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Apuntes de Homilética Mayo - 2009 Juan C. Castro Almarza Pastor Docente

Juan C Castro Almarza - Apuntes de Homilética

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Apuntes de Homilética

Mayo - 2009

Juan C. Castro Almarza Pastor Docente

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“predica la Palabra… el evangelio”

Apuntes de Homilética

Pr. Juan C. Castro Almarza

Índice Introducción…………………………………………………………………………………. 3

Predicación y Homilética……………………………………………………………….. 4

El Predicador……………………………………………………………………………….. 4

Características de la predicación eficaz…………………………………………… 5

Componentes de un bosquejo homilético………………………………………… 6

Clasificación de sermones………………………………………………………………. 6

El sermón temático……………………………………………………………………….. 7

El sermón textual………………………………………………………………………….. 8

El sermón expositivo……………………………………………………………………… 8

Los propósitos del sermón……………………………………………………………… 10

El propósito específico……………………………………………………………………………. 12

El texto bíblico……………………………………………………………………………………….. 13

Trabajando el texto bíblico……………………………………………………………………… 15

Análisis del contexto………………………………………………………………………………. 15

Análisis del pasaje………………………………………………………………………………….. 16

La estructura del sermón – El asunto………………………………………………………. 17

El tema…………………………………………………………………………………………………. 18

La proposición……………………………………………………………………………………….. 19

La interrogante sermonaria…………………………………………………………………….. 21

La palabra clave…………………………………………………………………………………….. 22

El cuerpo del sermón: Las divisiones principales………………………………………. 24

Las subdivisiones…………………………………………………………………………………… 26

El título…………………………………………………………………………………………………. 27

La introducción……………………………………………………………………………………… 28

La conclusión………………………………………………………………………………………… 29

Las ilustraciones…………………………………………………………………………………….. 31

Conclusión…………………………………………………………………………………………….. 33

Sermón desarrollado “Una Iglesia digna del reino de Dios” ……………………….. 34

Bibliografía utilizada y sugerida………………………………………………………………. 39

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Introducción Es un secreto a voces que el pulpito evangélico actual presenta una profunda crisis homilética. Esto no quiere decir que no existan siervos del Señor diligentes y responsables que cada semana predican la Palabra de Dios de manera fiel al propósito del autor del texto. Lamentablemente estos últimos son minorías. Es común encontrarnos con programas de radio, televisión o mensajes envasados (CD, DVD) que carecen de una sana exégesis y de un contenido teológico y Cristo céntrico necesarios que sustenten las palabras del predicador. Distantes de estos hombres se encuentran las palabras de Pablo:

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.” (2 Ti. 4:2).

El apóstol encarga a su joven discípulo que predique “la palabra”. Jesús encargo a sus seguidores: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr. 16:15). Se desprende de las palabras de Pablo y del Señor que la predicación forma parte central del plan de Dios, así como el contenido de la misma: “la palabra… el evangelio”. Agustín de Hipona, filosofo y teólogo del siglo IV, expresó que “cuando las Escrituras hablan, Dios habla”. Dios escogió revelar su ser y propósitos a través de sus actos, palabras y especialmente en la persona de su Hijo amado, Jesucristo. Esta revelación quedó registrada en su libro sagrado, la Biblia. Pablo declara que “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Co. 1:21). En su carta a los romanos, agrega: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (10:14). Es tarea del predicador alinearse con los propósitos de Dios y proclamar a los hombres la Palabra de Dios contenida en las Escrituras. Sin duda, existe una responsabilidad y necesidad apremiantes por mejorar la calidad y prioridad de la predicación. Es menester del ministro dedicar el tiempo suficiente para adquirir las herramientas necesarias y desarrollar con diligencia su ministerio de predicador. Nada debe apartar al predicador de su tarea, ni siquiera las innumerables actividades que la obra local impone (Hech. 6:4). El pulpito requiere de hombres que prediquen la Palabra de Dios con Unción del Espíritu Santo, que comuniquen el mensaje del evangelio con un corazón fervoroso, con mente clara y mesurada emoción, así como también con un profundo conocimiento teológico de la sana doctrina. Las siguientes notas se han preparado teniendo como propósito el contribuir en la obtención de las herramientas que la homilética provee al predicador así como el potenciar el desarrollo en el arte de la preparación y exposición de mensaje bíblicos.

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Predicación y Homilética La predicación es la comunicación por excelencia en la proclamación del mensaje divino. Es el medio establecido por Dios para llevar y dar a conocer al hombre el plan de salvación. Pero no solamente es una trasmisión de verdades divinas, la predicación tiene un marcado énfasis en la persuasión hacia la aceptación de dichas verdades, su meta es influir y modificar la conducta humana. Si tuviéramos que definir el concepto de predicación, diríamos que es la “exposición de la verdad divina que hace el Espíritu Santo a través de una personalidad escogida por Dios, con el fin de persuadir y satisfacer las necesidades espirituales del hombre”. Por su parte, la homilética, es la ciencia que provee las herramientas que permiten al predicador construir y exponer mensajes cristianos de manera lógica y comprensible, busca desarrollar la comunicación de la Palabra de Dios con eficacia. La homilética no pretende sustituir la dirección del Espíritu o reemplazar su unción, es tan sólo una herramienta, útil y necesaria, pero no más. La Palabra de Dios y la inspiración divina son las materias primas con que el predicador construye su mensaje, así como el cemento y los ladrillos son las del constructor. La homilética se centra en el trabajo a realizar por el predicador. Alguien acuño que la homilética es la ciencia que convierte en arte a la predicación, dando como resultado refinados y eficaces mensajes. La predicación como arte quita la rigidez de la ciencia y reviste el mensaje de belleza, fluidez, vida y calidez, elementos que el oyente recibe como dulces frutos. Sin embargo, cabe mencionar que la predicación es alimento para nutrir y no tan sólo arte para admirar. La sabiduría del predicador reside en el equilibrio al momento de preparar su mensaje , debe mezclar en proporción tal ciencia y arte de forma que evite la aridez y frialdad que convierte la predicación en un discurso florido sin contenido sustancioso. El Predicador En la predicación el carácter del predicador, su concepto del llamamiento y el propósito de su ministerio juegan un rol fundamental. En cuanto a su persona debe conocer a Cristo y haber rendido su voluntad a él, debe manifestar una búsqueda constante de la santidad, ser hombre consagrado y de oración, un hombre experimentado en las cosas de Dios y diligente estudiante de las Escrituras. Como hombre de Dios, el predicador debe anhelar crecer en el conocimiento de Dios y su palabra. Su mensaje debe ser un fiel reflejo de su vida y relación con Dios, de lo contrario sus palabras vendrán a ser como metal que resuena y címbalo que retiñe, como una trompeta de sonido incierto.

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Características de la predicación eficaz Para que la predicación eficaz se caracteriza por ser: Bíblica. Debe estar arraigada profundamente en el texto bíblico el cual le otorga la autoridad al mensaje de principio a fin. No se debe olvidar que se predica la “Palabra de Dios” no los propios pensamientos o experiencias. Relevante. Debe comunicar algo que es necesario e importante para el crecimiento y desarrollo de la vida congregacional y personal. Debe evitar los asuntos periféricos de las Escrituras y centrarse en los aspectos más destacados de verdad divina. Concreta. Debe apuntar directamente al centro del asunto a exponer. No divaga con elementos que no son esenciales para satisfacer las necesidades de la congregación y que nada aportan al desarrollo del mensaje. Lógica. Debe poseer un desarrollo sistemático y ordenado, de manera tal, que puede ser seguido intelectualmente por los oyentes sin causar desasosiego por su incomprensión. Práctica. Debe relacionarse directamente con la experiencia de vida de la congregación, busca satisfacer tanto las necesidades espirituales como temporales de las personas. Gráfica. Debe poseer un lenguaje rico en imágenes vívidas (ilustraciones) que arrojen luz meridiana a las verdades expuestas. Progresiva. Debe partir de menos a más, es una exposición de las verdades más simple hasta las más complejas o profundas del mensaje. Lleva a los creyentes desde donde se encuentran a donde Dios los quiere. Clara. Debe ser sencilla, transparente y estar al alcance de toda la congregación, no tiene cabida para la confusión o la ambigüedad. Personal. Debe hablar a cada persona en particular, llegando al espíritu, la razón, corazón y voluntad del individuo. Pertinente. Debe hablar oportunamente a las personas, su énfasis está en el presente y no en el mañana. Persuasiva. Debe motivar a un cambio positivo en la conducta humana, ayudar a aceptar las verdades contenidas en el mensaje y obedecer a ellas.

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Profética. Debe estar revestida del poder y unción de la Palabra de Dios, transformando al predicar en un portavoz de Dios. Ungida. Debe estar por sobre todo bajo la influencia del Espíritu Santo, no basta con un buen arreglo homilético y una impecable oratoria y retórica. Componentes de un bosquejo homilético Para familiarizarnos con los conceptos desarrollados en los presentes apuntes, ofrecemos el siguiente glosario del bosquejo homilético. Propósito : Es el objetivo a alcanzar mediante la exposición del

mensaje.

Tema : Es la idea central del mensaje extraída directamente del texto bíblico.

Introducción : Es la puerta que abre el camino hacia la comunión del mensaje y su contenido.

Proposición : Es el anuncio del tema mediante una oración gramatical completa.

Palabra clave : Es parte de la proposición y se utiliza para caracterizar los puntos principales del mensaje.

Divisiones principales : Es el desarrollo natural de la proposición y cuyo objetivo es ampliar, explicar y demostrar la preposición.

Sub-divisiones : Es la ampliación de la división principal la cual tiene por misión explicar, ilustrar, aplicar y exhortar.

Conclusión : Es el resumen del mensaje y el punto final donde se alcanza el propósito.

Clasificación de sermones Existe una no menor variedad de tipos de sermón. A continuación se presenta una clasificación general de tres de ellos: el sermón temático, el sermón textual y el sermón expositivo.

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El sermón temático El sermón temático es aquel cuyas principales divisiones se derivan del tema mismo y no de un pasaje bíblico en particular. Esto no quiere decir que no se requiere contar con un texto bíblico para su exposición sino que se parte por el tema en sí y luego se valida mediante las luz que las Escrituras arrojan sobre él. Este tipo de sermón puede ser comparado a un río en que cada texto o pasaje bíblico es un afluente que alimenta su caudal a medida que avanza en su recorrido. Como todo tipo de sermón, el sermón temático presenta sus ventajas y desventajas. Permite tanto al expositor como a los oyentes comprender un tema bíblico con mayor amplitud ya que este debe utilizar todos los textos contenidos en las Escrituras y que se encuentran directamente relacionados a él. Presenta la oportunidad de analizar y discutir temas contingentes. Provee la base para desarrollar una serie de sermones para así abarcar en mayor profundidad cada aspecto de un mismo tema. Muestra a los oyentes que la Biblia es una unidad temática y no una colección de libros desconectados entre sí. La gran desventaja para el predicador es que el sermón temático es la tumba del perezoso, le obliga a investigar de manera exhaustiva su tema a través de toda la Biblia, de lo contrario le expone a ser parcial o corre el peligro de mutilar el tema al no considerar textos o pasajes que pueden ser claves para su desarrollo y claridad. Por último, el tema de este tipo de sermones debe ser específico y no general o ambiguo. No es correcto que el predicador indique que su tema es el amor, sino que debe plantear que aspecto del amor desea compartir. Por ejemplo: El amor de Dios, Las características del verdadero amor, el amor que edifica, etc. Debe contar con nombre y apellido expresados a manera de título. Recomendamos que el predicador tenga a mano para el desarrollo de este y otros tipos de sermones, una Biblia con referencias y una concordancia bíblica. A continuación presentamos un ejemplo de sermón temático: Asunto: la oración Tema: la oración no respondida Textos: Santiago 4:3, Salmo 66:18, Santiago 1:6-7, Mateo 6:7, Proverbios 28:9 y 1ª Pedro 3:7

I. Pedir mal (Stg. 4:3) II. Pecado en el corazón (Sal. 66:18) III. Dudar de la Palabra de Dios (Stg. 1:6-7) IV. Repeticiones vanas (Mt. 6:7) V. Desobediencia a la Palabra (Pr. 28:9)

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VI. Comportamiento inadecuado en el matrimonio (1 P 3:7) El sermón textual Este tipo de sermones se basa en un versículo o pocos versículos. Sigue de cerca el lenguaje del texto, palabra por palabra. Su tema se extrae directamente del texto y sus divisiones principales se encuentran expresadas dentro del texto con absoluta claridad. Al igual que los restantes tipos de sermones presenta ventajas y desventajas. Por una parte, el sermón textual honra la Palabra de Dios puesto que se mantiene completamente dentro del texto. Además permite que los oyentes retengan con mayor facilidad los contenidos del mensaje. Es especialmente útil para presentar preceptos, mandatos, advertencias, promesas, etc. Por otro lado, puede convertirse en el refugio de la pereza del predicador, pues le exige poca preparación e investigación dando mayor facilidad para que exponga sus propias ideas, situación que también se ve reflejada en la estrechez y superficialidad en el tratamiento del texto bíblico a exponer. El sermón textual demanda cuidado puesto que si no se considera la enseñanza de la totalidad de las Escrituras, se puede caer en el error doctrinal. Tanto el tema como su contenido deben conformar una unidad de pensamiento completa. A continuación presentamos un ejemplo de sermón textual: Asunto: Jesús Tema: ¿Quién es Jesús? Textos: Juan 14:6

I. Jesús es el Camino II. Jesús es la Verdad III. Jesús es la Vida

El sermón expositivo James Braga, en su obra Como preparar mensajes bíblicos, declara que “el sermón expositivo es la forma más eficaz de dirigirse desde el púlpito debido a que, por encima de todos los demás tipos de discurso, es el que más eficazmente llega a producir una congregación bíblicamente instruida.” El sermón expositivo es aquel que explica y aplica un pasaje bíblico considerando el propósito original que el autor del texto deseaba comunicar, es decir, descubre el

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pensamiento central y luego procura exponer y aplicarla a la luz de ese pasaje en particular. Lleva al oyente a identificarse con la verdad expuesta y aplicada. A continuación se presentan las características distintivas de este tipo de sermones: Trata un solo pasaje de la Escritura. Las referencias a otros textos se utilizan para ilustrar o confirmar la verdad expuesta y siempre se encuentran subordinados al pasaje principal.

Es fiel al texto bíblico. No omite ni distorsiona el texto sino que expone los elementos significativos del pasaje con la misma intención y equilibrio del autor original del texto. “El sermón sirve al texto, no lo usa”, declara Walter L. Liefeld. Posee cohesión entre todas sus partes. Las expresiones técnicas, conjugaciones verbales, verdades doctrinales, etc., no son oportunidades para que el predicar se luzca sino que son elementos que contribuyen a su desarrollo exegético y deben armonizar como un todo en el sermón.

Manifiesta un movimiento y dirección. La exposición del texto debe llevar a los oyentes en la misma dirección que pretendía el escritor bíblico.

Tiene una aplicación concreta. Un texto sin aplicación es sólo exposición, pero no constituye predicación expositiva; es información, pero no un mensaje. Su aplicación debe estar alineada con el propósito del texto en su situación original.

Todo predicador debe priorizar la predicación expositiva ya que esta ofrece mayores ventajas y beneficios a la congregación. Permite comunicar la revelación bíblica de Dios y su voluntad eliminando la subjetividad del predicador. Entre más cerca del texto bíblico más seguridad hay de no caer en el error doctrinal, tan característico de la teología moderna. También permite enseñar la Palabra de Dios mediante una exposición amplia y detallada, presentando principios o verdades eternas preservando al predicador de caer en interpretaciones excéntricas o aplicaciones que violenten el texto bíblico. La enseñanza de la Palabra es una necesidad ampliamente sentida, aunque no expresada, por las congregaciones.

La predicación expositiva satisface las necesidades humanas. Una acertada explicación del pasaje habla más claramente al oyente que las observaciones que el predicador pueda presentar. Este principio queda de manifiesto en la declaración del profeta Isaías: “… mi palabra… hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” (55:11). Pablo agrega que el evangelio es poder de Dios,

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posee su propia autoridad y mensaje para satisfacer las necesidades humanas del hombre natural como de la congregación de manera permanente.

James Crane, en su ya clásica obra El Sermón Eficaz, expresa: “Cuando el predicador ora y cuando analiza la condición de su congregación; cuando enfoca toda su energía intelectual y espiritual sobre la preparación de un sermón que utilice la Palabra de Dios con el fin de satisfacer la más apremiante necesidad espiritual del momento, puede descansar en la plena confianza de que Dios cumplirá su promesa.”

Por último, la predicación expositiva es una eficaz herramienta para preservar a la congregación de interpretaciones parciales o antojadizas que no honran la Palabra de Dios. Respecto del predicador, la exposición expositiva le proporciona confianza al saber que expone la Palabra de Dios. Por otra parte, le confina a mantenerse dentro de los deslindes del pasaje bíblico exponiendo el consejo de Dios y no le sirve de pretexto para tratar su tema favorito. Un estudio exegético del pasaje le permite descubrir la dirección del mismo y como este debe ser contextualizado y aplicado a la congregación. Además, provee al predicador del material que formará la base del bosquejo de su sermón reflejando el pensamiento y sentido del escritor bíblico. También permite al predicador llevar la atención de sus oyentes hacia las Escrituras y no a su persona, potenciando la lectura de la Palabra a la vez que orienta a la congregación a descubrir en ella las palabras oportunas para satisfacer sus necesidades fuera del lugar acostumbrado de reunión. Los propósitos generales del sermón Definir el propósito del sermón es de capital importancia. Precisar el objetivo del sermón es el primer aspecto a determinar. Quien apunte a la nada de seguro dará siempre en el blanco. Las preguntas claves que el predicador debe plantearse son ¿Qué busco conseguir con mi sermón? ¿Qué es lo que deseo que ocurra en la vida de los oyentes una vez terminado mi sermón? Crane indica que el predicador no debería dar un paso más sino hasta haber formulado una contestación definida a estas preguntas. El propósito del sermón debe ser claro y sencillo, así el predicar incrementará el porcentaje de éxito de construir un sermón claro y sencillo. Esto le proporcionará una serie de utilidades tanto al momento de preparar el sermón como al exponerlo ante la congregación.

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El propósito definido permite una serie de beneficios que es menester conocer:

a) Obliga al predicador a depender de Dios. b) Demanda una elección adecuada del material bíblico a incluir en el sermón. c) Influye en la formulación del tema del sermón. d) Sirve como factor unificador en la construcción del bosquejo. e) Recuerda al predicador que su sermón es un medio, no un fin. f) Conduce las aplicaciones a situaciones concretas. g) Proporciona esperanza al predicar de cosechar buenos frutos con su

exposición. h) Determina la conclusión del sermón. i) Permite evaluar la exposición una vez concluido el mensaje.

Existen dos grandes propósitos generales en la predicación cristiana: la evangelización y la enseñanza. Dentro de estos dos propósitos generales, según Crane, podemos establecer seis propósitos específicos: Evangelístico. Busca persuadir a los oyentes a aceptar a Jesús como su salvador personal y rendir su vida a él. Este tipo de sermones presenta tres rasgos básicos: (1) declara la condición pecaminosa del ser humano, (2) proclama el sacrificio de Jesús y (3) establece las condiciones para alcanzar la salvación: arrepentimiento y fe en Cristo como Hijo de Dios y Señor.

Doctrinal. Su fin es proveer instrucción a los creyentes acerca de las verdades fundamentales de la fe cristiana. Justo Anderson, indica que “la predicación doctrinal sacia el hambre espiritual e intelectual del creyente, derrota las doctrinas falsas, anima a la actividad y desafía al mismo predicador. La congregación y el predicador van creciendo en su fe cuando se predican sermones doctrinales.” Devocional. Busca aumentar el amor y la devoción por Dios y se basa fundamentalmente en la naturaleza de Dios y su relación con sus criaturas morales. Se relaciona directamente con la adoración al Señor inculcando actitudes como la meditación de la Palabra de Dios, la alabanza genuina, sinceras acciones de gracia, reverencia ante el Señor y solicitudes de oración por las necesidades humanas. Consagración. Este tipo de sermones busca incentivar a los creyentes a dedicar tiempo, bienes y talentos al servicio del Señor en su obra. Su énfasis se encuentra en el servicio como muestra del amor a Dios y al prójimo. Ético – Moral. El propósito del sermón ético-moral es aplicar los principios de la fe cristiana a la vida práctica diaria en cuestiones de sociales y morales, como por ejemplo: el matrimonio, divorcio, trabajo, alcoholismo, aborto, racismo, sexualidad, honradez, política, etc.

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Aliento. Los sermones de aliento buscan animar y fortalecer al creyente en medio de las situaciones adversas y crisis personales de la vida y que le afligen, amargan, desaniman y frustran. Mediante su exposición el predicador muestra la realidad de la presencia divina, el poder de Dios y las promesas que le aguardan por su fidelidad. El propósito específico Una vez determinado el propósito general se debe acotar el propósito específico del sermón el cual asegurará la efectividad en su exposición y regulará aún más la aplicación del propósito general a una situación en particular de acuerdo a las necesidades más apremiantes de los oyentes. Este propósito debe ser formulado mediante una oración gramatical completa y tener un blanco justo para afinar la puntería y dar en él. El fijar el propósito específico al inicio del sermón permitirá al predicador tener siempre presente cual es su objetivo particular dando mayor claridad en la confección del sermón así como en su exposición. A continuación se presentan algunos ejemplos tomados del libro “Tratado de Homilética” que incluyen el propósito general y el específico con su respectiva base bíblica: Texto: Romanos 8:28-39 Propósito General: Aliento Propósito Específico: Que los miembros de la iglesia sepan que Dios les esta acompañando en estos días de sequías y consecuente pobreza. Texto: Efesios 5:21-33 Propósito General: Ético-Moral Propósito Específico: Que los nuevos matrimonios sepan claramente lo que Dios espera de su nueva relación Texto: Mateo 25:14-30 Propósito General: Consagración Propósito Específico: Que los creyentes colaboren en el trabajo de predicación y evangelismo que realiza la iglesia local. Texto: Romanos 3:21-26 Propósito General: Doctrinal Propósito Específico: Que los creyentes conozcan claramente en que consiste la doctrina de la justificación por la fe.

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Texto: Juan 3:16 Propósito General: Evangelístico Propósito Específico: Presentar a los no creyentes las pruebas irrefutables del amor de Dios por ellos. Texto: Juan 4:23-24 Propósito General: Devocional Propósito Específico: Despertar en los creyentes un deseo profundo por adorar a Dios.

En la elección del propósito tanto general como específico el predicador debe tener presente que todo sermón comienza y termina en la oración y dependencia de Dios. La respuesta del Espíritu Santo a la oración será la luz que guie al predicador a través de todo su sermón. Además, debe conocer la naturaleza y necesidades de sus oyentes así como su propio corazón, conocer y compartir las cargas de los creyentes así como las propias. El texto bíblico El diccionario Espasa Calpe, indica que el término texto “En un principio textu(m) era en latín 'tejido', participio pasado de texere, 'tejer'; más tarde el término sirvió también, mediante una metáfora, para designar a lo que estaba escrito o impreso y que no era otra cosa que un tejido de letras, palabras y frases.” Para el predicador el texto es la porción bíblica interpretada según la sana doctrina, que forma la base de la predicación y sobre la cual tejerá su sermón. No es posible desarrollar un sermón bíblico si no se cuenta con un texto bíblico. Crane, declara: “Si el tema no está expresado en algún pasaje de las Escrituras; o si no se encuentra en algún principio de las Escrituras; o si no queda sobreentendido en relación con alguna narración, parábola, evento o personaje de las Escrituras; o si ningún lenguaje escritural lo sugiere mediante una legítima asociación de ideas, entonces es de dudarse que el predicador cristiano deba perder el tiempo con la discusión de semejante tema.” La elección del texto debe considerar los siguientes aspectos fundamentales: Debe ser claro. Es un error escoger un texto difícil y de oscura interpretación. Algunos predicadores gustan de estas elecciones que revisten de una supuesta profundidad espiritual que sólo causa confusión e incomprensión. Debe abarcar el tema. El texto es más que un punto de partida es el centro del sermón. No es sano utilizar un texto sólo como lectura inicial para después referirse a él de manera periférica.

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Debe ser una unidad completa de pensamiento. Un texto mutilado presenta a medias la verdad contenida en él y abre la puerta al error. Alguien acuño que un texto sacado de su contexto sólo sirve de pretexto. Debe ser variado. El predicador debe utilizar textos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, conocidos como poco conocidos; narrativos, proféticos, apocalípticos, históricos, poéticos, legales, etc. Siempre debe haber variedad en su elección, esto dará frescura a cada sermón. Debe cautivar el corazón del predicador. Si el texto no habla al predicador este no tendrá texto del cual hablar a sus oyentes. Sólo quien ha degustado la bendición de su lectura podrá compartir de su bendición. Debe ser conocido por el predicador. Sólo se puede hablar bien y con propiedad de aquello que bien se conoce. Debe enfatizar las verdades positivas de la fe cristiana. Gastar energías refutando el error no provee grandes ganancias. El predicador debe establecer la verdad y el error caerá por su propio peso. Contar con un texto bíblico provee autoridad al mensaje, despierta el interés y permite a los oyentes seguir el desarrollo del sermón. Además, sujeta al predicador a un solo tema, facilita la preparación del mensaje, provee de unidad al sermón y prepara a los oyentes para lo que sigue. Puede ser un texto extenso o breve, ambos tienen sus propias ventajas. Los primeros van más de acuerdo con la teoría original del texto y promueven el conocimiento de las Escrituras entre la congregación. Los breves son más fáciles de recordar, promueven la unidad del sermón, cada palabra del mismo puede recibir la atención merecida y pueden ser recitados varias veces durante la exposición del sermón. Estos argumentos hacen ver que es aconsejable escoger textos extensos y breves para dar variedad a las exposiciones. Todo predicador debe ser un habido recolector de textos bíblicos, de lo contrario tarde o temprano su granero homilético se agotará. Habrá dado comienzo al peor momento de su ministerio y privado del pan espiritual a su grey, debiendo por su falta de diligencia hablar de temas repetidos o poco apegados a las Escrituras. Para tener un buen arsenal de textos para sermones, el predicador debe leer constantemente y con avidez la Palabra de Dios. El semillero para mensajes frescos y poderosos se encuentra en sus líneas. Otra buena fuente para encontrar textos es el estudio de bosquejos de diversos predicadores. Estos enriquecen la vida homilética del predicador a la vez que le provee de pasajes en los que

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probablemente él no ha reparado. También puede encontrar abundante material en libros de buenos escritores cristianos quienes utilizan y aplican textos en determinados en determinadas situaciones. Es recomendable que el predicador durante sus lecturas diarias tenga a mano lápiz y papel. Tengamos presente que la mente es frágil y que lo escrito sólo queda y lo pensado y hablado vuela. Es común perder buenas ideas por su falta. Otra recomendación es que debe dedicar tiempo al desarrollo de sermones, independientemente de cuando le corresponderá predicar. El predicador consagrado cuando termina un sermón comienza a trabajar en el siguiente, así nunca tendrá escasez de mensajes, aún cuando sea requerido a última hora para predicar. Por último, es recomendable que el predicador archive sus sermones. Un buen sermón puede y debe ser predicado a diferentes grupos en el transcurso de una vida y decenas, cientos o miles ser bendecidos por él. Trabajando el texto bíblico Una de las primeras acciones que debemos realizar es definir los deslindes del texto bíblico y su alcance. A este proceso llamamos análisis del contexto o exégesis, del griego “extraer”. Juan Sandoval, en su obra Consejos homiléticos para predicadores cristianos, presenta el siguiente esquema para una exégesis básica aplicable a cualquier pasaje de la Escritura sobre el cual se desea predicar: 1. Análisis del contexto

a. Identificar la naturaleza del libro bíblico en el cual se encuentra el pasaje a interpretar. 1) ¿Es del Antiguo o del Nuevo Testamento? 2) ¿Es un evangelio, una carta, un texto profético, etc? 3) ¿Tiene relación directa con otro libro similar? (Por ejemplo: los

evangelios, las cartas de Pablo, Esdras y Nehemías, etc.

b. Estudiar elementos claves del libro bíblico en el cual se encuentra el pasaje. 1) ¿Quién escribió el libro? 2) ¿A quiénes fue escrito el libro originalmente? 3) ¿En qué fecha fue escrito el libro? 4) ¿Cuál era el propósito del autor del libro? 5) ¿En qué situación (histórica, social, política, religiosa, económica,

filosófica, emocional o moral fue escrito el libro?

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2. Análisis del pasaje

a. Leer el pasaje en varias versiones de la Biblia. b. Determinar cuál es el tema central o asunto del pasaje. c. Destacar las ideas principales del pasaje. d. Identificar en qué género o géneros literarios fue escrito el pasaje. e. Extraer y analizar las palabras más importantes del pasaje. f. Evaluar si en el pasaje se emplean citas de otras partes de la Biblia o

extrabíblicas. Respecto la lectura del pasaje a exponer, David Miranda, en su Tratado de Homilética, hace las siguientes recomendaciones: Realizar cinco lecturas del texto bíblico a exponer. En la primera lectura se busca determinar la impresión dominante del pasaje. En la segunda, descubrir los personajes principales y secundarios, y lo que de cada uno se dice. En la tercera, observar las palabras y frases significativas que se repiten. En la cuarta, tratar de definir un título para el pasaje y finalmente, redactar una traducción propia del pasaje. Preparar un bosquejo analítico del pasaje. Las divisiones en párrafos ayudara al predicador a identificar los posibles puntos divisores tanto principales como secundarios con palabras similares a las del propio texto bíblico. Hacer un estudio comparativo de los pasajes paralelos. Si existen otros pasajes que traten el mismo evento o doctrina, como ser los evangelios sinópticos, Reyes y Crónicas, etc., se debe considerar su consulta para una mayor y mejor comprensión del texto bíblico. Estudiar la etimología de las palabras importantes del pasaje. Las traducciones utilizan vocablos modernos que no siempre reflejan el significado original del término bíblico, hecho que puede conducir al error o a una débil interpretación y exposición del texto. La diligencia en el análisis del pasaje reportara sus beneficios. El predicador obtendrá abundante y nutritivo material para confeccionar su sermón y compartir con sus oyentes. Preservará su mensaje del error doctrinal y honrará la Palabra de Dios en su exposición. Además, manifestará un profundo conocimiento del contenido del pasaje e ideas claras en su exposición. Para la realización las tareas precedentes se recomienda contar con algunos auxiliares bíblicos que ayudarán al predicar a desarrollar su tarea como mayor efectividad y eficacia, como ser: Interlineal Hebreo-Español del Antiguo Testamento, Interlineal Greco-Español del Nuevo Testamento, Diccionario

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expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento VINE, Introducción al Antiguo y Nuevo Testamento, Diccionario Bíblico y Hermenéutica Bíblica. La estructura del sermón El Asunto El asunto es aquello acerca de lo que el pasaje bíblico trata y que constituye el fundamento del sermón. Es la idea central en torno a la cual gira el sermón. En la definición del asunto del pasaje bíblico a exponer juega un rol fundamental la lectura reiterada del texto hasta descubrir cual es el foco central de atención del pasaje. Si el pasaje es doctrinal, ¿cuál es la doctrina central? Si es de carácter narrativo ¿cuál es el incidente más importante? Si un texto biográfico ¿cuál es el aspecto más sobresaliente del personaje? Lloyd M. Perry, citado por Miranda en su Tratado de homilética, señala que el centro principal de un pasaje bíblico y que puede ser utilizado como asunto en un sermón puede ser una deber a realizar, un precepto o máxima que explorar, un problema que resolver o una ocupación, protección o llamado a seguir. Por regla general cada sermón debe poseer un solo asunto y éste ser expresado en una sola palabra. A continuación se ofrece un catalogo de asuntos que proveerán variedad a la predicación: Acción de gracias Discipulado Iglesia Resurrección Adoración Divorcio Mayordomía Sacrificio Aflicción Dominio propio Ley Santidad Alabanza Espíritu Santo Misiones Segunda Venida Amor Pecado Muerte Temor Ángeles Esperanza Obediencia Hermandad Bautismo Expiación Oración Honor Cielo Fe Paciencia Humildad Compromiso Gracia infierno Paz Idolatría Comunión Juicio Perdón Testimonio Conciencia Justificación Preocupaciones Trabajo Cristo Cruz Redención Valentía Algunos ejemplos de asuntos con sus respectivos textos bíblicos pueden ser: Texto: Juan 3:16 Asunto: El amor de Dios Texto: Romanos 3:23 Asunto: El pecado

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Texto: Gálatas 5:22-23 Asunto: Espíritu Santo Texto: 2 Timoteo 3:15-17 Asunto: Las Escrituras El tema El tema es el aspecto específico del asunto que se expondrá en el sermón. Cada pasaje bíblico posee un solo asunto, pero puede contener varios temas. Consideremos por ejemplo Juan 3:16, su asunto es el amor de Dios, pero podemos desarrollar los siguientes temas:

1) El inconmensurable amor de Dios “… de tal manera amó Dios…” 2) La incondicionalidad del amor de Dios “… amó Dios al mundo…” 3) La generosidad del amor de Dios “… ha dado…” 4) El objeto del amor de Dios “… su Hijo unigénito…” 5) La universalidad del amor de Dios “… todo aquel…” 6) La exigencia del amor de Dios “… que en él cree…” 7) El propósito del amor de Dios “… no se pierda…” 8) La recompensa del amor de Dios “… vida eterna…”

El tema debe ser expresado en una frase breve, clara y que trasmita la esencia del mensaje. Por lo general el asunto que ha sido expresado en una palabra forma parte del tema, como hemos visto en ejemplo de Juan 3:16. Es importante recalcar que el sermón tiene un solo asunto y un solo tema. A continuación agregaremos el tema a los textos presentados en el asunto, así como a nuevos textos: Texto: Romanos 3:23 Asunto: El pecado Tema: La universalidad del pecado Texto: Gálatas 5:22-23 Asunto: Espíritu Santo Tema: El fruto del Espíritu Santo Texto: 2 Timoteo 3:15-17 Asunto: Escrituras Tema: La sabiduría que proveen las Escrituras Texto: 1 Reyes 19:1-18 Asunto: Desaliento Tema: Superando el desaliento

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Texto: Romanos 5:1-11 Asunto: Justificación Tema: La justificación por la fe Texto: Juan 4:21-24 Asunto: Adoración Tema: La adoración verdadera Texto: Santiago 1:2-12 Asunto: Pruebas Tema: Enfrentando las pruebas La proposición James Braga declara que “la proposición es una sencilla declaración del tema que el predicador se propone considerar, desarrollar, demostrar o explicar en el discurso. En otras palabras, es una afirmación de la principal lección espiritual o de la verdad intemporal del sermón, traducida en una frase declarativa.” Crane por su parte la denomina como “la oración clave del sermón”. Para Lloyd Perry es “el centro integrador del sermón”. En la proposición se presenta aquello que ha ser probado, explicado o la pregunta que ha de ser respondida en el curso del sermón. Es el sermón condensado. Esta debe ser formulada en una oración gramatical completa, además de reunir ciertas características, como ser:

a) Indicar el curso a seguir en el sermón. b) Mostrar exactitud rigurosa c) Manifestar claridad y sencillez. d) Abarcar todo el pensamiento del sermón. e) Promover la estabilidad de la estructura sermonaria. f) regular la unidad de pensamiento en el sermón. g) Contener la verdad principal del texto bíblico.

Existen tres tipos de proposiciones: persuasiva, declarativa e interrogativa. Veamos cada una de ellas. En la proposición persuasiva se busca modificar la actitud o la creencia de la persona. Para ello se utilizan tres formas de persuasión: Deber. Busca persuadir al oyente a hacer algo. Por ejemplo: “cada creyente debe diezmar”.

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Poder. Busca persuadir al oyente para que pueda hacer algo. Por ejemplo: “cada creyente puede vencer en las pruebas”. Valor. Busca persuadir al oyente para que acepte que determinada propuesta es más valiosa que cualquier otra. Por ejemplo: “La salvación vale más que cualquier posesión terrenal”. En la proposición declarativa el objetivo es afirmar de manera concisa una determinada verdad. Por ejemplo: “El creyente posee una nueva identidad en Cristo”, “La prosperidad es posible para el creyente”. La conjugación verbal es siempre en tiempo presente. La proposición interrogativa es la más sencilla de formular. Esta consiste en presentar una pregunta a responder en el desarrollo del sermón. Por ejemplo: ¿cuáles fueron los pasos que llevaron al apóstol Pedro a negar a Jesús? ¿cuáles fueron las pruebas que debió enfrentar Abraham? o ¿cuáles son los requisitos para ser constituido anciano según las epístolas paulinas? A continuación se presentan algunos ejemplos de proposición: Texto: 1 Reyes 19:1-18 Asunto: Desaliento Tema: Superando el desaliento Proposición: El creyentes es capaz de superar el desaliento (Declarativa) Texto: Santiago 1:2-12 Asunto: Pruebas Tema: Enfrentando las pruebas Proposición: ¿Cómo puede el creyente enfrentar las pruebas? (Interrogativa) Texto: Santiago 3:1-12 Asunto: La lengua Tema: Dominando la lengua Proposición: El creyente puede dominar la lengua (Persuasiva – Poder) Texto: Romanos 1:16-17 Asunto: El evangelio Tema: No me avergüenzo del evangelio Proposición: El creyente no debe avergonzarse del evangelio (Persuasiva – Deber) Texto: Juan 3:16 Asunto: El amor de Dios Tema: El amor de Dios es el más precioso

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Proposición: El amor de Dios vale más que cualquier otro amor (Persuasivo – Valor) La interrogante sermonaria La interrogante sermonaria es la herramienta que ayuda a tender un puente entre la proposición y el cuerpo del sermón. Cada proposición debe tener al menos una interrogante sermonaría, a excepción de la proposición interrogativa que ya posee una en sí misma. Existen siete preguntas que pueden ser utilizadas para formular una interrogante sermonaria: ¿Quién? ¿Cuál? ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? A continuación veamos algunos ejemplos: Texto: Romanos 1:1-4, 16-17 Asunto: El evangelio Tema: No me avergüenzo del evangelio Proposición: El creyente no debe avergonzarse del evangelio Interrogante sermonaria: ¿Por qué el creyente no debe avergonzarse del evangelio? Texto: 1 Reyes 19:1-18 Asunto: Desaliento Tema: Superando el desaliento Proposición: El creyentes es capaz de superar el desaliento. Interrogante sermonaria: ¿Cómo el creyente es capaz de superar el desaliento? Texto: Santiago 3:1-12 Asunto: La lengua Tema: Dominando la lengua Proposición: El creyente puede dominar la lengua Interrogante sermonaria: ¿Cuáles son los pasos que permiten a través de los cuales el creyente puede dominar su lengua? Al momento de formular la interrogante sermonaria se debe tener en consideración que esta es respondida claramente por el texto bíblico escogido para el sermón, de no ser así, se debe reformular la interrogante o bien evaluar si el texto es el más adecuado para el tema escogido. Formulada la proposición y la interrogante sermonaria, es tiempo de construir la Oración de Transición (O. T.). La oración de transición es el puente retórico entre la proposición y el desarrollo o cuerpo del sermón, es decir, busca unir la proposición con las divisiones principales.

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Al formular la oración de transición debe contener la proposición, responder la interrogante sermonaria e incluir una palabra clave. Esta última es la herramienta a través de la cual se ha de responder la interrogante sermonaria. La palabra clave La palabra clave se encuentra siempre en plural y cada sermón cuenta con una sola palabra. Provee claridad y singularidad al mensaje. Su incorporación preserva al predicador de divagar por diversos pensamientos no relacionados con el sermón y facilita la memorización y retención de las ideas principales. A continuación se presenta una serie de palabras claves a utilizar la cual puede ser incrementada mediante la lectura de un buen diccionario: Aspectos Debilidades Grados Peligros Abusos Decisiones Grupos Pensamientos Actitudes Deficiencias Hábitos Perdidas Acusaciones Definiciones Ideas Posibilidades Advertencias Demandas Implicaciones preguntas Afirmaciones Desafíos Impresiones Principios Alternativas Descubrimientos Impulsos Probabilidades Amenazas Destinos Incentivos Problemas Amonestaciones Detalles Incidentes Propósitos Aplicaciones Diferencias Indicaciones Promesas Áreas Dificultades Instrucciones Razones Argumentos Direcciones Interrogantes Realidades Asuntos Doctrinas Justificaciones Recompensas Atributos Ejemplos Lecciones Recursos Barreras Elementos Libertades Reflexiones Bendiciones Errores Llamadas Regalos Beneficios Esperanzas Maldades Remedios Cambios Estipulaciones Manifestaciones Requisitos Causas Eventos Medios Responsabilidades Clases Evidencias Métodos Resultados Comparaciones Exámenes Momentos Revelaciones Compromisos Exclamaciones Motivos Secretos Conceptos Exhortaciones Necesidades Sugerencias Conclusiones Éxitos Negaciones Suposiciones Condiciones Experiencias Objetivos Temas Consecuencias Expresiones Obligaciones Tendencias Contrastes Fracasos Obligaciones Testimonios Correcciones Fases Observaciones Valores Costumbres Faltas Ofertas Variedades Creencias Favores Opiniones Violaciones Criterios Flaquezas Oportunidades Virtudes

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Cualidades Fracasos Palabras Verdades Características Fuentes Pasos Obstáculos A continuación se presentan algunos ejemplos de Palabras Claves las que son destacadas en negrita y subrayadas: Texto: Deuteronomio 6:1-25 Asunto: Prosperidad Tema: El camino a la prosperidad Proposición: ¿Cuál es el camino a la prosperidad? O. T.: El camino a la prosperidad se logra por medio de las siguientes prácticas. Texto: Romanos 1:1-4, 16-17 Asunto: El evangelio Tema: No me avergüenzo del evangelio Proposición: El creyente no debe avergonzarse del evangelio Interrogante sermonaria: ¿Por qué el creyente no debe avergonzarse del evangelio? O.T.: Existen varias razones por las cuales el creyente no debe avergonzarse del evangelio. Texto: Santiago 1:2-12 Asunto: Pruebas Tema: Enfrentando las pruebas Proposición: ¿Cómo puede el creyente enfrentar las pruebas? O.T.: Las siguientes actitudes ayudan al creyente a enfrentar las pruebas. Texto: Juan 3:16 Asunto: El amor de Dios Tema: El amor de Dios es el más precioso Proposición: El amor de Dios vale más que cualquier otro amor Interrogante sermonaria: ¿Cómo podemos probar que el amor de Dios vale más que cualquier otro amor? O.T.: Juan nos entrega tres pruebas que indican que el amor de Dios vale más que cualquier otro amor. Texto: 1 Reyes 19:1-18 Asunto: Desaliento Tema: Superando el desaliento Proposición: El creyentes es capaz de superar el desaliento. Interrogante sermonaria: ¿Cómo el creyente es capaz de superar el desaliento? O.T.: Los siguientes pasos permiten al creyente superar el desaliento.

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El cuerpo del sermón: Las divisiones principales El cuerpo del sermón es la parte principal del mensaje y es desarrollado mediante divisiones, a su vez, estas se desarrollan mediante subdivisiones. Entendemos por división las secciones principales de un discurso ordenado. Las divisiones son la respuesta a la interrogante sermonaria. Veamos el siguiente ejemplo: Texto: Romanos 1:1-4, 16-17 Propósito: Evangelístico Asunto: El evangelio Tema: No me avergüenzo del evangelio Proposición: El creyente no debe avergonzarse del evangelio Interrogante sermonaria: ¿Por qué el creyente no debe avergonzarse del evangelio? O.T.: Existen cuatro razones por las cuales el creyente no debe avergonzarse del evangelio. I. No se debe avergonzar porque es el evangelio prometido por Dios (v.2) II. No se debe avergonzar porque es el evangelio que da a conocer al Señor (v.3) III. No se debe avergonzar porque es el evangelio dado para salvación (v.16) IV. No se debe avergonzar porque es el evangelio que revela el carácter de Dios

(v.17) Las divisiones otorgar ciertos beneficios al predicador, oyentes y al propio mensaje. Sujeta al predicador al tema, de otra forma estaría latente el peligro de apartarse del tema, divagando e incorporando elementos ajenos al mensaje. Ayuda al predicador a arreglar su mensaje ya que divide el tema en partes que le permite desarrollar una exposición más lógica y ordenada. Por último, condiciona al predicador a pensar siempre de manera homilética al leer la Palabra de Dios y de manera progresiva al compartir sus ideas. En cuanto a los oyentes, estimula su interés, les mantiene alerta y expectantes. Cuando el mensaje carece de un buen arreglo dificulta la comprensión. Además, conduce al oyente hacia el propósito del mensaje. Respecto del mensaje, lo hace inteligible y progresivo. Su exposición es clara y permite asimilar de mejor manera el mensaje y su propósito. Una buena división se caracteriza por poseer las siguientes cualidades: Interesantes, debe ofrecer un contenido interesante al oyente. Claras, deben ser entendibles y de un pensamiento sencillo y profundo. Progresivas, explican, ilustran, aplican y exhortan.

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Simétricas, presentan uniformidad de pensamiento y formulación. Económicas, deben ser precisas y concisas para aprovechar el tempo al máximo. Interrelacionadas, deben mostrar una correspondencia entre sí. Acumulativas, deben ser crecientes en fuerza y contenido. Pedagógicas, su composición debe ayudar al oyente a retener su contenido. Suaves, denotan suavidad al pasar de una división a otra. ¿Cómo deben ser presentadas las divisiones? Se han propuesto tres maneras: (1) anunciar previamente todas las divisiones y luego enfatizar cada una de ellas durante el desarrollo del sermón. (2) Anunciarlas una a una durante el desarrollo del mensaje. (3) omitir todo anuncio y dejar que el oyente dependa de la capacidad del predicador como orador para descubrir las divisiones. Es recomendable anunciar las divisiones alternado entre los dos primeros puntos. En cuanto al número de divisiones estas deben ser conforme al texto, es decir, aquellas que se desprenden con naturalidad del pasaje bíblico. Es aconsejable variar en cuanto al número, como mínimo dos y un máximo de cinco. La idea es evitar la monotonía y el cansancio en los oyentes. En suma, el sermón debe tener las divisiones que necesita tener, ni más ni menos. A continuación se presentan tres ejemplos de la fuente y de cómo se pueden extraer las divisiones, uno para cada tipo de sermón: textual, temático y expositivo: Textual, directamente extraídas del texto bíblico: Texto: Lucas 11:10

I. Pedid y se os dará II. Buscad y hallaréis III. Llamad y os será abierto

Temático, formuladas a través de los pensamientos del predicador acerca de su tema: Texto: Isaías 64:8

I. ¿De quién es Padre nuestro Dios? II. ¿Qué características tiene nuestro Padre Dios?

Expositivo, extraer el pensamiento central de un conjunto de versículos: Texto: Colosenses 3:1-17

I. Buscad las cosas de arriba (v.1-4)

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II. Haced morir lo terrenal (v.5-9) III. Vestíos del nuevo hombre (v.10-17)

La formulación de las divisiones, debe ser en forma de oraciones gramaticales completas y paralelas, siempre que sea posible. Es conveniente que al final de cada división colocar la referencia bíblica que sostiene dicha división. Por último, su arreglo no siempre será en el orden en que aparecen en el texto, a veces, se deben poner según su énfasis o de acuerdo al propósito del sermón. Floyd Woodworth sugiere no avanzar en la confección del sermón hasta que las divisiones se encuentren formuladas y ordenadas, así captará la esencia global del mensaje y podrá dar paso a la incorporación de los detalles. Las subdivisiones La subdivisión es la parte del sermón que desarrolla y aclara la división. Consiste en explicar, ilustrar, aplicar y exhortar el punto principal a tratar. Una división sin subdivisiones viene a ser como un hueso sin carne. Una buena división se caracteriza por su: Unidad, el material que contiene no debe ser incorporado en ninguna otra. Por ello, el predicador debe seleccionar con cuidado que material incluirá en cada división. Proporción, deben estar en concordancia con el contenido de la división. La subdivisión es menor que la división, sí el material de la subdivisión es más relevante que la división, entonces esta última debe ser reformulada. Progresión, cada parte de la subdivisión debe ir incrementando su pensamiento. Es aconsejable partir de lo simple a lo complejo, de lo sencillo a lo profundo, etc. Claridad, el objetivo de la subdivisión es arrojar luz sobre la subdivisión. Si la explicación no logra dejar en claro aquello que ha sido declarado en la división, se debe revisar el contenido y la estructura de la subdivisión. Brevedad, debe incluir sólo aquellos pensamientos que son esenciales. El predicador debe cultivar la economía verbal, comunicar lo más posible con la menor cantidad de palabras. La mucha verborrea cansa y hace perder el interés. Vitalidad, el material incluido debe ser dinámico e interesante de oír. La información puede ser cierta, pero si carece de interés personal y aplicación práctica de poco o nada sirve al oyente.

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Variedad, el contenido de la subdivisión debe ser de múltiples fuentes. La Biblia, la historia, la literatura universal, la naturaleza, biografías, el cine, arte, la propia experiencia e imaginación, la prensa, la televisión, etc., son excelentes fuentes que proveen material para ilustrar los sermones. El titulo Dentro de los últimos elementos a elaborar es la construcción del título. El título debe es la expresión de la esencia del tema, estar conectado directamente con el texto bíblico y su formulación debe ser apropiada buscando siempre dar mayor énfasis y belleza al tema. Dentro de las características que debe manifestar un título, encontramos las siguientes: Interesante, su formulación debe capturar la atención y curiosidad del oyente. Títulos poco atrayentes trasmiten poca atracción hacia la receptividad del mensaje. Títulos como “El hambre en tiempos de Abraham” o “Elías alimentado por los cuervos” carecen de interés; “Las dificultades de la vida en todo tiempo” o “La provisión divina en la vida del creyente” son un mejor título para estos temas. Digno de la Palabra de Dios, todo título debe mantener su reverencia a la Palabra de Dios. los siguientes títulos, tomados de www.tagnet.org, carecen de esta reverencia: “La guerra de las galaxias”, “La verdad sobre el leopardo moteado”, “La caja negra de Darwin”. En contraste, observe los siguientes títulos: “Los privilegios del creyente”, “La verdadera vida cristiana”, “El gozo de confiar en el Señor”. Breves, un título breve es más eficaz que una larga declaración. Además, permite ser mejor captado y retenido por los oyentes. Claros, debe apuntar directamente hacia el tema o contenido del sermón, nunca distraer la atención hacia puntos no relacionados con la centralidad del mensaje. Respecto de la formulación de un título, James Braga, indica que puede ser de manera interrogativa, afirmativa o exclamativa. Estas formas darán más fuerza a su comunicación. Veamos los ejemplos que presenta dicho escritor: Interrogativos: ¿Por qué sufren los piadosos? ¿Cuál es el significado de la fe? Afirmativos: Dios puede solucionar tus problemas Lo que la Biblia dice acerca de la muerte

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Exclamativos: ¡No para peor, sino para mejor! ¡Ganar para perder! Otra forma de construcción puede ser una declaración seguida de una interrogación: El drama de la juventud angustiada, ¿Cuál es la responsabilidad de la iglesia en este drama?, Los desafíos de la vida, ¿Cómo los debe enfrentar el creyente? Las citas bíblicas también pueden ser utilizadas como títulos: “La paga del pecado” (Ro. 6:23), “El fruto del Espíritu” (Gál. 5:22), “Los que aman su venida” ( 2 Ti. 4:8). La Introducción La introducción es la puerta de entrada al sermón, de ella depende en gran medida el éxito en la recepción del mensaje. El trabajo de preparación puede ser muy prolijo y laborioso, sin embargo, perder su efectividad por una deficiente presentación en su inicio. ¿Qué es la introducción? Es el puente entre el tema y la primera división, es la parte que establece el primer contacto con los oyentes. Su objetivo es despertar el interés y lograr la aceptación del predicador y su mensaje. Una buena introducción debe presentar las siguientes características: Breve, la introducción es un medio que lleva al oyente a introducirse gradualmente en el tema. El predicador debe evitar explayarse en aspectos irrelevantes, como ser saludos, anécdotas pasadas o del momento, etc. La economía de lenguaje es vital. Interesante, los primeros minutos del sermón, dice Braga, son cruciales. Comentarios triviales o aburridos serán la tumba del predicador y su mensaje. Variedad, comenzar cada sermón siempre de la misma manera, más temprano que tarde, terminarán aburriendo a los auditores. Una cita, un cantico, una pregunta, una afirmación o una ilustración son buenas y variadas formas para comenzar un sermón. Directa, debe apuntar directamente al tema del sermón. Las expresiones ininteligibles, repetitivas y confusas no tienen cabida en una buena introducción. Los oyentes recompensan con su interés las ideas naturales, progresivas e inteligentes. Amistosa, ningún oyente desea oír a un predicador agresivo con un tono que raya en la falta de respeto. Una actitud apacible y un lenguaje coloquial captarán mejor la buena voluntad del auditorio.

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Justa, prometer más de lo que se ha de entregar hace a futuro perder credibilidad al predicador. La preparación de la introducción debe ser con cuidado y esmero, la improvisación es un suicidio sermonario. Poseer coherencia y dinamismo, contar con oraciones gramaticales sencillas y completas. Su redacción debe ser llevada a cabo una vez concluidas todas las otras partes del sermón. Floyd Woodword, ilustra de la siguiente manera este punto: “no se prepara en el principio por el mismo motivo que el arquitecto que se sienta a trazar el plano de un edificio no comienza a preocuparse por el color de la puerta de entrada. Le toca resolver primero cuestiones básicas en cuanto a la forma general de la estructura.” Al igual que un buen párrafo, una buena introducción cuenta de tres partes: oración de apertura, las ideas centrales y una oración de cierre. Miranda, presenta varias fuentes de las cuales se puede extraer materiales para la confección de la introducción, de las cuales destacamos las siguientes: El texto bíblico base del sermón, el contexto del pasaje, una ilustración real o ficticia, las costumbres de los tiempos bíblicos o modernas, una interrogante, una declaración, una poesía, dicho, cita o proverbio, etc., todo puede servir al predicador diligente y observador. La conclusión Al igual que en la introducción, si la conclusión carece de diligencia, cuidado y esmero, todo el esfuerzo realizado en la exposición previa del mensaje se habrá perdido. Será como Ahimaas, correrá sin haber cumplido con aquello para lo cual corrió. Samuel Vila, afirma que “si empezar bien es importante, no lo es menos terminar bien y terminar a tiempo.” James Crane, declara: “Es una verdad de conocimiento común que la pericia de un piloto aviador se demuestra, más que en otra cosa, en su habilidad para aterrizar felizmente al final de su vuelo. Es un hecho indiscutible que en una competencia de carreras, cualquier brillantez de actuación en las primeras etapas del recorrido queda opacada si el atleta no cruza la meta final al frente de los demás. Es innegable que quedan nulificados los esfuerzos de un cazador que sigue penosamente las huellas de una fiera al través del matorral y pantano, si al localizarla yerra el tiro. No menos patente es, que la demostración de la pericia de un predicador y la medida del buen éxito de su sermón dependen en mucho de su capacidad para terminar bien su mensaje.” Por otra parte, una buena conclusión puede compensar las debilidades o defectos de las secciones anteriores del sermón.

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La conclusión es el punto culmínate del sermón, es donde el predicador consolida el propósito de su sermón y recoge los frutos de su trabajo. Su objetivo es enfatizar, reafirmar, establecer y finalizar aquello que comenzó en la introducción. La conclusión busca resumir las ideas principales, estimular la mente del oyente para recordar y fijar los puntos tratados, confrontar a los oyentes con su vida personal, motivar a los oyentes a tomar una decisión, indicar el camino de acción a seguir e imprimir un último énfasis al mensaje. Juan Vidal, comenta: “Por lo general precede a una oración congregacional, una invitación a la consagración o a una invitación evangelística para aceptar a Jesucristo como señor y Salvador personal.” Una buena conclusión debe ser: Breve, una conclusión larga llega a ser un nuevo sermón. La buena puntería evita el derroche de municiones. Rubén Gil, Citado por Miranda, declara que “una conclusión breve no es una conclusión brusca, es una conclusión que cae por su propio peso… si no es así, la caída será otra.” Oportuna, todo predicador debe saber cuando concluir su sermón. Como dice Woorworth, “dichoso aquel que aprende a terminar cuando ha terminado”. Positiva, un mensaje con una conclusión positiva es frescura para el alma y alimento para el camino. Un predicador que reprende o que termina con un dejo de pesar, derrota o desilusión hace que sus oyentes deseen olvidar pronto su sermón. Persuasiva, no manipulativa, debe invitar con gran convicción a tomar una decisión por Cristo, vida cristiana, compromiso, etc. Concreta, el predicador debe ser claro al momento de indicar el camino de acción seguir, que es lo que el oyente debe hacer y cómo, de lo contrario perderá eficacia. Solemne, es el momento de apelar al corazón y voluntad del oyente, dicho momento demanda absoluta solemnidad. Natural, debe ser sencilla, con una emoción moderada, un fluir con naturalidad hacia su final, dando fuerza, convicción y sinceridad a las últimas palabras del predicador. Vigorosa, la convicción y riqueza de expresión son dos fuertes pilares que sostienen una buena conclusión. Cada sermón debe mostrar variedad en su conclusión. Algunas formas de conclusión, son:

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Recapitulación, reafirma las principales ideas del sermón cuidando de no repetir las mismas palabras sino que revestirá sus puntos con un nuevo ropaje, sí puede enunciar las divisiones principales. No se debe incorporar material nuevo. Aplicación, para evitar que abunden las ideas abstractas es recomendable incluir aplicaciones prácticas que apunten a demostrar como las verdades contenidas en el pasaje bíblico objeto del mensaje se relacionan con la vida cotidiana y como estas pueden influir en los intereses personales de los oyente. Ilustración, usar una buenas ilustración como sumario de los puntos presentados en el sermón puede ser muy útil para concluir puesto que provee dinamismo, frescura y ahorra palabras explicativas. Por último, hemos de tener siempre presente que cada conclusión debe conllevar una invitación que se enmarque dentro del propósito del sermón. Crane, opina: “todo sermón evangelístico debe terminar en una conclusión que no solo hace una invitación, sino que también pide una manifestación pública de la decisión hecha en el corazón del oyente. Es difícil que haya fe verdadera en Cristo como Salvador personal sin que haya también una valerosa disposición para confesarlo ante el mundo. Pero en cuanto a los sermones doctrinales, de devoción, de consagración, de aliento y los sermones éticos, aunque se debe hacer siempre una invitación, no se sigue que siempre se debe pedir una manifestación pública de la decisión hecha.” Las ilustraciones Es un hecho que muchos sermones se han llenado de ideas complejas y abstractas, de áridos análisis lingüísticos y de formulaciones teológicas que dan aires de erudición y de un vocabulario que va más allá de las capacidades reales de comprensión de los oyentes. Si le sumamos a esto la monotonía, la fatiga intelectual, la falta de interés y la irrelevancia, tenemos como resultado sermones que no motivan ni cambian a las personas, han perdido su conectividad con la vida diaria para convertirse en obras fósiles carentes de belleza natural que inviten al oyente a desear poner en práctica las verdades expresadas. Faltan buenas ilustraciones. Ilustrar sermones es una arte a desarrollar por todo predicador. Una buena historia aclara los puntos difíciles o complejos de comprender. Braga, comenta: “Se ha dicho con frecuencia que la ilustración es al sermón lo que una ventana es a un edificio. Así como la ventana da entrada a la luz al edificio, así una buena ilustración clarifica un mensaje.” Si bien las ilustraciones son necesarias no constituyen el centro del sermón sino que aportan a la explicación del texto bíblico.

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Las buenas ilustraciones hacen interesante y atractivos los mensajes por lo que todo predicar debe incluirlas en su sermón. Jesús en sus enseñanzas utilizó una variedad de ilustraciones: analogías, parábolas y citas. Según, Les J. Thompson, “los propósitos de las buenas ilustraciones son, entre otros: atraer y mantener la atención, clarificar las ideas, apoyar la argumentación, dar energía al argumento, hacer vívida la verdad, persuadir la voluntad, causar impresiones positivas, adornar verdades majestuosas, proveer descanso frente a la argumentación abstracta, ayudar a retener lo expuesto, reiterar o dar variedad a la repetición de un concepto, aplicar indirectamente la verdad, hacer práctico el sermón.” A continuación algunas características que hacen de una ilustración, una buena ilustración: Deben ser adecuadas, una ilustración hermosa pero fuera de contexto o sí su enseñanza no es evidente, es inadecuada. Debe ser creíble, una historia exagerada o fantasiosa desacreditará la exposición y al predicador haciendo inútil sus esfuerzos por dejar una huella positiva en los oyentes. De igual forma ocurrirá si el predicador gusta de hacer afirmaciones que no son ciertas o que distorsionan los hechos. El agregar colorido no es sinónimo de invención. Debe ser bien contada, nada hay más insulso que una historia mal contada o una ilustración que es leída pierde inmediatamente su impacto. El predicador debe conocer bien la historia y contarla de manera adecuada. Omitir detalles o utilizar un lenguaje tosco socava la efectividad de la ilustración. Debe ser breve, el propósito de una ilustración es clarificar no sustraer la atención del mensaje. Una lustración larga tiende a llevar a los oyentes hacia ella y no hacia el punto sobre el cual pretende arrojar luz. La mayor dificultad que plantea al predicar el ilustrar sus sermones es la variedad y originalidad de sus historias. Generalmente se utilizan libros de ilustraciones que muchos ya conocen, en vez de recurrir a ellos cada vez que le corresponde construir sus serones es mejor contar con una “ilustroteca” personal. Un buen observador sabrá encontrar en múltiples lugares ilustraciones para sus sermones. Algunas buenas fuentes son: la Biblia, la historia, la literatura, biografías, el cine, la poesía, la música, el arte, la naturaleza, los medios de comunicación y la propia experiencia. La diligencia en la captura de ilustraciones puede arrojar una buena producción, pero de nada serviría si esta no es archivada de manera adecuada. A continuación se presentan algunos temas propuestos por Braga bajos los cuales se pueden ir

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catalogando las ilustraciones. Una misma ilustración puede formar parte de más de un tema. Aborto Adolescencia Adoración Amor Año Nuevo Alabanza Apologética Arqueología Avivamiento Bautismo Biblia: Palabra de Dios Cena del señor Cielo Comunión Comunismo Confianza Consagración Consuelo Conversión Creencias Cristo Dedicaciones Día del Señor Dios Educación Escuela Dominical Espíritu Santo Ética cristiana Evangelismo Evidencias cristianas Evolución Existencialismo Expiación Fe Funerales Geografía bíblica Gracia Gracias cristianas Himnos Historia de la iglesia Hogar Homilética Humanismo Humildad Iglesia Infierno Israel Juventud Ley Matrimonio Mayordomía Misiones Muerte Mundanalidad Navidad Niños Oración Pascua Pecado Perdón Profecía Psicología Redención Religiones Salvación Santificación Satanás Sectas Seguridad Templanza Conclusión Para desarrollar una iglesia sana y activa cuyos miembros sean maduros y eficaces en la comunicación de las verdades bíblicas, es menester nutrirla con alimento sólido, dejando de lado “la leche adulterada”. En esta tarea juegan un rol fundamental los hombres y mujeres que hacen uso del púlpito es labor de ellos predicar mensajes centrados en la Palabra de Dios, procurando siempre con diligencia ser hallado obrero fiel que usa bien la palabra de verdad y que evita las palabras vanas y profanas que no llegan al pueblo a la edificación y preparación para el ministerio que la ha sido encomendado. Por último, citamos las palabras del apóstol Pablo, que con fuerza divina nos exhorta: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. (2 Timoteo 4:1-2).”

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UNA IGLESIA DIGNA DEL REINO DE DIOS

Texto “Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis.”

2 Tesalonicenses 2:3-5

Asunto: Iglesia

Tema : Una iglesia digna del reino de Dios.

Propósito

Alentar a los hermanos a seguir firme en la fe, el amor y la perseverancia cristiana, aun en las condiciones más adversas, enseñando que las pruebas superadas llevan a la iglesia a ser considerada digna del reino de Dios.

Introducción

La Iglesia de Tesalónica llegó a ser ejemplo para las demás iglesias de la región de Macedonia y Acaya, su contribución al desarrollo y avance del evangelio de Cristo era conocida aun lejos de sus tierras (1 Ts. 1:7-8).

Pablo declara que no es necesario recomendarlos o ponerlos como ejemplo para otros, pues todos se han enterado ya de su conducta, fe, amor y esperanza ante el pronto retorno del Señor.

Proposición

Pablo manifiesta que los creyentes de Tesalónica son una Iglesia digna del reino. ¿Por qué el apóstol consideraba que esta iglesia era digna del reino de Dios?

O. T. : Pablo considera que la iglesia de Tesalónica era digna del reino de Dios por tres razones:

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I. POR LA CRECIENTE FE MANIFESTADA

Explicación

1. Pablo reconoce la actitud de los creyentes de Tesalónica respeto de la fe en Cristo. Considera que es un motivo para dar gracias a Dios.

2. Les recuerda que han sido llamados por Dios para participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo (2 Ts. 2:14).

3. Además, les exhorta a continuar firmes en la verdad y la enseñanza a la cual han creído y que se han entregado (2 Ts. 2:15). Pues esta conducta había servido de animo a Pablo en su angustia por ellos (1 Ts. 7-8).

Ilustración: Una Fe anclada a Cristo

Un gran temporal azotó las cosas de un pequeño poblado. Las olas subían de tal manera que los barcos, lanchones y botes atracados en el muelle, con gran dificultad lograban seguir a flote. Un centenar de metros mar afuera, una pequeña boya flotaba serenamente, mientras era subida y bajada por las olas. Desaparecía por algunos momentos para volver a emerger, siempre en el mismo lugar.

Un niño que contemplaba la escena a través de los cristales de su ventana, dijo a su padre: "Mira papá, la boya es la única que parece no tener miedo de las olas. ¿Por qué ella no tiene miedo?" El padre contesto: "porque ella está segura, pues tiene un ancla clavada en el fondo del mar; y no importa lo que pase, seguirá siempre en el mismo lugar."

Aplicación

Los creyentes son como esta boya. Han sido llamados por Dios para ser embajadores del reino, trabajar en él y participar de la gloria de Cristo. Para ello es necesario que la fe de cada uno se acreciente, así como crecía la fe de los creyentes de Tesalónica, quienes a pesar de todas las circunstancias adversas, seguían estando allí cumpliendo el rol para el cual habían sido colocados en aquella parte.

Exhortación

Cada uno de nosotros debe procurar desarrollar su fe, mediante la lectura de las escrituras, la oración, la comunión con los santos y la alabanza y adoración continua a Dios. Así logrará anclar su fe a Cristo, y permanecerá firme en ella.

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I. POR EL GRAN AMOR QUE SE PROFESABAN

Explicación

1. Pablo les había escrito en su primera carta, acerca de la actitud de amor que habían tenido para con él y sus colaboradores (1:9); y como deseaba que ese amor profesado entre ellos, creciera a rebosar (3:12).

2. Pablo menciona que Dios mismo les ha enseñado a amarse unos a otros (1 Ts. 4:9), y que en verdad ellos aman a todos los hermanos que participan con ellos. Les exhorta a que se amen más aun.

Ilustración: El amor de David por Jonatán

Aplicación

El amor siempre ha sido el distintivo de toda buena relación. Los padres, esposos, hijos, hermanos, amigos, etc., profesan su amor los unos a los otros. Los creyentes no pueden estar ausentes de este deber ético y moral que enseña la Palabra de Dios.

Exhortación

Es deber de cada uno de nosotros amarnos, sin importar nuestras diferencias, caracteres o fines. En Cristo no hay hombre ni mujer, intelectuales o analfabetos; todos son uno en Cristo, tienen el mismo valor y poseen la misma dignidad.

II. POR LA PERSEVERANCIA DEMOSTRADA EN LAS PRUEBAS

Explicación

1. La Iglesia de Tesalónica sufría los embates de aquellos que eran contrarios a la fe y enseñanzas del apóstol. Utilizaban el nombre de Pablo para introducir sus enseñanzas erróneas (2:2).

2. Los falsos maestros perturbaban a los creyentes, diciéndoles que la venida del Señor ya se había realizado. Les exhorta a cuidarse acerca de los falsos profetas, como así de aquellos que manifiestan cierto conocimiento confuso, como si fuera una doctrina aceptada por todos.

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3. Pablo anima a los creyentes indicando que Dios, a su tiempo, cuando retorne el

Señor Jesucristo, recompensará a cada uno según su conducta, en este caso hacia la Iglesia. Él (Dios) traerá justicia por medio de Cristo (2 Ts. 1:6-10).

Ilustración: La hora de la prueba

Cada creyente es como una bolsita de té; sólo se sabe que saldrá de ella cuando le echemos el agua caliente. Es como un diamante; sólo después de ser pulido mil veces, logra refractar la luz con hermosos colores.

Nunca sabemos cuándo Dios está usando las experiencias comunes de la vida para probar nuestra fe. Los hombres en el ejercito de Gedeón fueron probados por la manera en que bebían el agua. Lot fue probado mediante el desacuerdo en cuanto a la tierra (Gén. 13:6). Israel fue probado mediante la sed en el desierto (Ex. 15:22-27), y Moisés fue probado mediante las quejas del pueblo (Núm. 20:1-13). Debemos estar alertas constantemente porque a veces no sabemos cuál es la lección que nos conviene aprender hasta que no fallemos en la prueba.

Aplicación

Durante el desarrollo de la cristiandad, las pruebas han formado parte de la Iglesia. En todas las épocas, los creyentes han debido sufrir el embate de hombres que han tratado de destruir la fe cristiana. Sin embargo, ellos permanecen muertos al contrario de la Iglesia, que sigue su avance a pasos agigantados.

Exhortación

Cada uno de nosotros debe perseverar en la fe a la cual nos hemos entregado. Las circunstancias son temporales en contraste con la gloria de Cristo, de la cual participaremos, que es eterna.

Conclusión

Cada hermano es responsable de convertir a su iglesia local en una iglesia digna del reino de Dios, mediante una fe manifestada, un gran amor profesado y la perseverancia demostrada en las pruebas.

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Bibliografía utilizada y sugerida

Anderson, Justo. Manual de Homilética para laicos. (Buenos Aires: Junta Bautista de Publicaciones, 1973). Bluthardt, Manfred. Homilética 1. Guía para maestros y alumnos. (Viña del Mar: Departamento de educación, 1984). Braga, James. Como preparar mensajes bíblicos. (Grand Rapids, Michigan, Editorial Portavoz, 1986). Chapell , Brian. Cómo Usar Ilustraciones Para Predicar con Poder. (Grand Rapids, Michigan, Editorial Portavoz, 2001). Crane, James. El Sermón Eficaz. (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1971). Liefeld, Walter L., Cómo predicar expositivamente, (Deerfield Florid: Editoril Vida, 199 Martínez, José. Ministros de Jesucristo. Ministerio y Homilética. Tomo XI. Volumen Editorial Clie, 1977). Olford, Stephen F. Guía de Predicación Expositiva. (Nashville, Tennessee, Broadman & Ho1man Publishers, 2005). Thompson, Les J. El arte de ilustrar sermones. (Miami, Florida, Editorial Portavoz, 2001). Vila, Samuel. Manual de Homilética. (Barcelona: Editorial Clie, 1984). Vidal, Juan. Consejos homiléticos para predicadores cristianos. (Santiago, Stabros, 2003). White, Douglas. Predicación expositiva. (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones,