Sini Semiotica y Filosofia

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  • 5/10/2018 Sini Semiotica y Filosofia

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    CARLO SIN I

    SEMIOTICAY FILOSOFIA

    HACHETTE

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    IPEIRCE1. La semiosis infinita

    Las ideas que habrian de ll evar a Pe irce a formula r los principios de la quese l lamaria luego semiosis infinita maduraron en e l invierno de 1866-67, Elestudioso, que contaba entonces veint is iete atios , habfa s ide comprometidopara dictar en Harvard un curse sobre 16gica de la ciencia, del cual nos hanquedado algunos fragmentos manuscritos, que fueron exhumados y estudiadospor M, G. Murphey. En uno de estos fragrnentos , Peirce encara el problema delas impresiories elementales, prernisas ultimas de toda cadena argumentativa.Segun esto, s610 un acto de intuic ion, al pa rece r, pe rrniti rfa acceder a esaspremisas: no obstante, Peirce duda de que deba admitirse la existencia depremisas ul timas ; se trata, dice , de una cuest ion diffci l, que equivale a pre-guntarse si el limite de 1 a conciencia esta en la conciencia 0 fuera de ell a. Enotro fragmento , Peirce observa que el color , por ejernplo, no esuna impresion ,s ino el resultado de una inferencia inconsciente ; y en otro fragmento, que espara nosotros particularmente significativo , Peirce niega que un conocimiento ,en 1am edida en que se 1 0 enti enda como una relacion entre signos, no estedeterminado a su vez por ot ro conocimiento, y asf hasta e l infinit e: un signo es. un signo para otro signo, y es dificu1toso captar donde y como estaria encontacto con 1 0 que se llama irnpres iones. ' Esasi que, pese a multiples dudas yvacilaciones, 1aobra de Peirce anticipa ya el principio de la semiosis inf inita ysu justi ficac ion correspondiente. En menos de un ana, esas vaci laciones sesuperan de un modo dec isivo con la publicacion del primero de los t res gran-des ensayos publ icados sucesivarnente en el afio 1868 en el Journal of Spe-culative Philosophy? _ Estes ensayos const ituyen una revoluci6n y una pre-misa decisiva para la filosoffa contemponinea, aun cuando recien ahara

    I cr . M. G. Murphey, The Development of Peirce's Philosophy, Cambridge, CambridgeUniversity Press, 1961, PP. 68-71.2 Questions concerning Certain Faculties Claimed for Man; Some Consequences ofFour Incapacities; Grounds of Validity of the Laws of Logic: Further Consequences orFour Incapacities. (Respectivamente: Cuest iones concernientes a algunas facultadesatribuidas al hombre; algunas consecuencias de cuatro incapacidades; grados de validezde las leyes de la logica; otras .consecuencias de cuatro incapacidades). Estos textosest an reproducidos en e l quinto volumen de los .Collected Papers, Cambridge, HarvardUnivers ity Press , 1965 (segdn 1 a abreviacion convencional, que indica el numero delvolumen seguido por el0los mirneros de los parrafos: 5,213-357),

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    SEMIOTICA Y FILOSOFIA PEIRCE

    e~piece apenas a tomarse conciencia de ello. Con tranquila temeridad, el[ovenPeirce relega entonc~s ~a.venerabIe teoria de la intuici6n (sensible e intelectual)entre las antiguallas inutiles, y la remplaza por Iainferencia entre signos 0 seaen otra~ palabras, ~or la. semiosis infinita. Es totalmente consciente de l~s con~seCUe~ClaS r ev oluc ion ar ia s de e sa i nnova c io n, c ons ec u en c ia s que extraeraco n ngurosa c?~erencia cinco anos ma s tarde, al enunciar 1 0 que el Ilamarala gran pragmatica, con el nuevo concepto de realidad que Ie es correlativo 3Por otra parte, ya en 1866-67, en un fragmento publicado en los Collect~dPar:ers (7 .5~9-596), .que reproduce probablernente la lecci6n XI del curso yasenalado, PeIr~e SOStl:Ilela .tesis, a primera vista parad6jica, de que elhombree~en su esencia un sirnbolo, 0 un s i gno , t esi s que retornara en toda su profun-d~dad un ai lo despues en los ensayos ya ci tados. La glacy essence, la esenciavitrea, trans parente , del hombre, hace de suerte que este no difiera sustancial-men~e del habla. El hombre y el Ienguaje poseen una naturaleza y tarnbien undestine comunes, que consiste en que se dirigen a un interpret ante (inter-pretant) futuro, del cual depende su esencia, su significado (meaning) su signi-ficaci6n es~ncial (essential significance); tanto el hombre como el' lenguajerevelan un mcre~ento de los conocimientos, asi como la capacidad espiritualde actuar en vanos lugares al mismo tiempo (cosa que una "mera cosa" nopu~de hacer) y de revestir de esa manera una "relativa inmortalidad" quePeirce ~a ~ defini r diez afios despues como el caracter "publico" de la ve~dad,que coincide con 10 que el sentido cornun llama real.Pero volvamos al invierno crucial de 1866-67. Peirce tiene ya en su haber al-gunas conquistas sig~ifica tivas, expresadas en cuatro trabajos, el primerode los cuales es ya obje to de publicacion, mientras que los tres restan tes van aco~o~erse en la primavera y otofio siguientes." Estas conquistas conciernenpnn~l?almente la. definicion de las t res formas de inferencia (deduccion, in-~UCCI0? Y ~bducclon ~ hipotesis, con exclusion de la inferencia analogica ques~ste~~a Mil l y que Peirce declare espurea, no originaria y derivada de la com-binacion de las tres formas genuinas anteriores), y la primera clasif icacion delos signos bajo 1aegida de un nuevo elenco de categorias. La formalizacion de~~s f~rmas. fundament ales de inferencia nace en Peirce del problema de laclasificacion de los argumentos", problema que le es inspirado porKant ,aun cuando no comparta las soluciones con este, La novedad que introduce

    Peirce en este dominic consiste en la propuesta de un nuevo cr iterio 16gicode clasif icaci6n que no sebasa ya en los terminos del razonamiento ("las cosassobre las que se razona"), como el sujeto, e1predicado y otros semejantes, nit at np oc o la s "cosas que producen el ra,zonamiento, c~mo. por ejemplo elconcebir, el juzgar, etc,", sino en la forma de las.operaClon~s q_uese empleanpara establecer las premisas y extraer l a s c o n c lu s io n es . .~l ~.eno afe~ta, pu~s,precisamente las formas de I nf er en c ia : t od a a r gumen ta c ic n v a li da , s os ti en e P e ir -ce, rerni tea una forma precisa de inferencia (0 sea , a una de lasque recordamosrecien), que podemos llamar tambien "un principle rector de la argumen-taci6n".10 que importa reca1car a qu f e s que e! nueyo criterio d:. clasifica~ion quepropene Peirce se situa decisivament~ ~ alIa de la analftica k~tlana (quePeirce dice haber estudiado durante diez anos) y, a la vez, mas alla de las bienconocidas exegesis idealistas que la siguieron. P ue de ser u~ aclara: breveme~teesta af l rmacien haciendo una referenda al 42 de 1aE nc lc io pe dz a d e l as c te n-c ia sf il os 6f ic as e n c om p en di o de Hegel. Se recordara que en ese parrafo Hegelobserva que Kant , al proponerse estab1ecer las categorfas, "salio del paso sinmayores gastos"; en efecto, Kant habr{a. reprod U~ido las.~iversas f~rm~s deljuic io ta l "como las encont ro ya en la logica comun, emptncarnente Indtcadas[ . . . J Es as f que l as d lf er en te s f or rn as d e j uic io , preparadas ya de antemano Ybellamente enumeradas, proporcionan las diversas determinaci?nes del pen-samiento". Mas adelante, Hegel reconoce que fue merito de Pichte el haberadvertido la necesidad de "deducir" las determinacianes del pensamiento y Liemostrar su necesidad.

    Esta filosofia -termina diciendo Hegel - deberia haber ten ido sabreel metoda de tratamiento de la 16gicapor 10 menos el efecto de que lasdeterminaciones del pensamiento en general 0 el material16gico usual,las especiesde conceptos,juicios yrazonamientos, no fuesen ya torna-dos de las observaciones Y concebidos por lotanto de un modo empfri-co sino que sededujeran del pensamiento mismo. Siel pensamierito de-beser capaz de probar algo,si 1alogica debe exig i! pruebas, y si quiereensefiar la manera de prober, debe ser capaz, antes que nada, de probarsu contenido propia y particular, y darse cuenta de que eso es necesa-rio.s: i t ; : : ~ ~ m : : ~ ~ O ~ J ~ l t ; ~ ~ o n" las ideas p~agmaticas s eencuentra en una serie de manus-

    gica de 1873" (7 313-36L YEueJO s editores de los Collected Papers Ilarnaron "la 16-ensayos famosos de 1 . . n e o~ e~contramos. el germen y el esbozo de los dos(5.358410) (La fl' .~77d-718.The ~lxat!O,n of Belief y How to Make Our Ideas Clear. uacion e a creencia y como aclarar nuestras ideas).4 Los cuatro trabajos son: Memoranda Concerni th A' liton, Lowell Institute, noviembre de 1866 ( 2 . 7 9 2 - ; ; ; ; 1 . o e ttsf:.te la 7 Syllopsm: BosArguments, in "Proceedings of the American Academ~ o f A: an~tzt;~e:;:::;I~ca7tio~ 0 .1' i ; p ; : 6 Z o ? ; : t ~ 5 1 6 ) ; t: ~New List of C_ategories,idem, mayo de 1867 d.545~5~9f(R .gI ompre enSlon and Extension, idem, noviembre de 1867 (2391426)'espectivarnente: Memoranda referida al silogismo aristotelico , Sabre la cl~sjficaci6~

    LinJtandonos al problema que aquf nos interesa, Hegel y Peirce coinciden,como vemos, en negar que "los conceptos, juicios y razonamientos", 0 argu-

    naturaf de los argumentos; Aeerca de una nueva lista de categorfas; Acerca de la com-prension y extensicn logic as.)' .5 G.W. HeSel, Enciclopedia delle scienze fiJost?fiche in compendia, trad. it.de B. Croce,Bari, Laterza, 1951t p. 47. Sobre.la relacion Hegel-Peirce, cf. A. Santucci,"Peirce, Hegel e

    la dotrina dellecategorie", in A.A.VV., Incidenza di Hegel, Napoli, Morano, 1970.14 is

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    mentos, deban clasificarse empiricamente, p sea, para decirlo con palabras dePeirce, que el crite rio 16gico de clasiflcacion tome el te rreno de las "cosassobre las cuales se razona" , 0 terminos del razonamiento, por un terreno va-lido y carente de problemat icidad. En este aspecto , la logica de Hegel y la dePeirce proceden de acuerdo a una exigencia comun. las dos posiciones diver-gen profundamente, sin embargo, en cuanto al camino que eligen para solu-c.ionar la cuest ion, Peirce descar ta precisamente la propues ta f ichteana, queHegel elogiaba, de "deducir" las determinaciones logicas del "pensamiento",par considerarla no logica (yen un sentido que Ie es similar, Pe irce habra re-chazado asimismo en un lugar de su estudio kanti ano, l a deduccion trascen-dental de las ca tegorias); tarnbien en este caso, en efecto, el crite ri a logicose basaria en "cosas": esas cosas que "producen el razonamiento, como elconcebir, el juzgar, etcetera", en otras palabras, 10 que podria llamarse eIpensamiento (el Ego trascendental de Fichte, par ejemplo). La propuesta de Peircese mantiene voluntariamente, en cambia, en el campo especif ico de la opera-cion logica (campo que no esni empfrico ni trascendental, sino, como veremos,semiotlcc ) y tiende a establecer las puras formas de inferencia que presidenla formulaci6n de los razonamientos 0 argumentos, los cuales seclasificanjustamente en base a esas formas.Es na tura ! que Peirce no pueda, en este punto,no proporcionar, bajo e lgo-bierno del nuevo criteria sefialado, tambien una nueva lista decategorfas, que noson ni empiricas ni trascendentales, sino explicativas v , en ultima instancia,las que fundan el principio rector de la argumentacion; esta fundamentacionlleva a prolongar la perspectiva Iogica en perspectiva semiotica, Al acometeresta tarea, no deja de ser cierto que Pei rce acepta como punta de partida pre-vio , yen verdad inmotivado, una conocida tesis kantiana segun la cual "la fun-cion de los concept os consiste en reducir a una unidad la multipIic idad de lasimpresiones sensibles" (1545). Aquf resurge, pues, el problema de las impresio-nes elementales, de las premisas ult imas sabre las que se basa toda argumenta-cion, y habiamos visto en su momento que este problema preocupaba a Peirceen la epoca de sus cIases de Harvard. l.Oue son las impresiones sensibles? l.Quees una sensacion? l,Que es una intuicion? Estas son las preguntas a las quePeirce se esforzara par dar una respuesta, Durante la misma epoca, sin embargo,aunque sobre la base de un presupuesto kantiano todavia no aclarado, elaborasu primera doctrina semiotico-categorial. Se trata, de hecho, del acto denacimiento de su semiotica, que reinvindicara siempre en 10 sucesivo, par masque haya agregado inevitables correcciones y modificaciones . Veamos en de-talle sus argumentaciones.

    concepto tal que no sea pensable nmgun otro par debajo de el) y por el otrolado por el concepto universal que mas lejos este de la rnultiplicidad de lasimpresiones sensibles (concepto que no permita concebir por encima de elningun otro mas general ). Peirce identifica los dosconceptos en cuestionrespect ivamente con las dos categorfas de sustancia y ser. Tenemos aqui,pues, l as dos primera categorfas que Peirce se empefio en buscar. Elias deli-mitan, ademas, par debajo y por arriba, 10 que podriamos llamar eJespaciocategorial que analizaremos mas adelante para encontrar 10 grados categorialesintermedios, 0 categorfas interrnedias, que van desde el ser hasta la sustancia.Pero antes que nada debemos adarar el sentido de los terrninos sustancia Yser. La unidad a la cual el intelecto reduce las impres iones, escribe Peirce, es launidad de la proposicion f'ta esb") . Esa unidad esta dada por la conexion entreel sujeto y el predicado. Ahora bien: la sustancia,justamente, nornbra al sujeto,en la unidad de la proposicion. Debe entendersela, por 1 0 tanto, como el concep-to de "1 0 que en general esta presente", el concepto del Ello (It)

    Este concepto =agrega Pei rce- como el acto de laatencion, no tieneconnotacion alguna, siendo elpuro poder denotativo de la mente, esde-c ir, el poder que orienta la mente bac ia un obje to, que es diferente delpoder de pensar un predicado cualquiera de ese objeto r .. J . Antes dehacer cualquier cornparacion a discrirninacion entre 1 0 que esta presen-te, debe reconocerse 10 que esta presente como ta l, como ella [.. . JPor esa razon, el ella no esni predicado de un sujeto , ni un sujeto, y encoherencia con esto, es ldentico a1 concepto de sustancia.

    Las categories de 1867y la primera semioticaSi se . da por sent~do, como ya se recordo, que la fun cion de los concep-tos consrste en reducir a la unidad la rnultiplicidad de las impresiones sensiblesse inf iere de ella la posibi lidad de disponer los conceptos mas generales 0 uni-

    versal~s (0 sea, las categorias) en una ser ie l imitada par un lado por eIconcep-to universal mas cercano a Ia multiplicidad de las Irnpresiones sensibles (un

    En tanto que la sustancia nombra a l sujeto de esa unidad consti tulda por laproposicion, el concepto de ser, en cambio, se refiere a la copula "es" ("a esb"). El concepto de ser, dice Peirce, contiene solamente esa union ~el predica-do y el sujeto por la cual ambos terminos se conectan. Pero, a I 1 9U aI que elconcepto de sustancia, carece totalmente de, co~tenido, y a l mismo. tiem~o,a diferencia del concepto de sustancia, esel mas lejano respecto de las impresto-nes sensibles. No puede desempeftar nunca la funcion de sujeto, ya que expresala func ion de la determinibilidad infinita de la sustanc ia por medio de un pre-dicado (0 tambien: de la detenninibi lidad del conceptomas inmediato, del mascercano a la mult ipIicidad de las impresiones, mediante un concepto menoslnmediato) . En tanto que la sustancia nombra la categorfa de la presencia, el s.er( la copula "es") des igna la categor ia de las determinaciones de la pr~sencla;pe ro no como esta a aque lla determinaci6n (como sena el caso, por ejernplo,de la proposic ion "a es color", 0 "a es negro"), sino como determinibilidadposible . EI ser prescinde, de este modo, de toda circunstancia concreta y nom-bra solamente el movimiento 16gico de la uniflcacion potencia l. Decimos:"a es ... ", y al introducir la copula "es" se abre un espacio logico , el espacio16gico de una predicaci6n posible. En este sentido, el ser constituye el horizon-te logico mas arnplio a! que pueda reducirse Ia multiplicidad de las Impresiones.

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    Si la sustancia reconoce la simple presencia de una mult ipli cidad (sujeto de lapredicacion), e1ser abre la posibilidad del predicado como determinibilidad con-cre ta de esa multipli cidad. El ser, por 10 tanto, abre el acceso ala cualiflcacionde la presencia, de la sustancia , val iendose de un predicado. Se sefiala a 1avezcon esto la orientaci6n que debera tomarse para encontrar los grados interme-dios, 0 categorfas intermedias , que recorren el espacio entre el ser y la sustan-cia; es precise tomar como punto de par tida el ser, que prescinde de.cualquiercircuns tancia concreta, para descender luego por 1avia de una especif lcacioncreciente de las circuns tancias concretas , has ta alcanzar 1asus tancia, mas allade la cual solamente exi st en las ci rcunstancias concretas mismas en su tota-lidad, es decir, la multiplicidad de las impresiones,Ahora bien: el primer grade de la de terminaci6n de l se rhacia la sustancia esla cual ificac i6n de la sustancia, es dec ir, la cualidad, La cualidad, dice Peirce,es el primer concepto por el cual hay que pasar yendo desde el ser hasta lasus tancia. Ese pasaje se determina primeramente bajo la forma de la cualiflca-ci6n. bOue s ignifica cualificar una sustancia (0 predicar una cualidad de la sus-tancia)? Con preseindencia de cualquier otra eircuns tancia concreta, ello s ig-n ifica que 1a sustanc ia (suje to) y e1p red icado (cual idad ) se relacionan bajoalgun aspecto (ground) , 0 que estan comprendidos en una misma "area", en un"ter rene" comnn, En este punto, no hace fal ta pregunta rse emi l es la cual idaden cuest ion ni desde que punto devis ta serelaciona con la sustaneia, ya que elloimplicarfa considerar circuns tancias ulter iores concretas, como veremos masadelante . Si e1ser ("es" como copula) ab re a 1a dete rminibi lidad posib1e de 1asustancia, la cualidad dice s implemente que hay algo que se relaciona can la sus-taneia en algun aspecto. La sustancia, por 10 tanto , posee una cualidad,es ob-[eto de una cualificacion, enreferencia al ground, al fundamento (0 a1"area", al"punto de vista") ba jo el cual sujeto y p redicado pueden uni rse. Tomese comoejemplo la proposicion: "es taes tufaesnegra" . "Es ta estufa" , e1sujeto , indica lasustancia, es deeir, la simple presencia de una multiplicidad de Impresiones sen-sibles; hay una mult ipli cidad de apariciones hac ia lacual se dirige cada vez las imple atenci6n denotat iva, Esa multipl icidad es, en cada caso, un "ello" (It),un "esto" (un "ahora" y un "aquf", como dirfa Hegel). Entre la multiplicidadde una aparici6n y la mul tiplic idadde una aparici6n anterior 0 posterior (0b ien: entre una zona no limitada todavfa par Ia simple multiplicidad presente y10 restante multiple , que existe , no obstante, en la presencia ) no se estableceotra unidad fuera de 1ade la s imple presencia (es decir , de la sus tancia); en cadauno de los casos, 0 en su conjunto, se trata de un "ella", un It. S6 lo en estesenti do, exclusivamente, se entiende la.expresi6n "es ta estufa" en e1ejemplo(que es de Peirce). Pe ro lac6pula "es" se afiade a "esta estufa", abre e lespacioIogico de la determinaci6n; con prescindencia de toda eircuns tancia concreta,la c6pula indica simplemente la pos ibil idad dela identif icaci6n,de la conexi6nde la multipl icidad de las apariciones mediante algo que sea diferente de la sim-ple presencia. Ese algo di ferente se expresa con e l predicado "neg ro", 0 sea,con una cualidad, La negro, dice Peirce, no esproporcionado par las irnpres io-nes sensibles quellamamos, por ejemplo, "esta estufa" (como tiende a entender-lola opinion comnn). La "negrura" en cuanto cualidad, en cambio, esaquello

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    que, independienternente 0 con abstracci6n de cualquier otra circuns tancia,permite operar la unificaci6n entre esta aparicion y aquella (0 sea, esta zona demult iples apariciones respecto de otras diferentes) . Esas apariciones pueden

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    la introducci6n de una eualidad solo sehaee posible en vir tud de la referencia auna cireunstane ia eoncreta que es e l punto de vista , el "respecto a" (ground)bajo e l cual sujeto y predieado se adecuan uno a otro . Pero la int roducc i6n deun punto de vi sta (expresamente, de 1acualidad) se hace posible a su vez soloen vir tud de la referencia a otra clrcuns tancia, 0 circunstancia ulterior concretaque es la re laci6n. Un punto de vista es concretamente pos ible solamente po r-que es simi la r/dlfe rente respec to de otro, es deci r, re specto de 10 que Peircellama un "correlate". Por 10 tanto , la relaci6n se establece como categorfaulter ior en referencia a la circunstancia concreta del correlato . Pero refer irsea un correlato cornporta, como determinaci6n ulter ior, una "representacion"comparat iva, Supongamos que ponemos en relaeion las letras 'p' y 'b'. Des igna-remos a 'p' como 10 relacionado y a 'b' como 10 correlacionado (el correlato).Esta relaci6n se hace pos ible gracias a un acto de comparacion, 0sea, en virtudde una representacion intermedia que instituye la confrontaci6n 0 que ofreceun campo de comparaci6n. Diremos entonces, en relaci6n con el rnismo ejem-plo, que 'p' y 'b'son dos letras que poseen la misma forma, pera en una posi-cion inversa, Llegamos a esta conclusion gracias a una tercera imagen,que seagrega a las dos primeras, en la cua l nos imaginamos que 'p' es 10 mismo que'b' en virtud de una rotacion de ciento ochenta grados sobre el renglon de es-critura tornado como eje de la rotaci6n misma. Del mismo modo podemoscamparar las palabras 'hombre ' y 'homme' gracias ala representacion interme-dia de ese animal bfpedo, racional, et ce tera , que sornos nosotros rnismos,concIuyendo asf que ambas palabras designan el mismo objeto. Vernos enton-ces que la imagen intermedia 0 "representacion" es la categorfa ulterior que en-contramos despues de la cualidad y de la re lac i6n. Desempefia una funcioncomparativa, actuando como un "Interprets". 0,como dice Peirce, la represen-tacion, como imagen cornparativa intermedia, sehace posible por la cireunstan-cia ulter ior y concretade la referencia a un " interpretante" ("Una representa-cion intermedia puede llamarse un interpretante, ya que cumple la funcion deun interprete, que afinna que un extranjero dice 10 mismo que el"). La existen-cia de un interpret ante es asf esa circunstancia ulterior y concreta que posibilitauna representacion, 0 un acto comparativo entre 10 relacionado y 10 correlacio-nado.Mas alla de la referencia a un interpret ante como representacion intennedia,encontramos por fln la sustancia, ya que 10 que hace posible una comparacionentre 10 relacionado y locorrelacionado es su diferencia misma, 0 sea, en unapalabra,la diferencia entre las impresiones, su multiplicidad.

    Si so larnente tuvieramos una impresion -escribe Peirce-, e sta notendrfa ninguna necesidad de reducirse a unidad, y por 10 t anto no ne-cesi tari arnos pensarla en relacion a un inte rpretante , de modo que e lconcepto de referencia a.un interpretante no tendr ia tampoco neces i-dad de surgir.

    La circuns tancia concreta que permite, entonces, la introducci6n de una

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    PEIRCErep~esent~ci6n intermedia es la sustancia misma en la medida en que estaexhi?e directamente 1a mult ipli cidad de las impresiones. Se cumple aSI elp:saJe d~l ser a la sustancia y, con el, se realiza la busqueda de Ill~ratego-nas mediante las cuales la multiplicidad de las impresiones se reduce a Iaunidad de la praposic i6n. Podemos reproduci r los pasos de esta bt isqueda ,tal Como10hace Peirce, en el siguiente cuadro:

    Se rCualidad (referencia a un fundamento 0ground)Relacion (referenda a un correlato)Representaci6n (referencia a un interpretante)Sustancia

    Pei:~e agrega que las tres categorfas intermedias (Cualidad, Relacion, Repre-sentacion) pueden defmirse como "accidentes" , es decir , en sentido aristote-lico, detenninaciones de Ia sustancia.Si~tentam?s ahora adaptar , el ejernplo que alegabamos antes ("esta estufa esnegra) a l conjunto de la teoria de las ca tegorias, podremos deci r 10 siguiente:

    "es t~ ~stufa" d~signa en un principio , como ya sabemos, una multipl icidad deapanciones senslbles; llamamos a, b, c, ... ,n, a estas apariciones 0 impreslonessensibles. E l acto logico (inferenc ia) que las reduce a una unidad es la copula."es", ~a eual designa 1 a posibilidad de su uniflcacion mediata (Ia unificacion~medIata ya !uvo lugar en. la Intuicion de presencia que espropia de la sustan-CIa). Esto comporta tres circunstanc ias concre tas: I) la actuac ion de un "res-~ec to a" 0f7!Jund qu~ .haga pos ible la conexion entre s l de las diversas apari-crones; 2) la introduccion de un correlato que def ina y delimite concretamenteese "respeto a" 0 ground; 3) la int roducc i6n de un interpretante que pongaconcretarnenteen acto la relacion, estableciendo un terreno de cornparaciono repr~~en:acion in~ennedia. En el. ~jemplo, entonces, el interpretante 0repre-sentacion intermedia es la percepcion de color ; esta hace posible una relacionent re negro ( Io re lac ionado) y no-negro (e l correlato) y por 10 tanto tambienla d~limitac~6n concreta de la cualidad como negrura, El acto Iogico sepresent aaqui, esencialmente, como una inferencia hipotet ica y abductiva; la hipotes is?uede formularse asf: se supone que asumir la percepcion de color comomterpretante de las apariciones a, b, c, ... n, proporciona el' punto de vista(gro~~d) val id.o par~ reducir a unidad, de un modo legi timo, las mul tiplesapancicnes 0 impresiones en sl mismas, de modo tal que estas result en final-mente apariciones 0 impresiones de una estufa negra. La proposicion quehemos presentado como ejemplo ("esta estufa es negra") , considerada desdeel punto .d~ vista de ~u genesis categorial (0 sea, tal como eshecha posible pore1 acto logico de la mfe re nc l a y de las c a te go r ia s que la especifican) significaesto: "hay negrura, y esta negrura es Una estufa".De~pues de que Peirce proporciona la li st a de categorias que acabamosde senalar, muestra de que modo esta lista puede constituir la base de unat~orl~ general de los signos (semi6tica), la cual se ident ifi cara luego con laciencia l larnada tradicionalmente logica. De acuerdo a una def inicion por 10

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    SEMIOTICA Y FlLOSOFIAdemas clasica, la logica serfa la ciencia de las segundas "intenciones" aplicadasa las primeras.

    Las segundas intenciones -escribe Peiree- son los objetos del inte-lecto considerados como representaciones, Y las primeras intenciones ala que esos obje tos se apl ican son los obje tos de esas representacionesrnismas.

    Si nos atenemos a esta deflnic ion, a la l6gica incumben las segundas inten-clones. Pero esto no signi fica (yes esta la novedad que introduce Pei rce) quetenga que ver exclusivamente can los eorieeptos, en la medida en que losconceptos existen, por defmici6n, en re1aei6n al inte1eeto. Es cierto que todaslas segundas intenciones se refieren a un intelecto; pero esto es cierto en e1mismo sent ido en' que puede decirse que t od a s l a s c a s as , sin excepcion, existenen relacion al intelecto. Par eso, e1que algo exista en relacion al intelecto no esun caracter quedelimite 0defma una clase de entes a diferencia de los ot ros, yaque todos los entes a ent idades existen en relacion al intelecto. En consecuen-cia, no haee falta, para defmir la logica, especificar e1hecho de que los objetosde la logica (segundas mtenciones 0 representaciones) existen en relaci6n alintelecto.Pero existe otra distinci6n que es necesario establecer, que hace ala diferen-cia entre las representaciones a intenciones que son realmenteconceptos Yaquellas que 10son s610de un modo potencial. En e1primer caso, nos encontra-remos con representaciones realmente diruimicas; en e1segundo, con objetosque podrian convertirse en representaciones, en el caso de que el intelectolos perciba de esa manera, Peirce l lama sfmbolos internos a los obje tos delprimertipo, y sfmbolos extemos a los del segundo. Tomemos el caso, parejernplo, de una veleta de hierro en forma de gallo colocada encima de un te-cho para indicar 1a di reccion del viento ; tenemos un tfpico caso de "interpre-tante", esto es, de un objeto que puede funcionar como contenido de unarepresentaci6n intermedia ent re un re1acionado (e1 viento) y un corre lato (sudireccion). Un objeto de ese tipo es sin duda un sfmbolo externo, es decir,una "cosa" que puede desempefiar la funci6n de representar para un intelectoque esta en condiciones de ut il izarla aet ivamente para tal f in. La conclusionde esto es, pues, que 1a logica no se ocupa meramente de conceptos, sino detodos los posibles simbolos (internes, y por ende puestos en activ idad , 0 , se-gun la defmici6n t radicional , conceptos; y ademas de los sfmbolos extemos, 0sea, aqueUos que pueden activarse virtualmente). La logica, escribe Peirce,"trata acerca de la referenda de los simbolosen general a sus objetos", Entenda-mos aquf sfmbolo en 61 sentido, aun muy generico, de signo,o sea como "1 0 queesta en lugar de" lsupponit pro) segun la defmicion de los16gicos medievales. Pe-ro, en la medida en que cualquier objeto es potenclalmente un signo (0 sea,que el intelecto puede asumirlo en funci6n de BU estar en lugar de, 0 de Indicaralguna otra cosa; por ejemplo elgallo dehierro enlugar de la direcci6n del viento,que el indica), entonces podremos decir, en un sentido muy general, que 1a

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    l~gica es, la c iencia de todas las cosas en cuanto estas pueden funcionar comosignos . .Dicho de otra manera, 1~~6gicacoincide, sin residuos, con la semiotica,! lable~do hecho estas preclslOnesgenerales , debemos especificar ahoramejor cual es la natur~eza del signo; Pei rce desarrollaesta cuestion en el en-say? que estamos anal1Zatld,o, can referencia exclusiva a Ia teoria de las cate-gorras que acaba d~ const~. Es ~si que 1alista de las categonas proporcionala base ~ara una p~era clasificacion de los signos, Ante todo, todo el campode los signos se circunscr ibe a la tercera categoria interrnedia es decir a larepresentacion, El signo, en efeeto, es par su naturaleza mi;ma una ~ten-CIonsegunda y ~sto equivale a decir que los signos son representaciones. Pero elpr~b1ema ese~cia1 reside en la manera como las representaciones se ligan a sus?bJeto~, 0, dicho en los terminos de 1alogica tradic ional, la manera como lasmtenclO~es segun~s se relacionan con las primeras. Peirce explica esa manerapar las crrcunstanc~s c~ncretas, ya estudiadas por el, que producen la insercionde las t res categortas mtermedias (0 accidentes) ent re el ser y la sustaneia .Como y a .sabemos. estas circunstancias son el fundamento (ground) el corre-l~to y el mterpretante. Esto significa entonces que los signos son r~presenta-C1o~esdel modo en que e1 ser (Ia copula "es" como apertura de un espaciologico de dete~bilid~d infinita) reduce la sustancia a una unidad (sabemosque, la su~tancla es el simple acto de atenci6n que nos da Iamultiplieidad delas Impresiones). Ya hemos explicado que ese proceso de unificaci6n pasa port~es momentos: la referencia a un fundamento 0 ground (categoria de la cua-lidad), a un corre lato (categoria de Ia relacion) y a un interpretante (categoriade la represent~cion). Preguntemonos ahora: ~que tipo de objetos representa~ representac~on? Larespuesta a ello nos proporcionara la clasificacion de losSlgnosque buscabamos.1) La representaci6n se relaciona con sus objetos, 0 representa sus objeros~n referencia a un fundamento 0ground can prescindencia del correlato y delmterp~etante. Tendremos entonces una simple convergencia 0 adecuacion delos o~~etos en,,una cual~dado caracter comtin. Por ejemplo: larepresentacionde 1a negrura co?Io signo que unifica una multiplieidad. Peirce llama simula-eros (y mas tarde ~gJnos) a los signos de este tipo. En el plano logico corres-ponden alos terminos. '2) La representacion serelaciona con los objetos con referencia al fundamen-to y,a.l correlato, pero can omision del interpretante. Tendrernos entonces unarelacion 0 correspondencia de hecho entre dos objetos. Por ejemplu: un cartelen un muse~ con una flecha que indica la salida y la puerta de donde se sale delmuseo.O ble~: eI acto ~e ~dicar y lacosa indicada. 0 tambien eJ ejemplodel galle d~ hierro y la direccion del viento, y as! sucesivamente. Pei rce llama(nd~c~s a signos de esta. n.atural~za. E~ eJ~lan.0 lo~co, corresponden a las pro-posiotones (una proposicion, dice Peirce, indica siempre una relaci6n generalentr~ algo obj~to de la relaci6n y un correlato, que desempefian ell ella lasfunciones de sujeto y predicado).3) La representacion se relaciona con sus objetos con referencia al fundamen-t~, a. lcorrela to y tambien al interpretante. Tendremos entonces una relaciontOlidica donde la repre~entaci6n se relaciona con sus objetos por medic de otra

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    rerpresentacion. Por ejemplo, la relacion entre la palabra "homme" y un hom-bre real solo se hace posible por la representacion intermedia "hombre" enten-dido como animal terrestre, bipedo, racional, etcetera. Peirce nama s ignos gene-rales 0 simbolos a los signos de este tipo. En el plano de la 16gica, corres-ponden a los razonamientos (argumentaciones, silogisrnos).Tenemosasi tres categorias de signos: simulacros, indices y signos generaleso simbolos. La 16gica se ocupa especificamente de los ultimos. No seaplica demanera inmediata, dice Peirce, a los simulacros y a los indices, porque nopuede construirse ningun razonamiento disponiendo solamente de estas doscategonas, No obstante, la 16gica puede aplicarse indirectamente tambien aestos signos en-la medida en que estes son sfmbolos latentes. Mas precisamente:los simulacros son signos abstractos que pueden entrar en relacion primero canun correlato (dando lugar a una proposicion) y luego con un interpretante(dando lugar a un razonamiento). El principio logicoque preside la produccionde estos signos es el de la inferencia hipotetica (donde un predicado simplesustituye una multiplicidad, a la que otorga precisamente una signiftcacion uni-taria). Tal como Peirce observa en otrotex to, e lla corresponde al acto de la sen-saci6n, en el nivel fisiologico. La sensacion es, pues, un signa hipotetico quetiene la capacidad virtual de entrar en conexi6n con un correlato, estableciendocon el una correspondencia de hecho (cada vez que "hay negrura" preveemosla "estufa") y luego con un interpret ante que 10eleve ala categoria de verdade-ro sfmbolo (en cuyo caso la negrura se convierte en una representacion cons-ciente dentro de un razonamiento relativo a la cualidad-color de esta estufa).Los indices son, a su vez, signos abstractos que pueden entrar sucesivamenteen relacion con un interpretante . El principio 16gico que rige la producci6nde estos signos es el de la inferencia inductiva (por la cual se establece unacorrespondencia factica que se general iza en forma progresiva entre un rela-c ionado y un correlate) . En el plano fis io loglco, estos signos correspondena la formaci6n de los habitos y las costumbres. La relaci6n 0 corresponden-cia fact ica entre el co lor negro y la estufa (su calor, e tcetera) funciona como unsigno para nuestro comportamiento (habitos de conducta) en la medida en quenos acercamos a la estufa para calentarnos, sin formular por ello intelec-tualmente,o por medio de sfrnbolos 0 razonamientos, los motives "16gicos" denuestra conducta.Por ultimo, los sirnbolos sonsignos concretos, 0 signos generales, como di -ce Peirce, que comprenden simulacros e.indices, asf como tarnbien la relaci6nentre estes basada en un tercer elemento, que es precisamente el sfmbolomismo. Este nivel de anali si s equivale , en el plano fis iologico, a la atenci6n, yen el plano logico , a la inferencia deduct iva .que rige los argument os y razo-namientos. Todo razonarniento, por 10 tanto, exige la presencia de una repre-sentaci6n intermedia, y por ende de un sfrnbolo 0 signo general. En un razo-namiento, observa Peirce, las premisas forman una representaci6n de la conclu-sion, ya que indican el in terpretante del razonamiento mismo. Pero sabemosque las representaciones se relacionan con el obje to de tres maneras, 0 sea,con referencia al ground, al correlato 0 al interpretante. Esto correspon-de, como ya 10 expusimos, a las t res c1ases de signos que Peirce l lama simula-

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    eros, indices y sfrnbolos 0 signos generales. Se deduce de ello que las premisasde un razonamiento podnin representar la conclusion de tres maneras: propor-cionando un simulacra, un ind ice 0 un sfrnbolo de esa rnisma conclusion .EI primer caso se vincula con el razonamiento 0argumento hipotetico ("enla hip6tesis, escribe Peirce, se prueba algo similar a la conclusion, es decir, laspremisas constituyen un simulacro de la conclusion"). Par ejernplo: las papasque estan sobre la mesa son todasblancas; pero, entre las diversasbolsas que hayen la habi tacion, solo esta contiene papas blancas; por 10tanto, las papas queestan sobre la mesa fueron sacadas de esa bolsa. Como se ve, laspremisas uni -fican la multiplicidad en base a una hip6tesis cualitativa, y la conclusiones extrafda en base. al simulacro afirmado antes. EI segundo caso nos remite a trazonamiento 0 arzumento inductivo, donde las oremisas proporcionan unindice de Ia conclusion. Por ejemplo: estas papas fueron sacadas sucesivamentede esa bolsa; pero todas estas papas son blancas; por 10tanto, todas las papas delas bolsas son blancas. En este caso, las premisas rnaniflestan una corresponden-cia factica entre el hecho de haber side sacadas de la bolsa y el ser blancas yla conclusion se establece en base a esa relacion 0 fndice, El tercer caso corres-ponde al razonamiento 0 argumento deductivo, donde las prernisas represen-tan un simbolo 0 signo general que contiene la conclusion. Por ejemplo: todoslos vegetales contienen agua; y las papas son vegeta les; por 1 0 tanto, todaslas papas contienen agua. Lo cual equivale a decir: ya que los vegetales formanparte del conjunto "entes que contienen agua", y como las papas formanparte a su vez de los vegetales , por 10tanto laspapas tambien forman parte delsigna general que represents la totalidad de "los entes que contienen agua".Pero, de este modo, Pei rce desemboca, por otro camino, en la misma conclu-sion de su ensayo anterior sobre la cIasificaci6n de los argumentos, y por 1 0 tan-to tambien en su distinci6n de los tres principios fundament ales que rigen ladeduccion, la induccion y la hipotesis , principios que no consienten la exis-tencia de ningun otro tipo de inferencia 16gica posible.Semiosis y realidad

    Dos ordenes de cuestiones hacen particularmente problematicos los resulta-dos obtenidos por Peirce en sus dos primeros ensayos, El primer tipo de dificul-tad emana del encuent ro de Peirce con la 16gica de las relaciones de AugustusDe Morgan, del cual se inspire para dejar de otorgar privilegio a la tradicionalrelaci6n de sujeto-predicado. En segundo lugar (yes esto 10que aquf nos inte-resa), encontramos el problema, que ya recordamos, de las premisas primeras 0impresiones elementales sobre las cuales debfa apoyarse. la inferencia. Peirceacomete este problema en los tres ensayos citados, pero sus analisis son tanabundantes y tan 'grande la cantidad de desarrol los y puntas de vista, queno nos as posible anaIizarlas con detenimiento. Optaremos par limi tarnos aseguir el hilo del problema en el que ciframos nuestro interes central (Ia sernio-sis infmita), para 10cual busearemos, en el discurso peirciano, las huellas queconciemen directamente a esa cuesti6n.Como ya pudimos observar, el punta de partida inicial de Peirce consiste enun ataque a fondo contra la teoria de la intuici6n. Podemos intentar sinte tizar

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    sus argumentaciones de la siguiente rnanera. Antes que nada: una cosa es teneruna intuici6n, y otra muy di ferente es darse cuenta intuitivamente de habertenido una intuicion; pero i ,c6mo sabernos que hernos tenido una intuicion?l.Acaso po r i n tu i ci 6 n? Pero el problema reside en saber si existen las intuicio-nes y qu e son. l.Y si no tuvieramos la capacidad intui tiva de distinguir unaintuici6n de cualquier otro t ipo de conocimiento? Podemos creer, quiza, queposeemos esa capacidad, pero puede ocurr ir que no sea asI, Una gran cantidadde hechos prueban esto ultimo, y ningiin hecho positivo 10contradice, exceptonuestra mera conviccion subjetiva de haber tenido una intuicion. ASI,porejem-pia, los f ilosofos y los hombres en general no se han puesto nunca .dea~~erdoacerca de cuales son esas nociones que, segun unos U otros, serfan fntuitivas ycaenan por 10 tanto fuera de discusion. Ademas, no hay magistrado 0 psi-cologo que nosepa hasta que punto carecen de importancia los tes timonies so-bre un hecho cua lquiera de l cual se hubiera tenido conocimiento en forma in-mediata. El test igo, presionado por las circuns tancias, no sabe ya dis tinguir en-t re los heehos de que se ha infonnado di rectamente (0 de los que creehaberseenterado directamente) y las inferencias interpretat ivas que ha introducidoinconscientemente en ellos, Por otra parte, existen nociones, como par ejemplola de la tercera dimension de1espacio, que durante mucho tiempo fueronconsideradas como intui tivas, hasta que alguien, como por ejemplo Berkeley,nos demostro brillantemente 10contrario, En resumen, 10que decimos conocerpor intuicion consiste en realidad en un ~on?cimiento 10suf icie~~ernente fa-mi lia r como para no exigir de nosotros nmgun esfuerzo 0 reflexion. Algunosanos despues .Peirce va a extender estas crf ticas al concepto car tesiano de evi-dencia, para comprobar que terminamos intercambiando e1sentimiento psico-logico de la evidencia por un supuesto requisi to logico del conocimiento; pero,en verdad, no se dan conocimientos evidentes: 10 nnico que se nos presentacomo evidente es aquello que ya en e1pasado hernos ver if icado muchas veces,Dicho de otro modo, 10 que se nos present a ahora como evidente, intuit ivo,no fue en un comienzo ni intui tivo ni evidente ; la primera vez, debemos pro-curarnos ese conocimiento mediante una actividad mental, 0sea, mediante unainferencia en alguno de sus tres t ipos 0 1acombinaci6n de los tres, Un analisismas detaUado de algunos casos t ipicos muestra, ademas, que incluso los cono-cimientos que nos acostumbramos a considerar intuitivos derivan de unainferencia. Toda sensac ion, par e jemplo, no es en absoluto un da to elemen-tal y originario, sino un proceso de inferencias f is iologicas ( inconscientes) ;incluso e1conocimiento de nuestro yo der iva de larelacion con los otros yoesycan e l 1enguaje . Ni siquie ra el conoc imiento de nuest ros estados de animo sesubordina a una supues ta capacidad intui tiva de introspeccion, s ino, una vezmas, a una inferencia originada en las cosas 0 hechos externos. Aprendemos aser felices 0 a estar tristes , alegres 0 arnargados, a part ir del valor que damosa las cosas que nos circundan a part ir del hecho de que nos parezcan bel las afeas, agradables a desagradables, En resumen; la inferencia reemp1aza todo casede supuesta intuicion. .Pero la inferencia no puede concebirse como un acto ins tantdneo y absolu-to, como un cornienzo absoluto ;es por naturaleza relativa, 10 cual significa que26

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    el contenido cognoscit ivo de una infe rencia esta siempre de terminado parcontenidos cognoscf t ivos anteriores, "No se puede poseer ningun conocimien-to, dice. Peirce, que no este determinado par un. conocimiento anterior"(S .262); y, par ot ra parte, no exi ste ningiin conoci rnieii to que pue~a .no c?-nocerse." Se hace necesario entonces aceptar la tesis de una sene infinita( in fi n it e s er ie s ) de conocimientos, aun cuando ella pueda parecer paradojicc,a primera vista . La que conocemos y sabemos, 10 conocem?s y sabemos ~~rinferencia, no por intuicion. Pero inferir implica dinanuzar una relacionentre un hecho que no se conoce todavfa con ot ro heche que se conoce , de ta lmodo que toda inferencia supone un estado de conocimiento anter ior, y esteotro estado en una sene infinita." La mismo debe decirse del proceso delpenSamient~ .."El iinico pensamiento que puedeconocerse, e~cr~bePeirce, espensamiento en los signos (though( in signs). Pero un conoc irniento que nopueda conocerse no exi ste. Par eso, todo pensarniento debe existir neces~-riamente en los signos" (5.251). Dicho de ot ro modo: no podemos pensar smsignos. Pero, "de la propos icion de que todo pensamiento esun s igna, se der ivae1hecho de que todo pensarniento debe orientarse hacia algun otro pensamiern-to, ya que es esta la esenc ia de l signo", E l pensamientono puede acaecer "enun instante" como un acto de intuicion absoluto; requiere ti empo, Peroe llo e-quivale a decir "que todo pensamiento debe interpretarse en otro pensamiento,o que todo el pensamiento existe en los signos" (5.253) .

    La s consideraciones crfticas que hemos desarrollado hasta ahora fueron reosumidas por Peirce mismo en cuatro ordenes de consecuen~ias, expr~sad~s. ~elmodo siguiente: 1. nosot ros no poseemos ninguna capacidad de mt~clOn,s ino que todo pensamiento esta determinado logicamente por pensamientosprecedentes ; 2 . no tenemos ningiin poder deintrospecci6n . . sino _que,t?doconocimlento. del mundo interno se der iva, con un razonanuento hipotet ico,de nuestro conocimiento de los hechos externos; 3. no tenemos capacidadalguna de pensar sin signos; 4. no poseemos ningun concepto de 10 absolu-tamente incognoscible (5.265). Estas consecuenc ias abren el acceso a. tresgrandes campos de aplicacion que versan sobre a) el.concepto de realidad ;b) la naturaleza de los signos; c) la naturaleza del pensamiento.La demolic ion de l concepto de intuicion y e1 rechazo del concepto de "in-cognoscible" que le es correlative implican una revision profunda de los con-ceptos de realidad y de conocimiento. Segun la opinion comun, existen dosmodos de conocer : par aprehensi6n directa 0 por razonamiento 0 inferencia.Ademas el conocimiento const ituirfa una manera de aproximarse a las casas.7 Eseste el tema de la Question 6 del primer ensayo de 1868 que se titu la Whether a

    sign can have any meaning. i f by i ts definit ion it if the s ign of something absolipelyincognizable (5.254-257) (LPuede un signa tener algun significado, si por definicion esel signo de algo absolutamente incognoscible'i)8 En un manuscr ito que data de aliededor de 1897 acerca de la semiotica, Peirce ob-serva que el s igna represents el objeto y nos lnforma acerca .de Elstesolame~te si ~Iquerecibe la informacion tiene un conocimiento previo (acauatntancey del objeto rmsmo ;de 10contrario, no estamos frente a un verdadero signa (cf. 2.231-232).

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    entendidas como reales y aut6nomas respecto del proceso cognoscitivo mismo.En tercer lugar , el acto cognoscit ivo cumplir ia la funcion de ref lejar las cosastales como son. En otras palabras, el conocimiento lograna sucometido cuandopud iera refl eja r ve rdaderamente las cosas en su rea lidad; en ease contrarioel conocimiento produciria resultados erroneos e ilusorios . A la Iuz de las pre-misas de Peirce, es evidente que estos tres puntos de vista resultan insosteniblese inconsistentes, Sabemos ya que no existe un conocimiento basado en unaaprehension directa, sino que todo conocimiento es un acto de inferenciaque remite a una serie indefmida, a un proceso de comienzos, como tambiendice Pei rce . Para la opinion cornua, este modo de concebi r el conocimientoseria primeramente absurdo, y en segundo lugar, aun cuando no hubie ra ot roremedio que aceptar lo , implicarfa la desvalorizaci6n de todo acto de conoci-miento y la reducci6n a un relativismo esceptico, Peirce piensa precisamente 10contrario. La opini6n cormm pregunta: ino es acaso absurdo negar que elconocimiento tenga un comienzo defmido? Si elconoc imien to es un procesoque nos ret rotrae indeflnidamente hac ia a tras, ino hay que pensar en un cuan-do y un como de ese comienzo? iNo debemos admitir un punto depar tida, unaprimera aprehension de 1 a cosa, un dato simple y originario? Peirce responde:i ,que s ignifica "pr imera aprehensi6n" y "dato originario"? Se exprese 0 no estasupuesta primera aprehension, este supuesto dato originario 0esta premisa con-cebi~a como n:med~ta no podna menos que ser un predicado, 0 sea, 10quese dice 0 podna decirse de la cosa captada; perc, "ya que predicar una cosarespecto de otra equivale a establecer que la primera esun s igno dela segunda"(5.321), la premisa no sena ot ra cosa que un signo, el cua l, como todo signo,no haria mas que transmitir una informacion acerca de la cosa esto es no ha -r ia otra cosa que s ignificarla, t ransmitir su Significado, y de ~gUn mddo pre-sentarIa en su supuesto ser real en sf, En caso contrario, se sostiene que laa~rehension, 0 intuicion, 0 como quiera l lamarsela, presentan la cosa en 51misma; entonces, es precise explicar como es posible semejante milagro, comoes posible que la realidad se "filtre" en el conocimiento sic et simplicitery hace falt a expli car ademas que tipo de conoeimiento es un conoc imient~que no consiste en una relacion sino en Ia cosa en carne y hueso, tal como esy nada fuera de ella misma. Todo ella es, evidentemente, arbitrario, mister iosoe.incluso .con~r~dictorio. Si no es asf, sehace necesario admitir que la aprehen-sidn, la intuicion y otras cosas parecidas "significan" la cosa, y entoncesse hace n?cesario admi tir tambien un proceso de inferencia ent re signos quepor esencra no puede detenerseen un comienzo inmediato. Si se comprendehasta el fondo esta al ternativa, nos damos cuenta de que , si la s cosas ocurrie -ran como cree la opinion comnn, ningtin conocimiento vaIedero serfa posibleya que un conocimiento solo puede alcanzar a su objeto s ies un infer ir relativee inf~t~. Todo depen~e. ,de la cautelos~ separacion entre la realidad y elconocll111~ntoque la 0p1fl1oncomun considera como obvia y exenta de pro-blema. ~m e~b~~ga, 81_Io real y el conocer fueran dos universos separados ,no habna posibilidad nmguna de volver a ponerlo s en relac ion: el sentido co.rmin ~o sabe 10 que di~e . cuando apela a la intuic ion 0 a ot ros expedientes in-conscientemente metaffsicos, en el sentido degenerado de 1apalabra, La unica2 8

    PEIRCE

    manera de dar cuenta del acto eognoscit ivo consiste, por 10tanto, en reeonocerque la realidad y el conoeer se encuentran en un mismo universe, es decir,que "las cosas rea les, como dice Pe irce , son de natu raleza cogni tiva y por 10tanto signifi cat iva" (5.320): "10 que es cognoscible (cognizability) en susent ido mas amplio, y 10 que es (being) no son la rnisma cosa, meramente, ydesde un punto de vis ta metaffs ico, s ino terminos s inonimos" (5.257) . Lo cualimplica que la cosa no existe como un en sf antes y afuera del proceso de cono-c imiento, sino que el la misma exi ste en e l proceso de conocimiento, en un la r-go trayecto (long run). Esto, no obstante, es 10 mismo que decir que toda larealidad es un s igno, un proceso dinamico de signif lcados. La semiosis infinitano es una propiedad exdusiva del conocer sino ademas, y al mismo t iernpo,una propiedad de 10real.No hay duda de que afinnaciones dees te t ipo tendran para algunos una moles-ta resonancia "idealista". Pero a esto habrfa que responder que 10 verdade-ramente molesto es tener que repetir cosas que deberfan constituir, desdeHegel en adelante, una adquislcion mental comun (sin que esto comporte, porsupuesto, l a aceptac ion globa l del hegeli ani smo; nuestros problemas nacenincluso despues de Hegel,9 siempre que hay amos aprendido realrnente aHegel], Pero dejemos de lado todo intento polemico, para aclarar mejor elalcance del "idealismo" perciano. Escribe Peirce:

    . .. si el s ignificado de una palabra es el concepto que ella comunica,10 absolutamente incognoscible no tiene s ignificadoalguno porque nohay nmgun concepto que le corresponda. Es, por consiguiente, una pa-labra carente de signifi cado; y por 10 tanto, todo 10 que significa, pormedio de cualquier termino que sea, como "1 0 real", es cognoscible enalgun grado. (5 .310)

    Por 10 tanto, "real" es un signo, 0 sea, 10 que ll amamos "real" no es unamera "cosa", 0 un mero "hecho" colocado simple y umvocarnente mas a ll ade la cadena inf inita de las inferencias , sino que es, en cambio, un hecho inter-no, un Significado, de esa cadena. La real, como significado, se dir ige por 10t anto a un interpre tan te, e inc luso, en primer lugar, a ese inte rpretante que , aldecir de Peirce, es la mente 0 el pensamiento:

    .. no hay nada que exista en sf mismo en el sentido de que no esteen relaci6n con la mente , aunque las cosas Que estan en relaci6n exis-ten, sin ninguna duda, fuera de esa relaci6n. (5.311)9 Gadamer ha escri to: "la confrontacien can Hegel adquiere una significaclon funda-mental para elproblema hermeneutico, ya que ]a filosoffa hegeliana del espiritu pretenderealizar una mediacion total entre historia y presente, No debemos considerarla como unformalismo de la reflexlon, s ino que debemos atender a1 contenido mismo que esta enel centro de nuestros intereses , Hegel Ilevo hasta sus ult imas consecuencias la ret lexionsobre 1a dimension his torica en 13que reside el problema dela hermeneutica" (H. G. Ga-darner, Verita e metodo, Milano, Fabbri, 1972, p. 401).

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    SEM IOT 1CA Y F I LOSOF JA

    i ,En que sent ido las casas estan en r:laci6n can 1a ~e~te y sin embargoexisten independientemente de tal relacion? Hay que distinguir de~tro de lamente ~nt re el pensamiento como "mio" ," tuyo", etcetera, y 10 q~e Pel!~,ell~ael "pensamiento en general" ( th ou gh t in g en er a{ ). El pensamlent? . ~10 ,"tuyo", etcetera, es un pensamiento privado,afectado !atalmente. por Idiosincra-sias y errores. Como interpretantes encarnados, yo, tu y cualquier ?tra me~tesingular realizan esas inferencias interpretat ivas que no~ son pe~t ldas y asl~-nadas ("destinadas" , dice Peirce), e ignoramos de donde .pr?v; tene~ y haciadonde se dirigen. Estamos instalados en la cadena de la semiosis infinita, perte-,necemos a ella, y no ella a nosotros.l? Instalado e~ ellong run~ 1 0 que para mres 10real posee una posibilidad puramente hipotetica de traducirse en una afir-macion futura; el hecho de que esa traducci6n se e fe ctu e ~ se imponga nodepende de la totalidad de las informaciones 0 interpretaclOnes en ~roceso,sino d~1futuro del "pensamiento en general". A 61 pertenece 10 que Peirce lla-m a r a 1 a '' verdad publica" , a sea , 1 a verdad sin otros adjetivos, ya que ~o~uenunca se aflrmara ni repetira continuamente ni se reconocera como publica-mente verdaderopor el pensamiento en general es, [ustamente , mera verdadindividual, particularidad y error. Lo real, pues,

    es aquello que, tarde 0 temprano, desemb.oca en informac~6n 0 ra -zonamiento, y que es por 10 tanto independiente de los ?apnchos tu-yos 0 mfos, Asi, el verdadero origen del conce~~o de realidad mu~straque este concepto implica esencialmente la noclO.n de una. c?mumdad,sin lfmites definidos, y capaz de un acrecentamiento definido del co-nocimiento.

    La comunidad social humana en su totalidad es ~ep.osit~ri~, de este modo,en un futuro infmitamente lejano, de la verdad publica Ultima, con 1a.cualcoincide 10 que nosotros llamamos "1 0 real".l1 Esto e.s10 ~smo q~e decir quela realidad es un signo, e incluso, el conjunto complejo del i ndefi ni do p ro cesode la semiosis,Si 1 0 real es un signo, y reales en sentido propio son 1 .0 ~gnos en c~antovehfculos del significado en proceso, tambien es real el s ignificado socia l, 0

    10 Escribe Peirce: ". .. del mismo modo que decimos que un cuerpo esta en movimien-to , y no que e l movimien to e sta en e l c~e rpo, asftambien debet,t;os decir que estamosen el pensamiento, y no que los pensarruentos e stan en noso tros (5.289, nota) . No esnecesario subrayar la actualidad de esta afirmacion.11 Se sabe que Pei rce sostiene, fundandose en esto, que losuniveI8a1~ (generals) sonreales en e lmas a lto grado . Ya expuse en mi l ib ro Il p ragma t ismo amencano (Ban, La-terza, 1972, pp. 175 y S8.) de que modo debe ente nderse el '.'re~mo" de Peirc e, supredileccion por Duns Escoto encontra deOccam y todo el nominalismo.

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    sea, c ierto uso de los signos por parte de la comunidad 0 de las mentes (Peir-ce va a aclarar m a s ade1ante, a 1a Iuz de 1a gran pragmatica, que las mentesno son otra cosa que hdbitos de respuesta, es decir, actos interpretativos).La comunidad social humana, por 10 tanto, no hace o t t a cosa que traduci r ununiverso de hechos en un universo de signos dotados de significacion, siempreque se tenga en cuenta que tambien los hechos que encontramos en el puntode partida (la situacion "hlstorica" de cualquier intepretan te encarnado, elmodo "hermeneutico" de su existir) son signos a su vez, producidos por unaaetividad signico-interpretativa anterior, Pero esta reduccion total al "signo",a la semiosis inflnita, puede suscitar, pese a su coherencia formal, algunaperplejidad: l,acaso todo es signa? ~N0es esta una af irmac i on parado j ica y al finde cuentas inconsistente7 Si todo es signa, ~el concepto de signo no pierdeacaso toda posible connotacion, terminando par no signiftcar nada definido?La posibUidad de que surja esta perpJejidad se debe a un malentendido queconsiste en limitar elslgno a su sola dimension de signlflcado. La palabra "real"es, sin duda, un significado, Designa, como vimos, el publico acuerdo de lasmentes y por ende el conjunto de las respuestas sociales. Esto es valido, sinresiduos, para cualquier comunidad social dada. Sin embargo; aunque sea ciertoque "real" es un signi ficado, la aserclon inversa que podrfamos extraer (erro-neamente) de esa proposicton, a saber: que el significado es toda la real idad,no esverdadera ni Iogicamente vlilida. A este respecto, es precise tener presente1a distincion de los tres rasgos 0 propiedades de los signos que Peirce enuncia enel segundo de sus tres ensayos de 1868, distincion que consti tuye un progresoulterior y decisivo de su serni6tica.La primera propiedad de un signo es su cualidad material ( m at er ia l q u a-lity), 0 sea, 1 0 que un signo es por sl mismo, independientemente de su funcionde representacion respecto de la s cosas a las que sirve de signo, Puede designar-se Ill .cualidad como aquello de que esta hecho un signa (1 0 cual no es exacto,como veremos a continuacion), La segunda propiedad tiene que ver con la puraaplicacion de sefialamiento ( p ur e d emons tr a ti v e a pp li c at io n ) del signo; consisteen una "conexi6n real , ffsica, de un signa con su objeto, ya sea de un modoinmediato, ya sea por su vinculaci6n con otro signo". Hay, por ejemplo , unaconexion real y ffsica entre la vele ta de hierro encima del techo y elv iento quela.hace girar; tarnbien existe una vinculacion real entre un hombre real y su re-trato, aunque la vinculaci6n exista solamente gracias a la media cion de un signomental que asocia las caractensticas ffsicas de ambos (1acosa real y la cosarepresentada) pese a sus muchas e incluso radicales diferencias. Ahora bien,como observa Peirce,

    la funci6n representa tiva de un signo no reside en socual idad mate-rial ni en su pura aplicaci6n de sefialamiento, porque la fund6n repre-sentativa tiene que ver con algo que el signo es no en sf mismo 0 en sumera relacion real con el objeto sino en r elac ion c on ( po r] u n pe ns a-miento; en efecto, lasdos propiedades que hemos definido hasta ahorapertenecen a1 signa independientemente de su orientacion hacia unpensamiento.31

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    Toda cosa, como se deduce de este parrafo, cualesquiera sean sus caractens-t icas, es pontencialmente un s igno. Si tomamos Una ser ie de cosas que poseenciertas cualidades y las ponemos en relaci6n ffs icamente con otra serie de co-sas, te rmino a te rmino, veremos enseguida que las primeras se vuelven aptaspara conv~rt irse en signos de las segundas (5.287).12 Por supuesto que no setrata de signos reales (actually signs) sino solo de signos potenciales. Solo seconvie~en en. sig.nos reales cuando adquieren la tercera propiedad del signo, va-le decir , el sIgnif icado (meaning); solo el significado hace que un signo sea"representativo", 0 sea, hace de el un signo real y concreto. Pero lcoma de"bemos entender el signif icado? No es una propiedad "real 0 fisica" del signa,s ino una capacidad s imbolico-racional que le es intrfnseca, El signif icado no esuna "cosa" y no se hal la en las cosas; se coloca , mas bien, entre las cosas; es elsuyo un "ser-entre" (betweeness). l,Entre que cosas? Podriamos responderque entre las cuaUdades y los hechos, en lamedida en que extrae de ambos lasconexiones posibles 0 de hecho y los eleva a la categoria de Signo general 0Simbolo de esas mismas conexiones. Pero lcomo emerge de hecho el significa-do de un universe de cualidades y hechos que en SI mismos son meramente sig-nos 0 significados puramente virtuales? Si nos atenemos a lagran pragmatica, sepuede responder que el s ignificado surge cuando la relacion entre cualidades yhechos se traduce en una respuesta efectiva, 0 sea, en un Mbito de respuestaen un comportamiento que encarna, como ta l, una forma deflnida de inferen-c ia . Por ejemplo: la v ista del bibe r6n es para el nillo signo del inminente suml-nist.ro de .al~ento; e st o s e e v td en c r a en cuanto el nifio, con su comportamiento

    de lll1paclencla, mues tre que ha comprendido la conexi6n real de la cualidadmate rial de l biber6n can e l objeto al imento; s610 a part ir de ese momento, esacualidad material y es a pura aplicaci6n de mostraci6n 0 seiialamiento dejan dese r para el nifio propiedades signicas potenciales para convertirse en realidadessignicas efectivas. La palabra "significado" no designa otra COSaque no sea esepasaje efect ivo (y no una "cosa" diferente yulterior respecto de las cualidadesy los hechos) , y , por consiguiente, la animaci6n s imb6Hca de las cualidades 0sea, su utilizaci6n en un proceso de inferencias. 'Entendamos por esto que cualidades y hechos sevuelven tales para nosotros(es decir, cualidades definidas y hechos deflnidos) solamente cuando adquierenforma de significados; 8610entonces los percibimos practicameme y podemosreconocerlos y designarlos mediante signos intelectuales 0 convencionales.Pero esta traducci6n efectiva en la forma del significado, es decir, esta imposibi-

    lidad nuestra de referirnos a cualidades 0 hechos de otro modo que no sea "poruna representaci6n simbolica", y por ende, acogiendo cualidades y hechoscomo si estuvieran inser tos desde s iempre en un area del signif icado, no tiene elsentido de una reduccion de 1 a realtdad total al Significado, 10 cual serfatotalmente err6neo. Si bien es cierto que en todos nuestros actos de intelecci6n,

    12 Un. ejemplo de Peirce .e8 que un girasol , que podria volverss hipotet icamente haciaotro gJt2So1cuando este Ult imo se da vueua en diIeccion al Sol, se volveria signa delacto de darse vuelta del segundo. .

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    ya sea que seexpresen 0 no pOI media de sirnbolos i.Rte.l~ctual~s,manifestamo~nuestra inserci6n total en el area del Significado, tarnbien es .cle~? que la P?SI -bilidad de es a inse r c ion depende de la no-coincidencia de pnnctpio ~e esa ar;ade los signi ficados can la tota lidad de 10 real. P~:fras~ando ~?a celebre for-mula de Ari stote les, podemos dec ir que en Peirce real se u~il i~a de dos mo-dos: en el sentldo de l signi ficado (real, por 10tanto,. es un s ignificado), perotarnbien en el sentido de la cua lidad y el hecho (cualldades y ~echos son rea -Ies , de a lgun modo, antes de ser signif icados , 0 sea,.antes .de insertarse en elarea de los significados), De ta l modo que es necesano. decir ~ue las ~respro-piedades de los signos son, a l mismo t iempo, corre l~t lvas e irreduct ibles. Lacua lidad mate rial , t anto como la categoria de la cua lidad, que t r.at amos en sumomento no es por SI misma nada determinado, Podemos decir , en.verdad,que la cdalidad mate rial de la pa labra "hombre" consiste en. esas seis l~trasdispuestas en un orden preciso; pero el ejemplo, co~o cualqU1e~otro pos l~le,asume ya un s igna realmente dinamico, y no la cual:dad de ~n signo pot~nclal.La cualidad en sf esun posible (por ejemplo: un pos ible matiz de color , sm quese precise cual; pero al decir "color" y "matiz" ya ~edice deI?asiado) y nadamas. Lo mismo puede decirse de l~ capacida~ de senal~: del SlgnO:.es la meraposibilidad de una conexi6n y no esta 0 aquella conexion. Las c1!alldades y lasconexiones se de terminan solamente den tro de la terce ra prople~d, .l a pro-piedad del significado, aunque no seresuelvan enteramente en el significado.Peirce hubo de decirnos que este fu~. p recis~ent? el err;?r ~e ,~egel, ~ sea:haber pretendido reduc ir a la mediacion, a la sintesis (a la razon !oda inrnediatez de la tesis y la antftesis, de tal suerte que loreal en sentido ~caba~~terminaba por coincidir, sin residue alguno, con e l signi~cado raClO?~.El problema que surge aquf nos remite a las tres categor ias faneroscopicasde Peirce. Antes de referi rnos a e lla s, debemos ocupamos ~un de la te rce raaplicaci6n que se der iva de las cuatro consecuencias que habiamos enumeradot sto es de como debe entenderse la naturaleza del hombre, una ve zan es, e , h b . talque se ha ac1arado cual es la naturaleza del.signa. El .om re es un signo: e~la tesis, ya conoc ida por nosot ros, que Pence e?unc13ba en 1~66-7 y que retoma y profundiza, con las mismas argumentacl.ones y exp~eslOnes , en 1868.Sin embargo, ser un signo no significa, como V1ll10S, reducir la cosa (en .est~caso el hombre) solamente al parametro del s ignificado, aun eua~do el sigru-f icado sea, s in lugar a dudas , la propiedad predominan~~ de todo s igno ( 1 ? que10 hace realmente representat ivo) y por 10tanto tambien del hombre rmsmo.Pei rce se empefia en demostrar de que manera en ese signo que es el ho~?rese dan cualidades materiales y puras funciones de sefialamiento 0mostracion.Encontramos tres elementos en la conciencia, 0 en el pensarniento :

    en primer lugar, la funci6n representat iva que hace del pensamie~touna representaci6n (representation); en segundo lugar, la pura apl~~a-ci6n denotat iva 0 conexion real, que pone un pensarniento en relacion

    13 C.A. San tu r c ci ,P e ir c e, Hege l e f a dottrina del le categorie , pp. 974 y 55.

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    (relation) con otro; en tercer Iugar , la cualidad material , 0 la sensibili-dad del pensamiento, que da a este su cualidad (quality) (5.290).A ,ca~ uno d~ estes tres elementos (que no son otra cosa que las tres ca-tegonas mtennedias de 1867) corresponde un acto de infereneia , una mentalactlO~; a la repr~~entaci6n corresponde la comprensi6n (understanding), a larelacI~n, la aten~lOn (attenti?n), ala. cualidad, la sensacion (sensation) (5.298),es decIr.' respectivaments Ia lnferencla deductiva, inductiva e hipotetica, En el

    pensamienro, no hay nada semejante a una "primera Irnpreslon de los sentidos"(5.291 )'. ni nada que separezca a Imageries Simplesconvertidas luego en cornpues.tas en vir tud de una supues ta asociaci6n. Imagenes asociaciones etcetera sonpur~s f icci~nes , rudos intentos de explicaci6n can 'que el empir is rno de t~daslas epocas mtenta en vano dar cuenta de la experienc ia y de las casas que sepresentan en ella considerando como vaIidos los prejuicios del sentido corminque .recordabamos antes . Como cualquier otra realidad, tarnbien e1hombre esun. Slgn~, de tal mod? que, en ult ima ins tancia, es I icito afirrnar que e1hombrese ldentifiea con ese signo peculiar que es para 61e11enguaje.

    Hemos vi sto -d ice Pei rce- que e l contenido de conciencia la enteramanifestacion fenomenal (phenomenal) de la rnente+? es un signo quere~l~a .de una inferencia. Por ello, si nos atenemosa nuestro segundopnncipio que decfa que 10 absolutamente incognoscible no existe det~ ~odo que la manif~s taci6n fenomenal deuna sus tancia es la sus tan-CIa, debemos deducir que la mente es un signo que se desarroUadeacuerdo a las leyes de la inferencia. ; .Que es 10 que diferencia a un hom-b.rede una palabra? Hay u~ diferencia, s in duda, Las cualidade.s mate-~~es, las fue~zas que constItuyen la pura apllcacion denotativa y el sig-nifICado.?el signo humano son, por igual, extremadamente complicadosen f:l ac lOn con los de 1 a palabra. Sin embargo, esas diferencias son s610relativas, (5.313)En la sus tancia, " la palabra 0 e1s igno que usa e1hombre es e1hombre mis-mo" (5.314). En efeeto, todo pensamiento es un signo, e incluso, un signo

    14 Peirce habia eseri to que "everything which is present to us is a phenomennt mani-festation of ourselves" ( todo 10que se nos haee present s es una manifest ac ion fenome-nal de nosotros mismos) (5.283).15 Peirce va a corregir esta posicion tres ailos despues: Ia sustancia no Beagota totalmen-t e en su aparece r fenomenico, a sea , en la representacion de un pensamiento-signo comosu interpretante; es~ademas, Ia regla de sus apariciones , la ley del aparecer, Esa ley, ques : encarna en los habitos y conductas , e s l a esenc ia de la cosa; el realismo de Peirce ra-~ca. en esa ley en general, Esta eorreeci~n .de~isiva, s~ la cual la teoria pra!pTIaticadelsignificado no babrfa Side 10que fue y m siquiera hubiera podido exist ir esta contenidaen los.largos c~me~taxias crjticos de la obra de Berkeley de la edicion Fr~er ("The NorthArnencan, Review", N 113, oct . 1871, pp. 449-72; 8.7-38), tan injustamente olvidadahoy en dfa . James y otros pasaron par alto la comprension de esta art iculacion esencialde la cadena argurnentat iva del pragmatisme (cf. n prasmatismo americano pp 186-8 Y359-72). ' .

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    extemo, hasta e1 p unto de que el hombre mismo es "un signo extemo", Enotras palabras, " rni lenguaje es la surna total de mf mismo", si considero al horn-bre bajo e1aspecto del s ignificado y no como organismo animal 0 fuerza bruta(5.315). Esto equivale a conside rar, al -hombrebajooel punto de vista de BUrealidad Ult ima , l a cua l, como sabemos, "depende de la decision ul tima de lacomunidad", 0 sea , de "ese estado idea l de informac ion comple ta" que es elmodo en que toda realidad se conoee adecuadamente (siendo imposible que no10 sea adecuadamente), E l pensamiento, Ia naturaleza significativa del hombre(y, por analogfa, el significado de la palabra, del1enguaje como ':~uma t?tal"del hombre), son, pues, "aquello que es en vir tud de sU.Orientaclon, hacia unpensamiento futuro identico en su valor aunque mas desarrolladu '. De esemodo, la existencia del pensamiento actual, el s ignificado del hombre actual,dependen de 10que estes van a de.venirde ahoraen adelante; t ienen solament.euna existencia potencial , "que depende del pensamiento futuro de la comuru-dad" (5.316).

    E l hombre tornado en su individua lidad, en su ex istenc ia ai sl ada semanifies ta solamente por medio de la ignorancia y el error; y en la me-dida en que no esnada separado de sus congeneres, 0aparte de 10 que e ly ellos deben ser, es solarnente una negacion. Esto es elhombre,

    " ... proud man,Most ignorant of what he' s most assuredHis glassy essence"(hombre soberbio, tanto mas ignorante cuanto m as seguro 10hace sen-tirse su esencia vitrea) (5.317).

    Faner o sc opi a , s em i o ti ca , c o smo l og iaGuiandose por 1atransparencia de las tres categor ias intermedias de 1867,Peirce e1abora, como vimos , 10 que podrernosI lamar suprimera serni~tica.Esta esta marcada por dos adquisiciones fundamentales. La primera concrernela clasificaci6n de los signos desde e1punto de vista de su modo de relacionarsecon los objetos, 0 de representarios (simulacros, indices y sfmbolos 0 signosgenerales); 1asegunda tiene que ver con el analisis de la naturaleza del signoy eldescubrimiento de sus propiedades (cualidad material, pura aplicacion de mos-tracion y signif icado) . Pero ya hemos observado que estas propiedades corres-ponden a su vez a las tres categorfas intermedias y este resultado complicabas tante la s ituacion general de la primera semiotlca. Desde entonces, Peircese da cuenta de que e1signa es por esencia una relacion triadica:

    Un signo -escr ibe- posee, de este modo, tres referencias: en primerlugar , es un signo para u,n pensamiento que l~ inte~reta; en segundo_lu-gar, e sun signo que esta en lugar (for) de algun objeto al cual,es equrva-lente, en ese pensamiento; en tercer lugar , esun signo en algun aspectoo cualidad, que 10 pone en conexion con sus objetos (5.283)

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    S610 muchos anos despues Peirce desarrollara plenamente la significaci6nde la relacion t riadica del signo, que constituye 10que podemos llamar su se -gunda semi6ti ca. Pero, antes de esta ac laraci6n de su madurez, va a e laborarlos temas de su faneroscopfa 0 fenornenologfa; llega a esta Uevado claramentepor los resultados de los tres ensayos de 1868 y por eIperfeccionamiento pos-terior de 1a teona pragmat ica del significado entre los alios 1873 y 1878}6Fue sobre todo eI tema de 1asemiosis infini ta (cuyo desa rrollo habia puestoen crisis " la nueva lista de categorias" de 1867) eI que 10Ilevd ala fenorneno-logfa; hablamos de la crisis de las categorias de 1867 en el sentido de que elrechazo de las impresiones element ales y de la existencia de primeras prerni-sas absolutas, rechazo motivado por la reducci6n de la creencia a una supuestafacultad intuitive, implic6 el abandono de la categorfa de sustancia: de lasustancia entendida como pura presencia que denota un dato multiple de im-presiones elementales, Toda presencia es, en realidad, una inferencia s igntcaque remite a otras inferencias. Algo se da, sin embargo, en la presencia porinferencia, aun cuando no se trate de una sustancia ni de la multiplicidadque Ia caracteriza. Lo que se da es esa "cualidad" (que tiene su correlato enla cualidad material del s igno) que es la posibilidad pura y originaria del acto deinferencia y, en tal sentido, un modo de ser de la realidad (la eual es a su vezs igno en un triple sentido). Puede decirse 10 mismo de la "relaci6n", de modoque es dable observar que las t res categorias que habiamos designado comointermedias "estallan" mas alla del limite que les habfa sido asignado en elcuadro de 1867, absorbiendo en si la s dos categorias extremas de la sustanciay el se r. El desarrollo interne de la semi6tica l leva, pues, a Pei rce a revisar suteonade las categorias ya plantea rse nuevamente el problema de su origen;la funci6n de las categorfas no puede defmirse ya en terminos kantianos y tra-dicionales como unificacion de un data multiple de impresiones sensibles. AIrevisar ex n ov o este problema, Peirce l leva a termino la superaci6nde Ia con-cepci6n, ya sea formal 0 t rascendental , de la logica, que e l habfa previsto yacuando habfa adoptado un principia peculiar que gobernarfa Ia clasificacionde los argumentos (este principio rector, como se' recordara, se especif ica enlas tres fonnas de inferencia reeordadas aqui muehas veces). La contraposicionde las dos elaboraciones tradicionales de la logica, esto es, la elaboracion for-mal y Iatrascendental, essolamente aparente. En realidad, ambas concepcionessobreentienden la sustancia entendida como esa realidad, esa re s e x tr a m en te m ,de la que se predica algo (que es la via del norninali smo), a como ese ac to de lapura subjetividadque contiene en sf las funciones formaIes a priori , y por tantolas condiciones trascendentaJes, de la objetividad (que es Ia via del conceptua-lismo: la posic ion de Kant, escribio Pe irce, no es otra cosa que la posic ion delconceptualismo) . En ambos casas, se considera que la "presencia" es "1 0 con-creto" , la premisa ult ima (sobre todo en eldesarrollo " idealista" de Kant), y nocomo la pura posibi lidad s ignica encadenada en un juego de reenvfo triadicocan la relacion y la mediac i6n compleja de 1asemiosis infinita . Habia que en-

    16 Ci.Il pragmatismo amerloano. pp.188.210.

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    contrar un nuevo camino entre estos dos extremos (aparentes) del sustancialis-mo, y Peirce 10encontro en la faneroscopia.No nos es posible afronta r aqui e l complejo problema de la faneroscopiapeirc iana , cuya elaboracion, como suele ocurrir en ot ros dominios tambienestudiados par Peirce, es sumamente fragment aria y exenta de univocidad.Limitemonos a observar que la natura leza de esta disciplina oscil a, de un mo-do carac terfstico, entre los dos polos consti tuidos par una parte par una teo-ria de las puras condiciones forrnales del caracter relacional del signa y par otrapor una teoria de los aspectos categoriales ult imos de 10real entendido en sen-t ido amplio (no de 10real en cuanto des igna 10que es"existente" ;es ta ult imacategor ia es solo uno de los aspectos part icula res del problema). Un mismocaracter oscilante presenta la definicion del/aner6n a fenomeno; es " la total i-dad colectiva de todo 10 que de algun modo 0 en algun sentido se presenta a Iamente, con total prescindencia del hecho de que corresponda a no a algorea l" (1.284). i,D6nde cae el acento en esta definicion? i,En que el fenorne-no sea "la totalidad colectlva" 0 en que se "presente a la mente"? Par otraparte, e l concepto de total idad (no "colectiva", sin embargo, sino "posit i-va") es util izado, en ot ro texto, pa ra describi r so1amente 1 a primera de las"tres categorfas de elementos no descomponibles" que encontramos en elfaneron, es decir, la categorfa de esos elementos que "son simpleme?te ypos it ivarnente totales", que dif ieren de la categorfa de elementos "que impli-can dependencia y no combinaci6n", y, ademas, de la de los elementos que"implican cornbinacion" (1.299). Lo que es permanente, de todas maneras,es la na turaleza de las t res categorfas fanerosc6picas, aun cuando Peirce lasextra iga much as veces de consideraciones que se originan tanto en la logicamatematica a en la 16gica de las re laciones como en la semi6ti ca, 0 la puraobservacion abstracta de las cualidades que componen el/eeling (sentimiento),etcetera.1? Las tres categorfas faneroscopicas (Prima, S ec un da , T er ti a; 1a pri-meridad [Firstness], la secundidad (Secondness), la terceridad {Thirdness]; rno-nadas, dfadas, poHadas; cualidad, heche, ley; sentimiento, sensacion, represen-tacion, etcetera) ensenan, pese a sus diferentes puntos de vis ta, una verdad general que no es fac il expresar y que es no obstante, dice Pe irce, de una impor-tancia decis iva para la f ilosofia. Quisiera traducir aquf l ibremente y a mi mane-ra esta verdad, y reemplazar la complejidad del discurso peirciano, fructuosadesde un punto de vista teoretico, por una consideracion s imple del conjuntode este discurso, que va a ser util , tal vez, para introducirnos al problema.

    Hemos vi sto de que modo eJ concepto comun de realidad se transforma yse radicaliza bajo el impulso del tema de la semiosis inflnita; las opiniones,ingenuas 0 naturalistas, del ast llamado "buen sentido" se revelan insosteniblesy exigen uriacorrecci6n. La modif icaci6n esencial que hay que inf ligirles , ami parecer, consiste en que no podemos referirnos al "mundo", a sus "co-sas", y ni siquiera a nosotros mismos, si no es por intermedio de una rela-cionsignica y de la signi ficac ion que ella vehicula ; nosotros mismos somas17 Peirce recuerda tambien haber intentado una clasificaci6n segnn Ia forma y otra ba-sada en 1a materia, pero dice haber encontrado en la segunda dificultades insuperables,y superiores a SU S fuerzas (1.288).

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    parte, como interpretantes encarnados, de esta relaei6n entre signos E1mundolas cosas, y en general el objeto al cual se ref iere la relacion 8ignica' esta impli-cado, por 10 tanto, y nosot ros con 1 5 1 , en una cadena de interpretaci~nes infmi~t .as, de tal s~erte que ~oda referenda" ignorante 0 candida, a una supuesta rea-lidad extra mterpretatlOnem es dogmatica y esta destmada al fraeaso 18 P . 1hecho de que !a .natu~aleza de la realidad sea, como dice Peirce, cOgni'tiva;r~~r~?tanto, "en ultima mstancia, hermeneut ica, no significa que es a naturaleza.de~~nda de noso~ros de nuestra libre decision de interpretantes; tampoeoslgmflC~que el ca~acter herrneneutico reproduzca toda la realidad. Junto con~ato~alidad del u~lverso hermeneutieo, junto can 1atrama total de la semios ismfi~l~a ~ue con~;ltuye el campo de las inferencias "raciona1es" 0 e1campo delo~ significados ,se establece para nosotros y en nosotros el espacio de 10 quePeirce llama: ~nun.par~erminoj.ogico qu~ el no olvida nunca, cualidad y hecho ;yque yoqulslera. s~tet l

    18 En 10 que hace a las consecuenci l'ti . naturaleza, compete a cada uno el tr:~!Od~ lm~aSa'':~l~as'let~etde.r~'ddealunaosicion de estab bl I' o-.arse as ill IV] U mente ' pero espror:f1e~2~~ e que aSI 10 haga descubra que Nietzsche, antes que el, 10 pr~edio en est;19Para la "distancia", cf, el parrafo 2 (Signo y distanciay del capitulo quinto.

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    Pero incluso esta nueva relaci6n s ignica manifies ta tambien e indica, siempre,1 0 otro del significado que expresa, que expresa no obstante tambien y siemprecomo un significado ulter ior; y as! sucesiva rnente . En este proceso se abreperihanentemente e l sentido ultimo de . Ii i expresion "serniosis infinita", quehemos puestoen-el centro de 1aatencion en e1presente escrito.Es arduo y complejo el problema de saber cuales son las implicaciones ult i-mas de este proceso (que par otra parte en el discurso de Peirce son mas im-phcitas que explfci tas) , Problematico sobre todo es saber cual ese1"campo" enque esa pregunta debe plantearse y examinarse. S 6 1 0 p od er no s decir , a propo-sito de este "campo" (0 de este "horlzonte"),20 que a e l se l l eg a j u st a rn ent e aparti r de la r el ac i cn s fg ni ca , como aquel lo que cont iene el objeto, e1 Interpre-tante y su acontece r como signos sign if ican tes .F ' Esta naturaleza e sp ec ff ic a, e s-te caracter ma s radicalmente originario de la r el ac io n s ig ni ca es 10 que haceque esta, tomada en la unidad dinamica de sus elementos (0 sea, como procesode semiosis infmita) este a caballo entre los lfmites de 1ametaffsica, 0, si seprefiere, de 1aratio filos6fiea, y un nuevo horizonte al que alude, Siqueremosut ili zar una vez mas una sugerencia de Pe irce , podemos suponer que el nuevohorizonte aludido es elde l a c o smo lo g ia ; una cosmologia no metafisica, porsupues to , y tampoco cientif ica, por la misma razon (en el sentido corriente delterminoy suponiendo que pueda existir una cosmologfa "cientffica" 0que ten-ga sentido hablar de algo semejante), Peirce escribi6 que, en el caso de que exis-ta la poslbi lidad de explicar adecuadamente la inferencia, esta se vincula cier-tamente con "una f :t losofia general del universo" (2.690)~2 Esto signiflca quevamos a pader multiplicar indefinidamente nuestros analisis sernioticos, alcan-zar suti lezas formales en un "[uego de habil idad" combinatoria (como 10 diceel mismo Peirce en el_parrafo citado) cuya posibilidad no pudo suponer nuncala historia de la 16gica(salvo, quiza, Leibniz y algunos otros); pero todo ello nonos bastara para dar un solo paso hacia la comprens i6n 0 solucion del secretode 1a Inferencia, Este secreto no c o no ie r ri e, s eg un dice Peirce, la posibilidad delos juicios sinteticos a priori, tal como Kant pos tulabaerr6neamente, s ino engeneral y de una manera mas originaria la posibilidad del surgimiento mismo deun interpretante, de una mediaci6n signica que cumpla a l mismo tiernpo una:doble operacion: por un lado, reunir la s cualidades y los hechos elevandolos, envlrtud de la inferencia, a lajerarqufa del significado; por otro, la de estab1ecer 0

    2! J Acerca del cardcte r central del concepto de "horizonte"para la hermeneut ica, c f' ,H. G, Gadamer, Veritd e metodo, pp. 352 y ss.21 Para las diversasacepciones y dis tinciones de los conceptos de objeto e interpretan-te en Peirce, y en relacion a los actuales desarrollos de la sernictica, cf. U. Eco, Pe ir ce andContemporary Seman ties, in "Versus" NO 15 (dedicado a Peirce), sept-die, de 1976.Son partlcularmente importantes, en este ensayo, las conclusiones acerca de 1a"unlimi-ted semiotles' y e1caracter diacrenlco del interpretante peirciano,22 cr . mi comunicacion A I le o r ig in i deli'empirismo c on te mp or dn eo : i nfe re nz a, c os mo -logio e dialettica in Peirce, in Atti del XXIV Congreso Nazionale di Filosofia, L :Aquila,1973, Roma, 1974, pp. 147-54.

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    ~ac: r, ernerger las cualidades y los hechos como los ingredientes mismos delsignificado, sus part: s componentes u objetos significa tivos,23 Ahara bien:no podemos p e ns ar J unt as estas dos operaciones, as i como no podemos con-cebir aI ,~smo t iernpo, 0 representarnos a la vez Y de un modo distinto elacontecllTI1:nto Y,el significado; y no s610se trata de la imposibilidad de pen-sarlos al nusrno ~lempo sino que no podemos tampoco representarnos una deest,as dos opera ciones sin exigir tambien la otra,24 Por eso, en terminos deP:Hr~e, no podemoselaborar una semiotica (una teoria general de la relacionslg~ca Y de la semiosis infinita) sin que al mismo tiempo ello no nos orientehacia una cosrnologfa ("filosoffa general del universe").

    Peirce se esforzo por actuar en ambos frentes, y a pesar de lo que podrfarnosl iamar de mo~o, algo burdo, el fracaso de su obra, su ejemplo eshoy signiflcati-vo de la duplic~da,d de_.~QrizQntes de,su_bUsqueda,que.espoI un.ladn.punti-l losamente. senu6t1~a e incluso fanat ica en e1modo de persegui r s is temati -camente ctertas suti lezas pequenas Y formales, y por otro lado conseiente delaIcance, general,. "fIlos6fico", "cosmclogleo=, del problema. Sin duda, Ia fane-roscopia fue el ms!ru~ento can elc~~l Pei rce seesforzo por penet rar a lmismotiernpo en los dos ambitos (de 1asenuotica y de 1acosmologia) tratando de uni-ficarlas pese a su radical diferencia.P Intentaba, de ese modo, ir desde la

    23 Para los objetos como partes componentes del objeto ("objeto complejo"), cf, 2.230,24 ~ar~,esta implfcita conexio~ "dial~c~ca", que no debe entenderse en sentldo "in-clUSIVOy por consiguiente segun la dialectica hegeliana, cf. parrafo 1 del cap III sobreFoucault. '2S las .categorias 8emiotic~s adqui~ren, como se sabe, una "Valencia" cosmologica en elpensarruento maduro de Peirce, As! , por ejemplo, si laFirstness (prirneridad) designa el"c0l!cepto, de ser 0 existu independientemente de toda otra cosa", es decir , e lcudl, lacua!i~~d simple ~ mer~~;nte potencial, "no cualquier cosa que existe sino una simple?oslbilid~d d.e ,eXJs~e~cla. ' desde el punto de vista cosmolo'gico ello corresponde a laindeterminaeion ongI~ana (1.409) a. al "caos de la sensibilidad impersonal" (6:33).En e lp lano opuesto, sr la Thirdness (terceridad) designa el "concepto de lamediacio.il;'de la Ie?" dela conduct~, d:~de elpunto de vistacosmplogico corresponde al increment~progresivo de la generalizacion, del orden, de las costumbres (a traves de laSecondnesso segundidad, por supuesto, que ~esil?!a la relacion, eI,contraste , la exlsteacia, e l mereheeho). N~hay d~~. d~que Ia aplicacidn d~lascategorfas faneroscopicas a laclasiflcacionde las relaclones triadicas de lossIgI10s es mas fructuosa. Tomandocomo punto de artidala defmi~ion del signa como "algo que esta para alguien, por otra cosa en algtin ! 'spectoo capacidad", Peirce define el "a lgo" (0 sea , 10 que funciona com; s igno) como unre~resentamen; ll~a_ objeto a lac~sa s igni fic~a pbr e lre[!!! .sentamen; e1"alguien" paraqu!en Ia C05a que}I~lfica e~,den~m~ado por el como interpretante (pe ro no hay que en-gana rse con e1 tennmo de a lgu len ,ya que e l interp re tante no esnecesa riamente unapersona 0,~n "pe~samient.o"; debe asumirse exclusivamente el mero punto de vista deillpun fun~lon Slgruca del SlgnO; la "conciencia" 0 e l "pensamien to" no expl ic an por 10tanto" el mterpr~tan!e, e l cual es una funclon signica y no una "cosa" sinoprec~amenteal reves; en los t~nn,mos de Foucault, como veremos en el capitulo m de esta obm el' _terpretante esmas bien un ' 'puesto' ', un "Iugar" ideal)_ Ahora bien: lostrespolosd; la:-40

    PEIRCEfaneroscopia hacia la semiotica y luego, desde esta ultima hacia la cosmologia,entendida como la verdad Ult ima de la semiot ica , Pero ese i tinerario se volv iaimpracticable porque se interponian en el trayecto diflcultades irresolubles,surgian constantemente callejones sin salida que se entrecruzaban en laberinto,y los antiguos carninos que llevan permanentemente el pensarniento al surcornilenario que le han t razado los prejuicios de la ratio fl losofica tradicional sereproducian en circulos viciosos,Se bien, escribi6 Pei rce, que soy un explorador que intenta avanzar en me-dio de un inmenso territorio desconocido. i ,Hemos logr