2
Sincerar el Impuesto ¿Por qué pareciera que los norteamericanos están siempre consientes de su condición de contribuyentes? ¿Qué los hace capaces de exigir sus derechos, pedir al gobierno que responda como corresponde y solicitar cuenta detallada del gasto de cada uno de los dólares del presupuesto de la nación? Cada vez que hacen una compra, por mínima que sea, o pagan un servicio, pagan y recuerdan que pagan impuestos. Aún el más humilde de los desempleados sabe que cada vez que adquiere algo, parte importante de lo que paga es un impuesto y sabe también exactamente cuánto es. Todos los precios están marcados sin impuestos y se suman en forma separada en la boleta. Es decir, uno tiene perfecta conciencia de cuánto es lo que paga en impuestos, conciencia que “aumenta” con el precio de lo adquirido. Un ejemplo: un pan para el desayuno vale 500 pesos, pero pago (dependiendo el Estado) alrededor de 540. Es decir, ¡por cada pan que me como 40 pesos van al Estado! Por tal motivo, todos los ciudadanos del país se sienten con plena autoridad para exigir saber cómo se gastan sus impuestos. Hasta el más pobre está consciente de que con su trabajo está aportando al país. Todos saben que cuando hay un robo o escándalo de corrupción le están robando a cada uno de ellos. Porque saben que están pagando impuestos. En Chile esto no sucede. El IVA es más alto y muy pocas personas tienen conocimiento de su pago. ¿Cuántas veces hemos escuchado la falacia de que en Chile los que pagan impuestos son muy pocos? Eso no es así. Por el contrario, son muy pocos los que pagan impuestos adicionales al IVA, pero este impuesto lo pagamos todos y a quienes más afecta es a la clase media y a personas de escasos recursos. Cada año, todos pagamos en IVA el equivalente a dos meses de trabajo, es decir, son diez semanas de trabajo que se va, directamente, al presupuesto de la nación. Un IVA de 19% equivale a que los sueldos completos de enero y febrero, más la mitad del de marzo, en realidad no lo recibimos, porque se lo entregamos al Estado. El problema es que el IVA en Chile es un impuesto escondido, necesario de transparentar lo antes posible. Porque cuando sabemos lo que estamos pagando, nos indignamos verdaderamente con los casos de corrupción. Cuando tenemos conciencia del pago de impuesto, exigimos que se investiguen los desfalcos y se rinda cuenta de lo que gasta el Estado. Cuando existe conciencia de que los robo de plata al Estado significan un robo al esfuerzo de cada chileno -que ha tenido que pagar en IVA uno de cada cinco pesos ganados en su trabajo-, la cosa es distinta. Cuando uno va a comer a un restaurante, sabe que el precio es 100 más el 10% de propina, o sea, 110 en total. Si el servicio no es bueno, cuando hay conciencia real de cuánto se está dejando por este concepto, existe la opción de dejar menos propina o de exigir que el servicio sea como corresponde. Con los impuestos no podemos hacer lo

sincerarelimpuesto

Embed Size (px)

DESCRIPTION

En Chile esto no sucede. El IVA es más alto y muy pocas personas tienen conocimiento de su pago. ¿Cuántas veces hemos escuchado la falacia de que en Chile los que pagan impuestos son muy pocos? Eso no es así. Por el contrario, son muy pocos los que pagan impuestos adicionales al IVA, pero este impuesto lo pagamos todos y a quienes más afecta es a la clase media y a personas de escasos recursos. Sincerar el Impuesto

Citation preview

Page 1: sincerarelimpuesto

Sincerar el Impuesto

¿Por qué pareciera que los norteamericanos están siempre consientes de su

condición de contribuyentes? ¿Qué los hace capaces de exigir sus derechos, pedir al gobierno que responda como corresponde y solicitar cuenta detallada del gasto de cada uno de los dólares del presupuesto de la nación?

Cada vez que hacen una compra, por mínima que sea, o pagan un servicio, pagan y recuerdan que pagan impuestos. Aún el más humilde de los desempleados sabe que cada vez que adquiere algo, parte importante de lo que paga es un impuesto y sabe también exactamente cuánto es. Todos los precios están marcados sin impuestos y se suman en forma separada en la boleta. Es decir, uno tiene perfecta conciencia de cuánto es lo que paga en impuestos, conciencia que “aumenta” con el precio de lo adquirido. Un ejemplo: un pan para el desayuno vale 500 pesos, pero pago (dependiendo el Estado) alrededor de 540. Es decir, ¡por cada pan que me como 40 pesos van al Estado!

Por tal motivo, todos los ciudadanos del país se sienten con plena autoridad para exigir saber cómo se gastan sus impuestos. Hasta el más pobre está consciente de que con su trabajo está aportando al país. Todos saben que cuando hay un robo o escándalo de corrupción le están robando a cada uno de ellos. Porque saben que están pagando impuestos.

En Chile esto no sucede. El IVA es más alto y muy pocas personas tienen conocimiento de su pago. ¿Cuántas veces hemos escuchado la falacia de que en Chile los que pagan impuestos son muy pocos? Eso no es así. Por el contrario, son muy pocos los que pagan impuestos adicionales al IVA, pero este impuesto lo pagamos todos y a quienes más afecta es a la clase media y a personas de escasos recursos.

Cada año, todos pagamos en IVA el equivalente a dos meses de trabajo, es decir, son diez semanas de trabajo que se va, directamente, al presupuesto de la nación. Un IVA de 19% equivale a que los sueldos completos de enero y febrero, más la mitad del de marzo, en realidad no lo recibimos, porque se lo entregamos al Estado.

El problema es que el IVA en Chile es un impuesto escondido, necesario de transparentar lo antes posible. Porque cuando sabemos lo que estamos pagando, nos indignamos verdaderamente con los casos de corrupción. Cuando tenemos conciencia del pago de impuesto, exigimos que se investiguen los desfalcos y se rinda cuenta de lo que gasta el Estado. Cuando existe conciencia de que los robo de plata al Estado significan un robo al esfuerzo de cada chileno -que ha tenido que pagar en IVA uno de cada cinco pesos ganados en su trabajo-, la cosa es distinta.

Cuando uno va a comer a un restaurante, sabe que el precio es 100 más el 10% de propina, o sea, 110 en total. Si el servicio no es bueno, cuando hay conciencia real de cuánto se está dejando por este concepto, existe la opción de dejar menos propina o de exigir que el servicio sea como corresponde. Con los impuestos no podemos hacer lo

Page 2: sincerarelimpuesto

mismo. No podemos pagar menos si no hay “satisfacción del cliente”, pero sí podemos exigir a nuestras autoridades que nos entreguen el servicio que merecemos.

Es necesario, por tanto, transparentar lo antes posible el impuesto, separando en las boletas el precio real del impuesto. Cada chileno que paga impuestos tiene derecho a saber cuánto paga y a exigir del Estado cuentas en su gestión. Es bueno que la sociedad toda esté consiente de su condición de contribuyente.

Carol Bown Investigadora asociada, Fundación Jaime Guzmán