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Hölderlin;Poesía y Política
Sebastián Aguilera
Índice
Introducción………………………………………………………………………………………………………….. 2
Hölderlin; Poesía y Política…………………………………………………………………………………….. 3
Conclusión……………………………………………………………………………………………………………. 12
Bibliografía……………………………………………………………………………………………………………. 13
2
Introducción
El siguiente ensayo bordeará los caminos que nos señale la siguiente frase del
poeta alemán Friedrich Hölderlin:
“Pleno de méritos, pero es poéticamente como el hombre habita en esta tierra.”
Por tanto este ensayo avanzará junto a las interrogantes y aproximaciones entorno
a la problemática que enmarca a la poesía como el grito de un pasado mitológico que se
inserta en un presente trágico. Un grito hecho canto que insiste en la llamada hacia un
pensar impensado. Es entonces como el pensamiento del nombrado poeta, devela un
campo agudizante donde se encuentra en juego el carácter estético-político del hombre.
Confrontándose en cada palabra, dejando signos y lenguajes bajo el desgarro hacia un
mundo metafísicamente dispuesto. Un campo de tensiones y contradicciones que chocan
permanentemente con la posibilidad de un habla esencial para un habitar esenciante.
Los senderos nos llevarán a dialogar con este pensamiento en donde otros
también han estado insistiendo en este canto doliente como lo es Heráclito, Friedrich
Nietzsche, Antonin Artaud y Martín Heidegger.
3
Hölderlin; Poesía y Política
Hölderlin fue un poeta alemán el cual vivió casi gran parte de su vida en el estado
llamado “locura”. Locura que es el primer puente que conecta nuestros senderos para el
pensar de este ensayo. Porque la locura tal como la metafísica la dispone es patología,
enfermedad y encierro. Porque ahí brota un pensamiento del afuera, causado por un
adentro cada vez más desgarrador. Porque ahí hay destellos de un conflicto que devela las
contradicciones del mundo inteligible de los hombres. Porque ahí se exige, confronta y
revela lo más esencial para los mortales. Es por ello que Hölderlin nos muestra en su
poesía la llamada de los dioses, el lugar de los hombres para y con el mundo, un habitar
desde lo sagrado hacia lo más puro de la tierra. Pero siempre abismado, entregado,
sobrecogido, conmovido, fatigado, doliente ante un espacio donde las manos ajenas de
los hombres transformaron su hogar a imagen y semejanza de sus ojos, al pliegue de los
espejos de la razón y el saber, a merced de la ciencia y la técnica. Es el olvido del olvido de
la vida que el poeta llama y nos refriega en nuestro polvoriento rostro, para acercarnos
entre campos abiertos que expandan la más cálida zona donde encontrar es encontrarnos,
sentir es sentirnos.
En efecto, ese sentir-sentirnos nos lleva al congojo donde más que un pensar es un
sentir expresivo de un lugar atraído y deseado, un lugar ocultado pero que siempre está
encarnado. Las máscaras que la ocultan son el mundo de los hombres, el mismo que
representó el Ser y la Naturaleza en meras cosas dispuestas a sus brazos. Es un sentir que
ya viene reclamando su escucha, porque pasan y han pasado las voces hechas canto de un
ritmo tan armonioso como el de los pájaros, pero a su vez tan quebradizo como la pena
del llanto. Así suenan los misterios poéticos de Mallarmé, Blanchot, Rilke, Trakl, Artaud, y
en Latinoamérica, Darío, De Rokha, Pizarnik entre otros. Los cantos del pensar que abren
la posibilidad de un habla esencial para un habitar esenciante. Así Hölderlin nos llama:
Pleno de méritos, pero es poéticamente como el hombre habita en esta tierra.
4
¿Por qué poéticamente habitamos? ¿Qué poética deviene el poeta? ¿Cómo es la
tierra donde poéticamente habitamos? Para tensionar estas preguntas es necesario
situarnos en el tiempo mítico presocrático, donde Heráclito será nuestro guía que nos
disponga a pensar desde esta época en relación al llamado poético holderliano.
En el mundo presocrático se configura un pensamiento que aún no establecía una
separación del hombre con el cosmos, es decir el hombre era tanto como tierra, tanto
como agua, tanto como cielo. Donde la palabra era canto, el sentir era éxtecis1. En el
cosmos habitaba el Ser como pura Naturaleza. Este canto se manifestaba en la poesía
(poiesis), que presentaba todo lo que es, sin máscaras. La poética correspondía politicidad
a su vez para y desde la comunidad que se reunía en el canto. En el movimiento de los
cuerpos, en el juego de las fuerzas; la vida en relación a la muerte. El Ser como infinito
devenir. Este devenir fundamenta en Heráclito una profunda insistencia.
Heráclito devela la discordia, el conflicto, ese movimiento eterno de los cuerpos.
Nada permanece estático en el Ser. Es el fuego que enciende, cambia y apaga tanto como
las cosas que nacen y mueren. Los opuestos que se encuentra en su oposición. Es lucha en
la armonía de contrariedad. El juego de las fuerzas en su estado íntimo, es decir, según el
fragmento 53; la guerra es el padre y el rey de todas las cosas. A algunos ha convertido en
dioses, a otras en hombres; a algunas ha esclavizado y a otras ha liberado2. La lucha según
Heráclito es la oposición entre lo Uno y lo múltiple, donde de sus opuestas tensiones
deviene armonía y reconciliación. Por tanto, es este lugar de comprensión del mundo el
cual Hölderlin manifiesta que habitamos, porque este habitar instala al hombre como un
elemento más del cosmos, tanto como la tierra, el cielo y los divinos. Es por ello que en
esta tierra se instala la Cuaternidad que Heidegger apuntaba en un habitar de los mortales
1
1
Demasía en el sentir. Sentirse fuera de sí. Un sentir extasiado y agobiante por el afuera.
2
2
Parménides Heráclito. Fragmentos. Fragmento 53 Heráclito. Argentina. Hyspamerica 1983. P. 220
5
para y con el Ser. La poesía enuncia el canto de la poiesis articulando un discurso
ontológico político, porque si en el tiempo presocrático poeticidad y politicidad
correspondían, es el sentir de la poesía el más puro habla de la política en comunión, la
disposición a lo más sagrado. Hölderlin invita en cada palabra a este habitar, porque nos
presenta las huellas de un mundo sensible, acercando lo más íntimo para lo más externo,
desarticulando la materia para llegar al cuerpo. Y tal cual como en Heráclito, presentando
al Ser como absoluto devenir.
Hölderlin en su dolor manifiesta la misma frustración por sentirse parte de un otro
extraño. Un otro donde no cabe nada fuera de él. La impotencia de encontrar la tierra
firme y sólida, y a su vez estar condicionado por los límites que la metafísica obstruye al
pensamiento. El pensar ya es contorno, ya es un confín, un cerco donde su afuera es la
ausencia de los presente. Su ausencia nos invita pero a su vez nos aleja. Nos llama pero
nos detiene. Pensar más allá es el caminar junto a la sombra, solitario. Es la figura del
Hyperión donde Hölderlin acusa:
Así fue como en medio de nosotros me volví razonable, y aprendí cabalmente a
diferenciarme de lo que me rodea, a tal punto que me encuentro aislado en medio de las bellezas
del mundo, proscrito del jardín de la Naturaleza en el que había crecido y prosperado; y he aquí
que ahora me seco al sol del mediodía3.
La razón que fundamenta el cuerpo del existir, la que nos mantiene entre neblinas
que dificultan el paisaje. La razón que indica al hombre como amo y dueño de la
Naturaleza, creyendo conocerla, dominarla. Manteniendo una relación antropocéntrica
con el mundo. La razón que se apropia de nuestros sentidos significando las emociones,
teniendo nombres y categorías para cada sensación. Esa misma que es una gran
compuerta para ese pensar del afuera. Esa misma que en el ordenamiento de las cosas del
mundo oscurece lo esencial, viste los pies del hombre y le entrega sus caminos que
rompen los prados hermosos. La que en la técnica nos arroja entre máquinas de guerra
3
3
Hölderlin. Hiperión o el Eremita en Grecia. Buenos Aires. Emecé 1946. P. 38.
6
chochando mutuamente, diciendo avanzar hacia lo alto, moviéndose en el flujo de la
soberbia. Hacia ningún lado van. Ningún lado los espera en el racionamiento del mundo.
Los hombres que dicen pisar cuando no pueden sentir el cálido suelo de la tierra húmeda,
porque el asfalto encierra las nubes que lloran por esos espacios profanos en paisajes
oscuros. Lugares que la metafísica entrega en su juego, flotando en sus reglas. Estas reglas
que Hölderlin se golpea como las moscas cuando chocan los vidrios, porque pensamos
dentro del mundo suprasensible para querer situarnos en el mundo sensible. La poesía en
este sentido es la ventana que deja entrar los rallos del sol cuando la noche se esconde. Es
necesario chocar entre los vidrios para poder ver sus trizas. Es necesario arrojarse al vació
para sentir el abismo. Es necesario estar caídos para sentir. Para encontrar las infinitas
posibilidades de ese lugar abierto. De ese canto que siempre cantó aunque el hombre
tape sus oídos. Aunque los sonidos se transformen en ruido. El olvido de lo serenamente
dispuesto invita, pero primero hay que sentir el peso de las cadenas que atan, que nos
atan.
Es así como la poesía transmite un mundo mítico en la comunidad que canta. Por
tanto no hay mayor fuerza en la poesía que en el habla. Ponernos a la escucha de este
canto es ponernos al oír de la poética. Heidegger apuntaba con respecto a la poesía de
Hölderlin que nosotros, los hombres, somos habla. El ser del hombre se funda en el
lenguaje; pero éste solo acontece verdaderamente y por vez primera en el habla4.
Entonces es para los mortales a quien se dirige Hölderlin, porque es en esta tierra donde
poéticamente habita. El dialogo continuo que muestra este pensar impensado. El poeta
hace aparecer, presentar la palabra, no representar como la metafísica exige en su juego,
por lo tanto este juego se devela y entrega pequeñas fisuras de ese afuera. Es decir, esas
fisuras es el propio inmenso caos que el hombre disimula, las contradicciones que el
Orden anestesia. La metafísica oculta toda contradicción, oculta la posibilidad de estar
dolidos, entrega esa anestésica condición del hombre. Mientras la poesía entrega la
4
4
Heidegger. Aclaraciones a la Poesía de Hölderlin. Madrid. Alianza. 2005. P. 43.
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comprensión de lo caosmótico5. La poesía entrega lenguaje y habla a la vez, derribando el
concepto metafísico de hombre como sujeto sujetado. Como razón. Abriendo los espacios
hacia lo infinito. Por ello es el habla que canta para darnos a la escucha. El habla nos
piensa, ya que abordamos lo más esencial del mundo. Al poetizar no pensamos para
hablar, sino que es mismo habla que hace que pensemos y nos pensemos. No es la razón
quien posibilita el lenguaje, sino que el lenguaje posibilita visibilizar lo invisible del afuera.
El habla en torno a un otro que es el espejo del uno. La abertura a este sentir sentirnos
que seguiremos insistiendo.
Si el habla es el pensar, es necesario problematizar el significado de este. Lo
gravísimo de nuestra época grave es que todavía no pensamos6 dijo Heidegger, nos
piensan y ya nos pensaron, ya que el hombre no se ha entregado lo suficiente a los que
exige verdaderamente ser meditado. Pero aun así los mortales caminan seguros en el
saber pretendiendo tener al alcance el significado. La metafísica al representar el Ser
como ente, pensó el hombre desde ahí no entrando en los más fundamental de lo
presente. El pensar la existencia fue para el hombre pensar desde la técnica. Calcular el
mundo en los rieles del progreso. Modificar las cadenas en las jaulas de las ideologías.
Pensar desde la técnica es caminar en el trapecio tambaleando suponiendo abajo estar
seguros si caemos, porque el hombre cuando pensó la existencia la delimitó a su vez,
aseguró su existencia pretendiendo a media sonrisa tener la seguridad de todo lo
pensado. Es como Heidegger nos señala un pensamiento meditativo, el cual expone la
experiencia de este límite. Por tanto podemos decir, que en la poesía de Hölderlin se
pregunta por lo esencial ya que tensiona la posibilidad de tocar ese límite, que inquieta
permanentemente. Nos pone en relación por medio del dialogo reposado en el habla. En
camino a lo común, en pasos hacia la comunidad.
5
5
La abertura infinita. Lo eternamente diferenciado.
6
6
Heidegger. ¿Qué Significa Pensar? Argentina. Caronte Filosofía 2005. P. 15
8
El poeta manifiesta ese otro pensar que siempre se encuentra llamando. El
lenguaje habla para hablar y pronunciar ese ser puro que se encuentra a la espera.
Porque el poeta no se quiebra para cultivar su interior, si no que ese interior es la pura
manifestación de un afuera próximo. Ese exterior es el hallazgo, ya que el poeta como a lo
que está guardado estará diciendo precisamente eso contra se rebela el entendimiento
común7. Busca lo que lo inquieta y devela ese aquietar. Presenta el mundo distinto a la
comprensión metafísica del estar. Lo cercano está a la espera, pero sus pasos son ligeros
en tanto palabra articula y expone, en tanto escritura revela y dispone. La disposición de
lo múltiple sin capas ni techos que tapan los lugares donde habitamos; el cuerpo y la
tierra. El cuerpo que otros poetas defendieron ante su más doliente dolor.
Antonin Artaud, quien fue internado en manicomios, desliga una profunda
descripción de como la carne fundida en el cuerpo se siente fatigada en un estado físico:
…una fatiga demoledora y central, una especie de fatiga aspirante. Los movimientos a
recomponer, una especie de fatiga de muerte, de fatiga de espíritu para una aplicación de la
tensión muscular más simple, el gesto de tomar, de aferrarse inconscientemente a algo, que será
mantenido por una voluntad aplicada.
Una fatiga de comienzo de mundo, la sensación de cargar su cuerpo, un sentimiento de
fragilidad increíble y que se transforma en dolor astillante, un estado de letargo doloroso, una
especie de letargo localizado en la piel, que no prohíbe ningún movimiento pero cambia el
sentimiento interno de un miembro y otorga al simple estado vertical el premio de un esfuerzo
victorioso...8
7
7
Heidegger. Aclaraciones a la Poesía de Hölderlin. Madrid. Alianza. 2005. P. 29
8
8
Artaud. El Ombligo de los Limbos. Librodot. P. 8
9
Artaud se quebranta ahí donde la metafísica más estremece sus morteros; el
cuerpo. El cuerpo que se presenta como un ajeno, movidos por los hilos de un otro,
cargando los músculos y arrojándonos al suelo cuando ya fue usado el material de
desecho. El cuerpo es donde trabaja día a día esta experiencia del Orden. Nos cansa y
agobia el cerebro, para que no podamos pensar en ese impensado propuesto en estos
escritos. El cuerpo es la habitación donde se usa y abusa, donde se apropia. El cuerpo es el
lugar donde nos perdemos cuando somos absorbidos como máquinas de producir para un
extraño conocido. Ahí se desenvuelve el mundo de las cosas para que no podamos sentir;
anestesiados si deseamos llorar, empastillados si deseamos tocar la angustia. Pero otra
vez dispuesto a volver a buscar esos martillos y clavos que formen la escala cubierta de
nuestra moribunda carne. Los huesos que crujen nos impiden situarnos ahí en esa
hermosa espera de lo abierto, sereno y dispuesto. El trabajo, la técnica, el mercado nos
prepara como maquinas programadas para hacer y perecer. El hacer que nunca es para el
Ser. El hacer que nos desapropia de nuestro lugar. Haciendo que esta tierra húmeda pocas
veces puedan ser tocadas por los pies descalzos. El cuerpo es el campo en disputa, donde
los mortales debemos apropiarnos para sí. Para así poder pensar eso que nos niegan. Para
así reflexionar el sentido de eso que ocultan. Porque si Artaud fue también catalogado
como “loco”, es porque en su dolor físico se escondía el más puro deseo de ese
impensado en la espera de su entrada. El pensamiento nuevamente aquietado por la
metafísica, pero son las palabras que sangran decía Klossowski, las palabras son eso más
profundo que devela el grito de nuestra alma sumergida. Por tanto, si hay que estar dolido
para visibilizar la invitación del afuera, debemos sangrar en cada palabra que expongamos
al mundo. El poeta si no se encuentra sentido y estremecido por las cosas del mundo, no
puede establecer el diálogo. El poeta debe hablar con el alma. Hablar desde lo abismante.
Correr el riesgo siempre de la sagrada muerte.
Ahora bien, hay en Hölderlin una enmarcación siempre al arriba, a lo alto, a lo más
lejano pero a su vez lo más cercano. Es el llamado de los dioses que se apoderan de su
espíritu. Los poetas son los pequeños dioses que se encargan de emitir el mensaje divino.
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Porque ellos siempre han estado antes que el tiempo fuera. Los poetas son tocados por
los dioses para comunicar su llegada. Es la voz que poetiza la cual nos acerca a ese habitar
esenciante que aquí llamamos. Porque si nuevamente pensamos el por qué en esta tierra
el hombre habita poéticamente, pues, los hombres y los celestes se necesitan
mutuamente. En un habitar tanto dioses como mortales son herederos del cosmos. Es
como en sus Poemas de la Locura en su mayoría remite a “las lejanas alturas”,
“descienden del cielo”, “pero estrellas claras hay en el cielo”, entre otros, fundamentan
desde donde habla el poeta, describe la relación del mensajero con su emisor. Ya que la
tierra es en tanto que cielo y cielo es en tanto que tierra. El cielo de la tierra es la tierra del
cielo. Hölderlin infla su pecho desde la figura de Grecia como el lugar donde se pronuncia
el llamado celestial para estar reposado sobre la intimidad del Ser unificado a la tierra, el
cielo, los celestes y mortales. Así, el canto de los mortales es siempre un mirar hacia lo
alto que desciende ante nosotros otorgándonos la dicha, el goce que se concreta cuando
los campos están abiertos y el hombre habite para pertenecer a la tierra. El rayo que
conecta en un mismo lado lo más alto con lo más cercano. Donde el habla sea el poetizar
mismo. Donde poetizar sea hablar. La voz del destino es la voz de los dioses y los poetas se
encargan de trasmitir la buena dicha a los mortales. Pero ya en la dicha se encarna una
sola voz, la voz de los mortales, los dioses, el cielo y la tierra se unen al canto del mundo
en su lugar más íntimo. Pero ya en la plenitud no existirá su más pura realización, porque
el lugar se encuentra infectado por los desechos que dejó la metafísica. La tierra se
encuentra dañada por las heridas que dejó el hombre inteligible. Pero ahí se da la más
oportuna posibilidad a la llegada de un nuevo comienzo. El comienzo esencial del habitar
de la tierra, que estremezca un solo canto entre sus partes. El grandioso comienzo en una
infinita relación de pertenencia.
Sin duda la voz de los dioses es la voz de lo sereno que acerca otro modo de ser y
estar, ser en esta tierra para estar en ella. Por tanto si recordamos las palabras de
Heidegger donde los mortales todavía no pensamos, ese todavía no, nos deja la
posibilidad de un Ser en su devenir, de un ser-en-el-mundo. Es así como es fundamental la
11
relaciones Hölderlin -Heidegger en relación a la riqueza filosófica que nos entrega el
pensador alemán, ya que en eso sereno que siempre se encuentra abierto se abre la
posibilidad a otro. La posibilidad de abrazar el Ser. Por ello es pertinente establecer este
carácter de la antigua Grecia que Hölderlin nos piensa, porque el sentido del arte se
manifestaba como pura belleza de la vida. Esa vida que se entrega a los más esenciante
del mundo: el cielo, la tierra, los dioses y los mortales.
El arte que encuentra en Nietzsche el más profundo fundamento dionisiaco,
porque ahí invierte los colores del mundo metafísico y devela sus grises tonos, dejándose
apropiar por las sensaciones entorno al más puro goce estético de la fuerza. Es por ello
que el arte es un lugar de despliegue a lo que Nietzsche llamaría la voluntad de poder. El
arte nos invita a ese impensado abierto, en la embriaguez nos contempla un mundo
perdido queriendo ser rescatado. El arte espejo de la poesía, pone en movimiento los
cuerpos en su apropiación, rompiendo lo estable del Orden. El sujeto se desestructura y se
piensa queriendo tocar el afuera negado. El arte es el mismo canto que los poetas emiten
a los mortales. La poesía es el arte como voluntad de poder. La manifestación esencial del
choque de fuerzas. El arte como la redención del hombre que sufre, como camino a
estados donde se quiere, transfigura y diviniza el sufrimiento; donde el sufrimiento es una
modalidad del gran éxtasis9. En el arte se puede entregar un signo propio. Se vislumbra la
belleza que se infunde, porque la voluntad de poder como arte, cuida al Ser con ocasión
de sí y con ocasión de los otros. Es el sentir-sentirnos en su máxima expresión. Por tanto,
el poeta manifiesta ese sufrimiento que impregna el sentir de los sentidos al escribir cada
palabra que sangra, al hablar cada frase que tiembla. Un eterno sufrir que lo instala en su
impulso a una voluntad de poder que presentifica ese devenir que Heráclito antiguamente
gritaba. Un sentir para otro donde el padecer en el sufrimiento se manifiesta a su vez
como el vivir bellamente. El poeta reconoce el mismo existir y a su vez reconoce la belleza
9
9
Nietzsche. La Voluntad de Poder. Buenos Aires. Poseidon 1947. P. 289.
12
de la existencia. El poeta manifiesta en el arte una voluntad de poder fuerte porque se
entrega a esa posibilidad de un otro pensar a partir de su condición agonística.
Conclusión
Hölderlin es la presentación de un impulso excesivo, porque el poeta tal como el
artista, debe encontrarse en una condición enferma para la metafísica, es el dios del vino
quien se apodera de su cuerpo. Por ello la locura es un acercamiento a ese pensar
impensado del afuera que siempre ha estado abierto. El habitar de los hombres es en esta
tierra, porque aquí es el hogar donde estamos destinados a pertenecer junto a la tierra, el
cielo y los dioses. La poética nos invita pensar el afuera, al mismo tiempo en que nos
indica ese más puro hogar. La poética es el habla por esencia del lenguaje.
Esta poesía que acerca y alcanza el abismo, el conflicto, las relaciones de fuerza, en
estos tiempos híper modernos donde la técnica apropia a los hombres naturalizando las
condiciones metafísicas que nos atan en el mástil de pies a cabeza, es necesario tomar la
13
palabra. Asumir el riesgo y entregar la poeticidad para instalar los esbozos de un hacer
salir lo oculto. Porque la poesía es la manifestación del habla de la política.
La poesía entonces, encuentra su habitar a partir de las contradicciones en las que
se desenvuelven los mortales en un mundo representado y cada vez más simulado. La
poesía recupera un sentido estético de los hombres al entregarnos amar lo bello de la vida
en el mismo sitio en que dejamos acrecentar nuestras más fuertes sensibilidades en la
escritura hacia la comunidad. Dejar manifestar el canto que canta demandando el
cuidado, porque en el cuerpo nos atacan hasta cuando dormimos. Cantando la miseria en
que nos envolvemos. Pero ahí ladran los perros, a una luna que observa el canto hecho
ruido. Cantando a esas manzanas jugosas-gustosas que resbalan la angustia de lo
cotidiano. Cantando a un nuevo modo de ser y estar con los demás. Cantando con rabia
que la vida nos apropian. Cantando aunque el cantar sea perplejo. Cantando desde las
entrañas, votando cada órgano por la boca para que aplasten cada sustancia donde el
hombre pise nuestros techos maltrechos.
Bibliografía
• Friedrich Hölderlin – “Poemas de la Locura”
• Friedrich Hölderlin – “Hyperión o el Eremita en Grecia”
• Parménides / Heráclito – “Fragmentos”
• Martin Heidegger – “Aclaraciones a la Poesía de Hölderlin”
• Martin Heidegger – “¿Qué Significa Pensar?”
• Martin Heidegger – “Construir, Habitar, Pensar”
• Friedrich Nietzsche – “La Voluntad de Poder”
• Friedrich Nietzsche – “Los Filósofos Preplatónicos”
14
• Antonin Artaud – “El Ombligo de los Limbos”
• Gianni Vattimo – “Las Aventuras de la Diferencia”
• Michel Foucault – “Entre Filosofía y Literatura”
• Rainer Maria Rilke – “Poesías Juveniles”
15