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1 OREMOS EN EL SAGRARIO COMO SE ORABA EN EL EVANGELIO CAPÍTULO PRIMERO LA ORACIÓN Lo bueno de la oración 891. ¡La oración! ¡La llave de oro que abre de par en par el Corazón de Jesús! ¡La luz divina que disipa todas las tinieblas y aclara todos los misterios! ¡El bálsamo que cura las heridas del alma, sana los cuerpos y perfuma la vida! ¡El secreto de la paz y de la dicha en medio de las penas acerbas, y receta de la más excelsa santidad! ¡Orar! ¿Hay algo más sabroso, consolador, reparador y eficaz que la acción expresada por este verbo? ¿Se dan cuenta los cristianos y aun los piadosos, de... la actividad que supone? ¿Cuándo se enterarán de que los verbos predicar, dar, enseñar, sacrificarse, ir, atraer, perseverar, redimir, no tienen más virtud activa que la que les preste su acción de orar? Lo fácil de la oración 892.- ¿No es cosa difícil? ¿No está vedado a los rudos, a los ocupados, a los activos? ¿No es de sólo los escogidos o de los moradores de los claustros? ¿No ha menester estudios o preparativos prolijos? ¿Cómo se ora? Estas paginillas quieren responder a esas preguntas, no con los muchos y muy buenos métodos que se han escrito y se dan para la oración, sino exponiendo los modos como oraban ante Jesús en el Evangelio los que con Él andaban o a Él se acercaban. Qué es la oración 893.- La simple exposición de esos cuadros convencerá a los que los contemplen de dos cosas: la primera, que el orar es hablar a Dios con el corazón, y, por tanto, cosa sumamente fácil y al alcance de todos, ilustrados y rudos, mayores y chicos, buenos y malos, pues

Oremos en El Sagrario

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Manuel Gonzalez

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OREMOS EN EL SAGRARIO COMO SE ORABA

OREMOS EN EL SAGRARIO COMO SE ORABA

EN EL EVANGELIOCAPTULO PRIMEROLA ORACIN

Lo bueno de la oracin 891. La oracin! La llave de oro que abre de par en par el Corazn de Jess! La luz divina que disipa todas las tinieblas y aclara todos los misterios! El blsamo que cura las heridas del alma, sana los cuerpos y perfuma la vida! El secreto de la paz y de la dicha en medio de las penas acerbas, y receta de la ms excelsa santidad!

Orar! Hay algo ms sabroso, consolador, reparador y eficaz que la accin expresada por este verbo? Se dan cuenta los cristianos y aun los piadosos, de... la actividad que supone? Cundo se enterarn de que los verbos predicar, dar, ensear, sacrificarse, ir, atraer, perseverar, redimir, no tienen ms virtud activa que la que les preste su accin de orar?

Lo fcil de la oracin 892.- No es cosa difcil? No est vedado a los rudos, a los ocupados, a los activos? No es de slo los escogidos o de los moradores de los claustros? No ha menester estudios o preparativos prolijos? Cmo se ora?

Estas paginillas quieren responder a esas preguntas, no con los muchos y muy buenos mtodos que se han escrito y se dan para la oracin, sino exponiendo los modos como oraban ante Jess en el Evangelio los que con l andaban o a l se acercaban.

Qu es la oracin 893.- La simple exposicin de esos cuadros convencer a los que los contemplen de dos cosas: la primera, que el orar es hablar a Dios con el corazn, y, por tanto, cosa sumamente fcil y al alcance de todos, ilustrados y rudos, mayores y chicos, buenos y malos, pues todos tienen boca y corazn; y la segunda, que toda oracin se compone de dos elementos: uno humano, el conocimiento de nuestra indigencia absoluta en cuanto al alma y en cuanto al cuerpo, y otro divino, la fe y la confianza sobrenaturales en el amor misericordioso y omnipotente de Dios que quiere y puede y ha prometido socorrer nuestra indigencia; o, ms breve: oracin es la fe y la confianza poniendo en comunicacin y en curacin la gran miseria humana con la gran misericordia divina. Eso es toda oracin: la miseria de rodillas, con las manos extendidas y la boca abierta, ante la Misericordia omnipotente del Corazn de Dios. sa es, en la esencia, la oracin del santo ms contemplativo como la del cristiano ms vulgar e interesado.

894. San Agustn defina bellamente la oracin como "la omnipotencia del hombre y la debilidad de Dios". Por eso afirmaba que orar es pedir. San Juan Damasceno entenda la oracin como "la peticin de las cosas convenientes". A la pregunta "Qu es orar? responde el catecismo de Ripalda diciendo que es "levantar el corazn a Dios y pedirle mercedes". Y con frase graciosamente honda, santa Teresa la define as: "Tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama" . Santa Teresita del Nio Jess se expresa as: "Qu grande es el poder de la oracin! Se la dira una reina que en todo momento tiene acceso libre al rey, y que puede conseguir todo lo que pide. Para que sea escuchada no es necesario leer en un libro determinada frmula compuesta para las circunstancias... Para m la oracin es un impulso del corazn, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de gratitud y de amor, tanto en medio de la tribulacin, como en medio de la alegra. En fin, es algo sobrenatural que me dilata el alma y me une con Jess" .

Cmo se ora 895. Con esta nocin sencilla, pero fundamental de la oracin puedo responder: Se ora como se pide y se pide segn se siente la miseria propia y segn se cree y se confa en la misericordia de Dios.

A ms conocimiento de aqulla y a mayor fe y confianza ms viva en sta, ms eficaz oracin.

Por eso toda oracin envuelve o exige algo de nuestro entendimiento como meditacin, reflexin o contemplacin de las necesidades propias, voluntarias o involuntarias, de sus causas, efectos, remedios posibles y comparacin con las ajenas y para eso ayudan los libros ascticos, la conversacin de los buenos, la contemplacin de la naturaleza, etc., y algo, lo principal, del Espritu Santo, Agente Supremo del mundo sobrenatural, infundiendo, excitando, fomentando, avivando nuestra fe y nuestra confianza y nuestro descanso en la Misericordia de Dios, para que ms claramente veamos y ms fuertemente sintamos y saboreemos a Dios, Padre rico que ha hecho de la oracin llave de sus tesoros en favor de nosotros, hijos pobrsimos.

896. Meditando, pues, solamente o con slo el ejercicio de nuestro entendimiento, no oramos; sino conversando afectuosamente con Padre Dios sobre nuestras necesidades, dejndonos llevar de la mocin o impulso del Espritu Santo.

Y como con este divino Introductor contamos siempre, quin podr decir con verdad que no puede echar un rato de conversacin afectuosa con Dios como de hijo pobre con su Padre rico y bueno?

A los que dicen: yo no s orar, yo no puedo orar... decidles: Pero tan rico, tan perfecto, tan seor, tan cabal, tan independiente, tan sin faltas ni peligros eres t que no necesitas de Dios?

Y aunque as fueras, no necesitas siquiera darle gracias por tanto como te dio y pedrselas para que no lo pierdas? O es que no crees que Dios, tu Padre, quiere y puede y ha prometido por ese medio remediarte?

897. Quin no necesita pedir a Dios?

Todos? Pues todos necesitamos orar.

Cmo? Como nos quejamos cuando nos duele algn miembro, o nos hiere un pesar, como lloramos sobre el pecho de los que nos quieren, como contamos el proceso de nuestra enfermedad al mdico, de nuestra ruina al amigo rico, de nuestras penas ntimas a nuestras madres, as, espontneamente, confiadamente, humildemente, insistentemente.

Aunque no pretendo escribir un tratado sobre la oracin, sino unas pginas alentadoras para que la hagan todos, todos los hijos del Padre Celestial, no quiero pasar adelante sin dejar sentados estos tres principios:

1. La necesidad absoluta de ella para obtener ciertas cosas que Dios tiene decretadas no darlas, sino a cambio de ella.

2. Que hay orden en las peticiones, sealado por el Maestro en la oracin modelo, el Padrenuestro; y

3. La singular excelencia de este acto de la virtud de la Religin en el que se ejercita y eminentemente se contiene la esencia de todas las dems virtudes singularmente de la fe, la humildad y la caridad y de la misma religin.

Espero que las escenas evanglicas que en estas pginas se presentarn, dejarn bien patentes todos estos extremos.

Mientras tanto, contentmonos con repetir la splica de los apstoles: Maestro, ensanos a orar .

CAPTULO IICMO SE ORABA EN EL EVANGELIO

El Evangelio-oracin 898. Bien meditado, el Evangelio es todo l una oracin. El Evangelio es Jess hablando con su Padre en nombre de los hombres o con stos en nombre de su Padre, o son los hombres hablando con el Padre por medio de Jess y el Padre hablando con los hombres por medio de sus Hijo. Siempre en dilogo afectuoso expresado por medio de palabras, de obras, de miradas, de gestos, de lgrimas, de alabanzas, de acciones de gracias, de bendiciones...

Y bajo este aspecto, qu gran maestro de oracin, y de oracin en todas sus formas y en todos sus grados, es el Evangelio! Leyendo despacio el Evangelio, necesariamente se aprende a orar de todos los modos en que se puede orar.

Por sus pginas se ven desfilar, ante la Misericordia infinita del Corazn de Jess, representaciones de todas las miserias humanas desde las ms materiales y groseras hasta las ms espirituales; desde el leproso, condenado al aislamiento y al asco de los hombres, hasta Dimas, pidiendo el cielo en el cadalso; desde los nios hebreos cantando el Hosanna! del triunfo de Jess, hasta el aullido de los endemoniados pidiendo libertad.

899. Cuntas miserias de rodillas y con los brazos suplicantes ante el amor misericordioso del dulce Nazareno que pasaba, nos presentan las pginas del Evangelio! Y cuntas veces se enternece nuestro corazn ante el S grande, majestuoso, omnipotente, con que responde y se pone a mirar al afligido y confiado suplicante!

Ah! Cmo ante las caricias de esa Misericordia tan propicia y tan para nosotros, se vienen ganas de pasarnos la vida orando y casi, casi de tener ms miserias que contar y que exponer para tener ms ocasin de vernos envueltos en aquellas miradas de bondad y atrados por aquellas preguntas de curiosidad tan de padre y baados y ungidos en la virtud de aquellas manos, de aquellos ojos y hasta de aquella orla de su vestido!

Si san Agustn, en un santo atrevimiento de amor, pudo exclamar: "Oh feliz culpa que mereci tener tan grande Redentor!", la gratitud del corazn humano puede prorrumpir en este grito: "feliz miseria, que hace probar y gustar a los desgraciados hijos de Eva las dulzuras de las misericordias del Padre que est en los cielos y del Hijo que vive en los Sagrarios de la tierra!".

El Evangelio repetido en el Sagrario 900. El Jess del Evangelio es el mismo Jess vivo del Sagrario.

Aqu como all dice y hace lo mismo. Ah! Si esta fe viva en Jess vivo Sacramentado invadiera y llenara nuestra alma!

Con qu ganas se exclamara, se gritara, ante esas efusiones de la Misericordia divina sobre la miseria humana!: Bendita la oracin, que lleva como de la mano y dobla las rodillas y abre las bocas, y arranca los gemidos y las lgrimas de los miserables y coge como del Corazn al Padre del cielo y al Hermano divino del Sagrario y les invita y obliga y empuja a hacer milagros de perdones de almas, de curaciones de cuerpos, de resurrecciones de cuerpos y de almas, de lgrimas trocadas en perlas de diadema y de tierras de abrojos trocadas en cielos de delicias!

901. Firme en mi propsito de hacer de esta nobilsima ocupacin del alma la ocupacin diaria, frecuente y, aun dira, perenne, ante la Casa de Jess vivo en la tierra, de todos los hombres, desde los nios y rudos, hasta los consumados en saber y en santidad, quisiera presentar pgina por pgina, esa variadsima y pintoresca serie de modos de orar del Evangelio, para trasladarlos a los Sagrarios cristianos; pero cuntos libros se necesitaran! He de contentarme con presentar, a modo de ndice, frmulas y maneras de orar del Evangelio, dejando a la accin del Espritu santo y a la cooperacin de la buena voluntad de cada uno el saboreo de ellas y la adaptacin de las mismas al estado de Jess en el Sagrario y a la situacin de cada alma.

El Padrenuestro 902. Sepmoslo bien: El Evangelio, como el Sagrario, es Jess orando, Jess pidiendo a su Padre y a sus hermanos, Jess Hostia en dilogo perpetuo de amor.

Si el Evangelio es una oracin, el Padrenuestro, que es la oracin perfecta y ejemplar, es la sntesis del Evangelio, como su ndice, hecho por mano divina.

Si la palabra de Dios es semilla, en el Padrenuestro est como en semilla, con toda la fecundidad misteriosa de la semilla, todo el Evangelio y la prolongacin de ste por la Eucarista y por la Iglesia. En las solas dos palabras Padre nuestro est la semilla de toda la doctrina dogmtica y moral de Jess, y en las siete peticiones estn los siete captulos en que se desarrolla toda la obra de Jess, de su Eucarista y de su Iglesia.

Qu otra cosa hizo y sigue haciendo Jess que santificar el nombre de su Padre, estableciendo su reino, cumpliendo y enseando a cumplir su voluntad, allanando y quitando todos los obstculos de aquel fin sumo como la preocupacin de los bienes terrenales, el pecado, la tentacin y toda clase de mal?

903. Si no pareciera atrevimiento hablar de programa de Jess, yo dira que el programa de su vida mortal en Palestina, gloriosa en el cielo, eucarstica en los Sagrarios de la tierra y mstica en la Iglesia y en las almas, es el pedir y obrar y ensear a obrar y pedir conforme al Padrenuestro.

Frmula eterna y divina de toda oracin buena y eficaz, nos dar el orden en que deben presentarse esas frmulas evanglicas de oracin.

De esta frmula dice san Cipriano: "Todo aquello que podemos pedir a Dios est contenido en el Padrenuestro". Y san Agustn exclama: "Aunque busques las ms hermosas oraciones, nada hallars en ellas que no est contenido en el Padrenuestro". Tertuliano compara el Padrenuestro con una piedra preciosa, pequea, pero de grandsimo precio. Santo Toms de Aquino asegura que "en el Padrenuestro, no slo rogamos por todas las cosas que hemos de procurar, sino adems, las pedimos con el orden debido".

Madre Inmaculada, la pura criatura que mejor ha entendido, practicado y rezado el Padrenuestro de tu Jess, ensanos a entenderlo, practicarlo, rezarlo y saborearlo a tu estilo.

CAPTULO IIILO QUE ENSEAN ESTAS PALABRAS: "PADRE NUESTRO QUE ESTS EN

EL CIELO" 904. Qu significan esas palabras con que Jess comienza la oracin modelo de todas las oraciones? Como de la simple lectura se desprende, son:

1. Un saludo Si toda oracin es conversacin afectuosa con Dios, debe empezar, como todas las conversaciones de afecto, por el saludo y la presentacin.

Padre... que ests en los cielos . Es el saludo con que el Maestro divino de la oracin ha querido que comencemos toda conversacin con Dios... Es Rey, Seor, Creador, Juez excelso, omnipotente...; la oracin lo busca como a Padre. Sobre todas las grandezas y excelsitudes con que vive en los cielos mira a Dios envuelto en la dulce y generosa benevolencia que encierra la palabra Padre, y as lo llama y saluda.

Nuestro. Parte esencial del saludo es la presentacin; y esa palabra es la presentacin de los interlocutores del Padre Dios. Nuestro Padre, no de los ngeles, ni de los santos, solo, sino nuestro, es decir, de todos los hombres, los santos y los pecadores, los buenos y los malos. Ese nuestro equivale a presentarnos al Padre como hijos suyos y hermanos todos unos de otros... Con respecto a Dios, somos los hombres sus criaturas, sus vasallos, sus reos, y sin la Redencin de Jess sus enemigos, y por ella sus hijos de adopcin... sa es la gran revelacin y la gran conquista que nos ha regalado Jess: el darnos a conocer y tener por Padre el Padre suyo.

Qu introduccin tan bellamente sencilla para la accin ms grande, ms noble y ms necesaria del espritu humano, orar! Padre que ests en los cielos! Tus hijos los de la tierra! Los buenos, los malos, tus hijos! Y tus hijos adoptivos presentados por el Hijo natural, por el Hermano Mayor, Jess!

2. La esencia de toda oracin 905. En la palabra Padre est el fundamento de la Piedad y de toda oracin, a saber: la confianza sin cansancio en la misericordia sin medida ni fin de Dios, como Padre en toda la extensin del sentido de ese nombre, el ms grande en los cielos y en la tierra..., o sea, confianza en Dios Autor, Conservador, Providencia, Mdico, Perdonador, Remunerador, Consejero, Consolador, Amigo...

En la palabra nuestro est la condicin esencial de toda oracin, a saber: el amor a los hermanos, empezando por el Mayor, Jess...; ese pedir todos para todos es no excluir a ningn prjimo de mi amor. Ah, s nos fijramos un poquito en ese carcter colectivo, familiar, fraternal, que Jess en su Evangelio, y la Madre Iglesia en su liturgia dan a todas sus oraciones! Cmo no nos sentiramos tan alejados y tan despegados los unos de los otros! Cmo se cumpliran mejor los dos preceptos fundamentales a que se reduce toda la ley moral: amor a Dios sobre todo y amor al prjimo como nos am Jess!

En la palabra "que ests en los cielos" est el premio definitivo de toda oracin: Los cielos! La glorificacin suma de Dios y la suma felicidad del hombre! No es esa, en definitiva, la aspiracin de todo el que ora bien, como de todo el que obra bien?

3. El punto de partida, camino y llegada del alma que ora 906. Tambin bajo ese aspecto pueden considerarse esas palabras de introduccin de la reina de las oraciones.

Si la vida del hombre es un viaje no slo de la cuna al sepulcro, sino del tiempo a la eternidad, del destierro a la Patria, esas palabras del Maestro de toda verdad y de toda buena oracin, ensean el punto de partida del viaje, en la palabra Padre; o sea, que hemos de partir cada da y en cada obra de la confianza en la misericordia del Padre Dios: en la palabra nuestro, que hemos de andar siempre por el camino del amor a nuestros prjimos como a hermanos nuestros e hijos de un mismo Padre; y en la palabra que ests en los cielos, que, partiendo de aquella estacin y no extravindonos de este camino, estemos ciertos de que llegaremos a la estacin gloriosa de la patria celestial.

A la luz de estas verdades, tan rudimentarias como poco meditadas, cmo desaparecen las complicaciones y dificultades, al parecer insuperables, que ponen las almas a pretexto de ignorancia, ocupacin o ineptitud para no orar! Qu hermosa simplicidad la de la doctrina del Maestro!

907. Qu es orar?

Hablar en nombre de Jess con corazn de hijo necesitado y de hermano que ama a todos sus hermanos con el Padre Dios, pidindole cielo o cosas que nos lleven a l o no nos aparten de ganarlo.

Que el Espritu santo, Agente supremo de toda oracin, derrame raudales de luz sobre los cristianos para que se den cuenta de su "Padre nuestro que ests en los cielos" y se multipliquen los ejrcitos de la buena oracin!

La palabra "nuestro" en el Evangelio 908. Ese pedir unos por otros al Padre de todos, qu abundante y esplndidamente est comprobado en el Evangelio! Esa es precisamente la eficacia asombrosa de

La intercesin Uno de los puntos de vista ms interesantes para penetrar y contemplar las intimidades del Corazn de Jess y recrearse ante un mundo de maravillas y encantos es lo fcil que se muestra en el Evangelio a la intercesin.

El Evangelio ensea que no eran siempre los necesitados de milagros los que pedan y obtenan, sino que unas veces no eran pedidos, aparentemente al menos, y otras veces, quiz las ms, aquellos milagros y aquellas grandes curaciones eran solicitados y alcanzados por un mediador, pariente, amigo o simplemente un compadecido del doliente.

Asimismo consta que no eran siempre santos, ni aun leales de Jess, los que se acercaban a abogar por otros.

El secreto de la intercesin

909. Tratando de descubrir el porqu de ese proceder de Jess, qu misterios de misericordia, qu milagros de condescendencia, qu delicadezas tan divinamente humanas y tan humanamente divinas se encuentran!

Yo invito a las almas sedientas de secretos y de intimidades del Corazn de Jess en su vida de Sagrario a que repasen y saboreen esos milagros de la intercesin y les aseguro una cosecha ptima de sorpresas y aspectos y saboreos de su amor insospechados, sobre todo si en esas intercesiones tan eficaces reparan en la desproporcin tan enorme entre el ruego, la advertencia o el simple aviso del intercesor y la respuesta de poder, de amor, de docilidad, de todo un Dios-Hombre.

No se lee que jams rechazara la intercesin de amigos; en cambio llegaba hasta obedecerlos con la fidelidad de un criado que va detrs de su seor a lo que mande.

Cuntas veces expone el evangelista la respuesta de Jess a alguna peticin que se le haca en favor de otro, con estas palabras: "Jess se pona a seguirlo"...!

Y cuando la intercesin era desordenada, en vez de rechazarla, la rectificaba y rectificada la conceda. Que lo diga la mujer del Zebedeo! .

Entremos, almas de Sagrario, en esas intimidades de Jess y en esos secretos para obtener de su Corazn cuantos favores queramos y necesitemos.

Continuemos desentraando el secreto de la eficacia de la oracin que se hace a Jess por intercesin y por medio de otro.

Por qu haca tanto caso de esas peticiones?

En lo que no estaba el secreto 910. Desde luego, ni que decir tiene que el secreto de la intercesin ante Jess no es el secreto de muchas, muchas intercesiones ante los poderosos de la tierra.

Cuntas historias de injusticias, de favoritismos irritantes, de apasionamientos exaltados, de medros y sobornos hipcritas envuelven no pocas veces lo que en lenguaje humano se llaman recomendaciones e influencias! No, esas recomendaciones e influencias al estilo de la tierra no valieron jams ante Jess, ni le hicieron mover un solo dedo, ni le arrancaron un solo gesto de simpata o benevolencia.

Un caso entre mil 911. Va Jess, en los comienzos de su vida pblica, a Nazaret, a su ciudad, como la llama el Evangelio, y del contexto de esto se deduce que sus paisanos y, sin duda, los ms influyentes de la sinagoga le piden que les haga milagros, no por la necesidad que tenan de ellos o por el deseo de verlo glorificado entre los suyos, sino por un mvil tan ruin y bastardo como el de rivalidades de pueblos vecinos, a saber: el de no ser menos que Cafarnam y otros pueblos de Galilea, en los que haban odo decir los haba obrado tan estupendos.

Qu responder Jess?

Se dejar llevar del aura popular, del afn de bienquistarse con los poderes de su pueblo, de la tendencia tan humana de trocar el amor bueno a la patria chica, o grande en pasin sectaria por el propio pueblo y odio exaltado contra los dems?

No; predica, da a conocer a chicos y a grandes su Persona y su misin, y cuando las iras excitadas por el despecho lo tratan de precipitar desde lo alto del monte, "pasando con serenidad majestuosa por medio de ellos, se iba..." .

En lo que estaba el secreto 912. El elemento que se encuentra en todas las intercesiones con fruto ante Jess, es siempre ste: olvido de la propia necesidad. Meditad todos los casos de intercesiones del Evangelio, y siempre veris en las razones que se alegan el bien de otro, y jams el bien propio.

Nunca se le da esta razn: cura a este enfermo o resucita a este muerto porque me hace falta a m, a mi gusto, a mi comodidad, a mi utilidad.

En cambio, se le dice muchas veces: Cura a mi criado, porque sufre mucho; sana a mi hija, porque est atormentada del demonio; el que amas, est enfermo...

Siempre lo mismo: el intercesor arrodillndose ante Jess, cerrados los ojos, la memoria y la boca y el corazn para las penas propias, y abiertos slo para la pena ajena! Siempre la eficacia del nuestro, del pedir unos por otros del Padre nuestro!

Bendito, generoso y fecundo olvido propio de la intercesin! Cuntas veces has abierto las puertas del Corazn de Jess en el Evangelio y en el Sagrario!

A cuntos milagros de su misericordia has abierto y preparado el camino!

Jess quiso por medio de la intercesin aprobar y santificar todo buen amor 913. Cuando el corazn se pone a amar olvidndose de s, se dispone a amar bien. La intercesin es no slo la obra de la fe que cree en el poder de Jess, y de la boca que pide y suplica a la misericordia de Jess, sino del corazn que ama bien a otro corazn que padece.

Yo veo en los milagros obrados por la intercesin, a ms de otras cosas buenas, un sello de aprobacin y de santificacin que el Corazn buensimo de Jess pone a todo buen amor. El amor a la patria, el amor a la familia y el amor a los amigos son tres formas del buen amor del corazn humano, y con qu aprobaciones y santificaciones tan ricas y tan esplndidas las ha sellado el amor misericordioso de Jess! Sin decirlo expresamente, cmo se le ve en el Evangelio irse detrs de las splicas que le dirige alguno de esos amores o varios de ellos mezclados! Qu finezas se le desbordaban de su Corazn!

Primer intercesor: El buen amor de la patria 914. Aunque nacido en Beln y, por consiguiente, en la Judea, por haberse, no obstante, criado en Nazaret y en ella haber pasado treinta aos de su vida mortal, Jess era tenido por galileo y llamado el Nazareno, y como tal considerado por los judos en el bajo y despreciable concepto con que miraban a los galileos, y singularmente los de Nazaret.

"De Nazaret puede salir algo bueno?" , deca el sencillo y recto Natanael, hacindose eco de la prevencin, convertida hasta en refrn de los judos contra los galileos.

Pues bien, a pesar de lo que enconan los nimos esas rivalidades y prejuicios de pueblos con pueblos y hacen perder la serenidad de juicio aun a los ms equilibrados, leed y meditad todas las palabras del Maestro y no encontraris ni asomos de amargura, de prevencin ni de distincin entre judos y galileos.

Para l no hay ms que un pueblo: el de Israel; y una sola ocupacin: darse a conocer y amar de l para salvarlo; y una sola preocupacin: buscar y atraer las ovejas que se extraviaron o perecieron de la casa de Israel.

A un judo que lo recibe con prevencin por ser Nazareno, lo hace su apstol y le llama hombre sin engao ; a los fariseos que interceden cerca de l en favor de un extranjero, el Centurin romano, dndole por razn el amor que haba manifestado a Israel construyndoles una sinagoga, Jess responde con un milagro: con la curacin de su criado .

915. Con cunta delicadeza y con cunto gusto hace frecuentemente alusiones a las buenas tradiciones y costumbres de su pueblo y hasta a los juegos de los nios!

El amor de Jess a su patria y su propensin a hacer bien a los que en su nombre lo invocaban era cosa tan patente a todos, aun a sus ms saudos enemigos, que a las veces por ah trataban stos de tentarlo para ponerlo enfrente de las autoridades romanas, que, como poder invasor, eran odiadas del pueblo.

Bien a las claras lo demuestran, entre otros, estos dos hechos:

1. La consulta capciosa que le hacen los fariseos sobre si se deba dar tributo al Csar romano o no, y

2. El despecho y el tesn con que recalcaba Pilatos a Jess: "Tu gente, tu pueblo, te ha entregado a m... por ventura soy yo judo como t y como los tuyos?" , y, por ltimo, la fidelidad y justicia (hay que reconocrselas) con que estampa su ttulo y la causa de su muerte en la cabeza de la Cruz: Jess Nazareno, Rey de los judos .

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

Amor bueno de la patria, cmo has vivido y vives en el Corazn de carne de Jess y cmo le has movido y mueves a decir y a hacer maravillas!

Un buen ejemplo de intercesin 916. El Centurin, intercediendo por su criado por medio de los compatriotas de Jess .

Bien se merece proponer como modelo de oracin ante el Sagrario la oracin que ante Jess, al acercarse a Cafarnam le hace el Centurin o jefe de la guardia romana de la ciudad. Por la alabanza extraordinaria y el gusto con que Jess concede cuanto en ella le peda, merece llamarse

La oracin de la fe Qu contraste! La fe orando por la boca de un gentil!, y en cambio, por la boca de los suyos, de su Religin, de su sangre y de su tierra hablando la murmuracin y la envidia!

Nosotros, los bautizados en la misma fe, los miembros de la misma familia, los vecinos de la misma casa de Jess, no tenemos que aprender a orar con la fe de ese gentil?

Oigamos slo la narracin y nos convenceremos.

El relato "Y habiendo entrado Jess en Cafarnam, se lleg a l un Centurin , rogndole y diciendo: "Seor, mi siervo paraltico est postrado en cama y es reciamente atormentado. Y le dijo Jess: Yo ir y le sanar. Y respondiendo el Centurin, dijo: Seor, no soy digno de que entres en mi casa; mas mndalo con tu palabra y ser sano mi siervo. Pues tambin yo soy hombre sujeto a otro que tengo soldados a mis rdenes y digo a ste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto y lo hace. Cuando esto oy Jess, se maravill y dijo a los que le seguan: Verdaderamente os digo que no he hallado fe tan grande en Israel. Y os digo que vendrn muchos de oriente y de occidente, y se sentarn con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mas los hijos del reino sern echados en las tinieblas exteriores: all ser el llanto y el crujir de dientes. Y dijo Jess al Centurin: Ve, y como creste, as te sea hecho. Y fue sano el siervo en aquella hora" .

Lo que prepara la oracin de la fe 917. Tres buenas preparaciones, y mejor dira intercesiones:

1. La intercesin de la generosidad para con el culto del verdadero Dios. Aquel pagano, llevado de su rectitud natural y seguramente por gracias actuales de Dios, ha comprendido la superioridad de la religin juda sobre la vana suya de los falsos dolos y levanta una sinagoga para la religin verdadera.

2. La intercesin de los ms prximos a Jess, por razn de su oficio y carcter en la religin judaica, y

3. La intercesin de los buenos sentimientos y buen corazn con que miraba y cuidaba a su siervo, seres tan despreciables para los idlatras!

Cmo la fe preparaba a aquella alma y la iniciaba en el conocimiento del gran misterio de la piedad generosa para con Dios que se ayuda con la intercesin de sus santos, que son sus grandes amigos del Cielo, y con la prctica de la caridad para con los pobres, que son sus grandes amigos de la tierra!

Lo que acompaa a la oracin de la fe 918. Este hombre se acerca a pedir a Jess un milagro, acompaado de estos excelsos acompaantes:

1. Una seguridad inconmovible de que Jess puede y quiere curar a su criado slo con su palabra. As lo expresa l mismo; con la misma seguridad que el capitn tiene de ser obedecido de su puado de soldados, est l cierto que Jess ser obedecido, cuando los mande salir, por los dolores y males que atormentan a su criado, y

2. Una humildad enternecedora que dice: "No vengas, porque no soy digno", en dulce lucha con el amor humilde de Jess, que dice: "Voy a tu casa".

Lo que sigue a la oracin de la fe 919. Para Jess: La admiracin que dice el santo Evangelio que l manifest ante aquella fe del Centurin, es, a mi ver, la expresin del gran consuelo que debi sentir su Corazn ante aquella esplndida compensacin de tanta infidelidad o fe a medias que constantemente le rodeaba. "Verdaderamente -exclama en el gozo de su desagravio-, no encontr tanta fe en Israel" . Deba oprimir tanto a su Corazn no sentirse credo ni aun de los suyos!

Para el pueblo infiel: La triste y terrible profeca de su condenacin: "Digoos, pues, que vendrn muchos del oriente y del occidente y se sentarn a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mas los hijos del reino sern arrojados a las tinieblas exteriores; all habr llanto y crujir de dientes" .

Terrible paga, en verdad, para la infidelidad con Jess!

Para el Centurin: Mientras Jess ha hablado con voz amenazadora y con la amargura que el contraste entre la fe humilde y la soberbia incredulidad de los fariseos y escribas le ha puesto en el Corazn y en la boca, no ha mirado al Centurin; pero, cambiando de voz y volvindose a l, le dice: "Ve, y como creste sea hecho" . Y san el siervo en aquella hora. Como si le dijera: "Tu fe humilde y segura se lleva mi poder, mi cario y hasta mi Persona a donde y para lo que quieras. Lo que tu fe me pide, mi poder lo hace".

Si la oracin de la fe del Centurin fuese siempre nuestra oracin ante el Sagrario!

Y no ha sido y es sa la voluntad de la Iglesia al consagrar como frmula de invitacin diaria a Jess Sacramentado el "Seor, no soy digno..." del Centurin?

920. Nos quejamos muchas veces, y ms que nosotros se quejan los que nos rodean, de lo poco o nada que sacamos de estar con Jess, de recibir a Jess.

Si preparramos y acomparamos nuestros ratos de Sagrario al modo del Centurin, qu contento y compensado dejaramos a Jess, y qu transformados nos volveramos nosotros!

Madre Inmaculada: T, a quien la Iglesia aclama bienaventurada porque creste, ensea a los que andamos junto al Sagrario de tu Hijo a tratarlo y a hablarle creyendo en l, pero creyendo sin titubeos, con seguridad y con humildad... Con oracin de fe!

Segundo intercesor: La amistad buena 921. Si esplndida es la aprobacin que el Corazn de Jess ha puesto en el Evangelio al buen amor de la patria, accediendo gustoso y prdigo a cuanto en nombre o por cario de ella se le ha pedido, no es menos esplndida la aprobacin que ha concedido a otro buen amor del corazn humano: la amistad.

Qu bien parada ha salido siempre la amistad cuando se ha acercado a interceder al tierno Corazn de Jess!

Los intercesores annimos 922. Cuntas veces esta frase o parecida: "Pidieron a Jess por ella" . "Lo llevaron ante l" , "Clamaban y gritaban pidindole que tocara o mirara", es la introduccin de muchos milagros obtenidos por la intercesin de una buena amistad!

Quines eran los sujetos y los trminos de la accin de los verbos? El Evangelio da a conocer los trminos de la accin: los tullidos, los ciegos, los sordos, los mudos, los incurables, los medio muertos...; pero los sujetos? Los que a costa de penosos viajes, riesgos de contagios, largos dispendios, incmodas compaas, interminables horas de espera en medio de los caminos, en las puertas de los pueblos? El Evangelio ni da sus nombres, ni el vnculo que los una a los pacientes.

Algunos seran, sin duda, parientes; pero los ms, hay que creerlo, fueron de esas almas annimas, de hombres y mujeres que todos los pueblos religiosos guardan como preciosas y vivificantes reservas de abnegacin y de herosmo totalmente ocultas e inapreciadas; eran los amigos, los de verdad amigos, los que aman el bien y sienten el mal del amigo, olvidados del bien y del mal propios, los que se sacrifican por el amigo sin llevarle ni ajustarle cuentas de lo que les debe... sos eran los intercesores de la mayor parte de las curaciones obradas por Jess.

Y as pagaba y bendeca Jess aquellas amistades abnegadas, costosas y annimas...

La amistad intercediendo 923. LLega Jess a Cafarnam y entra en casa de Simn Pedro, cuya suegra yaca enferma, presa de grandes fiebres, y el Evangelio, sin nombrar personas, dice que "rogaron por ella" y Jess la cura instantneamente, y la curada le sirve de comer.

Al paso de Jess por los pueblos, a la cada de la tarde, cuando fatigado de un da lleno, regresaba a su morada, y aun dentro de las mismas casas en que coma y dorma, cuntas y cuntas veces se repiti el bello espectculo de amigos compasivos presentando a la inagotable Misericordia las inagotables miserias de enfermos llevados sobre sus hombros o sobre camillas, y hasta descolgados por las tejas desmontadas de las viviendas de Jess!

La intercesin triunfante 924. Qu regresos tan alegres y emocionantes los de aquellas caravanas de amigos y de curados!

Como de vuelta de una guerra, la guerra de la Misericordia contra la miseria, llevaran como trofeos de las miserias vencidas, los unos sus camillas, sus muletas los otros, stos los envoltorios de abrigo y aqullos el repuesto o sobrante de potingues y vendajes, y todos un gesto de bienestar y de triunfo en la cara y un grito de alabanza y gratitud en la boca al Nazareno bendito...

Amigos, los de verdad amigos 925. Los que lloris en secreto extravos de fe y de costumbres, enfermedades y desgracias de amigos, sabed que el bendito Nazareno sigue pasando oculto y callado, es verdad, pero vivo y bueno y misericordioso, por vuestras calles y plazas... por qu a costa de sacrificios vuestros de comodidad, de amor propio, de respeto humano, olvidados de vuestras propias penas, por qu no le llevis a vuestros amigos enfermos del cuerpo o del alma para que los mire, los toque, los cure,? Por qu, si no quieren dejarse llevar, no se los llevis en vuestro cario, en vuestra intencin, en vuestra oracin constante ante el Sagrario?

No olvidis el gesto bueno con que Jess recibi siempre la intercesin del buen amigo.

Los amigos de Jess son los mejores intercesores 926. Si as ha sido atendida la buena amistad de unos hombres con otros, cmo ser regalada la amistad con Jess?

El Evangelio est repleto de esplendideces en promesas y en realidades del Corazn de Jess en favor de sus amigos.

Los tuvo, s, y los llam y los regal con ese dulcsimo nombre y con todo lo que ese nombre significa, y singularmente en los labios de Jess.

"Los que hacis lo que Yo os mando... , los que permanecisteis conmigo en las luchas que me levantaron mis enemigos , los que os mi palabra y la guardis... , vosotros sois mis amigos". Y a sos que le siguen olvidados de s y puestos los ojos y los odos y el corazn slo en l, con hambre y con hartura, en el triunfo como en la derrota, a pesar de la calumnia y del odio, y de las asechanzas de la envidia, de la ambicin y de la soberbia, a sos que, desde que lo han visto y odo, no son ms ni quieren ser ms que discpulos y siervos suyos, a sos dice Jess en la hora solemne y triste de su despedida: "Ya no os llamar siervos, sino amigos... .

Lo que vale esa amistad!

Qu derroches los de Jess Amigo!...

Lo que vale ser amigo de Jess 927. Si "un amigo fiel -ha dicho el Espritu Santo- es proteccin fuerte, y el que lo encuentra encontr un tesoro", qu proteccin tan fuerte, tan valiosa, y qu tesoro tan rico, tan inexhausto, encuentra el que llega a ser amigo de Jess!

Abro el santo Evangelio, y qu tesoros hallo prometidos a los amigos de Jess!

Slo la pgina de la ltima Cena, con su inefable sermn de despedida, qu testamento tan pinge en favor de los amigos, qu poema tan bello en honor de la amistad con Jess contiene!

Para los amigos de Jess, segn esa pgina, son:

1. La gratitud -leedlo bien- y el amor de predileccin del Padre celestial.

No significan eso aquellas palabras: "Mi Padre os ama porque vosotros me habis amado?" . "El que me ama, observar mi doctrina y mi Padre lo amar y vendremos a l y haremos mansin dentro de l?" .

2. Los secretos del Padre celestial y las confidencias ms ntimas de su Corazn y la luz del Espritu santo para conocerlos y entenderlos... "Todo lo que he odo de mi Padre os lo he hecho saber" .

"Ahora s que hablas claro -le dicen sus amigos-, y no en proverbios" . "Cuando venga el Espritu de verdad, l os ensear todo" .

3. Todo el poder y la misin del Padre.

"As como T me has enviado al mundo as tambin Yo los he enviado a ellos al mundo" .

4. La Providencia y el cuidado a cargo del Padre celestial de todos los apuros, necesidades y miedos de sus amigos... "No os inquietis -dice en otro lugar- por lo que habris de comer o vestir; sabe vuestro Padre que necesitis de estas cosas" .

"Oh, Padre Santo! Guarda en tu nombre a stos que T me has dado, a fin de que sean una misma cosa (por la caridad), como nosotros lo somos (en la naturaleza)" .

5. La omnipotencia de la oracin. "En verdad, en verdad os digo que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, o por mi mediacin, os lo conceder" .

Amigos de Jess 928. Os habis dado cuenta del tesoro que poseis slo por ser amigos de Jess?

Habis reparado en lo que es y vale contar con la predileccin agradecida, los secretos, las confidencias, la luz, el poder, la misin, la providencia y la omnipotencia de Dios?

Y con esas riquezas y abundancias, aun lloris escaseces de auxilios y pobrezas de dineros y abandonos e ingratitudes de amigos y enfermedades sin remedio y dolores sin esperanza de alivio?...

Pero sois de verdad amigos de Jess vivo en el Sagrario y os dejis llevar por la tristeza y por el desaliento y por el pesimismo?

Pero, y la palabra del que dijo: "Yo os digo, amigos mos, no os asustis...?" .

Pero sois de verdad amigos de Jess?

Porque "los cielos y la tierra pasarn, pero mis palabras no pasarn..." . No pasar la palabra de Jess!

S; es muy formal amigo el Amigo del Sagrario...

Tercer intercesor:

El buen amor de la familia 929. Jess, el Hijo de la Familia nazarena, que de tantas y tan esplndidas maneras am, defendi, bendijo, consolid y santific la familia, quiso poner el sello de sus milagros a las intercesiones que impulsadas por ese amor se le hicieron.

Aunque el Evangelio no cuenta todos los milagros de Jess, ni dice siempre, ni aun la mayor parte de las veces, los nombres y la condicin de los que se los pedan, deja ver bien a las claras que en los milagros que podramos llamar ms solemnes y extraordinarios era el amor bueno y puro de la familia el intercesor.

Las tres resurrecciones Sin duda, fueron muchas las resurrecciones de muertos obradas por Jess; pero el Evangelio no cuenta ms que tres, y stas -hay que confesarlo para honor de la familia- fueron pedidas y obtenidas por el amor y las lgrimas de un padre, de una madre y de dos hermanas.

El prncipe Jairo 930. Acaba de morir una jovencita de doce aos, y su padre, Jairo, busca, adora, clama sin cesar, hasta traer a Jess al lecho mortuorio de su hija. Jess, obediente a las lgrimas del amor paterno, ha tomado de la mano a la muerta, le ha mandado vivir y, viva y sonriente, se la devuelve a su padre...

La viuda de Nam Llevan a enterrar a un joven, hijo nico de una pobre viuda. Jess, al entrar en Nam, se encuentra con el cortejo y con la madre, que va llorando en pos de su hijo muerto. Lgrimas de las madres, qu milagros de omnipotencia arrancis al Corazn de Jess! La madre no habla; llora y mira a Jess y a su hijo... Y movido de misericordia sobre ella, Jess pronuncia la palabra de la resurreccin, y el hijo, vivo y sano, vuelve a los brazos de su madre...

Marta y Mara Ha muerto Lzaro, el amigo de Jess. Lleva cuatro das su cadver en el sepulcro y el hedor anuncia su descomposicin... Sus hermanas, Marta y Mara, que llamaron a Jess cuando enferm el hermano, lloran al verlo llegar, y hasta le reconvienen cariosamente su tardanza en venir. Jess las ve llorar y llora; oye sus protestas de fe y de esperanza en l, y obedeciendo al amor fraternal, manda a Lzaro volver a la vida y salir fuera del sepulcro de la muerte...

Y los hijos y los esposos intercesores? 931. Con qu tristeza echo de menos en esos relatos de intercesiones eficaces del amor bueno y puro de la familia ante Jess dos amores: el conyugal y el filial!

Busco en el Evangelio esposos intercediendo por sus esposas enfermas o atribuladas, esposas pidiendo por sus esposos doloridos y, sobre todo, hijos pidiendo por sus padres o sus madres, y qu pena siento al no encontrarlos!

Mejor dir: slo encuentro uno de esposos, los ejemplares de todas las familias: Mara y Jos. Ella, poniendo por delante de su dolor el dolor de su esposo ante Jess hallado en el templo, y l, hablando con el ngel de su esposa. Y de hijos, no abogando por sus padres, sino haciendo slo mencin de ellos, encuentro el caso de aquel joven que tmidamente pide a Jess permiso para ir a enterrar a su padre recin muerto. Ah! Yo estoy cierto que si hubiese amado ms a su padre y hubiera conocido mejor al Corazn de Jess y en vez de sepultura le pide resurreccin para su muerto, estoy cierto, repito, que las pginas del Evangelio y la historia del amor filial se hubieran enriquecido registrando una esplndida muestra de lo que puede la intercesin de un hijo ante el Corazn de Jess!

No es sta la ocasin de buscar explicacin a esas ausencias y de averiguar si eran culpables o inculpables en aquel estado social que se desmoronaba y en el que los vnculos ms fuertes y justos se aflojaban y disolvan; pero valga y supla con creces infinitas por todas estas intercesiones de hijos que faltan en el Evangelio.

La gran intercesin del Hijo de Mara y de Dios 932. Qu dos intercesiones!

Con la primera cierra su vida mortal, intercediendo con su Madre para que acogiera a todos los hombres, representados al pie de la Cruz en el Discpulo fiel, por hijos suyos, y con la segunda, muriendo en la Cruz, reinando en el cielo y viviendo oculto en el Sagrario para interceder por nosotros, es decir, para ser siempre ante el Padre celestial el gran Intercesor! .

Hablando del buen amor de la familia, no puedo impedir a mi pluma que se extienda diciendo algo de la oracin de las madres en el Evangelio. Benditas siempre las madres!

Cmo oraban las madres en el Evangelio 933. Si la oracin es el quejido que ante Dios exhala la necesidad, las madres, que ms que sus necesidades y penas sienten las de sus hijos, tienen que ser almas de mucha oracin.

Varias veces se las ve aparecer en el santo Evangelio, siempre pidiendo y nunca para ellas, sino en favor de sus hijos.

Ah estn las madres que ponan sobre las rodillas de Jess a sus hijuelos para que se los bendijera y orara sobre ellos: la porfiada madre de la cananea, la ambiciosa madre de los Zebedeos, la desolada madre viuda de Nam, y por encima de todas, y ungiendo de majestad y eficacia la oracin maternal, la oracin de la Madre Inmaculada de Jess.

Qu bien ensean a orar con fe, con humildad, con perseverancia y con fruto esas madres del Evangelio.

Vedlo.

La oracin de las madres de los pequeuelos 934. El santo Evangelio no las nombra; pero quin sino ellas, con esa finura de instinto y valenta de ingenio que da el cario maternal, iban a llegar al piadoso atrevimiento de avasallar las incontables y apiadas muchedumbres que rodeaban al Maestro, interrumpir la predicacin que haca, saltando por encima de las increpaciones y reproches de los apstoles para con los menudos alborotadores de la predicacin de Jess?

Preparacin remota 935. En todos los casos aqu presentados de oracin en el Evangelio, observad que la preparacin remota para todas esas oraciones es siempre la misma, aunque con distintos nombres: el cumplimiento habitual del propio deber, que en los pastores se llama vigilancia y guarda de sus ganados, aun a las altas horas de la noche; en los magos se llama estudio y observacin de los astros, y en los nios se llama vivir y portarse a lo nio.

Pues bien; la preparacin remota de la oracin de estas madres del Evangelio era sentir, obrar, pensar y proceder a lo madre. Con esto se dice todo el deber habitual de ella. Seguramente a sus odos habran llegado las noticias que corran por las bocas de todos sobre la virtud que exhalaba del divino Nazareno y el ansia con que las muchedumbres esperaban su paso por los pueblos y por los caminos para tocar siquiera sus vestiduras y obtener curaciones de incurables enfermedades del cuerpo y del alma, y sin duda en el corazn de las madres que eran verdaderamente tales, antes de ningn otro deseo surgira avasallador y obsesionante ste: Si mi nio tocara a Jess! Si Jess tocara a mi nio!

Preparacin prxima Y ese deseo tan legtimo y tan propio de una buena madre se trocaba muy presto en esta decisin: "Yo he de llevar mi nio a Jess".

Deseo y decisin tan vehementes como eficaces dan por resultado ese cuadro, siempre tierno para la piedad como para el arte, de madres arrodilladas, poniendo sobre los brazos y las rodillas de Jess a sus pequeuelos.

La oracin 936. Qu piden, qu exponen, qu esperan esas mujeres arrodilladas?

Ms que con palabras estudiadas, aquellas mujeres oran con sus caras anhelantes y sudorosas, con sus lgrimas de emocin corriendo por sus mejillas, con sus manos levantadas en alto sosteniendo y presentando pequeuelos, con sus gritos y sollozos condensados en estas dos exclamaciones: Jess! mi nio! Y en medio de madres y de hijos el Maestro bueno, el dulce Jess, sentado sobre una piedra del camino o sobre el tronco cortado de un rbol, extiende sus manos para abrazarlos y bendecirlos, y abre su boca para orar al Padre por ellos y estampar sobre sus frentes un beso.

Y sera aventurado afirmar que en aquella, para el Corazn de Jess, tan dulce y grata tarea, como para sus apstoles pesada e ingrata, la Madre dulcsima de Jess, la nica que entenda todo el misterio de aquellas escenas, se ofreciera de intermediaria, entre las madres y Jess, y con sus propios brazos tomara, levantara y acercara a los chiquillos ms distantes y de modo singular a los que venan sin madre?

S, era Ella entonces la nica que poda entender el misterio, inaccesible para la orgullosa sabidura humana, del reino de los cielos abierto slo a los nios y a los que, como nios, se hicieran.

El santo Evangelio nada dice de la historia de estos venturosos nios; la tradicin piadosa asegura de algunos de los primeros discpulos de los apstoles y mrtires de la Iglesia, como san Ignacio mrtir entre otros, que pertenecieron a aquel privilegiado grupo; pero aunque la historia no lo diga, la piedad est cierta de que la oracin de aquellas felices madres en favor de sus hijuelos fue oracin de fecundidad inapreciable.

Besos y abrazos, sonrisas y bendiciones de Jess y de Mara en la tierra virginal del alma inocente: Qu cosecha de dulces frutos no darais?

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

937. Madres cristianas, van quedando tan pocas, Dios mo, en esta hora de irrupcin de inmoralidad y paganismo en el hogar! Madres de verdad cristianas, cuyo amor y solicitud por vuestros hijos os hacen temblar siempre ante el maana tan incierto como oscuro, habis olvidado que el divino Nazareno, el Jess de los nios, todava vive? Por qu no le llevis vuestros hijos? Con menor dificultad que las madres del Evangelio podis llegar hasta El. Llevadle muchas veces a su casa del Sagrario a vuestros nios por muy pequeos que sean!

Invisiblemente, s; pero tan de verdad como entonces, sobre sus frentes,sin arrugas de remordimientos, caern sus besos, sobre sus hombros sus abrazos, sobre sus almas sus sonrisas y bendiciones...

Maras, Madres cristianas, imitad a vuestra Madre Inmaculada llevando muchas veces al Sagrario de Jess los pequeuelos que encontris y podis, singularmente los que estn ms lejos de l o no tienen madres que los lleven.

La madre viuda de NamLa composicin de lugar 938. En pocas lneas la da hecha el mismo Evangelio: "Sucedi, pues, que iba Jess camino de la ciudad llamada Nam y con l iban sus discpulos y mucho gento. Y cuando estaba cerca de la puerta de la ciudad, he aqu que sacaban a enterrar a un difunto, hijo nico de su madre, la cual era viuda, e iba con ella grande acompaamiento de personas de la ciudad..." .

Preparacin

En las oraciones fructuosas del Evangelio siempre encontraris la misma preparacin; el cumplimiento del deber del propio estado.

Ved aqu cmo esta madre prepara su oracin y su fruto copiossimo con esto slo: con cumplir su deber de madre; estar al lado de su hijo, primero enfermo para cuidarlo y despus muerto para llorarlo y no dejarlo hasta el sepulcro.

Por cumplir con este deber de madre y no desentenderse de l ni confiarlo a sustitutos o criados, esto es, por orar como buena madre llorando junto a su hijo muerto, qu milagro obtiene como fruto de su oracin!

Los dos caminos 939. En esta descripcin evanglica se sealan dos caminos: uno por el que camina la Vida, Jess, y otro por el que camina la muerte, el hijo de la viuda.

Por uno y otro camino andan muchedumbres, la de discpulos y admiradores que van con Jess, y la del acompaamiento del duelo de la afligida viuda.

Por el camino de la vida se oyen gritos de alegra, bendicin, gratitud y se ven caras radiantes de paz y de esperanza.

Por el camino de la muerte se oyen sollozos, quejidos y murmullos de ayes y se ven ojos llorosos, rostros plidos y fatigados...

Cmo la oracin es puente entre el camino

de la muerte y el de la vida 940. Padre celestial, gracias te doy porque has querido y ordenado hacer de los dos caminos de la Vida y de la muerte, no dos lneas paralelas, que jams se encuentran, sino convergentes en un punto.

Por el primero de esos caminos va avanzando la Misericordia tuya y por el otro se arrastra fatigosamente la miseria nuestra y una y otra van avanzando hasta encontrarse en un puente que se llama oracin.

Tu Misericordia!

se es el secreto de todos tus viajes, Jess peregrino de la tierra, sa es la fuerza que te impulsaba a escalar montaas y a bajar a valles y playas y a navegar por el mar y a andar sobre sus ondas y a entrar en cabaas de pescadores y en palacios de potentados y a tomar parte en festines de bodas y en duelos de muertos! Tu Misericordia! se es tu secreto y se es el nico porqu de todos tus pasos sobre la tierra como es el secreto y el porqu de tu vida de perpetuo inmolado del Altar y del Sagrario!

941. Ella, tu Misericordia inextinguible e incansable, era la que pona entonces, y sigue poniendo ahora, las palabras de luz y de paz en tu boca, y las bendiciones de salud y vida en cuanto tocaban tus manos o miraban tus ojos... Ella era la que diriga tus pasos hacia la ciudad de Nam a la precisa hora en que haba de salir por sus puertas la gran miseria de la muerte de un hijo nico y del dolor sin medida de una madre sola!

Bendita puerta de Nam, que ms que puerta es puente de unin del camino de la Vida con el camino de la muerte, puente de la oracin en que la miseria ora con lgrimas de mucha pena y con miradas a Jess de mucha confianza y en que la Misericordia responde con palabras de infinita dulzura y con obras de infinito poder.

"As que la vio el Seor, movido de misericordia, le dijo: No llores y arrimose y toc el fretro, y los que lo llevaban se pararon, y dijo entonces: Mancebo, yo te lo mando, levntate. Y luego se incorpor el difunto y comenz a hablar. Y Jess lo entreg a su madre" .

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942. Madres, hermanos y hermanas, hijos e hijas, amigos o amigas y todos los que vivs junto a muertos del alma que os son muy queridos, aprended! cumplid vuestro deber y... llevad llorando vuestros muertos a la presencia de Jess.

El Seor que dijo por la boca de Isaas "No llorars jams de verdad sin que Yo me compadezca de ti; al punto que Yo oyera la voz de tu clamor, te responder", ese mismo Seor es el Jess que manda a la muerte que devuelva al hijo a su madre para que no llore ms, es el Jess del Sagrario que, segn san Agustn, "oye ms pronto el sollozo del corazn que la voz de la boca".

Que dejaron de ser inocentes vuestros hijos y seres queridos? Que estn muertos, corrompidos?...

Tenis miedo de que Jess sienta asco? Llevadlos as, empujadlos con las instancias y las lgrimas de vuestro cario herido..., que vayan, por muy manchados que estn... que para todos tiene y exhala virtud el divino Mdico del Sagrario... Precisamente virtud suya es preparar con lgrimas de madres y misericordia de su corazn medicinas que no slo curan, sino resucitan.

La oracin de la madre cananea 943. La pgina en que el santo Evangelio describe esta oracin y el milagro que por ella se obra, casi no necesita explicacin, ya que basta su simple lectura. Hagamos, sin embargo, algunas ligersimas observaciones.

Dice as el texto evanglico:

"Partido de aqu Jess, retirose hacia el pas de Tiro y de Sidn.

Cuando he aqu que una mujer cananea, venida de aquel territorio, empez a dar voces diciendo: "Seor, Hijo de David, ten lstima de m; mi hija es cruelmente atormentada del demonio".

Jess no le respondi palabra. Y sus discpulos, acercndose, intercedan dicindole: "Concdele lo que pide, a fin de que se vaya; porque viene gritando tras nosotros". A lo que Jess respondiendo, dijo: "Yo no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel". No obstante, ella se lleg y le ador diciendo: "Seor, socrreme". El cual le dio por respuesta: "No es justo tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros". Mas ella dijo: "Es verdad, Seor; pero los perritos comen, a lo menos, de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces Jess, respondiendo, le dice: Oh mujer! grande es tu fe; hgase conforme t lo deseas. Y en la hora misma su hija qued curada" .

Quien ora 944. Es una madre con una gran pena: su hija poseda y horriblemente atormentada por el demonio.

Una mujer lo ms extraa a Jess, dir ms, enemiga de raza y de religin de Jess, a fuer de cananea y de gentil.

Cmo ora 1. Con decisin. Pisoteando sus odios y prejuicios de raza y de religin.

2. Con fidelidad. En adivinar y aprovechar el paso como escondido de Jess por su tierra y en hacer caso del Espritu santo que por dentro, sin duda, la empujaba a Jess, a quien quizs ni conocera si no era por los rumores de la fama.

3. Con humildad y perseverancia heroicas. Le llama una y muchas veces y a gritos: Seor, Hijo de David. Jess no la atiende ni tampoco la intercesin de los apstoles en su favor, y ella, no obstante, se llega a l, lo adora y le dice: "Seor, socrreme..." Nueva repulsa de Jess:

"No es justo tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros". Dirase que por un momento y por misterios de Sabidura de Dios, Jess se olvida de su ternura inagotable de Jess para hablar como sus compatricios los judos, que llamaban perros a los gentiles. l, tan paciente con los prfidos judos, ahora tan seco con la humilde y desolada madre!

La mujer, ms humilde y ms perseverante, mientras ms rechazada, insiste, da la razn a Jess y... sigue pidiendo y esperando.

4. Con persuasin inquebrantable de dos cosas: de la irremediable miseria de su hija y de la misericordia infinitamente remediadora del Corazn de Jess.

Y esta persuasin, que es amor finsimo de madre y fe viva de hija de Dios, hace y gana el milagro.

Pero quin ha encendido en el alma de aquella gentil la luz de la fe y fe tan viva y tan ilustrada que llega hasta argir, humildemente es verdad, con la misma sabidura de Dios?

Qu bien razona esta mujer! -comenta san Juan Crisstomo-

La filosofa de aquella oracin 945. En la cabeza de aquella pobre madre no haba ms que dos ideas: lo desesperado de la situacin de su hija y la certeza del remedio de Jess que pasaba; y en su corazn no bullan ms que estos dos afectos, de honda compasin por su hija y de larga y segura confianza en el poder misericordioso del Nazareno.

Es decir, toda la vida de aquella pobre mujer estaba concentrada en estos dos puntos: la gran miseria de su hija y la infinitamente mayor Misericordia de Jess.

Quin pondr en contacto una y otra? Quin traer la miseria al camino de la Misericordia y quin detendr a sta ante aqulla?

sa, esa es la obra grande del Espritu santo por medio de la oracin. Doblar las rodillas, extender los brazos y abrir las bocas de la miseria y mover los pies y abrir las manos y el Corazn de la Misericordia en direccin y provecho de la miseria de rodillas y con los brazos y la boca abiertos...

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

946. Almas que navegis por mares de miserias propias y ajenas, pero que os duelen como propias!, la Misericordia, que lo cura todo y de todo se compadece, est escondida y como disfrazada en el Sagrario... Y como tiene mucho empeo en guardar su annimo, la mayor parte de sus vecinos no se han dado cuenta de que est all...

Es Palabra de Dios y est callada; es Fuente de Vida, de la Vida, y parece que no corre; es Medicina, la Medicina!, y parece que no cura...

Vosotras, almas con miserias y lstimas, de rodillas ante la Misericordia, extendedle vuestros brazos, abridle vuestras bocas!... y si os parece que se calla, que se pasa o que os deja ir sin deciros ni daros nada..., ms an, si vuestra miseria aumenta, seguid de rodillas, insistid, discutid..., a ms silencio suyo ms clamores vuestros, y estad seguras de que ante la Misericordia de Jess el triunfo es siempre de la miseria de rodillas...

La oracin de la madre de Santiago y Juan 947. Quin no conoce la historia de esta oracin tan llena de defectos como de virtudes, tan digna en unas cosas de repulsa como de admiracin e imitacin en otras?

La madre de los dos apstoles preferidos, santiago y Juan, la fiel y leal Mara Salom, incitada por sus hijos o por la ambicin materna a buscar lo mejor para ellos, llama aparte a Jess, se postra adorndolo y le hace esta rara peticin:

"Di que estos mis dos hijos se sienten en tu reino, el uno a tu derecha y el otro a tu siniestra.

-No sabis lo que peds- responde Jess mirando no a la madre suplicante, sino a los hijos instigadores de la splica. Podis beber el cliz que Yo he de beber?

-Podemos -responden generosamente los interrogados.

-Beberis, en efecto, mi cliz- replica Jess-, pero sentarse a mi diestra y a mi siniestra no es a M, sino a mi Padre a quien toca darlo a los que se lo ganen" .

Lo defectuoso de esta oracin 948. Con san Juan Crisstomo comenzar diciendo: "Que no se escandalice nadie si ve an imperfectos a los apstoles; todava no se les haba dado la gracia del Espritu santo".

El motivo: Ambicin de honores: ser los primeros en el reino material del Mesas.

El procedimiento: Se pide a Jess a modo de complot: se ve venir y se teme la primaca de Pedro, y para que ste no se de cuenta de que se conspira contra l, se llama aparte a Jess, y se le buscan las fibras ms delicadas, ponindole de intercesora a una madre, y a su vez ntima amiga de la Madre de Jess.

El tiempo: El ms inoportuno: acaba el Maestro de predecir, subiendo a Jerusaln, una vez ms su ignominiosa pasin y muerte y en lugar del grito de la compasin dolida o de la protesta airada se oye la voz de la pretensin y el orgullo.

Qu contrate entre estas dos palabras pronunciadas a continuacin la una de la otra: "El Hijo del Hombre ser escupido... y condenado a muerte" y los "primeros puestos del reino para estos dos!" .

Qu compasivamente los santos Padres quieren que, antes de juzgar a Salom, recordemos lo que era!

"Si comete un error, dice san Ambrosio, es error de piedad; las entraas maternales entienden poco de paciencia... Considerad a la madre, pensad en la madre".

Lo bueno de esta oracin 949. Hay mucho que aprender y que imitar en esta oracin. Entre otros mritos apreciamos:

La fe viva con que ve en aquel Hijo del Hombre escupido, azotado, condenado y muerto, a un Rey. No era una hermosa y valiente confesin de fe en la realeza de Jess, entendida como quiera que fuese, aquella prisa en pedir puestos para cuando llegara a poseerla?

La confianza intrpida en la misericordia del Corazn de Jess: no se ocultara ni a los hijos ni a la madre, antes de acercarse a Jess, que aquella peticin iba a sentar mal en el colegio de los doce, y por esto se ocultan de ellos para hacerla; podran pensar que, abrigar y fomentar esas ambiciones no era, por lo menos, del estilo de lo que gustaba a Jess y de lo que l predicaba con sus ejemplos y con sus palabras; por otra parte halagara tanto a aquella mujer, que por seguir a Jess haba consentido en que sus hijos dejaran sus barcas y ella su propia casa; y halagara tanto a aquella madre tan amante de sus hijos como fidelsima a Jess, verlos muy unidos para siempre, tan unidos, que entre ellos tres no hubiera ni cupiera nadie que, saltando por encima de todos los miramientos y sin alegar razones ni merecimientos, se va derecha a Jess, y con la familiaridad ms confiada le abre su corazn, le expone su deseo, su ambicin, su locura, le pide y, dira, le manda: "Di que estos dos hijos mos se sienten contigo en tu reino, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". Qu bien est retratada la madre en esas palabras!

La vehemencia de la confianza en el Corazn de Jess y del amor de sus hijos pone en sus labios esa intrpida manera de pedir mandando: Di... A ttulo de qu o por qu razones?

Porque son sabios, ms generosos, ms buenos?...

No se alega ms razn que est: mis hijos. Qu buena oracin de madre!

950. La sumisin rendida: Jess ha mirado y odo a Salom, ha recogido su deseo, pero de qu modo ms raro!, no le responde ni una palabra; se vuelve a Juan y santiago y con ellos habla dejando a un lado a su madre.

A stos da una respuesta que ms parece un reproche: "No sabis lo que peds", y en lugar de tronos y reinos y honores les habla del cliz de su pasin, y los convida a beber de l.

Los Zebedeos responden generosos, y la madre entre tanto, oye, calla, y... agradece. Sabe que la respuesta de Jess, aun envuelta en un reproche, es la mejor respuesta a su oracin porque es de Jess.

Los frutos Los frutos, en efecto, lo confirman. Los venturosos hijos de Salom han obtenido la promesa de participacin del cliz mismo de su Maestro, y por medio de ella la de su gloria y exaltacin eternas; los apstoles todos y con ellos la Iglesia universal, han obtenido, con ocasin de la oracin de la madre de los Zebedeos, una de las ms preciadas y transcendentales lecciones del Maestro inmortal, leccin soberana de humildad que puede llamarse la carta magna de la autoridad y del apostolado en los pueblos cristianos.

"Mas Jess los convoc a S, y les dijo: "No ignoris que los prncipes de las naciones avasallan a sus pueblos, y que sus magnates los dominan con imperio. No ha de ser as entre vosotros, sino que quien aspirase a ser mayor entre vosotros, debe ser vuestro criado. Y el que quiera ser entre vosotros el primero, ha de ser vuestro siervo. Al modo que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida para redencin de muchos" .

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

951. Hay una clase de almas que, a las muchas angustias que las afligen, aaden sta: Y quin va con estas cosas a Jess? Son cosas tan chicas, tan raras, tan feas, tan inexplicables, tan, tan...!

A ese vuestro reparo, que ms huele a desconfianza de Jess que a humildad vuestra; el Corazm que palpita en el Sagrario os dice como a los Zebedeos: Qu queris que os conceda? .

Decdselo todo; todo, aun los desatinos, y estad ciertos que su respuesta, de reproche o de aprobacin ser la respuesta de la Misericordia que preserva, cura, alegra, ilumina, levanta y transforma, como de Jess!La gran intercesora 952. Para honra del ms eficaz intercesor de Jess, quiero cerrar estas consideraciones sobre la intercesin, poniendo como broche de oro de ellas el nombre augusto, santo y amable entre los nombres grandes, el de Mara Inmaculada. La gran Intercesora ayer, en el Evangelio, hoy en el Sagrario y siempre en la eternidad!

A pesar de lo poco que la nombra el Evangelio y de las pocas escenas que de su vida narra, dice lo bastante para que conozcamos de cierto el lugar que ocupaba, ocupa y ocupar cerca del trono de la Misericordia omnipotente del Corazn de su Hijo.

En el Evangelio no se cuenta ms que un milagro, y por cierto el primero, obrado por Jess a ruegos, y casi dira por mandato, de Mara; que es la conversin del agua en vino en las bodas de Can con el que Jess inaugur su vida de taumaturgo; pero la presencia de Ella, notada por el Evangelio, en los grandes momentos de la vida de su Hijo en la tierra, da a entender muy a las claras que en la economa redentora entraba que Mara fuera siempre Madre de Jess y que Jess fuera siempre Hijo de Mara y que, como l es el Intercesor y el Mediador supremo entre Dios y los hombres, Ella fuera la Intercesora y la Mediadora universal entre su Hijo Dios y sus hijos los hombres.

Para proceder con la claridad y brevedad posibles empezar por sentar las que pudieran llamarse

Leyes fundamentales de la intercesin 953. y que a la par son leyes de toda distribucin de gracia y beneficios de Dios.

La ms fundamental de todas es sta: Dios no concede ms favores ni gracias que los pedidos por medio de su Hijo.

sa es la gran ley de la distribucin de los favores divinos y de la intercesin universal.

Nada se concede ni se obtiene sino por la nica mediacin todopoderosa de nuestro nico Mediador, Jesucristo: Porque uno es Dios, uno tambin el Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jess . Toda la liturgia romana est presidida por aquella ley que el Snodo de Hipona, en presencia de san Agustn, formul el ao 393 en el canon 21: "La oracin litrgica ha de dirigirse siempre al Padre". Por eso la Iglesia ora siempre por nuestro Seor Jesucristo. Pero como esa ley de intercesin universal, absolutamente eficaz y suprema, segn vemos en la historia de Jess en el santo Evangelio y en la santa Eucarista, no excluye otras intercesiones cerca del mismo Jess, he tratado de averiguar el secreto del proceder del Padre y del Hijo al admitir y aprobar y gustosamente aceptar otras intercesiones. En los porqus de ese secreto me he encontrado a cada paso con mi Madre Inmaculada y me he sentido obligado a exclamar: Ah est Ella!

Los secretos de la intercesin 954. En toda intercesin cerca del Corazn de Jess, tanto en su vida mortal como en su vida eucarstica, encuentro:

1. Un testimonio del Corazn de Jess en favor de todos los buenos amores del corazn humano.

Qu corazn despus del de Jess ha abrigado amores ms buenos, puros, generosos, magnnimos que el Corazn de su Madre?

Con qu derretimiento de complacencia admitir el Hijo y presentar al Padre los gustos del Corazn de su Madre!

2. Un modo fino de agradecer el Corazn de Jess a sus leales pagndoles en los parientes, amigos y patrocinados de stos. Y tiene tanto que agradecer a su Hija, Madre y Esposa, Mara, el Padre, el Hijo y el Espritu Santo! Ser devoto, ser amante hijo de Mara equivale a tener a la Santsima Trinidad por deudora.

3. Un modo de probar la benevolencia con que atenda a los que se la haban ganado con su fidelidad. Y quin ms fiel que la Virgen fiel? Quin ha podido ganarse ms y mejor la benevolencia de Jess?

4. Un modo de aumentar el nmero de testigos, no slo de su doctrina, sino de los milagros que haca en su confirmacin.

Madre buena, quin podr contar el nmero sin nmero de testigos de las misericordias del Corazn de tu Hijo que con tus intercesiones has creado y conservas y multiplicas?

5. Un modo de extender su accin de Redentor y procedimientos de Dios gobernador y conservador, multiplicando el nmero de causas segundas y comunicndoles la dignidad de cooperadores.

Qu grandiosa aparece bajo este aspecto la accin mediadora de Mara!

955. Dios, tan generoso y tan seor en dignificar aun los seres ms menudos e insignificantes, hacindolos causas de otros seres y elevndolos a la cooperacin con l, como causa primera de todas las causas, cmo se complacera y se complacer eternamente en constituir causa segunda suprema sobre todas las causas secundarias creadas de todos los rdenes anglicos, sobrenatural y natural, a la que, como Madre suya, quiso que fuera la causa material de su ser humano! Cmo me ha de extraar ya, que en la letana que comienza llamando a Mara "santa Madre de Dios", prosiga llamndola "Virgen de vrgenes", "Madre de la divina gracia", "Refugio de pecadores", "Auxilio de los cristianos", "Reina de los ngeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apstoles, de los mrtires, de los confesores, de las vrgenes y de los santos todos"?

Todos estos ttulos, qu otra cosa son que nombres distintos de su gran oficio en la economa de Dios en el mundo entero de los cielos y de la tierra, a saber, Causa segunda, la ms inmediata y ms participante de la Causa primera y a la par y por eso mismo, Causa primera entre todas las segundas de quien y por quien les viene toda su virtud y eficacia?

956. 6. El resumen de todos los secretos de la intercesin lo formul el mismo autor y causa de todas las ddivas y distribuciones de Dios, cuando dijo:

"Dad y se os dar" .

Partiendo, desde luego, de que toda merced del Seor viene de su generosidad, puesto que l es quien siempre da primero, es cierto que a ms generosidad nuestra corresponde ms generosidad de l. De ese mismo principio vienen el "bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarn misericordia" y el "perdnanos, como nosotros perdonamos" .

Iluminado con esta luz evanglica puedo decir, sin miedo de error: quien da ms a Dios, recibe ms de Dios para s y para los dems.

Entre otras comprobaciones, no habis visto en las escenas de intercesiones que os he venido presentando, cmo han ido recibiendo de la generosidad del Padre celestial pagas esplndidas y sobreabundantes las generosidades humanas intercediendo ante Jess por compatricios, parientes y amigos?

957. El Evangelio, el Sagrario y el cielo, qu otra cosa son que la cosecha llena preparada por la generosidad del Padre celestial como Agricultor divino, a las siembras de los corazones generosos, vencindose a s mismos y dndose a los dems sin medida ni cansancio?

Oh! Lo que descubren nuestros ojos puestos a mirar esas lejanas tan halageas!

Si Jess se llam a s mismo semilla y sembrador de la vida de Dios en la tierra, y seguir sindolo hasta la consumacin de los siglos, quin con ms ttulos que su Madre Inmaculada para llamarse la sembradora, la gran sembradora, no slo de la vida de Dios, sino del Dios de la vida?

El consentimiento consciente dado por Mara a la Encarnacin y a todas sus consecuencias gloriosas y dolorosas; la fidelidad exquisita a Dios, que le ha merecido ser escogida para dar aquel "hgase en m segn tu palabra" como representante de toda la naturaleza humana; la generosidad ante las pobrezas de Beln; las persecuciones de Herodes y las necesidades y humillaciones de la vida oculta; las renuncias supremas de la vida pblica, del Calvario, del sepulcro, de la ausencia despus de la Ascensin; las amarguras de la solicitud por las Iglesias nacientes..., no hacen de Mara la gran sembradora de la vida de Dios y del Dios de la Vida?

La Humanidad de Jess, el sacerdocio eterno que tiene y ejerce Jess por ser Hombre, y, por tanto, todo sacerdocio y todos sus frutos, su Redencin por el Sacrificio de su Carne, su Eucarista por la consagracin y oblacin de su Carne inmolada, sus Sacramentos por la virtud de su sangre y la gloria excelsa y mxima que todo eso da a Dios y el bien sin nmero ni medida que al gnero humano otorga, a quien despus de Dios se debe y por medio de quin se produce y se reparte sino de Mara y por Mara?

958. De verdad que si las cosechas del Sembrador divino son infinitas, eternas e inefables; para ver, contar, admirar y agradecer las cosechas de la gran sembradora, faltan ojos y bocas y corazones en todo el gnero humano nacido y por nacer en la tierra y aun en todas las legiones de ngeles de los cielos.

Queris una medida aproximada del valimiento de la intercesin de Mara? Dejad al Hijo que termine la frmula.

"Dad y se os dar", dijo.

Qu daris Seor, a la que os ha dado una cosa que vale ms que los cielos y la tierra, que era Ella misma, y despus dio lo que infinitamente vala ms que Ella, que sois Vos?

Cmo se me llenan el corazn de placer y los ojos de lgrimas de gratitud cuando os miro sentado en la montaa de las Bienaventuranzas, tendiendo vuestra vista por todos los espacios y tiempos, y os oigo anunciar la paga que reservabais para vuestros amigos y vuestros leales, para los que, a imitacin vuestra, habran de darse a Dios y por Dios a sus prjimos, y, como reina de todos ellos, para la ms amiga, leal y unida a Vos, para la ms generosa en dar y darse por Vos, vuestra Madre Inmaculada!

"Dad y se os dar... Dad abundantemente y se os echar en el seno una buena medida, apretada y bien colmada hasta que se derrame".

959. sa, sa es Mara, vuestra Madre y nuestra Madre!

La llena de la gracia de Dios, la rebosante de todas las gracias y bendiciones del cielo! La que se sienta en el cielo y pasa por la tierra derramando caricias y dones de Dios!

La gran Abogada!

La gran Intercesora!

La gran Mediadora!

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Prosigamos rumiando palabras de la gran oracin:

Que ests... 960. Que buen comentario al "que ests en el cielo" y en el Sagrario, es la escena de Emas!

Una de las grandes dificultades de la oracin ante el Sagrario, y singularmente de la oracin confiada, afectuosa y filialmente ntima, es no acabar de darnos cuenta de que Jess est all... vivo, personalmente. Padece en su vida eucarstica tantos desconocimientos, aun de parte de los suyos! Se repite tanto en el Sagrario la escena de Emas, de estar con Jess sin darnos cuenta de que est con nosotros!

La oracin de los discpulos de Emas 961. Peregrino disfrazado del camino de Emas, descbrenos los misterios que este pasaje, uno de los ms interesantes de tu Evangelio, encierra sobre la oracin ante tu Sagrario.

Dirase que este pasaje es todo un curso de oracin eucarstica.

Emas y el Sagrario Como en la Eucarista, Jess est en el camino de Emas, real y desconocido, presente e invisible, hacindose el encontradizo, y los hombres, torpes, ciegos, deslumbrados, con cunta dificultad acaban por encontrarlo! Qu raramente caen en que est all! Peregrinos perpetuos del camino misterioso del Sagrario, cunto hemos menester aprender de los felices caminantes de Emas, para llegar como ellos a sentir arder el corazn oyndolo y a conocer a nuestro Husped Jess partiendo el pan!

Qu hacen los peregrinos de Emas

para darse cuenta de la presencia de Jess 962. Una palabra expresa todo lo que hicieron para llegar a aquel fin tan dichoso:

oracin.

Estos dos hombres iban de Jerusaln a Emas haciendo esto slo: orar.

Vemoslo si no.

Cmo oraban? Tres modos de oracin descubro yo en el proceder de aquellos discpulos:

Oraban: 1. Echando de menos a Jess.

2. Hablando slo de l, y

3. Sirvindolo con caridad en la persona de un peregrino desconocido.

1. Orar echando de menos a Jess 963. Indudablemente, el alma que echa de menos a Jess, ora. Entre ella y l se entabla un dilogo quizs no de palabras, pero s de seales de inteligencia mutua. Esa seal es la tristeza que el alma siente por la ausencia y que Jess conoce y agradece.

El Evangelio tiene buen cuidado de notar, en la descripcin minuciosa del viaje de los dos discpulos, que iban tristes. Y la causa de esa tristeza, bien a las claras salta que es la ausencia de Jess...

La tristeza en la ausencia 964. Cierto que aquella tristeza no naca de una fe viva, ni de una esperanza inconmovible, ni de un amor perfecto, puesto que precisamente esa fe enseaba que Jess ausente siempre estaba presente para los que le amaban.

Por eso aquella tristeza presenta quizs ms bien los dejos amargos de una desilusin o de un chasco que la suave melancola de un amor que firmemente cree y espera.

As y todo, aquellos hombres echaban de menos a Jess, y porque no lo ven, porque no lo oyen, porque no gozan de su presencia, porque no descansan en su proteccin estn tristes; y esta tristeza, con todas sus imperfecciones, honra y gusta a Jess y merece de l el regalo de su presencia, aunque sea velada o disfrazada.

-Qu conversacin es sa que, caminando, llevis entre los dos y por qu estis tristes? - es la primera palabra con que Jess comienza a insinuarse y a revelarse a sus compaeros de viaje.

Detengmonos ante esa pregunta, peregrinos de la vida.

La tristeza del corazn humano 965. Todos, lo mismo los que andan en su opulencia, como los sumergidos en el mar de las privaciones, los chicos y los grandes, los hombres y las mujeres, caminamos fatigosamente por la senda de la vida cargados con el fardo de una gran tristeza.

Jess, que en su vida de Sagrario ha tomado sobre s el oficio de compaero de viaje de sus hermanos los hombres, cuntas veces se asoma al camino por donde stos pasan y de mil modos y maneras les pregunta: Por qu estis tristes?+

Y como toda tristeza supone algo que se echa de menos, qu sensacin de soledad y de desprecio sentir su Corazn cuando oiga gritos de ms dinero!, ms placer!, ms honores!, ms vivir!, ms triunfar!, y ni uno slo de ms Jess! Verdad, Compaero divino de la Hostia, que aquellos gritos te sonarn a aquel otro de Jerusaln: Barrabs! Barrabs! ste no!?

T, en el Sagrario eres pureza, verdad, salud, poder, amor, vida, felicidad, gloria, y no eres echado de menos por tus hermanos los heridos, los apesadumbrados, los oprimidos y los degradados por tantas lujurias, mentiras, enfermedades, impotencias, odios, muertes, desolaciones y remordimientos de infierno! Jess no echado de menos por los tristes de la vida, qu tristeza para tu Corazn!

966. Seor, obligado, como mis hermanos, a andar privado de muchas cosas por la tierra, yo quisiera, yo te pido que no me dejes entrar la tristeza ms que por la sola privacin de tu presencia y que, mientras yo pueda asegurar: tengo a Jess en mi Sagrario y hoy lo tengo en mi alma y maana, contando con su misericordia, lo tendr tambin, nada ni nadie puede turbar la paz de mi corazn; y si, a pesar de mis deseos y peticiones, por la abundancia de mis dolores y flaquezas, lloro y me quejo, ardientemente te pido que cada lgrima de mis ojos, cada ay! de mi boca, cada arruga de mi frente, cada gota de mi sudor, cada quejido silencioso de mi corazn, cada protesta, en fin, de mis incontables necesidades, sea esto slo: voz que te llame y seal de que te echo de menos. Compaero disfrazado de mi viaje de la tierra al cielo, que todo en m, mis penas como mis alegras, te estn siempre gritando: Ms Jess! Ms Jess!

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

2. Orar hablando de l 967. Los discpulos de Emas son, sin pretenderlo, unos excelentes maestros de la vida interior.

Con lo que ellos van haciendo y recibiendo en aquella memorable jornada, ms que un viaje de Jerusaln a Emas, hacen el viaje, incomparablemente ms ventajoso, largo y feliz, de la incredulidad a la fe viva, de la estultez y grosera de hombres carnales, a las claridades esplndidas de la palabra de Dios interpretada por el mismo Verbo de Dios; de las pesadumbres y congojas de la vida de sentidos, a la dulce posesin de la vista cierta de Jess resucitado de entre los muertos; es decir, el viaje desde el abismo de la ruindad de la naturaleza a las cumbres de la vida interior del alma.

Sigamos viendo y aprendiendo.

El primer paso de este camino lo dieron, como os mostr antes, echando de menos en su vida a Jess.

Sin l, la vida se les puso triste, y su tristeza fue la primera invitacin para que volviera Jess.

El segundo paso de esa ascensin lo dan hablando de l.

Cmo hablaban 968. No toda conversacin de o sobre Jess puede llamarse oracin. Cuntos hablan y escriben y predican de l lindezas de arte y primores de poesa y asombros de elocuencia, y..., sin embargo, no hablan con l y, por consiguiente, no oran!

La conversacin que los discpulos llevaban sobre Jess era oracin, porque ms que conversar el uno con el otro, poda decirse que cada cual hablaba con un interlocutor invisible que se supona y a la par no se crea presente. Aquel hablar tan insistentemente sobre lo que hizo, dijo, prometi y padeci Jess, no era para contarse lo que ya saban, sino como una rumia de la presencia tantas veces paladeada y gozada; como una nostalgia o aoranza del bien gozado y que a pesar de su poca fe no acababan de tener por perdido.

Era un buscar a Jess en todo y un preguntar a todos por l a fuerza de no pensar ni hablar ms que de l, como buscaba y preguntaba casi al mismo tiempo Mara Magdalena en torno del sepulcro vaco. Tan embebidos y llenos iban del pensamiento y de la conversacin sobre Jess, que no suponan se pudiera pensar ni hablar de otra cosa.

969. Por eso responden extraados al misterioso peregrino que les pregunta de qu hablan: "T slo eres tan extranjero en Jerusaln, que no sabes lo que ha pasado en ella estos das?" .

Y qu! no os parece que ese hablar de Jess ausente rumiando y comentando las palabras que de l se oyeron y las caricias y promesas que de l se recibieron, aorando su presencia, y en medio de su incredulidad, no cansndose de esperarlo ver otra vez vivo, no os parece, repito, que ese hablar de Jess es dilogo carioso con Jess, es oracin afectuosa con Jess, que lo llama, lo hace venir milagrosa y misteriosamente y alternar con ellos y empezar a cumplir en ellos la promesa que haba hecho de venir a estar siempre en medio de los que se renan en nombre de El?

Cuntas enseanzas!

Peregrinos del Sagrario 970. Queris que el Jess invisible y, al parecer, sordo, ciego y como muerto de la Hostia callada, se ponga a vuestro lado a acompaaros por las sendas penosas de vuestra peregrinacin y os vaya explicando, unas veces con luces en vuestra inteligencia, y otras con ardor en vuestro corazn, los misterios de vuestros dolores y los auxilios de su Providencia, y os haga entender la necesidad y el modo de ganar vuestro cielo llevando bien vuestra cruz de cada da, del mismo modo que ense a sus discpulos cmo fue "conveniente que Cristo padeciese todas esas cosas y entrase as en su gloria?" .

Ah! Si cuando sals del Sagrario, despus de haber recibido el alimento, las enseanzas o las caricias de Jess vivo, fueseis por el mundo rumiando aquel manjar y comentando, aorando y repitiendo, a solas o con quienquiera que hablis, la palabra, el buen pensamiento, el buen propsito de vuestro rato de Sagrario, cmo obligarais a repetir al Jess disfrazado del camino de Emas y de la Hostia callada el milagro de venir a acompaaros tan misteriosa como ciertamente!

971. Nos quejamos muchas veces de sentirnos muy solos en la vida, y cunto nos pesa y a las veces nos hace gemir nuestra soledad! Solos! Porque no nos decidimos a querer y a dejar acompaarnos de Jess, que por esta misma conducta nuestra est solo en sus Sagrarios!

Solos! Y el solitario Jess esperando vernos mirar hacia l a travs de una lgrima de nuestros ojos, de un grito de angustia de nuestro pecho, de un gesto de tristeza de nuestra cara... para acompaarnos!...

Almas caminantes, queris buena compaa para vuestro viaje? Pasaos cada maana por vuestro Sagrario..., y despus de recibir la palabra oda de vuestra meditacin y la Palabra comida de vuestra Comunin, seguid vuestro camino rumiando, cuanto vuestra flaqueza os permita, lo bueno que os dio y os dijo Jess. Ah!, no vamos solos y flacos por la vida por la falta de alimento recibido, sino de alimento rumiado y digerido... Madre Inmaculada, que tan cuidadosamente guardaste y rumiaste en tu corazn lo que oas y sabas de tu Jess, multiplica las almas que no hablen, ni obren, ni sientan, ni piensen ms que rumiando lo bueno que tu Jess les da en el Sagrario...

3. La oracin por medio de la obra 972. La oracin, que es siempre conversacin afectuosa del alma con Dios, se puede valer de las tres clases de palabras con que cuenta el hombre: la palabra interior de su mente, la palabra exterior de su boca y la palabra, ms exterior, de sus obras o actos racionales.

El dilogo que con Dios entablemos es oracin, con tal de que esta palabra de la mente, de la boca o de la obra vaya acompaada y explicada por el afecto de la voluntad que lo alaba, agradece, aplaca o impetra.

La oracin de la mente La tristeza dibujada en el rostro de los peregrinos de Emas nos ha revelado el doloroso dilogo que sus inteligencias y sus corazones llevaban con Jess.

Por qu con todo tu poder y virtud te has dejado vencer de la muerte?

Por qu has tenido que padecer tanto?

Por qu no has redimido ya a Israel como nosotros esperbamos?

Ser verdad lo que han venido diciendo las mujeres que fueron al sepulcro, que no est all tu Cuerpo muerto y que unos ngeles les han asegurado que T ests vivo?...

Qu alegra si fuera verdad! Pero, pero...

Esos son los puntos de aquella oracin mental que nos delata la tristeza de la cara de los discpulos.

La oracin de la boca 973. De los mismos corazones contristados por la pena de la ausencia de Jess y por las oscuridades de su dbil fe en sus palabras y profecas, salta a los labios la oracin vocal llena de recuerdos de Jess, de repeticiones de sus palabras y de sus hechos, de conjeturas sobre la realidad o imposibilidad de su resurreccin; llena, en suma, de deseos y aspiraciones de volver a ver a Jess y, por tanto, verdadera oracin o dilogo afectuoso con Jess.

La oracin de obras 974. Obrar por dar gusto a Jess, es orar.

Lo mismo llega a Jess la certeza de mi amor a El dicindoselo con palabra sincera de mi boca, que demostrndoselo con mis obras hechas porque l me las pide y porque a l le gustan.

La oracin ms augusta y ms grata para Dios es el Sacrificio de su Hijo en la Cena, en la Cruz o en la Misa, y esa oracin de Sacrificio es ms que oracin de la mente o de la boca, oracin de obra... El olor que exhala esa divina sangre derramada es el poderoso clamor de Cristo , que habla mejor que la de Abel y que todos los patriarcas, profetas y santos de la antigua y de la nueva Ley.

Un alma pasa su da cumpliendo su deber alto o bajo, grande o menudo, a la vista de muchos o de nadie y cumplindolo con gusto porque procura darse cuenta de que est dando gusto a Jess, esa alma pasa su da en oracin y en oracin muy valiosa y acepta.

Si cuantas veces podamos y nos permita nuestra flaca memoria, no slo en nuestras obras buenas, sino en las indiferentes, como el comer, pasear, rer, y dormir, decimos: "por Ti, para Ti, Corazn de mi Jess..., porque a Ti te gusta", estemos ciertos de que cumplimos el repetido encargo de nuestro divino Maestro: Es necesario orar siempre y no desfallecer... .

Y si aun las obras indiferentes, por virtud de nuestro ofrecimiento de ellas a Jess, se convierten en oracin de obra, qu dir si esas obras son positivamente buenas y las ms excelentes de todas, como son las obras de caridad?

975. Practicar obras de caridad y misericordia con rectitud de intencin, o sea, mirando ms al gusto de Jess que a la misma necesidad socorrida, es excelentsimo m