Muchas Historias-pocas Palabras

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Muchas historias / pocas palabras Juan Carlos Céspedes Acosta

Muchas historias/

pocas palabras

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Juan Carlos

Céspedes Acosta

Muchas historias /

pocas palabras

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Muchas historias / pocas palabras

Juan Carlos Céspedes Acosta Primera edición: Cartagena de Indias, Colombia, 2012 Derechos reservados: Juan Carlos Céspedes Taller Literario La Urraka Celular 311 409 1114, Cartagena, Colombia [email protected] ISBN: 978-958-46-1587-9 Depósito legal

Ilustración portada: The song of the violet, de René Magritte Diseño e impresión: Multigráficas Carrera 21 N° 19-57, teléfono 282 09 10 Sincelejo, Colombia [email protected] Para su composición se utilizó la fuente Calisto MT Impreso y hecho en Colombia. Printed and made in Colombia

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Agradecimientos.

A Roberto Céspedes Castello, mi padre,

por quien nunca faltó un pan en nuestra mesa, pero que también dejaba libros “olvidados”

para mis manos.

A Enoe Acosta López, mi madre,

quien me enseñó que la vida es bella

aun en medio de la angustia y a no darse por vencido jamás.

A Lenis Valiente, cuya armadura es un lirio blanco,

y quien me encontró destruido en cualquier

orilla del Caribe.

A mis hermanos:

Roberto, Patricia y Jorge.

A mis hijas:

Luisa, Yurika, Michel, Sara y Camil.

A mis amigos y amigas, quienes me enseñaron que el don de la amistad

se multiplica.

A la gente del taller La Urraka, con quienes me reúno los sábados a encender

el fuego de la vida y la palabra.

A la poesía,

que un día me rescató de la ruina.

A los locos

que creyeron en este libro.

A los lectores,

que entenderán que un libro es más que un libro.

A Dios, que en amor siempre espera

y sin cuya bendición

esto no hubiera sido posible.

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He aquí mi libro, tal como lo hice

y tal como se debe leerlo, antes de que los comentaristas

lo oscurezcan con sus aclaraciones.

Aloysius Bertrand

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A manera de prólogo

Palabras para un libro

Quiero mi libro untado de muchas manos,

de viaje en los autobuses,

siendo prestado o robado,

lejos de las bibliotecas polvorientas

―de las municipales que compran

con contratos amañados.

Quiero mi libro

apartado de las cajas olvidadas,

de los zánganos bolsillos

que no conocen su primera palabra.

Lo quiero marcado, subrayado,

de boca en boca, como el rumor,

abierto al sol de los parques,

con algún lunar de lluvia en sus hojas.

Lo quiero libre, que escoja a su lector,

el que no lo esconda, que no lo secuestre,

que no lo encarcele en su vanidad de madera,

que sepa despedirse de él,

tanto si le gusta como si no.

Mi libro bueno,

mi libro malo, independiente,

hoy te lanzo al viento

para que encuentres tus propios caminos,

uno de los míos hoy se cierra contigo.

J.C.C.A.

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Paraíso*

Vio que lo hecho era bueno y descansó. Al día siguiente

despertó turbado por un horrible sueño: Imaginó que había

creado al hombre.

____________ * Cuento ganador del II Concurso de Minicuento “David Sánchez Juliao”,

Universidad. de Córdoba

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Memorias de un asesino

Me fui en silencio,

haciéndoles creer que estaban vivos.

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Auto da fe*

Antes de detonar los explosivos miró hacia La Meca

como pidiendo perdón por tanta fe.

______________ * Cuento ganador del II Concurso de Minicuento “David Sánchez Juliao”,

Universidad de Córdoba

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El insomnio del difunto

¿Cómo convencerlo de que está muerto, con su ojo de vidrio

que no cierra?

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Llaman a la puerta

Un hombre toca con desespero. Pasa un tiempo y no le

abres.

No saben, tú y él, que los tres estamos adentro.

14


La noche que la luna no salió

Los hombres llegaron al anochecer, botas puertas abajo, y

se instaló la muerte.

Por la mañana sólo los perros corrían por las calles ladrando

al viento.

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Iniciación

Helena nunca supo que antes de desnudarse por primera

vez frente a un hombre, ya el espejo le había hecho el amor

tres veces.

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Sin testigos*

Por el agujero que me dejó la bala vi el rostro de mi

asesino.

______________

* Cuento ganador del II Concurso de Minicuento “David Sánchez Juliao”,


17


El milagro

El profeta se detiene y cura al paralítico. El ex paralítico

lo maldice por la pérdida de su arte.

18


Higiene urbana*

Se disipa la noche y quedan los muertos que nadie se

apropia.

______________



19


4 p.m. Sombrero chino*

Hoy asistí al funeral de un pie de niño.

______________



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La confesión

El verdugo confesó al hacha su soledad, pero ésta estaba

ocupada cortándole la cabeza.

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Episodio

Todos corrimos, pero era tarde. Resignados esperamos

nuestro turno… Después seguimos nuestras vidas como si

nada.

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Una mirada

El dramaturgo se sienta en la banca del parque, toma un

sorbo de licor y enciende un cigarrillo. En la soledad se

queda inmóvil, parece una piedra abandonada. Ríe para sus

adentros, sabe que así, quieto, será la única estatua que

tendrá. Toma otro trago, chupa su cigarrillo y piensa que

caer es más fácil que soñar.

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El próximo inquilino

De mi infancia recuerdo la espuma de jabón que se hizo

gema incrustada en la pared. Un día de mudanza nos

despedimos en secreto; ella se quedaba a esperar a otro niño

que moriría en la casa.

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Un cuento zen

El maestro llega y encuentra a un joven monje sentando, así

que suena su flauta y pregunta:

— ¿Qué haces?

El discípulo, abriendo los ojos, contesta:

— Medito para ser como Buda.

— Sólo Buda puede ser como Buda —le dice el maestro.

— Entonces, ¿cómo quién puedo ser yo? —pregunta

desconcertado el joven.

El sensei responde:

— Tú puedes ser como tú.

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Fosa común

La esposa busca el cuerpo de su marido…

— No está aquí —dice ella.

— No se apure, señora, los muertos siempre nos esperan

—responde el sepulturero.

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El ajuste

Como si fuera agua, todo él salió por la herida.

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Una historia

Nadie quiere sembrar la tierra, la gente de la región jura que

grita. El sacerdote asperja agua bendita por el camino que

trajo a los bandidos.

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Testigo

Los muertos desaparecieron cuando al niño no le

alcanzaron los dedos de las manos para contarlos.

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Paradigma

Con su cayado hiere el agua y se queda observando cómo

ella misma sutura su herida.

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Precaución

Por si otra resurrección, Lázaro escondió su sepulcro.

31


Niño de barro

En una noche de luna creó el milagro. Tomó del jardín el

barro de la lluvia y formó un niño. Con amor de madre

ofreció sus brazos acostumbrados al vacío, luego con una

cuchilla desgarró sus muñecas para que el barro aceptara el

sacrificio. En la mañana el sol la encontró muerta y un niño

jugando en el pasto.

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África

La hoja de un machete silba el aire, un muñón que escarba

la tierra encuentra su mano agarrada a un diamante.

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Póker

Los jugadores reciben sus cartas, cada quien hace sus

cuentas.

Bajo la mesa agarran sus armas; la trampa flota en el

aire. El próximo naipe decantará la suerte.

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Espantapájaros

Los pájaros se me metían por los ojos y me sacaban una

sonrisa tonta, yo les abría los brazos amigables. Mi amo no

tuvo más remedio que quemarme.

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En serie

En mi pueblo se decía que cuando cantaban las lechuzas

alguien moriría. Yo me aseguré que esto fuera cierto.

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Devenir

El ciprés quiere ser como el cerezo; el cerezo quiere ser

como el ciprés. Cuando vienen los días de invierno ambos

dormitan en la chimenea del leñador. Pero llegan los días de

sol y los dos árboles reencarnan según lo que deseaban.

Ahora el cerezo quiere ser como el ciprés y el ciprés quiere

ser como el cerezo. Vienen los días de invierno y…

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El laberinto

En él muchos habían entrado y nadie jamás salido. Así que

el discípulo entró y al cabo de un mes se encontró con su

maestro, quien ya tenía tres años perdido. Juntos fuimos

sacados muertos y nunca supimos que la entrada era la

única salida.

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Lázaro

Todas las mañanas se levanta sabiendo que morir dos veces

es demasiado para un hombre.

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Pasional

La poesía yace tendida en la morgue, víctima de un poeta

que la traspasó con su daga cuando la vio acariciada por

otro. La poesía espera con angustia su necropsia, tiene

miedo que descubran su embarazo de nueve hombres.

40


El pabellón solitario

Se escuchó el último disparo, todos gritaron: ¡libertad!,

¡libertad! Hubo un silencio que duró algunas noches, y otro

disparo… En la mañana la libertad había cambiado de

dueño.

41


La última carrera

Aquiles dice a la tortuga:

— ¿Por qué me hiciste quedar en ridículo?

— Sólo a ti se te ocurre competir con el animal más veloz

del mundo—le responde ésta.

— Debemos competir de nuevo —advierte Aquiles con dedo

amenazador.

— Entonces déjame llamar a Zenón—dice la tortuga.

Zenón hace con su báculo una raya en la arena para marcar

la partida, y dirigiéndose a Aquiles:

— Crees que con la ayuda del cálculo infinitesimal ganarás

esta vez, pero debo advertirte que la tortuga siempre te

estará esperando en la meta.

42


Oficio de puñal

El puñal sabe su oficio, no necesita de la mano para

continuar; ahora es ella quien lo sigue sin encontrar la

forma de detenerlo.

43


La hacienda de un gran señor

El del lado mío cayó donde otros ya habían caído, pude

escuchar los tiros en sincronía del miedo, ráfaga de calor en

el cuerpo y una mano tenebrosa que me halaba desde

adentro. Caí entre ellos como uno más de los muertos.

En la noche salí a rastras antes de que llegaran sus

sepultureros.

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El ahorcado

Se suspendió del árbol para estar cerca de los pájaros

y lejos de los hombres.

45


El sermón definitivo

Simeón abre un libro y se lee estudiando un texto, y en el

texto se ve leyendo un libro, y todos los que lo escuchan se

sorprenden mientras él escudriña los signos. De pronto

Simeón entiende y lo cierra rápido, pero es tarde, la fe se

había multiplicado.

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Diálogo de los caminos

Dos hombres cruzan caminos:

— Amigo, ¿usted va o viene?

— Depende de si usted viene o va —responde el otro.

— No entiendo…

— Es que debemos evitar encontrar lo mismo.

47


Educación

El niño no ha ido a la escuela, pero sabe que una bala más

otra bala son dos hombres muertos.

48


La mujer de Lot

Ella vuelve los ojos, un hombre besa sus labios;

en su cuerpo siente el alma de la piedra.

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Estrategia

Para el próximo diluvio los animales organizaron un plan

de contingencia: en el arca no entraría el hombre.

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Ruta 53

La espiritista cruzó de prisa la avenida y al mirar atrás vio

que su cuerpo era arrastrado por un coche.

51


Reconstrucción del crimen

Para olvidar al amante tiene que resolver el teorema que le

ha dejado en el cuerpo.

52


Desaparecido en combate Llega la lluvia y se pierden las rutas; nadie sabe el lugar de la

caída.

No hay piedras ni cruz, sólo la memoria cerrada en sí

misma.

53


El caso del collar de perlas

El perito coloca sus ojos en el estuche y dice:

¡Son falsas!

¿Cómo lo sabe? interroga el propietario.

Porque sólo el hombre tiene vocación de perfección.

54


Una historia oriental

Al viejo maestro de zen, que no sabía leer, lo graduaron

las hormigas.

55


Diálogo de los caminos II

El rico al vagabundo:

— ¿No te parece espléndida mi casa?

— Sí, es muy bella tu prisión.

56


Medianoche

Estuvo en la habitación contemplando a las enfermas. De

repente los familiares gritan la defunción de una paciente;

la otra duerme sin saber que la muerte le pasó por encima.

57


Una taberna de Alejandría

Khalid, el viejo marinero, conversa con una prostituta; ella

fuma un cigarrillo mientras su pecho es un perro que ladra.

Al terminar el trago, la mujer guarda al marino en su

cartera, en tanto el perro se orina una pata de la silla.

58


Las vacaciones de los asesinos

Mete sus dedos en los rizos del hijo, su mujer le trae una

cerveza fría, abre con descuido el diario; hoy no hay

homicidios.

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Desaparecido 236

Por un pasillo de la comandancia lo vieron pasar camino

a la estadística.

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Gaya ciencia

Un poeta caminaba Atenas todas las mañanas buscando su

cabeza. Cierto día un cuervo se posó sobre su hombro. Al

ver el mundo con ojos de ave, descubrió que no era su

cabeza lo que le faltaba.

61


Toma dos… ¡acción!

Bobby Olson se pone la noche en sus ojos azules y sale a

tragarse el Bronx. A esa misma hora míster Jackson busca

alivio en las calles de Manhattan. A las tres de la mañana

viene Bobby traspasado por el crack, no alcanza a quitarse

lo negro cuando le disparan por la espalda. Míster Jackson

no tuvo mejor suerte; unos chicos lo matan en un atraco.

Tampoco logró regresar a su color de infancia.

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Escena para una almohada

Los perros muerden los huesos del viento; un ladrón cuelga

de un árbol, de sus ojos escapan mariposas que destilan la

brevedad de los sueños. Una mujer se afana en recoger

lágrimas para el almuerzo, algunos niños esperan cuchara

en mano su presencia. Ella siempre vuelve cuando los

buitres desvisten al hombre.

63


Bajo la carpa del circo

Las amenazas del payaso le hacían gracia. Lo enfrentó casi

en broma, como quien no quiere la cosa, pero recibió dos

golpes en la cara. Enfurecido lo tomó de la corbata, no se

dio cuenta del filoso cuchillo entrándole en las entrañas.

64


In extremis

Ella, la novia, sería suya por la brevedad del día. El ministro

dijo las antiguas palabras, un olor a antiséptico fue el único

testigo.

65


El juicio

Llegaron con el canto de los gallos, traían su nombre en la

esquina de un periódico. Fue llevado a la plaza pública, aún

tenía el delantal y las manos blancas de harina. Una

descarga dejó sin pan al pueblo.

66


Un milagro atravesado

Cruza la calle y entra a una capilla, quiere rezar por su

corazón enfermo. Se dirige al altar de su santo favorito, pero

le horroriza encontrarlo sin una mano. Desconsolada hace

plegaria por su milagro.

En la noche, cuando cierran las puertas de la iglesia, la

encuentran dormida en un reclinatorio, al santo le ha

brotado del muñón otra mano izquierda.

67


La colina prohibida

En la cima de la colina hace cinco años un naranjal da

puntual sus frutos. Desde acá abajo sus dorados soles

brillan por las mañanas, algunos los ven caer con una

sensación de agua en la boca. Dicen los de más edad que

son dulces y jugosas, que en los alrededores no hay otro

árbol de mayor generosidad.

Pero nadie se atreve a subir; la última guerra sembró de

muerte la tierra. Sólo Lukas, un niño de la escuela, lo hizo a

solas, desde ese día quedó roto de por vida. Él ha jurado que

cuando sea grande subirá a encontrarse con su pierna.

El poder ha venido varias veces y prometió limpiar la

colina. El tiempo pasa y los niños siguen esperando el

momento para recoger alguna.

Ahora los observo parados al pie de una línea imaginaria,

gritando como locos cuando el viento las hace caer,

deseando que siquiera una ruede hasta abajo.

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Índice

Agradecimientos 6

A manera de prólogo 8

Paraíso 9

Memorias de un asesino 10

Auto da fe 11

El insomnio del difunto 12

Llaman a la puerta 13

La noche que la luna no salió 14

Iniciación 15

Sin testigos 16

El milagro 17

Higiene urbana 18

4 p.m. Sombrero chino 19

La confesión 20

Episodio 21

Una mirada 22

El último inquilino 23

Un cuento zen 24

Fosa común 25

El ajuste 26

Una historia 27

Testigo 28

Paradigma 29

Precaución 30

Niño de barro 31

África 32

Póker 33

Espantapájaros 34

En serie 35

Devenir 36

70


El laberinto 37

Lázaro 38

Pasional 39

El pabellón solitario 40

La última carrera 41

Oficio de puñal 42

La hacienda de un gran señor 43

El ahorcado 44

El sermón definitivo 45

Diálogo de los caminos 46

Educación 47

La mujer de Lot 48

Estrategia 49

Ruta 53 50

Reconstrucción del crimen 51

Desaparecido en combate 52

El caso del collar de perlas 53

Una historia oriental 54

Diálogo de los caminos II 55

Medianoche 56

Una taberna de Alejandría 57

Las vacaciones de los asesinos 58

Desaparecido 236 59

Gaya ciencia 60

Toma dos… ¡acción! 61

Escena para una almohada 62

Bajo la carpa del circo 63

In extremis 64

El juicio 65

Un milagro atravesado 66

La colina prohibida 67

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Juan Carlos Céspedes Acosta

(Siddartha)

Poeta y escritor de Cartagena de Indias, Colombia.

Abogado de profesión.

Periodista freelance

Presidente de la Corporación Cultural Cartagena de Indias.

Director de la Revista La UrraKa Internacional.

Director del espacio virtual La Urraka Cartagena

Miembro del Pen Club Colombia.

Coordinador del Taller Literario La Urraka

Creador del Festival de Poesía Erótica de Cartagena de Indias.

Presidente del VI Parlamento Nacional de Escritores 2008.

Miembro del grupo literario La Generación Fallida

Consejero Distrital de Cultura de Cartagena

Cónsul en Cartagena del Movimiento Poetas del Mundo.

Hace parte de la Asociación de Escritores de la Costa.

Gestor Cultural.

E-mail del autor: [email protected]

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Te invito a visitar estos sitios del autor en la web:

http://juancarloscespedes.blogspot.com/ http://grandespoetasdelmundo.blogspot.com/

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Taller literario La Urraka

[email protected] Cel. 311 4091 114 Cartagena - Colombia

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