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Pintura florentina del siglo XV. María Isabel Espiñeira Castelos 1 PINTURA FLORENTINA DEL SIGLO XV A pintura florentina, y en general la italiana, según Fusco, en el siglo XV trata tres temas principalmente: el religioso, el mitológico-clásico y el cívico-burgués. La primera de ellas, la religiosa, nos resulta familiar porque era un tema que ya provenía del Medievo y se siguen pintando Madonnas, Anunciaciones, Crucifixiones y Piedades, aunque con la evolución lógica de los nuevos descubrimientos en vías como la perspectiva o el color. El tema mitológico presenta una mayor libertad para los pintores, y a veces entra en conjunción con el tema religioso. En la temática cívico-burguesa es donde entran de lleno las fiestas, cacerías, batallas, pero sobre todo goza de gran importancia el retrato, que todavía está en deuda con el gótico Internacional. El retrato también se hace dentro de la temática religiosa, bien aprovechando la figura del donante, o como autorretrato. Y en el Renacimiento nos encontramos con una característica nueva: se retrata también a personajes completamente anónimos, porque una persona por el mero hecho de serlo ya merece ser retratada. ¿Qué tipologías hay? También según Fusco nos podemos encontrar con: Tipología lineal , con reminiscencias de la miniatura gótica y retablos, cuando se recurre a varias viñetas para narrar una historia, como ocurre en la Adoración de los Reyes, de Fabriano, o el caso de los Sagomas Sagomas Sagomas Sagomas, figuras recortadas sobre fondo neutro, o los retratos de perfil que semejan monedas. En cuanto a la perspectiva, existe el apoyo de la Geometría para crear el engaño de la tridimensionalidad Tipología volumétrica , donde prima el volumen sobre los demás efectos, y que se ve perfectamente en el cuadro El tributo de la moneda, de Masaccio, aunque ya Giotto y Duccio habían realizado algunos avances. L

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Pintura florentina del siglo XV. María Isabel Espiñeira Castelos

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PINTURA FLORENTINA DEL SIGLO XV

A pintura florentina, y en general la italiana, según Fusco, en el siglo XV trata tres temas principalmente: el religioso, el mitológico-clásico y el cívico-burgués. La primera de ellas, la religiosa, nos resulta familiar

porque era un tema que ya provenía del Medievo y se siguen pintando Madonnas, Anunciaciones, Crucifixiones y Piedades, aunque con la evolución lógica de los nuevos descubrimientos en vías como la perspectiva o el color. El tema mitológico presenta una mayor libertad para los pintores, y a veces entra en conjunción con el tema religioso. En la temática cívico-burguesa es donde entran de lleno las fiestas, cacerías, batallas, pero sobre todo goza de gran importancia el retrato, que todavía está en deuda con el gótico Internacional. El retrato también se hace dentro de la temática religiosa, bien aprovechando la figura del donante, o como autorretrato. Y en el Renacimiento nos encontramos con una característica nueva: se retrata también a personajes completamente anónimos, porque una persona por el mero hecho de serlo ya merece ser retratada. ¿Qué tipologías hay? También según Fusco nos podemos encontrar con:

� Tipología lineal, con reminiscencias de la miniatura gótica y retablos, cuando se recurre a varias viñetas para narrar una historia, como ocurre en la Adoración de los Reyes, de Fabriano, o el caso de los SagomasSagomasSagomasSagomas, figuras recortadas sobre fondo neutro, o los retratos de perfil que semejan monedas. En cuanto a la perspectiva, existe el apoyo de la Geometría para crear el engaño de la tridimensionalidad

� Tipología volumétrica, donde prima el volumen sobre los demás efectos, y que se ve perfectamente en el cuadro El tributo de la moneda, de Masaccio, aunque ya Giotto y Duccio habían realizado algunos avances.

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� Conjunción de pintura y arquitectura, o de pintura y escultura. Se siguen usando los polípticos góticos, aunque sean falsos, porque ya no se cierran ni se pinta el exterior de las tablas, pero se mantiene la estructura. Un ejemplo podría ser La Última Cena, de Castagno. La pintura en esta época todavía suele estar al servicio de la Arquitectura, sobre todo en los frescos.

Podemos hablar ya de algunos de los pintores más importantes de la escuela florentina. Uno de los primeros es MassolinoMassolinoMassolinoMassolino, que aunque fundamentalmente goticista, ya en la Capilla Brancasi prueba las nuevas corrientes, como volúmenes densos, uso de la arquitectura en sus obras y empleo de la perspectiva. Sin embargo, pronto volverá sus ojos a la elegancia del Gótico. MasaccioMasaccioMasaccioMasaccio es el fundador, junto a Brunelleschi y Donatello, del nuevo lenguaje de la perspectiva en el arte. Utiliza el color y la luz para dar sensación de volumen, y sus figuras destacan por su naturalidad, rostros expresivos, miradas potentes y contornos netos. En la mayor parte de sus obras hace uso de la Arquitectura o la Escultura para crear mayor sensación de profundidad. Suele situar a sus personajes en paisajes sencillos, abandonando la elegancia gótica, y se sirve de primeros planos para dar impresión de teatralidad, como ocurre en los Frescos de la Capilla Brancacci. En El tributo de la moneda representa la historia como un bloque y elimina lo episódico. En el Evangelio existen tres momentos: el recaudador exige el peaje a Cristo y éste ordena a San Pedro que vaya a coger el óbolo de la boca del pez; San Pedro lo coge; lo entrega al recaudador. En la escena se funden los tres tiempos porque se busca la simultaneidad. Aunque el milagro es la moneda encontrada en la boca del pez, el pintor lo relega a un lugar secundario porque lo que quiere resaltar es la voluntad de Cristo y la solidaridad de los Apóstoles y de San Pedro. Esta solidaridad se representa plásticamente: los Apóstoles forman un círculo alrededor del Maestro, que aparece como figura central. Es importante referir también el lenguaje de las manos. Sólo la puerta de la ciudad tiene un volumen definido. El paisaje es árido y sin luz ya que ésta se concentra en las figuras

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La expulsión del Edén impresiona por el equilibrio de las figuras de Adán y Eva, en las cuales los volúmenes de los cuerpos se han realizado a base de luces y sombras. En sus rostros se refleja el mismo desamparo que se comunica a los cuerpos mediante escorzos y las leyes de la perspectiva. En su obra La Madonna, recreada con fondo dorado, todavía con reminiscencias góticas, resalta la figura poderosa y corpulenta de la Virgen, que contrasta con la dulzura de los

ángeles.

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Pero la obra se hace ya teniendo en cuenta las nuevas enseñanzas y descubrimientos sobre la perspectiva, pues la figura de la Virgen se coloca en el centro del cuadro, sentada en un trono, mientras que los ángeles aparecen en primer plano y en una escala menor. Hay otros dos ángeles detrás del trono, en un tercer plano. Una de las principales obras de Masaccio es La Trinidad,

donde hay una rigurosa perspectiva lineal, que queda resaltada por el empleo de la arquitectura y de la escultura, conjugando así en una obra casi todas las novedades aprendidas. Las columnas y pilastras jónicas y la bóveda de casetones dan sensación de profundidad. La gran cantidad de estudios que tratan sobre La Trinidad de Masaccio no han dado ninguna importancia a cómo su iluminación y su perspectiva relacionan el mundo pictórico con el real, y cómo, al situar a los donantes en un escalón inferior, delante de la capilla, Masaccio pretende indicar que se encuentran en nuestro lado de la pared de la iglesia, justamente dentro del espacio y la luz de la nave. Se forma una pirámide con la base en los pies de los donantes y el vértice

en la cabeza de Dios Padre. Mientras la Virgen se muestra de frente las figuras de los donantes aparecen de perfil. Y ya por último hablaremos de La Crucifixión, en donde todavía se observan elementos góticos, como el fondo dorado, los arcos apuntados o las figuras alargadas. Las cuatro figuras están dotadas de monumentalidad escultórica, si bien el Cristo es algo arcaico en su anatomía, especialmente en la posición de la cabeza, que quizá venga motivada por la ubicación de la tabla en lo alto del retablo. El escorzo de la figura de la Magdalena refuerza esta hipótesis. Se supone que a los lados de esta escena se ubicaban San Pablo y San Andrés.

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Fra AngelicoFra AngelicoFra AngelicoFra Angelico es monje dominico y llegará a beato. Como discípulo de Lorenzo Mónaco, hace uso de elementos góticos en sus cuadros: figuras alargadas y elegantes, colores brillantes, dorados en los fondos, arquitecturas goticistas y miniaturismo en los detalles. Pero poco a poco va introduciendo elementos clásicos, como una iluminación más naturalista, sencillez en la composición y la observación psicológica de los personajes. Es especialista en Anunciaciones, y una de las mejores es la Anunciación del Museo del Prado, con influencia de Simone de Martini. El tratamiento racional del espacio y el estudio de la perspectiva geométrica recogen los planteamientos del arte renacentista. El ángel se inclina ante María, que adopta una actitud de humildad. El orden y la sencillez del cuarto que se abre tras la escena es una alusión a las virtudes de la Virgen, así como el pequeño libro de oraciones que tiene abierto sobre sus rodillas. La paloma del Espíritu Santo proviene de las manos de Dios, en la esquina superior izquierda, y atraviesa el jardín del Edén, reafirmando el carácter de redención del pecado original que posee la encarnación de Cristo. La predela se compone de cinco paneles donde se representan cronológicamente episodios de la vida de la Virgen: Nacimiento y Desposorios, Visitación, Adoración de los Magos, Presentación en el Templo y Tránsito de la Virgen.

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En El descendimiento de la Cruz creó una composición de máxima belleza formal, tanto en el espacio como en el color, usando el arco central para fijar la cruz, y las escalas y arcos laterales para abarcar el paisaje.

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Va introduciendo cada vez más detalles clásicos, como pueden ser templetes, arquitectura, sombreados, nuevas disposiciones en los personajes. En los frescos de la Capilla de San Marcos de Florencia hace gala de todo lo que Masaccio le ha enseñado y presenta las figuras con un volumen comedido para no desviar la atención de la escena principal. Otras obras suyas son La Coronación de la Virgen o la Madonna con ocho santos. Fra Filippo LippiFra Filippo LippiFra Filippo LippiFra Filippo Lippi es pintor de Madonnas fundamentalmente, y aprende de Masaccio y de sus trabajos en la Capilla Brancacci, aunque en el tema de las Madonnas él convierte el cuadro en una conversación entre la Madre y el Niño la mayoría de las veces. Una de sus obras más espectaculares es el Tondo Pitti, donde la figura de la Virgen gana en dulzura, belleza y elegancia, aunque todavía tenga influencias del Gótico internacional. Se pensó incluso que la modelo para este Tondo fue la religiosa madre de su hijo, Filipino Lippi. Es el precursor de Botticelli por la dulzura de su lenguaje, aunque él mismo trae la influencia de Masaccio. Una de sus obras más logradas es El tondo de la

Adoración de los Magos PisanelloPisanelloPisanelloPisanello muestra la simbiosis de lo gótico y lo clásico, porque dominando los dos registros, toma lo mejor de cada uno de ellos, pero no llega a someterse a las rígidas normas clásicas. En su obra San Jorge y la Princesa de Trebisonda, sitúa a ésta de perfil y al santo de frente, realizando un magnífico escorzo con los caballos.

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Paolo UcelloPaolo UcelloPaolo UcelloPaolo Ucello es un maestro de la perspectiva, como se demuestra en su obra El Diluvio Universal, que presenta en dos episodios. Aparece Noé con su Arca

que se inclina hacia el punto de fuga, y el relámpago que ilumina las figuras, algunas vestidas y otras desnudas, agarrándose a los tablones del Arca. Aunque su principal preocupación es lograr una buena perspectiva, tampoco descuida el efecto dramático de la obra. En su cuadro más famoso, La Batalla de

San Romano, se refleja un vasto campo, dividido en dos partes por la perspectiva: una para el telón de fondo del escenario y otro para los personajes

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que bregan en el campo de batalla. Considera que la perspectiva es volumen y masa, escorzo violento antes que posturas sensibles y frágiles. Los caballos de Ucello serán fuente para la mayor parte de los maestros del Quattrocento, mostrando a la perfección su deseo de plasmar la monumentalidad de las figuras y el volumen. En este segundo episodio son las diferentes lanzas y los personajes distribuidos en planos los que otorgan la profundidad, desarrollando una sensación de dinamismo sensacional, situando a los caballos muertos en primer plano para introducir al espectador en la composición. Las luces y los colores parecen irreales, como inspirados en una novela de caballerías, pero con el movimiento y la monumentalidad escultórica de las figuras. Ucello transmite al espectador el mundo vertiginoso que tanto apreciaba. Su relación con Masaccio resulta fundamental para su interés por los avances del Quattrocento.

Andrea del CastagnoAndrea del CastagnoAndrea del CastagnoAndrea del Castagno está en cierto modo influenciado por Ucello, pero le gusta el equilibrio entre el espacio figurado y el real, para lo cual utiliza bastante la grisalla. A causa de su irascible carácter y su temperamento celoso se le acusó de ser el causante de la muerte de Doménico Veneziano, pero hoy se sabe que no pudo serlo porque murió cuatro años antes que su supuesta víctima. Para representar correctamente el volumen en el espacio hace uso del color y la iluminación, aunque al principio de sus trabajos es más amante de la

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monocromía característica de Ucello. Una de sus obras más importantes y conocidas es La Última Cena, obra hecha para el Refectorio del convento de Santa Apolonia, donde se sirve de la arquitectura como marco para encuadrar la escena. Maneja muy bien las luces y las sombras, aunque ignora las leyes de la perspectiva de punto único, pues no hay punto de fuga y la distancia entre las transversales es uniforme en vez de ir disminuyendo. El momento elegido para plasmar es aquel en el cual Cristo hace saber quien le traicionará, y por eso los Apóstoles son representados como meditando.

Tiene otras obras como La Resurrección, en donde da a cada figura la iluminación exacta que necesita, o La Asunción, con caracteres todavía góticos, pero donde ya destaca el escorzo del cuello de la Virgen. Una de sus obras más destacadas es David, pintada sobre un escudo de cuero, y que aunque todavía es un tanto hierático, quiere ya representar el movimiento. A Doménico VenezianoDoménico VenezianoDoménico VenezianoDoménico Veneziano se le atribuye el uso del óleo por primera vez en Italia, aunque es dudoso. Presta en todas sus obras gran detalle al modelado de los rostros, y usa en la pintura técnicas de la escultura. De colores originales y con ausencia de sombras en la mayoría de sus cuadros. En Retablo de Santa Lucía representa a la Madonna y el Niño rodeados de varios santos en un patio gótico-renacentista, con arcos apuntados sostenidos por columnas clásicas. Observamos que hay una “sacra conversación”.

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Piero Della FrancescaPiero Della FrancescaPiero Della FrancescaPiero Della Francesca conoce a Veneziano y a Castagno, y también mantiene contactos con Alberti y con algunos pintores flamencos. Se le empieza a apreciar realmente en el siglo XX, cuando los pintores vanguardistas le descubren. Experimenta toda su vida con la luz, el color y la perspectiva, y llega a prescindir totalmente de las sombras, e incluso llega a escribir un tratado sobre la perspectiva. Usa las arquitecturas y los puntos de fuga para dar más realce a su obra. Una de sus primeras obras es El Bautismo de Cristo, donde se interpretan sabiamente las figuras y se acentúa el volumen por el sabio uso de la luz. La composición se basa en un cuadrado y un círculo, representado al cielo y a la tierra

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En los Frescos de San Francisco hay varias obras destacables, entre ellas La reina de Saba visitando a Salomón, El Hallazgo de la Vera Cruz, y dentro de este ciclo el Sueño de Constantino, que presenta el momento previo de la

visión de Constantino, cuando el emperador duerme en su tienda guardado su sueño por un sirviente que apoya su codo en la cama imperial y dos soldados armados, uno de ellos de espaldas. En la zona superior izquierda encontramos al ángel que baja para mostrar la cruz a Constantino, siendo el foco de iluminación del conjunto. La tienda abre sus telas para adentrarnos en el sueño del emperador, arropado en su lecho; diversas tiendas se muestran al fondo para crear sensación de perspectiva, una de las obsesiones de Piero. El sirviente es uno de los mejores

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rostros realizados por el maestro, con una increíble sensación de modernidad como bien dice Valeriano Bozal, dirigiendo su mirada al espectador. La iluminación nocturna crea un atrevido efecto de claroscuro, dotando de volumetría y aspecto escultórico a las figuras. Las telas ofrecen sensacionales plegados tanto en los soldados como en las sabanas del emperador o los hábitos del ángel, en una posición muy escorzada. Bien es cierto que los personajes carecen de expresividad, faltándole un halo de vida para ser una escena insuperable. Aun así, los conceptos lumínicos, anatómicos y de perspectiva son dignos de reseñar, tomando como antecedente directo los trabajos de Masaccio en la Capilla Brancacci. También practica el retrato, pintando a Federico de Montefeltro y a su esposa, que ya había fallecido. El Díptico de los duques de Urbino es el equilibrio entre naturalismo flamenco y la mesura de los clásicos italianos.

Sandro BoticelliSandro BoticelliSandro BoticelliSandro Boticelli es uno de los pintores más refinados de la época, y hace gala en la mayoría de sus obras de las ideas paganas y mitológicas, mezcladas muchas veces con el aire religioso todavía en boga. Todas sus modelos son figuras de rostros ovalados, cuerpo esbelto y miembros alargados, con posturas curvilíneas y poses elegantes. Esto se refleja ya en su obra Judith y Holofernes, donde vemos a una Judith de rostro ovalado, con los vestidos

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mecidos por el viento y marcando su anatomía. En la misma línea se muestra en su cuadro Palas y Centauro, donde Palas representa a Lorenzo de Médici y la figura del Centauro es el propio papa. De La Adoración de los Reyes realiza varios cuadros en donde queda reflejada su evolución, pues en el primero conservado en la Nacional Gallery de Londres, se muestra a la Sagrada Familia a la derecha con los reyes en el centro y el cortejo a la izquierda, todos en el mismo plano. En la segunda realiza un tondo donde coloca a la Sagrada Familia en el centro, y hay una perspectiva central y otra radial. Las arquitecturas ayudan a acentuar las escalas y marcar los protagonismos. Todavía en la Galería de los Ufizzi encontramos una tercera Adoración más lograda, con una Virgen que es el centro de atención y que ya tiene los rasgos típicos de las mujeres de Botticelli. Pinta numerosas Madonnas, una de las más famosas la Madonna del Magnificat, hecha con gran cantidad de pan de oro, lo cual indica probablemente la riqueza del cliente.

Pero sin duda una de sus mejores obras es La primavera, un cuadro de enormes proporciones para ser de categoría profana, donde abundan las figuras de la Mitología clásica, como la diosa Flora, que representa una

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alegoría moral. Aparecen también Venus y Cúpido, y Mercurio a la izquierda.

En la misma línea se encuentra El Nacimiento de Venus, par decorar uno de los palacios de los Medicis, y que representa la llegada de Venus a la isla de Citera, apareciendo en el centro de la composición emergiendo del mar en una concha de grandes proporciones. Se presenta en una púdica postura, tapándose el pecho a la manera de algunas estatuas romanas. Al lado la figura de una de las Horas, que espera para arroparla con un manto florido.

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GhirlandaioGhirlandaioGhirlandaioGhirlandaio pinta El nacimiento de María, y más que una escena sacra parece otra costumbrista y natural: la visita a una parturienta. Hace uso de la arquitectura para dar profundidad a la obra. Pinta también varios retratos, como el de Abuelo y Nieto y Giovanna Tornabuoni. Verrochio y Pollaiulo son otros dos pintores de la época, que también se preocupan de la perspectiva y de la anatomía de los personajes. Y ya el último pintor que vamos a ver es Andrea MantegnaAndrea MantegnaAndrea MantegnaAndrea Mantegna, que coincide con Donatello y Alberti y al estar casado con una veneciana también entra en contacto con artistas de la zona. Le encargan la decoración mural de la Iglesia de los Ermitaños de Padua, y ha dejado obras como el Martirio de Santiago o el Suplicio y entierro de San Cristóbal. Siente gran atracción por el mundo clásico, sobre todo por la época romana en sus ropajes y decoraciones. En la Pala de San Zenón idea un templo in antis y tetrástilo alzado sobre un podium, que

remata en un frontón curvilíneo. Domina a la perfección la perspectiva geométrica y las figuras las presenta vista ligeramente desde abajo, lo cual les da un carácter monumental. Divide el espacio en tres partes, quizá debido a que engloba muchos personajes. Se vale de la decoración y la ilusión arquitectónica para dar mayor realce a la escena, que es única y se desarrolla a modo de una conversación sacra. Para dar gloria a la familia Gonzaga pinta

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Triunfo de César. En un homenaje sin par al mundo romano. Muy distinto en el tema es El Tránsito de la Virgen, donde aparecen los Apóstoles rodeando la cama donde yace María; todos ellos con gesto apenado, y enmarcada la escena dentro de una arquitectura renacentista. Una de sus obras más célebre es La cámara de los esposos, donde dispone la decoración en dos fases y se narran escenas de la vida de los Gonzaga. Los rostros son tan realistas como si se tratara de una pintura flamenca, pero las escenas ya no se presentan a la manera de viñetas sueltas como en el Gótico, sino que forman un conjunto, y se representa a todos los miembros de la familia Gonzaga.

Ya al final de su vida pinta Cristo muerto, donde se representa uno de los más destacados escorzos del arte, y poco agradable a la vista, porque debido a su dominio de la perspectiva y de la composición realiza una figura sin concesiones en su dolor. El cuerpo está perfectamente proporcionado y se representan las llagas, la piel amoratada y los labios entreabiertos de Jesús. Ya una de sus últimas obras es el Parnaso, donde vuelve al clasicismo en la figura de las ninfas, y se representa también a Venus y Mercurio. Parece muy difícil de explicar que este cuadro haya sido pintado por el mismo artista del Cristo muerto.

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