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8/18/2019 Mas allá del neoinstitucionalismo
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EL CONCEPTO DE INSTITUCION, MAS ALLA DE LOS ¿NUEVOS?
INSTITUCIONALISMOS.
Autor: Roberto Pentito – Docente titular-investigador (UNM-UNSAM)
roberto.pentito!ot"ail.co"
1. Introducción. Polis!i" # A!$i%&d"d. Dado lo diverso de las referencias teóricas queconvergen en el concepto de institución, no resultan extrañas la polisemia y la ambigüedad con que se
lo usa1. Esto suele disimularse cuando se lo utiliza de modo preteórico, al suponer un consenso
acad!mico inexistente o ba"o el paraguas de un sentido com#n que lo identifica con los conceptos de
$reglas% u $organización% o alg#n tipo de composición entre ambas. Esta ambigüedad permite su
inclusión en el marco de discursos teóricos e ideológicos divergentes e incluso antagónicos.
& veces se lo utiliza de manera tan abarcativa que casi no de"a en pie fenómeno fuera de su alcance'
toda idea general que aluda a una trama espec(fica de relaciones sociales, con sus normas y su
imaginario propios, concita el apelativo de institución. )on esto se intenta cernir la intuición de que
existen estructuras sociales que no se ofrecen a la observación inmediata, m*s all* de las estructuras
formales con las que interactuamos.
+uera de la academia, el t!rmino se naturalizó en el lengua"e de pol(ticos, burócratas, periodistas, etc.,
como erramienta apta para citar ob"etivos imprecisos, capaces de concitar un apoyo tan amplio como
amorfo, y a un nivel de abstracción tal como para no amenazar a intereses concretos ni generar
compromisos onerosos. -a institución resulta as( un t!rmino pol(ticamente correcto, apto para aportar
una legitimidad difusa y llenar l(neas en la formulación de programas y proyectos.
'. Tnsions # du"lis!os. /*s all* de estos usos, en torno al concepto de institución se ponen de
manifiesto las tensiones propias de las $antinomias ontológicas, dualismos epistemológicos y dilemas
metodológicos% que atraviesan a las ciencias sociales 0essop. 2234. 5e trata de las que oponen lo
$ob"etivo% a lo $sub"etivo%, lo macro a lo micro, lo $pol(tico% a lo $funcional%, la permanencia y el
cambio, etc. Esto dota de un particular inter!s y comple"idad a su estudio.
6n estudio institucional tratar(a de situar a esas antinomias acad!micas en el marco de tensiones de
mayor alcance. En efecto, el inter!s por las $instituciones% suele despertarse en contextos de r*pidas y
caóticas transformaciones sociales, en cuyo marco surge la demanda de distintos actores en relación a
allar medios para intervenir en ellas y encauzarlas en alguna dirección predeterminada, en orden a
restringirlas o bien profundizarlas.
-as teor(as institucionalistas buscan entender las articulaciones entre estructuras sociales y su"etos a
escala intermedias, sin de"ar de lado ninguna de las tres dimensiones en que se despliega dica
relación7 las del poder, la racionalidad y el sentido. El concepto de institución permite vincular, en
efecto,las cuestiones relativas a los 8dispositivos de poder8, la función y la racionalidad instrumental
que le es inerente, los mecanismos de producción de significaciones e identidades sociales, y lascondiciones de posibilidad para el despliegue sub"etivo como acción colectiva transformadora.
Esto pone de manifiesto la dimensión pol(tica inerente al concepto. En efecto, la pregunta acerca de
las relaciones entre su"etos y estructuras implica interrogar acerca de los determinantes de la
permanencia y el cambio, fundante de las ciencias sociales. 9nquirir por la permanencia de las
estructuras implica teorizar su capacidad para afectar a los su"etos, en tanto la cuestión de su g!nesis y
transformación implica formular la de los su"etos para incidir sobre ellas. -as distintas corrientes
1 Estas pretensiones no son nuevas, as( como tampoco lo es la constatación de la pobreza de sus realizaciones. -ourau refiere que el
sociólogo :naniec;i, en 1urvitc ablaba
de su crisis, dado el empleo abusivo que se iciera del mismo.
2 -a $institucionalidad% suele ser invocada como caracter(stica ideal de un r!gimen pol(tico, connota la vigencia del $estado de dereco%, dela aplicación impersonal de la ley, en un contexto de estabilidad, racionalidad, previsibilidad para las transacciones, de garant(as
constitucionales para las libertades individuales, para los derecos de propiedad, etc., como dimensión opuesta a los reg(menes $populistas%
que, por el contrario, promover(an el personalismo, el uso arbitrario e imprevisible del poder, el clientelismo, la corrupción, etc.
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institucionalistas intentan resolver a su manera estos interrogantes y ponen mayor peso en uno u otro
de los t!rminos, dado que el concepto connota tanto lo dado y permanente, como el acto de su
transformacion y?o creación. El desaf(o del pensamiento institucionalista siempre a sido "ustificar la
"erarqu(a con que ordena ambos sentidos. -os autores que perciben lo institucional primordialmente
en relación a la reproducción del orden social, se plantean el modo en que afecta, o $modela% a los
comportamientos individuales. @or otra parte, los que destacan su car*cter de acto fundante se
plantean el modo en que los su"etos son capaces de crearlas y transformarlas intencionalmente 0en qu!condiciones, o si tales transformaciones son propias de un devenir istórico indeterminado o de un
$sentido% que le es inerente, etc.4.
(. Corrints institucion"list"s. -a istoria de las m#ltiples definiciones y connotaciones del
concepto de institución en la filosof(a moderna y las ciencias sociales nos muestra, por un lado, a la
institución considerada como eco social ob"etivo' vieron en ella un con"unto de reglas, una $trama
organizativa%, un $sistema de roles y relaciones entre roles% que estructuran la acción sub"etiva. Esta
mirada fue la que privilegió la filosof(a del dereco egeliana y la sociolog(a cl*sica desde )omte a
Dur;eim. Atros autores destacaron su car*cter de eco primariamente sub"etivo, 0como $consenso
intersub"etivo%, $modelos mentales compartidos%, $pautas de conducta abitualizadas%,
$convenciones%, $categor(as compartidas, etc. Este sentido fu! puesto de relieve por la filosof(a
sub"etiva del dereco, la sociolog(a fenomenológica, la psicolog(a social, etc.
+inalmente existen otras corrientes que intentaron alg#n tipo de s(ntesis o articulación' la filosof(a del
dereco de Bauriou o Cenard, la antropolog(a de /. /auss, -evy 5trauss y /ary Douglas4, la
sociolog(a estructuralfuncionalista, etc.
Desde la &rgentina fu! posible asistir al arribo de oleadas sucesivas de enfoques sobre la cuestión.
El primero fue el an*lisis institucional, que se difundió desde +rancia a partir de los años 2s. 5e
propon(a develar las contradicciones inerentes a los discursos y pr*cticas sociales, los fines latentes
encubiertos tras el discurso oficial de las organizaciones y los intereses particulares ocultos detr*s de
toda apelación a lo universal. 5u marco teórico intentaba articular conceptos provenientes del
marxismo, el psicoan*lisis, la filosof(a del dereco, la antropolog(a y la sociolog(a. 5e especializaronen el estudio y la $intervención% en dispositivos ospitalarios, educativos, penales, etc, a los se
plantearon transformar de manera radical. 5u vigencia perdura como instrumento de an*lisis de tales
dispositivos.
@or otra parte, a partir de fines de los años =2 surgieron en el medio acad!mico estadounidense los
llamados $neoinstitucionalismos%. Estas corrientes se desarrollaron desde la ignorancia o el olvido de
las anteriormente nombradas y en general se plantearon el propósito contrario7 es decir, plasmar de
modo m*s o menos expl(cito la vie"a utop(a de )omte' conciliar la $din*mica% y la $est*tica% social,
gobernar las transformaciones sociales $preservando el orden% y definir los problemas en t!rminos
compatibles con una intervención $t!cnica% capaz de resolverlos. 5on las corrientes presentes oy en
d(a cuando se evoca el concepto de institución en los campos de la econom(a, la ciencia pol(tica y la
sociolog(a de las organizaciones.
). Los noinstitucion"lis!os. Este t!rmino izo su aparición en el medio acad!mico estadounidense
acia fines de la d!cada del 1
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-os neoinstitucionalistas caracterizaron su propia aparición como un 8redescubrimiento8 de las
instituciones como punto focal de la investigación en las ciencias sociales 0Di /aggio F @oGell,
1
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Ieret 02224 destaca que la demarcación entre institucionalismo e individualismo metodológico
puede ser trazada en base a la preocupación del primero por pensar el papel de las instituciones como
$mediaciones% entre las estructuras sociales y los comportamientos individuales, para as( $entender a
!stos #ltimos y sus formas colectivas de expresión%. @ero esta oposición se revela ilusoria en tanto el
neoinstitucionalismo anglosa"ón, en razón de presuponer como polo opuesto de la estructura social a
los $comportamientos individuales% que se $expresan colectivamente%, restringe y naturaliza lo
sub"etivo en la sola figura del $individuo%, sin pensar a los su"etos sociales m*s all* del mismo, niconsiderar a tales individuos como una forma istórica singular de la sub"etividad, constituida por la
confluencia, no necesariamente armónica, de distintas instituciones en cierto tiempo y lugar.
Marios autores ven posible la convergencia entre estas corrientes. Ball y Iaylor 01
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posible entonces, modificarlas de manera deliberada 0en qu! circunstancias, a trav!s de qu! medios,
etc.4 -as respuestas suelen conformarse con señalar aqu( la existencia de un $dif(cil problema% 12..
Ballar un camino para enfrentar este problema permitir(a legitimar ciertas recetas para incidir en la
realidad social de modo deliberado. Esto resultaba particularmente imperativo en la segunda mitad de
los años
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cambios propuestos y quienes los beneficiados y los per"udicados en el balance social resultante de su
implantación1.
Estos supuestos $institucionalismos8 ignoran de eco el punto de llegada de Nort, quien
precisamente concluyó que $no se sabe% cómo provocar deliberadamente la emergencia de los
factores necesarios para el desarrollo de una econom(a de mercado/0. El olvido de esta advertencia no
es casual. 5i los cambios institucionales dependen de balances de poder contingentes, Ocómo es posible entonces concebir el rol de los 8t!cnicos8 que operan sobre la realidad desde los auspicios de
la Cazón 6niversal financiada por organismos internacionalesP El ocultamiento de esta conclusión y
la adopción de esta versión $interesada% del institucionalismo a permitido a mucos economistas
sostener su $autoridad% en los campos m*s comple"os de la pol(tica y la gestión estatal /1.
. A !odo d $"l"nc. )u*les son, en la actualidad, los usos del concepto de institución legitimados
por el $consenso% acad!mico como la manera $actualizada% de referirse al mismoP No son otros que
los instituidos como tales por la academia estadounidense, es decir, los provenientes de las corrientes
$neoinstitucionalistas%. @osgrados, publicaciones a las que es necesario leer y citar, criterios
establecidos para evaluación de proyectos, tesis, etc., canalizan estos conceptos acia los $pares%
latinoamericanos y retribuyen con recursos simbólicos y materiales a quienes colaboran en su
difusión. Iambi!n en este caso, las $comunidades% acad!micas de las universidades de &m!rica
-atina parecen aber naturalizado un discurso y sus mecanismos de diseminación como la forma
correcta de pensar y acer las cosas, a cuya reproducción se debe colaborar si se aspira a ser
reconocido como un $par%.
Qu! an aportado los neoinstitucionalismos en relación a esclarecer las condiciones que, en lo
sub"etivo, acen posible la reproducción y transformación de las estructuras sociales e inversamente,
respecto a los procesos a escala macro que acen posible la emergencia de ciertas formas de
sub"etividadP
En t!rminos generales, el $redescubrimiento% de las instituciones es relevante para un contexto en el
cual son egemónicos los discursos que parten de premisas individualistas y racionalutilitarias.Estos, en efecto, suelen toparse ante la comprobación de que, en lugar de una interacción de *tomos
individuales en un espacio abstracto y universal, ay entramados sociales concretos, istóricos,
particulares, que producen sub"etividades que act#an de modo poco previsible para tales enfoques.
Este $allazgo% da lugar a que, por e"emplo, el fracaso de una reforma se explique en razón de aber
desconocido la $dimensión institucional% inerente a la organización económica. Iales explicaciones
se ven sazonadas por aseveraciones del estilo de $la istoria es importante% o $las estructuras sociales
importan% y otras verdades de perogrullo para quien provenga de otro contexto acad!mico.
-os neoinstitucionalismos neorracionalistas no fueron m*s all* de esas premisas t(picas del
pensamiento anglosa"ón' su"etos pensados como $individuos% preexistentes a las relaciones sociales
en que intervienen. -as $instituciones% a lo sumo, los constriñen o abilitan7 estructuran su
interacción y por lo tanto limitan sus opciones. El an*lisis de las relaciones entre instituciones ysub"etividad se empobrece al confinar a !sta #ltima a la figura del $individuo% y a la sociedad como
producto omog!neo de sus $interacciones%. 5e postula que las instituciones modelan, o conforman a
tales individuos, sin explicar cómo. Esto los inibe para alcanzar su ob"etivo7 explicar el cambio
institucional y cómo provocarlo desde una intervención t!cnica.
& este respecto, estas corrientes quedan por detr*s, incluso, del estructuralfuncionalismo, ya que !ste
intentó teorizar el eco de que distintos *mbitos del sistema social proveen requisitos contradictorios
12 Ver al respecto el trabajo de C. Vilas (2000)1
Nort intentó poner en cuestión este optimismo panglossiano e incluir la variable del $poder de negociación% y a la posibilidad de
desenlaces socialmente $ineficientes% en su modelo de cambio institucional 01
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entre s(, y que ciertas instituciones se presuponen mutuamente, pero tambi!n se implican de manera
contradictoria y reproducen relaciones sociales que tambien lo son1K. De eco la $integración% es un
problema a resolver por el sistema. El e"emplo cl*sico es el de /erton, que analizó en t!rminos
funcionalistas los conflictos entre roles y su sobredeterminación institucional1.
-os neoinstitucionalismos que enfatizan los aspectos istóricos, de ra(z Geberiana, oscilan entre su
vocación por destacar el car*cter espec(fico de los modelos de desarrollo, y su propensión areconducir esa diversidad ya no a los imperativos universales de la lógica mercantil, sino a los
provenientes de la dominación racionallegal encarnada en el Estado. En estas corrientes se ace
presente la premisa de un modelo social signado por conflictos, "uegos de sumacero y desenlaces
caóticos que sólo la tecnocracia estatal puede conducir y orientar. Cesulta de este modo un discurso
#til para quienes buscan contrarrestar la legitimación acad!mica universal del modelo liberal
anglosa"ón. 5u pol!mica con las teor(as de la acción racional en este caso, gira en torno de qui!n le
cabe el papel de representar a la Cazón' si al Estado, por un lado, o a los mecanismos impersonales
del mercado, por otro. -o cual deriva en otra forma de racionalismo, y consagra el papel de otros
t!cnicos como int!rpretes v*lidos de esa Cazón, cuyo saber debe predominar sobre los dem*s para
ayudar a conducir y dirimir los conflictos y administrar el devenir social, y as( gobernar el cambio
conservando el orden, como ped(a )omte.
@or #ltimo, las corrientes sociológicas dan lugar a un refinamiento de la capacidad acad!mica para
describir y explicar los fracasos de los intentos de transplantar modelos institucionales, recazan el
utilitarismo de las concepciones sub"etivas del paradigma racionalindividualista y se empeñan en
develar los aspectos m(ticos que encierran los discursos y pr*cticas racionalizadoras. @ero como no
intentan complementar al paradigma egemónico ya mencionado, su difusión rara vez trascendió los
l(mites de la academia. No van m*s all* del intento de explicar lo instituido, es decir, la reproducción
del orden social, y tambi!n resultan impotentes para entender sus transformaciones.Iampoco alcanzan
el punto al que llegara /erton a fines de los años treinta' la cuestión de las m#ltiples y a veces
contradictorias determinaciones institucionales que convergen en toda construcción de identidad, y
que ace de misma un proceso comple"o y siempre inconcluso.
En suma, dado que el pensamiento dial!ctico es a"eno a la tradición acad!mica estadounidense, no les
es posible definir el concepto de tal modo que articule los aspectos que cada corriente enfatiza, m*s
all* de la apelación a una confluencia basada en el mero eclecticismo. Ceducen lo institucional a lo
instituido7 por lo tanto, resultan discursos cargados de preocupaciones obbesianas sobre el orden y la
estabilidad, congruentes con estrategias de conservación. 5u fracaso en constituirse como fuente de
una intervención t!cnica es otro caso del modo en que el discurso acad!mico, y sus pretensiones de
ilustrar al pr(ncipe para introducir cambios en la realidad social, se topan de lleno con el l(mite
impuesto por la contingencia de lo pol(tico1=.
Es el punto de llegada del neoinstitucionalismo. -a teor(a de las instituciones sólo puede superarlo
yendo m*s all* de las premisas sub"etivas que la impotentizan, en particular, para pensar al cambio
social y a los su"etos que lo acen posible.
/. Not"s 0in"ls. "ci" un r+l"nto. -legada a ese punto, la teor(a de las instituciones sólo puede
superarlo yendo m*s all* de las premisas propias del indivualismo racionalutilitarista. 6na vez
ampliado su orizonte teórico, podr(a pensar a su ob"eto como "ediaci,n entre una teor#a de la
!ege"on#a una teor#a del su+eto% a &in de articular los &en,"enos del poder% la ra$,n el sentido
tanto a escala social co"o a la de la sub+etividad . Iodo enfoque teórico que se proponga utilizar el
concepto de institución desde un lugar alternativo al de los paradigmas egemónicos en la academia
estadounidense debe evitar recaer en la tentación de apelar a discursos for"ados a partir de premisas y
limitaciones similares.
15
El an*lisis institucional propuso conceptos tales como seg"entariedad o transversalidad para desarrollar este interrogante.1
Esto da lugar a fenómenos como la disonancia cognitiva, pensamiento de grupo, etc. , pero tambi!n a la acción colectiva instituyente.1=
&qu( reencontramos el anatema que Nolen arro"a a los intentos de introducir una $ingenier(a institucional% confiable' la misma requerir(a
de conocimientos que no existen 0Artiz, 22K4.
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El an*lisis de las corrientes neoinstitucionalistas resulta ilustrativo del modo en que se despliegan
mucos de los sentidos y tensiones asociadas al al concepto de institución. No lo agota, por cierto. 5in
embargo, en la atención de mucos investigadores y estudiosos la difusión del neoinstitucionalismo
a velado buena parte de los copiosos antecedentes que la istoria de la filosof(a y la ciencia social
ofrece para acometer ese propósito. Esta ignorancia tiene un alto costo, ya que estreca el debate al
orizonte de ideas dominantes en el tiempo y lugar en que son producidos, reitera argumentaciones y
se detiene en i"passes antiguas.
En efecto, la primac(a de las corrientes neoinstitucionalistas a de"ado en la penumbra a otros
enfoques contempor*neos, como los de Cobert essop o )laus Affe, caracterizables como post
marxistas, o la reelaboración de los aportes de la escuela francesa, confrontados con la obra de autores
como /icel +oucault o @ierre Rourdieu. Estos aportes parecen aber quedado m*s all* de los l(mites
en que los cientistas sociales parecen situar la manera $leg(tima% de abordar el concepto.
6n an*lisis institucional busca revelar en la referencia a lo universal a que apela cada forma social
singular, la operación de sentido que naturaliza su existencia y oculta as( la particularidad de las
fuerzas contingentes que la instituyen. El fin al que puede resultar relevante un an*lisis seme"ante es
el de destotali$ar los universos de sentido *ue ordenan a las &or"as estructuras sociales a las
relaciones procesos *ue se re&erencian en las "is"as% poniendo de "ani&iesto las relaciones de
poder *ue las constituen% as# co"o. los procesos de sub+etivaci,n% sus consecuencias inesperadas%
*ue las "odi&ican.
)omo mediaciones entre la acción sub"etiva y las determinaciones sist!micas que la constriñen, las
instituciones intentan asegurar cierta congruencia entre la l,gica de la !ege"on#a% la l,gica de la
do"inaci,n la l,gica de la producci,n de sub+etividad . )onservar esta congruencia requiere
garantizar la gobernabilidad de los conflictos entre tales lógicas. Desde una perspectiva ideal, los
ordenamientos funcionales, pol(ticos y simbólicodiscursivos no pueden estar en contradicción
insalvable unos con otros7 las instituciones gestionan esa contradicción para que el conflicto sea
gobernable. El sistema m*s estable es aqu!l en el cual las contradicciones entre la reproducción de
cada con"unto de instituciones que participan de la egemon(a se expresa en el nivel m*s ale"ado delas posibilidades de acción instituyente 0por e"., la criminalización o medicalización del malestar4.
Esto implica ir m*s all* del punto de llegada neoinstitucionalista, y orientar la b#squeda en otras
direcciones que permitan pensar instituciones que no $conforman%, $modelan% ni siquiera determinan
en forma aislada a las identidades, sino que las sobredeter"inan. 9mplica conformar un marco teórico
que permita concebir a identidades singulares compuestas a partir de una combinatoria de m#ltiples
determinaciones, que coexisten sin que ninguna armon(a preestablecida o imperativo funcional les
asegure su $plenitud% a escala sub"etiva. @or el contrario, las instituciones determinan las identidades
del mismo modo m*s o menos caótico e inconsistente con el cual se reproducen. 6n proyecto
egemónico S para utilizar el concepto de essop 0224 es aqu!l que propone alcanzar un relativo
grado de consistencia entre un con"unto de determinaciones institucionales productoras de identidad.
En cuanto al su"eto, si la necesariedad de la integración funcional entre dispositivos institucionales es
una premisa errónea y, por lo tanto, la contradicción es un dato inerente a las relaciones sociales, es
posible pensarlo como acontecimiento que surge de un proceso conflictivo de reproducción
institucional, y que, m*s all* de las identidades que las instituciones procuran reproducir, puede ser
portador de nueva potencia instituyente.
Es imprescindible, por lo tanto, ir m*s all* de los neoinstitucionalismos y de sus olvidos selectivos, a
fin de tener un panorama m*s abarcativo de las tensiones que la istoria del concepto expresa. 5ólo
as( el mismo puede resultar una erramienta eficaz para el estudio de la relación entre estructuras,
su"etos y procesos de transformación en las sociedades contempor*neas.
2a 3ibliograa del presente art#culo no se agrega por ra$ones de espacio. Puede consultarse en:
!ttps:44555.dropbo6.co"4s47t8p7$lo+e/&9*r4bibliogra&.docdl;7
https://www.dropbox.com/s/0t9p0zloje1f2qr/bibliograf.doc?dl=0https://www.dropbox.com/s/0t9p0zloje1f2qr/bibliograf.doc?dl=0