Polígono de Desarrollo Controlado: Una oportunidad de …ceuarkos.edu.mx/vision_docente/POLIGONO74.pdf · 2020. 11. 15. · El Polígono de Desarrollo Controlado del Centro Histórico

Polígono de Desarrollo Controlado: Una oportunidad de articulación formal entre

socied sociedad y gobiernoLicenciado Ricardo Simental Zapata

Visión Docente Con-Ciencia Año XIII, No. 74 Mayo - Agosto 2014

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Por: Ricardo A. Simental Zapata1

“Necesitamos algo que nos ayude a pensar por nosotros mismos: un método.”

(E. Morin)

IntroducciónEn las siguientes líneas abordaremos el tema del Polígono de Desarrollo Controlado del Centro Histórico de Puerto Vallarta, una figura legal, que se inserta conceptualmente en un instrumento de planeación urbana, como es un plan o programa parcial y que permite la participación (vecinal) de los ciudadanos de manera formal, vinculada con la autoridad, con el objeto de regular el crecimiento urbano y, consecuentemente, los usos de suelo y obras que se realicen en la zona centro, además de vigilar el cumplimiento de la normatividad relativa. Esta figura tiene además la posibilidad de extender el ámbito de acción del Polígono a las áreas económica y social, que son componentes indispensables en la planeación del desarrollo integral de una comunidad. El Polígono de Desarrollo Controlado del Centro Histórico de Puerto Vallarta y su Consejo Directivo, está constituido por las colonias: 5 de Diciembre, Centro, el Cerro, Emiliano Zapata Oriente, Emiliano Zapata Poniente y Amapas. Cada una de ellas está representada por una asociación civil, tanto de colonos, como de propietarios y locatarios.

AntecedentesEn México, el desarrollo social ha debido recorrer un camino azaroso, dada la fragmentación que ha marcado a la sociedad mexicana. Ello se ha derivado de los aspectos de raza, origen y posición social, que en el pasado establecieron un sistema de castas y en el presente, uno de grupos. Como mexicanos, tendemos a creer en la imagen que proyectan los medios de comunicación en cuanto a un supuesto carácter nacional festivo, dicharachero, que aparentemente nos iguala a todos y que forma parte de una identidad nacional; pero como individuos conscientes, debemos reconocer que el México del norte no ha sido igual al del sur; que los indígenas siguen ocupando un lugar relegado en la sociedad; que cargamos con prejuicios muy arraigados por cuestiones de color, de aspecto, de preferencias, de estatus social e incluso de ideas, y que consideramos normal que los sectores de poder económico o político se abroguen privilegios que no deberían

1Ricardo Simental Zapata radica en Puerto Vallarta desde 1967, donde cursó

estudios en la Escuela Primaria 20 de Noviembre y posteriormente, en la E.T.I.

49, cursó sus estudios de preparatoria y universitarios en la licenciatura en

Derecho en la Ciudad de México, en la Universidad Autónoma Metropolitana

y la Universidad Nacional Autónoma de México. Es egresado de la carrera

de Contaduría por el Centro de Estudios Universitarios Arkos. Fue miembro

de la agrupación Alianza Cívica, desde 1994, participando en la observación

de sucesivas elecciones federales y locales. Impartió clases de literatura en la

Preparatoria Josefina Chávez SanJuán y de Inglés en el CEUArkos. Actualmente

es socio fundador de la empresa de consultoría ambiental y desarrollo de

proyectos ”Proambient” y, asociado del Despacho de Asesoría Empresarial

DAE Contadores, S.C. de la Ciudad de México, Capítulo Pacífico Occidente.

Asimismo es coordinador del Polígono de Desarrollo Controlado del Centro

Histórico de Puerto Vallarta.

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existir en un estado moderno que presume ser democrático.

Por ello, una iniciativa ciudadana como la del Polígono de Desarrollo Controlado del Centro Histórico de Puerto Vallarta, también llamado PDC o simplemente Polígono (figura legal que como señalamos tiene como meta involucrar a los ciudadanos vallartenses para vigilar el crecimiento urbano e incentivar la dinámica social y económica en este caso del centro del Puerto), que busca articular a la sociedad con base en el interés común que a cada sector corresponde, es una opción mucho más igualitaria que abre espacios para todos, pues considera vital la aportación de cada ciudadano,

y respeta las diferencias, concentrándose en los asuntos generales que atañen al colectivo, sin invadir la esfera de privacidad y autonomía de sus integrantes.

Lo anterior, que parece fácil, ha sido el talón de Aquiles de las organizaciones de carácter civil, que han existido hasta ahora. Los partidos políticos, sus organizaciones satélites y los sindicatos, copados por facciones de poder que tienen como consigna favorecer a unos cuantos, son ejemplo de distorsión de la acción civil. Las cámaras y asociaciones patronales, cumpliendo también una función social, requieren sin embargo de la pertenencia a un sector, sea empresarial, comercial o profesional, para integrarse a ellas y lógicamente, sin que eso sea criticable, su prioridad es la de proteger los intereses del grupo de sus agremiados. Incluso las ONG’s (Organismos No Gubernamentales) con acciones muy loables, también se agrupan con un propósito específico que no siempre propicia la inclusión del grueso de la población. En el caso del PDC, el ciudadano común, que puede pertenecer a una o varias de las entidades descritas, o a ninguna, tendrá además la opción de participar, a través del Polígono, en una acción ciudadana concertada, estructurada, ordenada, que trabaja sobre un tema específico: el interés común.

Del objetivo principal del Polígono de Desarrollo Controlado: el interés común

Todos tenemos un punto de coincidencia. El profesionista circula por una calle usada por el empresario, el trabajador, el deportista, el estudiante. Todos requerimos servicios de calidad suficiente. Todos necesitamos seguridad y certeza jurídica. Todos dependemos del equilibrio en la naturaleza y de la preservación de los recursos naturales. A todos perjudica el crimen, la basura, el endeudamiento público, el desvío de recursos. Todos quisiéramos



vivir en paz, gozar de salud plena, tener espacios para convivir, compartir, encontrarse. Disfrutar de la cultura y el arte que abundan en nuestro país. Mejorar la vida social y económicamente. Aprender y enseñar. Progresar en todos sentidos. Todo ello conforma el interés común en el que se basan las acciones y planes del Polígono. Sin embargo, todos tenemos también otras áreas de interés personal y profesional. Esas áreas permanecen intactas para cada quien. El Polígono se avoca exclusivamente al interés común que vincula a unos con otros, con base en un orden de prioridad que se desprende del análisis de lo real y de la planeación de lo posible. Principalmente, el punto que a todos interesa, por su afectación general, es la gestión gubernamental.

Históricamente, la gestión gubernamental en México se ha basado en caprichos e intenciones. La voluntad personal del dirigente en turno fue la única ley en los primeros 100 años de vida independiente. Aun cuando en la letra se avanzaba en la implantación de un marco de derechos y garantías individuales, en la práctica, el país se sometía a los caprichos del jefe en turno, quien a menudo carecía del mínimo de inteligencia y entereza necesarias en un mandatario, lo cual suplía con salvajismo e intolerancia. Después de la Revolución, fue la voluntad de grupos lo que determinó el curso de la nación durante el siguiente siglo, con discursos llenos de buenas intenciones, pero con un actuar plagado de traiciones, que resultaba en demérito del interés general en favor del interés de unos cuantos, propiciando incluso que el país se viese siempre sometido al asedio de gobiernos y corporaciones extranjeras, que como fauna nociva, nunca nos han abandonado, a causa de ese síndrome de malinche que ha llevado a políticos y empresarios a asociarse con otros antes que con nosotros. Ante esos embates, y la cerrazón del poder público a las demandas de la población, el mexicano se fue formando como un ente enclaustrado en su pequeño ámbito inmediato, solventando agresiones e

ignorando vejaciones. Octavio Paz nos expresa como un ser “plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación…” La palabra clave en ese conciso fragmento es “defenderse”. Esa ha sido la condición permanente del pueblo mexicano desde su conquista: de defensa. De todo y contra todos. Innumerables hombres y mujeres dejaron su vida defendiendo su honra, su hogar, su patria contra tiranos e invasores extranjeros; otros fueron sacrificados al defender su libertad de vida, de palabra, de creencias, contra gobiernos opresores que no siempre fueron nacionales. Tanta lucha terminó quebrando el espíritu de nación dejando sólo un vago concepto de nacionalidad. Somos mexicanos, sí, pero con los deseos en Nueva York, los anhelos en California y los sueños en algún lugar lejos de Arizona, pero dentro de los E.U. En el devenir de nuestra historia, perdimos muchas batallas y con ello, la libertad primero, y el territorio, después. Fuimos sojuzgados, sometidos, despojados. Parte de ello lo hemos superado gracias al desarrollo cultural y al avance social que hemos alcanzado, aunque de manera incompleta, innegable. Sin embargo, la lucha más terrible ha sido entre nosotros mismos. Sin tregua, y desde siempre, muchos ciudadanos admirables y héroes anónimos han luchado contra los que conspiran, se venden y tranzan en nuestro perjuicio. Esa es la batalla que no podemos perder. Es la batalla que no podemos darnos el lujo de evitar, sin importar cuántos crean en el adagio vergonzante de que “el que no tranza, no avanza”. Perder esa última batalla contra la corrupción desbocada y contra la impunidad significa condenar a nuestros hijos y nietos a la resignación desesperanzada que menciona Octavio Paz, y nos marcaría con el estigma de haber claudicado. Sabemos que la corrupción es un cáncer que afecta a toda nación en el mundo, pero la mayoría de ellas, mediante la participación ciudadana y la observancia continua, han logrado remitir ese cáncer a niveles tolerables.

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En México, con funcionarios, gobernadores, presidentes municipales, legisladores, líderes sindicales o gremiales, etcétera, atragantándose con las ‘mochadas’ y el desvío descarado de recursos, ese cáncer nos tiene en estado terminal. La desvergüenza y el cinismo, tanto de un partido como de otro, han llegado a extremos grotescos. Por ello es que una iniciativa como el Polígono pretende participar en la vigilancia de la aplicación de los recursos públicos en su territorio, que si bien no resolverá el problema de la corrupción, si permitirá que se invierta más en cada obra, al perderse menos dinero en el camino. Y eso: la correcta disposición de los recursos públicos, es uno de los intereses comunes que nos hermanan a todos.

Formación del Polígono de Desarrollo Controlado del Centro Histórico de

Puerto Vallarta

A iniciativa de un grupo de ciudadanos –que se organizaron en Puerto Vallarta para revisar el proyecto de obras en la calle Morelos, que entonces presentaba aspectos que hacían inconveniente su realización directa en la forma planteada– y la formación de las asociaciones civiles de la colonia 5 de Diciembre y Vallarta Centro, surge la idea de utilizar una figura legal, definida en el Código de Desarrollo Urbano del Estado de Jalisco, de aplicación sobre un determinado territorio, para concretar un proyecto ciudadano de mayores alcances y trascendencia. Esta figura, que se inserta conceptualmente en un instrumento de planeación urbana, como es un plan o programa parcial, permite la participación vecinal de manera formal, vinculada con la autoridad con el objeto de regular el crecimiento urbano y consecuentemente, los usos de suelo y obras que se realicen en la zona, además de vigilar el cumplimiento de la normatividad relativa. Los ejemplos de éxito que se han dado en la implementación de esta figura en otras ciudades del país, y la posibilidad de extender el ámbito de acción del polígono a las áreas económica y social, que son componentes indispensables en la planeación del desarrollo integral de una comunidad, provocaron que otras asociaciones de las colonias Centro y el Cerro se involucraran en la formación de los grupos de trabajo que dieron inicio al proyecto. Actualmente, el Polígono de Desarrollo Controlado del Centro Histórico de Puerto Vallarta, (PDC) está constituido por diversas asociaciones de las colonias 5 de Diciembre, Centro, el Cerro, Emiliano Zapata Oriente, Emiliano Zapata Poniente y Amapas, y su naturaleza incluyente permite que otras organizaciones y asociaciones, juntas vecinales, así como instituciones y ciudadanos independientes, se adhieran a los objetivos y propósitos del PDC.



Alcances y objetivos

Para ser eficiente, el Polígono debe partir de una realidad objetiva, por cruda que esta parezca, y trabajar por lo posible, trazando rutas prácticas y objetivos alcanzables. Las ideologías y doctrinas, que en México han sido factores de división, se mantienen al margen de la acción del Polígono, ya que corresponden al ámbito personal de cada integrante. Las asociaciones que lo conforman mantienen sus propios planes de trabajo y objetivos, uniendo esfuerzos cuando es necesario y conveniente para la comunidad, y apoyando todo proyecto, dentro o fuera del polígono, que sea en beneficio de Puerto Vallarta. Por ello, el Polígono no se opone, sino propone, y su naturaleza y estructura le permiten integrarse y coordinarse con otros organismos, públicos y privados, que persiguen los mismos fines, como son los patronatos, consejos municipales, cámaras, instituciones, etc.

De forma relevante, el Polígono busca acciones continuas en los siguientes aspectos:

Participación.- El Polígono pretende constituirse en una organización que participe directamente en la mesa de decisión, en los asuntos de interés común que se aborden durante la gestión de gobierno. Asimismo, debe presentar la información y el análisis de los problemas o situaciones que requieran de la atención general y de la acción gubernamental, proponiendo alternativas de solución y participando activamente en su implementación, vigilancia, evaluación y control.

Continuidad.- Siendo la ciudadanía la que permanece, mientras las administraciones públicas van y vienen, es la que está en posición de darle continuidad a los planes y programas que benefician a la comunidad, evitando los cambios de rumbo y los

inicios de cero que los partidos políticos imponen a la gestión municipal y estatal, en aras de privilegiar la imagen política y los negocios particulares de partidarios y asociados, a costa de los escasos avances que en materia de desarrollo puede realizar una administración de sólo 3 años. El Polígono por lo tanto, se convierte en herramienta inmejorable para la continuación trans municipal y trans sexenal de los proyectos comunitarios que sean, evidentemente, en favor de Puerto Vallarta.

Vigilancia.- La visión de gobierno y de la ciudadanía casi nunca coincide. Se sabe cuáles son los problemas que deben atacarse, pero se difiere en la solución. Para el Gobierno, las acciones deben beneficiar primero los intereses prioritarios de los sectores que le son favorables, y la solución, por lo tanto, se debilita al ser alimentada sólo por las sobras de cada partida presupuestal. La tendencia de incremento en el latrocinio resulta en que se aplican de forma real de 30 a 40 centavos de cada peso en la obra propiamente dicha. Eso es posible debido a un sistema de corrupción y un esquema de complicidad entre partidos y grupos particulares de poder muy sofisticado, que hace inútil intervenir después del hurto. El sistema de rendición de cuentas en México es absurdamente grotesco e inútil. La impunidad ventilada en los medios, de tantos casos de malversación y desvío de recursos públicos es muestra fehaciente de la inutilidad de las instituciones de fiscalización. Luego entonces, la única oportunidad que tiene la ciudadanía de evitar el robo es intervenir en el proceso antes y no después del ejercicio del gasto. Es vigilar las manos de quienes intervienen en las asignaciones de obra, y vigilar la realización de las mismas, impidiendo el pago al contratista ante una evidente negligencia o deficiencia.

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Este proceso simple de observancia de la aplicación de recursos, tan común en las empresas y en la propia casa, ha sido ignorado y obstaculizado tradicionalmente por quienes debieran rendir cuentas. Y eso incluye a todos los partidos políticos y a todo tipo de funcionarios. No obstante, incluso ellos deberán entender que el latrocinio ha socavado las bases económicas del municipio endeudado inútilmente, lo mismo que ha ocurrido con el Estado y en última instancia, con la Federación, con la consecuente pérdida de la capacidad de generación de recursos, lo que eventualmente, reducirá las oportunidades de beneficio, o al menos, de empleo. De ahí que incluso para el gobierno sea conveniente la coordinación y articulación con el Polígono y otras figuras civiles, empresariales y ciudadanas, para reactivar este destino turístico, de modo que recupere la solidez y rendimiento que alguna vez tuvo, antes de que sea demasiado tarde.

En la labor de vigilancia, el acceso a la información es fundamental. El polígono, como ente ciudadano demanda conocer las propuestas, anteproyectos y proyectos que pretendan llevarse a cabo en cumplimiento a los principios de transparencia y acceso a la información pública. Sin embargo, en términos reales, se requiere de una estructura de alerta muy eficiente por parte de los integrantes del polígono, que permita cuestionar a la autoridad, exigir respuestas y actuar, si es necesario, antes que se consumen actos irregulares, perjudiciales al interés común.

Además de los puntos anteriores, los propósitos de mejoramiento de la calidad de vida de los vallartenses, la protección al patrimonio de los ciudadanos y la evolución armónica de la comunidad, obligan al polígono a participar, proponer e implementar, acciones que incidan favorablemente en el ámbito urbano, económico y social.

En lo urbano.- En este ámbito, se busca el crecimiento con base en instrumentos de planeación. En el pasado reciente, la discrecionalidad en el otorgamiento de usos de suelo y licencias de construcción cambió la fisonomía de Puerto Vallarta, y de modo más relevante, el modelo económico que lo distinguía como un destino turístico eminentemente hotelero. La reorientación de la economía no es necesariamente perjudicial si se realiza de forma integral y planeada, pero en este caso, solo fue el resultado de la codicia de desarrolladores y funcionarios. Esta falta de planeación, o de rigor en la parte técnica, que sigue prevaleciendo, no ha resultado en favor de un impulso económico al municipio, aunque ha generado un crecimiento sostenido en Nuevo Vallarta y la franja norte de la bahía. Teniendo ya una tendencia que se expresa claramente, es de sentido común entender que la



ruta de la recuperación pasa por la conurbación con el vecino municipio de Bahía de Banderas, la consolidación del mercado inmobiliario, que es el que se tiene, y la re densificación de las zonas propicias para ello en la ciudad de Puerto Vallarta, algo que deberá abordarse con una planeación técnicamente superior y con la total participación de la ciudadanía. La evolución hacia una ciudad mejor aprovechada, con suficiencia en los servicios, un sistema de movilidad eficiente y reducido, y una absoluta certeza jurídica en cuanto al desarrollo urbano y la tenencia de la tierra, garantizará el crecimiento armónico y permitirá la conservación de la montaña y las áreas susceptibles de ello. El Polígono, además de los planes o programas parciales que se requieren, propondrá la elaboración y publicación de un Programa de Ordenamiento Ecológico Local, que concrete la concurrencia de los tres niveles de gobierno en cuanto a la regulación del crecimiento del centro de población y consolide jurídicamente la protección de las áreas naturales, cauces y costas que son vitales para el balance ambiental del municipio. El propósito de la actual administración municipal de crear el Instituto Municipal de Planeación (Implan), es un acertado modo de completar los instrumentos de orden y crecimiento, ya que con dicho instituto pueden generarse modelos que permitan la transferencia de derechos de desarrollo, que tienen un valor económico, para compensar a quienes se vean restringidos en el uso y densidad de su propiedad, por razones de valor histórico, imagen, carga urbana o ambiental.

En lo económico: se busca generar la vinculación local. El Banco Mundial, en su página http://www.bancomundial.org/ afirma que a menor desigualdad, el crimen disminuye. En un reporte elaborado por un grupo de investigadores de ese organismo, realizado mediante el análisis en campo en más de 2,000 municipios en México, los expertos encontraron que esa premisa es correcta, y que localidades con menor

desigualdad económica tienen, en efecto, menores tasas de criminalidad. A pesar de esa evidencia irrefutable, ese organismo, además del Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, y un largo etcétera de instituciones financieras, siguen empujando el sistema especulativo que parte en dos a la humanidad: el reducido grupo de los inmensamente ricos y los demás. Este sistema se basa en crear ganancias artificiales por medio de continuas burbujas financieras, que funcionan como “esquemas de ponzi”, también conocidas como “pirámides”, en las que se crea la especulación (por ejemplo, con las reservas de petróleo mexicano que serán privatizadas por la reforma) generando un movimiento de compra de acciones y bonos de todo tipo, pagando rendimientos con el dinero de los que van comprando, y cuyos promotores, una vez obtenida la ganancia esperada, dejan al garete, hasta que el impulso especulativo pierde efecto y caen estrepitosamente llevándose consigo fondos de retiro, ahorros, reservas monetarias de quienes cayeron en la trampa. Y eso se repite una y otra vez. La invención de formatos financieros especulativos no se detiene, y cada vez tenemos más “expertos” hablando de los beneficios de ese sistema esencialmente deshonesto, en el que ha desaparecido todo sentido de la proporción y de la legalidad, debido a la “impúdica exaltación de la moneda”, como acertadamente llamó el insigne Federico García Lorca a esa conducta de aberrante codicia.

El lavado de dinero, una actividad altamente lucrativa para el sistema financiero, que ofrece su red para dispersar el lucro ilícito a través del mundo, también se favorece con este esquema especulativo, que no obedece a ningún tipo de regulación, ni se sujeta a ningún tipo de soberanía, excepto la del más fuerte. De ahí que la multi mencionada globalización haya servido menos para derribar las barreras al comercio (todavía mantenidas por los países que la

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promovieron) y más para extender los efectos de las operaciones fraudulentas, haciendo más lucrativa la actividad criminal, sea de calle o de escritorio, aun en países donde por sus condiciones locales, antes no lo era.

Generar economía local

Con la disminución drástica de la inversión real de capital para la producción de bienes y servicios (¿quién invierte en fábricas cuando el juego especulativo parece rendir más?), nadie sabe si este curso de colisión pueda ser corregido, debido al poderío militar de quienes lo protegen, pero sí sabemos cómo pueden ser atenuados sus efectos. Se trata de regresar a la economía local, en la cual encuentran espacio quienes producen (personas) y encuentran certeza quienes compran (personas también). En ese modelo, la inversión extranjera procede de personas y se traduce en la compra real de bienes, muebles e inmuebles, y también servicios. En

ella, el dinero, producto de la ganancia, generalmente se vuelve a invertir en la localidad o sirve de financiamiento para más actividades productivas locales. Este modelo económico inicia con regresar a comprar en tiendas locales, sean de comestibles, muebles o artículos; inicia con contratar gente local, servicios locales. Eso no solamente genera una mejor economía local, sino que establece un vínculo cercano entre los participantes. Nadie sabe quién eres cuando comes en una franquicia, pero cuando lo haces en el restaurant de la esquina o de más allá, eventualmente serás alguien reconocido, si quien maneja ese restaurant sabe lo que hace. Lo mismo pasa con el optometrista, el carpintero, el tendero. Lamentablemente, muchos de ellos tampoco han entendido que el cliente no representa una transacción comercial, sino un trato personal, en el cual, uno ofrece lo que tiene, con humanidad y responsabilidad, y el otro le entrega el importe del precio a la par de su confianza.



Como parte de los objetivos del Polígono, se pretende impulsar este reforzamiento de la actitud de servicio, por parte de quien ofrece, y de la solidaridad local, por parte de quien compra o consume. Siguiendo su filosofía de no oponerse sino proponer, el PDC no pretende afectar las operaciones de las transnacionales ni mucho menos erradicarlas. Se parte del principio de que en una economía de escala, cada sector debe poder encontrar su nicho y su ventana de oportunidad, basada en el principio de libre mercado. Pero ¿cómo hablar de libre mercado cuando el corporativismo compra las acciones del gobierno, extorsiona a los productores y asfixia a los competidores? El oligopolio, que es un monopolio de grupo, es tan nocivo como la competencia desleal. Aún peor, vive de la competencia desleal. En ese marco, el favorecido no es precisamente el consumidor, ya que al afectarse la economía local en general, el poder adquisitivo disminuye, y entonces los corporativos aprovechan para incrementar sus ganancias ahora con otro producto no enlatado pero plastificado: el crédito al consumo. Así, se cierra el círculo vicioso y el habitante de cada localidad ve su economía disminuida, y su productividad esclavizada al pago de una deuda que aumenta a ojos vistas, debido a los esquemas agiotistas del mismo sistema financiero que hemos retratado antes.

Por ello, el consumo en el comercio y servicio local debe, necesariamente, incrementarse. En una economía de la escasez, solo los preponderantes sobreviven. Y las utilidades se van a otras ciudades e incluso países. En una economía de consumo local, todos caben y ganan, porque se compran unos a otros y la utilidad se queda mayormente en la localidad. Por ello es que dentro de los esquemas que se plantean para la reactivación económica del centro de Puerto Vallarta, no sólo debe considerarse la inversión pública en infraestructura y servicios, sino la vinculación con base en la necesidad y

oportunidad de los comerciantes, empresarios, prestadores de servicios y los consumidores locales. En relación con esto, el trato gentil y amable es un elemento fundamental para lograrlo.

En lo social: dejar de elegir lo ‘menos peor’. La reforma constitucional en materia de derechos humanos, con el consecuente reforzamiento de las leyes secundarias respecto a medio ambiente, salud, protección y acceso a la justicia, permiten que la ciudadanía aspire a mejores condiciones de libertad y derechos. La acción colectiva, por ejemplo, aun cuando fue rasurada por los legisladores, permite que en materia de medio ambiente y servicios, la ciudadanía organizada tenga un medio de defensa, que anteriormente le coartaba la exigencia de probar el interés jurídico, lo cual individualizaba la acción legal, cargando todo el costo en cada actor, haciendo escasa la interposición de juicios contra consorcios y autoridades. Ahora, con la acción colectiva, las organizaciones civiles pueden servir de canal para impedir abusos en los servicios, tanto públicos como privados. Se trata de dejar de conformarse con lo que nos quieran dar.

En teoría, el ciudadano debiera ser el componente más valioso del proceso económico básico, y sin embargo, en la realidad, es el único afectado, ya que como contribuyente no recibe lo proporcional a lo que aporta, y encima, si lo que aporta no es suficiente para mantener a un Estado obeso e ineficiente, este último se endeuda para cubrir su gasto corriente, es decir, su sueldo, y le pasa la carga al contribuyente. Como consumidor paga el precio total del bien o servicio, y si este no cumple con lo pactado, debe pagar por su reclamo, en monetario o en tiempo, y aun cuando el resultado del litigio le sea favorable, al final el costo fue mucho mayor a lo recibido. Como usuario está obligado a cumplir con cada estipulación del contrato de servicios, sea luz, agua, televisión por cable, telefonía, cuenta bancaria, tarjeta de crédito,

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pero el prestador del servicio se obliga a muy poco, y apuesta por el monopolio o la incapacidad de litigio de los usuarios para imponer cargas indebidas y condiciones absurdas. Y como ciudadanos, en cualquier trámite, estamos a expensas del humor de quien se encuentre detrás de la ventanilla, si es que hay alguien. Para cambiar eso, debemos dejar el individualismo y comprender que es la acción conjunta lo que puede lograr cambios efectivos. Pero no podemos esperar a que los otros cambien; debemos primero cambiar nosotros y trabajar en equipo. Es tiempo de adquirir la convicción de que podemos aspirar a mejores condiciones de trato y de servicio. Que no estamos solos en esto de lidiar con las circunstancias de la realidad económica y social. Que debemos elevar nuestra capacidad de gestión, mediante la articulación con otros como nosotros, a través de figuras como el Polígono, para elevar la calidad de lo que recibimos, hasta igualar cuando menos lo que entregamos, sea tiempo, trabajo o dinero. Se trata de exigir un trato justo y equitativo, que no tiene ningún costo. De hacer valer los derechos mediante la práctica de los valores elementales de la cortesía, la consideración, la solidaridad y el entendimiento. De aprender a trabajar en grupo, dejando las diferencias para lograr algo con las coincidencias. De esa manera elevaremos los requisitos para quienes pretenden participar en el servicio público y representarnos en la gestión gubernamental. Para que pronto dejemos de elegir entre ‘lo menos peor’ y podamos ya elegir entre lo mejor. Y recordar todo ello, si un día les toca ser elegidos. Conservar la congruencia y la conciencia de quien se compromete y busca el interés común. Quizá ese sea el mayor reto.

El Polígono, y toda iniciativa similar, por todo lo anterior, representan una opción ciudadana para proponer soluciones viables a los problemas reales. Para ayudar y colaborar con el mejoramiento de nuestra comunidad, articuladamente con el

gobierno, las cámaras, patronatos, institutos y toda otra organización que pretenda lo mismo. Al tomar como eje rector el interés común, respetar los otros ámbitos de interés de sus integrantes, consensar la priorización de las acciones mediante la discusión abierta y la planeación, el Polígono podría, en coordinación con los demás, escribir una nueva historia en la vida comunitaria y la participación

ciudadana.Datos de contactoPara informes sobre Polígono de Desarrollo Controlado del Centro Histórico de Puerto Vallarta contactar a Ricardo A. Simental Zapata, coordinador general: [email protected]; [email protected]: www.pdccentrohistoricopvr.com-Facebook: www.facebook.com/pdccentropuertovallarta

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