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JESÚS Y LA SAMARITANA

La Samaritana Pasar Por Ti

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bendiciones

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JESÚSY

LA SAMARITANA

Vicente Páez Muñoz de Morales

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JESÚS Y LA SAMARITANA

1 Texto2 Comentario espiritual - Tenía que pasar por Samaria - Tenía que pasar por ti3 La llamada de Dios a la conversión, siendo

sobrenatural, se realiza de modo humano4 Dame de beber5 Si conocieras el don de Dios: la gracia6 Clases de gracia7 La gracia de la conversión y su proceso

1 Texto

“Jesús tenía que pasar por Samaria. Llega, pues, a una ciudad de Samaria, llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice:

- Dame de beber.Sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida.Le dice la mujer samaritana:- ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber

a mí, que soy una mujer samaritana? (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos).

Jesús le respondió:

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Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: Dame de beber, tú le habrías pedido a Él, y Él te habría dado agua viva.

Le dice la mujer:- Señor, no tienes cubo, y el pozo es hondo;

¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?

Jesús le respondió:- Todo el que beba de esta agua, volverá a

tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.

Le dice la mujer:Señor, dame de esa agua, para que no tenga

más sed y no tenga que venir aquí a sacarla.Él le dice:-Vete, llama a tu marido y vuelve acá.Respondió la mujer:- No tengo marido.Jesús le dice:- Bien has dicho que no tienes marido,

porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho verdad (Jn 4,3-17).

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2 Comentario espiritual

- Tenía que pasar por Samaria Jesús tuvo el encuentro con la Samaritana

en el primer año de su vida pública. Es uno de los episodios más interesantes y sugestivos de todo el Evangelio por la belleza de su contenido y rica exposición literaria que no tienen parangón.

Después del diálogo que Jesús tuvo con Nicodemo en Jerusalén, predicó el tema central de la conversión, quizás durante un par de semanas, según piensan algunos comentaristas del Evangelio. Luego desde Judea emprendió un viaje hacia Galilea. El camino que había escogido para hacer la travesía tenía diversas variaciones topográficas de subidas y bajadas con curvas que hacían dificultoso el trayecto polvoriento. Por esta ruta tenía que pasar por la ciudad de Sicar, de Samaria, pues había otros, porque quiso encontrarse con la Samaritana,. Al llegar a ese lugar, nos dice el Evangelio que Jesús fatigado del camino se sentó junto al pozo de Jacob, pienso que a su caer, sin pensar la postura de su caída. Mientras tanto, sus discípulos marcharon a la ciudad a comprar víveres para comer. En esto, llegó una mujer con su cántaro a sacar agua del pozo, a las doce de la mañana, hora inusual para la recogida del agua, que solía ser antes de empezar las tareas domésticas del día. Pero la gracia de Dios, sin que la samaritana lo supiera, citó a esa mujer pecadora a ese lugar y en ese momento para regalarle la gracia de la conversión.

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Este paso de Jesús por Samaria tiene un doble significado: uno geográfico y el otro el paso de la gracia por el corazón de la Samaritana. En este pasaje, como en otros muchos de la Sagrada Escritura, se comprueba que cuando Dios quiere convertir a un pecador pasa antes por su corazón con su gracia, y en él la deja sembrada, esperando el momento oportuno de una circunstancia para activarla en el momento y modo que Él quiere. Este hecho no sucede por casualidad sino por la causalidad del proyecto de la providencia amorosa de Dios Padre.

El regalo de la gracia, don sobrenatural, no está sometido a métodos científicos, pues Dios, infinitamente sabio y poderoso hace llegar su gracia a los hombres de maneras infinitas. Por el estudio de los casos que se conocen en la Sagrada Escritura y en la vida humana, los teólogos han compuesto la ciencia teológica de la Gracia, que luego la Iglesia, como Maestra de la Verdad Revelada, certifica doctrinalmente. En el decurso de la conversión y santificación, Dios concurre generalmente con su gracia antecedente (antes de), concomitante (acompañándola) y consecuente (para que consiga su fin).

- Tenía que pasar por tiTambién un día Jesús quiso encontrarse

contigo, valiéndose de muchas circunstancias providenciales, que tú recordarás, para que fueras cristiano o cristiana, sacerdote, religioso o religiosa.

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¿Cuándo y cómo fue tu encuentro con Cristo?

Tal vez te encontraste con Él, sin que tú te enteraras, porque naciste en una familia cristiana en la que fuiste educado, sin cuestionarte nada, y en la que viviste siempre como pez en el agua. Quizás Jesús se encontró contigo valiéndose del colegio, de la Parroquia, de un amigo, de un sacerdote, de la catequesis, de un libro, de la televisión, de una enfermedad… ¡Qué sé yo! Cualquier circunstancia fue la providencial para el paso de Jesús por tu alma, porque tenía que pasar por tu vida cuando Él quiso. Ese encuentro de Jesús por tu vida, se realizó sobrenaturalmente de modo humano. Tal vez tu encuentro con Él fue excepcional, y Dios te proporcionó los medios necesarios para tu conversión. Los caminos por los que Dios llama a los hombres y actúa en ellos son infinitos y misteriosos que no pueden catalogarse científicamente.

3 La llamada de Dios a la conversión, siendo sobrenatural, se realiza de modo humano.

Jesús suele llamar a la conversión y a la vida consagrada por caminos normales, corrientes, como si fuera la cosa más natural del mundo. Esa llamada se desarrolla y fructifica generalmente con comportamientos naturales, pues la excesiva sensibilidad en quien se siente llamado puede ser signo de desequilibrio religioso. Por eso en los Institutos religiosos y obras de la Iglesia suele

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haber un tiempo de experiencia antes de profesar la vida consagrada. Y así y todo, hay personas, naturalmente buenas por naturaleza, que superan las pruebas del Postulantado y Noviciado y profesan con taras psicológicas y psicopáticas que afloran inevitablemente después en el transcurso de la convivencia. Dios permite estos casos providenciales para la santificación de todos los miembros de la Comunidad. De la misma manera sucede también en los simples cristianos que reciben la fe, la viven y desarrollan con las anomalías congénitas, pues la vida sobrenatural se vive personalmente.

4 Dame de beber

Jesús al ver a la Samaritana clavó una significativa mirada en sus ojos con un saludo usual entre personas extrañas, que conmovió entrañablemente su corazón, y despertó la gracia que en ella ya estaba sembrada; y la activó en el diálogo después.

Como la Samaritana estaba ya sedienta de la gracia, dijo a Jesús:

- “Dame de beber” (Jn 4,7).Impresiona ver a un Dios, que todo lo puede,

pedir agua a la Samaritana, como un simple hombre sediento, sometido a las necesidades humanas. Jesús aprovechó la circunstancia de la sed para pedir el agua natural a esta mujer pecadora con la intención de regalarle el agua sobrenatural de la gracia, que no conocía. Dios suele valerse de las cosas materiales y naturales

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para regalar el misterio de la conversión y santificación que el Espíritu Santo activa calladamente en un proceso sobrenatural de modo humano.

La experiencia pastoral me dice que cuando alguien siente deseos de convertirse es porque Dios ha sembrado ya la gracia en su corazón, que luego es perfeccionada progresivamente por muchos medios. En mi larga y variada vida pastoral he comprobado que cuando he tenido la ocasión de preguntar a los que buscaron la conversión en mí, y les he preguntado por qué vuelven a Dios, todos me han contestado lo mismo: porque ya lo venía queriendo desde hace tiempo. Lo mismo he comprobado en las personas que me buscaron para consagrarse a Dios en las que yo no hice otra cosa que cultivar la sementera de la vocación que ya existía.

La samaritana desde hace tiempo estaba ya tocada de la gracia, y sin saber cómo ni por qué, de modo natural y humano, se encontró con Jesús para convertirse. Y le llegó la ocasión en el mismo momento en que Jesús le pidió agua. En la conversión y en su proceso, como en todas las cosas de la vida, no existen casualidades sino causalidades de la providencia amorosa de Dios Padre.

Cuando la Samaritana observó que Jesús le pidió agua, sintió una inmensa alegría por tener una buena ocasión para tramar conversación con un hombre extranjero, sensacionalmente atractivo: y

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con coquetería irónica de simpatía personal, extrañada, le dijo:

¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy samaritana? (Jn 4,9).

Jesús le contestó:Si conocieras el don de Dios y quien es el

que te dice: dame de beber, tú se lo habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva (Jn 4,10).

La samaritana entendió que las palabras de Jesús encerraban un sentido simbólico, y adivinó que le estaba hablando de un don espiritual privilegiado; y con mirada sonriente que se entrecruzó con la expresiva de Jesús, pues con la mirada los que se aman se hablan, con deseo de que le explicara el significado del misterio del agua viva, le dijo:

- Señor, no tienes cubo y el pozo es hondo; ¿de dónde vas tú a sacar el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?

Jesús entonces le explicó: - El que bebe de esta agua vuelve a tener

sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna” (Jn 4,14).

Con estas palabras trascendentes la samaritana empezó a sospechar que Jesús le ofrecía algo espiritual, pues su corazón empezó a latir fuertemente con emoción sobrenatural; y,

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conmovida por la gracia y deseosa de saber el misterio, le pidió el agua viva de la gracia:

“Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla” (Jn 4,15).

Cuando la llamada de Dios llega al alma para llevar una vida cristiana o consagrada, se sienten vivos deseos de saber las cosas de Dios; y se buscan las ocasiones para saber la explicación de lo que internamente siente.

Jesús dijo a la samaritana que estaba ya deseando conocer el misterio de la gracia:

- “Anda, llama a tu marido y vuelve” (Jn 4,16).

La mujer le contestó:-“No tengo marido”. Jesús le dice:-“Tienes razón, que no tienes marido: has

tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En esto has dicho la verdad” (Jn 4,18).

La mujer entonces cayó en la cuenta de que estaba en la presencia de un profeta:

- “Señor, veo que tú eres un profeta”. Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga Él nos lo dirá todo.

Jesús le dice:- “Soy yo el que habla contigo”.

En esto llegaron sus discípulos y se extrañaron de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: ¿qué le preguntas o de qué le hablas? No se acostumbraba entonces que un hombre, y menos un rabino, conversase en

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público y a solas con una mujer, según las costumbres de los tiempos.

La samaritana, que era ya una mujer convertida, dejó su cántaro y echó a correr al pueblo a invitar a toda la gente a ir a ver a un hombre, que dice ser el Mesías, que le había adivinado toda su vida.

El resultado de este coloquio fue que la Samaritana no sólo se convirtió sino que se hizo misionera, pues muchos samaritanos, al comprobar los hechos, creyeron que Jesús era el Mesías, el Salvador del mundo por el testimonio que les había dado la mujer.

5 Si conocieras el don de Dios: la gracia

Según el Catecismo de la Iglesia Católica del

Papa Juan Pablo II, la gracia es “una participación en la vida de Dios que nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria por el bautismo, y nos hace hijos adoptivos de Dios” (Cat 1997). La participación en la vida de Dios no es una transfusión de su naturaleza divina, tal cual es en sí misma, cosa imposible, pues Dios, Ser increado e infinitamente perfecto, no puede transfundirse en una criatura, como es evidente. Es una participación analógica de la misma naturaleza de Dios por la que el hombre, nacido en pecado, entra a formar parte de la familia divina de la Santísima Trinidad: un regalo del Espíritu Santo que potencia al cristiano para que comprenda con la fe lo que no entiende con la razón.

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Dios, por medio de la gracia, nos comunica lo que Él es en su naturaleza trinitaria: Amor en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Si el ser de Dios es Amor, la gracia, por participación misteriosa del ser de Dios, tiene que ser también amor. Jesucristo es Amor, hecho Misericordia para los hombres.

El amor de Dios a los hombres, hecho gracia de justificación, fue merecida por la pasión de Cristo, y tiene como finalidad la gloria de Dios y de Cristo y el don de la vida eterna (Cat 2020).

La gracia no es una realidad humana, sometida a ninguna metodología racional. Es un misterio divino que nace, crece y se desarrolla en los hombres, de manera distinta y muchas veces por caminos desconocidos. No obstante, los grandes teólogos de la Iglesia católica, principalmente Santo Tomás de Aquino, basándose en la Revelación y en la experiencia, han compuesto la teología de la gracia.

6 Clases: gracia santificante y gracia actual

- Gracia habitual o santificanteLa gracia habitual o santificante "es un don

habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona el alma para hacerla capaz de vivir con Dios y de obrar por su amor" (Cat 2000). Es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios (Jn 1,12-18),

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hijos adoptivos (Rm 8,14-17), partícipes de la naturaleza divina (2 P 1,3-4), de la vida eterna (Jn 17,3) y miembros de la Iglesia" (Cat 1996). "Recibisteis espíritu de filiación adoptiva con el que clamamos: ¡Abba! (Padre)" (Rm 8,15). "Dios nos ha regalado los bienes inapreciables y extraordinarios de participar de la naturaleza de Dios" (2 P 1,4). Por consiguiente, la gracia produce los siguientes efectos: la participación de la naturaleza de Dios, la filiación divina, el derecho a poseer la vida eterna, y la incorporación a la Iglesia.

La gracia de Dios es el mayor bien del Universo que se puede tener. Si supiéramos valorar en su debido precio la gracia de Dios, nos pasaríamos toda la vida viviéndola en intensidad y aumentándola con buenas obras, y no viviríamos jamás en pecado mortal ni en pecado venial, sometidos sólo a las imperfecciones morales, que nunca todas son totalmente evitables.

- Gracia actual"Se debe distinguir entre la gracia habitual,

disposición permanente para vivir y obrar según la vocación divina, y las gracias actuales, que están en el origen de la conversión o en el decurso de la obra de la santificación” (Cat 2000).

La gracia actual es una moción o impulso de Dios, no necesariamente sensible ni consciente, que ilumina el entendimiento para pensar el bien, mueve la voluntad para querer hacer el bien y empuja al cristiano para realizarlo, en orden a la vida eterna. Sin el auxilio divino nadie puede pedir,

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recibir y aumentar la gracia, como lo enseñó Jesucristo en el Evangelio: "Sin mí no podéis hacer nada" (Jn 15,5).

El hombre con las gracias actuales se prepara para recibir la gracia santificante por la acción del Espíritu Santo; y con ellas coopera para trabajar con Dios que trabaja con el hombre (S. Agustín). La libre iniciativa de Dios antecede a la respuesta del hombre, le acompaña siempre en su camino y concluye en su santificación. (Cat 2001-2003); y termina en el bautismo o en sus suplencias.

El cristiano en estado de gracia opera con las ayudas actuales de la gracia para progresar en el proceso de la perfección evangélica. El que está en pecado mortal, con las gracias actuales recupera la gracia habitual en el sacramento de la Confesión.

Dios está, como Señor, por la inmensidad de su amor en el hombre que no tiene fe, de infinitas maneras, para que pueda conseguir la salvación eterna; vive, como Amigo, en la fe del cristiano que está en pecado mortal; y convive, como Padre, en el hijo que vive en gracia.

Los medios por los que Dios envía estas gracias a los hombres son muchos y diversos, principalmente por los acontecimientos, cosas normales o espectaculares, actos de diversa índole, y también sin mediaciones, directamente causados por Dios en el interior del hombre.

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Con las gracias actuales el hombre que no cree es como leña que puede convertirse en fuego en el bautismo; el pecador que tiene fe, pero vive en pecado mortal, es como el rescoldo del fuego que puede convertirse en llamas de la justificación; y el cristiano, que vive en gracia operativa de Dios, es como la llama que se convierte en hoguera de evolución permanente de creciente intensidad, que termina en la santidad.

Pensando en la gracia hace más de treinta años en un momento de fervor singular compuse la siguiente poseía:

TENGO SED

Tengo sed y estoy bebiendo porque el agua que yo bebo sedienta deja mi alma, saciado estando mi cuerpo. Tengo sed de estar saciado, porque el calor del verano reseca deja mi alma el agua que estoy bebiendo. Tengo sed de estar saciado, estando siempre bebiendo el agua viva de la gracia para no estar jamás sediento.

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7 La gracia de la conversión y su proceso

Resumimos en diez principios generales la doctrina de la Iglesia sobre la conversión, basada en la Revelación:

1º La conversión se realiza por medio de la gracia, don divino, que no se puede conseguir con las fuerzas naturales.

2º La causa de la conversión, atribuida al Espíritu Santo, procede de la Santísima Trinidad, Dios Uno y Trino

3º La gracia se siembra en el bautismo o en sus suplencias, antecede a la conversión del hombre, la acompaña en todo momento, termina en la santificación múltiple y variada, y fructifica eternamente en la visión y gozo de la Santísima Trinidad en el Cielo.

4º El modo de transmisión de la gracia es misterioso, pues no está sometido a ninguna metodología humana. Generalmente Dios la comunica directa e inmediatamente o instrumentalmente por medio de los sacramentos, oración, ejercicio de virtudes y otros medios.

5º La conversión supone la iniciativa de Dios, pues nadie va al Padre si antes el Padre no viene a Él. Exige la libre y responsable respuesta del hombre.

6º Tanto la llamada de Dios como la respuesta humana no se pueden conocer ni estructurar totalmente de modo científico. La gracia llega a cada uno de manera única y personal.

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7º La llamada de Dios a la conversión y la respuesta del hombre superan el conocimiento de la teología de la gracia, del entendimiento del hombre y de su imaginación.

8º La valoración de los actos morales del hombre corresponde solamente a la infinita misericordia de Dios Padre, y no al juicio de los hombres. Juzgar al hombre moralmente en su realidad personal es una osadía de la razón, una opinión falible, una injusticia y un error. 9º La conversión se realiza poco a poco en un proceso sobrenaturalmente humano, con miserias y pecados, arduas luchas y derrotas, triunfos de la gracia y debilidades humanas y pecados. 10º La correspondencia a la gracia se hace con el esfuerzo del hombre, traducido en buenas y santas obras, contando siempre con la gracia de Dios.