de Septiembre1 los obreros encontraron que -el fallo era favorable-a los patronos. l..os trabajadores luchaban especialmente contra la violación de la clausula -de orientación colectiva que obligaba a los empresarios- a contratar solamente personal sindicalizado. Luego del fallo, la huelga se reinició para terminar sólo hasta el 31 de Octubre de 1942- con un acuerdo precario.

El-28 de Septiembre estalló la huelga del Sindicato de Mineros de Segovia contra la compañía minera. Las exigencias de los trabajadores eran la de aumento d. salarios y el reintegro de un dirigente sindical despedido. La huelga fue declarada ilegal por el ministerio de Trabajo. Cuando la empresa rechazó el ofrecimiento del presidente López de efectuar un arbitramento voluntario, el gobierno se quedó con los brazos cruzados dando así carta blanca á los patronos -para proceder contra los trabajadores. - - - En estos casos el gobierno ejercía la represión contra -organizaciones sindicales dirigidas por los comunistas. Sin embargo, como se trataba de una política antiobrera integral, recibieron parecido tratamiento los trabajadores de Ferrovías, dirigida por los liberales. Los ferroviarios declararon la huelga el 16 de Diciembre-de 1942. Esta lucha huelguística se prolongó hasta el 5 de Enero de 1943. Para generalizar la ofensiva contra los trabajadores s1ndicalizados y especialmente contra el derecho de huelga el gobierno, se comprometió - a fondo con un proyecto de reforma laboral que atacaba de tantas maneras el derecho de huelga que prácticamente -lo eliminaba. -

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Entre los aspectos más lesivos del Proyecto de Ley se encontraban disposición mediante la cual se establecía que cuando la huelga fuera declarada ilegal el patrono quedaba facultado para despedir a los trabajadores que hubiesen participado en ella, sin pagarles el correspondiente auxilio de cesantía. Otro artículo prohibía la huelga en todos los servicios públicos aunque las empresas fuesen particulares. Prohibía la huelga “en general en aquellas empresas a cuyo funcionamiento normal estuviesen ligadas la seguridad y salubridad de los ciudadanos”.

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El proyecto prohibía taxativamente la huelga de solidaridad. Sustentando tal prohibición decía el ministro - Londoño Palacio: “Qué tienen que ver los ferrocarriles y la navegación con que se haga justicia social en un ingenio azucarero?” En realidad lo que el gobierno buscaba era, la total eliminación del derecho de huelga. En la presentación del proyecto en el Senado el ministro reconocía en términos descarnados “La huelga no debe existir, porque la -huelga es enemiga -de la prosperidad industrial, del- bienestar de los obreros y del desarrollo y de la prosperidad del país”.

Era claro que al entrar en vigencia la ley, la CTC recibiría un golpe mortal ya que quedaban minuciosamente prohibidas las huelgas en aquellos sectores sindicales que constituían los bastiones de La organización gremial de los trabajadores en ese tiempo.

La reforma laboral regulaba también con características represivas los procedimientos de arreglo directo, conciliación y arbitraje. El presidente López se solidarizó con el ministro Londoño Palacio y en carta en que contesta a la oposición de los sindicatos al proyecto de ley, afirmaba que el proyecto no perjudicaría el derecho de huelga ni demás conquistas ya alcanzadas por los trabajadores. Analizando esta política Carlos Arturo Aguirre dirigente comunista de la CTC escribía en Diario Popular: “Los rudos golpes que han sufrido en 106 últimos meses importantes organizaciones sindicales como FEDENAL, FERROVIAS, los Sindicatos de Choferes y de mineros etc., a manos de ministros reaccionarios, entre los que figura en primera línea el señor Londoño Palacio tienen desconcertados a los trabajadores y han creado un clima de desconfianza y recelo frente al gobierno y al mismo Partido Liberal... Esta política de complacencia frente a ciertas empresas imperialistas y patronos enemigos de las organizaciones sindicales adelantada por conocidos ministros del despacho está determinando un alejamiento, un divorcio entre el pueblo y el gobierno del señor López”.

El PCC desarrolló una lucha tesonera contra el proyectó del gobierno. Llamó a los sindicatos y a las masas en general a repudiar la nueva reforma laboral. La CTC realizó un pleno para organizar las movilizaciones de protesta. La información y los análisis sobre el mencionado proyecto desplazaron durante los meses de Enero y Febrero de 1943 las noticias sobre la guerra en Diario Popular. En uno de los editoriales de esos días escribía el periódico de los comunistas: “La clase obrera y el pueblo todo tendrán que apelar a su arma infalible la lucha de masas, la movilización de las vastas masas laboriosas de la ciudad y del campo. Los efectivos sindicales deben actuar inmediatamente, sin más espera, a fin de organizar en todas partes poderosas manifestaciones de protesta, que hagan reflexionar seriamente al Parlamento y al propio gobierno sobre la magnitud del atentado que se proyecta contra trabajadores”

Mientras tanto un fenómeno característico del período lo constituyó el empeoramiento dramático de la situación económica de las masas

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trabajadoras en virtud del proceso inflacionario. Como se constataba en el estudio sobre el costo de la vida, realizado por Rafael Baquero, de 1940 a 1944 el comercio internacional arrojó un saldo favorable a Colombia por valor de 237 mIllones de pesos, que representaban emisiones de papel moneda. ‘ El ingresó de divisas por este y otros conceptos produjo un aumento de las reservas nacionales de 28 a 300 millones de dólares, de 1940 a 1945. Al tiempo que esto se producía descendió la producción tanto industrial como agrícola por las causas que al comienzo del presente capítulo se señalaron, produciéndose así una descompensación entre los dos factores, medio circulante-producción, que está en la base del fenómeno de la inflación.

La consecuencia inmediata de la inflación fue el aumento en el costo de la vida, que gravó en primer lugar a los trabajadores y a la población de ingresos fijos. El costo de la vida, para la clase obrera, se elevó en Bogotá en un 82% entre 1940 y 1946. En Medellín ese aumento fue de 88v/o para el mismo período. Resultó especialmente sensible el ascenso de precios en los artículos de primera necesidad. De 1940 a 1946 el índice nacional de precios de estos artículos se elevó a 108%.

Los aumentos salariales fueron muy débiles, incapaces en. todo caso, de absorber una parte apreciable de la subida de los precios. Frente a un costo de vida que demandaba ingresos diarios de $ 2.15 en 1942, según datos de la Dirección Nacional de Estadística, citados en el trabajo de Baquero, el salario sólo alcanzaba a $ 1.12 en algunas ramas económicas, siendo más bajo en otras.

El llamamiento del gobierno en 1943 a las empresas para que elevaran Los salarios de sus trabajadores no produjo ningúp efecto. Resultaría utópico pensar que la patronal escuchara tal solicitud cuando al mismo tiempo desde el gobierno se adelantaba una eficaz política antiobrera. El establecimiento de la prima móvil para los empleados sólo modificó levemente la situación económica de un sector de los trabajadores. Por otra parte el despido de trabajadores entre 1941 y 1942 por cierre de empresas o por disminución de La producción intervenía como un ingrediente más, de la difícil situación de las masas.

Ante esta situación aumentó el movimiento huelguístico. Siguiendo los periódicos El Tiempo y El Espectador, en el año de 1943 se registraron por lo meno 20 huelgas de importancia. En seis de ellas los despidos de trabajadores figuran entre las causas del conflicto.

Como en todo este período se destacaban una vez más en el movimiento huelguístico los trabajadores del transporte fluvial. Esta vez el conflicto tuvo su epicentro en Magangué donde desde el 31 de Mayo de 1943 pararon los braceros portuarios y los navegantes. Los trabajadores rechazaron el enganche por parte de las navieras de un piloto no afiliado al sindicato. Se trataba pues, no de un conflicto puramente económico, sino de la defensa de las prerrogativas sindicales. Desde las páginas del periódico central, el PCC llamó

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a la solidaridad. En la nota editorial se afirmaba: “Los obreros fluviales no serán derrotados. Más de una batalla han tenido que librar contra sus enemigos de toda pelambre y han vencido. Se impone la movilización nacional porque se está jugando no la batalla de FEDENAL sino la batalla de todo el movimiento obrero colombiano”. Esta huelga terminó con un triunfo obrero, en tanto la comisión de conciliación y arbitraje del río Magdalena suspendió el permiso de navegación al piloto en cuestión y reafirmó-el principio de que no podían ser enganchados trabajadores no sindicalizados. Sin embargo, desde el Ministerio de Trabajo se abordaron sanciones a FEDENAL y al sindicato de braceros y navegantes de Magangué como represalia. La solidaridad prestada por el PCC a los conflictos huelguísticos muestran muy a las claras que, son equivocadas las afirmaciones contenidas en algunos ensayos sobre historia del movimiento obrero en el sentido que los comunistas preocupados sólo del apoyo a López impidieron las luchas gremiales de los trabajadores.. Nuevamente entre Noviembre 17 y 29 se desarrolló otra huelga de trabajadores de Magangué afiliados a FEDENAL. Esta vez consiguieron alza de salarios entre el 25 y el 30%.

Un lugar importante tuvieron en 1943 las numerosas huelgas en el sector de transporte automotor. Estas huelgas se originaban generalmente por la escasez de llantas. Si bien, tal escasez nacía de circunstancias que escapaban a las posibilidades de control del gobierno, no era menos cierto que en la distribución de llantas intervenía el tráfico de influencias que hacía especialmente irracional el suministro.

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El PCC apoyó la mayoría de las huelgas de choferes. En especial prestó solidaridad a la combativa huelga de choferes de “Taxis Rojos” de Bogotá que se prolongó desde el 8 de Julio de 1943 hasta el 20 de Agosto. Esta huelga despertó amplia solidaridad que logró convertirla en un paro general de choferes de Bogotá. Sólo la firmeza de los trabajadores logró imponer un acuerdo .favorable a los conductores.

El PCC hacía llegar su apoyo hasta donde los conflictos de los choferes no eran utilizados por la reacción conservadora para avivar la crisis política. Tal utilización adquirió caracteres peligrosos en las huelgas de choferes que tuvieron lugar en varias ciudades del país, especialmente en Manizales y Armenia. en Octubre de 1943 en plena crisis política: En tales condiciones no se justificaba el apoyo a tales huelgas, antes bien, se imponía la necesidad de explicar ante las masas los intereses que se movían detrás de esos conflictos. En el año 1943 se produjeron dos movimientos de gran importancia dirigidos por los comunistas y por la CTC: la lucha contra la ya descrita reforma laboral, las movilizaciones exigiendo la renuncia del Ministro del Trabajo. La primera se prolongó durante los meses de Enero y Febrero. El 2 de Febrero se realizaron mitines comunistas en varias ciudades pidiendo el retiro del proyecto de Londoño Palacio. El día 3 de Febrero se realizó un combativo mitin de la CTC en el Senado con la misma finalidad.

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El Segundo Pleno de la CTC que se efectúo a comienzos de Febrero de ‘1943 tuvo como punto central de discusión el proyecto antiobrero. Ese Pleno ordenó a todos los sindicatos afiliados la realización de una Jornada de protesta para el 15 de Febrero. En tal día se produjeron masivas manifestaciones en todas las grandes ciudades. Ya la Octava Conferencia del transporte fluvial, reunida en Puerto Wilches se había ocupado de la organización de la protesta contra el proyecto reaccionario.

La manifestación que en Bogotá tuvo lugar el 12 de Febrero resultó especialmente combativa. En la concentración, que contó con la participación del sindicato de los ferrocarriles, hablaron los dirigentes comunistas Gilberto Vieira y Ventura Puentes (presidente de la FTC), * por la CTC llevó la palabra su presidente, el liberal Napoleón Molina. Esta campaña fue posible en virtud del trabajo conjunto de liberales y comunistas.

Gracias a este despliegue de las masas y a la acción unitaria, en el Senado se fue ampliando la oposición al proyecto. Inicialmente contra él, sólo se pronunció Jorge Eliécer Gaitán quien el 4 de Febrero realizó un debate pidiendo el voto negativo de los senadores. En la sesión del 12 de Febrero fueron ya varios los legisladores que intervinieron contra el proyecto. Por esos mismos días el gobierno se vio obligado a ceder. El ministro declaró que el proyecto había sido presentado para el más amplio debate nacional. Finalmente el 27 de Febrero se declaró en el Senado aplazada indefinidamente la discusión del proyecto de reforma laboral.

Vinculada al. anterior movimiento se dio desde Junio la campaña exigiendo la renuncia del ministro del trabajo Arcesio Londoño Palacio. Este personaje venid. al Ministerio, de la gerencia del Banco Agrícola de Manizales, antiguo gobernador de Caldas era, en cierto modo un ministro típico de la segunda administración de López Pumarejo. En poco tiempo se ganó La animadversión del movimiento sindical por su gestión antiobrera. Durante su estadía en la cartera del trabajo no se encuentra un conflicto laboral que no hubiera sido objeto de tratamiento represivo. En la resolución del Pleno de directivas de la CTC que adoptó la decisión de iniciar un movimiento por la renuncia se hace una larga lista de conflictos afrontados cón procedimientos represivos por parte del Ministró. El últmo de ellos y que rebasó la capacidad de resistencia de la CTC fue la revocatoria de un laudo abitral dictado por el propio Ministro mediante el cual se reintegraba a trabajadores despedidos del tranvía de Bogotá.

Los comunistas estuvieron en primera fila. en este• movimiento. En el editorial del 9 de Julio Diario Popular consignaba: “El señor Londoño Palacio no saldrá del ministerio de trabajo sino mediante la movilización, en calles y plazas, de la clase obrera y del pueblo. La CTC ha llamado a la acción de masas. Y sólo en la acción de masas está el secreto para la victoria de las aspiraciones populares”. Paralelamente a la movilización contra el ministro se desarrollaba la huelga de los choferes de “Taxis Rojos”. El hecho culminante de la campaña fue sin duda la jornada que se realizó el 23 de Julio en todo el país.

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El PCC supo ligar el motivo central de estas demostraciones con el repudio a la subversión reaccionaria’ que agregaba elementos explosivos a la situación de crisis política.

Finalmente el 24 de Agosto salió del gobierno Londoño Palacio. Este fue un hecho de positiva significación política, pues en efecto Londoño Palado no solo era el ministro de la ofensiva antiobrera sino como señalaba atinadamente el periodista Antolín Díaz había logrado erigirse en la figura central del gobierno que lo mismo se pronunciaba oficialmente con respecto a los conflictos laborales que en relación con la situación internacional o con la crisis política. En el ministerio fue reemplazado por Abelardo Forero Benavides quien adoptó una actitud de diálogo con el movimiento sindical. Posteriormente ocupó la cartera del trabajo Jorge E. Gaitán.

El movimiento contra el ministro reaccionario persuadió a López sobre la necesidad de ceder frente al reclamo del movimiento obrero en un movimiento de. agudización de fa ofensiva de la reacción conservadora, y liberal. El presidente buscó por ese camino ‘superar el aislamiento en que lo situaba la política desarrollada hasta entonces.

A lo largo de estos movimientos la dirección del PCC se aferró a una táctica que a su vez llevó al movimiento sindical, consistente en la diferenciación entre López y algunos de sus ministros. SI bien era adécuado identificar tendencias dentro del gobierno no parecía justificado excluir la responsabilidad del presidente en los actos del gobierno. Eso impedía uña valoración de conjunto sobre el régimen político. No hay. duda que éste obedecía cada vez más a los intereces de la oligarquía. Si bien es cierto, en vista de las fuerzas que se pronunciaban contra López, no se mostraba adecuada una táctica de oposición frontal, no resultaba políticamente justificable la manera como se desenvolvía la necesaria defensa de las instituciones democráticas, cuya supervivencia dependía cada vez menos del poder ejecutivo y más bien de una pc. lítica clara de unidad independiente de las fuerzas populares y democráticas.

Durante este período la participación de los comunistas en los debates electorales tuvo reconocida importancia. Las reglas de juego para el sufragio habían logrado purificar un tanto los procedimientos aunque desde luego nunca lograron desterrar la práctica del fraude. En Marzo de 1943 tuvieron lugar las elecciones para diputados a las asambleas departamentales y representantes a la Cámara. Desde finales de Octubre de 1942 los comunistas emprendieron la campaña electoral. Esta fue, en lo fundamental, independiente y solo en algunas regiones se concertaron alianzas con grupos liberales. La lucha contra la especulación, y la definición de una política internacional de decidido apoyo a los países aliados fueron los motivos centrales de la agitación electoral. En las condiciones de incesante alza en el costo de la vida las masas respaldaban la política tendiente a contrarrestar la ola alcista. La lucha contra fa especulación no era para los comunistas simplemente una consigna electoral: fueron múltiples las medidas propuestas al gobierno. a los organismos

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oficiales, en esa dirección. Desde abril de 1942 el PCC había propuesto la creación de comités de lucha en los barrios contra la especulación para presionar a las juntas oficiales de control de precios. En Septiembre de 1942 la CTC lanzó directrices concretas con la finalidad de frenar la carrera alcista y de alcanzar aumentos salariales.

Naturalmente estas medidas inmediatas se enmarcaban en propuestas de largo alcance para incrementar la producción mediante la reforma agraria democrática. Diario Popular criticaba la forma como había sido. compuesta la Junta de Defensa Económica Nacional creada en Marzo de 1943 por el gobierno. En ella tuvieron cabida únicamente los voceros de los empresarios, los terratenientes y el gobierno. No fue escuchada la exigencia de la CTC sobre la inclusión de voceros suyos en ese organismo. Solo parcialmente fue tenida en cuenta la central obrera al ser nombrado su presidente para formar parte de la Junta Asesora del interventor de Precios. “Sin embargo, escribía Diario Popular, ni el interventor de precios, ni la junta, podrán hacer nada si no hay una acción popular eficaz, movilizaciones obreras”. La inclusión del punto sobre el costo de la vida y la especulación significaba, pues, no solo la incorporación a la campaña electoral, de la reivindicación económica más sentida por las masas en el momento, sino la continuación de un trabajo de agitación anterior

En los diferentes departamentos se conformaron organismos para el desarrollo de la campaña electoral: “Comité Vieira a la Cámara”, en Bogotá, “Plancha Popular Pro Unidad Nacional Julio Rincón” en Cali, “Comité Electoral Augusto Durán” en el Atlántico. En los demás departamentos figuraban dirigentes obreros y populares como Juan Manuel Valdelamar, Sixto Ospino, José Gonzalo Sánchez. Estas listas conquistaron estimulante apoyo en las elecciones de Marzo.

Departamentos N’

de Votos

Antioquia 427

Atlántico 1 .126

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Cauca 201

Cundinamarca 5997

Hulla 376

Magdalena 660

Santander del Norte 418

Santander • 2.350

Tolima 3.140

Valle 2.418

TOTAL 17.113

Fuente: Diario Popular.

Marzo 24 de

1943 •

.

El resultado fue apreciado como un verdadero triunfo no solo por los comunistas sino por otras corrientes políticas. El vocero del lopismo, El Liberal, constataba el aumento de la votación comunista frente al fenómeno del descenso en el número de votantes de los demás partidos con respecto. a comicios anteriores. Dicho periódico identificaba bien las causas del ascenso de la votación por los comunistas: “El Partido Comunista obtiene ventajas sobre sus votaciones anteriores. En primer lugar aprovecha el factor de descontento contra el Congreso, en las filas obreras y campesinas liberales, luego, es obvio que las victorias rusas han influido sicológicamente sobre los electores para inclinarlos a favorecer al partido. marxista.” En realidad, la defensa de los intereses

45 El Liberal, Bogotá, marzo 22 de 1943.

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económicos de las masas tanto rurales corno urbanas y la consecuente política internacional le ganaron por este tiempo al PCC una sólida autoridad política. En Cundinamarca el PCC obtuvo una curul para Gilberto Vieira en la Cámara y escaños en la Asamblea.. En los días siguientes fueron elegidos por la Asamblea de Cundinamarca, como senadores suplentes Augusto Durán y Jorge Regueros Peralta. El primero entró a ejercer como activo por algún tiempo. La Asamblea del Valle designó en esa misma calidad a Lino Gil Jaramillo, con derecho a ejercer como senador activo por un año, cosa que finalmente no se cumplió.’

No abandonó el PCC el trabajo político entre los trabajadores del campo. Dentro de la concepción que sobre el desarrollo económico y social del país sustentaban los comunistas en este período la cuestión agraria siguió teniendo una importancia estratégica. De ahí que el problema de la tierra se relacionaba en el análisis tanto con las cuestiones a largo plazo como con las dificultades de la coyuntura.

Era frecuente la relación entre la industrialización, consigna central, y la realización de una reforma agraria. No resultaba concebible el planteamiento por la creación en el país de una industria pesada sin la consiguiente modificación substancial de la agricultura. Por eso el reparto de la tierra entre quienes la trabajaban comenzó a vincularse con la preocupación sobre la elevación de la productividad de la agricultura. Se proponía el reparto de tierras productivas

cerEfl este tiempo la eleccl6n de senadores era 1dlrecta les senadores eran escogidos mediante votación en las asambleas departamentales.

canas a los centros urbanos y accesibles mediante las vías de comunicación. Al constatar cómo la Ley 200 de 1936 seguía siendo utilizada contra los campesinos por los grandes terratenientes con el apoyo de las autoridades subalternas y la tolerancia del gobierno central, el PCC proponía no la “forma de componer la ley de tierras” sino la adopción de una legislación destinada a “erradicar definitivamente el latifundio para desarrollar las fuerzas productivas nacionales”. Esa reforma agraria no se concebía sino por el camino de la distribución, sin costo alguno para los adjudicatarios: “Lo esencial es que los campesinos reciban tierra gratuitamente porque relaciones del tipo usurario que ha acostumbrado el Banco Agrícola Hipotecario, antes de solucionar, contribuyen a complicar el ‘problema del campo”

Con respecto a los problemas inmediatos, el PCC Identificaba como una de las causas de la inflación y. del alza en el costo de la vida la caída de La productividad agrícola vinculaba a su vez a dos fenómenos íntimamente relacionados: la práctica de desalojos y despojos a los trabajadores del campo y la conversión de tierras aptas para la agricultura y óptimamente ubicadas en potreros para el pastoreo de ganado vacuno, fenómeno que adquirió proporciones alarmantes a partir de 1940. Esa realidad se presentaba así en Abril de 1944: “El secreto de la creciente caída de la producción agrícola es

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muy simple. Se trata de una política latifundista claramente definida que viene dedicando las mejores tierras del país a la ganadería para no tener arrendatarios ni peones agrícolas que reclamen sus derechos. Las tierras aptas para la agricultura, los predios fértiles y bien situados, respecto a vías y centros de consumidores, están siendo progresivamente consagrados al engorde de ganado vacuno. Y ésta es hoy en día una verdad absoluta, una realidad que afecta a todos los departamentos.”

Se vinculaba también la cuestión agraria con la defensa de la democracia. El PCC encontraba un nexo demasiado evidente entre la política de desalojo y de atropellos practicada por los terratenientes y la escalada subversiva de las derechas. Advertía que el gobierno se movía sobre una base precaria cuando sus voceros afirmaban que el reformismo agrario había alcanzado su culminación con la ley 200. Con penetración, el Partido afirmaba que la supervivencia del latifundio al conservar los lazos de la dependencia personal no solo mantenía una mano de obra sometida, sino una clientela electoral cautiva. Por eso, para el PCC la democratización del país guardaba una relación muy estrecha con la reforma agraria, como esta, con la industrialización. A ese respecto se afirmaba en Enero de 1944: “Colombia no podrá tener una democracia que merezca ese nombre, ni podrá alcanzar su liberación económica como complemento de su soberanía política, mientras millones de campesinos estén sometidos a un régimen de opresión, miseria e ignorancia.”

En concordancia con lo anterior, los comunistas denunciaron desde su órgano de prensa, en la tribuna parlamentaria y a través de las organizaciones gremiales las crecientes arbitrariedades y abusos de los latifundistas. Las intervenciones contra los campesinos se hicieron más frecuentes a medida que se aproximaba el plazo de10 años en que debía extinguirse en favor de la Nación el derecho de dominio sobre predios no explotados, según lo establecía el artículo 8° de la Ley 200 de 1936.

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Los lanzamientos se..hicieron más frecuentes desde 1943. Entre 1943 y 1944 aparecen denuncias de despojo de arrendatarios, poramberos y colonos en la tona del Sinú, en Santander, especialmente en las régiones de San Vicente y Piayón, en el municipio de Colombia (Huila), en el Tolima, particularmente numerosos en Chaparral, Cajamarca y Mariquita. En Cundinamarca, en los municipios de Fusagasugá, Mio, San Bernardo, Bituima y Quipile. En un debate realizado a finales de Mayo de 1944, el diputado comunista Víctor J. Merchán denunció 360 lanzamientos realizados en diversos municipios de Cundinamarca. En Septiembre de 1943 fueron enviados a colonias varios indígenas de Coyaima presionando por este medio a sus familias para que abandonaran sus tierras. Como en el período anterior,’ tampoco en éste tiempo escaparon de la voracidad latifundista los indígenas del .Cauca

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Aparte de la exigencia permanente sobre la reforma agraria en el parlamento y las asambleas, los comunistas presentaron proyectos de ley y de ordenanzas en los cuales se’ proponían medidas para atender las necesidades inmediatas tales como la suspensión de los lanzamientos por el tiempo que durase la guerras En ocasiones fueron aprobadas parcialmente algunas de esas propuestas. En la Asamblea de Cundinamara el 29 cíe Abril fue aprobado el proyecto presentado por la diputación comunista mediante el cual se estableció la condonación de las deudas de los campesinos de “El Chocho” y “El Soche”, adquiridás ‘con la. Sección de parcelaciones de Cundinamarca.: Otro proyecto sobre dotación de’ tierras y suspensión de lanzamientos fue aprobado en la misma Asamblea el 24 de Abril de 1944. Estas medidas resultaron forzosamente muy limitadas frente a la magnitud con que se presentaba el problema agrario por esos años.

De mayor significación aparece el proceso organizativo de campesinos & indígenas desarrollado por el Partido. El 12 de Octubre de 1942 fue instalada en Bogotá la Primera Convención Nacional Campesina e Indígena, convocada por la CTC. Asistieron a dicho evento 92 delegaciones de todo el país con 106 delegados. Como resultado principal de esta Convención fue creada la Federación Nacional Campesina e Indígena. Para el comité federal fueron elegidos los dirigentes comunistas Víctor J. Merchán, Marco A. Castaño, Pedro P. Muñoz Valderrama y otros.

Esta federación promovió la creación de sindicatos agrarios en el Tolima, en algunas haciendas de la sabana de Bogotá, en Cunday. Si la Federación no tomó más envergadura, ello tuvo que ver con la crisis ‘política de 1944-1945 que ocupó toda la atención del PCC.

4.6 = Los Comunistas y la crisis Política

Desde mediados de 1943 la crisis política se precipita aceleradamente. En el Partido Liberal las diversas fracciones pugnan por tomar las posiciones de comando. La imposibilidad de lograr una unidad del Liberalismo’lleva al presidente a continuos cambios de gabinete.

Ante el retroceso de López en materia de reformas sociales las masas se vuelven cada vez más. Indiferentes frente al régimen, acosadas además por las consecuencias de la crisis económica. Laureano Gómez actúa sobre todos esos factores buscando la derrota del liberalismo. Como afirma John Martz: “Gómez unía en torno a él todas las fuerzas opuestas a Alfonso López: la oligarqufa, la aristocracia terrateniente, las crecientes fuerzas industriales, la Iglesia y hasta algunos de los liberales más jóvenes, desilusionados con la creciente adhesión de López a los elementos moderados de la propia oligarquía”.4’

A esta situación vino a agregarse una cadena de escándalos en los cuales de una u otra forma se vio involucrado el gobierno. El primero de ellos y también el más explosivo resultó ser el del asesinato de “Mamatoco”, un boxeador de vinculaciones políticas ambiguas y actividades confusas. Inmediatamente El

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Siglo aprovechando que en la eliminación del púgil apareció envuelto el jefe de la policía de Bogotá, lanzó una virulenta campaña acusando al gobierno del asesinato. Si bien, el ministro de gobierno Darío Echan- día demandó a Laureano Gómez por calumnie y fueron arrestados los oficiales de la policía, el escándalo desgastó al gobierno. A esta siguieron otras campañas políticas en torno al llamado caso de la Handel. Esta empresa que había sido confiscada a los propietarios alemanes fue vendida en acciones. En la especulación con tales acciones resulté involucrado el hijo del presidente, Alfonso López. Michelsen, envolviendo así en el torbellino a la propia persona del ejecutivo. No faltaron otros escándalos como el de la finca veraniega de “Las Monjas”. Basado en ellos, Laureano Gómez que desde comienzos del año de 1943 había instigado a la guerra civil dio a su campaña contra López, cuyo régimen llamó de “asesinos, ladrones y prevaricadores” un matiz claramente subversivo.

Frente a los escándalos mencionados el PCC reconoció que no nacían únicamente de la intolerancia conservadora sino que tenían su origen en realidades. Con respecto a los hechos en torno a los bienes de la Handel y al debate promovido por Silvio Villegas sobre ese asunto Diario Popular escribía el 18 de Septiembre de 1943:

“Nunca dejará un comunista de criticar las debilidades o inconsecuencias, o vacilaciones de nuestro régimen democrático. No dejará de señalar a las fuerzas oligárquicas en formación que ahora rodean al presidente López para sacar el máximo de beneficios del poder. Estas fuerzas son dañinas a la democracia y en la medida en que más poderosas, mayor es su odio y persecución a la clase obrera”.

No ocultaron los comunistas las llagas del régimen. Es cierto que las criticas resultaban excesivamente débiles frente al fenómeno que acertadamente el periódico describía. .Era claro que por ese tiempo se había configurado una burguesía nueva, enriquecida en la especulación, en la manipulación de las licencias de importación. Esta oligarquía medraba al amparo de las restricciones impuestas por la guerra y de los vaivenes de la inflación. Este sector social miraba al Estado como un botín y a los empleos públicos como la posibilidad de obtener tratamientos de excepción y de otorgar favores. Hubo entonces fortunas levantadas de la noche a la mañana. De todo ello resultaba inseparable el régimen liberal. Los comunistas hicieron de la defensa del nombre de López sinónimo de lucha por las instituciones democráticas sin advertir con el debido énfasis y constancia que la corriente de corrupción socavaba dichas instituciones, temiendo tal vez enturbiar el nombre del presidente.

50 Diario Popular, Bogotá, septiembre 18 de 1943.

Desde luego la violenta oposición a López, desarrollada por L. Gómez y la dirección conservadora se formulaba desde las posiciones ultrareaccionarias. El ascenso de Laureano al poder, o la realización éxitos de un golpe de estado hubieran significado adelantar el régimen dictatorial que inició Ospina Pérez

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e19 de Noviembre de 1949, con el agravante de las claras simpatías de la directiva conservadora a la causa del Eje, a las concepciones y prácticas del falangismo español, cuando aún se desenvolvía la segunda guerra mundial.

Ya desencadenada la crisis política, el PCC desarro116 una acción perseverante de enfrentamiento de la campaña de la ultraderecha. El Partido .y la CTC realizaron una concentración de 20.000 personas en. Bogotá el 24 de Septiembre de 1943 que fue recibida por López. En las intervenciones Filiberto Barrero y Alvaro Sanclemente llamaron a los sectores democráticos a la vigilancia contra los intentos de la reacción y a desplegar una movilización nacional con tal objetivo.

Esas movilizaciones debían ser como lo recomendaba Diario. Popular para levantar simultáneamente los intereses de las masas, porque “estando la defensa de la democracia estrechamente ligada a las alzas o bajas de la economía nacional, lo indicado es que al .calor de las movilizaciones se planteen por los comités directivos de las organizaciones sindicales, las reivindicaciones que las masas sienten ahora más fuerza que nunca como resultado de la especulación y de las actividades patronales encaminadas a aumentar sus ganancias sobre la base de una mayor explotación de la clase obrera.”51

Denunciaba el PCC el peligro de un golpe militar. Llamaba la atención sobre lo nocivo de la leyenda mantenida por la burguesía sobre la apoliticidad de las fuerzas armadas colombianas. Por la prensa el PCC denunciaba la condescendencia de los tribunales militares con casos de oficiales comprometidos claramente en conspiraciones. Resultó en este sentido ilustrativo el sobreseimiento del general Eduardo Bonitto, secretario del Ministerio de Guerra quien había estado comprometido en un serio intento golpista. La providencia fue tomada por el tristemente célebre Carlos Cortés Vargas.

Los comunistas llamaban la atención sobre la oficialidad del ejército cuya composición no había cambiado substancialmente desde los tiempos de la hegemonía conservadora. Sobre el peligro de un golpe militar reaccionario adelantó Augusto Durán un debate en el Senado en Agosto de 1943. Entre otras cosas subrayó Durán: “Existe gran parte de la oficialidad del ejército, de esa oficialidad que se educó en las escuelas del régimen conservador, que se educó en la escuela según la cual a los reclamos de los trabajadores hay que contestar con la boca inflamada de los fusiles... esos oficiales conspiran, tienen que conspirar necesariamente contra el régimen liberal y democrático.” Ante esas afirmaciones el ministro de gobierno Darío Echandía se limitó a repetir una aseveración que se había convertido en fórmula: El gobierno confía en la lealtad de las fuerzas -armadas del país y cree que esas fuerzas son fieles a la organización democrática del país”

Ante la situación de crisis, los jefes liberales se entregaban más porfiadamente a las rivalidades del grupo. Para las elecciones al Concejo Municipal de Bogotá

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se presentaron 12 listas liberales. En este debate los comunistas se vieron nuevamente fortalecidos, obteniendo dos curules en el Cabildo de la capital.

Habiendo desgastado su capacidad de liderazgo, López empezó a plantear la posibilidad de renunciar, lo cual envalentonó a la oposición conservadora y estimu16 apetitos en el seno del liberalismo. Optó finalmente el presidente por pedir permiso al Senado para salir por un tiempo del país. El 9 de Noviembre partió para los Estados Unidos quedando encargado de la presidencia el primer designado, Darío Echandía. Estos movimientos de López congelaron la crisis pero no la superaron; contribuyeron tan sólo e hacer más ostensible la debilidad del gobierno y crearon un peligroso vacío político.

En tales circunstancias y con miras a cerrarle el paso al desconcierto, el PCC lanzó a finales de Noviembre la consigna: López al poder. Esta orientación contrarió a la extrema derecha que veía en el viaje del presidente una forma discreta de abandono del poder,

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El 6 de Diciembre de 1943 se reunió el Sexto congreso de la CTC. Dado el avance de la reacción el encuentro se desenvolvió bajo signos unitarios. Fueron acreditados 521 delegados de 408 organizaciones. Estos delegados representaban un número de 101.511 trabajadores afiliados a la CTC. Estas cifras reflejaban que el proceso de fortalecimiento de la CTC seguía avanzando. Asistieron delegados fraternales de Venezuela, Chile, México. Contó el Congreso con la presencia del presidente de la CTAL. En las sesiones intervino el ministro de trabajo Jorge E. Gaitán. El Sexto Congreso tomó resoluciones encaminadas a aumentar el trabajo de apoyo a la causa aliada y se pronunció por el exterminio de la Quinta Columna y contra las tentativas golpistas de la reacción.

En Febrero regresó López al país y fue recibido por entusiastas manifestaciones populares en Barranquilla, Bogotá y Medellín. El PCC al llamar a la movilización para impedir que López presentara su renuncia arguméntaba que su retiro no había traído la tranquilidad política al país sino bien al contrario había envalentonado aún más a la reacción.

Ante nuevos anuncios sobre renuncia por parte de López, la CTC lanzó el 4 de Marzo de 1944 la orden de un paro general, para cuando tal hecho tuviese lugar.

A finales del mismo mes se reunió el IX Pleno del Partido Comunista. El Pleno estuvo básicamente consagrado al estudio de la crisis política nacional, la cual se caracterizaba en los siguientes términos: “Ahora estamos ante una crisis política sin precedentes en nuestra historia; para la cual no hay más que dos salidas: democracia o reacción. independencia

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y progreso, o barbarie y retroceso.54 ante esta situación el único camino que el pleno creía viable era el del retorno de López al poder.

Refiriéndose a la primera reunión a alto nivel de los aliados en la segunda guerra, en este pleno, se empezó a hablar del llamado “espíritu de Teherán”. “Los acuerdos de Teherán, señaló Augusto Durán, le cierran el paso a la maniobra y no cabe duda ahora de que el capitalismo y socialismo seguirán inalterables en sus propósitos de colaborar amistosamente para que, como consecuencia de la derrota del peor enemigo de la humanidad, los pueblos disfruten de una libertad sin sombras y decidan consagrarse, conforme a sus sentimientos y deseos, a labrar su bienestar y su progreso.” De la misma forma en las conclusiones, Durán propuso que se comenzara la discusión sobre el cambio de nombre del Partido ya que la denominación comunista, argumentó, “no responde a la realidad nacional”. El Noveno Pleno ofreció guías concretas para enfrentar a la reacción. Señaló que sólo las masas podían defender la democracia, pero a su vez formalizó en los documentos tesis revisionistas de inspiración Browdenana. Las relaciones de Durán con Earl Browder se harían más estrechas. Justamente, el 22 de Mayo de 1944 el secretario general del PCC intervino en la Convención Nacional de la Asociación Comunista de los Estados Unidos. En esa ocasión el orador invitó a Browder a participar en el recientemente convocado Segundo Congreso del PCC.

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La movilización más grande realizada por iniciativa de los comunistas fue el Paro Cívico Nacional del 15 de Mayo de 1944. Como se vio antes, la CTC había convocado a un paro general obrero. Sin embargo, bajo la influencia de los comunistas, se amplió la consigna convirtiéndola en la de Paro Cívico Nacional.

Un antecedente indudable fue el Paro Cívico de Cali, que se realizó el 29 de Marzo de 1944. Este paro tuvo como dirigente al concejal comunista Julio Rincón. Durante las cuatro semanas anteriores al paro la ciudadanía protestó no pagando las altas tarifas de alumbrado eléctrico Impuestas por la empresa norteamericana. El 29 de Marzo, como informaba El Tiempo toda la actividad económica se vio paralizada. El paro logró un rotundo éxito ya que bajo la presión ciudadana el concejo acordó expropiar a la Compañía Colombiana de Electricidad y sustituirla por una nueva compañía pública.

El PCN tenía como finalidad impedir la aceptación de la renuncia de López por parte del Congreso, convocado a sesiones extraordinarias por Echandía para que estudiara el asunto.

La iniciativa del PCN produjo un sacudimiento político en el país: colocó a la clase obrera en una situación de liderazgo en la lucha por las libertades democráticas, arrebató, por lo menos momentáneamente, a- -importantes sectores del Partido Liberal de las menudas rivalidades y los puso de cara a la crisis política. Contribuyó a crear una cierta identidad de movimiento

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democrático. La preparación del PCN se realizó a diversos niveles sociales y organizativos. Las tareas centrales y la orientación estuvieron a cargo dél movimiento sindical. En diversos lugares del país se ‘realizaron asambleas de juntas directivas para acordar la manera de desarrollar el paro. En Bogotá la Asamblea de directivas sindicales tuvo lugar el 8 de Mayo. El 1 de Mayo se convirtió en jornada de propaganda del Paro.

Diversos concejos se pronunciaron apoyando el PCN: el primero fue el de Bogotá, donde el 4 de Mayo fue elegido por unanimidad vicepresidente de la corporación el camarada Alvaro Sanclemente. El Concejo de Medellín también respaldó el Paro Cívico. Lo mismo el cabildo de Armenia. En el mismo sentido se pronunciaron las Asambleas Departamentales del Cauca, Magdalen, Boyacá. De concejos municipales de pequeñas poblaciones de Bolívar, del Tolima, salieron acuerdos de apoyo a la jornada, lo cual evidenciaba la participación del campesinado en el Paro.

Por otra parte manifestaron su decisión de movilizarse el 15 de Mayo, diversas organizaciones democráticas, entre ellas la Asociación de Juventudes Populares, la Federación de Estudiantes FEC.

El PCC, aparte de cumplir las. responsabilidades en las organizaciones existentes estimulaba formas de acción propias, tales como la constitución de comités de Paro Cívico en algunas ciudades. Especialmente eficaz resulta este tipo de comité en Bucaramanga dónde se integró con la participación del Comité Departamental Comunista, el Directorio Liberal, la Federación de la CTC, el Concejo Municipal. Durante los días inmediatamente anteriores al Paro, pronunciaron vibrantes discursos por la Emisora “Voz de Bogotá” los dirigentes comunistas Jesús Villegas y Filiberto Barrero.

El Paro se cumplió en todo el país tal como había sido decretado: de 12 m. a 6 p.m. En las principales ciudades se desarrollaron multitudinarias manifestaciones. En Bogotá se realizó una disciplinada demostración que terminó a las 6 p.m. En el Congreso la renuncia de López no fue siquiera discutida. Se aprobó una proposición negando la renuncia. A las 6 de la tarde del mismo día López reasumió el mando.

Con el Paro Cívico se cumplió una jornada política de significación nacional, comandada por la clase obrera. La prensa toda reconoció en una o en otra forma la trascendencia política del PCN. El 16 de Mayo El Liberal comentó: “Los ciento treinta mil trabajadores que en todos los departamentos formaron la osatura sindical del movimiento de ayer, realizaron en realidad la inmovilización completa de la vida colombiana durante 6 horas. Como espectáculo de disciplina, como victoria de la organización gremial, y como muestra de movilización de masas el 15 de Mayo tendrá in valor histórico incontestable”. 56

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El PCC, en buena medida artífice del PCN, valoró su éxito en el espíritu de la política de la Unidad Nacional y llamó a conservar el impulso originado en la gran jornada, mediante la creación de organismos activos que bien podrían ser los comités de lucha contra la carestía de la vida y por la Unidad Nacional.

El PCN contribuyó al robustecimiento de la política de unidad sindical mantenida invariablemente por el PCC. Desde el Sexto Congreso de la CTC, ésta venía en un proceso de fortalecimiento. Según cifras oficiales citadas por Diario Popular en Julio de 1944 el número de afiliados a la central ascendía a 120.000 trabajadores. Sin embargo el PCC hacía un llamamiento en una doble dirección: lo. a intensificar la campaña de afiliación sindical ya que se consideraba que en las empresas industriales y mineras se concentraban 300.000 obreros y 2o. a desarrollar una ofensiva por el respeto de las libertades sindicales en sectores tales como la industria textil antioqueña, los ingenios azucareros, la minería y la industria cafetera. En estas ramas la organización de sindicatos era combatida tenazmente por los patronos....

No eran estos factores positivos, los que inspiraban a López aún después de las circunstancias en que había reasumido el mando. Por ello, se Inclinaba el presidente hacia una política de apaciguamiento, a atraer a sectores conservadores a la colaboración en un gabinete de coalición.

De otra parte si la oposición conservadora había disminuido un tanto después de! 15 de Mayo, la crisis política no había cedido. Esa crisis asumió abruptamente nuevas características con el golpe militar del 10 de Julio de 1944. El 8 del mismo mes, el presidente y otros funcionarios se desplazaron a Pasto a presenciar unas maniobras militares. López fue: arrestado por un grupo de oficiales. El coronel Diógenes Gil lanzó al país el manifiesto correspondiente. Simultáneamente secundaron el golpe las guarniciones de Ibagué y Bucaramanga. En Bogotá, Cali y Medellín las fuerzas armadas se mantuvieron leales. Al conocerse en Bogotá la noticia, Darío Echandía asumió la presidencia y llamó al país a respaldar las instituciones.

Nuevamente el PCC y la CTC tomaron la iniciativa en la movilización ciudadana. Al PCC, los hechos de Pasto no lo tomaron por sorpresa. No en vano había sido la única fuerza política que había venido insistiendo en la posibilidad de un cuartelazo. Cuando éste se produjo, la militancia y los sectores influidos por el PCG estaban política y psicológicamente preparados para afrontar tal situación. Aún antes de que salieran las directivas, las masas se movilizaban dispuestas a detener a los golpistas. En apariencia espontáneamente, grupos de personas comenzaron a pedir armas pero en realidad el PCC había adelantado algún trabajo. Por lo menos había lanzado la consigna desde hacía algún tiempo de conformación de milicias populares.

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A su vez el manifiesto de la CTC terminaba con estas consignas: “Armas para el pueblo! ¡Clausura de todos los periódicos reaccionarios! A la cárcel los jefes reaccionarios y los militares sospechosos de traición!”

Estos llamamientos fueron escuchados. Se organizaron manifestaciones en Bogotá. En Bucaramanga los dirigentes comunistas acompañaron al gobernador para hacerse reconocer en los cuarteles. En viaje los comunistas conjuntamente con dirigentes liberales, organizaron milicias que comenzaron a armarse rudimentariamente. Las masas en general, no obstante la dura crisis económica, comprendieron que ninguna solución podía venir del golpe militar.

se produjo, la militancia y los sectores influidos por el PCG estaban política y psicológicamente preparados para afrontar tal situación. Aún antes de que salieran las directivas, las masas se movilizaban dispuestas a detener a los golpistas. En apariencia espontáneamente, grupos de personas comenzaron a pedir armas pero en realidad el PCC había adelantado algún trabajo. Por lo menos había lanzado la consigna desde hacía algún tiempo de conformación de milicias populares.

El 10 de Julio el PCC lanzó una vehemente exhortación en defensa del gobierno legal en uno de cuyos apartes decía: “El Partido Comunista ordena a todos sus militantes y hace un llamado fervoroso a la clase obrera, al campesinado, a la juventud, a todos los hombres, mujeres y patriotas honrados de Colombia, a cerrar filas en la batalla contra los traidores a nuestro pueblo, a nuestra historia, a nuestros héroes”.

De otra parte, los militares Golpistas actuaron des- coordinadamente con visible precipitación: dos días después los rebeldes eran reducidos y López reasumía una vez más el mando.

El papel jugado en esa emergencia nacional por el PCC y el movimiento obrero en general, lo reconoce Urrutia Montoya cuando afirma refiriéndose al 10 de Julio: “En esa ocasión, la inmediata reacción del obrerismo organizado contra el intento de imponer un régimen militar ayudé’ a salvar al gobierno”. 5’ Hay diversas opiniones sobre las causas que con- ‘dujeron a los militares al golpe. Daniel Pecaut sostiene basándose en el testimonio de los militares protagonistas de los hechos de Pasto, que el golpe no tuvo otro origen distinto a las condiciones internas profesionales del ejército. 5’

No sin razón, sostiene Pecaut que López al mirar con recelo al éjercito puso su empeño en el fortalecimiento de la policía. Sin embargo, y no obstante las motivaciones subjetivas del grupo de militares comprometidos, los hechos del 10 de Julio, aún con los ingredientes de comedia con que se acompañaron, resultan inexplicables si se los separa de la campaña de la ultraderecha, que estimulaba permanentemente a los militares a la aventura. No cabe duda que si la sedición hubiera triunfado, ese sector habría tomado sin vacilaciones las

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palancas del poder. Así, justamente lo intuía la mayoría abrumadora de la opinión pública. Esto explica la amplitud y la rapidez de la movilización democrática. Así lo entendió también

En la sesión inaugural intervino, como representante personal de López el ministro del trabajo. Tenía la presencia del ministro el carácter de reconocimiento del gobierno al papel jugado por el PCC en los hechos de Julio. “Los sucesos del 10 de Julio, dijo Arriaga Andrade, que determinaron la admirable y salvadora movilización de las fuerzas vivas de la nación, han demostrado que el pueblo colombiano está maduro en lo que se refiere a la defensa de la democracia y entre las fuerzas que sostienen el régimen democrático se destaca el Partido Comunista”.’°

Laureano Gómez quien procedió a asilarse junto con las directivas de El Siglo en las embajadas del Brasil y del Ecuador para posteriormente viajar a Quito. El 10 de Julio significó también el primer grave precedente en la historia contemporánea del país sobre la disposición de los militares a la intervención en asuntos frente a los cuales la propaganda oficial se había complacido en presentarlos como ajenos.

4.7 — El Segundo Congreso del PCC y la Adopción Programática del Revisionismo El Segundo Congreso del PCC se instaló el 4 de Agosto de 1944. Dos acontecimientos proyectaron su influencia sobre la reunión. La Conferencia de Teherán (Noviembre 28, Diciembre 10 de 1943) y el frustrado golpe militar de Pasto. Asistieron al Congreso 121 delegados. Se hicieron presentes invitados de la dirección liberal, de la juventud de ese partido, el presidente de la CTC y una numerosa delegación de la “Liga de Acción Política”, organización que había sucedido a la efímera “Vanguardia Socialista”.

Uno de los informes al Congreso fue el rendido por Gilberto Vieira sobre el cambio de nombre del Partido. Tal propuesta ya había sido presentada por Augusto Durán en el Noveno Pleno, con la siguiente sustentación: El nombre de “Partido Comunista, no responde a la realidad nacional, porque ahora no se lucha por el comunismo en Colombia, porque ahora lo esencial para nosotros en Colombia, es que nuestra patria sea libre y próspera, que nuestra patria supere el atraso económico que heredamos de la feudalidad”. Tal “argumento” no era otra cosa que la aplicación de la tesis de Bernstein, figura ‘importante de la social-democracia alemana, quien expresaba que para el movimiento obrero, el objetivo final no significaba nada, sino que el movimiento lo era todo.

En la ponencia se presentaba como razón del cambio de la denominación el obstáculo que el nombre de comunista significaba para el crecimiento del Partido. El Congreso adoptó por mayoría de votos el nombre de Partido Socialista Democrático. El informe dio cuenta de la discusión sobre el nombre propuesto en el periodo de preparación del Congreso: “Hay un sector respetable que considera superflua y hasta inconveniente esa iniciativa”, se

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precisaba. Sin embargo en este aspecto no se llegó a las posiciones extremas en que cayó, por ejemplo, el PC de Estados Unidos. Alli no simplemente se suprimió la denominación anterior sino que se cambió también la de partido, adoptando el nombre de “Asociación Política Comunista de América”. No faltaron en la discusión del Congreso propuestas en este sentido. Refiriéndose a ellas dijo Vieira en su informe: “En nuestro concepto no hay ninguna razón válida para abandonar la denominación genérica de partido, por dos razones fundamentales: 1’ El pueblo colombiano está acostumbrado a pensar en términos de partidos políticos y por su propia experiencia mira a las agrupaciones, asociaciones y uniones como sectas estrechas, de vida efímera. 2 Porque los comunistas colombianos, con nuestro trabajo perseverante y nuestra lucha abnegada de 14 años hemos conquistado condición y calidad de partido político independiente en la vida nacional”

No se trataba de una cuestión de palabras. La supresión del término partido, hubiera, sin duda, significado un paso hacia el liquidacionismo completo.

Sintomáticamtente El Tiempo saludó con un editorial escrito por Sanín Cano, el cambio de nombre “que traerá sin duda un cambio de orientación, una voluntad de acomodarse a un orden de ideas más amplio y a teorías sociales que parecen diseñarse en el horizonte y van a tener sin duda grande influencia en la futuraorganización del mundo”.62

El informe central al Segundo Congreso estuvo a cargo de Durán. Este informe se divide en dos partes. La primera está dedicada al análisis de los acontecimientos políticos del período inmediatamente anterior al Congreso y en la segunda se analiza la situación internacional y se esbozan las perspectivas de trabajo.

Como los hechos más importantes de la política del Partido se presenta el trabajo realizado en torno a la consigna de: ¡López al poder! Se destacaba la significación del Paro Cívico Nacional del 15 de Mayo y la gran movilización democrática contra el golpe militar. Con justicia se señalaba cómo los comunistas en todos esos acontecimientos se habían comportado como la fuerza movilizadora fundamental. Ello estaba unido al papel de liderazgo asumido por la clase obrera en la lucha contra la reacción: “La clase obrera, siempre combativa y valiente, ganó a su lado en estas especiales circunstancias a las grandes masas del pueblo, a todos los demócratas sinceros, a todos los patriotas de verdad”.’3

Reconocía y encomiaba igualmente el informe la actitud patriótica de los sectores del ejército y de la policía que no se habían prestado a la. aventura golpista, sin ocultar, que otros no habían participado por la precipitación y la falta de una coordinación técnica del golpe.

Atacaba el informe la peligrosa posición, consistente en señalar la posibilidad de un cuartelazo como una cosa del pasado. Tal apreciación, se insistía, no

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tenía ningún asidero en la práctica ya que las fuerzas que nutrían los designios de quiebra institucional estaban incólumes. Esas fuerzas reaccionarias, se asociaban unilateralmente en el informe de Durán con los sectores semifeudales, soslayando el hecho ya evidente del cambio de frente de gran parte de la burguesía industrial que veía cada vez con buenos ojos la utilización de la violencia como estrategia de acción política.

Al apoyar las medidas tomadas por el gobierno contra los militares comprometidos, y el programa de depuración del ejército, el Congreso pidió que ante todo fuesen “castigados los jefes políticos que en la prensa o en las tribunas parlamentarias, han empujado al golpe de Estado”. No hacerlo así significaba cerrar los ojos a las lecciones del 10 de Julio que habían mostrado lo ilusorio de la confianza en que la oposición reaccionaria no traspasaría los umbrales de las vías de hecho. Tal confianza resultaba tan desaconsejable como la leyenda sobre el apoliticismo de las fuerzas armadas, rota también el 10 de Julio.

La Segunda Parte del Informe central al Congreso se ocupó del análisis de la Conferencia de Teherán y de sus implicaciones en la política nacional y por tanto en la línea política futura del Partido Socialista Democrático. Las tesis y las propuestas de Durán en esta parte del informe están profundamente penetradas por las concepciones oportunistas del browderismó. Por eso, para comprenderlas es necesario presentar una síntesis de esta desviación de los principios del marxismo-Leninismo, que se convirtió en corriente ideológica internacional entre 1943 y 1946.

Desde luego, es preciso esclarecer, que siendo el browderismo el componente teórico fundamental de la modalidad del revisionismo que aquejó al PSD, tal revisionismo tiene un contenido más amplio, como se precisará más adelante.

El browderismo es el conjunto de postulados políticos sostenidos por Earl Browder, elegido en 1930 secretario del Partido Comunista de los Estados Unidos y en 1935 designado como miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista. Aparte del PCA los partidos más afectados por esta desviación resultaron ser el de Cuba y el de Colombia. Su Influencia resultó también perceptible en la dirección de la Confederación de Trabajadores Latinoamericanos, CTAL.

Los postulacks de Browder están directamente relacionados con la Segunda Guerra Mundial. Durante los primeros años de la contienda mundial la URSS llevó el peso casi exclusivo de la resistencia al nazismo. La coalición antihitleriana se estableció el 1 de Enero de 1942 luego de la primera gran derrota de la Alemania hitleriana en la batalla de Moscú. Pero eso no significó la renuncia por parte de las potencias capitalistas a la táctica de ahorrar al máximo las fuerzas para entrar sólo al final de la guerra frené a una Unión Soviética completamente debilitada. Así, la acordada apertura del segundo frente en Europa se posponía indefinidamente. En lo más intenso de los

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combates en Stalingraclo, Churchill voló a Moscú para comunicar que este frente se abriría sólo a comienzos de 1943. Ese plazo tampoco se cumplió.

La diplomacia soviética puso todo su empeño en presionar a los aliados a dar tan importante paso. En Octubre de 1943 se reunió en Moscú una conferencia de ministros de relaciones exteriores de la URSS, Estados Unidos e Inglaterra, que discutió sobre el Segundo Frente y otros asuntos relacionados con la situación de la posguerra. Esa conferencia abrió el camino para el encuentro de los jefes de estado: Stalin, Roosevelt y Churchill que se realizó en Teherán del 28 de Noviembre al 1 de Diciembre de 1943.

En el libro Historia de la Gran Guerra Patria de varios autores Soviéticos se precisan los resultados de esa conferencia: “La conferencia de Teherán adopté importantes medidas político-militares. La Principal de ellas fue la de abrir el segundo frente en Europa en Mayo de 1944. Quedaron aclaradas las posiciones de las potencias en orden a una serie de problemas relativos a la organización del mundo en la Posguerra. La conferencia puso de relieve una vez más, la posibi lidad de la constructiva colaboración de la URSS, los Estados Unidos e Inglaterra, que eran estados de diferente régimen social. Con esto se asesté un duro golpe a los manejos de la diplomacia alemana y japonesa, esperanzadas en lograr la ruptura de la coalición antifascista. La conferencia significó un gran paso adelante en la cohesión de todas las fuerzas para derrotar al enemigo”.”

El establecimiento de la coalición antifascista, las conferencias nombradas, el desarrollo concreto de la guerra, tuvieron una enorme significación. Representaron la primera experiencia de acciones conjuntas de estados con diferente régimen social. Este hecho hizo perder la brújula de la orientación marxista a Browder. Ya Lenin subrayé la absolutización de un factor, o el análisis unilateral de los fenómenos nuevos de la realidad, como raíces del oportunismo en el movimiento obrero.

Donde en forma más orgánica se encuentran expuestas las concepciones de Browder es en su libro:Teherán, Nuestra Senda en la Guerra y en la Paz, publicado en Abril de 1944.

Browder olvidando el carácter eminentemente diplomático de la conferencia de Teherán, exageró su significación posbélica y sacó de allí conclusiones demasiado optimistas para el movimiento obrero. Dibujando un mundo idílico Browder señala que la perspectiva trazada por Teherán no sólo para la posquerra sino para un largo período subsiguiente es de “expansión de la Producción y del, trabajo y de vigorización de la democracia dentro del marco del sistema actual y no una perspectiva de transición hacia el socialismo.

Perdiendo el enfoque de clase, Browder consideraba que en aras de la Unidad Nacional los comunistas no debían plantear la cuestión del socialismo en forma que comprometiera tal unidad, no debían oponerse a la “libre empresa” ya que

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la situación de la alianza antifascista llevaría a los capitalistas norteamericanos a frenar sus tendencias a la rapiña. Afirmaba igualmente que una actitud de indiferenciada hostilidad hacia el gran capital resultaría fatal para el cumplimiento de los acuerdos de ‘Teherán. Algunas de estas tesis habían sido ya expuestas por Browder en su libro Victoria y Posguerra publicado en Septiembre de 1942.

Como conclusión práctica al final del libro “Teherán” Browder afirma: “Los comunistas americanos van a renunciar por un largo período a la lucha por su propio progreso partidista, como grupo separado, que constituye la característica principal de todo partido político. Los comunistas preveen que los propósitos prácticos que sustentan, estarán por largo tiempo de acuerdo con los propósitos de un cuerpo mucho mayor de no comunistas; y que, por consiguiente, nuestra actuación política deberá fundirse en la actuación de esos movimientos de mayor magnitud. Por tanto, la existencia de un partido político comunista separado, no sirve ya a ninguna finalidad práctica, sino que puede ser, por el contrario, un obstáculo para esa más amplia unidad”.” Así, el revisionismo teórico se transformó en el plano de la organización, en liquidacionismo puro.

Más tarde, en 945, Browder sometió a revisión el legado teórico de Lenin sobre el imperialismo en su “Estudio sobre las Enseñanzas de Lenin”. La teoría leninista, según Browder, era válida para las condiciones de Rusia en 1917, pero habría perdido vigencia para la interpretación del imperialismo en los años cuarenta por dos razones:

1°- Porque la burguesía se encontraba realizando, como aijada de la URSS, una guerra justa, lo cual constituía un fenómeno progresista.

2°- Porque si bien es cierto, continuaba el capital inevitablemente engendrando tendencias reaccionarias, cada vez resultarían mayores en virtud de la unidad en torno a la guerra, las fuerzas que dentro de la burguesía tomarían el camino del progreso. Desde ese punto de vista, continúa la argumentación de Browder, la política de guerra contra el capital, fortalecería únicamente a las fuerzas reaccionarias a expensas de las progresistas. Luego de retorcer las tesis de Lenin, concluye que la idea de destruía el capitalismo es subjetiva y de libre albedrío y no tiene cabida en la historia, la fuerza que destruirá el capitalismo son sus propias contradicciones internas:

“Realmente es un lugar común del pensamiento comunista que en las regiones atrasadas del mundo los comunistas respaldan activamente el crecimiento del capitalismo oponiéndolo a todas las formas de economía precapitalista”.’7

Esta última tesis ya había sido rebatida a finales de los años veinte por Mella y Mariátegui en la importante polémica con Haya de la Torre quien defendía la idea del papel progresista del imperialismo en los países del continente.

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La autodisolución de la Internacional Comunista, el aislamiento de los partidos comunistas latinoamericanos con respecto al movimiento comunista europeo fueron circunstancias que contribuyeron a hacer a los partidos del subcontinente, especialmente los de la zona del Caribe, muy vulnerables al influjo del revisionismo browderiano. El Partido Socialista Popular de Cuba, con el cual el lartido Comunista de Colombia guardaba antiguos y’muy estrechos vínculos, resultó particularmente influído por el browderismo. En las conclusiones de la Segunda Asamblea Nacional de ese partido, reunida en Agosto de 1944 en ponencia especial se anotaba: “La unidad nacional comprende a los obreros, a los campesinos, a los burgueses, a los comerciantes, a los banqueros, a los latifundistas, comprende toda la nación”

En las conclusiones de la misma Asamblea sobre Teherán y sus implicaciones, se destacan las siguientes tesis:

1? Desde Teherán se produjo un acuerdo entre el socialismo y “el capitalismo de formas estables” lo que condujo a la división del mundo en dos campos: el de la democracia y el del fascismo. Teherán, continuaba la argumentación, significó un compromiso Internacional entre capitalismo y socialismo lo cual implica un acuerdo entre esas dos fuerzas dentro de cada país.

68 Segunda Asamblea Nacional del Partido Socialista Popular. Les Comunistas y la Realidad Cubana. Informes, Resoluciones y Discursos. La Habana, Ediciones PSP, 1944, pág. 64.

2 La Asamblea subrayó un supuesto cambio de métodos del imperialismo que lo tornaría especialmente inclinado a la colaboración con los países atrasados en la recuperación económica de la posguerra.

3 Teherán, se consignó, abrió el camino para la armonía en el usufructo del mercado y el acuerdo social entre capital y trabajo.

4 De igual forma sobre el imperialismo las conclusiones establecían que no todas las tesis de Lenin conservaban su vigencia ya “que el odio capitalista hacia la URSS no existe, ésta es muy poderosa y constituye un gran mercado y si, no obstante, aquel pone de presencia su esencia rapaz, sufrirá un desastre en breve plazo”.”

El PCC adoptó gran parte de las tesis browderistas. En primer lugar recogió la aseveración sobre la colaboración entre capitalismo y socialismo para asegurar un desarrollo sin sobresaltos. Refiriéndose a los acuerdos de Teherán dijo Durán en su intervención en el Cuarto Pleno del PCC en Marzo de 1944: “No cabe duda ahora de que capitalismo y socialismo se9ulrán inalterables en sus propósitos de colaborar amistosamente para que, como consecuencia de la derrota .del peor enemigo de la humanidad, los pueblos disfruten de una libertad sin sombras y puedan consagrarse, conforme a sus sentimientos y deseos, a labrar su bienestar y su progreso”.7°

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Esta idea se unía con la tesis sobre la supuesta disposición, e incluso necesidad de los países imperialistas de colaborar con el desarrollo de los países atrasados. Esto que fue expresado claramente en el Segundo Congreso, lo consignó Durán con más claridad en un artículo escrito al año siguiente en la revista teórica del PSD: “En cuanto a los recursos económicos que podemos recibir de capitalistas americanos para nuestro desarrollo, no hay marxista que pueda negar esta posibilidad, dado que para los imperialistas es cuestión vital la exportación de capitales” y luego de acudir, al socorrido recurso de citar frases de Lenín por fuera de contexto continuaba: “Otra circunstancia que hace posible la inversión de capitales en Colombia es el callejón sin salida en que se encuentran las potencias capitalistas vencedoras. Después de la guerra una crisis profunda espera a Estados Unidos y el único camino para superarla, al menos transitoriamente es el cooperar al desarrollo de la agricultura y la elevación del nivel de vida de nuestras masas”.”

Estas posiciones se habían expresado ya en el movimiento sindical. Así, con ocasión de la visita a Colombia del señor Erick A. Johnston presidente de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos fue invitado a visitar la CTC. Diario Popular subrayaba las declaraciones de Johnston “El presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, ha declarado enfáticamente a la CTC el interés especial que tienen en el desarrollo industrial de Colombia, para lo cual adelantan gestiones muy amplias”.

En el Segundo Congreso fue también acogida la idea de la colaboración de clases entre el proletariado y la burguesía: “Si luchamos por la aplicación de los acuerdos de Teherán, se decía en el informe central, nuestras naciones atrasadas tendrán el camino asegurado para dar solución a una serie de problemas internos, que sin la colaboración entre las naciones y los pueblos, tendrán un desenlace catastrófico. Podremos así garantizar una mejor convivencia interna en cada país entre los partidos y las ciases que quieran colaborar al bienestar nacional. Los industriales y otros sectores capitalistas podrán ver intensificados sus recursos económicos”

En el plano organizativo la influencia browderiana, si bien no llegó a tener las alarmantes implicaciones que alcanzó en Estados Unidos con respecto a la existencia misma del PCA, en Colombia se reflejó en el aflojamiento de lo principios leninistas de organización. En los estatutos del nuevo PSD, aprobados en el Segundo Congreso, en el artículo 23 se sustituyó la denominación de célula por la de comité. Las conferencias municipales, con delegados elegidos, se reemplazaron por las asambleas de toda la militancia, que recibieron el encargo de elegir el órgano de dirección a nivel municipal. Aunque se sustituyó el nombre de conferencia departamental por el de convención se conservó el principio de elección proporcional de sus delegados por parte de las direcciones municipales y los comités de base. Se conservaron principios fundamentales de organización tales como la militancia individual, la cotización ordinaria, la obligación de pertenecer a un comité, el centralismo democrático. En la práctica después del Congreso comenzó a abusarse del

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vicio del asambleismo y de las reuniones informales amplias que niegan la posibilidad de discusión democrática y productiva.

La línea revisionista que se aprobó en el Segundo Congreso no consistió únicamente en la adopción de las tesis de origen browderiano. Esta desviación derechista tuvo un contenido más amplio. Así, el creciente apoyo al Partido liberal se fue convirtiendo en franco incondicionalismo, lo que llevaba a los dirigentes comunistas a preocuparse más por la unidad del Partido Liberal que por la búsqueda de un camino independiente de acción política de la clase obrera.

Ese seguidismo era menos disculpable en la medida en que los análisis mismos de los comunistas mostraban el fortalecimiento de las corrientes que dentro del liberalismo abogaban por la conciliación de intereses oligárquicos.

Las apreciaciones sobre el Partido Liberal se correspondían con una absolutización del papel de la llamada burguesía nacional, la cual se identificaba unívocamente con burguesía industrial ignorando el proceso de diferenciación económica por la que ésta atravesaba y olvidando el proceso de endurecimiento reaccionario de los grandes industriales, proceso determinado no sólo por fenómenos económicos tales como la concentración de capitales sino por el mismo fortalecimiento sindical del movimiento obrero que aumentaba las posibilidades de negociación y lo llevaba a • una mayor figuración política, decisoria en algunos casos. La apreciación sobre el papel de la burguesía nacía del análisis formal y mecánico sobre las etapas de la revolución. En el Segundo Congreso se dijo al • respecto en el informe central: “Los marxistas que sabemos aplicar la teoría a la realidad concreta de cada país, entendemos que las- condiciones actuales de Colombia no son propicias al socialismo. Vivimos una etapa semifeudal de nuestra economía y’ a ella debemos ajustarnos si queremos avanzar en el futuro hacia el socialismo.”74

Esta tesis resultaba una burda tergiversación de la concepción de la revolución democrática no sólo en cuanto que separaba radicalmente esa revolución de la etapa socialista, sino también, en cuanto que e asignaba el papel dirigente a. la burguesía, cuando ésta en Colombia presentaba todas las evidencias de su marcha regresiva.

Intervenían además en al desviación oportunista del PSD otros elementos, tales ‘comó los métodos autoritarios y personalistas, de dirección. Armado de tesis obreristas Augusto Durán buscó por todos los medios despejar el camino, retirando de la escena a camaradas valiosos que no compartían sus métodos de dirección o criticaban sus procedimientos caudillistas. Al contrario, se elevó no pocas veces a cargos de dirección a’ gentes de reconocida incompetencia pero de no menos reconocido incondicionalismo. Quienes Continuaron en la dirección sustentando criterios independientes se vieron continuamente hostilizados y obstaculizados en el desarrollo de su actividad política.

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Las expresiones de descontento hacia la línea adoptada por el Congreso, como en relación con los métodos desplegados por Durán comenzaron a combatirse como manifestaciones de “oportunismo pequeño-burgués”, “anarquismo señorial” y “Trotskisrno”. * Entre el Segundo y el Tercer Congreso que tuvo lugar en Diciembre de 1945 fueron sancionados, como se verá más adelante, numerosos camaradas siendo algunos de ellos expulsados del Partido. Que en la mayoría de los casos se trataba de militantes honestos da cuenta el hecho que en el período posterior de la violencia por lo menos dos de los camaradas sancionados se convirtieron en mártires revolucionarios. Esas sanciones se tomaron con respecto a militantes en casi todas las regiones d& país. Eso permitió a Durán hablar de una tentativa de fracción a escala nacional.

No poca importancia en la desviación oportunista que aquejó al Partido en este período tuvo el culto a la personalidad. Tal culto crecía estimulado sin disimulos por e! propio Durán. En el Informe Central al Segundo Congreso el secretario general se complacía en presentar los aciertos y las iniciativas oportunas del Partido como el producto exclusivo de su personal sagacidad ‘política. Para ello, reforzaba su argumentación con referencias a sus propias y diversas intervenciones en la etapa anterior al Congreso. Por éste tiempo, algunas células optaron por tomar como distintivo el nombre del secretario general. De igual forma fueron propiciados los homenajes públicos con la participación de personajes del mundo político oficial.

Ese culto a la personalidad tuvo a veces, Expresiones grotescas, tales como la publicación rimbombante biografía, elaborada por Manuel Felipe Ortiz, secretario nacional de agitación y propaganda y duranista de tiempo completo, titulada: “Augusto Durán o una Voluntad de Lucha”. Tal biografía apareció en Febrero de 1946, cuando justamente arreciaba la lucha por la recuperación del PSD para los principios del Marxismo leninismo. “Augusto Durán, o una Voluntad de Lucha”, se decía en el prólogo, es más que todo una lección revolucionaria que nos enseña mucho sobre cómo tenemos que ser y comportarnos para cumplir más cabalmente con nuestras obligaciones como militantes de nuestro partido”. Más adelante continuaba en el mismo prólogo: “Muchos defectos tenemos. Grandes vacíos. Innumerables fallas. La biografía de Durán nos dice bastante de cómo debemos ser, cómo seremos más consecuentes servidores de la clase obrera, del pueblo, de la revolución colombiana”. La biografía atribuye todos los éxitos del Partido a su secretario general y termina llamándolo “el primer estratega político del pueblo colombiano”, “querido jefe y conductor marxista”. Este culto a la personalidad no se presentaba como algo alejado, cómo exclusivo de Colombia sino que reflejaba también la ocurrencia de este fenómeno en el movimiento comunista internacional, particularmente en el PCUS, en torno a Stalin.

Si el revisionismo duranista cobró gran fuerza ello se debe a que encontró algunos factores objetivos de sustentación. En Colombia, la segunda guerra mundial como hecho universal, nuevo y de significación histórica sin

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precedentes, encontró a un partido todavía en proceso de formación, teóricamente desarmado para la correcta interpretación del sentido de los nuevos acontecimientos. De otra parte el revisionismo duranista parasitó sobre un movimiento obrero que tenía su espina dorsal en ‘ el proletariado del transporte con todas sus peculiaridades y que no había logrado penetrar en el proletariado fabril que por otra parte era aun bastante débil en Colombia.

Entre Durán y sus seguidores más incondicionales se hizo costumbre cobrar dentro del partido la influencia sindical, para explotarla al servicio de intereses puramente personales. No deja de llamar la atención la dedicatoria del autor. de la Biografía, de Durán: “Dedico esta biografía a nuestro querido dirigente y secretario general del Partido Socialista Democrático, y a los aguerridos luchadores obreros del transporte fluvial, portuario y marítimo. A ellos, a los que con su calor revolucionario hicieron de un modesto trabajador, el líder mas querido del. pueblo colombiano, nuestro máximo dirigente, Augusto Durán”. De esa circunstancia derivaba la consigna a la cual acudía Durán periódicamente: “Paso a los obreros a los puestos de dirección” los duranistas util!zaban esa consigna al servicio de intereses de grupo.

Sin embargo el estudio global sobre los materiales programáticos permite afirmar que no .todos ellos plasmaban la concepción revisionista. Esto se advierte al leer el Programa del PSD aprobado en el Congreso. Aunque contenía afirmaciones sobre una ilusoria’ colaboración del capital extranjero en el desarrollo, del país, los puntos fundamentales estaban correctamente formulados. Entre ellos se destacaban:

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-1 Lucha por la liberación racional contra todas las fuerzas imperialistas colonizadoras (subrayado (M.M.L )

2 Por la industrialización del país que tenga como elemento decisivo la creación de la industria pesada.

3. Lucha contra el monopolio de la tierra y por la distribución gratuita a los arrendatarios, medieros, etc.

4° Por la nacionalización de las compañías extranjeras

5 Por la creación del Seguro Social.

6 Por el reconocimiento de todos los derechos civiles y políticos a las mujeres y a los jóvenes.

Lo más importante en el programa e la referencia al objetivo de la clase obrera: “el establecimiento de la sociedad socialista”. En los demás materiales

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del Congreso las referencias al socialismo se habían hecho solamente para subrayar que no era ‘ésa la etapa en que e encontraba el proceso’ social colombiano y que por tanto la iniciativa correspondía a la burguesía.

Las diferencias en los materiales escritos eran expresiones de diferencias de enfoque político y organizativo. En efecto el ‘recorrido hecho hasta entonces por los comunistas había creado fuerzas sanas vigorosas, las cuales, una vez pasado el desconcierto inicial comenzaron a dar la lucha para volver por los caminos revolúclonarios del. marxismo.

Aún en el movimiento sindical más combativo y esclarecido de la época, el ‘de los trabajadores del río Magdalena, se mantuvieron factores dé atraso que generaron determinadas expresiones políticas. En otros sectores del movimiento sindical, se mantuvieron rasgos artesanales y mutualistas heredados de las etapas primeras del movimiento obrero colombiano.

4.8 Conquistas del Movimiento Sindical y cambio de situación política nacional

López presionado por el movimiento obrero, al cual explícitamente reconoció un gran papel en las jornadas de julio de 1944, utilizó el estado de sitio decretado en relación con el golpe militar para la sanción de una serle de medidas en su mayoría favorables al movimiento sindical, a través del Decreto 2350 de 1944. Esta norma fue adoptada no sólo en virtud del estado de sitio, sino también invocando las facultades del gobierno en relación con el estado de beligerancia contra el Eje.

Este decreto estableció el fuero sindical, introdujo la prohibición del paralelismo sindical a nivel de las organizaciones de base, estableció la contratación colectiva, fijó en 9 horas la jornada de trabajo en el campo, creó el recargo del 25 y 50 por ciento en la remuneración de las horas extras, prohibió el pago de salarios en especie, estableció el preaviso en caso de rompimiento del contrato por parte del patrono y la facultad del gobierno para fijar el salario mínimo.

Hubo naturalmente aspectos negativos en la ley, tales como el reforzamiento de ciertas disposiciones sobre el control sindical, la limitación de la capacidad negociadora de las fedçraciones, ampliación de la noción de servicio público, renglón en el cual la huelga se había prohibido desde los orígenes mismos de la legislación laboral en Colombia.

No obstante estas graves limitaciones el Decreto 2350 significó un avance considerable en materia de legislación obrera, si se tienen en cuenta las condiciones laborales hasta entonces Imperantes y los intentos de reforma laboral adelantados por el gobierno no en 1943. Así, lo entendieron entonces,

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tanto el movimiento obrero como la extrema derecha. El PSD estimó así el decreto: 11Constituye, un notable avance en la legislación social colombiana y un formidable estímulo para las sufridas masas laboriosas, que en esta forma adquieren nuevas armas para luchar por un nivel de vida decente.”

esta época de realizaciones progresistas de López correspondió el Decreto 1788relativo a la suspensión de los lanzamientos en el campo. Estas medidas afianzaron el apoyo del movimiento obrero al presidente.

Entre finales de 1944 y el año 1945 creció substancialmente la significación política del PSD en la vida nacional y paralelamente se registró un notorio aumento de las filas partidarias. Llegaban al PSD grupos y personalidades políticas. A finales de Agosto de 1944 se autodisolvió la Liga de Acción Política y dejó a sus miembros en libertad bien para acogerse al alero liberal, o para pedir militancia al Socialismo Demócrático. En carta a la dirección del PSD uní buen grupo de la Liga manifestó su voluntad de ¡ngreáar al PSD “ya que nuestro cenáculo por más militante que él sea -lo és en él campo abstracto del estudio. Combatir la reacción Implica antes que todo. - actuar eficazmente dentro de los partidos. que se le oponen. ‘ El 7 de Septiembre del mismo año en Ibagué se afiliaron en una asamblea 50 nuevos militantes. Por este tiempo El Liberal calculaba en .12 mil el número de militantes del PSD. Se hicieron socialistas personalidades democráticas como Juan Francisco Mújica, Alvaro Pío Valencia, Diego Montaña Cuéllar, etc.

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El Siglo por su parte, clamaba contra el decreto y lo calificaba de norma anticonstitucional. “Un decreto tan peligroso para la economía nacional y para la tranquilidad de los hombres de trabajo por la omnímoda injerencia que el mismo gobierno se otorga para intervenir a su antojo y en forma circunstancial para cada caso en todas las industrias”. 76 El Siglo se queja en nombre de los obreros y de los industriales amenazados “por la influencia comunista en el gobierno”, y se lamenta de la suerte del trabajador del agro “ante la .incertidumbre de su sagrado derecho de. propiedad”

. 75 Diario Popular, Bogotá, octubre 4 de 1944. 76 El Siglo, Bogotá, octubre de 1944.

del PSD. Se hicieron socialistas personalidades democráticas como Juan Francisco Mújica, Alvaro Pío Valencia, Diego Montaña Cuéllar, etc.

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• Este ascenso acelerado del número de militantes obedecía a causas diversas. A la autoridad ganada por los comunistas en la lucha por las libertades. Democráticas, a los •óxifos pasmosos del ejército rojo en la lucha contra el fascismo ya que. fueron los comunistas quienes estuvieron indeclinablemente desarrollando el trabajo de solidaridad con la URSS y de lucha contra el. fascismo. Respondía ese crecimiento también al cambio de nombre del PCC y a la línea política adoptada en el Segundo Congreso lo cual llevó a algunos a la convicción del surgimiento en Colombia de un Partido social-demócrata, en un momento de aguda crisis del liberalismo.

Ese crecimiento encontró un Partido debilitado en sus mecanismos organizativos y difusos en las concepciones políticas e ideológicas. Por ello, el crecimiento de esta etapa tuvo mucho de efímera. Sin em77 Diario Popular, Bogotá, agosto 25 de 1944. Entre los militantes de la Liga que entraron al PSI) figuran: Juan Francisco Mújica, Carlos II. Pareja, Marco Ospina, Gulllerm0 Tapias, Jcr sé Francisco Socarrás, Gregorle Pinto, Carlo Tayek, • Rafael Vega. .

barga, persistieron algunos de los militantes llegados en tales circunstancias y se convirtieron en figuras valiosas durante los tiempos oscuros y peligrosos de la “violencia”. Algunas veces se adoptaron procedimientos abiertamente equivocados. Mediante resolución, la dirección del Partido acordó que los votantes por las listas del PSD en las elecciones de Abril de 1945 se consideraran como miembros activos. Tal decisión no sólo significaba el alejamiento drástico de la concepción del Partido marxista, sino que constituía una abierta violación de los estatutos del PSD que explícitamente exigían la mi!itancia individual y establecían unos procedimientos para el ingreso al partido.

Por ese tiempo se crearon organizaciones amplias para la investigación científica como el Centro de Estudios Económicos fundado el 14 de Septiembre de 1944. Este centro contó con la participación de un número de intelectuales del PSD y de la. izquierda liberal. Publicó algunas investigaciones realizadas sobre aspectos de la vida económica del país.

Fue también fundada la Universidad Obrera que recibió personería jurídica y que .se inauguró a comienzos de Septiembre de 1945.- Esta institución tenía la finalidad de formar dirigentes sindicales y populares.

La adopción de medidas reformistas por parte del gobierno de López no detuvo al movimiento obrero-en sus demandas reivindicativas.. Antes bien, aprovechando el clima reformista y las declaraciones del presidente sobre la necesidad de elevación de los salarios, el PSD y la CTC plantearon la consigna de alza de salarios en un 40%. Simultáneamente acordaron la realización de demostraciones callejeras en las principales chi

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dadas en apoyo a esta reivindicación. Tales manifestaciones tuvieron lugar en las pricipales ciudades desde finales de Septiembre de 1944. Además el PSD comenzó por ese tiempo una activa campaña por el establecimiento de los seguros sociales para los trabajadores que desarrolló junto con la agitación por los derechos políticos de la mujer, en primer lugar por el derecho al voto. La reforma constitucional efectuada en 1944 estableció el voto femenino pero dejó la disposición constitucional para ser re- reglamentada en el futuro.

La iniciativa que tomó el gobierno luego de las movilizaciones de Julio de 1944 y que le permitió la adopción de las reformas laboral, constitucional y de otras medidas secundarias, fue cediendo en la misma proporción en que avanzaba una nueva ofensiva reaccionaria. Esta presentaba dos flancos: la dirección conservadora y el ala santinista del liberalismo. El Tiempo ya desde Agosto abrió una campaña contra el Partido Socialista Democrático. Desde este vocero de la ohgarqufa se lanzó de nuevo el grito trasnochado: ‘jEn Colombia, el peligro es el comunismo!” Esa propaganda se adelantaba en términos tales que el ataque lo recibiera también el gobierno. El Liberal que tenía razonas para ser menos proclive al anticomunismo decíá de la campaña de Santos: “No creemos que el llamado peligro comunista justifique una desaforada conversión hacia la derecha, que so pretexto de la cruzada contra el fantasma de Lenin, aumente las posiciones desde las cuales una oposición conservadora inconversa pueda seguir adelantando sus campañas contra la república”.”

La campaña de El Tiempo era sólo superada por El Siglo, comprometido en la propaganda antisoviética que cubría desde imputaciones calumniosas en torno a las actividades de la embajada soviética en Colombia hasta la mofa permanente sobre el estado de beligerancia de Colombia.

Los sectores más reaccionarios de la Iglesia resolvieron también ocupar su puesto en el concierto antisindical y anticomunista. En Septiembre de 1944 el obispo Miguel Angel Builes y el arzobispo García Benitez prohibieron a los trabajadores católicos afiliarse a FEDETA, federación de la CTC en Antioquia. No obstante esta abierta hostilidad, el PSD continuó ganando influencia. De ello, son prueba los resultados obtenidas por los socialistas democráticos en las elecciones de diputados y representantes que tuvieron lugar en Marzo de 1945. Entonces el PSD obtuvo 29.696 votos en el país. Fueron elegidos representantes, por Cundinamarca, Gilberto Vieira; Francisco Socarrás por el Magdalena y Pedro Abella por el Tolima. El PSD colocó 9 diputados; tres en Cundinamarca y el Tolima respectivamente; uno en la asamblea de los departamentos del Atlántico, Valle y Bolívar. Los resultados electorales en el liberalismo oficializaron la mayoría para el santismo.

Antes y después de las elecciones el PSD y la CTC promovieron manifestaciones en un esfuerzo por mantener la iniciativa que había mostrado López después del 10 de Julio de 1944.

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Sin embargo, estas moviIizaciones no produjeron ninguna reacción, especialmente en el presidente que tenía puesta su mira en la división liberal y. en la derrota del lopismo en las elecciones de Marzo. En efecto, había aparte de grupos menores, tres grandes Corrientes liberales el santismo, el lopismo .y la corriente aún difusa encabezada por Gaitán.

López tenía dos perspectivas: o buscar la alianza con la derecha de su partido y la transacción con el conservatismo, o bien, lanzarse por el camino de apertura democrática y de reformas sociales estableciendo una alianza explícita con el movimiento obrero.

El presidente sin embargo, no consideró la última posibilidad y no quiso ir hacia adelante cuando su clase había tomado la vía del regreso. Por eso, propuso. la olucl4n típica a que .han acudido las oligarquías en Colombia desde finales del siglo XIX en períodos de crisis prolongadas: El frente nacional de los sectores dominantes de los dos partidos tradicionales. Como paso concreto en tal dirección nombra a tres ministros conservadores en el gabinete el 30 de Marzo de 1945. De esos ministros sólo uno aceptó

Al mostrar su extrañeza y preocupación por ese viraje, el PSD propuso la creación de un gabinete de Unidad Democrática como un paso hacia un gobierno ‘de Unidad nacional. Este nuevo concepto carecía, corno el de Unidad Nacional, de un contenido concreto. De la unidad democrática se excluían únicamente los conservadores laureanistas. Por el mismo tiempo el PSD apoyo la candidatura de Echandía, quien represen be la alternativa lopista, pero sobre la cual se abrigaba la esperanza de convertirla en candidatura única del Partido liberal.

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Esta política del PSD que no se decidía por una salida política independiente chocaba con la campaña de Gaitán por su propia candidatura que aparecía muy confusa en esta etapa. Gaitán contaba con el apoyo conservador. Este respaldo no tenía objetivo distinto al de aumentar y profundizar las divisiones en el Partido Liberal. El caudillo no tomó parte en las movilizaciones por el retorno de López al. poder en 1944. Desautorizó el Paro Cívico. del 15 de Mayo del mismo año. El lanzamiento mismo de su candidatura en’ Marzo de 1944 provocó legítimos recelos en el PSD. Gaitán estimuló la creación de su propia fracción en la CTC y contó con el apoyo de los dirigentes sindicales conservadores que integrarían un poco más tarde la dirección de la UTC, por lo menos hasta la proclamación de Ospina Pérez. En los momentos más agudos de la crisis política, cuando la oposición a López dirigida por Laureano Gómez y

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la reacción liberal, se confundía con los ataques a las garantías democráticas, no resultaba aconsejable una táctica de ataque frontal al gobierno de López desde posiciones progresistas, como era el caso de Jorge ElIécer Gaitán.

A comienzos de Mayo de 1945 la aguda pugnacidad Interna se desplazó por algunos días a un segundo plano para dar paso a las noticias sobre la finalización de la segunda guerra mundial en Europa, su escenario fundamental. El 30 Abril los soldados soviéticos tomaron por, asalto el Relchstag donde izaren la bandera roja de la victorea. El 8 de Mayo dé 1945 el mariscal de campo Keitel firmó la capitulación incondicional de Alemania. El 9 dé Mayo se convirtió para la humanidad progresista en el día de la victoria sobre el fascismo.

En Colombia por esos días el pueblo se lanzó a las calles para celebrar el triunfo En Bogotá tuvo lugar el7 de Mayo una manifestación de 50 mil personas ante las cuales se dirigió el presidente López. Los manifestantes gritaban: “Viva la democracia”, “Muera el traidor Franco”. En la concentración hablaron los dirigentes de la CTC: Jesús Villegas y Filiberto Barrero y por el PSD llevó la palabra Gilberto Vieira.

Las buenas noticias venidas de Europa no despejaron sino por breve tiempo.los nubarrones del caldeado ambiente político en Colombia. Ante los signos de debilidad mostrados por L6pez las fuerzas de la oposición de derecha arreciaron sus ataques. Se sucedieron el día 11 de Junio algunos atentados. Las fuerzas que como el PSD y la CTC habían promovido el apoyo a López a lo largo de año y medio de crisis se desgastaban ante las vacilaciones del presidente. Este elevó una vez más su renuncia ante el Senado el 19 de Julio. Esta vez tuvo el carácter de irrevocable. Luego de barajar algunas candidaturas, la mayoría liberal del parlamento acordó el nombre de Alberto Lleras Camargo quien resultó designado presidente, a satisfacción también de la oposición conservadora. Lleras era la figura más adecuada para encabezar un gobierno del Frente oligárquico bipartidista que en cierto modo ya había promovido, sin éxito, López. Con esos hechos, si se quiere convencionales, se terminaba un período de la historia de Colombia, para dar paso á una etapa de transición entre los gobiernos liberales y los regímenes dictatoriales y terroristas.

IX. CONCLUSIONES

El período de la historia del Partido Comunista de Colombia, comprendido entre los años. de t941 y 1945, constituye una etapa riquísima en experiencias para todo el movimiento obrero nacional. En la exposición precedente se reseñaron y analizaron grandes éxitos en el trabajo de los comunistas y con todo rigor se estudiaron los graves errores en que cayó el Partido. A lo largo del capítulo se han presentado los rasgos y acontecimientos más salientes de la situación internacional excepcionalmente complicada por el desarrollo de la segunda guerra mundial. También se ha buscado establecer las líneas centrales de la

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historia nacional en este período que no ha sido objeto de investigación seria en la historiografía colombiana.

A lo largo del período, el PCC desarrolló una lucha sin cuartel, a través de múltiples formas y modalidades, contra el nazifascismo y contra todas las formas abiertas o embozadas de la propaganda fascista. Este trabajo es preciso recogerlo actualmente cuando él pueblo colombiano enfrenta la ofensiva de los grandes monopolios, los cuales acuden a doctrinas neofascistas en el esfuerzo por mantener su dominio económico, social y político y ponen en acción táctica terroristas contra el movimiento popular. Es bien sabido que las tradiciones revolucionarias se convierten en fuerza material que estimula al movimiento popular.

En la solidaridad con la lucha de las fuerzas democráticas; especialmente con el pueblo soviético, contra la barbarie fascista, los comunistas colombianos cumplieron a cabalidad su tarea internacionalista manteniendo en e[ país viva la atención sobre el desarrollo del frente antifascista dando origen a movilizaciones de masas y creando organizaciones amplias. Esta acción combinada no sólo contribuyó a crear una mentalidad democrática antifascista en amplios sectores del país, sino que presionó en forma efectiva una política exterior colombiana de apoyo a la causa aliada.

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En la exposición se advirtieron los rasgos nuevos que tomó durante este período el trabajo de los comunistas por la unidad del movimiento sindical. En este campo se destaca la. eficaz oposición a las ofensivas del gobierno contra el derecho de huelga y contra las prerrogativas de la organización sindical ya antes alcanzadas. De ese trabajo son Inseparables las conquistas laborales formalizadas en la legislación del final del período.

. Reconocimiento general tuvo el papel jugado por el PCC en la defensa de las libertades democráticas y en la batalla contra las tempranas expresiones del golpismo militar. Desde el punto de vista del movimiento obrero son dos las experiencias que se deben recoger. 1° El lugar de vanguardia ocupado por la clase obrera en la defensa de la democracia. 2° El carácter de masas que adquirió esta lucha y que bajo la iniciativa de los comunistas dio origen, a nuevas formas da lucha como los paros cívicos regionales y el paro cívico nacional. Sólo ese carácter de masas pudo frenar el avance de la reacción y el militarismo.. Si son evidentes los éxitos en el trabajo del PCC en este período, también lo son los errores: El” revisionismo duranista que tomó cuerpo en el Partido, especialmente en el Segundo Congreso, ofrece lecciones fundamentales. En. primer lugar el trabajo en el movimiento obrero debe dirigirse al nervio de la clase obrera, al proletariado fabril de ‘las grandes concentraciones ‘ industriales, las explotaciones mineras básicas, cuidando al mismo tiempo de combatir el caudillismo sindical de dirigentes que se comportan con respecto a las organizaciones gremiales como frente’ a parcelas de propiedad personal o de grupo.

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‘El revisionismo no penetró en la línea. Política en forma intempestiva la sustitución’ dé ‘la política de Frente Popular, por la de Unidad Nacional no fue precedida de un esclarecimiento teórico del concepto mismo de Unidad Nacional que va adquiriendo a lo largo del período contenidos diferentes. Esa ambigüedad ideológica junto con el seguidismo práctico con respecto al liberalismo paulatinamente abrieron el campo a la desviación oportunista a la cual sirvieron de expresión teórica las concepciones de Earl Browder.

Los errores oportunistas aparecieron como el divorcio entre los objetivos económicos y democráticos inmediatos con las tareas estratégicas. Es bIen sabido desde los tiempo del Manifiesto Comunista, que la diferencia del partido marxista con otros Partidos obreros y populares radica justamente en la combinación en la lucha por las reformas Inmediatas con el movimiento por la eliminación del régimen capitalista.

Como corolario de lo anterior se Impone siempre para el Partido Comunista la actitud Inequívoca hacia el poder a través de las etapas y los medios que el estudio profundo de la realidad aconsejen.

4. Reconstrucción Leninista del Partido 1945-1950.

5. 5.1 La situación internacional y la economía en el período 1945-1950.

6.5.2 El auge del movimiento obrero. III Congreso del PSD, Diciembre de 1945.

7. 5.3 El PSD y la campaña presidencial 1945-1946.

8. 5.4 El movimiento gaitanista y el PSD.

9. 5.5 IV Congreso del PSD. Junio 25 de 1946.

10. 5.6 El PSD y las nuevas dificultades del movimiento sindical.

11. 5.7 El Quinto Congreso del PCC, Julio de 1947.

12.5.8 El PCC y el auge del movimiento antiimperialista.

13.5.9 El PCC y la lucha por los derechos de los campesinos y contra la violencia.

14.5.10 El 9 de abril de 1948.

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15.5.11 ‘El PCC ante la reacción nacional e internacional.

16.5.12 El PCC y el legado político de Gaitan. VI congreso del PCC.

Corresponde el quinto capítulo de la historia del Partido Comunista al período comprendido entre finales de 1945 y Octubre de 1949. Para situar la actividad del PCC en el marco internacional las líneas centrales del desarrollo político en la posguerra son: el fortalecimiento del socialismo y la democracia por un lado, en virtud de la victoria sobre el fascismo, y la consolidación de la hegemonía del imperialismo norteamericano en el mundo capitalista, por el otro. Se presenta la lóha de los comunistas colombianos en las condiciones del desencadenamiento del anticomunismo y la guerra fría por la reacción imperialista. En la política de la burguesía colombiana lo más notable es la escalada hacia la reacción que tiene su primera expresión en la represión al movimiento obrero y que desde finales de 1946 se combina en forma creciente con la persecución sectaria en los campos.

El período 1945-1949 corresponde a una radicalización del movimiento popular en Colombia. Se establecen las causas económicas y políticas de ese viraje de las masas a la izquierda. Se presenta la acción dirigente de los comunistas en la lucha antiimperialista y las formas de unidad de acción estimuladas por el Partido en este campo. Igualmente se bosquejan Las, modalidades del trabajo del Partido por la defensa de las libertades democráticas y contra la violencia reacionaria.

470En este capítulo se analizan los fenómenos políticos nuevos relacionados con las concepciones y la acción de Jorge Eliécer Gaitán y las alternativas de la relación del caudillo liberal con los comunistas. Igualmente se -ofrece una valoración de la significación histórica del levantamiento popular del 9 de Abril de 1948. En el plano interno se sigue detalladamente el curso que tomó la superación del revisionismo teórico y el oportunismo organizativo. Ese proceso se sigue a través de los documentos del Tercero al Sexto Congresos y del desarrollo del trabajo político del Partido. La exposición se detiene especialmente en el Quinto Congreso ya que en él, las tendencias leninistas del Partido Comunista derrotaron a la corriente revisionista que había venido actuando desde la dirección. El 22 de octubre de 1949 el PCC lanzó la consigna de Autodefensa de Masas frente a la violencia oficial cada vez más desenfrenada. Como la adopción de esta consigna implicó una novedad en la táctica, se toma como punto de referencia en la periodizach5n de la historia del PCC.

5.1 — La situación internacional y la economía en el período 1945-1950 En los primeros años que siguieron a la segunda guerra mundial se

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alinearon claramente las fuerzas en los dos campos: el de la reacción y el imperialismo y el campo del socialismo y la democracia.

De la lucha contra el fascismo la URSS a pesar de las enormes pérdidas humanas y materiales, salió enormemente fortalecida tanto económica como política y militarmente. En esta etapa en virtud de una serie de revoluciones surgieron las “democracias populares” en varios países de Europa. Al final del período que aquí se estudia culminó exitosamente la heroica lucha del pueblo chino por su liberación con la proclamación de la República Popular el 1 de Octubre de 1949.

- El hecho histórico más importante de estos años fue el surgimiento y consolidación del sistema socialista mundial que agudizó la crisis general del capitalismo. • Esta crisis entró en su segunda etapa con el comienzo de la segunda guerra mundial y se prolongó hasta mediados de los años cincuenta. Gracias a la victoria de los pueblos sobre el fascismo creció entre las grandes masas la simpatía por el socialismo y se afianzaron las ideas de renovación social y política del mundo.

Todos estos factores no podían menos de provocar una gran preocupación y un sentimiento de temor entre los monopolios del mundo por la suerte del sistema capitalista en su conjunto. El desenlace de la guerra significó un golpe para las fuerzas de choque del imperialismo: los monopolios de Alemania, Italia y Japón, debilitó al sistema imperialista mundial. Sinembargo, no todas las potencias capitalistas salieron igualmente afectadas. En la posguerra los EE.UU. fortalecieron su hegemonía en el mundo capitalista y tomaron en sus manos la tarea de salvar el capita

SI hasta la segunda guerra mundial, ‘a los países del socialismo correspondía el17% de la superficie de la tierra, cerca del 9% de la población del globo y el 10% de la producción Industrial mundial, en 1950 el sistema socialista abarcaba cerca del 26% de la superficie, el 35% de la población y le correspondía cerca del 20% de la producción industrial mundial. (historia Contemporánea 1939-1973, Moscú, cd. Vuishaia Schkola, 1t75. pag. 57.

- -

472

RECONSTRUCCION LENINISTA 473

lismo y de unificar bajo su égida las esfuerzos de los distintos países capitalistas en el cumplimento de ese cometido.

Entre 1945 y 1948 sobre la base del anticomunismo se redefinió la política interior y exterior de los EE.UU. Los círculos gobernantes del imperialismo presentaron en la propaganda reaccionaria”la amenaza comunista” la cual identificaban con una supuesta labor soterrada de la Unión Sovética y Khon la acción de los Partidos Comunistas en segundo lugar.

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La política exterior del imperialismo yanqui formulada por los voceros de los monopolios tales como Truman, Marshall, Dulles, Vandenberg estuvo Inspirada hasta el detalle por el principio de la “contención del comunismo”.

El debilitamiento de los países capitalistas -de Europa disminuyó su capacidad de competencia al capital norteamericano en Latinoamérica Así los EE.UU. tuvieron la posibilidad en la posguerra de afianzar sus posiciones económicas y políticas en el continente en proporciones que antes no habían logrado. No resulta casual que la realización de •la doctrina imperialista de la “seguridad colectiva” y de la conteríóic5n del comunismo hubiera comenzado en América Latina. En 1947 los EE. UU. Consiguieron en Río de Janeiro que se firmase un “Tratado Internacional de Ayuda Mutua”. De acuerdo con el Art: 3 del mismo, los- participantes “consideran que el ataque armado contra cualquier Estado americano es un ataque contra todos los Estados Americanos Al firmar este tratado anota N. Iakovlev, los EE. UU. ingresaban por primera vez desde 1778 y en tiempos de paz, en una- alianza militar con otros Estados” 1 Al compás de un panamericanismo de esencia imperialista los regímenes democráticos fueron dando lugar en América Latina a gobiernos reaccionarios, cuyo rasgo más destacado lo constituyó su incondicionalidad -frente a la política norteamericana

-En los años de - la posguerra la economía colombiana vive una etapa de crecimiento reflejado en el comportamiento de algunos índices como los del Producto Interno Bruto, el producto interno per cápita y el ingreso nacional bruto que se incrementaron a una tasa anual del 5.9, 3.6 y 7•52 entre 1945 y 1949 siendo superiores en los tres casos a las tasas correspondientes tanto al lapso histórico anterior de 1930- 1945 como al período subsiguiente que va a presentar tasas superiores sólo en los años de 1970-1974.

Las exportaciones de café aumentaron tanto por el volumen como por el nivel de -los precios internacionales. El valor total de las -exportaciones de café pasó de 104.548 millones de-dólares en 1945 a 307.207--millones en 1950.

El aumento de los ingresos por las exportaciones de café, así como la existencia de divisas acumuladas en relación con las dificultades del comercio internacional en el transcurso de la guerra, significaron una disponibilidad de recursos, parte de los cuales se orientó a nuevas inversiones en la industria.

1 Iakovlev. lflstoria contemporánea de los Estados Unidos Editorial Futuro. Buenos Aires, l65. 1, II, pág. 208. - 2 Ver series estadísticas en Miguel Urrutia, Cincuenta Alias de Desarrollo Económico Colombiano. Ed. La Carreta, Bogotá, 1’.fftn1fl. . - 1O’70 “g. 16. –

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Entre 1946 y 1948 los bienes de capital representaron el 45.6 de total de las inversiones del país. SI bien en este período continuó la industrialización en la modalidad de sustitución de importaciones ya iniciada al comenzar los años

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treinta, aparecieron ramas de producción de bienes intermedios tales como las de industria de papel y pulpa, industrias mecánicas, metalúrgicas y de productos de caucho. La Industrialización adquirió un ritmo acelerado, ostentando una tasa media acumulativa anual de 9.4% entre 1945 y 1953.

En el campo se mantuvo la tendencia al incremento de la ganadería. En la agricultura en este período creció la participación de los cultivos de productos para la exportación con una correlativa ampliación de las relaciones capitalistas en la agricultura.

Este crecimiento económico favorecía a una capa delgada de la población. La gran masa de los colombianos no gozó del bienestar que los índices económicos permitirían suponer. Incluso, análisis de historia económica hechos desde la perspectiva apologética del desarrollo económico del país como los de Urrutia Montoya, reconocen la acentuación de la desigualdad en la distribución del ingreso operada en el período que se está analizando.

En una investigación de Rafael Baquero, publicada en 1951 se consignaba lo siguiente: En 1945 había en el país 43 personas que declaraban un patrimonio superior a un millón de pesos y a las cuales en conjunto correspondía un patrimonio de 60.456.688 pesos o sea un ll% del patrimonio total denunciable por personas naturales. En 1948 el número de personas de esa categoría había ascendido a 136 y su patrimonio a 290.420.537 pesos. Según el mismo estudio 60 sociedades anónimas industriales disponían en 1950 de más capital y patrimonio que los 7.859 establecimientos registrados en 1945. En 1948 a 214 sociedades económicas correspondía el 86.5% del patrimonio de todas las sociedades existentes en ese año en Colombia.

Si bien la entrada masiva del capital extranjero en la economía colombiana es fenómeno característico de los años cincuenta sobre todo después de la guerra de Corea, sin embargo en el período 1945-1950 el capital extranjero va ganando nuevas posiciones.

Konrad Matter, economista suizo, anota dos características de la inversión privada extranjera en Colombia después de la segunda guerra mundial: 1 EE.UU. se convierte en el inversionista extranjero hegemónico. 2 La inversión extranjera se concentra en la industria y las finanzas. Según Matter la inversión total norteamericana pasó de 117 millones en 1943 a 193 millones de dólares en 1950. En el mismo lapso esas inversiones en la manufactura pasaron de 4 a 25 millones de dólares. Hasta entonces las inversiones norteamericanas se habían concentrado en particular en la industria extractiva. Así, desde el punto de vista económico, el período de postguerra presenta rasgos que en alguna medida explican las características de la evolución política del país en el período.

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El crecimiento económico acompañado de tendencias a la concentración del ingreso y a la monopolización, la preparación del terreno para la ampliación y diversificación de la dependencia económica con respecto al imperialismo norteamericano son tendencias que inducen a la reacción política. Desde luego esos factores generan el ánimo de resistencia de las masas que hasta ahora, así fuera en forma restringida, venían gozando y haciendo uso de las libertades democráticas burguesas.

Es en esos marcos dentro de los cuales se desarrolla la acción y la política de los comunistas colombianos entre 1945 y finales de 1949.

5.2 — El Auge del Movimiento Obrero. Tercer Congreso del PSD, Diciembre de 1945

Como quiera que la inflación no cedía sus ritmos, en buena parte determinados por el crecimiento del capital especulativo característico de este período• la situación de las masas urbanas se empeoraba cada vez más. Esto condujo a un incremento del movimiento huelguístico que se mantuvo hasta finales de 1948. Siguiendo el registro de la gran prensa, durante el año 1945 se presentaron 22 huelgas en empresas de importancia.

El PSD que en el plano político, influido como estaba por el revisionismo, no daba señales de radicalización, en la lucha gremial mantuvo una posición de Iniciativa. Una vez más FEDENAL abrió el ciclo huelguístico con el paro de los trabajadores del río realizado del 16 a! 20 de Febrero y que tenía como exigencia el establecimiento de una prima móvil para los 1raceros. En Agosto del mismo año FEDENAL vuelve a la huelga reivindicando prestaciones a los reparado 3 En Diciembre estalló la gran huelga de FEDENAL que merece mención especial por la gran importancia en la historia del movimiento sindical colombiano.

Según Rafael Baquero los préstamos anuales hechos por las distintas entidades bancarias que en 1940 solo alcanzaron la suma de 159 millones de pesos, en 1950 llegaron a 1:277 millones de pesos. Rafael Baquero, op. clt., pl —-

Un puesto importante en el movimiento huelguístico tome desde 1945 los trabajadores petroleros. Los obreros de la Shell van a la huelga en este año en dos ocasiones: en Enero y en Noviembre. Estas luchas resultaron posibles por el trabajo organizativo adelantado entre los petroleros por los comunistas, especialmen1 en Barrancabermeja. En la reorganización de la USO luego de la derrota de 1938 jugó un papel decicivo’ gracias a su abnegada y persistente labor, Aure Rodríguez, víctima en los años 50 del terror reaccionario. De igual forma desde sus responsabilidades en. la CTC Filiberto Barrero prestó valiosa ayuda a se mismo proceso de reorganización En la preparación del pliego de peticiones que terminó con una exito convención colectiva en 1943, intervino Gilberto Vieira.°

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De otra parte, la participación del sector fabril en las huelgas fue creciente: El 7 de Octubre de 1945 comenzó la huelga de los 600 trabajadores de textiles Monserrate en Bogotá. El pliego de peticiones incluía: alza de salarios, establecimiento de una prima y de algunas bonificaciones. Los patronos mostraron una gran intransigencia, que fue en un momento reconocida por primer ministro de Trabajo Arriaga Andrade. Detrás

Fabio Rodríguez Villa, Petróleo y Lucha de Clases, E.getL çamérIca, :1975. pág. 84. -

de esa línea inflexible estaba la ANDI, que quería notificar el comienzo de un nuevo período en las relaciones obrero patronales. La huelga se prolongó hasta límites sin precedentes y el movimiento obrero aceptó también la confrontación con la patronal. Se gestó entonces, un vasto movimiento de solidaridad coordinado y estimulado por la CTC y el PSD. Diario Popular informaba sobre la realización de mítines, el recaudo de ayuda financiera, la realización de pequeños paros, el apoyo de organizaciones juveniles, etc. La simpatía de los trabajadores con los huelguistas enardecía más a los patronos quienes exigieron desde el 3 de Noviembre el retiro del pliego de peticiones y que se volviera al trabajo bajo la protección oficial. “Los empresarios, en audaz provocación afirmaron que la huelga tenía origen netamente comunista y que los trabajadores fueron a ella invitados por los agitadores profesionales” Cuando la huelga se prolongaba ya 45 días, la CTC convocó un paro nacional de solidaridad para el 26 de Noviembre. El ministro de Trabajo declaró ilegal ese movimiento. La gran prensa se apresurá a aplaudir la medida y a calificar el paro como un evento exclusivamente político. La huelga se realizó y cubrió el transporte aéreo, marítimo y fluvial durante media hora, como estaba previsto. Importantes empresas Industriales, incluso no afiliadas a la CTC, cesaron el trabajo durante cuatro horas. El movimiento tuvo mayor cubrimiento en Bogotá, Cali y Barranquilla.

La influencia del PSD en las Federaciones de la CTC en Cundinamarca y el Valle aseguró en buena medida el éxito del Paro de solidaridad. Este, por otra parte, se dio cuando maduraban una serie de conflictos laborales en todo el país. Esa circunstancia acentuó el carácter de enfrentamiento político entre los trabajadores y el gobierno. La CTC en uno de los considerándolos de la resolución que declaró el cese de actividades afirmaba: “La huelga de Textiles Monserrate es justa, lícita y legal, pero se atenta contra la unidad sindical y se manifiesta una posición antiobrera y anticolombiana en las empresas de navegación fluvial, petroleros, transporte automotor y ferroviario, etc.”. 8 El paro del 26 de Noviembre notificó a los patronos y al gobierno sobre la disposición del movimiento obrero de defender sus intereses económicos y las conquistas en la organización sindical hasta entonces alcanzadas.

En Cali es por este tiempo particularmente intensa la agitación obrera: FEDETAV, orientada por dirigentes comunistas abnegados como Antonio Ramírez H. y Luis A. Castañeda, respaldan una huelga de los obreros de las minas de los Chorros, Golondrinás y San Antonio. La huelga, como se hace

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usual en el tratamiento de los conflictos laborales en este tiempo, es declarada ilegal por el gobierno. En las movilizaciones de solidaridad, resulta asesinado por la policía un trabajador. Estos hechos son muestra de la violencia urbana tanto jurídica como armada que desata el gobierno contra ¡as masas trabajadoras.

Es en ese ambiente de conflictos dentro del cual transcurre del 7 al 12 de Diciembre de 1945 el Séptimo Congreso de la CTC, que fue precedido por la Convención Nacional Campesina. En la manifestación con que se inauguró el encuentro se manifestó el nuevo conflicto que gravitaría sobre la Confederación en este período: la oposición del gaitanismo. En efecto, grupos gaitanistas suscitaron choques con los manifestantes. Paralelamente al Congreso de la CTC, Gaitán convocó un congreso obrero. En verdad, en la movilización de masas que venía desencadenando, el caudillo no contaba con instrumentos organizativos para el apoyo a su candidatura. En la Conferencia, Gaitán contaba con la doble oposición de liberales y socialistas. No hay razones para afirmar que Gaitán en este tiempo pensara seriamente en fomentar un proceso de organización en la clase obrera

El intento de crear la CNT, como central gaitanista debe encuadrarse más bien en el Conjunto de recursos de movilización político-electoral. A diferencia del período de la UNIR, Gaitán prestó más atención a la potencialidad movilizadora del caudillo que a la. Creación de canales organizativos. El acudía igualmente ahora .a los mecanismos excesivamente elásticos de adhesión política característicos del bipartidismo.

Acompañaban a Gaitán en su ensayo de organización gremial, algunos sindicalistas• liberales resentidos con la CTC y no pocos conservadores,, futuros dirigentes d la UTC. Sobre los métodos utilizados por el gaitanismo en la convocatoria al congreso paralelo habla claro el siguiente testimonio del secretario privado de Gaitán: “Fue necesario apelar al ardid de efectuar un congreso sindical, simultáneo y paralelo al de la CTC, integrado por los elementos descontentos que asistían oficialmente como delegados a la convención de la entidad últimamente citada. Pero como los miembros mencionados no llegaban al número suficiente de agremiaciones, se resolvió timbrar credenciales a integrantes de nuestros comités políticos en la capital, para dar la sensación,. al. menos, de contar con la mayor parte de delegados en relación con el Otro congreso. 1°

. Ni aun con tales métodos estos sindicalistas pudieron salir airosos en su empeño. Sinembargo, si la CNT no representó. una experiencia organizativa estable, sí tuvo la suficiente entidad como problema serio para la. CTC, que no encontró, ni siquiera. Buscó por este tiempo, fórmulas de acuerdo con el gaitanismo que había cobrado dimensiones notables por su influencia entre las masas.

Sobre el Séptimo Congreso incidió la pugna por las candidaturas presidenciales. Aunque el encuentro no se pronunció por ninguna, era claro

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que la mayoría de los delegados era partidaria de una candidatura lopista como la de Echandía.

El Congreso dedicó atención al análisis de la huelga general de solidaridad de Noviembre y en sus sesiones iniciales aprobó una enérgica protesta contra el gobierno de Lleras Camargo por las represalias tomadas contra las organizaciones sindicales. participantes en el paro de solidaridad En especial, la CTC destacó la exigencia’ de reintegro de los trabajadores despedidos; la protesta se dirigió también, contra la violencia puesta en marcha por el régimen contra el sindicalismo y en especial por el asesinato de un trabajador minero en Cali.

Entre los documentos. más ‘importantes del Séptimo Congreso figura la resolución’ de condena al imperialismo. Ella resultaba oportuna ya que como. se vio al comienzo, la ofensiva Imperialista se desató luego de la segunda guerra mundial. Al llamar la atención de los trabajadores colombianos sobre el peligro imperialista éste se presentaba en sus alcances continentales. En uno de los considerandos de la mencionada resolución se afirmaba: “Que la América Latina está siendo víctIma de la intervención del imperialismo en la decisión soberana de sus destinos ya por medio de presiones para inclinar las elecciones en determinado sentido, en el sentido de los intereses Imperialistas, o bien promoviendo golpes de Estado contra gobiernos democráticos o en proceso de democratización”

En ese documento, la CTC incluso planteaba que el intento de golpe de Estado del 10 de Julio había contado con el conocimiento y apoyo de la embajada norteamericana en Colombia.

Para la dirección de la CTC, fue elegido un Comité Confederal compuesto por liberales (mayoría) y dirigentes sindicales del PSD. La importancia del Séptimo Congreso de la CTC radicó en el énfasis que hizo en la denuncia de la ofensiva patronal y del gobierno. en los pronunciamientos contra la penetración imperialista, y en el mantenimiento de la unidad de la Confederación. Sinembargo no aporté criterios para resolver problemas nuevos como el que representaba el ascenso del gaitanismo en el panorama político del país.

El 12 de Diciembre de 1945 se instalé el Tercer Congreso del PSD. En el informe central rendido por Augusto Durán, al analizar la huelga general del 26 de Noviembre, se la consideró como un movimiento contra la política antiobrera del régimen de Lleras Camargo y por tanto como hecho político de gran significación: “Una huelga de solidaridad como la realizada el 26 de Noviembre, sólo se produce cuando los obreros organizados han adquirido una conciencia política. El 26 de Noviembre nos dijo cuál es el grado de conciencia de los obreros colombianos”. 12 En el Congreso se discutió con énfasis autocrático sobre el problema del imperialismo y sobre la idea browderiana en relación con el mundo de la posguerra. “Hoy —se dijo— no caben tantas conjeturas sobre el carácter rapaz del imperialismo norteamericano”. Al anotar cómo el capital monopolista norteamericano había salido muy fortalecido de la

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guerra, se llamaba la atención sobre la ola de reacción que sacudía a Latinoamérica. Esta actitud frente a los EE.UU. no comenzó en el congreso sino que ya venía orientando en forma práctica la actividad del PSD desde mediados del año A comienzos de Octubre de 1945 Gilberto Vieira había dado un debate en la Cámara enjuiciando la actitud servil ante el imperialismo de la delegación colombiana en la Conferencia de San Francisco.

En el Congreso se hizo un balance de la desviación browderiana en el PSD. Con tal fin se presentó por parte del Comité Ejecutivo a la consideración del Congreso, una ponencia titulada Los Errores de Browder y su Reflejo en Colombia. Se apoyó este documento en el debate que se hizo por algunas figuras destacadas del movimiento comunista internacional. Ante todo es preciso decir que en Estados Unidos no todo el PC cayó en las teorías de su secretario general. Las posiciones marxistas fueron defendidas por él veterano dirigente del PCA William Foster. Ideológicamente lo secundaron otros miembros del Comité Ejecutivo Central tales como Gilbert Green y Morris Childs. Tuvo importancia también el estudio que sobre el Browderismo adelanté el Partido Comunista Italiano.

Sinembargo el trabajo que más influyó en Colombia fue el artículo de Jacques Duelos, aparecido en Abril de 1945 en el órgano teórico del PCF, Cahiers du Comunisme. Este trabajo, y un artículo de W. Foster fueron reproducidos por el dirigente comunista Jaime Cuéllar en Manizales a mediados de 1945 y circularon entre la militancia, especialmente en Caldas, Valle y Tolima. En el número de Junio y Julio de la revista teórica del PSD, Guía del Socialista, Augusto Durán publicó un artículo en que criticaba algunas apreciaciones de Ducios y justificaba posiciones de Browder especialmente aquellas relacionadas con la colaboración de clases entre patronos y obreros. Sinembargo, como la discusión ideológica aumentaba, el debate comenzó en e! seno de la dirección. A ello obedeció la publicación, en el N 26 de Agosto. de 1945 de Diario Popular, del trabajo Una crítica a la disolución del Partido Comunista en EE.UU., de Ducios. Por ser ese estudio un punto de referencia en el debate ideológico aquí se destacan los elementos fundamentales de esa crítica

1. La posición de Browder desembocé en la -práctica, en la liquidación del partido político independiente’ de la clase obrera en EE.UU.

2. Browder revisa - el Marxismo-Leninismo al concebir una larga paz de clase en EE.UU., una armonía entre capital- y trabajo.

3. Al transformar la declaración de Teherán, que es “Un mero documento de carácter diplomático”, en plataforma política de paz de clases en EE.UU.. Browcler siembra peligrosas ilusiones oportunistas que repercutirán negativamente en ese país.

4. El PCF y otros no seguirán a Browder en sus desviaciones y las combatirán.

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En la autocrítica sobre el browderismo hecha en el Tercer Congreso del PSD se destacan los siguientes aspectos:

-1 ; Como arriba se anotó, el error que se consideraba como el más grave estribaba en la revisión de la teoría leninista sobre el imperialismo. En este sentido se puntualizaba la idea en que cayó el PSD con respecto a la política del “Buen Vecino”.

2. La concepción utópica sobre un capitalismo sin - crisis.

- 3. La idealización de la democracia burguesa ocul tando su contenido de clase.

4. El menosprecio del papel del Partido como motor del proceso revolucionario.

En la autocrítica se señalaron algunas enseñanzas dejadas por el análisis de la desviación browderista:

1. La necesidad para el Partido de prestar más atención a la capacitación teórico-política, no solamente de los afiliados de base sino de los cuadros de dirección. - .. -

2. Necesidad permanente del análisis independiente de los fenómenos y situaciones: “Es preciso —se subrayó— acostumbrarnos a estudiar todos los problemas por nuestra propia cabeza”.

La ponencia sobre la influencia del browderismo en Colombia constituyó un paso importante en la lucha contra el revisionismo en el PSD; sinembargo, fueron conservados, aunque con modificaciones, algunos postulados reformistas. Esto ocurrió en particular con la tesis de la colaboración obrero-patronal, la cual se presentó como vaga ‘y confusa.

De esta manera, al aludir a la necesidad de la defensa de la industria nacional se propuso adoptar el término de colaboración obrero-industrial. Igualmente se conservó el principio de la Unidad Nacional que constituía en buena parte el origen ideológico de una serie de apreciaciones equivocadas.

El Tercer Congreso se ocupó del estudio de los cambios operados en el liberalismo y de su nuevo papel. En las conclusiones se hizo esta justa caracterización: “El retiro reciente del doctor Alfonso López bajo la presión constante de las corrientes reaccionarias y capituladoras del partido liberal, de la reacción feudal y del imperialismo, marcó una nueva etapa en la vida del partido liberal, marcó una nueva etapa de temor al movimiento obrero en ascenso, del miedo a la participación activa y coherente de las masas populares en la lucha por la

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democracia y la liberación nacional. La burguesía liberal ha llegado a un período en que teme más al movimiento de masas que a sus enemigos de la reacción”.

Desafortunadamente esa justa visión de las cosas no se mantenía integralmente en el análisis. El examen, al concretar algunos hechos, se mezcló con especulaciones utópicas que expresaban solamente deseos subjetivos. En efecto, en el informe central se presentó el siguiente, ya entonces falso problema: “Para la burguesía se plantea un dilema: Perecer bajo la garra del imperialismo, sacrificando soberanía e independencia nacional y sus propios Intereses de clase, o aliarse a la clase obrera y al pueblo para la formación de un poderoso movimiento de Unidad Nacional (subrayado en el texto) que haga retroceder a nuestro enemigo mortal y forje las condiciones para el desarrollo económico social de nuestra nación”. ‘ Este tratamiento del problema se hacía extensivo a las relaciones de la burguesía con los latifundistas. Pero ¿cómo conciliar estas consideraciones con el juicio ya citado Sobre evolución del liberalismo y con-el análisis que se hizo en el Informe sobre el camino prusiano del desarrollo? En efecto, esa forma del desarrollo del capitalismo en la agricultura se presentaba justamente como la expresión de la conciliación de la burguesía con los terratenientes. De otra parte, la actuación del gobierno de Lleras había mostrado ya con suficiente claridad su - carácter claudicante frente al imperialismo, tanto en la política exterior como interna, cosa que reconocía Durán en su informe. Si bien la pregunta sobre qué aliado en un momento dado pueda preferir la burguesía, puede tener justificación, én abstracto, en las condiciones concretas de Colombia en el año cuarenta y cinco esto ya no se podía poner bajo el signo de la interrogación. Era claro que el sector dominante lo constituía la burguesía conciliadora, partidaria de las soluciones de compromiso con el imperialismo y con los terratenientes, lo que no descartaba la existencia de sectores progresistas do la burguesía con los cuales no sólo era posible sino necesario plantear la alianza de la clase obrera y su partido; no era en estos términos en que Augusto Durán planteaba la cuestión. Aleándose ya francamente del análisis de La realidad, Durán hizo en su informe ejercicios. Especulativos• que no perseguían otra finalidad que sustentar una política de alianzas con el oficialismo liberal, alianza a todas luces oportunista. Arguyó que el acuerdo de la burguesía con los terratenientes resultaría inestable ya que estos se orientaban más’ al compromiso con los intereses imperialistas que con ‘los de nuestro naciente capitalismo criollo”. Eso dejaba el camino abierto para la identificación de los conceptos de “burguesía nacional” y “burguesía industrial”. Naturalmente, como se vio al comienzo, los lazos entre los monopolios extranjeros con el “naciente capitalismo criollo” se habían estrechado visiblemente.

Durán, no sólo justificó la colaboración conservadora en el gabinete, sino que la presentó como un fenómeno positivo ya que ‘las fuerzas conservadoras que colaboran con, el gobierno son, precisamente, aquellas que. se pronuncian contra el Cuartelazo porque los mismos intereses que representan los de los industriales y masas pobres conservadoras, están más cerca de los intereses de la .bur9uesía liberal democrática, progresista, que de cualquier régimen

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militar reaccionario sustentado en. las columnas y tropas de asalto del fálangismo y el imperialismo”.

La pervivencia dé tesis revisionistas cómo la de “la unidad nacional” y el mantenimiento de una alianza con el oficialismo liberal acentuaron el proceso de enajenamiento de la simpatía hacia el Partido, en importantes sectores de masas. Muestra de ello, habían sido ya los resultados electorales del PSD en las elecciones para concejales en Octubre de 1946, en los cuales obtuvo 18.000 votos, cuando en las elecciones de 1945 se había acercado a los 30.000 votos.

En el plano organizativo, el Tercer Congreso tomó algunas determinaciones positivas que significaron una rectificación de algunos métodos adoptados bajo la influencia browderiana. En tal sentido fue acogida una reforma de los estatutos cuyos puntos principales fueron: 1) Adopción de una norma inequívoca en relación con la militancia: “es miembro del Partido quien acepte el programa y los estatutos, milita en una de sus organizaciones y paga las cotizaciones” (Art. 6.). 2) Se estableció claramente la prelación de la militancia por lugar de trabajo en oposición a la mi’itancia en organismos barriales, modalidad que se estaba universalizando. 3) Se acordó igualmente restablecer el principio de adhesión individual del militante, frente a la práctica de la afiliación masiva e indiscriminada. De acuerdo con este principio, fue posteriormente anulada la resolución que había considerado como miembros del Partido a la totalidad de votantes por el PSD en 1943.

Si bien en el terreno ideológico el Tercer Congreso formalizó parcialmente la lucha contra el oportunismo, en el terreno práctico la •adopción de una serie de medidas disciplinarias permitió a los duranistas mantener la mayoría de los cargos de dirección. A ello contribuyó en no poca medida la habilidosa utilización por parte de Durán de la convicción, profundamente arraigada en el colectivo del Partido, de la necesidad “ la ruptura de la unidad. Naturalmente no podían ser las concesiones en materia de principios, como a la postre se demostró, la mejor

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garantía para la conservación de la unidad. De otra parte, la presencia de tendencias que en la lucha contra el oportunismo tomaron ciertos ribetes extremo izquierdista, explica, aunque no justifica la indecisión de los sectores más consecuentes del Partido, para llevar la lucha ideológica hasta el final.

El Congreso tomó varias resoluciones de carácter disciplinario inducidas por el grupo revisionista. Fueron expulsados del PSD once miembros, cuadros de dirección intermedia en su. Mayoría; Igualmente fueron excluidos de cargos de dirección algunos camaradas como Jaime Cuéllar. Este caso resulta bastante sintomático ya que Cuéllar había sido uno de los primeros en abrir fuegos contra las posiciones revisionistas. Si no se le expulsó fue debido a su larga y

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heroica trayectoria de revolucionario y su “aceptación” de algunas críticas a los métodos como había desarrollado la lucha contra el browderismo.

En resolución disciplinaria del Congreso se hizo especial referencia al problema del llamado “oportunismo en Bogotá”. Se había configurado en la capital un grupo que comenzó a desarrollar una persistente oposición contra los métodos duranistas de dirección. Encabezaba este grupo un esforzado militante, llegado al PCC en los primeros días luego de la fundación, Melco Galindo. Aprovechando el bajo nivel teórico y los métodos no propiamente estatutarios usados por este grupo, Durán presionó la reorganización del Comité Municipal de Bogotá y la expulsión del grupo de Melco Galindo, así como la amonestación de un militante y dirigente intachable como Alvaro Sanclemente. Estas sanciones fueron ratificadas por el Tercer Congreso. Al lado de personas de militancia ciertamente objetable, salieron comunistas valiosos, algunos de los cuales luego se reincorporaron al Partido en años posteriores, mientras otros definitivamente se marginaron de la actividad política.

En resumen, el Tercer Congreso dio un paso de importancia en la lucha contra el revisionismo, aunque se quedó en mitad de camino en esa lucha. Los componentes propiamente browderianos del revisionismo duranista fueron rechazados, pero quedaron en pie tesis como la Unidad Nacional, la colaboración obrero industrial y los métodos de dirección caudillistas y autoritarios.

La confrontación definitiva con el revisionismo no pudo darse en el Congreso. Incidió en ello el hecho de que la corriente revisionista era aún sólidamente mayoritaria en el Partido. Esta situación resultaba más peligrosa que nunca cuando en el país y en el continente avanzaba la ofensiva de la reacción y del imperialismo.

Hay una lucha que exige especial mención puesto que en ella se reflejan en forma clara, tanto los rasgos dominantes de la política social de la burguesía después de la segunda guerra mundial, como los factores objetivos y subjetivos del movimiento obrero en este período. Se trata de la huelga de FEDENAL. Los patronos y el gobierno esperaban esta huelga con impaciencia. Los primeros mostraron una intransigencia sin precedentes llegando hasta el rompimiento unilateral de las conversaciones antes de que terminase la discusión de todos los puntos del pliego. Los navieros constituyeron siempre un grupo patronal bastante regresivo que tuvo que aceptar conquistas importantes de los trabajadores de la navegación fluvial, ya que estos constituían el sector más unificado - CTC. Esperaban pues los patronos dar a FEDENAL el golpe que habían estado •a punto de propinarle en diversos momentos, sabedores ahora de contar con el apoyo irrestricto del gobierno. Este buscaba también la oportunidad para quitarle piso. a la influencia del PSD en el sindicalismo, y producir un escarmiento al movimiento obrero que en la huelga de solidaridad del 26 de Noviembre había dado muestras de combatividad y de desarrollo de su conciencia política.

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Para los trabajadores de FEDENAL no había salida: o seguían defendiendo sus derechos y las conquistas logradas o pasaban al plano de la claudicación incondicional. Los Trabajadores del Río se pronunciaron por la primera posibilidad; el 17 de Diciembre de 1945 comenzó la huelga de FEDENAL cuyas dos reivindicaciones, centrales fueron: cumplimiento por parte •de los empresarios de la obligación de consultar a los sindicatos en el enganche de nuevos trabajadores y el alza de los salarios. El paro era total —según Torres Giraldo— de Neiva hasta Barranquilla, en Santa Marta, Cartagena y Puerto Colombia.

‘Invocando un sinnúmero de normas jurídicas que se remontaban hasta 1920, el ministro de Trabajo declaró Ilegal el movimiento y amenazó con toda suerte de sanciones tanto a los huelguistas como a FEDENAL. Además, el 18 de Diciembre, el presidente Lléras Camargo dirigió una alocución a los colombianos en que se refirió en términos arrogantes a los trabajadores en conflicto. Según el presidente, era preciso destruir una supuesta “creencia nacional” en la existencia de dos gobiernos, uno en Bogotá y el otro en el río Magdalena. Tal afirmación estaba destinada a Justificar de antemano todas las formas de represión que se disponía a usar el gobierno y constituía, esa manera de plantear las cosas, una muestra temprana de la guerra fría y un antecedente de esa otra expresión inventada mucho más tarde por la reacción para atacar al movimiento campesino, el de “las repúblicas independientes”.

Se autorizó el paralelismo sindical; los militares ocuparon los barcos para proteger a los esquiroles. Los empresarios amparados por el decreto de la ilegalización de la huelga procedieron a despedir trabajadores, arrebatándoles al mismo tiempo las cesantías etc. Las declaraciones y la acción represiva del régimen constituían una notificación a todo el movimiento obrero, ya que como anota D. Pecaut, por los días en que estalla el conflicto del río estaban en pie de lucha los trabajadores petroleros, sectores importantes de la FEDETAV y los trabajadores de las carreteras. Se trataba pues, de Impedir la coordinación de esos paros que bien podía convértirse en la segunda huelga general en 1945.

Los patronos se solidarizaron con el gobierno, y la ANDI aplaudió las medidas tomadas, pero hubo movimientos de solidaridad en el Valle, y algunas organizaciones como FEDEPETROL, FEDENAL y FEDETEX llegaron a un acuerdo sobre un paro de solidaridad. No obstante, en esta ocasión el gobierno tomó la delantera y puso en acción no sólo los mecanismos de represión, sino que acudió también a la maniobra política. Lleras Camargo tomó el enfoque de Eduardo Santos con respecto a los sindicatos: el anticomunismo y el estímulo al sectarismo. Lleras presentó la huelga como un movimiento comunista que en últimas perseguía el asalto al poder. Los líderes liberales de la comenzaron a ceder ante la presión oficial. Ello se advierte en los cambios de actitud de esa mayoría frente a la huelga: Inicialmente el Comité Ejecutivo de la CTC respaldó en pleno a los trabajadores navieros. Aún el 21 de Diciembre, la CTC, en un

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manifiesto de apoyo a FEDENAL planteó como única posible salida de los conflictos en el río la nacionalización del transporte fluvial. Sin embargo, pocos días más tarde Bernardo Medina, presidente de la Confederación manifestó su acuerdo con la idea de que la huelga quedara en manos de una comisión de arbitraje por el gobierno, y que los obreros suspendieran el movimiento sin que mediara un compromiso formal por parte de las autoridades de levantar las sanciones y a cambio exigían solamente una vaga declaración de los empresarios.

El 26 de Diciembre, FEDENAL había propuesto levantar la huelga pero sobre la base de un acuerdo que debía incluir el compromiso oficial de no aplicar sanciones y la conformación de un comité de arbitraje con participación •de un delegado de los obreros. En el editorial de Diario Popular del 27 de Diciembre, se insistió en que sólo el comité nacional de huelga debía decidir si se levantaba o no el paro y no el Ejecutivo de la CTC.17 Los dirigentes liberales de la CTC se pronunciaron el 28 de Diciembre por el levantamiento del paro sin ninguna condición. Ante esa posición los miembros confedérales de la CTC pertenecientes al PSD, Ismael Escamilla, Filiberto Barrero, Luis Lobo Mora, Carlos Arturo Aguirre, Jesús Villegas, Víctor Julio Merchán dejaron una constancia en que declaraban que el movimiento huelguístico ‘no puede entregarse a la voracidad de los patronos” y califican la actitud de la mayoría del comité ejecutivo de la CTC “como acto de incalificable entreguismo”. Para encubrirse ante la acusación los sindicalistas liberales reconocieron “como justas y nobles las causas del paro pero lo condenan porque está orientado por los comunistas”.

Cuando ya la huelga languidecía víctima de la represión oficial y del divisionismo sindical, la FEDENAL lanzó la propuesta de nombrar al expresidente Alfonso López como árbitro único. Esta propuesta sólo sirvió para mostrar que los dirigentes de la Federación no habían comprendido el cambio que se había operado en el país. No estaba ciertamente la burguesía interesada en buscar acuerdo con un movimiento sindical independiente sino que pensaba, bien al contrario, en el exterminio de éste. El que aún fuese liberal quien ocupaba la presidencia de la República no constituía para ello problema ninguno ni implicaba una contradicción política.

Ante la división sindical, la represión del gobierno y la acción creciente de los esquiroles, FEDENAL se vio obligada a levantar la huelga ante la posibilidad, como con acierto se dijo en Diario Popular, de ser eliminada como factor en la vida sindical.

No se ha hecho aún un análisis de las implicaciones de esta huelga cuyas alternativas y desenlace están vinculados a un momento de viraje

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del movimiento sindical en todos los sentidos y de cambio radica[ en la política obrera de las clases dominantes. Daniel Pecaut y Urrutia Montoya coinciden, al comentar esta huelga, en afirmar que su fracaso es confirmación elocuente de la tesis que sostiene que el sindicalismo colombiano sólo se desarrolla en la medida en que cuente con la protección del Estado. Tales juicios reclaman un estudio serio sobre esta huelga y sobre todo, de las causas de su derrota. Aquí sólo se enunciarán los factores que es preciso hacer intervenir en tan necesario análisis.

En primer lugar, es preciso tener en cuenta el proceso en que estaba la rama económica del transporte hacia 1945. En documentado estudio sobre el tran3- porte, se hace notar al respecto, que hacia 1945 eran notables dos fenómenos: El debilitamiento de un sistema de transporte diseñado en torno a los ferrocarriles nacionales y 2) un alto grado de privatización de los transportes que hacia los años treinta estaban todavía en manos del Estado.

La pérdida de importancia de los ferrocarriles tendió a disminuir la significación del río Magdalena en el conjunto de los transportes nacionales, pues la navegación fluvial había estado, desde principios del siglo, estrechamente vinculada a la suerte de los ferrocarriles. Ante un sistema de transporte en manos del Estado, los navieros como empresarios privados constituían más bien la excepción antes de 1945. Para esta fecha, el fenómeno inverso era ya lo característico. A los factores anteriores es preciso entonces agregar la represión brutal del gobierno. Finalmente gran responsabilidad cupo a los dirigentes sindicales liberales quienes se prestaron a la maniobra anticomunista propiciando brotes de divisionismo en un momento en que arreciaba la reacción patronal y tomaba fuerza el paralelismo.

Nadie podía entonces Llamarse a engaño sobre el hecho de que un golpe serio a la Federación más importante de la CTC entonces, contribuiría al debilitamiento de la Confederación en su conjunto. Tuvo también papel negativo la ilusión que en alguna medida tuvo el PSE) en Lleras Camargo al cual no se creía capaz de desatar una represión de les características de la violencia que desencadenó contra la huelga de FEDEINAL.

El gaitanismo tuvo una actitud muy negativa contra la huelga, expresada reiteradamente por Jornada Este periódico afirmó: “Los trabajadores fueron engañados por el Partido Comunista a la huelga, de clara factura política, cuya finalidad no es otra que la de crear un clima propicio a los planes de anarquía social en que están empeñados los Partidos Comunistas de América”. 21 Así, el vocero del gaitanismo se hacía eco favorable de las calumnias lanzadas por el gobierno contra FEDENAL y contribuía a su modo a la campaña anticomunista.

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Naturalmente la derrota de los trabajadores no puede atribuirse simplemente al abandono por parte de las clases dominantes de una supuesta permanente protección al sindicalismo. Se trató justamente de la adopcion de la violencia bajo diversas modalidades contra la lucha obrera.

5.3 El PSD y la campaña presidencial 1945- 1946

Para esclarecer la manera como el PSD examinó los cambios políticos que se operaron en el país a mediados de los años cuarenta es preciso ver la contradictoria posición del Partido en relación con el régimen de Lleras Camargo. Arriba se vio la justa apreciación sostenida en el Tercer Congreso sobre la evolución a la derecha del liberalismo. Sin embargo, este proceso político no se articulaba en forma inequívoca con claros contenidos de clase y con frecuencia se acudió por este tiempo a expresiones confusas tales como “burguesía liberal”, convirtiéndola a veces en sinónimo de “burguesía nacional”. A finales de 1945 el gobierno de Lleras era presentado como un régimen vacilante: “La política dçl presidente Lleras no se caracteriza precisamente por su firmeza ante los que intrigan contra la independencia nacional y el régimen democrático”. 22 La huelga de FEDENAL, un mes más tarde habría de probar que de todo se podía acusar a Lleras, menos de falta de firmeza. Sin vacilaciones el presidente defendió los intereses de la burguesía y el imperialismo.

Bajo el lema de “crítica firme al gobierno pero defensa del régimen democrático”, el PSD tuvo una actitud ambigua frente al gobierno. Ciertamente mostró el Partido su oposición abierta a las medidas oficiales más lesivas para las masas trabajadoras; con fuerza denunció el PSD la eliminación, a mediados de Agosto de 1945 de la oficina interventora de precios establecida por López Pumarejo.

Sobre los efectos de esa medida hablan las cifras que a menos de 8 días de su adopción publicaba El Tiempo sobre el aumento de los precios en artículos de primera necesidad tales como el arroz, la yuca, la cebada, cebolla, maíz, papa etc. * Si bien la interventoría de precios no había funcionado eficazmente, su abolición constituyó una señal para industriales y comerciantes quienes dispararon en forma inmediata los precios hacia arriba.

La suspensión de la mencionada oficina no significaba simplemente el desmonte de “la economía de guerra” sino la adopción bajo la presión de la ANDI y FENALCO de una política de libertad de precios en un período caracterizado por la persistencia de altas tasas de Inflación.

El gobierno de Lleras Camargo inició un estilo de administración caracterizado por la amplia e inmediata Influencia de las instituciones gremiales de la burguesía en el aparato del Estado. Políticamente este era el camino que hacía más viable el proceso que estaba operándose en la economía: la concentración de capitales. Sintomáticos resultaban los términos en que el presidente de la ANDI, Restrepo Jaramillo se dirigió a Lleras Camargo en el congreso de

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Industriales: “Queremos —dijo Restrepo— una vigorosa defensa de lo propio, dentro de un sistema de libertad de empresa, de estímulo a la iniciativa particular, una política libre de trabas y restricciones innecesarias, que fomente la acumulación y cooperación de capitales pequeños y grandes, y encauce el trabajo nacional”. Y como para poner lo anterior en el lenguaje de las propuestas concretas, dijo en el mismo discurso el presidente de la ANDI: “La legislación social y las medidas de protección a la industria están íntima y estrechamente vinculadas”. Es decir, las exigencias eran claras: libertad de precios, exención de impuestos a la burguesía, mano dura y restricciones salariales con respecto al movimiento sindical.

En otro campo, una medida representativa de la creciente participación de los gremios patronales en las actividades propias del Estado, lo constituye la determinación de declarar el Fondo del Café como propiedad exclusiva de la Asociación Nacional de Cafeteros, en Diciembre de 1945. Aunque inicialmente el gobierno a través del ministro de Economía recabó el Fonda Nacional del Café como propiedad de la Nación, bien pronto cedió ante la presión dé los grandes cafeteros reunidos en su XV Congreso.

En documento suscrito por la Federación Nacional de Cafeteros y los delegados al XV Congreso de cafeteros se subrayó: “El Fondo Nacional del Café, está destinado exclusivamente a la defensa y fomento de la industria cafetera y su vigorización y sostenimiento corresponde a una necesidad nacional”. 24

Son estos hechos los que configuran la tendencia que adecuadamente se describe en reciente investigación sobre el café: “Durante este decenio de los cuarenta, el gremio (se refiere al cafetero) comienza a adquirir su imagen contemporánea y a ganar extraordinarios poderes financieros y oligopolísticos”. Todo eLlo conducía, es necesario agregar, a un mayor protagonismo político de los grandes cafeteros. En junio de 1947, con apoyo del gobierno y gracias a la gestión de la Federación Nacional de Cafeteros fue constituida en Bogotá la Flota Mercante Grancolombiana como empresa conjunta de compañías semioficiales respaldadas por los gobiernos respectivos de Venezuela, Colombia y Ecuador.

En lo que respecta a Colombia la Federación de Cafeteros firmó un contrato con el Estado.

Hacia la mitad de los años cuarenta, si bien se ven actuar sobre el Estado los diversos grupos de presión de la oligarquía, es preciso subrayar que por ese tiempo eran los grandes cafeteros quienes asumieron la iniciativa económica y política de la burguesía en un conjunto. El lugar hegemónico del café en las exportaciones, la dependencia del desarrollo industrial con respecto al comercio exterior, la recuperación de los precios del grano, el influjo’ del cultivo en las modificaciones de la agricultura eran otros tantos factores objetivos que conspiraban en esa dirección.

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Si el’ PSD no declaró la frontal oposición al gobierno de Lleras, se debió en parte al estímulo oficial al desarrollo de algunas industrias. En especial fueron favorables los comentarios al establecimiento de la empresa Acerías Paz del Río; comenzaron a crearse factorías en nuevas ramas de la cual es ejemplo la fundación de Icollantas y de algunas empresas de abonos. Sin advertir las nuevas formas de penetración imperialista, el PSD y en especial su secretario general Augusto Durán, asumían que la dependencia imperialista era incompatible con cualquier hipó de desarrollo industrial.

Sinembargo, como se vio al principio, entre 1945 y 1950 comienza la penetración del capital norteamericano en la industria colombiana, dando origen a un nuevo que no se reflejaba suficientemente análisis del PSD .

Contrastando con la renuncia a la intervención en la regulación de preciso, el gobierno de Lleras creó rudimentos de planeación económica como el Departamento de Planeación. Se trataba de principios de una planificación Indicativa al servicio de inversionistas nacionales y extranjeros.

Por todo lo anterior puede afirmarse que Lleras Camargo inició un estilo de gobierno nuevo que en SUS líneas centrales conservaría Mariano Ospina Pérez. Esa continuidad está asegurada por las ventajas que ofrece ese modelo de concepción del Estado para la burguesía en el proceso de afianzamiento de las tendencias hacia el monopolio y hacia nuevas formas de ligazón con el capital extranjero, sobre la base de una activa represión al movimiento popular y de restricción de la democracia.

Al renunciar a la presidencia López Pumarejo, el PSD expresó su extrañeza y declaró que tal hecho serviría a los círculos reaccionarios, a los laureanistas que de acuerdo a este juicio, aspiraban a rectificar el rumbo político. De la misma forma el PSD descartó que la renuncia pudiera contribuir a aplacar el. Ánimo golpista de los sectores reaccionarios y la vio más corno una concesión a la derecha. Ubicados ya en la perspectiva de las elecciones presidenciales de 1946 los socialistas democráticos habían lanzado a comienzos de 1945 la candidatura de Darío Echandía a quien miraban como una garantía de continuidad de la política de López. En torno a esa candidatura, proponía Diario Popular, debía sellarse “la unidad liberal y democrática afianzada en el querer de las grandes masas”. Tal unidad tendría por objeto: “Abrir paso hacia las metas de progreso, para abordar el problema agrario; ensanchar el mercado pobrando las condiciones de vida de los trabajadores del agro, liquidando las relaciones feudales; derechos para los indígénas, ofreciendo tierra, crédito; protección laboral, industrialización del país.

Era este un programa de revolución democrático- burguesa pero no era a esa puerta a donde había que golpear para su realización. En las mismas críticas del PSD se percibía claramente que los sectores más poderosos de la burguesía

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habían ya arriado las banderas de una tal revolución y que sólo un amplio bloque popular cuyo núcleo fuese la alianza obrero- campesina, sería la forma adecuada para producir transformaciones profundas y duraderas de la sociedad colombiana.

Echandía renunció a la candidatura desde finales de Marzo de 1945 sin haber siquiera Intentado dar la batalla. Sabía como jefe liberal que las posibilidades del. ala lopista se habían estrechado grandemente y no tenía el menor interés en afrontar una candidatura por fuera de los linderos oficiales del liberalismo, optando más bien por marchar al exilio dorado como embajador en Londres.

Quedó así el PSD frente a La candidatura liberal oficialista de Gabriel Turbay y a la disidente de Gaitán. Justo en, este momento se precisaba, como se reconoció después en el Cuarto Congreso, tomar la iniciativa política desarrollando una campaña independiente. En la práctica, dada la orientación oportunista de la mayoría de la dirección del PSD, el Partido quedó a merced de los vaivenes de la candidatura de Gabriel Turbay que fue proclamada en la convención liberal celebrada el 23 de Julio de 1945.

Posteriormente, figuras sobresalientes del 1iberalismo trataron de conformar un movimiento de opinión en favor de una candidatura única del Partido. Contribuyeron a la propaganda de esta idea los dos grandes diarios liberales de Bogotá.

A estas alturas, el PSD seguía insistiendo en el nombre de Echandía, a quien se critica “porque se deja llevar por la política de los altos consejeros”. Las masas, dice el editorial de Diario Popular del 5 de Agosto de 1945, ya han manifestado 1aramente su resolución de combatir contra la reacción, que será Ineluctablemente derrotada, si sabemos levantar la candidatura, no ya de unidad democrática, sino que tenga contornos nacionales”. Esa candidatura debería apoyar- se en un programa con los siguientes puntos: reforma agraria, industrialización del país, defensa de la industria de la voracidad imperialista, elevación de salarios y disminución de los precios de arrendamientos. La consigna que sintetizaba la propuesta era: “Por un candidato de unidad naóional con un programa liberador”.

A comienzos de 1946 entre los círculos directivos del liberalismo surge la solución política típica de la oligarquía colombiana en épocas de crisis: una candidatura del Frente Nacional capaz de conquistar sólidos apoyos en el campo conservador. Para hacer viable el proyecto se realizó una llamada “asamblea nacional constituyente” de liberales.

Una comisión salida de la “asamblea constituyente” elaboró incluso una propuesta en base a tres nombres liberales para escoger entre ellos el candidato. La política del PSD seguía siendo errática en materia de candidaturas. A mediados de Enero de 1h46 fue propuesta por Diario Popular una coalición antiimperialista y progresista de unidad nacional encaminada a la defensa de

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la industria colombiana y a obstaculizar las maniobras del imperialismo en el país. En Febrero del mismo año Augusto Durán pronunció un discurso transmitido por las principales emisoras del país presentando nuevas formulaciones tácticas del PSD. Como elemento nuevo, Durán lanzó la siguiente afirmación sobre el conservatismo; “la ofensiva imperialista, subrayaba el conferencista, ha fortalecido el ala democrática, compuesta por industriales, cafeteros y otras fuerzas económicas que tienen hondas contradicciones con el capital monopolista norteamericano” 27 Este tipo de argumentación del secretario general estaba encaminada a crearle piso “antiimperialista” a la coalición oligárquica que estaban buscando las directivas oficialistas del liberalismo bajo el demagógico rótulo de “Frente Nacional”. Esta propuesta la encontraba Durán “dictada por la necesidad imperiosa de la defensa común ante la presión imperialista”. Sólo un grosero oportunismo podía aconsejar tan pintoresca versión de “bloque antiimperialista” por fuera del cual escasamente quedaban los sectores más regresivos del latifundismo.

Igualmente el Frente Nacional oligárquico, que en la práctica actuaba a través del gabinete de Lleras Camargo, era visto por dirigentes del PSD como “un movimiento encaminado a organizar nuestra defensa del imperialismo”. Al mismo tiempo se adoptó con respecto a Gaitán un lenguaje sectario. El 10 de abril Durán escribía: “No votamos por Ospina porque detrás de su nombre está agazapada toda la reacción y el falangismo y no votaremos por Gaitán porque en su discurso de antenoche confirmó plenamente el carácter demagógico, reaccionario y fascistoide de su programa de gobierno”.

Naturalmente sería unilateral ver estas afirmaciones como originadas únicamente de actitudes oportunistas. La conducta política de Gaitán mostraba aspectos confusos que se mencionarán adelante.

5.4— El Movimiento Gaitanista y el PSD

A las relaciones Gaitán-Comunistas, no siempre le fue característica la pugnacidad de la época de la UNIR o de Ia campaña presidencial de 1945-1946. Como se vio en el capítulo anterior algunas acciones adelantadas por los comunistas obtuvieron el concurso de Gaitán. Tal es el caso del trabajo de solidaridad con la URSS durante la segunda guerra mundial y la campaña contra el proyecto de reforma laboral del ministro de trabajo de López Pumarejo, Arcesio Iondoño Palacio. Sin embargo, los términos en que se desenvolvió la confrontación política entre el PSD y Gaitán en la campaña electoral retrotrajeron el conflicto a los años treinta. Para apreciar mejor el significado del debate se hace necesario bosquejar las ideas agitadas por el caudillo en este tiempo.

Mérito importante de Gaitán fue la comprensión que tuvo de la conformación de una oligarquía en Colombia. La utilización del término, su difusión

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propagandística entre las masas a mediados de los años cuarenta resultaba políticamente muy justa ya que señala al surgimiento de una capa de la burguesía nacida de la especulación financiera, producto de la manipulación con las licencias de importación, etc.

Al mismo tiempo el avance del proceso de monopolización de la economía, la concentración de los ingresos y sobre todo la alianza de la burguesía urbana con la rural sobre la base del crecimiento de la ganadería y la ampliación de las relaciones capitalistas en la agricultura eran otros tantos factores de afianzamiento oligárquico. Tales hechos Gaitán los captó a su debido tiempo y de ellos extrajo consignas políticas de enorme potencialidad movilizadora.

En Gaitán, la idea de la oligarquía no equivalía a la dualidad populista de ricos y pobres sino que servía para designar a un grupo social con comunidad de intereses económicos, con objetivos coherentes y métodos políticos compartidos. “Es erróneo pensar, dijo Gaitán en su discurso del 22 de febrero de 1946, que oligarca es sinónimo de gente rica. ¡No! La oligarquía es la Administración monopolizada de una minoría en beneficio de sus propios intereses y con la finalidad de su propia conservación en el mando” 28 En esa trama de intereses, las distinciones entro liberales y conservadores no tenían importancia frente a la Indiscutida defensa de las prerrogativas de grupo.

Gaitán denunció con vehemencia el fraude, la componenda y la utilización del aparato burocrático al servicio de los fines electorales del pequeño grupo oligárquico. Contra tales costumbres, que en el ideario gaitanista eran sinónimo del “País Político”, el caudillo destacaba el “País Nacional” integrado por las gen- tos de trabajo. “No hemos sabido entender que pueda haber una política distinta a la de darle un cambio rotundo al comportamiento de las oligarquías, las pequeñas castas que arbitrariamente se declaran superiores y en detrimento para con los trabajadores, Los hombres que integran la clase media, los hacendados y los comerciantes, los profesionales y los trabajadores sin influencia política”.

Justamente, el gaitanismo logró poner en acción a masas de gentes marginadas de la actividad política, integradas en parte, por migrantes aún no vinculados establemente a la vida económica y no adaptados a los patrones culturales de la vida urbana.

Entre los elementos que en la propaganda política de Gaitán despertó mayores prevenciones en la dirección del PSD, figura la consigna “por la restauración Moral de la República”. La desconfianza no resultaba gratuita ya que desde las. posiciones de la ultraderecha, Laureano Gómez Había adelantado una campaña que bajo el pretexto de la moralización buscaba el derrocamiento de López Pumarejo y la oposición a las reformas de carácter social.

Sin embargo, en Gaitán, la “Restauración Moral”, estaba indisolublemente unida a sus postulados antioligárquicos; a la denuncia del soborno, el peculado y el clientelismo electoral. Igualmente el siegan moralizador estaba ligado a

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una cierta concepción pequeño burguesa de la moral vinculada a la exaltación del esfuerzo personal, del mérito individual.

Durante la campaña electoral 1945-1946, no aparece en los discursos de Gaítén mención especial a la dominación antiimperialista. Este elemento fue retornado por Gaitán a partir de 1947. En ese año el caudillo hizo fijar en el programa del partido Liberal enunciados antiimperialistas de gran significación. Igualmente adelantó denuncias importantes contra la penetración norteamericana en la política colombiana. A los nuevos elementos que a partir de 1946 se hicieron presentes en la concepción de Gaitán se hará una referencia posterior.

Como antes se dijo, y como en concreto se ha visto, en torno a algunos hechos, varios eran los elementos que en la conducta política y en las concepciones de Gaitán no podían ser compartidos por los comunistas.

Se nota en la actividad de Gaitán en el período 1944-1946 un menosprecio por la lucha económica de la clase obrera. ElLo se expresó en su actitud contraria al paro general de solidaridad del 23 de Noviembre de 1945, en su condena de la huelga de FEDENAL en el mismo año, en un momento en que por la represión ejercida por el gobierno se. Precisaba de la amplia solidaridad de las masas populares.

Igualmente es ostensible en este período la falta de convicción del caudillo en la necesidad de la organización sindical. El enfrentamiento político en la dirección de la CTC no es suficiente para disculpar tal conducta. Lo anterior remite a otro elemento ciertamente negativo: El culto del gaitanismo por la espontaneidad de las masas pues el papel de la organización no se concebía más allá de la necesaria disciplina y operatividad para asegurar la eficacia de las grandes movilizaciones y de la participación electoral.

El llamado “liderazgo carismático”, como sistema de dirección política, cobró en el gaitanismo de los años cuarenta una fuerza verdaderamente abrumadora si se le compara con las ideas y la actividad de Gaitán en los años de la organización de la UNIR, cuando era notable la insistencia en la necesaria organización independiente en las masas tanto en el movimiento sindical, como en el seno mismo del partido.El caudillo populista descarta formas de acercamiento político con otras fuerzas sobre un fundamento distinto a la adhesión incondicional.2

.Persistió en Gaitán una concepción particular en la lucha de clases la cual tendía a ser considerada en términos muy imprecisos. El papel de cada clase se diluía en el enfrentamiento del pueblo contra la oligarquía, del “país nacional” con “el país político”.

Para el esclarecimiento de la significación histórica del gaitanismo así como para la valoración de la problemática relación PSD-Gaitán, es preciso seguir

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con gran atención la evolución política del gran dirigente popular. Es notoria por ejemplo, la radicalización de Gaitán después de las elecciones de mayo de 1946. Entonces entraron, o mejor, se revitalizaron en la movilización gaitanista, factores como la agitación antiimperialista y la apelación a la huelga como medio de prevenir el desconocimiento oficial de los avances políticos del pueblo.

No obstante los factores que obran negativamente en el gaitanismo, la campaña antioligárquica de Gaitán y la magnitud de las fuerzas populares que desencadenó bajo el influjo de consignas democráticas, constituían un espacio suficientemente amplio para el logro de alguna modalidad de acuerdo político entre comunistas y gaitanistas en el período 944-1946. Pero tal hecho no se logró, con enorme perjuicio para el movimiento popular y para el PSD, que por esta razón se vio seriamente afectado por el aislamiento entre las masas y por la deserción de sus propias filas en torno al fenómeno Gaitán.

Las maniobras del liberalismo en relación a una candidatura de frente nacional, que en principio pareció contar con la aceptación del conservatismo, fueron abruptamente detenidas con el lanzamiento el 23 de Marzo de la candidatura del Partido Conservador que para suavizar la imagen violenta asociada a Laureano Gómez resolvió acudir a una figura que suscitaba menor resistencia, la de Ospina Pérez. Esta candidatura se presentó además bajo el lema de Unión Nacional, característica de comienzos de una hegemonía.

Ante esta nueva circunstancia, el PSD que hasta último momento había alentado la esperanza de una candidatura única del liberalismo, resolvió a mediados de abril de 1946 adherir a la candidatura de Gabriel Turbay. Este apoyo se hace levantando algunas consignas antiimperialistas y un programa de reformas que no tenía ningún sentido práctico ya que el PSD simplemente aceptaba la candidatura sin que tuviera la posibilidad de lograr una discusión sobre ningún programa con los promotores de la campaña de Turbay. Esta fue apreciada por Durán en esos días como el comienzo del frente nacional antiimperialista.

En una situación de división del movimiento popular, de agudos enfrentamientos entre los dirigentes liberales, ascendió nuevamente a la presidencia el Partido Conservador, con un político cuya candidatura se presentó con ribetes de concordia y conciliación. La votación en las elecciones del 5 de mayo de 1946 se distribuyó así: Ospina Pérez 565.260 votos, Turbay 440.591, Gaitán 358.957. No había sido ajeno a este resultado el papel jugado por el presidente liberal, nó sólo por la política social reaccionaria desarrollada sino por la actitud concreta en la campaña durante la cual rodeó a los candidatos liberales de “una de garantías hostiles”.

5.5— Cuarto Congreso del PSD. Junio 25 de 1946.

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El 25 de junio de 1946 se Instaló en el teatro Colón de Bogotá el Cuarto Congreso del PSD. Fueron acreditados 120 delegados, además de 25 integrantes de la dirección nacional. Este Congreso se reunió para estudiar la situaciór política creada después del triunfo conservador. En el discurso de instalación Gilberto Vieira, presidente del Partido, subrayó: “La burguesía liberal, que vive rezongando ante su rival Imperialista y temblando ante el proletariado en formación, le volvió, definitivamente las espaldas a las grandes tareas de la revolución democrática-burguesa, cuyo timón tiene que pasar ahora a la clase obrera y a sus aliados naturales”. Igualmente el orador demandó ante el Congreso la necesidad de una ‘sana autocrítica en donde se combatan los vicios burocráticos, el oportunismo y las fracciones, las absurdas y anti-Ieninistas distinciones entre obreros, campesinos e intelectuales, donde la disciplina sea efectivamente consciente y para todos”. 3° Esas posiciones evidenciaban el clima en que se adelantarían los debates.

El informe central fue rendido por Augusto Durán. En él se hizo un análisis retrospectivo de la evolución política del país en los cinco años anteriores al Congreso. Se destacaron dos elementos de esa historia reciente, primero, la incapacidad de la “burguesía liberal” para avanzar en el camino de las reformas sociales. Se dijo en ese sentido: “Hay que declarar con entera franqueza que la burguesía liberal no tuvo afán en derrotar en forma decisiva a las derechas. La gran actividad de las masas, el rol dirigente que iba tomando el proletariado en la lucha por la defensa del régimen, la asustó”. El aspecto más grave de ese retroceso, se consideró, lo constituía la política agraria de la burguesía. A este respectó se precisó: “La ley 200 era mala pero el liberalismo creyó necesario desechar aquella para adoptar otra peor, la ley 100 de i44, mediante la cual se arrebató a los arrendatarios la libertad de cultivos, se adoptaron procedimientos más rápidos para los lanzamientos y se prohibía a los campesinos la venta de sus mejoras sin autorización del propietario de la tierra”. 31 En ese camino regresivo, se anotó en el informe la política anti-obreros y antipoputar cristalizada en la represión desatada contra las grandes huelgas de finales de 1945, en la supresión de la Interventoría de precios y en la amnistía a los militares comprometidos en la intentona golpista de junio de 1944.

El segundo elemento de la situación que destacó el Congreso, fue el viraje hacia la izquierda operado en el movimiento de masas frente a la política de las clases dominantes. Ese viraje, que no podía caracterizarse “todavía como un rompimiento de ésas masas con la ideología liberal”, se manifestó en el reagrupamiento de fuerzas en torno á Gaitán. En este sentido el Congreso sentó las bases y esto fue un logro importante, para una nueva actitud frente al gaitanismo: “Las masas qué votaron por Gaitán, lo hicieron honradamente, ilusionadas de una parte por la seguridad de la victoria, y de otra por el deseo de manifesté su desesperación y Su protesta contra la opresión y la injusticia

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de que son objeto. Por eso el movimiento qué ha seguido a Gaitán es positivo, sin dejarnos influenciar por las poses anticomunistas del señor Gaitán y. por las provocaciones de algunos renegados de nuestro Partido que se ocultan tras su nombre, es un hecho que debemos tomar en cuenta para las orientaciones de este congreso. 32

Estas consideraciones significaron una rectificación del ántigaitanismo agreste que caracterizó al PSD en el transcurso de la campaña electoral. Evidenció al mismo tiempo un retroceso de las posiciones duranistas en materia de alianzas políticas ya que si bien la conducta frente al movimiento gaitanista no puede atribuirse exclusivamente a Durán, sí el tono agresivo tenía mucho que vr con la circunstancia personal del secretario general del PSD. De otra parte los desocupados internos en el Partido en relación con la política frente al gaitanismo se habían vuelto uno de los problemas centrales del enfrentamiento. En las publicaciones del PSD se daba cuenta de la influencia del gaitanismo en la disminución de las filas del PSD en unos casos y en la desmoralización en otros. El tratamiento del fenómeno Gaitán en el Congreso se diferenciaba de los términos sectarios en que Durán se había referido a la cuestión en la Conferencia dictada a través de la emisora Suramérica el 12 de mayo de 1946, siete días después de las elecciones presidenciales.

Analizando el papel jugado por el PSD en la campaña presidencial de 1945-1946 se reconoció uno de los errores cometidos, a este respecto. Fue así como se consignó en la resolución política aprobada por el Congreso: “El partido considera que fue un error no haber -lanzado candidato propio al .producirse la renuncia de Darío Echandía. En esta forma se habría contribuido a buscar la Unidad Popular con un programa concreto de realizaciones, que hubiera podido crear las condiciones necesarias para un candidato único de la democracia colombiana”, Sin. embargo.se terminaba destacando como correcto el apoyo brindado. a la candidatura de Turbay, veinte días antes de la elección. En realidad lo que se imponía para que la rectificación resultara realmente valedera, no era’- La autocrítica sobre uno u otro episodio de la campaña electoral del PSD, sino sobre ésta en su conjunto.

El lugar central en el Congreso lo ocupó la discusión sobre el carácter del futuro gobierno. “Ospina Pérez, se dijo en la Resolución Política, representa, él mismo, a los grandes cafeteros en primer lugar;, y su política será en no poca parte.el resultado de la precisión directa de esos intereses”. Previendo lo que luego se plasmó en la realidad, se señaló en,el Congreso que el régimen conservador no se resolvería en forma inmediata a desencadenar la ofensiva contra los trabajadores, sino que pondría todo su. esfuerzo. en consolidarse acudiendo incluso a una demagogia reformista, y alcanzado un cierto afianzamiento ‘el partido del gobierno emprendería “sin escrúpulos”, el camino de la represión. “El conservatismo —se dijo— llegó al poder en los momentos cruciales

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de la. historia del mundo, y su misión será, la de acre de fuerza de choque contra el movimiento obrero y la lucha patriótica del pueblo colombiano por su’eriiancipación de las cadenas del imperialismo extranjero”.3’

El Congreso, al ocuparse del papel’ del imperialismo en Latinoamérica en la posguérra, ‘séñaló ‘comó rasgo nuevo la penetración militar de los EE. UU: en el continente. “El proyecto del presidente Truman para la creación de un ejército unificado de los demás países de América con los EE. UU., bajo el comando del Estado Mayor y de oficiales norteamericanos, es un paso hacia la conversión de nuestros países, sometidos a la dependencia económica de la metrópoli, en colonias dominadas políticamente”. Esta apreciación se vinculaba todavía en la Resolución Política a una cierta ilusión en el papel progresista de la burguesía: “FI imperialismo pretende Imponernos gobiernos dóciles y títeres, y la presion militar será hoy más efectiva para tales fines. cuando sectores de la burguesía nacional de estos países hacen esfuerzos por su independencia económica”.

A pesar de todo, en el Cuarto Congreso se derrotó la concepción revisionista según la cual el papel directriz en la revolución democrático-burguesa corresponde a (a burguesía nacional. El papel hegemónico del proletariado se veía Indisolublemente ligado a la alianza de la clase obrera con los sectores medios de la çludad y del campo. “La clase obrera, precisé la Resolución Política, asumirá la hegemonía en la medida en que sea capaz de ponerse al frente de las luchas del campesinado, de las clases medias y de los Intelectuales revolucionarios”.

Al lado de a lucha estratégica por la revolución, el Congreso trazó una plataforma de acción inmediata qi incluyó la exigencia de la separación de la Iglesi y el Estado, con el fin de eliminar la intervención d la jerarquía eclesiástica en los asuntos de la confrontación política. Esta reivindicación tenía mucho sentido después del advenimiento del partido conservador al poder. El PSD luchaba contra la posibilidad que se volviera a la situación anterior a los años treinta cuando la Iglesia tomaba partido en la lucha política confiriéndole elementos de agudo sectarismo. Tenía también en cuenta el Partido, el activo papel de sectores del clero en la campaña para armar orgánicamente el paralelismo sindical.

Otros aspectos de esa plataforma eran: La lucha por la paz, la reivindicación de tierra para los campesinos y salario mínimo para los proletarios del campo, el aumento de salarios para el proletariado industrial por lo menos en un treinta por ciento, exigencia de adopción por parte del gobierno de medidas contra la carestía y la devaluación.

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El Cuarto Congreso del PSD debe valorarse como un avance de importancia en el Camino de retorno de los comunistas colombianos a los principios de un partido verdaderamente marxista Aquellas tesis con las cuales había comenzado la desviación oportunista, fueron derrotadas, en lo fundamental. Es cierto, como se vio arriba, que aún quedaron formulaciones vegas o equivocadas que evidencian que el mal no hable sido extirpado de raíz. Lograda la rectificación en tos programas seguía la necesaria autocrítica en la práctica, en la acción política cotidiana, en los métodos de dirección y de trabajo.

Sin embargo, justamente esto segundo no sucedió, al contrario, Durán y el grupo qué lo seguía, que conservaba la mayoría en el Comité Central, al sentirse amenazados, pasaron de los métodos equivocados a la acción fraccional en el Partido. Dado que el nivel ideológico promedio de la militancia no era cierta mente alto, la lucha por la rectificación en los métodos y en las concepciones no era suficientemente comprendida por la base del Partido y no pocos militantes la percibían como expresión de ambiciones personales de unos u otros No obstante estos factores negativos, la derrota completa del duranismo se hizo. irreversible a partir del Cuarto Congreso, ya que’contra el revisionismo obraban los elementos de claridad ideológica logrados en el Congreso.

5.6 El PSD y las nuevas dificultades del movimiento sindical

La represión y la ola de despidos que siguieron al paro general de solidaridad de Noviembre de 1945, el golpe infringido a FCDENAL, la campaña de divisionismo sindical auspiciada oficialmente, determinaron una momentánea caída del movimiento huelguístico. No obstante, ya desde Mayo de 1946 comienza a notarse un nuevo auge de las luchas reivindicativas. La particularidad de ese ascenso radica en que éste tuvo lugar después de un descenso particularmente corto si se ‘compara con los ciclos regulares del movimiento huelguístico.

Ya en Mayo de 1946 en las explotaciones imperialistas del oro se suscitó una huelga de 300 mineros de la. Aznau Goid Draging, la cual empezó el 18 de Mayo de 1946 y despertó la solidaridad de la CTC y especialmente de los trabajadores del Valle del Cauca. Formidable empuje tuvo el movimiento cívico del pueblo bogotano contra el alza de las tarifas del tranvía. Diario Popular orientó día a día esta batalla cívica que terminó con un triunfo popular ya que después de varios días de manifestaciones callejeras el gobierno anunció el: regreso a las antiguas rutas y preciso.

Frente a un amplio descontento, el gobierno de Ospina comenzó por desarrollar una política aparentemente;’cautelósa frente al movimiento obrero. Dijo el - 36 Ver Diario ‘Pópular, bogotá,

nuevo mandatario en su discurso de posesión: “Los jornales en Colombia por término medio son muy bajos . . . porque paralelamente al aumento del salario

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se encarecen todos aquellos artículos de que el obre-- ro es necesario consumidor. La ventaja queda entonces anulada. Hay que detener el encarecimiento progresivo del costo de vida”. Este lenguaje no se diferenciaba mucho del usado por López Pumarejo en su segunda administración.

Ante el aumento del costo de vida y la indignación causada por la abolición de la interventoria de Precios el gobierno inició una serie de estudios sobre el costo de la vida y habló de planes para su reducción. Sin embargo, nada concreto se avanzó en este campo.

Las nuevas realidades políticas creadas en el país generaron conflictos en la CTC. Para estudiarlos se reunió del 12 al 15 de Agosto en Medellín el Octavo Congreso de la Confederación. El panorama político de la CTC se mostraba muy abigarrado en Agosto de 1946: Liberales “unionistas” partidarios de la colaboración con el gobierno, socialistas democráticos y gaitanistas formaban el cuadro interno.

El PSD se veía disminuido en el papel unitario que habían desempeñado los comunistas en el movimiento sindical, ya que la división candente del Partido cobraba cada día mayor fuerza. Esta situación de pluralismo político no necesariamente constituía un factor de división. Lo verdaderamente negativo era la presión divisionista sobre la CTC, la cual tenía origen diverso.

El gobierno de Ospina no lograba ocultar detrás de sus declaraciones demagógicas su propósito de romper la central única de trabajadores. Para ello contaba ahora el presidente con el paralelismo sindical. Un mes después de las elecciones presidenciales fue constituida la Unión de Trabajadores de Colombia UTC, como organización anticomunista y clerical. Los gaitanistas de la CTC comenzaron a hablar de llevar a la Confederación la Jefatura única, lo cual no guardaba relación con la historia recorrida por la Central, ni se compadecía con una mínima afirmación de la democracia sindical. El liberalismo en campaña desarrollada a través de la prensa, por los días del Congreso propuso una pintoresca fórmula de “unidad sindical” sobre la base de excluir de la CTC a los comunistas pues éstos constituían “el factor determinante de la anarquía sindical y el obstáculo número uno de las reivindicaciones”.

Tales consideraciones hacía también el ministro de trabajo Blas Herrera Anzoátegui, en su plan sobre las relaciones del gobierno con los sindiçatos. Esta campaña encontraba eco en algunos dirigentes sindicales liberales como Zapata, Lara, Alarcón quienes en pronunciamiento publico pedían, “que las asambleas sindicales se efectúen con observadores del gobierno”, “que los planes de convocatoria se ajusten a la ley misma”. Imploraban también estos sindicalistas al gobierno, “la reglamentación del Congreso del trabajo”. Refiriéndose a estas proposiciones Diario Popular, escribía: “Este criterio de servilismo ante el Estado es el que precisamente rechazan los trabajadores

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organizados así sean socialistas, liberales, gaitanistas o conservadores. Ese criterio fue el que impuso la derrota de los obreros del Río Magdalena”.

Al Octavo Congreso de la CTC asistieron 1.500 4e- legados de todo el país. Arribaron a Medellín delegaciones de la CTAL, de la CMT de México y de la ÇTC de Cuba. Esta presencia internacionalista tenía gran significación frente al plan imperialista de aislar a los distintos destacamentos nacionales de la clase obrera.

En el Octavo Congreso terminaron imponiéndose los factores de división antes que los elementos de unidad. En la práctica salieron funcionando dos congresos, cada uno de los cuales nombró un comité ejecutivo. Uno integrado por liberales y por comunistas el otro. Este golpe a la unidad sindical fue posible en la medida en que la burguesía obró a través de sus agentes en el movimiento sindical. La unidad sindical hubiera podido mantenerse frente a la represión y las maniobras del gobierno si no hubieran intervenido los mecanismos del control ideológico a través de los partidos tradicionales.

Ya el 20 de agosto el gobierno había ordenado una investigación sobre la CTC que concluyó otorgándole la personería jurídica de la Confederación al grupo acaudillado por los liberales.

El auge huelguístico que como arriba se vio, había comenzado a perfilarse desde antes del Octavo Congreso, cobró toda su fuerza a partir de septiembre de 1946. Como es característico de este período, el proletariado vallecaucano estuvo a la cabeza de las luchas obreras. Por orden de FEDETAV, se realiza en septiembre de 1946 un paro local-general. La Federación exige alza de salarios en un 6O%. Por este tiempo en el Valle se encuentran en discusión 150 pliegos. De igual manera en Cundinamarca y Antioquia el clima es de gran agitación laboral.

El 7 de octubre estalló la huelga de los petroleros en la Trópical Oil, la Shell y la Colombian Petroleum. La lucha de los trabajadores del petróleo se estrella con la intransigencia patronal que alarga el conflicto.

El paro había sido inicialmente declarado por 48 horas. Después de una suspensión la huelga se remida a mediados de octubre desencadenando conflictos en la zona de carreteras y entre los choferes.

El movimiento de los petroleros alcanzó la solidaridad de las federaciones y de la CTC Unificada, orientada por los comunistas cuyo Comité Ejecutivo llamó a rodear a los obreros contra la “voracidad imperialista de las compañías petroleras que explotan el subsuelo colombiano y usufructúan el trabajo de nuestros compatriotas”.

La línea dura frente a la protesta obrera no es exclusiva de los empresarios; el gobierno de Ospina desarrollando la política de su predecesor sigue el

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procedimiento de poner por fuera de la ley los paros obreros. A comienzos de septiembre la Corte Suprema declara ilícita la huelga petrolera de Bogotá. Simultáneamente, el gobierno ordena el arbitraje forzoso en la ANDIAN y el ministro ilegaliza la huelga de las carreteras. Finalmente con acuerdo precario termina la huelga petrolera el 15 de noviembre de 1946. No obstante la intimidación del gobierno, no amainó la lucha obrera, lo cual evidencia una radicalización sostenida de las masas en toda la segunda mitad de los años cuarenta. Encabezada por Luis A. Castañeda, concejal comunista y dirigente de FEDETAV se produjo en Cali una beligerante huelga de choferes. Una demostración que desarrollaban los trabajadores de Cali en apoyo a los choferes fue atacada por el ejército resultando asesinados por la tropa un trabajador y un joven. Estos hechos, que sitúan la violencia en marcos urbanos, atrajeron al conflicto a los obreros del ferrocarril y de algunas empresas. Ante- un conflicto en crecimiento, el gobernador del departamento aceptó las reivindicaciones de los huelguistas e informó al gobierno central. Sin embargo la línea oficial de tratamiento de las manifestaciones de descontento popular era otra: la represión y no la conciliación. Así, el Valle fue declarado en estado de sitio y el gobernador destituído, siendo nombrado en su reemplazo un militar, el general Tamayo.

Al calor de la lucha huelguística y ante la necesidad de responder a la reiterada ¡legalización de las huelgas y a la intervención militar en los conflictos se comienzan a realizar contactos entre los directivos de las dos fracciones de la CTC. Una vez más en esta labor de persuasión tomaron la iniciativa los comunistas, a través de “intervenciones de convencimiento” según la expresión del sindicalista del PSD, camarada José A. Márquez. A comienzos del mes de Diciembre de 1946 fue conformada una junta directiva unificada provisional hasta la realización del Noveno Congreso. Al PSD y sus aliados correspondieron 6 puestos en la directiva y a los liberales los seis restantes. Es oportuno anotar que en la CTC Unificada, no sólo habían quedado dirigentes comunistas, sino también algunos líderes liberales. La CTC Unificada, había insistido en desechar una dirección socialista excluyente

Combinando represión y reformas con el objeto de apaoiguar la lucha creciente de los trabajadores, el gobierno de Ospina en los últimos días de 1946 procedió a la creación de los Seguros Sociales, cuyo establecimiento era vieja reivindicación de los trabajadores, levantada desde los primeros congresos de la CTC. Igualmente, fueron establecidos por decreto los tribunales de trabajo, creados en principio por la ley 6 de 1945, sin embargo estas medidas no bajaron el ánimo de la protesta popular. En efecto desde finales de 1946 se nota un viraje a la izquierda de las grandes masas urbanas expresado en la movilización política orientada por Gaitán y en la lucha huelguística encabeiada por la CTC. Es especialmente en este segundo campo en el que intervino el PSD. Tal viraje sólo podrá ser detenido con el desencadenamiento del terror a partir de 1948.

El año de 1947 comenzó con la gran manifestación organizada por la CTC y su Federación de Cundinamarca a comienzos de Febrero en Bogotá. Esta

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manifestación fue posible gracias a la unidad de acción entre liberales santistas, gaitanistas y socialistas democráticos. En general el PSD, ya al día siguiente de la elección de Ospina Pérez había abierto la posibilidad de buscar acuerdos con Gaitán, cuando el Diario Popular se refirió a la necesidad de crear un frente contra la reacción, compuesto por gaitanistas, liberales y socialistas democráticos.

cf dii para El Tiempo del 22 de agosto de 1946 la CTC unificada puntualizaba: “En nuestro Comité Ejecutivo figuran hombres de todas las tendencias: liberales, conservadores y socialistas; y solo nos anima el deseo de servir bien los intereses de los irabajadores, luchar por el mejoramiento de sus prestaciones sociatos, por un aumento en los salarlos del 60% para todos los empleados, obreros y campesinos del país (citado por DanIel Pecaut, op. cit., pág. 238).

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Entre los oradores designados para intervenir en la demostración figuraba un miembro del Comité Con- federal perteneciente a cada una de las tres corrientes políticas antes citadas. El objetivo central de la demostración lo constituyó la protesta contra el alto costo de vida. A última hora y debido al asesinato en la víspera de la manifestación de 3 ciudadanos liberales en la ciudad de Duitama a manos de guardias de rentas departamentales, la manifestación tomó como uno de sus objetivos la protesta contra la violencia reaccionaria.

Antes de la concentración, el gobierno realizó un despliegue de tanques y carros militares por el centro de la ciudad con el ánimo de amedrentar. No obstante, las masas concurrieron en gran volumen a la manifestación. La prensa burguesa describió así la intervención de Jesús Villegas, miembro de la dirección del PSD: “...entre aplausos fervorosos, hablaba de la persecución a los campesinos de Boyacá, de la miseria que rondaba los hogares colombianos, contra la junta de control de precios que obraba de acuerdo con los especuladores, de las influencias que tenían los grandes trusts en el gobierno y preguntó al presidente si ¡be a regresar a las épocas de la matanza de la zona bananera”.

Como en los tiempos de López Pumarejo los dirigentes obreros hablaran desde uno de los balcones del palacio presidencial; desde otro debía dirigir la palabra a los manifestantes el presidente Ospina. Sus primeras palabras se ahogaron en los gritos de la multitud y finalmente tuvo que alejarse de la tribuna cuando ya ¡os manifestantes habían reinIciado el desfile abandonando el lugar de la concentración. Era claro que no había campo para que las masas se hicieran eco de actitudes paternalistas cuando en la práctica se adelantaba una política oficial de represión. El altivo final de la manifestación quebró las ilusiones del presidente en la posibilidad del control del movimiento sindical cetecista, y sentó un precedente de la importancia y posibilidad de la unidad de acción en los tiempos de posguerra.

Respecto al movimiento huelguístico del año de 1947, éste registró el más alto número de huelgas que hasta entonces Se hubiera producido en Colombia.

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Entre Enero y ‘primeros días de Mayo de 1947, siguiendo a la gran prensa, se habían registrado 12 huelgas. Entre ellas 3 realizadas por los trabajadores del petróleo; 2 en la Trópical Oil Co. y una en la Shell. Seguían en importancia las huelgas en textiles y en transportes. Estas huelgas no tenían su origen como afirman algunos ensayistas de la historia del movimiento sindical en una rivalidad entre fracciones de la CTC, que por entonces estaba unida, sino en la situación económica de las masas trabajadoras y en la política obrera del gobierno.

Había seguido su marcha ascendente el costo de vida acompañándose de fenómenos como los despidos y suspensión de trabajadores. En Marzo, la prensa comunicaba del cierre de un considerable número de minas. En el mismo mes se informa sobre cierres de fábricas de chocolate, la clausura de empresas así como el recorte de lugares de trabajo.

Además de las huelgas, las masas acudían a otras formas de movilización. En Abril de 1947 se realizó en Barranquilla una marcha del hambre que rememoraba las formas de lucha utilizadas en los tiempos de la gran crisis económica. Los estudiantes también declararon entre Marzo y Abril paros que se resolvieron en enfrentamientos con la fuerza pablica.

Mientras tanto, transcurren las elecciones para los cuerpos colegiados en Marzo de 1947. El liberalismo mantuvo la mayoría y dentro de éste, Gaitán consolidó su posición obteniendo 448.848 votos frente a los 352.959 votos alcanzados por las listas del oficialismo liberal. Estas elecciones consagraron de hecho- la jefatura única del partido liberal en la persona de J. E. Gaitán.

El PSD, bajó significativamente en el número de su- fragantes que se ubicó alrededor de 12.000. Estos resultados plantearon un desfase entre el papel jugado por el PSD en el movimiento sindical y la in fluencia política de los socialistas democráticos.

Gaitán llegó a plantear la realización de una huelga general “si se desconoce la victoria del liberalismo violando la ley y vulnerando las instituciones”. SIn embargo es la directiva de la CTC quien toma a pecho la consigna de la huelga general y la convoca el 11 de Abril.

Entre los objetivos del movimiento propuesto, se destacan la protesta contra la política oficial, la exigencia del cese de los despidos de trabajadores, la demanda de medidas contra el continuo crecimiento del alza en el costo de vida, la protección para los campesinos, etc. La huelga general se realizó el 13 de Mayo de 1947. Tuvo cumplimiento en los sindicatos del transporte y sólo muy parcialmente en la industria. La huelga no había tenido suficiente preparación y por varios aspectos resultó precipitada. Si la CTC recurrió al tema de la huelga general con relativa facilidad en este período ello se debe a cierta Ilusión sobre l friI ‘aída del gobierno conservador.

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La represión que siguió a la huelga constituyó una violenta revancha del régimen contra los trabajadores. Más de 1.300 trabajadores fueron encarcelados, muchos Otros fueron despedidos en la zona de carreteras, especialmente en Nariño. Las suspensiones pasaron de 1.000 en el Ferrocarril de Antioquia; igualmente se autorizó la destitución de los trabajadores del Ferrocarril del Pacífico. La personería jurídica de la CTC fue suspendida. Esta represión buscaba quebrantar a la CTC para así proceder al reconocimiento de la UTC.

De la huelga general del 13 de Mayo, la CTC salió debilitada. Varios factores influyeron en ello: 1°) La actitud de Gaitán de no comprometerse con la huelga, no obstante la amenaza Inicial; 29) La ya inocultable división en el seno del PSD, y 3?) La represión ejercida por el gobierno. Las intenciones del gobierno iban más allá de la simple suspensión de la personería a la CTC. Aceptando una demanda entablada contra la Confederación a raíz de la huelga de solidaridad de 1945, un juez conservador decretó en 1947 la disolución inmediata de la CTC. El carácter de retaliación de dicha providencia se hace explicitó en los considerandos, en uno de los cuales se invoca “el estado de hecho en que se ha colocado esa entidad, desde el día 15 de Mayo de 1944 hasta el da 2 de Noviembre de 1945”. Es decir, se cobraba la actitud democrática ocupada por la CTC en torno a la crisis del gobierno de López Pumarejo. Sinembargo, de momento, el designio de eliminar a la CTC del panorama sindical para dejar en acción solamente el sindicalismo confesional de UTC no tuvo éxito. Un’Ós días después e! Consejo de Estado revocó la resolución de suspensión de personería jurídica de La Central.

No obstante Los anteriores acontecimientos, la lucha huelguística no cedió y el viraje de las. masas a la izquierda continuó.

5.7 — El Quinto Congreso del PCC, Julio de 1947

Desde 1945, la caída de la influencia política del PSD había venido avanzando paulatinamente y el fenómeno se reflejaba en hechos concretos. En junio de 1946 había salido por última vez Diario Popular; los comités venían despoblándose e incluso disolviéndose. Las rectificaciones en materia organizativa, aprobadas desde el Tercer Congreso no habían sido puestas en práctica y las voces que levantaban desde la base la crítica con respecto a esta situación eran censuradas en unos casos, e ignoradas en otros. Por todo ello el descontento había alcanzado grandes proporciones.

Fueron las elecciones para los Cuerpos Colegiados celebradas el 16 de Marzo de 1947, las que en realidad desataron la crisis. Para la Cámara, el PSD alcanzó la suma de 11.577 votos. Esta cifra evidenció una baja impresionante con relación a las elecciones de 1945. De los puestos conquistados en tal año en las asambleas departamentales, sólo se conservó uno. En el númerO de Unión Popular * publicado inmediatamente después del debate electoral, Durán, sin discusión previa en la dirección, publicó un editorial titulado Sin tomar aliento. Para el secretario general, los resultados electorales no significaban nada en

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especial. Se invitaba al colectivo a redoblar el trabajo sin revisar las bases en que éste venía desarrollándose. Este enfoque de la situación terminó por exasperar a la mayoría de la militancia y contribuyó a definir más claramente las posiciones en relación con el futuro del Partido.

En Marzo de 1947, un grupo de 10 militantes del PSD presidido por Diego Montaña Cuéllar, resolvió retirarse del Partido y fundar el “Movimiento Reorgánico del Partido Comunista”, con miras a la realización de un congreso. Este grupo constituyó una junta provisional coordinadora. Los integrantes del Movimiento Reorgánico renunciaron a la obligación de dar la batalla ideológica en el seno del mismo Partido y optaron por el camino fácil de la división.

Algunos de los participantes de la anterior corriente a8í como otras gentes que por ese tiempo se retiraron del PSD, habían ingresado a raíz de los éxitos electorales y en un momento de vigencia amplia de las libertades democráticas en el país. Cuando los primeros se esfumaron y las segundas comenzaron a recortarse sistemáticamente, esa nueva militancia no estuvo en condiciones de mantener la perspectiva política. Esto no era únicamente culpa de quienes abandonaban las filas del Partido, sino de la dirección del mismo, que no había logrado organizar escuelas de formación de cuadros. En el llamamiento del grupo reorgánico se criticaba con acierto el bajo nivel teórico e Ideológico del colectivo.

No fue ciertamente, el camino de la división el escogido por la mayoría del Partido. Después de Marzo de 1947 se abrió un proceso vertiginoso de desmoronamiento de la autoridad política del secretario general y de su grupo, mayoritario en la dirección. Por otro lado, se abrió paso entre los dirigentes más consecuentes la convicción de que la mejor manera de luchar por la unidad del Partido y detener la dispersión era asestar una derrota contundente a las concepciones revisionistas y rescatar en el plano organizativo la vigencia del centralismo democrático. Sería afirmar que esta lucha comenzó fase preparatoria del Quinto Congreso. Atrás se vio como en el Tercero y Cuarto Congresos se introdujeron rectificaciones muy importantes. No obstante, ellas no fueron acogidas sinceramente por Augusto Durán y sus seguidores. En el Cuarto Congreso este grupo estuvo desconcertado ya que no había tenido tiempo de adaptar sus puntos de vista a la nueva situación de la posguerra y se vio precisado a aceptar e incluso a sustentar los principios defendidos por Gilberto Vieira y otros camaradas. Luego del Congreso comenzó Durán a pregonar tesis que se encontraban en contradicción con el contenido de los documentos oficiales. Sobra decir que en el terreno organizativo no fueron tenidas en cuenta las orientaciones trazadas desde el Tercer Congreso, más bien los vicios se afianzaron frente al descontento creciente. Para el Quinto Congreso, Durán ya había madurado un cuerpo de concepciones oportunistas en relación con los nuevos fenómenos políticos.

En el proceso de discusión inmediatamente anterior si Quinto Congreso, se planteó ante la militancia del PSD y sobre todo frente a sus cuadros de dirección superior y media la necesidad de pronunciarse sobre las tesis en

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controversia. Algunos camaradas expusieron sus puntos de vista por escrito originando documentos que como el den dirigente agrario Víctor J. Merchán, contribuyeron a esclarecer cuestiones de importancia. Desgraciadamente la circunstancia a la cual ya antes se aludió de la baja reparación política, no permitió que el conjunto de la militancia pudiere tomar parte activa en la confrontación ideológica.

La discusión se desarrolló en forma pública de tal manera que sobre ella comenzaron a pronunciaras sectores que no tenían nada que ver con el PSD. La controversia estuvo muy lejos de realizarse en un clima fraternal y más bien presentó elementos de pugnacidad que tendían a restarle seriedad al contenido ideológico del debate.

Sólo la máxima autoridad del Partido, el Congreso, podía poner punto final al debate abierto. Durán y sus seguidores, propusieron como alternativa la realización de un pleno del Comité Central. Empero, se vieron finalmente obligados a ceder y procedieron a :Ía cnvocatoria del Congreso, después de la cual la discusión se intensiflcó aún más. En Bogotá se realizaron asambleas de la militancia en donde se exponían las tesis contrapuestas. El grupo Duranista hizo esfuerzos por Influir en la designación de delegados, interfiriendo la autonomía de los comités. Esto se hizo en regionales que como el de Bogotá estaban en manos predominantemente duranistas. Incluso la designación de la sede en Bucaramanga fue impuesta por el secretario general ya que el comité de la capital santandereana tenía una mayoría favorable a él. la mayor parte de las delegaciones, resultaron integradas por partidarios de la reconstrucción leninista del Partido, que tenían la mayoría en 6 de las delegaciones de los 9 comités departamentales que pa. raeI año 1947 integraban el PSD. Encabezaban tales delegaciones dirigentes de respetable trayectoria revolucionaria como José Cardona Hoyos, Víctor J. Merchán, Pablo Balcázar, Pedro Villamarín, Tulio Guevara, etc. Los delegados de la Costa y de Santander eran en su gran mayoría duranistas. En Bogotá, se eligieron representantes de •uno y otro sector.

Gracias a la demagogia obrerista, Durán había logrado atraer a sus posiciones a buena parte de la dirigencia obrera del PSD. Simultáneamente había despertado la resistencia de dirigentes campesinos, intelectuales, etc. Por tal razón, una buena proporción de las delegados duranistas eran de procedencia obrera

El 17 de julio de 1947 en las horas de la tarde, Gilberto Vieira, presidente del PSD, instaló el Quinto Congreso. Advirtió en su intervención que el Congreso tendría que examinar tesis encontradas en torno a los temas más candentes de la actualidad política nacional e internacional, Invitó Vieira a los delegadas a someterse a aquellos puntos de vista que resultaran aprobados por la mayoría.

El segundo día de sesión se dedicó en su mayor parte a la lectura del informe elaborado por Durán. 42 Los puntos centrales de ese informe y sobre los

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cuales se había desenvuelto la discusión en la etapa preparatoria del Quinto Congreso fueron los siguientes:

La situación internacional fue calificada: “como un período pacífico dentro de los marcos de la democracia burguesa”. En este punto, Durán minimizaba. el carácter agresivo del imperialismo norteamericano, invocando como prueba de esa apreciación, el hecho de que los EE. UU. no hubieran procedido a desembarcar tropas en el continente. Caía así nuevamente Durán en una concepción primitiva sobre las formas de penetración imperialista y en una idealización de los métodos y formas de dominio. Más de una vez, en ese “período pacífico”, el imperialismo habría de probar que no renunciaría a la intervención militar.

Con respecto a la correlación mundial de fuerzas, sostiene el informe de Durán, que si ella favorece a los pueblos amantes de la paz significa que se abre una perspectiva de “paz duradera”. Esta tesis, olvida que justamente, el afianzamiento de las fuerzas partidarias de la paz y el progreso social, exaspera a los círculos imperialistas cuyas tendencias a la reacción y a la guerra no desaparecen.

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En su informe el secretario general sostuvo: “La vieja pugna ideológica entre social-democracia y comunistas ha desaparecido o ha pasado a un plano secundario”. Esta Idea que, como las anteriores sus- citó gran debate en el Quinto Congreso, parece en cierto modo una tesis exótica dada la inexistencia en Colombia de la social democracia como partido. Sin embargo esta tesis en las circunstancias del Congreso tenía por lo menos dos Implicaciones: la primera se relacionaba con la apreciación de la situación Internacional. En efecto, en el desarrollo de la ofensiva Imperialista de la posguerra, la social-democracia acompañó al imperialismo en la. campaña anticomunista. Esto se demostró palpablemente en Francia, donde los socialistas unidos con la derecha, Impidieron que el PCF ejerciera el derecho como partido mayoritario, luego de las elecciones a la Asamblea Nacional en Noviembre de 1946, a encabezar el gobierno. Más aún, en el corto gobierno del socialista León Blum, el Imperialismo francés desencadenó la guerra colonial contra el pueblo vietnamita en diciembre de 1946.

La segunda implicación de la tesis sobre la socialdemocracia tenía que ver con la actitud de los comunistas colombianos frente al partido liberal. No pocas veces, en todo el período precedente, con la argumentación de combatir al enemigo principal, el PSD había renunciado a un enfoque independiente con respecto al partido liberal, en torno a problemas políticos concretos.

Lugar muy importante en los debates políticos durante la preparación del Congreso ocupó la definición del carácter del, gobierno de Ospina. A este respecto la ponencia de Durán subrayó: “Ahora mismo, la mayoría de la nación está por la democracia y la independencia nacional y esa mayoría está

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dominando en el ‘gobierno por medio del gabinete de coalición”. En la sesión del 21 de julio en su intervención, Durán amplió la afirmación anterior planteando la necesidad de apoyo del PSD al gobierno de Ospina por constituir un gobierno de la burguesía colombiana”. Este planteamiento remitía nuevamente a las viejas concepciones browderistas sobre la unidad nacional. Aquí se originaba también la calificación de aventura, dada al paro general del 13 de mayo de 1947. No se trataba de que este paro general no fuera criticable por su impreparación o por su oportunidad. Lo inaceptable era el ángulo en que Durán se colocaba para juzgar la movilización obrera que no era otro que el del apaciguamiento de la lucha reivindicativa de las masas frente a un gobierno supuestamente anti-Imperialista.

Las anteriores tesis duranistas fueron rebatidas en la ponencia preparada para la discusión en el Congreso, por el c. Gilberto Vieira. En el mismo sentido se pronunciaron diversos delegados. En la resolución política aprobada finalmente por el Congreso se encuentra respuesta a las principales afirmaciones de la corriente revisionista. De ese documento se extractaron los elementos más importantes.

En primer lugar se destaca que la contradicción principal del mundo contemporáneo se opera entre el imperialismo norteamericano y los pueblos que luchan por su independencia económica y política encabezados por la Unión Soviética y las democracias populares de los países europeos. La tesis sobre el período de lucha pacífica se califica como apaciguadora y se señala su origen browderista. Se precisa que si bien el imperialismo no está en condiciones de desencadenar de inmediato una nueva guerra mundial, es evidente la preparación de los círculos más agresivos de los monopolios para la agresión militar contra los pueblos y la democracia en general.

La resolución política alude al hecho de que América Latina en la posguera resulta en forma particular víctima de la presión del imperialismo norteamericano y señala los instrumentos con que éste cuenta para su dominio. “Se está imponiendo el plan Truman, para unificar los ejércitos de todo el Continente Americano, bajo el comando práctico del Estado Mayor yanqui, con el chantaje de imaginarios peligros de “una agresión soviética” y con el fin inmediato de acabar con la autonomía de nuestros ejércitos nacionales”.

Frente a la situación de dependencia con respecto al imperialismo y a la existencia de “formas de propiedad y de relaciones sociales de tipo semifeudal”, la Resolución Política propone la revolución agraria anti-imperialista que se concibe como forma de la revolución democrática burguesa en “los países coloniales y dependientes”. Inequívocamente se establece que la fuerza motriz de esa revolución agraria antiimperialista será el proletariado en alianza con el campesinado en primer término, y con capas de la pequeña burguesía urbana y de aquellos sectores de la burguesía industrial que ofrezcan resistencia al imperialismo.

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46 Resolución Política del Quinto Congreso del Partido Comunista de Colombia, pág. 1, (folleto).

De esta manera se despejó toda duda sobre la posibilidad de una función dirigente de la burguesía en la lucha contra el imperialismo y el latifundismo, sin caer en una posición de no diferenciación de la burguesía. Con fuerza se rechazo la identificación duranista de burguesía industrial con burguesía progresista anti-imperialista.

Sobre el régimen político del país, la Resolución Política considera: “El gobierno actual es un gobierno de las ciases dominantes que expresa la coalición de intereses de la burguesía liberal y de la burguesía conservadora, unidas para defender sus privilegios y acrecentar sus capitales”. Sin desconocer la presencia de corrientes dentro del gobierno de Ospina Pérez, la Resolución señaló la tendencia hacia el afianzamiento dentro del gobierno de los sectores más reaccionarios y terroristas de las clasés dominantes; en consecuencia, se destacó la necesidad de luchar contra las tendencias a la restricción de las libertades, especialmente en el campo. Contiene la Resolución esta valiosa y esclarecedora precisión. “La política exterior del actual gobierno se caracteriza porque hace alguna resistencia a las exigencias económicas del imperialismo que hieren los intereses de la burguesía nativa, mientras cede y claudica ante las exigencias políticas imperialistas que afectan la soberanía nacional “.

El juicio anterior permite esclarecer la esencia de la posición de la burguesía conciliadora frente al imperialismo. No ignora el documento político central del Quinto Congreso la existencia de fricciones de la oligarquía con el Imperialismo. Sinembargo al ubicar- las en su exacta dimensión no renuncia a la calificación del gobierno de Ospina como de un régimen proimperialista.

A diferencia de Durán que examinaba la participación liberal en el gabinete como una garantía de mantenimiento de la paz, la Resolución Política señala que esa colaboración refuerza el régimen y favorece los planes de la reacción conservadora.

Finalmente, analizando la participación del PSD, en el proceso político inmediatamente anterior, la Resolución Política subraya que ante el peligro reaccionario, el Partido se había ubicado en una posición social-demócrata de lado de las clases dominantes con el apoyo a la candidatura de G. Turbay, “aislándose de las masas proletarias y populares que buscaron una salida en el movimiento que acaudilla el doctor Jorge E. Gaitán”. Se reconoce la importancia del movimiento Gaitanista, pero la Resolución Política le resta alcances revolucionarios, caracteriza el gaitanismo en forma imprecisa, como “movimiento nacional reformista que ha expresado lbs intereses de la pequeña burguesía (artesanos, pequeños industriales y comerciantes, trabajadores independientes en general) y la inconformidad de grandes sectores populares con el orden existente”. Esta tesis sobre el nacional-reformismo de Gaitán no era producto de una apreciación subjetiva, como atrás se vio, dado que las tesis de Gaitán presentaban suficIentes ingredientes de confusión. La definición

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contenida en la Resolución Política perdía de vista los elementos nacional revolucionarios en el pensamiento .y en la acción de Gaitán que también arriba se identificaron.

El Quinto Congreso constituyó ante todo una confrontación a la mayoría duranista de la dirección nacIonal en el campo de las concepciones y las prác“cas organizativas. En la sesión delegados escucharon un ¡nforme preparado por Pedro AbeBa y Joaquín Moreno sobre las actividades del grupo duranista. Entre otras cosas se comprobó malversación de fondos. En prolongada intervención del día 21, Augusto Durán volvió a sustentar y a ampliar las tesis contenidas en su ponencia. Igualmente intentó la defensa de sus compañeros de grupo acusados en el Congreso.

A la sesión del 22 de julio no se presentaron 20 de los 22 delegados del Atlántico y otros participantes en el Congreso. En total no concurrieron a esta sesión 51 de las 176 personas designadas para tomar parte en las deliberaciones de Bucaramanga. Las ausencias marcaron la significación numérica del duranismo en el Quinto Congreso. El día de la deserción fue acordado por los divisionistas en relación con la segunda intervención del c. Gilberto Vieira para la sesión del 22 que había sido incluida en el orden del día al término de la sesión anterior. Como lo denunció autocrfticamente Mercedes Abadía, miembro del ejecutivo, el grupo duranista había acordado romper el Congreso en caso de que sus tesis fueran derrotadas y sus procedimientos organizativos censurados.

En su intervención, Vieira hizo una autocrítica analizando la responsabilidad que había podido tocarle en los graves errores de orientación cometidos durante los últimos años y llamó la atención sobre la dificultad de dar la lucha ideológica en condiciones en las cuales el grupo fraccional constituía la mayoría en la dirección.

Asimismo, invitó a conformar una dirección completamente nueva y se detuvo en cada uno de los aspectos de las desviaciones revisionistas. A partir de la deserción duranista,el congreso estudio la situación de quienes con su actitud, se habían colocado por fuera de las filas del Partido. Se estudió la trayectoria fraccionalista del grupo comandado por Durán. En el Congreso intervinieron militantes de base y de dirección que no habían entendido la naturaleza fraccional del duranismo. Denunciaron cómo las reuniones de los órganos de dirección eran precedidas por acuerdos del grupo fraccional que de antemano anulaban toda posibilidad de discusión colectiva. Ese fraccionalismo se nutría del culto a la personalidad en torno al secretario general y .la mutua defensa frente a las críticas. Igualmente esta desviación descansaba sobre los métodos autoritarios y altaneros que se disfrazaban con declaraciones sobre la “irreductible disciplina leninista”.

El Congreso acordó erradicar de raíz la tesis oportunista mantenida tenazmente por Durán de discriminación de los militantes en razón de su origen social. Esta tesis no tenía implicaciones simplemente organizativas sino

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que se vinculaba a una errada concepción política. El obrerismo en el planteamiento de Durán conducía en línea recta al aislamiento de la clase obrera de sus aliados naturales: el campesinado y la pequeña burguesía y capas medias urbanas. Cuando Durán manifestaba en su repudio a los intelectuales, que la clase obrera no necesitaba de “andaderas” escondía una concepción economista y espontánea de la lucha obrera bajo la forma de “vanguardismo proletario” como tergiversación de la necesidad histórica de la hegemonía de la clase obrera en •l proceso revolucionario.

Desgraciadamente estas tesis se nutrieron en factores de atraso del movimiento obrero que se analizaron en el capítulo precedente. Por esto en el grupo que se retiró del Congreso una buena proporción estaba constituida por obreros, especialmente vinculados a .FEDENAL.

En la Resolución Política se ponía en primer lugar entre los objetivos inmediatos del Partido, el de “trabajar por convertirse efectivamente en la vanguardia de la Clase Obrera, atrayendo a sus filas a los mejores elementos del proletariado y fortaleciendo su organización, especialmente en los centros industriales y mineros, así como en los transportes”.

El Quinto Congreso determinó como tarea vital la del restablecimiento pleno de la democracia interna, partiendo de la conclusión de que la negación interna práctica del centralismo democrático, unido al fraccionalismo, habían constituido el marco dentro del cual se mantuvo por largo tiempo “una grosera desviación de derecha, oportunista en la línea política y sectaria en las cuestiones de organización”.

En las conclusiones del Congreso se previno sobre el surgimiento de posibles brotes extremo-izquierdistas como consecuencia de la lucha contra el revisionismo de derecha, brotes que podrían presentarse tratando de sustituir el trabajo de organización y educación de las masas trabajadoras por frases ultra- revolucionarias y aventuras anarquistas, que debilitarían a la clase obrera haciendo el juego a los planes de la reacción.

El Quinto Congreso aprobó los nuevos Estatutos del Partido, según proyecto presentado por los camaradas Juan Francisco Mújica y Manuel Peña. Los Estatutos restablecieron el nombre glorioso de Partido Comunista, rescataron los símbolos proletarios, la Hoz y el Martillo dentro de una estrella de cinco puntas, y la bandera roja. Recuperaron los Estatutos la estructura celular del Partido y fijaron en 13 el número máximo para los organismos. Con la aprobación de los Estatutos el Congreso restableció plenamente la vigencia de los principios leninistas de organización.

Diversos delegados venidos de distintas regiones y de diversa procedencia social, militantes de trayectoria como el obrero petrolero Onofre Hernández, militantes campesinos como Juan de la C. Perafán, representantes del frente femenino como Ana Mazuera, comunistas de la legendaria Viotá como Manuel V. Lozano y muchos. más, intervinieron en el Congreso pidiendo la expulsión

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del grupo duranista. Objetivamente no cabía una conducta distinta frente a quienes habían violado flagrantemente el centralismo democrático abandonando el Congreso cuando se vieron en minoría.

En la resolución de expulsión se situó el fraccionalismo como la causa principal de esta sanción. A ella fueron sometidos, no los 51 delegados que se retiraron de las deliberaciones, sino los miembros de dirección a quienes se responsabilizó de propiciar y encabezar la división. Se autorizó a la Dirección Nacional para estudiar cada uno de los casos de los demás delegados que abandonaron el Congreso.

Finalmente, el Quinto Congreso aprobó el Programa del Partido que contiene, entre otros, los siguientes puntos:

Lucha contra el imperialismo empeñado en el sometimiento de los ejércitos a través del Plan Truman. Contra el Plan Clayton, Instrumento de sujeción de las economías latinoamericanas Defensa de la industria nacional mediante la promoción de un plan de creación de ramas básicas para la industrialización como las de energía eléctrica, hierro, carbón, petróleo y sus derivados.

El programa adoptado en el Congreso retomó en el punto pertinente a la cuestión agraria un enfoque revolucionario. Sin ambigüedades planteó el principio de entrega de la tierra a quienes la trabajan y la Consiguiente eliminación del latifundio. La política agraria del Partido había sido uno de los temas debatidos en la preparación del evento.

El duranismo había escamoteado con uno u otro argumento la formulación de una política agraria clara. Esto se encuadraba en el menosprecio del papel del campesinado en la transformación de la sociedad.

El programa destacó la lucha por los recursos naturales y por la reversión a la nación de las concesiones petroleras hechas a las empresas extranjeras. Igualmente se incluía como reivindicación la nacionalización y municipalización de los servicios públicos. Se abogaba por el desarrollo de la empresa siderúrgica de Paz del Río y por la defensa y fortalecimiento de la Flota Mercante Grancolombiana y de las Compañías Nacionales de Aviación. La defensa de las libertades democráticas, recortadas especialmente en el campo, la libertad de cultos, la proscripción de la discriminación de la mujer, fueron otros tantos puntos incluidos en el Programa.

En varios aspectos, como se anota en el libro treinta años de lucha, el Programa aprobado en el Quinto Congreso tuvo el carácter de una afirmación de principios, no siempre adaptados a la realidad concreta del pais.

El Congreso significó la derrota de una tendencia política en la dirección del Partido que inevitablemente conducía a la liquidación. Con los principios revolucionarios tanto en el Programa como en la reorganización, se

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recuperaron la existencia misma del Partido Comunista como vanguardia de la clase obrera y del pueblo colombiano. Desgraciadamente este hecho se produjo cuando el Partido ya había sufrido un daño muy grave y con el costo de una división como resultado de la conducta fraccional sostenida por el grupo duranista. No menos perjudicial resultó el daño causado entre sectores de la clase obrera sobre los cuales el Partido había desarrollado una actividad prolongada y tesonera. Este debilitamiento resultó más nefasto ya que se produjo en un período crucial de la historia del país, cuando el imperialismo y la reacción desencadenaban la ofensiva anticomunista y antidemocrática.

5.8— El PCC y el auge del movimiento antiimperialista.

En el período inmediatamente posterior al Quinto Congreso el PCC, desplegó el trabajo en tres direcciones principalmente: La reconstrucción de la organización partidaria, lucha contra la expansión del imperialismo en la vida económica social y política del país, denuncia de los atropellos a las masas campesinas y resistencia a la violencia oficial.

Las consecuencias de la acción divisionista de Durán no se redujeron al número de personas que se retiraron del Congreso. Unos más, otros menos, esos delegados tenían influencia en regiones y en sectores de trabajadores. Hubo comités departamentales que como el del Atlántico quedaron en manos del “Comunismo Obrero”, nombre con que bautizó Durán a su grupo.

Aunque con algunas valiosas excepciones puede afirmarse lo mismo para el• comité de Santander. EJ Partido en Bogotá había venido sufriendo un proceso de debilitamiento desde el Tercer Congreso, cuando fueron expulsados militantes activos e influyentes. La nueva dirección convocó, con carácter urgente, conferencias regionales para conformar direcciones locales leales a los principios aprobados en Bucaramanga.

Hubo, además, militantes que asumieron, en relación con el enfrentamiento que culminó en el Quinto Congreso, una actitud de supuesta “imparcialidad” y algunos de ellos propusieron la convocatoria de un Congreso, una actitud de supuesta “imparcialidad” suasión paciente, la Dirección Nacional explicó que la aceptación de tal propuesta implicaría una concesión peligrosa al fraccionalismo. En editorial de Vanguardia Popular, G. Vieira escribía que no podía plantearse la neutralidad en el terreno de los principios: “Toda posición conciliatoria, en materia de principios, resultará tan desafortunada como el intento de sentarse sobre dos sillas”.4

En el proceso de reconstrucción del PCC tuvo importancia la autodisolución del llamado Movimiento Reorgánico del Partido Comunista Colombiano, que se había desprendido del PSD, en marzo de 1947. En el documento que da cuenta de este hecho, los protagonistas de esa corriente reiteran sus críticas y sus puntos de vista sobre la crisis del PSD, y reconocen autocráticamente que la resolución adoptada de retirarse del Partido, resultó “errada en extremo”.

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En el documento que aparece firmado por Carlos Canal lrwing y David Rosental, los miembros del movimiento reorgánico hacen pública su decisión de ingresar al Partido Comunista de Colombia. En la declaración de respuesta, el Comité Ejecutivo del PCC, al aceptar el ingreso a las filas comunistas del grupo reorgánico puntualizó: “Aunque la mayoría de los planteamientos doctrinarios y las denuncias formuladas por estos compañeros en su manifiesto fueron justas y ciertas, insistimos en declarar que el retiro de las filas de un partido comunista no se puede justificar en ninguna forma, ni cop ningún pretexto. Es indudable que estos métodos ptilizados son contraproducentes para el movimiento revolucionario”.

En los comienzos apenas del proceso de reorganización sobrevinieron las elecciones para concejales el 5 de octubre de 1947. El PCC, lanzó listas en todo el país, obteniendo 7.000 votos. Especial mente alentador resultó el triunfo en Viotá donde el I’CC, obtuvo 1.190 votos, al paso que las listas liberales y conservadoras obtenían 200 y 46 votos respectivamente. Esta victoria vino a ser como un símbolo de la recuperación de las “tradiciones revolucionarias.

La lucha antiimperialista del pueblo colombiano fue uno de los factores del viraje de las masas a la Izquierda, después de la segunda guerra mundial. El PCC estuvo en primera línea en la agitación antiimperialista. En este campo, una de las batallas fue la de la defensa de la Flota Mercante Grancolombiana. En otra parte, se mencionaron las bases sobre las cuales fue fundada esta empresa. Basta aquí agregar que la fundación se dio como reacción frente al incremento en un 25% de las tarifas de fletes de. las compañías de navegación americanas. Como es natural, los exportadores colombianos prefirieron utilizar los servicios de la Grancolombiana yaque sus tarifas resultaban más bajas.

Algunas compañías norteamericanas especialmente la IJnited Fruit Co. acudieron al gobierno norteamericano para que éste presionara sobre Colombia. A comienzos de Septiembre de 1947 el Departamento de Estado cursó una nota al gobierno colombiano en que planteaba que con el apoyo a la Flota Mercante la parte colombiana violaba el tratado de “amIstad, comercio y navegación” firmado con los EE.UU. en 1846.

La mayor parte de la opinión del país rechazó la posición de los EE.UU. Incluso sectores de Ja burguesía a través de la gran prensa liberal se manifestaron en contra de Ja presión imperialista a la cual en algún momento llegaron a calificar como el retorno a la política dei gran garrote y de la diplomacia del dólar.

Sinembargo, fueron los obreros, los estudiantes, el PCC, quienes sacaron la indignación a las calles. El 10 de Septiembre, el PCC realizó un mitin masivo en el centro de Bogotá. Participaron obreros, estudiantes, empleados. Además de los oradores del Partido hicieron uso de la palabra varios representantes a la Cámara. En los actos frente a la embajada norteamericana, ésta fue apedreada lo mismo que algunos ve.. hículos del personal diplomático. La prensa norteamericana, como el New York Times, expresó su preocupación por la agitación antiimperialista. ‘4 El gobierno trató de restar importancia a la

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conducta yanqui. El ministro de gobierno declaró que la nota sólo Implicaba una advertencia sobre el cumplimiento de’ tratados anteriores. En las movilizaciones, el PCC exigía que se diera a conocer a la opinión pública la nota del Departamento de Estado.

En la ola de indignación que sacudió al país se fueron ampliando los motivos de protesta antiimperialista. Vanguardia del Pueblo destacó la Importancia de la denuncla hecha en el Congreso por 3. E. Gaitán sobre un pacto firmado entre el gobierno colombiano y la embajada norteamericana por el cual se trajeron armas, bombas y gases lacrimógenos de la zona del Canal de Panamá. El gobierno tuvo que reconocer la existencia de este acuerdo secreto y la traída del armamento el 16 de Noviembre de 1946.

Igualmente por ese tiempo fue denunciado el contrabando colosal de platino, realizado por la compañía norteamericana “Chocó Pacífico”.

El trabajo práctico de organización de la movilizaión antiimperialista se acompañaba del esclarecimiento de la política global del imperialismo norteamericano. El periódico del PCC publicó varios estudios sobre la conferencia económica mundial celebrada en La Habana, en donde fue expuesto el plan Clayton por la delegación norteamericana. Este plan proponía la eliminación de la prótecclón aduanera, lo cual ponía en desventaja a la débil industria de los países sub. Desarrollados.

Subrayando la negativa de los EE.UU. a la discusión de asuntos económicos en la coñferencla panamericana de Rio de Janeiro, se explicaban los alcances de los acuerdos en el terreno de la dependencia política y militar imperialista. Sobre la base de la movilización de las masas, el PCC propuso la formación de un frente antiimperialista Integrado por la clase obrera, los estudiantes, los campesinos y sectores de la burguesía nacional.

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Para la formulación de la propuesta, el PCC tenía suficiente autoridad e incluso podía invocar algunos éxitos. Uno importante fue la expropiación en Cali de la Compañía Colombiana de Electricidad de propiedad norteamericana. Esa lucha, a la cual se hizo ya mención en el capítulo anterior, comenzó en 1934. En 1944 el movimiento presidido por Julio Rincón y la FEDETAV terminó imponiendo un acuerdo en el Concejo Municipal mediante el cual se expropiaba la compañía. Sin embargo, fue necesario una nueva movilización del pueblo de Cali y la unidad de acción entre las masas liberales dirigidas por Alfonso Barberena y los comunistas, para lograr hacer efectiva la expropiación, la cual tuvo lugar en 1947.

Para definir la composición social del frente antiimperIalista era necesaria la caracterización política de la llamada burguesía nacional. La intervención del Departamento de Estado en relación a la Flota Mercante Grancolombiana

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mostró que, había momentos en los que podían adelantarse acciones conjuntas con la burguesía. En Vanguardia del Pueblo, se desarrolló una ilustrativa polémica a través de artículos aparecidos en varias entregas sobre el papel de la burguesía nacional. La polémica estuvo protagonizada por los camaradas Rafael Baquera y Jaime Cuéllar, y giró en tamba la posición frente al plan de desarrollo industrial presentado por el industrial antioqueño Cipriano Restrepo Jaramillo. Mientras Baquero proponía convertlr dicho plan en bandera de los trabajadores, Cuéllar negaba en la práctica el apoyo a cualquier plan de desarrollo de origen burgués. Terciando en la polémica, el Comité Ejecutivo hizo Importantes precisiones entre las cuales se destacan las siguientes:

1—Los trabajadores, y por tanto su Partido, deben poner sus propias alternativas de desarrollo económico del país, y no limitarse a pronunciamientos sobre una u otra propuesta de la burguesía.

2—No sólo es lícito, sino obligatorio para el proletariado aprovechar las contradicciones del capitalismo nacional con el capital extranjero. Que tales contradicciones en Colombia se daban en este tiempo lo acreditan no sólo conflictos concretos, sino también objeciones a los planes imperialistas. Justamente en 1947, sectores de la lurguesía colombiana ofrecieron resistencia a las ¿mbiciones del colonialismo económico del imperialismo norteamericano. Tal sentido tuvieron las objeciones expresadas por la delegación colombiana al plan Clayton en la Conferencia de La Habana.

3.—Esa alianza con sectores de la burguesía sólo puede plantearse en términos temporales y relativos velando porque la lucha por objetivos comunes, el proletariado la libre desde posiciones independientes. Participación muy Importante tUvo la clase obrera en el movimiento antiimperialista. Los obreros petroleros, como arriba se señaló, fueron el sector que se puso a la cabeza en el movimiento huelguístico. El petróleo. tanto en la explotación como en su refinación, estaba en manos de los extranjeros. Ya por ello, la simple lucha económica asumía características patrióticas. Las compañías interesadas más en una política de reservas, no se esforzaban mucho por intensificar las explotaciones. Por ello es explicable que. después de la guerra se mantuviera la producción al nivel del año 1937 es decir de 20 a 22 millones de barriles al año.

De gran significación fue la lucha de los trabajadores contra la Trópical Oil Company que produc la mitád del petróleo colombiano. La Trópical habla

obtenido ya, bajo el gobierno de Eduardo Santos, la prórroga de la concesión de Mares que expiraba en 1946. Por dicho acuerdo se prolongó la concesión hasta 1951. Al acercarse este plazo, la Trópica) optó por crear condiciones que hicieran Imposible el paso de la concesión a manos del gobierno, negándose a hacer nuevas perforaciones y a mantener en adecuada explotación los pozos. Simultáneamente armó la filial, una campaña publicitaria encaminada a convencer a la opinión sobre el “agotamiento del petróleo”, sobre “las pérdidas sufridas por la compañía”, etc. Para persuadir al gobierno sobre lo mismo, la

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Tropical no tenía que acudir a intermediarios. Sus agentes estaban incrustados en el gabinete. Vanguardia del Pueblo destacaba en su edición del 15 al 22 de Septiembre de 1947 la siguiente denuncla presentada en la Cámara por un representante liberal de Boyacá sobre el gabinete de Ospina que se recoge en la siguiente tabla.

Tabla N° 1 Gabinete de Ospina Pérez y las Compañías Extranjeras

Así, posiciones clave en el gobierno de Ospina Pére estaban en manos de verdaderos vendepatrias,

Ministro Ministerio .

Cargos en Compañías Extranjeras

Francisco de P. P6rez Hacienda Abogado de la Tropical Oil Co..

y de la ANDIAN National Corporation.

R. Urddoeta Arbeláez Gobierno

Abogado de la Colomblan Gulf Oil Co.. Carlbblan GuIf Oil Co.. Philips Colomblan Oil Co. y de otras.

Eduardo Zuleta Angel Educación Abogado de varias compañías

petroleras.

Dávila Tallo ComunicacIones

Abogado de la Richmond Petroleum Co.

Fuente vanguardia del Pueblo 29 - 5 septiembre - 1947.

de un sector de la burguesía incondicional frente al capital extranjero e incapaz de asumir posición patriótica alguna.

Con el fin de utilizar a los trabajadores como factor de presión para la prolongación de la concesión, la compañía adoptó una política de despidos. Fueron inicialmente despedidos 107 trabajadores y se anunció un número mayor de cancelación de contratos.

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Los trabajadores decláraron la huelga el día 7 de Enero de 1948. Los objétivos proclamados inicialmente fueron el reintegro de los trabajadores despedidos y la garantía de la estabilidad laboral. A medida que la huelga transcurría, mientras El Siglo se hacía eco del “agotamiento” del petróleo y de las “pérdidas” de la compañía, se fue gestando un vasto movimiento de solidaridad con los trabajadores del petróleo. El movimiento patriótico comenzó a forjarse en Barranca. Allí, en unidad de acción estimulada por los comuni tas, la ciudadanía en general y el Concejo MunicIpal, acogieron las reivindicaciones obreras.

Pasfldo revista al movimiento, G. Vieira, explicaba la necesidad de pasar de algunas consignas que se agitaron al principio como aquella de “que el gobierno debe hacerse cargo de las secciones que abandona la Troco” a la exigencia clara de la “nacionalización Inmediata” de la empresa. 51 El PCC desplegó una gran actividad de apoyo a los huelguistas y de agitación de la consigna de nacionalización. El 13 de Enero y el 23 del mismo mes tuvieron lugar en Bogotá manifestaciones callejeras de apoyo a los trabajadores petroleros. En Medellín, se cuajó un ver- dadero frente antiimperialista: el mismo 23 fue organizado por FEDETA un mitin al cual se adhirió el Concejo Municipal. intervinieron en el acto dirigentes comunistas y liberales gaitanistas. Por su parte, los trabajadores de la Colombian Petroleum Company, y de la South American Gulf Oil Co. en el Catatumbo, declararon su disposición de ir a la huelga. Para impedirla, el gobierno decretó el estado de sitio en Santander.

Ante el gran movimiento naéionai el gobierno no estuvo en condiciones de ahogar en sangre el conflicto. Intentó soluciones pacíficas que sin embargo, suscitaron la resistencia de la compañía. Tales fórmulas fueron rechazadas por los obreros. A su vez la compañía hizo saber al gobierno que no aceptaría el arbitraje. Esto indignó más a la opinión nacional. Finalmente en Marzo de 1948, se llegó a un acuerdo mediante el cual el asunto de los despidos sería sometido a un tribunal de arbitramento. El fallo arbitral negó a la empresa la autorización para hacer los despidos. La memorable batalla antiimperialista se había prolongado por espacio de 60 días.

5.9— El PCC y la lucha por los derechos de los campesinos y contra la

violencia

A finales de los años cuarenta se intensificaron los conflictos agrarios. Insistentemente volvieron a aparecer aquellos’ nombres que constituíañ noticia en la tercera década del siglo XX. Entre 1947 y comienzos de 1948 Vanguardia del Pueblo publicó denuncias sobre lanzamientos de campesinos en Tocaima, en La Dorada, en el Huila.

El PCC prestó en este tiempo asistencia jurídica a los indígenas de Coyaima. varias veces ençarcelados Los colonos de Fusagasugá lograron impedir desalojos decretados por las autoridades. Viotá se convirtió también en blanco

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de la ofensiva latifundista como lo prueban los ataques a vecinos de ese municipio a finales de Noviembre de 1947 Invocando amañadamente la defensa de los recursos forestales y el anticomunismo, se puso en acción un dispositivo jurídico y militar contra los campesinos de Viotá en Abril de 1949. En enero de 1948 bandas armadas por los latifuñdistas atacaron a las comunidades del Cauca.

El PCC orientóla oIidaridad con el movimiento campesino: en Enero de 1948 por propuesta de los confederales comunistas, la CTC adopté un plan de visitas a las regiones campesinas. En cumplimiento de ese plan, en Enero del mismo año directivos de la CTC visitaron la región indígena de Chenche, atacada por los latifundistas y las autoridades locales. No faltó el concurso de la Tropical Oil Co., en la ofensiva contra los trabajadores del campo: en Enero de 1949 fueron incendiados los cultivos de numerosas familias de co lonos que trabajaban en las tierras de la concesión De Mares.

En esta situación, el PCC trabajó por revitalizar la organización campesina. Ya en Noviembre de 1947, se había reunido la Conferencia Nacional Campesina. A ella asistieron delegados de Cundinamarca, Tolima, Cauca, Huila, Magdalena, Bolívar, Valle del Cauca, Caldas y Santander.

El problema central que se discutió en esta reunión versó sobre “la organización de la acción revolucio

52 Ver estas denuncias en Vanguardia del Pueblo, Bogotá, del II 1 1? de noviembre de 1947; del 18 al 25 de noviembre de 1947 y del 25 de diciembre de 1947 al 1 de enero de 1948

naria de las masas para hacer frente a los atropellos de la reacción iatifundista”. Igualmente se acordó estimular la activa colaboración del movimiento sindical urbano con la acción defensiva de los campesinos. La Conferencia eligió como presidente de la Confederación Campesina e indígena al veterano dirigente indígena José Gonzalo Sánchez y como vicepresidente a Víctor J. Merchán. La actividad de los dirigentes gremiales de los campesinos era abiertamente hostilizada por el gobierno. En este tiempo fueron detenidos, por asesorar a trabajadores de las haciendas, Víctor J. Merchán, Pedro Abella, Víllamarín y numerosos activistas de base. Estas medidas de represión eran parte del clima general de violencia. Los asesinatos en los campos comenzaron a darse con mayor frecuencia desde mediados. de 1946.

En el día de las elecciones para concejos en Octubre de 1947 fueron asesinadas 13 personas y heridos más de 200. Además de las regiones que habían servido de escenario de conflictos agrarios desde la segunda década del siglo, aparecieron nuevas comarcas envueltas en el remolino de la “violencia” como Nariño, Santander, Boyacá. Estos departamentos con marcados factores de atraso resultaron fácil presa del odio sectario. A medida que se acercaban las elecciones fue aumentando la escalada de violencia.

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Resultaban ahora muy ciertas las predicciones del Quinto Congreso del PCC sobre el afianzamiento de las tendencias más reaccionarias en el gobierno pues la violencia se alentaba sin escrúpulos.

Laureano Gómez acudió una vez más a la retórica intemperante: luego de las elecciones de 1947, como. las cifras evidenciaban aún el predominio liberal, resolvió descalificar la victoria de las urnas. Así, para Ea propaganda fue acuñada la frase del millón ochocientas mil cédulas liberales falsas. Tal afirmación traía como consecuencia inmediata la tesis de L. Gómez sobre el estado de guerra civil en el país.

Cuando el partido liberal planteó en el Congreso una reforma a la policía nacional para contrarrestar el proceso de conservatización de este cuerpo, el Ministro de Gobierno lanzó en su discuiSO del 6 de Noviembre de 1947 el reto de muerte “A sangre y fuego!”. Ante esta brutal amenaza el parlamento resolvió retirar el proyecto sobre la policía. Criticando la actitud apaciguadora del liberalismo y de Gaitán, Vanguardia del Pueblo escribía a propósito de estos hechos: “Un Parlamento que labre su propio desprestigio, qué no sirva de dique a la expansión goda, que no sirva de ariete para demoler la barricada cavernaria, ayuda a la reacción en vez de golpearla”

.TM En el mensaje presidencia! de Enero de 1948 Ospina Pérez lamentándose de la violencia en Nariño y Santander, la justificó acudiendo al mismo argumento de Gómez: “El fraude desencadefla la vIolencia” dijo el presidente. El Noveno Pleno del Comité Central, reunIdo en Febrero de 1948, describió así la tendencia política de la oligarquía: “El presidente Ospina Pérez, Iflstrumeflto de las fuerzas reaccionarias, que comanda principalmente Laureano Gómez, está cumpliendo la tarea de consolidar la oligarqúfa conservadora en el poder, preparando tódaé las condiciones pará un régimen de dictadura terrorista contra el pueblo”

.54 VnguardIa del Pueblo, Bogotá, dei 9 al 15 de didembre de 1947. 56 vanguurdla del Pueblo, Bogotá, del 24 de febreró al 19 de marzo de 1948.

Ádvirtiendo la magnitud del peligro que se cernía sobre el país el .PCC, advertía: “La violencia oficial que azota a Boyacá, Nariño y los Santanderes amenaza extenderse a toda la Nación y constituye un peligro mortal, que debe ser enfrentado de manera combativa por el pueblo, para defender enérgicamente, con su derecho a la vidá, las libertades democráticas elementales”56 Bajo el lema cte Dimitrov: “Política de masas, acción de masas, resistencia de masas4’, la dirección comunista llamó a constituir en todos los municipios de Colombia, comités populares contra la violencia reaccionaria con participación de todos lós sectores progresistas y democráticos. En la consigna de creación de estos comités se encuentra el antecedente más Importante de la orientación de la autodefensa proclamada a finales del año siguiente.

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Al tiempo que denunciaba los llamados de L. Góme sobre “la guerra civil”, y hechos como la proclamación de la legitimidad del atentado personal contra J E. Gaitán en el periódico El Deber de Montería, el PCC ordenó a sus militantés participar y promover las manifestaciones liberales contra la violencia. Se soilóltaba al mismo tiempo que se atrajera a estas movilizaciones al movimiento sindical.

El partido liberal, aún frente a una violenca creciente estimulada desde el gobierno, mantuvo la colaboración en el gábiriete. Gaitán, dentro de una concepción pacifista se empeñó en la movilización de las masas para denunciar la pérsecución. Memorable fue la marcha del silencio presidida por el Caudillo en Bogotá el 7 de Febrero de 1948. Ante una multrtud silenciosa estimada en 100.000 personas. dijo Gaitán, dirigiéndose a Ospina Pérez: “Bien comprendeis que un partido que logra esto, muy fácilmente podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa”. Desde 1947, Gaitán había venido enrostrándole al gobierno que el único programa oficial era el de la violencia y la barbarie. Subrayaba el dirigente popular la responsabilidad que en la sañgría correspondía al propio presidente. Dijo también el 7 de Febrero: “Quienes anegan en sangre el territorio de la patria, cesarían en su ciega perfidia, esos espíritus de mala intención callarían al simple imperio de vuestra voluntad”. Estas interpelaciones exacerbaron aún más el espíritu violento de la reacción y el temor ante la fuerza de masas que la denuncia sobre la violencia cobraba. El mismó día 7 de Febrero de 1948, en Manizales, una manifestación similar a la organizada en Bogotá fue atacada y como resultado murieron 14 personas. Ante hechos como estos, el partido liberal tuvo que renunciar a la colaboración en el gabinete. El PCC recibió con beneplácito esta decisión de la Junta de Parlamentarios liberales, e Insistió a las masas liberales a no dejar este paso en las simples palabras sino, proceder en concordancia con la situación “porque las mayorías desorganizadas e inermes poco pueden frente a minorías organizadas y armadas”.

Igualmente el PCC manifestaba que el imperativo de la hora, era el de la unidad popular: “Hay un enemigo cQmún instalado en el poder y para derrotarlo y derribarIo es preciso la unión de todos los hombres de buena fe, comunistas, liberales, sindicalistas, obreros, conservadores inclusive”.

57 Las Mejores Oraciones de GaItán 1919.1948. Bogotá, 1958, cd. Jorvi, pág. 453. • 58 VanguardIa de4 Pueblo, Bogotá, del 2 al 8 de marzo de1948.

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5.10. El 9 de abril de 1948.

El 9 de abril representa el acontecimiento más importante en la vida contemporánea de Colombia. Abatido Jorge Eliécer Gaitán a la una p.m. en pocos minutos las tuibas se desplazaron arrastrando el cadáver del asesino, Roa Sierra, conservador fanático, antiguo servidor de la embajada hitieriana en

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Bogotá. Media hora después del crimen, la noticia se conocía en todas las capitales departamentales. Mientras tanto en Bogotá había comenzado una marcha multitudinaria que nadie organizó. Por este tiempo, a las oficinas del Comité Central del PCC, ubicadas en un edificio del costado norte de la plaza de Bolívar llegaron los primeros camaradas. Como era obvio la sorpresa los atraía a todos en busca de una orientación. En esta reunión no pudieron trazarse directrices claras distintas a la de participar en la movilización popular agitando la consigna ¡A PALACIO!, que ya había comenzado a levantarse espontáneamente. El intento de las multitudes de tomarse la sede del gobierno fue repélido por el ejército arrojando un numeroso y nunca precisado saldo de víctimas,’

Una reunión de miembros de dirección del PCC acordó la propuesta de paro general obrero, que fue acogida por los directivos liberales de la CTC. Así se gestó la respúesta sindical al asesinato de Gaitán. La decisión de paro general acatada desde el 10 de abril, a nivel nacional, se adoptó, en forma independiente por el movimiento obrero.

Además de la movilización espontánea de las turbas en las calles y del. paro obrero hubo otras reacciones en el campo popular. La intelectualidad radical con más ardor verbal que eficacia práctica intentó encauzar la accIón de las multitudes a través de la Radiodifusora Nacional, al comlpnzo, y’por medio de- emisoras clandestinas, luego ,de que aquella fuera tomada por el ejército. Igualmente con el sentimiento de las multitudes se identificó buena parte de la policía Nacional. La y estación de este cuerpo con su Comandante el frente se declaró partidaria del levantamiento.

En la calle, escenario fundamental del 9 de abril, la multitud se dislocó en múltiples grupos una vez que fue repelido el asedfo sobre palacio lanzándose sobre nuevos bláncos que constitüían otros tantos símbolos del poder oligárquico: El Ministerio de Relaciones Exteriores, donde esperaban encontrar a Laureano Gómez, el Ministerio de Justicia, la Gobernación, el Capitolio, sede de la profundamente antipopular conferencia panamericana, el palacio arzobispal.

Más tarde comenzó •el saqueo, el asalto a los almacenes de licores, etc. No faltó tampoco el ataque a finales de la tarde a la embajada norteamericana. lindera hacia la multitud y comenzó a lanzar sus ráfagas de muerte. La magnitud de esta masacre Do pudo apreciaras luego en su real significación. A partir de este momento éózñenzó la desmoralización, muchos se desplazaron en busca de armas, a Ion almacenes, a las ferreterías. Otros comenzaron la labor del saqueo. La toma dé palacio habla sido detenida, las masas desplazaron su furia zebra otros objetivos, retirando la presión asbre •palacIo’. (Entrevista, junio de 1979).

Además de los factores de disolución como el pillaje y el consumo de licores, sobre las fuerzas populares operó neçativamente el aislamiento, la ausencia de un centro de dirección. El Paro obrero se dio al margen de los hechos en las calles y comenzó a hacerse efectivo cuando en la capital del país el levantamiento había comenzado a ser aplastado. En la y Estación de policía se esperaban órdenes de la dirección liberal. Los intelectuales radicales carecían

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de apoyo de masas. En la CTC se esperó la anunciada llegada de grupos de obreros armados.

Por su parte el equipo de jefes liberales que tomó la vocería del partido, comandado por Darío Echandía y Lleras Restrepo se abrió camino hacia palacio al caer de la tarde para iniciar una interminable conferencia que sólo concluiría al día siguiente sin resultados. Los prohombres del liberálismo fueron a palacio a pedirle al presidente que declinara el mando en manos liberales. Ospina debió darse cuenta de que quienes venían a conferenciar no planteaban exigencias, sino deseos, en un momento en que como se anota con razón “el gobierno estaba caído y sólo faltaba refrendar esa situación”. Las 17 horas que duró la conferencia fue un tiempo mayor que el necesario para que llegaran los refuerzos militares de fuera de Bogotá.

En todo el primer tiempo del levantamiento, el campo de la reacción estuvo en retroceso. Ante la rebelión de la policía, el régimen estuvo en manos de los contingentes del ejército, entonces poco numerosos en Bogotá, los cuales no hubieran podido resistir si el movimiento de masas hubiera adquirido una mínima cohesión.

las 10 de la mañana del 10 de abril, el presidente uso a los jefes del liberalismo la solución ya tradicional de la oligarquía: Frente Bipartidista. Los destinatarios de la propuesta decidieron aceptarla sin vacilaciones. Gilberto Vieira señaló unos meses más tarde las causas de este desenlace: “Los jefes de la burguesía liberal no querían llegar al poder en hombros de una insurrección popular. por temor de verse obligados a ir demasiado lejos, por miedo a las concesIones que hubieran tenidoqUe hacer al pueblo en armas, por pánico ante la.perspectiva de una democratización real de la República”

Dos declaraciones formuladas el día 10 de abril resumen las actitudes básicas frente a los acontecimlefl tos. Darío Echandía al dar cuenta al país por la Radiodifusora Nacional de la conformación del nuevo gabinete de colaboración expresó: “No he vacilado en prestar mi aporte a la pacificación del país y a las causas que la constituyen para que regrese la normalidad a la República... mi deber es hacer un llamado a mis compatriotas para que contribuyan al regreso Indispensable de la normalidad y evitar que se lance por los caminos de la anarquía. Es necesario salvar la fisonomía civIl de la República Y la tradición jurídIca de esta, para lo cual es indispensable la cooperación de todos”61

El mismo día, en el único periódico que circuló en Bogotá, se publicó una declaración firmada de Gilberto Vieira, Secretario General del PCC: “En esta hora dramática de la vida nacional, los comunistas estamos

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dispuestos a luchar unidos con el liberalismo, por el derrocamiento del nefando régimen reacciona-

60 Vanguardia del Pueblo, Bogotá, agosto 30- septiembre 5 de 194.8. 61 La Paria, Manizales, abril Ii de 1’

pag 563 rio y por la restauración de la democracia acudiendo a todas las armas que las circunstancias deparen. Por eso llamamos al pueblo a la constitución de milicias populares integradas por todos los demócratas para dar en tierra con el ignominioso régimen que oprime al pueblo y deshonra a la Patria”. Si el aislamiento en que actuaron las diversas fuerzas populares, el pillaje en que devino la acción callejera, fueron factores profundamente negativos, no menos nefasta fue la influencia que tuvo la expectativa favorable del campo popular en la actuación de la comisión liberal. Como cosa obvia, inevitable en cierto modo, se esperaba la caída del régimen conservador y su sustitución por un gobierno lIberal presidido de momento por Echandía hasta la llegada al país del designado Eduardo Santos.

La conmoción ocasionada por el asesinato de Gaitán fue verdaderamente nacional por su cubrimiento puesto que aún los rincones más apartados fueron alcanzados por la onda de la movilización popular. Siguiendo las noticias presentadas por algunos periódicos en los días posteriores al 9 de abril se puede ofrecer una cierta idea del alcance de la rebelión de las masas en lugares distintos de la capital de la República. En diversas ciudades grandes y pequeñas se establecieron formas incipIentes de poder popular, las llamadas juntas revolucionarias o juntas populares. El estudio de la real entidad que ellas tuvieron es objeto digno de investigación. Pero podemos adelantar cómo en varios centros urbanos se dieron paros generales. En varios lugares hubo participación comunista. En Cali, la dirección local del PCC desarrolló una notable activIdad. El 11 de abril el Comité Regional distribuyó un llamamiento a la conformación de un gobierno popular revolucionario, en el cual entre otras cosas se señalaba: “El Partido Comunista pide una ácción entusiasta del pueblo, una violencia organizada de las masas, para acabar de romper y aplastar este régimen de ignominia”.

En Ibagué los comunistas participaron en la organizaciÓn de la patrulla cívica que ayudó a la Junta popular a guardar el orden. En Barranquilla, por poco tiempo ondeó sobra la gobernación una bandera roja con la hoz y el martillo. Fue sin embargo en arrancabermeja donde el levantamiento popular adquirió caracteres insurreccionales por el contenido de los objetivos y por el grado de organización alcanzado por el pueblo.

Al saberse la noticia del asesinato de Gaitán, se produjo el levantamiento popular. Bien pronto la huelga decretada por los trabajadores petroleros se convirtió en el núcleo del movimiento. Los trabajadores se posesionaron de las petroleras minaron los alrededores previendo el ataque del ejército. El

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comercio se paralizó, los transportes fueron completamente bloqueados se estableció el control sobre el teléfono y el telégrafo . La dirección política del movimiento fue asumida por la Junta Revolucionaria, la cual nombró como alcalde a Rafael flangel Gómez. La poblacion se organizó militarmente, labor que dirigio un exsargento del ejército,militante comunista,

63 El Relator, Cali, abril 12 de 1948. * ‘Una descripción de los hechos acaecidos en Barranca se ,encuentra en RL Liberal de Bogotá, del 9 al 21 de abril de 1.948. Ver también los valiosos testimonios presentados en el libro ra citado de Rodríguez Villa, pág. 91 y siguien

Antonio Pérez, presidente del sindicato de la Shell. Justamente cuando se supo la designación de Darío Echandía como ministro de Gobierno se organizó en Barranca un vistoso desfile militar que elevó nuevamente la moral de los insurgentes. Un momento de verdadera alarma ocasionó en Bogotá el anuncio de los trabajadores de volar las petroleras en caso de que el ejército intentara tomarse a Barranca. Esto disuadió al gobierno de provocar una salida violenta. Cuando ya todos los focos de poder popular habían caído bajo la represión, Barrancabermeja se mantenía erguida y estaba en condiciones de mantener a la junta revolucionaria por algún tiempo. El 13 de abril, llegó a la ciudad una comisión enviada por el gobierno central para lograr un acuerdo con la Junta. Esta, renunció al poder luego del compromiso del gobierno de no aplicar represalias, de nombrar alcalde liberal para Barrancabermeja y gobernador liberal para Santander. El gobierno aceptó las condiciones pero al día siguiente el ejército inició la represión.

Los factores principales que aseguraron el peculiar desarroiio de los acontecimientos del 9 de abril en Barranca fueron:

1— La dirección obrera del levantamiento.

2— La cristalización de la unidad popular medIante el acuerdo de los diversos sectores participantes.

3°— La existencia de un centro operativo único de dirección.

Naturalmente la concurrencia de estos factores no puede explicarse en razones simplemente coyunturales. En Barrancabermeja se fueron formando des- d los años veinte firmes tradiciones de lucha obrera y de unidad de acción popular. Estas tradiciones habían sido reforzadas en la larga huelga petrolera que había terminado justamente unos pocos días antes del 9 de abril. Tiene por eso razón Rodríguez Villa cuando afirma: “La dura, abnegada y sistemática lucha de los comunistas había saturado la atmósfera social de esta región con los principios básicos del marxismoleninismo. Obreros y campesinos de todos los partidos comprendían y aceptaban la lucha de clases, el papel de vanguardia de la clase obrera, la necesidad del socialismo y sobre fodo, la posibilidad de un gobierno dirigido por la ‘clase obrera organizada”.

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Las diversas expresiones que tomó el movimiento de masas a raíz del asesinato de Gaitán muestran cuán equivocado es estudiar el 9 de abril a partir exclusivamente de los hechos en Bogotá. Es cierto que el curso de los acontecimientos se definió básicamente en Bogotá, sin embargo el “Bogotazo”, término de origen periodístico, no define todo el contenido del 9 de abril de 1948.

El PCC, en más de una ocasión ha analizado la experiencia histórica del 9 de abril buscando ante todo extraer las lecciones que aquellas jornadas dejaron para la lucha del pueblo colombiano por su liberación. Entre junio y septiembre de 1948, Gilberto Vieira publicó una serie de artículos en Vanguardia del Pueblo ofreciendo una valoración histórica de los hechos de abril. Básicamente al análisis de los acontecimientos de abril se dedicó el Pleno del Comité Central del PCC, reunido en noviembre de 1948. Extrayendo las ideas fundamentales de dichos materiales se puede subrayar lo siguiente:

Fabio Rodríguez Villa, op. cit., pág. 96.

1—El movimiento del 9 de abril constituyó una insurrección espontánea de masas, un levantamiento popular contra el régimen reaccionario. Precisando esa definición, 20 años más tarde, G. Vieira desechó la denominación de insurrección para el 9 de abril ya que tal movimiento no tuvo una preparación previa, ni el pueblo levantado formuló objetivos revolucionarios de transformación del sistema social. “Fue, escribió el secretario general del PCC, un levantamiento espontáneo para derribar al gobierno reaccionario. Su objetivo era vengar el asesinato del caudillo, derribar al gobierno conservador y llevar nuevamente al poder al liberalismo”. Luego Vieira puntualiza: “En esos momentos, ese era un objetivo democrático y antiimperialista pero no una revolución”. En general parece haber acuerdo en la literatura progresista sobre el 9 de abril en dos aspectos:

1—Que el levantamiento no constituyó una revolución social.

2°—Que igualmente resulta insostenible y además reaccionaria la tesis según la cual el movimiento de abril no tuvo objetivo político alguno ni reivindicaciones sociales.

De igual manera la reacción subraya en la acción de las masas únicamente el pillaje y el saqueo. En el análisis del PCC, tales elementos no se soslayan y se destaca su significación contradictoria. En efecto, el asalto a comercios y almacenes constituyó “la única sanción efectiva contra el alto comercio especulador”. De otra parte el pillaje salvó al gobierno de Ospina en la medida en que distrajo “a grandes masas de sus objetivos políticos, dispersando enormes fuerzas que h’ubieran podido concentrarse en el asalto al poder”.

La huelga general decretada por la CTC tuvo una gran significación. Ella estuvo preparada por el auge huelguístico del período precedente. Sin embargo la

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huelga general no condujo a la revolución ya que no estuvo acompañada de la insurrección en los centros fundamentales.

El PCC se detuvo tambLén en el análisis de la conducta de los aparatos e represión del régimen. El ejército actuó como el instrumento fundamental de estrangulamiento del levantamiento popular. Ese papel lo cumplió a nivel nacional. El hecho de que sectores numerosos de la policía se hubiesen puesto al servicio del pueblo prueba que los aparatos de coerción del régimen no son inmunes al avance del influjo político de las fuerzas democráticas. La conducta del ejército sirvió para que una vez más el PCC llamara la atención sobre la ineludible necesidad para el movimiento de influir en sectores de las fuerzas arma- das, para arrebatarlos del servicio incondicional del imperialismo y la burguesía. Sobre su propia actuación en el 9 de abril, el PCC la valoró autocríticamente, partiendo del hecho objetivo de la debilidad en que estaba el Partido, especialmente en Bogotá, en abril de 1948. Para esa fecha, el proceso de reconstrucción llevaba sólo unos pocos meses. Los comunistas no estuvieron en condiciones de conducir el movimiento hacia objetivos revolucionarios o de evitar el desbordamiento de las turbas de los cauces políticos. También autocríticamente se apreciaron las ilusiones que hicieron creer a los comunistas que los jefes liberales iban a aprovechar la situación para tomar el poder. Se dice igualmente que la conducta de los militantes “se distinguió por su firmeza, pero no por su capacidad para adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones y mantener incólume la actividad revolucionaria”.

No obstante todos los factores negativos que operaron en los hechos que siguieron al asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril constituyó la más formidable movilización de masas en la historia contemporánea del país. Ese día la clase obrera, las gentes humildes de Colombia, la intelectualidad progresista, dieron una bofetada a un régimen oligárquico, excluyente, vendido al imperialismo. Por ello el levantamiento de abril, la incontenible furia de la “chusma”, las experiencias de poder popular, han pasado a ser un capítulo glorioso en las tradiciones revolucionarias del pueblo colombiano -al lado de la marcha comunera de 1781 y de la epopeya del ejército libertador en 1819.

Durante los días posteriores al 9 de abril en la represión desatada por el gobierno, blanco favorito fueron los comunistas. El 12 de abril fue detenida la mayoría de los miembros de dirección del Partido en Bogotá mientras se adelantaba una reunión en que se discutían medidas encaminadas a mantener la huelga general. Los detenidos fueron conducidos a la Escuela Militar y trasladados luego a un cuartel de policía. Igual suerte corrían por esos días varios dirigentes comunistas en Cali. En esta ciudad la represión contra el movimiento popular la emprendió hasta entonces el poco conocido Rojas Pinilla. A Pasto, a un verdadero campo de concentración fueron conducidos cerca de 1.000 ciudadanos de Cali, entre otros los dirigentes del PCC, José Cardona Hoyos, Julio Rincón, Aristides Baraya, junto con jefes liberales gaitanistas y activistas de base.

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En Bogotá los miembros de la dirección del PCC que no fueron apresados convocaron a una asamblea de militantes que acordó conformar una dirección provisional encabezada por Julio Posada. Allí se planteó claramente la necesidad de mantener la actividad del Partido como única manera de evitar la liquidación en un momento en que la represión era aguda y el anticomunismo tomaba las formas más cerriles.

Tres tareas se encomendaron a la dirección provisional: la respuesta a la calumnia lanzada por la reacción contra los comunistas de ser los responsables del asesinato de Gaitán, la coordinación nacional de las organizaciones del Partido y la solidaridad y la lucha por la libertad de los presos políticos.

Para el cumplimiento de estas tareas la publicación del periódico tenía gran importancia. Por ello se puso el máximo empeño en esta labor. El 25 de abril salió la edición número 32 de Vanguardia del Pueblo. En la declaración que se publicó, firmada por el comité ejecutivo, lo mismo que en otros materiales del periódico, se desenmascaran las calumnias a los comunistas sostenidas por la reacción en cabeza del Presidente de la República. Las primeras declaraciones de éste, momentos después del crimen ya aludieron a la participación del “comunismo internacional”. En un oficio dirigido al cuerpo diplomático dando explicaciones sobre los sucesos del 9 de abril, el presidente afirmó que no se conocía a los asesinos de Gaitán

pero que estos eran comunistas. I.a contradicción añadía la torpeza a la mentira. Por su parte el secretario de Estado de los EE. UU. George C. Marshall el 13 de abril afirmó: “El golpe que acaba de ocurrir en Colombia es manifiestamente comunista y la Novena Conferencia debe continuar porque de lo contrario quiere decir que se le da ganada a los comunistas la batalla de la América Latina”. 66 Las declaraciones de Marshall buscaban crear el clima adecuado para la aprobación de las propuestas norteamericanas en la conferencia de Bogotá. Es sabido que las sesiones realizadas antes del 9 de abril no se desenvolvieron en la forma en que quería la delegación de los EE.UU. Del orden del día fue retirada la proposición chilena que incluía el acuerdo sobre proscripción legal de los partidos comunistas en América Latina. En lugar de la proposición anticomunista comenzaron a discutirse las pretensiones argentinas sobre las islas Malvinas y las aspiraciones de Guatemala sobre Belice. La delegación cubana formuló declaraciones objetando la política económica de los EE. UU. con respecto a América Latina. Reiniciada la Conferencia Panamericana ese clima de objeciones cambió en sentido favorable a los planes de Marshall. Fue adoptada la declaración anticomunista, si bien con algunas modificaciones.

Por ello la declaración mencionada del PCC, ubica el asesinato de Gaitán en el clima de violencia política creado bajo el gobierno de Ospina Pérez. Se llama la atención sobre los llamamientos directos, formulados por voceros del conservatismo al atentado personal a Gaitán. Igualmente el PCC responsabiliza al imperialismo norteamericano al caracterizar el crimen como fruto podrido de la guerra fría.

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En Vanguardia del Pueblo se reseñaron apartes de la publicación norteamericana “U. S. News and World Report” la cual se refería en su número de abril de 1948 a la discusión en el Senado norteamericano sobre el apoyo a un plan codificado como “X”, mediante el cual se prevé el asesinato de líderes comunistas en el mundo. En su edición del 16 de abril de 1948 El Espectador de Bogotá denunciaba cómo la CIA, según aparecía claro en debate realizado en la Cámara de los EE. UU. a raíz del 9 de abril en Colombia, consideraba a Gaitán como líder comunista. Se decía en el comunicado del PC que “los trágicos acontecimientos que ha vivido el país comprueban una vez más la impopularidad e incapacidad de la oligarquía conservadora para gobernar nuestra patria y demuestran que es ella la directa responsable de la sangre derramada y de todo el dolor del pueblo colombiano. El Partido Comunista sostiene que sólo la caída de Ospina Pérez y la instauración de un gobierno democrático puede garantizar la restauración democrática del país, el respeto a la vida de los colombianos y asegurar la tranquilidad de la Patria”.

Igualmente en el N° 32 se emplazó a El Tiempo y al periodista de la reacción y el anticomunismo, Calibán, a que probaran sus afirmaciones reiteradas sobre la responsabilidad del PCC en el asesinato de Gaitán. Tales calumnias, se decía en carta al magistrado encargado de la investigación sobre el asesinato del líder, sólo buscaban “encubrir a los verdaderos responsables del asesinato del doctor Gaitán y desorientar la opinión popular acerca de los verdaderos móviles que lo inspiraron”.

Así, luego del nueve de Abril, el Partido cohesionaba sus filas, buscando con su presencia pública y su trabajo, conservar un espacio de acción legal que la violencia y la guerra fría queian arrebatarle.

5.11. El PCC ante la reacion nacional e internacional.

Luego del 9 de abril y en concordancia con la campaña propagandística de la reacción y el imperialismo sobre la responsabilidad del “comunismo internacional” en el asesinato de Gaitán, se comenzaron a buscar pretextos para el rompimiento de las relaciones con la URSS.

Ya el 10 de abril por la Radio Nacional se había anunciado la decisión del gobierno de suspender las relaciones con la Unión Soviética. Aunque fue desmentida la noticia por la cancillería, en los días siguientes creyó el ministro de Relaciones Exteriores encontrar una justificación para el rompimiento en la nota enviada por el gobierno soviético protestando por el allanamiento que un grupo de hombres armados hizo a la residencia de diplomáticos soviéticos en Bogotá. Sin embargo, la protesta se justificaba plenamente. Un pretexto posterior lo constituyó una supuesta lista del PCC encontrada en la embajada Como ninguno de tales embustes suscitara eco en la opinión pública, el

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gobierno se vio precisado a producir un pintoresco documento en el cual se invocan “Fas distancias geográficas y las diferencias”, como las causas del rompimiento de relaciones con la URSS. Al señalar los verdaderos motivos de este paso dado por el gobierno de Ospina Pérez Vanguardia del Pueblo anoté: “De esa melancólica y desairada manera cumplía el gobierno las órdenes del general Marshall, enajenando, por oferta de unos millones de dólares, lo poco que le quedaba al país en materia de autonomía para la conducción de sus relaciones internacionales”. A la misma señal de Marshall habían procedido a tomar medidas varios gobiernos latinoamericanos.

Después del 9 de abril, González Videla en Chile con gran escándalo dio cuenta del supuesto descubrimiento de “un complot comunista” para derrocar el gobierno el j9 de Mayo. En Paraguay igualmente fue “descubierto” un plan similar. En Brasil una semana después del “Bogotazo” el gobierno declaró fuera de la ley al Partido Comunista y procedió al arresto de los dirigentes comunistas y de líderes sindicales. El anticomunismo se reforzó pues a nivel continental como política oficial de los gobiernos oligárquicos de América Latina.

En Colombia, en diferente medida, los dos partidos tradicionales tomaron parte en la cruzada contra el comunismo.

En el documento que formalizó la tregua de las directivas liberales y conservadoras, el 17 de abril de 1948 se hizo mención a “los designios extraños que sorprendieron a los dos partidos históricos en sus métodos de lucha cívica y de los ideales comunes”. Sin embargo la dinámica anticomunista afectaría a los propios liberales. El odio sectario desatado por la corriente laureanista y la predica de un clero soliviantado hicieron posible un poco más tarde que se acudiera al expediente de cubrir con el manto del comunismo a todo lo que contrariara los designios de L. Gómez. El eco alcanzaría a Lleras Camargo en su distante cargo en la OEA. Desde allí escribió en 1949 a Ospina Pérez: “El Partido Liberal, que gobernó por 16 años a Colombia no puede ser colocado fuera de la ley, ni proscrito de la vida pública colombiana, y me temo que la consecuencia lógica de esa cruzada no pudiera ser otra si se persiste en identificarlo con el comunismo”,

La impresionante explosión de la Indignación popular expresada tan dramáticamente por el levantamiento popular no llamó la atención a las oligarquías de los dos partidos. Por ello la leyenda sobre la conspiración comunista no se utilizó únicamente para exculpar a la reacción y al imperialismo de la responsabilidad de! crimen, sino que también sirvió al gobierno de la “Unión Nacional” para ocultar los factores económicos y sociales relacionados con la dura situación de las masas. Incluso representantes de la historiografía norteamericana tan favorables en sus análisis a Ospina Pérez, como John D. Martz, reconocen ese hecho. Refiriéndose a la gestión del presidente por este tiempo, Martz escribió: “Su enfoque continuó siendo esencialmente oligárquico, Inmóvil en sus tradiciones de clase, no podía considerar los acontecimientos con amplia comprensión nacional”

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.La respuesta oficial al clamor popular fue la represión. Ya el 18 de octubre de 1948 la “Unión Nacional” publicó una serie de decretos como el 1270 y el 1271 estableciendo los tribunales militares, los consejos de guerra, la censura a la prensa y a la radio. En las cárceles se hacinaban centenares de presos políticos, entre ellos buena cantidad de militantes comunistas,

68 Semana, Bogotá, noviembre 5 de 1949, pág. 13. 69 John Martz, Colombia. Un Estudio de Política Conteniporánca, Bogotá, ed. Universidad Nacional, 1969, pág. 104. * En varios lugares se aplicaron las torturas a los presos polfticos. Esto tuvo lugar particularmente en Cartagena, Allí, en los patios de los cuarteles de policía se desnudé a los presos, “as se les hizo tomar agua en grandes cantldade3.

67 Vanguardia del Pueblo, Bogotá, mayo16 al 23 de 1948

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El gobierno dio ejemplo én las represalias contra los trabajadores por su participación en el paro general decretado por la CTC a raíz del 9 de abril. Como lo denunciaban los periódicos Vanguardia del Pueblo y Jornada los organismos oficiales dieron ejemplo en la persecución laboral. En los meses de mayo y junio fueron despedidos miles de trabajadores en el Ferrocarril de Antioquia, en la Zona de carreteras de Nariño, en las empresas municipales de varias capitales. En el sector privado los despidos no se hicieron esperar, como en Barranca y el Centro con respecto a los trabajadores’petroleros. En otras empresas privadas como el monopolio “Bayana”, fueron lanzados a la calle numerosos trabajadores.

Un sector que resultó víctima de excepción de la retaliación oficial fue la policía debido a la actitud favorable que sectores de ese cuerpo tomaron con respecto al levantamiento de abril. Ya la cíepuración de elementos liberales de la policía nacional había comenzado desde 1946. En 1948 tomó carácter masivo. Los expolicías no conseguían puestos de trabajo nl en el sector público, ni en el privado. El calificativo de “nueveabrileños” que se les endilgó, constituyó un estigma que les cerraba todas las puertas. El PCC buscó organizar a los policías desempleados los que realizaron algunas movilizaciones reivindicando el derecho al trabajo y protestando contra la discriminación.

Se abrió también una cacería de brujas contra los militares demócratas. La prensa publicado desde marzo de 1948 conservadora había una verdadera lista

577- negra de militares demócratas, compuesta por aquellos que contribuyeron a derrotar el golpe militar del 10 de Julio de 1944. *

Luego del nueve de abril se adelantó sistemáticamente la purga de Los demócratas en el seno del ejército. El PCC manifestó en forma especial su solidaridad con el Capitán José Philips a quien se condenó en consejo de guerra por sus simpatías con e! movimiento popular del 9 de Abril.

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La persecución en el ejército le permitió al PCC reiterar su línea de conducta con respecto a los mI!itares. Al hablar de la protesta contra las tropelías de! personal armado y contra la conversión del ejército en fuerza policial, el PCC llamaba a adoptar un enfoque diferenciado frente a las fuerzas armadas:

“Hablar de “Chafarotes” para referirse a los militares en general es un error que debemos reconocer abiertamente. Porque en el ejército no solamente hay obreros y campesinos como soldados, sino también oficialidad democrática, que no comparte los incontenibles anhelos reaccionarios de que se acusa a ciertos generales” 70

El gobierno de la Unión Nacional tomó algunas medidas sociales de carácter muy moderado. La primera de ellas fue la creación mediante el decreto 1483 del 11 de mayo de 1948 del “Instituto de Parcelaciones, Colonización y Defensa Forestal”. La directiva de este instituto se integró con representantes del gobierno

Una lista con la trayectoria de esos militares después de julio de 1944 se encuentra en el periódico conservador Eco Nacional, Bogotá, edición NQ 108 de marzo de 1948. 70 Vanguardia del Pueblo, Bogotá, del 16 al 23 de mayo de 1948.

y las organizaciones patronales agrarias. Ningún representante de los campesinos fue incluído en esa Junta. Durante el Gobierno de Ospina el Instituto adquirió cinco haciendas por un valor de 3 mIllones de pesos que luego fueron puestas en venta en pequeños lotes y con una cuota inicial que era del 20% del valor total de la parcela.11 Por este sistema sólo algunos centenares de campesinos lograron tierra. Con justicia y. J. Merchán calificó la labor del InstItuto como “maniobra demagógica de apaciguamiento”. Más importancia tu’to, naturalmente en fávor de los latifundistas, el establecimiento en julio de la. Policía rural con la misión de defender la propiedad privada.

Con respecto a los trabajadores urbanos, Ospina Prez también ensayó su pretendida “política social”. Mediante decreto fue establecida la participación de los trabajadores en las ganancias. El carácter demagógico del decreto “social cristiano’.’ se advierte desde cuando establece que la disposición entraría a re-. gir sólo a partir de Enero de 1950. Como. bien observaba -el comentarista sindical de Vanguardia, del Pueblo el tal decreto sólo serviría para ser -utilizado por los -capitalistas como argumento frente a la exigencia obrera sobre alza de salarios.

La sostenida movilización obrera observada a. todo lo largo de la segunda mitad de los años cuarenta había exacerbado en extremo el ánimo de los patronos y del gobierno. Por ello, cuando se intensificó la represión a finales de la década uno de los blancos favoritos fue la CTC. Aparte de los, despidos masivos que se Intensificaron luego del 9 de abril, el gobierno, a través de su ministro de trabajo, Evaristo-Seur--d 8r emprendió una política de persecución

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al movimiento sindical orientado por la CTC. En el Sexto Pleno de la Central realizado en Julio de 1948 se denunciaba la paralización de sindicatos y de federaciones como la de Antioquia ante la exigencia gubernamental de no efectuar reuniones sindicales sin permiso oficial. Se daba cuenta igualmente de la abolición del fuero sindical y de la facultad concedida a los funcionarios laborales de fijar incluso el orden del día de las reuniones sindicales.

Esta represión se acompañaba de maniobras divisionistas. Violando la autonomía sindical, el MinIsterio del Trabajo designó la delegación obrera a la XXXI Conferencia de la OIT, estimulando así el oportunismo de algunos dirigentes de la CTC, buscando contra- ponerlos con el resto de la dirección y especialmente con los comunistas. A medida que el tiempo transcurría, la dirección liberal, busóando repeler el macar-• tlsrno creciente de la dirección conservadora y de sectores agresivos del clero, hacía el juego a ese mismo macartismo presionando a los líderes obreros liberales a romper la unidad de la CTC. En esa maniobra divisionista y anticomunista jugó papel activo Lleras Restrepo quien literalmente asedió a los dirIgentes sindicales liberales con la exigencia del rompimiento de la unidad sindical.

El divisionismo de los patronos y la reacción se dabán parejas con el estímulo al paralelismo sindical. Había tres factores de estímulo al paralelismo: 1° La presión del imperialismo, especialmente a través de la acción internacional de las directivas de la American Federation Of Labor. Por América Latina se desplazaron agentes de esa política que en Colombia. establecieron contactos coñ líderes de la UTC, especialmente.

Esta central envió una representación a una reunión sindical celebrada en Enero de .1948, en Lima, por iniciativa de la FAT.

2°—Los patronos tomaron muy en serio la creación çie una central, obrera para contraponerla a CTC. En este intento los industriales tuvieron éxito en primer lugar en Antioquia. Allí, por razones a las cuales ya se aludió en capítulos precedentes, la CTC no logró penetrar en los sindicatos industriales. Por otra parte, la burguesía antioqueña desarrolló el paternalismo en las relaciones obrero-patronales, que dificultaba el trabajo del sindicalismo clasista entre los trabajadores industriales. La UTRAN —Unión de Trabajadóres de Antioquia— constituyó el bastión más impórtante de la UTC.

3v—El cleró había realizado un trabajo persistente entre los trabajadores desde comienzos del siglo XX, buscando contrarrestar la influencia del socialismo en el movimiento obrero.

4?_El gobierno de Ospina Pérez estimuló de múltiples formas a la UTC violando la ley que prohibía explícitamente el paralelismo sindical. Las aprobaciones a los sindicatos agrarios creados por el clero se multiplicaban al mismo tiempo que se restringían los derechos de los sindicatos afiliados a la CTC, comenzando con el derecho de reunión. Ante la mirada complaciente del gobierno se reunió el 5 de febrero de 1948 el primer congreso de la UTC, a un

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mes de efectuada la reunión de sindicalistas en Lima, patrocinada por el Imperialismo.

Desde finales de 1948 la prensa conservadora exigía en forma persistente la dIsolución de la CTC. En lulio 6 de 1949 el qoblerno publicó un largo decreto en el cual se acordó la disolución de sindicatos utilizando pretextos formales. Se estableció ¡gualmente la necesaria asistencia de funcionarios oficiales a las reuniones sindicales. El 31 de Agosto de 1949 el gobierno solicitó ante la Justicia del Trabajo la disolución de la CTC y la cancelación de, la personería Jurídica. La causa invocada en la solicitud fue la publicación de un comunicado en el cual la CTC censuraba al gobierno de Ospina Pérez.

El 1° de septiembre por invitación de la CTC los obreros salieron a la calle a protestar contra la arremetida del gobierno. Igual manifestación se realizó en varias ciudades. Así, en Cali, los trabajadores fueron atacados por el ejército.

Continuando la ofensivá contra la unidad obrera, en el mismo mes de Septiembre el gobierno lanzó un decreto derogando varios artículos del decreto 2313 de 1946, que prohibían la existencia de más de una central de trabajadores. Esto equivalió al reconocimiento jurídico de la UTC. Esta central instauró la división del movimiento sindical colombiano que tan funestas consecuencias habría de traer para la clase obrera colombiana y para todo el movimiento democrático del país. Con razón el PCC ha señalado en más de una ocasión, a la división obrera como al factor fundamental del lento y desigual desarrollo del movimiento popular colombiano. El paralelismo sindical nació como fruto genuino de la guerra fría y de la violencia. El PCC que había cumplido el papel de fuerza motriz en la experiencia histórica de la central única no estuvo en condiciones de impedir en la nueva etapa de ofensiva reaccionaria, la división sindical.

El viraje de las masas a la izquierda cedió ante la represión desatada después del 9 de abril, ante la el desconcierto causado por la disolución del movimiento gaitanista. No se trataba desde luego del inmovilismo. En junio de 1949 había comenzado una importante huelga en la zona bananera contrala empresa imperialista ahora denominada “Sevilla Fruit Company”. No obstante la intervención personal del Ministro de Trabajo, los trabajadores decretaron• la húelga que se prolongó 47 días. El Gobierno no pudo aplastar a los huelguistas. El movimiento concluyó. obteniendo significativas conquistas. A comienzos de octubre de 1949, 2.000 ttabajadores de4 fábricas textiles de Barranquilla s lanzaron a la huelga. A la cabeza de este movimiento se colocó el dirigente comunista Andrés Barandica T., presidente del sindicató textil del Atlántico. Estas huelgas rompían las afirmaciones del gobierno en el sentido de haber abolido las luchas obreras luego deI 9 de abril de 1948.

Mientras se desarrolla la maniobra y la represión frente al movimiento obrero en las ciudades, la violencia amplía sus proporciones en los campos y extiende su geografía de muerte. Es frecuente encontrar por este tiempo reseñas periodísticas que cian cuenta de la magnitud del proceso violento: “Los

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informes sobre las recientes y horrripilantes masacres ocurridas en varias poblaciones del Valle, Boyacá, Santander, Bolívar, Cundinamarca y Antioqula arrojan saldos dantescos de muertos y heridos, llegándose a registrar 140 asesinatos de hombres, mujeres y niños en un sólo día”. Más adelante añadía la crónica: “en los últimos días, caseríos enteros como Arauca y Ceilán han sido literalmente borrados del mapa”.

La violencia se había desplazado de sus escenarios Iniciales en Boyacá, Santander, y Nariño para alcanzar las zonas cafeteras en Caldas, Antioqula, el Norte del Valle, Tolima.

Las violentas recriminaciones entre los directorios de los partidos tradicionales subían cada vez más de tono. Ya desde su exilio en España, Laureano Gómez había concedido declaraciones que eran una orientación a sus copartidarios presentando la.. guerra civil como hecho inevitable. En el gabinete fueron conquistando cada vez mayor ‘influencia las fuerzas más reaccionarias como lo evidencia el nombramiento de un personaje con mentalidad de pájaro: Luis Ignacio Andrade, como ministro de gobierno. En mayo de 1949 el retiro de los liberales del gabinete rompió el gobierno de “Unión Nacional” pero no puso fin a la política apaciguadora del liberalismo. Para la extrema derecha, el liberalismo había contribuido decisivamente a congelar las fuerzas populares que habían ascendido en la escena en el período de la postguerra y que habían protagonizado la eclosión deI 9 de abril.

Cumplido ese papel, no sólo resultaba posible su retiro del gobierno sino también altamente deseable. La diferencia de 10.000 votos que conservó el liberalismo frente a los conservadores en las elecciones para Cámara y Asambleas en junio de 1949 decidió más a los estrategas azules a la adopción de una táctica de terrorismo abierto para la conservación .del poder en 1950. Ya el 2 de abril en delirante procesión celebrada en Bogotá, Laureano Gómez había sIdo proclamado, en ausencia, candidato presidencial del conservatismo. “El Monstruo” retornó al país procedente de España e hizo de la exasperación del odio sectario entre los partidos el motivo fundamental de su estrategia. De su arsenal tomó igualmente el anticomunismo y las consignas de cruzada religiosa. En la plataforma del Directorio Nacional conservador aprobada en mayo de 1949 se incluyó el siguiente punto: “Para la defensa del orden social, amenazado de haremos por declarar el comunismo Internacional fuera de la ley”. Este era el mismo lenguaje que caracterizaba a varios documentos del episcopado colombiano. En efecto, el clero reaccionario desarrrolló una vasta campaña anticomunista con ocasión de las elecciones parlamentarias de junio de 1949.

El anticomunismo constituía no sólo el terreno de entendimiento entre los sectores más reaccionarios de la sociedad colombiana sino la mejor recomendación que podía exhibir cualquier candidato frente al imperialismo , en el preciso momento en que en Estados Unidos se desenvolvían los inicuos procesos contra los diirgentes del Partido Comunista y contra los representantes de la opinión democrática. A esta circunstancia aludía ya en

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1948 Henry Wallace, candidato presidencial en EE. UU., comprometido temporalmente en la oposición a los círculos más reaccionarios y guerreristas de los monopolios norteamericanos: “Laureano Gómez, fue administrador (gauleiter) de Hitler en tiempo de guerra. Pero hoy, este hombre es un aliado fuerte del secretario de Estado, .Marshall, quien trata de construir en el hemisferio occidental su versión de Pacto antikomintern del eje”.

La intolerancia fanática llegó hasta el propio recinto dei Congreso. En un debate realizado en la Cámara se pasó de los insultos verbales a la agresión física. Como resultado de un tiroteo protagonizado por representantes conservadores resultó muerto el representante liberal Gustavo Jiménez y otros fueron heridos de gravedad.

Ante este crimen, el PCC señaló que la. marcha de la violencia resultaría inalterable si el partido liberal Insistía en una política de “apaciguamiento”. “El Partido Comunista llama a todas las fuerzas populares y democráticas a cona

miento de defensa popular, contra la violencia. Un movimiento que rompa el apaciguamiento y le de al pueblo los medios organizativos para defender su vida, para luchar contra el terrorismo y los hampones falangistas, para luchar contra el estado de sitio y la dictadura militar”.

. 5.12— El PCC y el legado político de Gaitán. El Sexto Congreso del PCC.

Después del 9 de abril el Partido Comunista fue la única fuerza política que mostró disposición en reivindicar en la movilización pública la memoria de Gaitán. La dirección liberal, que tomó las riendas del Partido luego de la desaparición del líder, estaba ocupada en los quehaceres de la “Unión Nacional” y por tanto la memoria de Gaitán aparecía más como un incómodo lastre. A su vez el estado mayor del gaitanismo había estado compuesto por políticos de relativa Importancia que se empeñaron en la utilización del nombre del jefe desaparecido como palanca para lograr el reconocimiento de la dirección oficial del Partido. Ya en junio 5 de 1948 la dirección del PCC realizó un homenaje público a Gaitán en el lugar de su asesinato. En Noviembre del mismo año el PCC y la CTC reálizaron un desfile callejero de homenaje a Gaitán. Hablaron en el acto el presidente de la Central Obrera y Gilberto Vieira. Permanentemente los Comunistas exigieron al gobierno que diera cuenta sobre la investigación del asesinato.

En amplio documento publicado en el primer aniversano del 9 de Abril el PCC denunció las interferencias oficiales al proceso de investigación. Se lanzaron inquietantes interrogantes en dirección al presidente de la República. Esta acción del Partido Comunista se cumplía en condiciones difíciles no sólo por el clIma de violencia y represión sino por el descenso de las luchas populares que siguió al auge extraordinario y sostenido de la lucha de masas desde 1945. El 23 de Febrero de 1949 el PCC organizó una multitudinaria concentración en

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el centro de Bogotá. Los manifestantes fueron verdaderamente sitiados por el ejército y la policía. ‘En la preparación del acto fueron puestos presos numerosos militantes comunistas. Empero, la manifestacIón se realizó con la asistenclá de más de 15.000 personas, cifra verdaderamente extraordinaria si se tiene en cuenta que la movilización fue organizada exclusivamente por el Partido Comunista, en el momento en que la jerarquía católica y la reacción imperialista y nacional tocaban todos los registros del anticomunismo. Hablaron en la manIfestación Gilberto Vieira y Alvaro Pío Valencia, entonces miembro del PCC. Los oradores se extendieron en la denuncia sobre la situación económica de los trabajadores y el terror desatado por la oligarquía, desenmascararon el torcido empeño en la utilización de los sentimientos religiosos del pueblo colombiano con turbios objetivos políticos. Mostraron el respeto de los comunistas por las convicciones religiosas de los creyentes.

La gran demostración del 23 de Febrero mostró que el Partido Comunista había avanzado aceleradamente en el proceso de su reconstrucción política y organizativa. Igualmente señaló que las energías populares no estaban agotadas y que sectores de masas estaban dispuestoa a la movilización contra el aparato de violencia montado por la reacción. Esta manifestación constituyó la más grande confrontación popular contra la violencia después dei 9 de abril. De otra parte ella mostró que la única perspectiva justa era la acción de masas frente a las concesiones del liberalismo a la reacción extrema o frente a los delirios conspirativos que comenzaron a florecer en círculos de ese mismo partido.

Durante esta etapa el PCC no olvidó sus deberes internacionalistas. Cada vez más, el Partido encontró fórmulas orgánicas para unir la lucha contra la violencia desencadenada por la reacción interna, con el trabajo del movimiento comunista internacional, contra la amenaza de una nueva guerra y por el afianzamiento de la paz mundial.

Del 5 al 10 de septiembre de 1949 sesionó en México el Congreso Continental Americano por la Paz. Como delegados de Colombia asistieron Gilberto Viera y el diplomático conservador Carlos A. Gutiérrez. En el encuentro tomaron parte grandes figuras de la poesía, la literatura y el arte del continente. Pablo Neruda, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Juan Marinello, etc. se contaban entre los 1.000 asistentes a la Asamblea por la Paz. Las fuerzas progresistas rompieron así el aislamiento impuesto por el imperialismo y reviviendo las tradiciones de lucha conjunta antifascista, los delegados trazaron tareas amplias y lanzaron consignas antiimperialistas de solidaridad continental. En Colombia, ya con anterioridad se habían comenzado a construir comités de lucha por la Paz que lograron atraer a muchos fepresentantes de la opinión democrática del país. Uno de los primeros en tomar parte en el movimiento colombiano por la Paz fue el maestro Baldomero Sanin Cano.-

Igualmente el PCC mantuvo la solidaridad con los partidos víctimas de la represión en el continente. Después de 1948, el gobierno de Ospina intervino

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para impedir el acceso al país de delegados de la CTAL y de dirigentes comunistas latinoamericanos. En septiembre de 1948 fue detenido por los servicios secretos el dirigente de la CTAL Roberto Morena quienvisItaba a Colombia cumpliendo tareas sindicales. El dirigente obrero fue expulsado del país. El mismo año fue expulsado el senador comunista chileno Salvador Ocampo quien se encontraba en Colombia demandando la solidaridad coh los trabajadores de su patria víctimas del gobierno títere de González Videla. En relación con esta visita fueron detenidos algunos dirigentes de la CTC y del Partido.

En el periódico del PCC Vanguardia del Pueblo se informó detalladamente sobre el avance del ejército popular de China y sobre las alternativas de la lucha revolucionaria en aquel país, demandando la solidaridad con el pueblo chino.

EL PCC secundó los esfuerzos de coordinación del movimIento comunista internacional. Luego de la segunda guerra mundial se advirtió que, si bien la cooperación de los comunistas del mundo no podía dar- se al nivel en que ella había tenido lugar a través de la Internacional Comunista, sí era necesario el establecimiento de un órgano de coordinación. Entre las conclusiones de la reunión de 10 partidos comunistas de Europa, realizada en Varsovia en 1947, se destacó que “La necesidad de intercambiar experiencias y coordinar voluntariamente las acciones de los partidos se impone sobre todo ahora, puesto que la situacion Internacional de la postguerra “ se va complicando y la incomunicación de los partidos comunistas puede causar daño a la clase obrera”.

El resultado más importante de la reunión fue la creación del Buró de Información con sede en Belgrado. Así se dio comienzo a una nueva forma de coordinación en las circunstancias en que, por una parte se profundizaba la tendencia a la internacionalización del movimiento revolucionario, y por otra se ahondaba el significado de los rasgos específicos nacionales y de las características concretas de la actIvidad revolucionaria transformadora de cada pueblo.

Entre el 20 y el 28 de Agosto de 1949 se reunió el Sexto Congreso del PCC. Había sido precedido por la discusión colectiva sobre la cual se dio cuenta en la publicación “Tribuna del Sexto Congreso” publicada durante el período preparatorio. La gran asamblea de los comunistas, realizada en Bogotá, constituyó un acto de afirmación revolucionaria frente a la represión y la violencia.

El gobierno tomó una serie de medidas represivas contra el Congreso. Las oficinas del PCC fueron allanadas, se sometieron a requisas las residencias particulares de los dirigentes comunistas, fueron expulsados del país delegados fraternales de los Partidos de Venezuela y Panamá: Pompeyo Márquez y Celso Solano, lo mismo que los estudiantes dominicano y panameño: Manuel Lorenzo y Carlos del Cid.

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El Sexto, fue el primer Congreso Comunista sometido a aguda represión. Se reunieron 200 delegados de los organismos de base de todo el país.

En el informe Central presentado por el Secretario General del Partido, se analizó la situación internacional y nacional. Igualmente, se presentó el informe de organización. El Informe central se detuvo en el análisis de la situación mundial constatando la creciente agresividad del imperialismo que ponía en el centro de los acontecimientos el peligro de la tercera guerra mundial. Se precisó en el Informe que además de los factores que luego de la segunda guerra mundial exasperaban a los círculos imperialistas, se sumaba desde comienzos de 1948 la incidencia, de la crisis económica del sistema capitalista. Esa crisis es analizada en foma documentada en los materiales. Contra el peligro de guerra el material destaca el vasto movimiento de los partidarios de la Paz en el mundo, encabezado por los países socialistas.

El Sexto Congreso llama la atención de los militantes para convertir la lucha por la paz en tarea central de los comunistas. Para ‘lograr esto se prevé que sólo será posible si se liga esa lucha a las reivindicaciones económicas y políticas más sentidas de los trabajadores.

Al analizar la ofensiva política del imperialismo en el continente el Informe al Congreso subraya los planes’, norteamericanos en relación con los ejércitos de los países de Latinoamérica dentro de la concepción anticomunista de “La defensa del Continente”.

Los pactos militares estaban convirtiendo a las fuerzas armadas en verdaderos cuerpos de mercenarios con relación a sus propios pueblos. Precisamente en Febrero de 1949 había sido firmado en Washington un convenio que estableció el envío a Colombia de misiones militares norteamericanas. Detrás del desencadenamiento de la reacción en el continente, los comunistas vieron, en el Sexto Congreso, la mano omnipresente del imperialismo actuando en diversas formas: “Lo qué nos está enseñando la realidad latinoamericana es que el imperialismo opresor, para imponer eStos planes y avanzar en sus preparativos de guerra, presiona por todos los medios para imponer regímenes antidemocráticos, dictaduras reaccionarias antipopulares”. Estos gobiernos antidemocráticos tomaron las modalidades del cuartelazo como en Perú y Venezuela y del golpe “constitucional” como en Chile. El Congreso afirmó en forma certera que en Colombia se estaba armando la segunda variante.

En el informe central se analiza el proceso de penetración del imperialismo norteamericano en ‘Colombia. Se registra el aumento de las inversiones directas de los EE. UU. en la rama de los recursos na turales, de los servicios, la agricultura y el comercio, y el paralelo desplazamiento de los capitales Británicos, Holandeses y Alemanes a la economía colombiana. Se destaca el fenómeno de las empresas mixtas como procedimiento nuevo utilizado por los capitáles de los EE. UU. para expandirse sobre nuevos campos de inversión, especialmente en la industria de transformación. En este aspecto se muestra la

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presencia del capital norteamericano en empresas como Avianca, Icollantas, Tejicóndor, etc.

Frente a esta situación, el Sexto Congreso señaló la necesidad de trabajar por la constitución de un Frente Antiimperialista con base en los movimientos por la nacionalización de la concesión De Mares, y en la lucha de los trabajadores de las empresas im

75 GilbertO Vieira, Hacia el frente democrático de liberación nacional. Informe político al Sexto Congreso del PCC, Bogotá, pág. 30 (fóUeto).

perialistas, en primer lugar de los obreros del petróleo. Se estudiaron en el Congreso las acciones de la clase obrera en la batalla imperialista y se indicó como ejemplo la actividad de los comunistas en la Empresa Colombian Petroleum en “cuyo sindicato, se afirma, los dirigentes comunistas han sabido ganar autoridad y experiencia”. El Congreso hizo hincapié en la necesidad de no perder de vista las fricciones de la burguesía colombiana con el Imperialismo. Como ilustración de la existencia de esas contradicciones se aludió a la actitud tomada por sectores importantes de la burguesía cpntra el Plan Clayton, posición con la cual coincidió el PCC. Los dirigentes sindicales comunistas habían llevado al movimiento sindical las consignas contra el citado plan. Igualmente, el informe central, se refiere a las contradicciones de la burguesía con el imperialismo en lo referente al control de cambios.

Uno de los problemas que se discutió con más detenimiento en el Sexto Congreso, fue el papel de la burguesía en el proceso de desarrollo de la sociedad colombiana. Como se vio arriba, esta discusión se había adelantado en el período siguiente al Quinto Congreso. Atendiendo a los hechos, el informe central destaca la necesidad de utilizar las contradicciones entre los distintos sectores de las clases dominantes y de la burguesía con el imperialismo. Sin embargo, se eliminó el terreno ideológico en donde pudieran surgir concepciones oportunistas de las características de la teoría de la “Unidad Nacional” mediante la afirmación inequívoca del papel dirigente de la clase obrera en el proceso revolucionario. A ese respecto la Resolución Política aprobada en el Sexto Congreso consigna: “El Frente Antiimperialista, el movimiento de liberación nacional, para ampliarse y avanzar, debe ser dirigido por la clase obrera”, señalando que es-

593 ta previsión histórica no se Impone como un decreto Sino aué se desarrolla en función de las realidades nacionales, continúa la •Resolución Política: “Psro la heemOflÍa de la clase obrera en el movimiento revolucionario no se produce por sí sola; los comunIstas deben conquistarla mediante una lucha práctica, sistemática y abnegada”. En el $exto Congreso se advirtió el proceso de monopolización de la economía. Sin embargo se insistió en mantener la consigna de la defensa de la industria nacional llamando la atención en la lucha por la elevación da las condiciones de vida de las masas, trabajadoras y contra la especulación.

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Al definir el carácter de la revolución que el PCC proponía, inexplicablemente se volvió a la caracterización de Colombia como país semicolonial. Tal en- foque evidentemente no correspondía a la realidad del país. Al hacer un justo énfasis en la perspectiva de poder que deben mantener los comunistas en todas las etapas del proceso revolucionario, se adopló la consIgna del Gobierno Popular de Liberación Nacional. Este enunciado remplazó al adoptado en el Tercer Pleno del Comité Central, formulado en términos de Gobierno Popular Antiollgárqulco y Antiimperialista. Al explicar esta innovación se aludió a dos elementos: 19—A la necesidad de elevar a un primer piano la lucha contra el “enemigo principal”: el imperialismo. —I.a vaguedad del lema antioigárquico de Gaitán. ‘ Esta decisión no correspondió a fenómenos ya anotados en el informe central como la penetración del ÍrnperialiámO bajo nuevas formas en especial las

empresas mixtas que implican un tipo de ligazón entre las empresas nacionales y extranjeras que a su vez suscita consecuencias políticas.

La consigna adoptada en el Sexto Congreso no incluyó pues, el factor antlmonopolista planteado ya por la realidad del país como claramente se presentó en el análisis económico del informe central

Finalmente, era un hecho que la consigna antioligárqulca de Gaitán Frabía llevado este término a las grandes masas, la cuales así fuera vagamente, •se habían acostumbrado a asimilar la noción de oligarquía a la existencia de privilegios económicos, sociales y políticos. Era función de la lucha política del PCC otorgarle contenidos más claros y coherentes a la consigna antioligárquica de Gaitán, en vez de ignorarla.

El Sexto Congreso se ocupó del problema agrario destacando el estancamiento de la agricultura en comparación con el desarrolló relativamente rápido de la Industria. La causa fundamental de este desequilibrio se advirtió en la supervivéncia de relaciones feudales. Sin embargo no disminuyeron los alcances del desarrollo capitalista en el campo y en consecuencia con ello, se concluyó en la necesidad de tener muy en cuenta la presencia de un numeroso proletariado agrícola tanto en “la orientación estratégica del Partido como en la organización política y sindical”.

Al hablar de la incidencia negativa del débil incre mento de la agricultura sobre el desarollo industrIal el Sexto Congreso desoartó la posibilidad de un papel activo de la burguesía en la resolución del problema agrario. Como se anota en el informe central: “ burguesía, sin embargo, no se atreve a plantear una reforma agraria efectiva y se limita a débiles intentos para propiciar que Los terratenientes semlfeudales se transformen en terratenientes capitalistas, con el nacimiento cuando más de un sector de campesinos ricos”.

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Esta constatación fue de gran importancia, no sólo porque planteó una expresión de desarrollo del capitalismo en que sobresalen los elementos “prusianos”, sino que contribuyó a explicar el viraje político efectuado por las clases dominantes a mediados de los años cuarenta de la presente centuria.

No resulta así casual que el respeto por las libertades democráticas llegó hasta donde se mantuvieron los intentos reformistas en la cuestión agraria.

Desde luego este factor es preciso verlo en el complejo cuadro en el cual entran también, la monopolización de la economía y las nuevas formas de penetración del imperialismo, como hasta ahora se ha insistido en el presente capítulo.

En esas condiciones el Congreso puntualizó que la reforma agraria democrática sólo podía pensarse en función de la lucha revolucionaria de la clase obrera y de la realización histórica en Colombia de la alianza obrero-campesina.

La máxima Asamblea Comunista de agosto de 1949 discutió también el próblerna del bipartidismo. Se afirmó que, si bien avanzaba el proceso de homogenización de los partidos por la gradual extinción de las fronteras ideológicás no podía absolutizarse este proeso. Subsistían, según se anotó, importantes diferencias, por ejemplo en el enfoque respecto a las garantías ciudadanas y las libertades democráticas. Hubiera sido una torpeza política no tener en cuenta hechos como la negativa del partido liberal a la formación del frente nacional anticomunista insistentemente propuesto por el conservatismo, o la defensa, obviamente muy interesada, de la CTC, frente a la ofensiva por su disolución. Se reconoció que la actitud tomada por los comunistas frente a la colaboración liberal en el gabinete de Ospina Pérez no había tenido en cuenta sino la claudicación que ella entrañaba frente a la extrema derecha, sin prestar atención al hecho de que tal cooperación hacía de la “Unión Nacional” una polftica cn serias contradicciones, susceptibles de ser aprovechadas por las corrientes populares. Constituyó, éste, un enfoque absolutamente necesario para un partido que preocupándose ante todo por los objetivos finales, no puede desentenderse en manera alguna de las alternativas políticas del día.

Con claridad, el Sexto Congreso advirtió que dentro del conservatismo, Laureano Gómez representaba las tendencias más regresivas que sustentaban principios ideológicos falangistas y que precisamente la dinámica del régimen político conducía directamente al control hegemónico por parte de esos Sectores. Pintando lo que vendría en corto tiempo el informe central anota: “Esas tendencias más regresivas del conservatismo están resueltas a conquistar la hegemonía absoluta del poder, cerrándole de cualquier modo el paso a un triunfo electoral de los liberales, mediante el Estado de Sitio en connivencia con altos jefes del ejército ligados directamente al imperialismo yanqui”. El Gobierno de Ospina no era ajeno a esta dinámica. En el último tramo de su administración el aparato del Estado fue poniéndose cada vez más al servicio de la violencia y la persecución, como mecanismos aptos para montar la hegemonía. En este sentido la concesión de puestos clave en el

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gabinete y las gobernaciones a los militares no sólo apuntalaron la imposición de Laureano sino que incubaron el golpe militar de 1953.

Frente a la situación de violencia, a la debilidad del propio Partido Comunista, el Sexto Congreso acordó en principio el apoyo crítico a la candidatura de Darío Echandía. Esta constituía una posición adecuada, en ese preciso momento, a las circunstancias políticas y buscaba superar el aislamiento del PCC en medio del avance del terrorismo oficial. El Congreso llamó la atención de los militantes comunistas en la necesidad de preparar la resistencia de masas contra el terror: “Ante la amenaza reaccionaria del desconocimiento del Congreso, la clase obrera y el pueblo deben prepararse para responder con la resistencia beligerante y la lucha organizada de las vastas masas democráticas, levantando de Inmediato la consigna de la huelga general como respuesta a la primera tentativa de golpe de Estado”.

La consigna de la huelga general fue puesta en práctica por este tiempo en una coincidencia de comunistas y liberales. Sin embargo en un período de repliegue del movimiento huelguístico y de las luchas populares en general, esta forma de lucha facilitó el debilitamiento de la CTC, ya que se planteaba en la perspectiva de la inmediata caída del régimen conservador. Tuvo más validez la orientación de la organización de la resistencia de masas para enfrentar la alternativa dictatorial que se perfilaba.

El Sexto Congreso se pronunció contra la impaciencia y las tendencias extremoizquierdistas que habíañ comenzado a aflorar entre militantes comunistas. Ellas tenían diverso origen. Sin embargo, la causa principal radicaba en una apreciación equivocada del levantamiento popular dei 9 de abril de 1948. Pensaron algunos que esa formidable explosión popular podía repetirse fácilmente ante el empeoramiento de la situación política. Paradójicamente tales posiciones reflejaban no pocas veces la influencia en el Partido de algunos círculos del liberalismo que alentaban posiciones gólpistas’ prevalidos de aislados apoyos militares. Había factores que facilitaban la receptivi-. dad de sectores del Partido a tesis del radicalismo pequeño burgués. El terror oficial era la primera de ellas, la segunda tenía que ver con la superioridad cuantitativa que a partir del Quinto Congreso tomó el campesinado en la composición social del PCC. Eltexto de la Resolución política concluyó con la afirmación de que la acción de los comunistas no podía concebirse por fuera del movimiento de las grandes masas: “El Partido podrá superar todas sus dificultades convirtiándose en el gran partido de la clase obrera y de todo el pueblo colombiano, mediante la aplicación permanente de la consigna que resume de modo exacto la táctica Comunista: “política de masas, resistencia de masas y nada de aventuras”.

Con respecto al frente sindical, el Sexto Congreso insistió ante todo en preservar la independencia en las condiciones de la ofensiva patronal y gubernamental. Se concluyó que no podía operarse ninguna transacción en este campo.

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El logro más importante del Sexto Congreso consistió en el triunfo sobre el fraccionalismo y en la afirmación de los principios del centralismo democrático. Se valoró positivamente la determinación del grupo denominado “Movimiento Reorgánico del PC” de volver a las filas del PCC. Tal grupo se caracterizó como una reacción fraccional de tendencia extremoizquierdista frente al fraccionalismo de derecha encabezado por Augusto Durán. Pocos días antes del Congreso el grupo denominado “Partido Comunista Obrero” tomó la decisión de disolverse y pedir el ingreso al PCC. Este grupo luego de su abandono del Ouinto Congreso mantuvo orientaciones políticas de derecha, la demagogia obrerista y la pretensión de representar al verdadero Partido Comunista. El “Comunismo Obrero” luego del 9 de abril comenzó a hablar de unidad planteando la necesidad de realizar un congreso en que participara en igualdad de condiciones con el PCC. Naturalmente la aceptación de esa propuesta descabellada hubiera significado retrotraer las cosas al éstado deplorable en que se encontraba el Partido en el período anterior al Congreso de Bucaramanga. Al rechazar tal exigencia el PCC propuso la conformación de una comisión de dirigentes sindicales para unificar esfuerzos en el movimiento obrero.

En las discusiones sobre la unidad intervinieron algunos partidos hermanos especialmente el de Cuba y Venezuela cuya mediación permitió dar pasos más firmes. Así se llegó a la decisión del “Comunismo obrero”, ya arriba mencionada. El Comité Ejecutivo del PCC exigió una autocríticá dé lo que a su Juicio constituía la desviación fundamental del grupo duranista: el fracionalismo y la consiguiente violación del centralismo democrático. Realizada esta autocrítica, el Comité Ejecutivo autorizó que los organismos del comunismo obrero pudieran enviar delegados al Sexto Congreso. Ya en las deliberaciones, los principales representantes del grupo hicieron serias rectificadone de su conducta anterior. Algunos de ellos habían trabajado con honestidad y empeño en aras de la unidad, como Jorge Bayona, figura importante de la corriente del antiguo secretario general. Este, por su parte hizo una intervención en el Congreso que fue reseñada por Vanguardia del Pueblo en los siguientes términos: “El Camarada Durán reconoció que era el principal responsable del rompimiento de la unidad del Partido y que su vanidad pequeño burguesa lo había conducido a dar ese funesto paso. El c. Durán Insistió en algunas de sus antiguas tesis políticas que fueron repudiadas categóricamente por el Congreso”. •

La disolución del “Comunismo Obrero” y la autocrítica presentada en el Congreso permitieron el retorno al’ Partido de cuadros revolucionarios muy valiosos que han jugado un papel de inestimable significación en la vida posterior del PCC, como Nelson Robles, Jesús Villegas y Roso Osorio. Hubo otros que no volvieron animados con la misma honradez sino que reingresaron con el inconfesa ble propósito de reeditar sus antiguos vicios y errores. El Partido había sin embargo alcanzado un grado de madurez ideológica y de solidez organizativa que hi cleron imposible la cristalización de tan torpe desig. nio. El Sexto Congreso eligió finalmente el nuevo Comité central y acogió el nombre

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de Gilberto Vieira para la secretaria general. El Congreso de Agosto de 1949, preparó al PCC ideológfca y organizativarnente para la dura etapa de las dictduras reaccionarias que habría de iniciarse en noviembre de 1949.

ÇONCLUS1ON’

El presente capítulo de la historia del PCC comprende hasta el 22 de Octubre de 1949. En tal fecha se produjo una reunión extraordinaria del Comité Ejecutivo del Partido Comunista, con asistencia de los miembros del Comité Central residentes en Bogotá. La principal conclusión fue la de generalizar en el Partido la consigna de la autodefensa de masas. La dirección del PCC llamó a lá formación de comités o brigadas de unión democrática, “por la defensa de la vida y de las libertades ciudadanas, como base para la integración del Frente Democrático que derrotará a las fuerzas reaccionarias”.’ Sin abandonar en lo más mínimo la orientación del trabajo dirigido hacia las grandes masas, el PCC llamó la atención, con la política de la autodefensa de masas, a la necesaria preparación para una política más activa frente al terror y a la perspectiva golpista. Justamente en el número de Vanguardia del Pueblo en que se publicó el llamamiento a la autodefensa, se da cuenta de los movimientos en ‘la alta oficialidad del ejército mediante los cuales las posiciones claves de la institución castrense se dieron a los militares más reaccionarios como al general Santos Amaya y al coronel Rojas Pinilla, el verdugo de Cali, a quien por ese tiempo se le seguía un proceso por abuso de autoridad. El camino al golpe de Estado, previsto con anterioridad por el PCC, estaba llegpndo a su fin; los comunistas se preparaban para continuar la lucha en las nuevas condiciones. El viraje político y organizativo adoptado en el Quinto Congreso y profundízado en el Sexto, permitieron al Partido no sólo sobrevivir, sino desarrollar una lucha abnegada e Influyente en el campo durante la violencia. La división producida en Bucaramanga como producto del fraccionalismo, redujo inmensamente las posibilidades de resistencia del PCC en las grandes ciudades. Sin embargo, no consideró siquiera el Partido la posibilidad del traslado de la dirección al campo. La convicción inquebrantable en el papel de vanguardia de la clase obrera dn el próceso de la revolución colombiana, permitió tiue la reacción no pudiera destruir la organización partidaria en los centros urbanos, durante la larga represión que se enseñorearía en el país, durante una década.

6. Indice de nombres Abadía, Mercedes, 394, 399, 539. Abadía Mendez, MIguel 193. Abella, Manuel, 74, 104, 166, 168. Abella, Pedro, 454, 539. 555. Acosta, EnrIque, 59 Adamo, Vicente, 81. Aguilera C., Alberto, 295. Aguirre, Carlos A, 378, 406, 494. Ahumada, Francisco, 79. Albarracín, Jacinto, 59 Alzate Avendaño, Gilberto, 290, 292, 293.

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Amorocho, Marco T., 58 Arana Hoyos, 227, 324. Arengo Vélez, Carlos, 119, 145, 369, 377, 385, 387. Arango Véiez, DionisIo, 82. Arboleda, Manuel A, 73. Arenas, AntonIo, 130. Arévalo Cedeño, 127, 146. Artel. Jorge, 295. Arriaga Andrade, Adán, 436, 472. Austlne, 122. Balcazar, Pedro, 532. Baquero, Rafael, 126, 143, 149, 150, 166, 168, 263, 295, 328. 341, 342, 392, 408, 474, 549. Baraya, ArIstIdes, 302, 570. Barandica, Andrés, 582. Barba, RamÓn, 399. Barberena, Alfonso, 549. Barbosa, Salvador, 104. Barrero, Filiberto, 263. 304, Barroto, Carlos, 295. Becker, Carlos, 388. Bello, Carlos, 59. Benavides, Oscar, 188.