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Escuela Natan Gesang - Buenos Aires - Argentina Proyecto sobre la Shoa: “Sin memoria no hay historia” Autora: Tamara Kleiman Introducción: La Conservación de la Memoria Tratar de reconstruir la memoria, armar en archivos, seleccionar documentos y testimonios del Holocausto, es realmente una tarea sin fin, porque tenemos que tener en cuenta que la maquinaria nazi era muy poderosa, y los sobrevivientes ya son muy ancianos. Muchas instituciones y personas privadas están abocadas al rescate y archivo de esos testimonios. Tal es el caso del director de cine Steven Spielberg, quien entrevistó y filmó a numerosos sobrevivientes, quienes testimoniaron oralmente sus memorias. El objetivo de los nazis fue erradicar la existencia judía, no sólo la religión judía, sino la vida misma y erradicarla de tal manera que no quede ninguna huella de esa existencia. Aquel que se ocupara de recoger testimonios, de conservar un archivo, o de formarlo corría el mismo peligro que aquel que tomaba las armas en contra del régimen nazi… Sin embargo, y a pesar de las terribles dificultades, comenzaron desde los primeros momentos a realizarse tareas en distintos lugares, en condiciones muy difíciles, como por ejemplo los ghettos y los mismos campos de concentración. En el ghetto de Varsovia, bajo la cobertura de reuniones sociales religiosas llamadas Oneg Shabat, el placer del sábado, los viernes a la noche se reunía Ringelblum con un grupo de historiadores y de sociólogos y ellos traían informes de las noticias o trabajos que había. Esa información se iba acumulando y se trabajaba con plena conciencia de que esto iba a ser la memoria para el futuro. Asimismo hubo otro fenómeno muy interesante para aquella época que fueron los diarios. Muchas personas empezaron a escribir diarios, donde iban registrando los acontecimientos que veían a su alrededor. Estos diarios muchas veces reflejan el pensar, el sentir, y lo que iba sucediendo, la mentalidad que tenían los habitantes de estos ghettos o escondites, tal el caso de Anna Frank. Si todas las historias de la Shoa conmueven, todavía más las que fueron protagonizadas por chicos. Cuánta fortaleza interior, cuánta decisión, cuánto amor por la vida latía en los corazones de esos niños que, todavía en edad de juegos infantiles y sin abandonarlos del todo, debieron lidiar contra un Estado asesino, que los cercó con la determinación propia de los locos y la planificación puntillosa de los burócratas. El relato de Débora Lang, como el de Anna Frank, son un 1

Proyecto sobre la Shoá: “Sin memoria no hay historia”archive.jewishagency.org/sites/default/files/... · Web viewCuánta fortaleza interior, cuánta decisión, cuánto amor por

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Escuela Natan Gesang - Buenos Aires - Argentina

Proyecto sobre la Shoa: “Sin memoria no hay historia”

Autora: Tamara Kleiman

Introducción: La Conservación de la Memoria

Tratar de reconstruir la memoria, armar en archivos, seleccionar documentos y testimonios del Holocausto, es realmente una tarea sin fin, porque tenemos que tener en cuenta que la maquinaria nazi era muy poderosa, y los sobrevivientes ya son muy ancianos. Muchas instituciones y personas privadas están abocadas al rescate y archivo de esos testimonios. Tal es el caso del director de cine Steven Spielberg, quien entrevistó y filmó a numerosos sobrevivientes, quienes testimoniaron oralmente sus memorias.

El objetivo de los nazis fue erradicar la existencia judía, no sólo la religión judía, sino la vida misma y erradicarla de tal manera que no quede ninguna huella de esa existencia.Aquel que se ocupara de recoger testimonios, de conservar un archivo, o de formarlo corría el mismo peligro que aquel que tomaba las armas en contra del régimen nazi…Sin embargo, y a pesar de las terribles dificultades, comenzaron desde los primeros momentos a realizarse tareas en distintos lugares, en condiciones muy difíciles, como por ejemplo los ghettos y los mismos campos de concentración.

En el ghetto de Varsovia, bajo la cobertura de reuniones sociales religiosas llamadas Oneg Shabat, el placer del sábado, los viernes a la noche se reunía Ringelblum con un grupo de historiadores y de sociólogos y ellos traían informes de las noticias o trabajos que había. Esa información se iba acumulando y se trabajaba con plena conciencia de que esto iba a ser la memoria para el futuro.

Asimismo hubo otro fenómeno muy interesante para aquella época que fueron los diarios. Muchas personas empezaron a escribir diarios, donde iban registrando los acontecimientos que veían a su alrededor. Estos diarios muchas veces reflejan el pensar, el sentir, y lo que iba sucediendo, la mentalidad que tenían los habitantes de estos ghettos o escondites, tal el caso de Anna Frank.

Si todas las historias de la Shoa conmueven, todavía más las que fueron protagonizadas por chicos. Cuánta fortaleza interior, cuánta decisión, cuánto amor por la vida latía en los corazones de esos niños que, todavía en edad de juegos infantiles y sin abandonarlos del todo, debieron lidiar contra un Estado asesino, que los cercó con la determinación propia de los locos y la planificación puntillosa de los burócratas. El relato de Débora Lang, como el de Anna Frank, son un testimonio de lo mejor y lo peor del espíritu humano. Y una fuente de enseñanzas para las generaciones futuras.

Los dibujos y poemas de los niños del ghetto de Terezín se encuentran entre los documentos más dolorosos del Holocausto. En ellos, los jóvenes prisioneros expresan las miserias diarias de su vida así como su esperanza y optimismo. Apenas 100 de los 15.000 niños allí recluidos sobrevivieron. Su testamento son las expresiones artísticas que se encuentran expuestas en distintos museos, especialmente en Yad Vashem, en Jerusalem.

Educación La resolución que declara al 27 de enero como Día Internacional del Holocausto, insta a los Estados a elaborar "programas educativos que inculquen a las futuras generaciones las enseñanzas de la Shoa con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro".

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Un argentino, el creador de la imagen El diseñador argentino Matías Delfino, de 31 años, consiguió que su ilustración sea la imagen que eligió la ONU para conmemorar el Día Internacional del Holocausto. Delfino emigró a Estados Unidos en el año 2000 y comenzó a trabajar en la ONU tras egresar de la UBA. Su ilustración, un alambre de púas que se transforma en flor, será el diseño que ilustrará por vez primera en todo el mundo el Día Internacional del Holocausto.

Proyecto sobre la Shoa: “Sin memoria no hay historia”

Edades: 11 - 12 añosParticipantes: 25 alumnos por gradoDuración: 3 clases de 80 minutos cada una

Objetivos Enseñar la Shoa sin perder de vista las individualidades destruidas. Dedicar la reflexión acerca de la Shoa desde un punto de vista afectivo e histórico, rescatando y valorando los testimonios orales, escritos y artísticos como documentos fundamentales para mantener la memoria. Usar los recursos informáticos para enriquecer la propuesta.

Materiales y RecursosTextos Fragmentos del “Diario de Anna Frank” El poema “Resistencia” escrito por Jaim Guri Memorias de Débora Lang, una sobreviviente que reside en la Argentina Fundación Steven Spielberg Un testimonio para la memoria... Los últimos días de Auschwitz

Sitios web sobre la Shoahttp://www.torahtots.com/holocaust/yomhashoah.htm (english - ivrit)http://www.aish.com/holocaust/default.asp (english)http://www.cet.ac.il/main/jump/holiday/nisan/info2.asp (ivrit)http://www.education.gov.il/moe/hagut/zikaron.htm (ivrit)http://www.yadvashem.org/ (english - ivrit)http://www.fmh.org.ar/holocausto/index.htm (español)http://www.haaretz.com/hasen/pages/Gallery.jhtml?groupId=32 (english)http://www.jewishpost.com/holocaust/ (english)http://www.chagim.org.il/shoa.html (ivrit)http://www.myinfo.co.il/poland/default1.htm (ivrit - english)http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/historia/html/holocausto.htm *http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/historia/html/obrap.htm * http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/historia/html/anafrank.htm * http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/historia/html/testimonios.htm ** Con cuestionarios en español

Sitio del nuevo Yad Vashem en Internet http://www.yadvashem.org/http://www1.yadvashem.org/new_museum/virtual.html http://www.mediapix.co.il/YadVashem2.htm

Desarrollo de la actividad1. Distribuir a los alumnos en cinco grupos heterogéneos. Cada grupo recibirá un texto sobre la Shoa.2. Los textos serán leídos y analizados dentro de cada grupo. Al finalizar su lectura los alumnos deberán responder a las preguntas por escrito según sus conclusiones.3. El docente promoverá la presentación de un resumen de cada grupo y el debate general.4. Los alumnos buscarán en Internet información adicional sobre la Shoa.5. Los alumnos tendrán la oportunidad de efectuar un paseo “virtual” por el nuevo Yad Vashem en Jerusalem.6. Trabajar con el concepto que la pérdida del nombre es la pérdida de la identidad.

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Pensando en la destrucción, el “cada uno” y la totalidad, se propone que los niños imaginen diferentes tipos de judíos y las familias que ellos conformaban. A partir de allí la idea es que reflexionen sobre la diferencia de pensar en un número tan impresionante y en el individuo. ¿Qué simboliza la muerte de seis millones? ¿Qué representa la muerte de cada uno de estos seis millones?

Grupo 1. Fragmentos del “Diario de Ana Frank”20 de junio de 1942Mi padre tenía ya treinta y seis años cuando se casó con mi madre, que tenía veinticinco. Mi hermana Margot nació en 1926, en Frankfort del Meno. Y yo el 12 de junio de 1929. Siendo judíos cien por ciento, emigramos a Holanda en 1933, donde mi padre fue nombrado director de la Travis N.V., firma asociada con Kolen & Cía., de Amsterdam. El mismo edificio albergaba a las sociedades, de las que mi padre era accionista. Desde luego, la vida no estaba exenta de emociones para nosotros, pues el resto de nuestra familia se hallaba todavía defendiéndose de las medidas hitleristas contra los judíos. A raíz de las persecuciones de

1938, mis dos tíos maternos huyeron y llegaron sanos y salvos a los Estados Unidos. Mi abuela, entonces de setenta y tres años se reunió con nosotros. Después de 1940 nuestra buena época iba a terminar rápidamente: ante todo la guerra, la capitulación, y la invasión de los alemanes llevándonos a la miseria. Disposición tras disposición contra los judíos. Los judíos eran obligados a llevar la estrella, a ceder sus bicicletas. Prohibición de los judíos de subir a un tranvía, de conducir un coche. Obligación para los judíos de hacer sus compras exclusivamente en los establecimientos marcados con el letrero de "negocio judío", y de quince a diecisiete horas solamente. Prohibición para los judíos de salir después de las ocho de la noche, ni siquiera a sus jardines, o aún de permanecer en casa de sus amigos. Prohibición para los judíos de ejercitarse en todo deporte público: prohibido el acceso a la piscina, a la cancha de tenis y de hockey o a otros lugares de entrenamiento. Prohibición para los judíos de frecuentar a los cristianos. Obligación para los judíos de ir a escuelas judías, y muchas otras restricciones semejantes.  8 de julio de 1942A las tres de la tarde llamaron a nuestra puerta. Yo no lo oí, porque estaba leyendo en la terraza, perezosamente reclinada al sol en una mecedora. De pronto, Margot apareció por la puerta de la cocina, visiblemente turbada.- Papá ha recibido una citación de la SS -cuchicheó-. Mamá acaba de salir a buscar al señor Van Daan. (Van Daan es un colega de papá y amigo nuestro). Yo estaba aterrada: todo el mundo sabe qué significa una citación; vi surgir en mi imaginación los campos de concentración y las celdas solitarias. ¿Íbamos a dejar a papá partir hacia allí?- Naturalmente no se presentará - dijo Margot, mientras que ambas esperábamos en la alcoba el regreso de mamá. - Mamá ha ido a casa de los Van Daan para ver si podemos habitar desde mañana, nuestro escondite. Los Van Daan se ocultarán allí con nosotros. Seremos siete.En nuestro dormitorio, Margot me confesó que la citación no era para papá, sino para ella misma. Asustada de nuevo empecé a llorar. Margot tiene dieciséis años. ¡Quieren pues dejar ir solas a las muchachas de su edad! Afortunadamente, como mamá ha dicho, no irá. 9 de octubre de 1942 Hoy no tengo que anunciarte más que noticias deprimentes. Muchos de nuestros amigos judíos son poco a poco embarcados por la Gestapo, que no anda con contemplaciones; son transportados en furgones de ganado a Westerbork, al gran campo para judíos, en Dentre. Westerbork debe ser una pesadilla; cientos y cientos están obligados a lavarse en un solo cuarto, y faltan los W.C. Duermen los unos encima de los otros, amontonados en cualquier rincón. Hombres, mujeres y niños duermen juntos. De las costumbres no hablemos: muchas de las mujeres y muchachas están encinta. Imposible huir. La mayoría está marcada por el cráneo afeitado, y otros, además, por su tipo judío.Si esto sucede en Holanda, ¿qué será en las regiones lejanas y bárbaras de las que Westerbork no es más que el vestíbulo? Nosotros no ignoramos que esa pobre gente será masacrada. La radio inglesa habla de cámaras de gases. Después de todo, quizá sea mejor morir rápidamente. Eso me tiene enferma. 

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19 de noviembre de 1942 Podríamos cerrar los ojos ante toda esta miseria, pero pensamos en los que nos eran queridos, y para los cuales tememos lo peor, sin poder socorrerlos.En mi cama bien abrigada, me siento menos que nada cuando pienso en las amigas que más quería, arrancadas de sus hogares y caídas a este infierno. Me da miedo el cavilar que aquellos que estaban tan próximos a mí se hallen ahora en manos de los verdugos más crueles del mundo. Por la única razón de que son judíos. 13 de enero de 1943 El terror reina en la ciudad. Noche y día, transportes incesantes de esa pobre gente, provista tan sólo de una bolsa al hombro y de un poco de dinero. Estos últimos bienes les son quitados en el trayecto, según dicen. Se separa a las familias, agrupando a hombres, mujeres y niños. Los niños al volver de la escuela, ya no encuentran a sus padres. Las mujeres, al volver del mercado, hallan sus puertas selladas y notan que sus familias han desaparecido. También les toca a los cristianos holandeses: sus hijos son enviados obligatoriamente a Alemania. Todo el mundo tiene miedo.Centenares de aviones vuelan sobre Holanda para bombardear y dejan en ruinas las ciudades alemanas; y a cada hora, centenares de hombres caen en Rusia y en África del Norte. Nadie está al abrigo, el globo entero se halla en guerra, y aunque los aliados ganen la guerra, todavía no se ve el final.

Podría seguir durante horas hablando de la miseria acarreada por la guerra, pero eso me desalienta de más en más. No nos queda más que aguantar y esperar el término de estas desgracias. Judíos y cristianos esperan, el mundo entero espera, y muchos esperan la muerte.

1. En alguna parte del texto notas que fue escrito por una niña de 13 años. ¿En cuál?2. ¿Qué diferencias encuentras entre el Diario de Ana Frank y la información sobre los judíos en la segunda guerra mundial de una enciclopedia?3. ¿El mensaje que encuentras en el Diario de Ana Frank es pesimista/optimista? ¿Por qué?

Grupo 2. Resistencia - Por Jaim Guri Resistió quien consiguió un trozo de pan Resistió quien dio clases a escondidasResistió quien escribió y distribuyó un diario clandestino poniendo fin a falsas ilusionesResistió quien introdujo secretamente un Sefer ToráResistió quien falsificó documentos “arios” que salvaron vidasResistió quien condujo a los perseguidos de una tierra a otraResistió quien describió los acontecimientos enterrándolos en papelResistió quien ayudó a los más necesitados Resistió quien pronunció aquellas palabras que lo llevaron a su propio finResistió quien levantó el puño contra los asesinosResistió quien transmitió mensajes entre los sitiados, y consiguió traer provisiones y algunas armasResistió quien sobrevivióResistió quien combatió armado en las calles de ciudades, montanas y bosquesResistió quien se reveló en los campos de exterminioResistió quien se reveló en los guetos, entre muros caídos, en la revuelta más destituida de esperanzas que supo alguna vez el ser humano.

1. ¿A qué se refiere el autor cuando escribe “distribuyó un diario clandestino poniendo fin a falsas ilusiones”?2. ¿Por qué hace hincapié el autor en la expresión “Resistió”?3. Piensa y escribe otras cinco cosas que a tu entender serían formas de resistencia y explica por qué te pareció importante cada una de ellas.

Grupo 3. Memorias de Débora Lang, una sobreviviente que reside en la Argentina

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Vivió escondida como Ana Frank, pero ella pudo salvarse del Holocausto.Débora Lang cumple hoy 80 años y recuerda cómo logró escapar de los nazis en Holanda. Su padre organizó una red de refugios y los 8 integrantes de la familia pudieron sobrevivir.03.11.2004 | Clarín - Sociedad - Por Liliana Moreno 

Quizá sea como dice Débora Lang: “Creo que la gente está cansada de las historias del Holocausto”. Pero la de ella es extraordinaria y llegó a este diario vía mail. La contó su hijo Martín después de leer la noticia del descubrimiento de las memorias de Helga Deen (Clarín, 20/10), una joven judía holandesa que —como Anna Frank— se escondió de los alemanes durante la ocupación y murió. “Mi madre —contó él— es parte de una familia de ocho (padres y seis hijos) que se reencontró sana y salva después de cuatro años de vivir separados y escondidos, también durante la ocupación nazi a Holanda”. Débora no dice que es un milagro porque es agnóstica, pero sabe que se le parece.

“Nuestra historia —ahora es ella quien la cuenta—empieza en 1940 cuando los alemanes invadieron Holanda”. Se sabe que a la distancia muchos horrores pueden contarse como un cuento. Pero Débora Lang, que hoy cumple 80, le suma lo suyo: tiene tanto de cálida como tan poco de dramática. “Aunque en realidad empezó en 1933”, corrige con marcado acento holandés, a pesar de que vive en la Argentina desde 1955.

En 1933 su padre, Moisés Manassen, comerciante de ganado, escuchaba con preocupación los discursos del Führer por la radio. “Hitler invadió la casa”, recuerda Débora. Y en un punto esto los salvó: Moisés intuía lo que se venía y nunca se lo ocultó a su familia. Por eso, cuando los alemanes ingresaron a Holanda, los Manassen, reunidos en su casa de Utrecht, sabían por qué lloraban. “Lloren ahora, pero por última vez. No les vamos a dar el gusto a los invasores”, escucharon Simón (21), Sue (17), Débora (15), Ellie (14), Emmanuel (13) y Michel (10), de boca de su padre. La soga que los nazis pusieron al cuello de los judíos, la ajustaron despacio. Les prohibieron salir después de las 20, debían usar identificaciones... Pero Moisés dijo basta cuando ordenaron registrarlos. Era tarde para emigrar y siempre había sido difícil

conseguir visas para una familia tan numerosa. Debían esconderse, les dijo, y debían hacerlo por separado para tener más chances de sobrevivir. El y su esposa Johanna por un lado, Débora y Ellie por otro, los demás, solos. Simón no contaba, era miembro de la resistencia. Todo fue de un día para el otro, para que el secreto no se filtrara. “Y aunque no sabíamos cuando nos volveríamos a ver, nadie lloró”.

Era mediados de 1941. Moisés, ayudado por Simón, había armado una red de casas y complicidades entre familias obreras de los suburbios de Utrecht. No eran ni amigos ni empleados. “Era gente muy solidaria que se arriesgó por nosotros. Todos aquellos años mi padre les pagó nuestros gastos porque eran familias humildes”.

Débora y Ellie vivieron con un matrimonio. Ellos en la planta baja y las chicas en el altillo: un cuarto, chico con una ventanita, dos camas y un espejo. Ahí pasaron un año y medio, hasta que para burlar una razzia fueron llevadas a otra casa y a otro altillo. Fueron años de silencio cuando había visitas, de leer y releer, de tejer y destejer. De lavar la única muda de ropa hasta gastarla y de esperar la comida, cada vez más escasa. De inviernos enteros adentro de la cama para aguantar el frío y de "pegar el estirón" cada vez más flacas y demacradas. Pero, también, de hablar hasta caer rendidas, de escribir poemas y de ensayar peinados frente al espejo gracias a un par de ruleros, casi un par de tesoros. “Lo digo con pudor, pero la verdad es que nunca estuvimos desesperadas. Quizá porque habíamos participado de un grupo sionista y estábamos orgullosas de ser judías. Nunca pensé 'Caramba, si no hubiera sido judía mi suerte hubiera sido otra'. Creo que fue esta fuerza interior la que hizo que saliéramos enteras”.

Hubo momentos que parecieron el fin. Débora recuerda uno: “Muy de vez en cuando nos sacaban a dar un paseo corto, de noche y de a una. Una noche nos paró un policía y me pidió documentos. Por lo bajo mi acompañante me dijo 'Corré'. Yo corrí como loca hasta que toqué timbre en una casa cualquiera. A las horas, mi acompañante, que le había inventado una excusa al policía, me vino a buscar. Tuve

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mucha suerte. Otra vez la trama de solidaridades me salvó la vida”.

La comida se hacía cada vez más escasa en el norte y Moisés planeó el traslado de sus hijos al sur. Separadas, sólo las mujeres pudieron ir. Débora llevaba documento falso, el pelo negro debajo de un gorro y se había depilado las cejas "porque eran muy delatoras de mi condición de judía". Para darle "apoyo moral", pero sin hablarle, viajaba el señor Van Schouwenaar, dueño de la casa donde se escondía su padre.

En Venraay, un pueblo de campo, Débora recuperó parte de su libertad. Vivía con una viuda y muy de vez en cuando salía para ver a sus hermanas. “En el norte de Holanda todos son rubios y era difícil mimetizarse. En el sur, en cambio, la mezcla con belgas y franceses me favorecía. Además, después de unos años uno se acostumbra al peligro”. Tanto se mimetizó que fue reclutada para pelar papas en la cocina del ejército alemán. Hizo mal su trabajo, defendió su condición de estudiante y logró que la mandaran de vuelta. Su hermano Michel, supo después, fue llevado a la mismísima Alemania a trabajar en una fábrica de armamentos.

Cuando en 1944 el ejército inglés liberó el sur de Holanda, las hermanas Manassen no pudieron festejar: el resto de la familia seguía en el norte. Débora y Ellie consiguieron trabajo en la cantina de los soldados: al fin leche, azúcar, escones, ¡chocolate! y una paga. Aunque tenían la ropa gastada y hacía tiempo que no veían un buen plato de comida, con el primer sueldo “nos compramos dos sombreritos marrones que estrenamos para visitar a Sue”, recuerda sonriente. Llegó 1945 y el fin de la guerra. La casa de los Van Schouwenaar —la única dirección que todos los Manassen conocían— fue el punto de encuentro. Las chicas llegaron en una ambulancia del ejército inglés, Michel caminando desde Alemania, el resto salió de sus escondites... “Recién entonces —dice Débora— volvimos a llorar”.

Hoy: tres hijos, diez nietos y mucho compromisoEn el living de la casa de Débora, en Acasusso, hay una escultura de Ana Frank, célebre protagonista de una historia como la suya pero con final trágico. Es una réplica de la que —con autorización de Otto Frank, el padre de Ana— hizo una tía de su marido, Heriberto Lang. La escultura es la única alusión que hay en su casa de aquellos años terribles. “Tuve que bajar la cortina”, dice. No hay fotos de época ni nombres en su memoria. “No hablamos en familia sobre lo que cada uno vivió, no regresé adonde estuve escondida y aunque viajo seguido a Holanda —ahí viven Michel y Sue, sus únicos hermanos vivos—, nunca volví a Utrecht. De mi familia sólo

sobrevivimos nosotros ocho, el resto fue aniquilado.” Tampoco supo el nombre de todos sus protectores pero en su homenaje, por iniciativa de su hermana Ellie plantaron árboles en la “calle de los justos”, en Israel. Después de la guerra Débora empezó a estudiar Farmacia, que abandonó para entrar como azafata en KLM. En 1955 se casó con Heriberto Lang, un ingeniero químico argentino, y aunque dejó de volar no estuvo inactiva: presidió el “Hogar De Niñas Israelitas”, es miembro del Museo de la Shoa y hoy trabaja en la Fundación Hadassa, de intercambio científico con Israel. Tiene tres hijos, uno del primer matrimonio de su marido, diez nietos... Este racconto breve le dispara una anécdota, justo la que podría haber cambiado el destino de su familia. “Poco antes de la liberación —cuenta— mis padres fueron delatados por holandeses. Cuando un policía, también holandés, va a detenerlos mi padre le dice que la guerra está por terminar y que si no los lleva le promete ayudar a sus hijos. Así fue. Después de la guerra él estaba quebrado pero cumplió su promesa hasta el día de su muerte”.

1. Leer el artículo que recibieron. ¿Cuál es la reflexión de la protagonista acerca de su condición de judía?2. ¿Cómo logró salvarse y sobrevivir después de la guerra?3. ¿Quiénes ayudaron para que Débora y su familia lograran salvarse? ¿Todos ellos eran judíos? ¿Por qué crees que lo hicieron?4. ¿Qué enseñanza obtenemos de este relato?

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Grupo 4. Fundación Steven SpielbergSteven Spielberg creó una Fundación educativa dedicada a la historia visual de los sobrevivientes de la Shoa. Todo lo que ganó hace 10 años con “La lista de Schindler”, lo invirtió en una fundación sobre el Holocausto. “Se trata de dinero ensangrentado -explica Spielberg-. Durante el rodaje me prometí a mí mismo que cualquier ganancia producida por esta película no sería para mí o para mi familia, porque debe restituirse a la humanidad.”Alessandra Farkas - La Nación - 28/3/2004

NUEVA YORK (Corriere Della Sera).- El 14 de abril, Steven Spielberg recibirá el premio a la trayectoria durante la entrega de los David de Donatello, el premio anual más importante de la cinematografía italiana. Pocas horas antes, el presidente italiano, Carlo Ciampi, distinguirá al gran realizador norteamericano con la Gran Cruz de la República.

El viaje de Spielberg a Italia coincide con el décimo aniversario de la Fundación Educativa dedicada a la historia visual de los sobrevivientes de la Shoa que el propio realizador creó después del rodaje de “La lista de Schindler”.

Precisamente en estos días, a diez años de su estreno, este film es lanzado por primera vez en DVD. La historia del industrial nazi que salvó de la muerte a 1200 judíos alojados en campos de concentración obtuvo siete premios Oscar, entre ellos el de mejor film y mejor director. Nunca antes una película sobre la Shoa recaudó tanto dinero: más de 350 millones de dólares, de los cuales ni siquiera un centavo terminó en los bolsillos del director de 57 años.

“Se trata de dinero ensangrentado -explica Spielberg-. Durante el rodaje me prometí a mí mismo que cualquier ganancia producida por esta película no sería para mí o para mi familia, porque debe restituirse a la humanidad. Así nació la Shoa Foundation, desde la que tratamos de enseñar y poner luz sobre el pasado para que en el futuro no ocurra ningún otro Holocausto. Nuestra lista es inmortal: los sobrevivientes se transformaron en docentes y sus voces vivirán para siempre.”

- ¿A qué edad se puede empezar a explicarle a un niño los horrores del Holocausto? - En Estados Unidos se comienza en la escuela media, entre los 12 y los 13 años. Pero la Fundación está explorando la posibilidad de un plan de estudios apto para alumnos del nivel primario. Se puede hablar de la Shoa a un niño de siete años utilizando metáforas adecuadas.

- ¿En qué medida cambió el mundo en esta última década? - Hace diez años este planeta era un lugar muy diferente del actual. No estaban ni Sarajevo ni Ruanda, y el concepto de limpieza étnica no se aplicaba desde los tiempos del genocidio nazi. Todo lo que ocurre actualmente en el mundo hace que el mensaje de mi película sea todavía más urgente y actual. La Shoa es apenas un punto de partida para hablar del odio

racial que ha exterminado a tantas comunidades, desde los indios en América hasta los kosovares y el pueblo armenio. - Ustedes siguen en busca de los sobrevivientes de la Shoa antes de que sea demasiado tarde... - Hemos inmortalizado hasta ahora casi 52.000 voces. Nos faltan aún muchos sobrevivientes, pero de nuestros estudios surge que sólo el 50 por ciento de ellos está dispuesto a brindar su testimonio, mientras el otro 50 no quiere hablar nunca más de una experiencia de vida tan terrible. No sería justo de nuestra parte obligarlos a hacerlo. - De todo lo que dijeron los sobrevivientes, ¿qué fue lo que más fuertemente lo golpeó? - El optimismo y la actitud positiva de todos. No hay entre los sobrevivientes que he encontrado a lo largo de todos estos años el mínimo gesto de rabia o de odio dentro de ellos. En vez de buscar venganza, están felices de estar vivos y haber hecho nacer a nuevas generaciones. Consideran un milagro su propia supervivencia, si bien algunos enfrentan sentimientos de culpa porque han muerto algunos de sus parientes o amigos que, desde su visión, merecían vivir tanto o más que ellos.

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- Antes de “La lista de Schindler”, usted no se había asomado tan públicamente a sus raíces judías. - Sin embargo, el antisemitismo marcó a fuego toda mi infancia e hizo que sólo me sintiera seguro detrás de la puerta de mi casa. En California, Arizona, Ohio y Nueva Jersey, donde he vivido, los judíos éramos minoría, y si bien el 90 por ciento de la gente era cordial con nosotros, había un 10 por ciento que nos discriminaba y esa actitud pesaba más fuerte que la de todo el resto. - ¿Recuerda algún episodio particular de intolerancia? - Tenía miedo de ir a la escuela, de volver solo a casa y de encontrar nuevos coetáneos, porque temía a esas cabezas calientes que me seguían, me despreciaban y que al pasar a mi lado me gritaban “¡judío sucio!”. Un día, un centenar de muchachos rodearon el banco en el que estaba sentado durante un examen y empezaron a arrojarme monedas de un centavo. - En estos días, ¿cuál es el alcance de este tipo de intolerancia? - Hoy, ser judío es mucho más fácil gracias a docentes iluminados, a padres más cultos y a los esfuerzos interreligiosos entre cristianos, judíos y musulmanes. Y también los medios de comunicación masiva cumplen un papel crucial al inculcar que discriminar a otros seres humanos es un crimen y un pecado. Pero no puedo disimular mi preocupación por cierto renacimiento del antisemitismo en Occidente, sobre todo en Francia. - ¿Piensa que la muerte del líder de Hamas Ahmed Yassin puede llegar nuevamente a convertir a los judíos en chivos expiatorios? - Como religión, el Islam es apasionadamente positivo y favorable a la tolerancia. Sin embargo, unos pocos extremistas hacen un daño enorme y se aseguran toda la atención de los medios. Pero estos fanáticos no sólo están en contra de los judíos, sino también de todos los cristianos y de los árabes moderados. La mayoría de los musulmanes no está con ellos. - ¿Cómo ve el futuro de Israel? - Estoy convencido de que un día los israelíes y los palestinos vivirán en paz. Pero algo así sólo podrá ocurrir una vez que los extremistas de ambas partes entiendan que el “ojo por ojo” no es un principio válido y que es necesario apuntar a la coexistencia pacífica. Creo que los palestinos deben tener su propio Estado. - Si hiciera un balance de su carrera, ¿cuál es la película con la que se identifica más y por la cual querría ser recordado? - Sin duda, por “La lista de Schindler”. Fue la película que cambió mi vida, mi mayor contribución a la posteridad y aquello por lo cual quisiera ser recordado por las futuras generaciones. A veces me escondo detrás de mis películas más fantásticas porque son un refugio muy cómodo y placentero. No niego que me divertí mucho más haciendo “E. T. el extraterrestre” o “Los cazadores del arca perdida”. Pero el verdadero Steven Spielberg es el de “La lista de Schindler”, que me hizo mezclar de nuevo completamente todas las cartas y me indujo a modificar mis prioridades existenciales. Tanto la película como la Fundación Shoa me llevaron de regreso a la casa paterna y familiar.

1. ¿Cuál es la misión que se impuso Steven Spielberg al crear su Fundación?2. ¿Por qué es importante entrevistar a los sobrevivientes lo antes posible?3. ¿Por qué considera Steven Spielberg que es importante transmitir lo sucedido en la Shoa, y especialmente es importante para él?4. Descubre en el texto los nombres de las películas que se mencionan, cópialos y subraya aquella que está relacionada con la Shoa. ¿Sabes por qué?

Grupo 5. Un testimonio para la memoria... Los últimos días de Auschwitz La Nación - Domingo 23 de enero de 2005 - Por Adriana Schettini

Este jueves el mundo evocará el 60º aniversario de la liberación del mayor campo de exterminio. Cuando los nazis lo evacuaron, sólo algunos sobrevivientes que no podían ser trasladados permanecieron en él. Mira Kniaziew, la prisionera A 15538, fue una de los pocos testigos de aquel día milagroso en que llegaron los rusos Ella estuvo allí y entonces: en Auschwitz, el 27 de enero de 1945. Intactas guarda las vivencias de esa jornada histórica: “Eso es algo que no voy a olvidar mientras viva: la llegada del ejército soviético para liberarnos del infierno”, dice.

De sólo nombrarlo, las llamas de ese universo endemoniado le encienden el espanto. Ya lo sabe -por la experiencia de haber escrito un libro (aún inédito)-: cada

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palabra trae una ristra de dolores, que siempre se conjugan en presente - “Auschwitz nunca ha dejado de suceder”, escribió Giorgio Agamben -. Ella conoce bien el tormento que sentirá al escarbar las heridas sin cicatriz, para evocar la barbarie nazi. Pero acepta contar, con un pedido a cambio: “Por favor, junto a mi nombre y apellido ponga mi número de prisionera en Auschwitz. Yo siempre firmo así, porque esa marca me la han tatuado en el brazo y en el alma.  Ella es Mira Kniaziew de Stupnik, A 15538. A los 76 años, vive en el barrio porteño de Villa del Parque. Es viuda, tiene una hija, Eva, y dos nietos: “Ellos me dan la fuerza para vivir”, explica. El 1º de septiembre de 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, tenía once años, y Adolf Hitler la condenó a muerte por ser lo que es: judía. Pasó la adolescencia en Auschwitz, el pozo más negro de la historia de la humanidad.  Auschwitz fue un complejo de campos de exterminio, que comenzó sus operaciones en mayo de 1940. En un acto solemne, personalidades del mundo entero se reunirán el jueves próximo en el lugar del crimen inédito e innombrable para conmemorar el 60º aniversario de la liberación, el 27 de enero de 1945. El Campo Central o Auschwitz I se alzaba en las afueras de la ciudad del mismo nombre (Oswiecim, en polaco). En Birkenau o Auschwitz II funcionaban las cámaras de gas y los hornos crematorios, noche y día; cada veinticuatro horas un promedio de seis mil vidas eran sofocadas en esa abominable creación del nazismo. En Monowitz o Auschwitz III se explotaba a los prisioneros como mano de obra esclava en fábricas de la industria alemana. “En Auschwitz murió el hombre y la idea del hombre”, sostiene Elie Wiesel. Se calcula que más de un millón y medio de personas fueron masacradas en esa usina letal.  A Mira Kniaziew le quitaron el nombre en el campo de mujeres de Auschwitz-Birkenau. Allí la convirtieron en A 15538. Bajo ese cielo envenenado, donde las chimeneas vomitaban hombres, mujeres y niños reducidos a humo, ella y su madre lucharon por lo mismo que todos los demás: sobrevivir.  El 18 de enero de 1945, a causa del avance de las fuerzas Aliadas, los nazis decidieron la evacuación de Auschwitz. Ante la evidencia de que Alemania perdería la guerra, se concentraron en dos objetivos: evitar que el ejército liberador encontrara testigos del mal absoluto, y completar el exterminio. Cualquiera hubiera dicho que ya no existía modo de provocar más muerte y más tortura. No obstante, el Tercer Reich ideó otro plan macabro: las marchas de la muerte. A pie, desplazaron a los prisioneros hacia el territorio alemán o hacia ninguna parte. El destino era lo de menos; lo que contaba era ir matándolos por el camino. De hambre, de sed, de agotamiento se moría la gente. A quien trastabillaba, le disparaban. Al que caía, lo remataban.  Más de 66.000 personas salieron de Auschwitz en el nevado anochecer del 18 de enero. Antes de abandonar la tierra polaca, 15.000 de ellos ya habían muerto. El resto siguió marchando hacia los campos de concentración de Alemania o perdiendo la vida en la nefasta travesía. Junto con la orden de evacuación, los SS habían anunciado que los enfermos podrían permanecer en el campo. ¿Alguien estaba sano acaso? Allí eran todos cuerpos desnutridos, lacerados, prematuramente envejecidos. Entonces, ¿de qué hablaban los nazis cuando hablaban de enfermos? De cadáveres inminentes, de quienes no llegarían vivos al instante de la liberación, por más próxima que estuviera. A esos, se los autorizó a esperar la muerte sin trasladarse.  - Yo estaba en la barraca con mi madre cuando llegó la noticia de que desmantelarían el campo -recuerda Mira-. A ella le costaba mantenerse en pie y su corazón funcionaba mal. Yo ya era incapaz de hacer algo por cuenta propia, salvo arrastrar a mi mamá, y escondernos. En todos esos años había aprendido a escabullirme con destreza felina. Cuando dieron la orden de evacuación, comprendí que no tenía alternativa. A mi madre no quería abandonarla,

aunque esa decisión me costara la vida. Con ella, no podría dar ni tres pasos en la marcha. Razoné así: “Partir es muerte segura, al menos para mamá. Si nos quedamos, a lo mejor, tendremos una chance de vivir”. Entonces hice lo único que sabía: acarrear el cuerpo de mi madre y ocultarnos. Después se fueron todos. No quedaron más que los muertos, los agonizantes, los que no se podían mover.

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 En el momento que evoca Mira, aún faltaban nueve días para que el ejército soviético entrara en Auschwitz y encontrara siete mil supervivientes en un mar de cadáveres, de esqueletos ambulantes y de desolación.

- Fueron días terribles, pero inyectados de esperanza - sigue rememorando -. Como no veíamos alemanes, los pocos que aún podían arrastrarse empezaron a moverse. Yo dejé a mi mamá en la barraca, y fui con ellos hasta los depósitos. Cortamos los alambres y entramos. Había algo de ropa y comestibles. Ante la visión del pan, me volví loca. No saqué ni un vestido, a pesar de que llevaba harapos y de que el frío era terrible. Pan: eso era todo lo que quería. Abracé todos los panes que pude, y corrí hacia el block donde estaba mi madre. En el camino, me sorprendió un tiroteo. Se conoce que todavía quedaban nazis en el campo, pero no alcancé a verlos. En la carrera se me cayó un pan. Entré en la barraca más cercana, dejé todos los panes, y en medio de la balacera salí a recoger el mendrugo que había quedado en el piso. De milagro, salvé mi vida. No sé cómo hice tamaña estupidez. Pero en aquel momento no podía perdonarme perder un pan.

Somos el hambre Lo que hoy le parece temerario entonces era consecuencia de lo que Primo Levi definió con descarnada precisión: “El Lager es el hambre: nosotros somos el hambre, un hambre viviente”. Con esa puñalada en el estómago, durante la trágica espera del frente salvador, Mira devoró cualquier cosa: “Recuerdo una pasta negra, que encontré dentro de unos tambores. No sabía qué era, pero la tragué igual. Un día llegué a la barraca con un poco de harina. Mamá encontró una lata oxidada, la lavó, puso a hervir la harina”.  Madre e hija esperaban con avidez que ese mejunje se cociera cuando dos SS, recién bajados de una moto y armados, irrumpieron en la barraca. Les ordenaron salir, sin más propósito que el de asesinarlas en grupo, en lo que Mira describe como una especie de calle que separaba un campo de otro. “Antes de partir, tomé ese masacote a medio cocinar - relata -. Lo fui engullendo por el camino. Es increíble: sabía que iba al fusilamiento, y todo lo que quería era meter algo en el estómago antes de que me mataran.”  Mientras lo cuenta, vuelve a verse en la hilera junto a las otras desahuciadas: - Los SS ya estaban apuntándonos. Era el final. De repente, llegó otra moto, con otros nazis. Les dijeron algo que no alcanzamos a escuchar, pero en un instante cada uno trepó a la moto en la que había llegado, y escaparon. Muchos años después, leí qué había ocurrido: un tanque ruso avanzó antes que el frente; al verlo, los nazis se asustaron y huyeron. Recién entonces comprendí por qué no fuimos fusiladas. Ellos se fueron y nosotras nos quedamos ahí, inmóviles, durante un largo rato. No sabíamos qué hacer. Luego vimos que se acercaba un grupito de varones. Llevaban los trajes rayados de los prisioneros; venían del campo central. “"Ya no hay alemanes en Auschwitz; estamos libres. Vengan, les vamos a dar comida”, nos dijeron. Ellos estaban un poco más fuertes que nosotras. Despacito, nos ayudaron a llegar a un block de Auschwitz I. A la mayoría, tuvieron que arrastrarlas. Nos ubicamos en los camastros de una barraca de ladrillos. Con estos hombres nos sentimos un poquito más protegidas. Allí, en sus escapadas a los depósitos de alimentos, Mira encontró unos terrones de azúcar. A duras penas encuentra las palabras para comunicar lo que representaban:  - Para nosotros eran... - hurga en el lenguaje -. Imagine que aquí y ahora una mujer reciba un brillante de diez quilates -ensaya una comparación, pero de puro raquítica, termina desechándola-. No, más... mucho más valor que eso tenían aquellos terroncitos de azúcar... En esa tierra de nadie despuntó, alentador, el 27 de enero de 1945, que Mira no ha de olvidar jamás:  - A la madrugada escuchamos tiros - relata -. Comprendimos que el frente estaba cerca. Salimos de la barraca. El aire estaba gris; aún no había amanecido. Los tiros seguían sonando. El frente estaba más cerca; cada vez más cerca. Y nosotros, más y más esperanzados. Al fin, divisamos a los primeros soldados. Iban agachados, con los fusiles extendidos, listos para disparar. Al principio eran siluetas. De a poco, fueron cobrando forma. Cuando comprobamos que era el ejército soviético, mi mamá y yo nos volvimos completamente locas. Sí, eran ellos.

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Nos tiramos a sus pies, les abrazamos los tobillos, y les besamos las botas. Queríamos darle lo mejor: tomamos nuestros terrones de azúcar y los pusimos en las bocas de los soldados. “Coman ustedes: no tenemos hambre”, nos decían.  A Mira Kniaziew, A 15538, se le nublan los ojos, y dice: “El horror que se dibujó en los rostros de esos soldados cuando nos vieron, tampoco he de olvidarlo mientras viva. Era un horror que no tenía nombre. Nosotros no éramos conscientes de nuestro estado: allí no había espejos. Aunque mirábamos a los demás, cada uno pensaba que él, a lo mejor, aún no estaba así. Pero las caras de los rusos fueron el más atroz de los espejos”.  Liberado en Buna, Primo Levi percibió el mismo espanto en los soldados soviéticos: “No nos saludaban, no sonreían; parecían oprimidos, más aún que por la compasión, por una timidez confusa que les sellaba la boca y les clavaba la mirada sobre aquel espectáculo funesto. Era (...) la vergüenza que los alemanes no conocían, la que siente el justo ante la culpa cometida por otro, la que le pesa por su misma existencia, porque ha sido introducida irrevocablemente en el mundo de las cosas que existen (...)”.  - Mi mamá y yo hablábamos ruso - cuenta Mira -. Tras la primera noche, un oficial nos aconsejó: “Este es el frente: hoy avanzamos; mañana, tal vez, tengamos que retroceder. Como puedan, salgan de aquí. Vayan para la retaguardia.” Cuatro mujeres solas: mi madre, en el último estado de agotamiento, una amiga tísica, una holandesa renga y yo, cargamos una bolsa con pan y salimos de Auschwitz, caminando. Creíamos que nadie más había quedado vivo  Confiar en el hombre Mira Kniaziew de Stuptnik, A 15538, llegó a la Argentina en 1960, tras una larga seguidilla de penurias. En ese año y en el mismo país, un comando israelí capturó al jerarca nazi Adolf Eichmann, quien llevaba para entonces diez años de impunidad, bajo el nombre falso de Ricardo Klement.  - ¿Cómo le impactó esa noticia? - le pregunto, y ella se pone a describir el ocaso de un sol inmenso que se niega a extinguirse. - Las experiencias que pasamos bajo el nazismo no se superan -admite-. Pero si los sobrevivientes logramos convivir con ellas, y conservar la fe en la humanidad, es porque al final de la guerra tuvimos una esperanza: “A partir de hoy, el mundo cambiará”, decíamos. “A los criminales se los va a castigar, y después de este horror inédito ya no habrá guerras en la Tierra”, pensábamos. Lamentablemente, con el paso del tiempo nuestra esperanza se fue achicando. La masiva huida de los nazis hacia los países que aceptaban cobijarlos, el nuestro entre ellos, fue un duro golpe. Lo de Eichmann y tantos otros nos demostró que la historia de la humanidad no iba a continuar como habíamos soñado. Es por eso que a mi libro lo titulé “¿Quo vadis, mundo?” Esa es mi pregunta hoy: ¿Adónde vas, mundo? ¿Alguna vez comprenderás? ¿Llegará el día en que saques alguna enseñanza de tanta tragedia, y cambies para siempre?  - ¿Y cuál es su respuesta a esas preguntas? - Que la vida siempre es más fuerte que la muerte. Después de la Guerra yo me había prometido no traer criaturas a este mundo porque, a pesar de mis terribles sufrimientos, comprendía que, para las madres y las abuelas, todo había sido peor. Ver sufrir o morir a sus hijos o a sus nietos era directamente insoportable. Bastante firme era mi propósito de no tener hijos. -Pero, afortunadamente, no lo cumplió. -No, porque pasado el primer tiempo, venció la vida. Si algo sé, es que la vida es más fuerte que todo; siempre. Y, a pesar de lo que padecí, sigo creyendo y confiando en el hombre.

1. ¿Qué acontecimiento importante se evoca al comienzo del artículo?2. ¿Por qué Mira Kniazew pide que la nombren como A 155383. ¿Quién era en realidad Ricardo Klement, según el relato? ¿Quién lo capturó en Argentina, en qué año y por qué?4. ¿Cuál es, a pesar de todo lo sufrido por ella, el mensaje final de la protagonista de esta historia?

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Recorriendo Yad Vashem En honor a todos los caídos. En honor a cada uno de los caídos.

Se hará una “visita guiada a distancia” por el Museo de la Shoa en Israel. Sería óptimo conseguir un video del museo, o directamente entrar al sitio en Internet, pero para aquellas escuelas que no dispongan de recursos informáticos las fotografías disponibles sumadas a la experiencia del educador que haya visitado el museo, alcanzan para una aproximación.

El fin de esta actividad es que en la inmensidad del número 6.000.000 no perdamos de vista al cada uno fallecido allí. No sólo por esa persona, sino por todo lo que un ser humano significa: continuidad, prolongación de su genealogía, transmisión... En el Talmud dice que “Matar a un hombre es matar a todo un mundo y salvar a un hombre es salvar a todo un mundo”,  tal es la importancia del cada uno. Una escultura que hay a la entrada del museo, es una especie de Menorá con seis brazos: cada uno simboliza un millón de judíos muertos.

Otra de las esculturas representa la muerte de muchos cuerpos, sin distinción de sexo o edad.

El espacio dedicado a los niños caídos (relativamente nuevo), aparenta tener una vela encendida por cada uno de los niños, y a medida que uno camina por el recinto, se escucha por un parlante el nombre y el apellido de cada uno de los chicos muertos.El monumento a los caídos incluye a todos aquellos que de una u otra manera resistieron. El versículo que da nombre al Museo “Y te daré un nombre...”: ¿se referirá al nombre individual, o al de “Am Israel”?Cada uno de los campos de concentración se encuentra nombrado en una sala; en cada uno de ellos se exterminó a decenas de miles de judíos.

Sugerencia 1 - En caso de disponer la Escuela de un Taller de Plástica sería muy enriquecedor realizar una actividad interdisciplinaria, de tal manera que los alumnos logren expresar a través de distintas técnicas sus propios sentimientos en relación a lo trabajado en el tema Shoa.

Sugerencia 2 - Se puede implementar este Proyecto en niños de 10 años, cambiando los textos por otros más cortos, comprensibles y/o acordes a su edad.

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