Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

Embed Size (px)

Citation preview

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    1/52

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    2/52

    E S T O Y L L f l H f l H D OA L f l P U E R T O

    Cario Hara Hart in i

    p p c

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    3/52

    1 .a edicin: noviembre 19932. a edicin: febrero 1994

    Traduccin: Rafael Prez RealDiseo de cubierta: Estudio SM Edizioni PiemmeVia del Carmine, 515033 Csale Monferrato (AL)Italia PPC S.A. Editorial y DistribuidoraEnrique Jardiel Poncela, 428016 Madrid

    ISBN: 84-288-1123-7Depsito legal: M-3736-1994Fotocomposicin: Grafi l ia, S.LImpreso en Espaa / Printed n SpainImprenta SM C/ Joaqun Turina, 3928044 Madrid

    P R E M I S A

    P e r d n , n o t e n g o t i e m p o Esta ca r t a pas to ra l es e l f ru to de una p rev i a dec i s inma muy senci l l a : l a de tener t iempo de escr ib i r l a .Tamb in tu l ec tu ra de es tas l neas , que r ida l ec to ra yquer ido lector , es e l f ru to de una decis in: Quiero tene r un r a to pa ra l ee r una pa r te a l menos de es ta ca r t a .Los dos es tamos un idos po r una dec i s in pequea ,

    pe ro s ign i f i ca t i va : tene r t i empo pa ra a l go que nos pa rece impor t an te , yo pa ra escr i b i r te y t pa ra l ee rme .Dec is in pequea y , s i n emba rgo , d i f c i l , pues todoso cas i todos tenemos muchas cosas que hace r . Po r esodec imos que no tenemos t i empo y nos sen t imos ap re miados por e l curso de los d as, molestos por los p la zos que se nos echan enc ima y es tn a pun to de desb o r d a r n o s .Mu ch a s ve ce s n o s d i scu l p a mo s a n t e co sa s q u e c o n s i d e r a mo s q u e d e b e r a mo s h a ce r co mo a co mp a a r auna pe rsona que es t so l a , escr i b i r una ca r t a de fe l i c i t ac in a un amigo , acoger a un neces i t ado con es taexp res in : Perdn , no tengo t i empo .Ta l vez pocos de noso t ros imag inan que una expe r i enc i a t an co t i d i ana y , f recuen temen te , t an desa len ta do ra ocu l t a un g ran teso ro : e l de nuest ra l l amada a d i s f ru ta r de un t iempo no desgastado por e l r i tmo inexorab le de l c ronmet ro , s i no ca rgado de una p len i tud queno desengaa ; un t i empo de ve rdad , en exc lus i va pa ra

    5

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    4/52

    nosotros y los dems; un tiempo que podemos pasarcon alborozo, armona, entusiasmo, frescura y paz.Mi carta quiere abrirte la puerta al descubrimiento gozoso de un tiempo nuevo y real que ha entrado ya, oquiere entrar, en tu vida.Qu clase de tiempo? Cmo nos penetra y sanade nuestras neurosis y de la angustia del paso de losdas? Por qu no nos hemos fi jado hasta ahora en estedon esplndido y esta fantstica posibil idad? De qumodo la acogida de ese don cambia nuestra vida?Esta carta quiere responder a algunas preguntascomo stas. Espero que no tengas que decir despusde haber ledo las primeras lneas: Perdn, no mequeda tiempo para seguir leyendo, sino que sabrsreservarme algn retazo de tiempo que te permita escuchar la bonita noticia que quiero darte.

    INTRODUCCIN

    Estoy l lamando a la puerta. Maraa tha: Ven, Seor!Con esta carta me ha ocurrido lo mismo que con lasotras, que he dudado mucho tiempo sobre su ttulo. Hebarajado muchos, o me los han sugerido a decenas.Cada uno tena sus ventajas o su suti leza, pero al finalno me convenca y segua buscando.Finalmente, cuando casi me haba decidido por el

    grito misterioso de Maraa tha, Ven, Seor!, opt porla afirmacin Estoy l lamando a la puerta. Lo hice asporque esa frase constituye la premisa de la invocacinVen, Seor!. T que ests realmente a la puerta, tque ests l lamando como amigo para entrar, decdete,ven! No quiero hacerte esperar ms, te he reconocido,voy a abrirte con alegra!Debemos explicar el significado de estos dos ttulos.1. En primer lugar, una explicacin de Maraa tha!Es una palabra aramea ( la lengua hablada por Jess)que significa Ven, Seor!. Se trata de un grito surgido del corazn de los primeros discpulos que el propio san Pablo conserv en su diccin original, aunquel escriba en griego. En la primera carta a los cristianos de Corinto, el Apstol concluye con estas palabrasescritas con su puo y letra (generalmente dictaba lascartas a un secretario): Este saludo final es de mipuo y letra: Pablo. Si alguno no ama al Seor, sea

    maldito. Maraa tha! Ven, Seor! Que la gracia de Je-

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    5/52

    sus, el Seor, est con vosotros. Os amo a todos vosotros en Cristo Jess (1 Cor 16,21-22). La carta estescrita en el ao 57 d.C, pero la frase se remonta alcomienzo del cristianismo. Es la invocacin ms antiguaque conocemos de la comunidad cr ist iana. Con esasmismas palabras, pero en lengua gr iega, concluye elNuevo Testamento: Ven, Seor Jess! (Ap 22,20).Todas estas invocaciones (cf. tambin Ap 22,17: ElEspritu y la Esposa dicen: Ven!) expresan el anhelodel hombre por un acontecimiento resolutivo que vengaa sanar o rescatar su vida en un t iempo cargado deamargura, de angustia y de soledad. Es el anhelo porla venida del tiempo de Dios al tiempo del hombre.2. Vendr ese tiempo? Est viniendo? Y cmo vivir mientras tanto? Interviene la afirmacin que he elegido como ttulo definitivo de la carta: Estoy llamando aa puerta. Es una cita recogida de la ltima de las sietecartas a las iglesias con las que se abre el Apocalipsis:Mira que estoy l lamando a la puerta. Si alguno oye mivoz y abre la puerta, entrar en su casa y cenar conl y l conmigo (Ap 3,20). Es una expresin de incomparable densidad en la que ecos del Antiguo Testamento (por ejemplo Is 20,5) se unen a reminiscenciasde palabras de Jess (cf. Jn 14,23; Le 22,29-30) paraindicar la certeza de su venida, el carcter misteriosode la misma, la v ibracin de la espera, la a legra delencuentro inminente, la fel icidad que ste traer consigo para siempre.El conjunto de estos sentimientos caracteriza la actitud a la que el Nuevo Testamento se refiere con frecuencia: la vigilancia. Es el modo de situarse una Iglesia que no vive abstrada sobre s misma ni slo sobresu presente, sino sobre su Seor y lo que l preparapara el futuro de la humanidad.Con la imagen del Seor que est llamando a lapuerta (veremos posteriormente que se trata de una8

    imagen pol ivalente y sugiere una ampl ia gama de significados), voy a concluir el ciclo de los programas pastorales de estos aos, dedicados respectivamente a laeducacin (1987-1990), a la comunicacin (1990-1992)y ahora a la vigilancia.Por qu vigilar?

    La ltima enseanza de Jess, segn el evangelio desan Lucas, es una exhortacin a vigi lar: Velad, pues,y orad en todo tiempo, para que os l ibris de todo loque ha de venir y podis presentaros sin temor ante elHijo del hombre (Le 21,36). Ese mismo discurso termina as en la versin de san Marcos: Cuidado! Estadalerta, porque no sabis cundo l legar el momento...As que velad... Lo que a vosotros os digo, lo digo atodos: Velad! (Me 13,33-37; cf. Mt 24, 42-51 ; 25,1-13) .Y antes de su prendimiento, Jess exhorta a los discpulos dicindoles: Quedaos aqu y velad... Simn,duermes? No has podido velar ni siquiera una hora?Velad y orad para que podis hacer frente a la prueba(Me 14,34.37-38; cf. Mt 26,38.40-41).La exhortacin a vigi lar, a estar alerta, a tenercuidado la recuerdan los apstoles y los discpulos ennumerosas ocasiones: Cuidad de vosotros mismos yde todo el rebao... Estad alerta y acordaos de quedurante tres aos, noche y da, no me cans de amonestar con lgrimas a cada uno de vosotros (Hch20,28.31). Velad, permaneced firmes en la fe; sedhombres, sed fuertes (1 Cor 16,13). Vivid con sobriedad y estad alerta. El diablo, vuestro enemigo, rondacomo len rugiente buscando a quien devorar (1 Pe5,8). Se trata de una vigi lancia sobre s mismo (cf. 2 Jn8), sobre la propia conducta (cf. Ef 5,15) y sobre elministerio recibido (cf Col 4,17).

    9

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    6/52

    La vigilancia que recomienda el Nuevo Testamento serefiere a todo el hombre espritu, alma y cuerpo (cf.1 Tes 5,23) y afecta a todas las esferas relacinales dela persona: la relacin consigo mismo, con las cosas,con los dems y con Dios.Los Padres del desierto se hacen eco de las exhortaciones neotestamentarias: Slo tenemos necesidadde un espritu vigilante, dice Abba Poemen. Y san Basilio, el gran padre de la Iglesia, contemporneo de sanAmbrosio, termina sus Reglas mora/es preguntndose:Qu es propio del cristiano? Vigilar cada da y cadahora para estar preparado a cumplir perfectamente loque agrada a Dios, sabiendo que el Seor viene en lahora menos pensada. Afirma en una homila: No bastara el da entero si comenzara a exponer toda la importancia del mandato: Cuidado contigo mismo, s vigilante.Vigilar, por tanto, no es una actitud marginal de lavida cristiana, sino que resume la tensin caractersticahacia el futuro de Dios al articularla con la atencin ycuidado por el momento presente. La vigilancia resultaespecialmente actual en tiempos de crisis o de extravo,es decir, cuando la falta de perspectivas histricas, unida a cierta abundancia de bienes mater iales, amenazacon adormecer la conciencia en el disfrute egosta delo que se posee y se olvida la seriedad de la hora y lanecesidad de opciones valientes y austeras.Pues bien, ese tiempo de crisis es el nuestro! Mientras nos preparamos a celebrar el segundo milenio delnacimiento de Cristo, la exhortacin a vigilar se repiteen los discursos de Juan Pablo II ya a partir de su primera encclica, dada la importancia de este tiempo devsperas del ao 2000 (cf. Redemptor hominis, n. 1).Vigilar viene a ser la sntesis de todo el ciclo de losprogramas pastorales diocesanos comenzados en 198010

    co n La dimensin con templativa de la vida \ pues losresume a todos al colocarlos en su ambiente, que es elde la vida eterna y divina que se nos ha dado en Cristoy que desembocar en la plenitud del encuentro caraa cara con el Padre en el Espritu Santo para un tiemposin fin.Mi carta trata el tema de la esperanza 2, pero nopara decir melanclicamente: Hoy hay poca esperanza, o para exhortar retricamente a tener ms esperanza, sino para invitar a abrir el corazn a la esperavigilante del Seor Jess, que irresistiblemente viene ynos inunda desde ahora con una esperanza slida yluminosa. Muchas tristezas de los cristianos y numerosas angustias que roen los corazones de bastante gente provienen de la incapacidad de vigilar en vibranteespera de ese gran don y de ese gozoso encuentro.Debemos aprender a reconocer en nuestro tiempo cotidiano los signos de la venida de Jess resucitado.La vigilancia en el Nuevo Testamento no es una simple actitud tica hecha de atencin, cuidado y sobriedad ; es ms bien una vigilancia movida por la esperade la vuelta del Seor Jess* por la espera de la irrupcin definitiva de la vida eterna y del Reino en la existencia de cada uno de nosotros y en toda la historia.Vigilar es una tensin interior, fruto de la esperanza cristiana orientada al futuro de Dios.

    ' Cf. La dimensin contemplativa de la vida (1980); En el principioera la Palabra (1981) ; Atraer a todos hacia a m (1982); Salida deEmas (1983); Hacerse prjimo (1985); Dios educa a su pueblo(1987); Itinerarios educativos (1988); Educar todava (1989); Effat,brete (1990); La orla del manto (1991). Cf. tambin los apartados 7y 8 del captulo III de esta carta.2 Tngase presente la tercera de las preguntas que Kant pone alf inal de su Crtica de la razn pura, que l considera que definen alhombre. Son sta s: 1. Qu puedo conocer? 2. Qu debo hacer?3. Qu puedo esperar? Kant empa lma la tercera pregunta con latensin religiosa del hombre.11

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    7/52

    Evidentemente, no podemos considerar en estas pginas los horizontes i l imitados que la esperanza cristiana abre o evoca. Bastar con inspirarnos en ella parailustrar la tensin espiritual y moral que tantsima importancia tiene hoy.La carta comprende cuatro captulos:En el primero se examina nuestra incapacidad para

    reconocer los signos del Seor que l lega. Esa incapacidad se resume en esa frase tan caracterstica denuestra vida cotidiana: No tengo tiempo, entendidacomo signo de la neurosis tpica de una sociedad queignora el valor verdadero y el sentido del tiempo, y sedeja l levar por el torbell ino de la prisa y la angustia.El segundo captulo anuncia lo contrario: Dios tienetiempo para el hombre!. Nos ofrece el don de sutiempo, es decir, de su modo de ser, de su vida, queinunda nuestro tiempo de gozo y expectacin, y estllamando a la puerta precisamente para brindarnosese don.El tercer captulo describe la tica de una comunidadque est pendiente de la puerta para abrir al Seor,que ha acogido el anuncio del tiempo de Dios quecambia los tiempos del hombre.El cuarto captulo presenta algunos itinerarios de lavigilancia: signos, tiempos y momentos en los que laesperanza cristiana transfigura el presente y lo rescatadel ansia y la frustracin para abrirlo a una esperanzade eternidad.

    Podemos titular cada uno de los cuatro captulos conuna de las invocaciones del Padre nuestro, la oracincristiana ms antigua, del mismo Jess, y que puedeconsiderarse la oracin del cristiano que vigila. Con laexpresin lbranos del mal pedimos que se nos librede ese mal oscuro que es en el fondo el miedo de lamuerte (I). Santificado sea tu nombre es la accin de12

    gracias y el jbilo por el tiempo de Dios dado al hombre (II). Venga a nosotros tu Reino connota la espiritualidad del cristiano que vigila y ora a la espera delSeor que viene (III). Danos hoy nuestro pan de cadada es la peticin humilde de los signos e instrumentos(IV) que nos permitan perseverar vigilantes aun cuandola noche es larga 3 y parezca que el Seor tarda envenir (cf. Mt 25,5).

    3 Cf Liturgia ambrosiana de las Horas, Lucernario de los Viernesde la III semana. Tambin es significativo al respecto el estribillo aunque es de noches de l Cantar del alma que se huelga de conocer aDios por fe, de San Juan de la Cruz.13

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    8/52

    Captulo primeroNO TENGO TIEMPO

    Decimos y escuchamos tan a menudo la frase notengo tiempo, que nos parece el reflejo de una experiencia comn. Percibimos de manera aguda la desproporcin entre el tiempo que tenemos y las cada vezms numerosas oportunidades a nuestra disposicin,juntamente con los mltiples plazos, urgencias y esperas que nos atosigan.Sin embargo, se aplacara nuestra inquietud si pudiramos prolongar i l imitadamente nuestro tiempo, sipudiramos disponer, como tal vez podemos desear,de un da de cuarenta y ocho horas en vez de veinticuatro? Claro que conseguiramos hacer ms cosas(por lo menos eso creemos). Pero es eso lo que necesitamos? Creo que no. La ansiedad que nos atrapaal pensar en el paso del tiempo no depende del nmero de horas de que disponemos.Lo que nos acosa e inquieta no es la falta de tiempoen cuanto tal, ni la multitud de compromisos que parecen pesar sobre nosotros, o la complejidad de los problemas que debemos resolver. Ms bien es la percepcin del hecho de que el sentido de nuestra existenciadepende estrictamente del tiempo. Nos damos cuentaen algn momento como si una punzada nos alcanzara el alma de que nuestra vida consiste exactamente en tener tiempo, y que no tenerlo significa morir.

    15

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    9/52

    Por otra parte, nada de lo bueno que conseguimos realizar u obtener logra detener el tiempo o retenerlo deforma estable y definitiva en nuestra vida. Apenas conseguido, todo debe hacer frente de nuevo al tiempoque pasa, con sus incgnitas y el declive que lo acompaa .Por consiguiente, es el tiempo mismo con su pasoinexorable, con su mudo lenguaje de finitud y con suimplacable marcha hacia el f inal e l que genera angustiay necesidad de huida. El tiempo que fluye resuena ennosotros como una revelacin continua de nuestra condicin de seres l imitados y encaminados sin piedad niescapatoria hacia la muerte. En el fondo, de esto es delo que tenemos miedo y de lo que nos defendemos atoda costa.Por dos caminos tratamos de eludir el problema delfinal inevitable del tiempo y de conjurar la imagen de lamuerte que asoma en cada anhelo, grande o pequeo,de la vida. Son la ostentacin de nuestro dominio sobreel tiempo y la obsesin de evitar a toda costa su dominio sobre nosotros.Un historiador contemporneo l lega, mediante un amplio estudio del tema, a esta constatacin: la margina-cin progresiva de la muerte en las modernas sociedades industr ia les4. Una verdadera prohibicin de lamuerte se ha impuesto en nuestros pases, donde lamedicacin de la enfermedad y de la vejez, con el consiguiente secuestro de los pacientes y los ancianos hacia los mrgenes del tiempo socialmente compartido,l leva cada vez ms a considerar las situaciones lmitecomo extraas a las condiciones de la vida ordinar ia.

    4 P. ARIES, Storia della morte in Occidente dal Medioevo ai giorninostri, Miln 1978; L'uomo e la morte dal Medioevo a oggi, Bar 1980

    Este fenmeno de conjuro del final es ms vasto de loque parece.En las pginas siguientes quiero ayudar a desenmascarar esta operacin de cosmtica de la muerte que es,a la postre, una autntica perversin del significado deltiempo, pues nos hace vivir una i lusin peligrosa, nosaleja de la comprensin autntica de nosotros mismosy del nico modo que tenemos de poseer realmentenuestra existencia.1 . La resistencia a ul t ranza: desaf iar e l t iempo con laostentacin del tener y el hacer

    La semilla que cay entre cardos se refiere a losque.. . se ven atrapados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida (Le 8,14). Marta,Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas (Le 10,41). Las palabras de Jess son el eco deuna experiencia universal, que es la del deseo de exprimir el presente hasta el mximo, la de la obsesinpor aprovechar todos los instantes y recursos del tiempo de que se dispone para exaltar la importancia de loque se es y de lo que se tiene.El tiempo es oro, dice un proverbio, y hay que espabilarse para que rinda al mximo. El proverbio latinocorrespondiente es el carpe diem: atrapa el instantefugaz! Coged de vuestra alegre pr imavera/el dulcefruto, antes que el t iempo airado/cubra de nieve la hermosa cumbre.Total, que si el tiempo pasa, persigmoslo sin treguapara disponer de l lo ms que podamos. Si nos acucia, hagmosle frente con mpetu para sacar de l todas las satisfacciones posibles antes de que nos derrote. Si nos roba la energa, sepamos prevenirnos conastucia l lenndolo de bienes y comodidades sin perder

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    10/52

    un solo instante. Son incontables los modos de llenar eltiempo con la ilusin de que lo poseemos.En primer lugar, el dinero. Si el tiempo es oro, dinero,la acumulacin de dinero y la l ibertad de gastarlo mepersuaden de que soy dueo del tiempo, del mo y delde los dems. Y puedo l legar a pensar que mi tiempovale mucho nicamente porque supone mucho dinero,o que el tiempo de los dems vale poco nicamenteporque yo puedo comprarlo para mi provecho.Tambin la ambicin de poder, entendido como exaltacin de la fuerza, del xito, de los buenos resultadosen todos los campos de la vida, es un modo engaosode poseer el tiempo. El poder, por ejemplo el poltico,buscado como fin en s mismo, como embriaguez de lapropia potencia y del propio dominio sobre el otro, genera la impresin de poder durar a despecho del tiempo y prolonga la fantasa de impedir su desgaste sinque nos atropelle.A su vez, la espasmdica bsqueda de placer en todas sus formas tiende a neutral izar el tiempo, es undesafo a su caducidad. Llenar el da y la noche deexcitaciones, concentrarse quisquil losamente en el esmero del propio placer corporal, del bienestar fsico ypsquico, significa agarrarse a la vida biolgica pensando que el tiempo de su disfrute es todo el bien de quepodemos disponer.Hacer ostentacin de riqueza, poder, seguridad, salud y activismo son expedientes para conjurar la angustia del tiempo que se nos escurre de las manos. Hablaba de una cosmtica de la muerte precisamente porque tratamos de embellecer la extincin del tiempo, quees smbolo de la muerte, exaltndonos con el consumode bienes ilusoriamente duraderos. El conjuro funcionacomo un truco pensado para prolongar nuestra partida con la muerte. A pesar de todo, sabemos que la18

    partida no podr durar infinitamente y que la muertejugar la ltima carta.Ser posible que bajo esta verdad, que alimentanuestra angustia, se esconda tambin otra verdad capaz de l iberarnos? Cabe pensar que en el afn quenos empuja a recorrer caminos i lusorios haya una provocacin saludable que deberamos valientemente poner sobre la mesa? Con otras palabras, estamos tanseguros de que la muerte es, bajo todos los aspectos,el final del tiempo?2. La evasin resignada: anestesiar el t iempo con elculto de la negligencia y de la transgresin

    Procurad que vuestros corazones no se embotenpor el exceso de comida, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, porque entonces ese da caer deimproviso sobre vosotros. Ese da ser como una trampa en la que caern atrapados todos los habitantes dela tierra (Le 21,34 ss).En la orilla opuesta a la ilusin que pretende poseerel tiempo, se encuentra la melancola de quien percibesu fluir como un hecho inevitable contra el que de nadavale luchar y ms vale ahogarse en la evasin. Las dosactitudes resistencia y evasin estn perfectamenteensambladas: puede decirse que la segunda es consecuencia de la primera cuando se hace clara la i lusindel tener y del hacer. En realidad, de algn modo pasamos de una a otra forma de sentir porque no podemos afirmarnos establemente en ninguna de las dos. Nila misma desesperacin puede durar indefinidamente,pues impone al hombre cierta decisin de salir de ella;la presin a la que le somete le obliga efectivamente atambalearse.

    De qu modo se puede evitar realmente la deses-

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    11/52

    peracin? La forma trgica es optar por la muerte. Eltiempo y su opresin se neutral izan del modo ms radical con la anticipacin drstica del f inal . Se trata deuna opcin que no suele asumir, menos mal, la formadirecta e inmediata del suicidio, sino que se presentacon formas ms engaosas y no menos trgicas: las deuna vida fundamentalmente apagada. Una vida quesobrevive cronolgicamente a su fin, de alguna maneraanticipado y anunciado. Pienso en la droga real y verdadera, y en un cierto tipo de vida drogada, en laque el hombre busca, en la esclavitud, algo que le eviteel esfuerzo de pensar y de querer, una compensacina la incapacidad para proyectar su futuro. Esta bsqueda de xitos tan humillantes y dramticos, desgraciadamente es homognea con la difusa y suti l legitimacin ideolgica del hedonismo contemporneo queadorna el sometimiento al estmulo del placer con losvalores de la emancipacin y de la conquista de unomismo.Estar disponible a cualquier experiencia, juzgndolaexclusivamente en atencin a las sensaciones ms omenos intensas que de ella se derivan, tal vez para demostrarse a uno mismo y a los dems un despreocupado dominio del tiempo; atreverse hasta el l mite porel discutible honor de transgresiones que hacen quenos sintamos muy especiales. En esta bsqueda, queinduce en realidad a dejarse devorar pasivamente porla i lusin de una eterna adolescencia, est el signo deuna desesperada huida del t iempo. Ingenua estrategiala de la evasin, en la que el hombre se abandona deltodo al consumo posiblemente irresponsable del tiempo, a travs del cual trata de pasar como en una especie de placentero aturdimiento que haga insensiblesa lo feo y penoso. As se neutral iza el peso del tiemposobre el que estamos obligados a reflexionar, a decidiry a ser responsables: el tiempo de la formacin perso-

    nal, de la convivencia famil iar, de la aplicacin al trabajo y del vnculo social, tiempos inevitablemente afectados por la rutina y la banalidad, por el riesgo y elcansancio, por el error y la culpa, por una serie de tensiones y sufrimientos muy difciles de soportar y a losque preferimos no mirar a la cara.Est claro que es intenso el impulso a esquivar eltiempo que transcurre. Radicada en la esfera ms profunda de nuestra conciencia, la angustia del final surgeen los lugares ms imprevistos, hasta en lo ntimo de laconciencia religiosamente orientada. Se suscita inclusola sospecha de que algunas formas de las l lamadasnuevas religiosidades estn objetivamente en concomitancia con la huida intensa de la l ibertad que se describe como tpica de nuestro tiempo. Se trata de formasque suelen caracterizarse por la exaltacin experimen-tal ista de la religin, lo que anima a dar prioridad a suuso excitante y anestsico. Frecuentemente estn relacionadas con una precipi tada aceleracin escatolgi-ca de la historia, lo que l ibera a sus adeptos de todaresponsabil idad ante la vida presente. En realidad nohay un verdadero ejercicio de la vigilancia, es decir, dela capacidad de aceptar la provocacin del t iempo, queinduce al hombre al r iesgo de la l ibertad. A Dios no sele encuentra en la huida de la l ibertad o en la obsesinde l final, ni tampoco al hombre.

    3. Vigilar: estar a tentos y tener cuidadoHay otro modo de hacer frente al problema. Entre lai lusin de poseer el tiempo y la desesperacin por sumenoscabo, se encuentra una acti tud completamentedistinta, evocada por el trmino vigilar.Vigilar significa en primer lugar velar, estar despiertos, permanecer alerta. La Imagen ms inmediata es la

    21

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    12/52

    de quien no deja que le sorprenda el sueo cuando elpeligro amenaza, o un hecho extraordinario y emocionante est a punto de suceder. Vigilar significa atendercon amor a alguien, guardar cuidadosamente algo quevale mucho, defender valores importantes que son del icados y frgiles. Vigilar, en cualquier caso, exige estaratentos, ser perspicaces, estar despiertos para entender lo que acontece, ser agudos para intuir la direccinde los acontecimientos y estar preparados para hacerfrente a la emergencia.Estar despiertos, por consiguiente, estar atentos, tener cuidado y vigilar. Vigila la esposa que espera alesposo, la madre que espera al hi jo lejano, el centinelaque escruta en la profundidad de la noche; vigila elenfermero junto al enfermo, el monje en la oracin nocturna; vigilan los hombres y las mujeres que estn preparados para recoger las seales de ayuda de sus amigos en peligro, de sus hermanos en el dolor, de suprjimo en dificultades; vigila la comunidad de los creyentes que reacciona con rapidez a la t ib ieza y al cansancio que la alejan del amor de los comienzos. Vigilauna sociedad civi l que advierte con prontitud los signosde su degradacin, que se yergue contra la corrupcindesbordante, que combate el desinters por el bien comn, que no se resigna al abandono de sus instituciones pblicas y a la casualidad de los ritmos vitales quesignifican siempre el triunfo de los prepotentes y los astutos.

    Vigilar es la capacidad de volver a encontrar el tiempo necesar io para tener cuidado de la cal idad no meramente clnica y comercial de la vida, el tiempo paraaprender a reconocer el significado de nuestras emociones, impulsos y tensiones, para no removerlas conprisa excesiva anestesiando el posible disgusto quenos traen, lo que esteri l iza la profundidad de la experiencia en la que podran introducirnos. La costumbre

    del consumo superficial de sentimientos nos vuelve frgiles. Atribuir a la accidental inmediatez de las emociones una funcin decisiva para nuestra identificacin ynuestra conducta (yo ahora me siento as, me comporto as, decido as), nos expone al grave riesgo deconceder a la presin de las circunstancias un poderabsoluto sobre nuestro destino. Si no estamos vigilantes, sern nuestros reflejos condicionados y no nuestroyo quienes decidan por nosotros. sta es una labor incompatible con la dignidad del hombre y curiosamentecontradictoria en relacin con la celosa defensa de lal ibertad individual, que tan claramente distingue a nuestra cultura.De la esteri l idad de las emociones y de la i lusin ala que nos expone una vida sentimental sin discernimiento, nos protege el cuidado vigilante del tiempo vivido. Podemos decir, sin embargo, que todas las formas de vigilancia, que ejemplifican las cualidadesesenciales de la misma, son momentos peculiares dela gran vigi lancia que es la existencia humana ante eltiempo definitivo que l lega: el tiempo de la vida eternacon Dios, que es como la gran fiesta de la vida, a laque est destinado cualquier hombre que viene a estemundo, en espera de ser formalmente invitado a ellaapenas sea capaz de decidir por s solo.Expresin de la dimensin vigilante del tiempo vividoes la espera cristiana del Seor que viene: en el fluirdel tiempo, para rescatar el deseo del hombre y restituirlo a su l ibertad; al final del tiempo, para sellar elt iempo de la espera y la esperanza recproca de unacomunin irrevocable.Vigilar es, por consiguiente, disponibil idad para cultivar, sin esconder la emocin que antes o despus brota en cualquier hombre, el presentimiento de una profundidad de la vida y del tiempo, de los gestos y delas cosas, del cuerpo y del alma, que resuena en nues-

    23

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    13/52

    tra conciencia como una promesa. Una verdad deltiempo vivido que no nos proyecta simplemente msal l, lejos de los trabajos y los das que acompasanlos ritmos de nuestra vida cotidiana, sino que recorresu trama con un precioso hilo de delicados estremecimientos y fulgurantes intuiciones.Es verdad que muchos acontecimientos l laman a mipuerta, que se me pide que tenga t iempo para muchascosas y se me ofrece que lo comparta o lo ceda demltiples maneras. En el tiempo de nuestra existenciaalguien l lama siempre a nuestra puerta; en momentosdecisivos, esta l lamada nos parece enigmtica y annima. Los hombres hablan de la suerte que l lama ala puerta, y, con ms frecuencia, del destino. Encualquier caso, y para todos, se trata del final del tiempo y de la muerte, que tal vez acepta un ltimo desafoa una part ida de ajedrez como en la conocida pel cula de Bergman, pero que al final, de ningn modoespera que se la invi te a entrar en nuestra casa.Pero si permanezco vigilante y trato de tener despiertos los sentidos y el espritu frente a todo lo que eltiempo mueve cerca de mi casa, podr reconocer enlos golpes que suenan en mi puerta la voz del Seor ydistinguir el tono amistoso que pide entrar a cada instante. La angustia del futuro y de la muerte suavizaras su ahogo mortal y la zozobra del presente se disi

    par en la emocionante tensin de la espera.La soledad en la que terminamos por encontrarnospuede ser vencida si l legamos a saber que hay alguienllamando a la puerta de nuestro tiempo en actitud amiga . Si aprendemos a escuchar, su voz vence al miedoy rompe el aislamiento. Ya no soy entonces prisionerodel tiempo ni rehn de un destino annimo que envuelve a las cosas con paso efmero a travs de la caduc idad . Alguien l lama a mi puerta para compartir sutiempo conmigo y dar a m t iempo una dignidad y una

    perspectiva que no se me habra ocurrido esperar. Siaprendo a cultivar la espera y a vivir el tiempo abandonado en la afectuosa contemplacin del Seorcomo hace la Esposa y en la escucha activa delEspritu, que despierta a los miembros entorpecidos dela sombra de la muerte, puedo hacer bastante ms quesobrevivir al miedo y hacer frente a la angustia. Puedovigilar sobre cuanto tengo de ms hermoso, custodiando los valores que he aprendido ya a apreciar y enriqueciendo los talentos que se me han confiado.En la perspectiva del Seor que viene, el tiempo sedi lata, se recompone en la paz y asume cual idades yperspectivas que reconcil ian los afectos del corazncon la sabidura de las cosas. La experiencia del t iempo no se desliza ya por la superficie de los sentidoshasta caer en la melancola del espritu, porque se convierte en experiencia sabrosa y profunda de la vida presente, que es ciertamente vida mortal, pero no destinada a la muerte. Es una vida que el propio tiempoconduce hacia la vida de Dios, la misma de la que viveel Hijo que se hizo hombre para siempre; que conducehacia la vida del Espr i tu que guarda celosamente paranosotros los afectos y los efectos del amor con vistas ala resurreccin de la carne. Hablaremos ms en concreto de esto en el prximo captulo.

    25

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    14/52

    Captulo segundoESTOY LLAMANDO A LA PUERTA:DIOS TIENE TIEMPO PARA EL HOMBRE

    Si somos cristianos practicantes, estamos acostumbrados a ir a la iglesia. Sabemos que Dios nos convocaen su casa para orar, escuchar su Palabra y celebrarla Eucarista.Pero todos debemos acostumbrarnos, y no slo lospracticantes, a la idea de que el Seor viene tambina nuestra casa, viene a l lamar a la puerta de nuestravida, viene a buscarnos a los sitios y en los tiempos denuestra existencia cotidiana, viene a ofrecernos, o a fortalecer, un vnculo de amistad. Debemos aprender aempalmar estos dos aspectos: nosotros nos presentamos en la casa del Seor para que l nos escuche,pero antes el Seor se presenta en nuestra casa paraque lo acojamos en los lugares de nuestra existencia.

    La l lamada del Seor a nuestra puerta tiene un significado an mayor: quiere hacernos partcipes de sutiempo, de su vida y de su eternidad.En este segundo captulo de la carta estamos invitados a reflexionar sobre este hecho extraordinario: Diostiene tiempo para nosotros, l lama a nuestra puerta parainvitarnos a entrar en su tiempo y en su ser. Todo loque podemos decir sobre la vigilancia cristiana y sobrenuestra capacidad de conjurar la muerte para vivir en27

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    15/52

    plenitud la vida, se funda en el don que Dios nos hacede su tiempo, de su amor y de su intimidad.Partiremos de una afirmacin bblica: Dios vigila eltiempo del hombre. Luego contemplaremos el origen detodo esto en el misterio de la Trinidad, veremos susconsecuencias para algunas actitudes de fondo, recordaremos brevemente los momentos conductores segnlos cuales se acompasan en la tradicin las real idadesltimas: muerte, juicio, infierno y paraso, y qu esperanzas son posibles para el futuro de la condicin humana aqu en la tierra. Terminaremos diciendo algo sobre la relacin entre nosotros y las realidades invisiblesen la oracin.1 . Dios vigila el t iempo del hombre y se preocupa de

    lEl Seor guarda tus idas y venidas, ahora y porsiempre (Sal 121,8). El Dios de la Biblia cuida el tiempo del hombre y vigila sobre nosotros a lo largo delacontecer humano: Y como vel sobre ellos paraarrancar y arrasar, para derr ibar y destruir y para acarrear calamidades, as velar sobre ellos para edificar yplantar (Jr 31,28). Cada fragmento del tiempo es custodiado y vigilado por la fidelidad de su amor.La vigilancia de Dios sobre el tiempo y su presenciacomo centinela del mismo le da una dignidad y un valorincalculable. El tiempo del hombre es el sptimo da deDios, del que el relato de la creacin dice que es santo:Bendijo Dios el da sptimo y lo consagr (Gn 2,3).Es el tiempo del Padre que vigila a la espera de quevuelva el hijo que se march (cf. Le 15,20) para que nose sienta definitivamente perdido! El tiempo entoncesno es espacio vaco o lugar neutro, sino participacinen la vida divina, dimanacin de Dios, venida de Dios

    y futuro abierto a Dios en cada instante. El tiempo refleja la dimanacin, la venida y el futuro del Amor eterno.

    2. Dios viene en nuestro t iempoCon la encarnacin, el Hijo de Dios, enviado por el

    Padre, hace suyo el tiempo de los hombres hasta l legara desear su compaa: Siento una tristeza mortal; quedaos aqu y velad conmigo (Mt 26,38). De este modo,Jess conoce nuestra angustia y nuestra situacin antela muerte: Comenz a sentir tr isteza y angustia (Mt26,37).La resurreccin de Jess y la efusin del Esprituasientan en nuestro tiempo la victoria sobre la muerte:Y si el Espritu de Dios que resucit a Jess de entrelos muertos habita en vosotros, el mismo que resucita Jess de entre los muertos har revivir vuestros cuerpos mortales por medio de ese Espritu Santo que habita en vosotros (Rm 8,11).La misin del Hijo y la del Espritu revelan la profundidad de la relacin entre el Dios vivo y el tiempo delos hombres. El tiempo viene de la Trinidad y se creacon la creacin del mundo; se desarrolla en el seno dela Trinidad, pues todo lo que existe, existe en Dios, enel que vivimos, nos movemos y existimos; est destinado a la gloria de la Trinidad cuando todo se sometaal Hijo y ste se someta al Padre para que Dios seatodo en todas las cosas (cf. Cor 15,28). Vivir seriamenteel tiempo es, pues, vivir en la Trinidad, y tratar de evadirse del tiempo es huir del seno divino que nos acoge.El cristianismo no es la religin de la salvacin desdeel tiempo y desde la historia, sino de l tiempo y de lahistoria.

    29

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    16/52

    3. Llamados a tener t iempo pa ra Dios: L zaro , salfuera! (Jn 11,43)El reconocimiento de Dios como Seor de la propiavida equivale a resurgir a una vida nueva, a acceder auna existencia autntica. Cuando todava dudaba sobreel ttulo que deba poner a esta carta, uno de los que

    ms me atraan se refera al relato de la resurreccinde Lzaro (cf. Jn 11,1-44). Pensaba en la expresinSal fuera de la prisin del tiempo!, para indicar quequien escucha la voz de Jess, deja que le despiertendel sueo mortal de la ilusin de poseer el tiempo y dela desesperacin que nos empuja a evadirnos de l . Lailusin y la desesperacin cierran nuestra vida a la accin de Dios. Tenemos necesidad de que nos l iberendel aislamiento, de la prisin. Lzaro, sal fuera! (Jn11,43) es el grito que el Seor hace or en el tiempopara l iberarnos no slo de la cadena de la muerte, sinotambin de la del tiempo vivido en la i lusin y la frustracin. Quien se deja resucitar, como Lzaro, por elDios que se le acerca y l lora sobre su criatura manifestndole su gran amor (cf. Jn 11,33-36), vive la experiencia de la l iberacin de la falta de sentido, de la angustiade un tiempo cerrado al horizonte de la eternidad.La vigilancia que se le pide al cristiano consiste envivir los das en el horizonte del Dios que vino, queviene y que vendr. Referir a l la propia vida, reconocer en l el ltimo sentido y la ltima patria que davalor y sabor a todas las opciones y pasos en el tiempo, significa responder con amor al amor con el queDios nos ha amado y tiene tiempo para nosotros.Decir a alguien: Lzaro, sal fuera!, significa ofrecerle la alegra y la paz de saborear el presente comola hora de la venida del Seor, como espera de su vuel

    ta para tomarnos consigo en la glor ia.

    4. Llamados a tener t iempo p ara Dios: las doce horasluminosas (cf. Jn 11,43)Al presentar el episodio de la resurreccin de Lzaro,el evangel ista recuerda una palabra mister iosa de Jess que quiere animar a sus discpulos a hacer frenteal peligro superando el miedo de subir con l a Jeru-saln: No es cierto que el da tiene doce horas? Cual

    quiera puede caminar durante el da sin miedo a tropezar, porque la luz de este mundo i lumina su camino.En cambio, si uno anda de noche, tropieza porque lefalta la luz (Jn 11,9-10).El Seor conoce la ambigedad oculta en el tiempodel hombre: est en nuestras manos la eleccin de viviren la luz o en las tinieblas. Vigilar es decidir caminaren las horas luminosas del da creyendo en quien nosdice: Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminar a oscuras, sino que tendr la luz de la vida (Jn8,12).Vigilar es seguir a Jess, elegir lo que l eligi, amarlo que am, conformar la propia vida con el modelo dela suya. Vigilar es tener la percepcin de vivir cada instante del tiempo en el horizonte del amor con el queDios nos ama en Jess y con el que quiere que nosotros le amemos en l y con l.5. La e spe r anza

    Las doce horas del da (cf. Jn 11,9) se viven plenamente a la luz cuando se viven en la esperanza. Laesperanza no es slo la perspectiva de un bien futuroarduo, aunque posible de conseguir; es la anticipacinde las cosas futuras prometidas y dadas por el Seor,que ha tenido tiempo para el hombre?; es el terreno deun adviento en el que el maana de Dios viene a tomar31

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    17/52

    un cuerpo en el presente de los hombres. Es la hermana ms pequea, como dice Pguy, que coge de lamano y gua hacia la meta a las dos mayores: la fe yla car idad 5. El presente se abre en la esperanza al horizonte de la eternidad y la eternidad viene a plantarsus tiendas en el presente. Gracias a la esperanza, eltiempo cuantificado (que nunca nos basta, que siemprees poco) se convierte en tiempo cualificado, en hora dela gracia, en tiempo favorable, en presente de la salvacin, en momento saboreando en paz.La esperanza es la condicin fi l ial (ser hijos del Padrecelestial en Jess, que es el culmen de la vida cristiana) vivida con perspectiva de futuro, pues ahora somos ya hijos de Dios, y an no se ha manifestado loque seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a l, porque lo veremos tal cual es(1 Jn 3,2). Y la vigilancia es la actitud de quien tieneuna esperanza f i rme, no permit iendo que sea acechadasu condicin de hijo, manteniendo la tensin del deseode ver el rostro del Padre y defendindola de decaeren el presente o de dejarse atrapar por las banalidadescotidianas.El ya s, acogido con fe y vivido en el amor, se proyecta hacia el todava no de la promesa gracias a laesperanza. Por eso la esperanza es la otra cara de lavigilancia, la marcha consciente, l ibre y decidida haciaa Aquel que, habiendo venido una vez, sigue viniendo

    5 El pueblo cristiano ve slo las dos hermanas mayores, la de laderecha y la de la izquierda, y casi nunca ve la que est en medio.(. . .) En medio, entre las dos hermanas mayores, la esperanza da laimpresin de dejarse arrastrar como una nia que no tiene fuerzapara caminar, pero en realidad es ella quien hace que las otras doscaminen. Y la que las arrastra, la que hace caminar al mundo entero,arrastrndolo. Las dos mayores caminan slo gracias a la pequea(Ch Pguy, La porche du mystre de la deuxime vertu. en Oeuvrespoetiques completes, Pars 1957, 539-540).

    a nosotros hasta que se cumplan los tiempos y vengaen su gloria.6. Vida y muerte a la luz de C risto y de su Pascua

    El Dios que hizo suyos el tiempo y la muerte, nos diosu vida en el t iempo y para la eternidad. La Pascua delSeor revela la solidaridad del Dios viviente con nuestracondicin de moradores del tiempo y al mismo tiemponos da la garanta de estar l lamados a convertirnos enlos moradores de la eternidad. En la resurreccin deCristo se nos promete la vida, igual que en su muertese nos asegura la proximidad fiel de Dios al dolor y lamuerte. La Pascua es el acontecimiento divino en elque se nos revela y promete el destino del tiempo haciasu feliz cumplimiento en la comunin con Dios.El espacio temporal que hay entre la ascensin y lavuelta de Jess en la gloria, aparece as como el despliegue del misterio pascual en todas las vicisitudes humanas. En el sufrimiento y la muerte, que caracterizantodava nuestra historia, se hace presente el sufrimientode la Cruz, para que la vida del Resucitado sea probada anticipadamente por quien recorre con Cristo suxodo pascual. Toda la vida del cristiano es una peregrinacin continua de muerte y resurreccin vividas conCristo y en Cristo en el Espritu, incluso llevando a Cristo en nosotros, esperanza de la gloria.Vigilar es aceptar el continuo morir y resucitar comouna ley de la vida cristiana. Las condiciones de la vigilancia evanglica no son, por tanto, el estancamientoo la nostalgia, sino la perenne novedad de vida y laal ianza celebrada siempre de nuevo con el Seor Jessque vino y que viene.A la luz del acontecimiento pascual se comprendeentonces el pleno significado cristiano de la muerte f-

    33

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    18/52

    sica, ltima vicisitud visible de nuestra existencia. Lamuerte es un acontecimiento pascual marcado al mismo tiempo por el abandono y la comunin con el Cruci f icado y Resuci tado. Como Jess, abandonado en laCruz, cada moribundo experimenta la soledad del instante supremo y su laceracin dolorosa. Morimos solos! Sin embargo, como Jess, quien muere en Diossabe que le acogen los brazos del Padre, quien colmaen el Espritu el abismo de la distancia y hace que germine la eterna comunin de la vida. Por eso la muertees para la gran tradicin cristiana el dies natalis, d adel nacimiento en Dios y de la salida del seno oscurode la Trinidad creadora y redentora para contemplar sinvelos el rostro de Dios, en unin con el Hijo, en el vnculo del Espritu Santo.

    7. Los otros no vsimos a la luz de la PascuaTodo lo que sigue a la muerte la fe lo lee a la luz delacontecimiento pascual de Jess.El juicio es el encuentro con l, que es quien alcanzaa la persona con su mirada penetrante y creadora y lal leva al pleno conocimiento de la verdad sobre s misma ante la verdad eterna de Dios. Su vigilante anticipacin se verifica en la confrontacin de la conciencia

    con la Palabra, en la celebracin del sacramento, especialmente el de la reconcil iacin; en el encuentro conel hermano necesi tado de ayuda.El infierno es la condicin insoportablemente dolorosade la separacin de Cristo, de la exclusin eterna deldilogo con el amor divino. Trgica posibil idad, peronecesaria si se quiere tomar en serio la l ibertad queDios ha dado al hombre de aceptar lo o rechazar lo. Elinfierno, en cuanto posibil idad radical, evidencia la dignidad suprema de la vida humana, el sumo valor de la

    vigilancia y lo trgico del mal. Precisamente por esto yen todo esto, se hace evidente el amor de Dios que,crendonos sin nosotros, no nos salvar sin nosotros.l, que nos am cuando todava ramos pecadores, estar lejos de nosotros slo si nos obstinamos en mantenernos separados del l.El purgatorio es el espacio de vigilancia extendidomisericordiosa y misteriosamente en el tiempo despusde la muerte. Es una participacin en la pasin de Cristo para la ltima purificacin que nos permitir entrarcon l en la gloria. La fe en el Dios que ha hecho suyanuestra historia es el verdadero fundamento de creer enuna historia posible todava despus de la muerte paraquien no creci cuando poda y deba en el conocimiento de Jess. La anticipacin de ese espacio es elt iempo dedicado al cuidado de la del icadeza del espritu que se nutre de sobriedad, de desapego, de honestidad intelectual, de frecuentes exmenes de conciencia, de tra nsparencia del corazn, de uni ficacin dela vida bajo la direccin de la sabidura evangl ica, ascomo de la ascesis y de la purificacin necesarias parasentirnos fuertes ante la tentacin. Es desatarnos de lainercia de nuestras culpas y l iberarnos de la opacidadde nuestros malos hbitos.

    El paraso es estar eternamente con el Seor en labienaventuranza eterna del amor sin fin: Hoy estarsconmigo en el paraso (Le 23,43). La palabra del Crucificado al ladrn arrepentido es la revelacin de lo quees el paraso: estar con Cristo, vivir eternamente enLl el dilogo de amor con el Padre en el Espritu Santo.I sta relacin con el Seor, de una riqueza que no podemos imaginar, es el principio esencial, el fundamentomismo de cualquier felicidad existencial. La vigilancia:;e ejercita en la anticipacin del gozo del encuentrocon el Seor y en la alegra de la comunin fraternavivida con todos los que comparten el mismo deseo.35

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    19/52

    La f igura de esta anticipacin es tan profunda y del icada que nos hace comprender la importancia de lavida contemplativa, aunque lo fundamental de la anticipacin pertenece a cualquier vida de fe, l lamada aconvertirse en experiencia vivida confidencialmente conel Seor y confiando en su tierna solicitud. La espiritual idad del Cantar de los Cantares as lo ensea unatradicin espiritual constante y siempre renovada delcristianismo es, por tanto, una dimensin vital denuestra relacin cotidiana con Dios. Es el tiempo delenamoramiento, destinado a consumarse en la exuberancia del amor, que debe atenderse, guardarse y embellecerse en la intimidad de un dilogo que l lega a lasfibras ms sensibles de nuestro corazn.Finalmente, a la luz de la resurreccin de Jess, podemos intuir algo de lo que ser la resurreccin de lacarne. En ella, estar con Cristo se extender hasta elabrazo de la plenitud de la persona y la total idad de laexperiencia humana incluso en su dimensin corporal,del mismo modo que la resurreccin del Crucificado enla carne l lev a la vida eterna la carne de nuestro cuerpo mortal, asumida como propia por el hijo de Dios. Laanticipacin vigilante de la resurreccin final est encualquier belleza, en cualquier alegra, en cualquierprofundidad jubi losa que alcanza tambin al cuerpo ya las cosas, conducidas a su propio destino, que es elde las obras del amor.No olvidemos que el cristianismo, con altibajos, hal ibrado una dura batal la para rechazar el impulso quequiere l levar al desprecio del cuerpo y de la materia enfavor de una exal tacin mal entendida del alma y delespritu. La exaltacin del espritu mediante el desprecio del cuerpo, como la exaltacin del cuerpo medianteel desprecio del espritu, son, de hecho, la semilla mal igna de una divisin del hombre que la gracia anima acombatir y vencer. La vigilancia consiste en el ejercicio

    cotidiano de los sentidos espirituales, es decir, de losmismos sentimientos que tuvo Jess en fomentar la sabidura evanglica que unifica la experiencia y nos permite apreciar los lazos finos y profundos entre cuerpoy el espritu. De este modo, podemos cuidar ya desdeahora, a la espera de que se realice la promesa de laresurreccin de la carne, el placer de la l ibertad delcuerpo de todo lo que es falso y obtuso, sucio y vulgar,vido y violento.La fe en la resurreccin final nos ayuda, por tanto, avalorar y amar el tiempo presente y la tierra. La vigilancia cristiana, i luminada por el horizonte definitivo, no esuna huida del m undo, sino la ca pa cida d de vivir la fidelidad a la tierra y al tiempo presente, siendo fieles alcielo y al mundo que vendr. A la luz de la Pascua, losnovsimos muerte, juicio, infierno, purgatorio, parasoy resurreccin final de la carne son formas de estarcon Cristo, que se promete y se da al morador del tiempo , y se configura segn la relacin que se establece,con la vigilancia o el rechazo, entre cualquier personahumana y el Seor Jess.8. Qu podemos esperar pa ra esta tierra?

    La esperanza cristiana corre tambin el riesgo de unadoble reduccin: o slo a la de las expectativas celestiales de la otra vida, o (al menos como concentracinpsicolgica) a los anticipos terrenales (el Reino de Diosest ya del todo presente aqu!), como en el caso dealgunos postulados de la teologa poltica. En la prctica, difcilmente evitamos uno de los dos extremos,pues somos l imitados y nos resulta difci l abarcar a lavez todo el horizonte del hombre. Debemos equilibrarconstantemente nuestro pensamiento y nuestro lenguajepara comprender la unidad que mantiene una junto a37

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    20/52

    la otra las esperanzas terrenales de las que la Bibliahabla con frecuencia con las invisibles y definitivas,que son las que dan su sabor a todo lo dems. No hayoposicin entre ambas, y si es comprensible alguna oscilacin en la intensidad de la esperanza de los cristianos (unas veces ms sobre la otra vida, otras ms sobre los bienes mesinicos de sta como anticipo delmundo futuro), nunca podemos permitir la falta de esperanza, la resignacin amarga y el escepticismo.Hemos hablado anteriormente de lo que esperamosen la muerte y despus de ella. Detengmonos un pocosobre lo que esperamos en la vida terrenal para cadauno de nosotros y para la colectividad humana.Esperamos para nosotros ya desde ahora lo que seexpresa en el Evangelio y en las Cartas apostlicas:jbilo por la filiacin divina (cf. Jn 3,1-2), seguridad deestar en las manos de un Padre bueno (cf. 1 Pe 1,3 ss;1,17-21), justicia, paz y alegra en el Espritu Santo (cf.Rm 14,17), consuelo interior (cf. 2 Cor 1,3-7), expresiones todas ellas de la frase cien veces ms en el tiempo presente (cf. Me 10,28-30), que slo puede intuir ygustar quien lo deja todo decididamente para seguir aJess pobre y crucificado. Esperamos para todos nosotros lo que es objeto de la oracin que nos enseJess: el pan para hoy, el perdn, que nos defienda dela tentacin y nos l ibre del mal. Tratar de expresar, apart i r de la esperanza eterna, las esperanzas temporales de la colectividad humana 6 .

    1. Siguiendo a Jess y confiando totalmente en l,podemos esperar en primer lugar que se realice de ma-6 Ct. M. KEHL, Eschatologie, Wrzburg 1986, 216-220. Una presentacin sinttica de las esperanzas histricas del cristiano se tiene enla Constitucin conciliar Gaudium et spes, especialmente en los nn.9.10.11 .26.

    38

    era positiva la historia humana con la total idad de sumbito cultural y natural. Podemos esperar que se conseguir una armona definitiva de las realidades humanas, sociales y naturales, en la plenitud del Reino deDios.2. El Reino de Dios se realiza en parte ya en la tierra, por todos los sitios en los que, gracias al Espritude Cristo, aparecen signos de conversin a la paz, a lajusticia y a la comunin. En esos sitios, la fuerza destructora del pecado, de la guerra y de la injusticia seencuentran con una reaccin ofensiva, la pobreza sesuaviza, el sufrimiento encuentra consuelo, la enemistadse reconcil ia y la naturaleza hace las paces con el hombre. Cada pequea seal social de este t ipo y cadaencuentro de hermanos y hermanas que se realiza conla victoria del don sobre el clculo es una degustacindel Reino definitivo y puede esperarse como don deDios.3. La formacin de una red de estas realizacionesdel Reino de Dios ahora y su cristal izacin en alianzapor toda la tierra, en constante combate contra el maly contra la degradacin, es lo mximo que podemosesperar para nuestra historia. Ya as, requiere todonuestro esfuerzo, constante vigilancia, un gran espritude sacrificio y una confianza invencible en las energasdel Reino. Y es que el rebosamiento de la injusticia, labsqueda desenfrenada de las propias comodidades,las peleas y enemistades y la explotacin salvaje de lanaturaleza amenazan continuamente con sumergir losmbitos de la esperanza.4. La Iglesia, como comunidad de quienes profesanexplcitamente su esperanza en la l legada del Reino, esla comunidad en la que, desde ahora y de manera privilegiada, se pueden y deben realizar algunos signosde la presencia de la paz y de la justicia del Reino. Esalgo que puede y debe verificarse no slo en el mbito

    39

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    21/52

    de la comunidad (cf. Hch 2,42-47; 4,32-35), sino comoirradiacin y fuerza transformadora hacia fuera, comoes en el caso de la Iglesia, que une razas, naciones yclases sociales en un modelo de unidad universal, yque trabaja con todas las personas de buena voluntadpor un futuro en la tierra que sea ms digno del hombre. En este cuadro se sita la doctrina social de laIglesia, entendida como una moral social que proyectapara todos los hombres (y no slo para los creyentes)ideales histricos concretos. El cristiano no puedecontentarse con principios religiosos. Debe entrar en lahistoria, hacerle frente en su complejidad y promovertodas las realizaciones posibles de los valores evanglicos y humanos de la l ibertad y la justicia (Educarpara la legalidad, Nota pastoral de la comisin eclesialJusticia y Paz, octubre 1991, n. 5).5. Ca da uno de nuestros esfuerzos autnticos, enlas direcciones que acabamos de indicar, es consciente del hecho de que la fuerza del pecado y la injusticiaest siempre en accin y se opone continuamente a losideales del bien. Por consiguiente, no esperemos, comoobjeto de la esperanza teologal, el momento en que lasfuerzas del mal sean definitivamente vencidas en la tierra (cf. Mt 13,24-30.36.43.47-50), ni cabe excluir que lamalicia de los hombres pueda precipitar a la historia auna catstrofe del mundo humano y de lo que le rodea.Estamos en actitud de lucha perenne y no obstante tenemos la seguridad de que la fuerza del Espritu no nosfaltar nunca; de que nadie que invoque con fe el nombre del Seor sucumbir a la tentacin; de que la Iglesia se mantendr hasta el ltimo momento de la pruebacomo refugio seguro de cuantos confen en ella.6. Sa bemos que las fuerzas del mal y de la injusticiano conseguirn destruir lo que ha sido construido porla gracia del Espritu de amor. Hasta en los momentosms oscuros, como en el de la muerte de Jess, el40

    amor y el perdn de los justos vencen el odio y abrende par en par los horizontes de la vida.7. Nuestras esperanza s para esta vida, por consiguiente, pueden en gran parte permanecer ocultas alos ojos de la historia y ser claramente perceptibles sloa los ojos de la fe y de la esperanza. Quien tiene esosojos, lucha con amor por la justicia, por la paz, por unamayor igualdad de la humanidad, por el equil ibrio de lanaturaleza; se compromete en utopas realistas,como la de la visin de una nueva humanidad propuesta en la enseanza social de la Ig lesia, y trabaja, auncon sus lmites, por la afirmacin de los valores del Reino , seguro de que permanecern eternamente y de queson un anticipo de la plenitud que, confiados y seguros,esperamos slo de Dios.Sobre esta base es posible construir una tica realista de la esperanza, lo que veremos en el prximo captulo.

    9. La conversacin celest ia lJacques Maritain, en una conferencia que dio en To-losa a los Pequeos Hermanos de Charles de Foucaulden 1962, describi con sencil lez y profundidad la rela

    cin tierna y misteriosa que nos une a cada uno conlos miembros de la Iglesia que nos han precedido enel Reino Eterno. Recuerda que quienes estn ante Diosno dejan de interesarse acerca de las realidades porlas que se afanaron en la vida terrenal y que ahoracontemplan a la luz de Dios. Con ellos (padres, famil iares, amigos, santos protectores, sacerdotes que nosprecedieron en el ministerio) podemos ponernos encontacto y confiarles lo que nos preocupa y les preo-41

    i upo 1,'imbin a ellos, por lo que se afanaron y

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    22/52

    :;i i lri(!on '.Y lu conversacin ms tierna e incesante debe establecerse con la Virgen Mara, Reina del mundo, Madrede la Iglesia y de todos los hombres, y sobre todo conJesucristo, Redentor de la humanidad.La oracin es, pues, la expresin primera y principalde la vigilancia y de la esperanza cristiana. Ningn programa pastoral sobre la vigilancia tendr eficacia si nose amasa con la experiencia de oracin que constituyeel banco de prueba cotidiano y el horno encendido depurificacin de la esperanza. Quien ora constante e intensamente sabe qu es la vigilancia y hasta en laprueba ve que brota en l una esperanza que no falla(cf. Rm 5,2-5). Por tanto, si queremos llegar a una percepcin real, y no puramente terica, de lo que he explicado en las pginas precedentes, debemos escucharlas exhortaciones apremiantes de Jess y de los apstoles: Es necesario orar siempre sin desanimarse (Le18,1); Velad y orad, para que podis hacer frente a laprueba (Mt 26,41); Perseverad en la oracin con espritu vigilante y agradecido (Col 4,2).

    7 Cf. J. M A R I T A I N , A propos de l'Eglise du del Reflexin del 28 demayo de 1962 a los Pequeos Hermanos de J O M I : ; de Tolosa.42

    Captulo terceroVIVIR EL TIEMPO PRESENTEA LA ESPERA DE SU VENIDA

    Despus de la reflexin antropolgica (captulo primero: No tengo t iempo) y teolgica (captulo segund o : Estoy llamando a la puerta: Dios tiene tiempo parael hombre), paso a la reflexin tica: Qu significa vivirel tiempo presente con la esperanza en el Seor queviene? De qu modo la mirada dirigida a la eternidadda contenido y vigor a las actitudes y opciones queadopta el hombre en el presente?La respuesta se articular en distintas fases.En primer lugar, hablar de la exigencia decisiva yprincipal que se deriva de la mirada puesta en el futurode Dios, es decir, del discernimiento, que es la capacidad de distinguir las cosas esenciales de las accesorias, las ltimas de las penltimas, las que pasan ylas que se mantienen; y no para despreciar los bienesaccesorios, ni los penltimos o los que pasan, sino paratener un criterio de valor que permita acogerlos y vivirlos en su plenitud relativa, en su verdadera belleza yen su bondad autntica.Luego nos preguntaremos qu actitud espiritual permanente caracteriza y sostiene la capacidad de leer lascosas penltimas a la luz de las ltimas: es la de unaespiritualidad con connotaciones de la alegra de unaexpectacin trepidante del Reino y no me altera /la

    43

    larga espera 8, una espiritualidad de las bienaven Fijndonos en el misterio pascual como estatuto de

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    23/52

    turanzas a las se prepara un o mediante un sano ejercicio asctico.Examinaremos tambin algunos grandes desafos cultura/es y civiles de la vigilancia en nuestro tiempo, enlos que pueda emparejarse la fidelidad al presente conla fidelidad al mundo que debe venir.Finalmente nos preguntaremos sobre la Iglesia comolugar por excelencia en el que se espera la venida delSeor. De qu manera afecta la vigi lancia a la vida delpueblo de Dios y es estmulo a una continua conversiny reforma?1. Discernir lo lt imo y lo penltimo: una tica de lavigilancia

    Vivir a la espera de la vuelta del Seor no es unahuida de la historia; es vivir con mayor plenitud todavala historia en el horizonte de su destino final.La acti tud evangl ica de la vigi lancia funda as unatica del discernimiento: quien espera al Seor se sabellamado a vivir responsablemente cada acto en la presencia de su Dios y comprende que el valor supremode cualquier opcin moral est en el esfuerzo de agradar a Dios y santificar su Nombre con el cumplimientode su voluntad.Dios, como horizonte ltimo y patria verdadera, seconvierte en el criterio de la decisin moral. El discernimiento de lo que es penltimo en relacin con lo quees ltimo y definitivo, se ofrece como la forma concretacon que se ejercita la responsabil idad tica.

    8 Recojo la cita de la famosa romanza de la pera Madame But-terfly, de Glacomo Puccini44

    la vigilancia cristiana, se podra decir que, desde laperspectiva moral, la esperanza de la resurreccin esla muerte y resurreccin de las esperanzas humanas.Esta esperanza demuestra la miopa de todo lo que esinferior a Dios y funda al mismo tiempo el valor de todogesto de amor autntico. En esta luz, los temas decisivos del nacer y el morir adquieren su significado msprofundo: nacer es ser l lamados a un destino de eternidad que a nadie es lcito manipular o pretender interrumpir, y morir es ir al encuentro de la realizacin deese destino, con toda la dignidad del ejercicio de lal ibertad que se nos da, para agradar a Dios y santificarsu Nombre en la alegra y el dolor, en la vida y en lamuerte 9.

    2. Vivir los das feriales con corazn de fiesta: laespiritualidad de la esperaQuien espera, por creer en la promesa de Dios revelada en Pascua, el da del Seor y trata de vivir enel horizonte de la esperanza que no decepciona, sienteel gozo de saberse amado, arropado y guardado porla Tr inidad santa. Como las vrgenes sabias de la parbola (cf. Mt 25,1-13), espera al Esposo abasteciendoel aceite de la esperanza y de la fe con el al imentoslido de la Palabra, del Pan de vida y del Espritu Santo que se nos entrega en la Palabra y el Pan.Vivir la espiritualidad de la espera es vivir la dimensin contemplativa con el convencimiento profundo de

    9 La Reunin de las Iglesias de Lombarda 1992-1993, que tratarel tema Nacer y morir hoy estudiar especialmente estos aspectosde la existencia humana.45

    la primaca absoluta de Dios sobre la vida y la historia. den que expresa la afirmacin No tengo tiempo. No

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    24/52

    De ah que la actitud espiritual de la vigilancia sea unareferencia continua al Seor que viene de la propia viday del acontecer humano, a la luz de la fe que nos hacecaminar como peregrinos hacia la patria (cf. Heb 11) ynos permite orientar hacia ella todos nuestros actos.La orientacin total del corazn hacia Dios colma ala persona de la alegra y la paz propias de quien vivelas bienaventuranzas (cf. Mt 5,1 -11 ; Le 6,20-23). La persona no experimenta, evidentemente, la bienaventuranza de quien siente que ha l legado, sino la bienaventuranza humilde y confiada de quien, en la pobreza y elsufrimiento, en la mansedumbre y la sed de justicia, enla l impieza de corazn y en el establecimiento de relaciones pacficas, sabe que le sostiene el amor del Seor que vino, viene y vendr el ltimo da.La espiritualidad de la espera exige, por tanto, pobreza de corazn para estar abiertos a las sorpresas deDios, atencin perseverante a su Palabra y su silenciopara dejarnos guiar por l ; doci l idad y sol idar idad conlos compaeros de viaje y testigos de la fe que Diospone a nuestro lado en el camino hacia la meta prometida. La vigilancia al imenta el sentido de la Iglesia encompaa de la fe y esperanza con todos los que caminan con nosotros hacia la Jerusaln celestial .

    3. Por una asct ica de la vigilanciaVivid con sobriedad y estad alerta. El diablo, vuestroenemigo, ronda como len rugiente buscando a quiendevorar (1 Pe 5,8-9). Todos los martes leemos en completas, en la Liturgia de las Horas, esta amonestacinque nos introduce en el aspecto asctico de la vigilancia .Vamos a tratar de comprenderla a partir del desor-

    46

    tengo tiempo de pensar en el tiempo de Dios porqueel tiempo es mo, como es ma la vida, la naturaleza,las cosas, el dinero, Dios mismo. Todo es mo! Yo soyel amo y lo uso y gasto todo a mi antojo. Si Dios nosirve para escuchar mis ganas de disfrute, para satisfacer mis exigencias, para hacer los milagros que metraen xitos, triunfo, prestigio y poder, qu sentido tiene su existencia? Slo tengo tiempo para pensar enm reino, porque quin me garantiza que exista ell lamado Reino de Dios, a cuya consecucin debera dedicar tiempo y vigilancia?Estas preguntas inspiran la cultura y la conducta deuna sociedad secular izada que ha relegado a Dios entre las cosas que se usan o se dejan de usar. Se tratade preguntas y pensamientos que pueden muy bien cal i ficarse como seducciones de Satans. En el rito delas promesas bautismales que se renuevan todos losaos en la Vigil ia Pascual se encuentra esta pregunta:Renuncias a Satans, a sus obras y a sus seducciones?. Si la vigilancia cristiana trata de preparar datras da el encuentro con el Seor que viene, exige tambin una atencin sabia a cuanto puede apartarnos deese ideal, especialmente a las seducciones que, msinsidiosas que las tentaciones comunes, vienen a serfuertes atracciones que ocultan el engao.Podemos resumirlas en el instinto del placer, de laposesin, del prestigio y del poder (cf. 1 Jn 2,16; cf.tambin Mt 4 , 1 - 11 ; Me 1,12-13; Le 4,1-13). El placer,perseguido como fin en s mismo y sin ms regla quela de gozar cuanto ms mejor; la riqueza, acumulada,poseda y gozada con avidez; la ambicin y la soberbia, siempre a la caza del aplauso, el prestigio y elxito, como premisas que garantizan el poder para someter a los dems y manipularlos para mi uso y abuso.Estas actitudes culturales y de comportamiento ni si-

    47

    quiera son extraas a cierta conducta rel ig iosa, a de aplauso, del espejismo de un xito mundano basado en

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    25/52

    vociones y oblaciones, pues se puede l legar a actuarcomo si Dios, la Virgen y los Santos existieran para darsatisfaccin a nuestras exigencias. No pensemos quelas atracciones son tpicas de cierta clase de personas,pues cada uno de nosotros est expuesto a ellas.Estamos l lamados a vigi lar para dominar las, de talmodo que, libres con la libertad de los hijos de Dios,podamos elegir darle nuestro tiempo a Aquel que nosdedica su tiempo eterno para realizar nuestra vida segn su proyecto y madurarla en el encuentro con Jess, el Seor.La vigilancia se ejerce en los distintos modos de renuncia, tanto a lo i l cito como con la discrecin deb ida a algo que de por s es lcito. Es ti l acostumbrarse a pequeas renuncias al cigarri l lo, a los dulces,a la bebida, a la televisin, a largas y superficiales conversaciones telefnicas, a lecturas frivolas, a gastos su-perfluos en la comida y el vestido, etc. Una ascesiscomo sta ayuda tambin al sistema nervioso, uni f ica lamente y ayuda al recogimiento en la oracin.4. Una tica de la respon sabil idad

    Por qu la vigilancia, es decir, la expectacin trepidante del Seor que viene, genera una tica de la responsabil idad en relacin con las cosas de esta tierra,especialmente en relacin con los problemas y los compromisos de la vida social y poltica?Porque la percepcin de que el Amor de Dios, ntimamente presente en cada cosa, universalmente activoen la creacin y luminosamente transparente en todoslos valores, est prximo a manifestarse en mi vida yen mi historia, me l ibera del miedo a disgustar o delansia de agradar a los dems, de la obsesin por su48

    el poder o el dinero. Se trata, en mi corazn, de unalibertad sobre el deleite de las cosas de la tierra queprocede de la presencia anticipada, en la esperanza yla espera, de la fruicin plena y definitiva de la bondady belleza de Dios.La nueva audacia que recobra la vida gracias a lamirada dir ig ida a la eternidad, desl iga de los embarazos de las convenciones, permite una mirada y una accin libres en relacin con los bienes, las institucionesy la misma convencin social. Y quien tiene responsabil idades polticas no ser esclavo de esa convencinsocial, sino que ser un ministro, es decir, un servidor prudente que se preocupa del bien de todos.La vigilancia a la espera del futuro l ibera el coraznde la servidumbre del instante (del xito, del dinero yde la fama) y permite vivir el presente respetando alotro. Es una mentalidad ms que una serie de comportamientos concretos; es una actitud de responsabil idady atencin por las cosas pbl icas. Cabe preguntarse dequ modo un desinters habitual por el bien comn desanima a los ciudadanos y a los responsables de lascosas pbl icas. Tambin podemos preguntarnos cmoes posible sustraerse a la deriva del inters egosta yde la faccin que l levan a la disgregacin en el tej idopoltico y social cuando la formacin del consenso essistemticamente perseguida a travs de una viscosidad de arreglos clientelares o presiones de carctercorporativo.Nos encontraramos hoy tan amargados e indignados por las numerosas si tuaciones desagradables queofuscan nuestra vida poltica y administrativa si hubiramos sido algo ms vigilantes, si hubiramos alzado lamirada para dilatar los horizontes ms all de las comodidades o el inters inmediato?

    49

    5. Alguno s mbitos de la vigilan cia

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    26/52

    En primer lugar, en el interior de los partidos. Piensoen los honrados, en los transparentes y difanos en suvida, y no obstante desvinculados de la realidad. Pienso en otra clase de honrados, la de los que no hacennada i l cito pero tampoco se preguntan cmo puedemantenerse su partido o corriente. Me vienen tambina la mente los honrados que giran la cabeza hacia otraparte cuando sucede algo, como si los asuntos de lagestin prctica de la poltica no fuera con ellos. Yqu decir de quien tiene todas las cartas para animarsey participar, pero por miedo a mancharse las manosse escabul le y rechaza responsabi l idades pbl icas?Lo mismo se puede decir en el caso de los dirigentespblicos y de la burocracia. Quien trabaja para el Estado, las instituciones locales y los servicios sanitariosy sociales, recibe pocos incentivos, tiene remuneraciones bajas por prestaciones no siempre cualificadas ycon escaso control. Pero vigilar significa cambiar derumbo incluso en relacin con lo pblico, comprometerse para que el Estado ponga cal idad en las estructurasque no la tienen. No es moral dejar improductivos sectores enteros. Una burocracia ms responsabil izada yprofesionalmente estimada viene a ser como el primerojo que vigila a ciertos polticos que tienden a utilizar yexplotar lo pblico. Estoy seguro de que una recuperacin moral slo es posible si parte de todos e implicaa cada uno.En la vigilancia estn tambin comprendidos los medios de comunicacin social, los peridicos y los servicios informativos de redes radiotelevisivas. El a o pa sado ya habl en La orla del manto de la responsabil idad de los periodistas en relacin con la vida poltica.Me pregunto hoy, despus del escndalo del cobro de50

    comisiones i legales, qu parte afecta a la informacin.No me refiero a la emergencia, cuando estal lan los casos judiciales donde es fcil intensificar el tono, sinoal momento en que se apagan los grandes reflectoresmientras sera necesario tener encendida la pequealmpara de la conciencia crtica. A este respecto, resul ta fundamental una educacin permanente del usocrtico y responsable de los mass media.Vigilante debe ser la galaxia representada por elmundo asociativo, por las organizaciones culturales, porlos promotores de congresos, mesas redondas y estudios sofisticados. Crear cultura no es l imitarse a unaoperacin de documentacin o comentar io. Toda in iciativa debera estar animada por un intenso sentido delos valores, por perspectivas de vuelo amplio y sentidoprofundo de la dignidad del hombre y de su trascendencia.La vigilancia sobre lo civi l compromete tambin, y enprimera persona, a la Iglesia. Los episcopados se hanmanifestado varias veces sobre estos temas, en a lgunos casos con documentos fuertes y profticos. Sin embargo, la vigi lancia no debe dejarse de forma preponderante a las altas expresiones de la jerarqua. Debeconvertirse en praxis cotidiana de las parroquias, de losgrupos y movimientos. Es una tensin que de ningnmodo puede sufrir lentitudes o aceptar compromisos.En la vigi lancia cobra rel ieve especial la ampla gamade los servicios de la persona, los que se refieren a laspobrezas invisibles o sumergidas, l lamadas delcuarto mundo. Este fenmeno se verifica en casi todos los pases europeos, donde algunas categoras depersonas, adems de vivir en condiciones de gravsimapenuria fsica y psquica, han perdido la legitimacin desujetos de derecho porque no estn garantizadascon una proteccin jurdica y social. Cito como ejemplo:51

    los sin techo o pordioseros; de deberes. Ahora es el momento de la responsabili

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    27/52

    los inmigrantes y nmadas, especialmente losclandestinos; los enfermos mentales, cuyo sufrimiento psquicono puede ajustarse a los cnones clsicos de laintervencin clnica o teraputica; los ancianos no autosuficientes y/o crnicos que amenudo no tienen garantizado ni siquiera el derecho del cuidado de su salud y la dignidad dela vida cotid iana; los toxicmanos con patologas de comportamiento o psiquitricas; los enfermos de sida , especialmen te en fa seavanzada, a is lados y abandonados.

    Estas pobrezas, junto a las ms tradicionales, evidencian un denominador comn: la falta de relacin.Invocamos para ellas una proximidad enteramentenueva, que no pide una multipl icacin repetitiva de servicios tradicionales, sino que evoca un hacerse cargono delegable y que slo una atenta vigilancia puedesuscitar.6. Por una pedagoga de la vigilanc ia

    Se perfi la hoy un gran desafo del que dependen losdestinos prximamente venideros de nuestro pas. Esnecesar io crear una cul tura de la vigi lancia capaz decontrarrestar la cultura de la protesta, de la impotencia,de la desilusin, de la depresin, de la resaca, de laautoconsolacin y del cerramiento en s mismos condoble l lave.El interrogante que debe movil izarnos de alguna manera se puede formular as: Cmo recuperar una pedagoga de la vigi lancia di latada? Se di jo aos atrsque era preciso pasar de un tiempo de derechos a otro52

    dad; lo cual significa, por ejemplo, y bajo el aspectocivi l que ahora nos interesa, ser activos, sin esperarque el Estado o los dems se muevan, buscando informacin y haciendo valer razonablemente las propiasinstancias.Hace dos aos, y valga como ejemplo, se promulguna ley que tal vez conocen pocos y an menos ponenen prctica. Sin embargo se trata, despus de tantaspalabras, de una autntica revolucin aunque pequea:establece las nuevas normas en materia de procedimiento administrativo y de derecho de acceso a los documentos administrativos. Los despachos pblicos deberan dejar de ser lugares que hay que temer o reverenciar, o centros de poder donde conseguir favores.Est claro que la l ibertad exige esfuerzo y debe conquistarse cotidianamente.

    El tiempo de las responsabil idades implica an msdirectamente a las l lamadas nuevas subjetividades sociales (cf. Centesimus annus, n. 49). Junto a la citadaley de procedimiento administrativo tenemos la normativa sobre las autonomas locales, que, con estatutos yreglamentos, ofrece amplias posibil idades de participacin a la gente de un territorio en la vida y el bien comn. Tambin el voluntariado y las cooperativas sociales estn hoy reconocidas como nuevos sujetos sociales, dotados de autonoma estatutar ia y funcional , deespecificidad y originalidad para la intervencin. Las leyes reconocen y valoran la funcin constructora e insustituible de la promocin, la actuacin y la gestin delbien comn. Es misin de la vigilancia el impulso solcito para que estos espacios (adems de los tradicionales del Estado y del mercado) no se queden desiertos. Ellos, ms que otros, pueden describir y detallaruna convivencia fraterna, no de condominio, fundada no

    53

    slo ni especialmente en ser socios, sino especialmente que corresponda a un proyecto de hombre y de hu

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    28/52

    en ser prximos.Nuestras Escuelas Diocesanas de formacin al compromiso sociopoltico deben conseguir cada vez msuna actuacin prctica de la pedagoga de la vigi lancia .

    7. La responsabil idad de las profesionesUna persona vigilante siente que se dispara dentrode ella una exigencia tica. Esto vale especialmentepara la tica profesional. Si queremos recalificar lasprofesiones a la luz de la vigilancia, tenemos que recuperar el valor profundo del trmino profesin. En elmbito religioso se habla de profesar en referencia ala fe para significar el testimonio pblico del propio credo en Jess. Actualmente este trmino se toma casiexclusivamente en su acepcin laica: profesin es trabajo, oficio, tarea social. Pero a raz de la palabra sigue siendo la misma profiteri, y su fondo a utnticoson los valores sealados en el captulo segundo, Diostiene tiempo para el hombre. El descubrimiento de laraz de la profesin puede provocar un modo eficaz deatender al bien comn.El cambio de tendencia en torno al cl ima pesado delamentos y resignacin, protesta y rabia, es volver arealizar bien el propio trabajo, recuperando la relacinde sentido entre destrezas, preparacin y uti l idad socialde lo que hace una persona, y volviendo a encontrar elhorizonte en el que la uti l idad social se mide especialmente con respecto a un bien comn slido y duradero.La instancia tica es individual y subjetiva, pero responde a un ethos colectivo. Las categoras, las asociaciones y las jerarquas profesionales deben reescribirsey redisearse teniendo en cuenta un ethos colectivo54

    manidad autnticos, donde los propios asociados descubran la situacin y el significado del trabajo. Si no,de nada vale lamentarse, pues siendo impotentes anteun sistema que no se comparte o nos supera, nos mantenemos firmes en las defensas corporativas.Por qu un empresario debe rebelarse a la peticinde pagar una comisin i legal? Por qu un periodistadebe arrancarse del conformismo? Por qu un enfermero debe tratar bien a los pacientes incmodos y molestos? Por qu estas y otras actitudes deben ser laregla y no el herosmo de alguien? La respuesta essencil la: porque el trabajo es el testimonio de una l lamada, es la profesin pblica de la funcin de crecimiento colectivo que tiene como trasfondo una visinde humanidad y de futuro capaz de desplegar energasmorales imprevisibles.

    No debemos olvidar que la profesionalidad es lo quepuede acompasarnos con el resto de Europa, por encima de a abundante retr ica desplegada en estos ltimos tiempos de acercamiento a la unidad continental.Es difci l hacer desaparecer como por encanto lugarescomunes y realidades concretas relacionados con lafama de la poca credibil idad internacional de nuestropas. Sin embargo, es posible el encuentro en la profesionalidad al Oeste y al Este, al Norte y al Sur.No quiero terminar sin aludir a otros dos aspectos dela vigilancia: el familiar y el de la escuela. Son aspectosdistintos porque distintos son sus mbitos. Sin embargo , mltiples complementariedades tienen que ver conla difci l tarea de ser padres y tener que estar detrsde una ctedra enseando. Recuerdo a este respectolo que dijimos en el trienio pastoral educar (1987-1990).

    55

    8. La Iglesia, pueblo de los peregrinos de Dios: la dicen: ' Ven!' . Diga tambin el que escucha: 'Ven'!(Ap 22,17). El grito de todos es el anhelo comn con el

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    29/52

    constante reforma y su alimentacin en la l i turgiaConfirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra. As dice la Plegaria eucarstica IIIrefir indose a la realidad peregrinante de la Iglesiaen marcha hacia el Reino de Dios.La vigilancia es una virtud tpica del peregrino: aten

    cin al elegir el camino, preocupacin por no retrasarse , prontitud para continuar despus de las paradas,mirada interior de cara a la meta. La carta a los Hebreos, en el captulo 11, recuerda a los grandes peregrinos del Invisible, desde Abel a Ens, a No, a Abra-ham, que obediente a la l lamada divina sali haciauna tierra que iba a recibir en posesin (v. 8); a Moiss, quien por la fe abandon Egipto, sin miedo alfuror del rey, y se mantuvo tan firme como si estuvieraviendo al Dios invisible (v. 27).La Iglesia es el conjunto de todos estos peregrinos ydebe caracterizarse por las virtudes de soltura, desprendimiento, prontitud en recuperarse, en convertirse yreformarse, propias todas ellas del peregrino. Queridos, como a peregrinos lejos an de su hogar os exhorto a que hagis frente a los apetitos desordenadosque os acosan, dice san Pedro (1 Pe 2,11) recordandolas consecuencias ascticas de saberse en camino hacia la patr ia.La actitud interior y exterior de conversin y reformaconstantes no significa desprecio de las formas tradicionales del comportamiento eclesistico o de las populares y sencil las de la vida de los fieles. Reforma noquiere decir contraposicin entre quien la promuve y laexperimenta, entre quien se da el aire de reformador yla persona o institucin que se considera debe ser reformada. Al contrario, es consonancia de unos y otrosen desear a un mismo Seor: El Espritu y la Esposa

    56

    que nos ayudamos y nos reconocemos transentes dbiles y pecadores, l lenos de nostalgia del rostro del Seor, deseosos de tender hacia l con ms pureza yverdad. Si cada uno de nosotros alcanza sentimientosde peregrino cristiano, de quien vigila a la espera delEsposo, ser ms fcil y ms gozosa la tarea de caminar juntos en continua conversin y con alegra.Para vivir esas actitudes no hay nada tan eficaz comola l i turgia. Est l lena, especialmente en la celebracineucarstica, de alusiones escatolgicas, de estmulos amirar hacia la patria celestial, de deseos de eternidad.Orando con atencin y devocin (y con las debidaspausas!) y meditando los textos l i trgicos, conseguiremos la act i tud adecuada de los peregrinos que cadada reemprenden la marcha haca la meta. La dimensin de la espera vigilante, por lo dems, est inscritaen la propia naturaleza de la l i turgia: Cada uno de losritos vive de memoria y se al imenta de esperanza,anuncio del acontecimiento del que brota la salvacin yprofeca que anticipa su cumplimiento.. . Mientras espera y ora, la Iglesia sabe que su espera no se frustrary que su oracin no ser en vano 10.

    10 Celebrare n spirto e venta: sussidio teologico-pastorale per laformazione litrgica, Roma 1992. nn. 30 y 7.57

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    30/52

    Captulo cuartoIT INERARIOS DE LA VIGILANCIA

    El cuarto y ltimo captulo quiere ofrecer alguna conclusin prctica, derivada de las reflexiones precedentes, para la vida de nuestras comunidades.Se trata de una parte aplicativa que pretende ayudara las parroquias, los grupos, las comunidades y las diversas instituciones eclesiales al hallazgo de algunas lneas operativas, entre muchas otras, que introduzcanen el devenir de cada da los grandes temas evocadosen relacin con la esperanza cristiana, de las cosasltimas, de la vigilancia.Pero las aplicaciones prcticas son slo pequeasseales de una importante intuicin de fondo que debecolorear nuestra vida: caminamos hacia un futuro cierto,grande, que est ms all de cuanto vemos o imaginamos, un futuro que es Dios mismo, Jess resucitadoen la plenitud de su Cuerpo, el Reino, la Jerusaln celestial. Esta visin grabada en el corazn por la virtudteologal de la esperanza, contemplada y deseada conardor y confianza constituye lo fundamental de cuantohe dicho anteriormente y el punto de referencia sobreel que debemos verificar cada uno de nuestros pensamientos, planes y acciones pastorales.Entre las orientaciones prcticas, siento la urgenciade subrayar tres mensajes.El primero es volver a leer los programas pastorales

    59

    publicados desde 1980 hasta hoy. A la luz de la vigilancia y de la vida eterna, puede comprenderse mejor el bienestar material, el mito de la produccin y la ma

  • 8/9/2019 Martini Carlo Maria Estoy Llamando a La Puerta

    31/52

    su mensaje especfico, tanto en su aspecto orgnicocomo en su validez permanente.El segundo es la atencin que nos deben mereceralgunos signos providenciales que en nuestra Iglesianos exhortan a la vigilancia y nos ayudan a estar despiertos a la espera del Seor que viene.El tercero lo constituyen una serie de encuentros enlos que ser posible, a lo largo del ao pastoral 1992-1993, mantener vigilantes nuestra mente y nuestro corazn ante las cosas ltimas.1 . El tema de la vigi lancia en los programaspastorales precedentes

    Repasando el ndice anal t ico que acompaa el conjunto de los programas pastorales publicado con motivode mi primer decenio episcopal en Miln 11 , no he encontrado entre las numerosas voces el trmino vigilaro alguno de sus sinnimos. Ser entonces nuevo eltema de la vigilancia en nuestro camino pastoral?Tengo que decir que no! En el recorrido de estosaos puede encontrarse el hilo de la esperanza teologalque estimula nuestra vigilancia en espera del Seor. Loveremos refir indonos a estas palabras del Apocalipsis:Mira que estoy l lamando a la puerta. S alguno oye mvoz y abre la puerta, entrar en su casa y cenar conl y l conmigo (Ap 3,20). Estas palabras son dirigidasa la comunidad de Laodicea, que vive una fase de cansancio porque considera adquir ida de una vez parasiempre la fe. Es una comunidad que se deja l levar por

    Programmi pastoral/ diocesani 1980-1990, Bolonia 199060

    na de las comodidades. Precisamente por esto el Seor le dirige una l lamada tierna y urgente. Es la mismal lamada que se dir ige vigorosamente a nuestra comunidad en este final del siglo xx.A) Estoy llamando a la puerta (Ap 3,20): reconoce rla primaca de Dios

    Estoy a la puerta expresa plsticamente una dimensin de la vida cristiana que ha sido decisiva ennuestro camino pastoral: la dimensin contemplativa dela vida. Antes de cualquier palabra o gesto, antes incluso de nuestra espera vigilante, est Alguien que seacerca constantemente a la trama de los das y al queel creyente espera con corazn vigilante y en actitudcontemplat iva.Desde la primera carta pastoral (1980) he venido pidiendo insistentemente a todos que reconozcan con admiracin adoradora la primaca de Dios. Al proponer anuestra iglesia ambrosiana y a nuestra gente, tan justamente orgullosa de sus realizaciones y proyectadahacia sus compromisos creativos, el descubrimiento dela actitud contemplativa, me urga afirmar, al comienzode mi episcopado, la frase Yo soy el Seor tu Dios,que est en el origen de nuestra experiencia religiosa.Como se le pide al piadoso israelita, exhortaba a losfieles a repetir la antigua aclamacin: Escucha, Israel,el Seor es nuestro Dios, el Seor es uno... (Dt 6,4ss).Pero quien reconoce la primaca de Dios no puededejar de ser vigilante. Hoy, despus de los cinco programas pastorales 1980-1987 y despus de los aosdedicados a la educacin (1987-1990) y a la comunicacin (1990-1992), nos centramos en la vigilancia, nopor el gusto de cambiar de pgina, sino para volver al

    61