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EXPERIENCIA EDUCATIVA: ALUMNO: UNIVERSIDAD VERACRUZANA “LOS NUMERATI” Comput ación Básica

Los Numerati

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Artículo de interés acerca de la nueva tendencia mundial denomina "Los Numerati".

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Page 2: Los Numerati

LOS NUMERATI 2015

OCTUBRE 2015

ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN....................................................................................................................1

II. NOS VIGILAN.........................................................................................................................2

PROTAGONISTAS: LOS NUMERATI.......................................................................3

EL GOBIERNO COMO NUMERATI..........................................................................4

REALIDAD DEL USUARIO........................................................................................5

¿QUÉ SERÁ DE NUESTRO FUTURO?....................................................................6

III. PONIENDO A PRUEBA EL SISTEMA................................................................................9

IV. CONSECUENCIAS DE SER VIGILADOS..........................................................................9

2 JOSÉ LUIS LIMÓN FARFÁN

José Luis

Limón Farfán

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INVESTIGACIÓN DE AFICIONADO 2015

V. CONCLUSIONES.................................................................................................................13

3 JOSÉ LUIS LIMÓN FARFÁN

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INTRODUCCIÓN

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INVESTIGACIÓN DE AFICIONADO 2015

INTRODUCCIÓN

Ahí fuera hay un 'Gran Hermano' que lo sabe todo sobre nosotros. Quizá George

Orwell tuviera razón. Nos adentramos en un mundo vigilado y medido. Varios miles de

ingenieros, matemáticos e informáticos rastrean y manejan la información que generamos a

cada instante. Una llamada con el móvil, un pago con tarjeta de crédito, un 'click' en

Internet... datos valiosísimos para un imperio de recopiladores que trabajan para empresas,

Gobiernos y partidos políticos. Cientos de miles de ojos pueden adivinar nuestros gustos,

nuestras aficiones y hasta nuestras pasiones. No estamos tan solos como pensamos frente

al ordenador. ¿Dónde se encuentra el límite de la privacidad? ¿Hasta qué punto es lícito

tener acceso a determinada información? ¿Es posible que hoy alguien no sepa

absolutamente nada sobre usted? Stephen Baker, autor del libro 'Numerati', publicado en

España por Seix Barral, narra en este texto exclusivo para 'El País Semanal' las entrañas de

un universo opaco formado por misteriosos personajes que ponen en jaque a legisladores

de ambos lados del Atlántico. Los llamados 'Numerati' controlan hasta nuestros pasos. Y

están dispuestos a escribir el guión de nuestras vidas.

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NOS VIGILAN

l actor norteamericano Michael J. Fox padece de Parkinson. Cuando los investigadores

clínicos repasan ahora sus programas de televisión de los noventa, mucho antes de

que se le diagnosticase la enfermedad, pueden detectar cambios sutiles en su voz y su

forma de andar. El actor, sin quererlo, nos presenta el caso perfecto para poder estudiar su

comportamiento, ya que ha pasado gran parte de su vida delante de las cámaras. Pero hoy

en día no resulta tan distinto del resto de los mortales. Imprevisiblemente, nos adentramos

todos en un mundo vigilado y medido.

E

En Portland, la ciudad más poblada del Estado de Oregón, tenemos ya una muestra

de lo que se nos puede venir encima. Allí, centenares de

personas mayores han invitado a Intel Corp., el fabricante de

semiconductores, a colocar sensores en sus hogares. Esta

maquinaria realiza mapas de sus movimientos en sus casas y

calcula la media de sus pasos. Registra el tono de sus voces y

el tiempo que tardan en reconocer a un amigo o pariente

al teléfono. Los sensores debajo de sus colchones no sólo

toman nota del peso y de sus vueltas en la cama, también de

sus paseos al baño. El cepillado de dientes, las visitas a

la nevera a medianoche... Todo queda registrado, y todo viaja a través de Internet a los

ordenadores de Intel.

Con este acopio de información, los científicos de Intel están desarrollando lo que

ellos llaman los puntos de partida de comportamiento de cada hogar. Cualquier desviación

de las normas es señal de que algo puede estar fallando. La investigación está en sus

albores. Pero, con el tiempo, esperan programar los ordenadores para que sean capaces

de reconocer los patrones de las enfermedades desde los primeros estadios de Parkinson o

Alzheimer. Confían en que eventualmente se podrán reemplazar enfermeras bien

retribuidas mediante artilugios de vigilancia cada vez más baratos -sin mermar la calidad de

vida de los pacientes.

Mientras se desarrolla ese escenario, una nueva casta de profesionales despunta.

Éstos no son médicos ni enfermeras, pero sí especialistas en encontrar patrones

significativos entre las cada vez mayores montañas de datos digitales. Les llamó los

Numerati. Son ingenieros, matemáticos, o informáticos, y están cribando toda la información

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que producimos en casi todas las situaciones de nuestras vidas. Los Numerati estudian las

páginas web que visitamos, los alimentos que compramos, nuestros desplazamientos con

nuestros teléfonos móviles. Para ellos, nuestros registros digitales crean un enorme y

complejo laboratorio del comportamiento humano. Tienen las claves para pronosticar los

productos o servicios que podríamos comprar, los anuncios de la web en que haremos click,

qué enfermedades nos amenazarán en el futuro y hasta si tendremos inclinaciones -

basadas puramente en análisis estadísticos- a colocarnos una bomba bajo el abrigo y subir

a un autobús. El publicista Dave Morgan es uno de ellos. Desde su empresa Tacoda,

ubicada en Nueva York, ha contratado a estadísticos para rastrear nuestras correrías por la

Red y predecir nuestros pasos. La misma tarde que conversé con él vendió su empresa por

más de 200 millones de dólares.

PROTAGONISTAS: LOS NUMERATI

No es fácil determinar el número total de Numerati, pero a un alto nivel existen varios

miles de personas que realizan estas tareas. Y están orgullosos de lo que hacen. Creen que

sirve para curarnos, para encontrar amigos, para conocer amantes. Muchos de ellos

trabajan en universidades y empresas privadas. Intercambian información en congresos y

conferencias. Si bien no puede hablarse estrictamente de una especie de mafia matemática,

una parte importante de ellos lleva a cabo estas actividades de manera coordinada. Estados

Unidos es su tierra prometida. En Europa, en cambio, regulaciones más estrictas dificultan

su tarea, sobre todo en países como Alemania y Francia.

Quiero dejar muy claro desde el principio que esta ciencia, basada en la estadística,

determina solamente la probabilidad. No puede predecir con certeza el comportamiento de

un individuo. Por eso, los Numerati empiezan a proliferar en sectores en los que se pueden

cometer errores de forma regular sin causarse (o causarnos) problemas. La publicidad y el

marketing son sus campos de pruebas, y Google, una compañía que resuelve nuestras

búsquedas con escalofriante aproximación en nanosegundos, es el primer emperador del

reino.

1Llevo meses dando conferencias sobre los Numerati por Norteamérica y, cuando

describo sus averiguaciones sobre lo que llevamos en nuestros carritos de compra o lo que

tenemos en los botiquines de casa, observó que la gente empieza a menearse en sus

asientos y a hablar en voz baja con los de al lado. Les preocupa el asalto a la privacidad y

les alarma saber que Yahoo! captura una media mensual de 2.500 datos sobre cada uno de

1 Percepción del autor

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sus 250 millones de usuarios. Al final de las conferencias, alguien suele preguntar si

podemos hacer algo para protegernos de los inquisitivos Numerati.

EL GOBIERNO COMO NUMERATI

Esta creciente preocupación está empujando a políticos y legisladores a

ambos lados del Atlántico para poner freno a una forma de marketing por

Internet conocida como targeting del comportamiento. Están implicadas

compañías como Yahoo! y Google y cientos de pequeñas empresas de

publicidad. Llegan a acuerdos con editores, incluyendo los principales

periódicos y revistas, para colocar a cada visitante un código informático

identificador conocido como una cookie (galleta). Esto les permite seguir

muchos de nuestros movimientos por la web. La mayoría de estas compañías

ni siquiera se molestan en conseguir nuestros nombres y direcciones

(seguramente eso les daría problemas con las autoridades de protección de

datos). Nuestros patrones de navegación les son suficientes. Un madrileño

que lee un artículo sobre París y consulta los precios sobre un tinto de

Burdeos tendrá más probabilidades que los demás usuarios, según decide un

programa automatizado, de hacer click en un anuncio de Air France. Así que

le colocan uno mientras navega por la Red.

Aquellos preocupados con la privacidad pueden borrar las cookies de forma

periódica, o incluso dar instrucciones a su ordenador de que no las acepte. Al hacer esto,

están optando a no ser tratados como una persona conocida, sino como un punto negro

intercambiable. Eso es lo que millones de nosotros hemos sido durante décadas en centros

comerciales y supermercados y en las aceras de las grandes ciudades: virtualmente

indistinguibles de los demás. Muchos lo asociamos con la privacidad.

Sin embargo, no todo el mundo comparte la misma opinión. Ni de lejos. Sentados

uno al lado del otro entre el público, algunos están tan preocupados con la privacidad, que

juran "salirse de la pantalla".

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REALIDAD DEL USUARIO

Pero hay muchos otros que publican los detalles más íntimos de sus vidas en Facebook, MySpace, Tuenti y en las ráfagas de 140

caracteres de Twitter. Mucha de esta gente no tiene inconveniente en contestar encuestas en sitios web de libros, cine o citas.

Quieren sistemas automatizados que les conozcan mejor para poder recibir un servicio personalizado o ampliar sus conocimientos

de obras de creadores que les son desconocidos.

Hay un foso divisorio entre aquellos que quieren que las máquinas estén informadas y sean inteligentes y los que prefieren que se queden

en la oscuridad. Así que la línea divisoria sobre privacidad no es entre los Numerati y el resto de la humanidad; existe (y se hace

cada vez más ancha) entre las personas que tienen diferente opinión sobre ese tratamiento de la acumulación de datos personales.

Como sociedades, no tenemos claro todavía qué papel deben tener las máquinas que cada vez más van a ayudar a gestionar

nuestras vidas.

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¿QUÉ SERÁ DE NUESTRO FUTURO?

También hay algo evidente. Las cantidades de datos digitales que producimos

continuarán creciendo exponencialmente. Y si está usted preocupado con la publicidad que

estudia su conducta cuando navega por la Red, ya está viviendo un adelanto de lo que se nos

viene encima. Veamos Sense Networks. Es una pequeña y joven compañía startup en Nueva

York que estudia los senderos que vamos dibujando mientras nos movemos con nuestros

teléfonos móviles. En los ordenadores de Sense, cada uno de los millones de personas que

rastrean no es más que un puntito parpadeante en un mapa. Pero los científicos de Sense

pueden estudiar esos puntos y sacar toda clase de información sobre esas personas. Si el

punto se pasa muchas noches en el mismo barrio, Sense puede (cruzando datos del censo)

calcular sus ingresos o el valor medio de su vivienda. Los puntos que pausan en paradas

regulares camino del trabajo son usuarios de trenes de cercanías. Es fácil ver los que van de

copas por la noche. Los que juegan al golf, los que van a la iglesia, los que duermen en

distintos sitios, todos están fichados por los datos.

Esto es sólo el comienzo. Mientras el sistema de Sense sigue los movimientos de los

puntos, empieza a reconocer patrones similares. Asigna a cada grupo o tribu su propio tono de

color. No es posible siempre definir estas tribus, porque los patrones son seleccionados por el

ordenador, no por personas. Pero ahora las tribus trascienden los tradicionales segmentos

demográficos con los que se han guiado los profesionales del marketing durante décadas. En el

esquema de Sense, dos gemelos idénticos podrían tener puntos de colores distintos. Después

de todo, conductas similares pueden ser más determinantes que las mismas edades o el color

de piel.

¿Por qué centrarse en todos estos puntos? Supongamos que un cervecero

monta una promoción exitosa en los barrios madrileños de Moncloa y Argüelles.

Mirando uno de los mapas de Sense, la compañía podría rápidamente ampliar la

campaña a otros barrios que estén parpadeando con los mismos puntos. O

podría anunciar la promoción en líneas de autobuses que llevan viajeros del

mismo colorín. Los políticos, que empiezan a usar técnicas de análisis complejos

de datos para llegar a los votantes potenciales, podrían estudiar los sombreados

de los puntos en sus mítines. Luego podrían buscar grupúsculos de esas mismas

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tribus en otro pueblo o ciudad. Un partido centrista podría encontrar que

personas en barrios que habían descartado como socialistas o nacionalistas

podrían mostrarse receptivas a su mensaje.

El estudio de los movimientos de las personas a través de sus teléfonos móviles es sólo

el principio. Con terminales cada vez más sofisticados, entregamos más y más información

sobre nuestro comportamiento a los Numerati. A través de nuestras búsquedas en el móvil, los

anunciantes, por ejemplo, pueden empezar a estudiar cuándo y dónde nos entran el estímulo

para ir de compras o las ganas de cenar en un buen restaurante. Nokia contempla analizar a la

gente a través de los sitios desde los que envían fotos. ¿Qué puede inferir una compañía sobre

los que hacen fotos del palacio de Buckingham o del puente de Londres? No lo sabrán hasta

que no estrujen los datos.

Al mismo tiempo que muchos se rebotan por la noción de ser seguidos a través de un

punto coloreado, a otros les gusta. En febrero, Google lanzó su programa Latitude en 27

países. La aplicación permite que la gente con terminales de gama alta comparta datos de

localización con sus amigos -y con Google-. En pocos meses, más de 25 millones de personas

se han bajado la aplicación móvil de Facebook. Ésta permite que la compañía de redes

sociales, que ya almacena un inmenso tesoro de información personal, estudie los movimientos

y patrones de comportamiento de una comunidad grande y creciente.

Mientras la economía global flaquea, las posibilidades de los Numerati aumentan. Sus

esfuerzos para ser capaces de refinar las búsquedas de los consumidores potenciales

conllevan la promesa de eficiencia y menores costes. En ningún sitio es esto más evidente que

en el lugar de trabajo, donde las empresas pueden escudriñar los patrones de tecleos y de

búsquedas en la web. En San Francisco, Cataphora ha desarrollado un método para evaluar a

los trabajadores basándose en sus correos electrónicos. Aquellos cuyas frases son reenviadas

más a menudo a los demás son valorados como "generadores de ideas". Y aquellos que

transmiten estas perlas reciben buena nota como "trabajadores sociables". En un diagrama que

Cataphora preparó para una compañía de Internet, cada trabajador es representado por un

disco de color. Los discos grandes y de colores oscuros son considerados activos y eficaces.

¿Y los pequeños y claritos? Puede que sean los primeros que se tengan en cuenta para un

ERE.

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El sistema de Cataphora es primitivo, y los directivos que se guíen a ciegas por él sin

duda merecen sus propios pequeños discos claros. Al fin y al cabo, los mensajes más

reenviados podrían ser chistes verdes o chascarrillos de la oficina. Estoy convencido de que la

cuantificación del trabajador en su puesto está a la vuelta de la esquina. Los gerentes cada vez

tendrán más en cuenta sus conclusiones. Y las técnicas se harán cada vez más sofisticadas.

Los investigadores del Massachusetts Institute of Technology e IBM, un referente en

análisis del lugar de trabajo, estudiaron recientemente las redes sociales de varios miles de

consultores de tecnología de IBM. Se dieron cuenta de que los trabajadores que mantenían

mucha actividad de correo electrónico con uno solo de sus superiores traían alrededor de 1.000

dólares más de ingresos al mes que la media; aquellos con una actividad menor, pero

mantenida con más de un superior, tenían peores resultados, 88 dólares menos al mes de

media. Estas conclusiones no sorprenden. Pero mientras nosotros los trabajadores producimos

más datos, las máquinas van a desarrollar unos análisis cada vez más precisos.

No es que los Numerati no tengan que asumir grandes retos. Gran parte de los estudios

sobre los empleados de IBM están basados en los mismos algoritmos que la compañía usa

para mejorar las cadenas de suministro de componentes para sus clientes industriales. Pero los

humanos somos distintos de las piezas de maquinaria en cosas importantes. Aprendemos,

cambiamos y conspiramos cuando están en riesgo nuestros intereses. Y somos expertos en

manipular los mismos sistemas diseñados para vigilarnos y controlarnos.

Para enfrentarse a esta complejidad, los Numerati en IBM trabajan con equipos

de antropólogos, psicólogos y lingüistas. Su objetivo es colocar a cada trabajador

en la función correcta en el momento justo, con sólo el mínimo entrenamiento

necesario y rodeado de colegas que lo apoyen para ser tan productivo como sea

humanamente posible. Aunque suena un poco tétrico, tiene su lado positivo. Los

estudios no dejan lugar a dudas de que los trabajadores de la información más

felices son más productivos y se les ocurren mejores ideas. Así que algunas de

las premisas para mejorar la satisfacción en el empleo tendrán que encontrar

sitio en estos algoritmos de productividad.

Mientras estudiaba los distintos laboratorios de los Numerati, llegué a la conclusión de

que en algunas áreas, su metodología nos viene impuesta. En la oficina, claramente, muchos

de nosotros vamos a ser humildes siervos de los datos. Pero en otros apartados, como citas

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online, mantendremos el control. Podemos decidir si queremos mandarles nuestros datos (e

incluso calibrar cómo de ciertos queremos que sean).

PONIENDO A PRUEBA EL SISTEMA

1. Para un experimento, mi esposa y yo nos apuntamos a un servicio de citas online

llamado Chemistry.com. Queríamos ver si podríamos dar el uno con el otro a través

de los algoritmos supuestamente avanzados de la compañía.

2. Contestamos a docenas de preguntas íntimas e intrusivas porque teníamos interés

en que la máquina tuviese información veraz nuestra y que nos conociese mejor.

3. Al final, la ruta para encontrarnos nos hizo vivir algunas aventuras incómodas (y

admito que no me gustaron nada algunos pretendientes que las matemáticas

seleccionaron para mi mujer). No obstante, durante todo el proceso, dimos detalles

para nuestros propios fines. Nosotros éramos los dueños de los datos.

Pero me gustaría añadir otra nota inquietante sobre aquellos hogares vigilados de

Portland. Casi todo lo que hacemos -si se estudia con minuciosidad- da pistas sobre lo que

ocurre en nuestras mentes. Me lo cuentan muchos investigadores. Cuando analizan los

cambios en la rutina de las pisadas sobre el suelo de la cocina o el grado de seguimiento de un

tratamiento médico añaden: "Esto también nos da una buena lectura cognitiva". Es una especie

de dos por uno. Analiza cualquier conducta y obtienes lo que pasa en el cerebro de propina.

Y a mí, hay algo que me da verdadero miedo: se pueden sacar las mismas conclusiones

analizando las palabras que escribimos.

CONSECUENCIAS DE SER VIGILADOS

La novelista británica Iris Marocha padeció Alzheimer hasta su muerte en 1999. Años

después, los investigadores vieron que el vocabulario de sus escritos empezó a perder su

riqueza y complejidad más de una década antes de que se le diagnosticase la enfermedad.

Supongo que ya pueden ir comparando estas palabras que están leyendo ahora mismo con mis

escritos de los ochenta y noventa y, quizá, llegar a conclusiones parecidas sobre mí. Semana

tras semana, todos nosotros agregamos correos electrónicos y otros documentos a nuestros

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archivos digitales; estamos dejando pistas para que se pueda investigar nuestro desarrollo

cognitivo. O su declive.

Tal vez algunos quieran estar informados (tengo claro que yo, desde luego, no). Pero

pongamos que le llega una oferta en el correo. ¿Permitiría que le colocasen monitores en casa

por, digamos, una reducción de 100 euros al mes en el seguro de salud o en sus impuestos?

¿Y si fueran 500? Con mayor frecuencia vamos a tener que enfrentarnos a estas preguntas.

Apuesto a que inicialmente muchos aceptaremos un ojo electrónico para "supervisar" a aquellos

de los que nos sentimos responsables. Sí, un sensor para que nos diga cuándo la abuela de 90

años se pasa el día en la cama puede tener sentido... Y las cajas negras que las aseguradoras

están probando para medir patrones de tráfico y bloquear el encendido si detectan alcohol o

drogas podrán hacer que un conductor novel de 18 años siga vivo (o cuando menos, bajar el

coste del seguro).

Por tanto, si la vigilancia tiene sentido para jóvenes y mayores, no pasará mucho

tiempo hasta que nos encontremos rodeados de sensores. Nos espiaremos a

nosotros mismos y mandaremos informes digitales. De hecho, el proceso ya

está bastante avanzado. Mire todas esas cámaras de seguridad que llevan años

en nuestras calles y edificios. Para los Numerati, ya estamos entregando las

películas de nuestras mundanas vidas en sus laboratorios, cada día con mayor

detalle.

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INVESTIGACIÓN DE AFICIONADO 2015

LOS NUMERATI

JOSÉ MARÍA IBÁÑEZ

En los últimos años se han creado numerosas empresas especializadas en la recopilación de todo tipo de datos personales; oficialmente para fines comerciales. Toda la información recopilada es cuidadosamente archivada, a la espera de que entre a formar parte activa de las numerosas bases de datos que controlan hasta el más insignificante de nuestros perfiles. Lo verdaderamente preocupante, es que dichas bases de datos son totalmente accesibles para cualquiera que quiera comprarlas; vulnerando todas las leyes que amparan nuestros derechos de privacidad.

El periodista y escritor norteamericano Stephen Baker, a través de su libro Numerati, ha rastreado las verdaderas intenciones que esconden estos personajes en sus cotidianas vidas profesionales. Los Numerati, expone al autor, son una especie de mafia cibernética de la que nadie puede escapar. Se dedican a rastrear toda la información que dejamos plasmada a través de Internet, móviles, tarjetas de crédito..., manipulando nuestra conducta sin que nos demos cuenta. Cada vez que accedemos a Internet, cada llamada telefónica, cada mensaje de móvil o cada compra con tarjeta de crédito, envía información a una base de datos, donde es analizada y procesada por los Numerati, término acuñado por Stephen Baker para denominar a éstos especialistas modernos que siguen la huella de cada uno de nosotros. "Ya están empleando nuestros datos en modelos predictivos, y apenas es el comienzo. En la próxima década cada uno de nosotros generará, a menudo sin saberlo, modelos propios en cada uno de los aspectos de la vida. Nos moldearán como empleados, pacientes, soldados, amantes, consumidores y lectores (...) Seas lo que seas - y cada uno de nosotros somos muchas cosas -, compañías y gobiernos quieren localizarte".

Los Numerati son miles de analistas cuyo trabajo es confrontar los datos o huellas que vamos dejando los seres humanos al hacer las compras en el supermercado, buscar información en Internet, ir al cine, pagar con la tarjeta de crédito, acudir al hospital... "conforman equipos de sicólogos, lingüistas, antropólogos, ingenieros electrónicos y científicos cibernéticos que van recopilando la información que dejan las personas, para conocer sus gustos, sus necesidades y posibilidades de consumo". Pueden modificar nuestros hábitos y, de hecho, lo están consiguiendo. "Algunas compañías como IBM y Amazon, - escribe Baker - están experimentando y construyendo modelos preliminares de todos nosotros que les permitan predecir nuestra conducta (...) Los investigadores de firmas como Microsoft y Yahoo! están contratando afanosamente a científicos de campos tan diversos como la medicina y la lingüística para que los ayuden a procesar los fragmentos de nuestra vida que reciben a manos llenas".

Los Numerati pondrán nuestros modelos en todos los escenarios posibles. Probarán en nosotros diferentes medicinas o anuncios publicitarios "no es necesario que participemos, ni siquiera que sepamos que nuestros fantasmas matemáticos sirven día y noche como ratas de

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laboratorio. Recibiremos los datos de dichos estudios - el curso óptimo -, en forma de sugerencias útiles, prescripciones u órdenes".

Queda claro que toda la información recopilada por separado resulta insignificante, pero agrupada, puede revelar hasta nuestros secretos más inconfesables. Esta nueva mafia trabaja sin tregua para grandes empresas, gobiernos y partidos políticos. De todas formas, como señala Stephen Baker: "... por mucho que se empeñen en medirnos contamos con la mejor y más potente arma: el cerebro humano, el ordenador más potente y sofisticado del planeta. Somos y seremos imprevisibles en muchas de nuestras acciones, por lo que predecir con fiabilidad continuará siendo, a beneficio de la humanidad, la mejor de nuestras acciones".

Actualmente formamos parte de una sociedad cada vez más controlada y vigilada. Grandes corporaciones, a través de los más sofisticados sistemas de comunicación y captación, acceden constantemente a todo tipo de información; vulnerando con creces todas las leyes de privacidad existentes en los distintos rincones del planeta. A través del control exhaustivo de llamadas telefónicas, mensajes de texto, localización a través de sistemas GSM, redes sociales... gobiernos, partidos políticos, agencias estatales y consorcios globales, vigilan hasta el más mínimo detalle de nuestras vidas y quehaceres cotidianos. Los distintos medios utilizados hasta la fecha para el control y vigilancia a gran escala no difieren demasiado unos de otros. Lógicamente, en el transcurso de los años se han perfeccionado, volviéndose cada vez más sofisticados.

En éste preciso instante, sin duda, alguien conoce nuestros gustos, nuestras aficiones y hasta nuestras pasiones.

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En mi opinión, los Numerati no deberían dañar a la población mundial “espiando” la información de cada uno, habría que crear leyes que prohíban o que regulen el trabajo de estos entes.

Algo en lo que no estoy de acuerdo, es que el gobierno ocupe a los Numerati para beneficiarse, teniendo vigilada a la población para que no revele la información privada que si debería ser dada a conocer, no generalizando, porque hay gobiernos que son la excepción.

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CONCLUSIONES

13 JOSÉ LUIS LIMÓN FARFÁN

Hablar de los Numerati, es hablar de un futuro sin privacidad, un futuro en

el que cada vez será más difícil navegar en la red sin tener que ser

vigilados, tendremos que vivir con la inseguridad de que alguien

podría tomar nuestros datos y hacerse pasar por nosotros.

Es incluso preocupante, el saber que podríamos ser vigilados en nuestra

propia casa, pero eso será posible gracias al Gobierno, en su afán

por querer controlar a la sociedad a nivel mundial.

No nos quedará más que adaptarnos a no escribir nuestros datos

personales en la Web, a no realizar movimientos bancarios a través

de portales, y tendremos de desindependizarnos de las redes

sociales, que es nuestra mayor fuente de datos personales en

Internet.