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Universidad Nacional de Córdoba Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Escuela de Ciencias de la Información Seminario de Teoría Crítica: COMPRENSIÓN SOCIOLÓGICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN LA MODERNIDAD TARDÍA: SIMONE DE BEAUVOIR y la idea de mujer en su obra. 1

MONOGRAFÍA TEORIA CRITICA

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Universidad Nacional de Córdoba

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

Escuela de Ciencias de la Información

Seminario de Teoría Crítica:

COMPRENSIÓN SOCIOLÓGICA DE LAS CIENCIAS SOCIALES

EN LA MODERNIDAD TARDÍA:

SIMONE DE BEAUVOIR

y la idea de mujer en su obra.

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“Las mujeres suponen el único colectivo oprimido de nuestra sociedad

que conviven en asociación íntima con sus propios opresores.”

Evelyn Cunningham.1

Este trabajo se centrará en analizar y reflexionar sobre las condiciones socia-

les de producción de los libros “El segundo sexo”, “La invitada” y “Memorias de una

joven formal” de Simone de Beauvoir, así como la representación de mujer que la

autora va perfilando en sus obras.

En este proceso, se realizará una referencia biográfica sobre la vida de la es-

critora junto con un marco del contexto histórico y cultural que permita conocer la

Francia de los años ’40, momento en que estas obras surgen, analizando o desta-

cando la imagen de mujer en cada una de ellas, para determinar cómo se fue trans-

formando la idea de mujer tanto en la autora como en la sociedad misma.

De esta manera se comenzará presentando un breve relato biográfico en ba-

se a la autobiografía “Memorias de una joven formal”, y luego se procederá a un

análisis de la obra en sí, donde Simone habla sobre sus primeros años de vida y se

puede apreciar el papel que tenían las mujeres a comienzos del siglo XX. Haciendo

hincapié en cómo la educación, desde la crianza, jugaba un rol fundamental en este

proceso de subordinación del género femenino respecto del masculino.

Consecutivamente se procederá a analizar el contexto político y cultural en el

que se inscribe la producción artística de la novela “La invitada” (1943), destacando

el imaginario de mujer que Simone sostiene, representando en algún sentido su pro-

pia experiencia.

Posteriormente se presentará una observación social y cultural del contexto

de producción de la obra “El segundo sexo” (1949) donde presenta al máximo expo-

nente su ideología y posición respecto a la mujer y al lugar que ésta tiene en la so-

ciedad, reflejando también su perspectiva existencialista dentro de la idea de género.

1 Evelyn Cunningham (1916 - 2010) fue periodista y asistente del gobernador estadouniden-se Nelson Rockefeller. Cunningham cubrió el primer movimiento de derechos civiles y fue re-portera y editora de El Correo de Pittsburgh. Cunningham y el personal de ese periódico fue-ron galardonados con el Premio George Polk en 1998 por dicha cobertura. En varias ocasio-nes se reunió con líderes de derechos civiles, como Martin Luther King, Jr. y Malcolm X. En la década del 2000, Cunningham fue nombrada parte de la Comisión de Nueva York sobre los problemas de la Mujer, de Michael Bloomberg.

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Finalmente, se cerrará la temática haciendo referencia a la imagen de mujer

que instituyó Simone de Beauvoir a través de sus obras y cómo ella misma desarro-

lló su vida alrededor de éste ideal, marcando así un nuevo panorama para la idea y

los estudios del feminismo.

“No se nace mujer: se llega a serlo”.

Simone de Baeuvoir.2

Simone Lucie Ernestine Marie Bertrand de Beauvoir fue una pensadora fran-

cesa muy importante y de gran renombre, una de las mujeres más influyentes del si-

glo XX. Nacida a inicios del 1908, en París, la filósofa y escritora no sólo reflexionó

sobre el rol de la mujer en la sociedad moderna sino también trató temas que circun-

daban la creación literaria, el desarrollo de los movimientos de izquierda, los efectos

y cambios acaecidos tras la Segunda Guerra Mundial, así como las premisas de dis-

ciplinas como el existencialismo y el psicoanálisis, entre otras.

Creció en el seno de una familia burguesa bajo la sólida moral cristiana vigen-

te en la época. Su padre, George Bretrand, un abogado con anhelos de artista, fue

un importante referente para su hija en cuanto a lo intelectual y quien la introdujo al

mundo de los libros desde temprano. Su madre, Francois de Beauvoir, una ama de

casa netamente abocada a su familia, fue la figura que marcó la fuerte raigambre ca-

tólica con la que fue educada Simone. Su hermana, Poupette, dos años menor que

ella, fue un par con quien mantuvo siempre y desde temprana edad un vínculo frater-

nal muy marcado en donde lo compartían casi todo.

En su infancia Simone comenzó su educación formal en un instituto privado

de enseñanza católica, donde los alumnos provenían de familias pertenecientes a

las elites de la alta burguesía. Es ahí donde conoció a Zaza, quien se convertiría en

su mejor amiga hasta alcanzada la juventud. El vínculo surgió espontáneamente,

ambas eran siempre las primeras de la clase, cosa que afianzó la amistad, y se con-

2 DE BEAUVOIR, Simone: (1949) “El segundo sexo”. Editorial Catedra, Madrid, 2005, 5º edición.

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virtió rápidamente en su más fiel cómplice, confidente y compañera de juegos y

aventuras.

Se puede decir que la Revolución Rusa y la Primer guerra mundial marcaron

fuertemente a la familia Bertrand de Beauvoir, transformando por completo la situa-

ción que acaecía hasta el momento. Por un lado, tras la revolución, el padre pierde

todas sus inversiones en Rusia, lo que desemboca en una situación económica bas-

tante complicada para la familia. Por otro lado la guerra trae importantes consecuen-

cias económicas para Francia, con lo que la crisis por la que pasa la familia se agra-

va.

Estos hechos marcaron fuertemente el porvenir del núcleo familiar. La mala

transición económica que enfrentaban dejaba a sus hijas sin dote3, con lo que no les

sería posible conseguir un buen partido, arreglar un buen matrimonio ni acomodarse

en una buena posición. Este hecho es importante ya que denota un hito que cambia

rotundamente el destino de la vida de Simone: al carecer de dote debería trabajar

para solventar su vida, sería ella misma su propia fuente de ingresos y su propio

sustento.

A esto se suma otro acontecimiento significativo que nada tiene que ver con el

decurso económico y social de la época, sino con una experiencia introspectiva lle-

vada a cabo por la misma Simone: descubre el ocaso de la religión. En su plena

adolescencia advierte que dejar de creer en dios era asumirse plenamente respon-

sable de sus propias elecciones. Esto produce un quiebre radical con todos los cá-

nones y las imposiciones sociales a las que había estado sometida desde pequeña y

marcará para siempre su pensamiento y sus formas de percibirse a sí misma y al

mundo en su totalidad.

Sus estudios superiores inician en la Universidad de la Sorbona4. Esta etapa

de su vida será la más definitoria de todas por varios motivos. Es allí donde encuen-

tra su vocación, la filosofía, disciplina a la que se aboca tras el aliento de profesores

3 La dote es el patrimonio que la futura esposa o su familia entregan al novio, siendo en mu-chos casos proporcional al estatus social del futuro esposo. Su significado, según diferentes culturas, bien sería el de contribuir a la manutención de la propia novia o contribuir a las car-gas matrimoniales. En todo caso, la dote se otorga al hombre quien la administra durante la duración del matrimonio y de producirse el repudio, la separación o el divorcio tendría que devolverla.4 El término Sorbona (en francés La Sorbonne) es comúnmente usado para referirse a la his-tórica Universidad de París ubicada en París (Francia).

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y compañeros asombrados por las grandes aptitudes que demostraba Simone en el

tema. También es allí donde establece un contacto más profundo con la libertad y

consigo misma: avanzada en edad comienza a experimentar los primeros sesgos de

lo que sería la vida adulta y la completa independencia de los dictámenes familiares.

Además es en la Sorbona donde, por medio de una de sus amistades, conoce

a los 21 años a Jean Paul Sartre, la persona más importante de su vida, según sus

palabras, y quien sería su compañero de vida hasta los últimos días. Juntos forma-

ron una dupla extraña y vanguardista para la época, dupla donde libertad e igualdad

fueron los principales pilares que sostuvieron la unión. Con los ideales de matrimo-

nio, hijos y familia formal dejados a un lado, generaron un vínculo tal que ninguno

publicaba algo sin la aprobación previa del otro, compartieron sus vidas sin vivir jun-

tos y amaron a otros sin dejar de amarse.

Fueron, quizás, la pareja más polémica y significativa del siglo XX. No sólo

por su relación fuera de los cánones establecidos y las normas sociales impuestas,

sino por su fuerte activismo político y el gran impacto social que tuvieron sus obras.

En una época donde el postpositivismo, el estructuralismo incipiente, la fenomenolo-

gía trascendental, la crítica dialéctica y la hermenéutica filosófica entre otras corrien-

tes, pujaban por dominar el campo del conocimiento científico social; y el surrealis-

mo marcaba tendencia en el arte y la literatura, Simone de Beauvoir y Jean Paul

Sartre decidieron adoptar las premisas del existencialismo ateo5 para sus escritos.

Ambos estuvieron fuertemente vinculados a los procesos políticos y sociales

de la época. Llegando a participar en las revueltas conocidas como Mayo Francés y

entrando en contacto directo con la Cuba revolucionaria, entre otros hechos destaca-

dos, tuvieron una incidencia muy significativa y movilizadora en las masas y en los

movimientos sociales, logrando de esta forma consagrarse como dos de los intelec-

tuales más importantes e influyentes de su época.

5 El existencialismo ateo se basa en que la existencia precede a la esencia lo que significa que el hombre es en un principio indefinible porque no es nada. El mismo se construirá a través de sus acciones a lo largo de su vida. Esto es posible porque no existe la naturaleza humana ya que no hay un dios que la conciba. Entonces el hombre puede ser quien quiera ser.

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“Usted Castor, personalmente, nunca ha sufrido por ser mujer.

Y sin embargo, es una mujer. ¿Qué significa eso?”.

Jean-Paul Sartre.6

En la autobiografía “Memorias de una joven formal” Simone de Beauvoir rela-

ta parte de sus vivencias, las ocurridas desde su natalicio hasta sus estudios supe-

riores en la Sorbona. En esta obra es posible percibir claramente la descripción que

hace de la época, de cómo la abolición de la monarquía, la Revolución Rusa y la Pri-

mera Guerra Mundial afectaron a la sociedad, a Francia y a su núcleo familiar en

particular. Además se pueden visualizar las particularidades que encarnaban la

crianza y la educación de las niñas, así como las diferencias y desigualdades entre

géneros naturalizadas como normas generales de comportamiento y la subordina-

ción del género femenino al masculino aceptada socialmente.

Nacida en una familia burguesa, fruto de una aristocracia venida a menos,

cuenta cómo en su círculo se denota la nostalgia por el tiempo pasado. Hija de un

abogado que no terminaba de aceptar los nuevos ordenes sociales y su situación de

burgués y buscaba formar parte de una aristocracia que ya no existía; y de una ama

de casa netamente abocada a las tareas domesticas y a su familia, es posible ver

como Simone desde pequeña va percibiendo lo que sucede a su alrededor, los cá-

nones establecidos y las normas sociales que rigen en la época, y cómo ella misma

lo acepta en un primer momento y luego paulatinamente, mientras crece, se va reve-

lando contra ello.

También es posible ver cómo durante el transcurso del relato la constitución

del núcleo familiar se va transformando dado que en los inicios, en su infancia, Si-

mone relata sus vacaciones en casas de parientes y se ve cómo numerosas fami-

lias, familias tradicionales, ocupaban un mismo espacio para vivir, y luego en su tem-

prana juventud se puede ver cómo los núcleos familiares se fueron reduciendo hasta

quedar conformado por la familia nuclear como se la conoce en la actualidad: padre,

madre e hijos solamente.

Sus accionares, de niña, estaban muy determinados por la figura que encar-

naban sus padres. La imagen paterna configuró el estereotipo de hombre ideal que

6 WEB: http://www.youtube.com/watch?v=yI89UO_Ez3c Fecha de visita: 16 de septiembre de 2012.

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ella misma había forjado. Su padre era un hombre culto, inteligente, con marcadas

aspiraciones hacia el arte, la política, la literatura, de fuerte carácter e íntegra moral,

desprovisto de toda raigambre cristiana. Su madre era una mujer rígida, severa, es-

tricta, fría, altamente exigente, sumamente católica, controladora, obediente de la

norma, la moral cristiana y los dictámenes de su marido, con la crianza de sus dos

hijas y el cuidado del hogar como único y válido oficio.

Se puede ver en detalle cómo eran las mujeres de la época y cómo eran las

diferencias para con el género masculino. Ya de niñas se las instituía para ser amas

de casa y madres primordialmente, aprendizajes de otro tipo sólo les podían valer

como algo meramente ornamental. No se permitía que mujeres y hombres frecuen-

taran los mismos lugares, ni que hablaran o actuasen de igual manera. Había mu-

chos asuntos que, a pesar de afectar a toda la sociedad en general o, en particular,

a ambos géneros por igual, sólo los hombres estaban habilitados socialmente para

tratarlos y las mujeres quedaban, así, exentas de emitir opinión y tener lugar alguno

en las discusiones.

Este tipo de asuntos abarcaban desde las cuestiones sociales, políticas, eco-

nómicas y culturales de la época hasta cuestiones más particulares concernientes a

la familia en sí, como por ejemplo el tipo de educación que recibirían los hijos y el

manejo de los bienes, entre otras cosas. Con esto es posible tener una idea de có-

mo las mujeres eran ignoradas o dejadas a un lado en las tomas de decisiones, ya

sean estas referentes a cuestiones banales o a temas de suma importancia en el

curso de sus vidas; y cómo se relegaba para ellas las tareas de asentir y obedecer

los mandatos. De esta manera se ve cómo el género masculino imponía sus ideas

por sobre las del género femenino, el cual sólo se limitaba a obedecer, e incluso có-

mo esto era posible en el trasfondo de una sociedad machista, autoritaria y opresora

de la plena libertad de acción inherentes a todos los seres humanos en cuanto tales.

La educación formal que recibían desde niñas tenía un fuerte tinte católico, se

las preparaba para ser dóciles, obedientes y condescendientes. Sus máximas aspi-

raciones debían ser desposarse con alguien de buena posición y formar una sólida

familia, su más alto logro sería, de esta manera, llegar a ser buenas esposas y ma-

dres dedicadas. No había margen para otras pretensiones distintas de las legitima-

das socialmente ni un abanico de posibilidades que permitiese una elección diferen-

te. No había tolerancia para cuestionamientos o desviaciones de los cánones im-

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puestos con respecto a cómo debía desenvolverse el género femenino. Las reglas

estaban impuestas, los hombres eran libres de obrar según sus antojos y a las muje-

res sólo les quedaba obedecer.

Las conductas que se desviaban de la norma establecida eran fuertemente

castigadas por la sociedad. Las mujeres con oficio eran mal vistas, así como las

prostitutas y las divorciadas. La libertad de acción y decisión no era algo que le con-

cernía al género femenino. Las mujeres que vivían sus vidas sin ataduras y sin obe-

decer los reglamentos implícitos eran marginadas, relegadas, hasta pensadas malas

influencias por considerarse su conducta como, además de indecente, contagiosa.

Algo similar a lo descripto ocurrió con la madre de Zaza –mejor amiga de Si-

mone- quien despreció e impuso límites a la relación de su hija con Simone por la in-

fluencia que ésta podría tener sobre aquella. Los hechos de que el padre de Simone

no era católico practicante, que Simone misma comenzara a cuestionar su propia fe,

que la familia haya caído en una desfavorable situación económica, que las mujeres

de la familia de Beauvoir no fueran a casarse sino que al contrario estudiarían y se

solventarían a sí mismas, eran cuestiones alarmantes que para esta mujer, que po-

drían poner en peligro a su hija, que podrían arrastrarla hacia las mismas ideas y

conductas paganas y, de esta manera, avergonzar el renombre de toda su familia.

Un punto a destacar de lo dicho anteriormente es el hecho de que Simone iba

a ser una mujer de oficio. La guerra, al traer problemas económicos a su familia, de-

jó sin dote a las de Beauvoir, con lo que se vedaba la posibilidad de un matrimonio

acomodado en una buena posición. Este hecho significó un rotundo y radical cambio

en la vida de Simone, ya que ella misma se convertía, así, en artífice de su propio

destino, en soberana de sus propias decisiones, es decir, la nueva situación según

la cual debería de tener que trabajar para ganarse la vida, dejaba en sus propias

manos la responsabilidad por sus elecciones, algo muy vanguardista y poco común

para la época.

Sin embargo, la situación cambia significativamente luego de la guerra, ya

que frente a la altísima baja de hombres registrada, muchas familias quedaron des-

articuladas, sin su fuente principal de ingresos y entraron, así, en crisis. De esta ma-

nera una gran proporción de mujeres debió hacer frente a la situación y comenzar a

trabajar fuera del hogar para salir adelante y convertirse en el sustento del hogar,

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con lo que paulatinamente también logran transformarse las concepciones sobre el

rol de las mujeres en la sociedad y las expectativas de sus accionares.

“Ya nada la separaba de sí misma.

Había elegido por fin. Se había elegido.”

Simone de Beauvoir.7

Las obras que fueron seleccionadas para realizar el trabajo corresponden a

tres tipos distintos dentro de la bibliografía de Simone de Beauvoir. “La invitada” de

1943 es una novela pero a pesar de ello tiene grandes similitudes con la realidad en

que vivía la autora. Es por ello que se propone una breve reseña del tipo de arte que

predominaba en la época, del clima intelectual y por supuesto del contexto político

que vivía Francia ya que, como se verá, fue especialmente particular. Luego se hará

referencia a las mujeres que Simone describe en su libro para, una vez desarrollado

el análisis de todos textos, poder formar la idea de la mujer que fue concibiendo la

autora.

Desde 1914 el arte tuvo únicamente dos innovaciones dentro del vanguardis-

mo establecido. En Europa occidental el Dadaísmo que luego prefiguró al Surrealis-

mo y en el este el Constructivismo soviético.

El Dadaísmo surge en 1916 como una protesta nihilista angustiosa, pero a la

vez irónica, contra la guerra mundial y la sociedad que la había engendrado, inclui-

do su arte. Carecía de características formales (aunque tomó algunos recursos de

las vanguardias cubistas y futuristas) y la provocación era el rasgo clave de todas

sus manifestaciones.

Por su lado, el Surrealismo también rechazaba el arte tal como se conocía

hasta ese momento y buscaba la provocación pero superaba la propuesta puramen-

te negativa del dadaísmo. Mientras que este último desapareció con la guerra y la

revolución que lo habían engendrado, el surrealismo nació de ellas. Buscaba volver

a la imaginación haciendo especial hincapié en el subconsciente, en lo mágico, lo

irracional.

7 DE BEAUVOIR, Simone (1943): “La invitada”. Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2006, 4º edición

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El vanguardismo se integró en la cultura institucionalizada y pasó a formar

parte de la vida cotidiana parcialmente, a pesar de ello permaneció al margen de los

gustos y las preocupaciones de la mayoría. Experimentó, además, una espectacular

politización. La vanguardia se sintió atraída por las posiciones de izquierda y de la iz-

quierda revolucionaria. No era hacer arte sólo por el arte sino que ambos movimien-

tos tenían manifiestos que expresaban explícitamente los cambios sociales que pre-

tendían lograr. Sin embargo, aunque ideológicamente tuvieran una visión optimista

del futuro, sus producciones no se caracterizaban por tener un tono esperanzador.

En 1944 mientras París seguía ocupada por las tropas alemanas, se repre-

sentó un el departamento del escritor surrealista Michel Leiris una farsa neodadá es-

crita por Picasso años antes. “El deseo cogido por la cola” tuvo como interpretes a

Louise Leiris, Raymon Queneau, Albert Camus, Jean-Paul Sartre y a Simone de

Beauvoir. Era la época en que los artistas se conocían entre sí, de los cadavre ex-

quis (juego surrealista en el que los artistas dibujaban o escribían conjuntamente),

de las reuniones en los cafés. Estaban conectados por sus ideas políticas, por las

corrientes a las que pertenecían, por la estética que perseguían.

La invasión a Francia por los nazis se produce en 1940. París cae y el maris-

cal Philippe Pétain asume el poder y solicita un armisticio. Algunos senadores se

oponen al proyecto pero son una minoría y pierden cualquier posibilidad de tener

éxito ante la derrota de los aliados en la batalla de Francia y la evacuación británica.

Firmado el armisticio, el ejército alemán ocupa el norte de Francia, incluyendo París,

y toda la costa atlántica del país. Más de la mitad del territorio metropolitano de

Francia estaba bajo el poder efectivo del Tercer Reich pero sólo en Alsacia y Lorena

se estableció la germanización de los territorios y se expulsó a los habitantes que

querían mantener la nacionalidad francesa.

Es en este contexto que Simone de Beauvoir fue profesora en la Sorbona pe-

ro ya en 1943, dada la situación, se ve obligada a dejar la enseñanza. Se une enton-

ces a la Resistencia Francesa y funda y colabora con Sartre y otros intelectuales la

revista “Les Temps Modernes” (Los tiempos modernos). En esta época también es-

cribe su primer libro, “La Invitada”, luego de haber sufrido bastante porque a pesar

de sus deseos de escribir no encontraba inspiración. Esta obra plantea muchos de

los temas sobre los que luego seguirá escribiendo y luego de ella Simone no tiene la

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necesidad de volver a dar clases gracias al éxito que consigue, por lo cual se dedica

exclusivamente a la literatura.

La novela describe un triángulo amoroso entre una pareja (Francisca y Pedro

Labrousse) y una jovencita (Javiera) desde su comienzo hasta su disgregación. Esto

ayuda a Beauvoir a cuestionar el modelo burgués de la pareja y la familia al que ella

personalmente había renunciado tiempo antes al unirse a Sartre. Es necesario recor-

dar que, previamente a la segunda mitad del siglo XX, en prácticamente todo el

mundo se respetaba el matrimonio monógamo, con superioridad del hombre sobre la

mujer, de los padres sobre los hijos y de los ancianos sobre los más jóvenes. Ésto

empieza a modificarse cuando se dispara el índice de divorcios y se empieza a ha-

cer más normal el que las parejas convivan antes del matrimonio8.

En sus obras la autora crea personajes femeninos diversos con todas sus

complejidades. En “La Invitada” particularmente esboza una visión de las mujeres

bastante libre. Ellas en su libro salen solas, se embriagan, bailan entre ellas, son es-

cuchadas con igual atención que un hombre y la mayoría no está legalmente unida a

nadie. Es interesante mencionar aquí el personaje de Paula Berger que se enamora

de Berger, se divorcia de su marido y deja a su hijo para poder estar con él. No es

que esto esté aceptado como normal, de hecho se explica que ella pertenecía a una

familia muy católica por lo cual tiene problemas pero lo hace de todos modos porque

lo ama. De este modo sigue rompiendo con la idea de la familia porque hay algo

más importante que la moral de la época y que justifica dejarla de lado.

Sin embargo, su libertad tiene un límite. Todas ellas están atadas por un

amor, sufren y no pueden tomar una resolución concreta. Isabel por ejemplo, la her-

mana de Pedro, está profundamente enamorada de Claudio, su amante, al cual ella

no puede dejar ir pero él a su vez, no puede separarse de su esposa. Se dan enton-

ces intensas reflexiones por parte de los personajes que le permiten explorar los di-

lemas existencialistas. Por ejemplo Francisca, la protagonista, durante la mayor par-

te del libro a pesar de su apariencia de libertad está atada por su conciencia, su

amor por Pedro, su prácticamente fascinación hacia Javiera. Sólo en el final se libera

8 MARGUERITTE, Víctor (1922): “La Garçonne”. Ernest Flammarion, París. En este contexto Victor Margueritte crea el arquetipo novelesco pero real de la Garçonne que, luego de la se-gunda guerra y con la revolución rusa en marcha, quiere emanciparse tanto económica co-mo sexualmente llegando a la bisexualidad antes de comprometerse con alguien en una unión igualitaria.

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de la situación que la atormenta a lo largo del relato cuando se hace cargo de su li-

bertad, cuando finalmente logra tomar una decisión y elegirse a sí misma.

Las consecuencias de la guerra llevan a Simone de Beauvoir a cuestionarse

su filosofía, el existencialismo y su compromiso político. Es por ello que abandona

progresivamente el género de la novela para centrarse más en autobiografías y en

ensayos que le permitieran una introspección y un autorreconocimiento. Sin embar-

go, muchos de sus otros escritos también tienen referencias y relaciones claras con

su vida personal. En “Los Mandarines” por ejemplo el personaje principal, Ana, es su

alter ego y en “La Invitada” la relación de Francisca y Labrousse es sumamente simi-

lar a la de la autora y Sartre sólo que se le añade el conflicto necesario para el rela-

to. Esto se ve claramente si se leen las cartas que Sartre le escribía a Simone y vi -

ceversa porque podemos imaginar claramente a Francisca y Labrousse escribiéndo-

se las mismas cosas; de hecho una de las cartas de ella está prácticamente trans-

cripta en una situación que ocurre en el libro. Otra similitud es que cuando Pedro se

va a la guerra tiene largos períodos sin actividad en el cuartel y lee los libros que le

manda Francisca, cosa que ocurrió realmente cuando Sartre es llamado a luchar.

“Todo cuanto se ha escrito por los hombres sobre las mujeres es

sospechoso, puesto que son juez y parte a la vez”.

Poulain De la Barre.

Simone de Beauvoir vivió en un siglo marcado por las dos guerras mundiales,

por las guerras anticolonialistas y por la lucha social en todos los ámbitos: la emanci-

pación de la mujer, los derechos de los trabajadores y los conflictos con la bur-

guesía. En su obra “El segundo sexo” analiza la condición de la mujer desde diferen-

tes puntos de vista, plantea las diferentes circunstancias sociales y políticas por las

que las mujeres han pasado por lo largo de la historia. En la frase “No se nace mu-

jer: se llega a serlo” llegó a sintetizar el espíritu de su obra. Con una postura fuerte-

mente existencialista de Beauvoir analizó a la mujer del siglo XX a partir de la pre-

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gunta ¿Qué es ser mujer?, marcando allí un nuevo comienzo sobre las ideas y estu-

dios sobre el feminismo.

En el primer tomo de “El Segundo sexo” se realiza un análisis regresivo donde

trata de comprender las condiciones que han hecho posible el que la mujer sea con-

siderada como el otro. Realiza un recorrido histórico, que inicia en la antigüedad, pa-

sa por la edad media y llega hasta la modernidad, que muestra a una mujer relega-

da, limitada en su propia libertad a aquella otorgada por el hombre. Una mujer posi-

cionada en una relación asimétrica con el hombre. Una mujer representada sólo en

el seno familiar y como acompañante del hombre. Pero que en el momento de repre-

sentar otros roles como trabajar en fábricas y participar en las luchas de clases (so-

ciedades burguesas) comienza a ser vista como un competidor del hombre, por lo

que es atacada con más ímpetu sobre el rol que debe ocupar.

Simone cuestiona una sociedad marcada por la estructura familiar tradicional,

de familia integrada, donde existía una superioridad del marido sobre la mujer y de

los padres sobre los hijos, como así también de las generaciones más ancianas so-

bre las más jóvenes9.

En el segundo tomo de “El Segundo sexo” describe cómo viven las mujeres el

hecho de ser oprimidas, seres relegados a vivir en la inmanencia (en sí mismo). Va

explicando cómo la cultura y la sociedad moldean desde la infancia hasta la vejez a

la mujer para que llegue a ser lo que es.

En la infancia se refleja que las niñas tienen una crianza diferente a la de los

niños; se las colma de caricias y arrumacos; se les prodigan las manifestaciones

afectivas más variadas. Mientras que a los niños se les fomenta desde el principio la

independencia y la represión de los sentimientos. Para las niñas la feminidad es un

aprendizaje como lo es para los niños la virilidad. Se les impone la cosificación y se

les sustrae la libertad.

En estas condiciones, cuando se llega a la adolescencia, las mujeres sienten

la debilidad física de su cuerpo, restándole confianza en sí mismas y percibiéndolo

como una desventaja la situación biológica, ya que se capta desde la perspectiva de

pasividad que se le ha ido inculcando desde la infancia.

9 HOBSBAWN, Eric (1994): “Historia del siglo XX”. Editorial Crítica, Buenos Aires, 1998, 1º edición.

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Más cerca de la vida adulta plantea un caso frecuente, el matrimonio, donde

el varón es quién ejerce el poder sobre la mujer, es el que toma las decisiones y de-

termina las situaciones. Esta distribución de papeles tiene su base en una larga tra-

dición que se remonta al judeo-cristianismo.

Dentro de este período existe uno de los condicionantes más inminentes e im-

portantes en la vida de una mujer: la maternidad. En Francia ni el aborto estaba le-

galizado ni el uso de anticonceptivos estaba legitimado, sin embargo había un millón

de abortos al año. Los postulados de Simone sobre el tema fueron muy trascenden-

tales dado que la mujer estaba destinada a ser madre, esto formaba parte de la

“Mística de la feminidad” que significaba una concepción esencialista de las mujeres

que las restringe a ser esposas y madres cuando de hecho se trataba de un hecho

circunstancial, histórico y cultural de algunas mujeres que se impuso al conjunto10.

Dentro de las condiciones de producción, en el marco intelectual de la época

el Existencialismo comienza a abrirse camino en las nuevas corrientes de pensa-

miento. Dentro de éste El Segundo Sexo expone un existencialismo feminista que

prescribe una revolución moral. Como existencialista, Beauvoir cree que la existen-

cia precede a la esencia, por lo que no se nace mujer, sino que se llega a serlo. Su

análisis se centra en la construcción social de la mujer como el otro por excelencia.

Aquí cabe hacer una aclaración, cuando hablamos de la teoría feminista tene-

mos que partir del concepto de género en contraposición al de sexo. La noción de

género surge en el siglo XVII con Poulain de Barre11, miembro de la primer ola del fe-

minismo. Su idea central es que la desigualdad entre hombres y mujeres no es natu-

ral sino que la desigualdad social y política es la que produce teorías acerca de la in-

ferioridad de la naturaleza femenina. El género femenino es considerado como una

10 MARTINEZ PRADO, Natalia (2011) «“En nombre de las mujeres”: Debates en torno al sujeto político en los feminismos», en Zona Franca, Año XIX, N º 20, Octubre, Revista del Centro de Estudios Interdisciplinario sobre Mujeres (CEIM), Pp. 74-90. ISSN Nº 0329-8019 11 Este pensador cartesiano del siglo XVII denuncia fervientemente, la injusticia de un sistema que excluye a las mujeres de la educación, las profesiones y, en general de cualquier activi-dad prestigiosa. Poulaine reclama la universalización de los derechos, la igualdad para todos los seres humanos, y no sólo para la mitad de ellos. En suma, su obra es la expresión temprana de las luchas femeninas llevadas a cabo durante la ilustración, mujeres que en nombre de la razón juzgaban las costumbres de su época y re-clamaban al Estado la tan mentada igualdad de derechos civiles y políticos.

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construcción social en la ilustración mientras que por otro lado, el sexo, es reducido

a lo biológico.

Este planteo continuó en la segunda ola del feminismo, dentro de la que se

inscribe la autora. “El Segundo sexo” (1949) significó una nueva movilización de los

feministas luego de un largo período latente debido a las dos guerras mundiales.12

Por otro lado, también podemos inscribir a Simone dentro de lo que posteriormente

se llamó feministas liberales, ya que en su obra se ve reflejado el poder del prejuicio,

la irracionalidad y la discriminación, concibiendo a la opresión de las mujeres en tér-

minos de socialización femenina en un limitado rango de roles y mandatos, fortaleci-

dos por las tradiciones culturales13.

Por último, en su actualidad (1948-49), Simone presenta a una mujer que tie-

ne una limitada posibilidad de elegir su destino, determinada por las condiciones so-

ciales a las que se ve sometida desde su infancia, condiciones a las que muchas

mujer aún siguen defendiendo y conservando para futuras generaciones. Sin embar-

go, la cree digna del raciocinio y la decisión de cambiar el rumbo de su propia vida.

Ve una apertura en las posibilidades (laborales y educacionales) que ahora posee

para formar desde ello un nuevo rol y una nueva concepción de mujer.

Concluyendo, “El segundo sexo” recibió muchas críticas, mientras Simone y

su obra se convierten en un estandarte para las mujeres de la época, también es

fuertemente criticada especialmente por los hombres, algunos de ellos colegas y

amigos como es el caso de Albert Camus, quien fue su amigo desde la Sorbona y

expresó que con dicha obra la autora está ridiculizando al mal francés. Esta obra se

convirtió en un hecho trascendental no sólo por ser única en su tipo, sino también

por presentarse en un contexto marcado por la tradicionalidad cultural y social, inspi-

rando así una nueva concepción de feminismo reflejada posteriormente, a partir de

los años 60.

12 BEDIA, Rosa Cobo (1995). “GÉNERO: 10 palabras claves sobre mujer”. Editorial verbo di-vino. Estrella Navarra.13 MARTINEZ PRADO, Natalia (2011) «“En nombre de las mujeres”: Debates en torno al sujeto político en los feminismos», en Zona Franca, Año XIX, N º 20, Octubre, Revista del Centro de Estudios Interdisciplinario sobre Mujeres (CEIM), Pp. 74-90. ISSN Nº 0329-8019

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“El escritor original, a menos que esté muerto, siempre es chocante,

escandaloso; la novedad perturba y repele.”

Simone de Beauvoir.14

Reflexionando sobre el proceso realizado se puede observar que las condicio-

nes de producción, tanto sociales como culturales, fueron influyentes aunque no de-

terminantes en el trabajo presentado sobre las obras de Simone de Beauvoir.

El existencialismo ateo como condición intelectual de producción al que Simo-

ne adhiere es una de las corrientes de pensamiento de la época de mayor repercu-

sión. Sin embargo en sus libros, en especial en “El segundo sexo”, le da un giro a

estas ideas agregándoles la cuestión de género. De esa conjunción surge el postula-

do según el cual, si la existencia precede a la esencia, en realidad no se nace mujer

sino que se llega a serlo. Su análisis se centra en la construcción (social) de la mujer

como el otro por excelencia, en contraposición al hombre cuyo género se ha solapa-

do con lo que es visto genéricamente como lo humano. Si bien los estereotipos de

género se han modificado a lo largo de la historia y según los lugares algunos se

mantienen invariables, como la idea sobre la cual las mujeres son intuitivas mientras

que los hombres son racionales.

Respecto a la imagen de mujer se puede observar cómo, a través de sus

obras, este concepto se forja como resultado de un proceso. Proceso que inicia en

“Memorias de una joven formal”, obra en la que se describe a la mujer moderna co-

mo el advenimiento de una larga tradición iniciada en el siglo XVIII. Una mujer que

desde su educación temprana es inculcada a la dedicación a la familia y las labores

del hogar, sin lugar en los espacios sociales de privilegio.

En “La invitada” la autora refleja una idea muy distinta. Se retoma la visión de

las mujeres que tenía en sus primeros años representada a través de la madre del

personaje de Francisca que es conservadora y no ve bien las ideas de su hija, sin

embargo, el resto de los personajes femeninos pertenecen a una nueva generación,

su generación, y son planteados como mucho más libres para tomar decisiones y vi-

vir sus vidas de acuerdo a ello. La idea del existencialismo juega un gran papel en

14 DE BEAUVOIR, Simone (1979): “Cuando predomina lo espiritual”. Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2002.

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esta obra ya que los cuestionamientos que se dan a lo largo de la historia llegan a su

final cuando la protagonista toma consciencia de esta libertad y responsabilidad que

posee para obrar según su decisión y define así la vida que llevará.

Dentro de “El Segundo sexo” se presenta a una mujer que tiene la posibilidad,

limitada, de la elección de su destino, que aún sigue determinada por las condicio-

nes sociales a las que se ve sometida desde su infancia, pero la cree digna del ra-

ciocinio y la decisión de cambiar el rumbo de su propia vida. Ve una apertura en las

posibilidades (laborales y educacionales) que ahora posee para formar desde ello un

nuevo rol y una nueva concepción de mujer. Esto último comienza a ser percibido

tras la nueva necesidad de que las mujeres entren al mercado laboral con motivo de

la Segunda Guerra Mundial y la gran baja de hombres que le sucedió. Esta es, sin

dudas, la idea más representativa de mujer que constituyó Simone de Beauvoir,

aquella imagen que luego reflejó en su propia personalidad. Así tanto su imagen co-

mo sus obras sirvieron de inspiración para los surgentes movimientos y estudios fe-

ministas.

Si bien el presente trabajo busca conocer el ideal de mujer presente en las

obras de Simone de Beauvoir y las condiciones sociales de producción de las mis-

mas, no debe dejarse de lado la importancia que tuvo también su literatura, sus re-

flexiones filosóficas y su accionar político. Siguiendo a esto último, se puede agregar

que participó intensamente de los debates ideológicos de la época atacando con du-

reza a la derecha francesa y asumió el papel de intelectual comprometida. Además,

formó parte del Tribunal Russell15 y durante el denominado Mayo Francés se solida-

rizó con los estudiantes que en ese momento se movilizaban y con su causa.

Además se puede ver cómo sus accionares también estaban en sintonía sus

ideales de igualdad de género ya que firmó el manifiesto de los intelectuales a favor

de la despenalización del aborto, creó la Liga de Derecho de las mujeres y, junto a la

abogada Giséle Halimi, fundó la asociación Elegir a favor del derecho a una materni-

dad deseada.

15 El Tribunal Russell se encargó de investigar y evaluar la política exterior estadounidense y la intervención militar que este país llevó a cabo en Vietnam tras la derrota de las fuerzas fran-cesas durante la Batalla de Dien Bien Phu en 1954 y la instauración de Vietnam del Norte y del Sur.

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Con todo lo dicho es posible arribar a la idea de que Simone de Beauvoir fue

una escritora y filósofa que marcó un nuevo lugar para la mujer desde el momento

histórico en que vivió. Su obra constituye, desde su producción hasta la actualidad,

una gran fuente de inspiración para las mujeres en situación de opresión en todo el

mundo. También en lo personal su vida sirvió como claro ejemplo y fiel reflejo de la

real libertad que puede alcanzar el género femenino si se elige hacerlo. Fue una mu-

jer que predicó siempre por la libertad e igualdad de género y, en sintonía a eso, vi-

vió su vida bajo esos mandatos, se fiel a sus ideales durante toda su vida. Es por to-

do esto que se cree pertinente considerarle como una de las pensadoras más impor-

tantes e influyentes del siglo XX.

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BIBLIOGRAFÍA

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verbo divino. Estrella Navarra.

- DE BEAUVOIR, Simone: (1949) “El segundo sexo”. Editorial Catedra, Madrid,

2005, 5º edición.

- DE BEAUVOIR, Simone (1943): “La invitada”. Editorial Edhasa, Buenos Aires,

2006, 4º edición.

- DE BEAUVOIR, Simone (1959): “Memorias de una joven formal”. Editorial Sudame-

ricana, Buenos Aires, 1959, 1º edición.

- DE BEAUVOIR, Simone (1979): “Cuando predomina lo espiritual”. Editorial Edhasa,

Buenos Aires, 2002.

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