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Las hogueras en el monte y el ataque del hongo Leptographium gallaeciae sp. nv. sobre P. pinaster Ait. F. J. F. DE ANA MAGÁN Una nueva enfermedad en Europa es el tema de este trabajo. Esta enfermedad, afecta al P. pinaster Ait. en España, Francia y Portugal. El agente causante de la misma es un hongo del género Ceratocystis cuya fase imperfecta se denomina Leptographium gallaeciae F. Magán, especie nueva. El parásito se desarrolla a partir de los daños causados por hogueras realizadas en el monte con el fin de limpiar éstos de material combustible. Se estudia la biología del hongo y su distribución. La lucha contra este daño es también objeto de atención por parte del autor. Por primera vez se identifica este «wilt» sin considerarlo causado por insectos rela- cionados con el hongo. F. J. F. DF. ANA MAGÁN. Departamento Forestal de Zonas Húmedas. CRIDA 01. INTRODUCCIÓN Desde que en 1882 HARTIG descubre en Ale- mania el hongo del azulado de la madera (Ce- ratostomella pilifera), se inicia una corriente que lleva a muchos investigadores a estudiar distintos tipos de hongos colonizadores de este material. Estos hongos colonizaban la madera de ár- boles muertos, pero nunca se les mencionaba como parásitos sobre planta viva. En 1938 se descubre en California el hongo Verticicladiella wagenerü causante de un azu- lado en vivo del Pinus ponderosa. MARTÍNEZ (1943), menciona un azulado en pie del P. sylvestris en el Guadarrama y lo atribuye a la Ceratostornelia pini. El propio autor consideraba que esta observación era po- co consistente. Desde entonces proliferan las noticias de es- tas tinciones en coniferas y frondosas en varios continentes y sus daños se estiman cada día más importantes. En España este tipo de enfermedad se detec- ta por primera vez en forma alarmante sobre el P. pinaster en Galicia en 1974. Iniciado su estudio en dicho ano en el Cen- tro Forestal de Lourizán, creemos haber en- contrado una posible explicación de los facto- res y circunstancias que intervienen en la natu- raleza y difusión de esta enfermedad. Con an- terioridad, habíamos determinado al patógeno como un hongo del género Ceratocystis que parecía estar relacionado con insectos del gé- nero Ips (F. DE ANA MAGÁN, 1979). Sin em- bargo, ahora estamos en condiciones de asegu- rar que dicho hongo y el fuego manejado por el hombre se alian contra el P. pinaster, que fue señor de nuestros montes por casi tres si- glos, y le hacen sucumbir de una forma rápi- da. Los daños causados por esta enfermedad pueden afectar de una forma importante a una gran cantidad de montes particulares en los que destruye, en algunos casos, más de dos tercios del arbolado. Ante el hecho de que es- ta enfermedad está producida por una técnica cultural, es importante el divulgar sus graves consecuencias con el fin de evitar el aumento de estos daños al intentar los selvicultores eli- minar el riesgo de los incendios forestales, con la quema de los restos de las cortas, podas o limpiezas. Este trabajo ha sido presentado al Premio Jorge Pastor 1981, habiendo sido premiado con Accesis.

Las hogueras en el monte y el ataque del hongo ......En la madera el micelio se encuentra inva-diendo la albura y duramen, avanzando más rápidamente a través de los radios leñosos,

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Page 1: Las hogueras en el monte y el ataque del hongo ......En la madera el micelio se encuentra inva-diendo la albura y duramen, avanzando más rápidamente a través de los radios leñosos,

Las hogueras en el monte y el ataque del hongoLeptographium gallaeciae sp. nv.sobre P. pinaster Ait.

F. J. F. DE ANA MAGÁN

Una nueva enfermedad en Europa es el tema de este trabajo. Esta enfermedad,afecta al P. pinaster Ait. en España, Francia y Portugal.

El agente causante de la misma es un hongo del género Ceratocystis cuya faseimperfecta se denomina Leptographium gallaeciae F. Magán, especie nueva.

El parásito se desarrolla a partir de los daños causados por hogueras realizadasen el monte con el fin de limpiar éstos de material combustible.

Se estudia la biología del hongo y su distribución.La lucha contra este daño es también objeto de atención por parte del autor.Por primera vez se identifica este «wilt» sin considerarlo causado por insectos rela-

cionados con el hongo.

F. J. F. DF. ANA MAGÁN. Departamento Forestal de Zonas Húmedas. CRIDA 01.

INTRODUCCIÓN

Desde que en 1882 HARTIG descubre en Ale-mania el hongo del azulado de la madera (Ce-ratostomella pilifera), se inicia una corrienteque lleva a muchos investigadores a estudiardistintos tipos de hongos colonizadores de estematerial.

Estos hongos colonizaban la madera de ár-boles muertos, pero nunca se les mencionabacomo parásitos sobre planta viva.

En 1938 se descubre en California el hongoVerticicladiella wagenerü causante de un azu-lado en vivo del Pinus ponderosa.

MARTÍNEZ (1943), menciona un azulado enpie del P. sylvestris en el Guadarrama y loatribuye a la Ceratostornelia pini. El propioautor consideraba que esta observación era po-co consistente.

Desde entonces proliferan las noticias de es-tas tinciones en coniferas y frondosas en varioscontinentes y sus daños se estiman cada díamás importantes.

En España este tipo de enfermedad se detec-ta por primera vez en forma alarmante sobreel P. pinaster en Galicia en 1974.

Iniciado su estudio en dicho ano en el Cen-tro Forestal de Lourizán, creemos haber en-contrado una posible explicación de los facto-res y circunstancias que intervienen en la natu-raleza y difusión de esta enfermedad. Con an-terioridad, habíamos determinado al patógenocomo un hongo del género Ceratocystis queparecía estar relacionado con insectos del gé-nero Ips (F. DE ANA MAGÁN, 1979). Sin em-bargo, ahora estamos en condiciones de asegu-rar que dicho hongo y el fuego manejado porel hombre se alian contra el P. pinaster, quefue señor de nuestros montes por casi tres si-glos, y le hacen sucumbir de una forma rápi-da. Los daños causados por esta enfermedadpueden afectar de una forma importante auna gran cantidad de montes particulares enlos que destruye, en algunos casos, más de dostercios del arbolado. Ante el hecho de que es-ta enfermedad está producida por una técnicacultural, es importante el divulgar sus gravesconsecuencias con el fin de evitar el aumentode estos daños al intentar los selvicultores eli-minar el riesgo de los incendios forestales, conla quema de los restos de las cortas, podas olimpiezas.

Este trabajo ha sido presentado al Premio Jorge Pastor 1981, habiendo sido premiado con Accesis.

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El P. pinaster en Galicia fue introducido ha-cia el año 1700 (Ruiz, 1980), procedente dePortugal. Hoy se extiende en unas 736.800 ha.,produciendo más de tres millones de metroscúbicos de madera. Esto convierte a esta espe-cie en la más extendida en los montes gallegosy en la productora de un 60 por 100 de lamadera de este país.

La adaptación de esta especie en Galicia esfrancamente buena, esto viene avalado por losniveles sanitarios de sus plantaciones y la capa-cidad productiva de la misma.

Su área de cultivo ocupa toda la zona cos-tera gallega, llegando en algunas situaciones alos mil metros de altura, si los riesgos de ne-vadas copiosas no son muy altos.

Su principal enemigo son los incendios, por

permitir este árbol un abundante sotobosqueque arde con gran facilidad. Estos incendiosprovocaron en la década de los años setenta ladestrucción de grandes masas de este pino, cu-yos restos al mantenerse en el monte bastantetiempo, fueron el mejor sistema de potenciarlas plagas de insectos que se van a relacionarlateralmente con nuestro trabajo.

La climatología de la zona en la que hemosobservado el daño es la que corresponde alárea del P. pinaster en el Noroeste de la Pe-nínsula Ibérica y en las Landas francesas, nohabiéndose observado posibles factores que pu-dieran influir en la presencia de esta alteración.

En el año 1974, se detectaba por primeravez la enfermedad objeto de estudio, en par-celas de experiencias de razas de P. pinaster

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situadas en el Municipio de Cuntis (Ponteve-dra). En estas parcelas se cuenta con 23 varie-dades de P. pinaster de toda su área, refle-jada en la figura 1 y cuyos datos se reflejanen el cuadro 1 (MOLINA, 1965).

Los números que se observan en el mapa,corresponden a los orígenes relacionados en elcuadro 1.

RESULTADOS

Descripción del patógeno

Desde el año 1974, venimos aislando con re-lativa facilidad un hongo causante de un enne-

grecimiento de la madera que identificamoscomo el género Ceratocystis. Este hongo fueaislado de árboles vivos formando manchas enla madera en forma de segmentos circularesmuy llamativos.

Sobre medios de cultivo, se consigue un cre-cimiento rápido de este hongo, pero no pre-senta fructificaciones.

Sobre madera atacada, situada en cámarahúmeda, se obtuvieron el estado perfecto e im-perfecto del mismo. Su estado imperfecto se si-tuó en el género Leptographium.

En su fase perfecta (diploide) la fructifica-ción es una periteca constituida por una base

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esférica, un cuello y en el extremo de éste unápice.

En el interior de la base se encuentran lasaseas con sus ascosporas. Estas aseas, no se venpor presentar un tejido evanescente. Sus asco-poras perfectamente visibles mediante tinción,son hialinas, en forma de sombrero. Estas sa-len de la base a través del cuello y llegan alápice en donde se encuentra un poro u ostioloque les permite salir al exterior, dentro de unagota de líquido mucilaginoso.

Las peritecas son superficiales o ligeramenteinmersas en el medio en que viven, presentan-do una coloración negruzca. Su pared tieneuna forma de red y está constituida por célu-las seudoparenquimatosas. Esta base no pre-senta ningún tipo de ornamentación ni tampo-co abundancia de micelio unido a ella.

El cuello de la periteca se presenta ligera-mente inclinado o sinuoso. No hay hifas ostio-lares en el ápice del mismo.

Las dimensiones que hemos obtenido son:

El estado imperfecto o haploide del hongose obtiene sobre madera de cámara húmeda,presentándose en algunos casos conjuntamentecon el estado perfecto diploide. Lo observamospor primera vez, en un tronco de madera in-fectada que se quedó en el monte; en la parteinferior de la misma, se forma un césped decolor grisáceo en su superficie, por la cantidadtremenda de conidióforos que con sus conidiosse encontraban allí situados.

Esta fase imperfecta se denomina Lepto-graphium y se caracteriza por presentar unasformaciones conidiales exógenas situadas sobrelos conidióforos erectos, tabicados, con la basefuertemente unida a la madera por la bifur-cación del estipe en forma de raíces laterales.

El conidióforo en su parte superior se divi-de en ramas que, a su vez, se ramifican y sus-

tentan otras hialinas y muy delgadas, sobre lasque se sitúan los conidios en su ápice. El con-junto de conidios y ramas del conidióforo, seencuentran embebidas en una gota de un lí-quido mucilaginoso que adquiere en su con-junto un color grisáceo-blanquecino del quehacíamos mención anteriormente.

Los conidios son hialinos, cilindricos y fáci-les de observar al microscopio.

Las dimensiones obtenidas en este Lepto-graphium son:

Número de septos: 7 u 8.Conidios: (3,4X1,7) \JLm.Anchura del micelio: 4-6,8 ¿¿m.El micelio de este hongo se presenta blanco

hialino y al cabo de cuatro o cinco días tomaun color más oscuro hasta llegar al oliváceo-negruzco cuando envejece. Este color de con-junto varia al observarlo al microscopio dandouna coloración acastañada. La pared externadel micelio es verrugosa. Las hifas se presentantabicadas con unos septos muy visibles. El cul-tivo en medio artificial es fácil, presentando enAgar-malta al 2,5 por 100 y a 25° C. un cre-cimiento en diez días de 60 ó 70 mm., lo queHUNT (1956) considera como crecimiento rá-pido.

La variación en anchura se debe a que estemicelio sea exterior o interior a la madera.

En estos cultivos en placas, el hongo des-prende un olor casi inapreciable y su micelioaéreo en cultivos viejos se mantiene de un co-lor grisáceo.

En la madera el micelio se encuentra inva-diendo la albura y duramen, avanzando másrápidamente a través de los radios leñosos,los cuales contienen la mayor fuente de ali-mentación para el hongo.

En la raíz, que es el primer lugar de locali-zación de este parásito, lo encontramos tiñendode una forma bastante uniforme toda una sec-

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ción transversal de la misma. Si partimos unaraíz por su sección radial podremos encontrarcon mucha facilidad peritecas del hongo cre-ciendo en los huecos de la zona medular quepreviamente había sido atacada por el micelioque destruye las células. La forma del desarro-llo del hongo en la madera es muy similar aotros causantes del azulado, por lo que no nosdetendremos en su descripción.

La fase imperfecta de este hongo se puedeobservar a simple vista sobre maderas apeadassituadas en el monte. Naturalmente que hayque gozar de una buena vista para observarlos conidióforos aisladamente.

F.n varias ocasiones, de árboles con los sín-tomas externos de la enfermedad, hemos vistoque a nivel del cuello no presentaba la tinciónnegruzca. Puesta una rodaja del tronco en unmedio húmedo, se consigue a los diez o quincedías fructificaciones del hongo en su facies per-fecta e imperfecta.

La facies imperfecta es muy atacada por ne-matodos que devoran con gran avided los co-nidios.

Entre la presentación de la facies imperfectay la perfecta median varios días, siendo másprecoz la primera.

Las peritecas están superficialmente y el mi-celio que acompaña a los dos tipos de fructifi-

cación presenta unas hifas hialinas y otras másviejas oliváceo-acastañadas.

Con el fin de observar el avance de estehongo inoculado en probetas de madera dedistintas especies, realizamos el siguiente en-sayo:

En vasos de precipitados de 400 cm.4 secolocó unos 60 cm.' de medio de Agar-Maltaal 2,25 por 100. Sobre este medio se pusieronprobetas de madera de 2 X 2 x 6 cm. de las si-guientes especies:

Pinus pinaster.Pinus radiata.Pseudotsuga douglasii.Cedrus spp. (cedro).Cinamomon camphora (alcanforero).Cupressus lusitania (ciprés).

El vaso en estas condiciones, fue introducidoen autoclave esterilizándolos a 1 atmósfera depresión durante veinte minutos.

Cuando el medio se enfrió se inoculó el hon-go Leptographium gallaeciae y se introdujo encámara de cultivo.

Al mes de inoculación se realizó una prime-ra medición del avance del hongo, cortandolas probetas por su parte central y observandola zona teñida. Esta zona teñida se midió yse dio en tanto por ciento.

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En esta primera medición obtenemos las si-guientes conclusiones:

La madera en la que mejor se desarrolla elhongo es en la Pseudotsuga douglasii seguidadel Cedrus spp.

La que mayor resistencia ofrece es la deCinamomon camphora (alcanforero).

Una segunda revisión, fue realizada a los sie-te meses de la inoculación y en ella se mantie-nen las mismas características de comporta-miento ante la colonización de las maderas porel hongo.

El ensayo se hizo inoculando quince probe-tas de madera de cada especie.

En la figura 2 se puede observar gráfica-mente la colonización del hongo sobre cada ti-po de madera.

Taxonomía

Si seguimos la clasificación de ALEXOPOULUS(1962) tenemos que situar este hongo en Euas:

comycetidae-Microascales-Ophiostomataceae-Ceratocystis.

El género Ceratocystis fue establecido porELLIS y HALSTD en 1890. Ninguna descripcióngenérica fue hecha en ese momento. Inicial-mente las peritecas y las ascosporas con sus as-cas evanescentes, fueron dadas como picnidiosy conidios.

SACCARDO en 1892 sobre el supuesto de unestado picnidal, transfirió varias especies al gé-nero Sphaeronema. ELLIOT en 1923 se dacuenta de que no son picnidios, sino peritecas,y transfiere el S. fimbriatum al género Cera-tostomella. Posteriormente habría aún otratransferencia de este género a Ophiostoma porNANNFELDT en 1934.

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El nombre genérico de Ceratocystis fue re-vindicado por BAKSI en 1950.

Ya dentro del género Ceratocystis, nos pa-samos a la clave de HUNT (1956).

Nosotros entramos en la clave con ascospo-ras en forma de sombrero y dentro de éstasque tengan un sólo borde o ala del mismo.

Hifas ostiolares ausentes.Estado imperfecto Leptographium (con la

formación ya mencionada); crecimiento en cul-tivo rápido.

Se describen dos especies C. penicillata yC. piceaperda que no se ajustan a los datosbiométricos que nosotros poseemos y que sonmuy próximas entre sí.

El género Leptographium Legert et Melinse diferencia del Verticicladiella Hughes, alpresentar una fructificación aneloforal másque simpodial, según GOHEEN (1976).

KENDRICK (1965) menciona como diferenciaentre el género Verticicladiella y Leptographium,la falta en el pie del estipe de una hifa rizoi-dal en el primero, que sí se presenta en nues-tro Leptographium.

Por todas estas razones, creemos que esta-mos ante un Ceratocystis con una fase imper-fecta en forma de Leptographium.

Este Leptographium por las dimensiones quepresenta y por el número de septos en su es-tipe, parece ser una especie nueva que deno-minamos Leptographium gallaeciae F. MAGÁNen consideración del país (Galicia) en dondefue identificado, F. DE ANA MAGÁN (1981).

Sintomatología

La sintomatología de la enfermedad que nosocupa se presenta como una traqueomicosis,en la que el patógeno se difunde en el interiorde la planta a través del sistema vascular. Deesta forma, coloniza el xylema dando lugar auna sintomatología muy espectacular por la ra-pidez de la evolución de la planta afectada.

Como enfermedad vascular que es, presentaciertas características, comunes a éstas. Lasacículas de la planta infectada pierden turgen-cia, volviéndose nacidas; pasan del color verde

al amarillo y de aquí al castaño, muñéndose.Este proceso dura de uno a tres meses, segúnla época del año.

En periodo de crecimiento podemos obser-var árboles situados en la zona de ataque, conpérdida de crecimiento, lo que contrasta conlos brotes vigorosos de los pinos sanos de suentorno. Este es el primer síntoma de la enfer-medad y el árbol morirá en pocos meses.

Tan pronto como se inicia la clorosis, unagran cantidad de insectos (fundamentalmentedel género Ips y Blastophagus) atacan a laplanta produciéndose su decorticación.

WINGFIEDD (1980) estudia la presencia de laVerticicladiella alacris sobre P. pinaster y P.radiata en Africa del Sur tomando como vec-tor de la misma a los insectos Orthotomicuserosus (Woll) y Hylurgus liquiperdus (F) queestaban en el tronco, y el Hylastes angustatusHerbst. y el H. linnearis Erichson situados enlas raíces en zonas próximas al nivel del suelo.Para nosotros los insectos que se presentan sonlos mismos escolítidos que atacan a los pinosdañados por cualquier causa o simplementeamontonados en el suelo, pero que no llevan eldaño o árboles sanos y que, por otra parte, seobserva antes el daño en la planta que la en-trada masiva de insectos.

GOHEEN (1976) y WAGENER y MIELKE (1961),hablan de la transmisión de enfermedades deeste tipo por insectos del género Dentrotocnus(dentro del género Pinus) que atacan a la raízy desde allí se difunde la enfermedad. Noso-tros intentamos la localización de este tipo deinsectos, pero no fue posible, las raíces no pre-sentaban daños por picaduras o galerías delos mismos.

La planta afectada no presenta una mayorsensibilidad a esta enfermedad en un determi-nado momento de su vida, ya que hemos es-tudiado rodales dañados con planta en edadescomprendidas entre los cinco años hasta otrasque pudieran tener, aproximadamente, un siglo.

Nosotros observamos que los daños se produ-cen en masas situadas en lugares secos (dentrode la climatología gallega) con una distribu-ción de los árboles muertos en rodales que

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abanzaban sinuosamente como una mancha deaceite.

Las diferentes razas de P. pinaster ofrecenuna resistencia muy distinta al avance de laenfermedad en las parcelas de Cuntis a lasque hacíamos referencia anteriormente.

Una vez apeado el árbol dañado, encontra-mos en la madera una tinción casi negra queforma a modo de segmentos circulares, irregu-lares en sus bordes.

En esta coloración de la madera podemosagrupar dos tipos de localización de la tinción:

a) La gran mayoría de los árboles afecta-dos por esta enfermedad presentan la tinciónde la madera en el cuello de la planta, lo quese hace muy visible en el momento en que secorta un árbol de este tipo.

b) Otros árboles afectados, no presentanesta tinción en la base, pero al ser troceados,se puede observar ésta a distintos niveles deltronco. Este tipo de tinción está relacionadocon los insectos xilófagos portadores de hongosdel azulado, pero que podrían ser de otra es-pecie distinta a la que nos ocupa. En estecaso tendríamos que buscar el patógeno a nivelde las raíces con el fin de cerciorarnos de supresencia.

En las raíces de las plantas afectadas, sepuede observar en una sección transversal unadistribución regular del micelio con una tin-ción muy tenue. En la zona medular hay unamayor concentración del hongo y en ella seinstalan gran cantidad de frutificaciones delmismo en su facies perfecta.

En un tocón teñido, podemos determinarcual es la raíz por donde entró la infección,ya que inicialmente la tinción nos marca estadirección muy claramente.

Esto nos llevó a suponer que la infecciónera transmitida de una raíz a otra por unproceso de anastomosis entre ellas como sucedeen otras traqueomicosis en el olmo y en losrobles. Realmente después de descalzar másde veinte pies de pinos dañados, no hemos po-dido observar este proceso de injerto entre raí-ces de distintos árboles, más que en un caso;las raíces que entraban en contacto en algunos

casos se doblaban una sobre otra, pero no sesoldaban.

Para conocer la posible transmisión a travésde las raíces, se realizó un ensayo con isótoposradioactivos con la colaboración de la secciónde Fisiología Forestal del Departamento Fores-tal del CRIDA 06, cuyos resultados aún nodisponemos.

PATTON y MYREN (1960) en su trabajo sobreel ataque de Polyporus tomentosas al pino yPseudotsuga, estudian la transmisión de la en-fermedad de un árbol al otro a través deraíces en contacto superficial. Naturalmente,este hongo coloniza el exterior de la raíz,mientras que en nuestro caso la enfermedades del tipo traqueomicosis y, por lo tanto, detransmisión interna.

DISCUSIÓN

En los últimos años, se ha producido enel mundo una gran cantidad de trabajos cien-tíficos sobre la patología de hongos del géneroCeratocystis en ataques a coniferas y frondosas.

Dentro de las coniferas es el género Verti-cicladiella (fase imperfecta de un Ceratocystis)el que más menciones recibe como patógenode numerosas especies.

Casi siempre estas enfermedades están reía-

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cionadas con un agente vector de las mismasque fundamentalmente es un insecto xilófago.Para nosotros estas relaciones no estaban de-masiado claras en el caso que nos ocupa, porlo que durante años estuvimos observando unagran cantidad de focos de estos daños hastaque en 1980 nos dimos cuenta de que en elcentro de una mancha producida por la muer-te de estas plantas, había restos de una hogue-ra. Estos eran difíciles de observar por el efec-to de las lluvias, el crecimiento de la vegeta-ción y los restos de acículas y ramillas caídossobre ellas.

En posteriores comprobaciones se encontra-ron en los demás focos de la enfermedad, lasmencionadas hogueras, observándose que la

Fig. 4.—Gráficas de crecimiento de Leptographiumgallaeciae y Trichoderma viride en cultivo de agar-malta

al 2,5 por 100 a 20° C. Inoculado: 18-5-81.

distribución de los pinos muertos eran aproxi-madamente circular, con centro en el foco decalor (fíg. 13).

Las hogueras se producen en aquellos mon-tes en donde las comunidades vecinales gozan,por lo general, de un nivel de vida relativa-mente alto y que en la década de los setenta

Fig. 5.—Gráficas de crecimiento del Leptographiumgallaeciae y Trichoderma viride en cultivo de agar-malta

al 2,5 por 100 a 25°C. Inoculado: 18-5-81.

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cambió como fuente energética al tradicionaluso de la leña de los montes por el butano.Ante la acumulación de estos restos vegetales,tan perjudiciales para la propagación de in-sectos y de los fuegos forestales, la hogueracontrolada era el método más barato de elimi-nar la materia seca, dejando en el monte lascenizas como aporte mineral.

Para poder realizar estas hogueras, se buscaun pequeño claro entre pinos, de forma queno dañe el calor a la parte aérea de los mismos.

Según VEGA (1981), por trabajos realizadospor diversos investigadores se sabe que un focode quema de este tipo, puede llegar a produ-cir a 20 cm. de profundidad, en suelos suel-tos como los nuestros, temperaturas del ordende los 130° C. con desecaciones que bajan lahumedad en un 13 por 100. Estos datos vienenreflejados en la curva figura 3, obtenida a par-tir de experiencias realizadas por diversos au-tores, y que a nosotros nos puede dar una ideaaproximada de lo que sucede en el suelo en elcaso de una hoguera en la que se quemenunos 400 kg. de materia seca por metro cua-drado.

Por otro lado, sabemos que las raíces deP. pinaster con 25 años de edad y en masasdensas, pueden llegar a una distancia de másde diez metros (según pudimos constatar enlos trabajos de descalce de raíces).

Por todo esto, la maraña de raíces que seencuentra en la zona de una hoguera, son da-ñadas por las altas temperaturas a que sonsometidas, y en estas condiciones suponemosque se produce la entrada del patógeno.

Con estas consideraciones nos preguntamossi estaría el patógeno en estos suelos desdesiempre o es un agente introducido.

Naturalmente es muy difícil aclarar estacuestión porque, al menos aquí, no tenemosreferencia anterior de su existencia.

Lo que sí sabemos es que este tipo de ho-gueras no tienen más antigüedad que unos do-ce años, por la demanda que siempre existióantes de la leña; lo que también podría justi-ficar la ausencia de actividad de este patóge-no, hasta los últimos tiempos.

Otra pregunta que nos hacemos es el quepor qué ataca el hongo a esta planta; MUNCH

en 1923 dice que los hongos del azulado ata-can a la madera cuando ésta tiene un conte-nido de humedad de un 10 a un 15 por 100inferior a lo normal. Esto es lógico que se pro-duzca en las raíces afectadas por la hoguera,lo que también justificaría que sean los árbolesmás próximos los que primero sufren el efectodel daño. Sospechamos que, además de estohay otras razones de equilibrio biológico en elsuelo que con las altas temperaturas se ve afec-tado.

Esta sospecha nació al observar la presencia

Fig. 6.—Gráficas de crecimiento de Leptographium Gallae-riae y Trichoderma viride en cultivo de agar-malta al

2,5 por 100 a 30° C. Inoculado: 18-5-81.

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en las mismas zonas dañadas del Trichodermaviride Pers. ex S.F. GRAY y del Leptographiumgallaeciae, pero sin mezclarse; de tal formaque en los tocones de árboles recientementeapeados en los que se observaba el primerono podíamos aislar el segundo.

Como es sabido el Trichoderma viride es unhongo del suelo, predator de otros hongos,entre los que destacan la Armillaria mellea yla Phytopthora cinamomi y citrophthora a lasque controla y por esa razón se utiliza para elcombate biológico de ciertas enfermedades delas plantas.

Supusimos que este hongo también podía serun controlador del Leptographium en condi-ciones normales y que los efectos del calor dela hoguera destruyera el equilibrio existente enel suelo entre ellos dos en favor del Lepto-graphium.

Para comprobar este supuesto, colocamos encápsulas Petri dos repicados diametralmenteopuestos de Trichodema y Leptographium conel fin de ver cual de ellos dominaba el otro.El medio utilizado fue de Agar-malta al 2,5por 100. Desde el principio pudimos observarcomo el Trichoderma crecía a mayor velocidady paralizaba el desarrollo del Leptographiumpasando después de varios días a colonizarlostotalmente y eliminarlo.

Ante esto teníamos que comprobar en querango de temperaturas se desarrollaban estoshongos. Para ello cultivamos Leptographium yTrichoderma en Agar-malta al 2,5 por 100 enplacas Petri de 10 cm. y las situamos en cáma-ras de cultivo a temperaturas de 20, 25, 30 y35° C , siguiendo su desarrollo durante una se-mana. Las gráficas resultantes de su desarro-llo nos muestran el mayor crecimiento delLeptographium en cualquier temperatura, sien-do los 35° C. limitantes para ambos. Peroobservamos que al retirar los cultivos de lasestufas a 35° C. y ponerlo a temperatura delaboratorio (20-25° C.) el Leptographium daun fuerte crecimiento en relación con el Tri-choderma, lo que podría confirmar la teoríade que pasado el efecto del calor, el primeroavanza mucho más rápidamente en la zona es-

terilizada que el segundo colonizando las raí-ces dañadas por el fuego. De todas formas esnecesario profundizar en este campo del com-portamiento de ambos hongos y estudiar susinterrelaciones. Figuras 4, 5 y 6.

Hay alguna excepción en el desarrollo circu-lar de este daño, en el que se presenta algúnárbol equidistante con otros de la hoguera,que no es dañado; es posible achacarlo a quesus raíces no pasan por el foco de calor, o auna mayor resistencia individual.

Para justificar nuestras afirmaciones sobre laincidencia de las hogueras en el desarrollo delos daños en estudio, comparamos dentro delas parcelas de ensayo racial de P. pinaster losárboles vivos existentes entre pinos de la mismaraza que estaban situados en parcelas con y sinhogueras.

El recuento de árboles vivos, se realizó den-tro de un círculo de 10 metros de radio concentro en la hoguera. En otra parcela de lamisma raza, pero sin hoguera se trazaba uncírculo del mismo tamaño y en la misma posi-ción que el trazado en la que tenia hoguera,obteniéndose los siguientes resultados:

Las medias obtenidas son de 32 árboles vivosen parcelas con hogueras contra 55 árboles vi-vos en parcelas sin hoguera.

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Esto nos dice, a un nivel de probabilidaddel 95 por 100, que la variación entre las me-dias es significativa, lo que nos permite afir-mar que el factor de variación (la hoguera) in-fluye en la distribución de los árboles vivos.

Este mismo efecto puede ser obtenido conun fuego que afectando ligeramente a unmonte por ser una quema rápida, se puedeencontrar con algún montón de material com-bustible en donde este efecto de elevación detemperatura se produce, repitiéndose el mismofenómeno que antes mencionábamos para lashogueras.

También es posible que se obtenga este efec-to con contrafuegos realizados sobre acumu-lación de material.

Esta relación entre el calor y el desarrollode alguna micosis existe con la Rhizina inflata

de la que hay noticias de pequeños daños enEuropa.

WIMAFIELD (1980) dice que la Verticicladiellaalacris se ve favorecida en su ataque al P. pi-naster y P. radiata por el clima Mediterráneo,de veranso secos y cálidos e inviernos húmedosy fríos, de la zona del cabo (Africa del Sur).Por el contrario WAGENEGER (1961) al estudiarel ataque de la Verticicladiella wegenerii sobreel P. ponderosa y otros, observa que el ataquese paraliza con las altas temperaturas.

Comprobación de patogeneidad

Técnicas empleadas

Para que el hongo aislado por nosotros pue-da ser calificado de patógeno y causante de es-

Fig. 7. -Esquema evolutivo del ataque del Leptographium gallaeciae por daños de hoguera.

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ta enfermedad, tendríamos que demostrar quecumple los postulados de KOCH; pero nosiempre es factible esta demostración, ya queen algunos casos el obtener las condicionesecológicas en que se produce el ataque en uncultivo en invernadero o en vivero con suelosesterilizados, es realmente complejo, ya queson muchos los factores (humedad, tempera-tura, aireación, etc.), que intervienen en elproceso y que no podemos controlar fácilmente.

Ante este problema ensayamos varias formasde inoculación "para lo que se emplearon di-versas técnicas que pasamos a describir.

Estos ensayos se realizaron utilizando dos ti-pos de preparación de inoculo.

a) En placas Petri de 18 cm. de diámetrose cultivó el hongo hasta que este colonizó to-do el medio de Agar-malta al 2,5 por 100.Este medio colonizado se diluyó en 100 cm.3

de agua esterilizada y con el que se inyectó enla planta mediante una aguja hipodérmicagruesa que penetraba entre el tejido del floe-ma levantándolo y depositaba de 3 a 5 era.'1

de la dilución.

b) Otro inoculo se preparó utilizando unvaso de precipitado de 500 cm.3 de forma bajay colocando en el fondo del mismo 100 cm.3

de medio de Agar-malta al 2,5 por 100. Sobreeste medio se colocaron probetas de madera de2X2X6 cm. y se tapaba con papel de alumi-nio, llevándolo en estas condiciones a esterilizar.

Una vez esterilizado este medio, procedíamosa la inoculación del hongo y cuando este co-lonizaba la madera, al menos superficialmente,ya teníamos preparado el inoculo. El tiempode colonización del medio es del orden de losquince días a una temperatura de 25° C.

Una vez preparado los dos tipos de inoculoa utilizar, se procedió a infectar la planta deP. pinaster en varias formas. En este ensayovariamos la edad de la planta, su forma decultivo y el sistema de inoculación.

1. ° ensayo

Planta de dos años en maceta situada en in-vernadero de cristal con control de humedad.

En esta planta se inyectó el inoculo median-

te una aguja hipodérmica, tapando después laherida con un algodón al que se le mantuvohúmedo durante varios* días.

Este ensayo se realizó sobre 25 plantas.

2. ° ensayo

En planta del mismo tipo que en el anteriorensayo, se realizó una herida lateral en el tron-co de la planta y pegada a la misma se situóuna probeta inoculada. La probeta se mantuvopegada al tallo de la planta por un papel-ceboque abrasaba a los dos y después tapadas contierra, ya que la incisión se realizó por debajodel nivel del suelo.

Aquí se inocularon 25 plantas.

3. ° ensayo

Con el fin de simular un proceso de calen-tamiento similar al de las hogueras en el mon-te realizamos otro ensayo con planta de lasmismas características que las anteriores. Apli-camos una fuente de calor producida por unmechero de butano a una distancia de 10 cm.del exterior de la maceta. Previamente coloca-mos dos termómetros diametralmente opuestosy en la misma línea de proyección de la llama,con el fin de conocer la evolución de las tem-peraturas obtenidas. Este ensayo se repitió entreinta macetas en las que teníamos una plan-ta. Como muestra de la evolución de las tem-peraturas obtenidas reflejamos el comporta-miento de una maceta cualquiera, en la que elfuego se corta a los cinco minutos de iniciarse.

La distancia entre los termómetros T, y T2

es de 15 cm. y están clavados en el suelo 17 ó18 cm.

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Fotos 1 v 2. Arboles dañados en distintos estados deevolución.

Fotos 3 y 4. Tinción de la madera en planta de P.nasier de 5 v 25 años.

Foto 5. Feriteca del hongo xl25

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Finalizada la operación de calentamiento,se procede a colocar una probeta inoculadaen la misma zona donde estaba situado el ter-mómetro T, y la planta así tratada se mante-nía en invernadero durante seis meses, períodoque nosotros consideramos necesario para eldesarrollo de la micosis.

De la planta tratada con fuego se inocula-ron la mitad y las otras quedaron como testigo.

4. ° ensayo

Inoculación de planta adulta mediante unsistema de «injerto» de una probeta inoculada.

Este sistema fue ensayado previamente enuna troza en laboratorio para observar el pasodel hongo de una madera infectada a otrasana; para ello tomamos una troza de maderay en su centro se realizó una perforación enla que se introdujo una probeta cilindrica demadera inoculada. Colocada en un ambientehúmedo el hongo pasó a la madera sana congran facilidad al cabo de un mes de cultivo.

Observado esto, se procedió a realizar unaoperación similar en árboles adultos (cuyasedades varían entre los seis y los veinte años)que consiste en hacer una perforación al niveldel cuello de la planta con un taladro de 2 cm.de diámetro y una profundidad de 6-8 cm. enla que se introduce una probeta de maderainoculada.

Al cabo de seis meses se cortaron algunosde los pinos con el fin de observar la evoluciónde la infección.

5. ° ensayo

En este ensayo no se realizó ningún tipo deinoculación artificial, pero si se realizó una ho-guera que dejó una huella de 1,5 m. de diá-metro. Esta hoguera fue hecha en el mes defebrero de 1980. La planta más próxima estáa 2,5 m. de distancia del centro de la hogueray tenía cinco años de vida.

Estos sistemas de inoculación vienen refleja-dos en la figura 8.

A los seis meses de realizar los ensayos, deinoculación y quema se obtuvieron los siguien-tes resultados:

1. ° ensayo

En este primer ensayo la planta no presentasintomatología similar a la provocada por laenfermedad en estudio ni se pudo reaislar elhongo de la misma.

2. ° ensayo

Con el sistema utilizado en el segundo ensa-yo aislamos el hongo de la madera del talloen la zona próxima al lugar de inoculación.

El aspecto externo de la planta es normal.

3. ° ensayo

En este ensayo la planta al cabo de seis me-ses no presenta crecimiento y sus acículas sesecan en los bordes, perdiendo aún las verdesintensidad de color y turgencia. Descalzada laplanta observamos que las raíces situadas en lazona de calentamiento han muerto y presentanun color negruzco, mientras que las situadasen el lado opuesto están creciendo y muy mi-corrizadas.

Realizamos cultivos de tres partes de laplanta (raíz dañada, raíz sana y tallo).

En la raíz ya negruzca por efecto del calen-tamiento obtenemos el hongo en el 50 por 100de los aislamientos practicados, aunque habíauna gran contaminación de otros saprofitosque le acompañaban.

En raíz viva hemos obtenido también el hon-go en el 50 por 100 de los cultivos realizados.

Sobre madera tomada de la zona del cuellode la planta aislamos el hongo en un 75 por100 de los cultivos realizados.

De estos datos deducimos que el hongo Lep-tographium gallaeciae F. MAGÁN se compor-ta como un patógeno del Pinits pinaster cuan-do éste es sometido al mismo tiempo a unafuente de calor como es una hoguera.

Del 4.° ensayo aún no obtuvimos resultadosclaros, ya que solamente se cortó una plantay no se aisló el patógeno.

En el 5.° ensayo, pudimos observar como alos ocho meses de realizar la hoguera la plantamás próxima situada a 2,5 m. ya presentaba

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Foto 6.— Rostro de la periteca x500.

Foto 8. —La misma soltando los conidios x500.

Fig. 7.—Fructificación del Leptographium xl25.

Foto 9.—Cultivo del Leptographium en placas.

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los síntomas externos del daño. Cortamos elárbol y no se observaba tinción alguna. De laplanta cortada tomamos una troza de 15 cm.de longitud y un diámetro de 17 cm.; estatroza a su vez la cortamos en dos partes igua-les e intentamos aislar el hongo de ellas por-que notamos una ligera decoloración de la ma-dera que apunta hacia la hoguera. Al cabo dequince días de la troza inferior obtenemos unaclara colonia del hongo mientras que de latroza superior no sale nada.

Pasado un mes de cortada la planta, vol-vemos al monte y observamos que el tocónestá teñido de negro, mientras que el resto delárbol que está allí tirado no presenta esa tin-ción. En ese momento ya hay otro árbol afec-tado situado a 4 m. del centro de la hoguera.

Creemos que es una clara demostración delmovimiento del patógeno desde el suelo hastael tronco a través de las raíces. Como en esteproceso no hay presencia de otro hongo ni deinsectos, lo consideramos como un firme apoyo

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Foto 10. —Micelio del hongo en la madera con tincióndiferencial x500.

Foto 11. —Hogueras en el monte.

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a nuestra tesis de patogeneidad del Lepto -graphium gallaeciae.

Distribución de la enfermedad

Como ya mencionamos, esta enfermedad fueobservada por nosotros por primera vez en lasparcelas de Estudio Comparativo de Razas dePinus pinaster que fueron instaladas en abrilde 1954 por F. MOLINA en el lugar de Teañodel municipio de Cuntis (Pontevedra). En esteensayo se comparan 24 razas de P. pinaster detoda su área natural.

Los primeros síntomas de la enfermedad,fueron estudiados en estas parcelas en 1974 ydesde entonces, seguimos la presencia de estosdaños a distintos niveles territoriales.

En el primer nivel de precisión de la evolu-ción del daño están las parcelas mencionadas.En ellas todos los árboles que mueren se mideny se investigan las razones de su muerte. Enla figura 12 se puede apreciar la importanciade los daños en esta parcela.

Un segundo nivel de precisión está en el mu-nicipio de Cuntis, en donde se observaron ymapificaron los focos de este daño. Es posibleque este municipio sea de los más afectados acausa del cuidado esmerado que el monte reci-be por parte de los agentes forestales y de lospropietarios, los cuales en su celo por mante-nerlo limpio de restos para evitar incendios,propagaron la técnica selvícola de las hogue-ras. La distribución de los daños en este caso,viene reflejada en la figura 9.

Un tercer nivel de precisión, se puede obser-var en la figura 10 que se refiere a la pro-vincia de Pontevedra. Esto no se obtuvo deuna manera sistemática; aquí se reflejan lasobservaciones realizadas de una forma más omenos fortuita, ya que en bastantes casos fuea requerimiento de particulares o de entidadesque solicitaban nuestro asesoramiento.

Por último, un cuarto nivel a escala que pu-diéramos llamar europea en la que observamosfocos de este daño en Galicia, en Zamora,Portugal y las Landas francesas.

En Galicia se siguió el mismo criterio que

Fig. 10.— Municipios donde se detectó la enfermedad enla provincia de Pontevedra.

ya mencionamos para la provincia de Ponte-vedra.

A Zamora fuimos solicitados por el servicioprovincial de ICONA. Aquí los daños están si-tuados en el mayor pinar de la provincia, enVillalpando.

En Francia con ocasión de una estancia míaenviado por el INIA en colaboración con elINRA* francés encontré estos daños en pinarespertenecientes a particulares del grupo AFOCEL.Por indicación del agente de AFOCEL** quenos acompañaba además de los vistos por mí ymis colegas francesas de la ENITA***, nos en-teramos que existen focos en cierta abundan-cia, por lo que deduzco que la enfermedadestá muy extendida por la región.

En Portugal, en las proximidades de Valen-ca do Miño, también se habían observado fo-

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Fig. 12. —Efectos de las hogueras sobre la distribución de la planta viva en 1981, en parcelas de razas de P. pinasteren Cuntis (Pontevedra).

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Fig. 13. —Distribución de los pinos vivos y afectados entorno a una hoguera en un período de tres meses.

eos de este tipo que en la actualidad no seven. Creo que en este caso es por un granaprovechamiento que en este momento se estárealizando de la leña para su consumo en es-te país.

Solamente en las proximidades de Viana doCastelo se observaron dos focos activos.

Este cuarto nivel de observación de la enfer-medad, viene reflejado en la figura 11.

Con el fin de conocer la distribución en ca-da foco de la enfermedad de los árboles daña-dos, hemos realizado un plano de treinta deestos focos en los que conocíamos la evolucióndel daño en varios años. De esta forma llega-mos a la conclusión de que había una distribu-ción circular, partiendo del centro de la ho-guera, que está reflejada en el mismo plano enrelación con la zona calcinada por ella. Enestos planos figuran las observaciones obtenidassobre las hogueras (figura 13).

En la lucha territorial que mantiene en es-tas zonas costeras el pino y el eucalipto, estedaño viene en apoyo del segundo que nace ycrece rápidamente con la ayuda del fuego y delos restos de la hoguera, de tal forma, quehemos podido comprobar la existencia de ár-

Foto 12. —Sistema radical del P, pinaster mostrando el entramado de raices.

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boles de dos metros de altura con un año devida.

Daños

Hacer una valoración de los daños de estaenfermedad resulta realmente difícil por variasrazones:

La primera es por la gran difusión de losfocos del mismo, que no siempre son imputa-bles fácilmente a esta causa, al menos, a sim-ple vista, ya que los daños por Armülaria me-llea (Vahlex Fr.) Kumm. Son muy similarespor formar manchas redondas los bordes afec-tados.

La segunda es la irregularidad del efectocausado, en cuanto a las dimensiones abar-cadas.

Tercero, la distribución por edades y clasesdiamétricas tan irregulares de la población ar-bórea afectada.

Y cuarto, la madera afectada sigue teniendoalgún uso para papel o madera de encofradospor lo que su devaluación no es total.

De todas formas, en las parcelas controla-das por nosotros, durante cinco años, fue des-truida en un 75 por 100 de la zona sometidaal efecto de las hogueras, tal como podemosver en la figura 12, en el que se observanlos puntos de realización de hoguera y la zonadevastada. Si las hogueras se realizaran en elresto de la parcela, hoy no quedaría nada deellas.

El hecho de que la enfermedad no se pre-sente en grandes masas hace que pierda espec-tacularidad, pero en opinión de forestales con-sagrados puede ser un golpe muy duro parala existencia del P. pinaster como masa fores-tal en Galicia, fundamentalmente en los mon-tes particulares, ya que la técnica de las ho-gueras para limpiar el monte es cada día utili-zada con más frecuencia.

Sistemas de combate

Para evitar el ataque de este hongo, la pri-mera preocupación es evitar las hogueras enlas proximidades de los árboles vivos.

Si por cualquier causa la hoguera ya fuerealizada y los daños empiezan a ser visibles,lo más aconsejable es apear los árboles queestén en un radio de 10 m. como mínimo,con el fin de evitar una pérdida del valor dela madera que de todas formas tendrá que sercortada.

Con el fin de parar el avance de un focode esta enfermedad ensayamos en cuatro si-tios, el rodear la zona dañada mediante unafosa de 80 cm. de profundidad por una an-chura de 40 cm. y separado de los árbolesafectados unos 5 m. Al cabo de un año, laenfermedad ya era visible al otro lado de lazanja.

Dentro de los sitemas de combate, hemosvisto la posibilidad de realizar una lucha bio-lógica utilizando el Trichoderma viride. Estehongo fue obtenido por medio de cultivo cuan-do se intentaba el aislamiento del Ceralocystisde planta atacada.

AGRADECIMIENTOS

A Santiago Casas, Victoria Gómez y AntonioRodríguez por su colaboración en los trabajosde campo y laboratorio.

A Beatriz Otero por el trabajo de mecano-grafía.

A Fernando Molina y Gabriel Toval por susaportaciones y sugerencias.

Un especial agradecimiento al doctor JanA. S. Gibson por sus sugerencias sobre el tema.

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ABSTRACT

FERNÁNDEZ DE MAGÁN, F. J., 1982. Las hogueras en el monte y el ataque del hongoLeptographium gallaeciae sp. nv. sobre P. pinaster Ait. Bol. Serv. Plagas, 8: 69-92.

A new disease in Europe is treated in this publication. This disease affects theP. pinaster Ait in Spain, France and Portugal.

The causing agent is a fungus of the Ceratocystis genus whose imperfect stageis called Leptographium galliciae F. Magán (a new species).

The parasite develops after damage has been caused by bonfires started in order toclean it of combustible material.

The biology of the fungus and its distribution are studied; attention is also given,by the author, to the combat of this damage.

This wilt is identified for the first time, not considering it caused by insects relatedto the fungus.

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