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marzo ‘13 | Rosas blancas del jardín de la Casa Sorolla PIEZA DEL MES

marzo ‘13 · PIEZA DEL MES DE MARZO ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA Fig. 1. Joaquín Sorolla Rosas blancas del jardín de la Casa Sorolla 1920 Colección particular

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marzo‘13 | R

osas blancas del jardín

de la Casa Sorolla

PIEZA DEL MES

Por Covadonga Pitarch Angulo

Sala VI

jueves 7, 14 y 21 de marzo a las 18.30

Duración 30 minutos

[Asistencia libre]

“Rosas blancas del jardín de la Casa Sorolla”

PIEZA DEL MES marzo‘13

Jardines de Luz:

“Acompañado de Parladé me llevó al nuevo Parque de Sevilla, te he recordado todo el tiempo, es una cosa tan colosalmente bella que los jardines del Alcázar son pobres y tristes, qué rosas, qué emparrados de estas, estanques, bancos de azulejos, árboles magníficos, todo oliendo a azahar, todo entibiado por una atmósfera saturada de vida, de alegría, de sol, ay Clota mía, lo siento que no gocéis este hermoso rato de vida. Sevilla ahora es de una belleza... estoy empapado de sudor, pero mi alma ríe, y mis nervios hoy están muy excitados, cuánto siento no gocéis de la belleza de la naturaleza al unísono del pobre viejo”1.

Este fragmento de una de las muchas cartas que Sorolla escribió a su mujer cada día que por sus viajes vivió apartado de ella, expresa con pasión los sentimientos que los jardines despertaron en él. La belleza de sus plantas, el olor de sus flores, los juegos de colores que producen sus azulejos fascinaron al pintor, que verdaderamente, gozó pintando los rincones, primero de los jardines andaluces y luego de su propia casa, encontrando en esta pintura un verdadero descanso para una mano que nunca supo estar sin pincel.

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Rosas blancas del jardín de la Casa Sorolla

ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA

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La exposición Sorolla. Jardines de Luz y el descubrimiento de los jardines andaluces:

La Exposición Sorolla. Jardines de Luz reúne en el Museo Sorolla gran parte de su pintura de patios y jardines, andaluces primero, y del jardín de la ahora Casa Museo, después, a lo que se suma el cuadro Rosas blancas del jardín de la casa Sorolla (fig. 1).

La temática del jardín se inicia en Sorolla durante el verano de 1907, que pasa junto a su familia en el Palacio de la Granja, pues aquí pinta cuadros de los jardines construidos por Felipe V y René Carlier, como El Baño de la Reina, Valsaín (fig. 2) o Árboles en otoño, La Granja (Museo Sorolla, Núm. de inv. 792), y otros que incorporan también la figura humana, pero donde el paisaje de las fuentes y árboles de La Granja son fundamentales como en María mirando los peces (Colección particular).

Sin embargo, será en Andalucía donde los jardines se conviertan en una temática completamente nueva en su producción. Sus viajes a Sevilla, sus estancias en Granada, dejarán a Sorolla maravillado por los jardines árabes y sus rincones, por su intimidad y poesía. Esto se reflejará, como decíamos, en su pintura, pero además, será fundamental para la construcción de su jardín, el jardín del artista, que hará en su casa madrileña y que será constante fuente de inspiración en sus últimos cuadros.

Sorolla viaja a Sevilla en 1908 para pintar el retrato de la Reina Victoria Eugenia que debería presidir su exposición en las Grafton Galleries. Las sesiones para este retrato fueron muy cortas, lo que dejó al pintor mucho tiempo libre, que aprovecharía para realizar numerosos cuadros donde representa los Alcázares de Sevilla y otras vistas de la ciudad, como Reflejo en una fuente (fig. 3) o Fuente del Rey Moro, Alcázar de Sevilla (Colección particular).

“Te escribo mientras me preparan el almuerzo; llego ahora de Palacio, he empezado a pintar, puede ser muy hermoso el estudio que hago del jardín; también he tenido sesión con la Reina que estaba guapa”2.

Desde entonces, realizará numerosos viajes por Andalucía. Visita Granada en 1909, repite en 1910 con un recorrido por varias ciudades andaluzas y de nuevo volverá en 1917; en todos estos viajes recoge sus “impresiones” de los jardines y patios andaluces.

Como siempre, conocemos los pensamientos de estos viajes gracias a la correspondencia con su mujer, pues estas cartas son una fuente imprescindible para conocer a Sorolla. Así desde Granada dice:

“En la Alhambra cada vez se descubren cosas interesantes, hay numerosos restos de cerámica y una colección de vidrios con irisaciones preciosos. También son

ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA PIEZA DEL MES DE MARZO

Fig. 1.

Joaquín Sorolla

Rosas blancas del jardín de la Casa Sorolla

1920

Colección particular

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importantísimos los descubrimientos de la puerta de Siete Suelos y las fortificaciones, así como los antiguos jardines de los árabes, jardines escalonados, con sus fuentes, que aunque enormemente mutilados son fáciles de reconstruir en la imaginación”3.

Los Alcázares de Sevilla, La Alhambra, los jardines del Generalife, despiertan un verdadero entusiasmo en el pintor, que pinta incansablemente estos jardines aunque con una visión nueva, alejada de la pintura de paisaje romántica y del paisaje realista, y muy en consonancia, en cambio,

con la pintura francesa impresionista (con la que tanto se le relaciona), que encontró en los parques públicos primero, y en los jardines privados después, una constante fuerte de inspiración.

Su pintura lo refleja en obras como Patio de doña Juana, La Alhambra, Granada (Museo Sorolla, Núm. de inv. 1910); o Mirador de Lindaraja, Alhambra, Granada (Museo Sorolla, Núm. de inv. 864, 1910) en ellos se recogen los rincones, las plantas, los juegos lumínicos en el agua, los reflejos; todo ello supone un

nuevo reto para su pincel, cada vez más rápido y seguro mientras que continúa indagando en su constante búsqueda de la luz y la atmosfera.

La construcción del jardín del artista:

Pero, además de despertar una nueva temática en su pintura, los jardines

andaluces fueron una fuente de inspiración fundamental para construir el jardín del artista, su propio jardín.

En 1911 Sorolla comienza la construcción de su vivienda definitiva, situada en el entonces Paseo del Obelisco y que hoy en día es sede de su Casa Museo. Colaboró intensamente en el diseño del edificio, que confió al arquitecto Enrique María Repullés (afamado arquitecto a la moda

ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA PIEZA DEL MES DE MARZO

Fig. 2.

Joaquín Sorolla

El baño de la Reina, Valsaín

1907

Museo Sorolla

Núm. de inv. 800

Fig. 2.

Joaquín Sorolla

Reflejo en una fuente

1908

Fundación Museo Sorolla

Núm. de inv. 810

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historicista del momento) y también en los diseños de los tres jardines de la casa, que comenzará en 1910 y culminará en el año 1917.

El interés de Sorolla y su participación en la construcción de los jardines se refleja en los numerosos dibujos que el Museo conserva, como Proyecto para el muro oeste del

primer jardín de la Casa Sorolla (fig. 4) o Fuente y alberca del segundo jardín de la Casa Sorolla (Museo Sorolla, Núm. de inv. 11310, 1916-1917), y también en las referencias escritas a lo largo de su correspondencia.

En el año 1917, cuando está en plena construcción del segundo jardín de la

casa, las visitas que repite en la ciudad de Granada le servirán de inspiración.

“Creo podré llevar datos para el nuevo jardincillo, hay algo en Granada que tiene tipo bien distinto de Sevilla, una de sus características son esos empedrados y con ellos hacen dibujos (como tú recordarás) es sumamente barato y el conjunto es tan alegre o más que las baldosas”4.

Pero no sólo dibuja y diseña, sino que una vez tiene claro los trazados, Sorolla en persona se ocupará de comprar las plantas y flores en sus distintos viajes. En sus cartas escribe numerosas indicaciones a Clotilde, a la que envía las plantas que va adquiriendo, y que será la encargada de transmitir sus instrucciones.

“Dile a Joaquín que me envíe las dimensiones del jardín con el proyecto dibujado para contar el boj que necesito. Yo quiero que todas las plantas sean granadinas, aquí es muy barato todo, quiero llevar rosales y claveles.

“He comprado un naranjo y un limonero”5.

“Al regresar al hotel, el jardinero del Alcázar me entrega el adjunto talón de unas macetas que te envío. Son tres, dos de arrayán y otra de un melocotonero, que hace una bonita flor rosa, y que vi por vez primera en Granada. Manda enseguida a por ellas”6.

De todo este trabajo y cuidado se deriva uno de los primeros jardines neoespañoles de Madrid. Un jardín que fue, sobre todo, en vida de Sorolla un jardín de flores: lirios, azaleas, azucenas, geranios, pero sobre todo rosas, que como puede verse en la fotografía Núm. de inv. 80336 (fig. 5) en la que se ve a Sorolla junto a su hija María y su familia, crecían a lo ancho de la fachada principal de la casa y en los parterres del jardín. Se trata del mismo rosal amarillo que aparece como protagonista del cuadro El rosal amarillo de la Casa Sorolla (Museo Sorolla, Núm. de inv. 1240, ca. 1920). Todo ello nos da ya una clara evidencia del gusto de la familia por las flores.

Los cuadros del Jardín de su casa y el gusto por las flores:

Y este jardín que sirvió de recreo a la familia tuvo otra finalidad, la de ser lugar de inspiración para el pintor. En los últimos años de su vida, ocupados por los interminables viajes a lo largo de toda la geografía española que el encargo de la Hispanic Society requería, Sorolla encontró en su jardín un espacio de descanso. Sólo entre el año 1917 y 1920 le dedica hasta cuarenta y cinco lienzos.

La fotografía Núm. de inv. 80197 (fig. 6) nos muestra a Sorolla en uno de estos momentos de pintura de ocio en su jardín:

ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA PIEZA DEL MES DE MARZO

Fig. 4.

Joaquín Sorolla

Proyecto para el muro oeste del primer jardín de la Casa Sorolla

1911

Museo Sorolla

Núm. de inv. 11335

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sentado en un sillón de mimbre y con una sombrilla blanca que le protege del sol, se dedica a la pintura. Los tres jardines en los que se divide la casa, con visiones generales o pequeños rincones, fueron objeto de los pinceles del pintor, que encontró en esta pintura un verdadero descanso en unos años de durísimo trabajo y constantes viajes.

Algunos de los más bellos se reúnen en el último piso del Museo durante esta exposición, entre los que podemos citar Jardín de la Casa Sorolla, Alhelíes del jardín de la Casa Sorolla (Colección

particular, ca. 1918) o Detalle del Jardín de la Casa Sorolla (Museo Sorolla, Núm. de inv. 1142, ca. 1916).

La familia disfrutó del jardín y de sus flores. Sus nietos y biznietos recuerdan cómo eran habituales las flores frescas dentro de la casa, flores que se recogían en el jardín y con la que se adornaban los floreros y cacharros de cerámica que coleccionaban. En un de las fotografías que conserva el Museo (fig. 8) se puede ver a Clotilde y sus hijas María y Elena haciendo arreglos florales. En las fotografías antiguas de la casa podemos encontrar otros ejemplos de

esta costumbre, como en la Núm. de inv. 80280, en la que se puede ver el pequeño arreglo floral en el comedor de la familia, o la 80223 en la que se ve el salón adornado con un ramo de rosas, seguramente recogidas en el jardín.

Además, a lo largo de la correspondencia entre Sorolla y Clotilde se descubre otra costumbre más en el matrimonio, la de enviarse flores. Sin duda, la familia apreció las flores y vivió rodeada de ellas, no sólo en su jardín, donde las plantas fueron algo muy cuidado por Sorolla, sino también como parte de su matrimonio.

Durante los viajes del pintor los envíos de flores fueron constantes, unas veces eran unas flores recogidas durante sus paseos:

“La lluvia de estos dos días ha llenado de azahar el suelo de la plaza de Banderas, y hoy al cruzar por allí era delicioso el perfume. Te mando un poquillo que del suelo he cogido7”.

Otras veces las busca, las encarga y las envía, bien por tren, o a cargo de algún conocido:

“Llego ahora de buscarte una docena de claveles y unas violetas, son para ti, no los

ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA PIEZA DEL MES DE MARZO

Fig. 5.

Kurt Hielscher

María, su marido y su hijo junto a Sorolla

1919

Museo Sorolla

Núm. de inv. 80336

Fig. 6.

Arthur Byne

Joaquín Sorolla pintando

1920

Museo Sorolla

Núm. de inv. 80197

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había más hermosos, ni más en las nubes, por ser hoy día de San José “8.

Estas flores se envían como muestra de cariño y llevan besos y recuerdos del pintor:

“He trabajado esta mañana: ahí te envío un puñado de azahar, para que te perfume, lleva mis besos9”.

Pero Sorolla, no sólo le envío flores a su

mujer, sino que para mantenerlas frescas eternamente también las “retrató”. En esta exposición, donde se habla de los jardines, de la construcción de su jardín de artista, de su búsqueda de plantas e interés por construir un espacio pictórico, también hay un espacio para un cuadro diferente: Rosas blancas del jardín de la Casa Sorolla, un cuadro que retrata un ramo compuesto por las flores de su rosal, y que inmortaliza esas flores de las que tanto disfrutaban.

Rosas blancas del jardín de la casa Sorolla:

El cuadro representa sobre un jarrón de cerámica azul, firmado por Antong Lang10, un ramo de rosas blancas.

La técnica tardía de Sorolla, especialmente en estos cuadros íntimos, es rápida y a la vez, eficaz. Unos pocos trazos amplios pero precisos componen la forma de las grandes rosas, completamente abiertas. De nuevo,

el dominio absoluto de los tonos blancos, que ha caracterizado desde siempre la pintura del valenciano, es la clave para resolver las flores, unas pocas pinceladas, una combinación perfecta de distintos tonos blancos, crean las rosas blancas, sin necesidad de una trazo minucioso, pues se adivinan perfectas, abiertas y naturales.

El jarrón en el que Lang ha dejado gotear los barnices cerámicos para componer

ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA PIEZA DEL MES DE MARZO

Fig. 7.

Joaquín Sorolla

Jardín de la Casa Sorolla

1919

Museo Sorolla

Núm. de inv. 1232

Fig.8.

Joaquín Sorolla García

Preparando decoraciones florales

c.a 1914

Museo Sorolla

Núm. de inv. 80320

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una pieza plenamente modernista o art nouveau, se resuelve con pinceladas amplias y pigmentos líquidos que dejan gotear los óleos del mismo modo que lo hacen los barnices. El fondo es, quizás, lo más impactante de la composición, por la fuerza de los tonos amarillos, que se mezclan con ocres, y aportan por un lado luz al cuadro, y por otro, una gran modernidad a la pintura. Sobre una gama de diferentes tonos amarillos se construye una mesa y un fondo difuso, ¿quizás se trata de un cortinaje?, ¿quizás es un fondo abstracto? No lo sabemos,

pero no importa, pues no le hace falta representar una escena, el fondo enmarca perfectamente la composición floral y, a la vez, aprovechando un juego pictórico de contrarios, aporta gran fuerza y una gran cantidad de luz al cuadro.

Así unas sencillas rosas blancas se convierten en un juego pictórico casi sin precedentes en Sorolla, quien nunca dejó de estudiar la pintura más actual de su momento. Para la fecha, 1920, las vanguardias se encontraban ya en plena corriente de vuelta al orden, pero se

mantenían aún recientes en las pinturas fauvistas, expresionistas, cubistas y comenzaba a aparecer con fuerza Dadá.

Los fauvistas con su interés por el color se han traído muchas veces a colación en la pintura de Sorolla, quizás el cuadro en el que se menciona de manera más frecuente sea La Siesta pero no cabe duda que estos juegos de fondos planos, confusos, el contraste de tonos, la utilización de masas de color, recuerdan a las pinturas de Matisse y los Nabis.

Otros floreros

Aunque los floreros son escasos en la producción de Joaquín Sorolla, existen algunos ejemplos muy bellos de este tipo de pintura. Son estos unos cuadros especialmente íntimos, pues muchas veces inmortalizan esos ramos, esas flores que tanto decían. Son cuadros que han permanecido hasta hoy en el Museo y en la familia, pues no fueron cuadros para la venta, sino para la familia y para los amigos íntimos del pintor.

Y aunque no es abundante, a lo largo de

ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA PIEZA DEL MES DE MARZO

Fig. 9.

Joaquín Sorolla

Mis chicos

1897

Museo Sorolla

Núm. de inv. 416

Fig. 10.

Joaquín Sorolla

Rosas blancas

1916

Museo Sorolla

Núm. de inv. 1118

17 18

toda la producción pictórica de Sorolla aparecen estos pequeños floreros, unas veces en cuadros más importantes, como el ramo de rosas que sostiene Elena Sorolla, todavía bebé, en el cuadro Mis Chicos (fig. 9), que puede verse al subir la escalera principal de la casa, o el cuadro Rosas de té, tristemente perdido en el incendio de la casa de la Familia Gil: representa, de nuevo a Elena, con un espléndido ramo de rosas blancas, y estaba dedicado: «A la Señora D. María / Planas de Gil su afmo / J. Sorolla Bastida / 1898» (Elena era ahijada de María Planas, la mujer de Pedro Gil).

Otras veces son ramos de flores, como es el caso de Rosas blancas (fig. 10) dedicado a Clotilde, que representa el ramo que Joaquín

Sorolla García (el hijo del matrimonio) regalo a su madre por su cumpleaños, tal como se lee en la dedicatoria: «A mi Clotilde. Las rosas de nuestro Joaquín / al cumplir tus 52 años. 1916/ J. Sorolla». Un ramo de flores que, de nuevo, el pintor decidió retratar para que no se marchitaran nunca. De nuevo, rosas blancas sobre un jarrón rojo de la manufactura del inglés William Moorcroft11 (en la colección del Museo Núm. de Inv. 40712) y una enorme caracola, probablemente de la pequeña colección de conchas californianas que se trajo la familia de sus viajes a Estados Unidos.

Son por tanto cuadros íntimos, que permanecen en la familia, así la mayoría

de ellos se conservan en el Museo Sorolla como el cuadro Claveles rojos (fig. 11), muy estropeada su superficie pictórica, pero que deja todavía adivinar ese gusto por los rojos y la predilección del matrimonio Sorolla por los claveles.

“Adjunto un clavel que la Sra. de Beruete me dio para ti, él lleva un beso mío entre sus hojas para mi Clota”12.

El cuadro Rosas de hacia 1900 (fig. 12) en el que un pequeño ramo de rosas rojas y blancas aparece representado sobre el jarrón de vidrio veneciano (Núm. de inv. 50025)13 también pertenece a la colección del Museo. Quizás es este el florero de factura más acabada de todos los que

realizó Sorolla. Y de la misma fecha es el Florero (fig. 13) en que las rosas blancas y rosas aparecen mezcladas en un jarrón rojizo, estrecho y alargado. El resto de la composición lo forman el cacharro de cerámica verde, con forma de cerdito (Núm. de inv. 40287) y un libro y unas gafas, en primer plano, que nos devuelven rápidamente a la intimidad de la familia, a una pausa en la lectura, que sirve para retratar la vida cotidiana y el gusto por la lectura.

Jarrón con rosas blancas (colección particular) de nuevo con dedicatoria del pintor: «A mi amiga Crista (Morphy) / su afmo. / J. Sorolla», pintado hacia 1894, en el que sobre un pequeño recipiente

ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA PIEZA DEL MES DE MARZO

Fig. 11.

Joaquín Sorolla

Claveles rojos

c.a 1900

Museo Sorolla

Núm. de inv. 568

Fig. 12.

Joaquín Sorolla

Rosas

c.a 1900

Museo Sorolla

Núm. de inv. 569

19 20

globular se disponen las rosas blancas, muy abiertas, en todo su esplendor.

Estudio de flores (Colección particular), compuesto por dos jarrones y un cacharro de barro andaluz: en este cuadro se combinan las rosas blancas con los claveles rojos. Es un cuadro sin acabar, pero que nos deja ver ese gusto por los juegos cromáticos, la combinación del rojo y el banco, y que de nuevo emplea los floreros de su casa para componer un cuadro íntimo.

“Celebro te gustasen los claveles, hoy los vi muy hermosos, a peseta clavel. Si no fuese fumador me gastaría todo mi dinero en flores”14.

Notas:

1 Lorente, Victoriano, y Pons-Sorolla, Blanca: Epistolarios de Joaquín Sorolla Bastida. Correspondencia con Clotilde García del Castillo, vol. 2 y vol. 3, Barcelona, Editorial Antrophos, 2007-2009. Carta de Sorolla (Sevilla) a Clotilde (Madrid). 7 de abril de 1914.

2 Óp. Cit. Carta de Sorolla (Sevilla) a Clotilde (Madrid). 4 de febrero de 1908.

3 Óp. Cit. Carta de Sorolla (Granada) a Clotilde (Madrid). 3 de febrero de 1917.

4 Óp. Cit. Carta de Sorolla (Granada) a Clotilde (Madrid). 4 de febrero de 1917.

5 Óp. Cit. Carta de Sorolla (Granada) a Clotilde (Madrid). 8 de febrero de 1917.

6 Óp. Cit. Carta de Sorolla (Sevilla) a Clotilde (Madrid). 24 de marzo de 1914.

7 Óp. Cit. Carta de Sorolla (Sevilla) a Clotilde (Madrid). 14 de abril de 1914.

8 Óp. Cit. Carta de Sorolla (Sevilla) a Clotilde (Madrid). 19 de marzo de 1914.

9 Óp. Cit. Carta de Sorolla (Sevilla) a Clotilde (Madrid). 18, 19 y 20 de febrero de 1908.

10 El Museo conserva tres búcaros (Núm. de inv. 40695, 40696 y 40697) firmados por Anton Lang ceramista bohemio, cuya producción se caracteriza por la yuxtaposición de esmaltes de diversos tonos y consistencias dispuestos informalmente, en un gusto muy art nouveau.

11 William Moorcroft, ceramista inglés cuyo estilo es fácilmente reconocible por sus formas naturalistas de flores y plantas estilizadas en ricos colores, para la decoración de una cerámica más bien decorativa. El jarrón que posee este Museo es de unas formas ágiles y curvilíneas, decorado a base de ramas de flores de espino de inspiración totalmente oriental, realizadas con plantilla, tipo que Moorcroft perfeccionó y que se le ha dado en llamar Florian Ware.

12 Óp. Cit. Carta de Sorolla (París) a

Clotilde (Valencia). 18 de julio de 1900.

13 Copa veneciana; por la morfología (con un dragón enroscado en el pie), la técnica y la decoración de la pieza puede tratarse de una producción de la fábrica de los hermanos Benvenuto y Giuseppe Barovier en Murano, fundada en 1878, que trabajaron el vidrio “aventurine”, como se percibe en el trabajo del vástago de esta pieza.

14 Óp. Cit. Carta de Sorolla (Sevilla) a

Clotilde (Madrid). 22 de marzo de 1914.

ROSAS BLANCAS DEL JARDÍN DE LA CASA SOROLLA PIEZA DEL MES DE MARZO

Fig. 13.

Joaquín Sorolla

Florero

c.a 1900

Museo Sorolla

Núm. de inv. 570

21PIEZA DEL MES DE MARZO

Bibliografía:

Añón, Carmen, y Luengo, Ana: Jardines Artísticos de España, Madrid, Espasa Calpe, 1995.

Lorente, Victoriano y Pons-Sorolla, Blanca: Epistolarios de Joaquín Sorolla Bastida. Correspondencia con Clotilde García del Castillo, vol. 2, Barcelona, Editorial Antrophos, 2007-2009.

Lorente, Victoriano, y Pons-Sorolla, Blanca: Epistolarios de Joaquín Sorolla Bastida. Correspondencia con Clotilde García del Castillo, vol. 3, Barcelona, Editorial Anthrophos, 2007-2009.

Padilla Montoya, Carmen: Catálogo de cerámica: Museo Sorolla, Madrid, Ministerio de Cultura, 1992.

Pantorba, Bernardino de: Catálogo de Sorolla, Madrid, 1944.

Pons-Sorolla, Blanca: Joaquín Sorolla y Bastida: Vida y obra, Madrid, Fundación de apoyo a la Historia del Arte Hispánico y Ediciones Doce Calles, 2011.

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VVAA: Granada en Sorolla, Madrid, Ed., Ministerio de Cultura, Ayuntamiento de Granada, 2011.

VVAA. Sorolla Jardines de Luz, Madrid, Patronato de la Alhambra, Fundación Museo Sorolla, Ediciones el Viso, 2012.