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1 REFLEXIONES PARA COMPRENDER LOS SIGNIFICADOS DE LA CASA Y LAS TRANSFORMACIONES EN EL HÁBITAT 1 . CÉSAR ARMANDO QUINTAL ORTIZ Estudiante del Doctorado en Urbanismo de la Universidad Nacional Autónoma de México Área de estudio: Procesos socioterritoriales de escala urbana Domicilio: Av. Dr. José María Vértiz 909, Int. 503, Ciudad de México, Benito Juárez, col. Narvarte Oriente, cp. 03023. [email protected] RESUMEN Este trabajo centra las reflexiones en las casas de Pueblo Caucel, el cual es la zona del ejido de Caucel destinada para el asentamiento humano. El ejido se encuentra en la pe- riferia poniente de Mérida, ciudad capital de Yucatán (México). En 2004, se expropiaron 885.48 ha de tierras del ejido, con el propósito de construir, en una primera etapa, un conjunto de aproximadamente 25 mil viviendas. El proyecto habitacional se denominó Ciudad Caucel y se planeó de tal forma que recluyó a Pueblo Caucel en sus diferentes direcciones. La intención de este documento es contribuir a las interpretaciones sobre los significados de la casa y abonar nociones a los estudios urbanos y regionales, ade- más, enfatiza la diferencia de este concepto con el de vivienda. Palabras clave: casa, Pueblo Caucel, Ciudad Caucel, transformaciones, significados. ABSTRACT This paper is focusing in the reflections of homes in “Pueblo Caucel”, which is an area of the Caucel´s ejido destined for human settlement. The ejido is located on the western periphery of Mérida, the capital city of Yucatán (Mexico). In 2004, it was expropriated 885.48 ha of ejido´s lands to build, in a first stage, a group of approximately 25,000 housings. The project was called “Ciudad Caucel” and was planned in a way that it con- fined “Pueblo Caucel” in its different directions. This document aims to contribute to 1 Este trabajo forma parte de la tesis que se presentó para obtener el grado de Maestro en Estudios Re- gionales en el Instituto Mora (Ciudad de México).

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REFLEXIONES PARA COMPRENDER LOS SIGNIFICADOS DE LA CASA Y LAS TRANSFORMACIONES EN EL HÁBITAT1.

CÉSAR ARMANDO QUINTAL ORTIZ

Estudiante del Doctorado en Urbanismo de la Universidad Nacional Autónoma de México

Área de estudio: Procesos socioterritoriales de escala urbana

Domicilio: Av. Dr. José María Vértiz 909, Int. 503, Ciudad de México, Benito Juárez, col. Narvarte Oriente, cp. 03023.

[email protected]

RESUMEN

Este trabajo centra las reflexiones en las casas de Pueblo Caucel, el cual es la zona del ejido de Caucel destinada para el asentamiento humano. El ejido se encuentra en la pe-riferia poniente de Mérida, ciudad capital de Yucatán (México). En 2004, se expropiaron 885.48 ha de tierras del ejido, con el propósito de construir, en una primera etapa, un conjunto de aproximadamente 25 mil viviendas. El proyecto habitacional se denominó Ciudad Caucel y se planeó de tal forma que recluyó a Pueblo Caucel en sus diferentes direcciones. La intención de este documento es contribuir a las interpretaciones sobre los significados de la casa y abonar nociones a los estudios urbanos y regionales, ade-más, enfatiza la diferencia de este concepto con el de vivienda.

Palabras clave: casa, Pueblo Caucel, Ciudad Caucel, transformaciones, significados.

ABSTRACT

This paper is focusing in the reflections of homes in “Pueblo Caucel”, which is an area of the Caucel´s ejido destined for human settlement. The ejido is located on the western periphery of Mérida, the capital city of Yucatán (Mexico). In 2004, it was expropriated 885.48 ha of ejido´s lands to build, in a first stage, a group of approximately 25,000 housings. The project was called “Ciudad Caucel” and was planned in a way that it con-fined “Pueblo Caucel” in its different directions. This document aims to contribute to

1 Este trabajo forma parte de la tesis que se presentó para obtener el grado de Maestro en Estudios Re-gionales en el Instituto Mora (Ciudad de México).

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the interpretations about the home´s meanings and to add notions to urban and regio-nal studies, also, it emphasizes the difference between concepts of home and housing.

Keywords: home, Pueblo Caucel, Ciudad Caucel, transformations, meanings.

INTRODUCCIÓN

La superficie de Mérida, ciudad capital del estado de Yucatán (México), creció en 3,324.44 ha entre 2000 y 2010 (INEGI, 2000 y 2010). La expansión urbana devino sobre tierras ejidales periféricas, desocupadas o explotadas para actividades primarias. En esas tierras se construyeron, esencialmente, conjuntos habitacionales y viviendas uni-familiares2 para personas de diferentes niveles socioeconómicos.

En la periferia poniente de la capital yucateca se construyó el conjunto habita-cional Ciudad Caucel sobre tierras que pertenecían al ejido de Caucel. Este último, es un espacio constituido idealmente3 por una zona para el asentamiento habitacional de las familias; una zona de parcelas, donde los ejidatarios explotan individualmente las tie-rras y una zona para uso colectivo entre los ejidatarios. El proyecto Ciudad Caucel inició en 2004 y hoy en día (2020) se continúa con la construcción de viviendas. Asimismo, se planeó de manera tal que aprisionaría, en todas sus direcciones, a la zona del asenta-miento humano, reconocido en las siguientes líneas como Pueblo Caucel.

La unidad de estudio del presente trabajo es el espacio habitacional de Pueblo Caucel, es decir, la casa. El documento enfatiza la diferencia entre este concepto y el de vivienda, ambos se conciben como sinónimos y se utilizan indistintamente en la mayo-ría de los estudios urbanos y regionales; sin embargo, consideramos que los dos refie-ren a fenómenos diversos, por tanto, es un error metodológico emplearlos de manera equivalente. El objetivo es contribuir a las reflexiones sobre los significados de la casa desde una mirada socio-espacial. Nos interesa conocer cuáles son sus significados a par-tir de las transformaciones propias del pueblo y aquellos que se originaron por la cons-trucción del conjunto habitacional.

Las reflexiones se sustentan en fuentes primarias y secundarias. En diciembre de 2016 y enero de 2017 realizamos el primer acercamiento a Pueblo Caucel con el fin de identificar a informantes claves y observar sus características urbanas y arquitectó-nicas. En noviembre de 2017, procedimos con otra etapa del trabajo de campo adop-tando a la etnografía como método de investigación (Guber, 2005). En este aplicamos y audio-grabamos entrevistas semi-estructuradas, compilamos fotografías de álbumes familiares y registros capturados al transitar por las calles del pueblo y localizamos me-dios audiovisuales y mapas de principios del siglo XX y contemporáneos, así como pla-

2 No referimos a viviendas construidas por una familia y que no siguen un mismo patrón como las vivien-das en serie. 3 A partir del Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (Procede) (1993), se encuentran en Yucatán ejidos con diferentes composiciones espaciales, algunos carecen de zonas par-celadas, pero cuentan con las otras dos zonas; otros ejidos poseen zona de uso común, pero carecen de zonas parceladas, etc.

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nos y dibujos de la casa yucateca en documentos históricos. Estos recursos contribuye-ron a entender el contexto social y espacial actual de la unidad de estudio en un proceso histórico mucho más amplio.

Los Censos y Diarios Oficiales de la Federación (DOF) y de Yucatán (DOY) apor-taron datos cuantitativos al estudio. Para acceder al Programa Parcial de Desarrollo Ur-bano de Caucel (PPDUC) visitamos el archivo del Instituto de Seguridad Jurídica Patri-monial de Yucatán (INSEJUPY). Además, consultamos libros y artículos de divulgación científica en bibliotecas de Yucatán, Ciudad de México y São Paulo. La sistematización de las fuentes originó un banco de datos que codificamos con base en el método de la Teoría Fundamentada, se identificaron categorías y subcategorías que dialogan con los conceptos de esta investigación.

El texto se divide en seis secciones. En la primera presentamos una breve discu-sión entre los conceptos casa y vivienda. En la segunda y tercera abordamos las carac-terísticas de la casa en Pueblo Caucel durante el siglo XX y principios del XXI, respecti-vamente. En la cuarta sección nos aproximamos al conjunto habitacional Ciudad Caucel y en la quinta nos preguntamos qué es una casa. La última parte corresponde a las con-sideraciones finales.

CASA O VIVIENDA

La primera propuesta del estudio es insistir en la diferencia entre los conceptos casa y vivienda. Esta última, forma parte de la representación espacial de Lefebvre (2013, p. 97), es el espacio planeado y gestionado desde el escritorio de arquitectos y urbanistas, es derecho fundamental y término que se replica en los acápites de programas urbanos. Asimismo, es indicador de problemas, deficiencias y necesidades de pueblos y ciuda-des4 y vocablo cotidiano de promotores, economistas, juristas y líderes sociales (Duran, 2008). Por su parte, el término casa forma parte del lenguaje de los individuos y se aparta, en palabras de Duran (2008), del mundo de las leyes y reglamentos.

La vivienda se produce para el mercado y se inscribe en una relación donde se busca minimizar las inversiones y maximizar las ganancias; por tanto, es una mercancía demandada por un grupo de personas que responden a un perfil socioeconómico espe-cífico y como tal es un bien rígido con fuertes connotaciones individualistas que no se ajusta fácilmente a las necesidades espaciales de las personas (Duran, 2008). Según Duhau y Giglia (2008), la primera relación entre los habitantes y las viviendas de con-juntos habitacionales es de relativa extrañeza, es objeto de actitudes contradictorias por no cumplir totalmente con las expectativas y deseos de sus habitantes; sin embargo, es un bien con lo que es preciso conformarse.

El término vivienda deriva de vivir y casa de casamiento o casada (Duran, 2008). Para Heidegger (2016) la casa es obra construida por los actos de permanecer y residir,

4 Remítase, por ejemplo, al déficit o rezago de vivienda y a los indicadores de viviendas sin agua, energía o drenaje.

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es refugio que se cultiva y cuida para el abrigo de una persona, por tanto, las casas cre-cen y las viviendas se erigen. La noción de abrigo es reiterada por Bachelard (2014, p. 131): “contra el frio, contra el calor, contra la tempestad, contra la lluvia, la casa es para nosotros un abrigo evidente, y cada uno de nosotros tiene mil variantes en sus recuer-dos para animar un tema tan simple como éste”.

La casa es un arquetipo sintético que ha evolucionado (Bachelard, 2014). Crece y evoluciona al ritmo del habitar, pausadamente se transforma de acuerdo a anhelos y necesidades funcionales de las personas. Asimismo, es memoria tangible y nómada. Sus características arquitectónicas o geometría se determinan en diferentes momentos, por tanto, su imagen es pasado en el presente. Bachelard (2014) menciona que, entre las cosas del pasado, la casa natal es, probablemente, la que mejor se evoca ya que su ima-gen está fundida y repartida en las personas. Así, la casa vive en la memoria, se hace presente la ausencia que ha sido y la ausencia de lo que nunca fue.

Los individuos se posiciones en el hábitat a través de la casa, sus coordenadas fijan la localización de los sujetos en el territorio. Como centro que ordena el universo, es un lugar privilegiado (Bachelard, 2014; Duran, 2008). Es el principio y fin de la región del habitar (Heidegger, 2016, pp. 150 y 155), las personas parten de esta para desarro-llar sus actividades cotidianas y retornan a la misma tras finalizarlas. La escala de la casa se extiende a sus contextos inmediatos y distantes, trasciende los marcos de la propiedad privada para incluir la calle más próxima, el mercado del centro, la escuela de la esquina, la iglesia del barrio, la plaza del centro histórico o el comercio en la ave-nida principal, de manera que tiene un carácter multiescalar (Blunt y Dowling, 2006).

PUEBLO CAUCEL EN EL SIGLO XX

El concepto de casa fue nuestro faro para la toma de decisiones y reflexividad5 durante el trabajo de campo. Entre los principales desafíos afrontados en esta investigación se encuentra la limitada producción bibliográfica sobre la historia social y espacial de Pue-blo Caucel. Ante ello, las entrevistas a adultos mayores constituyeron un recurso im-portante para reconstruir el contexto del pueblo durante gran parte del siglo XX. La in-formación obtenida a través de esta técnica se fortaleció con la literatura académica que advierte sobre el ambiente a nivel regional.

Los primeros años del siglo XX son un hito en la historia social y espacial de Mé-xico ya que el estado posrevolucionario adoptó al ejido como unidad que configuraría la composición del mundo rural6. A su vez, la configuración espacial y paradigmática del ejido se integró por tres grandes áreas: la zona de parcelas para el cultivo individual, la zona de tierras comunes para el pastoreo, recolección de leña u otros usos colectivos y la zona de urbanización donde se establecieron las casas de ejidatarios y sus familias7

5 Ver Guber (2005), capítulo 4. 6 Es importante mencionar que los ejidos existían incluso antes de la Reforma Agraria posrevoluciona-ria, para un análisis más detallado se recomienda consultar Kourí (2017). 7 Para consultar un debate reciente sobre estas tres zonas se recomienda consultar Azuela (2018).

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(Warman, 2001), posteriormente reconocida como zona de asentamiento humano. Asi-mismo, uno de los rasgos más notables del ejido fue su carácter inalienable hasta la reforma neoliberal de 1992, es decir, los ejidatarios estaban legalmente impedidos para vender las tierras8 (Azuela, 2018).

En 1925 se publicó en el DOF la resolución presidencial de constituir el ejido de Caucel en una superficie de 4,116 ha, en beneficio de 294 ejidatarios (SEGOB, 2009). Los entrevistados mencionaron que se sembraban frutas y verduras en las tierras par-celadas. Las plantas iniciaban tan pequeñas como un granito de maíz y crecían princi-palmente por las lluvias. El henequén también ocupó algunas parcelas y se cultivó por medio de surcos separados a una distancia de dos metros y un metro entre cada planta, cuando las hojas se cruzaban era tiempo de cortarlas, actividad que solo los hombres con mayor experiencia realizaban; en caso contrario, se dedicaban a armar paquetes de 20 a 25 hojas. Al terminar las labores, retornaban a sus casas y las mujeres los recibían con la comida del día, por lo general, frijoles o huevos y bebían café que se realizaba al quemar las tortillas.

En la zona urbanizada se construyeron las casas de las familias. El núcleo princi-pal de la casa se posicionaba en el chaflán de la manzana o en el centro del terreno. El predio se dividía por albarradas, es decir, piedras sin mortero sobrepuestas de manera tal que originaban bardas de aproximadamente 1.5 m de altura. Las paredes, de forma elíptica, se interrumpían por dos puertas de madera, una de acceso a la calle y otra al patio y carecían, por lo general, de ventanas o de cualquier otro vano. La estructura se realizaba con bejucos y horcones y se cubría con una mezcla de tierra y paja, ocasional-mente revestida con un embarrado de textura lisa que se pintaba con cal blanca (Ilus-tración 1).

El techo del núcleo principal tenía un perfil cónico a doble altura y se realizaba

con maderas, posteriormente cubierto con guano o zacate que se adquiría de las parce-

las o de los caminos que comunicaban con el monte. Los pisos eran de tierra apisonada

y el interior no estaba subdividido por muros interiores. Entre las paredes elípticas se

colocaba el fuste de un árbol o dos ganchos de madera con canto redondeado para col-

gar hamacas. En este espacio, las mujeres bordaban, confeccionaban huipiles y urdían

hamacas desde muy temprana edad; también, se utilizaba para dormir, descansar o

para el aseo personal de la familia.

La cocina se encontraba, por lo general, separada del núcleo principal y su forma rectangular se originaba por cuatro horcones colocados en cada esquina. Este espacio carecía de muros y el techo se realizaba con guano o zacate. Las familias pasaban gran parte del día en esta área semi-abierta, principalmente las mujeres que se dedicaban a cocinar y tortear9. En los patios se cultivaban frutas y verduras y se criaban animales como gallinas, pavos, borregos, carneros, patos, cerdos y ganados. El pozo fue la fuente

8 A pesar del carácter inalienable de las tierras ejidales antes de 1992, existen pruebas empíricas que demuestran la existencia de un mercado informal de tierras (Ver Hiernaux y Lindón, 1998). 9 Tortear se refiere a la actividad de realizar tortillas con las manos y con masa.

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principal de agua para consumo humano durante los primeros años del siglo XX, su im-portancia era tal que se elaboraban paralelamente a la construcción del núcleo princi-pal de la casa.

La casa no solo fue la morada de la familia nuclear ya que esta también acogía de manera eventual o permanente a abuelos, nietos, tíos, primos o sobrinos. Este arre-glo social todavía se presenta en el pueblo. En ocasiones, se localizaban en los patios más de un núcleo de guano, donde los hijos iniciaban la consolidación de sus propias familias. El terreno se fragmentaba simbólicamente y los hijos reconocían los límites de las tierras que el padre heredaba: “[desde] el borde del pozo”, “desde el [árbol de] ra-món”, “a partir del árbol”. Por otra parte, si el padre no tenía tierras, este hablaba con el comisario ejidal y solicitaba un terreno. El solicitante resultaba favorecido si se re-conocía como habitante del pueblo.

Esta imagen de la zona urbanizada del ejido se transformó parcialmente a fines del siglo XX, en específico, a partir de la década de los ochenta, pues, aparecen en escena moradas con materiales y geometrías diferentes a los tradicionalmente percibidos. Esto se explica, en parte, por la germinación de actividades relacionadas con la producción y transporte de piedras en el pueblo, que no sólo motivó el abandono de la agricultura

Ilustración 1. Casa predominante en Pueblo Caucel durante el siglo XX

Fuente: Trabajo de campo, 2016

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en las parcelas, sino contribuyó también al empleo cada vez más frecuente de la mam-postería. A esto se suman anhelos familiares y expectativas de mejorar la calidad de vida a través del uso de materiales menos perecederos.

El espacio nuclear versátil se abandonó paulatinamente como arquetipo domés-tico por uno semi-especializado y subdivido. Los nuevos núcleos se integraron por dos o tres cuartos y por una sala y comedor, utilizados además como habitaciones para dor-mir. La cocina renunció, en mayor medida, a su posición aislada para integrarse al con-junto, pero, el patio conservó sus grandes dimensiones y sus funciones como área de cultivo para el autoconsumo familiar.

PUEBLO CAUCEL EN EL SIGLO XXI

La población de Pueblo Caucel en 2010 fue de 6,988 personas. Al transitar hoy en día por sus calles, se percibe un contexto donde los núcleos están construidos, en su mayo-ría, con block y bovedilla (Ilustración 2). Además, se observa que se posicionan de ma-nera alineada a la calle y no en los chaflanes como en épocas pasadas. Algunas casas tienen un jardín en la parte delantera donde se almacena leña para cocinar y en otras se construyen porches para estacionar un automóvil o triciclo y cuando no están ocu-pados por estos medios de transporte se utilizan para una reunión familiar, una cele-bración de cumpleaños o simplemente para descansar en una hamaca.

Ilustración 2. Materiales de la casa en Pueblo Caucel, primera década del siglo XX

Fuente: Trabajo de campo, 2017

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Por las tardes, las personas abandonan el interior de la casa para “tomar aire” en asientos de madera o piedra fijados sobre aceras peatonales de las calles, en una silla de madera o plástico o en una mecedora. En cuanto a la geometría de los núcleos prin-cipales se encuentran soluciones ortogonales, elípticas o, como mencionó una de las entrevistadas, de “tipo zapatito”. Estos últimos se asemejan a las viviendas de Ciudad Caucel, en primer plano se encuentra una ventana tipo Miami de cristal o corrediza y en segundo una puerta de lámina, posicionados en terrenos con superficies superiores a las del conjunto habitacional delimitados por medio de albarradas. Otros núcleos tam-bién son similares a las viviendas del conjunto habitacional, pero, a estos se le adicionan celosías en las paredes con el fin de mejor la ventilación en el interior.

En 2010, se registraron 1,877 viviendas particulares en el pueblo. El promedio de ocu-pantes por vivienda se estimó en cuatro personas y el de ocupantes por cuarto en dos personas. También, se identificaron 223 viviendas particulares habitadas con un cuarto, 511 con dos cuartos y 877 con 3 y más cuartos; únicamente 20 fueron los casos con piso de tierra (INEGI, 2010).

Actualmente, el interior del núcleo principal es heterogéneo, algunos se compo-nen por áreas especializadas, mientras que otros son multifuncionales. La cocina es parte de la estructura interna, o bien, se encuentra como una isla posicionada entre la vegetación del patio. La cocina es un espacio semi-abierto o totalmente abierto, cons-truido con maderas, paja, cartón, lámina o concreto, con mesas, sillas y un fogón donde se hace la comida o tortillas y se almacena leña. El baño es otro cuarto que puede en-contrarse de manera aislada.

Además del uso habitacional, la casa es también un lugar para el comercio y el trabajo. El porche o la sala pueden adaptarse a una tienda de abarrotes o para vender comida, frutas, verduras, carnes o flores. Las mujeres son las principales responsables de esos negocios ya que los cónyuges y los hijos mayores laboran en otras actividades económicamente remuneradas en Ciudad Caucel o Mérida. Por su parte, algunos hom-bres ocupan una fracción del terreno o el porche para un taller de carpintería, herrería, vidrio o aluminio. En ocasiones, esos talleres son los principales espacios de trabajo, en otros casos, son sitios que complementan las jornadas fuera de la casa, por lo que solo laboran en estos durante las horas libres. En Pueblo Caucel, se calcula que el 37% de la población está ocupada formalmente en una actividad primaria, secundaria o terciaria y de esta el 71% son hombres y el 29% son mujeres (INEGI, 2010).

CONJUNTO HABITACIONAL CIUDAD CAUCEL

En 2004 se inició uno de los proyectos de vivienda más ambiciosos en la ciudad de Mé-rida y con ello la transformación del contexto natural y espacial del ejido de Caucel. En julio de ese año, se imprimió el PPDUC en las páginas del DOY y en enero de 2005 la Secretaría de Desarrollo Urbano, Obras Públicas y Vivienda (SDUOPyV) autorizó su construcción, solicitada previamente por la Comisión Ordenadora del Uso del Suelo del Estado de Yucatán (COUSEY). Reducir el rezago habitacional, estimado en el 2000 en 33,856 unidades en el municipio (SEDATU y CONAVI, 2017), responder las demandas

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de reposición y mejoramiento de vivienda y combatir la formación de asentamientos irregulares se plantearon como las principales fundamentaciones del proyecto (Go-bierno del Estado de Yucatán y COUSEY, 2007). Asimismo, se justificó con el pretexto de ordenar la inminente conurbación entre Mérida y Pueblo Caucel (PPDUC, 2004). El director de la COUSEY, José Guzmán Alcocer, argumentó:

“Ciudad Caucel se desarrollará en torno a un ejido [el de Caucel], a cuyo comisa-riado se le ha dejado la autonomía y la libertad de poderse desarrollar, al tiempo que se propone […] ordenar su crecimiento. En los terrenos expropiados por la COUSEY se pretende albergar 25 mil viviendas en una primera etapa, con un po-sible crecimiento hasta 70 mil viviendas. Los terrenos están muy cerca de Mérida y se pretende que la conurbación con la capital empiece […] a tener un ordena-miento” (Guzmán, 2004, pp. 37-38).

Ilustración 3. Esquema del conjunto habitacional Ciudad Caucel, 2004

Fuente: PPDUC, 2004

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Para el proyecto se expropiaron 885.48 ha de tierras ejidales (RAN, 2020). Los ejidatarios entrevistados comentaron que la expropiación fue “una orden presidencial” y que les “quitaron [las tierras] por ley”. Además, anotaron que los habitantes del pue-blo10 infirieron que se beneficiarían de la indemnización; sin embargo, el gobierno les informó que solo se gratificaría a los ejidatarios11. Esta situación conllevó, por una parte, a conflictos entre los sujetos con derechos agrarios y aquellos que carecían de los mismos, y por otra, a protestas sociales en el parque principal del pueblo. En las prime-ras negociaciones se ofreció, según los informantes, 8 pesos por el metro cuadrado de tierra y después 12 pesos. Es importante señalar que el grupo de ejidatarios se dividió a favor y en contra de aceptar la expropiación, pero, la mayoría cedió cuando se entera-ron de las compensaciones económicas, entre los argumentos se encontraron: “que se venda [la tierra, pues,] quién va a ir a vivir [allí]” o “está lejos, no lo podemos trabajar”.

El conjunto habitacional se planeó concéntricamente a Pueblo Caucel, en anillos circulares que partían, aparentemente, de la plaza principal (Ilustración 3). La tala de la vegetación inició en 2007 y la construcción de viviendas comenzó al sur del pueblo, después continuó al oriente y hoy en día (2020) se extiende al norte. En la planeación se destinó una franja de 220 ha que separaría el pueblo del conjunto habitacional y ser-viría de reserva de crecimiento para el primero, pero, durante el trabajo de campo cons-tatamos que esta disposición no se respetó.

¿QUÉ ES UNA CASA?

La imagen producida en la mente cuando se piensa en la casa es la de una estructura con muros y un techo. En Pueblo Caucel, la arquitectura constituye un fragmento de la casa, es decir, esta no se concibe solo por el edificio en el terreno, sino por el espacio generado entre este y el patio. La casa se origina por la convergencia entre un núcleo donde la intimidad está bien cerrada y protegida (Bachelard, 2014) y una extensión semi-privada que no es ocupada por la edificación.

En sus estudios sobre la casa purépecha, Ettinger (2010) menciona que esta se concibe en términos del solar completo; por su parte, Robles (1991) introduce la noción de composición habitacional para referirse a la relación que existe entre la casa, la co-cina y el patio. Cuando las personas de Pueblo Caucel describen su casa no se limitan a reconocer las formas, texturas y colores de la sala, el comedor o la cocina, sus narracio-nes se extiende del cobijo material al espacio donde se encuentra el jardín, los árboles frutales y el corral de los animales.

La construcción de la casa se inscribe un proceso donde se materializa la expec-tativa de un espacio habitacional propio o familiar, en este se precisa un bien larga-mente proyectado en el pensamiento, imaginado y constantemente reformulado hasta que obtiene forma en el hábitat, por ello, la edificación no se encomienda a cualquier persona, en todo momento se opta por un familiar, o bien, por un sujeto reconocido

10 Nos referimos a los habitantes si derechos agrarios. 11 En 1998, el PROCEDE reconoció 399 ejidatarios, es decir, 105 de más que con el decreto de 1925.

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como habitante del pueblo. Esta selectividad simboliza la construcción endógena del pueblo.

La casa se valora y sobrevalora porque representa un punto de inflexión en las condiciones de vida imperantes en la casa natal, adversas por oportunidades laborales limitadas, bajos ingresos familiares y por la precariedad de materiales vernáculos. Es un álbum de recuerdos conservado en sus muros, pisos, árboles y en la memoria de sus habitantes. Por todo esto, es un espacio que no se cambiaría por una vivienda de Ciudad Caucel o una casa de Mérida.

En la periferia actual del pueblo se construyeron núcleos semejantes a las vivien-das del conjunto habitacional, presentan la misma geometría e igual distribución de cuartos interiores, pero, en un predio o terreno que supera por mucho al del conjunto habitacional. Este esquema habitacional transforma parcialmente la imagen del hábitat del siglo XX, es decir, no la altera radicalmente, tampoco se instaura un paradigma ha-bitacional estrictamente original. Lo anterior debe advertirse, en palabras de Ettinger (2010), como una hibridación y una negociación entre tradición y modernidad.

La experiencia con la casa natal origina un acervo de información que condiciona la casa onírica y la percepción de otras, por ello, las viviendas de Ciudad Caucel se juzgan con base en esquemas personales y del discernimiento se adoptan o rechazan materia-les, geometrías y dimensiones, de esta manera se explica por qué mientras algunas per-sonas construyen un núcleo en la periferia del pueblo con una imagen equiparable a las viviendas del conjunto habitacional, otras simplemente no son de su agrado o recono-cen, como una de las entrevistadas, que el diseño es “bonito” pero no para su casa.

La dimensión extensa del patio es apreciada en Pueblo Caucel; sin embargo, la presencia este es hoy en día menos frecuente ya que los terrenos se subdividen, here-dan a hijos o venden a algún habitante del pueblo. Otro factor se relaciona con la reclu-sión provocada por Ciudad Caucel. Por el confinamiento, los informantes expresaron el incremento en la subdivisión de los terrenos; fenómeno que, a modo de hipótesis, au-mentará en los próximos años si se continúa la tradición de residir lo más cercano po-sible a la familia. No obstante, la densidad poblacional prácticamente se mantuvo en 17 personas por ha entre 2000 y 2010.

El conjunto habitacional encerró al pueblo por medio de bordes contundentes y simbólicos12. En las fronteras entre el espacio de la tradición y el espacio de la moder-nidad se originan conflictos sociales y relaciones de poder. Una de las entrevistadas co-mentó que en esos bordes existen desacuerdos en cuanto a la ejecución de prácticas que son parte de la vida cotidiana en el pueblo. Los habitantes del conjunto habitacional expresaban constantemente su incomodidad por el humo que genera la leña cuando las mujeres cocinan en los patios. Así, el conjunto habitacional restablece el orden social tejido históricamente en el pueblo, conduce a un nuevo capítulo de relaciones entre ac-tores y prácticas cotidianas en el hábitat.

12 La arquitectura y urbanismo del conjunto habitacional puede pensarse como un borde entre este y el pueblo.

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La casa es la escala más minúscula del habitar. A partir de esta se orientan y am-plían actividades cotidianas inscritas a los marcos del terreno. Al entrar y salir de la casa se dibujan trayectos que contribuyen a reconocer los bordes del pueblo y las ca-racterísticas físicas del contexto inmediato, por tanto, la casa se percibe dentro de un entorno mucho más amplio que incide en su propia definición. En esos trayectos se exa-mina lo diferente o lo que no pertenece al propio esquema habitacional, se desarrolla una película de casas soñadas, aceptadas o rechazadas (Bachelard, 2016). Una de la en-trevistadas comentó: “es muy diferente la ciudad a un pueblo” y “estaría muy difícil cambiar […] esto por una modernidad”, también decía “para mí se ven bien [las vivien-das de Ciudad Caucel], pero esto hasta de lejos […] dices: ¡Guau una casa antigua! Yo no cambiaría una casa antigua por una moderna”. Incluso, la división contundente entre actividades privadas y públicas no es clara en el pueblo ya que en ocasiones algunas de las primeras se realizan en el espacio público; por ejemplo, al transitar por Pueblo Cau-cel se observó a personas durmiendo en hamacas colgadas en árboles de las calles.

Por otra parte, el aumento de población en el entorno se relaciona con percep-ciones de inseguridad. Las miradas alerta se dibujan en los rostros de las personas cuando se observa a un individuo que no pertenece al pueblo. La reacción inmediata conduce a asumir que el “otro” o el “extraño” proviene de Ciudad Caucel y que su visita se relaciona con hurtar las pertenencias de la casa, después de todo se asume que el conjunto habitacional se pobló por personas de Mérida y entidades distintas a Yucatán.

La desacreditación es respuesta a la transformación agitada del contexto inme-diato. Entre los entrevistados figuran expresiones como: “ya no se puede dejar la casa sola, tienes que cuidarla o no moverte”, “no imaginamos que iban a venir mucha gente a vivir” y que la reducida distancia entre las casas y viviendas origina una mayor circu-lación de personas desconocidas. Actualmente, el temor por la enajenación de bienes materiales se traduce en la instalación de protectores en ventanas y puertas o imple-mentación de mecanismos rústicos como fragmentos de botellas en las bardas del patio.

El contexto inmediato de ahora difiere evidentemente al que predominaba pre-vio al conjunto habitacional. En ese periodo la tierra se ocupaba en actividades prima-rias, una de las entrevistadas comentó que su padre, sin derechos agrarios, utilizaba una porción de suelo para cultivar y criar animales13. Recordó que durante su infancia atravesaba con sus hermanos una vereda dibujada entre la vegetación del monte para cosechar frutas y verduras, posteriormente trasladadas a su casa en huacales con ayuda de un triciclo. Estas prácticas se interrumpieron cuando se expropiaron las tierras, en ese momento desalojaron a su padre y acarreó algunos de sus animales a su patio. En la memoria de la informante permanecen comentarios de su padre, tal como: “estoy acostumbrado a mis animales [y] de la noche a la mañana […] me los quitan”.

El monte que rodaba a las casas constituyó una fuente importante de leña, se recolectaban ramas secas de los árboles y después se utilizaban para cocinar. Ciudad Caucel originó la irrupción de prácticas que formaban parte de la vida cotidiana y se transformó lo que Harvey (1977) denomina como conciencia espacial o imaginación

13 Las personas sin derechos agrarios podían utilizar las tierras del ejido previo acuerdo con los ejidata-rios.

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geográfica, es decir, se modificaron los papeles del espacio en la biografía de los indivi-duos, los modos como lo utilizaban creativamente y la relación con su vecindad. Los entrevistados argumentaban:

“Nosotros necesitamos monte para que, si quieres hacer [criar] tu ganado, tu co-chino […] lo puedes ir hacer en el monte, pero no hicieron caso [los ejidatarios], lo vendieron, todo lo que es aurita [ahora] Ciudad Caucel […] es monte de este pueblo”.

“¿Dónde voy a poner a mis hijos? Supuestamente que las tierras eran libres para que cualquier persona vaya y agarre un pedazo para que viva, ya entonces ya no se puede expansar (sic) más ¿por qué? Porque ya, ya la ciudad está pegada”.

El discurso público (Scott, 2000) de las personas se sustenta en las afectaciones de su entorno y prácticas históricas. La construcción del conjunto habitacional eviden-ció y reforzó relaciones de poder entre individuos identificados como ejidatarios, con derechos sobre tierras ejidales reconocidos en la Constitución mexicana y la Ley Agra-ria y un conjunto mayoritario de personas sin derechos agrarios, orientados por sus tradiciones y prácticas en un marco espacial mucho más restringido al que se percibía antes de 2004.

CONSIDERACIONES FINALES

Los puntos principales de este trabajo se sintetizan de la siguiente manera: 1) Casa y vivienda son conceptos diferentes, el primero forma parte del lenguaje cotidiano y se cultiva, o construye, en un proceso histórico donde la familia tiene un papel protagó-nico, el segundo forma parte del lenguaje de planificadores o de instituciones del go-bierno y se erige con base en paradigmas arquitectónicos y reglamentos de planifica-ción urbana, además, excluye en su materialización a sus usuarios; 2) A partir del estu-dio de Pueblo Caucel sostenemos que la espacialidad de la casa se constituye por un núcleo privado (donde se duerme o cocina, por ejemplo) y la sección semi-privada del patio y 3) Los significados de la casa del siglo XX se transformaron en 2004, cuando se inició la construcción del conjunto habitacional Ciudad Caucel. Con ello no queremos generar la impresión que los significados de la casa permanecieron inmutables desde la fundación del pueblo, es decir, el conjunto habitacional no alteró un espacio de carác-ter prístino o invariable, más bien, acentuó las transformaciones que se venía dando desde etapas anteriores.

En este sentido, la negociación de soluciones espaciales, prácticas y convivencias es un ejercicio que se desencadena cuando dos ámbitos de naturaleza y lógicas diferen-tes se encuentran en el hábitat a través de un proceso disruptivo. En este trabajo nos centramos en Pueblo Caucel, todavía tenemos la terea de estudiar qué aporta y cómo incide este último en las viviendas del conjunto habitacional. Durante el trabajo de campo se entrevistó a una persona que habita en Ciudad Caucel y comentó que el pueblo es un lugar donde se puede desayunar con la familia los fines de semana, conseguir co-mida típica de la región, contemplar los bailes tradiciones que se presentan en el kiosco del parque principal, ir los domingos a la iglesia o conseguir plantas para decorar las

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viviendas. Para la informante, el pueblo es un lugar de recreación donde se cristalizan las costumbres y tradiciones de la cultura yucateca.

En este trabajo también colocamos las reflexiones de la casa en una dimensión espacial mucho más amplia: el ejido. Actualmente, apreciamos un distanciamiento de los estudios urbanos y regionales con estos ámbitos, los trabajos que los abordan son mucho menores en comparación con los desarrollados durante la segunda mitad del siglo XX. Los ejidos aún tienen un papel esencial para las ciudades, ya sea como ámbitos potenciales para la construcción de viviendas de diferentes niveles socioeconómicos en las periferias urbanas o instalación de equipamientos colectivos e infraestructuras, o como fuentes de recursos tan indispensables como el agua. Por último, los ejidatarios son actores que merecen atención en esos estudios ya que sus decisiones u omisiones tienen consecuencias físicas y sociales en el hábitat. Las experiencias de los ejidatarios de Caucel con la expropiación e indemnización desencadenaron una ola de ventas y rentas de tierras ejidales a inmobiliarias y empresas privadas, en una lógica donde se posiciona al margen las tradiciones de los habitantes del pueblo.

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