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Duomo ediciones. Calle de la Torre, 28, Bajos 1, 08006 Barcelona Tel. +34 93 181 01 52, e-mail: [email protected] Los libros arden bien…y las casa de sus autores aún mejor

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Los libros arden bien…y las casa de sus autores aún mejor

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El club de los pirómanosBrock Clarke

Colección: NefelibataTítulo original: An Arsonist’s Guide to Writer’s homes in New EnglandTraducción: Juan José EstrellaPáginas: 368PVP: 18,00 EurosDistribución: 11 de junioISBN: 978 84 93703 05 9

You cannot put a fire out;A thing that can igniteCan go, itself, without a fanUpon the slowest night. Emily Dickinson

La literatura infantil, el fenómeno Harry Potter; la ficción y el auge del genero memorialista; los clubes de lecturas; la crítica; el mundo académico; el culto a la figura

del escritor; los escritores; sus obras; sus casas convertidas en museos; sus vidas desempolvadas, abrillantadas y exhibidas en esos museos…nada en el mundo literario

escapa a la candente ironía de Brock Clarck en El club de los pirómanos.

Siendo un adolescente, Sam Pulsifer se convirtió en el enemigo público número 1 de la pequeña ciudad de Amherst, Massachusets. Su delito: Quemar accidentalmente la casa de la poeta y gloria local Emily Dickinson, matando de paso a una pareja de profesores universitarios que retozaba en la cama de una de las habitaciones. Pero así como hay quien lo odia –y deja pintadas en la entrada de la casa de la familia Pulsifer(el padre de Sam era editor de una editorial universitaria y la madre profesora de Inglés), fragmentos particularmente amenazantes de la obra de Dickinson—, hay quien lo idolatra, personas que viven cerca de otras casas de escritores y le escriben cartas pidiéndole –e incluso ofreciéndole dinero— que queme la casa de Edith Wharton o Eugene O’Neill.

Sam expurgó su culpa en una cárcel de mínima seguridad, y al salir, reconstruyó su vida. Fue a la universidad, abandonó la carrera de Literatura para empezar Ciencia del Empaquetado, conoció a una chica con la que se casaría y a la que ocultó su pasado como pirómano y convicto, mintiendo además sobre su familia y diciendo que era huérfano (sus padres habían fallecido en un terrible incendio).

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Sam vive plácidamente junto a su mujer y sus dos hijos en el pequeño pueblo de Camelot, un confortable y aburrido suburbio de jardines perfectos y cercas blancas, donde trabaja como “científico de paquetería”, su mayor logro pasa por un “revolucionario” cierre para latas de pelotas de tennis. Hasta que un día el pasado vuelve personificado en el hijo de aquella pareja que accidentalmente mató. Es entonces que las casas de escritores como Robert Frost, Edith Wharton, Herman Melville o Nathaniel Hawthorne empiezan a arder en llamas y Sam se convierte en el principal sospechoso.

El club los pirómanos es el libro que Sam Pulsifer está escribiendo para contar su verdad. Una memoria, aunque las diferencias entre Memorias y Novela no parecen estar muy claras para este escritor primerizo, de la misma manera en que no han estado claras para mucho otros autores habitantes del mundo real. Enfrentado de pronto a su pasado y con la sospecha creciente de nuevos crímenes pendiendo sobre él, Sam se ve obligado a desempolvar esas viejas cartas para así intentar rastrear alimitador o los imitadores que están prendiendo fuego a esos pequeños y acogedores museos de la literatura estadounidense.

UNA CUESTIÓN ARDIENTE

El autor relata su primera visita a la casa de Emily Dickinson, más que probable génesis de su desternillante novela.

La primera casa de escritor que visité fue la casa de Emily Dickinson, en Amherst, Massachusetss, en Noviembre de 1989. Era un estudiante universitario, asistía a un seminario sobre Walt Whitman y Emily Dickinson, y como parte de la clase realizamos un viaje a dicha casa. No tengo idea de por qué no fuimos a casa de Whitman, quizá porque se encuentra en Camden, New Jersey, donde según los periódicos la gente sólo va para recibir un disparo. O quizá porque mi universidad se llamaba Dickinson College y la homonimia era imposible de resistir. Probablemente si hubiera ido a Whitman College, mi vida –y el libro que escribí— sería totalmente diferente.Tengo que decir que yo adoraba la poesía de Dickinson, la amaba de esa manera urgente, espástica y confusa en que yo amaba a varias mujeres que no querían tener nada que ver conmigo, lo que es decir que yo amaba la poesía de Emily

Dickinson a pesar de, o precisamente porque, no entender nada más allá de saber que era demasiado buena para mi. Pero teniendo en cuenta que hay un lugar especial en el infierno reservado para hombres jóvenes y sensibles que hablan con entusiasmo de Mujeres y Poesía, déjenme rápidamente añadir que yo era un estudiante y una persona horrible, que pasó las siete horas de viaje en coche desde Carlisle a Amherst bebiendo cerveza National Bohemian y contando los ciervos muertos al lado de la carretera. En primer lugar, en ningún momento durante el trayecto me pregunté por qué estábamos yendo a casa de Emily Dickinson, ni pensé en qué podríamos encontrarnos ahí una vez llegamos. Y por supuesto que tampoco pensaba en qué podríamos entender viendo la casa de la poeta que no hubiéramos podido ya ver en su poesía. Para ser franco, en ese momento yo no pensaba en nada en absoluto. Cuando acabas de cumplir 21 años y alguien te dice que te metas en un coche y conduzcas siete horas bebiendo cerveza, no preguntas por qué. No piensas.

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Te acomodas en tu asiento y (eso crees) echas cerveza en la taza de café que nadie está usando, cuentas los ciervos que yacen muertas en los márgenes de la autopista y te limitas a ser feliz.Yo era feliz, y lo fui más cuando llegamos a casa de Emily Dickinson. ¿Qué podría decir al respecto? Era vieja, parecía vivida y confortable, como un suéter de punto no demasiado usado. Contaba con un staff de abuelitas que hacían las veces de guíasturísticos, que hablaban con amabilidad y andaban pacientemente mientras te mostraban la cama de Emily Dickinson, la pluma favorita de Emily Dickinson y elcamisón de noche de franela de Emily Dickinson y te contaban una historia acerca de cuán tímida era Emily Dickinson, tanto que cuando una vez vino un médico a examinarla, ella lo hizo sentarse y limitó la auscultación a dejarse ver caminando

desnuda a través de la puerta abierta desde la habitación contigua. ¿Cómo me sentía yo, oyendo y viendo todo esto? Adormecido. Quizá fuera culpa de la cerveza o quizá fueran las guías, que eran de la mejor clase de abuelas, aquellas que gentilmente te animan adescalzarte para poner los pies sobre la mesa de centro y luego preguntan si te gustaría una buena taza de chocolate caliente. O quizá fuera la casa misma, la calefacción tan alta que en lugar de

ponerte en situación de pensar en Arte, te llevaba a pensar en Siesta. Así que, luego de despedirme de las guías y de la casa, me retiré a mi habitación de hotel a tomar una siesta. No fue sino hasta que desperté que me pregunté qué tenía que ver ese placentero viaje y ese pequeño tour con los poemas que supuestamente me habían llevado hasta ahí. ¿De qué manera esa casa, esa pluma, esa cama, ese camisón de noche estaban conectados con los zumbidos de moscas y la muerte personificada y el arma cargada apuntando al corazón que me habían hecho amar la poesía de Dickinson, aunque –y sobre todo— no pudiera entenderla? De ninguna manera, hasta donde yo podía decir. Entonces, ¿qué hacíamos ahí? ¿Por qué habíamos ido a visitar la casa? ¿Sería porque la casa era fácil de tender mientras que los poemas no? ¿Qué demonios me pasa? Cuando uno es hombre joven y sensible, esta es la clase de preguntas que te hacen volver a beber cerveza, y eso hice, para una vez borracho, jurar que no volvería a visitar la casa de ningún escritor.Y sin embargo he visitado muchas, de distintos escritores, y cada vez que he estado en una la he encontrado llena de visitantes que han pagado su entrada. ¿Por qué? ¿Conseguimos en sus casas algo que no podemos conseguir en los libros? ¿Es culpa de los libros o es culpa nuestra? ¿Qué demonios nos pasa? ¿Sería mejor sin los libros de por medio, o sin las casas? Pero, como todo el mundo sabe, uno no puede deshacerse de los libros, hay demasiados y hay gente escribiendo nuevos en este mismo instante. Y, como todos sabemos, hace falta ser muy valiente, o estar loco, o ambos, para deshacerse de una casa, digamos, prendiéndole fuego, y muy pocos de nosotros son tan valientes, o están tan locos. Pero si no eres lo suficientemente valiente como para prender fuego a una casa de escritor, a lo mejor puedes al menos escribir un libro acerca de gente que sí es capaz.

Publicado originalmente en el número de Otoño 2007 de The Algonkian.

Tengo que decir que yo adoraba la poesía de Dickinson, la amaba de esa manera urgente, espástica y confusa en que yo amaba a varias mujeres que no querían tener nada que ver conmigo, lo que es decir que yo amaba la poesía de Emily Dickinson a pesar de, o precisamente porque, no entender nada más allá de saber que era demasiado buena para mi.

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Consejos Prácticos para Pirómanos

1. Practica. Por dios, practica.2. Para un pirómano que está empezando es quizá más fácil quemar una casa cercana de un escritor poco conocido antes que quemar la casa de un escritor famoso en una lejana ciudad.3- Algunas veces cuando estás triste debes sentarte y esperar a que tu tristeza se convierta en algo más, lo que con certeza ocurrirá, la tristeza es de alguna manera como el carbón o ciertas larvas.4. Si cometes un error, no pienses demasiado en ello, vas a cometer más.5. You can only wait so long for a blackened window to be illuminated.5. Sólo puedes esperar durante tanto tiempo por una ventana oscura que seráiluminada.6. No confíes en un hombre que dice “No tengo idea”, pero tampoco subestima su capacidad para tener alguna.7. Si diriges, ellos te seguirán, especialmente si hace un frió que duele y tus seguidores no desean quedarse en el coche sin calefacción. Si diriges, exactamente bajo este tipo de circunstancias, entonces te seguirán.8. A veces uno debe ser un experto en sí mismo, y luego de que ha adquirido esapericia, a veces desearía no haberlo hecho.9. A diferencia de otras guías –esas guías que te dicen que no renuncies a esto o lo otro, nunca renuncies, las cosas buenas llegarán si no renuncias— yo te aconsejo que lo dejes, inmediatamente y sin luchar, la rendición es la reacción menos valorada ante la adversidad.10. Las mujeres capaces no responden preguntas de personas que no tienen derecho a hacerlas.11. La evidencia es tan solo una forma más concreta de wishful thinking.12. Una vez que sacas las cosas a la luz, te preguntas por qué, oh, por qué habrás deseado eso alguna vez.13. Si quieres tener un aspecto amenazante, no vistas de manera que los colores combinen.14. Los detalles existen no sólo para recordarnos las cosas que no queremos recordar,sino para recordarnos que hay ciertas cosas que no merecemos olvidar.15. La boca se mueve de prisa porque la mente no lo hará.

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CASAS QUEMADAS

Cuando las casas de varios escritores antiguos residentes de Nueva Inglaterra empiezan a arder en llamas, Sam Pulsifer se convierte en el principal sospechoso:

Por Sam:

-Emily DickinsonAmherst, Massachusetts The Emily Dickinson House & Museum

Por su imitador o imitadores:

-Robert FrostFranconia, New HampshireThe Frost Place, Robert Frost's Homestead

-Edith WhartonLenox, Massachusetts The Mount: Edith Wharton's Estate and Gardens

-Eugene O’NeillNew London, Connecticut The (Eugene) O'Neill Monte Cristo Cottage

-Nathaniel HawthorneConcord, Massachusetts Nathaniel Hawthorne's The Old Manse

-Mark TwainHartford, Connecticut The Mark Twain House & Museum

-Ralph Waldo EmersonConcord, Massachusetts The Ralph Waldo Emerson House

-Harriet BeecherHartford, Connecticut The Harriet Beecher Stowe House & Library

-Henry Wadsworh LongfellowCambridge, Massachusetts The Henry Wadsworth Longfellow House

-Edward Bellamy Chicopee, Massachusetts Edward Bellamy House

-Herman MelvillePittsfield, MassachusettsHerman Melville’s Arrowhead

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-Henry David ThoreauWalden Pond, Massachusettshttp://www.mass.gov/dcr/parks/walden/thoreau2.htm

Casas de autores hispanoamericanos susceptibles de ser quemadas por imitadores:

-Pablo NerudaIsla Negra, Chilehttp://www.fundacionneruda.org/home_islanegra.htm

El poeta chileno buscaba un refugio donde recluirse a escribir su gran poema Canto General, y lo encontró en la caleta de pescadores de Isla Negra, a más de cien kilómetro de Santiago de Chile. En origen una casa pequeña en un terreno inmenso de cinco mil metros, sobre el que Neruda fue construyendo la casa –que hoy cuenta con más de quinientos metros cuadrados— donde pasó sus últimos meses, desde donde partiría a la Clínica Santa María en Santiago, donde moriría el 23 de setiembre de 1973. Se encuentra abierta al público como Casa Museo desde el año 1990.

-Camilo José CelaLas Casas de los CanónigosIria Flavia (A Coruña), Españahttp://www.fundacioncela.com

Pese a que sólo vivió en Iria Flavia los primero nueve años de su vida, el novelista Camilo José Cela mantuvo siempre una estrecha conexión con la localidad donde nació. Cuando a principios de los años 80, decide constituir una Fundación que velara por su biblioteca, colección de arte, manuscritos, archivo y demás posesiones ligadas a su trabajo, no dudó en elegir Iria Flavia como sede. Y ahí adquirió una de las llamadas Casas de los Canónigos, un conjunto de casas construido a finales del siglo XVIII construido para servir de residencia a los canónigos de la Colegiata Santa María de Adina. La Fundación Camilo José Cela cuenta con cinco casas del complejo, en total unos 3000 metros cuadrados de superficie construída.

-Pío BarojaLa Casona de ItzeaVera Badona (Navarra), España

Pío Baroja compró esta casa de Vera Badona (Navarra), en la localidad de Itzea, muy cerca de Francia, en el año 1912, que acogería a la totalidad de la familia desde entonces. En el segundo piso de la casa se encuentra, ordenada tal y como cual la mantuviera él, la habitación del escritor. Pueden verse la cama alta de metal, los sillones rojos, grabados de ritos masónicos, retratos varios del autor, uno de ello hecho por el propio Pablo Picasso. En esa misma planta se encuentra la que fuera su biblioteca, con varios millares de volúmenes y la mesa en que trabajaba. La Casona de Itzea sigue perteneciendo a la familia Baroja.

-José Lezama LimaMuseo José Lezama LimaCalle Trocadero 162, La Habana, Cubahttp://www.cnpc.cult.cu/cnpc/museos/lez1/frmPrincipal.htm

Lezama Lima vivió en esta casa del barrio de Colón, en pleno centro de La Habana, desde el año 1929. Además de su vivienda, la casa se convirtió en el epicentro del ambiente cultural de la Cuba de los años cuarenta y cincuenta, no contento con eso, Lezama eternizó sus paredes, habitaciones, salones y piezas decorativas en la mayor de sus obras, Paradiso. El autor llamaba “Misterios” a cada uno de los seis ambientes

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que componen el inmueble y hoy en día, convertido en museo, cada uno de estos “Misterios” acoge una faceta de la prolífica vida del autor.

-Jorge Luis BorgesTucumán 840, Buenos Aires Argentina

La emblemática casa natal del autor argentino. En la calle Tucumán, entre Suipacha y Esmeralda. La casa de sus abuelos, cercana a la Plaza Lavalle, por ese entonces conocida como El Parque. Según Borges: “Una vivienda modesta con un par de ventanas enrejadas, zaguán, puerta cancel y dos patios. En el primero, que era de mármol blanco y negro, estaba el aljibe, con una tortuga en el fondo para purificar el agua."

Maipú 944, piso 6, departamento B. Buenos Aires, Argentina

En el año 1944 Borges se muda a este piso con su madre. Sería en esta casa donde pasaría la mayor parte de su vida, excepto en el periodo comprendido entre 1967 y 1970 cuando con motivo de su fallido matrionio con Elsa Helena Astete Millán se muda a otro piso en la calle Belgrano. Borges volvería a la calle Maipú y fue ahí donde desarrolló buena parte de su producción literaria, donde tendrían lugar innumerables tertulias y entrevistas. En una de esas entrevistas dice el autor: Si yo recuperara la vista me quedaría aquí, en esta casa, leyendo. Renunciaría a los viajes y me quedaría leyendo los libros que están rodeándonos, tan cerca y tan lejos. Sí yo recuperara la vista no saldría de esta casa. Hojear un libro es tan lindo. Es una felicidad accesible como comer uvas o tomar agua"

Calle Anchorena 1670. Buenos Aires, Argentinahttp://www.fundacionborges.com

Cuando en 1938 muere el padre del autor, él, su madre, su hermana y su cuñado van a vivir a esta casa. El escritor residiría ahí hasta el año 1943. Fue en esta casa que escribió Las ruinas circulares. En la actualidad, una casa colindante, el número 1600, acoge las instalaciones de la Fundacion Internacional Jorge Luis Borges. En el primer piso de la casa de la Fundación existe una réplica del dormitorio que Borges tenía en la casa de Maipú.

-Juan Carlos OnettiCalle Gonzalo Rámirez 1497, Montevideo, Uruguay

En el portal del edificio existe una plaza que reza: "En esta casa vivió el escritor Juan Carlos Onetti, quien nación en Montevideo el 1º de Junio de 1909. Es autor de obras como `El Pozo`, `Los Adioses` y `El Infierno tan temido`. Debió irse del país durante la dictadura en 1975. Fue acogido en España. Allí residió hasta el fin de sus días. En ese país fue galardonado con el `Premio Cervantes`. Falleció en Madrid un 30 de marzo de 1994".

-Octavio PazCasa AlvaradoCalle Francisco Sosa 383, Barrio de Santa Catarina, Coyoacán, Méxicohttp://www.indaabin.gob.mx/dgpif/historicos/casa%20de%20alvarado.html

Un edificio que data del siglo XVIII fue escenario de los últimos días del poeta y ensayista mexicano Octavio Paz. La casa recibe su nombre del conquistador Pedro Alvarado y además contó con otra ilustre residente, la arqueóloga Zelia María Magdalena Nuttal, descubridora de los primeros manuscritos mixtecas, que vivió ahí entre los años 1902 y 1932. La casa alojó la Fundación Octavio Paz entre 1997 y 2004. Y desde el año 2007 es la sede de la Fonoteca Nacional mexicana.

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-Josep PlaCarrer Nueva 49, Palafrugell, Cataluña, España.http://www.fundaciojoseppla.cat/

El autor catalán nació en 1897 en la casa que hoy acoge a la Fundación Josep Pla. Pla sólo vivió en dicha casa hasta los seis años de edad, puesto que su familia se traslada en 1904 a una nueva casa en la Calle Sol, hoy calle Torres i Jonama número 56.

Mas PlaLlofriu (Palafrugell). Cataluña, España.

Pla se instaló en este masía del siglo XV a los tres años de la muerte de su padre, en el año 1947. Pla, en su calidad de primogénito, heredó la casa, que siempre ha pertenecido a su familia.

-Alejandro JodorowskyCasa de TocopillaPlaza de Armas Carlos Condell. Tocopilla. Chile.

Alejandro Jodorowsky vivió niño junto a sus padres en esta casa entre los años 1929 y 1939. En el año 2006, el escritor y psicomago chileno visitó por última vez la residencia de su infancia, debido a que el municipio de Tocopilla lo nombró Hijo Ilustre. El pasado 6 de enero de 2009, un incendio destruyó la vivienda, junto a cuatro locales comerciales y el cuartel de bomberos del pueblo. Jodorowsky recibió la noticia en su casa de Paris, donde no hacía mucho había terminado la escritura de su próximo libro titulado Niño bombero.