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1. RUBÉN ARDILA Y LA EPISTEMOLOGÍA DE LA PSICOLOGÍA HUGO KLAPPENBACH Universidad Nacional de San Luis, Argentina Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Nuestro homenaje a Rubén Ardila, uno de los psicólogos más originales y prestigiosos de América Latina, ampliamente reconocido en todo el mundo, analizará tres temas íntimamente relacionados: l) La Psicología como Ciencia Natural; 2) fragmentación y dispersión en psicología; y 3) Ardila y la unidad en psicología. Finalmente, se expondrán unas breves conclusiones generales. 1. LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA NATURAL Rubén Ardila, adhirió tempranamente a la concepción de "la Psicología como Ciencia Natural" (Ardila, 1977a, p. xvii). Aun cuando reconocía que en numerosas universidades tradicionales los estudios de psicología se ubicaban en Facultades o Departamentos de Filosofía y Letras, consideraba que "la mayoría del público ¡lustrado sabe que la psicología es una ciencia que está más cetca de las ciencias naturales que de cualquier otra categoría" (Ardila, 1977b, p. 21). No siempre la Psicología había sido considerada una Ciencia Natural. Más todavía, a finales del siglo XVIII, Kant había establecido una afirmación terminante: la psicología no podía constituirse en ciencia. En los Principios metafísicas de la Ciencia de la Naturaleza, Kant intentó unlversalizar y generalizar un modelo científico ya existente y conocido: el de la física mecánica. En esa obra, que constituyó el programa kantiano para

Ruben Ardila y La Epistemología de La Psicología

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1. RUBÉN ARDILA

Y LA EPISTEMOLOGÍA

DE LA PSICOLOGÍA

H U G O KLAPPENBACH

Universidad Nacional de San Luis, Argentina

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

Nuestro homenaje a Rubén Ardila, uno de los psicólogos más originales y prestigiosos de América Latina, ampliamente reconocido en todo el mundo, analizará tres temas íntimamente relacionados: l) La Psicología como Ciencia Natural; 2) fragmentación y dispersión en psicología; y 3) Ardila y la unidad en psicología. Finalmente, se expondrán unas breves conclusiones generales.

1. LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA NATURAL

Rubén Ardila, adhirió tempranamente a la concepción de "la Psicología como Ciencia Natural" (Ardila, 1977a, p. xvii). Aun cuando reconocía que en numerosas universidades tradicionales los estudios de psicología se ubicaban en Facultades o Departamentos de Filosofía y Letras, consideraba que "la mayoría del público ¡lustrado sabe que la psicología es una ciencia que está más cetca de las ciencias naturales que de cualquier otra categoría" (Ardila, 1977b, p. 21).

No siempre la Psicología había sido considerada una Ciencia Natural. Más todavía, a finales del siglo XVIII, Kant había establecido una afirmación terminante: la psicología no podía constituirse en ciencia.

En los Principios metafísicas de la Ciencia de la Naturaleza, Kant intentó unlversalizar y generalizar un modelo científico ya existente y conocido: el de la física mecánica. En esa obra, que constituyó el programa kantiano para

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el desarrollo del conocimiento científico, Kant distinguía dos tipos de ciencias: la relativa a los sentidos externos ("doctrina de los cuerpos") y la relativa a los sentidos internos. En realidad, solamente las primeras podían convertirse en Ciencia propiamente dicha (Kant, 1786/1989).

Partiendo del dualismo cartesiano que sólo le reconoce a los cuerpos el fenómeno de la extensión, la Psicología no podía convertirse en ciencia, ya que el alma, por definición, carece de extensión, impidiendo cualquier tipo de análisis matemático posible, ya que la medición, el orden, la proporción, la cuantificación, en síntesis, la matemática, sólo es aplicable a los fenómenos extensos, esto es, a aquellos fenómenos que ocupan un lugar en el espacio.

En ese sentido, cuando Kant afirmaba que la Psicología no podía llegar a convertirse en Ciencia propiamente dicha, estaba confirmando que el alma, el sentido interno, tenía una sola dimensión y por ende, no le correspondían los procesos matemáticos. Kant, en realidad, no hacía más que consolidar epistemológicamente, lo que en el dualismo cartesiano ya estaba implícito: la ciencia conocida —la Física newtoniana— se ocupaba matemáticamente de los cuerpos extensos; la Psicología, en cambio, se ocupaba del alma, definitivamente inextensa; en conclusión, la Psicología no era una Ciencia.

Todo el resto del razonamiento kantiano en esta conocida crítica, se derivaba de este razonamiento central. Así, la oposición entre sentido interno y sentidos externos resaltaba la traducción en términos de estética trascendental —es decir de teoría pura de la sensibilidad— del dualismo ontológico. Si a través de los sentidos externos, se accedía al conocimiento de los cuerpos extensos ubicados en el espacio, el sentido interno, ototgaba la intuición inmediata de la substancia pensante, solamente ubicable en el tiempo, según desarrollaba Kant en la Sección Segunda de la "Estética trascendental" de la Crítica de la Razón Pura (Kant, 1781/1940).

La crítica kantiana a la cientificidad de la psicología sería debatida durante todo el siglo XIX en la misma Alemania. Herbart, Fríes, Benecke, Fechner, entre otros, mostrarían los límites de tal concepción (Leary 1978; Sanz Ferramola, 1996).

Siempre se ha reconocido el papel desempeñado por Wundt en el establecimiento de la Psicología Científica, al establecer el laboratorio de Psicología Experimental (Boring, 1950/1978; Koch, 1992a; Nicolás & Ferrand, 1999; Sprung & Sprung, en prensa). Con todo, el aporte de Wundt también puede ser reconocido en otros dos aspectos fundamentales.

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El primero, porque rechazó la concepción de la Psicología como ciencia del alma o del sentido interno. Desde su posición, la Psicología era, como cualquier otra ciencia, una ciencia de la experiencia fundamentada en los sentidos externos. Y a diferencia de ottas ciencias como la Astronomía o la Física, la Psicología era la ciencia de la experien­cia inmediata, es decir, aquella Ciencia que se ocupaba de los elementos, procesos y conexiones psíquicas presentes en cualquier fenómeno de la experiencia (Wundt, 1896/s. f..).

Es decir, frente a la crítica kantiana, Wundt opuso una variante fenoménica, también de cuño kantiano, peto que le permitió afirmar la existencia de la Psicología como Ciencia. Los objetos de los que se ocupaba la psicología, para Wundt, eran los mismos objetos que interesaban a las ciencias naturales: los fenómenos de la experiencia. Pero mientras la ciencia natural los estudiaba prescindiendo del sujeto de conocimiento, es decir de manera mediata, la psicología los estudiaba de manera inmediata (Wundt, 1889/ 1916; 1896/s. £.).

Puede resultar paradójico, pero fue la propia doctrina fenoménica de Kant, la que permitió superar la crítica kantiana a la psicología, a partir del viraje, verdaderamente revolucionario, de una psicología virtual del sentido interno, a una psicología real, del sentido externo.

El otro gran aporte de Wundt, fue el reconocimiento de que la psicología, también como cualquier otra ciencia, podía recurrir a la cuantificación y a la matemática (Wundt, 1874/1880).

A partir de aquí, las investigaciones histotiográficas sobre la obra de Wundt difieren sobre el lugar que le otorgó a la experimentación. Desde aquellos que sostienen que Wundt estableció la preeminencia del método experimental (Titchener, 1921; Boring, 1950/1978), hasta aquellos que minimizaron tal método, o, por lo menos, destacaron la importancia que crecientemente adquirió el método de la observación, responsable déla Volkerpsychologie(Blumenthal, 1975, 1980; Danziger, 1979a, 1980, 1983; Ovejero Bernal, 1994). Todas estas polémicas se han visto reforzados por el hecho de que la mayor parte de la obra de Wundt no ha sido traducida a otras lenguas, como también poique Boring, como ha señalado Ardila, atribuyó erróneamente a Wundt desarrollos que en realidad correspondían a Titchenet (Ardila, 1988/1973; Boring, 1950/ 1978; Leahey, 1981).

En todo caso, como conclusión provisoria acerca de las posiciones wundtianas, podrían afirmarse tres características principales sobre los fundamentos de la Psicología:

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1- Wundt adhería a una clara concepción monista desde el punto de vista fenomenológico. Es decir, todas las ciencias encontraban su fundamento en los fenómenos de la experiencia. Al mismo tiempo, los fenómenos de la experiencia de conocimiento solamente pueden ser asequibles a través de los sentidos externos.

2- Frente a su monismo fenomenológico, resulta indudable que Wundt adhirió y promovió un dualismo metodológico para la Psicología, que se sustentaba en la distinción entte dos métodos: la experimentación y la observación (Wundt, 1896/s. £.).

3- Y frente al monismo fenomenológico, también opuso un dualismo epistemológico, que dividía a la Psicología en dos disciplinas bien diferentes: por una parte, una psicología como ciencia natural {Naturwissenschaft), denominada en distintas etapas de su obra con el nombre de Psicología Experimental, Psicología Fisiológica o Psicología Individual; por la otra, una psicología como ciencia del espíritu (Geisteswissenschaft), denominada Psicología Observacional o Psicología de los Pueblos (Volkerpsychologie) (Wundt, 1921).

Pueden apreciarse todas las complejidades y ambigüedades de la posición epistemológica wundtiana, posiblemente derivadas de la fuerte tiadición filosófica imperante en las universidades alemanas. ¿Fueron esas ambigüedades y complejidades las que finalmente limitaron el desarrollo de la psicología wundtiana?

En cualquier caso, con el correr de los años, particularmente en los Estados Unidos, la concepción wundtiana de la psicología como ciencia de la experiencia inmediata sería identificada cada vez más como Ciencia de la Conciencia y comenzaría a ser cuestionada. En realidad, la Psicología entendida como el estudio de la conciencia unificaba a estructuralistas y funcionalistas, más allá de sus conocidas diferencias. Titchener y Angelí lo destacaban con claridad:

"The primary aim ofthe experimental psychologist has been to analyze the structure of mind; to ravel out the elemental processes from the tangle of consciousness, or (if we may change the metaphor) to isolate the constituents in the given conscious formation". (Titchener, 1898, p. 450).

"There is to be mentioned first the notion which derives most immedia-tely from contrast with the ideáis and purposes of structural psychology so-called. This involves the identification of functional psychology with the efFort to discern and portray the typical operations of consciousness under actual life conditions, as over against the attempt to analyze and describe its elementary and complex contents". (Angelí, 1907, p. 62-63).

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Es frecuente considerar a Watson y su famoso Manifestó de 1913 como el punto de ruptura con la tradición mentalista y subjetivista que hegemonizaba la Psicología en la primera década del siglo XX. Sin embargo, investigaciones historiográficas como las de Wozniak (1993) o Leahey (1992), han discutido la existencia de una revolución conductista y destacaban la lenta evolución, desde 1892 hasta 1912, del objeto de la Psicología, "desde el estudio déla conciencia hasta el estudio de la conducta" (Leahey, 1992, p. 312, la traducción es mía).

De todas maneras, con el conductismo maduraría una nueva concepción de la Psicología que no sólo enfatizaría un objeto nuevo de estudio, la conducta —o el comportamiento, que sería el término más apropiado en castellano como ha notado Ardila (1988/1993)—, sino que, al mismo tiempo, borraría el dualismo epistemológico y el dualismo metodológico que había estado píeseme en Wundt. Si pata Wundt la Psicología podía set ciencia natural y ciencia del espíritu, Watson, ya desde la primera definición de su Manifestó no dudaría de la adscripción de la Psicología a las ciencias naturales:

"Psychology as the behaviorist views it is apurely objective experimental branch of natural science. Its theoretical goal is the prediction and control of behavior. Introspección forms no essential part of its methods, ñor is the scientific valué of its data dependen! upon the readiness with which they lend themselves to interpretation in terms of consciousness. The behaviorist, in his efforts to get a unitary scheme of animal response, recognizes no dividing Une between man and brute". (Watson, 1913, p. 158; el subrayado es mío).

Ya en esas ideas que Watson ampliaría en el punto segundo del Sumario del mismo trabajo, pueden apreciarse seis características centrales de la psicología desde el punto de vista conductista.

Primera: Suficientemente analizada, era la proposición de un objeto de estudio observable y externo a la experiencia de conocimiento: la conducta.

Segunda: El estudio de la conducta no debía limitarse a la descripción de comportamientos deteiminados o particulares. Al contrario, la Psi­cología, como cualquier Ciencia, debía ser capaz de establecer leyes capaces de lograr predicciones lo más exactas posibles.

Tercera: Estrechamente relacionada con la anterior, era que la Psicología no perseguía una finalidad cognoscitiva, es decir, aportar conocimiento sobre los comportamientos humanos o animales. En todo caso, el conocimiento de la conducta tenía el objetivo de controlar la misma.

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Cuarta: El rechazo de la conciencia como tema de estudio y de la introspección como método adecuado para acceder a ella.

Quinta: La continuidad que establecía entre el comportamiento humano y animal.

Sexta: La consideración de la Psicología como una rama de la Ciencia Natural.

En conclusión, la gran diferencia entre el Conductismo y la Psicología que había ocupado a Wundt radicaba en los objetivos. Estos objetivos constituían el núcleo de los intereses intelectuales, punto de encuentro entre las construcciones cognitivas de una disciplina y los intereses de la sociedad (Danziger, 1979b). La predicción y control de la conducta "debían ser útiles para quienes estaban en posiciones de controlar y manipular la conducta de los otros, en contextos educacionales, industriales, administrativos u otros similares" (Danziger, 1979b, p. 42; la ttaducción es mía).

Desde esa perspectiva, la Psicología como Ciencia Natural resultaba compatible con los intereses de los sectores hegemónicos de la sociedad estadounidense, al mismo tiempo que posibilitaba una común identificación para los académicos y practicantes de la Psicología, al establecer los límites precisos del dominio del conocimiento sobre el cual trabajarían (O'Donnell, 1985).

Se ha señalado, entonces, que desde el punto de vista del desarrollo de las ideas psicológicas, no había casi nada nuevo en el conductismo. Sin embargo, Watson ocupa un lugar central en la Historia de la Psicología, debido a que, aun cuando no fueran originales, todos los elementos que integtaba en su sistema "adquieren una radicalidad, una simplicidad y una eficacia que antes no tenían" (Carpintero, 1996, p. 285).

Desde otro punto de vista, también puede afirmarse que el programa wundtiano para la Psicología surgió paralelamente a otros programas. Así, Leahey (1998) consideraba que además de la Psicología Alemana centrada en el problema de la mente, paralelamente se habían desarrollado otros dos programas de Psicología, uno de ellos en torno del problema del inconsciente y el otro, en torno al problema de la adaptación. En el marco de la historiografía de la ciencia francesa, Canguilhem enfatizaba cinco tradiciones diferentes en la Psicología: la Psicología como Ciencia Natural (pero en un sentido diferente al conductista); la Psicología Subjetiva como ciencia del sentido interno; la Psicología Subjetiva como ciencia del sentido externo; la Psicología Subjetiva como ciencia del sentido íntimo, y la

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Psicología de las reacciones y el comportamiento (Canguilhem, 1958). Desde nuestta propia perspectiva, hemos distinguido tres programas diferentes: el de la Psicología Académica Alemana centrada en el problema del sujeto del conocimiento; el de la Psicología Francesa, centrada en los problemas de la patología y la clínica; y la Psicología Anglosajona, centtada en el problema de la adaptación del individuo al medio (Klappenbach, 1994).

De cualquier manera, la consideración de la Psicología como ciencia natural estaba bien arraigada desde ei último cuarto del siglo XIX sobre todo en Inglaterra y Estados Unidos. En efecto, la teoría de la selección natural desarrollada por Darwin, otorgaba un lugar preponderante a la existencia de las variaciones individuales dentro de las especies en la lucha por la existencia. Más todavía, la teoría de la evolución encontró uno de sus fundamentos empíricos fundamentales en las diferencias individuales morfológicas halladas en los picos de los pinzones (Darwin, 1859/1985).

Rubén Ardila, resumía la influencia de Darwin en la Psicología en cuatro grandes temas:

1. El concepto de evolución y su aplicación a los fenómenos mentales o del compottamiento.

2. La Psicología Comparada.

3. El estudio de la expresión de las emociones en diferentes grupos

culturales o en niños.

4. El estudio etológico del comportamiento humano, especialmente

del comportamiento infantil (Ardila, 1977c).

En efecto, la aplicación de las tesis evolucionistas al campo del individuo humano, dio lugar a los estudios tempranos de Francis Galton, tanto sobre el estudio de variaciones en las disposiciones mentales según el sexo o raza (Galton, 1880), o en mellizos (Galton, 1875/1883).

Asimismo, teorizaciones sobre la herencia (Galton, 1865, 1869; Ribot, 1871/1887), el instinto, en tanto facultad mental (Darwin, 1871/1943), o las emociones en su aspecto fisiognómico o expresivo (Darwin, 1872/s. f..), aparecen como las primeras explicaciones naturalistas de las conductas de especies e individuos.

En definitiva, la concepción del hombre como un organismo animal que procuraba su adaptación al medio, promovió estudios de psicología comparada que habían sido iniciados por figuras como Darwin (1871/1943, 1872/s. f) , Spencer (1876), Morgan (1890, 1894) y Romanes (1882/1886).

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Lloyd Morgan en su autobiografía, evocaba la importancia de todas esas petsonalidades, sin ocultar críticas hacia Spencer y Romanes. En cambio, subrayaba el impacto de Darwin en torno al problema de la evolución:

"I reread Darwin with special regard to this problem [evolution]; browsed in Romanes' AnimalIntelligence; and resolutely tackled Herbert Spencer. Like others, I could not but be struck by Darwin's open-eyed facing of difficulties...". (Morgan, 1930, p. 247).

El propio Ardila (1971, 1977d) se ha dedicado a historiar la Psicología Comparada, cuya proximidad con la etoiogía ha sido destacada (Ardila, 1971; Dewsbury, 1992a). En efecto, la Psicología Compatada abarca desde el estudio el estudio del comportamiento en diferentes especies hasta el estudio evolutivo de los individuos a lo largo del tiempo, ya que "solo un marco de referencia evolucionista justifica la psicología comparada" (Ardila, 1977d, p. 197).

En cualquier caso, aun cuando se haya señalado que la Psicología Comparado no habría ocupado un lugar centtal dentro de la Psicología como totalidad (Dewsbury, 1992b), no puede desconocerse que ha constituido un desarrollo de enorme importancia dentro de la Psicología como Ciencia Natural.

En conclusión, mientras en Alemania la Psicología se había constituido como una ciencia de la experiencia inmediata, que procuraba estudiar científicamente los problemas del sujeto de conocimiento en un ambiente fuertemente filosófico, en el ámbito anglosajón se constituyó como una ciencia natural, preocupada por los problemas de adaptación del organismo al medio y destinada al control del comportamiento (Klappenbach, 1994).

2. FRAGMENTACIÓN Y DISPERSIÓN DE LA PSICOLOGÍA

En el apartado anterior, señalábamos que Ardila se había adherido desde temprano a la consideración de la Psicología como Ciencia Natural. En su perspectiva, la Psicología había llegado a convertirse en una ciencia natural como otras, que recurrían a escalas matemáticas ordinales y de intervalo, que era capaz de establecer leyes y de predecir comportamientos. Como Ciencia Natural, el objeto de estudio de la Psicología es la conducta, que presenta las ventajas de ser observable, medible, repetible y compatable (Ardila, 1972).

De todas maneras, en sus producciones más maduras, como la Síntesis Experimental del Comportamiento, Ardila incorpora a la Psicología el estudio

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de la conciencia, los procesos cognitivos y aun del inconsciente, superando las limitaciones del conductismo radical (Ardila, 1988/1993).

Precisamente, la síntesis experimental del comportamiento, aun cuando basado en el análisis experimental del comportamiento, intenta convertitse en un paradigma unificador de los distintos sistemas de Psicología.

Al respecto, Ardila distingue entre escuelas y sistemas de psicología. Las escuelas de Psicología, como el Funcionalismo, el Estructuralismo, la Reflexología, el Conductismo, la Gestalt, la Topología, el Psicoanálisis y la Psicología Existencial, implicaban conceptualizaciones globales para el conjunto de problemas de la Psicología. En tal sentido, se asemejaban a los paradigmas de Kuhn (1970), aun cuando Ardila discrepara con la noción clásica kuhniana, la cual, aplicada estrictamente a la Epistemología de la Psicología, indicaría un estado pre-paradigmático y pre-científico de la disciplina (Ardila, 1992, 1988/1993). La observación de Ardila sería coincidente con la crítica de Masterman (1970/1975), de la Universidad de Cambridge.

Nos parece que el cuestionamiento de Ardila a la aplicación de la noción de paradigma al campo de la Psicología está plenamente justificada al menos por dos razones.

En primer lugar, por la imprecisión del concepto paradigma. Según Margaret Masterman, en la Estructura de las Revoluciones Científicas, resulta posible identificar veintiún acepciones diferentes de la noción de paradigma, desde "un conjunto de creencias", "una especulación metafísica acertada", "un s tandard" hasta "una obra clásica", "una decisión que crea jurisprudencia" o "una figura gestáltica " (Masterman, 1970/1975, p. 168-169). En un esfuerzo por sintetizar las diferentes acepciones del vocablo, Masterman identificaba tres grandes sentidos de la noción de patadigma: los paradigmas metafísicas o metaparadigmas, los paradigmas sociológicos y los paradigmas artefactos o paradigmas construcciones.

El propio Kuhn reconocería la pertinencia de tal cuestionamiento:

"Coincido con ella [Margaret Masterman] en la apteciación de que el término 'paradigma' señala el aspecto filosófico fundamental de mi libro, pero que el tratamiento que allí se hace es bastante confuso. Ningún aspecto de mi punto de vista ha cambiado más que éste desde que fue escrito el libro, y el artículo de Mastetman ha contribuido a este cambio" (Kuhn, 1975, p. 395).

Por tal motivo, en sus Segundas reflexiones acerca de los paradigmas, Kuhn (1979) desestimaría el uso del concepto de paradigma, y propondría la

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noción de matriz disciplinar, como un concepto al mismo tiempo más abarcativo pero más preciso.

En segundo lugar, nos parece que el cuestionamiento de Ardila resulta acertado, porque la gran mayoría de ejemplos y contraejemplos históricos analizados por Kuhn provienen del campo de la Física: el análisis de la pila voltaica, el análisis de Planck sobre la radiación del cuerpo negro, la termodinámica del calor en general, etc.

En tal sentido, Margaret Masterman puntualizó que la descripción kuhniana del período pre-paradigmático resultaba confusa, ya que Kuhn no eia capaz de distinguir entre tres situaciones diferentes que pueden presentarse en dicho período: un estado de Ciencia sin paradigmas; una Ciencia con dos paradigmas y una Ciencia con múltiples paradigmas. Situación esta última que podía ejemplificarse con la Psicología, las Ciencias Sociales y las Ciencias de la Información (Masterman, 1970/1975).

No obstante tales críticas, la perspectiva kuhniana ha fundamentado el análisis epistemológico en psicología (Caparros, 1979, 1980; Weimer & Palermo, 1973). Otros trabajos, aun cuando no eludieran el impacto general de Kuhn, marcarían diferencias parciales con su enfoque. Así, se ha negado la existencia de un paradigma en Psicología o, en todo caso, la Psicología se encontraría en una etapa pre-paradigmática (Mckenzie, 1972; Warren, 1971).

Lo que resulta de interés para nuestro tema, es que el debate en torno a la unidad o fragmentación de la Psicología es muy antiguo. Ya en 1927 se había señalado la "profunda antítesis actual entre los conceptos fundamentales de la Psicología" (Bentley, 1927, p. 75).

La cuestión de la fragmentación teórica de la psicología, reaparecería reiteradamente a finales de 1920 y comienzos de la década siguiente. Murchison ya había compilado un volumen en 1926, focalizado en la diversidad de escuelas de Psicología. La obra se había basado en una serie de conferencias que Murchison había promovido en la Clark University el año anterior, en la que habían participado reconocidos teóricos de la disciplina como John Watson, Robert Woodworth, Wolfang Kohler, Kurt Koffka, William McDougall, Knight Dunlap, Madison Bentley y Morton Ptince, entre otros. El volumen editado por Murchison implicaba el reconocimiento de diferentes tradiciones en la Psicología: las "escuelas del Conductismo", la Psicología Dinámica, la Gestalt, las psicologías estructu-ralistas, entre las más destacadas (Murchison, 1926).

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En 1930 Cari Murchison reiteraría la empresa, convocando a nuevas personalidades e incluyendo nuevas perspectivas: el Análisis Psicológico, a cargo de Pierre Janet; el Psicoanálisis según la perspectiva de Flügel; la Psicología Individual a cargo de Alfred Adler; la Psicología Hórmica, a caigo de McDougall, la Psicología del Acto, a cargo de Brett. De nuevo, analizado en su conjunto, el texto editado por Murchison insistía en las fracturas y ttadiciones diferentes que recorrían la psicología de su época (Murchison, 1930).

Además de Murchison, otros autores enfatizaron el tema de la fragmentación en psicología. Entre ellos, merece citarse Robert Woodworth (1931), quien años pocos años después publicaría un famoso manual de Psicología Experimental con el cual se entrenarían numerosos estudiantes de psicología del ámbito anglo-sajón durante décadas (Woodworth, 1938). La diversidad de escuelas también sería el tema central en la obra de Edna Heidbreder, quien en 1933 distinguía siete psicologías vigentes: 1. El estructuralismo; 2. La Psicología de William James; 3. El Funcionalismo; 4. El Conductismo; 5. La Psicología Dinámica de Woodworth; 6. La Gestalt; 7. El Psicoanálisis (Heidbreder, 1933).

En la misma época, en el ámbito francés, Georges Politzer se refería a las falsas concepciones precientíficas o mitológicas de la psicología, distinguiendo cinco grandes posiciones que denominaba Metapsicología: La Metapsicología del alma-substancia, de la vida interior; la Metapsicología funcional, la de la persona y la del hombre (Politzer, 1929/1965).

Inclusive un autor como Boring, en un párrafo que sería suprimido en la segunda edición de su obra en 1950, aceptaba la importancia de, por lo menos, dos escuelas de psicología: El Conductismo y la Gestalt, pero en un marco donde también debía consignar los desarrollos de la escuela de Krüger, de Marburgo y la Psicología Personalista:

"Duting the last twenty years the 'new' psychology of the end of the ninteenth century has been giving ground to still newer psychologies, of which Gestalt psychology in Germany and behaviorism in America are the prominent examples" (Boring, 1929, p. 570).

La idea tampoco era nueva en Boring, quien ya la había insinuado en un discurso como Presidente de la American Psychological Association, (APA) en diciembre de 1928. En dicha conferencia, se había ocupado de la psicología de los investigadores planteando la paradoja de que, en el marco de una controversia científica, la misma fuerza que impulsaba a los investigadores hacia la verdad, los mantenía muchas veces impetmeables a las críticas. En ese contexto, había destacado la necesidad de que cada

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investigador fuera al mismo tiempo juez y fiscal de sus investigaciones, de manera tal de que pudieran disminuirse los puntos ciegos y con ello las controversias estériles, para dejar lugar a las "discusiones fructíferas". Ilusttando su posición, señalaba que las escuelas de psicología constituían formas de controversia y, en tal sentido, la " Gestaltpsychologie se encuentra en la misma caja que el conductismo" (Boring, p. 1929/1963, p. 82; la traducción es nuestra).

Boring insistiría sobre las diferencias entre los psicólogos de la Gestalt y el conductismo en un trabajo incluido en el volumen editado pot Murchison en 1930. El texto resulta de interés porque Boring cuestionaría los posicionamientos dogmáticos, y ensayaría la justificación de una psicología "ecléctica" (Boring, 1930/1965). En verdad, el trabajo de Boring no ocultaba un fuerte cuestionamiento al conductismo y, más ampliamente, a todos aquellos que adherían dogmáticamente a escuelas basadas ^apuntos de vista, a los cuales consideraba escolásticos. La propuesta de Boring incluía la aceptación de fenómenos de consciencia en el estudio de la psicología y aspiraba a una gran síntesis entre algunos presupuestos del conductismo y de la Gestalt. Muchos de los elementos de Boring reapatecerían en teóricos de la psicología cognitiva y en la síntesis experimental del comportamiento de Rubén Ardila, quien fuera el traductor al castellano de la célebre Historia de la Psicología Experimental (Boring, 1950/1978).

También Garrett, probablemente sin proponérselo, evidenciaba que no sólo existían diversas corrientes o sistemas de psicología, sino que, ni siquiera la llamada Psicología Experimental resultaba unívoca (Garrett, 1930/1951). En efecto, Garrett analizaba las profundas diferencias entre la psicología experimental que podía practicar Wundt y su escuela con sujetos humanos, es decir, experimentos de tiempos de reacción que suponían sujetos altamente entrenados en observaciones científicas, y la psicología experimental que llevaba adelante Thorndike con peces o pollos, o Kohler con monos, en la estación experimental que la Academia de Ciencias de Prusia había instalado en Tenerife, recientemente te-examinada en España (Carpintero, 1998).

Es decir que alrededor de 1930 la cuestión de la fragmentación de la psicología era ampliamente debatida. Casi treinta años después, la cuestión volvía a cobrar vigencia. Lee Cronbach (1957), en su Conferencia Presidencial en la Convención Anual de la American Psychological Association, plantearía las diferencias entre dos grandes enfoques en psicología: la Psicología Experimental y la Psicología Correlacional, aun cuando destacaba la necesidad de que ambas pudieran combinarse:

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"In both applied work and general scientific work, psychology requires combined, not parallel, labors from our two historie disciplines [correlational and experimental psychology]. In this common labor, they will almost certainly become one, with a common theory, a common method, and common recommendations for social betterment". (Cronbach, 1957, p. 683).

Cinco años después, Melvin Marx y William Hillix, reconocían seis grandes sistemas en la Psicología Contemporánea. Coincidían con Heidbreder en cinco de ellos: Estructuralismo, Funcionalismo, Conductis­mo, Gestalt y Psicoanálisis. Agregaban a ellos el asociacionismo y subsumían los modelos de James y Woodworth dentro de la escuela funcionalista (Marx & Hillix, 1963/1979).

En un esfuerzo de síntesis mayor, Cari Rogers establecía una distinción que se volvería habitual en la psicología estadounidense. Retomando a Maslow, Rogers destacaba tres grandes tendencias de la psicología de Estados Unidos: la conductista-experimental, la psicoanalítica y la fenomeno-lógica-existencial (Rogers, 1964/1975). En América Latina, por su parte, Antonio Gomes Penna reconocía cuarto perspectivas irreconciliables en la Psicología: La Positivista o Conductista; la crítica desarrollada por la Escuela de Frankfurt (fundamento del psicoanálisis), la fenomenológica y la existencial.

En un extremo analítico opuesto, en 1970 el argentino Ricardo Musso llegaba a identificar 32 escuelas en psicología, sin incluir al estructuralismo ni al funcionalismo que ya habían desaparecido como escuelas. En cambio, aun sabiendo que su clasificación no era exhaustiva, distinguía diferentes escuelas conductistas, como el Conductismo Intencional de Tolman; el Conductismo Deductivo de Hull o el Conductismo Inductivo de Skinner; la Psicología Constitucional de Sheldon, la Psicología concreta de Politzer, la Eidética de Haensch o la Psicología Estmctural de Spranger (Musso, 1970a).

En síntesis, la fragmentación de la psicología fundamentaba la afirmación de Wolman, para quien la Psicología Contemporánea no constituiría una disciplina única, sino una serie de sistemas científicos telativamente independientes que abordan problemáticas diversas como seres humanos o animales, organismos e ideas, bioquímica de la genética, desarrollo infantil, cuestiones de técnicas publicitarias, entre otras (Wolman, 1973).

Desde tal perspectiva, la gran variedad de enfoques o sistemas o puntos de vista psicológicos, mantienen divergencias muchas veces fundamentales respecto a los aspectos esenciales de la Psicología como disciplina científica (Musso, 1970b). Un punto nodular de esas divergencias, radica en la falta

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de unificación sobre el objeto de la disciplina: desde el aparato psíquico, con énfasis en los procesos inconscientes pata la perspectiva psicoanalítica, hasta las operaciones psicológicas que entusiasmaban a los funcionalistas, pasando por la persona humana en la propuesta de Rogers o los procesos cognitivos o la mente en los modelos cognitivos.

Lo complejo de la situación es que de acuerdo con esa perspectiva que pone el acento únicamente en la fragmentación de la psicología, no habría existido en la misma ninguna tradición normal, ni tampoco se habrían podido identificar anomalías ni revoluciones (Leahey, 1992). Si el fenómeno de las variables intervinientes se había constituido en una verdadera anomalía para el conductismo skinneriano que llevaría a la crisis definitiva del modelo y a la aparición de los enfoques cognitivos, tal problema, en cambio, resultaba absolutamente irrelevante para el modelo psicoanalítico o para la tercera fuerza. En esa dirección, un análisis de citas de publicaciones de Psicología Cognitiva, Psicología Conductista y Psicoanálisis, evidencia que el teemplazo del Psicoanálisis y el Conductismo por la Psicología Cognitiva sería relativo y que, en realidad, las tres tradiciones coexisten (Priman, Alien, Kerwin & Larzelere, 1993).

Al mismo tiempo, la mencionada fragmentación teórica ha sido acompañada por una dispersión institucional. Desde las 55 divisiones de la American Psychological Association (APA), hasta la infinita variedad de publicaciones y newsletters, acerca de las cuales ironizaba pocos años atrás uno de los más altos directivos de la APA:

"Its also interesting to see the vast array of issues in which psychologists are involved -certainly enough to keep the newsletters coming... and coming. Lost of newsletters" (Fowler, 1996, p. 3).

La cuestión tampoco es nueva. En efecto, la dispersión de la psicología alrededor de 1930, no había sido solamente epistemológica. Es decir, no sólo habían coexistido diferentes escuelas de psicología, sino que también se habían multiplicado y diversificado los intereses de los practicantes de la disciplina. En Estados Unidos, dentro de la American Psychological Association organizada en 1892, conflictos entrepractitioners y experimentalpsychologists se habían planteado tempranamente (Yanchar & Slife, 1997). Y todavía en 1986, ambos grupos conformaban las dos principales áreas de intetés en la psicología: por una parte, la académica y de investigación; por la otra, la relacionada con la provisión de servicios de salud, tanto en el campo clínico como en el escolar o del trabajo (Howard et al, 1986).

La conformación de nuevas sociedades para los psicólogos interesados en la aplicación de la psicología a problemas de la vida cotidiana sería una

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constante hasta la Segunda Guerra Mundial (Benjamín, 1997; Altman, 1987). Así, ya en la década de 1920, se habían organizado alrededor de una docena de instituciones relacionadas con la Psicología Aplicada, la mayoría de alcance únicamente regional o instalada en un determinado estado de la Unión (Benjamín, 1997).

Entre las nuevas instituciones, pero con alcance federal, merecen destacarse la American Association for Applied Psychology (AAAP), la Society for the Psychological Study of Social Issues y la Psychometric Society (Wolfle, 1946/1997). Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se sucedieron los intentos pot lograr unificar las diferentes instituciones existentes en aquel momento, lo cual significaba centralizar todos aquellos intereses divergentes. Así fue como entre 1944 y 1945 se modificaron los estatutos de la APA, creando las divisiones que procuraban darle cabida a aquellos psicólogos más interesados en la Psicología como profesión, y que mantendrían una relativa autonomía.

Según el primer Secretario Ejecutivo de aquella renovada American Psychological Association, Dael Wolfle, la relación entre las divisiones y la APA era análoga a la existente entre el gobierno federal de los Estados Unidos y los estados que lo integraban:

"The relations between the APA and its divisions are something like those between the United States and its States. Each división has a good deal of autonomy over its own ¡nternal affairs, just as do the states. A división, like a state, howevet, is limited in its powers. It cannot do anything to interfere which the welfare of another división, and on matters which affect psychology as a whole the APA retains power". Wolfle, 1946/1997, p. 722).

En esa sugestiva analogía, la APA, al "retener el poder", se constituía en un centro, el cual en un mismo movimiento, admitía y cancelaba las diferencias, según un modelo que sería capaz de funcionar sin mayores fisuras, al menos hasta 1988, cuando se constituyó la American Psychological Society. En efecto, la AAAP se incorporó como una de las divisiones de la APA, al igual que la Society for the Psychological Study of Social Issues (Benjamín, 1997; Evans, Sexton & Cadwallader, 1992).

En dicho marco, en 1946 la American Psychological Association comenzaba a editar la primera publicación claramente profesional de la institución: American Psychologist. Ya desde el título, se notaba ese acento en la profesión y en el responsable de dicha profesión, el psicólogo, más que en la disciplina científica, la Psicología:

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"This change [in the APA's bylaws] is not an idle rewording of the preambule to the constitution; it reflects a real change in the purposes of the association. The American Psychologist is one example. Its pages will contain much about the training of psychologists, their positions, Job opportunities, organizations, etc., but not much about their research findings". (Wolfle, 1946/1997, p. 722).

Se ha señalado que el rol profesional de la nueva publicación nunca se habría cumplido plenamente (Benjamín, 1996). Por su parte, otros testimonios coinciden en destacar que el número de psicólogos profesionales en todo el mundo todavía eta pequeño en la década de 1950 ó 1960 (de Wolff, 1981), que el crecimiento de la psicología profesional en los Estados Unidos se habría producido recién a partir de 1965 aproximadamente (Kieslet & Zaro, 1981), o que el desplazamiento de lo académico a la profesional sólo sería hegemónico hacia 1970 (Young, 1992).

En cualquier caso, el auge profesional de finales de 1960 y sobre todo de la década siguiente, encuentra sus raíces en aquellos cambios iniciados inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. En efecto, entre 1935 y 1955 se sentaron las bases del profundo cambio que transformaría a la psicología estadounidense en la "profesión multifacética que es hoy día" (Nicholson, 1997, p. 40. La traducción es nuestra). Y en dicho contexto, interesa destacar la intención de la APA de contener los diversos intereses de los profesionales de la disciplina ya en los tiempos de aquella reforma estatutaria.

3. ARDILA Y LA UNIDAD DE LA PSICOLOGÍA

En definitiva, al lado de la. falta de unidad ¿.t la disciplina, podía verificarse desde temprano una creciente dispersión insti tucional que podía ejemplificarse en las casi cincuenta divisiones de la APA al comenzar 1990 (Viney, 1989). De todos modos, como observara Josef Brozek (1990), dispersión y falta de unidad tienen alcances diferentes. Desde esa posición, mienttas la constitución de la American Psychological Society tefleja una preocupante falta de unidad, las divisiones de la APA testimonian una continua y saludable diferenciación de los intereses de los miembros de la institución (Brozek, 1990). Y de manera coincidente, se ha señalado que mientras la fragmentación impide el progreso de la investigación, la dispersión constituye un factor de avance y crecimiento de la disciplina (Gilgen, 1987, como se cita en Rosenzweig, 1992).

Esa cteciente diferenciación de intereses, llega a abarcar las nuevas tendencias que promueven una psicología multicultural, centrada en el

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reconocimiento de las psicologías autóctonas o indígenas (Brock, 1995; Gergen, Gulerce, Lock & Misra, 1996; Katigbak, Church & Akamine, 1996; Sampson, 1988; Yang & Bond, 1990), una democratización de la psicología a partir de la etnopsicología (Sampson, 1991) y diferentes visiones del mundo a partir de la pertenencia a gtupos étnicos minotitarios, a enfoques de género o a diferentes formas de orientación sexual:

"Multiculturalism is not only about understanding different perspectives and wotldviews but also about social justice. As such it is not valué neutral: Multiculturalism stands against beliefs and behaviors that oppress other groups and deny them equal access and opportunity". (Sue, Bingham, Porché-Burke & Vásquez, 1999, p. 1064).

De todas maneras, si por una parte tesultan evidentes los indicadores de esa dispersión y diferenciación creciente, por la otra, también se pueden verificar indicios de que la propia American Psychological Association, centraliza decisiones fundamentales y procura conducir ese conjunto plural, diferenciado, multicultural y complejo. Es decir, la dispersión ha acompañado la centralización y es posible que ambas se potenciaran mutuamente, como proponía Wolfle en 1946.

Por otro lado, en relación con la falta de unidad disciplinar, ¿podría negarse que más allá de la misma, en numerosos campos de la psicología se han producido avances sistemáticos desde hace décadas y se han identificado problemas e instrumentos en un sentido próximo a lo que Kuhn denominaba, ciencia normal?

Si así fuera, sería necesario invalidar otra vez tesis kuhnianas, por lo menos en su aplicación a la Psicología, posición que compartirían Ardila, Leahey o Masterman.

Y en segundo lugar, sería imprescindible reconocer que la tesis de la fragmentación es verdadera, pero solo parcialmente. Es decir, tanto a causa de factores externos como internos, la Psicología se habría caracterizado por un proceso de fragmentación y dispersión, acompañado por un proceso de unificación y centralización (Rosenzweig, 1992); o por un fenómeno de unidad, pero a partir del reconocimiento de la diversidad y la pluralidad (Ritchie & Sabourin, 1992).

Desde una posición dialéctica, entonces, es necesario admit ir epistemológica y socialmente, los complejos procesos históticos que tienden tanto a la unidad como a la fragmentación de la psicología (Lévy-Leboyer, 1992; Rosenzweig, 1992). En palabras de otro destacado psicólogo latinoamericano: "unidad en el medio de la diversidad" (Díaz-Guerrero, 1992, p. 297; la traducción es nuestra).

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Entonces, en tal dirección, al lado de los indicadores de la fragmentación disciplinar, se vuelve necesario destacar los planteamientos en torno a la unificación de la psicología, desde Boring (1930/1965) en adelante. Las posiciones a su vez difieren desde aquellos que fundamentan la unidad de la psicología desde los parámetros de la ciencia de la conducta (Kimble, 1989, 1994a, 1994b) o del conductismo social (Staats, 1975, 1993), hasta aquellos que lo fundamentan en un núcleo conceptual adquirido desde la formación universitaria (Matarazzo, 1987; 1992), pasando por aquellos que lo fundamentan en la superación dialéctica de antítesis (Bleger, 1963/1973; Politzer, 1929/1965), o como una necesidad ineludible desde la filosofía de la ciencia (Munro, 1992; Staats, 1991). Staats (1999), inclusive, plantea que la situación de la Psicología es comparable a la de la Física o la Química de algunos siglos atrás y que la falta de unidad característica de la psicología representa una etapa ineludible como ha ocurrido en todas las ciencias:

"All siences begin, by neccesity, given the complexity of study, to divide nature analytically. Only slowly, effortfully, can they progress to putting the pieces together" (Staats, 1999, p. 8)

En una dirección coincidente, Hans Eysenck (1997) retoma a Cronbach, señalando que existen numerosas evidencias acerca de la necesaria unificación de abordajes correlaciónales y experimentales, particularmente en el campo de la inteligencia y la personalidad.

En tal sentido, la propuesta de Ardila acerca de la síntesis experimental del compottamiento se inscribe en esa tendencia.

Habíamos señalado que Ardila realizaba una distinción entre escuelas y sistemas de psicología. Las primeras, como el Funcional ismo, el Estructuralismo, la Reflexología, el Conductismo, la Gestalt, la Topología, el Psicoanálisis y Psicología Existencial, consistían en conceptualizaciones globales para el conjunto de problemas de la psicología y eran atribuibles a un fundador (Watson, Carr, Freud) y por ende funcionales a un detetminado ambiente geográfico y cultural (Ardila, 1992, 1988/1993, 1994). Los sistemas, por su parte de psicología son menos dogmáticos y "dependen menos de un estilo de trabajo, un exponente singular y un área geográfica" (Ardila, 1992, p. 302). Dentro de los sistemas, Ardila consideró inicialmente cuatro: Neo-conductismo, Neo-psicoanálisis, Psicología dialéctico-materialista y Psicología Humanista (Ardila, 1992, 1988/1993); a los cuales agregó luego la Psicología Cognitiva (Ardila, 1994).

Lo interesante es que mientras las escuelas constituyen fenómenos del pasado, los sistemas coexisten con avances concretos y específicos en distintas áreas del conocimiento psicológico.

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Con todo, Ardila propone una etapa mayor de integración: la síntesis experimental del comportamiento, el cual, aun basado en el análisis experimental del comportamiento, incorpora el estudio de los procesos cognitivos, la consciencia y aun el inconsciente:

"El denominado 'tegteso' de la consciencia a la psicología irá seguido de un regreso del 'inconsciente'. No a la manera freudiana, de determinante de muchas acciones humanas, sino en forma de disposiciones para comportarnos". (Ardila, 1988/1993, p. 145).

Aun cuando un análisis detallado de la Síntesis Experimental del Comportamiento exceda los límites del presente y sea desarrollado en otro ti abajo (Alarcón, en prensa), es necesario destacar aquí las líneas fundamentales de la epistemología de la psicología que se desprenden de la síntesis experimental del compottamiento de Ardila.

1- Ante todo, Ardila ha insistido en la necesidad de una Epistemología de la Psicología. Es decir, las posiciones epistemológicas clásicas, desde las inductivistas hasta las poppetianas, y desde las estruturalistas como las propuestas por Kuhn y Lakatos, hasta las anarquistas al estilo de las de Feyetabend (Challmers, 1982) constituyen epistemologías generales que parten de una fundamentación de la Ciencia, que, por lo general, se ha basado en una generalización de los principios de la Física Moderna.

Ardila por el contrario, enfatiza la pertinencia de una Epistemología y una Filosofía de la Psicología, surgida de la propia investigación psicológica. En efecto, el fundamento científico de conceptos como organismo, conciencia, conducta, reacción, entre otros, sólo podrá realizarse a partit de las investigaciones particulares llevadas a cabo pot la psicología. Y aun cuando ello no pueda desconoce! el aporte de pensadores clásicos, como puede ejemplificarlo la fundamentación del problema mente-cuerpo, lo decisivo para una filosofía y una epistemología de la psicología emerge de los propios desarrollos de la psicología, como se aprecia en la obra de Luria, James y Skinner, entre otros (Bunge & Ardila, 1988). Más todavía cuando el problema mente-cuerpo tiene derivaciones en campos específicos de aplicación del conocimiento psicológico, por ejemplo en el campo de la Psicología de la Salud (Ardila, 1998).

Inclusive, la fundamentación de conceptos centrales en todas la ciencias, como por ejemplo el de causalidad, requiere también de un análisis capaz de apreciar la naturaleza del concepto de causalidad en Psicología, en Física, en las ciencias formales como la Lógica o en la Filosofía; aun cuando no pueda desconocer los desarrollos en los distintos campos, como lo sugiere el ttabajo de revisión de Petet White (1990).

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Por supuesto, la posición no debe confundirse con corporativismo. No existe impedimento en que, desde la Filosofía, la Física o la Biología se aporte a la Epistemología de la Psicología. Lo que interesa es que así como Ardila rechaza el reduccionismo neurofisiologista, también rechazaría la sumisión de los problemas teóricos de la psicología a los problemas teóricos de ottas disciplinas o formas de pensamiento.

2- En segundo lugar, es oportuno destacar el lugar de la Epistemología de la Psicología para Ardila, en el marco de la epistemología de la psicología de los últimos años. En esa dirección, una parte importante de la crítica epistemológica en psicología se ha centtado en la aplicación de los ptincipios del Positivismo (Bailey & Eastman, 1994), del Positivismo Lógico (Green, 1992a; Bickhard, 1992; Green & Powell, 1990); del Operacionalismo (Green, 1992b, Koch, 1992b; Leahey, 1980); del Fisicalismo (Fiancescotti, 1998; Radder, 2001; Silberstein, 1998); del Reduccionismo (Pervin, 2001; Schouten, 1999; Schouten & de Jong, 1999; Silberstein, 1998) e inclusive del método científico, tanto por la hegemonía experimental y cuantitativa (Wertz, 1999) como por dejar de lado los abordajes narrativos (Josselson & Lieblich, 1996; Mancuso, 1996); o la dialéctica entre Ciencia e Historia (Craig, 1999).

En síntesis, las críticas han destacado las limitaciones de una manera única de entender el conocimiento psicológico en lugar de reconocer la variedad y riqueza del repertorio conceptual de la psicología (Gergen, 1991). De la mano de ello, ha sido bastante frecuente el cuestionamiento a la modalidad privilegiada para el estilo de las comunicaciones científicas, tema sobte el que volveremos más adelante.

Ardila, aun cuando alejado en muchos aspectos de esas posiciones alternativas, igualmente compartiría muchas de esas críticas. En particular, sus cuestionamientos al operacionalismo y al reduccionismo. En relación con el primero, Ardila puntualiza:

"Las etílicas a este enfoque pueden sintetizarse en la siguiente forma: el operacionalismo limita las áreas de investigación a aquellas con un cierto grado de desarrollo; limita la selección de problemas para ser investigados; no tiene en cuenta la relevancia de los problemas, y excluye de antemano cualquier crítica a sus resultados" (Ardila, 1988/1993, p. 39).

En relación con el reduccionismo, Ardila se inclina por posiciones molares y comportamentales antes que por posiciones moleculares y fisiológicas. En tal sentido, aun cuando la conciencia presuponga un condicionante neurológico, "aprendemos más sobre la conciencia estudiando el mundo social que intentando buscar bases fisiológicas" (Ardila, 1988/1993, p. 41).

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3- En tercer lugar, tales críticas no impiden adherir al método experimental. Al igual que Cronbach, Ardila también había reconocido la existencia del método correlacional y el experimental. Además de ello reservaba un lugar para la observación no controlada (Ardila, 1978), los estudios de campo y los experimentos de campo (Ardila, 1977a).

Con todo, Atdila reconocía las ventajas del método experimental y afirmaba que el método experimental había llegado a aplicarse a estudios sobre motivación, psicología social y de la personalidad (Ardila, 1978). También al estudio experimental del pensamiento, entendido como el estudio experimental del comportamiento de solucionar problemas, que constituía una de las ramas más novedosas de la psicología (Ardila, 1971/ 1974).

En cualquier caso, hay dos características de la psicología experimental que Ardila enfatiza. Primero, que la psicología experimental no constituye una rama de la psicología, sino un enfoque de la psicología. En tal sentido, en cualquier área de la psicología es posible realizar estudios experimentales, desde percepción, aprendizaje y motivación de logro, hasta psicología transcultural, clínica o del pensamiento (Ardila, 1971/1974,1977). Ysegundo, que la experimentación en psicología no difiere de la experimentación en otras disciplinas científicas; inclusive, los datos obtenidos por la psicología experimental pueden ser más precisos que los obtenido en ottas ciencias (Ardila, 1982).

4- En cuarto lugar, y estrechamente relacionado con la cuestión del método, es necesario destacaí que otra crítica epistemológica que se ha vuelto habitual en los últimos años, está dirigida al estilo de la comunicaciones científicas, que tampoco sería compartida por Ardila. Al contrario, Ardila fue uno de los primeros en promover en América Latina un estilo de comunicación científica que resultaba coherente con el énfasis en el método experimental. En efecto, paralelamente al establecimiento de la Revista Latinoamericana de Psicología, Ardila (1971/1974) había fundamentado la necesidad de preparar informes científicos de acuerdo con el formato IMRAD {introduction, methods, results and discussion), que había incorporado el manual de estilo de ia. American Psychological Association (1994, 2001) para los artículos empíricos (repon of empirical studies).

Es posible afirmar que existen diferentes estilos de comunicación científica, es decir, diferentes maneras de hacer conocer públicamente novedades científicas o reflexiones sobre prácticas científicas. Inter-nacionalmente, ha alcanzado una gran difusión el modelo de la Universidad de Chicago, el cual en sus capítulos 15 y 16, fundamenta distintos

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tf atamientos estilísticos para el campo de las humanidades y para el campo de las ciencias natutaíes y sociales (University of Chicago, 1993).

También existen otras tentativas norm atizadoras de instituciones oficiales (American National Standard Institute, 1979), Nofmas Iso para la presentación de informes científicos y técnicos (International Organization for Standarization, 1982), o guías elaboradas por instituciones sumamente reconocidas en el campo de la ciencias de la información, la documentación y la bibliotecología, como el Institute for Scientific Information (ISI), editot de las distintas series del Current Contents, del Science Citation Index y del Social Science Citation Index (Day, 1979/1995).

Además de esas normativas generales, diferentes disciplinas científicas han consensuado y estandarizado maneras particulares de comunicación. Entre ellas, la Biología (Council of Biology Editors, 1994), la Medicina o las disciplinas biomédicas (International Committee of Medical Journal Editors, 1997; Iverson, Flanagin & Fontanarosa, 1998).

En el campo de la Psicología, el tema ha ocupado a la American Psychological Association, la cual ha normatizado el APA Editorial Style. El problema del estilo comunicacional en campos como la Psicología y la Antropología, se había planteado por primera vez en 1928, cuando la National Research Council de los Estados Unidos promovió un encuentro científico convocado por Madison Bentley. El Informe final de dicha reunión, aun cuando no estableció normas muy precisas para los autores, ya recomendaba "un estandard en el procedimiento, para el cual las excepciones sin lugar a dudas serían necesarias" (American Psychological Association, 1929, p. 57, la traducción es mía). En 1944, John Anderson y Williard Valentine, publicaron la primera guía de publicación, autorizada por el Directorio de Editores de la APA y dirigida, principalmente, a principiantes (Anderson & Valentine, 1944).

Con todo, recién en la década siguiente maduraría un estilo propio de la APA; en 1952 aparecería la primera Guía denominada "Publication Manual", aunque todavía publicada como un suplemento del Psychological Bulletin (American Psychological Association, 1952) y cinco años después se editaría el primer libro con ese nombre (American Psychological Association, Council of Editors, 1957). Lo que interesa en todo caso, es que hacia mediados de siglo, y a partir de la consolidación de la psicología estadounidense, la institución más tepresentativa de dicha psicología se encontraba en condiciones de establecer determinadas nofmas sobre cómo realizar las comunicaciones científicas en la disciplina.

Las normativas estilísticas de la APA han generado un amplio debate entre miembros de la propia comunidad de psicólogos estadounidenses.

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Para nuestro tema, nos interesan aquellas que cuestionaban el modelo epistemológico que, implícitamente, reflejaba el estilo APA (Madigan, Johnson & Linton, 1995; Scialfa, Caird, Connolly & Cosmescu, 1998; Scott Budge & Katz,1995).

Madigan, Johnson y Linton destacaban las implicaciones del estilo comunicacional de la APA, el cual, en la medida en que era incorporado por los estudiantes, contribuía a promover valores empiristas. Para ello, realizaban un estudio comparativo de ttes campos científicos diferentes: Psicología, Historia y Crítica Literaria, a través de distintos parámetros. En primer lugar, tomaban en consideración indicadores cuantitativos de cuatro características comunicacionales: sistemas de referencias, citas textuales, notas al pie y subtítulos. En segundo lugar, analizaban cualitativamente el modo en que los artículos trataban desacuerdos con otros autores o trabajos conocidos.

Por último, analizaban cuantitativa y cualitativamente las recomen­daciones y términos utilizadas para relativizar o compensar alguna conclusión {"hedges conclusions"), en el caso de artículos o informes de estudios empíricos. Al respecto, tesultan particularmente interesantes las expresiones que los autores encuentran en dos revistas de psicología (Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition y Journal of Counseling Psychology) tendientes a compensar o relativizar una conclusión; por ejemplo: "nuestra sugerencia es que..."; "parece plausible que..."; "tentativamente concluye..."; "podría ser considerado..."; etc. En cualquier caso, lo que resultaba intetesante del análisis comparativo de los autotes, era la conclusión de que el estilo comunicativo de la psicología "lo alinea con las ciencias [naturales] y lo distancia de las humanidades" (Madigan, Johnson & Linton, 1995, p. 434).

Otras consideraciones situaban la cuestión del estilo de la comunicación en el marco de la oposic ión entre el "posi t ivismo lógico" y el "constructivismo social" (Brand, 1996). Adhiriendo a este último marco, Brand fundamentaba sus posiciones en un conjunto de referencias en general ajenas a la tradición norteamericana como Marx, Foucault, Derrida. Desde tal perspectiva, consideraba que los términos utilizados para relativizar o compensar una conclusión (las hedges conclusions) eran congruentes con el énfasis en el razonamiento estadístico y probabilístico, el cual sólo podría brindar conocimientos de leyes probabilísticas y, en su opinión, relativas:

"Because the phenomena undet study -in their cause-effect relationshiops-obey laws that are foundationally probabilistic, it would be unwise for an investigator of those phenomena to state strong conclusions, conclusions

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that may be erroneously based on the wrong tail of a distribudón". (Brand, 1996, p. 652).

La ironía con la cual Brand finalizaba su comentario, ilustra suficiente­mente bien su posición enfrentada a tal tazonamiento probabilístico: "En conclusión, deseo aplaudir, sin reservas, el artículo de Madigan y compañía. Me disculpo, si al hacerlo de esa manera, mi conclusión ha sido afirmada con demasiado énfasis" (Brand, 1996, p. 652, la traducción es nuestra).

En una dirección parecida, Ruthellen Josselson y Amia Lieblich fundamentaban su cuestionamiento al estilo APA, desde la matriz de los estudios feministas, postmodernistas y también cognitivos. En su opinión, la psicología se había limitado a desarrollar una vertiente naturalista, cuando, en pie de igualdad, debería incorporar modelos hermenéuticos, situados y particularizados. Sobre todo, y adhiriéndose a planteamientos de una figura incuestionable de la psicología contemporánea como Bruner, proponían "vías de conocimiento narrativas" y la necesidad de que el entrenamiento de los estudiantes incluyera un "rango amplio de estilos, que posibiliten libettad de elegir el que mejor se adapte a la naturaleza de cada investigación" (Josselson & Lieblich, 1996, p. 651, la traducción me pertenece).

Por su parte, Douglas Vipond, observaba que el estilo de la APA "no es inevitable" y que la experiencia de otras disciplinas puede brindar modelos más flexibles (Vipond, 1996). Al mismo tiempo, identificaba cinco críticas que, en su opinión, podían sintetizar los cuestionamientos que venía originando el estilo APA en los últimos diez años: a) El privilegio por los estudios cuantitativos, relegando los enfoques cualitativos, la investigación patticipativa, el estudio de casos, las narraciones y las biografías; b) El divorcio entre los métodos de investigación y la investigación ética; c) Los presupuestos conductistas implícitos en el estilo, a pesar de la manifiesta decadencia del conductismo; d) El presupuesto de la acumulación de conocimientos; e) El divotcio entre el lenguaje científico y el lenguaje literario, a pesar de que, tal como se desprendía de los estudios compilados por David Leary, el pensamiento "metafórico" había sido esencial en el desarrollo teórico de la psicología (Leary, 1990).

Aun cuando parece pertinente que la cuestión del método se vincula con la cuestión del estilo, ¿hasta qué punto resultan válidos todos esos cuestionamientos? Un estudio reciente entre editores y revisores de publicaciones de la APA, evidenciaría que, en realidad, la "desviación del estilo APA tiene sólo un modesto impacto en la disposición de los manuscritos sometidos a publicación" (Brewer, Scherzer, van Raalte, Petitpas & Andersern, 2001, p. 267, la traducción es mía).

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En definitiva, la fundamentación de la psicología de Ardila, aun cuando destacaba la importancia del método experimental a los diferentes campos y subcampos de la psicología, reconoció en distintas oportunidades que el método experimental no agotaba la totalidad metodológica en psicología (Ardila, 1977b). No obstante ello, Ardila toma distancia de las posiciones que establecen una identidad entte la cuestión del método de investigación y la cuestión del estilo de la comunicación científica.

5- En quinto lugar, Ardila también rechazaría la posición que supone que todo énfasis en el papel fundamental de los datos empíricos en la construcción científica, pueda ser identificado como positivismo o cientificismo.

Más todavía, ¿hasta dónde se justificaría el término empirista, para caracterizar la epistemología de Ardila? En realidad, el fundamento dialéctico que tecorre la síntesis experimental del comportamiento está en muchos sentidos bastante próximo a las posiciones epistemológicas de Piaget o Vygotski.

En efecto, Piaget (1970, 1974) en su análisis psicogenético de la construcción del conocimiento, destacaba la interrelación entre génesis y estructura, y con ello la importancia de los argumentos epistemológicos dialécticos aplicados a la epistemología. Por su parte Vygotski, interesado en dialectizar hechos observables y teorías, señalaba la tensión entre dos tesis contrarias al respecto: la primera, que establece que todo "concepto científico-natural, por muy alto que sea su grado de abstracción respecto al hecho empírico, encierra siempre una concentración, un sedimiento de la realidad concreta y real de cuyo conocimiento científico ha surgido" (Vygotski, 1927/1991, p. 279); la segunda, sostiene que "todo hecho científico-natutal aislado, por empírico y poco maduro que sea, encierra ya una abstracción primaria" (Vygotski, 1927/1991, p. 281).

En tal sentido, enfatizar la importancia de los datos empíricos no remite necesariamente a posiciones generalmente denominadas empiristas o inductivistas. Al contrario, tanto en Piaget, Vygotski o Ardila, el énfasis en los hechos observables empíricamente reconoce a un mismo tiempo el énfasis en las teorías, y unos y otras son necesariamente sintetizados dialécticamente en la construcción de conocimientos.

6- Y una sexta y última característica de la posición epistemológica de Ardila, se relaciona con su afirmación de la Psicología como una Ciencia Natural. Nos parece que el humanismo comportamentalde Ardila permitiría agregar que la Psicología cs, a un mismo tiempo, una Ciencia natural y una Ciencia Humana. Ardila evoca a Simone de Beauvoir, para quien el hombre

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se mueve en la ambigüedad entte materia y espíritu, entre racionalidad y animalidad. Desde ya, para Ardila materia y espíritu no en el sentido del dualismo cartesiano ni tampoco del dualismo trascendentalista. Al contrario, Ardila incorpora el concepto dialéctico de niveles de integración de la materia que procura romper con cualquier dualismo y que había comenzado a circular, desde diferentes perspectivas, en algunos momentos del pensamiento psicológico latinoamericano (Bleger, 1963/1973; Musso, 1970b, 1993):

"La matetia incluye también los niveles y su integración, el nivel físico, el nivel químico, el nivel biológico, el psicológico y el anttopológico-social. La materia abarca el hombre, sus logros, su historia, su cerebro. Y, como producto, su necesidad de entender el mundo y de entenderse a sí mismo" (Ardila, 1988/1993, p. 122).

Esta perspectiva materialista, que nuevamente reconoce proximidad con el materialismo dialéctico, permite recuperar un monismo ontológica y fenomenológico que, a su vez, ha superado las limitaciones del monismo reduccionista.

En ese sentido, la Epistemología de la Psicología de Ardila, que había paitido de un reconocimiento de Skinner, se aproxima a Wundt. O mejot todavía, aspira a una síntesis integradora entre la psicología wundtiana —pero también piagetiana o vigotskiana— y la comportamentalista.

4. CONCLUSIONES

Simone de Beauvoir hablaba de ambigüedad. La epistemología de Ardila más que ambigua, podría definirse como integtadota. ¿No será también una integración entre Ciencia Natural y Ciencia Humana y, por ende, social?

Rubén Ardila fue uno de los adherentes al Manifiesto Humanista 2000, el cual, reconocía la importancia del naturalismo científico, al mismo tiempo que la importancia de los derechos humanos, la dignidad humana y la libertad (International Academy of Humanism, 1999).

La aporía determinismo-libertad alcanza una nueva significación desde la concepción de Ardila. En efecto, el hombre no es totalmente libre, pero tampoco totalmente detetminado. Es decir, a pesar de todas las limitaciones físicas, biológicas, sociológicas y sociales, queda todavía en el ser humano un margen para la libertad, por pequeño que pueda ser. En clave literaria, Ardila lo expresaba en su utopía científica, Walden Three:

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"Freedom is a matter of degree. In a reduced perspective, we all enjoy certain level of freedom... In a wider perspective, however, ve have very little freedom" (Ardila, 1979/1990, p. 136.)

En dicha novela, uno de los personajes evocaba a Engels, para quien la libertad no implicaba volverse independiente de las leyes naturales, sino la posibilidad de conocerlas y utilizarlas planificadamente según detetminados fines (Ardila, 1979/1990).

En tal sentido, la epistemología de Ardila rescata el lugar de la psicología no sólo como cuerpo de conocimientos sobre el comportamiento y las acciones humanas, sino como conjunto de conocimientos destinados a mejotar el bienestar de los seres humanos.

En definitiva, el humanismo comportamental de Ardila se basa en la Ciencia del Comportamiento. Pero es una ciencia del comportamiento que, aun cuando se hubiera iniciado en el análisis experimental del comportamiento, se ha alejado lo suficiente del conductismo radical como para integrar conceptos y perspectivas de otra índole.

De tal manera, la epistemología de Ardila emerge del positivismo y del conductismo. Pero al mismo tiempo los superara, proponiendo un proyecto científico despejado de dogmatismos y que alcanza en el humanismo comportamental, una síntesis de muchas de las antítesis que han poblado la historia del pensamiento psicológico.

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