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Santa Rosa de Lima "Rosa de Lima, la más bella rosa que ha producido nuestro continente, no dejes un solo día de rezar a tu gran amigo Jesucristo, por este continente americano tan supremamente necesitado de las bendiciones de Dios." Primera santa de América. Excelsa Patrona de Lima, el Perú y las Filipinas

Santa Rosa de Lima - Martín Sánchez - 9°

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Revista sobre la Patrona del Perú Santa Rosa de Lima. Por Martín Sánchez Basurco de 9° grado.

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Santa Rosa

de Lima

"Rosa de Lima, la más bella rosa que ha

producido nuestro

continente, no dejes un solo día de rezar a

tu gran amigo Jesucristo,

por este continente americano tan

supremamente necesitado

de las bendiciones de Dios."

Primera santa de América. Excelsa Patrona de Lima, el Perú y las Filipinas

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Historia de su vida

Santa Rosa de Lima nació el 30 de abril de 1586 en la vecindad del hospital del Espíritu

Santo de la ciudad de Lima, entonces capital del virreinato del Perú. Su nombre

original fue Isabel Flores de Oliva. Era una de los trece hijos habidos en el matrimonio

de Gaspar Flores, arcabucero de la guardia virreinal, natural de San Juan de Puerto

Rico, con la limeña María de Oliva. Recibió

bautismo en la parroquia de San Sebastián de

Lima, siendo sus padrinos Hernando de Valdés y

María Orozco.

En compañía de sus numerosos hermanos, la niña

Rosa se trasladó al pueblo serrano de Quives, en la

cuenca del Chillón, cuando su padre asumió el

empleo de administrador de un obraje donde se

refinaba mineral de plata. Las biografias de Santa

Rosa de Lima han retenido fijamente el hecho de

que en ese pueblo, que era doctrina de frailes

mercedarios, la joven recibió en 1597 el

sacramento de la confirmación de manos del

arzobispo de Lima, Santo Toribio Alonso de

Mogrovejo, quien efectuaba una visita pastoral en

la jurisdicción.

Ocupándose de la "etapa oscura" en la biografía de Santa Rosa de Lima, que

corresponde precisamente a sus años de infancia y adolescencia en Quives, Luis

Millones ha procurado arrojar nueva luz mediante la interpretación de algunos sueños

que recogen los biógrafos de la santa. Opina Millones que ésa pudo ser la etapa más

importante para la formación de su personalidad, no obstante el hecho de que los

autores han preferido hacer abstracción del entorno económico y de las experiencias

culturales que condicionaron la vida de la familia Flores-Oliva en la sierra, en un asiento

minero vinculado al meollo de la producción colonial. Probablemente, esa vivencia (la

visión cotidiana de los sufrimientos que padecían los trabajadores indios) pudo ser la

que dio a Rosa la preocupación por remediar las enfermedades y miserias de quienes

irían a creer en su virtud.

A Santa Rosa de Lima le tocó vivir en Lima un ambiente de efervescencia religiosa,

una época en que abundaban las atribuciones de milagros, curaciones y todo tipo de

maravillas por parte de una población que ponía gran énfasis en las virtudes y calidad

de vida cristianas. Alrededor de sesenta personas fallecieron en "olor de santidad" en

la capital peruana entre finales del siglo XVI y mediados del XVIII. De aquí se originó por

cierto una larga serie de biografías de santos, beatos y siervos de Dios, obras muy

parecidas en su contenido, regidas por las mismas estructuras formales y por análogas

categorías de pensamiento.

A Santa Rosa le atraía con singular fuerza el modelo de la dominica Catalina de Siena

(santa toscana del siglo XIV), y esto la decidió a cambiar el sayal franciscano por el

hábito blanco de terciaria de la Orden de Predicadores, aparentemente desde 1606.

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Se afirma que estaba bien dotada para las labores de costura, con las cuales

ayudaba a sostener el presupuesto familiar, pero fueron muy contadas las personas

con quienes Rosa llegó a tener alguna intimidad. En su círculo más estrecho se

hallaban mujeres virtuosas como doña Luisa Melgarejo y su grupo de "beatas", junto

con amigos de la casa paterna y allegados al hogar del contador Gonzalo de la

Maza.

Los confesores de Santa Rosa de Lima fueron mayormente sacerdotes de la

congregación dominica. También tuvo trato espiritual con religiosos de la Compañía

de Jesús. Es asimismo importante el contacto que desarrolló con el doctor Juan del

Castillo, médico extremeño muy versado en asuntos de espiritualidad, con quien

compartió las más secretas minucias de

su relación con Dios.

Dichos consejeros espirituales ejercieron

profunda influencia sobre Rosa y

resultaron cómplices de sus delirios,

visiones y tormentos. No sorprende desde

luego que María de Oliva abominase de

la cohorte de sacerdotes que rodeaban

a su piadosa hija, porque estaba segura

de que los rigores que ella se imponía

eran "por ser de este parecer, ignorante

credulidad y juicio algunos confesores",

según recuerda un contemporáneo. La

conducta estereotipada de Santa Rosa de Lima se hace más evidente aún cuando se

repara en que por orden de sus confesores anotó las diversas mercedes que había

recibido del Cielo, componiendo así el panel titulado Escala espiritual. No se conoce

mucho acerca de las lecturas de Santa Rosa, aunque es sabido que encontró

inspiración en las obras teológicas de fray Luis de Granada.

Hacia 1615, y con la ayuda de su hermano favorito, Hernando Flores de Herrera, labró

una pequeña celda o ermita en el jardín de la casa de sus padres. Allí, en un espacio

de poco más de dos metros cuadrados (que todavía hoy es posible apreciar), Santa

Rosa de Lima se recogía con fruición a orar y a hacer penitencia. Posteriormente, en

marzo de 1617, celebró en la iglesia de Santo Domingo de Lima su místico desposorio

con Cristo, siendo fray Alonso Velásquez (uno de sus confesores) quien puso en sus

dedos el anillo en señal de unión perpetua.

Con todo acierto, Rosa había predicho que su vida terminaría en la casa de su

bienhechor y confidente Gonzalo de la Maza (contador del tribunal de la Santa

Cruzada), a la cual se trasladó a residir en los últimos cuatro o cinco años de su vida.

Por esto solicitó a doña María de Uzátegui, la madrileña esposa del contador, que

fuese ella quien la amortajase. En torno a su lecho de agonía se situó el matrimonio de

la Maza-Uzátegui con sus dos hijas, doña Micaela y doña Andrea, y una de sus

discípulas más próximas, Luisa Daza, a quien Santa Rosa de Lima pidió que entonase

una canción con acompañamiento de vihuela. Así entregó la virgen limeña su alma a

Dios, afectada por una aguda hemiplejía, el 24 de agosto de 1617, en las primeras

horas de la madrugada.

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Origen de su nombre

Así pues, el día de su confirmación en el pueblo de Quives,

el Arzobispo Santo Toribio de Mogrovejo, la llamó Rosa sin que alguien pudiese

darle noticia al arzobispo de este nombre tan particular e íntimo. Aunque le

mortificaba que la llamasen así, a los 25 años aceptó y quiso que la

llamaran Rosa de Santa María , a razón de que, según lo relató su madre, fue a

conversar con un sacerdote a la iglesia de Santo Domingo manifestándole la

molestia que le causaba que la llamen "Rosa", pero el sacerdote la tranquilizó

diciéndole: "¿Pues hija, no es vuestra alma como una rosa en que se recrea

Jesucristo?". Con esto quedó tranquila y segura del nombre que le habían

dado; siendo confirmado más adelante, según sus biógrafos, en episodios de

tipo místico, por la Santísima Virgen de la Merced y posteriormente en el

desposorio místico por el Niño Jesús.

Ascenso a la gloria

A pocos días de su muerte, se

reunieron numerosos testimonios

sobre su vida y virtudes. En 1634 se

presentó a Roma la causa de

Beatificación. La beatificación se

realizó en el Convento Dominico de

Santa Sabina en Roma, en 1668. Fue

canonizada por Clemente X el 12 de

abril de 1671, proclamándola por

"Principal Patrona del Nuevo Mundo".

En Lima, Roma,España y todos los

países de América y Europa, se

celebraron fiestas suntuosas en honor

de la primera Santa natural de

América.

Los Pontífices en sus respectivas Bulas la proclamaron santa con el nombre de

"Rosa de Santa María", y que posteriormente hubo de convertirse en Rosa de

Lima, nombre toponímico común a muchos santos en el orbe cristiano.

La tradición cuenta que el Papa Clemente X, luego de oír los argumentos

sobre su canonización dijo: "¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? que llueva flores

sobre mi escritorio si es verdad"6 , y la respuesta al instante fue una fragante

lluvia de rosas sobre la mesa del Papa quien en ese momento procedió a la

canonización.

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Señor, Dios nuestro,

Tú haz querido que Santa Rosa

se consagre totalmente a ti,

por su amor virginal,

y por su penitencia de amor.

Haz que guiados por el ejemplo de su caridad,

seamos fecundos en el servicio de amor al prójimo,

como buenos testigos del amor de Cristo.

Guiados por el ejemplo de Santa Rosa,

fortalece Padre, nuestro amor a ti

y a nuestros hermanos,

junto a quienes queremos alabarte y bendecirte,

por los siglos de los siglos.

Amén.