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RAFFAELLA SARTI VIDA EN FAMILIA CASA, COMIDA Y VESTIDO EN LA EUROPA MODERNA Traducción castellana de J UAN V IVANCO CRÍTICA BARCELONA

Sarti Rafaella - Vida en Familia

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Page 1: Sarti Rafaella - Vida en Familia

RAFFAELLA SARTI

V I D A EN FAMILIA

C A S A , COMIDA Y V E S T I D O

E N L A E U R O P A MODERNA

Traducción castellana de JUAN VIVANCO

CRÍTICA BARCELONA

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

Título original: Vita di casa. Abitare, mangiare, vestiré nell'Europa moderna

Cubierta: Joan Batallé Ilustración de la cubierta: Jan Steen, «El mundo al revés», 1660

(Kunsthistorisches Museum, Viena) Fotocomposición: Víctor Igual, SL.

© 1999, Gius, Laterza & Figli Spa, Roma-Bari ® 2003 de la traducción castellana para España y América: CRÍTICA, S L . , Diagonal. 662-664,08034 Barcelona http://www.edKritica.es e-mail: [email protected] ISBN: 84-8432-394-3 Depósito legal: B. 43.622-2002 Impreso eri España 2003. - NOVAGRÁFIK, Monteada i Reixac (Barcelona)

A la memoria de mi abuela Sandrina, que cuando era niña comía gachas de cebada todos los días, y nunca se cansó de hacer vestidos para sus parientes,

A mi madre, que durante años compartió cama con su hermana y dio clases en pueblos de montaña donde se comía la sopa sin plato, cogiéndola con la cuchara de la olla, que estaba en el centro de la mesa.

A mi padre, nacido en una granja de la que salían todas las mañanas para ir a la escuela no menos de veinte niños y en la que una vez al año se alojaba el sastre el tiempo necesario para hacerle un vestido nuevo a cada uno.

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ÍNDICE

Agradecimientos o Prólogo 9

I . CASA Y FAMILIA: f/WS D f O T Í / m o DESMONTAJE 19 1. ¿Sin casa = sin familia? 19 2. Casas móviles, refugios, casas multiplicadas 22 3. Precariedad de vivienda y precariedades familiares 24 4. Convivencias prematrimoniales y matrimonios 26 5. Amparados y reclusos 39 6. Vida religiosa y vida familiar 42 7. Familia y familia 46 8. Casas con familia 56 9; Línea delgada 57

U . CASA Y FAMILIA: PARS CONSTRUENS O METTER SU CASA, SETTLE DOWN,

S'ÉTABUR, CASARSE, 61

1. Casarse 61 2. Arcones, ajuares, letti compiti 65 3. Ricos y pobres 69 4. Transmitir bienes 71 5. ¿Quién paga? 93 6. El significado de las cosas 94 7. Pasos 97 8. ¡Cuántos trabajos! 1Q2

I I I . FORMA DE LA CASA Y FORMA DE LA FAMILIA 103 1. Las funciones de la casa 103 2. Familias en movimiento 107 3. Llevarse bien o mal : 109 4. Corresidencia y parentela 112 5. Constelaciones cambiantes 114

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320 VIDA EN FAMILIA

IV. VIVIR 116 1. Campesinos y ciudadanos 116 2. Pueblos y casas aisladas 118 3. Casas de campo 120 4. Calentarse . 1 2 3 5. Innovaciones 129 6. ¿Se puede? 132 7. «El lujo de los campesinos» 137 8. ¿Adoptaro,adaptar? 142 9. El crecimiento de las ciudades 144

10. El ambiente urbano 146 11. Luces de la ciudad 154 12. Fuegos 156 13. La cama i 157 14. Mesas, sillas, butacas y sociabilidad 162 15. Pucheros, vajilla y porcelanas 165 16. Habitaciones y pasillos 167 17. Intimidad ' 183 18. De la casa a la mesa 189

V. COMER 191 1. Las buenas maneras en la mesa 191 2. Solidaridad y jerarquía en la mesa . 198 3. Hombres y mujeres en la preparación de la comida . . . . 203 4. Dime cuándo comes, dime qué comes y te diré quién eres . 217 5. Comer pan, comer carne . . . . 222 6. Innovaciones alimentarias 230 7. Cerveza y vino 237 8. Variedad y monotonía de la comida 239 9. El puchero en la lumbre, el huso y la rueca en la mano . . 242

VI. VESTIR • 245 1. Hilar, tejer, coser, comprar 245 2. Ropa interior e higiene 250 3. Protegerse y ponerse guapos. 257 4. El monopolio de los colores 261 5. Vestidos que clasifican 263 6. La librea • • •

VIL DENTRO Y FUERA DE CASA, ALGUNAS CONSIDERAOONES HNALES 270 1. Producción y consumo 270 2. Nuevos horizontes y nuevas jerarquías 274

Referencias bibliográficas 281

Josep Fontana

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES

Jordi Nadal ESPAÑA EN SU CENIT (1516-1598)

Eric Hobsbawm BANDIDOS

Bartolomé Bennassar LA ESPAÑA DE LOS AUSTRL^S (1516-1700)

Jean-Pierre Amalric y Lucienne Domergue LA ESPAÑA DE LA ILUSTRACIÓN (1700-1833)

Eric J. Hobsbawm REBELDES PRIMITIVOS Estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos xix y xx

Luden Febvre

EUROPA, GÉNESIS DE UNA CIVILIZACIÓN

John H. Elliott

LA EUROPA'DIVIDIDA (1559-1598)

Fernand Braudel LAS AMBICIONES DE LA HISTORIA Eric /. Hobsbawm y Terence Ranger (eds.) LA INVENCIÓN DE LA TRADICIÓN

Teófilo E Ruiz

HISTORU SOCIAL DE ESPAÑA, 1400-1600

Cario M. Cipolla

HISTORIA ECONÓMICA DE LA EUROPA .PREINDUSTRIAL Marc Bloch LA EXTRAÑA DERROTA

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42 VIDA EN FAMILIA

Otro prevenía y redimía, o por lo menos lo intentaba.'* Por otro lado, par­ticularmente en el mundo católico y sobre todo en Italia, la lucha contra la pobreza y la lucha contra la prostitución estaban íntimamente relaciona­das. Los conservatori para zUelle (unos centros creados para conservar la «virtud» de las jóvenes solteras), las instituciones que daban dotes a las muchachas indigentes, las casas para las malmaritate o las pericolanti na­cían sobre todo de la preocupación por que la pobreza indujera a mujeres honradas, o casi, a sacrificar su honra en aras de la supervivencia. En cam­bio los centros para la recuperación de mujeres «caídas» imponían o brin­daban a las que ya la habían sacrificado una oportunidad de «reden­ción».'* Se conjuraba el peligro de caer (o volver a caer) en la comunidad femenina de las prostitutas con el intemamiento en centros copiados del modelo monástico.'^

6. VIDA R E L Í O Í O S A Y VIDA F A M I L I A R

«Que nuestra hermana no quiere ser monja ya me lo imaginaba hace tiempo», le escribe el 5 de febrero de 1583 la dama romana Geronima Veralli a su hermano Giovanni Battista, refiriéndose a su hermana menor Olimpia, «aparcada» en un convento mientras decide su futuro, como muchas adolescentes de familia noble." Para ella, como para las demás, sólo hay una alternativa: convento o matrimonio, «muro o marido»." Pero en este sentido, después de la Reforma, la situación en el mundo ca­tólico rio era la misma que en el protestante. Además de la abolición del celibato para los ministros del culto, la evolución de las instituciones'mo-

95. Paradójicamente, sin embargo, en el Estado Pontificio las prostitutas, aunque eran perseguidas por las autoridades eclesiásticas, pagaban una tasa para poder ejercer «legal­mente» su profesión. En los territorios del soberano pontífice, como en los demás Estados italianos, hubo mucha tolerancia con el meretricio. La Reforma, por el contrario, además de cerrar los burdeles püblicos, prohibió cualquier forma de prostitución, aunque la efica­cia de esta prohibición era discutible (en Inglaterra nunca se llegaron a cerrar definitiva­mente los burdeles). Francia y España prohibieron la prostimción respectivamente en 1560 y 1632; vid. Ferrante, 1996, p. 218; Hufton, 1995, trad. it. 1996, pp. 258-285; Roper, 1989, pp. 102-131; Harrington, 1995, pp. 217-222.

96. Entre otros Ferrante, 1983,1986 y 1996; Groppi, 1994. 97. Sobre el uso del servicio como medio de reinserción relativamente poco emplea­

do en Italia vid. Lombardi, Reggiani, 1990; Groppi, 1994, pp. 166-173. 98. Archivio di Stato di Roma, Archivio Spada Veralli, b. 465, Lettere alfratello Gio­

vanni Battista della Signara Geronima, carta del 5/2/1583, en D'Amelia, 1993, p. 392. 99. La expresión aut murus aut maritus, usada en las fuentes del Antiguo Régimen, es

recogida por Ulrike Strasser, Aut murus aut maritus. Women's Uves in Counter-Reforma-tion Munich (1579-1651), Diss., University of Minnesota, 1997.

CASA Y FAMILIA: PARS DESTRUESS o DESMONTAJE 43

násticas en el ámbito de cada confesión contribuyó a trazar una geogra­fía diferenciada, en Europa, del grado de hegemonía del binomio casa-fa-miüa entre las formas de convivencia posibles. La Reforma suprimió el clero secular y regular, y permitió que los pastores se casaran. Pero in­vestigaciones recientes revelan que los conventos femeninos no desapa­recieron del todo. En la Alemania protestante los hubo hasta el siglo XIX. ' ° ° De modo que no es totalmente cierta la afirmación, tantas veces repetida, de que la Reforma eliminó completamente el convento como alternativa a la vida familiar, una alternativa casi única para las mujeres «honradas».'"' Hay que matizar, pues, la creencia de que el protestantis­mo privó a las mujeres, o a quienes decidían por ellas, la posibilidad de elegir entre «muro y marido».'"^ Pese a todo, como ya se ha dicho, la si­tuación en los países reformados y en la Europa católica era muy dis­tinta.

En la Europa católica, durante la Edad Moderna, los conventos y los monasterios acogían a un sector nada despreciable de población masculi­na y femenina. Para algunas clases sociales, como la nobleza, la necesidad de no dispersar la fortuna familiar condenaba ál celibato a buena parte de los hijos, que fueron a engrosar las filas de la población religiosa.'"^ Las jóvenes sólo ingresaban en el clero regular, los hombres también en el se­cular. Por ejemplo, se calcula qué en Cataluña entre la cuarta y la quinta parte de los hijos varones de la pequeña nobleza y de los terratenientes se­guía la carrera eclesiástica.'"* Aproximadamente la mitad de las hijas de un grupo de familias nobles milanesas cuyo padre había nacido antes de 1650 tomaron el velo, o se vieron obligadas a tomarlo.'"*

Tras la abolición de los conventos, el 95 por 100 de las hijas de la aris­tocracia inglesa accedieron al matrimonio. Incluso en el período posterior, cuando creció la preocupación entre los pares de Inglaterra por mantener intacto el patrimonio para transmitírselo al heredero varón, el porcentaje

100. Roper, 1989, pp. 242-243; Wiesner, 1998, pp. 47-62. Para referencias bibliográ­ficas sobre el tema «mujeres y Reforma» vid. también Wiesner, 1987.

101. En la Edad Media hubo formas de vida femenina semirreligiosa {bizzocche o pinzochere, beguinas), que acabaron integrándose en las órdenes mendicantes, vid. Ben-venuti Papi, 1983, pp. 113-117; Vauchez, 1981, trad. it. 1989, pp. 172-173; Scaraffia, Za-rri. ed., 1994.

102. Zemon Davis, 1975, trad. it, 1980; Bossy, 1985, trad. it. 1990. 103. Zanetti, 1972, ed. 1983; Delifle, Ciuffreda, 1993; Fenrer i AIós, 1993; Medioli,

en prensa. 104. Fener i Alós, 1993, pp. 545-546, tablas 4-5. 105. Zarietti, 1972, ed. 1983, p. 242. La proporción bajó del treinta por 100 de las hi­

jas de padres nacidos entre 1650 y 1700 al trece y el tres por 100 respectivamente entre aquellas cuyo padre había nacido en la primera o la segunda mitad del siglo xviií.

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44 VIDA EN FAMILIA

de hijas solteras de más de cincuenta años no superó nunca el 25 por 100. Estamos hablando de mujeres que vivían casi siempre en familia, no en otras instituciones.'"* En toda Europa las familias de la nobleza católica obligaban a sus hijos a no casarse más que las protestantes.'"^

Estrategias de defensa de los «haberes», diferencias en la organiza­ción de las instituciones religiosas y diversidad de valores se combinan así, haciendo la vida familiar más o menos dominante. Sobre las estrate­gias patrimoniales hablaremos más extensamente en el próximo capituló. Ahora nos detendremos en los otros dos aspectos.

El catolicismo y el protestantismo no daban el mismo valor al matri­monio. Aunque con el concilio de Trento se prestó más atención a la vida conyugal que en el pasado, se siguió proclamando que la virginidad era superior al matrimonio, y se confirmó la obUgación del celibato para el clero regular y secular.'"' En cambio, en el mundo reformado se decía que el mejor camino para la salvación era la vida conyugal.'"' Mientras que los sacerdotes católicos no podían, de ninguna manera, casarse ni fun­dar una familia, con los protestantes sucedía lo contrario. En definitiva, había un contraste mucho mayor entre la vida religiosa y la vida familiar en el mundo católico que en el reformado.""

Aunque en el mundo católico también les coirespondía a los padres la labor educativa y el control religioso y moral de sus hijos y las perso­nas a su cargo,'" era en el mundo protestante, sobre todo, donde la casa se tomaba «verdadera iglesia» en la que el padre (y en menor medida la madre) era «gobernador, obispo, papa, doctor, párroco, predicador, maes­tro, juez y señor», por decirlo con palabras de Lulero."^ La lectura en co­mún de la Biblia era uno de los momentos cruciales de esta religión do­méstica.'"

Lo cual no significa que en el mundo católico la vida religiosa estu-

106. Stone, 1977, trad. it. 1983. pp. 50-51 y p. 782, fig. 3. Entre las hijas de los pares de Inglaterra nacidas en la primera mitad del siglo xvii, el porcentaje de las que a los cin­cuenta años permanecían solteras alcanzó un máximo del quince por 100, que subió al 25 por 100 entre las nacidas en el medio siglo posterior, mientras que en las nacidas en el si­glo XVIII osciló alrededor del veinte por 100.

107. Cooper, 1976; Hurwich, 1998. 108. Lebrun, 1986¿, trad. it, 1988, p. 98. ' 109. Van Dülmen, 1990, vol. I, pp. 157-186; Roper, 1985. 110. Véase supra, notas 101 y 102. 111. Entre otros Biondi, 1981, pp. 260-268; Prosperi, 1981; Bossy, 1985, trad. it.

1990, p. 137; Casaü, 1979 y 1982; Frigo, 1985; Sarti, 1991 y 1994c/. 112. Lutero, Predigten über das 2. Buch Mose, Weimarer Ausgabe, vol. 16, p. 490,

cit. en Schwab, 1979 (1975'), p. 264. 113. Para una síntesis Lebrun, 1986a, trad. it. 1987, pp. 68-75. Sobre el mundo refor­

mado Roper, 1989; Stone, 1977, trad. it. 1983, pp. 170-172.

CASA Y FAMILIA: PARS DESTRUENS O DESMONTAJE

viera ÍJpmpletamente separada y aislada de la vida familiar. Los curas no se casaban, pero a menudo vivían con su madre. Otras veces vivían con amas de llaves, que a menudo eran de la familia, una peculiar vida «depa-, reja». Se suponía, por supuesto, que tenían una vida asexual, pero no siempre era así.""* La convivencia de curas y. amas de llaves dio lugar a unos grupos domésticos que los demógrafos seguidores del Cambridge Group for the History of Populatipn and Social Structure (del que habla­remos más adelante) clasifican como «familias sin estructura»."*

Pero ¿qué decir de la vida monacal? ¿Acaso no estaba completamen­te separada de las formas, los sentimientos y los dramas de la vida fami­liar? Es verdad que en los conventos femeninos, durante la Contrarrefor­ma, se impuso una clausura más rígida,"* y en gran medida perdieron el carácter de sucedáneo de la familia que habían tenido en el pasado para las viudas, las malmaridadas y otras mujeres que, durante períodos más o menos prolongados, no podían o no querían vivir en casa con sus pa­rientes cercanos.'" Pero los estudios más recientes sobre los conventos femeninos, colegios de monjas y otros centros para mujeres"* han pues­to en evidencia la fuerza y la función de los" lazos de parentesco en su in­terior. En efecto, para muchos linajes nobles la elección de un deter­minado monasterio o una orden religiosa era «una de las muchas tradiciones familiares»,"' de modo que los conventos eran «feudos» de esta o aquella familia. Cuando una mujer ingresaba en uno de ellos, se encontraba con hermanas, tías o primas suyas. En el monasterio milanés de San Paolo, entre mediados del siglo xvi y mediados del xvi i entraron por lo menos diez mujeres de la casa Sfondrati, que tenían lazos familia- • res con muchas otras monjas.'̂ " En el convento de Santa Giulia, de Eres­ela, en cuyos dinteles y paredes estaba pintado el escudo familiar, entre 1650 y 1671, entire monjas y novicias, había nueve mujeres de la familia Martinengo.'^'

Además, se han descubierto unos flujos de informaciones, bienes, et­cétera, entre «dentro» y «fuera» muy superiores a lo que se pensaba en el pasado. Las mismas estrategias familiares que, para evitar la dispersión de su patrimonio, destinaban a una hija al monasterio, seguían obrando den-

114. Zemon Davis, 1986, p. 54; Di Simplicio, 1988 y 1994b. 115. Fauve-Chamoux, 1993, p. 502. 116. Para una descripción de las transformaciones del monaquismo en el mundo ca­

tólico vid. Scaraffia, 2:arri, ed., 1994. 117. Baemstein, 1994. 118. Groppi, 1994. 119. Zanetti, 1972, ed. 1983, p. 237. 120. Baemstein, 1994, p. 798. 121. Evangelisti, 1995, p. 100.

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tro del convento, mezclándose con las lógicas «internas» de la institución. Por lo tanto los monasterios, lejos de estar completamente aislados del mundo, solían propiciar la colaboración entre las mujeres enclaustradas y los miembros de su familia que vivían en el exterior.'^ De un modo para­dójico sólo en apariencia, según Geronima Veralli la decisión de su her­mana Olimpia de casarse depende sobre todo de haber comprobado la es­casa disposición a ayudarla de su hermano mayor. Pues éste, que es el cabeza de familia, no le manda.suficiente ropa ni dinero, en vista de lo cual la muchacha teme que si se mete a monja acabará «abandonada por todos» y «no tendrá nunca el cariño ni la atención de nadie». Entonces Geroninia reprende a su hermano diciéndole que si, como era su deber, se hubiese ocupado de su hermana de modo que ella se sintiese arropada por la familia aunque estuviese en el convento, probablemente habría decidi­do tomar el velo (con gran provecho para la fortuna familiar, pues no ha­bría sido preciso proveerla de una dote matrimonial).'" Vemos, pues, que la vida monástica podía ser, en parte, vida familiar. Aunque no fiiese pro­piamente una vida casera.

7. FAMILIA Y «FAMILIA»

Pero ¿qué es una familia? ¿Cómo podemos definhla?'^* El concepto parece obvio e inmediato, pero no lo es tanto. Según las definiciones de los diccionarios, la familia, ante todo, es la comunidad de los padres y los hijos, a los que pueden sumarse otros parientes, que viven juntos bajo el mismo techo. Pero también es un grupo más amplio de personas unidas por lazos de parentesco, matrimonio o afinidad, que no tienen por qué vi­vir juntos. O también el conjunto de los que viven juntos, incluidos los criados.'̂ * Sin aventuramos a hacer otras definiciones (¿las parejas de ho­mosexuales constituyen una familia?) debemos admitir que el concepto de familia', hoy en día, no es unívoco. ¿Acaso lo era en el pasado? Cuan­do nuestros antepasados usaban el término familia, ¿a qué se referían?

122. Groppi, 1994; LeVi, 1996; Eva^igelisti, 1995. 123. Arcliivio di Stato .di Roma, Archivio Spada Veralli, b. 465, Lettere al fratello

Giovanni Battista della Signora Geronima, carta del 5/2/1583, en D'Amelia, 1993, pp. 391-392.

124. Sobre la importancia de hacerse esta clase de preguntas véanse por ej. Goody, 1972, trad. it. 1977; Mitterauer, Sieder, 1977, trad. it 1982; Héritier, 1979; Guerreau-Ja-labert, 1981; Casey, 1989, trad. it 1991, pp. VII-X y 3-20.

125. Battaglia, 1961-; Palazzi, Folena, 1992, ad vocem. Sobre el significado actual de los términos correspondientes en francés, inglés, alemán y español vid. las voces en Robert, 1953-1964 y Trésor, 1980; Oxford 1982; Duden, 1976-1981 y Real Academia Española, 1992̂ '.

CASA Y FAMILIA: PAkS DESTRUENS O DESMONTAJE 47

En 1747 el marqués Luigi Albergati establece ett sus codicUos que si su esposa, Eleonora Bentivoglio, al enviudar, decidía no volver a casarse ni re­cuperar su dote, deberá tener «en el palacio de Bolonia para su comodidad personal y la de su familia, el libre uso de los aposentos de verano y dé in­vierno, de los que disfruta en la actuahdad».'^* ¿Quiénes son ésos familiares a los que alude el marqués? ¿Acaso los hijos de la señora? Pero entonces, ¿por qué dice «su» familia, y no la «nuestra»? ¿Su madre y su padre? Para descubrirlo y responder de paso a las preguntas que nos hemos hecho al co­mienzo de este apartado vamos a anahzar, ante todo, la etimología de la pa-J labra italiana famiglia, en üiglés/a/ní'/y, en fi^ncés famille, en alemán Fami-lie, en español y portugués familia, en sueco familj, tn holandés familie, e;n polaco/amiVia, en bohemio familie, en ruso familiya, en albanés familje, etc.

Familia viene de famuli. Todas estas palabras, directa o indirecta­mente, derivan del latín familia.^^'' Al principio familia se refería al grupo de los siervos (famuli) dependientes de un solo amo. Pero como entre los romanos el número de esclavos era uno de los principales indicadores de riqueza, la palabra acabó teniendo el significado de 'patrimonio'. Su cam­po semántico también se ampUó en otras dkecciones. Empezó a designar, por un lado, a todos los que dependían del mismo padre de familia (pater-familias), tanto si eran siervos como hijos u otras personas; por otro a to­dos los descendientes del fundador de un linaje, es decir, a los que habían estado sometidos a un difunto paterfamilias común.'^' El elemento común de los significados que tenía en latín esta palabra era, pues, la dependencia, y no la convivencia. '^' Por lo tanto no es de extrañar que el concepto de pa­terfamilias no coincidiera exactamente con la paternidad biológica: el paterfamilias era el que mandaba en la casa, y podía no tener hijos.''°

El significado etimológico de la palabra familia vuelve a estar en pri­mer plano durante la Edad Media, cuando indica sobre todo al conjunto de

126. Archivio di Stato di Bologna, Famiglia Albergati, Strumenti e scritture, b. 215, f. 16 (23/12/1747).

127. Por ejemplo, al nacimiento de la palabra alemana Familie contribuyó tanto el la­tín familia como el firancés famille; véase infra.

128. Vid. ad vocem Lexicón, 1864-1940; Baudry, 1896; Walde, Hofmann, 1938-1965; Emout, MeUlet 1959-1960 ;̂ Thesaurus, 1900-; Darling Buck, 1949. Vid. además Radin, 1914; Finley, 1973, trad. it 1977 (1974'), p. 5; Benveniste, 1969, trad. it 1976, vol. I, p. 274; Herlíhy, 1991; Sarti, 1994b.

129. Vid ad vocem Lexicón, 1864-1940; Baudry, 1896; Walde, Hofmann, 1938-1965; Emout Meillet 1959-1960*; Thesauras, 1900-; Darling Buck, 1949. Vid además Radin, 1914; Finley, 1973, trad. itl977 (1974'), p. 5; Benveniste, 1969, trad. it. 1976, vol. I, p. 274; Herlihy, 1991; Sarti, 1994¿.

130. Finley, 1973, trad. it 1977 (1974'), p. 5; Benveniste, 1969, trad. it 1976, vol. 1, pp. 161-163.

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dependientes del señor."' Éste es el significado principal del francés/a-mille en el siglo xiv, y todavía en el xvi,'^^ así como, a comienzos del si­glo XVI, del inglés/amíVy.'" En estas dos lenguas, andando el tiempo, aca­baron prevaleciendo otros significados que nos resultan más familiares, y el de «grupo de sirvientes» quedó relegado hasta desaparecer: según los diccionarios de francés, las últimas apariciones de famille para designar a los criados se remontan al siglo xvii , y según los de inglés las defamily en el mismo sentido se remontan a fines del siglo siguiente.'̂ " En español, en cambio, el término conserva aún hoy esta acepción, por lo menos según acreditados diccionarios.'" ¿Y en italiano?

En la lengua literaria quizá el último en usar el término como sinóni­mo de «servidumbre» fuera el escritor Giovaimi Faldella, que vivió entre 1846 y 1928."* Pero aún hoy sobrevive la expresión «familia pontificia» para designar al conjunto de los dependientes del papa.'" En la lengua co­rriente el uso de la palabra para designar a los criados ya era infrecuente a principios del siglo xix, aunque un investigador ha hallado algunos ejem­plos nada menos que a finales de la década de 1930.'" Sin embargo en el siglo xviii todavía era usual, y con esa acepción lo emplea el marqués Albergati en la cita que reproducimos al principio de este apartado. Al ex­presar su última voluntad dispone que su esposa tenga una residencia ade­cuada para ella y sus criados durante su viudez. Confirma lo común de este uso de la palabra el hecho de que en los testamentos y codicilos dictados por su familia entre finales del siglo xvii y mediados del xviii se emplea en la acepción de «servidumbre» en el 65 por 100 de los casos.'̂ '

131. Glossarium, 1883-1887, ad vocem; Bloch, Wartburg, 1960; Duby, 1974, p. 52; Schwab, 1979 (1975'), pp. 256-257; Hanuner, 1983, p. 247; Duro, 1986-1994.

132. Ad vocem Tobler, Lommatzsch, 1925-^; Huguet, 1925-1973; Robert, 1953-1964. En cambio el término no aparece en Godefroy, 1881-1902.

133. Oxford, 1989^ Family no aparece en Borden, 1982. 134. Robert, 1953-1964; Oxford, 19891 Sobre este uso del término en Inglaterra vid.

Trumbach, 1978, trad. it. 1982; Tadmor, 1996. 135. Real Academia Española, 1992 '̂. En cambio parece que Covarrubias, 1987 (ed.

1611 y 1674) ya en el siglo xvii la consideraba una acepción antigua. 136. Giovanni Faldella empleó el término en esta acepción en un relato publicado en

Gianfranco Contini, ed., Racconti della Scapigliatura piemontese, Bompiani, Milán, 1953 (p. 94: «E tutta la famiglia dei donzelli mi dava la berta [Y toda la familia de los criados se hurtaba de mí]»).

137. Moroni, 1840-1861; Duro, 1986-1994. Sobre la familia de los príncipes en la Ita­lia de la Edad Moderna vid. Mozzarelli, ed., 1988.

138. Resultado de una indagación hecha por mí, vid. Sarti, 1994¿. Para las supervi­vencias en el siglo xx vid. Pasquali, 1939.

139. Archivio di Stato di Bologna, Famiglia Albergati, Strumenti e Scritture, b. 148, fase. 21 (otra copia fase. n. 22) y fase. 23 (otra copia fase. 24); b. 151, fase. 17 (otras co­pias id., fase. 18,19,20); b. 170, fase. 24 (otra copia id., fase. 25) y fase. 26 (otras copias

i CASA Y FAMILIA: PARS DESTRUENS O DESMONTAJE 49

Pero incluso cuando no se usaban en esta acepción, los términos euro­peos derivados del latín familia a menudo tenían un significado distinto del actual. «Familia es hijos, la mujer, y los otros criados, farailios y sier­vos», escribe León Battista Alberti en el siglo xv . '^ Familia son los «hi­jos que viven, y están bajo la potestad y el cuidado paterno, incluyéndose también la esposa, las hermanas y los sobrinos del padre, si los tuviera en casa», es la primera definición del ténnino que aparece en las cuatro edi­ciones del Vocabolario degli Accademici della Crusca publicadas entre 1612 y 1738.'*' Estas dos definiciones, aunque son distintas, coinciden en llamar familia sólo a los grupos más o ilienos amplios de personas que de­penden del padre, y no a una comunidad que comprenda al propio padre.

En otros casos el elemento de la convivencia pasa al primer plano en detrimento del elemento jerárquico, con el resultado de una familia más . acorde con nuestra sensibilidad, aunque en general no se limita a los pa­dres y sus hijos. ""̂ En este sentido, según el autor del Breve Trattato del Governo Famigliare, publicado en 1609, «por casa se entiende la casa material, y la reunión de las personas que viven juntas constituyen y for­man una familia»,'*^ mientras que G. B. Assandri define la familia como «un acoplamiento de compañías de personas, bajo un solo techo natural­mente unidas en las labores necesarias y cotidianas».'**

El pasado y el presente, en cambio, tienen en común la posibilidad de usar el término fainilia en el sentido de estirpe. Lo mismo que hov, en la Edad Moderna el término familia podía usarse en varias acepciones. Pero sólo algunos de los significados han permanecido más o menos igual. Aunque éste no es el único factor que diferencia la situación actual de la de entonces. • /

id., fase. 27, 28, 29, 30); b. 179, fase. 18, fase. 21 (otras copias id., fase. 21-22 y 22); b. 215, fase. 16,19.

140. Alberti, ed., 1969, p. 226. 141. Vocabolario Crusca, 1612'; 1623\, 1729-1738^ Los otros significados

enumerados eran: serventi; sergenti, o serventi della Corte ... birri, e sbirraglia; brigata, ... conversazione; schiatta, stirpe.

142. Pero aún hallamos el elemento jerárquico en una de las definiciones de Battaglia, 1961-, correspondiente a 1961-1968, vid. «el conjunto de los que viven bajo el mismo te­cho, dependientes del cabeza de fainilia (esposa, hijos, otros consanguíneos, así como las personas del servició)».

143. Vizani, 1609, p. 4. La atribución del texto al noble bolones Pompeo Vizani es puesta en duda por Fanmzzi, 1781-1794, t 8, pp, 206-213, quien afinna que el verdadero autor fue «Emanuele Tesauro, caballero piamontés, y hecha el año 1581, a 20 de julio, tal como puede leerse en los manuscritos de Pompeo [Vizartij» (p. 211).

144. Assandri. 1616, p. 27.

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50 VIDA EN FAMILIA

Hacia una geografía de la familia. Como hemos visto, en Francia e Inglaterra la palabra empezó a usarse bastante tarde, e indicó durante mu­cho tiempo sobre todo a los criados. En inglés sus primeras apariciones para indicar el conjunto de las personas que viven bajo el mismo techo o sometidos al mismo cabeza de familia se remontan a mediados del si­glo XVI, mientras que su uso para indicar a padres e hijos (aunque no v i ; vieran juntos) parece un siglo más tardío.'** En francés, todavía en 1762 un importante diccionario consideraba raro el uso áe famille para desig­nar a todas las personas que viven en la misma casa, aunque en otros tex­tos este significado se considera obvio.'** En algunas zonas, al parecer, durante el siglo xvni se usó para referirse a las famiHas burguesas for­madas, por así decirlo, de la unión de dos «particulares», a diferencia de las nobles, designadas con el término maison ('casa'), que vivían en so­ciedad y se formaban por complejas aUanzas matrimoniales de linajes aristocráticos.'*^

Aún más tardía que en inglés y eri francés es la penetración del tér­mino en alemán. Es cierto que ya hacia el final de la Edad Media los ju­ristas, los filósofos y los teólogos (sobre todo los más influidos por el concepto de «economía» atribuido a Aristóteles)'*' empezaron a consi­derar al grupo de personas que viven juntas bajo la autoridad del pater­familias como una unidad bien definida dentro del grupo más amplio de los parientes, y en sus textos escritos en latín la denominaron precisa-

145. Oxford, 19891 En cambio, ya hacia 950 las versiones de la palabra house tam­bién significaban grupo de personas que viven juntas o, más o menos a partir del año 1000, familia con sus antepasados y descendientes. En el siglo xiv, para indicar el grupo de los que viven juntos, también se difundió la palabra household.

146. Se trata de la cuarta edición del Dictiomaire de la Académie Fran9aise, cit. en Schwab, 1979 (1975'), p. 268, que consideraba común el uso de la palabra con este signi­ficado sólo en las expresiones chefde famille, avoir une grande famille á nourrir. En fran­cés el grupo de personas que viven juntas podía definirse con el término ménage, deriva­do del latín mansio, que también dio origen a maison ('casa').

147. Kamoouh, 1979. 148. Según Aristóteles y el autor del tratado de economía que se le atribuye, la casa

(en griego oikos; de donde derivaba el concepto de oikonomia entendido como ciencia del gobierno de la casa) era la célula natural de la vida en sociedad. Las relaciones entre los miembros de la comunidad doméstica eran paralelas a las relaciones típicas del Estado: el poder que ejercía el marido sobre su mujer era «aristocrático», el ^ue ejercía sobre sus hi­jos «monárquico», y el que ejercía sobre los esclavos «despótico o tiránico». Aquí no podemos extendemos sobre el asunto. Véase al respecto Brunner, 1950, trad. it. 1970; Schwab, 1979 (1975'); Sabean, 1990, pp. 91-93. También en Italia y en Francia la noción aristotélica mvo su importancia a la hora de proponer una imagen de la casa y la familia como unidad jerárquica bien definida, incluso autosuficiente. Sobre Italia vid. Frigo, 1985; Casali, 1979 y 1982 y las consideraciones críticas de Ambrosoli, 1987; sobre Francia, Schwab, 1979 (1975'), pp. 268-269.

CASA Y FAMILIA: PARS DESTRUENS o DESMONTAJE 51

mente con la palabra/amiVí'a.'*' Pero los que se referían a la misma uni­dad en alemán solían usar la palabra Haus, 'casa', el mismo término em­pleado por las autoridades que adjudican al cabeza de familia tareas de control y defensa de sus subordinados. Con Haus se designaban también ciertas unidades fiscales (en Italia, Francia y España, sobre todo a finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, se recurría para este fin al concepto de «fuego», en francés feu, que identifica la casa con el hogar).'*"

En definitiva, hasta finales del siglo xvii y principios del xvni no em­pezó a usarse en alemán el término Familie, que además de derivar del la­tín era un préstamo del francés.'*' No está tan claro que la difusión de la nueva palabra impUcase un cambio de concepto. Según ciertos investiga­dores, en aquella época, en la realidad de la que se importó, aunque man­tuviera los otros significados, ya indicaba la familia conyugal bajo el mis­mo techo formada por los padres y los hijos solteros y sin emancipar, un tipo de familia que existía sobre todo en Europa occidental, y en Europa central estaba tardando más en formarse como unidad identificable. Se­gún esto, el nuevo término se introdujo para designar esta nueva entidad. Pero como aún no estaba bien definida, el vocablo se usó con muchos sig­nificados.'*^ Él hecho de que Familie pudiese indicar a los criados, a un grupo más ampUo de personas sometidas a la autoridad del cabeza de fa­milia, al grupo que vivía bajo el mismo techo o a la parentela, pero al prin­cipio no se emplease nunca para designar a un grupo formado únicamen­te por padres e hijos, ha hecho pensar a algunos investigadores que la difusión del término no esmvo acompañada de cambios profundos en el modo de entender las relaciones personales. A su entender, incluso cuan­do hacía referencia al grupo que vivía bajo el mismo techo no era indicio de ninguna novedad, sino que se limitaba a sustituir al término Haus, que se mantuvo únicamente para designar a las fanülias nobles.'*'

149. Pero en la unidad doméstica el término familia siempre incluye a los criados, y nunca se refiere al gmpo formado por padres e hijos. Además se usa con mucha más fre­cuencia para designar a la parentela, o a los criados solos, que a la unidad familiar que vive junta, vid Schwab, 1979 (1975'), pp..266-268. /

150. Sabean, 1990, p. 93. En general, Hochstrasser, 1993, p. 96; Van Dülmen, 1990, pp. 12-23. Sobre el concepto de feu y de fuoco vid. para Francia Guerreau-Jalabert, 1981, p. 1.030; Zeller, 1983. Sobre Italia por ej. Heriihy, Klapisch-Zuber, 1978, trad. it. 1988, passim.

151. Grimm, 1854-1956; Brunner, 1958, trad. it. 1970, p. 143; Schwab, 1979 (1975'). Muchos de los resultados de las investigaciones de Bmnner han recibido justas críticas, vid. sobre todo Opitz, 1994; Derks, 1996. Pero no conozco ninguna critica al particular que he mencionado.

152. Mitterauer, Siedér, 19841, pp. 18-21. 153. Schwab, 1979 (1975'), pp. 269-271. Parece que el concepto de Familie no ex-

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52 VIDA EN FAMILIA

Sea como fuere, lo cierto es que los alemanes empezaron tarde a usar el término Familie. La penetración de la nueva palabra fue aún más tardía en el mundo rural, como en el caso del pueblo de Neckarhausen. En los documentos de la comunidad, la palabra asoma por primera vez a media­dos del siglo xviii y se difunde un poco más a partir de la década de 1920. Es utilizada con muchos significados, pero ante todo sirve para designar a las personas para las que trabaja y gana un hombre: en este sentido Salo­món Hentzler y Salomón Bauer se declaran incapaces de mantener a sus familias, mientras que Uhich Bauer emigra con la esperanza de sacar ade­lante a la suya.'"

Las palabras, las relaciones, los poderes. Naturalmente, las muje­res también podían mantener una familia, y desde luego en Neckarhau­sen eran capaces de hacerlo. En este pueblo alemán, justo en la época en que se difundió el uso del término Familie, se dedicaban más que en el pasado a las faenas del campo, por lo que eran perfectamente capaces de mantenerse a sí mismas y a sus hijos, si hiciera falta. Pero aunque Fa­milie, a menudo, no se refería a una entidad bien definida, cuando se usaba en circunstancias similares a las mencionadas aludía a un grupo de personas que incluía a la esposa, los hijos, otros posibles parientes y los criados. No es de extrañar, pues, que la palabra fuese utilizada sobre todo por los hombres del pueblo y las autoridades en graves declaracio­nes sobre asuntos de negocios o sobre las obligaciones del cabeza de fa­milia con las personas sometidas a su autoridad. Las mujeres sólo usan la palabra el 8 por 100 de las veces. Probablemente no consideraban que las actividades económicas de sus hombres estuvieran separadas de las suyas, ni se veían a sí mismas como mantenidas. Sea como fuere, en vez de Familie, palabra que planteaba una estructura jerárquica en la que las mujeres estaban sometidas a sus maridos, preferían otros términos como Hausen, que sugería una unidad dinámica basada en la dependencia re­cíproca.'"

Los datos de Neckarhausen revelan con extraordinaria claridad que las palabras usadas por cada cual (acaso sin ser conscientes de ello) son un modo no sólo de expresar, sino también de imponer como «norma­les» unas relaciones de cierto tipo, en lugar de otras. Lejos de ser «neu-

perimentó profundas transformaciones liasta la segunda mitad del siglo xviii (pp. 271-301).

154. Gerichts- undGemeinderatprotokolle, Neckarhausen, vol. 8, f. 215 (31/12/1816) y NUrtingen Oberamtsgerichtsprotokolle, Staatsarchiv Ludwigsburg, F190n, Band 257, f. 37 (14/4/1827), en Sabean, 1990, pp. 117-118.

155. Sabean, 1990, p. 122. E l análisis se basa en la documentación judicial sobre el pueblo en cuestión.. .

CASA Y FAMILIA: PARS DESTRUENS O DESMONTAJE 53

tras», se enzarzan en los conflictos, son armas usadas en las luchas con; tinuas reñidas por personas con ideas e intereses distintos para ganar espacios, para amoldar el mundo a su mentalidad y su interés. Recor­demos la ofensiva de la Iglesia posterior a Trento para convertir en «me-retrices» a unas mujeres que hasta entonces sólo eran simples «concu­binas», o incluso casi esposas.'** Encasillarlas de un modo u otro era cualquier cosa menos un juego de palabras inocente. Esas palabras pe­saban como piedras y nos remiten a una situación conflictiva en la que, entre otras cosas, la imposición de cierta etiqueta, —en este caso la de meretrices a las concubinas— acababa alterando lo que podía inspirar y sugerir la palabra concubina, es decir, su significado. En cada batalla de la guerra de las palabras alguna de ellas se debilita, mientras otra se for­talece; algunas extienden su dominio, otras se retiran, unas mueren y otras salen a la palestra.

Más aún que cuando nos preguntamos lo que eran el matrimonio y la convivencia extraconyugal, al preguntamos qué es la familia no hemos descubierto unas definiciones claras y cristalinas, establecidas para siem­pre, sino un magma en movimiento.

Para empezar hemos visto que «familia», en el período estudiado, tie­ne más de un significado. Algunos de estos significados son más o menos iguales a los de hoy, pero otros son completamente distmtos.

Luego hemos comprobado que ciertas acepciones del término preva­lecen en un momento dado y luego se olvidan, mientras que otras se con­solidan.

Por otro lado, en Europa el ritmo de difusión del uso de una palabra no es uniforme.

Por último, las realidades que se parecen más a las definiciones que damos hoy de «familia», es decir, por un lado las personas unidas por la­zos de parentesco, de matrimonio y, si acaso, de servicio que viven juntas, y por otro padres e hijos, tienen destinos distintos.

La primera se designa de varias maneras: Haus, maison, fuoco, feu, ménage, household...^" pero también familia en sus distintas versiones lingüísticas, por lo menos a partir de un determinado momento.

La segunda estuvo mucho tiempo sin designación, como si fuera im­posible separarla de la familia entendida como parentela ni de la casa, in­cluyendo al personal de servicio. Por otro lado el significado etimológico del término familia, es decir, grupo de sirvientes, siguió rodeando con sus tentáculos, como un pulpo, a la esposa y los hijos en nombre de la depen-

156. Ferrante, 1998. 157. Sobre el carácter central del concepto de «casa» en el mundo ibérico vid. Martín

Casares, en prensa.

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54 VIDA EN FAMILIA

dencia que tenían en común, y en detrimento de la unidad entre marido y mujer y entre padres e hijos: a menudo «familia» designa al conjunto de esposa, hijos y sirvientes, sin incluir al padre, que encabeza este grupo he­terogéneo pero no foma parte de él. Esta noción jerárquica se mantiene incluso cuando (como en la definición del Vocabolario de la Crusca) la mujer y los hijos consiguen zafarse del personal de servicio. Si esta no­ción persiste junto con las demás, es porque alguien la adopta y la propo­ne como el modo «normal» y correcto de entender las relaciones entre las personas. Por ejemplo, según razonan sesudos juristas, la posición dentro de la familia es uno de los elementos que, junto con la nacionalidad y la condición de libre o esglavo, determina el estado de cada cual y sus facul­tades jurídicas.'"

A favor de la difusión de la palabra familia, por un lado, y de la idea de que la comunidad doméstica jerarquizada que forman el padre, la es­posa, los hijos y los sirvientes es una célula fundamental de la vida social concurren —entre otros factores— las concepciones infinidas por el pen­samiento aristotélico,'" las políticas concretas de lOS Estados —para los cuáles la subordinación de la familia al padre es una garantía de la subor­dinación de los subditos al soberano, de modo que atribuyen al paterfa­milias amplios poderes sobre su esposa, sus hijos y sus sirvientes—,'*" las directrices religiosas que asignan al cabeza de familia unos deberes de control moral y religioso sobre todos los que viven bajo su techo,'*' unas directrices que hallamos en el mundo católico y más aún en el protestan^ te, donde desaparece la figura del confesor y el director espiritual que aconseja y guía desde fuera al conjunto familiar. Las leyes y la costombre otorgan al padre un poder correccional sobre todos sus subordinados, que le deben obediencia, le permiten influir decisivamente en el destino de su prole, impiden a los hijos que viven con su padre, aunque sean adultos, vender, comprar o hacer testamento sin su autorización, y a la mujer le impiden disponer libremente de su patrimonio, como veremos en el capí­tulo siguiente.'*^

No en vano la palabra familia, durante todo el período ique estamos es­tudiando, tiene ese aire servil cuando se refiere a grupos más o menos am­plios de dependientes del padre. Pero también implica unas relaciones muy jerarquizadas cuando (me atrevo a decir: las pocas veces que) inclu-

158. Ago, 1995, p. 113. . 159. Véase supra, nota 148. 160. Vid. entre otros Stone, 1977, trad. it 1983, pp. 168-170; Van Dülmen, 1990, pp. 12-23. 161. Véase supra, apartado 6. 162. Schwarzenberg, 1982; sobre las esposas Hufton, 1995, trad. it. 1996; Ago, ed.,

1995; Arru, ed., 1998; Calvi, Chabot, ed., 1998; Groppi, Houbre, ed., 1998.

CASA Y FAMILIA: PARS DESTRUENS O DESMONTAJE 55

ye al propio padre. No es casual, pues, que haya quien prefiere usar este ténnino y quien opta por otros.

Aunque luego, en la práctica, no siempre las relaciones estaban some­tidas a esta rígida jerarquía. El cariño, la influencia de un hijo sobre su pa­dre o de una esposa sobre su marido, o también el poder que tenían a ve­ces unas mujeres más ricas que sus cónyuges podían moderar la asimetría establecida por la tradición, la ley y la religión. «Fui a contarle esa propo­sición a mi esposa», escribe el cristalero parisino Ménétra en su extraor­dinario Journal (diario) escrito entre 1764 y 1803 acerca de un negocio que le habían propuesto.

No quiso ni oír hablar del asunto. De nada sirvió explicarle que no ha­cía falta ningiín anticipo y ni siquiera me pedían un garante, mis esfuerzos por convencerla fueron inútiles, y comprendí que no era el único amo de la casa. Este hecho me molestó bastante. Ya no era el amo, mi mujer interve-lüa en todo. Para tener la fiesta en paz debía ceder.

He aquí una mujer que —de hacer caso a las quejas de su marido— in­vierte los papeles, con su fuerza de carácter pero también, probablemen­te, con su bolsa: es ella quien ha anticipado los trescientos francos que le han permitido a Ménétra comprar el taller. '*'

Las asimetrías creadas por cosmmbres y leyes, sin embargo, eran por así decirlo el marco dentro del cual debían actuar todos, padres, esposas, hijos o criados: una situación muy distinta de aquella en que la igualdad (entre marido y mujer, así como entre hermanos y hermanas) es la regla general, y las jerarquías se crean debido a la prepotencia, la debilidad de carácter, la riqueza de uno de los miembros de la familia o cualquier otra causa. De todos modos, a partir del siglo xviii cada vez son más los que plantean sus relaciones familiares sobre unas bases un poco más igualita­rias. También proUferan las críticas contra algunos aspectos de la institu­ción familiar, que sin embargo ha mantenido hasta hace poco —y en par­te sigue manteniendo— aspectos jerárquicos.'** Pero evidentemente los factores económicos, demográficos y políticos se combinan con los cultu­rales para dar lugar a la familia centrada en la relación entre padres e hi­jos que conocemos hoy.'**

163. Ménétra, ed., 1982, trad. it. 1992, pp. 194,202. 164. Recordemos que en Italia hasta la reforma del código de la familia de 1975 el pa­

dre era oficialmente el cabeza de familia. 165. La bibliografía sobre estas transformaciones es muy abundante. Sobre Italia vid.

Barbagli, 1996 (1984'), con amplia bibliografía sobre los demás países europeos y datos comparativos.

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56 VIDA EN FAMILIA

8. CASAS CON FAMILIA

Estas transformaciones, sobre algunos de cuyos aspectos volveremos a lo largo de este libro, guardan relación con los cambios en la función y en el propio concepto de casa. Un autor ha afirmado que el nacimiento de la familia tal como la conocemos hoy presuponía que la noción de casa quedara reducida a paredes, techo, puertas y ventanas, y perdiera ese ca­rácter de comunidad doméstica investida de múltiples funciones y res­ponsabilidades del que hablábamos antes.'" Es una observación sugeren-te. En italiano, por cierto, aún decimos casa Savoia, pero el término no está reservado a la nobleza. «Casa Rossü», balbucea al teléfono una niñi-ta. «Pronto, casa Bianchi?» pregunta amablemente un señor. En otras len­guas también sobreviven unos usos Ungüísticos que recuerdan el signifi­cado que tenía el concepto en el pasado. «GrüBe von Haus zu Haus» ('Saludos de casa a casa'), se dice en Austria.'" El inglés y el alemán si­guen usando los términos Haushalt y household}^ A pesar de todo no cabe duda de que las transformaciones han sido profundas.

Si una parte de la población, como hemos visto, estaba sin techo o de­bía contentarse con viviendas precarias, otros, en cambio, tenían una casa hasta el punto de que vinculaban completamente su identidad a ella: es como si hubiera casas con familia, en vez de lo contrario. Las familias no­bles a menudo tomaban el apellido del nombre de sus posesiones o casti­llos. En los Pirineos las casas tem'an un nombre que designaba e identifi­caba a sus habitantes, y se transmitía de generación en generación. En algunas zonas la heredera de la casa era una mujer, y su marido, al casar­se, se iba a vivir con ella; a partir de entonces para sus vecinos tomaba el nombre de la casa de su esposa. Los hijos heredaban el patronímico de su padre y el nombre de la casa de su madre. El segundo era tan usual que aparecía incluso en los contratos.'® En Westfalia, en casos como éste, el alarido tomaba sin más el apellido de su mujer, que generalmente coinci­día con el nombre de la casa.''" En toda Europa central la dependencia de lá casa era muy fuerte. Cada casa de campo (Hof) tenía un nombre que se transmitía a la familia que la habitaba. Cuando la familia se mudaba eran los habitantes los que cambiaban de nombre, no la casa. En varias regio­nes los apellidos de la gente no se fijaron hasta el siglo xix, con tres o cua-

166. Mitteraner, Sieder, 1977, trad. ingl. 1982, pp. 7-10. 167. Ibid., p. 8. 168. Véase supra, Prólogo. 169. Fauve-Chamoux, 1987 y Fauve-Chamoux, Ochiai, 1998; Burguiére, 1986*», trad.

it. 1988, p. 63. Véase también Deffontaines, 1972, p. 122 (sobre el País Vasco). 170. Schlumbohm, 1998.

CASA Y FAMILIA: PARS DESTRUENS O DESMONTAJE 57

tro siglos de retraso con respecto a Inglaterra, por ejemplo. Se hizo por una necesidad de la biu'ocracia estatal, no de los campesinos. Para quien estaba acostumbrado al viejo sistema, la introducción de la numeración de las casas, con la, consiguiente pérdida de «identidad», también era un cambio muy profundo. La vida de casa tenía otro sabor."'

A l principio nos preguntábamos si casa y famUia podían considerarse conceptos intercambiables, y hemos descubierta' una variedad conside­rable tanto en los significados de los propios términos (casa y familia), como en sus formas de relacionarse entre sí, usados en sus acepciones ac­tuales o en las que tem'an en el pasado.

En este sentido, dado que la noción de casa era crucial para las men­talidades y la organización social de la Edad Moderna, y el concepto de familia solía amoldarse a ella, nuestra ficción inicial —la de asomamos a una vivienda para indagar la vida material de las familias del pasado— es­taría justificada. Pero por otro lado, durante este primer tramo de nuestro viaje hemos podido vislumbrar muchas situaciones en las que casa y fa­milia no coinciden. Vamos a atar cabos después de esta primera pano­rámica.

9. LÍNEA DELGADA

Hagamos un rápido repaso del camino recorrido en este capítulo, aña­diendo algún dato nuevo. Hemos vagado por la Europa de la Edad Mo­derna en busca de situaciones que nos permitieran comprobar si coinci­dían casa y familia, y hasta qué punto lo hacían; también hemos querido averiguar hasta dónde se extendía la «vida de casa» para trazar los límites de una indagación más profunda, que haremos en los próximos capítulos. Gracias a esta operación de desmontaje hemos descubierto, de entrada, que no hay coincidencia entre casa y familia. Es verdad que muchas per­sonas sin casa tampoco tenían familia, pero también había familias ente­ras sin vivienda.

Andando los caminos con gitanos, lapones, pastores y pescadores, he­mos comprobado, además, que el concepto de casa es muy elástico: en la Edad Modema no todas las casas son constmcciones con tejado, puertas y ventanas. Como veremos mejor más adelante, hay casas mucho menos só­lidas. Y no todas son fijas, pues a veces la familia se la lleva a cuestas. Tampoco faltan los que tienen varias casas para poder llevar una vida tras­humante. De modo que la separación entrg los que tienen casa y los que no la tienen no siempre es muy tajante.

171. Mitterauer, Sieder, 1977, trad. ingl. 1982, p. 9.

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58 VIDA EN FAMILIA

Hay que tener en cuenta que una parte de la población vive, en condi­ciones muy precarias. Tiene que cambiar de casa a menudo, y puede que­darse sin ella durante períodos más o menos prolongados. Aunque también hay familias enteras sin techo, se nota cierta relación entre precariedad de vivienda y precariedad familiar. Entre los pobres con simaciones familia­res degradadas hemos encontrado numerosas mujeres. Esto se debía, en parte, a la mentalidad según la cual el lugar de la mujer era la familia, como esposa o hija. Junto con otros factores, la idea de que su destino era la familia las excluía de muchos oficios y favorecía los salarios bajos en aquellos que podían ejercer. De este modo las que no eran muy ricas se empobrecían rápidamente si se quedaban sin familia (y sobre todo sin el amparo de un hombre adulto).'"

Si por un lado la pérdida de familiares, en las clases medias y bajas, podía llevar a la pobreza (sobre todo a las mujeres, los viejos y los niños, pero no sólo a ellos), por otro la pobreza podía impedir la formación de la familia: en varias zonas de Europa, para casarse, había que demostrar que se tenían recursos suficientes para mantener a la prole nacida de la nueva unión.

Como veremos mejor en el capítulo siguiente, fundar una familia no era en absoluto algo normal y corriente. La dificultad para sacar adelante una casa es uno de los factores que pueden explicar la presencia de convi­vencias extraconyugales más o menos estables, junto a las famiüas for­madas por parejas casadas. Aunque la ley sólo tutelaba los derechos de las esposas y los hijos nacidos en el matrimonio, en la primera fase del perío­do estudiado la distinción entre matrimonios y convivencias no estaba muy clara; para ello tuvo que pasar un tiempo.

En el área católica, sobre todo, esto supuso diferenciar claramente en­tre esposas y concubinas. En la época de la Contrarreforma el creciente desvelo por la moralidad de las mujeres se tradujo en la creación de insti­tuciones para redimir a las que habían «caído» y sobre todo para impedir que las muchachas pobres terminaran prostituyéndose. El intento de re­solver, en general, el problema de la pobreza en toda Europa, se saldó con la creación de centros asistenciales y de reclusión.

Fue así como proliferaron varios tipos de instituciones donde se hacía una vida comunitaria no familiar y en parte sucedánea de la familia, pues los pobres acogidos en ellas lo eran, a menudo, por haber tenido una his­toria familiar desgraciada y escasas posibilidades de conseguir otra mejor sin ayuda.

Las mujeres que llenaban los conventos, y los sacerdotes, habían op­tado por la vida religiosa, en muchos casos, debido a la presión ejercida

172. Además de lo ya citado, Hufton, 1995, trad. it. 1996, p. 53.

CASA Y FAMILIA: PARS ÚESTRUENS O DESMONTAJE 59

sobre SUS vidas por el «mundo de las cosas». En su caso, por lo general, esta presión la ejercía la riqueza y no la pobreza, pues las familias ricas, para no repartir su fortuna, sólo dejaban que se casara un hijo ouna hija, a los que reservaban la mayor parte de los recursos faihiliares. El resto de los hijos estaban destinados a la vida religiosa. En este sentido la política de supresión de conventos (aunque no total) y de abolición del sacerdocio que aplicaron los protestantes hizo que la forma casa-familia tuviera me­nos alternativas en el mundo reformado que en el católico.

A todo lo dicho en las páginas anteriores cabe añadir que los varones de toda Europa tenían la posibilidad de entrar en el Ejército. La carrera militar, junto con la eclesiástica, fue una de las salidas para los hijos de fa­milias nobles excluidos de la posibilidad de heredar una fortuna suficien­te para mantener una famiUa con un tren de vida acorde con su condición. Con el desarrollo de los ejércitos modernos la vida mihtar se convirtió en una alternativa a la vida familiar. Pero todavía en el siglo xviii había mu­jeres que cogían a sus hijos y se iban a vivir con sus maridos en los cuar­teles, donde se alojaban lo mejor posible junto con los soldados. Algunas hacían de cantineras u otros trabajos. Pero otras, en un ambiente tan pro­miscuo, acababan siendo prostitutas del regimiento.'"

De modo que las formas de vida comunitaria no familiar eran distin­tas para los hombres y las mujeres. Entre las masculinas podemos citar los centros de enseñanza. Si las jóvenes no recibían una educación en su casa, a menudo las metían en un convento. Para la instrucción de los jóvenes, además de las formas de vida tradicionales de los esmdiantes universita­rios, surgieron seminarios para la formación de sacerdotes en el mundo católico y colegios para chicos de buena familia que ya no se educaban en el servicio doméstico como pajes en una casa de la alta nobleza.'̂ ^

De los conventos a las cárceles, que en el período aquí estudiado aca­baron siendo lugares donde se pasaban largas temporadas en un estado de reclusión y separación de la familia,'" fueron muchos los inmuebles, las «casas», cuyos habitantes no formaban familias.

Lo cual no significa que todos estos centros estuvieran herméticamen­te cerrados a las relaciones familiares. Al analizar el caso de los conventos, sobre todo, hemos visto que no era necesariamente así. Junto con otros mu­chos factores (de los que hablaremos más adelante), esto indica que formar parte de la misma famiUa no siempre supone vivir bajo el mismo techo. La familia puede extenderse más allá de las paredes de la casa."*

173. Loriga, 1990, pp. 281-293 y 1992. 174. Aries, 1960, trad. it. 1989 (1968'); Brizzi, 1976; Julia, 1996 etc. 175. Foucault, 1975, trad. it. 1976. 176. Entre otros Hareven, 1991..

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Pero, como hemos visto, la relación entre casa y familia y el propio sig­nificado de estos términos no son los mismos en todas las circunstancias.

Movidos por una suerte de fiiria destructora, en estas páginas hemos demolido tópicos y certidumbres. Pero al término de nuestra operación de desmontaje nos encontramos con un panorama bastante inédito. Ahora es conveniente que pasemos a una fase más constructiva.

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n . C A S A Y F A M I L I A : PARS CONSTRUENS O METTER SU CASA, SETTLE DOWN, S'ÉTABUR, C A S A R S E . . .

1. CASARSE

Griterío y bullicio en la calle. Una muchedumbre rodea una carreta: transporta los enseres de la novia, los están llevando a la casa donde vi ­virá la nueva pareja. Pero ¿dónde estamos? Y ¿cuándo se desarrolla la escena? ¿Estamos en la Florencia renacentista? ¿En el valle del Soule decimonónico? ¿O en Cerdeña? Más o menos pregonado y ritualizado, en gran parte de Europa el traslado de los enseres de la novia a la v i ­vienda de la nueva pareja es un momento importante de las ceremonias nupciales.'

Sigamos, pues, a este carro, unámonos a la alegre comitiva. ¿Adon­de va? ¿A una casa nueva, independiente? No necesariamente. Porque las bodas no siempre suponen la formación de una familia autónoma,

1. Sobre el transporte de los enseres de la novia en la Florencia renacentista Klapisch-Zuber, 1982, trad. it. J988, en part p. 160 y 1984, ed. 1988, p. 194; Witthoft, 1996, pp. 136-142; Chabot, 1994; pp. 421-432; Van Gennep, 1982-1980 (1943'-1946'), tomo 1, vol. 1, p. 352 sobre el transporte del trousseau, p. 353 sobre el valle del Soule; Corso, 1948, pp. 11-12 para el País Vasco; De Gubematis 1878' para Cerdeña. El. ajuar de la novia no siem­pre se llevaba en carreta, a veces se cargaba a mano o a cuestas, vid. por ej. Witthoft, 1996, p. 138. En algunos casos llegaban a la vez que la novia el mismo día de la boda, otras ve­ces el día antes (Fine, 1984, p. 167) o el día después (Klapisch-Zuber, 1979, trad. it. 1988, p. 160). Como ya hemos dicho (véase supra, cap. I, apartado 4), no podemos hacer aquí un análisis detallado de las tradiciones y ceremonias referentes al matrimonio, que por su gran variedad no permiten generalizaciones: nótese, por ejemplo, que en la Inglaterra del siglo xvin cundió entre los aristócratas la tendencia a evitar los aspectos públicos tradi­cionales de las ceremonias nupciales, vid. Gottlieb, 1993, p. 82.