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El mundo social es historia acumulada, y si no es reducido a una descontinuada serie de instantáneos equilibrios mecánicos entre agentes tratados como partículas intercambiables, debemos reintroducir en el mundo social la noción de capital y con la noción de capital, la acumulación de capital y todos sus efectos correlacionados. El capital es trabajo acumulado (en su forma materializada o en su forma "incorporada", forma corporatizada), que cuando es apropiada de forma privada, i.e. exclusiva, por un agente o grupo de agentes, los capacita para apropiarse de la energía social en la forma de trabajo vivo o reificado. Es un vis insita, una fuerza inscrita en las estructuras objetivas o subjetivas, pero es también un lex insita, el principio subyacente en las regularidades inmanentes del mundo social. El capital es el que hace de los juegos de la sociedad, -al menos del juego económico- algo más que juegos de simples oportunidades, ofreciendo a cada momento la posibilidad de un milagro. * Con el título de Ökonomische Kapital, kulturelles Kapital, soziales Kapital fué originalmente publicado en “Soziale Ungleichheiten” (Goettingen : O. Schartz, 1983) editado por Teinhardt Kreckel. Traducido al Inglés por Richard Nice, fué publicado como “The Forms of Capital” en el libro Handbook of theory and research for the sociology of education (New York : Greenwood Press, 1986) editado por John G. Richardson. Esta traducción al Español fué realizado por Rubén Urbizagástegui Alvarado.
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LAS FORMAS DE CAPITAL*
Pierre Bourdieu
El mundo social es historia acumulada, y si no es reducido a una
descontinuada serie de instantáneos equilibrios mecánicos entre agentes
tratados como partículas intercambiables, debemos reintroducir en el
mundo social la noción de capital y con la noción de capital, la acumulación
de capital y todos sus efectos correlacionados. El capital es trabajo
acumulado (en su forma materializada o en su forma "incorporada", forma
corporatizada), que cuando es apropiada de forma privada, i.e. exclusiva,
por un agente o grupo de agentes, los capacita para apropiarse de la
energía social en la forma de trabajo vivo o reificado. Es un vis insita, una
fuerza inscrita en las estructuras objetivas o subjetivas, pero es también un
lex insita, el principio subyacente en las regularidades inmanentes del
mundo social. El capital es el que hace de los juegos de la sociedad, -al
menos del juego económico- algo más que juegos de simples oportunidades,
ofreciendo a cada momento la posibilidad de un milagro. La ruleta, que
niega la oportunidad de ganar mucho dinero en un corto período de tiempo,
y en consecuencia, de cambiar el propio estatus social casi que
* Con el título de Ökonomische Kapital, kulturelles Kapital, soziales Kapital fué originalmente publicado en “Soziale Ungleichheiten” (Goettingen : O. Schartz, 1983) editado por Teinhardt Kreckel. Traducido al Inglés por Richard Nice, fué publicado como “The Forms of Capital” en el libro Handbook of theory and research for the sociology of education (New York : Greenwood Press, 1986) editado por John G. Richardson. Esta traducción al Español fué realizado por Rubén Urbizagástegui Alvarado.
1
instantáneamente, y en la que ganando [el derecho a] la primera girada de
la ruleta, [y en la que ] se puede apostar y perder con cada nueva girada,
nos da justamente una imagen precisa de ese universo imaginario de la
competición perfecta o de perfecta igualdad de oportunidades, un mundo
sin inercia, sin accumulación, sin herencia o sin propiedades adquiridas, en
el cual cada momento es perfectamente independiente del anterior, cada
soldado tiene un garrote en su mochila, y cada premio puede ser
alcanzado, instantáneamente, por cada uno, de tal modo que a cada
momento cualquiera puede transformarse en cualquier cosa. Ese capital,
que, en su forma objetivada o incorporada, toma tiempo para acumular y
que, como capacidad potencial para producir benefícios y reproducirse a si
mismo en forma idéntica o en forma ampliada, tiene tendencia a persistir en
su ser, es una fuerza inscrita en la objetividad de las cosas de modo que no
todo es igualmente posible o imposible1. Y la estructura de la distribución
de los diferentes tipos y subtipos de capital en un determinado momento
representa la estructura inmamente del mundo social, i.e. el conjunto de
coacciones, inscritas en la propia realidad de ese mundo, que goviernan su
funcionamiento de una manera durable, determinando, por las prácticas, las
oportunidades de suceso.
De hecho, es imposible explicar la estructura y funcionamiento del
mundo social a menos que uno reintrodusca en el mundo social, la noción
de capital en todas sus formas y no solamente en la forma reconocida por la
teoría económica. La teoría económica permitió que nos endilgacen una
definición de la economía de las prácticas que es la invensión histórica del
capitalismo; y reduciendo el universo de los intercambios, al intercambio
mercantil, que está objetiva y subjetivamente orientado hacia la
maximización de las ganancias, i.e. (económicamente), auto-interesado,
implícitamente ha definido las otras formas de intercambio, como no
económicas, y por lo tanto, desinteresadas. En particular, define como
2
desinteresadas aquellas formas de intercambio que aseguran la
transubstanciación por la cual los tipos de capitales mas materiales -
aquellos que son económicos en sentido restringido- pueden presentarse en
la forma inmaterial de capital cultural o capital social y viciversa. El interés,
en su sentido restringido, como es definido por la teoría económica, no
puede ser producido sin producir su contraparte negativa, el desinterés.
Las clases de prácticas cuyos propósitos explícitos son maximizar las
ganancias monetarias no pueden ser definidas como tales sin producir la
finalidad sin propósito de las prácticas culturales o artísticas y sus
productos; el mundo del hombre burgués, con su contabilidad de doble-
entrada, no puede ser inventado sin producir el universo puro, perfecto, del
artista y del intelectual y las actividades gratuitas del arte-por-el-arte y la
teoría pura. En otras palabras, la constitución de una ciencia de las
relaciones mercantiles que, ya que dá por asegurado los propios
fundamentos del orden que reclama analizar -propiedad privada, ganancias,
salario, etc.- aunque no es una ciencia del campo de la producción
económica, y ha evitado la constitución de una ciencia general de la
economía de las prácticas, que trataría el intercambio mercantil como un
caso particular del intercambio en todas sus formas.
Es remarcable que las prácticas y los bienes salvados asi del "agua
helada del cálculo egoista" (y de la ciencia) son el virtual monopolio de la
clase dominante -como si el economismo hubiese sido capaz de reducir todo
a la economía solo porque la reducción sobre la cual esa disciplina se basa
protege de las reducciones sacrílegas todo lo que nececita ser protegido. Si
la economía, en principio, trata solamente con prácticas que solo tienen
interés económico y solamente con bienes que son directa e
inmediatamente convertibles en dinero (lo que los hace cuantificables),
entonces el universo de la producción e intercambio burgueses se
transforman en una excepción y pueden verse y presentarse como el reino
3
del desinterés. Como todo el mundo sabe, las cosas sin precio también
tienen su precio, y la extrema dificultad de convertir ciertas prácticas y
ciertos objetos en dinero es solo debido a que esta conversión es rechazada
en la propia intensión que las produce, la cual no es otra cosa que la
negación (Verneinung) de la economía. Una ciencia general de la economía
de las prácticas que [sea] capaz de reapropiarse de la totalidad de las
prácticas que, a pesar de ser objetivamente económicas, no son y no
pueden ser socialmente reconocidas como económicas, y que pueden ser
ejercidas solamente al costo de toda una labor de disimulo, o mas
precisamente, de eufemización, debe esforzarse por aprehender el capital y
sus ganancias en todas sus formas y establecer las leyes por la cual los
diferentes tipos de capital (o poder, lo que es la misma cosa) se convierten
en otra cosa2.
Dependiendo del campo en el cual funciona, y al precio de mas o
menos costosas transformaciones, que son las pre-condiciones para su
eficacia en el campo en cuestión, el capital puede presentarse de tres
formas fundamentales: como capital económico, que es directa e
inmediatamente convertible en dinero y puede estar institucionalizada en la
forma de derechos de propiedad; como capital cultural, que es convertible,
bajo ciertas condiciones, en capital económico y puede ser
institucionalizado en la forma de calificaciones educacionales; y como
capital social, formada de obligaciones sociales (conecciones) que bajo
ciertas condiciones es convertible en capital económico y puede ser
institucionalizado en la forma de títulos de nobleza3.
CAPITAL CULTURAL
El capital cultural puede existir en tres formas: en estado
4
incorporado, i.e. en la forma de disposiciones durables de la mente y del
cuerpo; en estado objetivado, en la forma de bienes culturales (cuadros,
libros, diccionarios, instrumentos, máquinas, etc.) que son los esbozos o la
realización de teorías o críticas de esas teorías, problemáticas, etc.; y en
estado institucionalizado, una forma de objetivación que debe ser tratada
aparte porque, como veremos, en el caso de las calificaciones
educacionales, confiere enteramente propiedades originales al capital
cultural que se supone garantiza.
El lector no debe engañarse con el aire peremptorio que el esfuerzo
de axiomatización da a mi argumento4. La noción de capital cultural
inicialmente se me presentó en el curso de mi investigación, como una
hipótesis teórica que hizo posible explicar el desigual éxito escolar de los
niños procedentes de las diferentes clases sociales, relacionando el éxito
académico, i.e. las ganancias específicas que los niños de las diferentes
clases y fracciones de clases obtienen en el mercado académico, a la
distribución del capital cultural entre las diferentes clases y fracciones de
clases. Este punto de inicio, implica una ruptura con las presuposiciones
inherentes en el punto de vista del sentido común -que ve el fracaso o el
éxito académico como un efecto de las aptitudes naturales- y con las teorías
del capital humano. Los economistas parecen merecer el crédito por
explícitamente levantar la cuestión de la relación entre la tasa de ganancia
en la inversión educativa y en la inversión económica (y su volúmen). Pero
sus medidas de la producción de la inversión académica toma en cuenta
solamente la inversión monetaria y sus ganancias, o aquellos directamente
convertibles en dinero, tales como los costos educacionales y el dinero
equivalente al tiempo dedicado al estudio. Ellos son incapazes de explicar
las diferentes proporciones de recursos que diferentes agentes o diferentes
clases sociales dedican a la inversión económica y a la inversión cultural,
porque fracazan en dar una explicación sistemática de la estructura de las
5
oportunidades de ganancias diferenciales que los diferentes mercados
ofrecen a esos agentes o clases como una función del volumen y la
composición de sus bienes (Ver especialmente Becker, 1964b). Además,
porque negligencian en relacionar las estratégias de inversión escolar a
todo el conjunto de las estratégias educacionales y a las estratégias del
sistema de reproducción. Inevitablemente, por una paradoja necesaria,
permiten que se les escape lo que esta mas y mejor escondido y lo que es la
mas socialmente determinante inversión escolar, a saber, la transmisión
familiar del capital cultural. Sus estudios de la relación entre habilidad
académica e inversión académica muestran que no estan conscientes de
que la habilidad o el talento es en si misma el producto de una inversión de
tiempo y capital cultural (Becker, 1964a:63-66). No es sorprendente que,
cuando se esfuerzan en evaluar los beneficios de la inversión escolar,
solamente pueden considerar la rentabilidad del gasto educacional por la
sociedad como un todo, la "tasa social de retorno" o la "ganancia social de
la educación medida por sus efectos en la productividad nacional" (Becker,
1964b:121,155). Esta definición típicamente funcionalista de la función de
la educación, ignora la contribución que el sistema educacional hace a la
reproducción de la estructura social santificando la transmisión hereditaria
del capital cultural. Desde el propio inicio, una definición de capital
humano, a pesar de sus connotaciones humanísticas, no va mas allá del
economicismo e ignora, inter alia, el hecho de que la producción escolar
desde la perspectiva de la acción educacional depende del capital cultural
previamente invertido por la familia. Aún más, la producción económica y
social de la cualificación educacional depende del capital social,
nuevamente heredado, que puede ser usado para respaldarlo.
El Estado Incoporado. La mayoría de las propiedades del capital
cultural pueden ser deducidas del hecho de que, en su estado fundamental,
esta ligado al cuerpo y presupone la incorporación. La acumulación de
6
capital cultural en el estado incorporado, i.e. en la forma de lo que es
llamado cultura, cultivación, Buildung, presupone un proceso de in-
corporación, incorporación, que hasta cierto grado implica una labor de
inculcación y asimilación, cuesta tiempo, tiempo que debe ser invertido
personalmente por el inversor. Como la adquisición de una musculatura
física o de una piel dorada por el sol, no puede ser hecho por una segunda
persona (de modo que todos sus efectos de delegación estan fuera de
posibilidad). El trabajo de adquisición, es trabajo de la propia persona
(auto-mejoramiento), un esfuerzo que presupone un costo personal (on paie
de sa personne como decimos en Francés), una inversión en tiempo, pero
también socialmente constituído de aquella forma de libido, libido sciendi,
con toda la privación, renuncia, y sacrificio que eso puede implicar. Como
consecuencia, el menos inexacto de todas las medidas del capital cultural
son aquellas que toman como su padrón la duración de la adquisición -tan
largo, por supuesto, como para no ser reducido a la duración de la
educación (schooling) y los gastos hechos por la educación domestica
temprana dándole un valor positivo (una ganancia en el tiempo, un brillante
futuro) o un valor negativo (perdida de tiempo, y doblemente, porque se
debe gastar mas tiempo corrigiendo sus efectos), de acuerdo con la
distancia de las demandas del mercado escolar5. Este capital incorporado,
riqueza externa convertido en una parte integral de la persona, en un
habitus, no puede ser transmitida instantáneamente (diferentemente del
dinero, derechos de propiedad, o aún los títulos de nobleza) a través del
regalo o del legado, la compra o el intercambio. En consecuencia, el uso o
explotación del capital cultural presenta problemas particulares para los
poseedores del capital económico o capital político, ya sean patrones
privados o, en el otro extremo, empresarios empleando ejecutivos dotados
de una competencia cultural específica (para no mencionar a los patrones
del nuevo estado). Cómo este capital, tan cercanamente ligada a la persona,
7
puede ser comprado sin comprar a la persona y de esa forma perder su
propio efecto de legitimación que presupone la disimulación de la
dependencia? Cómo este capital puede ser concentrado -como demandan
ciertos emprendimientos- sin concentrar a los poseedores del capital, lo que
puede tener toda suerte de consecuencias no deseadas?
Ante la ausencia de cualquier inculcación deliberada, y por eso casi
inconscientemente, el capital cultural puede ser adquirido, hasta cierto
punto, dependiendo del período, la sociedad, y la clase social. Siempre
permanece marcado por sus mas tempranas condiciones de adqusición que,
a través de las marcas mas o menos visibles que dejan (tales como las
características de pronunciación de una clase o región), ayudan a
determinar sus valores distintivos. No puede ser acumulado mas allá de las
capacidades de apropiación de un agente individual; declina y muere con su
poseedor (con su capacidad biológica, su memoria, etc.). Porque esta ligada
de numerosas formas a la persona en su singularidad biológica y esta sujeto
a una transmisión hereditaria que esta siempre fuertemente camuflado, o
aun invisible, se opone a lo viejo, a la profundamente enraizada distinción
que los juristas griegos hacian entre las propiedades heredadas (ta patroa)
y las propiedades adquiridas (epikteta), i.e. aquellos que un individuo
adiciona a su herencia. Así manipula para combinar el prestigio de la
propiedad innata con los méritos de la adquisición. Porque las condiciones
sociales de su transmisión y adquisición estan más disimulados que aquellos
del capital económico, esta predispuesto a funcionar como capital
simbólico, i.e. a no ser reconocido como capital y mas bien a ser reconocido
como competencia legítima, como la autoridad ejerciendo un efecto de
(des)reconocimiento, e.g. en el mercado matrimonial y en todos los
mercados en el cual el capital económico no es totalmente reconocido, ya
sea en materia de cultura, como con las grandes colecciones de arte o las
grandes fundaciones culturales, o en el servicio social, con la economía de
8
la generosidad y del obsequio. Además, específicamente la lógica simbólica
de la distinción adicionalmente asegura beneficios materiales y simbólicos
para los poseedores de un gran capital cultural: cualquier competencia
cultural (e.g. ser capaz de leer en un mundo de analfabetos) obtiene su
valor de la escazes de su posición en la distribución del capital cultural y
produce ganancias de distinción para su dueño. En otras palabras, "las
acciones" en beneficios que asegura la escacés del capital cultural en
sociedades divididas en clases esta basada, en último análisis, en el hecho
de que no todos los agentes tienen los medios económicos y culturales para
prolongar la educación de sus hijos mas allá de lo mínimo necesario para la
reproducción de la mano-de-obra menos valorizada en un momento
determinado6.
De esta forma, el capital, en el sentido de los medios de apropiación
de los productos del trabajo acumulado en estado objetivado que es poseído
por un determinado agente, depende para su eficacia real, de la forma de
distribución de los medios de apropiación de los recursos acumulados y
objetivamente disponibles; y la relación de apropiación entre un agente y
los recursos objetivamente disponibles, y por eso, los beneficios que
producen, están mediatizados por la relación de competición (objetiva y/o
subjetiva) entre él mismo y los otros poseedores de capital compitiendo por
los mismos bienes, en el cual la escacés -a través del cual el valor social es
generado. La estructura del campo, i.e. la distribución desigual del capital,
es la fuente de los efectos especificos del capital, i.e. de la apropiación de
los beneficios y del poder de imponer las leyes de funcionamiento del
campo, mas favorables al capital y a su reproducción.
Pero el mas poderoso principio de la eficacia simbólica del capital
cultural sin duda subyace en la lógica de su transmisión. De un lado, el
proceso de apropiación del capital cultural objetivado y el tiempo necesario
para que se forme depende principalmente del capital cultural incorporado
9
en la familia como un todo -a través (entre otras cosas) del efecto Arrow
generalizado y de todas las formas de transmisión implícitas7. De otro lado,
la acumulación inicial de capital cultural, precondición para la rápida y fácil
acumulación de todo tipo de capital cultural útil, comienza inicialmente, sin
demora, sin pérdida de tiempo, solamente para los descendientes de las
familias dotadas de un fuerte capital cultural; en ese caso, el tiempo de
acumulación cubre todo el período de socialización. En consecuencia, la
transmisión de capital cultural es sin duda la forma más y mejor escondida
de la transmisión heredidaria del capital, y por eso proporcionalmente
recibe mayor peso en el sistema de las estratégias de reproducción, como si
las formas directas, visibles, de transmisión, tendiesen a ser mas
fuertemente censuradas y controladas.
Inmediatamente puede verse que la ligación entre el capital
económico y cultural es establecido a través de la mediación del tiempo
necesario para su adquisición. Diferencias en el capital cultural poseído por
la familia implica diferencias, primero, en la edad en el que comienza el
trabajo de transmisión y acumulación -siendo el caso limitante el uso total
del tiempo biológicamente disponible, con el máximo de tiempo libre
controlado para maximizar el capital cultural- y después en la capacidad,
definido así, para satisfazer las demandas específicamente culturales de un
prolongado proceso de adquisición. Más aún, y en correlación con esto, la
duración del período por el cual un determinado individuo puede prolongar
su proceso de adquisición depende del tiempo que su familia le puede
proporcionar con tiempo libre, i.e. tiempo libre de necesidades económicas,
que es la pre-condición para la acumulación inicial (tiempo que puede ser
evaluado como una ventaja ofrecida).
El Estado Objetivado. El capital cultural en estado objetivado, tiene
numerosas propiedades que solamente son definidos en relación con el
capital cultural en su forma incorporada. El capital cultural objetivado en
10
medios y objetos materiales tales como libros, pinturas, monumentos,
instrumentos, etc. es transmisible en su materialidad. Por ejemplo, una
colección de pinturas también puede ser tansmitido como capital económico
(si no mejor, por que la transferencia de capital esta mas enmascarada).
Pero lo que es transmisible es la propiedad legal y no (no necesariamente)
lo que constituye la pre-condición para la apropiación específica, digamos,
la posesión de los medios de "consumir" una pintura o de usar una maquina,
que no siendo otra cosa que capital incorporado, no estan sujetos a las
mismas leyes de transmisión8.
Asi, los bienes culturales puden ser apropiados de ambas maneras,
materialmente -lo que presupone capital económico- y simbólicamente -lo
que presupone capital cultural. En consequencia, el dueño de los medios de
producción debe encontrar un medio de apropiarse o del capital
incorporado que es la precondición de la apropiación específica o de los
servicios de los poseedores de este capital. Para poseer las maquinas,
solamente necesita capital económico; para apropiarse de ellos y usarlos de
acuerdo con sus propósitos específicos (definidos por el tipo de capital
cultural, científico o técnico, incorporados en ellos), debe tener acceso al
capital cultural incorporado, ya sea en persona o por delegación (by proxy).
Sin duda esta es la base del estatus ambiguo de los cadres (ejecutivos e
ingenieros). Si se enfatiza que no son los poseedores (en el sentido
estrictamente económico) de los medios de producción que usan, y que
sacan provecho de sus propios capitales culturales solamente mediante la
venta de productos y servicios que ese capital cultural hace posible,
entonces serán clasificados entre los grupos dominados; si se enfatiza que
extraen sus beneficios del uso de una forma particular de capital, entonces
serán clasificados entre los grupos dominantes. Todo sugiere que conforme
aumenta el capital cultural incorporado en los medios de producción (y con
ello el período de incorporación necesario para adquirir los medios de
11
apropiacion), la fuerza colectiva de los detentores de capital cultural
tenderían a incrementarse -si los detentores del tipo de capital dominante
(capital económico) no son capazes de agrupar a los detentores de capital
cultural en competición uno con otro. (Ellos estan, además, inclinados a la
competición por las propias condiciones en que son seleccionados y
entrenados, en particular por la lógica de las competiciones escolásticas y
las competiciones de reclutamiento).
El capital cultural en su estado objetivado se presenta a si mismo con
todas las apariencias de un universo autónomo y coerente que, a pesar de
ser el producto de una acción histórica, tiene sus propias leyes,
trascendiendo voluntades individuales, y que, como el ejemplo del lenguage
ilustra muy bien, por eso permanece irreductible a lo que cada agente, o
aún un agregado de agentes, pueden apropiar (i.e. al capital cultural
incorporado en cada agente o aún en el agregado de agentes). Sin embargo,
no debe olvidarse que el capital cultural existe simbólica y materialmente
activo, como capital efectivo, solamente hasta que es apropiado por agentes
e implementado e investido como un arma y un juego en las luchas que
ocurren en los campos de la producción cultural (el campo artístico, el
campo científico, etc.) y, más allá de ellos, en el campo de las clases
sociales -luchas en la que los agentes poseen fuerza y obtienen benefícios
proporcionales a sus maestrías (dominio) de ese capital objetivado, y por
eso al volumen de sus capitales incorporados9.
El Estado Institucionalizado. La objetivación del capital cultural en
la forma de calificaciones académicas es una forma de neutralizar algunas
de las propiedades que obtiene del hecho de que, entanto que incorporado,
tiene los mismos límites biológicos que su poseedor. Esta objetivación es la
que produce la diferencia entre el capital del autodidacta, que puede ser
cuestionado a cualquier momento, o aún, el capital cultural del cortesano
(courtier), que solamente puede producir beneficios mal-definidos de valor
12
fluctuante, en el mercado de intercambios de la alta sociedad, y el capital
cultural académicamente sancionado por calificaciones legalmente
garantidas, formalmente independiente de la persona de sus poseedores.
Con la calificación académica, un certificado de competencia cultural que
confiere a su poseedor un valor convencional, constante, legalmente
garantizado con respecto a la cultura, alquimia social que produce una
forma de capital cultural que tiene una autonomía relativa vis-a-vis con su
poseedor y aun vis-a-vis con el capital cultural que efectivamente posee en
un momento determinado. Institucionaliza el capital cultural a través de la
magia colectiva, justamente, de acuerdo a Merleau-Ponty, como los vivos
institucionalizan a sus muertos a traves del ritual del duelo. Uno solamente
tiene que pensar en el concurso de admisión (examen de reclutamiento
competitivo) que además del continum de diferencias infinitesimales de
desempeños, producen diferencias agudas, absolutas, duraderas, tales
como aquellas que separan el último candidato aprovado del primer
candidato desaprovado, e institucionaliza una diferencia esencial entre la
competencia oficialmente reconocida, garantizada, y el capital cultural
simple, que constantemente es llamado a provar su valor. En este caso, uno
ve claramente la magia performativa del poder de la institución, del poder
de mostrar la creencia fuerte y segura o, en una palabra, de imponer el
reconocimiento.
Confiriendo reconocimiento institucional al capital cultural poseído
por un agente determinado, la cualificación académica también hace
posible la comparación de los poseedores de cualificaciones y aún el
intercambio entre ellos (mediante la substitución de uno por el otro en la
sucesión). Además, hace posible el establecimiento de tasas de conversión
entre capital cultural y capital económico garantizando el valor monetario
de un determinado capital académico10. Este producto de la conversión del
capital económico en capital cultural establece el valor, en términos de
13
capital cultural, del poseedor de una determinada cualificación en relación
a otros poseedores de cualificaciones y, de la misma forma, el valor
monetario por el cual puede ser intercambiado en el mercado de trabajo (la
inversión académica no tiene significado a menos que un grado mínimo de
la reversibilidad de la conversión que ello implica sea objetivamente
garantizado). Porque los beneficios materiales y simbólicos que garantiza la
calificación académica también depende de su escacés, las inversiones
hechas (en tiempo y esfuerzo) se pueden transformar en menos
beneficiosos de lo que se esperaba (habiendo entonces, de hecho, un
cambio en la tasa de conversión entre el capital académico y el capital
económico). Las estrategias para convertir capital económico en capital
cultural, que estan entre los factores inmediatos de la explosión escolar y la
inflación de las cualificaciones, son gobernados por los cambios en la
estructura de las oportunidades de beneficio ofrecidos por los diferentes
tipos de capital.
EL CAPITAL SOCIAL
El capital social es el agregado de los recursos reales o potenciales
que están ligados a la posesión de una red durable de relaciones de
conocimiento y reconocimiento mutuos mas o menos institucionalizadas. En
otras palabras, ser miembro de un grupo11 proporciona a cada uno de sus
miembros todo el soporte del capital poseído colectivamente; una
"credencial" que los titula para el crédito, en los varios sentidos de la
palabra. Esas relaciones pueden existir solamente en estado práctico, en
intercambio material y/o simbólico que los ayuda a mantenerlos. Pueden
también ser socialmente instituídos y garantizados por la aplicación de un
nombre común (el nombre de una familia, una clase, o una tribu o de una
14
escuela, un partido, etc.) y por un conjunto de actos de institución
diseñados simultáneamente para formar e informar a aquellos que sufren
(experimentan) con los miembros; en este caso, los miembros están
realmente mas o menos afectados y asi mantenidos y reforzados, en
intercambio. Estando basados en intercambios indisolublemente materiales
y simbólicos, el establecimiento y mantenimiento de lo que supone
reconocimiento de proximidad, son también parcialmente irreductibles a
relaciones objetivas de proximidad en el espacio físico (geográfico) o aún en
el espacio económico y social12. Asi el volúmen de capital social poseído por
un determinado agente depende del tamaño de la red de conecciones que
pueda movilizar efectivamente y del volúmen de capital (económico,
cultural o simbólico) poseído por derecho propio por cada uno de aquellos a
quienes esta conectado13. Esto significa que, a pesar de ser relativamente
irreductible al capital económico y cultural poseído por determinado
agente, o aún por todo el grupo de agentes a quienes está conectado, el
capital social nunca es completamente independiente porque los
intercambios que instituyen el reconocimiento mutuo presupone el
reconocimiento de un mínimo de homogenidad objetiva, y porque ejerce un
efecto multiplicador en el capital que posee un agente por derecho propio.
Aquello que hace posible los beneficios que resultan del ser miembro
de un grupo están en la base de la solidadridad14. Esto no significa que los
beneficios sean conscientemente perseguidos como tales, aún en el caso de
grupos como clubs selectos, que estan deliveradamente organizados para
concentrar capital social y asi derivar beneficio total del efecto
multiplicador implícito en la concentración y para asegurar los beneficios
del ser miembro -beneficios materiales, tales como todo tipo de servicios
obtenidos del relacionamiento útil, y beneficios simbólicos, tales como
aquellos derivados de la asociación con un grupo prestigioso, raro.
La existencia de una red de conecciones no es una dádiva natural, o
15
aún una dádiva social, es constituído de una vez y para todos, por un acto
de institución inicial, representado, en el caso del grupo familiar, por la
definición genealógica de las relaciones de parentesco, que es la
característica de una formación social. Es el producto de un infinito
esfuerzo de institución, del cual los ritos de institución -frecuentemente
erróneamente descritos como ritos de pasaje- marcan los momentos
esenciales y aquellos que son necesarios para producir y reproducir
relaciones útiles y durables, que pueden asegurar beneficios materiales o
simbólicos (Ver Bourdieu, 1982). En otras palabras, la red de
relacionamientos es el producto de estratégias de inversión, individual o
colectiva, consciente o inconscientemente objetivada en el establecimiento
o reproducción de relaciones sociales que son directamente usables a corto
o largo plazo, i.e. en la transfortmación de relaciones contingentes, tales
como aquellos de vecindad, el lugar de trabajo, o aún el parentesco, en
relacionamientos que son necesarios y electivos, implicando obligaciones
durables subjetivamente sentidas (sentimientos de gratitud, respeto,
amistad, etc.) o institucionalmente garatizados (derechos). Esto es hecho a
través de la alquimia de la consagración, la constitución simbólica
producida por la institución social (institucionalizado como un pariente:
hermano, hermana, primo, etc.) o como un caballero, un heredero, un
anciano, etc.) y reproducido infinitamente en y a través del intercambio (de
regalos, palabras, mujeres, etc.) que alienta y el cual presupone y produce
conocimiento y reconocimiento mutuo. El intercambio transforma las cosas
intercambiadas en signos de reconocimiento y, a través del reconocimiento
mutuo y del reconocimiento de la pertenencia al grupo que ello implica, re-
repoduce al grupo. De la misma manera, reafirma los límites del grupo, i.e.
los límites más allá de los cuales el intercambio constitutivo -comercio,
comensalía, o matrimonio- no pueden realizarse. Cada miembro del grupo
es así investido como custodio de los límites del grupo: porque, con cada
16
nueva entrada, la definición de los critérios de entrada entran en pugna [en
conflicto], [los miembros] pueden modificar el grupo modificando los límites
del intercambio legítimo a través de alguna forma de alianza desigual. Es
lógico que, en la mayoría de las sociedades, la preparación y conclusión de
matrimonios sería el negocio de todo el grupo, y no de los agentes
directamente envueltos con el matrimonio. A través de la introducción de
nuevos miembros en la familia, clan o club, la definición de todo el grupo,
i.e. sus fines, sus límites, su identidad, es puesto en disputa, expuesto a una
redifinición, alteración, adulteración. Cuando, en las sociedades modernas,
las familias pierden el monopolio del establecimiento de intercambio que
pueden llevarlos a relaciones duraderas, ya sea socialmente sancionados
(como el matrimonio) o no, ellos pueden continuar controlando esos
intercambios, mientras permanescan dentro de la lógica del laissez-faire, a
través de todas las instituciones que son diseñadas para favorecer los
intercambios legítimos y excluir los ilegítimos por la producción de
ocaciones (protestas, paseos, cacerias, fiestas, recepciones, etc.), lugares
(vecindades elegantes, escuelas selectas, clubs distinguidos, etc.), o
prácticas (deportes distinguidos, juegos ruidosos, ceremonias culturales,
etc.) que junta, de un modo aparentemente casual, individuos lo más
homogeneos posible en todos los respectos pertinentes, en términos de la
existencia y persistencia del grupo.
La reproducción del capital social presupone un incesante esfuerzo de
sociabilidad, una serie continua de intercambios en el cual el
reconocimiento es infinitamente afirmado y reafirmado. Este trabajo, que
implica gasto de tiempo y energía, y asi directa o indirectamente, de capital
económico, no es beneficioso o aún concebible a menos que uno invierta en
él una competencia específica (conocimiento de relaciones genealógicas y
de conecciones reales y habilidades al usarlos, etc.) y una disposición
adquirida para adquirir y mantener esta competencia, que son en si mismos
17
parte integral de este capital15. Este es uno de los factores que explica
porqué la lucratividad de esta labor de acumulación y mantenimiento del
capital social cresce en proporción al tamaño del capital. Por qué el capital
social proveniente de un relacionamiento es mucho mayor hasta el grado
que la persona que es el objeto de este relacionamiento es ricamente
dotado con capital (principalmente social, pero también cultural y aún
capital económico), los poseedores de un capital social heredado,
simbolizados por un gran nombre, son capazes de transformar todo
relacionamiento circunstancial en conecciones duraderas. Ellos son
solicitados después por sus capitales sociales y, porque ellos son bien
conocidos, son valorados por ser conocidos ("yo lo conosco muy bien"); ellos
no necesitan "conocer" a todos sus "conocidos"; ellos son conocidos por mas
gente que el que ellos conocen, y sus trabajos de sociabilidad, cuando son
ejercidos, son altamente productivos.
Cada grupo tiene sus formas de delegación mas o menos
institucionalizadas que los habilita para concentrar la totalidad del capital
social, que es la base de la existencia del grupo (una familia, o una nación,
por supuesto, pero también una asociación o un partido), en las manos de
un único agente o de un pequeño grupo de agentes y para investir a este
plenipotenciario, encargado con plena potestas agendia et loquendi16, de
representar el grupo, para hablar y actuar en su nombre y de ese modo, con
la ayuda de este capital colectivamente poseído, ejercer un poder
inconmensurable con la contribución personal del agente. De este modo, en
el mas elemental grado de institucionalización, el jefe de familia, el pater
familias, el más anciano, el miembro más senior, es tácitamente reconocido
como la única persona calificada para hablar en el nombre del grupo
familiar en todas las circunstancias oficiales. Pero que mientras en este
caso, la delegación difusa requiere que el mayor dé un paso hacia adelante
y defienda el honor colectivo cuando el honor de los miembros más débiles
18
es amenazado. La delegación institucionalizada, que asegura la
concentración del capital social, también tiene el efecto de limitar las
consecuencias de los lapsos individuales explícitamente delimitando
responsabilidades y autorizando al vocero reconocido de proteger del
descrédito al grupo como un todo expulsando o excomulgando a los
individuos embarazosos.
Si la competición interna por el monopolio de la representación
legítima del grupo no amenaza la conservación y acumulación del capital
que es la base del grupo, los miembros del grupo deben regular las
condiciones de acceso al derecho de declararse como miembros del grupo
y, sobre todo, definirse como representates (delegados, plenipotenciarios,
voceros, etc.) de todo el grupo, perpetuando, de ese modo, el capital social
de todo el grupo. El título de nobilidad es la forma por excelencia del capital
social institucionalizado que garantiza una forma particular de relación
social de un modo duradero. Una de las paradojas de la delegación es que
el agente mandado puede ejercer sobre (y, hasta cierto punto, contra) el
grupo, el poder que el grupo le permite concentrar. (Talvez esto es
especialmente verdad en los casos límites en que el agente mandado crea el
grupo que lo creó pero, y que solamente existe através de él). Los
mecanismos de delegación y representación (en el sentido teatral y en el
sentido legal) que dan lugar -sin duda, mucho mas fuertemente, cuando el
grupo es grande y sus miembros débiles- como una de las condiciones para
la concentración de capital social (entre otras razones, porque permite a
agentes, variados, dispersos, numerosos, a actuar como un solo hombre y a
superar las limitaciones de espacio y tiempo) también contiene las semillas
de la malversación del capital que ellos acumularon.
Esta malversación está latente en el hecho de que un grupo como un
todo puede ser representado, en los varios significados de la palabra, por
un subgrupo, claramente delimitado y perfectamente visible a todos,
19
conocido por todos, y reconocido por todos, como el de los nobles, las
"personas que son más conocidas", el paradigma de quienes son la nobleza,
y quienes pueden hablar en nombre de todo el grupo, representar a todo el
grupo, y ejercer autoridad en el nombre de todo el grupo. El noble es el
grupo personificado. El porta el nombre del grupo al cual le dá su nombre
(la metonimia que liga el noble a su grupo es visto claramente cuando
Shakespeare llama a Cleopatra de "Egipto" o al Rey de Francia de
"Francia", justamente como Racine llama a Pyrhus de "Epirus"). Es a través
de él, de su nombre, de la diferencia que él proclama, que los miembros de
su grupo, los vasallos, y también la tierra y los castillos, son conocidos y
reconocidos. Igualmente, fenómenos como el "culto a la personalidad" o la
identificación de los partidos, sindicatos, o movimientos con sus líderes
estan latentes en la propia lógica de la representación. Todo se combina
para hacer (producir) que el significador tome el lugar del significado, el
vocero que se supone debe expresar al grupo, no solo a causa de su
distinción, su "destacacidad", su visibilidad constituye la parte esencial, si
no la esencia, de ese poder, que, estando enteramente constituído dentro
de la lógica del conocimiento y reconocimiento, es fundamentalmente un
poder simbólico; pero también por que lo representativo, el signo, el
emblema, puede ser, y crear, toda la realidad del grupo que recibe
existencia social efectiva solamente en y a través de la representación.
CONVERSIONES
Del capital económico pueden ser obtenidos los diferentes tipos de
capital, pero solamente al costo de mas o menos un gran esfuerzo de
transformación, que es necesario para producir el tipo de poder efectivo en
cualquier campo en cuestión. Por ejemplo, hay algunos bienes y servicios a
20
los cuales el capital económico da acceso inmediato, sin costos secundarios;
otros pueden ser obtenidos solamente en virtud de un capital social de
relaciones (u obligaciones sociales) que no pueden actuar
instantáneamente, en el momento apropiado, a menos que hayan sido
establecidos y mantenidos por largo tiempo, como si fuera por su propio
bien, y por eso fuera de su período de uso, i.e. al costo de una inversión en
sociabilidad que es necesariamente a largo plazo porque el tiempo es uno
de los factores de la transmutación de una pura y simple deuda, en ese
reconocimiento de endeudamientos no específicos que es llamada
gratitud18. En contraste al cínico, pero también a la transparecia económica
del intercambio económico, en el cual los equivalentes cambian de mano en
el mismo instante, la ambigüedad esencial del intercambio social, que
presupone irreconocimiento, en otras palabras, una forma de fé y mala fé
(en el sentido de desengaño), presupone una economía de tiempo mucho
mas sútil.
Asi, tiene que ser postulado, simultáneamente, que el capital
económico esta en la raíz de todos los otros tipos de capital y que esas
formas de capital transformadas, disfrazadas, nunca enteramente
reducibles a esa definición, producen sus más específicos efectos solamente
hasta el punto en que ocultan (no solamente de sus poseedores) el hecho de
que el capital económico esta en sus raízes, en otras palabras -pero
solamente en último análisis- en la raíz de sus efectos. La lógica real del
funcionamiento del capital, las conversiones de un tipo a otro, y la ley de la
conservación que los govierna no pueden ser entendidos a menos que dos
visiones opuestas pero igualmente parciales sean superadas: por un lado, el
economicismo, que, sobre la base de que cada tipo de capital es reducible
en último análisis al capital económico, ignora lo que hacen las eficácias
específicas de los otros tipos de capital; de otro lado, el semiologismo, (hoy
dia representado por el estructuralismo, el interaccionismo simbólico o la
21
etnometodología), que reduce los intercambios sociales a fenómenos de
comunicación e ignora el hecho brutal de la reductibilidad universal a la
economía19.
De acuerdo con el principio que es el equivalente del principio de la
conservación de la energía, los beneficios en una área son pagados
necesariamente con los costos en otras áreas (de modo que un concepto
como desperdicio no tiene significado en una ciencia general de la
economía de las prácticas). El equivalente universal, la medida de todas las
equivalencias, no es nada mas que el tiempo-de-trabajo (en su sentido mas
amplio); y la conservacion de energía social a través de todas sus
conversiones es verificada si, en cada caso, se toma en consideración el
tiempo-de-trabajo acumulado en la forma de capital y el tiempo-de-trabajo
necesario para transformar un tipo [de trabajo] en otro.
Ha sido visto, por ejemplo, que la transformación del capital
económico en capital social presupone una labor específica, i.e. un gasto de
tiempo, atención, cuidado, preocupación, aparentemente gratuito, que,
como es visto en el empeño por personalizar un regalo, tiene el efecto de
transfigurar la importancia puramente monetaria del intercambio y, de la
misma forma, el propio significado del intercambio. Desde un punto de vista
estrictamente económico, ese esfuerzo esta destinado a ser visto como un
desperdicio puro, pero en los términos de la lógica del intercambio social,
es una inversión sólida, los beneficios del cual aparecerán, a largo plazo, en
forma monetaria u cualquier otra forma. Similarmente, si la mejor medida
del capital cultural es indudablemente la cantidad de tiempo dedicado a
adquirirlo, es por que la transformación del capital económico en capital
cultural presupone un gasto de tiempo que es hecho posible por la posesión
de capital económico. Mas precisamente, es porque el capital cultural que
es efectivamente transmitido dentro de la propia familia depende no solo de
la cantidad de capital cultural, acumulado a través del tiempo gastado, que
22
posee el grupo doméstico, sinó también en el tiempo usable
(particularmente en la forma del tiempo libre de la madre) disponible para
usarlo (por virtud de su capital económico, que hace posible la compra del
tiempo de los otros) para asegurar la transmisión de ese capital y para
retardar la entrada en el mercado de trabajo a través de una educación
prolongada, un crédito que se salda del todo, si es que se salda del todo,
solamente en un plazo muy largo20.
La convertibilidad de los diferentes tipos de capital es la base de las
estratégias pretendidas que aseguran la reproducción del capital (y la
posición ocupada en el espacio social) por medio de las conversiones menos
costosas en términos de trabajo de conversión y de las pérdidas inherentes
en la propia conversión (en un determinado estado de las relaciones de
poder social). Los diferentes tipos de capital pueden ser distinguidos de
acuerdo a su reproductibilidad o, mas precisamente, de acuerdo a cuán
fácilmente son transmitidos, i.e. con mas o menos pérdidas y con mas o
menos encubrimiento; las tasas de pérdida y el grado de encubrimiento
tienden a variar en razón inversa. Todo lo que ayuda a disfrazar el aspecto
económico también tiende a aumentar el riesgo de pérdida (particularmente
las transferencias intergeneracionales). Asi la (aparente)
incomensurabilidad de los diferentes tipos de capital introduce un alto
grado de incerteza en todas las transacciones entre los poseedores de los
diferentes tipos [de capital]. Similarmente, los rechazos declarados de
cálculo y de garantía que caracterizan los intercambios tienden a producir
un capital social en la forma de un capital de obligaciones que son usables
mas o menos a largo plazo (intercambio de regalos, servicios, visitas, etc.)
necesariamente entrañan riesgos de ingratitud, la negación de ese
reconocimiento de deudas no garantizadas que tales intercambios
pretenden producir. Similarmente, también, el alto grado de disimulo de la
transmisión del capital cultural tiene la desventaja (en adición a su riesgo
23
de pérdidas inherente) que la calificación académica que es su forma
institucionalizada no es ni transmisible (como un título de nobleza) ni
negociable (como las acciones y valores). Mas precisamente, el capital
cultural, cuya transmisión difusa y continua dentro de la familia escapa a la
observación y control (de modo que el sistema educacional parece otorgar
sus premios solamente a las cualidades naturales) y la cual esta
crescientemente tendiendo a obtener eficácia total, al menos en el mercado
de trabajo, solamente cuando es validado por el sistema educacional, i.e.
convertido en capital de calificaciones, esta sujeta a una transmisión mas
disimulada (distinguida) pero mas riesgosa que el capital económico. Como
la calificación educacional, investido con la fuerza específica de lo oficial, se
convierte en la condición para el acceso legítimo a un cresciente número de
posiciones, particularmente las posiciones dominantes, el sistema
educacional tiende crescientemente a despojar al grupo doméstico del
monopolio de la transmisión del poder y privilegios -y, entre otras cosas, de
la elección de su legítimo heredero de entre sus niños de diferentes sexo y
rango de nascimiento21. Y el propio capital económico posee diferentes
problemas de transmisión, dependiendo de la forma particular que toma.
Asi, de acuerdo a Grassby (1970), la liquidéz del capital comercial, que dá
poder económico inmediato y favorece la transmisión, también lo hace mas
vulnerable que la propiedad de la tierra (o aún que el campo de bienes
raíces) y no favorece el establecimiento de dinastías de larga duración.
Porque la cuestión de la arbitrariedad de la apropiación cresce mas
agudamente en el proceso de transmisión -particularmente al momento de
la sucesión, un momento crítico de todos los poderes- cada estratégia de
reproducción es al mismo tiempo una estratégia de legitimación pretendida
al consagrar una apropiación exclusiva y su reproducción. Cuando la crítica
subersiva que pretende enflaquecer a la clase dominante a través del
principio de su perpetuación revelando la arbitrariedad de las titulaciones
24
transmitidas y de su transmisión (tales como la crítica que dirigieron los
filósofos del iluminismo, en nombre de la naturaleza, contra la arbitrariedad
del nascimiento) es incorporado en mechanismos institucionalizados (por
ejemplo, leyes de herencia). Con el objetivo de controlar lo oficial, la
transmisión directa del poder y los privilegios, los poseedores del capital
tienen siempre un gran interés en recurrir a estratégias de reproducción
capaces de asegurar la transmisión mejor disimuladas, pero al costo de
grandes pérdidas de capital, por la explotación de la convertibilidad de los
tipos de capital. De modo que, cuanto más es evitado y obstaculizado la
transmisión oficial del capital, mayores son los efectos de la circulación
clandestina del capital en la forma de capital cultural que se transforma en
determinate para la reproducción de la estructura social. Como un
instrumento de reproducción capaz de enmascarar su propia función, el
espacio del sistema educacional tiende a aumentar, y junto a este
incremento es la unificación del mercado de las calificaciones sociales lo
que dá derecho a ocupar las posiciones más raras.
NOTAS
1. Esta inércia, vinculado por la tendencia de las estructuras del capital a
reproducirse a si misma en instituciones o disposiciones adaptadas a las
estructuras de los cuales son el producto, es, por supuesto, reforzado por
una acción política de conservación concertada específica, i.e. de
desmobilización y despolitización. El último tiende a mantener a los
agentes dominados en el estado de un grupo práctico, unidos solamente
por la orquestación de sus disposiciones y condenados a funcionar como
un agregado desempeñando repedidamente actos individuales discretos
(tales como el de consumidor o elector).
25
2. Esto es verdad para todos los intercambios entre los miembros de las
diferentes fracciones de la clase dominante, poseedores de diferentes
tipos de capital. Estos van desde la venta de pericia, tratamiento y otros
servicios que toman la forma de intercambio de regalos y los dignifican
con los nombres más decorosos que pueden encontrar (honorarios,
emolumentos, etc.) hasta el intercambio matrimonial, el principal ejemplo
de una transacción que solamente puede realizarse si no es percibido o
definido como tal por las partes contratantes. Es remarcable que la
aparente extensión de la teoría económica mas allá de los límites
constitutivos de la disciplina ha dejado intacto el asilo de lo sagrado, a
parte de algunas incursiones sacrílegas. Gary S. Becker, por ejemplo,
quién fué uno de los primeros de dar cuenta explícita de los tipos de
capital que usualmente son ignorados, nunca considera otra cosa además
de los costos monetarios y beneficios, olvidando las inversiones no-
monetarias (inter alia, los afectivos) y los beneficios materiales y
simbólicos que proporciona la educación de una manera indirecta y
diferida, tales como el valor agregado que producen las disposiciones o
son reforzadas por la escuela (maneras de usar el cuerpo, maneras
verbales, gustos, etc.) o las relaciones establecidas con estudiantes y
colegas que pueden reproducirse en el mercado matrimonial (Becker,
1964a).
3. El capital simbólico, es por decir, capital -en cualquier forma- hasta el
grado que es representado, i.e. aprehendido simbólicamente, en una
relación de conocimiento, o más precisamente, de irreconocimiento y
reconocimiento, presupone la intervención del habitus, como una
capacidad cognitiva socialmente constituída.
26
4. Cuando hablamos de conceptos por sus propios motivos, como lo
hacemos aqui, en vez de usarlos en la investigación, uno siempre corre el
riesgo de ser esquemático y formal, i.e. en el sentido de la palabra mas
usual y mas comunmente aprovada.
5. Esta proposición no implica el reconocimiento del valor del veredicto
escolástico; meramente registra la relación que existe en la realidad
entre cierto capital cultural y las leyes del mercado educativo.
Disposiciones a las que le son otorgadas un valor negativo en el mercado
educacional pueden recibir un valor muy alto en otros mercados -no
solamente, por supuesto, en las relaciones internas de la clase.
6. En una sociedad relativamente indiferenciada, en la cual el acceso a los
medios de apropiación de la herencia cultural estan bastante
equitativamente distribuídas, la cultura incorporada no funciona como
capital cultural, i.e. como un medio de adquirir ventajas exclusivas.
7. Lo que yo llamo el efecto Arrow generalizado, i.e. el hecho de que todos
los bienes culturales -pinturas, monumentos, máquinas, y cualquier
objeto elaborado por el hombre, particularmente todos aquellos que
pertenecen al ambiente de la niñéz- por su mera existencia ejercen un
efecto educativo, sin duda es uno de los factores estructurales detras de
la "explosión educativa", en el sentido de que un crescimiento en la
cantidad de capital cultural acumulado en estado objetivado aumenta
automáticamente el efecto educativo ejercido por el medio ambiente. Y si
uno agrega a esto el hecho de que el capital cultural incorporado está
constantemente aumentando, se puede ver que, en cada generación, el
sistema educativo puede darse por garantizado. El hecho de que la misma
inversión escolar es crescientemente productiva es uno de los factores
27
estructurales de la inflación de las calificaciones (junto con factores
cíclicos ligados a los efectos de la conversión del capital).
8. El objeto cultural, como una institución social viviente, es,
simultáneamente, un objeto material socialmente instituído y una clase
particular de habitus, al cual esta dirigido. El objeto material, por
ejemplo, un trabajo de arte en su materialidad -puede estar separado por
el espacio (e.g. una estatua de Dogón) o por el tiempo (e.g. una pintura
de Simone Martini) del habitus mediante el cuál fué inventado. Esto lleva
a uno de los más fundamentales desvíos de la historia del arte.
Entendiendo el efecto (no confundir con la función) que el trabajo tiende
a producir -por ejemplo, la forma de creencia que intenta inducir- y que
es la verdadera base de las selecciones conscientes o inconscientes de los
medios usados (técnica, colores, etc.), y por eso de la forma en si misma,
es posible solamente si uno al menos levanta la cuestión del habitus con
el cuál es "operado".
9. La relación dialéctica entre capital cultural objetivado -la forma por
excelencia del cual es el libro (la escritura) -y el capital cultural
incorporado ha sido generalmente reducido a una descripción exaltada de
la degradación del espíritu de las letras, lo viviente por lo inerte, creación
por rutina, gracia por "ostentación".
10. Esto es particularmente verdadero en Francia, donde en muchas
ocupaciones (particularmente el servicio civil) hay un relacionamiento
muy estricto entre calificación, rango, y remuneración (Nota del
traductor al Inglés).
11. Aquí, también, la noción de capital cultural no fluyó del trabajo teórico
28
puro, menos aún de una extensión analógica de conceptos económicos.
Apareció de la necesidad de identificar el principio de los efectos
sociales que, a pesar de que pueden ser claramente vistos al nivel de los
agentes singulares -donde inevitablemente opera la investigación
estadística- no puede ser reducido al conjunto de propiedades
individuales poseídos por un agente determinado. Esos efectos, donde la
sociología espontánea rápidamente percibe el trabajo de "conecciones",
son particularmente visibles en todos los casos en que individuos
diferentes obtienen benefícios muy desiguales virtualmente de capitales
equivalentes (económicos o culturales), dependiendo del grado en que
puedan mobilizar por poder el capital de un grupo (una familia, los
alumnos de una escuela de élite, un club selecto, la aristocrácia, etc. )
que está mas o menos constituída como tal y mas o menos rica en
capital.
12. Las relaciones de vecindad pueden, por supuesto, recibir una forma
elemental de institucionalización, como en la región de Berna -o la
región Basca- donde los vecinos, lous besis (una palabra, que en textos
antiguos, es aplicado a los legítimos habitantes de la villa, los legítimos
miembros de la asamblea), son explícitamente designados, de acuerdo
con reglas justamente codificadas, y son asignadas funciones que son
diferenciados de acuerdo a su rango (hay un "primer vecino", un
"segundo vecino", y asi por delante), particularmente para las mayores
ceremonias sociales (funerales, matrimonios, etc.). Pero aún en este
caso, las relaciones realmente usadas no siempre coinciden con las
relaciones socialmente instituídas.
13. Maneras (porte, pronunciación, etc.) pueden estar incluídos en el
capital social hasta el punto en que, a través del modo de adquisición
29
apuntan a, indican miembros iniciantes de un grupo mas o menos
prestigioso.
14. Movimientos nacionales de liberación o ideologías nacionales no deben
ser tomados en cuenta solamente por referencia a beneficios
estríctamente económicos, i.e. anticipación de los benefícios que pueden
ser obtenidos de la redistribución de una proporción de riqueza a la
ventaja de los nacionales (nacionalización) y el recobrar empleos
altamente pagados (Ver Breton, 1964). Para esos benefícios anticipados
específicamente económico, que solamente podría explicar el
nacionalismo de las clases privilegiadas, debe ser agregada los
beneficios reales y muy inmediatos obtenidos del hecho de ser miembro
(capital social) que son proporcionalmente mayores para aquellos que
están mas bajo en la jerarquía social ("blancos pobres" o mas
precisamente, mas amenazados por el declino económico y social.
15. Hay mucha razón para suponer que la socialización, o, más
generalmente, relacionando, los disposiciones son muy desigualmente
distribuídas entre las clases sociales y, dentro de una clase determinada,
entre fracciones de diferente orígen.
16. Un "poder total de actuar y hablar" (Nota del traductor Inglés).
17. Va sin decir que el capital social es así totalmente governado por la
lógica del conocimiento y reconocimiento que funciona siempre como un
capital simbólico.
18. Debe aclararse que, para despejar cualquier malentendido, que la
inversión en cuestión no es necesariamente aquí concebido como una
30
busca calculada de ganancias, pero que tiene la probabilidad de ser
experimentado en términos de la lógica de la inversión emocional, i.e.
como un envolvimiento que es tanto necesario como desinteresado. Esto
no siempre ha sido apreciado por los historiadores, quienes (aún cuando
están atentos al efecto simbólico como E. P. Thompson) tienden a
concebir las prácticas simbólicas -pelucas polvoreadas y toda la
parafernalia del oficio- como estratégias de dominación explícitas,
intentados para ser vistos (de abajo), y para interpretar conductas
generosas y caritativas como "actos calculados de apaciguamientos de
clase". Esta ingenua visión Maquiavelista olvida que los actos más
sinceramente desinteresados pueden ser aquellos que mejor
corresponden al interés objetivo. Un número de campos, particularmente
aquellos que más tienden a negar el interés y toda suerte de cálculos,
como el campo de la producción cultural, garantizan reconocimiento
total, y con la consagración que garantiza suceso, solamente a aquellos
que se distinguen por la conformidad inmediata de sus inversiones, un
toque de sinceridad y conexión, a los principios esenciales del campo.
Sería totalmente erróneo describir las selecciones del habitus que guía a
un artista, un escritor, un investigador hacia su lugar natural (un asunto,
estilo, manera, etc.) en términos de estratégia racional y cálculo cínico.
Esto es a pesar del hecho de que, por ejemplo, cambios de un género,
escuela, o especialidad para otra, conversiones casi-religiosas que son
desempeñadas "con toda sinceridad", pueden ser entendidas como
conversiones de capital, la dirección y momento del cual (del cual
frecuentemente dependen sus éxitos) son determinados por un "sentido
de inversión" que es menos provable a ser visto como tal cuanto más
experimentado es. La inocencia es el privilegio de aquellos que se
mueven en su campo de actividad como peces en el agua.
31
19. Para entender la atractividad de este par de posiciones antagónicas que
uno sirve como coartada del otro y viciversa, sería necesario analizar los
beneficios inconscientes y los beneficios del inconsciente que ellos
procuran por intelectuales. Mientras unos encuentran en el economismo
un medio de exceptuarse excluyendo al capital cultural y todos los
beneficios explícitos que los coloca al lado de los dominantes, otros
pueden abandonar el detestable terreno de lo económico, donde todo les
recuerda que pueden ser evaluados, en último análisis, en términos
económicos, por aquello de lo simbólico. (Lo último meramente
reproduce, en la esfera de lo simbólico, la estratégia por el cual
intelectuales y artistas se empeñan por imponer el reconocimiento de
sus valores, i.e. sus valores, a través de la inversión de la ley del
mercado en el cual lo que uno tiene o lo que uno gana define
completamente lo que uno vale y lo que uno es -como es demostrado por
la práctica de los bancos que, con técnicas como la personalización del
crédito, tienden a subordinar la garantía del crédito y la fijación de tasas
de interés a un interrogatorio exahústivo sobre los recursos del presente
y futuro del emprestador).
20. Entre las ventajas procuradas por el capital de todos los tipos, el mas
precioso es el aumento del volúmen de tiempo útil que es hecho posible a
través de varios métodos de apropiación del tiempo de otra gente (en la
forma de servicios). Puede tomar la forma de aumento del tiempo de
ocio, asegurado por la reducción del tiempo consumido en actividades
directamente canalizadas a la produción de los medios de reprodución
de la existencia del grupo doméstico, o del uso más intenso del tiempo
consumido de esa manera, por el recurso de usar la labor de otra gente o
a través de métodos y artifícios que están disponibles solamente para
aquellos que han gastado el tiempo aprendiendo como usarlos y que
32
(gustan mejores transportes o viven cerca al lugar de trabajo) hacen
posible el ahorro de tiempo. (Esto es en contraste al ahorro en dinero del
pobre, que es pagado por su trabajo en tiempo -hazlo tu mismo, cazador
de bargañas, etc.). Nada de esto es verdaderamente capital económico;
es la posesión del capital cultural lo que hace posible obtener mayor
benefício no solamente del tiempo-de-trabajo, asegurando una mayor
producción en el mismo período, pero también del tiempo-de-ocio, y asi
incrementar el capital económico y el capital cultural.
21. Se va sin decir que las fracciones dominantes, quienes tienden a colocar
siempre gran énfasis en la inversión educativa, dentro de una estratégia
total de diversificación de bienes y de inversiones objetivadas en la
combinación de seguridad con alta producción, tienen toda suerte de
medios de evadir los veredictos escolares. La transmisión directa del
capital económico permanece como uno de los principales medios de
reproducción, y el efecto del capital social ("una mano generosa",
"cuerda de salvacion", la "red de viejos amigos") tiende a corregir el
efecto de la sanción académica. Las calificaciones educativas nunca
funcionan perfectamente como moneda. Ellos no son enteramente
separables de sus poseedores: sus valores aumentan en proporción al
valor de sus poseedores, especialmente en las áreas menos rígidas de la
estructura social.
REFERENCIAS
Becker, Gary S. A theorical and empirical analysis with special reference to
education. New York : National Bureau of Economic Research, 1964a.
Becker, Gary S. Human capital. New Jork : Columbia University Press,
1964b.
33
Bourdieu, Pierre. "Les rites d'institution". Actes de la recherche en
sciences sociales, 43(1982):58-63.
Breton, A. "The economics of nationalism". Journal of political economy,
72(1962):376-386.
Grassby, Richard. "Englsih merchant capitalism in the late seventeenth
century : the composition of business fortunes". Past and Present,
46(1970):87-107.
34