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Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social. http://www.jstor.org Fundacion Instituto de Historia Social Dos enfoques en el estudio de la historia: el metafísico (incluido el postmodernismo) y el histórico Author(s): Arthur Marwick and M. L. Ferrandis Garrayo Source: Historia Social, No. 50, Ficción, Verdad, Historia, Presentación (2004), pp. 59-81 Published by: Fundacion Instituto de Historia Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40340919 Accessed: 28-10-2015 20:00 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 146.83.173.14 on Wed, 28 Oct 2015 20:00:39 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

Historiografía y postmodernismo

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Fundacion Instituto de Historia Social

Dos enfoques en el estudio de la historia: el metafísico (incluido el postmodernismo) y el histórico Author(s): Arthur Marwick and M. L. Ferrandis Garrayo Source: Historia Social, No. 50, Ficción, Verdad, Historia, Presentación (2004), pp. 59-81Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40340919Accessed: 28-10-2015 20:00 UTC

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DOS ENFOQUES EN EL ESTUDIO DE LA HISTORIA: EL METAFISICO

(INCLUIDO EL POSTMODERNISMO) Y EL HISTORICO *

Arthur Marwick

La epistemologia y la ontologia "postmodernistas", aunque sean muy discutibles, consti- tuyen un componente ineludible del mundo intelectual de hoy y toda persona que desarro- lle una actividad intelectual o docente deberia conocer en mayor o menor medida sus argu- mentos basicos. Argumentos con los que se tropiezan hoy los estudiosos de la historia, sobre todo si ademas se ocupan de estudios literarios o culturales. Es muy probable que dichos estudiosos se vean ante una disyuntiva potencialmente desorientadora entre, por un lado, las teorias del analisis del discurso, la deconstruccion y la "historizacion" de los tex- tos y, por el otro, los principios y metodos que se ensenan, o cuando menos se asumen, en la mayoria de los departamentos de historia. E incluso puede que alguien llegue a persua- dirlos de que la historia de los historiadores carece de valor, no es mas que ideologia, "los cuentos que contamos", y que debe ser reemplazada por una historia adaptada a las necesi- dades de la politica radical contemporanea. La tesis fundamental de este articulo es que el mejor medio para rebatir las criticas impertinentes y mal fundadas que le hacen a la histo- ria los "postmodernistas" (una etiqueta litil pero insatisfactoria bajo la que se incluye a los postestructuralistas, materialistas culturales, nuevos historicistas etc.) es hacer una nueva y detallada exposition de lo que en realidad los historiadores hacen y por que lo hacen. Pri- mero voy a abordar dos problemas centrales: (I) el del lenguaje (con el que los historiado- res tienen que verselas tanto al investigar entre fuentes primarias, a menudo inextricables, como al redactar su investigation); (II) el de la historia como actividad social y, desde lue-

* Publicado en Journal of Contemporary History, SAGE, Londres, Thousand Oaks, California y Nueva Delhi, Vol. 30, 1 (1995), pags. 5-35.

Parte de este articulo esta basado en una conferencia publica que di, bajo un tirulo distinto, en la Open Uni- versity en octubre de 1993, y en el seminario intensivo de un dia que tuvo lugar a continuation. La conferencia se puede conseguir en video. Este articulo, detallado y con el apoyo de notas, es un producto absolutamente dis- tinto. Por la ayuda que me han prestado para poner en claro mis ideas, quisiera agradecer las criticas de: profe- sores Hayden White, Ludmilla Jordanova, Stuart Hall, Steven Rose y Anthony Easthope; Sir Kenneth Dover, Drs. John Tosh y Alan Bassindale (decano de la facultad de Ciencias de esta universidad). Es para mi una satis- faction ver que G.R. Elton, en Return to Essentials: Some Reflections on the Present State of Historical Study, Cambridge, 1991, ha abordado, con su estilo propio y caracteristico, algunos de los problemas que aqui planteo. En el numero de abril, saldra publicada una respuesta de Hayden White a este articulo. [Vease articulo siguiente de este numero de Historia Social.}

Historia Social, n.° 50, 2004, pp. 59-81. | 59

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go, profesional (en la que los premios codiciados pueden ser no ya conseguir unas becas de investigation y la catedra sino que la obra tenga un gran exito de ventas y reconoci- miento literario). Despues, (III), paso a analizar la diferencia crucial entre, por un lado, el estudio de aspectos del pasado humano rigurosamente delimitados, como el que llevan a cabo con un examen sistematico de todas las fuentes disponibles los historiadores y, por otro lado, los estudios especulativos, realizados por filosofos, teoricos literarios y otros investigadores ajenos a la profesion, cuyo punto de partida es que "la historia" ya tiene una existencia material como conjunto de procesos y de relaciones de poder donde el pasado se enlaza con el presente, y con el futuro. Estos son los dos grupos a los que me refiero en el titulo con los terminos respectivos de enfoque "historico" y "metafisico". Los "postmodernistas", herederos directos de los "estructuralistas" de la decada de 1960, sim- plemente son los liltimos intrusos mas recientes en el estudio de la historia. Un breve ana- lisis del estructuralismo y del postestructuralismo, enmarcados en su contexto parisino, proporciona la materia de la section (IV). Tras lo cual, llegamos a la parte esencial del articulo, la (V): al contraste entre lo que los postmodernistas dicen que hacen los historia- dores (con el fin de vilipendiarlos) y lo que estos en realidad hacen.

I

Muchas de las palabras mas importantes que utilizamos tienen distintos significados; "ideologia", "cultura", "clase", "estado", "historia" por poner solo unos cuantos ejemplos conocidos. Una regla que siguen los historiadores es dejar siempre claro y explicito el uso que se esta haciendo de ellas en cada caso concreto, e identificar en las fuentes primarias cualquier deslizamiento semantico imprevisto, asi como evitarlo en la redaction de sus investigaciones. Al redactar, es imposible (si no se quiere caer en parafrasis muy torpes y prolijas) no recurrir a metaforas como "fuerzas", "factor", "legado", pero se impone, de nuevo, la regla de la autoconsciencia, el control de la metafora, en lugar de lo contrario, pues este control sera el que haga innecesario disculparse por caer en imprecisiones tales como "clima de opinion" o "trasfondo social". Los historiadores conocen mejor que nadie las dificultades que presenta la comprension de lenguajes remotos o arcaicos, terminos tecnicos o "codigos" particulares inscritos en la enorme variedad de tipos diferentes de fuentes primarias. Los historiadores eran conscientes de las ambiguedades del lenguaje mucho antes de que se oyera hablar de estructuralismo. Hay muchos ejemplos que vienen al caso: el examen al que Louis Gottschalk somete las ambiguedades y presunciones implicitas en una frase tan simple a primera vista como "Colon descubrio America el 12 de octubre de 1492", o "La abstraction geografica y el historiador" de Denys Hay, o el estudio que Marc Bloch hace de conceptos clave como "feudalismo" y "revolution", o "El vocabulario de la historia social" de Alfred Cobban. ! Tambien se podrian citar contribu- ciones recientes tan estimulantes como el analisis etimologico de "Las fronteras y las iden- tidades nacionales de Europa Central" de R.J.W. Evans, en el que una habilidad linguistica envidiable (por cuanto demuestra una valiosa facilidad para varios idiomas complejos) unida a una investigation rigurosa nos proporcionan un buen conocimiento de como se

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1 Louis Gottschalk, Understanding History: A Primer of Historical Method, NuevaYork, 1951; ed. 1956, p. 17; Denys Hay, 'Geographical Abstraction and the Historian', Historical Studies, II, 1959, pp. 1-12; Marc Bloch, The Historians Craft, Manchester, 1954, p. 172; Alfred Cobban, "The Vocabulary of Social History", Political Science Quarterly, LXXI, 1956, p. 14. La magnifica obra a la que me refiero no es otra sino 'The Lan- guage of Class in the Early Nineteenth Century", de Asa Briggs, en Assa Briggs y John Saville (eds.), Essays in Labour History, 1960, pp. 43-47.

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consolidaron las fronteras y emergieron los estados-nacion. Comparado con el, el preten- cioso escrito de Anthony Easthope en que somete a un "analisis" postmodernista un ar- ticulo de Lawrence Stone no es mas que paja belle-lettriste. 2 Todo empeno intelectual exi- ge un despliegue de conceptos complejos; a veces, obliga a utilizar palabras de nuevo cuno para definir algiin aspecto de la realidad que de otro modo se nos escaparia. Sin embargo, para los historiadores, la cautela y la circunspeccion siguen siendo la regla: la conciencia de que muchos conceptos llevan consigo una carga de supuestos no fundamen- tados, la conciencia del peligro de confundir un concepto con algo real (error caracteristi- co de los metafisicos; los postmodernistas, por ejemplo, escriben continuamente como si sus "narrativas" y sus "discursos" fuesen realidades materiales, y dado que los aconteci- mientos han hecho saltar por los aires gran parte de la teoria marxista, es precisamente el momento de plantearse si hay algo de validez en ese comodin explicativo universal, la "ideo- logia", cuando se utiliza en su sentido marxista). El recurso a figuras del lenguaje con el fin de esclarecer alguna idea, o de llevar un asunto al terreno de uno cueste lo que cueste no es infrecuente: los titulos de libros, capitulos o secciones de capitulos, que idealmente deben expresar argumentos complejos de la forma mas fiel y sucinta, pueden exigir el uso de figuras retoricas. Si el estudio se ha hecho a conciencia y se ha llegado con honestidad a unos "resultados", todo esta a favor de presentar dichos "resultados" del modo mas claro y convincente. Lo que es inaceptable, para el historiador que pone en practica una disciplina y un control precisos, es la utilization de la retorica con el proposito de ocultar incertidum- bres o lagunas en la argumentation (proposito vano en todo caso pues algo que no advier- ten los detractores postmodernistas es que los libros o articulos historicos no son produc- ciones linicas, sin parangon, sino que las leen critica, y a veces despiadadamente otros historiadores). Aunque requiere experiencia y esfuerzo, en la escritura de la historia se pue- de ser preciso y explicito al mismo tiempo (siempre que uno tenga, por supuesto, algo pre- ciso y explicito que decir como resultado de sus investigaciones); la investigation y la escritura no son (al contrario de lo que asumen los postmodernistas, que suelen ignorar por completo a la primera) dos actividades separadas, sino que constituyen un proceso interac- tivo. En algunas formas del discurso (en un sentido neutro del termino, como "expresion oral o escrita de mas de una frase"), podemos crear ambiguedad de manera deliberada (por ejemplo, en una carta para hacernos con un trabajo, o dirigida a un amante al que tenemos abandonado). Pero del mismo modo que es posible crear ambiguedad, tambien es posible, con la disciplina y dedication, evitarla. Muy conscientes de las seducciones y trampas del lenguaje, los historiadores serios se esfuerzan por ser tan exactos como sea posible.

^O no es asi?... Depende mucho de la idea que uno tenga de para que sirve esta disci- plina. Desgraciadamente, todavia hay en la profesion gran ofuscamiento sobre el asunto; da la impresion de que a algunos academicos les llena de orgullo no estar seguros de lo que hacen o por que lo hacen, dando cancha con ello a los postmodernistas. David Canna- dine parece muy interesado en reafirmar el papel del historiador como Gran Comunicador, al estilo de G.M. Trevelyan, y cita con aprobacion las palabras pronunciadas por Trevor- Roper en 1957: "el objetivo ultimo de la historia es instruir y educar a un piiblico no pro- fesional". A.J.R Taylor, por su parte, hacia creer que estaba convencido de que "los escri- tos de un historiador no son buenos a menos que el lector obtenga de ellos el mismo placer que de una novela". Muchos son los que parecen ver en esta rama del saber, mas que cuer- pos acumulativos de conocimiento siempre sujetos a correcciones y retoques, obras par- ticulares, elaboradas individualmente, que proporcionan verdades morales (cualesquiera

2 R.J.W. Evans, "Essay and Reflection: Frontiers and National Identities in Central Europe", International History Review, XIV, 1992, pp. 480-502; Anthony Easthope, "Romancing the Stone: History-writing and Retho- ric", en Social History, 18, 1993, pp. 235-249. .,

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que estas sean) al piiblico (relativamente limitado) que compra libros. 3 Si examinamos lo que en realidad hace la inmensa mayoria de esta profesion, cuesta creer que la idea obsoleta de que la historia constituye una rama de la actividad literaria tenga algun predicamento real entre los historiadores en ejercicio (aunque concuerde muy bien con las criticas de los postmodernistas). Las sociedades humanas necesitan las artes: el espiritu humano alberga un profundo anhelo por la danza, el teatro, la musica, el color, el mundo de la imagina- tion; pero las sociedades humanas necesitan tambien el conocimiento: sin las ciencias no habria ninguna esperanza de llegar a dominar el mundo natural. La historia es aquella rama del saber que satisface la necesidad social de comprender aspectos concretos del pasado humano, una comprension sin la cual seria imposible incluso el intento de lidiar con los problemas del presente. La historia, mal considerada una rama de la literatura, puede ser intencionadamente ambigua y estar deliberadamente cargada de trucos del len- guaje. La historia, hecha por los historiadores, sin otro objeto que responder a una necesi- dad social, debe (para descartar la pregunta que dio comienzo a este parrafo) evitar la ambiguedad, separando lo que ha sido establecido con seguridad de lo que es una conjetu- ra inteligente. "Los historiadores", en palabras de Eric Hobsbawn, "estan profesionalmen- te obligados a no equivocarse, o cuando menos a intentarlo". 4 "No equivocarse" implica una decidida exactitud en el uso del lenguaje. Frente a los asertos de una inevitabilidad de la "textualidad", desde luego, yo reafirmo la autonomia del historiador. El comprensivo critico literario Phillipe Carrard les perdona a los historiadores (refiriendose en concreto al grupo de Annales, cuyas afirmaciones de haber puesto en marcha una "nueva historia" comete el error de creerse) su "confianza simultanea en mecanismos tan divergentes como la narrativa, la cuantificacion, y el lenguaje figurativo" ya que, para el, tal confusion es "un aspecto fundamental" de "la condition de la investigacion academica" -o "de la forma en que los humanistas y los cientificos llevan a cabo su investigacion" y "textualizan sus hallazgos" (la cursiva es mia). 5 Yo prefiero decir que los historiadores (como los cientifi- cos) "redactan" sus investigaciones y, al hacerlo, controlan las "maquinarias" (!) que des- pliegan, a sabiendas de que sus trabajos seran sometidos al escrutinio implacable de sus colegas.

II

El hecho de constituir una profesion, estrechamente ligada a las instituciones educati- vas de su pais, apoya la idea de que los historiadores realizan una funcion social necesaria. El lado positivo de pertenecer a un grupo profesional es que facilita sistemas de apoyo (publicaciones periodicas, bibliografias, academias) en la biisqueda del saber. Sin duda, no actiian como genios en solitario; la historia avanza de manera acumulativa y tiene que ser juzgada por los logros del conjunto de la profesion, que se materializan en monografias y articulos especializados, no por las declaraciones individuates de los que buscan publici- dad. Hago un inciso para anadir, por si todo esto resulta terriblemente austero, que reco- nozco sin reservas la posibilidad real de que los trabajos de historia proporcionen ilustra-

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3 David Cannadine, G.M. Trevelyan: A Life in History, Londres, 1992, p. 226; A.J.P. Taylor, A Personal History, 1983, p. 124. Vease tambien la conferencia, muy reveladora, de Keith Thomas History and Literature, Swansea. 1988.

4 E.J. Hobsbawm, Nations and Nationalism since 1780: Programme, myth, reality, Cambridge, 1990, pp. 12-13.

5 Philippe Carrard, Poetics of the New History: French Historical Discourse from Braudel to Chartier, Bal- timore, 1992, p. 222.

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cion o placer estetico -jestupendo si lo hacen!-, pero deseo dejar claro que este no es el objetivo ni primero ni "ultimo" del estudio de la historia. El lado negativo de la profesio- nalizacion es que acarrea presiones de indole diversa, originadas por los companeros y por la propia carrera academica. Es instructivo al respecto comprobar que los cientificos soportan tensiones similares. La version vivaz y desinhibida que J.D. Watson ofrece en su libro sobre la exploracion del ADN es ya un ejemplo clasico desde hace anos, y las malva- damente ingeniosas memorias del neurobiologo Steven Rose estan en camino de convertir- se en otro. Segiin explica Rose, para que no dejen de afluir las becas, los cientificos tienen que seguir produciendo como salchichas unos trabajos de investigation a veces artificio- sos, con frecuencia triviales, realizados a marchas forzadas a fin de que puedan ser publi- cados antes que los de la oposicion, anodinos y, en ocasiones, obsequiosos para no ofender a ningiin posible fiituro evaluador. Sin embargo, nadie duda del compromiso de estos dos investigadores con la labor cientifica y con el principio de que los cientificos, tambien, tie- nen la obligation de "no equivocarse". 6 Por tradition, a los historiadores les ha preocupa- do menos obtener becas que conseguir el aplauso de la critica en los suplementos domini- cales y, por consiguiente, es probable que sucumban antes a la tentacion de unos buenos epigramas y unas deslumbrantes paradojas que al deber de no equivocarse. Pero la venta de miles de ejemplares no garantiza que un libro sea reconocido como una contribution decisiva al saber historico; y esto es en lo que debemos seguir centrando nuestra atencion. Es muy posible que algunos, lo mismo que sucede entre los cientificos, cedan al encanto de exagerar la originalidad de sus propias conclusiones o interpretaciones, mas tendran que sufrir la competencia del mercado intelectual, y sera la version equilibrada, bien argu- mentada y minuciosamente analizada la que al final pasara a nuestros libros de texto.

El caso es mucho mas serio cuando las aspiraciones profesionales mueven a los histo- riadores a alinearse con una escuela o rama concreta de esta disciplina, repartiendo a menudo desprecio y malicia entre todas las demas (ciertos miembros de la escuela de Annales lo han hecho de manera especialmente estridente). Hay muchos tipos diferentes de preguntas sobre el pasado que exigen respuesta y que dan lugar a muchos tipos distin- tos de historia. Pero no hay uno "mejor" que otro (aunque pueda estar mas de moda) y a la postre todos estan basados en los mismos metodos y principios fundamentales. Los ameri- canos parecen muy proclives a dejar constancia de los ascensos y descensos de, por asi decirlo, la Super Liga de las sub-historias, y hay todo un piiblico y una reputation que ganar con los libros de caracter general y epistemologico. Surgiendo de una constante obsesion por las viejas categorias y los debates filosoficos del siglo xix, nos encontramos a Peter Novick (docto historiador de la Francia de la Segunda Guerra Mundial) y su volu- minoso That Noble Dream: The 'Objectivity Question' and the American Historical Profes- sion. Escrito con erudition y elegancia, este es justamente el tipo de libro atractivo para los criticos ajenos a la profesion que prefieren leer cualquier cosa antes que la propia historia producida por los historiadores. Su autor llega a ver una "crisis" en la cuestion de la objetividad, y concluye que: "Al menos para el futuro inmediato, no parecia haber la menor esperanza de que la labor de los historiadores convergiera para producir el tipo de sintesis integrada que desde hace mucho tiempo habia sido la aspiration de la disciplina". 7 Realmente, los que ejercen de historiadores, al igual que los que ejercen de cientificos, se concentran en problemas limitados, abordables, pero cuya dificultad es mas que suficien-

6 J.D. Watson, The Double Helix, Londres, 1968; Steven Rose, The Making of Memory: From Molecules to Mind, Londres, 1992, en esp. pp. 297-306. Para una refutation esplendida de las criticas "relativistas" (o "meta- fisicas") a las ciencias naturales, vease Lewis Wolpert, The Unnatural Nature of Science. Londres. 1992 can 6 7 Peter Novick, That Noble Dream: The 'Objectivity Question

' and the American Historical Profession Cambridge, 1988, p. 590. I 63

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te. La historia es una materia acumulativa en la que unos anaden sus hallazgos, modifica- ciones o correcciones a lo que otros han hecho. Cuesta imaginar que aspecto podria tener una "sintesis integrada"; si se presentase de tal manera que cualquiera pudiese realmente leerla solo, careceria por completo del detalle necesario cuando buscamos information sobre un problema particular (por ejemplo, la ocupacion de los Balcanes por los turcos o la de Irlanda por Cromwell).

Ill

^Que es, entonces, la historia de los historiadores? No deseo exagerar los paralelis- mos entre la historia y las ciencias naturales (existen enormes diferencias, como sin duda existen considerables diferencias, aunque menores, entre las ciencias individuales), pero la comparacion entre ambas es la forma mas eficaz de llegar a una definition (compuesta) de la historia que haga concordar lo mejor posible el significante con lo que ha de ser signifi- cado. Primero quiero referirme al "pasado (humano)", una expresion improvisada para describir todos los acontecimientos, instituciones, ideas etc. (y sus interrelaciones) que existieron o sucedieron antes del presente. A traves del contacto con nuestros padres y abuelos, por anecdotas familiares, viejas fotografias, los recuerdos de los ancianos, los edificios antiguos, los museos, los espectaculos historicos..., la mayoria de nosotros tiene poca dificultad en aceptar en principio que una vez hubo sociedades y practicas que ya han quedado atras (mucho mas atras de lo que alcanzan los recuerdos familiares); sin embargo, no podemos tener una perception directa de dichas sociedades y practicas y, como ciudadanos normales, carecemos de un conocimiento serio sobre ellas. El conoci- miento del pasado, sea este lejano o cercano, procede del trabajo de los historiadores. El conocimiento del mundo natural (generalmente mucho mas lejano) procede (salvo el que nos da la observation directa a un nivel superficial) del trabajo de los cientificos, que idean experimentos, observan fenomenos naturales, registran y analizan datos y desarrollan y aplican conceptos y teorias. Los primeros no idean experimentos y, aunque se ven casi obligados a desplegar algun tipo de teoria, no lo hacen ni mucho menos en la misma esca- la: el linico modo que los historiadores tienen de estudiar las sociedades pasadas, salvo que deseen hacer mera especulacion sobre ellas (el enfoque metafisico), es analizar los vestigios y rastros que dejaron (las fuentes primarias). Del mismo modo que en las cien- cias naturales son los estudios sistematicos realizados con la experimentation, la observa- tion, etc. del mundo natural, y los cuerpos de conocimiento surgidos de dichos estudios, los que constituyen, por tanto, los diferentes aspectos del mundo natural, lajisica, la bio- logia, la quimica etc., tal como nos los da a conocer el trabajo de los cientificos (no tene- mos otro medio), la historia es el estudio del pasado humano, realizado mediante el anali- sis sistematico de las fuentes primarias, y los cuerpos de conocimiento surgidos de ese estudio constituyen, por lo tanto, el pasado humano tal como nos lo da a conocer el traba- jo de los historiadores. El pasado humano engloba tantos periodos y culturas que la histo- ria ya no puede formar un cuerpo unificado del saber, como tampoco las ciencias natura- les. La biisqueda de un significado universal o de explicaciones universales es, por tanto, una biisqueda inutil. La historia consiste en descubrir cosas y solucionar problemas, no en inventar narraciones o contar relatos. Es una actividad humana de un grupo organizado de seres humanos falibles que actiian, no obstante, de acuerdo con metodos y principios

con poder para hacer elecciones en la lengua que utilizan (es decir, entre lo pre-

Iestrictos,

ciso y lo impreciso) y conocidos con el nombre de historiadores. Para los metafisicos, la "historia" es algo totalmente distinto: aunque nunca se dan

definiciones, resulta ser nada menos que un proceso material por el que el mismo pasado

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se convierte en presente e incluso en futuro, que se despliega en una serie de etapas (o epocas o periodos), de acuerdo con un patron o significado, un proceso que implica con- flictos o acomodaciones en el ejercicio del poder. El metafisico, por supuesto, "sabe" lo que es ese significado, lo que son esas etapas, y cualquier analisis empirico que pueda rea- lizarse se lleva a cabo dentro de estos parametros prefijados. Para los historiadores, por otra parte, los periodos no tienen una existencia intrinseca. La periodizacion es un instru- mento analitico cuyo uso varia segiin lo que esta siendo estudiado: lo que con toda legiti- midad puede ser presentado como "un periodo" en un tipo de investigation es muy posible que en otra no lo sea. La tradicion metafisica es una tradicion venerable que va desde Kant a Hegel, pasando por Marx. Esta claro que no es necesariamente izquierdista. Uno de sus defensores recientes ha sido Francis Fukuyama, cuya obra The End of History and the Last Man (1992), basada casi por completo en trabajos de filosofia politica, presenta "la histo- ria" (es decir, "el proceso material del pasado que se convierte en futuro") como si hubiese llegado, con el triunfo del capitalismo liberal, al final de su destino. Los postmodernistas, aunque no pueden negar la influencia esencial del marxismo en ellos, se opondrian a ser incluidos en esta tradicion, aduciendo que son los que han roto de manera decisiva con el siglo xix, que no tienen teleologia y que solo perciben el caos, no el orden y la autoridad. Sin embargo, su propio concepto de "postmodernidad" (de cuyos secretos, desde luego, unicamente ellos son participes) tiene resonancias de ese caracter epocalista siempre pre- sente en el enfoque metafisico, 8 lo mismo que su preocupacion por el surgimiento, y el supuesto eclipse posterior, del "sujeto" individual. El "Hombre", utilizando las sagradas palabras de Foucault que seguramente a todos les resultan familiares, "es una invencion de fecha reciente. Una invencion que quizas se acerca a su fin". 9 La insistencia en que el len- guaje determina las ideas y constituye de suyo un sistema originado por la estructura de poder existente en la sociedad, es un elemento tan grandioso del pensamiento especulativo como jamas habrian sofiado Hegel o Nietzsche. Los propios temas que se tratan y el voca- bulario que se utiliza indican que el postmodernismo tiene raices profundas en la filosofia tradicional: los terminos "positivista", "humanista", "idealista", "materialista", constante- mente en labios de sus portavoces, no tienen, fuera de contexto y como instrumentos ine- quivocos de analisis epistemologico, ningun valor para los historiadores. El uso de antro- pomorfizaciones grandilocuentes, convertidas ya en cliches pretenciosos, los delata: "el proyecto del siglo xix", "lo que esta en juego"... Su metodologia, conocida como "analisis del discurso" o "deconstruccion" es totalizadora, aplicable a todos los "textos" (primarios, secundarios, pinturas, poemas). Los historiadores son mas humildes: puesto que creen en la especializacion y en la division del trabajo, recurriran al historiador del arte o al critico literario, lo mismo que el biologo puede necesitar a veces la ayuda del flsico. Los post- modernistas, finalmente, como todos los grandes "historiadores" metafisicos, tienen un programa politico (ayer, la glorification del estado nation aleman, o la dictadura del pro- letariado; hoy, el radicalismo fundamentalista y el derrocamiento del orden burgues/huma- nista).

8 Al releer la interesante coleccion de articulos Derek Attridge, Geoff Bennington y Robert Young (eds.), Post-structuralism and the Question of History, Cambridge, 1987, me llamo la atencion el hecho de que estos trabajos no podrian haberse escrito si la definicion metafisica de "historia" estuviese excluida.

9 M. Foucault, Les Mots et les choses, Paris, 1966, p. 398; The Order of Things, Londres, 1970, p. 357. I 65

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IV

El "estructuralismo" y luego el "postestructuralismo" crecieron en las elitistas institu- ciones educativas de la ribera izquierda del Sena, donde el marxismo era aceptado sin dis- cusion como la ciencia basica del desarrollo social e historico. El primer estructuralista fue el filosofo, convertido en antropologo, Claude Levi-Strauss, belga de nacimiento y educado en Francia, que, dando un gran salto imaginative, unio, con su trabajo empirico (no muy extenso) sobre modelos primitivos de parentesco, las teorias lingiiisticas del suizo Ferdinand de Saussure (fallecido en 1913) y del ruso Roman Jakobson, con quien coinci- dio en Estados Unidos en la decada de 1940. Un rasgo caracteristico de toda esta escuela de filosofos, psicoanalistas y criticos literarios es que casi nunca fueron capaces de poner por escrito, con sus propias palabras, una exposition global, coherente, de sus teorias; podriamos decir que ni siquiera "comprensible", ya que todos sus exegetas (incluso los mas amables) hacen comentarios sobre la impenetrabilidad del estilo de Levi-Strauss, Lacan, Barthes, Althusser y Derrida (Foucault, que si se explayo cumplidamente, era un gran estilista aunque, tambien, dificil de seguir). 10 Frente a "Ferdinand de Saussure, Curso

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10 Obras basicas sobre los estructuralistas y post-estructuralistas son: Edith Kurzweij, The Age of Struc- turalism: Levi-Strauss to Foucault, Nueva York, 1980, Edmund Leach, Levi-Strauss, Londres, 1970; Madan Sarup, Jackes Lacan, Hemel Hempstead, 1992; Louis-Jean Calvet, Roland Barthes 1915-1980, Paris 1990; Michael Moriarty, Roland Barthes, Cambridge, 1991; Steven Ungar, Roland Barthes: The Professor of Desire,

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de Linguistica General, publicado por Charles Bally... y Albert Sechehaye... con la cola- boracion de Albert Riedlinger... Payot. Lausanne y Paris, 1916..." uno podria muy bien llegar a la conclusion de que tiene ante si una novela postmodernista y quizas una ilustra- cion interesante de la tesis de la muerte del autor. En su prefacio, Bally y Sechehaye, cole- gas de Saussure, explicaban que, al no encontrar notas autografas, habian dependido de los apuntes tornados por antiguos estudiantes para reconstruir sus pensamientos tal como los presento en los ciclos de conferencias de 1906-7, 1908-9 y 1910-1 1. n Saussure, a pesar de que impartio clases sobre linguistica general seis anos antes de morir, nunca expuso sus teorias de manera conexa; como todo historiador sabe, uno puede permitirselo todo en un ciclo de conferencias; la hora de la verdad llega cuando hay que producir un libro. Al estar muerto, Saussure tenia una excusa perfecta para el caracter desordenado del Cours de Lin- guistique Generate. Cuanto dio que pensar un simple punto mencionado por el: que no hay una relation intrinseca entre el significante (la palabra) y el significado (lo que dicha pala- bra "significa"). Mi reaction siempre ha sido: iy que?; la misma obra deja claro que esto ya no era ninguna novedad. 12 Sin embargo, el lingiiista ginebrino no se paraba ahi, sino que continuaba el argumento e insistia en que, puesto que las palabras no tienen un signi- ficado inherente (^como podrian tenerlo? Despues de todo, solo son palabras -se supone que su significado esta plasmado en su uso), este unicamente podian derivarlo del sistema global del lenguaje, un sistema (y aqui es donde se da el salto de lo especulativo a la pura asercion sin ningun razonamiento o prueba) que es externo a los seres humanos, que surge del poder de la estructura de la sociedad. 13 A los postmodernistas les gusta dar la impre- sion de que las ideas saussurianas constituyen una parte central y aceptada de la linguistica como disciplina, pero no hay mas que consultar las obras clasicas de Chomsky, Lyons y Lepschy para descubrir que esto sencillamente no es asi. 14 Aunque la production investi- gadora de Jakobson (fundador, entre otros, de la "Escuela de Praga") cubre un campo pro- digiosamente amplio, fue su estudio sobre la naturaleza de la retorica, los tropos y los recursos literarios de la metafora y la metonimia lo que atrajo la atencion de Levi-Strauss y fue transmitido a Jacques Lacan, el psicoanalista independiente cuyas conferencias sobre Freud eran ya todo un acontecimiento para la intelectualidad de la margen izquierda del Sena. 15

La revelation deslumbradora que tuvo Levi-Strauss no fue otra sino que los modelos de parentesco, y por supuesto todas las demas practicas humanas, eran "estructuras" en el mismo sentido en que, de acuerdo con el Curso de Linguistica General, las lenguas eran "estructuras" o sistemas. Anthropologie structurale expuso a fondo esta position en 1958, y fue La pensee sauvage de 1962, con su ataque abierto a Jean-Paul Sartre en su calidad de guni maximo de la Francia de postguerra, la que dio la senal a la prensa seria (donde

Lincoln, Nebraska, 1983; Philip Thody, Roland Bar thes: A Conservative Estimate, Londres, 1977; Ted Benton, The Rise and Fall of Structural Marxism: Althusser and his Influence, Londres, 1988; Christopher Norris, Derrida, Londres, 1987; Didier Eribon, Michel Foucault, Cambridge, Massachusetts, 1991; David Macey, The Lives of Michel Foucault, Londres, 1993; Barry Smart, Michel Foucault, Londres, 1985; Alan Sheridan, Michel Foucault: The Will to Truth, Londres, 1980; Mark Poster, Foucault, Marxism and History, Cambridge, 1984; Clare O'Farrell, Foucault: Historian or Philosopher?, Londres, 1991; Colin Gordon (ed.), Michel Foucault, Power/Knowledge: Selected Interviews and Other Writings 1972-1977, Londres, 1980.

11 Ferdinand de Saussure, Cours de Linguistique Generate, Lausana y Paris, 1916, pp. 7-9. 12 Ibidem, p. 102. 13 Ibidem, pp. 33-34. 14 Noam Chomsky, Language and the Problem of Knowledge, Cambridge, Massachusetts, 1988; John

Lyons, Language and Linguistics, Cambridge, 1981, esp. pp. 38, 221, 261-262, 304-308; Giulio Lepschy, A Sur- vey of Structural Linguistics, Londres, 1982.

15 Las explicaciones mas claras se encuentran en: Benton, Structural Marxism; Eribon, Foucault', y Sheri- dan, Foucault. I 67

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las modas intelectuales se presentaban a manera de haute couture) de que el existencialis- mo iba de capa caida y el estructuralismo estaba a punto de hacer furor. La vifieta "Le dejeuner sur l'herbe structuraliste" de Maurice Henry, publicada en La Quinzaine Litteraire del 1 de julio de 1967, que representaba a Levi-Strauss, Lacan, Roland Barthes y Michel Foucault, dio oportuna cuenta del triunfo del nuevo canon. 16 Hacia poco que Lacan habia publicado Ecrits, una coleccion de articulos impenetrables, inconexos en apariencia, pro- ducidos a lo largo de varios anos. 17 Las contribuciones del autor a la nueva forma de pen- sar eran evidentes: en primer lugar, subrayaba la importancia crucial del subconsciente y su aterrador "deseo"; en segundo, decretaba que el subconsciente estaba estructurado exactamente igual que lo estaba, conforme a la nueva y sabia convencion, una lengua; en otras palabras, que los deseos del subconsciente no son los del "sujeto" individual sino los de la estructura de poder de la sociedad a la que este pertenece. 18 Barthes, critico literario y figura prominente del mundo cultural frances, fue tambien un escritor de ensayos de una gran opacidad (o de informal brevedad). 19 Le obsesionaba el problema de explicar cual- quier cosa de la manera mas simple (en "grado cero", como el decia), libre de los sedi- mentos de la sociedad y la convencion burguesas, y asumio la tarea de desarrollar la "semiologia" (termino que habia sido acunado por Saussure), la "ciencia de los signos". 20 De todos es conocida su critica de que la historia es mera ideologia. 21 Antes, habia escrito un estudio sobre Michelet, historiador de principios del siglo xix, y al igual que Hayden White mas tarde, no parecio darse cuenta de que la practica de un historiador del siglo xix tenia poco que ver con la historia profesional de hoy. 22 Barthes era hijo de un oficial de la marina, y Foucault de un cirujano y catedratico de medicina; ambos gozaron de una edu- cation reservada a los muy privilegiados. 23 Foucault estudio filosofia y luego psicoanali- sis. Tanto sus primeros libros como los ultimos tienen dimensiones historicas, pero sin duda no son obra de un historiador profesional. Sin embargo, seria una groseria no recono- cer su estimulante influencia; los historiadores pueden sentir la inmensa satisfaction de no ser nunca tan arrogantes como para no tomar en cuenta las ideas de los demas. Peter Gay, que reconoce en el a un "'aliado' mas bien raro" dice:

[sus] procedimientos son anecdoticos y estan casi totalmente desprovistos de hechos; utilizando su tecnica habitual de darle la vuelta a las ideas aceptadas (que nos recuerda un principio caracteristico del humor de Oscar Wilde), resulta que acierta en parte por sus propias razones. 24

En 1966, Foucault se vio metido de lleno en la moda del "estructuralismo": Les Mots et les choses (el preferia el titulo ingles The Order of Things), un estudio de la evolution de la filosofia y las ciencias desde finales del siglo xvm y del lugar que ocupa en ellas el

.1

16 Eribon, Foucault, pp. 160-168. 17 Acerca de Ecrits, Sarup, Lacan, p. 80, escribe: "El libro es extraordinariamente dificil de leer...". 18 Sobre las ideas mas esenciales de Lacan, vease: Sarup, Lacan, IX-XVIII; Rosalind Coward y John Ellis,

Language and Materialism: Developments in Semiology and the Theory of the Subject, Londres, 1977, pp. 92- 101; Sheridan, Foucault, pp. 199-201; Eribon, Foucault, pp. 160-161.

19 R. Barthes, Mythologies, 1957, es en gran parte un variado conjunto de articulos previamente publica- dos en Les Lettres Nouvelles, 1954-1956.

20 R. Barthes, Elements de Semiologie, Paris, 1964 -se encuentra en ingles con el titulo Elements of Semio- logy, Londres, 1967-; U Empire des signes, Paris, 1970.

21 La traduccion al ingles, "Historical Discourse", se encuentra con facilidad en Michael Lane, Structura- lism: A Reader, Londres, 1970, pp. 145-155.

22 R. Barthes, Michelet par lui-meme, Paris, 1954. 23 Para Barthes y Foucault, vease nota 9. 24 Peter Gay, The Education of the Senses, Nueva York, 1984, pp. 468-469.

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"sujeto" humano individual, se vendio "comme des petits pains". 25 Dirigio su esfuerzo a desarrollar y clarificar (algunos dirian que a contradecir) sus ideas principales expuestas en L'Archeologie du savoir (1969). 26 Conceptos clave en relation con los ataques postmo- dernistas a la historia son los referentes a las "practicas discursivas" que, segiin se dice, gobiernan lo realmente susceptible de conocimiento en una epoca determinada, y a las "formaciones discursivas", los verdaderos cuerpos del saber. De aqui que los historiadores no puedan acercarse nunca a la verdad, pues las practicas discursivas de la "sociedad bur- guesa" los constrinen, y que ademas se equivoquen cuando piensan que pueden identificar las acciones de unos seres humanos individuates que son, de hecho, juguetes de imperati- vos culturales mas profundos. Lo cierto es que los postmodernistas -repetire mi estribillo de siempre- no estan familiarizados en absoluto con los metodos de explication que los historiadores en realidad utilizan, unos metodos que no se concentran exclusivamente, des- de luego, en las acciones de los individuos, sino que implican un equilibrio variable (dependiendo de cual sea el tema y el centro de interes) entre la action concreta, la contin- gencia y la convergencia humanas a corto plazo, y los movimientos y limitaciones estruc- turales, ideologicos e institucionales a mas largo plazo.

Francois Furet, que habria de suceder a Braudel (tambien admirador de Foucault) a la cabeza de la escuela de los Annales, destaco por aquel entonces "la contamination reci- proca, caracteristicamente francesa, que ha tenido lugar entre el marxismo y el estructura- lismo". 27 Foucault tenia tanta habilidad para explotar sus relaciones dentro del mundo aca- demico frances que hubo quienes se opusieron, sin exito, a su nombramiento en 1969 para la catedra de filosofia de Vicennes, aduciendo que era gaullista. 28 No obstante, el fue siempre en el fondo un marxista (los admiradores que niegan esto confunden su burla del estalinismo frances con su perception basica de la evolution social e historica) y fue haciendose cada vez mas radical a lo largo de la decada de 1970. Era imposible -decia- "escribir historia sin utilizar toda una serie de conceptos ligados, directa o indirectamente, al pensamiento de Marx, y sin que uno se sitiie en la perspectiva de aquello que ya ha sido definido y descrito por Marx", y -continuaba- "uno podria preguntarse incluso que dife- rencia habria en ultima instancia entre ser historiador y ser marxista". 29 En una famosa polemica con Chomsky a principios de la decada de 1970, se refirio a "la necesidad de la lucha de clases, que es en estos momentos esencial para el proletariado en su lucha contra la clase dirigente". 30 Este era el pensamiento comun entre los estructuralistas y los postes- tructuralistas (Foucault no tardaria nada en distanciarse de ellos) y tales ideas siguen teniendo una importancia central en todas las ramas del postmodernismo. Llevar esto a mi terreno no me produce ningiin placer, por cuanto no tengo deseo alguno de asociar mis cri- ticas al postmodernismo con un conservadurismo que detesto, pero lo que distingue a un historiador es que, en contraste con un metahistoriador, separa su propia practica como tal de lo que es legitimo en un ciudadano comprometido. Louis Althusser, experto manipula-

25 "Like Hot Cakes": encabezamiento del articulo que aparecio en el Nouvel Observateur sobre los libros mas vendidos del verano de 1966, citado por Eribon, Foucault, p. 155.

zt> La traduccion inglesa, M. roucault, 1 he Archaeology oj Knowledge, Londres, iy/z. bn un articulo penetrante sobre "La historia francesa en los ultimos veinte anos: esplendor y caida del paradigma de los Anna- les", Lynn Hunt hace referencia a los continuos y corrosivos ataques de Foucault a los metodos preponderantes de los historiadores. Journal of Contemporary History, 21,2 (abril 1986), p. 218.

27 Francois Furet, "French Intellectuals: From Marxism to Structuralism" (publicado originalmente en 1967V reeditado en Francois Furet. In the WorkshoD of History. Chicago. 1984. d. 35.

28 Eribon, Foucault, pp. 202-203. 29 Cita de Gordon, Power /Knowledge, p. 53. 30 El debate esta publicado como Fons Elders (ed.), Reflexive Water: Basic Concerns oj Mankind, Londres,

1974.Veasep. 177. I 69

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dor de los hilos del poder en la Ecole Normale Superieure, que jugo un papel esencial en la "canonization" (como dirian los criticos literarios) de todo el grupo compacto de estructuralistas y postestructuralistas, fue tambien una figura central en la union del mar- xismo y el psicoanalisis lacaniano. Habia que "psicoanalizar" los textos con el fin de reve- lar la estructura de poder burgues subyacente y los deseos reprimidos en ellos. 31 La "deconstruccion" de Jacques Derrida iba por el mismo camino, aunque este, al menos, tenia un cierto encanto ludico (su concepto de "difference" contiene un ingenioso doble sentido entre "diferencia" y "aplazamiento" que no vamos a tratar ahora, entre otras razo- nes, porque en ingles no funciona). 32

V

La critica postestructuralista a la escritura de la historia continuo en las decadas de 1970 y 1980 a manos de Paul Ricoeur y Paul Veyne,33 y, de manera mas relevante para la situation actual de las humanidades, con el norteamericano Hayden White, catedratico de Historia de la Consciencia en Santa Cruz (un titulo que recuerda al escogido por Foucault -Catedratico de Historia de las Estructuras del Pensamiento- cuando a la temprana edad de cuarenta y cuatro anos fue elegido para el College de France). White habia hecho un estudio sutil y persuasivo sobre los escritos historicos de Hegel, Michelet, Ranke, Tocque- ville, Burckhardt, Marx, Nietzsche and Croce {Metahistory: The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe) cuando, partiendo de esta base algo insegura (menos firme aiin por su aparente fe en el egregio Harry Elmer Barnes como representante de la historia profesional 34 -a menudo puedes decir quienes son filosofos de la historia por los ejemplos tan horribles que escogen-) empezo a ocuparse de la escritura de la historia profesional en la actualidad. 35 Al contrario que muchos relativistas postmodernistas ("relativista" es el termino que con mayor frecuencia se utiliza en la comunidad cientifica para describir a aquellos que niegan a las ciencias -y a la historia- unos fundamentos epistemologicos solidos), parece aceptarles a los cientificos la objetividad de sus logros. Aqui hago un parentesis para decir que yo, por mi parte, no logro entender como los que ven en la cien- cia pura ideologia reconcilian esta idea con su uso de los ordenadores, la television por via satelite o los aviones con motor a reaction, y para argiiir que tambien la historia tiene logros objetivos: libros rigurosos sobre una increible variedad de periodos y culturas. White postula que por un lado esta la "demostracion logica" de los cientificos, por el otro, la "pura fiction" y, en medio, se encuentra el "discurso". Un discurso imbuido -afirma- (no argumenta) de todos los trucos del lenguaje (sus "tropics") que hacen imposible una sim- ple "demostracion logica". 36 Lo que no queda claro es por que el trabajo de investigation del cientifico se considera cualitativamente distinto del articulo especializado del historia-

70 I

31 Benton, Structural Marxism, pags. 11-12; Sarup, Lacan, XVII; L. Althusser, Lire le Capitate, Paris, 1965; L. Althusser, Pour Marx, Paris, 1965, es otro batiburrillo de articulos publicados previamente. 32 Norris, Derrida, p. 15. 33 P. Ricoeur, Time and Narrative, 3 vols., Londres, 1984-8; Paul Veyne, Writing History: Essay on Episte- mology, Manchester, 1984.

34 Hayden White, The Content of the Form: Narrative Discourse and Historical Representation, Balti- more, 1987, pp. 4 y 216; Hayden White, Metahistory: The Historical Imagination in Nineteenth-Century Eu- rope, Baltimore, 1972. Se ajusta a la horma de Hayden White, de manera muy consciente, Hans Kellner, Lan- guage and Historical Representation: Getting the Story Crooked, Madison, Wisconsin, 1989. 35 Hayden White, Tropics of Discourse, Baltimore, 1978. Quisiera afiadir que existen, para mi satisfaction, visiones muy perspicaces de lo que hacen los historiadores escritas por los filosofos empiricos: Patrick Gardi- ner, Maurice Mandelbaum y R.E. Atkinson.

36 White, Tropics, 2.

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dor. Su elegante obra The Content of the Form: Narrative Discourse and Historical Repre- sentation (1987) examina mas a fondo la forma que toma de manera ineludible la escritura de la historia: el contenido implicado en la forma son los valores politicos imperantes. 37 White es sin duda alguna un metafisico al estilo decimononico: al encontrar el termino "historia" ambiguo (y no por ser susceptible de diversos usos particulares), el utiliza el de "historiografia" (que para los historiadores significa "historia de la historia", del mismo modo que hay "historia de la ciencia" o "historia de la quimica") o a veces el de "historia narrativa", un astuto truco retorico como veremos. 38 Ademas, hace una distinction entre la "cronica", simple sucesion de acontecimientos en orden cronologico, y lo que para el es historia narrativa, es decir, los sucesos organizados y explicados. 39 Esta supuesta disyunti- va entre lo que el historiador descubre y el hecho de escribirlo (aunque a duras penas acep- ta que haya algun proceso de descubrimiento pues, como todos los detractores postmoder- nistas, el solo se pronuncia sobre la fase de escritura) es un ejemplo mas de los procesos del pensamiento caracteristicos del siglo xix, a los que me referire mas adelante cuando hable de los "hechos" y las "fuentes". El juego de manos que el hace es el siguiente: dado que lo que los historiadores producen ha de ser una narrativa y esta, a su vez, ha de obede- cer los codigos narrativos y del discurso, la historia ha de ser retorica, nunca "demostra- cion logica". 40 Claro que existen diferencias importantes entre un escrito historico y un informe o articulo cientifico, pero esto no significa, como ya he dicho antes, que el histo- riador no pueda controlar lo que escribe. White utiliza el termino "narrativa" para incluir todos los elementos de interconexion, explication, descripcion, motivation que funcionan en la novela tradicional, y al hacerlo, confunde los diferentes significados del significante "narrativa" (a lo que han contribuido los historiadores con sus fatuos pregones a bombo y platillo sobre el "retorno de la narrativa"). 41 Casi todo escrito de investigation de historia contendra una parte narrativa, ya que estudiar el pasado significa estudiar el cambio a tra- ves del tiempo: uno no estudia las consecuencias de la Primera Guerra Mundial para expli- car las causas de la revolution francesa. El elemento narrativo, o secuencial, o cronologi- co, es vital (y en algunas ocasiones bastante dificil de establecer, aunque White y sus congeneres asuman que los "acontecimientos" estan ahi dispuestos ya en forma de croni- ca), pero se puede separar, analiticamente, de los elementos de analisis y descripcion. 42

La diferencia entre fuentes primarias (reliquias y vestigios dejadas por la sociedad del pasado objeto de estudio) y secundarias (informes, interpretaciones y contribuciones al saber historico de estudiosos posteriores, que con el transcurso del tiempo pueden conver- tirse, como a veces subrayan los pedantes, en fuentes primarias para los historiadores siguientes -una cuestion tan trivial que no merece la pena detenerse en ella) tiene una importancia fundamental, si bien ningiin historiador ha pretendido nunca que sea la clave magica de la naturaleza del estudio de la historia ni que las fuentes primarias tengan un poder nigromantico ausente en las segundas. Son diferentes, eso es todo. 43 Si uno desea aprender la historia del Caucaso con rapidez, recurre a autoridades secundarias (en cuyo

37 White, Content, pp. 58-82. 38 Ibidem, pp. 4-57. 39 Ibidem, dd. 5-13. 40 Ibidem, pp. 39-41. 41 Vease, en particular, Lawrence Stone, "The Revival of Narrative: Reflections on a New Old History",

Past and Present, 85 (1979), pp. 3-24. 42 G.R. Elton, The Practice of History, Londres, 1967, pp. 126-140; Arthur Marwick, The Nature of His-

tory (3a edition, 1989), pp. 242-245. 43 Para comprobar hasta que punto puede haber ingenuidad sobre este asunto (por otra parte, muy tipica y

totalmente desprovista de fundamento) vease M. Cousins, "The Practice of Historical Investigation" en Attridge, Bennington y Young, Post-structuralism, pp. 126-136, esp. pp. 130-131. I 71

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caso resulta util conocer los principios de la historia para separar las mas fiables de las menos), pero si pretende hacer una contribution nueva al conocimiento historico, no es probable que cause mucho impacto si uno se cine unicamente al trabajo de los demas, es decir a las fuentes secundarias (a las cuales, no obstante -conviene subrayarlo-, uno vuel- ve con frecuencia en todos y cada uno de los estadios por los que pasa el proceso de inves- tigation y escritura). Y esta diferencia es fundamental en la estrategia que todos los histo- riadores definen, de una u otra forma, al embarcarse en un proyecto de investigation. A traves de las fuentes secundarias uno se da cuenta de las lagunas del conocimiento, los problemas no resueltos, las explicaciones dudosas. Con su ayuda, unida a otros recursos de la profesion, uno empieza a saber en que archivos comenzara su investigation. La idea de los metafisicos sobre las fuentes primarias, cuando la tienen, es extremadamente peculiar y limitada. Sin embargo, su variedad es enorme y cada tipo precisa, dentro del marco general que proporciona unos principios criticos basicos, una gran especializacion tanto en lo que se refiere a la tecnica como al saber. La "deconstruccion" y el "analisis del discur- so" son sin duda admirables para producir las respuestas previamente determinadas por la teoria postestructuralista, pero para el historiador que busca contestaciones precisas, y en cierto modo linicas, a preguntas concretas, no tienen ninguna utilidad. A su manera, curio- sa y anticuada, los detractores a veces teorizan que lo que hacen los historiadores es "apli- car las leyes de la evidencia". jOjala fuese tan simple!

Las fuentes, abrumadoramente copiosas en algunas areas, son escasas y fragmenta- rias en otras. Hay que anudar e inferir muchas cosas de manera indirecta: las actitudes hacia las esposas por medio de los testamentos, las respuestas al delito, no por la letra de la ley sino por la medida y el modo en que esta se impone; la naturaleza de la jerarquia social, por todo, desde las tasas salariales hasta las novelas. Solo el historiador conoce la emocionante promesa de la fuente menos prometedora, la frustrante opacidad y la pura falibilidad de muchas de las que parecen mas seductoras. No confia en fuentes aisladas, al contrario, siempre busca corroboraciones, salvedades, rectificaciones; producir historia es en gran parte acumular detalles, pulir matices. Las fuentes primarias no vieron la luz para satisfacer la curiosidad del estudioso, sino que surgen "de manera natural", "organica" por asi decirlo o, mas sencillamente, "en circunstancias normales" de los seres humanos y los grupos de seres humanos que pertenecen a esa sociedad del pasado sometida a estudio, que viven su vida, rinden culto, toman decisiones, expresan juicios, fornican, se dedican a sus asuntos o cumplen su vocation, registran, toman notas, intercambian information, tal vez movidos, en algunas ocasiones, por una vision de futuro, pero casi siempre por necesi- dades y objetivos inmediatos. Las habilidades tecnicas del historiador estriban en saber ordenar todos estos contenidos, en entender como y por que llego a existir una fuente con- creta, la importancia que esta tiene para lo que se investiga y, como es natural, los codigos concretos o el lenguaje por el cual dicha fuente se materializa en un artefacto concreto.

Nada revela mejor la estructura mental decimononica que su concepto de "los hechos", puesto de manifiesto, por ejemplo, en el cliche postmodernista de que el historia- dor presenta los "hechos" "de forma narrativa". El significante "los datos" posiblemente sea una alternativa util para algunas visiones de la investigation historica, aunque su uso puede seguir ocultando un punto esencial: los "hechos" (o los "datos") no son entidades diferenciadas que esperan tranquilamente la atencion del estudioso. Hay que establecer que es o no es un "hecho", al menos de manera provisional, a partir de las fuentes (esto es lo que dice Gay con respecto a Foucault). Pero £que son los "hechos"? La Segunda Guerra

es un hecho, el Renacimiento no es tan cierto que lo sea: ambos contienen casi

IMundial

una infinidad de hechos menores con distintos grados de magnitud e importancia. Lo que los historiadores buscan realmente en el cumulo de fuentes que analizan y comparan son, por supuesto, los acontecimientos, grandes y pequenos, sus fechas y cronologia; pero tarn-

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bien las conexiones entre ellos, y entre ellos y otros "hechos" (no se trata de establecer pri- mero "los acontecimientos", para ver las interconexiones despues, por separado, -jdando- les forma narrativa!- como piensa White, sino que las interconexiones, la explicacion, el analisis estan imbricados en la investigacion); las condiciones materiales y sus cambios, los estados de animo; el funcionamiento de las instituciones, las motivaciones, las mentali- dades, los valores; los equilibrios entre intenciones y logros, y todos los demas aspectos importantes (y dificiles) que ocupan a los historiadores. No, no sirve una vision mecani- cista de "los hechos". 44

Al parecer, los detractores metafisicos de la historia no leen nunca los analisis exis- tentes en los que los historiadores profesionales examinan como llevan a cabo sus trabajos, y centran toda su atencion en los componentes de la escritura, pero estos componentes no pueden separarse del resto. 45 A medida que avanza la investigacion, el historiador ve que empiezan a surgir respuestas, aunque linicamente sean preliminares, a algunas de las pre- guntas que el o ella se habia planteado, observa que ciertas relaciones, ciertas series de explicaciones, se van repitiendo, advierte que aparecen problemas nuevos al tiempo que los viejos van adquiriendo otros contornos. No hay una formula, ni plazos temporales, para esto, pero llega un momento en que comienza a sentir la necesidad de convertir sus notas en prosa, darles una continuidad, iniciar el borrador de un articulo o un libro, escri- bir parte de uno de sus capitulos. Cabe que un genio sea capaz de unir mentalmente todas las respuestas, de aclarar todos los matices, todos esos puntos que se resisten a una expli- cacion, todas las interrelaciones y todos los nexos de causalidad, sin tener que recurrir a la prosa en absoluto. Pero para la mayoria de nosotros la escritura es fundamental cuando queremos articular, o incluso formular, ese engranaje complejo que es la historia escrita. Si parte de un analisis o una explicacion no funciona sobre el papel, enseguida esta claro que debe tener algun fallo. Es bastante probable que haya que investigar mas, o que las notas tengan que ser revisadas y meditadas de nuevo. Cuando uno se da cuenta de que esta recurriendo a la metafora o al cliche, es serial de que las cosas no se han entendido bien o carecen de la concretion necesaria para ser transmitidas en prosa sencilla y clara. Producir historia es una actividad muy iterativa: borradores sucesivos que requieren mayor investi- gacion, reflexion y analisis, quizas volver a estudiar ciertas fuentes secundarias. Puede que uno se este rompiendo la cabeza por contestar a preguntas cuyas respuestas se hallan en sus notas, pero se necesitara tiempo y esfuerzo hasta llegar a percibirlas con claridad; a lo mejor porque su idea preconcebida sobre la naturaleza de la pregunta o sobre la relativa validez de los distintos tipos de fuentes analizadas estaba equivocada, y sera a traves de toda una serie de intentos escritos o impresos como el historiador podra lidiar con este problema. Despues, normalmente, siguen los seminarios, los congresos y las discusiones informales, todo ello dentro de ese proceso iterativo del cual emergent finalmente el traba- jo de historia terminado (incluso un comentario casual en el bar, o un pensamiento fortuito en el bano, puede contribuir a su realization. Como senala Rose, los cientificos tambien reciben este tipo de ayudas). 46

44 Pueden comparar lo que explico en los dos parrafos anteriores con las especulaciones de Cousins, pp. 130-133.

45 Historiadores como: Marc Bloch, Craft; G. Kitson Clark, The Critical Historian, Londres, 1967; H.S. Commager, The Nature and the Study of History, Columbus, Ohio, 1965; G.R. Elton, Practice; G.R. Elton, Poli- tical History: Principles and Practice, Londres, 1970; Gottschalk, Understanding; Oscar Handlin et al, The Harvard Guide to American History, Cambridge, Massachusetts, 1954; C.V Langlois y C. Seignobos, Introduc- tion to the Study of History (nueva edic, Londres, 1966); Emmanuel Le Roy Ladurie, The Territory of the His- torian, Londres, 1979; Marwick, Nature; Arthur Marwick, "'A Fetishism of Documents'?: The Salience of Source-based History", en Henry Kozicki (ed.), Developments in Modern Historiography, Londres, 1993, pp. 107-138; John Tosh, The Pursuit of History, Londres, 1991 (2aedici6n).

46 Rose, Memory, $. 295. I 73

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Es muy posible que al observar las relaciones entre distintos acontecimientos, estados de animo, condiciones materiales, etc., recogidos y confirmados en las fuentes, el investi- gador haya tenido que recurrir a la teoria, acaso derivada de la psicologia o de la psicolo- gia social, la economia, la sociologia, la antropologia (probablemente a teorias sobre los papeles sociales, la legitimidad, el ciclo productivo o el poder socializador de los rituales). Una vez mas, se habra dado un proceso iterativo, en el que habran intervenido interactiva- mente la teoria, las fuentes y los primeros intentos de redaccion. En todos los casos, las fuentes primarias seran el punto de referencia primordial y deberan ser citadas siguiendo el adecuado procedimiento academico, si no para beneficio de todos los lectores (que al fin y al cabo no son tan numerosos cuando se trata de articulos y monografias), si para el de los colegas que trabajan en el mismo campo. Esto nos vuelve a plantear una cuestion que a menudo los criticos metafisicos de la historia no tienen en cuenta: cuando una inves- tigation concreta alcanza su redaccion final (conviene repetir que tras muchos borradores de la totalidad y partes de ella, mucha discusion, muchas vueltas a los archivos, muchas reconsideraciones, mucha angustia, y con la determination de no pasar por alto problemas delicados ni de disfrazar un analisis incompleto con lenguaje metaforico u opaco, ni de actuar para la galeria), esta no adquiere naturaleza de version linica, cerrada, de interpreta- tion automaticamente autorizada en la que ya esta todo, una parcela segura del conoci- miento. Por el contrario, no es mas que una contribution al saber, abierta al escrutinio, al examen y a las criticas de otros historiadores. Y cuando la obra esta bien expuesta, hasta el lector profano tiene la oportunidad de entablar un dialogo con el autor, a lo mejor aceptan- do dos terceras partes por su rigor y rechazando la tercera por dudosa o porque refleja demasiado las preocupaciones o los prejuicios del propio historiador.

He indicado hasta ahora: a) de donde sacan los detractores postmodernistas de la his- toria sus presupuestos y b) su idea totalmente equivocada del modo en que los historiado- res llevan a cabo su tarea. Veamos ahora la critica que Anthony Easthope (un discipulo entusiasta de Althusser y un teorico cuyo compromiso con la politica radical es absoluta- mente explicito)47 hace al articulo escrito por Lawrence Stone en 1958, "The Inflation of Honours 1558-1641", 48 que con gran erudition y sencillez utiliza un buen numero de colecciones de manuscritos importantes, algunas colecciones impresas de cartas y memo- rias, junto a fuentes impresas contemporaneas de caracter tanto informativo como polemi- co, para hacer una description (muy convincente) de las politicas cambiantes de los monarcas sobre la venta de titulos y las reacciones que motivaron. En un breve parrafo final, Stone indica que su articulo viene a apoyar las opiniones de R.H. Tawney acerca de la naturaleza y consecuencias de la inflation de titulos ("Ley de Tawney") y su tesis sobre "la ascension de la gentry". 49 Los lectores son libres de aceptar la exposition, que esta muy bien razonada, y rechazar la conclusion. Ambos autores fueron objeto de los cuestio- namientos y criticas habituales, y hace mucho tiempo que, con el gran avance del conoci- miento sobre los origenes de la Guerra Civil, favorecido particularmente por la explota- cion en los ultimos anos de archivos locales en su mayor parte ignorados cuando Stone escribia, el tema ha quedado esclarecido. Asi pues, sera mejor que exponga lo que tengo que decir sobre Easthope de forma esquematica:

1. Es obvio que Easthope no comprende ni el modo en que evoluciona el saber histo- rico ni el caracter provisional que dentro de esa evolution tiene un articulo academico corriente. Trata el trabajo de Stone como si fuese un poema o un relato corto completo en

47 Anthony Easthope, British Post-Structuralism since 1968, Londres, 1988, en particular p. 97; Anthony Easthope, Literary into Cultural Studies, Londres, 1991, especialmente pp. 71, 120. 48 Lawrence Stone, "The Inflation of Honors 1558-1641", Past and Present, XIV (1958), pp. 45-70. 49 Ibidem, p. 65. I.

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si mismo, no como una pequena exportation, quizas cuestionable, al conocimiento histori- co. Y la diferencia es substancial porque, despues de todo, los poemas, los relatos y las novelas, como artefactos literarios, no estan sometidos a las refutaciones, revisiones y cla- rificaciones que se hacen a las obras de historia.

2. Easthope esta siguiendo a Hayden White cuando establece la distinction simplista entre "logica" y "retorica": "Lo que previamente se habia reconocido como solo un regis- tro neutral (logico) de repente declara ser una intervention (retorica)". 50 Los historiadores no pretenden ofrecer "un testimonio neutral"; en el mejor de los casos lo que presentan es una interpretacion basada en las fuentes, una interpretacion que de manera automatica se sumara -o pondra reparos- al conocimiento existente, tal como aparece, por ejemplo, en la tesis de Tawney. En ese sentido, operan de forma muy parecida a la de un cientifico que apoya (o cuestiona) lo que hoy se sabe sobre, digamos, la selection natural o el comporta- miento de los liquidos a temperaturas muy bajas. Las disciplinas funcionan asi. No hay una disyuncion entre el proceso conjunto de investigar y escribir lo investigado e "interve- nir" en los conocimientos del mundo.

3. Easthope, que desdena las "supuestas 'fuentes primarias'", 51 revela una absoluta ignorancia de los procesos integrados, iterativos, a traves de los cuales se producen las contribuciones al conocimiento historico. Dice que "se supone que el mundo representado por Stone se encuentra justo ahi, dado..."; 52 lo cual es absurdo, ya que ese "mundo repre- sentado" solo llega a descubrirse gracias a la investigacion intensiva, y tecnicamente difi- cil, de fuentes primarias. El desconocimiento patente en otra de sus declaraciones demues- tra lo lejos que esta de comprender lo que los historiadores hacen en realidad: "Las notas a pie de pagina dan el mismo apoyo al texto que los listados de anales a la escritura de histo- ria, o los hechos a la narration, y lo aparente a lo real". 53 Nos encontramos de nuevo con esta curiosa y anticuada invocation a los "hechos", y con una total confusion entre estos y los "acontecimientos" que se enumeran en los anales, las fuentes y notas a pie de pagina (que, desde luego, carecen de una realidad material y son simplemente indicadores esque- maticos, pero necesarios, de las fuentes en las que se basan unas afirmaciones y unos razonamientos concretos).

4. Su vocabulario de especialista, que emplea con una autoridad extrema, es el que se acuno en los escritos postmodernistas y que nunca fue sometido a un escrutinio critico. Primero dictamina que el articulo de Stone es un "texto" (algo nada bueno dentro de los esquemas postmodernistas) y despues pontifica: "donde hay textualidad, hay deseo". 54 Todo un preludio para "revelar" los motivos "reales" que empujaron al autor a escribir el articulo: su autoidentificacion con la adinerada gentry unida, por lo que se ve, a un ansia de dominar jla otredad del pasado! 55 La vision postmodernista del mundo no contempla la posibilidad de que los historiadores consideren vital para la sociedad humana comprender el pasado, que dicho convencimiento sea su motivation fundamental y lo que les da animo para emprender la dificil y, en ocasiones, aburrida tarea (no reconocida por Easthope) de una investigacion seria.

5. Su mismo articulo se cierra con una gran explosion de retorica que uno podria interpretar como una pieza de estupida auto-indulgencia si sus otros escritos no hubiesen hecho patente cuales son sus objetivos politicos. 56

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50 Easthope, "Romancing the Stone: History-writing and Rethoric", p. 241. 51 Ibidem, p. 245. 52 Ibidem, p. 245. 53 Ibidem, p. 245. 54 Ibidem, p. 246. 55 Ibidem, p. 247. 56 Vease nota 44.

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Actualmente, al menos en vista del ejemplo de Stone, el enfoque que el historiador da a Clio es el de un hombre con una aspiration: penetrar su otredad. A lo mejor, con mayor respeto por su alte- ridad, podriamos descubrir que ella agradecia otras formas de escritura y de relacion, e incluso la posibilidad de que uno done sangre al pasado para alimentar a la posteridad. 57

Lo que viene a decir, el y otros detractores de la historia, es que puesto que esta no responde a un intento sistematico y desinteresado, en la medida en que esto es posible, de entender aspectos del pasado, sino que "se construye dentro del lenguaje" y refleja un "deseo" oculto, uno tambien podria perseguir conscientemente un tipo determinado de "historia"; el de una "historia", esta claro, que sirva de manera activa a los objetivos de la politica radical.

6. Su estilo, como se habra percibido, es una mezcla extrana: comienza con el juego de palabras pueril del titulo, continua con una jerga pesada y un modo de filosofar anti- cuado, y finaliza con esa conclusion neciamente retorica. Son los postmodernistas, no los historiadores, los esclavos de su propia retorica.

Puede que Rethinking History (1991), de Keith Jenkins, acabe siendo considerada el clasico por excelencia de la ineptitud y del desprecio postmodernista hacia la practica aca- demica aceptada. Me limitare a observar que hay irregularidades en las "citas" que, segun el, aparecen en mi obra The Nature of History, y en las referencias de pagina adjuntas, 58 y cuando pretende repetir "en palabras mias" que los historiadores "'se inclinan' ante las pruebas, permitiendo asi que el pasado hable 'directamente'", 59 Jenkins parece confundir mis opiniones, que son mucho mas complejas, con las expresadas en un estilo algo retori- co por E.H. Carr sobre "los documentos": "el historiador reverente se acerco a ellos con la cabeza gacha y de ellos hablo en tono sobrecogido". 60 Dice, ademas, que acepto la exis- tencia de al menos veinticinco variedades posibles de historia, 61 cuando en realidad siem- pre he mantenido que no hay sino un marco basico de metodos y principios dentro del cual se abordan temas y problemas indudablemente muy distintos. Los historiadores no afir- man que la historia ofrezca de manera directa soluciones a los problemas contemporaneos. Los postmodernistas, en cambio, parecen especializarse en declaraciones politicas de una torpeza ridicula. Jenkins se desvia de su camino para insistir en la validez de la historia marxista-leninista (jy su libro se publico en 1991!). 62 Solo un par de anos antes, el "nuevo historicista" Alan Sinfield habia alabado en particular la organization economica de lo que entonces era Yugoslavia (jnada menos!). 63 Por otro lado, disponemos de amplia docu- mentation sobre el entusiasmo previo de los postestructuralistas por la revolution cultural

57 Easthope, "Romancing", pp. 248-249. 58 Keith Jenkins, Rethinking History, Londres, 1991. En la pagina 14, se me cita directamente como si yo utilizara la frase "inclinandose"; se refiere a unas paginas (en la anticuada edition de 1970 de The Nature of History) en las que aporto comentarios bastante triviales sobre los escritos de G.R. Elton y A.J.R Taylor. La mention a las "veinticinco variedades" aparece en la pagina 15 (tambien, como broma, en la p. 37) y se dice que esta sacada de "la propia section de Marwick sobre el metodo" (sin referencia de paginas). Las listas de filosofos de la historia y escuelas de historia (Annales, etc.), en realidad proceden, respectivamente, de mis sec- ciones sobre Filosofia de la Historia e Historiografia, y no tienen ninguna relacion con lo que digo (en secciones distintas) sobre el Metodo.

59 Jenkins, Rethinking, p. 14. 60 E.H. Carr, What is History? , p. 16. 61 Jenkins, Rethinking, p. 15. 62 Ibidem, pp. 15,37. 63 Alan Sinfield, Literature, Politics and Culture in Postwar Britain, Londres, 1969, p. 304; Sienfield hace referencia tambien a la "Union Sovietica" y Hungria. Su libro aparece enumerado en la serie The New Histori- cism: Studies in Cultural Politics, Compilador General Stephen Greenblatt. I.

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de Mao Tse Tung: Rosalind Coward y John Ellis, en un libro que trataba conjuntamente los temas en boga del "lenguaje y el materialismo" y "la semiologia y la teoria del sujeto", explicaban:

Al senalar que la ideologia es la base de la actividad del sujeto en la sociedad, Althusser hizo ver que era necesaria en la practica social, "no existe practica excepto por y en la ideologia"... Por con- siguiente, la ideologia gobierna las actividades de las personas en las practicas economicas y poli- ticas; asi pues, la idea de una revolution social que no vaya acompanada de una revolucion en la ideologia es una formula para el fracaso; una formula para volver a las estructuras que han sido derruidas, provocada por la forma en que las personas actuan y se relacionan habitual e inconscien- temente. Parte esencial de la revolucion burguesa fue remodelar la practica ideologica de arriba aba- jo, instituyendo un nuevo sistema legal de representation en la escritura y las artes graficas (el rea- lismo). De ahi que en China este teniendo lugar otra revolucion en la ideologia... 64

Las pretensiones de superioridad de los postmodernistas sobre los historiadores anti- cuados, "positivistas", "empiricistas", "humanistas", no los mantienen de ningun modo a salvo de ataques. A menudo invocan "El Giro Linguistico" sin darse cuenta, aparentemen- te, de que los articulos recopilados bajo ese titulo por Richard Rorty en 1967 eran ejem- plos de una filosofia empirica, cuya vision sobre la importancia del lenguaje es muy dis- tinta a la de los postestructuralistas. 65 Lo mas criticable del pensamiento postmodernista es que, mientras que discute los presupuestos de todos los demas (sobre todo los de los historiadores acerca de la naturaleza de las fuentes primarias), nunca aplica las mismas facultades criticas a sus propios supuestos basicos. Y es significativo que este mismo jui- cio haya sido expresado hace poco por Christopher Lloyd, un filosofo de la historia que no muestra ningun interes en el caracter de las fuentes primarias y es partidario de un enfoque de la historia neomarxista, estructuralista y sociologico. Para el, el relativismo postmoder- nista es:

involuntariamente deshonesto en el sentido de que, a pesar de que proclama lo contrario, contiene disfrazados unos presupuestos propios o compromises tacitos con un conjunto de ideas o conceptos "privilegiados" que de hecho no son "cuestionados". En general no se ponen en duda, por ejemplo, las estructuras profundas de la gramatica, la semantica y la logica, y tampoco la relation que tie- nen las estructuras universales del lenguaje natural y de la logica natural dentro de formas preteori- cas y precientificas de razonamiento. 66

Unos pocos historiadores se han presentado como paladines de la causa postestructu- ralista. Puede ser que en algunas ramas de los estudios historicos haya algo que aprender de ella, aunque no existen muchas pruebas al respecto. A mi modo de ver, la Introduction de Lynn Hunt a su coleccion The New Cultural History no transmite mucho convencimien- to, y el contraste historiografico que establece entre las decadas de 1960 y 1980 es sim- plista e insultante para los historiadores de ambas epocas:

En la decada de 1960, se concedia especial importancia a la identification de las tendencias politi- cas de un autor, a intentar situarse uno mismo como historiador en un mundo, social y politico, mas amplio. Ahora hay cuestiones mas sutiles pero no menos importantes. Los historiadores son cada vez mas conscientes de que sus elecciones, supuestamente practicas, de unas tecnicas narrativas y unas formas analiticas tambien tienen implicaciones sociales y politicas. 67

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64 Coward y Ellis, Language, p. 72. 65 Richard Rorty, The Linguistic Turn, Chicago, 1967. Se incluye a Ryle, Austin, Hampshire. Desde luego, no estan incluidos Saussure, Levi-Strauss, Barthes, etc. 66 Christopher Lloyd, The Structures of History, Londres, 1993, pp. 24-25. 67 Lynn Hunt (ed.), The New Cultural History, Berkeley, California, 1989, pp. 20-21.

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City of Dreadful Delight: Narratives of Sexual Danger in Late-Victorian London (1992), de Judith R. Walkowitz, es un estudio fascinante. En el, se despliega de manera eficaz la notion de las "narraciones" por medio de las cuales "las personas representan y comprenden su mundo", 68 aunque no llega a convencerme de la indispensabilidad de dicha jerga. Peter Gay, en su voluminoso y solido analisis de las mentalidades "burgue- sas", emplea categorias freudianas rigurosamente establecidas y no necesita recurrir a "narraciones" o "discursos", a un tiempo que usa la "ideologia" con absoluta neutrali- dad. 69 En su Introduction, Walkovitz parece distanciarse de las posiciones postmodernis- tas mas basicas y vincularse, por cierto, con los metodos de la historia profesional. 70 Visions of the People, de Patrick Joyce, explota a fondo y con imagination fuentes no tra- dicionales para cuestionar la historia tradicional (de influencia marxista) de la clase obrera y sus interpretaciones de la idea de clase. 71 La polemica observation que este mismo autor hace en Past and Present es, como subrayo en su momento Lawrence Stone, "desconcer- tante". 72 Escribe Joyce:

A un cierto nivel, podemos plantear un dualismo entre lo "real" o lo "social" y sus representaciones. Se puede decir que lo "real" existe independientemente de como lo representemos y afecta a nues- tras representaciones. Pero el efecto que produce en ellas es siempre discursivo, y es preciso insistir en que la historia nunca se nos presenta sino en forma discursiva, entendiendo por "discursivos", desde luego, todos los medios de comunicacion, incluso aquellos que se salen de lo puramente ver- bal.73

Lo que no acaba de estar claro es si el propio Joyce coincide con estas afirmaciones, pues a continuation expone que "si son ciertas", "nos llevan a una logica circular inutil", y las califica de "banales"; seguramente quiere decir que son verdad aunque no muy estimu- lantes desde el punto de vista intelectual. A fin de romper con esta "circularidad" y "bana- lidad" parece -al menos el asi lo afirma- "ser vital tomar el «giro lingiiistico» en serio...". 74 Para los historiadores la historia es -recordemoslo- "cuerpos de conocimiento sobre el pasado humano", no el pasado humano mismo. El pasado humano solo lo conoce- mos a traves de las obras de los historiadores. Esto es bien sabido; pero, como se ha argu- mentado a lo largo de este articulo, se necesita un salto especulativo para decretar, a partir de ahi, que esas obras son "discursivas", termino que, al fin y al cabo, no es sino un eslo- gan de la propaganda izquierdista sobre el caracter inevitablemente "burgues" de todo dis- curso actual. Continiia Joyce:

Es menester que los historiadores tomen nota del principal avance del "postmodernismo", a saber, que los acontecimientos, las estructuras y los procesos del pasado son indistinguibles de las formas de representation documentales, de las apropiaciones conceptuales y politicas, y de los discursos historicos que los construyen. 75

68 J.R. Walkowitz, City of Dreadful Delight: Narratives of Sexual Danger in Late-Victorian London, Lon- dres, 1992, p. 7.

69 Peter Gay, The Bourgeois Experience: Victoria to Freud. 3 vols., 1984-1993. 70 Walkowitz, p. 9. 71 Patrick Joyce, Visions of the People: Industrial England and the Question of Class 1848-1914, Cam-

bridge, 1991. 72 Patrick Joyce, "History and Post-Modernism", Past and Present, 133 (1991), pp. 204-209; L. Stone, ibid., 135 (1992), p. 190.

73 Joyce, "History and Post-Modernism", p. 208. 74 Ibidem. 75 Ibidem. I.

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"Construir", un verbo de moda que aqui tiene una gran carga; cuando se intenta dar con una explication logica de las cosas, cuesta mucho imaginar ese proceso de "construc- tion". Como sucede a menudo, da la impresion de que la jerga se ha impuesto al significa- do. Por supuesto, las fuentes primarias y secundarias van todas en el mismo saco (una caracteristica del pensamiento postmodernista). Es un topico entre los historiadores que "los acontecimientos, las estructuras y los procesos del pasado" unicamente se conocen a traves de vestigios y rastros (fuentes primarias) connotados, a su vez, politica y concep- tualmente, tendenciosos e imperfectos en todos los aspectos. Tambien es un lugar comun -acabo de reiterarlo- que nuestro conocimiento del pasado hay que encontrarlo en las obras de los historiadores y que no se puede aprehender de manera directa. Sin embargo, puede ser que por "discursos historicos" el autor entienda los de "feudalismo", "capitalis- mo", "patriarcado", que se supone (porque no se razona) existen como realidades materia- les en el mismo pasado. La verdad, no esta nada claro, salvo que Joyce este actuando (a pesar de lo que pueda indicar su excelente production academica) de paladin del postes- tructuralismo y de lo que el llama "el giro linguistico".

De lo que no hay la menor duda es de que las tecnicas de deconstruccion o de analisis del discurso, cuando se comparan con los metodos sofisticados que han ido desarrollando a lo largo de los anos los historiadores, tienen poco valor para abordar los problemas prin- cipales de comprension del pasado que les ocupan. Las ideas postmodernistas sobre el len- guaje y el "sujeto" sirven para escribir novelas apasionantes, 76 pero son una amenaza para el estudio riguroso de la historia. Cuando los postmodernistas dicen "historizar", en reali- dad quieren decir hacer una historia ingenua y formularia que reprime cualquier autentica curiosidad por el pasado y es potencialmente perniciosa si al mismo tiempo no se introdu- ce a los estudiantes en la historia de los historiadores. El lenguaje es importante: el unico instrumento con el que cuentan los historiadores para escribir y comunicar sus resultados. Pero dadas la experiencia y la disciplina, los historiadores pueden asegurar que el lenguaje continua siendo una herramienta. Todos los aspectos de la actividad humana estdn influi- dos socialmente (nadie lo sabe mejor que ellos), pero esto no significa que todo sea cons- truido socialmente, como tampoco el hecho de reconocer la importancia del lenguaje implica que todas las ideas se construyan dentro de el. Sabemos lo que sabemos acerca del pasado -y es increible cuanto sabemos- debido a la actividad de los historiadores que practican su profesion, con unos objetivos limitados y una devotion al trabajo duro y a una metodologia exigente. Ha habido mucha historia propagandistica, al servicio de intereses propios, disenada para responder a las necesidades de los gobiernos u otros grupos pode- rosos. En su magnifica obra Use and Abuse of History, Marc Ferro ha mostrado como los gobiernos se han asegurado (en los paises del tercer mundo lo mismo que en cualquier otro) de que sus escuelas ensenen y reafirmen lo que se consideran objetivos nacionales. 77 El desenmascaramiento de esa historia propagandistica no depende de las teorias postmo- dernistas sobre la narrativa y el discurso, sino de la existencia de historias serias, sistema- ticas, escritas por profesionales, que puedan valer como contraste. La sociedad tiene dere- cho a pedirles a estos que sus interpretaciones puedan utilizarse, si asi se desea, para intentar comprender la evolution de las ideas o instituciones politicas, los origenes de numerosos conflictos de todas partes del mundo, para tener una information contextual que permita disfrutar mejor de una pintura, un poema o la atraccion turistica que uno pre- fiera. A los que persiguen estos fines no les servira ninguna teoria especulativa sobre la

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76 Estoy pensando en las novelas de Peter Ackroyd o, por poner otro ejemplo, Christoph Ransmayr, The Last World, Frankfurt, 1988.

77 Marc Ferro, Comment on raconte I'histoire aux enfants a travers le monde entier, Paris, 1981; traducido al ingles como The Use and Abuse of History, or How the Past is Taught, Londres, 1984.

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necesidad de reemplazar el humanismo con la ideologia radical, o la imposibilidad de escapar a las circunstancias linguisticas en que se hallan atrapados, sino que desearan pen- sar que las explicaciones, las interpretaciones y la information que se les da estan basadas en el estudio serio de los datos; e incluso no les perjudicara estar advertidos de que todas las fuentes son falibles, que su estudio debe llevarse a cabo de acuerdo con los principios mas estrictos, y que siempre hay cosas que no sabemos con certeza. Los postmodernistas aseguran que la disciplina de la historia nacio con la novela "burguesa" del xix y que ambas son en esencia lo mismo. Esto es entender las cosas al reves: la disciplina de la his- toria no comenzo a adquirir la forma academica y profesional que tiene hoy hasta finales de ese siglo. En cambio, los principios basicos del postmodernismo, sus preocupaciones y gran parte de su vocabulario se desarrollaron dentro del marco de la metafisica decimono- nica. En muchos sentidos, el termino "premodernismo" seria mas adecuado.

Traduccion de M. L. Ferrandis Garrayo

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