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rá una materia emocionante en el "secreto" que guarda la biblioteca de un convento de la regla de San Pedro de Alcántara y en la lectu- ra de sus libros por un pobre fraile al que la iconografía popular nos ha presentado siem- pre como un pastor iletrado, pero que en rea- lidad es uno de los ejemplos más vitales de la defensa del sacramento eucarístico que anima el espíritu del Concilio de Trento (7). I. La mirada del Inquisidor Aquella mañana del domingo 17 de sep- tiembre de 1564, una gran multitud se había qado cita en la plaza de la Seu de la ciudad de Valencia. No lejos de allí, en el convento de Predi- cadores, una comitiva, encabezadapor la cruz verde del Santo Oficio de la Inquisición, empezaba a dirigirse hacia la Seu. El protago- nista principal de esta procesión era D. Gas- par de Centelles, gentilhombre del Emperador Carlos, a quien había acompañado en sus via- jes hasta 1542. En la plaza de la Seu esperaba "lo senyor virrei D. Joan Lorenzo de Villarrasa en lo cadafals a la finestra primera, posat un dosel, i sa excel.lencia estava a la part de dins de la finestra a la part del cantó; i el senyor excel.lentísim arquebisbe en una de les quatre cadires que estaven en lo cadafals, a la ma esquerra de l'lnquisidor Don Alonso de Soto- mayor, a la dreta del senyor arquebisbe, i els altres dos a l'esquerra" (8) y allí, entre los profesores del Estudi General, Francisco Juan Más, "gramaticus Villaregalensi". A pesar de que el aparato escénico y el guión eran los acostumbrados en ceremonias similares, aquella misa concelebrada y, sobre todo, aquel momento culminante en el que se leyó la sentencia, fueron para Más el cáliz más amargo de su vida. Estaba seguro, como todos, de que aquel espectáculo irreal termi- naría cuando D. Gaspar subiría a la tarima, acompañado del sacerdote, y escucharía el veredicto de los señores Inquisidores y el cas- tigo al que se había hecho merecedor por "he- reje contumaz". y que aquel gesto de impru- dencia al negarse a firmar para su defensa un papel, en el que los Señores Inquisidores le hacían ver y reconocer a la Iglesia romana y al Papa como la única Iglesia de Dios, era sólo un ejemplo más de su orgullo. Del mis- mo orgullo de estirpe que, en 1522, le hizo proferir graves ofensas contra D. Carlos de Borja y Castro-Meneses, quinto duque de Gandía, y le valió que lo corriesen a bastona- zos en la plaza de Santa Catalina. El día antes, toda Valencia se hacía eco de lo ocurrido con un tal Solanes en el Auto de fe de 1537, "quant li digueren la sentencia en lo cadafal, a la plasa de la Seu, ans de que l'a- cabasen de llegir la sentencia, lo dit Solanes, se meté a cridar misericordia, e respós lo inquisidor e dix-li: "Que dires Solanes". E lavós, lo dit Solanes toma a cridar misericbr- En 1554, el humanista de Vila-real Fran- cisco Juan Más (I) editaba el tratado gramati- cal de Adriano. Al principio de la obra figura una lista de cuarenta y siete autores citados en el Compendium, entre los que destacan Ovi- dio, Virgilio, Cicerón y, sobre todo Erasmo y Vives (2). La mayoría de estos autores habían sido censurados por la Inquisición tres años antes. (3). Conozco dos ejemplares del Compen- dium publicado por Francisco Juan Más. Uno de ellos se conserva en la Biblioteca Nacional (4) y el otro es parte de una interesante colec- ción bibliográfica particular formada con los libros de la biblioteca del convento de fran- ciscanos de Vila-real cuando la Orden decidió aligerar de peso el convento y empezar a modemizarlo, dando una curiosa lección de ruptura con su prestigioso pasado intelectual al dispersar y destrozar "una de las librerías más importantes de estastierras". En la primera hoja de respeto de este segundo ejemplar, un "ex libris" permite iden- tificar a su primer propietario: el cronista y notario de Borriana Rafael Martín de Viciana. Las relaciones de Viciana con Más están documentadasen los protocolos notariales del notario de Vila-real Miguel Avinent desde 1544 (5), lo que explica el interés del fecundo cronista valenciano por las ediciones de Más. y de su puño y letra a "XX de novembre any MDLXXX don Rafael Martín de Viciana dona lo present libre a la libreria de la Verge Maria del Roser de Vilareal" (6). La actitud de Francisco Juan Más -que no era un humanista teñido de erasmismo, sino un apasionado de Erasmo- y la de Martín de Viciana que legaba todos sus libros -¿cuántos prohibidos o censurados por la Inquisición?- al convento del Roser, podrían resultar enor- memente ilustrativas del "secreto" guardado en su Biblioteca e incluso reducirlo a un momento muy concreto de su historia. Pero el enigma se complica cuando encontramos en el Libro de Devoción de San Pascual Bailón referencias bibliográficas de autores y textos censurados por la Inquisi- ción. Quien no esté dispuesto a creer tan fácil- mente en un principio de casualidad encontra-

rá una materia emocionante en el secreto No lejos de allí

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Page 1: rá una materia emocionante en el secreto No lejos de allí

rá una materia emocionante en el "secreto"

que guarda la biblioteca de un convento de la

regla de San Pedro de Alcántara y en la lectu-

ra de sus libros por un pobre fraile al que la

iconografía popular nos ha presentado siem-

pre como un pastor iletrado, pero que en rea-

lidad es uno de los ejemplos más vitales de la

defensa del sacramento eucarístico que anima

el espíritu del Concilio de Trento (7).

I. La mirada del Inquisidor

Aquella mañana del domingo 17 de sep-

tiembre de 1564, una gran multitud se había

qado cita en la plaza de la Seu de la ciudad de

Valencia.

No lejos de allí, en el convento de Predi-

cadores, una comitiva, encabezada por la cruz

verde del Santo Oficio de la Inquisición,

empezaba a dirigirse hacia la Seu. El protago-

nista principal de esta procesión era D. Gas-

par de Centelles, gentilhombre del Emperador

Carlos, a quien había acompañado en sus via-

jes hasta 1542.

En la plaza de la Seu esperaba "lo senyor

virrei D. Joan Lorenzo de Villarrasa en lo

cadafals a la finestra primera, posat un dosel,

i sa excel.lencia estava a la part de dins de la

finestra a la part del cantó; i el senyor

excel.lentísim arquebisbe en una de les quatre

cadires que estaven en lo cadafals, a la ma

esquerra de l'lnquisidor Don Alonso de Soto-

mayor, a la dreta del senyor arquebisbe, i els

altres dos a l'esquerra" (8) y allí, entre los

profesores del Estudi General, Francisco Juan

Más, "gramaticus Villaregalensi".

A pesar de que el aparato escénico y el

guión eran los acostumbrados en ceremonias

similares, aquella misa concelebrada y, sobre

todo, aquel momento culminante en el que se

leyó la sentencia, fueron para Más el cáliz

más amargo de su vida. Estaba seguro, como

todos, de que aquel espectáculo irreal termi-

naría cuando D. Gaspar subiría a la tarima,

acompañado del sacerdote, y escucharía el

veredicto de los señores Inquisidores y el cas-

tigo al que se había hecho merecedor por "he-

reje contumaz". y que aquel gesto de impru-

dencia al negarse a firmar para su defensa un

papel, en el que los Señores Inquisidores le

hacían ver y reconocer a la Iglesia romana y

al Papa como la única Iglesia de Dios, era

sólo un ejemplo más de su orgullo. Del mis-

mo orgullo de estirpe que, en 1522, le hizo

proferir graves ofensas contra D. Carlos de

Borja y Castro-Meneses, quinto duque de

Gandía, y le valió que lo corriesen a bastona-

zos en la plaza de Santa Catalina.

El día antes, toda Valencia se hacía eco de

lo ocurrido con un tal Solanes en el Auto de

fe de 1537, "quant li digueren la sentencia en

lo cadafal, a la plasa de la Seu, ans de que l'a-

cabasen de llegir la sentencia, lo dit Solanes,

se meté a cridar misericordia, e respós lo

inquisidor e dix-li: "Que dires Solanes". E

lavós, lo dit Solanes toma a cridar misericbr-

En 1554, el humanista de Vila-real Fran-

cisco Juan Más (I) editaba el tratado gramati-

cal de Adriano. Al principio de la obra figura

una lista de cuarenta y siete autores citados en

el Compendium, entre los que destacan Ovi-

dio, Virgilio, Cicerón y, sobre todo Erasmo y

Vives (2). La mayoría de estos autores habían

sido censurados por la Inquisición tres años

antes. (3).

Conozco dos ejemplares del Compen-

dium publicado por Francisco Juan Más. Uno

de ellos se conserva en la Biblioteca Nacional

(4) y el otro es parte de una interesante colec-

ción bibliográfica particular formada con los

libros de la biblioteca del convento de fran-

ciscanos de Vila-real cuando la Orden decidió

aligerar de peso el convento y empezar a

modemizarlo, dando una curiosa lección de

ruptura con su prestigioso pasado intelectual

al dispersar y destrozar "una de las librerías

más importantes de estas tierras".

En la primera hoja de respeto de este

segundo ejemplar, un "ex libris" permite iden-

tificar a su primer propietario: el cronista y

notario de Borriana Rafael Martín de Viciana.

Las relaciones de Viciana con Más están

documentadas en los protocolos notariales del

notario de Vila-real Miguel Avinent desde

1544 (5), lo que explica el interés del fecundo

cronista valenciano por las ediciones de Más.

y de su puño y letra a "XX de novembre any

MDLXXX don Rafael Martín de Viciana

dona lo present libre a la libreria de la Verge

Maria del Roser de Vilareal" (6).

La actitud de Francisco Juan Más -que no

era un humanista teñido de erasmismo, sino

un apasionado de Erasmo- y la de Martín de

Viciana que legaba todos sus libros -¿cuántos

prohibidos o censurados por la Inquisición?-

al convento del Roser, podrían resultar enor-

memente ilustrativas del "secreto" guardadoen su Biblioteca e incluso reducirlo a un

momento muy concreto de su historia.

Pero el enigma se complica cuando

encontramos en el Libro de Devoción de San

Pascual Bailón referencias bibliográficas de

autores y textos censurados por la Inquisi-

ción.

Quien no esté dispuesto a creer tan fácil-

mente en un principio de casualidad encontra-

Page 2: rá una materia emocionante en el secreto No lejos de allí

activamente en las representaciones de come-dias latinas de Plauto y Teréncio e incluso de

una basada en los coloquios de Erasmo que se

repitieron en el claustro del "Estudi" en 1532,

1535, 1537 y 1539.

Esta brillante trayectoria del humanismo

valenciano, que caracteriza la formación deMás en la Universidad de Valencia, le deciden

a publicar, recién cumplidos los veinticinco

años, De Civilitate morum puerilium per Des,

Erasmus Roterodamum libellus a F. Joanne

Másio Villaregalensi nunc primum majore

quam hactenus unquam diligentia recognituset ab eodem scholiis quidem illustratus.

Para costear su actividad como publicista

de Erasmo reclamará su herencia y la inverti-

rá en sus ediciones. En 1550, para poder

estampar en las prensas de Joan Mey los

opúsculos morales de Plutarco, traducidos allatín por Erasmo y Bude vende el "garroferal

de Vila-real" a Rafael Martín de Viciana.

La generosidad de Viciana, con el que

parece mantuvo una larga y fructífera amis-

tad, permite al humanista de Vila-real dedicar,ese mismo año, a Tomás de Villanueva los

Diálogos de Luciano, vertidos por el huma-nista de Rotterdam.

Para Francisco Juan Más, Erasmo fue el

"amigo amantísimo", el mejor de los maes-tros, el más entrañable. Su obra le acompañó

siempre y, en- especial, el De Civilitate, que

reeditó en 1552 y en 1554. Enseñó gramática

con las versiones de los clásicos, traducidas

por Erasmo, Bude, Vives. Pese al denostado eintegrista rector Celaya, utilizó su edición delas Apothegmas de Plutarco, traducidas por

Erasmo, cuando volvió a enseñar Gramáticaen la Universidad durante el curso de 1572-

1573.

Aquel curso, la Facultad de Artes de laque era profesor quedaba relegada a una posi-

ción secundaria respecto a las de Teología.

Malos tiempos y peores pesagios encerraba

est~ hecho para Más, que desde la introduc-

ción de la ortodoxia contrarreformista capea-

ba una ambiente hostil ante el que no se podía

hacer otra coasa que pasar desapercibido y

sobrevivir.

Ese curso, más que nunca, se sintió ago-

biado y obsesionado con aquella mirada con

la que Sotomayor heló su encendido erasmis-

mo cuando condenó a la hoguera a Centelles.

Aquella mirada encerraba la omnipresente

vigilancia a la que el Santo Oficio le sometió.

"Non placet Hispania" había escrito Eras-

mo. Más podía pensar pero no decir "non pla-

cet Valentia". Aquella Valencia sórdida en la

que sólo cabía soñar con tener alas y huir.

Buscar un refugio para "mis espíritus inquie-

tos": sus libros, su cuaderno con apuntes,

aquellos folios del Eclesiastés de Erasmo ysus traducciones que pretendía publicar, cuan-

do el Concilio prohibió las vulgarizaciones de

los libros religiosos en vernáculo.

"Espíritus inquietos" que probablemente,dio a su buen y discreto amigo Rafael Martín

de Viciana la última vez que cerró trato con él

en 1578.

El 21 de mayo de 1582 fallecía en su

Borriana natal Rafael Martín de Viciana. Dos

años antes, legaba todos sus libros al conven-

to del Roser. y discretamente confundidos

con ellos, buscaban refugio en los armarios de

la biblioteca los "espíritus inquietos" de Fran-

cisco Juan Más.

2. Los signos de los tiempos

Era la tarde del 18 de abril de 1587. Las

dia. Dix-Ii lo inquisidor: "¿Loays y aprovays

lo que disen los testimonios?", dix dit Sola-

nes: "Si senyor y mucho más". Toma a dir lo

enquisidor: "Resebima acte como lo tomo acobrar del braso secular", y de fet lo se'n tor-

naren ab los aItres de les penitencies als car-

sers de la Santa Inquisició". y no eran pocos

los convencidos que algo parecido iba a ocu-

rrir con el señor de Pedralba. ¿Acaso su

amigo y corresponsal Jerónimo Conques, pro-cesado junto con Centelles por su mismo deli-

to de luteranismo, no había abjurado y apenas

había sido condenado a dos meses de reclu-

sión en un convento?

Pero D. Gaspar, fiel a sus ideas, fue rela-

jado al brazo secular y quemado en el cauce

del Turia.

Toda su vida estuvo obsesionado Más por

la mirada con la que el Inquisidor Sotomayor

le penetró y siempre resonó en su cabeza el

martilleo de cada una de las palabras por las

que todos conocieron los graves delitos come-

tidos por Centelles y con las que se puso en

entredicho su honor por "haber confesado,

afirmado y defendido pertinazmente ante Nos

las dichas proposiciones heréticas, y por tales

condenado".

El humanista de Vila-real nunca compren-

dió por qué se consideraban herejías las nue-

vas formas de saber, los nuevos libros que

leía y editaba, su afán de renovación y divul-

gación cultural caracterizada por la vuelta a

los clásicos.

Capaz de repetir palabra a palabra aque-

llos textos de Vives Sobre la concordia y la

discordia del género humano nunca entendió

aquella locura que hacía que se tuviera que

escribir en griego lo que sólo unos años antes

se estampaba abiertamente en las florecientes

imprentas locales de los Jofres, Mey, Maciá o

Sanahuja.Siempre se creyó bienaventurado por la

amistad y el mecenazgo que desde siempre le

profesó el lugarteniente del comendador de

Montesa, por gozar de la paz y el esplendorde la corte virreinal de Doña Mencía de Men-

doza -personalidad formada por preceptores

tan significados como Vives, Strany o Maldo-

nado y que sentía una profunda admiración

por Erasmo-. Aquella era una corte poderosa

y tolerante con una Universidad en la queMartín Lasso de la Vega, catedrático de Ora-

toria y del que siempre Más se declaró discí-

pulo, hicieron que el joven profesor de gra-

mática se sintiese atrafdo por todos los cam-

bios que observaba.

La creación de la cátedra de griego, en

1524, resultó un elemento decisivo en la con-

solidaciÓn académica de las humanidades en

la Universidad. Más conoció el humanismo

que se desplegó durante la década de los

treinta, encabezado por Miguel Jerónimo

Ledesma, y en la cátedra de Oratoria con

Francisco Decio, y probablemente participóLos "sermones" de Adriano, obra de Francisco Más.

Page 3: rá una materia emocionante en el secreto No lejos de allí

o consultara. La primera impresión que pro-

duce esta prohibición es la de querer resguar-

dar el libro, ya que está considerado por todos

como una reliquia.

Con todo, resulta sorprendente que la

única transcripción hecha del original a fina-

les del siglo XVIII por Salmerón, y que se

conserva en el archivo de Jumilla, no se haya

publicado nunca.

En 1911, cuando los franciscanos recupe-

ran. el manuscrito, el Provincial, fray Rafael

Brotons, encarga al padre Sala la edición del

Libro de devoción. Sala procede a editarlo

juntando los escritos por materias y haciendo

una curiosa selección de textos en la que sólo

publica la que considera original del santo,

excluyendo la copiado o leido por San Pas-

cual.

La ardua labor de Sala, realizada con evi-,

dente competencia y fruición, es una enco-

miable labor de censura y una total falta de

respeto para con el original, de lo que resultó

otro libro distinto al "cartapacio para mi

recreación espiritual el que saque de muchos

libros Santos fielmente" que escribiera San

Pascual.

No es casualidad ni exceso de rigor cien-

tífico sino una perfecta labor de maquillaje la

que Sala hizo con el manuscrito de San Pas-

cual. Interesaba hacer perdurar la visión que

Ximénez nos dejó del santo y que caló tan

hondo en la iconografía popular: la del pastor,

el "hombre simple y sencillo que no sabía si-

no leer y escribir" haciendo olvidar a todos

que San Pascual sabía "hablar de teología

cuestiones muy sutiles" y era capaz de "po-

nerse en medio de los herejes a defender la

potestad del Romano Pontífice y la verdadera

existencia y presencia de Cristo en el Santísi-

de que el manuscrito de San Pascua\ es una

síntesis ideal ecléctica de toda la tradición del

pensamiento cristiano -católico- precedente al

Concilio de Trento (II).

No es la obra de un il~trado. En ella hay

una erudición secular, presupues~s intelec-

tuales y una mentalidad.

Que San Pascua\ leía continuamente, y

era capaz de recordar lo leí<;lohacía diez años

(\2), es un hecho que repiten hasta la sacie-

dad sus compañeros de vida conventual y que

ha sido discretamente disimulado e incluso

conscientemente olvidado con demasiada fre-

cuencla.

Este desconocimiento interesado de la

actividad intelectual del santo, en principio,

resulta chocante. Cabe suponer que San Pas-

cua\ es un ejemplo innegable de la gran labor

de alfabetización que se llevaba a cabo en los

conventos de franciscanos reformados del

siglo XVI. No olvidemos que hasta los dieci-

nueve años nuestro santo fue un pastor iletra-

do. ¿Por qué ocultar o reducir al máximo su

labor intelectual?

El \9 de mayo de 1592, dos días después

de la muerte del "benaurat frare Joan Pasqual

Baylon" se recogían de su celda del convento

del Roser hojas manuscritas de "letra del

santo" y se entregaban a fray Ximénez ya

fray Juan de los Angeles, cuando como comi-

sario visitó el convento.

Ximénez transcribió algunos textos de lo

que denominó "Ligro de Devoción" en su

Chronica del Bendito Fray Pascual BayI6n...,

publicada en Valencia en 1601, y mandó

guardar el Libro en el convento de Jumilla.

En 1649, cuando se trasladó el devocionario

al archivo del convento de San Juan de la

Ribera se prohibió que ningún fraile lo tocara

últimas palabras del solemne sermón de Vier-

nes Santo cayeron pesadas como piedras des-

pr~ndidas de aquella iglesia todavía no termi-

nada. Resonaron hoscamente bajo la bóveda

envuelta en la luz violácea del luto pascual.

Para subrayar su eco dramático llegaron des-

pués, como siempre, las dolorosas notas del

Miserere, que el Viernes Santo debieron pare-

cer más conmovedoras que nunca.

Con impresionante realismo, aquella

lamentación inspirada en el Salmo 73 había

evocado una imagen amenazadora, digna de

una profecía de Campanella. Era una severa

advertencia y requisitoria contra los enemigos

de la fe. A oidos de fray Pascual Bailón el

alarmante sermón era un espejo en el que se

reflejaban un horizonte oscuro y siniestro que

quería ocultar el sol.

Aquel sol al que la iconografía popular

siempre ha dirigido la mirada de San Pascual

y que representa el sacramento de la eucaris-

tía en su forma más mística y antigua: un

cáliz, coronado por una hostia.

La iconografía popular del siglo XVII y

XVIII nos ha dejado una imagen de San Pas-

cual en el que destaca el profundo recogi-

miento de su mirada. Su mirada es un fiel

retrato de la espiritualidad que florece en el

siglo XVI entre los franciscanos reformados.

Es la imagen del misticismo alentado por Cis-

neros y que encontrará su expresión más rica

y matizada en el Tercer abecedario espiritual

de Fr. Francisco de Osuna (9). Es un método

por el cual el alma busca a Dios en su propio

seno, en un desprendimiento tota! del mundo,

que deja a un lado el pensamiento de toda

cosa creada.

La espiritualidad de San Pascua! se apoya

en las enseñanzas de San Bernardo y de Ger-

són. Como el tratado de Osuna, todo el Libro

de Devoción de San Pascual Bailón es una

guía minuciosa que conduce a una purifica-

ción de las pasiones y de los deseos. Es una

disciplina del alma que tiende a prepararla

para "la amistad e comunicación de Dios", en

la que es preciso desembarazar el corazón, "y

de tal manera se debe desembarazar, que del

se vacíe i eche fuera todo lo criado, para que

el señor dello sólo more dentro en él".

Esta espiritualidad es un remolino de

erasmismo que se manifiesta abiertamente en

el Libro de devoción con la transcripción de

párrafos de la Guía de pecadores de Luís de

Granada.

Al mismo tiempo, las poesías devotas que

ocupan un buen número de páginas del "car-

tapaccio" de San Pascua! siguen fielmente )os

temas tratados por la poesía nacida a fines del

siglo XV bajo la influencia del Vita Christi

del Cartujano (10).

Añadamos la transcripción íntegra que

encontramos en el Libro de Devoción de la

paráfrasis del Miserere -obra maestra de la

literatura devota, cuyo éxito era más vivo que

nunca hacia 1550- y tendremos la impresión

;" 11

f'n'".I .II/' O ¡:. br. t'J

Primera página del ':Libro de deyoción" de San Pascual.

Page 4: rá una materia emocionante en el secreto No lejos de allí

partir de este momento aparecen citados en el

Libro de Devoción de San Pascual Bailón.

10. Sería interesante cotejar estas poesías

devotas con el Cancionero espiritual de 1549.

II. Es un hecho que el Concilio de Trento

había vuelto a poner en circulación una gran esco-

lástica, después que ésta languideciera durante más

de un siglo por culpa de franciscanos como

Occam. Ahora, los más grandes nombres de la teo-

logía eucarística del siglo XVI eran nombres de la

Compañía de Jesús y la teología se cultivaba de

nuevo. y los jesuitas empezaban a enseñar que era

necesario exigir una especial sensibilidad intelec-

tual para afrontar las polémicas con los protestan-

tes.

12. "que hacía como diez años 10 había leido y

10 retenía muy bien en la memoria, porque era un

don que había recibido de Dios el recordar 10 que

leía". La actividad intelectual de San Pascual en

RAMBLA,pp.110,112,115,116-117.

13. Los encomillados son testimonios citados

por RAMBLA, Pascual, o.f.m. San Pascual Bay-

lón, Barcelona, ediciones "provincia Franciscana

de Cataluña", 1979, pp. 124-126.

14. CALDERARI, C. Conceptos espirituales

sobre el miserere. Madrid, viuda de Querinos,

Guerando,1589.

15. Una cata de los autores y libros citados por

San Pascual con los censurados o prohibidos en los

Indices inquisitoriales da como resultado la presen-

cia de autores de Patrística como Cayetano o Ter-

tuliano, fray Luis de Granada, fray Pedro Padilla,

Ramillete de flores espirituales, prohibida en 1583;

la Vida de Jesucristo y sus santos compuesta por

fray Pedro de la Vega -la obra llevaba circulando

más de cincuenta años en el momento de su prohi-

bición- Q el Abecedario espiritual de Francisco de

Osuna, censurado en 1598. BIBLIOTECA UNI-

VERSillAD DE VALENCIA (BUV). Index libro-

rum prohibitorum et expurgatorum. Madrid, apud

Ludovicurn Sánchez, 1612.

16. ARCHIVO HISTORICO NACIONAL

(AHN), Inquisición, lib. 1233, f. 25; leg. 4436,

exp. 59; leg. 444, exps. 30 y 38.

GONZALEZ, J. "La censura de libros en Valencia

durante los siglos XVI y XVII". III Congreso

Español de Historia de la Medicina. Madrid, 1972,

II pp. 141-153; PINTO CRESPO, Virgilio. Censu-

ra inquisitorial en la segunda mitad del siglo XVI.

Madrid, Taurus Ediciones, 1983.

4. Nuestras citas corresponden al ejemplar que

se conserva en la BIBLIOTECA NACIONAL DE

MADRID (BN), sign. R/29523. In Adriani Cardi-

nalis tam celebre opus, cui de Latino Sermone, de

que Latine loquendi modis nomen vulgo inditur,

recens ac nunc primum natu Epitome. Cum privi-

legio ad decennium. Valentiae, Excudebat Anto-

nius Sanahuja e regione portae Apostolorum Tem-

pli Maximi, 1554.

5. ARXIU MUNICIPAL DE VILA-REAL

(AMVi). Protocolos, sig. 1740-1747. Avinent,

Miquel (1540-1748).

6. Dos años antes de su muerte, Viciana donó

todos sus libros a la biblioteca del Roser. Están

documentados de su puño y letra varios incunables

y libros raros entre los que cabe destacar Auctores

Octo opusculorum (Lugduni, 1498); Biblia latina,

cum postillis Nicolai de Lyra... (Venecia, 1481);

De ,raeparatione evangelica (Tarvisi, 1480); la

edición de Venecia de 1486 de Martinus Polonius;

Historiarum adversus paganos libri VIl (Basilea,

1486), cit. QUITARTE IZQUIERDO, Vida!. Incu-

nables y libros raros de Castellón de la Plana y su

provincia. Castelló, Publicaciones del Excelentísi-

mo Ayuntamiento, 1980, DD. 15,23, 38, 44 y 47.

7. Lo que exigía una especial sensibilidad inte-

lectual, tradicionalmente reservada a la vocación

apologética y la suprema sabiduría pragmática que

animaban a la Compañía de Jesuús en su el1cendi-

da defensa del espíritu de Trento.

8. Una descripción de" Acte de Sant Ofici en

la playa de la Seu" en J. PORCAR, Coses evengu-

des en la ciutat e regne de Valencia, D!etario de

mosén capellan de San Martín, Transcripción y

prólogo de Vicente Castañeda Alcover (Madrid,

Cuerpo Facultativo de Archiverós, Bibliotecarios y

Arqueólogos, 1934),2 vols.

9. Los autores de todas las obras reseñadas a

mo Sacramento de la Eucaristía, refutando

sus falsas razones en el camino que hizo a

Francia", porque nuestro santo "también

podía leer cualquier libro de teología y enten-

derlo, como lo hacía cuando las ocupaciones

de su oficio le daban lugar" (13).

Las citas de algunos títulos y autores de

los libros consultados por san Pascual permi-

ten datar el manuscrito hacia 1586-1591. Por

lo tanto, es lógico suponer que los libros cita-

dos son de autores guardados en la biblioteca

del convento del Roser.

Sala, en su prólogo, reconoce que excluye

de sus Opúsculos, entre otros, la paráfrasis de

Calderari sobre el miserere. La versión caste-

llana del Calderari, citada por san Pascual, se

publicó en 1589 (14). Un año antes de que

Ximénez publique su Chronica, el 16 de octu-

bre de 1600, la Inquisición prohibía la obra

(15).Uno de los censores del libro fue el jesui-

ta Esteban de Hojeda, quien señaló diversos

pasajes de la obra "que van en el papel con

esta censura. y otras que no quise poner en

él, por no ser tan malas como esas. Parésceme

que este libro no puede traer utilidad alguna a

la república cristiana, sino mucho daño" (16).

El miedo a la heterodoxia condiciona de

tal forma a los censores, que la excesiva pro-

liferación de estos tratados de devoción en los

que era frecuente la exposición de determina-

dos aspectos de la Sagrada Escritura en len-

guaje popular, es uno de los motivos funda-

mentales que alegan para su prohibición.

Motivo que se repite hasta la saciedad en las

"Coronas" y "Sermones" del Libro de devo-

ción en los que se suelen popularizar pasajes

de la escritura con un lenguaje vivo, con imá-

genes literarias llamativas y perfectamente

inteligibles para las gentes poco letradas.

Ximénez cuenta que, estando el santo

muy enfermo, rogó a su prelado encarecida-

mente que hiciese quemar sus papeles des-

pués de su muerte. Bajo esta advertencia se

transparenta el mismo miedo que aconsejaba

a Francisco Juan Más buscar refugio para sus

"espíritus inquietos" en el convento del Roser

de Vila-real.

NOTAS

1. Sobre el humanista Francisco Juan Mas ver

GARCIA MARTINEZ, Sebastián y GIL VICENT,Vicent. "Pedro Juan Núñez y la enseñanza del grie-

go en la Universidad de Valencia, 1547-1602", en

Colloque "Instruction,lecture, écriture en Espagne

(XVlme-XIXne Siecles, Toulouse, 1982, pp. 187-246; "El erasmismo en la corona de Aragón en el

siglo XVI", Colloquium "Erasmus in Spranje -Vi-

ves in Nederlanden", Brujas, 1985, pp. 215-290 y

"Las ediciones y traductores valencianos de Eras-

mo", Erasme i /'erasmisme. IV Seminari d'aplica-cions didactiques. Tarragona, Departament d'His-

toria Moderna, 1986, pp. 171-193.

2. La lista de autores en BN, fol. A3v. Siguenun poema latino del notario P. Lorenzo y otro, en

elogio de Adriano, de Jaime Juan Falcó.

3. Sobre la censura inquisitorial ver GARCIA Azulejería del antiguo convento alcantarino.