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413 VEINTICINCO AÑOS DE ARQUEOLOGÍA ROMANA EN CANTABRIA (1983-2007) ARQUEOLOGÍA DE LAS GUERRAS CÁNTABRAS Los años que cierran el siglo XX han sido especialmente fecundos para la arqueo- logía histórica de Cantabria. En estos decenios hemos visto cómo se ha ido ampliando gradualmente el abanico de estudios que superaba los límites temporales de la Prehis- toria, período en el que se había centrado tradicionalmente la práctica arqueológica. Fig. 1. Localización de los campamentos militares romanos en el norte de Hispania, según Ángel Morillo (con añadidos). Actas del Congreso Internacional “Medio siglo de arqueología en el Cantábrico Oriental y su entorno”, coordinadas por A. Llanos. Vitoria-Gasteiz, 2009, 413-425. Juan José Cepeda Ocampo Alicia Ruiz Gutiérrez

Juan José Cepeda Ocampo, Alicia Ruiz Gutiérrez, "Veinticinco años de arqueología romana en Cantabria (1983-2007)", en Armando Llanos Landaluze (coord.): Actas del Congreso Internacional

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Panorama de la investigación arqueológica sobre la Cantabria romana.

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VEINTICINCO AÑOS DE ARQUEOLOGÍA ROMANA EN CANTABRIA (1983-2007)

ARQUEOLOGÍA D E LAS GUERRAS CÁNTABRAS

Los a ñ os que cierran el siglo XX han sido especialmente fecundos para la arqueo-logía histórica de Cantabria. En estos decenios hemos visto cómo se ha ido ampliando gradualmente el abanico de estudios que superaba los límites temporales de la Prehis-toria, período en el que se había centrado tradicionalmente la práctica arqueológica.

Fig. 1. Localización de los campamentos militares romanos en el norte de Hispania, según Ángel Morillo (con añadidos).

Actas del Congreso Internacional “Medio siglo de arqueología en el CantábricoOriental y su entorno”, coordinadas por A. Llanos. Vitoria-Gasteiz, 2009, 413-425.

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Fig. 2. Trazado general de la red viaria romana en Cantabria.

Dentro de la arqueología romana hay que comenzar por destacar los avances pro-ducidos en el estudio de los escenarios en los que se desarrollaron las Guerras Cán-tabras, un hecho de amplia repercusión para el conjunto del Imperio romano durante el principado de Augusto. Los avances se traducen en la localización de un importante número de campamentos temporales romanos, resultado de una labor de prospección llevada a cabo sobre todo por Eduardo Peralta, pionero en este tipo de estudios. Sus resultados han permitido ir conociendo poco a poco los itinerarios seguidos por el ejér-cito a lo largo del período comprendido entre la conquista de la región (29-19 a. C.) y los primeros años del reinado de Tiberio. En 1980 se desconocía completamente la ubicación y características de este tipo de recintos, mientras en la actualidad son ya una decena larga de ellos los que han visto la luz. Su distribución geográfi ca es amplia, dentro de las actuales provincias de Palencia, Burgos y Cantabria, aunque se observa una concentración en torno al eje formado por el corredor del Pisuerga y el interfl uvio Pas-Besaya.

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Los campamentos muestran ciertos rasgos comunes que, más allá de la variedad im-puesta por el condicionante topográfi co, se reconocen en su disposición, planta y tipolo-gía de las defensas. Los lugares son siempre elevados, con frecuencia a más de mil me-tros de altitud, con dominio visual claro del entorno. La planta dominante es la habitual en la castramentación romana, sub-rectangular o de naipe con esquinas redondeadas, aunque no son raros tampoco los recintos, especialmente los más pequeños –como el castellum de El Cantón, cerca de la Espina del Gallego– en los que se adoptan formas circulares y ovaladas. Como corresponde a enclaves de tipo temporal, las estructuras conservadas son siempre precarias, fosos excavados en el subsuelo rocoso y terraple-nes formados con el material extraído. El tipo de acceso dominante es el de la puerta en clavícula, que se convierte en uno de los elementos determinantes a la hora de re-conocer estos recintos. En fechas recientes se ha avanzado notablemente a la hora de relacionar la localización de buen número de ellos con las labores de asedio a castros indígenas, que parecen haber sido la tónica dominante en el desarrollo de la guerra.

Entre los campamentos de mayores dimensiones, dentro de la actual comunidad de Cantabria, cabe señalar los de Las Cercas (habilitado para dos legiones) y Cildá que supera las 20 Ha. Tal como se observa en el recinto de La Poza, que tiene dos estruc-turas claramente superpuestas, fue frecuente la reutilización de estas posiciones. Los datos disponibles permiten prolongar este uso hasta el reinado de Tiberio, dentro por tanto de un período posterior a la conquista militar.

LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN

Uno de los cometidos del ejército de ocupación que permaneció en Cantabria a partir del año 19 a.C. fue sin duda la realización de infraestructuras necesarias para la administración y explotación del territorio conquistado. Así parece indicarlo el hecho de que parte del recorrido de la red viaria de Cantabria discurra por derroteros marcados por el propio paso de las legiones, como sucede en el collado de Peña Cutral, en la co-marca de Campoo. Después de los trabajos de prospección y sondeo realizados en esteimportante paso de montaña por Juan Muñiz y José Manuel Iglesias, y luego por Juan José Cepeda, se ha podido determinar que la principal calzada de acceso a la región des-de la Meseta se hacía a escasos metros de un campamento militar utilizado en reitera-das ocasiones. Los sondeos realizados en los años 1988 y 1989 permitieron reconocer las características técnicas del afi rmado del camino, que consistía en varias capas de zahorra contenidas en una caja de mampuestos elevada sobre una plataforma o aggerde siete metros de anchura.

A tenor de los datos epigráfi cos (miliarios) y arqueológicos (restos de pavimentación antigua) con los que contamos, podemos reconstruir de manera aproximada el trazado general de la red viaria interior de Cantabria. Ésta venía marcada en primer lugar por un antigua) con los que contamos, podemos reconstruir de manera aproximada el trazado antigua) con los que contamos, podemos reconstruir de manera aproximada el trazado

largo corredor que desde la vía de Italia in Hispanias remontaba hacia el norte el valle del Pisuerga, por Pisoraca (caput viae al menos desde la época de Tiberio), Aguilar de Campoo y el curso del río Camesa, para alcanzar por el puerto de Pozazal la zona cen-tral de Cantabria. A partir de la ciudad de Iuliobriga, situada en un punto de gran valor para el control de la vía, esta arteria se bifurcaba, dando lugar al camino que, siguiendo el curso del Besaya, llegaba a Suances y la Bahía de Santander y al que más hacia oriente permitía alcanzar el puerto de los Amanos (Flaviobriga).

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Fig. 3. Agger de la vía romana de acceso a Iuliobriga a su paso por el collado de Peña Cutral.

Fig. 4. Detalle del fi rme de la vía romana localizada en Peña Cutral. Fotografía cortesía de Juan Muñiz.

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IULIOBRIGA

En 1980 la Universidad de Cantabria reiniciaba las excavaciones en la ciudad de Iuliobriga, continuando así la labor de Antonio García y Bellido que, en los años cin-cuenta, había conseguido poner al yacimiento en el mapa de las ciudades romanas de Hispania. Los trabajos de campo han continuado hasta la actualidad, bajo la dirección de José Manuel Iglesias.

Fruto de estos años de trabajo, disponemos en la actualidad de un mejor conoci-miento de la extensión y características del núcleo urbano. Éste abarcaba la totalidad de Fruto de estos años de trabajo, disponemos en la actualidad de un mejor conoci- Fruto de estos años de trabajo, disponemos en la actualidad de un mejor conoci-

la cima del cerro de Retortillo, a una cota media de 920 metros de altitud. La ciudad nun-ca llegó a ser un gran centro, ni siquiera en el contexto de los enclaves de estas carac-terísticas creados en el norte de Hispania. Nacida seguramente como civitas peregrina civitaspoco después de fi nalizar las guerras cántabras, ocupó una superfi cie que se puede calcular en torno a las 20 Ha.

A pesar de su modesta extensión, Iuliobriga constituye, por su temprana cronología y su morfología urbana, un enclave arqueológico de excepcional interés. El lugar mues-tra una adaptación intencionada de los patrones más característicos del urbanismo ro-mano al medio local, que se aprecia especialmente en el trazado de las calles y en las soluciones adoptadas en las construcciones domésticas.

Son tres los sectores del yacimiento que han sido excavados. El primero de ellos es el de La Llanuca, en el que se reconocen una gran domus de peristilo así como varias es-domustancias y depósitos pertenecientes a unas instalaciones termales. La zona se urbaniza

Fig. 5. Iuliobriga. Vista general del foro.

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en fecha temprana, en los inicios del siglo I d.C. El segundo sector es el ocupado por una plaza porticada, oculta en parte bajo la iglesia románica de Retortillo, que remata en un amplio basamento de templo. Este espacio se identifi ca con un pequeño foro, construido en torno a los años 80 d.C. cuando la ciudad había alcanzado seguramente el rango de municipio. El tercer sector es el de la carretera de acceso a Retortilo, con almenos dos casas de peristilo y un barrio ocupado por modestas construcciones de uso residencial y agropecuario, todo él edifi cado también a partir de los años fi nales del si-glo I d.C. Es de destacar que el trazado urbano de esta zona se adapte al recorrido de la calzada romana que atraviesa la ciudad, procedente de Peña Cutral.

Fig. 6. Iuliobriga. Reconstrucción hipotética del templo y los pórticos situados en la cabecera del foro (Fer-nández Vega 1990).

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Fig. 7. Iuliobriga. Gran domus de peristilo en el sector de La Llanuca.

Fig. 8. Iuliobriga. La domus de Los Morillos y las construcciones de uso agropecuario localizadas en el sector de la carretera de Retortillo.

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Antes de su abandono en los años centrales del siglo III, Iuliobriga vivió dos momen-tos de cierta bonanza que se refl ejan en el registro arqueológico. El primero correspon-de al reinado de Tiberio, en los años 20-30 d.C., y es el que marca la plena integración del lugar en los circuitos comerciales provinciales. Ello se refl eja en una circulación mo-netaria fl uida y una abundante representación de terra sigillata itálica, característica de los enclaves más tempranamente romanizados del norte de Hispania. El segundo co-rresponde a la época fl avia, en el último cuarto del siglo I, cuando la ciudad se renueva y conoce su máxima expansión por la loma de Retortillo.

OTROS NÚCLEOS ROMANOS DEL INTERIOR DE CANTABRIA

A diez millas –unos quince kilómetros– al sur de Iuliobriga, se situaba Octaviolca, una de las estaciones citadas en el Itinerario de Astorga a lo largo de la calzada que comunicaba la Meseta castellana con el litoral cantábrico. Octaviolca se ha identifi cado con las ruinas conservadas en las actuales localidades de Rebolledo y Camesa, en el municipio cántabro de Valdeolea, excavadas de forma discontinua desde 1981, primero bajo la dirección de M. A. García Guinea y en la actualidad de P. A. Fernández Vega. Estos trabajos han permitido localizar un amplio edifi cio, de aproximadamente 650 m2

situado en el pago conocido como El Conventón que se identifi ca con unas termas. Los restos arqueológicos se localizan también en otros puntos, no muy distantes del anterior. Así, en las cercanías de la localidad de Camesa se ha podido exhumar parcial-mente un amplio recinto, de planta rectangular alargada, con forma de barracón.

Fig. 9. Planta de las termas de Maliaño (Muñoz et alii., 1999, con modifi caciones).

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Su atribución militar debe aún ser confi rmada. Los hallazgos recuperados en ambos puntos señalan una ocupación que no es anterior a la época fl avia y que se prolonga has-ta la primera mitad del siglo III. Posteriormente, en el siglo VII, gran parte de los mate-riales empleados en las construcciones romanas fueron reutilizados para levantar una pequeña iglesia rural, que conserva su planta completa.

En Valderredible, en la localidad de Santa María de Hito, se localiza la única villa tar-dorromana conocida dentro de la actual Cantabria. Fue excavada por R. Gimeno entre 1980 y 1988. A pesar del enorme interés de los restos hallados, estos fueron cubiertos de nuevo al fi nalizar la intervención, y aún hoy es el día en que falta una memoria mí-nimamente detallada de sus resultados. A juzgar por lo poco que ha sido publicado, setrata de un establecimiento que incluye una parte residencial dotada con estancias ter-males y una parte rústica, abiertas ambas a un patio exterior. La villa responde al mo-delo de bloque con alas proyectadas, del que tenemos un buen ejemplo, también en el alto valle del Ebro, en la villa de los Casarejos (Burgos).

Fig. 10. Villa tardorromana de Santa María de Hito (Gimeno 1999).

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LOS PUERTOS CANTÁBRICOS

En las últimas décadas se han realizado investigaciones en distintos puntos del lito-ral cantábrico que han revelado la existencia de un poblamiento romano y una actividad económica más relevantes de lo que cabría deducir de las fuentes clásicas. Este incre-mento de la documentación arqueológica ha provocado que los historiadores en su con-junto ya no subrayen tanto la marginalidad, el aislamiento y la escasa urbanización delos puertos del litoral cantábrico; pero tampoco se trata de admitir valoraciones exage-radas en el sentido contrario. Es evidente que la navegación por el Cantábrico y el desa-rrollo de los puertos marítimos que servían de apoyo a dicha navegación no alcanzaron la misma intensidad que en las zonas del litoral mediterráneo donde la presencia ro-mana tenía mayor tradición y donde, además, las posibilidades de comunicación eranmucho mejores.

En Castro Urdiales se localiza el puerto de los Amanos (Portus Amanum) y la ciudad de Flaviobriga, que se instaló en el mismo lugar. Ambos son citados por Plinio como pertenecientes al gran grupo étnico de los várdulos. Los argumentos que avalan esta localización son varios, pero el fundamental es la riqueza de restos romanos que ofrece Castro Urdiales y su entorno geográfi co más próximo. Los hallazgos de época roma-na se concentran en las proximidades del puerto, en lo que hoy consideramos casco histórico. Al darse una superposición total de la ciudad moderna sobre la antigua la investigación arqueológica ha ido avanzando de manera muy lenta, a través de pros-pecciones de obras y, en el mejor de los casos, de excavaciones de urgencia. Entre las intervenciones más fructíferas, destaca la excavación del año 1973 en el solar de la Casa de la Matra y, sobre todo, la llevada a cabo en el solar del Cine Ágora (Calle Ardigales) dirigida primero por J. M. Iglesias entre 1991 y 1995 y luego por P. Rasines (2000). En este lugar se documentó una amplia secuencia estratigráfi ca de época ro-mana, que abarcaba desde los inicios del siglo I hasta fi nes del V y que incluía como estructuras mejor conservadas las correspondientes a una vivienda privada de época fl avia y una calle pavimentada delimitada por margines o aceras. En diferentes puntos marginesde la ciudad se han encontrado más restos fragmentarios correspondientes a la red de calles y evidencias de la existencia de instalaciones termales.

Más a Occidente, dentro de la antigua Cantabria, se documentan hallazgos romanosen la localidad de Santoña. En los años 1986-1988 se realizó una excavación en las in-mediaciones de la iglesia de Santa María del Puerto. El yacimiento ha sido interpretado como un vertedero de época romana, que ha deparado abundantes restos de cerámica común romana, terra sigillata, fragmentos de vidrio y monedas (de fi nes del siglo I a. C. a mediados del IV d.C.).

La zona costera que en los últimos años ha proporcionado una mayor abundancia de restos arqueológicos se encuentra en la bahía de Santander. La bahía es el acci-dente geográfi co más importante no sólo de la costa cántabra, sino también de toda la cornisa cantábrica. Destaca por estar protegida de los vientos del Norte y Noroeste, gracias a la Península de La Magdalena, y por tener grandes dimensiones, debido a que en ella confl uyen cinco rías (Boo, Raos, Solía, San Salvador y Cubas). Además, hay que tener en cuenta que en época romana la superfi cie de la bahía era mucho ma-yor, ya que a lo largo de los siglos ha ido sufriendo un continuo proceso de colmatación. Tras viejas hipótesis en favor de Santoña, la mayoría de los autores modernos ubica el portus Victoriae Iuliobrigensium citado por Plinio en Santander. El nombre romano revelado por Plinio indica claramente una dependencia administrativa de Iuliobriga. Na-

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turalmente, esto no excluye la posibilidad de que el puerto de la Victoria generara uno o varios núcleos de población, tal como parece mostrar la Arqueología, pero siempre dependientes de la caput civitatis situada en el interior de Cantabria, en la cabecera caput civitatisdel Ebro.

Los hallazgos romanos se han venido produciendo desde fi nes del siglo XIX en va-rios puntos de Santander, tales como la península de La Magdalena y el cabo San Mar-tín. No obstante, sólo en la Catedral se han llevado a cabo excavaciones controladasdirigidas por J. González Echegaray y J. L. Casado en 1982-1983 y 1994. Las últi-mas investigaciones apuntan a que en esta zona se localizó el principal puerto de la bahía y no en La Magdalena, como se pensó en el pasado. Los trabajos arqueológicos han dejado a la luz varias construcciones, entre las que destaca el hipocausto de unas termas así como un fuerte muro de fortifi cación y contención del promontorio. La ocu-pación parece extenderse desde mediados del siglo I d. C. hasta el siglo V, aunque falta un estudio completo de los materiales muebles hallados. Fuera de Santander los testi-monios arqueológicos más elocuentes se encuentran en el cementerio de la localidad de Maliaño, donde se pudo excavar entre 1995 y 1998 un edifi cio termal, cuya planta se conserva prácticamente completa. Se trata de un edifi cio exento, posiblemente de carácter público, construido en época fl avia. En las proximidades se identifi caron igual-mente restos de otras construcciones, fechadas en el siglo II, lo que hace pensar en un pequeño vicus emplazado a orillas de la bahía.vicus

Fig. 11. Termas de Maliaño, vista del tepidarium.

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