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SISENA LECTURA DE LLENGUA CASTELLANA EL VERDADERO EVEREST Oriol y sus amigos vivieron una auténtica odisea aquel verano del año dos mil catorce… Habían preparado minuciosamente los instrumentos de orientación y también los equipos de escalada. Habían hecho acopio de víveres para los quince largos días que pretendían pasar en el centro de la Tierra. El tiempo apremiaba y no podían dilatar más el inicio de la operación. Júlia había recomendado al equipo que excavasen un profundo agujero en el centro de su almacén porque alguna vez había observado que del suelo manaba un fino hilo de una sustancia viscosa, muy caliente. Obviamente, no podría tratarse sino de magma procedente de la astenosfera. Los miembros del grupo, al oír eso, la habían zarandeado varias veces y le habían dado cariñosas bofetadas en las mejillas para que despertase. ¡Si querían llegar al Everest, la montaña más alta del mundo, debían viajar hacia el Himalaya, en Asia, y no ponerse a hacer agujeros en el almacén de Julia! Júlia, sin embargo, había insistido, seguía en sus trece: repetía que tenían que conseguir resquebrajar el cemento e iniciar el descenso hacia el centro de la Tierra: allí estaba la clave. Tras superar el desconcierto provocado por las palabras de Júlia, Oriol dio la orden de partir. Roger empezó a excavar con fuerza en el almacén de la niña y pronto Siham, la responsable de las cuerdas, pudo fijar el primer cordón. Ricard fue el primero en descender. A medida que su cuerpo se iba adentrando en las entrañas de la Tierra, el niño sentía un frío gélido; a través del intercomunicador les indicó a sus compañeros que estaba aterido y que les sería

SISENA LECTURA DE LLENGUA CASTELLANA

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SISENA LECTURA DE

LLENGUA CASTELLANAEL VERDADERO EVEREST

Oriol y sus amigos vivieron una autntica odisea aquel verano del ao dos mil catorce Haban preparado minuciosamente los instrumentos de orientacin y tambin los equipos de escalada. Haban hecho acopio de vveres para los quince largos das que pretendan pasar en el centro de la Tierra. El tiempo apremiaba y no podan dilatar ms el inicio de la operacin.

Jlia haba recomendado al equipo que excavasen un profundo agujero en el centro de su almacn porque alguna vez haba observado que del suelo manaba un fino hilo de una sustancia viscosa, muy caliente. Obviamente, no podra tratarse sino de magma procedente de la astenosfera. Los miembros del grupo, al or eso, la haban zarandeado varias veces y le haban dado cariosas bofetadas en las mejillas para que despertase. Si queran llegar al Everest, la montaa ms alta del mundo, deban viajar hacia el Himalaya, en Asia, y no ponerse a hacer agujeros en el almacn de Julia! Jlia, sin embargo, haba insistido, segua en sus trece: repeta que tenan que conseguir resquebrajar el cemento e iniciar el descenso hacia el centro de la Tierra: all estaba la clave.

Tras superar el desconcierto provocado por las palabras de Jlia, Oriol dio la orden de partir. Roger empez a excavar con fuerza en el almacn de la nia y pronto Siham, la responsable de las cuerdas, pudo fijar el primer cordn. Ricard fue el primero en descender. A medida que su cuerpo se iba adentrando en las entraas de la Tierra, el nio senta un fro glido; a travs del intercomunicador les indic a sus compaeros que estaba aterido y que les sera necesario equiparse con la ropa de abrigo. As, todos obedecieron y pronto se reunieron con l. A cincuenta metros de profundidad se encontraron con Shackleton y sus marineros, quienes volvan exhaustos de la Antrtida a travs de un atajo que cruzaba el planeta de sur a norte. No haban podido zarpar con el Endurance y haban decidido volver a pie. Intercambiaron saludos con camaradera y siguieron, cada equipo en la direccin necesaria para conseguir su objetivo.

Una vez superada la corteza terrestre, el equipo inici el ataque al manto. All todo era absolutamente diferente. Mara fue la primera en percibir los efectos devastadores del magma. An equipada con el abrigo trmico de plumas, tuvo que sostenerse colgando de la cuerda y quedarse rpidamente en baador porque el sudor le caa a caos por todo el cuerpo. Los dems hicieron lo mismo. Haban pasado de sufrir una temperatura bajo cero, a tener que soportar unos cincuenta grados positivos en tan solo unos segundos. De pronto Sanae, la siguiente en descender, observ una especie de objetos muy coloridos que destacaban a unos veinte metros de distancia. Oriol dio la orden de descender rpidamente. Finalmente, el equipo toco suelo y, absolutamente sorprendidos, con los ojos fuera de sus rbitas, se dieron cuenta de qu tipo de objetos hablaba Sanae

Delante suyo, los miembros de la expedicin tenan una playa , deca en el cartel de bienvenida. Era una autntica playa de estilo caribeo con sombrillas multicolor! Era realmente posible? En el manto terrestre? En un lugar tan inhspito?

De pronto, se les acerc una moradora de ese lugar. Era una especie de indgena de piel morena, vestida con una falda de paja que se mova al son del movimiento de sus caderas, y que llevaba una guirnalda de flores atada al cuello. Su nombre era Carla. Era la duea de esa pequea playa. Haba decidido, aos atrs, abandonar la superficie terrestre y lanzarse a la aventura para encontrar un nuevo lugar donde montar su negocio. Saba que, tarde o temprano, llegaran los primeros clientes. Ese momento haba llegado. Carla avis a sus cuatro socios, Alexandra, Chaymaa, Aida y Youssef, quienes rpidamente aparecieron con refrescos de pia tropical y coco silvestre helado para todos.

Oriol, el capitn de la expedicin, orden a los miembros del equipo que recogiesen sus cosas y se dejasen de chiquilleras, pues no era el momento de relajarse y dejarse tentar por el relax propio de una playa virgen. Tenan que llegar al Everest como fuese! Cuando se dio la vuelta, vio a todos los miembros del grupo tumbados en hamacas, con la bebida refrescante en la mano, siendo abanicados intermitentemente por Aida, Youssef, Chaymaa y Alexandra, sin ningn nimo de proseguir el descenso. Los ojos se le inyectaron entonces en sangre a Oriol y una furia inmensa se apoder de l. Antes de proferir el primer grito, sin embargo, Julia se levant sin prisa, fue caminando hacia l y, con dulzura, le dijo:

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