M. ABELES -Antropología Política

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  • 5/19/2018 M. ABELES -Antropologa Poltica

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    La antropologa poltica: nuevos objetivos, nuevos objetos

    Marc Abls

    Los antroplogos empezaron a interesarse por la poltica como consecuencia de las repercusiones

    de las teoras evolucionistas. Sus investigaciones se dirigan principalmente a las sociedades

    remotas con sistemas polticos diferentes de los que prevalecen en las sociedades modernas. Estos

    trabajos, realizados en todos los confines del mundo, dieron lugar a monografas, sntesis

    comparativas, y reflexiones generales sobre las formas arcaicas del poder. oy la antropologa

    debe estudiar las interdependencias cada vez m!s estrec"as entre estas sociedades y las nuestras,

    y las transformaciones que afectan a los procesos polticos tradicionales #$incent, %&&'(.

    )ambi*n debe proponerse, igual que las dem!s disciplinas antropolgicas, explorar los arcanos

    del mundo moderno y el funcionamiento de los sistemas de poder en el marco del Estado

    moderno y de las crisis que lo debilitan. Esta renovacin no se limita a una ampliacin del campo

    emprico, sino que, dados los interrogantes in*ditos que se suscitan, requiere un nuevo

    planteamiento de conceptos y m*todos.

    La antropologa, partiendo de una visin comparativa que la llevaba construir taxonomas de +los

    sistemas polticos+, se "a ido orientando "acia formas de an!lisis que estudian las pr!cticas y las

    gram!ticas del poder poniendo de manifiesto sus expresiones y sus puestas en escena. Este

    enfoque siempre "a "ec"o "incapi* en la estrec"a imbricacin entre el poder, el ritual y los

    smbolos. Los antroplogos, lejos de pensar que "ay un corte neto y casi preestablecido entre loque es poltico y lo que no lo es, pretenden entender mejor cmo se entretejen las relaciones de

    poder, sus ramificaciones y las pr!cticas a las que dan lugar. La investigacin trae a la luz los

    +lugares de lo poltico+ que no corresponden necesariamente a nuestra percepcin emprica, que

    tiende por su parte a limitarse a las instancias formales de poder y a las instituciones.

    menudo se "a se-alado el contraste entre cmo lo poltico impregna todos los aspectos en las

    sociedades tradicionales, lo que se manifiesta en la organizacin estatista materializada en sus

    mltiples instituciones, y la autonoma de que disfruta en el mundo moderno. Sin duda *sta es larazn por la cual el enfoque antropolgico se "a limitado durante muc"o tiempo al universo de

    las sociedades exticas, en las que la falta de referencias favoreca el entusiasmo de los

    investigadores por identificar estos lugares de lo poltico realizando as un trabajo profundo y de

    larga duracin. La prioridad que se daba a lo de fuera, a lo remoto, a lo extico, tuvo el

    /arc b*l0s es director de investigacin del 1entro 2acional de 3nvestigacin 1ientifica. 4irige el Laboratorio dentropologa de las 3nstituciones y de las 5rganizaciones Sociales, 6& rue 7ouc"et, 86'%8 7ars, 9rancia y es

    profesor de la Escuela de ltos Estudios de 1iencias Sociales. Es autor de numerosos artculos y obras deantropologa, entre los que destacan:Anthropologie de l'Etat, %&&', La vie quotidienne au Parlement europen, %&&;,En attente d'Europe, %&&%,Politique et institutions: lments d'anthropologie, %&&8. )raducido del franc*s en , ?2ES15, sept %&&8 @ .

    %

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    inconveniente de erigir una frontera entre dos universos que aparecan como dotados de

    propiedades ontolgicas diferentes. l oponer as dos m*todosA uno apropiado para entender las

    sociedades en las que es difcil separar lo poltico de los dem!s aspectos de la realidad, el otro

    aplicable a la contemporaneidad en la cual la institucin poltica est! claramente circunscrita, se

    estaban poniendo lmites implcitamente al que"acer de los antroplogos, y reservando a los

    socilogos y politlogos el monopolio de las investigaciones sobre la modernidad. Sin duda este

    reparto de los campos de estudio "a tenido efectos positivos, puesto que "a permitido a las

    diferentes disciplinas profundizar en el conocimiento de sus respectivos !mbitos.

    Poder y representacin

    l mismo tiempo, este tipo de frontera no poda resistir muc"o tiempo a un doble movimiento:

    por un lado, la curiosidad de los antroplogos por sus propias sociedades les llevaba a ampliar sus

    campos de investigacinA por otro, los politlogos se sentan cada vez m!s fascinados por algunas

    facetas de lo poltico "asta entonces fuera de sus campos de investigacin, como los ritos y los

    smbolos #Sfez, %&8B(. Si nos remitimos a las abundantes investigaciones antropolgicas que se

    produjeron a partir de los a-os setenta, vemos perfilarse todo un nuevo "orizonte de temas

    relacionados con el inter*s que suscitan las sociedades occidentales desarrolladas. Casta conobservar la multiplicacin de los trabajos europestas para darse cuenta del cambio. 1on el paso

    del tiempo se aprecia mejor "asta qu* punto "an evolucionado los temas en este aspecto. l

    principio los antroplogos dieron prioridad a la diferencia, interes!ndose m!s por las periferias

    que por el centro, prefiriendo estudiar las sociedades rurales tradicionales o las minoras urbanas

    que conservaban sus particularismos, como si implcitamente necesitaran mantener todava cierta

    distancia respecto a su objeto.

    4esde luego, el Estado moderno parece tener poco que ver con las estructuras arcaicas, lasinstituciones balbucientes que atrajeron el inter*s de los primeros antroplogos. La complejidad

    de las administraciones, la existencia de un denso tejido burocr!tico, la abundancia de jerarquas,

    es decir, la instancia estatista tal y como la encontramos en nuestras sociedades tiene muy poca

    relacin con los funcionamientos muc"o m!s difusos que caracterizan lo poltico en los universos

    exticos. ay una verdadera disparidad de escala entre el fenmeno estatista contempor!neo y los

    dispositivos que describieron los antroplogos, sobre todo en categoras como las de sociedad

    segmentaria o de distrito que designan realidades muy "eterclitas. D sin embargo, si se ven las

    cosas siguiendo el punto de vista de ese enfoque, se entienden de manera totalmente diferente. En

    ;

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    efecto, si entendemos por antropologa el estudio de los procesos y dispositivos de poder que

    irrigan nuestras instituciones, y de las representaciones que muestran el lugar y las formas de lo

    poltico en nuestras sociedades, entonces nos daremos bien cuenta de lo que estos estudios

    pueden ense-arnos sobre nuestro propio universo y reconoceremos sus objetos favoritos.

    3gual que los antroplogos que abordaron el tema del poder en las sociedades africanas, podemos

    considerar la poltica como un fenmeno din!mico, como un proceso que escapa en parte a los

    empe-os taxonmicos centrados en la nocin de sistema. La definicin de lo poltico que

    proponen Sartz, )urner y )uden, segn los cuales se trata de +procesos originados por la

    eleccin y realizacin de objetivos pblicos y el uso diferencial del poder por parte de los

    miembros del grupo afectados por esos objetivos+ #%&FF: 8( pone bien de manifiesto la

    combinacin de tres elementos en una misma din!mica: el poder, la determinacin y realizacin

    de objetivos colectivos, y la existencia de una esfera de accin poltica. 1omo todas las

    definiciones, tambi*n *sta tiene su punto d*bil, pero tiene la ventaja de precisar lo que entra en

    juego en toda empresa poltica. 2o obstante, se aprecia un olvido de gran importancia en el

    discurso de estos antroplogos. El aspecto territorial no aparece, mientras que autores tan

    distintos como /ax Geber y Evans@7ritc"ard "an "ec"o "incapi* en este aspecto constitutivo de

    lo poltico.

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    sociedad. 9oucault que se "a visto confrontado en sus obras sobre la locura, el sexo, la c!rcel, a la

    omnipresencia de normas y aparatos, propuso una forma de an!lisis que trata de superar esta

    dificultad esencial. +El an!lisis del poder no tiene que partir como datos iniciales, de la soberana

    del Estado, la forma de la ley o la unidad global de una dominacinA *stas no son m!s que las

    formas terminales del poder.+ #%&8F: %;'(. Sin llegar a los datos m!s inmediatos que representan

    la ley y la institucin, es importante considerar la relacin del poder y las estrategias que se tejen

    dentro de los aparatosA pero los instrumentos tradicionales de las teoras polticas parecen

    inadecuados: +tenamos que recurrir a formas de pensar en el poder que se basaban en modelos

    jurdicos #Iqu* es lo que legitima el poderJ(, o bien en modelos institucionales #Iqu* es el

    EstadoJ(.+ #4reyfus, %F(, requiere que el antroplogo investigue sus races en el corazn de la

    sociedad y las configuraciones que produce. El an!lisis del poder +all donde se ejerce+, tiene la

    ventaja de dar una perspectiva del Estado partiendo de la realidad de las pr!cticas polticas. Lo

    nico que puede facilitarnos un mejor entendimiento de lo poltico, no ya como una esfera

    separada sino como la cristalizacin de actividades modeladas por una cultura que codifica a su

    manera los comportamientos "umanos, es tratar de tomar en consideracin el ejercicio del podery su arraigo en un complejo en el que se mezclan inextricablemente sociedad y cultura.

    Los fenmenos polticos en el seno de nuestras sociedades se deben analizar dentro de esta

    perspectiva, recogiendo la tem!tica de la imbricacin que "a orientado a la antropologa en sus

    comienzos y en su desarrollo posterior. 7ara estudiar el poder en la inmanencia de lo social, para

    entender desde dentro cmo unos "ombres gobiernan a otros, es necesario saber las qu*

    condiciones emergi este poder, esta aptitud para gobernar que en el contexto democr!tico se

    expresa bien con la palabra +representatividad+. En dos puntos discrepamos de 9oucault: por unlado, *ste rec"aza explcitamente la cuestin de la representacin porque *sta conlleva una

    metafsica del fundamento y de la naturaleza del poder con estas dos preguntas punzantes: +IKu*

    es el poderJ I4e dnde viene el poderJ+ #%&BH: >'&(A por otro, rec"aza todo cuestionamiento

    acerca de la legitimidad del poder por traicionar una forma de pensar legalista. emos se-alado la

    aportacin positiva que supone la aportacin de 9oucault sobre el poder como relacin y como

    accin sobre acciones posibles, pero a nuestro entender, esto no implica el rec"azo de todo

    cuestionamiento sobre al representacin y la legitimidad. Se corre el riesgo de encerrarse en unaproblem!tica que tiende a pensar en el poder como pura relacin din!mica entre capacidades de

    H

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    actuar abstractas, en las que se pierde de vista el arraigo en lo que 9oucault llama +nexo social+.

    El poder y la representacin son para el antroplogo dos caras de una misma realidad y eliminar

    el interrogante relativo a la legitimidad del poder en nombre de la metafsica y de una crtica

    legalista sera una forma burda de soslayar el problema.

    $olviendo a la cuestin de la representacin poltica, las dos cuestiones del acceso al poder y del

    ejercicio del mismo se plantean como indisociables. En cuanto a la primera, en nuestras

    sociedades todo gira en torno a la nocin de elecci#n por su repercusin pr!ctica y por el

    contenido simblico que le atribuimos. En la mayora de las democracias occidentales, dedicarse

    a la poltica equivale a estar en condiciones, m!s tarde o m!s temprano, de aspirar a un mandato

    que permitir! acceder a un puesto de poder. D en gran medida, la eleccin es un proceso

    misterioso cuyo efecto es transformar al individuo en un "ombre pblico. 4e la noc"e a la

    ma-ana, una persona que no era m!s que un ciudadano como los dem!s es llamada a encarnar los

    intereses de la colectividad, a convertirse en su portavoz. Esta cualidad de mandatario es la que le

    da derec"o a actuar sobre las acciones de los dem!s, a ejercer su poder sobre el grupo. Courdieu

    ve en esta +alquimia de la representacin+ una verdadera circularidad en la cual +el representante

    conforma al grupo que le conforma a *l: el portavoz, dotado de plenos poderes de "ablar y actuar

    en nombre del grupo y en primer lugar sobre el grupo... es el sustituto del grupo y existe

    solamente por esta autori$aci#n.+ #%&B;: %'%(. La delegacin que acta desde el grupo al

    individuo es un elemento constitutivo de la identidad colectiva. El representante lleva a cabo lamediacin entre estos dos t*rminos. Courdieu interpreta el fenmeno de la representacin en

    t*rminos de desprendimiento, de alienacin de las voluntades a un tercero que se erige como

    poder unificador y como garante de la armona colectiva, en su discurso y en sus pr!cticas. 4esde

    esta perspectiva terica el an!lisis de la representacin consiste en desmontar los mecanismos que

    "acen que los individuos se sometan al poder y a sus smbolos. ay que realizar la cr"ticade esta

    alienacin sacando a la luz sus races. 7or su parte la antropologa no pretende llevar a cabo una

    crtica de la poltica, sino que trata m!s bien de comprender cmo el poder emerge y se afirma enuna situacin determinada.

    Instituciones y redes polticas

    Los trabajos de campo llevados a cabo por los antroplogos en las sociedades occidentales

    desarrolladas dieron prioridad en un primer momento al estudio de lo poltico en comunidades

    limitadas: la poltica local se "a convertido as en un tema central y la cuestin del poder local, de

    su reproduccin y de sus ramificaciones "a pasado a ser lo m!s importante. Los antroplogos, al

    pro"ibirse traspasar las fronteras de lo localdefinido como campo idneo para su investigacin,

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    estaban limitando su campo. D as, implcitamente, se produjo un reparto entre la periferia,

    terreno elegido por los etnlogos, y el centro, la poltica nacional y del Estado cuyo estudio se

    dejaba a otras disciplinas. El espacio de la antropologa poltica se encontraba limitado a unos

    micro@universos dando la imagen de una verdadera insularidad de los poderes autctonos en el

    mundo cerrado de su comunidad local. En lo que respecta a la "istoria, se dio prioridad sobre

    todo a los largos perodos de tiempo, lo que poda parecer pertinente en situaciones en las que

    exista un desfase real entre las formas locales de poltica y el contexto en el que estaban

    englobadas. Los antroplogos se interesaban casi exclusivamente por los aspectos tradicionales

    de la vida poltica. 1uriosamente, mientras que los trabajos africanistas #lucMman: %&F>,

    Calandier: %&F8( "aban "ec"o "incapi* en la necesidad de pensar en las din!micas, en el cambio,

    los europestas parecan quedar al margen de la modernidad, en la prolongacin de la "istoria

    ancestral.

    Esta orientacin no dej de suscitar nuevas perspectivas en fenmenos "asta entonces mal

    conocidos como atestiguan los estudios monogr!ficos dedicados al clientelismo y a las relaciones

    de poder en el mundo mediterr!neo #Coissevain: %&8HA Sc"neider: %&8FA Lenclud: %&BB(. 5tro

    tema muy del gusto de los antroplogos +exotistas+, el de las formas de devolucin y transmisin

    de las funciones polticas, moviliz a los investigadores: se dedicaron profundas investigaciones a

    la construccin de las legitimidades y a las relaciones entre poder, parentesco y estrategias

    matrimoniales #7ourc"er %&B8A b*l0s %&B&(. Estos trabajos tienen el inter*s de mostrar cmoexisten verdaderas dinastas de elegidos que se instalan y reproducen siguiendo una lgica que no

    siempre encaja en una visin superficial de los sistemas democr!ticos. )ambi*n ponen de

    manifiesto que la representacin poltica moviliza todo un conjunto de redes informales con el

    que siempre tienen que contar las estrategias individuales.

    En efecto, el trabajo del antroplogo consiste en reconstruir esta trama relacional puesto que sus

    interlocutores autctonos no le dan m!s que una visin parcial y a veces deliberadamente

    sesgada. Esta construccin se puede llevar a cabo gracias a investigaciones de gran profundidadbasadas en una observacin intensiva de la vida poltica local, y a un trabajo meticuloso de

    consulta de documentos en los arc"ivos. Los an!lisis realizados en medio rural muestran

    claramente cmo las posiciones de elegibilidad se transmiten a largo plazo en el seno de redes en

    las que se mezclan ntimamente los vnculos de parentesco y las estrategias matrimoniales. Los

    conjuntos relacionales que es posible sacar a la luz y que merecen el nombre de redes se deben

    considerar como +arquetipos+, en el sentido que le daba /ax Geber, es decir, para emplear otra

    expresin propia de este autor, como +cuadros de pensamiento+ #Geber %&F6(.Sin embargo, el +arquetipo+ as creado tiene muc"as posibilidades de quedarse corto ante una

    F

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    realidad a menudo muc"o m!s compleja de lo que parece al menos en un primer momento,

    aunque el enfoque etnologista sea un buen medio de distinguir los principales contornos de estas

    configuraciones relacionales. 4e ningn modo se debe subestimar el "ec"o de que las redes no

    sean entidades fijasA no se trata de "acer el inventario de los vnculos que existen entre un

    individuo y otros en un contexto tan general como el de la vida local. 4e "ec"o "ay que

    considerar que las redes polticas son un fenmeno esencialmente din!mico: se trata no de grupos

    m!s o menos identificables, sino de un conjunto de potencialidades que se pueden actualizar si las

    situaciones concretas lo requieren. La tesitura del voto es uno de los momentos en los que este

    sistema relacional se encuentra actualizado. ?n candidato a la representacin poltica puede

    emplear con plena consciencia su potencial relacional ex"ibiendo los signos m!s apropiados para

    recordar *ste a la colectividad. Esta estrategia es observable en los casos en los que el candidato

    se encuentra muy estrec"amente ligado a las figuras clave de la red. 7ero, a falta de indicios

    aparentes, los "abitantes de un municipio atribuyen espont!neamente a uno de los candidatos la

    pertenencia a una u otra de las configuraciones. En esta situacin, la red, lejos de aparecer como

    una realidad inerte, aparece como un potencial actualizable porque as lo ven los dem!sA los

    miembros de la sociedad local son de alguna forma los depositarios de una memoria que restituye

    unas afiliaciones en parte ya borrosas.

    El "ec"o de destacar la acusada territorializacin de las pr!cticas polticas no quiere decir que se

    minimice el factor +nacional+ ni por supuesto, la funcin de los partidos, sobre todo en laseleccin de los candidatos para las funciones parlamentarias.

    La representacin poltica es un fenmeno que cobra todo su sentido en la duracin. +ablar de

    poltica+ es de una forma u otra, situarse en relacin a unas divisiones que se remontan a una

    *poca ya lejana cuyas "uellas todava no se "an borrado. Es significativo el ejemplo de la vida

    poltica francesa, en la que todava se ven las "uellas de los grandes acontecimientos fundadores

    que son, adem!s de la

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    Escenificaciones de lo poltico

    s pues, "acer ver es un aspecto consustancial al orden poltico. Nste acta en la esfera de la

    representacin: no existe el poder m!s que +en la escena+ segn la expresin de Calandier #%&B'(.

    1ualquiera que sea el r*gimen adoptado, los protagonistas del juego poltico se presentan como

    delegados de la sociedad entera. La legitimidad, tanto si tiene su fundamento en la inmanencia

    como en la trascendencia, es una cualidad asumida por el poder. Es tarea suya remitir a la

    colectividad que encarna una imagen de co"erencia y de co"esin. El poder representa, esto

    significa que un individuo o un grupo se establece como portavoz del conjunto. 7ero el poder

    representa tambi*n, por cuanto pone en espect!culo el universo del que procede y cuya

    permanencia asegura.

    Los antroplogos supieron estudiar los smbolos y los ritos del poder en las sociedades remotas:

    no tiene nada de extra-o que la modernidad ofrezca una amplia materia para sus estudios. La

    dramaturgia poltica toma "oy en da unas formas m!s familiares pero no disminuye en absoluto

    la distancia que separa al pueblo de sus gobernantes. l contrario, todo "ace suponer que tiende a

    a"ondarse el foso entre el universo de los "ombres pblicos y la vida diaria de los simples

    ciudadanos. El espacio pblico de las sociedades medi!ticas no es contrario al de las formaciones

    tradicionales porque lleva a cabo un acercamiento entre la esfera del poder y la sociedad civil.

    ay todo un conjunto de rituales que trazan un crculo m!gico en torno a los gobernantes

    "aci*ndolos inalcanzables precisamente en la *poca en que los adelantos medi!ticos nos permiten

    captar su imagen con una comodidad sin igual. 7ara entender estas simbolizaciones modernas de

    lo poltico es interesante repasar +)"e ritual construction of political reality+ #Oertzer %&BB: 88(A y

    analizar el funcionamiento de las +liturgias polticas+ #

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    cada etapa supone una nueva oportunidad de practicar un ceremonial y reforzar los vnculos entre

    gobernantes y gobernados. 1omo demostr eertz #%&B>(, las formas ceremoniales por las cuales

    el monarca toma posesin de su reino presentan variaciones significativas, como la procesin

    pacfica y virtuosa en 3nglaterra con motivo de la toma del poder de Elizabet" )udor en %66&, o la

    espl*ndida caravana de ayam GuruM en la Pava del siglo Q3$.

    ay otros grandes rituales que constituyen un elemento esencial en la vida poltica: los mtines y

    las manifestaciones callejeras. Estos ritos se-alan los momentos en los que la vida poltica toma

    un rumbo m!s agitado. La manifestacin en la calle ofrece la oportunidad de ex"ibir un

    simbolismo muy especial: si los ritos anteriormente citados se referan a valores de consenso, la

    manifestacin enarbola los smbolos del antagonismo. 4e entrada, el pueblo en la calle, las

    consignas, las pancartas. Se denuncia, se interpela, siempre "ay un trasfondo de violencia. Se

    trata de una demostracin de fuerza que se ordena segn un plan muy preciso: la improvisacin

    se filtra en un protocolo de accin que no se puede sustraer a las reglas colectivamente admitidas.

    La misma observacin se podra "acer respecto a otro rito de confrontacin, el mitin poltico: +el

    mitin, en su desorden, en su agitacin y quiz! en su sometimiento, no deja de ser el arma

    predilecta del debate poltico de la campa-a electoral+, se-ala 7ourc"er #%&&': &'(. 1ada bando

    "ace una demostracin de poder: en el escenario, los oradores y dignatarios elegidos en funcin

    del lugar, las circunstancias y sus puestos jer!rquicos en el partido. En la sala, un pueblo al que a

    veces se "a ido a buscar en un amplio permetro. )odo gira en torno a la relacin que se estableceentre esta colectividad cuya tarea consiste en aplaudir, en gritar nombres y eslganes, y los

    oficiantes cuya obligacin es alentar constantemente el entusiasmo popular. Efectos publicitarios,

    promesas, pol*micas a las que responden aplausos o abuc"eos: el mitin tiene que ser un

    verdadero espect!culo. La puesta en escena, el decorado, las msicas, las posturas, todo

    contribuye a la construccin de la identidad distintiva del candidato. El mitin tiene que ser un

    momento cumbre en el cual se ponen todos los medios para crear a la vez una comunin en torno

    al orador y expresar la firme voluntad de +"acer frente+ y de +derrotar+ a todos los dem!scandidatos, que para los participantes son adversarios.

    Los mtines y las manifestaciones tienen en comn con los rituales de consenso el "ec"o de que

    exigen unapresencia %"sicade los protagonistasA igualmente est!n locali$ados, se descomponen

    en una multiplicidad de secuencias, combinan palabras & s"mbolos no verbales: gestos,

    manipulacin de objetos de valor simblico, todo ello en una puesta en escena que integra el

    conjunto accinRdiscurso segn un ordenamiento convencional. 5tra analoga: el aspecto

    religiosode estas ceremonias que remiten todas ellas a algo trascendente #la 2acin, el 7ueblo, laclase obrera(A trascendencia que se evoca en el discurso del #o de los( oficiante o por medio de los

    &

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    smbolos empleados en estas ocasiones. )ambi*n "ay que destacar el aspecto propiamente

    religioso de la relacin que se establece entre el oficiante y los fieles. 2os encontramos ante un

    ritual en toda la extensin de la palabra. 9ragmentacin y repeticin por un ladoA dramatizacin

    por otro: todo contribuye a producir +la trampa de pensamiento+. 3gualmente encontramos en

    funcionamiento los cuatro ingredientes, sacralidad, territorio, primaca de los smbolos, y valores

    colectivos.

    En la actualidad, el espect!culo poltico es inseparable del desarrollo de los grandes medios de

    comunicacin. La gente participa en la "istoria que se est! "aciendo principalmente a trav*s de la

    televisin. Las campa-as electorales, los "ec"os y gestos de los gobernantes, los actos polticos

    relevantes, slo adquieren toda su importancia si aparecen en nuestras pantallas. La produccin

    de im!genes para el gran pblico "a creado una nueva dramaturgia. ?na campa-a electoral no

    logra todo su impacto m!s que si su protagonista est! seguro de +salir en la pantalla+. Los grandes

    mtines se organizan de manera que el mensaje tenga un eco televisivo inmediatoA en la campa-a

    presidencial, 9ranois /itterrand apareca a las oc"o en punto de la tarde para disfrutar de una

    retransmisin en directo en el telediario #7ourc"er %&&': B8(. asta el estilo de estas reuniones

    termina por ser calcado al de las emisiones de televisin. Sucede que a"ora la vida poltica est!

    condenada a someterse a las reglas del juego medi!tico. El "ombre pblico moderno quiere ser

    ante todo un buen comunicador: la elocuencia televisiva es sinnima de simplicidad: se le da

    tanta importancia a la forma como al contenido. ay que saber +vender+ un +producto+ poltico.?na de las consecuencias m!s claras de la inflacin medi!tica es la trivializacin del acto. La

    repeticin de las im!genes, la omnipresencia de rostros y discursos conocidos produce un efecto

    de desgaste. La posibilidad de cambiar de un programa a otro tiende a "acer de la escena poltica

    un elemento m!s de un espect!culo de facetas mltiples en el que los partidos de ftbol o los

    programas de variedades tendr!n m!s atractivo que un acto poltico. 7ara que lo poltico se

    imponga se requiere toda una dramaturgia. En perodo electoral, es necesario mantener cierta

    intriga, gracias a los sondeos y a las confrontaciones entre antagonistas, culminando todo esto enlos programas en los que se dan a conocer los resultados electorales. Las elecciones se parecen

    cada vez m!s a los folletines en los que se enfrentan m!s las personalidades que las ideas. Es

    significativo el desprecio que las cadenas de televisin americanas manifestaron por la

    convencin republicana de %&&FA *ste fue debido principalmente al escaso carisma del candidato

    Cob 4ole, a su incapacidad de conquistar a un pblico. En 9rancia, la batalla entre Pacques

    1"irac y Ndouard Calladur en las elecciones presidenciales de %&&6 atrajo el inter*s de los

    telespectadores porque se trataba de dos +amigos durante treinta a-os+ y porque dio lugar a unespectacular vuelco cuando el candidato tanto tiempo considerado perdedor termin por

    %'

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    imponerse.

    La televisin se "a convertido en una forma de expresin que permite no slo retransmitir un

    acto, sino incluso crearlo. El viaje del 7apa Puan 7ablo 33 a su pas de origen en %&8&, un a-o

    despu*s de su llegada al $aticano, es un buen ejemplo de ejercicio de comunicacin cuyo *xito

    rebas toda expectativa. 3ncluso antes de que tuviera lugar, el viaje del 7apa se "aba convertido

    en un simblo que opona dos interpretaciones contradictorias. 1ada bando tena como divisa una

    referencia "istrica que deba orientar al pblico en su interpretacin del acto: en uno, el

    asesinato de S. Estanislao y en el otro, la creacin del Estado comunista. La visita del 7apa

    supuso un duro golpe para el r*gimen. El rito, a diferencia de un discurso, por crtico que fuera,

    quebrantaba los cimientos mismos de su legitimidad. 5freca en actos concretos la imagen de lo

    que poda ser otro tipo de comunidad poltica #en el caso, de la unin del 7apa con sus fieles(,

    "aca ver otra legitimidad posible. En resumen, el rito materializaba una alternativa. En este

    ejemplo se puede ver el impacto extraordinario de lo que es a la vez un ritual, un acto poltico y

    un acontecimiento medi!tico. 1laro est! que, lejos de ser algo aislado, este tipo de manifestacin

    pblica es algo in"erente a la accin poltica. ctuar y comunicar se confunden en algunos

    momentos cruciales que exigen una relacin entre gobernantes y gobernados distinta de la que se

    da en la papeleta de voto. Se trata de una verdadera prueba de legitimidad. El viaje del 7apa a

    7olonia produjo a trav*s de los gestos y de las palabras de su protagonista un fuerte mensaje que

    desestabiliz al poder comunista, pese a no rebasar los lmites de lo simblico y lo ritual. Es loque ug* #%&&H: &H( llama +dispositivo ritual ampliado+. Este dispositivo se caracteriza por la

    distancia entre el emisor y los destinatarios: no pretende solamente reproducir la situacin

    existente, sino "acer que *sta evolucione.

    Este mensaje cuyas consecuencias geopolticas fueron considerables, slo poda causar impacto si

    se inscriba en una dramaturgia de conjunto. )otalmente inmerso en el universo televisivo, el

    viaje de Puan 7ablo 33 a 7olonia adquiri la dimensin de un acontecimiento planetario. Se les

    ofreci a los espectadores como un momento excepcional cuya retransmisin desorganizaba laprogramacin "abitual. El viaje fue tratado como una narracin, con sus diferentes episodios y su

    progresin. El pblico estaba conteniendo la respiracin delante de su pantalla, identific!ndose

    con el peregrino. Esta +presentacin del 7apa como viajero+ #4ayan %&&'( pone de relieve el

    poder de los medios de comunicacin. La puesta en escena se "a convertido en un ingrediente

    esencial de la accin poltica. El viaje de Puan 7ablo 33 no fue slo una peregrinacin, sino que

    cobr el sentido de una reconquista. 2o era el simple reflejo de una comparacin de fuerzas, al

    fin y al cabo desfavorable al $aticano. )odava se recuerda la ocurrencia de Stalin: +el papa,Icu!ntas divisionesJ+. La estancia del papa en 7olonia, tanto por su desarrollo como por su

    %%

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    orquestacin, produjo una situacin nueva.

    unque se suele oponer la representacin y la accin, el espect!culo y la vida, cada vez es m!s

    evidente que la imagen es un aspecto constitutivo de +la realidad+ poltica contempor!nea. Nsta se

    somete a las reglas del juego de la comunicacin. Se "a llegado a considerar el poder de la

    +pantalla+ y de los medios de comunicacin como lo opuesto al ritual bien arraigado de la escena

    poltica ancestral: en el primero, se prima la innovaci#n, pues para estar presente en el escenario

    "ay que renovar continuamente, a falta de mensaje, el soporte del mensajeA en el ritual poltico

    siempre se "ace referencia a una tradici#n y de *sta toma todo su relieve implcita o

    explcitamente. 5tra diferencia caracterstica: la comunicacin moderna tiende a acentuar con

    fuerza la individualidad. El espectador frente a su pantalla espera ver surgir un rostro, est! atento

    a una voz, a un tono: un buen lder es el que "a sabido construir esta +diferencia+ con ayuda de

    los especialistas en marMeting y en medios audiovisuales. 7or el contrario, en el rito, el oficiante

    tiene tendencia a anularse para dejar que "ablen mejor los smbolos, para que su accin se

    inscriba en un sistema de valores que est! por encima de *l y en una "istoria colectiva que todo lo

    englobaA lo que prima es el sistema de valores & de s"mbolosreactualizado por el acto ritual. ?n

    ltimo aspecto importante de la comunicacin poltica moderna es su car!cter des

    territoriali$ado. ?n lder puede comunicar inmediatamente el mensaje que quiera al conjunto del

    planetaA ya no "ay necesidad de desplazar a las masas. 1ada cual vive la poltica en su silln. Nste

    es otro elemento de contraste con las pr!cticas rituales a las que nos "emos referido, ya que enellas est! presente el factor territorio.

    )odas estas observaciones ponen de relieve la existencia de una especie de vaco entre la

    comunicacin poltica moderna y los diferentes aspectos de los rituales que "an prevalecido "asta

    a"ora en las sociedades tradicionales: sacralidad, tradici#n, anulaci#n relativa del individuo

    como soporte de los valores colectivos, territoriali$aci#n de las pr(cticas A al menos a primera

    vista, pues se puede observar que las nuevas formas de comunicacin poltica no reemplazan de

    manera mec!nica a unas pr!cticas que "an conservado intacta su vitalidad: las inauguraciones ylas conmemoraciones no "an desaparecido, y las manifestaciones y los mtines conservan su

    puesto en la vida poltica. 2o es que "aya realmente una antinomia entre el trabajo ritual y la

    utilizacin de los medios de comunicacin, ni muc"o menos, pero cabe preguntarse si *stos

    ltimos no favorecen la emergencia de nuevas formas que combinan los antiguos referentes y los

    procedimientos modernos. Esta cuestin tiene muc"o que ver con la puesta en escena del poder y

    dic"a combinacin se "a podido demostrar #Calandier %&B6,

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    De lo post-nacional a lo ulticultural

    El inter*s que suscita en los antroplogos el tema de los espacios polticos en las sociedades

    estatistas centralizadas "ace que actualmente reflexionen sobre la recomposiciones que est!n

    sufriendo estos espacios y los desplazamientos de escalas que implican. El "ec"o de que unos

    actores polticos puedan desempe-ar una funcin local de primer orden y a la vez participar en el

    gobierno del pas induce a cuestionar la articulacin de los espacios polticos y la construccin

    "istrica de las identidades locales que lejos de ser un dato estable y permanente "a podido ser

    objeto de mltiples recomposiciones con el paso del tiempo. La antropologa de los espacios

    polticos que tiende a reinscribir el +terreno+ en un conjunto ramificado que engloba poderes y

    valores ofrece tambi*n un medio de pensar en el Estado +visto desde abajo+ #b*l0s %&&': 8&(,

    partiendo de las pr!cticas territorializadas de los actores locales, ya sean polticos, gestores o

    simples ciudadanos. La necesidad de planear de un modo pluridimensional las estrategias y los

    modos de insercin de todos los que, directa o indirectamente, participan en el proceso poltico

    no implica en absoluto renunciar al enfoque localizado cuya utilidad "an demostrado los m*todos

    etnogr!ficos. 7ero es importante que se abandone la idea ilusoria del microcosmos cerrado, en

    beneficio de una reflexin sobre las condiciones de produccin de los universos a los que se

    enfrentan los etnlogos.

    7or otra parte, la descripcin de los "ec"os de poder en las culturas no occidentales no solamente

    "ace pensar que lo poltico se inscribe en unos sistemas de referencia diferentes del nuestro, sinoque induce tambi*n a reflexionar, desde un punto de vista comparativo, sobre la co"erencia de

    nuestras propias concepciones. 7ara convencerse de esto basta con remitirse a las obras de L.

    4umont y E. ellner, pues si bien ambos se interesaron en un principio por sistemas de

    pensamiento muy diferentes del nuestro, m!s tarde ofrecieron una reflexin nueva sobre los

    conceptos que articulan la organizacin poltica moderna. 4umont no se conform con

    profundizar en el estudio de las castas en la 3ndiaA al descubrir la repercusin del principio

    jer!rquico en este universo, se propuso definir esta +ideologa "olista que valora la totalidadsocial+, y que opona al individualismo dominante en nuestras sociedades. )ras "aber estudiado

    las condiciones de aparicin del individualismo y la naturaleza conceptual de estos +"omo

    aequalis+ que triunfa en el s. Q3Q, 4umont se asoma al contraste entre las concepciones francesa

    y alemana del Estado@nacin, lo que le lleva a estudiar las formas modernas de la democracia y

    del totalitarismo. La trayectoria y las preocupaciones de este antroplogo recuerdan a las de

    ellner cuyos primeros trabajos sobre /arruecos estaban en la misma lnea de los estudios

    cl!sicos sobre los sistemas segmentarios. Su reflexin le condujo m!s tarde a abordar el espinosoproblema del nacionalismo en los Estados modernos en una obra que constituye una de las

    %>

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    aportaciones m!s importantes a la inteligibilidad de algunos temas de palpitante actualidad.

    1omo consecuencia de un vaiv*n fecundo entre el aqu y el all!, estamos viendo perfilarse una

    verdadera renovacin de problem!ticas, acorde con las transformaciones de este fin de siglo.

    4e este modo, la antropologa de lo poltico "a venido a liberarse de los lmites que

    explcitamente se "aba impuesto ella misma, desde el doble punto de vista del espacio y de la

    duracin, y en la actualidad experimenta un nuevo auge que se "ace eco de la m!s palpitante

    actualidad. 2o tiene nada de extra-o que los interrogantes del mundo contempor!neo movilicen a

    los antroplogos. Casta con fijarse en las mutaciones que caracterizan el ltimo cuarto del siglo

    QQ para darse cuenta de que la nocin misma de poltica rebasa ampliamente la nocin de los

    modos de gobierno y abarca todo un conjunto de procesos que desembocan en la

    desestructuracin y en la recomposicin de formas "istricas que parecan insuperables. ay

    algunos acontecimientos que "an sido determinantes en la reciente coyuntura y el primero "a sido

    el derrumbamiento de un sistema que, adem!s de generar tensiones, era un elemento de equilibrio

    de las fuerzas mundiales. La cada del socialismo y del imperio sovi*tico, al desestabilizar un

    orden mundial, "a vuelto a introducir la contingencia a escala planetaria. ?na consecuencia de

    esta situacin es la fragmentacin de unidades geopolticas cuya fragilidad intrnseca no siempre

    se "aba considerado. Da se trate de las fronteras de

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    organizaciones polticas centrales, concebidas como el triunfo de la racionalidad y del progreso.

    La afirmacin de lo especfico, la instauracin de relaciones entre los espacios territoriales infra@

    nacionales y las instancias europeas, no contribuye necesariamente a debilitar al Estado, sino a

    incorporar unos dispositivos m!s complejos. 7uede dar lugar a rivalidades entre diferentes niveles

    de colectividades como en 9rancia, o al contrario, a fortalecer los equilibrios existentes entre el

    Estado federal y las regiones como es el caso de lemania. En todo caso, esta evolucin induce al

    investigador a replantearse la cuestin del lugar de lo poltico, asociada durante muc"o tiempo a

    la preeminencia del referente Estado@nacin. ellner #%&B>, %%( defini el principio nacionalista

    como el principio que afirma que +la unidad poltica y la unidad nacional deben ser congruentes+.

    "ora bien, esta congruencia es la que plantea los problemas en la actualidad. 5tra cuestin

    oportunamente planteada por C. nderson #%&B>( se refiere a la naturaleza del vnculo que existe

    entre los miembros de una misma nacin. Este autor destaca el car!cter +imaginario+ de esta

    comunidad. La nacin, imaginada como limitada y como soberana, viene a reemplazar la

    influencia de las comunidades religiosas y de los reinos din!sticos caractersticos de la *poca

    anterior.

    ellner y nderson, desde perspectivas diferentes, nos remiten a la necesidad de una reflexin en

    profundidad sobre las pertenencias y las identidades polticas. Sin duda no es casualidad que esta

    tem!tica suponga un reencuentro fecundo entre los antroplogos y los "istoriadores: la

    produccin de una tradicin comn #obsban T (, la construccin simblica de lanacin, "an sido objeto de profundas investigaciones como las que /. gul"on #%&8&A %&B&(

    dedic a /arianne y al simbolismo de la nacin republicana en 9rancia. El "istoriador pone de

    relieve los avatares que presidieron la construccin de una comunidad poltica y las im!genes que

    "a generado. ?na de las lecciones que se puede sacar de estos estudios es que la preeminencia de

    una representacin nacional del vnculo poltico es inseparable de una configuracin y de un

    equilibrio cuya perennidad es imposible predecir. La memoria patritica sigue siendo una

    cuestin esencial: el estudio de la imbricacin de lo simblico y de lo poltico en los actosconmemorativos como la construccin del memorial dedicado a los combatientes americanos en

    $ietnam y los debates que suscit entre los veteranos #Codnar %&&H: >@&( o las exequias de los

    dirigentes "ngaros que fueron eliminados por los rusos en los sucesos de %&6F #Uempleni %&&F(,

    permite entender mejor cmo se cristalizan las representaciones de una ciudadana comn y de

    una patria dividida.

    Los interrogantes que afloran de todas partes sobre la nocin de ciudadana indican que se trata

    de una figura "istrica singular de la relacin entre lo individual y lo colectivo. Esta figura sesuma a la idea de nacin y es inseparable de un tipo de espacio poltico cuya especificidad los

    %6

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    antroplogos est!n en condiciones de se-alar. l mismo tiempo, este espacio poltico est!

    experimentando "oy en da profundas transformaciones y no se puede subestimar esta nueva

    circunstancia "istrica. la antropologa le corresponde analizar sus consecuencias, dado que

    siempre le gust relativizar la forma estatista moderna "aciendo ver la diversidad de formas

    "istricas y geogr!ficas que puede asumir el ejercicio de la poltica. 7ero este trabajo se realiza en

    un contexto in*dito, caracterizado por la intensificacin de las relaciones entre los diferentes

    puntos del globo. La mundializacin, en estrec"a relacin con las mutaciones tecnolgicas y el

    fortalecimiento de las interdependencias econmicas, constituye uno de los fenmenos m!s

    significativos de este fin de siglo. El planeta se "a empeque-ecido y el sentimiento de rareza que

    rodeaba a los pueblos calificados de +exticos+ "a desaparecido por completo. La r!pida

    circulacin de la informacin y de las im!genes contribuye a despojar a estas sociedades del

    aspecto mtico que podan revestir y que las converta en el objeto predilecto del inter*s de los

    etnlogos. "ora se impone el reino de la comunicacin: los medios de comunicacin y el

    turismo ofrecen un f!cil acceso a esta lejana que constituy la *poca dorada de la antropologa.

    Si "ay una alteridad, ya no se identifica con lo remoto, sino que forma parte de nuestra

    cotidianeidad. D salta al primer plano una cuestin poltica esencial, la de las relaciones

    interculturales, la promiscuidad y la pluralidad de culturas que alteran los espacios polticos y las

    instituciones de poder. Este interrogante concierne a los antroplogos en la medida en que, como

    dice Calandier: +El conocimiento de las aculturaciones provocadas desde fuera... parece quepuede ayudar a un mejor entendimiento de la modernidad autoaculturante+ #%&B6 %FF(.

    ?n objetivo de la antropologa poltica es informar de las consecuencias que puede tener la

    mundializacin en el funcionamiento de las organizaciones y de las instituciones que gobiernan la

    economa y la sociedad. El transnacionalismo no es slo una caracterstica del capitalismo

    contempor!neo, sino que condiciona igualmente las relaciones de poder y los referentes

    culturales. s, vemos aparecer nuevas configuraciones institucionales supranacionales, como la

    ?nin Europea en la que se encuentran reunidos representantes de culturas y de tradicionespolticas diferentes que trabajan en la armonizacin de las legislaciones y en la construccin de

    un proyecto globalizante. Esta configuracin plantea varios interrogantes a la antropologa

    respecto a las consecuencias de esta confrontacin permanente entre identidades diferentes

    #/c4onald, %&&F( entre lenguajes y tradiciones administrativas "eterog*neas #Cellier %&&6(

    dentro de una empresa poltica comnA la invencin de formas de cooperacin en un marco

    burocr!tico m!s amplio #UabusMy %&&6(A los efectos pr!cticos y simblicos de la

    desterritorializacin y del cambio de escala en estos nuevos lugares de poder #b*l0s %&&;,%&&F(.

    %F

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    El caso de las administraciones nacionales en las que la "omogeneidad de pensamiento y de

    accin puede aparecer garantizada por la unicidad de la lengua y por el "ec"o de que los

    funcionarios poseen el mismo tipo de formacin parece contradecir este tipo de afirmaciones. Se

    podra pensar que una burocracia sumada a un corpus vigoroso de valores y conceptos que

    contribuye a reproducir, est* relativamente al abrigo de evoluciones exteriores. En la pr!ctica no

    es as. 7ara convencerse, "ay que remitirse a los estudios de erzfeld #%&&;( sobre la burocracia

    griega moderna y la forma como se "a puesto en pr!ctica un lenguaje, met!foras y estereotipos

    que constituyen los principales elementos de una verdadera retrica. Nsta ltima, lejos de ser la

    simple expresin de un +sistema+ previamente constituido aparece como un elemento esencial del

    proceso estatista. dem!s del recurso permanente a los estereotipos y al uso de un lenguaje que

    cosifica y fetic"iza, es toda una configuracin simblica lo que perfila las posturas respectivas de

    unos y otros. 7ero los enunciados que circulan en la +m!quina+ burocr!tica apelan a recursos

    significantes que remiten a estratos "istricos tan "eterog*neos como la democracia antigua y el

    imperio otomano. /!s prximo a nosotros citaremos el caso del servicio pblico en 9rancia y las

    agitaciones que experimenta la institucin, dividida entre la vieja concepcin republicana y la

    necesidad de incorporar una problem!tica liberal en el contexto de la apertura a la competencia

    europea. Esta perspectiva tiene una repercusin directa en la pr!ctica cotidiana de los

    funcionarios pues a"ora la partida se juega en un espacio que supera el estricto marco nacional.

    El empleo de conceptos y de un vocabulario de +management+ que mezcla el franc*s y el ingl*s,y la referencia frecuente a +Cruselas+ ponen bien de manifiesto esta remodelacin intelectual. Sin

    ninguna duda, algo "a cambiado en el corazn mismo del marco estatista@nacional: unas fronteras

    "asta a"ora impermeables se encuentran difuminadas por esta circulacin acelerada de ideas.

    Icaso se impone un modelo global uniforme y "egemnicoJ

    Esto es lo que parece que debera confirmar nuestro segundo ejemplo, el de las empresas

    multinacionales implantadas en un pas reci*n convertido a la economa de mercado. 7ues bien,

    en la pr!ctica, las cosas son m!s complejas: en los pases del Este, se comprueba que la inyeccinde una cultura de empresa made in )*Ano significa la sustitucin pura y simple del antiguo

    orden por otro nuevo.

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    determinantes en el funcionamiento de la institucin.

    La dial*ctica de lo poltico y de lo cultural en el universo transnacional en el que estamos

    sumergidos "oy en da requiere nuevos estudios en los que la aportacin de la antropologa cobra

    todo su relieve sin que esto suponga un menosprecio a las aportaciones especficas de la ciencia

    poltica y de la sociologa de las organizaciones. Los procesos de poder que traspasan las

    instituciones en unas organizaciones sociales y culturales cada vez m!s complejas se entender!n

    mejor partiendo de un enfoque que tenga en cuenta el entrecruzamiento de las relaciones de

    fuerza y sentido en un universo en plena mutacin. Nste es el desafo que la evolucin del mundo

    moderno lanza a la antropologa. ceptarlo no supone renegar de una tradicin que nos "a

    ayudado a entender mejor las sociedades m!s alejadas de las nuestras, sino ensanc"ar un campo

    de investigacin que d* cabida a los problemas de nuestros contempor!neos.

    !eferencias

    CNLVS, /. %&B&.+ours tranquilles en -. Ethnologie et politique d'un dpartement %ran/ais.

    7ars: 5dile Pacob.

    CNLVS, /. %&&'.Anthropologie de l'0tat,. 7ars: rmand 1olin.

    CNLVS, /. %&&;.La vie quotidienne au Parlement europen. 7ars: ac"ette.

    CNLVS, /. %&&F.En attente d'Europe. 7ars: ac"ette.

    ?L52, /. %&8&.Marianne au combat. L'imagerie et la s&mbolique republicaines de 12-a 13. 7ars: 9lammarion.

    ?L52, /. %&B&.Marianne au pouvoir. 7ars: 9lammarion.

    mselle, P.L. %&&'.Logiques mtisses: anthropologie de l'identit en A%rique et ailleurs. 7ars:

    7ayot.

    24E. !magined 4ommunities: 5e%lections on the 6rigin and *pread o%

    ationalism. Londres: 2e Left CooMs.

    ?N, /. %&&H.Pour une anthropologie des mondes contemporains. 7ars: ubier.CL243E

  • 5/19/2018 M. ABELES -Antropologa Poltica

    19/19

    Tentieth 4entur&. 7rinceton: 7rinceton ?niversity 7ress.

    4D2, 4. %&&'. +7r*sentation du pape en voyageur. )elevisin, exp*rience rituelle,

    dramaturgie politique+. Terrain, %6, %>@;B.

    4