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La empatía del terapeuta cognitivo conductual como factor multifuncional en la
psicoterapia y la relación terapéutica con niños y niñas1
Johana Lorena Henao Gómez2
Diana Carolina Castaño Henao3
Resumen
El presente artículo de revisión, tuvo como objetivo determinar los factores
multifuncionales de la empatía del terapeuta cognitivo conductual en la psicoterapia y la
relación terapéutica (RT) con niños y niñas. (NN) Para este fin, se realizó una selección,
contraste y análisis de 38 artículos y 6 libros, a través de consultas de bases de datos
especializadas en español e inglés, que permitieron evidenciar que la empatía posee un
sustrato neurobiológico con componentes cognitivos - afectivos y entendida como habilidad
relacional es susceptible de ser aprendida y entrenada. Así mismo, la empatía del terapeuta se
caracteriza por ser unidireccional y requiere de procesos de comprensión y comunicación. En
esta línea, la empatía del terapeuta cognitivo conductual contribuye de forma eficaz a la
psicoterapia con NN y requiere considerar el desarrollo evolutivo, involucrar agentes y
contextos cercanos a estos, realizar adaptaciones a las técnicas y tener un perfil que se incline
hacia la clínica con los NN. Finalmente, el carácter multifuncional de la empatía reflejado en
sus múltiples efectos positivos sobre la psicoterapia, incrementa la motivación, fortalece la
RT, mantiene el cambio terapéutico, entre otros.
1 El presente artículo de revisión es un trabajo de grado prerrequisito para la obtención del título como Especialista
en Psicología Clínica y hace referencia a los factores multifuncionales de la empatía del terapeuta cognitivo
conductual en la psicoterapia y la relación terapéutica con niños y niñas. 2 Psicóloga de la UAB. Estudiante aspirante a grado de Especialización en Psicología Clínica con Énfasis en
Psicoterapia con Niños niñas y [email protected] 3 Asesora. Especialista en Psicología Clínica de la UCP. Correo electrónico: [email protected]
Palabras claves: Empatía del terapeuta, Terapia cognitivo conductual, relación
terapéutica, psicoterapia, niños y niñas.
The empathy of the cognitive behavioral therapist as a multifunctional factor in
psychotherapy and the therapeutic relationship with boys and girls
Abstract
The objective of this review article was to determine the multifunctional factors of the
cognitive behavioral therapist's empathy in psychotherapy and the therapeutic relationship
(RT) with boys and girls. (NN) For this purpose, a selection, contrast and analysis of 38
articles and 6 books was carried out, through consultations of specialized databases in Spanish
and English, which allowed to show that empathy has a neurobiological substrate with
cognitive components - affective and understood as a relational ability is susceptible to being
learned and trained. Likewise, the therapist's empathy is characterized by being unidirectional
and requires processes of understanding and communication. In this line, the empathy of the
cognitive behavioral therapist contributes effectively to psychotherapy with NN and requires
considering the evolutionary development, involving agents and contexts close to them,
making adaptations to the techniques and having a profile that leans towards the clinic with
NN. Finally, the multifunctional character of empathy reflected in its multiple positive effects
on psychotherapy, increases motivation, strengthens RT, maintains therapeutic change, among
others.
Key words: Therapist empathy, Cognitive behavioral therapy, therapeutic relationship,
psychotherapy, boys and girls.
Múltiples son los abordajes que se han llevado a cabo acerca de la empatía. El
presente artículo se realiza partiendo del interés de llevar a cabo una revisión bibliográfica que
conlleve a un contraste y análisis acerca del papel que juegan los factores relacionales dentro
del proceso terapéutico con NN; específicamente la empatía del terapeuta. Bados y García
(2011) plantean que la empatía es la capacidad que se posee, para comprender al otro desde su
marco de referencia y saber comunicar al paciente dicha comprensión. A pesar del
reconocimiento de la incidencia favorable de las variables relacionales, como la empatía del
terapeuta en la psicoterapia con adultos, son escasos los estudios de esta habilidad y sus
efectos positivos en el proceso y la RT con la población infantil. (Marinho, Caballo y Silveira,
2003; Karver, Handelsman, Fields, Bickman, 2006; Shirk y Karver, 2011; McLeod,2011;
Ramírez 2019, Betancur y Ortíz, 2019).
Respecto al encuentro psicoterapéutico con NN, definidos por el código de infancia y
adolescencia (ley 1098, 2006) como sujetos titulares de derecho, con edades comprendidas
entre cero y los doce años, Montoya (2016) afirma que, al utilizar herramientas lúdicas, se
reduce la inhibición en los NN y permite el establecimiento de la empatía, aportando como
elemento fundamental la confianza, que garantiza la adherencia al tratamiento y
fortalecimiento de la relación terapéutica (RT). Definida por Bados y García (2011) como
“los sentimientos y actitudes que los participantes en la terapia tienen entre sí y la manera en
que lo expresan” (p.2). En este sentido Etchevers, Simkin, González y Muzzio (2012),
ratifican que “Existe un consenso general de que una parte importante del éxito de un
tratamiento psicoterapéutico depende de la relación entre paciente y terapeuta” (p.51).
Por otro lado, desde la terapia cognitivo conductual (TCC) con la población infantil, se
debe tener en cuenta los contextos familiares, escolares y sociales, a partir de los cuales, los
terapeutas trabajan con los patrones a nivel cognitivo, conductual y emocional, y las
relaciones interpersonales que influyen sobre las variables mencionadas. (Rait, 2000; Bados y
García 2011; Farberman 2017; Kosovsky, 2018). Orientados al cambio conductual,
modificando o eliminando las conductas inadecuadas y enseñando conductas alternativas.
(Ruiz, Díaz y Villalobos, 2012).
Teniendo en cuenta lo anterior, este artículo pretende brindar un aporte al
conocimiento frente a la formación integral de los psicólogos y el desempeño en la labor
clínica con la población infantil, mediada no solo por conocimientos técnicos, metodológicos
y teóricos sino también por habilidades relacionales, de las cuales se selecciona la empatía del
terapeuta, considerándose indispensable para el establecimiento de la RT y para el éxito de la
psicoterapia. Con el fin de ofrecer dicho aporte el artículo inicia con el marco conceptual,
posterior a esto, la discusión y finalmente las conclusiones, todo ello a partir de la revisión
minuciosa acerca del tema.
Para el desarrollo de este artículo de revisión, se llevó a cabo una recopilación,
análisis y contraste de artículos, libros e investigaciones en un rango entre 10 y 15 años, a
través de consultas de bases de datos especializadas en español e inglés, como Redalyc,
Dialnet, Scopus, Ebsco, Ebooks Desclee; el origen de dichos artículos corresponden a países
de habla hispana como Cuba, México, Perú, Argentina, España, Uruguay, Colombia y países
de habla inglesa como Canadá y Estados Unidos que se consideraron, ya que éstos han
realizado un mayor número de publicaciones científicas sobre la empatía del terapeuta.
En la psicoterapia, el concepto de empatía tuvo su época de auge a mediados del siglo
XX, cuando Rogers (1975) se refiere a la empatía como una habilidad indispensable para el
terapeuta, y una condición necesaria para el desarrollo exitoso de la psicoterapia, la
promoción del cambio terapéutico y el establecimiento de la relación terapéutica. Así mismo,
Rogers (1980) definió la empatía, en el contexto de la psicoterapia, como “La capacidad,
sensibilidad y disposición para comprender los pensamientos, sentimientos y debates internos
desde el punto de vista del cliente” (p. 85).
A partir de este momento, el constructo ha evolucionado rápidamente y ha tenido el
aval de la American Psychological Association (APA) al reconocerla junto a la Alianza de
Trabajo como una de las variables que reciben mayor apoyo empírico, en relación al éxito del
tratamiento psicológico y de las mejoras que de este se derivan. (Feller y Cottone, 2003;
Norcross, 2011; Norcross y Wampold, 2011).
Naturaleza multidimensional de la empatía
La empatía está constituida por dos componentes, en los que se reconocen la presencia
e interacción de la empatía afectiva (EA) y la empatía cognitiva, (EC). De acuerdo a esto, la
empatía es una habilidad relacionada con diversos procesos de carácter cognitivos y afectivos
que comprenden distintas conexiones neuronales, pero que actúan de forma diferenciada y
complementaria (Arán, López y Richaud, 2012). En este sentido, los aspectos emocionales de
la empatía se dirigen a percibir y compartir estados emocionales y corresponden con el
sistema de neuronas espejo (Galesse, 2003), definidas como un grupo de neuronas del área
premotora del cerebro que se activan al momento de realizar una acción u observar que
alguien la realiza. (Iacoboni, Molnar-Szakacs, Gallese, Buccino, Mazziotta, Rizzolatti, 2005),
es así como dichas neuronas incrementan la comprensión de las conductas de otros, siendo
esta una capacidad relevante en los seres humanos.
Entre los aspectos cognitivos de la empatía, se pueden encontrar aquellos que se
orientan hacia la toma de perspectiva, teoría de la mente (ToM) y se relacionan con procesos
cognitivos como la flexibilidad cognitiva y las funciones ejecutivas. Además, Shamay-
Tsoory, Tomer, Goldsher, Berger, & Aharon-Peretz, (2004) plantearon que la EC requiere de
estas últimas a diferencia de la EA, que se soporta principalmente de procesos afectivos como
el reconocimiento emocional.
Lo anterior, evidencia el sustrato neurobiológico de la empatía y se contrasta con la
concepción de ésta como habilidad, la cual sería susceptible de ser aprendida y practicada por
el terapeuta. Avalando esta premisa, desde una perspectiva conductual, Skinner (1991) define
a la habilidad como una cadena de respuestas que son factibles de ser analizadas
funcionalmente. En la misma línea, expone que los individuos poseen una diversidad genética
en relación a sus capacidades en áreas específicas, de forma que algunas personas puedan
adquirir habilidades con mayor facilidad que otras, no obstante, las características del ser e
historia personal, influyen en su adquisición. A pesar de dichas particularidades, los
individuos pueden incrementar sus habilidades a través de la práctica.
En este sentido, la empatía constituye una habilidad relevante, que debe ser entrenada
por psicólogos clínicos, médicos, entre otros. (Silveira, 2003; Norcross y Wampold, 2011). El
desarrollo de la habilidad empática conlleva aceptación y comprensión de la perspectiva que
el paciente posee del mundo Corxa (2012) de igual forma, expresa que el terapeuta desarrolla
mayor empatía a través de acciones como el incremento de la tolerancia a la ambigüedad,
disposición a la apertura de ideas, sentimientos y comportamientos de los otros, la escucha
activa y evita realizar conclusiones apresuradas.
La empatía del terapeuta
La empatía terapéutica es definida por Bermejo (2012) como “la capacidad de
comprender los pensamientos, emociones, significados, necesidades, contradicciones, etc., del
otro” (p.12). Así mismo, el autor destaca un carácter unidireccional, donde de forma
exclusiva el terapeuta es el responsable de comprender y transmitir dicha comprensión, la cual
requiere ir más allá de ésta y del conocimiento. La empatía requiere la transformación de las
ideas en acción, comunicando la empatía de forma constructiva; a diferencia de la empatía
social, la cual según el autor se da en sentido bidireccional, donde los individuos expresan
actitudes empáticas mutuamente.
La comunicación de la comprensión empática, se expresa a través de la escucha activa,
la cual es entendida como la habilidad de observar, oír, admitir, atender, enfocada en la
persona que comunica y a la respuesta empática relacionada con la comunicación no verbal,
expresada por medio del aspecto personal, expresiones faciales, mirada, postura, orientación
corporal entre otros; y la comunicación verbal, manifestada a través del reflejo del
sentimiento, interpretación, reformulación, reiteración, paráfrasis, formulación de preguntas
aclaratorias, entonación, volumen etc.( Marinho, Caballo y Silveira, 2003; Bados y García,
2011; Bermejo, 2012). La intervención por medio de dichas respuestas, puede llevar a una
variedad de resultados como el desarrollo de un firme vínculo de trabajo, la facilitación de la
articulación de las experiencias del paciente, el insight, desarrollo y fortalecimiento de la
relación hacia sí mismo y de sus relaciones interpersonales. (Mateu, Campillo, González y
Gómez, 2010).
Según Rogers (1975) un alto grado de empatía en una relación, es probablemente la
condición más potente para que se produzca el cambio y el aprendizaje. Considera que un
terapeuta ideal, debe ser sobre todo empático y que la presentación de la empatía en los
momentos iniciales de la relación terapéutica es un predictor de óptimos resultados
posteriores. A su vez, Stephen y Baernstein (2006) observaron que la actitud empática del
terapeuta, se encuentra asociada a una mayor apertura del paciente y confianza hacia este; al
respecto, el perfil del psicólogo en psicoterapia con los niños, niñas y adolescentes debe
caracterizarse como plantea Paramo (2011) por la flexibilidad, adaptabilidad, firmeza, así
mismo, generar confianza y empatía para establecer la alianza terapéutica, hacer uso de
variadas estrategias y poseer agilidad mental.
La psicoterapia cognitivo conductual y relación terapéutica con NN
La empatía es una de las características que contribuyen de manera eficaz a la
psicoterapia, siendo un medio donde se establece la relación y alianza terapéutica. Vale
precisar, que la relación terapéutica está conformada por diferentes factores interrelacionados,
tales como: la empatía, capacidad de respuesta, creación de un ambiente seguro entre otros
(Horvath, Del Re, Flückiger y Symonds, 2011). Dichos autores exponen que la alianza
corresponde al cumplimiento de los objetivos, haciendo uso de las variables relacionales. En
este sentido, se destaca la importancia de las características de la RT establecida desde el
inicio de la psicoterapia y los beneficios relacionados con los resultados del tratamiento
Botella y Corbella (2011). Así mismo, la empatía en el área de la psicoterapia, ha sido
comprendida como la exploración conjunta del terapeuta y el paciente (Bellosta, Cebolla,
Pérez, y Moya, 2019) lo cual exige al terapeuta el empleo y desarrollo de la habilidad
empática, con la finalidad de generar como indica Gómez (2010), la facilitación de la
colaboración y la comunicación, además, es esencial para este ya que incrementa su
sensibilidad frente a los estados internos y situaciones particulares de sus pacientes de manera
saludable. (Norcross, 2011; Norcross y Wampold, 2011).
En la psicoterapia, se presenta un desafío para los terapeutas al trabajar con los NN.
En este contexto, con los adultos se asume que la comunicación verbal es fundamental; en
cambio con los niños la relación basada en la palabra es insuficiente y poco propicia para
entablar una relación empática que favorezca el proceso terapéutico, teniendo en cuenta
dificultades como la escasa motivación, la comunicación y el desarrollo intelectual (Bunge,
Gomar, Mandil, 2014).
Teniendo en cuenta lo anterior, en la TCC con NN, el terapeuta debe realizar ajustes y
adaptaciones a los conceptos y a las técnicas con el fin superar las dificultades evolutivas, en
dicha intervención se identifica el uso herramientas tales como el juego, el cuento, las
metáforas, el dibujo etc. Todos estos facilitadores de la comunicación, bienestar emocional,
relaciones interpersonales, relación terapéutica, desarrollo de habilidades, estimulación del
aprendizaje y la introspección terapéutica. (Rivas, González y Arredondo 2006; Friedberg y
Wilt, 2010; Schaefer, 2012). El medio de expresión de los niños en psicoterapia se da a través
del juego, así como en los adultos por medio de sus palabras, de igual forma, el juego le
brinda al niño la posibilidad de darle sentido a sus experiencias y afrontar acontecimientos
traumáticos (Landreth, 2002; Gil y Drewes, 2005).
De igual forma, la TCC con los NN toma en consideración el trabajo a través de la
acción, orientándose hacia el aprendizaje experiencial, poniendo en práctica en su propio
medio las estrategias aprendidas en consulta. Las actividades estimulan la comunicación ya
que son multisensoriales y posibilitan el cambio de creencias y los patrones de interacción.
(Bunge, Gomar, Mandil, 2014). Además, la TCC interviene desarrollando recursos, fortalezas
y habilidades de afrontamiento, procurando incrementar la motivación y creando una alianza
terapéutica consolidada, factores esenciales para el desarrollo exitoso de la intervención.
(Kosovsky, 2018).
Dichas intervenciones deben dar relevancia al desarrollo evolutivo, considerando que
el lenguaje se ve limitado dependiendo de la edad de los NN (Herrero, 2018). Respecto a lo
anterior, algunos autores exponen que los NN pueden tener dificultades para establecer
relaciones terapéuticas a razón de su edad y capacidades cognitivas (Faw, Hogue, Johnson,
Diamond y Liddle, 2005; Green, 2006; Shirk y Karver, 2003). Frente a esto, Piaget y Inhelder
(1966) plantean, una distinción en el nivel de pensamiento de acuerdo a los estadios del
desarrollo, hecho que considera la TCC al realizar ciertas intervenciones de carácter
cognitivo, que para el estadio preoperatorio son más limitadas, siendo necesario mayor énfasis
hacia los padres; en el estadio operatorio concreto son simples y complejas en el estadio
formal.
Debido a las características propias de los NN, promover una alianza puede ser más
difícil ya que éstos no suelen solicitar tratamiento para sí mismos, pueden ser renuentes a
ingresar a la terapia, reconocer con poca frecuencia la existencia de problemas y no establecer
acuerdos con los adultos frente a los objetivos terapéuticos (Green, 2006; Horvath,
2001; Oetzel, Bolton y Scherer, 2003; Shirk y Karver, 2003).
Así mismo, desde la TCC con los NN se consideran los entornos familiares, escolares
y sociales para la evaluación y tratamiento, que incluye la organización del plan terapéutico,
las metas, técnicas y la valoración de los objetivos (Friedberg y McClure, 2005; Vargas y
Castellanos, 2015; Kosovsky, 2018). En el ámbito familiar se debe involucrar a las figuras de
afecto relevantes, siendo el foco central los NN (Lucio y Heredia, 2014; Herrero, 2018). Sin
embargo, no basta el compromiso de éstos en la terapia, sino que también, se debe cumplir
con las expectativas de los padres, ya que son los responsables de la decisión de continuar o
no el tratamiento (De jongh, 2017).
Por consiguiente, la alianza entre padres y terapeutas, se considera un aspecto
significativo de apoyo en el desarrollo de la alianza con los NN (Frederico, Jackson y Black,
2005; Kazdin y Whitley, 2006; McKay, Hibbert, Hoagwood, Rodriquez, & Legerski, 2004).
De igual forma, autores como (Castonguay y Beutler, 2006; Watson y Geller, 2005; Sifuentes,
Parra, Marquina, y Oviedo, 2010) exponen la contribución que ofrece la empatía al facilitar el
desarrollo de la alianza terapéutica positiva.
La multifuncionalidad de la empatía del terapeuta
Los múltiples efectos positivos de la empatía del terapeuta son expuestos en diferentes
investigaciones y reflejan su incidencia favorable en la psicoterapia y en sus actores. Al
respecto, Watson, Steckley & McMullen (2014) hallaron una relación directa y significativa
entre la empatía del terapeuta y el resultado de la terapia. Dicha empatía se relaciona con
mejoras en los reportes de los pacientes acerca del apego seguro en las relaciones
interpersonales cercanas y cambios en las maneras de tratarse hacia sí mismos y su
experiencia, incluidas sus actitudes disfuncionales, autoestima, dificultades interpersonales,
síntomas de angustia y niveles de depresión al final de la TCC. En una investigación
posterior, Watson, McMullen, Rodrigues & Prosser (2019), frente a la relación de la empatía
del terapeuta y los cambios positivos de la regulación del afecto en la psicoterapia para la
depresión mayor, hallaron que los pacientes mostraron ser conscientes al aceptar y modular
tanto la exaltación como la expresión de las emociones y ser menos represivos y reactivos en
cuanto a éstas. Lo anterior avala la opinión respecto a la multifuncionalidad de la empatía del
terapeuta en psicoterapia, en vista de que no sólo contribuye al desarrollo y mantenimiento de
una alianza de trabajo efectiva (Lambert y Barley, 2001; Watson y Geller, 2005; Castonguay
y Beutler, 2006), sino también, provee cambios en el funcionamiento interpersonal e
intrapersonal de los pacientes.
Por otra parte, Aviram, Antony, Constantino, Hara, & Westra (2016) encontraron que
los niveles más altos de empatía al principio del tratamiento, se asocian con un mayor
cumplimiento de la tarea en la mitad de este y a cambios más positivos en la TCC. Desde esta
perspectiva, se destaca la importancia de establecer un ambiente facilitador involucrando la
empatía como condición crucial para el cumplimiento de la tarea (Kazantzis, Lampropoulos y
Deane 2005; Beck, 2011).
De acuerdo con McClintock, Anderson, Patterson, & Wing (2018) las primeras
experiencias de empatía fortalecen la alianza, específicamente en cuanto a las tareas y metas,
a su vez facilita mejoras en los síntomas depresivos y el bienestar psicológico. Los hallazgos
coinciden con estudios realizados acerca de los factores comunes de la psicoterapia y la
importancia de la empatía temprana en el fortalecimiento de la alianza terapéutica (Laska,
Gurman y Wampold, 2014; Wampold y Imel, 2015)
Por su parte, Decker, Nich, Carroll, Martino (2014) evidenciaron en su estudio la
relación entre la empatía del terapeuta y los resultados del cliente, dichos resultados son
consistentes con la afirmación de Rogers (1957) sobre como la empatía es necesaria para el
cambio terapéutico, así mismo coinciden con Elliott, Bohart, Watson & Greenberg (2011) en
que la empatía del terapeuta puede influenciar directamente en resultados del paciente o
mediarlos al incrementar el cumplimiento del tratamiento, brindar una experiencia emocional
transformadora, fomentar el procesamiento cognitivo-afectivo y la autoayuda; además
concuerdan con Moyers y Miller ( 2012) en que la empatía del terapeuta intensifica la
motivación del paciente; como también posibilita la alianza de trabajo (Ackerman y
Hilsenroth, 2002; Watson y Geller, 2005); de igual forma, convergen en que la empatía
facilita el vínculo terapéutico y su convenio sobre las tareas y objetivos de la terapia (Bordin,
1979). Los hallazgos del estudio son firmes frente a los beneficios obtenidos por el paciente
en la terapia (Horvath y Bedi, 2002; Martin, Garske y Davis, 2000; Zuroff y Blatt, 2006).
Finalmente, Elliott, et al. (2011) llevaron a cabo un metaanálisis, donde hallaron que
la empatía es un predictor importante del resultado de la terapia. La evidencia más
consistente, es que las percepciones de los pacientes de sentirse comprendidos por sus
terapeutas influyen positivamente en el resultado, por lo tanto, consideran que dicha
comprensión constituye la tarea principal del terapeuta empático, quien debe centrarse en las
experiencias del paciente y no solo en sus palabras.
Discusión
La empatía ha sido un concepto abordado desde diferentes enfoques de la psicología,
dicho constructo es de carácter complejo y diverso y ha sido relacionado con mayor
frecuencia en términos de “Ponerse en el lugar del otro”, definición que se queda corta para su
real dimensión y efectos sobre los procesos terapéuticos, ya que involucra la
retroalimentación continua entre terapeuta y paciente, según Bados y García (2011) implica la
comprensión de los sentimientos y significados que expresa el paciente de forma manifiesta o
latente y la comunicación de dicha comprensión.
La comprensión empática, implica componentes afectivos y cognitivos de la empatía
del terapeuta, los cuales le permiten no solo una conexión con los aspectos emocionales si no
también, con el entendimiento de la perspectiva y experiencias subjetivas del paciente, en este
sentido, Mateu, Campillo, González y Gómez (2010), expresan que la comprensión empática
representa una co-construccion de significados, entre el terapeuta y el paciente. Así mismo, a
través de esta, se facilita el manejo de la resistencia al cambio y promueve el compromiso
siempre y cuando se esté en un ambiente terapéutico cooperativo (Rodríguez y Salinas, 2011).
La concepción neurobiológica de la empatía, evidencia un desarrollo sobre la base de
disposiciones innatas y desde una perspectiva como habilidad, expone que esta es factible de
ser aprendida y entrenada (Silveira, 2003; Norcross y Wampold, 2011). El desarrollo de la
empatía es relevante desde el interés de humanizar el quehacer del terapeuta, donde se brinde
un soporte psicológico idóneo. Al respecto Triana (2017) afirma que los profesionales de la
salud deben mostrarse sensibles al sufrimiento del otro, orientándose hacia el alivio y el
beneficio del paciente.
Autores como Rivadeneira, Dahab y Minici (2007) plantean que los psicólogos
cognitivo conductuales, no sólo deben tener una amplia formación teórica y metodológica
sino también, en el desarrollo de habilidades que contribuyan al fortalecimiento de la RT. Por
consiguiente, la habilidad empática como promotora del cambio en psicoterapia, podría ser
incluida en planes de estudio a nivel de pregrado y posgrado. En este sentido, Baringoltz
(2005) realizó un estudio en el cual el 97% de los terapeutas indicaron que esta es una de las
características más relevantes en el rol profesional.
En la misma línea, la empatía del terapeuta avalada empíricamente, muestra su
multifuncionalidad a través de diversos efectos positivos que repercuten en la RT y facilitan el
cambio terapéutico, así también, Bellosta, Cebolla, Perez y Moya (2019) exponen que la
empatía beneficia a todas las intervenciones independientemente de la orientación
psicoterapéutica ya que es una habilidad inherente al ejercicio profesional.
En la población infantil, la empatía del terapeuta es decisiva a la hora de establecer y
desarrollar la relación y la alianza terapéutica, debido a que representa un desafío en cuanto a
las particularidades del desarrollo de los NN, hecho que le exige involucrar entornos
familiares y sociales en sus intervenciones, ya que estos representan fuentes de información
relevantes para la formulación del análisis funcional. Aspecto que facilita la identificación de
la conducta problema y las condiciones que las mantienen (Ruiz, Díaz y Villalobos, 2012).
En la TCC con los NN, se requiere el empleo de herramientas gráficas, narrativas y
experienciales, que facilitan las adaptaciones a las técnicas, aspecto que posibilita el proceso
empático, favoreciendo la comunicación, la cooperación, confianza, desarrollo de habilidades,
etc. Hecho que refleja la capacidad recursiva y el nivel de flexibilidad del terapeuta. Según
Raskin & Rogers (2005) una atmósfera de autenticidad, consideración positiva incondicional
y empatía facilita el cambio terapéutico.
La intervención con los NN es fundamental, debido al incremento de los problemas de
salud mental en esta población, aspecto que expone el Ministerio de salud y protección social
(MINSALUD, 2018) en el boletín de salud mental en NNA entre los años 2009 al 2017 y
actualizado en el 2018, el cual muestra mayor prevalencia de trastornos mentales y del
comportamiento entre los 0 y 19 años, siendo los más frecuentes, la depresión, ansiedad y
trastornos alimenticios. Datos que coinciden con lo planteado por Russell (2008) al afirmar
que los trastornos del adulto tienen su inicio a temprana edad.
En la revisión y análisis del presente artículo, se evidenció predominio del estudio de
la empatía del terapeuta en países de habla inglesa con población adulta, reconociendo en
todos estos los diversos beneficios de la empatía en la psicoterapia, mientras que con la
población infantil se ha abordado con frecuencia como habilidad social relevante en su
desarrollo, dentro de los contextos sociales, familiares y escolares por parte de países
latinoamericanos. De igual forma, en la revisión bibliográfica tanto de países de habla hispana
e inglesa, se reflejó un énfasis en las múltiples herramientas terapéuticas facilitadoras de la
RT y no en el abordaje de la importancia de la comprensión y comunicación empática en el
proceso terapéutico con NN. Reflejando lo anterior, la necesidad de realizar investigaciones
futuras acerca de la empatía del terapeuta con la población infantil.
Conclusiones
La empatía del terapeuta es un ingrediente activo del cambio ya que en sí misma es
terapéutica, debido a su carácter multifuncional evidenciado en sus múltiples efectos positivos
sobre el funcionamiento intra e intersubjetivo de los pacientes, procesamiento cognitivo,
afectivo, incremento del compromiso hacia las tareas y metas terapéuticas, menor resistencia
al cambio, mayor adherencia al tratamiento y mantenimiento de los cambios terapéuticos.
En los estudios actuales desde una perspectiva neuropsicológica y multidimensional,
la empatía está constituida por componentes afectivos y cognitivos que son complementarios
pero diferenciados y a su vez se reconoce la adquisición y desarrollo de dicha habilidad a
partir de la formación y la práctica.
En la psicoterapia con los NN, el terapeuta requiere adaptabilidad, creatividad,
conocimiento y comprensión del desarrollo evolutivo, vocación hacia la clínica con los NN y
considerar en sus intervenciones a las figuras significativas y contextos sociales.
Las diversas herramientas utilizadas por el terapeuta, en la intervención con los NN
aporta a la actitud empática de este, facilitando la apertura, confianza, adherencia al
tratamiento de los NN y fortalecimiento de la RT.
Debido al aval científico que tiene la empatía del terapeuta, en cuanto a los efectos
positivos en la psicoterapia, esta habilidad debe considerarse en la formación académica de
los futuros psicólogos y los ya titulados, ya que la empatía del terapeuta es decisiva en el
establecimiento de la alianza y el éxito terapéutico, evitando la ruptura y la deserción del
tratamiento, al brindar seguridad al paciente por medio de la comprensión empática que
incluye aspectos cognitivos - afectivos y su comunicación, los cuales le conllevan a la
exploración de su experiencia emocional con el terapeuta. Por otro lado, la empatía facilita el
manejo adecuado de las tensiones y desajustes de la RT, causadas por las rupturas, a través de
una genuina colaboración y acuerdo mutuo en cuanto al plan terapéutico.
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