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48 PAGINAS 5' CENTAVOS EL NDO 48 PAGINAS 5 CENTAVOS * DIARIO DE LA MAÑANA EL MUNDO, SAN JUAN, P. R. - DOMINGO 3 DE JULIO DE 1938. Notas de Mayagüez Recuperando Después de haber guardado ca- ma por unos diaa aquejada de mo- lesta dolencia, está ya en franca vía de recuperación la señora Ami- na R de Zapata, tesorera de esta- do de la Corte Borinquen, de las Hijas Católicas de América, en es- ta localidad. Suntuosa boda El día 25 del mes próximo pa- sado unieron sus destinos, ante el altar de la Iglesia de* la Candela- ria, la señorita Milagros Gelpi, maestra de nuestra Escuela Supe- rlor, exreina y miembro del Jadm- raal Club, y ex presidenta de la tproridad Mu-Iota-Alpha, con el jo- ven ingeniero Tomás Manuel Ra- mírez, Ingeniero del municipio de esta ciudad. Ofició en el acto el reverendo padre Clemente McCann, siendo los padrinos el Joven Joselin Marín y la señora Emma Gelpi de Nieva, hermana de la contrayente. La recepción nupcial tuvo lugar en la residencia de los padres de la novia, Ledo. José R. Gelpi y do- fia Carmen de Gelpi, asistiendo al acto una nutrida representación de nuestro mundo social, la que fué muy gentilmente obsequiada con finos licores, dulces, bizcochos y espumoso champagne. Después de la recepción, la fe- liz pareja salió rumbo a su nueva residencia, establecida en el pin- toresco barrio de Guanajibo. Huéspedes El señor Alfredo Carbonell y su señora esposa Georglna Córdova de Carbonell. de San Juan, son huéspedes distinguidos del doctor Francisco Sabater y Alda de Sa- bater, residentes en la calle Mén- dez Vigo, de esta ciudad. Sr. Gerardo Castrillo y familia Han trasladado su residencia a Santurce, Parada 28. Ave. Fernán- dez Juncos, el caballero don Ge- rardo Castrillo y su familia, donde se ofrecen a todas sus amistades. De vacaciones La pasada semana regresó a esta población, procedente de Flladel- fla, donde cursa estudios en un acreditado colegio, la ñifla Mabel Nazario, hija del seflor Francisco Nazarlo y Sara Ramírez de Naza- rio. Acompaflaba a Mabel su tía, Garita Ramírez Ledesma. * SANTIAGO IGLESIAS EN EL COMITÉ DE AGRICULTURA Dos muchachas misionarías... CnngTPMlKta* que integran ~\ Comité de Agricultura de la Cámara de Representante* de Ratadoa Unido*. El no ñor Santlaaro lgiealaa. Comisionado Residente de Puerto Rico en Washington, y quien aparece al extremo derecha de eata foto, fué admitido recientemente al seno de este comité. Los demás miembros del organismo oongreslonal son loa re- presentante* Marvln Jones. Hampton P. Fulmer, Wall Dnxey, John R. Mltchell, John W. Flannagan Jr., Harry P. Beam, Jamea O. Polk, Blrhard M. Klebreg-, Fred Cummlnr*. Walter M. Pierce, Fred Blermann, E. M. Owen. Harold D. Cooley. Wllllam L. Xelson.Frank E. Hook, Harry B. Coffee, Soott W. Lucas, Gerald J. Boileau, ( llfford Hope, J. Roland Klnzer, Fred C. Güchrist, Charles W. Tobey, August H. Andresen, Clare E. Hoffman, Bert Lord, Santiago Iglesias, Anthony Dlmond y Samuel W. Klnc. UN ASPECTO PSICOLÓGICO DE' LA RECONSTRUCCIÓN CRONISTA (Continuación da la página 2.) mi yerno. El y mi hija han logra- do realizar mi sueño. Poseer de nuevo un pedazo de mi tierra, cul- tivarla, vivirla. Yo naci terrate- niente. Pero la ambición del dine- ro y la tentación los horizontes me hicieron desprenderme de ella cuando era suficientemente joven y fuerte para ponerme al mundo por montera. Mientras el hombre hablaba, la granjera nos ha servido café. No es la jibara pálida y andrajosa de antaño, corroída de anemia y ma- ternidad excesiva, remedo la gi- tanería trashumante. Es una mujer fuerte y loaana que sabe coser su propia ropa, cocinar con modernos utensilios y acicalar modestamen- te su persona. El café que nos sir- ve no es agua de borra; ha sido pasado en un colador de confección sencilla que le han enseñado a ha- cer las muchachas del trabajo so- cial. —He venido a tener en mi vejei. <: prosigue el viejo lo que tuve en mi mocedad jt, perdi en mi Juventud: Tierra y casa. Aquí todos trabaja- mos la tierra. Yo, sobre todo, que la abandoné por irme a corretear por el mundo. ¡Ah, si mi finca hu- biera sido asi! Esto tiene todo el encanto y las felicidades de la vida del campo con las comodidades de la vida de ciudad. Los que lo har- tan son alegres, vivos y emprende- dores, en contraste con aquella ji- barada del pasado que se apolilla- ba de apetencias inalcanzables. En el batey juegan pelota dos chicos de aspecto saludable y a'*- 1 gre. —Y. ¿no teme usted que también! sus nietos abandonen alguna vez| esta nueva tierra y quieran ver; mundo? —No, me contesta el viejo con 'a¡ seguridad de quien conoce la psi- cologla humana. Nosotros ahanrio-j nábamos el campo no sólo porque nos desprendíamos de nuestras tie- rras, sino porque el campo era abu-' rrido y triste. Tenia sus cosas —bai- les, jiras, los gallos—, pero era di- ferente a la ciudad, con las largas distancias que separaban una ca«a de la otra y los caminos malos y peligrosos. Ahora no. Ahora esos muchachos tienen de todo. Escue- las para aprender letras y oficios, campos atléticos donde practicar deportes, radio, facilidades de co- municaciones para ir al pueblo yj volver cuando quieran... En fin, que no tenemos nada que envidiarle) al muchacho del pueblo que era en I mis tiempos lo que más nos hacia odiar la tierra. Al contrario. Go- zamos todas las ventajas de que silos disfrutan en sus ciudades y ventajas que ellos desconocen: la de poseer un cacho de tierra, al-| hergarnos en casas seguras, tener a la mano alimentos frescos y dispo- ner a nuestra ancha del aire puro do la campiñas. Yo lo dejaba hablar. Era la voz del campo la que parlaba en su farsanta, la voz que se hace can- ción en la rama, rumores en el ca- ñaveral, retozo en las aguas del rio y explosión de dolor o de júbi- lo en la décima abrupta del Jibaro. Aquel anciano de severo empaque era el portavoz de nías de 240 fami- lias de granjeros que habitan en St. Just y de los otros centenares que habitan La Plata, Castañer. Zal- duondo, Lafayette y demás tierras rescatadas al latifundio, y subdivir didas en pequeñas fincas. El hom- bre nuevo que brota como Joven fruto entre las sementeras de ta- baco, los fundos de café, las ve- gas de caña y los boscajes de fru- tas. El jibaro que la PRRA ha si- tuado sobre un nuevo nivel físico, económico y moral desde el cual la vida adquiere más belleza y la existencia más valor. Bastan algunos detalles para dar- se cuenta de que sus reacciones psicológicas corren ahora p"r me- jores caacw. Despiertan en él '?n- denclas y hábitos que aca«o no sean enteramente nuevos, sino que se hallaban dentro de su espíritu en estado latente, aletargados por un actualismo extraño e incompren- sible que surgió con el cambio de dominación. Sus diversiones son más consonantes con sus princi- pios de hombre honrado y cristia- no No ha abandonado la pelea de gallos, pero ha sustituido el espar- cimiento sabatino, por ejemplo, que antes era a base de alcohol y fies- ta dudosa, por el deporte en la tar- de y la tertulia social en el Centro Comunal durante la noche. Hacien- do honor a aquel jibaro abuelo su- yo cuya palabra verbal bastaba para garantizar una deuda, el gran- jero de la PRRA es en términos ge- nerales uno de los más cumplido- res deudores con que se confronta la agencia. Et promedio de quejas por su comportamiento es suma- mente bajo y el progreso de sus ac- tividades en la granja y en el tra- bajo particular sumamente satis- factorio. En esto estábamos cuando sonó (Continuación de la página 2.) que lo habla conocido en casa de una compañera de aulas y pensaba casarse con él asi que reciotera »u diploma. A la querella de sus padf'es respondió rtosemary escapándose al día siguiente cdn Paul, sin <?so»iar siquiera su codiciado diploma Ü* ca- saron dos días después. Las llama- das telefónicas a la casa de los Gil- son quedaron sin respuesta por la razón muy sencilla de que los Gilson son demasiado pobres para permi- tirse el lujo de un teléfono. Webster, padre y madre, los dos ricos, han declarado que deshereda- rán a Rosemary; la propia señora Webster dijo que esto significaría para ella la pérdida de un millón de dólares a cambio de su Paul. Los Dobbs han alquilado una ca- sita en Long Island. Billy espera ga- nar un poco más vendiendo huevos y manteca merced a la publicidad que le ha dado su matrimonio. De todas maneras no faltará quien les anticipe algún dinerillo a cuente del millón que Andrea recibirá dentro de tres años por más que sean tres lo que pierda si la furia deshere- dadora de su padre persiste. Los Gllson es,tán en más difícil predicamento, pero toman las cosas con más serenidad y compostura. Rosemary ha estudiado bien el pre- supuesto doméstico y está segura de que podrá manejarse con los 22 dó- lares semanales de su marido. Mientras papá Luckenbach masca su furia en su inmensa oficina de 120 Broadway y papá Webv ?i en su suntuoso hospital, otros padres 1? casaderas en la alta sociedad neo- yorquina meditan sobre esta epide- mia de matrimonios volanderos. Y hasta han salido damas de coturno en defensa de Andrea y de P. r .se- mary; los muchachos de la alta so- ciedad no ofrecen perspectivas de buenos maridos. Las muchachas qu? tienen dinero bien pueden pagarse la satisfacción de elegir consol te a su gusto, lejos de los "cocktail*" y del "swlng" de Park Avenue o de la Quinta Avenida. Apuntan estas damas el ejemplo de Beatriz Balckwell, la más bella y una de las ricas debutantes de 1935 que st casó con Sam Wechsler, soldado de la Policía rural de una comuna de Long Island. Periodistas y fotógrafos llegaron a la casita de los Wechsler en Long Island; querían saber lo que pensaba Bea- triz ,de la aventura de Rosemary y de Andrea. Los hallaron feli- císimos: tienen una hija y cada uno de los tres años transcurri- dos desde su e n 1 a c e los ha con- vencido más del acierto. Los padres de Beatriz se han reconciliado con Sam. Eso si que Beatriz no está tan segura de que su caso sea aplicable al de la vivaz Andrea que apenas habla conocido a su bailarín Billy cuando ya marchaba al altar con él. Piensa mejor de la unión reposada de Rosemary con Paul. Ella y Sam se conocieron dos años antes de casarse; se trataron a pesar de *u enorme diferencia social y sólo se unieron en matrimonio cuando se convencieron de que congeniaban aparte de amarse. Cada cual saca sus propias con- clusiones en los animados corrillos de la aristocracia adinerada de Nue- va York. Pero la epidemia de "ceni- cientos" parece que no mermará. el claxon del automóvil de Foras- tieri. —Chico, ¿donde te hablas meti- do? me preguntó el jefe agrónomo mientras subía al carro. Buceaba en el alma nueva de nuestros campesinos, le contesté. El diestro técnico me miró son- riente. —Es un aspecto que hay que co- nocerlo a fondo para comprender la verdadedra amplitud de la obra j reconstructiva. contestó. Nuestro, granjero no sólo vive de manera diferente al jibaro de antes sino que piensa y actúa de distinto mo- do. Es el complemento mental y espiritual de la obra física. HOY DOMINGO A la uno menos cuarto dt la tarde (12:45 a 1:00 P. M.) por la estación WKAQ í Hablará sobre "EN DEFENSA DE LOS PIES" NUEVO GRAN CONCURSO DE LAHOUD INC. * 4 FORMIDABLES PREMIOS UN LUJOSO AUTOMÓVIL UNA GRAN NEVERA ELÉCTRICA UNA LUJOSA RADIO-ELECTROLA UNA PRECIOSA MAQUINAGABINETE DE COSER Ni Pronto se anunciarán las respectivas marcas de dichos artículos* Compre los afamados Productos LAHOUD - BEBATI - PARATI y guarde sus correspondientes envases. Oportunamente daremos a conocer los detalles de este interesante Concurso. * * LAHOUD INC. íá» J

NUEVO GRAN CONCURSO - ufdcimages.uflib.ufl.eduufdcimages.uflib.ufl.edu/CA/03/59/90/22/00187/00052.pdf · do honor a aquel jibaro abuelo su- ... una compañera de aulas y pensaba

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48 PAGINAS 5' CENTAVOS EL NDO 48 PAGINAS 5 CENTAVOS *

DIARIO DE LA MAÑANA

EL MUNDO, SAN JUAN, P. R. - DOMINGO 3 DE JULIO DE 1938.

Notas de Mayagüez

Recuperando Después de haber guardado ca-

ma por unos diaa aquejada de mo- lesta dolencia, está ya en franca vía de recuperación la señora Ami- na R de Zapata, tesorera de esta- do de la Corte Borinquen, de las Hijas Católicas de América, en es- ta localidad.

Suntuosa boda El día 25 del mes próximo pa-

sado unieron sus destinos, ante el altar de la Iglesia de* la Candela- ria, la señorita Milagros Gelpi, maestra de nuestra Escuela Supe-

• rlor, exreina y miembro del Jadm- raal Club, y ex presidenta de la tproridad Mu-Iota-Alpha, con el jo- ven ingeniero Tomás Manuel Ra- mírez, Ingeniero del municipio de esta ciudad. Ofició en el acto el reverendo padre Clemente McCann, siendo los padrinos el Joven Joselin Marín y la señora Emma Gelpi de Nieva, hermana de la contrayente.

La recepción nupcial tuvo lugar en la residencia de los padres de la novia, Ledo. José R. Gelpi y do- fia Carmen de Gelpi, asistiendo al acto una nutrida representación de nuestro mundo social, la que fué muy gentilmente obsequiada con finos licores, dulces, bizcochos y espumoso champagne.

Después de la recepción, la fe- liz pareja salió rumbo a su nueva residencia, establecida en el pin- toresco barrio de Guanajibo.

Huéspedes

El señor Alfredo Carbonell y su señora esposa Georglna Córdova de Carbonell. de San Juan, son huéspedes distinguidos del doctor Francisco Sabater y Alda de Sa- bater, residentes en la calle Mén- dez Vigo, de esta ciudad.

Sr. Gerardo Castrillo y familia

Han trasladado su residencia a Santurce, Parada 28. Ave. Fernán- dez Juncos, el caballero don Ge- rardo Castrillo y su familia, donde se ofrecen a todas sus amistades.

De vacaciones La pasada semana regresó a esta

población, procedente de Flladel- fla, donde cursa estudios en un acreditado colegio, la ñifla Mabel Nazario, hija del seflor Francisco Nazarlo y Sara Ramírez de Naza- rio. Acompaflaba a Mabel su tía, Garita Ramírez Ledesma. *

SANTIAGO IGLESIAS EN EL COMITÉ DE AGRICULTURA Dos muchachas misionarías...

CnngTPMlKta* que integran ~\ Comité de Agricultura de la Cámara de Representante* de Ratadoa Unido*. El no ñor Santlaaro lgiealaa. Comisionado Residente de Puerto Rico en Washington, y quien aparece al extremo derecha de eata foto, fué admitido recientemente al seno de este comité. Los demás miembros del organismo oongreslonal son loa re- presentante* Marvln Jones. Hampton P. Fulmer, Wall Dnxey, John R. Mltchell, John W. Flannagan Jr., Harry P. Beam, Jamea O. Polk, Blrhard M. Klebreg-, Fred Cummlnr*. Walter M. Pierce, Fred Blermann, E. M. Owen. Harold D. Cooley. Wllllam L. Xelson.Frank E. Hook, Harry B. Coffee, Soott W. Lucas, Gerald J. Boileau, ( llfford Hope, J.

Roland Klnzer, Fred C. Güchrist, Charles W. Tobey, August H. Andresen, Clare E. Hoffman, Bert Lord, Santiago Iglesias, Anthony Dlmond y Samuel W. Klnc.

UN ASPECTO PSICOLÓGICO DE' LA RECONSTRUCCIÓN

CRONISTA

(Continuación da la página 2.) mi yerno. El y mi hija han logra- do realizar mi sueño. Poseer de nuevo un pedazo de mi tierra, cul- tivarla, vivirla. Yo naci terrate- niente. Pero la ambición del dine- ro y la tentación d« los horizontes me hicieron desprenderme de ella cuando era suficientemente joven y fuerte para ponerme al mundo por montera.

Mientras el hombre hablaba, la granjera nos ha servido café. No es la jibara pálida y andrajosa de antaño, corroída de anemia y ma- ternidad excesiva, remedo d« la gi- tanería trashumante. Es una mujer fuerte y loaana que sabe coser su propia ropa, cocinar con modernos utensilios y acicalar modestamen- te su persona. El café que nos sir- ve no es agua de borra; ha sido pasado en un colador de confección sencilla que le han enseñado a ha- cer las muchachas del trabajo so- cial.

—He venido a tener en mi vejei.

<: prosigue el viejo lo que tuve en mi mocedad jt, perdi en mi Juventud: Tierra y casa. Aquí todos trabaja- mos la tierra. Yo, sobre todo, que la abandoné por irme a corretear por el mundo. ¡Ah, si mi finca hu- biera sido asi! Esto tiene todo el encanto y las felicidades de la vida del campo con las comodidades de la vida de ciudad. Los que lo har- tan son alegres, vivos y emprende- dores, en contraste con aquella ji- barada del pasado que se apolilla- ba de apetencias inalcanzables.

En el batey juegan pelota dos chicos de aspecto saludable y a'*-1

gre. —Y. ¿no teme usted que también!

sus nietos abandonen alguna vez| esta nueva tierra y quieran ver; mundo?

—No, me contesta el viejo con 'a¡ seguridad de quien conoce la psi- cologla humana. Nosotros ahanrio-j nábamos el campo no sólo porque nos desprendíamos de nuestras tie- rras, sino porque el campo era abu-'

rrido y triste. Tenia sus cosas —bai- les, jiras, los gallos—, pero era di- ferente a la ciudad, con las largas distancias que separaban una ca«a de la otra y los caminos malos y peligrosos. Ahora no. Ahora esos muchachos tienen de todo. Escue- las para aprender letras y oficios, campos atléticos donde practicar deportes, radio, facilidades de co- municaciones para ir al pueblo yj volver cuando quieran... En fin, que no tenemos nada que envidiarle) al muchacho del pueblo que era en I mis tiempos lo que más nos hacia odiar la tierra. Al contrario. Go- zamos todas las ventajas de que silos disfrutan en sus ciudades y ventajas que ellos desconocen: la de poseer un cacho de tierra, al-| hergarnos en casas seguras, tener a la mano alimentos frescos y dispo- ner a nuestra ancha del aire puro do la campiñas.

Yo lo dejaba hablar. Era la voz del campo la que parlaba en su farsanta, la voz que se hace can-

ción en la rama, rumores en el ca- ñaveral, retozo en las aguas del rio y explosión de dolor o de júbi- lo en la décima abrupta del Jibaro. Aquel anciano de severo empaque era el portavoz de nías de 240 fami- lias de granjeros que habitan en St. Just y de los otros centenares que habitan La Plata, Castañer. Zal- duondo, Lafayette y demás tierras rescatadas al latifundio, y subdivir didas en pequeñas fincas. El hom- bre nuevo que brota como Joven fruto entre las sementeras de ta- baco, los fundos de café, las ve- gas de caña y los boscajes de fru- tas. El jibaro que la PRRA ha si- tuado sobre un nuevo nivel físico, económico y moral desde el cual la vida adquiere más belleza y la existencia más valor.

Bastan algunos detalles para dar- se cuenta de que sus reacciones psicológicas corren ahora p"r me- jores caacw. Despiertan en él '?n- denclas y hábitos que aca«o no sean enteramente nuevos, sino que

se hallaban dentro de su espíritu en estado latente, aletargados por un actualismo extraño e incompren- sible que surgió con el cambio de dominación. Sus diversiones son más consonantes con sus princi- pios de hombre honrado y cristia- no No ha abandonado la pelea de gallos, pero ha sustituido el espar- cimiento sabatino, por ejemplo, que antes era a base de alcohol y fies- ta dudosa, por el deporte en la tar- de y la tertulia social en el Centro Comunal durante la noche. Hacien- do honor a aquel jibaro abuelo su- yo cuya palabra verbal bastaba para garantizar una deuda, el gran- jero de la PRRA es en términos ge- nerales uno de los más cumplido- res deudores con que se confronta la agencia. Et promedio de quejas por su comportamiento es suma- mente bajo y el progreso de sus ac- tividades en la granja y en el tra- bajo particular sumamente satis- factorio.

En esto estábamos cuando sonó

(Continuación de la página 2.)

que lo habla conocido en casa de una compañera de aulas y pensaba casarse con él asi que reciotera »u diploma. A la querella de sus padf'es respondió rtosemary escapándose al día siguiente cdn Paul, sin <?so»iar siquiera su codiciado diploma Ü* ca- saron dos días después. Las llama- das telefónicas a la casa de los Gil- son quedaron sin respuesta por la razón muy sencilla de que los Gilson son demasiado pobres para permi- tirse el lujo de un teléfono.

Webster, padre y madre, los dos ricos, han declarado que deshereda- rán a Rosemary; la propia señora Webster dijo que esto significaría para ella la pérdida de un millón de dólares a cambio de su Paul.

Los Dobbs han alquilado una ca- sita en Long Island. Billy espera ga- nar un poco más vendiendo huevos y manteca merced a la publicidad que le ha dado su matrimonio. De todas maneras no faltará quien les anticipe algún dinerillo a cuente del millón que Andrea recibirá dentro de tres años por más que sean tres lo que pierda si la furia deshere- dadora de su padre persiste.

Los Gllson es,tán en más difícil predicamento, pero toman las cosas con más serenidad y compostura. Rosemary ha estudiado bien el pre- supuesto doméstico y está segura de que podrá manejarse con los 22 dó- lares semanales de su marido.

Mientras papá Luckenbach masca su furia en su inmensa oficina de 120 Broadway y papá Webv ?i en su suntuoso hospital, otros padres 1? casaderas en la alta sociedad neo- yorquina meditan sobre esta epide- mia de matrimonios volanderos. Y hasta han salido damas de coturno en defensa de Andrea y de P.r.se- mary; los muchachos de la alta so- ciedad no ofrecen perspectivas de buenos maridos. Las muchachas qu? tienen dinero bien pueden pagarse la satisfacción de elegir consol te a

su gusto, lejos de los "cocktail*" y del "swlng" de Park Avenue o de la Quinta Avenida.

Apuntan estas damas el ejemplo de Beatriz Balckwell, la más bella y una de las ricas debutantes de 1935 que st casó con Sam Wechsler, soldado de la Policía rural de una comuna de Long Island. Periodistas y fotógrafos llegaron a la casita de los Wechsler en Long Island; querían saber lo que pensaba Bea- triz ,de la aventura de Rosemary y de Andrea. Los hallaron feli- císimos: tienen una hija y cada uno de los tres años transcurri- dos desde su e n 1 a c e los ha con- vencido más del acierto. Los padres de Beatriz se han reconciliado con Sam. Eso si que Beatriz no está tan segura de que su caso sea aplicable al de la vivaz Andrea que apenas habla conocido a su bailarín Billy cuando ya marchaba al altar con él. Piensa mejor de la unión reposada de Rosemary con Paul. Ella y Sam se conocieron dos años antes de casarse; se trataron a pesar de *u enorme diferencia social y sólo se unieron en matrimonio cuando se convencieron de que congeniaban aparte de amarse.

Cada cual saca sus propias con- clusiones en los animados corrillos de la aristocracia adinerada de Nue- va York. Pero la epidemia de "ceni- cientos" parece que no mermará.

el claxon del automóvil de Foras- tieri.

—Chico, ¿donde te hablas meti- do? me preguntó el jefe agrónomo mientras subía al carro.

— Buceaba en el alma nueva de nuestros campesinos, le contesté.

El diestro técnico me miró son- riente.

—Es un aspecto que hay que co- nocerlo a fondo para comprender la verdadedra amplitud de la obra j reconstructiva. contestó. Nuestro, granjero no sólo vive de manera diferente al jibaro de antes sino que piensa y actúa de distinto mo- do. Es el complemento mental y espiritual de la obra física.

HOY DOMINGO A la uno menos cuarto dt

la tarde (12:45 a 1:00 P. M.)

por la estación WKAQ

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"EN DEFENSA DE LOS PIES"

NUEVO GRAN CONCURSO DE

LAHOUD INC.

*

4 FORMIDABLES PREMIOS UN LUJOSO AUTOMÓVIL UNA GRAN NEVERA ELÉCTRICA

UNA LUJOSA RADIO-ELECTROLA UNA PRECIOSA MAQUINAGABINETE DE COSER

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Pronto se anunciarán las respectivas marcas de dichos artículos* Compre los afamados Productos

LAHOUD - BEBATI - PARATI y guarde sus correspondientes envases.

Oportunamente daremos a conocer los detalles de este interesante Concurso.

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