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PARA LA GÉNESIS DEL RUFIÁN DICHOSO: EL CONSUELO DE PENITENTES DE FRAY ALONSO DE SAN ROMÁN La cuestión de las fuentes del Rufián dichoso ha sido planteada por primera vez por Cotarelo Valledor, al señalar este erudito la in- fluencia que debió de ejercer, en la génesis de la comedia cervan- tina, la Historia de la Orden de Predicadores, de fray Agustín Dávila Padilla 1 . En vista de las conexiones existentes entre la relación que nos ha dejado Dávila Padilla de la vida del P. Cruz y su dra- matización por Cervantes, bien puede identificarse esta relación con "la historia del santo" mencionada en una de las acotaciones escénicas de la comedia 2 . Con todo, nuestras propias investiga- ciones sobre el tema nos han llevado a la conclusión de que no se trata de una influencia exclusiva. Con toda probabilidad, Cer- vantes hubo de acudir, también, a otra narración de la vida de Cristóbal de Lugo: aquella que figura en el Consuelo de penitentes, del agustino fray Alonso de San Román 3 . Los argumentos adu- cidos, hace más de diez años, en nuestro Cervantes dramaturge: un théâtre à naître, parecen haber convencido a los conocedores del tea- tro cervantino, a pesar de que no pudimos, por razones obvias, reproducir en nuestro libro la relación del P. San Román 4 . Por eso nos ha parecido oportuno facilitar aquí el acceso a este texto 1 A. COTARELO VALLEDOR, El teatro de Cervantes, Madrid, 1915, p. 351. El título completo de la obra del P. DÁVILA PADILLA es Historia de la Fundación y Discurso de la Provincia de Santiago de México de la Orden de Predicadores, por las vidas de sus varones insignes y casos notables de Nueva España, Madrid, 1596. (En adelan- te: DP.) 2 CERVANTES, El rufián dichoso, jornada 2 a , en Obras dramáticas, BAE, t. 156, Madrid, 1962, p. 220a. (En adelante RD.) 3 Cervantes dramaturge: un théâtre à naître, Paris, 1978, pp. 46-53. 4 Véanse las observaciones críticas de J. Tálens y N. Spadaccini (CERVAN- TES, E l rufián dichoso. Pedro de Urdemalas, Cátedra, Madrid, 1986, p. 109), así como las de F. Sevilla y A. Rey Hazas (CERVANTES, Teatro completo, Planeta, Barcelona, 1987, p. 285). NRFH, XXXVIII (1990), núm. 2, 461-476

PARA LA GÉNESIS DEL RUFIÁN DICHOSO: EL DE FRAY ALONS …aleph.academica.mx/jspui/bitstream/56789/26732/1/38-002-1990-0461.pdflucía, llegando a ser, hacia 1582, consultor del Santo

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PARA L A GÉNESIS D E L RUFIÁN DICHOSO: E L CONSUELO DE PENITENTES

DE F R A Y A L O N S O DE SAN R O M Á N

L a cuestión de las fuentes del Rufián dichoso ha sido p lanteada por p r i m e r a vez p o r Cotare lo V a l l e d o r , al señalar este e rud i t o la i n ­fluencia que debió de ejercer, en la génesis de la comedia cervan­t i n a , la Historia de la Orden de Predicadores, de fray Agustín Dávila P a d i l l a 1 . E n vista de las conexiones existentes entre la relación que nos ha dejado Dávila Pad i l la de la v i d a del P. C r u z y su d r a -matización por Cervantes , b i e n puede identif icarse esta relación con " l a h i s to r ia del s a n t o " menc ionada en u n a de las acotaciones escénicas de la comedia 2 . C o n todo , nuestras propias invest iga­ciones sobre el t ema nos h a n l levado a la conclusión de que no se t r a t a de u n a in f luenc ia exclusiva. C o n toda p r o b a b i l i d a d , Cer ­vantes hubo de acud i r , también, a o t ra narración de la v i d a de Cristóbal de L u g o : aquel la que figura en el Consuelo de penitentes, del agustino f ray A lonso de San R o m á n 3 . Los argumentos a d u ­cidos, hace más de diez años, en nuestro Cervantes dramaturge: un théâtre à naître, parecen haber convencido a los conocedores del tea­t r o c e rvant ino , a pesar de que no p u d i m o s , por razones obvias, r e p r o d u c i r en nuestro l i b r o la relación del P. San R o m á n 4 . Por eso nos ha parecido o p o r t u n o fac i l i tar aquí el acceso a este texto

1 A . C O T A R E L O V A L L E D O R , El teatro de Cervantes, M a d r i d , 1915, p. 351. El título completo de la obra del P. D Á V I L A P A D I L L A es Historia de la Fundación y Discurso de la Provincia de Santiago de México de la Orden de Predicadores, por las vidas de sus varones insignes y casos notables de Nueva España, M a d r i d , 1596. (En adelan­te: DP.)

2 C E R V A N T E S , E l rufián dichoso, j o rnada 2 a , en Obras dramáticas, BAE, t . 156, M a d r i d , 1962, p. 220a. ( E n adelante RD.)

3 Cervantes dramaturge: un théâtre à naître, Paris, 1978, pp. 46-53. 4 Véanse las observaciones críticas de J . Tálens y N . Spadaccini ( C E R V A N ­

TES, E l rufián dichoso. Pedro de Urdemalas, Cátedra, M a d r i d , 1986, p. 109), así como las de F. Sevilla y A . Rey Hazas (CERVANTES, Teatro completo, Planeta, Barcelona, 1987, p. 285).

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462 JEAN CANAVAGGIO NRFH, X X X V I I I

i m p o r t a n t e que , debido al escaso número de ejemplares que se conservan del Consuelo, resulta de difícil consulta.

I gnorado de los cervantistas, f ray Alonso Osor io de San R o ­mán no lo es, en cambio , de los historiadores de la evangeliza-ción del N u e v o M u n d o . L o poco que se sabe de su v i d a ha sido compendiado por el P. Gregor i o de Santiago V e l a , en su Ensayo de una Biblioteca Iberoamericana de la Orden de San Agustín5. N a c i d o en G r a n a d a antes de 1550, el P. San R o m á n era h i j o legítimo de M e l c h o r de San R o m á n y L e o n o r de Pozas. Profesó en el C o n ­vento de los Agust inos de Salamanca el 5 de n o v i e m b r e de 1565. Tras permanecer cinco años en la Nueva España (1575-1581), don ­de tomó parte en la labor evangel izadora, se estableció en A n d a ­lucía, l legando a ser, hacia 1582, consultor del Santo O f i c i o en Sevilla. E n 1585 fue comisionado para fundar el convento de C u e n ­ca, del cual se le n o m b r ó p r i o r . Se i g n o r a el año de su m u e r t e .

E l Consuelo de penitentes, cuya p r i m e r a edición se imprimió en Salamanca en 1583, es u n m a n u a l de devoción. Consta de dos partes, publ icadas en u n solo t o m o . L a p r i m e r a se t i t u l a Consuelo de penitentes, o Mesa Franca de espirituales manjares, con una tabla de con­ceptos aplicados al Evangelio. D e l título de la segunda se inf iere que el Consuelo consta de cinco t ratados 6 . Estas aclaraciones no se i n ­c luyen en el título de la edición de Sevi l la , dos años posterior a la de Salamanca, pero sí se m e n c i o n a n esta vez los cargos desem­peñados por el autor , así como las enmiendas que c o m p o r t a esta segunda edic ión 7 . E n opinión del P. Santiago V e l a , la p r i m e r a redacción del Consuelo se r e m o n t a , probab lemente , a la estancia

5 P. G R E G O R I O DE SANTIAGO V E L A , Ensayo de una Biblioteca Iberoamericana de la Orden de San Agustín, M a d r i d , 1922, t . 6,' pp. 205-207 y t . 7, pp. 259-260.

6 Consuelo de penitentes, o Mesa Franca de espirituales manjares, con una tabla de conceptos aplicados al Evangelio, Salamanca. E n casa de Alonso de Terranova y Neyle, 1583, 8 o , 6 h + 260 ff. + 3 h . Segunda parte del Consuelo de penitentes, o mesa Franca, repartido en cinco tratados. . . En Salamanca. E n casa de Alonso de Terranova y Neyle, 1583, 8 ° , 6 h + 260 ff. + 3 h .

7 CONSVELO / de penitentes, / ó Mesa Franca de spirituales / manjares. / Com­puesto por el R.P.F. Antonio de San Román / de la orden de S. Augustín, Prior en la ciudad de / Cuenca, y Consultor del Sancto officio de la / Sancta Inquisición de Seui-lla / Aora nueuamente Corregido y enmendado por el / mismo Autor, en esta segunda im-pression. (Grabado en madera con la imagen de San Agustín.) Con pr iv i le ­gio. / En Seuilla, en la Imprenta de Andrea Pescioni / y luán de León. 1585 / A costa de Anton io Sagete, mercader de libros. Nuestras citas proceden de esta edición, cuyo capítulo dedicado a la vida del P. Cruz reproducimos en apéndi­ce. Hemos consultado uno de los dos ejemplares conservados en la Biblioteca del Escorial (sign. 22-V-38 y 121-IX-16) . (En adelante: SR)

NRFH, XXXVIII PARA LA GÉNESIS DEL RUFIÁN DICHOSO 463

m e x i c a n a del P. San R o m á n , a j u z g a r por las aprobaciones que encabezan la edición de Salamanca; concedidas en M é x i c o , h a n de ser anteriores a 1581:

De tanta utilidad y necesidad se creyó la publicación de la obra —co­menta el P. Vela— que el [. . .] P. Suárez de Escobar Provincial de México de la Orden de San Agustín impuso al autor precepto formal de obediencia, ordenándole que gestionara con toda diligencia la impresión 8.

T a n piadoso celo denotaba u n propósito, no sólo e jemplar , si­no propagandístico. E n el Consuelo de penitentes se insertan, en efecto, en el t ratado 4 o de la Segunda par te , las " V i d a s de los célebres Mis ioneros de Méj i co , l lamados los Nueve de la F a m a ' ' . Esta ver­sión a lo d iv ino de u n m i t o medieval recordado por D o n Q u i j o t e 9

reúne, en u n equ i l ib rado repar to , las vidas de nueve de los mis i o ­neros que , durante el siglo XVI, p a r t i c i p a r o n en la conquista es­p i r i t u a l de N u e v a España: tres padres agustinos (los PP. J u a n B a u ­t ista de M o y a , A n t o n i o de R o a y Francisco de la C r u z ) ; tres f r a n ­ciscanos (los PP. Martín de V a l e n c i a , J u a n de San Francisco y Andrés de O l m o s ) ; y por fin, tres domin icos (los PP . Cristóbal de la C r u z , D o m i n g o de Betanzos y T o m á s del Rosar io ) . E l de­seo de los superiores del P. San R o m á n era, sin d u d a a lguna, d i ­f u n d i r , por el canal del Consuelo, la labor mis i onera de estas órde­nes. A q u e l l a empresa d i v u l g a d o r a será proseguida en m a y o r es­cala p o r los cronistas de la evangelización. San R o m á n figura, pues, entre aquellos que les enseñaron el c a m i n o , y muchos de estos cronistas se valdrán de los datos reunidos por tan i lustre p r e c u r s o r 1 0 . S ign i f i cat ivo , a este respecto, es el caso del P. Dávi -

8 S A N T I A G O V E L A , Ensayo. . . , t . 6 , p. 2 0 7 . 9 Este mi to , de origen francés, parece remontarse al siglo x m . La lista de

los héroes ha cambiado según las épocas; pero sus diferentes variantes i lustran todas el ideal que se forjó la Edad M e d i a de una cohorte de nueve caballeros famosos, comparables con los Siete Sabios de la Grecia A n t i g u a y proceden­tes, en proporciones idénticas, de la Antigüedad pagana, de la Biblia y del Ro­mancero. Cf. A N T O N I O RODRÍGUEZ P O R T U G A L , Chronica llamada el triumpho de los nueve preciados de la fama: en la qual se contienen las vidas de cada uno. . ., Lisboa, 1 5 3 0 . A l volver malparado de su pr imera salida, D o n Qui jote se hace eco de esta tradición: 4 ' Y o sé quién soy [. . . ] y sé que puedo ser, no sólo los que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aun todos los Nueve de la Fa­m a " {Don Quijote de la Mancha, I , 5 , Castalia, M a d r i d , 1 9 8 2 , t . 1 , p. 1 0 6 ) .

1 0 Especialmente F. A N T O N I O D A Z A , en Quarta Parte de la Crónica General de N.P.S. Francisco y de su Apostólica Orden, Val lado l id , 1 6 1 1 , así como F. A L Ó N -

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la P a d i l l a : aunque no mencione a San R o m á n entre sus insp i ra ­dores, aprovecha a m e n u d o las in formaciones sacadas del t ratado de los Nueve de la F a m a , l legando a i n c o r p o r a r fragmentos ente­ros del Consuelo. Baste señalar, como botón de muestra , los tres e jemplos siguientes:

S A N R O M Á N

Aparesc ió le u n a vez el enemigo en ñgura de u n osso m u y feroz y espantoso, echándole las ga­rras a l a cara y cuel lo , d i -z iéndole : ¿no m e temes tú? Y respondióle el sancto: no p o r c i e r t o : ¿quién eres tú p a r a que yo te aya de temer? Y assi l u e ­go desaparesció (460 v ° ) .

e importunándola que se confes­sasse y encomendasse a D i o s , respondió que no avía p a r a qué , pues D i o s no le avía de p e r d o n a r , n i aver m i s e r i c o r d i a de l la . (462 v ° ) .

Y p o n i e n d o las manos , c o m e n g ó a m i r a r a u n a par te y a o t r a , c omo r a z o n a n d o con los que allí es tavan . (465 r ° ) .

D Á V I L A P A D I L L A

O t r a vez [. . . ] se le apareció el d e m o n i o en figura de oso de aspecto feroz y m u y h o r r i b l e , y le echó las uñas de sus pe­sadas m a n o s , agarrándole del ros t ro y cuel lo . Y le d i x o : ¿ N o m e temes tú? Y respondió el b e n d i t o padre : N o p o r c ier to . ¿ Q u i é n eres tú p a r a que yo te tema? Y entonces le dexó (416 a) . Importunávanla que se confessasse y encomendasse a D i o s , y respon­día s iempre que no avía p a r a qué hazer d i l igenc ias en v a n o , pues D i o s no l a avía de p e r d o n a r , n i te ­n e r m i s e r i c o r d i a del la (425 b ) .

sacó los brazos el b e n d i t o e n f e r m o , c o m o q u i e n estava r a z o n a n d o con los que estavan presentes (459 a) .

Desa for tunadamente , no sabemos en qué circunstancias paró el Consuelo en manos de Cervantes . ¿Su simpatía por los m a n u a ­les de p iedad —señalada por B a t a i l l o n — lo llevaría a hojear este l i b r i t o , despertando su interés por la figura de Cristóbal de

so F E R N Á N D E Z , Historia eclesiástica de nuestro tiempo, Toledo, 1611. Este último ha copiado del Consuelo las vidas de F. Anton io de Roa y F. J u a n Bautista de M o y a , imitándolo además en su vida del P. Martín de Valencia. El P. R E -M E S A L , en su Historia General de las Indias (BAE, t . 188, p. 119b), dice del P. San Román que es " u n maestro m u y pío y docto de la Orden de N . P. San Agustín" . A j u i c i o de R O B E R T R I C A R D , el valor histórico del Consuelo es me­diocre; pero el l ibro es interesante por su fecha y porque testimonia la pronta popularidad de los misioneros mexicanos en el mundo religioso español; cf. La conquête spirituelle du Mexique, Paris, 1933, p. 20.

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L u g o 1 1 ? ¿ N o fue más b i en la lec tura de Dávila Padi l la la que le incitó a a m p l i a r su información sobre el personaje 1 2 ? E l presen­te estado de nuestros conocimientos no nos permite elegir entre ambas hipótesis. T a m p o c o resulta posible decir cuál de las dos ediciones fue consultada por Cervantes . E n caso de que la obra le fuera aconsejada por el autor de la censura, el p r o p i o J u a n L ó ­pez de Hoyos , b i en p u d o leerla poco antes de la m u e r t e de su a n ­t i g u o maestro, acaecida el 28 de j u n i o de 1583, a no ser que en­c o n t r a r a el l i b r o en la b ib l ioteca del h u m a n i s t a , después de su f a l l e c i m i e n t o 1 3 . Así y todo , no debe excluirse u n descubr imiento más tardío, durante a lguna estancia sevillana del f u t u r o autor del Quijote, entre dos de sus comisiones andaluzas: recuérdese aque­l l a subasta pública de 1590, en la cual c ompró varios l ibros y , en ­tre éstos, u n a Historia de Santo Domingo, dos años antes de c o m ­prometerse a componer , para el comediante R o d r i g o O s o r i o , seis comedias que, al parecer, quedaron sin escr ib irse 1 4 .

A falta de poder aclarar este p u n t o conviene al menos, m e -

1 1 Como los erasmistas, observa M . B A T A I L L O N , " v i o con simpatía los manuales de piedad ilustrada que competían con las novelas para disputarles su influencia sobre las almas. Cuando D o n Quijote visita una imprenta en Bar­celona, uno de los libros que ve corregir es la Luz del alma christiana, de Fray Felipe de Meneses, l ibro bastante olvidado a principios del siglo XVII, pero m u y leído en los tiempos en que Cervantes era j o v e n " (Erasmoy España, F C E , México , 1956, p. 778).

1 2 Cabe observar que, de los nueve misioneros seleccionados por San Ro­mán, el P. Cruz es el único en representar u n caso de conversión, a diferencia de los demás, cuyas vidas son uniformemente ejemplares y no se prestan a una dramatización efectista.

1 3 Aunque no lleve fecha, la aprobación de López de Hoyos hubo de ser una de las últimas muestras de su actividad en este campo. " P o r mandado de V a Alteza —escribe López de Hoyos— he visto con diligencia y curiosidad este vo lumen, int i tulado Mesa franca de manjares espirituales, compuesto por el padre Fray Antonio de San Román, de la orden de S. Agustín, el qual con mucha variedad de escriptura sagrada, buenos conceptos, buena invención pro­siguió su obra, dilatándola con mucha escriptura d iv ina : pero no de manera que el vulgo se ofenda con doctrina tan llana y piadosa, y assí es m i parecer que se i m p r i m a . " El Maestro J u a n López de Hoyos.

1 4 Cf. A S T R A N A M A R Í N , Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saave-dra, M a d r i d , 1948-1958, t . 4, pp. 461-464. Astrana Marín asegura que el l i ­bro comprado por Cervantes no era una V i d a del Santo, sino la Historia Gene­ral de Santo Domingo y de su Orden de Predicadores, por F. Hernando del Casal, publicada en M a d r i d en 1584. L a publicación, en 1596, de la Crónica de Dá­vi la Padilla coincide con este período andaluz. Sabido es que su autor formó parte de la comisión de teólogos que, en 1600, se mostró favorable a la reaper­tura de los corrales de comedias; cf. Cervantes dramaturge, p. 409.

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diante el cotejo de los textos, concretar la huel la del Consuelo en la génesis del Rufián dichoso. B i e n es verdad que tanto San R o ­mán como Dávila Padi l la desarrol lan u n esquema común cuyos momentos claves — l a ' V i d a l i b r e " del f u t u r o P. C r u z , luego su ' V i d a g r a v e " y , por fin, su " m u e r t e s a n t a " —corresponden a las tres jornadas de la c o m e d i a 1 5 . A h o r a b i en : la elaboración cer­v a n t i n a in tegra u n a serie de elementos que proceden exclusiva­mente del Consuelo, mani fes tando , por lo t a n t o , u n a in f luenc ia d i ­recta. E n p r i m e r l u g a r , u n dato referente al nac imiento y c o n d i ­ción del protagonista. E n tanto que Dávila Padil la se l i m i t a a a lud ir a su h u m i l d e e s t i r p e 1 6 , San R o m á n y Cervantes , con notable coincidencia, lo l l a m a n " h i j o de t a b e r n e r o " 1 7 . O t r o rasgo que conviene señalar: el uso que hace L u g o de la lengua de germa-nía. M i e n t r a s Dávila Padi l la pasa por alto este detal le , San R o ­mán caracteriza al personaje como " m u y platico en la j e r i g o n z a , lenguaje de ladrones con que él a n d a b a " 1 8 . Sabido es el p a r t i d o que saca la comedia de este lenguaje, especialmente en las secuen­cias iniciales de la j o r n a d a p r i m e r a 1 9 .

Por fin, merece destacarse la ac t i tud reservada que mant i ene L u g o con las prost i tutas . Según Dávila Pad i l la , estuvo a p u n t o , durante su " v i d a l i b r e " , de convertirse en auténtico rufián: " p o r ­que no le faltassen rayzes, le querían ya dar oficio los desventura­dos ruf ianes, y le señalavan par t i cu lar presea que guardasse" , es­cribe el cronista d o m i n i c o 2 0 . San R o m á n , en cambio , p u n t u a l i ­za que nunca llegó a t a l :

y a le c o n b i d a b a n con piegas par t i cu lares , p a r a que se encargasse dellas y las tuviesse en su n o m b r e en los lugares públ icos . Este parti­do no lo quiso aceptar21.

15 RD, j o rnada 2 a , p. 212a. 1 6 " R u y n por m i persona, de poca estima por mis padres" dice de sí mis­

mo el futuro P. Cruz (DP, p. 415). 1 7 " . . . quan engañados viven en hazer caso de u n hi jo de u n tavernero"

(SR, f. 459 v ° ) . " N o saben estos benditos / como soy simple y grosero, / y hijo de u n tabernero" (RD, p. 234a). "Díles que soy de u n tabernero h i j o " (RD,. p. 235b).

18 SR, f. 458 r ° . 1 9 Basta con recordar la riña que abre la j ornada pr imera (RD, pp. 187-

189), así como el romance de jácara que figura en esta misma jornada (RD, pp. 191-192).

20 DP, p. 383a-b. 21 SR, f. 458 r ° .

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N e g a t i v a es ésta de la que se hace eco la comedia , aunque en for­m a ind i rec ta : al p r i n c i p i o de la j o r n a d a segunda se nos dice del P. C r u z que fue, en sus años mozos,

ruffián en manos y lenguas, pero no que se enfrascasse en admitir de perdidas el trato y ganancia infames 2 2 .

M e d i a n t e la combinación de estos rasgos contradictorios, Cr i s ­tóbal de L u g o ofrece, en la narración de San R o m á n , una com­p l e j i d a d que no conserva en Dávila Padi l la : u n a comple j idad que p u d o suscitar el interés de Cervantes por la versión del Consuelo. Pero la concordancia más s igni f i cat iva , a nuestro parecer, atañe al cambio de v i d a del rufián dichoso, cuando éste de termina " d a r en t rada a D i o s " . Dávila Padi l la , por c ierto , no deja de referir la apuesta de L u g o , señalando c ó m o había d e t e r m i n a d o , si l legaba a perder unas Súmulas en ocho reales, " p e r d e r t a n de veras el respeto a Dios y a l m u n d o , que quería t rocar la q u a d r i l l a de r u ­fianes por u n a de ladrones con qu ien tenía ya hecho t r a t o " 2 3 . Pe­ro San R o m á n pone m a y o r énfasis en esta determinación, así co­m o en el compromiso personal que i m p l i c a : " q u e si entonces per­día, tomaría el officio de s a l t e a d o r " 2 4 . Pues b i e n : a la hora de la v e r d a d , el protagonista cervant ino se expresa de idéntico modo :

l u r o a Dios omnipotente que, si las pierdo a presente, me he de hazer salteador 2 5.

M á s adelante , tras haber ganado la apuesta, vuelve a recordar este propósito:

Yo hize voto, si oy perdía, de yrme a ser salteador 2 6.

Esta doble co incidencia revela la preferencia que mani f iesta aquí Cervantes por la versión del Consuelo.

22 RD, j ornada 2 a , p. 212a. 23 DP, p. 383b. 24 SR, f. 458 r° . 25 RD, j ornada I a , p. 207b. 26 RD, j ornada I a , p. 210b.

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N o sorprende esta preferencia: en la narración de Dávila Pa­d i l l a , el episodio pierde su carácter trascendental : "despid ió [ L u ­go] el propósito de ladrón —nos dice el c r o n i s t a — aunque no las obras de mogo p e r d i d o " 2 7 . E l rufián dichoso se convierte , eso sí, pero sólo después de ordenarse de Epístola; su conversión, d i l u i ­da en el t i e m p o , es más b i en el f r u t o de los esfuerzos de su protec­t o r , el l icenciado Te l l o de S a n d o v a l 2 8 . San R o m á n , en cambio , hace resaltar el nexo entre apuesta y conversión:

Ordenó Dios que ganasse, y salido de allí púsose a considerar el ca­mino que llevava; y, como de nueva luz visitado abrió los ojos y comentóse a retirar de aquellas compañías malas y, aplicándose a su estudio, vino a recebir orden sacro 2 9.

Cervantes conserva este nexo , dando a la conversión u n ca­rácter aún más efectista: la apuesta i n i c i a l , con su desenlace ines­perado , suscita a su vez o t ra apuesta, de d i s t in to tenor :

Mas pues sé que contrario con contrario se cura muy de ordinario, contrario voto haré, y assi le hago de ser religioso. . . 3 0

L a v i d a l ibre del f u t u r o P. C r u z , y con ella la j o r n a d a p r i m e r a de la comedia , se concluye con u n nuevo desafío que concurre a suspender el interés.

Cabe observar, de m a n e r a general , que la narración del Con­suelo, más ceñida, menos p r o l i j a y di fusa que la relación de Dávi ­la P a d i l l a , se prestaba a la concentración que requiere la adapta­ción dramática de u n a v i d a más o menos novelada: concentra­ción en el espacio y en el t i e m p o , a la vez, re iv ind i cada por C o m e d i a en su diálogo con C u r i o s i d a d , al p r i n c i p i o de la j o r n a d a

27 DP, p. 384a. 28 <<Propúsole la obligación que tenía de v i v i r como hombre de Dios, el

que quedava sellado en el alma para servirle en el altar. Conoció esto el moco, y propuso de v iv i r como viejo. Determinóse de dar entrada a Dios, y vivió de allí adelante como suyo. Ordenóse de Epístola y juntamente de buen Chris-t iano: porque con el orden que recibió, le dio en olvidar y aborrecer toda la v ida passada, y procurar la que devía" (DP, p. 385a-b).

2 9 SR, f. 458 r ° / v ° . 3 0 RD, j ornada I a , p. 210b.

NRFH, X X X V I I I PARA LA GÉNESIS DEL RUFIÁN DICHOSO 469

segunda del Rufián dichoso31. De este proceso reductor San R o m á n nos ofrece u n a auténtica prefiguración. U n a vez c u m p l i d a la con­versión de L u g o (si b i e n en To ledo y no en Sevil la, donde t rans ­curre la j o r n a d a p r i m e r a de la comedia) , nos traslada acto segui­do a M é x i c o , sin demorarse , como Dávila Padi l la , en la etapa i n ­t e r m e d i a de G u a d a l u p e 3 2 . L u e g o , en cuanto se in i c i a su v i d a grave , el autor del Consuelo pasa por alto sus numerososo hechos de car idad para centrarse, preferentemente , en la conversión de D o ñ a A n a de Trev iño : haciendo caso omiso de los pre l iminares de l episodio, conserva únicamente la peripecia de m a y o r i n t e n s i d a d 3 3 . Reduce también al mínimo el cuadro de los s u f r i ­mientos y tr ibulac iones del d o m i n i c o 3 4 . I n c o r p o r a dentro de u n a m i s m a secuencia su elección al p r i o r a t o de su convento y poste­r i o r m e n t e al prov inc ia la to de la O r d e n 3 5 . Por fin, entre los test i ­m o n i o s de fervor que suscita el P. C r u z después de su m u e r t e , pone énfasis en u n detalle efectista que volvemos a encontrar en la comedia : la veneración de los fieles por los paños que cubr i e ­r o n las llagas del pestí fero 3 6 . A l emprender su labor selectiva de

3 1 " S u conversión fue en Toledo, / y no será bien te enfade / que, con­tando la verdad, / en Sevilla se re late" (DP, jornada 2 a , p. 212a). Véase so­bre el particular F . S E V I L L A , " D e l Quijote al Rufián dichoso: capítulos de dra­mática cervant ina" , Edad de Oro, 1986, núm. 5, pp. 231 ss.

32 SR, f. 458 v ° . 3 3 San Román el imina los ruegos de los familiares de D a A n a ; la entre­

vista previa del P. Cruz con las monjas de la Concepción; la relación que hace a D a A n a de los descuidos de su propia vida seglar. Véase DP, p. 425a-427a. E n cambio, Cervantes coincide con Dávila Padilla al dar a D a A n a su apellido exacto (Treviño), mientras que San Román la l lama D a A n a de Tremiño.

3 4 Cf . SR, ff. 464 v°-466 r ° , cuyo compendio contrasta con la prol i ja na­rración del dominico (DP, pp. 429a-461b).

3 5 " N o fue parte la enfermedad para poderse escusar de los cuydados del govierno, porque le compelió la obediencia como a varón tan importante , a que fuese prior de México, y después maestro de novicios y últimamente pro­v i n c i a l " (SR, f. 464 v ° ) . E n la comedia cervantina, el P. Cruz es elegido pr ior , en tanto que se le pronostica su elección al cargo de provincial , la cual será recordada al final de la j o rnada 3 a (RD, j ornada 3 a , pp. 229b, 233b-235b, 237b). Dávila Padil la, en cambio, señala su elección al priorato antes de la conversión de D a A n a de Treviño (Cap. 25, p. 414b). Su nombramiento co­m o provincial se verifica varios años después (Cap. 32, p. 438b). E n realidad el P. C r u z , pr ior del convento de Oaxaca en 1559, fue elegido provincial tres años después. Abandonó este cargo en 1565, año de su muerte.

3 6 " Y acudiendo a buscar los paños de sus llagas, de que antes hazían as­co, los tomavan y ponían sobre sus ojos y besavan con su boca" (SR, f. 466 r ) . " M a s los manchados paños. . . / m i l vezes les i m p r i m e n / los labios más ilustres y señores" (RD, j o rnada 3 a , p. 238a).

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adaptador , Cervantes no quería contraven i r " l a verdad de la h is ­t o r i a " , sacrificándola en aras de la expresiv idad teatra l . E l Con­suelo de penitentes, a f o r tunadamente , le proporcionó algo que no le podía dar la crónica de Dávila Padi l la : u n precedente y , más aún, u n e jemplo tras el cual ampararse para autor i zar su p r o p i a reelaboración 3 7 .

JEAN CANAVAGGIO U n i ver sité de Caen

457 v° S U M M A D E L A V I D A D E L sancto varón Fray Christóual de la Cruz ,

de la Orden de Sancto Domingo de la Nueva España

Como en el sancto zelo y gran trabajo se han conformado las tres Ordenes mendicantes en estas tierras, assí les ha dado Dios hombres de igual sanctidad y fama, y de un [e]spíritu y vida, como se verá en este singular padre Fray Christóual de la Cruz , el qual si no es mayor que los passados, ninguno le haze ventaja. Es este sancto señalada voz que l lama a peccadores, porque su vida antes de su conuersión es bien conforme con la ley que el mundo guarda. Natura l fue de Seuilla, y crióse en casa del Licenciado Tel lo de Sandoual, en cuya

458 r° casa estudió las letras de lat inidad y artes, siguiendo al dicho Licen­ciado, siendo Inquis idor en Toledo; donde, como distraydo, se occu-paua en juegos y en los demás exercicios que l ibertad y oluido de Dios y malas compañías acarrean, muy platico en la geringoga, lenguaje de ladrones con quien él andaua, y de tan buen nombre entre los de la seguida, que ya le combidauan con piegas particulares, para que se encargasse dellas y las tuuiesse en su nombre en los lugares públi­cos. Este partido no le quiso acceptar, porque, aunque era gran peca­dor, tenía u n alma temerosa, y m u y sentida de consciencia; y assí no osaua ponerse en tan manifiesto peligro de alma y vida. Y por esto, si pecaua, era con lágrimas, y rezando primero los psalmos peniten­ciales por las ánimas de quien era muy deuoto, pidiendo a Dios no perdiessen los defuntos el fruto de aquella oración por ser él malo. Co-

3 7 Sobre la relación que mantiene la acción del Rufián dichoso con lo par­ticular histórico, véase Cervantes dramaturge, pp. 49-52. E n relación con el papel desempeñado por el Consuelo en la génesis del Rufián dichoso, merece recordar­se que, en la j ornada I a de la comedia, el romance germanesco cantado por Lagart i ja tiene por autor a "Tristán / que gouierna en San Román / la ben­dita sacristía, / que excede en la poesía / a Garci Laso y Boscán" (RD, p. 192b). ¿No será esta aclaración uno de los tantos guiños de Cervantes al discreto lector?

NRFH, XXXVIII PARA LA GÉNESIS DEL RUFIÁN DICHOSO 471

mo seguía el juego y le faltaua el dinero, concertóse con unos perdi ­dos, que andauan a robar, de yrse en su compañía. Y sentado una vez a jugar el l ibro de las Súmulas, con determinación de que si en­tonces perdía, tomaría el officio de salteador, ordenó Dios que ganas-se; y, salido de allí, púsose a considerar el camino que lleuaua; y co­mo de nueva luz visitado abrió los ojos, y comencóse a retirar de

458 v° aquellas compañías malas, y applicándose a su estudio vino a recebir orden sacro. Y dende que se ordenó de Epístola, fue tan notable la mudanca que la mano de Dios hizo en él, que como él confessó a su gran famil iar , nunca más dende allí tuuo voluntad de peccar, n i se ensuzió en hecho carnal. Antes se dio tanto a la oración y lectión y exercicios de penitencia, que en España y en esta t ierra era notable su fama de sanctidad.

Proueyeron por visitador de esta Nueua España al susodicho L i ­cenciado Sandoual, y assí vuo de venir con él; porque era tanto el amor que le tenía, que no se hallaua sin él u n punto. Y la razón de hazer tan bien su officio el visitador fue porque en todo se guiaua por el con­sejo de Christóual de Lugo , que éste era su apellido en el siglo. Nota­ble pena recibió el visitador, quando vio que se le quedaua en esta t ierra su querido padre y capellán. E l qual , luego que se vio horro de la obligación del visitador, con quien se auía criado, tomó el hábito de Sancto Domingo en México; y, hecha professión, luego la orden puso los ojos en él como en varón sancto, y escogiólo para maestro de nouicios. E n este officio hizo tanto fruto , que sacó de su mano hom­bres sanctos quales oy viuen, fieles testigos desta verdad. Era tan es­cogido maestro de humi ldad , que en sólo enseñar esta v i r t u d parece

459 r° que ponía todo su estudio; y assí era gloria de Dios ver quán viua-mente la plantaua en los corazones. L a plática común de sus nouicios era el amor de las injurias; y assí trataua de suffrir bofetones y affren-tas para exercicio. No auía entre ellos quien quebrasse el silencio n i saliesse de su recogimiento. Tenían los de corona embidia a los fray-Íes legos, desseando el estado de más humi ldad . Y como entre otros se suelen buscar las cosas de curiosidad, en que ponen su consuelo, buscauan estos lo más v i l y desechado, priuándose de todo aquello a que se sintían afficionados: porque el dezir común de este sancto era: " N e g a d vuestra voluntad y tened por cierto que, en todo lo que vues­tra affición está assentada, allí tiene parte el aduersario. Y aunque sea la imagen del crucifixo, si allí está puesto nuestro amor, como en prenda que posseemos, tras la imagen está el enemigo escondido. Y este su predicar de humi ldad no era doctrina speculatiua, sacada de papeles, porque era humilde de coracón, y mostráualo bien en las obras, ene­migo de sí y de sus cosas por estremo; huya de escriuir algo que tuuiesse parescer de sabiduría: porque siempre dezía que la humi ldad y silen­cio son las guardas de la grac ia . " Su gran desseo era ser abatido, y

459 v° assí clamaua con grande [ejspíritu diziendo: " ¡O si acabassen de salir de engaño en estimarme en algo, pues soy criatura tan sin prouecho!" Y con gran sentimiento, si le loauan, respondía: "Al lá yrás, fray Chris­tóual, delante del soberano juez, que conosce lo que cada vno merece, y verán estos ciegos que me alaban y engrandescen quán engañados

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v iuen en hazer caso de u n hi jo de vn tauernero " , diziendo otros de­nuestos de esta calidad en público contra sí con tantas veras, que daua bien a entender que no andaua a caga de gloria con palabras h u m i l ­des. Y estaua tan viuo en conoscer [e]spíritus, que en ninguna mane­ra admitía palabras que de lisonja le dixessen, por m u y dissimulada que fuesse. Y esto es lo que a m i ver buscaua Dios, quando de tan grandes pecadores, como éste era, haze tan grandes sanctos, como és­te es: porque de las muchas culpas y de la mucha luz del cielo nasce una excelente humildad, qual se contempla en este gran sieruo de Dios. Su oración era perpetua, passando lo más de la noche en contempla­ción en el choro, donde visiblemente se robaua con la pujanca de la deuoción y sentimiento del [ejspíritu, de donde salía muchas vezes dan­do bozes, diziendo: " ¡ A y Dios! j A y D i o s ! " , donde se le passaua la noche entera sin dormir , gozando de la visita del cielo. Su considera-

460 r° ción arr imaua siempre a los mysterios de nuestra redempción, por el rosario, y en los cinco mysterios, de los quinze, se le passaua vn día, remudándolos siempre por las ferias de la semana; y el Domingo , los contemplaua todos juntos . Nunca dexó de rezar el offício de Nuestra Señora, de quien era deuotíssimo. Dende que supo leer, rezó siempre los psalmos penitenciales cada día, y una vig i l ia por las ánimas, de quien era m u y deuoto. Siempre que passaua por iglesias o cimente­rios, hazía oración por los defunctos. Tenía, sin esto, por sus part icu­lares deuotos a Sant Hierónymo, a la Magdalena, a Sancta Úrsula con sus vírgines, de suerte que, con esta sancta occupación, no gas-taua rato de tiempo en conuersación humana. Fue su deuoción al Sanc-to Sacramento por estraña manera señalada; y assí no se hallaua sino en la presencia de su Magestad. Toda su ansia era el recebir a Dios cotidianamente; y lo que encargaba a todo género de affligidos era la sancta communión. V n a noche, en la oración, vio u n grande resplan­dor en el altar, como si fuera a medio día, en el lugar del sagrario, y dixo : "Señor, ¿para mí son menester muestras visibles? Vos sabeys que creo verdaderamente que estáys ay tan poderoso como en el cie­l o " . Y estando diziendo missa, vio una persona religiosa y de verdad

460 v° que vna paloma blanca le andaua reboleando sobre la cabega, y no se le apartó hasta que vuo consumido. Y tratándole de esta visión, dixo que, como no se aparejaua como conuenía, assí no era digno de recebir la gracia del [E]spíritu Sancto, y que por esso le combidaua y l lamaua Dios, pero que se quedaua fuera la paloma por sus peca­dos. Mas lo senzillo, es que le re gal au a Dios interiormente con su con­suelo, y exteriormente con milagros, para que fuesse de todos honra­do el que en sus ojos y propria estimación era tan abatido. Estando en oración en el choro, por vezes le leuantauan de do estaua y le po­nían sobre las varandas para echallo de allí abaxo; y él dezía, conos-ciendo que era el aduersario: " H a z todo aquello que el Señor te diere l i cenc ia " , y luego le soltaua. Aparescíale el demonio en una m u l t i t u d de moguelas, en corro, que las traya baylando y tañendo; pero, v ien­do quán poco effecto hazían, boluían y tornáuanse a yr . Aparescióle una vez el enemigo en figura de vn osso m u y feroz y espantoso, echán­dole las garras a la cara y cuello [y] diziéndole: " ¿ N o me temes t ú ? "

NRFH, X X X V I I I PARA LA GÉNESIS DEL RUFIÁN DICHOSO 473

Y respondióle el sancto: " N o , por cierto. ¿Quién eres tú para que yo te aya de temer?" Y assí luego desaparesció. Passáuanle estas tragedias

461 r° ante el Sancto Sacramento, donde el demonio salía siempre l lorando y el sancto quedaba con victoria, por el auxil io que tan por experien­cia hallaua cada vez en su patrón Christo . Desta tierna consolación le nascía la fortaleza grande de que gozaua en sus tribulaciones: pues en treze años de enfermedad, más agrauada que la de Sant Lázaro, nunca dixo palabra dessabrida n i malsonante, con que le ponían en el estremo las llagas y dolores que padescía. Su perpetuo dezir era: " ¡Alabado sea el sancto nombre del Señor, que fue seruido de v i ­sitar este indigno sieruo suyo ! " Y encarecía con gran gusto el bien de su penalidad, diziendo que tenía en más aquella enfermedad que Dios le auía dado, que la mayor dignidad que el mundo le podía of-frecer, y que se holgaua más de ser leproso, que de verse prior en M é ­xico: porque en la enfermedad hallaua consuelo, y en la honra m u ­chas penas.

Su gran sabiduría y prudencia en regir, los años que gouernó su orden, su justicia suaue, su fructuosa doctrina tiénenla bien en me­moria sus hijos, como de v n tan célebre y famoso pastor; y su estraña paciencia muestra bien que, con leuantarle v n falso testimonio, y con conoscer la persona que le perseguía, jamás le negó v n rostro apazi-

461 v° ble, y siempre la confessó y amonestó para sacarle de peccado: que éste era su particular intento, hazer bien a los que mal le hazían, aman­do de coragón siempre a sus enemigos, como fiel imitador de Christo , enemigo de su propria carne; y por esto eran grandes sus asperezas. Su vida era nunca jamás comer carne; porque siempre seguía la com-munidad de su orden. Todas las más noches se agotaua u n grande espacio antes de maytines, y otro después; y lo que más l loraua en su larga enfermedad, era el regalo que le hazían por guarecerle la v i ­da; y dezía muchas vezes que se holgara de hallarse en u n despoblado por gozar allí del solo consuelo de la mano de Dios, y carecer de todo terreno aliuio. E l que con Dios era tan pío, y consigo tan riguroso, ¿qué sería con sus próximos, este médico de enfermedades interiores, de gran consejo en casos arduos, y de gran crédito de lo que podía con Dios, y de lo que se compadecía de los males de sus próximos? Tanto que vuo quien dixo : " H a s t a que el padre fray Christóual de la Cruz ruegue por mí a Dios, nunca yo dexaré mis fa l tas" . Fue estre­mado en la gracia de conuertir almas; y assí se le confessaua, como por don excelente, que alma que a sus manos viniesse no saldría sin remedio. Dos donzellas bien determinadas de seguir la prophanidad

462 r° le offreció Dios, las quales puso tan firmes en el propósito de la casti­dad e hizo tan sanctas monjas, que n i por razones, ruegos n i amena­zas, n i por m i l trabajos y persecuciones de malos tratamientos y testi­monios que les leuantauan en sus casas, jamás pudieron mouerlas n i apartarlas de su intento sancto.

Otras dos mugeres de escandalosa vida, con quien peleaua la sanc-t idad de México, sacó de mal estado este padre sancto, e hizo sanctas con admiración del mundo . Aunque más admiró lo que le.passó con una señora de México ; la qual , auiéndole dado su marido de púnala-

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das sin razón, y estando para m o r i r , estaua tan pertinaz y desespera­da, que no quería perdonar a su marido n i confessar sus peccados. Llegado pues el sieruo de Dios a esta coyuntura, fue tanta la fuerca y dulgura de su palabra, que reduxo y conuirtió a esta muger, conuen-ciéndola a que perdonasse y se confessasse y dixesse que por sus pec­cados conocía auerla Dios castigado, y assí partió de esta vida en paz, alma que estaua tan perdida.

Pues aun más notable y digna de eterna memoria fue aquella tan sonada conversión de doña A n n a Tremiño en México. L a qual , aun­que muger de buen ser y Christ iandad, pero tan afñcionada a las va­nidades de este mundo , y tan amiga de las galas que en él se vsan,

462 v° quanto lo muestran bien la congoxa y ansias de su muerte. Era vna de las más hermosas y gallardas del siglo; pero, en fin, cayó de vna graue enfermedad; y llegado a que los médicos la desauziaron, dolióle tanto el apartarse deste mundo , que comencó a desesperar con gran­de despecho de su salud, assí del cuerpo como del ánima. Y en tanto grado que, viéndose cada rato más al cabo de la jornada e i m p o r t u ­nándola que se confessasse y encomendasse a Dios, respondía que no auía para qué, pues Dios no le auía de perdonar, n i auer misericordia della. Y aunque acudieron muchos religiosos y personas pías de todas partes, procurando cada qual por sí de sacarla de su error y atraerla al conocimiento de su daño y al amor de su remedio, no vuo effecto. Boluíanse todos con summo desconsuelo de ver el poderío que el ene­migo malo tenía en aquella criatura de Dios. V i n o a noticia deste gran sieruo de Dios este caso lamentable por la boz del pueblo todo, que de tal desventura andaua turbado. Y como tan venturoso partió en la v i r t u d de Dios, rogados algunos religiosos de su convento para que encomendassen a Su Magestad que le diesse gracia y fuergas para ayu­dar a saluar aquella ánima. Entrado , pues, donde la enferma estaua,

463 r° comengó de hablar y amonestarle que se boluiesse a Dios y se confes­sasse; pero ella, perseuerando en su obstinación, lo mismo le respon­dió que a los demás, diziendo que, pues Dios no auía de auer miseri ­cordia della, que no quería confessarse. Inspiróle Dios a este su sieruo v n nueuo y estraño medio, como para enfermedad tan peregrina; y assí se determinó tomar sobre sus ombros esta alma descarriada, para traerla al rebaño de Christo ; y rogándole con ahinco que estuuiesse atenta, comengóle a referir vno por vno los muchos priuilegios de que gozan los buenos frayles en la orden, y quán aceptos son al Señor a quien siruen, y que él era vno dellos, sacerdote que cada día celebraua el misterio de la passión de lesu Christo . Y fuéle contando todos sus exercicios, sus disciplinas y ayunos, y los muchos regalos que el Señor le hazía en la oración, hasta dezirle que ya sabía que le tenían por sancto y que, mediante el Señor de quien procedía todo bien, tenía confianga le haría Dios merced en lo que le suplicasse. Y preguntán­dole el sancto si era razón que el que estos bienes posseya desconfiasse de la misericordia de Dios. Respondió ella con vn nueuo ánimo: " N o tiene por qué desconfiar quien de Dios ha recebido tantos bienes" .

463 v° Díxole entonces el padre: "Pues, si vos os viéssedes con todos estos bienes, o con el mérito dellos, ¿qué hariádes?" Respondió la enfer-

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ma: " T e m í a yo mucha confianza que Dios auría misericordia de m í " . "Pues, porque veays, h i ja , cómo desseo vuestra saluación, dixo él, confiado de la misericordia d iu ina , yo os hago donación de todos los méritos de mis obras hasta oy, para que, como vuestras, os valgan ante el summo juez; y si confessárades vuestros peccados con verda­dera contrición y arrepentimiento, yo tomaré sobre mí el dar cuenta a Dios dellos, y haré la penitencia que vos auíades de hazer por ellos, para que por la sangre del Redemptor, y por lo que yo pongo por vos y vos ponéys de vuestra parte, partáys l ibre desta v ida , absuelta de vuestras culpas" . Fueron de tanta fuerga estas palabras deste hombre del cielo, que la que estaua rebelde y desesperada pidió con lágrimas y grandíssima contrición que la confessasse, confiando ya en el Señor por el fauor de este su Sancto; y assí recibió todos los Sacramentos, con tanta admiración de todos que no lo creyan, y con tanto gozo y alegría del buen padre, como lo pedía tal ventura. Y assí, antes que se partió de allí, la puso m u y quieta y sossegada, y con firme confian-ga de su saluación, auisándole que llamasse a Sancta Vrsu la , y las on-

464 r° ze m i l vírgines, de quien era m u y deuoto, las quales le dio por fiado­ras de lo que en nombre de Dios le auía prometido. Llegóse la hora de dar el alma a su criador aquella buena muger, y los que allí es-tauan quisieron encender las candelas para ayudarla a bien m o r i r ; a lo qual ella acudió diziendo que esperassen, que aun no era t iempo, y después de ay a rato, con rostro alegre dixo: "Encended las cande­las, que vienen las sanctas vírgines". Esto hecho, dio su alma a su autor, quedando todos con confianga que la recibió en su gran miseri ­cordia; por lo qual el bendito padre toda su vida hizo gracias al Señor por tan gran merced.

Después desto, le dio Dios vna graue y pesada enfermedad que por treze años le affligió en summo grado, la qual fue común opinión que le procedió de quererle el Señor dar en esto la penitencia de los peccados que tomó sobre sí desta muger que ganó al cielo; aunque él no le ponía otro nombre, sino visita misericordiosa de la mano del Señor. Esta fue vna lepra, o mal de Sant Lázaro, de que se puso tan llagado, cabega y todo el cuerpo, que no auía quien se le quisiesse lle­gar, sino u n fiel hi jo que tuuo religioso hecho de su mano, que hasta la muerte no le desamparó: el qual da buen testimonio de ser hi jo de

464 v° tal padre en su mucha v i r t u d y sancto exemplo. E n lo qual dize bien quién es Dios en pagar lo que por sus sieruos y más enfermos se haze, y tal como éste, que por j u n t a de médicos era dado por contagioso, y assí se guardauan del (aunque no todos); porque los que sabían el mysterio, antes le visitauan con más frequencia, por no perder el fructo de su alta doctrina. N o fue parte la enfermedad para poderse escusar de los cuydados del gouierno, porque le compelió la obediencia, como a varón tan importante, a que fuesse prior de México, y después maes­tro de nouicios, y últimamente prouinciah Lo qual , aunque le doblaua sus dolores, por la fuerga que padecía y por los trabajos del officio, por el amor de la cruz, con la gracia del [E]spíritu sancto, de la mis­ma enfermedad cobraua fuergas; y, con sus graues malos, sin buscar regalos corría cerca de dozientas leguas de visita como ángel de Dios,

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consolando, confortando y amonestando a sus hijos con su vista, con su palabra, con su gran vida. De estos largos caminos y trabajos se le agrauó más la enfermedad; y fue tanto lo que padesció en u n año, que por reuelación del cielo supo que era más que lo que auía suffrido en los doze passados. Era notable el desseo que tenía de verse suelto

465 r° de las prisiones del cuerpo, por no ser penoso a sus hermanos, a los quales él dezía no tuuiessen temor, que aquel mal no se le podía pegar a nadie, dando a entender que su plaga era del cielo, en satisfecho de las culpas de aquella muger, que arriba contamos. Absuelto de su officio por auerle agrauado tanto la enfermedad, se llegó el tiempo des-seado; y entrándole a visitar u n médico, que muchas vezes le dezía no moriría tan presto, lo qual él no admitía de buena gana, viéndole tan al cabo, le dixo que ya estaua cerca su desseado día; dióle muchas gracias, alabando al Señor; y pidiendo el Sanctíssimo Sacramento, vién­dole presente, dixo con mucha deuoción y sentimiento: " Y o creo ver­daderamente que eres Dios verdadero, juez vniuersal de los viuos y de los muertos, y que has de dar vida eterna a los que guardaren tu ley, y fuego sin fin a los que la quebrantan; y creo que todos los que de la vnidad de la Iglesia Cathólica Romana se apartan, morirán pa­ra s iempre" . Sería como a las onze el día, quando, auiendo recebido la unctión, conosció llegarse la hora, y bolviéndose a los circunstantes dixo : " ¡Válame Dios! ¡Y qué mala es de salir esta alma del cuerpo ! " Y reposando como hasta la vna, abrió los ojos y, poniendo las manos, comengó a mirar a vna parte y a otra, como razonando con los que allí estauan, que no se veyan, y sin mouimiento dio el alma al Señor,

465 v° quedando de la blancura y lindeza del cielo. Todos luego llegaron a besarle las manos; y acudiendo a buscar los paños de sus llagas, de que antes hazían ascos, los tomauan y ponían sobre sus ojos y besauan con su boca y guardauan como reliquias de sancto. Todo el pueblo de México se congregó a la hora de su sepultura, y la boz de todos era: " ¡Sancto de Dios, ruega por nosotros!" Este es el fin de aquel que, auiendo sido tan perdido peccador como se vio al pr incipio , vino a ser tan escogido, como nos dize su muerte y v ida , para que se ani ­men a buscar a Dios los pecadores, y v iuan con temor los que están en estado de sanctos: pues de piedras toscas leuanta Dios hijos de ben-dig[i]ón, quál éste fue en la Nueva España, donde ganó el cielo tan conoscidamente.