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El proceso Vallejo La justicia y la experiencia carcelaria Fabla salvaje y Escalas melografiadas

Justicia Y Libertad, Sesion 04

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Fue dictafs en una clase de comunicación en la universidad Cesar vallejo por los alumnos de ing. ambiental.

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El proceso Vallejo La justicia y la experiencia carcelaria

Fabla salvaje y Escalas melografiadas

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El proceso de

César Vallejo

En julio de 1920 César Vallejo llega a Santiago de Chuco para visitar a sus familiares y estar en la fiesta del Apóstol Santiago el Mayor. El subprefecto Ladislao Meza, temiendo enfrentamientos políticos, pide refuerzos a Huaraz para garantizar el orden público. El año anterior Augusto B. Leguía sucedió a José Pardo y Barreda y el Perú se aprestaba a celebrar el centenario de la independencia. El 1ª de agosto se produce un amotinamiento de los gendarmes aduciendo falta de pago, soltando a todos los presos. Producida la protesta del vecindario los gendarmes amotinados se parapetan en la cárcel y desde allí disparan a la población matando a un vecino: Antonio Ciudad. La indignación cunde y persigue a los uniformados que se escapan por los techos. Creyendo que estaban en casa de Carlos Santa María (anterior subprefecto), se producen el saqueo e incendio de su bodega y de su casa.

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Testigo de la injusticia social

De otro lado, nuestro poeta fue testigo de cómo en las haciendas azucareras, en vez de salarios se ofrecía coca y raciones de comida a los peones, y en la mina de Quiruvilca, miles de indios eran empujados a trabajar 20 horas al día hasta la extenuación, la tuberculosis y la muerte. Fue en la Universidad de Trujillo donde nació una generación de jóvenes intelectuales atraídos por el socialismo, por el anarquismo o por la sola idea cristiana de liberar a los oprimidos. Las grandes empresas y sus agentes querían escarmentarlos y eliminarlos físicamente si fuera posible. Vallejo fue la víctima escogida, el incendiario, el terrorista de la época.

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César Vallejo en la mira

La acción judicial fue iniciada contra los gendarmes y sus instigadores. Sin embargo, movida por fuerzas misteriosas, la Corte Superior de Trujillo la convirtió en una investigación judicial contra los denunciantes y las propias víctimas.

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Lo que ocurrió fue que César Vallejo y su hermano Manuel habían estado en los hechos de Santiago de Chuco, pero ayudando a las autoridades y apaciguando los ánimos.

Días después viaja a Huamachuco para visitar a su hermano Néstor quien era Juez en esa provincia, y allí se entera que había sido incluido en el sumario.

Llega de incógnito a Trujillo y se oculta en la casa de Antenor Orrego en Mansiche, permaneciendo allí hasta el día 06 de Noviembre de 1920 en que, a pedido de una persona, se traslada a la casa de Andrés Ciudad en la calle San Martín 422, donde estaría más seguro, pero allí es detenido y conducido a la cárcel.

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En la celda de la prisión

Antenor Orrego quien lo visitó al día siguiente, 7 de noviembre dijo:

“Habíanle recluido, separado de los otros presos, en una habitación semioscura y astrosa. Un vaho pestilente y húmedo se desprendía de los muros y del piso.

Me sacudió un vuelco angustiado, como si me hincaran el corazón con un hierro. Dolíame verle en condición tan desdichada y miserable. No pude contener las lágrimas”.

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El juez ad hoc enviado al lugar de los hechos festinó trámites, fabricó pruebas, inventó personas, dibujó firmas de personas ausentes y, bajo tortura, obtuvo la confesión de un supuesto autor material de los crímenes quien decía haber sido armado por César Vallejo.

Cuando el abogado del poeta, pidió que el supuesto sicario fuera llevado ante la Corte de Trujillo, la “justicia” lo envió atado al lomo de una mula bajo custodia armada. A la mitad del camino, sus captores lo bajaron del animal y lo mataron a balazos aduciendo que había intentado huir.

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César Vallejo vio de cerca

la realidad de la prisión.

“Palomino era un hombre bueno. Sucedió que se vio estafado en forma cínica e insultante por un avezado a tales latrocinios, a quien, por ser de alta sociedad, nunca le castigaron los tribunales. Viéndose conducido, de este modo, a la miseria, y a raíz de un violento altercado entre ambos, sobrevino lo inesperado: un disparo, el muerto, el panóptico. Luego de recluido aquí, el pobre tuvo que sobrellevar tenebrosa pesadilla. Eso era horroroso. Hasta los mismos que le veíamos, hubimos de sufrir su contagio infernal! Qué atrocidad! Más valiera la muerte. Sí señor. Más valiera la muerte... Y Palomino no amaneció al siguiente día. ¿Había pues sido envenenado? Sólo dicen que al otro día, … vino un hijo suyo a noticiar a su padre habérsele concedido el indulto, y ya no lo encontró. Le había respondido la Dirección del establecimiento: «En efecto. Concedido el indulto para su padre, ha sido puesto en libertad esta mañana»”.

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La experiencia de la prisión lleva inevitablemente a la reflexión sobre el sentido y la práctica de la justicia. Vallejo la interrogó, la sometió a examen y la hizo pasar por su sencillo y humano entender, y como anota el Dr. Jorge Puccinelli, en César Vallejo: “La palabra justa tiene en él una doble valencia: es no sólo la palabra exacta y precisa sino la palabra que expresa la justicia, porque para él la cultura está «basada en la idea y la práctica de la justicia, que es la única cultura verdadera»”

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Trilce se fraguó en la prisión

Durante el tiempo que duró su prisión, César Vallejo se mantuvo con tal dignidad y varonía que impuso respeto a todos. No imploró justicia reptando por los estrados judiciales, sí la pidió y exigió verticalmente, como un hombre. En este oscuro período de dicterio, el espíritu del Poeta se volvió recio, superando su potencialidad creadora. Ahí se fraguaron con sangre de su sangre, los mejores versos de "TRILCE“ que América y la posteridad tengan en cuenta de dónde salieron las palabras claras, certeras y cordiales que vale Trilce".

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El 26 de febrero de 1921, los amigos de César Vallejo esperan en la puerta de la penitenciaría de Trujillo el momento en que él saldría en libertad después de permanecer preso 112 días.

No fueron dos, cuatro ni seis quienes aguardaron de pie, sino cerca de cincuenta personas, entre jóvenes artistas de La Libertad y compañeros de estudios de la Universidad Nacional de Trujillo.

Estaban también algunos profesores de esa antigua casa de estudios y miembros de la dirigencia obrera del departamento.

La espera se hizo larga…

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Siendo las seis de la tarde, se abrieron los cerrojos y salió libre el poeta, tenía el perfil delgado y cenceño, la cabellera negrísima y crecida. La mirada luminosa que parece que recién descubriera y miraba la luz. Prácticamente, cayó en brazos de sus amigos y después del largo abrazo inicial, en donde al parecer cabían todos sus amigos uno a uno César Vallejo los abrazó. Tenía los ojos aún llorosos, visiblemente conmovido. Luego, los que pudieron subir y caber en los cuatro carros, recorriendo la ciudad cantando y dando vivas, eufóricos al punto de parecer cómicos o agresivos.

Y César Vallejo salió en libertad

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Antenor Orrego escribió: Aquella hermandad de muchachos que parecía cosa frívola y epidérmica a los ojos de los fenicios se irguió prepotente y bizarra contra la insidia, contra la calumnia y la difamación, contra el engranaje gastado y cuchillante de la justicia. Esta vez el acontecimiento juvenil venció la modorra del código, ante el pasmo y a pesar de los oficiantes mismos de la ley. Este hecho blasonó a Trujillo por sobre todos los pseudoblasones que suele ostentar.

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Sobre ese momento Juan Espejo Asturrizaga escribió:

La celebración continuó en el balneario de Huamán. Vallejo recitó el poema : "Esta noche desciendo del caballo...". Otro que empieza: "Oh las cuatro paredes de la celda..." y un tercero que dice "Madre, me voy mañana a Santiago...", que lo ha recitado casi llorando. Los aplausos eran a gritos. La efusión estaba al máximo. César recitaba poniendo profunda emoción en cada palabra, con voz marcadamente grave. En un tono energético, cálido, vibrante; como una imprecación en algunos poemas en que el dolor, la angustia lo cercaban con sus lacerantes tentáculos. En otros poemas, la ternura en que los decía, sin abandonar la enérgica dicción del vocablo, lo llevaba a un llanto silencioso en que la voz no perdía nunca su tonalidad viril. Toda su vida interior se volcaba en lo que iba diciendo, siempre enérgico, siempre altivo, mientras el cabello se le desordenaba y sus facciones cobraban una profunda y misteriosa demacración como algo que viniera de un más allá inmutable.

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Las lecciones que nos dejó su prisión Ni ese día, ni antes, César Vallejo tuvo una sola palabra de reproche contra el que lo delató, contra sus acusadores, sus detractores ni carceleros. En este aspecto fue inmensamente noble y grande. Ni en su mente ni en su boca hubo ningún reclamo ni acusación. A todo hombre se le puede medir por lo que elige, pero más por aquello que rehúsa. Y él eliminó de su espíritu la mezquindad, la revancha y la vileza.

Esa conducta fue la que más relució esa noche de celebración. Ese es el sello moral irrevocable y fuerte que de él heredamos hoy. Textos tomados del

Prof. Danilo Sánchez Lihón

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Entrevistado por el diario La Crónica de Lima,

de ello habló así: “Soy totalmente extraño a los salvajes sucesos acaecidos en agosto en Santiago de Chuco; mi conciencia y la vindicta pública lo proclaman.

Se me acusó en plena certidumbre de que se me calumniaba infamemente, y, sólo por ciertos resquemores y venganzas de política provinciana de que son víctimas ahora algunos hermanos míos residentes en el norte.

La Corte de Trujillo comisionó para levantar el sumario respectivo a un juez ad hoc, llamado Elías lturri, quien suplantó escandalosamente la instrucción, cometiendo todo género de ligicidios para cumplir con venal compromiso contraído anteriormente comprometiendo, en el juicio a los vecinos más notables del lugar y, muy en especial, a mí”.

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Un poema desde la cárcel en Trilce XVIII

Oh las cuatro paredes de la celda.Ah las cuatro paredes albicantesque sin remedio dan al mismo número. Criadero de nervios, mala brecha,por sus cuatro rincones cómo arrancalas diarias aherrojadas extremidades. Amorosa llavera de innumerables llaves,si estuvieras aquí, si vieras hasta qué hora son cuatro estas paredes. Contra ellas seríamos contigo, los dos,más dos que nunca. Y ni lloraras,di, libertadora!

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Estando en Europa recordará

su experiencia carcelaria así:“El momento más grave de mi vida fue mi prisión en una cárcel del Perú”.

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César Vallejo escribió sobre la justicia en Muro Noreste

del libro Escalas: ¿ Cuándo es entonces el hombre juez del hombre ? La justicia no es función humana. No puede serlo. La justicia es inmanente. Ella opera tácitamente, fuera de los tribunales y de las prisiones. La justicia, !oídlo bien, hombre de todas las latitudes! se ejerce en subterránea armonía, al otro lado de los sentidos, de los columpios cerebrales y de toda convención humana. !Aguzad mejor el corazón!

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La justicia sólo así es infalible: cuando no ve a través de los tintóreos espejuelos de los jueces; cuando no está escrita en los códigos; cuando no ha menester de cárceles ni guardias.

La justicia, pues, no se ejerce, no puede ejercerse por hombres, ni a los ojos de los hombres. Nadie es delincuente nunca. O todos somos delincuentes siempre.

El poeta e hispanista francés Claude Couffon, catedrático de la Sorbona, posee el único ejemplar corregido por Vallejo de Escalas Melografiadas.

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¿Volver al Perú? Vallejo, uno de los grandes poetas de la lengua castellana en el siglo XX, no pudo regresar jamás al Perú. Si lo hubiera hecho, habría sido conducido de inmediato a los infiernos de alguna cárcel tremebunda.

Ello se debe a que el proceso penal instaurado contra él nunca se extinguió, y sus enemigos anduvieron todo el tiempo buscando la extradición.

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Desagravio a Vallejo “De justo juez a injusto reo",

El 12 de agosto del 2008, el Poder Judicial en solemne y sentida ceremonia, rindió un acto de desagravio institucional ante los hechos consumados del proceso al que fue injustamente sometido César Vallejo.

El Presidente del Poder Judicial Francisco Távara dijo: “Los magistrados de esta Corte Suprema de Justicia, como seres humanos creyentes en el alto valor de la justicia, estamos reunidos en este escenario, para mas allá de los actos procesales, desagraviar al poeta, en un acto de sincera inspiración teleológica de hacer justicia"

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Se expusieron documentos históricos correspondientes a la vida de Vallejo, como el acta de su nombramiento como Juez de Paz de Primera Nominación del Tribunal Correccional de Trujillo, cargo que desempeñó entre 1916 y 1917; el expediente que contiene el proceso penal al que fue injustamente sometido.

También se exhibieron las actas originales de matrícula y notas obtenidas por Vallejo cuando fue estudiante de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Nacional de Trujillo entre 1915 y 1917 así como el Libro de Resolución de Premios, en el que figura como uno de los alumnos que ocupó los primeros puestos en el orden de méritos.

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Vallejo vuelve a crecer como hiedra ciñendo ritualmente la vida en busca del racimo de su vientre incontaminado para que heredemos justicia y la fuerza materna de la naturaleza.

Para enseñarnos con la musicalidad de su canto el sentido piadoso de la muerte. Vallejo, en el ritmo de sus palabras nos da forma del llanto para tener fe y razón diferente a la razón y fe del mundo

Poema de:Luis Antonio Padilla Mariátegui 02 de octubre del 2008 Puente Piedra. Lima