Pantoja Historiografiaorigen

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    Es precisamente esa contemporánea desaparición de la capacidad de leerlo que nos cierra definitivamenteel mundo de la tragedia antigua. Una lecturafiel exigeevidentemente sobre todoel saber diferenciar entre información ysugestión visual, diferenciar entre aquello quese nos ha dicho y aquello queaparece enla escena, que ha sido construido en ella,si bien no con elementosmaieriales, sino con la palabra poética.Por eso es necesario leer de una formaque nos permita distinguir entre aquello queese teatro nos muestra y aquelloque no nos muestra.

    PROPAGANDA EN LAS PRIMERAS ETAPAJERZYAxER HISTORIOGRAFÍA ROMANAUniversidadde Varsovia.

    Trad. del polaco por Abel Murcia.Pretendo en estas páginas una breve reflexión, necesa

    cinta, que viene a desarrollarl esbozo realizado en otro primeros tiempos de la historiografía, un géneroal que tanimportantesha hecho a lo largo de los aftos la admirable Fontán.

    Una cuestión que revolotea casi cadavezque alguien hablto y con mucha frecuencia se posa en las páginas a élla p r o p ~ a n d aque, apresurémonos a puntualizarlo, no de la misma manera: en efecto, unos ven en ellael desencadede la obra2; otros la manipulación del material utilizado creto.Deahí que no resulte raro encontrar discrepancias d

    7Sabidoes que la historiografía como tal surgió entre

    momento dado con características -singulares: no fue unQ. Fabio Píctor yL Cincio Alimento, los quede fOrmacaen la medida en que permiten afirmarlo nuestras noticimuy similar,se lanzaron a la tarea de elaborar una obrpertenecían a la clase dirigente; los dos participaron en lanica; los dos escribieron a edad avanzada, consagrando alde la vejez, y además lo hicieron' en griego. Una diferpuesta de relieve, había, no obstante, entre ellos:el primerpertenecía a una de las más importantesg nt s tradicionales

    1bio, era plebeyo., Comencemos, pues, por la primera acepción yel primer auque le impulsara a escribirl simple placer de hacerlo, haqué pudo inducir a un político a emprender una actividad

    I «La literatura latina en prosa duranteel período arcaico»,Actas del VII de Estudios Cldsicos Madrid, 1989,págs. 405-424,donde, por cierto,se derratas, que en parte corregiremos aquí.

    2 Su sentido propio

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    to-crucial de la historia de la república, cuando, ya con el convencimientode haber dominado Occidente, Roma vuelve los ojos hacia Oriente e iniciasu expansión sobre Macedonia, con el enfrentamiento provocado por la alianiade ésta con Haníbal al comienzo de la Segunda Guerra Púnica. Según la hipótesis tradicional, de B. G. Niebuhr, asumida y difundida por M. Gelzer 3, lapretensión de Fabio era fundamentalmente 'd iplomática': h abía tenido ocasiónde ver sobre el terreno, cuando marchó en el216 a consultar el oráculo délfico,que la información corriente entre los griegos era filocartaginesa. A su vueltaintentó contrarrestarla con una obra donde se hacía hincapié en las relacioneslegendarias entre ambos pueblos y por otro lado, teniendo en cuenta lo referente a los pactos con los cartagineses y su ruptura, en la lealtad del pueblo

    romano con sus aliados, é incluso el carácter defensivo de sus guerras. Recuérdese además que en esa epoca se desarrollaba un proceso de pactos con Atenas,Pérgamo y Rodas para detener el expansionismo de Filipo V de Macedonia,aliado a su vez con Antioco III de Siria, proceso que culminará con la derrotade éstos y la solemne declaración de la libertad de los estados griegos hechapor T. Quincio Flaminino durante los juegos ístmicos de 196.

    En cuanto a Cincio, capturado por Haníbal, debió de conocer la cohortede cronistas que rodeagan al cártaginés (Nepote, Hann. 13, 3, cita a Sosilode Esparta y Sileno de Caleacte) y verse también impulsado a oponerles laversión romana.

    Ambos contribuyeron a convertir el género en patrimonio senatorial. Dehecho, no pocos investigadores coinciden en sei'lalar que la cultura fue en buena medida importada por las clases dirigentes con fines más o menos claramente político-sociales tanto de cara al interior como al exterior". Ellas bien pudie

    ron fomentar en algunos de sus miembros 'el uso de la forma literaria queconsideraban más noble para un ciudadano; recuérdese que son los primerosescritores propiamente romanos, no procedentes de otros territorios, como An-dronico y Nevio, Ennio o Plauto.

    Por otra parte, se sabe que

    dai tempi dí Erodoto -teste Xantho Lidio- c'erano stati degli indigeni divari paesi che, conosciuti i Oreci, si erano messi a scrivere la storia della loropatria in Iingua greca e con metodi greci. fenomeno diventa imponente dopoAlessandro Magno, coinvolge BabiJonesi, Egizi, Fenici. Ebrei e probabilmenteanche Cartaginesi ed Etruschi, sebbene per questi ultimi non esistano provedirette. In tutto iI Mediterraneo ci sono degli indigeni ellenizzati che ripensanoe riscrivono in greco la sloria del loro paese s

    3 M. GEUER, «Romische Politik bei Fabius Pictor», Hermes 68 (1933), páp. 126-166.4 Cf., vgr. las referencias de d. F. GIANOTT1 A. PENNACINI Societa e comunicazione leítera

    ria di Roma antiro Turen, 1981, pág, 31.5 A. MOMlOLlANO, «Linee per una valutazione di Fabio Pittore», Rend. Acc. Linc. -XV núms.

    7-12 (1960), págs. 310-320; ahor a en Storia e sloriografla antica Bolonia. 1987, págs. 275-288,concretamente pág. 281.

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    f .UV\ t r ->; twtvvA la hipótesis de la propaganda 'externa' se enfrenta la de q

    que Fabio habría escrito más con la mira puesta en los miemde la sociedad romana y que tal actitud «tenía un complejo sigreacción a estímulos de vida religiosa y cultural» 6.

    y si la obra de éste era ya conocida cuando Cincio realizparecería muy necesario 'doblarla', en el caso de que la intencma, salvo que quisiese contrarrestar desde el punto de vista excesivamente 'aristocrático' y 'fabiano' (de hecho. en muchos mactuación de esta gens había sido decisiva). Recordemos que a F ~ y e nlas interpretaciones antidemocráticas de actuaciones comun ejemplO significativo, la de Gayo Flaminio, un homo n

    el consulado en el 223: su propuesta de distribución de tierras edanos pobres durante su tribunado de la plebe en 232 es tenique recoge Polibio (frecuente seguidor de Fabio para los hechos decomo causante de la 'desmoralización del pueblo' e impulsora dde los galos en 225.

    Lo cual nos lleva al segundo y más delicado aspecto de los queteamos: el de la manipulación del contenido. Sin llegar a las de A. Alfoldi, quien dedica medio centenar de páginas a poner d'mentiras' de Fabio 7, sin duda existió una cierta parcialidpuede calibrar en qué grado sería deliberada. Cuesta admitir, cel réstringido círculo de romanos capaces de leer la obrasin más,- cosa que no sucedería con el mundo griego en gener

    Precisamente basándose en la indemostrabilidad concreta de lanes, ciertos autores niegan de forma expresa el carácter p

    propagandístico de Fabio 8. Ahora bien, aun prescindiendo dedo, por ej., por J. Heurgon 9, de que ya Cicerón, Tito LivHalicamaso ponían en guardia contra las falsificaciones de la tracientes de que la historia había sido alterada por las pretensionde las gentes que, en los elogios fúnebres de sus antepasadofa/si triumphi pIures consulatus genera etiam falsa et ad plebem(Cíe., Brut. 62), e incluso de los comentarios de Polibio, referde respeto escrupuloso a la verdad (cL 1 14), queda aún de E. Meyer o, que viene a demostrar, mediante la comparacimaciones con las proporcionadas por la epigrafía, el relativo dverdad por parte de Fabio.

    6 Segun la formulación de A. MOMIGLIANO, op. cit. pág. 277.7 A. ALFOLDI Eilrly Rome and the Latins Ann Arbor, 1964, págs.

    A. MOMlaLIANo, op. dt. pág. 284. Cf. también D. TIMPE, «Fabius

    der romischen Historiographie», ANRW I 2 (1972), págs. 929-930.11 9 J. HE11IlOON «L'interprétation historique de I'historiographie latine deBudé (1971), pág. 223.

    10 E. M¡¡YER, «Die romische Annalistik im Lichte der Urkunden».

    970-986. .

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    MIGUEL RODRIGUEZ PANTOJA

    La hipótesis de un objetivo 'exterior' daría cuenta sin más del empleo delgriego, pero también de la adopción de una estructura que podemos reconstruircon bastante aproximación y parece presentar los suficientes puntos de contac-to con determinadas corrientes historiográficas helenísticas como para pensaren u n conocimiento claro y una deliberada. aunque no necesariamente servil,sujeción a ellas. Recuérdese, po r ejemplo, el testimonio de Dionisio en la intro-ducción a su Historia antigua de Roma 1,6,2): después de mencionar a Jeró-nimo de Cardia, Time de Sicilia, Antígono, Polibio y Sileno como autoresque tocaron ese mismo tema, y de afir mar que «cada uno de ellos escribióreuniendo unas cuantas cosás aplicadas sin rigor y procedentes de relatos llega-dos al azar», concluye:

    Parecidas a éstas .. son las historias que nos ofrecieron cuantos romanosnarraron en lengua griega los acontecimientos remotos de la ciudad; de estosescritores los más antiguos son Q. Fabio y L. Cincio, que florecieron dur antelas guerras púnicas. Cada uno de ellos narr ó con exactitud basa da en laexpe-riencia los hechos en los cuales había participado personalmente; por contra,los sucesos antiguos acaecidos tras la fundación de la ciudad los tocaron deforma superficial y sucinta.

    A estos modelos se achaca la división de las ob.ras en tres bloques: primero,l una ktfsis o relato fundacional a la manera helenística, que llegaría de forma

    aproximada hasta la mitad del siglo v; luego una crónica predominantementebélica y desarrollada eapitulatim o sea, de forma sucinta, que alcanzaría hastael comienzo de las Guerras Púnicas, y finalmente la narración extensa y porme-nonzada e los hechos más recientes.

    No deja de ser significativo que esta estructura perdure en sus continuado-res y, por otra parte, la adopte también Nevio (y Ennio), reconózcase o nola relación directa entre sus respectivas obras.

    ¿Qué razones pudo tener Fabio y tras él los demás) par a adoptarla? Almargen de esa sujeción a los modelos griegos,se ha sugerido, por parte, porej., de J. P. V. D. Balsdon 11. o, más recientemente, de D. Timpe 12, unafalta de fuentes para ese período de doscientos aftos entre la mitad del siglov y la del m. Pero no resulta imaginable sin más esa carencia de noticias enun s enador que, por una parte, tendría acceso a algunos documentos públicosmás que las simples tábulae pontificum, y por otra,en el caso concreto deFabio, perteneciente a una de las familias protagonistas de muchos de esosacontecimientos, dispondría sin duda de sus propios archivos, y con .toda pro-babilidad también de los de. otras familias aristocráticas, aunque se admítá,

    como última concesión, que en mayor o menor medida la transmisión fuese

    11 J. P. V. D. BALSDON. «Sorne questions about Historical Writing in the Second CenturyB. C.». CQ. n. s. 3 (19S3), pág. 61.

    12 D. TTMPE. OfJ cit.• págs. 959 y sigs.

    oral; y más tras la destrucción, cuyas dimensiones ignorincendio de los galos -después del cual, si fue en el 390 oocurrido muchas cosas reseñables que entran de lleno etenían por qué haberse perdido.

    Pudo ocurrir sencillamente que la reducción del segundcindible fuese deliberada; si el objetivo inmediato de Faba los griegos su versión de la historia de Roma, parecedesarrollara el período mítico en el que la relación eny aquellos de cuya estirpese consideran descendientes los ry positiva. En cambio los dos siglos que Roma consagrósu dominio en la península itálica, Tarento y los enfreincluidos (que, por o tra parte, ya había tratado con detalnio), r esultaban indudablemente de nulo o escaso interésfuera de la península. La vuelta al detalle en la narracióntos recientes se explica sin dificultad.

    La otra hipótesis justifica el uso del griego con lade la lengua latina, que, sin embargo, ya estaba siendo vra en verso, p ero también instrumento político fundamentasa oratoria más o menos elaborada, y medio indispenpor escrito de textos jurídicos y de documentos públicosa la reducción de la segunda parte, podría deberse a unexcesivamente a la nobleza itálica incorporada ya a las cnas, y por tanto partícipe del gobierno que, justo en ese enfrentó a sus respectivos pueblos.

    Con todo, ninguna de estas posibilidades tiene por qmás, dado el sentido práctico romano, cabe cuando meaprovechara, por usar la expresión tópica, el tiro para vade hacer ver a los griegos lo bien queles iría teniendoromanos, con quienes les unían muy antiguos lazos, podíado conocido las excelencias militares y políticas de la aristouna. parte importante de la cual estaba constituida porglorias hab ía reverdecido recientemente Q. Fabio Máximoel Cunetator. cónsul en el 233 13. Cuando, además, con

    13 Después de llevar, por cierto, mucho tiempo emparentando con. sangre extranjera permitió a lagens -bruscamente agotada en víspe

    Púnica- sobrevivir y aun mantenerse en el gobierno a través de ramel tronco reverdeció con Q. Fabius Maximus» (J. HEUROON, ome et la

    jusqu aux guerres puniques = oma y el Medilerrdneo hasta las guerras púnilozJ, Barcelona, 1971, pág. 219). LQ cierto es que los abii habian esdel siglo a! frente de la polftica romana y la narración sucinta' de uneste predominio, que venia· de antes, así como la conocida rivalidadtambién indicio de que Fabio miraba más bien hacia afuera: en casexplayarse en la parte favorable a los suyos.

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    MIGUEL RODRtGUEZ PANTOJA

    En fin, mientras Fabio y Cincio colocaban nombres y datos de sus protagonistas nob les , Catón pretendería, no la demagogia de una historiografía anónima en cuanto colectiva, sino la conciencia de un pueblo capaz de producirhéroes ejemplares con independencia del títu lo que llevaran. De otra manerano habría dado mucha cabida en ella a relatos como el del fragmento máslargo conservado que trata sobre el heroico comportamiento de un individuo,el tribuno cuyo nombre, Quinto Cedicio, conocemos por otra fuente 14. yen último término, Catón se comportaría como Fabio, aunque más en consonancia con los tiempos que vivía, al hablar, y no poco, de sí mismo (entreotras cosas incorporando sus propios discursos): como el primer historiador

    romano, patricio de viejo cufto, ponía su gens y su clase, elhomo

    nouus reciénaterrizado y por ello sin tradición directamente vinculada a su persona o sufamilia ponía la actuación propia como un ejemplo distinto aseguir. En definitiva, propaganda interna y predominantemente moral.

    Recapitulemos: pese a las voces discrepantes, parece muy probable que lahistoriografía romana de estos primeros tiempos estuviese movida por un c1arol fobjetivo propagandístico, bien interno, bien externo. Si la mira estaba puestasobre todo en el exterior, la deformación, intencionada o no, de los hechosresultaría más explicable, pQrque los posibles críticos l a clase dirigente informada y capaz de leer griego- se convertirían en cómplices. En cambio, laconsideración de los conciudadanOS como primeros destinatarios, evidente enCatón, pasa por un mayor respeto a la verdad comprobable, en cuyo descuidoconsistiría para algunos la esencia de lo propagandístico

    . En cuanto a la deformación, si existe, no tiene por qué venir, como propo

    ne B. Gentili IS, deJo s planteamientos isocráticos que informarían las obrasde estos primeros historiadores siguiendo a sus modelos, sobre todo Timeo,acusado por Polibio (12, 1) de falsear la verdad voluntariamente (aunque pudieron ser también un elemento coadyuvante). Son las propias circunstanciaslas que proporcionan, como hemos venido· viendo a lo largo de las páginasanteriores, las claves para una posible explicación, sin forzar las cosas, no ya

    . de esta falta de rigor, sino de. la proximidad, en varios aspectos bastante mayorde lo que en general se suele admitir, de Catón con Fabio y sus seguidores;

    - la distribución interna de sus obras o el poco cuidado de la forma, muy enJá Unea de sus modelos griegos, pero también de los documentos tradicionalescomo los anna/es pontiflcum

    Finalmente hay que con siderar el aspecto moralizante, que B. Gentili 16 se-fiala, asimismo, como característico de la historiografía isocrática ; ya lo apunté

    14 GElL., 3, 7 donde se recoge el fragmento mencionado.u Que habla de «una storiografia di tendenza o di propaganda»; B. GENTIU G. CEIlIlI, Le

    leorie del discorso alorico nel pens.lero greco e la alorlograjia romana arcaica Roma, 1975 págs.4 sigs.

    16 B. GENTlLI, G. CEIlIlI, op d pág. 63.

    PRIMERAS ETAPAS DE LA H1S f01UOON.Al .lA . K V J

    en el estudio antes citado: si Fabio y Cincio destinaban sno romanos, se guardarían de darle ese tinte pesimista que ente en Catón. Lo que ocurre es que aquí tampoco disponemode juicio objetivos que permitan decantarse en uno u otro sent

    MIGUEL RODR

    Universidad de Córdoba.

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