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HUMANISMO PEDAGOGICO EN FRANCIA La educación humanista llego a Francia en el siglo XVI. Tres fueron los factores que impidieron que llegue antes junto con el renacimiento: 1. La guerra de los 100 años. 2. La peste negra (solamente en Paris hubo 80 00 muertos). 3. El cisma del occidente. Página 1

Humanismo Pedagogico en Francia

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HUMANISMO PEDAGOGICO EN FRANCIA

La educación humanista llego a Francia en el siglo XVI. Tres fueron los factores que impidieron que llegue antes junto con el renacimiento:

1. La guerra de los 100 años.

2. La peste negra (solamente en Paris hubo 80 00 muertos).

3. El cisma del occidente.

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Las universidades de parís y la Sorbona permanecieron enquistadas en las doctrinas escolásticas y las escuelas religiosas monásticas, siguieron con su rutina educativa.

El rey francisco I, 1530, por iniciativa de Guillermo Bude, instituyo la agrupación de personas llamada “Instituto de lectores reales”, que fueron los que enseñaban el Griego y el Latín, con libertad pues contaban con el apoyo económico del estado. Luego ampliaron las cátedras a 12, hebreo, matemáticas, geografía, medicina, filosofía. Esta institución se transformó en el Colegio de Francia, que desarrollo el humanismo. El mismo rey, logro que los integrantes de la nobleza sean selecta y cultivada con la educación humanista, con lo que sobresalió en toda Europa.

PRINCIPALES HUMANISTAS FRANCESES:

Guillermo Bude: (1467-1540). Uno de los primeros humanistas eruditos. Fue el director de la biblioteca Real. Escribió un folleto sobre “La Pandecta” y sobre la “Educación del Príncipe”.

Petrus Ramus: (1515-1572). Efectuó una dura y permanente lucha contra la escolástica en la enseñanza. Fue el primero que inusualmente unió la dialéctica (filosofía) con la retórica y defendió la enseñanza de las matemáticas.

Henoy Estienne: (1532-1598). Compuso un documentado diccionario de la cultura Griega. Junto con sus descendientes editaron más de un millar de obras clásicas en menos de un siglo.

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Francisco Rabelais: (1483-1555). Fue uno de los más grandes escritores de la pedagogía humanista. Su mérito reside en el haber criticado bravamente contra la educación formalista y libresca y en vislumbrar con viva agudeza un tipo de educación real y práctica.

Escribió las novelas pedagógicas, sin ser educador: “Gargantua y Pantagruel” en la que con ironía, sagacidad y gracia logro combatir los defectos de la enseñanza de su época e hizo ver la necesidad de vincular la didáctica con la naturaleza. Su pensamiento moral se sintetiza en este principio: Ciencia sin conciencia, no es más que ruina del alma”.

Rabelais es el precursor del realismo y el naturalismo en la pedagogía Es el primero en reconocer todo valor de las ciencias en la educación, pero que estas no se aprenden en los libros sino en la naturaleza. Recomendó las excursiones. Se debe aprender de un medio de libertad y los métodos deben ser atractivos, intuitivos y activos y fundamentalmente, deben estar con la realidad natural y social, para lograr la formación del hombre integral, completo, en todo lo que tiene de nombre. Criticó la educación formalista y libresca de su tiempo, aspirando a una educación realista y práctica. En su obra “Gargantúa” y “Pantagruel”, expone sus ideas educativas:

La obra describe dos sistemas de educación:

PRIMER SISTEMA: Una educación libresca, memorística, con abundantes estudios teóricos, mucho trabajo, donde el alumno se entorpece, se idiotiza.

EL SEGUNDO SISTEMA: Una educación activa. En esta fase Gargantúa, la enseñanza se da por medio de los juegos, hasta en las horas de comer; le enseña Botánica con las plantas y flores del campo; Astronomía con los astros. Para endurecer su cuerpo lo obliga a saltar, nadar, disparar la honda, la flecha, etc.

Le crea afición por la lectura y el dibujo; jugando con naipes le enseña la aritmética y la geometría.

Su pensamiento moral se puede resumir: “Ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma”.

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Miguel de Montaigne: (1533-1592). Fue considerado como el humanista más representativo de Francia. Escribió en 1580 su célebre obra Ensayos (ESSEIS).

Observo que la educación de esta época adolecía de graves vicios:

Era libresca llena de pedantismo, alejada de la vida y propensa a sancionar a los niños con castigos corporales.

Montaigne propicia también una educación realista y naturalista, pero con un mayor acento humanista. El ideal educativo es el nombre del mundo. Formarlo en cuerpo y alma, que conozca el difícil arte de vivir la vida. Para lo cual hay que educar el juicio del alumno, más que llenar la cabeza de palabras. Se tuvo q no es el alma, no es el cuerpo, lo que el maestro debe tratar de formar: Es el hombre, para lograr este objetivo, se requiere de un maestro de mejor cabeza y tino, que provista de ciencia. Recomendó usar métodos activos, que la importancia de la educación debe estar orientada en las cosas (teoría realista). El alumno debe adquirir su saber con experiencia propia. Esto es educar con un enfoque real y social.

Montaigne critica en su obra “Ensayos” la educación de su tiempo: el verbalismo, el mecanicismo y hasta el humanismo, preparando así el camino a una Pedagogía realista y naturalista.

Critica los defectos de la educación de su tiempo: Tendencia libresca, alejamiento de la realidad, propensión a los castigos corporales, etc. Sostenía que la instrucción era como una moneda falsa:

“El conocimiento que viene de los libros es despreciable si no tiene que ver con la vida real del individuo”. “El que se atiborra de conocimientos nunca será ni listo ni brillante”.

Respecto a los castigos corporales decía: “Nada hay que perjudique más a una naturaleza bien nacida que la violencia y la fuerza. Los azotes incrementan la cobardía y la terquedad”.

El ideal educativo es el hombre del mundo. Hombre completo en cuerpo y alma, para esto había que educar el juicio en lugar de llenar la cabeza de palabras. En lugar de ir explicando todo a los

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alumnos, mostrarle las cosas, para que aprendan a discernir y elegir por sí mismos. El maestro sea el único que hable, debe escuchar también a su discípulo. El profesor debe pedir cuenta a sus alumnos, no de las palabras aprendidas sino de su significado, debe exigir que lo aprende lo aplique a cien usos. Los niños deben ser como las abejas, creadoras, chupar el néctar y luego producir la miel”.

En cuanto al programa de estudios, se aparta del enciclopedismo y recomienda el conocimiento de la naturaleza, la lengua materna, la historia. Enseñar a discernir y no a memorizar.

PEDAGOGIA EN FRANCIA

Todo aquello que, teóricamente al menos, había creado la Revolución Francesa en el campo pedagógico, sufrió una detención con el advenimiento del gobierno napoleónico, preocupado por otros problemas. La escuela, como sucede bajo los gobiernos excesivamente absolutistas, dejó de tener espontaneidad, eficacia y libertad. La Restauración, los turbios tiempos que siguieron y el segundo imperio, no mudaron sensiblemente el estado de las cosas. Sólo con la Tercera República Francia pudo volver a ocuparse con serenidad de los problemas escolares. Esta nación había tenido sin embargo, el mérito de haberse dedicado activa e inteligentemente a la reeducación de los minusválidos (sordomudos, ciegos, etc.)

En 1844, al cuidado de Marbeau, sehabía fundado el primer Instituto para anormales, Tres años después se abría la primera escuela normal maternal a la que se dio después el nombre de Curso Práctico de los Asilos. Fue dirigido por una mujer

excepcional, la pedagoga Marie Pape Carpentier (1815 – 1878),

que dejó muchas y útiles publicaciones. Escribieron obras educativas. Madame Stéphanie de genlis (1746 – 1830), La antiroussoniana, institutriz de los hijos del duque de Orleans, Felipe y la Literata George Sand (Aurora Dupin 1804. 1876- La rusa Sofia Rostopchine casada con el conde Segur, escribió delicados relatos para la

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infancia. Debemos a Paulina de Maulan Guizot las bellas caras familiares sobre la educación.

En Francia como en otras naciones la pedagogía se alía con otros intereses, bien de la sicología, la filosofía o la sociología. Al filósofo positivista Augusto Comte corresponde el mérito de haber considerado la sociología como ciencia: disciplina, como ninguna otra, consciente del valor de la educación en el ordenamiento y en el buen funcionamiento del estado. Marie jean Guyau (1854 – 1888), sin duda el máximo teórico de la pedagogía positivista, llegó a considerar directamente la pedagogía como una rama de la sociología y estudio la llamada sugestión educativa a la que asignó el doble cometido de vencer los instintos malos y de crear las tendencias buenas del individuo.

EL COLEGIO DE FRANCIA

Pero el humanismo no había penetrado aún en las universidades francesas, a diferencia de lo que ocurría en las universidades de Alemania e Inglaterra. La Sorbona, es decir, la Facultad de Teología de la <Universidad de París, era por aquel entonces la ciudadela del escolasticismo.

Fue venturoso que Francisco I ocupara el trono a la vuelta del siglo. Viendo la hostilidad de la Universidad de París hacia la formación humanística, instituyo en 1530, por inspiración de Budé, lectores reales encargados de enseñar el griego y el latín. Como sólo dependían de la bolsa del rey, podían consagrarse a sus trabajos con toda libertad e independencia de los ataques de la Soborna. A la muerte del Rey, la nueva institución contaba con doce cátedras; ya no se impartían únicamente cursos de latín, e griego y de lengua hebrea; también las matemáticas. La geografía, la medicina y la filosofía ocupaban su sitio. Los lectores reales formaron más tarde lo que se llamó el Colegio de Francia, asegurando el triunfo del humanismo.

Con el tiempo, las nuevas cátedras y los métodos de enseñanza e investigación renovados en mucha parte del Colegio de Francia, fueron introducidos, bien que paulatinamente, en universidades como las de Nantes, Burdeos, Reims, Douai y Pont-a-Mousson.

RABELAIS Y VISLUMBRE DEL REALISMO PEDAGÓGICO

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El Humanismo francés engendró como en Italia, Alemania, Inglaterra y España, un renacimiento literario, por la obras de Marot, Calvino, Du Bellay, ronsard y otros. De problemas de la educación se ocuparon Rabelais y Montaigne.

El mérito pedagógico de Francisco Rabelais (1,483-1555) reside en haber roto lanzas contra la educación formalista y libresca y en vislumbrar con viva agudeza un tipo de educación real y practico.

La obra en que presenta al humanista francés sus ideas sobre la educación es una novela pedagógica llena de ironías se llama gargantúa y pantagruel.

Gargantua , hijo del gigante grangollete y de la gigantona gargabela, mostraba

desde niño felices disposiciones para el estudio. Su padre, monarca y poderoso, lo

confía a dos maestros en quienes Rabelais personifica la educación huera y sofistica de entonces.

Gargantua trabaja durante veinte años con todas sus fuerzas, aprende muchos libros y hasta los puede recitar de memoria; pero no adelanta y el rey gigante nota que su hijo va volviéndose sandio e idiota.

El rey se queja de tan triste resultado a un amigo suyo, y este le dice que hay otro medio de educar a la juventud, y presenta al rey un pajecillo, llamado Exudemon, muy listo, y que forma lastimoso contraste con Gargantúa. Entonces el gigante hace llamar al preceptor de Exudemon, afín de que se encargue de la educación de su hijo.

El nuevo preceptor de Gargantúa empieza por llevarlo a viajar para ilustrarlo, y le distribuye las horas del día a fin de que su discípulo no desperdicie ninguna.

Le enseña por medio del juego, le enseña en el momento de comer, le enseña la botánica en las flores del campo y en las hierbas. Astronomía en los astros. Higiene en los alimentos, etc.; siempre bajo forma sensible, intuitiva. Al mismo tiempo endurece su cuerpo, le obliga a saltar a trepar, a nadar, a disparar la honda y la flecha, esgrima, equitación, gimnastica completa. En enseña la Moral huyendo del fanatismo y de la despreocupación, afición a la lectura y

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a l dibujo, y hasta los juegos de naipes y fichas le sirven para enseñarle Geometría y Aritmética.

Así es la novela del satírico escritor; su pensamiento moral queda condensado en este principio: “Ciencia sin conciencia no es más que ruina del alma”.

Gracias a esta novela, Rabelais pudo y logro combatir con sagacidad, gracia e ironía (lo que hizo más influyente su crítica), los defectos de la enseñanza de su tiempo e hizo ver la necesidad de vincular la didáctica a la observación de los hechos y al estudio de la naturaleza.

MONTAIGNE Y LA EDUCACIÓN DEL JUICIO

En Miguel de Montaigne (1533-1532) la crítica de la educación tradicional, memorista y libresca, toma enérgicos perfiles al propio tiempo en que el humanismo depurándose se supera así mismo y prepara el camino de la pedagogía realista y naturalista del siglo XVII.

En sui excepcional obra Essais (1580), que representa un nuevo género literario, comenta libre y emocionalmente con un dejo de escepticismo (que sais-je?) los más diversos problemas de la vida humana; tres de estos ensayos consagra a la educación: La Pedantería, Instrucción de los Niños y Los Afectos de los Padres para con sus Hijos.

Para Montaigne, la educación de su tiempo adolecía de graves vicios: Era libresca, llena de pedantismo, alejada de la vida y propensa a sancionar a los niños con castigos excepcionales dice: “Los eruditos exclaman con frecuencia; Cicerón hablaba así estas fueron las palabras de platón, estas son las mismas palabras de Aristóteles. ¿Un payaso podría decir lo mismo?

Pero ¿Qué decimos que sea nuestro? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué juicio tenemos? tal instrucción es como una moneda falsa que no tiene otro valor que una ficha para cortar o sostener los naipes. Porque el conocimiento que viene de los libros merece el mayor desprecio, sino tiene nada que ver con la vida real del individuo. El que abusa de enriquecerse con la acumulación de

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tantos conocimientos no será nunca ni listo ni brillante, una comprensión vulgar puede existir al lado de todos los razonamientos y juicios que el mundo ha coleccionado y almacenado de ello y añade: “Yo no quisiera tener a nuestro discípulo aprisionado y esclavo de sus trabajo habiendo adquirido la triste y melancólica del agriado y malcriado pedante.

Yo no quisiera ver su espíritu cobarde y abatido, atormentándole catorce o quince horas diarias, como algunos lo hace, haciendo de Èl un acémila; ni tampoco considero conveniente alentarle en un gusto desmesurado hacia los libros, si se comprende que es demasiado aficionado a la lectura.

Por lo que atañe a los castigos corporales, indica que no hay nada mayor que perjudique a la naturaleza bien nacida, que la violencia y la fuerza. “Los azotes, dice, incrementan la cobardía y la terquedad maliciosa”.

El ideal educativo de Montaigne es el hombre de mundo. El objeto de la educación es formar el hombre completo, en cuerpo y alma; el hombre que conoce el difícil arte de vivir la vida. Para ella hay que educar el juicio, de alumno, más que llenar su cabeza de palabras; lo que se logra con un preceptor que en lugar de ir diciendo todo al alumno comience por mostrarle las cosas, por hacérselas agradables par que aprenda a discernir y a elegir por sí mismo. Algunas veces el maestro deberá abrirle el camino, otras procurará que el niño haga por abrirlo. Yo no quiero que el maestro sea el único que hable; quiero que escuche también a su discípulo. Conviene que el niño vaya en ocasiones adelante para juzgar de su paso y para conocer hasta qué punto debe acortar el suyo el maestro, si ha de acomodarse a la fuerza de su discípulo. Si falta esta proporción, la obra del maestro cae por su base. No se debe limitar a pedirle cuéntame únicamente de las palabras de la lección, sino del sentido, y de la substancia, juzgando del provecho que sacado, no por el testimonio de la memoria, sino por el testimonio de la vida. Procure también que lo que aprenda su discípulo lo aplique a cien usos si es posible, para ver si lo aplica bien y si lo ha comprendido. Es un indicio de que el estómago no ha desempeñado bien las funciones cuando vuelve los alimentos en el mismo estado en el que lo recibe.

Respecto al programa de estudios, se aparta del concepto enciclopédico de Rabeláis ,pero recomienda el conocimiento de la naturaleza , de la lengua materna (pone en segundo plano las lenguas muertas ), la historia que “ es un espejo donde hay que mirar para conocernos bien”, y que , por tanto , debe desarrollar el

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juicio crítico más que la memoria ; por ejemplo , importa menos la fecha de loa caída de Cartago , que las costumbres de Aníbal y de Escipión; menos el lugar donde murió Marcelo , que la razón por la que fue indigno de su deber. La filosofía, en fin, no debe caer vanas especulaciones. “Maravilla que en nuestro ciclo, las cosas estén a la altura en que se encuentran; que la filosofía se, hasta para las gentes de entendimiento, un nombre vano y fantástico que por opinión y por defecto carece de uso y de precio .Creo que la causa de esto son los ergotismos que se han apoderado del terreno…”

Dentro del cuadro de enseñanzas, Montaigne incluye la educación física. Los juegos y los ejercicios corporales deben ocupar un tiempo determinado en el horario de labores. “No basta comunicar energía al alma; es preciso también endurecer los músculos.”

Respecto a los métodos de la enseñanza, Montaigne anuncia interesantes pensamientos. Desde luego reprocha a los educadores considerar a sus discípulos a modo de sujetos pasivos en el acto del aprendizaje, a quienes haya que transmitir los conocimientos como “ideas ya hechas”. Advierte que tal manera de concebir el educando no solo fue habitual en la Edad Media; aun ve en su época que la enseñanza se inspira, con harta frecuencia, en semejante concepción, con los resultados consiguientes.

El hombre de mundo debe de ser educando de manera diversa. Ha de adquirir su saber por existencia propia. “El trato de los hombres y la visita a instituciones y costumbres ventajosas de otros pueblos, pues precisa “frotar y limitar nuestro cerebro contra el de los demás”.

Pero va más adelante: recomienda de continuo el excitar la actividad espontanea de los niños y jóvenes (métodos activos), mediante la observación directa de la naturaleza y el juicio autónomo de la razón: Hágase adquirir al niño curiosidad hacia todas las cosas, que vea cuando haya de singular en torno suyo: un edificio, una fuente, un hombre, el lugar de un combate antiguo, un pasaje de Cesar o de Carlomango”. Asimismo percibe la importancia de una educación orientada en las cosas (realismo): “Que nuestro discípulo este bien provisto de cosas; ya vendrían después las palabras de sobra”. Pero este realismo es de carácter social: “Para aprender a juzgar y a hablar, todo lo que se ofrece a nuestra vida puede servirnos de libro: la malicia de una paje, la tontería de un lacayo, la conversación de sobremesa, son otros tanto asuntos nuevos.”

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Las ideas de Montaigne acerca de la educación, tuvieron benéficas repercusiones. Una vez que su discípulo Charron (1541-1600), en su libro De la Sabiduría, las hubo sistematizado, pasaron a solitarios de Port-Royal, a Locke, a Roseeau. Hay más, la crítica sutil que hace del retoricismo y memorismo y su defensa de un tipo de educación encaminada a formar el juicio practico de los jóvenes para las cosas de la vida (realismo social), lo aproximan a las tareas educativas de nuestro tiempo.

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