La Angustia. Entre El Deseo y El Goce

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    2. LA ANGUSTIA:ENTRE EL DESEO Y EL GO

    U na refl exin actual izada sobre el inqde la an g ust ia req ui er e poner a tr aba ja r l- t e nsa y nunca de l todo estabilizada- endores con ceptu ales cru ciales del psicoa nliel goce.

    Veamos lo que cada uno de esto s dos nonos evoca en r e lac in con la prob lemtic a

    A. El deseo

    Reflexionem os so br e es te concepto - i n tca t ar, sin con cesione s, toda su den sidad ytal como lo plant ea Freud a lo largo de s u

    Para Freud, toda la arquitect u ra subjetel efecto del constan te e infru ctuos o an helpos de su im p os ible sati sfacci n. La con dilleva l a ma r ca d el fracaso de toda realiz ac ide fo r ma tal qu e el cumplimiento del deseproducirse ja m s, lo qu e ga rantiza de mme n te efic az l a perm anen te ac t ivid ad sub

    1. Tra bajo publicado en Revista de Psicoanlisis, tomo

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    ce s ante circulacin de intenciones Y proyectos existenciales . El deseo deviene as, paradjicamente, motor detoda b s queda del mismo objeto, que lo causa, ta l como lodescribe acertadamente Slavoj Zizek (1992): "La paradoja entonces es que el propio proceso de bsqueda produ-ce el objeto que es causa de ella: un paralelo exacto aldeseo lacaniano que produce su propio objeto-causa" (pg .

    210).El deseo tiend e entonces a aproximarse a los objetos- q u e en tanto semb lante aluden a la Cosa- a condicinde que siempre se preserve la mnima distancia simblica. sta ser ocupada por los soportes fantasmticos,que devienen as en defensa frente al mismo deseo delcual son expresin. El deseo funciona de este modo parad jicamente como la mejor defensa contra el deseo mismo. ste garantiza la evitacin del goce - y se constituye as un infinito circuito espiralado- en tanto su bs

    queda moviliza a su vez al deseo, que aspira entonces asu vana consecucin .. De consumarse el deseo, e nt raramos en esa zona si ni estra de goce, con el riesgo yainevitable de la mxima disolucin subjetiva. La eternailusin del neurtico consiste en lograr el mtico goce,aunque con la secreta e imposible aspiracin de pr eservarse en tanto sujeto del deseo. Se trata en suma deganar el goce, sin pagar el alto costo de toda apuestaperversa.

    y si se trata de no ceder frente al deseo - t a l comodice Lacan-, esta afirmacin debe entenderse como un aapelacin a un a irrenunciable consecu encia deseant e ,como modo privilegiado de esquivar el goce.

    R eco rdemos que los distintos modos como se "organiza" el dese o para efectivizar su necesaria no realizacinson los que dan cuenta de la s distintas neurosis: deseoinsatisfecho en la histeria, prevenido en la fobia e imposible en la obsesin.

    El sujeto se distancia inexorablemente del obje to en

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    el marco del fantasma, qu e siempre afirbilidad . El deseo salva al sujeto que ds iempre propone "otra cosa" en un incesalibidinal que no se agota jams. En el misse efectiviza un a aproximacin objeta l,"qu e no era eso de lo que se trataba",ilusoria bsqu eda hacia otros horizontes.see ya no se desea, y quiz slo se puedael deseo se aplaque definitivamente.

    El deseo del neurtico lo conduce a tvos , paradojas y contradicciones, sobrereiteradas ilu s ione s y desilusiones. As,objeto ertico -s iempr e claro subrogadtanto evoca a lguna condicin e rgena ligra s significativas de la infancia. Si la prolic a con el objeto primordial es marcadriesgo del goce con la angustia concomita

    cin conduce a un a inm ed iat a cesin o robjeto, y se instala la aoranza nostalgiospudo ser, a la vez que se reinstala e n elbsqueda infinita.

    Pero, por otro lado , la e le cc in de odemasiado alejados del ncleo desean tetable desinters y fracaso en l a continuidSe s ue le elegir entonces precisamente loce ni colma, y se desdea el objeto posibldeseando lo que no se puede obtener, en

    libidinal que recrea un a y otra vez el anhsi ble.Se en t iende, entonces, el desgarrami

    del neurtico: por un lado, construye un atisfactoria, y por el otro, sostiene un imanado.

    Su realidad lo defie nde del goce, que qen la fantasa, a la vez que sta debilitades de crear realidades que se aproximen

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    ~ " ti """1).La irrealidad qu e construye le permite des ple-1 "1" Y " (jccionalizar" el goce en la pura escena de lo imaI: II.lIr io, lo que lo pr ecav e de la instauracin de un a realitI"d en la que se efectivice lo real del deseo.

    As la figura del Don Ju an puede patentizar al extre-11.0 un as pec to de lo que sostenemos: seduce m:Ij e re s que":lbe in consc ientemente que no satisfarn su fuerte an h e-lo de madre flica. La s e lige para de spreciarlas con horr or, en el in st ante mi smo en que su desnudez le revelala carencia flica. Hu ye hacia renovados enc uen tr os, conla sec r eta es peran za de desc ubrir el fa lo . Puede acontece r que en esa deriva se tropiece - c omo al a za r - con untravesti, mome nt o de inqu iet a nte extraeza en el qu e lafa lt a viene a faltar.

    He aq u dos caminos pos ibles que marcan los destin osdiferenciales de la neuro sis: podr huir fin a lm ente angustia do en tanto el m ximo d eseo se indica por la mxima angustia trocada en fobi a, o bien podr lanz a r sea fiebra do a la consumacin del acting perv erso, donde ellu gar posib le de la angustia es ocup a do por el goce d e lacting.

    B. E l goce

    Es te operador terico central adquiere toda su relevancia a parti r d e la ob ra de Lacan, quien, ap oyado enel Freud del g ra n viraje terico que s ignific en 1920 s uMs all del principio del placer, co nstruy un concepto que anuda e imbrica dos r denes conceptuales: libidoy pul si6n de muerte . Aqu se trata en defi nitiva de laposicin del masoquismo es enc ia l, aq uella en la que elsuj e to ya objetivado ofrece Su cuerpo obsceno al gocedel Otro, h ab itualmente en el marco d e un contratorgidamente sacralizado . El cuerpo libidinal cae , y sedi s uelve todo soporte fanta s m tic o, pa r a deja r lugar a l

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    sujeto abolido de la pulsin acfala qu e smis ma. Se afirma as - en el l mite mismtoda pasin sin ie s tr a , qu e pu ede emergerofrenda sacrific ial, ince sto , mutilacin, tmo asesino, etctera. El goce - f ascinantes up one obv iamen te la r ecu sacin de la Lela tica que s te funda. que no es otra quen el marco d e l principio del pla ce r.

    Tal como afi rm an t eriormente, la iluca cons ist e en gozar de mod o p erve rso, sig un o de los precios que ta l posicin conllcamente.

    Se asp ira una y otra vez a la unin impa sin y el sujeto, porque se supone quehab r de redimir de toda s las carencias yPor eso la demanda transferencial del neperseguir imaginariamente del an a li s ta qume s u goce, a la vez qu e lo exima de toda s sur.onsecuenClas .

    El goce, nos recuerda Lacan, est in terdiele la palabra. Slo se podr re cup erar alglargo del cam ino que marca la esca la inv ertriel de seo. Tolerar el hombr e recuperar"tem perado que le procuran los exc lusi.'ublim a tor ios? Lo qu e sin embargo se obse rrenuncia al goce se torna empresa difcil, pIo nfi gu r a n una y ot ra vez renovados ir"a propiar se e l mtico goce perdido a travslI.as, las act u aciones y los deliri os .

    LA ANGUSTIA

    Veamos ahora cmo se inscrib e el complejdI' la angustia en la encruc ijada del de se o y

    La angustia es la viv enci a que em er ge cu

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    ." ," " 'in y "buena" di st a ncia s imb lica entre el dese o y elI\(H-'l! co mi e nza a desaparecer.

    La angus ti a expresa la detenc in, l a conmocin, lava c il fl cin o la desesta biliz ac in subjetiva que se sue lepadecer cuando se ingre s a en es a zona de lmite imp reciso - que como borde r e a l - separa el d eseo del goc e. Laangu stia delata, sin en gao, que ha comenzado el viraje

    desde el ca mpo atemperado d el deseo h acia la zon a catica del goce.

    Ll amamos an gust ia-se/ial a aquella que aparecedosifi cada y nos prenuncia que nos h a ll amos en los lmites de lo ficcion a l. Es la qu e denuncia la in s inua cin deun real e n el in t erior de lo simb lico, y la que nos adv ierte sobre la inminencia de un goce por ve nir. Es la qu esirv e pa ra moviliz ar y alertar al suj e to, per miti n doleopt ar por subj e tivar la an gus ti a en el cami no de la renunci a del goce al apostar a l a cto cuy o efecto s er una

    nu e va posicin subjetiva .Cuando el sujeto se aproxi ma dema s ia do a tod'a con

    sum ac in pu l siona l di r ecta - instaurando un campotran sgre sivo de fuerte ra z incestuos a so bre un trasfo ndo tant i c o - , la a ngusti a comien za a ad quirir ese ma ti zs iniestro, qu e ta n magi stra lm ent e desc rib i Freud en suar t cul o de 1 919. Lo sini es tro, en suma, es el ncl eo realde l a a ngusti a, ltimo p aso de un a sub jetivid ad que obi en se re scata y se estabiliza en lo sim blico, o b ien seprecipita y se entre ga al goce .

    La viven cia de lo sini es tr o conforma e sa fronterapeligrosa fr ente a la cu a l o s e retr ocede y se sos tiene laa n gu s ti a en el ca mino de su elabor a cin a t r avs de lapalabra, o por el co ntrario la angustia siniestra se truecaen goce pasional en lo real del mundo , s in r ep a ro niproteccin representa cional fant asmtica . En es t a ltima eventualidad el sujeto se con s um e en las llamasque avivan toda apropiacin "positivizada" de l objetopulsional.

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    Convengamos en que un n eurtico se aphasta el lmit e mismo en que lo sini estrolo fuerza a retroceder. Se es panta, clau d ichu ye, pero n o tr as pasa el borde qu e lo po dfu ego de lo real. El clamor del sufrimientoentenderse com o un a apel aci n desesperaquien convoca par a salvar se del goc e qu

    fusi n incestuosa con el objeto primordiallu cha para no claudicar, y se resi st e as que supo ne l a plena entreg a pasiva al Otr

    E l perverso , por el contrario, no retroceden el goce, s in te mer ningn costo ni am e dra ningn ri esgo. Al contr ario , cuant o mssu vida, cu a nt o ms am ena zada su integps quica, ta n to mejor. No olvi demos que elsufrimiento erot izado , la ma rca d olor osa elacera cin impiadosa, la mella de toda intna !. El goc e - a lejado del reparo ord en a dode la palabra y la l e y - si empre de sem boctan ti cas. El suj eto -a t rapado en el excesode la pasi n- no puede resistir s u propifasci nado por la pregn ancia cautiva n te de l

    En el uni ve r so neurti c o, la angustia imidad del goce temido y la cercana delevoca, lo que moviliza a su vez lo s mecanissa conform ados por el incremento de lasinhibi cion es , los s nto mas y las actuacioneconstruye de este modo un a pa nt a ll a profija a la vez qu e defi end e- de un a realidaJos ncleo s reales del deseo. Se estabilizaun a estructura donde vac ila el sujeto entrte m or, so br e el tr a s fondo de un a angusterm in a de disolver.

    El neur tico se re siste con su impotencie n acto su s goce s m s profundos. Slo le qu

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    11" \ ' 1 11 (: " , o ~ a de go za r a travs de su s sntomas , por lo'i"" He ni ega denodadamente a disolverlos.

    I:n el mundo perverso , la angustia se resuelve en elI ',"( ' C que procura toda escena actuada. El desgarramien-1,\ Rubjetivo - d e l cual la ang ust ia es te st imonio- cede,I':\r"da r lugal ' al sujeto unificadode la certeza del goce.La organizacin narcisista del vaCoimplica que la falLa es taponada con la materia densa y viscosa del goce,pagndose el precio de ladesubjetivacin. Obviamente,pueden acontecer retorn os angustiosos y/o fbicos- q uedelatan puntos de an cl ajes simblicos re sidua le s - , atravs de los cuales el sujeto se resiste a su enajenacin, y lucha por no resignar del todo la dignidad de sucondicin.

    En el campo psictico, el pnico - c orre la to ter minalde la Cosa- aterroriza y anonada al sujeto. ste naufr aga en los confinessiniestros de lo real, y se aferra asu s delirios y alucinaci ones comomodo de''Sesperadoderecuperar algo de se r , aunqu e ms no se a a travs delpnico siniestro que despierta el goce de losobjetosestrambticos,

    Frente a un a crisis de angustia de un paciente siempre nos embarg an, a los analistas, los mismos interroga ntes: t oler ar el sujeto la curacin, dado que stasupone resignar el goce y trocarlopor la palabra? Podrsu bj etivar la angu stia slo conla exclusiva produccinde efectossublimatorios? O, porel contrar io, claudicare in tent ar inconscientemente resolver su angustia atravs del sntoma o del acting, en el tiempo del jbilonarcisista del goce por fin recapturado?

    Sobre el destino de esta decisivaeleccin influir seguramente la posicindel an a lista: comprometer stesu deseo comota l -afirm andosu tica-, o lo tr aicionar la amenazante complacencia con elgoce?

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