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Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano Santiago Rey 200122493 Bogotá, 2005

Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

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Page 1: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

Santiago Rey 200122493

Bogotá, 2005

Page 2: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

1

Índice

Introducción…………………………………………………………………….………2

Capítulo I

Breve sobrevuelo de la filosofía hegeliana………………..……………..…………4

Capítulo II

Reconocimiento y lenguaje………………………………………..………………..16

Capítulo III

Proposición especulativa: reconocimiento entre sujeto y predicado…………...26

Conclusiones………………………………………………………………………….35

Bibliografía y citas……………………………………………………………………49

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2

Introducción

El propósito de esta monografía, como su título lo indica será el de buscar lo

especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano. Surge así el

problema inicial de definir lo especulativo en Hegel, primeramente a través de

una fórmula sencilla que iremos profundizando a lo largo del texto. Con esto en

mente podemos empezar diciendo que lo especulativo mienta la unidad

orgánica de contrarios en donde estos se abrazan sin perder su independencia

y se ven involucrados en un movimiento dialéctico en donde lo propio se

reconoce en lo ajeno. Por ahora lo recién dicho puede resultar oscuro, por lo

cual pido paciencia al lector con la promesa de que las cosas se irán aclarando

poco a poco. Para abordar el tema del lenguaje en Hegel primero haremos un

breve resumen de su filosofía del concepto, en donde se despliega la unidad

orgánica y dialéctica de las determinaciones lógicas. De ahí pasaremos

directamente al problema del lenguaje apoyados en la dialéctica del

reconocimiento cuya exposición se encuentra en la Fenomenología del

Espíritu. La unidad de lo propio en lo ajeno que se da gracias al lenguaje será

nuestro hilo conductor para develar lo especulativo en una primera dimensión

del lenguaje hegeliano, entendido aquí como la dinámica de la palabra

pronunciada y escuchada por el otro.

Posteriormente, y utilizando como guía la dialéctica del reconocimiento

exploraremos el problema del lenguaje filosófico que encuentra lugar en la

crítica de Hegel al juicio común. La estructura tradicional de la predicación

entendida como la relación entre sujeto y predicado a través de la cópula

mostrará sus limitaciones a la hora de expresar las verdades especulativas al

tiempo que sale a la luz una nueva posibilidad de expresar las verdades del

concepto, la proposición especulativa. El planteamiento de una relación

orgánico-natural entre sujeto y predicado será entonces la clave para

comprender no sólo el problema del lenguaje de Hegel sino también el

significado de lo especulativo.

Por ultimo, en las conclusiones trataremos de ver el problema desde una

perspectiva más amplia que nos permita generalizar algunos aspectos de los

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3

dos primeros capítulos con el propósito de dar una imagen del lenguaje

hegeliano visto como un todo. A partir del conocimiento que adquiramos sobre

lo especulativo intentaremos dar respuesta a la pregunta de cómo fue que

Hegel logró hacer justicia al esfuerzo del concepto. Paralelamente

defenderemos la tesis de que contrario a una reinvención del lenguaje el logro

de su filosofía fue el de incorporar a su propia reflexión el espíritu especulativo

que desde siempre habita en el lenguaje.

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4

Breve sobrevuelo de la filosofía hegeliana

Antes de abordar el problema del lenguaje hegeliano es preciso dejar en claro

cuales son esas verdades conceptúales que Hegel quiere expresar en sus

textos. Se trata de una pregunta compleja, pues el rango de los temas tratados

por este autor va desde la Frenología hasta la filosofía del derecho, solo para

citar un ejemplo. Por esto es necesario dar al menos una definición general de

aquello que ocupa la reflexión hegeliana, sin por esto presumir abreviar o

agotar la integridad de su sistema. Vamos en este punto a seguir una

indicación del propio Hegel en cuanto a su afirmación de que la filosofía debe

ser la ciencia capaz de “(…) asumir el esfuerzo del concepto”1. Ahora bien, ¿a

que se refiere Hegel con concepto?; bien podría ser esta una pregunta para

desarrollar un libro entero y sin embargo, es una pregunta que debemos

responder si queremos estudiar el lenguaje hegeliano. Dejando en claro que

no tengo pretensiones de una definición profunda y minuciosa de concepto, es

necesario dar una indicación que permita no solo al lector de esta monografía,

sino a mi mismo, ingresar en el complejo tema del lenguaje en Hegel. Lo mejor

será por tanto empezar de una vez con esta difícil tarea, la cual espero, rinda

sus frutos en las secciones precedentes de esta monografía en donde

agradeceremos este breve paso por el complicado y profundo mundo del

concepto. Con el ánimo de presentar un cuadro general de la filosofía del

concepto abordaremos el texto de la Ciencia de la Lógica, puesto que es allí

donde Hegel desarrolla plenamente su reflexión especulativa. A diferencia de

otros textos de Hegel, este tiene la virtud de presentar el devenir del concepto

sin uso alguno de imágenes representativas (escasamente se hace alusión a

algunas en las notas, que en todo caso sirven como punto de apoyo, mas no

como parte central del texto), concentrándose exclusivamente en el

automovimiento del mismo. Si bien es cierto que en cuanto a complejidad y

profundidad es el texto más difícil, tiene la virtud de sacar a la luz, la dinámica

del concepto como ninguna otra obra de Hegel. Como exploración de la

naturaleza del contenido, la lógica “(…) representa el desarrollo inmanente del

1 Hegel , Fenomenología del espíritu. Fondo de cultura, México ( 2003), pg 39.

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5

concepto, es el método absoluto del conocimiento, y al mismo tiempo el alma

inmanente del contenido mismo.”2

A diferencia de lo que se asume comúnmente, para Hegel, la lógica no es la

ciencia de las formas abstractas y vacías carentes de contenido. El rígido y

desalmadoa edificio de la lógica clásica se trastrueca en el sistema hegeliano

en un tejido orgánico lleno de vida y movimiento. Por esto su tarea principal

consiste en revivir las viejas y rígidas determinaciones de la lógica, que

sobreviven únicamente gracias al genio de su creador Aristóteles. Por culpa de

su apariencia de ciencia terminada, nadie se dio a la tarea de profundizar en

sus determinaciones, y es por esto que su contenido es el mismo que en

tiempos del Estagirita. Sus postulados y nociones se han vuelto firmes y

sólidos como el cemento y de esta manera se mantienen en una terca

unilateralidad entre sí. Algo que en otros campos podría denotar signos de

madurez y fortaleza, en la lógica representa la putrefacción y momificación de

la vida de la categoría. Y es que cuando estos conceptos “(…)son

considerados como determinaciones firmes , y por ende desligadas en lugar

de ser reunidos en una unidad orgánica, son formas muertas, donde ya no

reside el espíritu, que constituye su concreta unidad viviente” 3. Por lo común,

las determinaciones lógicas se toman como cascarones vacíos, que acaso

tiene importancia como componentes subjetivos de tercer rango. Si se toman

las categorías, en tanto que formas exclusivamente mentales y subjetivas, y

por otro lado se toma el mundo real como algo que se le opone al pensamiento,

tenemos una reflexión en donde la lógica queda inevitablemente relegada a

una función meramente instrumental. El mundo, inmaculado y virgen, es

indiferente a esta herramienta que sólo existe para el sujeto.

Si bien, en el pasado la lógica había recibido un tratamiento puramente formal,

en donde “(…) sus determinaciones salen como inmanentes en su solidez y

sólo se relacionan entre sí de forma extrínseca”4, ahora Hegel ve la necesidad

de encontrar un método que permita contemplar las categorías incluyendo todo

2 Hegel , Ciencia de la lógica, Tomo I. Editorial Solar, Buenos Aires (1993), pg 39. 3 Ibíd., pg 63 4 Ibíd., pg 69

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6

su complejo movimiento de autodeterminación. Pero a diferencia de un

procedimiento de imposición y encarrilamiento se debe optar por el libre

movimiento del concepto, que por si mismo se encarga de dar la pauta para su

propio desarrollo. Debe evitarse, pues, toda intromisión del pensamiento

representativo o de la reflexión externa, que por lo general termina desviándose

por tangentes, distorsionando y manipulando la dinámica del concepto.

“Solamente la naturaleza del contenido puede ser la que se mueve en el

conocimiento científico, puesto que es al mismo tiempo la propia reflexión del

contenido, la que funda y crea su determinación”5. A diferencia de la lógica

clásica, en donde las determinaciones son figuras sólidas y fuertes que sólo se

relacionan entre sí gracias a un tercero que las manipula como un niño que

juega con palitos (ejemplo de Hegel), esta nueva propuesta quiere destacar el

automovimiento del concepto, que sin necesidad de un tercero va recorriendo

un camino lleno de vínculos y movimientos. Las determinaciones aisladas e

inconexas ya no tienen sentido en la reflexión hegeliana, en donde existe un

elaborado tejido que une las diferentes categorías y determinaciones lógicas.

Sin embargo, no debemos olvidar que la tarea hegeliana de reivindicar el

concepto, se hace especialmente difícil en una época en donde éste se tiene

como lo más pobre y donde lo sensorial se cuida como el tesoro mas valioso.

Testimonio de esto nos lo da el propio Hegel cuando afirma: “Se tiene la

costumbre de decir: “es solamente un concepto”, cuando se le contrapone no

sólo la idea, sino la existencia sensible, espacial y temporalmente palpable,

como algo que sería mucho mejor que el concepto”6. Tal y como veíamos más

arriba, el concepto o la categoría lógica tenían, en tiempos de Hegel, un

dominio exclusivamente subjetivo, quedando siempre en un estado parasital

frente a una realidad de la cual dependían. Ni siquiera Kant y su análisis de las

categorías en su celebre “Critica de la Razón Pura”, logró liberar a los

conceptos de su prisión subjetiva. En la Fenomenología ya se nos había

advertido que nuestra primera experiencia del mundo, la certeza sensible, no

es sino una etapa que es superada (en el buen sentido de aufheben) en la

figura de la percepción. Aquello que en principio ostenta el valor de lo

5 Ibíd., pg 38 6 Hegel , Ciencia de la lógica, Tomo II. Editorial Solar, Buenos Aires (1993), pg 262

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verdadero termina cediendo ante un nuevo horizonte que nos ofrece una nueva

y más alta verdad. De lo anterior, Hegel concluye que de que algo sea lo

primero en la experiencia no se sigue que sea lo más verdadero, como

suponían los empiristas y suponen la mayoría de los positivistas de hoy en día.

“(…) la filosofía no debe ser una narración de lo que sucede, sino el

conocimiento de lo que es verdadero en ello, y además tiene que comprender

basándose en lo verdadero, lo que en la narración aparece como un puro

acontecer.” 7 Poniendo patas arriba todo el pensamiento de su época, Hegel

llama al concepto lo mas concreto mientras describe lo sensible “(…) como la

verdad mas abstracta y pobre”8.

La exposición de la Ciencia de la lógica no sólo es extensa sino inmensamente

profunda y compleja, requiriendo esfuerzos que van más allá de los límites de

ésta monografía. Por tanto, es necesario encontrar una respuesta más corta a

la pregunta; ¿Qué es el concepto en Hegel?, sin tener que recurrir a un

resumen notarial de las miles de páginas que componen la obra de este

importante filósofo, que por lo demás, constituye una tarea interminable y hasta

quijotesca. Por ahora podemos afirmar con seguridad que hemos superado la

noción formal de concepto tan popular dentro de la filosofía empirista y

especialmente kantiana, en donde su dominio se restringe al reino de sujeto.

Como unidad suprema, el concepto es, para Hegel, el constituyente por

excelencia de la realidad, liberándose por fin de aquella prisión en la que

estaba confinado. Si bien en Kant, por primera vez en muchos años, el

concepto toma un lugar central dentro de la constitución de la realidad, su

carácter formal lo mantiene a una distancia prudente de la cosa en sí. De ahí la

famosa afirmación de Kant; “Pensamientos sin contenido son vanos, intuiciones

sin conceptos son ciegas”9. Frente a esto el concepto hegeliano es más bien

la categoría que ha sido emancipada de sus cadenas subjetivas y que por

primera vez se desborda con todo su poder sobre la realidad. No se trata de

una elevación abstracta sobre lo sensible que englobe todo lo demás en una

especie de generalidad sin personalidad. Todo lo contrario, ya no hay escisión

7 Ibíd. Pg 263 8 Hegel , Fenomenología del espíritu., pg 63 9 Kant, Crítica de la razón pura , Editorial Losada. Buenos Aires. 2004 pg 68

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alguna entre el pensamiento y lo pensado, la “cosa en si” y el fenómeno: la

realidad es concepto y el concepto es realidad.

El concepto, que como veíamos, ocupa en la reflexión hegeliana un puesto

vital, se mueve a partir de sí mismo gracias al impulso constante y eterno de la

contradicción. Como un castillo de naipes, en donde resulta imposible, o por lo

menos para el principiante no-ilusionista, sacar una carta sin alterar el orden de

todas las demás, los conceptos están relacionados entre sí de tal manera, que

resulta imposible aislarlos. A esto llama Hegel la negatividad, que consiste

precisamente en la relación que existe entre todo lo real; donde lo que es se

relaciona con todo aquello que ese algo no–es. Toda determinación

conceptual contiene inmediatamente en sí misma a su contrario, y la

manifestación de esto no sólo se da a un nivel exclusivamente reflexivo sino en

la vida común y corriente. Ejemplos como arriba y abajo, derecha e izquierda,

padre e hijo, revelan esta presencia latente de la contradicción dentro de la

realidad. Resultaría absurdo tratar de mantener a la contradicción como algo

extraño a nuestra propia vida, cuando de por si, resulta que se trata de algo

palpable y constante en la experiencia. “Además no puede considerársela

solamente como una anormalidad, que se presentase sólo aquí y allá, sino que

es lo negativo en su determinación esencial, el principio de todo

automovimiento, que no consiste en otra cosa sino en una manifestación de la

misma contradicción.”10 El tránsito de una determinación a la siguiente está

marcado por el ritmo de la contradicción, que como el mismo Hegel resalta

“(…) es la semilla de todo movimiento y vitalidad, pues solo al contener una

contradicción en si, una cosa se mueve, tiene impulso y actividad”11. Ya

veíamos que el movimiento que se genera cuando se piensa una

determinación conceptual en su pura unilateralidad consiste en el impulso de la

contradicción, que a su vez, es sólo parte de un movimiento más amplio que

recibe el nombre de automovimiento del concepto.

Como en una especie de unidad orgánica, los conceptos están entretejidos

entre sí formando una unidad en la que todos tienen que ver con todos. Ya

10 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo II. Pg 73 11 Ibíd. Pg 72

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Platón había demostrado la imposibilidad de pensar una idea en su absolutez

sin caer en contradicción. Esto se debe, principalmente, a que el reino de los

conceptos es como un telar en el cual todo esta entretejido con todo y ningún

pensamiento sobrevive solo en su pura unilateralidad. La conclusión de que

pensar las determinaciones conceptuales en su aislamiento conduce a

contradicción, está incluso presente ya en los escritos de Zenón sobre el

movimiento. Refiriéndose a esto en su Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas

dice Hegel, “Así Zenón mostraba en primer lugar que el movimiento es

contradictorio y que, por tanto, no es (…) De este modo esa dialéctica se

detiene exclusivamente en el aspecto negativo del resultado.”12 Y no sólo es el

pensamiento del movimiento el que lleva a esta conclusión, toda determinación

conceptual, bien sea el ser o la nada, el uno o lo múltiple, tienen esa extraña

virtud de generar contradicción. Cuando el pensamiento toma una

determinación lógica y la aísla para contemplarla en su pureza, inmediatamente

cae en una indisoluble contradicción que lo obliga a pasar a otra determinación.

Tal y como queda planteado, este movimiento, de una determinación a la

siguiente constituye el automovimiento del concepto, que se despliega a lo

largo de la Ciencia de la Lógica de Hegel. No se trata entonces, de un

movimiento que provenga arbitrariamente de una reflexión extrínseca, sino que

responde a la dinámica propia del concepto y a la negatividad que vincula

todas las determinaciones de la realidad en una inmensa telaraña. Por medio

del impulso de la contradicción que se genera en el aislamiento del concepto,

los hilos de la telaraña empiezan a moverse de un lado para otro, en una danza

propia y auténtica. Lo que antes parecía ser incompatible se une en una

indisoluble comunión en la que los contrarios se abrazan y se elevan en una

unidad superior, pero sin que esto signifique la pérdida de su identidad. La

mejor manera de comprender y asimilar este movimiento dialéctico es tomando

las diferentes determinaciones como momentos que se truecan dentro de una

dinámica en donde nada permanece aislado. “Lo especulativo esta en este

momento dialéctico, tal como se admite aquí, y en la concepción que de él

resulta de los contrarios en su unidad, o sea, de lo positivo en lo negativo.”13 Es

12 Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Editorial Alianza, Madrid (1997). Pg 195 13 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo I. Pg 74

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claro que cuando pasamos de una determinación a otra no se trata de un

simple superar en el que lo anterior quede como eliminado. La contradicción a

la que se llega gracias al pensamiento de los conceptos puros no es un simple

propulsor que nos haga saltar de una determinación lógica a otra sin más. El

concepto guarda contradicción porque en sí mismo contiene su otro y no

porque solamente se refiera a él de forma extrínseca. El aislamiento y la

unilateralidad tienen la virtud de sacar a la luz la contradicción que se esconde

dentro de los conceptos y que termina siendo en fin de cuentas, el hilo principal

con el que se mantiene entretejida la telaraña de la realidad. Esto a su vez, y

como también veíamos previamente, responde a la negatividad que subyace a

todo lo real y que consiste en que algo se determina a sí mismo gracias a todo

aquello que ese algo no es.

Por lo general, este movimiento dialéctico no es reconocido por la conciencia

moderna, que se limita a tomar las determinaciones conceptuales en su

unilateralidad y de esta manera aniquila cualquier relación natural entre ellas.

A pesar de esto es sólo por medio de la dialéctica que se puede hablar de algo

así como una unidad orgánica bajo la cual viven todas las determinaciones

lógicas. Ante la vida que exhala la nueva lógica especulativa debe ceder el

viejo y estéril edificio de la lógica formal, que simplemente nunca estuvo a la

altura de la dinámica propia de los conceptos y se limitó a mantenerlos en una

artificiosa unilateralidad vacía. Por eso tiene Hegel razón cuando afirma que

“(…) es una subjetiva impotencia de la razón hacer valer así (en su aislamiento)

estas determinaciones y no es capaz de llevarlas de vuelta a la unidad, por

medio de la fuerza dialéctica.” 14 El paso de una determinación a su opuesta, es

pues, el alma de la dialéctica, pero no como una dinámica impuesta desde

afuera sino como el propio automovimiento del concepto que en su

determinación contiene inmediatamente a su contrario. La idea de una

dialéctica que se dedica descaradamente a “columpiar raciocinios” de un lado

para otro con el único fin de producir confusión queda totalmente descartada

del horizonte hegeliano. “(…) La dialéctica es mas bien la propia y verdadera

14 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo II. Pg 291

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11

naturaleza de las determinaciones del entendimiento, de las cosas y de lo finito

y general”.15

La momia que habitaba el sarcófago del concepto formal o incluso la categoría

kantiana, toma vida con la reflexión de Hegel, que por primera vez busca el

movimiento, no en el sujeto que razona como quien hace malabares con bolas,

sino en las determinaciones lógicas mismas. En reiteradas ocasiones nos

recuerda que la tarea de su Lógica consiste precisamente en atender al

automovimiento del concepto sin ir a mancharlo con malos productos de la

imaginación o de la reflexión representativa. En este sentido, la dialéctica no

es un movimiento subjetivo, es el movimiento de la realidad misma. Los

conceptos no pueden sobrevivir solos y en cautiverio, porque inmediatamente

mueren de tristeza ante la falta de la negación que los conecta con todo lo

demás como un cordón umbilical. “Más bien, cada determinación, cada cosa

concreta, cada concepto es esencialmente una unidad de momentos diferentes

y que pueden ser diferenciados (…).16 La exposición que tiene lugar en la

Ciencia de la Lógica debe permanecer, pues, fiel a este automovimiento del

concepto y debe ser capaz de desplegar toda la dimensión de lo especulativo

de la manera mas natural posible. La delicadeza del contenido y en especial,

el tránsito de una determinación a otra no puede ser violentado por fuerzas

ajenas al concepto; la dialéctica debe ser transparente. “Abstenerse de

inmiscuirse en el ritmo inmanente de los conceptos, no intervenir en el de un

modo arbitrario y por medio de una sabiduría adquirida de otro modo, esta

abstención, constituye de por si un momento esencial de la concentración de la

atención en el concepto.”17

Hasta aquí podemos notar la inmensa diferencia entre la noción común de

concepto y esa unidad suprema de la que habla Hegel, lo que nos lleva

directamente a uno de los puntos centrales de esta monografía, lo

especulativo. El concepto, entendido como aquello que mantiene la unidad en

15 Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Editorial Alianza, Madrid (1997). Pg 183 16 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo II. Pg 76 17 Hegel, Fenomenología del espíritu. Pg 39

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12

las diferencias por medio de una mediación en donde se superan las

extrañezas con respecto a lo otro es lo que Hegel va a llamar unidad

especulativa. En parte ya conocemos la dinámica de lo especulativo, pues

durante estas últimas páginas hemos profundizado en todo lo que tiene que ver

con el movimiento del concepto y el mutuo relacionarse de todas las

determinaciones lógicas. Contraria a la noción común de concepto en donde

este es más bien un sujeto que se mantiene inmóvil mientras por medio del

predicado se le añaden diferentes características, en su gran mayoría

accidentales, la unidad especulativa presenta un cuadro por entero diferente.

Frente al rígido concepto clásico, el concepto hegeliano es la unidad orgánica

que se autodetermina a partir de su relación con el otro. Como el mismo Hegel

afirma, en la filosofía especulativa la unilateralidad resulta ociosa y sólo puede

llevar a confusiones pues la naturaleza de las cosas es estar relacionadas unas

con otras por medio de la negatividad. Lo importante esta también en

reconocer que esta dinámica propia de lo especulativo no se restringe

exclusivamente al texto de la Ciencia de la Lógica, sino que es el movimiento

general manejado por Hegel en cada uno de sus textos.

Entender la manera como los conceptos se relacionan entre si y como se

despliega su dinámica orgánica es condición necesaria para abordar el

problema del lenguaje en Hegel. Si bien en el lenguaje común y corriente existe

una relación entre sujeto y predicado por medio de la cópula, difícilmente

podríamos describir esta unidad como orgánica y natural. Si algo nos muestra

Hegel, sobretodo en la Ciencia de la Lógica es que el juicio común no es capaz

de desplegar la dimensión especulativa del concepto, pues en últimas sólo

expresa un movimiento unilateral que no capta ese ir y venir determinacional

que hace parte de la realidad como tal. El lenguaje de la filosofía debe ser

capaz por tanto, no sólo de desplegar el movimiento de los conceptos en su

camino de autodeterminación sino al mismo tiempo expresar ese tejido

orgánico en el cual se encuentra interrelacionada toda la realidad. Sólo un

lenguaje que pueda hacer justicia a ese movimiento de ir primero hacia lo otro

para luego volver a sí enriquecido logrará capturar por tanto la naturaleza de lo

especulativo. Para Hegel la estructura misma de la predicación apunta a una

diferencia no mediada entre sujeto y predicado en tanto que ambos se

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13

muestran como indiferentes y solo están unidos en el juicio gracia a la fuerza

coercitiva de la cópula. Esto a su vez sugiere un problema mas grave y que

tiene que ver con la forma en que el pensamiento asume el lenguaje dentro de

su actitud usual frente al conocimiento.

Coherentemente con su crítica al pensamiento de su época Hegel considera

que hasta ahora nadie ha sido capaz de abordar la realidad a partir de

conceptos y este es el motivo por el cual, según él, su propia filosofía resulta

tan extravagante para todos aquellos que no hayan profundizado en el reino de

lo especulativo. El pensamiento, en búsqueda del preciado conocimiento suele

correr desde el sujeto hacia un predicado que le ofrece información accidental

acerca del sujeto. Sin embargo esto representa un movimiento puramente

unilateral en el que nunca se agota la naturaleza orgánica del concepto y por

tanto siempre queda faltando algo; ese último predicado por añadir. En este

movimiento del juicio común el sujeto permanece inmóvil mientras se le añaden

predicados desde afuera como pegando alfileres a una bola de corcho.

Mientras mas alfileres recubran la superficie de la esfera tanto mejor para

nuestro conocimiento que se complace mas ante el numero de predicados

accidentales que cualquier otra cosa. “En vez de penetrar en el contenido

inmanente de la cosa pasa siempre por alto del todo y se halla por encima del

ser allí singular del que habla, es decir, ni siquiera llega a verla.”18. No se trata

solamente de un problema del juicio común y su estructura predicativa sino en

general de la actitud que el pensamiento asume frente al lenguaje. Por un lado

vimos que por medio de la relación usual entre sujeto y predicado difícilmente

se llega a esa unidad especulativa entendida como unidad orgánica de

contrarios en donde estos se abrazan sin perder su independencia y se ven

involucrados en un movimiento dialéctico en donde lo propio se reconoce en lo

ajeno; y, por el otro, se revela la ausencia total de ese telar en el cual se

encuentra entretejida toda la realidad y que hace posible lo que Hegel llama

negatividad. Algo es lo que es por medio de un permanente relacionarse con

todo lo que ese algo no es y en esto consiste precisamente la dinámica

especulativa que Hegel quiere exponer con su filosofía. El lenguaje debe estar

18 Ibíd. Pg 36

Page 15: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

14

a la altura de estas exigencias si es que queremos algún día acceder a las

verdades más profundas de la filosofía.

Las dificultades, como podemos observar hasta este momento son bastante

grandes, lo que nos invita a ser muy cuidadosos pues la critica parece

trascender el tema del lenguaje y permear el sistema hegeliano como tal en su

integridad. Sin embargo, las pretensiones de esta monografía no son las de

abarcar la critica de Hegel al conocimiento de su época, sino la de desplegar

los problemas del lenguaje a la hora de expresar lo especulativo. Si se hace

referencia al problema del conocimiento será solamente con el propósito de

profundizar en el tema del lenguaje nunca con el ánimo de dar explicaciones

exhaustivas al respecto.

Entretanto, para sorpresa del lector, esta monografía no va a empezar desde la

crítica misma de Hegel al lenguaje común que encontramos en el primer tomo

de la Ciencia de la Lógica. Abordaremos el problema desde la dialéctica del

reconocimiento que se presenta en el capítulo sobre la autoconciencia en la

Fenomenología del espíritu. Bajo la luz de esa unidad que se da entre dos

conciencias a partir de un movimiento dialéctico de ir y venir en el que lo propio

se reconoce en lo ajeno, trataremos de explicar la afirmación de Hegel de que

“el lenguaje es lo más verdadero”. Poco apoco iremos develando el carácter

especulativo que desde siempre acompaña al lenguaje que todos manejamos.

La experiencia del lenguaje entendida como la relación entre aquel que

pronuncia la palabra y aquel que escucha mostrara ser una experiencia

genuinamente especulativa, por razones que serán tratadas en el segundo

capitulo del presente trabajo. Luego pasaremos al estudio de la estructura

proposicional como tal, viendo como se planeta el problema de los especulativo

pero esta vez dentro de una dimensión por completo diferente a la anterior. A

pesar de esto, trataremos de demostrar que por medio de la dialéctica del

reconocimiento es posible abordar la crítica de Hegel al lenguaje común,

incluso examinando la relación entre sujeto y predicado que encontramos en la

proposición. El propósito central será el de mostrar cómo ese movimiento

especulativo de ir y venir de lo propio a lo ajeno se manifiesta en diferentes

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15

niveles dentro del lenguaje, y cómo en ultimas el logro de Hegel es el de haber

logrado hacer justicia al esfuerzo del concepto.

Page 17: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

16

Reconocimiento y lenguaje

Con miras a una aproximación personal al tema de la especulación, he

decidido referirme primero a la dialéctica del reconocimiento que se expone en

el capítulo sobre la autoconciencia de la Fenomenología de Espíritu. Aunque

se suele asociar la especulación con el juego de las determinaciones lógicas es

claro que se trata de un concepto que trasciende las fronteras de la Ciencia de

la lógica. Por más que el mismo Hegel no haya tematizado sobre ello, la

especulación esta presente en cada uno de los momentos de su filosofía,

siendo posible seguir sus rastros en libros como la Fenomenologia del espíritu.

Aunque ya en la introducción a este texto dimos un vistazo a las relaciones

conceptuales, tratando de determinar su carácter especulativo, es necesario

abordar nuestro tema desde otro horizonte que nos permita un acercamiento

mayor a aquello que buscamos. Por otro lado, la dialéctica del reconocimiento

nos proporcionara un hilo conductor, no sólo en nuestra búsqueda de lo

especulativo sino también en cuanto al tema central de esta monografía, el

lenguaje. En un primer momento realizaré una reflexión en torno a la

dimensión especulativa del lenguaje entendida como el ámbito común universal

en donde se da el paso del yo al otro por medio de la palabra. Posteriormente

se indagará la naturaleza misma de la proposición, con el propósito de mostrar

cómo lo especulativo logra permear incluso aquello que corresponde a la forma

y estructura del lenguaje. Teniendo en cuenta lo anterior, lo mejor será

empezar dando una visión general de la dialéctica del reconocimiento, que

como ya antes había dicho, servirá de hilo conductor para el resto de esta

monografía.

Allí donde la conciencia reconoce que a ambos lados de la relación sujeto-

objeto no existe sino lo mismo, es decir, vida, entramos cabalmente en la figura

que Hegel llama la autoconciencia. En una relación activa con la realidad en la

que la conciencia despliega su movimiento negativo, que consiste en salir de sí

para volver sobre sí enriquecida, empieza su intento por reconocerse en todo lo

que es. Es así como comienza su búsqueda del reconocimiento, que en un

primer momento la llevará por los senderos de la apetencia mientras busca lo

otro para reconocerse a sí misma. La autoconciencia se vuelca sobre la

Page 18: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

17

realidad en un movimiento de negación que pretende no sólo proporcionar una

certeza sino también un apropiarse de todo lo que la rodea. De esta manera

se satisface negando lo otro para confirmarse a si misma, en donde negación

podría bien definirse como un devorar la realidad. Sin embargo, con esta

negación devoradora lo único que logra la autoconciencia es la infinita

reproducción de la apetencia, pues no termina de negar su objeto cuando ya

vuelve a sentir el vacío de la necesidad. Si bien a partir de dicha actividad

depredadora obtiene certeza de sí misma, se trata de una satisfacción efímera

y pasajera que se disipa en el aire con la misma fugacidad con que aparece.

“La apetencia y la certeza de sí misma alcanzada en su satisfacción se hallan

condicionadas por el objeto, ya que la satisfacción se ha obtenido mediante la

superación de este otro; para que esta superación sea, tiene que ser este otro.

Por tanto, la autoconciencia no puede superar al objeto mediante su actitud

negativa ante él; lejos de ello, lo reproduce así, como reproduce la apetencia.”19

En una cadena cada vez mas larga de dependencia se encuentra la

autoconciencia, patinando indefinidamente en la apetencia, “comiendo solo

para prepararse para la siguiente comida”. A pesar de tan desalentador

panorama brilla para la conciencia una luz al final del oscuro callejón sin salida;

el resplandor de algo que promete una certeza permanente, otra

autoconciencia.

Contrario al objeto de la apetencia que proporcionaba certeza sólo

momentáneamente para luego desaparecer dejando a la conciencia

hambrienta, la otra autoconciencia es capaz de satisfacer la necesidad de

reconocimiento rompiendo así el círculo vicioso de la fugacidad. Gracias a

que la otra autoconciencia no desaparece, como lo hacía el objeto de la

apetencia, se garantiza una satisfacción permanente para la conciencia que

busca su propia certeza. En consecuencia es correcto afirmar que la

autoconciencia sólo alcanza su plena satisfacción por medio del

reconocimiento de otra autoconciencia, revelándose, al mismo tiempo, la

dimensión eminentemente social de la conciencia. Ya no podemos hablar de

un yo solipsista cartesiano que duda incluso de la humanidad de los

19 Ibíd. Pg 112

Page 19: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

18

transeúntes (según Descartes podrían ser autómatas de resorte), pues es claro

que la autoconciencia necesita de su relación con los otros, ya que sin ella ni

siquiera puede tener plena certeza de si misma. Por tanto la conciencia sólo se

despliega como autoconciencia en un mundo compartido en donde el

reconocimiento no es sólo un capricho de algunos sino una cuestión de vida o

muerte. Sólo otra autoconciencia es capaz de negarse a sí misma sin

desaparecer, siendo por esta razón el único objeto en capacidad de dar

satisfacción y reconocimiento duradero.

He aquí un punto de gran importancia, pues el objeto de la apetencia sólo

reproducía el afán de la conciencia por encontrar más cosas que devorar, en

una búsqueda frenética de su propia certeza. Y es que, recordemos aquí, la

certeza de la autoconciencia sólo adquiere verdad a partir del reconocimiento,

el cual sólo es permanente si proviene de otra autoconciencia. En otras

palabras, la certeza de la conciencia en ausencia del reconocimiento de otra

conciencia no tiene verdad. Sin embargo en este punto Hegel nos alerta y

pone de relieve que no basta con un reconocimiento cualquiera por parte de

otra autoconciencia para adquirir certeza y plena satisfacción; es necesario aun

en mayor medida que la relación sea reciproca, pues sólo así se garantiza la

dialéctica de una unidad espiritual. Aquí se entiende unidad en el sentido de

duplicación, en contraposición a la simple fusión de dos o más en donde

simplemente uno desaparece sin más en el otro. Se trata de una unidad

especulativa en la que ambas partes comparten un mismo movimiento, al

mismo tiempo que mantienen sus diferencias. Por esto, no basta con perderse

en el otro, pues cada conciencia debe guardar su independencia si se quiere

un reconocimiento recíproco. “Este movimiento de la autoconciencia en

relación con otra autoconciencia se representa empero, de este modo, como el

hacer de una; pero este hacer de la una tiene él mismo la significación de ser

tanto su hacer como el hacer de la otra (…) el hacer unilateral seria ocioso, ya

que lo que ha de suceder sólo puede lograrse por la acción de ambas.”20

20 Ibíd. Pg 114

Page 20: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

19

Esta unidad espiritual de la que nos habla Hegel en la dialéctica del

reconocimiento se pude relacionar con la unidad especulativa que se propone

en la Ciencia de la lógica. En ambos casos se trata de una unidad orgánica en

la que los lados no se limitan a desaparecer mezclándose el uno con el otro,

formando una masa indefinida, sino más bien un movimiento en el que ambos

participan al mismo tiempo que guardan sus diferencias. Es interesante notar

que la palabra que Hegel utiliza para abordar los lados de la relación

conceptual no tiene nada que ver con la noción tradicional de “parte” que hace

alusión a un tipo específico de componente material, sino que más bien se

refiere a ellos en términos eminentemente temporales, como momentos. Es

innegable que se trata de una palabra que hace resonar el carácter móvil de los

conceptos, o más bien la relación dinámica en la que se encuentran. La

dialéctica de reconocimiento es precisamente este movimiento en el que dos

conciencias se encuentran en una unidad espiritual pero sin perder por esto

sus diferencias, convirtiéndose en momentos de un mismo movimiento, de una

misma unidad espiritual. No es pues, el simple perderse en el otro, sino una

compleja dinámica en la que ambos lados obtienen su propia certeza por medio

del otro y de esta manera se mantienen como momentos definidos e

independientes entre sí. “Cada extremo es para el otro el término medio a

través del cual es mediado y unido consigo mismo, y cada uno de ellos es para

si y para el otro una esencia inmediata que es para si , pero que, al mismo

tiempo, solo es para si a través de esta mediación. Se reconocen como

reconociéndose mutuamente.”21

Al igual que no es posible pensar un concepto en aislamiento sin caer en

contradicción, tampoco es posible abordar la autoconciencia sin tener en

cuenta el entorno social en el que se mueve y en el que se despliega su

relación con el otro. En relación a las formas lógicas, dice Hegel.; “cuando son

consideradas como determinaciones firmes, y por ende desligadas, en lugar de

ser reunidas en una unidad orgánica, son formas muertas, donde ya no reside

el espíritu, que constituye su concreta unidad viviente.”22 Igual de muerta esta

aquella autoconciencia que no es capaz de obtener reconocimiento recíproco

21 Ibíd. Pg 115 22 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo I.

Page 21: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

20

por medio de otra conciencia, y cuando, finalmente lo logra entra en una

especie de unidad orgánica o espiritual, muy similar a la que menciona Hegel

en la cita anterior. Más allá de las diferencias que puedan existir entre el

tratamiento conceptual de La ciencia de la lógica y el camino de la experiencia

de la conciencia en la Fenomenologia, me atrevo a afirmar que en ambos

casos se trata de unidades especulativas. En todo caso se presentan como

dinámicas similares en las que se revela un ritmo orgánico y en general un

movimiento en el que los lados no se agotan desapareciendo uno en el otro,

sino que se integran como momentos en un único movimiento. “Lo especulativo

está en este movimiento dialéctico, tal como se admite aquí, en la concepción

de que él resulta, de los contrarios en su unidad, o sea de lo positivo en lo

negativo”23

Sin embargo- y esto es una hipótesis propia-, el pleno reconocimiento o mas

bien, la consumación de la unidad especulativa se da exclusivamente en el

lenguaje, allí donde se supera lo meramente individual y se asciende a la

universalidad. Aunque Hegel no tematiza explícitamente esta cuestión, sus

contadas pero valiosas referencias al lenguaje nos pueden dar luces al

respecto, sobre todo en tanto buscamos su relación con lo especulativo. Si

bien es posible pensar el reconocimiento sobre una base no lingüística, por

ejemplo a partir de caricias y gestos corporales, realmente no se estaría

haciendo justicia a una dialéctica tan compleja. En este sentido puede sonar

trivial e incluso tonto afirmar que el reconocimiento se da en el lenguaje y, sin

embargo, todo parece apuntar a que es solo por medio del lenguaje que

podemos llegar a algo así como una universalidad compartida, una unidad

especulativa en la que los lados de la relación se encuentran en un medio

común. De manera similar a la refutación del esto de la certeza sensible, que

se esfumaba en el aire apenas se intentaba nombrarlo, la conciencia individual

se sumerge en la universalidad por medio del lenguaje en donde se encuentra

en unidad orgánica con el otro. No por nada Hegel llama al lenguaje “lo mas

verdadero” pues “Como un universal enunciamos también lo sensible, lo que

23 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo I.

Page 22: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

21

decimos es: esto, es decir, el esto universal, o: ello es, es decir, el ser en

general.”24

La ociosa unilateralidad de lo puramente individual, se derrumba ante el

lenguaje que, a su vez, se encarga de revelar una verdad de suma importancia:

Las cosas no son nada en su aislamiento; algo es lo que es por medio de la

negación de lo otro. No se trata pues de desprestigiar lo individual en nombre

de lo universal, sino más bien de entender que “(…) el movimiento de la

individualidad es la realidad de lo universal”.25 Ahora bien, será necesario

examinar cómo es que la unidad especulativa de dos conciencias diferentes e

independientes se lleva a cabo en el lenguaje. Para dicho propósito lo mejor

será citar un fragmento en el que Hegel describe bellamente la dinámica del

lenguaje, poniendo de relieve la interacción entre lados opuestos que terminan

sumergidos en una misma universalidad.

“El lenguaje, en cambio, lo contiene en su pureza; solamente él expresa el yo,

el yo mismo. Este su Dasein es como ser allí, una objetividad que lleva en ella

su verdadera naturaleza. Yo es este yo-pero asimismo universal; su

manifestación es, asimismo, de un modo inmediato, la enajenación y la

desaparición de este yo y, con ello, su permanecer en su universalidad. El yo

que se expresa es escuchado; es un contagio, en el que entra de un modo

inmediato en unidad con aquellos para los que existe, y es autoconciencia

universal. En el hecho de ser escuchado se borra de un modo inmediato su ser

allí; este su ser otro se ha retrotraído en sí; y precisamente esto es su ser allí,

como el ahora autoconsciente, tal como es allí, no el ser allí, y el serlo

mediante este desaparecer. Este desaparecer es, por tanto, en sí mismo, de

un modo inmediato, su permanecer; es su propio saber de sí, y es su saber de

sí como de uno que ha pasado a otro sí mismo, que ha sido escuchado y que

es universal.”26

24 Hegel, Fenomenología del espíritu. Pg 65 25 Ibíd. Pg230 26 Ibíd. Pg300

Page 23: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

22

El reconocimiento del otro alcanza un nuevo nivel si tenemos en cuenta las

palabras de Hegel recién citadas. Ese hacer duplicado del que se habla en el

capítulo de la autoconciencia, y que consistía en la actividad refleja de dos

autoconciencias en donde “Cada una de ellas ve a la otra hacer lo mismo que

ella hace”27 encuentra una nueva dimensión tan pronto como se establece una

relación en el lenguaje. Sólo en medio de él -y digo en medio, por que a

diferencia de la expresión por medio no tiene una connotación tan instrumental-

se llega a algo así como una unidad especulativa entre conciencias

independientes, que encuentran en la universalidad de la palabra una

dimensión compartida en donde el reconocimiento trasciende incluso las

barreras físicas. Ya no se trata de un ver reflejo en donde yo vea al otro hacer

lo mismo que yo y por tanto me reconozca en su propia dinámica, sino mas

bien el ingreso a un entorno en donde mi palabra y la palabra del otro se

encuentran gracias a la universalidad del lenguaje. Ese retrotraerse del Dasein

que acaba de pronunciar la palabra y que en cierta medida puede describirse

como un desaparecer, marca el ingreso a la unidad especulativa entre dos

autoconciencias independientes. Y es que tal como lo indica Hegel, es en este

desaparecer en donde la conciencia independiente se integra a la universalidad

y obtiene, por así decirlo, un nuevo permanecer. Mi palabra como tal deja de

serlo al pronunciarla y se convierte inmediatamente en palabra compartida, sin

que por esto se pierda en un mar de sentidos predeterminados. La

universalidad del lenguaje no es algo así como un medio informe en donde mi

palabra sea generalizada y homogenizada a la fuerza según estructuras y

sentidos definidos. Tal como lo menciona Gadamer en su libro Verdad y

Método “El decir lo que uno quiere decir, el entenderse, mantiene por el

contrario lo dicho en una unidad de sentido con una infinitud de cosas no

dichas, y es de este modo como lo da a entender. El que habla así puede

servirse de las palabras más normales y corrientes y puede sin embargo dar

con ellas expresión a lo que nunca se ha dicho ni se volverá a decir.”28

Examinemos ahora con mayor detenimiento y a la luz de la cita de Hegel, cómo

es que se puede hablar de una unidad o dimensión especulativa del

27 Ibíd. Pg114 28 Hans-Georg Gadamer. Verdad y Método. Ediciones Sígueme. Salamanca. 1984 Pg.561

Page 24: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

23

reconocimiento en medio del lenguaje. Cuando la palabra es pronunciada y

posteriormente escuchada por el otro, no se trata de un simple recibir en el

que lo recibido se mantiene en la exterioridad. Hegel lo describe en términos

de contagio en tanto que la palabra penetra en lo profundo de la otra

autoconciencia sin que esta pueda hacer algo al respecto. Incluso aquel que

no quiere escuchar lo que se le esta diciendo, a la manera de “habla lo que

quieras que yo no te voy a escuchar”, esta siendo afectado por este contagio

del cual no se escapa nadie. Es así como la conciencia “(…) entra de un modo

inmediato en unidad con aquellos para los que existe, y es autoconciencia

universal”29. Esta unidad de la que aquí se habla puede verse, en mi opinión,

como una unidad especulativa en la que dos conciencias independientes se

encuentran en medio del lenguaje en un juego de aparecer y desaparecer.

Escuchar la palabra del otro es superar las diferencias y reconocer lo común en

el desaparecer de lo ajeno. Un desaparecer, que a su vez, desde siempre esta

acompañado por un nuevo aparecer, un aparecer en el otro. Al ser escuchada,

la conciencia pasa inmediatamente a su otro en una dialéctica de

reconocimiento en donde su propio permanecer se da cabalmente en el otro.

La unidad especulativa de las dos conciencias en medio del lenguaje se

muestra por tanto como una relación profunda en donde el desaparecer inicial

que se da en la pronunciación de la palabra se compensa con un nuevo

aparecer al ser escuchado. Mi palabra sólo es palabra cuando es reconocida

por el otro, y este es a su vez un reconocimiento de la propia autoconciencia

como tal en tanto que es “(…) su propio saber de sí, y es su saber de sí como

de uno que ha pasado a otro sí mismo, que ha sido escuchado y que es

universal”30. Por medio del lenguaje se le da la oportunidad a la conciencia de

“entrar de un modo inmediato en unidad con aquellos para los que existe,

siendo así autoconciencia universal”. Tratándose sin embargo, de una unidad

especulativa no debemos olvidar que ambas partes deben guardar su

independencia, pues sólo una autoconciencia libre es capaz de dar

reconocimiento. El saber de sí por medio del otro en medio del lenguaje no es

un olvido de la individualidad ni tampoco el ingreso en una universalidad

29 Hegel, Fenomenología del espíritu. Pg300 30 Ibíd. Pg300

Page 25: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

24

anónima. La conciencia se afirma como independiente en el momento de ser

escuchada por el otro, pues como ya veíamos más arriba el cabal

reconocimiento consiste en saberse a sí misma en el otro. “Lo especulativo

mienta pues esta unidad reflexiva que logra quien sabe ver lo propio en lo otro,

o dicho hegelianamente, quien reconoce en el en-sí el para-sí”31.

En el lenguaje se lleva a cabo de manera especial ese movimiento de salir de

sí para volver sobre sí que Hegel llama negatividad y que tiene su

consecuencia ontológica en la formulación de que algo es lo que es en relación

con todo lo que ese algo no es. Desde esta perspectiva el lenguaje es

especulativo en tanto que “lo especular hace referencia a un movimiento de

retorno a sí mismo desde un fuera de sí.”32. De ahí la importancia de lo otro en

el movimiento de autodeterminación bajo el cual se configura no solamente la

autoconciencia sino las determinaciones lógicas del pensamiento. Si bien el

automovimiento de los conceptos en la Ciencia de la lógica tiene una dinámica

propia que guarda diferencia con la figura del reconocimiento de la

Fenomenologia, en ambos casos se hace evidente la insuficiencia de un

despliegue puramente unilateral y autista. En primer lugar es imposible pensar

las determinaciones lógicas en su aislamiento sin llegar a una contradicción

que fuerce al pensamiento a pasar a otra determinación. Esto, a su vez,

expresa la necesaria unidad especulativa de algo y su contrario de donde surge

el movimiento de autodeterminación de los conceptos. La unidad orgánica de

la que habla Hegel consiste en esta dinámica en la que diferentes momentos

son impulsados por el motor de la contradicción. “Hegel ve aquí la naturaleza

especulativa de la reflexión: lo que está en contradicción es reducido a

momentos, cuya unidad es la verdad”33. Si pensamos por tanto lo especulativo

como la unidad orgánica de contrarios podemos referir a esta definición la

dinámica del reconocimiento en el lenguaje.

Mas arriba veíamos como la unidad de dos conciencias en el lenguaje no

eliminaba sus diferencias sino que las situaba en un entorno común en el que

31 Gama L. Muchas perspectivas o un único horizonte. Pg.33 32 Ibíd. Pg33 33 Hans-Georg Gadamer. La dialéctica de Hegel. Cátedra. Madrid. 2000 Pg.35

Page 26: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

25

la palabra se comparte otorgando reconocimiento a cada uno de los lados.

Aunque la progresión no resulte tan evidente como en el caso de las

determinaciones lógicas, es claro que se puede hablar de un movimiento de

reconocimiento en el lenguaje cuya progresión consiste en encontrar la palabra

común por medio del dialogar de dos conciencias independientes. A lo que

quiero llegar es que el lenguaje hace posible ese milagro de ser uno con el

otro, sin por esto perder nuestra propia identidad. Aquí no entran las

consideraciones concernientes a posibles discrepancias y diferencias entre

hablantes, pues incluso el no-estar de acuerdo con el otro presupone la unidad

orgánica del lenguaje. Cada vez que resuena en el aire una palabra y alguien

la escucha, presenciamos la dinámica de la unidad especulativa, el milagro de

ser uno con el otro, la dialéctica del reconocimiento en el lenguaje.

Queda ahora por ver una última forma de abordar lo especulativo en el

lenguaje, pero esta vez centrados en la estructura misma de la proposición,

develando aquello que Hegel denomina la proposición especulativa. Sin

embargo, aunque cambiemos de dimensión, seguiremos utilizando como guía

el hilo conductor que nos proporciona la dialéctica del reconocimiento, esto con

el propósito de ver hasta qué punto es válido hablar de reconocimiento dentro

de la relación sujeto-predicado de la proposición. En parte se trata de un

esfuerzo por mostrar cómo el espíritu especulativo trasciende el ámbito de lo

abstracto permeando incluso aquello que consideramos más formal y

estructural; en este caso, la forma de la proposición como tal.

Page 27: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

26

Proposición especulativa: reconocimiento entre sujeto y predicado

¿Por qué se queja Hegel del lenguaje común, al tiempo que resalta su

incapacidad de expresar las verdades más altas del pensamiento? ¿Qué le

impide al juicio expresar lo especulativo con toda su contradicción y movimiento

dialéctico? Hegel mismo nos da una pista cuando, después de analizar la

estructura del juicio, concluye que esta simplemente es insuficiente para

expresar verdades especulativas. Surge entonces la cuestión de cómo es que

funciona la estructura de la proposición común y qué consecuencias acarrea

para la reflexión filosófica de Hegel. Por esto primero tendremos que dar un

vistazo a la estructura usual de la predicación, tratando de determinar sus

acentos y determinando sus posibles carencias a la hora de expresar verdades

del concepto. Para esto no será necesario recurrir a textos de lingüística ni de

lógica, ya que se trata de una relación simple que incluso se encuentra ya

explicada en los textos de Hegel. Empezaremos diciendo que la proposición es

la relación entre el sujeto y el predicado, en donde el primero se mantiene

como lo que subyace mientras sus accidentes y contenido encuentran lugar en

el predicado. Algo se predica de un sujeto dado, en una relación que comienza

en el sujeto y pasa a sus respectivas determinaciones en el predicado. “Por lo

común, el sujeto comienza poniéndose como el sí mismo objetivo fijo; de ahí

parte el movimiento necesario, hacia la multiplicidad de las determinaciones o

los predicados (…)”34.

Antes de haber dado siquiera un paso en la estructura de la proposición nos

hemos encontrado ya con el primer problema. Resulta que en el juicio, en su

estructura común de predicación, el sujeto debe permanecer inmóvil mientras

sus accidentes o determinaciones se la añaden desde fuera. Si en el lugar del

sujeto tuviéramos un concepto cualquiera, este tendría que permanecer quieto

mientras sus determinaciones se le añaden desde fuera por medio del

predicado. Cualquier lector cuidadoso se dará cuenta inmediatamente que

esto viola el principio máximo del pensamiento especulativo, a saber, el

automovimiento del concepto. El concepto es por definición algo móvil, que no

34 Hegel, Fenomenología del espíritu. Pg.41

Page 28: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

27

se llena de contenido proveniente de lo exterior, sino que tiene en su propia

alma la capacidad de autodeterminarse. En lo que respecta a esta primera

insuficiencia del lenguaje aun se puede decir mucho más. Aparentemente se

trata de un problema de la estructura como tal, pero examinado un poco más

de cerca revela algo por completo diferente. La estructura de la predicación

parece guardar un innegable parecido con la forma en que los seres humanos

se refieren al mundo, especialmente en lo que respecta a la noción común de

cosa. Siguiendo a Heidegger en su reflexión sobre el lenguaje en “El origen de la obra de arte” no seria descabellado afirmar que la estructura del juicio esta

emparentada con esa concepción de cosa entendida como sustancia y sus

accidentes. Según esta noción, lo que subyace es precisamente la sustancia, a

la cual se la añaden los diversos accidentes, que a su vez, y como su nombre

bien lo indica no guardan una relación de necesidad con el sujeto al que

pertenecen. De entrada estaríamos hablando de un lenguaje que ya viene

cargado ontológicamente y que tiene una estructura predeterminada para cierto

tipo de concepción de la realidad, dificultando el despliegue y la articulación

misma de diferentes horizontes. Para el caso de la reflexión hegeliana, nada

resultaría más dañino que una proposición en donde el concepto debe

abandonar su movimiento y quedarse quieto mientras sus determinaciones se

le unen por medio de una cópula en el predicado. Además, sería absurdo

mantener esa arrogante independencia que tiene el predicado sobre el sujeto,

cuya relación siempre deja algo por fuera en la medida en que sus miembros

no se agotan mutuamente sino que siempre queda la posibilidad de algo más

que añadir. Por esta razón dice Hegel que el juicio “(…) hace abstracción del

hecho de que el sujeto tiene todavía mas determinaciones que la del predicado,

como también de que el predicado es más extenso que el sujeto.”35

Cuando leemos una proposición cualquiera, siempre estamos listos para pasar

del sujeto a aquella valiosa información que nos espera en el predicado.

Generalmente esperamos que lo que se dice en el predicado, aumente de

alguna manera nuestro conocimiento del sujeto, y sería visto con malos ojos

que lo contenido en uno de los lados apareciera en el otro. La determinación

35 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo I. pg. 118

Page 29: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

28

que se une de esta manera al sujeto, debe ser otra con respecto a éste, ya que

de otro modo estaríamos frente a una vacua tautología. Necesariamente el

predicado debe contener algo distinto al sujeto, o por lo menos, eso es lo que

parece exigir el pensamiento común. Esto no quiere decir otra cosa sino que el

pensamiento, siempre esperando ansiosamente el añadido, sale corriendo

hacia lo diferente que le espera en el predicado y se siente estafado cuando lo

que encuentra no es en apariencia novedad. Esta relación usual, que por lo

demás parece lo mas natural, tanto ontológica como epistemológicamente,

resulta altamente detrimental para la reflexión hegeliana. Es por esto que

Hegel afirma que “(…) la proposición en la forma de un juicio, no es apta para

expresar verdades especulativas (…)”36 haciendo necesaria la introducción de

la proposición especulativa, cuya dinámica permite el despliegue del

automovimiento de concepto.

Para entender lo que Hegel quiere decir con proposición especulativa tenemos

que sacarnos de la cabeza la fría definición de juicio de la gramática escolar

(sujeto-cópula-predicado) y entender la relación como algo orgánico que se

manifiesta no solamente como estructura sino también- y en esto radica su

capital importancia- como contenido. Se hace necesario por tanto profundizar

en la relación sujeto-predicado desde una perspectiva más que formal,

conceptual, pues sólo así podremos aproximarnos a la dimensión especulativa.

En este sentido, más cercano a una explicación de tipo lógico-matemático en

donde la proposición se aborda a partir de letras y números propongo una

aproximación desde la figura del reconocimiento que es presentada por Hegel

en su libro la Fenomenologia del Espíritu. Se tata de un intento por dejar de

ver sujeto y predicado como simples estructuras básicas de la proposición,

dejando entrever su relación a un nivel conceptual-orgánico que haga justicia a

su naturaleza especulativa.

La relación habitual entre sujeto y predicado expresado en el juicio común se

ve destruida por lo que Hegel llama proposición especulativa o, en algunos

pasajes, proposición filosófica. Por este motivo, quien no esté familiarizado con

36 Ibíd. Pg118

Page 30: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

29

la filosofía hegeliana sufre algo así como una cancelación de su actitud

cotidiana con el lenguaje y se ve forzada a aceptar una nueva relación. En

parte, esto se debe a que “Las proposiciones filosóficas, por ser proposiciones,

suscitan la opinión de la relación usual entre el sujeto y el predicado y sugieren

el comportamiento habitual del saber”37. El paso de un sujeto firme a un

predicado en donde se encuentran sus accidentes es el movimiento habitual

del pensamiento cuando se enfrenta al lenguaje. Se trata sin duda de un

movimiento rectilíneo y unilateral en el que se pone toda la fé en encontrar algo

en el predicado que aumente nuestro conocimiento del sujeto. Siempre existe

la posibilidad,- e incluso es deseable que así sea- de encontrar nuevos

accidentes o predicados atribuibles a un sujeto determinado que permanece fijo

mientras se le añaden atributos desde fuera. Es por esto, que refiriéndose al

juicio común Gadamer afirma que “Su determinar es, por tanto, exterior a la

cosa y prescinde de toda necesidad de desarrollo, en la medida en que la base

firme del sujeto trasciende a todas estas determinaciones en un contenido que

le es añadido, puesto que también se le pueden añadir otros predicados.”38.

Si hablamos en términos de reconocimiento, en donde sujeto y predicado

representan los dos lados de la dinámica, tendríamos que decir que en el juicio

común no hay reciprocidad en el reconocimiento. ¿Cómo es posible, de todas

maneras, que un sujeto se reconozca plenamente en un predicado que en todo

caso es accidental? Se trata desde luego de una relación desigual y unilateral

en la que no se lleva a cabo ese movimiento especular definido mas arriba

como “(…) movimiento de retorno a sí mismo desde un fuera de si.”39 La

multiplicidad de determinaciones no puede servir sino como un reconocerse

siempre incompleto, dejando al pensamiento hambriento de nuevos accidentes

y determinaciones externas. En últimas esto se debe a que el predicado es

algo otro que el sujeto y en este sentido su relacionarse es un movimiento

externo y forzado en el que no puede existir el genuino reconocimiento. El otro

que el sujeto encuentra en el predicado, y al cual se encuentra unido por la

cadena de la cópula, no es ese otro en el que puede encontrar un cabal saber

37 Hegel, Fenomenología del espíritu. Pg42 38 Hans-Georg Gadamer. La dialéctica de Hegel. Pg26 39 Gama L. Muchas perspectivas o un único horizonte. Pg33

Page 31: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

30

de sí mismo sino más bien otro que se le muestra ajeno y distante, en el cual

simplemente no puede reconocerse. Cuando trazamos el origen de la palabra

especulativo nos encontramos con el sustantivo speculum que significa espejo,

imagen, o bien representación fiel de algo, lo cual nos dice mucho acerca de la

relación entre sujeto y predicado de la que estamos tratando. En el juicio

común falta ese movimiento especular, entendido como reflejo y, es por esto

que no puede hablarse de reconocimiento y mucho menos de unidad

especulativa. La unidad que encontramos en él no es más que un vínculo

forzado, externo y superficial; una unión que simplemente no es capaz de

“asumir el esfuerzo del concepto”.

El conocimiento “Al querer experimentar algo nuevo sobre las cosas, se va más

allá del fundamento de la cosa en pos de algo otro que se le pueda adscribir de

predicado.”40, en lo que constituye un viaje sin retorno. Por el contrario “(…) la

frase filosófica no pasa de un concepto- sujeto a otro concepto que se pone en

relación con el, sino que expresa en la forma del predicado la verdad del

sujeto.”41 Ahí empieza la confusión del pensamiento representativo cuando se

enfrenta al lenguaje filosófico, no sólo hegeliano sino en general cualquier

aproximación a una verdad conceptual. Este es por tanto un problema que

compete a la filosofía como tal, y que explica la dificultad que experimenta el

pensamiento cuando se ve obligado a cambiar su comportamiento usual con el

lenguaje.

Hegel describe el cambio que experimenta el pensamiento respecto al lenguaje

en términos de la destrucción de la diferencia usual entre sujeto y predicado.

No se trata entonces de una transición delicada en donde simplemente se vea

la relación usual de otra manera, sino que esta desparece por completo en la

filosofía especulativa, dejando al pensamiento totalmente desconcertado.

“Sobre este entorpecimiento habitual descansan en gran parte las quejas

acerca de la ininteligibilidad de los escritos filosóficos, suponiendo que, por lo

demás, se den en el individuo las condiciones de cultura necesarias par

40 Hans-Georg Gadamer. La dialéctica de Hegel. Pg28 41 Hans-Georg Gadamer. Verdad y Método. Pg558

Page 32: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

31

comprenderlos.”42 Ahora bien, ¿en qué consiste esta destrucción de la que aquí

se habla? La respuesta a esta pregunta nos la da el propio Hegel unas líneas

más atrás en el prólogo a la Fenomenología del espíritu cuando expone el

brusco cambio que experimenta el pensamiento frente a la proposición

especulativa:

“Partiendo del sujeto, como si este siguiese siendo el fundamento, se

encuentra, en tanto que el predicado es más bien la sustancia, con que el

sujeto ha pasado a ser predicado, y es por ello superado así; y, de este modo,

al devenir lo que parece ser predicado en la masa total e independiente, el

pensamiento no puede ya vagar libremente sino que se ve retenido por esta

gravitación.”43

Ciertamente no exagera Hegel cuando dice que nuestra relación habitual con el

lenguaje se ve destruida por la proposición especulativa; empezando porque

“(…) la frase especulativa no dice algo de algo, sino que representa la unidad

del concepto”44 La idea consiste en que la proposición especulativa no

necesita ir más allá del sujeto en busca de predicados accidentales para

añadirle; la unidad del concepto brota naturalmente de la proposición como tal.

El movimiento negativo de salir de sí para volver sobre sí enriquecido se da

literalmente en la proposición especulativa, donde se despliega la unidad

especulativa que da vida al concepto. Se habla de unidad, porque el predicado

agota por completo la naturaleza orgánica del concepto, cosa que no sucedía

con el juicio común, el cual nunca terminaba de reunir accidentes en torno al

sujeto y por lo tanto quedaba siempre abierto. En contraposición, la

proposición especulativa es capaz de capturar el concepto en toda su

profundidad incluyendo por su puesto, todo su movimiento. Es justamente

así como el sujeto, dejando de lado la quietud del juicio común, sale de su

prisión reconociéndose por primera vez en el predicado, para luego volver a si,

pero ya no como el mismo de antes sino complementado en su unidad

orgánica y dinámica con el otro.

42 Hegel, Fenomenología del espíritu. Pg 42 43 Ibíd. Pg 41 44 Hans-Georg Gadamer. Verdad y Método. Pg 559

Page 33: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

32

Cabe decir en este punto, que la unidad de la que estamos hablando es

prácticamente igual a la unidad especulativa que se manifestaba en la dinámica

del reconocimiento en medio del lenguaje. Se trata por un lado de una unidad

que no supone un fundirse con el otro y mucho menos un desaparecer en otro

en el que las diferencias queden como eliminadas. Como ya lo vimos en la

introducción a este escrito, el concepto debe pensarse estrictamente como la

unidad orgánica de momentos contradictorios que debe surgir naturalmente.

Precisamente por esta razón, la proposición especulativa no es una simple

tautología, pues no se trata de establecer una igualdad entre sujeto y

predicado. No es por tanto una ecuación simple en la que encontremos lo

mismo a ambos lados al estilo de A=A, sino una relación especulativa en donde

dos momentos diferentes se manifiestan en una unidad superior, sin por esto

perder sus diferencias. “Este conflicto entre la forma de una proposición en

general y la unidad del concepto que la destruye es análogo al que media en el

ritmo entre el metro y el acento. El ritmo es la resultante del equilibrio y la

conjunción de ambos. También en la proposición filosófica vemos que la

identidad del sujeto y el predicado no debe destruir la diferencia entre ellos, que

la forma de la proposición expresa, sino que su unidad debe brotar como una

armonía.”45 La diferencia entre sujeto y predicado es superada en la

proposición especulativa pero no por medio de una anulación de las diferencias

sino a través de un movimiento de retorno por parte del concepto. Tal y como lo

indica el ejemplo del ritmo, ni el metro ni el acento desaparecen en una masa

anónima, sino que es gracias a su mutua unidad en la diferencia que se hace

posible el ritmo. Esto nos revela la naturaleza misma de la unidad especulativa

que consiste precisamente en la unidad de determinaciones contrarias por

medio de un movimiento negativo en el que se reconoce lo propio en lo ajeno.

El pensamiento, en vez de correr hacia el predicado y quedarse en él,

experimenta algo así como un contragolpe que lo hace extrañar el sujeto,

viéndose impulsado de regreso en un movimiento negativo. Se encuentra a sí

mismo en el predicado y es así como logra un reconocimiento que no era ni

siquiera pensable dentro de la relación habitual que guardamos con el juicio

45Hegel, Fenomenología del espíritu. Pg41

Page 34: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

33

común. Gracias a este contragolpe, el pensamiento se queda gravitando

alrededor (por no encontrar una mejor expresión) del concepto sin tener que ir

más allá en busca de determinaciones accidentales.

En este momento resulta de gran utilidad citar uno de los ejemplos que utiliza

Hegel en el prólogo de la Fenomenologia del Espíritu para explicar la dinámica

de la proposición especulativa. Se trata de la afirmación “lo real es lo

universal”, la cual examinaremos a la luz de los párrafos precedentes,

haciendo especial énfasis en la destrucción del juicio ordinario por parte del

concepto y por supuesto, en toda la temática acerca del reconocimiento que

venimos tratando desde el segundo capítulo de esta monografía. Recordemos

en primer lugar que la proposición especulativa no dice algo de algo, sino que,

en palabras de Gadamer “(…) describe el movimiento en el cual el

pensamiento pasa desde el sujeto al predicado para volver a encontrar en él el

suelo firme que ha perdido”46. Por lo tanto no podemos tomar esta proposición

de Lo real es lo universal, pensando lo universal como un mero predicado

accidental que se le une por medio de la cópula al sujeto que subyace. Esta

relación habitual que experimentamos en el juicio común debe ser superada de

una vez por todas, pues, entre otras cosas lo universal es mucho más que un

simple predicado. De alguna manera lo universal debe ser capaz de agotar la

naturaleza de lo real, de tal manera que no sólo sea una determinación entre

muchas otras sino la propia esencia de lo real. “Por tanto, el contenido no es

ya, en realidad, predicado del sujeto, sino que es la sustancia, la esencia y el

concepto de aquello de que se habla.”47 .Se da así, un movimiento de retorno

desde el predicado, pues en últimas este no expresa otra cosa que la esencia

misma del sujeto, haciendo posible un reconocimiento completo por parte de

este. Ambos lados de la proposición quedan así envueltos en un movimiento

orgánico en el que uno se reconoce en el otro y viceversa, pues ambos hacen

parte del mismo concepto, comparten la misma unidad especulativa. Téngase

claro aquí que no se trata de una proposición al estilo A→A y, sin embargo, el

sujeto se encuentra consigo mismo en el predicado.

46 Hans-Georg Gadamer. La dialéctica de Hegel. Pg.28 47 Hegel, Fenomenología del espíritu. Pg.41

Page 35: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

34

Retomando algo que ya se había dicho más arriba podemos observar que la

unidad especulativa no supone la destrucción de las diferencias sino su

conservación dentro de una dinámica superior. Precisamente porque ambos

lados de la proposición especulativa son diferentes podemos hablar de algo así

como una unidad orgánica y un verdadero reconocimiento por medio del otro.

Lo real encuentra su esencia en lo universal; cosa que es muy diferente a

afirmar que lo real reconoce su esencia en lo real, en lo que sería la

consecuencia de una tautología corriente. Y es que precisamente la gracia de

lo especulativo y de la dialéctica del reconocimiento consiste en esa capacidad

de reconocerse en lo otro que ya habíamos visto en nuestro paso por el tema

del reconocimiento en la autoconciencia. De ahí la incapacidad del juicio

ordinario para expresar las verdades más profundas de la filosofía, pues es

claro que para el sujeto de dicho juicio resulta imposible reconocerse

plenamente en un predicado que se le aplica desde fuera y que nunca logra

agotar por completo su propia naturaleza. Por medio de dicha dinámica el

lenguaje queda aprisionado en algo así como una eterna apetencia de

accidentes y determinaciones siempre buscando agregar al sujeto eso otro que

le hace falta. Esta es la terrible consecuencia de no poder hacer justicia al

esfuerzo del concepto; una cadena infinita de juicios unilaterales que ni siquiera

amontonándose logran reproducir la unidad especulativa.

Page 36: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

35

Conclusiones

En la segunda parte de esta monografía vimos como lo especulativo perméa no

solo la dinámica del lenguaje en su dimensión social-compartida, sino incluso

su estructura más íntima y formal; la relación entre sujeto y predicado. La

destrucción del juicio común por parte de la unidad orgánica del concepto

revela la dificultad que tiene el pensamiento para expresar las verdades más

profundas, las verdades del concepto. Se trata sin duda de un problema que

afecta a la filosofía como tal y que plantea varios interrogantes en torno al

lenguaje mismo. En parte, ya habíamos anunciado esto en la introducción a

partir de la pregunta; ¿Cuál es el lenguaje apropiado para expresar las

verdades especulativas? Hegel señala en este punto específico la dificultad

que encontramos cada vez que nos enfrentamos a un texto filosófico, en donde

la estructura del lenguaje corriente simplemente no es capaz de dar la talla de

las verdades filosóficas más profundas.

Cuando leemos un texto filosófico lo abordamos con la expectativa de

encontrar en él ese lenguaje al que estamos habituados y que se despliega por

medio de la relación sujeto-cópula-predicado. Sin embargo, como ya se había

mencionado antes, esta expectativa se derrumba apenas entramos en contacto

con el texto, cuyo contenido muchas veces produce confusión y extrañamiento

en el lector. “En lo que queda expuesto encontramos la razón del reproche

muy determinado que con frecuencia se hace a estas obras, al decir de ellas

que hay que leerlas varias veces para llegar a entenderlas”48. Incluso aquellas

proposiciones especulativas que Hegel usa como ejemplos en el prólogo a la

Fenomenologia pueden tener un efecto contraproducente si las leemos a la luz

del juicio común. “Lo real es lo universal” denotaría una relación común y

corriente entre sujeto y predicado en donde lo universal no sería más que otro

atributo accidental de lo real, mas nunca su esencia completa. Sin embargo,- y

esto es algo que no queda del todo claro-, el pensamiento debe darse cuenta

de su equivocación volviendo a leer la proposición, pero esta vez de diferente

manera. Este captar la proposición de otro modo exige del pensamiento el

48 Ibíd. Pg 42

Page 37: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

36

abandono total de la estructura usual de la predicación y la adopción de un

nuevo lenguaje, el lenguaje del concepto. Ya habíamos adelantado antes que

este tránsito del lenguaje común al lenguaje filosófico-especulativo-conceptual

se da por medio de lo que Hegel llama una destrucción, lo cual indica el

carácter revolucionario y radical de la nueva expresión que debemos aprender.

“En términos formales, puede expresarse lo dicho enunciando que la

naturaleza del juicio o de la proposición en general, que lleva en si la diferencia

del sujeto y el predicado aparece destruida por la proposición especulativa

(…)”49 Por más de que sigamos llamando los lados de la proposición bajo el

nombre de sujeto predicado y cópula, estos ya no se comportan como antes y

por lo tanto cumplen funciones totalmente diferentes en la proposición

especulativa. Gadamer incluso da un paso más allá y afirma que, “Hablando

en propiedad, la proposición filosófica no es, en absoluto, proposición.”50.

Hay siempre algo de sospechoso o por lo menos extraño en el lenguaje común,

algo que puede ser descrito como un forcejeo entre sujeto y predicado por

medio de la cópula. Al ser el predicado una determinación accidental del

sujeto, la unión de los dos es el simple contacto entre dos algos, sin que esto

implique una relación de necesidad entre ambos y mucho menos una unidad

natural. Como una piedra disparada por una cauchera, el pensamiento siempre

pasará de largo por el juicio común buscando más determinaciones para

completar su museo de determinaciones del sujeto. Como un frenesí que

nunca se acaba, y una cadena que no parece tener fin, el pensamiento se

queda, por así decirlo, preso en una apetencia de determinaciones que le

impide capturar el concepto. El juicio común se presenta como un barril sin

fondo que siempre quiere más y que nunca es capaz de conformar una unidad

orgánica que de razón de los conceptos.

En el lenguaje especulativo ocurre algo por entero diferente; “El pensamiento ,

en vez de pasar adelante en el tránsito del sujeto al predicado, se siente al

perderse el sujeto, más bien entorpecido y repelido hacia el pensamiento del

49 Ibíd. Pg 41 50 Hans-Georg Gadamer. La dialéctica de Hegel. Pg28

Page 38: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

37

sujeto, porque echa de menos a éste; o bien encuentra también el sujeto de un

modo inmediato en el predicado, puesto que el predicado mismo se expresa

como un sujeto, como el ser, como la esencia, que agota la naturaleza del

sujeto”51 Si en un primer momento, el sujeto apenas se reconocía en el

predicado, pues este no era más que un apéndice añadido accidentalmente

desde fuera, ahora el sujeto se encuentra a sí mismo en el predicado, pero no

como en la tautología sino cabalmente en un otro que hace parte de su unidad

orgánica. El sujeto que participaba en el juicio común no obtenía un verdadero

saber de sí por medio del otro, y por esta razón el pensamiento quedaba

aprisionado por una infinita cadena de apetencias. Por ese camino, nunca se

hubiera podido llegar al concepto, puesto que este exige una unidad orgánica

en la que lo uno se reconozca plenamente en lo otro, por medio de un

movimiento negativo. Al igual que en la dialéctica del reconocimiento en el

capítulo de la autoconciencia, vemos que para el concepto es necesario el

momento del reconocimiento en el otro, pero no un reconocimiento cualquiera

(como el simple reconocimiento que brinda una determinación accidental), sino

reconocimiento recíproco, duradero y pleno.

Sin embargo, surge la cuestión de si acaso la filosofía se expresa realmente

utilizando las proposiciones especulativas de las que habla Hegel o si, por el

contrario, estas no son más que una rareza insostenible dentro del discurso

filosófico. En una cita de la primera parte de la Ciencia de la Lógica pareciera

como si toda utilización del juicio común para expresar verdades especulativas

resultara en una inevitable confusión. Dice Hegel, “El aspecto de paradoja y

extravagancia bajo el que aparece gran parte de la moderna filosofía para

quienes no están familiarizados con el pensamiento especulativo, dependen a

menudo de la forma simple del juicio, cuando se la utiliza para expresar los

resultados especulativos”52. ¿Quiere decir esto que todos los demás filósofos

que pretenden abordar las verdades mas profundas caen, por así decirlo,

dentro de la trampa y las limitaciones del juicio común? ¿Hasta donde se

puede decir que Hegel superó esta dificultad del lenguaje? Sería absurdo tratar

de elaborar un sistema filosófico como el de Hegel utilizando proposiciones al

51 Hegel, Fenomenología del espíritu. Pg42 52 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo I. pg.118

Page 39: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

38

estilo de “Dios es el ser” o “Lo real es lo universal”, sin que este resultara

peligrosamente parecido a un código primitivo de computador. Sin embargo,

es posible que incluso nosotros estemos enceguecidos y aprisionados dentro

de nuestra relación habitual con el lenguaje, por lo que será útil y necesario

recordar las palabras de Gadamer cuando afirma que “la proposición

especulativa no es tanto enunciado como lenguaje”53.Tal vez si dejamos de

pensar el lenguaje especulativo en términos de proposición podremos ganar un

horizonte más amplio que nos permita reconocer lo especulativo de la reflexión

más allá de la estructura proposicional.

Si bien, los textos de Hegel no están estructurados a partir de una suma infinita

de proposiciones especulativas, la experiencia que tiene el pensamiento al

leerlos si se asemeja a ese movimiento de gravitación que debe caracterizar al

lenguaje filosófico. No hay algo así como un pasar por encima del contenido

en busca de determinaciones que vayan sumando a nuestro archivo de

conocimiento del sujeto. Siempre estamos de alguna u otra manera

sumergidos en el concepto, gravitando a su alrededor en un movimiento que

busca penetrar en un contenido que no se dispersa en una multiplicidad de

determinaciones accidentales. “Esto implica-y ello es de central importancia

para la esencia de la filosofía, aunque acaso en ninguna parte sea tan obvio

como en Hegel-que en rigor, el discurso versa siempre sobre lo mismo y que es

lo mismo lo que se presenta y representa a diversos niveles de explicación y se

revela a sí mismo como el único y adecuado objeto o contenido.”54 Todo parece

indicar que el movimiento especular que definíamos más arriba como ese salir

de si para reconocerse en el otro y luego volver a sí, se da también a un nivel

general y no sólo dentro de la estructura específica de la proposición filosófica.

Un indicio claro de esto es ese ser retenido por la gravitación que experimenta

el lector cuando se enfrenta a un texto de Hegel y que consiste en un profundo

penetrar en el concepto al mismo tiempo que se aleja de las imágenes siempre

externas de la representación. En parte a esto se debe que el mismo Hegel

haya hecho en su ciencia de la lógica una división tajante entre el texto central

y las notas que tienen como propósito ayudar al lector a asimilar por otras vías,

53 Hans-Georg Gadamer. La dialéctica de Hegel. Pg.103 54 Ibíd. Pg.51

Page 40: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

39

aquello que por definición debe ser abordado conceptualmente. Recordemos

también aquí que Hegel critica a todos los productos de la imaginación y en

especial a la representación por distraer al pensamiento de lo que realmente

importa dentro de la reflexión filosófica, esto es, el concepto.

Si la proposición especulativa, como afirma Gadamer, no es tanto proposición

como lenguaje, entonces es posible que la dinámica especulativa se muestre a

partir del despliegue general del texto hegeliano y no solamente en micro-

estructuras proposicionales. Tal vez debemos tomarnos más en serio esa

destrucción del juicio que nos propone Hegel, y tomarla cabalmente como una

destrucción de nuestra relación con el lenguaje como tal. Y es que esa es la

inmensa exigencia del concepto, de la filosofía especulativa; un cambio radical

en nuestra manera de leer un texto. Desde ahí, la crítica al juicio común podría

enmarcarse dentro de una crítica más amplia a nuestra forma de abordar el

lenguaje, una forma que se encuentra marcada por la forma en que asumimos

desde siempre la relación entre sujeto y predicado. Resta por ver si se puede

hacer esta afirmación sin más, o si por el contrario, Hegel nunca pretendió

llevar su crítica más allá de la proposición especulativa. Sin embargo, aunque

lo último es altamente improbable, pues acarrearía consecuencias graves a

una filosofía que en su conjunto se autodenomina especulativa, debemos ser

cautelosos ante cualquier generalización y explorar más detenidamente los

argumentos que conducen a nuestra hipótesis.

En primer lugar sería absurdo suponer que la crítica de Hegel al juicio común

sea simplemente una señalamiento sin más de una dificultad estructural

causada por la relación entre sujeto cópula y predicado. El trasfondo es mucho

más profundo que un simple reclamo formal y puede incluso afirmarse que se

trata de una cuestión ontológica. Esta propuesta no es del todo extraña, sobre

todo si recordamos que en Hegel no se puede hablar de una formalidad al

estilo de la filosofía analítica, pues incluso su lógica resulta ser más bien una

metafísica. Por otro lado se seguiría de una critica somera de la forma del

juicio, que Hegel hubiera tenido que encontrar una nueva manera de expresar

las verdades de la filosofía basado en el principio funcional de la proposición

especulativa, cosa que es poco probable en especial si consideramos la terrible

Page 41: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

40

dificultad que esto implicaría para todo lector de cualquiera de sus obras. Por

más que el lenguaje hegeliano destaque por su peculiar despliegue, y muchas

veces nos encontremos como lectores sumergidos en profundas confusiones,

no por esto debemos afirmar que se trate de una expresión completamente

revolucionaria en donde se quiebren y destruyan todas las normas del lenguaje

común. Más cercano a este tipo de renovación estructural están otras formas

del lenguaje como la poesía, en donde el autor, en la mayoría de los casos,

busca su palabra más allá de los límites de lo habitual, obligando enormes

esfuerzos por parte del lector. Es por esto que la crítica de Hegel debe verse

como una problematización ontológica de nuestra relación con el lenguaje y no

simplemente como la búsqueda de nuevas maneras de escribir. En parte,

nosotros mismos asumimos esta perspectiva desde el comienzo de esta

monografía, desde el momento mismo en que decidimos abordar el problema

del lenguaje a partir de la dialéctica del reconocimiento. Haciendo caso a los

requerimientos del propio Hegel nos dimos a la tarea de estudiar esta

problemática por medio de una dinámica orgánica que esperábamos, hiciera

justicia al esfuerzo del concepto. Por tanto, así no lo tematizáramos, siempre

estuvimos moviéndonos en una dimensión, más que formal, ontológica,

tratando de develar los secretos del lenguaje especulativo. Veamos ahora

pues, como podemos llevar lo visto en los primeros capítulos a una

generalización que nos permita sacar conclusiones acerca del lenguaje

hegeliano visto como un todo.

En primer lugar, y para tener una idea clara de lo que queremos estudiar, lo

mejor será citar un pasaje de algún texto de Hegel en donde se despliegue el

contenido especulativo de su reflexión de manera más clara y transparente.

Para este propósito nada mejor que la Ciencia de la Lógica, entre otras cosas

porque el lenguaje de Hegel es allí más puro, entendiendo por pureza la

ausencia de imágenes y representaciones que nos puedan distraer del

autodespliegue del concepto. No sin algo de arbitrariedad- pues los ejemplos

son numerosos y todos igualmente aptos-, he decidido escoger un fragmento

en el que vemos claramente la gravitación y el movimiento especulativo del

lenguaje en torno a un tema específico, en este caso, el problema del todo y las

partes.

Page 42: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

41

“En el primer aspecto, el de la identidad esencial de estos lados, el todo es

igual a las partes, y las partes son iguales al todo. No hay nada en el todo que

no este en las partes, y nada en las partes, que no este en el todo. El todo no

es una unidad abstracta, sino la unidad como unidad de una diferente

multiplicidad; pero esta unidad, como aquella en que lo múltiple se relaciona

entre sí, es su determinación, por cuyo medio lo múltiple es parte.”55

De inmediato nos damos cuenta de que el propósito de Hegel no es reunir una

cantidad indeterminada de determinaciones alrededor de un sujeto que

permanezca inmóvil esperando que cada uno de sus accidentes se le añada

desde fuera. En el fragmento recién citado vemos como el lenguaje gira

alrededor del concepto profundizando cada vez más en su contenido sin tener

que ir más allá de él. Resulta por tanto en un claro ejemplo de lo que Hegel

llama gravitación, sobre todo si entendemos este gravitar como un moverse

siempre dentro de la determinación en cuestión en un movimiento circular en el

que el pensamiento se ve empujado hacia adentro por esa fuerza que le impide

alejarse en representaciones y productos de su imaginación. Tal fuerza

gravitacional puede ser descrita por cualquiera que alguna vez se haya dejado

contagiar por la reflexión hegeliana y por tanto haya participado en la atracción

especulativa del concepto. Sin embargo, no debemos olvidar que la filosofía de

Hegel no versa sobre meras tautologías en las que simplemente se repita lo

mismo una y otra vez. Una correcta descripción de lenguaje Hegeliano

podemos obtenerla tomando prestada una de las máximas de la filosofía

hermenéutica y que se resume en la significativa frase de que “las cosas son las mismas siendo siempre distintas”, lo que ilustra mejor que muchas otras

definiciones, el carácter especulativo de la reflexión hegeliana.

Como ya se había visto anteriormente, el pensamiento siempre espera

encontrar en el predicado esa valiosa información que le permita aumentar su

conocimiento del sujeto. Sin embargo, como Hegel mismo afirma, esta

información del predicado en la mayoría de los casos no es más que

55 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo I. pg.170

Page 43: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

42

determinaciones accidentales que se le añaden arbitrariamente al sujeto,

generándose así una cadena de apetencia epistemológica sin fin. Esta

peculiar manera de reunir predicados, y que usualmente es enaltecida y

ensalzada con el nombre de conocimiento, es lo que Hegel clasificaría como

algo que está condenado a desplazarse hacia el falso infinito. Aunque no

pretendo profundizar en estas cuestiones lógicas considero que la referencia al

mal infinito debe servirnos para comprender el absurdo que supone un

conocimiento que se basa en gran medida en la acumulación o suma de

determinaciones supuestamente pertenecientes a un sujeto dado. Pero

entonces, si el conocimiento conceptual no se funda en el amontonamiento de

predicados, ¿cómo se manifiestan los contenidos más profundos de la

filosofía? ¿Cómo se expresa la unidad especulativa?

De nuevo, una pista para resolver este interrogante lo encontramos en la

reflexión de Gadamer en torno a la Lógica de Hegel. Oponiéndose a esa suma

de determinaciones de la que hemos estado hablando en este capítulo, lo

especulativo tiene un carácter por completo diferente en tanto que su

despliegue no se da por acumulación sino a partir del contrajuego de

momentos que establecen una relación que se enmarca en lo universal. Lo

lógico -dice Gadamer-, “(…) no es la suma o la totalidad de todas las

determinaciones del pensamiento, sino la dimensión que, al igual que el

continuo geométrico contiene de antemano todas las posiciones de puntos,

contiene también, de antemano, todas las posiciones de las determinaciones

del pensamiento.”56 Si el juicio común se basa en una definición de

conocimiento como suma de determinaciones, y ya vimos que las verdades

especulativas requieren otro tipo de dinámica, gana una nueva dimensión la

crítica de Hegel a nuestra relación con el lenguaje. El concepto, como

universal, no puede abordarse a partir de características accidentales

arrumadas unas encima de otras como archivos en una notaría.

Necesariamente lo especulativo exige un sumergirse en el “(…) ritmo

inmanente de los conceptos” sin que esto implique un olvido del mundo

cotidiano en el que vivimos. La realidad como tal esta incluida en su plenitud

56 Hans-Georg Gadamer. La dialéctica de Hegel., Pg.102

Page 44: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

43

en el concepto, pues “En parte las categorías sirven como abreviaturas por su

universalidad (…) El concepto, entendido como pensamiento en general, como

universal, es la inconmensurable abreviación frente a la singularidad de

objetos, tales como se presentan en gran numero a la intuición y a la

representación indeterminada”.57. No se trata pues de sacrificar lo individual y

lo contingente en nombre de lo universal sino más bien de comprender

cabalmente que el concepto abarca toda la realidad como tal y no sólo una

parte de ella. Resulta por lo tanto injusta, la crítica que con frecuencia se hace

al idealismo (no sólo hegeliano) de que establece dos mundos separados al

mismo tiempo que se refugia cobardemente en una supra-realidad en donde lo

mundano no tiene cabida. En el caso de Hegel, el reino del concepto es el

reino de la realidad como tal y no algo que permanezca flotando en las nubes.

La relación usual de la predicación que se expresa en el juicio parece ser

incompatible con las verdades más altas de la filosofía porque simplemente no

es capaz de elevarse al nivel del concepto y por tanto se queda siempre

patinando en determinaciones accidentales. El movimiento especulativo-

gravitacional sólo es posible allí donde el pensamiento pueda sumergirse cada

vez más profundo en el concepto, en oposición a ese simple pasar de largo que

se experimenta en el juicio común. Con el fin de profundizar y explicar esto

que acabo de decir lo mejor será dar un ejemplo, pues la claridad en estos

temas no es cosa fácil. Tomemos por ejemplo los siguientes juicios; “El carro

es rojo”, “El carro tiene dos puertas, y por último “el carro es de fibra de

carbono”. Tal y como lo adelantamos en el capítulo sobre el lenguaje y la

dinámica del reconocimiento, el sujeto de estos juicios nunca termina de

reconocerse cabalmente en su predicados, pues estos sólo toman un aspecto y

se lo asignan por medio de la cópula. En otras palabras, son predicados que

no agotan la naturaleza del sujeto y por lo tanto no son capaces de brindar

pleno y duradero reconocimiento. Por otro lado si tomamos proposiciones

filosóficas del tipo; “Dios es el ser”, “Lo real es lo universal” o “El puro ser es la

pura nada”, vemos que el sujeto puede reconocerse cabalmente en el

predicado pues en últimas este expresa su propia esencia. En este tipo de

57 Hegel, Ciencia de la lógica, Tomo I. , pg.51

Page 45: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

44

expresiones el predicado logra agotar por completo la naturaleza del sujeto,

formando junto con él eso que mas arriba llamábamos unidad orgánica

especulativa.

Hacer justicia al esfuerzo del concepto es entonces esa capacidad de

establecer por medio de la palabra la dimensión especulativa que comprende

en sí misma todas las determinaciones y predicados que componen la realidad.

Una feliz coincidencia-, con lo que dejo bien claras mis pretensiones-, es la de

que uno de las raíces de la palabra especulativo sea el verbo en latín speculor

que significa atalayar. Al igual que el plano geométrico que contiene en sí

mismo todas las posibles combinaciones de puntos, la atalaya es una “(…)

torre hecha comúnmente en lugares altos, para registrar el campo o el mar y

dar aviso de lo que se descubre”58. Desde allí es posible observar no sólo los

barcos que se acercan y se alejan, sino en general cualquier cosa que se

mueva en el horizonte de la atalaya. Sin duda una bella metáfora para

expresar esa omniabarcante abreviatura que es el concepto y que el lenguaje

hegeliano debe ser capaz de expresar. Los juicios comunes serian dentro de

esta imagen de la atalaya algo así como barcos moviéndose en el horizonte,

eso si, siempre dentro del campo visual de aquel que observa desde arriba; el

concepto. La tarea del lenguaje hegeliano es por tanto, la de elevar al

pensamiento hasta esta atalaya conceptual y alcanzar así la unidad

especulativa, muy por encima de todos los predicados accidentales.

La gravitación que exige el concepto no es posible en el juicio común, el cual,

en vez de girar en torno a lo mismo se mueve en línea recta devorando

determinaciones accidentales a su paso. La crítica de Hegel apunta a esa

incapacidad del pensamiento de mantener su atención en el concepto y de

tener siempre la necesidad de pasar de un lado a otro en busca de información

para añadir a un sujeto que permanece fijo. Por el contrario, y por más extraño

que parezca, el verdadero movimiento o más bien automovimiento del

concepto se da sólo allí en donde el lenguaje versa siempre sobre lo mismo, es

decir, allí donde se despliega la unidad especulativa del concepto. Es el lugar

58 Diccionario de la lengua española

Page 46: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

45

donde sujeto y predicado se unen y son arropados por una unidad orgánica en

la que se reconocen mutuamente. No hay necesidad de que el pensamiento

pase de largo en busca de determinaciones sino que este se queda gravitando

alrededor del concepto penetrando cada vez más profundo en su contenido.

“El elemento del movimiento dialéctico es el puro concepto, lo que le da un

contenido que es, en sí mismo y en todo y por todo, sujeto. No se da, pues,

ningún contenido de esta clase que se comporte como sujeto puesto como

fundamento y al que su significación le corresponda como un predicado (…)”59.

Romper con el círculo vicioso de la predicación común es lo que pretende

Hegel con su lenguaje filosófico. Tarea difícil si tenemos en cuenta que existe

algo así como una tendencia natural, por no decir ontológica, que obliga al

pensamiento a relacionarse de cierta manera con la proposición. La

gravitación producida por el lenguaje especulativo no es la norma ni el lugar

común de nuestra relación con el lenguaje. Por esta razón la crítica de Hegel

no debe ser vista simplemente como la crítica a una estructura formal sino a

nuestra forma de asumir la filosofía como tal. Es la exigencia de toda filosofía,

o por lo menos filosofía entendida como el autodespliegue universal de

conceptos entretejidos entre sí por el hilo de la negatividad y la dialéctica.

Por su parte la actitud de Hegel frente al lenguaje no parece ser la de alguien

que busca desesperadamente nuevas formas de expresión rompiendo todas

las reglas establecidas. Su crítica no apunta a la invención de un meta-

lenguaje que sirva como punto de partida para todos aquellos que quieran

expresar verdades conceptuales. Muy al contrario, Hegel parece encontrarse

muy a gusto con el lenguaje tal como este es. Esto puede sonar contradictorio

sobre todo a estas alturas de la monografía y, sin embargo, ya desde el

comienzo de la Fenomenología se nos había dicho que el lenguaje es lo más verdadero. Apunta esto a que quizás sea nuestra relación con el lenguaje la

que necesita una reformulación, específicamente nuestra relación con el

lenguaje filosófico.

59 Hegel, Fenomenología del espíritu. ,. Pg46

Page 47: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

46

Recordemos que incluso en la relación que se establece entre el hablante y su

interlocutor se manifiesta esa unidad especulativa en la que lo propio se

reconoce cabalmente en lo otro y viceversa. Se trata claramente de una

relación natural en la que desde siempre estamos insertos y que despliega

bellamente a un nivel cotidiano la unidad orgánica especulativa que se

manifiesta a todo lo largo y ancho de la obra de Hegel. Esta dimensión del

lenguaje, que se vió en el segundo capítulo de esta monografía no se ve

necesitada de esfuerzos reformadores por parte del pensamiento en tanto que

este se encuentra naturalmente dentro de dicha relación especulativa. En

parte esto se debe a que el lenguaje se despliega siempre a partir de términos

universales, lo que hace posible ese compartir la palabra que se muestra en el

reconocimiento del otro a través de la escucha.

Algo por completo diferente ocurre con el lenguaje de la filosofía y más aún con

la forma misma en que leemos los textos filosóficos. Si bien el lenguaje se

mueve siempre a un nivel universal, el pensamiento no es capaz de inmergirse

en el concepto sino que gusta pasar de largo en su eterno paseo en busca de

determinaciones para llenar su canasta de predicados. Este tipo de actitud es

la que se espera en la mayoría de las ramas del saber que “(…) en vez de

penetrar en el contenido inmanente de la cosa pasa siempre por alto el todo”60

Esta relación se ve materializada en el juicio común, que según Hegel debe ser

destruido si realmente queremos alcanzar las verdades más profundas de la

filosofía. En el juicio se expresa un movimiento unilateral en el que el sujeto

nunca se reconoce plenamente en el predicado y por esta razón debe seguir de

largo en busca de accidentes para satisfacer su hambre de conocimiento. La

destrucción del juicio por parte de la proposición especulativa es también la

destrucción de nuestra relación habitual con el conocimiento y por tanto el abrir

de un nuevo horizonte desde donde es posible recrear la vista en el mar de lo

conceptual.

Sin embargo recordemos que no se trata de una destrucción en donde todo lo

anterior quede simplemente como anulado en una especie de borrón y cuenta

60 Ibíd. Pg36

Page 48: Lo especulativo en dos dimensiones del lenguaje hegeliano

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nueva. En el caso del lenguaje especulativo podríamos decir que la

destrucción es una destrucción en-el-lenguaje, en oposición a una destrucción

del-lenguaje. Consecuentemente el propósito de Hegel no es la invención de

un nuevo lenguaje empezando desde cero al mismo tiempo que establece

normas de gramática y selecciona un vocabulario novedoso. “Por eso la

filosofía no precisa en general ninguna terminología especial; ciertamente hay

que aceptar algunas palabras de lenguas extranjeras, las que por otra parte ya

han adquirido en ella derecho de ciudadanía por el uso.”61 Se trata más bien

de reconocer que el lenguaje mismo, tal y como es, puede acceder a las

verdades más altas de la filosofía y que sólo basta por tanto, relacionarnos con

él de manera diferente.

A lo largo de los textos de Hegel hay varios indicios de esta naturaleza

especulativa del lenguaje y Gadamer también habla de ello en su libro La

Dialéctica de Hegel. Un claro ejemplo lo encontramos en la introducción a la

Ciencia de la Lógica en donde se hace referencia a aquellas palabras que tiene

al mismo tiempo dos significados opuestos. Dice Hegel acerca de este tipo de

expresiones, que son un claro indicio del espíritu especulativo del lenguaje en

tanto manifiestan ese carácter negativo de la realidad en el que momentos

diferentes se encuentran en una unidad superior al mismo tiempo que

conservan sus diferencias. “Mucho más importante es que en un idioma las

determinaciones del pensamiento se hayan destacado como sustantivos y

verbos y tengan así el sello de formas objetivas; en esto el idioma alemán tiene

muchas ventajas sobre los otros idiomas modernos; muchas de sus palabras

no sólo tienen la propiedad de prestarse a diferentes significaciones, sino que

hasta tienen significados opuestos; de modo que tampoco en esto puede

dejarse de reconocer un espíritu especulativo en el lenguaje.”62 Por lo demás

esta parece ser una sólida confirmación de la hipótesis de que el logro de

Hegel no fue el de amoldar y forzar el lenguaje para el bien de su reflexión

filosófica sino el de encontrar el elemento especulativo que habita el lenguaje

en el que todos vivimos inmersos. En la siguiente cita Gadamer se refiere a

este mismo tema describiendo el logro de Hegel y su lenguaje; “(…) Hegel

61 Hegel, Ciencia de la lógica, TomoI , pg.43 62 Ibíd. Pg.42

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acertó a incorporar el espíritu especulativo de su lengua materna al movimiento

especulativo del filosofar.”63 Por medio de este logro fue capaz no solo de

presentar el movimiento natural de los conceptos sino aun en mayor medida

expresar la compleja dinámica de todo lo real. Este es precisamente el gran

logro del lenguaje hegeliano, su legado más duradero y profundo; la posibilidad

de gravitar en lo especulativo, hacer justicia al esfuerzo del concepto.

Múltiples son las maneras de abordar el lenguaje en Hegel con relación a lo

especulativo. En este texto hemos visto sólo algunas de ellas, nunca con el

animo de agotar el tema sino dejando un horizonte abierto para nuevas

propuestas y elaboraciones. Algunos de los temas tratados en esta breve

investigación señalan preguntas acerca no sólo del lenguaje hegeliano sino en

general de su sistema filosófico. Esta posibilidad de señalar nuevas preguntas

es tal vez la única pretensión que puede tener mi trabajo, el cual, sin los

aportes de la reflexión de mi director Carlos B Gutiérrez y de Hans Georg

Gadamer, difícilmente hubiera podido llegar a realizarse.

63 Hans-Georg Gadamer. La dialéctica de Hegel. Pg36

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Bibliografía: *Hans-Georg Gadamer. La dialéctica de Hegel. Cátedra. Madrid. 2000 *Hans-Georg Gadamer. Verdad y Método. Ediciones Sígueme. Salamanca. 1984 *G.W.F.Hegel. Fenomenologia del espíritu. Fondo de cultura económica. México. 2003 *G.W.F.Hegel. Enciclopedia de las ciencias filosóficas. Alianza. Madrid. 1997 *G.W.F.Hegel. Ciencia de la Lógica. Ediciones Solar. Buenos Aire. 1993. *Kant. Critica de la razón pura. Losada. Buenos Aires. 2004