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El patrimonio arquitectónico y artístico es el producto físico de una sumatoria de
acciones sociales sobre un determinado territorio. Hay que diferenciar el patrimonio
inmueble, que son las edificaciones más resaltantes de la ciudad, del patrimonio
mueble, caracterizado por las pinturas, las esculturas y los retablos guardados durante
siglos en las iglesias. Esta herencia histórico-artística es testimonio de diversos
momentos, civilizaciones y grupos sociales. Por tal hecho, se debe resguardar,
conservar y difundir como evidencia del proceso histórico de una colectividad —en
este caso la de Jauja—, reconocer e infundir en el sentimiento ciudadano admiración,
respeto y orgullo hacia esta sucesión patrimonial, a fin de afianzar una identidad
cultural y potenciarla como recurso turístico.
1. Antecedentes
La actual configuración urbana de Jauja, transitó por distintos procesos de cambio en
su estructura, creándoce en este proceso elementos artísticos mestizos propios del valle
y de cada época. Es así que se yuxtaponen diferentes estilos artísticos y arquitectónicos,
en determinados casos para optimizar su nivel estético y, en otros, para disturbarlos o
destruirlos completamente.
Existe la posibilidad de entender a las ciudades peruanas fundadas durante la
colonia como laboratorios territoriales, lugares donde los españoles experimentaban
los ideales urbanos que en Europa no pudieron construir. Las formas de las trazas, las
proporciones, las escalas, los usos, los artefactos arquitectónicos que eran importados,
se sumaron al emplazamiento sostenible, al respeto por la naturaleza, a la visión
ecocéntrica y al uso pertinente del espacio que eran propiedad intelectual de la
herencia prehispánica.
Esta adición positiva y complementaria de características, produjeron la
ciudad que ahora en parte es Jauja. Cabe destacar que dentro de estos entes
arquitectónicos se guarda, no con poco recelo, ejemplos universales únicos de
retablística, escultura y pintura, en la cual se evidencia la fuerza y el peso de la
iconografía occidental con aportes de factura provinciana, idílica.
Con la llegada de este nuevo orden, se manifiestan nuevas formas de trabajar el
espacio arquitectónico, y se ponen en debate la relación de formas y estilos que se
puedan relacionar con la colonia española. Hay una posición frontal de construir una
nueva nación, pues los cánones ahora son y quieren ser distintos. Sin embargo, en Jauja
ese proceso demorará algunas décadas, demora que supo tener frutos en los dibujos y
grabados de insignes viajeros que bebieron de la estadía placentera en esta ciudad.
Es el punto de quiebre, especialmente, en las propuestas arquitectónicas,
modificándose la atmósfera y forma urbanística, con tipologías predominantes de la
época, instituidas con ese nombre en el territorio peruano. En el aspecto artístico, hay
cambios sustanciales en elementos de la retablística y la pintura.
Durante el siglo XX los cambios son sustanciales en la modificación y
adecuación de propuestas vanguardistas arquitectónicas sobre bases y estructuras
anteriores en la mayoría de inmuebles, cambiando la fisonomía urbanística, con una
atmósfera y estética protourbana.
En el periodo actual, la transición posmoderna que vive el patrimonio urbano
arquitectónico de Jauja va de la mano con la pérdida del espíritu de valoración estética
y respeto por la historia. Cánones ajenos y efímeros se han instalado en el gusto del
ciudadano. Ahora el habitante pretende construir una ciudad moderna, entendida por
el uso de materiales sintéticos y artificiales que malcombinan con los bienes
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36 Ventanas del antiguo local
del Colegio San José.
37 Capilla sobre el antiguo Ushno inca
de Hatun Xauxa. Ilustración de
Charles Wiener (1880).
37
patrimoniales antes descritos, conduciendo de manera inevitable a un conflicto
identitario.
2. Evolución y cambios significativos en el desarrollo urbano arquitectónico
La actual ciudad de Jauja nace como Pueblo de Indios, con una plaza central cuadrada
como eje ordenador. El paraje es una superficie llana. Ahí se destinan los lugares para
la Iglesia, el Cabildo y los vecinos más importantes. En la primera fase evolutiva,
alrededor del último tercio del siglo XVI, se construye una Capilla Primitiva de corte
isabelino, típica de los templos coloniales rurales; un Cabildo, que es de un solo piso,
con cobertura a dos aguas de tejas, vanos pequeños y una puerta principal, donde
destaca el revestimiento de cal sobre las paredes denotando importancia superlativa
sobre las demás edificaciones. Las casas de los vecinos son pircas de adobe revestidas
de barro de un solo piso con tejas y vanos diminutos de una o dos habitaciones. La
plaza es un espacio amplio con una horca al centro: aquí se realizan y mezclan
indistintamente eventos sociales, económicos y legales.
La segunda etapa evolutiva de la urbe jaujina es el recambio de la
infraestructura pública provocada por el desgaste normal de las edificaciones y los
movimientos sísmicos ocurridos. El antiguo cabildo deviene, durante los primeros
años del siglo XX, en equipamiento municipal de dos pisos y dos cuerpos con
estructura de barro y piedra, con arquerías pétreas en el frontis y un balcón corrido y
abierto en el segundo piso. La transformación de la Capilla Primitiva en la Iglesia
Matriz es un cambio arquitectónico que va acompañado de un cambio semántico. Se
construye una Iglesia más amplia, se demuele la casona ubicada entonces delante del
atrio, logrando un espacio más holgado. Se amplía y consolida la ciudad intramuros. El
remate de las manzanas de Calle Gálvez con la Plazoleta de Santa Isabel tiene el
emplazamiento de corte renacentista.
La tercera etapa es la actual imagen que presenta la Iglesia Matriz, propia del
siglo XX. La arquitectura se vio resguardada de la posibilidad de cambios morfológicos
bruscos, debido al estancamiento económico del siglo XIX. Este impasse sirvió para que
la urbe todavía conserve esa escala propia de un ambiente urbano monumental. Las
calles guardan ese aire personal y auténtico de una villa importante y, sobre todo, el
territorio circundante entendido como paisaje se mimetiza con la ciudad. La conexión
entre ambas es bilateral y clarísima.
3. El territorio como paisaje
El territorio que circunda a la urbe es un marco pictórico de estilo naturalista. La
cordillera con sus cielos azulados por el día y rojos en los atardeceres; la fertilidad del
suelo, que se traduce en un sinfín de hierbas, arbustos y árboles propios y foráneos; el
valle lleno de huertas y campos de cultivo, que se convierten en la más grande cualidad
del territorio jaujino. El otrora río de Jauja, que ingresa por la cabecera del valle con su
presencia silenciosa, logra irrigar los pueblos de nuestra llanura y darles constante
fecundidad. A este río se suman riachuelos que lo fortalecen y, a medida que avanza, va
dejando sólo vida y verdor. Son estas características únicas y genuinas que hacen del
territorio jaujino un paisaje polivalente para la ciudad. Aquí el hombre puede caminar
acompañado de un sincero silencio, aquí lo urbano finalmente se consolida como
proyecto, porque lo rural está unido a él y se siente a la naturaleza también como parte
del hombre. Vivir en Jauja es vivir en una urbe idílica.
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38 El Tambo de Xauxa en la Nueva
Coronica, de Guaman Poma de
Ayala (1614).
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En 1875, un grabado de Charles Wiener perennizó un Ángulo de la Plaza
Mayor, donde se observa el Cabildo; la Iglesia Matriz con modificaciones en su
estructura y fachada; viviendas con características de estilo republicanas; y el uso del
espacio comercial que se daba a la Plaza. Para fines del siglo XIX una fotografía muestra
un plano panorámico de la ciudad desde el sector noroeste. Allí se puede apreciar las
construcciones arquitectónicas mestizas, típicas de la época y la estructura de la parte
posterior de la Iglesia Matriz. A principios del siglo XX encontramos la Plaza con
edificaciones modernas, arquitectónicamente mejor elaboradas, con muchos
establecimientos comerciales, sin la horca central, con jardinería en el área central y la
Iglesia Matriz con modificaciones sustanciales; y en los extremos pilas para el consumo
público del agua.
Para la década de los veinte del siglo XX la Iglesia Matriz fue sustituida por una
edificación de estilo neoclásico. Progresivamente la Plaza fue tornándose en parque,
con espacios de áreas verdes y árboles. Éste fue variando en su jardinería y espacios de
tránsito, y en la década de los sesenta sufre una variación considerable, debido a que se
sustituyen algunas viviendas por construcciones modernas, modificándose
totalmente la forma de la tradicional Plaza Mayor.
A lo largo de la historia de cuatro siglos y medio de esta Plaza, hubo
edificaciones destacables por su valor histórico, arquitectónico y de funcionalidad,
construidas en zonas anexas a la misma. Una de ellas es el Convento y la Iglesia Matriz
“Santa Fe de Jauja”, que fue erigida como cabecera de doctrina desde el último tercio
del siglo XVI. Fue modificado desde el siglo XIX, y a partir de entonces se realizó
intervenciones para su recuperación y conservación, haciéndose la última
intervención en la fachada durante la segunda década del siglo XX.
4. Patrimonio arquitectónico
La ubicación de la actual Plaza Mayor data de 1565. Perduró por muchos siglos como
un espacio abierto sin ornamentación de ningún tipo, donde se establecía la feria. A
partir de fines del siglo XIX se realizaron trabajos de jardinería y empedrado,
colocándole una pileta central. Desde principios del siglo XX se añadieron diversos
elementos decorativos progresivamente, como una glorieta de madera, vías
peatonales de cemento, faroles, bancos de descaso, pilas de agua y un arreglo de
jardinería con diseños simétricos. Es decir, la configuración estética de la Plaza es
típicamente de un parque que paulatinamente fue intervenido en cada gestión edil con
arreglos y modificaciones de piso y jardinería.
Configuración y cambios de los principales inmuebles
Desde el establecimiento de la Plaza Mayor, se erigen diversos inmuebles civiles y
religiosos en el entorno, con usos comerciales y residenciales. En primer término, se
construyó la Iglesia Matriz, en la cabecera de la Plaza. Una construcción con adobe y
piedra, revestida posteriormente de manera parcial con cemento; con una planta de
Cruz Latina y una sola nave.
En los laterales las construcciones fueron variando, desde las simples paredes o
tapiales que dividían los solares y lotes, en el siglo XVI. Posteriormente fueron
edificándose parcialmente viviendas de diversos tamaños, de una y dos plantas, con
patios y zaguanes. Para mediados del siglo XIX ya abundaban viviendas de dos
plantas, alternadas con pequeñas viviendas y cercos. Destacaban las ventanas con
balcón, los balcones con antepecho parcialmente cerrados y los balcones cerrados.
En el siglo XX se modernizan las construcciones, algunas con ligeros cambios
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39 Detalle de la Iglesia de Jauja.
Dibujo de Leoncé Angrand (1838).
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en la fachada, otras con construcciones nuevas, adosándose a ella nuevas edificaciones
con modificaciones y añadidos en el frontis. Las viviendas se adecuaron a la estética
arquitectónica del momento, como una construcción sobria, sencilla, con una fachada
de dos pisos que exponía ventanas con balcón.
En el Frontis del Cabildo y de la Iglesia Matriz, había varios inmuebles de dos
pisos, predominando en ellas los balcones corridos con balaustradas, y balcones con
antepechos parcialmente cerrados, modificados con el correr del tiempo, sobre todo en
las fachadas. Entre los años sesenta y noventa la mayoría de estas viviendas de los
laterales fueron demolidas para dar paso a construcciones nuevas, por lo que
actualmente sólo quedan pocos inmuebles de ese corte.
Todas estas viviendas en el contorno de la Plaza Mayor tenían mucho en común
respecto de su construcción, pues eran de adobe, con pisos de ladrillo pastelero.
Posteriormente, algunas cambiaron a ladrillo común, techo de dos aguas cubiertos con
tejados, uso de madera en los balcones y otros componentes arquitectónicos, pintados
en su mayoría de blanco, logrando una belleza y proyección peculiar, principalmente
en el siglo XIX.
Evolución estilística y propuesta estética
Desde las primeras construcciones en el espacio de la Plaza Mayor, se percibe de
acuerdo a las informaciones gráficas, un proceso de renovación arquitectónica, en
función a los cánones estilísticos vigentes, en un periodo determinado con
planteamientos estéticos de acuerdo al gusto de los propietarios y de la colectividad
citadina del momento.
Estos cambios en el inmueble fueron progresivos y se desarrollaron en dos
formas: por simple imitación a lo vigente y por convicción estilística respecto de la
prioridad de servicio. Por lo tanto, en la primera forma se asume una construcción
imitativa que estaba lejos de un trabajo academicista, predominando la sencillez en el
uso del material, acabado, diseño y dimensión volumétrica. En este esquema están las
construcciones del siglo XIX, en un principio bajo el molde de las típicas casonas de
reminiscencia colonial tardía, que emulan a las grandes construcciones capitalinas,
pero en una versión simple, exentas de fastuosidad. Su modestia asume una belleza
peculiar, que se complementa con el medio paisajístico; y logran con el tiempo un
estándar arquitectónico que se replicó en todo el área andina por su funcionalidad y
facilidad constructiva. Tal es el caso de las casonas construidas con anterioridad a los
inmuebles en mención, cuyas características eran: construcción de adobe grueso
(adobón), madera de la localidad, techo de teja, piso de piedra en el exterior (patios) y
ladrillos pasteleros en el interior, casona con patios interiores y corredores,
construcción de dos plantas con balcón de cajón, entrada con zaguán, y paredes
enlucidas de blanco.
En una etapa posterior a la independencia, se asume el estilo republicano de
moda en la época, que se caracteriza por una propuesta más funcional, asumiendo
cumplir con las necesidades cotidianas del propietario. Estéticamente, incorporan
elementos neoclásicos que los hacen más sobrios, pero siempre manteniendo su
característica no academicista, típica de la provincia.
La segunda forma se desarrolla entre finales del siglo XIX y principios del XX,
debido a la necesidad de dar otros usos a los inmuebles, motivada por una creciente e
intensa actividad económica en la región central, de la que Jauja es su principal núcleo
de desarrollo. En este momento la ciudad empieza a recibir ciudadanos ilustres y
hombres de negocios del país y el extranjero. Los cambios que se realizaron en los
inmuebles estuvieron orientados a procurar la máxima comodidad posible. De ese
modo, se modifican las fachadas y acondicionan los interiores, mostrando elegancia en
los acabados arquitectónicos en todos los ambientes, y reemplazándolos con
materiales de mejor calidad. Por ejemplo, se usa madera de pino para los pisos y
entrepisos del segundo y tercer nivel. Así también, se hacen los enlucidos con empaste
de yeso y colores vistosos en las paredes exteriores e interiores.
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40 Plano de Jauja hacia mediados
del siglo XIX.
40
La Iglesia Matriz
La Iglesia Matriz “Santa Fe de Jauja”, de la ciudad de Jauja, provincia del mismo
nombre, departamento de Junín, fue erigida como Iglesia Matriz, perteneciente al
convento del mismo nombre, fundada por los padres Franciscanos. Como Convento,
tenía un colegio para los hijos de los caciques, un hospital para el cuidado de los
enfermos y servía a modo de hospedaje para los visitadores. Para su mantenimiento
contaba con un considerable número de ganado vacuno, lanar y caballar. Asimismo,
poseía grandes extensiones de terreno para sembríos y pastizales, administrados y
regentados por las Cofradías en honor a la imagen de un santo de la Iglesia. Fue
declarada como Patrimonio Cultural Monumental por Resolución Directoral Nº 515-
89-INC/J, del 11 de agosto de 1989. Desde el siglo XVIII fue intervenida parcialmente
en su estructura arquitectónica: techo, muros laterales, contrafuertes del muro lateral
izquierdo, fachada, muro testero y el piso de la nave.
Es de gran valor arquitectónico porque tiene como fundamento que es una
edificación colonial mestiza, construida bajo el prototipo del estilo renacentista, con
una estructura de Catedral, pero con las características arquitectónicas de las Iglesias
rurales. También tiene un plano de Cruz Latina con una sola nave con crucero con
cúpula. Es una construcción de adobe con techo de dos aguas. El interior de los muros
laterales y del ábside con retablos eran de estilo renacentista, sustituidos luego con
retablos de estilo barroco en el siglo XVIII y con altares retablos de estilo neo clásico, a
partir del siglo XIX y principios del XX.
A la fecha quedan cinco altares retablos de estilo barroco, de bellísimo
ensamblaje y acabado, alterados e intervenidos parcialmente en su estructura
estilística (revertidos con purpurina y policromados, cubriendo el pan de oro original).
Son, a saberse, el Altar Retablo Mayor; el Altar Retablo “Virgen del Rosario”, en el lado
lateral izquierdo del transepto; el Altar Retablo “Santa Rosa”, en el lado lateral derecho
del transepto; el Altar Retablo “Santo sepulcro”, en la Capilla lateral del lado derecho
de la nave; y el Altar Retablo “Virgen dolorosa”, en la Capilla Lateral del lado izquierdo
de la nave.
Los espacios públicos de Jauja
Las calles de Jauja son, sin lugar a dudas, el espacio público más amplio del ambiente
urbano monumental. Debido al poco tránsito vehicular, sumado al paisaje del entorno,
es un lugar ideal para el peatón. Las casonas, con sus viguetas expuestas en los volados
de los techos a modo de escaleras al cielo, y esas alturas de vanos de arquitectura
republicana, logran configurar un espacio íntimo de escala humana que no se compara
con otra ciudad del valle.
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41 La Iglesia de Jauja hacia 1842.
Esta es la primera fotografía
que existe del Templo.
42 Las calles de Jauja hacia 1931
(colección xauxa tiempo y camino).
41
42
Las edificaciones y los colores son alegres, ágiles y sencillos. En las calles
puedes crear y descubrir nuevas perspectivas a cada vuelta de mirada. Las calles están
construidas para servir al transeúnte. Las casonas silenciosas, altas y robustas no son
otra cosa que el reflejo propio del valle. Aquí se resumen las principales cualidades de
los pobladores y del paisaje. Estas vías tienen la peculiaridad de acompañar a las
personas de manera callada. La arquitectura es sin duda: sui generis, mestiza y
silenciosa.
La Plaza Mayor, de la que ya hemos comentado, tiene por cualidad la presencia
delimitante de la Iglesia Matriz, la Municipalidad y las aún casonas antiguas. Su forma
ortogonal conectada nos hace pensar en un pasado prehispánico totalmente diferente,
con otros valores y estilos de vida que, de alguna manera, se han recogido en la
artesanía y escultura del patrimonio mueble de las iglesias y en nuestras costumbres
festivas.
La plazuela de la Libertad tiene muchos méritos, sobre todo el de congregar
distintos usos durante distintas fechas, con un carácter polifuncional y versátil. La
presencia del Arco Roosevelt, diseñado por Wenceslao Hinostroza, que sirve de
puerta de ingreso a la arboleda, logra configurar un espacio singular. La “Alameda”
termina en un pequeño bosquecillo, que, con la cordillera como telón de fondo,
fecunda un paisaje semirural y semiurbano, como es y debe ser todo ideal de ciudad.
5. El patrimonio artístico
Dentro del patrimonio cultural mueble de la ciudad de Jauja destacan las obras de arte
religioso, albergadas y custodiadas en las iglesias y capillas de la ciudad. Son de mayor
relevancia las obras de la Iglesia Matriz, expresadas en las tallas retablísticas y
escultóricas, así también en lo pictórico.
Legado de retablística
Es un elemento fundamental en la ornamentación y decorado de la nave de las iglesias,
con la finalidad de albergar las imágenes escultóricas. Son construidas y ensambladas
en estructuras enormes para crear un efecto visual de deslumbramiento y admiración
en los feligreses.
Inicialmente, el interior de las iglesias se ornamentaba con pinturas murales,
tanto los laterales como el Altar Mayor, pero desde fines del siglo XVII se incorporan
Altares Retablos de estilo barroco español, empotrándolos sobre las pinturas murales.
La influencia del estilo barroco español sirve como prototipo en el proceso de
construcción de los retablos. Sin embargo, se añaden elementos vinculados a la cultura
andina, determinando una tipología de retablos mestizos. Son construidos en madera
de cedro, generalmente de dos a tres cuerpos, con sus respectivos bancos y sotabancos.
Están divididos en tres calles y son alternados con hornacinas, columnas salomónicas,
elementos decorativos propios del estilo barroco, y un remate en la parte superior.
Posteriormente, entre fines del siglo XVIII y principios del XIX, son remplazados por
altares retablos de estilo neoclásico, práctica que se desarrolla hasta principios del siglo
XX.
Los retablos de la Iglesia Matriz de Jauja son de extraordinaria factura, por su
ensamblaje, la calidad de las tallas, la tipología de sus elementos ornamentales y la
aplicación y bruñido del pan de oro. Nos detendremos en el retablo del Altar Mayor de
la iglesia para apreciar al detalle sus características.
Es de estilo barroco, tallado en madera de cedro, y revestido con aplicación de
pan de oro, restituido parcialmente en pan de bronce, y casi en su totalidad con
purpurina. Se levanta sobre un sotabanco revestido con ornamentación de tallas a
modo de cartelas, y cada una con la imagen en alto relieve de un querubín en el centro.
Tiene un banco, tres cuerpos, tres calles y un remate. El banco consta de un
entablamento con cartelas ornamentadas con frondas, alternadas con doce figuras
escultóricas de ángeles niños, enmarcados por listones dentados y flanqueada por dos
frisos a los extremos que llevan una escultura en relieve de un rostro femenino. En el
centro se ubica el sagrario que abarca hasta el sotabanco. Culmina con sus respectivas
cornisas dentadas.
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43 El Arco del Barrio de La Libertad (detalle).
Obra de Wenceslao Hinostroza.
44 Vista del Altar Mayor de la Iglesia
Matriz de Jauja.
45 Restauración del Altar como parte
del Proyecto Jauja Monumental.
46 Detalle del Altar Mayor.
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45
En el primer cuerpo, calle central, se levanta el tabernáculo donde
habitualmente se encuentra la custodia. El tabernáculo tiene una puerta corrediza
ovalada en cuyo frontis está esculpido en relieve el Cáliz, rodeado por frondas; en el
fondo se ubicaba la custodia. El tabernáculo esta flanqueado por dos columnas
salomónicas enmarcadas por listones dentados y rematadas por cartelas; al costado de
éstas, dos placas talladas a modo de frisos verticales. Separan las hornacinas laterales
dos columnas salomónicas de calle rematado de cartelas. En las calles laterales hay dos
hornacinas grandes, con peanas de base semicircular y venera en talla de alto relieve a
modo de resplandores. Las enjutas decoradas por volutas y ornamentos arabescos
flanquean las hornacinas y, a los extremos de cada una de éstas, hay dos columnas
salomónicas coronadas de cartelas en cuyo centro destaca un rosetón. Estas columnas
tienen a los lados frisos verticales, ornamentados en alto relieve con frondas. En la
parte superior del primer cuerpo hay una cornisa corrida en forma escalonada, con
molduras dentadas. En la hornacina de la calle lateral derecha se ubica la imagen
escultórica de Santo Domingo, y en la hornacina de la calle lateral izquierda la imagen
escultórica de San Francisco.
En el segundo cuerpo hay un entablamento en cada calle lateral con dos cartelas
alternadas por un friso, ornamentadas con elementos arabescos y con frondas. En la
calle central está una hornacina donde se ubica la imagen escultórica de la Virgen
Chapetona, conocida también como virgen de la “O” y como virgen de la
“Expectación”. Tiene una repisa semicircular con peana y venera, flanqueada por
columnas salomónicas coronadas con cartelas que lleva ornamentación arabesca y
frondas. Culmina a modo de cubierta con una cornisa escalonada y dentada, las enjutas
decoradas por volutas y ornamentos arabescos rodeando la hornacina de arco de
medio punto y rematado por una cubierta a modo de tornavoz. En los extremos,
colindantes con las calles laterales, se alza una columna salomónica en cada lado,
rematada por cartelas que se unen a la cornisa escalonada saliente. Las calles laterales
con una hornacina central, tienen a sus lados dos columnas salomónicas en cada una;
en la hornacina de la calle lateral derecha se ubica la imagen de San Francisco Javier, y
en la de la calle lateral izquierda la imagen de Santa Elena. Ambas hornacinas tienen la
misma estructura y elementos decorativos que los del primer cuerpo, y están
coronadas por una cornisa escalonada y dentada.
En el tercer cuerpo se alza en cada una de las calles laterales una hornacina con
arco de medio punto, festoneado, con peana recta y venera, flanqueada por columnas
salomónicas a cada extremo, y estas últimas coronadas con cartelas que llevan
ornamentación arabesca y frondas. Se culmina con una cornisa a modo de cubierta,
corrida en forma escalonada recta y oval, que deja en el centro una cúpula en la
dirección de la hornacina, decorada con seis aletas en forma de follajes serpenteantes
sobre cada una de las cúpulas, y lleva enjutas decoradas por volutas y ornamentos
arabescos flanqueando las hornacinas. En la calle central va una hornacina con las
características idénticas a las de las calles laterales y una cornisa a modo de cubierta en
forma escalonada y lobulada, semejando un frontón ovalado. Lleva como remate otra
hornacina ovalada, festoneada, con peana ovalada, flanqueada por cartelas
intercaladas con tableros, y como cubierta una cornisa corrida saliente, escalonada,
dentada y ovalada en el centro a modo de tornavoz. En esta hornacina se ubica la
imagen escultórica del Arcángel San Gabriel.
Legado pictórico
Las pinturas de formidable factura que tuvo la Iglesia Matriz de Jauja se han perdido en
su gran mayoría, y hoy sólo se aprecian de manera parcial. Formaban parte de un
conjunto de decoraciones pictóricas: tanto lienzos como pinturas murales, ubicadas en
los muros laterales de la nave de la Iglesia, en el alto y bajo coro, en los tijerales y en la
cubierta, con motivos sobre pasajes bíblicos, y sobre la vida de los santos de la Orden
Religiosa. Lograban un acabado que deslumbraba a los feligreses, por su colorido y
contenido, constituyéndose en un “Discurso en imágenes”, cuya lectura no sólo
afianzaba la creencia en las doctrinas de una religión occidental impuesta en esta parte
del “Nuevo mundo”, sino se convertía también en un elemento narrativo didáctico e
impactante, que sellaba la orientación de la fe en el individuo.
Desde fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, se incorporan lienzos en el
interior de las Iglesias, con una finalidad didáctica y estética, aunque inicialmente ya se
incorporaban las pinturas murales. Estos lienzos se caracterizaban por ser de grandes
dimensiones. En un principio se traían desde España, luego las escuelas pictóricas
virreinales abastecían las demandas de las Iglesias, y es en esta perspectiva que la
Iglesia Matriz de Jauja poseyó pinturas de la Escuela Cusqueña y especialmente de la
Escuela Huamanguina.
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47 Cuadro de Santa Rosa de Lima,
siglo XVIII (colección del Barrio
de Cruz de Espinas).
48 Libros coloniales. Colección
especial de la Biblioteca Sociedad
Unión Artesanos.
47
48
Los murales que inicialmente decoraban la Iglesia Matriz de Jauja, en cuanto a
su propuesta estilística, tenían influencia de la Pintura Románica con elementos
manieristas, y sobre todo del prototipo estético del pintor jesuita italiano Bernardo
Bitti, quien durante su permanencia en diversas ciudades del Perú formó artistas
locales. Posteriormente, los lienzos correspondían al estilo cusqueño y huamanguino.
Estéticamente, el arte pictórico tanto en los murales como en los lienzos logra
una particularidad en el uso del color pigmento, propio de la cultura andina, por lo
chirriante de sus gamas cromáticas en una aplicación plana y una formidable
utilización del color luz, en el juego del claroscuro de significante expresión. Sus
formas son redondas y rectas, y crean un movimiento y ritmo dinámico por su
composición, con mayor peso de líneas oblicuas y curvas dentro de una estructura de
formas horizontales y verticales, y por su cromatismo de tonos cálidos. Generan por
eso una armonía y equilibrio, extraordinariamente complementadas por el buen uso
de sus ejes compositivos y la adecuada aplicación de sus proporciones, logrando una
expresión de gran calidad artística.
Legado escultórico
Las esculturas de notable calidad que posee la Iglesia Matriz de Jauja formaron parte de
un conjunto de imágenes ubicadas en las hornacinas de los altares retablos de la iglesia.
Representan a la Sagrada Familia y a los santos vinculados a la Orden Religiosa, con
una calidad que impresionaba a los feligreses por su dimensión, policromado, acabado
y representación. Se constituyen en un elemento didáctico para el acercamiento a la fe
Católica.
Desde principios del siglo XVII, se incorporan imágenes escultóricas en las
hornacinas del interior de las Iglesias, con una finalidad didáctica y estética, al igual
que las pinturas. En un principio, sólo se representaban estas imágenes de manera
pictórica. Estas tallas escultóricas se caracterizan por ser de grandes dimensiones.
Inicialmente se traían desde España; luego, los talleres escultóricos de la Colonia,
especialmente los que se encontraban en el Cusco y en Lima, abastecían las demandas
de las iglesias. Por ello, la Iglesia Matriz de Jauja tiene como legado una considerable e
importante colección escultórica de buena factura técnica y estética.
Las esculturas que decoraban la Iglesia Matriz de Jauja, desde el siglo XVII en
cuanto a su propuesta estilística, son de dos tipos (barrocos y manieristas), con
elementos decorativos característicos de cada corriente.
Estéticamente, el arte de las tallas escultóricas logra una calidad peculiar en su
estructura y acabado, propio del arte mestizo. Existen cuatro tipos de escultura, que
destacan los diferentes periodos de su elaboración: las esculturas para vestir, con
miembros articulados; esculturas talladas en madera de maguey, revestidas
parcialmente con tela encolada, policromada, dorada, estofada y esgrafiada; esculturas
ensambladas, con tallados parciales en madera de maguey, especialmente en el rostro,
revestidas con tela encolada, policromada, dorada, estofada y esgrafiada; y esculturas
talladas en madera maciza, policromada, dorada, estofada y esgrafiada.
La riqueza del Patrimonio Arquitectónico y Artístico de la ciudad de Jauja
cobra importancia en la sociedad y en la cultura del poblador, no sólo por su trayectoria
histórica, sino por su propuesta estilística, su calidad estética y su significación en el
proceso de afianzar una identidad cultural. Esta valoración determina su resguardo,
conservación y divulgación, y es a lo que debemos apuntar.
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49 Detalle de esculturas de la
Capilla de Cristo Pobre.
50 Detalle de una columna en la
Capilla de Cristo Pobre.
49
50
88 | | 89
51 Balcón interior de una casona (detalle).
52 Balcón de casona esquina Jr. Gálvez y
Jr. Ayacucho.
53 Vitrales de la Capilla de Cristo Pobre,
mediados del siglo XX.
54 Detalle de zaguán de casona.
55 Escultura de un rostro existente en la
casona del Jr. Junín y Jr. Bolognesi.
51
52
53
54 55
Jauja, universo de tradiciones populares
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56
Al recorrer los numerosos distritos de la provincia de Jauja, sorprende su diversidad
ecológica formada por altas punas, donde recrean gráciles vicuñas o afamados ovinos
merino. O descendiendo sus sanos y secos valles cordilleranos, que reconfortan no sólo
al cuerpo, sino al alma atribulada. Y si alcanza el tiempo, amigo viajero, proseguiremos
a las cálidas quebradas que bajen al llano amazónico, pobladas de hermosas orquídeas
y saborearemos el aromático aguardiente del camino. Esta diversidad ecológica se
complementa con el alma festiva y generosa de su gente, que se expresa en el denso
calendario de fiestas y ceremonias, donde se ofrecen danzas multicolores y antiguas
costumbres señoriales. Nos da además la oportunidad de probar su deliciosa
gastronomía, comprar su creciente producción artesanal o escuchar los inigualables
huaynos de sus afamados conjuntos musicales. Todo ello convierte a Jauja en la
emblemática provincia de la cultura viva de la región Junín.
La danza y los antiguos estamentos sociales
Si uno asiste a las numerosas festividades que ofrece la provincia de Jauja, rápidamente
le sorprenderá cómo, a través de los personajes y la coreografía de sus danzas, la
historia y el mito se entrecruzan en la tradición popular. Iniciamos este recorrido con la
fiesta de la Navidad (25 de diciembre), que al unirse con las festividades del Año
Nuevo y de la Bajada de Reyes (1 y 6 de enero), forman un corpus identitario de danzas
relacionadas con la Adoración al Niño Jesús y con el inicio del año. Entre estas danzas
sobresalen los pastores y la huaylijía, cuya costumbre los obliga a rendir pleitesía al 1recién nacido durante la Nochebuena, en los tradicionales nacimientos que se
confeccionan al interior de los templos, capillas y casas de oferentes. La danza de los 2pastores suele estar conformada por niños y niñas que visten la tradicional ropa de
labriego, llevando en una de las manos sus sonajas de latón y alambre, confeccionadas
con chapas aplastadas de gaseosas, con las que acompañan los villancicos navideños
que cantan dentro del templo o en la plaza del pueblo. En este último espacio invitan a
los presentes para la adoración y recogen la limosna al “Niño Dios”. Si bien la música de
la comparsa de los pastores se distingue por los cantos que ejecutan y el golpe de sus 3sonajas, en ocasiones también les acompaña una orquesta típica o el antiguo conjunto de
arpa, violín y flautas. La huaylijía es otra danza que evoca la visita y adoración de los
pastores, y en algunos distritos está conformada sólo por damas, mientras en otros es
mixto; en la mayoría de los distritos de la provincia las muchachas visten el traje de 4fiesta de jaujina , y donde se presentan los varones, éstos salen como pastores de las
5alturas o de jocosos chutos . Por ejemplo, en el distrito de Muquiyauyo la huaylijía está
conformada por parejas de muchachas que visten de manera muy similar al traje de la 6chupaquina , portando su sonaja y azucena (ramas o varas ramificadas forradas de papel
de color), las cuales serán quemadas el último día de su visita, mientras prometen en las
estrofas de su hermoso canto, retornar la próxima Navidad. Aquí la danza también es 7acompañada por numerosos huaquis o pastores de llamas , que cual guardianes, cuidan
a sus muchachas de los chutos enamorados que las rodean. El chuto, que evoca al pícaro
e independiente indio del valle, lleva una máscara de cuero o badana, donde
sobresalen sus sensuales labios, que desmayan a las muchachas, y con su voz en falsete
e independencia festiva, lo convierte en el personaje preferido por los jóvenes, pues les
brinda anonimato, y la oportunidad para enamorar a la chica que atormenta sus días o
para tomar represalia del ocasional rival. La danza de la huaylijía suele ser acompañada
por una orquesta típica, a la que se suman distintivas flautas o pitos.
En estos días de Navidad también se ofrecen las danzas de la tunantada y del
chacranegro, que unidas a la huaylijía, configuran en sus personajes a los tradicionales
estamentos coloniales de españoles, negros e indios. El chacranegro o negro, representa
al esclavo negro que trabajaba en la hacienda costeña, y que tenía en la Navidad
oportunidad de descansar y brindar su homenaje al “amito Jesús”. La comparsa suele 8 9estar conformada por un caporal o mayú y numerosos chacranegros ; en algunos distritos
también acompañan negras o mallicas, que llevan un parasol, que es un sombrero de
paja apoyado sobre un velo de encajes y un fresco vestido de algodón.
Tradicionalmente la danza se acompañaba con violines, bombo y tambor, como aún 10sucede en Muquiyauyo, incorporándose en las últimas décadas la banda de música . En
Sincos, el chacranegro está conformado sólo por varones, cuyos caporales llevan un
sombrero cucurucho negro y amplia capa del mismo color, y son seguidos por sus
chacranegros, que colocan en su sombrero de paja alguna figura femenina y portan un
puro (calabaza seca), que se usa como sonaja y para marcar el ritmo que ejecuta la banda
de música. Otra particularidad del lugar es que los danzantes también evocan su
habilidad para curar cualquier enfermedad, por lo que cargan una alforja llena de
hierbas medicinales, que aplican jocosamente a toda persona que se les cruza en el
camino.
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56 La Pachahuara, distrito de Acolla.
57 El huaqui de la huaylijía de
Muquiyauyo.
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Durante la fiesta de Año Nuevo aparecen por las calles de algunos distritos las
danzas del corcovado y del viejito, ambas representando a los más ancianos pobladores,
quienes advierten la importancia de guardar las tradiciones y la algarabía que sienten 11de llegar a un nuevo año. El corcovado representa justamente la alegría del anciano
español, que convierte el suave y lento ritmo de su danza en rápidos y vigorosos
movimientos a su remate, simbolizando el deseo de seguir gozando de la fiesta. Este
danzante carga una alforja con algún animalillo disecado, para asustar a las muchachas
que visten de jaujinas y que bailan coquetamente a su lado. La danza es acompañada
por una sonora banda de música, cuyos acordes finales provocan seguir el ágil paso de
estos ancianos. Sobresale en esta danza el distrito de Yauli, con la presentación de
numerosos corcovados o auquish cumu, algunos elegantemente vestidos y siempre
acompañados de jaujinas regiamente vestidas y de graciosos chutos que abren paso a su
institución. La danza de los viejitos representa a los ancianos pastores y está 12conformada por el viejo o curcunchu , quien bajaba a la fiesta acompañado de su esposa
13o vieja y de sus hijas casaderas, vestidas de jaujinas, las cuales ocultan su bebe o guagua
con su madre. Los viejos de la muchacha se trasladan por las calles bajo los acordes de
un huayno y mostrando aún su capacidad reproductiva, aunque a veces alguno cae al
piso completamente exhausto. Al concluir el baile corren presurosos y amenazantes si
a algún atrevido se le ocurre enamorar a su hija, y sólo se lo permiten si invita una
gaseosa a “la familia”. La hija viste el traje festivo de jaujina, ocultando su identidad
masculina tras su máscara de malla, y con voz en falsete coquetea con cuanto chico se le
cruza, provocando escenas hilarantes luego de la danza. Estas escenas se disfrutan en
el distrito de Sincos durante la fiesta de Año Nuevo. La temporada de la Navidad suele
cerrarse con la fiesta de los Reyes Magos (6 de enero), en que los miembros de las
diversas comparsas que aún danzan hasta esta fecha, eligen a los oferentes o
patrocinadores que los acogerán en la siguiente Navidad. En las familias que tienen sus
nacimientos, éstos se desarman al ritmo de villancicos y con la participación de la
familia extensa y otros invitados, quienes se van acercando frente al Niño Jesús para
dejar alguna donación mientras retiran alguna imagen del nacimiento.
La siguiente fiesta más importante, y que se celebra a todo lo grande en Jauja, es
la de San Sebastián y San Fabián, popularmente conocida como “la fiesta del 20 de
enero”, en el distrito de Yauyos. Se distingue por las numerosas comparsas de la
tunantada que se presentan, convirtiéndose en la danza distintiva de la provincia. Si
bien la tradición señala que la tunantada nació en Huaripampa, rápidamente se
extendió a las principales festividades de la provincia de Jauja, como lo atestigua el rico
calendario provincial que se adjunta en la presente publicación. La tunantada
representa al tercer estamento de la sociedad colonial, conformada por españoles,
criollos y mestizos, así como por algunos indios libres. Entre los principales personajes 14de esta danza tenemos al tunante o príncipe , un solterón y seductor con las damas de la
región. Por ello, en su coreografía baila separado de las chupaquinas y jaujinas, quienes
también bailan solas, aludiendo a la fugacidad de la relación. Da garbo a su coreografía
un elegante y pequeño bastón charolado que lleva en la mano derecha, mientras la
izquierda se repliega suavemente encima de su cintura. La chupaquina o huanquita luce
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58 Los Viejitos, distrito de Sincos.
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sus pícaros ojillos huancas, aunque detrás puede bailar algún conocido amigo. Su
blusa luce la tradicional pechera de plata, en referencia a la legendaria riqueza de
Catalina Huanca. A pesar de que se cubre con un fino velo, la cautivante sonrisa de la
jaujina ilusiona a los jóvenes que se le acercan, además de su cadencioso baile de
gráciles movimientos circulares. Abren paso a la comparsa numerosos chutos 15“elegantes” , indios acriollados que imitan el garbo del tunante, hablan en falsete, y
algunos pícaros muestran un pequeño muñeco que los imita, usándolo para seducir a
alguna muchacha; otros llevan una muñeca jaujinita, evocando el amor perdido o por
conquistar. Un siguiente personaje que acompaña a la comparsa de la tunantada es el
chuto o huatrila, cuya vestimenta evoca al indio sencillo de las alturas. También la 16acompaña el argentino o tucumano , que representa al antiguo arriero del sur argentino
que traía o llevaba sus mulas cargadas de mercadería a las florecientes ferias coloniales.
En ocasiones, y en diversas comparsas de la tunantada, se incorporan otros personajes,
como el jamile o boliviano, que evoca al vendedor del altiplano boliviano, quien traía
yerbas y amuletos para la suerte; el doctorcito, cuyo vestuario recuerda al abogado con
su antiguo sombrero de bombín negro y elegante saco de frac oscuro; el chuncho o anti,
con corona y plumajes, que evoca su origen amazónico; el mexicano o charro, con su
distintivo sombrero de ala ancha y vestuario ceñido al cuerpo; el chalán norteño, que usa
sombrero de paja y poncho de algodón blanco; la maría pishana y su viejo o auquish, que
representan a los ancianos pobladores del lugar, y cuya edad no es impedimento para
hacer múltiples bromas a los presentes. En la fiesta del 20 de Enero, que de una fecha se
prolonga a una semana, las diversas instituciones de la tunantada que salen a bailar
aceptan las numerosas invitaciones de sus asociados, en que confraternizarán cada día,
celebrando el concurso en la plaza monumental, y elegirán a los oferentes del próximo
año, siempre bajo los acordes de la danza que interpreta la orquesta típica. Se cierra esta
suntuosa fiesta con el concurso de chalanes con sus respectivos caballos de paso, y se
remata con el tradicional jalapato, mecanismo festivo para reconocer a los
patrocinadores del próximo año. En la costumbre del jalapato se agasaja previamente al
desventurado pato, vistiéndolo con gala y haciéndolo partícipe de la confraternidad
institucional, para luego llevarlo a la plaza 20 de enero, y bajo los acordes musicales de
huaynos y marineras, colocarlo colgado de cabeza al suelo sobre la soga móvil superior
de un arco, cuyos lados están forrados de hojas de eucalipto y serpentinas, donde
esperará su final a manos de algún chalán vigoroso y rápido que le romperá el cuello e
izará su cabeza como trofeo.
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59 Chutos de Tunantada, distrito
Metropolitano de Yauyos.59
El carnaval jaujino
Cuando evocamos febrero, viene a nuestra memoria no sólo el juego del agua, los
carros alegóricos o los tradicionales bailes de carnaval de la primera capital y sus
alrededores, sino también la herranza del ganado ovino en los hatos familiares y
comunales, que se da en un contexto de abundante y fresco pasto, que favorece un buen
parimiento y mejor alimento para el ganado. La herranza no es sólo colocar una marca
o señal al ganado, sino también seleccionar su calidad, curarlo de alguna enfermedad y
contabilizar a los recién nacidos. Asimismo, se aprovecha este contexto para agasajar al
pastor por su buen desempeño o reprenderlo si ha faltado a alguna obligación. Todo 17esto se realiza bajo los acordes de los cachos o waqra , violines y el canto de las tinyeras.
18Otra costumbre es el afamado puchero de Paca, donde los mayordomos invitan a la
población, en especial a los niños y ancianos, a probar esta deliciosa y nutritiva sopa. Se
sirve en el atrio del templo Señor Ánimas de Paca, acompañado del halay o pan de
carnaval y chicha de jora. Esta costumbre expresa la voluntad de los pobladores de
compartir los primeros y abundantes frutos de la cosecha con los más necesitados. Hay
otras estampas costumbristas que se dan en los carnavales. Algunas de ellas son
mecanismos sociales para renovar el patrocinio festivo (padrinazgo institucional) y
para apoyar con parte del costoso gasto ceremonial de las instituciones carnavaleras. 19 20Entre estas costumbres tenemos el jalacinta , el jalapato antes descrito, el rompeolla y el
cortamonte, que pasaremos a describir a continuación. Como los carnavales están
asociados al cortejo y a la competencia de los jóvenes, nos detendremos en el carnaval
jaujino, no sin antes reconocer la peculiaridad del carnaval marqueño, danza distintiva
de la juventud del valle de Yanamarca, que se baila vigorosa en un solo pie y abriendo
los brazos, como evocando al águila dispuesta a la caza. Acompaña a esta danza una
orquesta típica que aún conserva el tradicional complemento del waqrapucu (corneta de
cacho en espiral) y la tinya (tambor indio).
La ciudad de Jauja, todos los años, se esmera en celebrar los carnavales a la
usanza de su pasado señorial. Por ello, días antes, cientos de jóvenes —y otros no
tanto— van presurosos a adquirir sus tradicionales trajes de fiesta, para el día en que su
institución barrial lo celebre con el tradicional cortamonte. La adscripción barrial es por
residencia espacial o por compartir un patrilinaje. Por ello, el barrio suele estar 21conformado por jaujinos e “hijos residentes” . Hay barrios muy prestigiosos, como La
Libertad (fundado en 1871) o Huarancayo (fundado en 1928), que abarcaban el antiguo
radio urbano de la ciudad. Con el crecimiento territorial fueron apareciendo otros
barrios en la ciudad, aunque no todos celebran los carnavales. De las estampas 22distintivas del carnaval jaujino, sobresale el padrinazgo del cortamonte , que tiene dos
etapas bien definidas: la “traída de monte” y el “cortamonte” propiamente dicho.
Algunos barrios realizan estas dos etapas el mismo día; otros las separan debido al
número de padrinos que se ofrecen y a las invitaciones que sus oferentes hacen (no hay
que olvidar que el prestigio de los padrinos suele medirse por el gasto que realizan y
por las invitaciones que reciben de sus oferentes). Ser padrino, oferente o socio implica
siempre algún sacrificio en bien de los demás. Por ello es interesante constatar que el
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dicho popular asigna sobrenombres a las personas que no cumplen con ciertas normas
de apoyo o responsabilidad recíproca. Estos sobrenombres son formas de control
social y de vergüenza pública para quien sea señalado con uno. Así por ejemplo, la
persona que asiste a las invitaciones festivas (comidas o bailes) sin ser expresamente
invitado es llamada fiesta alljo (perro de fiesta) o cuyucara (sinvergüenza); al que va sólo
a comer y se retira inmediatamente le dicen hueleguiso; al que come en exceso lo
conocen como matipupu; al que exige comida y bebida sin ser miembro de la institución
festiva le dicen jatipacuy o cuello; al chismoso o mal hablado le dicen huashuarima; al que
se emborracha y hay que recogerlo le dicen cachis; finalmente, un fuerte insulto de
desprecio es ismaycunti (recoge excremento). Si el padrino es tacaño o no tiene
suficiente dinero para agasajar a los asistentes, suelen murmurar de él alalau padrino o
padrino hueso. Es costumbre que cuando una persona se ha comprometido a asumir un
cargo festivo y fallece un pariente cercano suyo (padres, cónyuge o hijo), le es
exonerado el gasto de ese año, pero se le exige asumir el cargo al año siguiente. Si la
persona o pareja comprometida no cumple su cargo festivo, recibe la crítica y burla
general a través de unos muñecos que los representan y que se colocan en el monte o
árbol que debían presentar, procediendo luego a quemarlos bajo los acordes de una
marcha fúnebre. Además de esta sanción, se les excluye de todas las celebraciones
institucionales.
Cada padrino y su pareja se encargan de sufragar los gastos que le demande su
padrinazgo de cortamonte. Entre sus obligaciones están contratar tres conjuntos
instrumentales: para el día de la “traída de monte”, contrata el conjunto de waqra o
wajlas y su tinya, y una orquesta típica; para el segundo día o “cortamonte”, una banda de
música. Debe también atender con abundante bebida y comida a los socios y familiares
que asistan del barrio, comprar las necesarias bombardas y cohetes que avisarán los 23momentos más importantes de la fiesta , presentarse a todos los eventos con el
tradicional atuendo típico: terno para el varón y vestido de carnaval para la dama. Rara
vez alquila el atuendo, pues asumir el padrinazgo es un acontecimiento en la vida de
una persona. Los invitados y parientes, en cambio, si es que no tienen el respectivo
atuendo típico, lo alquilan. Además de estas obligaciones, los padrinos deben afrontar
otros gastos menores y contar con el apoyo necesario para la atención de los socios, por
lo que la familia y amistades cercanas se convertirán en su soporte. Sin la ayuda mutua
a través del parentesco y la amistad, sería muchas veces imposible afrontar
personalmente el padrinazgo. Ahora bien, este apoyo no es desinteresado, ya que
tiempo después los colaboradores pedirán a los padrinos devolverles el favor en otra
fiesta o con alguna ayuda personal.
En la “traída de monte” sólo se exige a los jóvenes llevar su sombrero de paja y
la manta o ushcata. Las muchachas llevan además talco, pica-pica y alguna ortiga para
los más osados. Los varones deben llevar un lazo fuerte para ayudar a jalar el árbol.
Desde muy temprano se reúnen los socios varones en casa del padrino, quien invita la 24tradicional patasca , café y bollo o pan serrano. El desayuno es acompañado con la
25música de la herranza de ganado , que se ejecuta con varios waqras o waqrapucu y la
tinya. Concluido el desayuno, se sale hacia algún bosque cercano para cortar y traer el
árbol o monte. Aquí se realiza el jilo cuchuy o corte de árbol. Para ello se elige el primer
árbol de eucalipto a cortar. El padrino pide a uno de los presentes que trepe a la mitad
del árbol para amarrar una soga y poder favorecer y guiar su caída. Luego de que se
amarró la soga en el árbol, el padrino procede a dar el primer hachazo, para luego
seguir todos los varones que lo deseen. Durante el corte se sirve chicha de jora y licor de
caña, mientras los músicos ejecutan la herranza. Al caer el primer árbol, se cortan de
inmediato las ramas inútiles, dejando sólo las cercanas a la copa (lugar donde la
madrina colocará los regalos en el cortamonte). Luego todos los presentes amarran sus
sogas en el árbol caído, y a una sola voz de mando del padrino, realizan el jilo huantuy,
es decir cargar lentamente el árbol sobre la carrocería de un camión. Concluida esta
costumbre, se toma un breve descanso, donde se sirve el tradicional puñal (caña pura) y
se bebe abundante cerveza y chicha de jora.
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60 Carnaval Marqueño,
distrito de Marco.
61 El Carnaval Jaujino,
el baile y el atuendo típico.
62 Traída de Monte en el
Carnaval Jaujino.
62
Mientras esto sucede con el grupo que acompaña al padrino, en casa de la
madrina se van juntando las muchachas para terminar de arreglarse, pues han de 26acompañarla a que lleve la shacta a todos los asistentes. Este acompañamiento es
amenizado con los huaynos de carnaval que ejecuta la orquesta típica. Antes del
mediodía parte la madrina y sus acompañantes en dirección a la plaza de Jauja, para
luego proseguir al tradicional puente sobre el río Yacus u otro lugar predeterminado.
Durante el trayecto descansan unos minutos (kaypincruz), momento en que se bebe y se 27realiza el manshu en el caso de que encuentren a algún varón despistado de la
institución barrial. Luego la madrina ordena la explosión de un cohete para avisar que
se parte hacia el lugar del encuentro con los varones. En el grupo de varones, luego de
cargar el monte, el padrino ordena encender un cohete para avisar el final del jilo
huantuy, y dirigirse al encuentro de las muchachas. Pasado el mediodía, suele darse el
talipakuy o encuentro para jugar carnaval entre los varones y damas de la institución.
Para ello el padrino se adelanta para recibir a la madrina ante el llamado que ella hace.
Cuando está cerca de la madrina, las damas lo sorprenden y le untan el rostro y la
cabeza con abundante harina de maíz, al tiempo que gritan a viva voz el nombre de la
madrina. Enseguida avanzan las muchachas amenazadoras sobre los varones, quienes
al reaccionar, inician el talipakuy, en que varones y damas se untan el rostro con harina
de maíz. Algunos llevan ortigas o esconden globos de agua que sorpresivamente
arrojan sobre su oponente. Todo esto se realiza bajo los acordes de la orquesta típica y el
sonido peculiar de los waqras. Luego de 20 minutos de juego, en el que participan
personas de toda edad, se inicia el baile general, donde se cogen de las manos
formando un gran círculo que se junta cada cierto tiempo. Al centro bailan los
padrinos, quienes reciben las vivas de los asistentes. Concluido el baile, el padrino da la
orden para que se sienten, pues se ha de servir la shacta. Todos tienden su manta o
ushcata sobre el suelo, formando un gran círculo a la espera de la madrina, quien
reparte la shacta con el apoyo de sus parientes cercanos. Terminado el tradicional
convite, los padrinos encabezan el retorno a la ciudad bajo los acordes de huaynos de
carnaval. En el camino y por las calles, los varones emiten silbidos característicos 28mientras las mujeres gritan a viva voz sus guapidos . En el trayecto numerosas personas
agolpadas en balcones o tiendas les arrojan baldes de agua o globos, compartiendo así
la algarabía del juego del carnaval. Al llegar al lugar donde se realizará el cortamonte, la
madrina y sus acompañantes se encargan de colocar los adornos y obsequios al monte
(globos, baldes, pañolones, mantas o llicllas), mientras los varones ayudan a colocar las
soguillas para el jilo shalcuy o parada de monte. Cuando todo está listo, todos los
varones jalan las soguillas desde tres lugares establecidos por los conocedores, hasta
encajar definitivamente el árbol en un agujero previamente abierto, lo cual es
anunciado con una bombarda, mientras las muchachas bailan agarradas de la mano.
Cuando el monte está plantado, los varones buscan sus parejas y se ponen también a
bailar bajo los acordes de la orquesta típica alrededor del monte; y luego, encabezados 29por los padrinos, recorren en pandillada las diferentes arterias de la ciudad hasta altas
horas de la noche.
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63 Shajta, plato típico de Jauja
que se sirve en época de carnavales.
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Al día siguiente es el “Cortamonte”. Aquí el varón debe ir bien vestido, llevar
su sombrero de paja fina con ala corta y cinta de terciopelo negro o marrón que lo
circunde. Un pañuelo blanco y con bordados a sus extremos le cubre el cuello, y va
sujeto por un pequeño aro dorado. Viste además terno oscuro con camisa blanca y
corbata, que le da prestancia al bailar. Finalmente, lleva medias negras o blancas y
zapato negro y bien lustrado. En algunos barrios, suelen adicionar un fino poncho de
color blanco o marrón para la lluvia. La muchacha también lleva sombrero de paja
pintado de blanco y de consistencia más dura. El listón que le adorna es de terciopelo
negro y más ancho. El sombrero se coloca ligeramente inclinado a la derecha. Usa
pendientes de plata u oro, y sobre la espalda lleva una lliclla o manta de terciopelo 30brillante, cuyo color debe hacer juego con su faldellín . Los grabados de la lliclla aluden
por lo general a las flores del lugar. La forma es rectangular y su lado interno es de forro
de castilla. La lliclla es abrochada con un primoroso prendedor de plata afiligranada.
Debajo de la lliclla hay un hermoso camisón o monillo de seda con encajes y bordado de
pedrería sobre múltiples figuras geométricas. Sus mangas terminan en un puño
amplio que da gracilidad a su baile. El largo faldellín, que antiguamente le cubría hasta
los tobillos, es de gabardina o lanilla, y de colores fuertes (azul, negro, marrón, rojo,
verde) con franjas horizontales de cintas de terciopelo. Debajo del faldellín tiene entre
dos a tres fustanes blancos con bellos encajes, a veces almidonados. Finalmente, lleva
medias finas y zapato de taco.
En este día, los padrinos son acompañados por una sonora banda de música, que
desde tempranas horas ameniza con huaynos regionales de carnaval. El desayuno se
sirve en casa del padrino, siendo tradicional la “sopa verde” o yacuchupe, café y pan.
Concluido el desayuno, algunas instituciones celebran su misa de fiesta. Se pasa al
local institucional para departir con los socios y se visita a las autoridades del distrito.
En ese ínterin, pueden recibir el brindis de algún socio en su domicilio. Pesar a que
estas actividades son realizadas con baile de por medio, aún no se viste el traje de fiesta
para el cortamonte. Llegado el almuerzo, que suele invitar la madrina, los socios se
reúnen en casa de ella. Aquí ya deben llegar completamente vestidas las parejas, pues
al finalizar el suculento convite saldrán por las calles bailando el carnaval jaujino en
dirección al cortamonte. Llegada la hora de partir, los padrinos presiden el barrio,
llevando el varón el hacha completamente engalanada. Los demás socios los siguen en
pareja, ocupando el ancho de las calles que transitan. Remata la comparsa la sonora
banda de música. Al llegar al lugar del cortamonte, las parejas bailan alrededor del árbol
que se cortará, mientras los padrinos dan el primer corte, tomándose cada uno su
tiempo. A partir de ese momento, entran las demás parejas para dar los sucesivos
cortes al monte, no sin antes brindar cada pareja “de golpe” (tomar todo sin parar) una
copa de cerveza, champagne y whisky, para “darse fuerza y ánimo”. Hay que señalar
que son pocas las parejas que logran tomar “de golpe” las tres copas. Cuando el grosor
del tronco disminuye peligrosamente, sólo se acercan las parejas realmente
comprometidas a asumir el padrinazgo. Esto se hace para asegurar la continuidad
festiva el siguiente año, pues una pareja desconocida o sin garantía económica pondría
en riego la costumbre institucional. Al caer el monte los futuros padrinos son alzados en
hombros y felicitados por el padrino saliente, los socios y los amigos cercanos. Los
obsequios que colgaban del monte son rápidamente recogidos por el público, luego de
su caída. A partir de este momento los padrinos salientes pasan a segundo plano de la
fiesta, siendo los nuevos padrinos quienes ordenarán a la banda de música y
encabezarán la pandillada hacia el centro de la ciudad, portando el varón el hacha
respectiva y su dama una banda de terciopelo en el pecho. El baile se prolongará hasta
altas horas de la noche, pues los nuevos padrinos reciben continuos homenajes.
En los últimos años, instituciones como la Beneficencia de Jauja y algunas
personas que gustan del carnaval, han buscado rescatar algunas costumbres mestizas
del carnaval jaujino. Tenemos, por ejemplo, la calistrada, cuyo nombre deriva de Don
Calixto o Rey Momo, que se presenta acompañado de numerosos enmascarados, e
impone por estos días su poder de juzgar y sentenciar las faltas. El Rey Momo es
acompañado por dos jinetes que le abren paso, seguido de numerosos disfrazados. 31Detrás van los carros alegóricos de diversos barrios e instituciones, con sus reinas e
intérpretes de la melancólica muliza jaujina. En la plaza de Jauja espera al cortejo una
multitud, pues ahí leerá su bando del Rey Momo. En la lectura del bando, medio en
broma y medio en serio, se van señalando algunas acciones impropias de las
autoridades o vecinos conocidos (quedarse solteros, ser infieles, corruptos, ociosos o
gastadores), y tras la frase del Rey Momo “Mando y ordeno…”, se señala cómo deben
arreglarse dichas faltas. Al final del bando, dos trompetas tocan a modo de aviso un
breve saludo. En las principales ciudades de la región se tenía la costumbre, para el
Miércoles de ceniza, de quemar y enterrar al Rey Momo, desechando así los potenciales
males y burlas traídas por su breve “reinado”, y volviendo así a ordenar el mundo
social. Esta costumbre fue desapareciendo en las ciudades por la presión de los que se
sentían afectados durante la lectura del bando del Rey Momo.
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64 Calistrada jaujina.
64
La Semana Santa y la tropa de Cáceres
Después del miércoles de ceniza se inicia la cuaresma, donde no hay mayores
festividades, salvo los aniversarios políticos de algún distrito de la provincia. Este
período de cuarenta días culmina con la Pascua de Resurrección al final de la Semana
Santa, que abrirá nuevamente el tiempo festivo, no sin antes mostrar el enorme fervor
cristiano de sus pobladores con ayunos penitenciales y procesiones que irán señalando
los principales pasajes del sacrificio de Jesús: su entrada a Jerusalén montado en un
pollino, el encuentro con su madre Dolorosa, el oscurecimiento o tenepla del templo
ante su muerte o su feliz resurrección al amanecer del sábado de gloria. Estas formas de
ayuno, así como las procesiones, tendrán algunas variantes locales, sea en los alimentos
que se consumen o en la elaboración de altares y alfombras de flores o aserrín de color.
Además de estas costumbres, el distrito de Sincos escenifica, con absoluto realismo, la
Pasión y Muerte de Jesús, drama que se realiza en la plaza y en las calles del pueblo, y
donde participan decenas de pobladores que cada viernes Santo se transforman en
discípulos, captores, jueces o ejecutores de Jesús. El drama de la pasión se inicia en un
paraje cercano que evoca el huerto de Getsemaní, donde se detiene a Jesús. Luego del
beso que su discípulo Judas le estampa, es arrastrado desde aquí por la soldadesca que
lo insulta y lo amenaza hasta la plaza principal, donde será flagelado. Esta orden es
cumplida con mucho realismo al lado del templo. Como esto no espanta al furioso
gentío que pide su muerte, Poncio Pilatos, cuyo palacio se ubica en el local municipal,
intenta desde el balcón calmar al gentío y propone su intercambio por Barrabás,
propuesta que es negada y que sella la suerte de Jesús. El condenado a muerte por
crucifixión tiene un duro ascenso con la cruz, desde la plaza de Sincos hasta un amplio
mirador que hará de Calvario, donde finalmente será crucificado junto a dos ladrones.
Impresionan las distintas escenas que se suceden, más el fuerte ventarrón que sopla en
el mirador y al gentío que participa en silencio, observando la muerte de Jesús, en que
uno se siente retroceder dos mil años y presenciar la muerte del Salvador.
Hay que resaltar que durante la Semana Santa, la provincia de Jauja no sólo
revive pasajes sacros de la Pasión y muerte de Jesús, sino también, en algunos de sus
distritos, de la historia nacional, como los de la Campaña de la Breña (1881-1883), de la
Guerra del Pacífico. La danza que recuerda estos pasajes históricos es la Tropa de 32Cáceres o magtada , que se presenta en desfiles competitivos en la provincia de Jauja,
los miércoles, jueves y viernes Santos, pero es el jueves Santo el día en que los desfiles
adquieren mayor envergadura, pues las comunidades del valle de Yanamarca, que
dieron origen a esta costumbre, también presentan los batallones de las “Fuerzas
Armadas”, que compiten en la creación de marchas militares, desfiles militarizados y
dramatizaciones alusivas a la historia bíblica, al pasado Inca, a la gesta de la
Independencia, a la guerra del Pacífico o a acontecimientos de actualidad (episodios o
personajes políticos, noticias mundiales y reflexiones morales). La razón de que la
magtada se realice durante la Semana Santa es que algunos eventos importantes de la
Campaña de la Breña ocurrieron por esas fechas. La magtada representa a los valerosos
campesinos que tomaron las armas para apoyar al héroe de la resistencia, Andrés
Avelino Cáceres, quién se batió junto a otros oficiales que no capitularon ante el
invasor chileno, durante la Guerra del Pacífico. La magtada presenta al desfilar su banda 33de guerra y la escolta, ambas conformadas por miembros de la misma danza. Sigue el
34 35Mariscal o tayta Cáceres , quien representa al héroe breñero, seguido de su comandante ,
es decir el intermediario con su tropa campesina, y se dirige a ella en quechua. La tropa 36está conformada por un número variable de magtas , que representan a los
campesinos-guerrilleros que enfrentaron al ejército regular chileno durante los años 37de ocupación. Sigue un grupo de rabonas , que son las heroicas esposas que
acompañaban a la tropa de magtas, prestando ayuda a los heridos y brindando
consuelo a sus esposos, después de los enfrentamientos o de las fatigosas caminatas. 38Siguen uno o más rancheros , encargados de conseguir cualquier alimento y leña para
39cocinar. Finalmente, se presenta a uno o dos soldados chilenos , con quienes se
escenifica algún hecho histórico de la campaña de la Breña.
106 | | 107
65 Tropa de Cáceres o Majtada,
valle de Yanamarca.
65
La competencia de batallones de la “Fuerza Armada” es lo que más atrae al
lugareño y al visitante, por el desfile y la variedad de escenas que se presentan. Esta
competencia se realiza en la tarde del Jueves Santo y en tres sedes simultáneas del valle
de Yanamarca, siendo la del distrito de Acolla la que resalta por el número de batallones
y la variedad de temas que se escenifica. En cada batallón suelen participar cientos de
pobladores de una comunidad, presentándose como parte de la banda de música, de la
escolta, de los diversos contingentes armados (fuerza aérea, comandos, marina de
guerra, fuerzas especiales, etc.), o en alguna de las cortas escenificaciones que se
suceden. No hay que olvidar que detrás de cada escena hay semanas de discusión y
preparación por parte de los miembros de las asociaciones barriales y vecinales de cada
comunidad campesina, sea en la escenografía, la secuencia y los personajes a
representar; por ello, no sorprende ver en el Jueves Santo por alguna carretera del valle
de Yanamarca al Mariscal Cáceres a caballo, o encontrarse con algún contingente
armado, o ver convertidos los tractores, camiones, autos y triciclos en impresionantes
tanques, portaviones, aviones, helicópteros, o si la imaginación lo permite, en las torres
gemelas de New York, en el metro de Madrid, en la embajada de Japón o en la sede
judicial donde se condenó a Fujimori. Si bien los premios que reciben los ganadores son
un reconocimiento a su esfuerzo y creatividad escenográfica, a lo que aspira realmente
cada comunidad es a acceder a los ingresos económicos derivados por la organización
del desfile, pues estos fondos han permitido realizar alguna mejora en beneficio de su
población. Curiosamente, estas aspiraciones comunales terminaron desintegrando la
unificada asociación intercomunal de la Semana Santa que se formó a mediados de la
década de los sesenta del siglo pasado. Hoy en día las comunidades que participan en
estos desfiles competitivos en diferente sede, están comprendiendo la necesidad de
volver a unificarse, para sacar adelante esta hermosa y dinámica expresión festiva de
los “Desfiles cívico-patrióticos y religiosos de Semana Santa”, como lo acordaron el
año pasado las comunidades del sector oriental del valle de Yanamarca.
La cruz y la cosecha
A la llegada de los españoles, uno de los símbolos cristianos que rápidamente se
reinterpretó en la creencia andina fue la cruz, pues su celebración (3 de mayo) coincidía
con el evento más importante en las sociedades andinas: la cosecha grande. Asimismo,
los propios doctrineros facilitaron su sincretismo, al colocar cruces en toda huaca o
lugar sagrado al que sometían. Rápidamente la cruz adquirirá vida propia; no será ya
sólo la entidad sagrada, sino también representará al cuerpo social al que protegía: el
ayllu. De esta manera, van a florecer cruces por todo el Ande: a la entrada de las
reducciones indias, cerca de las sementeras de alguna cofradía o barrio, o en la parte
alta de la montaña protectora del pueblo. Esta multiplicidad de la cruz, a través del
tiempo, explica el inusual afecto que hoy brindan los pobladores a sus cruces,
limpiándolas, pintándolas o vistiéndolas con lienzos hermosamente bordados y con
los primeros frutos de la cosecha. Y al igual que todo evento cultural de esa
trascendencia, tendrá una danza que la agasaje: la jija. Según la tradición oral de la
provincia, esta danza se originó en el distrito de Paccha, transformando la antigua
danza de los cegadores, cuyos cabecillas cargaban presurosos y en sus mantas
multicolores, los primeros atados de cebada, habas o mazorcas de maíz, para “vestir” a
la cruz que los protegía. En la actualidad podemos ver diversas formas de vestir la jija.
En algunos distritos se utiliza aún parte del antiguo vestuario de los cegadores,
conformado por sombrero, manta multicolor que cruza la espalda, camisa y pantalón
de bayeta, y la tradicional hoz para cortar la cebada. En otros distritos incorporan al
pantalón una basta bordada con figuras de animales, plantas o personajes de la historia
nacional. Y en los distritos con la jija “más moderna”, el danzante usará sombrero de 40pana y un elegante terno con diversos aditamentos . Antes sólo bailaban la jija los
varones; ahora en algunos distritos también participan las damas, como pareja del 41jijero. El jijero mayor, que usa una banda especial, guía la coreografía y guarda la
disciplina del grupo. La danza es acompañada por una orquesta típica o por el
tradicional conjunto de arpa, violín, tinya y uno o dos clarinetes.
Entre las fiestas de junio y julio, sobresalen la de San Antonio (13 de junio), de
San Juan Bautista (24 de junio) y de María Magdalena (22 de julio). En ellas la tunantada
es la danza distintiva; pero es en la fiesta del Corpus Christi, que celebra un alejado
anexo de Sincos (Aramachay), la que expondrá una de las danzas más antiguas de la 42región: la huancadanza , que evoca al antiguo guerrero huanca que opuso tenaz
resistencia al conquistador cuzqueño. Esta danza sólo lo pueden bailar ágiles y
resistentes jóvenes, por el agotador movimiento de brazos y piernas que exige su
coreografía. La huancadanza es acompañada por el sonido de los cascabeles de metal
que portan los danzantes en las pantorrillas y por el tradicional conjunto de pincullo y
tinya que ejecuta de manera simultánea su músico.
108 | | 109
66 Cruz de Mayo
en Ataura.
66
Culinaria festiva
En las festividades posteriores a la cosecha, el visitante tiene oportunidad de saborear
una mayor variedad gastronómica, y si quiere comprar, los feriantes se la ofrecerán a
precios rebajados. Entre los caldos, sobresale la madrugadora patasca, donde reposan
maíces reventados con retazos de panza, tripa y charqui, que despiertan al más
dormido. También tenemos el umancaldo, con su aromático sabor a pellejo tostado,
acompañado de papas bien cocidas y la disputada “mariposa” del carnero o su
criadilla. Le sigue el chupe verde, donde la hierbabuena y el culantro se entremezclan
con trozos de queso, huevo y papas, reconfortando cualquier maltrecho estómago; y
finalmente, el patachi, cuya sopa de trigo pelado se complementa con habas y retazos de
charqui (carne seca) y carán (pellejo de cerdo), que le dan el sabor final. Al mediodía, la
madre tierra o pachamama nos devuelve el dulce olor de su vientre con la famosa
pachamanca (olla en la tierra), donde las humeantes habas, humitas y papas compiten
con sabrosos trozos de carnero, cerdo o pollo, que han sido untados con el aromático
huacatay, y donde la hierba silvestre de la marmaquilla selló su exterior. También los
feriantes nos llamarán para que nos sirvamos un delicioso cuy en salsa de maní, con su
porción de papas o arroz; o el cuy shactado, untado con el ají panca y sus porciones de
papa. No debemos olvidar las diversas presentaciones de la trucha (al ajo, frita,
arrebozada, a la parrilla o en cebiche), ni el chicharrón colorado, cuyo ají le da el nombre y
se sirve con abundante arroz amarillo; ni el delicioso carnero al palo, que por sí solo basta
para calmar el paladar más exigente. Es importante, al final de cualquiera de estos
poderosos platos, servirse un mate o una copita de anisado, para asegurar la digestión.
Si sólo se quiere calmar el hambre, no falta en cada esquina el tradicional 43vendedor de humitas dulces y saladas; o la lechonera, que nos ofrece el tierno lechón
horneado, con salsa criolla o con algún afamado pan o bollo jaujino. Entre los dulces
destacan la gelatina de pata, con su chancaca de caña y su punto de canela y clavo de olor;
o las variadas mazamorras de caya (oca), chuño, durazno, níspero, guinda y maca, poco
conocidas por el visitante, pero deliciosas cuando son preparadas diligentemente por
alguna mamacha. Entre los refrescos, sobresale la chicha de jora, en sus diferentes
estados de maduración, seguida de las chichas de maní y de soya, que calman la sed ante
el inclemente sol serrano del mediodía. Al atardecer, cuando el frío exige abrigo, un 44calientito lo someterá, pero si no basta, adicione un mate de cebada o café de
45Chanchamayo, complementado con alguna cachanga o los tradicionales picarones de
zapallo.
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68
La fiesta de los animales
A pesar de que el calendario eclesial consigna el 25 de julio como la fecha de la fiesta a
Santiago Apóstol, patrón del ganado mayor, en la provincia de Jauja las familias
ganaderas recién festejan al Santo y a los animales dentro de las primeras tres semanas
del mes de agosto. En la víspera del santiago, o herranza del ganado, llegan los músicos
contratados a casa de la familia del hato, portando los tradicionales instrumentos
musicales propios del evento: parejas de cacho o waqra, un violín y la tinya. Durante la
noche de víspera, el “patrón” o dueño del ganado se reúne con sus familiares en su
casa, donde realiza la ceremonia del coca quinto, escogiendo las hojas de coca entera (las
hojas macho serán alargadas, y las hembras redondas) como ofrenda al wamaní o
espíritu de la montaña y al ganado. Estas hojas se colocan sobre un plato hondo que
luego se llevará ante el pequeño altar levantado a Santiago Apóstol, quien custodia las
cintas de colores e instrumentos que se usarán en la herranza. Mientras se realiza el coca
quinto, se chaccha (mastica) las demás hojas de coca, se bebe licor y se conversa de la
familia y el hato. Antes del amanecer, y por orden del “patrón” del ganado, se realiza el
rito del luci luci, ceremonia que purifica con fuego, tanto al ganado como al pastor e
invitados. Para ello se enciende la paja seca y se roza a los animales y personas, siendo
acompañados por el tono musical que denomina este ritual. Luego se dirigen a visitar a
los demás parientes que tienen ganado, para acompañarlos en el luci luci. Concluida la
visita, retornan todos al domicilio del “patrón” para servirse la patasca que éste invita.
A continuación se irán a descansar algunas horas, pues a mediodía se iniciará la
herranza o marca. Llegada esta hora, vuelven a servirse la patasca y algún otro guiso, 46mientras el “patrón” prepara las cintas para la señal del ganado y las huallas que
obsequiará a sus invitados y a quienes lo ayuden a atrapar el ganado. También algunas
familias aprovechan para desenterrar las ollitas de barro que guardaban las cintas del
año anterior y descubrir si hay pequeños insectos sobre ellas. Si fuera así significará que
el presente año será favorable para el ganado.
Concluido el almuerzo, el “patrón” invita a familiares y convidados a salir al
campo y realizar la herranza del ganado. Llegados a dicho lugar, los presentes juegan
imitando diversas acciones ganaderas y realizan la mishquipa, donde se fraterniza
chacchando hojas de coca y bebiendo, mientras el “patrón” hace la mesa ritual, donde se
ubica la efigie ecuestre del Patrón Santiago y se colocan hojas de coca, cigarros, licor,
cintas para los animales y los implementos de la marca. Al terminar la mishquipa, el
patrón selecciona qué animal deben traer los jóvenes, para colocarle la respectiva señal
o cintas de color, sea en la oreja (si es hembra) o alrededor de su cuello (si es macho).
Todo esto se realiza con algarabía y bajo las melodías de la herranza que ejecutan los
cacheros del waqra, el violinista y la cantora. Finalizada la herranza, se despide a los
animales ejecutando el tono musical del despacho y se arrojan caramelos y galletas de
“animalitos” sobre el ganado. Son los niños quienes más aprovechan y festejan esta
situación. Este homenaje a los animales es por su ayuda en el trabajo agrícola, el
transporte que brindan o los productos que de ellos obtiene la familia (carne, leche,
queso, cuero, fibra, etc.).
112 |
67 Dulces jaujinos.
68 Patasca, principal plato
tradicional de Jauja.
69 Herranza, ritual de
marca del ganado.
69
En agosto, septiembre y octubre se lucen una variedad de fiestas en la provincia
de Jauja, sobresaliendo las festividades relacionadas a la Virgen María (Nieves,
Cocharcas, Natividad, Mercedes y Rosario), quizás como sincretismo del culto a la
fertilidad de la pachamama y el contexto de la siembra. Entre estas fiestas, en la primera
semana de octubre la ciudad de Jauja rinde homenaje a su Mamanchic Rosario, como
cariñosamente llama la población a su patrona, la Virgen del Rosario. Si bien su origen
festivo se pierde en el siglo XVI, hoy en día su celebración congrega a los jaujinos
dispersos por el mundo, en una semana que entremezcla tanto la alegría del
reencuentro y el recogimiento de sus ceremonias religiosas con la diversión de sus
espectáculos festivos. Sus días de celebración evidencian todo el complejo
organizativo y la riqueza cultural de una fiesta patronal en la provincia.
Tradicionalmente, los patrocinadores o alfereces realizaban la labranza de ceras para la
procesión. Ahora el mercado pone a su disposición una variedad de ceras, unas hechas
aquí, otras compradas en la ciudad de Lima. Días antes de la fiesta, los devotos y
oferentes de la Archicofradía del Santo Rosario realizan la novena, con oraciones y
misas diarias en honor a la Mamanchic del Rosario, que ha sido entronizada en su anda
desde el primer día, mientras se continúa con la limpieza y el arreglo al templo.
Llegado el día de víspera, los miembros de la banda de música ensayan algunos géneros 47populares, mientras el alférez al que toca organizar esa víspera recibe el apoyo de
decenas de oferentes, pues debe encargarse del reparto de los dulces molletes y servir la
tradicional chicha de maní y el calientito. En la tarde se inicia la retreta en la plaza
mayor, hasta las siete de la noche, hora en que se celebra la misa de víspera, a la que asiste
el alférez responsable de esa noche y las autoridades del pueblo. Llegada las diez de la
noche, la banda de música del alférez rompe el bullicio, con famosos huaynos, marineras
y toriles, mientras la población se concentra en la plaza mayor para presenciar los
luminosos toros locos y la quema del castillo de varios “pisos” de altura de esa noche. El
resplandor aclarará entonces por largos minutos la noche de la ciudad de Jauja. El
jolgorio de la música y el consumo de bebidas prolongarán la víspera por algunas
horas, aunque la mayoría se retirará a descansar, para asistir desde temprano a las
importantes ceremonias de la fiesta.
Al amanecer las bombardas anuncian el inicio del día central. En las siguientes
horas se servirá un suculento desayuno de fiesta, para que luego el alférez, acompañado
de su respectiva banda de música, asista a la misa de fiesta y a la procesión en honor a
Mamanchic Rosario. Luego de esta ceremonia religiosa, se invita el almuerzo de fiesta
para toda la población, y concluido éste, se cierran las obligaciones del primer alférez
con el tradicional baile de la pandillada, donde las parejas irán invitando diversos licores
a los transeúntes que encuentren en el camino. Esa misma noche, pasará la víspera a
manos del siguiente alférez, replicando similares celebraciones hasta el siguiente día;
donde tomará la posta un tercer alférez de la fiesta. Como la municipalidad provincial
tiene el primer alferado, el devoto que quiere ser alférez para el próximo año suele
presentarse luego de la misa del día central correspondiente. El coso taurino abrirá sus
puertas durante la semana para realizar dos tardes de corridas, a las que asisten los
alfereces y las autoridades de la ciudad.
En noviembre se realizan pocas celebraciones y sin la pompa acostumbrada,
quizás porque la población dedica más tiempo a la siembra y debe invertir en ella. Las
ceremonias que sobresalen son la fiesta de Todos los Santos y el día de los Difuntos.
Ambas festividades son importantes, pues es el eterno lazo que une a los pobladores
con quienes los precedieron. La danza distintiva de este mes y parte de diciembre es la
pachahuara, cuyos personajes, asociados a los esclavos negros, renacen con su
liberación, secuencia que se representa en la misma danza. La tradición popular
maneja dos versiones sobre el origen de la danza. La primera sostiene que la pachahuara
evoca a los esclavos negros de la costa, que al sublevarse de sus amos, se refugiaron en
el valle del Mantaro. La segunda, que la secuencia de la danza evoca la libertad
ordenada por el Mariscal Ramón Castilla a mediados del siglo XIX. La pachahuara está 48 49conformada por un mayu o caporal , varias parejas de danzantes pachahuara , una
50negra o dama , y un número variable de chutos, estos últimos encargados de atender y
prestar apoyo a los demás. Si bien la danza es interpretada por una banda de música, los
danzarines marcan el compás con una pequeña campanita que portan. La pachahuara
suele presentarse en las principales fiestas de la provincia de Jauja, e inclusive se
organizan concursos entre los pueblos, como sucede en el valle de Yanamarca, donde
la tradición le da su origen.
El día de los Difuntos es otra ceremonia que complementa al día de Todos los
Santos, una tradición del ámbito familiar, donde se recuerda a los parientes fallecidos
con oraciones y visitas a sus urnas sepulcrales. Por ello, en la víspera se acostumbra a
preparar los alimentos y bebidas que más apetecían a los finados, así como las
tradicionales tanta wawas o panes antropomorfos. Estos alimentos luego serán llevados
a un cuarto especial de la casa y colocados sobre una mesa, a la espera que los espíritus
de los parientes “se acerquen y los prueben”. Algunas familias tienen la costumbre de
espolvorear harina en el piso y alrededor de la mesa, para luego interpretar los rastros
que las almitas dejaron en la harina. Al día siguiente, la familia en pleno se dirige al
cementerio, llevando algunas la comida y bebida “probada” por los parientes
fallecidos, para dejarlas cerca de su nicho, al tiempo que lo limpian o restauran. Es
costumbre para este día contratar en el cementerio los servicios de algún rezandero,
para que cante o rece un responso. Estos rezanderos cuentan con un amplio repertorio
de oraciones y cantos en latín, quechua y castellano. Otras familias más acomodadas
contratan una pequeña orquesta o un conjunto musical, para que ejecuten los géneros
musicales que más gustaban a los fallecidos.
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El arte en la madera, el cuero y el tejido
A comienzos del siglo XX, en la feria dominical de Huancayo competía la zapatería
artesanal de Julcán con la creciente presencia de la zapatería industrial de esa ciudad.
Esta competencia se mantuvo de igual a igual hasta la década de los 60, cuando la
industria limeña del calzado toma el mercado regional. Julcán se mantuvo, pues supo
dirigir su oferta hacia el mercado minero, que compraba mensualmente cientos de
pares de zapatos, en especial los botines con puntas de metal, apreciados no sólo por la
industria minera, sino por la naciente industria de la construcción. En la actualidad va
cediendo el mercado regional ante los menores precios del zapato industrial de la costa
norte y el creciente predominio de la zapatilla en la estética del vestir diario. Pero,
amigo viajero, si aún aprecia la buena calidad del zapato antiguo, más aún si lo gusta a
la medida, no dude en acercarse al distrito de Julcán y cerciorarse de su fama,
comprando zapatos para usted y su familia. Otra importante actividad artesanal que
aún perdura en la región es el tallado. Por ello, Jauja se distingue por conservar eximios
talladores en madera, principalmente en el distrito de Molinos, donde aún perdura el
arte de convertir el aliso en águilas, leones, labriegos o máscaras de danza. Asimismo,
también elaboran un sinnúmero de objetos de madera, sean de uso utilitario,
ceremonial o de adorno. Esta tradición se ha trasmitido a través de los varones de las
cuatro últimas generaciones y de aquellas personas que gustan del arte del tallado,
pero siempre visto como complementaria a otras actividades productivas. El tallado
no ha sido trasmitido a las mujeres, por ser considerado una actividad peligrosa (por la
fuerza que requiere o por el riesgo de herirse). El proceso del tallado es bastante simple.
Primero se corta el tronco pensando en la forma y tamaño de la escultura. Enseguida se
quita la corteza palanqueando con la azuela y golpeando con la comba. Estos mismos
instrumentos, distinguiendo grosores de azuelas y tamaños de combas, servirán para
darle la forma definitiva a la escultura. Luego se procederá a lijar, como acabado final.
No se barniza ni pinta, ni se le da ningún tipo de tratamiento a la escultura. Esto es lo
distintivo del tallado de Molinos. Otra actividad artesanal reconocida en la provincia
es la elaboración de pintorescos muñecos a crochet y palito, que evocan los diversos
personajes de las danzas regionales, como tunantes, jaujinas, chutos, tucumanos,
huanquillas, chacranegros, etc. Tienen gran demanda las hermosas muñecas jaujinas, por
su colorido y porte. Como ve, amigo lector, visite la provincia en cualquier época del
año, pues encontrará la expresión no sólo de sus creencias, sino una variada riqueza
cultural en su tradición oral, danzas, gastronomía y artesanía.
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70 Artesanía jaujina en madera.
71 La manta jaujina de
múltiples colores.
70
71
Crónica del amor crónico: un relato sobre Jauja
| 119
72
En momentos felices gocé de las palabras con mis paisanos. Hablábamos de nuestra
natal ciudad, rememorando los sitios que nos habían prodigado alegrías o pesares. En
aquellos tiempos andábamos por los campos gustando del aroma de sus prados, de
sus olores pajizos en agosto, buscando de dónde venía ese hilo de fragancia de pan
caliente o haciendo un alto en los senderos para tomarnos un refresco en la tienda de
alguna lugareña de Huertas. Entonces ella nos sugería ir a la plaza del villorrio, que ahí
había fiesta, y encontraríamos molletes, aldabitas, maicillos, chicha de maní,
picarones, picante de cuyes, y más alegría. Estos sentimientos nos traen la campiña y
las calles de nuestra Jauja, la Samaritana y su fuente de agua. Eran tiempos en que los
sueños eran nutridos por nuestros maestros que ya conocían otras urbes y nos instaban
a conocer el mundo. Y así fue.
Fuimos a otros lares, con ilusiones y anhelos que nuestra ciudad no nos podía
brindar más: los estudios, la universidad y el encanto que nos prometía la aventura en
la gran capital.
Ahora “pasando la vida…” para descifrar qué somos, qué nos caracteriza y nos
define como hijos de esta santa tierra. Nos ponemos a meditar y sobre nosotros hay un
cielo limpio y aturquesado, lavado por las lluvias en esta primavera aún fría,
convidándonos su hálito, mientras por la calle Grau corren los mototaxis, casi
atropellándonos, señalándonos que los tiempos cambiaron.
Reconocemos nuestros alrededores: las calles y jardines mustios y
descuidados, las casonas vetustas y abandonadas. Hay una pretensión de adecuarlas,
de cambiarlas como en otras ciudades, quizá más prósperas económicamente, pero sin
alma, sin ancestros, sin raíces.
Hace ya un largo tiempo de cuando volvíamos, todavía en el tren que hacía su
rutinario trayecto desde Desamparados, su estación en Lima, hasta nuestra estación
familiar, cálida y acogedora de Jauja. Existía un alborozo, unas ganas de permanecer
parado frente a la Iglesia Matriz, de sentir la vuelta, escuchando el zureo de los cuculíes
entre los recios cipreses del parque en oferencia de una amanecida de paz.
Después de haber pasado por Paccha Miraflores, contemplamos entre la bruma
de la tarde el puente Colonial cercano al puente Inca, únicas evidencias del pasado
prehispánico y colonial que se encuentra en esta parte estrecha del río Mantaro. Luego
encontramos el último túnel del trayecto para estar cercanos a Siclachaca, donde
funcionaba la hidroeléctrica de la familia Landa, que proveía de energía a Jauja,
haciendo una sana competencia con la “Febo” de Muquiyauyo.
Se abría horizontal, extenso y esplendoroso el valle, que nos sorprendía con un
aroma de retamas en flor, de lluvia, sembríos y eucaliptos. Estábamos en Jauja, pronto
la casa…, la familia. El tren avanzaba a la garita del Tambo, donde con un cambio de vía
se entraba retrocediendo a nuestra ciudad. Los auxiliares de apoyo, con una casaca
ceñida y sus quepis de cuero, se identificaban de manera distintiva y apresuraban el
desembarque a los que bajábamos en la estación.
Dentro del vagón hay el afán por hacerse rápido de las maletas de viaje y los
paquetes guardados en los anaqueles, que eran regalos que traíamos desde la capital.
Acaecía el alboroto y todos querían bajar. Los auxiliares nos apuraban. Ya había
sonado la primera campanada, y el tren resoplaba con un suelto de olores a carbón y
aceite. La maquinaria bufaba como si el viaje habría cansado a sus estructuras
metálicas. El sonido de la caldera era un hervidero de añoranzas.
Ya en el terraplén de espera, estaban los amigos y parientes que nos
aguardaban ansiosos, prestos a ayudarnos con los paquetes y efectos personales. Pero
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72 Vista de la Iglesia de Jauja
a mediados del siglo XX.
73 La Estación del tren de Jauja
(colección Sociedad Amantes
del Ferrocarril).
73
antes, los abrazos, los besos intensos y esas emociones únicas de encontrarse con los
nuestros después de tanto tiempo. En el corazón saltaban lágrimas íntimas, vivas:
¿Cómo estás…? Bien, bien… ¿Qué tal el viaje…? ¿Cómo pasaron Ticlio…? Mucho
frío… ¿Hay nevada…? ¡Sí, sí, mucha nevada…! Casi nos quedamos en Galera… ¿Nada
de soroche…? Y así se iniciaba la conversa hasta el día del retorno, en que con los
adioses nuevamente nos iríamos lejos, muy lejos. Con un sentimiento de pertenencia a
nuestra tierra en los húmeros.
Sonaba la tercera campanada y el tren avanzaba a Huancayo con fuertes
resoplidos. Las vivanderas que llevaban tamales, humitas, chicharrones, bizcochuelos,
bollos y dulces arreglaban sus bártulos y las bolsas de papel de despacho, haciendo
cuentas de sus ventas entre risueños comentarios. En casa preparaban una “agüita
caliente” para los recién llegados, un caldo de gallina reposaba ya en el caldero
cocinado en fogón a leña. El estofado de ternera al vino era el plato de fondo. Para
terminar, una mazamorra de harina de trigo con leche y chancaca, y para los
entremeses quesito con cancha de maíz “chulpi” como le gustaba al “niño”, a decir de
mamá Teresa, la tradicional ama de llaves, la fiel y noble niñera de la familia, afanosa
con quienes la ayudaban, para que la cena de recibimiento sea única, y que de ahí, en
“aquel entonces”, quede grabada con el sentimiento de haber existido, repitiéndose en
las reminiscencias como las añejas mulizas que desde niños dimos oídos entre los
sueños, transportándonos al hogar, como ese sabor de dorada rosca, y un manjar
blanco que yantamos para decir siempre.
Estábamos en la vieja casa encuadrada entre las dos esquinas, con su gran
balcón de cajón y celosías neoclásicas que dan a la calle. Tenía ese olor a palo santo,
alcanfor y rancio aceite de rosas, dormitorio empapelado, cortinas aterciopeladas y
cortasoles de un tul extranjero, un tanto desteñidos por el sol serrano de las mañanas.
Las cómodas y roperos de cedro estaban entre petacas y baúles, y la cama era de acero y
bronces bruñidos con perinolas, que sacábamos cuando chicos para ir a jugar
trompitos con los primos. Eran un bien esa cobija con sábanas de lino y bayeta fina, las
abrigadoras frazadas de Santa Catalina, los edredones franceses y almohadas de
plumas de ganso, su mesa de noche, la palangana del aseo diario, los estuches de cuero
de los lentes de carey para leer bien el libro de aventuras y poesía, el vaso con agua a
medio tomar; tantos utensilios, adminículos sofisticados para llevar las píldoras y el
zen-zen para el mal aliento, el daguerrotipo del hijo ausente y hasta la bacinica. Mamá
María, la abuela con tantos años transitando en ese segundo piso desde donde ejercía
su mando familiar y haciendo los días llenos de ternura y vanas tirrias con la familia,
hacía sentir su tesón en la fortuna que venía de los campos labrados del “fundo” con el
sudor de los “partidarios”.
Esos partidarios servían fielmente en las casas de los propietarios de tierras y
del comercio de abastecimientos con Lima que por legado poseían. Compartían
labores y gastos, así como las tareas agropecuarias. Eran los que proveían la casa de
alimentos, de la leche diaria, los choclos, la cebada, el trigo, el pasto para los animales
122 |
74 Balcón de casona,
tercera cuadra del Jr. Gálvez.
74
menores: cuyes, conejos, cerdos, corderos, gallinas, patos, pavos, y sobre todo hacían
los recios trabajos del mantenimiento y seguridad de cada predio. Pero no sólo eso:
eran los que en las celebraciones cantaban los villancicos en Navidad con sus maneras
propias y participaban en las huayligías, donde las agraciadas adolescentes mostraban
sus galas y la hermosura de sus rostros cándidos, llenos de frescos gestos propicios al
corazón y razón de los jóvenes. Los sones de arpa y violín, “huaucos” y el “Tillu-Tillu”,
con sus compases y ritmos, embelesaban la secreta heredad de nuestros orígenes
mestizos. Eran el “servicio” en toda ocasión, y también ellos participaban en el festejo,
dando inicio a las faenas campesinas, la roturación de los campos de cultivo haciendo
un “tincuy” o un “Pago” a la “Mamapacha” para que la siembra grande resulte buena,
con tinya, pincullo y wagla. Arengaban a los gañanes, pisando y bailando sobre la
tierra que prodiga nuestro existir, identificados cada uno con el son de hayllis y
harawis, con sus versos reclamando mayores dones, para vivir en armonía.
Así, mancomunadamente, construyeron las casonas, levantaron dinteles,
dieron forma a sus ventanales, puertas, empedrados y todo bello atributo que tienen
las residencias, que resisten hasta ahora el avatar de los tiempos.
El estrepitoso ruido de los 21 cohetes reventados al amanecer, de diana y
celebración por nuestra patrona “Mamallanchi Rosario”, nos despertaba junto con las
campanadas únicas de la Iglesia Matriz, cuyo son penetra al corazón con el sutil
encantamiento de llegar al término de la nostalgia, como si nos levantaran el alma
palomas albas.
Luego de los aseos personales, se presentaba el desayuno copioso de atenciones
y reminiscencias. Saboreábamos los cusáis, los molletes, el pan de huevo —que no lleva
ese nombre por tener huevos en su elaboración, sino porque antaño se cambiaba dos de
aquéllos por un huevo—, o el misti, que es un pan integral…, ¡ah!, pero si hablásemos
de panes no terminaremos este escrito. Acabado el desayuno, después del yacuchupe
“levanta muertos”, estamos listos para la nueva jornada. Contemplamos el jardín
interior que existe en nuestras casas y nos damos cuenta que en los profundos
sentimientos este mágico jardín es eterno, con sus rosas, geranios, clavelinas, la malva
rosa, el cedrón, el romero y ese arco alzado de madreselvas que se sostiene en una
pilastra del corredor de los dormitorios, coincidiendo con las retamas que adornan el
corredor o las del patio trasero junto al huerto, dándonos sus últimos perfumes
ensoñadores.
Toda la casa estaba llena de diferentes maceteros, grandes, pequeños, con
violetas, dogos, claveles chinos, llamaplatas de la suerte, una infinidad de plantas raras
y lindas, tantas como el fino empedrado del patio principal.
Nuestra ansia, ahora, es estar listos para ir a escuchar la misa de la Santa
Patrona, en la Iglesia Matriz. Nos acicalamos y vestimos un terno oscuro de casimir
inglés, la camisa de seda, una corbata sobria; calzamos zapatos de cuero negro de
becerro. Hay que estar elegantes, presentables y con una fragancia a pinos y espliego, si
no, seremos víctimas del cotilleo de las beatas.
Saldremos en procesión, contritos, meditando el sermón. Se caminará
alrededor del parque, donde prolijos parientes han adornado los recibos y paradas, y
los balcones se han ataviado con flores y mantillas sobrias labradas a mano con
primorosos arabescos. Hay también arcos de papel crepé multicolor, con flores frescas.
Los homenajes son en los altares familiares, donde resalta la réplica de la imagen
sagrada, frente a una pequeña alfombra. En cada partida se oirá el cantar de los
responsos proclamando religiosidad, solidarizándose y dando presentes y dádivas a
quien los necesite. De aquí devienen las mayordomías, las archicofradías que son las
depositarias del bien y de la fe en Jauja. Avanza ya la procesión, las escoltas escolares y
las delegaciones religiosas entre lábaros y banderas. Allí se encuentran ya ordenados
los allegados y amigos: el pueblo. Esta sagrada imagen ha juntado a todos. Vuelve a su
lugar en la Catedral y nuevamente sartas de cohetones con sus estruendos compiten
con la algarabía de campanas y aplausos. Hay rezos mudos con cantos fervorosos, un
aniversario más que sella la esperanza de nuestros hogares.
124 | | 125
75 Jaujina, dibujo de
Charles Wiener (1880).
75
La evocación, o echar de menos. ¿Dónde estará?, ¿qué es lo que pasó? Extrañar
y añorar. Queda en los resquicios íntimos un escenario que fue, y ahora a diario, nos
dan una realidad cambiante, una vorágine de sentidos y afirmaciones de muchachos
en bicicleta, de paseos por las mañanitas estudiando en los campos: “el bosque de la
china”, “la alameda del cementerio”, “el cerco de Rivera”, “el campo de aterrizaje”, o
las veces en que íbamos a nadar al “yacus” protegidos por el “inca dormido”, que
desde lejos contemplábamos y nos hacía pensar en la laguna de Paca o “Cóndor
shinja”, la montaña ave enterrando su pico en Santa Ana.
Somos de las primeras colleras de barrio: “los terribles”, “los halcones”,
“Excélsior”, “impalas”, “círculo lluvia”, los que aprendimos a tocar una guitarra y a
cantar mulizas gracias a las enseñanzas de “Pupo Abregu”, de “Pepe Martínez” y de
tanto amigo que se disponía a cantar, a hacer música, a dar serenatas para tanta chica
linda que nos arrebolara las mejillas, el corazón. Escribíamos poemas a las muchachas
y sus cándidos ojos, enamorándolas haciendo un “bollito” en los carnavales. ¡Ah!, los
cortamontes, las “traídas” y la pandillas haciendo prosas y galas en los pasacalles y al
pie del monte, con la niña de mis ojos: ella con su sombrero blanquito, pequeño y lindo,
con esa mantilla de claveles, rosas y dalias estampadas por la familia Velasco; con su
monillo ornado de chutases, lentejuelas y mostacillas resaltando sus duros pechos
jóvenes, pasionales y sensuales como los tonos de la banda de músicos. “Huarancayo
de mis penas”, escribo: Huarancayo de mis amores. Qué decir de esos piecesillos que
asoman de sus zapatos de charol, altos y finos, danzando los compases con elegancia,
levantando levemente los faldellines, luciendo los tres fustes largos planchados con
almidón, bordados a la bolilla y crochet por nobles manos que han sabido hacer volar
mariposas en un jardín de maravilla y sentimientos en hilos de marca Tren y Cadena.
Aquello exige engalanarlas con una vueltecita picada aferrando el corazón, que
latiendo fuertemente ya se sale, sacando la gallardía y prosa de jaujino bailando y
guapeando la vida.
Somos “chutos decentes” para conversarles bajo la careta sus verdades a
nuestros mayores y descubrirlos cantándoles con quirquinchos chilladores sus
secretos amores. ¡Estos cullucaras!, beber nomás quieren: “dos cervecitas, por favor,
caserita”.
Somos aquellos de las escapadas del colegio que se van a campos abiertos, a la
“era de las Ánimas”, a corretear y terminar la jornada bañándose en un “puyunto”
hondo del “yacus” en “Cormis”, en “Viscap”.
Volver y retornar más fuertes, tiernos como las canciones trovadas. Profesar
insondables horizontes encarnados, grosellas y violetas que despiden la tarde detrás
de los cerros de San Juan Pata y Huancas. Imaginar a la Samaritana de Don Pedrito
Monge Córdova conversando elegante por la calle Sucre con el amigo de siempre: Don
Miguelito Martínez, hablando acaso de lo último ocurrido a los “Xauxales”, de artes y
letras, o tal vez de sus relatos de “pishtacos”, “aparecidos” y todas las ocurrencias
dadas en nuestra literatura oral: ese libro no escrito, contundentemente humano y
propio.
Hay tantas cosas para deciros. Hablar de nosotros pareciera fácil y no lo es.
Reconocer la personalidad social de los pueblos es una pregunta que linda con la
interpretación multidisciplinaria de varias ciencias, técnicas y metodologías. Hay que
crecer y creer en el asombro y la admiración de quienes podemos caminar con la frente
alta en el mundo. Airosos proclamarnos: “Rajatablas”, por decir cueste lo que cueste
nuestras verdades pertinaces, de ser derechos y honestos.
Nos hemos salido del cuadro para encontrarnos con uno actual, diverso,
interesante, trascendente y fundamental, que es saber convivir y respetar a esta
naciente plantita de maíz que vigorosamente levanta su guedeja. Papa, digo: aquella
que muestra sus moradas y blancas flores cubriendo la ciudad y el campo de un
bálsamo nuevo, un sabor diferente con sones de “chicha” y movidas de caderas
provocativas y desfachatadas, huachafas, kitsch (dicen los entendidos), que en el fondo
nos percata de la gran fuerza que pocos advierten de nuestro diario pisar el callo de la
realidad circundante. Y nos proponemos elevarnos hasta los ojos de los buenos dioses
para calentarnos la vida para más vida, con el fuerte huracán de creatividades que se
dan en esta migración de permitidos y posibles rostros anónimos: desde los antiguos
“partidarios” y la convivencia abierta de un solo himno dado entre los modos de
pensar, hablar, bailar y hasta de saborear las cadencias de nuestros platos típicos. De
beber ya no sólo chicha donde “Mamá Huchi”, sino llegar a “la Tinya” y pedir unas dos
“chelitas” para comenzar la jornada, mientras en los resquicios añoramos y vemos
cómo la procesión va saliendo de la Capilla del Carmen ahora que nuestra Capital
Histórica del Perú ha prometido renacer y volver a sus heredades con la actual gente,
con sus maneras, tradiciones y costumbres, logrando respetar lo que por los tiempos
dejaron los precedentes, y gracias a ellos podremos seguir dándole su real título:
Pedacito de cielo, país mío: Jauja.
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Recorrido hacia la selva de Jauja
| 129
76
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76 Camino a Uchubamba,
la selva de la provincia.
77 Lugareña en cañaveral.
78 Vista panorámica del
distrito de Monobamba.
| 131Casi la mitad del territorio de la provincia de Jauja está constituida por una parte de
selva. Esta situación por lo general suele pasar inadvertida porque el centro de la vida
social está asentada en la ciudad y los pueblos aledaños a ella, en los valles del Mantaro,
Yacus y Yanamarca. Sin embargo, la selva de Jauja tiene un encanto y un misterio que
difícilmente se puede encontrar en otra región. Se constituye concretamente por el
distrito de Monobamba, sus anexos, y el anexo de Uchubamba del distrito de Masma.
Es una región un tanto distante debido a que se ubica a noventa kilómetros de la ciudad
de Jauja, aunque hay una trocha carrozable que la conecta. La zona siempre ha llamado
la atención de aquellos que han hecho tránsito por sus alrededores, los que han dejado
testimonio de su admiración hacia el paisaje y la naturaleza.
Históricamente, en la Colonia, fue importante a partir los primeros intentos de
colonización por los Franciscanos desde el Convento de Santa Rosa de Ocopa durante
el siglo XVIII. Hacia mediados de este siglo, la conversión se hallaba floreciente en el
lugar, lo que se refleja en las edificaciones coloniales existentes, sobre todo en
Uchubamba. En la región también se establecieron importantes unidades productivas,
como son haciendas de cañaveral, estancias ganaderas e ingenios, de propiedad de la
élite española y nativa de Jauja. Después, fue en parte escenario de la sublevación de
Juan Santos Atahualpa en 1752. Es de recuerdo la casas y la Capilla que se quemó en
Monobamba en este proceso por parte de los “infieles”, quienes victimaron a buen
número de pobladores y condujeron a otros tantos ante la presencia del “Inca” rebelde,
en Quimiri.
Una de las descripciones más importantes que existe sobre esta región fue
efectuada por el sabio Antonio Raimondi, que estuvo por Monobamba en abril de 1855.
En general, Raimondi se detiene en la configuración social de la zona y ofrece una
lectura un tanto prejuzgada. Al parecer, estuvo alojado en la casa hacienda de un señor
llamado Manuel Monteblanco, que dice es el único forastero que se ha sostenido en
Monobamba, pero que ha tenido muchos obstáculos para hacer sus plantíos de tabaco
y café, porque ningún indio quería venderle terreno, a pesar que los tienen sin ningún
documento. También refiere que muchas veces se han sublevado contra dicho señor
Monteblanco; y “[…] si no fuese por su valor y la cobardía de los indios, lo habrían
asesinado, quién sabe desde cuándo”.
Independientemente de la subjetividad del juicio de Raimondi, interesa
destacar la productividad de la zona, una característica que hasta hoy la tiene, y que
está determinada por el cultivo del café y la producción, sobre todo, de caña de azúcar.
En efecto, el cultivo de este último producto es célebre a lo largo de la historia de esta
región. Es en el anexo de Rondayacu de Monobamba donde están instalados los
principales trapiches productores, que, a decir de los lugareños, fueron traídos por
inmigrantes italianos. Antes como ahora, abastece de aguardiente de caña a los
diferentes poblados que conforman la región del Mantaro, los que a la vez se disfrutan
en el ciclo festivo local.
A ello habría que agregar, en el plano de lo productivo, la importancia que han
tomado sus recursos hidráulicos que se originan en el río Chontabamba, donde están
instaladas las centrales hidroeléctricas de Edegel y Simsa. Esta es una de las razones
por la cuales esta parte de Jauja tiene un rol clave en el desarrollo de la economía de la
región central en general. Este recurso permite vislumbrar un futuro muy promisorio y
en cual tienen muchas expectativas sus pobladores, debido a que la posibilidad de
crear más represas es muy viable.
Por otro lado, la belleza de sus paisajes y prácticamente el sinfín de opciones
que tiene para la aventura, convierten a la zona en un inmejorable destino turístico. El
mismo hecho de ir caminando desde Jauja hacia su selva es una experiencia fascinante,
muy gratificante, en la que se interioriza profundamente. El cambio de climas tan
espectacular que hay en el camino, donde en un momento estamos en la puna y en otro
en la selva alta; las cataratas de las laderas; las aguas termales; la sensación de libertad y
la de estar en un santuario de la naturaleza, son parte de un patrimonio que todavía no
es aprovechado a cabalidad.
Recorrer estos paisajes no hacen pensar que la mano de un artista de la
inmensidad tuvo algo que ver en su creación. La presencia del pasado y las
posibilidades del futuro son parte de una realidad de quienes diariamente habitan esta
portentosa tierra. Una maravilla escondida de Jauja.
77
78
La Mujer Xauxa
Gerardo Garcíarosales
LA MUJER XAUXA era el complemento exacto del moradorvalleandino,y compartía comedida sus designios y quehaceres;era el sostén exuberante del espíritu de quien brillabaen las batallasy proporcionaba holguras a su mesa;mantenía su lecho tibio entre mieles y frutas,mujer que esperaba paciente y decidida la derrotao el triunfo;mujer que proveía todo cuando llegaba la época de cultivarel hogar y la tierra,la que brindaba silenciosa el alimento a su prole.
Como pocas mujeres ocupaba el mismo lugar del hombre,y el sitio que le correspondía era el de la florcuando los sembríos están aptos para frutecer,señalaba con exactitud el tiempo para la unióny la procreación,era el eslabón viviente para la continuidad de la especie.
La línea leve de su cuerpo y esenciavolaban en paralelo,y no se puede decir cual de los dos era más cultivada.Tomaba para su cuidado lo que crecía espejeante bajo el cieloo sobre la tierra;el mutuy mantenía su rostrosin ajaduras aun en la edad maduracuando vamos declinando;la quinina le purificaba y mantenía intacta sus mielesíntimas,la floración del yalán le daba verdadera plenitudentre los trinos de la lluvia,la morada flor del tantal hacia sus cabellos levesy misteriosos;el molle conservaba su dentadura fresca de alburas,el matico daba a sus manos claridad de constelacionesel fruto del capulí hacía de su mirada un zureo de palomasde monte,el jinllo preservaba su fragancia y la hacía frescuradel valle;por éstas formas de luz en flor y por su gracilidadde vicuña y de río, realmente cautiva.
La fuerza incontenible de su espíritu y la vitalidadde su entregahacen de esta MUJER XAUXAparte de otra sorprendente historia.
Tomado de Aquel hombre Xauxa.
Poesía | 133
Llantocalladoalegretristerememorarecuerdosentusojos.
Queso shajtado cuyes choclos cancha papas…Sedentes todos comen con fruición. Opíparo Shajteo.Costumbre de corazón nuestro. Antigua mesa.Coloquios antiguos de bocas que piensan.
Parejas bailan cantando ardorosos guaynos.Mis ojos mulizean el amor y su aroma.Guayno que pronto serás ausente. Alegras mibreve felicidad. Mediodía. Dicha colectiva.El Yacus canta susurrando y caminando.
Mi Barrio abre sus celosos sueños.Entrada de Paca a Jauja llora en mí. Falsía recorre tus labios de solo amor.Bajo el monte, Reloj de campana, Pajabrava,WaranKayo de mis penas… se adueñan de mí.Bailamos. El arpa, los clarinetes, el violín, los saxos,serenata diurna para ti. Brisa dormida en la soledad de mi pecho.
Jauja es mi tierra cercana y confidente.Jauja es mi doliente sueño lejano.Jauja es mi espejo huraño y materno.Jauja es mi vida y efímera eternidad.
Faena colectiva. Amarrar los vientos. Líder jiloconfía en nosotros. Adornos y regalos: serpentinas y globosmultiris, frazadas, ropas, colchas… Atavío de fiesta.Las voces se alzan con fuego febril. Manos a la obra.Sogas que arden en las palmas. Tentemozos yerguen su acompasado sudor como de bisagras de madera. Líder enhiesto.¡Ya está! Ya está. Ojos satisfechosrespiran en lo alto de su copa. Redivivo ya en el penosoHatun Jilo Shalkuy.
Noche ufana en la traída. Bailemos. Bailamos. Parejitas jóvenes ensayan. Hacen su bollito. Guapidos.Late mi Barrio. Su ausente espera de padre y madre.Siento en mí el pecho de amado hogar.Lenta la noche. Mis pasos también. La vida también.Eso lo sabe el Hatun Jilo Sajtay.Trenzo la guayunka de la eterna incertidumbre… Jauja.
Tomado de Cuerva Noche.
Traída de Monte
Luis S. Suárez Galarza
Sudor de tinya clamorea tictac en rítmicos latidosy en el corazón abiertode la wajla desocupando penas. A tu puerta tinya tuya cardíaca.Asoman a la calle viriles sombrerosuwishkatas insomnes cohetes.Revienta la humeante pataskaen tu anhelante y guapeante pecho. Grupo de voces ambulantes para la traída.En mancha para la pataska. Un trago de rico anisado.Café de bruno aroma. Pan de a güevo, bollito.¿Una yapita paracá? ¡Una yapita, pacá!Una yapita, carajo, con rocoto.
¡Ya! ¡Al carro! ¡ Todos! ¡Vamos, todos!La mancha se aprieta adentro. Inefable alegría.¡Agua! ¡Agua! ¡Agua! Todos miramos las alas delviejo sombrero en el techo negro de tu ojos.Cierto temor y ansia de gozo. Caen ruidos mojados. Camión, bacán, recibe baldazos de fiesta.
Corren de manos a labios copitas de trago corto. Gargantas arden con gozo. ¡Salú, paisita! ¡Salú, hermanito!¡Salú, choche! ¡Salú, cuello! ¡Salú, oón!Baldes manos femeninas en tazas en vasoschicha de jora chicha de maní.Fruición de dioses. De hombres.
Cerco: eucaliptos, alisos, guindales, pinos, cipreses.Cerco sembrado de multiris grupos.Vaivén de hachazos al líder.Trisca en el pastogramalfalfa con rocío de tierna luna. Cae sin queja caenelpasto con ruido verde.Ávidos ebriostodos preguntan con los ojos.El aire del cerco bailando respira el Jilo Kuchuy.
Faena febril carga al líder.Inefable batahola en innúmeras manosbrazoshombrosjadeantespechos tarea de titanes: Jilo Wantuy.Tinya de pasos dulces redundantes.Sudor en la boca colectiva de la wajla.Avidezalgazara alocado gentiointacto.
Rumbo inexorable de exultantes mujeres.Bailando y guapeando están viniendo a esta batalla.Encuentro de amorosa guerra. Latidos febriles de juguetonharina.Ávidasblancasfugitivasalas del Tinkunakuyte acarician agresivas enmascarando de talco harina picapicatu caracabezapechoespaldaarribabajo todotodotodo.Mulizas y guaynos entran en tu abierto pecho.
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Calendario | 137
Enero01 Año Nuevo
En Llocllapampa. Corcovado(d), Huaylijía(d)En Leonor Ordóñez. Corcovado(d)En Marco. Corcovado(d), Huaylijía(d)En Muquiyauyo. Corcovado(d)En Paca. Huaylijía(d), Tunantada(d)En Sincos. Viejito(d)En Tunan Marca. Huaylijía(d)
01 Niño JesúsEn Curicaca. Pachahuara(d)En Huamalí. Tunantada(d), Corcovado(d)En Julcán. Huaylijía(d)En Marco/Tragadero. Tunantada(d)En Molinos. Huaylijía(d)En Yauli. Huaylijía(d), Corcovado(d)
06 Bajada de ReyesEn Acolla. Corcovado(d) y pandillasEn Huaripampa. Negro(d), Tunantada(d), Huaquis(d)En Paca. Huaylijía(d)En Parco. Huaylijía(d)En Sincos. Corcovado(d)En Tunan Marca. Huaylijía(d)
08 Niño JesúsEn Huertas. Huaylijía(d)
15 Niño JesúsEn Ataura. Corcovado(d), Tunantada(d)En Chunán. Huaylijía(d)En Pancán. Negritos(d)
20 San SebastiánEn Huaripampa. Corcovado(d)En Yauyos. Tunantada(d)
20 Creación PolíticaEn Ricrán.En Yauli.
29 Creación PolíticaEn Yauyos.
Calendario festivo de la provincia de JaujaMes, Fecha. Fiesta y/o Ceremonia (Distrito/anexo. danza)
79
Febrero02 Virgen Candelaria
En Muquiyauyo. Principal(d)En Huaripampa.
M Jueves de Comadres
En Marco. Faena comunal con danza carnavalescaEn Paca. Pachahuara(d)En Huertas. Pachahuara(d)En Acolla. Pachahuara(d)
M Carnavales Se inicia en todo el valle, con cortamontes y marca del ganado ovino.En Marco. Se baila el Carnaval MarqueñoEn Paccha. Costumbre de la batalla de flores.
28 Creación PolíticaEn Masma Chicche
MarzoM Semana Santa
En todo el valle se realizan ceremonias litúrgicas cristianas.En Jauja. Miércoles Santo: La Magtada (r)En Acolla. Jueves Santo: La Magtada (r) En Marco. Jueves Santo: La Magtada (r)En Paca. Viernes Santo: La Magtada (r)En Sincos. Virnes Santo: Pasión y muerte de Jesús (r)
27 Creación PolíticaEn Ataura
Abril15 Creación Política
En Janjaillo.
25 Creación Política En Jauja.
Mayo01 Cruz
En Huaripampa. Jija(d)
03 CruzEn Huancas.En Muqui. Jija(d)
04 Cruz En Sausa. Jija(d)
11 Cruz En Paccha. Jija(d)En Muquiyauyo. Jija(d)
15 Niño JesúsEn Huancas. Tunantada(d)
15 Cruz
En Marco. Jashasaco(d), Yanacaldo(d)
20 Cruz En Paca.En Huertas.
28 Cruz En Sincos. Chonguinada(d)
30 Cruz En Marco/Tragadero.
Junio10 Creación Política
En Muqui.
13 San AntonioEn Leonor Ordóñez. Tunantada(d)En Parco. Tunantada(d)
15 San Antonio
En Paccha. Huancadanza(d)
24 San Juan BautistaEn Acolla (P). Tunantada(d)En Muquiyauyo (P).En Tunan Marca. Tunantada(d). En Monobamba/Uchubamba (P).En Masma.
29 San Pedro y San PabloEn Chunán.
M Corpus ChristiEn Sincos/Aramachay. Huancadanza(d)
Julio22 María Madgalena
En Marco (P). Tunantada(d) 25 Santiago
Se inicia en esta fecha hasta finales de agosto la marca o herranza del ganado mayor.
25 San CristóbalEn Huamalí (P).
27 Santa AnaEn Sincos. Chonguinada(d)
Agosto05 Virgen de las Nieves
En Acolla. Tunantada(d)En Paca.En Masma.
09 San Lorenzo
138 | | 139
En San Lorenzo (P)
12 Santa CeciliaEn Acolla.
16 San RoqueEn Sincos (P). Avelino(d) y Ñusta(d)
30 Santa RosaEn Acolla.
Septiembre08 Virgen de Cocharcas
En Apata. Tunantada(d), Cóndores(d)
09 Creación PolíticaEn Molinos.
15 San Antonio de PaduaEn Yauli.
15 Virgen de la Natividad (octava)En El Mantaro. Tunantada(d)En Tunan Marca. Jija(d)
24 Virgen de las MercedesEn Muqui. Tunantada(d)
En Ataura.24 Santa Margarita
En Ricrán.
26 Creación PolíticaEn Sincos.
29 San Miguel
En Huaripampa (P). Auquish Capitán(d)
29 San Antonio de PaduaEn Pancán. Pachahuara(d)
Octubre02 Creación Política
En Masma.
02 Virgen del RosarioEn JanjailloEn Jauja.
04 San FranciscoEn Sincos.
13 Creación PolíticaEn Canchayllo.
18 San LucasA nivel regional se agazajan a los pastores y sus animales.
23 Creación PolíticaEn Llocllapampa.
Noviembre01 Todos los Santos
En Masma. Pachahuara(d)
01 Señor Cruz de Espinas En Marco/Muquillanqui. Pachahuara(d)En Marco. Pachahuara(d)
02 Dia de Difuntos
A nivel regional.
16 Creación PolíticaEn Apata.En Huaripampa.
21 Creación PolíticaEn El Mantaro.
Diciembre04 Creación Política
En Huamalí.
08 Inmaculada ConcepciónEn Ricrán.En Marco/Tragadero. Pachahuara(d)
25 NavidadA nivel regional se construyen nacimientos y se interpretan cantos de villancicos. En Acolla. Pachahuara(d), Huaylijía(d) y Chacranegro(d)En Llocllapampa. Pachahuara(d)En Muquiyauyo. Huaylijía(d), Pastor(d), Chacranegro(d), Tunantada(d)En Sincos. Chacranegro(d), Negro Decente(d)En Marco. Huaylijía(d)En Masma. Tunantada(d)En Curicaca. Pachahuara(d)En Huaripampa. Huaylijía(d), Huaqui(d)En Muqui. Chacranegro(d)En Leonor Ordoñez. Lastashnegro(d)En Tunan Marca. Huaylijía(d)En Ricrán. Huaylijía(d)
Nota del calendario festivo de la provincia de Jauja
1Elaboración de Manuel Ráez R. La letra (M) significa que la fiesta es de fecha movible, si la festividad es principal o patronal (P), cuando se refiere a una danza (d) y si es una representación (r).
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1 Los nacimientos o también llamados belenes, recrean en miniatura al poblado de Belén, que vio nacer en absoluta precariedad a Jesús. Según la tradición itálica, esta costumbre la inició San Francisco de Asís en la Navidad de 1223, al sorprenderlo una tormenta de nieve, cerca del poblado de Greccio. Posteriormente, con la conquista española, se extenderá esta costumbre a tierras americanas. 2 En la danza de pastores, el varón usa camisa y pantalón de bayeta y una manta multicolor que le cruza el pecho; la niña lleva una blusa clara con encajes, falda de color y similar manta multicolor.3 La orquesta típica está conformada por numerosos saxos (altos y bajos), algunos clarinetes y un arpa y violín. Este conjunto instrumental se fue formando a inicios del siglo XX dentro de las tradicionales orquestas de flauta, arpa y violín, reemplazando rápidamente el saxo y el clarinete a las flautas.4 La jaujina suele llevar un sombrero huanca blanco (endurecido) o uno de pana circular, no usa máscara, aunque en ocasiones se cubre con un fino velo, su manta está bordada con figuras de flores y que cubre una hermosa blusa o monillo de color claro con mostacillas y lentejuelas, su falda es de llamativo color y con pliegues, que cubren bordadas enaguas blancas, luce finas medias y zapato de charol. Al danzar, en una mano lleva un pañuelo de encajes, y con la otra mano va levantando armoniosamente su falda. 5 El chuto o huatrila cubre su cabeza con un chullo de colores, máscara de cuero o badana, lleva camisa cubierta por un hermoso chaleco bordado y pantalón hasta la rodilla, medias de lana y sandalias de pellejo. En una mano sostiene un lazo o un largo bastón de múltiple forma, con el que gasta bromas a los asistentes.6 La chupaquina o huanquita lleva el sólido sombrero blanco de las huancaínas y máscara de malla que luce sus picaros ojillos y el rosado de su piel, cubre a su blusa una manta primorosamente bordada de flores regionales, que hacen juego al bordado de su faldellín que se pliega sobre el antiguo anaco negro, sobre su blusa luce una pechera de monedas; al bailar, levanta con una mano su fino pañuelo de lino blanco, y la otra mano, la apoya elegantemente sobre su faja.7 El huaqui lleva sombrero de paja para proteger su reseco rostro de los fuertes rayos solares (máscara de madera rojiza), camisa clara, chaleco y pantalón bordado hasta la rodilla, su faja sostiene una bolsa de cuero de oveja donde lleva su fiambre u hojas de coca para masticar su soledad. Asimismo, en una mano porta su lazo ganadero y en la otra una sonaja con la que acompaña el recio zapateo de sus botas.8 El mayu lleva un alto sombrero de paja, máscara negra de badana, amplia capa que cubre su camisa clara, usa pantalón de algodón que termina en altas botas juega con un amenazante látigo.9 El chacranegro lleva sombreo de paja, máscara de badana, camisa y pantalón blanco de algodón. 10 La banda de música está formada por diversos instrumentos modernos de metal, como trompetas, cornetas, trombones, bajos, tambores, redoblantes, bombo y platillo. Hay bandas que superan el medio centenar de músicos. Este conjunto instrumental se masificó cuando los conscriptos aprendían a tocarlos en los cuarteles militares, y a su retorno, por cuestiones de sonoridad y prestigio social, terminaron reemplazando las flautas y tambores indios.11 El corcovado usa una blanca y abundante cabellera hecha de lana de oveja, aunque se note su
pronunciada calvicie. La cabellera está unida a la máscara de badana blanca que delata su crecida barba en su tez algo perdida; usa una fina camisa, chaleco y pantalón de bayeta colorida, cuya basta llega a la rodilla o pantorrilla, cubriendo parte de sus medias de lana, que terminan en lustrosos zapatos negros.12 El viejo lleva un sombrero estropeado, su rostro curtido por el frío refleja su edad, que el artesano plasma en la máscara de madera de aliso; viste saco, camisa y pantalón de bayeta; algunos cargan su talega o pullo con su respectiva shacta (queso, maíz tostado y trozos de cuy), mientras se apoyan en un bastón, que lo usan amenazantes al que se atreva enamorar a su hija.13 La vieja lleva vestido de bayeta y carga la guagua de su hija en su manta o quipe. Al igual que el viejo, ella usa bastón y sandalia de cuero que confeccionan.14 El tunante lleva sombrero emplumado de color, larga cabellera ensortijada y máscara de malla que evidencia su fenotipo criollo o hispano, su vestuario se luce con un saco enjoyado en sus hombreras y pechera, rematado con un cuerno hueco de toro, forrado en plata, que le sirve como cantimplora de finísimo licor; sus pantalones son de seda y le llegan hasta la rodilla, a la usanza varonil del siglo XVIII, remata su vestuario unas largas medias y zapato de tela bordada. Da garbo a su coreografía, un elegante y pequeño bastón charolado que lleva en la mano derecha mientras la izquierda se repliega suavemente encima de la cintura.15 El chuto elegante lleva un sombrero bombín de pana con cintas de colores, máscara de piel curtida de oveja con lana a modo de barba o bigote, cubre su cuello un amplio pañuelo que protege su fina camisa de color claro y corbata. Ésta siempre le sobresale a su hermoso chaleco bordado, mientras una manta colorida le entrecruza el pecho; asimismo, usa guantes de cuero y correa de similar material que sostiene su corto pantalón bordado, a imitación de su señor. Finalmente, lleva largas medias de lana y botines altos.16 El tucumano o argentino lleva sombrero de paja, máscara de malla oscurecida por sus largas caminatas, pañuelo de color en el cuello y un amplio poncho oscuro plastificado, que en ocasiones se faja en la cintura con su soguilla de arriero; el resto de su vestuario es a la usanza del ganadero sureño, pantalón de montar rematado con altas botas de cuero y espuelas de metal.17 El waqra o cacho es una corneta confeccionada con partes del cuerno hueco, que tradicionalmente se unían con tendones y pellejo, en la actualidad usan retazos de jebe y clavos. El waqra es de forma ondulante o en espiral (waqrapucu). Aparentemente, este instrumento reemplazó al antiguo wauko, que señalan las crónicas, confeccionado de la frente y cuernos de la taruca (ciervo americano). 18 El puchero es una sustanciosa sopa de menestras, verduras, papa y carnes de res, cordero y cerdo. Se cocina en grandes peroles desde la madrugada.19 El jalacinta es una costumbre festiva que permite algunas instituciones y barrios sufragar sus gastos ceremoniales y sociales, mediante el compromiso escrito en cada cinta, y que jalarán las parejas que bailen bajo su arco. Los padrinos de cintas ofrecerán la comida y bebida correspondiente, así como, colocar el arco de cintas de color con los compromisos correspondientes, siendo la cinta del padrinazgo la más costosa. 20 El rompeolla, es una costumbre muy común entre las comunidades del valle de Yanamarca. Los padrinos presentan pequeñas ollas en cuyo interior se anota en papel alguna colaboración para el siguiente año (una de las ollas señalará el padrinazgo). Luego el padrino empieza a arrojar las ollas entre los asistentes, quien deja caer y romper alguna olla, asume la colaboración que indica en su interior. El nuevo padrino de ollas se encarga de presentar para el siguiente año una mesa con todo tipo de licores para la institución, más las ollas de la costumbre.21 Esta es la popular denominación a los lugareños que han migrado a otras localidades del país. Suelen organizarse en asociaciones de ayuda mutua para recrear su identidad cultural y para prestar colaboración a su localidad de origen. 22 El cortamonte, conocido en otras localidades como yunsa, es una tradición que permite hacerse del padrinazgo festivo de una institución, haciéndose público el hecho, mediante el corte de un árbol levantado por los padrinos de la fiesta que culmina. 23 Las bombardas se utilizan para dos momentos importantes: dos, para el momento de levantar el árbol adornado (al final de la “traída de monte”), y otros dos, para el momento en que cae el árbol (al final del “Cortamonte”). Los cohetes se usan en momentos menos importantes: los 21 camaretazos del amanecer, en las comidas, para la partida de los grupos y en su encuentro o para la misa. 24 La patasca es la tradicional sopa de fiesta hecha de maíz (mote) pelado y hervido con trozos de carne y vísceras de ganado. Se le agrega en el momento de servir yerbas aromáticas. Para cocinar el maíz y la carne se suele dejar hirviendo por más de doce horas. 25 La música de la herranza de carnavales se interpreta durante la marca o señal que se le hacen en esta época a los animales menores (ovinos preferentemente). Por esta razón, es tradicional en Jauja acompañar con esta música la “traída del monte”. 26 La shacta consiste en trozos de cuchikanka (cerdo horneado), choclo sancochado, trozos de
Notas del Capítulo: Jauja, universo de tradiciones populares
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queso fresco untado con ají amarillo, dos o tres papas cubiertas con ají colorado y salsa de maní.27 Si dentro del grupo de la madrina encuentra algún varón, pues sólo es reunión de mujeres, le obligan a beber abundante licor, por no respetar la costumbre.28 El guapido es una sonora interjección de alegría que se emite al bailar. Algunas mujeres nos señalaban que si bien el guapido es una práctica en toda la región se puede distinguir el guapido de las mujeres de Huancayo de las de Jauja.29 Se acostumbra llamar pandillada cuando se baila en grupo por las calles. 30 La costumbre jaujina señala que la vestimenta no debe exceder de tres colores: uno para la lliclla, otro para el monillo y otro para el faldellín.31 Los carros alegóricos son una continuidad cultural de los antiguos currus navalis (barco carro) de origen griego, que mostraban diferentes alegorías en carromatos jalados por bueyes o caballos y que se diseminó luego en toda Europa.32 Su nombre se deriva de magta o joven campesino. Esta danza se origina en la comunidad de Acolla en 1928, por iniciativa de algunos jóvenes acollinos que trabajaban en el tendido ferroviario a Huancavelica, por ello, sus magtas usan el vestuario campesino de esa región.33 La Banda de Guerra suele estar conformada de dos a seis cornetas y de uno a tres tambores. El Corneta Mayor es el que lleva los acordes de la marcha34 El mariscal usa sombrero tricornio, saco militar y pantalón de bayeta, sable y las insignias de su grado.35 El comandante usa uniforme parecido al mariscal pero sin algunas insignias de mando, o en su defecto, usa el actual uniforme militar de campaña.36 El magta viste sombrero de lana o chullo, poncho a la usanza del campesino huancavelicano, camisa, faja, pantalón de bayeta, medias de lana y sandalias de cuero; por lo general usa trozos de lana blanca en el hombro izquierdo, y negro en el derecho, igual en el color de sus medias, estos colores le permite al magta sincronizar los giros ante la voz de mando de su comandante.37 La rabona lleva sombrero de lana, una lliclla y camisón de color, faja y falda oscura, usa también medias de lana y sandalia de cuero; suele llevar una honda.38 El ranchero tiene el rostro embadurnado de hollín, llevan enormes cucharones de madera y de su cintura cuelgan pieles de conejos y gatos. Usa por lo general casco, saco militar o minero, pantalón, botas o sandalia de cuero.39 El chileno usa el uniforme del ejército chileno: kepí blanco, saco azul y pantalón rojo, algunos llevan su tradicional “mochila cama”, aunque en las escenificaciones la mayoría de las comunidades presentan al chileno de un único color. Cuando se presentan varios chilenos, uno de ellos hace de oficial y lleva la bandera del país sureño.40 El jijero lleva pañuelos bordados en los bolsillos del saco, le cruza una banda bordada de flores o figuras de la historia nacional o una banda metálica que sostiene su clásica cantimplora de licor o cacho (cuerno de vacuno), la basta de su pantalón está bordada con iconografía regional. Cada jijero tiene un trago distinto, que comparte con los presentes luego de bailar su mudanza. 41 La danza jija tiene tres partes: pasión (donde el baile es lento), surge o pasacalle (para el traslado por las calles) y mudanza (conformado por 24 figuras coreográficas).42 El danzante de huancadanza lleva una corona con plumajes, máscara de malla que se apoya sobre un pañolón que le cubre la cabeza, usa un pulóver largo sobre la camisa, adquiriendo forma de faldellín, al adherirse su cinturón; el pantalón es de bayeta oscura con una pantorrillera que sujeta varios cascabeles de metal, para ayudar a marcar el ritmo de la danza. Sus manos sostienen largos pañuelos de color, con los que da prestancia a sus movimientos coreográficos. 43 La humita es una masa de maíz tierno y cocido dentro de una panca, suele prepararse con canela y clavo de olor; si va a ser dulce, se agrega pasas y azúcar o chancaca, y si va a ser salada, la infaltable sal al gusto.44 El calientito es un mate de alguna hierba aromática, alcohol de caña, miel y jugo de limón. 45 La cachanga es una fritura que ha mezclado harina con levadura, huevo, sal y algo de azúcar. 46 La hualla está confeccionada con un lazo que une frutas y panes. Últimamente han agregado agua gaseosa, y se coloca a modo de banda sobre el pecho.47 Es importante señalar que en los últimos años, la Municipalidad Provincial de Jauja participa institucionalmente como primer alférez de la fiesta.48 El mayu o caporal de la pachahuara se distingue por llevar un látigo o una capa grande.49 El danzante de la pachahuara usa sombrero de paja con plumas de color, máscara de badana, un elegante saco de felpa con dorados bordados de bajo relieve y a su interior usa una fina camisa blanca de cuyas mangas sobresalen pañuelos de seda, lleva pantalón de color hasta la rodilla y medias de encaje que calzan en sus zapatos. Usa guantes negros, portando en la mano derecha su campanilla de bronce para el ritmo; y en la otra mano, su distintivo paraguas. 50 La negra o dama viste como jaujina o como una mujer morena de la ciudad (cabello recogido, máscara de badana negra, falda y blusa).
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79 Detalle del atuendo de la danza
los Cóndores, Apata.
80 Capilla de Cristo Pobre.
81 Paraje denominado Hualimalca,
Pomacancha.
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Proyecto Jauja Monumental Equipo de Jauja del Gobierno Regional Junín Hijo predilecto de Jauja: Dr. Vladimiro Huaroc Portocarrero Director Regional de Comercio Exterior y Turismo - Junín: Mg. José Luis Álvarez RamosJefatura Oficina Zonal Jauja: Lic. Silvia Salas AlvaradoSupervisor Social: Lic. Marko Capcha SolísCoordinador Social: Prof. Sergio Castillo FalconíHistoriador: Mg. Carlos H. Hurtado AmesInvestigación: Lic. Elena Núñez Fuentes
Promotores Sociales:
Luis Palomino Pastrana / Lisandra Artica Vílchez /Hérmenes Quispe López / Arcenio Gago Lino / Noel Gamión Quinto
Equipo Técnico
Coordinación Expediente Técnico: Arq. César Martínez Vitor / Arq. Máximo Orellana Tapia Coordinador Infraestructura: Arq. José María GálvezSupervisor Infraestructura: Arq. José Díaz IllanesResidente Refacción Iglesia Matriz: Arq. Percy Vílchez DamiánResidente Refacción Capilla de Cristo Pobre: Arq. Jaime Landeo MorenoResidente Peatonalización Jr. Junín: Ing. Rodrigo Luya GarcíaResidente Refacción Fachadas Jr. Junín y Jr. Grau: Arq. Tania Arge Espinoza
Fotografías adicionales:
César Vega, foto N° 18, 19, 20, 76, 79Ricardo Rodríguez, 15, 49, 50, 62Manuel Ráez, 57, 58, 69Jesús Raymundo, 2Andrés Mendoza, 60Jorge Jaime, 61Gotardo Bernedo, 36Henry Gines, 77, 78
Impreso en:Soluciones Gráficas S.A.C.
Jr. Puno N° 514 - Huancayoe-mail: [email protected]