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LA CIUDAD COMO ESPACIO SOCIOEDUCATIVO DEL CIUDADANO: PROBLEMAS Y POSIBILIDADES LUIS FERNANDO VALERO IGLESIAS (*) RESUMEN. La ciudad históricamente ha sido un encuentro, un receptáculo, un es- pacio donde los grupos humanos desarrollan sus actividades. Hay una relación dia- léctica entre los grupos humanos y la ciudad. Para muchos esta relación viene marcada por la actividad comercial, para otros por el hecho cultural y para otros finalmente por la seguridad que dan sus muros. La ciu- dad puede definirse como una conjunción de todas ellas. En el mundo plural y diverso que tiene la sociedad actual es necesario ofrecer una ciudad que sea elemento de personalización y un lugar de encuentro para el ejercicio de derechos a partir de responsabilidades compartidas, en donde la ciudad sea un es- pacio de socialización educadora. ABSTRACT. Historically cities have been a meeting place, a receptacle, a locus where human groups conduct their activities. There is a dialectic relation berween human groups and the city. For many this relation is determined by trade activity, for others by cultural developments, arid for others by the safety provided by the city walls. A city can be defined as a union of all of these aspects. In the plural and manifold world of present-day sociery it is necessary to provide a city that can serve as an element of personalisation and a meeting place for the en- forcement of rights grounded upon shared responsibilities, a city serving as a locus of educative socialisation. INTRODUCCIÓN Ahora, cuando hemos asistido a la des- trucción de Bagdag, a su saqueo y a su im- presionante caos, es el momento de refle- xionar sobre qué debe y qué no debe ser una ciudad como ejercicio de construc- ción cívica de sus ciudadanos. Quizás no sea casualidad que haya ocurrido esto en Bagdag precisamente cuando estamos analizando cómo la ciu- dad puede convenirse en un ejercicio de construcción democrática, cómo puede vehicularse como espacio socioeducativo y cuáles pueden ser sus problemas y sus posibilidades. (*) Universidad Rovira i Virgili. Tarragona. Revista de Educación, núm. extraordinario (2003), pp. 377-390 377 Fecha de entrada: 01-10-2003 Fecha de aceptación: 03-11-2003

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LA CIUDAD COMO ESPACIO SOCIOEDUCATIVO DEL CIUDADANO:PROBLEMAS Y POSIBILIDADES

LUIS FERNANDO VALERO IGLESIAS (*)

RESUMEN. La ciudad históricamente ha sido un encuentro, un receptáculo, un es-pacio donde los grupos humanos desarrollan sus actividades. Hay una relación dia-léctica entre los grupos humanos y la ciudad.Para muchos esta relación viene marcada por la actividad comercial, para otros por elhecho cultural y para otros finalmente por la seguridad que dan sus muros. La ciu-dad puede definirse como una conjunción de todas ellas.En el mundo plural y diverso que tiene la sociedad actual es necesario ofrecer unaciudad que sea elemento de personalización y un lugar de encuentro para el ejerciciode derechos a partir de responsabilidades compartidas, en donde la ciudad sea un es-pacio de socialización educadora.

ABSTRACT. Historically cities have been a meeting place, a receptacle, a locuswhere human groups conduct their activities. There is a dialectic relation berweenhuman groups and the city. For many this relation is determined by trade activity,for others by cultural developments, arid for others by the safety provided by the citywalls. A city can be defined as a union of all of these aspects.In the plural and manifold world of present-day sociery it is necessary to provide acity that can serve as an element of personalisation and a meeting place for the en-forcement of rights grounded upon shared responsibilities, a city serving as a locus of

educative socialisation.

INTRODUCCIÓN

Ahora, cuando hemos asistido a la des-trucción de Bagdag, a su saqueo y a su im-presionante caos, es el momento de refle-xionar sobre qué debe y qué no debe seruna ciudad como ejercicio de construc-ción cívica de sus ciudadanos.

Quizás no sea casualidad que hayaocurrido esto en Bagdag precisamentecuando estamos analizando cómo la ciu-dad puede convenirse en un ejercicio deconstrucción democrática, cómo puedevehicularse como espacio socioeducativoy cuáles pueden ser sus problemas y susposibilidades.

(*) Universidad Rovira i Virgili. Tarragona.

Revista de Educación, núm. extraordinario (2003), pp. 377-390 377Fecha de entrada: 01-10-2003 Fecha de aceptación: 03-11-2003

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No es casualidad, tampoco, que Bag-dag estuviera a tiro de piedra de Babilonia,una ciudad cuya caída ya profetizó Isaíascien años antes de que llegase a ser unaciudad poderosa. Así podemos leer en elCapítulo 13, versículos 17-19 de Isaías:

He aquí que yo despierto contra ellos a losMedos, que no curarán de la plata, ni codi-ciarán oro. Y con arcos tirarán a los niños, yno tendrán misericordia de fruto de vientre,ni su ojo perdonará a hijos. Y Babilonia,hermosura de reinos y ornamento de lagrandeza de los Caldeos, será como Sodo-ma y Gomorra, a las que trasformó Dios.

Todos sabemos que Babilonia no fuesimplemente una ciudad entre las más im-portantes y más bellas de la historia; fue,además, una cultura, una civilización, unsistema de gobierno y una religión, aspec-tos todos ellos inseparables. Su influenciafue tan importante que muchos países co-piaron algo de ella y fue objeto de deseopara poseerla, de ahí las guerras y el acosoque sufrió en numerosas ocasiones.

Traemos todo esto a colación comoconstatación de que desde tiempos inme-moriales, prácticamente desde su naci-miento como conglomerado de personashace unos 6.000 años, la ciudad ha jugadoun papel esencial en el proceso de perso-nalización social del ser humano.

También sabemos que en el mismotiempo que Babilonia era lo que estamosapuntando, dentro del Valle de Méxicodestacan los restos encontrados en Tlatil-co, fechados entre el 1.500 a. C. y el 500a. C., muestra también de una civilizaciónpotente.

ORIGEN Y EVOLUCIÓNDE LA CIUDAD

El origen de la ciudad se pierde en el tiem-po y en diversos lugares de la tierra, peropara lo que nosotros queremos aquí descri-bir —la ciudad como marco de convivencia

y de ciudadanía— nos vamos a apoyar en lapolis griega, aquella que Jenófanes descri-bía como un vivir en eumonia, que se sus-tentaba no en la fuerza sino en la sophia.

La polis griega instauró una nuevaforma de relacionarse los seres humanosentre sí, de aquí el mito griego que afirma-ba: «Tuvieron las órdenes de la Polis y se lejuntaron los vínculos de la Philia» Ya Har-vey Cox nos habla, en su «ciudad secular»de esta problemática a través de Antígona.

El hombre griego entra en la filosofíay asimismo asciende a lo político (acciónen la polis); podía no haberlo hecho, perolo hizo.

La Polis es el orden, el orden justo, endonde se fundamenta el equilibrio de laPolis. Y es el ejercicio de la Polis la queproduce el demophilias que es un equili-brio y una garantía de libertad en una rea-lidad que se construye. De ahí nace, delejercicio del demos, se capta la philia y deahí se va al eidos, a la idea, a la esencia delas cosas a través del diálogo; aquéllos uni-dos por lazos de sangre, de tribu, de philiaa través del saber racional van construyen-do una nueva coexistencia que en el fondoes una nueva comunidad. De aquí quecada Polis tuviera sus propias característi-cas y su propia identidad. ¡Qué cerca yqué lejanas las opciones de Esparta y Ate-nas! Esa es la cuestión que queremos resal-tar. Aristóteles definió al ciudadano comoaquel que participaba en los asuntos pú-blicos.

Roma asume muchas de las cualida-des y esencias de la Polis griega pero lashace res publica. Será el Edicto de Milán(año 313) el que igualará ante la ley a losciudadanos. Ya no habráuna minoría queregirá sobre la inmensa mayoría.

Posteriormente san Agustín pedirá vi-vir en una «ciudad de Dios» en donde elhálito vivificante de lo divino concedauna nueva dimensión a ese ciudadano: yano es ciudadano de una polis ni de una ci-vitas terrenal, lo es de una ciudad de Diosque es su fin, aunque para ello deba estar

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en una opción terrena. Pero no ponía sanAgustín tensión entre una y otra ciudad:eran pasos de un camino que había queandar.

Santo Tomás avanzará más y permiti-rá que la ciudad sea una construcción na-tural que debe tener entidad propia, al serlo político una cosa que no está sujeta a loespiritual; es otra esfera. Y durante sigloslas ciudades eran realidades propias queconvivían entre sí y determinaban con suscaracterísticas diferenciadas las opciones ylas libertades que en ellas podían tener susciudadanos o los que en ellas se cobijarano vivieran. Cuántos perseguidos lograronvivir, salvar sus vidas, por saberse refugiaren una ciudad tolerante.

Durante siglos la ciudad siguió su len-to avanzar. En el siglo XIX Baudelaire, ensu poema El cisne, nos apunta cuáles seránlas claves para entender lo que hemos de-nominado modernidad, antesala de la quehoy denominamos globalización, impac-tado por cómo se transformaba su Parísbajo los diseños del barón Haussmannpara que Napoleón in se pudiera pasearpor aquellas avenidas imperiales: «La for-ma de una ciudad cambia más deprisa queel corazón de un mortal» Hasta ese mo-mento las personas podían vivir años yarios en una ciudad y no observaban loscambios.

Kapuscínski nos escribe:

Al día siguiente, varias horas en Berlín. Des-pués de una ausencia de dos años y medio, noreconocí el centro. Recordaba un terreno bal-dío, cubierto por maleza y cortado por unmuro de cemento. Ahora, el mismo lugarofrecía a la vista un centro nuevo, gigantesco,construido con vidrio, mármol, acero, plásti-co y aluminio. Es asombrosa la velocidad, elritmo vertiginoso con que hoy se pueden le-vantar edificios, rascacielos, barrios, ciudades.Aunque a gran escala, no deja de tratarse de lamisma técnica de los juegos en construcciónLEGO: un montaje veloz y eficaz, unas cuantasgrúas, pocas personas.

(2003, p. 28).

Nosotros vivimos bajo una impresio-nante burbuja inmobiliaria que cambiapaisajes, modifica ciudades y día a día es-tamos viendo las entrañas de nuestrasciudades y observamos cómo la voraci-dad de esta especulación desertiza loscentros históricos, desplaza monumen-tos y cambia las fisonomías de las ciuda-des, que pasan de estar pobladas todo eldía y ser un hervidero a quedarse solas ydesiertas a las seis de la tarde, cuando secierran las oficinas y se movilizan inmen-sas caravanas de coches y de transportespúblicos que trasladan a miles y miles depersonas de los centros urbanos a las peri-ferias, cambiando sustancialmente la rea-lidad y el concepto de ciudad como ele-mento personalizador del ciudadano.Miguel Roca ha escrito:

Llega un fin de semana y, si además es largo,Barcelona y las grandes ciudades viven eléxodo de muchos de sus habitantes. A pesarde las largas caravanas de salida y de regreso,nada frena el ímpetu de los que huyen; sesoportarán colas, nervios, malhumores,tanto da, lo importante es salir, irse, huir dela ciudad. Parece que se acepta como algoinevitable y que no guarda relación con lacalidad de la vida urbana. La ciudad ofreceunas cosas y con la huida se encuentranotras.Esto suena a excusa o a incapacidad. La hui-da no puede justificarse como una ambi-ción que únicamente resulta de un mejornivel de vida. Las grandes ciudades debe-rían aspirar a que sus vecinos no solamenteencontrasen en la huida el reverso de lo quela ciudad no les ofrece. No debería ser nece-sario huir para ser feliz; las ciudades puedenser mejores. El fin de semana no excusa laresponsabilidad de las grandes ciudadespara asumir una mejor calidad de vida parasus ciudadanos

(La Vanguardia, 10/06/03).

No queremos entrar aquí, no es obje-to de lo que queremos tratar, en el papel,demasiado nefasto, que ha causado un

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concepto de urbanismo como filosofíatecnocrática. Pero no puede obviarse queparte de la culpabilidad del papel que hajugado durante mucho tiempo la ciudadse debía a ese concepto que hemos apun-tado y que hoy, afortunadamente, los ar-quitectos y urbanistas están modificandocomo muy bien ha señalado la ganadoradel premio Mies van der Rohe de Arqui-tectura Contemporánea de la Unión Eu-ropea, Zaha Hadid (Bagdad, 1950), naci-da en Bagdag, qué casualidad.

Tenemos algunas preguntas que hacernos a lahora de reflexionar sobre la ciudad como es-pacio socioeducativo. Primero debemos en-tenderla y para ello quizás tenemos que deter-minar qué indicadores son los que nos ladescriben mejor. Yamos a entender la ciudada partir de un determinado número de habi-tantes?, es ese un criterio válido? 10.000,30.000, 50.000... Las megápolis (México,Tokio, Bombay, Shangai, Nueva York, SaoPaulo...) son un todo o son varias ciudadesreunidas bajo un manto común?, ¿tomamos,para definirla, la estructura social?, ¿pertene-cen a la misma ciudad los habitantes de unbarrio de alto nivel y los marginados que seapiñan en las ciudades favelas?

Son muchas las preguntas que nosacosan a la hora de determinar qué es unaciudad u observar o determinar su espaciosocioeducativo y determinar sus proble-mas y desarrollar soluciones con algunasposibilidades. No intentaremos definirlotodo de una manera muy concreta puestoque hay demasiadas teorías y especialistasde prestigio con criterios diversos comopara adherirnos a una sola opción. Paradefinir un espacio socioeducativo seráconveniente tener o hacer una descripciónde los grupos sociales en sus diferentes ni-veles y marcos de acción o en su contexto.Cómo está estructurada la vida de una

ciudad?, ¿qué grupos sociales viven enella?, cómo transcurre la vida?, cuálesson los ejes que la mueven: los comercia-les, los lúdicos, la industria, los servicios o

una mezcla de todos ellos, primando unosobre otro o en un equilibrio?

Podemos decir que una ciudad es ciu-dad tanto en cuanto viven en ella los gru-pos humanos que le dan sentido. Y la ciu-dad en su proceso evolutivo ha idocreciendo y reformulándose en función delos grupos humanos que la han ido cons-truyendo, rehaciendo, reconstruyendocomo consecuencia de sus actividades, susfiestas, sus guerras y sus conquistas. Laciudad es pues el receptáculo, el espaciodonde los grupos humanos desarrollansus actividades. Hay pues una relacióndialéctica entre los grupos humanos y laciudad.

Para Pirenne la ciudad se vincula di-rectamente con la relación comercial; seráel comercio el creador del espacio urbano.Hay pues. una relación entre ciudad y ac-tividad económica. Pero también ha habi-do ciudades que se han creado a partir deun centro de pensamiento. Para LewisMunford, a partir del siglo xi no fue el co-mercio quien determinó la creación de untipo de ciudad diferente de las que habíahasta entonces; para Munford la ciudadofrece seguridad y por ello se generan muydiversas actividades: educativas, adminis-trativas, de pensamiento y artísticas.

Lyotard, en cambio, cree que la ciu-dad en la postmodernidad es inabarcabley es un espacio muy amplio con espaciosmuy diversos dentro de sí para ser defini-dos de una sola forma.

LA CIUDADEN LA SOCIEDAD ACTUAL

Hoy estamos creando una sociedad plu-ral, diversa, multicultural e interculturaly para ello hace falta que las ciudades de-sarrollen una pedagogía concreta paraque los ciudadanos puedan ejercer esanueva dimensión personalizadora, comoha señalado en sus obras Jane Jacobs, sibien es cierto que ese sueño ha sido difícil

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de cumplir en ciudades tan multicultu-rales como Paris, Nueva York, Madrid oCiudad de México. Recordemos, entreotros, los trabajos de Oscar Lewis y el pa-pel que desarrolló el estudio de cierta an-tropología de las ciudades, o el plantea-miento de Richard Sennet en su Carne ypiedra para darnos cuenta de que éste esun camino difícil y amenazado por mu-chos en su recorrido.

Los ciudadanos de la civitas, civiliza-dos, se mueven hoy entre la hospitalidad,signos de una ,(educación» ya superada opor lo menos no vigente aunque, si se dase agradece, y la recepción amable e infor-madora, diríamos educada, ante el quepregunta, el que viene o del recién venidoa esa ciudad donde todo se hace rápido,deprisa y pararse a atender la solicitud sig-nifica perder el metro, el tranvía o la cita ala que uno tiene que llegar inexorable-mente.

Hoy tenemos, como apunta AdelaCortina, un conjunto de derechos (statuslegal), un conjunto de responsabilidades(status moral) y una identidad, propia delque se siente de una sociedad, de una ciu-dad que realmente es una nación, una le-galidad. Ello plantea serios problemas a lahora de integrar a diferentes grupos hu-manos en igualdad de condiciones, por loque quizás convenga ir trabajando en unconcepto de ciudadanía social, de perte-nencia a un mundo que nos es propio por-que es el mundo que nos es más cercano yallí es donde todos vamos a trabajar por elbien común, a partir de una diversidad deculturas y aceptación de esa misma diver-sidad y en donde, el mínimo común de-nominador, sea el respeto a los derechosde la persona, asumidos con libertad yplena conciencia, por encima de otrasconsideraciones como las religiosas o cul-turales, cuando éstas están sostenidas des-de la imposición o el sometimiento sinrespeto a la propia persona humana o porcriterios de propiedad, nacidos de dimen-siones que a estas alturas de la civilización

son derivados de procesos estancados en laevolución social sin tomar en cuenta ladignidad de la persona como un derechoinalienable a su propia dignidad sin discri-minación de ningún tipo.

En el actual mundo moderno la ideade dignidad está ligada a la igualdad detodo ser humano:

Por ello, en una ciudad educadora la personadebe investigar su propia identidad porque esa ella a quien le toca aceptarla. La identidadno es una cuestión que nos viene dada comoinamovible; la identidad se busca, se constru-ye a partir de los parámetros que cada día va-mos contrastando, sumando o restando, has-ta encontrar esa manera de ser que nos espropia, que nos hace sentir cómodos y quehace que seamos más felices porque estamosde acuerdo con nuestro fondo endofimicoque nos es más propio, y eso se hace en armo-nía con el entorno que nos es más cercano ymás común. No se construyen identidades ala contra porque la identidad implica unequilibro, una armonía y la identidad al fin ya la postre no es más que el reconocimientopor parte de los otros de tu propia identidad.

(Cortina, 1997, p. 198).

Hoy las ciudades se mueven entre unaeconomía de servicios, pero de serviciosinformacionales, donde estos se descolo-can en áreas de influencia que modificanel quehacer del ciudadano. Muchos cole-gios se han trasladado a las afueras, sobretodo los pudientes, mientras que en elcentro se han quedado los públicos, aten-diendo a una población que cada día estámás marginada y haciendo que la educa-ción pública cada día esté más sectorizaday no cumpla su función social de integra-ción e igualadora de la sociedad.

Los centros comerciales se masificanen grandes complejos a los que hay que irmasivamente. Se fomenta la creación decentros que son escaparates ficticios deuna manera de entender la ciudad que noayuda a la integración, en una competiti-vidad cruel en donde el diseño y la oferta

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de lo que se ve hipnotiza a los ciudadanosimpidiendo la reflexión serena de lo que esmás conviene o interesa más.

Para poder moverse en esta ciudad esnecesario el automóvil, auténtico caballode Troya de una forma de entender la ciu-dad que conlleva su propia destrucción.

Hay que promover que el mundo dehoy requiera un ejercicio libre de opciónpara ser «ciudadano» y el proceso para po-der ejercer libremente es un proceso educa-tivo de aprendizaje, un proceso en donde,como señalaba Octavio Fullat, la educa-ción suple la indeterminación genética, allídonde -los genes no determinan, llega laeducación con su proceso de aprendizaje yseñala opciones de libertad, es decir apren-demos a ser aquello que queremos.

Ya lo señaló Edgar Faure en su Apren-der a ser: «el ciudadano debe aprender aconstruirse su propio entorno, a ser élquien construya su propia realidad partici-pativa»; utiliza de una manera genérica ladenominación de «ciudad educadora»donde se pueda recuperar la propia identi-dad perdida en el anonimato de una ciu-dad en la que nadie conoce al que tiene a sulado, lo que proyecta una sensación de in-seguridad y un ensimismamiento nocivospara el desarrollo de la personalidad. Si laciudad se desea construir democrática-mente, el ciudadano debe saber ser solida-rio y saber quién tiene a su lado para que,codo con codo, sean capaces de construirun mundo más solidario. Buena prueba deello son esas manifestaciones en donde losciudadanos salen en su ciudad a pedir unmundo más justo, a buscar o desear la paz ya decir no al terrorismo; eso es, entre otrascosas, la construcción de la ciudadanía.

Es a partir del entorno más próximoen donde todos se conocen —el barrio, lasestructuras vecinales de participación—como se ha de ir creando un mundo deeducación solidaria participativa en don-de cada uno sepa qué y quién es en el ejer-cicio libre de la responsabilidad del entor-no más próximo, en donde va a poder

ejercer su ciudadanía e ir extendiéndoseen un ejercicio de corresponsabilidad ha-cia otros sectores. Será en el diálogo abier-to en el que se acerquen posiciones y todoscapten quién está más necesitado y quiéndebe solidariamente o en primera instan-cia, subsidiariamente, tener que dar másque el otro porque está en mejor posición.Es de esta forma, de abajo hacia arriba,como se irá vertebrando una opción departicipación y de responsabilidad a partirdel más próximo conocido con el que seha estado trabajando en los primeros esca-lones vecinales.

Creemos, por tanto, que la comunidad lo-cal —el pueblo, concreto y determinadodentro de la zona homogénea—, es el sujetoy, al mismo tiempo, la dimensión primeradel desarrollo. La comunidad local debe serla única medida de todas las posibilidadesde cambio socioeconómico.

(Marchioni, 1969, p. 15).

Como señala Derrida, quizás debe-mos en primera instancia deconstruir al-gunas situaciones que se habían creado apartir de malas práctica y vicios que ha-bían alejado a los ciudadanos de la partici-pación y debemos ayudar, debemos cons-truir nuevos esquemas que habían sidoolvidados y habían hecho de las ciudadeselementos no favorecedores de la persona-lización de los que las habitaban.

Debemos recuperar procesos que ha-bían sido abandonados y que fueron muypositivos, para volver a relanzarlos a finde que tengamos un mejor futuro que elhasta ahora ofrecido en muchas ciudadesde las que se huía por inhumanas y alie-nantes.

Adela Cortina, preocupada por todolo que acontece en esta sociedad del cono-cimiento y por crear espacios para un de-sarrollo ético, se mostraba partidaria dedesarrollar espacios de reflexión sobre elconcepto de ciudadanía política y ciuda-danía social —muy en la línea de participa-ción de crear un espacio de reflexión de

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una ciudadanía europea—, puesto que laciudad sería la primera instancia dondeeste ciudadano, sea nacional del país quesea, se sienta integrado en el marco dondedesarrolla su trabajo y en el que tiene dere-chos de crear un espacio de diálogo conlos que como él están trabajando en esaciudad. Ella argumentaba:

Urge la necesidad de educar en la ciudada-nia tratando de transmitir valores que me-rezcan la pena: libertad, igualdad, solidari-dad, respeto activo y diálogo, sentido departicipación y de cooperación

(Cortina, 1997, p. 188).

Como señala Savater, ante el eclipsede la familia, donde los pequeños debe-rían aprender a convivir, será la escuela,los amigos, donde se dará la socializaciónsecundaria; si la primaria ha sido satisfac-toria, señala Savater, la segunda será mu-cho más fructífera:

La opción de dialogo de tomar decisionessobre el entorno que nos es más propio esuna forma de fomentar la democracia y laparticipación, puesto que ser ciudadanoimplica participar y asumir tareas en aque-llo que los demás nos piden o nosotros esta-mos dispuestos a aportar.

(Savater, 1997, p. 56).

LA CIUDAD ELEMENTODE PERSONALIZACIÓN

La ciudad actual es un crisol de diferentesciudadanías dada la sociedad multicultu-ral, que debe ser intercultural, en que sevive; muchos aportan a su barrio y a suzona las formas de gestionar su entornoque tenían en su lugar de origen, porello las ciudades modernas (Barcelona,Madrid, Nueva York o incluso pueblosmás pequeños pero que también tienenesta multiculturalidaci) se convierten porsu propia opción en espacios pedagógi-cos de aprendizaje, con visiones nuevas,

podríamos decir inéditas, para la convi-vencia, la gestión de la diferencia, latolerancia frente a lo distinto en un con-texto simultáneo e igualador que obliga asaber entender al otro y en el que no esfactible aplicar fórmulas cerradas que seamparen en que esto ya ha funcionado oes norma que aquí se ha llevado de «todala vida». Debe necesariamente aceptarseque la gestión de lo diverso implica unaaceptación del otro para tener un espaciodonde dialogar las distintas visiones de larealidad.

Como nos señala Octavio Paz en suscomentarios sobre Chuang-Tzu:

Me pregunto si tus viajes son de veras dis-tintos a los de los otros. Siempre que ve-mos algo, contemplamos algo que estácambiando; y casi siempre, al ver eso quecambia, no nos damos cuenta de nuestrospropios cambios.

Hoy hay que aceptar la heterogeneidadde la cultura y que la ciudad en muchasocasiones cambia en oleadas; no es lo mis-mo la ciudad a las nueve de la mañana quea las seis de la tarde; hay una ciudad cam-biante, nómada, inestable que se hace ins-tante en cada instante y desaparece. Las fo-tografías de algunos artistas de loinmediato nos señalan precisamente esa fu-gacidad de la ciudad y ahí su riqueza.¡Quien podría definir a Pamplona en su se-mana grande de san Fermín! ¡qué ciudadtan distinta en esa semana juliana que laPamplona del otoño o de la primavera! OSevilla, ¿quién puede definir fa Sevilla de laferia de abril, tan diferente a la de cualquierotro mes, aunque sea en el mismo día y a lamisma hora? Como dice el poeta MartínLópez-Vega en su poema «Mascherone»:

Ahora estamos, por fin, frente a frente:no sé si tú real, no sé si yo mismo soy unsueño.Te miro para saber: tú me miras sin desvelardel todo lo que hace tiempo intentas decir.

(2003, p. 39).

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Habermas y Derrida han señalado:

Resulta fácil llegar a un acuerdo sobre cues-tiones no vinculantes. Todos tenemos unaidea de una Europa pacífica, cooperadora,abierta a otras culturas y capaz de dialogar.Saludamos una Europa que durante la se-gunda mitad del siglo xx dio con solucionesejemplares para dos problemas. Ya hoy endía Europa se ofrece como un sistema de,,gobierno más allá del Estado nacional»que podría servir de modelo en una conste-lación post-nacional. También los sistemaseuropeos de previsión social se considera-ron durante mucho tiempo ejemplares. Enel ámbito del Estado nacional, resulta queahora se encuentran a la defensiva. Pero nisiquiera una futura política de doma del ca-pitalismo en espacios sin fronteras debe vol-ver a niveles inferiores previos a los valoresalcanzados en materia de justicia social. SiEuropa fue capaz de resolver dos problemasde esta magnitud, Tor qué no iba a saberenfrentarse también al reto permanente deavanzar en la creación de un orden cosmo-polita basado en el Derecho Internacional ydefendiéndolo frente a planes alternativos?

Máxime cuando más de las tres cuar-tas partes de la población de Europa viveen las ciudades, como se señaló en Vienaen 1998 en el Foro sobre las Urbes, cuandoese país tenía la presidencia europea. Allíse argumentó que las autoridades y lospolíticos de Europa no deberían tomardecisiones sobre política urbana sin oír alas ciudades. Quizás sea momento de po-nernos de acuerdo en hacer de nuestrasciudades centros de formación ciudada-na en el sentido que estamos señalando:la ciudadanía, la participación, la educa-ción democrática.

En 1998 la Conferencia Europea de Ciu-dades por los Derechos Humanos, celebradaen Barcelona, reafirmó la necesidad de uncompromiso entre los poderes locales y losciudadanos para que los Derechos humanosse enraizaran en fa vida diaria y qué mejorforma que a través de los gobiernos locales

que son los que están más cerca del ciudada-no y que son los llamados en primerainstancia a protegerlos, a fomentarlos.

En el libro de Luque se señala:

Al inicio de un nuevo milenio, el desarrollode las políticas sociales intenta ahondar en losderechos humanos como única vía que garan-tiza un mejor funcionamiento de las socieda-des democráticas. Se interpreta así como uncamino que asegura un mejor bienestar socialde todos los ciudadanos y ciudadanas.

(2001, p. 7).

Es más que evidente que el reto que hoynos preocupa es cómo encarnar en la reali-dad diaria la educación en valores. Tal comoseñala Nerfin, citado por Luque (2001), laparticipación de los ciudadanos se está ha-ciendo en tres grandes esferas, y la de la ciu-dadanía este autor la ha llamado la del Ter-cer Sistema. Son agregados de ciudadanosque voluntariamente unen sus esfuerzospara resolver determinadas cuestiones o ha-cerse oír en determinadas situaciones que lesafectan y que ellos no sienten estar bien re-presentados o escuchados. Todo ello sin áni-mo de lucro, con lo que la pureza de las in-tenciones es digna de tener en cuenta pormucho que pueda haber otras motivacionesque pueden enturbiar la participación.

Nerfin sostiene que el concepto de Ter-cer Sistema, lo que nosotros denominamosTercer Sector, hace referencia al conjunto deasociaciones altruistas, asociaciones que hansido tomadas en cuenta por la ComisiónEuropea en un informe de expertos de 1999y cuyas conclusiones extrae Luque:

• Las organizaciones del tercer Sistema sonmultidimensionales en sus objetivos. Nosólo proporcionan a la comunidad serviciossociales de manera eficiente sino que incor-poran objetivos sociales específicos en sulabor.• Manifiestan una clara vocación social al

estar muy vinculadas a las comunidadeslocales. En los últimos años se están con-virtiendo en una de las herramientas

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esenciales para la articulación de la socie-dad civil en Europa.

• Las organizaciones del Tercer Sistema secaracterizan por contar con formas de or-ganización más democráticas y participa-tivas que las tradicionales del sector priva-do y público.

• Las modernas organizaciones del TercerSistema han demostrado una gran capaci-dad de actuación, tejiendo redes de cola-boración en los distintos ámbitos: local,regional, nacional e incluso internacional.

• Se caracterizan por poseer un elevadonivel de flexibilidad, creatividad y capa-cidad de respuesta. Al estar muy vincu-ladas a las esferas locales, son más sensi-bles a las necesidades que van surgiendoen el entorno social en el que realizan sulabor. Ello hace que su capacidad de res-puesta sea en general más rápida y flexi-ble. Respecto a la creatividad, el TercerSistema se configura como un excelentecampo de experimentación de nuevasideas y métodos para la organización delos servicios comunitarios.

• El Tercer Sistema plantea una visión dedesarrollo local más amplia e integradoraque la proporcionada por los modelos dedesarrollo tradicionales. Al poner en pri-mer lugar consideraciones de tipo ético,enriquecen el debate sobre qué tipo dedesarrollo local debe plantearse en las so-ciedades europeas post-industriales.

El Tercer Sistema es un avance en laevolución de los movimientos sociales (leerMovimientos sociales y participación ciuda-dana de Camacho Herrera, en Luque,2001). Ver asimismo sobre estos aspectos laweb http//www.grupcies.com/indexCat.asp .El concepto de economía no lucrativa quese está instalando cada vez más, creemosque amerita un serio estudio en el conceptode una Ciudad educadora como testimoniode una forma de entender la participaciónciudadana que desea ser diferenciadadel resto de organizaciones que forman elsector privado convencional o el sector pú-blico. El mismo talante tiene el denomina-

do Tercer Sistema en los Estados Unidos deNorteamérica.

Hoy los movimientos sociales han pa-sado de ser movimientos de clase, siglo )(Na ser interclasistas, a mediados de los añossesenta, a «aclasistas» si se nos permite, enel >ce: no es «la clase» el aglutinante de losmovimientos sociales sino los valores quelos impulsan y su relación con la ciudad ocon valores más universales como el paci-fismo, los derechos humanos, la violenciade género, el movimiento contra la pena demuerte o la tortura, la ecología en sus muydiversas opciones y matices, etc.

La ciudad como elemento personali-zador y creadora de una pedagogía urbanaes una noción que nació en los EstadosUnidos de Norteamérica hacia los años se-senta como consecuencia de los movi-mientos sociales que se daban en aquelpaís en cuanto a la toma de conciencia dela minoría negra y la necesidad de elevar eltono de participación de una minoría queno tenía una autoestima adecuada.

El concepto de pedagogía urbanasiempre ha sido un cajón de sastre en elque han cabido muchas reivindicacionesde índole social y en donde el elementoeducativo ha sido el cemento que unía si-tuaciones muy dispares.

En España el movimiento vecinaleclosionó en los últimos tiempos del régi-men franquista amparado por los movi-mientos de base de parroquias y sacerdo-tes comprometidos, curas obreros. Con lallegada de la democracia y la legalizaciónde los partidos políticos sufrió una fuertecrisis:

Algunas personas que habían estado vincu-ladas al movimiento ciudadano considera-ron que las AA.VV ya no deberían seguirexistiendo porque su momento históricohabía pasado y no suponían una base sobrela que apoyarse, sino que podrían ser unobstáculo para los nuevos ayuntamientosdemocráticos que iniciaban su camino

(Camacho, 2001, p. 135).

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Hoy estamos viviendo lo que podría-mos llamar la crisis de la sociedad actual:

La crisis de la ciudad, la crisis de las institu-ciones y la crisis de los valores democráticosa las que nos enfrentamos responden a laaparición de nuevas realidades que impli-can desafíos de gran envergadura.

(Gomez-Granell y Vila, 2001, p. 15).

Conviene no olvidar lo que señalaMarco Marchioni de su experiencia:

Sigo pensando, a pesar de los tiempos co-rrientes, que una hipótesis de progreso so-cial justo y humano para los hombres y lasmujeres, individual y colectivamente consi-derados, depende aún hoy de la combina-ción de estos elementos complejos que defi-nimos formalmente con esas palabras.

(1969, p. 5).

En la actualidad ha vuelto a plantearseel asociacionismo vecinal pero desde unaóptica de exigencia democrática y de dere-chos no cumplidos ante la decepción quealgunos, bastantes ciudadanos, sienten delos políticos y sus promesas incumplidas.La abstención en las votaciones democrá-ticas alimenta este sentir ciudadano y al-gunos no se resisten a quedarse sólo en lainoperancia, o en el silencio: no tienen vo-cación de afiliación partidaria ni políticapero sí del cumplimiento de sus derechosy vinculación social a través de una opciónética solidaria y participativa como puedeser el asociacionismo en sus muy diversosmatices y opciones. En este sentido el mo-vimiento asociativo intenta desarrollar laconciencia de responsabilidad social y unaescuela de formación en valores y princi-pios éticos.

Marchioni señala:

Si no han funcionado las relaciones inter-nas a la «comunidad educativa» tampocohan funcionado —ni podían funcionar ya

que ni siquiera se plantearon como posi-bilidad— las relaciones externas a ella, esdecir las relaciones con la comunidad te-rritorial y local. Sin embargo, todos sabe-mos la importancia que tienen para elproceso educativo y para el buen funcio-namiento de la misma institución escolar.Para muchos educadores ellas son tan im-portantes cuanto las propiamente didác-ticas que se construyen en el interior delaula. Sin embargo, la realidad circunstan-te y externa sí que llega a introducirse enla escuela y a poner en peligro su funcio-namiento, a condicionar directa o indi-rectamente todo lo que en ella se hace o seintenta hacer. Así, la crisis de la familia harecaído en la escuela, al igual que la preca-riedad de la situación económica de mu-chas familias, la situación de incultura,abandono y subdesarrollo en la que hancaído muchas realidades territoriales peri-féricas o marginadas históricamente tam-bién, etc. Todo ello ha ido deteriorandolas condiciones de trabajo del profesoradoque se ha visto cada vez más sólo sufrien-do los síntomas de una creciente e im-puesta endogamia'.

Creemos que las observaciones deMarchioni son muy significativas y coin-cidimos con ellas. En demasiadas ocasio-nes algunos elementos de la pedagogía ur-bana o de una dimensión de la ciudadeducadora quedan en el aire o interfierenporque los proyectos no están conjunta-dos, yen ocasiones se han montado dema-siado rápidamente más llevados por la pri-sa de los políticos que desean que sus«fotos» salgan en la prensa que por un afánsistemático de crear conciencia ciudada-na, que en ocasiones es excesivamente rei-vindicativa y no interesa; interesa que sesepa que se está con la ciudad educadora,pero no interesa o incordia la concienciaque deriva de esa situación.

(1) Luis Fernando Valero Iglesias: Escuela y comunidad. En prensa.

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Peter Sloterdijk ha escrito, en un tonocáustico que no le quita cierta razón, lo si-guiente:

Del espíritu de este megalopático trainingde la soledad procede aquel conocido chistedel exiliado Diógenes de Sínope, de que supatria era, propiamente, el cosmos. Este ha-bitante de la totalidad, que se sentía más encasa entre los planetas que entre los atenien-ses, fue el primer atleta de la soledad —él esel hombre del estado al margen de todo loque el estado significa. «Ciudadano del cos-mos»: la palabra inventada por él corre hoypor todo el mundo; lo que para él era unabroma, se ha convertido para los modernosen algo serio. Quien se define como kosmo-polites se sitúa más allá del estado, y cuentaya con un mundo en el que la pertenenciamutua en comunidades sustanciales podríallegar a tener un final absoluto. Un chistosopotentado de la vieja Atenas proporcionó ellema del individualismo post-político deEuropa; lo que eso quiere decir es muy visi-ble en el presente, con nuestras ciudades lle-nas de solitarios que, voluntaria o involun-tariamente, no pertenecen a nadie—anacoretas burgueses, tipos colgados,huérfanos psíquicos, eremitas de oficinaávidos de trabajo, singles cósmicos. Se de-bería examinar la hipótesis de si no ocurrirácon frecuencia que los políticos son recluta-dos del reservoir de estos desubicados; puesen este caso serían, al menos en parte, indi-viduos mediuns (semiplenos podría decir-se), que quieren ser de utilidad a un mundocompletamente imaginario.., como si per-tenecieran a él.

(2002, pp. 63-64).

LA CIUDAD COMO CRISOLDE EDUCACIÓN CÍVICAREQUIERE RECURSOS

Evidentemente no sucede con todos lospolíticos pero el problema de fondo esque la educación, la ciudad educadora, lapedagogía urbana requiere recursos. El

voluntariado es importante pero si se de-sea que haya una acción continuada debehaber estructuras permanentes y éstas so-lamente se pueden apuntalar con el profe-sionalismo y la libertad de concienciacomprometida que esos proyectos gene-ran pero que deben ser sostenidos econó-micamente y para lo que los políticos tie-nen que poner recursos y no detraerloscomo ocurre siempre que hay déficit o haydeflaciones económicas. ¡Ya está bien deque en los momentos de crisis se retiren delos servicios sociales recursos para trasla-darlos a seguridad, ejército o propaganda!

Estamos por una acción política claray, sobre todo, apostar por la educación so-cial como componente estructurador dela sociedad:

Desde el primer momento las autoridadesmunicipales tuvieron muy claro que su ac-ción social debería incluir una pedagogíasocial, una educación social que sirvierapara estructurar el núcleo urbano que debe-ría servir para dar sentido a los habitantesdel pueblo que se sentían abandonados delas autoridades municipales tarraconenses,pues no en vano sentían que habían sido ro-bados, que las promesas que les habían he-cho para dorarles el proceso de anexión nose habían cumplido ninguna y que sus pro-blemas no se solucionaban

(Valero, 2002).

La complejidad de la sociedad de lainformación, de la sociedad del conoci-miento y el crecimiento de la ciudad (a laque llegan y llegan ciudadanos de todas laspartes del mundo), requiere de un procesoeducativo que asegure la comprensión porparte de los ciudadanos de su propia reali-dad ya que la ciudad se convierte en símisma en un mundo que puede ayudar —ono— a la estructuración de su propio ciu-dadano, comenzando por la niñez —el sec-tor más sensible. Es preciso que el gobier-no de las ciudades tenga en cuenta losinnumerables procesos y problemas que sedan en las calles y los atienda todos pues

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todos pueden ayudan a estructurar o, porel contrario, a desestructurar a las perso-nas en su condición de ciudadanos.

El cine ha tratado muchos de estos te-mas y en algunas películas hemos podidoobservar los problemas que se les presen-tan a las ciudadanos y lo importante queresulta que haya toda una acción conjun-tada para evitar que en cualquier momen-to las situaciones puedan desbordarse.

Pongamos como ejemplo la películaFalling Down (1993) dirigida por JoelSchumacher, escrita por Ebbe Roe Smithy con Michael Douglas como actor prin-cipal. Narra las desventuras de un emplea-do ante una serie de situaciones que la ciu-dad le plantea y cómo reacciona conviolencia ante un cúmulo de pequeños de-talles que se le están sumando.

O recordemos también el film Citymay (1996) de Harold Becker escrita porKen Lipper y Paul Schrader y protagoni-zada por Al Pacino en la que se puedenobservar los mil detalles que implica diri-gir una ciudad. Estas referencias son sóloun ejemplo de las complejidades que con-lleva la ciudad como proyecto integral quees. Ahí radica precisamente el quid de lacuestión: la ciudad debe ser concebidacomo un todo que canaliza esfuerzos ha-cia el bien común pues sólo así se conver-tirá en elemento de potenciación personalsocial, para lo que resulta imprescindibleque se pongan en juego todos los recursosde los que dispone, y que son muchos.

Debe cuidar en extremo que haya undesarrollo ambiental y ecolóeico equili-brado que permita que el ambiente no seafactor estresante. Hay que esforzarse enconseguir un desarrollo sostenible que in-cluya la sostenibilidad social dentro deuna ciudad urbanísticamente compensa-da y con espacios urbanísticos que poten-cien la integración con el medio en el quese vive y se está. Hay que velar por una in-tegración de las ofertas de trabajo, etc.

Todo ello implica que debe haber unproyecto empresarial para la ciudad como

estructura global en donde convivan losdiferentes sectores industriales integradossin enfrentamientos ni tensiones, en don-de las actividades de un sector no interfie-ran o nieguen las del otro sector, para evi-tar así polémicas absurdas como lasocurridas en Tarragona, en donde de unaforma equivocada algunos sectores socia-les intentan enfrentar la industria químicacon la industria turística, cosa absurda enuna ciudad que desea ser un conjunto ar-mónico que eduque en su acción diaria.

Por ello son necesarios proyectos loca-les comunitarios sectoriales y globales(por barrios y de la ciudad global) poraquello de la solidaridad, la subsidiariedady la complementariedad en una transver-salidad consecuente y en donde haya unprograma de ciudad educadora que verte-bre un plan general global integrador.

La idea de desarrollar la ciudad comoproyecto educativo ha ido cuajando a ni-vel mundial. Cierto que hoy estamos enuna sociedad de la información y de laglobalización y los efectos se multiplican,pero no hay más que entrar en un busca-dor de Internet y poner las palabras «ciu-dad educadora» y observaremos la canti-dad de ciudades en el mundo que tienenproyectos integradores. En España sonnumerosísimas: Madrid, Barcelona, LaCoruña, Tarragona, Reus, Ecija, Murcia,Pozuelo... y no digamos en Iberoamérica:Montevideo, Ibarra (Ecuador),Chihuahua (México), México D.F., Arme-nia (Colombia). Ello demuestra que laciudad es hoy considerada un elementoesencial en los procesos de personaliza-ción social de sus ciudadanos.

Pero conviene recordar que no por te-ner un proyecto de Ciudad Educadoraéste se va a realizar:

Gobernar es como una maratón. No sedebe comenzar a 80 por hora, porque la re-sistencia podría terminar al llegar a la pri-mera esquina. Se tienen que dar pasos sóli-dos, concretos para que podamos dejar el

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Gobierno con la certidumbre del debercumplido. Y quiero poder decir al mundo:que bueno sería, sería maravilloso si en vezde lo que los países producen y gastan en ar-mas, gastaran el dinero en pan, frijoles,arroz, para matar el hambre del pueblo.

(Lula da Silva, 2003, p. 22).

Es pues necesario que los ciudadanosdel mundo tomen conciencia de la necesi-dad de desarrollar propuestas y alternati-vas que hagan posible ir llevando accionespara construir ese mundo mejor que algu-nos defienden y están intentando levan-tar. Una herramienta eficaz puede ser con-seguir una ciudad educadora, una ciudadque sea proyecto de convivencia, conven-cidos de que esa convivencia, ese civismo,ese saber estar en la ciudad, nos compro-mete a todos a ayudamos a ir perfilandoun mundo mejor en esta sociedad globalen que hoy nos toca vivir.

Como apunta muy bien Rawls (cita-do por Adela Cortina), son los ciudadanosmaduros ilustrados los que deben criticarpúblicamente a los poderes públicos ha-ciendo uso público de su razón.

Creemos que en esta reflexión está algode lo que ocurre con y en las ciudades.Mientras no se sea capaz de articular unaciudad capaz de ofrecer a sus ciudadanos esoque masivamente salen a buscar fuera de laciudad, la ciudad no solamente no será unaciudad acogedora, sino que no será una ciu-dad educadora sino todo lo contrario.

Quizás la ciudad debería optar, ade-más de por lo que ya hemos señalado, porir integrando en su esquema de acción nosólo el ser de lunes a viernes un centro eco-nómico de primer orden, sino que debecrear a la par los espacios en su interiorpara que sus ciudadanos no se vean obli-gados a emigrar para encontrar esa pazque parece ser que la ciudad no ofrece.Debe cambiar, ya lo hemos apuntado an-teriormente, hacia un urbanismo diferen-te que sea creador de nuevas estructurasen donde no prive la soledad inmensa del

cemento y del acero, sino que en esas es-tructuras se desarrollen —puesto que haytecnología suficiente para hacerlo— oasisen donde se den y se produzcan esos ansia-dos remansos de paz que anda buscando elciudadano cada fin de semana, comoapuntaba Roca.

Hay que hacer lo que apunta Castellsque se ha hecho con San Francisco: modifi-car las ordenanzas municipales para hacerque una parte de la ciudad se reconvierta aun mundo en donde se conjugan la crea-ción y las nuevas tecnologías, la imagina-ción desbordada y antes marginada y hoyintegrada en un mundo que muchos bus-can y desean, en la ciudad de la que ya nohay que huir generándose una dinámicadistinta de esa de huir de la ciudad encuanto se pueda o tener un segunda resi-dencia a la que llegas agotado después deinmensas y tediosas caravanas de salida.

Son ingentes las posibilidades queofrece la construcción de una ciudad edu-cadora y más aún en esta sociedad en don-de las ciudades se están convirtiendo cadavez más en los focos de expansión de unasociedad que cada día es más urbanita y endonde las ciudades son el refugio de mu-cha gente sin esperanza.

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