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VOL. 2, NÚM. 3, JULIO-DICIEMBRE, 2009. 45
Sobre la teoría de decisiones bajo incertidumbre de VNM:
antecedentes, extensiones y el papel de la racionalidad
acotada de H. Simon**
On the theory of decisions under uncertainty of VNM:
background, extensions and the role of H. Simon’s
bounded rationality
Leobardo Plata Pérez1, Indalecio Mejía Mejía2,
Elvio Accinelli Gamba1
RESUMEN
Este trabajo es un ensayo que pretende dar seguimiento a los fundamentos de la
teoría de las decisiones, con y sin incertidumbre, subyacente siempre en casi todo
modelo de la teoría económica contemporánea. Analizamos en particular el papel
de las preferencias y la influyente teoría de la utilidad esperada de von Neumann y
Morgenstern (VNM), sus antecedentes, críticas y extensiones. Abordamos con
cierto detalle el papel que ha desempeñado el concepto de racionalidad acotada de
Herbert Simon en el desarrollo de la teoría económica.
Palabras clave: teoría de la decisión, teoría VNM, racionalidad acotada, utilidad
esperada, paradoja de Allais, teoría de prospectos, paradoja de Ellsberg, utilidad
subjetiva, axioma de independencia, nivel de satisfacción, racionalidad
procedimental
1 Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Facultad de Economía. Av. Pintores s/n. Lado Poniente parque Juan H. Sánchez, C.P. 78260. San Luis Potosí, SLP. Tel. 444-8131238. Correos electrónicos: [email protected], [email protected] 2 Posgrado de Metodología de la Ciencia en el Centro de Estudios Económicos Administrativos y Sociales (CIECAS) del Instituto Politécnico Nacional. Calle Lauro Aguirre 120, esquina Sor Juana Inés de la Cruz. Col. Agricultura, Del. Miguel Hidalgo, C.P. 11360. México D.F. Correo electrónico: [email protected]. * Los autores agradecen al Dr. Abel Pérez Zamorano por la recomendación para elaborar este trabajo y se responsabilizan de los posibles errores que contenga. Se agradece también el financiamiento parcial del gobierno mexicano a través del Proyecto 82610 de Ciencia Básica CONACYT y de los Fondos Concurrentes para la investigación de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. ** El presente documento se publica en calidad de ENSAYO.
Leobardo Plata Pérez, et. al. REV. MEX. DE EC. AGRÍC. Y DE LOS REC. NAT.
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SUMMARY
This work is an essay that seeks to track the fundamentals of decision theory, with
and without uncertainty, underlying almost every model of contemporary economic
theory. We analyze in particular the role of preferences and the influential theory of
expected utility developed by von Neumann and Morgenstern, its background,
reviews and extensions. We address in some detail the role played by Herbert
Simon’s concept of bounded rationality in the development of economic theory.
Keywords: decision theory, VNM theory, bounded rationality, expected utility,
Allais paradox, prospect theory, Ellsberg paradox, subjective utility, axiom of
independence, level of satisfaction, procedural rationality
INTRODUCCIÓN
En este trabajo se presenta un panorama particular sobre lo que se
ha escrito para responder una de las preguntas fundamentales de la
teoría económica: ¿cómo se explica la manera en que los individuos
toman decisiones cuando enfrentan entornos de incertidumbre? La
pregunta es muy general y no podemos decir que actualmente se
tenga una única explicación ampliamente consensuada. El tema es
importante y la respuesta a la pregunta planteada modifica de modo
fundamental la construcción y conclusiones de la mayoría de
modelos que se construyen para explicar los fenómenos económicos.
Ha habido varias posibles respuestas a la pregunta planteada y se
han evidenciado desde el inicio, hace ya dos siglos, las dificultades
inherentes a las mismas. La sección de antecedentes hace un breve
recuento desde la aparición de la paradoja de San Petersburgo hasta
la aparición de la teoría de von Neumann y Morgenstern en 1947.
Esta teoría, conocida como VNM, adopta el enfoque particular de
explicar el proceso de decisión bajo incertidumbre, como la
maximización de la esperanza matemática de las utilidades de las
consecuencias de las acciones disponibles en la decisión. Este
enfoque proviene de la idea general, tradicional en la teoría
económica, de que los procesos de decisión se pueden representar
como maximizaciones de funciones de utilidad, las cuales son
representaciones numéricas de preferencias sobre las que se
imponen condiciones de conducta para que sean consistentes
internamente con la maximización de la función numérica. De este
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la recionalidad acotada de H. Simon
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modo, la maximización de la utilidad representa una maximización
de preferencias consistentes con los requisitos impuestos.
Una primera cosa importante a notar en este enfoque es que si uno
cambia los supuestos de consistencia cambiará la función de utilidad
y la decisión resultante. En esto y en la inconsistencia con la
evidencia empírica se basan algunas de las extensiones y críticas al
modelo VNM. Hasta cierto punto esto es natural ya que, en las
decisiones bajo incertidumbre, las distribuciones de probabilidad
pueden ser tan diversas que son muy difícilmente “controlables”
usando solamente su primer momento. La teoría VNM, en cierta
forma y en el fondo, propone una simplificación del proceso de
decisión reduciéndolo al uso de este primer momento de la
distribución.
Hay otros enfoques para estudiar el proceso de toma de decisiones
que no se basan en la idea anterior de maximización de una utilidad
consistente con los supuestos sobre las preferencias. El enfoque de la
decisión basado en comportamiento (behavioural decision theory),
proveniente de una rama de la Psicología, modela el proceso de
decisión como el resultado de la aplicación de diversos procesos
heurísticos (procesos mentales o rules of thumb); cada caso
particular de decisión depende de los factores del contexto de la
decisión y el tipo de respuesta esperada en el proceso mismo, ya sea
elección o valuación. El enfoque también supone que las preferencias
se construyen, no son datos fijos y existentes que solamente se
revelan como respuesta al proceso de decisión. Estas ideas han
cobrado mucha importancia en los últimos 30 años, a partir del
Premio Nobel otorgado a Herbert Simon. Su concepto de
racionalidad acotada ha sido muy influyente y es analizado con cierto
detalle en este trabajo. Nos preguntamos sobre la influencia de
Simon en la teoría económica contemporánea. Las primeras
secciones se dedican a los antecedentes de la teoría VNM y a la
explicación de la misma mediante ejemplos, pero sin descuidar los
aspectos formales. Posteriormente, se abordan las críticas y
extensiones de la misma modificando el esquema VNM, básicamente
relajando el axioma de independencia entre otros de los que se
comenta poco. En las secciones finales se aborda el enfoque de la
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economía del comportamiento proveniente de los trabajos de Simon.
Se presentan resultados sobre las similitudes y diferencias entre el
enfoque de Simon y el tradicional.
Antecedentes de la teoría de von Neumann y Morgenstern
Los desarrollos de Cramer (1728) y Bernoulli (1738) constituyen los
primeros intentos por desarrollar una teoría sistemática para
explicar una decisión de elección bajo condiciones de riesgo. La
paradoja de San Petersburgo nos ayuda mucho a entender la
problemática, por lo que iniciamos con una breve explicación de la
misma. Se invita a un individuo a participar en el siguiente juego. Se
lanza una moneda justa las veces que sean necesarias hasta que
aparezca por primera vez una cara. Si la cara aparece en el primer
lanzamiento, el individuo recibe 2 pesos; si la cara aparece por
primera vez hasta el segundo lanzamiento se pagan al individuo 4
pesos, si la cara aparece por primera vez hasta el tercer lanzamiento
se pagan al individuo 8 pesos… Si la cara aparece por primera vez
hasta el n-ésimo lanzamiento se pagan al individuo 2n pesos… y así
sucesivamente. Notemos que es posible que nunca se obtenga una
cara en ninguno de los lanzamientos, pero este evento tiene
probabilidad cero. A usted lector, ¿le gustaría participar en este
juego? Es obvio que la respuesta es afirmativa; en los primeros
lanzamientos tiene alta probabilidad de llevarse un buen premio, en
el peor de los casos se lleva como mínimo dos pesos de ganancia.
Una empresa que ofreciera este juego estaría irremediablemente
siempre en números rojos. Para que la empresa no quiebre debería
cobrar una cuota de participación en el juego; para garantizar que en
promedio obtiene beneficio cero, esta cuota debería ser el valor
esperado de lo pagado por la empresa al jugador promedio. Notamos
que este valor esperado se obtiene promediando el valor del premio
recibido por la probabilidad del mismo. No es difícil notar que este
valor esperado es infinito:
Pago esperado = (½)2+(1/22)22+(1/23)23+….+(1/2n)2n
+…=1+1+1+…+1+…..
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La paradoja consiste en lo siguiente: cualquier individuo racional
tomaría la decisión de participar en el juego, incluso estaría
dispuesto a pagar alguna cuota por su participación pero
seguramente no estaría dispuesto a pagar infinitos pesos por su
participación. ¿Qué es entonces lo que está tomando en cuenta el
individuo para decidir participar en el juego y cuánto está dispuesto
a pagar por participar en el mismo? Parece claro que la decisión no
depende solamente de las características probabilísticas o
estadísticas de la distribución. El valor esperado o su varianza no son
la clave de la decisión. Bernoulli (1738, págs. 199-201) propone
reemplazar el valor monetario esperado por la utilidad monetaria
esperada. Esto es muy importante para la teoría económica porque
nos hace ver la importancia de las preferencias individuales en una
decisión. En este caso, estas preferencias se representarían con una
función u(x ), que representaría la utilidad monetaria de obtener
como premio la cantidad monetaria x, la participación en el juego
para un individuo con valoración monetaria u representaría la
ganancia esperada siguiente:
Utilidad monetaria esperada = (½)u(2) +(1/22) u(22)+(1/23) u(23)
+….+(1/2n) u(2n) +…
Diferentes individuos poseen diferentes funciones de valoración. Los
indicadores estadísticos constituyen información de gran utilidad,
pero es la preferencia manifestada en la valoración de los resultados,
por medio de una función de utilidad monetaria, el elemento clave de
las decisiones. Bernoulli propone medir la utilidad monetaria de
cada posible resultado de pago, es decir, algún 2n, con la función
logaritmo. El uso de preferencias con utilidad logarítmica sería el
criterio relevante para tomar la decisión de participación en el juego,
y la disposición a pagar por la misma sería aproximadamente de 2.9
pesos. Ello se obtiene de calcular el valor de riqueza monetaria, x,
que resuelva la ecuación:
ln (x) = (½)ln 2+(1/22) ln 22+(1/23) ln 23+….+(1/2n) ln 2n +…=2 ln 2
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Esto se debe a que al individuo le da lo mismo participar en el juego y
obtener alguno de los premios 2n que tener x unidades monetarias.
Este x se conoce como el equivalente cierto del juego propuesto. La
propuesta de Bernoulli para solucionar la paradoja San Petersburgo
es muy relevante para resaltar la importancia de las preferencias
sobre los resultados monetarios del evento aleatorio, pero no deja de
ser bastante arbitraria. Podríamos cambiar los pagos de forma que la
suma no tenga límite. Cramer (1728) propone una solución similar
pero usa la raíz cuadrada como función de utilidad monetaria. Hoy
sabemos que ambas son igual de arbitrarias pero las une la
característica de representar preferencias de agentes con aversión al
riesgo. La fundamentación de una decisión con base en el concepto
de preferencia, haciendo explícitos los supuestos de comportamiento
de las preferencias, ha sido la base de la construcción de infinidad de
modelos explicativos de los fenómenos económicos.
La primera obra que propone una buena explicación de la teoría de la
decisión bajo incertidumbre, basada en supuestos sobre las
preferencias de los individuos, es, sin lugar a dudas, un documento
clásico de la teoría económica contemporánea, Theory of games and
economic behavior, de John von Neumann y Oskar Morgenstern,
aparecida en 1944 (hay una segunda edición de 1947 en Princeton
University Press y una tercera en 1953). Esta obra es fundamental
para entender la moderna teoría de juegos; su planteamiento base
constituye el marco teórico de una multitud de modelos de la teoría
económica actual. La teoría de von Neumann y Morgenstern
presenta un modelo de elección bajo incertidumbre con unos
supuestos de comportamiento de preferencias, los cuales resultan
suficientes para garantizar la existencia de una función de utilidad
numérica definida sobre unos objetos denominados “loterías”; esto
nos sirve como elemento clave para explicar las decisiones
racionales como una maximización de dicha función de utilidad en
el espacio de las alternativas disponibles, ante una situación de
decisión bajo riesgo. Ésta es la parte fundamental del modelo, lo cual
no es fácil de entender para un principiante. Las alternativas o
loterías no son más que distribuciones de probabilidad sobre los
posibles resultados finales de la incertidumbre.
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Intentaremos explicar esto con mayor detalle haciendo una mezcla
de comentarios sobre fundamentos, aspectos matemáticos técnicos y
ejemplos ilustrativos. Lo primero que hay que entender, en el
contexto de decisiones bajo incertidumbre, es la existencia de dos
momentos relevantes que debe tomar en cuenta cualquier
explicación: el momento de la decisión (t=0) y el momento en que lo
aleatorio se realiza y aparecen las consecuencias y resultados de la
decisión (t=1). En el primer momento, el agente debe tomar una
decisión dentro de las alternativas a su disposición, ya sean acciones
posibles o estrategias de comportamiento. Para ello será muy
relevante tanto su información disponible como su preferencia sobre
los resultados posibles, que serán consecuencia de la elección
realizada previamente. Un segundo aspecto a resaltar es el contexto
adoptado por la teoría VNM. Ésta es una teoría de decisiones bajo
riesgo, en el sentido ya comentado arriba de que el agente que decide
conoce la distribución de probabilidad de los resultados del elemento
aleatorio involucrado en su decisión, es decir, toma su decisión en un
ambiente bajo riesgo. También se dice, en este contexto, que se
trabaja con probabilidades objetivas conocidas públicamente.
Hay al menos tres elementos básicos para construir un modelo
teórico para representar una decisión: 1) agente decisor, 2)
alternativas y restricciones disponibles provenientes del ambiente de
la decisión y 3) la forma de valoración de las alternativas disponibles.
El supuesto de explicar los hechos observables como resultado de
conductas individuales racionales se encarga del resto.
Consideremos, pues, un agente que enfrenta una situación de
decisión bajo riesgo, que conoce la distribución de probabilidad de
los resultados posibles y las alternativas disponibles en el momento
de su decisión. A manera de ejemplo consideremos dos alternativas
disponibles. Un agricultor dispone de 40,000 pesos y debe elegir
entre dos alternativas. La primera (A) significa gastar 8,000 pesos en
trabajos de mejora y siembra de su parcela, obteniendo una ganancia
posterior de 30,000 pesos si la cosecha es buena o de 5,000 pesos si
la cosecha resulta mala. Se sabe que la probabilidad de que la
cosecha sea mala es 40% y de que sea buena 60%. Con la alternativa
B, el agricultor firma un contrato de arrendamiento de su tierra, por
el que obtendrá una renta de 10,000 pesos de forma segura. Las dos
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alternativas se pueden representar como sigue en el lenguaje de las
loterías:
Alternativa LA: (0.6)(40-8+30) + (0.4)(40-8+5)
Alternativa LB: (1.0)(40+10)
Cuando los posibles resultados numéricos finales de un suceso
aleatorio son x1,x2,…xn y ocurren con probabilidades p1, p2,…pn
respectivamente, la lotería correspondiente se representa como
p1x1+p2x2+….+pnxn y se interpreta como:
“con probabilidad p1 la ganancia es x1, con probabilidad p2 la
ganancia es x2,…”
De este modo, podemos ahora simplificar la representación de las
alternativas enfrentadas por el agricultor como sigue:
Alternativa LA: (0.6)(62) + (0.4)(37) Alternativa LB: (1.0)(50)
Si elige la alternativa B, al final obtendrá 50,000 pesos con
seguridad. Si elige la alternativa A, al final obtendrá 62,000 pesos
con una probabilidad del 60% o una ganancia de 37,000 pesos con
una probabilidad del 40%. La decisión dependerá de su utilidad
monetaria sobre los resultados, la cual proviene de sus preferencias
hacia el riesgo. Si esta utilidad monetaria se representa por medio de
una función u(x), la teoría VNM dice que el agricultor elige la
alternativa A en el caso de que:
(0.6)u(62)+(0.4)u(37) > (1.0)u(50)
En caso de que la desigualdad resulte opuesta, elige la alternativa B,
y si la valoración resulta igual, será indiferente entre ambas
alternativas. Notemos cómo esta teoría se basa fuertemente en el
concepto de lotería, que no es más que la distribución de
probabilidades sobre los resultados posibles. Las loterías son los
objetos a elegir, la valoración de alternativas se construye usando la
utilidad numérica que representa las preferencias sobre las
alternativas y puede variar de individuo a individuo. El indicador
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numérico de cada lotería se construye ponderando cada utilidad
numérica por su probabilidad, formando así la utilidad esperada de
cada lotería. En lo que sigue desarrollamos un poco la
fundamentación de esto para poder abordar posteriormente las
extensiones y las críticas.
Formalización y teorema de la utilidad esperada
El modelo base que formaliza la teoría de la utilidad esperada VNM y
sus alternativas o extensiones parte de un conjunto de números
reales para representar las consecuencias monetarias de los eventos
aleatorios. Conviene considerar un intervalo compacto para ello. A
pesar de que podemos enfrentar un número finito de consecuencias
posibles, habrá que trabajar con valoraciones en un conjunto
convexo para poder incluir el lenguaje de probabilidades que está
ligado directamente con la convexidad. Sea, pues, S un intervalo
compacto que representa el conjunto de consecuencias. Los
elementos de S se interpretan generalmente como cantidades
monetarias. Las loterías serán representadas como todas las medidas
de probabilidad que se puedan definir sobre los conjuntos medibles
de S. Podemos considerar el álgebra de Borel construida con
subconjuntos de S. Se introduce este lenguaje para poder incluir la
posibilidad de loterías o distribuciones continuas. Sabemos que las
medidas de probabilidad son funciones reales que mapean
subconjuntos de S en el intervalo [0,1], y que representan la
probabilidad del evento representado por el conjunto medido.
Sabemos también que esta medida satisface, que la medida de S es
uno y que la medida de una unión de conjuntos disjuntos es la suma
de las medidas. El conjunto de todas las posibles medidas de
probabilidad es el conjunto de loterías que denotaremos por L. El
caso de un número finito de consecuencias, como los ejemplos
manejados en este trabajo, está incluido en esta formalización;
ocurre cuando un subconjunto finito, S0 de S, es tal que la medida de
S0 es uno. En este caso hablamos de una medida de soporte finito.
De ese modo si:
S0={x1,x2,…,xn}
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La probabilidad de cada xi es no negativa y la suma de todas las
probabilidades es uno. Esta medida o distribución de probabilidades
representa una lotería o prospecto que se acostumbra denotar por:
p1x1+p2x2+….+pnxn
Las loterías de L suelen representarse con las letras L con o sin
subíndices. El conjunto de medidas de soporte finito sobre S de
denota por .)(S Es importante notar que este tipo de formalización
supone implícitamente que las loterías se pueden mezclar para
formar nuevas loterías. Esto se debe a que el espacio de medidas L es
cerrado bajo mezclas convexas. Esta reducción o simplificación de la
formalización matemática puede ser criticada; Carlin (1992) y
Camerer y Ho (1994) proporcionan evidencia empírica al respecto.
Las preferencias del decisor se definen como relaciones binarias
sobre L. Como es bastante conocido, partiendo de la relación “L1 es
débilmente preferido a L2” como primitiva, se puede construir la
relación de preferencia estricta y la relación de indiferencia. L1 es
estrictamente preferido a L2 si L1 es débilmente preferido a L2, pero
no es cierto que L2 sea débilmente preferido a L1. Del mismo modo,
decimos que L1 es indiferente a L2 si ocurre que L1 es débilmente
preferido a L2 y L2 es débilmente preferido a L1. Denotamos por R a
la preferencia débil, por P a la preferencia estricta y por I a la
relación de indiferencia. Cuando escribimos L1RL2, interpretamos
que L1 es débilmente preferido a L2. Los axiomas o supuestos de la
teoría de la utilidad esperada clásica son los siguientes:
Ordenación: R es una relación completa y transitiva sobre L, es
decir, (i) para cualquier L1,L2 en L se tiene L1RL2 ó L2RL1 y (ii) para
cualquier L1,L2,L3 en L se tiene que si L1RL2 y L2RL3, entonces L1RL3.
Continuidad: Para cualquier L1,L2,L3 en L, los conjuntos:
{ / ( L1+(1-) L2) R L3} y { / L3 R ( L1+(1-) L2)}
son conjuntos cerrados.
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Independencia: Para todo L1,L2,L3 en L y para todo en (0,1):
Si L1RL2, entonces ( L1+(1-) L3) R ( L2+(1-) L3)
El supuesto de ordenación permite clasificar y jerarquizar el
conjunto de loterías en clases que van desde la o las más preferidas a
la o las menos preferidas. La completud permite comparar cualquier
par y la transitividad evita ciclos. El supuesto de continuidad
garantiza que no haya saltos bruscos de preferencia y evita
representaciones numéricas de las preferencias que resultasen no
acotadas. El supuesto de independencia nos dice que la preferencia
entre un par de loterías es independiente de cualquier mezcla que se
haga de ellas con una tercera lotería. Si ya sé que L1RL2, cuando
mezcle cada lado con una tercera la preferencia se debe mantener.
Los dos primeros supuestos garantizan la existencia de una utilidad
numérica que represente las preferencias, es decir, una función u de
L en los reales tal que para cualquier L1,L2 en L:
L1RL2 si y sólo si u(L1) ≥ u(L2)
Es el supuesto de independencia quien obliga a que la función de
utilidad u tenga la característica distintiva de la utilidad esperada, es
decir, el hecho de que la u sea lineal en las probabilidades. De modo
que si:
L= p1x1+p2x2+….+pnxn,
el axioma de independencia provoca que:
u(L)= p1 u(x1)+p2 u(x2)+….+pn u(xn)
Es bien conocido también que esta función de utilidad u representa
una medición cardinal, en el sentido de que es única salvo
transformaciones afines positivas. El resultado principal se resume
como sigue:
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Teorema de la utilidad esperada. Si las preferencias R sobre el
espacio de loterías L satisfacen los axiomas de ordenación,
continuidad e independencia, entonces existe una función u con
dominio L y valores en los reales tal que,
(a) Para cualquier L1,L2 en L: L1RL2 si y sólo si u(L1) ≥ u(L2)
(b) Si L= p1x1+p2x2+….+pnxn entonces
u(L)= p1 u(x1)+p2 u(x2)+….+pn u(xn)
(c) Una función v representa la misma preferencia R si y sólo si
existen reales a y b>0tales que v(L)=a+bu(L)
Como ya se comentó antes, el resultado ha sido fundamental en el
desarrollo de áreas como las finanzas, la teoría de juegos, la teoría de
contratos, la economía política contemporánea, etc. Sin embargo,
desde los años 50 del siglo pasado han aparecido situaciones
empíricas de elecciones que contradicen el comportamiento
propuesto por la teoría VNM. Ello ha motivado extensiones,
debilitamientos y algunas críticas más radicales que abordamos en
las secciones que siguen.
Violaciones de independencia y generalizaciones de VNM
A través de estudios experimentales se han observado ciertas
regularidades en el comportamiento de algunos individuos, que son
inconsistentes con la teoría de la utilidad esperada. El trabajo de
Allais (1953) es pionero en el campo de lo que hoy se conoce como
economía experimental; fue la base para el Premio Nobel al francés
Maurice Allais. La famosa paradoja que lleva su nombre se puede
representar en el siguiente ejemplo: se plantea a un grupo de sujetos
los dos siguientes problemas de decisión:
LA: (1.0)2400 contra LB: (0.33)2500+(0.66)2400+(0.01)0
LC: (0.34)2400+(0.66)(0) contra LD: (0.33)2500+(0.67)0
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Los premios son en pesos y aparecen a la derecha de cada
probabilidad y no están entre paréntesis. Cada individuo elige dos
veces, una entre el par LA-LB y otra entre el par LC-LD. El deseo de la
certidumbre provoca que la mayoría de sujetos decidan que LA es
preferido a LB. La consistencia con la teoría VNM implicaría que
cualquiera que prefiera LA a LB debería preferir necesariamente LC a
LD. El argumento es el siguiente:
Si LAPLB, se tiene que si u(LA) > u(LB). La propiedad de
representación del teorema asegura entonces que:
(1)u(2400) > (0.33)u(2500)+(0.66)u(2400)+(0.01)u(0)
Lo cual es equivalente a:
(0.34)u(2400) > (0.33)u(2500)+(0.01)u(0)
De donde:
(0.34)u(2400)+(0.66)u(0) > (0.33)u(2500)+(0.67)u(0)
Usando nuevamente la propiedad de la representación del teorema
vemos que lo anterior equivale a:
u ( (0.34)(2400)+(0.66)(0) ) > u ( (0.33)(2500)+(0.67)(0) )
Es decir, LC P LD.
Así pues, la consistencia con la teoría VNM a que cualquiera que
manifieste LAPLB debería necesariamente manifestar también LCPLD.
Sin embargo, empíricamente se observa que la mayoría de individuos
que manifestaron LAPLB presentaron en la segunda decisión que
LDPLC. De los 72 sujetos a quienes se aplicó el experimento, el 82%
manifestó LAPLB y sólo 17% manifestó LCPLD. En otro experimento
reportado por Kahneman y Tversky (1979) se enfrentan los
siguientes problemas:
LE: (1.0)3000 contra LF: (0.8)4000+(0.2)0
LG: (0.25)3000+(0.75)(0) contra LH: (0.20)4000+(0.8)0
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La evidencia empírica de 95 sujetos manifestó que el 80% de los
mismos dijo LEPLF y el 65% manifestó que LHPLG. Esto también va
en contra del axioma de independencia, pues es fácil ver que si
LEPLF, considerando =0.25 y la lotería LI: (1.0)(0) como tercera
opción, la mezcla de de las loterías anteriores con 1- de la lotería
LI genera que LGPLH.
La teoría de prospectos desarrollada por Kahneman y Tversky (1979)
intenta explicar estas preferencias observadas modificando la teoría
VNM. El argumento central parte de que los individuos sobrevaloran
los resultados o consecuencias extremas. Los resultados más
deseables y los menos deseables son valorados
desproporcionalmente. Los más deseables se sobrevaloran con
mayores efectos positivos y los menos deseables se sobrevaloran con
mayores efectos negativos.
En el caso del primer par de problemas, puestos para explicar la
paradoja de Allais, la consecuencia de obtener $0 es la peor de todas,
se sobrevalora más negativamente en LB que en LD, provocando con
ello que LB sea poco atractivo y aumentando el grado de atracción
hacia LD. En contraste con esto, la mejor consecuencia en la situación
mencionada es la de obtener el premio de 2,500 pesos. Esta
consecuencia se sobrevalora más positivamente en LD que en LB,
incrementando la atracción por LD y disminuyendo la de LB. Esto
explicaría la preferencia de LA sobre LB y la de LD sobre LC. Los
efectos de sobrevalorar los extremos influyen más que la consistencia
con la teoría VNM.
En el segundo par de problemas ocurre algo similar. En el extremo
de la peor consecuencia, obtener $0 resulta más extremoso LF que
LH, provocando poca atracción por LF y aumentando la de LH. Con la
consecuencia más alta, que es la de obtener $4,000, se sobrevalora
más positivamente LH que LF.
En el contexto de la teoría VNM se formalizan las actitudes hacia el
riesgo en función del tipo de curvatura que tiene la función de
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utilidad monetaria. Los adversos al riesgo tienden a asegurarse y se
caracterizan por funciones cóncavas en el nivel de riqueza. Por el
contrario, los amantes al riesgo se representan con funciones
convexas de la riqueza monetaria. La evidencia ha señalado
comportamientos mixtos. A partir de un nivel de riqueza normal,
cuando se tienen pérdidas se tienen comportamientos de aversión al
riesgo, mientras que cuando se tienen ganancias se generan
comportamientos de amantes al riesgo. Los amantes del riesgo eligen
loterías con alta probabilidad a las pérdidas pequeñas y baja
probabilidad de ganancias altas. Los adversos al riesgo toman
seguros para prevenir los daños grandes que ocurren con
probabilidades bajas. Revelan así su aversión a las loterías con
consecuencias extremas malas. Los amantes al riesgo revelan su
preferencia por loterías con buenas consecuencias. Estas situaciones
son las que han llevado a buscar alternativas de formalización, donde
las consecuencias monetarias se sobrevaloran o se deprecian,
dependiendo del contenido y contexto de la decisión. Kahneman y
Tversky proponen una modificación de la teoría de VNM que les
genera una representación del tipo:
V (L)= (p1) u (v (x1) )+ (p2) u (v(x2))+…+ (pn) u(v(xn))
La función es creciente, se encargaría de modificar las
probabilidades aumentando la probabilidad cuando es cercana a cero
y disminuyéndola cuando se acerca a uno. La función de valoración v
es también creciente, se comportaría negativa, convexa y con alta
pendiente en las pérdidas y se comportaría cóncava con menores
pendientes en las ganancias.
Hay varias alternativas desarrolladas por varios autores. Destacamos
Loomes y Sudgen (1986), Chew (1983,1989) o Fishburn (1989),
quienes han propuesto modificaciones y pesos diferentes para
valorar la utilidad. Fishburn propuso una utilidad bilineal
debilitando la transitividad y admitiendo una forma débil de
independencia conocida como sustitución débil. No está dentro de
los alcances de este trabajo abordar estos tratamientos, pero
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recomendamos al lector interesado a consultar los trabajos de
Sugden (2004) y Schmidt (2004) y las referencias ahí citadas.
Utilidad subjetiva
En muchos momentos los tomadores de decisiones deben considerar
probabilidades de que tal o cual resultado suceda o acontezca, y el
valor de cada uno de los sucesos medido en términos monetarios o
en términos de potenciales riesgos o beneficios. Por ejemplo,
supongamos que ante un período extraordinario de sequía el
responsable de la generación de energía en un determinado país
debe elegir entre cerrar las compuertas de un represa y comenzar a
generar energía con petróleo, lo que además de contaminante es
altamente costoso, o dejar que el agua fluya, generando energía
hidroeléctica más barata aun a riesgo de que siga sin llover por cierto
tiempo. Ciertamente esta decisión, que tomará en cuenta el costo de
una y otra situación, y de tomar la decisión incorecta ex-post, no
estará exenta de la subjetividad del tomador de decisiones, quien no
sabe las verdaderas probabilidades de lluvia.
En términos de la teoría económica puede esto resumirse diciendo
que el tomador de decisiones debe elegir entre diferentes caminos
riesgosos en forma tal de maximizar su utilidad, o una utilidad
social, si el tomador de decisiones actúa en nombre de la sociedad.
El término utilidad hace referencia al valor subjetivo que cada
individuo otorga a un determinado objeto o suceso. Por ejemplo, no
todo el mundo otorga el mismo valor a un dólar; sin embargo, este
valor puede depender de circunstancias particulares.
El modelo de la maximización de la utilidad esperada es presentada,
en su moderna y sofisticada forma matemática actual, por von
Neumann y Morgenstern en su famoso libro Theory of games and
economic behavior (von Neumann and Morgenstern, 1947). Durante
la década de los 40 y los primeros 50, dicha teoría se expandió
muchísimo, tanto teórica como experimentalmente.
Desafortunadamente, la teoría no siempre concordaba bien con los
experimentos. Puede destacarse, entre otros, la llamada paradoja de
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Allais, o la llamada paradoja de Machina (ver Machina, 1987). Pero
más allá de estas dificultades ya consideradas en este trabajo, cabe
mencionar otras, no menos importantes, y que muestran la no
independencia entre el valor asigando a los eventos y la probabilidad
subjetiva asignada a los mismos, ante el desconocimiento del
tomador de decisiones de la verdadera probabilidad.
En el sentido indicado, la principal dificultad radica, como se
muestra en varios experimentos, en que las personas toman
decisiones en situaciones de incertidumbre sobre la base de una
asignación subjetiva de probabilidades sobre los eventos posibles, tal
como cada uno las considera, más que sobre la base de
probabilidades objetivas, si es que de tal cosa puede hablarse. El
ingeniero jefe de la represa utilizará los datos de que dispone para
evaluar la posibilidad de lluvia mañana o no, pero cuando vaya a
tomar la decisión sobre si abrir o no las compuertas de la represa, lo
hará teniendo en cuenta su experiencia y subjetividad y asignará
valores y costos a cada una de sus decisiones en función de su
subjetividad, a lo que no es ajeno la consideración de las
repercusiones de tomar a priori una decisión acertada, pero que ex-
post se muestre equivocada.
Los resultados de los experimentos combinados con las dificultades
que surgen cuando intentamos maximizar utilidades esperadas sin
conocer la llamada probabilidad objetiva, da lugar a la moderna
teoría de la utilidad subjetiva esperada.
En este sentido, los experimentos realizados por Kurt Lewin y sus
estudiantes, modelados por Atkinson (1960), muestran que la
valuación de los eventos crece con la menor probabilidad de que el
evento ocurra, y, por otro lado, los experimentos de Francis W. Irwin
(1953) muestran que las personas asignan mayor probabilidad a los
eventos que más desean que sucedan. Estos experimentos sugieren
que la utilidad que los humanos asignan a los objetos, cuando deben
decidir bajo incertidumbre, se ve afectada por la probabilidad de
obtener el objeto valuado, y a la vez la probabilidad considerada más
que objetiva resulta comprometida con el valor asignado a los
posibles resultados. La probabilidad subjetiva, en los experimentos
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de Irwin, aparece sobreestimada cuando se trata de resultados
deseados y subestimada cuando el resultado es no deseable. Por otra
parte, los experimentos de Lewin muestran que resultados de baja
probabilidad son evaluados más altamente que resultados con
probabilidades mayores. Estos resultados muestran una tendencia a
considerar que las elecciones bajo incertidumbre tienen en cuenta no
solamente los valores esperados, sino también la varianza de los
posibles valores, ver por ejemplo E. Edwars (1960).
Más modernamente la contradicción con el llamado principio de
independencia da lugar a la teoría de preferencias convexas, ver por
ejemplo Carmener and Ho, quienes documentan en forma
experimental y ampliamente la violación del principio llamado
“betweenness''. La violación a este principio, que consideraremos en
la siguiente sección, se basa en el hecho de que muchos experimentos
sobre elección bajo incertidumbre muestran que muchas veces
aparece una preferencia por la aleatoriedad o a la diversificación
como resultado de la cautela y el pesimismo.
Preferencias convexas bajo incertidumbre y convexidad
Dos de los axiomas más discutidos respecto a la teoría de la
maximización de la utilidad esperada son la continuidad y la
independencia de las preferencias, que se consideran en dicha teoría.
Mientras que la continuidad supone que si una persona prefiere
1,000 dólares a 100 dólares, preferirá 1,000 dólares y ser asesinado
con una probabilidad menor que cierto , a 100 dólares (ver A.
Araujo, 1983), lo que parece un contrasentido. El axioma de
independencia es puesto en tela de juicio por las pardojas de
Machina y Allais. En muchos trabajos se intenta debilitar el axioma
de independencia (ver, por ejemplo, Anscombe y Auman, Gilboa y
Schemidler, entre otros). Dedicaremos esta sección a la
consideración de preferencias convexas; hablamos de la posibilidad
de admitir curvas de indiferencia no lineales ya que el axioma de
independencia se sigue que en la representación de VNM las curvas
de indiferencia son lineales, esto supone un debilitamiento del
axioma de independencia cuyo desarrollo teórico es más reciente y
menos conocido.
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Simplificando aún más la notación, consideremos dos distribuciones
de probabilidad p y q loterías sobre un espacio de consecuencias
(o eventos) .C Supongamos que el tomador de decisiones considera a
p y q indiferentes, no obstante prefiere la distribución 1 1
2 2p q a
cualquiera de las dos loterías. Digamos que la lotería federal y la
estatal le resultan indiferentes, no obstante prefiere jugar la mitad de
las veces a la estatal y el resto a la federal. Decimos entonces que el
tomador de decisiones prefiere aleatorizar o diversificar.
La teoría clásica de elección bajo incertidumbre no considera este
comportamiento; más todavía, la preferencia por la diversificación
constituye una violación a los modelos de utilidad esperada. En estos
modelos, la lotería qp2
1
2
1 debe ser, para el tomador de decisiones,
indiferente respecto a las otras dos, p y .q En otro caso se viola el
axioma de independencia en los que se basa el modelo de utilidad
esperada.
Del axioma de independencia se deduce facilmente que:
Si pIq, entonces pI (p+(1-)r)Iq para 0≤≤1
La propiedad no es violada por la paradoja de Allais. Por esta razón,
una violación de esta propiedad es mucho más fuerte que la violación
de la teoría de la utilidad esperada que la paradoja de Allais supone.
Esta propiedad es conocida como “betweenness”. En la reciente
literatura se ha utilizado esta propiedad para establecer modelos
consistentes con la paradoja de Allais.
No obstante, es común, como ya fue dicho, encontrar violaciones a
esta propiedad. Esto lleva a definir preferencias completas,
transitivas y continuas que verifican la siguiente propiedad de
convexidad o mezcla:
Si pIq, entonces pI (p+(1-)r)Rq para 0≤≤1
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Asumir convexidad da más generalidad a la teoría que asumir
“betweennes” y es más consistente con los experimentos. Por otra
parte, la asunción de convexidad es natural en economía.
Observe que la operación de combinar loterías en forma convexa
puede dar lugar a menor variabilidad sobre los resultados obtenidos,
es decir, que da lugar a un tomador de decisiones que prefiere menos
incertidumbre sobre los resultados, por lo que es sólo aparente la
contradicción del tomador de decisiones con preferencias convexas
bajo incertidumbre, respecto a la aversión al riesgo. La preferencia
por aleatorizar las loterías, que podrá parecer una preferencia por el
riesgo, es en el fondo una preferencia por resultados más seguros que
aquellos que se pueden obtener escogiendo entre dos una única
lotería. Para ejemplificar esta situación, suponga que el tomador de
decisiones debe elegir entre dos loterías degeneradas, x y .y
Representamos por x la lotería que entrega un premio igual a x con
probabilidad 1 y por y aquella que entrega un premio y con
probabilidad 1.
Suponga que los premios pagados son indiferentes desde el punto de
vista del tomador de decisiones, porque, por ejemplo, la valuación de
x es alta cuando la de y es baja y viceversa. Si el tomador de
decisones es pesimista, siempre estará pensando que tomará la
decisón equivocada, esto es, seleccionará el elemento de menor valor.
Por esta razón preferirá elegir la combinación .2
1
2
1yx De esta
forma la realeatorización le asegura la posibilidad de una elección ex-
post con mejor resultado, dado su pesimismo inicial. De esta forma,
la consideración de preferencias convexas bajo incertidumbre abre la
posibilidad de considerar casos en los resultados obtenidos. Aun
considerando probabilidades perfectamente bien establecidas, el
valor económico de los resultados será poco claro. La preferencia por
resultados claros puede llevarnos a la aleatorización en la elección de
las loterías.
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Paradoja de Ellsberg
Con los supuestos de la teoría VNM estamos obligados
implícitamente a adoptar que las preferencias sobre las loterías son
fuertemente separables. La propiedad de las utilidades VNM, de
sumar las ponderaciones con las probabilidades respectivas de las
utilidades de los premios, está asociada precisamente con la
definición de separabilidad fuerte de la utilidad. Esta propiedad de
separabilidad fuerte en la utilidad está asociada con el supuesto de
independencia fuerte de las preferencias, sobre canastas de bienes,
en la teoría del consumidor. Cuando el individuo enfrenta una
decisión bajo incertidumbre y no conoce completamente la
distribución de probabilidades que enfrenta, su conducta refleja la no
validez del supuesto de independencia. Si no se conocen con
precisión todas las probabilidades de cada uno de los resultados
posibles, el agente decisor tendrá problemas para respetar la regla
VNM. A continuación ilustramos esto con el famoso ejemplo de la
paradoja de Ellsberg, en la versión de Luenberger (1995, pág. 382).
Una urna contiene 90 bolas, 30 de las cuales son rojas (R), mientras
que las otras 60 están mezcladas entre negras (N) y blancas (B), pero
no conocemos la proporción de cada color. Es este detalle el que
ilustra que el decisor no conoce completamente la distribución de
probabilidad enfrentada. En un experimento similar al de Allais se
hacen dos preguntas a cada individuo para tratar de inferir su
preferencia sobre el par L1, L2 y sobre el par L3, L4. Primero se
pregunta por cuál de los siguientes juegos o alternativas es preferida.
L1 : paga un millón si sale bola roja, paga cero si sale negra o blanca.
L2 : paga un millón si sale bola negra, paga cero si sale roja o blanca.
Notemos que el desconocimiento de las probabilidades para obtener
cada uno de los tres tipos de bola impide que podamos representar
las alternativas involucradas como loterías en la notación estándar.
Podríamos forzar un poco la notación y representar
L1=(1/3)1+(2/3)(0), pero no lo podemos hacer para representar L2
por desconocer la probabilidad de obtener el pago 1. La mayoría de
los individuos manifiesta que prefiere L1 a L2. Ello se debe
posiblemente a que la probabilidad de obtener los premios cero o
uno es objetivamente conocida en L1, mientras que en L2 no lo es. La
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segunda pregunta que se hace a los agentes participantes es sobre la
preferencia entre las alternativas:
L3 : paga un millón si sale bola roja o blanca, paga cero si sale negra.
L4 : paga un millón si sale bola negra o blanca, paga cero si sale roja.
En este caso, la mayoría de los individuos se pronuncia por la
preferencia de L4 a L3. La razón puede ser la misma que en el caso
anterior, las probabilidades de los pagos en L4 son objetivas mientras
que en L3 no. De hecho, podríamos abusar nuevamente y representar
L4=(2/3)1+(1/3)(0).
Un individuo, cuyas preferencias manifiestan que L1 es preferido a L2
y que L4 es preferido a L3, es un individuo cuyas preferencias no son
fuertemente independientes y, por tanto, separables. Para justificar
esto, supongamos que tenemos una preferencia representada por
una utilidad definida sobre los pagos de tres posibles estados
contingentes: xR, xN, xB donde, bajo el supuesto de separabilidad, la
utilidad podría escribirse como:
U(xR,xN,xB) = UR(xR)+UN(xN)+UB(xB),
donde xR es el pago si la bola obtenida de la urna es roja y
análogamente para xN y xB. Podemos suponer, sin perder
generalidad, que UR(0)=UN(0)=UB(0)=0. De este modo, la
preferencia de L1 sobre L2 se podría representar como:
UR(1)>UN(1)
Mientras que la preferencia de L4 sobre L3 se podría representar
como:
UN(1) +UB(1) > UR(1)+ UB(1)
La cancelación de UB(1) de esta última desigualdad genera una
contradicción con la primera desigualdad.
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VOL. 2, NÚM. 3, JULIO-DICIEMBRE, 2009.
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Lo anterior nos enseña dos hechos importantes. La teoría VNM nos
induce un tipo muy especial de separabilidad sobre las preferencias
de estados contingentes. Las típicas loterías pueden pensarse de esta
manera. Por otro lado, la paradoja de Ellsberg motivó el desarrollo
de la teoría de la utilidad subjetiva de Savage (1954) discutida
brevemente en el apartado “Utilidad subjetiva”. La idea consiste en
poner las bases de una teoría de la decisión en la que se intente
explicar la formación de las probabilidades asignadas por el
individuo que decide.
Economía del Comportamiento y Racionalidad. Una
Comparación entre la Racionalidad Estándar y la
Racionalidad Acotada de Herbert A. Simon
A mediados del siglo pasado, uno de los desarrollos importantes en
economía fue la noción de racionalidad acotada (bounded
rationality), planteada por Herbert A. Simon como una alternativa a
la racionalidad estándar imperante en la teoría económica. Sin
embargo, no es hasta los años 80, y después de haber recibido Simon
el Premio Nobel de Economía (1978) por sus trabajos en el área de
economía organizacional, cuando empiezan a tomar mayor presencia
los desarrollos experimentales y, junto con ello, estudios donde es
considerada dicha racionalidad (Klaes y Sent, 2003). De acuerdo con
Simon, hay situaciones de decisión cuya explicación motiva los
nuevos desarrollos que cuestionan la racionalidad sustantiva o
estándar en economía: el mundo real de los negocios y la política
pública (donde existen restricciones de medios y contingencias), la
investigación de operaciones (que requiere de modelos con un
óptimo factible o de búsqueda satisfactoria), la competencia
imperfecta (oligopolio) y las expectativas e incertidumbre (Simon,
citado por Modarres-Mousavi, 2002).
La presente sección está estructurada a partir de una breve
introducción a la economía del comportamiento; después se expone
el modelo de elección racional propuesto por Simon; luego se aborda
la comparación entre la racionalidad estándar y la racionalidad
acotada; finalmente, se adelantan algunas conclusiones.
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VOL. 2, NÚM. 3, JULIO-DICIEMBRE, 2009. 68
a) Introducción a la economía del comportamiento
El sustento teórico de la noción de la racionalidad acotada se
encuentra en la economía del comportamiento (behavioral
economics), definida ésta como una combinación o interrelación
entre economía y psicología e incluso cercana a la biología (Simon,
1994); además, este programa de investigación es atractivo y con un
aumento considerable en su atención y reconocimiento3
(Mullainathan and Thaler, 2000; Sent, 2004). Según Camerer
(2004), en el núcleo de la economía del comportamiento está la
convicción de que, incrementando el realismo de los soportes
psicológicos del análisis económico, mejorará el campo de la
economía en sus propios términos, es decir, generando ideas
teóricas, haciendo mejores predicciones de los fenómenos y
sugiriendo mejor política.
Con el fin de hacer más comprensivas las aportaciones de Simon a la
economía, en particular su propuesta de racionalidad acotada, a
continuación se exponen algunos conceptos básicos, métodos y
líneas de investigación, desde la perspectiva de la economía del
comportamiento.
De acuerdo con Herbert A. Simon (1994), las teorías del
comportamiento económico contemplan cuatro líneas de
investigación básicas: 1) estudiar fenómenos que no dependen de los
supuestos de racionalidad (por ejemplo, salarios de ejecutivos y
tamaño de la empresa); 2) encontrar las motivaciones humanas que
subyacen la toma de decisiones económicas y las circunstancias bajo
las cuales un motivo particular se manifiesta (ver conducta altruista);
3) explicar el funcionamiento de las empresas y la elección entre ellas
y el mercado, y 4) explicar la racionalidad en la toma de decisiones
sobre la base de información y capacidades limitadas de la gente para
el cálculo de las consecuencias. En cuanto a los métodos de
investigación de la teoría del comportamiento económico, cuyo
énfasis está en lo empírico, Simon destaca tres de ellos: la
3 Recordar que después de Simon (1978) le han dado el Premio Nobel de Economía a Selten (1994) y
Kahneman (2002), quienes también trabajan en la línea de la economía del comportamiento.
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la recionalidad acotada de H. Simon
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observación directa de la toma de decisiones en la empresa, la
simulación computacional y el desarrollo de experimentos
(especialmente los estudios de laboratorio de los mercados).
Recientemente, Camerer (2004) clasificó los estudios del
comportamiento económico en dos categorías: juicio y elección. La
primera (probability jugdment) se ocupa de los procesos que la
gente usa para estimar probabilidades. La segunda (choice) trata de
los procesos que la gente usa para seleccionar entre acciones,
tomando en cuenta algún juicio relevante que ha hecho. En cuanto a
los métodos, señala que son los mismos que en otras áreas de la
economía pero considerando especialmente la evidencia generada
por los experimentos. Asimismo, menciona algunas líneas de
investigación en economía del comportamiento: identificar
supuestos normativos o modelos que son ampliamente usados por
los economistas, detectar anomalías y demostrar violaciones claras
de los supuestos o del modelo, creación de teorías alternativas y de
modelos económicos de conducta. Algunas direcciones nuevas de la
economía del comportamiento son: el enfoque case-based, el estudio
de las emociones, el uso de la evidencia neurocientífica para guiar los
supuestos conductuales y el énfasis en la racionalidad procesual de
Simon y modelos de procedimientos o algoritmos que usa la gente.
Respecto a las aplicaciones concretas, Camerer se refiere a los
trabajos en macroeconomía y el ahorro, economía laboral, finanzas y
leyes, entre otras. Finalmente, menciona a los críticos de la economía
del comportamiento quienes sostienen que ésta no es una teoría
unificada pero es de hecho una colección de herramientas e ideas;
para Camerer lo mismo se puede decir de la economía neoclásica.
Por otro lado, la conducta o comportamiento de la elección humana
puede ser caracterizado por un proceso de decisión, el cual está
conformado por percepciones y creencias con base en la información
disponible y la influencia de las emociones, actitudes, motivos y
preferencias (McFadden, 1999). Estas últimas son juicios
comparativos entre entidades, mismas que bajo ciertas condiciones
(de completud, transitividad y continuidad) pueden ser
representadas por una escala numérica o de utilidad. Así, pues, el
proceso cognitivo en la toma de decisiones es el mecanismo mental
que define la tarea cognitiva y el rol de las percepciones, creencias,
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VOL. 2, NÚM. 3, JULIO-DICIEMBRE, 2009. 70
actitudes, preferencias y motivos en la realización de una elección
(McFadden, 1999: 74).
b) Características del modelo de elección racional de
Herbert A. Simon
En uno de sus últimos artículos, Herbert A. Simon (2003) hace una
caracterización pormenorizada de la idea de racionalidad limitada o
acotada consistente en que “…las elecciones (choices) realizadas por
la gente están determinadas no sólo por un objetivo general (overall
goal) que sea consistente y por las propiedades del mundo externo,
sino también por el conocimiento del mundo que tienen o dejan de
tener quienes toman decisiones, de su habilidad o falta de habilidad
para recordar ese conocimiento en el momento que sea relevante, de
saber sacar las consecuencias de sus acciones, de tener presentes las
distintas posibilidades de actuación, de la capacidad de afrontar la
incertidumbre (incluida la incertidumbre que surja de las posibles
respuestas de otros actores) y de lograr la armonía entre sus
múltiples deseos en competencia. La racionalidad es limitada
porque esas habilidades están severamente limitadas. En
consecuencia, la conducta racional en el mundo real está tan
determinada por el entorno interno de las mentes de las personas
(los contenidos de memoria y sus procesos) como por el entorno
externo del mundo en el que actúan (y que actúa en ellos)”
(subrayado nuestro) (Simon, 2003; 97).
Más adelante el autor señala que una teoría de la racionalidad
limitada se ocuparía tanto de la racionalidad procesual (procedural)
-que contempla la calidad de los procesos de decisión- como de la
racionalidad sustantiva, cuyo énfasis está en la calidad del resultado
(outcome). Sostiene que para entender la primera hay que recurrir a
una teoría de la psicología de quien toma las decisiones, en tanto
para la segunda se requiere de una teoría de la meta buscada (la
función de utilidad) y del medio externo, asunto abordado por la
economía.
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la recionalidad acotada de H. Simon
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De lo dicho hasta aquí se desprende que son dos las características
principales, observadas por Simon en el proceso real de toma de
decisiones, y que definen a la racionalidad acotada: la restricción en
el acceso a la información o conocimiento del mundo (no es posible
conocer todas las alternativas y sus consecuencias) y la limitada
capacidad cognitiva (capacidad de cálculo) que tiene el ser humano;
es decir, Simon afirma que “el ser humano concreto tiene
capacidades muy limitadas para conocer y computar (léase
calcular)”, lo cual, obviamente, influye en sus capacidades para
decidir (Simon, citado por Estrada, 2007). De ello se desprende que
el individuo no alcance la maximización de la utilidad esperada
(como lo plantea la teoría neoclásica), sino solamente un nivel de
satisfacción, lo bastante bueno (satisficing). Además, se trata de una
racionalidad que hace énfasis en el proceso de decisión, es decir, es
una racionalidad procesual, a diferencia de la estándar (que es
sustantiva o instrumental) de la economía neoclásica. En palabras de
Simon:
“Mi objetivo principal es entender la racionalidad humana.
Contrariado por la inaplicabilidad de la teoría clásica de
optimización a las realidades de la decisión pública, me orienté hacia
una teoría de la decisión basada en la tesis de la racionalidad
humana acotada […] Debido a limitaciones en sus conocimientos y a
la capacidad de procesamiento de la información, el ser humano
busca niveles de conformidad en vez de maximizar utilidades”
(subrayado nuestro) (Simon, 1978).
En otro artículo, Simon (1986) señala las consecuencias que tiene el
adoptar los supuestos de la economía neoclásica y argumenta la
necesidad de construir una teoría de los procesos de decisión, de la
siguiente forma:
“Si aceptamos los valores como dados y consistentes, si postulamos
una descripción objetiva tal como es en realidad, y damos por
sentado que las facultades computacionales de los que deciden son
ilimitadas, entonces se nos presentan dos consecuencias
importantes. Primera, no necesitamos distinguir entre el mundo real
y la percepción que los que deciden tengan de él: el que decide,
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VOL. 2, NÚM. 3, JULIO-DICIEMBRE, 2009. 72
hombre o mujer, percibe el mundo tal cual es. Segundo, podemos
predecir las elecciones que hará un decisor racional partiendo de
nuestro conocimiento del mundo real y sin contar con un
conocimiento de las percepciones del decisor o de sus modos de
calcular (obviamente debemos conocer la función utilitaria de él o de
ella).
Si, por otra parte, aceptamos la proposición de que tanto el
conocimiento como la facultad computacional del decisor están
severamente limitados, entonces debemos distinguir entre el mundo
real y la percepción y el razonamiento que el actor tenga sobre él.
Esto significa que debemos construir una teoría (y comprobarla
empíricamente) de los procesos de decisión. Nuestra teoría tendría
que incluir no solamente los procesos de razonamiento sino también
los procesos que generan la representación subjetiva del actor del
problema de decisión, su marco.
En la economía neoclásica, la persona racional siempre alcanza la
decisión que objetiva o sustantivamente es mejor en términos de una
función de utilidad. La persona racional de la psicología
cognoscitiva se desplaza de un lado a otro haciendo sus decisiones
de un modo tal que sea procesalmente razonable a la luz del
conocimiento y de los medios de computación disponibles”
(subrayado nuestro) (Simon, citado por North, 2001: 38).
Al respecto, North (2001) afirma que la exposición de Simon capta la
esencia de por qué “el procesamiento subjetivo e incompleto de la
información desempeña un papel crítico en la toma de decisiones”
(North, 2001: 38). Para García-Bermejo (2009), “el núcleo
argumental de Simon se basa en las limitaciones informativas y
cognoscitivas de los agentes, limitaciones que dependen, además, del
momento histórico y de los recursos informativos y de cálculo
disponibles en él” (García-Bermejo, 2009:331). De lo anterior se
deduce que dos puntos importantes en la noción de la racionalidad
de Simon son el problema de la información disponible y la
capacidad de cálculo de los seres humanos, dentro de un contexto
donde el mundo real es diferente del mundo percibido y razonado
respecto a él.
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Ahora bien, existen dos conceptos centrales en la noción de
racionalidad limitada: la búsqueda y la satisfacción. Para entender
mejor este proceso, Simon estudió a los ajedrecistas porque su
comportamiento está enmarcado en lo que él estaba investigando del
proceso cognitivo. Toda persona que necesita tomar una decisión se
forma una idea de lo que aspira y, en cuanto lo encuentra, termina su
búsqueda (Estrada, 2007). Así, en el caso del ajedrez, los jugadores
en el medio juego llegan a contemplar hasta cien variantes para
tomar sólo una de ellas en cuestión de minutos e incluso de
segundos, dependiendo del tiempo disponible.
Para cerrar este apartado, se abordará ahora el planteamiento clásico
de Simon sobre un modelo conductual de elección racional,
desarrollado en su artículo del mismo nombre en el año de 1955.
Para Simon (1955), los modelos de comportamiento racional (tanto
los globales usualmente construidos como los limitados)
generalmente requieren algunos o todos los elementos siguientes:
1. Un conjunto de alternativas de comportamiento (alternativas de
elección o decisión) que puede ser representado por un conjunto
A.
2. Un subconjunto de alternativas de comportamiento que el
organismo considera o percibe. Dicho subconjunto pueder
formalizarse como un conjunto A*, considerando que A* está
incluido en A, es decir, A* c A.
3. Los posibles estados futuros de las cosas o resultados de elección
representados por un conjunto de puntos S.
4. Una función de pagos representando el valor o la utilidad
establecida por el organismo para cada uno de los resultados
posibles de elección. Los pagos pueden ser representados por una
función real V(s), definida por todos los elementos s de S. Se
asume que una utilidad cardinal, V(s), ha sido definida.
5. La información sobre qué resultados en S realmente ocurrirán si
una alternativa particular a en A (o en A*) es elegida. Esta
información puede ser incompleta; esto es, puede haber más de un
posible resultado s para cada alternativa conductual a. Por tanto,
la información se representa como un mapeo de cada elemento a
en A sobre un subconjunto Sa.
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6. La información como la probabilidad de que un resultado
particular se derivará si un comportamiento alternativo particular
es elegido. Ésta es una información más precisa que la referida en
el punto anterior, ya que se asocia a cada elemento s en el
conjunto Sa una probabilidad Pa (s) (la probabilidad de que s
ocurra si a es elegida). La probabilidad Pa (s) es una función real,
no negativa con ∑ .
De acuerdo con Simon, del conjunto de puntos anteriores se pueden
definir procesos de elección racional que corresponden a modelos
ordinarios de probabilidad y de juegos. Las reglas básicas que dichos
modelos contemplan son: la de Max-Min, probabilística y de certeza.
Como se observa, estas reglas son muy estrictas para que un
organismo ordinario pueda cumplirlas. De ahí que Simon plantee
una serie de simplificaciones esenciales para hacer que los modelos
reflejen las conductas reales de los organismos, cuando menos a
nivel aproximado. Entre las modificaciones centrales que Simon
propone están: una simple función de pagos, mapeo refinado de la
información y ordenamiento parcial de pagos. De lo anterior se
desprende que los procedimientos de decisión propuestos no
garantizan la existencia o unicidad de las soluciones. En ese sentido,
Simon señala -a diferencia de los modelos de racionalidad global o
sustantiva donde previamente las alternativas son analizadas antes
de tomar la decisión- que en la vida real los seres humanos examinan
las alternativas de manera secuenciada; cuando esto es así es posible
considerar la primera alternativa satisfactoria (que es evaluada)
como aquélla que es seleccionada. Por ejemplo, el jugador de ajedrez
encuentra una alternativa para forzar el mate para su oponente; él
generalmente adopta esta alternativa sin preocuparse de otras
posibles opciones que también llevan a desencadenar el mate
(Simon, 1955: 110).
Considerando ahora, en vez de una situación de elección estática
única, una secuencia de tales situaciones, resulta que el nivel
aspiracional que define una alternativa satisfactoria puede cambiar
en esa secuencia. Al respecto, un principio general que plantea
Simon es que el individuo, en su exploración de alternativas,
encuentra fácil descubrir alternativas satisfactorias y su grado de
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la recionalidad acotada de H. Simon
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aspiración se eleva; en contrario, si encuentra difícil descubrirlas, su
nivel de aspiración baja. Tales cambios en los niveles de aspiración
tenderían a llevar a una cuasi-unicidad de las soluciones
satisfactorias y también tendería a garantizar la existencia de tales
soluciones.
Así, pues, el argumento central del artículo referido es que el
comportamiento de los organismos no conoce en general los costos
(de descubrir alternativas) y tampoco tienen un conjunto de pesas
(criterios) para comparar los componentes de un pago múltiple. Esto
explica por qué las limitaciones (reales) sobre su conocimiento y
capacidades hacen que los modelos globales de racionalidad sean
menos significativos y útiles que los descritos por los modelos de
racionalidad limitada (Simon, 1995: 112).
En la conclusión del artículo que se viene analizando, Simon afirma
que la aparente paradoja que enfrenta la teoría económica de la
empresa y la teoría de la administración, las cuales intentan ocuparse
del comportamiento humano en situaciones en las que dicho
comportamiento es, al menos, intencionalmente racional; mientras,
al mismo tiempo, se puede mostrar que si se asume el tipo global de
racionalidad de la teoría neoclásica, los problemas de la estructura
interna de la empresa o de otra organización prácticamente no
existen (largely disappear). Tal paradoja se esfuma y los contornos
de una teoría empiezan a emerger cuando se sustituya al “hombre
económico” o “administrativo” por un organismo con limitaciones
de conocimiento y habilidades (Simon, 1995: 114).
En resumen, se puede decir que las aportaciones que ha hecho la
psicología cognitiva a la economía -a través de la economía del
comportamiento- han sido considerables; prueba de ello es el
reconocimiento del Premio Nobel que han tenido algunos destacados
académicos de esa área del conocimiento, empezando por Simon,
Selten y Khaneman. Sobre todo porque se ha partido del proceso real
de toma de decisiones y se ha puesto a prueba en el laboratorio
mediante algunos experimentos que han dado buenos resultados, y
que ponen en entredicho la noción de racionalidad estándar, en
Leobardo Plata Pérez, et. al. REV. MEX. DE EC. AGRÍC. Y DE LOS REC. NAT.
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algunas situaciones no contempladas en los modelos que la
sustentan.
Una de las principales aportaciones de Simon, probablemente la más
importante, es la idea de la racionalidad limitada. Simon parte de la
toma de decisiones en las organizaciones para descubrir que no son
explicadas por la teoría económica dominante sino que, al contrario,
contradicen los preceptos básicos del hombre económico (ser
racional). Es por ello que Simon plantea la tesis de que, debido a las
limitaciones en la capacidad de cálculo y en el acceso a la
información disponible, el ser humano no busca la mejor opción sino
sólo aquélla que le satisface, considerando un cierto nivel de
aspiración (mismo que puede cambiar dependiendo del grado de
dificultad de la búsqueda de alternativas); en cuanto el agente
encuentra una alternativa satisfaciente, en ese momento termina la
búsqueda de opciones. De ahí que una de las diferencias
fundamentales de la racionalidad de Simon, con respecto a la
estándar, es realmente el procedimiento y la búsqueda de
satisfacción en la toma de decisiones individuales. La diferencia está,
dice el propio Simon, “entre buscar en un pajar la aguja más
puntiaguda que haya en él y buscar en el pajar una aguja lo
suficientemente puntiaguda para coser con ella” (Simon, citado por
Collacciani y Gulayin, 2005:22).
Por otro lado, Simon critica el enfoque que se le da a la racionalidad
orientada a los resultados (racionalidad sustantiva), dejando de lado
el proceso decisorio que también es muy importante. En ese sentido,
propone una racionalidad procesual que representa
conceptualmente a dicho proceso.
Finalmente, las investigaciones de Simon no eran sólo
planteamientos teóricos, sino que, en la medida que lo permitían los
métodos y las técnicas disponibles, trató de contrastar sus ideas,
dándoles un sustento empírico. Así es como desarrolló programas
heurísticos y de inteligencia artificial para apuntalar sus
aseveraciones.
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la recionalidad acotada de H. Simon
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Comparación entre la Racionalidad Estándar (RE) y la
Racionalidad Acotada (RA) de H.A. Simon
Después de haber analizado los modelos, por separado, de la
racionalidad estándar y la racionalidad acotada, ahora corresponde
hacer un intento por desentrañar cuáles son las posibles semejanzas
y diferencias que existen entre ambas racionalidades, con el fin de
poder llegar a una conclusión plausible de las relaciones existentes
entre ellas, y si hay suficientes elementos para considerar a la
racionalidad acotada como una verdadera alternativa a la
racionalidad estándar o bien si conforma un perfeccionamiento de
esta última. Primero se abordarán las posibles semejanzas y, al final,
las diferencias; derivado de lo anterior se esbozan algunas
conclusiones tentativas.
a) Lo que hay de común entre RE y RA
La principal característica que comparten la RE y la RA es que su
punto de partida para el estudio del comportamiento humano es la
acción individual. El individualismo metodológico4 sostiene que las
fuentes de la acción deben buscarse a nivel de respuestas
individuales específicas (Pereyra, 2002; Collacioani y Gulayin, 2005;
Crespo, 2009). Esto tiene su antecedente en la forma de explicar el
proceso económico a partir de un ente individual que en sus inicios
era Robinson Crusoe; ahora, con los grandes avances matemáticos,
se han formalizado muchos aspectos de la teoría (con el desarrollo de
modelos cada vez más sofisticados) pero sigue manteniéndose el
mismo punto de partida del análisis. Esto se comprueba, por
ejemplo, en los textos de microeconomía, los cuales inician con una
exposición de la toma de decisiones individuales.
En segundo lugar, se deja de lado el contexto social en términos
históricos en que se desarrollan las acciones individuales y del que,
en cierta medida, son resultado; se habla de individuos y mentes
ajenos a una realidad concreta (Modarres-Mousavi, 2002). En esa
línea, Heilbroner y Milberg (1998) sostienen que reconocer las raíces 4 Término acuñado por Schumpeter (1908) y es uno de los métodos más usados en economía (Crespo, 2009).
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sociales de toda conducta lleva a la concepción de que las
macrofundaciones deben preceder al microcomportamiento (y no a
la inversa como sucede habitualmente en economía); por lo mismo,
llegan a la conclusión de que “…hasta que el contexto social del
comportamiento económico sea reconocido abiertamente, la
economía será incapaz de tener un papel útil como intérprete de las
perspectivas humanas” (Heilbroner y Milberg, 1998: 22).
Aunque es justo reconocer que el planteamiento de Simon es más
realista en el sentido de partir de observaciones empíricas pero, al
final, se aleja del mundo terrenal, la cuestión es que si bien el
proceso psicológico es importante para conocer el proceso de toma
de decisiones, también es cierto que está determinado por una
realidad concreta, material, en que se desenvuelven los individuos
que, más que aislados, son producto, en buena medida, de sus
circunstancias (medio social). Hay que considerar también la
actuación del hombre que transforma esas circunstancias y, con ello,
se transforma a sí mismo. Por otro lado, no se cuestiona el statuo
quo del sistema social en que se toman las decisiones y se da por
hecho su existencia y conservación.
En tercer lugar, el mecanismo de elección en ambas racionalidades
es intencional y la explicación también lo es. Esto quiere decir que el
tipo de conducta está orientado a un fin concreto, utilizando una
serie de medios para alcanzarlo. En ese sentido se habla de que la
explicación es teleológica, es decir, explica los hechos en función del
objetivo que se desea alcanzar.
En cuarto y último lugar, las dos racionalidades se pueden
considerar subjetivas en la medida en que al estudiar los resultados
de la toma de decisiones se hace con base en un valor esperado desde
el punto de vista del decisor (por lo mismo es subjetivo), de la
satisfacción o utilidad que obtiene al lograr el objetivo propuesto. En
el caso de las empresas o del consumidor, ambos buscan una utilidad
que en los términos de la RE es máxima, en tanto que en la RA es
satisfaciente.
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la recionalidad acotada de H. Simon
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En resumen, las principales semejanzas entre la RE y la RA consisten
en que ambas parten del individualismo metodológico (sin
considerar el contexto histórico y social que define la toma de
decisiones individuales), hay una tendencia marcada a la modelación
matemática y juega un papel determinante las preferencias y
expectativas del agente en la elección (valoración subjetiva).
b) Las principales diferencias entre RE y RA
Para facilitar la exposición de este apartado se parte de los cuadros 1,
2 y 3 que aparecen más abajo, donde se hace un contraste de las
racionalidades mencionadas atendiendo a varios criterios de
comparación y tomando como base las unidades conceptuales de
análisis expuestas a lo largo del artículo. En primer lugar, se abordan
las diferencias más importantes presentadas en el (cuadro 1.
Posteriormente, en los cuadros 2 y 3 se mencionan otras diferencias
no menos importantes y que se derivan del análisis realizado líneas
arriba.
Cuadro 1. Comparación entre la racionalidad estándar versus
racionalidad acotada
Racionalidad
Mundo real y
percibido
Modelo de
hombre
Conocimiento
del medio
Capacidad
de cálculo
Estándar Único Homo
economicus Completo Ilimitada
Acotada Distinto Administrativo Incompleto Limitada
Fuente: Elaboración propia
De acuerdo con el análisis previo de las racionalidades y con el
Cuadro 1, se desprende que las principales diferencias entre la RE y
la RA estriban en la manera en que se concibe al individuo tomador
de decisiones: mientras que en la primera se trata de un ser con
capacidad ilimitada y conocimiento completo, en la segunda es
exactamente lo contrario, es decir, son limitadas esas características.
Esto tiene una base empírica que Simon destaca al partir de la
realidad objetiva en el proceso real de toma de decisiones en la
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administración. Es por ello que él confronta al hombre económico
con el hombre administrativo. Detrás de esas diferenciaciones se
encuentra la manera en que están relacionados el mundo real y
percibido por el individuo; esto es, mientras en la RA son
considerados ambos como uno solo (único), en la RA sí contempla
una clara diferencia entre ellos. Las consecuencias inmediatas de eso
estriban en que, en el primer caso, es posible predecir las decisiones
que tomará un individuo; en el segundo caso, es más compleja la
relación y requiere de una teoría que considere los procesos de
razonamiento y de la representación subjetiva del agente (su marco);
por eso mismo es más difícil modelarlo.
Cuadro 2. Comparación entre la racionalidad estándar versus
racionalidad acotada
Racionalidad Clase de
racionalidad
Criterio
de decisión
Modelación Tipo de
supuestos
utilizados
Estándar Sustantiva o
Instrumental
Maximización Desarrollada Irreales (as
if, como si)
Acotada Procesual Satisfaciente Incipiente Realistas
Fuente: Elaboración propia
Simon señala como un punto débil de la RE el hecho de que se
avoque a los resultados, dejando de lado el proceso mediante el cual
se lleva a cabo la decisión; por eso habla de dos tipos de racionalidad
que forman parte del proceso real de toma de decisiones: la
sustantiva y procedural, respectivamente. Es también destacable la
diferencia en el criterio de decisión, por cuanto éste es uno de los
pilares de la RE y uno de los supuestos más frecuentes en los
modelos económicos: la maximización. En ese sentido, ha sido
también uno de los más criticados por la evidencia empírica que,
como ya se dijo, sostiene la teoría de la utilidad esperada y los
experimentos serios demuestran que el postulado de maximización
no se cumple en varios casos. Ante ello, Simon propone un supuesto
más realista, derivado de su observación directa y experiencia
profesional en la administración pública y privada: el ser humano,
más que buscar la maximización del beneficio o la utilidad, busca
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la recionalidad acotada de H. Simon
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una alternativa suficientemente buena, por las restricciones que
tiene en su capacidad de cálculo y del conocimiento del medio, es
decir, una racionalidad satisfaciente que es cambiante en la medida
que los niveles de aspiración cambian en función del grado de
dificultad para encontrar y acceder a una alternativa posible. Con lo
anterior, Simon debilita el requisito maximizador como criterio de
decisión, conformándose con una racionalidad diferente:
satisfaciente y preocupada por el procedimiento.
Adicionalmente, los modelos de RE y RA son diferentes en la medida
que los supuestos que los sustentan también lo son: en los primeros
se parte de la visión de Friedman sobre el énfasis que pone en la
predicción de la teoría y no en los supuestos realistas; en cambio,
Simon señala la necesidad de supuestos realistas que permitan
llegar, mediante aproximaciones en la teoría, a conocer mejor la
realidad económica. Por supuesto que la versión estándar cuenta con
un amplio desarrollo en los modelos, no así en la vertiente
simoneana donde en las últimas dos décadas ha habido intentos de
formalización pero son contados porque el proceso que la define es
más complejo.
Cuadro 3. Comparación entre la racionalidad estándar versus
racionalidad acotada
Racionalidad Clase de
razonamiento
Proceso
de elección
Estado de las
preferencias
Proceso
adaptativo
Estándar Deductivo Repetitivo
( regular)
Son existentes Simple
Acotada Inductivo Cambiante Se construyen Complejo
Fuente: Elaboración propia
Es importante recordar la diferenciación que hace Simon del mundo
real y percibido, en tanto que para la RE es lo mismo; esto hace que
se conciba un mundo simple, a diferencia del mundo real que es
complejo y en el que la adaptación del individuo a ese medio también
lo es. Esta diferencia impacta directamente en las preferencias que
tiene el agente y permite conocer mejor el proceso de decisión: en la
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RE se parte de que las preferencias ya existen, es decir, son dadas; no
así en la RA, donde se construyen, esto es, el individuo busca las
alternativas y cuando encuentra una lo suficientemente buena,
termina la búsqueda. En el mismo tenor están las diferencias en
cuanto al proceso de elección: para la RE es repetitivo, regular,
consistente; en tanto que para la RA no lo es así, es cambiante en la
medida que el marco cambia. En la primera, los razonamientos son
en general deductivos, mientras en la segunda es más frecuente el
uso de razonamientos inductivos, en la medida que trata de
incorporar el proceso real de toma de decisiones.
De lo desarrollado hasta aquí pudiera quedar la idea de que en la
teoría neoclásica los supuestos son tan restrictivos que el hombre
ideal se aleja del hombre real, común, lo cual podría caer en una falsa
apreciación de sus aportaciones. No obstante, la simplicidad, la
consistencia y el alto grado de matematización de los modelos de RA
han logrado desarrollos importantes en la ciencia económica,
mismos que pueden considerarse en conjunto como lo es la mecánica
clásica en la física, pero también tienen sus limitaciones importantes
que no deben pasarse por alto, bien señaladas por Simon y otros
autores como Allais, Sen, Khaneman, Selten, entre otros.
CONCLUSIONES
Hemos hecho un recuento relativamente breve del desarrollo de los
fundamentos, avances y principales extensiones y críticas a la teoría
de las decisiones de los agentes económicos. Los intentos de mejora y
extensiones de la teoría VNM no fueron abordados todos, nos
limitamos a los que han sido más conocidos, desde nuestro punto de
vista, los cuales se centran directamente en la paradoja de Allais o la
de Ellsberg. No abordamos el problema de la consistencia dinámica,
ni la teoría de utilidad basada en rangos o la teoría de la utilidad
basada en casos, entre otros importantes desarrollos. El motivo ha
sido la extensión del trabajo y la motivación original del mismo, la
cual tenía que ver con el papel de los trabajos de Simon en el
desarrollo de la teoría económica moderna. Dedicamos lo que sigue
de esta sección a las conclusiones sobre este punto. Se reafirma la
idea inicial en el sentido de que la racionalidad acotada es un
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perfeccionamiento de la racionalidad estándar dominante, en los
siguientes términos:
a) No se propone cambiar de paradigma de análisis de la teoría
económica, simplemente se trata de enfocar mejor el lente para que
la toma de decisiones parta de situaciones más realistas y se pueda
contrastar con la evidencia empírica. Aun cuando en el
planteamiento de Simon hay un relajamiento de los supuestos del
modelo de elección racional, existen también varios puntos en
común importantes que hacen de la racionalidad acotada un pariente
muy cercano de la racionalidad estándar (véase individualismo
metodológico, subjetivismo, sin contexto social, etc.). Simon se
apoya más en los avances de la psicología cognitiva para apuntalar
sus análisis en el ámbito económico (behavioral economics) y eso ha
fortalecido los desarrollos en la teoría económica en su conjunto,
pero no es una ruptura de paradigmas sino un enriquecimiento de la
teoría económica.
b) La evidencia empírica (léase experimentos) es cada vez más
abundante en el sentido de que no se confirman uno o varios de los
supuestos de la teoría de la utilidad esperada, base de la racionalidad
estándar, lo que ha provocado nuevos desarrollos de corrientes en la
economía, entre ellas la economía del comportamiento, la
evolucionista e institucionalista, algunos de cuyos soportes son
semejantes en ellas.
c) Cada vez más estudios, sobre todo empíricos, abordan la
racionalidad acotada diseñando modelos que según sus autores
explican mejor los fenómenos ecónomicos que aquellos sustentados
en la racionalidad estándar, por ejemplo, en la organización
empresarial, las finanzas, leyes, etc. Pero es todavía muy reducido su
número respecto al caudal de estudios de la racionalidad estándar.
La razón estriba, entre otras, a que la racionalidad acotada, por su
propio contenido, es más compleja y eso ha complicado su proceso
de formalización.
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d) Por lo anterior, se puede concluir que las diferencias entre la
racionalidad acotada y la racionalidad estándar son de grado y no de
concepción profunda que pudiera llevar a una ruptura final; lo que se
observa es que poco a poco los académicos de la corriente principal
en economía (mainstream) van adoptando estos nuevos desarrollos,
intentando en algunos casos hacer experimentos y estudios
concretos, y en otros tratando de operacionalizarlos vía su
formalización o axiomatización.
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