105
poesía e ilustración uruguaya 1920 - 1940

Poesía e ilustración uruguaya 1920-1940

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Catálogo que recoge la muestra titulada "Poesía e ilustración uruguaya 1920 - 1940" realizada en el museo Figari entre junio y agosto de 2013.

Citation preview

  • poesa e ilustracin

    uruguaya1920 - 1940

  • 2

  • poesa e ilustracin

    uruguaya1920 - 1940

  • Rene Magarios, ilustr. Se ruega no dar la mano de Alfredo Mario Ferreiro, 1930.

  • poesa e ilustracin, una conversacin en el Museo Figari

    Leer a un artista implica siempre leer su tiempo. No necesariamente gracias a

    alusiones explcitas respecto de referentes identificables sino por el dilogo

    implcito que su potica establece con imaginarios y horizontes ideolgicos o

    artsticos de su entorno.

    Pedro Figari no pint encerrado en una cmara vaca o cegado a su entorno.

    Por eso mismo, esta muestra POESA E ILUSTRACIN URUGUAYA. 1920-1940exhibida en el Museo Figari ms que presentar la impronta del maestro en la

    produccin potica uruguaya, lo que aspira y logra, con particular acierto, es

    restablecer el espesor literario y cultural en el que la sociedad uruguaya ley

    la obra plstica, literaria y filosfica del artista.

    Es el dilogo entre posea e ilustracin lo que se reconstruye en esta muestra;

    una parte de la creacin artstica no el todo, pues la exhibicin funciona como

    una metonimia de la variada produccin del perodo 1920-1940 con la que

    poetas, artistas visuales, diseadores y tipgrafos construyeron el paisaje cul-

    tural de la poca.

    Armar ese dialogo, es decir, la conversacin entre artes visuales y poesa es

    una apuesta particularmente atractiva y sugerente en tanto permite com-

    prender mejor la situacin de enunciacin y de recepcin no solo de la obra de

    Figari sino de toda la produccin literaria y visual de estas dos dcadas.

    7

  • Ni el artista ni la obra se sostienen en el solipsismo de su existencia. No que

    la obra no valga por s sino que la misma es ella y su circunstancia. Lo mismo

    con el artista, llmese Figari, Alfredo Mario Ferreiro, Juan Cunha, Emilio Oribe,

    Roberto Ibaez, Joaqun Torres Garca, Rafael Barradas, Adolfo Pastor,

    Carmelo de Arzadun, Juana de Ibarbourou, Sarah Bollo o Juan Parra del Riego.

    Por todo lo anterior, es con particular alegra que recibimos una muestra que

    se destaca no solo por su diseo curatorial sino por la concepcin museogr-

    fica que propone.

    Hugo AchugarDirector Nacional de Cultura

    Ministerio de Educacin y Cultura

    8

  • ejercicios de la memoria

    El Museo Figari se complace en presentar una exposicin de carcter interdis-

    ciplinario que rene un caudal importante de la produccin artstica e intelec-

    tual en dos dcadas clave de la historia cultural uruguaya.

    Histricos trabajos de poetas y artistas visuales se dan cita en la sala principal y

    en los patios interiores del museo: POESA E ILUSTRACIN URUGUAYA.1920-1940 compendia un centenar de primeras ediciones ilustradas junto con

    pinturas, esculturas, grabados y dibujos originales.

    El punto de partida para esta reflexin es El Arquitecto, libro de poemas ilus-

    trados que Pedro Figari public en Pars en 1928. Tomando como eje paradig-

    mtico esta obra, la muestra busca establecer una red de vnculos que revisan

    las relaciones del texto potico y la imagen impresa. Pero que, por aadidura,

    en el trmite mismo del ejercicio memorioso, evidencia las maneras comple-

    jas en que se procesan los cambios de estilo, en que se enuncian las funciones

    poticas y en que se inscriben las relaciones sociales de una colectividad en

    un tiempo dado. Porque en las pruebas de galera, en las dedicatorias perso-

    nales escritas en las portadas de los libros, en los colores y tipografas

    recurrentes de las tapas, en la nutrida correspondencia epistolar, en las cola-

    boraciones grupales a revistas, en suma, en las asociaciones entre escritores,

    artistas, imprenteros y editores, asoma un mundo de conexiones que da tex-

    tura a una poca.

    El abordaje museogrfico implica entonces un vaivn permanente entre el

    pasado y el presente, ambos diversamente complejos. En ese sentido, las acti-

    9

  • vidades que se desarrollan con poetas en actividad y artistas visuales traba-

    jando en vivo en el museo buscan capturar ese espesor simblico que des-

    borda la sintaxis de las palabras sin evadirse del campo artstico.

    La Asociacin de Amigos del Museo Figari, una treintena de prestadores de

    libros y obras de arte -tanto pblicos como privados-, ms fotgrafos, vide-

    astas, escritores, diseadores grficos, guas de sala, comunicadores, adminis-

    trativos, montajistas y, por supuesto, artistas visuales y poetas, hicieron posi-

    ble esta muestra que abre un camino para nuevas exploraciones y desafos

    mayores.

    Pablo Thiago RoccaCoordinador Museo Figari

    10

  • La poesa uruguayaentre 1920 y 1940: dispersin y cercana

    Gerardo Ciancio

    Un consejo, poeta: no jures ms.

    Se te ha entrado en la sangre la vocacin fatal! 1

    P E D R O L E A N D R O I P U C H E

    Har temblar, a mi ritmo, la tierra.

    La haremos temblar, con los compaeros impetuosos! 2

    E N R I Q U E C A S A R AV I L L A L E M O S

    yo, agregado del mundo desde hace veinticinco aos,

    inquilino insolvente, con orden de desalojo sobre el cuello.3

    J U A N C U N H A D O T T I

    Durante el periodo de entreguerras, la produccin potica uruguaya se pre-

    senta multiforme, polifnica, diversa. Entre 1920 y 1940, es decir, diluida ya la

    presencia y el magisterio de la generacin del 900 e inmediatamente antes del

    surgimiento de la generacin del 45, con todo lo que ello supone, el campo

    cultural nacional es el escenario de una vastsima proliferacin de firmas

    11

    1. Pedro Leandro Ipuche en el poema La vocacin fatal, dedicado a Vicente Basso Maglio, del libro Alasnuevas, Montevideo, Imprenta Renacimiento, 1922, p. 69.2. Enrique Casaravilla Lemos en el poema Jbilo viviente del libro Las formas desnudas, Montevideo,Imprenta Germano-Uruguaya, 1930, p. 27.3. Juan Cunha en el poema Cada maana en 3 Cuadernos de poesa, Montevideo, Ediciones Alfa, 1937.

  • autorales que dan a conocer sus poemas. Ya sea en revistas (un soporte de

    difusin clave para la comprensin del fenmeno en esa poca), en diarios, a tra-

    vs de la circulacin entre grupos de amigos, o en el formato de libros, la poesa

    se expande y ramifica por un mapa creacional tan heterogneo y dispar como,

    por ejemplo, el que puede observarse en estos ltimos veinte aos, en los que,

    adems, los soportes electrnicos han jugado un rol como caja de resonancia y

    ampliacin de pblicos lectores con consecuencias an no estudiadas.

    Sin plantearse programas estticos definidos y/o enunciar explcitamente

    determinadas bases programticas (quizs haya sido el nativismo el proyec-

    to que deline, aunque, en general, tardamente, desde un cierto metalengua-

    je, sus propsitos y caractersticas de forma ms marcada), sin adherir a una

    u otra corriente creativa o escuela literaria en forma explcita y categrica (no

    obstante, textos neorromnticos, o tardo modernistas, o prximos a una

    relectura del simbolismo y sus fluencias posteriores, inundan la historia de la

    escritura potica del periodo que nos ocupa), sin perfilarse como generacin o

    generaciones en forma muy clara de acuerdo a los cnones que implica el cons-

    tructo generacin (si bien, la historiografa literaria reconoce en este periodo

    la existencia de la la generacin de 1917, o a los llamados poetas del 20, o a

    la denominada generacin del Centenario, o bien se habla de poetas posmo-

    dernistas4, o de posmodernismo como paraguas nominal que aplica para

    este corte temporal), los poetas que vivieron, escribieron y publicaron entre

    1920 y 1940, aproximadamente, se dieron ciertos permisos para trabajar su

    materia verbal con amplitud de repertorios. Los estilos, los enfoques estticos,

    los caudales retricos, el tratamiento del lenguaje y de los temas representados

    poticamente, se pasearon por un espectro abierto y deshomogeneizante. De

    acuerdo a la visin crtica de Emir Rodrguez Monegal, la mejor muestra de la

    12

    4. Al respecto, Jorge Medina Vidal afirma: Sobre todos estos poetas post-modernistas campe de unamanera implcita el gran tema del arraigo, lo nacional; hubo una neo-romntica actitud que tendr losnombres mayores de Emilio Frugoni, Fernn Silva Valds, Romildo Risso, Pedro Leandro Ipuche. Eracomo el pago de una deuda que se entenda demasiado demorada. El camino que cada uno de ellosintent fue diverso, casi imposible de confundir, y los resultados, como era de esperar, fueron dispa-res. Con todo, esta actitud no pas de ser una tnica, una aspiracin que no logr marcar un destinototal de nuestra poesa y que culmin por los alrededores de la promocin del Centenario de 1930.,Jorge Medina Vidal, Visin de la poesa uruguaya del siglo XX, Montevideo, Diaco, p. 22.

  • poesa de ese interregno temporal fue presentada por el argentino Romualdo

    Brughetti5: Su mayor mrito est en el esfuerzo del crtico argentino por

    establecer un criterio de seleccin en la vasta manigua de la poesa uruguaya;

    en el impulso por practicar un corte, valiente, y utilizar un enfoque sostenido,

    en lugar del criterio histrico, o el ms vago y menos disculpable an de la

    condescendencia. Asimismo, Rodrguez Monegal reconoce que este libro

    tiene un inters especfico para comprender la historia de la poesa uruguaya,

    ya que: marca ntidamente la fecha en que asoma a la vida literaria del

    Uruguay un nuevo grupo, el antecedente inmediato de la generacin del 45.6

    Uno de los poetas ms importantes del periodo, Vicente Basso Maglio, ya

    en 1917, despide al spleen baudelaireano (leitmotiv de largo alcance en la poe-

    sa regional), en medio de un paisaje de la ruralia local; se permite as esa

    cierta mixtura -lejos de pertenecer o de identificarse con las tendencias nati-

    vistas- ese mestizaje potico, una de la marcas de reconocimiento de la poe-

    sa uruguaya hasta nuestros das:

    Y el tedio se me marcha por una vieja senda

    Con las ltimas msicas del crepsculo plido,

    Tendido en la carreta

    Que se pierde en el campo

    Con un rumor asiduo, lento y destartalado

    En la devanadera penosa de las ruedas7

    13

    5. Romualdo Brughetti, 18 poetas del Uruguay, Ediciones de la Sociedad de amigos del libro rioplaten-se, Montevideo - Buenos Aires, 1937.6 Emir Rodrguez Monegal, Literatura uruguaya del medio siglo, Montevideo, Editorial Alfa, p. 116. Laslecturas crticas de las promociones anteriores, realizadas por la generacin del 45, ocupan un captu-lo aparte en nuestro devenir cultural. A modo de ejemplificar cierto estado de situacin, o ciertosestados de nimo, se reproduce aqu la respuesta de Pedro Leandro Ipuche a la pregunta de DanielVidart Qu opina de la poesa de Idea Vilario; el teatro de Carlos Maggi; la narrativa de Juan CarlosOnetti; la obra de Benedetti; la labor periodstica de Marcha?. Ipuche responde: No podra opinarsobre ciertos autores. No los conozco bien. Posiblemente estemos a la recproca. Ellos no saben ni seinteresan por saber si yo existo literariamente; Daniel Vidart interroga a los fundadores delNativismo, en Poesa y campo: del nativismo a la protesta, Captulo Oriental, La historia de la litera-tura uruguaya, N 23, Montevideo, Centro Editor de Amrica Latina, 1968, p. 366.7. Vicente Basso Maglio, El divn y el espejo, Montevideo, Editorial Renacimiento, 1927, p. 50.

  • El poeta llega a su madurez creativa, quizs, con su libro Cancin de los

    pequeos crculos y de los grandes horizontes (1927), donde enuncia la opaci-

    dad del canto y la oscura naturaleza del instrumento en el poema Llegada

    a la hierba:

    Con garganta de nieblas, cantaremos an

    sobre el rido cauce

    Una nueva forma de tratar smbolos viejos, una modalidad diferente de pre-

    sentar lo abstracto como si fuese lo concreto y una sonoridad enrarecida, una

    rtmica elaborada en un trabajo de filigrana con la palabra, pautan el segun-

    do trabajo de Basso Maglio. Valga como ejemplo la paronomasia su vuelo

    envuelto, la aliteracin del fonema /s/, en definitiva, la orfebrera del signifi-

    cante que forja el poeta en el poema El cinturn de plata:

    En medio de mis das brota una tierna pausa;

    Descanso de gemidos, gajo de estrellas;

    Y el corazn reposa sobre su vuelo envuelto,

    Como si se ciera un cinturn de plata.

    Es muy significativo, en esta etapa de la creacin literaria uruguaya, el surgi-

    miento de poetas que marcarn, en el devenir del tiempo, tendencias estti-

    cas, formas de concebir el fenmeno de la configuracin del arte verbal, a lo

    largo del siglo XX. Dos casos paradigmticos, en este sentido, son el de Juana

    de Ibarbourou y Juan Cunha. Ambos, adems, surgen con una impronta que

    los singulariza: aparecen en el campo literario uruguayo, es decir, se asoman

    desde sus tempranas juventudes como por arte de magia. Vienen de locali-

    dades del interior del pas, con un incierto y escaso bagaje de lecturas, y plan-

    tan en la escena potica dos libros ineludibles para comprender la historia de

    la poesa uruguaya del siglo pasado: Las lenguas de diamante (1919) y El pja-

    ro que vino de la noche (1929).

    14

  • 15

    Leandro Castellanos Balparda. Ilustr. Mitologa de la sangre de Roberto Ibez. Xilografa, 18,5 x 17 cm, 1934. MNAV.

  • Juana de Ibarbourou se permite gestualizar su afn creativo: al igual que

    la araa, sutil hilandera, trama su textura potica y vital desde el silencio, a

    sabiendas de que est enjoyando el territorio de la poesa, construyendo una

    voz diferente, anuncindose con discrecin personal (a gran distancia de lo

    que se construira diez aos despus como Juana de Amrica, una mera

    mscara que, pasado el tiempo, no roza, no establece ninguna mcula, a la

    potencia desplegada de su obra potica) pero con enorme riesgo esttico, al

    coro mltiple de sus contemporneos:

    Amiga araa: hilo cual t mi velo de oro

    Y en medio del silencio mis joyas elaboro.

    Nos une, pues, la angustia de un idntico afn.8

    Por su parte, Juan Cunha construye un hablante potico cuasi whitmaniano,

    torrencial, exultante (mi canto pjaro de fuego que agujerea la noche), visio-

    nario, testigo del trasmundo que da origen al hecho potico, sabedor de los

    misterios de otras realidades. Y, como la autora de Perdida, viene desde el

    silencio, o mejor, desde una (in)versin singular del silencio: su grito poti-

    co se vuelca hacia adentro; su verso dolido se enuncia con el nfasis del

    artista adolescente que asume su condicin de tal. Es as como un nuevo soplo

    potico llegaba del interior, a caballo del verso libre de largo aliento y licen-

    ciado de las puntuaciones de la lengua estndar, envuelto en la forma de un

    verso dolido, una msica perdida, un canto desolado:

    yo lo vi alzarse de la sombra honda del pecho oh el verso dolido

    y lo sent en la garganta como un pjaro que viene de volar la noche

    era el caminante solitario del sueo ensombrecido

    vena del horizonte de la noche por la huella de la luna

    traa el grito hacia adentro del silencio del camino

    saba de un pozo de soledad cado en el fondo del horizonte

    16

    8. Juana de Ibarbourou, Las lenguas de diamante en Obras completas, Madrid, Aguilar, 1968, p. 108.

  • y saba de la tarde agotada y saba de la noche de las sombras crecidas

    vagabundo enfermo de la msica perdida9

    En la dispersin creativa, esttica, estilstica, retrica, que caracteriza esta

    etapa de la historia literaria de Uruguay, podemos identificar algunos ejes o

    nudos que vertebran ciertas zonas de la produccin potica. Una poesa que

    indaga en los saberes filosficos y su entramado con la circunstancia vital del

    sujeto; una lnea potica intimista, de mayor nfasis en lo lrico, en eso que

    Alberto Zum Felde llam subjetivismo puro10; una orientacin claramente

    vectorizada hacia lo nativo (ya no lo gauchesco, ni lo meramente crio-

    llo), recuperadora de una tradicin que mira hacia el campo, sus tipos, cos-

    tumbres, su paisaje, pero que tambin tematiza lo urbano, su msica, su

    caracteres, sus esquinas; un cauce potico captado por la retrica y la pro-

    gramtica de la vanguardia, particularmente, impregnados del ultrasmo, el

    futurismo y, ms tardamente, de ciertas tpicas del surrealismo.

    Poetas como Carlos Sabat Ercasty y Emilio Oribe11, quienes consolidan sus

    respectivas obras, precisamente, en este periodo, se decantan por una poesa

    sustentada en discursos filosficos de raigambres diversas, de latitudes y

    escuelas de pensamiento variadas. Ponen en escena, en sus escrituras poticas,

    sus lecturas, disquisiciones, elucubraciones metafsicas, estticas, morales, pero

    siempre en funcin potica. Confieren a sus discursos poticos cierto ensimis-

    mamiento, una actitud reflexiva atravesada por la emocin, por la marca fuerte

    17

    9. J.C. da Cunha Dotti, el pjaro que vino de la noche, Montevideo, Albatros, 1929, s/p.10. En su ndice de la poesa Uruguaya Contempornea, Alberto Zum Felde anotaba en el prlogo,fechado en 1934 en Montevideo: "La tendencia general de la lrica uruguaya hacia el subjetivismo puro,se va acentuando en estos ltimos aos. As en los representantes de la generacin ya madura, comoen los ms avanzados de la ltima promocin, predomina el culto del yo lrico, volcado en un lenguajede tipo creacionista, que va desde las vagas delicuescencias del surrealisme, a los esquematismos delos problemas intelectuales." Alberto Zum Felde, ndice de la poesa uruguaya contempornea,Seleccin y estudio preliminar, Santiago de Chile, Editorial Ercilla, Biblioteca Amrica, VI, 1935, p. 28. 11. Los poemas de Oribe son, casi siempre, planteos intelectuales, a veces eruditos, frecuentementeoscuros, pero mi objercin no se refiere a su probable y parcial hermetismo, sino a su frialdad indecli-nable. Cada uno de estos planteos tiene una estructura de ensayo (a lo sumo, de parbola metafsica),pero por lo comn carece del chispazo verbal, de la imagen iluminada, de la inflexin de angustia, quesuelen convencer al lector de la inevitabilidad de un poema; Mario Benedetti, Emilio Oribe o el peca-do del intelecto, en Literatura uruguaya del siglo XX, Buenos Aires, Editorial Planeta, 1997, p. 133.

  • de un yo potico que piensa en alta voz. Sabat Ercasty, en Poemas del hombre,

    su segundo libro publicado en 1921, es decir, en la apertura de nuestro periodo,

    crea un sujeto potico de dimensiones csmicas, intemporal (un eternauta

    montevideano?), pero arraigado en su dolor (Ay! / cmo grita mi corazn!), en

    su circunstancia pattica:

    Aqu,

    en la orilla del gran ro,

    yo, hombre del mundo y de las estrellas,

    me he detenido a sentir

    los pasos profundos de la eternidad.12

    Al ao siguiente, Emilio Oribe publica El nunca usado mar. Tambin aqu se

    presenta a ese ser csmico, que observa el paisaje como desde una atalaya

    construida en el lenguaje. No obstante, Oribe oscila entre esa visin del uni-

    verso como problema filosfico y del mundo como lar propio, como vivencia

    del pago cincelada en la comparacin y la construccin de smil:

    En ti, oh mar, yo me he sentido nio

    de nuevo, y estoy en tu regazo

    como antao en la falda de mi madre.

    Y quiero huir,

    mientras miro

    las estrellas de tus cielos,

    y las oigo girar en el espacio.

    Esto me hace recordar,

    -con qu claridad!

    cuando sonaba all en el lar paterno,

    18

    12. Carlos Sabat Ercasty, Poemas del hombre en Antologa, Tomo I, Montevideo, Biblioteca Artigas,Coleccin Clsicos uruguayos, Volumen 165, p.37.

  • el rumor del taller del carpintero

    de mi ciudad natal.13

    En la Colina del pjaro rojo (1925), el gesto potico se tie de intencin filos-

    fica. Ms an, se dispone a desbrozar una suerte de hermenutica del discur-

    so pitagrico:

    El pensamiento mo huye al cielo.

    -Con l nos vamos!-

    Orgullo del arquero al fin,

    vuela derecho a deshojar los ramos

    del pitagrico jardn14

    Enrique Casaravilla Lemos representa la poesa ms intimista y de acendrada

    subjetividad que hallamos en este periodo: mezcla emocionante de sensua-

    lidad y ascetismo, afirm acerca de su obra Ida Vitale.15 En el poema Versos

    terrenos... del libro Las formas desnudas (1930), editado con la cooperacin

    de la Comisin Nacional del Centenario, el poeta plantea su diatriba entre el

    cielo y la tierra, entre un universo pleno de misticismo16 que l cultiv y al que

    se aferr, y un orbe sensual, terreno, donde el amor (a veces, engarzado en

    voluptuosas formas) campea:

    me llaman

    a su gracia plida

    las bodas del cielo.

    19

    13. Emilio Oribe, El nunca usado mar, Montevideo, Maximino Garca Editor, 1922, p. 45.14. Emilio Oribe, Poesa, Montevideo, Editorial Mundo Libre, 1944, p. 161.15. Ida Vitale, Los poetas del veinte, Captulo Oriental, La historia de la literatura uruguaya, N 21,Montevideo, Centro Editor de Amrica Latina, 1968, p. 334. 16. Por momentos, la poesa de Casaravilla Lemos tiene esa tonalidad eucarstica, parece sustanciar ensu discurso lrico la relacin del yo con su fe: rboles de pureza, / solos, obscuros, quietos. / Alto cieloceleste. / El Espritu llama abierto en resplandores! / Cielo profundo y eterno / Como para que adoreJess, y tiemble / y ore., en el poema Oracin del huerto del libro Las fuerzas eternas, Montevideo,Claudio Garca, 1920. s/p.

  • Pero yo amo la Tierra.

    Me llaman las altas estrellas.

    Pero las mujeres cubren con una roja llama, toda la tierra...!17

    Este caudal de poesa de lo ntimo, de anclaje en lo netamente subjetivo, tiene

    en Julio J. Casal, poeta que comienza a publicar en Espaa en 1910, a otro de sus

    representantes. Si bien, claramente diferente de la obra de Casaravilla, por

    ejemplo, la poesa de Casal (incansable gestor cultural, creador y editor de la

    revista Alfar, promotor de los jvenes poetas y artistas plsticos), se refugia en

    espacios de intimidad, lugares de lo domstico, la familia, los afectos, los signos

    de la naturaleza que cobran espesor semntico de acuerdo a su punto de vista:

    rbol, yo ya saba que eras hermano mo.

    Hacia los cielos vamos en calro florecer...

    Y tus ramas audaces hallaron el roco

    en el cristal y el mbar, luz de mi amanecer...18

    El nativismo surge en el comienzo de los aos 20. La mirada potica buscaba

    otros horizontes temticos y de composicin esttica. Y no solamente la cre-

    acin potica, sino como establece el propio Pedro Leandro Ipuche, luego de

    un relato donde narra los albores de la sensibilidad nativista a partir de las

    publicaciones de Agua del tiempo19(1921) de Fernn Silva Valds, y de su libro

    20

    17. Enrique Casaravilla Lemos, Las formas desnudas, Montevideo, Imprenta Germano-Uruguaya, 1930,p. 3118 Julio J. Casal, rbol, 2da edicin, Montevideo, Gaceta Comercial, 1930.19. Los motivos poticos, que ya forman parte de la tradicin cultural y de la transmisin escolar, dellibro precursor de Silva Valds son, entre otros, el rancho, el pual, el poncho, el mate dulce, la guita-rra, el indio; pero tambin el cabaret criollo, el tango, la yiradora, flor de carne que se abre entredos luces / y en cada madrugada se marchita, Agua del tiempo, 2da edicin aumentada, Montevideo,Cooperativa Editorial Pegaso, 1922, p. 44. Curiosamente, el tratamiento que le da Emilio Frugoni albajo montevideano, y al ejercicio de la prostitucin que all ocurra, se carga de negatividad, de unaintencin peyorativa, un vituperio devenido en poema: Montevideo, t tienes / una llaga asquerosa enun costado... // Ella despide ftidos humores / en medio a la apacible / mediocridad aldeana de tu vida...// Ella arroja sus olas de podredumbre / a tus playas serenas. As rezan algunos versos del poemaEl barrio infame, Poemas montevideanos, Montevideo, Maximino Garca editor, 1923, pp. 56-57.

  • 21

  • Alas nuevas (1922)20, tambin algunos msicos (Eduardo Fabini) y artistas plsti-

    cos (Pedro Figari), orientaron su creatividad y su exploracin esttica hacia la

    querencia, hacia el entorno inmediato, no ajeno de una recreacin que atravie-

    sa sus obras: por una verdadera coincidencia providencial, se dio el nativismo

    simultneamente en nuestro Uruguay en poesa, en pintura y en msica.21

    Quizs uno de los aportes ms valiosos u originales de este caudal nativis-

    ta radique en los poemas de Ipuche titulados El sabesta gaucho y

    Gauchismo csmico. En ambos, los motivos de asunto nativo se desbordan,

    se amplifican y rebasan los postulados y las intenciones del nativismo inicial.

    Ipuche construye un yo lrico que se abraza al cosmos, al que se le entra el

    Lucero por mis dos ojos / como un ojo mgico, que siente las estrellas como

    hijas, y que retorna a la tpica del amor como fuerza hacedora, energa de

    configuracin de la realidad del mundo y del trasmundo:

    Nuestro espritu es la hincadura oculta

    y el abrazo fluyente

    y hacedor

    del amor.22

    La recepcin23 del ultrasmo hispano-porteo, de los poetas surrealistas, de los

    programas futuristas de Marinetti, del mundo greguerizado por Ramn Gomz

    de la Serna, entre otros elementos culturales vinculados a la vanguardia hist-

    rica, impactan en la produccin potica de algunos autores uruguayos.

    Especialmente, en tres libros publicados en 1927: Palacio Salvo de Juvenal Ortiz

    22

    20. El trabajo de Ipuche tematiza aspectos de la vida rural y su paisaje, desde un lenguaje ms aggior-nado, una retrica que ley a la vanguardia: los potros, la penca, la majada, el ro, el lazo, las vacas,las pitangas, entre otros.21. Pedro Leandro Ipuche, El nativismo uruguayo en Hombres y nombres, Montevideo, Imprenta LIGU,1959, p. 116.22. Pedro Leandro Ipuche, Antologa potica, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1968, pp. 99-101.23 Las revistas literarias jugaron un rol central en este periodo de nuestra historia literaria, y, en par-ticular, en la recepcin y la difusin de los trazos de la vanguardia: la verdadera precursora de la van-guardia uruguaya (es) la revista Los nuevos, dirigida por Ildefonso Pereda Valds. En ella ya encontra-mos poemas del cubismo francs de Apollinaire y del ultrasmo espaol de Gerardo Diego, JorgeSchwartz, Las vanguardias latinoamericanas, Madrid, Editorial Ctedra, 1991, p. 315.

  • Saralegui, El hombre que se comi un autobs de Alfredo Mario Ferreiro y

    Paracaidas de Enrique Garet. No obstante, algunos sectores de la crtica no

    encontraron una centralidad significativa en las manifestaciones poticas de la

    raleada vanguardia uruguaya. Por ejemplo, Carlos Martnez Moreno escribi:

    Los libros pueden llamarse Palacio Salvo, Se ruega no dar la mano, El hombre

    que se comi un autobs o Himno del cielo y de los ferrocarriles; pero la exor-

    bitancia se queda en el gesto, en los cabezales pour pater les bourgeois y para

    sentirse fcil, confortablemente iconoclasta. No hay mrtires de la letra escrita

    como Snchez, como Herrerita, como Barret. Y si hay estridencia, ella se da en el

    terreno ms vistoso y gratuito: es la Troupe Ateniense, es Ren Arturo Despouey

    pasendose por 18 como hombre-sandwich para anunciar, a pecho y espalda, su

    Santuario de extravagancia (1927). Se trata del desplante, de la irreverencia gra-

    ciosa, descerrajada, sorpresiva y liviana que no cuestiona, en lo que importa, los

    valores de la sociedad en medio de la cual el escritor vive.24

    A pesar de su pasaje furtivo, veloz y poco extendido en el arco del tiempo,

    la vanguardia uruguaya dej su impronta de innovacin, renovacin, experi-

    mentacin, y de una metafrica cintica. Valga como muestra un segmento

    del poema Domingo del libro citado de Ortiz Saralegui:

    Ftbol. Cine. Mujercitas grciles

    que solfean en el asfalto

    con sus zapatos finos.

    Al atardecer, la avenida

    pinta los labios de sus aceras

    O bien la descripcin del Palacio Salvo, a modo de una greguera criolla, que

    construye el locutor lrico del libro referido de Alfredo Mario Ferreiro:

    23

    24 Carlos Martnez Moreno, Las vanguardias literarias, Montevideo, Ed. Reunidos-Arca, 1969, p. 126.

  • Una jirafa empantanada en Andes y 18

    incapaz de cruzar la calle,

    por miedo de que los autos

    se le metan entre las patas y le hagan caer.

    Qu idea de reposo dara un rascacielos

    acostado en el suelo!

    La dispersin temtica, estilstica, esttica, de las diversas promociones lite-

    rarias que escribieron y publicaron poesa entre 1920 y 1940, no supuso, sin

    embargo, una dispersin personal. Por el contrario, existieron comunidades

    culturales, grupos de amigos que se lean entre s, que se dedicaban sus tex-

    tos, que se ayudaban para concretar la edicin, que compartan las pginas de

    las revistas literarias, que participaban en eventos comunes, que se solidari-

    zaron frente a ciertas situaciones histricas. La riqueza del periodo radica,

    precisamente, en su diversidad, en ese heterclito caldo de cultivo que los

    actores culturales generaron y sirvieron en la mesa de la historia literaria. 24

  • 25

    Palmeras de 100 metrosMartn Barea Mattos

    Al ver la salchichera que sirve de decoracin a la fachada de este innoble edificio, las molduras carnavalescas que trepan hasta la torre

    y las roscas adiposas que se cuelgan de la planta baja y del primer piso encuentro que el Palacio Salvo es algo bufo; cest rigolo.

    L E C O R B U S I E R 1

    El rascacielos es una jirafa de cemento armadocon la piel manchada de ventanas.

    Una jirafa un poco aburridaporque no han brotado palmeras de 100 metros.

    A L F R E D O M A R I O F E R R E I R O 2

    Hola, hola holaholaTransmite PALACIO SALVO!

    - Estn alerta- estn alerta

    los radioescuchas de los horizontes !J U V E N A L O R T I Z S A R A L E G U I 3

    A fines del ao 2011 recib el planteo de Thiago Rocca de realizar una investi-

    gacin que abordara la produccin de libros de poemas con ilustraciones

    (notas grficas, guirnaldas, dibujos, entre muchas formas de decir) en el

    lapso temporal de 1920 a 1940, a la manera que el propio artista Pedro Figari

    haba realizado con sus textos poticos y dibujos al publicar El Arquitecto (1928).

    Fue entonces, a mediados de 2012, cuando comenzamos el trabajo de campo,

    1. Gervasio y lvaro Guillot, Le Corbousier en Montevideo, revista La Cruz del Sur, N 28, 1930.2. Alfredo Mario Ferreiro, El hombre que se comi un autobs, Montevideo, 1927.3. Juvenal Ortiz Saralegui, Palacio Salvo, Montevideo, 1927.

  • sabedores de los ejes, los nodos, que articulaban los trayectos a explorar pero

    sinceramente ignorando el volumen real de aquella produccin. El resultado

    fue, un ao despus, un centenar de libros y una treintena de obras plsticas

    originales para ser mostradas ahora en el Museo Figari bajo el ttulo de POESAE ILUSTRACIN URUGUAYA.1920-1940, y vale aclarar que estos no son todos

    los libros ilustrados y que esta a su vez comprende una parte minoritaria en la

    produccin potica de estas dos dcadas.

    La deriva investigativa y de acopio

    de los ejemplares me devolvi a la

    Biblioteca Nacional, donde estuve tres

    meses en silencio, saludando al salir y

    al entrar, mientras iba anotando las

    producciones anuales de poesa de

    veintipico de aos: Premios Florales de

    Young, ediciones de Paysand o el

    Salto Oriental, Madrid, Pars y por

    supuesto Buenos Aires, fueron confor-

    mando un paisaje de produccin para

    la poesa uruguaya, desglosada en

    pginas de largos 1PQ8519 (), indi-

    cando su ubicacin dentro de la propia

    Biblioteca Nacional. La potica de

    nuestros creadores campeaba puerto

    a puerto en la seguridad de su corres-

    pondencia a bordo de un buque a

    vapor, esttica epistolar y tinta cali-

    grfica, dando pulso a los das en prolijas dedicatorias. Y ah estaba yo, en esta

    mquina densa y silenciosa llamada literatura en tiempo de nativos digitales.

    Pero claro, ahora las redes, no aquellas desplegadas por el pescador en la

    escollera sino las del libre mercado interneteano, donde cada objeto encuentra

    su correspondiente, su correspondencia, puerto a puerto y en tiempo real, son

    tambin un medio para traficar bienes culturales. Y los libros de poesa no

    26

    Ferd

    erico

    Lan

    au. P

    alacio

    Salv

    o en

    cons

    trucc

    in.

    Xilo

    graf

    a c.

    1923

    -192

    4.

  • quedan al margen. Luego de comprar algn ejemplar fui advertido de la fuga

    de estos, hacia por ejemplo, Espaa o Inglaterra, en manos de coleccionistas,

    catedrticos e investigadores. El precio de los libros que a veces no supera los

    50 pesos, ni la altura de los zapatos en la vereda de la calle Tristn Narvaja, en

    el mercado europeo pueden llegar a costar hasta diez o cien veces ms. Este

    comentario decido estamparlo, aunque estril, en palabras de Britos Huertas:

    por evitar el trnsito absoluto de las aguas./ Yo quera quebrar la fatalidad

    de lo que no vuelve. He dicho.4

    De aquella correspondencia entre poetas y artistas visuales, quedaron

    obras que conforman un legado ya histrico en la vida cultural uruguaya: Julio

    J. Casal y Barradas; Sabat Ercasty y Lanau; A.M. Ferreiro y Aliseris, o el volu-

    men, La emocin de Montevideo ante la muerte del Poeta Julio Ral

    Mendilaharsu () por Juan Parra del Riego, 1924, que corona la expresin de

    congoja y da cuenta de las interrelaciones de la sociedad artstica de la poca.

    Pero visto desde nuestros das, o como se suele decir, con el diario del lunes,

    la produccin de los poetas del 20 y del Centenario, fue sentenciada y acribilla-

    da, e ignorada en algunos casos por la inmediata generacin del 45. Tal vez con

    el mismo can que Le Corbusier imagin atacar el Palacio Salvo, aunque ms

    tarde ste admitiera, en compaa de Gervasio Guillot (uno de los hermanos edi-

    tores de la revista La cruz del Sur) y en su Prlogo Sudamericano, que el edificio

    era de entre las ciudades del sur americano un rascacielos inimaginablemente

    divertido, y ubicado entre las perlas de modernidad.5 As entonces podemos

    leer esta generacin de entreguerras como aquel hito constructivo de nativis-

    mos, subjetivismos puros y una vanguardia tarda entre futurista y surreal. Donde

    la jirafa de cemento del zoolgico edilicio de Montevideo, en versos de Alfredo

    Mario Ferreiro refirindose al Palacio Salvo, podra configurar al mismo tiempo

    al corpus literario uruguayo. Sera entonces posible ver a un Juvenal Ortiz

    Saralegui alucinado, transmitiendo desde entre los carteles publicitarios que

    vestan al palacio an en construccin y de esqueleto desnudo, su super SUPER

    28

    4. C. M. Britos Huertas, Poesa, Montevideo, Hiperin, 1936.5. Le corbusier e o Brasil, AAVV, Tessela- Projeto. Sao Paulo, 1987.

  • antipoema. O a Juana de Ibarbourou atrapada en los caireles de una araa que

    enjoya la recepcin mientras guarda un billete de mil pesos en su cartera. Julio

    Silva colocando una pluma en un sombrero y a Emilio Oribe en la cima del atala-

    ya preanunciando en su bsqueda un Zepellin que llegara del mar. Mientras,

    Sabat Ercasty surca los ascensores en su paseo csmico y lvaro Figueredo, aso-

    mado en un balcn del piso dieciocho, vigila a su caballo que est pastando en

    Pan de Azcar. Ipuche, Silva Valds, Idelfonso Pereda y Figari, tambin miran

    hacia el campo contando ombes, mientras cantan.

    El tiempo ha pasado y es justo decir que la colaboracin entre artistas pls-

    ticos y poetas, exceptuando algunos ejemplos como la gestin de Nancy Bacelo,

    o los proyectos Aqu poesa y Club del Grabado, nunca ha sido tan frtil como en

    aquellas dcadas. Por eso fue una decisin de la produccin de la muestra

    POESA E ILUSTRACIN URUGUAYA. 1920-1940, incorporar a creadores de

    hoy y de ambas ramas artsticas para poder interpretar desde estos das del siglo

    XXI el espritu de aquella poca. As, los poetas Silvia Guerra, Melisa Machado,

    Adolfo Sarmiento y Manuel Barrios, acompaados por los artistas visuales Elin

    Stolarsky, Santiago Velazco y Martn Verges, y la reedicin facsimilar de Se ruega

    no dar la mano de A. M. Ferreiro a cargo del poeta, tipgrafo y editor, Gustavo

    Maca Wojciechowski junto a la participacin del profesor, ensayista y tambin

    poeta, Luis Bravo, ofrecieron un marco sinrgico de valorizacin del cruce inter-

    disciplinario, en clave de homenaje, de rescate, de dilogo. Porque una genera-

    cin se forja entre intereses comunes, de parricidio o refrenda, pero conociendo

    el trabajo de sus antecesores.

    Aquella generacin artstica del Uruguay se erigi, comparndola con el

    palacio de los hermanos Salvo, para impactar sin ismos programticos en el

    horizonte simblico, cultural y colectivo de nuestra sociedad. O sea, son obras

    que por su originalidad mestiza o por ser la vanguardia al margen de la van-

    guardia, cristalizaron en irrepetibles, dejando su legado ya casi centenario que

    an ostenta su altura, como la del rascacielos que an es el ms alto de nues-

    tros edificios cntricos. Por eso, y respondiendo a la aburrida jirafa que ima-

    ginaba Ferreiro, nos propusimos rascar el cielo, brotando hacia la cpula de

    aquellos das como palmeras de 100 metros.

    29

  • 30

    Rafael Barradas. Nia azul. Acuarela y lpiz sobre papel, 17 x 12 cm, s/f. MNAV.

  • La niez ilustrada

    Iniciada la segunda dcada del Siglo XX losavances tecnolgicos del sector grfico acom-paan una nueva sensibilidad social enfoca-da en la infancia: se valora ms el juego, elcontacto con la naturaleza y los tiempos deocio de las clases trabajadoras. Los dibujos deCarmelo de Arzadun para los textos escolares,las ilustraciones de Barradas, Adolfo Pastor oFigari, sugieren una nueva potica de la ima-gen que prioriza la soltura del trazo y el librecromatismo frente a los imperativos de lafotografa o los rigores de la academia.

    31

  • Pag. 30. Adolfo Pastor. Ilustr. Cancin del nio viajero de Ernesto Pinto. Tmpera sobre papel, 23 x 17,5 cm y 21 x 16 cm, 1945. AP.

  • Carmelo de Arzadun. Ilustr. Alegra. Primer libro de lectura de Abadie-Zarrilli, 1931.

    33

  • Aldo Faedo. Ilustr. 180 poemas de los nios de la escuela de Jesualdo, 1938.

    34

  • Carlos Aliseris. Ilustr. La casa de los pjaros de Antonio Soto (Boy). Tinta sobre papel, 18 x 18 cm, 1931. JGR.

  • 36

    Giselda Welker (Zani). Ilustr. Poesa y leyendapara los nios de Fernn Silva Valds, 1930.

  • Medios y poesa

    Las revistas constituyen el medio dedifusin por excelencia de la actividadcultural en general y de las novedadesliterarias en particular. Estas dos dca-das se recordarn como la edad de orode la ilustracin y de la poesa ilustra-da. Los mejores dibujantes, pintores ygrabadores, figuras como RafaelBarradas, Adolfo Pastor, FedericoLanau y Leandro Castellanos Balparda,colaboran asiduamente con estaspublicaciones, otorgando el sello dis-tintivo de su creatividad.

    Imgenes:

    1) Logo de Teseo

    2) Grabado de Eduardo Dieste

    3) Grabado de Federico

    Lanau. Ilustracin para El

    vuelo de la noche de

    Carlos Sabat Ercasty,

    192, Original cortesa de

    37

  • Adolfo Pastor. Retrato de Eduardo Dieste, xilografa, 39 x 28 cm., 1924 y Logo de TESEO. Tinta sobre papel, 37 x 26 cm, 1924. OP.

    En la pgina siguiente: Rafael Barradas, La despedida. Acuarela y lpiz sobre papel, 19 x 18 cm, s/f. MNAV.

  • 40

  • En la pgina anterior: Leandro Castellanos Balparda. Berceuse, xilografa, 21 x 17 cm, 1937. RF.

    Federico Lanau. Mujeres en vuelo. Linleum, 15 x 10, 5 cm, ilustr. El vuelo de la noche de Carlos SabatErcasty, 1925. MNAV.

    41

  • Imgenes:

    1) Portada de la primera edicin de El Arquitecto, Editions Le livre libre,

    Paris, 1928. Restaurada por el Museo Figari. Acervo Museo Figari.

    2) Prueba de galera de El Arquitecto. Cortesa Museo Histrico Nacional.

    3) Exhibicin del documental en el patio interior del museo: Pedro Figari.

    Memoria, poesa, ilustracin. Idea original y guin de Pablo Thiago Rocca,

    produccin de Hachaytiza. Foto:

    4) Dibujos originales de P

    42

    Figari: Poeta y dibujante

    Conmovido por la prematura muerte de suhijo y colaborador Juan Carlos, Pedro Figarillevar a la imprenta parisina en 1928 unconjunto de poemas filosficos reunidosbajo el ttulo de El arquitecto. Los versosvendrn profusamente ilustrados con figuri-llas serpenteantes y vivaces -Acotacionesgrficas las llamar-, que ponen de mani-fiesto otra de sus facetas sorprendentes: lamaestra del dibujante.

  • 45

    En la pgina anterior:Pruebas de galera de ElArquitecto de Pedro Figari,1928. MHN.

    Pedro Figari. Compadritos.Tinta sobre papel, tres dibu-

    jos de 8,5 x 11 cm, s/f.Museo Figari.

  • FERVORES NATIVISTAS

    Fernn Silva Valds y Pedro Leandro Ipucheen poesa, Eduardo Fabini en msica, PedroFigari en pintura, casi al unsono, sern losimpulsores en Uruguay de un fervor nativis-ta que crece y se expande en los aos veinte.La recuperacin potica de las tradicionesgauchescas, de la brava del indio, de labelleza de la flora y la fauna autctonas, y laconstruccin de una nueva ruralia, conoce-rn tambin un empuje patritico en losfestejos del Centenario. La nacin busca susraces, la poesa vuelve su mirada al campo.

    En la pgina anterior:Pruebas de galera de ElArquitecto de Pedro Figari,1928. MHN.

  • Pedro Figari. Da de trilla. leo sobre tela, 65 x 126 cm. Museo Figari.

  • 50

  • 52

    Melchor Mndez Magarios.Ilustr. Jbilo y miedo de Pedro Leandro Ipuche, 1926.

  • EL MOMENTO DE LAS VANGUARDIAS

    A fines de los aos veinte, el ambiente poticoasiste a la irrupcin de la vanguardia.Poemarios clave de Alfredo Mario Ferreiro,Juvenal Ortiz Saralegui, Juan Parra del Riegoy Ricardo Garet, textualizan ciertas zonas dela innovacin formal y se suman al entusias-mo veloz de los futuristas y a la metafricadel Ultrasmo. Pero lo hacen con un acentopropio y de la mano de nuestros creadores.Las xilografas de Rene Magarios yMelchor Mndez Magarios, el vibracionis-mo barradiano, la sntesis grfica de HctorFernndez y Gonzlez, auscultan el latido dela urbe y su tiempo, iluminando las pginasde esta aventura.

    1) Rene

    Magarios Usher.

    53

  • Francisco Matto. Poema del pncreas. Tinta sobre papel, 25,5 x 20 cm, 1943. OP.

    54

  • 55

    Joaqun Torres Garca. Poms. Libro de artista(comp. de poetas franceses). Tinta sobre papel,medidas variables, 1931. MTG.

  • Adolfo Pastor. Una broma de Pastor con motivo de una divagacin futurista de Dieste en el cosmos. A Mario Fort. Gouche sobre papel,23 x 17,5 cm., 1925. OP

  • 57

    Rosa Acle. Ilustr. Voces de Oriente de Laila Neffa, 1935.

  • 58

    Rene Magarios, ilustr. Se ruega no dar la mano de Alfredo Mario Ferreiro, 1930.

  • 2013: UNA ANTOLOGA

    IMPOSIBLE

    Seleccin potica de Martn Barea Mattos y Pablo Thiago Rocca

    59

  • X T A S I S

    Noche! Sublimacin! Silencio!La palabra ms ntima tambin estaba helada.Nos mirbamos lejos, ms all de la esfinge,ms all de las voces, ms all de la carne,ms all de los ojos, de la luz, del ensueoY ella no pudo ms y me encerr en sus brazos,y yo no pude ms y la agit en mi anhelo!

    Noche! Sublimacin! Silencio!La intencin ms ardiente nos pareca helada.La estrella ms remota nos pareca impura.Nos buscbamos mucho, sin mirarnos ni ornos.Cada vez que se unan nuestras almas altsimas,volaban ms, suban ms, y se encontrabany volvan al vuelo con ms amor y sed,y as nos disolvimos en un inmenso vrtigoY ella no pudo ms y me encerr en sus brazos,y yo no pude ms y la agit en mi anhelo!

    Noche! Sublimacin! Silencio!Hasta las aguas muertas parecan nerviosas.Hasta el jardn de invierno nos pareca inquieto.Hasta la noche vasta y honda parecaagitar su gran calma de sombra ante tu ensueo.Estbamos tan mudos, tan quietos, tan inmviles,estbamos tan lejos en la luz que no cambia,

    61

  • entramos tan adentro del xtasis divino,habamos llegado a un silencio tan ltimo.Que ella no pudo ms y me encerr en sus brazosy yo no pude ms y la agit en mi anhelo!

    C A R L O S S A B A T E R C A S T Y , del libro El vuelo de la noche.

    E L B O S Q U E

    Recojo los sueos todosDe aquellos que me quisieronY con mi muerte, soaron

    Y me hago un bosque con ellosDonde me oculto esperando

    T no lo creas, poetaPorque no te es necesario

    C . S . V I T U R E I R A . Del libro El libro de Susana

    62

  • I I

    Mira:sobre ti el cielo pasalleno de pginas azulesY las azota el tiempo

    Ni t ni yo, nada sabemosslo El, desde el marseala con sus pecesel camino de nuestros ojos

    J O S P E D R O D A Z . Del libro Canto pleno.

    C A N C I N D E L N E G R O L I B E R A D O

    Hermano negro, Sacude la siestaQue llevas en las calientes venas!No te emborrachesCon la llamarada sensual del tambor!

    Por qu has de estarSiempre de rodillas,Pidiendo limosnaO bailando?

    63

  • Ponte de pie,Sin contorsinNi risa loca,Con las manos en altoBuscando banderas,Bandera tu mismo,Para la marcha del da!

    Hermano negro, No te humilles ms!Que de tu boca brotan los vientosPar el lucero,Los trigos, las caas y el fruto nuevo!

    E R N E S T O P I N T O . Del libro Los mares ultrajados.

    L O S Y U Y O S

    IComo un curandero, plcido y sapiente,He pasado das entre los yuyales.Mi casa, transida de un blsamo ardiente,Flota en las esencias plenas y rurales.

    Pobre de la tierra sin estos yuyales;Sin esta blandura humilde y temblada!Pobre piel sedienta de venas fatales,Sin el refrigerio de la matorrada!

    64

  • Yo he visto la tierra, pelada y maldita,Clamando por agua, lvida y abierta:Al caer la lluvia, su entraa inauditaTemblaba del jbilo de verse cubierta.

    La tierra y el agua. Viejas compaerasQue desde lo antiguo del mundo se llaman:De arriba se inclinan las aguas viajeras,Y las tierras se alzan, se abren y se inflaman.

    Y hay una estridencia gozosa en la tierra;Y hay una venida del agua llamada;Y la lluvia roza, se filtra y soterra,Y de esa alegra viene la yuyada.

    Y ah est mostrando sus bracitos giles,Sus borlas humildes y sus hojas anchas;Sus flores elsticas y sus varas frgiles,Y sus tejedoras y trmulas manchas.

    Viene de semillas locas y sin dueoQue en el viento saltan y el amor las dejaEntre el polvo vivo que las une al sueoDe las floraciones de la tierra vieja.

    P E D R O L E A N D R O I P U C H E . Del libro Tierra honda.

    65

  • R B O L

    rbol, yo ya saba que eras hermano mo.Haca los cielos vamos en claro florecerY tus ramas audaces, hallaron el rocoen el cristal y el mbar, luz de mi amanecerrbol, yo ya saba que eras hermano mo!

    En t hay, a momentos, ms pjaros que hojasY eres en primavera mgico surtidor.Y en m, qu profusin de rosas, blancas, rojas,Y qu acento en mi lrico manantial interior!

    Las dos brindamos, rbol, savia joven y nueva.Y por nosotros corre un idntico rode emocin, y sabemos en las nieves de pruebaaguardar libremente el calor de otro esto.

    Hacia lo azul, el mismo impulso azul nos llevarbol, yo ya saba que eras hermano mo.

    J U L I O J . C A S A L . Del libro rbol.

    Cabezas de aviadores,cabezas de marineros,cabezas de vagabundos,vamos a soltar los cantosque nacen en caminos nuevos!

    66

  • Cabezas del cielo,cabezas del mar,cabezas de la tierra,yo quiero el secreto de mi amigaagitando las cabezas sin reposo!

    (Ah, solamente las cabezas sin reposoconocern mis amores libres!)

    Cabezas de aviadores:En qu noche del cielose abri la sorpresa de sus ojos?

    Cabezas de marineros:En qu ciudad del mar naci la alegra de su voz?

    Cabezas de vagabundos:En qu tierra golpe el ruego de sus rodillas?

    El secreto de mi amigaEst en la luzde las cabezas sin reposo!

    N I C O L S F U S C O S A N S O N E . Del libro Preguntas a las cabezas sin reposo.

    67

  • Ciudad,puesta sobre el lomo de la Cuchillatodo ardiendo de sol tu casero,eres como una niarubia,sentada en la orilla del ro.

    Con tu Escollera alargadacomo un nio que en un charcoechara una mano al marqueriendo robar un barco.

    Y all, en la nuca del CerroLa Fortaleza clavadacual la casilla del perroque la tiene bien guardada.

    Desde el Cordn y la Aguadahaciendo sonar sus goznes,te arrojan el diario trnsitolos garajes y estaciones,

    y, orgullo de tu toilettegarbosa de rastacuero,la torre de Salvo, parecela pluma de tu sombrero.

    Ciudad,cuando corro tus callesdesde el Correo a la Plaza Libertad,y miro el Caballo de Bronceme siento ms oriental,

    68

  • y me da rabia, or a los zonzosque te llaman tacita de plata,como renegando de aquel rancheroque clav ah, en la orilla del roBruno Mauricio Zabala.

    J U L I O S I L V A . Del libro Oriental.

    E L P J A R O Q U E V I N O D E L A N O C H E

    la tarde en el puerto es un suspiro que ha quedado inmvil entre el cielo y[el mar

    y llegan barcos que traen el aliento agrio del ocanoy pauelos agitados como alas de palomas locasy la bocina es un puente en el que el alma nostlgica se va por la inquietud

    [marina

    una madrugada de gaviotas se call en el mar detrs de un barco que llega[cerrndose

    los pescadores espigan la cosecha pobre de la orilla del maroh qu triste es el silencio de esos hombres del puerto hundidos de pobreza

    una gaviota sube gil con la inquietud de la olay la gaviota que tiene los ojos alto en equilibrio con el horizonteah cmo se burla del pescador que tiene los ojos cados enredados en la redy su destino que tiene la resignacin de la onda barrosa herida de barcos

    69

  • despus la tarde se cierra como el vuelo de un pjaro lento que llegael puerto ya se calla con la palabra atroz del abandono

    J U A N C U N H A D O T T I . Del libro El pjaro que vino de la noche.

    C A N C I N D E L D E S P O J A D O

    Alsame el oleaje; la dura sal apartaDel suelo de la mar Abiertos sobre msicasLlevemos estos rudos das de grandes mstilesHacia donde abrazamos las alegres cinturas!

    Marineros llegados a los pozos azulesSe ponen a soar sobre el viejo ancladeroY despus de dorarlo, como al trigo maduro,En dulzura devuelta, han segado el velero.

    Y como si ya fueran caracoles profundos,La frescura les alza la cancin sin verdoresDesde el fondo dormido de la barca desnudaY desde el corazn que, por fin, se despoja!

    V I C E N T E B A S S O M A G L I O . D el libro Cancin de los pequeos crculos y de los grandes horizontes.

    70

  • C A L L E Y A C A R

    I

    Yacar, calle del puerto,con dos hileras de boinas,un barco sobre los rielesy un cubismo de palabrasen los muros amarillos.Sobre las puertas calienteslos letreros luminososcon palabras de colores.Y volcadas en la aceralas pitadas de los barcos,con las uas afiladasaraando los talones.Cantos firmes y borrachosbailan libres en el airecon su blusa marinera.La polica le clavaa la carne de la noche,las espinas de las rondascon silbatos niquelados.

    I I

    En la taberna calientecon el humo de las pipas,cuentan alto los marinerossus historias de mujeres.Y en la mesa ms calladamuestran azules tatuajes

    71

  • en el pecho y en los brazos.Marinos de rostros firmes,llenos de mares por dentro;voces rudas que se afinanen estrechas confidencias.Las palabras que se cruzanforman redes entibiadasdonde cazan marineros,pez de pulidas escamas.

    I I I

    La torre de San Franciscoapaga con sus campanaslos letreros luminosos.Y por las calles del puerto,alargan rondas cortantes,policas en el albacon silbatos niquelados.

    Luis Bausero. Del libro Mastelero de gavia.

    72

  • L A G U I T A R R A D E L O S N E G R O SA Pedro Figari

    Dos negros con dos guitarrastocan y cantan llorando.Tienen labios de alborotoEchan chispas por los ojos.

    La cuchilla de sus dientescorta el canto en dos pedazos.Melancola de los negrosComo copa de Ginebra!

    Los negros lloran cantandoaoranzas del candombe.Suena el tambor de sus almasCon un ruido seco y sordo!Y un borocot lejanolos despierta de sus sueos!

    Dos negros con dos guitarrastocan y cantan llorando.

    I d e l f o n s o Pe r e d a Va l d s . Del libro La guitarra de los negros.

    73

  • C A N C I N L I L A

    En el fondo de mi alma, un viedo de corales,tu recuerdo, negros mares,tu recuerdo.

    En el fondo de mi alma, perla ardiente y solitaria,mi cancin, mstil perdido,mi cancin.

    En el fondo de mi alma, ventisquero de esperanza,tu sonrisa, suave fresno,tu sonrisa.

    En el fondo de mi alma, catedral desmoronada;mi desdicha y tu pasin, doble flor, lirio maldito,mi desdicha y tu pasin.

    S A R A H B O L L O . Del libro Balada del corazn cercano.

    Ya no se quiebra el daAhora que mis manos son firmesComo tus caminos,Y claro como la luna sobre el marMi destino

    Entero y perfecto como un frutoEl da

    74

  • Y no lo acorta tu ansiedad de siegaNi lo alarga mi llantol pasa sobre el secreto del tiempoCantando

    gil y misterioso como un pjaroEl da!

    E S T H E R D E C C E R E S . Del libro Los cielos.

    P R E S E N C I A

    Vengo del mar, con seno de gaviotas.Tu cielo clamoroso las sostiene.

    Vengo de un ro sucio de espadaas.T grabas en su cobre y le detienes.

    Traigo en las manos, vegetal diamantey casi en nicho, corazn y sienes.

    En islas de beleo tu sol verdedescame bajo arena mis reptiles.

    PA U L I N A M E D E I R O S . Del libro Fronda sumergida.

    75

  • P O E M A X I V

    A orillas del gran roya estaba firme y seguroen la tarea de cerrar el crculo,por evitar el trnsito absoluto de las aguas.Yo quera quebrar la fatalidad de lo que no vuelve.Yo, que era lo nico permanente.

    C . M . B R I T O S H U E R T A S . Del libro Poesa.

    F A N T A S A P O R E L R E G R E S O D E P E E R G Y N T

    Enlutados torreros de ceniza y espantole apagaron el fino girasol de su canto.Qued solo a la orilla del mar.Con su llanto!Olvidado en la roca de esperar los destinos(cabra de oro montaa agua azul de los pinos...)lo trajeron helado al hogarlos caminos.

    Llora el aire una ausencia de ocas verdes, heridoAraucarias de cera cavan astros de olvidoPalidece el silencio al cruzar,sorprendidoMi caballo alazn? Quin lo quiere? Deshecho,

    76

  • su ademn, busca en vano otra luna en el techo.Una rosa le quiere saltaren el pecho.

    Oh, Peer Gynt de los puos como estrellas! Oscura,la mirada del mundo empa tu aventura. Las campanas te van a alcanzaren la purasoledad de los cielos y el mar!

    L V A R O F I G U E R E D O . Del libro Desvo de la estrella.

    F R A E Q U I N O

    Caballejo infeliz que, en este instante,libre de arreos, como yo vacante,

    ramoneando vas, junto a mi vera,por el herboso campo en primavera.

    Cuanto mayor bien tu me propinas,Que aquel tozudo jefe de oficinas

    que ayer me deneg, con alma oscura,paradjica, humilde sinecura

    Los pjaros que ahuyentas,y la ojiacanta con que te alimentas,

    77

  • el camino en que voy llenan de milesde trinos y fragancias pastoriles

    Y evoco a Francis Jammes con fruicin:no se puede tener todo corazn

    J U N I O A G U I R R E . Del libro Eutropelia pastoril y gandulezca.

    O R E J A N O

    Yo s qu en el pago me tienen ideaporque a los que mandan no les cabresteo;porque dispreciando las geyas ajenass abrirme caminos pa dir ande quiero.

    Porque no me haban visto lamber la coyundani andar hocicando phacerme de un peso,y saben de sobra que soy duoe bocay no me asujeta ni un freno mulero.

    Porque cuando tengo que cantar verdadeslas canto derecho noms, a lo macho,aunquesas verdades amuestren bicherasande naide creiba que hubiera gusanos.

    78

  • Porque al copetudo de rin cubiertopa quin nusa leyes ningn comisariolo trato lo mesmo que al que slo tienechirip de bolsa pa taparsel rabo.

    Porque no menyenan con cuatro mentiraslos maracanases que vienen del puebloa elogiar divisas ya desmerecidasyhacernos promesas que nunca cumplieron.

    Porque cuando truje mi china pal ranchome olvid que hay jueces phacer casamientos,y que nada vale la mujer mas genasi su hombre por eya no ha pagao derecho.

    Porque a mis gurises los he criao infielesaunquel cura grite quirn al infierno,y digo ande cuadre que pa nada sirvenlos que slo viven pirinchando el cielo.

    Porque aunque no tengo ni en qu cirme muerto,soy ms rico quesos que agrandan sus campospagando en sancochos de tumba resecaal pobre pin, quecha los bofes cinchando.

    Por eso en el pago me tienen idea!Porquentre los ceibos estorba un quebracho!Porque a tuitos eyos les han puesto marca y tienen envidia de verme orejano!

    Y a m qu mimporta? Soy chcaro y libre!No sigo a caudiyos ni en leyes me atraco!

    79

  • Y voy por los rumbos clariaos de mi antojoY a naides preciso pa ser mi baquiano!

    S E R A F N J . G A R C A . Del libro Tacuruses.

    P U E B L O D E M I G U E SC O L E G I O D E V A R O N E S

    Cuando aprend a manejar el mapamundi, en la clase de geografa,no poda creer que se hubieran olvidado de poner a este pueblo:me pareca tan absurdocomo que en la historia de las madreselvasno figurara la enredadera del cerco de mi casa.

    Y de estas cosas me pasaron cientos:un maestro nuevo que jugaba con nosotros a la pelota,una bandera nacional que sirvi de distintivo a una comparsay un paseo con el maestro en su volanta,me dieron la perplejidad suficiente de que ahora todava me quejo.

    No creamos en la sabidura de las niaspor lo mismo que el maestro dejaba traslucir su suficienciafrente a la maestra;y cuando los exmenes creamos saberlas preguntas que aqullas no poda contestar.

    80

  • Frente a un extrao, en cambio, era terrible nuestra timidez: la llegada de aquel muchacho de Montevideo que pateaba altsimo una pelota grande,avergonz hasta el ltimo de los carteles del colegio.

    En el colegio estaba la inocencia del puebloy su perversidad,porque lo mismo nos asustbamos ante la explicacin de los terremotoscomo nos deleitbamos ante el vuelco de un tinteroen el guardapolvos de un compaero.

    Yo prefera las composiciones a los problemas de aritmtica,lo mismo que Francisco y que Jos,y nunca escrib menos de dos pginascuando sealaban como tema La primavera.

    Cuatro muchachos recitamos en posta la Leyenda Patriaen una velada literario-musical,y la tenamos tan ensayadaque el pique del que segua era fantstico:al final, todos concentramos los aplausosen nuestra natural egolatra.

    El pueblo nunca supo lo que pasaba en el colegio:saba nicamente que era un lugar propiciopara relevar a las madres en el cuidado de los hijos.

    81

  • Encantos, que se diga, no tena;los tiene ahora desde lejoscuando el peral del patio grande se ha encorvado de nostalgiasy nosotros, los muchachos de entonces, no tenemos sus grandes ventanales para mirar la lluvia:aquella lluvia que equivala al permiso para podernos descalzar.

    M A R I O E S T E B A N C R E S P ILa cruz del Sur, revista de Artes y Letras, ao V, N 27. Montevideo, 1930.

    E L P O S T E T E L E G R F I C O

    Rugen en su sinttica siluetael odio y el amor; o se oye el dueloque sostiene la tierra con el cieloen su cuerpo esqueltico de asceta.

    Quimrica colmena siempre inquieta;follaje ideal que ampara todo vuelo;fermentacin de un poderoso anhelo:Todo cifrado en una lnea escueta!Cuando al atardecer descuella aislado,parece que en su extremo se ha posadoel silencio, como un pjaro enfermo;

    82

  • pero el poste inflexible siempre velay, con un manso llanto, nos revelala acongojada soledad del yermo.

    E L I S E O S A L V A D O R P O R T A . Del libro Estampas.

    B E R C E U S E

    T y yoyo y tT yoT yoYoYo..Yo..T..t..t

    Yo

    Ya est dormidaEn mi corazn;Tpala queridaPestaa servida

    Por mi eterno amor.

    TuYo yo tutu.Yo y tuTuyotu Yo..Tu..TuT.

    J U A N PA R R A D E L R I E G O . Del libro Blanca Luz

    83

  • P A L A C I O S A L V O . A N T I P O E M A

    Radiotelefona de un letrero luminoso.Los ojos oyen colores;estn alertalos radio- escuchas de los horizontes.

    Super SUPER..SuuuuperTrasmite PALACIO SALVO:es el tango del anunciode una orquestade 5 msicos verdes.

    SuperAraa una descarga.

    -Hola, hola, holaholaTrasmite PALACIO SALVO!

    -Estn alertaestn alertalos radioescuchas de los horizontes!

    J U V E N A L O R T I Z S A R A L E G U I . Del libro Palacio Salvo.

    84

  • 3Todos somos distintos de adentro haciaafuera, aunque parezcamos iguales de afuera

    hacia adentro.

    4

    Imitadores: mariposas sin alas.

    5

    La poltica es la actividad ms aparentepara disimular delitos.

    6

    Hay almas obscuras como antros. Si lesllega desde afuera un rayo de transparente luz,fuerzas expulsivas le imponen la brevedad delrelmpago. Son almas obscuras como antros

    Piedad para esas almas!

    R M U L O N A N O L O T T E R O . Del libro Acrobacias.

    Ya no s si el caminoo si bajo mis pies las calles andan.

    Tras esa puerta un da mi voz no era extranjera.Cuntos bosques y ros los umbrales guardaban!

    85

  • Se me ania la sombra cuando paso, y despiertolas que dej en los muros, cautivas y encaladas.

    Capitaneando un trnsito de ojos,en su pblico sueo, aquella estatua,con un verde sudor de eternidades,pide en vano un asueto de miradas.

    Harapos de luz suciaun bodegn orea en sus ventanas.Con vertical misericordia, un rbola sus puertas aguarda.

    Una antigua buscona, paisajistaprimaveral de su mejilla ajada,el fuego enmohecido de sus ojoscon manos casi ajenas amortaja.

    Un amor arriesgado de pretiles y sombrassu petardo animal en los techos dispara.

    Torea mariposas tras su cristal varilico, una lmpara.Y un piano masoquista, bajo rabiosos dedos,con grgaras de msica me salpica la cara.

    R O B E R T O I B E Z . Del libro Mitologa de la sangre.

    86

  • R U M O R

    Si el sueo se malogra, era una realidad.Si el ensueo se alcanza, el sueo no era tal.La verdad del ensueo es la de no existirfuera del propio ensueo:Sacarlo de su ambiente es hacerlo morir.

    Yo quise dar mi msica,pero no lo logr.Apenas si he alcanzado una vaga intencin.Mi msica es mi ensueo!,pero oiris su rumor.

    A T A H U A L P A D E L C I O P P O . Del libro Rumor.

    P O E M A X I L O G R F I C O P A R A R E N E

    Rene:yo he visto como acunabasen tus ojos indescriptiblesel paisaje.

    Y con qu cuidado lo trajistepara ponerlo a dormiren tus maderas,acolchndolo con mordiscos de gubia!

    He visto cmo tirabas

    87

  • los trozos que estorbabanla luz a tu paisaje.

    Rene:captadora de paisajes,antena de colores,radiotrn milagroso,temblor de dedos.

    Apenas sabe tu lenguareferirnos tu proceso ntimo.

    Y eres una realidad!En torno a tus maderas,

    sintindose un poco indioy maravillado,danzo con pies de verso.

    A L F R E D O M A R I O F E R R E I R O . Revista Vanguardia, N 1, ao 1, Montevideo, 1928.

    A U T O M V I L

    Automvil, cuando escucho tu motor propulsor,

    invasor,creando un nuevo poema de febril velocidad,

    pienso en la caducidadde nuestras lenguas nacidas entre primitiva calma

    cuando en remansos se abran las perspectivas del alma.

    88

  • Las palabras que se alargan en senderos de paciencia,las frases inacabables que exigen resignacin:

    todo eso lo rechaza con trepidante elocuencia,tu cancin.

    Eres mpetu y relmpago en tu latido. Tu empeode aminorar la distancia, de triturar porvenir,

    va aplastando los rosales del melanclico ensueo.avanzas en un delirio de llegar y de partir.

    Eres un cruzar demente.Eres un loco destino

    que rueda sobre un camino,en un ansia de torrente.

    A tu lado, monasterios,cuarteles y cementerios

    son sombra fugaz y vana.T corres en carreteras

    como tropel de quimerascon la embriaguez del maana.

    A nuestras lenguas les faltan cortas onomatopeyaspara exultar en el vrtigo voraz de tus epopeyas

    cuyo ritmo siempre fuerte,por un exceso de vida, suele adentrarse en la muerte.

    J U L I O R A L M E N D I L A H A R S U . Del libro Voz de vida.

    89

  • E L M U E R T O

    Por no volverte a perder, mis pies corren en tu eco.Caigo en la luna y me alzo. Y tu paloma es siempre ms paloma que la ma.

    No hay das hay slo tiempo entre nuestros veinte dedos, tu sangreigual a mi sangre.

    Mi pez y tu pez se tocan, abriendo que van las puertas del agua o delsueo, se hunden. T eres el vivo, el que habla.

    S O F A A R Z A R E L L O . Del libro 18 poetas del Uruguay de Romualdo Brughetti.

    90

  • poesa e ilustracin

    uruguaya1920 - 1940

  • 92

    anexo documental

  • 1. Datos tcnicos y estado de conservacin previo a la restauracin.Este libro es una 1a. edicin de 1928, Paris, Editions Lelivre libre. Medidas: 23,7 x 18,5 cms. Posee 218 pginas,de las cuales dos de ellas (39 y 40) se encuentran parcial-mente fotocopiadas por faltar el original. Los cuadernillosformados por tres folios carecen de bisagras por lo que lashojas estn prcticamente todas sueltas. Tanto los textoscomo los dibujos estn impresos con tinta de impresinresistente al agua y al alcohol segn los test de solubilidadrealizados y conservan buena legibilidad. Las tapas de car-tulinas fueron forradas por un plstico adhesivo que envuel-ve tambin las hojas de guarda as como las primeras y lti-mas pginas, fijando todo a las tapas. El libro carece de lomo, cabezadas y costura, slo quedanrestos de hilos y pegamento.

    2. Valoracin del estado de conservacin.En una primera observacin organolptica apreciamos unagran fragilidad en la obra. Tanto el papel (hecho de pastamecnica) de los folios que forman el cuerpo del libro comola cartulina de las tapas poseen un importante grado de aci-dez (pH5) y prdida de agua. Esto se evidencia en el amari-lleo de las pginas as como tambin en la friabilidad de lasmismas, los bordes se desintegran al mnimo roce. El libro fue sometido a una o ms intervenciones no profesio-nales. Presumiblemente, con el fin de unir el cuerpo del libro allomo se utiliz un pegamento no reversible y con alto grado deacidez que da y oxid gran parte de los cantos correspondien-tes al lomo y alcanz parte de las hojas de guarda y primeras yltimas pginas. El plstico adhesivo (contact) con que seforraron las tapas tuvo un efecto igualmente daino para stas.En consecuencia, el deterioro de la obra desde el punto de vistade su restauracin, estuvo dado por el proceso de degradacinpropio del papel de pasta de madera a travs del tiempo,

    sumado al correspondiente uso del libro y por lo agresivo delas intervenciones no apropiadas a que fue sometido.

    3. Tratamiento de restauracin.El objetivo de nuestro trabajo ser devolver a la obra su uni-dad y funcionalidad.El tratamiento propuesto consta de varias etapas que pode-mos agrupar en las que corresponden a la restauracin delas hojas, los cuadernillos y las tapas (A) y las que concier-nen a la encuadernacin del libro y confeccin de un estuchede proteccin (B)

    (A) Limpieza mecnica del polvo.Desarme del libro, separando las tapas del cuerpo del volu-men, retirando los restos de hilo de la costura, y despren-diendo restos de pegamento del lomo. Limpieza de polvo yotras partculas adheridas. Reparacin de las hojas. Cada una es separada, limpiada,humectada, desacidificada para poder realizar los injertos ysuturas pertinentes. Restauracin de las bisagras de cadapliego.

    (B) Armado de cuadernillos.Cocido de los cuadernillos con hilo y cintas de algodn. Armado del lomo: encolado, refuerzo de tela (tartalana), fue-lle de papel, cabezadas y redondeo.Desprendimiento del plstico adhesivo que cubra las tapas.Preparacin de nuevas cubiertas a las que se adherirn lastapas originales.Confeccin de un estuche de proteccin.

    El trabajo de restauracin realizado se funda sobre el prin-cipio de reversibilidad de los procedimientos as como en laptima calidad de todos los productos empleados. Esto lti-mo supone el uso de materiales (colas, papeles, cartn, hilo,

    93

    Restauracin del libro El Arquitecto.Ensayo potico, con acotaciones grficas de Pedro Figari.

  • cintas de costura, etc.) con pH neutro, y propiedades queresponden a los actuales criterios de la conservacin y res-tauracin del papel. Al mismo tiempo, nos planteamos con-servar en el mayor grado posible los elementos y caracters-ticas originales del libro procurando devolverle una estruc-tura de encuadernacin fuerte con una buena apertura ymejora en la textura del papel que resulte agradable al tacto.En conjunto, estos criterios persiguen la mayor durabilidadde la obra respetando su historia.En relacin a la media hoja faltante correspondiente a las pgi-nas 39 y 40 se utiliz papel similar al del libro y se imprimie-ron los textos y dibujos correspondientes. Tanto esa hoja comoel papel japons utilizado en las suturas e injertos fueronteidos para integrarlos visualmente. Es de hacer notar que lasuciedad fijada a las hojas produjo manchas en los injertosprovocando discontinuidad cromtica en las uniones.La etapa de restauracin de los cantos de las hojas se apro-vech para la desacidificacin y humectacin del papel.El cosido de los cuadernillos se hizo con punto seguidosobre cintas de algodn. Se repusieron hojas de respeto yguarda as como los cartones de las tapas que se eligieronligeramente ms gruesas que las originales para darlemayor resistencia al acabado de la encuadernacin. Las dificultades mayores las encontramos en la separacindel plstico adhesivo que recubra las tapas y en la manipu-lacin de las mismas al asentarlas sobre las nuevas dado elestado de fragilidad del soporte original. La humedad delpegamento usado en este paso fue suficiente para que lafibra se desintegrara restando posibilidad de buen manejoen dicha operacin. Por otra parte, los textos estaban fuer-temente adheridos al plstico lo que hizo muy complejo sudesprendimiento y finalmente rest nitidez a los mismos. La durabilidad de este libro depende, en adelante, de lasmedidas de conservacin que se sigan. En este sentido, elcontrol de las condiciones de luz, temperatura y humedadson fundamentales para preservarlo.

    Lic. Alicia Barreto GianelloRestauradora de obra grfica

    OBRAS ORIGINALES EN EXHIBICIN

    La niez ilustrada1. PASTOR, Adolfo. Ilustracin para pg. 37 del libro Cancindel nio viajero de Ernesto Pinto. 23 x 17,5 cm. Tmperasobre papel, 1945. Cortesa AP.2. PASTOR, Adolfo. Ilustracin para pg. 71 del libro Cancindel nio viajero de Ernesto Pinto. 21 x 16 cm. Tmperasobre papel, 1945. Cortesa AP.3. ALISERIS, Carlos. Ilustracin para pg. 65 del libro La casade los pjaros de Antonio Soto (Boy), 1931. Tinta sobrepapel, 25,5 x 16 cm. JGR. 4. ALISERIS, Carlos. Ilustraciones para el libro La casa de lospjaros de Antonio Soto (Boy), 1931. Tinta sobre papel, 24 x25,5 cm. JGR.5. ALISERIS, Carlos. Ilustraciones para pg. 70 del libro Lacasa de los pjaros de Antonio Soto (Boy), 1931. Tinta sobrepapel, 18 x 18 cm. JGR. 6. ALISERIS, Carlos. Ilustraciones para la pg. 71 del libro Lacasa de los pjaros de Antonio Soto (Boy), 1931. Tinta sobrepapel, 10,5 x 21 cm. JGR. 7. ARZADUN, Carmelo de. La Planta. Ilustracin para textosescolares de Humberto Zarrilli - Roberto Abadie Soriano, c.1927. Lpiz, tinta y tempera sobre papel, 24, 5 x 15,5 cm. JMS.8. ARZADUN, Carmelo de. Facundo Quiroga. Ilustracin paratextos escolares de Humberto Zarrilli - Roberto AbadieSoriano, c. 1928. Lpiz sobre papel, 19, 5 x 28,5 cm. JMS. 9. ARZADUN, Carmelo de. Tortugas. Ilustracin para textosescolares de Humberto Zarrilli - Roberto Abadie Soriano, c.1928. Lpiz, tinta y tempera sobre papel, 12, 5 x 16,5 cm. JMS. 10. BARRADAS, Rafael. Nia azul. Ilustraciones para libros.Acuarela y lpiz sobre papel, 17 x 12 cm, s/f. MNAV.11. BARRADAS, Rafael. La despedida. Ilustraciones paralibros. Acuarela y lpiz sobre papel, 19 x 18 cm, s/f. MNAV. 12. BARRADAS, Rafael. Cuento de hadas. Ilustraciones paralibros. Acuarela y lpiz sobre papel, 16 x 21 cm, s/f. MNAV.13. RAGNI, Hctor. Joaqun. Montevideo, 1942. Libro deartista. Tinta, lpiz, collagesobre papel. 15 x 12 x 2 cm. 55 pp. JR.

    94

    Poesa e ilustracin

  • Medios y Poesa

    1. PASTOR, Adolfo. Retrato de Eduardo Dieste. Xilografa, 39x 28 cm., 1924. OP.2. PASTOR, Adolfo. Logo de la Agrupacin de artistas yEscritores Uruguayos TESEO. Tinta sobre papel, 37 x 26cm., 1924. OP.3. PASTOR, Adolfo. Ilustracin de tapa del libro El aire unnimede Cipriano Vitureira. Tinta sobre papel, 15 x 10 cm, 1943. SV. 4. PASTOR, Adolfo. Retrato de Eduardo Dieste. Ilustracinpara el libro Buscn poeta. Recorrido espiritual y novelescodel mundo de Eduardo Dieste. Tinta sobre papel, 26 x 18,5cm, c. 1925. OP.5. LANAU, Federico. Ilustracin para la pg. 27 del libroVidas de Carlos Sabat Ercasty. La joven de la fruta, graba-do, 8 x 6 cm, 1923. MNAV. 6. LANAU, Federic. Ilustracin de tapa del libro Vidas deCarlos Sabat Ercasty. Grabado, 10,5 x 9,5 cm, 1923. MNAV.7. LANAU, Federico. Cinco ilustraciones para el libro El vuelode la noche de Carlos Sabat Ercasty: Mujer con caracol (3,5x 10 cm, pp. 41, 63, 95, 107, 137), Mujeres en vuelo (15 x10, 5 cm, p. 39), Saludo al sol (10 x 7 cm, pp. 10 y 136),Figuras con luna (3,5 x 10 cm, pp. 31, 55, 73, 87, 99, 125,155) y Nia con moa (4,5 x 4 cm). Grabados, 1925. MNAV.8. PENA, Antonio. Ilustracin para el libro Alcin de AlbertoZum Felde. Tinta sobre papel, 40 x 29 cm. 1934. RCC.9. PENA, Antonio. Boceto preparatorio para Estampas de laBilbia de Juana de Ibarbourou, Montevideo, 1934. Tintasobre papel, 35 x 26,5 cm. RCC.10. PENA, Antonio. Bocetos preparatorios para Estampas dela Bilbia de Juana de Ibarbourou. Montevideo, 1934. Tintasobre papel, 35 x 26,5 cm. RCC.11. CASTELLANOS BALPARDA, Leandro. Xilografa, La ber-ceuse, 21 x 17 cm, 1937. RF.12. CASTELLANOS BALPARDA, Leandro. Ilustracin, grabadoen metal, 16 x 11 cm, 1936. RF.13. MNDEZ MAGARIOS, Melchor. Sancho en las bodas deCamacho. Lpiz, tinta y acuarela sobre papel. 37 x 51 cm,s/f. MNAV.14. BERDA, Norberto. Boceto de tapa para el Libro de pau-sas de Cipriano Santiago Vitureira, grafito sobre papel, 29 x20.5 cm, 1934. SV.

    El momento de las vanguardias

    1. PENA, Antonio. Busto de Alfredo Mario Ferreiro. Yeso,1927. Medidas variables. Cortesa familia Pena y RCC.2. CASTELLANOS BALPARDA, Leandro. Ilustracin para lapgina 11 del libro Mitologa de la sangre de RobertoIbez. Grabado, 18,5 x 17 cm, 1934. MNAV.3. Rafael Barradas. Ilustracin. Acuarela y grafito sobrepapel, 18,5 x 17 cm., s/f, MNAV4. PASTOR, Adolfo. Una broma de Pastor con motivo de unadivagacin futurista de Dieste en el cosmos. A MarioFort. Gouche sobre papel, 23 x 17,5 cm. 1925. OP.5. MATTO, Francisco. Pgina de mi diario el da 6 de enero,poema ilustrado. Tinta sobre papel, 25,5 x 20 cm., 1943. OP.6. MATTO, Francisco. Poema del pncreas, poema ilustrado.Tinta sobre papel, 25,5 x 20 cm., 1943. OP.7. TORRES GARCA, Joaqun. Poems de Pierre Reverdy. Librode artista realizado por JTG. Tinta sobre papel, 16 hojas de16 x 13 cm. Pars 1931. MTG.8. TORRES GARCA, Joaqun. Poems. Compilacin de poemasde Pierre Albert-Birot, Jean Follail, Adrien Copperie, FernandMarc, Madeleine Israel, Roul Gain. Libro de artista realizadopor JTG. Tinta sobre papel, 18 hojas 16 x 13. Pars 1931. MTG.9. RAGNI, Hctor. Coplas de la soledad. Grafito y gouchesobre papel. 31 x 27 cm. JR.10. ACLE, Rosa. Matrices de metal para tres grabados queilustran Voces de Oriente de Laila Neffa, (Montevideo, 1935).La voz del poeta p. 53 (18 x 13 x 2 cm), Las esclavitudesp.33 (15 x 11,5 x 2), Cantares p. 73 (18 x 11 x 2). LB.

    Fervores nativistas

    1. FIGARI, Pedro. Da de trilla. leo sobre tela, 65 x 126 cm.Coleccin de origen MHN.

    Figari poeta y dibujante

    1. FIGARI, Pedro. Tres compadritos con sombrero. Tintasobre papel, 8,5 x 11 cm, s/f. Acervo Museo Figari.2. FIGARI, Pedro. Dos viejos compadritos, uno con bastn.Tinta sobre papel, 8,5 x 11 cm, s/f. Acervo Museo Figari.3. FIGARI, Pedro. Dos viejos compadritos de pantalones arayas. Tinta sobre papel, 8,5 x 11 cm, s/f. Acervo MuseoFigari.

    95

  • 4. FIGARI, Pedro. Gato. Tinta sobre papel, 11 x 8,5 cm, s/f.Acervo Museo Figari.5. FIGARI, Pedro. Cuadrpedo. Tinta sobre papel, 11 x 8,5cm, s/f. Acervo Museo Figari.6. FIGARI, Pedro. Perro. Tinta sobre papel, 11 x 8,5 cm, s/f.Acervo Museo Figari.7. FIGARI, Pedro. Pequeos dibujos sueltos. Tinta sobrepapel, 22 x 29 cm, s/f. Acervo Museo Figari.8. Carta de Pedro Figari a Victoria Ocampo. Pars, 31 de Juliode 1929. Facsmil. AGN.9. Carta de Pedro Figari a Ildefonso Pereda Valds. Pars, 10de Setiembre de 1926. Facsmil. AGN.10. Carta de Rafael Barradas a Pedro Figari. Barcelona, 11 dediciembre de 1925. Facsmil. AGN.11. Carta de Pedro Figari a Oliverio Girondo. Buenos Aires,27 de diciembre de 1923. Facsmil. AGN.12. Pruebas de imprenta para El Arquitecto de Pedro Figari.Impresin digital. MHN.13. Reproducciones digitales de El Arquitecto de PedroFigari, perteneciente a Baltasar Brum. BN

    LIBROS EN EXHIBICIN

    ABADIE, Roberto - ZARRILLI, Humberto. Optimismo. Librocuarto de lectura, Consejo de Enseanza Primaria y Normal,Montevideo, 1927. Ilustr. Carmelo de Arzadun. PTR.ABADIE, Roberto - ZARRILLI, Humberto. Uruguay. Libro ter-cero de lectura, Consejo de Enseanza Primaria y Normal,Montevideo, 1927. Ilustr. Carmelo de Arzadun. PTR.ABADIE, Roberto - ZARRILLI, Humberto. Alegra. Primerlibro de lectura, Consejo de Enseanza Primaria y Normal,Montevideo, 1931. Ilustr. Carmelo de Arzadun. PTR.ABADIE, Roberto - ZARRILLI, Humberto. Tierra nuestra. Librosegundo de lectura, Consejo de Enseanza Primaria y Normal,Montevideo, 1942. Ilustr. Carmelo de Arzadun. PTR.ABADIE, Roberto - ZARRILLI, Humberto. Libro para el maes-tro (4 ejemplares). Consejo de Enseanza Primaria yNormal, Montevideo, s/f. AR. AGUIRRE, Junio. Eutrapelia pastoril y gandulezca, Gutenberg,Montevideo, 1928. Tapa de H. Fernndez y Gonzlez. SV.ALLER, ngel. Romances de mar y tierra, edicin de autor,1936. Ilustr. de tapa de A. Pena. Ej. con dedicatoria del autora Carlos Passos. Rest., CAP.

    ALONSO Y TRELLES, Jos (Viejo Pancho). Paja Brava, AgenciaGeneral de Libreras y Publicaciones, Montevideo BuenosAires, 1936. Ilustr. D. Bazzurro, Buscasso, C. Castells, J.Cneo, H. Frangella, F. Lanau, M. Mndez Magarios, B.Michelena, A. Pastor, C. Pesce Castro, H. Sabat, C. Silva, F.Trivelli e ilustr. de tapa J. Villamaj. Ej. n 1391. Rest., PTR.

    BASSO MAGLIO, Vicente. Cancin de los pequeos crculos y delos grandes horizontes, Gutenberg, Montevideo, 1927. Tapa de L.Fayol. Ej. con dedicatoria del autor a Cipriano Vitureira. Rest. SV.BAUSERO, Luis. Mastelero de Gavia, Impresora uruguaya,Montevideo, 1937. Ilustr. de tapa de M. Prez Cassia.Incluye dibujo original de Luis Bausero. GC.BENAVENTE, Manuel. Veinte poemas de Paysand, Brjula,1933. Ilustr. de tapa de Hctor Bascans. RCT.BOLLO, Sarah. Balada del corazn cercano, Imprenta Rosgal,Montevideo, 1935. Ilustr. de tapa Carlos W. Aliseris. Ej. condedicatoria de la autora a Enrique Dieste. Rest. L&RBORRS, Toms. Tam Tam, Compaa Iberoamericana dePublicaciones, Madrid, 1931. Ilustr. de tapa de Garrn.Ilustraciones interiores de R. Barradas. PTR.BRITOS HUERTAS, C.M. Poesa, Hiperin, Montevideo, 1936.Ej. con dedicatoria del autor a Cipriano Vitureira. SV.BRUGHETTI, Romualdo (comp.) 18 poetas del Uruguay,Amigos del libro rioplatense, Montevideo, 1937. Ilustr. R.

    96

  • Aguerre, R. Barradas, P. Blanes Viale, J. Enrique Bravo, L.Castellanos Balparda, J. Cuneo, L. Puyol, P. Figari, H. Frangella,Armando Gonzlez, F. Lanau, M. Mndez Magarios, B.Michelena, A. Pastor, A. Pena, S. Pose, J.Torres Garca. GC.CCERES, Esther de. Los cielos, Alfar, Montevideo, 1935.Tapa de L. Fayol. Ej. con dedicatoria de la autora a CiprianoVitureira. SV.CARMBULA, Juan Carlos. 33 estampas lricas. Poemas deMinas, edicin de autor, 1944. Ilustr por GuillermoRodrguez. RCT.CASAL, Julio J. Colina de la msica, Alfar, Montevideo, 1933.Ilustr. de tapa de A. Pastor. Ej. con dedicatoria del autor aCipriano S. Vitureira, Rest. SV.CASAL, Julio J.. rbol, Alfar, Montevideo, 1933. Rest. 2ejemplares: SV y GC.CASARAVILLA LEMOS, Enrique. Las fuerzas eternas, Ed.Claudio Garca, Montevideo, 1920. Ejemplar firmado por elautor. PTR.

    CUNHA DOTTI, Juan. El pjaro que vino de la noche, Albatros,Montevideo, 1929. Tapa de H. Fernndez y Gonzlez. GC.CUNHA DOTTI, Juan. 3 Cuadernos de poesa, Alfa, Montevideo,1937. Ilustr. L. Castellanos Balparda. Ej. n 250. GC.CUNHA DOTTI, Juan. Guardin oscuro, Alfa, Montevideo,1937. Ilustr. L. Castellanos Balparda. RCT.DEL CIOPPO, Atahualpa. Rumor, Impresora uruguaya,Montevideo, 1931. Tapa de H. Fernndez y Gonzlez. Ej. condedicatoria del autor a Cipriano Vitureira. SV.DAZ, Jos Pedro. Canto pleno, Imprenta Stella. Montevideo,1939. Ilust. L. Castellanos Balparda. Ej. con dedicatoria delautor a Cipriano Vitureira. SV.

    DIESTE, Eduardo. Teseo. Los problemas del arte, Losada,Buenos Aires, 1940. Tapa de A. Pastor. PTR.DIESTE, Eduardo. El viejo, Montevideo, 1920. Ilustr. A. Pena. Ej.con dedicatoria del autor a Hctor Fernndez y Gonzlez. Rest. AC.FALCO, ngel. El hombre quimera. Canto a la aviacin,Montevideo, 1911. Ilustr. Barradas. PTR.FERREIRO, Alfredo Mario. Se ruega no dar la mano. Poemasprofilcticos a base de imgenes esmeriladas (2 ejemplares),Cartel, Montevideo, 1930. Ilustr. Rene Mndez Magarios.(Tapa del autor). Un ej. rest. GW y otro RCT.FERREIRO, Alfredo Mario. El hombre que se comi un auto-bs. Poemas con olor a nafta, Montevideo, 1927. Ilustr.Rene Magarios, Padilla, M. Mndez Magarios, GervasioFurest. BN.FIGARI, Pedro. El Arquitecto, Le livre libre, Paris, 1928.Ilustr. por el autor. Rest. Coleccin Museo Figari.FIGUEIRA, Gastn. Mi deslumbramiento en el amazonas,Cabaut, Buenos Aires, 1935. Ilustr. desconocido. PTR.FIGUEIRA, Jos H. Vida. Nuevo Mtodo de lectura expresivay de literatura. Libro Quinto, Consejo Nacional de EnseanzaPrimaria y Normal, Montevideo, 1939. PTR.FIGUEREDO, lvaro. Desvo de la estrella, Ed. del autor.Montevideo, 1936. Ej. con dedicatoria del autor a CiprianoVitureira. SV.FILARTIGAS, Juan M. La fiesta de tu luna, Albatros.Montevideo 1939. Portada de H. Fernndez y Gonzlez. Ej.con dedicatoria del autor a Mara Rosa de Ferrari. GW.FUSCO SANSONE, Nicols. Preguntas a las cabezas sin repo-so, Ro de la Plata, Montevideo, 1930. Dedicatoria del autor(ilegible). GW.FUSCO SANSONE, Nicols. Los caminos del da, Imprentagermano uruguaya, Montevideo, 1933. Ej. con dedicatoriadel autor a Cipriano Vitureira. SV.FUSCO SANSONE, Nicols. La trompeta de las voces alegres,Agencia G. de libreras y publicaciones, Montevideo, 1920. Tapade A. Pastor y retrato dibujado de J. Cneo. Ej. con dedicatoriadel autor aMara (ilegible) y Emma de Ferrari. Rest., GW.FUSCO SANSONE, Nicols. Presencia de la cancin, ClaudioGraca & Ca Editores. Montevideo 1941. Ilustr. F. Lanau. PTR.GARCA, Serafn J. Tierra Amarga, Tacuruses, Motevideo,1947. Ilustr. Carlos Gonzlez. AC.GARCA, Serafn J. Tacuruses, Papacito, Buenos Aires, 1942.Ilustr. Carlos Gonzlez. AC.GENOVESE, Blas S. Orin, Talleres Don Bosco, Montevideo,

    97

  • 1937. Ilustr. Guillermo C. Rodrguez. PTR.GUILLOT MUOZ, Gervasio. Misaine Sur Lestuaire, CDS,Montevideo, 1926. OL.GUILLOT MUOZ, Gervasio y lvaro. Lautrmont &Laforgue, Montevideo, 1926. Ilustr. A. Pastor, M. MndezMagarios, G. Furest. Ej. con dedicatoria de los autores aPaul Larnaudie. OL.IBEZ, Roberto. Mitologa de la sangre, Montevideo, 1939.Ilustr. Leandro Castellanos Balparda. Ej. con dedicatoria delautor a Carlos Alberto Passos. Rest., CAP.IBEZ, Roberto. La Danza de los horizontes. Poemas de eterni-dad, de cielo y de plata, Albatros, Montevideo, 1927. Tapa deRal Ibez. Ej. con dedicatoria del autor a Carlos A. Passos. CAP.IBARBOUROU, Juana de. Estampas de la Biblia, Ed. Sociedadde Amigos del Libro Rioplatense. Montevideo, 1934. Ilustr.Antonio Pena. Rest. GC.IBARBOUROU, Juana de. Loores de Nuestra Seora, Casa C.Barreiro y Ramos, Montevideo, 1934. Rest. GC.IBARBOUROU, Juana de. Ejemplario, A. Monteverde y Cia..Montevideo, 1929. Rest. PTR.IPUCHE, Pedro Leandro. Jbilo y miedo, Agencia General deLibreras y Publicaciones, Montevideo, 1926. Ilustr. MelchorMndez Magarios. PTR.IPUCHE, Pedro Leandro. Tierra honda, Claudio Garca ed.,Montevideo 1926. Ilustr. Melchor Mndez Magarios. PTR.LOTTERO, Rmulo Nano. Acrobacias, Imprenta Nacional,Montevieo 1939. Ilsutr. Horacio Olivera. PTR.MACHADO BONET DE BENVENUTO, Ofelia. AllegroScherzando, Pea Hnos, Montevideo, 1929. SV.MEDEIROS, Paulina. Fronda sumergida, Alfar, Montevideo,1945. Tapa de Fayol. Ej. con dedicatoria de la autora aCipriano Vitureira. SV.MENDILAHARSU, Julio Ral. Voz de vida, Impresora urugua-ya, Montevideo, 1923. Con dedicatoria. PTR.MENDILAHARSU, Julio Ral. Voz de vida, Alfar, Montevideo,1933. PTR.MONDINO, Luis Pedro. Momentos, Impresora uruguaya,Montevideo, 1935. Ilustr. Elsa Carafi. PTR.NEFFA, Laila. Voces de Oriente, Ed. de autor, Montevideo,1935. Ilustr. Rosa Acle. PTR.NEFFA, Laila. Voces de Oriente, Vol. II, Ed. de autor,Montevideo, 1943. Ilustr. Mario Pariente Amaro. PTR.ORIBE, Emilio. La colina del pjaro rojo, Agencia General deLibreras y Publicaciones, Montevideo, 1925. PTR.

    ORIBE, Emilio. Cntico a la muerte de Baltasar Brum,Montevideo, 1939. Ilustr. L. Castellanos Balparda. RCT.ORTIZ SARALEGUI, Juvenal. Palacio Salvo. Barreiro y Ramos,Montevideo, 1927. Tapa de H. Fernndez y Gonzlez. BN.ORTIZ SARALEGUI, Juvenal. Flor cerrada, Alfar, Montevideo,1939. Tapa de Barradas. Ej. con dedicatoria del autor aCarlos A. Passos. CAP.ORTIZ SARALEGUI, Juvenal. Lnea del alba, Alfar,Montevideo, 1931. Tapa de A. Pastor. Ej. con dedicatoria delautor a C. Vitureira. SV.PARRA DEL RIEGO, Juan. Blanca Luz, Agencia General deLibreras y Publicaciones, Montevideo, 1925. Tapa de C.Pesce Castro. SV.PARRA DEL RIEGO, Juan (comp.). La emocin de Montevideoante la muerte del poeta Julio Ral Mendilaharsu, Lus yManuel Prez editores, Montevideo, 1924. Ilustr. J. Cneo,G. Labrode, C. de Arzadun, F. Lanau, E. Laroche, M. Radaeilli,M. Mndez Magarios, Rojas y C. Pesce Castro. Rest. L&R.

    PEREDA VALDS, Idelfonso. La guitarra de los negros,Editoriales Cruz del Sur y Martn Fierro, Montevideo-BuenosAires. Ilustr. Maria Clemencia. Ej. con dedicatoria del autor aJulio Silva. EC.

    98

  • PEREDA VALDS, Idelfonso. El arquero, Talleres grficosMorales, Montevideo, 1924. Ej. con dedicatoria del autor aEnrique Dieste. RCT.PINTO, Ernesto. La epifana de la rosa, Mosca Hnos.,Montevideo, 1942. Ilustr. Pablo Serrano. Ej. con dedicatoriadel autor a Jorge L.Vila. Rest. PTR.PINTO, Ernesto. Los mares ultrajados, Mosca Hnos.,Montevideo, 1940. Ilustr. Grupo Paul Cezanne: V. Clerc, O.Garca Reyno, V. Martn, M. C. Prez Cassia, P. Serrano,Severino, A. Tedeschi, J. Ventayol, F. Vieytes. Rest. PTR.PINTO, Ernesto. Cancin del nio viajero, Estilo, Montevideo,s/f. (1er ed. 1945) Ilustr. A. Pastor. Rest. PTR.PORTA, Eliseo Salvador. Estampas, Talleres Grficos Sur,Montevideo, 1943. Ej. con dedicatoria del autor. Rest. GC.PORTO, Jos Ral. Historia de Coln segn el gaucho Julin,Talleres grficos Maragall, Paysand 1924. Ilustr. Mik. MBM.SABAT ERCASTY, Carlos. Poemas del hombre. Libro de amor,Impresora uruguaya. Montevideo, 1930. Ej. dedicado por elautor. PTR.SABAT ERCASTY, Carlos. Poemas del hombre. Libro del mar,Ed. del autor. Montevideo, 1922. Ilustr. Federico Lanau. RG.SABAT ERCASTY, Carlos. Poemas del hombre, Ed. del autor.Montevideo, 1921. RCT.SABAT ERCASTY, Carlos. Vidas, Montevideo, 1923. Ilustr.Federico Lanau. RCT.SABAT ERCASTY, Carlos. El vuelo de la noche, Ed. del autor.Montevideo, 1925. Ilustr. Federico Lanau. PTR.SILVA VALDS, Fernn. Intemperie, Palacoio del libro,Montevideo, 1930. Rest. PTR.SILVA VALDS, Fernn. Romancero del Sur, A. Monteverde yCia., Montevideo, 1938. Ilustr. Rene Magarios. Ej. condedicatoria del