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La Calle San Luis de Sevilla Carlos Francisco NOGALES MÁRQUEZ Sevilla I. Introducción. II. Las redes religiosas. III. La calle de San Luis. IV. Conclusiones. V. Bibliografía. El Patrimonio Inmaterial de la Cultura Cristiana, San Lorenzo del Escorial 2013, pp. 703-718. ISBN: 978-84-15659-13-6.

La Calle San Luis de Sevilla - Dialnet · 2014-06-12 · La hermandad además de a la virgen de la Esperanza, obra anónima del siglo XVII, tiene como titulares a Nuestro Padre Jesús

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La Calle San Luis de Sevilla

Carlos Francisco NOGALES MÁRQUEZ Sevilla

I. Introducción.

II. Las redes religiosas. III. La calle de San Luis. IV. Conclusiones. V. Bibliografía.

El Patrimonio Inmaterial de la Cultura Cristiana, San Lorenzo del Escorial 2013, pp. 703-718. ISBN: 978-84-15659-13-6.

I. INTRODUCCIÓN

La Giralda es sin lugar a dudas el símbolo de Sevilla. En ella se resumen muchas de las esencias que conforman la idiosincrasia del sevillano. Sobre unas raíces romanas, se levanta orgulloso un cuerpo musulmán, cuya cabeza cristiana se corona con la estatua de la fe, que girando ilumina a toda la ciudad.

El sevillano es un ser religioso. Esta afirmación puede llevar a controversia, ya

que rotundizar de esta forma sobre casi un millón de personas es muy arriesgado, habría que aclarar, a su manera.

Ya que hablamos sobre la religión cristiana, y más concretamente católica

apostólica y romana, desde la conquista de la ciudad por parte del rey San Fernando, el día de San Clemente de 1248, se ha intentado borrar cualquier tipo de sentimiento religioso musulmán en la ciudad. Siglos de sospechas y dudas sobre los cristianos nuevos, marcaron a fuego un sentimiento religioso diferente al que los conquistadores traían. Una religiosidad más externa, más visual, que junto a la exuberancia y la exageración propia del sevillano, ha producido unas manifestaciones religiosas únicas y diferentes.

Sin lugar a dudas la Semana Mayor de Sevilla es su Semana Santa, seguida por

su Feria de Abril y el Corpus, el cual es uno de los pocos que se sigue celebrando en jueves. Si hablásemos de fiestas religiosas, la ciudad no para durante todo el año: triduos, septenarios, procesiones de gloria y extraordinarias, peregrinaciones, romerías, etc. Todo esto y mucho más podría ser motivo para el estudio de patrimonio inmaterial de la religión cristiana en la ciudad de Sevilla, pero aquí pretendemos mostrar la piel de la ciudad, de esa red urbana donde el cristianismo ha estado y está marcado, que hace que muchos visitantes al caminar por sus calles consideren que los sevillanos somos muy religiosos, pero nosotros mismos lo vemos como algo normal, sin mayor importancia, porque hemos sido programados, imbuidos y embutidos en esta cultura que nos rodea y nos asimila, producto de presiones históricas, propaganda y fe.

Ante la imposibilidad de espacio, vamos a hacer un recorrido por una sola

calle del casco antiguo, viendo todas esas muestras del sentimiento cristiano que inunda toda la capital de Andalucía.

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Como escribió Vicente Traver en 1953 “La calle sevillana no es la vía circulatoria que enlaza un punto con otro de la ciudad. Podéis ir de Norte a Sur pasando de una a otra crujía de sala de baile con plazas o plazuelas intermedias, y os convenceréis que la calle es sólo el espacio que queda entre las casas.... la calle es prolongación de la casa”1.

II. LAS REDES RELIGIOSAS

Tras la conquista de la ciudad, San Fernando dividió la población en 24

barrios o collaciones, las cuales tomaron el nombre de las 24 parroquias, siendo esta la primera división religiosa y civil que se mantuvo intacta hasta el siglo XIX, y actualmente continúa en su vertiente religiosa más o menos íntegra. La segunda fragmentación llegará con las cesiones de terrenos a órdenes religiosas y militares, sobreponiéndose esta a la parroquial. A lo largo de los siglos irán apareciendo hermandades penitenciales, sacramentales, de gloria, asistenciales, hospitales, altares y cruces callejeras... Este mundo cristiano, va a ir mezclándose, superponiéndose, influenciando, hasta hoy en día.

Con el descubrimiento del Nuevo Mundo y el comercio, al ser Sevilla

puerta y puerto de América, las instituciones religiosas crecerán, llegando a ocupar físicamente más de la mitad de la ciudad, con conventos casas grandes donde los frailes esperarán las flotas para el Nuevo Mundo, siendo estos, auténticas ciudades dentro de la cerca amurallada, sin olvidar al poderoso arzobispado hispalense.

Dentro del enorme mundo de las hermandades, muchas de sus imágenes

van a sobrepasar el aspecto religioso, convirtiéndose en el símbolo del barrio, el tótem, la seña de identidad de sus habitantes y de los descendientes de sus vecinos. Así no hay dudas que una virgen de la Hiniesta es la representante de San Julián, y el Cristo de los Gitanos, aunque ya no esté en la parroquia, es símbolo de San Román, o la Encarnación representa el barrio de la calzada, o la más reciente2 Virgen de los Dolores es la embajadora del Cerro del Águila, y sus vecinos los van a tomar precisamente como vecinos, a los que la devoción es sobrepasada por la cercanía y el cariño, y donde van a ir a rezarle, a contarle, a reñirle ó a enfadarse llegado el caso.

Y estas devociones van a tener su sitio, sus altarcillos en las casas, con

sus grabados o fotos, y van a salir a la calle, en la fachada, en el balcón, donde

1 VARIOS, Casas y Calles de Sevilla, Sevilla, 2001, pp. 64 –67. 2 Se trata de una imagen de mediados del siglo XX, en un barrio de principios de dicho siglo.

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dependiendo de las posibilidades será más grande, o más artístico, o más bonito, pero que está marcando que allí vive un devoto de esa imagen. Y si por casualidad hay un día de fiesta, se adornará el balcón y las ventanas, para celebrarlo “como Dios manda”, engalanando con lo que se tenga, terciopelos, mantones o la mejor colcha de la cama, mostrando al mundo la devoción de los habitantes de la vivienda.

La mezcla de todo, y muchos factores más, llevó a algunos investigadores,

como Lleo Cañal a llamar a Sevilla la Nueva Roma, un lugar donde el cristianismo estaba presente en toda la ciudad, y donde la religión impregnaba todos los aspectos de la vida ciudadana.

III. LA CALLE SAN LUIS

Setecientos metros de historia. La calle San Luis de Sevilla es una de las

arterias principales de la ciudad antigua, aunque ha perdido gran parte de su importancia a partir de los ensanches del siglo XIX, siendo la calle Feria, paralela a ella, de mayor longitud y anchura, la que le ha robado su protagonismo.

Por el callejero actual, se inicia en la plaza de San Marcos y finaliza en el

arco de la Macarena, la única de las puertas de la muralla que cercaba la ciudad que se mantiene en pie en la actualidad3. Sin embargo tradicionalmente se considera su inicio en el arco, debido a que durante siglos, ha sido el lugar por donde se hacía la entrada a la ciudad. Así, Alfonso XI, los Reyes Católicos, Carlos I y su futura mujer Isabel de Portugal y Felipe IV entraron por esta puerta. El motivo, era la situada más al norte de la ciudad, y accediendo por ella, prácticamente en línea recta se cruzaba buena parte de la urbe desembocando en los alcázares y en la catedral.

Esta calle, hasta la denominación actual que se le da a mediados del siglo

XIX, era la Calle Real, a la cual se le daban dos apellidos, en el primer tramo de San Gil y en su segundo tramo de Santa Marina, haciendo referencia a las dos parroquias que cruzaba.

El primer hito que nos encontramos es sin lugar a dudas el Arco de la

Macarena, de origen musulmán, su aspecto actual se corresponde a la reforma que en 1795 realizara José Echamorro. En el frontón del arco, en la cara exterior de la ciudad, se encuentra un azulejo de Nuestra Señora de la

3 También queda el Postigo del Aceite, pero se trata de un postigo como su nombre indica,

no de una puerta de la muralla

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Esperanza Macarena, realizado en 1922 por Manuel Rodríguez y Pérez de Tudela, habiéndose costeado por suscripción popular. En cuanto se traspasa el arco, en el lado izquierdo nos encontraríamos con la calle Macarena y en el lado derecho la basílica de la Esperanza Macarena.

Llegados a este punto hace falta aclarar la toponimia del lugar. Macarena

es el nombre, no de la mundialmente conocida virgen de la Esperanza Macarena, sino es el del barrio. Según algunos investigadores, las tierras que se encontraban extramuros de la ciudad eran así llamadas, según unos, debidos al nombre de la hija de Hércules, el mítico fundador de la ciudad, llamada Macaria. Otros hablan de una hacienda perteneciente a Macarius, un rico patricio romano, y otros se refieren a un rico musulmán, llamado Macarena, que tenía una propiedad a una legua de la puerta, en una zona que hoy se llama huerta de la torrecilla, frente al cementerio de San Fernando, donde existía una alquería llamada Macarena.

Sea cualquiera de las tres teorías, u otra distinta, el barrio extramuros de

la ciudad era el barrio de la Macarena, y cada vez que aparece este nombre lo que hace referencia es a la localización, no a la virgen. ¿Por qué entonces cada vez que hacemos referencia al nombre se nos viene a la mente el de la virgen más internacional de Sevilla?

En Sevilla existen un buen número de imágenes de Nuestra Señora con el

título de Esperanza. Ante la dificultad de reconocer unas de otras, se les fueron colocando apellidos, ya fuera del nombre del barrio, como corresponderían a las de la Macarena o Triana, del convento, como la Trinidad, se le unirían otras advocaciones como Gracia y Esperanza, o se les daría otra función como Esperanza Divina Enfermera.

La devoción a la Esperanza Macarena ha sido tal, que el apellido se ha

comido al nombre, e incluso al barrio. Así hoy si preguntásemos, muchos pensarían que el arco y la calle se llaman así por la virgen, cosa que no es correcta. En el caso de la calle, su nombre en el siglo XVIII era Muro de la Macarena, en referencia al sector, tal y como hoy se conserva la calle Navarros, que hacía referencia a la parte de la muralla ó muro que los conquistadores provenientes de esa región defendían, mientras que la calle dedicada a la virgen es la calle Esperanza, situada en el barrio extramuros.

Volviendo al recorrido, la basílica de la Macarena fue construida tras la

Guerra Civil y convertida en Basílica Menor en 1966. El edificio se comunica con la iglesia de San Gil, en la cual estaba hasta los años cuarenta la hermandad de la Macarena.

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La hermandad además de a la virgen de la Esperanza, obra anónima del siglo XVII, tiene como titulares a Nuestro Padre Jesús de la Sentencia y a la Virgen del Rosario de la Macarena.

La hermandad de la Macarena actual es el producto de la fusión de dos

hermandades con las tres grandes devociones mencionadas. La hermandad de la Esperanza se fundó en 1595 en el vecino convento de San Basilio, añadiéndose en 1624 el culto al Señor de la Sentencia. A finales del siglo XVIII se fusionó con la Hermandad del Rosario, que era en esos años la gran devoción del barrio de San Gil.

En los muros de la Basílica aparecen tres retablos cerámicos en los que se

representan a los titulares de la Hermandad, estando situados a la izquierda de la puerta principal el Cristo de la Sentencia, en la derecha, la virgen del Rosario con su niño dormido y en el lado del evangelio, en el muro de la calle San Luis, la Esperanza Macarena, realizados todos por Antonio Morilla en los años sesenta del siglo pasado. En la fachada principal también luce un retablo cerámico con la representación de Santa Ángela de la Cruz, otra de las grandes devociones sevillanas.

Entre la basílica y la parroquia de San Gil se encuentra la puerta del museo de

la Hermandad, coronada por una gran cruz de cerrajería, bajo la que aparece el escudo de la cofradía. En las ventanas enrejadas también aparecen cruces y escudos.

Un poco más hacia delante nos vamos a encontrar sobre la pared de la cabecera

de San Gil otro azulejo, este dedicado a la Virgen del Carmen de San Gil, obra realizada por Facundo Pelaez para cerámica Santa Ana de Triana en 1973. La imagen de vestir es de mediados del siglo XX, recibiendo culto de su hermandad que fue fundada en 1905.

Dentro de San Gil también se va a encontrar la Hermandad del Rocío de

la Macarena, desde donde sale todos los años la semana antes de Pentecostés en romería hacia la aldea almonteña, siendo la hermandad número 84 de las que asisten a la más internacional de nuestras romerías, fundada en 1986.

Del templo de San Gil hemos de decir que se trata de una de las iglesias

mudéjares de la ciudad de Sevilla, posiblemente construida sobre una mezquita anterior entre los siglos XIII y XIV, poseyendo una airosa torre coronada en el XVIII.

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Frente a la plaza de San Gil se encuentra la calle Orden de Malta4. Esta calle hasta el siglo XIX se llamaba calle de San Sebastián, debido a que desde la edad media hasta la gran reducción de hospitales de la Sevilla del XVI, existió un pequeño hospital con esta advocación.

En la fachada de la casa 104 de la calle, antigua 106, se encuentra un

retablo cerámico de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, realizado a mediados de la década de 1990 por Salvador Valencia Carrasco para Cerámica Santa Ana. Fue colocado aquí en conmemoración de que en esta casa, propiedad de la familia Fernández Luque, en los convulsos años 30 del siglo pasado, fue escondida la imagen de Jesús de la Sentencia durante un año, con lo que se evitó su posible destrucción.

Siguiendo un poco más hacia delante nos encontramos en la plaza del

Pumarejo, realizada en el siglo XVIII por Pedro Pumarejo para darle esplendor a la casa principal que construyó. Haciendo esquina con la calle San Luis, en lo que hoy es una casa de pisos, en otro tiempo fueron los dos cines Esperanza5 , estos sí nominados así por la virgen. Uno tenía entrada por la misma calle San Luis y el Esperanza Viejo, también llamado “el picaito”, que era más barato, se entraba por un corralón que había en la misma plaza. Posteriormente sería comprado por la empresa Muebles Macarena.

Entre las calles que desembocan a la plaza del Pumarejo debemos nombrar la

dedicada al fraile capuchino Fray Diego de Cádiz, gran predicador y propagador de la devoción a la Divina Pastora, que se había formado en el vecino convento de Capuchinos. Y en la calle Aniceto Sáenz se encuentra el comedor social de San Vicente de Paul6 regentado por las Hijas de la Caridad, el cual lleva en funcionamiento ininterrumpido desde principios del siglo XX.

En la plaza, en la fachada de la pensión Macarena, se encuentra un azulejo del

Santo Cristo de la Cárcel de Mairena del Alcor, realizado en 1996, mostrando así públicamente la devoción de los dueños de la casa.

La última calle a mano derecha antes de continuar nuestro camino, se

encuentra la calle Relator, en la que a unos cien metros se encontraba el antiguo convento de San Basilio que estuvo en funcionamiento desde 1593

4 No hemos sabido la causa de que la Orden de Malta tenga esta calle intitulada con su nombre, ya

que los terrenos que ocupaba principalmente eran el barrio de San Juan de Acre, en la collación de San Lorenzo, y el convento de Santa Isabel, situado el inicio de la calle San Luis.

5 Hasta su desaparición en los años 60. 6 Durante los años 40 y 50 era conocido popularmente como “la fonda del Espumarejo”.

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hasta 1836, quedando de él tan solo el nombre de una calle paralela a San Luis. En él, como ya se comentó, se fundó la hermandad de la Esperanza.

Pasada la plaza del Pumarejo, en el número 69 se encuentra el pasaje de

Valvanera. Se trata de una construcción original, realizada entre 1889 y 1930, una mezcla entre calle pública y privada con un patio de vecinos sevillano. La entrada parece un portalón de una cochera, pero este pasaje gira 90 grados saliendo por la calle Relator. No hemos localizado la causa del nombre, que hace referencia a la patrona de la Rioja, ya que ninguna de las dos imágenes que de esta virgen hay en Sevilla se encuentran en templos cercanos.

Justo frente al pasaje se encuentra la actual calle Duque de Montemar,

nombre que se le dio en el siglo XIX, pero desde la edad media se llamaba Encarnación Vieja7, debido a que hasta 1535 estuvo situado el Convento de Belén, al que se le conocía popularmente como la Encarnación.

En la casa número 76, que hace esquina con la calle Ruiz Gijón, vamos a

encontrar tres azulejos. En la segunda planta uno con la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena, y en la primera el señor de la Sentencia, con lo que no hay duda que en esa casa de pisos, un buen número de sus vecinos son macarenos. Sin embargo más interesante es el azulejo que se encuentra en el inicio de la calle Ruiz Gijón, dedicado en 2003 por las Hermandades de la Divina Pastora de Santa Marina y del Cachorro de Triana a este insigne imaginero barroco sevillano, que realizó entre otras, las imágenes titulares de dichas hermandades. Se supone que en esta calle tubo taller y vivió el insigne artista, siendo enterrado en la entonces parroquia de Santa Marina.

En el número 72 encontramos otro azulejo de 1920 de la Esperanza Macarena,

habiendo otros sin ningún valor artístico, pero sí emocional en varias casas más hasta la llegada a la plaza de Santa Marina.

La plaza, no es más que un ensanche de la propia calle San Luis, estando

presidida por el magnífico templo mudéjar dedicado a Santa Marina y San Juan Bautista de la Salle, uno de los más grandes de la capital. Construido en el siglo XIII y XIV sobre una mezquita almohade, funcionó como parroquia hasta mediados del siglo XIX, sufriendo varios incendios durante el siglo XX, hasta su restauración en los años 808. Llegó a tener en su interior cuatro hermandades, de las que hay que destacar la de la Divina Pastora, la primera

7 En el plano de Olavide de 1771 se confunden los nombres de la calle Torreblanca con

esta de Encarnación vieja. 8 Ampliándose en esos momentos su título a San Juan Bautista de la Salle.

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hermandad que se creó en el mundo con esta advocación, fundada en 1703 por el propio Fray Isidoro de Sevilla en la parroquia de San Gil, trasladándose a Santa Marina en 1705, estando actualmente en su capilla de la calle Amparo. La hermandad de la Sagrada Mortaja, que hace su estación de penitencia el Viernes Santo, que era una de las más importantes cofradías del siglo XVIII.

En la actualidad ocupa el templo la hermandad de la Resurrección, la cual

es la que pone broche final a la Semana Santa sevillana, fundada en los años 70 en el cercano colegio La Salle – La Purísima. Como titulares tiene a Nuestro Padre Jesús Resucitado, obra de Francisco Buiza de 1973, la bellísima imagen de Nuestra Señora de la Aurora, obra de Dubé de Luque de 1978 y la Virgen del Amor, que es la imagen sobre la que se fundó la hermandad.

Todas las calles que confluyen en la plaza tienen nombres cristianos. Situada

frente a la iglesia, la calle Divina Pastora, antigua calle de Gargueros o galgueros del Asno y Alcalá9. Recibió el nombre en 1898, tal y como lo recuerda un azulejo con la imagen de la Divina Pastora de Santa Marina. En el lado izquierdo de la parroquia se encuentra la calle Padre Manjón, en honor del insigne pedagogo, impulsor de las escuelas del Ave María, lugar donde se encontraba desde 1937 el colegio público de dicho nombre, actual CEIP Huerta de Santa Marina.10 En el lado derecho del templo y bordeándolo la pequeña y tortuosa calle Santa Marina.

Volviendo a la calle San Luis, en un balcón del número 58 se encuentra

un azulejo sin valor artístico de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, el Señor de Sevilla.

La manzana que conforman las calles San Luis, Divina Pastora, Hermano

Segundino, e Inocentes, es quizás uno de los conjuntos más interesantes tanto artísticos como simbólicos de la ciudad de Sevilla. En su historia, estuvo compuesto por cuatro edificios distintos e interconectados entre sí, uno de los cuales da el nombre a la calle. En primer lugar habría que hablar del palacio de los Ribera, construido en época medieval, en estilo mudéjar y habitado hasta 1498, cuando este linaje sevillano se traslade a la Casa de Pilatos. Este edificio ocupa toda la calle Divina Pastora y casi la mitad de San Luis y

9 En el plano de Olavide se nombra esta calle como San Blas. El problema de esta gran

manzana de casas es que estaba llena de pequeños callejones tortuosos produciéndose problemas con la denominación de los mismos.

10 El colegio fue construido por los arquitectos Juan Talavera Heredia y Leopoldo Carrera Díez, con ideas muy avanzadas pedagógicamente. Su nombre iba a ser Escuelas de Santa Marina, pero con la dictadura se le cambió el nombre a Padre Manjón. Desde 2008 vuelve a llamarse Huerta de Santa Marina.

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Hermano Segundino, aunque llegó a ocupar mucho más espacio. A principios del siglo XVI los terrenos les son donados a la Compañía de Jesús, quienes van a reutilizar y reformar el palacio, convirtiéndolo en el noviciado jesuita de Sevilla. A finales del siglo XVII van a construir el magnífico templo de San Luis de los Franceses11, una de las joyas del barroco sevillano, donde van a trabajar los mejores artistas de la época. Leonardo de Figueroa en la arquitectura, Duque Cornejo en la retablística y Domingo Martínez en la pintura. Al otro lado del templo y comunicado por la parte de atrás, se van a realizar a mediados del XVIII las Escuelas de la Purísima.

El colegio de la Purísima, es una fundación de 1765, tal y como recuerda una lápida en el zaguán del edificio. Realizado por Nicolás de Robles y su mujer Dionisia de Encinas, para la enseñanza de lectura y escritura a los niños pobres del barrio. En un primer momento fueron los mismos Jesuitas los que se encargaron de administrar el colegio. Se trata de uno de los colegios gratuitos más antiguo en funcionamiento de España.

Tras la expulsión de los jesuitas, primero en el siglo XVIII y posteriormente tras la desamortización de Mendizabal, la historia del palacio y la iglesia van a tomar otros derroteros, al convertirse en seminario, convento franciscano, hospital de venerables sacerdotes, fábrica y hospicio hasta los años sesenta del siglo XX, Centro Andaluz de Teatro y actualmente dependencias de la Junta de Andalucía, aunque el edificio pertenece a la Diputación sevillana desde mediados del XIX. En el caso del colegio en 1919 les fue entregado para su funcionamiento a los Hermanos de la Salle, recibiendo el nombre de La Salle – la Purísima. Dentro de las asociaciones católicas existentes en este centro, se va a gestar la fundación de la hermandad de la Resurrección, que desde los años 80 se encuentra en Santa Marina, pero a mediados de siglo se fundó otra corporación que sacaba en procesión una pequeña imagen de la Divina Pastora, la cual duró apenas una década.

Hay que decir que la manzana que hoy vemos es una nueva creación de hace menos de veinte años, en las cuales se abrieron calles nuevas, como la ya mencionada Hermano Segundino, maestro y hermano que fue del colegio de la Salle, del cual recibí clase, y que se está intentado abrir un proceso de beatificación, quien durante más de cuarenta años fue un auténtico referente para este barrio, uno de los más deprimidos de la ciudad hasta las reformas del plan urban, y la actual calle inocentes, la cual no era más que un pequeño callejón y ahora es toda una gran calle, convirtiéndose toda la trasera de estos edificios comentados, que antes pertenecían al noviciado, en un barrio nuevo y moderno.

11 Que será el que le de nombre a la calle.

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En lo que hoy es la calle Inocentes se hallaba el Hospital Real, fundado en 1488 con el título de San Cosme y San Damián, conocido como hospital de los Inocentes o casa de los locos, siendo uno de los primeros manicomios de España. Estuvo en funcionamiento como tal hasta 1840, cuando el servicio psiquiátrico se trasladó al hospital de las Cinco Llagas, frente al Arco de la Macarena. Pasó luego a formar parte del hospicio, fundándose en ella en 1872 el colegio de sordomudos y ciego de la diputación, haciéndose cargo de él la ONCE entre 1944 y 1968, que fue abandonado. Se accedía a él por una calle sin salida llamada callejón de los locos, que se le cambió el nombre a Inocentes en el siglo XIX, siendo ocupada en el siglo XX por el colegio de los ciegos y nuevamente abierta al público hace pocos años.

Frente a la maravillosa fachada de la iglesia de San Luis se encuentra la

calle Duque Cornejo, en recuerdo de ese gran artista sevillano cuya obra cumbre se guarda en dicho templo, pero esta larga calle tuvo hasta el siglo XIX el nombre de Beatos, aunque ningún historiador local ha sabido darnos la causa de porqué ese nombre, aunque nos hace pensar en la existencia de algún tipo de convento masculino en la zona, o quizás por ser el noviciado de San Luis su final.

En San Luis 36 estuvo el taller de bordados de Carrasquilla, que fundó en

1931 con el nombre de Nuestra Señora de la Esperanza, seguidor de su tío Juan Manuel Rodríguez Ojeda, que precisamente tiene su calle tras la iglesia de Santa Marina y finaliza en Duque Cornejo. De este taller salieron algunas de las mejores piezas de bordado de la semana santa andaluza.

En el número 11 – 13 de la calle San Luis se encuentra un azulejo en el

que recuerda que “El día 2 de agosto de 1875, Santa Ángela de la Cruz, en compañía de otras tres mujeres, se trasladó a una habitación existente en el antiguo edificio sito en este lugar. En dicho humilde cuarto alquilado dio comienzo la labor de servicio a los pobres que habría de ser la razón de su vida y de las Hermanas de la Cruz”, colocado en este lugar en el año 2009, considerándose el lugar de fundación de las Hermanas de la Cruz.

Finaliza la calle en la plaza de San Marcos, presidida por su iglesia del

siglo XIV y la magnífica torre12 que recuerda en sus paños de sebqa a la Giralda. En su fachada, Dios Padre preside la escena de la anunciación. Anexo al templo, se encuentra la capilla de los Dolores de la hermandad de los Servitas, fundada a finales del siglo XVII como orden tercera servita, y en 1971 pasó

12 Unos dicen que torre islámica de la anterior mezquita que debió estar de una mezquita

anterior, otros torre mudéjar muy reformada.

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a convertirse en hermandad de penitencia. Sus imágenes titulares son una piedad de pequeño tamaño, que se conserva en la propia hermandad y procesiona otra, la Virgen de los Dolores con el Cristo de la Providencia, obras del siglo XVIII de Montes de Oca y a la Virgen de la Soledad bajo palio, de Castillo Lastrucci, reformada por Dubé de Luque, saliendo el sábado santo marcando un estilo propio, serio y elegante.

Tras el templo de San Marcos, se encuentra el convento de Santa Isabel,

fundado en 1490 por Isabel de León, viuda de Gonzalo Farfán de los Godos para recoger a las religiosas de la orden de San Juan, por lo que en su fachada y espadaña se encuentran muchas cruces de Malta. Es actualmente un colegio regido por las hermanas filipenses, destacando su iglesia realizada en 1602 por Alonso de Vandelvira. Frente a él se encontraba el hospital de la Virgen de la Hiniesta, del que sólo queda el nombre de la calle, Hiniesta13, y un azulejo recordando su existencia entre el siglo XV y el XVI.

La continuación natural de la calle San Luis es la actual calle Bustos Tavera,

por donde las comitivas reales continuaban su recorrido hacia el Alcázar y la Catedral. Su nombre hasta el siglo XIX fue inquisición vieja puesto que en ella estuvo entre 1626 y 1639 el tribunal de la Inquisición antes de trasladarse al castillo de San Jorge en Triana, el cual estaba en este período de obras. Sin embargo el pueblo la llamaba calle Real del Socorro, ya que en ella se encuentra todavía hoy la entrada al monasterio de monjas concepcionistas franciscanas de Nuestra Señora del Socorro, fundado en 1522 por Juana de Ayala, siendo la calle paralela a esta, la que recibe nombre de Socorro, donde también se encuentra el colegio de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul llamado Luisa de Marillac, pero conocido popularmente como el colegio del Socorro. IV. CONCLUSIONES

En esta breve pero intensa visita que hemos realizado a una sola calle de

Sevilla, se puede apreciar como el sentimiento y la cultura cristiana invade un espacio urbano, un civil, que se sacraliza, al utilizar las devociones particulares. Hemos decidido sólo mostrar azulejos, nombres de calles, edificios, no queriendo hacer el nombre de comercios que recorren toda la calle, bares, perfumería, panadería, hostal, etc. San Luis, o Santa Marina o San Marcos, o San Gil, o Esperanza, o Macarena......

13 La Virgen de la Hiniesta es la patrona del ayuntamiento de Sevilla.

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Sin lugar a dudas un espacio público y civil, tras siglos de vida humana, se convierte en parte de uno mismo, de sus vecinos, de su historia, de sus sentimientos, se interioriza y se saca al exterior un patrimonio sentimental que desde la religión y la cultura lo cubre todo.

V. BIBLIOGRAFÍA

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- http://www.retabloceramico.net.

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1. Iglesia de San Luis.

2. Iglesia de Santa Marina.

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11. Virgen de la Esperanza Macarena.