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Nules articulo sobre los origenes de Nules, publicado en Jaime I. arquitectura año 0

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La villa de Nules como ejemplo de urbanismo de nueva planta en la época de Jaime IVicent Felip SempereFundaciones de nueva planta en la plana

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Fundaciones de nueva planta en la plana

L a política de Jaime I en relación con la población musulmana fue siempre distinta según se tratase

de lugares que le habían ofrecido resistencia o se le habían rendido voluntariamente; en el primer caso expulsaba a los habitantes, en el segundo les dejaba en libertad de permanecer en sus casas bajo su pro-tección o abandonar sus posesiones.

Tras su conquista, Burriana continuó siendo el prin-cipal centro de población de la Plana, pero habitada por cristianos, lo mismo que las alquerías de su tér-mino. Sin embargo, la zona estaba rodeada por una serie de castillos, en cuyos términos permanecía un buen número de musulmanes, tal como sucedía en la práctica totalidad de núcleos urbanos de la cercana sierra de Espadán.

En 1247 se produjo la primera gran revuelta de los musulmanes valencianos, acaudillados por Al-Azraq, quienes aprovechando la ausencia del rey, “embaraza-do con las cosas de Navarra y en guerra con su yerno el rey de Castilla”, se levantó en armas y, durante el verano de 1247, se apoderó de las fortalezas de Galli-nera, Serra, Pego y Penáguila, lo que motivó al rey a ordenar fortificar los principales castillos del Reino y

expulsar a los musulmanes; medida, esta última, a la que eran reticentes los caballeros1.

La expulsión tuvo lugar en diciembre y en enero del año siguiente comenzó la revuelta de la sierra de Es-padán; la expulsión de los musulmanes de Castellón, Murviedro, Segorbe y Almenara y el modo de repoblar dio lugar a enfrentamientos entre el infante Pedro de Portugal y el rey, que la reina Violante zanjó mediante laudo de fecha 24 de febrero de 12492. Sin embargo, la expulsión no fue total, pues en el Reino aún per-maneció una gran masa de población musulmana que tardaría años en ser superada demográficamente por el número de habitantes cristianos. Sofocada la rebelión, Jaime I optó por un nuevo siste-ma para consolidar su dominio en la zona de la Plana,

Vicent Felip

La villa de Nules como ejemplo de urbanismo de nueva planta en la época de Jaime I

Ideograma de la villa de Nules que encabeza el informe de la visita del obispo Paholac a Nules en 1316, Archivo de la Catedral de Tortosa.

Plano topográfico de la muralla de la villa de Nules. Vicente Valentín. Archivo Histórico de Nules.

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mediante el establecimiento de un cordón de nuevas villas asentadas en el llano, frente a la sierra de Es-padán, que concentrasen una población fuerte, eco-nómica y militarmente, y que asegurase este punto vulnerable de comunicación entre el viejo condado catalán y el nuevo reino valenciano3. Además había que poner en valor toda una serie de terrenos baldíos, bien de secano bien de marjal, para cuya transforma-ción iba a ser necesaria la mano de obra de un eleva-do número de nuevos pobladores.

El hecho de que estas poblaciones se planificasen a fun-damentis, sin excesivos condicionantes de construccio-nes preexistentes, permitió adoptar para ellas la planta hipodámica u ortogonal, ya utilizada en la antigüedad por griegos y romanos, la cual se caracteriza por es-tructurarse en calles rectilíneas que se cortan perpen-dicularmente, en ángulo recto, para formar las insulae o manzanas de viviendas, dispuestas de forma reticu-lar. En el cruce de las dos calles principales, el cardo maximus y el decumanus, se dispone la plaza principal, centro desde donde se ejercerá el poder político, reli-gioso y económico. Ello permitió también disponer la orientación de las calles que se consideraba como más saludable, de acuerdo con la climatología de la zona; razones sanitarias debieron igualmente condicionar su distancia de las zonas palustres.

Mayoritariamente, los autores han puesto como ejemplo de poblaciones de planta hipodámica o de conquista en la Plana los casos de Castellón, Villa-real y Nules, haciendo especial hincapié en Villareal4. Pero si observamos el plano del recinto del Castellón medieval5 podemos comprobar que la retícula que forman sus calles no es perfecta y que las manzanas son notablemente desiguales entre sí. En el caso de Villareal6, la calle Mayor y las calles d’Amunt y d’Avall son paralelas; lo mismo sucede con las tres calles principales que las cruzan perpendicularmente; pero

paralelas a estas últimas existen una serie de calles secundarias, cuya disposición respecto a la calle Ma-yor y sus paralelas no tiene una perfecta continuidad, dando lugar a líneas quebradas, que, al menos en dos casos, pueden ser consideradas como verdaderos at-zucachs. Es probable que el origen de estas irregulari-dades halle su explicación en el hecho de que al tra-zar y planificar la planta de estas dos poblaciones, ya existiera en el lugar algún núcleo de población más o menos consolidado.

En el caso de Castellón, José Sánchez Adell y Pierre Guichard afirmaron que la concesión del documento de Jaime I, dado en Lérida a 8 de septiembre de 1251, por el que autorizó el traslado desde el viejo al nuevo núcleo de Castellón, había que entenderlo como una transferencia del centro administrativo del término, del mercado, de la escribanía, parroquia, etc., en el momento en que el peso demográfico de la población asentada en el llano era mayor que el de la que resi-día en el antiguo castro. Igualmente indicaron que la alquería de Benirabe sirvió de núcleo originario de la nueva villa, sin descartar que dentro del mismo se integrase también la de Benimahomet7.

En cuanto a Villareal, sabemos que aunque la carta de población fue concedida por Jaime I, el 20 de febrero de 12748, en dicha fecha ya existía en el lugar una

Plano del Vila-real medieval, publicado por el padre R. de Maria en 1935, basándose en el publicado por Benito Traver en 1909.

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estructura urbana y unos primeros administradores, incluido un notario. Esa circunstancia tiene su ante-cedente documental en febrero de 1263, tras la venta que el rey hizo a su primogénito el infante Pedro, de las poblaciones de Burriana, Alcira, Corbera, Alfán-dech de Merinyén, Gandía, Pego, Cárcer, Onteniente y Liria9.

En los años siguientes, el infante Pedro promovió la creación de una nueva villa dentro del término de Bu-rriana, aunque aún no separada formalmente, y ya el 18 de diciembre de 1269, se declara señor de la mis-ma, es decir, señor de Villareal, momento en el que confirma la adquisición de unas heredades que Jaime Alamany había efectuado dentro de la nueva pobla-ción; entre sus lindes se citan las masadas de Jazperto de Puig, Juan Abril, Juan de Prats y tierras del propio infante. Más interesante resulta otra donación de ese mismo día a favor del judío barcelonés Abraham de la Torre, habitatori ville nostre Regalis, de un estadio que el infante posee in dicta villa Regali, junto con un casal; en cuyo texto se citan otros dos casales, una plaza y las casas de B. Nadalet10.

Un par de años después, Villareal figura documenta-da en manos de Jaime I, aunque no se había efectuado

retroventa alguna entre él y el infante, de modo que, a partir de julio de 1271, Jaime I realiza diversas dona-ciones de tierras y patios a varias personas, próximas a su corte y a la de su primogénito; entre los lindes de cuyas transmisiones se citan las acequias vieja y nueva, probablemente la primera se debió construir para proveer de agua a la población y su huerta, y la segunda para cubrir mejor la demanda de aguas de una población en desarrollo11 .

El movimiento administrativo que el establecimiento de estos pobladores debió generar fue tal que hizo ne-cesaria la existencia de un nuevo empleado público. El 1 de marzo de 1273, el rey nombró como escribano a Jaume Cascant, y le dio siete yugadas de tierras12. El 30 de septiembre de ese mismo año, donó a Borrás de Montpalau siete yugadas de tierra, un patio y un huerto. Son interesantes los lindes del patio donado, pues se citan, entre otros, la plaza junto al camino o calle que va a Onda, y el camino que se dirige a Tor-tosa13, todo lo cual nos hace pensar que se trataba de la futura plaza Mayor.

Pero de las tres poblaciones referenciadas, aquella cuyo trazado fundacional se ciñe más estrictamente al modelo de planta ortogonal o de conquista es Nules,

Plano del Castellón medieval publicado por Traver en 1958. Sector del plano de Nules, realizado por Regiones Devastadas en 1939, donde aun se perciben las dimensiones de los solares del reparto para la fundación de la villa, Archivo Histórico de Nules.

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que fue fundada de nueva planta en fecha inconcre-ta, mediante carta puebla concedida por Guillem de Montcada, poco después de que el 16 de septiembre de 1251 recibiera de Jaime I la donación del término del castillo de Nules14, y antes del mes de diciembre de 1254 en que se promulga la carta puebla de Mon-cófar, que indica la existencia de la citada carta pue-bla de Nules, actualmente no conservada15. La fun-dación fue impulsada por el obispo de Tortosa, que a tal fin concedió a Guillem de Montcada exención de diezmos.

Quizás el hecho de haber sido construida sobre un espacio en el que, hasta la fecha, ni documental ni arqueológicamente han aparecido restos que nos indiquen un posible poblamiento anterior, y que el asentamiento fundacional se realizara con un núme-ro significativo de pobladores, fueran las causas que permitieron, previamente al reparto de solares, plani-ficar el trazado de la nueva población de acuerdo con el que se consideraba como modelo más racional de trazado desde el punto de vista práctico.

interés y participación del obispo de tortosa en la conquista

El 31 de diciembre de 1148, tras conquistar Tortosa, el conde Ramón Berenguer IV otorgó la carta de dotación de la catedral de la citada ciudad, acto en el que esta-blecía como límites de la diócesis, en su extremo sur, los castillos de Almenara y Nules. Con ello le asignaba los territorios que por entonces se creía que le perte-necieron antes de la ocupación musulmana. El 28 de noviembre de 1178, y aunque buena parte de los men-cionados territorios continuaban bajo dominio musul-mán, Alfonso el Casto y su mujer Sancha confirmaron los límites de la diócesis, dentro de la cual quedaba comprendido Nullis cum suis terminis 16.

La expansión de sus dominios sobre los territorios limítrofes ocupados por los musulmanes había sido una constante, desde hacia tiempo, en la geopolíti-ca de los predecesores de Jaime I pero, aunque sus antecesores lo pretendieron, fue él quien realmente consiguió la incorporación de los nuevos territorios que constituirían los reinos cristianos de Mallorca y Valencia.

El 23 de enero de 1213, tras la muerte de Gombau de Santaoliva, fue elegido como nuevo obispo de Torto-sa Ponç de Torrelles, que ocupaba el cargo de prior de la catedral. Nacido en 1170, mantuvo una buena relación con Jaime I, al cual ayudó en sus campañas de conquista, especialmente la de Valencia, razón por la que fue compensado con generosidad17, y en abril de 1224 Jaime I confirmó además los límites de la diócesis18.

El primer intento expansionista del rey para adentrar-se en las tierras del antiguo reino de Valencia tuvo lu-gar en 1225, al sitiar el castillo de Peñíscola. En opi-nión de algunos autores la empresa fue inspirada por el obispo de Tortosa Ponç de Torrelles, quien deseaba una pronta incorporación a la mitra de las tierras que constituían la histórica diócesis dertosense19.

El día 27 de abril de 1225, estando el rey en Tortosa, donó al obispo Ponç los castillos y términos de Mira-bet y de Zúfera, y le confirmó la donación del castillo de Fadrell y su término, que su abuelo el rey Alfonso había hecho a sus antecesores20.

Para el día siguiente, el rey había convocado en Tor-tosa al arzobispo de Tarragona y a los obispos y nobles catalanes; en la reunión se resolvió instaurar la paz y tregua en Cataluña y hacer la guerra a los sarracenos 21, para lo cual el rey había obtenido del Romano Pon-tífice bula de Cruzada; “el prelado que más ayudó al

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rey para la empresa de la guerra, fue D. Ponce, obispo de Tortosa que viendo los graves daños que su corta Diócesis recibía de los moros por estar en la fronte-ra, se reconoció más obligado a suministrar al rey el auxilio que alcanzasen sus facultades”.22

Los preparativos de la campaña duraron unos dos meses, tiempo que el rey dedicó a recorrer diversos lugares de Cataluña. A finales de julio, regresó a Tor-tosa, lugar de concentración de los expedicionarios, y el 13 de agosto consta que estaba sitiando Peñíscola23. Ese mismo día, Jaime I concedió al obispo Ponç de Torrelles, quien le acompaña con sus hombres en el asedio, todas las heredades y posesiones que el moro Omer Abensian poseía en Peñíscola24; y el 3 de sep-tiembre ratificó, a perpetuidad, todas las donaciones y privilegios que sus predecesores habían otorgado a los obispos de Tortosa, incluyendo la de los antiguos limites del obispado, así como el derecho a la percep-ción de diezmos sobre todo tipo de frutos, ganado, pesca, caza, salinas, plata, oro, y cualquier otra clase de productos a los que fueren de aplicación25. El ase-dio duró casi dos meses, pero a mediados de octubre de ese mismo año y ante las dificultades para con-quistar la fortaleza, tuvo que ser levantado.

A partir de 1226, y tras fracasar en un nuevo inten-to de penetrar en tierras valencianas, esta vez desde Teruel, Jaime I centró sus esfuerzos en la conquista del Reino de Mallorca, mientras dejaba momentánea-mente la empresa valenciana en manos de los caballe-ros de frontera, exclusivamente aragoneses26.

Durante la campaña de conquista de Mallorca, Za-yyán, que se había apoderado de Valencia y expul-sado a su legítimo señor Abu Zayd, se adentró en las tierras libres del obispado de Tortosa, saqueando al-gunos lugares, hasta llegar a Amposta y a la propia ciudad sede del obispado27.

Conquistada Mallorca, se plantearon nuevas estrate-gias de cara a la expansión de los dominios cristianos hacia el sur. Entre la segunda quincena de octubre y los últimos días de 1231, tuvo lugar una reunión en Alcañíz, en la que tras recibir los consejos de Hugo de Follaquer, maestre de la orden del Hospital, y de Blasco de Alagón, el rey fijó el plan de conquista del Reino de Valencia28. El primer objetivo sería conquistar la villa de Burriana, con lo que se suponía que a continuación todos los castillos situados al norte, entre dicha pobla-ción y Tortosa, se rendirían al dejar de recibir los su-

Probable núcleo fundacional de la villa de Nules, señalizado sobre el plano de las murallas de Nules realizado en 1887 para la subasta de solares resultantes cuando se derribase la muralla, Archivo Histórico de Nules.

Portal de Castelló de las murallas de Nules, se puede observar la monumentalidad de este portal de entrada a la villa, conocido también como portal de Vila-real, asi como las almenas de las murallas, en 1870, anónimo, Museo de Historia de Nules

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ministros que recibían desde Burriana29. Desde la con-versación de Alcañíz hasta que se conquistó Burriana transcurriría algo más de año y medio.

El rey señaló día para que, a primeros de mayo de 1233, las huestes se concentrasen en Teruel, con el fin de ir a conquistar Burriana. Relata el Llibre dels Fe-yts que a mediados de mayo las tropas ya se hallaban asentadas frente a la villa y entre quienes habían acu-dido a la empresa con sus hombres también figuraba el obispo de Tortosa.

Durante el asedio el rey se vio presionado por los maes-tres del Temple y del Hospital, para que les confirmase los privilegios concedidos por sus antepasados; asimis-mo soportó el intento de los aragoneses de abandonar el campamento, a fin de regresar a sus tierras a “segar las mieses”, y rechazó los consejos de Blasco de Alagón para abandonar el asedio y aceptar la compensación que a cambio ofrecía Zayyán30. Por el contrario, el rey reci-

bió el apoyo de Eximén Pérez y de su hermano Pedro Pérez, justicia de Aragón, quienes le aconsejaron con-vocase a los obispos y a los ricos-hombres catalanes, los cuales garantizaron a Jaime I todo su apoyo hasta que fuere conquistada la villa.

En la segunda mitad de julio, Burriana cayó en ma-nos de Jaime I, quien expulsó a sus habitantes, si bien dándoles salvoconducto hasta el término del castillo de Nules31. En apenas cuatro meses fueron cumplién-dose las previsiones del rey, y se le rindió primero el castillo de Peñíscola; los maestres del Temple y del Hospital tomaron los castillos de Chivert y de Cervera, respectivamente; y las huestes cristianas tomaron los de Pulpís, Castellón de Burriana, Borriol, Cuevas de Vinromá, Alcalatén y Villafamés32. El 1 de noviembre de 1233, y en presencia del obispo de Tortosa y otros nobles, el rey otorgó la primera carta puebla de la villa de Burriana33. Por Navidad del mismo año, llegó don Pedro Cornel a Burriana con provisiones, para hacerse cargo de su custodia. Desde allí se iniciaron una serie de ataques contra Onda, Nules, Uixó y Almenara, sin que se consiguiera su inmediata rendición o conquista, a excepción de Almazora, que fue tomada antes del 10 de octubre de 123434 .

Desde el momento de la conquista de Burriana, se hi-cieron efectivas las donaciones que había realizado el rey principalmente a favor de órdenes militares y caba-lleros, pero también distribuyó buen número de casas y tierras a los nuevos pobladores, a fin de incentivar su instalación. La ocupación y recuperación de la pobla-ción con cristianos fue lo bastante rápida, como para que, el 1 de enero de 1235, Jaime I decidiera conceder a sus habitantes las tierras de secano del término, en aras a su transformación en campos y viñas35.

Burriana se convirtió en la base de las tropas, de cara a las campañas que se llevaron a cabo para la conquis-

Los sarracenos de Nules pactan con Jaime I la rendición del castillo, llibre dels Fets, manuscrito de Poblet, biblioteca de la Universidad Central de Barcelona.

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ta de Valencia, hasta comienzos de 1236. A excep-ción del de Onda, que no fue sometido hasta el año 124136, el resto de castillos y fortificaciones del sur de la Plana, como Almenara, Uixó, Castro, o Nules, se rindieron pacíficamente a Jaime I durante la Cua-resma de 1238. Mientras, desde el Puig, realizaba los preparativos para el asedio final de la ciudad de Va-lencia37. Dos años más tarde, el rey donaba a la iglesia de Tortosa un alfòndec sito en la misma ciudad38.

Durante el asedio de Onda, el 1º de mayo de 1241, Jimén Pérez lugarteniente del rey en el Reino de Va-lencia dio posesión de la iglesia de la villa al obispo Ponç de Torrelles39. Con ello, la diócesis de Tortosa ya recuperaba, prácticamente, su antiguo territorio, y el obispo veía cumplido el que, probablemente, fue uno de los principales objetivos de su episcopado, em-pezando a hacer efectiva además de su jurisdicción episcopal sobre los territorios recuperados, también la señorial sobre aquellos lugares que el rey le había donado: el 19 de junio de 1243, otorgaba la carta pue-bla de Cabanes, y el 5 de marzo de 1250, las de las al-querías de Beniayxo y Tahalfazar40. El castillo de Cas-tellón y la alquería de Fadrell debió haberlos recibido de Jaime I poco después de su conquista, pero el 10 de junio de 1245 el rey se los cambió por el castillo y villa de Almazora y la alquería de Benimocar41 .

el papel de ponç de torrelles en la Fundación de nules. los Montcada

En la época de la conquista, el castillo de Nules, encumbrado en uno de los cerros de las últimas es-tribaciones de la sierra de Espadán, y ubicado prác-ticamente en el centro de la Plana de Burriana, do-minaba las principales vías de comunicación de la zona. Su amplio territorio, comprendido entre el de la propia Burriana y el del castillo de Uixó, al cual

rebasaba en la zona más próxima al mar, se extendía hasta la ribera del Mediterráneo. Equidistante del castillo y el mar, la antigua vía romana del Caminás constituía aún, sin lugar a dudas, la principal vía de comunicación de la zona y en ella convergían la ma-yor parte de los caminos que conectaban el castillo con las alquerías de su término.

Algunas de éstas se hallan documentadas ya en épo-ca de la conquista o en los años inmediatos. Tal es el caso de L’Alcúdia, Aigües Vives, Beniesma, Moncó-far y la Mezquita. De las dos últimas sabemos, que además del territorio que les era propio y del con-junto de viviendas y construcciones rurales que las configuraban, poseían una torre fortificada que en momentos de peligro ofrecía una garantía de refugio a sus gentes42.

A través de la toponimia han llegado hasta nuestros días indicios de la existencia de otras alquerías, ubi-cadas en el término del castillo, como Seyt y Benica-tó. No podemos descartar que algunas de las alquerías

Mural del Saló del Tinell del palacio real de Barcelona, donde aparece un caballero con las armas de los Montcada.

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árabes del término del castillo se constituyesen ocu-pando tanto restos de las infraestructuras agrícolas, como de las estancias domésticas de las antiguas villas romanas. Tal es el caso de L’Alcúdia, donde los restos medievales se sobreponen a los de una villa romana, que a su vez se halla sobre restos ibéricos y otros del Neolítico. Lo mismo puede comprobarse en la alquería de la Mezquita, asentada sobre el yacimiento romano de La Torrassa, hoy término de Las Alquerías.

El papel del obispo Ponç de Torrelles en la repobla-ción del término del castillo de Nules fue decisivo, y es muy probable que el hecho de que Guillem de Montcada fuera señor de Tortosa y haber coincidido en la conquista al lado del rey, influyó para que Ponç de Torrelles y el cabildo de Tortosa renunciasen a la mitad de los diezmos que les correspondían sobre el territorio, en beneficio de dicho noble catalán43, se-gún documento fechado el 17 de febrero de 1251; el mismo día en que a través de otro escrito similar le concedieron la otra mitad durante su vida. La razón oficial era el deseo de premiar al mencionado no-ble, por estar fomentando la repoblación del lugar con cristianos. Con ello se facilitaba que Guillem de Montcada pudiera conceder tierras a los nuevos colonos, en condiciones lo bastante atractivas como para incentivar su establecimiento en el término del castillo44. La actitud del obispo y cabildo pue-de considerarse excepcional, pues solo conocemos un antecedente similar, a través de la carta otorgada por los mismos donantes, el 2 de marzo de 1234, a favor de Blasco de Alagón, pero solo respecto de la mitad de los diezmos de los castillos de Morella y Culla45.

El 16 de septiembre de 1251, Jaime I dio en feu-do a Guillem de Montcada, según consuetudinem de Barcelona, el castrum et villam de Nudles, con sus alquerías, torres, prados, pastos, hierbas, aguas, le-

ñas, montes, llanos, bosques, matorrales, hornos, molinos, hombres y mujeres de cualquier estado y condición, así como las entradas, salidas, límites, términos, estanques, pesca, vedados, y el derecho de ejército y cabalgada, con todas y cada una de sus pertenencias. El rey retuvo para sí y sus descendien-tes, a perpetuidad, la potestad, así como el derecho de paz y guerra, según la citada costum de Barcelo-na46. El hecho de que cuando se le hizo donación de los diezmos, Guillem de Montcada estuviera ya re-poblando el término del castillo de Nules, nos hace pensar que el rey también le habría dado, quizá de palabra, el feudo del castillo de Nules, no extendién-dose la correspondiente acta de donación hasta unos meses después.

Al citar la villam de Nules en el documento de dona-ción del castillo, se refiere a la actual Villavieja, pues la pobla, o villa de Nules actual, fue fundada por el propio Guillem de Montcada que, a tal fin, dio carta de población a cien pobladores para que se asentasen en el término del castillo47. Es probable que algunas de las alquerías existentes en dicho término, tal como certifica el propio documento de exención de diez-mos, hubieran sido abandonadas por sus antiguos pobladores y estuvieran ocupándose por algunos de los nuevos pobladores cristianos.

Arqueta funeraria del obispo Ponç de Torrella (1213-1254). Girola de la catedral de Tortosa. Cortesía: Josep Alanyà.

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El obispo Ponç de Torrelles murió el día 29 de agosto de 1254 y su cadáver, en 1801, reposaba en la capilla de Santa Candia de la catedral de Tortosa48.

La fundación de la pobla de Nules debió de tener lu-gar poco tiempo después de la donación del castillo a Guillem de Montcada y antes del 27 de diciembre de 1254, fecha de la carta puebla de Moncófar, ya que en la misma Guillem de Montcada especificaba que los pobladores de este lugar la tendrían y poseerían en paz, con todos sus territorios y derechos, del mismo modo que lo venían haciendo los pobladores de Nu-les. En el caso de Moncófar, los pobladores se obliga-ban a pagar a su señor y a sus sucesores, anualmente, en la festividad de San Juan Bautista, la cantidad de diez sueldos reales de Valencia; asimismo, durante un período de cuatro años no podrían vender ni alienar las posesiones recibidas, si no era con el permiso de Guillem de Montcada49.

Las condiciones para los habitantes de la pobla de Nu-les no debieron de ser muy diferentes, y la repobla-ción del término se llevó a cabo de forma paulatina e incentivada, además, por las concesiones de aguas del Mijares que permitieron la transformación de tierras y con ello unas mejores condiciones de vida de sus pobladores.

Tradicionalmente se ha venido aseverando que la fundación de la pobla de Nules, tal como la de Cas-tellón, fue debida al traslado de los vecinos del an-tiguo Nules al llano50; criterio que no compartimos ni en éste51, ni en el caso de Moncófar, pues no hay documentación que lo avale. Es mucho más factible que la fundación de ambas poblaciones tenga su ori-gen en el asentamiento de colonos cristianos llegados de Cataluña; entre otras razones porque de las cua-tro poblaciones que formaban la baronía de Nules, la totalidad de los habitantes de Nules y Moncófar siempre fueron cristianos, mientras que la Vilavella estuvo habitada exclusivamente por moriscos hasta su expulsión en 1609, y Mascarell, hasta mediados del siglo XVI.

El 20 de agosto de 1258, la baronía de Nules pasó a Guillem Ramón de Montcada, hijo de Guillem52.

En 1269, la nueva población ya contaba con nota-rio53, y desde antes de 1279, en la pobla de Nules ya existía iglesia y cura54.

El 20 de agosto de 1273, Jaime I concedió a Guillem Ramón de Montcada “totam illam aquam que de cequia quam noviter extraximus de rivo Millars ad opus popu-lationis nostre Borriana que vocatur Villa Regalibus”,

Azulejo con las armas de los Centelles procedente de la iglesia del castillo de Nules, segunda mitad del siglo XIV, Nules colección particular.

Libro de gobernación de Gilabert de Centelles y Montcada en Mallorca, en la portada los escudos del rey y del señor de Nules, año 1348.

Fragmento de la tumba de Gilabert de Centelles y Bellpuig, procedía de la iglesia del castillo de Nules, inicios del s. XIV, colección de Daniel Camarlench, hoy desaparecida.

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que no fuera necesaria para los hombres de Villareal. La concesión se realizaba con la finalidad de que di-cho señor pudiera regar en mejores condiciones las tierras del término del castillo55, si bien el intento de llevar el agua del Mijares al término del castillo de Nules debió fracasar.

En 1295, Guillem Ramón de Montcada donó a su hijo Ramón de Montcada el castillo y villa de Nu-les56. El desarrollo económico del territorio hizo que, en 1305, el rey autorizase al obispo y al prior del cabildo de la catedral de Tortosa a comprar unas casas en la pobla de Nules, para usarlas como depó-sito de los diezmos57; pero los años en que la baronía de Nules perteneció a Ramón de Montcada se carac-terizaron por la existencia de graves conflictos en-tre él y sus vasallos, que ocasionaron que una parte de los habitantes de Moncófar la abandonaran y se marchasen a poblar la villa de Corbera58; y también por los problemas económicos del señor de Nules que hicieron peligrar la integridad del antiguo te-rritorio del castillo59. La documentación conservada denuncia esta situación, así como el desgobierno del señorío durante este período, que fue aprovechado por el concejo municipal de Nules para reforzar su preeminencia sobre el resto de poblaciones de la baronía, con el fin de tratar de resolver esa difícil situación.

El 15 de diciembre de 1309, Bernat d’Esplugues com-pró Moncófar a Ramón de Montcada y a su mujer Elisenda de Sarriá, por el precio de 19.500 sueldos de Valencia y unos censales que recibía, anualmente, sobre una heredad que poseía en Campanar60. Éste a su vez vendió dicha población a Ot de Montcada, por 30.530 sueldos, con la condición de que Ramón de Montcada pudiese retrotraer la venta por esa misma cantidad61. Ante dicha situación, el justicia de Nules intentó ejercer como tal en Moncófar y el baile y ju-

rados pretendieron hacer otro tanto, por lo que Ot de Montcada, no estando conforme, acudió al rey para expresar su malestar, que fue resuelto mediante pri-vilegio real, fechado el 4 de septiembre de 1310, por el que se permitía que Moncófar tuviera su propio justicia62.

la venta a Gilabert de centelles y el desarrollo de nules

Ramón de Montcada se comprometió ante el rey a recuperar los lugares y derechos del término del castillo de Nules, pero la solución al problema solo vendría dada el 18 de noviembre de 1314, cuando el rey le autorizó para que los vendiese al noble Gi-labert de Centelles63. El 16 de diciembre siguiente se firmaron las capitulaciones matrimoniales en-tre Gilabert de Centelles y de Bellpuig, y Blanca de Montcada, hija del señor de Nules. En ellas, Gilabert de Centelles se comprometía a comprar a su futuro suegro el castillo de Nules y su término por un im-porte de 250.000 sueldos de Valencia64. Antes de la festividad de San Miguel de 1315, la transmisión ya se había efectuado65.

La compra comprendía tanto el castillo como su te-rritorio, con todos los lugares, rentas y derechos pertenecientes al mismo. A manos de Gilabert pasó también el feudo dado por el rey, así como las conce-siones de aguas del Mijares, el mercado semanal, los privilegios reales dados a los Montcada, y los diezmos concedidos por Ponç de Torrelles.

Gilabert de Centelles inició de manera inmediata una serie de acciones tendentes a devolver la normalidad a la baronía e impulsar su desarrollo. Una de las pri-meras fue solicitar autorización para construir una acequia que llevase el agua del río Mijares hasta el

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territorio del castillo. El 7 de junio de 1316, Jaime II ordenó al baile general del Reino que se desplazase al lugar donde dicho noble pretendía abrir la citada acequia y, si con ello no se perjudicaba a terceros, le autorizase a llevar a cabo las obras66.

El 9 de octubre del mismo año, Gilabert de Centelles prestó homenaje al rey por el feudo del castillo y villa de Nules67. Al día siguiente, y con el deseo de afrontar la necesidad de clarificar el estado real de sus dere-chos sobre la baronía, liberándola de las servidum-bres a que la habían sometido los Montcada, el rey le autorizó para que anulase todos los establecimientos de tierras y casas hechos por aquellos sin licencia real, a fin de poder establecer un nuevo orden ajustado a derecho y recuperar todas las posesiones alienadas hasta el momento68. Enseguida, Gilabert de Centelles revocó dichas concesiones y, el 23 de diciembre de 1316, pactó con los hombres de Nules y de Moncófar la devolución y nuevo establecimiento de todas las posesiones, casas, viñas, campos, tierras cultas e in-cultas, yermas y pobladas, pero reteniendo para sí la undécima parte de los frutos de la tierra69.

Si era importante la transformación de las tierras, tam-bién lo era potenciar que por la nueva población hu-biera tránsito de viajeros y mercaderías. El camino más importante que cruzaba la Plana continuaba siendo el Caminás, con el que Nules conectaba a través del Camí Nou. El 11 de octubre de 1316, Gilabert de Centelles solicitó al rey autorización para variar el trazado del camino que unía Chilches con Burriana (el Caminás), de tal manera que los transeúntes se viesen obligados a pasar por la pobla de Nules, comprometiéndose a abrir el nuevo camino con sus hombres y hacerlo útil al tránsito. El rey ordenó al baile general del Reino que se desplazase a los lugares por donde Gilabert pretendía abrir el nuevo camino, para comprobar sobre el terre-no si la petición era factible y provechosa70.

De forma paralela, Gilabert de Centelles también pactó con Berenguer Dezprats, obispo de Tortosa, los derechos que le correspondían sobre los diezmos del término del castillo, resolviendo mediante concordia firmada en Valencia el 31 de octubre de 131771.

El impulso que deseaba dar Gilabert de Centelles a la baronía de Nules, mejorando las condiciones de los pobladores con el reparto de nuevas tierras de cultivo, para incrementar sus ingresos sobre la pro-ducción agrícola y ganadera, le llevó no solo a traer el agua del Mijares, sino también a transformar en cultivables (mediante la construcción de acequias de drenaje y palafangues), las grandes extensiones de terrenos pantanosos y de marjal del término del castillo, situadas a lo largo de la ribera del Medite-rráneo.

Plano del marquesado de Nules, en el se ven los términos de las cuatro poblaciones ubicadas dentro del territorio del antiguo castillo, 2ª mitad del s. XVIII, Archivo Diputación de Valencia,

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Los trabajos de transformación debieron acometerse con rapidez, pues el 1º de abril de 1319, el estable-cimiento de nuevas tierras de cultivo en el término de Nules hizo necesario que el obispo de Tortosa se pronunciase sobre la forma y manera de distribuir los diezmos que los nuevos cultivos y plantaciones ge-nerasen, decidiendo aplicar el mismo criterio que ya había dispuesto el obispo Ponç en el año 1251.

El obispo aconsejó al señor de Nules que pusiese mojones para señalar las nuevas tierras de cultivo. Por su ubicación, conocemos, con bastante aproxi-mación, las zonas del término que se transformaron en cultivables, y que prácticamente abarcan una ex-tensión de casi dos kilómetros a lo largo de los ac-tuales términos de Nules y Moncófar, desde el límite con el término de Burriana hasta más allá del río Bellcaire. Las actuales partidas del Rajolí, Bovalar, Bròsquil, Racó, Tosca, Marines, Serratelles, Pou, Ra-jadell y parte de las partidas de L’Alcúdia, Quartals y Asseit, del término de Nules, debieron de trans-formase en aquella época, así como la mayor parte del actual término de Moncófar, situado entre dicha población y la ribera del mar72.

La pobla de Nules celebraba los sábados su día de mercado semanal, probablemente desde época de Jaime I, coincidiendo con el de la vecina población de Villareal. Gilabert de Centelles solicitó del rey que le permitiese mudar la fecha a cualquier otro día de la semana, pues la coincidencia en poblaciones tan próximas hacía peligrar su continuidad. El 25 de marzo de 1318, Jaime II le autorizó a cambiar a los jueves de cada semana73.

Gilabert de Centelles actuó como embajador del rey en diferentes misiones diplomáticas a los estados de la pe-nínsula Itálica74; y también ocupó el cargo de lugarte-niente de gobernador en el Reino de Valencia75. Pocos

años después de sus esponsales con Blanca de Montca-da, se trasladó a Cerdeña, llevando a cabo un importan-te papel en las campañas militares que propiciaron la conquista de la isla, en donde murió en el año 131976.A pesar del poco tiempo transcurrido desde su toma de posesión como señor de Nules y la fecha de su muerte, y las ausencias que, por diversos motivos, le mantuvieron alejado físicamente de Nules, podemos afirmar que este noble marcó las directrices y sentó las bases para la transformación y el desarrollo de Nules y su baronía, y propició que su linaje jugara un papel protagonista en buena parte de los acontecimientos históricos de los siglos XIV y XV en la Corona de Aragón, tales como la reincorporación de Mallorca a la corona aragonesa, guerras de la Unión, guerra con Castilla e instauración de la dinastía castellana en la Corona de Aragón.

A la muerte de Gilabert de Centelles y Bellpuig, su heredero, Gilabertó de Centelles y Montcada, era un niño de muy corta edad. Jaime II le dedicó especial protección, bien por los servicios prestados por el pa-dre, bien por el parentesco que unía a la viuda, Blanca de Montcada, con la reina Elisenda. El rey se encargó personalmente de nombrar a los tutores del joven no-ble; primero a Berenguer de Vilafreser, y a la muerte de éste, en 1325, a Bernat Fabré, y veló para que se ocuparan de defender los intereses económicos del menor77.

El 4 de mayo de 1326, el rey ordenó a los albaceas tes-tamentarios de Gilabert de Centelles que reparasen el castillo de Nules, de tal manera que la noble Blanca de Montcada y su hijo pudieran residir en él con ple-nas garantías de seguridad. Del interés del rey ofrece testimonio el hecho que ordenase al infante Alfonso, su primogénito, y al conde de Urgell, que vigilaran o, en su caso, forzaran a los albaceas a cumplir sus órdenes78.

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Durante la minoría de Gilabertó de Centelles, prosi-guieron las transformaciones del término para ampliar las zonas de cultivo. Jaime II autorizó a Berenguer de Vilafreser para establecer tierras yermas y no cultiva-das del término del castillo de Nules, con la única con-dición de que se respetasen los derechos de la Corona, dado que dicho castillo y término eran tenidos en feu-do según costums de Barcelona79. Años más tarde, haría lo propio autorizando a Bernat Fabré para que pudiera establecer en enfiteusis, censos e imposiciones tempo-rales, o perpetuas, de tierras, heredades, posesiones y predios, cultivados o yermos80.

El rey también intervino para defender los derechos de Blanca de Montcada y su hijo sobre la pobla de Bonretorn, situada dentro del término de Villareal. El 22 de agosto de 1326, ordenó al justicia y jurados de Villareal que diesen a dicha señora el mismo trato que al resto de caballeros que tenían posesiones en el término de dicha población81.

El día 7 de abril de 1335, se pactó el matrimonio de Gilabert de Centelles y Montcada, con Toda de Vila-nova, hija del comendador de Montblanch. La dote de Toda fue estipulada en 90.000 sueldos reales y Gi-labert de Centelles ofreció como garantías el castillo y villa de Nules. Dos años más tarde, el rey aprobaba dicho pacto matrimonial82.

En 1251, cuando Jaime I hizo donación del castillo y villa de Nules a Guillem de Montcada, retuvo para la Corona la potestad y el derecho de paz y guerra, según costumbre de Barcelona83. En 1342, Gilabert de Centelles logró que el rey Pedro el Ceremonioso le concediera dicha potestad y cualquier otra juris-dicción que la Corona poseyera sobre dicho castillo, así como el cequiaje de las escorrentías de la acequia de Villareal; todo a cambio del castillo de Montornés. Sin embargo, el rey se reservó el derecho a recupe-

rarlo, si pagaba al cesionario la cantidad de 40.000 sueldos reales de Barcelona84. Las Cortes valencianas, reunidas ese mismo año en la ciudad de Valencia, protestaron por el hecho, pero la realidad fue que, con dicha permuta, Gilabert de Centelles se convirtió en el auténtico señor de la baronía de Nules y, con el paso de los años llegó a ser uno de los personajes más influyentes de la corte de Pedro el Ceremonioso. Su potencial económico le hizo convertirse en asiduo fiador del monarca bajo el cual alcanzó la máxima expansión territorial la Corona de Aragón85.

El 22 de agosto de 1342, el rey confirmó a Gilabert de Centelles el privilegio de concesión de aguas del río Mijares, otorgado por Jaime I en el año 1273, así como el de celebración en la villa de Nules de un mer-cado semanal86.

El 10 de mayo de 1343, el rey, a cambio de 8.000 sueldos barceloneses, concedió autorización para que Gilabert de Centelles, a perpetuidad, pudiera tener un embar-cadero en la marítima de Nules, por donde los vasallos

Nules, iglesia de la Sangre, ejemplo de la pervivencia del gótico de reconquista o predicación en la zona de la Plana, 2ª mitad del siglo. XVI.

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del noble, tanto cristianos como sarracenos, pudieran exportar el vino, trigo, cebada, lana, pasas y cualquier otro género de mercaderías producidas en la baronía87.

En marzo de 1347, Gilabert ya figura como conse-jero del rey88. El 2 de julio del mismo año, Pedro el Ceremonioso le concedía autorización para que en la villa de Nules se pudiera celebrar una feria anual de quince días de duración89.

Durante las guerras de la Unión, el señor de Nules fue uno de los nobles que permaneció fiel al monar-ca, a pesar de que parte de sus vasallos militaron en las filas unionistas90. Pero, sin lugar a dudas, el papel más trascendental de Gilabert de Centelles fue el que desarrolló como gobernador del Reino de Mallorca, cargo para el que fue nombrado el 7 de junio de 1348. Desde el primer momento de su llegada a la isla, se esforzó en prepararla ante un más que cierto intento de Jaime III de Mallorca por recuperar su antiguo reino; fortificó los castillos, avituallándolos para la guerra y preparó la ciudad de Palma para acoger a las gentes de las poblaciones de la isla que no estaban amuralladas. Al saber que Jaime III, con la ayuda de genoveses, de la reina Juana de Nápoles y de los Grimaldi, había organi-zado una armada, puso en práctica la estrategia de tierra quemada.

El 25 de octubre de 1349, Jaime III era derrotado y muerto en la batalla de Lluchmayor91. Gilabert de Cen-telles dirigió personalmente el traslado del cadáver del último rey de la dinastía mallorquina hasta Valencia92, en cuya catedral fue enterrado. En el mismo navío lle-vó a la reina viuda, que fue recluida en un monasterio de la ciudad, y a los infantes que restaron cautivos.

En el año 1353, se encargó de reunir las tropas y flota con que Mallorca contribuyó a la expedición de Cer-

deña y, un año más tarde, se trasladó a dicha isla para sofocar la rebelión de Mateo Doria.

Asimismo, durante la invasión del Reino de Va-lencia por Pedro el Cruel de Castilla, Gilabert de Centelles y su hijo Pedro desempeñaron un impor-tante papel en defensa de los intereses de la corona aragonesa.

Sabemos que como consecuencia de la guerra, el cas-tillo de Nules había sufrido incendios y destrucciones. Gilabert de Centelles y Montcada, en su testamento, dejaba constancia de que la capilla del castillo estaba “quasi tota derruïda, destructa y cremada”, y encargaba a su primogénito, Pere de Centelles, que la hiciera edificar de nuevo, para lo cual legaba la cantidad de 8.000 sueldos. Hasta esa época, el castillo había sido el lugar más seguro de su territorio y en él tenían su residencia los señores de Nules cuando estaban en la baronía, y también el baile del castillo93.

A inicios de 1377, y tras la experiencia de la invasión castellana, el rey ordenó reparar y fortificar todos los castillos y lugares del Reino94. Pere de Centelles fortificó la villa de Nules con muros, torres y fosos; las obras se sufragaron con las recaudaciones que se obtenían de la imposición de sisas sobre el pan, vino, carne y otras mercaderías en el término del castillo de Nules y en Chilches, según autorización concedida por Pedro el Ceremonioso. El 4 de julio 1379, el rey le concedió una prórroga de las sisas, con esa misma finalidad, por un período de cinco años más95. Las obras de fortificación se prolonga-ron largo tiempo y transformaron la imagen de la villa de Nules, al dotarla de altas tapias, veintidós torres y cuatro portales, ubicados en el centro de cada uno de los cuatro lienzos de la muralla, lo cual la convirtió en una de las poblaciones mejor fortifi-cadas de la zona.

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el centro Fundacional de la villa de nules

Si el lugar escogido para el asentamiento de los 37 ca-bezas de familia que fundaron Moncófar fue la antigua alquería árabe del mismo nombre, los pobladores que fundaron Nules se ubicaron en un pequeño altozano que estaba rodeado por los barrancos de los actuales Camino de Onda, el Ravalet y el Barranquet, con lo que la nueva población quedaba protegida de eventua-les inundaciones. El lugar estaba cruzado por un anti-guo camino y distaba unos dos kilómetros del castillo de Nules, con el que conectaba por el barranco que recogía las escorrentías de la Font Freda y que también era utilizado como camino.

De la observación del plano realizado en 1887 para la subasta de solares resultantes del derribo de las antiguas murallas y, de manera especial, del parcela-rio realizado en 1939 por Regiones Devastadas, para evaluar el nivel de destrucción sufrido por la villa de Nules durante la guerra civil, podemos deducir algu-nos datos importantes para conocer cuál y cómo fue el núcleo fundacional de la pobla de Nules.

En ambos documentos gráficos se ve que la totalidad de las calles del recinto histórico de la Vila son estric-tamente perpendiculares entre sí y forman una retí-cula perfecta, únicamente rota por la ubicación de la iglesia Mayor, cuya planta está dispuesta en diagonal a las calles. También se puede comprobar que la ma-yor parte de las manzanas de viviendas tienen forma cuadrangular, a excepción de las dos alineaciones de manzanas más próximas al lado de montaña.

El antiguo camino que cruzaba el lugar fue tomado como eje central de la población; perpendicularmente a éste se trazó una calle principal, coincidente con la prolongación del barranco de la Font Freda, el cual a

inicios del siglo XIV pasó a denominarse también ca-mino de la Vilavella.

La vía equivalente al decumanus de los campamentos romanos, actual calle Mayor, está orientada de no-reste a suroeste, mientras que la correspondiente al cardo maximus, coincidente con la antigua calle de la Vilavella, tiene la orientación de noroeste a sureste. Idéntica orientación tienen las calles del recinto me-dieval de Villareal, y muy aproximada las del recinto histórico de Castellón. Dicha orientación debió adop-tarse, por motivos sanitarios, en razón de la climato-logía de la zona.

En Castellón, lo mismo que sucede en Nules, la igle-sia Mayor tenía orientación este-oeste; lo cual es lógi-co dado que en la época era preceptivo que el ábside de los templos estuviera orientado al este. En ambas poblaciones coincidía también la ubicación del ce-menterio, en el exterior del templo, por el lado del Evangelio (ad dexteram Patri).

Al lado izquierdo de la intersección de la calle Mayor con la calle de la Vilavella se ubicó la plaza, donde se

Jaime I, obra de Pi Belda, colocada en la plaza Mayor de Nules en el año 2001 con motivo de la conmemoración del 750 aniversario de la donación del castillo de Nules a Guillem de Montcada.

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situaron los edificios comunales, que devino lugar de celebración del mercado.

Únicamente tenían consideración de calles la Ma-yor y aquellas que se trazaron perpendicularmente a ella. Paralelamente a la calle Mayor se proyectaron unas vías secundarias conocidas como les travesse-res. La peculiaridad de les travesseres y el motivo por el que, probablemente, no eran consideradas como calles, era el de ser simples vías de paso entre estas últimas. La fachada principal de las casas abría siem-pre a las calles, y en ningún caso a una travessera; a éstas solamente abría alguna puerta que daba acceso al corral de las casas que hacían esquina. Este tipo y denominación de vías públicas, en la comarca de la Plana, solamente los conocemos en Nules y perduró a nivel popular hasta bien entrado el siglo XX.

Las manzanas de casas, que tienen forma cuadran-gular, miden una media que oscila entre los 40 y 44 metros de lado; la mayor parte de las casas tienen entre 4 y 5 metros de fachada y entre 20 y 22 de lar-go; una minoría de casas tienen esa misma longitud pero su fachada oscila entre los 7 y los 9 metros de ancho. El ancho de las casas pudo estar condiciona-do por la medida más común de las vigas de made-ra utilizadas en la época, los denominados cabirons divuitens.

Los solares distribuidos por Guillem de Montca-da en el momento de otorgar la carta puebla, de-bían de tener las dimensiones del primer tipo de casas; el segundo tipo debe ser el resultante de la unión de dos solares. En su mayoría, en el núcleo fundacional, estas casas de fachadas más anchas se hallan en la plaza Mayor y sus proximidades, debiendo corresponder a edificios comunales o de familias notables y también seguramente a hospe-derías y talleres.

Por los datos que han aportado los derribos en el centro de la villa, los muros perimetrales de la pri-mera planta de las casas se construyeron con la técnica del tapial, raramente con las técnicas del mampuesto, ladrillo o sillería; estas dos últimas se reservaron para el ángulo del lateral de las casas que hacían esquina, para el arco de entrada a la casa y para los arcos que dividían estancias del interior de las casas y, en el caso de las viviendas o loca-les resultantes de la unión de dos solares, para la medianera central a fin de comunicar los espacios. Curiosamente, en algunas casas aparece el tapial en la primera planta, mientras que en la segunda ya se utiliza el mampuesto o el ladrillo, lo cual parece indicar que muchas casas se construyeron de una planta, pero con el paso del tiempo se reformaron para añadirle una segunda e incluso una tercera. El grosor de las paredes medianeras oscila entre los 50 y los 70 centímetros.

En la mayoría de los casos, la puerta que daba acce-so a la vivienda era de pequeñas dimensiones y de arco de medio punto, raramente adintelada, lo cual se explica por el hecho de que, hasta bien entrado el siglo XIX, los labradores, en su gran mayoría y para trasladarse al campo a labrar o recoger las cosechas, no utilizaban carros sino que lo hacían llevando los animales de trabajo aparejados con los útiles de labor o las albardas.

Si relacionamos la cifra de cien cabezas de familia a quienes se otorgó la carta puebla de Nules, con el nú-mero medio de unos 18 patios o casas que forman las manzanas que tienen forma cuadrangular, y tenemos en cuenta los espacios destinados a edificios y usos comunales: plaza, sala del consell, iglesia, cementerio, casa abadía, horno, carnicería, pescadería, alhóndiga y patios por distribuir etc., podemos considerar que el núcleo fundacional de Nules pudo estar formado por

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la plaza Mayor y las manzanas comprendidas por los tramos de la calle Mayor, travessera de Dalt (actual ca-lle de la Soledad) y travessera de Baix (actual calle de San Félix), limitados por las calles de San Antonio y San Roque. Las manzanas situadas del lado de mon-taña, esto es, de la travessera de Dalt (actualmente de forma rectangular), debieron proyectarse como man-zanas cuadrangulares, lo mismo que las ubicadas del lado de mar, de la travessera de Baix.

Hay que apuntar que hasta la llegada del agua del Mi-jares a Nules, los habitantes de la población debieron de proveerse del agua procedente de la Font Freda y de pozos. Al respecto está probada, documental y arqueológicamente, la existencia de una acequia sub-terránea, que conducía el agua de la Font Freda desde el barranco del mismo nombre hasta la población y que con ella se hacía funcionar el molino del señor de la villa96.

El recinto urbano fundacional debió de estar cerra-do por una tapia, que serviría principalmente para determinar la condición de vecino a sus habitantes y controlar las mercaderías; las manzanas de casas, por razones de seguridad estarían separadas de la tapia.

En el ideograma que encabeza la visita pastoral que el 23 de marzo del año 1316 realizó el obispo de Tortosa, Francesc de Paholac, el muro que cierra la población tiene dos puertas en sus extremos97. Probablemente, en la época aún se mantenía el muro fundacional con dos únicas puertas: aquella de la que partía el cami-no que conducía al castillo y a la Vilavella; y la que daba acceso al Camí Nou, que unía la población con el Caminás.

expansión del recinto urbano de la villa de nules

A partir de la autorización otorgada en 1316, para variar el trazado del Caminás desde Chilches hasta Nules, Gilabert de Centelles debió de abrir la bifur-cación que partiendo de éste en los lindes del térmi-no de Chilches con el término del castillo de Nules, se dirigía hasta la pobla de Nules; al tiempo que de-bió abrir el nuevo portal de Valencia, a la altura de la calle Mayor, para dar acceso desde el camino al inte-rior de la población. Es probable que, con el fin de mejorar el tráfico y conducir los frutos e impuestos que le correspondían sobre la pobla de Bonretorn, también abriese un camino que llevase desde dicho

Recinto amurallado de Mascarell, probable lugar de asentamiento de las tropas de Jaime I para la conquista de Borriana, donde se asentaron parte de los moros expulsados tras al conquista de la población. El lugar fue amurallado en la segunda mitad del siglo XVI. Foto Mateo Gamón.

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lugar hasta la pobla de Nules, dando lugar así al por-tal de Villareal98. Tal y como había solicitado Gilabert de Centelles al rey, debió ordenar el cierre del Caminás haciéndolo intransitable, mediante fosos, vallas, roturando su firme y plantando cultivos en algunos tramos. Es el mismo sistema que, años más tarde, intentaron utilizar los habitantes de Castellón con el tramo del camino Real que pasaba por su término, con el fin de conectarse directamente con Borriol y reabrir el tramo del Caminás desde Castellón hasta el Bellcai-re; con ello habrían invalidado la acción de Gilabert de Centelles para obligar el paso por la pobla de Nules. Pero la oposición de Villareal y la interven-ción del rey frustraron los intentos de los de Cas-tellón99.

Con la llegada de las aguas del Mijares, la transfor-mación de la zona de marjal en terrenos cultivables, así como con la concesión de la feria y el cargador, se originó un importante crecimiento demográfico y económico, de manera que se ocuparon buena par-te de los solares que quedaron por distribuir en el interior del recinto. Sabemos que, en 1365, la villa ya contaba con un hospital100, situado en las proxi-midades del portal que unía la población con el Ca-minás.

A pesar de estar rodeada de tapia, Nules no ofrecía suficiente seguridad, tal como nos lo sugiere la dispo-sición de Jaime II ordenando reparar el castillo para que en él pudieran residir con garantías de seguridad Blanca de Montcada y su hijo Gilabertó101. Además de estos desperfectos más ordinarios sufridos por el castillo, la villa de Nules también quedó afectada por las secuelas de la guerra con Castilla y la consiguien-te invasión castellana: un buen número de sus habi-tantes se vieron obligados a abandonar la población,

llevando consigo ganados y algunos bienes muebles, refugiándose en la zona del Maestrazgo102. Tras la gue-rra, Pedro el Ceremonioso ordenó la reconstrucción y fortificación de los castillos y murallas que habían sido dañados103.

Como consecuencia de los daños sufridos por mu-chas poblaciones durante la guerra, sabemos que una serie de localidades de las tierras castellonen-ses llevaron a cabo obras de fortificación; tal es el caso en la zona del Maestrazgo de las poblaciones de Villafamés, Albocácer, Cuevas de Vinromá, Be-nasal, San Mateo, Alcalá de Chivert, Peñíscola, Be-nicarló y Traiguera; y en la Plana, las de Castellón, Villareal104, y también en Nules, en donde se debió aprovechar para derribar completamente el muro fundacional, con sus posibles ampliaciones, y cons-truir unas fuertes murallas. El poder económico y político del señor de Nules sería decisivo a la hora de llevar a cabo el proyecto, pues además de su fi-nalidad defensiva, la nueva fortificación, solar de los Centelles en el Reino de Valencia, debía ser buen exponente de su poder.

El recinto que abarcó la nueva muralla superaba en más del doble al anterior, ya que se tuvo la precau-ción de dejar suficiente espacio en su interior para posibilitar el crecimiento de la población durante un largo período de tiempo. Hasta que no se repartieron como patios y se edificó sobre ellos, algunos de estos espacios se utilizaron como huertos y corrales.

La construcción de la muralla quedó condicionada por la existencia de la acequia Mayor, que discurría muy próxima al núcleo de población ya existente, y por el barranco del camino de Onda (actual calle de Santa Teresa), distante de la plaza unos 200 metros. Ello hizo que la expansión de la población se proyec-tase hacia el lado de la montaña y hacia el de Valencia,

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dado que el barranco conocido como el Barranquet (actual calle Padre Tomás Lucas), que hacía de límite en dicho lado, dista de la plaza unos 300 metros.

La muralla, a diferencia de las de Villareal y Castellón era almenada; contaba con veintidós torres y cuatro puertas; las del portal de la Vilavella y de l’Orta, abier-tas en el flanco de las respectivas torres que cerraban las calles del mismo nombre y que correspondían a la calle principal que se trazó perpendicularmente a la que se tomó como eje principal en el momento de la fundación. En los extremos de este último se alzaban el portal de Valencia y el de Villareal o Castellón, protegi-do cada uno de ellos por dos torreones almenados que sobresalían unos nueve metros del lienzo de muralla. En los lienzos de los lados del mar y de la montaña, la distancia entre las torres oscilaba, aproximadamente, entre los 59 y los 69 metros; en los lienzos de los lados de Valencia y Castellón dicha distancia oscila entre los 46 y los 59 metros. Las torres de las esquinas y los torreones que flaqueaban los portales de Valencia y Castellón tenían forma circular, mientras que el resto tenían forma semicircular, no dando lugar a ningún ángulo recto.

Tanto las calles como les travesseres tenían unos cinco metros de ancho, a excepción de la actual calle Mayor que alcanzaba los siete metros de ancho.

La muralla originariamente quedaba separada de las casas por un callejón de cinco metros de ancho. Un vestigio de dicho corredor era, en el momento de de-rribarlas, el carreró de Santa Maria, que aún comu-nicaba la calle de Santa María con la del portal de la Vilavella. En su parte superior, las murallas contaban con adarve o andador, protegido por almenas. El ac-ceso a dicho andador se hacía mediante escaleras de obra situadas en las cuatro esquinas interiores de las murallas y desde las torres de los cuatro portales.

Para la construcción de la cimentación de la muralla se utilizó mortero de cal, arena y bolos de río, mien-tras que para el alzado de muros y torres se empleó el tapial de capas de tierra apisonada de unos siete cen-tímetros de grueso, intercaladas con otras de mortero de cal de unos dos centímetros. La piedra de cantería solo se utilizó para las puertas.

De las dimensiones de la muralla sabemos que su pe-rímetro era de unos 1.140 metros; la cimentación te-nía una profundidad aproximada al metro y un grosor que oscilaba entre los 2,40 y los 2,50 metros. Desde el nivel de calle hasta 1,20 metros de altura, el grosor de la muralla era de 2,20 a 2,25 metros; el diámetro de las torres de las esquinas, a nivel de cimentación, ron-daba los 8 metros; y la altura de las murallas, desde el nivel del suelo, se situaba en torno a los 8 metros105.

NOTAS

1. Zurita, J.: Anales de la Corona de Aragón, Zaragoza, 1976, Vol. I, pp. 574-575.

2. SáncheZ adell, J.; Guichard, P.: “Carta puebla de Benimaho-met”, B.S.C.C., Castellón, 1984, p. 356.

3. García SanZ, a.: “Mudéjares y moriscos en Castellón”, B.S.C.C., Castellón, 1952, p. 94.

4. Existen en la Plana otras poblaciones de planta de conquista, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII, como son el caso de Almenara, Almazora, Mascarell, Moncófar y Chilches, pero quizás por el peso histórico de Castellón, Villareal y Nules, son éstas las más referenciadas.

5. traver tomáS, v.: Antigüedades de Castellón de la Plana, Caste-llón, 1958, p. 40.

6. traver García, B: Historia de Villarreal, Villarreal, 1909, p. 26; ramón de maría, P.: El repartiment de Borriana y Villarreal, Valen-cia, 1935, p. 211; DOÑATE SEBASTIÁ, J. Mª: “Evolución Urba-na de Villarreal”, VIII Congreso de la Corona de Aragón, Valencia, 1969, tom. 2, vol. I, p. 155.

7. SáncheZ adell, J.; Guichard, P.: “Carta puebla de Benimaho-met”, B.S.C.C., Castellón, 1984, pp. 357-359.

8. ramón de maría, P.: El repartiment de Borriana y Villarreal, Va-lencia, 1935, pp.118-121.

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9. Ibidem, pp.73-74; SOLDEVILA, F.: Pere el Gran, Barcelona, 1950, tom. 1, vol. I, p. 120.

10. Ibidem, Valencia, 1935, pp.78-81.

11. Ibidem, pp. 86-114.

12. Ibidem, pp. 90-91.

13. Ibidem, p. 101.

14. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 287, f. 53v.; huici miranda, a.; ca-BaneS Pecourt, m. d.: Documentos de Jaime I, Valencia, 1978, vol. III, pp. 48-49.

15. FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, p.32.

16. Archivo de la Catedral de Tortosa: Privilegios Reales, nº 3, pu-blicado por o’callaGan, r.: Anales de Tortosa, vol. III, pp. 295-307; riSco, m.: España Sagrada, Madrid, 1801, vol. XLII, pp. 324-327.

17. moncluS y eSteBan, J.: “Els bisbes de Tortosa anteriors al 1300”, Catalunya Romànica, Barcelona, 1997, vol. XXVI, pp. 84-49.

18. A.C.A.: Pergaminos de Jaime I, núm. 230; huici miranda, a.; caBaneS Pecourt, m. d.: Documentos de Jaime I de Aragón, Valencia 1976, vol. I, pp. 115-120.

19. roca traver, F.a.: “Precedentes y conquista de las tierras cas-tellonenses”, En torno al 750 Aniversario, Valencia, 1989, vol. II, pp. 176-177; Font riuS, J.mª: “La Conquesta: un procés històric”, En torno al 750 Aniversario, Valencia, 1989, vol. I, p. 253; Belen-Guer ceBriá, e.: Jaime I a través de la història, Valencia. 1984, vol. II, p. 133.

20. A.R.V.: Manaments i Empares, año 1262, libro VI, mano 70, f. 31; huici miranda, a.; caBaneS Pecourt, m. d.: Documentos de Jaime I de Aragón, Valencia, 1976, vol. I, pp. 137-138.

21. huici miranda, a.; caBaneS Pecourt, m. d.: Documentos de Jai-me I de Aragón, vol. I, pp. 139-144.

22. riSco, m.: España Sagrada, Madrid, 1801, vol. XLII, pp. 140-141.

23. Soldevila, F.: Vida de Jaume I el Conqueridor, Barcelona, 1968, pp. 76-77.

24. huici miranda, a.; caBaneS Pecourt, m. d.: Documentos de Jai-me I de Aragón, vol. I, pp. 147-148.

25. A.C.A.: Pergaminos de Jaime I, nº 269. Los Montcada se con-taban entre las familias de nobles más influyentes en la corte condal, desde antes de la unión con Aragón, y participaron de forma notable en la práctica totalidad de las gestas de la expan-sión de los dominios de sus señores y a Guillén Ramón, hijo del Ramón de Montcada, señor de Tortosa, que aparece en el docu-mento y que murió en la batalla de Porto Pi, durante la conquista de Mallorca, fue el primer señor de Nules al donarle el rey, el 16 de septiembre de 1251, el castillo de Nules; huici miranda, a.; caBaneS Pecourt, m. d.: Documentos de Jaime I de Aragón, vol. I, pp. 148-151.

26. FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 22-23.

27. riSco, m.: España Sagrada, Madrid, 1801, vol. XLII, p. 147.

28. La fecha en que tuvo lugar la reunión de Alcañiz ha sido fijada por: García edo, v.: “Blasco de Alagón”, B.S.C.C., Castellón, 1986, pp.392-394.

29. Soldevila, F.: Llibre dels Feits, Les Quatre Grans Cròniques, Bar-celona, 1971, pp. 62-63.

30. Ibidem, pp.76-77.

31. Ibidem, pp. 72-80; FeliP SemPere, v.: “La conquesta de Borriana al Llibre dels Fets”, Burriana en su historia, Burriana, 1991, pp. 53-58.

32. Soldevila, F.: Llibre dels Feits, p. 83. Según Gual Camarena, dichas rendiciones debieron de darse entre agosto y noviembre de 1233; Gual camarena, m.: “Reconquista de la zona castellonense”, B.S.C.C., Castellón, 1949, pp.: 434-435; mientras que Roca Traver, supone que todo ello sucedió antes del 24 de julio del mismo año 1233, basándose en que en esa fecha el rey concedió el castillo de Alcalatén a Eximén de Urrea, obviando que no hubiera sido ésta la primera vez en que Jaime I realizaba concesiones antes de haber poseído el lugar motivo de la concesión; “Precendentes y con-quista de las tierras castellonenses”, En torno al 750 Aniversario, Valencia, 1989, vol. II, pp. 176-177.

33. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 479, ff. 134v-135r.; ramon de maria, P.: El “repartiment” de Borriana y Villarreal, Valencia, 1935, pp. 21-22; Universitat Jaume I, Castellón, Arxiu Virtual Jaume I, doc. 72.

34. Soldevila, F.: Llibre dels Feits, pp. 83-84; BelenGuer ceBriá, e.: Jaime I a través de la història, Valencia. 1984, vol. II, p. 145.

35. ramon de maria, P.: El repartiment de Borriana y Villarreal, Va-lencia, 1935, p. 39.

36. Font riuS. J.m.: “La Conquesta: un procés històric”, En torno al 750 Aniversario, Valencia, 1989, vol. I, p. 261.

37. Soldevila, F.: Llibre dels Feits, pp. 104-106.

38. huici miranda, a.; caBaneS Pecourt, m. d.: Documentos de Jai-me I de Aragón, Valencia, 1976, vol. II, pp. 72-73.

39. A.C.T.: Común del Obispo y Cabildo, nº 33; García edo, v.: Llibre de privilegis de la vila d’Onda, Onda, 1988, p. 67; Universitat Jaume I, Castellón, Arxiu Virtual Jaume I, doc. 297.

40. Universitat Jaume I, Castellón, Arxiu Virtual Jaume I, docs. 685, y 692.

41. A.C.A.: Pergamins de Jaume I, nº 996; huici miranda, a.; ca-BaneS Pecourt, m.: d.: Documentos de Jaime I de Aragón, Valencia, 1976, vol. II, pp. 199-200; FeliP SemPere, v.: La qüestio de les ai-gües entre la vila de Nules i Borriana, Nules, 1987, p. 15; García edo, v.: Derechos históricos de los pueblos de la Plana a las aguas del río Mijares, Castellón, 1994, pp. 110-111; Universitat Jaume I, Castellón, Arxiu Virtual Jaume I, doc. 316.

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42. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 213, f. 225r.-v.; Soldevila, F.: Llibre dels Feits, cap. 249.

43. El linaje de los Montcada fue uno de más preclaros de la Ca-taluña medieval. Los cronistas de la época coinciden en atribuir a un miembro de ésta familia nobiliaria, Guillermo Ramón de Montcada, la sugestión del matrimonio de Petronila con el conde de Barcelona, aprovechando su ascendencia sobre el rey Ramiro de Aragón.

Guillermo Ramón, conocido como el Gran Senescal de Cataluña, en 1147, tomó parte en la conquista de Almería y, más tarde, en las de Tortosa, Lérida, Fraga y Mequinenza. De manera especial su contribución en la conquista de Tortosa fue de gran importancia, y le valió la señoría sobre la tercera parte de la ciudad; participó como diplomático en diversas misiones en el Mediodía francés, Castilla y Navarra; en este sentido cabe remarcar en el año 1151, su intervención en el tratado de Tudilén, por el cual Castilla y Cataluña se repartían el Al-Andalus para las futuras conquistas. Así mismo participo en la negociación de la paz con Navarra. Du-rante los primeros años de su reinado fue curador del rey Alfonso el Casto.

En 1150, junto con sus hijos, Guillém, Ramón y Berenguer, en tie-rras propias donadas a tal fin fundó el monasterio cisterciense de Santa María de Valldaura que, con el tiempo seria conocido como Santes Creus. En dicho monasterio reposan sus restos junto a los de los reyes Pedro el Grande y Jaime II.

Años más tarde sus descendientes participaron de forma notable en las conquistas de Mallorca y Valencia.

El Guillermo de Montcada al cual se le donó el castillo de Nules era biznieto del Gran Senescal de Cataluña. Combatió en la con-quista de Mallorca, donde murió su padre, del cual heredó el seño-río de Tortosa y los derechos sobre la castellanía de Lérida. Como consejero de Jaime I, le acompaño a la conquista de Valencia, así como en la toma de Játiva y de Biar, participando también en el tratado de Almizra con Alfonso X de Castilla.

Como jefe de las tropas mercenarias a sueldo del rey al-Mustansir de Túnez y embajador real, permaneció en África desde 1255 has-ta 1260. A partir de 1273 ocupó el cargo de Lugarteniente General del Rey en Cataluña. Acompañó a Jaime I en las campañas contra los sarracenos que se habían rebelado, participando en las batallas de Albaida y de Llutxent, donde fue herido. Murió hacia el año 1278.

44. A.C.T.: Cartulari núm. 8, fols. 147v-149r.; la misma política de incentivar la transformación de tierras y el consiguiente desarro-llo demográfico y económico del término del castillo respetaron y aplicaron los obispos Bernat d’Olivella, Arnau de Jardí, Dalmau de Montoliu, Pere Batet, Francesc de Paolac y Berenguer Desprats hasta que pudo darse por consolidada la colonización cristiana en la primera mitad del siglo XIV; FeliP SemPere, v.: “Documents de la catedral de Tortosa referents a la vila i terme de Nules”, Estudis Castellonencs, vol. I, Castellón, 1983, pp. 459-472; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 85-

87.

45. Universitat Jaume I, Castellón, Arxiu Virtual Jaume I, doc. 111.

46. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 287, f. 53 r.; huici miranda, a.: Co-lección Diplomática, doc. 407; dominGo PéreZ, c.; vicent cava-ller, J.a..; Barceló PéreZ, m.c.: La Vilavella, Valencia, 1977, p. 218; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, p. 88.

47. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 213, f. 225.

48. riSco, m.: España Sagrada, Madrid, 1801, vol. XLII, p. 144.

49. GonZáleZ m.: “Fundación de Moncófar”, Ayer y Hoy, Caste-llón, vol. I, pp. 342-243; García edo, v.: “Notas a la carta de pobla-ción de Moncófar”, B.S.C.C., Castellón, 1991, pp. 428-429; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término ge-neral del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 91-92.

50. diaGo, F.: Anales del Reyno de Valencia, Valencia, 1613, p. 353; lemoS, F.J.: Virtudes medicinales de las aguas de Villavieja de Nules, Valencia, 1788, pp.25-26; riBa cardúS, v.: Villavieja de Nules, sus aguas termales, apuntes históricos, Castellón, 1898, pp. 25-26.

51. Joan Vicent Cavaller ya dejó claro este punto en su edición crítica de las dos ediciones de la obra de Víctor Riba; vicent cava-ller, J.a.: Víctor Riba Pbro. Villavieja de Nules y sus aguas termales, apuntes históricos, facsímil de las ediciones de 1898 y 1906, La Vilavella, 1994, pp. 22-24.

52. A.R.V.: Varia, libro 281, ff. 10 r.-11 v; torreS miralleS, J.: Nu-les, La parroquia de San Bartolomé, monografía histórica religiosa, Valencia, 1994, p. 51.

53. A.C.V.:: pergamino núm. 1823; dominGo PéreZ, c.; vicent ca-valler, J.a.; Barceló torreS, m.c.: La Vilavella, Valencia 1977, pp. 175-176.

54. riuS Serra, J.: Rationes Decimarum Hispaniae, 1279-1280, Bar-celona, 1946, vol. I, p. 169.

55. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 873, fols. 194v -195r.; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 91-92.

56. A.C.A.: Pergamins de Jaume II, nº. 1959.

57. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 203, f. 44r. FeliP SemPere, v., García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 93-94..

58. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 205, f. 154v.; dominGo PéreZ, c.; vicent cavaller, J.a..; Barceló PéreZ, m.c.: La Vilavella, Valencia, 1977, p. 221.

59. dominGo PéreZ, c.; vicent cavaller, J.a.; Barceló torreS, m.c.: La Vilavella, Valencia 1977, pp. 179-182; FeliP SemPere, v.; García edo v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de

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Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 35-36.

60. A.C.A.: Pergamins de Jaume II, nº. 2725.

61. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 207, f. 197r.

62. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 145, f. 129 v; FeliP SemPere, v.; Gar-cía edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 94-95.

63. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 211, f. 233 v.; FeliP SemPere, v.; Gar-cía edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, p. 102.

64. A.R.V.: Varia, libro 821, ff. 11r-31v.; dominGo PéreZ, c.; vicent cavaller, J.a.; Barceló torreS, m.c.: La Vilavella, Valencia 1977, p. 182.

65. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 212, f. 72r.

66. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 313, f. 153r.; FeliP SemPere, v.; Gar-cía edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, p. 103.

67. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 287, f. 53r.

68. A.C.A.: Pergamins de Jaume II, nº 3495.

69. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 219, f. 314v.

70. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 213, fols. 225v-226r.; FeliP SemPe-re, v.: La fira de Nules en la época contemporánea, Onda, 1998, p. 177; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 105-106.

71. A.C.T.: Sr. Bisbe, calaix 1, nº 8 y 35; FeliP SemPere, v.: “Do-cuments de la catedral de Tortosa referents a la vila i terme de Nules”, Estudis Castellonencs, vol. I, Castellón, 1983, pp. 468-469 y 471-472; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y conce-siones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 106-108

72. A.C.T.: Sr. Bisbe, calaix 1, nº 4; FeliP SemPere, v.: “Documents de la catedral de Tortosa referents a la vila i terme de Nules”, Es-tudis Castellonencs, vol. I, Castellón, 1983, pp. 469-470; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término ge-neral del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 109-111.

73. A.C.A.: Reg. 215, ff. 272v-273r.; FeliP SemPere, v.: La fira de Nules en la época contemporánea, Onda, 1998, p. 178; FeliP SemPe-re, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 108-109.

74. Salavert roca, v.: Cerdeña y la expansión mediterránea de la Corona de Aragón, Barcelona, 1956, Vols. I y II.

75. mateu iBarS, J.: Los virreyes de Valencia, Valencia, 1963, p. 60.

76. Soldevila, F.: Crònica de Pere el Cerimoniós, Les Quatre Grans Cròniques, Barcelona, 1971, p. 1016.

77. A.C.A.: Pergamins de Jaume II, nº 4.114.

78. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 187, f. 63r.

79. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 218, f. 79v.; A.C.A.: Cancelleria, Reg. 219, f. 273v.-274r.

80. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 187, f.291v.

81. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 189, f. 204 v; A.C.A.: Cancelleria, Reg. 188, f. 3r-4v.; FeliP SemPere, v.: “Revoltes populars a la Plana durant la segona meitat del segle XIV. Aproximació a l’actitud de Vilareial i Castelló en ser separades de la Corona”, Recull per a una història de Nules, Onda, 2000, vol. II, p. 112.

82. A.C.A.: Cancillería, Reg. 489, f. 113r.

83. A.C.A.: Cancillería, Reg. 287, f. 53v.

84. A.C.A.: Cancillería, Reg. 873, ff. 196r.-197r.; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 134-143.

85. Aparte de las distintas concesiones y privilegios que Gila-bert de Centelles adquirió para su principal dominio en el Rei-no de Valencia, tenemos constancia de que el señor de Nules en 1353 compraba al rey el castillo de Guadalest, por precio de 6.000 libras barcelonesas; en 1356, la Albufera de Valencia, por precio de 120.000 sueldos, en 1357, el lugar de Xilxes, por precio de 140.000 sueldos barceloneses; en ese mismo año, la villa de Alagón, por 100.000 sueldos barceloneses, y en 1360, por 22.000 sueldos barceloneses, el castillo y alquerías de la Vall d’Uixó.

86. A.C.A.: Cancillería, Reg. 873, fols. 194v-195v; Reg. 873, fols 192v.-193v.; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y conce-siones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 131-133 y 144-146.

87. A.C.A.: Cancillería, Reg. 99, ff. 15v.-16r.

88. A.C.A.: Pergaminos de Pedro el Ceremonioso, núm.: 1.241.

89. A.C.A.: Cancillería, Reg. 883 f. 105r.

90. rodriGo liZondo, m.: La Unión Valenciana y sus protagonistas, pp- 133-166.

91. A.C.A.: Cartas reales de Pedro el Ceremonioso, núm.: 4.940.

92. A.R.M.: Real Patrimonio, Reg. 3.423, f. 33v.

93. A.R.V.: Manaments i Empares (1680), lib. 2, mano 17.

94. A.R.V.: Real, Reg. 641, fols. 341r.-342 v.

95. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 1.264, fols. 126v-127r.; FeliP SemPere, v.; García edo, v.: Privilegios y concesiones del término general del castillo de Nules en época foral (1251-1709), Nules, 2003, pp. 157.

96. El primer documento referente al barranco de la Font Freda data de 1310, A.C.A.: Pergaminos de Jaime II, nº 2.787; vicent cavaller, J. a.: “Un document referit a la Font Freda, 1629”, La Vilavella, Boletín de Información Local, La Vilavella, 1984, nº 7, pp. 4-5.

97. A.C.T.: Visites pastorals, nº 1, f. 72 r.; GARCÍA EGEA, M.T.:

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“La visita pastoral de Tortosa del obispo Paholac, 1314”, Caste-llón, 1993, p. 90.

98. Es de notar al respecto que mientras el trazado del conocido como camino Real, desde Almenara hasta Chilches se va yuxta-poniendo al Caminás, a partir del límite del término de Chilches con el de Nules, ambos caminos van divergiendo hasta alcanzar una distancia entre ambos que supera los 1.200 metros a la altura de la villa de Nules.

99. viciana, m.: Libro tercero de la chronica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y de su reyno, Valencia, 1564, f. 142.

100. A.R.V.: Manaments i Empares (1680), lib. 2, mano 17.

101. A.C.A.: Cancelleria, Reg. 187, f. 63r.

102. A.C.A..: Cancelleria, Reg. 1404, f. 21.

103. A..R.V.: Real, Reg. 641, f. 341.

104. García edo, v.: “Primeras ordenanzas para la construcción de murallas en Villafamés”, B.S.C.C., Castellón, 1978, p. 142; Ber-nat eSPluGueS, J.F.: “La muralla de Vila-real 700 años de historia”, Cadafal, mayo 1994; SÁNCHEZ ADELL, J.; SÁNCHEZ ALMELA, E.: Defensa y seguridad de una villa medieval, Castellón, 2003, pp. 145-153.

105. Los datos sobre el grosor de la cimentación de la muralla han sido obtenidos de las excavaciones realistas al derribar varias viviendas en la calle San Antonio, avenida de Castellón, avenida de Valencia, calle San Jaime y calle San Ramón; de estas dos últi-mas calles procede el dato del grosor de la muralla a una altura de 1,20 metros sobre el nivel del suelo, y el diámetro aproximado de la torre ubicada en la esquina este de la muralla, de la excavación realizada en la casa nº 23 de la avenida de Castellón.

Castillo de Onda. foto Mateo Gamón.