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University of Calgary PRISM: University of Calgary's Digital Repository Graduate Studies The Vault: Electronic Theses and Dissertations 2016-01-08 Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición Literaria Latinoamericana Tapiero Acuña, maria http://hdl.handle.net/11023/2731 master thesis University of Calgary graduate students retain copyright ownership and moral rights for their thesis. You may use this material in any way that is permitted by the Copyright Act or through licensing that has been assigned to the document. For uses that are not allowable under copyright legislation or licensing, you are required to seek permission. Downloaded from PRISM: https://prism.ucalgary.ca

Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

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Page 1: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

University of Calgary

PRISM: University of Calgary's Digital Repository

Graduate Studies The Vault: Electronic Theses and Dissertations

2016-01-08

Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la

Tradición Literaria Latinoamericana

Tapiero Acuña, maria

http://hdl.handle.net/11023/2731

master thesis

University of Calgary graduate students retain copyright ownership and moral rights for their

thesis. You may use this material in any way that is permitted by the Copyright Act or through

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Page 2: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

UNIVERSITY OF CALGARY

Rojo, amarillo y verde de Alejandro Saravia: Mito e Identidad en la Tradición Literaria

Latinoamericana

by

Maria Alexandra Tapiero Acuña

A THESIS SUBMITTED TO THE FACULTY GRADUATE STUDIES

IN PARTIAL FULFILLMENT OF THE REQUIREMENTS FOR THE

DEGREE OF MASTER OF ARTS

GRADUATE PROGRAM IN FRENCH, ITALIAN, AND SPANISH

CALGARY, ALBERTA

JANUARY, 2016

© María Alexandra Tapiero Acuña, 2016

Page 3: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

ii

Abstract

The purpose of this thesis is to show in Rojo, amarillo y verde, the novel by Alejandro Saravia,

the experience of a Latin American exiled in Canada during the 1980´s. This experience is

revealed in this novel in relation to the tradition of Myth and Archive in Latin American

literature, using the works of Roberto González Echevarría as a theoretical base. Special

emphasis is given to the challenges the storyline faces in order to show how, through polyphony,

the characters outline the changing features of their identity in Canada. This identity is distant

from the essentialism of the 19th century, which was supported by a series of stereotypical

national symbols, such as the flag, the coat of arms, the anthem and one´s nationality. This

notion of an integral and shared commonality is now under challenge by the in-between identity

found in the cultural frontiers of nations and by the increasing process of transculturation.

Page 4: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

iii

Resumen

En Rojo, amarillo y verde se muestra la experiencia del exilio a Canadá, en los años 80, de un

latinoamericano. Así se revela la relación de la novela con la tradición de Mito y archivo en la

literatura latinoamericana, a partir de los trabajos de Roberto González Echevarría. Se presentan

los retos que la historia enfrenta para que mediante la polifonía de los personajes se perfilen los

cambiantes rasgos de su identidad en tierras de Canadá. Una identidad alejada del esencialismo

del siglo XIX, que se apoyó en símbolos como la bandera, el escudo, el himno y la nacionalidad,

para vislumbrar ahora una identidad en el in-between de las fronteras culturales y la

transculturación.

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iv

Agradecimientos

Mientras hacía mi maestría fueron muchos los aportes y motivaciones que recibí de distintas

personas a las cuales quiero agradecer profundamente: A la Dra. Rachel Schmidt por sugerirme

este programa y por sus comentarios en los ensayos que me ayudaron a formarme un sentido

crítico.

Al Dr. Luis Torres, mi supervisor de tesis, quien desde el primer momento mostró interés

en mi investigación. Gracias por su dedicación y disposición, pues eso alimentó objetivamente

mi análisis.

A Alejandro Saravia por su novela y por concederme la entrevista, gracias por la

amabilidad y buen deseo de responder a mi cuestionario.

A la Dra. Fresia Sánchez por sus cartas de referencia y por su apoyo y orientación en mi

trabajo como TA. También agradezco a la profesora Ana Val por su apoyo en mis tutoriales,

pues ellos enriquecieron mi experiencia académica. A Tamara y a Federica gracias por su

colaboración y solidaridad en cada cosa que necesité y en los momentos difíciles. Y al Dr. Ozouf

Amedegnato por su apoyo y entendimiento en las circunstancias que viví, pues me permitieron

culminar satisfactoriamente este programa.

Mil y mil gracias a mis compañeros de curso por su amistad, apoyo y confianza en estos

años de estudio: Daniela, Montse, Víctor e Isabel, ustedes fueron la sal de la tierra.

Page 6: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

v

A Natali y a Bertica, los motores de mi vida, y a todos los inmigrantes, refugiados y exiliados

que conforman la diáspora hispano-canadiense.

Page 7: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

vi

Índice

Abstract…………………………………………………………………………………………..ii

Resumen…………………………………………………………………………………………iii

Agradecimientos….……………………………………………………………………………...iv

Dedicatoria………………………………………………………………………………………..v

Índice……………………………………………………………………………………………..vi

Epígrafe…………………………………………………………………………………………viii

Introducción………………………………………………………………………………......…...1

Capítulo 1. Datos de la diáspora hispana al Canadá ............................................................................... 5

1.1. La diáspora hispana al Canadá ................................................................................................................................. 5

1.2. Antecedentes históricos de la diáspora hispana en Canadá ............................................................................ 7

1.3. Momentos históricos de la migración hispana en el siglo XX ..................................................................... 13

Capítulo 2. Contexto y desarrollo de la literatura hispano-canadiense ......................................................... 16

2.1. Contexto literario de la diáspora hispano-canadiense..................................................................................... 16

2.2. Desarrollo de la literatura hispano-canadiense ................................................................................................. 17

Capítulo 3. Alejandro Saravia y la estructura de Rojo, amarillo y verde ....................................................... 27

3.1. Alejandro Saravia ....................................................................................................................................................... 27

3.2. La estructura de la novela ........................................................................................................................................ 31

3.3. Personajes femeninos ................................................................................................................................................ 36

Capítulo 4. El mito, el archivo y las relaciones entre Rojo, amarillo y verde y Ollantay ..................... 42

4.1. Rojo, amarillo y verde en la tradición literaria Latinoamericana ................................................................ 42

4.2. Crítica del concepto de archivo ............................................................................................................................. 47

4.3. “Ollantay” como mito fundacional ....................................................................................................................... 49

4.4. Ollantay: El simbolismo del drama teatral y las relaciones intertextuales con la novela .................. 55

Capítulo 5. La memoria y su relación con el archivo y el mito ............................................................. 64

5.1 La memoria y su relación con el archivo y el mito ........................................................................................... 64

Capítulo 6. El caso Saravia en la literatura hispano-canadiense de comienzos del siglo XXI:

emigración y exilio .................................................................................................................................... 79

6.1. Los rasgos literarios de las migraciones ............................................................................................................. 81

Page 8: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

vii

6.2. La relación cultural de Cutipa con los personajes ........................................................................................... 82

6.3 Las marcas del exilio en Cutipa .............................................................................................................................. 89

6.4. Los rasgos polifónicos en Rojo, amarillo y verde ............................................................................................ 96

Conclusión ................................................................................................................................................................................ 99

Bibliografía .............................................................................................................................................. 102

Apéndice: Entrevista de M. Tapiero al escritor Alejandro Saravia ................................................... 108

Page 9: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

viii

Alta traición.

No amo mi patria.

Su fulgor abstracto e inasible.

Pero (aunque suene mal)

daría la vida

por diez lugares suyos,

ciertas gentes,

puertos, bosques de pinos, fortalezas

una ciudad deshecha, gris, monstruosa,

varias figuras de su historia

montañas

(y tres o cuatro ríos)

José Emilio Pacheco

Page 10: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

1

Introducción

Rojo, amarillo y verde es la experiencia de un latinoamericano que se exilia en Canadá en los

años 80, novela en la que se revelan importantes rasgos de la teoría desarrollada por Roberto

González Echevarría sobre la literatura latinoamericana, en Mito y archivo. La novela tiene una

estructura polifónica con personajes de identidad cambiante en su camino hacia Canadá y

durante su permanencia en ella. Una identidad alejada del esencialismo del siglo XIX que se

apoyó en símbolos como la bandera, el escudo, el himno y la nacionalidad, sin las complejidades

que hoy tiene la identidad en el in-between de las fronteras culturales y la transculturación.

En el capítulo inicial de este estudio presentamos un contexto histórico sobre el proceso

que vivieron los primeros inmigrantes hispanos a Canadá, las circunstancias que acentuaron el

proceso de desplazamiento y las leyes que implementó este país para facilitar la entrada de los

exiliados y demás inmigrantes. Seguidamente presento una revisión de la producción literaria

hispano-canadiense. Allí enuncio las características, el recorrido y la dinámica de un corpus

literario incipiente y en crecimiento; expongo los esfuerzos emprendidos para difundir la

literatura hispano-canadiense a nivel nacional e internacional, el papel de las editoriales hispanas,

anglófonas y francófonas que han participado en ese proceso.

Por ser parte de la diáspora hispana en Canadá escogimos al escritor boliviano Alejandro

Saravia, autor de la obra objeto de estudio. Se trata de una novela que no tiene una estructura

convencional, del tipo presentación, nudo y desenlace, sino que está llena de episodios con

recuerdos del protagonista, Alfredo Cutipa, quien es a la vez el narrador. Lo acompaña el

Escriba, a quien Cutipa le dicta sus memorias y que por momentos se confunde con Saravia; ese

juego entre los narradores lleva a que en momentos no sea perceptible la diferencia entre ellos.

También lo acompañan los personajes femeninos que aparecen y desaparecen, dependiendo de la

necesidad del autor de darles voz y vida. La novela gira en torno a dos grandes ideas, la negación

Page 11: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

2

de la madre patria y la parodia del poder. Alrededor de ellas se desarrollan los diálogos y la

memoria fluye a través de la escritura como un ejercicio liberador de la coacción política.

La fuente teórica de la tesis proviene de la conceptualización elaborada por Roberto

González Echevarría en su libro Mito y archivo. Allí el mito es el motor de búsqueda de los

orígenes fundacionales de las etnias que poblaron Latinoamérica. Ese mito aparece en la

literatura y en la novela y es representado en el drama teatral de Ollantay,1 que revela la

estructura militar, social y política pre-hispánica combinada con una crítica a los códigos

hispánicos. El archivo, por su parte, es el concepto que permite entender lo que se esconde, el

espacio donde se guardan los secretos de Estado y el origen del saber, la síntesis del poder y la

escritura. Es la forma artística de entender el origen y la identidad latinoamericana. González

Echevarría establece tres períodos en los cuales la literatura ha estado relacionada y ha imitado

los discursos hegemónicos. Un primer momento es el relacionado con el discurso notarial,

cuando la escritura imita la jerga jurídica durante La Colonia. Es un período en el que la retórica

legal legitima el poder y la autoridad. En un segundo momento la literatura recurre a los

discursos científicos de los viajeros en el siglo XIX, y por último la literatura bebe en las fuentes

del discurso antropológico del siglo XX.

Una segunda fuente teórica de este ensayo proviene del estudio clásico sobre la memoria

elaborado por Maurice Halbwachs. Este sociólogo estableció la existencia de una memoria

individual que está definida por las experiencias y los recuerdos que un individuo tiene, por lo

que vive y siente. Y la memoria colectiva o histórica que configura el imaginario nacional que

establecen los mecanismos de poder. Esa memoria que Abril Trigo define como un montaje

1 Para mayor claridad sobre este tema, ver: Escribir en el aire: ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en las literaturas hispanas, de Antonio Cornejo Polar en el que explora las representaciones teatrales de los Incas (pag. 75).

Page 12: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

3

“literario y pedagógico” patrocinado por los “aparatos ideológicos del Estado” para crear lo que

llaman, un “imaginario nacional” (Trigo 20).

Por último presentamos una reflexión sobre la transculturación en torno a las huellas de

dolor y muerte que deja el proceso de exilio y migración en tierras canadienses. Nos centramos

en el enunciado de Antonio Cornejo Polar,2 Fernando Ortiz y Ángel Rama sobre el encuentro de

culturas que critica la “deculturación” o “neoculturación,” por desconocer la posibilidad de

combinación de elementos de dos culturas sin que haya un despojo o pérdida de las culturas

implicadas. Así lo presenta Saravia con su melancólica crítica al pasado de la nación boliviana;

con los personajes que se pasean por el mercado Jean Talón, el sitio multicultural de Montreal

donde se mezclan las gastronomías de diferentes culturas; y cuando el personaje principal recorre

la ciudad en el tren sumergiéndose en diferentes universos lingüísticos.

Finalizamos, primero, examinando los rasgos polifónicos y de heteroglosia en la novela,

a la luz del trabajo de Mijaíl Bajtín. Así los percibimos cuando Alfredo Cutipa interactúa con los

personajes femeninos, por el juego de voces que entran y salen del escenario narrativo, aunque

las características de los diálogos no revelen una total polifonía en tanto los personajes no tienen

conciencias independientes, ni puntos de vista autónomos sino que dependen de la voz narrativa.

Es por ello que hablamos de heteroglosia porque en los diálogos se observa un “double voiced

discourse” en la medida en que las voces e intenciones de los personajes se ven refractados en

los del autor. Y segundo, mostrando las huellas del dolor y de la muerte que están entretejidas en

la escritura. El autor, por medio de algunas metáforas revela el dolor de la ausencia de su tierra

natal, la soledad en que vive, las muertes que experimenta y la forma de re-hacerse para seguir

2 Para una mayor profundidad sobre la discusión que elabora Cornejo Polar y que dirige hacia otras líneas de trabajo, ver el texto, Escribir en el aire: ensayo sobre la heterogeneidad socio cultural en las literaturas andinas, en el que Cornejo Polar, por medio del concepto de heterogeneidad, deshace la noción fija de cultura e identidad, reivindicando una multiplicidad tanto étnica, como lingüística e ideológica y articulándolas con las nociones de Estado-nación (189).

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4

dictando al Escriba. Con esto, logra revivir por medio de la memoria, porque su vida debe seguir

para concluir la narración que le ha dado la salida a su dolor por medio de la escritura como el

vehículo que sirvió de proceso liberador.

Page 14: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

5

Capítulo 1. Datos de la diáspora hispana al Canadá

1.1. La diáspora hispana al Canadá

El objetivo principal que se pretende alcanzar en este primer capítulo es presentar el panorama

histórico de la diáspora hispana en Canadá y la configuración social que conformó los factores

de la expulsión de los países de origen. A la par con este panorama se presentan las políticas

sociales y migratorias que se implementaron en Canadá para permitir el ingreso de inmigrantes

hispanos. Dentro de ese escenario de recién llegados, se abordará el desarrollo de la literatura

hispano-canadiense, su dinámica, expansión y difusión dentro y fuera del entorno canadiense. En

concreto se presentará el autor de la novela objeto de la presente tesis, Alejandro Saravia, y en la

última sección del capítulo se llevará a cabo el análisis de la estructura de la novela Rojo,

amarillo y verde.

El contexto histórico y literario de la diáspora de la comunidad hispana incluye más de 20

países con diferentes orígenes étnicos incluyendo la península Ibérica. Esto hace que la diáspora

hispana sea heterogénea pues contiene un tejido de orígenes y experiencias históricas que son

conformadas por múltiples viajes a diferentes partes del globo, cada una con su propia historia y

particularidades distintivas. En efecto, toda diáspora encierra “configurations of power which

differentiate diasporas internally as well as situate them in relation to one another” (Brah 180).

Es por esto que la diáspora es un ente transformador visible, en un sentido local y transnacional,

que provoca cambios en las diferentes esferas de la sociedad receptora. Así que son las

especificidades sociales, políticas y culturales las que le dan significado a la diáspora. También,

la dinámica de toda diáspora encierra la necesidad de exteriorizar y narrar la experiencia misma

de tal movilidad y eso provoca una,

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6

confluence of narratives as it is lived and re-lived, produced, reproduced and

transformed through individuals as well collective memory and re-memory. It is

within this confluence of narrativity that ‘diasporic community’ is differently

imagined under different historical circumstances. By this I mean that the identity

of the diasporic imagined community is far from fixed or pre-given. (Brah 180)

La diáspora, además, se enriquece con las historias que día a día se cuentan individual y

colectivamente. Etimológicamente la diáspora proviene del verbo griego diasperien, ‘to sow

over, or ‘scattering or sowing of seeds” y se usa para referirse a la gente que está dispersa a

través de espacios, fronteras y naciones por razones étnicas o raciales, pérdidas geográficas o

movimientos forzados de individuos que deben salir de sus lugares de origen porque dichos

individuos son considerados étnica, racial y/o politicamente diferentes a quienes están en poder.

Como se sabe, la diáspora más conocida es aquella del pueblo judío, que comienza después de la

destrucción del templo en Jerusalén en el siglo V. Para fines del presente estudio se utiliza la

definición de diáspora elaborada por Shain and Barth, quienes la definen como:

A people with a common origin who reside, more or less on a permanent basis,

outside the borders of the ethnic or religious homeland – whether that homeland is

real or symbolic, independent or under foreign control. Diaspora members

identify themselves, or are identified by others – inside and outside their

homeland – as part of the homeland national community, and as such are often

called upon to participate, or are entangled, in homeland-related affairs. (qtd in

Tettey and Puplambu 4)

La diáspora históricamente está conectada al tiempo y al espacio y por eso cada

experiencia es diferente para cada grupo. Dentro de este contexto, Katherine McKittrick en la

Page 16: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

7

International Encyclopedia of Human Geography identifica cuatro temas geográficos por medio

de los cuales la diáspora puede ser conceptualizada y expandida y que la distinguen de una mera

descripción de diversos viajes y culturas. Son: 1) el exilio, como el movimiento de población

basado en religión, etnicidad, raza o diferencias políticas que con frecuencia se relaciona con

violencia y/o genocidio. 2) La pérdida o el desplazamiento de la tierra natal. 3) La construcción

mutua de identidad y de lugar tal como se entienden por las comunidades migratorias. 4) Los

retornos, ya sean físicos o simbólicos (158).

1.2. Antecedentes históricos de la diáspora hispana en Canadá

El presente apartado explora la movilidad de la diáspora hispana en términos cuantitativos y las

circunstancias en que se ha presentado. Un sondeo de las rutas históricas de la diáspora hispana a

Canadá, remite a sus raíces en la península Ibérica. Data desde la llegada de los europeos a las

Américas a finales del siglo XV y ha sido un proceso en constante dinámica. Los españoles

estuvieron en el grupo de los primeros inmigrantes en llegar a Canadá ya que en el siglo XVII

pescadores vascos comenzaron a trabajar en Newfoundland. La migración moderna de España a

Canadá tiene tres períodos definidos en el siglo XX, a saber: el primero duró hasta 1957, un

período en el que había pocos inmigrantes españoles en Canadá. Por ejemplo, entre 1913-14

hubo un promedio de dos mil inmigrantes que ingresaron a Canadá; mientras que entre 1946 y

1956, entraron 2556. Durante el segundo período que va desde 1957 hasta 1960 ingresaron al

país 273 inmigrantes, y representa un momento importante en la historia de Canadá ya que la

inmigración española de este período obedeció a un acuerdo entre España y Canadá.3 Entre 1961

3 En este período el ingreso a Canadá se dio en tres momentos. El primero que ocurrió en mayo de 1957, se denominó “Operation Alce,” cuando se le dio prioridad a la entrada de parejas; el siguiente, fue en junio del mismo año, y se denominó, “Operation Bisonte” en el que ingresaron 98 hombres solteros; y el último fue en 1960 cuando ingresaron 50 mujeres solteras destinadas al trabajo doméstico. La inmigración española de este período fue posible por la creación del “National Emigration Institute” por parte del gobierno español cuyo fin era asistir a sus nacionales que buscaban salir del país. El ingreso de estos inmigrantes se dio bajo el gobierno del “Progressive Conservative Party” durante el mandato de John Diefenbaker entre 1957-1963. El

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8

y 1989 un total de 16184 españoles llegaron a Canadá. Los años de mayor inmigración fueron

1966, 1967 y 1968 (Cazorla 1208-1212).

La diáspora hispana se alimenta sustancialmente de la presencia de suramericanos. Hasta

1973 los chilenos no eran clasificados como un grupo específico en las estadísticas de

inmigración canadiense, y se les consideraba dentro del grupo de “South American.” El siguiente

año el gobierno canadiense decidió aumentar la cuota chilena para ayudar a los perseguidos por

el régimen militar, lo que implicó una presencia chilena muy significativa en Canadá. El proceso

de inmigración chilena se dio en cuatro fases. La primera, de 1974 a 1978, que significó el nivel

más alto de inmigración chilena y se caracterizó por la presencia de exiliados políticos. La

segunda transcurrió entre 1979 y 1982 con un declive en el número de chilenos que ingresaron

en el país. La tercera fase va de 1983 a 1986 y representó el nivel más bajo de inmigración desde

la primera fase. La cuarta comprendió los años de 1987 a 1992, durante la cual el número de

inmigrantes aumentó aunque se caracterizó no solamente por ser inmigrantes políticos sino

también económicos, debido a las difíciles condiciones de la economía chilena. Muchos chilenos

de los años 70 que emigraron por razones políticas, tenían la expectativa de retornar a su país una

vez que la situación política y social se restaurara, y esto provocó una resistencia a la integración

dentro de la sociedad canadiense. Después de la caída de la dictadura y de la restauración de la

sociedad civil en Chile algunos exiliados retornaron, muchos permanecieron pero ya con una

actitud de integración dentro de la cultura canadiense. En Canadá, Quebec ha sido la provincia

que ha tenido una estabilidad mayor en el número de chilenos; sin embargo, a raíz del boom

económico, muchos se desplazaron a Alberta o Manitoba buscando mejores oportunidades (Díaz

347-355).

acuerdo formó parte de los cambios implementados durante la dictadura de Franco para impulsar la economía hacia un modelo liberalizado de industrialización que a la vez coincidía con la necesidad del gobierno canadiense de traer inmigrantes al país (Cazorla 1210-1211).

Page 18: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

9

También es representativa desde comienzos del siglo XX la migración de argentinos a

Canadá por razones políticas y económicas. A comienzo de siglo eran pocos los emigrantes pero

entre ellos estaba el grupo de colonos galeses que habitaban la Patagonia y se asentaron en

Saskatchewan. La Ley de inmigración de 1952 facilitó la entrada de inmigrantes calificados lo

que coincidió con el declive en la economía argentina. Una segunda ola de inmigrantes llegó al

país y duró hasta 1973. Los 1286 argentinos que ingresaron a Canadá entre 1956 y 1963

declararon ser de descendencia europea pertenecientes a la intelligentsia urbana y ser

trabajadores calificados.

En el período comprendido entre 1964 y 1972 ingresó un promedio anual de 400

personas, número que fue en ascenso motivado por el incremento en la economía canadiense y el

descenso en la economía argentina. Esto trajo consigo el ingreso de empresarios y profesionales

que engrosaron el mercado laboral calificado en Canadá. Después de 1973 el promedio de

inmigrantes argentinos creció, y el nivel más alto tuvo lugar en 1975 con un promedio de 1567

personas cada año. A este período de ascenso del movimiento migratorio hacia Canadá

contribuyó la inestabilidad política argentina, la inflación y las actividades de grupos radicales

políticos que llevaron a algunos de ellos a hacer peticiones de refugio. La curva de migración

argentina hacia Canadá desciende en 1983 cuando se restauró la democracia en ese país austral.

Pero a comienzos de la década del 90 el número de inmigrantes argentinos volvió a aumentar y

algunos de los visitantes obtuvieron “landed immigrant status,” nuevamente por razones de la

inestabilidad económica en el país (Reus-Bazán 212-215).

Los países que componen el grupo más representativo de inmigrantes son los

centroamericanos: El Salvador, Guatemala y Nicaragua. El primero de éstos se convirtió en el

grupo más numeroso de refugiados centroamericanos. Los cambios en las políticas de

Page 19: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

10

inmigración canadiense hicieron de Canadá el destino para los salvadoreños después de Estados

Unidos. A partir de la Ley de inmigración canadiense en 19764 la admisión de refugiados se

regularizó y a comienzos de los años 80 hubo presión por parte de quienes tenían preocupación

por la situación en Centro América lo que llevó al gobierno canadiense a implementar políticas

que facilitaran la entrada, siempre y cuando las peticiones de refugio estuvieran respaldadas por

la demostración del estado de terrorismo en El Salvador. En 1993 se designó una nueva categoría

de inmigrantes que favoreció las peticiones de refugio: la “political prisoners and oppressed

persons” y de esta manera se avalaron peticiones antes rechazadas. Los datos de migrantes

salvadoreños no son muy claros en los años 80 ya que el gobierno tomó medidas en contra de

entradas de ilegales al país. Sin embargo, en 1991 el número ascendió considerablemente, hasta

llegar a unas 15.000 personas de origen salvadoreño. En el lapso entre 1974 y 1991 llegaron a

Canadá un total de 42.000 salvadoreños aunque los datos no son precisos por la falta de

respuesta de los censados y de las personas que estaban en espera de la respuesta de refugio

(Kowalchuk 1109-1115).

En el caso de Nicaragua, los aspectos económicos fueron los que determinaron el proceso

de desplazamiento hacia Canadá como resultado del embargo económico de Estados Unidos a

ese país y por el descontento frente al gobierno sandinista. Después de la revolución de 1979 los

adinerados que apoyaban a Somoza en su dictadura fueron los primeros emigrantes tras la

victoria Sandinista. Ellos se refugiaron en países como Estados Unidos, Costa Rica y Canadá, y

fue este último el receptor con mayor cantidad de inmigrantes nicaragüenses con calificaciones

4 Valerie Knowles en su libro Strangers at Our Gates, resume el propósito de la ley de inmigración implementada en el año en mención: “The Immigration Act of 1976 represented a significant shift in Canadian

immigration legislation. It was the first immigration act to clearly outline the fundamental objectives of Canadian

immigration policy, define refugees as a distinct class of immigrants and impose a mandatory responsibility on the

government to plan for the future of immigration” (169).

Page 20: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

11

profesionales. Nicaragua está considerado en el grupo de los 16 países con mayor número de

refugiados entre 1978 y 1987 (Kowalchuk 1008-1012).

El caso de Guatemala no es menos traumático ya que la migración hacia Canadá se dio

por circunstancias violentas que obligaron al desplazamiento poblacional. Entre 1980 y 1990 la

migración se dio principalmente por la ola de genocidios del terrorismo estatal particularmente

en la zona rural. Este fenómeno comenzó a finales de los años 70, en momentos de cambio en la

política de migración canadiense. Así la Ley de 1976 permitió que la gente pudiera entrar al país

bajo la categoría de refugiado. Como resultado, la inmigración desde Guatemala se dobló en la

década de 1975 a 1985. Los cambios en la política de migración hacia Canadá permitieron que

los habitantes pudieran solicitar sus visas de visitantes y hacer peticiones de refugio desde su

país, y por primera vez se podía recibir el estatus de refugiado desde el lugar de origen.

Adicionalmente, por razones humanitarias y al adherir a Guatemala en la lista de países

considerados como peligrosos para la deportación, se incrementó el ingreso de ciudadanos

guatemaltecos a Canadá. Ayudó en este proceso el hecho de que las peticiones de refugio hacia

Estados Unidos fueran rechazadas debido a la propensión a negar las peticiones provenientes de

dictaduras de derecha, incluyendo Guatemala cuyo gobierno Estados Unidos había apoyado

(Kowalchuk 1008-1012).

Esta breve relación de los principales países que han alimentado la diáspora hispana,

revela las transformaciones en las políticas migratorias de Canadá según los lineamientos

sociales y políticos de los países de origen. Sin embargo, no todos los grupos hispanos

ingresaron a Canadá por razones violentas. Muchos ingresaron también buscando oportunidades

de trabajo y un mejor nivel de vida.

Page 21: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

12

Asimismo, es importante resaltar las decisiones del estado canadiense que propiciaron un

giro en la composición de la población migrante. No de otra manera puede entenderse la

afluencia significativa de hispanoamericanos desde 1960 debido a la reducción de barreras

discriminatorias que enfrentaban los inmigrantes antes de 1967. En efecto, antes de los cambios

en la Ley de Inmigración de 1967, se les daba prioridad a los inmigrantes caucásicos de países

europeos, y sistemáticamente se excluían a todos los provenientes de Asia, África, América

Latina y el Caribe. Algunos estudios revelan que antes de 1960, no había virtualmente migración

de Latinoamérica a Canadá; pero desde la implementación de políticas a finales de la década,

hubo un gran salto en el número de hispanos que empezaron a vivir en suelo canadiense

(Simmons 283; Mata 31).

En 1967 las leyes de inmigración removieron las barreras por raza, sexo, religión y

nacionalidad. Se implementaron luego los criterios de igualdad en la selección de inmigrantes, en

el sistema de puntaje, basado en el conocimiento de inglés o francés, y las calificaciones

profesionales, la edad y nivel educativo. Las barreras que existían antes de 1967 fueron las que

hicieron que los inmigrantes provinieran en su mayoría de países europeos (Simmons 297; Chard

& Renaud 23). La implementación de la “non-racist immigration policy” dio un giro sustancial a

la composición racial de la población canadiense. “Statistics Canada” muestra que para 1961 el

porcentaje de minorías visibles era solo del 3% entre los inmigrantes, mientras que para 1996,

ascendió al 74% entre el grupo de inmigrantes, lo cual es un incremento considerable que

responde al cambio en las políticas migratorias (Chard & Renaud 23). Canadá es y continuará

siendo uno de los países que mayor número de inmigrantes recibe globalmente.

Page 22: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

13

1.3. Momentos históricos de la migración hispana en el siglo XX

Las cifras reveladas en la sección anterior pueden ser examinadas de una manera más sistemática

acudiendo a clasificaciones teóricas, como pasamos a hacer enseguida. Los latinoamericanos se

han desplazado a Canadá en diferentes momentos los que responden a diversas circunstancias

históricas, políticas y sociales, y también a los cambios en las leyes migratorias de Canadá que

favorecieron la entrada. Fernando Mata señala que el proceso de inmigración de

latinoamericanos a Canadá ocurrió en cuatro etapas. Un primer momento es lo que él llama “the

lead wave” ocurrido luego de los cambios de la ley de Inmigración Canadiense entre 1956 y

1969. Esta ola tuvo dos etapas, la primera entre 1956–1965, cuando ingresaron migrantes

capacitados profesionalmente provenientes de los países más industrializados de la región,

(Argentina, Uruguay, México, Venezuela, y Brasil), con vínculos etnolingüísticos europeos. La

segunda etapa se dio entre 1965 y 1969 y la integró mano de obra de Venezuela, Argentina y

Brasil (Mata 37).

Una segunda ola ha sido llamada “the Andean wave,” y se presentó entre 1973 y 1975,

con migrantes calificados y otros no calificados provenientes de Ecuador y Colombia, quienes lo

hicieron con grandes deseos de movilidad social. Muchos de ellos provenían de zonas rurales de

Ecuador y otros de zonas urbanas, especialmente de Bogotá y Quito. La afluencia de estos

inmigrantes durante este período es atribuido al acuerdo de Amnistía canadiense que legalizó el

estatus de estos inmigrantes que sufrían de discontinuidad laboral, barreras por el idioma y

choques culturales (Mata 38).

La tercera ola migratoria la denomina Mata “the coup wave.” Tuvo lugar en la década de

los años 70 cuando emigra la intelligentsia chilena como resultado de la represión política y

militar del régimen de Pinochet e incluye además, inmigrantes de Argentina y Uruguay. La

Page 23: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

14

migración chilena está sesgada hacia individuos educados, profesionales y trabajadores

calificados. En esos años ingresaron también personas de Argentina, Ecuador, México y Perú. Se

sugiere que estos flujos de inmigrantes viajaron a Estados Unidos durante los períodos de

turbulencia social en esos países (Mata 38; Simmons 294). El éxodo de profesionales y

trabajadores prosiguió incluso después del golpe militar.

A la cuarta ola migratoria se la conoce como “the Central American wave” y fue la

secuela de la represión que vino luego de la victoria de la revolución sandinista en 1979.

Comenzó en 1980 y está representada por una gran afluencia de nicaragüenses, guatemaltecos y

salvadoreños. Esta ola es muy diversa ya que presenta diversidad de estatus, población urbana

pobre, clase media rural y campesinado. Muchos de estos inmigrantes tienen un bajo nivel de

educación en comparación con “the lead wave” y subsecuentes olas (Mata 38). Los individuos de

esta cuarta ola son todos los que habían quedado cautivos en el fuego cruzado de la violencia de

la década de 1980 y fueron aceptados en Canadá como refugiados. Por ejemplo, los

nicaragüenses que se desplazaron a Canadá durante en ese tiempo estaban huyendo

primeramente de la violencia doméstica y el colapso económico de la nación. Este colapso surgió

por la guerra en Nicaragua y el embargo comercial que Estados Unidos impuso derivado del

gobierno Sandinista (Simmons 296).

La más reciente ola de inmigrantes latinoamericanos es de una categoría diferente,

aunque también obedece a solicitudes de refugio. Corresponde al perfil que se ha implementado

en las últimas dos décadas en las leyes de inmigración de Canadá y se orienta a estimular

inmigrantes según la categoría económica con el fin de mejorar la economía canadiense y la

integración dentro del mercado laboral de acuerdo a la edad, al nivel educativo y al conocimiento

de las dos lenguas oficiales de Canadá (Bonikowska et all 22).

Page 24: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

15

De acuerdo al censo de 1996, 176.970 inmigrantes latinoamericanos ingresaron a Canadá

reconocidos dentro del grupo de minorías visibles.5 Entre 2006 y 2011 el porcentaje de

inmigrantes provenientes de centro, Sur América y El Caribe representó el 12.3% de los

inmigrantes que ingresaron a Canadá (“Statistics Canada” 2011). En conclusión, las recientes

leyes de inmigración enfatizan en una clase económica de inmigrantes, con niveles más altos de

habilidades y competencias, menos índice de desempleo y un mayor poder adquisitivo.

Los datos que hemos dado, reiteramos, tienen como objetivo proveer un trasfondo factual

al estudio literario en que nos concentraremos más adelante. Como se ha visto, aunque la

emigración española e hispano-americana al Canadá no ha sido masiva, su crecimiento gradual

representa un importante aporte de talento artístico y creativo al país, al igual, que el talento que

hace florecer la literatura hispano-canadiense.

5 The Employment Equity Act define las minorías visibles como "persons, other than Aboriginal peoples, who are

non-Caucasian in race or non-white in colour" (Chard and Renaud 24).

Page 25: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

16

Capítulo 2. Contexto y desarrollo de la literatura hispano-canadiense

2.1. Contexto literario de la diáspora hispano-canadiense

Al pasar al contexto de la producción literaria de los inmigrantes de habla hispana, no es extraño

que muchas de las obras sean testimonios las experiencias vividas en sus países de origen y a la

par, refieran directamente las experiencias del contacto, inserción y alienación tras la llegada a

Canadá. Este fue el comienzo de un proceso de escritura y reconocimiento que tomaría tiempo y

trabajo para lograr la aceptación en las redes literarias canadienses. Debido a que el surgimiento

de la literatura hispana en Canadá es relativamente reciente, la crítica Elena Palmero señala que

la literatura hispano-canadiense ha carecido de una valoración y que ha existido un vacío a este

respecto. Lo más parecido a una crítica de la literatura hispana se ha hecho en Estados Unidos

con relación a “la literatura chicana, la neuyorican y las llamadas “literaturas del exilio” o

“literaturas de la diáspora hispánica” (66). Esta autora al escribir la historia de la literatura

latinoamericana en los tres volúmenes de Literary Cultures of Latin America. A Comparative

History, dice que no encuentra trabajos de investigadores de Latinoamérica sobre literatura

latinoamericana en Canadá.

El panorama de la literatura hispano-canadiense de comienzos de siglo está expuesto en

el libro de Hugh Hazelton, Latinocanadá. Allí analiza la obra de diez escritores hispano-

canadienses reconocidos en el ámbito académico y editorial. Hazelton seleccionó autores cuyos

trabajos escritos no hubieran sido traducidos al inglés. Y también tuvo en cuenta aspectos

socioeconómicos, es decir, que no se tratara solamente de inmigrantes que vinieron a Canadá

buscando asilo político sino también por otros motivos. Como se señaló anteriormente, los

primeros trazos históricos de la producción literaria hispana, provienen de textos de escritores

Page 26: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

17

españoles a finales de la década de los años 30 y se incrementó en los años 50 y 60 cuando más

inmigrantes españoles llegaron a Canadá en busca de trabajo y mejores condiciones de vida. De

acuerdo con Hazelton, las primeras publicaciones de escritores hispanos fueron las que hicieron

profesores universitarios, y la primera de ellas la hizo Manuel Betanzos Santos, en Boreal, una

revista trilingüe, editada en Montreal y que se publicó entre 1965 y 1970. A partir de 1970, la

revista comenzó a publicar los trabajos literarios de los inmigrantes latinoamericanos que

llegaban a Canadá, en su mayoría como exiliados políticos de los regímenes dictatoriales de

Argentina y Chile particularmente.

2.2. Desarrollo de la literatura hispano-canadiense

El estudio de esta literatura nos lleva a reconocer a quienes fueron los pilares de este movimiento

literario. En particular, nos referimos en primera medida al escritor español Jesús López

Pacheco, quien emigró a Canadá en 1968. Es considerado como el escritor hispano más

destacado que vivió en Canadá y fue uno de los primeros, entre los hispanos, en reflexionar sobre

los dilemas del exilio o de la emigración, del posible retorno, de lo que se dejó atrás. Fue poeta,

novelista y académico. En Canadá, como a todo inmigrante, el proceso de adaptación no le fue

fácil pero su refugio fue la escritura, por eso “tímidamente, como pidiendo perdón por su oscuro

dolor, el Poeta empieza ‘La segunda parte de su vida’” (Ignacio Soldevila 27). Existe un buen

número de artículos académicos publicados sobre la obra de López Pacheco como homenaje a su

trayectoria y contribución a las letras hispanas, la mayoría de ellos publicados por la Revista

canadiense de estudios hispánicos entre 1984 y 1985.

Cabe señalar que uno de los grupos de inmigrantes que se destacaron en los años 70 por

su aporte artístico es el chileno, que se radicó principalmente en Montreal y Ottawa, donde

publicaron periódicamente. Sus obras tienen que ver con la dictadura, el exilio, el conflicto de

Page 27: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

18

identidad y el sentido de desarraigo. La vinculación de varios de ellos al mundo académico abrió

camino a la actividad literaria y al énfasis en Latinoamérica. Así se estimuló la actividad editorial

y permitió la participación de poetas como Francisco Viñuela, Manuel Aránguiz, Gonzalo Millán

y Jorge Echeverry, que fueron los primeros en publicar en el ambiente hispano-canadiense.

Editoriales pequeñas como Cordillera facilitaron la publicación de los trabajos de José Leandro

Urbina, Jorge Echeverry y Naín Nómez, y la publicación en 1982 de la Literatura Chilena en

Canadá, primera antología de escritos latinoamericanos que apareció en Canadá.

A finales de los años 70 y comienzo de los 80 la comunidad inmigrante se desplaza de los

puntos urbanos de asentamiento que habían sido característicos entre los inmigrantes, Toronto,

Ottawa, Vancouver, Quebec, y mira otros horizontes urbanos y académicos como Edmonton,

Calgary y Winnipeg, es un momento de expansión de pequeñas editoriales hispanas,

circunstancias que van a la par con el interés de algunas editoriales anglófonas y francófonas en

publicar la producción de los escritores hispano-canadienses.

Los escritores hispanos en Canadá trabajan gran parte de los diferentes géneros literarios:

cuento, novela, ensayo corto, poesía, biografía, testimonios, teatro. Participan en espacios de

expresión y divulgación de sus trabajos mediante lecturas, festivales, antologías, entre otros. En

los festivales la participación ha trascendido el ambiente hispano y en algunos casos se ha

contado con la participación de escritores como Margaret Atwood y también de algunos

escritores latinoamericanos como el mexicano José Emilio Pacheco y el colombiano Álvaro

Mutis.

Otro mecanismo de divulgación de las letras hispanas es la antología, actividad editorial

que ha contribuido en la aparición de escritores hispanos. Así se evidencia en el ambiente

anglófono con la revista Canadian Fiction Magazine que público en 1987 algunos artículos y

Page 28: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

19

obras de escritores hispanos. Luego de esta que es considerada la primera publicación de una

editorial anglófona, vinieron otras editoriales como Cormorant Books, Williams-Wallace, Girol

Books y Broken Jaw, que se interesaron por publicar obras de Pablo Urbina, Pablo Urbanyi, Naín

Nómez, Gilberto Flores Patino, Alfonso Quijada Urías y Nela Rio. Se conoce también que por

estas calendas aparecen algunas editoriales francófonas como Balzac, VLB y Lanctot Editeur,

que publicaron obras de Pablo Urbanyi y Leandro Urbina, y la revista Boreal publicó la obra

completa de Mauricio Seguro (Palmero 68). En 1984 Diego Marín publicó una antología

bilingüe: Literatura hispano-canadiense: cuentos, poesía, teatro/Hispano canadian literature,

publicada por Alianza cultural hispano-canadiense en Toronto. Hay evidencia de la publicación

de más trabajos hispano-canadienses en algunas editoriales fundadas por hispanos, como

Cordillera, Split Quotation Press/Editiones, La Cita trunca, Verbum veritas, y Poetas.com.

Se conoce además de dos pequeñas editoriales establecidas en Toronto, una llamada

Oasis Publications que se especializó en hacer publicaciones bilingües y trilingües; y la otra

Artifact Editions que publica ficción y poesía de escritores hispano-canadienses. Merece citarse a

Yvonne Truque quien impulsó el Centre d’etudes et de diffusion des Ameriques hispanophones

(CEDAH).

Otras editoriales que han participado en la apertura de caminos de escritores hispano-

canadienses son: El Palomar, editorial fundada por el poeta guatemalteco Rodolfo Escobar;

Ediciones La Enana Blanca dirigida por el poeta, traductor y académico Hugh Hazelton, que

publicó textos bilingües y trilingües, y también coordina actividades culturales en Montreal. La

editorial de Jorge Cansinos, Les editions Omelic; Ediciones Unicornio y Yolanda Gómez Fourmi

Rose especializada en la producción de textos de mujeres escritoras.

Page 29: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

20

No obstante las dificultades manifiestas para la publicación y difusión de la literatura

hispano-canadiense, el mercado editorial ha tenido una activa dinámica y productividad. En los

últimos siete años ha habido publicaciones y actividades significativas en el esfuerzo por

mantener la presencia de la palabra hispana. Así se evidencia con la reciente publicación de Julio

Torres-Recinos y Margarita Feliciano, de Lumbre y relumbre: Antología selecta de la poesía

hispano-canadiense, que reúne a 19 escritores hispanos que residen en Canadá. Este libro fue

publicado en el 2013 por las editoriales, Antares, establecida en Toronto, y Lugar común, de

Ottawa. El mismo Torres-Recinos publicó junto con Luis Molina Retrato de una nube: Primera

antología del cuento hispano-canadiense, por la editorial Lugar común en el 2008, texto que en

2013 fue traducido al inglés por H. Hazelton y publicado por University of Ottawa Press.

En esta antología están los trabajos de Jorge Etcheverry, Nela Río, y Carmen Rodríguez,

y los de miembros de una nueva generación de escritores como Martha Batiz, y Felipe

Quetzalcóatl quienes enriquecen el canon de la literatura hispano-canadiense con diversos temas

y estilos. La antología presenta en total 22 autores hispanoamericanos y 42 cuentos traducidos al

inglés con el respaldo de la School of translation de la Universidad de Ottawa. Se trata, en suma,

de un gran esfuerzo literario de traducción inglés-español que pretende alcanzar de esta manera

un público más amplio dentro de la literatura canadiense (Torres-Recinos 6).

El trabajo arduo de las editoriales y editores ha sido fundamental en la dinámica y

actividad de la literatura hispano-canadiense. Luego de la publicación del libro de Hazelton,

Latinocanada, han aparecido nuevas antologías como: Iguana: Escribir el exilio, editorial Enana

blanca, editor Paul Carr, 2007; Las imposturas de eros: cuentos de amor en la postmodernidad,

publicada por editorial Lugar común en el 2009, con Luis Molina y Torres-Recinos como

editores; Cuentos de nuestra palabra en Canadá: Primera hornada, (2009) Ontario,

Page 30: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

21

recopiladores Guillermo Rose y Alex Zisman, editorial Nuestra palabra; La voz y la memoria

(2009), editada por Luis Torres y Luciano Díaz, publicada por RiL editores en Chile; Dieciocho

voces de la poesía hispano-canadiense (2010), editada por Pablo Ortiz y Nela Rio, publicada por

Acento editores, Guadalajara; Otras latitudes: Voces argentinas alrededor del paralelo 49

(2010), editado por Margarita Feliciano y publicado por Editorial Antares en Toronto; Borealis:

Antología literaria de El Dorado (2011), editada por Luciano Díaz y Jorge Etcheverry, publicada

por las editoriales Verbum veritas/La Cita trunca en Ottawa; Chilean Poets: A New Anthology

(2011), editada por Jorge Etcheverry y publicada por Marick press en Michigan (Van Bolderen

59).

Pari passu con la aparición de las empresas editoriales surgieron las revistas literarias:

entre ellas están Aquelarre dirigida por la escritora Carmen Rodríguez; Boreal; Trilce; The

Apostles Review que es una revista en línea dedicada a publicar narrativa, ensayo y poesía

hispano-canadiense. La revista Espíritu del valle fue una ambiciosa empresa de la primera oleada

de exiliados en Canadá; al igual que La botella verde. También hizo parte de las primeras

revistas, Alter Vox que publicaba poesía de escritores chilenos con traducciones al inglés y

francés. Los gestores de esta revista son activistas culturales que organizaron Boreal, el primer

encuentro de literatura en Canadá, y Boreal III, en el 2005, cuyos textos se publicaron en la

citada revista. Mapalé fue una revista que no tuvo un espacio comercial aunque actuaba como

editorial también. En ella publicaron escritores de diferentes provincias de Canadá y actualmente

se ha convertido en un modo virtual de promoción de las artes y de las actividades culturales y

comunitarias hispanas. También hay revistas que se desarrollan en el ámbito netamente

académico y dependen de la gestión de la directiva del momento. En general, las revistas

Page 31: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

22

hispano-canadienses se caracterizan por ser multifacéticas en cuanto a la promoción y ejecución

de actividades culturales.

Los cambios en la composición de la población inmigrante han incidido en la producción

literaria. En Canadá el número de exiliados hispanoamericanos ha disminuido, y los recién

llegados tienen otras inquietudes y sus escritos reflejan nuevas manifestaciones estilísticas y

temáticas. Tal como lo señala Jorge Etcheverry, las revistas de divulgación de la literatura

hispano-canadiense han sido una herramienta esencial para las comunidades exiliadas ya que han

promovido actividades culturales y literarias como parte integrante de dichas comunidades, han

dado paso a la formación del perfil de los escritores hispanos y han servido de punto de

encuentro.

Algunos escritores hispano-canadienses han trascendido el ámbito hispano y han llegado

a la audiencia anglófona. Así ha ocurrido con Carmen Aguirre, de origen chileno, quien además

es actriz y dramaturga. Su libro, Something Fierce: Memoirs of a Revolutionary Daughter, es

una autobiografía en inglés que ganó en el 2012 el prestigioso concurso de escritura CBC

Canada Reads y alcanzó la categoría de bestsellers en Canadá. Fue publicado por la editorial

canadiense Douglas & McIntyre. La autora fue reconocida entre los 10 hispanos más influyentes

en Canadá (RCI, Montreal, 24 Dic. 2014).

Otros hispano-canadienses que se han lanzado a escribir directamente en inglés son

Carmen Rodríguez quien hizo Retribution publicada por la editorial Women Press Literary en

Toronto en 2011; Otro trabajo de la misma autora fue And a Body to Remember With publicado

por la editorial Arsenal Pulp Press en Vancouver en 1997, finalista del Vancouver books awards

en 1998 y que es la versión en inglés de De cuerpo entero publicado por editorial Los Andes en

Santiago en 1997.

Page 32: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

23

Erick Martínez escribió The Sun Never Sets, publicado por editorial Antares en Toronto

en el 2014. Y Alejandro Saravia presentó en 2008 Lettres de Nootka, autor que escribe en inglés,

francés y español, y publica en las editoriales Artifac press y ediciones La Enana Blanca,

Toronto-Montreal. De Saravia también es su más reciente trabajo, L'homme polyphonique,

titulado en francés pero contiene poemas escritos en inglés y español, publicado por la editorial

Lugar común en el 2014 en Ottawa.

Merecen mención igualmente obras traducidas al inglés y francés, entre las que pueden

contarse, Latitudes de Gabriela Etcheverry, traducida por Yvonne Klintborn, y publicada por

editorial Antares en el 2010; Wayfarer: Poemas selectos/Seleted Poems, traducción de Ana

Maria Correa, editado por Lugar Común en Ottawa en el 2013. También vale la pena mencionar

la contribución que hizo Norman Cheadle al traducir al inglés el libro de Leopoldo Marechal,

Adán Buenosayres, publicado por la editorial universitaria McGill-Queen’s University press en

mayo del 2014.

La literatura hispano-canadiense ha contado con la presencia de editores anglófonos en

algunas publicaciones, tales como Richard Young, quien fue coeditor de la Antología de

literatura hispano-canadiense; La presence d’une autre Amerique que fue publicada por Hugh

Hazelton, quien fundó además las ediciones Enana Blanca, y ha contribuido en la difusión y en

la traducción de diversos trabajos literarios en Canadá. Otro trabajo fue Symbiosis: An

Intercultural Anthology of Poetry publicada por la editorial Girol books que fue fundada por el

norteamericano Peter Roster y el argentino Miguel Ángel Giella; otra publicación es

Compañeros publicada por Jan y Gary Geddes’ Cormorant books en Ontario y coeditada por G.

Geddes y Hazelton (Hazelton 271). Una de las recientes antologías, Iguana, la publicó ediciones

Page 33: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

24

Enana Blanca y fue editada por el norteamericano Paul Carr. Douglas & McIntyre es otra casa

editorial canadiense que publicó el libro Something Fierce de Carmen Aguirre.

Un fenómeno interesante que ha ocurrido con algunas de las publicaciones recientes es

que se han dado fuera de Canadá, entre ellas figuran: La voz y la memoria publicada en Santiago

de Chile por Ril editores; Dieciocho voces publicada por la editorial Acento en Guadalajara;

Chilean poets publicada por la editorial Marick press en Michigan y que es una colección de

poemas de escritores chilenos sobre la diáspora chilena; Entonces, libro de Julio Torres-Recinos,

publicado por Lord Byron ediciones en Madrid en el 2013. Estos datos permiten avizorar que la

literatura hispano-canadiense se está expandiendo y cada vez adquiere más visibilidad y espacio

internacional.

Finalmente, esta revisión de la literatura hispano-canadiense no estaría completa sin

mencionar algunos de los recientes artículos académicos que se han escrito al respecto. Como lo

señaló anteriormente Elena Palmero, la crítica al corpus literario hispano-canadiense es

relativamente reciente, lo más cercano a la crítica de la literatura hispano-canadiense ha sido lo

que se hace sobre la literatura chicana o del exilio de Estados Unidos. Pasamos ahora a

relacionar los aportes que han hecho la crítica a la literatura hispana en Canadá.

Norman Cheadle escribió un artículo titulado, “El Canadá americano de Alejandro

Saravia”; y junto con Lucien Pelletier, Cheadle fue editor del libro bilingüe inglés/francés

titulado, Canadian Cultural Exchange. Translation and Transculturation/Echanges Culturels au

Canada. Traduction et Transcuturation, que incluye artículos de José Antonio Giménez Micó y

Hugh Hazelton.

En la Revista anual de estudios literarios Contexto (2011), se publicó, “Desplazamiento

cultural y procesos literarios en las letras hispanoamericanas contemporáneas: la literatura

Page 34: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

25

hispano-canadiense” de Elena Palmero. Esta última fue también la editora del dossier en el que

publicaron, Luis Torres, Nela Rio, Norman Cheadle, Julio-Torres Recinos, Luis Alberto

Ambroggio, Hugh Hazelton, Jorge Etcheverry y Luis Molina Lora.

De particular interés son los artículos de José Antonio Giménez Micó titulado “Rojo,

amarillo y verde de Alejandro Saravia: entretejiendo un imaginario planetario en los albores del

siglo XXI,” “Latin Americanizing Canada,” “Estudios hispánicos canadienses: estableciendo

vínculos intramuros y extramuros,” “Rojo, amarillo y verde: más allá y más acá del estado-

nación.”

Por último, están los artículos sobre la obra de Nela Rio. Esta escritora y pintora ha

provocado interés en el mundo académico canadiense y fuera de él. Entre los trabajos más

recientes sobre esta escritora argentina encontramos: “El compromiso ético-poético en los

poemas de En las noches que desvisten otras noches de Nela Rio”, escrito por Luis Torres; “Rio,

Nela. En las noches que desvisten otras noches/During Nights that Undress Other Nights,” por

Clare Sullivan; “Nela Rio, “ese hacerse siempre,” por Aimée G. Bolaños. En el año 2010 Elena

Palmero escribió dos artículos sobre esta autora argentina: El primer artículo titulado, “Espaços

da imaginação migrante na literatura hispano-canadense: uma topologia imaginada no universo

criativo de Nela Rio,” publicado en el libro, Território & Cultura: Relações literárias

interamericanas. Y el artículo titulado, “Palimpsesto y travestismo literario en los diálogos

poéticos de Nela Rio,” que se encuentra en el libro, Reescrituras y transgenericidades.

Con estas últimas citas culminamos la presentación de la literatura hispano-canadiense

dentro y fuera de Canadá. Se ha abierto paso a un camino difícil, interesante y muy dinámico

hacia la comprensión de la literatura de los migrantes latinos en Canadá. Esto puede

comprobarse en la diversidad de las publicaciones. Los escritores han tenido que ejercer diversos

Page 35: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

26

roles, como embajadores, promotores culturales y académicos. El bilingüismo, el trilingüismo y

la traducción han sido parte esencial para el reconocimiento de la literatura y de los escritores

hispanos en Canadá. La polifonía, como lo afirma Saravia, ha sido parte fundamental de la

expansión y alcance de la presencia latinoamericana en el mercado cultural. Fundamental para la

propagación de la literatura hispana ha sido el dinamismo de los escritores, y una serie de

relaciones, contactos nacionales e internacionales, que encajan dentro del sistema global de

modernización y transnacionalización de la literatura y dentro de la condición multicultural de

Canadá. Como hemos visto, la producción del corpus literario hispano-canadiense no está

limitada a la escritura en español, de hecho se enriquece con la producción bilingüe y trilingüe, y

la difusión por entidades anglófonas y francófonas. Todo el trabajo que reseñamos rinde un

homenaje al talento humano, a la experiencia migratoria y del exilio; a la memoria, al lenguaje y

a la creatividad artística implícita en cada uno de ellos.

Page 36: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

27

Capítulo 3. Alejandro Saravia y la estructura de Rojo, amarillo y verde

3.1. Alejandro Saravia

El escritor boliviano nació en Cochabamba en 1962 y abandonó Bolivia en 1986 y se estableció

posteriormente en Brossard, Quebec. Saravia formó parte de la ola migratoria ligada a motivos

de exilio y pertenece a la nueva generación de escritores latinoamericanos en Canadá. De familia

de clase media, su padre fue funcionario de un banco estatal y su madre trabajó en radio difusión

y luego como secretaria. Estudió en el Canadian Baptist Institute dirigido por jesuitas donde

inició sus estudios en inglés. Ha publicado Ejercicio de serpientes (1994), La brújula

desencadenada (1996), Oilixes hechizados (1998), Habitante del décimo territorio (2000), Rojo,

amarillo y verde (2003), Lettres de Nootka (2008), Jaguar con corazón en la mano (2010),

Cuarenta momentos chilenos (2013), L’homme polyphonique (2014). Varios de sus textos han

sido publicados en revistas y periódicos de Montreal, Toronto y Ottawa. Es miembro del consejo

editorial de la revista de narrativa, ensayo y poesía hispano-canadiense the Apostles Review. Ha

participado en publicaciones electrónicas en México DF., Boston y Caracas, y también en

eventos como el Festival Literario Internacional de Montreal, Metropolis Bleu.

En Bolivia, la estabilidad aparente de su familia fue interrumpida por las convicciones

políticas de sus padres: primero, por la participación de su padre en el sindicato del banco y la

convicción de su madre de la necesidad de una justicia social en su país. Durante la dictadura de

Hugo Banzer (1971-1978), el activismo de los padres llevó a que los encarcelaran, lo que

condujo a que Saravia y sus hermanos terminaran bajo el cuidado de algunos familiares. Su

padre estuvo exiliado en Paraguay por un año, tiempo en el cual el ejército registró su casa

buscando pruebas o documentos que lo comprometieran por estar en contra del gobierno. Saravia

Page 37: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

28

manifiesta que, “todas estas imágenes y recuerdos de mi infancia hicieron que ya en los años 80,

tras haber sido detenido y llevado al Ministerio del Interior por mis propias actividades

sindicales, hicieron que optara por no someter a mi familia a una experiencia similar. Fue así que

dejé Bolivia en 1986, país al que no volví por casi 20 años” (Entrevista de M. Tapiero al escritor

Alejandro Saravia). Es así como Saravia obligado por esas circunstancias históricas de su país

emprendió el proyecto migratorio que marcaría su vida y lo categoriza como exiliado.

Desarrolló un gustó por la literatura desde muy temprana edad gracias a la influencia de

su abuelo. Esto facilitó la familiaridad con escritores clásicos y posteriormente se impregnó de la

literatura de su país y de la literatura latinoamericana. Hugh Hazelton señala un hecho

trascendental en Saravia: la participación voluntaria en el ejército de su país, cuya meta era

entablar amistad con personas que hablaran quechua y aimara, dos lenguas de Bolivia. Mientras

procuraba alcanzar esa meta se encontró con toda una cadena de racismo y violencia que

marcaron su vivencia personal y su futuro como escritor (154).

Bolivia ha tenido una historia que muestra una sociedad con grupos étnicos

profundamente diferentes y divididos culturalmente. Hay grupos que hablan quechua o aimara;

habitantes negros y mestizos que hablan español. El paso de Saravia por el ejército, los

acontecimientos que allí experimentó, y su exilio a Canadá fueron la base de su novela Rojo,

amarillo y verde, porque esos sucesos trascendieron en su memoria por cuanto los vivió durante

su adolescencia y lo impregnaron de la realidad de su país.

Saravia ingresó en la universidad un año después de haber prestado el servicio militar,

hizo algunos estudios de comunicación en la universidad Católica de La Paz, y luego de

literatura en la universidad Mayor de San Andrés, en la misma ciudad. Se unió al Partido Obrero

Revolucionario en el que trabajó por cuatro años consecutivos, sin abandonar su interés de hacer

Page 38: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

29

política de una forma más práctica. Estas actividades derivaron en un distanciamiento con su

familia puesto que había la prohibición de involucrarse con actividades de izquierda para evitar

las malas experiencias que su familia había tenido. El activismo en Saravia se vio reflejado ya en

su área profesional puesto que después de haber terminado sus estudios, se vinculó laboralmente

a un banco donde colaboró con la creación del sindicato. Inclusive alcanzó una posición alta en

el movimiento obrero, para entonces, Saravia conocía el territorio boliviano, peruano y chileno.

A mediados de la década de los años 80, tenía un sentimiento de aversión contra la clase alta

boliviana y contra el imperialismo representado por Estados Unidos. Su situación se hizo caótica

en estos años, ya que fue encarcelado bajo le ley marcial y pensaba en la dificultad de lograr una

estabilidad para su familia.

Decidió dejar el país en 1986 con destino a México y pronto obtuvo el permiso para

emigrar a Montreal, Canadá, donde tenía algunos familiares. Sentimientos encontrados surgen en

su primera fase de estadía en Canadá, ideas de retorno a su país, que se confundían con su deseo

de conocer y explorar otros mundos. Así que se vinculó con la universidad de Montreal, tomó

clases ingles y de literatura y conoció buena parte de la literatura canadiense. También trabajó en

la radiodifusión de la lengua española en Radio McGill y Radio Centre-Ville comparando la

cultura canadiense y la latinoamericana en un programa llamado Encuentro. Exploró diferentes

trabajos hasta llegar a ser el anunciante y productor en Radio Canadá Internacional, con noticias

y actualidades para los hablantes hispanos, con su programa “Canadá en las Américas.”

La producción literaria comienza en sus años de adolescencia con poesía y cuento, pero

fue en Canadá donde tuvo la oportunidad de publicar regularmente. Saravia se caracteriza por ser

un escritor versátil que se mueve entre los diferentes géneros, como novela, cuento corto, y

poesía.

Page 39: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

30

La condición de emigrante de Alejandro Saravia, las características de su novela y la

manera como estos dos fenómenos se entrelazan será objeto de análisis posterior en el presente

trabajo. En él se hará la reflexión sobre la manera como en la novela Rojo, amarillo y verde se

trabaja el encuentro entre dos culturas, lo que implica el cambio y el desplazamiento no

solamente geográfico sino cultural y cómo esto ejerce influencia en la literatura. La creación

literaria de Saravia cuenta con las particularidades de una escritura que permite entender el

proceso de emigración y las complejidades de la formación de la identidad en estos casos. Su

novela Rojo, amarillo y verde, incursiona en los detalles que llevaron a Alfredo Cutipa, el

personaje principal, a tener que salir del país, y refugiarse en Canadá.

Esta novela es un espacio de reflexión sobre la manera como se hace el re-conocimiento

para apropiarse de ese nuevo territorio que parece ser ajeno. Esfuerzo que implica que la

escritura logre la “re-semantización del territorio” tanto física como simbólicamente (Saravia

211 en Torres-Recinos, Feliciano).6 Adicionalmente, en la escritura de Saravia está implícito el

sujeto transnacional ya que con un simple click, se desplaza de un continente a otro, es decir, se

llega a un momento en el que “la pertenencia geográfica se disuelve, porque si la identidad es

una expresión textual, es una expresión que se manifiesta a través de textos, a través de imágenes

que pueden viajar a cualquier lugar del mundo con un click” (Saravia, Alejandro. “Los cuarenta

momentos del hombre polifónico.” Asociación de estudiantes graduados de estudios hispánicos.

Concordia University. 22 Nov. 2013. Conferencia). Este aspecto como preocupación de una

movilidad no solo cultural sino de identidad, se ve reflejada en Rojo, amarillo y verde en la

medida en que el personaje principal se desplaza no solo geográfica sino temporalmente.

6 Esta es una entrevista hecha por los editores de Lumbre y relumbre: Antología selecta de la poesía hispano-canadiense como parte introductoria de la participación de cada escritor

Page 40: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

31

3.2. La estructura de la novela

Este apartado se refiere a la estructura de la novela y para ello se abordará el análisis del

narrador, los personajes y la forma como se articulan las diferentes partes de la obra. La forma

que adopta la narración conduce a un efecto estético de expansión del conocimiento que nos

obliga a reflexionar sobre la historia de Bolivia y, en general, sobre la condición humana. Trata

del recorrido por la vida de un exiliado; de los pasos que tuvo que dar para establecerse en

Canadá y del proceso memorioso del exsoldado Cutipa, personaje principal, y de sus vivencias

en Bolivia y Canadá. El autor no presenta una historia lineal con un comienzo, un clímax y un

desenlace; su obra es más bien un conjunto de relatos o de historias que se exteriorizan desde su

memoria.

De este modo, Rojo, amarillo y verde es una novela que no tiene una estructura

convencional pues no hay una trama ni la tensión propia de las novelas clásicas. Lo que hay es

un personaje principal, Alfredo Cutipa, quien recuerda su vida en Bolivia y luego en Canadá.

Para hacerlo recurre a las figuras de un escriba y unas mujeres que aparecen y desaparecen

mientras se va haciendo la narración. El texto tiene por momentos un fuerte sello poético sobre

todo en la primera parte.

La novela de Saravia se mueve en el marco de dos grandes ideas: la negación de la madre

patria y la parodia del poder, evidente en el absurdo del poder político y militar y en la violencia

de las dictaduras de los años 70 y 80 que vivió Bolivia. La negación y confrontación de la madre

patria en su obra permiten señalar que detrás de ese esfuerzo está la identidad problemática que

tiene el autor. Se trata de un conflicto donde lo personal se enfrenta con los estereotipos que

vienen de la forma de identidad tradicional de una Bolivia ligada a una historia oficial que él

cuestionará a través de los personajes como la madre patria y la misma Bolivia, dos personajes

Page 41: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

32

colectivos, de cuerpo y espíritu femenino con los que se relaciona Alfredo Cutipa a lo largo de la

narración.

Rojo, amarillo y verde comienza con dos epígrafes que vale la pena analizar porque son

como faros que orientan al lector en cuanto a la sensibilidad que guía la obra y también dan

pistas de hacia dónde se dirige la historia. De otra parte es también una novela escrita desde el

exilio y que sólo pudo escribirse lejos del lugar de los acontecimientos y con la relativa distancia

que dan los años, pero también con la debida distancia cultural y geográfica. Se trata de una

novela que al tiempo que confronta la identidad que se impuso desde la tradición oficial, va

reconstruyendo otra que es la que surge de la crítica misma a la manera como se formó la nación

boliviana. Es decir a la manera como se ha venido contando el cuento de Bolivia, porque tal

como lo dice en uno de los epígrafes, toda identidad en el fondo es un cuento que se construye y

de-construye permanentemente.

En el primer epígrafe se afirma: “…vivir, literalmente, del cuento; de un cuento que es, ni

más ni menos, el de nunca acabar: ingrávido edificio sonoro en (de)construcción perpetua,” cita

de la novela Makhbara, de Juan Goytisolo. Esta novela, cuyo título significa cementerio o

necrópolis musulmana, fue publicada en 1980 y obtuvo el premio Octavio Paz de poesía y

ensayo en el 2002. Se trata de un poema narrativo en el que Goytisolo explora al otro y lo ajeno

desentrañando lo mítico en el universo moderno y posmoderno de occidente. Es la historia de un

náufrago sacado de raíz de su patria feliz llena de imágenes superpuestas, combinadas y

transformadas de los recuerdos, es decir de la memoria colectiva, basados en la reescritura de los

mitos literarios a través del cine. Se ataca, en primer lugar, la estructura mental del lector. La

obra se ordena de acuerdo con reglas desconocidas, alejadas de los esquemas tradicionales y con

temas procedentes de una nueva visión del cuerpo humano. El enfoque único es sustituido por la

Page 42: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

33

variedad de perspectivas. La novela es un discurso que se desarrolla ante los ojos del lector, no

una historia de hechos acaecidos.

Con este epígrafe, Saravia muestra sus cartas de navegación en el trabajo que pone frente

al lector, para indicarle que hablará de un exiliado y que le dará un tratamiento poético a la

historia. Y en ese tratamiento, reconoce Saravia, que el emigrante vive del cuento, es decir, de la

historia que se construye y de-construye permanentemente, en tanto la identidad es un proceso

permanente de armar y desarmar lo que somos. El autor lo confirma cuando al indagarse con él

sobre el uso de este epígrafe responde: “La razón por la que escogí ese epígrafe es porque toda

historia, oficial o no, es un cuento de nunca acabar.” Además, para Saravia cobra peso el papel

cuestionador en la literatura de Goytisolo, ya que “fue capaz de cuestionar desde la literatura el

andamiaje discursivo de la España de su época al grado de llegar a rechazar su propio lenguaje”

(Entrevista de M. Tapiero al escritor Alejandro Saravia), sin dejar de lado la libertad de imaginar

y de escribir.

El segundo epígrafe es signo de una cierta nostalgia por lo que se dejó:

“J’ai peur de te revoir et je le souhaite si tant. Dans ma chambre je garde un

drapeau dont je rêve de te le envoyer pour que tu puisses le montrer sur ton balcon

tel un signe de victoire sur la nostalgie - signe de soif de nous-mêmes - car ma

patrie, ma terre, mes mots c´est toi, ta voix, tes bras, tes paroles” (Rojo, amarillo y

verde 5).7

Es curioso que una bandera sea signo de victoria sobre la nostalgia porque ella misma es una

forma nostálgica de entender la identidad, que no puede ser aprehendida por una tela. La imagen

7 Cita que traducimos libremente así: “Tengo miedo de regresar y lo deseo mucho. En mi cuarto guardo una bandera

que sueño enviarte para que la muestres en tu balcón de tal manera que sea signo de la victoria sobre la nostalgia –

signo de la sed por nosotros mismos- por mi patria, mi tierra, nuestras palabras, es todo. Tu voz, tus brazos, tus

palabras” (traducción propia).

Page 43: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

34

de la bandera en este epígrafe revela la importancia que tiene para el autor y para todos los

bolivianos este símbolo mítico que, desde el 30 de julio de 1924, tiene un día de fiesta nacional

todos los 17 de agosto. Esta celebración se estableció por decreto supremo con el fin de

conmemorar el aniversario de la primera bandera boliviana en el año 1825. Con motivo de esta

gran celebración se realizan actos conmemorativos como desfiles y ceremonias, en los cuales se

le rinde tributo a la bandera. Como veremos más adelante, la bandera se constituye en el mito

moderno de la nacionalidad boliviana, a diferencia de lo que es “Ollantay” que no cuenta con

fiesta especial ningún día del año a pesar de ser el texto fundador de la etnia más importante de

Bolivia.

Alfredo, por momentos, se preocupa por lo que ocurre durante los períodos de ausencia

de Bolivia, esa mujer Kurda por la que sentía curiosidad y alegría cuando la veía. Ella lo ayudaba

a soportar el frío y la nostalgia en su corazón y “el invierno se sentía menos caníbal” (Rojo,

amarillo y verde 131). A veces en torno a ella “había un olor a sueños terapéuticos, a fracturas

del miocardio y células de la nostalgia extirpadas [...] Avanza Alfredo en el mercado dando una

media vuelta como un bailarín en día de fiesta junto al lago sagrado. “Ha vuelto la dulce

Bolivia”. “Faites attention a la marche, Monsieur!”.” Mientras camina por un mercado callejero

Alfredo se pregunta por la diferencia entre aquella Bolivia que él había padecido entre el látigo y

las balas, la que respondía al “flatulento inasible concepto de nación” (131-132), y la otra Bolivia

que era la mujer que estaba a su lado por momentos. De esta manera se establece un juego

paródico en el que se va difuminando la patria y su identidad como nación para reconstruirse en

una mujer que apenas lo visita por momentos.

En otro lugar, la estructura de la narración recurre al misse en abyme o narración

enmarcada, una dentro de otra, y Alfredo se sueña encorbatado y con “lluchu.” Toma el

Page 44: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

35

micrófono y hace una de las más interesantes declaraciones de toda la novela: una declaración

que tiene unas consideraciones previas que se refieren al sitio donde nació, el espacio donde vino

al mundo. Y considerando que sufre de una confusión con el nombre de Bolivia pues así llaman

al país donde nació pero también la mujer que lo visita, considerando eso, dice el narrador:

A saber, como noción de origen, nacimiento y lenguas, hay una región

geográficamente conocida con el nombre de Bolivia. El que suscribe este

documento refrendado por sellos y timbres de reglamento

resuelve…RESUELVE…resuelve Artículo único. A partir de la fecha y tomando

en cuenta las cualidades etéreas, ventosas, inasibles e inestables de la noción de

identidad nacional e identidad geográfica por un lado y por otro lado

considerando las cualidades humanas y la ternura, camaradería y constancia

afectiva de una mujer llamada Bolivia, queda decretado a partir de la fecha y de

manera irrevocable que el ser humano tomará precedencia a la noción etérea. El

apeyron conceptual de lo que se llama nación será secundaria a la primera

manifestación humana del afecto designándose con el nombre de Bolivia a la

persona física. La noción conceptual e invisible el capricho de virreyes, la

construcción y funcionamiento colonial de aquella república será llamada de

ahora en adelante con el nombre de ‘volibia’. Es dado en la ciudad de Montreal,

en este febrero de 1995 de nuestro señor. (134)

El aspecto central de alocución es que Saravia deja atrás el concepto de nación boliviana que se

erigió con base en la historia oficial de los países que entraron en la modernidad para formarse

como comunidades imaginadas, una “abstracción flatulenta,” según el autor. A esa idea de

nación la llama “volibia,” que rechaza para preferir la intensidad de la experiencia que vive con

Page 45: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

36

Bolivia en las calles de Montreal. La otra “Bolivia” es la historia oficial que subvierte mediante

la parodia. Esta declaración sugiere un quiebre en la narración ya que la parte anterior a esta se

presenta como un largo poema narrativo, mientras la narración posterior, se muestra como una

reseña periodística y una demanda que hace el autor por medio de la crítica y la sátira.

3.3. Personajes femeninos

Los personajes femeninos que rodean la vida de Cutipa suelen ser personajes colectivos con

quienes sostiene relaciones breves, o relaciones creadas por él mismo como una evasión a su

falta de lugar o a su soledad. María es una metáfora femenina con la que se refugia Alfredo para

escapar un poco de su soledad, aunque para hacerlo debe crearla con la sutileza que la desea

encontrar, tierna, dulce, presta para llenarla de “formas, deseos y silencios.” Ella es una metáfora

que llena la vida de Alfredo ya que la crea y la encuentra y la ubica en su cotidianidad, en el

alba, en al atardecer, en la música, en sus letras y sueña con un cuerpo que evoca entre el

ensueño y la vigilia, es siempre María, la que oscila entre la presencia y la ausencia, entre el

amor y la pérdida del mismo, la que se escabulle de las manos de Alfredo, quien es “ciego e

incapaz de reconocer tu partida (Rojo, amarillo y verde 28-29).

Marcelle Meyer es apenas un personaje que se menciona, una mujer que rompe

bruscamente con Cutipa sin explicación alguna dejando la sensación más profunda de incógnita

en su mente. Por otro lado, Amelia, es un fantasma al que Cutipa busca en una de sus noches de

soledad y desconcierto en el Alto mientras presta el servicio militar, como para llenar el vacío o

el hueco que le deja la muerte. Amelia es una creación que nace de la necesidad imaginativa de

Cutipa para crear y re-crear el sentido de su vida, para salir de la oscuridad en que lo sumerge la

muerte. Susana San Miguel es un recurso literario que le sirve a Cutipa como una herramienta de

expresión y para mantener su oficio de narrar.

Page 46: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

37

Alfredo se hace colaborador de la causa kurda (145), es decir que hay una tensión en la

narración entre la desgana con que se refiere a la nación y a la flatulencia de esta noción pero al

mismo tiempo se une a Bolivia para colaborar en la causa de quienes sueñan con una nación. La

única manera de entender esta aparente contradicción es que cada ser humano debe tener el

derecho de aborrecer o añorar una nación, pero lo fundamental es ser parte de una de ellas como

un sitio en la tierra para ir aunque sea a manifestar sus malquerencias.

En el ejercicio de dictar sus memorias al Escriba, a Cutipa se le aparece por la espalda

Amelia con su “traje ligero de algodón verde” y lo regresa a las sensuales sensaciones terrenales

provocadas por un fantasma, por eso le advierte a Alfredo que él habita los muertos (Rojo,

amarillo y verde 179) porque desde su partida a tierras lejanas, vive una especie de muerte. Pero

el lector advierte que esos fantasmas no son otra cosa que los recuerdos que llegan de improviso

a la mente de Alfredo y que le dicta al Escriba. Estar en el mundo de los muertos sugiere una

oscilación entre su mundo presente y su pasado, es estar muerto de alguna forma al narrar un

pasado que lo alejó de su tierra, de su espacio, de su mundo.

Y esos fantasmas se transfiguran, por eso Amelia deviene en Marcelle Meyer,

“recordándole que mañana volverán de nuevo a encontrarse a la salida del metro de Champ- de-

marse cerca a la boletería de pie junto al mapa de Montreal para caminar de nuevo…” (Rojo,

amarillo y verde 181) y así los personajes evolucionan para inyectar pasión o recuerdos tristes a

Alfredo Cutipa.

Las mujeres también le cuentan historias a Alfredo sobre su vida en Europa, en

Alemania, con los kurdos o los turcos, sobre su vida de emigrantes, de militantes por las causas

de naciones inexistentes, de su paso por el mundo tal como le pasaba a Alfredo. Pero en toda la

estructura narrativa es claro que la situación real es de un Alfredo Cutipa caminando, recordando

Page 47: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

38

y escribiendo o diciéndolo al Escriba todo lo que recordaba para que lo escribiera (Rojo, amarillo

y verde 193).

Saravia establece un juego de espejos en el que aparece simultáneamente el personaje

principal, Alfredo Cutipa, el Escriba, quien anota lo que Alfredo recuerda y hace consciente a

través de su memoria, y el propio autor de la novela, Saravia. El juego se hace evidente cuando

la narración se detiene para reflexionar sobre el momento por el que está pasando la historia; y

todos hablan, de forma que un personaje puede reflejarse en el otro. El Escriba es quien llena las

páginas de este nuevo archivo que es la novela boliviana mediante el desbordado y memorioso

relato de Alfredo, quien además de esta manera subvierte y transforma los anteriores archivos

oficiales donde el autor leyó inicialmente las historias. El papel del Escriba es crucial para la

construcción metaficcional de la novela y para lo que concierne a la multiplicidad discursiva o

heteroglosia, donde el autor va sumando varias perspectivas a lo narrado, según veremos en lo

que sigue.

La forma del palimpsesto es la que mejor describe la relación de los archivos oficiales de

Bolivia y los creados por la ficción narrativa: uno en el centro de lo oficial y de la tradición que

sustenta los símbolos, el otro, en los bordes, rescatando las experiencias que oculta el discurso

oficial como los mitos fundacionales, y las vivencias que son testimonio de la realidad invisible

en pro del servicio de las instituciones del Estado. De esta manera, parece que el Escriba trabaja

en ellos valiéndose de la memoria de Alfredo, y así también el archivo sigue siendo el eje de la

historia. El apartado que transcribimos en las siguientes líneas, parece además un momento de

descanso en la intensa narración que trae la novela hasta ese momento. Es el momento en que la

narración detiene sus pasos para permitirle al lector que se dé cuenta que la obra entra en diálogo

con la tradición de la literatura latinoamericana, que es la tradición del archivo. Veamos cuál es

Page 48: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

39

la discusión que tienen los personajes y qué ocurre frente al lector, pues este no tiene que

deducirla o suponerla sino que aparece textualmente:

¿Por qué mejor no describes tú lo que sigue después? Me preguntó a mí a este

anónimo, humilde y esforzado Escriba quien solo tiene como tarea el transcribir a

máquina las mil y una palabras que Alfredo cocina, garrapatea, improvisa,

recuerda e inventa. Yo le respondí: ¿Por qué yo si el autor de eso eres tú? Yo

tampoco soy el autor me respondió Alfredo, todo lo que hago es escarbar en la

memoria, a veces con un pico y una pala y otras a veces con un mondadientes a

fin de recuperar o enterrar algunos detalles. El verdadero autor son esos ojos que

vez desde este llano, esos ojos que nos están mirando cara a cara en este instante

como dos soles llenos de fe que nos están siguiendo la traza línea por línea en este

mismísimo instante […] (98)

Este diálogo entre narradores sugiere, como el mismo autor lo define, “un desdoblamiento de

roles: el que escribe y el que lee” (Entrevista de M. Tapiero al escritor Alejandro Saravia). Y en

este proceso el lenguaje es la base fundamental que llena de valor la narración, es decir,

“significado significante.” El anterior apartado sugiere que el autor es quien ve desde fuera,

quien observa la obra que está sujeta a diversas interpretaciones imposibles de vaticinar. En este

punto adquiere mayor importancia el papel del lector y del lenguaje ya que como lo afirma

Eagleton, una obra literaria “por sí misma no puede “prever” su propia historia de futuras

interpretaciones, no puede controlar ni delimitar esas interpretaciones” (75). Esta manifestación

implícita en la novela crea entonces un anonimato no accidental, es una estructura consciente e

intencional, que forma parte de sí misma. Con respecto al autor de la novela Rojo, amarillo y

verde, pareciera que se encierra un misterio en torno a él y que como lectores debemos asumir un

Page 49: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

40

papel menos estático, más activo y dinámico para acceder a la obra misma porque en ocasiones

las diferencias entre los narradores no se perciben, como lo asiente Eagleton, “ser autor –el

origen de los significados propios, con “autoridad” sobre ellos- es un mito” (75). Es por este

desdoblamiento de roles que la obra se enriquece y adquiere autonomía, el anonimato del autor

deviene, en palabras de Eagleton, en “una pieza del lenguaje desprendida de una relación

viviente específica” (75), porque la obra toma vida propia.

En la narración y en la presentación de los personajes femeninos vemos como ellos

adquieren identidades colectivas, son seres abstractos que van y vienen. De la misma forma, el

Escriba es un personaje colectivo como lo sostiene el autor ya que, “la imagen egipcia del

escriba sentado, que data de hace unos 5.000 años de antigüedad, se convierte en la novela en ese

ser colectivo, histórico, que ha ido manipulando y dando forma al arte combinatorio de una

lengua” (Entrevista de M. Tapiero al escritor Alejandro Saravia).

Y así sucesivamente sigue la narración que Alfredo Cutipa le dicta al Escriba, que es una

forma de negar al autor, según sostiene Saravia, pero que también entendemos como una

confirmación del estilo que adopta frente al Escriba que no es otro que alguien que consigna lo

que le cuentan en su archivo, ubicándose así dentro de la tradición latinoamericana que señala

González Echevarría.

En conclusión, la memoria en el caso de la obra de Saravia está llena de los imperativos

políticos que ha adquirido este concepto en las dos últimas décadas: relacionados con la

necesidad que se tiene de sobrevivir a las migraciones, acomodarse al desarraigo y las

desigualdades que se presentan al llegar a tierras extrañas. La manera como articula el autor los

recuerdos y olvidos de la memoria individual, esa especie de autobiografía que hoy en día se

conoce más específicamente como la ficción biográfica, que está unida a la memoria social, es

Page 50: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

41

decir, con los acontecimientos de la historia política oficial de la nación boliviana. Es en este

juego en que se nota el papel que el lenguaje tiene en el narrador, Alfredo Cutipa, pero en el que

también están las ausencias de la memoria. Por ejemplo, la familia en el caso de Saravia es parte

de aquello que como latinoamericano parece quedar escondido, impreciso, sin recuerdo. Algo

que es difícil de configurar para el migrante, pues no sabe qué papel asignar a la familia en todo

su proceso de desarraigo.

En este sentido la memoria de Alfredo Cutipa está vinculada a las ideas que comparten el

personaje, el narrador, el escribiente y el autor. Es la misma comunicación entre memoria,

archivo y mito que se evidencia en la novela en las conversaciones de Cutipa con el escribiente.

Este es el sujeto que copia la historia a la manera tradicional para que luego se guarde en un

papel o en la memoria, porque el archivo no es solo papeles atados en una oficina, sino que el

archivo en el sentido foucaultiano es también una narración, un discurso y en eso también se

confunde con el mito.

En síntesis, en la novela Rojo, amarillo y verde presenciamos la comunicación interna

entre memorias, archivo y mito. Esa comunicación interna se establece mediante el vehículo que

es el lenguaje literario de los recuerdos. En toda la narración que Cutipa hace, nos presenta un

pasado que se contamina a su vez de otras herencias demostrando así, que nada es puro, que todo

es híbrido, mestizo o transcultural.

Page 51: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

42

Capítulo 4. El mito, el archivo y las relaciones entre Rojo, amarillo y verde y Ollantay

4.1. Rojo, amarillo y verde en la tradición literaria Latinoamericana

Esta sección está dedicada al análisis de una de las principales corrientes de la tradición literaria

latinoamericana, la que según el crítico Roberto González Echevarría se concentra en ciertas

representaciones del mito y el archivo y que nos parece corresponden teóricamente con la

estructura de la novela de Saravia. De esta manera, señalamos los principales rasgos que hacen

de Rojo, amarillo y verde un caso destacado de juego literario entre mito, archivo y memoria

oficial e individual de los personajes en esa novela.

El estudio del cubano Roberto González Echevarría es una elaborada interpretación de la

ficción a partir de dos conceptos centrales: el mito y el archivo. El primero se entiende como una

expresión cultural o conjunto de creencias que permiten explicar ciertos fenómenos naturales,

acciones y figuras de personas y otras entidades; son, en un sentido más abstracto, narraciones

que borran los límites entre la realidad ordinaria y lo sobrenatural y que pueden tener un sentido

colectivo relacionado con la identidad, como las ficciones del origen de la identidad

latinoamericana. Por ejemplo, en las grandes obras literarias se recurre a los mitos prehispánicos

e hispánicos para asumirlos como momentos creadores de esa identidad.

El archivo, por otro lado, más que conjunto de documentos ordenados por la autoridad

dominante, está aquí ligado a la concepción de Foucault sobre la hegemonía del poder a través de

formas culturales. Es, en otras palabras, la materialización de la hegemonía por medio de la

escritura occidental hispana, que tiene un estilo relacionado con la escritura jurídica durante la

Colonia. Esa hegemonía, por ejemplo, se manifiesta en las grandes misiones científicas

naturalistas del siglo XIX y finalmente en la fuerte presencia de la antropología como disciplina

Page 52: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

43

social que reivindica nuevamente los mitos. Alfredo Cutipa, el personaje central de Rojo,

amarillo y verde, en uno de los principales momentos de la novela le dicta al Escriba el

expediente y así subvierte una característica tradicional del archivo, porque ya no se trata de un

archivo histórico oficial, sino de uno elaborado con los recuerdos de Cutipa, Y luego Alfredo

dicta un decreto, en el estilo propio de los asuntos legales en el que define la diferencia entre

Bolivia y volibia como lo señalamos en el capítulo anterior.

En Mito y archivo González Echevarría expone dos corrientes que perfilan y ordenan la

tradición narrativa latinoamericana. En el primer capítulo, "Un claro en la selva: de Santa

Mónica a Macondo," analiza la forma como se configuran el mito y el archivo. En Cien años de

soledad, encuentra que García Márquez utiliza dos tiempos: el mítico, a través del cual se

representa la historia de la familia Buendía y que se trata de un sentido temporal que no respeta

el orden lineal de la cronología, y el histórico, circunscrito al cuarto de Melquíades, en donde se

encuentra el manuscrito en sánscrito. La relación que observa el crítico consiste en que la historia

que se cuenta, al igual que en el caso de Saravia, está tomada de un archivo. El archivo es meta-

ficcional y como tal reúne tres características, a saber: una historia contenida en los textos; un

historiador interno que lee, interpreta y escribe los textos, y un manuscrito no concluido que el

historiador interno intenta acabar. Son estas características las que definen la literatura

contemporánea latinoamericana, además del proceso de inscribir, borrar y reescribir a la manera

de los palimpsestos que se encuentran en el archivo. Estas características presentes en la novela

latinoamericana aparentan no ser literatura. Además la novela también tiene orígenes múltiples:

Según el crítico,

El origen de la novela no solo es múltiple en el espacio, sino también en el

tiempo. Su historia no es, por cierto una sucesión lineal o evolución, sino una

Page 53: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

44

serie de renovados arranques en diferentes lugares. El único denominador común

es la cualidad mimética del texto novelístico; no de una realidad dada, sino de un

discurso dado que ya ha “reflejado” la realidad. (37)

En estas condiciones se plantea que teóricamente esta tesis rescata en González

Echevarría la dualidad y la interacción entre los tiempos narrativos, lo mítico y lo histórico, pues

estas dualidades son las que evidencian el deseo de crear un mito latinoamericano de origen y

fundación, que es la forma como los latinoamericanos ven sus orígenes y los cimientos de la

ficción contemporánea. El archivo, por otro lado, dentro de la tradición narrativa latinoamericana

hace parte de lo oculto que se revela en la narración, es el espacio secreto y el saber del origen.

En el archivo confluyen la escritura y el poder, por ello la fundación de la literatura

latinoamericana y sus textos, al ser parte de ese conjunto documental y de las formas de poder

que estos trasuntan, nos ayudan a entender el origen y la identidad latinoamericana. De esta

manera, González Echevarría plantea tres momentos importantes en los que los discursos

hegemónicos y la narrativa latinoamericana convergen: el discurso jurídico de la época colonial,

las crónicas de viajes científicos en el siglo XIX y el discurso antropológico de la primera mitad

del siglo XX.

El primer momento se basa en la ley que corresponde al período colonial en el que el

discurso jurídico se establece como una retórica legal que legitima el poder y la autoridad. Es en

el período colonial en que los Comentarios reales (1609) del Inca Garcilaso de la Vega revelan

un tipo de retórica notarial. En las obras literarias como la ya mencionada se critica el lenguaje

de la historia y en El Carnero (1636) de Juan Rodríguez Freyle se cuestiona el discurso legal.

Por otra parte, la narrativa picaresca, a juicio de González Echevarría, es una respuesta a la

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45

retórica jurídica del Nuevo Mundo de los que estaban marginados por la ley, o lo que Ángel

Rama llama "la ciudad letrada."

El segundo momento, marcado por los relatos de los viajeros científicos, aventureros,

encuentran en Facundo de Sarmiento y Os Sertoes de Euclides da Cunha sus más grandes

manifestaciones. La presencia de lo literario es de gran peso en este momento gracias al bagaje

de los viajeros y al valor agregado de lo maravilloso de la naturaleza ante sus ojos. González

Echevarría concede gran valor a dichas obras gracias a su incidencia que trascendió en los relatos

del continente. El énfasis radica en no centrarse en el ‘otro’ externo del extranjero, sino en un

‘otro’ interno, el del autor, como un habitante del mismo territorio, como lo expresa González

Echevarría era la búsqueda del “conocimiento sobre el conocimiento que el Otro posee” (214).

El tercer momento es cuando la antropología cobra importancia y le asignan al mito y al

lenguaje un valor destacado. Este discurso está presente en lo que González Echevarría llama

“ficciones de archivo,” que es la narrativa escrita a partir de 1950. Para el crítico cubano, “son mi

modelo hermenéutico, en ciertos sentidos un diálogo entre Foucault y Bajtín, un contrapunto de

prisión y carnaval” (244). El objetivo de esta disciplina es el conocimiento del origen del

lenguaje y del mito, esto gracias a la desilusión que provocó la primera Guerra Mundial acerca

de promesas científicas del siglo XIX. Es el momento cuando nace la novela de la tierra que

imita los informes antropológicos que se orientan a descubrir los valores, creencias e historias

que cada cultura ha desarrollado. La antropología, dice González Echevarría, es un discurso

mediador. En primer lugar, porque se ocupa del estudio de los mitos fundacionales, por el papel

que representa esta disciplina en el pensamiento de Occidente y por el lugar que ocupa en

Latinoamérica.

Page 55: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

46

Hasta este punto el planteamiento de González Echevarría sugiere que desde sus orígenes

la narrativa hispanoamericana tendió a ligarse a formas de discurso, como el de la ley, el de la

etnografía, y la tendencia que parece predominar hoy, que es la “ficción de archivo,” como una

forma de diálogo entre la novela y la historia, lo que significa que las obras de ficción funcionan

como “verdaderos depósitos de conocimientos e información” (247). Es una narrativa cuyas

relaciones “de discurso no literario son más productivas y determinantes que las que tiene con su

propia tradición, con otras formas de literatura o con la realidad bruta de la historia (González

Echevarría 23). De esta manera, se crea una cadena de información en la que coincide “una

compleja red intertextual que incorpora las crónicas del descubrimiento y la conquista de

América, otras ficciones, documentos y personajes históricos, canciones, poesía, informes

científicos, figuras literarias y mitos, en suma, una especie de piñata de textos con un significado

cultural” (González Echevarría 247). Cabe aclarar que estas ficciones no están en función de

tener un oficio totalizador y de ligarse fielmente a la historia de una forma sistemática, ya que el

conocimiento está ligado al poder, las novelas transmiten la historia como ese mito que

representa las bases fundacionales de Latinoamérica.

Rojo, amarillo y verde desvela algunas de estas características establecidas por González

Echevarría. Si nos referimos al mito encontramos en la novela que desde el mismo título aparece

la bandera del estado boliviano como uno de los símbolos constitutivos de la nacionalidad. La

bandera simboliza el mito moderno de las naciones que querían crear una “comunidad

imaginada” en el sentido de Anderson.8 Con los colores rojo, amarillo y verde el autor llama la

8 La analogía que se hace aquí de un mito moderno es en el sentido de creer que los miembros de una comunidad

son uno solo. Las naciones basadas en la idea de la comunidad imaginada encierran la idea de que los pueblos

comparten una misma lengua, cultura, tradiciones, pero en la realidad eso no ocurre. La idea de Estado Nacional está

basada en la idea de una comunidad mítica (moderna) que no existe. Benedict Anderson dice que una comunidad es

imaginada “porque aun los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus

compatriotas, no los verán ni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de su

comunión” (23).

Page 56: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

47

atención en cuanto a que la bandera es un símbolo del mito fundacional de la nación boliviana.

Pero no es sólo la bandera, Saravia también alude en un momento clave de la narración al mito

pre-moderno de Ollantay, el líder guerrero quechua el protagonista en la obra Ollantay, con gran

influencia en la identidad de la infancia de Alfredo Cutipa, el personaje central de la novela.

4.2. Crítica del concepto de archivo

Conviene examinar las críticas que se han hecho a la utilización que hace González Echevarría

del concepto de archivo. Según Raúl Rodríguez Freire lo que hace el crítico cubano es radicalizar

la postura que enfatiza lo identitario en América Latina, algo que es propio de la tradición

literaria latinoamericana, que tiene un carácter heterónomo, en cuanto, según González

Echevarría, ha dependido hasta el momento de la estructura narrativa de la Ley en la Colonia, de

las narraciones de los viajes científicos, y de las formas de escritura de la antropología en el siglo

XX. De acuerdo con el teórico cubano ese tipo de literatura autónoma no ha aparecido aún.

En este apartado es relevante, entonces, revisar la manera como el libro de Saravia puede

interpretarse a la luz de las categorías de mito y archivo, para no hacer una simple interpretación

mecánica de la teoría de González Echevarría. Además, explorar si en Saravia está el germen de

una literatura que supere las ficciones del archivo. Es decir, la pregunta apunta hacia la

posibilidad de que la literatura avance hacia un estadio distinto al que venía pasando: que ya no

sea una literatura que se pregunte por el origen de América Latina, para entenderse a sí misma a

partir de esos mitos y archivos que conforman su historia, sino una narración que ya no tenga

más esa pretensión, sino más bien una búsqueda de nuevos terrenos como sería la polifonía en el

caso del boliviano.

Dice González Echevarría: “En mi opinión, las relaciones que la narrativa establece con

formas de discurso no literarias son mucho más productivas y determinantes que las que tiene

Page 57: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

48

con su propia tradición, con otras formas de literatura o con la realidad” (17). Entonces, para el

crítico, la literatura tiene más relación con el discurso legal, científico y antropológico que con el

propio discurso literario. Así las cosas, para Rodríguez Freire esa interpretación de González

Echevarría no es una forma alternativa de entender la literatura latinoamericana. Lo del cubano

es sólo una forma mucho más ortodoxa de reafirmar lo identitario por la vía del mito y el

archivo. En este mismo sentido se pronuncia la crítica que se hace en The Ends of Literature, de

Brett Levinson, quien señala que Mito y archivo deja prácticamente intacta “la más poderosa

elaboración de la fuerza cultural de la literatura latinoamericana” (5). González Echevarría

coincide así con la postura de Octavio Paz quien en su momento consideró que el pensamiento

en América Latina no pasaba por la filosofía o la teoría política, sino por la literatura (Rodríguez

Freire 129).

También ha sido objeto de crítica la noción de González Echevarría del archivo como

repositorio. Y en cuanto tal, “punto de mediación infinita entre– la heterogeneidad de culturas,

lenguajes, fuentes e inicios […] coloca su trabajo considerablemente más cerca de la metafísica

del humanismo filológico en Alfonso Reyes, por ejemplo, que de la crítica (o la desconstrucción)

de la metafísica y su imperium conceptual en Jacques Derrida, Jean-Luc Nancy u otros” (Gareth

Williams 233, citado por Rodríguez Freire 129).

Si bien las nociones de mito y archivo remozan la ideología estética latinoamericana,

ellas no modifican “las premisas básicas de la mediación filológica entre tradiciones culturales,

literaturas y lenguajes a lo largo de la historia humana. Su trabajo más bien preserva el

humanismo literario en su esencia (con un nuevo vocabulario, sin duda) y mantiene a la literatura

latinoamericana firmemente dentro del imperium hispánico” (233). En la postura del crítico

cubano tampoco se encuentra diferencia entre lo que es un canon literario y la noción de archivo,

Page 58: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

49

por esta razón su trabajo es muy conservador, “pues se levanta precisamente cuando la crítica

canónica está siendo desarmada por aquella escuela que su colega Harold Bloom llama del

“resentimiento” (Wilfrido H. Corral citado por Rodríguez Freire 139).

Todas estas críticas provienen de quienes han desarrollado los estudios poscoloniales y

posmodernos de la literatura, de la corriente llamada crítica de la sospecha. Sin embargo, para

efectos de este trabajo de tesis los conceptos de mito y archivo resultan fructíferos para examinar

la construcción de la novela de Saravia y los efectos que puede tener en el desarrollo de la

literatura hispano-canadiense, sobre todo en la puerta que abre Saravia al permitir el horizonte

polifónico que va más allá del debate crítico de Mito y archivo.

4.3. “Ollantay” como mito fundacional

Los rasgos míticos fundacionales que nos muestra Saravia en Rojo, amarillo y verde, los narra

cuando se ocupa de la infancia del personaje principal durante su permanencia en la escuela de

Cochabamba en 1967. La voz narrativa alude en particular a la leyenda de “Manchay Puito” y al

mito de “Ollantay” que forman parte de la cosmovisión y organización de la sociedad pre-

hispánica. “Ollantay” es un mito fundacional de la estructura política y social de la etnia

quechua, en tanto muestra de forma artística un perfil de la conformación de la sociedad Inca.9

9 El uso del concepto de mito está relacionado con la leyenda. Uno y otro son formas de explicar con el deseo las

ideas del hombre acerca de fenómenos naturales o sobrenaturales, sobre el orden del universo. Desde el punto de

vista filológico, según el Oxford English Dictionary, mito es "a purely fictitious narrative usually involving

supernatural beings or forces, which embodies and provides an explanation, aetiology, or justification for something

such as the early history of a society, a religious belief or ritual, or a natural phenomenon." El citado diccionario

diferencia el mito de la leyenda cuando sostiene que "properly distinguished from allegory and from legend (which

implies a nucleus of fact) but often used vaguely to include any narrative having fictitious elements." De acuerdo

con el Oxford English Dictionary una leyenda es "the story of the life of a saint; a collection of saints' lives or stories

of a similar character; a story, history, account; a roll, list, record; a book of readings or lessons for use at divine

service, containing passages from Scripture and the lives of saints; an unauthentic or no historical story, especially

one handed down by tradition from early times and popularly regarded as historical." Tanto la leyenda como el mito

tienen componentes de ficción o sobrenaturales, pero se atribuye una mayor presencia fáctica o de realidad a la

leyenda. Por último, el mito está más asociado con grandes cuestiones religiosas y filosóficas, mientras que la

leyenda alude a asuntos más banales como por ejemplo la leyenda del hombre caimán en Colombia. Sin embargo, la

manera como González Echevarría usa el concepto de mito es a partir de la función que tiene para explicar los

fundamentos y orígenes de fenómeno cultural. La narrativa latinoamericana apela al mito como parte de su lucha por

Page 59: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

50

Sobre el mito se pronuncia Alfredo cuando regresa a su punto de partida, a la “hora del

recuerdo” (Rojo, amarillo y verde 52), a su infancia, a su kindergarten cochabambino al que

podían ingresar montando a caballo gracias a la altura de las puertas de la vieja casona colonial

en la que se localizaba el jardín infantil. En ese momento de la infancia, Cutipa recuerda a Rumi

Ñawi, personaje de la obra de teatro quechua llamada Ollantay en la que está viva la relación

entre la hegemonía cultural española, y la tradición mítica prehispánica; la tensión estética y

narrativa entre el Inca y el español, que es evidente en la manera como una historia oral quechua

es transcrita al español y a los moldes del teatro español de la época, a la manera de las

estructuras vigentes entonces en Lope de Vega y Calderón de la Barca. Entonces, la pasión del

niño Cutipa por la lectura pasa tanto por la “morigerada pasión de Rumi Ñawi hasta los ardientes

labios de Larisa Fiodorovna” (52). Vale decir, Cutipa lee historias del mundo pre-hispánico

cuyas raíces trascienden la historia oficial y los contrasta con el personaje de Fiodorovna que

vive los conflictos de poder modernos en que se ve envuelta las guerras rusas de finales del siglo

XIX y comienzos del siglo XX narradas por Boris Pasternak en su novela El doctor Zhivago.

Examinemos el drama teatral en el que está plasmado el mito de Ollantay. Según Patrice

Pavis los dramas teatrales tienen dos ejes de narración. Uno se refiere al relato de los

acontecimientos (el argumento o nivel sintagmático),10 que en Ollantay se nos presenta en una

primera línea de narración como la historia del amor prohibido y pasional entre Ollantay y Cusi

Cuyllur, y al final del drama, como el encuentro entre los enamorados y su hija, después de 10

años de ausencia. El segundo eje de narración es el paradigmático y se refiere al orden político,

“liberar la imaginación de toda mediación, por llegar a un conocimiento del yo y la colectividad que sea liberador y

fácil de compartir; un claro en la selva actual de discursos de poder” (González Echevarría 79).

10 Pavis resalta al respecto que, “the paradigmatic deep structure of the relations of force "emerges" and appears at

the syntagmatic level of the story being told. The mediation, that is the response to the test or resolution of the

conflict, is therefore the link between the deep (actantial) narrative structures and the surface of the discourse where

the chain of events (plot*) is located” (232).

Page 60: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

51

social y religioso del imperio Inca y a cada uno de los temas que pueden profundizarse

conceptualmente a partir de la narración.

La obra teatral de Ollantay que cuenta el mito de “Ollantay” fue hallada en copias

escritas del siglo XVIII y fue representado probablemente durante los siglos XVII y XVIII; se

compone de tres grandes actos, y está escrita en verso. Es un drama amoroso con fuertes tintes

políticos en el que la inseguridad del rey, el abuso del poder y la violencia sobre la mujer son

temas que sobresalen en la narración:

1. La parte inicial de la obra termina en la escena VIII del acto I, en el que se presentan los

personajes principales y algunos secundarios. En ella se cuenta la historia de un amor

prohibido entre Ollantay, un general del imperio Inca, y Cusi Coyllur, hija de Pachacutec, el

emperador Inca. Al no ser Ollantay digno de casarse con la hija del emperador, es desterrado

del imperio generando así sentimientos de cólera y pérdida en Ollantay.

2. A partir de la escena IX del acto I hasta el final de la escena V del acto III el protagonista

intenta huir del imperio acompañado de su amada Cusi Cuyllur pero ella es atrapada y

aislada en la casa de las vírgenes Acllas. Este hecho hace que Ollantay se rebele contra el

imperio. Como resultado Ollantay es perseguido y se refugia en la región de Antisuyo donde

logra gran reconocimiento militar y gracias a este alcance funda la ciudad de Ollantaytambo.

Durante el encierro de Cusi Coyllur y en el desarrollo de la narración de esta parte de la obra,

hay un salto de diez años que están delimitados por la aparición de la hija de Cusi Cuyllur y

Ollantay, Ima Súmac quien nació durante el cautiverio de su madre y creció separada de ella

pero que gracias a su nodriza, se entera de la verdad de sus padres.

3. Pachacutec muere y lo reemplaza en el trono su hijo Túpac Yupanqui quien decide enviar a

su general Rumi Ñawi a capturar a Ollantay. El ingreso a la fortaleza se hace mediante

Page 61: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

52

engaños que prepara Rumi Ñawi, el jefe militar del imperio Inca: le pide ayuda a Ollantay

aduciendo que ha sido herido (heridas auto-infligidas) durante una batalla. Reniega del

imperio y busca falsamente aliarse con Ollantay. Logra obtener la entrada a la fortaleza de la

ciudad, y cuando todos están departiendo aprovecha el descuido de los soldados para abrir las

puertas permitiendo así la entrada del ejército para capturar a Ollantay. De esta manera Rumi

Ñawi lleva a Ollantay ante Túpac Yupanqui.

4. La obra alcanza su desenlace en la escena VI del acto III. La expectativa de los habitantes

del imperio era la ejecución de Ollantay, porque según la ley incaica es lo que se debe hace

ante un alto de rebeldía, pero el Inca lo perdona, lo libera y lo nombra su lugarteniente. En

ese momento glorioso aparece la hija de Ollantay quien pide la liberación de su madre,

Coyllur. Túpac Yupanqui conoce así toda la verdad y permite a su hermana casarse con

Ollantay. Con estos acontecimientos que ocurrieron en la escena VII del acto III se llega al

final de la obra.

Desde el punto de vista del eje paradigmático, un análisis de la resonancia que tiene el

mito de “Ollantay” en la configuración la novela de Saravia nos obliga a precisar los siguientes

aspectos conceptuales:

1. Ollantay muestra los problemas sociales que existían para el reconocimiento del poder

político en las elites andinas y su relación con el poder real del Inca. Además, la mención de

Rumi Ñawi, perfila la identidad del personaje de la novela, en tanto cuestionador de la

legitimidad del poder incaico que a la vez parodia la legitimidad del poder español en la

medida que se cuestiona el exceso de los gobernantes. Se cuestiona la legitimidad del poder

de los españoles ya que en el sistema incaico prevalecía un solo y único poder.

Page 62: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

53

2. El mito refleja el rasgo transcultural de la expresión artística por cuanto se trata de una obra

teatral escrita en quechua cuyo origen más aceptado es hispano-incaico dada las

características ambiguas de la obra, pues el idioma, personajes y ambiente se relacionan con

la época prehispánica, pero la adaptación, días festivos y solemnes tiene importantes

características del teatro español. El doble código de influencias andinas y españolas, está

presente en el tratamiento que recibe el problema de la legitimidad del poder ante el abuso de

un gobernante, con vestigios del conocido drama de Lope de Vega, Fuenteovejuna. Como en

Fuenteovejuna, la leyenda tiene una resolución positiva para los amantes pues ante la llegada

de un nuevo Inca al poder del reino, y ante la petición de la hija de Ollantay y Cusi Coyllur,

estos pueden casarse y Ollantay recupera el poder perdido. Se puede decir que hay

gobernantes injustos pero también otros que aceptarán la verdad humana retratada en el amor

de esta pareja.

3. En el enfrentamiento entre Ollantay y Pachacutec, el padre de Coyllur, se contraponen dos

grandes conceptos de lo que después en occidente la teoría política llamaría el choque entre

poder y autoridad. El imperio de Pachacutec quiso imponer su fuerza y violencia, pero su

carencia de autoridad lo llevó a la derrota del Inca ante Ollantay, aunque posteriormente éste

tuvo que huir (exilio pre-hispánico) para salvar su vida.

4. En la obra también se evidencia el maltrato a la mujer y el retorno de la justicia una vez

ocupa el poder un gobernante más benigno, influenciado por la niña Ima Súmac en este caso.

El Inca Pachacutec parece ser un gobernante más preocupado por mantener el status quo de

su familia pero sin ejercer una justicia benigna y esto lo lleva a abusar de su poder supremo,

castigar a Ollantay y subordinar violentamente a su hija. Así puede observarse en el estado en

Page 63: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

54

que se encuentra a Cusi Coyllur en la que era la casa sagrada de las princesas.11 No obstante,

la mujer en esta obra cumple un papel simbólico por cuanto Cusi Coyllur subvierte el orden

del hogar y, por ende, del imperio, al aceptar el amor de Ollantay y pagar las consecuencias

de ello.

5. Tanto en Ollantay como en Cusi Cuyllur se perciben modelos de subversión del orden. Por

un lado Ollantay se declara enemigo del imperio, a pesar de ser un servidor del imperio, al

enamorarse de la hija del Inca, casarse a escondidas y tener una hija; transgrede así el orden

que debía ocupar en el papel de servidor. Por otro lado, tenemos a la hija del gobernante Inca

quien en su condición de mujer tenía aún más restricciones en sus decisiones y actos. Primero

se enamora del alguien que no se corresponde con su linaje y por esto es un amor prohibido.

Segundo, se casa sin la autorización de su padre y tiene una hija. Es decir, Ollantay puede

considerarse una obra que impulsa conductas que van en contra del orden establecido, no

solamente en el contexto pre-hispánico, sino que además del orden establecido por el nuevo

poder colonial. El desenlace del drama nos muestra un giro radical en el orden que los hechos

deberían seguir, pero hay una resolución positiva que se enmarca fuera de las expectativas

políticas, militares, religiosas y éticas de la época.

6. El drama critica la forma de gobernar con un poder único y absoluto ya que carecía de

autoridad; de allí la violencia para ejercer el poder. Ocurre un cambio de autoridad cuando

Pachacutec muere y lo reemplaza su hijo, quien representa otra apreciación de valores y ética

y una lógica de gobierno distinta a la asumida por su antecesor. Se da un giro en la historia

que desemboca en un final feliz cuando el cambio del jefe supremo hace un cambio radical

11 TÚPAC-YUPANQUI.- ¿Qué caverna es aquélla en la roca? ¿Qué mujer es ésa? ¿Qué significa todo esto? ¿Es una

cadena de hierro que la aprisiona? ¿Qué tirano la ha cargado así? ¿Dónde estaba el corazón del Inca? ¿Había

engendrado por ventura a un reptil? Mama-Ccacca ven acá. ¿Quién es aquella mujer que viene? ¡He aquí que se ha

transformado en un espectro esa desgraciada! (Ollantay Escena VIII, Acto III). Véase

http://www.biblioteca.org.ar/libros/153057.pdf)

Page 64: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

55

en el sistema de gobierno que el imperio y los seres humanos necesitaban para mantener

armonía y equilibrio. De esta manera se sugiere un cambio en los códigos que guiaban las

leyes incaicas.

4.4. Ollantay: El simbolismo del drama teatral y las relaciones intertextuales con la novela

Como todo mito, “Ollantay” tiene resonancias en otras expresiones culturales. Por ello

examinaremos algunas diferencias y similitudes del drama de Ollantay con la escritura de Rojo,

amarillo y verde. Veamos algunas diferencias y similitudes entre el drama teatral y la novela.

A pesar del sometimiento femenino en la obra teatral, hay un resquicio de esperanza de

cambio social simbolizado en la niña. La niñez simboliza la oportunidad que existe en toda

sociedad y gobierno de cambiar las condiciones políticas. Por eso es una niña la que más tarde

logra con su reclamo al nuevo Inca la resolución positiva del conflicto con el poder y de la

separación de la pareja. En cambio, en la novela de Saravia no hay niñas, pero si mujeres que

aparecen y desaparecen de forma abstracta. Son personajes temporales que acuden a la necesidad

creativa del narrador. Sin embargo hay dos mujeres que también son víctimas del abuso. Una es

Genoveva Ríos, la novia del Boxeador, un soldado indígena compañero de Cutipa. A ella la

encarcelan por estar en la calle durante un toque de queda. Y luego en el sitio de reclusión la

violan algunos integrantes del ejército bajo la orden del oficial a cargo. Así se simboliza la

violación y sometimiento no solamente de la mujer indígena, sino también la violación a la

nación boliviana, que es precisamente lo que resalta Saravia: la violación de los derechos

humanos, de la dignidad y la libertad. La violación a un país que entre 1952 y 1982 tuvo 22

gobiernos, de los cuales 15 fueron dictaduras, lo cual muestra su inestabilidad hasta 1982 cuando

recuperó su normalidad política (Lavaud 108).

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56

En el caso de Saravia, Bolivia es una mujer kurda que padece la violencia por ser de una

nación sin Estado. Al igual que Cusi Cuyllur, se debe aislar, esconder. En ambos casos las voces

de estas mujeres son silenciadas por fuerzas dominantes de las que ellas no pueden escapar. En

las dos situaciones los personajes femeninos tienen su historia de amor pero el telón de fondo es

la política, tanto social como familiar. En la obra de teatro es un amor prohibido bajo argumentos

de leyes y de linajes, y en la novela de Saravia, el amor es prohibido en cuanto está en juego la

vida misma de Bolivia y su sobrevivencia depende de su capacidad de aislamiento, de

esconderse y desaparecer por temporadas.

Hay una confluencia conceptual de la situación de la mujer en la obra de Ollantay y la de

Saravia: el sometimiento de la mujer, aunque paradójicamente en Ollantay la mujer a través de la

niña es símbolo de esperanza, de cambio en el régimen político y la sociedad. En cambio las

mujeres en Saravia simplemente desaparecen al final de la novela y dejan solo a Cutipa en medio

de su escepticismo posmoderno, sin esperanza ni futuro evidente, distinto a las condiciones

mismas de la polifonía que ofrece el contexto canadiense.

Lo que nos presenta Saravia en su novela es la adaptación del mito a la narración de la

novela. El telón de fondo del drama teatral es la historia de amor de Ollantay en medio de

importantes circunstancias sociales y políticas, que llevan implícitas una crítica de la cultura

incaica. Vemos un gobernante cruel y poco compasivo al que no le causa remordimiento

confinar a su propia hija en un sitio destinado para las princesas vírgenes, pero que según declara

Tupac Yupanqui es un sitio parecido a una mazmorra. Un gobernante carente de autoridad pero

con un poder absoluto. En este aspecto hay coincidencia con la novela de Saravia, puesto que la

novela critica de principio a fin a varios dictadores, personajes carentes de compasión, únicos

gobernantes de la nación boliviana. Un escenario político donde la autoridad no existe,

Page 66: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

57

solamente la violencia; en el que se revela la falta de respeto por la dignidad y la libertad

individual. En este sentido en Rojo, amarillo y verde presenciamos una crítica del sistema de

gobierno impuesto durante las dictaduras en Bolivia.

Se destacan también los vestigios de transculturación en Ollantay pues a nivel teatral se

evidencia la combinación de elementos pre-hispánicos con características del teatro barroco

español que influencian el desenlace de la historia. La doble codificación lingüística más

evidente está en el hecho histórico de que la obra se representaba en lengua quechua y formaba

parte de la tradición de la cultura quechua y luego fue transcrita al español. Así mismo, en la

novela encontramos elementos transculturales que dejan ver la doble codificación en tanto

Cutipa tiene sus orígenes familiares en la nación boliviana con sus características indígenas que

van desde el fenotipo de sus pobladores, la comida y la lengua quechua y aimara. Así adquieren

formas y símbolos híbridos cuando entran en contacto con el legado de la colonización española.

Este carácter híbrido de la cultura vuelve a aparecer en la novela de Saravia cuando Cutipa arriba

a Montreal, pasea largos momentos por el mercado de Jean-Talón, sitio, sin duda emblemático

de la transculturación canadiense por cuanto allí se representa la mezcla de lenguas, de visiones,

de gastronomía de los primeros inmigrantes a la isla cuando el sitio estuvo a cargo del

colonizador francés que estimuló la llegada de mujeres desde Francia. Jean-Talón es el lugar

donde se encuentran emigrantes de todo el mundo, “despertando imágenes de extrañas

geografías, otros ojos para mirar el mundo” (Rojo, amarillo y verde 129). Es allí precisamente

donde lo transcultural se hace más evidente en la novela.

En el drama vemos a un servidor del imperio que se revela contra el orden social, político

y religioso al pretender casarse con la hija del Inca y hacerse enemigo del imperio. En la obra de

Saravia esa subversión ocurre a lo largo de la narración cuando parodia la historia de Bolivia y

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58

sus protagonistas. Cuando califica de “el gonorral,” “el corononel Banzer,” “ratón con botas,”

“Hugo Cáncer,” desafía y se subvierte el orden, posición y privilegio que poseían los

gobernantes. Igual ocurre cuando Cutipa cambia el nombre de Bolivia por volibia por medio de

un decreto. Esta subversión “otorga una impunidad creativa y una mirada más crítica”

(Entrevista de M. Tapiero al escritor Alejandro Saravia). Así, tanto en Ollantay como en Rojo,

amarillo y verde asistimos a la representación artística de un enfrentamiento con el poder del

imperio y con el poder militar respectivamente.

Hemos mostrado los aspectos que unen al drama y la novela en una relación de mito y

archivo: Ollantay porque es un mito fundacional de la historia de la región andina de Bolivia y

Perú en tanto da cuenta de los orígenes político-militares y emocionales de un pueblo. Por su

parte, el drama es un documento historiográfico que deja ver las formas discursivas sobre las

cuales se creó la noción de Latinoamérica; y sobre la forma creativa y artística de presentar las

leyes y códigos que prevalecían en la cultura incaica. En los términos de González Echevarría, el

drama narra historias del archivo en la medida en que muestra “las transgresiones contra la ley

que han llevado al confinamiento de cuerpos y papeles” (González Echevarría 11). Es decir, en

el drama se nos presenta un archivo que es la imagen de ese poder reinante pre-hispánico y, más

concretamente, del abuso de ese poder, mismo drama que continúa en la narración de Saravia.

A su vez, en la novela de Saravia hay varias imágenes que develan el concepto de

archivo. Tenemos por un lado la narración de unos acontecimientos violentos que sucedieron

durante las dictaduras en Bolivia, de las cuales su protagonista fue víctima. La representación

que se hace de los cadáveres del Boxeador y de su novia, son símbolos de un gobierno

excluyente en el que, al igual que en el drama teatral, el poder se ejerce por medio de la

violencia, donde la palabra compasión o dignidad humana no tienen espacio. El boxeador y su

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59

novia son archivos muertos, o en términos de González Echevarría, sus cadáveres son “el archivo

que guarda letra muerta” (10).

Al resumirse la información que da el narrador de la muerte y el estado del cuerpo del

Boxeador, podemos notar que se acentúa el horror de la muerte violenta y con ello la

deshumanización de los soldados o la falta de cuidado por su seguridad. Asimismo, es notable el

acto de los mismos soldados durante el velatorio, cuando, quizás borrachos, lo imaginan con

vida, sientan el cadáver y le dan de beber. El Boxeador es el soldado indígena que dio su vida en

cumplimiento del deber cuando convirtió su cuerpo en escudo frente el enemigo. Cuando la

muerte se vistió de bala y le clavó sus astas en el cráneo, allá en el Alto, en el campamento de los

soldados.

El Boxeador se chocó en los aires con un disparo de fusil que le destrozó el rostro

haciendo volar el cerebro y cuanto tejido encontrara a su paso por los tres disparos que recibió.

Perdió uno de sus ojos, parte de su cráneo y nariz. Se dijo que el Boxeador se suicidó, que su

“raza de bronce” que mitificó Arguedas, no había soportado el trajín del ejército. Luego sus

compañeros se reunieron para despedirlo en torno al ataúd rudimentario que le consiguieron.

Pusieron el cuerpo en medio de todos para velarlo, pero uno de los asistentes tropieza con el

ataúd y el cuerpo cae al piso y rueda como si estuviera vivo (Rojo, amarillo y verde 67).

Posteriormente, sus compañeros lo sientan y tratan de darle algo de beber porque no lo

veían muerto. Sudaba gotas de sangre que luchaban por no coagularse. Luego, la descripción

continua y se enfoca en la imagen del “suero amarillento” y en el olor sensorial que pasará a

tener valor de signo, el de la muerte violenta, para el narrador y los otros soldados que son

testigos del evento: “le manaba de la carne y el hueso expuesto de aquel incompleto rostro una

especie de suero amarillento que pronto acabó inundando el lugar con un olor dulzón, como de

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60

sangre mezclada con el zumo de la caña de azúcar […] aquel olor era signo de nuestro propio

bautizo, la marca, el signo de un rito que no nos abandonaría jamás” (Rojo, amarillo y verde 71).

Esta representación de la muerte es un corte en la narración de Cutipa que simboliza el

tiempo malo que vive Bolivia porque deja a Alfredo y a los demás, “incompletos, fragmentados”

(71). Como si la identidad de la que habló Arguedas se hubiese roto con el rostro del Boxeador,

con la monstruosidad de la violencia hasta hacerlo putrefacto para los demás, como nuevo signo

perpetuo de la violencia. El cadáver del Boxeador es el nuevo archivo de letra muerta en la

medida que su cuerpo alberga un lenguaje trascendental, es “como un hiato, la muerte no

significa aquí extinción, sino una expansión al infinito, a ese ámbito especial donde reside lo

anómalo” (González Echevarría 201).

Por último, el drama es un documento revelador de normas y leyes, además de la

cotidianidad que da muestras del día a día de un gobierno del cual seguramente no se tenían los

detalles bien conocidos. A diferencia de Comentarios reales, que mostraba al rey sólo algunas

anomalías, el drama no escondía detalles de lo que no se podía contar al imperio español. Un

punto en común de las dos obras es que son dictadas, el drama, es transcrito al español, y la

novela es dictada por un narrador a un escriba, es decir su estructura narrativa es similar. En el

drama vemos un caso de sometimiento y en la novela vemos un proceso de liberación. En ambos

casos la escritura es el mecanismo que relaciona la violencia con el poder.

A manera de recapitulación conceptual podemos señalar que Ollantay es un mito

fundacional del poder Inca en cuanto representa la estructura del poder prehispánico. Fue

reconstruido por la antropología para exponer su poder mediador en cuanto “traduce las culturas

de otros al lenguaje de Occidente y en el proceso establece su propia forma de conocimiento de

uno mismo” (González Echevarría 45). En el proceso de transmisión del mito, la antropología

Page 70: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

61

jugó un papel primordial al hacer trascender, por medio de la escritura, lo que estaba delegado

solamente al ámbito oral, al escenario de lo local indígena pre-hispánico. La base del

conocimiento hasta la segunda década del siglo XX estuvo determinada por el conocimiento de

la naturaleza, pero posterior a esa época hay un discurso científico que no se basa en ella sino en

el lenguaje y en el mito (González Echevarría 44). Así, “el documento portador de la verdad que

imita la novela es el informe antropológico o etnográfico. El objetivo de dichos estudios es

describir el origen y fuente de la versión que una cultura tiene de sus propios valores, creencias e

historia, recopilando, clasificando y volviendo a contar sus mitos” (González Echevarría 44).

La novela de Saravia describe un desdoblamiento del autor en distintas voces: la de

Alfredo que es quien observa; el Escriba que toma nota de lo que aquél le dicta. Alfredo vuelve a

su infancia, e indaga por el surgimiento de la pasión por la palabra y por la escritura; pero

también Cutipa ejerce un papel de observador de un hecho importante del gobierno Inca, de sus

valores y organización social. Es una alusión etnográfica para mostrar por medio de la palabra la

cultura pre-hispánica, la distancia social entre los diferentes grupos de la sociedad boliviana que

desde sus inicios dejó ver la exclusión de quienes no tenían origen blanco.

Ollantay trascendió la cultura oral indígena e incorporó en su narración lo transcultural

haciéndose parte de dos culturas, de dos códigos culturales y lingüísticos, y a la vez de dos

organizaciones políticas como mitos fundacionales. Dentro de la novela de Saravia, Ollantay

facilita una crítica al exceso de gobernantes y dictadores en la Bolivia de Cutipa y reflexiona

indirectamente sobre el exilio que sufre el personaje para salvar su vida. Mediante el relato del

sujeto migratorio va a sus orígenes y rescata la fundación de su etnia, de sus antepasados,

trayendo así implícita la fusión de culturas, de lo “pre” con lo hispánico. Ese sincretismo propio

de los pueblos latinoamericanos y que a la vez es un espejo que se refleja en la vida actual de

Page 71: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

62

Cutipa en Quebec, una especie de sincretismo montrealense que encierra culturas de diferentes

mundos y que se percibe en el mercado de Jean Talón.

Esa hibridez y sincretismo toca también con la polifonía12 que se percibe en la

prevalencia de dobles códigos en el ámbito lingüístico de la obra andina. Es un tratamiento que

rescata la mezcla de culturas no solamente en Montreal, sitio de la enunciación narrativa en

Saravia, sino en Latinoamérica, específicamente en el contexto en que se desarrolla la historia.

Es decir, Ollantay tiene un fuerte carácter simbólico en Rojo, amarillo y verde, en particular en

lo que concierne al sujeto migratorio. El personaje principal, Alfredo Cutipa, vive en Montreal a

donde tuvo que huir para salvar su vida. Por estas circunstancias personales el personaje ha

incorporado en su expresión lingüística la polifonía como parte y herramienta de supervivencia,

por eso encontramos las diferentes voces que hacen parte de la estructura narrativa de la novela.

También como una necesidad de los tiempos y retos que enfrenta alguien en tierras lejanas, el

emigrante cuya cultura es ajena al idioma, al espacio que llega a habitar, a las estructuras sociales

y políticas en que se tiene que mover.

La novela extiende no sólo su poder crítico hacia los acontecimientos históricos, sino que

también rescata los orígenes fundacionales en la medida en que la narrativa dota al texto de

poder para transmitir una verdad. González Echevarría argumenta que “la novela generalmente

asume la de un documento dado, al que se le ha otorgado la capacidad de vehicular la “verdad” –

es decir, el poder- en momentos determinados de la historia” (38). Como representación literaria

la novela asume entonces el papel de legitimar por medio de la narrativa la inscripción de un

aspecto ajeno a la novela, como sería el mito de Ollantay y con ello elaborar un discurso que crea

12 Por polifonía entendemos las múltiples voces derivadas de la voz narrativa. Recurrimos al análisis que Mijaíl Bajtín hizo de Los hermanos Karamasov, de Dostoievski en el que atribuye características específicas a los diálogos de los personajes y sus diferentes voces con sus propias perspectivas, validez y peso narrativo en la novela. Allí, el autor permite a los personajes subvertir y levantar sus voces. Para mayor claridad de este concepto, véase el cap. 6 de la tesis.

Page 72: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

63

la realidad. De esta manera Saravia, por medio del mito, rescata ciertos acontecimientos

históricos que tienen valor de símbolos en su novela, tales como la creación de una ciudad, la

estructura política y social del imperio Inca. También la violencia, la persecución y exilio de un

habitante del imperio, la discriminación social y valores sociales.

El mito entonces parece estar relacionado con la formación de la identidad humana, es el

momento del despertar lúdico y literario en el que florece la pasión por la escritura. En este

momento de recuerdo, Cutipa regresa a su origen identitario y a su origen étnico.

La polifonía presente en la novela de Saravia se evidencia en la forma de los diálogos

como veremos posteriormente, y en el uso de expresiones en español, francés, inglés y quechua

del protagonista, con distintas genealogías. La presencia de Ollantay en Rojo, amarillo y verde

sintetiza el rescate del momento fundacional de la etnia quechua dentro de la historia oficial que

hasta mitad del siglo XX no existía.

Page 73: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

64

Capítulo 5. La memoria y su relación con el archivo y el mito

5.1 La memoria y su relación con el archivo y el mito

Exploraremos ahora el papel de la memoria en la novela de Saravia y su relación con el mito y el

archivo. Para hacerlo, recurrimos al clásico trabajo de Maurice Halbwachs en el que analiza el

concepto de memoria y hace algunas diferenciaciones. Halbwachs parte del supuesto de que los

recuerdos están organizados de dos formas en las que tanto el cuerpo como el cerebro los

moldean y los acomodan a los hechos. Están primero los recuerdos que la persona ajusta a su

punto de vista respecto a condiciones e intereses personales. En segundo lugar, están los

recuerdos que son parte del grupo al que pertenece el individuo y que lo hacen actuar como

grupo. Así las cosas, Halbwachs argumenta que hay una memoria individual y una memoria

colectiva. De cada uno de estos recuerdos se desprenden actitudes distintas:

The individual participates in two types of memory, but adopts a quite different,

even contrary, attitude as he participates in the one or the other. On the one hand,

he places his own remembrances within the framework of his personality, his own

personal life; he considers those of his own that he holds in common with other

people only in the aspect that interests him by virtue of distinguishing him from

others. On the other hand, he is able to act merely as a group member, helping to

evoke and maintain impersonal remembrances of interest of the group. (50)

Es frecuente que estas dos formas de la memoria se entremezclen, especialmente cuando es

necesario salvar los abismos y lagunas de los recuerdos. Es decir que se combina lo individual y

lo colectivo. Esta memoria individual no es aislada en la medida en que, usualmente, la memoria

de los otros hacen parte también de nuestros propios recuerdos; y para hacer memoria es

Page 74: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

65

necesario recurrir al lenguaje y a las ideas que son parte del capital cultural, no son creadas por sí

mismas sino parte del bagaje colectivo.

Es precisamente este bagaje el que vemos en la novela de Saravia ya que el lenguaje es

una herramienta esencial con la que Cutipa despliega su memoria individual mediante la

posición crítica que asume respecto a su país de origen y en particular por su crítica a las

instituciones políticas y a las fuerzas armadas. En términos de Halbwachs, notamos que la

memoria de Cutipa, en tanto individuo, no se confunde con la de nadie más, su memoria es la

que él mismo se ha formado, ha sentido, ha pensado. Sin embargo, la memoria personal o

individual y la colectiva o histórica difieren en sus límites espaciales y temporales, pueden ser

más restringidas o extendidas dependiendo del contexto. Ejemplo de esto son los

acontecimientos ocurridos en una sociedad donde la persona no ha sido testigo directo sino

oyente de las noticias que trascienden.

En efecto, en Rojo, amarillo y verde hay casos en los que Cutipa fue testigo directo de lo

ocurrido en el Alto, el cuartel donde permanecían los soldados.13 Pero también hay hechos que

escuchaba narrar durante su infancia y que eran parte de la memoria colectiva. Con esto se hace

evidente que desde la niñez Cutipa recibe la influencia de lo que se podría llamar los estereotipos

de la nación, es decir, el conjunto de recuerdos históricos que son fortalecidos a medida que se

documenta con lecturas o tertulias. Hay diversos pronunciamientos que dan cuenta de ello en la

novela. Ya expusimos lo referente a la época pre-hispánica a través del mito de “Ollantay” o la

leyenda de “Manchay Puito” al que también se refiere Saravia pero que solo mencionaremos en

este trabajo por no tener un carácter fundacional. Otro momento ocurre en la novela cuando

Cutipa habla de los dictadores:

13 Ver Pag. 57 y 58 de Rojo, amarillo y verde

Page 75: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

66

En este preciso momento del año 1971 de nuestro Señor Jesucristo, la familia

Gasser o alguna similar, grandes propietarios agroindustriales, en nombre y

representación de gente de buena familia y mejores cuentas bancarias y por medio

de un ujier lenguaraz y elegantemente oriental, le hacía llegar al ratón con botas y

uniforme de campaña un espeso paquete. Así llegaban los patrióticos y necesarios

dólares destinados a refinanciar la rectificación de los rumbos de la nación, […].

Esto gracias a la complicidad de un mal militar y peor boliviano, el general Juan

José Torres González, a quien más tarde unos argentinos, decentes y patriotas

miembros de la triple A, asesinarían con varios tiros en la nuca bajo un puente de

Buenos Aires, al grito de “¡muerte al boliviano!”. (Rojo, amarillo y verde 31)

Cutipa era un niño cuando se dan los acontecimientos que permanecerán como recuerdos

latentes. Pero luego se evidencian como resultado de lecturas e indagación por la verdad de la

historia de su nación (Memoria histórica). No obstante, esa memoria es una “borrowed memory”

porque no es propia pero sí ha marcado la vida del protagonista y de todo un pueblo ya que,

“these events have deeply influenced national thought, not only because they have altered

institutions but also because their tradition endures, very much alive, in region, province,

political party, occupation, class, even certain families or persons who experience them

firsthand” (Halbwachs 51).

Algunos hechos se convierten en símbolos que pueden ser imaginados y contribuyen a la

formación de la nacionalidad. Aunque Alfredo Cutipa hace parodia de la historia oficial en la que

se presentan esos símbolos, cuando se la venera, se le rinde culto y es motivo de celebración. Se

destaca la subversión que efectúa Cutipa del nombre, Bolivia, por “volibia” cuando dicta un

decreto para cambiarlo; o el uso de los colores de la bandera para darle título a la novela pero

Page 76: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

67

que acaban convertidos en los colores de los calcetines de los kurdos compañeros de Bolivia, el

nuevo amor del mismo Cutipa.

En otro momento se presenta una conversación con una mujer llamada Patria cuando ésta

lo acompaña en un recorrido por Montreal. Ella le dice que su nombre tiene un significado plural

y que puede concebirla como él quiera: ella puede ser, según su necesidad, una silla, una hija,

una madre, una mujer, una cama. Incluso cabe la posibilidad de una relación erótica con la patria

hija y con la madre patria.

Otros símbolos nacionales que se incluyen en la novela son: a) las lenguas quechua y

aimara que se hablan a la par con el español, notorias a lo largo de la narración. b) Lo militar con

su perfil de brutalidad, racismo, corrupción y discriminación, y al fondo de todo el enemigo

chileno. Estos símbolos los presenta el personaje principal de la novela de las dos maneras en

que las trabaja Halbwachs en tanto memoria personal como prestada o colectiva.

La indagación sobre el pasado supone la búsqueda en el archivo (que no necesariamente

es un espacio o un depositorio, sino también un discurso en el sentido foucaultiano14). Búsqueda

que inquiere en los papeles amarillentos o en los mismos recuerdos de las vivencias de Cutipa (y

de Saravia) en Bolivia. En este proceso el presente se estremece y pasa a convertirse en

14 Foucault, en El orden del discurso plantea que el discurso es la fuente, es lo que está detrás de las palabras, es

decir, el archivo, el discurso no solo se refiere al soporte por medio del cual se expresan el poder y el deseo, el

discurso “no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y

por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse” (Foucault 15). Es decir, el discurso en

Foucault es un argumento de poder que esconde una forma de dominación. Es por eso que el archivo es un discurso

porque recoge una forma de argumentación. En La arqueología del saber, Foucault plantea que los discursos “no

son como podría esperarse, un puro y simple entrecruzamiento de cosas y palabras: trama oscura de las cosas,

cadena manifiesta visible y coloreada de las palabras […] el discurso no es una delgada superficie de contacto, o de

enfrentamiento entre una realidad y la lengua” (80). Con estos planteamientos de Foucault se pretende demostrar

que lo cultural en sus diversas expresiones es una argumentación para mantener en el poder a aquellos que elaboran

el discurso a partir de los archivos. Es desmontar, de-construir el discurso y demostrar que detrás de ellos hay

formas de dominación. Que la verdad es una simple construcción política de dominación. Aquello por lo cual se

lucha es también la forma del contenido del archivo, lo que se conserva y no se conserva. El discurso es, en última

instancia, el objeto y el instrumento de las luchas en la sociedad.

Page 77: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

68

contemporáneo del pasado. En esa indagación hay una evocación del pasado, a las vidas ligadas

al personaje, a su presencia en cuanto reflexiona sobre su contexto y sus huellas.

Queda claro, entonces que al entrar en contacto con el archivo, ya sea privado o público

se trae al presente situaciones o eventos que adquieren valor dependiendo de la cercanía del autor

con los acontecimientos que se recuerdan. Así ocurre con lo que narra el protagonista en la

segunda parte del libro: los acontecimientos de las dictaduras.

La narración de Cutipa pasa por acontecimientos de corte nacional hacia otros de carácter

personal donde el personaje actúa como testigo de la brutalidad de la vida en los cuarteles,

hechos que definen su visión negativa del país y de sus instituciones. Los recuerdos que se

narran en la novela corresponden a cuatro momentos históricos específicos:

1. El período en el que Cutipa prestó servicio militar en el mes agosto de 1980, a pocos días del

golpe de Luis García Meza, (17 de julio de 1980).

2. La vida que transcurría en los cuarteles cuando se amotinaban los militares para designar los

presidentes de la República de Bolivia. Tal como ocurrió con el golpe que le dieron al

General Meza, a quien lo sucedió Celso Torrelio Villa (4 de agosto de 1981) y luego Guido

Vildoso.

3. La muerte de dos ciudadanos dentro de los cuarteles a quienes nombra como “el Boxeador”

y “Genoveva Ríos” la mujer violada en el cuartel. Ambos personajes ficticios que hablan por

los muchos civiles que en la vida real perdieron sus vidas allí.

4. La noticia de la extradición de Luis García Meza desde Brasil a Bolivia, el 15 de marzo de

1995

Para cada momento aparece la memoria individual o personal (Halbwachs) y una

memoria colectiva. Son recuerdos que forman parte de una memoria individual cuando Cutipa es

Page 78: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

69

testigos directo de los eventos ocurridos en el cuartel; pero también hay una memoria colectiva

cuando todos recuerdan la noticia de la extradición del General Meza. Son recuerdos que según

el planteamiento de Paul Ricoeur están estructurados según su importancia con el Qué se

recuerda, y Quién lo recuerda “centered in the appropriation of memory by a subject capable of

self-recognition” (4). Es decir, en la novela Quién recuerda es Cutipa, un sujeto constructor de su

pasado, de su historia de vida. Pero también es un constructor colectivo de recuerdos en la

medida que la memoria es compartida, vivida, aceptada o repudiada por la sociedad o

comunidades, es decir, provee el Qué dentro de un marco de referencia crítico y reflexivo. Así

ocurre en el recorrido “from memory to reflective memory, passing by way of recollection” (4).

Los citados sucesos, narrados por Cutipa, son además un diálogo entre el presente y pasado en la

medida en que él está ahora en una condición diferente a la que tenía en su natal Bolivia. Cuando

está narrando los sucesos se ha transformado en un inmigrante que está haciéndo otras lecturas

de sí mismo y de su lugar de origen. La narración es un diálogo entre el presente y pasado que da

forma a una consciencia histórica que hace parte de la memoria del protagonista.

Ahora bien, en la medida en que Cutipa pone en relación directa la memoria individual y

la memoria histórica establece de paso una relación cercana entre memoria y archivo. El punto

de contacto es la información que hace parte hoy de la historia oficial (archivo) y la memoria

individual de Cutipa. Entre el secreto con que aún se guardan las violaciones a los derechos

humanos de ese período y la manera como se manipula la memoria colectiva o pública de

Bolivia. Los grupos sociales cuentan apenas con una memoria que ha sido establecida y

enseñada acorde con los mecanismos de poder. Tal como lo manifiesta Abril Trigo: “La

memoria histórica es reproducida por los aparatos ideológicos del Estado y promueve, en

consecuencia, un imaginario nacional” (20). En cambio la memoria de Cutipa, los

Page 79: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

70

acontecimientos que le dicta al Escriba y que leemos, está sujeta a las vivencias, al significado

que cada hecho acarrea y a las de su historia de vida. La memoria de Cutipa está enlazada a lo

concreto, al espacio, al gesto, a la imagen, así lo cuenta al hablar del Boxeador y de Genoveva

Ríos. Como menciona decía Halbwachs: “our memory truly rests not on learned history but on

lived history (57). En conclusión, en Cutipa se observa el juego estético y político de una

memoria individual y personal que surge de la huella que dejó su paso por el ejército, que

relaciona con su conocimiento de la historia de Bolivia y los conceptos que tiene de la historia

oficial boliviana, que ante su juicio aparecen en la narración como el “gonorral,” “narco general

Luis García Meza,” “Hugo cáncer,” “ratón con botas,” “corononel Banzer,” “Chanchos de

Lozada,” y así define Cutipa a los protagonistas de la historia oficial de su país al cual también

define de formas abstractas como a la patria y a la nación.

La narración entra en una especie de catarsis cuando Alfredo Cutipa, a través del Escriba,

dice: “Ni por un segundo se me ocurre tomar el fusil, ametrallar a todos empezando por

generales, mayores, capitanes y tenientes, aunque solo disponga de un cargador con 20 tiros. No,

no se me ocurre y por esto, por este silencio soy culpable. Somos culpables todos” (Rojo,

amarillo y verde 170). Pero así no se desencadenaron las cosas, sino que los soldados que no

participaron en la violación fueron expuestos al castigo de correr toda la noche para doblegarlos

y para que aceptaran cada uno de ellos que “tú no eres más que un simple soldado, tú no eres

nada. Tus decisiones no valen nada, tú no puedes hacer nada. Las cosas, la historia es así y

punto. Tú eres un boliviano, un buen liviano, un polvo incompleto, un medio polvo obediente y

patriota orgulloso de su manipulada bandera tricolor: rojo, amarillo y verde” (Rojo, amarillo y

verde 173).

Page 80: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

71

De esta manera la catarsis o experiencia profunda lleva a una transformación y a un

cambio de pensamiento radical para Cutipa en la medida que desde la institución del ejército se

concede menos valor a la condición de ser boliviano. Esas expresiones displicentes descritas le

llevan a cuestionar si se es más boliviano por obediencia a las instituciones o por convicción

ciudadana o patriota. Así entonces aparece el símbolo de “volibia” convertida en una tela

manoseada por militares que no tienen el más mínimo respeto por la dignidad humana. Hay que

notar que la simbología de los colores de la bandera en un primer momento sugiere el peso que

tiene para la nación la creación de los mitos modernos de todo un imaginario nacional que

configura la memoria colectiva. La conmemoración a los símbolos, a la bandera específicamente,

es de gran envergadura en Bolivia ya que, como lo mencionamos anteriormente, hay un día

dedicado a la celebración de la bandera. De esa manera por medio de la conmemoración se fija

un tipo de memoria que es fundamental en el proceso de crear identidad nacional y de las

representaciones sociales. En efecto, el ideal nacional da un valor agregado a los símbolos

patrióticos, sin embargo, en la novela, esos símbolos están presentes no para fomentar un espíritu

nacionalista ni dar valor agregado a una memoria colectiva, sino para cuestionarla. De hecho, el

autor, Saravia, afirma que una de las razones que originaron la novela, es precisamente “un

conflicto con la madre (la patria), la negación de ésta, de sus símbolos e himnos, y la búsqueda

de la ruptura y distancia” (Entrevista de M. Tapiero al escritor Alejandro Saravia). Este conflicto

se ve reflejado en la narración en diferentes momentos, la manifestación de un malestar de patria

produce la siguiente afirmación: “¿pero nos han hecho hombres de este modo?, ¿amaestrándonos

para aceptar el dolor?, ¿acostumbrándonos a la resignación?, ¿adormeciéndonos en la violencia?

Ven hermano, orinémonos en esta bandera boliviana, en esta constitución política del estado, en

Page 81: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

72

esta constipación histórica que nos ordena servir a la patria, ¿la patria de quién? (Rojo, amarillo y

verde 24).

Así se formó el inconsciente colectivo, la memoria colectiva de estos años en la patria de

Cutipa, con base en conductas lesivas de la dignidad humana, como la violencia contra los

mismos soldados por la oficialidad, la violencia contra el pueblo y las mujeres, significada por la

violación, la discriminación contra los indígenas y los que no hablan español. Es precisamente

esta apreciación que lleva a Cutipa a decir que “la razón primera de la existencia de Bolivia era

la violencia” (Rojo, amarillo y verde 53). Estos aspectos provocan la crítica que leemos en la

narración y son ellos uno de los motivos que llevaron a Saravia a escribir la novela para

“parodiar el poder y la autoridad militar en un país como Bolivia” (Entrevista de M. Tapiero al

escritor Alejandro Saravia). Como consecuencia, para Cutipa, Bolivia es algo imaginario, un

concepto en abstracto difícil de definir, “es una patria imaginaria. Un territorio que no existe más

allá de una geografía contradictoria que suma todos los laberintos y los infiernos a los cuales nos

aferramos con la desesperación de encontrar un término, un sentido […]” (Rojo, amarillo y verde

39).

Mientras la ciudad duerme en sus casas aceptando una historia oficial que les es vendida

día a día, marcada con condecoraciones de militares por su buen comportamiento, Cutipa vive

otra realidad en el cuartel militar. Es testigo directo de la verdad, es un abrir los ojos ante el

ensueño de la mentira. En este caso hay un contraste entre la memoria personal, la de Cutipa, y

la memoria colectiva, la de Bolivia. Es decir, hay un choque de “verdades” en las que Cutipa no

puede abordar a un grupo, a la colectividad para corroborar lo que ha aprendido desde su

infancia, sino es la hora del contraste, de conocer las voces desconocidas que pueblan Bolivia.

Tal como lo afirma Halbwachs que, “the collective memory would play a very secondary role in

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73

fixation of our remembrances if it had no other content than such sequences of dates or lists of

facts (54). Es por esto que Cutipa para reconocer lo anterior escribe en su cuaderno:

Se acercaba el tiempo del carnaval, de la farsa de un virreinato que se sueña

soberano, independiente y con himno nacional. Una colonia con su propio ejército

de auto-ocupación. Durante aquellos meses él revisaba con creciente desasosiego

las noticias, observaba el detalle de las máscaras retóricas de los personajes del

fatuo ejército, las vacuas promesas de los posibles virreyes. ¡Cuánta fe la de los

bolivianos en la misma gente que otrora se había gordamente beneficiado de las

dictaduras! Los bolivianos les escuchaban atentos, anhelantes sitiados a diario por

los colmillos del hambre y la falta de trabajo, con urgencia, con la más ciega

esperanza en creer en algo, en alguien. (Rojo, amarillo y verde 33)

Es así como la memoria colectiva en este caso es ante todo un evento, un momento con la

expectativa de que todo podría ser mejor, “¡Cuánta fe!,” dice Cutipa, al ver como el pueblo cree

en promesas fallidas. Estos eventos tienen una importancia secundaria para quien ha sido testigo,

ha visto, sentido y presenciado los eventos que recrean su memoria personal. Así opera en Cutipa

el contraste de verdades, de hechos, en donde lo histórico, lo oficial ocupa un papel secundario

porque el instrumento educativo para el protagonista ha sido principalmente presencial. Cabe

decir, que la distancia, el tiempo, y la posición crítica desde la cual escribe Alfredo Cutipa, hacen

que la memoria individual fluya. No se trata de ridiculizar, ni hacer burla a un nacionalismo que

él mismo no comparte, se trata de establecer una distancia crítica entre lo que se ha concebido

como nación y todos sus símbolos y lo que el protagonista ha experimentado y el valor que

después de todo eso le da a su nación. Es por eso que cuando se afirma aquí que Cutipa parodia

las fuerzas armadas, los coroneles y en suma la historia oficial, este personaje asume una

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74

diferencia respecto a los eventos, no sólo la distancia geográfica, sino también una perspectiva

crítica de esa historia que vivió su país.15

Ello explica por qué la mejor opción de Alfredo era “Reír, reír, reír. Reírme en las alturas

del murito de piedra que se supone debe vencerme. Reírme de la bandera, de la corneta, del

himno nacional. Reírme del guano inmortal que plaga de estrellas los hombros marciales del

gran ejército volibiano” (174). Esa es la parodia de la historia oficial que solo encuentra su

contrapeso en las mujeres que tienen vida y con las que se encuentra Cutipa en sus retozos, como

por ejemplo sus encuentros apasionados con Bolivia y todo el imaginario de Cutipa en torno a

ella.

Encuentra contrapeso también en medio de las distintas experiencias en Canadá, donde la

vida vuelve a tener un sentido distinto y adquiere una nueva identidad fragmentaria a través de

las distintas expresiones idiomáticas en francés, quechua o inglés, para nombrar las cosas y así

adquirir otro sentido en el juego de las palabras que son la historia de Alfredo Cutipa. “Reírme a

pleno pulmón de las gloriosas Farsas Armadas Volibianas, de las Fuerzas Amamantadas de un

país gobernado por nematelmintos con corbata […]” (175). Y sí, reírse también de la historia

acaba diciendo Alfredo Cutipa y para eso nada como pasarla bien con la Patria, con Amelia, con

Bolivia, la que lo acompaña en sus andanzas en Canadá.

La creatividad de Cutipa se convierte en una verdadera herramienta de supervivencia. El

dolor que le provocó toda la injusticia que presenció en su paso por el ejército, y que lo obligó a

salir del país, lo fortalecen. En este proceso, el lenguaje como lo habíamos mencionado

previamente, adquiere un papel esencial en la transmisión de la memoria, “language serves as the

15 La parodia a la que se refiere el presente trabajo debe ser entendida más allá de la mera percepción de la palabra,

sino que, “Parody here is not just that ridiculing imitation mentioned in the standard dictionary definitions…parody,

therefore, is a form of imitation, but imitation characterized by ironic inversion not always at the expense of the

parodied text…parody is in another formulation, repetition with critical distance, which marks difference rather than

similarity” (Hutcheon 5-6).

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75

vehicle connecting collective memory to individual memory, but it is itself limited in what it can

express to the extent that it is socially constructed, shaped by the collectivity, its norms and

representations” (Halbwachs, citado por Apfelbaum 88). Además, dice Halbwachs, lo que no

puede ser expresado tampoco puede ser recordado. Es decir que en el caso de nuestro personaje,

el dolor no silencia su voz, es al contrario, el vehículo que le genera contar, recontar y elaborar

su discurso, tanto personal como de su nación, contrastando las versiones de una memoria

histórica que suena un tanto inverosímil para Alfredo. Por eso se percibe en la narración y en su

posición crítica frente a la historia de Bolivia, una sensación escasa de un sentido de pertenencia.

Así se ve cuando Alfredo, sentado en un restaurante de la calle Beaubien de Montreal, se entera

de la extradición del “gonorral” Luis García Mesa, “¿o era meza?” desde Brasil a la cárcel de

Chonchocoro. Esta noticia lleva a Alfredo a recordar la imagen de uno de los consejeros de

gobierno tomada unos días después del golpe de estado del 17 de julio de 1980. Era Johnny

Walker, junto al “generelelo,” y narra el Escriba sobre el origen del general Mesa, de la suerte de

nacer en una región andina llamada Bolivia:

país cuyas características históricas y climatológicas extraordinarias permitían la

producción en serie de déspotas militares y civiles a quienes la historia les ciñe las

sienes con una corona de hojas de coca. Sólo en un país de ficción es posible que

cuatro mestizos intoxicados por las páginas del libro “Mi lucha”, mal traducido y

peor digerido, se metan a organizar grupos nazis con el ridículo nombrecillo de

“novios de la muerte”. Lo que Alfredo no sabía era que años más tarde

aparecerían en la escena pública otros bolivianos poseídos por otro tipo de

fundamentalismo. Llegarían hablando inglés, embriagados con las más esotéricas

teorías del libre mercado, trayendo todo un k’hoñichi neoliberal, el mismo que

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76

doscientos años antes había justificado la imposición del comercio, los

bombardeos costeros y la piratería de alta mar en nombre de la libertad de

navegación. Lo que los graduados adelantados jamás sabrían es que pese a la

cosmética teológica librecambista y pseudomodernizadora su país seguiría siendo

siempre la misma antigua colonia de indígenas y mestizos oprimidos, exilados,

explotados y baleados dentro de sus propias fronteras por una clase que se

enjuagaba la boca con la palabra Bolivia. (103-104)

Esta es una manifestación que hace eco de un dolor y un coraje interno que exterioriza

nuestro sujeto migratorio, Cutipa. Notamos en el anterior pasaje que él es conocedor de la

historia de Bolivia y que tiene una cercanía emocional, que se expresa al narrar los

acontecimientos, emoción que se podría denominar dolor de patria. Pero más allá de la emoción,

hay un peso en el diálogo que Cutipa establece en la medida que hace posible una comunicación

con la historia, memoria, archivo y mito. Dicha comunicación se evidencia en la novela en las

conversaciones de Cutipa con el escribiente, ese que copia la historia a la manera tradicional para

que luego se guarde en papel o en la memoria, porque el archivo no es solo un cúmulo de papeles

amarrados dentro de una oficina encerrada, sino que el archivo en el sentido foucaultiano es

también una narración, un discurso y en eso también se confunde con el mito. Es un diálogo que

ayuda al protagonista a procesar sus experiencias en una memoria viva que facilita no solamente

el almacenamiento de ella sino también su recuperación y exteriorización, en vez de una

represión y olvido de ellas.

Esa comunicación interna entre los distintos conceptos en la vivencia del personaje es lo

que señala Erika Apfelbaum cuando habla de la transmisión de memorias. Eso que sólo tiene

éxito en la medida que el lenguaje ocupa el puesto primordial. El uso adecuado del lenguaje en la

Page 86: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

77

transmisión de experiencias y de recolecciones de memoria y su contenido debe ser consistente

con los marcos de referencia de la sociedad (Apfelbaum 87-88). En el caso de Cutipa, hay un

marco de referencia creado por la distancia crítica (Canadá-Bolivia-espacio y tiempo) que tiene

el personaje respecto a la narración relacionada con sus experiencias en Bolivia. Como se ha

afirmado, esta distancia se logra por medio de la nueva posición espacio-temporal del sujeto pero

también por una distancia “cultural y lingüística para poder aprehender a nivel simbólico y

diegético esa suma de estratos y fluctuaciones culturales que conforman Bolivia, en sus diversos

tiempos históricos y existenciales” (Entrevista de M. Tapiero al escritor Alejandro Saravia). Otro

aspecto relevante es que la ubicación geográfica actual en Montreal expande el contexto de lo

narrado y de sus connotaciones puesto que le permite al autor traer a su mundo el ambiente

multicultural, transcultural y polifónico de su nueva ciudad de asilo. Cutipa narra desde un

referente geográfico que no es ajeno a la migración, ni al dolor de la ausencia y que está

enmarcado en un contexto cultural más universal.

De esta manera Cutipa afirma su voz y la de su colectividad relacionando tanto la

memoria personal con la colectiva. Y lo hace a lo largo de la narración, al hablar del carnaval, de

los mitos, como el que aparece en Ollantay, que subyacen en la historia de Bolivia, de la

violación de Genoveva Ríos, en la muerte del Boxeador, y al narrar las voces de los indígenas

que en la historia no existían. También en la forma como contó la represión y violencia de las

dictaduras, en eso, Cutipa es testigo, pero también es conocedor de la historia. Es decir, es

poseedor de una memoria personal que yuxtapone con la memoria histórica desde una

perspectiva crítica, no solo la mira desde dentro, sino que la distancia le permite hacer un

cuestionamiento más profundo y reflexivo por medio de la parodia, como aquellas de las

dictaduras, de los gobernantes y de los símbolos nacionales. Su nuevo contexto, en la ciudad de

Page 87: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

78

Montreal, y sus experiencias también lo acercan a otras vivencias difíciles de la violencia en el

mundo y que en este caso se retrata en el accionar de Bolivia, su amante pasajera, una mujer con

otra historia y para la cual la violencia es un medio de alcanzar los ideales de los kurdos, la

búsqueda de un Estado para lograr su independencia y tener un espacio geográfico que se

relacione con su identidad como nación. Pero si en la nación kurda hay una búsqueda incansable

por medio de la violencia, la “razón primera de la existencia de Bolivia era la violencia” (Rojo,

amarillo y verde 53). En tales condiciones sociales se mueven las identidades relativas, volátiles,

cambiantes, las expectativas sociales y las transformaciones históricas. Y así infinitamente,

Cutipa habría podido llenar hojas y hojas de historia y de sus memorias, porque “toda historia,

oficial o no, es un cuento de nunca acabar. Es decir que acabará cuando el último humano cierre

los ojos y nadie más sepa en qué acaba la historia” (Entrevista de M. Tapiero al escritor

Alejandro Saravia).

Page 88: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

79

Capítulo 6. El caso Saravia en la literatura hispano-canadiense de comienzos del siglo XXI:

emigración y exilio

Este capítulo final discurre por las marcas que nos ha dejado la lectura de la novela Rojo,

amarillo y verde en torno a la obsesión humana por la identidad. Esto se revela, en el caso de

Cutipa, el emigrante boliviano exiliado, en la manera como este personaje manifiesta el dolor y

la muerte que llenaron su memoria de recuerdos míticos y de historias de los archivos que

ordenan la literatura latinoamericana.

Los debates culturales que rodean la novela de Saravia están relacionados con la

aculturación que inicialmente se creyó que acontecía cuando dos culturas se encontraban; con la

transculturación que se producía en el intercambio de experiencia, costumbres y creencias a las

que se refirieron Cornejo Polar, Fernando Ortiz y Ángel Rama; con la hibridación cultural de

García Canclini, y la condición in-between del emigrante que señala Homi Bhabha. Todos estos

estudiosos de la cultura nos han facilitado conceptualmente la comprensión de las huellas

indelebles que dejan en un autor como Saravia y los personajes que crea, el encuentro de dos

culturas: la boliviana sometida a los avatares de la conquista española durante los últimos cinco

siglos y que a su vez está marcada por el conflicto entre los pueblos indígenas y el mundo de los

criollos o de los bolivianos integrados a la vida de la modernidad, y la canadiense resultado del

proceso multicultural de una nación que reivindica la aceptación de múltiples culturas. Así, Rojo,

amarillo y verde tiene un pie en Bolivia, símbolo de lo prehispánico o de lo indígena en tensión

con aquellos que niegan sus particularidades o que los definen en base a estereotipos que

sumergen al país en una profunda división étnica y de clases, y otro en Montreal, símbolo del

recibimiento de distintos pueblos.

Page 89: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

80

Luego presentamos los inicios de lo que se conoce como la literatura hispano-canadiense

que se difunde en las distintas editoriales aludidas al comienzo del escrito y que arroja luces

sobre los problemas de identidad al momento de ingresar a una sociedad del primer mundo, es

decir, sobre la inserción en la sociedad canadiense. La forma que asume la narración de la novela

devela una negociación de la identidad a través del uso de la memoria de la persona individual en

unas condiciones históricas particulares, con identidades inestables y transitorias, producto de su

situación como sujeto migrante.

Como lectores buscamos detectar dentro de la narración los lugares y formas de ver y

sentir la realidad en la ciudad de Montreal en las que hubiese un reconocimiento del sujeto con

su entorno. Encuentro con la realidad circundante que le permita reconstruir unas raíces que le

den a este y a los personajes una estabilidad emocional a la manera de un balance entre Bolivia y

Canadá, pero también como ciudadanos del mundo.

Las cuestiones que nos interesa destacar finalmente son:

1. Los rasgos literarios que hacen de la novela un registro (archivo) de las migraciones de

exiliados hispano-canadienses en las últimas décadas.

2. El tipo de relación cultural que estableció Cutipa con los otros personajes en términos de las

nociones de espacio y tiempo que se manejan en la novela.

3. Las marcas del exilio en Cutipa y sus efectos sobre el dolor y la muerte que sufría este

personaje durante la escritura.

4. Los rasgos polifónicos y de heteroglosia identificables en el caso de Saravia a la luz de los

conceptos elaborados por Bajtín.

Veamos estos 4 puntos:

Page 90: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

81

6.1. Los rasgos literarios de las migraciones

La emigración afecta a la población, la visión de su tránsito en pos de un nuevo lugar de

asentamiento y los lugares de destino; además ejerce un papel significativo sobre el encuentro

con otros, las nuevas experiencias, las nuevas representaciones de ciudadanía, de estilos y formas

de vida. Tales representaciones se materializan en nuevos códigos culturales adquiridos en el

vestir, comer, consumir, y también en la vida cultural: la poesía, música, ideologías y en la

producción literaria en general (Paul White 1). Este último aspecto implica la innovación en la

literatura concerniente al desplazamiento y básicamente, cambio de residencia. Surge entonces

todo un corpus de literatura de la emigración que ilustra y hasta retrata a los actores desplazados

que sufren experiencias que el crítico Soren Frank describe como “destructive, agonizing and

painful,” o que, al contrario, dibujan la emigración como “productive, fascinating, and

appealing,” experiencias que conducen a asimilar de “rewriting identities in order to evoke their

impure and heterogeneous character” ( 18-19). La novela Rojo, amarillo y verde cuenta con un

personaje central que desvela la fluida conformación de la identidad del exiliado

latinoamericano, pues en el fondo se trata de una narrativa autobiográfica que expone la tensión

entre la vida pasada y la presente del sujeto, pero no en un sentido pasivo sino de revisión crítica

del pasado desde el lugar de exilio. Pero aún cuando toda cultura y sus integrantes están en

constante proceso de transculturación, en el caso de los latinoamericanos en Canadá no se han

perfilado unas características específicamente latino canadienses. Es decir, una marca cultural

que no sea sólo canadiense o boliviana sino la unión de las dos.

Creemos que en esta obra de Saravia aún no es posible establecer representaciones que

materialicen nuevos códigos culturales en torno al vestir, comer, consumir o un estilo literario

diferenciable como hispano-canadiense. Aunque por el origen de los actores quizás se pueda

Page 91: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

82

afirmar tal condición. Saravia emigró durante la segunda ola migratoria que llegó a Canadá en la

década de los años 80 (1986). Estableció su domicilio en Montreal y desde allí su producción

literaria ha marcado parte de la literatura hispano-canadiense. Hugh Hazelton señala un hecho

trascendental en la vida de Saravia que fue su participación voluntaria en el ejército de su país,

cuya meta era entablar amistad con personas que hablaran Quechua y Aimara, dos dialectos de

Bolivia. Ese intento de transculturación que pasa por el deseo de adopción del lenguaje se reitera

cuando Cutipa revela que vive una constante tensión entre presente y pasado, vida y muerte,

cuando habla de su ingreso a su nuevo mundo, su nueva realidad en Canadá. Esto lleva al

personaje a sentirse en dos mundos que conviven en un constante desequilibrio, pero que se logra

superar a través de la escritura, puesto que esta le da continuidad a su existencia. Para lograrlo

demuestra que maneja varias lenguas: el quechua que es nativa de su país de origen, el francés

que debe hablar en Montreal, el inglés que abre horizontes de comunicación con el resto de

Canadá y con otros inmigrantes.

6.2. La relación cultural de Cutipa con los personajes

En cuanto al tipo de relación que estableció Cutipa con los otros personajes en términos de las

nociones de espacio y tiempo que se manejan en la novela, podemos decir que en la historia los

personajes no tienen conciencias separadas del eje que ofrece la voz narrativa ni tampoco se

enfrentan unos a otros a la manera como Bajtín interpreta el papel de los personajes en

Dostoievski. En otras palabras, no se enfrentan concepciones opuestas a partir de voces

independientes. Sin embargo, la conciencia central y de allí la narrativa que Cutipa dicta al

escriba contiene una multiplicidad de voces y de perspectivas ideológicas que se pueden resumir,

por un lado, en la posición crítica de Cutipa y, por otra, las voces, como las de los militares y

gobernantes, que fundamentan su política en la violencia, la corrupción y en la ideología del

Page 92: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

83

nacionalismo donde son cruciales los símbolos de la nación. De esta manera, hay una

dependencia de los personajes a la conciencia que los recuerda y que les permite el habla. En la

historia, por supuesto, hay momentos en que esta subordinación es puesta en duda ya que

algunos personajes asumen una especie de presencia autónoma, como el fantasma de Amelia que

se le aparece a Cutipa y con la cual termina bailando mientras ella le auguraba el momento de su

muerte. En la novela, si bien se menciona personajes históricos estos no asumen un papel directo

en la narrativa, son objeto de referencias críticas. Los únicos personajes que actúan directamente

son mujeres y un escriba, y todos ellos son inasibles, abstractos y de un perfil fluido tanto en el

tiempo como en el espacio, es decir no es posible identificar la posición en el espacio y en el

tiempo porque parecen más motivos, recuerdos o pretextos que tiene Cutipa para hablar consigo

mismo. Es notable que una entidad abstracta, la “Patria,” sea personificada y se transforme en

otro personaje más que tiene el privilegio del habla. Nos parece que esto confirma que estamos

ante una conciencia a la cual se allegan múltiples voces, con sus variadas perspectivas que, a su

vez, permiten un contraste en lo que de otro modo sería una visión única que vendría del

personaje Cutipa.

En este conjunto de alusiones a personajes, el que tiene más perfil en el presente de la

acción del narrador es la canadiense Marcelle Meyer, novia de Cutipa, que aparece en un

restaurante guatemalteco sobre el bulevar St-Denis, para decirle a él que no quiere verlo más. Sin

ningún hálito de compasión le dice: "‘Je ne veux plus te revoir, Alfredo. Il faut se quitter. Je

casse’” (7). Ella es una especie de figura del encuentro y del rechazo en el suelo local, para que

luego sean otras inmigrantes, como él, las que le acepten aunque en encuentros que no tienen

permanencia y en los cuales no se profundiza en los sentimientos. El uso del francés revela que

Marcelle está inserta en la cultura canadiense pero se evapora de la escena y de la narración,

Page 93: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

84

como seguirá ocurriendo con los demás personajes mujeres. Esta relación con Marcelle es un

indicio de la incipiente integración de Cutipa como exiliado dentro de la sociedad y de lo

reciente de su condición de exiliado pero como hemos apuntado es también la que pone fin a la

relación. De esta manera, la narración comienza con la imagen de un quiebre o quizás de un

abandono que marca simbólicamente la condición del sujeto. El único personaje que permanece

es el escriba, pues “hasta los muertos me abandonan,” (84) piensa Cutipa. El escriba es esencial

para este proceso narrativo de evaluación interior, de las acciones y de las ideas del pasado y de

su contraste con el presente crítico.

Veamos la manera como trabaja Saravia los personajes en tres casos, todos ellos diálogos

de Cutipa con mujeres: el primer diálogo es con la Patria cuando ella le quita de golpe la palabra

a Alfredo y modula con frialdad:

-¡Tú no sabes nada de nada, pedazo de huevón escapado, así que mejor te

callas y duermes! Los hombres son por lo general más tolerables cuando duermen

sin roncar ni molestar a nadie…

Como golpeado por una tabla en la cabeza él se quedó callado

escuchándole:

-¿No sabes que hay tantas patrias como bolivianos hay? Existen siete, ocho, diez,

veinte millones de patrias y más. Cada uno tiene la suya, imaginaria o no, flaca o

gorda, joven o vieja, hombre o mujer y todas se llaman Bolivia pero ninguna es

igual. Sólo los ingenuos como tú que se la creyeron todos los cuentos de la hora

cívica en la escuela pueden pensar que hay una sola y única Patria… además

¿Cuál es la diferencia entre patria y país? […] Ella continuaba esperando con

impasibilidad su respuesta. El volvió a mirarla, sin saber que decirle hasta que

Page 94: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

85

Patria habló de nuevo en un tono de voz más bajo: “Para empezar, dime

Alfredo… mi tierno Alfredito, ¿estás seguro de que soy…una mujer? Una patria

puede ser tantas cosas, hasta una silla, hasta una máquina de escribir o una

computadora, una maleta de inmigrante bajo la cama o una foto de

kindergarten…” Alfredo dudó por un instante ante aquella pregunta, tratando de

comprender el sentido de lo que ella decía. (Rojo, amarillo y verde 46-47)

En este diálogo o, más bien, soliloquio de la Patria ante Alfredo, este se ve enfrentado a los

estereotipos nacionales que se transmiten a los niños en el sistema educacional en la llamada

“hora cívica.” La concepción múltiple y polifacética que enuncia la “Patria” es una reprimenda a

Alfredo, quien está en búsqueda de un sentido para las experiencias de su vida en Bolivia, y con

ese conocimiento transformar su dislocado presente en Montreal, su tierra de asilo. Alfredo es

cuestionado sobre la diferencia entre una patria y un país, para que reconozca los sentimientos

que están ligados a un lugar, a diferencia de los signos que se enseñan en el colegio en clase de

geografía cuando los niños aprenden los nombres de un espacio político, su bandera, su capital,

los nombres de los ríos, sin mostrarles la vinculación afectiva con la representación simbólica de

esos elementos del espacio. Es decir, aunque la patria no tiene una identidad de género específica

y carece a la vez de una identificación precisa de sí misma, es importante en términos afectivos y

valorativos en cuanto origen territorial del sujeto histórico. Junto a estos aspectos ideológicos del

discurso, donde la misma patria se encarga de cuestionar los estereotipos que acompañan a la

imagen de nación en la ideología militar, también conviene notar la personificación de la entidad

“patria” y, con ello, la suma de otra voz y perspectiva en el discurso del hablante central. Se

trata, como se ve, de una “voz” que se subvierte a sí misma a tiempo que pone en juicio los

mismo preceptos de Cutipa.

Page 95: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

86

El segundo diálogo que mostramos es con Amelia, cuando Alfredo disiente de ella y le

pregunta:

¿Sigues con los chistes macabros? – le pregunto él con ironía.

-Tú me conoces, Alfredo, así que tómalo como quieras mientras podamos estar

juntos. ¿Sabes?, esta mi existencia de papel, esta locura por la vida que no sentí,

que no toqué y que ahora me invade habría sido imposible sin ti. Estoy aquí,

frente a ti sin haber tenido que ir a buscarte allí al cuartel cuando creías que no me

verías más. He visto que hasta los muertos amamos la vida con tal ansia que aún

bajo la tierra buscamos todo cuanto contiene la energía de lo que se mueve con

vida propia. Florecemos sobre la tierra, de tanta ternura que hacemos musgo sobre

las piedras, por sentir el viento nos hacemos hoja de árbol, para viajar nos

vestimos de polvo, nos refugiamos en la memoria, nos incrustamos en el hueso,

en la imaginación, en el recuerdo de los que viven y sólo morimos de verdad

cuando ya nadie llama a nuestra puerta para invitarnos a pasear, cuando ya nadie

pronuncia nuestro nombre. Por todo eso quiero decirte cuando te morirás. Así

podre guiarte, mostrarte las cosas, las formas de vivir aun después de la muerte,

enseñarte que la oscuridad es otra forma de luz. Así no estarás solo, Alfredo… así

no estarás solo… Alfredo, te morirás después de treinta y tres años de amor…

(Rojo, amarillo y verde 182-183)

Amelia tenía 17 años cuando murió de un derrame cerebral mientras Cutipa – su novio de

entonces - intentaba hablar con ella por teléfono. La llamaba desde el Alto, el sitio donde Alfredo

prestaba servicio militar, allí donde conoció el horror de las injusticias. Aunque muerta, ella

vuelve a la “vida” como un sujeto que parece ser independiente del narrador, aunque en realidad

Page 96: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

87

sea un producto de sus recuerdos o del deseo de reestablecer los hilos de una conversación

perdida en el pasado y truncada por el evento de su muerte. Amelia, en esta habla desde el “más

allá,” y por medio de una prosopopeya, es consciente de ser el producto de la creación de

Alfredo, en un guiño a la escritura metaficcional, y trae un mensaje que transforma la imagen de

la muerte en otra forma de la “vida” activa. Con Amelia, Alfredo se planteó otras formas de vida

para cada muerte que sufría, puesto que la memoria las avivaba cada vez que morían.

Los personajes se conocen, así lo afirma Amelia, de manera que la discusión gira en

torno a cómo son los juegos de la memoria, los momentos en que va y viene, y la manera como

ese personaje convertido en recuerdo le dice que se morirá después de la cifra cabalística de los

33 años de amor. Los 33 años de vida de Jesucristo que juega un papel central en la religión

hispánica que acabó imponiéndose en la cultura boliviana y del continente, en todos los niveles

culturales y que muere todos los años en la Semana Santa, en un rito que parece interminable

pero que se ha integrado de una forma sincrética a todas las religiones de las etnias

latinoamericanas. Pero en el caso del exiliado morir mil veces como le ocurre a Cutipa significa

que cada vez él es un recuerdo, una herida de muerte. ¿Pero qué es lo que muere? Su tierra natal,

muere aquello que dejó atrás y que se vuelve inalcanzable. Recuerda la herida de los recuerdos

traumáticos que van y vienen en un pasado que se hace presente cada vez que quiere.

El tercer diálogo que citamos está relacionado con María, la mujer que se rebela ante

Cutipa y el Escriba porque está hastiada de ser el objeto de los deseos de un oscuro militar. Ella

reconoce el “Soneto 175” de Lope de Vega, lo que legitima su competencia e ingenio para ir más

allá de ser una dama de compañía. Ese accionar de su voz le da independencia y le impulsa a

partir, sin importar que su esencia de vida en la novela dependa de Alfredo.

Page 97: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

88

“Deseando estar dentro de vos propia, señora, para saber si soy querido…” La

súbita frase sorprendió a María amoscándole los ánimos. Luego de reconocer en

aquellas palabras el texto de una antigua carta que Alfredo repetía ahora como un

lorito, ella se puso de pie molesta y sin sombra de duda ni empacho, crudamente,

le mandó al carajo diciéndole que muy bien podía guardarse donde mejor le

pareciera aquella carta porque en aquel instante no existía poder alguno en la

tierra que le hiciera cambiar de opinión. Ella dejaba oficialmente esta magra

novela. Alfredo le rogó que se quedara, hasta le ofreció poner su nombre como

título a la obrita que escribía aunque en el camino tuviera que plagiar a un escritor

colombiano y matar de celos a la María de los largos vestidos y aún más largos

suspiros. (Rojo, amarillo y verde 116)

María es un personaje autoconsciente, parte del sustrato metaficcional del libro de Saravia, que

decide irse de la novela, de esta manera Saravia, Cutipa, y el Escriba entran en el terreno de la

heteroglosia, la polifonía y el diálogo, por cuanto hay tres voces en la misma estructura de la

novela: Un personaje que se aburre de su personaje, un Escriba que debe sacarlo de la narración

y un autor que escribe lo que los personajes quieren. Todo esto es también un juego de recuerdos

de Alfredo, de Saravia, de María y hasta del mismo Escriba. Así, el lector de Rojo, amarillo y

verde encuentra que la memoria que guía los recuerdos crea identidad, esa misma que se diluye

al introducir los personajes que huyen del pasado de Cutipa dejándolo solo con la obligación de

construir otra identidad presente, pero sin nada de barro en las manos para darle forma.

Los tres diálogos de estos huidizos personajes resumen la inestabilidad que hoy se

percibe teóricamente en la identidad del sujeto migratorio sometido a cambio; los nuevos

significados culturales apenas empiezan a ser visibles en Saravia. Significados incipientes y

Page 98: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

89

apenas panorámicos en las visitas que hace Cutipa al mercado de Jean-Talón, el mercado

multicultural donde el personaje se siente menos ajeno sabiendo que los que allí visitan son

inmigrantes al igual que él y donde, como lo expresa, se mezclan las gastronomías del mundo.

Ese tránsito por el mercado genera nuevos significados culturales en la medida que Cutipa

reflexiona si “habremos logrado fundar identidades colectivas favorable a todas las diferencias

gastronómicas” (130). En este mercado Cutipa -el sujeto- llega a “espacios de ‘entre medio’

[que] proveen el terreno para elaborar estrategias de identidad que inician nuevos signos de

identidad” (Bhabha 18). De este modo la identidad se entiende hoy como algo carente de

existencia real, algo que es una derivación de un conjunto de factores psicosociales,

interacciones cotidianas que proporcionan “una imagen que el individuo proyecta en un punto

virtual y recibe de vuelta convertida en realidad: es el tejido simbólico por el cual accedemos a lo

real” (Trigo 18).

6.3 Las marcas del exilio en Cutipa

Veamos ahora las marcas del exilio en Cutipa y sus efectos sobre el dolor y la muerte que sufría

este personaje durante la escritura. Compartimos con Luis Torres que la literatura concerniente al

exilio tiene un peso específico en cuanto al dolor que significa para el exiliado hispano-

canadiense. Torres expresa que “exile itself is not a privileged territory for the representations of

feelings and traumas, as testimonial writing from Latin-America has shown, but, nonetheless, the

worlds of the exile have something to tell us about the human condition” (186). Vista así, la

literatura se convierte en una herramienta para contar la experiencia migratoria. El exilio marca

la escritura latinoamericana en Canadá con los dilemas relacionados con la violencia de los

países que se tuvieron que dejar, los traumas personales y colectivos de algunos grupos y

Page 99: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

90

principalmente la orienta hacia una cuestión crucial: la búsqueda de identidad en un estado de

difícil tránsito desde los países de origen a la tierra de asilo, como la de Canadá.

Podemos reconocer los momentos de dolor del exiliado en la paleta narrativa de la

memoria fresca que pinta su situación con sus recuerdos. También hay presencia de marcas de

dolor en Cutipa al hablar de su soledad y aislamiento desde el horizonte canadiense. El exilio es

una forma de presentación (pasaporte intelectual) que hace comunidad con los otros que han

llegado a Canadá, esa común-unión con los inmigrantes que también han llegado a este país. El

trabajo de Luis A. Torres sobre las características del exiliado reivindica que el dolor y el trauma

tienen un peso específico en la escritura del exiliado y en la manera como el concepto adquiere

mayor entidad por cuanto no deviene fácilmente en una simple disidencia o en un asunto

retórico, en el que todos en algún momento podemos sentirnos exiliados a la manera como se

dijo por ciertos críticos de la literatura latinoamericana. Entre ellos el mismo González

Echevarría de quien Torres ha dicho que:

Hence, my emphasis will be on the fact that the alienated relation with the world

that leads to decentring and disintegration in the experience of the exile is the

result of personal and collective traumas suffered in the past and in the moment of

forced "transplantation." Trauma is the reason why the writing of the exile is in

many ways a form of therapeutic writing, a release of the self in the projections of

the text, which leads to anagnorisis, an instance when the reader recognizes in

representation his or her own experience of the world. It is in this recognition that

the pathos of exile crosses the personal boundaries of subjectivity to become a

work of the imagination to be shared with others. But one should not confuse the

decentring of identity and the separation between the subject and the world with

Page 100: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

91

that strand of alienation identified by González Echevarría in post-Romantic

literature; in forced exile we are confronted with an alienation rooted not on

something willed or desired but with the crisis of a wide spectrum of feelings due

to the traumas in the life of the individual and society. (186)

En lo que sigue veremos tres ejemplos del dolor y la muerte en Saravia cuando su

personaje, Cutipa, se enfrenta a sus recuerdos:

En primer lugar, en un momento el Escriba le reprocha a Cutipa que le traicione la

confianza que debe fluir en la escritura, como si el archivo no fuese más un recipiente pasivo que

guarda historias, en ese momento Cutipa está consumido por el dolor de la ausencia que

envuelve al exiliado:

entretanto las cartas de Susana San Miguel llegaban a la isla de Montreal como el

ruido distante de una frágil avioneta tripulada por Fabián que traía la

correspondencia del Sur. El aparato se hacía visible poco a poco, haciendo

círculos alrededor del solitario iglú de donde Alfredo salía corriendo, agitando los

brazos en alto, como una hormiga entusiasmada al recibir la visita semestral de

aquel avión que dejaba caer dando tumbos una gran caja con las vituallas

necesarias para otros seis meses de supervivencia en aquella isla que para él era el

ojo mismo del polo norte […] la menuda escritura de Susana San Miguel que

ahora Alfredo descifraba con hambre, llenando poco a poco de ecos, de árboles,

de murmullos y de voces el infinito espacio inhabitado que le rodeaba. (100-101)

La carta que Susana San Miguel le envía a Cutipa, otra de las amigas, se mueve en un

contexto de ficción dentro de la ficción, en cuanto se trata de Alfredo que se imagina esperando

en un iglú noticias de ella. La carta, asimismo, en su forma, es un medio de expansión del

Page 101: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

92

discurso y de las voces y perspectivas que acoge la enunciación de Cutipa. Esta suma un nuevo

nivel a la multiplicidad de voces y medios discursivos que usa el autor para implementar su

mensaje. La vivienda inuit o nórdica es la figura con la que Saravia retrata la soledad, el frío

dolor de la falta de comunicación; la espera por un contacto con alguien, pero también el refugio

en que se sumerge el exiliado y que revela una falta de contacto con su entorno agresivo. Es el

dolor helado del “infinito espacio inhabitado,” pero habitado por las personas con las que sabe

establecer lazos de afecto, aunque Montreal esté habitado por otras personas con las que aun no

logra empatía. El iglú es la hipérbole del vacío que sufre la persona ante la separación de su

tierra de origen, es la expresión profunda del sentimiento de exilio. Además que la presencia del

“hogar” hecho de hielo, refugio ante la inclemencia del norte, suma una grado de ironía a la

representación pues, como se ha dicho, existe en una ciudad vacía pero que sabemos habitada.

Así, el autor nos acerca a la conciencia del dolor, de la distancia y del desajuste del sujeto en la

tierra de asilo y de la simbolización del iglú que es al mismo tiempo refugio e imagen de la

soledad.

En segundo lugar, el dolor del viaje al exilio de Cutipa está narrado como una travesía en

la noche que separa el recorrido entre La Paz y Montreal. Esa travesía es también la metáfora

implícita del tránsito; una figura estructuradora del desplazamiento que se puede interpretar

como ese espacio individual en constante movimiento que representa el flujo incesante del

emigrante. En la cita que sigue, la imagen del río, con sus amplias connotaciones literarias y

culturales, es la que permite enfocar y simbolizar la condición del sujeto, del exiliado o del

inmigrante:

durante el descenso el artefacto, sintiendo bajo sus pies el chirrido hidráulico de

las ruedas que se preparaban para el aterrizaje, Alfredo observó por el ojo de buey

Page 102: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

93

desde el aire los contornos geográficos del paisaje que abajo se expandía como

una enorme planicie cubierta a trechos por anchos brazos fluviales, las aguas de

llanto de todos los desplazados del mundo corriendo por el San Lorenzo, la densa

alfombra de árboles de ramas desnudas, los bosques de coníferas y, esparcida de

trecho en trecho, alguna desolada casita anclada en medio de aquel vasto otoño

gris. (112)

El exiliado tiene desde el cielo una vista general de la geografía de la ciudad que se

transmuta en su estado de ánimo, en la soledad que lo invade antes de aterrizar sobre las “aguas

de llanto de los desplazados,” “las ramas desnudas,” “la desolada casita,” todos ellos signos del

“sentimiento” de exilio. Así Montreal acaba convertida para Cutipa en el escenario de una isla

rodeada de llanto por todas partes. Un llanto simbólico que representa la experiencia que cada

exiliado y cada inmigrante trae consigo, además del esfuerzo de ser o de dar sentido a la vida en

el nuevo espacio. Estos sujetos migratorios son el río-llanto y a la vez van en él. El San Lorenzo

es hoy considerado el estuario más grande del mundo, allí donde la naturaleza une al mar con el

río, para advertir que en ese territorio es posible dar y recibir, lo que viene de lejos con aquello

que está cerca, la llanura y la montaña; al inmigrante desconsolado, al perseguido, al que no

encuentra consuelo y al que huye de la persecución política; el que busca oportunidades o el que

simplemente está de paso porque aún no sabe a dónde ir. Se trata de un río que no deja de ser río,

ni de un mar que deja de ser mar, sino la hibridez de la indeterminación de la identidad. La

misma que debe asumir el exiliado puesto que en él se da una confluencia de al menos dos

formas de ser: lo que se trae de sí mismo y de su cultura en el viaje y lo que está ahí en la tierra

de asilo.

Page 103: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

94

La capacidad para mantenerse entre las muchas aguas, o entre las muchas voces, para

recordar a Bajtín, es la condición que asume la expresión del exiliado en cuanto ahora serán

muchos rostros y que en Cutipa se revelan en las distintas mujeres que se aparecen en sus

recuerdos. Son también las voces de Lope de Vega, de la poesía española que ama Saravia, o los

ecos que resuenan en los cuarteles y las mazmorras bolivianas donde prestó el servicio militar.

Las vívidas expresiones de las representaciones teatrales de Ollantay con los vestigios del Siglo

de Oro. Todo ello entrelazado mientras el Escriba toma nota de lo que Cutipa le dicta mientras

conversa en silencio con los personajes etéreos y abstractos de Rojo, amarillo y verde que

abandonan la novela porque se aburren del papel que les toca desempeñar, como ocurre con La

Patria, Marcelle, Bolivia y Amelia.

En tercer y último lugar, todo el dolor que marca al personaje principal, Cutipa,

desemboca también en pequeñas muertes, porque él no puede desaparecer del todo, pues debe

seguir narrándole al Escriba. Pero sí puede morir muchas veces como lo hacen los personajes

(máscaras) del teatro. Cutipa muere cada vez que cambia de máscara, cuando el dolor lo vence y

cuando los personajes se llevan parte de lo que él es, sus recuerdos. Para ilustrar lo anterior,

veamos cómo Cutipa muere, en un sentido simbólico, con la premura de re-hacerse por medio de

los recuerdos:

En 1980, él había muerto dos veces, cien veces, mil veces y desde entonces quien

sabe si mucho antes, Alfredo no había dejado de morir incesantemente,

infatigablemente, y pese a ello cada mañana se tenía de pie frente a sus papelotes,

vigorizado, lleno de palabras, todas las palabras que nadie oiría y que las

corrientes aéreas de imaginarios huayras y harmattanes, tras cruzar hondonadas,

cordilleras y desiertos, le traían hasta sus oídos y sus manos los murmullos, los

Page 104: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

95

suspiros y las voces surgidas, en alguna calle, en alguna región que él jamás

conocería [...] La primera vez que murió ya un sueño se lo había advertido pero el

no pudo descifrarlo. En el sueño, a través de fragmentadas imágenes, Amelia le

hablaba con grandes gestos desde el otro lado de un muro denso y transparente

que les separaba. (73, 74)

El personaje que muere muchas veces continúa viviendo y tiene que reconstruir

incesantemente su rostro. Morir para un artista es fragmentar sus recuerdos, desajustarlos y

volverlos a armar; volver a inventarse a través de la memoria que crea la identidad; a través de

los sueños que tiene, de los sitios que recuerda e imagina. Cada muerte es el principio de una

nueva identidad que al reconstruirse da lugar a nuevos significados, por esto, la identidad

mantiene una relación constante con la memoria en la medida que provoca una reconciliación

con el pasado del sujeto. Al respecto, Félix de Azúa señala que, “La “memoria” (Mnemosyne)

[…] es una misteriosa facultad del espíritu que mantiene unida nuestra coherencia, tanto

individual como colectiva, y nos libra provisionalmente de la desintegración. Sólo mediante el

recuerdo de lo que hemos sido podemos seguir siendo lo que creemos ser. La “memoria” es otro

nombre del “significado” (4). Surge así, una relación dialéctica en la medida en que cuando

hacemos memoria, re-creamos identidad, Cutipa lo dijo, “morimos para continuar en vida” (53).

Morir para Alfredo Cutipa es sufrir el dolor y la pérdida de una parte de su memoria y

afrontar otra. Al tiempo que reconstruye su memoria mediante el dictado que le hace al Escriba,

transforma su identidad marcada por el desplazamiento, por la huida, por el exilio. Es como lo

define Norman Cheadle, “una documentación novelizada de la agonía del yo boliviano de

Alejandro Saravia” (111).

Page 105: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

96

6.4. Los rasgos polifónicos en Rojo, amarillo y verde

Los diálogos en el discurso narrativo de la novela de Saravia pueden examinarse desde la óptica

de la polifonía y la heteroglosia. Estos dos conceptos irrumpen en la literatura Occidental del

siglo XX a propósito del trabajo de Bajtín sobre la obra de Dostoievski. A partir de allí se

desataron distintas posturas críticas que en síntesis consideran que la literatura moderna es

polifónica en tanto la mayoría de las obras clásicas cuentan con 3 características narrativas:

1. El autor se confunde con los personajes

2. Hay autonomía de conciencia en los personajes

3. Hay ausencia de jerarquía en las voces.

En cambio, cuando estamos simplemente ante una pluralidad de voces sin las características

anteriores debemos hablar simplemente de dialogismo. Así las cosas, las características

narrativas de los diálogos han dado lugar a debates aún vigentes sobre los límites entre las

concepciones de lo polifónico y lo dialógico (Igartua 223). En la novela de Saravia hay unas

voces de personajes femeninos que parecen establecer un diálogo con Cutipa y de paso con el

mismo autor. Sin embargo, consideramos que estos personajes no adquieren una conciencia

autónoma a la manera como enfatiza Bajtín al analizar la obra de Dostoievski. Así se constata en

los diálogos que hemos presentado en el punto dos de este capítulo. Es decir, podemos ver unos

aspectos dialógicos en Saravia que sin embargo no tienen la fuerza de los personajes enfrentados

ideológicamente que aparecen en Los hermanos Karamasov de Dostoievski.

Bajtín en su libro Dialogical Imagination, elaboró un tercer concepto, la heteroglosia,

que permite la comprensión de múltiples voces y perspectivas que pueden encontrarse en una

novela. Para Bajtín la heteroglosia,

Page 106: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

97

is another’s speech in another’s language, serving to express authorial intentions

in a refracted way. Such speech constitutes a special type of double-voiced

discourse. It serves two speakers at the same time and expresses simultaneously

two different intentions: the direct intention of the character who is speaking, and

the refracted intention of the author. In such discourse there are two voices, two

meanings and two expressions. And all the while these two voices are dialogically

interrelated, they –as it were- know about each other {just as two exchanges in a

dialogue know of each other and are structure in this mutual knowledge of each

other}; it is as if they actually hols a conversation with each other. Double-voiced

discourse is always internally dialogized. (324)

En Rojo, amarillo y verde la narrativa tiene como foco central a Cutipa, quien narra a un

supuesto escribiente. En esa narración van apareciendo una variedad de voces en los diálogos

que sostiene Alfredo con las mujeres que recuerda y cobran vida cuando expresan sus puntos de

vista. Y son esas expresiones independientes las que ilustran la presencia de la heteroglosia en la

medida en que la narración entra por momentos en “double-voiced discourse” porque esas otras

voces presentan otro lenguaje, otras intenciones que aparecen refractadas en la propia voz de

Cutipa. Las voces multiplican sus significados con el uso de expresiones en inglés, francés, el

aimara y el quechua, que son lenguas prehispánicas.

También se multiplican los enunciados en los diferentes géneros narrativos que

conforman la novela: la carta es el primero de ellos. De hecho todo comienza con una extensa

carta de Cutipa a Susana San Miguel. En la sección dos, mostramos que Cutipa espera cartas de

ella para enterarse de lo que ocurre en Bolivia, pero también para sobrevivir emocionalmente.

Otro género que encontramos en la novela es el periodístico que utiliza Saravia cuando Cutipa se

Page 107: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

98

entera del traslado desde una cárcel de Brasil a Bolivia del ex-dictador Luis García Meza, para

cumplir la sentencia condenatoria de 30 años. En la narración también está la poesía desde la

primera página hasta la última cuando señala: “He muerto de memoria, / atravesado por el hierro,

/ el plomo de los olvidos/ el clavo de las antiguas imágenes” (Rojo, amarillo y verde 209), para

ponerle música al dolor y a la muerte del artista; también encontramos un texto en francés en los

que Cutipa -¿o Saravia? , da igual- le canta a Bolivia, a la memoria y lo que significa la nostalgia

de ser boliviano desde lejos.

De esta manera, la obra de Saravia evidencia el flujo de la memoria y de la identidad ante

su reciente exilio; muestra distintos registros de diálogo, polifonía y heteroglosia cuando los

personajes se confunden con el autor, y cantan las tradiciones culturales prehispánicas, las del

Siglo de Oro e incluso las modernas a través de las descripciones montrealenses de las distintas

plazas de mercado que disfruta Alfredo. Dejamos así constancia de los rasgos que tiene la novela

de Saravia dentro de la tradición literaria a la luz de Bajtín, que es uno de los autores que mayor

influjo tiene dentro de la crítica latinoamericana según lo reconoce el mismo González

Echevarría al considerarlo como un pilar de su teoría junto con Foucault.

Page 108: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

99

Conclusión

Hemos querido mostrar en esta tesis la presencia de rasgos de identidad no esencialistas en la

novela Rojo, amarillo y verde. La forma como está narrada esta obra enfrenta la tradición de la

identidad que facilitó la creación de los Estados Nacionales. Alfredo Cutipa, en cambio es un

ejemplo de la conformación de una identidad no estática que se ubica en el in-between de las

fronteras culturales. Ese salto en la identidad lo reconoce Saravia cuando dice:

La identidad es siempre fragmentaria, cambiante, dada a préstamos y

falsificaciones, adopta ritos y ritmos, mezcla sangres y códigos genéticos. Su

propia naturaleza es inasible y fluida. Por esto no se presta a ser dominada o

controlada, y cuando finalmente lo es, cuando el discurso dominante hace de la

identidad una totalidad operacional y absoluta, abre las puertas al horror de

Auschwitz, a las matanzas de haitianos bajo el régimen de Rafael Trujillo en

República Dominicana o el genocidio cultural que significaron las Escuelas

residenciales para indígenas en Canadá. (Entrevista de M. Tapiero al escritor

Alejandro Saravia)

Es decir, la pretensión de postular una identidad fija no es socialmente sana, se queda sin apoyo

dentro de un marco de referencia moderno. Mito y archivo representan la parte tradicional de la

literatura latinoamericana cuyo objetivo era encontrar una identidad dentro del marco de

referencia fundacional.

Lo que mostramos fue todo el territorio simbólico e imaginario de un autor exiliado que

busca sanar y convertir la escritura en una marca de identidad basada en la libertad de los

recuerdos que trae la memoria. Una escritura que crea vínculos para “abrazar a quien abraza” en

la sociedad canadiense, en el caso de Saravia creando así un “aire de familia,” como diría

Page 109: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

100

Monsiváis. Por eso Cutipa acude a sus recuerdos, revive tradiciones para manifestar libremente

su confusión y su dolor por lo que sucede con quienes quedaron atrás al momento en que partió

hacia Canadá. Expresa el sentimiento de ignominia por haber sido parte de una creación

territorial basada en la violencia, y reconstruye su patria de forma imaginaria.

Los diálogos, la polifonía, la heteroglosia y el plurilingüismo de Cutipa en su vida

cotidiana evidencian la transculturación a la que está sometido el personaje; la manera como se

cimentan las culturas y la adaptación de los contenidos semánticos; lo que necesita hacer,

expresar o sentir. El mundo canadiense le abre la senda de la participación en varios universos

lingüísticos, tal como lo reconoce en unos de los momentos más representativos de la obra:

Eres kurdo, eres cochabambino, y montrealés. Eres africano, árabe y vietnamita.

Eres todo y nada. Eres una lengua, una voz, una pregunta que jamás hallará una

respuesta. ¡Chunquituy palomitay…kolila! Montréal est la première ville nord-

américaine avec la plus grande population trilingue. (Rojo, amarillo y verde 201)

Se trata de una manifestación de la forma como Cutipa se desdobla culturalmente, con el uso del

tú y otras nacionalidades. La narración de Saravia, según mostramos en su estructura, recurre

inevitablemente a la tradición del mito y el archivo para darle un sello identitario de origen

cultural a lo boliviano-latinoamericano, a través de la ficción literaria de Ollantay. Esa estructura

ha cimentado buena parte de la literatura latinoamericana que recibe hoy los brochazos de las

pinturas más enfocadas hacia la movilidad del migrante exiliado. Alfredo viaja no sólo

territorialmente sino en el tiempo, viviendo distintas realidades, trascendiendo distintos tiempos

y espacios. En repetidos pasajes Alfredo emprende viajes, revive momentos que le permiten

cuestionar y reflexionar sobre la patria, los acontecimientos en los que se sienten por momentos

los lamentos del exiliado. La ambigüedad entre el presente y el pasado, entre el aquí y el allá por

Page 110: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

101

medio de la palabra, como lo dice él mismo, que es el “éxodo constante de la palabra escrita”

(143). Cutipa es un personaje que viaja siguiendo la advertida fragmentación de su memoria, la

tenue línea de la memoria que le permite recorrer sus recuerdos cargados de imaginarios que le

llenan su vida en Montreal.

Así ocurre cuando revive a Amelia, su joven novia muerta, para dialogar con sus

recuerdos, con su identidad intermitente y fracturada, y así cuestionar la memoria histórica, la

realidad de verse como soldado y ver morir a su amigo el Boxeador. En fin, una novela que logra

crear un sujeto migratorio con la inestabilidad propia de su tiempo, que desbarata la

homogeneidad histórica por medio de la escritura, y que nos proporciona a los lectores la libertad

para entender nuevas dimensiones del espacio y el tiempo de quienes salieron de sus países como

exiliados, migrantes o refugiados. De quienes hacen parte de alguna diáspora y nunca podrán

volver.

Page 111: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

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Page 117: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

108

Apéndice: Entrevista de M. Tapiero al escritor Alejandro Saravia

1. ¿Rojo, amarillo y verde, la quiso hacer como para ajustar cuentas con la historia oficial de

Bolivia o para definirse como emigrante? ¿Después de 12 años de escrita qué sensación le

queda?

Esa novela se origina en varias razones. A continuación delinearé algunas de ellas. Se

trata de un conflicto con la madre (la patria), la negación de ésta, de sus símbolos e himnos, y la

búsqueda de la ruptura y la distancia. Es también la negación de todas las demás patrias, y al

mismo tiempo una confrontación con la búsqueda de esa madre patria por parte de otros actores:

los quebequenses que salen a las calles apoyando la independencia en un sueño que se muere, o

Volibia, el personaje kurdo que lucha y busca el establecimiento de una patria suya: Kurdistán.

Se trata también de parodiar el poder y la autoridad militar en un país como Bolivia,

donde junto con mis conciudadanos, viví bajo diferentes dictaduras desde 1964 hasta 1982. Hubo

intentos democráticos: una breve Asamblea Popular en 1970 o las elecciones a fines de los 70 y

principios de los 80, que fueron traficadas o produjeron breves lapsos de vida democrática hasta

acabar en otro Golpe de Estado.

Otro rasgo, y quizá el más importante, es la naturaleza catártica de esta novela. Primero

porque se convierte en una válvula de escape a los días de enorme violencia vividos como

soldado conscripto durante el Golpe de Estado del 17 de julio de 1980. Su escritura fue un

ejercicio para no perder la razón y tabla de salvación para sobrevivir a los flashbacks de aquel

momento.

El otro choque al que se refiere el texto es al hecho de tener que dar forma a una nueva

identidad tanto personal como colectiva. El hecho de haber inmigrado obliga al personaje a

Page 118: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

109

buscar nuevas formas de pertenencia y de abrir las puertas de sus propios referentes a los otros, a

intercambiar palabras, lenguas, sentidos, sabores, olores y conciencias para tratar de establecer

una nueva existencia individual y colectiva.

2. ¿Qué momentos de la novela faltarían por escribir si la hubiera escrito en Bolivia?

Habría sido imposible escribir esta novela en Bolivia. Era necesaria la distancia

geográfica, cultural y lingüística para poder aprehender a nivel simbólico y diegético esa suma

de estratos y fluctuaciones culturales que conforman Bolivia, en sus diversos tiempos históricos

y existenciales.

3. ¿Qué hechos históricos concretos atribuye usted a su exilio de Bolivia? (las medidas

económicas impuestas por el ministro Chanchos Lozada?)

Mi familia sufrió la violencia política bajo la dictadura del general Hugo Bánzer. (1971-

1978). En 1974 mi padre fue arrestado y desterrado a Paraguay por sus actividades sindicales,

acusado de pertenecer al ELN. Mi madre fue encarcelada en las celdas del Departamento de

Orden Político (DOP) debido a que trabajaba en la Junta Nacional de Acción Social, entidad

dirigida por Emma Obleas de Torres, esposa del general Juan José Torres González, asesinado en

Argentina por la triple A, en el marco de la Operación Cóndor. La casa familiar fue allanada.

Todas estas imágenes y recuerdos de mi infancia hicieron que ya en los años 80, tras

haber sido detenido y llevado al Ministerio del Interior por mis propias actividades sindicales,

hicieron que opté por no someter a mi familia a una experiencia similar. Fue así que dejé Bolivia

en 1986, país al que no volví por casi 20 años.

4. ¿Podría ilustrar de qué manera hoy usted hace del ejercicio de escribir una forma cotidiana de

revelar su identidad?

Page 119: Rojo, amarillo y verde; Mito e Identidad en la Tradición

110

No creo en la identidad entendida como una totalidad homogénea, o como una serie de

coincidencias precisas de adhesiones, lealtades y preferencias al interior de una comunidad.

La identidad es siempre fragmentaria, cambiante, dada a préstamos y falsificaciones,

adopta ritos y ritmos, mezcla sangres y códigos genéticos. Su propia naturaleza es inasible y

fluida. Por esto no se presta a ser dominada o controlada, y cuando finalmente lo es, cuando el

discurso dominante hace de la identidad una totalidad operacional y absoluta, abre las puertas al

horror de Auschwitz, a las matanzas de haitianos bajo el régimen de Rafael Trujillo en República

Dominicana o el genocidio cultural que significaron las Escuelas residenciales para indígenas en

Canadá.

La escritura es una forma de dar sentido a aquello que la absoluta racionalidad occidental

no alcanza a explicar. Lo humano escapa a la razón, sólo la literatura es capaz de penetrar las

rendijas de la lógica, de la razón patriarcal, de los discursos dominantes y subvertirlos. La

literatura puede ser como Toto, el perro que corre la cortina tras la cual se esconde el mago de

Oz, revelando su aparato de ilusiones.

5. ¿A qué motivo personal o intelectual obedeció la selección de epígrafe de Goytisolo? ¿Por qué

decidió usar ese epígrafe?

Juan Goytisolo es un escritor que denunció y condenó la dictadura franquista y la

violencia como forma de afirmación identitaria. Fue capaz de cuestionar desde la literatura el

andamiaje discursivo de la España de su época al grado de llegar a rechazar su propio lenguaje.

Más aún, en su obra las categorías son impugnadas, el eurocentrismo de nuestra formar de ver,

entender, imaginar y decir es bajada de la peana imperial y puesta a cohabitar con lo Otro, con lo

inasible. Al igual que Cortázar, Goytisolo es un escritor que aunque guarda con firmeza su

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adhesión a la más absoluta libertad de imaginar y escribir, su literatura es capaz de trascender las

trampas de las temporalidades políticas. Esto sin renunciar a la necesidad de la revolución.

La razón por la que escogí ese epígrafe es porque toda historia, oficial o no, es un cuento

de nunca acabar. Es decir que acabará cuando el último humano cierre los ojos y nadie más sepa

en qué acaba la historia.

6. ¿Qué aspectos de su vida de escritor contribuyen a disolver su identidad, y propician otras así

como nuevos sentidos de pertenencia?

La identidad no puede ser disuelta porque su naturaleza no es precisamente sólida sino

fluida. Si el toledano Garcilaso de la Vega hubiera mantenido y creído a pie firme lo que se

suponía constituía la identidad de la España bajo Carlos I, quizá los sonetos habrían tardado más

tiempo en incorporarse al registro poético de la lengua castellana, ya que eran de inspiración

italiana.

Si hay algo que se acerca a la noción de identidad es la solidaridad, ya que la identidad

por sí sola no existe: debido a su fragilidad y su constante evolución, la identidad, de naturaleza

siempre fugaz, sólo puede existir cuando se hace parte de una comunidad.

La identidad es posible como categoría cuando estamos delante un Otro, que sirve de eco

y referencia; espejo y negación de lo que somos en un momento en el tiempo.

En cuanto a la pertenencia, ésta se construye sobre los cimientos de la empatía, que

cuando es real nos hace extremadamente frágiles y fuertes; sensibles y solidarios.

La pertenencia es una forma de reciprocidad humana, algo fundamental para la

supervivencia de la especia misma.

7. ¿Quién le enseñó a escribir a Alfredo Cutipa o en quién pensaba cuando decía “el escriba”?

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Quien escribe se convierte en Otro. Hay un desdoblamiento de roles: el que escribe y el

que lee. La materia prima de ese acto es el lenguaje, donde cada letra y cada palabra es un

iceberg. Significante y significado son únicos en cada persona. Y esa materia prima, el lenguaje,

no fue inventado por quien escribe. Es una herencia colectiva que ha tomado siglos en tomar

forma.

La imagen egipcia del escriba sentado, que data de hace unos 5.000 años de antigüedad,

se convierte en la novela en ese ser colectivo, histórico, que ha ido manipulando y dando forma

al arte combinatorio de una lengua.

Por esta razón, el escriba es la negación de la presuntuosa noción capitalista del “autor”,

que niega la raíz colectiva e histórica de la evolución de una lengua para su apropiación y

comercialización individual e individualista. Su más aberrante expresión se encuentra en las

leyes del copyright, donde inclusive la palabra “manzana” corre riesgo de ser privatizada.

8. ¿Cómo define hoy a Bolivia desde Canadá y cómo definiría hoy a Canadá desde una Bolivia

hipotética?

Bolivia es una posibilidad de reconocer y aplicar otras epistemologías del ser y el vivir

colectivamente. Esto obviamente ha de afectar el imaginario literario. Allí todo es y no es.

Vista desde Bolivia, Canadá es un país que bajo Harper vive sometido bajo las garras de

un neoliberalismo saqueador que no tiene límite.

El conservatismo imperante en Canadá está convirtiendo al país en un niño viejo que vive

bajo la morfina del confort y el consumismo. Al mismo tiempo, es un país a quien lo salvan sus

jóvenes con su imaginación y sus acciones políticas tomando las calles, los indígenas que contra

viento y marea, contra órdenes judiciales y escuadrones de policías, son capaces de defender la

Madre Tierra.

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9. Si tuviera que describir a Latinoamérica como personaje, ¿de qué manera la describiría?

La describiría como a Sedna, la diosa inuit del mar a quien tratan de ahogar en las aguas.

Ella se aferra al barco y le cortan los dedos. Y estos se convierten en animales marinos. Puedo

encontrar, quizás, parecidos con la historia colonial de América Latina, a la que prefiero llamar

Abya Yala.

10. ¿Cómo ha sido la experiencia de constituir la identidad en Canadá a través del aprendizaje de

lenguas y su comunicación en la vida cotidiana, no en el trabajo literario solitario?

Ha sido una experiencia rica en todos los sentidos. He tomado prestado de todo y de

todos, en ambas lenguas.

El poder funcionar, imaginar, soñar y escribir en las otras lenguas ha sido un proceso

largo y agrícola. Había que sembrar árboles que solo darían frutos muchos años más tarde. A

veces ha sido necesario cortar esos árboles y plantar otros.

Vivo diariamente en tres lenguas y a veces más, cuando tengo la ocasión de balbucir

algunas palabras y frases muy pobres en italiano o portugués, según la calidad del vino.

11. ¿Si estuviera en Bolivia hubiera escrito de la misma manera? Hubiera utilizado calificativos

como “ratón con botas”, “Hugo Cáncer”, o “corononel”?

Probablemente no. Lo bueno de la distancia es que le otorga a uno una impunidad

creativa y una mirada más crítica.

12. El decreto que dicta Alfredo cambiándole el nombre a Bolivia, lo considero un parteaguas

importante: volibia queda atrás en la historia oficial, pero aparece la Bolivia que ama a Alfredo

aunque siempre lo abandona ¿Qué relación tiene con Canadá?

Canadá es el terreno en que ese matricidio se hace posible. En el caldo hirviente de la

inmigración en las grandes ciudades canadienses, donde los que llegamos de otras partes somos a

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veces la mitad de la ciudad entera, las nociones de identidad nacional son como cubos de hielo

que caen en una olla hirviente. Sirven para darle más sabor a la sopa.

Alfredo ama a Bolivia justamente porque representa todo lo diferente, en el fondo admira

la posibilidad de ser parte del esfuerzo de tratar de crear una comunidad nueva, que en el fondo

es el reconocimiento público de lo que ya se era.

13. Respecto a la pregunta anterior ¿ha pensado si su novela se enmarca dentro de la tradición de

“mito y archivo” elaborada por Roberto González Echevarría?

No soy un experto en la propuesta de Gonzáles Echevarría. Me parece que su mayor

inquietud es discernir el origen de la ficción: es decir si ésta es o no una combinación de

elementos preexistentes, de discursos dominantes que existen en simultaneidad con las formas

literarias. Me parece que la socio-crítica responde bien a esta inquietud al entender que el

discurso literario es un punto de encuentro, de choque o simbiosis, de parodia o subversión de los

discursos subyacentes en todo momento histórico.

Sólo un nuevo romanticismo podría llevar a tratar de identificar una voz narradora

“original”, ya que se trataría de buscar –si es que existe- al autor capaz de la creación literaria

absoluta y pura. Toda literatura está anclada en el pasado, el escritor codifica y combina ciertos

usos del lenguaje y propone combinaciones narrativas que el lector decodifica con los ojos de la

memoria.

Para el cubano González Echevarría, la “ficción novelesca” tendría sus orígenes en la

retórica notarial. Podría responder señalando que el origen de la narrativa en Abya Yala se

encuentra más bien en el discurso minero de Luis Capoche y su “Relación general de la Villa

Imperial de Potosí”, publicada ya en 1585. Tanto en este texto, como en el de Arzans Orsúa y

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Vela (Crónicas) se puede detectar la fusión entre mito indígena, religiosidad católica y el

discurso económico imperial.

Me parece que Echevarría deja de lado la presencia de las oralidades indígenas en las

ficciones novelescas. “Los ríos profundos”, de Arguedas, es un ejemplo donde la lógica del

lenguaje, la arquitectura de la gramática, no alcanzan a incorporar el sentido pleno de aquella

otra epistemología, la indígena, junto a sus formas de ser y entender el tiempo, el espacio y la

historia.