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1 Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Ciencia Política Monografía de Pregrado para optar por el título de politóloga. La seguridad: un discurso y una identidad por redefinir Una reflexión sobre el discurso de la seguridad en la Política de Defensa y Seguridad Democrática del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, en el marco del conflicto armado colombiano Directora: Dra. Arlene Tickner Lector: Gabriel Murillo Lina María Abadía Mantilla JUNIO de 2004

Monografía de Pregrado para optar por el título de politóloga

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Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Ciencia Política

Monografía de Pregrado para optar por el título de politóloga.

La seguridad: un discurso y una identidad por redefinir

Una reflexión sobre el discurso de la seguridad en la Política de Defensa y Seguridad Democrática del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, en el marco del conflicto

armado colombiano

Directora: Dra. Arlene Tickner Lector: Gabriel Murillo

Lina María Abadía Mantilla

JUNIO de 2004

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TABLA DE CONTENIDO

Introducción……………………………………………………………………………4

1. El debate Teórico sobre la seguridad………………………………………………..9

i. Localización del debate e importancia.

ii. La visión tradicional o clásica de la seguridad………………………………11

iii. Nuevos enfoques y análisis multisectoriales sobre la seguridad……………15

2. Las nuevas visiones de la seguridad…………………………………………………20

i. La seguridad como construcción social y práctica discursiva –Spech act

ii. Securitización y Desecuritización…………………………………………...22

3. ¿Entonces, qué es la seguridad? …………………………………………………....25

i. La identificación del enemigo……………………………………………… 26

ii. El discurso como dispositivo de poder………………………………………29

4. El caso Colombiano: El discurso de la seguridad en la Política de Defensa y

Seguridad Democrática en el marco del conflicto armado…………………………….33

i. Antecedentes conflicto armado colombiano y tendencias en las políticas de

seguridad en Colombia.

ii. Descripción de la Política de Defensa y Seguridad Democrática ……….38

iii. Análisis del discurso de la seguridad en la P.D.S.D…………….…………..41

5. Reflexiones sobre el contraste entre la formulación de la P.D.S.D, su ejecución y

resultados……………………………………………………………………………….48

6. Alternativas para repensar el discurso de la seguridad y el tratamiento del

conflicto colombiano…………………………………………………………………………58

7. Bibliografía……………………………………………………………….………….61

8. Anexos

3

Resumen El texto aborda la pregunta por la seguridad, y en particular cómo un determinado discurso genera una determinada política, es decir, cómo es posible que un determinado discurso de la seguridad genere más inseguridad. Específicamente como para el caso colombiano, la Política de Defensa y Seguridad Democrática está promocionando un discurso de “seguridad” de alcance limitado, basado en el uso de la fuerza, como mecanismo para recuperar la gobernabilidad, pero desatiende las causas estructurales del conflicto armado colombiano y, por ende, paradójicamente, genera más inseguridad. Sobre la inseguridad así creada se dificulta el proceso de construcción y consolidación del proyecto nacional. Por esto el texto busca contrastar desde una perspectiva general, la formulación del discurso de la seguridad, con su ejecución, para reflexionar sobre los efectos a mediano y largo plazo, y resaltar la necesidad de re-significar la seguridad y promocionar un discurso de ésta basado en el concepto integral de “seguridad humana”. Es decir, una población sin temores ni carencias. De este modo, se posibilita la formulación de nuevos discursos sobre la seguridad tales que permitan poner en marcha una política sostenible que actué sobre las causas fundamentales del conflicto colombiano. En este sentido la necesidad de replantear el discurso de la seguridad resulta ser también una pregunta por la relación medios-fines, en el re-posicionamiento del estado en el conflicto armado colombiano, y en este sentido es una pregunta por el manejo de recursos, a favor de interesases y fines, pues el estado termina comprometiendo sus recursos según su conceptualización limitada del concepto de seguridad, generando más temor entre sus gentes. ______________________________________________________________________ “There is nothing outside of discourse” “No hay nada por fuera del discurso” (Campbell 1992:4) “Nothing is a risk in itself on the other

hand, anything can be a risk” “Nada es un riesgo en si mismo, de otra parte, cualquier cosa puede ser un riesgo” (Campbell 1992:10)

“Danger is not an objective condition” “El peligro no es una condición objetiva” (Campbell 1992:1)

______________________________________________________________________

4

Introducción

El interés en aproximarnos a la comprensión de la seguridad como discurso y política de

estado, surge a partir de las condiciones actuales del contexto local y global, en

especial, de la puesta en marcha del discurso de la seguridad de la Política de Defensa

y Seguridad Democrática ( P.D.S.D.) del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, y su

incidencia en el manejo del conflicto armado colombiano, hoy internacionalizado. Esta

pregunta por la seguridad, de una parte permite indagar por diferentes elementos para

su comprensión, en tanto se presenta como un concepto complejo, producto de una

interpretación de la realidad y de una construcción social a través de prácticas

discusivas, imposible de entender como una condición objetiva. De igual modo,

nuestro cuestionamiento busca dar cuenta de cómo un determinado discurso sobre la

seguridad, genera el marco epistémico para formular y ejecutar un políticas específicas

entorno a ésta. En este sentido, la relación entre el discurso de la seguridad, circunscrito

en la política de seguridad estatal, y el manejo del conflicto armado colombiano,

revela en últimas, del proceso complejo, inacabado y potencialmente fallido de

consolidación del proyecto nacional. Por lo tanto, la construcción de la seguridad,

resulta ser en últimas, un problema de identificación que como tal, atiende a la

configuración de los amigos y enemigos, a través de las prácticas discursivas y de los

efectos reales que despliega dicha delimitación. Más aún, para una sociedad híbrida,

polarizada y militarizada como la colombiana, cuyo estado se presenta dependiente y

subordinado en la periferia del sistema internacional, (paradójicamente, con una de las

democracias y una de las guerrillas más antiguas de América Latina), donde el tipo de

discurso que se promociona sobre la seguridad, incide en la reproducción de ciertas

prácticas inter-subjetivas y en consecuencia, incide en el manejo de los mecanismos de

reproducción o articulación del conflicto armado colombiano.

Por esto es preciso resaltar la urgencia por re-significar la seguridad, a través de un

nuevo discurso, socialmente construido y de apropiación de las instituciones, en función

real de el bien común de la nación colombiana, posiblemente desde la perspectiva de la

seguridad humana, capaz de hacer viable la materialización de una política de

5

seguridad sostenible, la cual contribuya a la resolución del conflicto armado, no solo

desde sus efectos visibles, sino desde sus causas estructurales, para finalmente hacer

posible el cumplimiento de los objetivos y garantías que busca nuestro proclamado

Estado Social de Derecho y su institucionalidad democrática.

Por esto, la pregunta por el discurso de la seguridad en lo local, sin lugar a dudas se

enmarca dentro del cambio en las condiciones del sistema internacional, generado con

los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, el cual resultó ser tan radical

como en su tiempo lo fue la Caída del Muro de Berlín. Dichos atentados desplegaron

una sensación de gran inseguridad en todo el mundo, por el carácter impredecible y la

invisibilidad del nuevo enemigo, imposible de encuadrar ahora, en las fronteras de un

estado nacional. En consecuencia el gobierno norteamericano, a través de su retórica,

promocionó al terrorismo internacional como el principal referente de la seguridad

global, y polarizó al mundo entorno a la in/seguridad, a través del discurso de "o se está

con nosotros o se está con el terrorismo", desarrollando una doctrina de la seguridad

basada en la lucha del "bien contra el mal", donde el viejo "peligro comunista" fue

reemplazado por el "peligro del terrorismo". Este difundido como amenaza global, se

convirtió en prioridad de las agendas domésticas de los estados y de la comunidad

internacional. Igualmente, a partir de ésta retórica, Estados Unidos se proclamó,

primero, como líder contra el terrorismo en defensa de las garantías para los individuos

y, segundo, como líder capaz de reordenar el mundo, re-normalizar las sociedades,

redistribuir el poder e imponer su esquema político, económico y cultural, legitimado

por un discurso democrático occidentalista.

En este sentido, es evidente que el nuevo discurso liderado por Estados Unidos afectó

determinantemente la política colombiana, pues la alineación de la política doméstica

con aquella exterior norteamericana de “lucha contra el terrorismo internacional y el

narcotráfico”, incrementó la internacionalización y polarización del conflicto armado

interno. Esto se evidencia en el creciente apoyo económico, estratégico y militar del

gobierno estadounidense a la P.D.S.D. del presidente Uribe, vinculado primero al Plan

Colombia y ahora al Plan Patriota.

6

El presente texto, por tanto, busca explorar la relación entre el discurso de la seguridad

como política de estado en la P.D.S.D. y el conflicto armado colombiano. Para esto, es

preciso desglosar el concepto de la seguridad en un marco teórico y rescatar los

elementos más importantes para su comprensión situados en las teorías y en los

estudios sobre la seguridad en el ámbito de las relaciones internacionales. De este

modo, se rescatará el debate que se plantea entre las perspectivas tradicionales y los

nuevos enfoques, con el fin de subrayar el carácter multidimensional y multireferencial

del concepto, así como para dar cuenta de los procesos de securitización y

desecuritización, a través de los cuales se problematiza el mismo. Posteriormente, se

enfocará la seguridad como construcción social y práctica discursiva, en la que se

expresa un proceso de identificación de los amigos y de los enemigos., donde el

discurso se presenta como un dispositivo de poder a favor del control social y la

reconducción de las conductas. Este recorrido nos permitirá tener una concepción más

amplia del concepto de seguridad para luego analizar el discurso de la seguridad en la

P.D.S.D.

Una vez dada la panorámica teórica sobre el concepto, el texto busca interpretar la

Política de la Seguridad Democrática del gobierno de Álvaro Uribe desde la idea de la

seguridad como discurso y construcción social, con el objeto de analizar la manera en

que determinadas practicas discursivas en torno a los problemas de seguridad

relacionados con el conflicto armado colombiano, generan el marco epistémico dentro

del cual se desarrollan políticas especificas, muchas veces contraproducentes en tanto

refuerzan la inseguridad.

Esta reflexión se desarrollará en varias partes. Primero se realizará una descripción

general de la Política de Defensa y Seguridad Democrática, en especial, de sus seis

líneas de acción principales. A partir de lo anterior, se analizará el discurso de la

seguridad que subyace la política estatal, haciendo uso del texto publicado por la

Presidencia de la República y el Ministerio de Defensa Nacional, así como de diversos

pronunciamientos que el primer mandatario ha realizado sobre el conflicto armado y el

desarrollo de su P.D.S.D. Allí se hará especial énfasis en la manera en que se definen

7

los enemigos y las amenazas a la seguridad nacional, así como en las estrategias

específicas para combatirlos.

Si bien dicho texto gubernamental busca plantear la seguridad democrática en términos

amplios o multidimensionales, se mostrará que el discurso promocionado por el

gobierno Uribe, así como la implementación real de la estrategia, reduce el problema

de la seguridad a una visión militarista represiva, la cual incide profundamente en la

reproducción de las causas del conflicto colombiano. Se demostrará entonces, que el

presidente se convierte en el principal orador de la Política de defensa y seguridad

democrática, y que a la vez, su discurso puesto en acción a través de sus diferentes

declaraciones y pronunciamientos, mediáticos, difiere del texto de la P.D.S.D en tanto

vierte sobre la activación de prácticas de seguridad militarizando a la sociedad.

En consecuencia, aún cuando la P.D.S.D. haya sido entusiastamente recibida por

algunos de los actores sociales colombianos, deja abiertos muchos interrogantes entorno

a sus efectos sociales, visibles y no-publicados, así como entorno a los costos políticos

y, a la sostenibilidad a largo plazo de garantías para la sociedad colombiana.

Especialmente resulta problemático examinar cómo un determinado discurso de la

seguridad, desatiende las causas estructurales del conflicto, reduciéndolo a un

dispositivo que activa prácticas y conductas inmediatas de terror, donde la sensación de

seguridad se apoya realmente en una gran inseguridad, en dispositivos disciplinarios

que se basa en el uso de la fuerza.

En una sección de conclusiones, se resaltará la necesidad de re-significar el concepto de

seguridad desde una perspectiva que permita ligar las múltiples diferencias dentro de

una nación colombiana fragmentada, a partir del concepto de “seguridad humana”, cuyo

referente es una población sin temores, sin carencias y sin exclusión ( Definición según

el Informe de Desarrollo Humano del P.N.U.D. de UN). Allí se harán igualmente

sugerencias sobre elementos que deberían ser incluidos en una política de seguridad

sostenible sobre la base de la activación de determinadas prácticas discursivas entorno a

8

la seguridad las cuales deben fundamentarse y encaminarse en el manejo del conflicto

armado, no solo desde sus efectos, sino desde sus causas estructurales.

A manera de hipótesis general podemos decir que este texto busca explorar el discurso

de la seguridad en la Política de Defensa y Seguridad Democrática del gobierno de

Uribe Vélez, con el fin de considerar que ésta puede ser el inicio de una política de

seguridad nacional sostenible, capaz de generar soluciones viables a las causa

fundamentales del conflicto armado colombiano, si desde una racionalidad de paz,

orienta el concepto y materialización de la seguridad democrática, a un nuevo

significado de la seguridad, y por lo tanto a un nuevo discurso de la seguridad. Este

debe centrarse, ya no en la confrontación armada militar y territorial, sino en la

seguridad humana. Es decir, sobre la base de la reducción del temor y las carencias de

la población, y cuya ejecución e institucionalización, debe ser producto de un proceso

integral, participativo, inclusivo y consensuado de todos los actores nacionales, el cual

además debe tener continuidad en los gobiernos sucesivos para consolidarse a largo

plazo.

______________________________________________________________________

9

1 .El debate Teórico entorno a la seguridad

i. Localización e importancia del debate teórico sobre la seguridad.

La seguridad ha sido abordada de una u otra manera en el terreno de la filosofía política,

donde en sus archivos encontramos por ejemplo, los planteamientos de Tucidides

sobre el poder y temor como antesala de la seguridad, así como encontramos aquellos

de Maquiavelo, sobre los patrones morales del gobernante diferenciados al del

ciudadano. Resulta igualmente importante la conceptualización sobre el estado, la

cesión de derechos, la seguridad y el poder del Leviatán de Hobbes, y más sublimes se

muestran aquellos postulados de Hegel, donde el deber más alto del estado consiste

en su propia preservación (Doguerthy 1993:101). De manera que aún cuando este

concepto haya sido eje de importantes cuestionamientos ontológicos, la seguridad como

concepto se instala en el centro de la disciplina de las relaciones internacionales,

motivo por el cual, es preciso indagar por las distintas perspectivas teóricas que

enmarcan la problemática del concepto.

Si bien el origen de esta disciplina ha sido largamente debatido, pues ha sido situado

por unos en el fin de la guerra del Peloponeso; por otros, en el fin de la Guerra de los

Treinta Años, o con el final de la Primera Guerra Mundial, las distintas explicaciones

comparten el hecho de que el surgimiento de las relaciones internacionales responde al

sentimiento de inseguridad global. Esta se presenta como producto de la experiencia de

la guerra, de sus efectos, implicaciones y de los temores frente a la viabilidad de nuevas

estructuras de paz. Es decir, que la disciplina nace en función de naturaleza y el fin de

una guerra, así como de la regulación de la inseguridad. (Terrif, Croft, Morgan

1999:20).

Independiente de cuál sea el origen, existe un consenso genérico (Terrif, Croft&

Morgan 1999:20) que encuentra en el nacimiento de los estados nacionales con la Paz

de Westfalia, las bases ideológicas y los conceptos fundamentales, tales como el

10

concepto de soberanía, legitimidad, equilibrio de poderes, derecho internacional,

entorno a los cuales se desarrollará posteriormente, la concepción y el debate sobre la

seguridad sobre la base de la seguridad estatal y nacional.

Este supuesto consenso general entre los teóricos, también considera como fundamental

para pensar la seguridad, el papel del Estado Democrático de Derecho, donde las

condiciones de seguridad mínima son otorgadas por el Estado con sujeción a normas y

procedimientos aceptados y legitimados por el pueblo. Desde esta concepción, cobra

gran importancia el espacio para la protección de derechos fundamentales y en especial

la pretensión de la protección de la libertad, de la participación, al igual que de la

iniciativa privada y el desarrollo individual. Igualmente, estos factores serán claves para

localizar los distintos ámbitos donde se situarán las prácticas de seguridad, donde

muchas veces, los discursos sobre la seguridad se caracterizarán por atender a la

defensa de dichos ideales, a través de su misma restricción, en tanto se convierten en

fines cuyos medios para su realización están sustentados en el uso de la fuerza.

Así pues, encontramos de un lado del debate teórico entorno a la seguridad, las

“visiones tradicionales”1, las cuales enfocan la seguridad con base en el paradigma

realista de las relaciones internacionales, donde el concepto se formula entorno al estado

y a la defensa militar. 2Del otro lado, encontramos aquellas “nuevas visiones”, las cuales

se desarrollan de la mano de nuevos análisis que buscan formalizar la localización de

los diferentes niveles donde se puede ubicar el concepto y las prácticas referidas a la

seguridad. Es decir, análisis de niveles, sectores y regiones, del tipo económico,

político, societal, medioambiental et, a través de los cuales, se hizo visible el carácter

multireferencial y multisectorial de este concepto.

La lectura de este debate entre las diferentes conceptualizaciones de la seguridad tiene

dos objetivos: el primero es resaltar que este no solo es un debate conceptual, sino

1 Podemos entender el concepto de perspectivas, en analogía al de visones, pero claramente distinto al de paradigma. 2 Defensores de estas perspectivas tradicionales son entre otros, Gray 1992 1994 Ayoob centra el foco en el estado, estudios enfocados en el Terce Mundo- 1995, y Chipman 1992.

11

también es un debate metodológico. Esto, en tanto implica la confrontación de un

análisis “monosectorial”, como es la teoría clásica con el estado como referente y sector

exclusivo de análisis de la seguridad, y el análisis “multisectorial” que caracteriza las

nuevas perspectivas que conciben múltiples referentes en múltiples sectores. El segundo

objetivo busca resaltar los beneficios de las dos aproximaciones para constituir una

nueva agenda de seguridad, amplia y a la vez rigurosa, que ante las nuevas necesidades

globalizadas permita re-pensar seguridad.

1.ii. La visión clásica

La perspectiva tradicional o “clásica” sobre la seguridad se basa en el concepto de la

“seguridad nacional” desarrollado en el contexto de la Guerra Fría, y será duramente

criticada por otros enfoques posteriores que buscarán ampliar los límites para la

comprensión de la seguridad, más allá del marco basado en la confrontación militar del

esquema bipolar.

Esta concepción clásica está atada a la teoría realista de las relaciones internacionales,

la cual considera los siguientes postulados básicos: 1) las naciones estado se encuentran

en un sistema. 2) La política interna puede separase claramente de la política exterior.

3) La política internacional es una lucha por el poder en un entorno anárquico. 4)

Existen gradaciones en las capacidades de las naciones. 5) En un sistema internacional

descentralizado, los estados poseen igualdad legal o soberanía. (Dogherty & Paltzagraff

1993:91).

Adicionalmente la teoría realista subraya ciertas especificidades que brotan de los

anteriores postulados: *La competencia entre los estados, no solo por el poder, sino

por los otros valores que emanen de este, deja una permanente inseguridad.*El

ejercicio de la seguridad se posibilita con la autoayuda, ya que no existe normas o un

autoridad superior a los estados, tal que pueda asistirlos.*La necesidad de confiar en el

uso de la fuerza y amenazas en las diversas instancias, para promover la

seguridad.*La aplicación limitada de cánones de moralidad, por la naturaleza de las

normas internacionales, donde yace la inseguridad debido a lo impredecible que resulta

el comportamiento de los otros.*La existencia del dilema de la seguridad, donde el

12

sentido de autoayuda de cada estado corroe la seguridad de los otros, lo cual refuerza la

inseguridad y la capacidad de detectar las amenazar a otros.*La capacidad de generar

daño, o coacción sobre otros, evidencia la estructura jerárquica del sistema

internacional donde los estados más poderosos dominan a los otros. ( Terrif, Croft &

Morgan 1999:53)

En contraposición al utopismo (desarrollado luego de la segunda guerra mundial), el

realismo considera además, que existen ciertas condiciones que configuran la conducta

internacional y que en gran medida son inmutables, tales como la geografía, la

naturaleza, el comportamiento humano. Igualmente supone que no hay una armonía de

intereses entre las naciones, motivo por el cual permanece siempre la posibilidad de

conflicto entre ellas.

La visión “clásica” asocia la seguridad con la guerra tradicional, es decir, como

necesaria para regular las relaciones entre los estados, los cuales permanecen en

conflicto por la competencia por el poder, dentro de la anarquía constitutiva del sistema

internacional y de la cual resultan diferentes estructuras del sistema internacional. De

aquí, que el estado sea la unidad, actor y referente principal de la seguridad, y como

tal sea definido con base en tres componentes: a) la idea de estado; b) la base física del

estado; c) la expresión institucional del estado. Vale la pena resaltar que estos tres

componentes son considerados distinguibles entre ellos, y que la interrelación entre

ellos encuadra la problemática de la seguridad ( Buzan 1991:65).

De este modo, el estado naturalizado como actor, en tanto se asume como una unidad

con capacidades y cualidades de un objeto subjetivizado, es el agente que controla el

monopolio de la fuerza, y en tanto es considerado como la institución más significativa

a través de la cual se organiza la sociedad, debe articular la protección de las menazas

(Campbell 1992) que atentan contra esta unidad. Por lo tanto el componente estratégico

militar es fundamental para la defensa y protección del estado, su territorio, población,

recursos e instituciones y por ende, es el eje de las políticas de seguridad. Desde esta

perspectiva tradicional, el concepto de la seguridad atiende al manejo de las amenazas

13

contra el estado, es decir, al manejo de la seguridad sustentado en el uso de la fuerza

estatal (Terrif, Croft, Morgan 1999: 60, 64).

Ahora bien, es preciso resaltar que el hecho de que los estados sean considerados las

unidades fundamentales de análisis y los referentes de la seguridad, radica en el

concepto de soberanía. Esta resulta ser el criterio que diferencia la importancia de los

estados como unidades, de otras unidades como las comunidades o las corporaciones, y

es una condición igual para todos los estados. La soberanía, hace referencia directa a

las funciones básicas y a la capacidad de autogobierno, es decir, a la capacidad de dar

un orden civil, organizar los bienes colectivos y la defensa exterior ( Buzan 1991:67).

En consecuencia los problemas de seguridad se refieren a aquello que atenta contra la

soberanía o la independencia de un estado, tal que afecta e imposibilita la capacidad de

autogestión y atienden a un discurso emitido que determina un objeto como amenaza

contra el estado y la nación. Por esto, cualquier amenaza concebida contra el orden

político, implica la máxima movilización y control por parte del estado. Por lo tanto un

problema de seguridad puede ser entendido como aquél que implica la movilización del

estado más allá de sus límites normales de la política. Así el estado se moviliza y

reclama un derecho especial, que de hecho es determinado por las elites que detentan

el poder y las cuales tratan de presionar un tipo de cambio político fundamental, para

conservar un orden determinado, vale a decir, para mantener las condiciones de

“seguridad”.

Así pues, la seguridad nacional hace referencia a seguridad para la nación, y como tal

integra los diferentes ámbitos de preocupación del estado moderno, condensa la

coordinación de los esfuerzos para establecer condiciones de seguridad, necesarias y

suficientes para el logro de los intereses del estado, de conformidad con los intereses

nacionales y los objetivos de los diferentes sectores de la sociedad. (Holzman 1999).

En palabras de Morgenthau “todas las naciones están forzadas a proteger su identidad

física, política y cultural contra la intrusión de otras naciones Así, el interés nacional

se identifica con la supervivencia nacional. (Dogherty 1993:10)

14

Al mismo tiempo dicha teoría clásica de la soberanía se articula alrededor de los

procesos de configuración de las identidades se plantean y localizan en términos

dicotómicos, tanto en los sujetos como en los objetos y conceptos humanizados o

naturalizados. De modo que las identidades se conforman alrededor de conceptos como

soberanía Vs anarquía, sujeto Vs objeto, dentro Vs afuera, el miso y el otro, débil Vs

fuerte. Por esto se considera que dichos términos que fijaron las identidades modernas

desde el sujeto hasta el estado, son típicas dicotomías a través de las cuales se expresó

también la teoría de la soberanía del estado clásica y se reticularizó la sociedad a través

de dispositivos de poder.

Las condiciones de seguridad se configuran entonces, como fruto de la articulación

entre el bien común de la sociedad y del estado, y entre los intereses de las múltiples

identidades, y al ser vistas como constitutivas del concepto de seguridad nacional, y se

convierte en un concepto fundamental para el desarrollo de esta visión clásica (Lebow

en Waever1988:508).

El hecho de que muchas veces estos intereses no coincidan entre ellos llevo a la

deslegitimación del concepto de seguridad nacional. A pesar de esto, el concepto siguió

siendo fundamental para referirse a la problemática de la seguridad, donde la función

política de la seguridad nacional es justificar el uso de la fuerza, el cual es más

legitimado en la arena internacional que en la doméstica.

Es importante resaltar que, la seguridad nacional evidencia cómo las instituciones son

inseparables del estado, y cómo resultan, de algún modo, mucho más tangibles que la

misma idea de estado. Sin embargo, los problemas de la institucionalidad estatal son

solo una parte de la problemática que encierra la idea de seguridad nacional, pues estas

pueden cambiar sin que se rompa la idea del estado. Esto quiere decir que aún cuando

en el nivel doméstico la seguridad del gobierno puede diferenciarse de la seguridad del

estado, a nivel internacional no sucede lo mismo, ya que el estado y el gobierno son

inseparables y se presentan en una misma y única unidad. (Buzan, Waever, Wilde 1991:

15

87). Por lo tanto, la problemática que surge de la seguridad nacional, refleja la dualidad

que existe entre la seguridad de los intereses gubernamentales y la seguridad de los

intereses del estado.

En conclusión, podemos retomar a autores de esta visión clásica como por ejemplo

Stephen Walt, ( Buzan 1991) consideran que los estudios de seguridad son aquellos

relacionados con el fenómeno de la guerra y por ende, pueden ser definidos como el

estudio de la amenaza, uso y control de la fuerza militar. De hecho el mismo Buzan,

refuerza lo anterior: “Para los tradicionalistas resulta fácil identificar el tema de la

seguridad, pues ellos la equiparan con los temas militares y con el uso de la fuerza -

Identifying security issues is easy for tradicionalist, who equate security with military

issues and the use of force-” (Buzan. Waver, Wilde 1998: 1)

1.iii. Nuevos enfoques y análisis multisectoriales

Las condiciones cambiantes en el sistema internacional, durante el siglo XX,

especialmente las condiciones de incertidumbre que se dieron con el Fin de la Guerra

Fría, generaron una urgencia por resignificar la seguridad frente a las nuevas fuentes

de amenazas de carácter no-militar, las cuales visibilizaron múltiples conflictos dentro

y por fuera de las fronteras del estado con efectos de alcance global. Esto generó una

proliferación de perspectivas sobre la seguridad, las cuales incluyeron nuevos y

múltiples referentes más allá de las fronteras del estado, con el fin de articular las

nuevas demandas emergentes en el nuevo orden mundial. Así, las nuevas herramientas

analíticas y metodológicas, encontraron en el “discurso” o mejor, en “las prácticas

discursivas” un factor fundamental, entorno al cual se configura la seguridad y se

recrean las identidades políticas.

Estas nuevas aproximaciones teóricas de la seguridad incluyeron los análisis

multisectoriales, los cuales consideraban “múltiples referentes” de la seguridad, ya no

centrados en la protección física del estado, sino sobre objetos referenciales, sectores y

regiones específicos. Así pues, los análisis y reflexiones sobre la seguridad se amplían

a nuevos y diferentes dominios (Buzan, Waever, Wilde 1998), de manera que el

componente estratégico militar queda relegado a los estudios estratégicos y estos a su

16

vez, son considerados a su vez, como un sub-tema de la seguridad3. Todos estos

enfoques plantean la necesidad de incluir las nuevas fuentes de amenaza de carácter no

militar.

Vemos entonces cómo se empieza a abarcar nuevos y múltiples referentes del

concepto, tales como el individuo, la cultura, la economía, el bienestar, el medio

ambiente, entre otros, y por ende cómo se empiezan a clasificar os temas de seguridad,

en categorías como seguridad social, seguridad jurídica, seguridad económica4,

seguridad medioambiental5 y particularmente al entrar el siglo XXI, se promociona la

conceptualización sobre la seguridad humana. En este sentido se da una eliminación de

la dicotomía entre lo interior y lo exterior para determinar los ámbitos de la seguridad,

pues los diferentes dominios domésticos e internacionales se muestran

interrelacionados y cada vez hacen más visible la complejidad que encierra la seguridad

como concepto y política inter-nacional , inter-regional e inter-subjetiva.

Por lo tanto las nuevas visiones, empiezan a aplicar metodologías para la comprensión

del concepto y fenómeno de la seguridad, a través del análisis sobre la relación entre la

seguridad regional y los enfoques multisectoriales, los cuales basados en los análisis de

niveles, permiten situar las relaciones entre los actores y objetos referidos a través de

los cuales se expresa la seguridad. Lo importante de estos estudios multisectoriales y

multireferenciales, es que representan un gran aporte a la comprensión del fenómeno de

la seguridad, en tanto, mediante la inducción, permiten tener más claridad y reducir la

complejidad sobre concepto. Podemos entonces precisar cuáles son los niveles,

sectores y donde se configuran las prácticas de seguridad determinados estudios.

3 Así, encontramos autores que avocan por una agenda de la seguridad mucho más amplia: Lemaitre 1987 Waever 1987, Nye y Lynn Jones 1988, Mattheus 1989, Brown 1989, Nye 1989, Crawford 1991, Haftendorn 1991, Tickner 1992, entre otros. 4Autores com Gilpin, Gowa 1994. 5 Por ejemplo Mansfield 1994, Deudney 1999. ( Lipshutz 1992)

17

Los niveles

Son una localización de las relaciones de seguridad, así como son el lugar donde se

localizan los orígenes y resultados de las explicaciones acerca del fenómeno de la

seguridad, es decir que los niveles, permiten ubicar los procesos de interacción

alrededor de la seguridad. En ellos se identifican los distintos referentes de la

seguridad, u objetos de análisis en rangos espaciales de lo micro a lo macro. De modo

que es necesario observar las diferentes relaciones que se dan entre estos nivele6s y

objetos referenciados, entorno a los cuales se configura la seguridad. (Buzan 1994).

Los niveles se clasifican en:

1--Sistema internacional: es el nivel de interacción entre las unidades más grandes, por

encima de las cuales no hay ningún otro nivel. ( Buzan1991: 19-20) El estado sigue

siendo la unidad o actor más grande dentro del juego internacional.

2- Subsistema Internacional: corresponde al nivel de interacción entre las

agrupaciones de unidades, que son inter-dependientes las unas de las otras, por factores

como el compartir un territorio geográfico o un interés considerado fundamental. Sin

embargo, no son exactamente regiones, sino simplemente se consideran subsistemas

internacionales, por la afectación que puede generar en el sistema internacional.

3. Unidades: este nivel está constituido por los subgrupos u organizaciones,

comunidades cohesionadas e independientes, por encima de las cuales hay más niveles,

como los estados, las naciones y las empresas transnacionales.

4. Sub-unidades: corresponden a aquellos individuos organizados que afectan el

comportamiento de las unidades.

5. Los individuos: que de hecho es el centro o unidad de análisis de las ciencias sociales

y el mínimo de nivel de análisis en los estudios de la seguridad.

Así pues, los niveles pueden considerarse como referentes ontológicos, para explicar la

seguridad, que aún ayudan a la comprensión del fenómeno de la seguridad, non son en

6 Es importante notar que los niveles son también parte de una expresión de los dispositivos

disciplinarios de las sociedades modernas securitizadas, heredados de la visión de M. Foucault.

(Campbell 1992: 65).

18

sí mismas, fuentes de explicación. (Buzan, Waever, Wilde 1998:5). En análisis basado

en niveles, permite incluir y determinar muchas más unidades donde se dan procesos de

seguridad, mucho más allá del estado, difuminando los protagonismos estado-céntricos.

Los sectores

Las primeras formulaciones de los análisis sobre sectores se desarrollaron durante la

Guerra Fría, y se caracterizaron como factores significativos de análisis desde las teorías

realistas desde Morgenthau hasta Waltz. ( Buzan, Waever, Wilde 1998:7).

Posteriormente, las “nuevas visiones” promovieron la ampliación del análisis de la

seguridad con la extensión de una nueva agenda para su conceptualización, que

permitiera cruzar el análisis de niveles, con aquél de sectores.

Los sectores corresponden a las áreas donde ocurren determinadas interacciones entre

individuos, en los societal, en lo militar, en lo político, económico, medio-ambiental.

Los sectores son analíticamente significativos, pues son sectores de actividad donde se

gestan amenazas, protecciones y los cuales visibilizan vulnerabilidades.. Estos se

pueden clasificar en:

Sector militar: es el sector de las relaciones de fuerza y coerción. Revela las

capacidades ofensivas y defensivas de cada estado e implica las concepciones sobre las

intenciones del otro. En el sector militar el referente es usualmente el estado, además de

otras clases de entidades políticas. En la mayoría de casos, esta defensa del estado se le

considera responsabilidad de las fuerzas militares.

Sector político: atiende a la organización dentro y entre los estados, y tiene que ver

tanto con la ideología, como con la legitimidad de las instituciones. El sector político,

está constituido por las relaciones de autoridad, gobierno y reconocimiento. Además,

refiere las amenazas a la soberanía, el reconocimiento de la legitimidad el gobierno y la

autoridad, y a veces, a la ideología del estado. (Vale la pena decir, con el incremento

de las relaciones de interdependencia en occidente, las amenazas también pueden

referirse a los procesos de integración es decir pueden tener referentes de carácter

supranacional).

Sector económico y financiero: tiene que ver con las relaciones de intercambio,

producción, acumulación. En este sentido atiende al acceso a los recursos, niveles de

19

mercado y de bienestar. En el sector económico pueden ser múltiples las amenazas de

acuerdo a los grupos de interés del mercado. Sin embargo, el referente de la seguridad

recae sobre las garantías para cubrir las necesidades básicas de la población y su

supervivencia.

Sector Societal: tiene que ver con las relaciones entre las identidades colectivas.

Atiende entonces, a la sostenibilidad de las condiciones sociales para la evolución. De

modo que el referente es una gran escala de identidades colectivas las cuales pueden

funcionar independientemente del estado, como las naciones, religiones o comunidades

étnicas.

Sector ambiental: atiende a la relación entre los individuos y la biosfera. El referente

por ende es el medio ambiente y los objetos o condiciones que permiten la

supervivencia individual de las especies y el llamado desarrollo sostenible, que busca

garantizar las condiciones de vida para las futuras generaciones. La interpretación de la

seguridad en este sector es bastante complicada, ya que la escala micro y macro de

amenazas es muy extensa, y en tanto atiende a la supervivencia tiende a ser un sector

securitizado.

El análisis a través de sectores permite entonces, reducir la complejidad sobre la

comprensión de la configuración de la seguridad, dado que reducen el número de

variables en juego a ser analizadas. Vale decir, estos sectores permiten agrupar prácticas

alrededor de características más genéricas o patrones sobre los tipos de interacción y

no sobre los individuos o actores particulares donde se dan las prácticas de seguridad.

Los sectores gozan de independencia entre ellos. Por el contrario en los niveles

conviven simultáneamente relaciones de autoridad, coerción, intercambio, identidad y

medio ambiente (Buzan Waver, Wilde 1998).

Por lo tanto, la lógica que subyace en el análisis multisectorial, responde al hecho de

que el sistema internacional es un sistema relacional. De aquí que la seguridad atienda a

formas de relacionarse, o mejor a relaciones inter-subjetivas. Es en este contexto

relacional, en donde se reflejan las relaciones de poder, el dilema de la seguridad, el

balance de poderes y los regímenes de seguridad entre otros. De modo que, las “nuevas

perspectivas” sobre la seguridad, permiten integrar metodologías no solo para localizar

20

las prácticas sobre la seguridad y desglosar el concepto de la seguridad, visibilizando

mayores variables en juego, tales que permitan identificar la manera particular en que

se dan las prácticas sobre la seguridad.

2. Las “ nuevas visiones” sobre la seguridad

2.i La seguridad como construcción social y práctica discursiva ( acto de habla)

No solo es importante dar cuenta de las herramientas metodológicas mediante las cuales

se puede situar las relaciones específicas que constituyen la seguridad, es decir, no solo

es importante tener en cuenta los sectores, niveles, sino es preciso indagar por cómo se

dan dichas prácticas relacionales, inter-subjetivas que configuran la seguridad. En este

sentido, es preciso resaltar el aporte de las nuevas visiones sobre la seguridad, ya que

permiten desplazar el referente estatal, y ampliar la comprensión del concepto

entendiéndolo como producto de una construcción social a partir de prácticas

discursivas.

En este sentido algunos autores consideran que en tanto la seguridad se concibe como

un cuestionamiento sobre cómo las actividades humanas se relacionan unas con otras en

términos de amenazas y vulnerabilidades (Buzan, Waever y Wilde 1998:10), no puede

entenderse como una condición objetiva., sino como una construcción social fruto de

prácticas discursivas. Esto implica que si la seguridad es un concepto relacional que

implica la interacción entre sujetos, debe ser abordado como producto de una

construcción social, por lo cual, el concepto de la seguridad, emerge como resultado de

discursos y acciones discursivas, dentro de los estados y luego por fuera de ellos

(Lipschutz1995:19). Por esto, las conceptualizaciones acerca de la seguridad, a partir

de las cuales se ejecutan políticas, deben situarse en los discursos de la seguridad.

Esto no implica hacer de una revisión de una construcción analítica u objetiva acerca de

una amenaza, pues la seguridad se da como producto de estructuras y procesos

históricos, del poder y la fortaleza, no solo entre las naciones, sino sobre las nociones de

seguridad. De modo que, la noción de seguridad está vinculada a una interpretación

específica de la realidad, es decir a la determinación de “algo” “alguien” de la realidad

21

como amenaza, vale a decir como el enemigo que expresa nuestras debilidades y

nuestros límites. Esta interpretación, sin lugar a dudas, es producida desde la palabra, es

decir desde el discurso, y como tal refleja una concepción de mundo, y de sujeto, en

cada momento histórico o contexto específico y se formula desde una posición de

poder.

Por esto, resulta pertinente la definición que hace Waever de la seguridad como un

concepto construido socialmente el cual tiene un significado específico solo dentro de

un contexto específico (Waever1998:10) y, rescatar entonces, que si bien sí podemos

indagar por las características de las relaciones que configuran la seguridad, no

podemos imputar un significado específico de éstas, ya que están subordinadas al

contexto específico donde se desarrollan.

En este orden de ideas, al considerar la seguridad como una construcción social que

implica una relación intersubjetiva configurada a través de discursos, ésta se concibe

como un acto de habla. Es decir que la palabra “seguridad”, adquiere significado

cuando se usa. Por lo tanto el acto de enunciarla, el mismo uso del término, el mismo

acto de declarar algo como un problema de seguridad, constituye la seguridad. La

palabra “seguridad” es el acto. Su uso es la realidad, es decir que cuando lo empleo, lo

pongo en palabra, le estoy dando vida, le estoy otorgando un significado a la palabra

seguridad. Así, el uso de este acto de habla que implica la seguridad, tiene el efecto de

activar un objetivo específico, como referente que debe estar seguro y un objeto

específico como amenaza, en un área específica. Esta área específica donde se configura

la seguridad, se ubica entonces, haciendo uso del análisis multisectorial, es decir,

ubicando el objeto referente y el objeto amenaza en un nivel y sector específico.

La seguridad como acto de habla, representa entonces la acción de enunciar un palabra,

de activar un difuso, donde al ser enunciado el concepto de “ seguridad”, se indica que

algo ya se ha hecho, y como tal atiende a una movilización específica del estado, en un

área específica, donde reclama el derecho de sobrepasar los límites normales de la

política. A favor de dicho desplazamiento específico, se valida lo que sea necesario para

22

controlar y manejar lo que se ha determinado como amenaza. El proceso que activa el

término entonces lo podemos entender como una práctica discursiva.

En este sentido, el poner en marcha un discurso de la seguridad, depende de cuándo los

que detentan el poder, lo consideran necesario. Pues solo los que detentan el poder,

como representantes de los intereses del estado y de la nación, pueden validar un

discurso sobre la seguridad. Es decir que gracias a su posición de poder, pueden

“institucionalizar” una interpretación de la realidad, una determinación de lo que se

considera como una amenaza o peligro. De aquí que devenga necesario saber cuándo un

determinado discurso sobre la seguridad se institucionaliza.

“Como determinantes de lo que no puede ser pensado, los discursos delimitan el campo de las opciones políticas, de esta manera se convierten (los determinantes) en los precursores de los resultados de las políticas. El poder supremo es el poder que delimita las líneas del pensamiento, este es un atributo no tanto de sujetos específicos sino de la práctica de los discursos”. 7 “ As determinants of what can not be thought, discourses delimit the range of policy options , thereby functioning as precursors to policy outcomes… The supreme power is the power to delineate the boundaries of thought- an attribute no so much of specific agents as it is of discourses practices” ( Karen Litfin : Lipschutz 1998: 8)

2.ii. Securitización y Desecuritización

Al tener en cuenta que el carácter multireferencial del concepto de la seguridad, implica

contemplar las amenazas y las vulnerabilidades que se pueden dar en distintas áreas

militares y no militares, es preciso tener un criterio mucho más específico que las

distinga de aquellas amenazas o peligros, que se encuentran normalmente en el mundo

de la política, para así poder considerarlas como “reales” problemas de seguridad. Por

esto se empezó a considera necesaria, una conceptualización de la seguridad que

significara algo más que simplemente la identificación de cualquier tipo de amenaza,

pues la creciente tematización de la seguridad propiciaba la tendencia a convertir

cualquier asunto de la política en un tema de seguridad.

7 Traducción de la autora

23

En consecuencia se consideró que un problema de la seguridad se constituye como tal,

cuando los detenedores del poder lo consideran así. En este sentido la seguridad se

configura como discurso emitido por detenedores del poder, avalado por una audiencia

la cual representa el criterio para avalar cualquier tema, como un verdadero problema de

seguridad. Esta audiencia, sobre la cual el concepto se institucionaliza, es finalmente

aquella que reproducen prácticas discursivas sobre dicho concepto de la seguridad

emitido, y que por ende refuerzan su significado. Así pues, la seguridad se articula

solo en una forma y espacio especifico y es una voz de las elites institucionalizada. Por

lo tanto el estudio de la seguridad debe ser procesado a través de la securitización y

desecuritización, ( Waever 1998) pues éstos conceptos nos ayudan a diferenciar, como

las elites marcan ciertos temas, como problemas de seguridad, así como cuándo

debemos poner esos temas de seguridad en la agenda de seguridad, o cuándo

desecuritizar temas que han sido securitizados

Cualquier posible tema público, puede ser presentado como una expresión de una

posición del estado frente a algo o a alguien con el que no negocia, o cuyo tratamiento

requiere de ser sometido a un debate público, pues implica la determinación de una

decisión por parte del gobierno, tanto en la movilización de recursos como de fuerza.

Por lo tanto, la securitizaicón presenta un tema público como una amenaza existente que

requiere de medidas de emergencia que justifiquen la acción del estado o del gobierno

más allá de los límites normales de su procedimientos políticos. Es decir, que implica

una movilización articular por parte del estado, más allá de los límites políticos

normales permitidos. Así, la securitización puede ser vista como la versión más

extrema de la politización, (Buzan, Waever, Wilde 1998: 23) en el que presenta un

tema con una importancia tal, que el resto de los asuntos políticos pasan a un segundo

plano.

La seguridad entonces, se evidencia como una práctica auto-referencial ya que el

tema, no se presenta porque sea una amenaza real, sino porque se presenta como

amenaza. Sin embargo, es preciso notar que un tema presentado como amenaza, debe

ser aceptado por una audiencia, para activar el proceso de securitizaicón. (Buzan,

Waever, Wilde 1998: 24-25). Su exacto criterio y definición atiende a el

24

establecimiento inter-subjetivo de de una amenaza existente, tal que pueda tener efectos

políticos substanciales.

De aquí que la securitización deba ser estudiada a través de los discursos que hace que

cierta retórica sobre la seguridad se formule de modo tal que sea aceptada por una

audiencia (Waever 1998:26) es decir que la audiencia tolere romper ciertas reglas, de

manera que resulta necesario determinar la urgencia de la amenaza. Así pues, la

securitizaicón no puede ser fruto de una imposición, y por eso necesita un buen

expositor, con buenos argumentos. Como prácticas discursivas la securitización

determina:

Los objetos referentes: que atienden a las cosas que son mostradas como amenazas

existentes y tienen una legitimación en virtud de la supervivencia.

Los actores securitizados: corresponden a aquellos sujetos que securitizan ciertos temas

declarando un determinado objeto o referente como una amenaza existente.

Los actores funcionales: los cuales afectan las dinámicas de cada sector. Estos son los

actores que influencian de manera significativa los archivos de la seguridad.

Es preciso resaltar que el actor y el objeto referido se diferencia por la audiencia que

valida el discurso emitido. Es por esto que la seguridad, se constituye a partir de la

relación que se configura entre una amenaza existente contra un objeto referido, por un

actor securitizado, el cual genera la emergencia de medidas especiales más allá de las

reglas ordinarias, aceptadas por una audiencia.

Asimismo la desecuritización ocurre cuándo los detenedor del poder deciden trasladar

un problema de seguridad a la agenda política normal, lo que implica que la amenaza ya

ha sido controlada y minimizada y que entra a ser parte de los asuntos normales de la

política, sin implicar un desplazamiento en fuerza y recursos especial por parte del

estado sobre un sector específico. Igualmente son los detenedores del poder, los que

ponen en marcha un discurso en el que se desecuritizan determinados temas.

Mediante la securitización y decuritización se demuestra entonces, que la seguridad no

es una condición objetiva sino un acto de habla, enunciado por las elites con el fin de

securitizar ciertos temas o archivos, que sean necesario para mantener ciertas

25

estructuras y condiciones jerárquicas que garanticen determinadas practicas de

seguridad.

Debemos notar, que resulta mucho más importante, indagar por los efectos de la

securitizaicón, es decir, por el impacto de la construcción de una amenaza, y de la

atribución a un algo de la capacidad de afectar nuestras vulnerabilidades, pues el tipo

de discurso a través del cual se securitizan un tema genera prácticas y políticas

determinadas de seguridad.

3. i ¿Entonces, qué es la seguridad?

Al preguntarnos entonces por la seguridad, encontramos que este ha sido uno de los

conceptos más complejos y difíciles de definir, desde la academia, la política y desde la

sociedad. Dado que se ha relacionado generalmente con una permanente búsqueda de

los hombres en generar condiciones para la preservación de su existencia, y en

consolidar garantías a favor de la reducción de aquello impredecible que pueda atentar

contra esta “existencia”, al intentar conceptuarla surgen inmediatamente las preguntas

de : ¿seguridad para quién?, ¿estar seguro de qué?, ¿qué ha estado seguro?, ¿qué debe

estar seguro?, ¿qué hace que algo sea seguro?

En este sentido la seguridad no puede separarse de un referente entorno al cual se

configura, y frente al cual expresamos nuestros miedos. Por ende su contenido se

relaciona con lo que entendamos por los peligros y amenazas que puedan atentar

contra esta existencia, así como por lo que se considere que debe preservarse o

defenderse. Por lo tanto, la seguridad parece ser la expresión de la manera cómo los

hombres tratan sus miedos, a lo desconocido, a lo impredecible, al otro, a algo. Es decir,

que atiende a cómo los hombres tratan sus amenazas y vulnerabilidades (Waever1998).

En este sentido la seguridad como construcción social, es fruto de un proceso inter-

subjetivo, donde se construye un discurso que le da vida a las amenazas. Por ende como

práctica discursiva, activa dispositivos de control de estas amenazas y peligros con el fin

de generar un tipo de conductas y de mantener determinadas jerarquías y estructuras en

favor del “control social”.

26

Por esto existe una gran complejidad en la definición de la seguridad, que deriva de la

manera cambiante en que estas amenazas se expresan, es decir, de los diferentes

discursos que dan existencia a las amenazas y que conciben los peligros en cada

momento histórico, ya sea desde el plano individual, ciudadano, estatal, nacional,

regional o internacional. Al igual, sus distintas definiciones residen en la posición

desde la cual se parta para advertir dichas amenazas. Es decir, si se les concibe como

una condición objetiva, un patrón de defensa ligado a al prevención de la guerra y al

estado como unidad objetivada. O si por el contrario, resultan de una construcción

social cambiante y compleja, o si como diría Lipschutz, (1995:2) en el peor de los casos

resultan de la dialéctica entre lo imaginado y lo observado.

Unas u otras visiones permiten ver, que en tanto la seguridad necesita de un referente

para constituirse, independiente de cuál sea éste, esta sigue siendo una pregunta por

límites. Inclusión de unos y exclusión de otro. Es decir que la seguridad atiende, a una

permanente referencia al otro y esto implica un proceso de doble identificación: del

“otro” y de “sí”; de los amigos y de los enemigos y por lo tanto es fruto de procesos de

intersubjetividades en lo privado y en lo público. En consecuencia el concepto de

seguridad se muestra cambiante, y su significado no puede encerrarse en una

definición restringida per se, pues está atado a una cosmovisión y a un discurso sobre el

sujeto, el individuo y el mundo en distintos momentos de la historia.

3.ii La construcción del Enemigo

Al tener en cuenta que la seguridad expresa la manera en que los sujetos se relacionan

en términos de amenazas y vulnerabilidades, dicho concepto atiende igualmente a cómo

se tratan los intereses vitales y los enemigos plausibles en se escenarios posibles. En

tanto los enemigos como los escenarios tienen una existencia material y un efecto real

para la seguridad del estado, las amenazas no pueden tener una condición objetiva por

fuera de los procesos de construcción de las mismas. Sin embargo, aun cuando la

seguridad sea socialmente construida, esto no significa que no se pueda hallar

27

condiciones materiales para crear interpretaciones particulares de las amenazas, o que

esas condiciones sean irrelevantes para tomar decisiones políticas.

Así pues, de una parte los enemigos se recrean y actúan mutuamente a través de la

proyección de los peores miedos del uno y del otro, de modo que su creación es inter-

subjetiva. (Lipshuctz 1995: 210). Esta intersubjetividad no solo incluye la

configuración mutua entre los actores en términos de la lógica del sistema, sino entre la

hostilidades potenciales para los estados (Lipshutz 1995 :213).

Desde esta lógica, la seguridad implica que un actor político, en particular el estado,

debe estar protegido de las posibles depredaciones de otro actor (ataques o amenazas de

otro estado). De igual forma, implica que los estados tienen capacidades que existen

mientras se configuren con el discurso y se respalden en el monopolio de la violencia.

Esto supone, que un estado busca interpretar el significado de las capacidades de otro

estado, así como formula diferentes escenarios donde se puedan desarrollar estas

capacidades. (Lipshutz 215)

Esto nos lleva a otro punto, y es que dicha configuración de los unos y de los otros, ya

no se trata, solo de falsas representaciones de la realidad o de las ideologías, sino

considera el hecho de que lo real no es más real. Al mismo tiempo que lo real no es real,

simulamos amenazas, y activamos miedos que, aunque sean a veces producto de la

imaginación o interpretación, generan consecuencias y efectos reales y materiales, en

tanto causan la eliminación de vidas e implican la movilización de recursos.

Por lo tanto, de una parte concebimos que la seguridad está constituida por discursos y

sus modos de producción le dan significado. Y, de otra parte, podemos entender que el

concepto se define en términos de cómo uno o más de estos actores externos penetrando

las amenazas a un referente determinado, en una dimensión material.( Lipshutz 1995:

19.) De este modo, la seguridad debe atender a la protección de los peores miedos y

temores del sujeto perteneciente a una nación y a un estado el cual interactúa en todos

los micro niveles y sectores de este.

28

En este sentido la capacidad de formular un acto de habla que da existencia y

significado a la seguridad, es también un efectivo mecanismo de control social, en tanto

activa prácticas discursivas alrededor de otro, que al ser considerado como amenaza,

despliega el terror. Así la identificación del otro se manifiesta a través de las diferencias

que genera el miedo y el terror frente a tal. Por esto el estado de terror, resulta necesario

para generar discursos y prácticas tales que permitan reestablecer las diferencias

(Lipshutz 1992: 9)8.De la mano del terror, deviene entonces la posibilidad del control de

las conductas, claramente a favor de el mantenimiento de ciertos intereses.

Por lo tanto la seguridad se presenta como una delimitación y defensa de los bordes, los

límites y la exclusión. “ No se trata solo de nosotros, ni de quién está contra nosotros,

sino se trata de quiénes somos y quién queremos ser.”9“ It is not only about “ who is

aganist us”, but also, about “ who we are” and whom we do not wish to be” ( On

security:, Waever: 217)

Así pues, un problema de seguridad es aquel que puede cortar el orden político del

estado y en este sentido alterar las permisibilidad de otras cuestiones. La situación

extrema se evidencia con la guerra, donde el uno contra el otro estado defienden y

desafían su soberanía e identidad. Es este hecho en particular y no el término militar lo

que impone la estructura del juego entre las capacidades y miedos de los actores; por

esto lo militar significa la ultimo ratio.

La guerra como un acto social, presupone el conflicto político donde se organizara en

colectividades y esto es el reconocimiento de la fortaleza de los estados y de la

estabilidad de sus identidades como estados Consecuentemente la lógica de la guerra

puede suponer la descomposición interna del estado en colectividades securitizadas,

donde la seguridad también se puede desplazar a otros sectores. Cuando esto sucede se

cumple lo más clásico, de lo más clásico: la guerra, vale a decir, la hostilidad absoluta..

8 Argumento de Der Derian en Lipshutz 9 Traducción de la autora.

29

“ es posible dibujar desafíos y cambios como amenazas a la identidad, ya que nosotros no seremos más lo que somos; nunca lo que fuimos ni de la manera que pensamos que sería verdadera nuestra identidad”. ( Buzan, Waever, Wilde, 1998: 23).

“ it is posible to paint challenges and changes as thretas to identity, because we will no longer be us, no longer the way we were or the way we ought to be true to our identity” ( Buzan, Waever, Wilde, 1998: 23).

3.iii La palabra como dispositivo de poder

Cualquier reflexión sobre la “realidad” alude a un cuestionamiento tanto epistemológico

como ontológico, el cual expresa la enorme complejidad de los procesos de

configuración de las sociedades a lo largo de la historia, y que como tal, revela la

inescindible relación entre pensamiento, lenguaje, realidad e identidad.

Es por esto que al reflexionar sobre los hechos, no solo estamos dando cuenta de un tipo

de interpretación de la realidad, sino de un tipo de sujeto inscrito en determinados

juegos de lenguaje y regímenes de discurso que configuran y comparten una gran

episteme. Ésta se muestra como el hilo que recorre la anómala red de dispositivos

disciplinarios mediante los cuales se ejerce el poder: poder que se ejerce desde la

palabra y sobre el cuerpo en los procesos de reconducción de las conductas y de

determinación de las identidades. Las posibles epistemes que se ven interrumpidas o

modificadas a raíz de hechos puntuales en la historia que activan procesos de

resignificación de los conceptos y marcan rupturas de alcance global.

Esto alcanza a ser tan aterrador, en tanto el poder de la palabra y su acción

disciplinadora sobre los cuerpos atraviesa tanto los lugares públicos como los privados.

Desde la estética del consumo y la parodia del marketing político, hasta la pretensión

del reconocimiento de la diferencia y la libertad, mediante la formalidad institucional

supranacional.

Así, el poder desde la palabra y sobre el cuerpo define el límite entre la vida y la muerte

mediante la universalización de valores (sean los de la cristiandad o los de la

30

democracia) e instituciones concretas (como la cruzada medieval o el moderno tribunal

de justicia). En estos actos de enunciación se efectúa la limitación del amigo y del

enemigo: tal declaración define la identidad misma y la supervivencia del sujeto, de

comunidades, de naciones. Tal enunciación define la posición relativa de actores y

agentes de la sociedad supra/trans/nacional.

Pareciera entonces que la narración de la historia, la exaltación de los amigos y de los

enemigos de la humanidad afirmada a través de la palabra, se nos muestra como

condición nemotécnica para que el individuo signifique su existencia a través de las

generaciones. Esta urgencia de memoria discursiva en la configuración dialéctica entre

el hombre-sujeto-individuo y sociedad, ha logrado crear y reproducir una lectura

teleológica de la humanidad que ha presupuesto un proceso cronológico lineal como

marco para concebir el desarrollo progresivo de las sociedades, apreciadas como

civilización.

Así pues, estas estructuras de poder han privilegiado ciertas verdades como criterios

para determinar la normalidad y el deber ser de las sociedades, en el marco de lo

esperado y lo predecible y de acuerdo a la lógica racional (costo/beneficio) implantada

con el positivismo occidental y exacerbada con el modelo capitalista y el tipo de sujeto

que busca producir. De igual modo, la palabra como poder ha logrado crear y

naturalizar peligros y estructurar el miedo como forma de control social, significando el

contenido de lo que representa o puede representar una amenaza.

De manera más específica, es posible constatar cómo el discurso de la democracia

liberal ha sido el sostén ideológico de los procesos de transición de las sociedades

llamadas premodernas al ideal de modernidad civilizada y civilizadora. Tal ideal se ha

extendido como dispositivo de poder universalizador legitimando numerosos y

diferentes procesos históricos de violencia fundadora en virtud de la formación y

consolidación de los Estados Nación.

Este discurso, aún vigente en nuestra sociedad globalizada y posmoderna, ha terminado

implantándose como imperialismo político, económico y sociocultural de la mano del

31

lenguaje jurídico, punto de normativización y consolidación del poder. Dicho lenguaje

jurídico, tantas veces ajeno a la regulación real de la vida social, empero resulta

determinante en la legitimación o la condena del uso de la fuerza. Así el lenguaje

jurídico cumple con las tareas más inmediatas de identificación del enemigo através de

conceptos múltiples.

De manera que la seguridad como discurso y práctica política, permite la

reproducción, articulación y prevención de los distintos conflictos, en tanto se

constituye como una interpretación de hechos como amenazas y peligros, y se

manifiesta como la limitación del amigo y enemigo, desde el discurso hasta la

exterminación física, en donde el discurso activa prácticas y recae sobre las conductas,

mostrándose como el fundamento que regula los modos de entender y ejercer el poder,

pues si bien los contenidos del discurso pueden ser abstractos, sus efectos son muy

reales y materiales, implican movilización de recursos y de fuerza.

El miedo que se promociona de la mano de la configuración de los nuevos enemigos

desconocidos, actúa como dispositivo de control social tal que, permite que el deseo de

seguridad personal y colectiva lleve a admitir la renuncia a las libertades más preciadas.

En consecuencia las expresiones democráticas se anulan y se polariza la confrontación

en bloques cuya decisión recae en la posibilidad de la guerra y de la confrontación

armada. Al igual, el miedo facilita la respuesta al incremento de la seguridad, así sea en

detrimento de derechos y libertades civiles.

Esto permite cuestionar la legitimidad y el alcance de los amplios estados excepción y

de las normas tomadas en la políticas domésticas y exteriores de Colombia y Estados

Unidos, los cuales han modificado los sistemas y políticas de seguridad, donde entran a

jugar nuevos factores estratégicos para reducir al máximo la inseguridad , donde

la“derechización en la resolución de los asuntos internacionales esta acompañada de

la derechización en el manejo de las políticas domésticas”, ( Fazio 2001:33) esto se

evidencia de hecho como con el debatible estatuto terrorista liderado por el gobierno

Uribe.

32

Podemos entonces afirmar que la seguridad es fundamental en lo político y revela la

expresión de la intensidad máxima de los antagonismos que han construido la historia,

de individuos y comunidades, actores que detentan el poder y buscan mantenerlo.

Igualmente, lo político revela su tensión a través de la ambigüedad del concepto de

seguridad, más aún inscrito en el marco de un Estado Democrático liberal, que contiene

la contradicción entre el logro de la igualdad y de la libertad. Expresa aquello que une y

que permite las más sólidas alianzas, así como los más sólidos distanciamientos, la

confrontación y la aniquilación; esta diferenciación – identificación entre el amigo y

el enemigo, es necesaria para comprender lo político y se configura ciertamente, a

través del discurso de la seguridad.

Resulta entonces pertinente indagar por la seguridad, como concepto paradójico sobre el

cual se ha proyectado la legitimidad del supuesto de la democracia liberal, pues se ha

convertido en la marioneta discursiva que legitima la anulación práctica del otro. Es

necesario reestablecer un sistema, no de guerra sino de derecho, y promover el

entendimiento entre comunidades en donde se reconozca la diferencia pero sin la

estrechez del lente occidental y del enjuiciamiento con base en sus escalas culturales de

valores.

Igualmente, debemos seguir preguntándonos por la forma en qué un discurso se

formula y se convierte en acción. En este caso como el discurso de la seguridad

adquiere significado, cuál es el significado que adquiere y cómo se lleva a la acción

política. O sea, cuestionar la correspondencia entre su legis y su praxis; la coherencia

entre los supuestos teleológicos que emanan de un discurso y los efectos

contradictorios que desencadena para quizás hacernos más críticos con respecto a la

misma viabilidad de nuestra sociedad colombiana, en términos de un Estado Nación,

que aún no termina de consolidarse y que se percibe más como un discurso de

subordinación tanto en lo interno como en lo externo que como un proceso socio

político propio y compartido, cuya viabilidad y sostenibilidad se posibilita o se

imposibilita desde el discurso de la seguridad promocionado por el estado. En este caso

desde la Política de Defensa y Seguridad Democrática.

33

4. EL CASO COLOMBIANO:

Dada la panorámica teórica sobre el concepto de la seguridad, y resaltando la

importancia que representa concebir a la seguridad como un acto de habla, es decir

como una práctica discursiva, fruto de una construcción social donde se expresa la

forma en que los hombres se relacionan en términos de amenazas y vulnerabilidades,

podemos ahora retomar nuestra pregunta inicial por la seguridad como discurso y

política de estado en el marco del conflicto armado. Esto obedece a tres razones: la

primera atiende a la urgencia por comprender el discurso de la seguridad del actual

gobierno en el marco del conflicto armado. La segunda busca evidenciar como este

discurso de la seguridad se presenta como marco epistémico a partir del cual es posible

formular y ejecutar una determinada política, como lo es en este caso la Política de

Defensa y Seguridad Democrática de Uribe, y el manejo del conflicto. La tercera busca

dar cuenta de los efectos contradictorios que ha desplegado tanto la formulación del

discurso sobre la seguridad, como la ejecución de la .P.D.S.D. en el manejo del

conflicto armado, en tanto reduce su acción a la recuperación del control territorial,

desatendiendo las causas estructurales del conflicto interno. Por lo tanto, el reflexionar

sobre la seguridad, en el caso colombiano brota de la urgencia por comprender el

impacto que una determinada política de estado tiene en el manejo del conflicto armado.

4.i. Antecedentes del conflicto armado y tendencias

en las políticas en las políticas de seguridad.

La seguridad en el caso colombiano, se ha presentado como una preocupación

gubernamental y social permanente, a lo largo del desarrollo del conflicto armado, al

igual que ha sido un tema muy mediatizado por la opinión pública, siendo expresión

más que de los intereses nacionales, de intereses de grupos de poder a nivel doméstico,

regional e internacional. Esto se debe en gran parte al manejo excluyente del poder por

parte de las oligarquías, característico a lo largo de nuestros gobiernos, y también se

debe a la gran influencia de los conceptos y visiones sobre la seguridad predominantes

en el contexto internacional, como resultado de nuestra posición de subordinación y

dependencia en la periferia del sistema internacional.

34

De manera que al hacer una revisión de los antecedentes de la seguridad como

concepto, discurso y política de estado, como marco para la formulación y ejecución de

determinadas políticas de seguridad que le dieran un manejo al conflicto armado,

encontramos que el término, se ha asociado primordialmente a las políticas de estado

que expresan una posición del gobierno frente a los actores armados considerados

como la “amenaza” o “el enemigo” interno.

Así pasamos de la concepción de Defensa Nacional asociada a la defensa de la

soberanía nacional y a la invulnerabilidad de las fronteras, a la concepción de la de

Seguridad Nacional (F.Leal 1994: 4), promocionada en el ámbito de las relaciones

internacionales durante la Guerra Fría, la cual tuvo sus efectos durante la década de los

sesenta en Latinoamérica donde se instauró la Doctrina de la Seguridad Nacional,

caracterizada por ser un fenómeno regional, caracterizado por un militarismo

suramericano con influencia política y militar de Estados Unidos que compartía el

fenómeno del surgimiento de guerrillas. Está Doctrina permitió así, consolidar la lucha

interna contra las opciones de izquierda y contra cualquier otra forma de oposición que

no aceptara el régimen vigente. Así pues, la confrontación ideológica configuró una

escalada de regímenes violentos generando como efecto el crecimiento de las

organizaciones insurgentes. Posteriormente, la política de seguridad derivó en un

militarismo durante el Frente Nacional, donde se evidenció la ausencia de directrices

civiles en el manejo del orden público, el cual actuaba independiente de las

prerrogativas institucionales ( Leal 2001: Cap.2,3).

De este manejo militarista y a partir de la exclusión política perpetuada con el pacto

consociacionalista del Frente Nacional (1957-1974), se incrementa la conformación de

los grupos guerrilleros, influenciados por los movimientos internacionales de lucha

ideológica contra el capitalismo, respaldaban (aún hoy) sus actuaciones en un discurso

reformista del statu quo en pro del cambio del régimen político, a través de la lucha

armada y de una supuesta apelación a la cuestión social desatendida desde décadas por

el estado. Es así, como mientras las FARC y el ELN se gestaban en la periferia, los

partidos de izquierda eran excluidos en la arena política.

35

En las últimas décadas de los 70 se hace evidente la competencia de poder entre el

estado, los grupos dirigentes y las organizaciones insurgentes, sobre el control de la

población, la economía y el territorio, a la vez que emergen otros grupos guerrilleros y

movimientos políticos, frente a los cuales el Estado reitera el manejo militarista de la

confrontación interna, excluyendo también amplios sectores de la institucionalidad y de

la sociedad.

Esta progresiva autonomía de los militares en el manejo del orden público, alcanzó su

máxima expresión con el gobierno de Turbay y el Estatuto de Seguridad, que generó un

exceso de autoridad de los militares que amparados bajo esta legislación, desató una

cadena de violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, las medidas tomadas

reiteradamente como el estado de sitio no fue suficiente para cubrir la “crisis de

autoridad del exceso de libertades” ( Leal 2001: Cap.3) que según los militares se

manifestaba con las expresiones de izquierda, las guerrillas y los grupos de crítica

contra el sistema del político.

Desde entonces, el conflicto armado ha tendido a una complejidad constante, sobre

todo, por la vinculación de los grupos armados con el narcotráfico en la década de los

ochenta y por la consolidación de los grupos paramilitares como actores armados del

conflicto en la década de los noventa.

Al conflicto armado, se ha respondido con políticas de seguridad, que durante sucesivos

gobiernos han mostrado ser de poca continuidad, pues han oscilado en una alternancia

marcada entre un énfasis militar y uno negociador, donde aun en fases de negociación

se le ha dado continuación a la guerra y viceversa, sin mostrar resultados sólidos para la

paz y paradójicamente agudizando la confrontación interna.

Así por ejemplo, pasamos de la política de seguridad de Turbay basada en el Estatuto

de seguridad, a la pacificación buscada por Betancur, que logró resultados parcialmente

frustrados como el intento negociación con el M19, el intento de opción política de la

Unión Patriótica, así como los supuestos éxitos de, un sector del ELN y la Corriente de

36

Renovación Socialista. Al igual pasamos del fracaso de los diálogos de paz con las

FARC del programa de gobierno Cambio para la Paz, de Andrés Pastrana, a la política

de de Defensa y seguridad democrática de la administración Uribe, donde actualmente

se abre en medio de la guerra frontal contra LAS FARC, el proceso de negociación con

las autodefensas Unidas de Colombia AUC.

Vale la pena notar que los últimos intentos negociadores le dieron prioridad a la

desmovilización y a la reinserción en la vida civil antes que a la discusión de los

problemas estructurales del conflicto colombiano. Estos intentos fracasados parcial y

totalmente de las políticas de seguridad y negociación han mostrado también la

incomprensión del conflicto y la falta de manejo del mismo, así como repitieron la

lógica de responder a las políticas fracasadas de negociación, con políticas más duras

que resultaron igualmente inapropiadas para el término del conflicto.

En la actualidad el conflicto armado colombiano presenta una mayor complejidad como

consecuencia de cambios importantes en el contexto internacional y en la política

doméstica, los cuales vertieron en una presión radical sobre los actores tradicionales, así

como en un escenario de polarización extendido en nuevos sectores de la sociedad

nacional y transnacional.

De una parte la internacionalización del conflicto, promovió la lucha contra el

terrorismo y el narcotráfico, como una amenaza compartida regional, hemisférica e

internacional. Igualmente se visibilizaron factores como: 1) La evidencia de la

vinculación de los grupos guerrilleros con el narcotráfico y la consolidación del Plan

Colombia para combatirlos. 2) El estatus de terroristas otorgado por parte de Estados

Unidos después del 11 de septiembre el 2002 a los grupos armados tanto la guerrilla de

las FARC y el ELN como los grupos de autodefensas AUC y el alineamiento doméstico

con la política estadounidense de lucha contra el terrorismo. 3) El alto índice de

violación de derechos humanos, lavado de activos, tráfico de armas. 4) La visibilidad de

los alarmantes efectos sociales del conflicto por parte de organismos multilaterales

Amnistía Internacional y organizaciones no gubernamentales. 5) La dependencia

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estratégica y financiera De las Fuerzas Armadas de los aportes externos. 6) La

promovida política de seguridad, como una de énfasis militar.

A nivel doméstico, el fracaso de los diálogos de paz promovidos durante la

administración Pastrana, aumentó la falta de credibilidad de la nación en el gobierno y

empeoró la situación de orden público, profundizando la crisis de gobernabilidad en el

país. Así se radicalizó a la opinión pública quien empezó a apoyar el discurso del

candidato presidencial, disidente del partido Liberal, Álvaro Uribe Vélez, donde la

discusión de la seguridad giraba entorno al manejo del conflicto y se basaba en la

prioridad de la autoridad sobre la libertad ( LEAL 2003) a través de la recuperación

del monopolio de la fuerza para dar término al conflicto. Así pues, se facilitó la victoria

de Uribe en las elecciones10 de 2002, con un amplio índice de votación y la entrada en

vigor de su programa político anunciado en el Manifiesto Democrático, fue formalizado

en su Política de Defensa y Seguridad Democrática11y en el Plan Nacional de

Desarrollo.

De modo que, el nuevo discurso de la seguridad, en tanto acto de habla o práctica

discursiva, se configura de una parte mediante la formalización del texto de la Política

de Defensa y Seguridad Democrática, publicado por la Presidencia de la República y el

Ministerio de Defensa Nacional. De otra parte se configura a través de los distintos

pronunciamientos y declaraciones del gobierno frente al tema, donde el presidente

Uribe se muestra como el principal orador que activa el discurso de la seguridad.

10 Ver RODRIGO PARDO 2004: 1 “Uribe obtuvo la victoria electoral con el 53% de los votos a su favor – Su campaña electoral giró entorno al tema de la guerra y de un “línea dura” en su programa político apoyado por el electorado.-Ponencia Rodrigo Pardo – Subdirector del tiempo- “El Primer año del Gobierno Uribe: dimensiones políticas económicas y de seguridad” 11 La última versión del documento “La Política de Defensa y Seguridad Democrática” fue publicado el 16 de junio del 2003 elaborado por la presidencia de la República y el Ministerio de Defensa Nacional.

38

4.ii. Descripción de la Política de Defensa y Seguridad Democrática

Desde su campaña presidencial, Uribe activa un nuevo discurso de la seguridad

basado en la autoridad y la lucha contra los violentos. Así, ya desde el Manifiesto

Democrático, emitido por Uribe, encontramos los lineamientos de una nueva

concepción de la seguridad y de la nueva política de Defensa y Seguridad

Democrática. Este manifiesto consigna 100 puntos que posteriormente serán retomados

en la formulación del documento oficial de la P.D.S.D.

Dicho Manifiesto Democrático consigna 100 puntos en los siguientes títulos: La Colombia que quiero/ Hacia un Estado Comunitario/Reforma Política y Administrativa . Lucha contra la Politiquería./Lucha contra la corrupción./Seguridad Democrática/En busca de la Paz. /Confianza erradicación de la miseria y justicia social./La Revolución Educativa./Salud para los pobres/Cooperativismo herramienta fundamental/El campo y la seguridad alimentaria/Servicios Públicos./Vocación Empresarial./ Empleo y Vivienda./Transporte e Infraestructura./Relaciones Internacionales./Un gobierno serio, eficaz y honrado, no milagroso.

De estos vale la pena resaltar cómo mediante su discurso se promociona como el vocero de la sociedad colombiana, capaz de tomar las riendas del estado en función de los intereses y el bienestar de la nación. Así vemos:

“Sueño con una Colombia en la que todos podamos vivir en paz , resolver nuestras diferencias pacífica y creativamente, gozar en familia…sentir con ilusión que nuestra Patria nos pertenece…. Una Colombia con autoridad legítima y cero poder para los violentos ( 2)Sueño con un país democrático en lo político y en lo económico (3) Sueño con un estado al servicio del pueblo y no para provecho de la corrupción y la politiquería.. (4).“Colombia sin guerrilla y sin paramilitares. La autoridad legítima del estado protege a los ciudadanos y disuade a los violentos.” (26)“El presidente dirigirá el orden público como corresponde a una sociedad democrática (30).“ Necesitamos un estatuto antiterrorista que facilite la detención, la captura y el allanamiento” ( 33)

Así pues, el Manifiesto Democrático se presenta como antesala de la "política de

defensa y seguridad democrática" , la cual se planteó como un plan integral de

consolidación del control del Estado sobre el territorio nacional, y como garantía de la

seguridad de la población, donde la posición del gobierno está orientada hacia una

guerra frontal en contra de los actores armados que no estén dispuestos a negociar según

los términos anunciados por el gobierno.

39

La Política de Defensa y Seguridad Democrática es el documento marco mediante el

cual el gobierno nacional determina los objetivos y estrategias para llevar a cabo una

política conjunta e integral entre los poderes del estado orientados a reforzar y

garantizar el Estado de derecho en Colombia. 12 Para esto fija como prioridades la

recuperación del control estatal en todo el territorio y la protección de la población civil

que junto con propósitos como la cooperación, la solidaridad, la eficiencia, la

austeridad, la transparencia , la juricidad, la multilateralidad, la corresponsabilidad,

la acción coordinada del Estado, y la posibilidad de la negociación, se muestran como

la esencia de la seguridad democrática.

Dentro de las disposiciones de este plan, se identifican los enemigos sobre los cuales

versan las estrategias, tales como el terrorismo, la guerrilla y el crimen organizado.

Además se determina como amenazas que atentan contra la nación no solo el

terrorismo, sino el negocio de drogas ilícitas, las finanzas ilícitas, el tráfico de armas,

municiones y explosivos, el secuestro y la extorsión y el homicidio. Para el logro de

dichos objetivos y la reducción de dichas amenazas, el documento plantea cinco

objetivos estratégicos como son la consolidación del control estatal del territorio, la

protección de la población, la eliminación del comercio de drogas ilícitas, el

mantenimiento de una capacidad disuasiva del estado y eficiencia, la transparencia y la

rendición de cuentas. (Presidencia de la República- Ministerio de Defensa- 2003).

De igual modo establece también 6 líneas de acción: coordinar, fortalecer, consolidar,

proteger, cooperar, comunicar. A. Coordinar la acción del Estado: mediante un Consejo

de Seguridad y Defensa Nacional como instancia donde el presidente coordina

ministerios y Fuerza Publica B. Fortalecer las instituciones del Estado C. Consolidar el

control del territorio nacional D. Proteger a los ciudadanos y a la infraestructura de la

12 De alguna manera el documento gubernamental nos recuerda anteriores estrategias que pautaron la gestión militar como el "Plan Lazo", diseñado en 1964 para alcanzar la pacificación del país; el "Plan Andes" que en 1968 contemplaba tres etapas en la guerra contra-guerrillera; el Manual Provisional para el Planeamiento de la Seguridad Nacional (1974); la "Estrategia Nacional contra la Violencia de Cesar Gaviria (1991); y el Plan Colombia de Andrés Pastrana, que ha propiciado la mayor ingerencia militar extranjera en la historia nacional (1998), con una inversión militar norteamericana cercana a los 2100 millones de dólares en el periodo 1998-2003.)

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Nación. E. Cooperar para la seguridad de todos. F. Comunicar las políticas y acciones

del Estado13.

En la parte final plantea una matriz de responsabilidades institucionales basada en la

relación entre los objetivos estratégicos específicos y los ministerios, los departamentos

administrativos ( DAS, DNP, DANE), los programas presidenciales como:

anticorrupción, red de solidaridad, derechos humanos y DIH, Colombia Joven, Plan

Colombia, y la Procuraduría, Fiscalía, Consejo Superior de la Judicatura y Medicina

Legal.

Vale la pena resaltar que este plan contempla ciertas mediadas como: la destinación de tres (3)

billones de presupuesto adicional para la guerra con el impuesto del 1,2% sobre el patrimonio;

la creación de la red de un millón de informantes; la creación de las Zonas de Rehabilitación; la

conformación y dotación de las cuatro nuevas brigadas móviles y de los batallones de alta

montaña; además la consolidación de unidades de soldados campesinos y la conformación de

doce grupos de anti-terrorismo urbano. Fortalecimiento y aumento de las Fuerzas Armadas, de

Policía y de inteligencia del Estado; adquisición de armamentos sofisticados; creación de

Fuerzas Especiales antiterroristas y de Asalto. Para todos estos grupos, se destina una

importante partida para la dotación de equipos y tecnificación en sus operaciones. Este

programa además da a las Fuerzas Armadas un papel protagónico, pues en tanto representan la

coacción del estado, deben liderar la lucha contra los violentos. De aquí que se haya empezado

a combinar la doctrina de la guerra de baja intensidad en lo social, con estrategias de guerras

convencionales, además de incorporar nuevas modalidades de guerras y de actores, que

despliegan estrategias diferentes de la mano de nuevas tecnologías14 y los apoyos externos

estratégicos, militares y financieros. 15

14 Según lo anota Castells en Galaxia Internet. p.184, Plaza y Janes Editores, S.A., Barcelona, 2001. 15 Dentro de esta nueva tecnología se encuentra equipos como los como los swarming o sistemas de combate en enjambre7, basados en el uso de pequeñas unidades autónomas, previstas de gran poder de fuego, un buen entrenamiento e información en tiempo real, lo que representa un cambio radical frente a las concepciones militares basadas en despliegues masivos de capacidad artillera, armamento blindado, grandes concentraciones de tropas y organización del ejercito en cuerpos, divisiones, brigadas y batallones de gran envergadura como los de montaña, francamente inútiles. En DUQUE Horazio- The Mail Archive- en ANNCOL Marzo del 2003.

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Además dicha política contempla otras medidas como: Un paquete de medidas

económicas ordenadas por el FMI, que obligan a realizar ajustes a la economía,

especialmente en el área fiscal y mediante la eliminación de entidades controladoras

del Estado, recorte de presupuestos para cuestiones sociales, debilitamiento y reducción

del Parlamento, y la entrega incondicional de importantes recursos y sectores

estratégicos de la economía colombiana a las transnacionales.

4.iii. El discurso de la seguridad en la P.D.S.D

El discurso de la seguridad se presenta como un acto de habla por parte del presidente Uribe, en

tanto el presidente es el que formula un discurso sobre la seguridad, donde expresa una

interpretación del conflicto armado, de la realidad colombiana, de los deseos e intereses de la

población colombiana y de las amenazas y enemigos que atentan contra la existencia tanto del

estado, como de la población. Este discurso presenta el concepto de la seguridad en función del

concepto de la democracia, por lo cual la seguridad se muestra como el medio o la herramienta

que debe usar el estado para posibilitar las libertades y derechos que encierra la democracia. Al

igual se muestra como una responsabilidad estatal para posibilitar la materialización de todos

aquellos valores principios y fines que encierra la democracia. De aquí que el discurso sobre la

seguridad siempre se presenta enmarcado dentro de los valores que permiten proyectar una

visión de sujeto colombiano, una visión de sociedad pacífica, y una visión de un estado en

función del bienestar social. Asimismo la democracia se presenta como una posibilidad que

emana de la vigencia de la ley, y en este sentido del ordenamiento jurídico. Sin embargo, aún

cuando la democracia y el Estado social de derecho, sean el sostén ideológico de la política

gubernamental, la seguridad aparece como el concepto prioritario sobre el cual el gobierno

debe centrar sus acciones.

Ahora bien, este concepto de seguridad, se concibe como producto de la “autoridad”, es decir

como producto del monopolio de la fuerza por parte del estado, no solo para la recuperación

del control territorial, sino como respaldo para que las instituciones puedan ejercer su función.

Es decir que la autoridad por parte del estado, quien tiene la competencia y poder sobre el

control de la fuerza, resulta ser la garantía y el medio para posibilitar la democracia y todos los

fines que en ella se consagran. En tanto el referente de la seguridad es consagrado como la

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población civil y el estado, las amenazas se conciben como aquellas que atentan contra éstos y

por ende el discurso de la seguridad implica la movilización necesaria por parte del estado

para controlarlas. Así las medidas del gobierno son justificadas, como medio para restablecer la

autoridad y posibilitar la democracia. En este sentido la seguridad se concibe recuperación del

control y de la autoridad, respaldado en el uso de la fuerza.

“Recuperar el orden y la seguridad, requisito cardinal para la vigencia de las libertades y los derechos humanos, es preocupación central de este gobierno”

“La lucha es de la soberanía de los Estados y de las naciones democráticas contra la soberanía del terrorismo. La lucha es de todos contra el terrorismo”

Sin embargo, aun cuando se planteen diversos tipos de amenazas que atentan contra la

población civil y contra el estado, en el documento formal de la política P. D.S.D y en las

diversas declaraciones del presidente Uribe, se enfatiza al terrorismo como la principal

amenaza. En este sentido la visión de la seguridad, se restringe a la dimensión del uso de la

violencia y como tal, a sindicar a los actores armados del conflicto como el gran enemigo de la

nación. De manera que se asume un enemigo común centrado en los grupos armados vistos

como terroristas, y cuya doblegación se concibe como el objetivo de la seguridad. Por ende la

seguridad se reduce al control exacerbado por parte de la autoridad.

“La Seguridad Democrática se diferencia de las concepciones de seguridad profesadas por regímenes autoritarios, partidarios de la hegemonía y la exclusión política. No hay contradicción entre seguridad y democracia… pero hay que trazar una línea entre el derecho a disentir y la conducta criminal Frente al terrorismo sólo puede haber una respuesta: derrotarlo…. Los colombianos no cederemos ante esta amenaza”. (Texto P.D.S.D. Carta del Presidente junio 16 2002)

En consecuencia vemos que la P.D.S.D. enmarca la seguridad en un conjunto de valores y fines

homogenizados, pero reduce su aplicación al ámbito militar o coercitivo y polariza la sociedad

en función de una interpretación dicotómica del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, del

enemigo o del estado. De aquí que el discurso de la seguridad aún cuando sea promocionado

de la mano de la democracia, se base en mecanismos de defensa y control, promoviendo

explícitamente en los escenarios de confrontación militar y tácitamente en los diversos sectores

de interacción de la sociedad, el miedo y el terror. Así el enemigo no se reconoce sino se

excluye y se somete. Al igual la seguridad resulta ser un acto de habla que impone una

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delimitación del enemigo, sin que esta sea fruto de una construcción social. Por ende, el acto de

habla de la seguridad, despliega prácticas discursivas que refuerzan el imaginario del conflicto

y de la nación es impuesto por el gobierno, y abren el camino para que las políticas que formula

el gobierno sean ejecutables.

En este orden de ideas y para corroborar la idea inicial, el discurso de la seguridad en

la P.D.S.D. de Uribe, se presenta como un acto de habla personalizado en la voz del

presidente, quien se muestra como un sujeto cercano a la población, conciente de los

sufrimientos y anhelos de ésta, sensible y a la vez radical, capaz de generar por medio

de sus palabras, un imaginario de unidad nacional en tanto homogeniza las diferencias

de la sociedad alrededor de valores universales que promociona como compartidos. Así

pues, desde la seguridad como autoridad, el estado promociona su capacidad de

gobernabilidad, credibilidad, legitimidad y viabilidad.

Esto lo podemos corroborar con los siguientes apartes del texto de la Politica de

Defensa y Seguridad Democrática publicado por la Presidencia de la República y el

Ministerio de Defensa.

Carta Introductoria del presidente de la república, Álvaro Urbe Vélez,

Este documento, pone en primer plano la defensa por los derechos humanos, y concreta

la seguridad como lucha contra el terrorismo y el crimen. Establece la solidaridad como

el principio que debe integrar y relacionar la Fuerza Pública, la Ciudadanía y la

constitución. Al igual impone la corresponsabilidad en el manejo de la seguridad y de

la lucha contra el terrorismo. Le da todo el peso a la Fuerza Pública y prepondera el uso

de la fuerza sobre la defensa de las libertades. Pone la salida al conflicto en términos de

doblegación, planes de desmovilización.

“Cuando la Política de seguridad Democrática desarrolla una política para eliminar el secuestro, está defendiendo al pueblo y las garantías sociales básicas…..Para que sea sostenible nuestra demanda permanente de apoyo a los ciudadanos, para que paguen sus impuestos con convicción, para que los soldados y los policías estén acompañados permanentemente por el ánimo popular……Solidaridad entre los ciudadanos y con la Fuerza Pública…..Requeremos de eficacia y transparencia. Eficacia que se mide en resultados y transparencia que se mide en la observancia de los derechos

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humanos………Recuperaremos la seguridad de nuestros ciudadanos sin limitar sus libertades”. Carta del presidente 16 de junio de 2003 publicado en el texto de la P.D.S.D.

Discursos y Declaraciones de Uribe

Bogotá, 15 de agosto de 2002 ( Extraído del Ministerio de Defensa portal en internet) “La Seguridad Democrática es para todos los colombianos. Para que no desplacen a los campesinos de sus parcelas; no secuestren a los empresarios; no amedrenten a los periodistas; respeten la misión de los obispos, sacerdotes, monjas, pastores de culto, educadores. Para que los sindicalistas ejerzan libremente su acción; los dirigentes políticos se desplacen sin temores; los defensores de derechos humanos se apliquen a su labor sin amenazas. Debemos trabajar 2 ejes: Recursos y Resultados.Nuestros compatriotas han aceptado, con una voluntad sin antecedentes, pagar un impuesto de un punto del Producto Interno bruto, 2 billones de pesos aproximadamente, para apoyar a la Fuerza Pública. Esta acción estará enmarcada en los siguientes elementos:

1. Transparencia. Ustedes honrarán el buen nombre de la Patria con la observancia rigurosa de los derechos humanos. Sin estos puede haber apaciguamiento, pero nunca habrá reconciliación. La acusación justa será sancionada sin vacilación. Ustedes, que llevan las insignias y las armas de la República, tienen que dar ejemplo en la lucha contra la corrupción. Ese ejemplo se dará en los contratos, compras, en los impedimentos para evitar conflictos de interés.

2. Eficiencia. La seguridad de los ciudadanos exige que la tropa esté siempre cabalgando sobre el lomo de la iniciativa. Debe llegarse a tiempo a los municipios, por aire, tierra o en camioncitos, y así evitar la toma destructora, el asesinato de los policías o la masacre de civiles. Los mayores riesgos que tome la Fuerza Pública harán entender a los violentos que sus acciones implican para ellos verdaderos riesgos. En consecuencia, la iniciativa de nuestras tropas será disuasiva y llegará un momento de mayor seguridad para los mismos policías y soldados.

3. Austeridad. La seguridad y la inversión social requieren más recursos. El problema es de ingresos y de ahorros. El Referendo propuesto es el principio de ahorro para dar ejemplo y trasladar más de $ 300.000 millones a la educación.

La Reforma Administrativa apuntará para derrotar el Estado Clientelista y Burocrático y construir el Estado Social que de confianza al ciudadano. La Presidencia de la República será austera. La Fuerza Pública será austera: en personal civil de administración será el mínimo requerido; las oficinas no estarán saturadas de integrantes de las fuerzas, cuya presencia se reclama en las calles y en los campos; la representación y el ceremonial serán sobrios y mínimos; las comisiones al exterior, que en medio de las privaciones hacen parte de los estímulos y la formación, deben reducirse y en este momento de emergencia nacional, muchos deben regresar de las embajadas a la primera línea de protección ciudadana.

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4. Coordinación. En todo el territorio nacional se demanda permanente coordinación con los fiscales y jueces. Debemos respetar la justicia como elemento tutelar de nuestro Estado y las acciones de la Fuerza Pública deben coordinarse con quienes la administran. Se demanda coordinación entre todas las fuerzas, que ninguna proceda aisladamente. La coordinación además se requiere para que haya eficiencia y transparencia en las compras, buen análisis y acertado uso de la recolección de inteligencia, y la mayor productividad en recursos tan sensibles como la aviación.

5. Juridicidad. Todas las actuaciones deben darse en el marco de las normas jurídicas. Avanzaremos en la Conmoción Interior con decretos que faciliten su actuación, sin afectar las libertades ni las garantías ciudadanas. En la misma dirección propondremos modificar algunos artículos de la Constitución, una ley de Seguridad Nacional y una reforma a la justicia que la acerque más al ciudadano y la agilice. Requerimos un Ordenamiento Jurídico moderno contra la violencia.

6. Cooperación. Restablecer el orden público es tarea del Estado en su dimensión integral, que impide la exclusión de institución alguna y obliga el compromiso adicional de la totalidad de los ciudadanos. Necesitamos que todas las personas cooperen con la Fuerza Pública. Cumplamos la meta inicial de organizar un millón. Dicha cooperación debe ser institucional y voluntaria. Institucional con la dirección de la fuerza pública y el control de los organismos competentes.

La cooperación requiere confianza de la ciudadanía. La confianza se adquiere con buen trato y eficacia. Que el campesino, el obrero, el empresario, sientan trato amable de la Fuerza Pública. Que el ánimo de cooperar se estimule con la reacción oportuna y eficaz.

Continuaremos en la búsqueda de incrementar la cooperación internacional para nuestra Fuerza Pública.

Nuestra actuación será de frente y con las cartas sobre la mesa. La comunidad nacional e internacional está invitada a supervisarla. La Fuerza Pública con ninguna organización comunitaria será hostil, pero no habrá lugar del territorio excluido de su protección.

La Fuerza Pública constituye el elemento coercitivo de la Constitución para proteger la vida, la libertad y los bienes de los ciudadanos. No es un actor de guerra ni de conflicto y no debemos permitir que se le iguale a grupos violentos.

Discurso del Presidente Álvaro Uribe Vélez, durante la ceremonia de Reconocimiento por parte de Las Fuerzas Militares Bogotá, 15 de agosto de 2002. “(…) Nuestro concepto de Seguridad Democrática tiene una comparación y un objetivo. La seguridad no es para perseguir verdaderos o imaginarios enemigos ideológicos, tampoco para sustentar un régimen de partido único. La seguridad es para proteger a todos los ciudadanos en una Nación pluralista, abierta al fraterno debate creativo. La Seguridad Democrática es para todos los colombianos. Para que no desplacen a los campesinos de sus parcelas; no secuestren a los empresarios; no amedrenten a los periodistas; respeten la misión de los obispos, sacerdotes, monjas, pastores de culto, educadores. Para que los sindicalistas ejerzan libremente su acción;

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los dirigentes políticos se desplacen sin temores; los defensores de derechos humanos se apliquen a su labor sin amenazas”

Discurso del presidente Uribe en noviembre 20 /2003, durante el “Seminario sobre seguridad y libertades individuales en Colombia”. (CNE)

““La tensión dialéctica entre el bien colectivo de la seguridad ciudadana y los derechos individuales -tema de este Seminario- amerita ser repensada, sobre todo cuando ella se plantea en el entorno de sociedades sitiadas por una criminalidad desafiante, o de una comunidad mundial amenazada por el terrorismo globalizado.

A este propósito es preciso, entonces, rescatar el contenido democrático del concepto seguridad; entenderla como la posibilidad real de todo ciudadano al goce tranquilo e imperturbado de sus derechos a la vida, a la integridad, a las libertades físicas y espirituales, al trabajo, la recreación y demás ámbitos de desarrollo personal.

La Seguridad Democrática es un conjunto integral de estrategias para recuperar el orden, en cuanto éste constituye el presupuesto ineludible para la vigencia real de los derechos y libertades fundamentales. Contrario a las anteriores estrategias de seguridad que recorrieron el continente de signo autoritario, que hacía de una opción ideológica o un partido político el enemigo interno, nuestra política de seguridad democrática, en cambio, predica que todos los discursos son bienvenidos en una democracia.

El problema que pone a prueba a las democracias de hoy, es como armonizar esa confianza en los ciudadanos, que hace posible el régimen de libertades, con las amenazas del terrorismo y el narcotráfico, que se aprovechan y abusan de tal sistema garante.

Ningún derecho fundamental hemos suspendido. La prensa sigue siendo libre y no sometida a censura alguna, el debido proceso continúa intangible en su núcleo esencial, los derechos de reunión y manifestación gozan de plena garantía, al igual que la independencia de jueces y fiscales para cumplir sus funciones.

Ante la gravedad del drama humanitario que vive el país, sólo remedios extraordinarios permitirán restablecer el ejercicio del monopolio legítimo de la fuerza en manos del Estado. Con base en los poderes de excepción hemos decretado, entre otras, medidas tributarias encaminadas a fortalecer la capacidad disuasoria de nuestros cuerpos coercitivos; medidas judiciales para quebrar el poderío económico que alimenta a los grupos ilegales, y medidas procesales para facilitar la captura y judicialización de los delincuentes.

La facultad para que las autoridades de las zonas de rehabilitación y consolidación, condicionen el tránsito, por ciertos sitios, a registros previos, no impide a ningún ciudadano honrado su derecho de locomoción. Todo lo contrario: le asegura su derecho a circular sin ser objeto de agresiones por parte de la delincuencia. En una sociedad sitiada por el terrorismo, es natural que el ciudadano deba soportar ciertas cargas e incomodidades, siempre y cuando no sean excesivas, gravosas o desproporcionadas, y estén inequívocamente enderezadas a salvaguardar bienes de igual rango axiológico.

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Con todo, en esta materia siempre será aconsejable redundar en controles y prevenciones. Galvanizar el control inmediato del Ministerio Público, el control parlamentario y abrir las puertas a denuncias y veedurías ciudadanas como agentes de la opinión pública.

Con la tecnificación y refinamiento de los instrumentos de control a los aviesos métodos del delito, evitaremos cargas y molestias al ciudadano. Así mismo, el mejoramiento en inteligencia y la cooperación ciudadana, más que limitación de la libertad personal es mejoramiento de ella.

"No hay ninguna duda de que nuestro pueblo está en mejores condiciones de confianza y seguridad que hace 18 meses. Estamos ganando la guerra contra las FARC, AUC y ELN que son los mayores violadores de DDHH y DIH en las Américas y estamos reduciendo día a día sus posibilidades de atentar contra los colombianos".

La reducción casi total de violaciones masivas de DDHH por el fortalecimiento del Sistema de Alertas Tempranas (SAT), gracias a la labor del Comité Interinstitucional de Alertas Tempranas (CIAT) integrado por el Ministerio del Interior y de Justicia, la Vicepresidencia de la República y el Ministerio de Defensa Nacional, que analizó durante el año 84 informes de riesgo, de los cuales 32 se volvieron alertas tempranas. “

Declaraciones del Presidente Uribe el 30 de enero del 2003 en Tres Esquinas Caquéta.

Quiero llamar hoy a todos los ciudadanos de la Patria a acompañar a la Fuerza Pública. Quiero llamar a todos los soldados, a todos los policías, a todos los integrantes de la Fuerza Aérea, de la Armada, para una reflexión. No más convivir con el problema, no más aplazar la solución del problema, hay que resolverlo ahora. Los violentos han pensado muchas veces en la ofensiva final. Ese es ahora nuestro pensamiento, avanzar hacia la ofensiva final para rescatarle a esta Nación la paz que merece y la paz que requiere.

Quiero dejar en la mente de ustedes nuevamente esta reflexión. Y como tenemos que ser coherentes, entonces tenemos que defender en nombre de los derechos humanos y de las libertades públicas, a la libertad de prensa.

Por eso no ha pasado por la mente de este Gobierno restringir en las normas jurídicas excepcionales o permanentes, la libertad de prensa. Pero los periodistas van a tener que ayudar al pueblo colombiano autolimitándose, evitando su temeridad, comprendiendo que primero está el derecho del pueblo colombiano a rescatar su seguridad que el afán por la chiva periodística.

Claro que nos preocupa el secuestro de los periodistas internacionales en Arauca. Advertidos como estaban por el Gobierno, por los diferentes estamentos comunitarios, hicieron allí presencia y han sido secuestrados por el ELN.

Simplemente, el Gobierno --responsable de que hay que recuperar el orden público, de que no se puede seguir permitiendo el drama para que recobre oxigeno el terrorismo--, tomará todas las decisiones que tenga que tomar dentro del Estado de Derecho y con el

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buen cuidado de mantener en alto la moral de las tropas de Colombia como lo exige nuestro pueblo.

Por lo tanto, aún cuando con la palabra “seguridad” se haya querido encerrar las

diferentes estrategias estatales frente a los actores armados, o aún cuando ésta palabra se

halla usado para atender a las garantías que el estado busca ofrecer a su población, su

contenido, significación y comprensión resultan todavía muy vagos, pues se presenta

como amalgama, o combinación de diagnósticos parciales e interpretaciones inmediatas

sobre coyunturas nacionales, sin contexto no análisis, que por ende no ayudan a la

comprensión del conflicto colombiano.

En la práctica, la aplicación del plan de seguridad, para el logro de sus objetivos

democráticos, ha propuesto iniciativas para el cierre de personerías y otras oficinas

dedicadas a la atención de problemas sociales y de derechos humanos y ha incluído

además, reformas a la Fiscalía, a la Procuraduría, y también a los ministerios públicos,

en favor de un margen más amplio del Poder Ejecutivo.

5. Ejecución y los efectos contradictorios durante los primeros 18 meses de vigencia

de la P.D.S.D.

Al indagar por la ejecución y resultados de la P.D.S.D. encontramos varios factores.

- La puesta en marcha de las medidas anunciadas por el ejecutivo, independiente

de cuáles sean, han estado acompañadas por un discurso reiterativo del

presidente, donde se recalcan los objetivos del gobierno en función de los

intereses nacionales, del bien común, y de ideales y valores éticos, los cuales

refuerzan el imaginario de estado y de nación y donde se presenta la decisión

del gobierno como la mejor y la más consecuente con las necesidades del país.

- La ejecución de la política se da ha dado a conocer mediante la publicación

de cifras oficiales y la transmisión del desarrollo de sus tareas donde él está

presente y da una aparente rendición de cuentas a la sociedad, a través de los

medios de comunicación. Ejemplo: los consejos comunales, los consejos de

seguridad, las declaraciones y pronunciamientos en los diferentes sectores de la

sociedad y frente al manejo de asuntos diversos en materia y competencia, pero

49

siempre llevando las especificidades de los temas tratados a los valores y

objetivos generalizados por el gobierno.

Al buscar evaluar la ejecución de la P.D.S.D encontramos que se abre una discusión

entorno a los resultados inmediatos del gobierno frente a las metas prioritarias

propuestas en su plan de gobierno y los costos sociales que tienen efectos a mediano

y largo plazo. Los primeros tienden a ser resultados publicados con base en cifras e

índices, que publican tanto entidades oficiales como medios de comunicación los

cuales no dejan de ser manipulados y generan un alto impacto en la interpretación de la

ejecución del gobierno en la opinión pública, que despliega sus juicios a partir de datos

cuantitativos. Por esto resultan inútiles para la comprensión del conflicto. Y la validez

de sus fuentes es cuestionable.

La ejecución de dicha política ha traído resultados contradictorios pues a pesar de que

algunas medidas hayan permitido recuperar la gobernabilidad y eficacia del Estado en el

algunas zonas del territorio nacional, sus costos sociales han sido muy altos y sus afán

de resultados a develado los complejos problemas estructurales y administrativos del

Estado, además de evidenciar su alto impacto en la dinámica que cobra el conflicto

armado, donde los efectos a mediano y largo plazo aún no se han dimensionado.

Dentro de los resultados publicados por el ministerio de defensa nacional, encontramos

que la seguridad se ve medida con índices sobre el aumento del control del territorio,

aumento en las deserciones, disminución de homicidios, todos estos datos que atienden

a la recuperación del monopolio de la fuerza por parte del estado y los éxitos en la

doblegación de los insurgentes.

Todos estos indicadores sin lugar a duda deben ser evaluados cuidadosamente por el

papel que juegan en reforzar un imaginario de conflicto de causales y de medición del

mismo, inapropiadas. Asimismo debemos reflexionar sobre la correspondencia entre la

medición que se usa para los conceptos parte de los objetivos de la política de seguridad

y proponer indicadores para dicha política de seguridad que sean más proposititos.

50

En este sentido podemos retomar a Hernando Gómez Buendía, cuando expresa que

resulta extremadamente complejo el fundar los criterios o análisis políticos con base en

cifras, ( Gomez Buendía 2004: 24) dada la insuficiente validez de sus fuentes, la falta de

cubrimiento nacional para obtener los datos y lo manipulable de la información.

Desde la vía de la evaluación gubernamental de los resultados de la P.D.S.D con base

en los logros del gobierno, podemos retomar el “Balance Global Anual sobre las

políticas del gobierno frente al conflicto” el cual evalúa las medidas del gobierno frente

al conflicto social y bélico. Dos factores genéricos se resaltan del gobierno en curso:

a- La popularidad del Presidente presenta una estrecha relación con los éxitos logrados

en el campo militar. b- La mayor seguridad, a su vez, ha incidido positivamente sobre el

clima de inversión y el crecimiento económico, validando el esfuerzo económico

necesario para lograrla. Además resalta éxitos como los beneficios de los Consejos

Comunales de Gobierno, el avance del proceso de desmovilización, la legislación del

estatuto antiterrorista, las reformas tributaria y pensional y deja un aparte para la crisis

dentro de las Fuerzas Militares y dentro de la Policía Nacional.

Este balance hace una lectura de La Política de Defensa y Seguridad Democrática,

como la base de una verdadera política de estado que ha logrado materializar resultados

como: Recuperación de importantes índices de control territorial en materia de

seguridad y asistencia. Nuevos niveles de legitimidad como consecuencia de su eficacia;

estabilización y recuperación del crecimiento económico como efecto de la elevación de

los índices de seguridad y confianza; reducción de las tasas de desempleo, mediante la

generación de nuevas fuentes de empleo; reducción del aparato burocrático del Estado,

en beneficio del saneamiento de las finanzas públicas. Elevación de los cupos en la

educación pública y ampliación de la cobertura del SENA; elevación de los niveles de

cooperación regional con los países de la Comunidad Andina frente a la amenaza del

terrorismo y el narcotráfico; reducción del narco-cultivo, mediante los programas de

erradicación, en afectación directa de las finanzas de las agrupaciones terroristas ;

desmovilización de un importante contingente de actores armados, por vía individual y

colectiva.

51

Estas generalidades las deduce el Balance al sostener como éxitos en los distintos

campos: En lo político: Los Consejos Comunales de Gobierno, sin duda, se

constituyeron en el instrumento de visibilidad de la gestión del gobierno, muestra del

ejercicio de la democracia directa con incidencia en la credibilidad del Ejecutivo, y en

la aceleración de las políticas descentralizadas de Gobierno en beneficio de la celeridad

y transparencia administrativa.

El proceso de desmovilización iniciado con los grupos de autodefensa, que pese a los

obstáculos, las críticas y la imposibilidad a corto plazo de aprobar una ley de

alternatividad penal, como instrumento jurídico para la reinserción, puede dar buenos

resultados en materia de reducción de la violencia.

En el campo legislativo, el Ejecutivo logró un estatuto antiterrorista que suministra

importantes instrumentos a las autoridades administrativas para prevenir el terrorismo.

También se lograron algunas reformas a la política. Las reformas tributaria y pensional,

aún cuando no responden plenamente a las necesidades reales del país, posibilitan

sobrellevar, en el corto plazo, la crisis fiscal.

De otro lado se dio una controversia entre el Ejecutivo y algunas ONG, hecho que se

cumplió en varias etapas: 1) el Presidente las compele a definir su postura frente al

terrorismo, 2) la comunidad internacional reclama mesura del ejecutivo frente a estas

ONG, y 3) la ONU en su 58 Asamblea General reafirma su apoyo a la Política de

Defensa y Seguridad Democrática, al tiempo que reclama la protección de las

expresiones democráticas de las ONG y los movimientos defensores de los Derechos

Humanos.

El impulso que el Presidente Uribe le ha dado a las PYMES se ha constituido en un

importante avance para la economía del país, ya que estas empresas están a la

vanguardia en la exportación y generación de empleo. Las medidas fomento a las

PYMES y de flexibilización laboral son fundamentales para lograr un crecimiento

económico vigoroso, única esperanza para reducir el índice de desempleo, tasa que,

aunque ha tenido una mejoría de más de un punto, sigue siendo extremadamente

elevada .

52

Las Caravanas Vive Colombia surgieron como respuesta a la necesidad de incentivar el

turismo doméstico nacional, de manera que el empleo formal e informal dedicado al

turismo se ha visto fortalecido y la imagen internacional de Colombia como destino

turístico es distinta a la de hace unos años, donde se muestra que la ocupación hotelera

creció en el año un 7%.

El Plan de Desmovilización y Reinserción, arrojó importantes resultados, como quiera

que posibilitó la resocialización de más de 3.000 actores armados, además de las

desmovilizaciones colectivas que se dieron con las autodefensas ilegales. Ello tiene un

alto impacto en la reducción de la capacidad bélica de las organizaciones terroristas.

El Informe también reconoce la implementación exitosa de un Plan de Campaña que en

su primera fase cumplió con los objetivos trazados: rompimiento de de los corredores

estratégicos y destrucción de la infraestructura y dispositivo de las FARC en el Centro

de Despliegue Estratégico (CDE) que esta organización había consolidado alrededor de

la Capital de la República, al punto que se erosionó su concentración dispuesta como

elemento estratégico para la ejecución de una ofensiva sobre el centro de poder

nacional. Se obligó a las FARC a replegarse con una incidencia directa en la pérdida de

la iniciativa en la maniobra, obligándolas a una dispersión sin precedentes y a recurrir al

terrorismo como única forma de lograr, a su juicio, un impacto estratégico en lo

político.

Se conformaron nuevas Unidades especiales e las Fuerzas Armadas, de choque con

mayor capacidad de movilidad y maniobra. Cada División fue dotada de una Brigada

Móvil, unidades que se suman a la Fuerza de Despliegue Rápido, que opera en cualquier

lugar del país. Las Brigadas, a su vez, cuentan con varios batallones de contraguerrilla.

Estas unidades no tienen jurisdicción específica y pueden ser concentradas donde lo

requiera el respectivo comando.

Dentro del campo de acción que permitió el entorno jurídico y constitucional se

establecieron zonas especiales para acelerar la recuperación territorial de áreas

profundamente afectadas por la incidencia subversiva (Arauca y Montes de María), lo

que permitió reversar el desarrollo de estas organizaciones.

53

Es necesario resaltar los efectos contradictorios de los objetivos que el plan de gobierno,

y por ende las consecuencias generadas con las medidas tomadas para incrementar la

Seguridad Estatal que vierten en el recrudecimiento del conflicto armado y el

incremento de los costos sociales.

Desplazamiento Forzoso

El documento presentado en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, sobre la

situación del Desplazamiento Forzoso en Colombia,16 registra el desplazamiento

forzoso de cerca de 3 millones de Colombianos en los últimos 15 años, incrementado en

el 2003 en promedio en cerca de 353.120 víctimas de esta violación integral de derechos

humanos. Detrás de esta tragedia humanitaria, que aumenta cuantitativa y

cualitativamente desde agosto del 2002 se expresa la extensión de las violaciones de

derechos humanos a través de la consolidación de una estrategia política de persecución

supuesta a las guerrillas y a la insurgencia- paradójicamente a través de las mismas

violaciones de derechos humanos a través de estrategias militares, jurídicas, medidas

políticas de involucramiento de la población civil en el conflicto armado.

Las cifras sobre el desplazamiento en el último período reflejan, índices alarmantes de

ataques contra la población civil, el aumento de los patrones de agresión y de control, y

la repetición de las mismas operaciones armadas, manifiestan que la ausencia de justicia

se convierten en garante y en aval de nuevos desplazamientos forzosos. Es preciso

resaltar que el desplazamiento forzoso es una violación integral de los derechos

humanos, de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales.

Violaciones a los Derechos Humanos- Impunidad

Muchas de las estadísticas gubernamentales revelan que las mayores violaciones de

derechos humanos, están relacionadas con el incremento del desplazamiento forzoso, en

cabeza principalmente de las AUC. La impunidad generalizada de los responsables de

16 Ver Informativo- Equipo Nizkor No. 59 Estado "comunitario": la nueva forma del control y del desplazamiento.

54

esta violación integral de los derechos humanos no se ha modificado en este período, lo

que conduce a la repetición de los desplazamientos forzados y a generar condiciones de

riesgos para la población desplazada en su lugar de recepción, de reasentamiento o de

retorno. La consecuente repetición de las violaciones de derechos humanos impiden que

se desarrollen procesos de retorno en condiciones de seguridad y de dignidad, y de

reconstrucción del tejido social con base a procesos de verdad, justicia y reparación

integral.

Restricción De Derechos Fundamentales

Lo grave de esta política de Seguridad Democrática, es que termina va en contravía de

los límites en el derecho de suspensión y de protocolos y pactos internacionales. De

igual modo, se ha ido desencadenando una guerra contra los ciudadanos, expuesta en el

considerando del decreto 2002 de 2002 según el cual "dentro de los principales soportes

de la acción delincuencial de tales organizaciones (grupos criminales) se encuentra, por

una parte, la mimetización de sus integrantes dentro de la población civil.

Estas medidas buscan la construcción del llamado "Estado Comunitario" donde se

definen líneas de acción en materia de derechos humanos subordinadas a las acciones

militares, de seguridad nacional a través de recuperación militar de territorios, de

atención social en los que el Estado se concibe como poder nacional, afirmando así una

simbiosis entre el Estado y los ciudadanos, sustentando la tesis de los deberes

ciudadanos en relación con la seguridad pública, sin considerar la vulneración del

principio de distinción entre combatientes y no combatientes e inmunidad de la

población civil.17 La construcción de este supuesto "Estado Comunitario" pone en

mayores peligros la población civil, por involucrarla directamente en las hostilidades y

genera una descomposición del tejido social por favorecer un clima de desconfianza

entre los ciudadanos.

Adicionalmente, el Gobierno ha anunciado medidas que buscan desmantelar del Estado

Social de Derecho, lo cual tiene consecuencias nefastas sobre la capacidad de atención

55

integral al desplazamiento forzado, la implementación de las recomendaciones

internacionales y Principios Rectores de los desplazamientos internos y delega la

responsabilidad primaria del Estado de atención integral al desplazamiento forzado a

organizaciones privadas o de la "sociedad civil" como la eliminación de las personerías,

limitaciones a las acciones de tutela, congelamiento del presupuesto de las entidades

públicas.De este modo las medidas jurídicas y políticas resultan ser dispositivos de

control que desconocen las reales causas de la problemática social, tanto como el

respeto de los derechos fundamentales y de las soluciones deliberativas y efectivas.18

Muerte a Sindicalistas

Lo anterior, unido a otros factores sociales, económicos y políticos, son

definitivamente19 elementos de inconformidad y de protesta social. Gran cantidad de

protestas suceden a diario a lo largo y ancho del país. A su vez, centenares de

sindicalistas, de líderes sociales y de defensores de derechos humanos, han sido

asesinados en los últimos años por adelantar estas luchas democráticas, al punto que, se

ha considerado como una persecución genocida contra los opositores políticos. Según la

Organización Internacional del Trabajo - OIT, más de la mitad de los crímenes

cometidos contra sindicalistas en el mundo, suceden en Colombia.. El año pasado

fueron asesinados cerca de 150 sindicalistas en este país. Varios de estos crímenes

fueron cometidos en presencia de los hijos y familias de las víctimas.

Asesinatos

17 Reconocido en el artículo 3 común los Convenios de Ginebra- ratificado por Colombia. 18 * Pronunciamiento de la Comisión sobre la agudización del desplazamiento forzado y las condiciones de desprotección y violaciones de sus derechos fundamentales de la población desplazada. * Pronunciamiento contra la impunidad y el requerimiento al Estado colombiano, al desarrollo de procesos de verdad, justicia y reparación para las víctimas de violaciones de derechos humanos. * Pronunciamiento en torno a la evaluación del cumplimiento de las recomendaciones internacionales y especialmente de los Principios Rectores de los desplazamientos internos y las recomendaciones del Representante del Secretario General de las Naciones Unidas sobre Personas Internamente Desplazadas.Ver: www. Derechos. Org.

56

La violencia se ha propagado a niveles muy elevados, hasta alcanzar entre 20 mil y 30

mil asesinatos al año, de los cuales, a juicio de numerosos investigadores, más del 15%

son crímenes por razones políticas. En los últimos 15 años, han sido desaparecidas no

menos de 5000 personas, en su mayoría en desacuerdo con el gobierno.

Lamentablemente se registra en la prensa, solo las desapariciones de personas

ampliamente conocidas y destacadas, o miembros de organizaciones respetables. Pero

decenas de crímenes y desapariciones de líderes sociales del común, barriales y rurales,

son casi ignorados. La gran prensa se ocupa esencialmente de denunciar el secuestro.

Este delito, cuyo propósito principal es la extorsión, se ha multiplicado

escandalosamente. En el secuestro participan principalmente las guerrillas, la

delincuencia común, y también agentes del gobierno. En el último período, también se

ha incrementado el secuestro con fines políticos, ejecutado principalmente por las

guerrillas.

De otra parte, podemos considerar que si se tienen en cuenta las expectativas que

despertó desde la campaña electoral al año de iniciado el gobierno del presidente Uribe

no se observan resultados firmes ( LEAL F. 2003: 12) en su política de seguridad,

reforzado con los problemas de economía, crisis fiscal y desempleo, las diferencias con

el congreso y la reforma política.. Es necesario resaltar que no “No ha habido

articulación con una política de paz, pues esta no existe… no se deben llevar a cabo

conversaciones con solo algunos actores”. ( LEAL F. 2003:14)

El hecho de querer resultados rápidos, por parte del presidente, ha causado un error en

tanto no se reflexiona suficientemente sobre el estado crítico de dependencia de nuestras

Fuerzas Militares, ni sobre la necesidad de una política de seguridad nacional que

armonice y fortalezca las relaciones cívico militares en tiempos de paz y conflicto.

De este afán solo se pueden producir reformas parciales o meros intentos que por su

falta de elaboración, profundidad y completitud, se caen en el congreso en las Cortes.

Lo cual muestra que no existe una visión del problema ni de la solución. Es decir no

19 MATTA Luis Alberto “Poder estatal, movimiento popular, y conflicto social-armado en Colombia”.

57

existe visión sobre la complejidad de la estructura, financiación administración y

relación de las Fuerzas Militares con los civiles en el marco de una labor conflicto que

actúe sobre el conflicto y sobre el posconflicto.

De modo que se hace evidente la urgencia por implementar una concepción estatal de

seguridad no solo en su composición interna sino en su posición frente a la guerra

interior y exterior, la cual como lo sugiere ( LEAL 2003:17) debe tener una alta

legitimidad credibilidad confianza respaldo activo de la sociedad.. Dicha confiabilidad

de la sociedad en las instituciones implica también una legitimidad en el manejo del

aspecto fiscal y del gasto público.

Por lo tanto existen numerosas dudas sobre como materializar la P.D.S.D como reducir

los costos sociales y como realmente proteger a la población civil y recuperar la

credibilidad y el establecimiento de las instituciones democráticas de manera legítima

con resultados visibles por todos, al igual que permanece la pregunta por como realizar

la P.D.S.D. en medio del conflicto y sin agotarse e salidas militares con estrategias

dependientes y políticas domésticas subordinadas.

Es allí donde se hace dual el contenido de la Política de Defensa y Seguridad

Democrática, y donde se retorna a la discusión sobre el manejo de la relación entre

derechos y libertades, el manejo de la autoridad en medio de necesidades

democráticas, la seguridad pública e individual, la seguridad institucional, jurídica, y

social. Es allí donde no se debe incurrir en el autoritarismo para realizar y mantener, la

paz, la democracia y la seguridad.

En nuestra condición de visibilidad, internacionalización y dependencia se hace

fundamental el acompañamiento de una veeduría internacional para la mediación en el

conflicto y el manejo de una agenda conjunta, sin que halla necesidad de intervención

militar ( LEAL 2003: 18).

6. Alternativas para repensar el discurso de la seguridad y el tratamiento del conflicto

armado colombiano.

58

La materialización de la P.D.S.D puede entonces incidir en la viabilidad de un consenso

sobre regulaciones y cambios institucionales que enfrente y le de un manejo político

visible a los problemas fundamentales de la sociedad colombiana, en función de la

reinserción social, la prevención de las amenazas, la educación, la oferta de trabajo, el

impulso de la industria nacional y de actividades legales lucrativas y facilitadas por el

gobierno.

Debe incluir claramente, una reforma agraria y visibilidad en los manejos políticos de

los recursos, seguimiento, control y veeduría sobre la inversión de los recursos, además

de la necesidad de generar una cultura e paz, de la mano de referentes nacionales

compartidos que permitan generar consensos a pesar de las diferencias particulares de

cada grupos social por su condición ideología, creencias etc.

Además la falta de correspondencia entre los medios y los fines perseguidos por la

P..D.S.D. son determinantes en el estado y manejo de las políticas públicas en un

escenario de negociación política que se debe aún tarde y aún se pretenda perpetuar la

lucha armada.

Es necesario que la sociedad civil en todos sus dimensiones y partes se reapropie de la

institucionalidad y redefina el enemigo interno no como un actor personalizado sino

como una lógica social que no beneficia a la nación y que hay que reformular, donde

prevalezca la lógica del diálogo y el consenso y no la de la anulación del otro.

Por lo tanto, los efectos de las inconsistencias deben mirar a mediano y largo plazo, en

donde se atienda a una comprensión del conflicto y de la racionalidad de la guerra, que

permita generar una política de seguridad nacional que antes de sostener los costos y

efectos contradictorios de la lucha armada abierta con los actores, se conjugue con una

política de paz que no permita la reproducción de las causa de la confrontación, aborde

sus problemas estructurales y que relacione la categoría de seguridad democrática como

base de la seguridad humana.

59

Dentro de ese ambiente, el Informe de Desarrollo Humano 1993 del Programa de Naciones

Unidas para el Desarrollo (PNUD), que está dirigido hacia la participación de las personas en

las actividades y procesos que tienen influencia sobre sus vidas, formula la adopción de nuevo

concepto de seguridad, seguridad humana, que enfatiza en la seguridad de las personas y no de

las naciones. Bajo ese prisma, llama a recortar el gasto en defensa y destinar los recursos

liberados al financiamiento del desarrollo humano; facilitar la conversión de personal militar en

fuerza de trabajo civil; acelerar el desarme mundial, y forjar nuevas alianzas de paz, regionales

e internacionales.

Por su lado, Amartya Sen, Premio Nóbel de Economía 1998, también asigna a la seguridad

humana una dimensión abarcadora en la medida que, permite acceder a la investigación y

conocimiento de las facetas de la vida que son imprescindibles para vivir con dignidad. En ese

sentido incluye la salud, educación, paz, tolerancia, calidad de vida, garantía de llevar una vida

diaria segura, y participación ciudadana en especial los más vulnerables; de la misma manera

otorga mucho valor a la revolución de las comunicaciones y la información tecnológica, como

factores que pueden contribuir a transformar la vida en el mundo. Y, refiriéndose a la pobreza y

a la importancia de tener una visión de globalidad para abordar los problemas del mundo de

hoy, dice “debemos tener una perspectiva de la pobreza suficientemente amplia como para

asegurarnos que los pobres tienen una razón para la esperanza.” 20

Las diversas instituciones coinciden en el contenido que le imprimen al concepto de seguridad

ciudadana: es base del desarrollo de la sociedad, tienen como punto de partida y llegada la

seguridad de las personas y los bienes, está directamente ligada a la violencia y los delitos, se

necesita invertir esfuerzos en la prevención de la delincuencia, la articulan con el quehacer de la

policía, administración de justicia, lo mismo que la calidad de la democracia, el nivel de vida.

Por lo tanto, la PDSD puede ser el inicio de una política de seguridad nacional

sostenible, capaz de generar soluciones viables a las causa fundamentales del conflicto

armado colombiano, si desde una racionalidad de paz, orienta el concepto y

20 Sen, Amartya, Why Human Security? Text of presentation at the "International Symposium

60

materialización de la seguridad democrática, a un nuevo significado de la seguridad,

centrado ya no en la confrontación armada militar y territorial, sino en la seguridad

humana basada en la reducción del temor y las carencias de la población, y cuya

ejecución e institucionalización, debe ser producto de un proceso integral,

participativo, inclusivo y consensuado de todos los actores nacionales, que debe tener

continuidad en los gobiernos sucesivos para consolidarse a largo plazo.

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