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La invasión europea y la consolidación del sistema colonial (S XV – S XVIII) Para comenzar a analizar el proceso que se inicia en América con la invasión y conquista española de finales del siglo XV es necesario caracterizar las dos sociedades que se ponen en contacto a partir de ese momento; dos sociedades que hasta entonces se fueron desarrollando simultaneamente ignorándose entre sí. En cuanto a América, ésta presentaba una notable diversidad cultural: poblaciones nómades al norte la Mesoamérica y al sur del Área Andina, las que carecían de una figura de liderazgo y se dedicaban a la caza y la recolección; comunidades autosuficientes con una organización tribal, en las que los liderazgos eran situacionales y además de la caza y la recolección, los individuos trabajaban en una agricultura incipiente; y sociedades mucho más complejas, con una marcada estructura de división de funciones económicas, sociales y políticas, cuya producción tiene excedentes y su patrón de asentamiento está basado en centro ceremoniales, como serían la Confederación Azteca y el Imperio Inca. Respecto de la organización inca, las estructuras socio-políticas fueron reconocidas como excepcionales y/o utópicas. La sociedad presentaba una estructura muy compleja. El gobierno aseguraba al individuo contra todo género de necesidades a la vez que reclamaba un fuerte tributo. La organización estaba basada en la reciprocidad. El Tawantinsuyu fue un organismo capaz de organizar una redistribución de bienes y servicios a cambio de la entrega de energía humana de la población, organizada de tal modo que dicha energía puede ser considerada suplementaria y no afectaba el acceso directo a los recursos por las unidades étnicas. Cuando el Tawantinsuyu conquistaba una etnia, sus tierras pasaban a ser del Estado. Éste, como muestra de su generosidad institucionalizada, le ofrecía a la etnia una parte de los recursos para que sea autosuficiente, pero a cambio de esto, los integrantes del ayllu debían trabajar para las tierras estatales. En el Tawantinsuyu, existía una guerra ritual durante la sucesión de cada Inka, como forma de acceder al poder. En este contexto, siempre resulta vencedor el Inka Hanan. En los tiempos de la invasión, los españoles hallaron conflictos que pertenecían a esta índole. Huáscar era el heredero legítimo, y Atahualpa adquiere, por deseo de Huayna Cápac, un derecho sobre Quito. Sin embargo, Atahualpa es considerado como un usurpador y tirano, y en esta guerra ritual, resulta vencedor, lo que lo posiciona como Inka. La tributación que se ofrecía al Estado estaba dada a través de la mita. Ésta se basaba en un modelo de obligaciones recíprocas. No existía la tributación en especies, sino en tiempo de trabajo. Todos los habitantes de la aldea se ayudaban sin recibir paga y las tareas se designaban a la unidad doméstica, no al individuo. Durante el período en que los individuos realizaban la mita, eran alimentados por el Estado y no tenían responsabilidad en cuanto a los riesgos de la cosecha. Cuando un joven no estaba aún casado, cumplía con lo asignado por su padre. Después del matrimonio, y una vez que adquiriere su chacra, comenzaba a tributar. Existía dos tipos de mita: la mita ordinaria, que incluía la mita

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Resumen Historia Latinoamericana I

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La invasión europea y la consolidación del sistema colonial (S XV – S XVIII)

Para comenzar a analizar el proceso que se inicia en América con la invasión y conquista española de finales del siglo XV es necesario caracterizar las dos sociedades que se ponen en contacto a partir de ese momento; dos sociedades que hasta entonces se fueron desarrollando simultaneamente ignorándose entre sí.

En cuanto a América, ésta presentaba una notable diversidad cultural: poblaciones nómades al norte la Mesoamérica y al sur del Área Andina, las que carecían de una figura de liderazgo y se dedicaban a la caza y la recolección; comunidades autosuficientes con una organización tribal, en las que los liderazgos eran situacionales y además de la caza y la recolección, los individuos trabajaban en una agricultura incipiente; y sociedades mucho más complejas, con una marcada estructura de división de funciones económicas, sociales y políticas, cuya producción tiene excedentes y su patrón de asentamiento está basado en centro ceremoniales, como serían la Confederación Azteca y el Imperio Inca.

Respecto de la organización inca, las estructuras socio-políticas fueron reconocidas como excepcionales y/o utópicas. La sociedad presentaba una estructura muy compleja. El gobierno aseguraba al individuo contra todo género de necesidades a la vez que reclamaba un fuerte tributo. La organización estaba basada en la reciprocidad. El Tawantinsuyu fue un organismo capaz de organizar una redistribución de bienes y servicios a cambio de la entrega de energía humana de la población, organizada de tal modo que dicha energía puede ser considerada suplementaria y no afectaba el acceso directo a los recursos por las unidades étnicas. Cuando el Tawantinsuyu conquistaba una etnia, sus tierras pasaban a ser del Estado. Éste, como muestra de su generosidad institucionalizada, le ofrecía a la etnia una parte de los recursos para que sea autosuficiente, pero a cambio de esto, los integrantes del ayllu debían trabajar para las tierras estatales.

En el Tawantinsuyu, existía una guerra ritual durante la sucesión de cada Inka, como forma de acceder al poder. En este contexto, siempre resulta vencedor el Inka Hanan. En los tiempos de la invasión, los españoles hallaron conflictos que pertenecían a esta índole. Huáscar era el heredero legítimo, y Atahualpa adquiere, por deseo de Huayna Cápac, un derecho sobre Quito. Sin embargo, Atahualpa es considerado como un usurpador y tirano, y en esta guerra ritual, resulta vencedor, lo que lo posiciona como Inka.

La tributación que se ofrecía al Estado estaba dada a través de la mita. Ésta se basaba en un modelo de obligaciones recíprocas. No existía la tributación en especies, sino en tiempo de trabajo. Todos los habitantes de la aldea se ayudaban sin recibir paga y las tareas se designaban a la unidad doméstica, no al individuo. Durante el período en que los individuos realizaban la mita, eran alimentados por el Estado y no tenían responsabilidad en cuanto a los riesgos de la cosecha. Cuando un joven no estaba aún casado, cumplía con lo asignado por su padre. Después del matrimonio, y una vez que adquiriere su chacra, comenzaba a tributar. Existía dos tipos de mita: la mita ordinaria, que incluía la mita agrícola, militar y textil; y la mita extraordinaria, que comprendía las obras públicas y construcciones. La mita agrícola sólo requería vigilancia por parte de las autoridades superiores, pero las extraordinarias requerían una mayor planificación. Los grandes excedentes eran almacenados, en teoría, con fines militares y para acumular para las épocas de necesidad. No existía el comercio y el Estado Inca funcionaba como un mercado: absorbía el excedente y lo trocaba en alimentos para el ejército, los mitayos o la familia imperial.

Existían dos sistemas en cuanto a la agricultura y el acceso a la tierra: el del Estado y el de los grupos étnicos. El Estado había decidido no intervenir en la organización de cada etnia, por lo tanto, mientras los grupos étnicos, en general, realizaban un cultivo sin riego de los tubérculos domesticados en los Andes; las tierras del Estado eran trabajadas a través de andenes y el riego de nichos ecológicos. Cada unidad doméstica era autosuficiente.

Los curacas son entendidos como elementos que regulaban las funciones del grupo étnico de parentesco o ayllu; eran dirigentes étnicos designados mediante tradicionales prácticas rituales entre los miembros del grupo étnico; pero requería también del reconocimiento de otras autoridades con las que había relaciones de reciprocidad, entre ellas el Inka. Los matrimonios entre éste y mujeres del ayllu de los curacas originaban relaciones de reciprocidad en un nivel concreto, que dieron origen a la redistribución ejercida por el Inka. No era un cargo hereditario, y al llegar por medio de una selección ritual, también podía ser destituido por medios similares en caso de que su ayllu no estuviera contento con su accionar. Los miembros del ayllu podían dejar de prestar servicios a éste si no cumplía con el principio de reciprocidad. Ésto no sucedía en la relación con el Inka. El curaca podía también usar la energía humana de su comunidad, pero no recibía tributo de ninguna clase, fuera del respeto que se le tenía.

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En cuanto a las relaciones entre los curacas y el Inka, existían distintos tipos. Aquellas zonas en las que la presencia del Inka había sido temprana, tenían en general buena relación y se realizaron varias alianzas matrimoniales. Además, en estos casos, el Tawantinsuyu no suplantó la organización de los pueblos, sino que superpuso su propio sistema redistributivo. En otros casos, las relaciones fueron tan violentas, que el Estado terminó por imponer su organización eliminando los elementos propios del aparato económico y político de la región. Por último, en algunas zonas el Inka logró colocar a una yana suyo como curaca, suplantando de forma drástica la organización local.

En los años finales del Tawantinsuyu se estaba gestando un “nuevo orden” en el cual el poder del Cuzo podía aumentar. El Tawantinsuyu quería pedir trabajo sin ofrecer nada a cambio. Por lo tanto, saca grupos enteros de niños y niñas de sus unidades étnicas para que sean educados por el Estado. La intención de ésto, es que sean mandados donde se los necesite. Los niños, yanas, y las niñas, aclas, eran los servidores del Inka. Un ejemplo podría ser aquél en el que un curaca se rebelaba y el Inka ubicaba algún yana suyo en su lugar. Todo esto llevó a una situación de crisis que en gran medida explica el colaborismo con los españoles por parte de algunos de los grupos étnicos.

En cuanto a Eupora, entre el S X y fines del S XIII, conoce una fase de expansión indudable: aumenta la población y la circulación mercantil se amplía. En cuanto a la tecnología, se difunden numerosas técnicas agícolas: arado asimétrico, aumento en el número de laboreos anuales, aumento en el rendimiento de la tracción animal, y sistema de rotación de cultivos con barbecho. Sin embargo, en el período que va desde el S XIV hasta mediados del S XV, la expansión cesa. Existen disitntas hipóteisis al respecto de este acontecimiento. La explicación más aceptada está dada por el hecho de que el sistema feudal llegó a un colapso. Este sistema se caracterizaba por la parcela campesina familiar como unidad productiva; la propiedad de los medios de producción por parte de los productores; la renta feudal, a través de la que se da la apropiación del excedente; el trabajador libre; y los límites a la mercantilización, que implica que sólo una porción minoritaria participa del comercio. Luego de muchos años, se había llegado a un punto crítico en la disminución de excedentes bajo el sistema feudal. La productividad agrícola desciende en relación a la población, pues al estar ésta en constante aumento y no existiendo mejoras en las tecnologías, se produce una falta de alimentos que afecta a la población en general. Los productores eran presionados por la clase dirigente que intentaba adquirir mayores ganancias. Los señores feudales buscan otra alternativa para conseguir un aumento en sus ganancias: a través de la guerra y la conquista de tierras tienen la posibilidad de aumentar las producciones. Sin embargo no todas las tierras eran aptas para la producción de alimentos. Al no poder conquistar más tierras, el señor feudal aumenta la tasa, los campesinos pasan hambre y sufren más fuertemente las enfermedades, lo que provoca una crisis; que sólo podra ser resulta cuando un avance en las tecnologías aumente la producción y los campesinos logren pagar al señor feudal.

En el S XV, Europa, se encontraba en un período de recuperación de la crisis del siglo anterior. Por entonces, se produce un cambio profundo en la estructura social y el avance en la tecnología no agrícola. Del feudalismo se pasa al capitalismo y de una economía interna a la economía-mundo, para lo que fue necesaria la expansíon del mundo geográfico. Existían dos posibilidades: modernizar la estructura social, económica y política, procurando una innovación en la tecnología agraria, lo que permiría aumentar la productividad y no necesitaría de la expansión; o continuar con la expansión y mantener el orden político, económico y social tal como se encontraba, retrasando la modernización. Casi toda Europa eligió la segunda opción. Ante la posibilidad de una expansión terrestre, Portugal y España se vieron obligados a explorar el Atlántico, lo que les permitió que se convirtieran en potencias que dominaban el escenario europeo. La recuperación, entonces, obedece a una expansión de la navegación oceanica, el comercio oriental y la conquista y explotación de América. Es importante destacar que en este período, España no existía como tal, era más bien un conglomerado de reinos en que cada uno tiene su orgnización administrativa y son diferentes institucionalmente.

La lucha de las fronteras fue un pujante escenario que abrió posibilidades de enriquecimiento y de ascenso social, forjó hábitos de rapiña y elaboró técnicas de apropiación y colonización territorial. Los hidalgos, hallaron en América otro fluido campo para alcanzar rápidamente fama y riquezas. La Corona de Castilla buscó presidir y canalizar los descubrimientos ultramarinos como asimismo la organización política y económica de los nuevos territorios. El carácter minero y esclaviste de la conquista se impuso nítidamente desde el comienzo; el oro y luego la plata se convierten en el objetivo principal por la extrema necesidad de metal precioso que tiene Europa. La expedición de Cortés (1517) y la de Piazarro (1531) significaron la incorporación de los dos grandes ejes de la presencia española.

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La facilidad de conquistar a los indios, estuvo dada principalmente por dos factores. Por un lado, el choque biológico; cuando los españoles llegaron a América, trajeron una serie de enfermedades que los indios desconocían y para las cuales no conocían solución. Así, murieron un grán número de individuos. Por otro lado, el choque militar. El español tuvo a su favor, la superioridad del armamento. Los invasores portaron ballestas y diversas clases de armas de fuego y armas blancas probadas en guerras europeas. La hueste contó también con el caballo, considerado como un arma fundamental e indispensable de la conquista.

La sagacidad indígena se pone de manifiesto en sus tácticas para contrarrestarlo. Una de ellas fue el recurso de las boleadoras pampeanas. Utilizaron en bloques las armas y tácticas tradicionales que les servían en las luchas tribales: fosos, hondas, flechas, macana, envenenamiento de las aguas, desmoronamiento de piedras en lso pasos estrechos. El arco y la flecha fueron las armas de uso frecuente. En algunos casos, como los araucanos, la imitación de armas y de métodos españoles les permitió tener una evolución militar. El belicismo indígena asumió un carácter defensivo y localizado en el propio territorio con alguna que otra ligera correría sobre el suelo español. Las posibilidades ofensivas estaban limitadas por la organización económica: la falta de excedentes no les permitía mantener campañas permanentes y alejadas de las áreas de cultivos. Tanto indios como españoles pretendieron conducir la guerra en el terreno que les era favorable, sierras y llanos respectivamente. A los indígenas, las luchas en terrenos difíciles pero conocidos les permitía ciertas ventajas: tender emboscadas, celar cada paso y ofrecía el refugio de las guaridas secretas. A los epañoles, el terreno áspero y quebrado les permitía dar su lucha a caballo. Los índios amigos en las huestes también fueron un factor de gran valor para los españoles por su conocimiento de la región, los caminos y senderos y los lugares de descanso y de aprovisionamiento.

Hay también, un tercer factor, que estaría dado por el hecho de que los españoles demostraron la capacidad de crear estrategias en base a las distintas situaciones, como por ejemplo en los Andes, a través de las luchas sucesorias, o por el deseo de liberación de algunos grupos étnicos. Tanto en la Confederación Azteca como en el Tawantinsuyu, la existencia de sociedades moldeadas en rígidas estructuras de dominación, hábitos de trabajo y obediencia; y cuyos pueblos, organizados en frentes de trabajo, estaban acostumbrados a un sistema colectivos de producción, significó un factor positivo a los españoles. La fácil conquista de los grandes imperios azteca e inca ha sido explicada atendiendo al grado de desarrollo político alcanzado por ambos Estados: cuando el poder español reemplazó la superestructura política indígena, logró dominar, sin demasiadas alteraciones, todo el cuerpo social. Sin embargo, no en todas las regiones tuvieron la misma suerte. La orgnización tribal, por ejemplo, implicaba una ausencia de un poder central que abarcara territorios amplios; dentro de una misma nación o en valles cercanos, la autoridad estaba fragmentada en numerosas parcialidades. La pacificación o el sometimiento de una tribu no se lograba con la resistencia, pues las otras podían continuar alzadas. Pero para entender la diversidad de reacciones, es necesario analizar distintos factores, como la peculiaridad geográfica de cada región, el aparato cultural de cada grupo y la persecución psicológica que tuvo la aparición de los personajes desconocidos, la paz o guerra entre los distintos grupos aborígenes, la ductilidad de los conquistadores, ect.

En la primer etapa de contacto, la primer institución que se consolidó, como forma de explotación de la fuerza laboral indígena y apropiación del excedente, fue la encomienda. El estado español descubrió de inmediato que la realización de sus planes expansionistas estaba estrechamente vinculada con la posibilidad de hallar una vía de acuerdo con particulares que decidieran arriesgar sus capitales en el sometimiento de los nuevos territorios. El nuevo mundo ofrecía grandes riquezas, tierras sin límites y mano de obra abundante; todo lo que ansiaban las huestes conquistadoras. Esta avenencia, se exterioriza por medio de las capitulaciones, instrumento legal-contractual en el cual las partes fijan sus respectivos compromisos. El carácter privado de la expansión entrañó la obligación de premiar a los responsables de la avanzada conquistadora sobre los vastos espacios vacíos desde los capitanes hasta el último soldado de las hueste. Y el régimen de recompensas fue estatuido en función de la necesdidad de incentivar el interés por la riesgosa aventura aunque públicamente aparzca como fracioso reconocimiento de servicios. Las mercedes fueron provistas por el mismo medio conquistado: indios y tierras. En la primitiva estructura económica colonial, la valoración de la propiedad dependía de la cercanía de las ciudades, de la existencia de regadíos y más que nada de la presencia de mano de obra indígena para trabajarla. Por estas razones la encomienda constituyó el permio más codiciado. La encomienda implicaba una doble obligación: el deber de adoctrinar e instruir a los indígenas, y el compromiso militar de responder con su disponibilidad incondicional a todo llamado a las armas en caso de que peligrara la seguridad de las regiones conquistadas. La encomienda no estaba ligada, en la teoría, a la conseción de tierras. Sí en la práctica, a través de la apropiación ilegítima de tierras vacas,

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que en realidad pertenecen a las comunidades indígenas. La encomienda rescató la institución de la mita, sobre la cual se erigirá luego todo el proceso de la

conquista. Sin embargo, se produjo un cambio con la tradición incaica: todos los hombres entre 18 y 50 años tienen que tributar. Más tarde, también se cambiará el tributo de mano de obra por tributo en especie.

Con respecto a los indios, en Europa había un debate sobre si eran seres con razón o no. En 1537 el Papa declara que sí, y por lo tanto, son vasallos de la Corona. Se propone entonces el Requerimiento: la Corona necesitaba legitimar la conquista y entonces le dice a los indígenas que si aceptan su declaración de soberanía, serán libres vasallos de la Corona. Debían aceptar también la religión cristiana. En caso de que no la aceptasen, sería esclavisados. Obviamente, los indios terminan aceptando. Para la Corona, no pueden ser tomados como esclavos por dos motivos: desde el punto de vista político, no se los podría dominar, es decir, no dependerían del rey sino del dueño; y desde lo económico, lo esclavos no tributan al rey. Y en base a esto se fundamenta la encomienda: los indios deben tributar a la Corona, pero la Corona le cede al encomendero una parte del grupo para que le tribute a aquél.

Para la Corona, convertir la colonización en una empresa evangelizadora respondía no sólo al mandamiento de que, como monarcas católicos debían predicar la fe, sino también para legitimar su soberanía en el contienente americano. La institución clave para profetizar la fe sería la misión: una célula evangelizadora que sirvió también de instrumento político y estratégico para asegurar o adelantar zonas alejadas de los grandes centros de poder, “pacificar” a los indios y dar más posibilidades para la ocupación territorial de españoles. La Iglesia era la columna vertebral del Estado.

La población ibérica que migró al nuevo mundo, se intaló preferentemente en ciudades y nucleos urbanos de distintos rangos. Los europeos planeaban establecerse mediante la fundación de nucleos urbanos, estables y reproduciendo el estilo de vida antiguo. La urbanización es reflejo de las necesidades vitales. Sin la concentración en estos pequeños núcleos geográficos de las reducidas huestes, habrían sido devoradas de inmediato por el espacio y las masas indígenas. Las ciudades funcionan como plazas fuertes y guarniciones militares, aseguran la defensa del territorio conquistado y sirven de centro de reunión de hombres y refuezos que preservarán la continuidad del proceso expansionista. Un emplazamiento concretado es siempre el comienzo de una nueva fundación. Las ciudades son ejes económicos de la conquista. Luego de la apropiación de reservas alimenticias indígenas fue indispensable crear una economía que asegurara una provisión de alimentos permanentes: razones de seguridad y distancia obligaron a nuclear la producción en la periferia urbana. La ciudad será también el centro religioso, político, administrativo, comercial, financiero y cultural. En cuanto a los factores de atracción, el éxito de la encomienda estaba dado por el hecho de que se podía escalar en pocos años en la sociedad indiana, a lugares que no habría llegado nunca en España. Esto significaba un ascenso social rápido. Otro factor, era la necesidad de mantener un contingente de personas que consolidasen la presencia castellana. En cuanto a los factores de empuje, serían las expectativas de prosperidad ilimitada de la población campesina o artesana, del agro o de la ciudad, sometidos al régimen feudal.

El proceso que se inicia en América después de la conquista es, según Serrera, un choque cultural: por la violencia de la imposición cultural, el carácter compulsivo compulsivo con que se orienta el cambio en el mundo aborigen, la desarticulación del mundo cultural indígena y la desvertebración de sus estructuras sociales.

Este autor propone que cuando se estudia la sociedad indiana, el historiador tiene la tendencia de describir o explicar los fenómenos desde la visión del mundo eurpeo, o contemporáneo; y propone, entonces, una crítica al abordaje: a. No puede admitirse que existió una sociedad indiana como realida estática y petrificada durante 3 siglos de dominación. b. No puede aplicarse el mismo modo de análisis para la totalidad de los indios, tanto en las areas nucleares como en las periféricas. En autor no plantea tampoco la distinción entre el Tawantinsuyu y la Confederación Mexica. c. La obseción por asimilar la nueva realidad americana a los patrones de jerarquización europeos (esquema tripartito estamental). d. Adopción de un criterio único excluyende en el enfoque de aproximación (racial, estamental o legal). e. Obserción por abordar el estudio desde las categorías epistemológicas del S XX. f. Considerar a la sociedad colonial como una realidad orgánica continua, olvidadno que en el nuevo orden colonial coexistían distintos criterios de jerarquizaciín: los propios del grupo indígena y ek grupo conquistador y el que regula la dominación de éstos sobre los primeros.

Según Serrera, el término indicado para la sociedad que se conforma sería el de “sociedad colonial”, por su composición racial, el origen de su nacimiento y su subordinación institucional al foco de poder metropolitano.

El término Indio es utilizado como generalización y negación: lo no-español. En el s XVI la sociedad indiana

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es considerada una casta, pero no necesariamente en términos discriminatorios. Existían dos visiones: la del quienes proyectaban al indio como poseedor de todas las virtudes angélicas y considerados hermosos, de gentiles cuerpos y bien conformados; mientras que otros los consideraban visiosos, poseedores de todos los vicios y defectos de la naturaleza humana, feos, sucios, y hediondos. Se consideró a la sociedad como un régimen de castas en el cual, debido a los cruces y mestizajes, resultaba dificil tipificar a los individuos. La inclusión de una persona en un grupo étnico determinado tenía connotaciones legales y afectaba sus derechos y obligaciones naturales, fiscales y procesales. El autor no concuerda con el régimen estamental puro. El estado eclesiástico es el que más se mantiene igual al europeo, con un alto y un bajo clero. Muchas jovenes mujeres ingresaban a este estado porque era más barato preparalas para la entrada a la religión que para el estado de casada. Respecto del estado nobiliario, no se puede hablar de nobleza pura, pues las normas de acceso son muy diferentes, tienen un carácter artificial. El tercer estado sería muy abarcativo e integraría un amplio resto heterogéneo de población indiana. La distinción entre el estado nobiliario y el estado llano estaba dado por títulos de hidalguías, que se le presuponían a todo aquel que aspirase a desempeñar cargos públicos o al ingreso a ciertas corporaciones gremiales. A partir de 1630, la Corona puso en venta títulos de Hidalguías y hábitos de 4 órdenes; lo que refleja la necesidad de obtener liquidez por parte de los reyes.

Existen grandes desajustes entre la condición legal y el status social. Mientras existía una abundante legislación (Leyes de Burgos, Leyes Nuevas) que reconocían al indio su carácter de vasallo y súbdito de la Corona, declarandolo persona racional, libre y sujeta a las mismas obligaciones y derechos que los demás súbditos del Imperio; la realidad siempre estuvo muy alejada de la teoría. Entre la defensa del indio y los intereses del conquistador, prevalecían estos últimos. Las sucesivas medidas promulgadas presentaban un espíritu paternalista, tutelar y proteccionista, a la par de las leyes de igualdad. Sin embargo, esto se contapone: toda actitud tutelar implica la consideración de inferior del tutelado. A partir de esta concepción de “menor de edad” se entiende la institución de la encomienda. La Corona siempre se impulso por un doble deseo: defender, en el plano de la teoría, la libertad del indígena, y a la vez asegurar la explotación de los recursos del continente. Mientras la escala legal sería: españoles, indios, mestizos, negro libres, mulatos, zambos e indios; la escala social estaría conformada: españoles peninsulares, criollos, mestizos, negros libre, mulatos, zambos, indios y esclavos.

El mestizaje, debe ser entendido como un fenómeno histórico que no estuvo regulado por los organismos rectores, sino que se dearrolló de forma muy lenta y soterrada. La unión entre español y mujer indígena se irguió como institución natural: un español soltero o con familia en España, mantenía a la vez una relación estable y simultánea con una mujer nativa. Al nacer fuera de un marco legítimo, el mestizo está marcado por esta ilegitimidad. Aparece como un grupo intermedio entre la mayoría indígena y la minoría blanca. Nunca hubo un “república de meztisos”. Los mestizos tendieron a incluirse en el grupo paterno, para adquirir una posición de mayor prestigio, pero nunca consiguió ser considerado blanco plenamente. No siendo indios, tampoco estaban protegidos por las leyes tutelares.

En cuanto a los negros, zambos y mulatos, quedaban fuera del sistema. Si bien no había tanto negro esclavos en la América española como en la América Brasilera; de igual modo había negros privados de su libertad, desprotegidos por las leyes y considerados como un simple bien de capital. Los zambos y los mulatos ocupaban el último lugar de la sociedad colonial, y aunque fueran libres, estaban también desprotegidos.

La conquista debe ser considerada, según Stern, como la transición del mero saqueo, a la ocupación territorial y por último a la dominación imperial. Los españoles, luego de capturar el Imperio Inca, debían aprender a dominarlo. El estudio que hace Stern se aplica a la ciudad de San Juan de la Frontera de Huamánga. La sociedad española necesitaba cultivar las relaciones con las sociedades indias locales para defender la presencia europea contra las incursiones neo-incas, que intentaban perturbar las rutas comerciales y hostigar las sociedades indias aliadas con los españoles. Las sociedades andinas, también tenían sólidos motivos para aliarse con la conquista europea. Además de tener un sano respeto por la capacidad militar española, la sociedad local de Huamanga percibía beneficios prositivos en estas alianzas: podían deshacerse del yugo de la dominación inca y defender sus intereses étnicos. Además, veían en estas alianzas la posibilidad de triunfar en sus rivalidades autóctonas. Privados de optar por la neutralidad, los distintos grupos étnicos debían decidir qué tipo de alianza sería más benefisiosa. Casi todos los grupos de Huamanga, decidieron combatir del lado español. Las relaciones iniciales mezclaban fuerza, negociación y alianza. Ambas partes sabían que se necesitaban mutuamente; sin embargo, estas alianzas estaba

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destinadas a fracasar.Los encomenderos sabían que tenían que tener las relaciones de trabajo más favorables con sus suracas y

los más astutos trataron de consolidar las alianzas con regalos y favores. También pedían al Cabildo, mercedes para sus indios. Maldonado fue conocido como un ecomendero muy exitoso; les dio a sus encomendados, esclavos negros, mulas, caballos y ganado vacuno y no ususrpó nunca sus terrenos. Se integró a la sociedad autóctona como un patrón generoso y redistribuidor.

La producción capitalista era imposile porque los indios satisfacían sus propias necesidades en las tierras del ayllu. Por lo tanto, los europeos buscaban oportunidades en la agricultura comercial, la minería, las manufacturas y el comercio para enriquecerse. El descubrimiento de grande yacimientod de oro en Atunsulla en 1560 y de mercurio en Huancavélica en 1564 convirtieron a Huamanga en una región minera. Los indios intentaron aprovechar las nuevas oportunidades e incorporaron la búsqueda de dinero y beneficios comerciales en su existencia cotidiana. Lejos de la perspectiva tradicional que las considera pasivas receptoras de los imparctors producidos por la conquista, las comunidade reaccionaron, en muchos casos, de manera innovadora a la nueva economía colonial; generándose en muchos casos un proceso de adaptación en ves de resistencia. Los indios daban muestras de una actitud abierta hacia la religión y la cultura europeas y se sumaron a la creación de una sociedad colonial impulsada por la búsqueda de dinero y lucro comercial. Sin embargo existía un problema: la economía colonial seguía dependiendo d eun sistema social andino controlado por actores sociales, tradiciones y relaciones andinos. Los campesinos aportaban tiempo de trabajo y no materia prima, y se repartieron la obligación entre los ayllus, conforme a sus tradiciones. Existía una dependencia de los europeos respecto de las comunidades indígenas, lo que demostraba el carácter artificial de la hegemonía extranjera.

El sistema colonial entró en crisis cuando comenzaron a desaparecer las ventajas específicas de las alianzas entre curacas y españoles. Estas alianzas fueron desde un principio contradictorias. Los encomenderos cultivaban relaciones de cooperación a fin de gobernar en los Andes y de extraer el máximos posible de riqueza. Los indígenas, aceptaba esta alianza para fomentar sus intereses y limitar las exigencias y abusos coloniales.

En el plano religioso, las epidemias, las guerras, y la decadencia demográfica eran consecuencias de que se habían desatendido algunas wacas y de malas relaciones que podían provocar catástrofes mayores. Por otro lado, estas relaciones socavaban las libertades étnicas logradas gracias a la liberación respecto de la hegemonía inca. Las sociedades locales tenían que ir a reclamar a las autoridades coloniales los abusos coloniales. Por último, se generaba una demanda mayor de la que estaban dispuestos a dar las sociedade locales, sobre todo respecto de la mano de obra en las minas. La dependencia de los indios respecto de los europeos para resolver conflictos; las dificultades económicas impuestas por la exación colonial, las emigraciones y la población decreciente; la tendencia de encomenderos, clérigos, y funcionarios a exigir más productos y mano de obra; fueron factores que implicaron un replanteamiento de las políticas indígenas frente a los colonizadores. Para la década de 1560, estas contradicciones se fueron imponiendo más fuertemente, frente al descurbimiento de las minas, suege conflicto respecto de la mano de obra. Juan Polo de Ondegardo propone un régimen laboral según el cuál se enviaría una fuerza rotatoria de 100 trabajadores por semana para las minas de Atunsulla. Este régimen era duro y repulsivo. Fray Domingo de Santo Tomás advirtío que los curacas resistían a las tentativas de obligar por fuerza a los autóctonos a trabajar en las condiciones abusivas del pasado.

Para los españoles las alianzas perdian sentido si no podrían aportar la fuerza de trabajo a la economía minera en crecimiento. Para los indios el colaboracionismo perdía sentido si los europeos insistían en absorver los recursos del ayllu en una campaña encaminada a establecer una enorme economía minera que la sociedad local no controlaba.

Se comenzaron a producir guerras civiles entre los conquistadores, la Corona y la Iglesia. Lo que en realidad se plantea es la posibilidad de establecer otro tipo de sistema y que desaparezca la imágen del encomendero. La Corona llevaba ya tiempo debatiendo la dilusión de la encomienda y transformar a los indios en vasallos suyos. En 1542 se promulgan las Nuevas Leyes, que forman un marco jurídico-legal para reducir el poder de los encomenderos. Se establece que no se otorgarán más encomiendas y que se prohibe el trabajo personal por parte de los indios. En las encomiendas existentes se eliminan los derechos sucesorios. Se limitan las encomiendas proponiendo que cada individuo no puede tener más de una; si ha tratado mal a los indios se las quitan; y si se es funcionario no se puede ser también encomendero. En Nueva España, las leyes no son muy cumplidas. En Perú, en cambio, llegan en el momento incipiente de la

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encomienda, y por lo tanto, el virrey las comienza a aplicar. Frente a esto, los encomenderos se juntan y hacen una rebelión que culmina con el asesinato del virrey. Este es el único momento en que se cuestiona la dominación de la Corona. A partir de 1550, se forma una alianza entre la Corona, la Iglesia y los curacas cuyo objetivo es que todas las encomiendas vuelvan a la Corona. Dos cargos surgen: Procurador de Indios, quien es un abogado especial que se hacía cargo de ayudar al fiscal e las demandas y pleitos por y entre indígenas; y Corregidor de Indios, quien nació con funciones tutelares y terminó convirtiendose en el más eficaz instrumento de explotación de la comunidad indígena.

En 1560 se da la crisis de la encomienda. Hay cada vez más españoles y menos indígenas, lo que descontenta a los españoles que se trasladan a América en busca de mercedes de tierras e indios. Se produce una situación crítica: mientras la Corona necesita de metálico para pagar los créditos, se produce una decaída del mineral.

Para 1570, la Corona vacía a la encomienda de contenido económico, mediante la aparición de otras formas de trabajo, y político, con una fuerte presencia del aparato institucional colonial. La figura del encomendero no desaparece, pero aparecen nuevas figuras. En 1569 asume Francisco de Toledo como Virrey y comienza a aplicar las políticas de las monarquías europeas. En este período podemos decir que se termina la fase de conquista y comienza el período colonial. Toledo aplica un programa que senta las bases del sistema colonial. La primer medida de este programa es la reorganización del tributo. El encargado de la recaudación es el Corregidor, a través de las Visitas. Establece cuanto debe pagar cada grupo étnico; si el grupo disminuye, el tributo se mantiene estable. Los 2/3 del tributo debe ser en dinero, por lo que se produce una mecanización del tributo: Hay una dominación de los españoles sobre el trabajao de la población indígena. La segunda medida está dada a través de la composición de reducciones, pueblos diseñados para los inígenas. Se les da tierra para autoabastecerse, por lo que los obligan a trabajar en los sectores productivos para pagar el tributo. En lo religioso, permite la evangelización de una forma más sencilla. La tercer propuesta es un cambio en la mita. El corregidor decide que una parte (1/7) de los indios encomendados deben ir a trabajar en los nuevos sectores productivos, garantizándosele a éstos trabajo constante, seguro y barato. La mita minera es la de mayor importancia. El último punto del programa se refiere a las tecnologías aplicadas en la minería. Propone mejorar y aumentar la producción a través de la aplicación de la amalgama mercurio. Ésta implica la construcción de ingenios que se movía, inicialmente, con energía humana, luego con mulas y finalmente con energía hidráulica mediante lagunas artificiales. Una vez molido, el mineral se transporta y se junta con mercurio, dejandolo al aire libre. La plata se junta con el percurio y se separa de todos los demás minerales. Cuando se calienta, el mercurio se evapora y se separa de la plata. El trabajo en las minas de mercurio es letal, los trabajadores estaban destinados a una muerte segura. En las minas de Potosí, los trabajadores se enferman pero no necesariamente mueren. La Corona acepta estas medidas pero se rehusa a legalizarlas.

Con respecto a la mano de obra, se podía adquirir a través de la encomienda o de los naboríos (Antillas y México) o yanaconas (Perú) que recibían un salario. A partir del S XVII se comenzó a generalizar el sistema de peonaje para los hombres libres: para reternerlos y vincularlos a la tierra, se les prestaba dinero que despues debía devolver mediante el trabajo, pero de modo tal que el pago de la deuda resultaba imposible, creando así una servidumbre por deudas. Es un sistema similar al que luego será el Reparto Forzoso de Mercaderías.

Existen en los nuevos reinos americanos 3 institucioes típicas: La encomienda, el Repartimiento y la Hacienda. Las dos primeras significaban la posesión del territorio. El reconocimiento de propiedad deía partir de una conseción por parte de la Corona, sólo se podía adquirir a través de Merced Real. Existían dos categorías de merced de tierras: Peonía, se otrogaba a quienes habían luchado a pie, y caballería, se otorgaba a quien había peliado a caballo y era 5 veces mayor. La propiedad permitía una situación social privilegiada. Para controlar las irregularidades, la Corona llevó a cabo la “Composición de Tierras”, según la cuál todo propietario debía presentar el título de propiedad o devolver la propiedad a la Corona. Sin embargo, mediante el pago de ciertas suma se podía conseguir el título de Propiedad. Este sistema de ventas favoreció la constitución de grandes haciendas, que sería la característica de la vida rural española, en América. La Iglesia acumuló gran parte de las tierras, más allá de que la Corona intentó evitarlo. Debido a la disminución de la población amerindia, las tierras se pudieron adquirir a precios relativamente bajos, lo que permitió que los españoles acumularan tierras.

En cuanto a lo económico, la Corona tiene un papel decisivo, porque en ella residen las desiciones sobre reglamentos de explotación, ordenamientos que rigen la fuerza de trabajo (amerindia, esclava o negra) y la

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regulación fiscal y de precios. Es regulardora de la economía. La Corona no estaba interesada en una autosuficiencia significativa pues pretendía que no surjan productos que compitiesen con los productos españoles. Respecto de las producciones agrícolas, la Corona incentivó el trigo, el índigo, la cochinilla y el cacao, y limitó las uvas, las olivas y el azucar. El trigo era necesario para los españoles y fueron ellos los primeros en cultivarlos con la mano de obra del repartimiento. Luego fue impuesto por la Corona para los amerindios. En México y en Perú su cultivo fue altamente rentable por su papel en la alimentación de las grandes ciudades. El añil, o índigo, fue favorecido por la Corona, ya que representaba un arma poderosa en Europa. La cochinilla era usada como producto preciosom y su producción quedaba controlada a cargo de los oficiales de cochinilla. El cacao era un lujo ya en la América prehispánica. Al finalizar el S XVI, su consumo era muy importante, tanto en América como en Europa. La Corona instituyó el pago del tributo en cacao, lo que le permitió controlar la comercialización del producto.

En perú, se dedicaron los mayores esfuerzos a la plantación de la vid; y en cuyo se produjeron vinos de gran calidad. Los olivos cubrieron importantes extensiones en el Perú y representaron una producción de capacidad exportadora. En 1596 la Corona puso trabas a los trapiches, y finalmente en 1599, su construcción fue prohibida. El azucar representa un término medio. El cultivo de cañaverales fue muy próspero y alcanzó inmensos territorios. El éxito se debe en gran parte a la demanda y el alza de precios. En 1597 se planteó una moderación y finalmente se prohibió la creaoción de ingenios. En antillas su producción se impulsaba porque no había otro recurso significativo.

Una innovación agraria fue la introducción del ganado, como fuente de alimento y riqueza. Se vislumbró una muy rápida multiplicación del mismo, sin vigilancia ni planificación, se volvieron salvajes, constituyendo el ganado cimarrón (vacuno, equino y mular). El problema del ganado fue que expulsaban a los agricultores de sus tierras, a la vez que deboraban los cultivos indígenas. Fueron luego apareciendo rebaños específicamente bien delimitados para los ganados, que se denominaron estancias. La importancia del ganado no era la carne, sino el cuerno que era muy demandado en Europa.

El oro y la plata eran los más importantes resortes económicos de los reinos americanos. Su extracción fue el mayor incentivo para su formación. La recolección de metales preciosos requería una gran participación de la población amerindia, en régimen de repartimiento. La principal reserva aurífera se situó en América del Sur. En la segunda mitad del siglo, la plata desplazó al oro. Las minas de plata se ubicaron en primer lugar en México. Las minas de Perú fueron las de Potosí. A partir de 1570 las minas de mercurio tuvieron un gran valor, pues el abastesimiento de mercurio era fundamental para la extracción de metal. La Corona compró toda la producción para regular con exactitud los ingresos que suponía la producción de plata. La permanente intervención de la Corona estaba dada por el hecho de que todos los recursos de subsuelo, filones de oro, plata o plomo o cualquier metal pertenecían a la Corona.

Las explotaciones se hacían en forma individual. El minero podía extraer de su mina por 10 años, pagando a la Corona determinados procentajes. Hubo casos en que concedía mercedes por una vigésima parte y otras que por la mitad. Las explotaciones conllevaban grandes riesgos, debido principalmente al carácter rudimentario de las técnicas y el afán de conseguir resultado inmmediatos y ganancias rápidas. Mientras en México, era una situación de mayor libertad, en Perú, los trabajadores mineros eran obligados.

El Consejo de Indias tenía conmo función controlar cada una de las impicaciones económicas y cuidar el buen funcionamiento de la Real Hacienda. En 1577 el rey de España disminuyó este monopolio disponiendo que la fiscalización en América la compartiera con el Consejo de la Real Hacienda.

El 90% de lo que se consume, se produce en el Virreinato de Peru, y Potosí paga en plata, que se distribuye a las distintas zonas, a excepción del 20% de la plata que viaja a España. ¿Como hace la Corona para captar la plata que se distribuyó a todo el espacio peruano? La plata se traslada a partir del comercio: alto valor en pequeño volúmen.

De Europa vienen productos suntuarios y salen casi en totalidad la plata. Esto es por los comerciantes, la Corona se beneficia por los impuestos. Existen 3 métodos para recaudar el excedente: la vía fiscal, la vía eclesiástica y la vía comercial. A través del monopolio comercial, América sólo puede comerciar con España. Esto no se cumple en la práctica. En 1504 se crea la Casa de Contratación, cuyo fin es controlar y regular el comercio entre América y la metrópoli. El esquema comercial está basado en el sistema de flotas y galeones. Veracruz y Portobleo son los únicos puertos autrizados para el comercio. Este sistema se complementa con el sistema de navios sueltos, por el cual la Corona habilita para comerciar con el puerto de Buenos Aires. Los grandes comerciantes compran las mercaderías y después las revenden. Las grandes rutas que se crearon, complican el comercio, encarecen los precios y tardan meses. Por lo tanto el contrabando es casi inevitable.

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Buenos Aires, como punto culminante de una ruta que unía Alto Perú y Atlántico, resultó atractiva por su ubicación. Por lo tanto, fue considerada como un punto estratégico que España debía mantener.

La primera fundación de Buenos Aires fue en 1536, cuando la expedición de Mendoza buscaba alcanzar la tan nombrada “Sierra lde Plata” remontando el Paraná. El año siguiente se funda Asunción y se convierte en el centro de la expedición. Este traslado se da, por un lado porque en la medida en que la empresa giraba en torno de la obtención de oro, Asunción estaba más próxima a la supuesta Sierra de Plata. Por otro lado, Paraguay efrecía un filón nuevo que canalizaba hacia otro rumbo la ambición española: al indio como mano de obra. Frente a la fundación de Asunción, Buenos Aires se despobla inevitablemente. El fracaso de este primer asentamiento se debe, básicamente, a tres motivos: los indígenas era poco numerosos y de hábitos cazadores recolectores por lo que no tenían excedentes agrícolas que los españoles pudieran aprovechar en los primeros momentos; estos indios se mostraba reacios a integrarse a la estuctura económica y social del invasor y al ser guerreros, opusieron una fuerte resistencia cuando intentaron dominarlos; y por último, al no tener metales preciosos, ni idígenas, no constituía un atractivo para la empresa privada. Sin embago, persisitía una razón para matener un asentamiento, y cada vez cobraba mayor importancia: la función estratégica del territorio como flanco protector del Perú y vía de acceso a Potosí; por lo que corría riesgo de invasión frente al avance portugués, inglés, u holandés. En su segundo asentamiento (1580) se asegurará su existencia como pieza clave de un engranaje sustentando en el Perú.

Si bien el comercio por Buenos Aires esba prohibido por Real Cédula de 1594, resultó un atractivo centro distribuidor dado el menor precio de las mercaderías ingresadas por su puerto. En 1623 se creó una Aduana en Córdoba, para que los productos de naviós de registro encarecieran, de manera que las mercaderías del istmo puedan competir con ellas. Las mercaderías provenientes de Bs As atravesaban la Gobernación de Tucumán y eludían la barrera aduanera. La lucha entre la ruta del Pacífico y la del Atlántico representaba el enfrentamiento entre la burguesía limeña y los traficantes portugueses con su corte de asociados.

Tucumán tubo una participación activa en el abastecimiento de mercancías al Alto Perú. Formaba parte de la vía Potosí-Bs As. Práctica, por la índole del terreno que era por completo diferente al que conducía a Lima y estratégica porque Bs As se enlazaba con el comercio atlántico, en el cual España, Brasil, África y Lisboa significaban esclavos, artículos manufacturados, azucar y hierro. Tanto en Tucumán como en Bs As, coexiste una economía de dinero (operaciones de cierta envergadura, a distancia, que precisan de metálico) y una economía natural (los locales que abonan en especies).

El comercio atlántico del Río de la Plata del S XVII se caracterizaba por la persistencia y la regularidad del contrabando y el comercio directo de las potencias no españolas. Durante ese siglo, BS As fue un activo puerto de las economías del interior, en particular de la economía minera del Alto Perú. Mientras se importaban esclavos, productos suntuarios, y azucar, el 80% de las exportaciones era cubierta por metales preciosos. En la teoría, el puerto de Bs As quedaba fuera del sistema de Flotas y Galeones, y estaba completamente cerrado; toda navegación hacia el mismo exigía una autorización real. Este tráfico alcanzó su período máximo entre 1600 y 1625, y a partir de 1640 entró en decadencia. A partir de la decada de 1650, se recuperó rápidamente debido a los navíos holandeses.

Frente a esta situación de ilegalidad, la Corona tomó posturas fluctuantes. Por un lado, la prioridad era la conservación del monopolio comercial de Lima y Sevilla, pero simultaneamente reconocía la necesidad de mantener en Bs As un centro poblado, para defender el tránsito a Perú. El intento de mantener un centro poblado en condiciones de defender la región, tuvo dos consecuencias importantes: la estructuración de un importante aparato administrativo y militar y la autorización para comerciar que rompía con el monopolio. Por esto, entre 1602 y 2622 otorgó a vecinos de Bs As mercedes para comercias con Brasil y Guinea. Sin embargo, los navíos de registro promocionados por la Corona durante todo el siglo representaron un porcentaje mínimo del contrabando total. El comercio legal y el ilegal compartían los mismos mecanismo, circuitos, hombres que los efectuaban y mercancías. El contrabando era la actividad mercantil más importante, estructurada y regula del Puerto de Bs As.

Los representantes de la Corona eran en su mayoría mercaderes y terratenientes que accedían a cargos públicos en el Cabildo. Éstos respondían a sus propios intereses por sobre los de la Corona y constituían el núcleo dominante de contrabandistas. La relación entre oligarquías locales y administración colonial eran muy estrechas, existían fuertes lazos entre magistrados y elites, que obedecían a varios factores: la venta de cargos y/o nombramiento facilitó a los criollos el acceso a las más altas magistraturas; y los altos funcionarios eran incorporarons a una estructura informal de relaciones personales que creaba una doble lealtad: hacia la Corona y hacia los grupos de interes locales. La guarnición militar y los funcionarios constituían los medio por

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los cuales la Corona podía realizar su objetivo; éstos constituían una elite local cuya principal actividad económica era el contrabando; la Corona financió su aparato administrativo y militar gracias a la actividad económica de esta elite. De esto, que las elites, la Corona y sus representantes se vieron beneficiados por el contrabando. La Corona logró instalar el dispositivo militar local, enviar tropas a Chile y mantener comunicaciones regulares mediante el comercio atlántico de Bs As.

Tanto gobernadores, oficiales reales, y escribanos, como militares, estaban implicados en actividades económicas, lo que era incompatible con sus condiciones. La mayoría de los acusados por prácticas ilegales connmutaban sus penas por el pago de dinero. Los grupos dominantes formaban un grupo polivalente que se apoyaba en la tierra, el comercio y la administración simultaneamente.

Los navíos de Registro estaban fuera del régimen de flotas y galeones y necesitaban una autorización expresa, que partía de un contrato entre la Corona y un particual. Éste debía pagar y trasladar autoridades y soldados, armas y petrechos. La plata era la principal mercadería exportada. A partir de 1670 se comezó a pagar el indulto. Los verdaros propietarios de las cargas solían ser franceses, holandeses e ingleses.

El situado, remesa de moneda acuñada que estaba destinada al pago de los sueldos de la Guarnición y que todos los años debían efectuar las cajas reales, siempre se entregaban con reatraso, por lo que nunca llegaban a mano de los soldados. Los comerciantes permitían comprar las mercaderías y al llegar el situado, cancelaban las deudas.

La corrupción debe considerarse un sistema de tensión permanente entre el Estado español, la burocracia colonial y la sociedad colonial, por la distribución de la riqueza y el poder. Fue el proceso por el cual los representantes locales del poder central, civiles y militares se integraron a la elite local. En el Río de la Plata, la corrupción consistió en la infracción de determinadas normas que limitaban la integración de los representantes de la Corona en la ologarquía local, es decir, en la participación de sus actovidades económicas. Se entiende como parte de la autotransformación de los funcionarios en elite local y un aspecto central de la actividad económica de ésta.

La política reformista en el mundo ibérico durante el siglo XVIII

A finales del S XVII las metrópolis ibéricas se encontraban en una crisis: habían dejado de ser las potencias que habían sido en el siglo anterior, su economía estaba debastada, perdieron industrias y se limitaban a exportar productos agrícolas; además de haber perdido terreno frente al avance de Francia y Gran Bretaña. España y Portugal comienzan a perfilarse como economías pasivas, mientra Francia, Gran Bretaña y Holanda se postulan como potenicas importantes dentro del comercio internacional. La monarquía española iba perdiendo progresivamente su autoridad. Cuando en 1700 Carlos II muere sin descendencia, se desencadena una guerra Europea cuyo premio era la Corona española. Existían dos pretendientes para la Corona: Felipe D'Anjou (nieto de Luis XIV), quien era apoyado por Francia y Castilla; y Carlos de Austria, quien era apoyado por Inglaterra y Aragon. Desde un primer momento se corona a Felipe D'Anjou como Felipe V, sin embargo la contienda dura 13 años. Como consecuencia de la guerra de suceción se establece el tratado de paz de Ultrech. Según éste, la Colonia de Sacramento debe cederse a Portugal, a Carlos de Austria se le entregan poseciones italianas de los Hamburgos e Inglaterra recibe la poseción de Gilbraltar y un asiento para introducir esclavos de origen africano durante 30 años. A partir del establecimiento de la dinastía borbónica, se comenzó con un plán de reformas que tenían como objetivo recuperar el espacio perdido, modernizando la economía y los sistemas fiscales, administrativos, militares y políticos. Recién con la subida al trono de Carlos III, españa contó con un rey realmente comprometido con este amplio plan de reformas. Durante su reinado, hubo un aumento de la prosperidad , tanto en la península como en las colonias.

La política económica desarrollada en este período estaba sustentada por la doctrina mercantilista, que proponía vender mucho y comprar poco. Jerónimo de Uztáriz, un ilustrado economista cuyo tratado sobre el comercio fue de gran utilidad, porponía que la decadencia de la monarquía se debía a las onerosas tarífas interiores que deblitaban la industria interna. Insistía en que los aranceles debían distinguir siempre entre producto primario y bienes elaborados, en que la mercancía importada debía pagar siempre más cargas que las manufacturas del país y en que los impuestos interiores debían eliminarse. Tambíen proponía que la creación de una armada fuerte, con sus barcos construidos, armados, y equipados en arsenales reales era un requisito previo para la expansión del poder armado de la corona. Otro autor se destacó en este periodo: José de Campillo y Cosío, quien compuso un programa de reformas dirigidas a organizar el sistema de comercio y el gobierno. Para él las medidas debían de situarse en América, puesto que la falla estaba en la

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administración colonial. Propone 3 medidas: incorporar de una vez por todas a las comunidades indígenas a través de las tierras vacas; eliminar el monopolio de Cadiz y con el, el sistema de flota y galeones; y convertir a los territorios americanos en merca de la península. Las dos últimas medidas fueron implementadas por Carlos III. Propuso también argumentos para la vuelta a las prácticas de visitas generales, a la que seguiría la implementación de intendencias permanentes.

América era vista como la solución, era un mercado potencial para estimular su producción; la idea era que América proveyera a Europa de materias primas y alimentos y consumiera los productos manufacturados de España. Por esto fue que en 1778 se promulgo un Reglamento de Comercio Libre que autorizaba el tráfico entre una serie de puertos americanos y peninsulares, a la vez que desarticulaba el antiguo sistema monopólico de flotas y galeones. A partir de las reformas borbónicas se incrementaros los impuestos, se eliminaron ciertas exenciones y se hicieron más estrictos los controles en la recaudación. La centralización política ayudó a que los impuestos se cobraran eficientemente.

El mayor logro de la nueva dinastía fue la creación de un estado absolutista y burocrático, que era el principal instrumento de la reforma. En el ambito político y administrativo la primer medida fue la creación de nuevo Virreinatos ( el de Nueva Granada en 1739, y el del Río de la Plata en 1776) cuyo objetivo era fortalecer el poder de la monarquía. Otra medida, de gran importancia, fue la división del territorio en intendencias, que debían reemplazar las jurisdicciones de los gobernadores y corregidores. Esta organización en base a intendencias es copiada de Francia. Primero se aplica en España y recién en 1782 aparece en América. La figura del intendente da cuenta de una peculiar estratégia política: descentralizar, para centralizar. Sus funciones eran recaudar los impuestos, dirigir el ejército, la promoción de obras públicas y el fomento general de la economía. Los intendentes controlaban a sus subditos sin mediaciones. Aparece también otra figura: la del ministro, que representa un apliación en las áreas de poder. Son 5 las secretarías: Estado, Justicia, Hacienda, Guerra y Armada e Indias. Éstos son responsables ante el rey y detentan un saber especializado por el cual deben desarrollar sus ideas pensando reformas que mejoren la situación española. Los borbones cambian la concepción de poder: las cuotas de poder que se han cedido por la venta de cargos, deben ser recupuradas. Al suprimier esta venta de cargos, y asignándo a los funcionarios un sueldo que les permitía vivir sin incurrir en prácticas ilegales, se concentraba el poder y se reforzaba el control ejercido por la Corona. Los bobones tenían confianza en el éxito estaría dado por funcionarios neutros y sujetos a una carrera administrativa. Los funcionarios peninsulares comenzaron a ocupar los cargos más altos mientras que los criollos fueron perdiendo poder en las instituciones como ayuntamientos o cabildos.

La Corona se propuso reducir las facultades de los demás sectores con el fin de centralizar la toma de decisiones. Entre estos sectores, figuraban las instituciones eclesiásticas, en especial las órdenes religiosas. La Compañia de Jesus, había sido muy útil en un comienzo como un baluarte frente al avance portugues, pero luego adquirieron tanto poder que comenzaron a representar un reino dentro de otro reino. Por lo tanto, en 1767 se expulsó a los jesuitas de todos los territorios pertenecientes a España.

Con respecto al control metropolitano sobre América, lo que implicaba reorganizar el sistema militar, los Borbones intentaron crear un ejército profesional. Enviaron peninsulares bien remunerados a América, destinaron recursos para modernizar el armamento y las instalaciones militares y crearon nuevas bases navales. Los regimientos coloniales mantenidos permanentemente en pie se formaban a partir del reclutamiento local. La mayoría de los alistados eran americanos nativos y una buena proporción de la oficialidad desde capitan hacia abajo eran criollos. Existían también las milicias, que en ocaciones eran fuerzas eran más reales sobre el papel que en la práctica.

El objetivo de las reformas se cumple muy limitadamente: no permiten a España transformarse en la metrópoli industrial de unas colonias orientadas a las exportaciones primarias. Esto no se debe específicamente a las reformas comerciales sino que se debe mas bien a las limitaciones del renacimiento ecnómico de España en el S XVIII que no permiten hacer de ella, pese a las ventajas que el nuevo régimen mercantil le confiere, un rival serio para Inglaterra o Francia. Con este amplio plan de reformas, muchos intereses se vieron afectados. Las elites locales, que controlaban los cabildos, vieron disminuido su poder en facor de la Corona y sus funcionarios; Los comercianes, beneficiados con el sistema de comercio monopólico, se prejudicaron con la liberación mercantil; el cobro más estricto de los impuestos generó malestares y protestas; la llegada de burócratas peninsulares irritó a los criollos, porque los mejores puestos eran reservados para los europeos; la expulsión de los jesuitas implicó la perdida de autoridad por parte de la Iglesia. Estas reformas, generaron tensiones que serían algunas de las causas del estallido de las revueltas y rebeliones.

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Antes de explicar, concretamente, este ciclo de revueltas y rebeliones es necesario explicar el reparto de mercadería forzosa. Este reparto fue un mecanismo empleado por el corregidor desde el siglo XVII pero legalizado recién en 1751. El motivo por el cual se institucionalizó esta práctica, fue que era necesario para involucrar al corregidor dentro de la estructura económica colonial, asignándole un papel clave en la producción local y en la distribución regional de nativos y bienes importados. Pero también fue una respuesta a la necesidad de fomentar un mercado interno capaz de apoyar a la expansión minera, ampliándolo a los productos europeos. Pero no solo productos españoles sino también americanos fueron distribuidos por este sistema, lo que implicaba que el corregidor transfería de una provincia a otra producciones que en la segunado escaseaban. El reparto funcionaba como un sistema de endeudamiento capaz de garantizar al corregidor una fuerza de trabajo permanente, pues forzaba a la población indígena a comprar bienes europeos y nativos al crédito, y a precios inflados; obligándoles después a trabajar en las haciendas o en los obrajes y a entregar el excedente de su producción para así cancelar la deuda generada. El corregidor, por un lado distribuía tejidos a las comunidades indígenas, y por el otro recogía lana como pago en especie, probabablemente con el fin de abastecer de materia prima a los obrajes. El círculo económico era bastante amplio y bien sincronizado. No sólo se generaron conflictos entre los campesinos y el corregidor, sino también entre éste y otros sectores económicos como los arrieros, los artesanos y los eclesiásticos. Sectores que se oponían al sistema de reparto. El conflicto con arrieros y artesanos estaba dado por el hecho de que el reparto fue el instrumento a partir del cual el corregidor extraía de ellos un excedente; en cierta forma, fueron incluidos en el sistema. Los conflictos entre corregidores y curas se intensificaron puesto que ambos luchaban por el trabajo y el excedente indígena. Los curas parecen haber actuado de igual manera que los corregidores al retener excedetnte y propiedades personales de aquellos que mostraban estar imposibilitados de pagar las ceremonias religiosas y los sacramentos. Cuando los campesinos no podían pagar sus repartos, el cacique tenía que asumier la deuda a nombre de la comunidad. A partir de ésto, se comenzó a distorcionar la elección del cacique y cada vez más, los indios elegian a sus caciques en base a su poder económico. En otro casos, también los caciques fueron elegidos por el propio corregidor. Es por esto que las revueltas que tuvieron lugar después de la legalización del reparto no sólo eran contra los corregidores sino que también contra los curas doctrineros, que eran acusados de exigirles a los indios servicios personales no remunerados y de cobrar honorarios y obvenciones por servicios religiosos que debieron haber sido gratuitos.

Durante el siglo XVIII se produjeron en el Virreinato de Perú, y en otras localidades también, una serie de revueltas y rebeliones, iniciando con un ciclo de cuatro décadas de revueltas que posibilitaron un movimiento de mayor envergadura, el que conformaría una rebelión. Según la autora O'Phelan Godoy es, ante todo, imprescindible establecer la diferencia entre lo que serían una revuelta y una rebelión. Una revuelta social se presenta normalmente como un alzamiento de breve duración, espontáneo, local, restringiéndose en términos de espacio a una doctrina o un pueblo específico. Es motivada por un estímulo directo y está sujera a un fácil control por parte de las autoridades españolas. Su presencia es más de orden cotidiano que coyuntural. Las revueltas reflejaron las contradicciones generales existentes entre la población colonial y las diferentes autoridades locales. Una rebelión, en cambio, alcanza una mayor permanencia temporal, teniendo connotaciones regionales, estando en condiciones de propagarse a varias doctrinas, corregimientos o incluso provincias. Responden a un plan mínimo de organización y coordinación, que en muchas ocasiones está sustentado por comunicados, editos o programas políticos. Son provocadas por una coyuntura rebelde. Su estallido se produjo en areas sensibles a una mayor acumulación de contradicciones por razones de la naturaleza de la polación actividad económica o circuitos comerciales. La complejidad radica en atacar al sistema colonial en su conjunto, es decir, el ataque no involucra una autoridad concreta sino que es más bien dirijido contra las instituciones y autoridades en bloque.

Esta autora establece una tipología para organizar las revueltas, diferenciando los incentivos y la autoridad contra la cual se produce el levantamiento. También se distinguen los mecanismos de protesta y los comportamientos. Inicialmente marca cuatro tipologías y en un segundo momento agrega una quinta. Esta tipología, que en principio tiene vigencia para los acontecimientos en el area andina, también la tiene para las otras regiones, con algunas variantes. Las revueltas sociales registradas para el siglo XVIII fueron numerosas e involucraron tanto al norte como al centro y sur del Vierreinato peruano. Es importante destacar que en la realidad este sistema funcionó con relativa flexibilidad, combinandose en algunos casos características de mas de uno de los tipos señalados, normalmente cuando la autoridad atacada ejercía más de una actividad. Las revueltas antifiscales fueron las más frecuente durante el siglo XVIII. Las que se levantaron contra el clero y los caciques no representativos, ocurrieron con menos frecuencia.

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a.) Revueltas antifiscales. Eran dirijidas contra el aparato fiscal montado para drenar a varios niveles el excedente producido en las colonias: tributos y numeración de tributarios, reparto de mercaderías, impuestos con que se gravaban las transacciones comerciales, son algunos ejemplos. El blanco de las agrsiones fue el corregidor, quien estaba encargado de censar la población tributaria y cobrar los tributos y repartos. La conducta adoptada por los sublevados consistió en cercar la casa del corregidor, destruir cierta documentación y saquear y quemar los símbolos representativos de la autoridad civil, facilitándo, además, la fuga de los presos de las Reales Cárceles. Paralelamente se organizaba la persecusión del corregidor, quien, si no tenía suerte de huir, era eventualmente herido o muerto. El ataque era en general, de índole masivo. El encarcelamiento del cacique era un recurso muy utilizado por la autoridad civil en caso de incumplimiento en la cancelación de tributos y repartos. De ahí que e muchas revueltas se promoviera el asalto a cárceles y la subsecuente liberación de los presos locales.

Caso: Huamanchuco, en 1756, cuyo objetivo fue claramente dirijido contra el empadronamiento de tributarios que se acababa de efectuar, extranyéndosele al juez revisitador la revista antigua y la numeración tirada del pueblo.

b.)Revueltas anticlericales. Estallaron contra los curas doctrineros. Sus raices son complejas. En algunos casos estuvieron determinadas por conflictos previos, como resultado de los cuales las comunidades levantaban acusaciones contra sus curas de estarles expropiando tierras y aguas y apropiando la fuerza de trabajo gratuitamente; en otros casos los curas eran denuncaidos por estar negociando con el cobro de obvenciones o derechos parroquiales. El ataque al clero fue por lo general menos frontal y menos violento que en las revueltas antifiscales. Esto se puede explicar por el hecho de que los clérigos, al tener cargos más prolongados, en cierta forma se integraban a la comunidad y su presencia resultaba familiar. Además, las investiduras sacerdotales fueron un recurso utilizadp para imponer respeto y guardar distancia. Los mecanismos de protestas, por lo tanto, respondieron fundamentalmente a desconocer los preceptos de la doctrina cristiana. Los insurrectos oprtaron por dejar de asistir a misa y confesarse, negándose al pago de obvenciones a riesgo de dejar a los niños sin bautismo y de incumplir con el sacramento del matrimonio. Esta actitud derivó del desencanto que les produjo comprobar la inconsistencia que existía entre lo que los clérigos les predicaban en la Iglesia y los abusos a los que se sometían a las comunidades en la práctica. En muchos casos, el clero llegó al extremo de utilizar la administración de los sacramentos como recurso para tener acceso a las propiedades y el trabajo campesino.

Casos: En 1771, los pobladores indios y mestizos de Contumazá se declararon abiertamente contra su cura Fray Manuel Ochoa, dejando de asistir a la doctrina; preferian vivir amancebados y enterrados que pagar tanto derecho parroquial que consideraban injusto. En la revuelta que estalló en Simbal, en 1761, se llegó a pedir la destitución del clérigo. Esta revelión estubo dada por los indios forasteros, los cuales, a diferencia de los indios originarios, estaban obligados al pago en especies de las "primicias".

c.) Revueltas contra la elite indígena. Estos levantamientos se suscitaron contra los caciques, quienes además de pertenecer a la elite indígena por linea de sucesión, constituyeron la principal autoridad étnica local durante la época colonial. Reflejan el hecho de que las comunidades pudieron observar un proceso de asimilación de la cultura occidental y status-quo colonial en el que se vieron inmersos los señores étnicos. Indiscutiblemente los caquiques eran una pieza clave de la maquinaria fiscal por su intervención en la recolección de tributos y su responsabilidad de completar la cuota del reparto. Numerosos caciques operaron como aliados o instrumentos del corregidor, en detrimento de sus propias comunidades. Luego de la legalización del repartimiento forzoso de mercancías, los corregidores intesificaron su interés en contar con un cacique cooperador en el cobro del repartimiento y que estuviera en posicione de responder economicamente ante cualquier desajuste en la couta del mismo. La estructura cacical entró en un estado de descomposición, agudizándose las rivalidades entre los aspirantes al cargo, creñandose verdaderas facciones en apoyo de ambos y prescipitándose las revueltas. La descomposición de esta estructura se aceleró debido a los abusos que cometieron los caciques a niverl de la actividad física y la sobreutilizacion de la mano de obra comunal. Las manifestaciones en este tipo de revueltas se dieron en términos de que las comunidades bajo su control se negaron a rendirles obdediencia ty se abstuvieron de prestarles servicios personales, desconociendo de esta manera su autoridad. Las revueltas se produjeron o bien contra los caciques identificados como agentes del corregidor, o bien contra el nombramiento de un candidato que no estaba respaldado por la comunidad.

Caso: En 1771, en Churunguna, los indios presiguieron al cacique nombrado por el corregidor, intentando darle muerte.

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d.) Revueltas contra la administración de los centros productivos coloniales. Este tipo de levantamiento se ubica a nivel de los obrajes y las minas. Ambos estuvieron en manos de propietarios o arrendatarios privados y emplearon una mano de orba mixta: criollos, mestizos, indios, mulatos; que bien se asentaban en el centro productivo o bien se desplazaban temporalmente desde los poblados adyacentes al centro productivo, en calidad de jornaleros libres o bajo el sistema de mita. Estas revueltas estuvieron principalmente motivadas por cambios en el funcionamiento de los centros productivos en cuanto a los métodos de producción y política frente a sus operarios. Algunos brotes de rebeldía se suscitiaron como resultado de los conflictos existentes entre los mayordomos del centro y los operarios del mismo; también la intención de disponer en forma arbitraria de la mano de obra y emplearla en tareas ajenas a la naturaleza de su trabajo ocasioó serio enfrentamientos. La conduca que adoptáron los rebeldes consistió en negarse a seguir trabajando, paralizando la producción. Este abandono al trabajo era complementado con violentos ataques al administrador y/o sus mayordomos y con el saqueo e incendio de las instalaciones del centro productivo en conflicto.

Caso: en 1777 el centro minero de Casapalca se vio conmocionado; los trabajadores de la mina concurrieron a la casa del minero chapetón Cubero con el fin de mantarlo, saqueando sus propiedades. Esto fue producto de que Cubero encarceló a uno de sus herreros que se negaba a trabajar, argumentando que no se le había pagado el salario.

e.) Revueltas por toma de tierras. Generalmente se presentaron a dos niveles: por enfrentamientos entre dos comunidades que litigiaban por la posesión de una misma parcela de tierras o por conflictos entre las comunidades por un lado y los propietarios de haciendas por otro. En el segundo caso, el eje de argumento era el despojo de tierras de que había sido objeto la comunidad. Obviamente, el caso más frecuente fue el segundo. La conducta adoptada por los insurrectos consistió en ocupar fisicamente las tierras, tomando así posesión de ellas. La toma de tierras podía ser violenta o estar más bien determinada por el traslado masivo de gente y ganado, quienes se instalaban en el territorio en litigio. En muchos casoso estos pleitos quedaron a nivel de juicios entre las partes interesadas y sólo en contados casos trascendieron al palo de las revueltas.

Caso: En 1799 Don Manuel de Cáceres denunció como vacas ciertas tierras situadas en el valle de Nepeña, provocando la abierta oposición de los indios del común de Nepeña, quienes decían que dichas tierras les pertenecían.

El levantamiento encabezado por el cacique Túpac Amaru en las localidades de Tinta y Cuzco debe ser considerado como el movimiento de masas de mayor envergadura que sacudió el sur andino durante el siglo XVIII, por lo tanto, esta agitación que comenzó en 1780 debe ser catalogada como rebelión. Este movimiento de tal envergadura sólo fue posible en el sur andino debido a que ésta fue la región donde se concentraron las contradicciones coloniales. Estas provincias estuvieron sometidas a la mita de Potosí y al reparto, cuyas presiones económicas eran considerables. A esto hay que añadir que en esta región se concentraba la masa de tributarios más alta del Virreinato.

La rebelión no fue un movimiento aislado, sino que estuvo situado dentro de un complejo contexto de revueltas menores, que de forma desarticulada pero insistente confluyeron en el Virreinato del Perú durante el ciclo preparatorio de los años 70, reflejando que existían condiciones para que se generara una rebelión de mayor alcance. La rebelión de 1780 fue entonces la culminación de un ciclo de revueltas menores. En una rebelión de estas dimensiones, es necesario que confluyan más de una variable. Este movimiento no fue sólo en respuesta al sistema de reparto forzoso, pues este factor, aisladamente, hubiera sido incapaz de hacer posible las alianzas que efectivamente surgieron y de provocar un movimiento cuya expansión alcansase los límites de la gran rebelión. Las causas de esta coyuntura rebelde están dadas por un conjunto de medidas fiscales que se hallaban incluidas en el plan de las reformas borbónicas: la creación de Aduanas en el circuito comercial Cuzco-Potosí; el aumento de la alcabala y su nuevo sistema, la ampliación del tributo, el control sobre el impuesto a la vajilla y la numeración de artesanos. Si bien el movimiento comenzó ante un estímulo fiscal, a medida que se fue desarrollando, el ataque de las masas rebeldes derivó hacia las autoridades en su conjunto. El programa sobre el que se levantaron, en ningún momento implica un movimiento independentista o una ruptura con Europa. Las medidas que sirvieron de estímulo, envolvian, de una manera u otra, a distintos sectores de la población colonial. Por esto tanto indios, zambos, mestizos, mulatos, como criollos e inclusive españoles fueron captados por la causa rebelde. Decir que la rebelión de Túpac Amaru fue una rebelión indígena, es por lo tanto incorrecto. Sin embargo, el nivel de participación de los distintos grupos dentro de la rebelión no fue el mismo. Tampoco fue igual en todo el proceso, ya que la rebelión no fue uniforme; estuvo atravesada por dos fases.

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La primer fase, la fase cuzqueña, fue la que encabezó el cacique Túpac Amaru. Partió desde Tinta, expandiendose hacia las provincias bajo peruanas y la región del Collao. La segunda fase, fase aymará, que se inició luego de la prisión del cacique, fue dirigida conjuntamente por tres personas. Durante esta eapa, se materializó el apoyo de las tropas aymaras, las cuales, bajo la conducción de Túpac Catari, hicieron posible el avance hacia el Alto Perú. Ambas etapas del movimientos se caracterizaron porque tanto Túpac Amaru como Túpac Catari apelaron al apoyo de sus familiares más cercanos, asignándole cargos de confianza dentro del movimiento. Otro punto de coincidencia está dado por el hecho de que en ambas fases se observa una presencia significativa de arrieros y viajantes vinculados a las rutas comerciales del sur andino.

Los contrastes entre ambas fases estan dados principalmente por la composición social del movimiento, la factibilidad de la alianza con los sectores criollos y los mecanismos de aprovisionamiento. La fase cuzqueña tuvo elementos elitistas dentro de su esquema de dirigencia. Si bien el apoyo del sector indígena fue masivo, su participación en la esfera de las decisiones fue muy limitada. En cambio, los criollos y españoles que se vieron envueltos en el movimiento tuvieron una situación privilegiada al asignárseles tareas dentro de las esfera de las decisiones. La población indígena acataba las órdenes de criollos y caciques. La fase aymará, por el contrario, presentó una dirigencia principalmente en manos de indios y mestizos. En lo respectivo al aprovisionamiento de recursos necesario para la manutención de las tropas rebeldes, Túpac Amaru, que formaba parte de la elite indígena, estuvo en condiciones de solicitar a los caciques vecinos que les proporcionaran víveres. En cambio, Túpac Catari, al ser un indio común, optó por promover una legión de indios con el propósito de que consiguieran soldados y provisiones. Y por último, con respecto a las alianzas con los criollos. En la primer fase, Túpac Amaru, estaba en posición de relacionarse con los sectores criollos cuzqueños quienes lo ayudaron en la etapa temprana del movimiento. Durante la segunda etapa, el apoyo criollo se fue debilitando, registrándose numerosas deserciones criollas. En este momento se desarrolló un sentimiento anti-hispánico e inclusive anti-criollo, que se manisfestó en los enfrentamientos contra todo blanco.

Si como alzamiento fue un fracaso, como advertencia sobre los riesgos de una política de reforma en una sociedad y un órden político de extrama fragilidad resultó más eficaz.

La segunda mitad del siglo XVIII en Hispanoamérica insinúa los síntomas de una profunda mutación en el mundo de los valores que conlleva el movimiento que ha dado en llamarse “Ilustración”. La Ilustración se ubica como un cambio cultural que revaloriza el individuo. Anteriormente la persona no es individuo, sino miembro de un cuerpo social. La primacía del individuo está sujeta a la razón. La razón estaba ligada a la fe; en la modernidad se separa al mundo de la razón y al mundo religioso. En el marco de la modernidad, surgen nuevas sociabilidades que se caracterizan por la asociación de individuos de orígenes diversos para discutir cuestiones del orden económico, político o social. Nace así, la opinión pública moderna, resultado de la discusión y del concenso de los miembros. Estos individuos, pertenecen a una elite media, con acceso a lectura y se nuetren del pensamiento de la Ilustración. Este punto es fundamental en este proceso, el nacimiento de un público lector permite la creación de un clima de debate, extendiendo las ideas concerinientes al escepticismo religioso, la crítica social y las reformas.

A partir de estos cambios en la mentalidad, se concibe la formación de un mundo moderno que se distingue fuertemente con el antiguo régimen. En los paises de Europa se da una transición de un régimen a otro, que puede ser progresiva o discontinua. El antiguo régimen presenta como forma de gobierno a la monarquía; en la que el origen del poder deriva de Dios y está dado por un pacto de sujeción; la soberanía es regia; la república se concibe como un conjunto y los individuio están naturalmente unidos entre sí; las relaciones son jerárquicas predeterminadas y no dependen de la voluntad del individuo; y la sociedad se presenta en pirámides de comunidades políticas para las cuales hay leyes particulares. En la modernidad, el gobierno está dado a partir de sistemas políticos representativos; para los cuales su origen es el contrato social voluntario que se traduce de la ley; la soberanía es popular; la república es el producto de la asociación voluntaria donde todos los individuos son iguales; los vínculos son revocables y voluntarios; y la sociedad se presenta en forma homogénea e igual ante la ley.

Guerra analiza los casos de España y Francia; estos paises tuvieron el paso a la modernidad a través de una revolución, mientras que otros paises como Inglaterra lo hicieron por una vía evolutiva. La diferencia está dada a partir de las crisis políticas que se producen en el S XVII en casi todos los países de Europa. Al concluir, se definen dos tipos de relaciones de poder: victoria del poder del rey (Francia y España) o victoria definitiva del Parlamento (Inglaterra).

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Las elites culturales en Inglaterra, participaron en el ejercicio del poder gracias a instituciones representativas de tipo antiguo, por lo que el proceso de individualización va a provocar una modernización progresiva de estas instituciones. En Francia y en España, en cambio, las elites totalmente alejadas de la participación del poder por el olvido o la decadencia de las antiguas instituciones representativas, no participan en él por derecho propio. Surge así el deseo de revolución, en el que se planta un tipo ideal de sociedad. Mientras la sociedad real se presenta en cuerpo y estamentos, con una jerarquía, cuya comunidad política es productora de la historia y el poder está fundado en la tradición o la providencia; la sociedad ideal está compuesta de individuos, iguales, la comunidad política es resultado de la asociación y el poder está fundado en la voluntad de los asociados.

La Revolución Francesa consiste, entonces, antes que en la aparición de actores nuevos en la vida social y política, en una revolución cultural que hace posible la creación de la política y la aparición de estos actores. Es una mutación cultural en las ideas, en el imaginario, en los valores, en los comportamientos. La revolución es pedagógica, porque el pueblo no es todavía el pueblo ideal. Debe ser considerada como el resultado de una serie de prácticas colectivas realmente creativas. Los revolucionarios franceses encontraron su inspiración en los modelos de ciudad-estado griega y de la república romana, perpetuados dentro de la tradición política occidental por los historiadores de la antigüedad clásica y los escritores republicanos. Estos modelos encarnaban la participación activa y constante de los ciudadanos en las decisiones políticas y su profunda identidad con los valores colectivos de patriotismo, honor y virtud. Sin embargo, grandes sectores de la población que participaron en el movimiento, habían tenido escaso o ningún contacto con estas ideas.

Las elites modernas y las tradicionales mantienen un lenguaje politico común que refiere a imaginarios diferentes. Para las elites modernas, la libertad se asocia con los individuos ante la ley; la nación representa un pueblo homogeneo asociado por voluntad; y la constitución es un pacto social, un texto donde se vuelcan las bases de este pacto. En cambio, las elites tradicionales conciben la libertan en relación al monarca, mantener sus privilegios; la nación es un reino cuya realidad heterogénea es producto de la historia; y la contitución es el conjunto de tradiciones de los pueblos.

Guerra establece una tripolaridad entre a. Absolutistas, partidarios de conservar la monarquía y el modelo del antiguo régimen; b. Modernos, partidarios de la soberanía del pueblo y una constitución inspirada en la francesa; y c. Constitucionalistas históricos, inspirados en el modelo Ingles, la reforma de la monarquía y la instauración de un sistema constitucional mediante la restauración de antiguas Cortes. A y B comparten la imagen del poder como relación binaria y las tentativas de homegeneización social. A y C concuerdan en los fundamentos históricos de la sociedad y en el imaginario de una sociedad formada por estamentos. B y C concuerdan en el rechazo del poder absoluto y en la necesidad de una representación de la sociedad.

En España, el grupo de reformadores borbónicos que impulsa las reformas forma parte de una elite que dirige una mirada crítica hacia su propia sociedad y busca introducir innovaciones que permitan debilitar las estructuras jerárquica y corporativa que caracteriza al universo social hispanoamericano. Consecuencia de esto va a ser la difusión en América del repertorio de ideas ilustradas difundidas fundamentalmente por los funcionarios ilustrados enviados por la Corona. Las elites hispanoamericanas se apropian de ese repertorio intelectual con el objetivo, no de romper el vínculo colonial, sino de encontrar herramientas teóricas que les perrmitan fundamentar sus reclamos por una mejor inserción en el sistema.

Tanto Guerra como Chiaramonte proponen que la hipótesis según la cual los principios proclamados por la Francia revolucianaria habían provocado, al atravesar el Atlántico, la Independencia de Hispanoamérica, es totalmente insostenible. Las ideas francesas están muy lejos de ser la únicas ideas de Independencia, y el pensamiento ilustrado iberoamericano no surge como una idea antimetropolitana, surge más bien ligada al absolutismo. No existe una relación de identidad entre Independencia e Ilustración, porque en América, no hay escritos referidos a la política, hay un vacío. Tampoco existe gran variedad de textos respecto de los social. La crítica ilustrada es en ralación a la economía. El pensamiento ilustrado iberoamericano se interesa en los aspectos económicos que se discutían en Europa (filósofos y economistas sobre la cuestión de donde surgen las riquezas, y propuestas para la búsqueda del enriquecimiento). La elite se apropia de ciertas ideas europeas y defiende sus intereses, por lo que se desarrollan teorías que contienen factores de distintas fuentes tomadas de modo oportunista. Chiaramonte también plantea que la ilustración iberoamericana es totalmente distinta del la europea. Sin embargo, propone que existe una huella del pensamiento europeo del siglo XVIII en el pensamiento iberoamericano. Habla de una consolidación entre las ideas y pensamientos modernos con los de la Ilustración. Esta transición esta moderada por tres factores que limitan la introducción de nuevas ideas: el dogma de la Iglesia, la Monarquía (única forma de poder) y la filosofía escolástica.

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El proceso de Independencia. Su pensamiento político.

Los enfoques tradicionales han visto a las independencias hispanoamericanas como el estallido de una gradual acumulación de tensiones que desembocarían inexorablemente en la ruptura política. Estos abordajes son propios de la segunda mitad del S XIX. Este esquema clásico interpreta las independencias a partir de 4 factores: los abusos del régimen colonial (impuestos, imposibilidad de representación, etc.); las influencias de la literatura ilustrada francesa; los ejemplos de sociedades oprimidas que se liberan del yugo de la dominación (EEUU y Francia) y las referencias a los precursores, es decir, buscar en el siglo pasado ejemplos de resisitencia que se conectaron con la Independencia. Chaunu critíca este abordaje por 3 razones: es prestado, reproduce el modelo de independencia de norteamérica; es demasiado simple en el análisis de la composición social, hablar de la elite criolla deja de lado el 80% restante de la población, y no da cuenta de la variabilidad de espacios y tiempo. Sin embargo rescata dos factores de este modelo: por un lado, el complejo de frustración de los criollos, sobre todo por la falta de posibilidad de participar en las asambleas, que a partir de las reformas borbónicas fueron dominadas por peninsulares; y por otro lado, rescata el hecho de que el pensamiento ilustrado tuvo cierta influencia, pues si bien se recibió en modo desigual, en alguno lugares fue de gran impacto.

La historiografía mas reciente ha puesto el énfasis en la crisis intitucional hispánica producida tras la invasión de los ejércitos napoleónicos, que se desarrolló en 1808 y a partir de las abdicaciones de Bayona. Éstas fueron las renuncias sucesivas de los reyes Carlos IV y su hijo Fernando VII al trono de España en favor de Napoleón Bonaparte. Esta crisis presentó dos factores: uno externo con la invasión Napoleónica y otro interno debido a un proceso de degeneración propio. La metrópoli, incapaz de hacer frente a los desafíos económicos y políticos que la nueva coyuntura le impone, deja en evidencia su fragilidad institucional, las dificultades para ejercer el control efectivo y la desigualdad en las alternativas ofrecidas a Hispanoamérica para que permanezca fiel a España.

El conflicto en la península afectó inmediatamente a América ya que dependía de España todavía. Entre 1808 y 1810 se dio un proceso de formación de juntas, que tuvieron como objetivo reasumir el poder soberano que había quedado vacante frente a la ausencia del rey. El rasgo más llamativo de este momento fue la simultaneidad y similaridad con la cual se produjeron los procesos políticos en Hispanoamérica y España. Se produjo en todos los lugares de América, la misma reacción de lealtad al rey Fernando VII, que se encontraba cautivo por Napoleón. A medida que llegaban las noticias a las provincias americanas, empezaron los levantamientos contra los franceses. Esta reacción es llamativa, por varias razones: no tenía precedentes y el origen del movimiento fue popular, ya que la mayoría de los integrantes de las elites ya habían aceptado a los franceses. Sin embargo, la formación de juntas en América no es igual en todos lados. La acefalía del poder central es una certeza para la Nueva España desde el principio y contribuye a explicar la reunión de juntas preparatorias para un Congreso de Nueva España. En América del Sur, al contrario, las noticias de las abdicaciones, de los levantamientos, y de la formación de la Junta en Sevilla, que se autocalifica como Suprema de España e Indias, llegan casi al mismo tiempo, lo que impide la formación de juntas.

A partir de esto podemos inferir dos factores de gran importancia. Por un lado, la sociedad americana posee una difusión bastante amplia de las noticias, lo que permite la transmisión al pueblo de la opinión pública. Otra característica que va a ser fundamental en este primer período es la exaltación patriotica que muestran los individuos. El patriotismo estaba basado en valores antiguos como la fidelidad al rey y la defensa de la religión, las constumbres y la patria.

Desde un primer momento se plantea un conflicto: ¿Quién gobierna? y ¿En nombre de quién? A partir de entonces surgen argumentos del tipo pactista. Los vínculos recíprocos que existen entre un rey y el reino no pueden ser rotos unilateralmente. Si el rey desaparece, el poder vuelve a su fuente primera: el pueblo. Este tipo de argumentación, que impone teorías pactistas, implica una ruptura con la teoría absolutista. A partir de entonces la política se abre a todo tipo de actores.

En 1809, nació la Junta Central en España; que resolvía el problema de la unicidad del poder, por lo que fue aceptada tanto por España como por América; pero su legitimidad era precaria, ya que sólo se encontraban en ella representantes españoles; lo que comenzó a generar descontentos en Amércia, al ver que dicha junta obviaba su representación. Sin embargo, se llevó a cabo la convocatoria de Cortes Generales y la elección de diputados que representarían a los territorios hispanoamericanos. Debido a esto, el 22 de enero se dió a conocer un Decreto por el cual se llamó a los americanos a elegir vocales para la Junta

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Central. A pesar de la convocatoria, este Decreto proclamaba la igualdad de representación que era negada en el mismo momento de su enunciación pues se razonaba en términos de "colonias" y "factorías". La desigualdad se hizo notar con una gran mayoria de diputados españoles contra una precaria minoría en representación americana. Sumado a esto también apareció la idea de una regeneración de la Monarquía ligada al deseo de una reforma social y política que finalice con el despotismo.

La sucesión de los acontecimientos expuestos, terminó con el fidelismo americano para dar inicio a la ruptura con España, la cual caracterizará los años siguientes y finalizará con los deseos de conseguir la Independencia. América sigue la evolución ideológica de la Península y pasa de un patriotismo hispánico unánime y exaltado a una explosión de agravios hacia los peninsulares, que son la causa de una ruptura que es ya casi irreversible.

En España, se lleva a cabo un debate entre absolutistas ilustrados, constitucionalistas históricos y revolucionario liberales; en la que se discute acerca de la convocatoria de las Cortes, su composición, la manera de deliberar y de votar, y sus poderes. Aprovechando la crisis de la Junta Central que resulta de una serie de fracasos militares, la alianza entre los constitucionalistas históricos y los revolucionarios conduce a un decreto de 1809 según el cual se reestablece la representación legal y conocida de la Monarquía en sus antiguas Cortes.

Finalmente, se forma la Corte de Cadiz en 1810, y dos años más tarde se establece una constitución de carácter liberal, que establecía una monarquía institucional. Estaba inspirada en la Constitución Francesa: ortogaba amplios poderes a las cortes, reducía el papel del rey al poder ejecutivo, proclamaba la soberanía popular, decretaba la libertad de prensa y expresión y abolía la inquisición. Esta constitución es aceptada por todos lo pueblos como forma de representación local. En 1814, Fernando VII es liberado y derrota a Napoleón. Produce una restauración del absolutismo, dejando sin efecto la Constitución de 1812, lo que provoca recelos tanto en América como en la península. Recién en 1820 se produce en España una Revolución Liberal que obliga al rey a prometer fidelidad a la Constitución que había dejado sin efecto.

Cuando estallan los movimientos separatistas, hacia 18010-1811, es necesario precisar que en ningún caso se trata de conflictos entre colonias y metropolis, por una razón simple: la metrópoli estaba ausente desde hacía 15 años y no estará presente hasta 1814-1816. Las guerras llamadas de Independencia, en realidad eran guerras civiles de América en donde se oponían elementos fidelistas y elementos patriotas. En las luchas de Independencia surgen dos movimientos: una burguesía europeizante que pretende liquidar el pasado colonial y precolombino e integrar las regiones de América Latina en las corrientes del comercio internacional en expansión y por otro lado, un núcleo de fuerzas que tiende a romper la estructura de dominación impuesta por el régimen colonial, busca incorporar a las masas indígenas en el cuadro político social y definir una personalidad cultural autónoma.

Los movimientos separatistas triunfan inmediatamente en el Rio de la Plata y en Venezuela no ceden sino por una presión intensa del ejército español. Estos son los dos sectores más maduros, donde desde hacía tiempo la presencia de España no era sino virtual. El movimiento separatista finalmente vence en Chile, pero con ayuda extranjera. Fracasa en méxico, donde los movimientos políticos radicales de Hidalgo y de Morelos sucumben ante las fuerzas federalistas, a la cabeza de las cuales se destaca Iturbide. En lo que concierne al núcleo del eje central andino, no se mueve.

Los años 1810-1817 permiten medir el alcance muy limitado de las fuezas secesionistas y su insignificancia, que sin las connmociones provocadas por la invasión napoleónica le hubieran asegurado al Imperio largos años de permanencia. Es a una segunda ola que América debe lo que se denomina su Independencia. En casi todas las partes la idea de la ruptura une a las mayorías criollas inmediatamente después de la Revolución Liberal de 1820 en la península ibérica.

INDEPENDENCIA DEL RIO DE LA PLATAPara el período en que estalla la crisis institucional en España, El Río de la Plata presentaba una

característica particular: la presencia de un ejército convocado sobre la estructura de la milicia urbana. La invasión de los ingleses en 1806 reveló la fragilidad del orden colonial debido tanto al pasivo comportamiento de las autoridades como a la ineficiencia del ejército para la defensa por la escacez de tropas regulares y la falta de milicias locales eficientes. Para hacer frente a la ocupación inglesa, se organizaron por primera vez cuerpos milicianos voluntarios integrados por los habitantes de Buenos Aires. Este ejército se convirtió rápidamente en regular para evitar posibles invasiones posteriores. Aunque las autoridades españolas no

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ofrecieron resistencia alguna a los invasores, los criollos no estaban dispuestos a una nueva dominación. En la primer invasión, el virrey Sobremonte optó por retirarse al interior conduciendo las Cajas Reales, pero los depósitos militares cayeron en manos de los ingleses y el tesono real se perdió en Luján. Esta conducta del virrey deterioró su imagen y provocó que en agosto de ese año un Cabildo Abierto delegase el mando militar en Liniers, quien había reunido tropas irregulares en la campaña de Bs As, y entregase a al presidente de la Audiencia los asuntos de gobierno y hacienda. Finalmente, en 1808 Linies es nombrado virrey del Rio de la Plata.

La constitución de un nuevo ejército de origen miliciano, de base totalmente local y de componente mayoritariamente nativo (regimiento de patricios y hústares de Pueyrredón), otorga a la elite una nueva base local de poder, y a la plebe criolla una presencia en la esfera pública y una representatividad de la cual hasta entonces no había gozado; de lo que resulta la instauración de un nuevo canal de comunicación entre la elite local y la plebe urbana. La creación de milicias, con su reclutamiento voluntario, modificó el equilibrio de poder en Bs As, porque con este nuevo canal de comunicación, la elite local se vió permitida de una intervención en los asuntos públicos a partir del recurso de la movilización social. La elección de sus oficiales por parte de la propia tropa ofreció una oportunidad de progreso a hombres que, sin fortuna y sin formación militar, gozaban de prestigio entre los milicianos. Además, se acrecentó el costo local de la administración y se volcó en Bs As una masa monetaria que en el pasado se dirigía a España, lo que produjo una transferencia de recursos del Estado a la plebe urbana criolla. Este grupo estaba ligado a Cornelio Saavedra. De él, no se podría prescindir tanto para defender la legalidad del régimen colonial como para asegurar la emergencia de un nuevo régimen revolucionario. La real intención no era consultar la voluntad del pueblo, sino utilizar la movilización y la indignación de la población para poder llevar a cabo sus intenciones, como por ejemplo, la destitución de Sobremonte.

El otro grupo que emergió es el de la militancia revolucionaria, que surgue de un pequeño grupo de intelectuales filofranceses que discuten en reducidos círculos y en el marco de nuevas formas de sociabilidad. Tenían como ideal hacer al pueblo sujeto real de la acción política; por eso asumió la representación de un pueblo que era un principio abstracto más que un actor concreto. La posibilidad de concreción de sus ideales estaba ligada a una explícita exclusión de los sectores populares. Afirmaban que como el pueblo era ignorante, debía ser ilustrado por esta elite para que así pudieran defender sus derechos. Estaba ligado a la figura de Mariano Moreno.

La dimisión de Fernando VII no sólo provoca una crisis intitucional en España, sino que también coloca al Imperio americano en una coyuntura política revolucionaria. Cuando la desparición del rey dibuja al poder como un espacio vacante, las elites locales entran junto con la burocracia colonial en esta inusitada competencia por el poder. Bajo los epítetos de morenistas y saavedristas, debe buscarse los grupos que buscaban dirigir la política revolucionaria. La oposición entre estos dos grupos marcará dos caminos de la política del Río de la Plata durante la primera mitad del siglo XIX. Para los saavedristas, la acción guerrera debe ser considerada como manifestación de pertenencia a la comunidad política y el sujeto de soberanía está dado en la figura del ciudadano-soldado. No es la Voluntad General del pueblo la que otorga legitimidad al ejército revolucionario, sino la guerra misma que define al sujeto depositario de la soberanía. Frente a un ejército que se identificaba con la Patria y la Revolución, la militancia revolucionaria buscaba generar sus propias bases de poder a partir de una práctica y un discurso que formaban una moral civil creadora de una nueva sociedad, en el marco de la cual única y exclusivamente podía expresarse la verdadera Voluntad Popular Soberana: la acción política debe ser discursiva (la palabra). El soberano es el individuo ciudadano y la legitimidad está dada por el concentimiento.

En 1809, una delegación del Cabildo se dirigió al Fuerte para exigir la renuncia del virrey Liniers, al mismo tiempo se organizaba un tumulto popular en la Plaza Mayor al grito de "Junta como en España". Este movimiento fue conocido como la asonada de Álzaga. Liniers ofrece su dimisión, aunque no acepta la formación d euna Junta. El comandante Saavedra, al mando de Patricios y Andaluces, declaró su firme oposición a la destitución del virrey. Si bien el Cabildo fue en esa coyunyura derrotado, los vencedores reafirmaron sus vínculos con la legalidad monárquica y se juró fidelidad a la Junta Central de Sevilla, en su calidad de única depositaria de la sobaranía del rey cautivo. Frente a esto y con intención de aplacar los ánimos, la Junta Central nombra a Cisneros como virrey, quien intentó tomar medidas conciliadoras.

Se mantiene una situación de status quo hasta que el 14 de mayo de 1810 llega a Buenos Aires un buque ingles con peródicos cuya fecha alcanzaba el 24 de febrero, en los que se daba cuenta de la Junta central de Sevilla, último bastión del poder español. El virrey Cisneros tuvo que reconocer la nueva situación y publicar

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un bando el día 18 en el que pedía que todo quedara como hasta entonces para evitar días tormentosos. Al caer la Junta Centra, caen también las figuras por ella designadas. Al conocerse la caída de Sevilla y la disolución de la Junta Central, se convocó a Cabildo abierto para el 22 de mayo, en donde se suspendió a Cisneros y el 23 se formó una junta presidida por el antiguo virrey. El 25 de Mayo de 1810 se formó una nueva junta, la primera presidida por un americano. Desde este período en adelante, el ejército funcionará, junto con el cabildo de Bs As, como órgano representativo de la voluntad del pueblo.

La legitimidad del nuevo poder que surge de las jornadas de mayo de 1810 no parece estar en discusión. Se invocó el concepto de reasunción del poder por parte de los pueblos, concepto que remite a la doctrina del pacto de sujeción de la tradición hispánica por el cual, una vez caducada la autoridad del monarca, el poder retrocierte a sus depostitarios originarios: los pueblos. La historigrafía se ocupó extensamente del vínculo entre Ilustración e Independencia. Los puntos de vista se dividieron entre quienes sostenían que la Independencia fue el resultado de la influencia de lsa escolástica española del S XVI y quienes afirmaban que derivó de la filosofía política del S XVIII, en particular del Contrato Social de Rousseau. Sin embargo, en lugar de un conjunto de ideas claras y distintas que habría orientado a las elites políticas, nos encontramos fente a diferentes tradiciones, lenguajes ilustrados y formas de vocabulario que afloran a veces en corespondencia, otras muy ajenas, a las prácticas políticas inauguradas por la Independencia. Las tradiciónes fueron utilizadas por las elites conforme a la posibilidad de justificar sus actos. En los artículos de La Gaceta de Buenos Aires, redactados por Mariano Moreno, se pueden vislumbrar estas tensiones: "La verdadera soberanía del pueblo nunca ha consistido sino en la voluntad general del mismo; que siendo la soberanía indivisible, e inalienable nunca ha podido ser propiedad de un hombre sólo; y que mientras los gobernados no revistan el carácter de un grupo de esclavos o de una majada de carneros, los gobernantes no pueden revestir otro que el de ejecutores y ministros de las leyes, que la voluntad general ha establecido". En esta frase, se hace referencia a la teoría rousseauniana. Por el contrario, hace referencia a la segunda escolástica cuando plantea que "la ratihabición de la Junta Provicional pudo conseguirse por el consentimiento tácito de las provincias, que le sucediese; y también por actos positivos con que cada pueblo pudo manifestar su voluntad, sin las dificualtades consiguientes al nombramiento y remisión de sus diputados".

Entre 1810 y 1820, la Revolución se enfrentó con dos grandes cuestiones: una vez iniciada, ella se confunde con la guerra de Independencia. Pero, al mismo tiempo, se desarrolla sobre la trama de la oposición entre la tendencia centralista de Buenos Aires y las tendencias de autogobierno de las demás ciudades. El proceso revolucionario sólo puede ser entendido en la medida en que sea analizado en relación con las bases sociales y políticas del nuevo poder, la guerra de Independencia, y la cuestión de la soberanía. Comprendió dos períodos: el primero abarcó los años que van de 1810 hasta 1814 y está marcado por los fracasados intentos por parte de los morenitas de asociar la lucha de la Independencia a la construcción de un nuevo orden; el segundo, de 1814 a 1820, se caracterizó por el conservadorismo político del gobierno del Directorio.

En el primer período se sucedieron 5 gobiernos: Primera Junta (mayo a diciembre de 1810), Junta Provicional Gubernativa o Junta Grande (enero a septiembre de 1811), Junta Conservadora (septiembre a noviembre de 1811), Primer Triunvirato (septiembre de 1811 a octubre de 1812) y Segundo Triuvirato (octubre de 1812 a enero de 1814).

Saavedra se impuso como presidente de la Primera Junta, mientras que Moreno se constituyó en primer secretario. Las desavenencias políticas y personales entre ambos no tardaron en aparecer para configurar dos tendencias opuestas. El nuevo poder se caracterizó or una indefinición en cuanto integrantes y objetivos que se refleja negativamente en la dirección de sus actos. Las nuevas autoridades invitaron a los pueblos de Interior a participar de las primeras deliberaciones de Buenos Aires, en calidad de nuevos titulares legítimos del poder. La circular de la Primer Junta de gobierno convocó a las ciudades interiores, pero encargó a sus Cabildos la elección de los diputados. Pero el ejercicio de la soberanía suscitaba un conflicto mayor en el seno mismo de las provincias del Virreinato. Dentro del unitarismo porteño, el centralismo se contituyó como dominante durante la primera década revolucionaria. El problema consistió en que esta tendencia no pudo conciliarse con la fórmula empleada por la Primera Junta para convocar a las provincias y pueblos del Virreinato.

La iniciativa política de incluir a las provincias en la Junta se acompaña de una inicitaiva militar. Se emprenderían expediciones militares al norte y al Paraguay. Pero el poder revolucionario encuentra límites a su expansión. El bloqueo al puerto de Bs As pr los marinos españoles de Montevideo, los ataques armados al gobierno de Paraguay y la creciente oposición mostrada por los españoles en las ciudades del interior, condujeron a la Junta a tomar medidas a consecuencia de las cuales se destituyeron todos los miembros del

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Cabildo de Bs As. Moreno pidió a las ciudades interiores que siguieran intensificando las medidas en contra de los realistas.

En base a una versión popular de que Saavedra pensaba coronarse como rey, en diciembre de este año, Moreno publica un decreto de supresión de los honores que el presidente de la Junta conservaba aún del depuesto virrey, estableciendio una absoluta igualdad entre todos sus miembros. La situación creada por la incorporación de los delegados de las provincias, más adictos a Saavedra que a Moreno, produjo un aplazamiento de la reunión del congreso, que debía establecer la futura forma de gobierno, y el alejamiento definitivo de Moreno.

Ante la muerte de Moreno en altamar, se constituye, en marzo de 1811, la primera agrupación que explicitamente se organiza para participar en la vida pública. Estas reuniones de patriotas, conocidas como "club morenista" instituyeron un espacio público a partir de una asociación informal que logró generar una nueva fuente de poder político: la opinión pública. Cuando Moreno dispone el cese de las funciones públicas de los españoles europeos, se acelera su ruptura con Saaverdra. En respuesta, el gobierno revolucionario reaccionó reprimiendo al club morenista y prohibiendo reunión. Frente a las decisiones que este grupo iba tomando y su clara oposición al gobierno de la Junta, Cornelio Saavedra decide tomar medidas ordenando el allanamieno del Cafe de Marco en el cuál fueron apresados 80 jóvenes. Esta primer represión tuvo un efecto contrario al esperado, pues contribuyó a consolidar el grupo, que reaunudó sus reuniones adquiriendo un carácter más combativo. Se mantuvo el grupo de presión cuya acción se limitaba a generar descontento a través de la difusión de pasquines adversos al gobierno. La oposición sistemática al gobierno de Saavedra terminó por desencadenar las jornadas del 5 y 6 de abril en que son expulsados de la Junta Grande los morenistas que aún permanecían en ella.

La derrota sufrida por las tropas criollas en el Alto Perú produjo un grave golpe para el poder del gobierno: minado su prestigio, la partida de Saavedra para el norte en auxilio de las tropas, constituyó la ocasión esperada por el Cabildo para reemplazarlo por un Triunvirato. Los dipitados de los pueblos pasaron a conformar una Junta Conservadora de la Soberanía, que poco tiempo después fue disuelta por los triunviros. Para este momento, Saavedra no contaba con las mismas bases de poder que le habían dado tanto prestigio luego de las invasiones inglesas. Esto se debe a que la Primera Junta había dispuesto que las milicias urbanas se incorporasen al ejército regular.

El Primer Triunvirato no tuvo mejor éxito que su predecesor. En enero de 1812 se produce la reorganización formal del grupo morenista, que parece estar vinculada a la figura de Monteagudo, quien inicia una acción propagandística en contra del gobierno. Se constituye la Sociedad Patriótica, donde aparecen muchos integrantes del grupo del café de Marcó. Sus relaciones con el gobierno fueron difíciles, pero el gobierno sólo podía optar por una política de control. Las organización tenía objetivos bien claros: reafirmar el espíritu revolucionario de mayo de 1810, declarar la independencia y promulgar una constitución. Querían ilustrar al puebo, crear un espíritu público, dirigir la opinión y fomentar el patriotismo. Las acciones discursivas y patrioticas eran conscebidas como una suerte de pedagogía, a través de la cual el aprendizaje de la nueva moral cívica modificaría la naturaleza del hombre esclavo en hombre virtuoso y libre. La organización de la Logia político-militar Lautaro implicó una perpetuación de la Sociedad Patriótica Literaria y una ruptura radical con su proyecto de acción política. Esta organización secreta abandonó el recurso de la opinión pública como medio de control y acceso al poder y se tranformó en un instrumento de dominación política, reduciendo el papel del ejército a su función puramente profesional, e identificando la emancipación de la Voluntad del Pueblo Soberano con la acción de este reducido grupo de intelectuales y altos oficiales del ejército que otorgan un rumbo revolucionario a la política de gobierno.

El 8 de octubre de este año, bajo la presión de la Sociedad Patrótica el ejército depuso al gobierno y constituyó el Segundo Triunvirato para retomar la línea impulsada por los morenistas. La iniciativa política más importante de este período fue la reunión de la primera Asamblea Constituyente rioplantese en 1813. Ésta represeta en parte el triunfo de la línea esbozada por Moreno, pues en la fórmula de su juramento queda excluida la fidelidad a Fernando VII y se declara la independencia de toda autoridad eclesiástica existente fuera del territorio. Dispone también la libertad de prensa, la libertad de vientre, la extinción del tributo, la mita, el yaconazgo y el servicio personal, la supresión de los títulos de nobleza y la eliminación de los mayorazgos. Sin embargo, la independencia no es declarada y ninguno de los proyectos de constitución presentados por sus diputados fueron aprobados.

En marzo de 1812 habían desembarcado en Bs As un grupo de oficiales criollos formados en los ejércitos peninsulares, que impulsaron una nueva reforma en la organización militar rioplatense. Dentro de este grupo

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se destacaron San Martín y Alvear; ambos consideraban que el esfuerzo militar debía servir más a una causa americana que local. Alvear desplaza a San Martín de las armas oara convertirse en jefe de la Logia Lautaro y director supremo del Estado, luego de un pasaje breve por este cargo, recientemente creado por la Asamblea, de Posadas. En 1814 parecía dispuesto a negociar el fin de la Revolución mediante un retorno a la obediencia al rey de España o aceptando el protectorado británico, pero la entrega de la Banda Oriental al nuevo jefe de los orientales, Artigas, terminó de socavar su prestigio en Bs As. A la caída de Alvear, había seguido una etapa de profunda crisis en el seno de la Elite porteña, que parecía haber perdido su rumbo.

El denominado Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sudamérica comenzó sus reuniones en marzo de 1816 y designó como nuevo director supremo a Pueyrredón En este nuevo contexto resurgieron distintas alternativas para salvar la Revolución, dentro de las cuales los proyectos monárquicos ocuparon un lugar importante. Pero el pueblo se oponía a cualquier solución de este tipo. Lo fundamental de este Congreso fue la declaración en junio de 1816 de la Independencia de la Provincias Unidas en Sudamérica y la afirmación de la voluntad de investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y la metrópoli. En 1819 el texto constitucional de carácter centralista propuesto por el cuerpo representativo es rechazado por los pueblos y el Congreso se disuelve.

INDEPENDENCIA DE VENEZUELAEn Venezuela, el proceso revolucionario se intala en una sociedad atravesada por una multiplicidad de

tensiones: esclavos y propietarios, blancos y pardos, comerciantes exportadores y economía de subsitencia y circulación interna. No obstante, la revolución independentista va a ser siempre conducida por la elite criolla, la que sólo ante la necesidad de ampliar las bases sociales del movimiento irá ensayando estrategias que apunten a incluir las demandas de otros sectores.

Hasta los últimos años del régimen colonial, la aristocrácia criolla no vio alternativa a la estructura de poder existente y aceptó el dominio español como la más efectiva garantía de la ley, el orden y la jerarquía. Entre 1797 y 1810, su lealtad se fue erosionando por las cambiantes circunstancias. Frente a la inestabilidad española, los criollos comenzaron a pensar que su preemiencia social dependía de conseguir su inmediato objetivo político: tomar el poder en exclusiva y no compartirlo con los representantes de la metrópoli.

En julio de 1808 llegan a Caracas las noticias de la conquista francesa de España. Frente a esto, un grupo de dirigentes criollos presentó una petición para el establecimiento de una junta independiente que decidiera la posición política de Venezuela. La Junta Central en España tomaba decisiones que los americanos consideraban que no estaban sujetos a aceptarlas. El 19 de abril de 1810 el cabildo se reunió independientemente de las autoridades españolas y se le unieron criollos revolucionarios. Convirtieron el cabildo en un nuevo gobierno de Venezuela, la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Esta junta representaba los intereses de la clase dominante criolla, pero esta clase estaba dividida entre conservadores, que querían un gobierno autónomo bajo la Corona española y radicales, que pretendían una inmediata ruptura con España. En un principio los conservadores fueron mayoría, quienes prohibieron la entrada al revolucionario Miranda. Éste y Bolivar eran dirigentes de un pequeño grupo radical que exigía la independencia absoluta. Operaban dentro de la Sociedad Patriótica, una organización fundada en 1810 para el desarrollo de la agricultura y ganadería, pero que pronto se transformó en un club político.

La Independencia se declaró el 5 de julio. Esta primera etapa, que incluye la Primera República o República Boba (1810-1812) se caracteriza por la implementación de un repertorio de medidas liberales que, si bien conducen al dictado de una constitución que sigue el modelo de EEUU, alejan a pardos y esclavos del movimiento. La constitución de 1811 establecía la libertad, la igualdad, la propiedad y la seguridad. El reconocimiento jurídico de la propiedad incluye a hombres mantenidos en relación de esclavitud, y elimina la posibilidad de capturar ganado a quienes no tengan títulos de propiedad sobre la tierra; y la igualdad legal era reemplazada por una desigualdad real basada en el sufragio. Algunas de las medidas que se tomaron fueron: la abolición de los derechos de exportación, la libertad de comercio, la proscribición de la trata de esclavos y las elecciónes con derecho a sufragio restringido a los adultos que poseyeran cierta cantidad de dinero en propiedad nobiliaria. Estas medidas perjudican tanto a los esclavos, como a los llaneros de las regiones interiores próximas al río Orinoco, quienes luchaban del lado Español, con lo cual la elite criolla se bloquea a sí misma la posibilidad de contar con apoyos por fuera de su clase social, y consucentemente resulta muy fráfgil ante los embates del poder realista. Esta primer República se vio estorbada por la estructura social de la colonia. Los realistas combatían por el antiguo orden, los independentistas combatían por la supremacía criolla y los pardos y esclavos luchaban por su propia liberación. De este modo, hubo diversos movimientos

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que se enfrentaron y explotaron mutuamente, lo que creó las circunstancias propicias para la restauración del poder real.

La oposición realista se centró en Coro. En marzo de 1812 Monteverde, al mando de la tropa realista, avanzó desde esta localidad con refuerzos procedentes desde Puerto Rico y reconquistó toda Venezuela Occidental. La República reacción frente a esta situación nombrando a Miranda como comandante en jefe con poderes dicatoriales; pero Miranda fracasó por su falta de ideas y de resolución, no pudiendo contener la marea realista. Miranda abrió negociaciones con Monteverde y capituló el 25 de junio de 1812.

Durante su dictadura militar, Monteverde no benifició demasiado a España. Enajenó la legítima burocracia española y ultrajó a los realistas moderados por su avaricia y crueldad. Esta contrarrevolución preparó su propia destrucción: forlaceió la formaciñon de una conciencia nacional entre las víctimas criollas, y demostró a esclavos y pardos que el realismo no tenía nada para ofrecerles. Los esclavos se rebelaron, los pardos conspiraron en un vano intento de derribar la dictadura y los llanerlos insurgentes, junto con peones y otros grupos marginados, continuaron sus acciones guerrilleras. Entre todos estos grupos se proporcionó una fuente de reclutas para las fuerzas republicanas cuando los líderes patrióticos renovaron la lucha.

Bolivar era un producto de la aristocracia criolla, nacido de una de las familias más ricas y poderosas, propietario de haciendas y plantaciones, y de un gran número de esclavos; pero superaba a su clase en conocimiento. Su educación liberal aumentó su innato idealismo y abrió nuevos horizontes a su mente, en particular a las virtudes políticas inglesas y al pensamiento de la Ilustración europea. Estas influencias confirieron a su pensamiento una calidad intelectual y una riqueza rara entre los americanos. También se distanciaba de su clase por su agudo sentido político. Por esto, vio que la estrategia de la emancipación tenía que cambiar. No se podría lograr la victoria sin un gran apoyo popular. Bolivar ofrece libertad a aquellos que se unan a la causa patriótica; y aunque no logró un apoyo de masas para la emnacipación, al menos aumentó la estrecha base de la primera República.

Bolivar era demócrata y creía que los gobernantes deberían ser responsables ante el pueblo; sin embargo, no era tan idealista como para imaginar que América etaba preparada para la democracia pura. Al analizar las razones del fracaso de la “primer república”, plantea que residían en la adopción de una constitución mal adapatada para el carácter de la gente, excesivamente tolerante para con el enemigo y mal dispuesta a reclutar las fuerzas militares. Además de la incompetencia financiera para la emisión del papel moneda, el fanatismo religioso que desencadenó el terremoto y el faccionalismo que subvirtió a la república desde dentro.

Entre mayo y agosto de 1813, en una serie de acciones relámpago libertó cuatro localidades. Su victoria fue tan completa que pudo entrar en Caracas el 6 de agosto y establecer una dictadura en la práctica. Mientras tanto, Mariño, un caudillo menor del este, dirigía la liberación de Cumaná. Venezuela volvió a estar en manos de los patriotas.

En la Segunda República, de duración efímera (1814), Bolívar, ya lider indiscutido del proceso revolucionario, implementa la política de “guerra a muerte a los españoles” que persigue el objetivo de consolidar una identidad americana como fundamento de la Independencia. La guerra de liberación de Venezuela fue cruel, desrtuctiva y total. Las atrocidades fueron cometidas por ambas partes. La revolución se consolidó gracias a la expulsión de Monteverde de la base realista de Puerto Cabello y más victorias en el este y el oeste.

En el sur, aparece un nuevo dirigenre realista que azotaba la revolución: Boves, quien estaba al mando de los embates los llaneros. En 1814 dirigió sus hordas montadas contra la república y derrotó las feurzas de Bolívar y Mariño. Continuando su progresión hacia el norte, entró en Valencia en julio y 6 días después ya estaba en Caracas, extendiendo el terror y el crímen. Si bien fue muerto en una batalla en el este el 5 de diciembre, él y sus llaneros habían destruido la segunda república. A finales de 1814, lo único que quedaba de la revolución era un núcleo de resistencia guerrillera. Evidentemente, las bases de esta segunda república no eran más extensas que las de la primera.

Tras la restauración en España de Fernando VII, en 1814, se restaura el absolutismo. Al año siguiente, se envía a América una impresionante expedición armada al mando de Morillo. El destino original era el Rio de la Plata, pero fue cambiado en favor de Venezuela, desde donde Nueva Granada podría ser reconquistada. En mayo de 1815 Morillo entró en Caracas para “perdonar, recompensar y castigar” y en julio se dirigió hacia Nueva Granada, donde en una rápida en implacable campaña, completó la reconquista en octubre de 1816. Este año fue el más negro de toda la revolución en Venezuela, y en América. Sin embargo, la contrarrevolución que se impuso como un violenta reconquista, terminó siendo contraproducente.

En 1815, Bolivar fue a Jamaica, donde escribió la Carta de Jamaica, una crítica al sistema colonial

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español, al fracaso revolucionario y una expresión de esperanza para el futuro. En diciembre de ese año, Bolívar deja Jamaica por Haití. El presidente de esta República le dio una ayuda importante a cambio de la sola promesa de que el libertador dejaría en libertad a los esclavos de Venezuela.

La primera invasión del continente en agosto de 1816 fue un rotundo fracaso; pero una segunda expedición en diciembre de ese año inauguró lo que Bolívar denominó el tercer período de la República. Bolívar tenía que luchar en dos frentes, con rivales de dentro y contra realistas de fuera, contra los civiles que no gustaban de su militarismo y militares que discutían sus estrategias. Entre sus antiguos comandantes, el caudillo republicano Piar era el más peligroso: en parte por su capacidad militar y en parte a que, siendo pardo, su ambición estaba coloreada por una aguda conciencia de clase. Piar ya había comenzado a expulsar a los realistas de Guayana cuando Bolívar se une en 1817. Cuando los realistas se alejan de la provincia, Piar, conspirando contra Bolívar, intentó colocarse como la cabeza de la población de color y establecer contracto con el movimiento separatista de Mariño en el este. Por esto, fue capturado, juzgado y fusilado.

Bolivar reconoció la necesidad de fusionar las rebeliones de criollos, pardos, esclavos y llaneros en un gran movimiento; buscó ampliar las bases sociales del movimiento ofreciendo tierras y permisos para cazar a los llaneros, y la manumisión a los esclavos que acepten integrar el ejército patriota. Se comienza a desplegar entonces un curso exitoso para la Independencia: los llanero se pasan a la causa revolucionario, y los esclavos, si bien no se enrolan masivamente en el ejército patriótico, son neutralizados con una medida que intenta mostrar que la revolución tiene algo para ofrecerles. El problema de la raza, sin embargo, no fue resuelto facilmente. La estructura tradicional del ejército republicano fue transformada, y, mientras los criollos conservaban el control militar y político, los pardos tenían mayores oportunidades para progresar en los cargos públicos y los estratos superiores. En cuanto a los esclavos, si bien Bolívar era abolicionista, la aristocracia venezolana no había abrazado la causa patriótica para desprenderse de sus propiedades, por lo que los esclavos fueron desapareciendo gradualmente de la guerra.

En 1817 Morillo vuelve a Venezuela y situa a sus fuerzas a lo largo de las provincias andinas. Habían para ese momento varios frentes patriotas: Bolívar en Guayana, Mariño en Cumaná, Rojas en Maturín, y Paéz, caudillo republicano de los llaneros, en el valle de Apure. Bolivar consiguió que Paez se pusiera bajo su mando, porque la república le ofracía a los llaneros algo más que el saqueo: tierras.

Desde Angostura, Bolivar organizó la república y planificó la liberación de Venezuela. Su discurso de Angostura está impregnado de una especie de asolutismo ilustrado, por cuanto incita a la abolición de la esclavitud y la distribución de las tierras. Recomendaba una constitución similar a la británica pero hacía hincapié en que la constitución debía basarse en las condiciones de los americanos. Proponia un poder legislativos con dos cámaras, una de representantes elegidos, mientras que la otra hereditaria. El poder legislativo no debía usurpar lo que pertenecía al poder ejecutivo. Éste era poderoso y centralizado, prácticamente un rey con nombre de presindente. El poder judicial sería independiente. Añadía un cuarto poder: el poder moral. Esta idea era típica de su búsqueda de la rectitud pública, la bondad y la ilustración.

Desde agosto de 1818 Bolívar se dedicó a la liberación de Nueva Granada. En Venezuela la revolución estaba en punto muerto, por lo tanto, podría atraer a Morillo desde Venezuela y, si la operación tenía éxito, volver a la patria desde una posición de fuerza y con gran poder de combate. Tras varias batallas ganadas, Nueva granad fue liberada, los realistas fueron dispersados y sus tropas americanas incorporadas al ejército republicano. La victoria de Nueva Granada foraleció la posición de Bolívar en dos frentes: dentro de la república y contra los realistas. En 1819 el Congreso de Angostura decretó la unión de Venezuela y Nueva Granada en la república de Colombia.

El mando español sufrió un segundo golpe: la revolución liberal española de 1820. Se le ordenó negociar con los patriotas sobre la base de un reconocimiento del gobierno constitucional en España. Aunque no se consiguió un acuerdo entre Morillo y Bolívar, se firmó un armisticio que legitimó la lucha; terminó con la guerra a muerte y obligó a España a reconocer la existencia del nuevo estado de Colombia.

INDEPENDENCIA DE MÉXICOEl factor que le da un carácter singular a la Independencia de México es la irrupción de las masas en la

escena política mexicana, caracterizada como insurgencia. Este aspecto aporta un grado de violencia y radicalidad que va alejando gradualmente a los criollos de la causa reolucionaria. Para explicar, entonces, esta proceso de independencia es importante reconocer la estructura social de Nueva España.

A partir del Reglamento de Comercio libre, el grupo exportador comerciante había logrado consolidarse como el sector económico dominante; y su prestigio social sólo había podido compararse con el del sector de

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producción con el que mantenía las más estrechas ligas: los grandes propietarios de minas. Mineros y comerciantes exportadores formaban el grupo económicamente hegemónico en la última época de la colonia. Dentro de este grupo, no había oposición entre criollos y peninsulares, porque intereses económicos los unían. El proceso de concentración de tierras en manos de unos cuantos hacendados criollos aumentaba; los latifundistas constituían un grupo que en su mayoría vivía de las rentas de sus propiedades rurales. Estos comienzan a tener mayor participación por el crecimiento de los mercados internos. La Iglesia tenía una función económica: era la fuente de financiamiento y funcionaba como un banco agrario del cual dependían los latifundistas. La burocracia política había aumentado considerablemente a partir de las reformas borbonicas y adquierían mayor poder. En este último grupo dominaban los peninsulares. En la base de la pirámide social se ubicarían los mestizos, indios y negros.

Dentro de la elite, tendían a diversificarse cada vez más lo intereses de dos sectores distintos. De un lado, los grupos que se habían convertido en hegemónicos y que estaban ligados de cerca al sistema de dependencia: mineros, comerciantes exportadores, burocacia política. Del otro, los sectores interesados en promover un mercado interno: Iglesia, hacendados, comerciantes de provincia y el incipiente grupo industrial.

A principios del S XIX había en Nueva España un grupo importante de “letrados” y criollos, dedicados a la abogacía, la administración o la cura de las almas y entregados a la lectura de las obras teológicas y jurídicas. Este grupo formaba un elite intelectual unida por una insatisfacción común y acaparaba un arma terrible: la Ilistración. Por otro lado, el pueblo trabajador, constituido por indios y castas, base de la pirámide social, sólo compartían una extrema miseria.

En el año 1808 una serie de sucesos inesperados en la historia de los reinos hispánicos, manifiesta la debilidad del imperio y la posibilidad de cambios. Ante el vacío de la monarquía, se revela dónde reside verdaderamente la nación española: los ciudadanos libres. En España, estos útimos forman, juntas provinciales para guardar la soberanía en ausencia del monarca y liberar el país de los franceses. Mientras tanto, en América se mantiene la misma estructura de poder que ha regido durante trescientos años. El virrey y la Real Audiencia son los representantes legítimos de la Corona. Pero sin embargo, surge la pregunta ¿estando ausente el soberano, en que se funda ahora el orden colonial?

En Nueva España, dos partidos antagónicos dan diferentes respuestas. El primero tiene su portavoz en la Real Audiencia y recibe el apoyo firme de los funcionarios y grandes comerciantes de origen europeo. Para ellos, la sociedad entera debe quedar fija, sin admitir ningún cambio. El segundo grupo, es más complejo y matizado. Se manifiesta en uno de los cuerpos donde los criollos acomodados y de clase media tenían su mejor baluarte: el ayuntamiento de la ciudad de México. Éste percibe el cambio de la situación y comprende que por fin se podrá hacer un cambio en la organización política. Y propone al virrey Iturrigaray la convocatoria a una junta de ciudadanos que gobierne en el interregno y guarde la soberanía a Fernando VII. Con respecto a la soberanía, este grupo acepta el derecho de Fernando VII a la corona, pero introduce una idea que cambia el sentido de su dominio: la soberanía le ha sido otorgada al rey por la nación, de modo irrevocable. Se invoca entonces la doctrina del pacto social; según la cual, cuando el rey está imposibilitado de gobernar, la nación vuelve a asumir el ejercicio de la soberanía. En el cabildo está la verdadera representación popular, ya que se reconocen dos autoridades legítimas: la del soberano (rey) y la del ayuntamiento, aprobada y confirmada por aquél.

El virrey Iturrigaray convoca a una junta amplia, a la que asisten los miembros de los cuerpos en disputa y altos dignatarios de la Iglesia y otros funcionarios. Se oponen dos tendencias. La Real Audiencia (Francisco Lizana) propone que la junta debe ser representativa de todas las clases, con ministros de justicia, delegados del clero, de la nobleza, de los hacendados, de los propietarios de minas, etc, en número total de 18, más dos representantes del estado general y dos diputados del ayuntamiento. En este programa, la oligarquía dominaría. El Cabildo (Primo de Verdad) propone que la junta debería estar constituida fundamentalmente de diputados de todos los cabildos, seculare y eclesiásticos, aunque también deberían estar representados otros grupos sociales y autoridades superiores al gobierno. En este programa, dominaría la clase media.

En septiembre de 1808, un grupo de conspiradores dirigidos por Gabriel de Yermo, rico hacendado español, da un golpe de estado. Prenden y destituyen al virrey Iturrigaray y convocan a la Real Audiencia, que nombra nuevo virrey a Pedro Garibay. Éste nuevo virrey, en espera de Fernando VII, reconoce la Junta Central de España y suspende todos los proyectos de reforma. A partir de entonces, la Real Audiencia gobernará con mano fuerte. Después de unos meses en el gobierno, la Junta Central decide su destitución y nombra a Francisco Lizana como virrey. Lizana sigue una política conciliadora y trata con suavidad a los criollos. Evita persecuciones e intenta apaciguar los ánimos. Oidores de la Real Audiencia y comercianes

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conspiran de nuevo contra el arzobispo-virrey y logran su destitución en enero de 1810. Su sustitución por Venegas llegará el 25 de agosto y la Real Audencia vuelve a gobernar con mado fuerte.

El golpe de Yermo y la posterior destitución de Lizana tiene un efecto contrario al intentado; obligan a radicalizar la actitud de los criollos. Los criollos comienzan a ver que los comerciantes monopolistas y los minero de Zacatecas son los verdaderos beneficiarios del golpe de Yermo. Los primero caudillos del movimiento posterior de independencia no dejrán de señalar este acto arbitrario de los europeos como la causa inmediata de la revolución. Desde entonces se agudiza la oposición ya antigua entre criollos y gachupines. El golpe hace que los criollos ya no puedan participar en política, por lo que comienzan a creer que las vías de reformas están cerradas y comienzan a acudir a medios violentos.

En los primeros meses de 1810 empiezan a llegar noticias que vuelven a inquietar a la sociedad novohispana: la ocupación por tropas francesas y la insurrección en varias ciudades de América del Sur. En abril se forma la junta de Caracas, en mayo la de Buenos Aires, en julio la de Santa Fe de Bogotá y más tarde la de Quito. Todas manejan ideas similares a las que sostuvo el ayuntamiento de México en 1808; pero en Nueva España, después del golpe de Yermo, la fuerza política del ayuntamiento es nula y el grupo dominante mantiene un sólido control de la situación. Por eso, si los criollos desean triunfar, se van a ver obligados a despertar a otras clases sociales hasta entonces al márgen.

En la conspiración de Querétaro, se reunen varios criollos. Los más importantes son Hidalgo y Allende, cuyos proyectos son similares a los del ayuntamiento de 1808. Esta conspiración es descubierta y queda sólo un recurso que Hidalgo va a utilizar: en la villa de Dolores llama en su auxilio a todo el pueblo, libera a los presos y se hace de las armas de la pequeña guarnición local. El movimiento da un vuelco, la insurrección ya no se restringe a los criollos letrados. Este levantamiento que es conocido como el Grito de Dolores, se proclamaba en defensa de la religión, conservación de los derechos del rey cautivo e invocando a la vírgen de Guadalupe como protección de la revolución.

A partir de este momento, las grandes masas trabajadoras y sectores subalternos entran en escena. Al llamamiento de higalgo responden centenares de campesinos de las aldeas vecinas a Dolores. En Guanajuato, a los campesinos armados se unen los trabajadores de la ciudad: mineros, la plebe e indios. La masa de revolucionarios asalta la plaza y deguella los europeos. A medida que avanzan, se van formando grandes columnas rudimentariamente armadas. Los intentos de Allende por introducir en ellas orden y disciplina son inútiles. Cerca de la capital, las tropas españolas enviadas desde México hacen frente a la turba, pero luego de una sangrienta batalla, los restos de la guarnición tienen que huir a México en espera del asalto final. La revolución parecía al filo del rtinunfo, pero la multitud insurgente había sufrido grandes pérdidas, estaba agotada y carecía de pertrechos. Por esto, Hidalgo decide no atacar y reorganizarse. En este momento, se dividen en dos frentes: Allende marcha a Guanajuato y Hidalgo a Villadolid. Mientras tanto, la plebe se comienza a levantar en varias ciudades del norte y centro, y aparecen también destacamentos guerrilleros que actúan por su cuenta.

Esta revolución poco tiene que ver con los ideales de reforma de 1808. Por su composición racial se trata de una rebelión campesina a la que se unen los trabajadores y la plebe de las ciudades y que tratan de dirigir unos cuanto criollos de la clase media. Pero ahora, la insurgencia no permanece reducida a una pequeña comarca sino que se extiende por la Nación entera. Hidalgo, al reclamar la ayuda del pueblo, se erigue como su representante. Hidalgo propone unos decretos que expresan la soberanía efectiva. En lo económico, propone confiscar lo bienes europeos y abolir determinados tributos. En lo político, abolir la esclavitud, suprimir la distinción de castas, y devolver las tierras a las poblaciones indígenas. La independecia no tenía objetivos claros, las multitudes que siguen a Hidalgo no pueden tener un programa revolucionario concreto.

Allende no puede seguir fácilmente el sesgo popular que la revolución ha tomado. No entiende ni aprueba la condescendencia de Hidalgo con la plebe. La actitud de Allende es el primer signo de las vacilaciones de muchos criollos antes una revolución que tiende a rebasarlos. Ante la rebelión popular, cambia la actitud de muchos que antes veían con simpatía los intentos de reforma. Los criollos de las clases acomodadas, que había permanecido vacilantes en 1808, se oponen ahora decididamente al movimiento. El más fuerte impugnador de a rebelión es el alto clero, que la combate con todas sus fuerzas espitiruales y materiales. La clase media está en un punto medio, muchos temen a la violencia y se cambian al bando realista; otros, en cambio, tratarán de utilizar el movimiento en su provecho.

Los acontecimientos empiezan a ser desfavorables a la revolución a partir de noviembre de 1810. Aunque el norte se pasa del lado de los insurgentes, en el centro aparecen nuevos centros de ejércitos realistas bien armados. En enero de 1811 Hidalgo enfrenta sus tropas con las realistas en Puente de Calderón, cuando está

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escapando hacia el norto, él y Allende caen en una emboscada y son ejecutados en julio de ese año. Pero la revolución no termina. En muchas regiones del país pululan las guerrillas campesinas que actúan aisladas y atacan villas y haciendas. La coordinación del movimiento insurgente se organiza en dos frentes. En Zitácuaro se establece una Suprema Junta Gubernativa de América bajo la dirección de Rayón. En el Sur, Morelos le dio un mayor impulso a la rebelión.

Morelos se vuelve el dirigente popular que la rebelión requería. Sus aptitudes militares le permiten organizar rápidamente la tropa que conforma, hasta obtener importantes triunfos. Las tropas al mando de Rayón y de Morelos no estaban constituidas por los mismos elementos, aunque la composición social del movimiento no cambió; los rebeldes siguen siendo las clases bajas, principalmente los campesinos. La tropa de Rayón estaba compuesta exclusivamente por indios flecheros; la de Morelos de negros y mulatos del sur, antiguos peones de haciendas, soldados de los cuerpos vencidos y miles de campesinos armados. Conforme avanza el movimiento, muchos elementos de la clase media toman una postura más franca a su favor. Empiezan a actuar, divulgando las ideas revolucionarias, letrados cada vez más numerosos.

Si bien, debido a la inclusión de letrados ilustrados al movimiento, las demandas de los americanos tienen cierta influencia de la Ilustración, no se fundan en el pacto social que los conquistadores y sus descendientes establecieron con la Corona, sino en los derechos de los indios, antiguos y legítimos dueños del país.

Después de la prisión de Hidalgo, Rayón escribe una carta a Calleja (virrey de Nueva España a partir de 1813) declarando oficialmente los fines que persigue la insurgencia. Más tarde se publica un “plan de paz” en la que se propone que la independecia que se desea no es del rey ni del sistema monarquico, sino del gobierno ilegítimo congregado en Cádiz. Los primero puntos del Plan proponen: la soberanía reside en la masa de la nación y España y América son partes integrantes de la monarquía, sujetas al rey, pero iguales entre sí y sin dependecia o subordinación de la una con la otra. Lo que se buscaba con este plan y la propaganda insurgente era atraer a los propietarios criollos. Sin embargo no se logra, los terratenientes, la Iglesia y los industriales siguen apoyando al bando europeo.

En 1812 se firmó en Cadiz la nueva Constitución española, que establecía la paridad de las colonias con la metrópoli en lo que respecta a representación a cortes y distribución de empleos adminitrativos. Dividía a la Nueva España en 5 provincias. Fue promulgada por el virrey Venegas en ese mismo año, pero nunca llegó a ponerse en práctica íntegramente.

A principios de 1813, la mayoría del territorio nacional estaba bajo el dominio de los insurgentes. La revolución había llegado a su máxima pujanza, pero en el fondo era más débil de lo que parecía. Los grupos alzados actuaban cada uno por su cuenta, sin concierto mutuo. Para septiembre de ese año, Morelos reúne en la ciudad de Chilpancingo el congreso de representante de las regiones liberadas. De esta forma se le da organización al movimiento. Sus delegados eran en su mayoría letrados, eclesíasticos o abodagos. El congreso quedó dominado por la clase media. El 6 de noviembde el congreso de Chilpancingo proclamó formalmente la Independecia de México, rechazó la monarquía y estableció la república.

En 1814 se proclama en Apatzigán la primera constitución de la nación mexicana. Se percibe claramente el sello de la concepción liberal moderna y su inspiración en la Constitución francesa. El modelo establecía el sistema representativo nacional, la separación de los tres poderes, los derechos del ciudadano y la libertad de expresión. El congreso constituyó un gobierno que reemplazara a la junta de Zitácuaro, nombrando a Morelos encargado del poder ejecutivo, y sancionó algunas medidas como la abolición de la esclavitud y las distintas castas y la abrogación del impuesto per capita sobre los indios.

Mientras el congresos sesiona, la suerte de la guerra comienza a cambiar para Morelos. En diciembre sufre una cruenta derrota a partir de la cual la estrella de la revolución comienza a declinar. Los realistas se apoderan de Chiplancingo y de Oaxaca. Al mismo tiempo comienza a cundir la anarquía en las tropas insurgentes. En 1815, Morelos cae preso de las tropas reales. Después de ser sometido a jucio es fusilado. El movimiento popular comienza a entrar en agonía después de su muerte. Bravo se pone al frente de la tropa pero el congreso le quita el mando militar. Para 1817, de la gran fuerza deatada por Hidalgo, sólo quedan bandas fugitivas y guerrillas. La gran rebelión popular había terminado.

Fracisco Xavier Mina, revolucionario liberal español, arma una expedición para atacar el absolutismo desde las colonias americanas. Para él, la revolución de México no difiere de la lucha del liberalismo español contra el absolutismo. Sin embargo, los insurgentes no se adherian a la Constitución de Cadiz, ni luchaban por ella. Cuando anuncia que su objetivo era su reestablecimiento, esperando con ello encontrar apoyo, sólo despierta la desconfianza de los insurgentes. Logra algunas victorias, pero es derrotado en noviembre de 1817 y muere fusilado. Esta expedición es la última acción importante en la insurreción popular.

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Para 1820, los oficiales criollos veían que a pesar de tantos años de guerra, no habían logrado obtener los galones que merecían y se sentían postergados por los cuerpos expedicionarios. En enero de ese año, empezó en España la revolución liberal que terminó por oblgiar a Fernando VII a reconocer la Constitución de 1812. EL gobierno recayó en una Junta que se apresuró a convocar a Cortes, con la anuencia forzada del monarca. Las cortes emitieron una serie de decretos contra el poder temporal de la Iglesia: supresión del fuero eclesiástico, reducción del diezmo, abolición de órdenes monásticas y de la Compañía de Jesús. En México todas estas medidas tuvieron una repersución inmediata.

En noviembre del mismo año, Agustín de Iturbide, jefe del ejército realista, despliega un plan bien fraguado. Mediante una hábil campaña epistolaria, logra la adhesión de los principales jefes militares. Redacta un plan en Iguala aclamado por sus soldados, donde declara la Independencia, declara a la católica como única religión de estado, y pide que europeos, criollos, e indios se unieran en una sóla nación. Como régimen del nuevo Imperio, mantenía la monarquía. Habrñia de invitarse a Fernando VII a ceñir la corona o una Junta de Regencia asumiría el poder. Ésta tendría por obligación designar al soberano y convocar a un congrso para redactar la constitución del Imperio. El tono del plan era moderado y justificaba la independencia en la mayoría de edad alcanzada por la colonia. El plan de Iguala logró unificar toda la oligarquía criolla. El proyecto presentaba la existencia de un ejército trigarante: Independencia, Unión y Religión. En poco tiempo y sin derramamiento de sangre, el ejército de Iturbide conquista las principales ciudades. Iturbide entra a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821. La independecia se ha consumado pero sus términos son muy diferentes de los que la revolución popular había planteado.

Como consecuencia, los grupos europeos pierden la dirección de la nación, los funcionarios del estado abandonan el país, el sector exportador pierde importancia, los propietarios de mina nunca llegan a recuperarse y la grandes casas comerciales europeas ceden su situación privilegiada al decretarse la libertad de comercio. El poder ha pasado a manos del ejército y del alto clero.

Cando se convocó al congreso nacional se adoptó un pryecto que pedía una sóla cámara sin separación de clases ni representación proporcional y con elección directa. En 1822, se estableció el Congreso Constituyente, que quedó dominado por la clase media. Para julio de ese año, el congreso se vio obligado a coronar a Agustín como emperador de México. El congreso es disuelto e Iturbide nombra en su lugar, una junta compuesta por 45 diputados partidarios suyos.

Estados Unidos de América: la revolución de independencia y las mutaciones en el ordenamiento poítico hasta la Constitución de 1787.

En América del Norte, la ocupación del espacio, a partir de comienzos del S XVII, sigue modalidades diferentes al caso de hispanoamérica. En principio, se trata de un territorio colonizado por diferentes potencias europeas: España, Holanda, Francia, Gran Bretañ, aunque esta última siempre tiene el rol más sistantivo. De hecho, a lo largo de ese siglo, la mayoría de los asentamientos se transforman, por diversos caminos, en colonias inglesas.

El podería de los Estados Unidos tuvo como base la extensión, variedad y riqueza del territorio que había ocupado durante los dos siglos y medio que ocupó su establecimiento y expansión. Esta variedad en el clima y el terreno se refleja en una variedad de vegetación consecuentemente amplísima, por lo que puede producir prácticamente toda clase de productos agrícolas que hagan falta. La inmesa extensión del país y el efecto compresivo de los Grandes Lagos y del Golfo de México, que son espléndidas vías naturales para los viajes y las comunicaciones hicieron que el desarrollo norteamericano se realizara de modo predominante de este a oeste. Se trata de un país con vías acuáticas que no sólo hicieron posible la penetración en el oeste medio, sino que comunicaban con el sistema de navegación fluvial más grande del mundo: el Misissipi-Missouri, con el más grande de sus afluentes orientales, el Ohio. Nueva Inglaterra, las colonias centrales y el Sur, tenían estructuras económicas y sociales distintas. EEUU fue capaz de extraer plenamente el beneficio de económico de su tamaño y de sus recursos porque logró mantener unidad nacional, lo que logró en gran parte gracias a los avances de la máquina a vapor y el ferrocarril.

Los lazos que unen a América con Europa fueron más fuerte en Gran Bretaña y los Estados Unidos que en cualquier otro caso. En los primeros años de colonización, las colonias presentaban la apariencia de pequeños grupitos de colono que se adherían al último extremo de un desierto duro y extraño. La coloniación fue más bien una acción de empujar que de atraer. Los principales factores que empujaban eran, por un lado, sociales y económicos, y por otro, políticos y religiosos. Inglaterra padecía dificultades económicas y daba a

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los hombres de aquellas época la impresión de estar sobrepoblada. El país estaba dominado por la angustia de la intolerancia religiosa y la lucha política. Uno de los principales motivos de emigración residía en querer vivir bajo las creencias del modo que a cada cual le pareciera mejor. Los factores que atraían eran más simples, de modo predominante, económicos y sociales. Al comienzo los tentó el oro, pero cuando esa esperanza se disipó, se sucedió la expectativa de prosperidad, más solida, de la agricultura y del comercio.

El principal conflicto que Gran Bretaña enfrentó en América tuvo lugar con Francia. La guerra de los Siete Años (1756-63) señala la culminación de la creciente importancia de América, que de hecho continuó por un tiempo. América era el principal objetivo de la guerra. Gran Bretaña arrebató a Francia todo Canadá y el este interior del Misissipi y a España La Florida oriental y coccidental..

Todas las colonias angloamericanas estaban reguladas por alguna forma jurídica establecida por la Corona Inglesa que define su status: dos colonias corporativas (se habían consensuado las formas de gobierno entre la colonia y el gobierno ingles), tres propietarias (la autoridad gubernamental era ejercida por representantes de las principales familias propietarias) y el resto reales, con cartas coloniales que le reconocen menos prerrogativas. A diferencia de Hispanoamérica, el conjunto de las colonias inglesas no estaba controlado por una administración central, aunque un repertorio de leyes dejara claramente establecido el lugar que cada una ocupaba dentro del sistema colonial ingles. Un elemento distitivo de este sistema es que las colonias gozaban de una forma de gobierno representativo. En cada una de ellas, el gobernador debía contar con el consenso de las asambleas coloniales, y ese lugar se transforma para las elites locales una herramienta para controlar los fondos con los cuales se sostiene el aparato político y militar. Después de la Restauración de 1660, y sobretodo a partir de 1684 Gran Bretaña realizó esfuerzos para simplificar y uniformar el sistema. Estos intentos fracasaron para regocijo de las colonias miebros que, no sólo repudiaban la supresión de sus asambleas, sino que tampoco estaban dispuestas a aceptar medidas de cooperación de largo alcance.

Hacia 1763, Gran Bretaña había tomado posesión de todas, con excepción de cinco que continuaron bajo el dominio de sus propietarios. Todos los gobiernos coloniales,tanto los que estaban directamente subordinados a la Corona, como los independientes, enfrentaban el mismo problema básico. Este problema consistía en conciliar los intereses particulares de sus colonos con los intereses generales de la madre patria, regida ahora por el Parlamento. Éste, desde el siglo XVII, había comenzado a legislar de forma cada vez más directa para las colonias, cuyo enorme crecimiento y prosperidad coincidió con el establecimiento del control parlamentario.

El Parlamento se instaura con la doctrina mercantilista según la cual, las colonias existen en primer término para el beneficio de la metrópoli. A partir de entonces, se toma una serie de medidas que se conocen con el nombre de "Leyes de Navegación". Este sistema tenía 6 características: la protección de la flota inglesa, tanto por motivos comerciales como navales; la restricción de la exportación de determinados artículos "enumerados" sólo con destino a Inglaterra; la entrega del monopolio de todas las importaciones de las colonias al mercader inglés, mediante una tarifa elevadísima sobre los bienes; la prohibición del comercio y la idustria en las colonias; la restricción a las exportaciones de numerarios a las colonias; y la prohibición de acuñar monedas y emitir papel moneda.

Estas leyes fueron de caracter liberal y a menudo beneficiaron tanto a la metrópoli como a las colonias. Sin embargo, un importante sector de la población vivía del comercio, en parte ilegal; por lo que muchos colonos se irritaron por la aplicación de estas leyes que los ponían en situación de dependencia de un comercio que prescindía de ellos. Las quejas diferían en la medida en que afectaban las diferentes particularidades de las distintas zonas. Las colonias del Sur, que dependían de las cosechas obtenidas utilizando mano de obra esclava, eran las más afectadas por la restricción de su mercado británico. La población de las colonias centrales, que vivía sobre todo de la agricultura y la exportación de granos, asi como del comercio marítimo, debía sentirse obstaculizada por la posibilidad de una rápida diversificación de la economía que restringiría las manufacturas locales. Las colonias de Nueva Inglaterra, con sus tierras menos fértiles y sus industrias navieras, de transporte marítimo y pesquera, debían sentirse irritadas por las complejas regulaciones acerca del comercio marítimo.

La Revolución Norteamericana fue en escencia el resultado del proceso por el cual las colonias inglesas en América habían superado la tutela de la madre patria. El Nuevo Mundo no sólo había producido una sociedad norteamericana peculiar y vigorosa, sino que también la había dotado de un espíritu notablemente independiente y nivelador.

Las primeras fricciones se dieron con motivo de un esfuerzo del gobierno británico para administrar las colonias con mayor eficacia. Bajo la presión de la alta burguesía terrateniente de Inglaterra, que pagaba la

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mayor parte de los impuestos y urgido por el costo de la Guerra de los Siete Años, y por la ineficacia del sistema fiscal colonial, el primer ministro decidió reformar la admisnitración imperial uncluyendo el sistema aduanero. En 1764 se dictó la Ley de Azucar, la cual, si bien reducía los derechos aduaneros cobre la melaza extranjera, tenía como principal objetivo cobrarlos en su totalidad. Esa medida tendñia a convertirse en el comienzo de la eliminación del contrabando. Este intento de reforma originó temores de que las gravosas tasas aduaneras, impuestas sin su consentimiento, pudieran socavar todo su nivel de vida. A pesar de las enérgicas pero pacíficas protestas de los mercaderes norteamericanos contra la Ley de Azucar, al año siguientesucedió a ésta la Ley del Sello, que afectaba también a otras clases, como impresores y abogados. La protesta contra este nuevo impuesto fue mucho más intensa y la acompañaron considerables desórdenes que, se exacerbaron por la amenaza de fuerza que parecía implícita en la aprovación de la Ley de Acuartelamiento.

Representantes de 9 colonias se reunieron en Nueva York, en el Congreso de la Ley del Sello, y protestaron contra este impuesto "sin consentimiento". Las protestas fueron apoyadas con sanciones económicas que consistían en un acuerdo voluntario entre los colonos de no comprar mercancías británicas mientras no se derogara la Ley del Sello. La derogación ocurrió en 1766, pero a la vez se aprobó la Ley Declaratoria, que afirmaba la plena soberanía legislativa del Parlamento británico e incluía la atribución de fijar impuestos a las colonias. Esta ley hizo aparecer el problema de principio fundamental: cuál era exáctamente la relación entre Gran Bretaña con las colonias.

Mientras que en Inglaterra, los ingleses habían ido aceptando casi sin protesta la naturaleza cada vez menos representativa de la Cámara de los Comunes; los norteamericanos, que sabían que carecían de absoluta representación en el Parlamento británico, creían que sus propias asambleas debían tener sobre ellos los mismos poderes que el Parlamento tenía sobre los ingleses.

Los colonos no estaban dispuestos a aceptar ninguna legislación cuyo propósito fuera lograr la percepción de rentas en América. Por eso, volvieron a organizarse sanciones económicas, las cuales fueron tan fuertes y eficaces que lograrorn derogar en 1770 todos los derechos aduaneros impuestos por Townshend, con excepción del te. Todas las colonias tenían motivos de queja contra el gobierno metropolitano, pero donde más se acentruaban era en las zonas mecantiles. En 1767 se había amenazado con la disolución de la Asamblea de Nueva York por no haber aplicado la Ley de Acuartelamiento; en 1770 se había producido la matanza de Boston, en la cual los soldados británicos habían disparado contra 5 norteamericanos que formaban parte de una masa provocadora; y en 1772 un choque entre mercader y oficiales de la aduana de Rhode Island terminó con el incendio del escampavía Gospee.

En 1772 se innnauguró en Boston el sistema de Comités de Contacto, entre elementos disidentes de las distintas colonias, que constituirían luego el armazón del movimiento revolucionario. Al año siguiente, el rey de Inglaterra le cedió a Lord North el monopolio del té mediante el recurso de permitirle enbarcarlo en grandes cantidades y pagar derechos aduaneros muy reducidos. Casi todas las colonias se negaron a comprar té, a pesar de que su precio había bajado. Cuando una facció de patriotas de Boston, disfrazados de indios, tomaron los barcos que acarreaban té y arrojaron éste en el puerto, el Parlamento contestó en 1774 con las Leyes de Coerción. En septiembre de ese año, se reunieron en Filadelfia, en el Primer Congreso Continental, representantes de todas las colonias excepto Georgia. El Congreso terminó por organizar una "Asociación Continental" para romper todo intercambio económic con la madre patria. Los comités locales comenzaban a prepararse en forma activa para la resistencia práctimente en todas las colonias. A comienzos de 1775 ya eran diez los Estados en los que las funciones de gobierno estaban a cargo de cuerpos extralegales.

El Segundo Congreso Continental se reunió el 10 de mayo de 1775 y proclamó la Declaración de las causas para tomar las armas. Este proceso fue acelerado por la publicación del folleto de Tom Paine, que abogaba por una ruptura total y definitiva. Los panfletos fueron un gran medio utilizado por aquellos que tenían alguna idea política que comunicar a sus conciudadanos. La mayoría de ellos era una respuesta a un acontecimiento fundamental, estaban escritos por elietes intelectuales, con una formación jurídica que les permitía enfrentarse a temas constitucionales. Estaba dirigidos a la Corona, el Parlamento británico o a los gobernadores coloniales reivindicando un derecho o denunciando una tropelía, pero sobre todo tenían una clara vocación divulgativa.

El 4 de julio de 1776, el Congreso de Filadelfia adoptaba la Declaración de la Independencia, que había sido redactada en buena parte por Jefferson. En este documento, se proponía que todos los hombres nacieron iguales y con derechos inalienables (la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad), y que para la

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seguridad de estos derechos nacieron los gobiernos entre los hombres, cuyos poderes derivan del consentimiento de los gobernados. Esto no sólo era una justificación de la declaración de la Independencia, sino también una clara afirmación pública de determinados derechos universales.

De la literatura política inglesa, el autor más citado fue Locke. Su modelo político, sus teorías sobre el contrato social y sobre los derechos naturales fueron reiteradamente convocadas. Otra de las fuentes de inspiración fue la literatura racionalista de la Ilustración francesa: Voltaire, Montesquieu y otros muchos ilustrados franceces que estuvieron presentes en los argumentos de los panfletistas norteamericanos. La Declaración de Independencia y otros escritos de los Fundadores están impregnados de liberalismo y la influencia de Locke es detectable en muchos de ellos. La teoría del Contrato social, como condición para evitar los abusos de poder de los gobiernos, estaba presente y fue manejada en los escritos de los líderes.

El republicanismo no sólo significaba el final de la monarquía y su sustitución por un gobierno electivo, sino que añadía a la separación de la Gran Bretaña una dimensión moral y unos ideales que, aunque en buena medida eran utópicos, respondía a los deseos de cambio de la sociedad norteamericana. En 1776, la república era la solución ideal para los diferentes estados que se habían proclamado independientes. El republicanismo les brindaba los argumentos para combatir aspectos fundamentales de la sociedad tradicional, como la herencia y el clientelismo, y los males que de ellos sobrevinieron, sobre todo los privilegios para la aristocracia y la pobreza de una mayoría.

En la guerra que siguió a la apertura de hostilidades en 1775, los norteamericanos debieron enfrentar dificultades serias: carecían de ejército regular, su experiencia militar era escasa, y la falta de equipo era lamentable (gran parte de lo que se tenía se compraba al extranjero). Se nombó comandante en jefe a George Washington. La ineficiencia norteamericana era superada por la británica, cuya lentitud, inflexibilidad y falta de imaginación confluyenron en la indeterminación e inexistencia de esfuerzos militares decisivos. Gran bretaña no logró impedir que la guerra se convirtiera en guerra internacional. Los franceses se incorporaron a la lucha en 1777 y los españoles un año más tarde. La participación de Holanda en la contienda fue a partir de 1780.

En 1782, cuando el Ministerio de North fue reemplazado por el de Rockingham, se inició negociaciones con Norteamerica. Gran Bretaña libraba una guerra con tres de las mayores potencias europeas, y tenía mucho más interés en ganarla que en reafirmar su poder sobre los EEUU. Este tratado no había tenido consecuencias prácticas hasta la termiación de la Paz de París entre Gran Bretaña y Francias en 1783. Los términos reales del tratado eran mucho más favorables a EEUU de lo que la mayoría de los estadounidienses se habían atrevido a esperar. EEUU obtenía cierto derecho de pesca, una amplia frontera, y la libre navegación del Misissippi; además de que el primer artículo del tratado de paz reconocía que los Estados Unidos eran estados libres, soberanos e independientes Gran Bretaña obtuvo de EEUU dos atrículos: uno de ellos permitía a los acreedores ingleses tratar de que se le devolvieran sus deudas y el otro recomendaba a varios Estados la restauración de la propiedad de los realistas.

Una vez lograda la Independencia, se trataba de inventar una nueva forma de autogobierno que respondiese, si no a todas, a la mayoría de las expectativas de los individuos que se habían planteado en los últimos 20 años. Los norteamericanos estaban convecidos de que estaban inventando su futuro y que de ellos dependía la construcción de la República. Surgía entonces un problema: si los trece estados constituirían o no una nación. En la realidad, era más una confederación que una unión, en donde cada Estado conservaba una acentuada individualidad.

Para 1783, lo único que unía insitucionalmente a los treces Estados eran los "Artículos de la Confederación", que se basaban en el plan de Dickinson. Éstos se habían terminado de redactar en noviembre de 1777; 8 Estados sieron su consentimiento en 1778, dos más en el año siguiente y Maryland sólo después de que se acordase que todas las reivindicaciones de tierra deberían pasar por él. Sólo tuvieron fuerza legal a partir de 1781. Según estos, todas las decisiones importantes requerían el apoyo de siete de las delegaciones estatales del Congreso; las resoluciones acerca de la guerra y de la paz, los tratados extranjeros, los pedidos de dinero a los Estados, la impresión de papel moneda u ña celebración de empréstitos debían contar con nueve votos afirmativos, de tal modo que a menudo las abstenciones actuaban de manera de veto. Para la reforma de los artículos se necesitaba consenso unánime. El Congreso no tenía autoridad directa sobre los individuos, sino a través de los Estados, que eran soberanos, libres e independientes. La confederación era un tratado entre Estados soberanos que cooperaban entre sí. Los ciudadanos de todos los estados tenían los mismo derechos y privilegios. La coordinación de intereses de los diferentes estados con la existencia de un organismo central que fuera eficaz fue la tarea más difícil que tuvo

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que abordar el congreso. La discusión en torno a los Artículos se centró en problemas concretos que afectaban los intereses particulares de los Estados.

Una de las controvercias suscitadas fue en el momento de fijar la representación: los estados más poblados deseaban que el número de habitantes fuese la base para adjudicar la representación en el Congreso; los menos poblados exigían una representación igual para todos. Finalmente se optó por la igualdad. El segundo conflicto estubo dado en base a la financiación del organismo central: la fórmula original planteaba que la contribución a fastos de la Confederación fuese proporcional a la población, incluidoslos esclavos. Los estados del sur se opusieron de forma tajante y la fórmula adoptada sería, finalmente, la de tomar com base el valor de la tierra. La última controvercia, y más importante, hacía referencia a las tierras del Oeste: Virginia y Massachisetts esgrimía derechos recogidos de sus cartas coloniales. Otros estados fueron partidarios de que las tierras en discución fueran puestas bajo la autoridad del Congreso. Finalmente, se reconoció al Congreso la capacidad de colonizar y dividir el territorio en nuevas Estados, que se sumarían a la Unión.

Cuando el Segundo Congreso Continental le pidió a cada una de las colonias que se diese a si misma un nuevo orden político. éstas buscaron en un patrimonio teórico muy variado los principios que inspiraron sus constituciones estatales y dieron cuerpo a la Confederación. La filosofía liberal empezaría a calar entre los colonos y con ella, la tolerancia religiosa, la filantropía, el espíritu científico de Newton y el modelo político de Locke se harían presentes en las discuciones de las Asambleas coloniales. Aunque los gobiernos estatales aislados poseyeran el poder predominnte en América, que les había sido conferido por el activo consenso popular de los gobernados durante la guerra en las antiguas colonias, la forma de sus respectivas Constituciones demostraba que, en gran medida, sus ideas políticas eran comúnes, como en lo que respecta a la autoridad de la ley y la necesidad de separar los poderes legislativo, ejecutivo y judicial con el fin de preservar la libertad. Casi todos los Estados habían establecido los gobiernos basados en el consenso popular. En Massachusetts y New Hampshire, los legisladores habían convocado cuerpos especialmente representativos, denominados convenciones, y les habían sometido a las constituciones para que las ratificaran por votación.

En 1786, en Massachisetts tuvo lugar una rebelión campesina contra el gobierno, dirigida por el capitán Shays, cuando aquél exisgió el pago de impuestos en metálico. Aunque esta revuelta se sofocó con facilidad, se agregó a la ya considerable alarma que dominaba a los ciudadanos acaudalados en todo el país, quienes temían un brote de radicalismo que minara los derechos de propiedad. Ante la rebelión de Shays, se demotró la total incapacidad del Congreso por su falta de facultades. Fue incapaz de establecer medidas eficaces para aliviar la penuria económico, no pudo imponer la estabilidad (y menos la uniformidad) de la moned en los Estados y tampoco recaudar los fondos necesarios para el pago de deudas y para promover la reducción al mínimo de la actividad gubernamental. La debilidad se extendió también al campo político, los gobiernos estatales comenzaron a disputar entre sí y algunos armaron milicias y obtuvieron sus propios barcos de guerra.

El Congreso se convenció de que debía autorizar a una convención de representantes de todos los Estados para reformar los "Artículos de la Confederación". Madison propone un plan que contemplaba una reunión de todos los Estados con el fin de apoyar el mayor poder para el Congreso; este plan es aprobado y se fija la reunión para septiembre de 1786. La convención de Annapoles se reunió incompleta, sólo enviaron delegados cinco Estados. Frente a esto, Hamilton propone una resolución que plantea la necesidad de que los Estados se comprometan a integrar a los otros Estados. La nueva convocatoria precisaba su finalidad: estudiar la situación de los Estados Unidos, acordad medidas necesarias para que el gobierno federa fuera apropiado a los intereses de la Unión e informar de todas las decisiones al Congreso de la Confederación. En 1787 se reunieron en Filadelfia, y bajo la presidencia de Washington decidieron enseguida promulgar una Constitución. Los conservadores consideraban evidente que si no se fortalecía en grado extraordianario la autoridad del gobierno federal, los Estado Unidos no podían an modo alguno constituir una nación. La Convención decidió no someter la Constitución a las legislaturas estatales, sino a convenciones del pueblo en los Estados; a diferencia de lo que ocurría con los Artículos de la Confereración que estaba bajo el control absoluto de los Estados. La Constitución fue un gran paso adelante, su ratificación señaló el surgimiento del federalismo moderno, que es, en lo escencial, un invento de Estados Unidos. Tanto el gobierno estatal como el gobierno federal tenían jurisdicción inmediata y ejercían la autoridad directamente sobre el individuo. Ninguno era agente del otro, de modo que el ciudadano estaba sometido a ambos en forma directa. Se decidió que el documento entraría en vigencia cuando lo aprobaran 9 de los 13 Estados.

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En septiembre de 1787 se llevó a cabo en los Estados un urgente y grave debate nacional que resultó condigno del aconteciminto, acerca de las consecuencias de la ratificación. Las deliberaciones de la Convención no fueron rápidas ni sencillas, pues se prolongaron durante 4 meses en Filadelfia. El más importante de todos los conflictos tuvo lugar entre los que, como Hamilto, aspiraban a crear un gobierno nacional norteamericano tan fuerte y centralizado como fuera posible y lo que deseaban preservar al máximo la autonomía de los Estados. Esta discusión se asoció con la división entre los Estados Grandes y los Pequeños. Los grandes se agruparon en el "plan de Virginia", que abogaba por un sistema prácticamente nuevo, dirigido por una poderosa legislatura con representación proporcional a la población de cada Estado. Un contraplan de Nueva Yersey, pedía sólo la reforma de los Artículos de la Confederación para conferir más poder al Congreso. Finalmente, esta discusión quedó finalizada cuando se decisió que todos los Estados tendrían la misma representación en el Senado (dos senadores por cada uno), pero se establecía una más amplia Camara de Diputados integrada por representación proporcional a la población. Otra discusión estuvo dada entre el Norte y el Sur. El sur agrícola, productor de grande cosechas para la exportación, gracias al trabajo de los esclavos negros, a menudo en grandes plantaciones. El norte, de pequeños terratenientes agricultores y comerciantes marítimos, dispuestos a la pronta ramificación de la industria. El problema fue el de si debía tenerse en cuenta a la población esclava, a fines de establecer la proporción de la representación. Finalmente, se estableció que cada esclavo equivalía a 3/5 de persona, tanto para este propósito, como para la contribución directa de impuestos.

El sistema político conservó una gran similitud con la forma de gobierno británica tal como esta se dió en el siglo XVIII, antes de que surgiera el moderno sistema de partidos. La sepaación de los tres poderes era la única certeza de libertad. La Constitución otorgó al Congreso facultades para regular el comercio exterior e interior, para fijar impuestos, contraer empréstitos en dinero y acuñar moneda y regular su valor. Prohibió a los Estados de estas funciones, emitir documentos de crédito, autorizar el pago de deudas en otra cosas que oro y plata y aprobar leyes que alteren las obligaciones contractuales. Se otorgó al Congreso autoridad para declarar la guerra y mantener la fuerza armada, para conceder patentes, y disponer de la Sede de Gobierno. El presidente tenía tribuciones para designar los funcionarios civiles y militares, para dar al Congreso información del estado de la Unión, convocar al Congreso a sesiones especiales en ocasiones extraordinarias y se lo declaró comandante en jefe de las fuezar armadas. Las legislaturas estatales designarían a los miembros del senado por un tñermino de 6 años con renovación cada dos. Los miembros de la Cámara de Representantes eran elegidos sólo por dos años por electores que deberán reunir en cada Estado condiciones particulares. La mayoría de los Estados exigía la propiedad como requisito para votar. Casi siempre se refería a la propiedad de la tierra, lo que en la práctica algo muy semejante al sufragio universal. El sistema de elección de presidente y vicepresidente era indirecto, proyectado para asegurar un elección fría y reflexiva.