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Percepción de soledad y su relación con el bienestar de las personas mayores en
tiempos de pandemia por COVID-19 en Bogotá.
Palabras clave: COVID-19, soledad, bienestar, personas mayores, percepciones, relaciones
familiares.
INTRODUCCIÓN
La soledad ha sido considerada como un asunto de salud pública en los últimos años por el efecto
que puede tener en el deterioro de la salud física, mental (Cacioppo & Cacioppo, 2018) y del
bienestar (Cacioppo et al., 2002) de las personas. Si bien este fenómeno puede ser experimentado
a cualquier edad, en la vejez se generan cambios biológicos, psicológicos y del entorno familiar
(Cardona et al., 2009; Cardona & Villamil, 2006); que impactan en el bienestar de las personas
mayores y contribuyen a que estas sean más propensas a experiementar soledad (O’Súilleabháin,
Gallagher, & Steptoe, 2019). De hecho, se ha reportado que entre un 20 y un 40% de personas
mayores padecen de soledad en el mundo (Petitte et al., 2015). Esta realidad no es distinta en
Colombia, en donde según la última encuesta de salud, bienestar y envejecimiento (SABE, 2015); el
40% de las personas mayores presentaron un perfil depresivo asociado con la soledad. Esta situación
ha empeorado con la llegada del COVID-19, pues las restricciones que favorecen el aislamiento
social, han incrementado las cifras de soledad (Miller, 2020), el deterioro de la salud mental y del
bienestar de las personas mayores en varios países europeos (Sanguino et al, 2020; Zacher &
Rudolph, 2020; Macdonald & Hülür, 2020). Ante esto, se organizó en el país un movimiento social
de personas mayores de 70 años quienes bajo el nombre “la rebelión de las canas” interpusieron
una tutela pidiendo un trato igualitario a los demás ciudadanos frente a las medidas “exageradas”
que se habían tomado frente a este grupo etario (Legis, 2020). Varios estudios muestran la relación
existente entre la soledad y la disminución del bienestar de las personas mayores (Macdonald &
Hülür, 2020). Se ha demostrado que esta relación está mediada por los vínculos sociales y los
recursos personales y familiares (Losada-Baltar et al., 2021). De esta manera, tener una amplia red
social y una interacción social frecuente se asocia con menores niveles de soledad y mayor bienestar
(Amati et al., 2018; Appau et al., 2019; Bruine de Bruin et al., 2020). Durante la pandemia se ha visto
RESUMEN Los efectos de la soledad sobre el bienestar de las personas mayores se han visto exacerbados tras la pandemia por COVID-19. No obstante, se ha encontrado una alta variabilidad subjetiva en la percepción de soledad entre países de altos ingresos en comparación con países de bajos y medios ingresos. Esto sugiere que el contexto, actividades sociales y factores individuales influyen en esta percepción. El presente estudio explora, a partir de un análisis fenomenológico, la relación entre la percepción de soledad y bienestar en personas mayores, en un contexto deingresos medios, tras el aislamiento obligatorio por COVID-19. Para dicha exploración se realizaron entrevistas semiestrucutradas a 10 personas mayores a partir de un muestreo por bola de nieve. Los datos fueron interpretados mediante un análisis de tres niveles. Se definieron cuatro categorías: definición y percepción de soledad, definición y percepción de bienestar, relación entre soledad y bienestar y, sentimientos asociados a la pandemia. Los hallazgos muestran que las personas mayores manifestaron no experimentar soledad como consecuencia del aislamiento obligatorio ni cambios significativos en su bienestar. Estos hallazgos se relacionaron con la participación de las personas mayores en iniciativas de acción comunitaria que pudieron actuar como factores protectores contra la soledad. Esto pone en evidencia la importancia de mantener dichos espacios y apoya la idea de que no es posible hacer generalizaciones en torno a la vejez para evitar interpretaciones sesgadas y estigmatización frente a este grupo etario.
que la calidad de las relaciones sociales impacta en la percepción de la vejez y en la manera como
las personas logran o no adaptarse a situaciones estresantes (Losada-Baltar et al., 2021). En Suiza,
por ejemplo, se observó una disminución en el bienestar de las personas mayores, asociado a altas
tasas de preocupación sobre asuntos de salud y financieros surgidos por el COVID-19 (Kivi et al.,
2021). Es así como se ha visto que además de las relaciones interpersonales, factores subjetivos
como actitudes y preocupaciones moderan los efectos negativos del confinamiento (Armitage &
Nellums, 2020; Kivi et al., 2021). Esto hace que exista una alta variabilidad entre las percepciones
individuales respecto a este fenómeno (Macdonald & Hülür, 2020). A pesar de que la mayoría de la
evidencia existente apunta en esta dirección, en otros países como Polonia y Alemania, se ha
evidenciado un alto nivel de adaptación a la situación de la pandemia por parte de las personas
mayores, quienes se han mostrado menos ansiosas y más optimistas frente a la situación actual en
comparación con personas más jóvenes (Bidzan-Bluma et al., 2020).
Sin embargo, la percepción subjetiva de la soledad en el contexto de la pandemia por COVID-19,
en la revisión realizada, evidenció no haber sido estudiada en Colombia. A pesar que se ha mostrado
que la pandemia ha cambiado el modo en el que las personas mayores se relacionan y también las
percepciones que tienen de su entorno (Pinazo-Hernandis, 2020); se observa heterogeneidad en la
forma como perciben la soledad y el bienestar si se comparan estudios realizados en países de altos
ingresos con aquellos de medianos y bajos. Un estudio longitudinal en Chile encontró una mayor
resiliencia de las personas mayores frente a la pandemia, aunque esto no significó una disminución
en los síntomas depresivos. Además, se observó que la soledad subjetiva no cambió antes y después
de la pandemia (Herrera et al., 2021), lo cual se contradice con estudios llevados a cabo en Alemania
donde la pandemia generó un aumento de la soledad social y emocional (van Tilburg et al., 2020).
Otro estudio de corte transversal que comparó las percepciones de bienestar de las personas
mayores pertenecientes a distintos grupos étnicos en Estados Unidos y América Latina mostró
diferencias entre estas dos regiones. Sin embargo, esto no generó variaciones en la percepción de
soledad o del propósito de vida, entre ambas regiones (Babulal et al., 2021). Dado que la pandemia
representa algo nuevo y que la evidencia hasta el momento no es muy robusta, se justifica hacer un
estudio en Colombia donde tradicionalmente se ha abordado la soledad desde una mirada
cuantitativa que limita la posibilidad de explorar las percepciones individuales sobre este fenómeno.
Conocer estas percepciones en el contexto colombiano brindará evidencia empírica útil para dar
una respuesta más adecuada frente al abordaje de posibles futuras crisis sanitarias (Pinazo-
Hernandis, 2020). Además, abrirá nuevos escenarios de discusión para considerar algunos
elementos del análisis subjetivo de este fenómeno en el diseño o adaptación de políticas públicas
que eviten hacer generalizaciones que pueden resultar en estigmatizaciones de la vejez (Fraser
et al., 2020)(Rahman & Jahan, 2020).
Así pues, para responder a los vacíos previamente mencionados, el presente estudio pretende, a
partir de un análisis fenomenológico, en un contexto de bajos ingresos, entender ¿cuál es la relación
entre la percepción de soledad y bienestar en personas mayores de 59 años residentes en la
localidad de Ciudad Bolívar, tras el aislamiento obligatorio por COVID-19? Para responder esta
pregunta será necesario, en primer lugar, aproximar la definición y percepción de soledad, y de
bienestar de las personas mayores durante la pandemia; y, segundo, explorar la influencia del
contexto, las actitudes y sentimientos sobre la relación entre soledad y bienestar de las personas
mayores en Ciudad Bolívar. Este estudio pretende identificar elementos propios del contexto
cultural local que permitan comprender la manera como las personas mayores, en un contexto de
bajos ingresos, como es Ciudad Bolívar, han percibido la soledad este tiempo coyuntural y qué
estrategias podrían ser útiles para protegerles de experimentar soledad y mejorar el bienestar de
los ancianos en Bogotá.
BASE CONCEPTUAL
Este estudio se basa en el modelo conceptual del constructo social de la soledad propuesto por
Stein & Tuval-Mashiach (2015), en este se relacionan cuatro elementos experimentales:
necesidades deficientes, discrepancia, aislamiento y dolor psicológico; y dos elementos
contextuales: la experiencia personal y la representación de las relaciones con otros. Todos estos
elementos convergen en la percepción de soledad que conlleva a una sensación de “sufrimiento
psicológico” o sentido de aversión (figura 1). Este modelo fue propuesto como insumo para
categorizar distintas experiencias de soledad y para interpretar las narrativas de las personas en
estudios cualitativos (Stein & Tuval-Mashiach, 2015). Además, permite hacer una interpretación
construccionista-social que permite valorar la influencia que tiene el contexto, sobre la percepción
de soledad (McWhirter, 1990, citado por Cardona et al., 2009). De este modo, este modelo permitirá
hacer un análisis particular de este fenómeno en el contexto de pandemia en la ciudad de Bogotá.
Figura 1. Modelo conceptual de la construcción social de la soledad y bienestar, adaptado de Stein & Tuval-
Mashiach (2015) y Takahashi et al. (1997).
METODOLOGÍA
Diseño del estudio
Para responder a la pregunta de investigación, se realizó un estudio fenomenológico (Husserl,
1962) que permitió conocer las vivencias y percepciones de las personas mayores durante la
pandemia por COVID-19.
Participantes y características
La identificación de los posibles participantes se llevó a cabo a través de un muestreo intencional
por conveniencia a través de la metodología de bola de nieve (Goodman, 1961). Dadas las
condiciones de aislamiento obligatorio derivadas de las disposiciones del gobierno colombiano
durante la pandemia por COVID-19, se realizó un acercamiento telefónico inicial a varios líderes de
grupos comunitarios de vejez en la localidad de Ciudad Bolívar en la ciudad de Bogotá, a quienes se
expuso el propósito de la investigación, los beneficios y aportes de esta en dicho sector. Seguido a
esto, se les solicitó una lista de potenciales participantes que cumplieran con los siguientes criterios:
ser residentes de la localidad de Ciudad Bolívar; pertenecer a estratos 1 y 2; ser mayores de 59 años;
no estar institucionalizado y ser capaz de responder a la entrevista de manera autónoma. Para
cumplir con este propósito, los líderes de vejez de la zona refirieron en el estudio a 26 posibles
participantes. Estos, además de cumplir con los criterios mencionados, pertenecían a la “Escuela
artística y de derechos de la persona mayor”, la cual se encarga de desarrollar procesos de
formación de las personas mayores a través de actividades culturales, deportivas, artísticas y
productivas. Se excluyeron los participantes de la lista que tenían menos de 60 años y que residían
en otra localidad.
Recolección de los datos: procedimientos e instrumentos
Una vez obtenida una lista con los posibles candidatos referenciada por los líderes de vejez , se
procedió a contactarlos por vía telefónica para aplicar entrevistas semiestructuradas (Bryman,
2016). Dado el alto volumen de posibles participantes, se procedió a realizar una aleatorización
empleando la herramienta electrónica PINETOOLS®, con el fin de dar igual posibilidad a todos de
participar. Las llamadas a los participantes se realizaron hasta alcanzar la saturación teórica
(Byrman, 2016b), que fue evaluada cada 4 entrevistas. Al contactar a cada potencial participante,
se le explicó el objetivo de su participación en el estudio. Dadas las condiciones de vulnerabilidad
de contagio de SARS-COV2, una vez se confirmó la voluntad de participar en el estudio, se leyó el
consentimiento informado y se confirmó la participación mediante consentimiento verbal, que
quedó registrado en audio. Para cada entrevista se emplearon dos instrumentos: un cuestionario
para conocer la información demográfica de los participantes y una guía de entrevista
semiestructurada. Ambos instrumentos fueron diseñados por la investigadora principal.
El cuestionario de la entrevista estaba dividido en tres partes. La primera sección incluyó
preguntas que pretendían indagar por las relaciones sociales y la percepción de soledad o
acompañamiento de las personas mayores antes y durante la pandemia. La segunda, indagó por la
percepción de bienestar antes y durante la pandemia. La tercera, incluyó preguntas útiles para
establecer la relación entre las relaciones sociales y el bienestar en tiempos de pandemia. En los
casos en los que las respuestas de los participantes fueron vagas o requirieron una explicación
adicional para comprender los sentimientos o percepciones a las que se referían, fue necesario
incluir preguntas adicionales que aportaran a la comprensión del fenómeno, según lo estipulado por
Byrman, (2016).
Las entrevistas fueron llevadas a cabo en el mes de enero del año 2021, momento en el cual la
localidad de Ciudad Bolívar se encontraba en cuarentena estricta dado el alto índice de contagio
tras el segundo pico de la pandemia. Todas las entrevistas se fueron realizadas por la investigadora
principal, en idioma español y tuvieron una duración de entre 15 y 30 minutos. Las respuestas fueron
grabadas en audio con previa autorización de los participantes y posteriormente transcritas
literalmente por la investigadora para su posterior análisis. Este estudio fue aprobado por el comité
de ética de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, en Colombia.
Participantes: características de la muestra
.
La localidad de Ciudad Bolívar se encuentra ubicada al sur de la capital de Colombia. Esta localidad
es en su mayoría zona rural, aunque la mayor densidad poblacional se ubica en el área urbana. Es
considerada como una localidad de clase socio-económica baja ya que el 53% de los predios son
estrato 1 y el 40%, estrato 2. Se considera una localidad de alta vulnerabilidad ya que la tasa de
desempleo es del 15.4% y la de analfabetismo llega al 4.8%, dos puntos porcentuales más que el
resto de Bogotá (2.2%). Además, ocupa el primer lugar entre las localidades con necesidades
insatisfechas del país (16.2% respecto a 7.8% en el resto de Bogotá) (Cámara de Comercio de Bogotá,
2007). El 7.5 % de la población de Ciudad Bolívar es mayor de 59 años y el 41% corresponde a adultos
entre los 27 y los 59 años (SDIS, 2017). Además, esta localidad cuenta con población proveniente de
varias zonas del país, de la cual, el 88.8% es víctima de desplazamiento (Cámara de Comercio de
Bogotá, 2007).
En total fueron entrevistadas 10 personas entre los 61 y 82 años residentes en su mayoría en la
zona urbana de la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá. La mayoría de los participantes era viudo
o separado y ninguno soltero. Los participantes reportaron su lugar de nacimiento en
departamentos distintos a la capital, pero la mayoría de ellos residen en Bogotá hace más de 20
años (información no mostrada). En cuanto a los ingresos, fue posible observar que la mitad de los
participantes son beneficiaros del programa Colombia Mayor que otorga un subsidio a las personas
mayores, y solamente una persona manifestó contar con una pensión.
Análisis de la información
Para la exploración de la información recolectada en las entrevistas se llevó a cabo un análisis de
tres niveles (Auerbach & Silverstein, 2003). Primero, se procedió a la familiarización con las
experiencias de los participantes y su clasificación según temas y sub-temas obtenidos del marco
teórico y emergentes de los datos. Posteriormente, se realizó un análisis deductivo a través del cual
se realizó la codificación y categorización de los datos empleando el marco de análisis propuesto en
el modelo conceptual de Stein & Tuval-Mashiach (2015). A partir de este se creó un libro de códigos
alrededor de cuatro categorías principales: soledad, bienestar, relación entre bienestar y soledad; y
reacciones al aislamiento, siendo las tres primeras derivadas del modelo conceptual, y la última,
emergente. Dentro de estas, se definieron subcategorías que agruparon significados y, a través de
un proceso inductivo, se asignaron códigos a cada una de las subcategorías. Posteriormente, para
el análisis de segundo nivel, se encontraron relaciones entre estas cuatro categorías. A través de un
análisis manual se logró hacer la comparación entre las percepciones de los participantes antes y
durante la pandemia para explorar la relación entre el bienestar y la soledad percibida por los
participantes. Finalmente, una vez completado este proceso, se llevó a cabo un análisis
interpretativo y teórico de la información, de manera que se buscó integrar las percepciones de los
participantes con la teoría de autores que han investigado en el área y la interpretación propia de
la autora (triangulación) (Auerbach & Silverstein, 2003)
RESULTADOS
Contrario a las expectativas iniciales, los hallazgos de este estudio mostraron que las personas
mayores entrevistadas no manifestaron experimentar soledad como consecuencia del aislamiento
obligatorio ni cambios significativos en su bienestar. Para lograr la comprensión de este hallazgo,
los resultados de las entrevistas fueron agrupados en cuatro categorías que se describen a
continuación.
Definiciones y percepciones de la soledad durante la pandemia por COVID-19
La definición de soledad brindada por los participantes de este estudio se encontró relacionada
con lo descrito en el modelo conceptual. Fue posible evidenciar una alta variabilidad subjetiva frente
a la manera como se conoce este fenómeno. Sin embargo, la pérdida de autonomía, estar solo, la
insatisfacción con las relaciones familiares y sociales; y los sentimientos y sensaciones negativas,
fueron elementos predominantes en las definiciones de soledad de los participantes. En lo
reportado por los encuestados fue posible observar que la definición de soledad se encuentra ligada
a los sentimientos que esta les genera. Además, fue evidente el rol central de la familia en la manera
como cada persona expresó lo que entendía por el concepto “soledad”.
ENTREVISTADORA: para usted, ¿qué es la soledad? CB05: “pues soledad es cuando los hijos lo abandonan, no se acuerdan de uno, no lo llaman, nadie se acuerda de uno, entonces para mí eso es la soledad. Que uno se
sienta sólo, que uno no tiene ese afecto de la familia, de las amistades, en ese sentido pues para mí eso es la soledad”
Para la mayoría de las personas entrevistadas, la satisfacción con la calidad (más que con la
cantidad) de las relaciones sociales y familiares se relacionó con una menor percepción de soledad
durante el confinamiento por COVID-19. Así, se observó una clara distinción entre las relaciones
familiares y sociales (amigos y vecinos), siendo más importantes las primeras que las segundas, al
menos en el contexto del aislamiento por COVID-19. Además, dentro de las relaciones familiares, la
relación con los hijos tuvo una mayor ponderación que aquella con otros miembros de la familia.
Cabe destacar que, como se observa en la tabla 1, la mayoría de los participantes incluidos en este
estudio manifestaron vivir acompañados. No obstante, a pesar de la importancia que tuvo la
compañía de los hijos en este periodo, vivir acompañado, no en todos los casos, implicó un elemento
protector contra la soledad.
ENTREVISTADORA: usted, ¿se ha sentido solo durante la pandemia?
CB06: “no, no, a pesar de que viste, que tengo ya diez años de estar separado, eso
no me afectó porque ya yo traía una característica de vida diferente a la que yo traía
con mi propio núcleo familiar. Entonces ya al estar cerca de otros vínculos, como es
la hermandad, pues no… yo continué lo mismo, si me entiende”
ENTREVISTADORA: Y en algún momento de la pandemia usted, ¿se ha sentido sola?
CB05: “pues la verdad, no. No porque pues aquí mantengo con mis hijos, ellos
mantienen acá, y hablamos, charlamos, jugamos…entonces no. La única es por lo
que no nos vemos de frente con las amistades, pero bueno, tendremos otra
oportunidad después, ¿no?”.
Como ejemplo de lo previamente mencionado, en algunos casos (aunque pocos) se observó
incluso que la pandemia ha significado una oportunidad de retomar las relaciones familiares
cercanas, más que una amenaza para estas. Para algunas personas mayores, esto se ha convertido
en un motivo de alegría que ha contribuido a que hayan dejado de sentirse solas en este periodo de
tiempo, por lo cual su bienestar ha aumentado.
ENTREVISTADORA: durante la pandemia, ¿usted se ha sentido sola?
CB04: “Lo que pasa es que como mi hijo está sin trabajo, el me carga para todo
lado… ahora estoy acompañada, por lo que está mi hijo que está sin trabajo… nos
vamos por allá, en veces dice mamá vámonos pa´ tierra caliente. Nos vamos por allá,
vamos donde la familia, estamos unos dos o tres días y nos venimos otra vez”.
La experiencia subjetiva de la soledad durante la pandemia varió entre sujetos y dependió del
contexto y de la satisfacción o insatisfacción de las relaciones sociales y familiares. Sin embargo, 7
de los 10 participantes incluidos en este estudio manifestaron no haber experimentado soledad
durante el tiempo de aislamiento obligatorio. Se observó que algunas características del entorno
como el alto flujo de personas en sectores comerciales; el bajo acatamiento de las normas de
bioseguridad por parte de las personas; el lugar de residencia (urbano/rural); las necesidades
(comprar/salir a buscar alimentos diariamente); y la forma como se mantienen las relaciones entre
las personas de los vecindarios (relaciones cercanas o lejanas con vecinos), podría haber influido en
la manera como se percibió la soledad durante el confinamiento.
ENTREVISTADORA: ¿cada cuánto se veía usted con sus amigos antes de la pandemia? CB22: “todos los días me encuentro con mis amigos, porque yo siempre salgo así… como es un pueblito, en Pasquilla, entonces todos somos conocidos” ENTREVISTADORA: ¿cómo le ha ido ahora que estamos en cuarentena, ha podido salir con la misma frecuencia? CB22: “pues afortunadamente vivimos en el campo, y el campo tienen una diferencia harto con lo que es la ciudad. Porque acá por ejemplo yo salgo de la casa y me encuentro por ejemplo con un amigo, dos amigos, tres amigos… pero entonces no estoy en aglomeraciones… yo vengo a la casa de mis hijos, entonces estoy permanentemente de la casa mía a la casa de mis hijos entonces no vivo encerrado”
Otro de los elementos que contribuyó a la baja percepción de soledad de las personas
entrevistadas durante el aislamiento obligatorio fueron las adaptaciones a los cambios en la rutina.
Aquellas personas que lograron mantener sus hábitos tras el aislamiento, aunque esto implicara
modificaciones de medios o adaptaciones de espacio, se vieron protegidas de experimentar
soledad. Esto no ocurrió con aquellos que perdieron espacios de actividades lúdicas, comunitarias
o de distracción; los cuales, para el caso de los participantes de este estudio, estuvieron relacionados
con espacios de socialización. De esta manera, se observó el papel fundamental que tienen las
alteraciones en las actividades que se practican de manera rutinaria, en la percepción de soledad
de las personas mayores.
ENTREVISTADORA: cuénteme…usted, ¿qué hacía en un día típico antes del aislamiento? CB25: Ja, ¡qué no hacía! Generalmente nos íbamos con mis hijos, con mi esposo, que almorzar por ahí… gracias a Dios aquí contamos con restaurantes campestres por ahí…nos íbamos, o íbamos a la pesca, o salíamos que a los ensayos de danza o que a presentaciones. Ah... eso es una bendición de Dios que Él me dio la oportunidad o me la ha dado, de poder salir a presentar mis danzas. ENTREVISTADORA: Y ¿ahora?, ¿cómo es un día normal suyo? CB25: El día normal mío, pues yo lo paso aquí en la casa…tenemos una finca pequeña, pero gracias a Dios tenemos…hay unas ovejas, unos terneros, que las gallinas…entonces uno está como metido en el cuento de los animalitos…que hay que darles de comer, estar pendiente de ellos, y pues así se pasa el día.
ENTREVISTADORA: ¿cómo era un día suyo antes del aislamiento? CB21: “Yo…digamos, entre semana… digamos el miércoles, nosotros teníamos ejercicios. Yo salía a las 6 o 7 de la mañana, íbamos a hacer los ejercicios… o sea, me levantaba, me bañaba…lo normal. Hacíamos ejercicios, ya luego íbamos para la casa, que hacer el desayuno, porque mi hija se iba a trabajar, hacer el almuerzo, la comida…eso era un día normal. Bueno, a mirar uno su novela, porque uno a veces mira sus novelas”.
ENTREVISTADORA: y ahora, ¿cómo es un día típico? CB21: “Pues ahora pues yo me levanto, me baño, lo normal… pero entonces ya a uno le hace falta esa salida, los ejercicios, estar con las compañeras, hablar, saludar…eso le hace falta a uno. Entonces yo me levanto, me baño, pues hago el desayuno y hago por ahí los oficios que tengo que hacer y a mirar televisión…arreglar casa… así”.
Además de lo ya mencionado, en algunos casos, el estilo de vida solitario y aislado que ya
mantenían varios de los participantes antes de dicha coyuntura podría haber contribuido a que la
percepción de soledad no se haya modificado tras el aislamiento obligatorio por COVID -19.
Contrario a lo que se evidenció con aquellas personas que percibieron el paso de un estilo de vida
activo y productivo, a uno mucho más pasivo.
ENTREVISTADORA: En este tiempo de aislamiento, desde que comenzó la pandemia,
¿usted se ha sentido solo?
CB06: “…el aislamiento si fue un poco frustrante porque las relaciones, pues… una
persona que tenga su trabajo diario, pues ahí si le afecta, pero lo mío como era la
comunicación musical y siempre los contratos aquí y allá pero como se dio eso pues
ya uno entiende que no hay de otra”.
También se observó que los vínculos políticos y/o de participación comunitaria fueron importantes
para la mayoría de los participantes e influyeron en la percepción de soledad. En este sentido, al
indagar sobre dicha percepción antes y después de la pandemia, fue evidente el importante papel
que desempeñan algunas de las iniciativas que se desarrollan actualmente en la localidad. Algunas
de las actividades destacadas por los participantes fueron las huertas comunitarias, los espacios de
actividad física, de discusión política, entre otras. Además, los programas de seguimiento a las
personas mayores que involucran llamadas e interés por parte de otras personas, contribuyeron de
manera satisfactoria a mitigar el impacto de los cambios en las rutinas y, por consiguiente, a una
menor percepción de soledad durante el periodo de tiempo analizado.
ENTREVISTADORA: usted sabe que hay muchas personas mayores que se sienten solas ¿por qué cree que usted no se siente sola? CB25: “Precisamente, porque estoy participando en la comunidad en cosas que sirven para la comunidad y que a mí también me sirven. Entonces pues yo, yo por eso no me siento sola”. CB17: “Tenemos un huerto por ahí cerca al jardín del cerro, frente del salón
comunal. Una huerta donde tenemos hortalizas, curubas, lechugas, cilantro, a veces
hay papa, acelgas, tomate; entonces uno llega allá y se entretiene unas dos o tres
horas desyerbando, colgando, quitando basuritas, arreglando y todo eso y se siente
tranquilo, pero claro que uno no va solo, uno va con otra compañera u otras dos
compañeras amigas. Entonces ya viene uno a la casa, descansó de que ese día ya
estuvo distraído por allá y ya.... Y de pronto, uno si va por lo menos por ahí un lunes,
uno se pone su tapabocas, se entra allá, cierra la puerta de afuera, se entra adentro
y nadie sabe que uno está allá entretenido haciendo oficio. Haciendo algo diferente
de lo que se hace en la casa”
Definiciones y percepciones del bienestar durante la pandemia por COVID-19
La definición de bienestar proporcionada por los participantes coincidió en mayor medida entre
los sujetos. Es decir, las definiciones, si bien fueron subjetivas y podrían estar también asociadas al
contexto, se agruparon en tendencias de manera más uniforme que aquellas asignadas a la soledad.
En este sentido, la satisfacción de las necesidades básicas y la calidad de las relaciones sociales y
familiares (especialmente con los hijos) fueron determinantes para el bienestar de las personas
mayores entrevistadas durante la pandemia. Llamó la atención que el dinero no representó una
gran preocupación para los participantes, a pesar de que todos ellos se encontraban en una
situación de bajos ingresos, no mencionaron este factor dentro de los determinantes del bienestar.
En vez de eso, elementos como el alimento, la vivienda y la salud, sí fueron determinantes. Esto
lleva a pensar que para estas personas el bienestar puede ser definido como tener las necesidades
básicas cubiertas y, además, una buena relación con la familia y amigos, mientras que el dinero no
garantiza el bienestar.
ENTREVISTADORA: ¿cómo se ve una persona que está bien?
CB25: “Pues yo cuando las veo alegres, pues yo digo esta persona está bien. Porque es que muchas veces uno dice que una persona está bien porque está bien económicamente, pero no. Eso la plata se acaba y el indio queda dice el dicho… pero yo pienso que estar uno bien es que se refleje en su mirada, en su cara, en su manera de vivir, la tranquilidad, la paz, la alegría”.
Además, las creencias religiosas representan un elemento fundamental en la percepción de
bienestar de las personas mayores entrevistadas. A pesar de que este aspecto no apareció cuando
los participantes definieron la “soledad” o de los factores que protegen contra ella, para varios de
ellos, el “confiar en Dios” les ha permitido sobrellevar la soledad y el aburrimiento que han
experimentado en este tiempo de aislamiento obligatorio.
ENTREVISTADORA: para usted, ¿qué es estar bien? CB01: “Estar bien señorita, en este momento es, primero que todo dándole gracias a Dios, tener uno su salud, tener uno su núcleo familiar unido, poder compartir con ellos en estos momentos de pandemia, y digamos pues, prácticamente sería como la alimentación, la vivienda, trato, etc.”
Como se mencionó en la definición de soledad, para varias de las personas entrevistadas, la
pandemia ha representado un factor estresor para su bienestar, de manera que muchas de ellas
han percibido cambios en las rutinas que mantenían antes de la emergencia sanitaria y que ahora
extrañan. La falta de actividad es uno de los factores que preocupan mayormente a las personas
mayores y que se ha visto asociado, en los casos más extremos, a la pérdida de la funcionalidad de
los sujetos.
ENTREVISTADORA: ¿qué cosas hacen qué usted no se sienta bien ahora?
CB17: “De pronto, como le digo, no se siente uno bien, por el motivo de que está
uno acostumbrado que los lunes, martes o jueves había ejercicios por cuenta de la
Alcaldía, los miércoles había reunión del adulto mayor, que éramos como unos 45,
y jugábamos dominó, otros jugaban parqués, otros bailaban, otros jugaban rana, y
luego hacíamos refrigerio y tomábamos y salíamos ¡Y así! Eso sí extraña uno”.
ENTREVISTADORA. Y a usted, antes de la pandemia, ¿qué le gustaba hacer?, ¿cómo
era un día normal suyo?
CB20: “yo me iba por ejemplo… dos veces en la semana por ejemplo para las matas,
a arreglar las matas allá aquel lado. Nosotros allá tenemos un sembradío, donde
tenemos lechugas, cebolla, cilantro, tallos, todo eso…tenemos allá en las matas,
pero ahora ya no… Dos veces a la semana, íbamos allí al salón comunal a hacer
ejercicios y eso lo desaburría uno porque se juntaba uno con todos los
compañeros…y manualidades, sí”
ENTREVISTADORA: Y ahora, ¿qué hace en un día normal? ¿qué ha cambiado?
CB20: “Acá, por ahí así ayudar a hacer la comida…porque ni para tender la cama ya
no me siento capaz”
Relación entre soledad y bienestar
Para explorar la relación entre soledad y bienestar, se indagó por la percepción de estos dos
fenómenos en las personas mayores en tiempos de aislamiento obligatorio. Así, fue posible
observar que la definición de soledad y los factores que definen el malestar se encontraban
relacionados. Además, las personas que refirieron sentirse solas (n=3), manifestaron igualmente
una disminución de su bienestar. Asimismo, se vio que aquello que produjo bienestar a las personas
mayores entrevistadas se relaciona con lo que las ha protegido de experimentar soledad.
ENTREVISTADOR: Para usted, ¿qué es estar bien? CB21: Es que mis hijos vengan, que estemos reunidos… hablar un ratico con las personas, estar feliz con mis hijos ENTREVISTADOR: ¿Qué es la soledad? CB21: No poder hablar con las personas, no poder darles un tinto, como hablar uno con esas personas, como salir, como comerse un helado. Yo pienso que no poder hacer uno eso, se siente uno triste, porque eso es la soledad. ENTREVISTADOR: ¿Cómo define usted la soledad? CB01: “hay personas que, digamos, como le comenté hace un momentico, por circunstancias de la vida, por circunstancias familiares, pues se tratan de aislar y de mantenerse solitarias, solas. A pesar de que tengan la familia ahí al pie. ENTREVISTADOR: ¿qué hace que usted no se sienta bien? CB01: Señorita, el trato. El trato es lo principal… cuando una persona se aísla, es porque muchas veces ya no tiene la capacidad intelectual de poderse defender, de poder hablar, y tiene que… prácticamente como lo habíamos hablado ya anteriormente: aislarse.
No obstante, a pesar de que tres de los participantes de este estudio manifestaron experimentar
soledad durante el aislamiento, esto no necesariamente tuvo efecto en su bienestar.
ENTREVISTADORA: En este tiempo de aislamiento, ¿se ha sentido sola en algún momento? CB21: “Si, si señora. Si me he sentido sola. Porque por lo mismo que le digo a sumercé: y estaba acostumbrada a salir, estaba acostumbrada a pagar los servicios, que a veces mis amigas por ejemplo venían y me visitaban, mis hijos… todos si señora, si me he sentido un poco sola”. ENTREVISTADORA: en este momento de asilamiento, ¿cómo diría que es su bienestar? CB21: “… yo me siento bien, pero como le digo, siempre le hace falta a uno salir”
Dentro de los factores que los participantes consideraron como protectores contra la soledad, se
destaca el acompañamiento familiar, practicar actividades de ocio y actividades de cuidado. Estas
actividades, están también relacionadas con los factores que han promovido el bienestar de las
personas durante la pandemia. Por el contrario, los factores agravantes de la soledad como la falta
de atención, especialmente de los hijos y la enfermedad, resultan también factores que contribuyen
a la disminución del bienestar de las personas. Llama la atención que, a pesar de la inconformidad
en algunos casos con la situación de encierro y aislamiento, en general, las personas que
manifestaron sentirse solas describieron que su soledad provenía de sentir falta de sus hijos o de
estar inconformes con la relación que actualmente mantienen con ellos.
“Lo digo por una vecina que hay aquí, tiene hijos, y ella ha estado así como enferma,
y todo eso. Ella me dice: “mamá (nombre), mamá (nombre), yo sola, mis hijos no
vienen a verme”…y estando cerca, uno que vive ahí más arribita; me dijo, “no… es
que ellos vienen es que les haga de comer” CB04.
Por su parte, dentro de los factores que ayudan a las personas a sentirse bien, además de los ya
mencionados y relacionados con los factores protectores contra la soledad, se observó que para las
personas mayores resulta fundamental contar con espacios de recreación y lúdica, ya que estos son
espacios donde además de practicar actividad física, que contribuye a la sensación de bienestar, se
establecen como los espacios en los cuales pueden llevar a cabo sus procesos de socialización. Sin
embargo, fue evidente la exigencia de las personas por que las actividades que se llevan a cabo en
estos lugares estén encaminadas a potenciar el “sentirse útil” y ser considerados como sujetos
participativos y de derechos. Además, resulta importante la pertenencia y el rol no solo en espacios
sociales, sino dentro de la estructura familiar; lo que, a su vez, contribuye a una menor percepción
de soledad de las personas mayores.
ENTREVISTADORA: ¿qué cree que ayudaría a mejorar el bienestar de las personas mayores? CB25: “…darles la oportunidad de que vengan, hagamos como un equipo y vamos a ver qué cosa hace cada cuál y como que usted exprese lo que piensa… que recuerden esos momentos de juventud”
ENTREVISTADORA: “…usted sabe que hay muchas personas mayores que se sienten solas ¿qué cree que a usted lo ayuda a no sentirse solo? CB22: “A mí lo que más me ayuda para no sentirme sólo es, primera parte los hijos. porque si ellos van a hacer un almuercito o algo, me dicen voy a hacer tal cosa, allá lo espero, o me preguntan qué va a hacer, y si no camine para la casa… “allá lo esperamos”, “vaya a desayunar” o algo así… y más ahí con mis vecinos a todo momento estamos hablando. Pero yo de ninguna manera me he sentido solo, afortunadamente”.
En cuanto a los espacios de socialización, los participantes estuvieron de acuerdo en manifestar
la importancia de algunas actividades ofrecidas por la alcaldía, colectivos u organizaciones, como
indispensables para su bienestar. Asimismo, hubo coincidencia en los cambios percibidos por las
personas mayores en sus relaciones desde que comenzó la pandemia. Es una constante que los
participantes encuentren insatisfacción con la situación actual que les ha impedido los encuentros
presenciales y es común el anhelo por volver a contar con dichos espacios. En algunos casos, las
relaciones se vieron interrumpidas, al igual que las actividades; en otros, menos frecuentes, las
personas mayores lograron adaptarse a la tecnología para poder mantener el contacto con sus
allegados. Sin embargo, a pesar de la adaptación, son más recurrentes los sentimientos negativos
asociados a estos cambios, que los positivos.
“eso ha cambiado bastantísimo (las relaciones), porque digamos, porque anteriormente
nosotros nos podíamos reunir, podíamos conversar, podíamos compartir ideas, sacar
proyectos, etc. Y pues ahora ya no se puede”
Un dato que llamó la atención es la calidad de las relaciones sociales de las personas mayores
entrevistadas, pues se observó que estas se encuentran asociadas a las actividades que realizan
actualmente. En este sentido, ninguno de los participantes mencionó tener amistades de infancia o
de largo plazo, sino que las relacionaron con actividades lúdicas o de otro tipo que hacían antes de
la pandemia y con el corto plazo. Además, estas relaciones fueron consideradas por los participantes
como relaciones de compañerismo, más que de amistad fuerte y se dan entre personas de edades
similares. Así pues, ninguno de los participantes reportó relación con otras generaciones, aparte de
las relaciones familiares.
ENTREVISTADORA: ¿qué puede decirme de sus relaciones sociales, ¿quiénes son sus amigos?, ¿de donde los conoce? CB04: “Es que lo que pasa aquí, es que como yo voy a talleres del adulto mayor, entonces ahí tenemos amistades con las compañeras, sí, pero así pongamos, así amigas casi no” CB17: “Pues amigos, amigos… amistades, teníamos un grupo de abuelos, todos de adultos mayores… pero con la cuarentena y esto, entonces se acabó, ya no hubo reuniones, ahora ya no nos reunimos”.
Este hallazgo podría estar relacionado con la preponderancia que dan las personas mayores a las
relaciones familiares ya que estas suelen ser más fuertes y, además, las que suplen de necesidades
básicas, como por ejemplo, alimentos o dinero. De esta manera, las relaciones familiares podrían
haber ganado una mayor importancia y cuando se vieron alteradas durante la pandemia, generaron
efectos en la percepción de soledad y de bienestar de los participantes . Con las personas de la
familia, el contacto telefónico y las visitas suelen ser más frecuentes y la falta de contacto constante,
representaron una mayor sensación de insatisfacción que cuando esto ocurre con los amigos. Estos
hallazgos se relacionaron con la percepción de bienestar de las personas que tienen la compañía o
reciben ayuda de sus hijos, aun cuando estos no vivan con ellas.
Actitudes, sentimientos y preocupaciones asociadas al confinamiento por COVID-19
Finalmente, durante el análisis de los datos surgió una categoría relevante relacionada a los
sentimientos y sensaciones reportados por los participantes durante la pandemia por COVID-19.
Esta resulta interesante para la comprensión de la relación que existe entre la soledad y el bienestar
en este tiempo. Si bien durante la pandemia han predominado los sentimientos negativos como el
miedo, la impotencia y el aburrimiento, algunas personas mayores fueron capaces de reconocer que
este tiempo les ha servido como un tiempo de gratitud y tranquilidad, en el que han logrado retomar
incluso el contacto que habían perdido con sus hijos, como se mencionó anteriormente. Además,
fue evidente un amplio sentido de adaptación en el cual la resiliencia y esperanza se manifestaron
de manera constante en las narraciones de los participantes. Las personas manifestaron haber
pasado por crisis tan difíciles a lo largo de sus vidas, que la situación actual representa “poco” si se
le compara.
CB17: “Pues las cosas han pasado, como he sufrido con la muerte de él (el esposo), después la muerte de mi hijo también que me mató la guerrilla, mi hijo mayor y me tocaron esas cosas y me tocaron a mi sola… eso es duro. Pero ya después debe uno convivir con las cosas, pero uno con desesperarse, echarse a la pena, no restablece lo perdido” CB06: “No, no, a pesar de que viste… que tengo ya diez años de estar separado, eso no me
afectó… porque sí, uno solo, pues le hace falta la pareja, pero ya hace diez años… ahora me
cogió esto del COVID y pues ya no así tanta cuestión psicológica de afectarme como a otras
personas que si los cogió directamente. Pero no, lo mío fue continuo, yo continué, como si
hubiera sido hace diez años atrás, listo esta vez sí me dio duro porque a pesar de que no
había pandemia, sí, son los sentimientos”
Estas reacciones podrían estar también relacionadas con la novedad que ha representado el
COVID-19 al ser una situación nunca vivida y de la cual las personas mayores esperan salir. La
característica temporal que la pandemia comporta resulta un motivo de esperanza que se relaciona
en algunos casos con resignación, pero en otros, con una adaptación a la realidad.
CB20: “Esperemos que de pronto ya esté esa vacuna y podamos comenzar a vivir
nuevamente la vida, pues medianamente parecida a lo que era antes”
“…aquí mantengo con mis hijos, ellos mantienen acá, y hablamos, charlamos,
jugamos…entonces no. La única es por lo que no nos vemos de frente con las amistades,
pero bueno, tendremos otra oportunidad después, ¿no?”
Además, las sensaciones asociadas a la percepción de soledad resultaron siempre relacionadas a
sentimientos negativos. Llama la atención, dentro de la definición de este fenómeno, los conceptos
de tristeza y aburrimiento. Algunos elementos mencionados por los participantes como el hecho de
tener paciencia o de esperar a volver a la normalidad podrían estar asociados a la temporalidad que
comporta (al menos aparentemente) la naturaleza de la pandemia.
ENTREVISTADORA: ¿cómo se siente cuando está así solo? CB19: “Pues, como aburrido, un poco. Pero vuelvo y pienso: ¿qué saca uno con aburrirse? Nada… pedirle a Dios y a la virgen que le den paciencia a uno porque ¡qué más se puede hacer!... Tristeza, cuando piensa uno en la soledad es tristeza y el aburrimiento”.
Finalmente, cuando se indagó conlos participantes sobre las alteraciones en la experiencia
subjetiva de soledad tras el aislamiento obligatorio, se encontraron opiniones que hacen visibles las
aspiraciones que tienen las personas mayores, a pesar de su edad. En este sentido, algunos de los
participantes manifestaron que las medidas adoptadas por los programas de la alcaldía para
mantener el contacto durante el confinamiento no eran suficientes o accesibles. Además, se
percibió que las actividades a las que se han dedicado las personas mayores incluidas en este
estudio, incluso antes de la pandemia, eran en su mayoría lúdicas y de ocio. Aunque las personas
mayores, tras el aislamiento han extrañado estos espacios, no en todos los casos estas logran
satisfacer sus necesidades o aspiraciones, ya que no representan un reto mayor para quienes las
practican y en la mayoría de los casos se convierten en una forma de “pasar el tiempo” o
“distraerse”. En este sentido, aunque este tipo de respuestas no fueron muy frecuentes, podrían
estar relacionadas indirectamente con la percepción de malestar y soledad de las personas mayores
de este estudio. Esto porque un bajo nivel de aspiraciones a futuro podría hablar de la
“normalización” de la soledad dentro de la vejez, y esto podría estar también asociado a la manera
como se percibe esta etapa de la vida culturalmente en Bogotá.
CB06: “… Hombre mire, siempre uno en la vida tiene lo que se llama objetivos a
cumplir, si? Objetivos a corto, mediano y largo plazo. Yo creo que cuando siente uno
paz y sienta uno principios y sobre esos principios actúa, pues uno le da como un
sentido a la vida, si? Porque la vida es muy bonita, muy maravillosa y uno tiene
muchas cosas que hacer en la vida. Mas que todo cuando uno ha llegado a una etapa
tal, en la que estoy yo, que ya la experiencia pues no la puede uno botar a la basura…
sino que eso sirve para uno intercalar y hacer más cosas, hacer un tejido social.
Tejido social en la cual la experiencia de uno va a ser compartida con las
generaciones que vienen y eso lo motiva a uno, si me entiende. Eso le dice a uno
que tiene que seguir luchando hasta el último momento, mientras uno racionalice
y piense las cosas, pues uno sigue actuando en este mundo”
CB22: “Y le ponen a uno una tareíta (en los espacios propuestos por la alcaldía), pero
eso son unas tareítas como no son difíciles, así por ahí un dibujito, y si tiene modo
de enviárselo a los profesores de allá, pues enviar la tareíta que a uno le colocan,
pero no es una cosa que sea tan exigente… y de ahí le ponían a uno una tarea, pero
muy sencilla, tareítas que las puede hacer cualquier niño, como nosotros”
DISCUSIÓN
Este es, según la revisión que se llevó a cabo, el primer estudio que aborda la relación entre
bienestar y soledad desde la perspectiva de las personas mayores, en el contexto del aislamiento
obligatorio por COVID-19, en una localidad de bajos ingresos en Bogotá. Los hallazgos de este
estudio ofrecen evidencia empírica sobre los elementos contextuales que intervienen en la
percepción de soledad y bienestar que han tenido las personas mayores respecto a esta coyuntura
en el contexto específico de esta localidad. Resulta interesante que si bien, la pandemia ha
implicado muchos cambios en el contexto y en las rutinas de las personas mayores que participaron
de este estudio, la mayoría de las personas incluidas en este estudio manifestaron no haber
experimentado soledad durante el aislamiento obligatorio ni cambios significativos en su bienestar.
Estos hallazgos, están de acuerdo con investigaciones que muestran que no ha habido cambios
significativos en el nivel de soledad de las personas mayores debidos a el aislamiento obligatorio
(Luchetti et al., 2020; Herrera et al., 2021)
En general, se ha reportado que tener una amplia red social y una interacción frecuente se
relaciona con mayores niveles de bienestar (Amati et al., 2018; Appau et al., 2019) y menores de
soledad (Luchetti et al., 2020; Pinquart & Sorensen, 2001). Sin embargo, las medidas de
distanciamiento que impiden el contacto social y alteran la calidad de las relaciones, genera una
dificultad en evaluar el efecto amortiguador sobre la soledad que se sabe que tienen las relaciones
sociales (Macdonald & Hülür, 2020). Esto ha generado que en los estudios que se han hecho hasta
el momento, las personas hayan manifestado percepciones muy diversas frente al COVID-19 si se
compara con otras situaciones difíciles (Macdonald & Hülür, 2020).
No obstante, como muestran los resultados de este estudio, a pesar de que tras el aislmiento se
ha perdido la interacción social y se ha disminuído en gran medida su frecuencia; los participantes,
manifestaron tener pocos amigos, sin que esto significara una mayor percepción de soledad. Estos
hallazgos se relacionan con lo propuesto por Peplau y Caldwell (1978), quienes muestran que la
soledad puede presentarse en ausencia o presencia de contactos sociales ya que lo que influye en
la percepción de este fenómeno es la discrepancia que puede presentarse entre la expectativa y la
realidad de las relaciones que se mantienen (Perissinotto et al., 2012). Lo anterior muestra que, al
igual que en los países de altos ingresos, para las personas mayores de Bogotá también resulta más
importante la calidad de las relaciones que la cantidad de estas, tal como ha sido reportado por
otros autores (Peplau & Caldwell, 1978; Perissinotto et al., 2012). En este sentido, las relaciones
que lograron permanecer intactas tanto a nivel estructural como funcional, a pesar del aislamientos
social, han tenido un efecto positivo en la prevención de experimentar soledad y en el bienestar de
las personas mayores, tal como lo describen Luchetti y colaboradores (2020)
Las relaciones familiares, por su parte, resultaron fundamentales para el bienestar de las personas
mayores, además, las protegieron de experimentar soledad. Vale la pena enfatizar en el hecho de
que la mayoría (7 de 10) de los participantes de este estudio manifestaron vivir acompañados y esta,
representa una diferencia fundamental frente a las condiciones de vida en países de altos ingresos,
en donde los ancianos viven en su mayoría solos (Reher & Requena, 2018). No obstante, a pesar de
la evidencia que muestra que vivir solo no necesariamente predispone para experimentar soledad
(Peplau & Caldwell, 1978), los hallazgos de este estudio no permitieron observar una relación entre
estas dos características. Sin embargo, un hallazgo relevante fue la importancia que manifestaron
los participantes hacia la relación con sus hijos. Existen varios estudios que indican la importancia
de los hijos para el bienestar de los ancianos, sin embargo, se ha visto que esta importancia depende
de circunstancias individuales como el género, estado marital, y las experiencias de situaciones
estresantes como recorte financiero, la concepción de vida familiar que se tenga culturalmente y
los servicios sociales de los que se dispone (Haberkern & Szydlik, 2010; Neuberger & Preisner, 2018)
En países de altos ingresos, en cambio, algunos autores coinciden en que para las personas
mayores, las relaciones con amigos y vecinos resultan de mayor valor que las familiares ya que al
ser voluntarias, cuando se distorsionan, pueden llegar a tener un efecto más fuerte sobre la soledad
que las familiares (Pinquart & Sorensen, 2001). No obstante, como se mencionó, en el contexto
colombiano del aislamiento por COVID-19, las relaciones familiares fueron determinantes en la
percepción de soledad y bienestar. Es importante resaltar que en el contexto colombiano estas
relaciones son fuertes y existe un alto sentido de cuidado de los hijos hacía sus padres, cosa que no
ocurre en países de ingresos altos (Palloni & Pinto, 2014). Un estudio cuantitativo realizado en
Colombia, fuera del contexto de la pandemia, mostró que tener una buena relación con la familia
representa un beneficio cuando las personas mayores requieren ayuda, pues “la funcionalidad
familiar beneficia las necesidades de ayuda en los adultos dependientes” (Palacio et al., 2010). Dada
la naturaleza de la pandemia y los efectos en la economía que esta ha traído, no resulta extraño que
la dependencia y las necesidades de las personas mayores hayan aumentado y, por lo tanto, las
relaciones familiares hayan adquirido un mayor peso.
Como se observó en la tabla 1, 7 de 10 participantes subsisten con subsidios provistos por el
gobierno y solamente 1 de los 10 entrevistados es pensionado. Esto, sumado a el estrés económico
dado por la pérdida del empleo de sus hijos que varios manifestaron, puede haber generado un
aumento en la dependencia económica de las personas mayores. En este sentido, es posible que las
relaciones familiares se hayan hecho más indispensables durante el confinamiento que las
amistosas por el grado de dependencia, además de las condiciones culturales del contexto
colombiano previamente mencionadas. Esta explicación se relaciona con la idea de que las personas
de menores ingresos carecen de capital social y económico para poder enfrentar adecuadamente
los factores estresores, como es el caso del COVID-19 (Jaspal & Breakwell, 2020).
Igual que en este estudio, otros autores han reportado una alta variabilidad en la percepción
individual del confinamiento por COVID-19 (Luchetti et al., 2020). Esto está en línea con varios
estudios realizados a nivel mundial en los que se muestra que las actitudes individuales como
preocupaciones y actitudes positivas han moderado los efectos negativos de las cuarentenas
(Armitage & Nellums, 2020; González-Sanguino et al., 2020; Kivi et al., 2020). De acuerdo con esto,
como se mostró en los resultados de esta investigación, las historias de vida y la manera como cada
sujeto afronta las dificultades fueron determinantes en la adaptación a la situación de aislamiento.
Además, la espiritualidad fortalece la paciencia y resiliencia con la que las personas de este estudio
han afrontado esta coyuntura. Esto está de acuerdo con evidencia que ha documentado que existe
una motivación intrínseca durante la vejez para el desarrollo de la espiritualidad y que esta
contribuye al bienestar de las personas y facilita el afrontamiento de la vejez, siendo además, un
factor protector ante enfermedades o momentos difíciles (Palacio et al., 2010). Esta evidencia,
refuerza el planteamiento de que la soledad debe ser estudiada de manera subjetiva ya que no
todas las personas reaccionan igual a situaciones estresantes. Por ejemplo, frente al confinamiento
por COVID-19, algunas personas pueden experimentar más soledad y otras menos (Luchetti et al.,
2020), dependiendo del contexto en el que se encuentren, de sus historias de vida y de las relaciones
sociales y familiares que mantengan.
Fortalezas y limitaciones
Los hallazgos de este estudio no permitieron observar un aumento en la soledad ni disminución
en el bienestar de las personas mayores como consecuencia del aislamiento obligatorio, resulta
importante no subestimar el posible “estado basal” de soledad en el que podrían haberse
encontrado las personas mayores antes de dicha coyuntura. Otros estudios longitudinales muestran
que los cambios del antes y el después de la coyuntura pueden llegar a no ser perceptibles en
personas mayores como sí ocurre con jóvenes (Bruce et al., 2019). Además, un estudio llevado a
cabo en los Estados Unidos se muestra como los efectos más evidentes sobre el bienestar
psicológico y la soledad de las personas fueron observados en los primeros meses de cuarentena,
cuando la pandemia estaba apenas comenzando; y, en los meses siguientes, este efecto se estabilizó
(Luchetti et al., 2020). Esto, sin embargo, representa una limitación de este estudio ya que por ser
de corte transversal no permite conocer el estado en el cual se encontraban las personas antes de
la primera cuarentena estricta, pues dependiendo de la fase en la que se encuentre la pandemia,
las condiciones contextuales pueden variar y así también la percepción de soledad y bienestar.
Además, la percepción de soledad y bienestar fueron evaluadas después de un periodo
prolongado de aislamiento en el que posiblemente los participantes ya habían hecho un proceso de
adaptación. Según la teoría del bienestar de Diener y colaboradores (2010), se postula que los
individuos se encuentran en un nivel basal de bienestar que puede ser alterado por situaciones
estresantes o negativas y regresa a su estado natural tras adaptarse a las nuevas condiciones.
Sumado a esto, es posible que la información retrospectiva que se pregunta a los participantes sea
matizada por el recuerdo y que el auto-reporte omita detalles. Otros estudios han reportado esta
misma dificultad relacionada con vacíos en la memoria que pueden darse al reportar un evento
después de un tiempo considerable (Miron-Shatz et al., 2009). A pesar de esta dificultad, algunos
autores reportan que, para el caso de los adultos mayores, este vacío no se da de manera
significativa (Neubauer et al., 2019). Sin embargo, la comparación del antes y el después a través
del auto-reporte, como se hizo aquí, no permite hacer una comparación objetiva de ambos
momentos. Si se quisiera hacer esto, sería necesario llevar a cabo un estudio longitudinal.
Por otra parte, los resultados de este trabajo no pueden ser generalizados a la población de
personas mayores de 59 años, ni tampoco a toda la localidad de Ciudad Bolívar dada la alta
heterogeneidad que se encuentra en este grupo etario y la diversidad de contextos en los que viven.
En este sentido, la selección de los participantes, al aplicarse un muestreo por bola de nieve, limitó
la inclusión de participantes en alto estado de abandono y vulnerabilidad. Esto, debido a que todos
los participantes referenciados por los líderes de vejez de la zona, como se muestra en los hallazgos,
contaban con una amplia red de apoyo. Esto, aunque representa un sesgo en la información para
este estudio, significa una oportunidad para evaluar la eficacia de los proyectos comunitarios y de
acompañamiento que se llevan a cabo en esta localidad y que podrían implementarse en
poblaciones de mayor riesgo, como es el caso de personas mayores institucionalizadas.
Finalmente, a pesar de estas limitaciones, resulta muy interesante poder conocer la percepción
de las personas después de un año de estar en esta situación, lo que podría representar retos
adicionales a los que había inicialmente. La exploración que se realizó sobre la soledad y bienestar
de las personas mayores permitió hacer una aproximación cualitativa a estos constructos, lo cual
resulta muy útil para dar información específica de la percepción asociada al COVID-19 que hasta el
momento, hasta mi conocimiento, no había sido explorada en Bogotá.
Implicaciones
Dada la relación existente entre la prevención de la soledad y el bienestar de las personas
mayores, los resultados de este trabajo ponen en evidencia la importancia de fortalecer las
iniciativas encaminadas a prevenir la soledad con el fin de mejorar el bienestar de las personas
mayores. En este sentido, vale la pena abrir espacios de reflexión frente a las iniciativas llevadas a
cabo que están actuando como factores protectores contra la soledad en la localidad, las cuales
podrían ser implementadas en localidades con contextos similares. Además, la evidencia que
muestra la influencia del entorno sobre la percepción de soledad y bienestar de las personas, así
como de sus relaciones sociales, resultan elementos fundamentales a tener en cuenta en el diseño
de políticas y proyectos dirigidos a las personas mayores. También, los resultados de esta
investigación proveen elementos útiles para el manejo actual de la pandemia en este grupo
poblacional.
Como se mencionó, uno de los desafíos que enfrenta el gobierno en Colombia es que los análisis
que se hacen para el diseño de las políticas públicas, hasta el momento, están basados en datos
cuantitativos, lo que excluye otros enfoques teóricos y epistemológicos (Santos Pérez & Valencia
Olivero, 2015). Desconocer la manera como las personas mayores perciben la vida es causa de
muchas generalizaciones que refuerzan los procesos de estigmatización y maltrato contra esta
población, así como la falta de inclusión de todos los actores sociales en los procesos de
envejecimiento (Gutiérrez Cuéllar, 2019). Todo lo anterior, contribuye a que culturalmente genere
una percepción de la vejez en la que se considera a las personas mayores como sujetos pasivos
receptores de cuidado (Weicht, 2013). Así, se hace una generalización de personas dependientes y
vulnerables con funciones corporales deterioradas (Weicht, 2013) en la cual se excluye a las
personas mayores como sujetos activos y únicos para pasarlos a una categoría estadística (Weicht,
2013). En este sentido, los resultados de esta investigación muestran que no es posible hacer
generalizaciones y que la pandemia no ha afectado a todas ellas de igual manera. Por tanto, cuando
se piense en política pública de envejecimiento y vejez será necesario tener en cuenta la voz de las
personas mayores para hacer una interpretación de la realidad menos sesgada.
Finalmente, dada la importancia que se demostró que tiene la participación comunitaria en el
bienestar de las personas mayores, vale la pena reforzar acciones desde la gestión pública que
potencien las capacidades y fomenten la inclusión, de modo tal que el envejecimiento sea una
experiencia positiva que esté acompañada de oportunidades (no solo de actividades de ocio y
recreación) y de un ajuste a los programas de salud (Santos Pérez & Valencia Olivero, 2015).
Agradecimientos. Agradezco a los participantes por su generosidad, su tiempo y su intención de
aportar a la política pública de la ciudad. A Aura Caliman por su compromiso con el proyecto y su
disposición para colaborar en el mismo. A los profesores de la Universidad de los Andes que
orientaron el diseño e implementación de esta investigación, así como la escritura de este artículo.
Contribuciones de los autores. La autora principal realizó la conceptualización del proyecto, el
análisis de los datos y la redacción del documento.
Conflictos de interés. No se declararon conflictos de interés
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SOLEDAD Y BIENESTAR
DE LAS PERSONAS
MAYORES EN TIEMPOS
DE COVID-19
Una oportunidad para reflexionar
en el abordaje de la soledad en
Bogotá
Resumen ejecutivo
El envejecimiento de la población mundial
representa un enorme reto para los sistemas de
salud y las políticas públicas, pues conforme
aumenta la expectativa de vida, se generan
nuevas demandas de bienestar en esta
población. Colombia se encuentra en un
estadio avanzado de transición demográfica
(Flórez et al., 2015). Bogotá, por su parte,
aloja en promedio 45 mil personas mayores de
60 años por localidad (Secretaría Distrital de
Integración Social, 2018). Esto representa un
reto importante en materia de salud pública ya
que junto con el crecimiento de esta población,
aumentará la demanda de servicios de salud y
bienestar (Ministerio de Salud, 2018), lo que
exige una especial atención del gobierno
distrital a este grupo etario en términos de
política pública.
Los retos que la transición demográfica
supone se han visto aumentados por las
medidas de aislamiento obligatorio adoptadas
para hacer frente a la pandemia por COVID-
19. Por los efectos que estas medidas han
generado en la población de personas mayores
a nivel mundial, se hace necesario atender
problemas como la soledad y la disminución
del bienestar, que han aumentado en este
grupo etario durante la actual coyuntura. La
soledad se presenta como una condición que
tiene efectos negativos en la salud física y
mental de las personas mayores y puede
incluso general la muerte, por esto, resulta un
problema de salud pública importante de
atender. No obstante, el abordaje actual de la
soledad en el país no permite hacer un análisis
exhaustivo de un fenómeno que es sumamente
complejo y subjetivo. Por esto, el presente
resumen de política brinda alguna evidencia
cualitativa útil para el desarrollo de nuevas
políticas y programas que estén enfocados en
la mejora del bienestar y la prevención de la
soledad de las personas mayores. Además,
hace algunas recomendaciones a los
tomadores de decisiones encaminadas a
fortalecer la concepción deseable de el
envejecimiento como una experiencia positiva
que debe estar acompañada de oportunidades
(no solo de actividades de ocio y recreación) y
de un ajuste a los programas para la vejez en
la ciudad de manera que se dé cumplimiento a
lo establecido en el papel.
RESUMEN DE POLÍTICA
El papel del COVID-19 en el aumento
de la soledad y el detrimento del
bienestar de las personas mayores
Al reto que supone el envejecimiento
poblacional, se suman los generados por la
pandemia por COVID-19, la cual ha
exacerbado la condición de vulnerabilidad y
fragilidad en la que se encuentra gran parte de
la población de personas mayores (OPS,
2020). A julio de 2020, el 49% de las personas
fallecidas por este virus eran mayores de 70
años (Ministerio de Salud y Protección Social,
2020). Las medidas implementadas por los
entes reguladores para proteger la vida de las
personas mayores implicaron largos periodos
de aislamiento social que han comenzado a
mostrar efectos negativos en el bienestar de las
personas mayores, y contribuye a que estas
sean más propensas a experimentar soledad
(Zacher & Rudolph, 2020). Ya que esta
condición se ha asociado a una mayor
morbilidad y mortalidad en este grupo etario,
merece ser tenida en cuenta dentro de las
prioridades de la salud pública en el momento
coyuntural que vivimos, pues sus efectos
devastadores pueden llegar incluso a la muerte
(Yang & Bath, 2018; Cacioppo et al., 2010).
Es necesario abordar las vivencias
relacionadas con la soledad
El abordaje actual que se hace de la soledad en
Bogotá, desde una perspectiva cuantitativa, no
abarca la complejidad de este fenómeno
subjetivo, que está además influenciado por el
entorno cultural (Rokach et al., 2004) y es
constantemente negociable, en vez de un
constructo universal. Así, la percepción de
soledad es sensible a los cambios de las
condiciones contextuales (Yang & Bath,
2018), por lo que la actual pandemia por
COVID-19 podría generar variaciones en la
forma como las personas mayores perciben la
soledad en relación con su bienestar (Armitage
& Nellums, 2020). En este sentido, la
pandemia representa un escenario propicio
para reflexionar en torno a esta forma
tradicional de abordar la soledad y se convierte
en un desafío para el gobierno distrital que
deberá preguntarse por nuevas maneras de
comprender la soledad desde una mirada
fenomenológica que tenga en cuenta la voz de
las personas mayores y pueda ser incorporada
a los análisis que se hacen para el diseño de las
políticas públicas de vejez y envejecimiento
(Santos Pérez & Valencia Olivero, 2015).
Evidencia
Este resumen de política pretende presentar
algunos hallazgos relevantes de un estudio
fenomenológico que explora la relación entre
la percepción de soledad y el bienestar de las
personas mayores durante la pandemia en el
contexto bogotano, específicamente en Ciudad
Bolivar. En este estudio participaron 10
personas mayores de 59 años residentes en
dicha localidad y participantes del programa
“Escuela artística y de derechos de la persona
mayor”. Conocer la percepción de las personas
mayores permite una aproximación más
certera de su realidad (Palacio et al., 2010) y
esto, as su vez, amplía la posibilidad de evitar
encasillamientos o generalizaciones que
resulten en estigmatizaciones y maltrato así
como la falta de inclusión de todos los actores
sociales en los procesos de envejecimiento
(Gutiérrez Cuéllar, 2019). Así, esta evidencia
quiere servir de sustento para algunas
recomendaciones de política pública que
podrían ser aplicadas en la construcción de la
nueva política de envejecimiento y vejez de
Bogotá.
Principales hallazgos
ᴥ Las buenas relaciones familiares, además de las necesidades básicas cubiertas, han
determinado el bienestar de las personas mayores durante la pandemia y han resultado
protectoras contra la soledad.
ᴥ Para las personas mayores, las relaciones familiares han tenido un peso mucho mayor que
aquellas de amigos y vecinos, al menos, en el contexto de la pandemia.
ᴥ La calidad de las relaciones sociales de las personas mayores entrevistadas es débil, se
hacen vínculos frágiles que dependen de las actividades lúdicas y de los espacios de
recreación. Además, se dan casi exclusivamente entre personas de la misma edad.
ᴥ Las actividades comunitarias que fomentan la autonomía y la productividad, así como las
amplias redes de apoyo, actuaron como elementos protectores contra la soledad en las
personas mayores y contribuyeron, por lo tanto, a su bienestar.
Fortalecer lazos familiares y fomentar
autonomía y productividad
Los hallazgos de este estudio permitieron
evidenciar dos necesidades fundamentales en
el abordaje de la vejez en la política pública
distrital. En primera medida, hacen evidente la
necesidad de abordar los lazos familiares
como una exigencia fundamental, ya que estos
protegen conta la percepción de soledad y
propician el bienestar de las personas mayores.
Segundo, hacen visible su deseo de participar
en espacios comunitarios que fomenten la
autonomía y productividad. Esto plantea una
importante reflexión frente a la persistencia de
una noción cultural de la vejez, basada en la
fragilidad y dependencia. Las percepciones de
malestar y soledad manifestados por las
personas mayores durante la pandemia ponen
en evidencia el estereotipo que prevalece hacia
este grupo etario como sujetos pasivos
receptores de cuidado (Weicht, 2013) y
fomenta la concepción de personas
exclusivamente dependientes y vulnerables
(Weicht, 2013). Tener en cuenta estas dos
necesidades en el diseño de políticas públicas
podría tener un impacto positivo en la
percepción de bienestar de las personas
mayores y en sus mayores aspiraciones.
Puntos débiles de la política actual
Estos hallazgos permiten también evidenciar
la posibilidad de reforzar algunas áreas de la
política distrital actual para continuar en el
diseño de programas que den cumplimiento a
lo allí estipulado. En el artículo 6 del decreto
345 de 2010 sobre envejecimiento y vejez, se
menciona como uno de los puntos
fundamentales la promoción de “la cultura del
envejecimiento activo” para mejorar las
relaciones intergeneracionales. Sin embargo,
según los resultados obtenidos en este estudio,
esta continúa siendo una deuda de la gestión
pública con las personas mayores; pues, las
propuestas existentes hasta el momento no
contemplan el intercambio intergeneracional
ni aportan a la construcción de redes de apoyo,
que resultan fundamentales para la prevención
de la soledad. Esta reflexión tiene importantes
implicaciones en la salud pública, ya que
cuando la soledad es persistente, puede
comportarse como una amenaza para la
participación comunitaria de las personas
mayores y para su propio estado de salud. Es
por esto que se hace necesario trabajar por
continuar explorando las percepciones de las
personas mayores en los distintos contextos de
la ciudad. Esto contribuirá a fortalecer los
procesos y las políticas de vejez hacia mayores
posibilidades que fomenten la participación
colectiva para así mejorar el bienestar de las
personas mayores, así como fortalecer las
redes sociales y propiciar espacios de
socialización que trasciendan a acciones
comunitarias.
Recomendaciones de política
Incluir resultados de investigaciones cualitativas en el diseño de las políticas públicas de
envejecimiento y vejez.
Diseñar actividades y programas encaminados a promover y fortalecer los vínculos
familiares en el contexto de pandemia.
Implementar estrategias de priorización que busquen garantizar la cobertura de las necesidades básicas a todas las personas mayores en mayor grado de vulnerabilidad en la
localidad.
Mantener iniciativas comunitarias como “de la planta a la palabra” (programa de
alfabetización a partir de huertas), las cuales resultan muy bien valoradas por las personas
mayores por la contribución en su bienestar y la protección que les brinda frente a la
soledad.
Fortalecer las acciones encaminadas a promover la autonomía y productividad de las
personas mayores y, fomentar el intercambio intergeneracional para contribuir a la
construcción de redes de apoyo y disminuir el estigma social de la vejez.
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