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V. I. Lenin LA EnFERMEDAD InFAnTIL DEL ‘IZQUIERDISMO’ En EL COMUnISMO Prólogo de Alan Woods FUnDACIón FEDERICO EnGELS

la enFerMedad inFanTil del ‘iZQuierdisMo’ en el coMunisMoLa enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismoes una de las obras más importantes del marxismo. En muchos

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  • V. i. lenin

    la enFerMedadinFanTil del

    ‘iZQuierdisMo’en el coMunisMo

    Prólogo de alan Woods

    Fundación Federico engels

  • Primera edición: septiembre de 1998

    ISBN: 84-921832-4-1Depósito Legal: M-30758-1998

    Publicado y distribuido por:Fundación de Estudios Socialistas Federico EngelsApartado de Correos 35.16728080 Madrid

    Impreso en: Gráficas Deli S.L.c/ Jaime Hermida 16, bajo. 28037 Madrid

  • Prólogo.......................................................................................

    I. ¿En qué sentido puede hablarse de la importanciainternacional de la revolución rusa? ...........................................

    II. Una de las condiciones fundamentales del éxito de losbolcheviques .............................................................................

    III. Las etapas principales de la historia del bolchevismo ..........

    IV. ¿En lucha contra qué enemigos en el seno del movimientoobrero ha podido crecer, fortalecerse y templarse elbolchevismo? .............................................................................

    V. El comunismo de “izquierda” en Alemania. Jefes, partido,clase, masa .................................................................................

    VI. ¿Deben actuar los revolucionarios en los sindicatosreaccionarios? ............................................................................

    VII. ¿Debe participarse en los parlamentos burgueses? .............

    VIII. ¿Ningún compromiso? ......................................................

    IX. El comunismo “de izquierda” en Inglaterra .........................

    X. Algunas conclusiones ............................................................

    Anexo .........................................................................................

    I. La escisión de los comunistas alemanes .................................

    II. Los comunistas y los independientes en Alemania ................

    III. Turati y compañía en Italia ...................................................

    IV. Conclusiones erróneas de premisas justas ............................

    V. ................................................................................................

    Carta de Wijnkoop .....................................................................

    Notas ..........................................................................................

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    Índice

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    Prólogo

    “la historia en general, y la de las revoluciones en particular, essiempre más rica de contenido, más variada de formas yaspectos, más viva y más ‘astuta’ de lo que imaginan los

    mejores partidos, las vanguardias más conscientes de las clasesmás avanzadas”.

    (Lenin, La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo)

    La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo es una delas obras más importantes del marxismo. En muchos sentidos, es lamejor obra de Lenin, ya que representa un resumen de toda la expe-riencia histórica del bolchevismo. Cualquiera que desee entender laesencia del método de Lenin debería estudiar detenidamente estaspáginas que, de una manera extraordinariamente clara y concisa,explican el arte de la táctica y la ciencia de la estrategia en la luchade clases.

    Lenin escribió La enfermedad infantil en abril de 1920 y elApéndice el 12 de mayo del mismo año, en el emocionante periodoposterior al triunfo de la revolución en Rusia. La TerceraInternacional (Comunista) había sido fundada el año anterior comoresultado del colapso de la Segunda Internacional (Socialista), el cualfue inevitable después de la traición de los dirigentes reformistas delos partidos social demócratas que, violando las decisiones de todoslos congresos internacionales, habían votado a favor de los créditosde guerra y apoyado la guerra imperialista de 1914 a 1918.

    La victoria de la Revolución de Octubre en Rusia dio un podero-so impulso, en un primer momento, a la formación de tendenciascomunistas de masas dentro de los viejos partidos social demócratasy, más tarde, a la formación de partidos comunistas en un país trasotro. Pero los dirigentes de los nuevos partidos eran en su mayoríajóvenes sin madurez política y, aunque se inspiraron en la Revoluciónde Octubre, no tenían la misma experiencia que los bolcheviques yapenas conocían la historia, la teoría y la práctica del bolchevismo.Como consecuencia, cometieron muchos errores, generalmente detipo ultraizquierdista. Para ayudarles a superar estas deficiencias yfamiliarizarse con la auténtica naturaleza del bolchevismo, Lenin

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    escribió esta obra. Aunque fue publicada por primera vez hace casi80 años, sigue siendo tan válida y relevante como el día en que fueescrita.

    Lenin dio mucha importancia a esta obra y, con su acostumbradaatención al detalle, prestó una atención personal a los plazos decorrección y edición del libro de manera que pudiera ser publicadoantes de la apertura del Segundo Congreso de la InternacionalComunista, cuyos delegados recibieron una copia cada uno. Entrejulio y noviembre de 1920 el libro fue publicado en Leipzig, en Parísy en Londres en alemán, francés e inglés respectivamente.

    ¿cuál es el fondo del libro?

    El fondo del libro queda claramente expresado en el subtítulo delmanuscrito original, Ensayo de discusión popular sobre la estrategiay la táctica marxistas, que desapareció de todas las ediciones publi-cadas en vida de Lenin.

    En sus páginas se aborda la tarea de la construcción del partidorevolucionario, una cuestión más complicada de lo que parece a pri-mera vista. Implica la relación entre el marxismo y el movimientovivo del proletariado y sus organizaciones que han evolucionado através de la historia.

    La lucha de clases, y su reflejo en las mentes de las masas, no sedesarrolla en línea recta, sino que pasa por toda una serie de etapas,con cambios constantes, flujos y reflujos. Sólo en dos ocasiones enlos últimos 150 años la clase obrera ha creado organizaciones demasas para expresar su voluntad de transformar la sociedad: laSegunda y Tercera Internacionales (Socialista y Comunista respecti-vamente). De este hecho podemos deducir lo poco común que es lacreación de organizaciones obreras de masas.

    La clase obrera no llega automáticamente a conclusiones revolu-cionarias. Si así fuera, la tarea de construir el partido sería superflua.Si el movimiento de la clase obrera se produjera en línea recta, latarea sería sencilla, pero en realidad no ocurre así. Tras un largoperiodo histórico, la clase obrera llega a comprender la necesidad dela construcción del partido. Sin organización, la clase obrera no esmás que materia prima para la explotación. Mediante la creación de

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    organizaciones, tanto de carácter sindical como, a un nivel superior,político, la clase obrera empieza a expresarse como clase, con unaentidad independiente. En palabras de Marx, pasa de ser una clase“en sí misma” a una clase “para sí misma”. Ese desarrollo se produ-ce durante un largo periodo histórico a través de todo tipo de luchas,en las que participa no sólo la minoría de activistas más o menosconsciente, sino también las “masas sin preparación política”, que, engeneral, despiertan a la participación activa en la vida política (eincluso sindical) sobre la base de grandes acontecimientos.La clase obrera comienza a crear organizaciones de masas paradefender sus intereses. Estas organizaciones históricas son los sindi-catos, las cooperativas y los partidos obreros que representan el ger-men de una nueva sociedad dentro de la vieja. Sirven para movilizar,organizar, formar y educar a la clase.

    A diferencia de la pequeña burguesía, que siempre se caracterizapor su extrema volatilidad política, la clase obrera cambia sus lealta-des políticas y sindicales muy lentamente. Un obrero no desecharáuna herramienta vieja incluso cuando esta haya dejado de tener unautilidad práctica; tratará de repararla hasta que finalmente demuestreser completamente inservible. De la misma manera, el proletariadoen su conjunto no abandona fácilmente sus organizaciones tradicio-nales una vez que han sido creadas, sino que una y otra vez tratará detransformarlas en auténticos órganos de lucha. El que no entiendaeste hecho será incapaz de construir un puente hacia las masas. Leninconocía en profundidad la forma en que la clase obrera se moviliza ypiensa. La presente obra es una expresión brillante de esto.

    Presiones del capitalismo

    Las organizaciones creadas históricamente por el proletariado se hanformado en el seno de la sociedad capitalista y están sometidas a laspresiones del capitalismo, lo que inevitablemente produce deforma-ciones burocráticas. Las organizaciones nacidas en la lucha tienden adegenerar cuando la presión de las masas desaparece. Estas presionesse intensifican en periodos de auge económico o incluso durantebooms temporales. Los trabajadores no se ponen a luchar porque sí.En condiciones en que la burguesía puede hacer concesiones y refor-

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    mas temporales, los trabajadores tienden a buscar una salida indivi-dual, “trabajando duro”, echando horas extras, etc. Las presiones delcapitalismo tienen sus efectos más perniciosos en las cúpulas delmovimiento obrero, y la tendencia de la burocracia de las organiza-ciones obreras a separarse de la base y caer bajo la influencia de lasideas burguesas siempre se multiplica por mil cuando disminuye lapresión de la clase obrera. Esta es una ley que puede demostrarsehistóricamente.

    Cuando los capitalistas pueden dar concesiones y reformas, lamayoría de los trabajadores no ven la necesidad de participar activa-mente en el movimiento. Eso lleva a una mayor degeneración en ladirección que cada vez se divorcia más de las masas y las bases delpartido. Gradualmente, casi de manera imperceptible, se pierden devista los objetivos revolucionarios. Los dirigentes quedan absorbidosen la rutina diaria de la actividad parlamentaria o sindical. Llega unmomento en que se encuentran teorías para justificar este abandonode los principios.

    Esto fue lo que pasó en el periodo prolongado de auge capita-lista antes de 1914, que acabó en la matanza de la Primera GuerraMundial. Lenin explica que el ultraizquierdismo es el precio quepaga el movimiento obrero por el oportunismo de sus dirigentes. Eléxito del anarquismo entre ciertos sectores de los obreros y lajuventud antes de la Primera Guerra Mundial fue precisamente unareacción a la degeneración burocrático-reformista de los dirigentesde la social democracia. De manera similar, en el periodo despuésde la Segunda Guerra Mundial, la extensión de ideas ultraizquier-distas entre los estudiantes (terrorismo, anarquismo, guerrillerismo,nacionalismo radical) no se puede explicar exclusivamente por lamentalidad pequeño burguesa de esta capa (eso es un elementoconstante), sino que es la consecuencia monstruosa de la falta deautoridad del marxismo como consecuencia de la degeneraciónburocrática y reformista de las organizaciones obreras y del estali-nismo en la URSS. Lenin explica como en Rusia la influencia delanarquismo fue mínima debido a la línea consecuentemente revolu-cionaria de los bolcheviques. Pero las políticas reformistas queadoptaron los dirigentes del movimiento obrero en todos los paísesdespués de la Segunda Guerra Mundial sólo sirvieron para repeler

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    a los jóvenes y empujarlos al callejón sin salida del anarquismo, delsectarismo y el ultraizquierdismo.

    Marx y engels

    Para un marxista, un partido revolucionario es, en primer lugar, pro-grama, métodos, ideas y tradiciones, y sólo en segundo lugar, unaorganización y un aparato (que sin duda tienen su importancia) parallevar estas ideas a amplias capas de los trabajadores. El partido mar-xista, desde sus inicios, debe basarse en la teoría y el programa, quees el resumen de la experiencia histórica general del proletariado.

    Esta es la primera parte del problema. Pero sólo la primera parte.La segunda parte es más complicada: ¿Cómo llegar a las masas de lostrabajadores con nuestro programa y nuestras ideas? No es una cues-tión sencilla. Para los sectarios, por supuesto, esto no es ningún pro-blema. Basta con citar a Lenin sobre la necesidad de “un partidorevolucionario independiente”. ¡Simplemente nos proclamamoscomo tal y llamamos a los trabajadores a que se unan a nosotros! Lanecesidad de construir un partido revolucionario independiente es elABC para los marxistas. Pero además del ABC hay otras letras en elabecedario, y un niño que sólo repitiese las tres primeras después dealgunos años de colegio no sería considerado muy espabilado.

    En su artículo Sectarismo, Centrismo y la Cuarta Internacional(1935), Trotsky caracteriza a los sectarios de la siguiente manera:

    “El sectario ve la vida de la sociedad como una gran escue-la, en la que él es el maestro. En su opinión, la clase obreradebería dejar aparte otras cosas menos importantes y sentarseordenadamente alrededor de su tarima. Entonces la tareaestaría resuelta.

    A pesar de que jura por el marxismo en cada frase, el sec-tario es la negación directa del materialismo dialéctico, quetoma la experiencia como punto de partida y siempre vuelve aella. Un sectario no entiende la acción y reacción dialécticaentre un programa acabado y la lucha de masas viva, es decirimperfecta, inacabada. El sectarismo es hostil a la dialéctica(no en palabras pero si en los hechos) en el sentido en que

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    vuelve la espalda al desarrollo real de la clase obrera”.(Trotsky, Escritos, 1935-36.)

    En el documento fundacional del movimiento marxista, ElManifiesto Comunista, Marx y Engels explicaban que

    “los comunistas no forman un partido aparte de los demás par-tidos de la clase obrera. No tienen intereses propios que se dis-tingan de los intereses generales del proletariado.

    No profesan principios sectarios propios con los que aspi-ren a modelar el movimiento proletario.

    Los comunistas no se distinguen de los otros partidos de laclase obrera más que en esto: 1) En las luchas nacionales delos proletarios de diferentes países, insisten y ponen en primerlugar los intereses comunes de todo el proletariado, indepen-dientemente de su nacionalidad. 2) En los diferentes estadiosde desarrollo por los que tiene que pasar la lucha de la claseobrera, representan siempre y en todo lugar los intereses delmovimiento en su conjunto.

    Los comunistas por lo tanto, son en primer lugar, en lapráctica, el sector más avanzado y decidido de los partidos dela clase obrera en cada país, el sector que empuja a los demáshacia adelante; en segundo lugar en la teoría, tienen la venta-ja sobre la gran masa del proletariado de la clara comprensiónde los derroteros, y de los resultados generales últimos a losque ha de abocar el movimiento del proletariado”.

    Los fundadores del socialismo científico siempre partían del movi-miento tal como era, y aplicaban las tácticas más hábiles paraconectar con el auténtico movimiento de las masas y fertilizarlocon el programa del marxismo revolucionario. Esto significaba,inicialmente, aparecer como la extrema izquierda del movimientodemocrático. El trabajo de Marx alrededor de la Nueva GacetaRenana fue un modelo de agitación revolucionaria que combinabala lucha por las consignas democráticas más avanzadas con unadefensa implacable del punto de vista independiente de clase delproletariado.

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    La Liga de los Comunistas fue, desde el principio, una organiza-ción internacional. No obstante, la formación de la AsociaciónInternacional de los Trabajadores (la Primera Internacional) en 1864representó un paso adelante cualitativo. La tarea histórica de laPrimera Internacional fue la de establecer los principios fundamenta-les, el programa, la estrategia y la táctica del marxismo revoluciona-rio a escala internacional. De todas formas, en su concepción, la AITno era una Internacional Marxista, sino una organización extremada-mente heterogénea, compuesta por sindicalistas reformistas británi-cos, proudhonistas franceses, italianos seguidores de Mazzini, anar-quistas y otros parecidos. Combinando la firmeza en los principioscon una gran flexibilidad táctica gradualmente Marx y Engels gana-ron la mayoría. En una carta a Engels, Marx explicaba que tenían queutilizar un tacto extremo, especialmente a la hora de combatir los pre-juicios de los tradeunionistas británicos. En una frase muy apropiada,Marx dijo que él siempre era “suave en la forma, pero audaz en elcontenido”. Esta frase resume la actitud de los marxistas en su traba-jo en las organizaciones obreras reformistas.

    La AIT consiguió sentar las bases teóricas para una genuinaInternacional revolucionaria. Pero nunca fue una auténticaInternacional obrera de masas. Fue realmente una anticipación delfuturo. La derrota de la Comuna de París tuvo un efecto desorienta-dor sobre las débiles fuerzas de la primera Internacional, que entró encrisis, agravada por las intrigas de los bakuninistas (anarquistas).Para evitar que la Internacional cayese en manos de los bakuninistas,Marx y Engels primero trasladaron el centro a América y despuésdecidieron disolverla en 1872. A pesar de seguir defendiendo losprincipios del internacionalismo, durante un periodo Marx y Engelsestuvieron sin una organización internacional.

    lenin y la segunda internacional

    La Internacional Socialista (Segunda Internacional), fundada en1889, empezó donde había acabado la Primera Internacional. A dife-rencia de esta, la Segunda Internacional empezó como una interna-cional de masas que unió y organizó a millones de trabajadores. Tuvopartidos y sindicatos de masas en Alemania, Francia, Gran Bretaña,

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    Bélgica, etc. Además, al menos de palabra, defendió los principiosdel marxismo revolucionario. Con esto, el futuro del socialismoparecía garantizado.

    No obstante, la desgracia de la Segunda Internacional fue la deformarse durante un largo periodo de auge capitalista. Esto dejó suhuella en la mentalidad del sector dirigente de los partidos y sindica-tos social demócratas. El periodo clásico de la social democracia fueel de 1871-1914. Sobre la base de un largo periodo de crecimientoeconómico fue posible para el capitalismo hacer concesiones a laclase obrera o, más correctamente, a su capa superior. Los sindicatosaumentaron su fuerza, de dos a tres millones de afiliados en Alemaniay Gran Bretaña, 300.000 en Francia, etc.

    En general, fue un periodo de reformas, no de revolución. Huboexcepciones, como la revolución rusa de 1905, pero este no fue elcarácter general de la época. A pesar de que formalmente se adheríana la idea del socialismo, en la práctica, los dirigentes social demócra-tas en Francia, Alemania, Gran Bretaña y demás, estaban aplicandopolíticas reformistas. Esto fue plasmado muy pronto por Bernstein ensu famoso aforismo: “El movimiento lo es todo. El objetivo final noes nada”. Antes de 1914, Lenin, Trotsky, Liebknecht y Luxemburgoeran socialdemócratas. En realidad, estaban llevando a cabo unalucha por una genuina política marxista revolucionaria dentro de laSegunda Internacional.

    No obstante, el único que realmente entendió el papel del partidorevolucionario fue Lenin. Incluso Trotsky, a pesar de su correctaapreciación de las perspectivas para la revolución rusa, estaba con-fundido en este aspecto hasta 1917. Rosa Luxemburgo era una desta-cada revolucionaria que trataba de combatir la política reformista dela dirección del SPD poniendo el mayor énfasis en el movimientoespontáneo de la clase y la huelga general. Ella entendía mejor queLenin el papel de Kautsky y la llamada “izquierda” alemana (en rea-lidad centristas), principalmente porque los podía ver más de cerca.Lenin en un principio tenia ilusiones en Kautsky y se definía a símismo como un “kautskista ortodoxo” prácticamente hasta laPrimera Guerra Mundial.

    Pero sólo Lenin proyectó sistemáticamente crear un partido mar-xista firme y consistente, llegando hasta el extremo de la escisión de

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    1912, dos años antes de la escisión de la Internacional. No obstante,durante un periodo de casi diez años, los bolcheviques y los menche-viques actuaron como dos fracciones de un mismo partido: el PartidoObrero Social Demócrata Ruso, que desde 1905 era el partido demasas del proletariado ruso.

    la internacional comunista

    “La Tercera Internacional surge directamente de la guerraimperialista. Es cierto que mucho antes, muchas tendenciasdiferentes habían estado luchando dentro de la SegundaInternacional, pero incluso las que estaban más a la izquierda,representadas por Lenin, estaban lejos de pensar que la unidadrevolucionaria de la clase obrera sería creada mediante unaruptura total con la social democracia. La degeneración opor-tunista de los partidos obreros, estrechamente vinculada con elperiodo de florecimiento del capitalismo en el cambio desiglo, sólo se reveló completamente en el momento en que laguerra planteó crudamente la cuestión: ¿Con la burguesíanacional o contra ella?. El desarrollo político dio un saltorepentino en 1914: utilizando la frase de Hegel, la acumula-ción de cambios cuantitativos de repente adquirió un caráctercualitativo” (Trotsky, Escritos 1935-36).

    ¿Cuándo se fundó la Tercera Internacional? Esta pregunta apa-rentemente simple tiene más de una respuesta. En un sentido, sepuede decir que la Internacional se fundó en 1914, cuando Leninrompió con la vieja Internacional y proclamó la necesidad de unanueva Internacional. Incluso rechazó el nombre de “socialdemócra-ta”, calificándolo de “camisa sucia” que debía ser cambiada por unanueva. Y no obstante, Lenin, en ese momento, estaba completamen-te aislado. Trotsky calcula que estaba en contacto con, quizás, un parde docenas de correligionarios en el exilio. En la Conferencia de lossocialistas que se oponían a la guerra en Zimmerwald en 1915, Leninbromeó acerca de que todos los internacionalistas del mundo cabíanen dos carrozas. No obstante, la nueva internacional ya existía, comoun programa y una idea, en 1914.

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    A pesar de todo, las fuerzas de masas de la InternacionalComunista sólo se formaron en base a los grandes acontecimientos de1917-23. En la mayoría de los casos, los partidos de masas de lanueva internacional se crearon a partir de escisiones de los viejos par-tidos de la Segunda Internacional. Las sectas son aficionadas a citarlos escritos de Lenin del periodo 1914-17, cuando insistía repetida-mente en la necesidad de una ruptura radical con la SocialDemocracia, ese “cadáver putrefacto”, como lo llamó RosaLuxemburgo.

    “Pero Lenin tenía en mente una ruptura con los reformistascomo consecuencia inevitable de la lucha contra ellos, y nocomo un acto de salvación, independiente del tiempo y ellugar. Requería una escisión con los socialpatriotas no parasalvar su propia alma sino para arrancar las masas del social-patriotismo” (Trotsky, Escritos 1935-36).

    Después de la Revolución de Octubre, surgieron tendencias comu-nistas en todos los viejos partidos social demócratas. En Francia, loscomunistas ganaron la mayoría del Partido Socialista en el Congresode Tours (1920). El ala de derechas se escindió con 30.000 miembrosy el Partido Comunista se formó con 130.000. No obstante, los viejosdirigentes reformistas mantuvieron una base entre los sectores másatrasados e inertes de la clase. Los Socialdemócratas alemanes seescindieron en Abril de 1917, cuando el ala centrista dirigida porKautsky fundó el Partido Social Demócrata Independiente. Este parti-do centrista de masas a su vez se escindió en Octubre de 1920, en elcongreso de Halle. La mayoría se fusionó con los espartaquistas paraformar el Partido Comunista Alemán, un partido de masas con 21periódicos diarios. Acontecimientos similares ocurrieron enChecoslovaquia, Italia, Bulgaria, Noruega y otros países.

    “comunismo de izquierdas”

    La Tercera Internacional (Comunista) se levantó a un nivel cualitati-vamente superior que cada una de sus antecesoras. Como la AIT enel punto álgido de su desarrollo, defendía un claro programa socia-

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    lista revolucionario, internacionalista. Al igual que la SegundaInternacional, tenía una base de masas de millones de personas. Unavez más, parecía que el destino de la revolución mundial estaba enbuenas manos. Desgraciadamente, como hemos dicho, la mayoría delas direcciones de los nuevos partidos comunistas eran jóvenes inex-pertos. Les faltaba la base teórica y la experiencia de los dirigentesdel partido ruso. Cometieron errores, en el primer periodo, principal-mente de carácter ultraizquierdista.

    En el Segundo Congreso de la Comintern, Lenin y Trotsky lanza-ron una lucha contra la “enfermedad infantil” del ultraizquierdismo.El Manifiesto del Segundo Congreso, escrito por Trotsky, declara:

    “La Internacional Comunista es el partido mundial de la rebeliónproletaria y de la dictadura del proletariado. No tiene tareas niobjetivos separados ni aparte de los propios de la clase obre-ra. Las pretensiones de las sectas minúsculas, cada una de lascuales quiere salvar a la clase obrera a su manera, son ajenasy hostiles al espíritu de la Internacional Comunista. No poseeningún tipo de panacea ni fórmulas mágicas, sino que se basaen la experiencia internacional, presente y pasada, de la claseobrera; depura esa experiencia de todas las equivocaciones ydesviaciones; generaliza las conquistas alcanzadas y reconocesolamente como fórmulas revolucionarias las fórmulas deacción de masas” (Trotsky, Los cinco primeros años de laInternacional Comunista, Vol. 1, énfasis nuestro).

    El mismo documento añade:

    “Llevando a cabo una lucha sin cuartel contra el reformismoen los sindicatos y contra el cretinismo parlamentario y elcarrerismo, la Internacional Comunista condena al mismotiempo todos los llamamientos sectarios para dejar las filas delas organizaciones sindicales que agrupan a millones, o dar laespalda al trabajo en las instituciones parlamentarias y muni-cipales. Los comunistas no se separan de las masas que estánsiendo engañadas y traicionadas por los reformistas y lospatriotas, sino que se comprometen a un combate irreconcilia-

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    ble dentro de las organizaciones de masas e instituciones esta-blecidas por la sociedad burguesa, para poder derrocarla lomás segura y rápidamente posible” (ibid.).

    El ultraizquierdismo, reflejo de la impaciencia y la inexperiencia,estaba extendido en sectores de los dirigentes comunistas en GranBretaña, Alemania, Holanda e Italia. Las declaraciones más comuneseran de rechazo al trabajo electoral parlamentario, al trabajo en lossindicatos reformistas, y una actitud sectaria hacia los partidos refor-mistas de masas. Lenin y Trotsky combatieron esas ideas abogandopor la táctica del Frente Único para tender un puente hacia las masasde los obreros social demócratas. En el caso de Gran Bretaña, fueronmás lejos y plantearon que el PC británico debería intentar afiliarseal Partido Laborista.

    El libro de Lenin La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en elcomunismo fue escrito para responder a los argumentos de los“izquierdistas”, que reaparecen a cada paso en los escritos de las sec-tas. Lenin explicó que era un crimen separar a los obreros avanzadosde las masas y que ese tipo de tácticas, lejos de debilitar a la buro-cracia sindical, en realidad servía para fortalecerla:

    “Rechazar el trabajo en los sindicatos reaccionarios significadejar a las masas de los trabajadores insuficientemente desa-rrollados o atrasados bajo la influencia de los dirigentes reac-cionarios, los agentes de la burguesía, la aristocracia obrera, o‘trabajadores que se han aburguesado completamente’.

    Si quieres ayudar a las ‘masas’ y ganarte la simpatía y elapoyo de las ‘masas’, no debes temer las dificultades o pro-vocaciones, insultos y persecuciones por parte de los ‘dirigen-tes’ (que por ser oportunistas y socialchovinistas están, enmuchos casos, directa o indirectamente vinculados a la bur-guesía y a la policía), sino que debes en cualquier caso traba-jar en cualquier sitio donde estén las masas. Tienes que sercapaz de cualquier sacrificio, de superar los mayores obstácu-los, para poder hacer propaganda y agitación sistemáticamen-te, perseverantemente y persistentemente en esas institucio-nes, sociedades y asociaciones, incluso las más reaccionarias

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    -donde estén las masas proletarias o semiproletarias” (Lenin,La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo,énfasis en el original).

    Lenin explicó como los bolcheviques habían hecho trabajo ilegalincluso en los sindicatos “Zubatov”, creados por la policía zaristapara alejar a los obreros de las ideas revolucionarias.

    El Segundo Congreso de la Comintern debatió la cuestión delPartido Laborista y decidió aconsejar al Partido Comunista Británicoque pidiese la afiliación. Esto fue aceptado con reticencia por ladirección británica, que formuló su aplicación en términos tan secta-rios que invitaba a una respuesta negativa. Poco a poco se fue corri-giendo este ultraizquierdismo, lo que permitió que el joven PartidoComunista construyese una base significativa dentro del PartidoLaborista. Lenin aconsejó al pequeño PC británico que se orientasehacia los sindicatos y el Partido Laborista. En las elecciones, acon-sejó al Partido que sólo presentase candidatos en unos pocos escañosseguros, dónde no había peligro de dividir el voto y que ganaran losTories y los Liberales, y dar apoyo crítico al candidato laborista entodos los demás escaños:

    “Presentaríamos nuestros candidatos en unos pocos escañosabsolutamente seguros, es decir, en distritos donde nuestrocandidato no daría ningún escaño a los liberales a expensas delos laboristas. Tomaríamos parte en la campaña, distribuyen-do panfletos de agitación comunista, y en todas las circuns-cripciones donde no presentásemos candidatos, llamaríamosal electorado a votar por el candidato laborista y contra loscandidatos burgueses” (Ibid., énfasis nuestro).

    la cuestión del parlamento

    Como ya hemos dicho, los dirigentes jóvenes e inexpertos de los par-tidos comunistas en los primeros años de la Internacional Comunista,no tuvieron tiempo de absorber y digerir las lecciones de la historiadel bolchevismo y de la Revolución Rusa. Habían leído El Estado yla Revolución y los escritos de Lenin del periodo de la Primera

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    Guerra Mundial y eran capaces de repetir mecánicamente las consig-nas acerca de la guerra civil, sobre la necesidad de aplastar el Estadoburgués, sobre la crítica del reformismo y el parlamentarismo, laimpermisibilidad de unirse con la socialdemocracia, etc. Pero nohabían entendido una sola palabra de lo que habían leído. Noentendían el método de Lenin. Todo el periodo desde 1917 hasta sumuerte, Lenin luchó por enderezarles, incluso declarando demostra-tivamente que si ellos eran la “izquierda”, él era la “derecha”.

    Los comunistas de “izquierda” consideraban que Lenin y Trotskyhabían sucumbido al oportunismo. En la práctica, planteaban que lastácticas y métodos que ellos defendían, representaban “una desvia-ción muy seria del punto de vista de Lenin y Trotsky” que “signifi-cará que la internacional nunca será capaz de cumplir su misiónhistórica”. La expresión más clara de eso fue la “teoría de la ofensi-va” planteada por los dirigentes del PC alemán.

    Esto llevó a la derrota sangrienta de los obreros alemanes enmarzo de 1921, cuando el PC trató de tomar el poder antes de haberganado la mayoría. Este aventurerismo no tiene nada en común conlas ideas y métodos de Lenin. La cuestión del poder sólo se planteacuando el partido revolucionario ha ganado la mayoría decisiva, nosólo de la clase obrera, sino también de la pequeña burguesía. Parapoder hacer esto, es menester dominar todas las formas de trabajo,incluyendo la actividad parlamentaria.

    Lenin ya había explicado la actitud del marxismo hacia el Estadoen respuesta tanto a los reformistas como a los anarquistas. La pos-tura básica de Lenin sobre la revolución socialista está expuesta en ElEstado y la Revolución, donde leemos lo siguiente:

    “La idea de Marx es que la clase obrera tiene que romper,aplastar la ‘maquinaria estatal’, y no limitarse solamente atomar control de ella”.

    Marx explicó que la clase obrera no puede basarse simplementeen el poder estatal existente, sino que tiene que derrocarlo y destruir-lo. Esto es el “abc” para un marxista. Pero después del “abc”, hayotras letras en el alfabeto. En El Estado y la revolución, Lenin fustigóa los reformistas que presentaban la revolución socialista como un

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    cambio lento, gradual y pacífico. Pero el mismo Lenin fue capaz deasegurar en 1920 que en Gran Bretaña, debido al enorme poder delproletariado y sus organizaciones, sería totalmente posible llevar acabo la transformación socialista pacíficamente, incluso a través delParlamento, a condición de que los sindicatos y el Partido Laboristaestuvieran dirigidos por marxistas. La postura de Lenin sobre la revo-lución era concreta y dialéctica, no formalista y abstracta.

    En La enfermedad infantil, Lenin hace referencia al error quecometieron los bolcheviques después de la derrota de la revoluciónde 1905, cuando llevaron a cabo un boicot de las elecciones parla-mentarias. Después del fracaso de la insurrección en diciembre de1905, el régimen zarista intentó liquidar la revolución mediante unacombinación de represión y concesiones. A lo largo del año 1906, seestableció un parlamento (“Duma”) carente de auténticos poderes yelegido mediante un sistema electoral restringido. El carácter reac-cionario de la Duma era evidente no sólo para los bolcheviques, sinopara la mayoría de activistas socialistas y obreros avanzados. Hastalos mencheviques, en un primer momento, se inclinaron a favor delboicot. Pero el ambiente que se respiraba entre los sectores más avan-zados no reflejaba en absoluto la psicología de las masas. Para estasúltimas, la verdadera naturaleza de la Duma no estaba clara. Las ilu-siones constitucionales eran particularmente fuertes entre los campe-sinos, que creían que podrían conseguir la tierra mediante reformasllevadas a cabo por el parlamento. El triunfo de la contrarrevolucióny el descenso del movimiento revolucionario significaba que, para lasmasas de la pequeña burguesía en el campo y en la ciudad, e inclusopara capas amplias de la clase trabajadora, la Duma era la única espe-ranza para alguna mejora. El hecho de que semejantes esperanzascareciesen de base era irrelevante.

    Los bolcheviques en un primer momento no comprendieron elalcance de la derrota y cometieron el error de boicotear las eleccio-nes a la primera Duma, como explica Lenin. Es un hecho constatableque el ambiente que se respira entre las capas más activas y comba-tivas de la clase obrera puede no estar en consonancia con el del restode la clase. La vanguardia puede ir demasiado por delante de la clase.Semejante error es tan grave en la lucha de clases como sería su equi-valente en la táctica militar. En la guerra, si la vanguardia avanza

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    demasiado aprisa, perdiendo contacto con la retaguardia, queda seria-mente expuesta y corre el riesgo de ser masacrada. Esta afirmación esigualmente aplicable a situaciones en que los obreros más combati-vos, bajo la influencia de la impaciencia, pierden de vista la auténti-ca situación de la mayoría de los trabajadores, o confunden su propionivel de comprensión con el de las masas.

    En los debates con el ala ultraizquierdista de la InternacionalComunista, Lenin intentó educarla sobre la base de la experienciahistórica del Partido Bolchevique. “Sólo la historia del bolchevismoen todo el periodo de su existencia puede explicar de un modo satis-factorio por qué el bolchevismo pudo forjar y mantener, en las con-diciones más difíciles, la disciplina férrea necesaria para la victoriadel proletariado” (Lenin, La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’en el comunismo).

    Partiendo del hecho de que los partidos comunistas no eran todavíala mayoría decisiva de la clase, Lenin defendió la consigna del frenteúnico, del trabajo paciente en las organizaciones de masas y de la par-ticipación en los parlamentos burgueses, como medios para ganar a lasmasas. Esta era la condición previa para la revolución socialista. Perolos “izquierdistas” no estaban satisfechos. Ellos rechazaron despecti-vamente el consejo de Lenin de “orientarse hacia las masas”, conside-rando que la única política posible para un partido revolucionario era“la ofensiva revolucionaria”. Lenin y Trotsky combatieron a brazopartido esta “teoría” que condujo a la derrota sangrienta en Alemaniade marzo de 1921. Este fue un ejemplo extremo de una tendenciaultraizquierdista que estaba muy extendida en aquella época y que haresurgido muchas veces en la historia del movimiento. Siempre fuecombatida por Lenin y Trotsky e, incluso, antes que ellos, por Marx yEngels. A pesar de toda su apariencia “revolucionaria”, este tipo depostura no tiene nada en común con los auténticos métodos del bol-chevismo del cual es una mera caricatura abstracta.

    Lenin explicó que para ganar a las masas no es suficiente conaprender cómo atacar, sino también cómo retirarse ordenadamente,virar, desviarse, maniobrar, evitar dar la batalla en condiciones des-favorables y demás. Toda la historia del bolchevismo está llena deejemplos de este tipo de tácticas flexibles y expertas reflejadas en losescritos de Lenin y resumidas en La enfermedad infantil.

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    Como regla general, la única circunstancia en que es permisibleel boicot al parlamento y las elecciones parlamentarias es cuando elmovimiento revolucionario está en condiciones de sustituir el siste-ma parlamentario burgués con algo mejor. No cabe duda de que elsistema original de gobierno soviético mediante los consejos obreros(soviets) introducido por los obreros rusos después de la Revoluciónde Octubre era mucho más democrático que el parlamento másdemocrático de la historia. Pero si no te encuentras en esa situación,si estás en minoría, entonces para los marxistas es obligatorio parti-cipar en el parlamento y luchar para ganar la mayoría. A aquellos quenos acusan de ser “antidemocráticos” les respondemos: “Al contra-rio. Nosotros luchamos por los derechos democráticos. Es la bur-guesía la que quiere restringir la democracia y abolirla en el momen-to en que parezca que la clase obrera amenaza a su dictadura. Pornuestra parte, participaremos en las elecciones y en el parlamento, ytrataremos de ganar la mayoría por medios pacíficos. Pero tambiénsomos realistas y hemos aprendido que vosotros, los banqueros ymonopolistas, no os detendréis ante nada para defender vuestro podery privilegios”.

    Lenin y los bolcheviques no eran ni cretinos parlamentarios nianarquistas. Entendieron que, para poder llevar adelante la revolu-ción socialista, primero es necesario ganar a las masas. Por esemotivo, aprendieron a utilizar todas y cada una de las posibilidadespara llevar adelante trabajo revolucionario. En general, no teníanfetiches, ni el fetiche parlamentario de los reformistas, que piensanque todo se puede reducir a la acción parlamentaria, ni el feticheantiparlamentario de los anarquistas, que dicen que no hay que par-ticipar en el parlamento bajo ninguna circunstancia. Esta últimapostura hubiera condenado a los bolcheviques a una existencia sec-taria. Boicotear el parlamento y las elecciones cuando no se está encondiciones de ofrecer una alternativa mejor, equivale a boicotear-se a uno mismo.

    Durante mucho tiempo antes de la Revolución de Octubre, losbolcheviques participaron incluso en los parlamentos zaristas másreaccionarios, como medio para reunir las fuerzas de masas que ibana llevar adelante la revolución en 1917. Sin esta utilización revolu-cionaria del parlamento, combinando métodos de lucha legales e ile-

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    gales, los bolcheviques nunca hubieran conseguido convertirse en lafuerza decisiva de la clase obrera rusa.

    el ‘tercer periodo’

    La mayoría de los partidos comunistas, al final, se convencieron dela corrección de la política de Lenin y, durante un tiempo, mediantela aplicación de ésta, obtuvieron muy buenos resultados. Por ejem-plo, el PC británico logró tener un eco importante en el PartidoLaborista e incluso consiguió tener diputados en el Parlamento britá-nico en los años 20. Los partidos comunistas empezaron a abrirsecamino hacia los obreros socialdemócratas en todas partes y si sehubiesen mantenido en la táctica de Lenin, el éxito de la revoluciónhubiese estado garantizado. Pero la degeneración estalinista de laUnión Soviética hizo estragos en las direcciones todavía inmadurasde los partidos comunistas en el exterior. Los zig-zags ultraizquier-distas de la burocracia rusa llevaron a la política del “tercer período”y del “socialfascismo”, con efectos desastrosos para la Comintern.

    El resultado más catastrófico se produjo en Alemania, donde lahonda crisis social y económica a principios de los años 30 produjouna aguda polarización de la sociedad hacia la izquierda y la derecha.En 1932, el paro en Alemania alcanzó los cinco millones, producién-dose una fuerte caída de salarios y de los subsidios de paro.Aterrorizados por la amenaza de revolución social, los capitalistasalemanes empezaron a subvencionar a Hitler. No obstante, la aplas-tante mayoría de los obreros alemanes seguían fieles a sus organiza-ciones −el Partido Social Demócrata y el Partido Comunista−. Estospartidos tenían millones de votos. Además de sus sindicatos demasas, tenían milicias bien armadas que juntas sumaban un millón depersonas. No obstante, en el momento de la verdad, quedaron parali-zados. Hitler pudo jactarse en 1933 de haber llegado al poder “sinromper un cristal”.

    Durante todo este periodo, Trotsky exigió insistentemente que loscomunistas y socialdemócratas alemanes formasen un frente únicocontra los Nazis. Siguiendo la línea defendida por Stalin y laComintern, los dirigentes del Partido Comunista Alemán deliberada-mente escindieron el movimiento obrero, caracterizando a los social-

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    demócratas de “socialfascistas”. Las advertencias de Trotsky a losmiembros de los Partidos Comunistas cayeron en saco roto. La claseobrera alemana estaba escindida por la mitad. Los dirigentes del PCalemán lanzaron consignas como “golpear a los pequeñosScheidemanns en las escuelas”, ¡una invitación a los hijos de losmiembros del PC a atacar a los hijos de los socialdemócratas! En1931, cuando los Nazis organizaron un referéndum para derrocar algobierno social demócrata en Prusia, los estalinistas se les unieron,bautizándolo como el “referéndum rojo”. La perniciosa política del“socialfascismo” tuvo como fruto el triunfo del nazismo en Alemaniay la total destrucción de las organizaciones obreras.

    En otros países aplicaron las mismas locuras. En Gran Bretaña, elPC abandonó la política del frente único. Su dirigente Harry Pollitanunció que pertenecer al Partido Laborista era “un crimen equiva-lente a romper una huelga”. Como consecuencia, el PCGB perdiócasi todo el apoyo que había ganado en el periodo anterior. EnEspaña, el PCE quedó reducido a menos de mil militantes en 1930.

    La victoria de Hitler en Alemania fue un punto de inflexión cua-litativo. Stalin no quería que Hitler ganase, como tampoco deseaba laderrota de la Revolución China de 1925-27, pero su política hizo ine-vitable la derrota en ambos casos. Trotsky anticipó que la victoria deHitler, que él había previsto sobre la base de la política de Moscú,provocaría una crisis en los partidos comunistas. Pero en 1933 el pro-ceso de estalinización de la Comintern había llegado a tal punto quela vida interna estaba asfixiada. No hubo ninguna crisis, a duraspenas una marejadilla, después de la mayor derrota de la clase obre-ra en toda la historia. No se sacó ninguna lección. Al contrario, losdirigentes estalinistas plantearon que Hitler era el preludio de la revo-lución en Alemania: “¡Después de Hitler es nuestro turno!”. Trotskysacó la conclusión de que una Internacional que era incapaz de reac-cionar ante una derrota de ese calibre estaba muerta.

    Posteriormente, siguiendo las órdenes de Stalin, la InternacionalComunista dio un giro de 180 grados y adoptó la política del “FrentePopular”. Esto no tenía nada en común con la política leninista delfrente único obrero, sino que representaba una vuelta a las viejas polí-ticas desacreditadas del menchevismo, basadas en la colaboración declases con los liberales burgueses. Esto llevó a más derrotas terribles,

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    especialmente en España. En 1943, Stalin, después de haber utiliza-do cínicamente la Internacional Comunista como instrumento de lapolítica exterior de Moscú, decidió enterrarla sin pena ni gloria, sinni siquiera convocar un Congreso. La herencia política y organizati-va de Lenin recibió un duro golpe durante todo un periodo histórico.

    La traición de las ideas de Lenin por parte de la burocracia esta-linista en Rusia, la mayor traición de toda la historia del movimientoobrero, ha llevado ahora a su conclusión lógica: a la destrucción de laURSS y al intento de la casta burocrática dirigente de ir en direcciónal capitalismo. Pero esa no será la última palabra. En Rusia se estápreparando una explosión social que, posiblemente en un futuro nomuy lejano, pondrá en el orden del día una vuelta a las tradiciones de1917. A escala mundial, la crisis del capitalismo está entrando en unanueva etapa convulsiva. La revolución en Indonesia es sólo el primeracto de un drama que se desarrollará en los próximos meses y años yencontrará una expresión en Europa y Norteamérica.

    crisis del reformismo

    Hoy en día, casi 80 años después de su publicación, La enfermedadinfantil sigue siendo un pilar fundamental de la teoría y práctica delmarxismo en su lucha por ganar a las masas. La aparente vitalidad delreformismo de derechas en el periodo posterior a la Segunda GuerraMundial, por lo menos en los países capitalistas avanzados, fue sim-plemente una expresión del hecho de que el capitalismo pasó por unperiodo prolongado de expansión, similar al de los veinte años queprecedieron a la Primera Guerra Mundial. Pero este periodo ha llega-do a su fin. La crisis en Asia, la agonía prolongada del capitalismojaponés y el inevitable colapso que se está preparando en la bolsa devalores en EEUU, anuncian un periodo nuevo y convulsivo a nivelmundial. En estas condiciones la conciencia de millones de personasse transformará.

    Bajo condiciones de crisis convulsiva del capitalismo, es impen-sable que las organizaciones tradicionales de masas de la clase obre-ra no vayan a verse afectadas. La tendencia hacia la polarizaciónentre las clases inevitablemente encuentra su expresión en una cre-ciente polarización hacia la derecha y hacia la izquierda en los parti-

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    dos socialistas, dando lugar a convulsiones internas, crisis y escisio-nes. Llegados a cierto punto, este proceso da lugar a corrientes refor-mistas de izquierdas o centristas de masas. Para los marxistas, el tér-mino “centrista” no es un insulto, sino que tiene un contenido cientí-fico, describiendo una tendencia que está a medio camino entre elreformismo de izquierdas y el auténtico marxismo revolucionario. Enel periodo revolucionario de 1917 a 1923 surgieron corrientes cen-tristas de masas en la mayoría de los partidos de la SegundaInternacional formando las bases para la creación de los partidos demasas de la Internacional Comunista.

    En ese momento, la existencia de un poderoso polo de atracciónen la forma de la Revolución de Octubre significó que un gran núme-ro de obreros avanzados fueron ganados rápidamente a la bandera delmarxismo revolucionario. A principios de los años 20, el problema dellegar a los obreros socialdemócratas se resolvió con la política deLenin del frente único. Esta táctica, resumida en la expresión “mar-char separados, pero golpear juntos”, permitió a los comunistas cons-truir puentes hacia la base de las organizaciones reformistas.

    En condiciones de crisis social general, el reformismo de dere-chas entra en crisis, pasando de reformas a contrarreformas. En esascondiciones, crisis y escisiones en los partidos reformistas son inevi-tables, al igual que el surgimiento de corrientes centristas y reformis-tas de izquierdas:

    “Desde un punto de vista histórico, el reformismo ha perdidocompletamente su base social. Sin reformas no hay reformis-mo, sin un capitalismo próspero no hay reformas. El ala refor-mista de derechas se convierte en antirreformista en el sentidoen que ayuda a la burguesía, directa o indirectamente, a aplas-tar las viejas conquistas de la clase obrera”. (Trotsky, Escritos,1933-34.)

    el leninismo y el futuro del proletariado

    Durante casi todo el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial,la socialdemocracia estuvo dominada por el ala de derechas. Estoreflejaba, en parte, el colapso de la autoridad moral y política del

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    marxismo, pero principalmente era una expresión de la situaciónobjetiva y del hecho de que el reformismo parecía estar funcionando.Incluso en el Estado español, el gobierno PSOE de Felipe Gonzálezcuando fue presionado por la movilización de la clase obrera se vioobligado a hacer ciertas concesiones, gracias al boom de 1982-90 y alas subvenciones de la UE. Pero la derrota del PSOE y el desarrollode la crisis del capitalismo están empezando a cambiar la situaciónlentamente. Después de un largo periodo en el gobierno, el PSOEestá prácticamente vacío. Pero incluso antes de un movimientoimportante de los trabajadores, se están abriendo fisuras en la direc-ción. La inesperada victoria de Borrell es un reflejo del malestar enlas bases contra la extrema derecha, los “renovadores”, que quierenromper el vínculo con el socialismo y la clase obrera, y transformarel PSOE en un partido abiertamente burgués. Por el momento, laescisión en la dirección del PSOE aparece simplemente como un con-flicto entre diferentes fracciones de la burocracia, con poco o ningúncontenido político. Pero eso puede cambiar muy rápidamente. En unmomento dado, los componentes de la extrema derecha, comoGonzález, pueden ir a parar fuera del partido, preparando el terrenopara un importante giro a la izquierda.

    La política de derechas del PSOE llevó a la derrota del gobiernoGonzález y a la elección de Aznar. Esto debería de haber provocadoun auge en el apoyo a Izquierda Unida y el Partido Comunista. Perola precondición necesaria para esto es adoptar una política marxistaque diferencie claramente a IU del PSOE, ofreciendo al mismo tiem-po un frente común al Partido Socialista contra Aznar. Esta es laúnica manera de ganar a las masas de trabajadores que están buscan-do una auténtica alternativa socialista.

    En las condiciones actuales, el trabajo en los sindicatos asumeuna importancia vital. Pero como Trotsky explicó en uno de sus últi-mos artículos, en la época del imperialismo, los dirigentes sindicalestienen una tendencia orgánica a fusionarse con el Estado burgués.Nada les gustaría más a los dirigentes sindicales españoles, tanto deUGT como de CCOO, que un pacto permanente con Aznar, esto esespecialmente cierto en el caso de Gutiérrez, el dirigente de derechasde CCOO. Pero todos los intentos están condenados al fracaso.Aunque en el último periodo las direcciones sindicales han firmado

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    numerosos acuerdos con el PP, esto no será duradero. La política depaz social y desmovilización se romperá rápidamente abriendo unnuevo periodo de conflicto de clases. El temperamento revoluciona-rio de los obreros españoles quedó demostrado en la huelga generalde 24 horas del 14 de diciembre de 1988. Eso fue sólo un ensayo delo que va a suceder en el próximo periodo.

    Durante un periodo de tiempo, el Estado Español ha conseguidouna tasa de crecimiento relativamente alta. Pero este crecimiento dis-fraza la situación real. La próxima recesión va a golpear a Españamás duramente que al resto de Europa, dejando cruelmente al descu-bierto la debilidad del capitalismo español. Este hecho es la clavepara el próximo capítulo de la historia española. Los dirigentes sin-dicales, muy a pesar suyo, se verán forzados a pasar a la oposición,abriendo el camino a un nuevo periodo de radicalización. En esascondiciones, el apoyo a las ideas del marxismo crecerá entre los tra-bajadores avanzados y la juventud. Es necesario armar a la nuevageneración con las ideas, métodos y tradiciones del marxismo, paraque puedan aprovecharse de la situación y construir un movimientode masas capaz y decidido a llevar adelante la transformación socia-lista de la sociedad. Para eso es indispensable un profundo conoci-miento de La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunis-mo de Lenin.

    alan WoodsLondres, 27 de julio de 1998

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    Portada de la primera edición en ruso (1920) deLa enfermedad infantil del ‘Izquierdismo’ en el comunismo.

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    la enFerMedad inFanTil del‘iZQuierdisMo’ en el coMunisMo

    I

    ¿En qué sentido puede hablarse

    de la importancia internacional de la revolución rusa?

    En los primeros meses que siguieron a la conquista del poder políti-co por el proletariado en Rusia (25/X-7/XI de 1917) podía creerseque, debido a las enormes diferencias existentes entre la Rusia atra-sada y los países avanzados de Europa Occidental, la revolución pro-letaria en estos últimos se parecería muy poco a la nuestra. Hoy tene-mos ya una experiencia internacional muy considerable que demues-tra con absoluta claridad que algunos de los rasgos fundamentales denuestra revolución tienen una importancia no local, particularmentenacional, sólo rusa, sino internacional. Y no hablo de la importanciainternacional en el sentido amplio de la palabra: no son sólo algunos,sino todos los rasgos fundamentales, y muchos secundarios, de nues-tra revolución los que tienen importancia internacional desde el puntode vista de la influencia de la misma sobre todos los países. No; habloen el sentido más estrecho de la palabra, es decir, entendiendo porimportancia internacional su trascendencia mundial o la inevitabili-dad histórica de que se repita a escala universal lo ocurrido en nues-tro país, importancia que hay que reconocerle a algunos de los rasgosfundamentales de nuestra revolución.

    Naturalmente, sería un tremendo error exagerar esta verdad, nolimitarse a aplicarla a algunos rasgos fundamentales de nuestra revo-lución. Sería erróneo asimismo perder de vista que después de la vic-toria de la revolución proletaria, aunque no sea más que en uno de lospaíses avanzados, se producirá seguramente un cambio radical, esdecir: Rusia se convertirá poco después de esto no en un país mode-lo, sino de nuevo en un país atrasado (en el sentido “soviético” ysocialista).

    Pero en el presente momento histórico se trata precisamente deque el ejemplo ruso muestra a todos los países algo, y algo muy sus-tancial, de su futuro próximo e inevitable. Los obreros avanzados detodos los países hace ya tiempo que lo han comprendido y, más quecomprenderlo, lo han percibido, lo han sentido con su instinto de

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    clase revolucionaria. De aquí la “importancia” internacional (en elsentido estrecho de la palabra) del poder soviético y de los funda-mentos de la teoría y la táctica bolcheviques. Esto no lo han com-prendido los jefes “revolucionarios” de la II Internacional1, comoKautsky en Alemania y Otto Bauer y Federico Adler en Austria, quese convirtieron por ello en reaccionarios, en defensores del peor delos oportunismos y de la socialtraición. Digamos de paso que el folle-to anónimo La Revolución Mundial (Weltrevolution), aparecido en1919 en Viena (Biblioteca Socialista, opúsculo 11; Ignaz Brand),muestra con particular claridad todo el proceso de desarrollo del pen-samiento y todo el conjunto de reflexiones, más exactamente, todoese abismo de irreflexión, pedantería, vileza y traición a los interesesde la clase obrera, sazonado, además, con la “defensa” de la idea dela “revolución mundial”.

    Pero tendremos que dejar para otra ocasión el ocuparnos conmayor detenimiento de este folleto. Consignemos aquí únicamente loque sigue: en los tiempos, ya bien lejanos, en que Kautsky era todavíaun marxista y no un renegado, al abordar la cuestión como historia-dor preveía la posibilidad de una situación en la que el revoluciona-rismo del proletariado ruso se convertiría en un modelo para EuropaOccidental. Esto era en 1902, cuando Kautsky publicó en la Iskra2

    revolucionaria el artículo Los eslavos y la revolución, en el que decía:

    “En la actualidad” (al contrario que en 1848) “se puedecreer que los eslavos no sólo se han incorporado a las filasde los pueblos revolucionarios, sino que el centro de grave-dad del pensamiento y de la obra revolucionaria se desplazacada día más hacia los eslavos. El centro revolucionario vatrasladándose del Occidente al Oriente. En la primera mitaddel siglo XIX se hallaba en Francia y, en algunos momentos,en Inglaterra. En 1848, también Alemania se incorporó a lasfilas de las naciones revolucionarias... El nuevo siglo empie-za con acontecimientos que sugieren la idea de que marcha-mos hacia un nuevo desplazamiento del centro revoluciona-rio, concretamente: de su traslado a Rusia. Es posible queRusia, que tanta iniciativa revolucionaria ha asimilado deOccidente, se halle hoy presta ella misma a servirle de fuen-te de energía revolucionaria. El creciente movimiento revo-

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    lucionario ruso resultará, acaso, el medio más poderoso parasacudir ese espíritu de filisteísmo fláccido y de politiqueríade pragmatismo mezquino que empieza a difundirse ennuestras filas y hará surgir de nuevo la llama viva del anhe-lo de lucha y la fidelidad apasionada a nuestros grandes ide-ales. Hace ya mucho que Rusia ha dejado de ser para EuropaOccidental un simple reducto de la reacción y el absolutis-mo. En la actualidad ocurre, quizás, todo lo contrario.Europa Occidental se convierte en el reducto de la reaccióny del absolutismo en Rusia... Es posible que los revolucio-narios rusos hubieran acabado hace ya mucho con el zar sino tuviesen que luchar al mismo tiempo contra el aliado deéste, el capital europeo. Esperemos que esta vez conse-guirán vencer a ambos enemigos y que la nueva ‘santaalianza’ se derrumbará más pronto que sus predecesoras.Pero sea cual fuere el resultado de la lucha actual en Rusia,la sangre y los sufrimientos de los mártires que esta luchaengendrará, por desgracia más de lo necesario, no seránvanos, sino que abonarán los gérmenes de la revoluciónsocial en todo el mundo civilizado y los harán crecer de unmodo más esplendoroso y rápido. En 1848, los eslavos eranuna helada horrible que abrasaba las flores de la primaverapopular. Es posible que ahora estén llamados a ser la tor-menta que rompa el hielo de la reacción y traiga consigoirresistiblemente una nueva y feliz primavera para los pue-blos” (Iskra, nº 18, 10 de marzo de 1902).

    ¡No escribía mal Karl Kautsky hace 18 años!

    II

    Una de las condiciones fundamentales

    del éxito de los bolcheviques

    Seguramente, hoy casi todo el mundo ve ya que los bolcheviques nose hubieran mantenido en el poder, no digo dos años y medio, sino nisiquiera dos meses y medio, sin la disciplina rigurosísima, verdade-ramente férrea, de nuestro Partido, sin el apoyo total e incondicional

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    que le presta toda la masa de la clase obrera, es decir, todo lo que ellatiene de consciente, honrado, abnegado, influyente y capaz de con-ducir tras de sí o de atraer a las capas atrasadas.

    La dictadura del proletariado es la guerra más abnegada y másimplacable de la nueva clase contra un enemigo más poderoso, con-tra la burguesía, cuya resistencia se ve decuplicada por su derroca-miento (aunque no sea más que en un país) y cuya potencia consisteno sólo en la fuerza del capital internacional, en la fuerza y la solidezde los vínculos internacionales de la burguesía, sino, además, en lafuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequeña producción.Porque, por desgracia, queda todavía en el mundo mucha, muchísimapequeña producción, y la pequeña producción engendra capitalismoy burguesía constantemente, cada día, cada hora, de modo espontá-neo y en masa. Por todos estos motivos, la dictadura del proletariadoes necesaria, y la victoria sobre la burguesía es imposible sin una gue-rra prolongada, tenaz, desesperada, a muerte; una guerra que exigeserenidad, disciplina, firmeza, inflexibilidad y una voluntad única.

    Lo repito, la experiencia de la dictadura proletaria triunfante enRusia ha mostrado de un modo palpable al que no sabe pensar, o alque no ha tenido ocasión de reflexionar sobre este problema, que lacentralización incondicional y la disciplina más severa del proletaria-do constituyen una de las condiciones fundamentales de la victoriasobre la burguesía.

    De esto se habla a menudo. Pero no se reflexiona suficientemen-te, ni mucho menos, sobre lo que esto significa y en qué condicioneses posible. ¿No convendría que las salutaciones entusiastas al poderde los soviets y a los bolcheviques se vieran acompañadas con mayorfrecuencia del más serio análisis de las causas que han permitido alos bolcheviques forjar la disciplina que necesita el proletariado revo-lucionario?

    El bolchevismo existe como corriente del pensamiento político ycomo partido político desde 1903. Sólo la historia del bolchevismoen todo el período de su existencia puede explicar de un modo satis-factorio por qué el bolchevismo pudo forjar y mantener, en las con-diciones más difíciles, la disciplina férrea necesaria para la victoriadel proletariado.

    La primera pregunta que surge es la siguiente: ¿cómo se mantie-ne la disciplina del partido revolucionario del proletariado? ¿Cómo se

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    comprueba? ¿Cómo se refuerza? Primero, por la conciencia de lavanguardia proletaria y por su fidelidad a la revolución, por su fir-meza, por su espíritu de sacrificio, por su heroísmo. Segundo, por sucapacidad de ligarse, de acercarse y, hasta cierto punto, si queréis, defundirse con las más amplias masas trabajadoras, en primer términocon las masas proletarias, pero también con las masas trabajadoras noproletarias. Tercero, por lo acertado de la dirección política que ejer-ce esta vanguardia, por lo acertado de su estrategia y su táctica polí-ticas, a condición de que las masas más extensas se convenzan de ellopor su propia experiencia. Sin estas condiciones es imposible la dis-ciplina en un partido revolucionario verdaderamente apto para ser elpartido de la clase avanzada, llamada a derrocar a la burguesía y atransformar toda la sociedad. Sin estas condiciones, los intentos deimplantar una disciplina se convierten inevitablemente en una fic-ción, en una frase, en gestos grotescos. Pero, por otra parte, estas con-diciones no pueden brotar de golpe. Van formándose solamente através de una labor prolongada, de una dura experiencia; su forma-ción se facilita con una acertada teoría revolucionaria que, a su vez,no es un dogma, sino que sólo se forma de manera definitiva en estre-cha conexión con la experiencia práctica de un movimiento verdade-ramente de masas y verdaderamente revolucionario.

    Si el bolchevismo pudo elaborar y llevar a la práctica con éxito enlos años 1917-20, en condiciones de una gravedad inaudita, la cen-tralización más severa y una disciplina férrea, ello se debe sencilla-mente a una serie de particularidades históricas de Rusia.

    De una parte, el bolchevismo surgió en 1903 sobre la más sólidabase de la teoría del marxismo. Y la justeza de esta teoría revolucio-naria −y sólo de ésta− ha sido demostrada tanto por la experienciainternacional de todo el siglo XIX como, en particular, por la expe-riencia de las desviaciones, los titubeos, los errores y los desengañosdel pensamiento revolucionario en Rusia. En el transcurso de casimedio siglo, aproximadamente de 1840 a 1890, el pensamiento avan-zado en Rusia, bajo el yugo del despotismo inaudito del zarismo sal-vaje y reaccionario, buscaba ávidamente una teoría revolucionariajusta, siguiendo con celo y atención admirables cada “última palabra”de Europa y América en este terreno. Rusia hizo suya la única teoríarevolucionaria justa, el marxismo, en medio siglo de torturas y desacrificios inauditos, de heroísmo revolucionario nunca visto, de

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    energía increíble y de búsquedas abnegadas, de estudio, de pruebasen la práctica, de desengaños, de comprobación, de comparación conla experiencia de Europa. Gracias a la emigración provocada por elzarismo, la Rusia revolucionaria de la segunda mitad del siglo XIXcontaba con una riqueza de relaciones internacionales y un conoci-miento tan excelente de todas las formas y teorías del movimientorevolucionario mundial como ningún otro país.

    De otra parte, el bolchevismo, surgido sobre esta base teórica degranito, tuvo una historia práctica de quince años (1903-17), sinparangón en el mundo por su riqueza de experiencias. Pues ningúnpaís, en el transcurso de esos quince años, conoció ni siquiera apro-ximadamente una experiencia revolucionaria tan rica, una rapidez yuna variedad tales en la sucesión de las distintas formas del movi-miento, legal e ilegal, pacífico y tormentoso, clandestino y abierto, depropaganda en los círculos y entre las masas, parlamentario y terro-rista. En ningún país estuvo concentrada en tan breve período detiempo semejante variedad de formas, de matices, de métodos delucha de todas las clases de la sociedad contemporánea; lucha que,además, como consecuencia del atraso del país y del peso del yugozarista, maduraba con singular rapidez y asimilaba con particularansiedad y eficacia la “última palabra” de la experiencia políticaamericana y europea.

    III

    Las etapas principales de la historia del bolchevismo

    Años de preparación de la revolución (1903-05). Presagios de grantormenta por doquier, fermentación y preparativos en todas las cla-ses. En el extranjero, la prensa de la emigración plantea teóricamen-te todas las cuestiones esenciales de la revolución. Con una luchaencarnizada de concepciones programáticas y tácticas, los represen-tantes de las tres clases fundamentales, de las tres corrientes políticasprincipales −la liberal-burguesa, la democrático-pequeño-burguesa(encubierta con las etiquetas de las tendencias “socialdemócrata” y“socialrevolucionaria”3) y la proletaria revolucionaria− anuncian ypreparan la futura lucha de clases abierta. Todas las cuestiones quemotivaron la lucha armada de las masas en 1905-07 y en 1917-20

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    pueden (y deben) verse, en forma embrionaria, en la prensa de aque-lla época. Naturalmente, entre estas tres tendencias principales haytodas las formaciones intermedias, transitorias, híbridas que se quie-ra. Más exactamente: en la lucha entre los órganos de prensa, los par-tidos, las fracciones y los grupos van cristalizándose las tendenciasideológicas y políticas realmente clasistas; las clases se forjan unarma ideológica y política adecuada para las batallas futuras.

    Años de revolución (1905-07). Todas las clases actúan abierta-mente. Todas las concepciones programáticas y tácticas son contras-tadas por la acción de las masas. Lucha huelguística sin precedenteen el mundo por su amplitud y dureza. Transformación de la huelgaeconómica en política y de la huelga política en insurrección.Comprobación práctica de las relaciones existentes entre el proleta-riado dirigente y los campesinos dirigidos, vacilantes e inestables.Nacimiento, en el desarrollo espontáneo de la lucha, de la formasoviética de organización4. Las disputas de aquel entonces sobre elpapel de los soviets son un anticipo de la gran lucha de 1917-20. Lasucesión de las formas de lucha parlamentarias y no parlamentarias,de la táctica de boicot del parlamentarismo y de participación en elmismo y de las formas legales e ilegales de lucha, así como sus rela-ciones recíprocas y los vínculos existentes entre ellas, se distinguenpor una asombrosa riqueza de contenido. Desde el punto de vista delaprendizaje de los fundamentos de la ciencia política −por las masasy los jefes, por las clases y los partidos−, cada mes de este períodoequivale a un año de desarrollo “pacífico” y “constitucional”. Sin el“ensayo general” de 1905, la victoria de la Revolución de Octubre de1917 hubiera sido imposible.

    Años de reacción (1907-10). El zarismo ha triunfado. Han sidoaplastados todos los partidos revolucionarios y de oposición.Abatimiento, desmoralización, escisiones, dispersión, apostasías,pornografía en vez de política. Reforzamiento de la tendencia al ide-alismo filosófico, misticismo como disfraz de un estado de espíritucontrarrevolucionario. Pero, al mismo tiempo, justamente la granderrota da a los partidos revolucionarios y a la clase revolucionariauna verdadera lección en extremo provechosa, una lección de dialéc-tica histórica, de comprensión, destreza y arte para librar la luchapolítica. Los amigos se conocen en la desgracia. Los ejércitos derro-tados pasan por una buena escuela.

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    El zarismo victorioso se ve obligado a destruir apresuradamentelos restos del modo de vida preburgués, patriarcal en Rusia. El desa-rrollo burgués del país progresa con rapidez notable. Las ilusiones almargen y por encima de las clases, las ilusiones sobre la posibilidadde evitar el capitalismo, se desvanecen. La lucha de clases se mani-fiesta de un modo absolutamente nuevo y con mayor relieve.

    Los partidos revolucionarios deben completar su instrucción. Hanaprendido a desplegar la ofensiva. Ahora deben comprender que estaciencia hay que completarla con la de saber replegarse acertadamen-te. Hay que comprender −y la clase revolucionaria aprende a com-prenderlo por su propia y amarga experiencia− que no se puede triun-far sin saber desplegar la ofensiva y retirarse con acierto. De todos lospartidos revolucionarios y de oposición derrotados, fueron los bol-cheviques quienes se replegaron con mayor orden, con menos que-branto de su “ejército”, conservando mejor su núcleo central, con lasescisiones menos profundas e irreparables, con menos desmoraliza-ción, con mayor capacidad para reanudar la acción de un modo másamplio, acertado y enérgico. Y si los bolcheviques obtuvieron esteresultado, fue exclusivamente porque desenmascararon sin piedad yexpulsaron a los revolucionarios de palabra, obstinados en no com-prender que es necesario replegarse, que es preciso saber replegarse,que es obligatorio aprender a actuar legalmente en los parlamentosmás reaccionarios y en las organizaciones sindicales, cooperativas,de seguros y otras semejantes, por muy reaccionarias que sean.

    Años de ascenso (1910-14). Al principio, el ascenso fue de unalentitud inverosímil; luego, después de los sucesos del Lena5 de 1912,algo más rápido. Venciendo dificultades inauditas, los bolcheviquesdesplazaron a los mencheviques, cuyo papel como agentes burguesesen el movimiento obrero fue admirablemente comprendido despuésde 1905 por toda la burguesía y a los cuales, por eso mismo, sosteníade mil maneras contra los bolcheviques. Pero éstos no hubieranlogrado nunca desplazarles si no hubiesen aplicado una táctica acer-tada, combinando la labor ilegal con la utilización obligatoria de las“posibilidades legales”. En la más reaccionaria de las Dumas6 losbolcheviques conquistaron toda la curia obrera.

    Primera guerra imperialista mundial (1914-17). El parlamentaris-mo legal, con un “parlamento” ultrarreaccionario, presta los mayoresservicios al partido del proletariado revolucionario, a los bolchevi-

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    ques. Los diputados bolcheviques son deportados a Siberia7. En laprensa de la emigración se manifiestan plenamente todos los maticesde las concepciones del socialimperialismo, del socialchovinismo,del socialpatriotismo, del internacionalismo inconsecuente y conse-cuente, del pacifismo y de la negación revolucionaria de las ilusionespacifistas. Las eminencias estúpidas y los vejestorios de la IIInternacional, que fruncían el ceño con desdén y soberbia ante laabundancia de “fracciones” en el socialismo ruso y ante la luchaencarnizada de éstas entre sí, fueron incapaces, cuando la guerrasuprimió en todos los países adelantados la cacareada “legalidad”, deorganizar, aunque no fuera más que aproximadamente, un intercam-bio libre (ilegal) de ideas y una elaboración libre (ilegal) de concep-ciones justas, semejantes al que organizaron los revolucionariosrusos en Suiza y otros países. A ello se debe, precisamente, que lossocialpatriotas descarados y los “kautskianos” de todos los paíseshayan resultado los peores traidores del proletariado. Y si el bolche-vismo pudo triunfar en 1917-20, una de las causas fundamentales deesta victoria consiste en que ya desde finales de 1914 desenmascarósin piedad la villanía, la infamia y la abyección del socialchovinismoy del “kautskismo” (al cual corresponden el longuetismo8 en Francia,las ideas de los jefes del Partido Laborista Independiente9 y de losfabianos10 en Inglaterra, de Turati en Italia, etc.) y en que las masasse fueron convenciendo después cada vez más, por experiencia pro-pia, de que las concepciones de los bolcheviques eran justas.

    Segunda revolución rusa (febrero-octubre de 1917). El gradoinverosímil de decrepitud y caducidad del zarismo suscitó contra él(con ayuda de los reveses y sufrimientos de una guerra infinitamentepenosa) una inusitada fuerza destructora. En pocos días, Rusia seconvirtió en una república democrático-burguesa más libre (en lascondiciones de la guerra) que cualquier otro país. Los jefes de lospartidos de oposición y revolucionarios comenzaron a formar gobier-no, como en las repúblicas del más “puro parlamentarismo”, pues eltítulo de jefe de un partido de oposición en el parlamento, hasta en elmás reaccionario, ha facilitado el papel futuro de este jefe en la revo-lución.

    En pocas semanas, los mencheviques y los “socialrevoluciona-rios” dominaron a la perfección todos los procedimientos y modales,argumentos y sofismas de los héroes europeos de la Internacional, de

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    los ministerialistas11 y de toda la chusma oportunista. Todo lo que lee-mos hoy sobre los Scheidemann y los Noske, Kautsky e Hilferding,Renner y Austerlitz, Otto Bauer y Fritz Adler, Turati y Longuet, sobrelos fabianos y los jefes del Partido Laborista Independiente deInglaterra nos parece (y lo es en realidad) una aburrida repetición deun motivo antiguo y conocido. Todo ello lo habíamos visto ya en losmencheviques. La historia les ha jugado una mala pasada, obligandoa los oportunistas de un país atrasado a adelantarse a los oportunistasde una serie de países avanzados.

    Si todos los héroes de la II Internacional han fracasado y se hancubierto de oprobio en la cuestión del papel e importancia de lossoviets y del poder soviético; si se han cubierto de ignominia con par-ticular “brillantez” y se han embrollado en esta cuestión los jefes delos tres grandes partidos que se han separado actualmente de la IIInternacional (el Partido Socialdemócrata Independiente deAlemania12, el partido longuetista de Francia y el Partido LaboristaIndependiente de Inglaterra); si todos ellos han resultado esclavos delos prejuicios de la democracia pequeño-burguesa (exactamente almodo de los pequeños burgueses de 1848, que se llamaban “social-demócratas”), también es cierto que todo eso lo hemos visto ya en elejemplo de los mencheviques. La historia ha hecho esta jugarreta: lossoviets nacieron en Rusia en 1905, fueron falsificados en febrero-octubre de 1917 por los mencheviques, que fracasaron por no habersabido comprender el papel e importancia de los mismos, y hoy hasurgido en el mundo entero la idea del poder soviético, idea que seextiende con rapidez inusitada entre el proletariado de todos los paí-ses. Mientras tanto, los viejos héroes de la II Internacional fracasanen todas partes por no haber sabido comprender, igual que nuestrosmencheviques, el papel y la importancia de los soviets. La experien-cia ha demostrado que en algunas cuestiones esenciales de la revolu-ción proletaria, todos los países pasarán inevitablemente por lomismo que ha pasado Rusia.

    Los bolcheviques empezaron su lucha victoriosa contra la repú-blica parlamentaria (de hecho) burguesa y contra los mencheviquescon suma prudencia y no la prepararon, ni mucho menos, con la sen-cillez que se imaginan hoy frecuentemente en Europa y América. Alcomienzo del período intencionado no incitamos a derribar el gobier-no, sino que explicamos la imposibilidad de hacerlo sin modificar

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    previamente la composición y el estado de ánimo de los soviets. Nodeclaramos el boicot al parlamento burgués, a la Constituyente, sinoque dijimos −a partir de la Conferencia de nuestro Partido celebradaen abril de 1917 lo dijimos oficialmente en nombre del Partido− queuna república burguesa con una Constituyente era preferible a lamisma república sin Constituyente, pero que la república “obrera ycampesina” soviética es mejor que cualquier república democrático-burguesa, parlamentaria. Sin esta preparación prudente, minuciosa,circunspecta y prolongada no hubiésemos podido alcanzar ni mante-ner la victoria de Octubre de 1917.

    IV

    ¿En lucha contra qué enemigos en el seno del movimiento

    obrero ha podido crecer, fortalecerse y templarse el

    bolchevismo?

    En primer lugar, y sobre todo, en lucha contra el oportunismo, que en1914 se transformó definitivamente en socialchovinismo y se pasópara siempre a la burguesía contra el proletariado. Este era, natural-mente, el principal enemigo del bolchevismo en el seno del movi-miento obrero y sigue siéndolo a escala mundial. El bolchevismo haprestado y presta a este enemigo la mayor atención. Este aspecto dela actividad de los bolcheviques es conocido ya bastante bien en elextranjero.

    Distinta es la situación en lo que se refiere a otro enemigo del bol-chevismo en el seno del movimiento obrero. En el extranjero se sabetodavía de un modo muy insuficiente que el bolchevismo ha crecido,se ha formado y se ha templado en largos años de lucha contra elrevolucionarismo pequeño-burgués, parecido al anarquismo o que hatomado algo de él y que se aparta en todo lo esencial de las condi-ciones y exigencias de una consecuente lucha de clase del proletaria-do. Para los marxistas está plenamente establecido desde el punto devista teórico −y la experiencia de todas las revoluciones y movi-mientos revolucionarios de Europa lo confirma por entero− que elpequeño propietario, el pequeño patrón (tipo social que en muchospaíses europeos está muy difundido y tiene carácter de masas), quesufre bajo el capitalismo una presión continua y muy a menudo un

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    empeoramiento increíblemente brusco y rápido de sus condiciones deexistencia y la ruina, cae con facilidad en el ultrarrevolucionarismo,pero es incapaz de manifestar serenidad, espíritu de organización,disciplina y firmeza. El pequeño-burgués “enfurecido” por los horro-res del capitalismo es, como el anarquismo, un fenómeno social pro-pio de todos los países capitalistas. Son del dominio público lainconstancia de estas veleidades revolucionarias, su esterilidad y lafacilidad con que se transforman rápidamente en sumisión, en apatía,en fantasías, incluso en un entusiasmo “furioso” por tal o cualcorriente burguesa “de moda”. Pero el reconocimiento teórico, abs-tracto, de semejantes verdades no es suficiente, en modo alguno, paraponer a un partido revolucionario al abrigo de los viejos errores, quese producen siempre por motivos inesperados, con una ligera varia-ción de forma, con una apariencia o un contorno antes no vistos, enuna situación original (más o menos original).

    El anarquismo ha sido a menudo una especie de expiación de lospecados oportunistas del movimiento obrero. Estas dos anomalías secomplementaban mutuamente. Y si el anarquismo ejerció en Rusiauna influencia relativamente insignificante en las dos revoluciones(1905 y 1917) y durante su preparación, a pesar de que la poblaciónpequeño-burguesa era aquí más numerosa que en los países europe-os, ello se debe en parte, sin duda alguna, al bolchevismo, que siem-pre luchó del modo más despiadado e irreconciliable contra el opor-tunismo. Digo “en parte”, porque lo que más contribuyó a debilitar elanarquismo en Rusia fue la posibilidad que tuvo en el pasado (en ladécada de los 70 del siglo XIX) de adquirir un desarrollo extraordi-nario y de revelar hasta el fondo su carácter falso y su incapacidadpara servir como teoría dirigente de la clase revolucionaria.

    Al surgir en 1903, el bolchevismo heredó la tradición de luchaimplacable contra el revolucionarismo pequeño-burgués, semianar-quista (o capaz de coquetear con el anarquismo), tradición que habíaexistido siempre en la socialdemocracia revolucionaria y que se con-solidó particularmente en nuestro país en 1900, cuando se sentaronlas bases del partido de masas del proletariado revolucionario deRusia. El bolchevismo hizo suya y continuó la lucha contra el parti-do que más fielmente expresaba las tendencias del revolucionarismopequeño-burgués (es decir, el partido de los “socialistas revoluciona-rios”) en tres puntos principales. En primer lugar, este partido, que

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    rechazaba el marxismo, no quería comprender obstinadamente (talvez fuera más justo decir que no podía comprender) la necesidad detener en cuenta con estricta objetividad las fuerzas de clase y sus rela-ciones mutuas antes de emprender cualquier acción política. Ensegundo lugar, este partido veía un signo particular de su “revolucio-narismo” o de su “izquierdismo” en el reconocimiento del terror indi-vidual, de los atentados, que nosotros, los marxistas, rechazábamoscategóricamente. Claro es que nosotros rechazábamos el terror indi-vidual sólo por motivos de conveniencia; pero las gentes capaces decondenar “por principio” el terror de la gran revolución francesa o, engeneral, el terror de un partido revolucionario victorioso, asediadopor la burguesía de todo el mundo, esas gentes fueron ya ridiculiza-das y puestas en la picota por Plejánov en 1900, cuando éste era mar-xista y revolucionario. En tercer lugar, ser “izquierdista” consistía,para los “socialrevolucionarios”, en reírse de los pecados oportunis-tas, relativamente leves, de la socialdemocracia alemana, al mismotiempo que imitaban a los ultraoportunistas de ese mismo partido encuestiones como la agraria o la de la dictadura del proletariado.

    La historia, dicho sea de paso, ha confirmado hoy en gran escala,a escala histórico-mundial, la opinión que hemos defendido siempre,a saber: que la socialdemocracia revolucionaria alemana (y téngase encuenta que Plejánov reclamaba ya en 1900-03 la expulsión deBernstein del partido y que los bolcheviques, siguiendo siempre estatradición, desenmascaraban en 1913 toda la villanía, la bajeza y la trai-ción de Legien13) estaba más cerca que nadie del partido que necesi-taba el proletariado revolucionario para triunfar. Ahora, en 1920, des-pués de todas las quiebras y crisis ignominiosas de la época de la gue-rra y de los primeros años que la siguieron, se ve con claridad que, detodos los partidos occidentales, la socialdemocracia revolucionariaalemana es, precisamente, la que ha dado los mejores jefes y la que seha repuesto, curado y fortalecido con mayor rapidez. Esto se adviertetambién en el partido de los espartaquistas14 y en el ala izquierda, pro-letaria, del “Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania”,que sostiene una firme lucha contra el oportunismo y la falta de carác-ter de los Kautsky, los Hilferding, los Ledebour y los Crispien. Si lan-zamos ahora una ojeada a un período histórico completamente termi-nado, que va desde la Comuna de París15 hasta la primera RepúblicaSocialista Soviética, veremos dibujarse con relieve absolutamente

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    definido e indiscutible la posición del marxismo ante el anarquismo.A fin de cuentas, el marxismo ha demostrado tener razón. Y si losanarquistas señalaban con justicia el carácter oportunista de las con-cepciones sobre el Estado que imperaban en la mayoría de los parti-dos socialistas, hay que advertir, en primer lugar, que ese carácteroportunista obedecía a una deformación y hasta a una ocultación cons-ciente de las ideas de Marx sobre el Estado (en mi libro El Estado y laRevolución he hecho notar que Bebel mantuvo en el fondo de un cajóndurante 36 años, de 1875 a 1911, la carta en que Engels16 denunciabacon singular relieve, vigor, franqueza y claridad el oportunismo de lasconcepciones socialdemócratas en boga sobre el Estado); en segundolugar, que la rectificación de estas ideas oportunistas y el reconoci-miento del poder soviético y de su superioridad sobre la democraciaparlamentaria burguesa han partido con mayor amplitud y rapidez pre-cisamente de las tendencias más marxistas existentes en el seno de lospartidos socialistas de Europa y América.

    Ha habido dos momentos en los que la lucha del bolchevismocontra las desviaciones “izquierdistas” de su propio partido ha adqui-rido una magnitud particularmente considerable: en 1908, en torno ala participación en un “parlamento” ultrarreaccionario y en las socie-dades obreras legales regidas por las leyes más reaccionarias, y en1918 (paz de Brest17), en torno a la admisibilidad de tal o cual “com-promiso”.

    En 1908, los bolcheviques “de izquierda” fueron expulsados denuestro Partido por su empeño en no querer comprender la necesidadde participar en un “parlamento” ultrarreaccionario18. Los “izquier-distas”, entre los que había muchos excelentes revolucionarios quefueron después (y siguen siendo) honrosamente miembros delPartido Comunista, se apoyaban, sobre todo, en la feliz experienciadel boicot de 1905. Cuando el zar anunció en agosto de 1905 la con-vocatoria de un “parlamento” consultivo19, los bolcheviques, contratodos los partidos de oposición y contra los mencheviques, declara-ron el boicot a este parlamento, que fue barrido, en efecto, por larevolución de octubre de 190520. Entonces el boicot fue justo, no por-que esté bien abstenerse en general de participar en los parlamentosreaccionarios, sino porque fue tenida en cuenta con acierto la situa-ción objetiva, que conducía a la rápida transformación de las huelgasde masas en huelga política y, sucesivamente, en huelga revoluciona-

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    ria y en insurrección. Además, el motivo de la lucha era, a la sazón,saber si había que dejar en manos del zar la convocatoria de la pri-mera institución representativa o si debía intentarse arrancársela delas manos a las viejas autoridades. Por cuanto no había ni podía haberla certeza plena de que la situación objetiva era análoga y de que sudesarrollo había de realizarse en el mismo sentido y con igual rapi-dez, el boicot dejaba de ser justo.

    El boicot de los bolcheviques al “parlamento” en 1905 enriquecióal proletariad