Leyendas Mayas

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Leyendas Mayas El Canancol Cunteme, don Nico: por qu pone ese mueco con esa piedra en la mano en medio desu milpa?, pregunt un da a un ancianito agricultor.

Su cara se anim con una sonrisa de nio, en tanto que me contestaba: S que usted nocree, pero le dir: soy pobre, muy pobre y no tengo quien me ayude a cuidar la milpa, pues casi siempre cuando llega la cosecha, me roban el fruto de mis esfuerzos. Este mueco que ve no es un mueco comn; es algo ms; cuando llega la noche toma fuerzas y ronda por todo el sembrado; es mi sirviente... Se llama Canancol y es parte ma, pues lleva mi sangre. El slo me obedece a m... soy su amo.

Don Nico sigui diciendo: Despus de la quema de la milpa se trazan en ella dosdiagonales para sealar el centro; se orienta la milpa del lado de Lakn (Oriente) y la entrada queda en esa direccin. Terminado esto, que siempre tiene que hacerlo un men (hechicero) se toma la cera necesaria de nueve colmenas, el tanto justo para recubrir el canancol, que tendr un tamao relacionado con la extensin de la milpa. Despus de fabricado el mueco, se le colocan los ojos, que son dos frijoles; sus dientes son maces y sus uas, ibes (frijoles blancos); se viste con holoch (brcteas que cubren las mazorcas). El canancol estar sentado sobre nueve trozos de yuca. Cada vez que el brujo ponga uno de aquellos rganos al mueco, llamar a los cuatro vientos buenos y les rogar que sean benvolos con (aqu se dice el nombre del amo de la milpa), y le dir, adems, que es lo nico con que cuenta para alimentar a sus hijos. Terminado el rito, el mueco es ensalmado con hierbas y presentado al dios Sol y dado en ofrenda al dios de la lluvia; se queman hierbas de olor y ans y se mantiene el fuego sagrado por espacio de una hora; mientras tanto, el brujo reparte entre los concurrentes balch , que es un aguardiente muy embriagante, con el fin de que los humanos no se den cuenta de la bajada de los dioses a la tierra. Esta es cosa que slo el men ve.

La ceremonia debe llevarse a efecto cuando el sol est en el medio cielo. Al llegar estahora, el brujo da una cortada al dedo meique del amo de la milpa, la exprime y deja caer nueve gotas de sangre en un agujero practicado en la mano derecha del mueco, agujero que llega hasta el codo.

El men cierra el orificio de la mano del mueco, y con voz imperativa y gesticulando ams no poder, dice a ste: Hoy comienza tu vida. Este (sealando al dueo), es tu seor y amo. Obediencia, canancol, obediencia... Que los dioses te castigarn si no cumples. Esta milpa es tuya. Debes castigar al intruso y al ladrn. Aqu est tu arma. Y en el acto coloca en la mano derecha del mueco una piedra.

Durante la quema y el crecimiento de la milpa el canancol est cubierto con palmas dehuano; pero cuando el fruto comienza a despuntar, se descubre... y cuenta la gente sencilla que el travieso o ladrn que trate de robar recibe pedradas mortales. Es por lo

que en las milpas donde hay canancoles nunca roban nada.

Es tan firme esta creencia, que si por aquella poca y lugar se encuentra herido algnanimal, se culpa al canancol.

El dueo, al llegar a la milpa, toma sus precauciones y antes de entrar le silba tresveces, seal convenida; despacio se aproxima al mueco y le quita la piedra de la mano; trabaja todo el da, y al caer la noche, vuelve a colocar la piedra en la mano del canancol, y al salir silba de nuevo. Cuando cae la noche, el canancol recorre el sembrado y hay quien asegura que para entretenerse, silba como el venado.

Despus de la cosecha se hace un hanincol (comida de milpa) en honor del canancol;terminada la ceremonia se derrite el mueco y la cera se utiliza para hacer velas, que se queman ya en el altar pagano, ya en el altar cristiano.

Y call el viejecito despus de haber hablado con acento de creyente perfecto.Leyenda tomada del libro "El alma de Campeche en la leyenda maya" de Elsie Encarnacin Medina E.

El Hanincol

Mucho tiempo perd tratando de concurrir a una ceremoniaindia, a una hanincol (comida de milpa) que hacen los mayas con el objeto, unas veces, de agradar a los dioses, y otras, de desagraviarlos. Haba rogado a los hechicero que me permitieran la entrada, pero todos se haban negado porque yo tambin me haba negado a que me santiguaran: (santiguar es someter a una persona a ciertos baos, con hierbas, hechiceras, etc.) En las ceremonias de las comidas de milpa se admite a mujeres cuando se va repartir el alimento. Al fin me resolv a todo y lo comuniqu al men. As fue como logr concurrir a la comida. Y ahora les narrar lo que v; lo que o no, pues fue todo en maya, idioma que no entiendo. La ceremonia se hizo en un pueblo llamado San Juan Bautista Sahcabchn o Alto Sahcabchn, por estar ubicado en la cresta de un cerro de roca viva. El maestro de la escuela, un joven llamado Mario Flores Barrera, me avis con anticipacin; llena de alegra camin a caballo toda la noche en que la Luna plateaba los rboles y alumbraba el camino. Llegu al amanecer. All arriba estaba el pueblo. Sub a l, llam a una puerta y al punto asom su risuea cara el maestro, que me salud. Hoy ser la fiesta, me dijo con acento de satisfaccin. Nos desayunamos con pan y caf y luego me llev a la casa del men, quien me recibi solcito, pero desconfiado. Est resuelta a le santigen?, me pregunt. El maestro me mir, incrdulo de que pudiera aceptar eso. S le respond, y en pocos minutos qued santiguada y oliendo a romero y ruda. Salimos los tres y nos sentamos en el brocal de un pozo, y el hechicero contest as mi interrogatorio. -Por qu harn el hanincol? -Para desagraviar a los dioses. El dueo de la milpa que se ha de sembrar tiene un hijo enfermo, seal del disgusto de del Nohoch-Tat (Gran Seor). Luego me ense varias palabras mayas, el nombre de los vientos, etc., para que pudiera entender, y me llev a la casa donde el muchacho estaba enfermo. Quiere verlo?, me dijo. S le respond. En una hamaca estaba el joven calenturiento. El men le pregunt

por su salud, y l casi no contest. Su nimo estaba cado ms que por la fiebre, por el temor de que le hubiera castigado el dueo del monte. El men sac de su morral un bollo de pozole lleno de moho que de amarillo pasa a verde. Lo mezcl con agua, lo endulz con miel y se lo dio al enfermo. Las mujeres de la casa, durante la noche, mojan maz y lo muelen en metates para hacer una bebida refrescante llamada sacab. Este se reparte entre los que van a asistir a la ceremonia. En la ocasin a que me refiero me dieron una racin, por la cual me sent invitada. Marchamos luego a la ceremonia o que diga, adonde iba a efectuarse. El dueo de la sementera y sus trabajadores estaban ocupados. Unos abran una fosa en la tierra; otros, en grandes calderos cocan maz, frijol y tostaban semillas de calabaza, que molan luego para formar una masa de estos tres productos, la cual recogan en bolas. Teniendo ya las bolas sobre hojas de roble o pltano, se extiende primero la masa de maz haciendo una tortilla grande y se forma una de semilla de calabaza: luego, una de frijol, y as sucesivamente, hasta llegar a nueve. Estos huahes (panes) se envuelven en las mismas hojas; uno de ellos es ms grande que los otros. Mientras esto se lleva a efecto, en la fosa abierta se ha colocado gran cantidad de lea , que arde y calienta casi hasta calcinar algunas piedras grandes. Por otro lado, en ollas tambin grandes se cuecen pavos y gallinas, y en un caldero se hace el cool (atole salado). En un caldero se pone el caldo de gallina y pavos, destinado a preparar el choc; (caliente). El men, con toda parsimonia, toma dos velas que enciende, y, seguido de unos hombres que llevan en tablas los huanes (panes) y de todos los invitados, llega a la ardiente fosa. Y dice as: lakn-ik, xikn-ik, nohol-ik, xamn-can (vientos del oriente, del poniente, del sur y del norte; sed benvolos). Luego hace mil contorsiones, brinca de un lado para otro de la fosa, saca con las manos, del fuego, las candentes piedras, y slo deja unas en el fondo, sobre las cuales se colocan los panes. Las piedras extradas se acomodan encima y se recubre la fosa con tierra y gajos de roble. Retornan el brujo y su comitiva al lugar primitivo, donde se ha colocado una mesa, que tiene encima una cruz cristiana, tres velas grandes, tres medianas y tres chicas. Tambin hay incienso, rudas, albahacas, flores, dulces, cigarrillos, etc. Se han llevado ala mesa los pavos y las gallinas condimentadas y cocidas. Debajo de la mesa est el gran caldero de cool, el jugo de gallina y pavos, etc. El men parece perder su personalidad de hombre, y en medio de gesticulaciones y contorsiones, conjura a los vientos malos y llama a los buenos; levanta en sus manos las ramas de albahaca y ruda, y

blandiendo la cruz cristiana aleja a los vientos malos. como regalo a los buenos arroja a los cuatro vientos jicaradas de miel y balch. Luego cae en xtasis, oculta su rostro entre las manos, y tomando enseguida el inciensario, marcha hacia la fosa; al llegar a sta levanta aqul al cielo y muchas manos de hombres destapan la fosa, de donde extraen los huanes. Todas caminan hacia la mesa y el brujo cierra la procesin. El pan ms grande es el que se pone en una mesita aparte. Apenas desenvuelto, muchas manos arrancan trozos, hirvientes an y los depositan en el caldo de pavos y gallinas, donde otras manos lo baten y disuelven. As se prepara el choc . Terminado esto, el men reparte entre los concurrentes balch en jicaritas. Hay que tomarlo, pues es malo tirarlo o despreciarlo. Luego el hechicero da a cada persona presente un cigarro gigante, al que debe darse dos o tres fumadas. Esos cigarros son recogidos por un brujo en hojas de almendro o higuerilla, con el fin de que sus manos no los toquen, los lleva ala mesa y los riega con brebajes. Inmediatamente se toma a todos los nios que han asistido a la ceremonia y se les pone de rodillas, con las manos cruzadas sobre el pecho.El men les da balch dulce, choc , cool, dulces, trozos de pavos, pero todo en la boca. (Los nios representan a los aluxes, y el men les da de comer con la mano, ellos no pueden tocar nada con las manos). Terminada esa comida, se aleja a los nios, y con una jcara grande se pone una buena racin de todo lo que hay, de lo mejor, un gran trozo de pan y los cigarros, todo lo cual toma el men pues es la ofrenda destinada al Nohoch-Tat (padre o dueo del monte). El hechicero llega a la fosa y en el centro de ella coloca la jcara grande y todo lo dems. A una seal del men la fosa es cubierta de tierra y casi ni queda seal de ella. Se cree que durante la noche el dueo del bosque tiene all su banquete, y que sus hijos, los aluxes le hacen compaa y fuman en rueda sus cigarros. Cuando el men vuelve al lugar de la comida, todo se transforma en fiesta, se reparte lo que an queda, se da al dueo de la milpa, a sus hijos y trabajadores, de todo lo que hay, y luego a los visitantes. Esta es ya la comida terrenal. Todos comen, todos beben. El men viene a m con una pierna de pavo en la mano y me dice: No come?, y me trae un trozo de muslo de pavo. Yo estaba sentada en una hamaca suspendida en medio de dos rboles, especialmente para m, frente a la mesa de la ceremonia. Era tal mi proximidad a la mesa, que materialmente estaba baada en miel y balch, pues me salpic el men cuando arroj esos lquidos al aire. Termin la ceremonia -me dijo el men-. El enfermo est curado. Entre los comensales vi a Pedro, que coma y rea con mucha gana. Pedro -dijo el men- ven aqu, pues quera demostrarme su poder.

El muchacho obedeci la orden. Ya no tena calentura y haba recobrado la salud. En ese momento di la razn al men y al enfermo. Estaba curado. Haba que reconocerlo. Mas luego pens que ese hombre sagaz aprovechaba la ignorancia y fe de los descendientes de los xius y cocomes. Me retir pensativa. Soy una de los que creen que lo ms de los indios mayas no padecen ciertas enfermedades gracias a que ingieren frecuentemente, las dosis de penicilina que se encuentran en el moho del pozole, que siempre comen con sal en sus milpas. Se cur el muchacho? Sera por el favor de los dioses o por la accin de la medicina que le dio el men en el pozole? Tal vez ni el hechicero lo sepa. Tal pensaba yo despus de la peregrina ceremonia que me dej la impresin de un sueo fantstico. Leyenda tomada del libro "El alma de Campeche en la leyenda maya" de Elsie Encarnacin Medina E.

LOS ALUXESNos encontrabamos en el campo yermo donde iba a hacerse una siembra. Era un terreno que abarcaba unos montculos de ruinas tal vez ignoradas. Caa la noche y con ella el canto de la soledad. Nos guarecimos en una cueva de piedra y sahcab; para bajar utilizamos una soga y un palo grueso que estaba hincado en el piso de la cueva. La comida que llevamos no la repartimos. Qu haca all?, puede pensar el lector. Trataba de cerciorarme de lo que vean miles de ojos hechizados por la fantasa. Trataba de ver a esos seres fantsticos que segn la leyenda habitaban en los cuyos (montculos de ruinas) y sementeras: Los ALUXES. Me acompaaba un ancianito agricultor de apellido May. La noche avanzaba. . .De pronto May tom la Palabra y me dijo: -Puede que logre esta milpa que voy a sembrar. Por qu no ha de lograrla?, pregunt. -Porque estos terrenos son de los aluxes. Siempre se les ve por aqu. Est seguro que esta noche vendrn? Seguro, me respondi. -Cuntos deseos tengo de ver a esos seres maravillosos que tanta influencia ejercen sobre ustedes! Y dgame, seor may, usted les ha visto? -Explquemes, cmo son, qu hacen. El ancianito, asumiendo un aire de importancia, me dijo: -Por las noches, cuanto todos duermen, ellos dejan sus escondites y recorren los campos; son seres de estatura baja, muy nios, pequeos, pequeitos, que suben, bajan, tiran piedras,hacen maldades, se roban el fuego y molestan con sus pisadas y juegos. Cuando el humano despierta y trata de salir, ellos se alejan, unas veces por pares, otras en tropoel. Per cuando el fuego es vivo y chispea, ellos le forman rueda y bailan en su derredor; un pequeo ruido les hace huir y esconderese, para salir luego y alborotar ms. No son seres malos. Si se les trata bien, corresponden. -Qu beneficio hacen? -Alejan los malos vientos y persiguen las plagas. Si se les trata mal, tratan mal, y la milpa no da nada, pues por las noches roban la semilla que se esparce de da, o bailan sobre las matitas que comienzan a salir. Nosotros les queremos bien y les regalamos con comida y cigarrillos. Peor hagamos silencio para ver si usted logra verlos. El anciano sali, asindose a la soga, y yo tras l, entonces vi que avivaba el fuego y colocaba una jicarita de miel, pozole, cigarrilos, etc., y volvi a la cueva. Yo me acurruqu en el fondo cmodamente. La noche era esplndida, noche plenilunar. Transcurridas unas horas, cuando empezaba a llegarme el sueo, o un ruido que me sobresalt. Era el rumor de unos pasitos sobre la tierra de la cueva: Luego, ruido de pedradas, carreras, saltos, que en el silencio de la noche se hacan ms claros. Tomado del libro: "Leyendas, ceremonias tradicionales y relatos de la zona maya".

LA XTABAYVivan en un pueblo dos mujeres; a una la apodaban los vecinos la XKEBAN, que es como decir la pecadora, y a la otra la llamaba la UTZ-COLEL, que es como decir mujer buena. La XKEBAN era muy bella, pero se daba continuamente al pecado de amor. Por esto, las gentes honradas del lugar la despreciaban y huan de ella como la de cosa hedionda. En ms de una ocasin se haba pretendido lanzarla del pueblo, aunque al fin de cuentas prefirieron tenerla a mano para despreciarla. La UTZ-COLEL, era virtuosa, recta y austera adems de bella. Jams haba cometido un desliz de amor y gozaba del aprecio de todo el vecindario. No bostante sus pecados, la XKEBAN era muy compasiva y socorra a los mendigos que llegaban a ella en demanda de auxilio, curaba a los enfermos abandonados, amparaba a los animales; era humilde de corazn y sufra resignadamente las injurias de la gente. Aunque virtuosa de cuerpo, la UTZ-COLEL era rgida y dura de carcter: Desdeaba a los humildes por considerarlos inferiores a ella y no curaba a los enfermos por repugnancia. Recta era su vida como un palo enhiesto, pero sufri su corazn como la piel de la serpiente. Un da ocurri que los vecinos no vieron salir de su casa a la XKEBAN, pas otro da, y lo mismo; y otro, y otro. Pensaron que la XKEBAN haba muerto, abandonada; solamente sus animales cuidaban su cadver, lamindole las manos y ahuyentndole las moscas. El perfume que aromaba a todo el pueblo se desprenda de su cuerpo. Cuando la noticia lleg a odos de la UTZ-COLEL, sta ri despectivamente. Es imposible que el cadver de una gran pecadora pueda desprender perfume alguno exclam. Ms bien hedar a carne podrida. PERO era mujer curiosa y quiso convencerse por s misma. Fu al lugar, y al sentir el perfumado aroma dijo, con sorna: Cosa del demonio debe ser, para embaucar a los hombres, y aadi: Si el cadver de esta mujer mala huele tan aromticamente, mi cadver oler mejor. Al entierro de la XKEBAN solo fueron los humildes a quienes haba socorrido, los enfermos a los que haba curado; pero por donde cruz el cortejo se fue dilatando el perfume, y al da siguiente la tumba amaneci cubierta de flores silvestres. Poco tiempo despus falleci la UTZ-COLEL, haba muerto virgen y seguramente el cielo se abrira inmediatamente para su alma. Pero OH SORPRESA! contra lo que ella misma y todos haban esperado, su cadver empez a desprender un hedor insoportable, como de carne podrida. El vecindario lo atribuy a malas artes del demonio y acudi en gran nmero a su entierro llevando ramos de flores para adornar su tumba: Flores que al amanecer desaparecieron por "malas artes del demonio", volvieron a decir. Sigui pasando el tiempo, y es sabido que despus de muerta la XKEBAN se convirti en una florecilla dulce, sencilla y olorosa llamada XTABENTUN. El jugo de esa florecilla embriaga dulcemente tal como embriag en vida el amor de la XKEBAN. En cambio, la UTZ-COLEL se convirti despus de muerta en la flor de TZACAM, que es un cactus erizado de espinas del que brota una flor, hermosa pero sin perfume alguno, antes bien, huele en forma desagradable y al tocarla es fcil punzarse. Convertida la falsa mujer en la flor del TZACAM se di a reflexionar, envidiosa, en el extremo caso de la XKEBAN, hasta llegar a la conclusin de que seguramente porque sus pecados haban sido de amor, le ocurri todo lo bueno que le ocurri despus de muerta. Y entonces pens en imitarla entregndose tambin al amor. Sin caer en la

cuenta de que si las cosas haban sucedido as, fue por la bondad del corazn de la XKEBAN, quien se entregaba al amor por un impulso generoso y natural. Llamando en su ayuda a los malos espritus, la UTZ-COLEL consigui la gracia de regresar al mundo cada vez que lo quisiera, convertida nuevamente en mujer, para enamorar a los hombres, pero con amor nefasto porque la dureza de su corazn no le permita otro. Pues bien, sepan los que quieran saberlo que ella es la mujer XTABAY la que surge del TZACAM, la flor del cactus punzador y rgido, que cuando ve pasar a un hombre vuelve a la vida y lo aguarda bajo las ceibas peinando su larga cabellera con un trozo de TZACAM erizado de pas. Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los asesina en el frenes de un amor infernal. Tomado de: Mario Diaz Triay "Guia Turstica de la Peninsula de Yucatan, La tierra de los Mayas"

XTACUMBIL-XUNANFERNANDO OSORIO CASTRO Tierra plida y frtil; tierra hermosa, adormecida bajo el manto encantado de sus reminiscencias y entre el polvo de las grandezas de un lejano ayer! . . .Tierra prdiga y hospitalaria que se brinda, generosamente, al viajero y le ofrece el inapreciable tesoro de su alma llena de sinceridad, empapndolo en sus leyendas, en sus costumbres, en su inmensa posea!. . .Tierra bendita que guarda con amor las lgrimas que an lloran los dioses sobre el despojo de sus razas muertas, y se deleita con el perenne arrullo con que ellas se deslizan hasta el mar, y donde la vida se halla por doquiera como surgida de la nada ante el sublime conjuro de Itzamn. Donde cada paisaje parece emanar el misterioso aliento de HUNAB-KU, cual si ste hubiera bajado de invisible reino para gozar de la extraa luminosidad de sus cielos, y donde all, en el augusto silencio de las noches obscuras, que apenas se interrumpe por el tenue soplar de los BACABES, todava ve el caminante de los viejos caminos, peinarse sus negros cabellos a la XTABAY. All est Bolonchn (Nueve Pozos) risueo pueblecillo escondido tras los pequeos montculos que corren a juntarse con la Sierra Alta, en el Norte del Estado de Campeche, apenas visitado por los mismos habitantes de la regin y admirado tan slo por los decires de la gente, como si no guardara nada extraordinario y su visita no valiera sin las comodidades que ofrecen casi todos los medios modernos de comunicacin. All se conservan las tradiciones del pasado como en tantas otras ciudades y pueblecillos que han podido escapar a la barbarie del modernismo, como pudiera vivir en tanto tiempo la leyenda de quel lento discurrir del "chivo brujo", por las antiguas murallas de Campeche, y como ha podido vivir el alma de los mayas, despreciando el transcurso de los siglos, en el obscuro refugio de un maravilloso cenote cercano a Bolonchenticul. Se hizo el poblado en torno de nueve pozos naturales labrados por su dios entre la roca -pues siempre amaron el frescor de las aguasque se provean de ella por las filtraciones de alguna cueva ignorada a donde se haba podido juntar el agua de las lluvias; pero a menudo sta escaseaba y el pueblo sufra muy grandes penalidades para conseguirla. Era su jefe un valeroso mancebo que se haba distinguido de manera brillante en unas luchas que haban tenido recientemente; luchas en las que siempre se vieron envueltos y que costaron la ruina de florecientes imperios pues en ellas haba surgido de aquel joven un astuto y habilsimo guerrero. Enamrase ste, locamente de una hermosa doncella a la que todo el pueblo amaba tambin por su pureza y la tersura de su cuerpo, pues su sola presencia hablaba de una infinita bondad, su alma transparente era de diosa y su voz tena el acento de los

manantiales. La amaba con toda la fuerza de su corazn y no pensaba en otra cosa sino en ella; necesitaba su amor, necesitaba verla, contemplarla para poder ofrendar ante sus dones sus magnos proyectos de conquista. Y un buen da sinti empaarse el mundo de su dicha al saber que la madre de su amada, celosa del inmenso amor que saba le profesaba y temerosa de que el joven guerrero le arrebatara para siempre el cario que haba sido para ella la ms grande dulzura de su vida, haba escondido a la doncella en un lugar que todos ignoraban. Acabse bruscamente la alegra del jefe, y con ella la del pueblo; se olvid de la guerra y se olvid de todo; rog a los dioses que se la devolvieran, envi emisarios por todos los senderos para que la buscaran, y el pueblo entero se dispers, desesperado, de que el tiempo corriera y no se hallara a la joven por ningn lado. Cuando ya empezaban sus vasallos a retornar, considerando intil tan fatigosa bsqueda, alguien dio la noticia de que pareca orse la voz de la doncella en el fondo de una prodigiosa gruta cercana a Bolonchn. Presto fue all el guerrero con toda su gente; penetr por un estrecho y pendiente sendero que empezaba a descender desde la boca de la gruta, abierta entre las peas, y se encontr de pronto con un hondo precipicio, en cuyos bordes se apoyaban enormes salientes de las rocas que parecan ms bien columnas de cristal y brillaban fantsticamente al resplandor de las antorchas que llevaban. Callaron todos; en vano trataron de encontrar un camino para llegar al fondo de la cueva; las luces de tantas antorchas se disipaban en la inmensidad de aquellas tinieblas, pero se oa rumor de alguien que estuviera o se agitase en el fondo de la gruta. Mand el jefe cortar rboles y lianas de los bosques y traer cordeles de "yax-ci" para juntarlos, mand tambin que todos vinieran a ayudarlo en su tarea y el pueblo trabaj noche y da en construir una gigantesca escalera para que el aguerrido mancebo pudiera bajar hasta el fondo de la caverna y contemplar a la ansiada doncella de sus sueos y duea de su corazn. Cuando estuvo terminada, despus de sufrir indecible fatiga, baj el guerrero seguido por las mujeres y los hombres del poblado. A la luz de las antorchas, se extasiaron todos al contemplar a la hermosa doncella, que fue conducida entre aclamaciones hasta el pueblo. Volvi a l la alegra, la tranquilidad, la vida; sus habitantes, desde entonces la veneraban y le rendan el culto que a sus dioses, porque bastaba su presencia para reanimar lo que estaba casi muerto, cual si un hechizo divino fluyera a cada paso de la virgen amada. Ya nada importaba que en los pozos del pueblo se agotara el

precioso lquido que fuera motivo de sus sufrimientos, ni que CHAC dejara de retumbar en las alturas para romper las nubes y hacer bajar el roco de los cielos; para eso haba bajado el guerrero a las profundidades de la gruta, a arrancar a esa madre celosa que es la tierra, la hermosa doncella que haba escondido en sus entraas; el agua, a la que haba encontrado el mancebo en siete estanques formados en la roca, que desde entonces se llama CHACHA o agua roja, PUCUELHA o reflujo, porque es fama que tienen olas como el mar y que es preciso acercarse a l en absoluto silencio, porque al menor ruido el agua desaparece; SALLAB o salto del agua; AKABHA u obscuridad; CHOCOHA o agua caliente, por la temperatura que sta guarda; OCIHA, por el color de leche que tiene el agua, y el ltimo CHIMAISHA, por ciertos insectos llamados chimais que abundan en l. Desde entonces tom tambin este maravilloso DZNOT (centoe) el nombre de XTACUMBIL-XUNAN, o de la Seora Escondida (Del verbo TACUN, esconder y XUNAAN, seora). Viven an en la gruta la hermosa doncella que escondi la tierra a los amores del guerrero maya y a las miradas de todos los hombres, porque ellos tambin la amaron y la seguirn amando en el eterno transcurso de los tiempos. Todava llega hasta all, silenciosamente la sombra del mancebo; oculta por el indescifrable misterio de las tinieblas, para ofrendarle su cario y sentir otra vez el palpitar de su cuerpo y el hechizo inefable de sus frescas caricias.

El Puente de los Perros No viene al caso sealar los defectos de los campechanos, que son muchos, comocorresponde a toda comunidad tropical heredera de una tradicin que le permite vivir a costa del recuerdo; pero tampoco est de ms mencionar que los alegres descendientes de una pintoresca mezcla de indgenas, comerciantes y piratas cultivan algunas virtudes singulares que, en el plano poltico, les han proporcionado siempre una estabilidad envidiable.

Efectivamente, lo que en otros lugares se resuelve por medio de conflictos sangrientos,porque nadie est dispuesto a que su gremio sea humillado y de las discusiones se pasa a las trompadas y a los garrotazos-, en Campeche se trueca en un mimetismo que ya quisiera para su coleto el ms consumado camalen. Y es as como, en tiempo de colonias, los porteos eran peninsularistas, y hasta los caballos pertenecan al partido espaol; en la poca de la efervescencia insurgente, eran casi rebeldes; bajo la Repblica, republicanos; durante el efmero imperio de Iturbide, monrquicos; y, cuando se enteraron de que la estrella del futuro Su Alteza Serensima empezaba a fulgurar, se declararon satanistas. Esto ltimo no obsta para que, en 1830, y para evitar fricciones innecesarias y tpicos mal entendidos, los campechanos fuesen paulistas; por aquello de que el comandante militar de la plaza, cuado del esforzado caudillo veracruzano, se llamaba Francisco de Paula Toro, y porque sonaba ms eufnico ese trmino que el de toristas.

Don Pancho, en su calidad de jefe castrense de Campeche, no se sabe si poseaatribuciones administrativas propias del poder civil o se las tomaba por su cuenta; pero el hecho es que comparta la autoridad con el gobernador Don Jos Segundo Carvajal quien, nada celoso de los militares, prefera dejar a Don Francisco actuar, toda vez que el coronel se distingua por su espritu de progreso. Pues bien, quiz procurando la ventura de los campechanos, o por dar satisfaccin a los deseos de su mujer, la virtuosa Doa Mercedes Lpez de Santa Anna de Paula Toro, que gustaba de los paseos dominicales en el campo, hte que el comandante dispuso un da construir un puente sobre el canal de desage del suburbio de Santa Ana, vecindad a la que Doa Mechita le tena particular afecto nacido probablemente de la homonimia.

Recibi el encargo de realizar la obra el afamado alarife Don Jos de la Luz Sols, quefue tambin al arquitecto de la Alameda; y en pocos meses, gracias al empeo y la diligencia del experto maestro, el puente qued casi listo. Como se anot Doa Mercedes era aficionada a pasear por la campia; y en cierto ocasin lleg, en compaa de su marido, a inspeccionar los trabajos del puente. La seora se mostr entusiasmada con la mejora material, y crey prudente comentar que, adems de que sera de indudable beneficio para los habitantes del barrio, a ella le servira de viaducto para disfrutar de un acogedor rincn de descanso en medio del monte. Examinando lo contrado, atrajeron su atencin los cuatro extremos en que el puente remataba, por lo que pregunt al alarife: -Quiere usted decirme, Don Pepe, para qu son los remates del puente? -Tengo instrucciones de mi coronel aqu presente contest el aludido-, de colocar sobre los remates cuatro hermosos pebeteros, que han pedido a Mxico y se encuentran ya en

camino, y que simbolizarn respectivamente el fuego inextinguible de la ciencia, del arte, del pensamiento y del amor.

Despus de or tales palabras, la seora de Torno no pregunt ms, pero guard unsilencio reflexivo.

Transcurridos algunos das doa Mercedes, acompaada de un aya, se ape de sucarruaje frente al puente en ejecucin, y tras ella bajo un mocetn que a duras penas sostena una tralla a la que estaban sujetos dos magnficos e imponentes mastines.

Dirigindose a Don Jos de la Luz, la primera dama interrog: -Qu le parecera lasestatuas de Anbal y Alejandro para rematar el puente? A lo que respondi Don Jos: -Seora, creo que seran unos remates admirables; y, por otra parte, estaran acordes con la profesin de mi coronel, ya que tan augustos personajes fueron grandes guerreros. Dijo Doa Mechita: -No me he explicado claramente, Don Pepe; yo no estoy hablando de esos conquistadores franceses (Doa Mechita no era muy versada en historia universal) sino de perros, los que ve usted aqu; no cree que quedaran soberbios como remates del puente?. Aunque cortesano, el seor Sols, que comprendi la intencin de la de Toro, se atrevi a replicar: -Pero, Doa Merceditas! No pretender usted que se modifique el proyecto de mi coronel! El ha dicho que los pebeteros adornarn el puente, y que sern el smbolo de la constante aspiracin de los campechanos, no importa que sean de este barrio, hacia lo alto! Adems, los pebeteros llegarn en el prximo barco! -Mire usted, Don Pepe repuso Doa Mercedes-, yo respeto mucho a mi esposo y sus ideas, pero tambin adoro a mis perros; y se me ha ocurrido que especmenes de raza tan pura y majestuosa como Anbal y Alejandro deben pasar a la posteridad, y nada mejor para ello que aprovechar los remates del puente. Y agreg: -Le ruego, y conste que no acostumbro hacerlo, que en lugar del proyecto original, usted que es un escultor consagrado, se ocupe de modelar cuatro figuras de mis mastines en actitud de ladrar, para que, ya puestos en su sitio, ejerzan la vigilancia permanente de la ciudad. Estoy segura de que de sus hbiles manos saldrn los perros ms bellos que jams ha esculpido ningn artista!.

Halagado por haber sido ascendido de albail a escultor, Don Jos de la Luz ya noresping, y prometi a Doa Mercedes que atendera su splica.

Gananda la escaramuza por el lado del obrero, la dama se encamin a ver a sconsorte; y ya de frente a l le dijo estas palabras, despus de haber preparado con un carioso beso: -Panchito, hoy recib carta de mi hermano Too, y me ha recomendado que yo te salude con un fuerte abrazo. De esas cosas de poltica que no entiendo, dice que pronto substituir al general Bustamante (ste era, en 1830, el Presidente de la Repblica), y que yo te lo informe. Y tambin pregunt por Anbal y Alejandro, los que, recordars, l me obsequi; y me dice que le agradara especialmente que se pusieran esfinges de los mastines en el puente en construccin. Don Francisco: -Mechota, querida ma, no faltaba ms! No era necesario que le hablaras a Antonio del puente; basta que tu voluntad sea que las estatuas de tus perros se coloquen all para que se cumpla tu deseo; y as se har. Pensndolo bien, sern ms artsticos los canes como remates del puente que los pebeteros. Ah! Y cuando le

escribas a tu hermano, dile que no se olvide de nosotros.

En esa forma, Anbal y Alejandro, reproducidas por partida doble, quedaronperpetuados en piedra en el puente del cuento; aunque no salieron imponentes de la mano del escultor; ni su actitud se antoja de ladrido vigilante sino de lgubre lamento causado por la visin de un alma en pena.

El puente fue inaugurado con el nombre de Puente de la Merced, segn una placaconmemorativa en la que se lee la siguiente inscripcin: Ao de MDCCCXXX. Se construy este puente con el ttulo de la Merced de Santa Ana, bajo la direccin del Alarife D. Jos de la Luz Sols.

El gobernador Carvajal mand poner otra placa en el ya desde entonces llamadoPuente de los Perros, con la siguiente leyenda: MDCCCXXX. Se hizo por disposicin del Seor coronel C. Francisco Toro, habiendo contribuido en unin de todo el partido, esta benemrita guarnicin gratuitamente a su construccin y la de la alameda. A pueblos tan virtuosos militares tan recomendable, Jos Segundo Carvajal reconocido, dedica este documento. Fuente: Libro LEYENDAS APOCRIFAS Folklore Campechano Autor: Guillermo Gonzlez Galera Editado por el Depto. de Difusin Cultural de la Universidad Autnoma del Sudeste Septiembre de 1977

De Lo Que Sucedi en la Explanada de San Juan Pues, seor, haba en Campeche, en la poca en que se construan las murallas, unespadachn de nombre Cosme de Santaclara. Este caballero, miembro de una familia pudiente de la poblacin, tena fama de terrible. Y he aqu por qu lo era. Ocurra entonces, como ocurre hoy y continuar ocurriendo siempre, que los hijos de familias pudientes se marchaban a estudiar al extranjero, que para nuestros abuelos era Espaa. Y como los padres de Cosme podan lo enviaron a Espaa a educarse. El mimado jovenzuelo, por supuesto, no estudi ni por asomo, y en la nacin de Cervantes se dedic a los menesteres a que se dedican los golfos que huyen de su pas en busca de cierta cultura: la vagancia y la mala vida. Y aunque se llen de vicios, tambin adquiri una espada que le rob a un compaero de aventuras. Y cuando el malandrn le fue imposible ya sostenerse en Iberia, regres a su puerto natal, con la espada al cinto.

Cmo enga Cosme a sus progenitores en lo que toca a su estancia en Espaa. O cmoellos quiz le perdonaron su barrabasada al hijo de sus entraas, no lo consigna la historia ni es material del presente captulo. Pero lo que s trascendi y pertenece a este veraz relato es que, ya en Campeche, el estudiante fracasado paseaba por todas partes con la espada. El matasiete, naturalmente, no conoca la esgrima ni siquiera por los libros, que nunca ley; pero como era nido de embustes, no se le dificult convencer a los crdulos campechanos que l era un experto esgrimista. Y Don Cosme de Santaclara se convirti en un personaje de leyenda. Se hablaba de que en Europa se instruy con los grandes maestros del florete, y que en diversos certmenes haba puesto la muestra a los europeos de lo que son capaces los americanos con una espada en las manos.

No dej Cosme de capitalizar la estimacin y el respeto que por l sentan losbienintencionados porteos. Y de sus falsas dotes de espadachn uni las de Casanova. Y muchos maridos de la ya casi urbe intramuros tenan que hacerse de la vista gorda cuando se topaban inopinadamente en su casa con el de Santaclara, en compaa de su consorte por aadidura, pues pensaban para sus adentros que es mejor ser marido burlado, pero vivo, que un digno reivindicador de la honra de su caramitad, pero difunto. Y Cosme recorra las alcobas de la prximamente murada fortaleza como un emir su harem.

Extramuros, entre la floresta que creca en esos tiempos en los alrededores, habitaba unafamilia de campesinos que tenan por hija a una beldad. Esta belleza, a la que llamaremos Irene, estaba comprometida para casarse con un zagal de nombre Jos.

Pero quiso que un da, respirando el aire puro de las afueras, Cosme recalase por el rumbodo se levantaba la vivienda de Irene, yq eu la bella se hallase a la puerta de su cabaa contemplando el horizonte. Y descubrir Cosme a la muchacha y prenderse de ella fue todo una misma cosa.

El galn empez a asediar a Irene. Pero la joven, que, como mujer de pueblo, valoraba elhonor femenino como si fuera joya preciosa y adems le profesaba un sincero cario a su prometido, puso a ste al tanto de lo que aconteca. Jos, que era de genio violento, quiso arrebatar un machete para enfrentarse al insolente. Mas Irene, preocupada por su futuro

compaero de penas y alegras con cuerdos razonamientos lo persuadi a emplear la circunspeccin porque Cosme, como todo el mundo afirmaba, era el mejor espada de cien leguas a la redonda, de manera que dara buena cuenta de un infeliz machetero. Eso s dijo la eva-, procura reclamarle su conducta para que no crea que yo me rendir a l, y as ya no me importune ms.

Jos esper a Cosme en su ronda diaria por el predio de Irene. Y habindole identificado,le sali al paso, dirigindose a l con estas palabras: -Seor de Santaclara, disclpeme usted, pero quiero suplicarle que no siga molestando a mi novia. -Qu decs, campesino?-, respondi Cosme, que se las daba de elegante y perito en el uso de la lengua al estilo de la Madre Patria. -Que mi novia me ha dicho que usted la pretende, y le pido que la deje en paz-, replic Jos algo amoscado. Entonces Cosme, irguindose en su vanidad de conquistador y empuando el pomo de su espalda, exclam: -Alto ah, palurdo! Cmo os atrevis a insultarme? No sabis quin soy? No ha nacido todava el que me prohiba hacer lo que me venga en gana! Irene ser para m i no sois vos quien ha de impedrmelo! Y quitos de mi presencia antes de que yo pierda la paciencia!

Jos no pudo contenerse ms y se arroj sobre el petimetre; pero ste lo esquiv, y elcampesino que, segn se entiende, no era ningn cobarde, dio con sus huesos en la tierra. No se haba incorporado an cuando sinti sobre sus costillas la fra punta de la espada, y oy a Cosme gritar: -No intentis moveros o sois hombre muerto! De que no sois de mi alcurnia, os brindar la oportunidad de defenderos en el campo de honor!.

Esto diciendo, le propin al cado una bofetada y agreg: -Os guardar maana antes delalba, con vuestros padrinos, en la explanada de San Juan! Y contonendose como un campen olmpico, se alejo de all.

Intil es declarar que Jos, iracundo y humillado, exbera mataros al momento por vuestraosada, pero aun experiment el impulso irresistible de alcanzar al pisaverde y cobrrsela; pero el amor a la vida y a Irene le aconsej prudencia; y tambin el recuerdo de la helada punta de la espada.

Al siguiente da, a la hora fijada, apareci Jos en la explanada de San Juan flaqueandopor otros dos labradores, fornidos gaanes, que fungiran como padrinos. Cosme, que esperaba haca rato en el lugar del duelo, al ver a Jos coment despectivamente: -Aj, por fin llegis! No niego que sois valiente, a pesar de comprender que dentro de algunos minutos seris ya cadver. Y me place que vuestros padrinos sean de vuestra calaa. Ea, pues, a lo que hemos venido! Porque tengo una cita con Irene despus de que os atraviese el corazn! Los padrinos procedieron al examen de las armas que los contendientes usaran en el encuentro; y luego de que Santaclara exhibi con aspavientos y frases de suficiencia su brillante y hermosa espada, reparando por primera vez en que el montuno no portaba ni pual, pregunt: -Y con qu combatiris, pobre diablo? -Con esto!-, repuso Jos, al tiempo que, abriendo una caja que le ofreci uno de los padrinos, extraa de ella un imponente garrote. Y no repuesto an de la sorpresa, Cosme

recibi un garrotazo inicial. Y detrs cuarenta ms. Y, como ya sospechaba el lector, la espada no le sirvi al espadachn para nada, porque la verdad es que ignoraba completamente como manipularla. Al mirar a su ahijado en estado parecido al de Don Quijote tras el tratamiento que le propinaron las cabreros, los padrinos de Cosme quisieron ir en su auxilio. Pero entraron en escena los padrinos de Jos y, armados tambin con garrotes, arremetieron contra los socorristas, que, no deseando sufrir el destino del Don Juan, emprendieron veloz carrera a todo lo que daban sus piernas para conjurar el peligro.

Varios meses estuvo Cosme pagando el precio de su bravuconera imposibilitado paracaminar. Y cuando, ya algo recuperado, comenz a sentarse a la entrada de su casa para tonificarse con la luz del sol, un da fue visitado por un grupo de maridos ofendidos que, informados del castigo que le obsequi Jos, y ya seguros de el embaucador era solo un fanfarrn aprovechado, le administraron otra tupida paliza. Y como el nmero de los esposos burlados no era escaso, no transcurra semana sin que el Casanova desacreditado recibiese su tunda reglamentaria. Hasta que sus padres, que conocan la piel del hijo que Dios les haba mandado, lo remitieron de nuevo a Espaa para salvarle su perra existencia y para que, ahora si, se dedicara a estudiar.

Y as termin el episodio de la explanada de San Juan, en el siglo glorioso en que seerigieron las inexpugnables murallas de la muy noble y leal ciudad de San Francisco de Campeche. Fuente: Libro LEYENDAS APOCRIFAS Folklore Campechano Autor: Guillermo Gonzlez Galera Editado por el Depto. de Difusin Cultural de la Universidad Autnoma del Sudeste Septiembre de 1977

La Iglesia de la Ermita La iglesia de la Ermita, emplazada en el barrio de San Francisco, fue construida bajola advocacin de la virgen Mara con el nombre de Ermita de Nuestra Seora del Buen Viaje. En la poca en que fue edificada, dicha iglesia que entonces era un pequeo adoratorio, se hallaba fuera del permetro del puerto, a considerable distancia del centro de la poblacin, y al comienzo de la va de herradura que los lugareos bautizaron con el nombre de Camino Real. Y he aqu la historia de ese templo.

A mediados del siglo XVII resida en la villa campechana un caballero llamado GasparGonzlez de Ledesma, que se contaba entre los miembros ms conspicuos de la elite local. Hombre acaudalado, su personalidad se manifestaba de acuerdo con su favorable condicin econmica. Sustentaba Don Gaspar un criterio que hoy se calificara de pragmtico, pues entre diversas concepciones, fruto de su manera de apreciar las cosas, sostena la opinin de que la vida pertenece a los audaces. Tpico de aquel rico hombre era el punto de vista de que la modestia slo conduce a frustaciones y lgrimas; y deca que los pobres lo son por sus titubeos y miedos, que les impiden aprovechar las oportunidades que se les ofrecen. Como se comprende, Don Gastar nicamente respetaba a sus iguales; y a los humildes y desposedos los ignoraba, si no es que senta haca ellos un profundo desprecio.

En materia de religin, Don Gaspar no era precisamente un ateo, pero tampoco sedistingua por su piedad; y aunque por precaucin no externaba sus convicciones en este terreno, dadas las costumbres imperantes, a su juicio la oracin y las prcticas del culto representaban frusleras y, segn l, constituan el refugio de los pusilnimes y fracasados.

Cierta vez, el caballero de nuestro relato, despus de una jornada de lucrativosnegocios que realiz en varias ciudades de Espaa, se embarco en Cdiz para retornar a Campeche. En la nao viajaban, como compaeros de travesa de Gonzlez, individuos de distintas nacionalidades y oficios que se dirigan a Amrica ya sea para ocupar una vacante disponible en la administracin colonial; ya para emprender una industria que sirviera para aumentar, mediante la explotacin de las fabulosas riquezas americanas, los dividendos del comercio proteccionista de la Metrpoli; ya en plan de simples aventureros. Entre aquellos pasajeros figuraba un fraile que marchaba al Nuevo Continente en misin evangelizadora. Era el tal un ser menudo, apergaminado y enjunto, que en la nave se mantena apartado de los dems. Este hombre de Dios, a pesar de su sencillez, atrajo la atencin de Don Gaspar, quien le busc conversacin. El hermano, a quien nombraremos Fray Rodrigo, no era lo que pareca, pues caus en el de Ledesma la mejor de las impresiones tanto por su sabidura como por su conocimiento del mundo y, especialmente, por su filosofa inspirada en la fe y las Sagradas Escrituras. No dej Fray Rodrigo de percibir que se las haba con un descredo, y se las ingeni para iniciar su labor catequizadora atacando la muralla de soberbia encarnada por Don Gaspar.

Durante el trayecto, el burgus observ que el clrigo casi no tomaba alimentos, que

sistemticamente rechazaba los que consuman la tripulacin y los otros viajantes, y que, para subsistir, usaba exclusivamente agua, miel y frutas secas que guardaba en su zurrn. Adems, el ricachn vio que Fray Rodrigo era un devoto de la Santsima Virgen Mara, cuya imagen llevaba en el relicario. Y como se estableci alguna camadera entre los dos personajes, en una ocasin dijo Don Gaspar al fraile: -Hermano, vuestro estilo de vivir es una prueba de que yo tengo razn y que vos estis totalmente equivocado. Por qu hablis as?-, pregunt Fray Rodrigo. -Porque es evidente que no comis porque estis enfermo o porque sois pobre. En cualquier caso, vuestra situacin procede del oficio a que os dedicis, pues no hay otro ms triste y contrario a la naturaleza que el de fraile. Quin puede estar a gusto con nada si constantemente sufre privaciones y el escarnio de la gente, adems de estar incapacitado para luchar por los bienes que hacen agradable la vida? -No os expresis as, hermano repuso el misionero-, pues blasfemis. Considerad que yo escog la carrera de sacerdote por mi voluntad; y, por otra parte, habis de saber que la Madre de Dios ha sido siempre mi bienehechora, como lo es de todos los hombres, y esto se refiere tambin a vos. -Pamplinas! respondi Don Gaspar-. Hasta ahora me he bastado sin nadie; y yo os garantizo que jams necesitar ayuda de ningn santo, que por lo dems no entiendo cmo pueda prestarme auxilio alguno. Entre los humanos, padre, nicamente cuentan la iniciativa y la astucia, aunque vos pretendis que recibimos asistencia de arriba. Yo os aseguro que slo el poder de un hombre es superior al de otro hombre.

Y en plticas de este cariz iba transcurriendo el largo recorrido. Pero una maana el capitn de la embarcacin advirti a los pasajeros que seaprestaran a resguardarse porque en el horizonte se avizoraban seales de tormenta. Efectivamente, al atardecer los signos del temporal se afirmaron, y al entrar la noche se desat una furiosa tempestad. La marejada sacuda la base zarandendola como un juguete, y altas olas barran la cubierta y los compartimentos del bajel. Y, en vista de que a medida que las horas pasaban la tormenta arreciaba, el capitn dispuso evacuar el barco que, por los embates del huracn, estaba a punto de zozobrar. Mas no fue posible cumplir la orden transmitida, Una sucesin de olas gigantescas se abati sobre el navo que, al quedar sin equilibrio, naufrag y fue despedazado por la potencia del terrible maremoto.

Mientras la tempestad continuaba azotando los restos del buque, los desdichadosocupantes del mismo, incapaces de ponerse a salvo, desaparecan tragados por el mar. Solamente el solitario fraile super el desastre, pues, con mprobos esfuerzos, haba logrado abordar unos maderos que, a modo de improvisada balsa, le sirvieron para no se arrastrado por la vorgine al fondo del ocano. Fray Rodrigo, recobradas sus energas, oteaba alrededor suyo para ver de descubrir a algn sobreviviente y tratar de ayudarlo. Pero todo era en vano. El mar haba absorbido a los navegantes. Sin embargo, un golpe de las olas estrell contra las tablas un cuerpo, y el misionero, con peligro de perecer en el maremgnum, lo aprision por un brazo. Y depositndolo sobre la balsa, que a cada minuto amenazaba irse a pique, reconoci, al destello de los relmpagos, al rescatado: Era Don Gaspar Gonzlez, aquel que pensaba que el mundo pertenece a los poderosos!.

La tempestad amain; y mientras el sacerdote, rezaba sus oraciones fnebres por elalma del comerciante, ste exhal un gemido. An viva! Inmediatamente Fray Rodrigo extrajo de su zurrn pcima que dio a beber al semiahogado, y segundos ms tarde Don Gaspar vomit una tremenda cantidad de agua salada. Ya algo reanimado, el fraile administr unas gotas de vino gracias a las cuales recobr la lucidez. Y su sorpresa no tuvo lmites al saberse ileso en el centro del Atlntico y al lado del franciscano!

En los das que siguieron de nufragos, sometidos a la accin del inclemente sol ymovindose lentamente a la deriva, se mantuvieron con la parca racin que el padre Rodrigo transportaba en su bolsa de peregrino. Hasta que las provisiones se agotaron. Y entonces el hombre fuerte, el que siempre se haba burlado de los dbiles y los pusilnimes, se entreg a la desesperacin. -Qu vamos a hacer, hermano Rodrigo? Moriremos de hambre y de sed! Yo no quiero morir!- gritaba. A lo que el religioso contestaba: -Tened fe en Dios y la Virgen, seor de Ledesma! No ganis nado con quejaros. Si creis en la potestad divina, rogad de todo corazn por vuestra salvacin, y yo os juro que aun acariciaris a vuestro nietos.

Para colmo, una segunda tempestad estall sobre los desgraciados; y, debido a lairresistible vendaval que soplaba, la balsa se abri por la mitad, con lo que en su superficie ya slo haba espacio para uno de ellos. Don Gaspar, trmulo de espanto, se aferr al madero. Y, antes de perder el conocimiento, escuch lejanamente la voy del fraile, que le deca: -No temis, infeliz Don Gaspar. Ahora comprobaris que nuestra Madre nunca abandona a sus hijos. Slo os pido que elevis vuestras plegarias a la Santsima Virgen, y confiad en que saldras de esta calamidad.

No supo Gonzlez cunto tiempo estuvo inconsciente; pero, al despertar, se encontren tierra, en una playa desierta a ala que haba sido arrojado por la resaca. Quiso incorporarse, pero a extenuacin se lo impidi. Y, al repetir su intento, de su diestra resbal un relicario en el que reconoci el que llevaba al cuello Fray Rodrigo. Una especie de luz cegadora ilumin el descernimiento del infortunado, y a su mente acudieron en tropel las escenas ocurridas en el viaje y los dantescos acontecimientos de la tormenta. Aquilat hasta la ltima raz de su espritu el desprendimiento del franciscano, que se sacrific para que l el altivo Gonzlez de Ledesma, se librara de los horrores de la muerte. Y cay desmayado. Personas bondadosas que hallaron exnime nufrago se encargaron de proporcionarle los cuidados necesarios para su restablecimiento. Y, ya suficientemente fortalecido, le suministraron los medios para trasladarse de Cuba, la tierra a donde providencialmente haba sido lanzado por la borrasca, a Campeche.

De ms esta decir que Don Gaspar lleg al puerto transformado, y fue su cambio tancompleto que sus amigos apenas le identificaron: la soberbia se haba trocado en mansedumbre, y la ostentacin de antao se mud en humildad. Obedeciendo a un impulso sobrenatural, vendi su patrimonio y el producto lo distribuy entre los pobres.

Y con una parte de lo obtenido mand construir la capilla que, a ruego suyo, fuepuesta bajo la advocacin de Nuestra Seora, consagrndose en el altar la imagen del

relicario de Fray Rodrigo.

Finalmente, Don Gaspar solicit ser designado guardin del templo; y, satisfecha supeticin, visit el burdo hbito del ermitao que, socorrido por la caridad pblica, termin sus das en olor de santidad en calidad de siervo de Nuestra Seora del Buen Viaje. Fuente: Libro LEYENDAS APOCRIFAS Folklore Campechano Autor: Guillermo Gonzlez Galera Editado por el Depto. de Difusin Cultural de la Universidad Autnoma del Sudeste Septiembre de 1977

El Tesoro del Pirata Una noche del mes de Abril del ao de gracia de 1592, desembarc en las playas deCampeche un grupo de personajes misteriosos. La maniobra ocurra en la zona de los manglares, que ahora se hallan a un paso de la ciudad, pero que, en aquel entonces, estaban a considerable distancia del pequeo puerto y se perdan en la espesura tropical caracterstica de la regin.

La del desembarco era tierra de nadie, y la selva que all creca propicia paradisimular diligencias de forajidos. De ms est anotar que el silencio reinaba en el lugar y que, a excepcin de las figuras que se agitaban en la playa, ningn otro ser humano poda localizarse a esas horas en las cercanas, ya que aquellos andurriales permanecan desiertos incluso de da. El grupo llegado del mar en la negrura de la noche lo componan cuatro sujetos; y, quien hubiera sido testigo de lo que aconteca, habra observado que dos de los personajes, por su atuendo y sus gestos, no eran sino filibusteros, y los dos restantes, prisioneros que los bandidos haban adquirido en alguno de sus abordajes ocenicos.

Habiendo amarrado el bote en que desembarcaron, los cautivos, en acatamiento a lasrdenes de los piratas que, sable en mano, dictaban peretorias disciplinas, pusironse en marcha hacia el interior cargando sobre sus hombros dos enormes cofres que, a juzgar por el lento paso de los porteadores, haban sido llenados a toda su capacidad de peso de varias decenas de kilos. La caravana se intern en la jungla y a poco arrib a las faldas del cerro en donde posteriormente fue construdo el castillo de San Jos el Alto, subi por una vereda y desvindose en la cima se dirigi a un emplazamiento en que, traspuesto en seto de arbustos, apareci la boca de una caverna. Los piratas, que, por la seguridad con que se movan en medio de la obscuridad en esos parajes, indudablemente estaban familiarizados con la geografa del sector, mandaron a los cargadores penetrar en la gruta; y, caminando durante varios minutos por los pasillos de la misma y alcanzando un punto alejado de la entrada, ordenaron detener la marcha y depositar la carga en tierra.

El lector habr comprendido ya que los cofres contenan oro y joyas en gruesascantidades, producto de las depredaciones de los asaltantes, y que, siguiendo una tradicin practicada en la hermandad, los ladrones del cuento haban llevado al sitio mencionado su botn para enterrarlo all y agregarlo al caudal que peridicamente haban ido depositando en el refugio. Con los picos y palas que transportaron, los prisioneros, cumpliendo las indicaciones de sus captores, se dedicaron a cavar apresuradamente en el piso; y al cabo de una hora haban abierto ya una oquedad suficientemente amplia para recibir el precioso cargamento.

Mientras los cavadores transpiraban copiosamente despus de terminada su rudatarea, el que se conduca como jefe, examinando la hondonada abierta, exclam satisfecho: -Habis hecho un buen trabajo por lo cual os felicito. Estoy contento de vosotros y, para demostraros mi reconocimiento, os permitir que descansis para ahuyentar todas las fatigas que os hemos obligado a pasar.

Y, esto diciendo, lanz una sonora carcajada que retumb diablicamente en la cueva.Los desgraciados presos se dieron cuenta de la sorna con que hablaba el desalmado solamente cuando vieron que se apoderaba de las pistolas que llevaba en bandolera sobre el pecho, y un rayo de luz ilumin sus embotadas conciencias: estaban condenados a muerte!

Luego de asesinar a sangre fra a sus vctimas, los truhanes arrojaron los cadveres alfoso preparado para el tesoro, bajaron los cofres colocndolos sobre los cuerpos sin vida y procedieron a ocultar los vestigios de su fechora rellenando adecuadamente, con la tierra extrada, el marco de los acontecimientos.

Regularmente, en el transcurso de tres aos, se repitieron escenas semejantes a ladescrita; de manera que la caverna de la historia se almacenaba ya, en el subsuelo, una fortuna respetable, de cuya existencia nicamente los dos piratas del presente relato posean el secreto. Y en el ao de 1595, haca el mes de Diciembre, encontramos nuevamente a los dos pillos, en el camarote del jefe, poco despus de haber obtenido un cuantioso botn arrebatado a una nao mercante que, pertrechaba con una fuerte dotacin de oro en barras, se diriga de Veracruz a Espaa y ahora yaca en el fondo del Golfo.

Deca el cabecilla: -ye bien, dinamarqus: Como t me has sido fiel en las buenas y enlas malas, aunque sea yo un villano tengo tambin corazn, y quiero confiarte que ste ser nuestro ltimo viaje a Campeche. Has de saber que maana, despus de desembarcar y ejecutar lo acostumbrado, no volveremos a la nave. Proyecto establecerme en ese puerto como un honrado burgus, por lo cual tengo con qu. Y, por supuesto, tu, que has sido mi compaero leal, compartirs mi hacienda, pues no soy ingrato, para que te instales donde te plazca.

A lo que el dinamarqus respondi: -De acuerdo, capitn, y no puedo menos queagradeceros vuestra generosidad y alabar vuestra decisin. Estoy presto a obedeceros como siempre. Pero no creis que la tripulacin entrar en sospechas cuando no nos vea regresar? -Ca! Descuida! Nuestros amigos tienen cuenta con la justicia, igual que nosotros, aunque hasta hoy no hayamos sido identificados; y si no nos ven volver, pensarn que las autoridades nos descubrieron; y, para evitarse dificultades, zarparn olvidndose de nosotros.

El dans conociendo la mentalidad bucanera, entendi que su jefe deca la verdad, yrespondi: -Tenis razn, capitn. Nuestros hombres no querrn sacrificarse por vos, pues por algo son piratas, a pesar de que siempre habis tratado equitativamente en todo. Y no dudo que, convencidos de que camos en manos del verdugo, no desaprovecharn la oportunidad para aduearse de vuestro velero creyendo que son muy listos. -Adelante, pues! dijo el jefe-. Y no se hable ms del asunto.

Al da siguiente, los bandidos desembarcaron en el sitio habitual y ordenaron a susprisioneros marchar al escondite del tesoro. Ya en la gruta, abierta la cavidad para depositar el botn, el capitn sac las pistolas para despachar a los infortunados porteadores; pero, al pretender disparar, las armas no funcionaron. Reaccionando, los

prisioneros, quisieron escapar, pero fueron bloqueados en su intento de fuga por el dans que, de certeros mandobles, envi a los indefensos al otro mundo. -Bien hecho, dinamarqus! grit el capitn-. Y ahora procedamos a sepultar a stos y repartirnos el tesoro para avecindarnos en Campeche. -Un momento, capitn! Vos no iris a ninguna parte! dijo el dans-. Tiempo ha que esperaba una ocasin como sta, y ahora que se presenta no voy a desperdiciarla!. -Qu quieres decir, insensato?-, rugi el jefe. -Quiere decir, capitn repuso resueltamente el dans-, que si creis en Dios o en el diablo rezad vuestras oraciones a cualquiera que os convenga, pues ya sois hombre muerto.

Y vaci sus pistolas sobre el sorprendido filibustero, que rod exnime a los pies delfacineroso.

Varios aos despus, un personaje de rostro curtido por el sol, que haba llegado alpuerto en calidad de gran seor, contrajo matrimonio con una hermosa y aristocrtica dama. Y, aunque por lo bajo se comentaba que el personaje tena modales de rstico, que salpicaba su conversacin con juramentos de mozo de cubierta y que, adems de insolente, acusaba feroz aspecto, su riqueza garantizaba su elevada alcurnia. Y los desposados fueron el tronco de una de las ms linajudas y renombradas familias que hubo en Campeche durante el perodo colonial. Fuente: Libro LEYENDAS APOCRIFAS Folklore Campechano Autor: Guillermo Gonzlez Galera Editado por el Depto. de Difusin Cultural de la Universidad Autnoma del Sudeste Septiembre de 1977

El Espectro de la Puerta de Tierra-Dme otro atolito, mam Rita, pero bien caliente; usted quiere otro compa?. -Si compadre; y pngale bastante canelita, mamita, que as me gusta ms.

Este dilogo tena lugar frente a la Puerta de Tierra, bajo el portal que existe en esabarriada. Mam Rita era una viejecirta que, durante aos, haba vendido atole, tamales y dems antojitos a los parroquianos que frecuentaban el sitio, centro del movimiento comercial de la ciudad, que constitua una de las entradas y salidas hacia el interior. El portal estaba acondicionado como mesn rstico, y sus mesas casi siempre las ocupaban viajeros, negociantes y personas que disfrutaban contemplando la actividad que all se desplegaba.

A la hora en que conversaban los actores de esta historia, alrededor de la media noche,escasos clientes haba en el mesn y ya no se vean transentes en la calle. El vigilante cabeceaba sentado sobre un madero adosado al portaln, y a la luz vacilante de los mecheros se adivinaba el perfil de la muralla. Los trasnochadores de marras, estimulados con el calor del atole e incitados por la soledad reinante, derivaron en su pltica al las consejas de ultratumba Ya estar por llegar el voln de Hampolol? -Por qu pregunta, compadre? -Le dir compa. Es que me acuerdo de que, cuando yo haca viajes por esos pueblos, una vez me pas algo que, nada ms de pensarlo, me pone la carne de gallina -A ver, a ver, compadre, cunteme, cunteme. -Pues si, compa, de esto ya hace algunos aos. Ms o menos como ahora, vena yo de Bolonchenticul por el camino que usted seguramente conoce, con ms piedras que el pellejo de un atacado de viruelas. Por suerte no era poca de lluvias, porque de haber sido as no estara yo contndoselo. --Siga, siga, compadre, que se pone interesante! -Pues, como le deca, vena por el bendito camino, cuando de repente veo adelante, como a unas cincuenta varas, una lucecita. Aunque yo no soy miedoso, como usted sabe, compa, me prepar por si se trataba de un salteador. Pero, mientras me acercaba, empec a sentir que me temblaban las piernas. Yo no soy supersticioso, compa; pero como uno oye tantas cosas, pues pens, a lo mejor es un espanto; porque dicen que as se tiembla cuando se aparece un alma. De todas maneras armndome de valor segu por el mismo camino, pues no haba otro, hasta que llegu a la lucecita. Y no lo va usted a creer, compa; haba un hombre todo vestido de negro, acurrucado junto a la lucecita, al que yo no poda distinguir desde lejos; y, al querer bajarme para ver en que poda ayudarlo, l alz la vista y......... -Qu pasa, compadre? Se te olvid el cuento? Antes de contestar, el compadre se tom el resto de su atole ya fro, y dijo: -Otro atolito, mam Rita, para que yo me calme! Pero la vendedora ya se haba retirado a descansar de modo que el compadre tuvo que prescindir del paliativo del atole, y prosigui: -Qu va compadre! Si eso no se puede olvidar! Y aqu viene lo mejor! Alz la cabeza

para mirarme, y haga usted de cuenta, compa, las brasas de un fogn, as eran sus ojos, que echaban chispas. Enseguida comprend; Era el demonio, compa! Los caballos se pusieron a relinchar y yo, muerto de susto, no me poda mover! Solamente pude decir: Jesucristo! Y vi cmo el Malo retrocedi tapndose la cara, como si alguien lo estuviese golpeando! Entonces, reaccionando, azuc a las bestias, que emprendieron una loca carrera. Pero felizmente, llegamos al prximo poblado sin novedad. Y se es el cuento, compa; por eso preguntaba yo si habr entrado el voln de Uayamn, no sea que al carretero le paso lo que a m en Bolonchenticul. -Pues, mire, compadre, ahora yo le voy a contar lo que mi me sucedi. Y conste que es la primera vez que lo voy a decir. Entretanto, los conversadores se haban quedado solos en el mesn del portal, y en la calle desierta nicamente se vean las sombras de la muralla alargndose sobre el suelo al resplandor de los hachones colgados de la Puerta de Tierra. -Ah le va el cuento, compadre. Como usted sabe, mi mamacita, que en paz repose, muri hace ya varios aos. Y usted sabe tambin que Dios no nos mand hijos; as que en la casa de usted no vivimos ms que mi mujer y un servidor. Una noche, faltando poco para el cabo de ao de la difunta, fui despertado por alguien que me llamaba. Sacud a Eduviges, que estaba profundamente dormida, para preguntarle si ella me llam; pero su respuesta, con perdn de la palabra, fue un insulto, que no quiero repetir, y sigui durmiendo. Cuando ya volva yo a mi sueo, o de nuevo que me llamaban. Me sent en la hamaca sorprendido, y mir hacia el rincn de donde sala la voz. Y le juro por Dios, compadre, que all estaba mi madre! Ya se imaginar usted que me qued ms mudo que una pared titiritando como un perro empapado. Se dirigi el fantasma a donde yo me encontraba, y me dijo: Hijo, siento asustarte, pero no te voy a causar dao, nicamente deseo que no olvides ofrecerme tres misas por mi cabo de ao, aunque a tu mujer no le agrade. Y te prometo que ya no me volvers a ver. Y se esfum. Al da siguiente puse a Eduviges al corriente de lo ocurrido, pero se ri y me dijo cuatro frescas. Y no se celebraron las misas que pidi mi mamacita. -Y que pas despus, compa? El compadre hablaba tenuemente, y de reojo observaba la calle quieta y obscura. -Pues esto fue lo que pas. Que una noche Eduviges me despert con gritos y, sealando al rincn, tartamudeaba: All, all! Y, efectivamente, era otra vez la difunta.

Dominndome, le pregunt qu quera y ella me record que no me haba ocupado desus misas. Y regres al otro mundo. Como pude, tranquilic a Eduviges, que cay presa de un acceso nervioso, y, luego de una semana de fiebre y convalecencia, fue ella quien me rog que la llevara a la iglesia para solicitar las misas en sufragio del alma de mi mamacita. Y nunca ms he vuelto a verla en el rincn de la casa. Por un instante los dos compadres callaron, pensativos. Y no era que temiesen a lo desconocido; pero no intentaban levantarse de sus sillas. Con aprensin atisbaban hacia la calle que conduca a la Puerta de Mar, oscura como una boca de lobo. De pronto, los alert un ruido que provena del lado oriental de la calle de la muralla.

Pusieron atencin y oyeron pasos: alguien se acercaba. Y no se equivocaban.Sbitamente surgi ante ellos una figura cadavrica que portaba un fretro sobre sus hombros. Sin percatarse de los trasnochadores, el macabro personaje desfil frente a ellos, que no salan de su asombro. El enviado del inframundo se desliz junto al

guardia que dorma plcidamente y se perdi rumbo al castillo de San Juan. -Vmonos, compadre, antes de que regrese!

Pero el compadre yaca en el suelo casi desmayado. El compa sac arrastrado a suamigo de debajo de la mesa y, venciendo su terror, corrieron como venados perseguidos por un cazador.

Una media hora ms tarde volvi a pasar por la Puerta de Tierra, ahora de occidente aoriente, el cadver con su fretro a cuestas. Pero no era ningn fantasma. Simplemente se trataba de Chang, un chino carpintero que haba llevado un atad de regalo a un compatriota suyo porque, como sin duda estar informado el lector, los chinos tienen en gran estima un regalo de esa naturaleza-; pero, por supuesto, el conterrneo dorma a tales horas a pierna suelta, y por esa razn Chang se vio obligado a retornar a su carpintera con el fnebre obsequio.

Pero los compadres ya no visitaron ms la Puerta de Tierra, porque no deseabanrevivir la experiencia de encontrarse con el espectro que, segn ellos, rondaba noche a noche por las calles de la muralla. Fuente: Libro LEYENDAS APOCRIFAS Folklore Campechano Autor: Guillermo Gonzlez Galera Editado por el Depto. de Difusin Cultural de la Universidad Autnoma del Sudeste Septiembre de 1977

El Callejn del Diablo Hasta hace algunos aos exista, a corta distancia de lo que hoy es el centro de laciudad, una estrecha callejuela conocida con el nombre de Callejn del Diablo. La citada va, que empezaba en el descampado de San Martn y desembocaba en la Zanja, consista en un pasadizo sombro bordeado de rboles frondosos y atravesaba un paraje solitario en el que, a modo de vivienda, se descubra una casucha pauprrima habitada por un tsico. Como se comprende, ya sea por el enfermo, por el nombre del callejn o quiz por su lobreguez, el hecho es que poca gente se aventuraba de da por esa ruta; y quien la utilizaba, procuraba salvar su recorrido apresuradamente. Naturalmente, de noche nicamente los temerarios se atrevan a cruzar la tal callejuela; teniendo para ello que valerse de todos sus sentidos, pues despus del ocaso reinaba all una profunda obscuridad.

Y viene el cuento. En cierta ocasin, uno de aquellos bravos que son capaces detragarse el propio diablo volva a casa, luego de una sabrosa pltica con sus compaeros de la ritual tertulia nocturna. Se intern en el callejn y, hallndose casi a mitad del camino, acert a vislumbrar una figura que se apoyaba en el tronco de uno de los rboles mencionados. Tuvo un ligero sobresalto, per inmediatamente se recuper y musti para sus adentros: -Con que forajidos a m, eh? Ahora vers!-. Y empuando las manos, se dirigi resueltamente hace el sujeto. Ya se encontraba a unos metros del individuo cuando, de pronto, se ilumin la escena y surgi ante los ojos del valiente un ser horrendo que rea malignamente. El noctmbulo sinti que la tierra se hunda bajo sus plantas; pero, acicateado por su instinto de conservacin, en lugar de desmayarse se puso pies en polvorosa, logrando as evadirse de una segura desgracia.

La noticia de que el callejn de marras se apareca el demonio cundi entre lapoblacin y, a consecuencia del incidente ocurrido al trasnochador de la historia, se propal que otras personas ya haban sido asustadas por el monstruoso espectro. Y, si regularmente el callejn era escasamente transitado en las noches, al comprobarse que Lucifer se haba establecido en l, ya nadie osaba ni por equivocacin usar este camino despus de ocultarse el sol.

Y, como sucede siempre que se trata de las calamidades pblicas, alguien ducho encuestiones diablicas aconsej que, para evitar que el diablo comenzara a incursionar fuera de su reducto y se abatiese sobre la comunidad quin sabe con qu malditos fines, se depositaran diariamente bajo el rbol infernal algunas ofrendas, de preferencia joyas y monedas de oro. Y as se hizo. Lo curioso del caso es que los supersticiosos que todas las maanas iban a dejar obsequios a Satn, observaban que los del da anterior se haban esfumado, lo que les afirmaba en su conviccin de que el diablo se complaca con los regalos que el pueblo le brindaba.

Pero el misterio lleg a odos de dos fornidos pescadores sanfrancisqueos, que ya selas haban visto en sus correras marinas hasta con basiliscos, de manera que estaban curados de espanto. Y dialogaron as los lobos de mar: -Qu te parece lo del diablo de San Martn? -A mi me parece que hay gato encerrado, y que el diablo se tiene costumbres de ratero.

Y tengo para m que, como buenos hijos de Dios, si hay algo que no debemos permitir es el robo a sus ovejas, aunque el ladrn sea el mismo Belceb -Crees que podamos hacer algo?-, pregunt el primero; -Sospecho que s-, contest filosficamente el interpelado.

Esa vez, al filo de la medianoche, dos siluetas penetraron resueltamente en el pavorosocallejn. Y, como es de rigor, el presunto diablo esperaba pacientemente apoyado en su rbol para infundir el terror del ms all al desprevenido transente que se arriesgase a ingresar en aquellos dominios del infierno. Ya estaba el padre de las tinieblas listo para encender su cartucho de azufre y mostrarse a los que se aproximaban cuando sbitamente, a la luz de una antorcha nacida de la nada, vio emerger la imagen peluda, armada de negros cuernos y larga cola, del autntico Satans. No se repona todava de la sorpresa cuando experimento en las posaderas la mordedura de un fuego que le quemaba las entraas, y que no era ms que un tizn al rojo vivo que diestramente acababa de aplicarle en esa regin uno de los pescadores; pues ya supondr el lector que los sanfrancisqueos eran los autores del contraataque diabluno. Presa de un pnico indescriptible, el caverncola slo atin a decir: -Jess, el diablo quiere llevarme!-; y, profiriendo aullidos demonacos, emprendi velocsima carrera, comparados con la cual los rcords olmpicos no son sino juegos de nios.

A la noche siguiente, los pescadores se apostaron en el callejn, y, aunque montaronguardia hasta el alba, el diablo no apareci por ningn lado. Sin embargo, al poco tiempo de la vergonzosa retirada del adversario, se averigu que un prominente personaje de la localidad se debata entre la vida y la muerte a causa de una extraa y repentina enfermedad que, en forma de llagas, se le manifest en los glteos, aparentemente producidas por quemaduras profundas. El individuo san porque, segn opinin del vulgo, se arrepinti de sus culpas y don a una institucin par pobres un lote de joyas, entre las cuales muchos creyeron reconocer las que ofrecieron al diablo junto al rbol.

As fue ahuyentado el Angel Malo de su madriguera de San Martn. Y solamentequed como recuerdo de los sucesos acaecidos el sugestivo nombre de Callejn del Diablo con que se design durante largos aos al siniestro recoveco antes de que, con el avance de la urbanizacin, desapareciera definitivamente de la red de vas pintorescas de la ciudad. Fuente: Libro LEYENDAS APOCRIFAS Folklore Campechano Autor: Guillermo Gonzlez Galera Editado por el Depto. de Difusin Cultural de la Universidad Autnoma del Sudeste Septiembre de 1977 Fuente: internet http://www.uacam.mx/campeche/maya/leymay.htm