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Luc Boltanski (Director de Estudios del Grupo de Sociología Política y Moral de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales —EHESS— de París) no es un autor muy conocido en España. Su nombre se suele asociar con P. Bourdieu por algunos artículos firmados por ambos en los años setenta. Pero mientras de este último se traducen prácticamente todos sus libros al castellano, Boltanski no ha tenido tanta «suerte» y, sin embargo, algunas de sus obras, como Les cadres: la formation d’un groupe social (1982) o De la justification: les economies de la grandeur (1991) (escrita con L. Thévenet) —entre otras—, pueden considerarse aportaciones fundamen- tales de la sociología contemporánea europea por ser proyectos muy ambi- ciosos en el plano teórico. Ève Chia- pello es profesora e investigadora en la HEC. Le nouvel esprit du capitalisme se inscribe en la estela de De la justifi- cation. Este último texto puede consi- derarse la piedra fundacional del «convencionalismo» por su insistencia sobre las convenciones que justifican a los actores ante sus propios ojos y ante los demás por pruebas donde puede ser evaluada la grandeza (gran- deur) de cada uno (y no sólo su fuerza). El concepto de «ciudad» (cité) 98/02 pp. 199-225 LUC BOLTANSKY y ÈVE CHIAPELLO Le nouvel esprit du capitalisme (París, Gallimard, 1999) ALFONSO VÁZQUEZ La imaginación estratégica. El caos como liberación (Barcelona, Granica, 2000)

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Luc Boltanski (Director de Estudiosdel Grupo de Sociología Política yMoral de la Escuela de Altos Estudiosen Ciencias Sociales —EHESS— deParís) no es un autor muy conocidoen España. Su nombre se suele asociarcon P. Bourdieu por algunos artículosf irmados por ambos en los añossetenta. Pero mientras de este últimose traducen prácticamente todos suslibros al castellano, Boltanski no hatenido tanta «suerte» y, sin embargo,algunas de sus obras, como Les cadres:la formation d’un groupe social (1982)o De la justification: les economiesde la grandeur (1991) (escrita conL. Thévenet) —entre otras—, pueden

considerarse aportaciones fundamen-tales de la sociología contemporáneaeuropea por ser proyectos muy ambi-ciosos en el plano teórico. Ève Chia-pello es profesora e investigadora enla HEC.

Le nouvel esprit du capitalisme seinscribe en la estela de De la justifi-cation. Este último texto puede consi-derarse la piedra fundacional del«convencionalismo» por su insistenciasobre las convenciones que justifican alos actores ante sus propios ojos yante los demás por pruebas dondepuede ser evaluada la grandeza (gran-deur) de cada uno (y no sólo sufuerza). El concepto de «ciudad» (cité)

98/02 pp. 199-225

LUC BOLTANSKY y ÈVE CHIAPELLO

Le nouvel esprit du capitalisme(París, Gallimard, 1999)

ALFONSO VÁZQUEZ

La imaginación estratégica. El caos como liberación(Barcelona, Granica, 2000)

se presenta en este marco como un«tipo ideal» (en sentido weberiano)que modeliza coherentemente la lógi-ca de unos «principios superiorescompartidos» (en expresión de Rous-seau) que actúan como «principio deequivalencia» en relación al cual seestablece la grandeza relativa de losactores en presencia en relación a lajusticia. En Le nouvel esprit du capita-lisme se presenta una (séptima) «ciu-dad», la «ciudad por proyectos», quecorresponde al nuevo (tercer) espíritudel capitalismo contemporáneo, queviene a añadirse a las seis «ciudades»presentadas en el texto de 1991: la«ciudad inspirada», la «ciudad domés-tica», la «ciudad del renombre», la«ciudad cívica», la «ciudad mercantil»y la «ciudad industrial». Pero si parala construcción de las seis ciudadespresentadas en De la justification losautores se habían guiado por seis tex-tos clásicos que habían consideradoparadigmáticos de cada una de lasciudades (textos de San Agustín, Bos-suet, Hobbes, Rousseau, Smith ySaint-Simon, respectivamente), parala construcción de la «ciudad por pro-yectos» (no «de proyectos», comoinsisten los autores) las fuentes hansido unos cincuenta textos normati-vos de gestión empresarial escritos enFrancia en los años noventa (estudia-dos en contraposición a otros tantosde los años sesenta).

Le nouvel esprit du capitalisme, en elque sus autores comenzaron a traba-jar en 1995 y que está dedicado aAlbert Hirschman, nace de una dobleinquietud: por una parte, la coexis-tencia de un capitalismo regenerado yuna degradación de la situación eco-nómica y social que afecta a un cre-

ciente número de personas: el capita-lismo (el capital) va bien, mientras lasociedad va —más bien— mal. Y, porotra, del «estado de la crítica», quenunca parece haber estado tan desar-mada porque o bien se indigna perosin acompañar propuestas alternati-vas, o bien renuncia a denunciar unasituación que no puede ignorar acep-tándola, por tanto, como inevitable:los «dispositivos críticos disponiblesno ofrecen en la actualidad ningunaalternativa de envergadura». Por eso,los autores se proponen en este libro«abrir la caja negra de los treinta últi-mos años para mirar la manera comolos hombres hacen su historia» ypoder así comprender este debilita-miento de la crítica. Pero con unadimensión no sólo sociológica (elconocimiento), sino también orienta-da a apoyar un relanzamiento de laacción política: con una pretensiónde proporcionar a la voluntad colecti-va las bases para la reconstrucción dela crítica (de las críticas) del capitalis-mo, porque, contra el neodarwinismohistórico, los autores plantean que«los hombres no sólo sufren la histo-ria, la hacen». Y ambas dimensiones(la sociológica y la política) se abor-dan desde el sólido esquema teórico yconceptual elaborado en De la justifi-cation.

Partiendo de una «definición míni-ma» del capitalismo («exigencia deacumulación ilimitada del capital pormedios formalmente pacíf icos»),señalan la necesidad de un espíritupara el capitalismo, sumando la pers-pectiva de Weber (razones individua-les) con la de Hirschman (razones debien común) y articulándola en tornoal concepto de «justificación». El

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espíritu del capitalismo son represen-taciones y justificaciones compartidasque legitiman los modos de acciónadecuados al principio de justiciadominante. De esta manera, los auto-res van a superar la oposición entrelos que no ven en la sociedad sinorelaciones de fuerza (Bourdieu) y loscontractualistas (Ricoeur) que ponenel acento en el debate democrático delas condiciones de la justicia. Es sobreel espíritu del capitalismo sobre elque actúa fundamentalmente la críti-ca que se apoya, necesariamente, encuatro posibles «fuentes de indigna-ción» frente al capitalismo: a) inau-tenticidad; b) opresión de la autono-mía y la creatividad; c) miseria ydesigualdades; y d) oportunismo yegoísmo. Boltanski y Chiapello dis-tinguen dos tipos de críticas (conce-bidas como tipos ideales y no comorealidades históricas separadas): la«crítica artista» y la «crítica social».Pero mientras la primera se alimentabásicamente de las dos primeras fuen-tes de indignación, la segunda lo hacede las dos últimas. En cada una deellas podemos encontrar (reconstruir)una vers ión «modernista» y otra«antimodernista».

Los textos de gestión de empresaspueden ser, en opinión de los autores,una fuente adecuada para (re)cons-truir el espíritu del capitalismo ennuestro tiempo: «el discurso del mana-gement, que se pretende a la vez for-mal e histórico, global y situado, y quemezcla preceptos generales y ejemplosparadigmáticos, constituye hoy laforma por excelencia en la cual el espí-ritu del capitalismo se encuentraincorporado y compartido». Y así ana-lizan comparativamente un centenar

de textos franceses de management, lamitad de los años sesenta y la otramitad de los noventa. La conclusión esclara: en treinta años se ha producidoun desplazamiento en las cuestionesfundamentales que son abordadas porestos textos normativos que recogen eldeber ser que se considera deseable enel capitalismo. En los noventa se poneel acento en «la polivalencia, la flexibi-lidad del empleo, la aptitud paraaprender y adaptarse a nuevas funcio-nes más que a la posesión de un oficioy las cualificaciones adquiridas, perotambién sobre las capacidades de com-promiso, de comunicación, sobre lascualidades relacionales... Este espíritudel neomanagement responde ademandas de autenticidad y de liber-tad, que históricamente ha planteadola “crítica artista” y deja de ladolas cuestiones del egoísmo y de lasdesigualdades tradicionalmente asocia-das a la “crítica social”».

Y, con esos mimbres, Boltanski yChiapello construyen la «ciudad porproyectos». El «equivalente general»de esta séptima ciudad es la «activi-dad»: superando la oposición entretrabajo y no trabajo, entre estable einestable, entre asalariado y no asala-riado, lo mesurable en términos deproductividad y lo que no lo es. La«actividad» se basa en una multiplici-dad de proyectos de todo tipo quepueden ser desarrollados de modosuperpuesto o concatenados. El pro-yecto es una forma de asociacióntransitoria ajustado a un mundo-red,es «la ocasión y el pretexto de la cone-xión»: «la sucesión de proyectos multi-plicando las conexiones y haciendo pro-l i ferar los lazos , t iene por efectoextender las redes». Esta ciudad por

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proyectos es la forma normativa ade-cuada al mundo conexionista de lasociedad-red.

Es aquí donde se hace patente elcontraste y la complementariedad deltexto de Boltanski y Chiapello con laobra de M. Castells La era de la infor-mación. Si ésta puede ser definidacomo un análisis de las formas queadopta el capitalismo y la sociedadcontemporánea, el texto de Boltanskiy Chiapello aborda el espíritu delcapitalismo en esta misma época. Sal-vando las distancias, el contrasteentre estos planteamientos nos hacerecordar la discusión implícita entreMarx y Weber. Implícita porque laobra de Castells sólo es citada una vez(y además es una referencia de carác-ter general en una nota).

La segunda parte del trabajo deBoltanski y Chiapello aborda lastransformaciones del capitalismo,fechando en 1968 el inicio de la «cri-sis y renovación» del mismo. Se anali-za luego la «deconstrución del mundodel trabajo» y el debilitamiento de susdefensas: la desindicalización y elcuestionamiento de las clases sociales.Y muestran cómo, con estos cambios,se han desplazado las «pruebas insti-tuidas» y las críticas, tanto la socialcomo la artista, se han visto debilita-das porque siguen pegadas a realida-des e instrumentos superados por losdesplazamientos del capitalismo: laprimera porque le cuesta interpretar elmundo naciente; en el caso de la críti-ca social, «su crisis es más bien conse-cuencia de su éxito aparente y la faci-l idad con la que se encuentrarecuperada y utilizada en su provechopor el capitalismo». Que esta recupe-ración sea sólo aparente (y, por tanto,

ideológica) no quita fuerza al argu-mento tal como lo utilizan los autoresporque la mayor parte de los (anti-guos) críticos se creen el nuevo discur-so. Esta crisis de las críticas tiene con-secuencias prácticas y teóricas. Laausencia de alternativas en la críticasocial ha desplazado la voluntad deactuar producida por la indignaciónante la miseria hacia posiciones carita-tivas y humanitarias y, en el plano teó-rico, ha supuesto un abandono de losenfoques macrosociológicos y macro-históricos (que reclamaba con fuerzaWright Mills en La imaginación socio-lógica) hacia el microanálisis. Por suparte, la crisis de la crítica artista, queha visto «satisfechas» sus demandas deautonomía, creatividad, autenticidad yliberación, ignora los cambios y repiteviejas prácticas y busca salidas en lascríticas, por ejemplo, de los medios(criticando así a Bourdieu aunque, esosí, sin citarlo; en otro lugar criticanexplícitamente a la revista Les TempsModernes por la amalgama que hacenentre «obrerismo» y «libertinaje aristo-crático de vanguardia artística»). En elPost-scriptum de su libro, los autoresclaman por «la sociología frente a losfatalismos».

Si la primera parte de Le nouvelesprit... presenta los instrumentosconceptuales y la segunda es más ana-lítica, en la tercera se adopta un tonomás propositivo: los autores abordanel «despertar de la crítica social» y lasindefiniciones de la crítica artista yaportan elementos que deberían per-mitir la refundación de ambas siquieren seguir cumpliendo un papelinfluyente en el nuevo espíritu delcapital ismo y en el capital ismomismo.

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Boltanski y Chiapello defiendenque la crítica social debe pasar delconcepto de exclusión (que designaformas diversas de alejamiento de laesfera de las relaciones de trabajo) alde explotación, pero lejos de la consi-deración marxista de éste. Para ellos,una teoría de la explotación «debemostrar que el éxito y la fuerza deunos son debidos, de hecho, al menosparcialmente, a la intervención deotros actores cuya actividad no es nireconocida ni valorizada». Para ellodebe existir un mundo en común afuertes (grandes) y débiles (peque-ños); este mundo puede ser definidoen torno al concepto red: para poderhablar de exploración tiene que haberentre fuertes y débiles no sólo una«solidaridad» estructural, sino tam-bién sustancial: en el mundo conexio-nista que es el nuestro, una teoría dela explotación útil para la críticasocial debe permitir identificar «laparte que falta para explicar el miste-rio (como dice Marx de la valoriza-ción del capital) de la felicidad de losgrandes, precisar de qué está consti-tuida esa parte que falta y mostrarque es, en realidad, aportada por lospequeños sin que a éstos se les redis-tribuya la fracción de valor que lesdebería llegar». Y dado que en elmundo conexionista la movilidad, «lacapacidad de desplazarse de maneraautónoma, no sólo en el espacio geo-gráfico sino también entre las perso-nas e incluso entre los espacios men-tales, entre las ideas, es una cualidadesencial de los grandes, de maneraque los pequeños se encuentrancaracterizados por su fijeza (su rigi-dez)», para Boltanski y Chiapello, «lacontribución específica de los peque-

ños al enriquecimiento de los grandes(...) y la fuente de su explotación porlos grandes reside precisamente en loque constituye su debilidad en estemarco, es decir, en su inmovilidad».Fuera de este planteamiento —seña-lan— «la explotación permaneceinencontrable. Para encontrarla hayque comprender que la inmovilidadde unos es necesaria para la movilidadde los otros». El funcionamiento de losmercados financieros y de las multi-nacionales son ejemplos que los auto-res ponen para explicar estas ideas.Pero las relaciones de explotaciónbasadas sobre diferencias de movili-dad les parecen «innumerables: mer-cados financieros versus países; merca-dos f inancieros versus empresas;multinacionales versus países; grandescontratistas versus pequeños subcon-tratados; experto mundial versusempresa; empresa versus personal pre-cario; consumidor versus empresa».

Pero una ciudad (como la «ciudadpor proyectos») debe establecer dispo-sitivos (nuevos) de justicia (en estecaso de «justicia conexionista») yaque, en caso contrario, tenderán amultiplicarse las conductas «oportu-nistas». En este terreno, las propues-tas de Boltanski y Chiapello se pue-den ordenar en tres categorías: a) losnuevos marcos para registrar las con-tribuciones (donde se apoyan en elconcepto de constitutional orders deCh. Sabel); b) las reglas más justas deremuneración (que en una ciudad porproyectos t ienen que ver con la«empleabilidad» del trabajador: yaquí toman en consideración lasactuales discusiones en torno a la«competencia» de los trabajadores); yc) la igualdad de oportunidades de

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movilidad (que ejemplifican con el«contrato de actividad» propuesto enel Informe Boissonat en 1995 enFrancia o con el reciente informe deSupiot para la UE). Pero estas (yotras) propuestas que recogen Bol-tanski y Chiapello deben plasmarseen el derecho, en normas, porque«uno de los signos de formación deuna nueva ciudad es el desarrollo deun derecho específico».

La crítica artista, por su parte, estáparalizada en la actualidad por su éxitoo por su fracaso. Por su éxito, porqueha extendido sus bases desde las mino-rías de los años sesenta a un ampliopúblico. Por su fracaso, porque la libe-ración del deseo ha abierto nuevas for-mas de control en el capitalismo y leha permitido mercantilizar nuevos bie-nes, más individualizados y más«auténticos». Por esto la crítica artistase encuentra en la actualidad en unaalternativa: o seguir con la críticaemprendida desde el siglo XIX sin teneren cuenta los desplazamientos delcapitalismo, o tomar nota de la capaci-dad del capitalismo de «recuperar», deintegrar cualquier crítica y anunciar elfin de todo valor e incluso de toda rea-lidad (disuelta en la dominación de lovirtual). La primera opción, si quiereevitar un progresivo hundimiento porfalta de enemigos, tiene que inventár-selos o conceder a los enemigos que lequedan un poder que han perdidohace tiempo. La segunda opción con-duce al nihilismo y a la «nostalgiareaccionaria de un pasado idealizado».Para salir de este estancamiento, la crí-tica artista debería repensar las cuestio-nes de la liberación y de la autentici-dad «partiendo de nuevas formas deopresión y de mercantilización que

ella, involuntariamente, ha contribui-do a hacer posible».

En este punto los autores exploran(muy) brevemente dos pistas: aumen-tar la seguridad frente a la movilidady limitar el campo mercantil. Lo pri-mero, porque «todo lo que aumentahoy la seguridad y la estabilidad delas personas en el trabajo devuelve unmargen de libertad y proporcionaoportunidades para res ist ir a laexpansión abusiva del autocontrol».Frente a la movilidad como exigenciay valor incontestable, quieren levan-tar la posibilidad de «frenar el ritmode conexiones, sin temer dejar deexistir para los otros, de oscurecer enel olvido y, al final, en la “exclusión”[... porque] si un mundo sin pruebases impensable, un mundo de pruebasrenovadas perpetuamente se muestrapronto invivible». Para ello recuperanel concepto de «estatuto» (que tomande Supiot) como «texto que regula lasituación de un grupo» y que en losEstados modernos ha sido concebidocomo un instrumento de liberación.Este estatuto debería garantizar laposición de un individuo «por untiempo determinado y en un ciertoespacio, independientemente de lamanera como se desarrolla, en unmomento determinado, su interac-ción con los otros», lo que suponeuna referencia a instituciones capacesde organizar las pruebas, de definirlos ritmos de las mismas y de estable-cer coacciones externas bajo formasde obligaciones y de sanciones paragarantizar los estatutos. La propuestade limitación de la esfera mercantil«particularmente en dirección de unamercantilización de lo humano», y loapoyan con consideraciones tanto

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desde el punto de la demanda (en laperspectiva de la lista de bienes socia-les de M. Walzer) como de la oferta.

En la conclusión de Le nouvel espritdu capitalisme, Boltanski y Chiapelloproponen un «modelo de cambio» delcapitalismo que, aunque no pretendaser una teoría del cambio social, síquiere abrir la vía para una generali-zación en el espacio y en el tiempo.Dicho modelo parte de ocho axiomasque los autores explicitan: 1. El capi-talismo tiene necesidad de un espíritupara comprometer a las personas queson necesarias para la producción ypara el mercado de los negocios; 2. Elespíritu del capitalismo debe incorpo-rar una dimensión moral si quiere sermovilizador; 3. Para perpetuarse, elcapitalismo tiene necesidad, a la vez,de estimular y de frenar la insaciabili-dad; 4. El espíritu del capitalismo nopuede ser reducido a una ideología enel sentido de una ilusión sin efecto enlos acontecimientos del mundo; 5. Elcapital ismo t iene una tendenciaperpetua a transformarse; 6. El opera-dor principal de la creación y de latransformación del espíritu del capi-talismo es la crítica (voice); 7. Bajociertas condiciones, la crítica puedeser uno de los factores de cambio delcapitalismo (y no sólo de su espíritu);y 8. La crítica agota su energía en lasfuentes de indignación.

A partir de estas premisas, los auto-res exponen «las etapas de cambio delespíritu del capitalismo» resaltando elpapel que la crítica cumple en losdesplazamientos que se producen enlas pruebas características de cadaetapa, desplazamiento que tambiénproduce la desorientación (y debilita-ción) de la crítica misma. En una fase

de estabilidad, las críticas pueden ser-vir para desvelar las pruebas quetransgreden la justicia y esas críticasno pueden ser permanentementedesoídas porque esto deslegitimaría elsistema; bajo el efecto de la crítica seproducen tensiones entre las pruebasinstituidas y, como consecuencia, semultipl ican los desplazamientosdesde aquéllas a nuevas pruebas.Estos desplazamientos se legitimanjugando con las diferencias entre lacrítica artista y la crítica social y, porotra parte, pueden neutralizar las crí-ticas porque «la crítica es menosmóvil que el capitalismo [porque] lasinstancias críticas no tienen la inicia-tiva del desplazamiento. Tiene cen-tros de cálculo débiles (…) La necesi-dad de apoyarse sobre la ley paradefender los intereses de los más débi-les golpea a las organizaciones críticascon una especie de conservadurismoque no conoce el capitalismo». Estosdesplazamientos tienen también posi-bles efectos destructores sobre el capi-talismo: sea porque favorecen un des-compromiso de las personas (porejemplo, de los cuadros medios), seaporque introducen un desajuste entreel capitalismo y el Estado, sea porquefavorezcan la pauperización de uncolectivo importante de la población.Es la crítica la que advierte al capita-lismo de estos peligros. Pero estarecuperación de la crítica se hacesiempre tarde y con un proceso labo-rioso que comienza desde posicionescon frecuencia anacrónicas, juzgandoel presente desde ideales del pasado.De ahí puede pasar a construir nue-vos esquemas interpretativos queofrezcan una cartografía del nuevomundo que se va configurando.

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Y, si la presión es suficiente, esterelanzamiento de la crítica «conducea la formación de nuevos puntos deapoyo normativos» sobre los cuales sedebe (re)componer el capitalismo:«este compromiso se afirma en laexpresión de una nueva forma deespíritu del capitalismo», es decir, porexpresarlo en los términos de De lajustification, en la formación de unanueva ciudad: la «ciudad por proyec-tos». Claro que los autores reconocenque hay otra posibilidad: una degra-dación de las condiciones de vida, unincremento notable de las desigualda-des y el nihilismo político. Pero si seestablece un nuevo espíritu del capi-talismo en forma de dispositivosdurables, «el realismo de esta forma-ción ideológica y su capacidad movi-lizadora dependerán ampliamente dela pertinencia y de la intensidad delas presiones que la crítica haya sabi-do ejercer sobre el orden o, para sermás exacto, sobre el desorden quecaracteriza las formas actuales de laacumulación capitalista».

Este libro, en la línea de la sociolo-gía de Boltanski, que se inspira en lasociología compresiva de Weber ySimmel y en la nueva sociología eco-nómica de la innovación (Thévenet,Latour, Granovetter, Callon), estáteniendo un impacto considerable enFrancia en una doble dirección: poruna parte, porque contribuye al deba-te actual sobre las transformacionesdel capitalismo desde un punto devista «unilateralmente acentuado»(como señala Weber en sus observa-ciones metodológicas para la cons-trucción de los «tipos ideales») y, porotra, por su incidencia sobre la discu-sión de las «terceras vías». En ambos

terrenos está llamado a convertirse enun texto de referencia también fueradel exágono.

En el primero, porque en el análisishistórico que recorre Le nouvelesprit..., cargado de una antropologíaoptimista, Boltanski y Chiapello tie-nen tendencia a traducir la racionali-dad y la coherencia ( lógica) delmodelo construido (en términos típi-co-ideales) en una racionalizaciónexcesiva del comportamiento históri-co concreto. Frente a esta posiciónpuede discutirse si el capitalismo (ylos actores en el capitalismo) resuelvesus conflictos conforme a los «princi-pios superiores compartidos» de justi-cia (en términos de grandeza), comoparecen apuntar los autores, o si nohay una (gran) zona de ejercicio de lafuerza (más allá de los principios). Lomismo que sí parece relevante su tesisde que el «nuevo espíritu del capita-lismo» incorpora (aunque sea tritu-rándolos) algunos elementos de la crí-t ica, queda por anal izar en quémedida la existencia de este nuevoespíritu puede contribuir a modificarel capitalismo mismo: ¿responde lasociedad conexionista a un desarrollodel capitalismo ligado a la absorciónde la crítica artista, o es más bienfruto de necesidades o convergenciasde adaptación a nuevas formas de ges-tión y a requerimientos o posibilida-des de las nuevas tecnologías?

En el segundo, en la discusiónsobre las «terceras vías», porque elavance que hacen de los elementos denuevo derecho en que podría plas-marse la justicia conexionista son,todas ellas, propuestas poco articula-das que ya se han formulado en dife-rentes instancias (con cierto eco en

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Francia la propuesta de Boissonat ycon escasa resonancia en la UE la delgrupo Supiot).

Desde la atalaya de Le nouvel espritdu capitalisme es interesante leer (oreleer) algunos de los libros más avan-zados de gestión empresarial. Porejemplo, La imaginación estratégica, deAlfonso Vázquez. Este autor sintetizaen su historia personal, conjuntamen-te, algunos de los rasgos que Boltanskiy Chiapello atribuyen a la críticasocial y a la crítica artista: militante dela izquierda universitaria antifranquis-ta en la clandestinidad desde los añossesenta, comienza a trabajar en ges-tión de empresas en los años ochenta.Se podría decir que traslada algunosde aquellos ideales de los sesenta ysetenta a la gestión de empresas en losochenta y noventa. Pero es él comoactor de ese proceso el que incorporaesas críticas a un contexto nuevo. Enla actualidad es socio y director deHobest, una consultora con pocosaños de vida que está teniendo unainfluencia notable en la construcciónde lo que este mismo autor ha llama-do, en uno de sus libros, El modelovasco de transformación empresarial(1998). Ha trabajado en estrategia yorganización de numerosas empresasdel País Vasco, entre las que seencuentran algunas de referencia obli-gada cuando se habla de cambios enlos modos de organización empresa-rial y de éxito industrial, como sonIRIZAR (último premio europeo a laexcelencia empresarial), URSSA, Arte-che, Orona, Ulma y Maier. A estaúltima dedicó el libro Hobekuntza(1995), que en euskera quiere decir«mejora continua».

El libro de Vázquez hace resonar en

la memoria el texto de C. WrightMil ls La imaginación sociológica(publicado originalmente en 1959):no tanto por el título sino por la radi-calidad de la proposición que hace ypor la recuperación de cierto ethos delibertad. Mills, en plena euforia de lasociología funcionalista en EstadosUnidos, se atrevió a poner sobre lamesa de la reflexión conceptos comorazón, libertad, política y «artesaníaintelectual». Vázquez, en medio de laorgía del «doble vínculo» a que sesomete a los trabajadores en el capita-lismo avanzado por parte de los ges-tores empresariales tipo («motíveseusted, participe, coopere y... sea flexi-ble»), termina su libro haciendo un«elogio de la libertad» que pone encuestión los conceptos imperantes depropiedad y poder.

El planteamiento del l ibro deAlfonso Vázquez es muy novedoso ensu campo: por su arranque a partir deactuales teorías como el caos o losplanteamientos más recientes de lafísica y de la química moderna y porla novedad del lenguaje y densidad deconceptos (entropía, autopoiesis,homeóstasis, redundancia, recursivi-dad, atractores, etc.) en que basa suargumentación. Junto a un selecto (yreducido) grupo de autores de gestiónempresarial (Stacey, Hoebeke, Nona-ka y pocos más) aparece citado confrecuencia (un tal) F. Nietzsche. Esun libro que discute, justamente, loque se suele dar por supuesto en losplanteamientos más «modernos» degestión empresarial y que, así, desnu-da estos modelos. Vázquez señala que«entender el mensaje del caos signifi-ca entender y asumir la existencia deelevados grados de libertad (...) de las

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personas, los equipos y las organi-zaciones, de forma que éstos soncapaces de autoorganizarse y autorre-gularse, generando así potencialesinsospechados de creatividad. Y esto,obviamente, atenta contra los con-ceptos imperantes de propiedad ypoder, que conforman las asuncionesbásicas de la teoría de la gestión queconocemos y en función de los cualesdecisión y control corresponden aquienes poseen y pueden, por tanto,ejercerlos».

El modelo de organización del tra-bajo que preconiza es el que calificade «sistemas viables», unidades auto-rreferentes cuyas actividades tienensentido en sí mismas y tienen significa-do para sus integrantes: y esto exigeque haya un elevado grado de propie-dad sobre lo que se hace y sus resulta-dos, y que haya un elevado grado depoder sobre la actividad, sus fines y susresultados: aquí «el recurso no es lapersona, el recurso es la organización».

A partir de estos conceptos, Váz-quez hace una crítica radical (y corro-siva) de dos aspectos claves de las«modernas» teorías (y prácticas): lareingeniería (a la que opone comoalternativa el concepto de redundan-cia: la necesidad de la sobrecapaci-dad) y la planificación estratégica (ala que opone «la imaginación estraté-gica»: pasando de la ingeniería a lapolítica). La llamada «gestión delconocimiento» cobra ahora su sentidopleno: los trabajadores son trabajado-res del conocimiento que generan,solos o en equipo, significados nue-vos, que es la verdadera creación devalor. Es el fin (real) del taylorismo.

Y contra las doctrinas y las prácti-cas al uso, Alfonso Vázquez defiende

la libertad del individuo como unrasgo fundamental del contrato socialpropio de este tipo de empresa y ladiversidad, la relajación de la cultura(en singular) de la empresa, para enri-quecer su capacidad de captar señalesde entorno, para tratar con los fenó-menos complejos característicos denuestro tiempo. En resumen, paraVázquez, «las empresas de principiodel siglo XXI presentarán una combi-nación variable de rasgos de empresaactual (la estabilidad y procedimien-tos de los procesos más rutinarios), delas organizaciones de voluntariado(significado del trabajo y autonomíaen su realización) y de institucioneseducativas (la empresa como un lugarde aprendizaje continuo)».

Si La imaginación estratégica fuerala obra de un académico se podríatachar a su autor de visionario y se lepodría exigir la prueba de la «expe-rimentación». Pero es el trabajo deun «filósofo práctico» (como señalaM. Ayerbe en el prólogo) que se ganala vida como consultor de empresasen las que y con las que ha ido elabo-rando una manera distinta de conce-bir la estrategia, la organización y larelación de las personas entre sí y conla empresa. Por esta razón, el juiciosobre el utopismo de sus plantea-mientos hay que reconsiderarlo: lo«inimaginable» que se plantea en Laimaginación estratégica no sólo esposible (porque contamos con capaci-dades inexploradas), sino que es nece-sario (para sobrevivir en un mundocaracterizado por la incertidumbre); yno sólo es necesario (en el orden deldeber ser), sino que la «imaginaciónestratégica» se está aplicando ya (ycon éxito: tanto en los procesos como

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en los resultados) en algunas empre-sas. Este libro es mucho más que«espíritu del capitalismo»: desborda elcarácter preceptivo de los manuales aluso en las escuelas de negocios (queson, fundamentalmente, los analiza-dos en el libro de Boltanski y Chiape-

llo) y puede considerarse (también) elanálisis de una experiencia de cam-bios radicales en organizaciones(empresas) que se está produciendoen el País Vasco.

Lorenzo CACHÓN RODRÍGUEZ

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ALAIN MINC

www.capitalismo.net(Buenos Aires, Paidós, 2001)

Alain Minc es conocido, al menosen Francia, como uno de los másmordaces críticos del Estado de bie-nestar, igual y principalmente francés,a la vez que, consecuentemente, seconstituye en uno de los paradimesde la derecha civilizada, tambiénfrancesa. Necesariamente, sus preten-siones le constriñen a deslizarse porescenarios más globales y, en cual-quier caso, no omite apoyaturas pro-cedentes de otros ejemplos político-económicos. Su último libro apareceen la edición castellana con una apa-rente ligera y poco perceptible modi-ficación: www.capitalismo.net, mien-tras que originalmente el .net era .fr.De aquí procederá posiblemente paramuchos lectores una primera frustra-ción. Esperará enfrentarse a una obrareferida a la economía y a la nuevasociedad producto de la globaliza-ción, cuando de hecho se encuentracon una elaboración íntimamenteligada a perspectivas propias de unmilitante de la derecha francesa. Elengaño en modo alguno procede del

autor, quien no oculta jamás susintenciones.

Minc ofrece un coherente discursoen el que parte de la premisa de quenos encontramos en una nueva fasedel capitalismo, consistente en la sus-titución del capitalismo empresarialpor un capitalismo patrimonial en elque la pieza esencial son los accionis-tas y los consumidores. Un presu-puesto teórico del libro que en Fran-cia, como en cualquier otra parte,resulta no sólo discutible su inexacti-tud, sino empíricamente observable.Se pudo pensar hace un par de déca-das, cuando además el capitalismo semanifestaba menos omnipotente yaun menos omnipresente, que dis-curriera por esos derroteros, peroactualmente las cosas están muy aleja-das de esa expectativa. Es cierto queen las islas de la opulencia, una quin-ta parte de la Humanidad, comomucho, la clase media prima y escuantitativamente el sector social másimportante y que también muchos desus integrantes, como un contingente

de la clase obrera, son teóricamentetitulares de acciones y receptores deutilidades mercantiles. También esconocida la presencia cuantitativa ycualitativa de los fondos de pensiones—el propio Minc ofrece datos*— enla constitución del capital y en atrevi-das operaciones del vigente malaba-rismo financiero de las mil caras.

Estima que con la aparición delcapitalismo patrimonial el mercadoarrincona al Estado y adquiere «omni-potencia irresistible, y reversible einsumergible». Así de rotundo. Noobstante, reconoce que al mercado lesurgen unos contrapesos que equili-bran su poderío. Al antagonismo delmercado y el Estado le sustituye loque designa como la nueva «SantísimaTrinidad constituida además de por elmercado, por el derecho, con su gransacerdote el juez, y la opinión públicaa través de los medios». Nueva divi-sión de poderes, según él, más eficaz yconcorde con los tiempos presentes.Discutible en el mejor de los casos.Deseable que alcanzara la eficacia realque asegura Minc. Omite las conexio-nes entre las figuras que integran suSantísima Trinidad y el mercado, yéste con el capital y sus ramificacionescon el poder, los poderes fácticos oinstitucionalizados. Lástima que en surepertorio de ejemplos, abundante yelocuente a lo largo de todo el libro,no tire del hilo que conduce a Bush,Berlusconi, Ruiz-Mateos, Conde,Gil...

«La victoria del mercado, la revolu-

ción tecnológica, la aparición de unnuevo modelo capitalista podríanhaber suscitado un desquiciado acce-so de angustia colectiva como castigocolectivo al cual estuvieran condena-das nuestras sociedades» —contra-punto dialéctico que utiliza para acontinuación describir en el apartadode los peros los beneficios resultan-tes—. Evidentemente, el crecimientoeconómico y el despegue de la Bolsahicieron las veces de antídotos. Y lle-varon la terapia hasta el punto dedifundir la creencia en una nuevaeconomía. Expansión, pleno empleo,desaparición de la inflación, máquinade dividendos: tales son los ingre-dientes de esta nueva situación queaparece sobre el telón de fondo deInternet, de las start-ups y del surgi-miento de una nueva élite. Descrip-ción de una situación desde la per-cepción del autor y su valoraciónsubjetiva que convierte en el escena-rio donde desarrolla sus puntos devista y opiniones. Con tan optimistapunto de partida los resultados nodejarán de ser favorables, siempre ycuando se acepte y aplique el recepta-rio que propone.

La parte crítica de www.capitalis-mo.net es tan o más importante queel conjunto de propuestas que realizaMinc. Arremete principalmente con-tra la socialdemocracia, sobre todo desu versión francesa, o en los aspectossobre los que se sustenta la ofertapolítica de los socialistas franceses.Nos dice: «Es el desquite de Schum-peter sobre Keynes: el auge de unaserie de empresarios, el espíritu deempresa, llegan a ser más determi-nantes para favorecer la expansión deuna política de redistribución. Pero

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* En Estados Unidos, 76 millones de per-sonas son propietarias de pensiones, el 43,6%de los hogares. Cincuenta y cinco millones deasalariados participan en los mecanismos dejubilación por capitalización.

también es la victoria de John Rawlssobre Keynes; las desigualdades que-dan justificadas en la medida en quehace progresar la condición de todosy carecen de fundamento cuando nocontribuyen al mejoramiento colecti-vo, postulado que se s i túa a milleguas del Estado benefactor, segúnlos cuales, los mecanismos de redistri-bución garantizan de manera automá-tica el progreso económico y social».¡Pues qué suerte! , agrego por miparte. Dado que las desigualdades nofaltan en las dos últimas décadas, hanaumentado en cifras absolutas y cuali-tativamente y, lo que es peor, no mer-ced a procesos coyunturales, ni debi-do a res iduos del pasado, s inooriginadas por causas estructuralesque están siendo acentuadas por elavance del actual modelo socioeconó-mico que respalda el pensamientoúnico; el mercado «como principio yfin de todas las cosas», como rezaba,nunca mejor dicho, el catecismo delP. Ripalda, aunque referido al VerboDivino y no al Dios mercado.

«¿Cuál es el veredicto final: dicta-dura de los mercados o democraciacapitalista?». Artificiosa oposiciónque resulta falaz. Existen más pro-puestas y alternativas. No se trata enmodo alguno de un eje de polarida-des único e inmutable. No lo estimaasí Alain Minc, quien dictamina queel mercado no es dictatorial; es unacicate brutal cuyos estímulos en lasempresas se han manifestado en altogrado positivos, a pesar de las irrita-ciones provocadas por ciertos efectosdel modo de aplicación y de múlti-ples torpezas.

Minc cuestiona tanto a la econo-mía de mercado como a la sociedad

de mercado, ante las que no ve, porcierto, el dualismo que aceptan lossocialistas franceses. Sin embargo,este cuestionamiento lo efectúa comoun simple recurso dialéctico parapoder arribar a demostrar la bondadde sus postulados. De este modologra llegar a establecer un conjuntode certezas, cuatro certezas. Se haalcanzado un nuevo estadio del capi-talismo, el patrimonial, en el que losactores toman el poder: accionistas yconsumidores. La revolución de lastécnicas de información abre un ciclodurarero de crecimiento, porquesimultáneamente renueva la demandade productos y mejora la eficiencia dela oferta, a la que asigna efectos alargo plazo. Que el capitalismo patri-monial hace desmoronar los Estados,los sindicatos, los equilibrios socio-económicos laboriosamente (sic) ela-borados desde 1945, pero que noestán en condiciones de imponer sudictadura, al afirmarse permanente-mente nuevos contrapesos dominadospor los integrantes de su antes señala-da Santísima Trinidad. Y, por último,la certeza de que los principios delmercado, concretamente la compe-tencia, la competitividad, la compara-ción permanente de rendimientos,penetran en esferas cada vez másamplias de la sociedad. Última certe-za de la que deriva el colorario de quela sociedad se transforma en unasociedad de mercado.

Es lógico que Minc establezca incer-tidumbres. Es una hábil manera, ade-más, de dejar abierto su esquema yposibilitar salidas y explicaciones aeventuales fallos o a fatalidades. Sinembargo, afirma rotundamente que eldiagnóstico es más bien tranquilizador.

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Hoy podemos, dice, apostar con ciertaseguridad en cuanto a las grandes ten-dencias de la «net-economía», aunqueagrega, dándonos un respiro a los soció-logos, no en cuanto a lo referente a lostipos de sociedad que las acompañarán.

Una obra esta última de Minc que,como las anteriores, resultará poliva-lente al lector. Es inteligente, intere-

sante, posiblemente polémica, cuali-dad que quizás entusiasme a su autory, en cualquier caso, guste o no, uninstrumento para el conocimiento dela red de argumentaciones con queavalan la actual y, todo parece apun-tar, futura modalidad del capitalismo.

Juan MAESTRE ALFONSO

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HEINRICH BEST y MAURIZIO COTTA (eds.)Parliamentary representatives in Europe 1848-2000.

Legislative recruitment and careers in eleven European countries(Oxford, Oxford University Press, 2000)

Uno de los temas que mayor inte-rés suscita en la Ciencia Políticaactual es el de las relaciones entregobernantes y gobernados, entre éli-tes políticas y ciudadanos, y las con-secuencias que de ellas se derivan parael funcionamiento real de las demo-cracias. Las perspectivas desde las quese ha atendido la situación son varia-das. En los años ochenta, con el rena-cimiento de los estudios de culturapolítica, los esfuerzos se dirigieron,principalmente, al estudio de la ima-gen que el sistema democrático des-pertaba en las personas, al tiempo quea establecer los rasgos identificativosde lo que debía ser el buen ciudadanoparticipativo. En la década de losnoventa, la teoría política, coinci-diendo con un auge inusitado de lamisma, recoge esta preocupación,revisándose la literatura sobre élites yciudadanía, al igual que se reabre eldebate sobre la evolución reciente de

los modelos de democracia (DavidHeld, Models of Democracy, 1987,entre otros).

Los estudios más descriptivos y sis-témicos tampoco han soslayado eltema. El libro que presentamos es unabuena muestra de ello. No se trata deun mero estudio teórico sobre las éli-tes, de lo que ya existen abundantesprecedentes desde Mosca, sino que, alañadir la consideración de parlamen-tarias, el campo se circunscribe, quedaacotado, a la vez que se revaloriza lalectura por tratarse de un ámbito esca-samente tratado. La gran pretensiónsería ver en qué medida las élites par-lamentarias de cada uno de los paísesconsiderados son más o menos reflejode la sociedad a la que representan, yhasta qué punto espejo de la estructu-ra de clases, la estructura ocupacionalo el nivel educativo.

La falta de unidad en el análisis yde estudios comparativos con cierta

homogeneidad en cuanto a las varia-bles examinadas son, entre otras, lasrazones que motivan la aparición deeste volumen. El libro de Pipa Norris(1997) Pasagges to power: legislativerecruitment in advanced democracies esel antecedente más próximo querecrea, de alguna manera, aunque conmenos pretensiones, lo que aquí sepresenta. Con anterioridad, merecenser señalados los trabajos de M. M.Czudnowki, como editor (1982),Does who governs matter?, y el estudio,que editan Gallagher y Marsh (1988),Candidate selection in comparativeperspective

Al final de la década de los setentala cantidad de datos sobre el recluta-miento político es ya notable. Sinembargo, el análisis comparativo delos mismos se desdeña en esosmomentos, bien por problemas parahomologarlos, bien por la dificultadde encontrar una equivalencia entrevariables. La constitución de ungrupo de trabajo en el European Con-sortium for Political Research de Rimi-ni en 1988 supuso un primer impulsopara retomar el proyecto, que quedadefinitivamente respaldado tres añosdespués. Desde entonces se han suce-dido un buen número de encuentrosy seminarios hasta llegar a la compila-ción presentada a la editorial en mayode 1999.

Los profesores Heinrich Best, de laUniversidad de Jena, y MaurizioCotta, de la de Siena, aparecen comoeditores del estudio, y sobre ellosrecae el peso del mismo. Son losautores tanto del capítulo inicialcomo de las conclusiones en el últi-mo. Además, son coautores de loscapítulos de sus países, Alemania e

Italia, respectivamente. Best inclusotambién lo es para el caso francés.

Cada uno de los países es enco-mendado a un especialista o grupo deellos. M. N. Pedersen (Universidaddel Sur de Dinamarca) para el capítu-lo danés. Ilkka Ruostetsaari (Tempe-re) se ocupa del caso finés. Best yGaxie (Universidad de París) paraFrancia. De forma conjunta, los pro-fesores de Jena, Best, Hausmann ySchmitt, tratan el caso alemán. Lasélites parlamentarias húngaras sonanal izadas por Gabriel la Ilonski(Budapest). Mastropolo (Turín), Ver-zichelli (Bolonia) y Cotta (Siena) ela-boran el capítulo de Italia, mientrasque, también en equipo, Eliassen ySjovaaj Marino estudian Noruega. Elprofesor Magone (Hull) investiga elcaso portugués. Los diputados espa-ñoles son tarea de Juan J. Linz (Yale),de Pi lar Gangas (Salamanca) yMiguel Jerez Mir (Universidad deGranada). Por ultimo, y antes decerrar con las conclusiones de Best yCotta, Michael Rush (Exeter) y laprofesora V. Cromwell son los encar-gados del estudio del Reino Unido.

Del título de la compilación extrae-mos la ficha técnica de la obra. Unobjeto de estudio bien determinado:las élites parlamentarias —los miem-bros de la cámara baja o única, paraser exactos—, con un subtítulo queprecisa más: el reclutamiento y lascarreras políticas. Un espacio geográ-fico concreto, pese a las dificultadesde delimitación: Europa, aunque sonsólo once los países analizados. Y unmarco temporal específico, para casila totalidad de los estudios: desde laoleada revolucionaria —democratiza-dora— de 1848 hasta nuestros días.

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El libro se estructura en trece capí-tulos. El primero, teórico, a modo deintroducción y de marco metodológi-co. El último, de conclusiones a par-tir de los presupuestos teóricos y delas aportaciones empíricas para cadauno de los países. El cuerpo de laobra, once capítulos para otros tantospaíses europeos.

Los trabajos de Rokkan en torno alestudio de las élites aparecen como lareferencia más inmediata de esta yotras invest igaciones anteriores .Como ya se ha señalado, hasta épocasrecientes no había tenido éxito elintento de coordinar esfuerzos paraestablecer una base de datos que per-mitiese el estudio comparativo de lasélites parlamentarias. Existía acumu-lación de datos empíricos, pero faltosde análisis. Además, el predominio delos estudios descriptivos y para unsólo país era evidente. La falta demedios materiales y humanos era unade las causas. Rokkan, además, llamóla atención sobre la necesidad decrear una base de datos homogéneaque integrase un conjunto de indica-dores, más o menos equivalentes, quepudiesen ser aplicados a una plurali-dad de países, y que podrían dispo-nerse en una matriz de datos tridi-mensional: país, tiempo y variables

Lo central del estudio se enuncia yadesde el principio: la cambiante posi-ción y composición de las élites parla-mentarias como reflejo de los proce-sos de cambio social y político y, enconsecuencia, de las reglas o modelosde acceso a este tipo de cargos repre-sentativos. El mismo nos permite, a lapar, comprobar que, pese a las ten-dencias, casi deterministas, hacia lademocratización en todos los países

europeos, no por ello deben obviarselas importantes variaciones en eltiempo y la forma del proceso deadquisición de la legitimidad demo-crática, lo que Rokkan denomina«umbrales» o «mínimos» de la demo-cracia, puesto que los estadios dedesarrollo democráticos varían enfunción de diversos factores como laextensión del sufragio, la moviliza-ción política de la ciudadanía, losmodelos de partidos políticos, losacuerdos institucionales o las caracte-rísticas de las élites políticas.

En cualquier caso, lo que de verasinteresa extraer del estudio es el papelque los parlamentarios juegan comovínculo crucial en el proceso de inter-cambio, de interacción entre sociedady política, como línea de intersecciónentre ambas. Los parlamentarios se-rían, pues, proyección de la sociedaden la política y, al tiempo, elementospolitizadores de la sociedad, filtrandoy reinterpretando los flujos societales,y ocupando, de esta manera, unaposición preeminente en la «arquitec-tura institucional de la democracia».El proceso de reclutamiento de estasélites muestra muy a las claras estadoble conexión. Aquí interesa ver enqué medida los factores contextualesque cambian la estructura de la socie-dad afectan a las modalidades dereclutamiento a lo largo del tiempo.

Veamos entonces cuáles son los ele-mentos básicos del proceso de recluta-miento. En primer lugar, los conten-dientes o «aspirantes» al cargo.Cuentan con diversas fuentes de cuali-ficación (habilidades para el cargo,cualificaciones educativas, acceso afuentes materiales...) y están estimula-dos por incentivos diversos para obte-

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ner el escaño (prestigio, poder, recom-pensas materiales...). En segundolugar, los que podrían denominarse«seleccionadores», esto es, las organi-zaciones partidistas, los grupos de dig-natarios o notables, etc. En funcióndel ámbito de control sobre el electo-rado que estos últimos posean, se harála selección de un candidato u otro.Pero no sólo el pretendido éxito elec-toral es tenido en consideración, tam-bién lo es el perfil ideológico y la leal-tad ofrecida por el aspirante. Laimagen del candidato ante el electora-do, el tercero de los elementos, esesencial a través de su credibilidad,competencia, impacto, carisma o laadecuación a los valores de la sociedady a sus intereses. Por último, la estruc-tura formal de oportunidades: leyes yprácticas administrativas reguladorasdel acceso a la función legislativa, laextensión del derecho a voto y la ele-gibilidad, la oportunidad de las orga-nizaciones partidistas de intervenir enel proceso de reclutamiento a travésde las listas, o el papel del gobierno.

A partir de aquí, y según el modeloque acabamos de ver, debe haber unequilibrio entre las demandas de losseleccionadores y el electorado y laoferta de los aspirantes. Ahora bien,estos elementos han sufrido profun-dos cambios a lo largo del tiempo,dando lugar a evoluciones singularesen cada uno de los países. Así, laliteratura comparada de los partidospolíticos muestra en qué medida,desde las camarillas o grupos de nota-bles hasta los partidos de masas «atra-palotodo», ha cambiado la naturalezade los «seleccionadores». La extensióndel sufragio hasta convertirse en uni-versal, masculino en un primer mo-

mento y femenino también mástarde, es otro de los elementos quemarca sustanciales diferencias entreun período histórico y otro y, porsupuesto, las transformaciones del sis-tema institucional de oportunidades(tipo de sistema electoral, de voto ode circunscripción, por ejemplo) o lacambiante relación histórica entrepoder ejecutivo y legislativo.

Por todo ello, la trascendencia delfenómeno del reclutamiento es evi-dente y se une, en cierta medida, alestudio más general sobre las élites ysu relación con los partidos políticos,las instituciones representativas y laestabilidad de los regímenes. Aquíradica la aportación de esta investiga-ción, puesta en marcha a través de lametodología tridimensional del deno-minado «cubo»: país, espacio tempo-ral y variables o indicadores, teniendosiempre en mente que la unidad deanálisis en el «cubo» es el grupo par-lamentario o, en su caso, el partidopolítico

El análisis conjunto de los estudiospara cada país nos muestra la existen-cia de importantes elementos encomún, aunque también de discre-pancias significativas, tanto en lasvariables como a lo largo del tiempo,puesto que, como subrayan Cotta yBest, se trata de comparar sistemaspolíticos con diferentes «edades insti-tucionales». Analicemos las principa-les variables.

En primer lugar, y en lo referenteal nivel educativo, una gran mayoríade los parlamentarios cuenta con almenos una titulación universitaria,mientras que es poco significativa laproporción de aquellos con niveles deeducación sólo básicos. En todo caso,

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la situación noruega y la de los paísesnórdicos difiere del resto en el sentidode otorgar una menor importancia ala titulación universitaria, al igual queocurría en Dinamarca en los iniciosdel parlamentarismo. Asimismo, enlas últimas décadas se observa unaprogresiva caída del predominio de latitulación en Derecho, en beneficio detitulaciones más generales como lasHumanidades o las Ciencias Sociales.La educación universitaria deja deestar asociada a un mayor estatus y seconvierte en un componente típico degran parte de la clases medias.

Si hablamos de estratificación hayque señalar que, en la mayor parte delos países, los primeros parlamentosestuvieron ocupados muy mayorita-riamente por integrantes de la noble-za y de la alta burguesía, aunque tam-bién los porcentajes varían desde losmás altos en Alemania, los interme-dios en Francia y la casi ausencia enNoruega. Progresivamente se fuedando entrada a grupos cada vez másamplios de la población, hasta llegaral dominio actual de la clase media,pese a la persistencia en algunos paí-ses de la presencia, si bien residual, denobles en la representación.

El tercero de los indicadores es elhistorial o pasado ocupacional. Aquí,los trabajadores de cuello azul sonminoría en declive en todos los paí-ses, al igual que ocurre con los gran-des empresarios y los profesionaleslibres como los abogados. Para casitodos los casos, los empleados del sec-tor público, especialmente de algunascategorías como la enseñanza, domi-nan la arena parlamentaria. A ello hayque unir el importante grupo deaquellos representantes vinculados a

los partidos políticos y sindicatos.También en este caso difieren los paí-ses nórdicos, donde el sector primariodestaca por su gran importancia en elreclutamiento. La situación del ReinoUnido y de Francia también es dife-rente por lo elevado del número dedirectivos y empresarios del sectorprivado, en el primero de los casos, ydel sector público, en el segundo.

Otra de las propuestas del estudioera examinar cuál había sido el cursushonorum seguido por los representan-tes hasta llegar a su condición de par-lamentario, hecho que no es, enmodo alguno, una experiencia políti-ca aislada. Los datos muestran queuna gran proporción de los legislado-res, alrededor del 40%, ha ocupadocon anterioridad una posición electao ejecutiva, ya sea a nivel local oregional. Al tiempo, más del 30%,por lo general —aunque el porcentajeasciende hasta el 80% en algunos paí-ses—, ha desempeñado funcionesimportantes en el partido.

Cuando hablamos de la edad,observamos que la media de quienesacceden por vez primera al parlamen-to se sitúa algo por encima de loscuarenta años. Además, las posibilida-des para repetir mandato suelen serbastante grandes, siendo lo normal lapermanencia durante tres o más legis-laturas.

La presencia de mujeres entre losrepresentantes parlamentarios es, encierta medida, reflejo de la evolucióndel sufragio en el siglo XX y de lascondiciones de elegibilidad, aunqueello sólo es verdad hasta cierto punto.Se aprecia algún desfase entre las con-diciones legales de acceso a la funciónrepresentativa y la presencia real de

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las mujeres en las cámaras, que es mástardía de lo que cabría esperar a tenorde la estructura teórica de oportuni-dades. La introducción de cuotas enlas candidaturas parece ser la soluciónmás generalizada para paliar el des-ajuste. Son los países nórdicos, segui-dos de cerca por Holanda, quieneslideran este proceso.

Todos estos indicadores varían suporcentaje tanto entre países, comoacabamos de ver, como también a lolargo del tiempo. En este sentido, tresserían, para Best y Cotta, los «mo-mentos» históricos que marcan la evo-lución del reclutamiento parlamenta-rio hasta llegar a la etapa actual.

El primero de ellos, desde media-dos del siglo XIX hasta la década delos ochenta del mismo siglo, dondeen la práctica totalidad de los paísesel sufragio está restringido a unaminoría de varones adultos, donde lasclases altas dominan la escena parla-mentaria, excepto en Noruega, ydonde el sector primario y el sectorpúblico suministran la mayoría de losparlamentarios.

Un segundo momento se extiendedesde esa década hasta 1920 aproxi-madamente. Hay un giro notable enla estructura de oportunidades para elreclutamiento, emparentado sobretodo con la extensión del derecho desufragio. En todos los países se pro-mueve la movil ización de clasesmedias y bajas a través de nuevos par-tidos que surgen vinculados a las mis-mas. Sin embargo, la renovación delas élites parlamentarias no por ellova a ser drástica e inmediata, sino quees constatable el predominio de lacontinuidad sobre el cambio. La tra-dicional clase dirigente no desaparece

de forma abrupta y el nuevo «hombrepolítico» emerge lentamente. En estaetapa, el papel del sector público enla representación parlamentaria expe-rimenta una pérdida de importanciacon la entrada de otras fuerzas de lasociedad. Lo mismo ocurre con elfactor titulación universitaria, que,como consecuencia del acceso de cla-ses medias y bajas, pierde preponde-rancia.

El tercer período es el denominadode «democracia de masas». Tienelugar desde la década de los veinte alos años sesenta del siglo XX. Es elmomento en que los nuevos estratosde la sociedad consiguen el accesopleno a la representación parlamenta-ria. El reclutamiento se convierteentonces en una imagen más fidedig-na de la sociedad. El papel de los par-t idos de masas, as í como el demuchos sindicatos, es crucial en estesentido, lanzando a la arena políticaun significativo número de parlamen-tarios. La carrera política a través delpartido pasa a ser algo normal en loslegisladores. Se puede apreciar una«vuelta al Estado» en el reclutamientoy un nuevo ascenso de las titulacionesuniversitarias como consecuencia delas amplias oportunidades de acceso ala educación.

Tras el análisis de cada uno de lospaíses puede aseverarse el triunfo delproceso de modernización, a partirdel predominio de un tipo de políticoprofesional, con procedencia de clasemedia, con niveles medios-altos deeducación, con significativa experien-cia política y con claras posibilidadesde prolongar su permanencia en elcargo. De esta manera parece zanjarsela disputa entre democratización y

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profesionalización, eje alrededor delcual Cotta y Best establecen las con-clusiones del libro. Si bien es evidenteque la progresiva democratización delas sociedades europeas ha posibilita-do una apertura de las vías para laparticipación política y ha ensancha-do el reclutamiento parlamentario agrupos sociales cada vez más amplios,la profesionalización ha terminadopor asentarse como el aspecto mássobresaliente. Así, frente al notablepolítico, el «empresario político autó-nomo» o el funcionario metido apolítico, el político profesional seimpone con unas altas dosis tanto dedemocratización como de profesiona-lización. Parece cumplirse, de estamanera, la tesis de Huntington. Estoes, la modernización acarrearía elreemplazo de las élites rurales y agra-rias, de extracción aristocrática por logeneral, por una élite política recluta-da de la clase media urbana y en fun-ción de criterios adquiridos en lugarde adscritos.

Un trabajo de esta envergadura yambición, y pese a los grandes esfuer-zos de homogeneización con la reu-nión de once grupos de trabajo, dejaentrever los lógicos desajustes decoordinación que a veces asoman enla obra. Si a veces resulta ardua latarea conjunta en el propio equipo deun solo país, pretender coordinaronce estudios más o menos semejan-tes es más que complicado. Entreunos capítulos y otros asoman, inevi-tablemente, ciertas diferencias y algu-na que otra polémica en diferentesaspectos.

En la selección de los países. Esobvio que no están todos los que son.Ausencias significativas las hay, como

las de Suecia, Bélgica, Suiza, Luxem-burgo o Austria. En la periferia geo-gráfica, no aparecen ni Irlanda niGrecia. La inclusión de Hungría,como podría haber sido la de Ruma-nía, Polonia o la antigua Checoslova-quia, reabre el debate sobre la claseparlamentaria en regímenes sin sepa-ración fáctica de poderes.

En la extensión de los capítulos.Junto a estudios muy pormenorizadosy exhaustivos, como el de Linz,Gangas y Jerez Mir para el caso espa-ñol (el capítulo más largo del libro,con más de 90 páginas), o el capítuloalemán (con casi 60), aparecen losestudios de Dinamarca, con tan sólouna veintena; Hungría, Noruega,Portugal o el Reino Unido, con unastreinta, que, si bien no adolecen deprecisión ni seriedad, desarrollan enmenor medida variables e indicadoresque son comunes a todos los estudios.

En el tratamiento de la cuestión.Como ya se ha dicho, se trata de unestudio de Ciencia Política pero consignificativas aportaciones de otrasdisciplinas, como la Sociología y,sobre todo, como no podía ser deotra manera en un estudio longitudi-nal, de la Historia. Esto hace que lasdosis de prevalencia de una u otradisciplina varíen de un caso a otro.Algunos estudios sobresalen por suprecisión histórica, como el español oel francés, mientras que otros centranmás su atención en las variables socia-les que condicionan los modelos dereclutamiento. Por ello, mientras queen unos casos se opta por la presenta-ción en epígrafes que correspondencon períodos históricos concretos ysucesivos (caso de Finlandia o Hun-gría), en otros son las variables o

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indicadores de estudio quienes guíanel capítulo (Alemania o Portugal). Encasi todos, no obstante, se observauna combinación de ambos planos yuna centralidad del proceso de profe-sionalización de la élite parlamenta-ria. Algunos capítulos, finalmente,ponen especial énfasis en la conside-ración del papel de ciertos actores einstituciones como los partidos polí-ticos o el papel de las élites burocráti-cas o gubernamentales. Así, y porponer un ejemplo, en Dinamarca esel sistema de partidos la principalvariable explicativa del cambio.

Además, y como no esconden losautores, sólo seis países (Finlandia,Alemania, Gran Bretaña, Ital ia ,Holanda y Noruega) son objeto deun análisis completo. En el resto elanálisis permanece a la espera de sercompletado.

En cuanto a la presentación formaldel texto, al margen de las obviasdiferencias en los estilos de redacción,hay que ser especialmente críticos conla presentación de los gráficos. Lainclusión en un gráfico sin color detantas familias de partidos por mediode distintas líneas de diferente conti-nuidad en el trazado hace sumamentedifícil, y a veces indescifrable, la lec-tura de los datos. Por ello, las tablasque acompañan en algunas ocasiones,que no en todas, a los gráficos son deagradecer. Sin duda, hubiese sidodeseable la utilización de otro métodode presentación de gráficos para unacompilación de esta magnitud quebien se lo merece, aunque no se nosescapa que el uso del color habría ele-vado sustancialmente los costos de

edición, algo que suele escapar alcontrol de los autores.

En todo caso, la obra presenta, porsu loable ambición, dificultades pro-pias como la de entrelazar, para el casode muchos países que han visto inte-rrumpida su historia democrática,series separadas en el tiempo, o lanecesidad de incorporar indicadoresidiosincrásicos, tales como la impor-tancia del factor religioso en Alemaniao las relaciones clientelares en la asig-nación de escaños en España e Italiadurante mucho tiempo, propios deuna determinada cultura y sociedad, alos comunes para todos los países.

El excelente capítulo que cierra ellibro intenta paliar estas asimetrías einsuficiencias, a través de una valora-ción conjunta y comparativa de losindicadores, que acerca mucho lainvestigación a las pretensiones departida de los autores, además de serun valioso trabajo conjunto para tra-tar de desentrañar las nunca del tododiáfanas relaciones de representaciónentre élites y ciudadanos.

Es obligado, pues, felicitarnos porla llegada de este trabajo, que, si bienadolece de algunas carencias y falta dehomogeneidad —siendo tambiéngrandes sus aciertos—, esperamos seael antecedente inmediato de investi-gaciones posteriores, como la que senos comunica por parte de los edito-res y en la que, como continuación delos estudios nacionales, se abordaráde manera monográfica cada una delas familias políticas contempladas enesta obra.

Rafael VÁZQUEZ GARCÍA

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Desde los debates iniciados en ladécada de 1980, entre los que sepuede destacar el trabajo de J. Linz(1984) sobre las críticas al sistemapresidencialista frente a las ventajasde los sistemas parlamentarios, yase señalaba la poca asociación exis-tente entre la fórmula presidencialis-ta y la democracia, sin tener en cuen-ta que la ruptura democrática haafectado a los regímenes parlamenta-ristas tanto o más que a los presiden-ciales. Han pasado varias décadas quehacen necesario no sólo reabrir lasdiscusiones, nunca cerradas, sinoenriquecerlo a partir de los aconteci-mientos, reformas y avances experi-mentados por los regímenes presiden-cialistas para poder reconocer loslímites y las mejoras desarrolladas enel mismo.

Con este objetivo y centrándose enel contexto latinoamericano, llegaeste trabajo realizado íntegramente enla academia de América Latina quepretende no sólo insistir en la revisióncrítica del citado debate, sino refres-carlo añadiendo nuevas connotacio-nes a través de la evolución experi-mentada sobre datos actuales respectoa esas democracias. Resultado de unprograma académico del ConsejoLatinoamericano de Ciencias Sociales(CLACSO) desarrollado por iniciati-va del grupo de trabajo de PartidosPolíticos y Sistemas Electorales, estaobra pretende estudiar las formas dedemocracia presidencial y, concreta-mente, los tipos de presidencialismopresentes en América Latina. Se trata,

como ya indica su coordinador JorgeLanzaro en el prefacio, de un «empe-ño concertado para promover la refle-xión teórica y el análisis empíricosobre un tema de notoria centralidadque pretende contribuir a los desarro-llos de la ciencia política en AméricaLatina». Así, se compilan estudiossobre Argentina, Bolivia, Brasi l ,Chile, México y Uruguay para, desdesu heterogeneidad, tratar de resaltarlas novedades y las cuestiones encomún de estos regímenes presiden-ciales.

No es algo casual que se haya ele-gido como foto de portada del libroel saludo de los presidentes de Para-guay, Argentina, Bras i l , Chi le yUruguay antes de comenzar las deli-beraciones en la Cumbre de MER-COSUR celebrada el 30 de junio de2000, imagen que muestra unidaddesde las diferencias. Unidad de régi-men desde las diferencias nacionales.Cuánto de unidad y cuánto de dife-rencias será lo que se intente descu-brir a lo largo de los artículos recogi-dos en la obra.

Exceptuando los artículos generalesque abren y cierran la edición: «Tiposde presidencial ismo y modos degobierno en América Latina» (deJorge Lanzaro) y «Democracia, multi-partidismo y coaliciones en AméricaLatina: evaluando una difícil combi-nación» (de Daniel Chasquetti), elresto trata de capturar las singularida-des de cada caso nacional selecciona-do.

Así, Marcos Novaro analizará «Los

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JORGE LANZARO (coord.)Tipos de presidencialismo y coaliciones políticas en América Latina

(Buenos Aires, CLACSO, 2001)

presidentes, equilibrios instituciona-les y coalición de gobierno en Argen-tina (1989-2000)», mientras queRené Antonio Mayorga estudiará el«Presidencialismo parlamentarizado ygobiernos de coalición en Bolivia»,Alonso Lujambio tratará de hacer lomismo desde su «Adiós a la excepcio-nal idad: régimen presidencial ygobierno dividido en México», asícomo Jorge Lanzaro con su «Uru-guay: las alternativas de un presiden-cialismo pluralista».

Respecto de los casos brasileño ychileno, se presentan dos artículospor país. Renato Lessa, en brasileño,y Kurt E. von Mettenheim hablan,respectivamente, de «Aventuras delBarón de Munchausen: notas sobre latradición presidencialista brasileña» y«Presidencial ismo, democracia ygobernabilidad en Brasil», mientrasque Chile está referenciado porManuel Antonio Garretón en «Lacuestión del régimen de gobierno enChile de hoy» y por Peter M. Siavelisen «Chile: las relaciones entre elpoder ejecutivo y el poder legislativodespués de Pinochet».

No se trata de un volumen que rei-vindique una vez más la convenienciade un sistema presidencialista para elcontexto latinoamericano, sino quepretende mediante el anális is dedatos concretos poner de manifiestocómo se ha desarrollado en muchoscasos permitiendo no sólo la supera-ción de los bloqueos inherentes a supropia naturaleza, sino gananciaspositivas para la calidad y estabilidadde la democracia, así como para laefectividad del gobierno. De maneraque, frente a los citados juegos de blo-queo , se han intentado desde los

presidencialismos latinoamericanosvarias salidas que Jorge Lanzaro hadenominado para-constitucionales yde by pass. Entre ellas, una de las mássobresalientes es la de las «coalicionespolíticas», a la que se refiere explícita-mente el título de esta publicación.Coaliciones que, pensadas comoexclusivas del parlamentarismo, noson ajenas al régimen presidencial,como se demuestra a lo largo de estaobra.

El llamado entonces «presidencia-lismo de coalición» constituye unacategoría a tener en cuenta que abar-ca una extensa geografía. Así, variossistemas latinoamericanos, y concre-tamente los países considerados eneste libro, constituyen coaliciones degobierno (Argentina, Bolivia, Brasil yUruguay) acusando entre sí diferen-cias marcadas que se tratará de estu-diar. De modo que un nuevo puntoemerge en la problemática del presi-dencialismo latinoamericano, al quehay que prestarle suficiente atencióny al que este volumen pretende acer-carse como punto de referencia conenfoques diferentes que responden alcarácter plural de la convocatoria.

Jorge Lanzaro inicia el volumenproponiendo una clasificación de lospresidencialismos. Tiene así en cuen-ta en primer lugar los que llamapresidencialismos que operan enclave «mayoritaria», entendiendo portales tanto aquellos que operan enconstrucciones institucionalizadas(dando lugar al presidencialismoreforzado) como aquellos en base aun corte plebiscitario. Una segundacategoría vendría dada, según elautor, por lo que denomina presi-dencialismo moderado de poderes

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repartidos y equilibrados próximosa l modelo es tadounidense . As í ,ambas categorías constituyen uncontinuo donde su ubican los dife-rentes modelos presidencialistas.Desde esta premisa, los trabajos quese reúnen en este volumen son ubi-cados por este autor dentro de lacategoría de un presidencialismo entransición lejano a gobiernos ma-yoritarios, con manifestaciones ple-biscitarias o neopopulistas, y máscercano a democracias presidencialespluralistas y en proceso de reforma.Unos cambios que están convergien-do en una práctica y unos usos quealgunos creían excluidos del parla-mentarismo y al que se ha venidodenominando «presidencialismo decoalición». Así, los seis casos analiza-dos son una buena muestra de figu-ras de coalición.

El balance de fuerzas desde lasegunda presidencia de Ménem conla formación de la Alianza y su estre-no en el gobierno, así como las debi-lidades y complicaciones a las que seha enfrentado, es objeto del análisisde Marcos Novaro. La irresolución deesta debilidad hace que se replanteenlos interrogantes respecto al grado deconsolidación y de eficacia del régi-men presidencial argentino. Así, losdéficit de capacidad de gobierno quevinieron afectando a las gestiones deMénem se han agravado en el actualgobierno dividido, enfrentado a unamayoría del partido de oposición(Partido Justicialista) en el Senado.Así, frente al mayor equilibrio entrelas instituciones y una competenciapolítica más abierta, el autor examinaun escenario donde encuentra unamás fragmentada autoridad política

que confiere un mayor inmovilismopolítico.

René Antonio Mayorga, apoyándo-se en el caso boliviano de presidencia-lismo parlamentarizado, analiza eneste volumen las coaliciones lógicasque en un sistema de estas caracterís-ticas se han venido formando desde1989. Coaliciones cuyo origen parla-mentario ha incidido tanto en laagenda política como en las reformaso construcciones gubernamentales,dándole el carácter de una revoluciónsilenciosa no exenta de complicacio-nes. Su tesis principal argumenta que,dentro del contexto latinoamericano,la experiencia democrática bolivianase ha destacado por establecer meca-nismos resolutorios a los problemasfundamentales de los regímenes presi-dencialistas, principalmente a losimpasses entre el poder ejecutivo y ellegislativo, el inmovilismo institucio-nal y particularmente los gobiernosminoritarios. Así, los pactos políticosinterpartidistas, según Mayorga, hanconducido a la formación de gobier-nos de coalición constituidos comomecanismos fundamentales del siste-ma boliviano, híbrido entre estructu-ras básicas presidencialistas con ins-trumentos parlamentarios. Perofrente a los avances institucionales delsistema de gobierno y la democraciaen Bolivia, también el autor recoge enseis puntos clave los desafíos a los quese enfrenta: crisis política de gobier-nos minoritarios; conflicto entredemocracia consensual y mayoritaria;mecanismos efectivos de accountabi-lity horizontal; mayor participaciónciudadana en los asuntos del Estado;modernización del sistema de parti-dos y mayor adaptación de sus estruc-

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turas políticas a contextos de máscompleja interdependencia, y colabo-ración internacional.

Renato Lessa y Kurt E. von Met-tenheim, desde las primeras líneas desu trabajo, abordan las prácticas decoalición en el sistema brasileñodesde una visión mucho más prolon-gada dada su práctica como clave degobierno desde 1946 como respuestaa las «bases de la tradición republica-na» en un país plural y heterogéneo.Renato Lessa, desde su trabajo enbrasileño, algo que en cierta medidaentorpece la dinámica de lectura dela obra, presenta un exhaustivo repa-so a la tradición presidencialista bra-sileña. Desde otra perspectiva, KurtE. von Mettenheim se centra en ladécada de 1990. El análisis de esteúltimo autor incide en la necesidadde desmitificar la experiencia europeao estadounidense para que la innova-ción política del sistema brasileñopueda alejarse de «los errores deleurocentrismo y los excesos del refor-mismo liberal».

Manuel Antonio Garretón y PeterM. Siavelis, mediante el análisis delperíodo post-Pinochet, destacancómo Chile retoma rasgos de lasdécadas anteriores a 1960, iniciadoasí un nuevo escenario de compromi-sos y coaliciones que cohabitan conenclaves autoritarios. Una democra-cia «limitada» en la que se alineandos bloques políticos donde los par-tidos que se integran en cada unoconservan sus identidades. ManuelAntonio Garretón incide en la nodiscusión sobre la temática presiden-cialismo vs parlamentarismo, a la queconsidera postergada ante la necesi-dad de centrarse en las modificacio-

nes de un régimen de gobierno cuyaestructura institucional no ha resuel-to los problemas del pasado. Reformaque pasa por eliminar los enclavesautoritarios superando los límitesque los poderes fácticos instituciona-les ponen al presidencialismo, con-trapesando con órganos de expresiónde la voluntad popular para asegurarinstitucionalmente el funcionamien-to, transparencia y eficacia de unacoalición mayoritaria de gobierno. Lasuperación de elementos de crisispasa por rescatar lo mejor de la tradi-ción presidencialista introduciendoalgunos elementos del sistema parla-mentario. En otro sentido y sobre elmismo país, Peter M. Siavelis, trasdelinear los elementos que hacen quela presidencia chilena sea tan podero-sa, examina las tensiones que e ldominio del ejecutivo ya ha produci-do y que pueden agravarse, parapasar a analizar por qué las caracte-rísticas contextuales de la transiciónlograron atenuar las tensiones. Desdela premisa del mantenimiento delrégimen presidencialista analiza lascaracterísticas que le confieren uncarácter especial al caso chileno (alque califica como «exagerado»), inci-diendo también en las posibilidadesde reforma para mejorar su funciona-miento.

Alonso Lujambio explora las coali-ciones de la última década en Méxicodesde la presidencia de Salinas y par-ticularmente durante el gobierno deZedillo. Reflexiona sobre el nuevogobierno dividido (con diferente sig-nificado que respecto al caso argenti-no) a partir del que denomina hiper-presidencialismo mexicano dentro deun régimen post-revolucionario no

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democrático. Así, a partir del marcoconceptual elaborado por Linz paraseñalar los problemas de la democra-cia presidencial, pretende explicar losdilemas que enfrenta la política par-lamentaria mexicana durante la legis-latura 1997-2000 mediante la pre-sentación de datos empíricos sobretipos de coaliciones legislativas cons-truidas en dicha legislatura, ofrecien-do conclusiones tentativas sobre elnuevo cuadro tras las elecciones de2000.

Jorge Lanzaro explora el sistemauruguayo, en el que los pactos «bipar-tidistas» han confirmado un multi-partidismo bipolar donde la políticade bloques ha pasado a constituir sucaracterística de identidad principal.El autor analiza las formas de gobier-no presidencial y las relaciones parti-distas establecidas en Uruguay desde1985, identificando un tipo caracte-rístico de presidencialismo pluralista.

Como colofón final de todos losdebates analizados en este volumen elanálisis de Daniel Chasquetti evalúala forma en que los países de AméricaLatina convivieron con la difícil com-binación de presidencialismo y multi-partidismo, demostrando cómo lospresidencialismos multipartidistasgobernados por coaliciones mayorita-rias son formatos político-institucio-nales eficaces para el mantenimientode la estabilidad democrática. A sensucontrario, muestra cómo los proble-máticos son aquellos presidencialis-mos multipartidistas sin coalicionesde gobierno. Tras una revisión de losprincipales postulados teóricos al res-pecto, propone un marco conceptualmetodológico para analizar empírica-mente el desempeño democrático de

cincuenta y un gobiernos formadosen doce países del continente duranteel período 1978-2000. Un trabajocuya exploración le permite testar susargumentos críticos contra las dificul-tades del presidencialismo para man-tener coaliciones.

El carácter pluralista de la obraconverge entonces en el propósitocomún del análisis de los avances enlos regímenes presidenciales de algu-nos países de América Latina sinrenunciar a las aportaciones críticaspara una revisión de la problemáticadel presidencialismo en dicho contex-to político. Gracias a que, pese atodos los condicionantes y peculiari-dades de cada sistema nacional anali-zado, todos comparten el sistemapolítico presidencial, se hace factibledesde esta obra la presentación de unbuen análisis comparado. Así, tantolos efectos del diseño institucional yel impacto producido por la reformascomo los cambios relevantes en laestructura del sistema de partidos ylas modalidades de liderazgo presi-dencial, son algunas de las temáticasque los autores abordan con maestría,realizando en todos los casos una eva-luación ponderada de la democraciapresidencial. Ponderación que se debea la superación de la simplicidad conla que se planteó en un principio eldebate entre presidencialismo y parla-mentarismo y que se ha debido a lasvariaciones, variantes, innovacionespolíticas y desarrollos constituciona-les que han permitido a los autoresofrecer al lector un nuevo análisis deuna no tan nueva temática.

Ya que frente a la disyuntiva plan-teada hace años por Linz sobre si esel presidente o la mayoría en el Con-

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greso la que está más legitimada parahablar en nombre del pueblo, aún nose ha encontrado respuesta, estevolumen invita nuevamente a la

reflexión. Algo que siempre es deagradecer.

Elena MARTÍNEZ BARAHONA

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